Afirmaciones generales, objetivas, hipótesis Afirmaciones con impacto emocional o que
ciertas, simples deseos, narración sin involucran sentimientos, extraordinarias, implicación emocional inadmisibles; cosas distantes, situaciones molestas, posibilidades, comparaciones subjetivas. Subjuntivo en -RA Subjuntivo en -SE Subjuntivo en -RA Subjuntivo en -SE Me acuerdo Al concluir la Entre otras palabras No le dije nada, sin perfectamente, comida recogía en ininteligibles me embargo, porque ya como si lo estuviera la palma de su mano pareció que me había encarecido, viendo, del día que mi -una mano negra, pronunciaba con en reciente ocasión, tutor me presentó él... pequeña, peluda- una insistencia que (Delibes, p. 7) aquellas miguitas molesta el «nene, le molestaba que un blancas, que casi nene», mocosuelo como yo fosforescían en que alcanzara su tratase de enmendar contraste con el cien representación sus decisiones. (Delibes, color de su piel, se durante la cena. p. 8) acercaba a la (Delibes, p. 13) pecerita verde e iba dejándolas caer, una a una, con cruel parsimonia, procurando que los dos acuáticos prisioneros se repartiesen su porción equitativamente. (Delibes, p. 13) Antes de llamar, mi Los recibió don «Eso lo sabes tú», Nunca, tío me estiró la Mateo en la misma me decía con una hasta el momento, me corbata y me sala isabelina que ansiedad tal, que a llamaron de «usted», y advirtió de nuevo utilizase para mí, aunque en el hecho de que aquella sobre la recibirnos a mi tío y verdad lo supiera, se mujer me necesidad de que me a mí. (Delibes, p. 17) me trababa la parangonase en comportara lengua y no dignidad con mi tutor correctamente en acertaba con la me ocasionó un íntimo presencia de don respuesta. (Delibes, regocijo. (Delibes, p. Mateo; (Delibes, p. 8) p. 14) 8) Entonces no Estuvieron allí Experimentaba la Entonces no advertía yo lo raro parados unos necesidad de una advertía yo lo raro que que hubiese sido que minutos y después oí presencia joven que hubiese sido que la la mujer dijera: cómo la señora compartiera mujer dijera: (Delibes, (Delibes, p. 8) pedía que le conmigo aquella p. 8) enseñasen nuestra existencia habitación. (Delibes, monótona y fría. p. 17) (Delibes, p. 16) Al poco Avanzó sobre mi de aquí que rato me dijo que ventana y antes de considerase fuese a ver al nuevo que me diera tiempo aquel trato como el ingresado. (Delibes, a reaccionar estaba mayor triunfo, hasta p. 18) frente a mí, entonces, de mi yo separado por una personal e leve frontera de independiente. (Delibes, cristales, y p. 8) -sentimientos haciéndome señas atropelladamente con las manos. (Delibes, p. 17)- impacto emocional Ella contestó, sin No ignoraba que si Si Fany hubiera ésta me saludó inmutarse, que lo su padre se nacido fríamente sin dejar de mismo nos deseaba hubiese relacionado coja de dos patas agarrar las esquinas a con otra perra hoy se sentiría feliz de su delantal, como si nosotros, diferente de su de poder disponer en realidad no se indicándonos, acto madre, ella no de tres. (Delibes, p. hubiese movido seguido, que estaría ahora allí, 40) de la postura en que la pasáramos y nos ladrando a las dejáramos la noche sentáramos. (Delibes, ranas, a la anterior. (Delibes, p. 10) p. 8) corriente, a las hojas verdes que flotaban sobre el río... (Delibes, p. 33) Cuando hacia las Jamás se presentó Brillaron de ilusión Las comidas eran dos marchaban a en público sus ojos claros y la siempre las mismas. sus casas todos mis un viernes sin que expresión de su Me refiero al clima, no compañeros, yo me una copla nueva rostro me indicó que al contenido, aunque refugiaba en la figurase en su si de él éste, realmente, habitación práctica extenso repertorio. dependiera tampoco fuese muy y áspera que me (Delibes, p. 35) desencadenaría variado. (Delibes, p. designaran el primer ahora mismo una 12) –situación no muy día. (Delibes, p. 12) nevada de copos agradable como platos e izaría sobre aquel cielo tibio de abril una luna pálida, glauca y enfermiza como la que salta sobre el firmamento en los meses helados de invierno. – emoción (Delibes, p. 48) Rechacé esta idea al En cambio, para Fany brincaba a Su pequeña no escuchar la nuestro maestro, los nuestro lado, sin humanidad, lenta de contestación de éste relatos de don echar de menos la costumbre para todo, y oír, por el Felipe se ofrecían pata que se llevara se movía inquieta, contrario, que el también por delante aquella apresurada, a las largo discurso de su poblados de malhadada carreta horas esposa se alicientes, aunque de naranjas. de las comidas. Y no es prolongaba sin su curiosidad (Delibes, p. 50) – que comiese con airarse, lo que no tuviese un sentido recuerdo con impacto glotonería. Al hubiera ocurrido de diferente al nuestro. emocional expresado contrario. (Delibes, p. estar en sus cabales (Delibes, p. 47) mediante un verbo en 12) Subjuntivo y no hallar imperfecto con –ra. contestación. (Delibes, p. 13) Venía, como yo, a Alegó doña Y se alejaron Eran parrafadas comenzar el Servanda en apoyo lentos; clon Mateo largas, bachillerato y de su tesis que si un poco más interminables, como si compartiría conmigo esto era así, enlutado que de estuviese pronunciando la cómo nos costumbre, con un un discurso a media habitación «áspera y explicábamos que luto que se le metía voz. (Delibes, p. 13) práctica» que me fuera de los muros hasta el alma; fuera asignada el hubiese edificios Martina, primer día. (Delibes, más viejos que inconsciente, ajena p. 15) dentro de ellos. al lugar y al tiempo, Hipótesis cierta expulsando a (Delibes, p. 47) empellones de su mente, por descabellada, la idea de que su padre hubiera podido ser hijo alguna vez. (Delibes, p. 51) Como Martina me Bastó este leve No quería aceptar, Fany también abría anunciara, dos días cataclismo para que ni en mucho sus dos ojos después llegó por la doña Gregoria supuesto, la redondos al caer la tarde un nuevo niño advirtiese nuestra posibilidad de que miga acompañado de una presencia, algún día Alfredo de pan en la pecera, señora vestida interrumpiese la tuviera que aunque me terno que elegantemente. tertulia para separarse de mí su atención estuviese (Delibes, p. 17)- mandarnos a para patrocinada más por narración objetiva nuestra habitación, siempre. (Delibes, p. la envidia que por la y nos liberase, con 51)-situación difícil curiosidad. (Delibes, p. ello, del sopor y la de aceptar 14) -sentimientos atonía de aquella conversación tan poco interesante. (Delibes, p. 49) Don Mateo, después Aquel golpeteo no Hasta llegué a de carraspear, inició me gustaba sospechar que si el la investigación de tampoco. Renovaba sonido de la los conocimientos la presencia de caja de música hubiese del cosas que hubiera dado un día una nota recién llegado. querido tener en cambiada, doña Todo, todo fue aquel instante Gregoria ya no hubiese exactamente igual muy lejos de mí. podido conciliar el que lo fuera (Delibes, p. 53) sueño. (Delibes, p. 14) conmigo meses -posibilidad antes. (Delibes, p. 19) Entonces rememoré Ningún otro Se toda la escena que desenlace me desdecía y contradecía contemplara hubiera sorprendido en sus explicaciones entre la nieve tanto. (Delibes, p. con gran frecuencia, aquella misma 53)- demostrándonos con tarde. El hombre ello que su espíritu no agazapado junto al se balanceaba en farol esperando a la aquellos días sobre el señora que campo de la ciencia, acompañaba a sino que iba más lejos, Alfredo; las muecas hasta las laderas ridículas que me yertas donde la muerte hizo(...)(Delibes, p. se cobija, para 20) –narración sin rogarle que no implicación madrugase tanto en emocional hurtar aquella vida apenas iniciada. (Delibes, p. 14)-emoción, el acto de rogar Debió de interesarle Doña Gregoria, como mi orfandad porque un eco sincero y fiel de oí crujir las sábanas su marido; era también como si su cuerpo una mujer buscara una postura tristona. Lo que no sé más cómoda para es si lo era de natural escuchar. (Delibes, p. o por reflejo. Podría 21) ocurrir que tanto don Mateo como su mujer lo fuesen por naturaleza, y precisamente ello hubiese constituido el punto de atracción que acabara por llevarlos al altar. Tampoco era difícil que el pesimismo innato en alguno de ellos se hubiese transferido a su consorte en virtud de la todavía no expuesta teoría de los «caracteres comunicantes».(Delibes, p. 15) -posibilidad Alfredo no lo Martina era una entendía; no podía mocosa de tres años entender cómo su como tantas otras. madre, tan Parlanchina en grado dulce, tan blanda, sumo, como si tan parecida a él, se adivinase ya que desde resignaba a vivir su pubertad tendría separada de su hijo que empezar a medir por las mucha que fuera la palabras. (Delibes, p. coacción que aquel 15) hombre ejerciese sobre su voluntad pusilánime y débil. (Delibes, p. 25) Entonces doña Aquella novedad me Gregoria abrió el hizo pensar que de bolsero sacando la haber sido mi tutor y fotografía de aquella señora quienes Martina y la postal tuviesen que vivir con que yo escribiera don Mateo, éste y unas horas antes. su mujer les hubiesen (Delibes, p. 27) atendido con mayor celo que el que ponían en servirnos a nosotros. (Delibes, p. 17)-posibilidad, hipótesis Voces atipladas, Le vi cobijarse bajo el desacostumbradas farol de la esquina en aquella casa, me como si alcanzaban sin que quisiese templar su yo me preocupara de cuerpo aterido con sus localizar su sentido. agudos haces de luz. – (Delibes, p. 28) posibilidad , manera (Delibes, p. 18) A punto fijo no Al dirigirme a mi puedo decir que habitación pensaba aquellas comidas, a qué de particular las tendría el que un que todos asistíamos hombre emperifollados, esperase a una mujer a tuvieran otra la puerta de la calle y finalidad que dar en que yo sorprendiese ocasión a doña su encuentro Gregoria para desde la atalaya de mi acabar de gastar un ventana. (Delibes, p. traje negro de 18) –sentimiento de cuerpo corto, confusión ajustado a la cintura y que, ocasionalmente, le brindaba la oportunidad de lucir un pecho opulento de matrona, falseado por sabe Dios qué secretos procedimientos. (Delibes, p. 30) La noche de un Lo hice con tiento, con viernes, de uno de miedo, aquellos viernes en como si a pesar de mis que la Bruna pocos años ya tuviese repitiera hasta una sensación seis veces la copla inconsciente de que del niño pisaba terreno secuestrado, ante la prohibido. (Delibes, p. petición onerosa y 21)-miedo reiterada de Alfredo, éste, ya en la cama, me dijo: (Delibes, p. 36) Había vaciado un Llegó mirándome con año de mi existencia desprecio como si desde el día que tuviese autoridad mi tío me llevara a sobre mí. Un día me casa de don Mateo a rebelé, pero mi bordo de una madre... (Delibes, p. carretela 21) descubierta. (Delibes, p. 37) Don Mateo miró a Guardó silencio como Alfredo como si de si el eco de la sus labios hubiera habitación le hubiese salido una advertido y censurado blasfemia. su Alfredo no se dio franca locuacidad. por aludido. (Delibes, p. 21) (Delibes, p. 38) Probablemente ni se No me explicaba, acordaría ya, igualmente, que una tampoco, de que no relación sagrada, hacía vinculada con un lazo cinco horas que se de sangre, pudiera ser desternillaba de risa anulada por una y de que su codo se relación caprichosa y clavaba en mi muslo sin eslabón visible que para la justificase. (Delibes, subrayarme, irónico, p. 25) todo lo que a mí pudiera pasarme inadvertido. (Delibes, p. 42) Columbraba para la Y tan bien debió de vida un alcance parecerle que, diferente al limitado arrepentida horizonte color de sin duda de haber rosa que, hasta este concluido tan pronto, momento, me volvió la fotografía limitara sus para que añadiese bajo perspectivas. la dedicatoria: «... Y a (Delibes, p. 42) todos un abrazo». Luego me ordenó que la leyese toda entera, lectura que escuchó con la voluptuosa delectación que pondría un novel al escuchar unas palabras de elogio de un maestro consagrado. (Delibes, p. 26) -Desde luego, el día Confieso que cuando que yo me muera, se hizo la hora de que me entierren al marcharnos me sentí lado de un pino, ¿me liberado (...). oyes, Pedro? Advertí un codazo de (Delibes, p. 52)- doña Rosa a certidumbre con su padre y, casi respecto al futuro; instantáneamente, la muerte es cómo éste se hurgaba inevitable. en los bolsillos de su chaleco y extraía de él una moneda de plata de dos reales que colocó en mi mano apretándola después, como diciéndome que conservase y no dilapidase aquel tesoro que me concedía en premio a mi caligrafía excepcional. (Delibes, p. 28) Frente a la muralla se levantaban, escamoteadas por la bruma, las estribaciones rocosas y azuladas de la sierra, como otra ciudad amurallada que desafiase a la nuestra a singular combate. (Delibes, p. 32) Me las vi y me las deseé para aclararle unas ideas que yo entendía, aunque no las supiese expresar. (Delibes, p. 33) Como si fuese un cicerone de alquiler nos relató con pelos y señales la evolución de aquel palacio. (Delibes, p. 37) Caía por sus extremos como si estuviese colocada a horcajadas de alguna gigantesca cabalgadura. (Delibes, p. 38) (...)o reír francamente a carcajadas hasta que el amargo pesimismo de nuestro maestro se deshiciese en la atmósfera como el humo. (Delibes, p. 39) Éste sería el ideal del cuerpo, el ideal del hombre si todo fuese materia. (Delibes, p. 40) Para Alfredo el lamentable acontecimiento del puente fue, sin duda, el suceso del día, el suceso que más le impresionase desde su internamiento en casa de don Mateo. (Delibes, p. 42) El resto, las demás sensaciones de aquella tarde quedaron atrás, tan atrás en la historia de mi amigo, que de seguro no volvería a recordarlas hasta que un día, vacío por dentro y por fuera, le asaltasen estas rememoraciones que, en virtud de una sensación más realista y vigorosa, habían quedado postergadas. en su día. (Delibes, p. 42) Sus palabras se hablan volcado sobre mi ser, empapándole corno si fuese una esponja. (Delibes, p. 43) Aquí estribaban las posibilidades de felicidad de cada humano: en que su facultad de desasimiento fuese más o menos elástica, en que el hombre estuviese irás o menos aferrado a las cosas materiales. Por ello tal vez el secreto básico estuviese contenido en el hecho de no tomar nunca para no tener que dejar nada. (Delibes, p. 43) Volví a escuchar el aullido lastimero. Era tan tenue que únicamente yo, que velaba, hubiese podido oírle. (Delibes, p. 44) -Fany, querida perrita... -le dije al oído suavemente-. Si hubieses nacido con dos patas rotas hoy sería el día más feliz de tu vida al verte con tres... Lo que cuesta es renunciar... (Delibes, p. 45) Lo que más habla sorprendido a doña Servanda era que media ciudad estuviese amurallada y la otra media no. (Delibes, p. 47) Sobre la ilusión de la escapatoria, sobre el encanto de deslizarnos por las calles heladas una madrugada de luna, sobre la increíble satisfacción de poder recrear nuestros sentidos sobre la ciudad hermética, silenciosa y nevada, venía ahora este complemento, alentador y sugestivo, de poder atusar con nuestras manos la mole de la fábrica, callada y obscura, de la misma manera que si se tratase de un monstruo dormido.(...) Tanto era lo que nos iba en aquella proyectada expedición que de habernos asegurado alguien la imposibilidad de realizarla como pensábamos, creo que hubiésemos enflaquecido de tristeza. –ilusión (Delibes, p. 48) Con parsimonia daban forma geométrica a un pedrusco de granito con la luctuosa idea de que en su día sirviese para poner frontera entre un muerto y los que detrás le supervivían. (…)Sus lecciones podrían tener un contenido de escarmiento para los que quedasen detrás. (Delibes, p. 50) No era que yo hubiese supuesto otra cosa, sino que me impresionó que se observase para con los cadáveres una disciplina tan austera, tan rígida, como si el lugar de su descanso fuese un campamento militar. (Delibes, p. 51) Es una sombra como la que proyectaría doña Servanda si hubiese nacido árbol. (…) Los dos guardamos silencio como si estuviésemos midiendo las exactas dimensiones de la última frase: «más simpática de todas maneras...» (Delibes, p. 52) Agradecí por ello el regreso de Martina y el señor Lesmes. Al verles a nuestro lado experimenté unas ganas locas de vocear al viento con todas mis energías. Tentado estuve de rogar a don Mateo nos llevase muy lejos de allí para merendar. Empero era él quien mandaba y con seguridad no le hubiese agradado la idea de continuar andando, teniendo en consideración que la pequeña Martina debía regresar en sus brazos. Encontré por tanto natural que nuestro maestro se detuviese justo en lo alto de la prominencia desde la que se dominaba por una vertiente la ciudad y el camposanto por la opuesta. (Delibes, p. 52) Pensar que aquel hombre era ya viudo se me hacía tan increíble como si me hubiesen asegurado que Alfredo iba a ser nombrado almirante en jefe de la flota británica en el Mediterráneo. (Delibes, p. 53) -Las bodas no serían tan frecuentes ni se adornarían con detalles tan superfluos e insensatos si los novios pensasen en su día que uno de los dos ha de enterrar al otro. (Delibes, p. 53) Creo que esta verdad tremenda nos impresionó momentáneamente tanto a Alfredo corno a mí. Nunca se me había ocurrido pensar en ella por más que su simplicidad y evidencia fuesen aterradoras. (Delibes, p. 53) A pesar de que mi conducta fue algo insólita y extemporánea, don Mateo y Alfredo me contemplaron como si estuviese llevando a cabo la acción más natural del mundo... (...) Me conmovió que el animal supusiese que yo solamente había estado tratando de jugar. (Delibes, p. 53)