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conferencia 25.
no queda desechada la primera que se considera dentro de las neurosis
actuales. Va a seguir estando presente, pero va a ser una de las tantas
posibilidades para contraer angustia.
Toda angustia aparece en calidad de repetición de otra angustia que ha
aparecido anteriormente. A esa angustia la hemos vivido todos y es la
angustia que aparece en el acto del nacimiento.
Con el acto del nacimiento aparece la primera vivencia de angustia, el primer
sentimiento de angustia que ocurre porque en el parto, luego de la separación
del niño del vientre materno, la primera respiración que ocurre provoca que
determinados estímulos ingresen y prorrumpan en este, desencadenando
esta vivencia de angustia.
así todas las angustias posteriores están repitiendo esta que es la del acto del
nacimiento. También es importante destacar que en el nacimiento se da la
primera separación entre el niño y la madre.
Freud tiene este recurso teórico de decir que hay un primer acontecimiento y
que luego los demás son repeticiones del primero, todo deviene del pasado.
Con el desarrollo de la teoría que condujo a Freud a poner el acento sobre el yo,
con la elaboración de la segunda tópica, se produce un cambio importante en su
concepción de la angustia.
Sin abandonar su teoría de las neurosis actuales, enriquece su concepción de la
angustia en las psiconeurosis. La angustia deja de ser un resultado de la
represión para volverse un instrumento al servicio del yo para sus operaciones
defensivas. El yo se vuelve sede de la angustia y es precisamente la angustia del
complejo de castración el motor de la represión, así como el conjunto de las
pulsiones edípicas constituirán lo reprimido.
Es decir que el yo, en lugar de sufrir el acceso de angustia, la utiliza como señal
de peligro con el propósito de evitar su desarrollo. A este desarrollo de angustia
le llama angustia automática, que consiste en un aflujo de excitaciones que el
yo no puede controlar.
La angustia, vuelta ahora señal, adquiere un estatuto más complejo en la teoría,
porque sin dejar de ser un afecto se ha vuelto también un símbolo anémico de
una situación pretérita. De este modo, se reproduce en cantidad mínima, como
una vacuna, para evitar su reproducción masiva.
32 CONFERENCIA.
ANGUSTIA Y VIDA PULSIONAL
(1932-1936)
En esta conferencia Freud desarrolla su segunda teoría sobre la angustia,
luego de haber desarrollado también las concepciones acerca del ello, el yo y
el superyó.
En su primera teoría sobre la angustia, Freud observó, al estudiar los casos de
neurosis de angustia, que existía cierta interferencia de la descarga de la
tensión sexual. Por lo tanto, concluyó que esa excitación acumulada
buscaba una vía de salida transformándose en angustia. A su vez, en los
casos de fobias o neurosis obsesivas, se plantearon complicaciones, pero la
conclusión fue la misma: la razón de que se acumulase excitación no
descargada era de índole psíquica: la represión.
Consideraba la angustia como una reacción general del yo bajo las condiciones
de displacer, en cada caso procuraba dar razón de su emergencia en términos
económicos y suponía que una libido (excitación sexual) desautorizada por el
yo o no aplicada hallaba una descarga directa en la forma de angustia.
En su obra, inhibición síntoma y angustia (1925 [1925]), Freud deja de lado la
teoría que sostuvo durante tanto tiempo, ya no concibe a la angustia como
libido trasmudada, sino como una reacción frente a situaciones de peligro
regida por un modelo particular; y en el caso de las neurosis de angustia
sostiene que es probable que el exceso de libido no aplicada el que
encuentre su descarga en el desarrollo de la angustia.
El abandono de la antigua concepción surge debido a que el yo era el almácigo
de la angustia. Con su articulación del aparato anímico basada en el ello, el yo
y el superyó, debía ser el yo el responsable de la angustia. Por lo tanto:
angustia yoica o angustia pulsional. Puesto que el yo trabaja con energía
desexualizada, en la nueva concepción se observó el nexo entre angustia y
libido.
En su conferencia 35 (1933 [1932]) Freud definirá a la angustia como un
estado afectivo: reunión de sensaciones de la serie placer-displacer con
sus correspondientes inervaciones de descarga y su percepción, pero,
probablemente, el precipitado de cierto evento significativo, incorporado por vía
hereditaria, y entonces comparable al ataque histérico adquirido por el
individuo. El proceso del nacimiento representa el evento que deja tras sí esa
huella afectiva (cambios en la actividad del corazón y respiración,
característicos del estado de angustia, fueron acordes con el fin. Por lo tanto, la
primera angustia habría sido una angustia TÓXICA).
Freud diferencia entonces, la angustia realista y la angustia neurótica.
Angustia realista: reacción lógica frente al peligro, a un daño
esperado de afuera. En su análisis se reduce a un estado de atención
sensorial incrementada y tensión motriz, que llamó APRONTE
ANGUSTIADO. A partir de ese estado se desarrolla la reacción de
angustia. Por lo tanto, pueden ocurrir dos desenlaces:
- O bien el desarrollo de angustia, la repetición de la antigua vivencia
traumática, se limita a una señal y entonces la restante reacción
puede adaptarse a la nueva situación de peligro, desembocar en
la huida o en acciones destinadas a ponerse a salvo;
- O bien lo antiguo prevalece, toda la reacción se agota en el
desarrollo de angustia, y entonces el estado afectivo resultará
paralizante y desacorde con el fin para el presente.
- Es la reacción ante una excitación exógena.
Angustia neurótica: es enigmática, carente de fin.
La observamos bajo tres clases de constelaciones:
- Como un estado de angustia flotante, pronta a enlazarse de forma
aleatoria con cada nueva posibilidad que emerja ANGUSTIA
EXPECTANTE. Neurosis típica de angustia.
- Ligada de manera firme a determinados contenidos de
representación como en las fobias, donde no se discierne un
vínculo con un peligro externo, pero la angustia frente a él es
desmedida.
- La angustia en la histeria y otras neurosis graves, que está
acompañada de síntomas o emerge de forma independiente como
ataque o como estado de prolongada permanencia, pero sin
fundamento en un peligro exterior.
Así Freud se formula las siguientes preguntas ¿de qué se tiene miedo en la
angustia neurótica? ¿Cómo se relaciona con la angustia realista ante peligros
externos?
En cuanto a la expectativa angustiada, se observó un nexo regular con la
economía de la libido en la vida sexual.
En las neurosis de angustia la causa más común era la excitación frustrada:
excitación libidinosa que no se satisface, no se aplica; en reemplazo de ésta
libido desviada de su aplicación emerge el estado de angustia. Freud consideró
que esta libido insatisfecha se mudaba directamente en angustia. Esta
concepción se vio respaldada en ciertas fobias de niños pequeños, como el
miedo a la soledad y a personas ajenas.
Cuando el niño está solo, o si ve un rostro ajeno, despierta la añoranza de la
madre; el niño no puede controlar esta excitación libidinosa, ni mantenerla en
suspenso, sino que la muda en angustia. Por lo tanto, esta angustia infantil no
debe imputarse a la angustia realista, sino a la neurótica. Las fobias infantiles y
la expectativa angustiada de la neurosis de angustia proporcionaron dos
ejemplos de uno de los modos en que se genera angustia neurótica: por
trasmudación directa de la libido.
Pero Freud, en este punto, reconoce un segundo mecanismo, que dice que no
difiere mucho del primero.
En la histeria y otras neurosis, es el proceso de la represión. Podemos
describirlo al separar, por un lado, el destino de la representación por reprimir y
por otro lado el monto de la libido adherido a ella. ES LA REPRESENTACIÓN
LA QUE EXPERIMENTA LA REPRESIÓN Y LLEGADO AL CASO ES
DESFIGURADA HASTA QUE SE VUELVE IRRECONOCIBLE, PERO SU
MONTO DE AFECTO ES MUDADO COMUNMENTE EN ANGUSTIA, SIN QUE
IMPORTE SU NATURALEZA NI QUE SE TRATE DE AGRESIÓN O DE
AMOR.
¿Por qué un monto de afecto se vuelve inaplicable?
Por endeblez infantil del yo, como en las fobias de los niños;
A consecuencia de procesos somáticos en la vida sexual, como en las
neurosis de angustia;
O por represión, como en la histeria.
Estos dos mecanismos de la génesis de la angustia neurótica coinciden.
Lo que le llamó la atención a Freud fue un vínculo significativo entre el
desarrollo de la angustia y la formación del síntoma: ambos se influyen
mutuamente.
Da dos ejemplos: por un lado, el agorafóbico, que comienza con un ataque de
angustia en la calle. Crea el síntoma de la angustia a andar por la calle: una
inhibición. Limitación funcional del yo, y por esa vía se ahorra el ataque de
angustia. Distinto es, en el caso de las acciones obsesivas. Si se le impide al
enfermo realizar su ceremonial, cae en un estado de angustia difícil de
soportar, como si su síntoma lo protegiese.
Así, Freud deduce que el desarrollo de la angustia fuera primero, y la formación
del síntoma luego, como si los síntomas fueran creados para evitar el estallido
de la angustia. Pero, ¿a qué se le tiene miedo en la angustia neurótica?
A la propia libido.
La diferencia con la situación de la angustia realista reside en dos puntos:
- El peligro es interno en lugar de externo (endógeno)
- No se discierne conscientemente.
En el caso de las fobias, un peligro interior, se traspone en uno exterior, una
angustia neurótica se muda en aparente angustia realista, a partir del
mecanismo de desplazamiento.
En conclusión:
La angustia es como estado afectivo la reproducción de un antiguo
evento peligroso;
La angustia está al servicio de la auto conservación y es una señal de
un nuevo peligro;
Se genera a partir de una libido que de algún modo se ha vuelto
inaplicable;
Lo hace también a raíz del proceso de la represión;
La formación del síntoma la releva, la liga psíquicamente.
Freud va a decir que el yo es el único almácigo de la angustia, sólo él puede
producirla y sentirla. Y así, descubre una relación en el hecho de que las tres
principales variedades de angustia (realista, neurótica y de la conciencia moral)
pueden ser referidas a los vasallajes del yo: respecto del mundo exterior, del
ello, y del superyó. Con esta concepción, la función de la angustia sería una
señal para indicar una situación de peligro.
Freud indagó el modo en que se genera la angustia en ciertas fobias, que se
incluyeron luego en la histeria de angustia, y escogió casos en que se trataba
de la represión típica de las mociones de deseo provenientes del Complejo de
Edipo:
- Es la investidura libidinosa del objeto (madre) la que se muda en
angustia a consecuencia de la represión y entonces, en la expresión
sintomática, se presenta como anudada al sustituto padre.
Freud llegará a la conclusión de que:
- NO ES LA REPRESIÓN LA QUE CREA A LA ANGUSTIA, SINO
QUE LA ANGUSTIA ESTÁ PRIMERO AHÍ, ES LA ANGUSTIA LA
QUE CREA LA REPRESIÓN. La angustia ante un peligro
amenazante, una angustia realista.
El varoncito siente angustia ante una exigencia de su libido el amor a su
madre. Angustia neurótica. Pero ese enamoramiento le aparece como un
peligro interno, del que debe sustraerse mediante la renuncia a ese objeto, sólo
porque convoca una situación de peligro externo (amenaza de castración). El
peligro pulsional interno resulta ser una condición y preparación de una
situación de peligro objetiva, externa. El peligro real que el niño teme es el
castigo de la castración, la pérdida de su miembro. No interesa que la
castración se ejecute, lo decisivo es que el peligro amenace de afuera y el niño
crea en él. La angustia frente a la castración es uno de los motores más
frecuentes e intensos de la represión y, con ello, de la formación de la neurosis.
En las mujeres, no es la angustia de castración, sino la angustia a la pérdida de
amor, que puede reflejarse como una continuación de la angustia del lactante
cuando echa de menos a la madre. Si la mamá está ausente, o sustrae su
amor al hijo, la satisfacción de las necesidades del bebé no es segura y queda
expuesto a sentimientos de tensión. Estas condiciones de angustia repiten en
el fondo la situación de la originaria angustia de nacimiento, que también
implicó una separación de la madre.
Otto Rank fue el primero que postuló que la vivencia de angustia del nacimiento
es el arquetipo de todas las situaciones posteriores de peligro. Freud dirá que a
cada edad del desarrollo le corresponde una determinada condición de
angustia, y por tanto una situación de peligro, como la adecuada a ella:
- Desvalimiento psíquico: temprana inmadurez del yo;
- Pérdida del objeto de amor: primera infancia;
- Peligro de castración: fase fálica;
- Angustia ante el superyó: período de latencia.
A medida que vamos creciendo, las antiguas condiciones de angustia deben
ser abandonadas, porque las situaciones de peligro que les corresponden ya
fueron desvalorizadas por el fortalecimiento y la organización del yo. Pero esto
ocurre de forma incompleta. Muchos seres humanos no superan la angustia
ante la pérdida de amor, no logran suficiente independencia del amor de otros,
y continúan su conducta infantil. La angustia ante el superyó no está
normalmente destinada a extinguirse, pues es indispensable en las relaciones
sociales como angustia de la conciencia moral. Pero, algunas de las antiguas
situaciones de peligro se las arreglan para persistir en épocas posteriores
modificando oportunamente sus condiciones de angustia. Por ejemplo: fobia a
la sífilispeligro de castración.
Las personas neuróticas permanecen infantiles en su conducta hacia el peligro
y no superan condiciones de angustia pasadas.