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LOS OBSTÁCULOS DEL DISCÍPULO

La enseñanza de Jesús es totalmente opuesta y excluyente de cualquier otra enseñanza. El


discípulo lo sabe y, en consecuencia, no acepta las filosofías del mundo como estilo de vida, no
acepta gurús como guías espirituales, no adopta filosofías cambiantes ni modas religiosas.

El verdadero discípulo sólo sigue a Jesús y sabe que debe hacerlo sin reservas, porque el Señor
vomitará a los tibios. Y además sabe que seguir a Jesús es algo irreversible: luego de poner la
mano sobre el arado ya no es posible volver atrás.

La siguiente porción de la Biblia nos muestra tres tipos de candidatos a ser discípulos. Al conocer
sus corazones y sus motivos, el Señor les confronta.

Tres candidatos a ser discípulos de Jesús.

1.- El Candidato convenido.

Lucas 9:57-58 Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Y
le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no
tiene dónde recostar la cabeza.

Candidatos…Éste había visto a Jesús hacer muchos milagros y señales. Cuando expresa su deseo
de seguirle, el Señor la informa que hay un precio a pagar, que a veces habrá estrechez y a veces
abundancia, a veces persecución y a veces tiempos de paz, que a veces no tendrá siquiera donde
recostar la cabeza, un techo, un lugar seguro donde morar. El Señor deja clara su postura: para
seguirlo a Él hay que dejarlo todo. El candidato esperaba lo contrario, creía que seguir a Jesús,
hacedor de milagros, le representaría multiplicar sus posesiones.

A Jesucristo le costó la vida predicar el Evangelio. Así que no va a rebajar el precio para aquel que
quiere ser su discípulo. Los seres humanos somos muy dados a regatear, a pedir rebajas, pero un
discípulo no puede negociar con el Maestro, no puede decirle “Te sigo, pero dame todo lo que te
pido. Si no me das, no te sigo”. Que quede claro: es Él quien marca las reglas y las condiciones para
seguirlo.

2.- El candidato sentimental.

Lucas 9:59 Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi
padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de
Dios.

A diferencia de lo que ocurre con el primero, es Jesús quien le pide a este candidato que lo siga.
Éste antepone una condición: deja que vaya y entierre a mi padre, sólo que, una interpretación es
de que, su padre no ha muerto; es decir, le pide a Jesús que le permita, primero, agradar a los
suyos, a sus parientes, esperar a que muera su padre para, entonces sí, ir tras Él. Jesús, en un
juego de palabras, expresa: que los muertos en espíritu entierren a sus muertos, es decir, deja que
aquellos que no desean agradar a Dios vayan y agraden a su gente hasta la muerte. Y agrega
finalmente que la tarea principal de todo discípulo es anunciar el reino de Dios.

Otra aseveración indica que el hombre iba tras el padre muerto, pues al haber fallecido
obviamente necesita reclamar la herencia por el fallecimiento de su progenitor, según la
costumbre judía. Sea cual sea la situación de este hombre el llamado es claro, irrenunciable e
inmediato, no es en nuestro tiempo sino en el de Dios.

3.- El candidato de doble ánimo.

Lucas 9:61-62 Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida
primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado
mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios

Este candidato también se ofrece para seguir a Jesús, pero es el típico vacilante, el que duda y
titubea. Jesús le contesta con una frase que todo creyente ha escuchado, una figura tomada de la
agricultura: cuando el sembrador empieza a barbechar el campo debe mirar en línea recta y guiar
a los bueyes; si tiene una leve distracción se desvía y hace mal el surco para la siembra. El
verdadero discípulo de Jesús sabe que no debe apartar su mirada del Maestro, pues el que lo hace
se desvía y, en consecuencia, no es apto para servir a Dios.

Tu proyecto personal

Ahora, ¿significa esto que, si vas a seguir a Jesús, deberás renunciar mañana a tu trabajo? No,
claro que no. Lo que la Biblia enseña es que, si Dios te lo pide, debes obedecer de inmediato y no
cuando tú lo decidas. Recuerda que Dios nos escoge, pero no sabemos cuándo Dios nos llamará.
Bien podría ser cuando tu negocio esté marchando viento en popa, cuando estés ganando mucho
dinero. Es ahí cuando Jesús te pregunta: ¿estarías dispuesto a dejarlo todo por seguirme? Es
entonces cuando aparecen los obstáculos, como en el caso del joven rico que le pregunta a Jesús:
“Maestro, cómo puedo hacer para ganar la vida eterna”, a lo que Jesús responde: “Ve y vende
todo lo que tienes y repártelo a los pobres”: el joven rico estaba dispuesto a “todo”… menos a
hacer eso. Ciertamente el Señor no va a pedir a todos los que llama que lo vendan todo y lo
repartan a los pobres: lo hizo con éste porque quería tratar con su problema particular, en este
caso la avaricia, lo que queda demostrado cuando el joven se retira entristecido porque le resultó
más importante conservar sus posesiones que seguir a Jesús.

Pablo compara la vida cristiana con una carrera de obstáculos en la que los corredores salen al
disparo del juez y, cuando van corriendo, de pronto se encuentran con obstáculos. El corredor
debe ser veloz y, a la vez, muy exacto para saltar sobre ellos. Cuando un corredor salta antes o
después del momento oportuno termina impactándose con el obstáculo.
Los cristianos son, en este sentido, corredores que tienen sus ojos puestos en la meta y que
durante la carrera encontrarán obstáculos. Estudiemos ahora cinco obstáculos que un verdadero
discípulo encontrará en algún momento de su vida.

Cinco obstáculos en la vida de un discípulo.

1.- Los lazos familiares.

Lucas 14:25-26 Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no
aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia
vida, no puede ser mi discípulo.

¿Qué quiere decir aquí Jesús cuando afirma que si no aborreces a tu parentela no puedes ser su
discípulo? ¿Dirá que aborrezcamos a nuestros padres, hermanos e hijos? No. A diferencia de otros
pasajes, el problema para entenderlo fácilmente no es la traducción sino la expresión propia de la
cultura judía a la que hace referencia. En este versículo aborrecer significa “amar menos” o
“preferir menos” a alguien que a Dios. Lo que Jesús dice es “el que prefiera más a su parentela
que a mí, no es digno de mí”.

¿Por qué? Porque Dios es más que nuestros padres, es más que nuestros hermanos y más que
nuestros hijos. Esta confrontación con la realidad de nuestros afectos, de nuestros apegos a la
gente, es uno de los obstáculos con los que tarde o temprano muchos de los discípulos nos
tendremos que enfrentar.

2.- Los proyectos personales.

Todos tenemos proyectos personales. Pero cuando Dios viene a nuestra vida, éstos pasan a
segundo término.

Lucas 9:23-24 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su
cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda
su vida por causa de mí, éste la salvará.

Jesús les pide a sus discípulos que se nieguen a sí mismos para ir en pos de él. Les dice que tomen
su cruz, que para nosotros siempre ha tenido una connotación religiosa, pero que en el tiempo de
Jesús era símbolo de muerte, pues la crucifixión era un castigo común para delincuentes. Lo que
Jesús nos dice aquí es que debemos morir a nosotros mismos para vivir en la voluntad de Dios.

Ahora: Dios te puede pedir que dejes proyectos, pero también puede no hacerlo.
Junto al mar de Galilea…Marcos 1:16-18 Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés
su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo Jesús: Venid en pos
de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. Y dejando luego sus redes, le siguieron.

Un pescador, un agricultor, un comerciante o cualquiera que tiene un negocio, quiere que su


proyecto produzca y crezca, por lo que humanamente Simón y Andrés pudieron haber tenido en
mente crecer en el negocio de la pesca, es un deseo natural. Pero Jesús les pide dejar su proyecto
personal porque tiene otra tarea para ellos. Imaginemos la escena: qué pudieron haber pasado
Simón y Andrés al decidir seguir a Jesucristo.

3.- Los bienes materiales.

Mateo 6:24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o
estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

Raíz de todos los males…Ya sabemos que el dinero en sí mismo no es malo, sino que el problema
es la actitud que un discípulo puede tener hacia el dinero. Pablo dice que la avaricia es idolatría.
En este pasaje, Jesús nos dice que nadie puede servirle a Él y, al mismo tiempo, al dinero. Ya
hemos denunciado aquí la falsedad y el peligro de la doctrina de la prosperidad, la cual afirma que
sí se puede servir a los dos: la verdad es que eso es imposible, aunque hoy por hoy muchos
cristianos tengan su vida, su corazón y todas sus fuerzas empeñadas en conseguir la casa y el auto
de sus sueños, la estabilidad y la abundancia económica, y aún muchos alcanzan todo esto. Pero
¿estarán dispuestos a renunciar a todo ello cuando Jesús se los demande? Los profetas de la
prosperidad dirían que no tienen por qué hacerlo, pues aseguran incluso que Jesús murió para
hacernos ricos. Éstos predican, evidentemente, un mensaje contrario al espíritu de las Escrituras.

Yo le creo a Jesús cuando dice que ninguno puede servir a dos señores. En ese versículo la palabra
“servir” se tradujo del griego doulos, que significa esclavo voluntario, uno que decide libremente
servir a otro. Respecto a Jesús, cada uno debe decidir si se entrega o no al Señor, si se convierte
en esclavo de Jesucristo. Esto implica una renuncia deliberada a sus derechos, a sus sueños, a sus
anhelos, por amor a Jesús.

4.- El reconocimiento del mundo.

El ser humano, por naturaleza, gusta del reconocimiento, del aplauso, de sentirse admirado. Una
frase común entre cantantes y actores famosos dice “yo vivo del aplauso de mis fans”, es decir, de
la gloria que la gente les da. Este tipo de admiración o reconocimiento no glorifica a Dios de
ningún modo:

Juan 5:41 Gloria de los hombres no recibo. Más yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en
vosotros.
¿El mundo te premia? Sorprende que, quien habla aquí, es Jesús. ¿Cómo es que el Señor dice que
no recibe gloria de los hombres, si en otro pasaje dice que debemos de darle Gloria? Lo que pasa
que la gloria de los hombres, es el reconocimiento carnal, convenenciero, lisonjero. Podría decirse
que es la gloria hollywoodense, la que se rinde a los famosos vestidos de gala durante una entrega
de premios sobre la alfombra roja. Esa gloria no le interesa a Jesús: no va a recibirla.

Juan 7:18 El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del
que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia.

Esto significa que el verdadero discípulo no predica su propio mensaje, no habla lo que se le
ocurre, sino que predica exclusivamente el mensaje de Jesús. Quienes predican otras cosas
buscan su propia gloria, tratan de agradar a la gente y no al Señor.

Juan 12:42-43 Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los
fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más la gloria de
los hombres que la gloria de Dios.

Pablo dijo que todo lo que había ganado lo tuvo finalmente por basura. Pero ¿entonces es malo
adquirir títulos en el mundo? No, pues éstos son el resultado del esfuerzo por especializarse en
una materia y el conocimiento ciertamente es útil para muchas cosas. El problema está en
gloriarnos en nuestros alcances y logros. Un verdadero discípulo no permite que el
reconocimiento humano que se le pueda brindar ocupe el lugar que el Señor tiene en su vida.

5.- Los honores religiosos.

Lucas 17:7-10 ¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del
campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? ¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y
sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? ¿Acaso da gracias al
siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. Así también vosotros, cuando
hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos
hacer, hicimos.

¿Honores eclesiásticos? La afirmación de que somos siervos inútiles viene de una expresión
hebraica que significa no merecedores. Esto signfica que cuando Dios nos llama a hacer algo y lo
hacemos, Él no está en obligación de agradecérnoslo o recompensárnoslo –aunque muchas veces
en su amor lo hace. Dios no “agradece” que oremos por los enfermos o que ayudemos a los
necesitados: antes bien deberíamos decir que, sin merecerlo, Dios nos usó para cumplir sus
propósitos.

Un discípulo que desea seguir a Jesús para obtener prestigio personal, para hacer crecer su
reputación, para alcanzar una mejor posición económica, prestigio religioso o jerarquía
eclesiástica, muestra una conducta tan anti cristiana y tan anti bíblica como pocas. Espero,
sinceramente, que no sea tu caso.

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