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CEPIES/UMSA

Artículo para el Foro


1. Leer el siguiente artículo y generar debate crítico en el FORO (10/06/2021) a horas 20:00.
2. La participación en el FORO es general y obligatorio.
3. Pueden comentar algún tema que sea de interés genérico de la educación superior generado en este
artículo.
4. Se evaluará su activa participación.
5. Recuerden sus aportes deben en el marco del respeto, la tolerancia y la democracia participativa.

Educación superior del siglo XXI

Eduardo L. Lamphrey R. Artículos, Centro América, Documentos, Panamá

‘[…] la universidad, […], debe […] estar en el estado del arte en conocimientos, informaciones y propuestas
de soluciones’

La universidad tiene 1018 años de funcionamiento, se ha reconstruido, reformado e inclusive ha cambiado


de ideología; pero a la luz del s. XXI, cambia por completo ante los nuevos parámetros de la globalización
e internacionalización del mercado.

Lo primero es que, con la caída del modelo económico del paternalismo estatal, teoría de John Maynard
Keynes, que nosotros los latinos desarrollamos como modelo de sustitución de importaciones, le dimos
vida dinámica y social a las universidades públicas, convirtiéndose estas en la conciencia crítica de la
nación y pilar ideológico de los Gobiernos progresistas que se dieron a finales del siglo pasado. Con el
advenimiento de la teoría monetarista de Milton Friedman, impone en el sistema capitalista los
parámetros del mercado libre, neoliberalismo competitivo y globalizado, sacando del mercado al Estado
y por ende a la universidad pública, imponiendo desde entonces la universidad privada. Hecho que se
define al plantear que la educación deja de ser un derecho y se convierte en un servicio. Algo que se ofrece
en el mercado para quienes puedan adquirirlo. El concepto de derecho se sustituye por el de oportunidad;
así se releva al Estado de su función de garante del derecho y coloca el peso del acceso y permanencia en
la educación en las oportunidades a que tiene acceso cada individuo.

Hacia el 2025, la educación ‘online’, el Internet, lo virtual, será general en el mundo, los sistemas
universitarios de Estados Unidos y Europa están educando a jóvenes chinos, coreanos y japoneses hace
varios decenios. Sin embargo, en el mercado internacional de formación universitaria empieza a rivalizar
la propia Asia, China ya ha establecido estándares de evaluación universitaria en las que Asia empieza a
conmover el mercado, el Gobierno de China y las empresas privadas de China empiezan a enviar sus
talentos futuros a universidades de Estados Unidos, Japón y la propia Asia y los investigadores y docentes
de la India y China ocupan puestos importantes en las universidades más prominentes de Estados Unidos,
Singapur y Asia. Los docentes provienen de países emergentes. ¿Qué demandará el mercado abierto y
competitivo?: ingeniero del desierto, ingeniería del agua, licenciatura en creación de empresas, ingeniería
submarina, ingeniería educativa, ingeniería siderúrgica, ingeniería transanimales, licenciado en desarrollo
de talentos, licenciado en comercio mayorista, licenciado en comercio electrónico, médico de trasplantes,
médico en clonación de tejidos, ingeniería biotécnica, ingeniería de nanomáquinas, ingeniería en
oceanográfica, ingeniería de nuevos materiales artificiales, médico de trasplantes naturales y órganos
clonados, etc.
¿Estamos preparados para tal revolución educativa superior? Claro que no, con algo de sí; para liderar el
cambio y la innovación, para reinventar la universidad y lograr su autoreforma permanente, es necesario
tener voluntad política de cambio, un proyecto institucional sólido, una amplia información sobre la
universidad en las distintas regiones y países, y conocimiento acerca de experiencias relevantes de
transformación universitaria. Obvio, no resolveremos la desigualdad económica ni mundial, menos
regional; no acortaremos la brecha entre ricos y pobres. La conversión de la educación superior en un
servicio nos hace factible generar un producto adecuado a la demanda del mercado; lo cual tiene que ser
verificado a través de programas de acreditación.

Somos conscientes de que la universidad debe ser siempre centro de pensamiento crítico, donde debe
imperar la ética, o sea, dinamizar los valores de la democracia, la paz, equidad, solidaridad y justicia. Las
universidades deben fomentar políticas de asociación con organizaciones nacionales, regionales e
internacionales de redes de ES, con el fin de promover el intercambio de estudiantes, profesores e
investigadores, de acuerdo con las necesidades nacionales de desarrollo. Privada o pública, la universidad
ha de aplicar capacidad prospectiva y anticipatoria que le permita iluminar posibles alternativas y
escenarios hacia el futuro inmediato. El término de internacionalización y educación transfronteriza sigue
siendo omnicomprensivo; por lo tanto, hay que estudiarlos y adaptarlos a la realidad latinoamericana.

En fin, la universidad, pública o privada, debe cumplir la función social que espera la sociedad de ella, no
solo en equidad en el acceso, sino también en lo que se refiere a estar en el estado del arte en
conocimientos, informaciones y propuestas de soluciones. Hay que garantizar una adecuada relación con
el mundo del trabajo, lo que implica adaptar sus planes y programas de estudios a los requerimientos de
este. Por último, como docente, debemos asumir una concepción estratégica de reforma y de cambio, en
un marco de planificación y dirección de carácter innovador, sobre todo en la misma institución, en la
academia, en la organización y sobre todo en la pedagogía.

Fuente del Artículo:


http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/educacion-superior-privada-siglo/24049708

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