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Resumen
El documento que aquí se presenta se propuso hacer un acercamiento a la producción
académica que sobre la relación entre comunicación y educación se realizó en Colombia en
el periodo comprendido entre 1991 y 2011. La primera parte corresponde a la identificación
de los principales enfoques teóricos y conceptuales trabajados, la segunda a los temas
y problemas de interés y la tercera a los ejes centrales sobre los que giraron los trabajos
consultados, entre los que se encuentran como fundamentales la cultura, el lenguaje y los
códigos. El proceso se desarrolló bajo un enfoque hermenéutico, dado el interés por entender
cómo se ha comprendido el objeto “comunicación-educación” en Colombia. En términos
metodológicos, se optó por la realización de un estado del arte. Entre las reflexiones más
importantes de esta revisión se plantean las dificultades para precisar el lugar epistemológico
en el que se ubica la educomunicación, sin embargo, se reconoce que es un campo que
se ha construido más desde las prácticas sociales y apuestas ético políticas que desde
apuestas teóricas.
Palabras clave: educación/comunicación, educomunicación, escuela, cultura, cultura mediática,
cultura escolar, lenguajes, códigos, medios en la escuela.
*
Este documento hace parte de la investigación titulada De la educación/comunicación a la pedagogía/comunicología para
optar por el título de doctora en Educación. Corresponde a la etapa inicial del mismo. Es un estado del arte sobre
el campo de la educación/comunicación en Colombia, en un periodo comprendido entre 1991 y 2011.
**
Elssy Yamile Moreno Pérez, comunicadora social–periodista, magíster en Desarrollo Educativo y Social y candidata a
doctora en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia, docente de la Maestría en Comunicación,
Desarrollo y Cambio Social de la Universidad Santo Tomás, Bogotá. elssymoreno@usantotomas.edu.co Orcid: https://
orcid.org/0000-0001-9606-0654
Anagramas Rumbos y Sentidos de la Comunicación | Vol. 17 Núm. 33 | Julio-Diciembre 2018 | pp. 251-274 | Medellín, Colombia 251
Elssy Yamile Moreno Pérez
Abstract
This paper intends to make an approach to the academic production related to the relationship
between communication and education that was published in Colombia from 1991 to 2011.
The first part comprises the identification of the main theoretical and conceptual approaches
addressed in this paper; the second one addresses the issues and problems of interest; and
the third one relates to the central axes of the analyzed works, among which the culture, the
language, and the codes are fundamental. The research was carried out with a hermeneutical
approach, given the interest to understand how the object “communication-education” in
Colombia has been understood. In methodological terms, it was decided to make a “state of
the art”. The difficulties in specifying the epistemological place in which educommunication is
located are among the most important reflections of this review. However, it is recognized that
this is a field that has been built more from social practices and ethical-political approaches
than from theoretical ones.
Keywords: education / communication, educommunication, school, culture, media culture,
school culture, languages, codes, media at school.
Resumo
O documento que aqui se apresenta propôs-se a fazer uma aproximação à produção
acadêmica sobre a relação entre comunicação e educação que se realizou na Colômbia no
período compreendido entre 1991 e 2011. A primeira parte corresponde à identificação dos
principais enfoques teóricos e conceituais trabalhados, a segunda aos temas e problemas de
interesse e a terceira aos eixos centrais sobre os quais giraram os trabalhos consultados, entre
os quais se encontram como fundamentais a cultura, a linguagem e os códigos. O processo
desenvolveu-se sob um enfoque hermenêutico, dado o interesse por entender como se
compreendeu o objeto “comunicação-educação” na Colômbia. Em termos metodológicos,
optou-se pela realização de um estado da arte. Entre as reflexões mais importantes dessa
revisão apresentam-se as dificuldades para precisar o lugar epistemológico no qual se localiza
a educomunicação, no entanto, reconhece-se que é um campo que se construiu mais a partir
das práticas sociais e apostas ético-políticas do que a partir de apostas teóricas.
Palavras-chave: educação/comunicação, educomunicação, escola, cultura, cultura midiática,
cultura escolar, linguagens, códigos, meios na escola.
Introducción
Este trabajo hace parte de una investigación más grande sobre la relación de orden
epistemológico que existe entre pedagogía y comunicología, más que entre educación y
comunicación y que corresponde a la tesis de doctorado en Educación que actualmente
curso. El estado del arte que aquí se presenta proviene de una investigación documental
sobre publicaciones que se inscriben explícitamente en el campo de la educación/comu-
nicación en Colombia, para un periodo de veinte años, comprendidos entre 1991 y 2011.
En su elaboración se consultaron cincuenta y siete documentos, entre libros y artículos.
Vale la pena aclarar que, si bien son publicaciones hechas en Colombia, sus autores no
necesariamente lo son.
La realización de este documento es fundamental en tanto permite ubicar el estado
de la discusión en este campo de estudio en el país, teniendo en cuenta cómo se ha
abordado el tema, cuáles son los puntos de foco, las inquietudes resueltas o por resolver
y las tendencias.
El enfoque bajo el que se construye, por su naturaleza, es hermenéutico. Así mismo,
cuando se definió el corpus y se hizo una revisión preliminar del mismo, se elaboró una
matriz que permitió seleccionar y registrar la información más relevante de los documen-
tos, con el propósito de establecer una clasificación y análisis transversal, de conjunto.
En la matriz se tuvieron en cuenta los siguientes elementos: a) enfoques teóricos y con-
ceptuales desde donde se asume el campo de la educomunicación en Colombia; b) los
temas y problemas de interés de los autores; c) las nociones de: cultura, cultura escolar,
cultura mediática, lenguaje y técnica; c) el lugar que se le da al sujeto educativo y a las
instituciones en los trabajos; y g) reflexiones generales. La estructura del texto corres-
ponde justamente al orden en el que se presentaron los anteriores elementos. Se adjunta
también la información sobre el corpus de estudio.
Enfoques teórico–conceptuales
Es académicamente posible y políticamente deseable que se considere
la interrelación entre Comunicación y Educación como un nuevo campo
de intervención social y de investigación científica en América Latina. Este
reconocimiento significa que ni la comunicación ni la educación han alcanzado
aisladamente a atender determinadas necesidades o resolver determinados
problemas del ‘estar con-en el mundo’ y de la construcción de relaciones
igualitarias y democráticas entre los seres humanos. (Soares, s.f.)
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gogía crítica, en donde autores como Paulo Freire, Celestín Freinet, Jorge Huergo y Henry
Giroux predominan. Así mismo, el discurso sobre el papel determinante de la técnica en
los procesos educativos es imperante. Los autores de manera reiterada cuestionan el
sentido de la educación y el papel de la escuela, sus cambios, sus maneras de funcionar,
sus contenidos (fragmentados, disciplinares, descontextualizados), sus didácticas, sus
formas de evaluación y sus conexiones con los medios de comunicación.
En la mayoría de los textos, pese a que enuncian el foco de trabajo en el campo
profesional de la educación y la comunicación, se hace un énfasis en los medios de
comunicación y su manera de asumirlos. En este sentido, el lugar común está orientado
hacia la crítica al modelo informacional de la comunicación o de Shannon y Weaver, que,
bien se sabe, es de carácter transmisionista y que ellos mismos definían como un “mo-
delo general de la comunicación” aclarando que el término comunicación era entendido
desde leyes matemáticas que rigen la transmisión y el procesamiento de la información.
En los documentos estudiados no se ve un interés particular en explicitar a qué tipo
de comunicación ni a qué tipo de escuela se refieren. Sin embargo, en algunos casos se
enuncian los lugares de partida. Algunas de estas nociones asumen la comunicación como
un fenómeno esencial de la vida contemporánea, dada su importancia en la conformación
de los procesos sociales (Bustamante, 2006); o como un proceso continuo de exploración,
diseño, conocimiento, y codificación de la realidad y de su entorno, realizado por los di-
versos actores sociales, con el propósito de actuar estratégica y coordinadamente para
transformarla (CAR, Alto Magdalena, 2002). Otros se centran en su condición dialógica,
según la cual:
El diálogo no sólo se refiere a la comunicación verbal, cara a cara, sino
que involucra otras formas de comunicación. En la medida en que no propende
exclusivamente por la unidad de los contrarios reconciliados, sino que encarna
en la lucha constante, un movimiento de confrontación de ideas; el diálogo es
también una fuente de creatividad social. (Castellanos, 2005, p. 22).
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tiene un tinte más politizado, pues busca pensar los medios y las industrias culturales
como matrices que visibilizaban tanto actores como estrategias del poder social.
La segunda, que se alimenta de autores como Paulo Freire, le apunta a lo que él de-
nominó “alfabetización para los medios”, que asume al medio como forma de expresión
y comunicación en un contexto socio-cultural determinado. En la misma línea, Francisco
Gutiérrez plantea que “la pedagogía de la comunicación como sistema de análisis de la
realidad, lleva al hombre a enfrentarse ante el objeto, no como espectador que descubre
elementos de la realidad y ni siquiera como transformador que se enfrenta a la realidad,
sino como formando parte integrante de esa realidad” (Gutiérrez, 1995, p. 11-19). Desde
esta perspectiva, la relación entre el medio y la audiencia abre oportunidades para ampliar
los marcos de interpretación sobre el contexto.
Para otros autores, los medios son considerados instrumentos de desarrollo, que
tienen un potencial transformador, es decir, que se supera el hecho mismo de la relación
con el medio, de la existencia de un público activo y crítico, y se abre la posibilidad de
emplear el medio para comprender pero también para incidir en la transformación de
prácticas culturales concretas; se piensa entonces en un público propositivo. Aquí el
desarrollo es visto como un proceso de cambio, de mejoramiento de las condiciones de
vida de los sujetos que le apunta al reconocimiento individual y social y para logarlo se
usan los medios como dinamizadores de los procesos.
Vale la pena tener en cuenta que la lectura sobre lo formal y lo informal, de lo que el
autor denomina comunicación educativa, tiene aparejadas dos estructuras, una didáctica
y una narrativa, que, por naturaleza tienen propósitos distintos, uno es de carácter peda-
gógico que busca enseñar ideas y conceptos y el otro busca entretener. Así mismo, estas
acepciones generan consecuencias en el concepto mismo de comunicación, puesto que
se le asigna un carácter de formalidad e informalidad al mismo dependiendo del espacio
en el que tiene lugar, además, como concepto y como práctica concreta, la comunicación
es una sola en tanto específicamente humana, quizá los contenidos o la lengua cambien
según el escenario, pero la comunicación no.
Fuentes Navarro (2003, p. 26) afirma que la “educomunicación es toda acción comu-
nicativa en espacios educativos [quizá escolares], realizada con el objetivo de producir o
desarrollar ecosistemas comunicativos”. En primera instancia, esta definición considera a
la educomunicación como acción, lo que la hace difusa. En segunda, el uso del concepto
de “ecosistema” empleado anteriormente por Martín-Barbero (1999) es ciertamente pro-
blemático, porque se refiere a una comunicación mediatizada en la que:
La escuela debe interactuar, no tanto con los medios, debe interactuar a
través de ellos con los «nuevos campos de experiencia» en que hoy se procesan
los cambios, es decir, las hibridaciones entre ciencia y arte, entre cultura escrita y
audiovisual, y la reorganización de los saberes en los flujos y redes por los que hoy
se moviliza la información, el trabajo, la creatividad.” (Martín-Barbero, 1999, p.15).
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Desde la teoría de los campos, ciencia y arte corresponden a dos campos distintos,
así mismo, cultura alfabética y cultura oral-icónica (Brunner, 1988) también tienen una
naturaleza diferente. Una cosa es que puedan darse en el mismo momento histórico y
otra es que correspondan a una misma matriz cultural. El otro concepto problemático es
el de “ecosistema”, que tiene su origen en la media ecology trabajada por McLuhan (1967)
y Postman (1970), quienes fueron precursores de la inserción del concepto de ecología en
relación con la mediología: “según McLuhan, los medios modelan las percepciones de los
sujetos: los seres humanos crean instrumentos de comunicación, pero, en un segundo
momento, estos mismos medios les modelan la percepción y cognición sin que sean
realmente conscientes de este proceso” (Scolari, 2015, p. 1032). Según lo expuesto en esta
investigación, los medios no producen la cultura, por lo tanto, estos planteamientos son
considerados deterministas respecto a su lectura de la tecnología.
Hablar de comunicación es hablar de una característica propia de la condición hu-
mana, no de la naturaleza en general, por lo tanto, el concepto de ecosistema aplicado
a las relaciones sociales y a los procesos de comunicación es discutible, o por lo menos
debiera ser más matizado y, aunque como campo de tensiones tiene unas prácticas cul-
turales y sociales y específicas formas de interdependencia, se requeriría mayor claridad
y quizá especificidad en el uso y comprensión de esta metáfora.
Soares, por su parte, sostiene que “efectivamente, la interrelación comunicación/
educación es un nuevo campo de conocimiento, que está formado, tiene autonomía y
se encuentra en proceso de consolidación” (citado por Valderrama, 2000, p.38). Pero, la
mayoría de los hallazgos se dirigen a la formación y consolidación del campo profesional,
pero no necesariamente al campo de conocimiento, en tanto la discusión sobre lo que
corresponde o no a la interdisciplina aún no está desarrollada.
saber, por fuera de la escuela, es uno de los retos más fuertes que el mundo de
la comunicación le plantea al sistema educativo. (Martín-Barbero, 2009, pp. 184).
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O en palabras de Margaret Mead (1971, p.35), “en la cultura postfigurativa los niños
aprenden primordialmente de sus mayores, en la cofigurativa, tanto los niños como los
adultos aprenden de sus pares y en la prefigurativa los adultos también aprenden de los
niños”.
La cultura escolar es asumida como aquella que tiene lugar en el aula de clase y que
comúnmente está supeditada a los procesos de disciplinamiento social de los sujetos,
bajo la idea de escolarización (reglas y normas planteadas por la institución y el sistema
escolar) o como la forma en la que la escuela se ha estancado en sus procedimientos
(Ceballos y Marín, 2003). Varios autores han contribuido a construir esta noción, en tanto
reconocen los orígenes de la misma, la manera como está constituida y las implicaciones
para la educación y la comunicación.
En cuanto a los orígenes, Valderrama (2000, p. XII), desde una perspectiva ética,
plantea una disputa entre las relaciones de verticalidad y horizontalidad existentes entre
maestro y alumno:
La comunicación en la educación se ha centrado más en las dinámicas
comunicativas que subyacen en la relación pedagógica, en la interacción de
los actores del proceso enseñanza-aprendizaje, tanto dentro como fuera de la
institución escolar. Ricardo Nassif en los años sesenta quiso modelar la relación
pedagógica en términos de la teoría de la comunicación. Esta modelización
consistió en asimilar mecánicamente al emisor con el maestro, el mensaje con
el saber, el canal con los medios y el receptor con el alumno. La pedagogía de
la comunicación hizo algunas críticas a esa modelización como la necesidad de
adecuar los conceptos de información y comunicación a la cualidad educativa. Bajo
la influencia de ver al receptor–estudiante como un sistema de ‘transformación
autoestructurante y autoconstructivo’ que posee categorizaciones, percepciones
y experiencias previas al acto de enseñanza–aprendizaje y que es capaz de
producir una ‘resultante’ que lo autoalimentaría. La comunicación en la educación
pretendería conectar científica, funcional y profesionalmente la educación, la
tecnología y la comunicación.
Vale la pena preguntarse cuál es lugar que le otorgan al concepto de reproducción, que
por demás, es constante en Bourdieu, Freire y en las pedagogías críticas. Así mismo, no es
claro si lo cognitivo está incluido allí, cuando hablan de los saberes y las representaciones.
La concepción de cultura mediática se asocia, entre los investigadores, con la su-
puesta capacidad moldeadora que tienen los medios masivos de comunicación sobre las
prácticas culturales, las representaciones sociales y los saberes adquiridos/construidos
por los sujetos. Así mismo, se cuestiona su cercanía con los modelos económicos y las
industrias puesto que facilita la fragmentación y especialización en cuanto al mercado,
el trabajo y el consumo.
De otro lado, Narváez plantea que:
La cultura mediática y su universo semántico, es más cercano a la
cotidianidad, al sentido común, y resulta, por fuerza, que su contenido tiene
que estar constituido aproximadamente por los siguientes elementos: lo mítico,
es decir, las explicaciones sobrenaturales de los fenómenos naturales, sociales
y personales, lo imaginario, lo afectivo y lo lúdico. Esta es una cultura cuyo
aprendizaje es básicamente imitativo. (2013, p. 85).
Esta es entonces una cultura que cuenta con una estructura fundamentalmente oral-
icónica, de hecho, al respecto algunos autores consideran que “ha contribuido a poner
en crisis la lógica centrada en la escritura y la lectura, dando paso a la denominada ‘he-
gemonía audiovisual’” (Fernández y Huergo, 1999 p. 50); sin embargo, en estricto sentido
la tradición oral–icónica es más antigua. Así mismo, dado el carácter masivo, imitativo y
la facilidad para acceder a los contenidos, los medios nacionales y transnacionales (como
institución, como empresa) persiguen intereses específicos y logran sus principales fun-
ciones: la persuasión frente al consumo y la construcción de opinión pública, que suele
ser homogenizada; mirada que se ubica en la escuela funcionalista de la comunicación
(Narváez, 2013).
Algunos autores consideran que los medios de comunicación y las nuevas tecnologías
han generado cambios en la cultura (Huergo y Fernández, 1999 p. 162). En otras palabras,
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que la técnica ha producido cambios culturales, por ejemplo, que los medios han definido
aquello que denominamos cultura urbana:
La cultura urbana se ha ido transformando poco a poco en una cultura
mediática. Son los medios de comunicación los que van delineando el tipo
de cultura a la que denominamos urbana. Hay una relación reciproca entre la
determinación de lo urbano ligado al sistema de medios de comunicación y el
contenido de los medios de comunicación enraizado en una matriz urbana. Los
medios sirven a la ciudad y perfilan de algún modo su cultura, pero la ciudad
determina también la especificidad de los medios. A través de los medios masivos
es como se traslada esa identidad cultural al resto de la ciudad. (Ceballos y
Marín, 2003, p. 13).
Lenguajes y códigos
En el campo de la educación y la comunicación es ineludible la discusión sobre el lengua-
je. Algunos autores afirman que “la comunicación y educación son procesos simbólicos,
mediados primariamente por el lenguaje, constitutivos básicos de las tramas culturales
que les dan forma específica, desde un tiempo y lugar determinados, a las relaciones del
hombre con el mundo” (Fuentes, 2003, p. 26).
En los documentos objeto de este estudio, aparece un sinnúmero de apartados en
donde se menciona el lenguaje o los lenguajes, aludiendo a diferentes usos, en algunos
casos, sin hacer distinciones. Sin que sea el centro del campo, es un elemento fundamen-
tal del mismo, por ello se hace necesario mencionar que en varias ocasiones se habla de
lenguaje, idioma, código, lenguaje audiovisual, lenguaje radiofónico, lenguaje del medio,
entre otros, de manera arbitraria:
Sistemas de símbolos y códigos constituyen los ‘idiomas’ usados y
desarrollados por los medios. Estas formas y sistemas se diferencian comúnmente
de los utilizados por las personas en su comunicación cotidiana. Niños, jóvenes
y adultos están expuestos constantemente al lenguaje de la televisión, del vídeo,
de la informática, del cine, de los out-doors y de los periódicos. Dominar esos
Asbel López (1990) hace una precisión conceptual, y manifiesta que no es correcto
hablar del lenguaje del medio, como si cada uno de ellos tuviese uno diferente, dado que
en esencia el lenguaje como manera particular de expresarse el pensamiento es el mismo
con o sin medios. Como diría Martín–Barbero (2003, p. 31), “el lenguaje es la instancia en
que emergen mundo y hombre a la vez. Y aprender a hablar es aprender a decir el mundo,
a decirlo con otros, desde la experiencia de habitante de la tierra, una experiencia acu-
mulada a través de los signos”.
López (1990) considera que es más preciso hablar de retórica del medio, que se refiere
a la eficacia en la construcción del mensaje, dada la especificidad de los códigos o normas
que regulan la producción en cada medio o, como afirma Benavides:
Los códigos mediáticos son específicos, aunque lo lingüístico sea ineludible,
y sus mensajes son perdurables en el tiempo, pueden almacenarse, registrarse
en una temporalidad atravesada por dos ejes: se repiten o pueden reproducirse a
otro ritmo, como lo que ocurre con la cámara lenta; y se convierten en memoria
social, ‘en parte de la historia’. (1999, p. 22).
Otra afirmación tiene que ver con la posible relación entre técnica y lenguaje, en
tanto se dice que la primera (referida específicamente a los medios de comunicación y a
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Mayúsculas sostenidas en el texto original.
Técnica y cultura
Las discusiones sobre la técnica y la cultura no son cuestiones de ahora, menos en el
campo educativo, solo que con la aparición de los medios masivos de comunicación e
información, con la denominada convergencia digital y con las facilidades que estos tienen
para que la información circule, se ha hecho repetitivo un discurso sobre las preocupacio-
nes generadas en torno a la influencia de los medios en la cotidianidad de los sujetos y
en las formas del ordenamiento de la vida social, así como en su potencial transformador
de las realidades (tecnoutopía). Sin embargo, como se mencionó en el apartado anterior,
se evidencian ciertas confusiones entre sustancia expresiva y sustancia del contenido.
Algunos autores presentan definiciones de los medios como técnica tales como:
“instrumentos orientados a la producción tanto de bienes de capital como de mercancías
en general” (Espitia y Valderrama, 2009 p.7). Otros los ven “más allá de los aparatos, en
la perspectiva de la transformación cultural que éstos producen en las subjetividades, en
el saber, en nuestra manera de pensarnos como colectivos” (Rueda y Quintana, 2004, p.
231) o “como estrategias de conocimiento y no como meros instrumentos de ilustración
o difusión” (Martín-Barbero, 2003, p. 57).
En términos éticos, algunos hablan de tensiones entre tecnófilos y tecnófobos (Huer-
go y Fernández, 1999, p. 18), quiénes se unen a la idea de la necesidad de innovar en el
aula y quiénes consideran que el poder ejercido por los medios es altamente persuasivo
y manipulador, por lo tanto, los satanizan. Así mismo, se identifican los modelos a que
normalmente responde el uso de los medios en la escuela, que son el informacional y el
modelo pedagógico crítico (Huergo y Fernández, 1999 p. 62)
Se pueden identificar también varias maneras de asumir la técnica en el campo de la
educomunicación en Colombia: a) como medios para mejorar los procesos de enseñan-
za–aprendizaje. Para algunos denominada tecnología educativa (en tanto se incluyen en
el currículo para mejorar la enseñanza) y para otros informática educativa que “en buena
medida le ha apuntado a la creación de propuestas mediadas por los últimos desarrollos
tanto de software como de hardware, aunque la tendencia en las realizaciones prácticas
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En cuanto a las instituciones (la escuela, el Estado, la familia, los medios) todas son
consideradas como espacios de socialización. Sin embargo, el foco de discusión se ubica
en la escuela y en los medios. La institución escolar es vista desde dos orillas opuestas:
desde la primera se le critica y se le endilgan responsabilidades por la crisis del mundo
escolar, es señalada por desconocer la retórica de los medios, por evitar la vinculación
del medio al espacio escolar, por desconocer las realidades circundantes, por haber sido
uno de los escenarios de disciplinamiento social más fuertes y duraderos en la historia
del país. Según lo expuesto por Huergo (2010, p. 73) la escuela puede entenderse como:
espacio donde se hace visible la cultura, como microespacio social, como espacio de
pugna por el sentido del mundo de la vida y de la experiencia subjetiva y como microes-
fera pública, donde se expresan los desencuentros, los conflictos y las zonas de fractura
discursiva. Desde estos lugares, la escuela tiene un rol ético-político de doble vía, por
su naturaleza busca conservar, pero a la vez abre caminos, abre horizontes de sentido y
eso a veces se olvida.
De otro lado, en los trabajos se afirma que las transiciones y cambios a que se en-
frenta la escuela tienen que ver en cierta medida con las dinámicas propias de los medios
de comunicación. Desde este lugar se hace necesario que la institución escolar genere
un proceso de reflexión sobre sí, sobre sus funciones, sus métodos, sus relaciones con la
sociedad y con el conocimiento. Más aún, teniendo en cuenta lo disímil del discurso que
transita en los espacios escolares (escuelas, estamentos) y entre los sujetos.
Para algunos, los medios son los culpables de que los jóvenes ya no lean. En las res-
puestas se plantea que hoy no solo se leen libros sino también productos audiovisuales
y para ello no se necesita la escuela. Así, se afirma que esta debiera preocuparse por
reconocer esas otras lecturas e incluirlas en sus prácticas cotidianas. Pareciese que el
problema nuevamente se refiere al acceso, lectura y producción de contenidos mediáticos.
No se reconoce la dimensión cultural del medio ni la evolución pobre o lenta, si se quiere,
de la cultura alfabética en el país ni el desbordamiento de los medios de comunicación
que generan un retorno sobre la oralidad:
Los medios y la escuela como instituciones especializadas, relativamente
autónomas y con funciones diferenciada en la sociedad como portadoras de un
cierto tipo de saber: por un lado, los medios, portadores de un tipo de saber
más o menos común sobre el mundo cotidiano, o “saber socialmente relevante”
y, por otro lado, la escuela, portadora de un saber estrictamente formalizado,
codificado y especializado. (Narváez, 2004, p. 81).
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Conclusiones
Aún existe una preocupación por el predominio de una mirada reduccionista sobre el
campo de la educomunicación (escuela–medios). En los trabajos se hace un esfuerzo por
reafirmar que el campo asume la comunicación con un enfoque diferente, sin embargo,
la relación medios-escuela termina siendo el lugar común.
¿Cómo educar hoy? Aunque es innegable que existen significativas diferencias entre
el hoy y el ayer de la escuela, se hace necesario preguntarse nuevamente cuáles son los
discursos que transitan hoy en esta, cómo se dinamizan, cuál es el lugar del conocimiento
científico en la escuela, cuál es el rol que los medios juegan en esos procesos y cómo
estos llegan a la escuela:
La educomunicación no se agota en la perspectiva instrumental del uso
didáctico de las tecnologías para la educación y en los esfuerzos para crear y
mantener programas de educación para los medios (media education). Se trata,
más allá, de una movilización de la sociedad para garantizar el derecho a la
expresión, según la tradición de los movimientos populares latinoamericanos,
rompiendo con ‘la funcionalidad de la relación productor-receptor’. Nos
referimos, esencialmente, a esfuerzos en la búsqueda de posibilidades para
una gestión plenamente participativa y dialogal de los procesos comunicativos
en los espacios educativos. Estas reflexiones deben propiciar en la escuela
una automirada que le permita elaborar un discurso sobe ella misma que fluya
hacia los medios [y hacia otros escenarios]. No debe esperar que sean los
académicos, la iglesia, la empresa, las instituciones del Estado y los medios de
comunicación los que propongan relatos sobre ella. La escuela necesita narrarse
y circular su versión de sí misma de manera tal que sea capaz de dialogar con
los relatos que desde otras instancias de la sociedad se proponen sobre ella.
(Rojas y Valderrama, 2009 p. 9)
Sin embargo, apartados como el anterior, son de tipo prescriptivo y plantean el estado
actual en el orden del deber ser y de la necesidad de ser.
Se evidencia también la necesidad de ampliar los estudios sobre la cultura mediática
y la cultura escolar, así como la necesidad de analizar la cultura “digital” como parte de la
cultura escolar (Narváez, 2004), entendiendo que de su comprensión depende en buena
medida la manera en que se resignifica o asume el campo de la educomunicación.
En cuanto a los medios, se reafirma la idea de formar a los públicos y a las audiencias
para que sean sujetos activos, críticos, que de la mano de estos procesos formativos,
se abran espacios de discusión, en donde los sujetos escolares tengan la posibilidad de
problematizar sus percepciones sobre las tecnologías y el lugar de estas en la cotidianidad
de la escuela, pero también de la vida misma, sin desconocer los tránsitos, traslapes y
vacíos que han acompañado otras tecnologías del reciente pasado (Valderrama, 2000).
Autores como Huergo y Fernández plantean que:
Antes que preguntarnos por las vinculaciones operativas, tenemos que prestar
atención a las provocaciones mutuas, a los modos en que, en la articulación,
se refuerzan los procesos hegemónicos y los senderos posibles para andar
resistencias. Antes que cómo usar los medios y las nuevas tecnologías (y cuáles
usar), necesitamos comprender los sentidos del desorden cultural, de la cultura
mediática, de los procesos de comunicación en la trama de la cultura y de los
desarreglos que provocan en la educación escolar. Y antes que preguntarnos
cómo educar para esa comunicación, indagar y desandar el «catecismo» instituido
por la escolarización, retomando como alternativas las tradiciones residuales
que nacen de la crítica a la educación tradicional y a la escolarización. Recién
entonces trazar las diagonales de la topografía que permitan el reconocimiento
de los tiempos largos y de los amplios espacios, desde los cuales se han marcado
los cuerpos, las sensibilidades, los lazos sociales y las acciones políticas. Y que
permitan también el reconocimiento de los sujetos de la creatividad, la autonomía
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