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Asociado a un incremento de 5 veces en la prevalencia de diabetes tipo 2 y

de 2 a 3 veces en la de enfermedad cardiovascular (ECV)

EL RCV es la probabilidad de padecer un evento cardiovascular


adverso en un determinado periodo de tiempo, normalmente referido a
los siguientes diez años, mientras que por FRCV se conoce a ciertas
variables biológicas o hábitos adquiridos, detectados más
frecuentemente a través de estudios epidemiológicos, entre los
enfermos con cardiopatía isquémica y otras enfermedades
cardiovasculares. Clásicamente los FRCV han sido dislipidemia,
diabetes, HTA, obesidad, dieta rica en grasa saturada, sedentarismo,
factores trombogénicos y el exceso en el consumo de alcohol y
tabaquismo, pero en estudios recientes se habla de FRCV "nuevos" , 2

como la hiperglucemia postprandial, la hiperhomocisteinemia, el


exceso de lipoproteínas de patrón B o marcadores inflamatorios como
la proteína C reactiva (PCR) y la proteinuria. Marcadores de la
inflamación como la PCR  se han descrito predictores de futuros
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eventos cardiovasculares y cerebrovasculares. 


Según nuevos datos del estudio Framingham , los niveles de este
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marcador ya están elevados en fases tempranas de la aterosclerosis,


antes de aparecer los síntomas. Elevados niveles plasmáticos se
asocian con alto índice de masa corporal (IMC), tensión arterial (TA)
sistólica elevada, bajos niveles de colesterol ligado a lipoproteínas de
alta densidad (c-HDL) y sedentarismo. Elevados niveles de esta
proteína, coexistente con otros FRCV, aumentan significativamente el
riesgo coronario. Asimismo se ha relacionado el riesgo coronario con
un aumento de homocisteína  y aumento de coagulabilidad. Se ha
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demostrado que la homocisteína es tóxica para el endotelio, tiene una


acción protrombótica aumentando la producción de colágeno y
disminuye la disponibilidad de óxido nítrico. Los individuos con
niveles altos de homocisteína tienen un mayor riesgo de
arteriosclerosis coronaria, periférica y cerebral.
el stress crónico, la depresión, tabaquismo y alto consumo de alcohol;
además se han intensificado malos hábitos alimentarios como una dieta rica
en grasa e hidratos de carbono; todo este conjunto de factores añadidos a
otros preexistentes como ser historia familiar de diabetes y estado
posmenopáusico en las mujeres, han dado como resultado una población
cada día más sedentaria, propensa a enfermedades crónicas como
hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, enfermedad cardiovascular 
El síndrome metabólico (SM) se define como el conjunto de factores de riesgo cardiovascular
constituido por obesidad de distribución central, dislipidemia caracterizada por elevación de
las concentraciones de triglicéridos y disminución de las concentraciones de colesterol unido a
lipoproteínas de alta densidad (HDL-C), anormalidades en el metabolismo de la glucosa e
hipertensión arterial, estrechamente asociado a resistencia a la insulina

En el SM el fenotipo lipoproteínico incluye un aumento de los triglicéridos y una reducción de


los valores de HDL-C. Sin embargo, el colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad (LDL-C)
no está elevado, aunque se trata de partículas con propiedades bioquímicas diferentes, ya que
son LDL pequeñas y densas con un bajo contenido en ésteres de colesterol y un alto poder
aterogénico. Por una parte, son tomadas por los macrófagos, que se convierten en células
espumosas y, por otra, tienen una acción local inflamatoria, facilitando ambas vías la
formación de la placa de ateroma.

Las HDL ricas en triglicéridos cedidos por las VLDL son sometidas a la hidrólisis de la lipasa
hepática, pierden su poder antioxidante y anti-inflamatorio y acortan su vida media, por lo que
la HDL-C desciende. Esta disminución supone un riesgo de enfermedad cardiovascular,
independientemente de los valores de LDL-C y triglicéridos en sangre.

La presión arterial elevada en presencia de dislipidemia favorece el aumento de la filtración de


lipoproteínas pequeñas a través de los capilares, produciéndose un aumento de la
concentración de lipoproteínas aterogénicas en el tejido intersticial, lo que facilita el depósito
de colesterol en la pared de las arterias y en los macrófagos.

Síndrome metabólico y riesgo cardiovascular Las enfermedades cardiovasculares constituyen


un problema de salud pública de primer orden. En el mundo representan la principal causa de
muerte y un motivo importante de discapacidad, con gran repercusión en los costos
asistenciales que ello conlleva para la sanidad.58 El riesgo cardiovascular del SM depende de
los factores de riesgo presentes en cada individuo y no es mayor que la suma de los
componentes que lo determinan, pero por lo general triplica el riesgo de desarrollar
enfermedad cardiovascular (hasta el 80 % de los pacientes que padecen SM mueren por
complicaciones cardiovasculares). También se asocia a un incremento global de la mortalidad
por cualquier causa y multiplica en cinco veces el riesgo de desarrollar diabetes mellitus tipo
2.58 Revista CENIC Ciencias Biológicas, Vol. 47, No. 2, pp.106-119, mayo-agosto, 2016. 111 Es
así que el SM se convierte en una herramienta para la evaluación y prevención del riesgo
cardiovascular potencial, por lo cual debe ser detectado y diagnosticado tempranamente y así
mejorar la calidad de vida de los pacientes disminuyendo la incidencia de muerte
cardiovascular prematura.59 A pesar de la dificultad para la comparación de estudios de
morbilidad debido a las diferentes cohortes estudiadas y a la utilización de diferentes criterios
diagnósticos de SM, múltiples estudios han puesto de manifiesto la relación del SM con la
mortalidad por todas las causas y mortalidad cardiovascular. Estos datos son similares en
ambos sexos tras ajustar por edad, concentraciones de colesterol y tabaquismo.60 El SM se
asocia en los hombres con incremento de dos veces el riesgo de enfermedad cardiovascular y
cuatro veces el riesgo de enfermedad cardiaca fatal33 y, se estima que la prevalencia de SM en
pacientes con síndrome coronario agudo oscila entre el 41 y 50 %.61 Utilizando los criterios
diagnósticos de la ATP-III y la OMS, incluso en ausencia de diabetes mellitus o enfermedad
cardiovascular previa, la mortalidad coronaria fue tres veces mayor en los pacientes con SM,
después del ajuste estadístico para los demás factores de riesgo. Se estimó que el SM
explicaba el 18 % del riesgo de enfermedad cardiovascular. Este aumento de la mortalidad ya
se detectaba en fases precoces, incluso antes del desarrollo de enfermedad cardiovascular y
diabetes mellitus.62 En otros estudios se han encontrado resultados similares y, además, se ha
observado que el riesgo de enfermedad cardiovascular aumenta de forma exponencial cuando
se asocian más de tres componentes de SM.63 Según los datos aportados en una revisión a
cargo de la Asociación Americana del Corazón en los pacientes del estudio de Framingham, el
SM predice aproximadamente un riesgo del 25 % para el desarrollo de enfermedad
cardiovascular.64 En la casuística del estudio de prevención primaria con pravastatina
(WOSCOPS) en una población con hipercolesterolemia, tras un seguimiento de cinco años, los
pacientes que presentaban SM (que correspondía al 26 % de la casuística), tuvieron un riesgo
mayor de presentar un infarto agudo de miocardio o muerte cardiovascular.65 En un estudio
basado en datos de la tercera encuesta de salud llevada a cabo en Estados Unidos se demostró
que el SM está significativamente asociado con infarto de miocardio e ictus tanto en hombres
como en mujeres, pero, además, la adición de criterios se relaciona con la severidad de
lesiones angiográficas en las arterias coronarias y sus complicaciones clínicas.66 En las
personas > 50 años del estudio NHANES III, la mayor prevalencia ajustada de enfermedad
coronaria se produjo en el grupo con diabetes mellitus y SM (19 %), seguida por los sujetos que
padecían SM (13,4 %) sin diabetes mellitus. El SM supone un riesgo aumentado de enfermedad
coronaria incluso en ausencia de diabetes mellitus.67 El diagnóstico de SM presupone un
incremento del riesgo cardiovascular superior al determinado por la obesidad. En el estudio
WISE (Women's Ischemia Syndrome Evaluation) en mujeres remitidas para la realización de
coronariografía por una posible cardiopatía isquémica, las cuales se dividieron según el índice
de masa corporal, y dentro de cada uno de los grupos, según la presencia o no de diabetes
mellitus, SM o metabólicamente normales, se demostró que sólo el SM o la diabetes mellitus
se relacionan con la presencia de enfermedad coronaria angiográficamente significativa, así
como con un riesgo doble de morbilidad cardiovascular o de mortalidad por cualquier causa.
Por el contrario, la obesidad sin SM o diabetes mellitus no suponía aumento del riesgo para los
episodios cardiovasculares.68 Respecto a los estudios realizados en prevención secundaria,
cabe destacar el realizado por Olijhoek et al,48 en el que se obtuvo una prevalencia de SM del
45 % y en el que un 21 % de los pacientes presentaba enfermedad vascular y sólo el 38 %
mostró valores de glicemia normales. El SM se relacionó muy bien con el espesor de la íntima-
media de la carótida y con la concentración de albuminuria.69 Sin embargo, a pesar de la
fuerte asociación existente entre SM y enfermedad cardiovascular, esta no es universal, ya que
hay estudios como el Strong Heart Study realizado en indios americanos con SM y con
resistencia a la insulina que estudió a 2 283 indios no diabéticos y libres de enfermedad
cardiovascular de base, donde a pesar de observarse una alta prevalencia de insulino-
resistencia, sólo el 7,9 % desarrolló enfermedad cardiovascular en un seguimiento de 8
años.70

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