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Rodríguez, María - Cuidado Personal de Niños y Adolescentes
Rodríguez, María - Cuidado Personal de Niños y Adolescentes
EL CUIDADO PERSONAL
--
DE NINOS y ADOLESCENTE,S
EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA
EL CUIDADO PERSONAL
DE NIÑOS YADOLESCENTES
EN EL N UEVO DEREC HO CH ILENO DE FAMI LIA
Dirigido especialmente a jueces y abogados, este libro aborda la temática del cuidado personal de los hijos
y sus derechos-deberes conexos o relacionados, desde la perspectiva de todos los deberes y derechos entre
padres e hijos. Se estudian especia lmente los factores de atribución de la tuición en situaciones de crisis o
irregularidad familiar. Estos son: la convención entre el padre y la madre; la ley, que subsiste como criterio
. de atribución supletorio de la voluntad de los padres y de funcionamiento automático, sin necesidad de
intervención judicial; y la sentencia judicial. El recurso al juez de familia, como último sistema de atribución,
opera si el padretiene motivos para impugnar la atribución legal a la madre. O bien, si no hay acuerdo entre
padrey madre sobreel cuidado personal de sus hijos; o si, habiéndolo, han cambiado las circunstancias que
justificaron el acuerdo.
En el ámbito judicial, cua ndo se producen litigios entre progenitores, la regla de autonomía de la voluntad
(que favorece los acuerdos entre los padres) y la regla supletoria legal de preferencia materna ceden frente
al principio del interéssuperior del niño. El principio del interés superiordel niño, como criterio de adjudicación,
tiende a ofrecer mayor espacio de discreción al juzgador para atribuir la tuición al otro de los padres. Pero
la intervención judicial exige que las partes produzcan prueba tendente a integrar un supuesto de hecho
indeterminado: "maltrato, descuido u otra causa calificada" (artículo 225, inciso ) 0 del Código Civil), que
justifique un cambio en el cuidado personal del niño. A su vez, el "interésdel niño" escriterio indeterminado
de adjudicación queel juez debe integrarcon motivoso razones deexperiencia, juicios devalor y argumentos
quejustifiquen la decisión en función de la finalidaddel principio.
EL CUIDADO PERSONAL DE
-
NINOS y ADOLESCENTES
EN EL NUEVO DERECHO CIllLENO DE FAMILIA
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EL CUIDADO PERSONALDE NIÑOS YADOLESCENTES
EN EL NUEVO DERECHOCHILENO DE FAMILIA
ESTE LIBRO ES UN PROOUcro DEL PROYECTOFONDECYTN" 1070077
© MARíA SARA RODRíGUEZ PINTO
2010 Legal Publishing Chile' Miraflores 383, piso 10, Santiago, Chile' Teléfono: 6007008000' www.legalpublishing.cl
Registro de Propiedad Intelectual N° 190.643 • 1.s.B.N. 978 - 956 - 238 - 900 - 6
)' edición mayo 20 I O Legal Publishing Chile
Tiraje: 300 ejempl ares
Impresores: CyC Impresores - San Francisco 1434, Santiago
IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE
(S) ADVERTENCIA
La LeyN° 17.336 sobre Propiedad Intelectual prohibe el usono exceptuado de obras protegidas sin la autorización expresa de los titulares de los
derechos de autor. El fotocopiado o reproducción por cualquier otro medio o procedimiento, de la presente publicación, quedaexpresamente pro-
hibido. Usosinfractores pueden constituir delito.
Í NDICE
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I NTRODUCCIÓN . . .. .. .... . ... .• ... . .. .. .. .. ... .. . . .. .... . .... ... .. .. .. . .. . .. .. .. .. ... . . .. . .. . .. .. . . .. .. .. .. .. . ... .. .
C APÍTULO PRIMERO
AUTORIDAD PARENTAL Y PATRIA POTESTAD EN EL DERECHO CIVIL CHILENO
Página
CAPÍTULO SEGUNDO
LA ATRIBUCIÓN DEL CUIDADO PERSONAL POR CONVENCIÓN ENTRE LOS PADRES
CAPÍTULO TERCERO
LA REGLA DE ATRIBUCIÓN LEGAL SUPLETORIA DE LA TUICIÓN
Página
CAPÍTULO CUARTO
Los CRITERIOS DE ATRIBUCIÓN JUDICIAL DEL CUIDADO PERSONAL DE LOS HUOS
Página
CAPÍTULO QUINTO
OTRAS FORMAS DE ATRIBUCIÓN Y EJERCICIO DEL CUIDADO PERSONAL DE LOS HIJOS
Página
Hemos sido directos testigos del ingente trabajo de investigación, análisis y re-
flexión que ahora aparece expuesto y condensado en el libro que nos honramos en
prologar, a petición de su autora. Por más de dos años, con el apoyo del Fondo Nacional
para la Ciencia y la Tecnología, FONDECYT, la profesora de Derecho Civil de la
Universidad de los Andes , María Sara Rodríguez Pinto, dirigió como investigadora
responsable un proyecto de investigación dedicado a identificar y buscar criterios de
solución para los conflictos de intereses que se plantean entre padres e hijos en muy
diversos planos . En esa labor tuvimos la ocasión de acompañarle como coinvestiga-
dar y colaborador, junto con profesores extranjeros como el Catedrático de Derecho
Civil de la Universidad de Oviedo, Ramón Durán Rivacoba, y la profesora titular de
Derecho Civil de la Universidad Autónoma de Madrid, Alma Rodríguez Guitián.
Una de las áreas en la que se plantean más agudamente los conflictos de intereses
de padres e hijos es en todo lo referido a la potestad de los padres sobre la persona
de los hijos y principalmente a la facultad de tener su cuidado personal o relacio-
narse directamente con ellos, en casos de ausencia o fracaso de la vida común entre
los progenitores. Este tema fue siendo abordado progresivamente por la profesora
Rodríguez Pinto, con artículos publicados en revistas especializadas, hasta alcanzar
la madurez y el nivel completivo que proporciona una monografía como la que el
lector tiene en sus manos.
Justamente esa es la primera característica que podemos resaltar de esta obra: su
orgánica unidad. Se trata de un estudio concienzudo y minucioso de todos los pro-
blemas que suscita el cuidado personal de los hijos en el actual Derecho de Familia
chileno, que parte desde una visión general de la patria potestad o potestad paterno-
materna , en la cual se inserta este derecho-deber, para luego ir analizando las formas
de atribución: convencional, legal y judicial, y finalizar con modalidades especiales
de cuidado como, según la autora, lo es el derecho a mantener una relación directa y
regular con el hijo (antiguo "derecho de visitas"), la autorización para salir del país
y el modelo de tuición compartida o alternada. El estudio acaba con conclusiones
concretas que llegan incluso a la proposición de un nuevo texto para el arto 225 del
VIII MARÍA SARA RODRíGUEZ PINTO
Código Civil. Podríamos decir en jerga literario-jurídica que estamos frente a una
obra "redonda", donde todo aparece en el lugar preciso, ya sea para guiar al lector
que desea hacer una lectura continuada o para aquel que busca consultar un aspecto
específico de su contenido.
La monografía es completa también en otro sentido y es el de las perspectivas
jurídicas desde las que se abordan los problemas relacionados con la tuición de los
menores. Está muy presente el análisis dogmático de los textos legales pertinentes,
tanto del Código Civil como de la Ley de Menores y la Ley de Matrimonio Civil, con
un método hermenéutico que , sin prescindir de la letra de las normas, intenta construir
soluciones adecuadas tomando en cuenta las finalidades y los contextos normativos,
en el que se incluye el ámbito constitucional y el de los tratados internacionales (con
especial mención de la Convención sobre el Secuestro Internacional de Menores).
Pero la obra no sólo explica e interpreta las disposiciones legales en vigor, sino que ,
por medio del método histórico, da buena cuenta de su evolución legislativa, desde
la discusión del Código Civil hasta la última reforma de la ley N° 19.585 , en materia
de filiación. Con ello, la profundidad del análisis se incrementa y ello le permite a
la autora considerar los textos actuales con una visión más amplia y asumiendo su
esencial contingencia, máxime en una época de cambios socioculturales que impactan
fuertemente en la organización de la familia. De este modo, el trabajo también tiene
facetas de políticas pública y legislativa. La profesora Rodríguez Pinto no se limita a
señalar 10 que dice la ley, sino se arriesga a proponer cómo debería legislarse a futuro
en muchos de los puntos conflictivos que se abordan, como por ejemplo en materia de
preferencia materna, acuerdos entre los padres, y tuición compartida o alternada.
Tanto la labor hermenéutica-dogmática como la de prospectiva legal se hacen desde
el fundamento de la praxis y del necesario realismo que neutraliza los efectos de un
encandilamiento ideológico que muchas veces se infiltra en los estudios de Derecho
de Familia. Esta atención hacia la práctica y la realidad se observa en la inclusión
en todos los tópicos que se tratan, de la manera cómo los tribunales chilenos se han
enfrentado a los casos de tuición con las nuevas normas aprobadas en 1998. El interés
por la jurisprudencia no se traduce en la usual cita de uno u otro fallo en apoyo de una
idea doctrinal, como suele ocurrir en nuestro medio, sino en un relato de las especiales
circunstancias de cada caso concreto -que la autora cita por el nombre de sus partes- y
de los argumentos que predominaron al mom ento de fallar. Aquí podemos observar
una influencia de los modos de investigación jurídica que imperan en el ámbito del
Common Law, y que la autora ha conocido en profundidad gracias a sus estudios de
Máster y posdoctorado en las Universidades de Northwestern y Harvard. Debemos
constatar que la combinación que hace la autora entre el método deductivo fundado
en la regla general extraída de la ley y el método inductivo tomado de la forma en
que aplican la regla los tribunales, resulta sumamente fructífera en 10 dogmático y
también atractiva y amena en lo expositivo.
La observación de la realidad hace que la profesora Rodríguez se preocupe de la
literatura y la jurisprudencia emanada de otros ámbitos, especialmente del Derecho
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA IX
consiste en la favorable valoración de los acuerdos entre los padres que hace la autora
como regla principal de atribución del cuidado personal y del derecho a mantener una
regulación directa y regular. La segunda consiste en la distinción entre la conveniencia
y necesidad de una regla de atribución supletoria legal y las distintas alternativas de
contenido que esta regla puede tener, entre las cuales se encuentra la preferencia de la
madre sobre todos los hijos menores. Una tercera idea es la conceptualización como
criterios diferentes para asignar el cuidado personal a través del juez entre causales de
inhabilidad de los padres e interés del niño, niña o adolescente (en la moderna pero
verborreica terminología, ya recogida por nuestra Ley de Tribunales de Familia).
Una de las reformas de la ley N° 19.585, que la autora respalda enérgicamente,
es haber dotado a los padres de la atribución de concordar cuál de ellos se hará car-
go del cuidado personal de sus hijos menores , sin necesidad de un control judicial
previo (como sucedía antes con las transacciones que debían ser presentadas al juez
de menores para su aprobación). Parece ser la fórmula ideal para mantener la paz
familiar y la estabilidad emocional de los hijos. A ello parece tender también la Ley
de Matrimonio Civil con los acuerdos reguladores de la separación de hecho, de la
separación judicial y del divorcio solicitado de común acuerdo , así como la media-
ción previa establecida por la Ley de Tribunales de Familia, que también es 'objeto
de estudio en esta obra.
La intención de favorecer la autonomía de los padres en esta materia lleva a la
autora a expandir el posible objeto de estas convenciones, no limitándolas sólo a la
asignación del padre o madre que se hará cargo de la tuición y al ejercicio del derecho
a mantener una relación directa y regular, sino a otras cuestiones como la religión en
la que se pretende educar a los hijos, el colegio donde estudiarán, la habilitación para
autorizar operaciones quirúrgicas o tratamientos médicos, etc. Aunque el texto del arto
225 CC se refiere exclusivamente al cuidado personal, es plausible que se extienda al
derecho de relación directa, sobre todo si se coincide con la autora que también éste
es una forma de cuidado personal, que asegura y promueve la coparticipación en los
deberes paternos. Pero incluir otras materias que no forman parte de la tuición nos
parece discutible. En este sentido, resulta curioso que la autora , que en este punto
se muestra partidaria de una interpretación extensiva de la norma, modifique esta
perspectiva de análisis cuando al final de la obra analiza si es posible acoger bajo la
ley chilena vigente el modelo de la tuición compartida o alternada (que el niño esté
unos días con la madre y otros con el padre) , pues en este punto prefiere sustentar una
interpretación restringida del arto 225 CC en el sentido de no permitir bajo su texto la
tuición conjunta o compartida. Le encontramos razón en este último punto, pero por lo
mismo dudamos que se pueda hacer la interpretación extensiva que se sostiene sobre
la admisibilidad de pactos accesorios a la atribución del cuidado personal.
En materia de atribución legal, la profesora María Sara Rodríguez realiza una
provechosa contribución a la clarificación conceptual de los problemas que deben
resolverse en esta materia. En su parecer, hay que distinguir la existencia de una regla
supletoria legal, subsidiaria de los acuerdos de los cónyuges y que opera , sin interven-
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CIDLENO DE FAMILIA XI
ciónjudicial, de cuál es el contenido que tendrá dicha regla: es decir, si dirá que, a falta
de acuerdo o decisión del juez, se le dejan los niños a la madre, o al padre, o al que
los tenía antes del divorcio, o según las edades y sexos al padre y a la madre, etc.
Como lo plantea la autora son dos cosas que , aunque relacionadas, son distintas y
deben ser juzgadas conforme a sus propios méritos. El libro nos proporciona convin-
centes argumentos para pensar que , tanto para la protección del interés de los hijos
como para la paz familiar, la regla legal supletoria de atribución del cuidado personal
resulta necesaria y eficiente.
Más complejo es determinar cuál es el contenido que ella debe tener. La ley chilena
hoy día se decanta por establecer la preferencia de la madre respecto de todos los
hijos menores, pero ello no siempre fue así. Como recuerda la autora, anteriormente
se definía según la edad y sexo , y los varones adultos (mayores de 14 años) eran
atribuidos al cuidado del padre. La preferencia materna general sólo fue establecida
en 1989 por la ley N° 18.802, con el argumento de que no era conveniente separar a
los hermanos.
La profesora Rodríguez realiza un completo análisis de las criticas que se han
formulado a esta preferencia materna en el último tiempo en cuanto a que constituiria
una discriminación arbitraria, que vulneraría la igualdad de género e incluso que no
tendría en cuenta el interés superior del niño. De manera lúcida y aguda se exponen los
argumentos tanto a favor como en contra, prescindiendo de la retórica igualitarista que
muchas veces es más ideológica que jurídica. Con ello la autora llega a una solución
que parece ponderada y sensata. La preferencia materna no vulnera por sí misma ni
el principio de igualdad ni el interés del menor, pero tampoco es un dogma que se
imponga absolutamente por condicionantes biológicas o naturales y prescindiendo de
la cultura, las circunstancias socioeconómicas, la idiosincrasia nacional. Por ello, a la
autora le parece razonable que se mantenga la regla, pero sin negarse a cambiarla por
otra cuyo contenido sea diferente, de manera de poder hacer más efectivo el deber y
derecho del varón a participar en la crianza de sus hijos .
Uno de los problemas más complejos que presenta el tema es la de proporcionar
criterios a los tribunales para decidir cuando se reclama su intervención para atribuir
el cuidado personal de un modo diverso a lo establecido por acuerdo o por la regla
supletoria legal. El arto 225 CC dispone que "En todo caso, cuando el interés del hijo
lo haga indispensable, sea por maltrato, descuido u otra causa calificada, el juez podrá
entregar su cuidado personal al otro de los padres". Pero luego el arto 226 CC señala
que el juez podrá "en el caso de inhabilidad fisica o moral de ambos padres, confiar
el cuidado personal de los hijos a otra persona o personas competentes". Analizando
ambos preceptos, al que se agrega el arto42 de la Ley de Menores, la autora discurre
que las controversias judiciales sobre tuición deben ser juzgadas de modo diferente si
se discute el cuidado personal de los hijos entre padre y madre o si se trata de disputarle
a éstos el cuidado personal por parte de un tercero, sea pariente o no del menor.
En el caso de litigios entre los mismos progenitores la decisión del juez no debería
fundarse en la inhabilidad fisica o moral de los padres, sino en el interés superior del
XII MARÍA SARA RODRlGUEZ PiNTO
hijo. Por ello, las expresiones "maltrato, descuido u otra causa calificada" estarían
subordinadas al estándar del interés del hijo, y serían cuestiones de carácter más bien
fáctico, pero no constitutivas de una ineptitud o inhabilidad de alguno de los padres. En
estos supuestos, no opera el criterio de la preferencia materna, ya que según la autora
el énfasis que hace la ley en que el cambio de cuidado personal del progenitor que
tenía la atribución legal se decrete cuando el interés del hijo lo haga "indispensable"
no constituye un "blindaj e" o fortalecimiento de la posición materna.
Con esta interpretación, la autora analiza pormenorizadamente el juicio de tui-
ción en el que se discutió a cuál de los padres debía confiarse el cuidado personal de
dos hijas de corta edad: si a la madre que convivía con una mujer en una asumida
relación lésbica o a su padre que mantenía una convivencia extramatrimonial pero
heterosexual. Es el conocido caso de la "jueza Atala" , que ha sido presentado como
un ícono de una supuesta discriminación por orientación sexual y así ha sido llevado
al sistema interamericano de Derechos Humanos. El estudio que hace del caso la
profesora Rodríguez pone de manifiesto que la sentencia de la Corte Suprema, que
atribuyó la tuición al padre, no incurre en discriminación en contra de la madre por su
actual comportamiento sexual, pues la sentencia no debe ser interpretada en términos
de inhabilidad de la madre para desempeñar el cuidado personal de sus hijas. Por el
contrario, la Corte tuvo que apreciar en qué contexto doméstico se podría cumplir
mejor el estándar del interés superior de las menores y, sobre la base de las probanzas
aportadas en el juicio y de manera argumentada, entendió que en ese momento -y sin
perjuicio de lo que se pueda resolver a futuro-, se satisfacía mejor el interés de las
niñas si vivían con su padre.
El estudio pormenorizado del caso que ofrece la autora será especialmente útil
ahora que el Estado de Chile debe responder al informe de la Comisión Americana
de Derechos Humanos que, según la información de prensa disponible, ha requerido
adoptar políticas antidiscriminación por razón de inclinaciones o comportamientos
sexuales, so pena de denunciar al Estado a la Corte Interamericana por violación a la
Convención Americana de Derechos Humanos . Una falta de comprensión del estándar
del interés superior del niño podría llevar a la conclusión errónea que, en definitiva, el
cuidado personal se atribuya en función de los intereses y derechos reclamados por los
padres más que en consideración al bienestar concreto y efectivo de los menores.
Con lo que ya hemos dicho, imaginamos que el lector podrá ya avizorar, aunque
de un modo aproximado, el contenido y la relevancia de esta obra. Podemos acabar
nuestra tarea si le damos algunos antecedentes de la trayectoria de su autora, la profe-
sora María Sara Rodríguez Pinto . Probablemente, esta presentación estará de más en el
ámbito universitario y académico , ya que ella es suficientemente conocida y reconocida
como una docente e investigadora de gran talento y productividad científico-jurídica.
Pero como presumimos que este libro será también un valioso instrumento utilizado
por profesionales de otros ámbitos y especialmente por los abogados de ejercicio y
los miembros de la judicatura especializados en familia , nos parece que puede ser
conveniente dar algunas noticias de su persona .
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMn.1A XIII
Son numerosas las obras que se hacen cargo de las reformas legales mencionadas
anteriormente, que son las que sin ánimo de agotar el género presento a continuación.
Como punto de partida, pueden citarse los estudios realizados por el Servicio Nacio-
nal de la Mujer (Sernam) y la Fundación Facultad de Derecho de la Universidad de
Chile incluidos en la obra titulada El nuevo estatuto filiaiivo y las modificaciones al
Derecho sucesorio, a la luz de las normasy principios de la Ley N ° 19.585, Santiago,
1999. Esta última entidad patrocina además los estudios que se contienen en Paulina
VELOSO VALENZUELA et al, El nuevo estatuto de filiación en el Código Civil chileno,
Santiago, l 999.
A estos comentarios hay que agregar los de Eduardo COURT MURAsso, Nueva Ley
de filiación, que tiene una segunda edición en 2000. La obra de don René ABELIUK
MANASEVICH, Lafiliacion y sus efectos, en dos tomos (Santiago, 2000) tiene un me-
recido primer lugar entre los abundantes estudios al estatuto filiativo chileno, luego
de las reformas de la Ley N° 19.585 Y de la Ley N° 19.620, sobre adopción. Hernán
CORRAL TALCIANI, cierra este círculo de cuidadosos estudios de las grandes reformas
con su obra Adopción y filiación adoptiva (Santiago, 2002).
No debe dejar de mencionarse en esta línea la obra de doña Irma BAVESTRELLO,
Derecho de menores (última edición: Santiago, 200 1). Los estudios se enriquecen con
las siguientes obras: René RAMOS PAZOS, Derecho de Familia , en dos tomos (3 a ed.
actualizada, Santiago, 2001); Claudia SCHMIDT HOTT (dir.) Institu ciones de Derecho
de Familia (Santiago, 2004). De la misma autora: Lafiliacián en el nuevo derecho de
familia (Santiago, 200 1). A todo lo citado, con viene agregar dos trabajos que abordan
específicamente el tema de los efectos de las relaciones paterno filiales bajo el régi-
men instaurado por la Ley N° 19.585: Carlos ÁLVAREZ CID," Derechos y obligaciones
entre padres e hijos, en particular la autoridad paterna" en Revista de Derecho de la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Concepción (204)
1998 , Y Hernán TRONCOSO LARRONDE, "Patria potestad", en el mismo número de la
revista citada. Por último, Gissella LÓPEZ RIVERA, Nue vo estatuto de filiación y los
derechos esenciales, Santiago, 200 l.
Más recientemente, completan este panorama Maricruz GÓMEZ DE LA TORRE, El
sistemafiliativo chileno, Santiago, 2007 ; Hugo ROSENDE ÁLVAREZ, Nuevo Derecho de
Familia, Santiago, 2007 y Hernán TRONCOSO LARRONDE con la 12a edición actualizada
de su Derecho de Familia (Santiago, 2009). Toda esta literatura ha ido preparando el
camino de los estudios monográficos que se exigen actualmente. Puede observarse
que hasta la fecha no se ha intentado un estudio monográfico completo de la materia
de que trata este libro".
La obra aborda, pues, la temática del cuidado personal de los hijos y todos sus
derechos-deberes conexos o relacionados desde la perspectiva de todos los deberes y
4 Con excepción del libro de Alejandra CID DROPPELMAN, Tratado de la tuición y derechos del niño.
Análisis doctrinal y j urisprudencial (Sant iago, 2005) que no satisface exactamente los requerimientos
de un estudio monográfico.
ELCUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHOCHILENODEFAMILIA 3
derechos entre padres e hijos. El libro estudia especialmente los problemas de atribu -
ción del cuidado personal de los hijos en la vida separada de los padres; por tanto, en
situaciones de irregularidad familiar. Se analizan, las técnicas de atribución que ofrece
el Derecho de Familia chileno , desde las convenciones atributivas entre los padres
(Capítulo Segundo), la atribución por ley (Capítulo Tercero) y las complejidades de
la atribución judicial del cuidado personal de los hijos (Capítulo Cuarto). La última
parte del libro (Capítulo Quinto) se reserva al estudio de nuevas formas de atribución
del cuidado personal de los hijos como son el derecho-deber de mantener una relación
directa y regular con el hijo y el cuidado compartido o alternado de los hijos.
En el contexto de una familia funcional, las reglas de atribución que ofrece el
Derecho chileno pueden resumirse en lo que se explica a continuación. El cuidado
personal de los hijos está atribuido por ley a ambos padres de consuno (artículo 224 ,
inciso 1° del Código Civil"). Si el matrimonio de los padres ha terminado por muerte,
se atribuye legalmente el cuidado personal de los hijos al padre o madre sobreviviente
(artículo 224, inciso 1°). Modificando la legislación anterior, la Ley N° 19.585 ex-
tiende esta regla legal de atribución al padre o madre que hubiere reconocido al hijo
no concebido ni nacido en matrimonio (artículo 224, inciso 2°). Es decir, el cuidado
personal de hijos no matrimoniales lo tiene el padre o la madre que lo ha reconocido;
y ambos de consuno, si viven juntos".
El esquema que proponen estas tres reglas responde al deber y derecho de ambos
padres, padre y madre de consuno, de criar y educar a sus hijos, y acompañarlos en
su desarrollo hasta la madurez, derecho y deber que se encuentra garantizado por el
Derecho chileno a todo nivel (artículos 1° Y19, número 10° de la Constitución Política ;
artículos 222, inciso 2° y 224, sin mencionar leyes especiales). Obedece también a la
constatación de la doble función , paternidad y maternidad, que ejercitan los progeni-
tores conjuntamente en la crianza y educación de sus hijos; función que es un deber
de los padres y un derecho de los hijos; y que se encuentra garantizada con la vida en
común de los padres con los hijos y, más aun, con la estabilidad que garantiza a todos
los miembros de la familia el matrimonio de los padres. No en vano, reproduciendo
el mandato constitucional (artículo 1° de la Constitución Política), la Ley N° 19.947,
de 2004, sobre matrimonio civil (en adelante, LMC) declara como punto de partida
que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad; y que el matrimonio es la base
principal de la familia (artículo l°, LMC).
Los deberes y derechos de la paternidad y de la maternidad son tan fuertes que
autores recientes están calificándolos de indisolubles? Cuando los padres no viven
5 En adelante, todas las citas de normas legales que no indiquen su fuente se refieren al Código
Civil chileno.
6 En la legislación vigente anteriormente, los hijos no matrimoniales no estaban sujetos por ley a la
tuición y patria potestad del padre o madre que los había reconocido. El juez debía dar un tutor a estos
hijos y quedaban sujetos a guarda.
? Por ejemplo, PARKINSON (2007), pp. 237-280.
4 MARIA SARA RODlÚGUEZ PINTO
junto a sus hijos (por ejemplo, por separación, divorcio o nulidad) la indisolubilidad
de la paternidad y de la maternidad exige medidas cuidadosas que garanticen, en
la medida de lo posible, el derecho de los hijos a contar con los cuidados de ambos
progenitores. El interés de niños, niñas y adolescentes exige también que se garantice
la máxima estabilidad y continuidad en su crianza y educación. Sin embargo, ocurre
en muchos casos que estos deberes deben cumplirse en un contexto de crisis familiar,
de soledad y de fracaso. Frecuentemente, el clima de los conflictos que ha llevado a
los padres a interrumpir o terminar la vida en común, o la incapacidad de uno o de
ambos progenitores para asumir las obligaciones que lleva consigo esta comunidad,
dificulta el cumplimiento de estos deberes. El Derecho debe, entonces , arbitrar técnicas
que, en la medida de lo posible , garanticen a los niños , niñas y adolescentes involu-
crados involuntariamente en estas crisis la continuidad de su crianza y educación, la
estabilidad de vida que requiere el desarrollo armónico de su personalidad hasta la
madurez. A esto deberían apuntar y éste es verdaderamente el objetivo de las reglas
de atribución del cuidado personal de los hijos en el supuesto de familias separadas,
progenitores nunca casados, o solitarios.
Luego de la reforma de la Ley N° 19.585, el Código Civil chileno admite tres me-
canismos de atribución de la tuición o cuidado personal de los hijos para supuestos de
crisis o irregularidad familiar. El primero de ellos es la conv ención entre el padre y la
madre , vehículo que introduce un mayor margen de actividad para la autonomía de la
voluntad que el que existía en la legislación anterior y evita la prematura intervención
judicial en el conflicto. La convención parece ser el factor privilegiado por la actual
legislación y el más beneficioso de todos .
El segundo es la ley, que subsiste como criterio de atribución supletorio de la vo-
luntad de los padres, y de funcionamiento automático, sin necesidad de intervención
judicial. Este libro ofrece argumentos que defienden la existencia de esta regla , como
mecanismo para incentivar acuerdos y evitar la intervención prematura y perturbadora
de la judicatura.
El recurso aljuez de familia es la última opción. Opera si el padre tiene motivos
para impugnar la atribución legal a la madre. O bien , si no hay acuerdo entre padre
y madre sobre el cuidado personal de sus hijos, o si, habiéndolo, han cambiado las
circunstancias que justificaron el acuerdo y los progenitores no consiguen adaptar la
convención a este nuevo contexto. En todos estos casos toca al juez decidir, a soli-
citud del padre o de la madre, a cuál de ellos atribuye el cuidado personal de niños,
niñas o adolescentes. También toca al juez atribuir la tuición a terceros, parientes o
extraños, separando a los hijos del cuidado de sus padres biológicos por inhabilidad
física o moral de éstos.
En el ámbito judicial, cuando se producen litigios entre progenitores, la regla
de autonomía de la voluntad (que favorece los acuerdos entre los padres) o la regla
supletoria legal de preferencia materna ceden frente al principio del interés superior
del niño. El principio del interés superior del niño, como criterio de adjudicación,
tiende a ofrecer mayor espacio de discreción al juzgador para atribuir la tuición al
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 5
otro de los padres. Pero la intervención judicial exige que las partes produzcan prueba
tendente a integrar un supuesto de hecho: "maltrato, descuido u otra causa calificada"
(artículo 225, inciso 3°) que justifique un cambio en el cuidado personal del niño. Este
libro defiende la hipótesis de que el "maltrato, descuido u otra causa calificada" es
un supuesto de hecho indeterminado, que el juzgador debe integrar según las reglas
de la sana crítica con los medios de prueba producidos legalmente en juicio; y que el
"interés del niño" es criterio indeterminado de adjudicación, que eljuez debe también
integrar con motivos o razones de experiencia, juicios de valor y argumentos que
justifiquen la decisión en función de la finalidad del principio.
En este libro observamos que la inhabilidad de la madre, o del padre , ha dejado
de ser criterio preponderante de adjudicación del cuidado personal de los hijos entre
progenitores. La inhabilidad de uno o de ambos progenitores subsiste sin embargo
como criterio de adjudicación del cuidado personal a terceros, parientes o extraños
(artículo 226). Criterio que, al momento de decidir un litigio entre padres y terceros,
parientes o extraños, el juez de familia deberá concordar con el principio del interés
superior del niño (artículo 242, inciso 2°; artículo 16, Ley N° 19.968, sobre Tribunales
de Familia; en adelante, LTF).
Termino estas líneas recordando que las reglas sobre atribución del cuidado personal
de niños , niñas y adolescentes tienen, en el Derecho chileno, gran importancia. Quien
tiene el cuidado personal de un niño, tiene el deber de criarlo y educarlo. Estos deberes
incluyen muchas veces en la práctica decisiones sobre salud, tratamientos médicos,
elección del colegio , elección de la religión en que se educa el niño, etcétera. Pero
no sólo esto , el progenitor que tiene el cuidado personal de un niño tiene también la
patria potestad (artículo 245, inciso 1°). Tiene, por tanto, la representación legal del
niño, y el derecho de goce y administración de sus bienes. Todas estas materias se
han ido concentrando en el titular de la tuición o cuidado personal del niño , 10 que
introduce gran conflictividad en la materia si no hay acuerdo entre los padres y si
estos acuerdos no están cuidadosamente reglamentados.
CAPÍTULO PRIMERO
AUTORIDAD PARENTAL Y PATRIA POTESTAD EN EL DERECHO CIVIL CHILENO
I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
8 GARCÍA GOYENA (1852), t. 1,p. 154; CLARO SOLAR (1992), t. lll , n. 1470.
ELCUIDADO PERSONAL DE NIÑos y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 9
Podemos barajar hipótesis sobre las posibles fuentes de esta forma de disponer
las materias. Una primera conjetura es la posible influencia del Proyecto de García
Goyena, que sabemos que Bello conoció!"; aunque esta influencia es improbable
porque el Proyecto de Código Civil español recién se publica en Madrid en 1852,
época en la que el Proyecto de 1853 está ya acabado. Es interesante constatar, sin
embargo, que a diferencia de lo que ocurre en el Código de Napoleón, el proyecto de
Código Civil español divide el Título De la patria potestad (Título VII del Libro 1)en
tres capítulos. El primero se titula : De los efectos de la patria potestad, respecto de
las personas de los hijos (artículos 143 a 149 del Proyecto); el segundo de ellos lleva
la siguiente rúbrica: De los efectos de la patria potestad respecto de los bienes de los
hijos (artículos 150 a 159). El capítulo tercero y último del Título, se denomina: De
los modos de acabarse la patria potestad; y en él se ofrecen reglas sobre emancipa-
ción legal y judicial del hijo ; y sobre suspensión de la patria potestad. Pero Bello no
confiere la patria potestad a la madre (artículo 240 del Código de 1855 15) , ni aun por
falta del padre. El Proyecto de Goyena disponía claramente que la madre sucedía al
padre en la patria potestad, con todos sus derechos y obligaciones (artículo 164 del
Proyecto). Otra llamativa diferencia es que García Goyena regula la representación
legal del padre entre los efectos de la patria potestad sobre la persona de los hijos
(artículo 146 de su Proyecto), mientras que Bello contempla esta institución como
perteneciente al ámbito patrimonial (artículos 253, 257,258,259 Y260).
Si Bello no siguió a García Goyena en sus reglas sobre titularidad de la patria
potestad ni en otros asuntos de fondo, sí pudo haberse inspirado en la sistemática que
establece éste entre los efectos de la patria potestad sobre las personas de los hijos y
los efectos sobre sus bienes. La definición que ofrece el artículo 240 del Código de
1855, además, se parece mucho a la que ofrece García Goyena en la bajada del Título
VII del Libro 1 de su Proyecto: "[La patria potestad] es el conjunto de derechos que
la ley concede al padre en las personas y bienes de sus hijos menores de edad y no
emancipados" 16.
Una segunda hipótesis, que parece bastante persuasiva, es la argumentación con
que Claro Solar explica esta sistemática. Claro Solar" justifica esta doble regulación
14 Hay referencias a " un ilustre jurisconsulto, el pre sidente de la comisión reda ctora del Código civil
españ ol" en el Mensaje, lo que hace suponer que a la fecha en que éste fue redactado, Bello ya conocía
las Concordancias publicadas en Madrid en 1852.
15 Esto fue modificado por la Ley N° 5.52 1, de 1934. Sobre este punto véase, ademá s, la nota 3 y el
texto que la acompaña, como asimismo, infra, la evolución de la patria potestad de la madre.
16 G ARCÍA G OYEN A ( 1852) t. 1, p. 153. En el Repertorio de legislación y j urisprudencia. Código Civil
[chileno} y leyes complementaria s, Editorial Jur ídica de Chile, 3" edición actualizada, Santiago, 1997,
t. Il, se lee el siguiente comentario a los antecedentes del artículo 240 : "La definición es tomada de
Goy[ ena l y es, por tant o, muy amplia, y no corresponde exactamente al propósito del C[ód ígo l chileno,
que limitó la patria potestad a los derechos patrimoniales" .
17 CLARO SOLAR (1992) t. 1Il, n. 1472 .
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CffiLENO DE FAMILIA 11
18 Ibídem .
19 SAINT-JOSEPH (1856) 1. 11, p. 361.
12 MAIÚA SARA RODRf GUEZ PINTo
como una unidad por la doctrina chilena que, rápidamente, restringió la patria potestad
a las normas del Título X, que lleva este epígrafe y se refiere a efectos de la filiación
sobre los bienes de los hijos>,
Los antecedentes históricos indican, pues, que el conjunto normativo de los
Títulos IX, X, Y XI, del Libro 1 del Código Civil de 1855 ofrecía reglas sobre
patria potestad sistematizadas de una manera especial, diferente a la de la mayoría
de los códigos modernos. El Título IX se refería a efectos de la patria potestad
sobre la persona de los hijos, llamando al padre, a la madre y a terceras personas
a ejercitar los derechos y deberes relativos a la crianza, educación y estableci-
miento de los hijos. El Título X, muy apegado a las normas romanas que Bello
seguramente tomó de las leyes de Partidas, se refería a los efectos de la patria
potestad sobre los bienes de los hijos y reservaba los derechos de administración
y goce, y el de representación legal , al padre legítimo. El Título XI ofrecía reglas
sobre emancipación que ponían término a los derechos y deberes de los padres
contenidos en los dos títulos anteriores, pues la emancipación no sólo pone tér-
mino a los derechos del padre legítimo sobre los bienes de sus hijos, sino también
sobre su persona.
El tratamiento que hace de la patria potestad el Código Civil chileno de 1855 ha
sufrido desde entonces numerosas modificaciones. Este estudio sugiere, sin embargo,
que las reformas inciden menos en el contenido de la patria potestad, entendido éste
como los derechos y deberes entre padres e hijos, o en sus atributos; que en la titu-
laridad y sujetos de ésta . Por tanto, examinaremos a continuación el contenido de la
patria potestad en todos sus aspectos; y, luego , la evolución en cuanto a sus titulares
activos y pasivos .
20 Así, por todo s, CLARO SOL AR (1992) 1. JIJ, n. 1578; F UEYO (1959 ) n. 757ss. y n. 801ss.; SOMARRlVA
(1983a) n. 485. Tamb ién, MEZA B ARROS (1979) n. 853.
ELCUIDADOPERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVODERECHO CHILENO DE FAMILIA 13
"Los hijos deben respeto y obediencia a sus padres", prescribe el actual artículo
222 . Este deber no ha tenido sustanciales variaciones desde el Código de 1855 . Éste
prescribía que " los hijos deben respeto y obediencia y a su padre y a su madre, pero
estarán especialmente sometidos a su padre" (artículo 219). La regla procedía muy
probablemente de las leyes de Partidas (Partida 43 , Título 19). El Código de Napoleón
decía más o meno s lo mismo (artículo 371). Muchos autores ven en esto un deber
moral; que no tien e sanción jurídica. Pero coinciden en mantenerlo, como de hecho
hacen casi todos los códigos modernos" ,
Aun después de su emancipación, deben los hijos cuidar y socorrer a sus padres
(y demás ascendientes por inexistencia o insuficiencia de los inmediatos descen-
dientes) (artículo 223). El deber de socorro se traduce en el derecho de alimentos
que tienen los padres y ascendientes (artículos 321 y 326 ). Si bien el respeto y
obediencia debidos a los padres es un deber más bien moral, sin sanción jurídica, el
deber de socorrer a los padres y ascendientes en estado de necesidad tiene severas
sanciones. El hijo que no cumpliere con este deber de cuidado y socorro podría
incurrir en indignidad sucesoria (artículo 96 8, 3°) Y en causa de desheredamiento
(artíc ulo 1208, 23)22.
Podemos anotar que este deb er no ha tenido grandes variaciones en el transcurso
del tiempo, desde el Código Civil de 1855 hasta la actualidad.
21 Así, CLAROSOLAR(1992) 1. IlI, un. 1474- 1477; FuEYO(1959) n. 755; n. 760; MEZABARROS(1979)
n. 817.
22 Así, SOMARRIVA(l983a) n. 479.
23 Sobre la atríbución del deber de tuición, véase especia lmente RODRÍGUEZPINTO(2009); sin perjuicio
de lo expuesto en otras partes de este libro.
24 Así, SOMARRIVA(1983a) n. 648; MEZABARROS(1979) n. 1209. Los hijo s pueden pedir alimentos a
sus padres hasta los veintiocho años si están estudiando una profesión u oficio (artículo 332, inciso 2°,
tal el/al fue modificado por la Ley N° 19.585). Es ev idente, entonces, que estos alimentos comprenden
la preparación para una profesión 11 oficio.
14 MARíA SARA RODRÍGUEZ PINTo
25 El deber de educar a los hijos está garantizado como un derecho fundamental por la Constitución
Política (artículo 19, número 10°). CLARO SOLAR (1992) nn. 1499-1509, opina que debería tener indepen-
dencia del deber de cuidar de su crianza. En el mismo sentido, FUEYO (1959) nn. 776-780. Otro s autores
no desvinculan estos dos deberes que, de hecho, radican en una misma cabeza. Así, SOMARRlVA (1983a)
nn. 479 bis; 480; y, más recientemente, RAMOS PAZOS (2007) n. 595.
26 En Chile existe actualmente un curriculum de ocho años de enseñanza básica obligatoria (de 38
horas semanales) y de cuatro años de enseñanza secundaria obligatoria (de 42 horas semanales). D.S.
(Educación) W 27.953 , de 1965; y leyes W 19.876, de 2003, y W 20.162 , de 2007 , que reforman la
Constitución Política (artículo 19, número 100) para asegurar la obligatoriedad y gratuidad de la ense-
ñanza secundaria obligatoria, hasta los 21 años de edad, y la gratuidad del segundo nivel de transi ción
de la educación parvularia, pero sin que ésta sea obligatoria.
27 Puede observarse que el Código de Napoleón ponía particular énfasis en este deber de corrección
(artículos 376 a 379 del Código Civil francés de 1804).
ELCUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 15
los distintos supuestos de los artículos 2319, 2320 Y2321. Esta responsabilidad es
tan estricta que, recientemente, se ha escrito que sólo "la suma de las presunciones
de los artículos 2320 y 2321 explica la dificultad para encontrar fallos que admitan la
excusa de diligencia de los padres?". Es decir, la responsabilidad civil de los padres
por los daños causados por sus hijos tiene por fundamento el incumplimiento de sus
deberes de cuidado y educación, o de vigilancia del hijo; y no la representación legal.
Siendo la infracción del deber de cuidado lo que fundamenta la responsabilidad de
los padres, bien podria afirmarse que esta responsabilidad subsiste mientras los hijos
viven bajo el cuidado de los padres; es decir, se prolonga más allá de la mayoría de
edad legal. Ajuicio de este estudio, esta responsabilidad dura mientras los hijos viven
bajo el cuidado de los padres.
Se ha discutido si el deber de educar a los hijos incluye el deber de establecer-
los>. El artículo 235 del Código de 1855 permitía a los padres elegir el estado o
profesión futura del hijo, pero no podía obligarlo a casarse, ni llegado el hijo a los
veintiún años abrazar una carrera honesta más de su gusto que la elegida por sus
padres . Esta norma fue completamente eliminada del Código por la Ley N° 18.802,
de 198930 •
Sin embargo, aun después de esta reforma y de la reforma de la Ley N° 19.585,
de 1998, que sustituyó completamente el Título IX del Libro 1, el Código Civil
mantiene normas destinadas a resolver el financiamiento de los gastos de estable-
cimiento de los hijos (actuales artículos 230, 231 y 233). Por otra parte, el artículo
332, inciso 2°, obliga a los padres a financiar el estudio de una profesión u oficio
hasta que el hijo cumpla los veintiocho años de edad, algo no muy lejano a un
deber de establecer. Finalmente, se mantienen vigentes en el Código las normas
sobre asenso para el matrimonio del hijo menor de edad, pero mayor de dieciséis
años (artículos 105 a 116). Todos estos asuntos son relativos al establecimiento de
los hijos y de las hijas, por lo que bien podría afirmarse la existencia de un deber
jurídico de establecer a los hijos.
Todos estos deberes deben ejercitarse en interés del hijo", Después de la Ley
N° 19.585, de 1998, esto ha quedado explícitamente consignado en el Código Civil:
La preocupación fundamental de los padres es el interés superior del hijo, para lo
cual procurarán su mayor realización espiritual y material posible, y lo guiarán en
el ejercicio de los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana de modo
conforme a la evolución de sus facultades (artículo 222, inciso 2°).
Recapitulando, podemos mantener que, en su contenido, el deber primordial de
los padres de atender al cuidado personal de la crianza, educación y establecimiento
de los hijos no ha tenido grandes variaciones. Éstas sólo han apuntado a moderar el
deber de corrección; y a eliminar el derecho de los padres a elegir el estado o pro-
fesión del hijo. En lo sustancial, siguen siendo los padres los responsables directos
del cuidado, asunto en el que ahora por explícito mandato de la ley deben atender
fundamentalmente al interés del hijo.
31 La finalidad protectora del hijo, más que el derecho absoluto y despótico del padre, es lino de
los aspectos que Claro Solar destaca en el orden y en la normativa dada por Bello para estos temas. Cf
CLARO SOLAR (1992) t. Ill, n. 1472; y n. 1509, donde afirma que "el interés de los hijos es el principio
d irectivo que domina esta materia" y que "este interés superior de los hijos fue contemplado aun por la
legislación romana en que se extremó la patria potestad".
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO cmLENO DE FAMILIA 17
32 Así, antes de la reforma, S OMARRlVA (I983a) n. 485; y, después de ella, RAMos PAZOS (2007),
n. 602; TRONCOSO LARRONDE (2009) nn. 282 y 284.
33 C LARO S OLAR (1992) n. 1585.
18 MARÍA SARA RODRÍGUEZ PINTo
5. La representación legal
La representación legal es, en cambio, un atributo del padre o madre que tiene la
patria potestad que despierta y parece que tiene interés práctico. Este estudio conclu-
ye, sin embargo, que consiste en una función residual y excepcional. Lo es porque
en el ámbito personal parece que no tiene la relevancia que se le atribuye debido
a la autonomía progresiva que el Derecho común y los tratados internacionales de
protección de la infancia atribuyen al menor de edad. En el ámbito patrimonial, sólo
es funcional en los escasos supuestos en que el hijo tiene bienes bajo administración
paterna o materna.
35 Se comprende que se trata de la persona menor de edad, aunque el artículo no lo diga, pues a
partir de los dieciocho años de edad los hijos se emancipan y salen de la patria potestad de su padre o
madre (artículo 270, 4°). En su versión original, el artículo 43 expresaba: Son representantes legales
de una persona el padre o marido bajo cuya potestad vive, su tutor o curador.y lo son de las personas
jurídicas los designados en el arto 55 J.
36 Antes de esa edad, son responsables de los daños causados por ellos las personas a cuyo cargo
estén, si pudiere imputárseles negligencia (artículo 2319). Estas personas son normalmente los padres,
pero en función de su deber de vigilancia y cuidado. En el ámbito penal, la responsabilidad adolescente
comienza a los catorce años; pero entre esta edad y los dieciséis, corresponde aljuez de garantía adoptar
las medidas de protección o penas mitigadas especiales previstas por la ley, para evitar que los menores
de dieciséis años cumplan condenas en recintos penitenciarios de adultos . Véase Ley N°20.084, de 2005,
sobre responsabilidad penal juvenil.
37 El matrimonio sin el asenso de quienes están llamados por ley a darlo es válido, pero acarrea
sanciones de orden patrimonial. En efecto, el hijo incurre en una causal especial de desheredación; y,
si la sucesión es intestada, lleva en ella la mitad de la porción de bienes que le hubiere correspondido
(artículo 114). Además incurre en ingratitud especial que permite al ascendiente sin cuyo asenso se ha
casado revocar todas las donaciones que le haya hecho antes del matrimonio (artículo 115).
20 MAIÚA SARA ROOIÚGUEZ PINTO
el artículo 250, 1°, el menor adulto puede tener un peculio profesional o industrial,
para cuya administración y goce se mira como mayor de edad (artículo 251). Por
legislación especial, los mayores de quince años y menores de dieciocho, no pueden
trabajar sin autorización expresa de su padre o madre (o, en general, de quien lo
tenga bajo su cuidado); y su trabajo está sujeto a otras restricciones establecidas por
ley (artículo ]338 y siguientes del Capítulo II del Código del Trabajo). Sin embargo,
sus opiniones deberán ser tomadas debidamente en cuenta según su edad y madurez
(artículo 242 y artículo 16 Ley N° 19.968 sobre Tribunales de Familia); opiniones
que deben considerarse especialmente a partir de la pubertad>,
Es decir, antes de la pubertad, hecho que según el artículo 26 ocurre a los doce años
en las mujeres y a los catorce en los varones, los menores de edad son responsables
por los daños y perjuicios que causen a terceros por sus propios hechos; pero tienen
autonomía limitada en el resto del orden civil. A partir de los doce o catorce años
(artículo 26) aumenta su autonomía en el orden personal y patrimonial, aunque siguen
bajo el cuidado de sus padres, quienes deben velar por su crianza y educación.
La incapacidad absoluta para contraer obligaciones negociales (sin la representación
o autorización de otro) se refiere a la época de la impubertad (menores de 12 ó 14 años)
(artículo 1447). De manera que la incapacidad absoluta sólo es efectiva antes del uso
de razón, es decir, antes de los siete años (época de la infancia) (artículo 26). En el
ámbito de las obligaciones que se contraen por convención, esta incapacidad subsis-
te hasta la pubertad. Si el menor tiene bienes, durante esta época sólo puede actuar
representado por su padre o madre. En el ámbito personal, puede ejercitar derechos
según su edad y madurez (artículo 12 de la Convención de Derechos del Niño).
Volvamos, pues , al problema de la extensión de la función representativa del padre
o de la madre. En los escasos supuestos en que ésta resulta necesaria y operativa,
Claro Solar" sugiere que la extensión de la función representativa del padre o madre
debe encontrarse en el artículo 390 : Toca al tutor o curador representar o autorizar
al pupilo en todos los actos judiciales y extrajudiciales que le conciernan. y puedan
menoscabar sus derechos o imponerle obligaciones. Se perfila aquí el interés tuitivo
de la representación legal del padre o madre: la representación (por vía de sustitución
o autorización) opera en todos aquellos actos que conciernan al sujeto de la función, y
que puedan menoscabar sus derechos o imponerle obligaciones. Es decir, la función
representativa sólo resultaría operativa en actos que puedan "menoscabar derechos"
o "imponer obligaciones": es una función protectora frente a terceros que pueden
aprovecharse de la inexperiencia del menor. Así se corrobora confrontando esta nor-
38 Cf. Reglamento del artículo 13 del Código del Trabajo . D.S. W 50 (Trabaj o) de 11 de septiembre
de 2007 .
39 Una de las razones por las cuales la Ley N° 10.271 elevó a catorce años la edad en que los varones
estaban bajo el cuidado de su madre fue que a partir de esa edad se los consideraba con el suficiente
discernimiento para decidir con quién querían vivir (si con su madre o su padre ).
40 Así, CLARO SOLAR (1992) n. 1669.
EL CUIDADO PERSO NAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 21
ma con el artículo 1685: la ley no protege el dolo o la mala fe del menor. Según el
artículo 390, la función representativa no sería necesaria, por tanto, para meros actos
de adquisición y para el ejercicio de derechos. Por ejemplo, los menores (excepto los
infantes) pueden adquirir la posesión de bienes muebles (artículo 723); sin embargo,
no pueden ejercer los derechos judiciales del poseedor sin la autorización que competa
(artículo 723)41.
Quedaría también excluida la función representativa de los padres en asuntos
relati vos al ejercicio de derechos personalísimos (como casarse, testar o reconocer
hijos , como expresamente lo reconoce la ley civil) e, incluso, derechos de la perso-
nalidad",
Todas estas normas demuestran que en la incapacidad absoluta de los menores de
edad hay bastante de un axioma, cuando se la afirma sin todas estas excepciones y
salvedades. Si se examina la representación legal como una función tuitiva y residual,
que opera en aquellas materias en las que el menor de edad no tiene autonomía, no
parece demasiado dificil aceptar que su funcionalidad sea patrimonial y limitada. Esto
es lo que se concluye del análisis que sigue a continuación.
41 La adquisición de la posesión de inmueble s, puesto que se hace por inscripción del título, supone
plena capacidad pues se trata de un acto jurídico (artículo 724); a menos que estos actos correspondan
a bienes del peculio profesional o industrial del menor.
42 Así, SCHMIDT (2001) p. 340. La autora sugiere que decisiones tales como la autorización para
una operación quirúrgica corresponde a los padres en función de su deber de cuídado personal del híjo;
pero no en el ejercicio de una función represent ativa. En otro orden de cosas, véase E.A.A. V. con Juez
del Juzgado de Familia de Arica (2007). Se trata del recurso de amparo (acogido) interpuesto por la
abuela de un menor de edad que sufre apremios ilegales por no pago de pensiones alimenticia s, al haber
sido éstos decretados en un procedimiento en el que el menor no contó con un curador ad litem que
representara sus intereses.
43 MEZA BARROS (1979) nn. 892-893.
22 MARÍA SARA RODRlGUEZ PINTO
47 Art ículo 268. El padre de familia tiene las facultades i debere s de tutor o curador del hijo ; i los
actos i contratos del hijo, aun concernientes a las cosas de que tiene, no solo la propiedad, sino el usu-
fructo i la admin istración, exijen la autorización o consentimiento del padre . en los mismos términos en
que los menores que no están bajo la patria potestad necesita de la autorización o consentimiento de sus
respectivos tutores o curadores. La falta de autorización o consentimiento paterno produce iguales efectos
que la falta de autorización o consentimiento de los tutores. Todo lo cual, sin embargo, se entenderá con
las modificaciones que siguen (donde se ofr ecen numero sas reglas par a los diversos supuestos en que el
hijo actúa en el ámbito de su peculio profecticio, reglas que no pasaron al Código de 1855; y también
para la representación legal del padre, que hoy encontramos en los artículos 260 a 266).
24 MARíA SARA RODRÍGUEZ PINTO
doctrina chilena opina que el efecto de esta omisión es que el padre o madre tienen
amplias facultades de administración salvo las restricciones legales".
48 Así, RAMOS PAZOS (2007), n . 610. Restricciones actualmente vigentes son los artículos 254 (au-
torización j udicial con conocimiento de cau sa para enajenar o gravar bien es raíce s del hijo, aun perte-
necientes a su peculio profesional o indu strial , y su s derechos hereditarios) y 255 (prohibición de donar
parte a lguna de los bienes del hijo, o darlos en arriendo por largo tiempo, ni aceptar o repudiar herencias,
sino en la forma y con las limitaciones impuestas a los tutores y curadores). Las regla s pertinentes del
Título XXI del Libro I (De la administración de los tutores y curadores) son las siguientes: artículo 402,
artículo 403 , artículo 407 , artículo 412 en relación al artículo 1796 .
49 Por todos, SOMARRlVA (1983a) n. 513 .
EL cmDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO ClllLENO DE FAMILIA 25
tácita al hijo para litigar contra ellos-"; y la jurisprudencia ha dicho que debe darse
al hijo un curador para la litis" . Hasta aquí las reglas son relativamente sencillas en
juicios de orden civil patrimonial y criminal.
El asunto adquiere relevancia práctica en materia de acciones de filiación; es decir,
juicios de reclamación o impugnación del vínculo filiativo , que se traban necesaria-
mente entre padres e hijos. Por evidentes problemas de incompatibilidad de intereses,
en esta esfera la legitimación está tasada. Excepcionalmente estas acciones pueden
deducirse por el representante legal del hijo incapaz, "en interés de éste" (artículo
205, inciso 2°; artículo 214, inciso 1°;artículo 216, inciso 2°); pero son numerosos los
conflictos de intereses que suscita el uso judicial de esta legitimación extraordinaria
del representante legal". La Ley N° 19.968, de 2004, sobre Tribunales de Familia,
establece la obligación del juez de nombrar un curador ad litem al niño, niña o ado-
lescente cuyos intereses puedan estar en conflicto con los de su representante legal.
Queda pendiente la cuestión de quién representa al menor de edad enjuicio respecto
de sus obligaciones personales como padre o madre (ex artículo 262). Se consideró
esta cuestión en E.A.A. V. con Juez del Juzgado de Familia de Arica (2007). Un menor
de edad soltero , estudiante y sin ingresos, bajo el cuidado de su abuela, reconoce una
hija no matrimonial y demanda el establecimiento de un régimen de comunicación
con ella. La madre contra-demanda el pago de alimentos, que se establecen proviso-
riamente en la primera audiencia. Las pensiones no son pagadas por el joven padre
quien , a consecuencia de esto , es sometido a apremios por el Tribunal que consisten
en su reclusión nocturna. La abuela interpone un recurso de amparo el cual es acogido
por la Corte de Arica. Los tribunales ordenan que se designe al menor de edad un
curador ad litem para que lo represente en el juicio de alimentos y en el de visitas.
Efectivamente, el artículo 245 presupone que los padres viven separados y el cuidado
personal lo tiene uno de los padres. En este caso, la patria potestad y, en consecuen-
cia, la representación legal, "será ejercida por aquel que tenga a su cargo el cuidado
personal del hijo". Sin embargo, si el cuidado personal lo tiene un tercero, pariente o
extraño, corresponde designar un curador al menor para que tenga su representación
legal. Éste puede ser el mismo que lo cuida si reúne las condiciones de capacidad de
los artículos 496 y siguientes, especialmente si es un ascendiente del menor.
Recapitulando, podemos afirmar que la representación legal se refiere naturalmente
a los negocios judiciales y extrajudiciales relativos a los bienes que tiene el padre o
madre en su administración y goce ; y no a otros bienes, respecto de los cuales tiene
esta representación el curador. La representación legal obedece a la existencia de los
peculios y a la menor edad del hijo. Si no hay bienes que administrar, este derecho
50 Ibídem.
5 1 Celis y otro con Celis y otro (1941 ).
52 Véase el análisis especial de los conflictos de intereses en estas acciones en C ORRAL TALCIAN!
(2009).
26 MARÍA SARA RODRíGUEZ PINTO
del padre o madre comprende solamente una función tuitiva, no propiamente repre-
sentativa, que se asimila al deber de vigilancia y cuidado del hijo.
disposiciones del donante o testador (artículo 250, 2°), o por incapacidad, indignidad o
desheredamiento de éste (artículo 250,3°). Y, por último , en los casos del artículo 253,
cuando el padre está impedido de tener el goce o administración de bienes del hijo.
La Ley N° 19.585, de 1998, permite también que la patria potestad la ejerza la
madre por convención con el padre, hecha por escritura pública o acta extendida ante
un oficial del Registro Civil, sub inscrita en la partida de nacimiento del hijo dentro
de los treinta días subsiguientes a su otorgamiento (artículo 244, inciso 2°).
En consecuencia, puede afirmarse que, a partir de la Ley N° 19.585, de 1998, se
refuerza la patria potestad de la madre en todos los casos en que no la puede ejercer
el padre ; pero también por convención con el padre.
La patria potestad de la madre sigue siendo supletoria o subsidiaria a la del padre.
El mismo artículo 244, después de permitir otras formas de ejercicio, dispone que
"a falta de acuerdo, al padre toca el ejercicio de la patria potestad". A esto pueden
atenerse los terceros que contratan con el padre respecto de bienes del hijo .
2. La patria potestad del padre o madre que tiene el cuidado personal del hijo
En muchos códigos extranjeros, la patria potestad corresponde a aquel de los pa-
dres que tiene la tuición". Este principio estu vo vigente en Chile entre 1925 y 1934.
El artículo 4° del Decreto Ley N° 328, de 1925, dio a la mujer divorciada por culpa
del marido la patria potestad de los hijos que estuvieren a su cargo. Sin embargo, la
Ley N° 5.521, de 1934, derogó enteramente esta normativa sin reponer la regla del
artículo 4° en el articulado del Código, como hizo con otras . A partir de esa fecha , la
patria potestad se mantenía en manos del padre, aunque el cuidado personal del hijo
correspondiera a la madre o a algún tercero, pariente o extraño. Esta situación tenía
ventajas y desventajas. Entre las ventajas puede mencionarse que obligaba al padre a
dar su consentimiento en los asuntos en que era requerido el representante legal del
hijo . Esto lo obligaba a no desvincularse del hijo.
Por otra parte, la ventaja podía ser perjudicial para el hijo si el padre no usaba
su derecho en interés del hijo. Además, el sentido del derecho legal de goce sobre
los bienes del hijo consiste en la contribución de las rentas de los bienes del hijo al
levantamiento de las cargas de familia; algo que no se cumple si el padre no vive con
el hijo. Aunque este último argumento podía corregirse por la vía de exigir la trans-
ferencia de esas rentas a la familia por vía de pensiones alimenticias, hay que admitir
que este mecanismo de corrección no siempre puede resultar eficaz.
El asunto se mantuvo así hasta la reforma de la Ley N° 19.585, que reintrodujo
la regla en el actual artículo 245 del Código Civil. El artículo 245, que atribuye la
patria potestad al progenitor que tenga el cuidado personal del hijo en caso de sepa-
ración , cumple la función de reunificar en una cabeza la doble dimensión personal y
55 S OMARRlVA (1983b) n. 73, cita los códigos peruano (artículo 393); alemán (artículo 1635); francés
(artículo 274); venezolano (artículo 283) que en su época ya contemplaban esta solución. Se trata de una
consecuencia de la regulación unitaria de los efecto s personales y patrimoniales de la patria potestad.
28 MARIA SARA RODRÍGUEZ PINTo
56 Así, por ejemplo, SCHMIDT Horr (2004) pp. 246-249. La autora cita legislación argentina, española,
peruana, boliviana, venezolana y ecuatoriana que regula unitariamente estas materias .
57 COURT MURASSO (2000) n. 140.
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑos y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 29
la patria potestad que expresaba que "los actos realizados por uno cuentan con el
consentimiento del otro". Esto facilitaba enormemente la contratación con terceros.
Se sobrentiende que ahora deben comparecer ambos padres en cualquier acto que se
refiera a bienes del hijo.
En cuanto a la titularidad, por tanto, la patria potestad ha evolucionado hacia
sistemas de atribución que, sin alterar la unidad de dirección en la crianza y educa-
ción de los hijos , permitan también la participación de la madre o de otras personas,
incluidos terceros.
3. El hijo no matrimonial
Ya en la época de Bello, numerosas legislaciones ponían a los hijos no matrimonia-
les, pero reconocidos por sus padres, bajo la patria potestad del padre o madre que lo
había reconocido". Sin embargo, bajo el sistema del Código de 1855, el reconocimiento
de hijo natural no confiere al padre o madre la patria potestad sobre el hijo; pero sí
los derechos y deberes derivados de la autoridad paterna (Título XIII del Libro 1 del
Código de 1855). A consecuencia de esto, había que nombrarles tutor o curador para
que administrara sus bienes y los representara legalmente (artículo 43 original); y el
padre o madre que había reconocido voluntariamente al hijo era llamado a ejercer
la curaduría legítima de sus bienes (artículo 368, modificado por la Ley N° 10.271
y, posteriormente, por la Ley N° 19.585). Por esta vía se evitaban reconocimientos
interesados, si el hijo tenía bienes.
Con la reforma de la Ley N° 19.585 esta situación terminó, pues actualmente los
hijos de filiación determinada están sujetos a la patria potestad del padre o madre
que los ha reconocido. Sin embargo, el establecimiento judicial de la filiación con-
tra la oposición del padre o madre determina su inhabilitación para ejercer la patria
potestad; y a estos hijos se les nombrará un tutor o curador (artículo 248). Lo mismo
sucederá a los hijos cuyos padres no tengan derecho a ejercer la patria potestad (por
ejemplo, en el caso del artículo 253 inciso 2°); o cuya filiación no esté determinada
legalmente ni respecto de padre ni respecto de madre (artículo 248). La determinación
legal de la filiación pone fin a la guarda a que se encontraba sujeto el hijo menor de
edad (artículo 249).
El cuidado personal de los hijos puede atribuirse por convención o pacto entre los
padres. La legislación chilena permite actualmente las convenciones sobre atribución
del cuidado personal a través de tres fuentes . La primera de ellas se encuentra en el
Código Civil y fue introducida por la Ley N° 19.585, de 1998. La segunda se relaciona
con las convenciones reguladoras de situaciones de separación, divorcio o nulidad
de matrimonio. Estas convenciones fueron reguladas por la Ley N° 19.947, de 2004 ,
sobre nueva ley de matrimonio civil. La tercera fuente de estas convenciones está
en los procesos de mediación introducidos en forma obligatoria para prevenir los
litigios sobre cuidado personal de los hijos por la Ley N° 20.286 , de 2008, en la Ley
N° 19.968, de 2004, sobre Tribunales de Familia.
Ajuicio de este estudio, todas estas reformas tienden a demostrar que la legislación
chilena favorece los acuerdos entre los padres sobre el cuidado personal de los hijos,
en prevención de un eventual litigio; y es por esta razón que examinaremos este cri-
terio convencional en primer lugar, antes de examinar criterios que operan en forma
supletoria, como la atribución legal (Capítulo Tercero) o -si el asunto ha derivado en
un litigio- la atribución judicial (Capítulo Cuarto).
Así, por ejemplo, el artículo 229, complementa esta disposición, cuando permite
acordar con quien tiene la tuición la frecuencia y libertad con que el padre o madre
que no tiene el cuidado personal del hijo mantendrá su relación con el hijo. Estas
convenciones se mantienen todavía completamente fuera de la esfera judicial.
Pero, adicionalmente, en el artículo 21 de la Ley N° 19.947, de 2004, sobre matri-
monio civil, se permiten acuerdos relativos al cuidado de los hijos y al derecho-deber
de mantener con ellos una relación directa y regular entre los parámetros básicos de
los acuerdos reguladores para el caso de separación, nulidad o divorcio.
Todas estas normas permiten a los padres determinar que el cuidado personal de
uno o más de los hijos corresponda al padre ; o acordar -por hipótesis- que el cuidado
de los hijos varones pase al padre a partir de determinada edad; o que el cuidado de
todos los hijos varones y mujeres, pase al padre. A partir de la Ley N° 19.585, por
convenc ión entre los padres , pueden separarse los hermanos . Cabe destacar que la ley
sólo permite este tipo de convenciones entre los padres. El objeto de estas conven-
ciones siempre consistirá en que el cuidado personal de uno o más de los hijos pase
de la madre (que lo tiene por atribución legal o convencional) al padre.
En el marco de un proceso de separación, nulidad o divorcio, las convenciones
sobre cuidado personal de los hijos forman parte de los acuerdos reguladores de la vida
separada que contempla la Ley N° 19.947, de 2004, sobre matrimonio civil; y deben
incluir un régimen de relación directa y regular con el o los hijos por parte del padre
o madre que queda privado de la tuición sobre ellos (artículos 21, 27 Y55 LMC).
Los pactos sobre atribución convencional de la tuición y regulación del derecho-
deber a mantener una relación directa y regular con el hijo tienen requisitos de eficacia
desde el punto de vista formal y material. Los requisitos de forma son dos: primero,
el consentimiento del padre y de la madre; y segundo, el cumplimiento de las forma-
lidades legales. Los requisitos materiales o de fondo se refieren al contenido de estas
convenciones . Desde este segundo punto de vista hay pactos admisibles (la regla
general) y pactos inadmisibles (las excepciones). Dentro de los pactos admisibles,
hay pactos obligatorios y pactos voluntarios. Examinaremos cada uno de estos temas
a continuación.
3. Formalidades legales
El acuerdo de los padres debe hacerse formalmente, mediante escritura pública o
acta extendida ante cualquier oficial del Registro Civil (artículo 225 , inciso 2°). Tam-
bién pueden hacerse por escrito sometido a la aprobación del tribunal, en el contexto de
un acuerdo regulador de separación de hecho o judicial, nulidad o divorcio (artículos
21, 55, 67 LMC) homologado por una sentencia judicial (artículo 89 LMC). Estas
formalidades vendrían exigidas por vía de solemnidad". Su incumplimiento estaría
sancionado con la nulidad absoluta de los acuerdos.
El acuerdo otorgado por escritura pública o por acta extendida ante un oficial del
Registro civil debe subinscribirse al margen de la inscripción de nacimiento del hijo
dentro de los treinta días subsiguientes a su otorgamiento (artículo 225). Respecto de
los acuerdos reguladores en el marco de un proceso de separación, nulidad o divorcio,
la LMC no exige subinscripción de la sentencia que los homologa; pero, ex analogia
del artículo 225, deberían también subinscribirse estas sentencias dentro del plazo de
treinta días señalado en el artículo 225 61•
Se ha discutido si estas segundas formalidades están establecidas ad solemnitatem
o solamente adprobationem. Si se mantiene su carácter de solemnidades, el incumpli-
miento del plazo o de la subinscripción tiene por efecto la nulidad absoluta e insanable
59 El fallo yerra en los fundamentos juríd icos que invoca para atribuir la tuición del niño a su tía;
pero no en la atribución misma, que se justifica a todas luces según el contexto y antecedentes del caso
por inhabilidad moral del padre (artículo 224; artículo 226).
60 ASCENCIO (2000) p. 158; ABELIUK (2000) p. 328; GÓMEZ DE LA TORRE (2007), p. 137.
61 La subinscripción de estas convenciones tiene relevancia respecto del efecto que les atribuye el
articulo 245 : "Si los padres viven separados, la patria potestad será ejercida por aquel que tenga a su
cargo el cuidado personal del hijo, de conformidad al artículo 225." La patria potestad corresponde a
aquel de los padres que tenga la tuición.
34 MARÍA SARA RODRÍGUEZ PINTO
del convenio. Los autores que defienden esta postura se apoyan en la literalidad de
la frase "dentro de los treinta días subsiguientes" que utiliza el artículo 225, inciso
2062 o comparan estos acuerdos a los pactos del artículo 1723 del Código Civil y les
atribuyen los mismos efectos".
La opinión contraria, que defiende el propósito de publicidad de la subinscrip-
ción", tiene algunos argumentos de texto que son importantes. El inciso final del
artículo 225 prescribe que "mientras una subinscripción relativa al cuidado personal
no sea cancelada por otra posterior, todo nuevo acuerdo o resolución será inoponible
a terceros". Luego, el acuerdo es válido entre las partes que concurren a otorgarlo y
les es recíprocamente oponible. Lo que sucede es que los terceros que contratan con
ellos (aquellos que no conocen las convenciones entre los padres), no están obligados
a pasar por ellas.
Esta inoponibilidad podría entonces sanearse subinscribiendo la escritura pública,
el acta o la sentencia judicial fuera de plazo, con la finalidad de hacerla oponible a
terceros, pues el artículo 6° de la Ley sobre Registro Civil, no exige plazo alguno para
subinscribir resoluciones judiciales que disponen sobre el cuidado personal del hijo.
A fortiori, no debería exigirlo tampoco para subinscribir escrituras públicas, actas
extendidas ante un oficial civil o sentencias de separación, nulidad o divorcio. Esta
opinión parece más plausible que la que le da efectos absolutos a la parte final del
inciso segundo del artículo 225, que manda cumplir con "las mismas solemnidades"
para revocar estos acuerdos",
4. Pactos admisibles
En cuanto a su contenido , hay pactos que deberían considerarse como obligatorios.
En primer lugar, es obligatorio el acuerdo sobre el cuidado personal de cada uno de
los hijos. Todo acuerdo que traslade el cuidado personal a uno de los padres (por
ejemplo, al padre) debería , simultáneamente, regular la forma en que el progenitor
privado de la tuición (en el ejemplo, la madre) ejercerá su deber de mantener con el
hijo una relación directa y regular (artículo 229). Así se debería concluir al concordar
el artículo 225, inciso 2°, con el artículo 229, que permite establecer un régimen de
comunicación con el hijo que permita mantener una relación directa y regular con
él "con la frecuencia y libertad acordada con quien lo tiene a su cargo " (artículo
229). También se desprende esta conclusión del artículo 21 LMC con relación al
artículo 89 LMC, normas que exigen que los acuerdos reguladores sean completos y
se resuelvan o aprueben conjuntamente. Son completos cuando se regulan todas las
materias relativas a la separación: cuidado personal de los hijos, régimen de relación
directa y regular con ellos; alimentos; liquidación del régimen de bienes que exista
entre los cónyuges.
Otros pactos deberían ser voluntarios. En este campo, las posibilidades de con-
venciones entre los padres son amplias. Los padres podrán convenir que "el cuidado
personal de uno o más hijos corresponda al padre" (artículo 225) . La norma permite
volver por convención a cualquiera de las fórmulas que admitió la regla histórica
chilena (preferencia materna para la tuición de los hijos de ambos sexos durante la
infancia; preferencia paterna para la tuición de los hijos varones a partir de la puber-
tad; preferencia materna para el cuidado personal de las hijas de toda edad) (antiguo
artículo 223). O pactar otras distintas: todos los hijos con la madre hasta determinada
edad; todos los hijos con el padre a partir de esa edad. Esta materia se encontraba
implícita desde el comienzo de la tramitación del proyecto que llegó a ser la Ley
N° 19.585. Pero la cuestión fue aclarada por el Informe Complementario de la Comi-
sión de Legislación, Constitución y Justicia del Senado, que dispuso que se insertara
la frase "de uno o más hijos" en el inciso segundo de lo que hoyes el artículo 225
del Código Civil's. Por convención entre los padres, los hermanos pueden separarse
para vivir algunos con su padre y otros con su madre".
Otros pactos admisibles podrían ser, por ejemplo, la religión en la que se pretende
educar a los hijos; el colegio al que se desea llevarlos. A juicio de este estudio, ex
artículo 580 el niño o niña no podría quedar al cuidado del progenitor que profese una
religión distinta a aquella en la que ambos padres han acordado educar al hijo; aunque
la situación del adolescente puede depender de su opinión (artículo 242, inciso 2°).
También podría pactarse la intervención de ambos padres en decisiones importantes
para el menor, como cirugías, tratamientos médicos, etcétera.
Los padres pueden hacer estos pactos por un plazo determinado o indefinido.
El plazo también es un pacto voluntario. Si nada se dice , debería entenderse que
las convenciones duran hasta la emancipación de los hijos (a los 18 años de edad)
(artículo 270, 4°).
En todo caso , las convenciones sobre tuición de los hijos son esencialmente revo-
cables; pero la revocación está sujeta a las mismas formalidades (artículo 225, inciso
2°, if). Es decir, el acuerdo de ambos padres debe ser dado por escritura pública o acta
extendida ante un oficial del Registro Civil y este instrumento debe subinscribirse".
a
66 Cf. Diario de Sesiones del Senado, Sesión 12 Ordinaria de 22 de julio de 1998 (Anexo de do-
cumentos), p. 1532.
67 En Garrido con Lagos (200 8) la Cort e Suprema justifica en la reunificación de los hennanos, asunto
que sati sface de mejor manera el interés superior del niño, la sentencia estimatoria de la pretensión de la
madre que pid e la tuición de su hijo contra el padre, que la tenía por convención previamente celebrada
entre ambo s. Después de la con venc ión, y en un período de reconciliación entr e los padres , había nacido
una hermana, que se encontraba bajo el cuidado de su madre. Ambos padres eran igualmente idóneos
para tener el cuidado de sus hijos.
68 ASCENCIO (2000), p. 159.
36 MARÍA SARA RODRíGUEZ PINTo
5. Pactos inadmisibles
Hay convenciones cuya admisibilidad merece dudas. Estas son: las convenciones
con terceros, que se examinarán a continuación; y los acuerdos que establecen un
régimen de tuición compartida o alternada, sobre los que se trata en el último capítulo
de este libro.
uno o ambos padres, con referencia al artículo 42 de la Ley de Menores, cuestión que
pesa sobre quien pretende que se le atribuya el cuidado personal de un menor. Como
contrapunto, podemos observar que éste era el supuesto en Tuición de la menor Kas-
sandra Arriola Donoso (2008) (conflicto entre progenitores que pretenden la tuición
y abuela paterna que contesta la pretensión, alegando estar los padres inhabilitados
para tener el cuidado de sus hijos).
En Tuición de la menor Diana Benavides Benavides (2001), la convención entre
la madre de la menor y un matrimonio interesado en su adopción, presentada al tribu-
nal pero posteriormente no ratificada por la progenitora, inicia un conflicto entre los
interesados. Un año y ocho meses después de presentada esta "transacción extrajudi-
cial" al tribunal la madre pide judicialmente la tuición; pero antes de resol verse esta
pretensión, de hecho, sustrae a la niña del hogar de quienes la tenían bajo su cuidado.
El tribunal decreta apremios contra la mujer; y se recurre de amparo ante la Corte de
Santiago que rechaza el recurso, confirmando las actuaciones del juez de menores que
considera ajustadas a la ley. La Corte Suprema, sin embargo, revoca. No habiéndose
consumado la adopción corresponde a la madre el cuidado personal de su hija y es
mejor para la niña que permanezca con ella, si de hecho ya la tiene por tres meses. Es
decir, la convención entre la madre y un matrimonio conformado por terceros sobre
el cuidado personal de su hija no tiene valor para iniciar un proceso de adopción. La
negativa de la madre a ratificar dicho acuerdo no añade nada al conflicto, puesto que
ni aun ratificado por ella podría el acuerdo haber tenido valor para justificar el inicio
de un proceso de adopción.
Concluyendo, podemos señalar que la ley admite el uso de las convenciones sobre
tuición y derecho-deber de mantener con el hijo una relación directa y regular, para
flexibilizar el automatismo de la atribución supletoria legal a la madre, y evitar la
judicialización de un conflicto sobre tuición. Estas convenciones tienen la virtualidad
de resolver bastantes de las cuestiones que normalmente surgen en relación al cuidado
personal de los hijos durante la vida separada de los padres. Sus ventajas, por tanto ,
son incontestables.
69 Hay abundante literatura sobre mediación. Sólo por citar alguna, ver: SuÁREz, Marinés (1996 );
FOLBERG y TAYLOR ( 1997); Y también SILVA MONTES (2007) .
38 MAIÚA SARA RODIÚGUEZ PINTo
2. Iniciativa de la mediación
La iniciativa de someter el conflicto a mediación puede nacer de las partes invo-
lucradas o del tribunal. Si se trata de materias de mediación obligatoria, las partes
deben comunicar al tribunal el acuerdo de someterse a un procedimiento de media-
ción, el nombre del mediador y las materias que someterán al sistema (articulo 107,
inciso 1° LTF). Si la mediación es exitosa, el acta de mediación deberá ser remitida
por el mediador al tribunal para que la apruebe en todo lo que no fuere contraria a
derecho (artículo 111 LTF). El tribunal no podría aprobar acuerdos que, por ejemplo,
entreguen el cuidado personal de los hijos a terceros, parientes o extraños, pues
este tipo de acuerdos está fuera del alcance de las convenciones admisibles entre
los padres, y debe ser materia de resolución judicial, conforme al artículo 226 del
Código Civil. De más está decir que los acuerdos que se alcancen en materias de
mediación prohibida no podrán tener aprobación judicial ni efecto alguno.
EL CillOADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 39
4. Consideraciones conclusivas
Recapitulando lo dicho en este capítulo podernos observar que la ey favorece los
acuerdos entre los padres sobre materias de tuición, alimentos y visitas. Estas con-
40 MARÍA SARA RODRÍGUEZ PiNTo
venciones pueden alcanzarse fuera del ámbito judicial y sin mediación. Si los padres
someten el asunto al conocimiento de los Tribunales de Familia, el cuidado personal
de los hijos y el régimen de relación directa y regular con los hijos son materia de
mediación obligatoria. Estas materias también son obligatorias en los acuerdos regu-
ladores de separación, nulidad o divorcio .
Si no funciona la vía convencional preferida por el Código Civil, por la Ley de
Matrimonio civil y por la Ley de Tribunales de Familia, las opciones son dos: dejar
que operen las reglas de atribución legal o someter el litigio al conocimiento y reso-
lución de la justicia.
CAPÍTULO TERCERO
LA REGLA DE ATRIBUCIÓN LEGAL SUPLETORIA DE LA TUICIÓN
A falta de acuerdo entre los padres, para las hipótesis de crisis o vida separada de
la familia, el Derecho civil chileno ofrece una regla supletoria legal de atribución del
cuidado personal de los hijos menores.
La regla es una de preferencia materna: "[A] la madre toca el cuidado personal
de los hijos" (artículo 225, inciso 1°)menores , matrimoniales y no matrimoniales (ex
artículo 224) si los padres viven separados de hecho o judicialmente (artículo 225; ex
artículo 26 y siguientes LMC), por divorcio (artículo 53 y siguientes LMC) o nulidad
(artículo 44 y siguientes LMC).
En otras palabras, la regla supletoria legal de atribución automática a la madre
podría formularse así. Si los padres viven separados (supuesto de hecho determina-
do), toca a la madre el cuidado personal de los hijos menores (regla de atribución
automática y determinada).
La Ley N° 19.585, de 1998, ha respetado esta regla legal de atribución y prefe-
rencia materna, que venía de la legislación anterior. Sin embargo, la ha desplazado al
carácter de regla supletoria, puesto que los padres pueden modificarla por convención
(artículo 225, inciso 2°). El supuesto de atribución legal es, a partir de la entrada
en vigencia de esta ley, la separación de los padres, corno situación de hecho , o de
derecho (por sentencia judicial de separación, nulidad o divorcio), con o sin previo
matrimonio entre los progenitores. Es decir, la regla supletoria legal que atribuye la
tuición de los hijos a la madre rige en hipótesis de ruptura familiar y, especialmente,
cuando los padres no han podido alcanzar acuerdos sobre el cuidado personal de los
hijos durante su vida separada.
Esto significa que la intervención judicial queda pospuesta para hipótesis de im-
pugnación de la atribución legal por el progenitor privado del cuidado personal del
hijo. Aunque también pueden impugnarse por vía judicial las convenciones que hayan
alcanzado los padres sobre atribución del cuidado personal de sus hijos o sobre el
régimen de comunicación con el hijo que tenga el progenitor privado de la tuición.
42 MARÍA SARA RODRÍGUEZ PINTO
70 En el mismo sentido, artículos 156 del Códígo del cantón de Vaud, 284 del Código holandés y 155
del Código de la Luisiana. Bello consigna en nota al Proyecto de 1853: "Se han hecho modificaciones
varias a las leyes del tít. 19, parto 4". La Ley de Partidas ofrecía la siguiente regla: "El que non fue en
culpa [los hijos] debe criar e aver en guarda" (Partida 4",3, 19).
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑos y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CIDLENO DE FAMILIA 43
que configuraba una falta de idoneidad para el cuidado personal de los hijos era el
adulterio de la madre; hecho que, como se verá, fue perdiendo fuerza en sucesivas
modificaciones hasta eliminarse por completo como causa especial de inhabilidad en
la reforma de la Ley N° 18.802, de 1989.
La regla del artículo 223 ha evolucionado en dos sentidos . En primer lugar,
ha evolucionado haciendo extensivas las hipótesis de atribución legal a casos no
contemplados originalmente en el supuesto de divorcio, único previsto en el Có-
digo de 18557 1• La regla ha evolucionado también en lo que se refiere a la edad
y sexo de los hijos. Por último, en este proceso también se ha mitigado el efecto
del adul-terio de la madre en la configuración de su inhabilidad. Esta evolución
desarticuló primero la presunción de inhabilidad que se producía por el hecho del
adulterio de la madre ; para, después , hacer extensiva esta inhabilidad al padre. En
esta evolución, la ley termina por eliminar la incidencia del adulterio en eljuicio de
idoneidad del padre o de la madre para la atribución judicial del cuidado personal
de los hijos .
La única hipótesis en que operaba la regla de atribución del artículo 223 (hoy
artículo 225) del Código Civil de 1855, como está dicho, era el divorcio de los padres.
La ley nada decía respecto de situaciones de separación que ocurrian simplemente
de hecho, o por nulidad del matrimonio. El Código Civil tampoco contemplaba una
regla de atribución legal en la hipótesis de hijos no matrimoniales: el cuidado personal
de estos hijos se atribuía judicialmente.
El artículo 223 operaba también como criterio de atribución judicial. Es decir,
al atribuir el cuidado personal de los hijos, los jueces acudían a los criterios que les
ofrecía esta norma: (1°) preferencia materna durante la infancia ; (2°) preferencia
paterna a partir de la pubertad para la tuición de los hijos varones ; (3°) inhabilidad
del padre o la madre, o de ambos, como criterio de modificación de atribuciones
anteriores.
Lajurisprudencia, entonces, hizo pacíficamente extensiva la regla establecida para
el caso de divorcio (artículo 223) a los supuestos de separación de hecho y nulidad
de matrimonio. La insuficiencia formal de las fuentes legales permitió que alguna
sentencia disidente afirmara que estas reglas sólo se referían al divorcio", introdu-
ciendo un factor de inseguridad en el marco legal aplicable a los problemas de tuición
que fue necesario corregir por ley. La Ley N° 10.271, de 1952, resuelve en parte este
73 La ley no distinguía entre matrimonio nulo y putati vo . Si el matrimonio era putativo para ambos
cónyuges, no se cuestionaba la aplicación de la regla de atr ibución del artículo 223 . Si el matrimonio era
simplemente nulo para ambos cónyuges, la regla tambi én se aplicaba porque no distinguía esta situación .
El problema se presentaba si el matr imon io era putati vo para uno solo de los cónyuge s. En estos casos
la opin ión más autorizada era que el cuidado per sonal de los hijo s correspondía al cónyuge de buena fe,
sin distinción en cuanto a la edad y el sexo de los hijos (SOMARRlVA, I983b , p. 87).
74 ASCENSIO (2000) pp. 113-116.
75 Por Ley W 5.680, de 13 de septiembre de 1935.
ELcmDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 45
fuera capaz de tomar una decisión razonada, lo que no le era posible antes de llegar
a la pubertad":
La Ley N° 18.802, de 1989, reemplazó el texto original del Código atribuyendo a la
madre el cuidado de todos los hijos menores de edad y derogando la norma que atribuía
al padre el cuidado personal de los hijos varones desde los catorce años de edad.
"Se pensó -escribe uno de los principales gestores e intérpretes de la reforma- que
era más importante la madre en la crianza y educación de los hijos[;] y que era con-
veniente no separar a los hermanos"?", Si esto fue así, la Ley N° 18.802 desestimó la
importancia del padre en la educación de los hijos, especialmente de los hijos varones ;
figura que no puede ser sustituida por el derecho de visitas.
La reforma fue, además, contradictoria. Por una parte pretendía la igualdad en-
tre el varón y la mujer (derogación de la potestad marital y de la incapacidad relativa
de la mujer casada); pero, por otra, minusvaloraba la figura del padre en la crianza y
educación de los hijos. Como sabemos, la Ley N° 19.585 mantuvo el criterio de atri-
bución de todos los hijos menores a la madre, sin distinción de sexo ni edad. Ambas
reformas, a mi juicio, erraron en un propósito de política legislativa, cual es el de
incenti var la participación del padre en la crianza y educación de los hijos.
Las situaciones de separación de los padres afectan gravemente el derecho
de los hijos a contar con un padre y con una madre; y estas situaciones no se ali-
vian con una regla de atribución como la que introduce en el Código Civil la Ley
N° 18.802, de 1989. Esta aspiración de estabilidad de los hijos no es ajena al quehacer
judicial. Por ejemplo, en Tuición de los menores Ramos Astudillo (1996) , la Corte de
Apelaciones de Antofagasta se ve obligada a fallar dejando las cosas como están "ante
la imposibilidad - considera el tribunal- de reconstituir la situación que siempre será
la mejor para [los hijos], esto es, la convivencia directa y permanente con sus padres".
En los hechos tanto el padre como la madre eran personas idóneas para cuidar de sus
hijos ; pero la tuición la tenía el padre de común acuerdo con la madre.
76 SOMARRIVA(l983b) p. 86.
77 ROZAS VIAL (1990) p. 33. Hoyes raro encontrar casos como Schuffeneger con Bordaga ray (1996 ),
donde la Corte Suprema desestima un recurso de queja que pretende impugnar una decisión de la Corte
de Talca que entrega la tuición de los hijos varones al padre, manteniendo a la hija mujer, una niña que
a la fecha tenía tres años de edad, al cuidado de su madre. La idea de no separar a los hermanos tiene
honda raigambre en la judicatura.
46 MARÍA SARA RODRÍGUEZ PiNTO
situaciones, incluido el adulterio. Era este último, sin embargo, el factor de falta de
idoneidad que recibía especial atención en la regulación codicial. Conforme al anti-
guo artículo 223, la tuición de todos los hijos, varones y mujeres de cualquier edad,
pasaba por atribuciónjudicial al padre "cuando por la depravación de la madre [fuera
de temer que se pervirtieran]", hecho que se presumía "siempre" si por su adulterio
se había dado lugar al divorcio". La Ley N° 10.271, de 1952, eliminó la presunción
que favorecía al padre, agregando el siguiente inciso final al artículo 223: "La cir-
cunstancia de haber sido el adulterio de la madre lo que ha dado causa al divorcio,
deberá ser considerada por el juez como antecedente de importancia para resolver
sobre su inhabilidad".
A partir de entonces, la inhabilidad en que incurría la madre por adulterio ya no
era una presunción de Derecho; sino un hecho del juicio que podía servir de base para
una presunción judicial. Conforme al inciso final del antiguo artículo 224, además, la
misma regla se haría aplicable al padre. Se equiparaban, así, los efectos del adulterio
de la madre y del padre. El adulterio, como antecedente de importancia para resolver
sobre la inhabilidad, fue finalmente eliminado del Código por la Ley N° 18.802, de
198979 •
78 La doctrina y la jurisprudencia estimaban que en el adverbio "siempre" se debía leer una presunción
de Derecho, que no admitía prueba de idoneidad de la madre en contrario (SOMARRIVA, 1983a, p. 450).
79 Esta ley derogó el entero artículo 224 y reemplazó el artículo 223 por el texto que actualmente
está vigente en el Código Civil.
80 Hay que tener en cuenta que los factores de inhabilidad física o moral enumerados en el artículo
42 de la Ley N° 16.618, de menores, están concebidos para la adopción de medidas judiciales que
consisten en la entrega del cuidado personal de menores a terceros, distintos de su padre o de su madre
(artículo 226 del Código Civil); y no para conflictos de tuición entre el padre y la madre (artículo 225
del Código Civil).
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO ClflLENO DE FAMD..lA 47
del niño", GLENDüN argumenta que uno de sus problemas es que no hace nada para
desincentivar los pleitos entre padres, y probablemente los estimula. En este contexto,
piensa, cualquier regla automática, incluso judicial, sería una mejora." Se refiere la
autora a las ventajas de una regla de atribución objetiva y determinada, aunque sea
judicial.
La conclusión más importante del estudio de un asesor legislativo y profesor de
clínica jurídica en la ciudad de Nueva York es que los juicios contenciosos entre padres
sobre la tuición de sus hijos deben evitarse (énfasis agregado) por todos los medios
posibles", Los hijos tienen derecho a verse libres del dolor de un litigio entre sus
padres por su custodia; y en esto la existencia de una regla de atribución supletoria
legal juega un rol fundamental. De no existir una regla de este estilo, ni acuerdo entre
los padres, el asunto necesariamente tendrá que resolverlo el juez.
Los vicios de los juicios entre padres sobre el cuidado personal de sus hijos son
universalmente conocidos. Jon ELsTER los describe muy elocuentemente: una parte
puede querer prolongar el litigio si tiene más medios económicos que la otra para
sostenerlo, para forzar una transacción en su favor. Mientras más dure el juicio, más
posibilidades tiene la parte que consigue la atribución provisional de la tuición, de
ganarla en definitiva. Estos incentivos proporcionan un argumento adicional: el litigio
va siempre en perjuicio de uno de los padres. Más casos son llevados a los tribunales
de los que lo serian si existiera una fuerte presunción a favor de uno de los padres,
o un procedimiento de decisión automática, porque no existiendo una regla legal de
atribución, las dos partes están persuadidas de que tienen posibilidades de obtener el
cuidado personal de sus hijos. En cualquier conflicto que sea llevado a los tribunales,
el procedimiento puede ser dilatado al infinito, puesto que la decisión del tribunal no
se apoya simplemente en la falta de idoneidad de uno de los padres, sino en el servi-
cio del interés del niño'". Otro autor argumenta a favor de un criterio automático de
decisión porque produce incentivos para que los padres alcancen acuerdos directos o
en un proceso de mediación'". Ellos saben que, de no llegar a un acuerdo, opera una
decisión automática, como en nuestro caso es la atribución legal del artículo 225,
inciso 1°. La desconfianza en criterios discrecionales es general.
La ausencia de una regla legal de atribución, además, incentiva los hechos
consumados para ampararse en el criterio judicial que tiende a mantener el statu
quo a favor del niño. Conforme a este criterio tiene ventajas comparativas el padre
o madre que ha preparado el juicio creando una situación de hecho que tienda a
83 GLENDON (1986), p. 1182. La autora cita estudios que demuestran que en West Virginia el tránsito
del standard "interés superior del niño" hacia el standard "primary caretaker" (cuidador principal),
más automático y fijo que el anterior, produjo un enorme descenso en los litigios por cuidado personal
de los hijos entre padres.
84 SCHEPARD (2004), p. xiv.
85 ELSTER (1987) pp. 23-24.
86 HOULGATE (2005) pp. 130-133.
50 MARIA SARA RODRíGUEZ PINTO
forzar una decisión a su favor. La regla de atribución legal previene este tipo de
conductas".
87 Como ejemplos de la existencia del criterio que favorece el statu quo en la jurisprudencia chilena
pueden citarse ClMónica Mondaca Romero (1998) : Corte de Valparaíso, 3 junio 1998 (restitución de-
negada) ; Tuición de los menores Ramos Astudillo (1996) : Corte de Antofagasta, 27 marzo 1996 (tuición
denegada) ; Tuición de la menor Kassandra Arriola Donoso (2008): Corte Suprema 15julio 2008 (tuición
denegada); Hernández con Sarmiento (2008) : Corte Suprema 29 julio 2008 (tuición denegada).
88 ELSTER (1987), p. 33.
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CffiLENO DE FAMILIA 51
Ley N° 19.585 , de 1998. Las críticas discurren hoy sobre motivos de constituciona-
lidad de la regla.
Durante la tramitación de la Ley N° 19.585, se dijo que la preferencia materna "evita
numerosas dificultades y responde a la práctica, que demuestra que lo más rrecuente
es que sea la madre la que [oo .] asuma cuando los padres no viven juntos'?'. En el
Segundo Informe de la Comisión de Constitución del Senado, aparece con claridad
la idea de que las reglas de atribución legal y convencional del artículo 225 están
sujetas a revisión judicial en función del interés del hijo, "por maltrato, descuido u
otra causa calificada"90 y que este criterio se establecía para moderar la fuerza de la
preferencia legal por la madre. Quedaba claro que la preferencia materna era una regla
de atribución supletoria legal , puesto que prefería la atribución por convención que
permite el nuevo artículo 225, inciso 2°.
Como cuestión de interés en este asunto, conviene recordar que el proyecto original
de reforma del Código Civil mantenía la vigencia de la regla de preferencia materna
en el carácter de supletoria legal:
Artículo 222.- Si los padres viven separados, a falta de acuerdo, corresponde a la
madre el cuidado personal de los hijos menores; salvo que por motivos calificados el
juez decidiere de otro modo",
Esto demuestra el consenso transversal que existía en la doctrina chilena sobre la
conveniencia de mantener esta preferencia con carácter legal. También se observa que
ya en el proyecto que dio origen a la reforma de la Ley N° 19.585 , la regla sufría una
moderación en su fuerza al autorizarse los acuerdos sobre tuición entre los padres. En
la idea que se promovió entonces, como sucede actualmente con los textos vigentes , el
juez podía modificar "por motivos calificados" la atribución convencional o legal.
La duda de constitucionalidad de la regla surge, entonces, después de tramitado
el proyecto y convertido en ley.
89 lnfonne de la Comi sión de Constitución, Legislación y Justicia del Senado, Diario de Sesiones
del Senado , Sesión Ordinaria 12" de 3 de dic iembre de 1996, p. 1649.
90 Cf. Segundo Informe de la Comisión de Cons tituc ión, Legislación y Justicia del Senado, de 4 de
noviembre de 1997: Diario de Sesiones del Senado , Sesión 12" (Anexo de documentos) pp. 1793-1934,
p. 1837. En adelante, Segundo lnfonne de la Comisión de Constitución del Senado.
91 Boletín N° 1060-07: Diario de Sesion es de la Cámara de Diputados, Sesión 25" ordinaria de 10
de agosto de 1993, pp . 2481-2504, p. 2492 . Este artículo sufre modificaciones hasta llegar al texto actual
del artículo 225 , inciso 3°, pero permanece como clave hermenéutica de la regla actual.
52 MARÍA SARA RODRíGUEZ PiNTo
(inciso 3°). En realidad, todas las objeciones se deberían concentrar en el inciso 1°,
pues la regla del inciso 3° es una regla de atribución judicial.
BARROS BOURIE92 recapitula estas objeciones de la siguiente forma. Primero: la
interpretación de la regla como un derecho [subjetivo] de la madre del que sólo puede
ser privada a título de sanción es una discriminación en contra del padre, que tiene
-de aceptarse que se trata de un derecho subjetivo- igual derecho al cuidado de los
hijos".
Segundo: la regla podría ser perjudicial para el interés del niño, que puede ser
usado como "pieza táctica" en la negociación económica que sigue a la separación de
los padres?', En esta línea podría agregarse la opinión que mantiene que la existencia
de una regla de atribución legal se opone al interés del niño que aconsejaría siempre
la intervención judicial para controlar los acuerdos de atribución realizados por los
padres",
Las objeciones de constitucionalidad se formulan, entonces, desde el punto de vista
de dos principios. Primero: desde la perspectiva de la prohibición de toda discrimina-
ción arbitraria, que encuentra su fuente en el artículo 19, número 2° de la Constitución
Política de la República". Segundo: desde el principio del interés superior del niño, al
que, en esta discusión, debería atribuírsele rango constitucional, ex artículo 5° inciso
2° de la Constitución Política con relación especialmente a los artículos 3 y 9 de la
Convención sobre los derechos del niño".
92 BARROS BOURIE (1999), p. 47. Cabe observar que el mismo autor, más adelante, mantiene que " a
efectos de la responsabilidad debe asumirse que la tuición o cuidado personal no es primariamente una
potestad, sino un deber respecto del menor". BARROS BOURIE (2007) §16., 106; Yprecisa que se trata de
un "derecho-función" (§47., n. 437 e) que debe ser ejercido en atención al interés superior del menor
(§48 , n. 450 b).
93 La calificación de la preferencia materna en el cuidado personal de los hijo s como un derecho
subj etivo, sin embargo, no concuerda con las disposiciones legales que permiten la revisión j udicial de
esta regla legal en consideración del interés superior del niño (artículos 225, inciso 3° y 242) Y de su
opinión (artículo 242 inciso 2°). Entre los padres, el interés superior del niño ha desplazado al criterio
judicial de idoneidad de la madre o el padre; aunque operen como criterios complementarios según
dispone el artículo 225 , inciso 3°. Ajuicio de este estudio, más que un derecho subjetivo, la preferencia
materna es una carga o un deber atribuido por ley. Rechaza también la idea del cuidado personal de los
hijos como derecho de la madre: GóMEZ DE LA TORRE (2007), p. 139.
94 BARROS BOURIE (1999) p. 48. Lo siguen en estos argumentos: SCHMIDT (2001) p. 277; YLATHROP
(2005) p. 13.
95 SCHMIDT (2001) p. 276.
96GóMEZ DE LA TORRE (2007), p. 141, agrega que una interpretación restrictiva del artículo 225
ofendería también el principio de igualdad de los progenitores, tal como se encuentra consagrado en
convenciones internacionales ratificadas por Ch ile (Convención Americana de Derechos Humanos,
artículo 17.4; Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer,
artículo 16).
97 Promulgada como ley de la República por Decreto Supremo N° 830 (Relaciones Exteriores), de
27 de septiembre de 1990.
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 53
98 GÓMEZ DE LA TORRE (2007), p. 140, se hace eco de la opinión de un sector de la doctrina chilena
que favorecería una interpretación restrictiva del artículo 225 al entender que e11egis1ador habría querido
hacer prevalecer el principio del interés superior del niño por sobre el principio de igualdad, para que
los tribunales atribuyan preferentemente a la madre el cuidado personal de los hijos. En opinión de la
autora, esta interpretación sería inconstitucional. En el contexto del artículo 225, inciso 3° (intervención
judicial para atribuir la tuición al otro de los progenitores), el interés del niño no necesariamente debería
suponer preferencia materna.
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 55
La preferencia materna, por último, parece tener ventajas frente a otras reglas de
atribución que ofrece o ha ofrecido el Derecho comparado. Por ejemplo, tiene ventajas
frente a la antigua regla de atribución legal a la parte inocente en caso de divorcio. A
partir del Código Civil, esta regla dejó de tener vigencia en Chile, salvo en lo que se
refería a las especiales sanciones por adulterio; sanciones que fueron abandonadas
junto con la abolición de las sanciones penales del adulterio.
Otra posibilidad es la de atribuir automáticamente la tuición al padre o madre que
de hecho ha cuidado del hijo en el tiempo anterior a la separación o divorcio. Esta
regla -que no es una regla de atribución automática legal- crea, a mi juicio, incenti-
vos equivocados pues tanto el padre como la madre pueden preconstituir el supuesto,
mediante acciones de hecho. Sin decir que la regla claramente favorece a la madre,
sobre todo durante la infancia, época en que es mucho más frecuente la cercanía de
los hijos a su madre.
La atribución legal al padre o madre que "más necesita" del hijo parece incon-
gruente con el principio del interés del hijo: se trata de buscar la mejor solución para
el hijo, no para el padre o madre. Y, por otra parte, tampoco es una regla automática
de atribución legal.
Curiosamente, no hemos descubierto ningún ordenamiento que haya optado por
una regla automática legal de atribución al padre. Esta es una alternativa que no de-
bería descartarse a priori.
VI. EVALUACIÓN DE PROYECTOS EN TRÁMITE QUE PROPONEN REFORMAS
AL ARTÍCULO 225 DEL CÓDIGO CIVIL CHILENO
Terminaremos este capítulo con una evaluación crítica de los proyectos de ley
que pretenden introducir reformas al artículo 225, pues casi todos ellos proponen la
eliminación de la preferencia materna.
(actual inciso 1°)Yamplía las competencias del juez para atribuir la tuición en forma
conjunta para que se alterne entre los padres:
Artículo 225. Si los padres viven separados mediante escritura pública, o acta ex-
tendida ante cualquier oficial del Registro Civil, subinscrita al margen de la inscrip-
ción de nacimiento del hijo dentro de los treinta días siguientes a su otorgamiento,
ambos padres, actuando de común acuerdo, podrán determinar a cuál de los padres
corresponde el cuidado personal de uno o más hijos. Este acuerdo podrá revocarse,
cumpliendo las mismas solemnidades.
En caso de no haber acuerdo entre los padres en esta materia, será eljuez correspon-
diente quien atendido el interés superior del niño, y habiendo escuchado su opinión
deberá entregar el cuidado personal de éste al padre que se encuentre más facultado
para esta función.
En todo caso, el juez podrá entregar el cuidado personal del o los menores a ambos
padres, cuando éstos se encuentren igualmente habilitados para dicho cuidado, para
que la tuición sea alternada entre ellos.
No se podrá confiar el cuidado personal al padre o madre que no hubiese contribuido
a la mantención del hijo mientras estuvo bajo el cuidado del otro padre, pudiendo
hacerlo.
Mientras una subinscripción relativa al cuidado personal no sea cancelada por otra
posterior; todo nuevo acuerdo o resolución será inoponible a terceros.
El Proyecto Boletín N° 5793-07 de 2 de abril de 2008 , moción de los senadores
Coloma y Novoa'?", mantiene la regla atribución legal a la madre pero amplía las
atribuciones judiciales para modificar esta regla, especialmente "cuando quien lo
tenga a su cuidado persista en una campaña injustificada de denigración y desprestigio
del otro padre o cuando, para obtener una resolución judicial ventajosa, efectúe en
su contra acusaciones graves e infundadas", Este proyecto, además, exige que sean
de decisión conjunta entre los padres "las decisiones que afecten o puedan afectar
gravemente la forma de vida del menor, como las relativas al colegio en que se edu-
ca, lugar de habitación, sistema de salud al que adhiere, entre otras", A continuación
presentamos el texto propuesto:
Artículo 225.- Si los padres viven separados, a la madre toca el cuidado personal de
los hijos.
No obstante, mediante escritura pública, o acta extendida ante cualquier oficial del
Registro Civil, subinscrita al margen de la inscripción de nacimiento del hijo dentro
de los treinta días siguientes a su otorgamiento, ambos padres, actuando de común
acuerdo, podrán determinar que el cuidado personal de uno o más hijos corresponda
al padre. Este acuerdo podrá revocarse, cumpliendo las mismas solemnidades.
Sin perjuicio de lo anterior; las decisiones que afecten o puedan afectar gravemente
la forma de vida del menor; como las relativas al colegio en que se educa, lugar de
100 Proyecto en primer trámite constitucional ante la Comisión de Constitución, Legislación y Jus-
ticia del Senado.
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CI-nLENO DE FAMILIA 57
habitación. sistema de salud al que adhiere. entre otras, o la relación directa y regular
a que se refiere el artículo 229, deberán adoptarse con el consentimiento de ambos
padres.
Cuando el interés del hijo lo haga indispensable, sea por maltrato, descuido u otra
causa calificada o cuando no se cumpla lo señalado en el inciso anterior, eljuez podrá
entregar su cuidado personal al otro de los padres. Asimismo, ello corresponderá
cuando quien lo tenga a su cuidado persista en una campaña injustificada de deni-
gración y desprestigio del otro padre o cuando, para obtener una resolución judicial
ventajosa, efectúe en su contra acusaciones graves e infundadas. Con todo, el juez
no podrá confiar el cuidado personal al padre o madre que no hubiese contribuido
a la mantención del hijo mientras estuvo bajo el cuidado del otro padre, pudiendo
hacerlo .
El Proyecto Boletín N° 5917-18 de 12 de junio de 2008, moción de un grupo de
diputados encabezados por el señor Francisco Chahuán 101, elimina la atribución legal
a la madre y la sustituye por una regla de atribución conjunta "a ambos padres en
forma compartida" que, se entiende, es una regla de atribución por convención entre
los padres, pues "Si no hubiere acuerdo en adoptar el cuidado compartido y surgiere
disputa sobre cual padre tendrá la tuición, eljuez decidirá a solicitud de cualquiera de
ellos cual de los padres tendrá a su cargo el cuidado personal de los hijos".
Artículo 225.- Si los padres viven separados, el cuidado personal de los hijos corres-
ponderá en principio a ambos padres enforma compartida. Si no hubiere acuerdo en
adoptar el cuidado compartido y surgiere disputa sobre cual padre tendrá la tuición,
eljuez decidirá a solicitud de cualquiera de ellos cuál de los padres tendrá a su cargo
el cuidado personal de los hijos.
Todo acuerdo que regule el cuidado personal de los hijos deberá constar por escri-
tura pública o acta extendida ante cualquier oficial del Registro Civil. sub inscrita al
margen de la inscripción de nacimiento del hijo dentro de los treinta días siguientes
a su otorgamiento, ambos padres, actuando de común acuerdo, podrán determinar
que el cuidado personal de uno o más hijos corresponda a la madre o al padre. Este
acuerdo podrá revocarse, cumpliendo las mismas solemnidades.
Cuando el interés del hijo lo haga indispensable, sea por maltrato, descuido u otra
causa calificada o cuando no se cumpla lo señalado en el inciso anterior, eljuez podrá
entregar su cuidado personal a uno de los padres en el caso del cuidado compartido
o al otro de los padres en los demás casos.
No obstante, no podrá corfiar el cuidado personal al padre o madre que no hubiere
cumplido las obligaciones de mantención mientras estuvo al cuidado del otro padre,
pudiendo hacerlo. Igual medida se adoptará respecto del padre o madre respecto del
cual se acreditare fehacientemente que ha maltratado fisica o psicológicamente al
hijo.
101 Proyecto en primer trámite constitucional ante la Comisión de Familia de la Cámara de Dipu-
tados.
58 MARíA SARA RODRíGUEZ PINTo
Esto es lo que advierte el artículo 225, inciso 3°, cuando exige que eljuez intervenga
"cuando el interés del hijo lo haga indispensable, sea por maltrato, descuido u otra
causa calificada". El supuesto de hecho que exige la intervención judicial consiste,
pues , en una serie de circunstancias: "maltrato, descuido u otra causa calificada ",
que hacen indispensable, por el interés del hijo, la modificación de una atribución
convencional, legal o judicial previa. En este conjunto fáctico es evidente que la
causa calificada es cláusula amplia de cierre que subsume todo lo demás (maltrato,
descuido). Son los "motivos calificados" que proponía el Mensaje del Ejecutivo para
justificar la intervención judicial en esta materia 103.
Las circunstancias calificadas que hacen indispensable la modificación que se
pide son cuestiones de hecho que debe acreditar el demandante en el juicio mediante
cualquier medio de prueba producido en conformidad a la ley (artículo 28 LTF). La ley
claramente privilegia la atribución convencional o legal del cuidado personal de los
hijos. La intervención y posterior atribución judicial exige circunstancias especiales
que deben acreditarse en el juicio.
A diferencia de lo dispuesto por el actual artículo 225 , inciso 3°, el artículo 226
exige prueba de la inhabilidad del padre y de la madre; y esta norma debe entenderse
relacionada con el artículo 42 de la Ley de Menores, cuyo encabezado fue modificado
expresamente por la Ley N° 19.585, de 1998, para relacionarlo con los supuestos de
inhabilidad del artículo 226 del Código Civil. Por tanto, el artículo 42 de la Ley de Me-
nores no es norma de integración del artículo 225, inciso 3°, sino del artículo 226.
2. Referencias jurisprudenciales
La referencia a lo que ocurre en la práctica puede ayudar a ilustrar este problema,
pues los tribunales exigen prueba que produzca en ellos la convicción de que se
justifica una atribución judicial. Por ejemplo, en Pino con Castro (2007) (la madre
pide entrega inmediata de sus hijos contra el padre , que se defiende pretendiendo
la tuición) el tribunal considera que " no se acreditó debidamente en autos una in-
habilidad o causa calificada que le impida [a la madre] ejercer su rol, sin que obste
a ello el supuesto bienestar general que el padre brindaba a los hijos en un entorno
socioeconómico elevado ". Por tanto, se desestima el recurso de casación en el fondo
interpuesto por el padre contra la sentencia de segunda instancia que confirma la de
primera acogiendo la pretensión de la madre y desestimando la del demandado. La
Corte también considera que siendo el interés del niño un principio fundamental en
el ordenamiento, no se advierte del mérito de autos que los sentenciadores de grado
lo hayan preterido.
Puede observarse que quien pretendía el cuidado personal de los hijos no aportó
evidencia de causa calificada que justificara una modificación de la atribución legal
103 Cf. Boletín N° 1060-07: Diario de Sesion es de la Cámara de Diputados, Sesión 25" ordinaria de
10 de agosto de 1993, pp. 2481-2504, p. 2492.
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE fAMILIA 61
104 Demanda de entrega inmediata, acogida; y reconvencional de atribución judicial del cuidado
personal de los menores, desestimada. Corte de Chillán, 26 de noviembre de 2003. Corte Suprema, 19
de abril de 2004 (casación declarada inadmisible).
62 MARÍA SARA RODRÍGUEZ PINro
105 Conviene recordar que el antiguo artículo 223, inciso 2°, hasta antes de la Ley N° 19.585, dis-
ponía: "En estos casos ('cuando por la depravación de la madre sea de temer que se perviertan'). o en
el de hallarse inhabilitada por otra causa, podrá confiarse el cuidado personal de todos los hijos de uno
Yotro sexo al padre".
106 No parece correcto el razonamiento de ASCENCIO (2000), p. 17I-2 cuando argumenta que el juez
también podría modificar la tuición por inhabilidad del padre o de la madre , con referencia al artículo
42 de la Ley de Menores . En realidad , el juez sólo puede modificar si hay un cambio de circun stanc ias
fácticas (las cuales just ifican su intervención) que afectan el interés superior del niño.
107 La reforma mantiene vigente la discusión acerca de si la inhabilidad se aplica al padre o madre
respecto de quien no se ha decretado siquiera provisionalmente el pago de alimentos . La inhabilidad
debería interpretarse en sentido estricto; y, por tanto, solamente se aplicarí a al padre o madre que no
cumple una resolución judicial que lo obliga al pago de alimentos . De lo contrario, la obligación no
estaría determinada y no se podría configurar la causal de no proveer a la manutención del hijo.
64 MARÍA SARA RODRÍGUEZ PINTo
del niño . La idoneidad física o moral del padre o de la madre sólo es relevante en la
medida que favorece o entorpece el interés del niño.
del Niño'?". La Ley N° 19.585, de 1998, incorpora el principio al Código Civil chileno
(artículos 222 , inciso 2°; 225 , inciso 3°; 242 , inciso 2°); y, con posterioridad a ella,
el principio se expande a diversas piezas de legislación (especialmente, por ejemplo,
al artículo 16 LTF). La doctrina chilena ha hecho de este principio variados análisis
desde perspectivas generales'v".
Recapitulando, podemos afirmar que el interés superior del niño es un principio
que cumple diversas funciones. Es principio de política legislativa, gubernamental y,
en general, administrativa (artículo 3 de la Convención sobre los Derechos del Niño).
Es principio de política judicial (artículos 9 y 40 de la misma Convención). Pero, en
el ámbito del cuidado personal de los hijos (artículo 225 , inciso 3°) y del derecho
a mantener con ellos una relación directa y regular (artículo 229 y artículo 9 de la
Convención) el interés superior del niño es también un criterio, baremo o standard
de adjudicación de litigios (artículo 242 , inciso 2°; artículo 16 LTF). Esta última es la
función que interesa en el contexto de estas líneas: el interés superior del niño como
criterio de resolución de conflictos judiciales.
Comenzaré con las críticas que se suelen hacer de este standard. Luego, haré una
propuesta de cómo debería funcionar este criterio para moderar la carga subjetiva y
de arbitrariedad que se le atribuye.
lOS Adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989; suscrita
por Chile el 26 de enero de 1990; y promulgada como ley de la República por D.S. N° 830 (Relaciones
Exteriores) de 27 de septiembre de 1990.
109 Cf. GÓMEZDE LA TORRE (2000), pp. 23-26; BAEZA (2001), pp. 344-362; CILLERO (2003), pp. 51-70.
110 Tuición de! menor Benjam ín Cabra! May (2004): Corte de Santiago, l de septiembre de 2004
(sentencia redactada por doña Paulina Veloso Valenzuela como abogado integrante). Comentada por
TURNER SAELZER, Susan (2004), pp. 273-278. Citada por GÓMEZ DE LA TORRE (2007), p. 139.
66 MARíA SARA RODRIGUEZ PINTO
La literatura norteamericana propone volver a reglas fijas, del estilo de nuestro ar-
tículo 225; pero buscando figuras que sean neutras desde el punto de vista del género.
Los PrincipIes ofthe Law ofFamily Dissolution (2002) proponen dividir los temas de
cuidado personal en dos áreas: toma de decisiones y residencia de los niños. En el primer
ámbito, los Principios proponenjoint decision making (toma de decisiones conjunta);
en el ámbito de la residencia, proponen la aproximation presumption (dividir el tiempo
de residencia entre los padres según el tiempo que dedicaba cada uno al cuidado de los
niños antes del divorcio) o la equal physical custody presumption (cuidado personal
conjunto 50-50). Pero estas propuestas, hechas de lege ferenda por el AMERICAN LAW
INSTITIITE , son resistidas desde la academia y la práctica. La primera, porque no resuelve
claramente qué materias son relevantes como para que exijan decisiones conjuntas .
Si los padres viven separados, no pueden quedar todas las materias sujetas a decisión
conjunta. Además, porque judicializa todos los desacuerdos entre los padres relativos a
decisiones sobre los hijos. No es un criterio que favorezca la paz familiar.
El segundo sistema se critica porque se considera una "vuelta atrás" que favorecería
a las mujeres. Y el tercero, porque exige verdaderamente mutuo acuerdo y cooperación
entre los padres , lo cual está muy lejos de ocurrir en el contexto de un juicio '": Ade-
más, se afirma que, de hecho, aun en familias que han optado por igual distribución
del tiempo , los niños pasan la mayor parte del tiempo con sus madres'!".
RIvERa HERNÁNDEZ intenta hacer operativo el principio con elementos procedentes
del Derecho administrativo, como parecen ser las normas que permiten la discrecio-
nalidad de la administraci ón'". En la estructura de estos conceptos, afirma el autor!" ,
la doctrina distingue entre una zona de certeza positiva , configurada por unos datos
seguros con que se satisface el concepto; una zona de certeza negativa en la cual
desaparece por completo el valor incorporado en el concepto (por ejemplo , deja de ser
servido el interés del niño) ; y por una zona intermedia de variación e incertidumbre,
donde caben opciones varias dentro de márgenes relativos e imprecisos. En el con-
cepto jurídico impreciso, la ley no da la solución. Ésta debe ser buscada por el juez
acudiendo a juicios de experiencia o de valor que, a su vez, deben ser objeto de una
valoración jurídica según el sentido que la ley ha dado al concepto indeterminado para
el supuesto de hecho concreto. Corresponde al juez el llenar de contenido efectivo el
concepto indeterminado al juzgar y valorar el supuesto de hecho.
Discrecionalidad judicial no es arbitrariedad. La ley autoriza al juez a resolver
discrecionalmente un caso, conforme a un criterio indeterminado, conforme a mo-
123 Cf. Tuición del menor Benjam in Cabral May (2004 ), Considerando Sexto . El juicio se resuelve
conforme al criterio del interés superior del niño, a pesar de que se trata de la pretensión de una tía del
menor de que se le atribuya la tuición contra el padre, único progenitor vivo del niño, que no está en
condiciones de cuidar a su hijo. En opinión de este estudio. este pleito debió haber sido resue lto conforme
al artículo 226 y no conforme al artículo 225.
70 MARÍA SARA RODRÍGUEZ PINTo
En Garrido con Lagos (2008), la Corte Suprema en definitiva deja a firme la deci -
sión de los jueces de grado de acceder a la pretensión de la madre que pide la tuición
de un hijo contra el padre , que la tiene por convención celebrada anteriormente con
ella. En una reconciliación entre los padres ha nacido otra hija, que está bajo el cuidado
de su madre. Los jueces de instancia determinan que ambos padres son igualmente
idóneos para tener el cuidado de sus hijos. La separación obedece a situaciones de
maltrato y violencia intrafamiliar contra la demandante, pero este factor no influye
en el juicio de idoneidad que hacen los jueces de ambos progenitores para el cuidado
de sus hijos. Curiosamente en este juicio no se acreditó por la parte demandante (la
madre) "maltrato, descuido u otra causa calificada" que justificara una modificación
de la atribución convencional previa. Además, se desatendió la opinión del niño de
diez años que deseaba permanecer en el hogar de su padre, bajo el cuidado de su
abuela paterna.
El juez de familia falla a favor de la madre :
La distribución de los hijos entre los padres {.oo} que permite el artículo 225 es una
circunstan cia que sólo puede justificarse en el interés de los propios hijos, pero ce-
sando la causa que la originó, no se ve inconveniente para volver las cosas al estado
anterior; es más, la intervención judicial debe instar, en la medida de lo posible,
para volver las cosas a su estado natural, velando entre otros aspectos , por la no
separación de los hermanos máximo [sic} cuando ya se ha suf rido el dolor de ver
a sus progenitores separados . añadido que, cuando esta madre tomó la decisión de
entregar el cuidado de su hijo, es claro que hubo una suerte de fu erza moral que
la determinó a ello l 24•
En otras palabras, eljuez de familia integra el principio "interés superior del niño"
con el beneficio que para el niño se seguiría de la vida con su hermana y su madre ,
todos unidos como familia . La Corte de Temuco hace suyos estos razonamientos al
confirmar la sentencia. La Corte Suprema desestima el recurso de casación deducido
por el padre, considerando que la manera como fue resuelto el juicio no ofende el
principio del interés superior del niño (Considerando Séptimo de fallo del tribunal
de casación .)
124 Garrido con Lagos (2008), Considerando Decimo séptimo del fallo de primera instancia. Cabe
señalar que el fallo establece un régimen amplio de comuni cación directa y regular a favor del padre .
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMll..1A 71
4) la intimidad que tiene la relación de cada uno de los padres con el niño; 5) laforma
en que el niño interactúa y se relaciona con su padre o madre, u otros parientes que
pueden afectar significativamente su vida; 6) la adaptación del niño en su hogar, en su
escuela yen su comunidad; 7) el tiempo que el niño ha vivido en un ambiente estable
y satisfactorio, y el interés en mantener una continuidad en su vida; 8) la estabilidad,
como familia, que podría proporcionarle el progenitor que tiene o pide la tuición;
9) la saludfisica y mental de todas las personas envueltas en eljuicio; 10) la capacidad
o decisión de las partes de proporcionar al niño cariño y dirección, y continuidad en
la crianza y educación del niño conforme a sus creencias religiosas y/o culturales;
11) el ambiente cultural del niño; 12) el efecto que ha tenido en el niño cualquier
forma de maltrato intrafamiliar:
El juez puede usar sólo uno de estos factores, excluyendo todos los demás. No puede
entregar el cuidado personal a quien ha cuidado al niño, sólo por esta razón. Debe
fundamentar cuidadosamente su decisión haciendo referencia a cada uno de estos
factores, y explicar cómo todo esto satisface el principio del interés superior del
niño'>.
La cuestión de fondo que pretenden los tests de esta especie es el proporcionar al
juez elementos de juicio para fundamentar sus decisiones discrecionales con argu-
mentos de relevancia jurídica.
Terminaré este análisis del principio del interés superior del niño con una obser-
vación de contrapunto que permite apreciar la diferente funcionalidad de criterios
indeterminados y determinados. Por ejemplo, si el tribunal debe atribuir el cuidado
personal a terceros, parientes o extraños, separando al niño de sus padres biológicos,
se aplica el artículo 226. Esta norma nos dice que: "en el caso de inhabilidad física
o moral de ambos padres [nuevamente, un supuesto fáctico indeterminado], podrá
el juez confiar el cuidado personal de los hijos a otra u otras personas competentes,
debiendo preferir a los consanguíneos de grado más próximo y sobre todo a los
ascendientes [consecuencia jurídica determinada, con opciones señaladas por el
legislador]".
En este caso, el supuesto fáctico indeterminado "inhabilidad de ambos padres"
está integrado por el artículo 42 de la Ley de Menores, que proporciona al tribunal
una relación de hechos que determina parcialmente el supuesto.
Esto no ocurre con la regla del artículo 225, inciso 3°, puesto que tanto el supuesto
factico "maltrato, descuido u otra causa calificada", como el criterio para atribuir la
consecuencia jurídica que consiste en el cambio del cuidado personal al otro proge-
nitor, el "interés del hijo", están indeterminados-".
127 Sólo por mencionar comentarios de orden académico, ver: NAVARRO BELTRÁN (2004); DONOSO
RODRÍGUEZ (2004); TOLEDO VÁSQUEZ (2005); SCALA (2005). Comentan especialmente el fallo de la Corte
Suprema: BAEZA y NAVARRO (2004) . A ésto s debe agregarse: VIAL DE AMEsTl (2007) quien analiza cuida-
dosamente las opiniones de los defensores y adversarios del fallo de la Corte Suprema.
128 Ver especialmente, VIAL DE AMEsTl (2007), pp . 49-80.
129 En el contexto de la casuística norteamericana, son bastante rele vantes do s trabajos: SHAPIRO
(1996) (criticando la jurisprudencia que niega la custodia de niños a padres homosexuales); y WARDLE
(1997) (aportando argumentos que respaldan la tendencia de negar la custodia de niños a padres homo-
sexuales) . Aunque pueden citarse casos en todo s los sentidos posibles, según GILL (2001 ), a la fecha
en que escribe, los tribunales seguían negando la cu stodia de niños a homosexuales y lesbianas. Esta
literatura demuestra que la homosexualidad acti va continúa siendo un factor polémico en los juicios
sobre atribución del cuidado personal de los hijos.
130 Argumentan en este sentido, por ejemplo, RUIZ-TAGLE (2004 ) y TOLEDO (2005).
EL cmDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHll.ENO DE FAMllJA 73
dejar de ser así, que la judicatura pondere el modo de vida de los progenitores al mo-
mento de formarse un juicio sobre el hogar que mejor sirve al interés del niño, si el
del padre o el de la madre . Por tanto, en su labor de integración de supuestos fácticos
y normativos indeterminados e incompletos, como los que contiene el artículo 225,
inciso 3°, los jueces deben ponderar los mayores bienes que en el caso concreto satis-
facen el interés de los niños. En esta labor es inevitable que los jueces hagan juicios
valóricos, siquiera implícitamente. Es más, puede afirmarse que deben hacerlo porque
el legislador les impone esta obligación cuando él mismo evita opciones radicales y
favorece la flexibilidad que permiten los criterios judiciales discrecionales, como el
del interés superior del niño. Nadie puede ignorar que ésta fue precisamente la opción
de la legislatura que adoptó la Ley N° 19.585, de 1998.
Por eso, cuando los jueces eligen entre dos opciones la que mejor satisface el
interés del niño, sin fallar automáticamente según opciones hechas por la ley (por
ejemplo, en el supuesto del artículo 225, inciso 1°), no discriminan sino que realizan
una labor para la que la legislación les proporciona discreción y flexibilidad. Elegir lo
que a juicio del juzgador parece un bien para el niño significa discriminar o distinguir
entre varias opciones posibles; pero esta "discriminación" no es arbitraria o injusta.
De hecho , en todo juicio de tuición, los jueces discriminan entre el padre y la madre ,
para adjudicar el cuidado personal a uno u otro; y no por ello debe calificarse esta
labor de "discriminatoria" por sexo u opción sexual. A lo largo de estas páginas hemos
revisado los innumerables argumentos que desacreditan criterios que han buscado
neutralidad, sin conseguirlo.
131 Informe N° 42/08. Adm isibilidad . Petición 1271-04 . Karen Atala e hijas. Chile. Por informe
W 139/09 de 18 de diciembre de 2009. La Comisión concluye que el Estado de Chile violó derechos
garantizados a Karen Atala en la Convención Americana de Derechos Humanos y recomienda reparar ínte-
gramente a la peticionari a y adoptar medidas para erradicar la discriminación por orientación sexual.
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 75
132 También defienden la aplicación directa del principio del interés superior del niño: BAEZA y
NAVARRO (2004), pp. 577-581 .
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CmLENO DE FAMILIA 77
136 Efectivamente, en virtu d de un cambio de circunstancias , los tr ibunales pueden vo lver a conocer
de un lit igio entre los padres sobre el cuidado pe rsonal de sus hijo s. Así lo ha declarado la Corte Suprem a
en Duarte con Olivares (1946) (se modifica atnbución anterior a petición de la madre por cambio en
las circunstancias) y, más recientemente, reiterando en dicta la misma doctrina, en: Di Pede con Silva
(2 00 8). En el ámbi to de la do ctrina procesal, ROMERO SEGUEL (2002), p. 30. Con anterioridad , ded ica al
tema una monografia PEREIRA ANABALÓN (1954).
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 79
137 Cf. Comisión lntcramericana de Derechos Humanos, Informe N° 42/08 de 23 de julio de 2008, so-
bre admisibilidad de la Petición 1271-04 formulada por Karen Atala e hijas contra el Estado de Chile .
80 MARÍA SARA RODRÍGUEZ PiNTo
Tanto el tribunal de alzada como el de casación consideran que, si bien los padres
no están inhabilitados para tener la tuición de su hija, en función del interés superior
del niño (artículo 16 LTF) los jueces pueden modificar las reglas de atribución legal.
Que éste es el caso de la menor Amola Donoso, que se encuentra incorporada y tie-
ne estabilidad en el hogar de su abuela paterna. Las ventajas de que vuelva con sus
padres no superan las desventajas que se seguirian para ella de abandonar el hogar
de su abuela'»,
138 Los padres obtienen un régimen de comunicación amplio que les permite tener a la niña consigo
todos los fines de semana y en todos los períodos de vaca ciones escolares del año. Cf Parte resolutiva
del fallo de segunda instancia . Tuición de la menor Kassandra Arriola Donoso (2008).
82 MARÍA SARA RODRIGUEZ Perro
de crisis en que puedan encontrarse (artículo 30, inciso 2°, número 1) de la Ley de
Menores). También permite a los jueces disponer el ingreso de niños, niñas o ado-
lescentes en centros especiales, hogares sustitutos o establecimientos residenciales
(artículo 30, inciso 2°, número 2)).
"El juez preferirá, para que asuman provisoriamente el cuidado del menor, a sus
parientes consanguíneos o a otras personas con las que aquél tenga una relación de
confianza" (artículo 30, inciso 3° de la Ley de Menores) .
El derecho del niño a ser oído tiene fuentes de diversa jerarquía. El artículo 12
de la Convención de Derechos del Niño exige a las partes signatarias garantizar al
niño "que esté en condiciones de formarse un juicio propio" el derecho de expresar
libremente su opinión en todos los asuntos que lo afecten. Esta opinión, continúa la
misma norma, se tendrá debidamente en cuenta "en función de la edad y madurez
del niño". Para tales efectos, la legislación deberá dar al niño la oportunidad de ser
escuchado en todo procedimiento judicial o administrativo.
139 Cf Tuición de Diana Benavides Benavides (2001) en que no prospera un procedimiento de adop-
ción iniciado por una "transacción extrajudicial" sobre tuición entre la madre y el matrimonio interesado
en la adopción, posteriormente "no aprobada",
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 83
En materia de atribución del cuidado personal, el artículo 227 del Código Civil
expresa que el juez "oirá a los hijos y a los parientes". Conforme al artículo 242, las
opiniones del hijo se tendrán debidamente en cuenta "en función de su edad y ma-
durez". Algo semejante reitera el artículo 85 de la LMC para los procedimientos de
separación, nulidad y divorcio, en cuanto se pronuncien sobre asuntos relativos a la
persona o bienes de los hijos . Cuando el matrimonio tuviere hijos menores de edad, el
juez "oirá a [los que estén] en condiciones de formarse un juicio propio". Sus opiniones
se tendrán debidamente en cuenta "en función de su edad y madurez".
De conformidad a estas normas, que son las fuentes de este derecho que la legis-
lación garantiza a los niños y adolescentes en los procedimientos que les concierne,
los requisitos para su ejercicio son los siguientes:
10. Existencia de un procedimiento judicial en curso.
2°. Edad suficiente para tener un juicio propio.
A continuación examinaremos cada uno de estos requisitos.
b. J) Edad de la pubertad
Los adolescentes deben ser oídos a partir de la pubertad; es decir, desde los doce
años , si se trata de mujeres; o desde los catorce años, si se trata de varones (artículo
84 MARÍA SARA RODRíGUEZ PiNTo
140 El artículo 16 LTF establ ece que para los efectos de esa ley "se considera niño o niña a todo ser
humano que no ha cumplido los catorce años y, adolescente, desde los catorce años hasta que cumpl a
los dieciocho años de edad" . El artículo 26 del Código Civil chileno es, sin embargo, más específico en
las diversas etapas de desarrollo. "Art, 26. Llámase infante o niño todo el que no ha cumplido siete año s;
impúber, el varón que no ha cumplido los catorce años y la mujer que no ha cumplido doce ; adulto , el
que ha dejado de ser impúber; mayor de edad o simplemente mayor, el que ha cumplido dieciocho años ;
y menor de edad , o simplemente menor, el que no ha llegad o a cumplirlos." Ambo s cuerpos normati vos
acogen el derecho del niño a ser oído; sin embargo, el Código Civil establece que se tendr án en cuenta
las opiniones del hijo en función de su edad y madurez (artículo 242, inciso 2°); y esta regla deberí a
prevalecer como reguladora del fondo.
141 S OMARRIVA (1983), n. 480 .
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 85
opinión de los padres, opinión de otros especialistas. Sólo si se tiene razonable certeza
de que un niño de entre siete y catorce años tiene el juicio propio desarrollado, es
decir, una particular madurez, éste debería ser citado a manifestar su opinión sobre
las decisiones que le conciernan. Por ejemplo, es posible dudar si un menor de once
años tiene juicio propio para ser oído sobre un tratamiento médico que le causará
sufrimientos pero que le puede prolongar o salvar la vida, cuando su madre se opone
al tratamiento'<. Lo mismo puede decirse de dos niñas de seis y siete años a quienes
el juez oye sobre si quieren vivir con su padre o con su madre!".
La LTF no se pronuncia sobre la oportunidad procesal en que el niño debe ser oído
en el procedimiento ordinario, correspondiente a los juicios sobre cuidado personal
de los hijos, sobre derecho-deber de mantener con él una relación directa y regular,
sobre separación, nulidad o divorcio. La audiencia del menor no es trámite esencial
de la instancia cuya omisión sea causal de casación en la forma (cf. artículo 67, 6),
b) LTF con relación al artículo 795 del Código de Procedimiento Civil).
El procedimiento especial sobre aplicación judicial de medidas de protección
(artículos 68 a 80 bis de la LTF) prevé que el niño, niña o adolescente pueda ser es-
cuchado en la audiencia preparatoria o de juicio (artículo 69 LTF). Sin embargo, en
este procedimiento tampoco parece ser obligatoria la audiencia del menor.
El mismo artículo 69 LTF contempla que pueda oírse al menor en una audiencia
especial, "en un ambiente adecuado y cautelando la salud física y psíquica" del niño,
niña o adolescente.
La audiencia del menor, por tanto, no puede ser un acto de mero trámite. Si se
cita al menor a la audiencia de juicio, debe ser oído "en un ambiente adecuado" (cf.
artículo 69 LTF), evitando exponer al niño, niña o adolescente, según su edad y ma-
durez, a todas las incidencias de la audiencia. El artículo 41 LTF dispone, además,
que el niño, niña o adolescente que sea llamado a ser testigo enjuicio sea interrogado
sólo por el juez, "debiendo las partes dirigir las preguntas por su intermedio". Y que,
"excepcionalmente, el juez podrá autorizar el interrogatorio directo del niño, niña o
adolescente, cuando por su grado de madurez se estime que ello no afectará su per-
sona" (artículo 41, inciso 2° LTF). Es decir, la audiencia del niño, niña o adolescente
corresponde hacerla al juez personalmente.
142 Gomez Noa, Robynson (2009) . V ARAS BRAUN (2009) es de la opinión que en casos como éste
debe oírse al niño; e, incluso, la opinión del menor debe ser tenida en cuenta al resolver. En este caso,
la opinión del menor era igualmente contraria al tratamiento que la opinión de la madre. El autor es
redactor del fallo de segunda instancia pronunciado por la Corte de Apelaciones de Valdivia, en calidad
de abogado integrante.
143 López con A lata (2004).
86 MARÍA SARA RODRÍGUEZ PINTO
Hemos dejado para este último capítulo lo que denominamos otras formas de
atribución y ejercicio del cuidado personal de niños y adolescentes. Hemos visto en
capítulos anteriores que la relación permanente y fluida de los hijos con ambos padres
es un bien deseable, pese a la dificultad de llevar los padres una vida separada. Por esta
razón las legislaciones tienden a establecer formas de corresponsabilidad y presencia
de ambos padres en el cuidado personal de la crianza y educación de los hijos.
Esta finalidad se puede cumplir actualmente en la legislación chilena mediante
un régimen de comunicación directo y regular con el hijo, establecido entre éste y el
progenitor privado de su cuidado personal. También se puede cumplir, aunque con
mayores dificultades y no siempre en claro beneficio del hijo, mediante formas de
cuidado conjunto o alternado.
Este capítulo aborda estos dos temas, comenzando por el derecho-deber de man-
tener con el hijo una relación directa y regular.
144 Para un tratamiento de las reformas legale s que ha sufrido este tema, ver RODRÍG UEZ P INTO (1999 ),
pp. 27-3 8.
88 MARÍA SARA RODRÍGUEZ PINTO
Se comprende, y así se ha entendido, que esta relación directa y regular aspira a ser
algo mucho más amplio que el antiguo "derecho de visitas".
Respecto de este derecho-deber de padres e hijos cabe examinar sus titulares y
caracteres, su regulación, su suspensión o restricción judicial y, en estrecha relación
con éste, la forma cómo la ley resuelve la salida de menores al extranjero.
145 Correa con Seguel (2008), Parte resolutiva del fallo de prim era instancia, a firme en esta parte.
90 MARÍA SARA RODRÍGUEZ PiNTO
relación con el padre o madre que no vive con él. Las suspensiones o restricciones se
determinan judicialmente, nuevamente, en función del interés o bienestar del hijo.
(6°) La relación directa y regular es un derecho de los hijos y un deber de los pa-
dres. Como consecuencia, el incumplimiento puede ser sancionado con suspensión
o restricción (artículo 48, Ley de Menores).
(70) El progenitor que tiene determinado en su favor un sistema de regulación del
derecho-deber de mantener con sus hijos una relación directa y regular tiene derecho a
autorizar las salidas al extranjero del niño, niña o adolescente. El permiso puede darse
por escritura pública o privada autorizada por Notario Público. En caso de negativa
injustificada, el permiso puede suplirlo el juez, quien deberá señalar un plazo para
que retome al país (artículo 49, Ley de Menores).
b) Regulación judicial
A falta de acuerdo, este derecho-deber es regulado por el juez, a requerimiento del
padre o madre privado de la tuición (artículo 229, inciso 1°). El artículo 48, inciso 2°
de la Ley de Menores incluso autoriza al juez para regular este deber de oficio. Por
otra parte, los acuerdos reguladores del artículo 21 de la Ley de matrimonio civil
exigen, para ser completos, que el deber de mantener con el hijo una relación directa
y regular esté regulado de común acuerdo entre los padres. A falta de acuerdo, el juez
puede derivar el conflicto a mediación o fijar él mismo el ejercicio de este deber.
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CIllLENO DE FAMU..IA 91
Sin embargo, los tribunales revisan la pretensión desde el punto de vista del interés
del hijo, realizando un control preventivo de la adecuación de estas demandas con el
bienestar del niño (ex artículo 48, inciso 5° de la Ley de Menores). Por ejemplo, en
Venegas (visitas a la menor Ángeles Venegas) (2003) la Corte de Rancagua revoca
una sentencia que regula un régimen de comunicación de la menor con el padre por
encontrarse acreditado que éste tiene adicción problemática a las drogas y al alcohol,
lo cual constituye un peligro físico y moral para la niña.
En la jurisprudencia sobre establecimiento judicial de un régimen de comunica-
ción es frecuente encontrar casos de padres que solicitan judicialmente el ejercicio
de este deber, contra madres que se oponen alegando algún elemento de inhabilidad
del padre ; cuando el único factor por el que el tribunal puede desestimar esta de-
manda es si se acredita que hay riesgo de que sea manifiestamente perjudicial para
el bienestar del hijo (artículo 48 de la Ley de Menores). Las pensiones alimenticias
impagas inhabilitan para tener el cuidado personal del hijo (artículo 225, inciso 3°)
pero no para tener con el hijo una relación directa y regular (artículo 229). Esto es
lo que se pretende en E.A.A. V con Juez del Juzgado de Familia de Arica (2007). Se
trata del recurso de amparo (acogido) interpuesto por la abuela de un menor de edad
que sufre apremios por no pago de pensiones alimenticias. Pero el caso se inicia con
la demanda del menor que pide al tribunal que se regule un régimen de comunica-
ción con la hija no matrimonial que tiene con su "polola" (novia). A esta demanda se
acumula otra que ha deducido la madre para la fijación de alimentos. En la audiencia
preparatoria, éstos se fijan provisionalmente. El demandado no paga, de donde se
generan los apremios que causan el recurso de amparo de la abuela. En este caso, la
madre consigue frustrar la pretensión del padre estudiante menor de edad invocando
su incapacidad de proveer.
Otro caso semejante, aunque anterior en el tiempo , es Escudero con Jue z del
Juzgado de Letras de Menores de San Bernardo (2000). La madre recurre de protec-
ción ante la Corte de San Miguel por la resolución del juez de menores que acoge la
demanda del padre fijando provisoriamente un régimen de comunicación con su hija
de poco más de dos años de edad; pero esta pretensión se desestima y la recurrente se
desiste de la apelación ante la Corte Suprema. Se argumenta que el tribunal decreta un
régimen provisorio de comunicación sin previa recepción de la prueba, con la que se
podría haber acreditado anomalías psíquicas en el demandante y adicción a las drogas ,
elementos que los jueces del fondo estiman que se deberán valorar en la oportunidad
procesal correspondiente. Por otra parte, argumentan las recurridas, en causa sobre
alimentos entre las mismas partes no se habla de anomalías psíquicas y está acreditada
la gran capacidad del demandante para generar recursos económicos.
146 Por ejemplo, en Basca con Juez del Juzgado de Menores de San Felipe (2003) la Corte de
Apelaciones de Valparaíso rechaza el recurso de amparo interpuesto por la madre del menor Santiago
González Basca contra el Juez de Menores que decreta apremios en su contra por no dar cumplimiento
en forma reiterada a un régimen de comunicación directa y regular del padre con el hijo. En Zambrana
con Cholaky (2006) la Corte Suprema desestima el recurso de amparo deducido por una mujer contra
la jueza de familia que decretó apremios contra ella por desobedecer el régimen de relación directa y
regular establecido por el tribunal a favor del padre de su hija. En sentido contrario, en López con Juez
de Familia de Viña del Mar (2006) (recurso de amparo), la Corte Suprema declaró excesiva la medida
de apremios decretada contra la madre por incumplimiento de un régimen provisorio de comunicación
de su hijo de dos años con el padre, disponiendo su libertad inmediata. En similar sentido, Durán Franke
con Juez del Quinto Juzgado de Menores de Santiago (2004) (recurso de amparo acogido).
EL cmDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CffiLENO DE FAMILIA 93
El niño, niña o adolescente no puede salir del país sin la autorización o compañía
de ambos padres.
solamente por uno de sus padres, puede salir al extranjero con la autorización o en
compañía del padre o madre que lo ha reconocido.
Si hay un régimen de comunicación establecido a favor del padre o madre pri-
vado del cuidado personal, éste tiene que autorizar también la salida del menor al
extranjero.
El régimen de relación directa y regular puede incluso estar establecido de hecho,
de común acuerdo entre los padres. Así ocurre en Loyola con Ministros de la Corte
de Apelaciones de Santiago (1990). La madre quiere salir del país con la hija por un
año. El padre se opone y pide que se regule judicialmente el régimen de comunica-
ción, a lo que el tribunal accede. Sin embargo, se autoriza la salida y la decisión de
primera instancia es confirmada en alzada. La Corte Suprema revierte conociendo de
un recurso de queja interpuesto por el padre.
147 La salida de menores para ser adoptados en el extranjero se encuentra regulada por los artículos
29 a 36 de la Ley N° 19.620, sobre Adopción de Menores.
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑos y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 95
148 Aprobada y promulgada por D.S. N° 386 del Mini sterio de Relaciones Exteriores, publicado en
el Diario Oficial de 17 de junio de 1994. Mediante Oficio W O12485 de 2 1 de junio de 1994 dirigido al
Ministro de Relaciones Exteriores de los Países Bajos, el Gobierno de Chile designó a la Corporación de
Asistencia Judic ial como Autoridad Central encargada de dar cumplimiento a las obligaciones impue sta s
al Estado por esta Convención . Mediante Auto A cordado de 3 de noviembre de 1998, modificado por
Auto Acordado de 17 de mayo de 2002 , la Corte Suprema estableció el procedimiento aplicable a esta
Convención. De conformidad al articulo 8°, números 10 y 17 de la LTF, los juzgados de familia son
competentes para conocer de esta s materias .
149 Cf. Crea con Ponce (2007) .
96 MARIA SARA RODRíGUEZ PINTO
La segunda forma de atribución o ejercicio del cuidado personal de los hijos que
analizaremos en este capítulo es lo que se ha denominado cuidado personal compartido
o alternado. En este ámbito examinaremos la naturaleza de este sistema de cuidado de
los hijos, la experiencia que nos ofrecen algunos sistemas comparados y su viabilidad
en el Derecho chileno.
150 El Derecho chileno no distingue entre titularidad y ejercicio del cuidado personal, como hace
por ejemplo el Derecho español. En éste es posible mantener que la guarda y custodia la tienen conjun-
tamente los padres separados (titularidad) aunque la ejerzan alternativamente (ejercicio) (artículos 90
a 92 del Código Civil español).
151 Por ejemplo, LATHROP (2005). Sin embargo, la autora parece modifi car su opinión en su último
libro sobre el tema . Ver LATHROP (2008), pp. 283-286.
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 97
que tiene la tuición fisica de ellos. El otro puede dirigir la educación de los hijos e
intervenir en decisiones sobre escolarización, religión, etcétera en virtud de su dere-
cho a la tuición legal' >. Éstos eran verdaderos casos de tuición compartida, pues el
progenitor privado del cuidado fisico del niño, no quedaba excluido de decisiones
importantes relativas al cuidado del niño. Algo semejante ocurría en Chile hasta
antes de la reforma de la Ley N° 19.585, en que el padre mantenía la patria potestad
aun cuando estuviera privado de la tuición sobre sus hijos; y parece razonable que
así sea, sin llegar a los extremos que en la práctica han producido en Chile las Leyes
N°s. 18.802, de 1989 (atribuye por ley el cuidado personal de todos los hijos menores
de dieciocho años a la madre) y 19.585, de 1998 (la patria potestad queda radicada
en quien tiene el cuidado personal de los hijos) al excluir al progenitor privado del
cuidado personal de decisiones importantes relativas al hijo153.
A pesar de sus ventajas teóricas, algunos estados de la Unión -como Illinois- han
eliminado esta distinción entre legal y physical custody 154; y ésta parece ser la ten-
dencia -". Las leyes tienden a dejar de hablar de custodia, e incluso dejoint custody,
para introducir conceptos como los de Joint Parenting Agreements (acuerdos de
parentalidad conjunta), Joint Parenting Orders (órdenes de ejercicio conjunto de
parentalidad) o Joint Parenting Plans (planes de parentalidad conjunta).
Otro rasgo importante de esta institución es su fuente en la convención de los pa-
dres. Los acuerdos de tuición conjunta o alternada desde su introducción en los años
1980 son convenios entre los padres. Requieren el mutuo acuerdo entre progenitores.
Lo que resulta dificil de aceptar es que los tribunales de familia decreten estos siste-
mas contra la voluntad de uno de los padres. Esto lo permiten algunas legislaciones
con fuerte resistencia del foro. Actualmente esta es la situación en España, después
de la Ley N° 15/2005, de 8 de julio. En el ámbito norteamericano, hay numerosos
estudios que desaconsejan la tuición compartida si no hay un alto grado de armonía
y cooperación entre los padres (que, si existiera, probablemente no los habría llevado
a la separación).
156 PARK1NSON (2007) pp. 237-280, por citar un estudio procedente del ámbito anglosajón ampl io y
reciente.
157 M ACCOBY y M NOOKIN (1992), p. 274.
158 MASON (1994), p. 130.
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS Y ADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 99
nes: responsabilidad parental, que subsiste después del divorcio (Inglaterra y Gales),
coparentalidad o autoridad parental conjunta, con residencia alternada, erradicando
el concepto de tuición (Francia), custodia compartida que continúa después de la se-
paración o divorcio (Suecia, Finlandia y otros países escandinavos), responsabilidad
parental conjunta (Alemania).
Un buen ejemplo de la argumentación que justifica la custodia compartida es el
reciente artículo del profesor australiano Patrick PARKlNSON I59 • Parkinson argumenta
que la experiencia de treinta años desde la revolución divorcista de los años '60 y '70
ha demostrado que los presupuestos del divorcio por cualquier causa, que buscaba
liberar a los cónyuges de sus ataduras para que emprendieran una nueva vida, han
fracasado. Mientras el matrimonio es libremente divorciable, la paternidad no lo es.
La paternidad/maternidad ata a los padres con lazos indisolubles, más fuertes que
el matrimonio, incluso aunque no haya habido matrimonio. La promesa de libertad
después del divorcio está vacía, si hay hijos ; yen esto el Derecho positivo ha debido
volver a alinearse, concluye PARKlNSON 160 , con el Derecho natural.
Éste parece ser el argumento más fuerte a favor de la tuición compartida. Con
sentido común y experiencia, el mismo lector puede constatarlo al leer el siguiente
conjunto de proposiciones con las que Fabiola LATHROP recapitula las ventajas del
sistema! " : (1) es el sistema que mejor responde a los conceptos de corresponsabilidad
familiar y coparentalidad; (2) mantiene la vigencia de dos modelos adultos frente al
niño; (3) sería la modalidad que con menos dificultad rescata y preserva la situación
de vida del niño previa a la ruptura; (3) reduce el "divorcio" entre el niño y su padre o
madre no custodio; (4) evitaría alteraciones de orden psicológico; (5) podría enrique-
cer el mundo social, afectivo y familiar del niño; (6) propicia una visión de conjunto
acerca de la crianza y educación del niño por ambos padre y madre; (7) redefine la
posición del progenitor no conviviente; (8) presentaría ventajas de orden económi-
co; (9) reduciría la hostilidad del niño frente a segundas parejas del padre o madre;
(10) reduciría los índices de divorcio; (11) suprimiría la necesidad de mantener un
régimen de comunicación directa y regular con el hijo. La misma autora, aunque en ge-
neral partidaria del sistema, manifiesta cierto grado de escepticismo frente al excesivo
optimismo de estas "ventaj as"; y reconoce con realismo que hay también desventajas,
entre las que destaca la inestabilidad a que se somete la vida del ni ño!" .
La doctora Judith S. WALLERSTEIN, que condujo un amplio estudio del efecto
del divorcio en los hijos, en los años setenta y ochenta, era inicialmente optimista
y favorable a la custodia compartida. Cualquier sistema que auspiciara el continuo
contacto de los padres con los hijos luego del divorcio era bueno. En 1985 inició un
estudio sobre esta nueva "forma de familia" mediante entrevistas con veinticinco
parejas que llevaban años en sistemas dejoint custody. Las parejas habían adoptado
el sistema, de mutuo acuerdo, por diferentes motivos: para acomodar horarios de
trabajo; porque ninguno de los dos quería tener total responsabilidad sobre los hijos ;
porque querían mantener algún contacto con su ex marido o mujer. Sin embargo,
todos ellos estuvieron de acuerdo en que sus hijos habían tenido muchos problemas
yendo y viniendo entre un hogar y el otro; cada uno de ellos (padre y madre) ma-
nifestaba preocupación por la ansiedad de sus hijos cuando "vu elven a casa" y el
tiempo que les toma la readaptación. Todos tenían temor de que sus hijos estuvieran
llevando dobles vidas y les preocupaba el efecto de esto en el futuro. Por otra parte,
todos los entrevistados coincidían en que era más fácil iniciar nuevas relaciones
sentimentales con este sistema; pero reconocían que vivían en un continuo grado
de ambigüedad y tensión.
La custodia compartida, por otra parte, significaba desafios importantes para los
niños. Por sobre todos, los niños se veían exigidos a desarrollar a muy temprana edad
un alto grado de flexibilidad, algo que la persona humana alcanza sólo con la madurez.
En definitiva, estos arreglos podrían tener buenos resultados, concluye W ALLERSTEIN
en 1996, pero estos resultados no los conocemos todavía 163.
En España, antes de la ley de 2005 , se aducían argumentos a favor y en contra de la
institución. Como elementos favorables, la custodia compartida respetaría el derecho
de ambos padres a asistir a las distintas fases del desarrollo de sus hijos; eliminaría
el sistema de visitas; e iría en beneficio de los hijos , quienes saldrían favorecidos con
una convivencia "normalizada" con ambos progenitores's-. Las opiniones contrarias
levantaban objeciones desde el punto de vista de la estabilidad fisica y emocional de
los niños. El niño no tendría un hogar, sino dos; no tendría una monotonía de vida:
de ver y vivir la vida cotidiana, sino dos; siendo ello, en principio, desestabilizador
y potencialmente dramático para el niño '<.
Por ejemplo, una Sentencia de la Audiencia Provincial de Jaén (20 febrero 1998)
establecía:
No parece recomendable forzar al hijo a que durante seis meses al año permanezca
en la compañía de su padre, para otros seis permanecer con su madre. Quizás esa
soluciónfuera mejorpara compaginar los lógicos y comprensibles deseos y derechos de
ambos progenitores, pero la situación afectiva del hijo y su estabilidad emocional que
precisa seguridad, hábitos, costumbres que no se alteren, debe llevarnos a considerar
que por ahora es mejor para él que la guarda y custodia se confiera a la madre.
Lo más generoso que decretaban los jueces era un régimen liberal de visitas; pero
no custodia compartidaw,
Sólo en circunstancias muy excepcionales, algunas sentencias accedieron a apro-
bar acuerdos de custodia compartida. Eran casos en que se satisfacían exigencias de
idoneidad personal de cada uno de los padres, circunstancias materiales favorables
(cada vivienda debía cubrir las necesidades materiales de los hijos y estar cerca del
colegio); y en los que la pérdida de estabilidad física se compensaba claramente con
la estabilidad emocional que suponía para los menores la cercanía física con sus dos
padres''".
La Ley N° 15/2005 , de 8 de julio, introduce expresamente la guarda o custodia
compartida en España, modificando el artículo 92 del Código Civil, para permitir esta
modalidad de cuidado personal de los hijos por vía de acuerdos entre los padres pero,
también , por resolución judicial a petición de cualquiera de ellos y contra la voluntad
del otro. La reforma legal ha tenido fuerte impacto.
Por ejemplo, un tribunal de Barcelona concede custodia compartida a solicitud
del padre; y regula la vida de los niños así: lunes y martes, con la madre ; miércoles y
jueves, con el padre, más un fin de semana alterno, desde la salida del colegio hasta
el lunes a la entrada' ?". El tribunal afirma que este esquema asegura "la regularidad
en la vida de los niños de forma que determinadas actividades las vincularán con las
estancias en casa del padre o en casa de la madre, creando referencias fijas". Esto le
permite justificar esta forma de atribución de la guarda y custodia como conforme
y no contraria al interés superior del niño, criterio exigido por el nuevo artículo 92
(párrafo 8°) para decretar el sistema a solicitud de uno solo de los padres.
Los resultados prácticos de los sistemas de custodia compartida o alternada es-
tán documentados en el voluminoso estudio y seguimiento por tres años de 1.100
familias divorciadas en California entre los años 1984 y 1985 realizado por Eleanor
MACCOBY y Robert MNOOKIN, investigadores de Stanford University. En el ámbito de
la custodia compartida, observan que, de hecho, los niños viven principalmente en
el hogar de uno de los padres y visitan el hogar del otro, según diferentes esquemas;
que en más de dos tercios de los casos, el cuidado de los hijos se dejó y permaneció
a cargo de la madre; que las visitas a los padres de los niños que vivían con su madre
fueron decreciendo conforme pasaba el tiempo, mientras las visitas a la madre de los
niños que vivían con su padre fueron aumentando. Los investigadores observan que
frecuentemente las soluciones a conflictos sobre residencia de los hijos y visitas se
hacen informalmente entre los padres' ?'. Las constataciones de la doctora WALLERS-
TEIN, citadas más arriba!", también son evidencia del escepticismo con que se asume
la custodia compartida en Estados Unidos.
El acuerdo y cooperación exigidos entre los padres para que tenga éxito el siste-
ma puede ser lo que mejor explique las siguientes constataciones, hechas desde otra
parte del país . En el año 2007, el Honorable Arnold F. BLOCKMAN, juez de familia en
el Estado de IIlinois, publica un comentario en el que informa que desde 1982 sólo
ha habido dieciocho casos de custodia compartida que han llegado a los tribunales
de apelación del Estado (que comprende la extensa ciudad de Chicago); y que en un
número importante de ellos, la sentencia de primera instancia, que decretaba sistemas
de custodia compartida contra la oposición de alguno de los padres, fue revocada en
alzada. La custodia compartida no funciona, concluye el autor, si no hay acuerdo y
deseo de cooperar por parte de ambos padre y madre'?'. Con una extensa experiencia
judicial a sus espaldas, desde su sitial en la judicatura, el autor asiste semana a semana
a la vista de casos en que la custodia compartida nunca debió haberse concedido "y
-usando sus propias palabras- el sufrimiento de los niños por el conflicto continuo
entre sus padres 'compartidos' pudo haberse evitado"!",
Parece inevitable concluir que la paternidad/maternidad dificilmente puede ejer-
citarse en forma conjunta después de la separación. John EEKELAAR recapitula el
problema de la responsabilidad parental constatando que la evidencia que aportan las
investigaciones es abundante para demostrar que actuar como padres después de la
separación requiere un esfuerzo considerable de adaptación y mucha sensibilidad al
contexto; un objetivo que muchos padres encuentran extraordinariamente dificil de
satisfacer!". El AMERICAN LAW INSTlTUTEha propuesto un nuevo standard, que debería
superar las dificultades de la joint custody. Si no hay acuerdo, el juez deberia adjudicar
171 M ACCOBY y MNüüKIN (1992) pp. 197-202. El estudio arroja numerosa s otras conclusiones y está
apoyado en una investigación sociológica seria. Destaca, por ejemplo, en un capítulo dedicado a la
copar entalidad, las dificultades que tienen los progenitores para ejercitar sus deberes si no hay mucha y
voluntari a cooperac ión entre ambos. Los autores constatan con entrevista s en terreno y seguimiento de
casos las grandes dificultades que tienen los padres separados para criar y educar a sus hijos. Conclusiones
del capítulo en, ibídem, pp. 245-248 .
172 Supra nota 29.
173 B LOCKMAN (2007) , p. 952.
174 BLOCKMAN (2007), p. 959.
175 E EKELAAR (2006), p. 126.
EL CUIDADO PERSONAL DE NIÑOS YADOLESCENTES EN EL NUEVO DERECHO CHILENO DE FAMILIA 103
la custodia a ambos padres en proporción al tiempo que cada uno de ellos empleaba
en el cuidado del niño antes de la separación!".
No podemos olvidar la sabiduría de Occidente que, con relación a este problema,
nos recuerda que "el bien de los hijos" es una de las razones que justifica la estabili-
dad del matrimonio'", Después de la separación, es complejo asegurar a los hijos la
continuidad, la estabilidad y unidad que ellos necesitan. Es dudoso que un sistema de
cuidado personal compartido, impuesto por la ley o la justicia, contra la voluntad de
alguno de los progenitores, pueda ser la solución a este dilema. Los padres deberían
pensar más en sus hijos y, tal vez, menos en ellos, antes de tomar decisiones definitivas
sobre su vida en común, junto a sus hijos!" .
3. El Derecho chileno
En el nuevo Derecho chileno de familia, las posibilidades de admisibilidad del cui-
dado personal compartido difieren según su fuente. Podrían admitirse los pactos sobre
cuidado personal compartido, con aprobación judicial, en el marco de los convenios
reguladores de la separación, la nulidad o el divorcio. En cambio, sería inadmisible
un régimen de cuidado personal compartido establecido por sentencia judicial en un
juicio contencioso, contra la voluntad de uno de los padres.
176 PrincipIes ofthe Law ofFamily Dissolution (2002), párrafo 2.08 (1) "En ausencia de acuerdo de
los progenitores, el tribunal debe atribuir a cada uno de ellos la custodia de forma que la proporción de
tiempo asignado a cada progenitor se aproxime a la que cada uno de ellos dedicaba al cuidado del hijo
antes de la separación" . Comentarios a este standard y observaciones sobre la resistencia práctica de la
preferencia materna, que continúa siendo la opción favorita de los jueces, por GORRIGA GORINA (2008).
El standard ha merecido criticas. Ver, por ejemplo, SCHEPARD (2004) pp. 167-170. El AMERICAN LAW
INSTITUTE es una institución privada, con sede en Filadelfia, cuyo objetivo es la unificación del Derecho
entre los diferentes estados de la Unión en Estados Unidos.
177 AGUSTÍNDE HlPONA, El matrimonio y la concupiscencia, XVll, 19. Es la misma conclusión a la
que arriba, en los umbrales del siglo XXI, la doctora Judith WALLERSTEIN después de su seguimiento por
veinticinco años de hijos del divorcio. Ver WALLERSTEIN (1996), pp. xi- xx.
178 En Estados Unidos no son pocas las propuestas, procedentes de diversos ámbitos culturales, en
ord en a dificultar el divorcio de matrimonios con hijos. Al respectoWILSON(2002); AMATO (2002); SCOTT
(2002); WALLERSTEIN (2000); WHITEHEAD (1997) COCHRAN y VITZ (1983) .
104 M AIÚA SARA RODIÚGUEZ PINTO
180 Este conflicto no puede resolve rse por la vía de un equillbrio de intereses, como sugiere Lathrop
(2007 ), p. 7. Eljuez está obligado por ley (artículo 242, inciso 2° del Código Civil ) y por la Constitución
Política (artículo 5°, inciso 2°) a hacer prevalecer el interés del niño .
106 MARÍA SARA RODRÍGUEZ PINTo
181 Esta solución no difiere demasiado de lo que resuelven tribunale s de la ciudad de Barcelona en
niño. La inhabilidad del padre y de la madre sólo adquiere relevancia como criterio
para separar a los niños de sus padres biológicos, para entregarlos a un tercero, pa-
riente o extraño.
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