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Delitos contra la Administración Pública

Los delitos contra la administración pública, están previstos en la parte especial


del Código Penal, libro segundo, título once, desde el artículo 237 a 281 bis. En
dicha estructura se encuentran una serie de conductas delictivas que se agrupan
bajo la denominación común de delitos contra la administración pública.

Se puede decir que estos delitos son de carácter especial, en tanto requieren que
el autor reúna ciertas condiciones; véase que tales delitos se cometen en su
mayoría no todos cuando el autor o sujeto activo es un funcionario público, v.g.
el delito de prevaricato, mismo que solo puede ser cometido por un juez. Sin
embargo hay otros que pueden ser cometidos por los ciudadanos comunes o
particulares, v.g. el delito de resistencia contra la autoridad, el cual no requiere
como elemento fundamental que el sujeto activo sea un funcionario público.

En cuanto al bien jurídico protegido, se hace referencia al normal, legal y


ordenado funcionamiento de los distintos órganos del estado en sus distintas
ramas, ya sea legislativa, ejecutiva y judicial; atendiendo además a aquellos
órganos descentralizados que de alguna manera ejerzan funciones de carácter
administrativo.

En cuanto a lo que se entiende por funcionario público en derecho penal se


plantean dos posiciones, por un lado están quienes consideran que funcionario
público refiere a un cargo en particular mientras que empleado público refiere a
otro y por lo tanto solamente interpretan que funcionario público es aquel que
dependiendo de la administración ejercer ciertas funciones y tiene cierto poder de
decisión en dichas funciones, los demás serían simplemente empleados públicos.
Por otro lado están los que sostienen que en definitiva todos son funcionarios
públicos. Siguiendo la línea el artículo 77 del Código, brinda una definición de lo
que debe entenderse por funcionario y empleado público estableciendo que por
los términos “funcionario público” y “empleado público”, usados en este
código, se designa a todo el que participa accidental o permanentemente del
ejercicio de funciones públicas sea por elección popular o por nombramiento de
autoridad competente.
Atentado y resistencia contra la autoridad

El artículo 237 que refiere al atentado contra la autoridad, prevé una pena de un
mes a un año, a quien empleare intimidación o fuerza contra un funcionario
público o contra la persona que le prestare asistencia a requerimiento de aquél o
en virtud de un deber legal, para exigirle la ejecución u omisión de un acto propio
de sus funciones.

Lo que se busca según la normativa es proteger la libertad de determinación del


funcionario en su actividad como funcionario público. Por lo tanto la acción
típica es emplear intimidación o fuerza para que el funcionario adopte una
decisión contraria a su voluntad. La intimidación en este sentido debe ser
interpretada de modo similar a la coacción, pues la fuerza significa un modo de
energía contra la persona. Por lo tanto, en dicho caso, quien empleare violencia
o intimidación para exigirle al funcionario que haga algo o bien impedirle que
ejerza su función que por competencia le corresponde estaría incurriendo en
este delito de atentado contra la autoridad.

En cuanto al sujeto activo, puede ser cualquier persona, inclusive otro


funcionario público.

En cuanto al sujeto pasivo, necesariamente debe ser un funcionario público de


conformidad con lo previsto en el artículo 77 del Código Penal. También podría
ser sujeto pasivo alguna persona que esté prestando colaboración al funcionario
público cuando le sea requerido por este.

El delito de atentado a la autoridad exige que la acción del sujeto activo se


despliegue antes de que el funcionario público comience a ejecutar ese acto
funcional que pretende, por ejemplo, si el funcionario está dispuesto a ir a
detener a una persona, comienza el acto de detención y quien será detenido se
resiste incluso con violencia e intimidación ya no sería posible hablar de
atentado sino más bien resistencia a la autoridad. Por lo tanto lo que diferencia
al atentado con la resistencia a la autoridad, es que el primero exige que el acto
aún no sea ejecutado por el funcionario. En la práctica suele ocurrir que se
computa de manera errónea tanto el delito de atentado y la resistencia como si
fuera posible que ambas figuras técnicamente puedan resultar aplicables a un
mismo hecho, por lo general ambas figuras se excluyen entre sí.

Es un delito doloso, por lo tanto el autor de dicho delito debe conocer que está
ejerciendo fuerza o intimidación contra un funcionario público en ejercicio
funcional, no hay tentativa. Se exige incluso un elemento subjetivo especial, esta
es la intención de exigirle al funcionario la ejecución u omisión de un acto
propio de sus funciones, así lo determina el artículo 237 en su última parte, por lo
tanto el acto que despliega el funcionario debe ser un acto de ejercicio de
autoridad, ejemplo funciones que normalmente sean ejercidas por policías o por
jueces; por lo tanto, el delito no se comete cuando una persona ejerce violencia o
intimidación contra cualquier funcionario público para exigirle cualquier acto
relativo a su funciones.

En cuanto a la consumación del delito, esta se da simplemente cuando se ejerce


el acto de violencia e intimidación, no es necesario que el funcionario realice
efectivamente ese acto que se le pretende imponer.

En cuanto a los agravantes previstos en el artículo 238, se agrava la pena de seis


meses a dos años, si el hecho se cometiere a mano armada, en este caso el
fundamento del agravante es el mayor poder ofensivo para el autor y las menores
posibilidades de defensa para la víctima más el peligro que implica el uso del
arma para la vida e integridad del sujeto pasivo; si el hecho se cometiere por la
reunión de más de tres personas; si el culpable fuere funcionario público, acá
el agravante tiene que ver simplemente con la calidad del sujeto activo por
exigencia del respeto al cargo de que detenta; si el delincuente pusiere manos en
la autoridad, poner manos en la autoridad significa en principio ejercer un
contacto físico y directo del autor o sujeto activo para con el funcionario o sujeto
pasivo, en este punto se discute acerca de la intensidad del poner manos en la
autoridad pues si bastara con el simple tocar al funcionario público prácticamente
no existiría tal agravante, por lo tanto para darle algún sentido a este agravante la
doctrina sostiene que el contacto físico implique una cierta magnitud en la fuerza
utilizada contra el sujeto pasivo.

Atentado contra autoridad militar.

Por su parte el artículo 238 bis refiere al atentado contra autoridad militar, se
trata de poner manos en el superior militar. Dicho artículo establece en su
primera parte que el militar que pusiere manos en el superior, sin lesionarlo o
causándole lesiones leves, será penado con prisión de uno (1) a tres (3) años. Ya
en su segunda parte establece un agravante estableciendo que si el hecho tuviere
lugar frente al enemigo o a tropa formada con armas, o si se cometiere en
número de seis (6) o más, el máximo de la pena será de seis (6) años.

Resistencia y desobediencia a la autoridad.

El artículo 239 establece que será reprimido con prisión de quince días a un año,
el que resistiere o desobedeciere a un funcionario público en el ejercicio
legítimo de sus funciones o a la persona que le prestare asistencia a
requerimiento de aquél o en virtud de una obligación legal.
En este caso se necesita una orden o un acto del funcionario público que ya esté
en plena ejecución y es contra ese acto que se va a resistir el autor de este delito,
por lo tanto la resistencia comprende una oposición activa contra ese acto de la
autoridad. Entonces, no se puede ejercer este delito durante la ejecución del acto
de un funcionario público que pretende efectuar una conducta determinada dentro
de su competencia o funciones.

Se requiere por parte del sujeto activo la fuerza física u amenaza contra el
sujeto pasivo a modo de no cumplir esa orden, esto es incluso lo que distingue la
resistencia de la desobediencia, ya que en esta última también hay una orden
emanada de una autoridad que obliga a la persona a realizar u omitir una
determinada conducta pero la diferencia está en que en la simple desobediencia
no se ejecuta fuerza física u amenaza sobre el sujeto pasivo, elementos que si
están presentes en la resistencia.

En este punto también se requiere como elemento del tipo objetivo de la


resistencia, la legitimidad de la orden o del acto del funcionario, si el ilegítima
pues entonces la conducta de resistencia sería totalmente atípica.

La resistencia es un delito de carácter doloso, por lo tanto el autor debe saber que
se está resistiendo mediante violencia u amenaza a un acto o una orden legítima
emanada de un funcionario público, acá no se exige un elemento subjetivo
especial como el caso del atentado contra autoridad pública.

En cuanto a la desobediencia, esto es no cumplir con una orden legítima


emanada de autoridad competente, acá no hay ni violencia ni intimidación, pero
presupone igualmente la existencia de una orden dirigida a persona determinada.
Al igual que los anteriores es un delito doloso, por lo tanto el auto debe de
conocer todos los elementos del tipo objetivo. Se consuma la desobediencia con
el simple incumplimiento de la orden.

Violación de normas militares

Dicho delito está previsto en el artículo 240 bis, el cual establece que el que
violare las normas instrucciones a la población emitidas por la autoridad militar
competente en tiempo de conflicto armado para las zonas de combate, será
penado con prisión de uno (1) a cuatro (4) años si no resultare un delito más
severamente penado.
Atentados leves

Regulados en el artículo 241, en este punto se comprenden distintos supuestos de


perturbación al orden en las sesiones de los cuerpos legislativos o de las
audiencias celebradas en los tribunales de justicia. Este es un delito de resultado
y se exige que se perturbe el orden de manera concreta. Además es doloso
debiendo el autor conocer que está perturbando un acto funcional de algún
órgano legislativo o judicial. En la segunda parte del pertinente artículo se
observa una figura subsidiaria del "atentado" previsto en el artículo 237 y
consiste en impedir o estorbar un acto funcional pero sin utilizar los medios del
artículo 237, es decir, violencia o intimidación; en este caso los medios típicos
que se reconocen son el ardid o inducción a error, ejemplo, decirle al funcionario
que se suspendió la sesión.

Delito de insubordinación militar

El artículo 241 bis, establece que se impondrá prisión de tres (3) a diez (10) años
a los militares que:

1. Tumultuosamente peticionaren o se atribuyeren la representación de una


fuerza armada.

2. Tomaren armas o hicieren uso de éstas, de naves o aeronaves o extrajeren


fuerzas armadas de sus asientos naturales, contra las órdenes de sus superiores.

3. Hicieren uso del personal de la fuerza, de la nave o de la aeronave bajo su


mando contra sus superiores u omitieren resistir o contener a éstas, estando en
condiciones de hacerlo.

4. Será penado con prisión de uno (1) a cinco (5) años la conspiración para
cometer los delitos de este artículo. No será penado por conspiración quien la
denunciare en tiempo para evitar la comisión del hecho.

5. Si en razón de los hechos previstos en este artículo resultare la muerte de una


o más personas, se sufrieren pérdidas militares o se impidiere o dificultare la
salvación de vidas en supuesto de catástrofe, el máximo de la pena se elevará a
veinticinco (25) años. En cualquier caso se impondrán las penas aquí previstas
siempre que no resultare un delito más severamente penado.
Violación de fueros

El artículo 242 establece que será reprimido con multa de pesos setecientos
cincuenta a pesos diez mil e inhabilitación especial de uno a cinco años, el
funcionario público que, en el arresto o formación de causa contra un miembro
de los poderes públicos nacionales o provinciales, de una convención
constituyente o de un colegio electoral, no guardare la forma prescripta en las
constituciones o leyes respectivas.

Este delito con pena de multa e inhabilitación especial consiste en el


incumplimiento de un funcionario público cuando procede al arresto o
formación de causa contra un miembro de los poderes públicos, de una
convención constituyente o colegio electoral sin guardad la forma prescripta
en cada caso. En este sentido se sabe que tanto la Constitución Nacional, las
leyes nacionales, constituciones provinciales o bien leyes provinciales prevén
distintos procedimientos para llevar a cabo el arresto de determinados
funcionarios públicos o bien para proceder a la formación de causa de
determinados funcionarios, ejemplo, de gobernadores, ministros, legisladores,
entre otros; súmese que los mismos en su mayoría tienen fueros lo que significa
que para detenerlos, indagarlos, someterlos a juicio oral o bien dictar una
condena, el funcionario destinado a realizar tales actos debe seguir la forma
correcta prevista por cada norma aplicable al caso.

Es un delito doloso, por lo tanto el funcionario debe saber que está deteniendo a
una persona que tiene fueros y que por lo tanto no puede detener o bien procede a
formar causa sin seguir con el procedimiento previsto.

Delito de incompetencia de testigos, peritos o interpretes.

El artículo 243 prevé, que será reprimido con prisión de quince días a un mes, el
que siendo legalmente citado como testigo, perito o intérprete, se abstuviere de
comparecer o de prestar la declaración o exposición respectiva. En el caso del
perito o intérprete, se impondrá, además, al reo, inhabilitación especial de un
mes a un año.

En este caso los sujetos activos solo pueden ser los testigos, peritos o interpretes
cuando son citados legalmente como tales en algún expediente o procedimiento
judicial y se abstienen de prestar la declaración u exposición respectiva, en este
primer supuesto se lo cita y ni siquiera concurre, o bien se abstienen a
comparecer, ya en este segundo supuesto se presente pero se niega a prestar
declaración estando obligado a hacerlo, aunque pueden haber excepciones en
cuanto a la obligación de comparecer.

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