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Por eso es necesario resolver la contradicción surgida, entre esto último que
menciono, y el tutelaje burocratizado que, inevitablemente, se deriva de una
organización política que pretende copar todas las organizaciones de la sociedad.
Concebido como un partido de masas en razón de las exigencias electorales, el
afán de crecimiento también produjo la complejización de su estructura cargada
hoy de organismos que ocupan todo el trabajo de sus miembros convertidos en una
enorme multitud de funcionarios. Tal cosa es propicia para que cualquier arribista,
los hay como monte, aproveche la política para ascender en la escala social (un
eufemismo propio de los trajinadores).
Chávez siempre estuvo consciente de esto, y se lo dijo a los dirigentes del Partido
en aquel “Aló Presidente Teórico I”: El consejo comunal no puede ser un apéndice
del Partido, estaríamos matando al bebé, estaríamos produciendo un aborto. ¿Cuál
es el bebé? Los consejos comunales. Ustedes no lo permitan. El Partido ayuda,
tiene que ayudar, el Partido impulsa, tiene que impulsar; el Partido forma cuadros.
Los consejos comunales no pueden ser apéndices de las alcaldías, no pueden, no
deben ser, no se dejen. Las comunas no pueden ser apéndice de las gobernaciones,
ni del Ministerio de la Comuna, ni del presidente Chávez ni de nadie: son del
pueblo, son creación de las masas, de ustedes…
No deja de ser curiosa esa lealtad a Chávez que deja de lado lo que él gritaba con
fuerza.