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UN ENCUENTRO INESPERADO
¿Qué es la pureza? ¿Qué dice la Biblia al respecto?

La palabra pureza proviene del latín; del vocablo purus; que puede traducirse como
“puro”, y el sufijo –eza, que es equivalente a “cualidad”, por lo tanto es; la cualidad
de ser puro.
¿Y qué es ser puro? Puro es; algo que no tiene mezcla de sustancias sucias,
contaminantes o elementos extraños perjudiciales.
Por lo tanto cuando decimos que algo es puro, decimos que está libre de toda
mezcla. Para dar un ejemplo podemos describir una joya preciosa, esta va a estar
echa solo de oro, nada más que oro; solamente es un solo ingrediente y nada
añadido.
Un corazón puro es un corazón sencillo sin mezcla, que busca a Dios en todo lo que
piensa, en todo lo que hace, en todo lo que dice, en todo lo que escucha, es
únicamente Dios el que gobierna en su corazón, es únicamente Dios con el busca
estar.
La Biblia nos dice:
2 Corintios 7:1
“Amados míos, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu, y perfeccionémonos en la santidad y en el
temor de Dios.

¿Qué es lo que causa que nuestro corazón esté mezclado?

Recordemos que somos pecadores desde que nacemos, nacemos predispuestos a


tener un corazón mezclado, es fácil para nosotros mezclar a Dios con el mundo,
por lo que debemos pasar tiempo diario con Dios, mientras más tiempo pasemos
en su presencia, más de Él llenaremos nuestro corazón, así no dejaremos espacio
a que se contamine con lo que no viene de Él.

Nuestro corazón puede estar limpio y no ensuciarse por el pecado, sin embargo,
pueda que no sea puro, es decir, libre de mezcla hacia el Señor. Cualquier cosa, no
solamente lo que es pecaminoso, puede causar que nuestros corazones sean
impuros o mezclados hacia al Señor.
Si somos sinceros con nosotros mismos, debemos admitir que buscamos muchas
otras cosas aparte del Señor mismo, tenemos otras metas aparte del Señor y no
somos únicos o absolutos cuando se trata de cumplir la voluntad de Dios.
Es probable que aún tengamos como objetivo al Señor, sin embargo, al mismo
tiempo tenemos como objetivo otras cosas. Incluso físicamente, es difícil que
nuestros ojos se enfoquen en dos objetos al mismo tiempo. De modo que acabamos
por no ver claramente ninguno de los objetos. De la misma manera, cuando nos
enfocamos en cosas que estamos buscando o deseamos alcanzar, sin tener como
objetivo solamente a Cristo, es difícil que veamos a Dios en nuestra comunión con
el Señor.

 
 

Por ejemplo, las cosas del mundo tales como la riqueza, el éxito, los objetos
materiales y el entretenimiento pueden atraer nuestros corazones. De tal modo que
cuando buscamos estas cosas, nuestro corazón es impuro hacia el Señor. A
menudo, ni siquiera nos damos cuenta que nuestro corazón está dividido hasta que
comenzamos a notar cuán secos e infelices estamos y cuán lejano parece estar el
Señor de nosotros.

Quizás la meta de obtener cierto tipo de licenciatura o título demanda más de


nuestro corazón, de tal forma que estamos divididos en nuestro amor y búsqueda
del Señor Jesús. Es probable que hasta le pidamos al Señor que nos ayude a
obtener nuestra meta sin darnos cuenta que al hacer esto, nos olvidamos de
cumplir Su voluntad. Y aunque tener tal meta pueda que no sea pecaminosa, no
obstante, cuando esta se convierte en nuestra meta principal en la vida, nos distrae
de buscar que Dios sea primero en nuestras vidas.

Aún las cosas que aparentemente son espirituales pueden causar que nuestro
corazón sea impuro. Por ejemplo, estudiar la Palabra para conocer muchas cosas
en la Biblia puede llegar a ser la meta de nuestro corazón, en lugar de conocer al
Señor mismo. O quizás vayamos en pos de una buena conducta, tomemos como
nuestra meta las buenas obras (incluso en nuestro servicio a Dios) en lugar de solo
amar al Señor por encima de todo.

Y habiendo aprendido nos preguntamos ¿Cómo mantenemos nuestros corazones


puros?, más aun habiendo tantos pecados bombardeando nuestro corazón.
No olvidemos que Dios nos brinda su ayuda; Jesús se sacrificó para ser el camino
a la santidad y ser purificados a través de su amor.
Además nos dejó al Espíritu Santo que nos ayuda a caminar en espíritu y no
buscando satisfacer los deseo de la carne.
No conforme con esto nos dejó su palabra una guía invaluable para alcanzar la
pureza, a través de ejemplos, promesas y normas.
A pesar de conocer nuestra condición Dios es fiel y nos guía para que reconozcamos
nuestro pecado, confesarlo y poder ser perdonados, experimentando así una
limpieza del corazón al recibir su perdón.
Algunos versículos que nos ayudan a entender y alcanzar la pureza en Dios:
1Pedro 1:15-16
Levítico 11:44-45
Salmos 24:4
Salmos 119:9
Gálatas 5:16

Oremos:
Señor reconozco que mi corazón necesita limpieza, cambia mis pensamientos y
acciones, dirígelos hacia ti para amarte y conocerte, no buscando gloria o
añadiduras, sino buscando conocer a quien me amo, dame un corazón puro, en el
que tú seas primero, un corazón donde reine tu amor y tu presencia.
Amén

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