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CURSO NEUROCIENCIAS Y MINDFULNESS

Módulo 1: Neurofisiología del estrés


Cápsula: Neuroanatomía del sistema límbico

Bienvenidos a la cápsula del módulo 1 del curso Neurociencias y Mindfulness. En esta


ocasión revisaremos la neuroanatomía del sistema límbico.
Empezaremos con la respuesta que da el cerebro y, específicamente, el eje hipotálamo-
hipófisis a un estímulo estresante. Por ejemplo, cuando nos ataca un perro, este ataque
ingresa a nuestro cerebro a través de la visión y la audición, lo que provoca en nuestro
cerebro la activación de una respuesta neuronal mediada por la memoria emocional que
está alojada en la amígdala. Esta activación se debe a los recuerdos de la aparición del
perro, lo que al mismo tiempo provoca otra activación, esta vez en el hipotálamo, que
produce la liberación de corticotrofina, abreviada como CRF. Este factor actúa sobre la
hipófisis, específicamente sobre la adenohipófisis, que comienza a funcionar y liberar la
hormona adrenocorticotrofina, que viaja a través del torrente sanguíneo hasta las
glándulas suprarrenales, estructuras glandulares ubicadas sobre ambos riñones,
activándolas para la liberación de cortisol y aldosterona, y a nivel de la médula
suprarrenal se liberen adrenalina y noradrenalina. El cortisol tiene feedback negativo que
actúa tanto en la glándula suprarrenal como en la adenohipófisis, a través de unos
sensores que reciben el cortisol y que, cuando alcanza determinado nivel de presencia
plasmática, provoca un bloqueo de la liberación tanto de adrenocorticotrofina y de
cortisol en la glándula suprarrenal.
La adrenocorticotrofina activa vías energéticas y, a través del cortisol y la aldosterona,
aumenta la disponibilidad de glucosa y proteína, incrementando glicemia y proteólisis. Así
se activa la nucleogénesis, lo que inhibe la liberación de insulina, permitiendo una
respuesta celular y miocárdica.

Por otro lado, la adrenalina y la noradrenalina actúan como neurotransmisores que


activan el sistema nervioso simpático, cuyo objetivo es generar una respuesta de ataque o
huida frente a este estímulo agresivo. Por lo tanto, aumenta la frecuencia cardiaca, la
contractilidad miocárdica, el gasto cardiaco, la frecuencia respiratoria, con lo que también
aumenta el volumen de sangre oxigenada y la presión arterial a nivel global, debido a la
vasoconstricción periférica que ocurre en la piel que lleva la sangre hacia el tejido
muscular. Además, las pupilas se dilatan, lo que permite la entrada de más luz a nuestros
ojos para poder visualizar con mayor claridad la situación.
Estas respuestas son únicas y permanecen en la medida que el estímulo siga presente. Son
reacciones al estrés agudo, a diferencia del estrés crónico, donde se produce una
activación permanente de las glándulas suprarrenales por la liberación de
adrenocorticotrofina producto de un estímulo permanente y continuo que no ingresa a
través de nuestra sensorialidad, sino que se produce por ciclos neuronales que generan
memorias emocionales permanentes. El feedback negativo de cortisol no se produce
porque los receptores, tanto la glándula suprarrenal como la adenohipófisis, desaparecen.
Por lo tanto, el cortisol permanece activo en todo momento. Lo mismo ocurre con los
cambios fisiológicos producto de la liberación de adrenalina.

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