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NOMBRE: NICOL SOFIA GALEANO DAZA

ID: 20975

CLASE: DERECHO AGRARIO

“La política es portadora de una normatividad, y no es indiferente a su

marco económico; en otras palabras, ningún modelo económico o político

resulta neutral en materia de las conductas que promueve”

En el campo colombiano persisten problemas socioeconómicos estructurales que

han ahondado su rezago y que impiden avanzar en la rentabilidad de los

emprendimientos agropecuarios, así como en la generación de mayores niveles de

ingresos, bienestar y equidad para la población rural. Entre los principales desafíos

a superar se encuentran:

Aprovechamiento de actividades rurales no agropecuarias. La diversificación de los

ingresos de los hogares genera cada vez mayor participación de las actividades no

agropecuarias. Según la Misión Rural (DNP, 2015), el 51% de los trabajadores

rurales se emplean en el sector agrícola, el 17,4% en comercio y el 10,6% en los

servicios sociales. La capacidad de generación de ingresos de las actividades no

agropecuarias (94,5% del SMMLV) supera las agropecuarias (69,7% del SMMLV).

No obstante, no existe una política pública concreta de apoyo al desarrollo de

actividades rurales no agropecuarias en el campo colombiano.

Fallas en canales de comercialización. La comercialización de los productos

agropecuarios presenta deficiencias que se traducen en excesivos costos de


transacción y baja transparencia. El país tiene grandes rezagos en materia de

estandarización, selección y clasificación de los productos agropecuarios, lo cual

hace imposible la modernización de los mercados y genera pérdidas en

poscosecha. El DNP (2016) estimó en 40,5% el porcentaje de pérdidas en la

producción agropecuaria (3,9 millones de toneladas).

Las autoridades gubernamentales están realizando importantes esfuerzos en la

implementación de programas y proyectos vinculados al desarrollo del sector

agropecuario; sin embargo, los mecanismos de seguimiento de gasto aplicados no

permiten medir el impacto de las intervenciones ni cuantificar la contribución a los

procesos de gestión de riesgos agropecuarios.

Existe una alta concentración del presupuesto en programas relacionados con el

financiamiento agropecuario y una baja asignación presupuestaria a otros que son

igualmente necesarios para reducir las vulnerabilidades del sector y las brechas de

las condiciones preexistentes.

El logro de los objetivos planteados en la Estrategia y en una eventual política

pública de gestión integral de riesgos agropecuarios demanda el liderazgo del

MADR y la participación y coordinada de las instituciones. Adicionalmente, y

considerando que la implementación de acciones vinculadas al tema no cuenta

generalmente con presupuestos específicos, se requiere que las autoridades

mejoren sus mecanismos de planificación presupuestaria para medir cuánto se está

contribuyendo al tema directamente, e identifiquen y midan las contribuciones a la


agenda de gestión de riesgos agropecuarios por parte de los otros programas y

proyectos gubernamentales.

Las acciones de política se centran en tres objetivos fundamentales, fomentar la

generación, validación y ajuste de productos derivados de las actividades de CTI

generados con rigor y calidad, por los actores del SNIA (tecnologías, conocimiento

y servicios tecnológicos) movilizar estos productos a través de mecanismos de

extensión, espacios de interacción y principios de confianza y cooperación basados

en la gestión de conocimiento) dinamizar el SNIA y su gobernanza a través de un

modelo de gestión fundamentado en los instrumentos de política actuales y aquellos

que puedan surgir; todo lo anterior aunado para contribuir al fortalecimiento de

capacidades, el cambio técnico y la resiliencia en el sector agropecuario.

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