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De su Trono

¡Que de su Trono el Señor


A este mundo descendiera!
¡Que por nosotros sufriera
La muerte de malhechor!
¡Que por su infinito amor
Llevara tan grave peso
Cual nuestras culpas, e ileso,
Libre, enviara al condenado!
Tal amor, nunca se ha hallado
Sino en Dios; ¡Dios mismo es eso!

Y ese amor, si lo recibe


Con fe el pobre pecador,
Si cree ese inmenso amor,
Por Él sustentado vive.

Que sólo aquel que apercibe


Lo que en Dios mismo se encierra,
Que al hombre atrae, y no aterra,
Tiene un caudal prodigioso;
¡Es el sólo venturoso,
Sólo feliz en la tierra!.

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