Arqueoastronomía : La Estrella de Belén
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Desde antaño forma parte del "portalito" situada sobre
el nacimiento o como culminación del tronco del árbol
de Navidad. Sin embargo, a pesar de ser muy
popular, la Estrella de Belén es una gran desconocida,
de hecho, tan sólo en el Evangelio de San Mateo se la
menciona como guía de los Magos (que no reyes) de
Oriente, y la cita de esta forma (La Biblia, Mateo 2,2 -
Evangelios Testigos de Jehová Mateo 2,2): " ¿Donde
está el nacido Rey de los Judíos? porque nosotros
vimos en Oriente (cuando estaban en) su estrella y
hemos venido con el fin de adorarle ". Esta única cita
bíblica ha suscitado desde aquellos tiempos innumera-
bles interrogantes acerca de la naturaleza de esa "estre-
lla" que nosotros hemos acostumbrado a representar con
forma de cometa.
Como quiera que la fijación de la fecha de naci-
miento de Cristo en el 25 de Diciembre no es más que
sencillamente una convención tomada hacia el siglo IV,
así como la fijación del año 0 de nuestra era fue fijado
por el monje escita Dionisio el Exiguo en el siglo VI
que tras laboriosos cálculos la hizo coincidir con el año
754 de la fundación de Roma. Posteriormente los
historiadores descubrieron que el monje se equivocó en
varios años, pues hay dos hechos en los Evangelios que
ayudan al establecimiento del margen real de localiza-
ción de la fecha, y son en primer lugar la ejecución del
censo romano de César Augusto que se llevó a cabo
entre el año 8 y el 6 A.C. y en segundo lugar y más
importante, la muerte del rey Herodes que se sabe
ocurrió tras un eclipse de Luna visible desde Jericó que
con toda probabilidad se trata del ocurrido el 13 de
Marzo del 4 A.C., como quiera que Cristo nació al
menos entre 1 y 3 años antes de la muerte de Herodes,
pues mandó matar a los menores de 2 años en previsión
de fechas según el relato de los Magos (Mateo 2,16) a
su paso por su palacio, por lo que obtendríamos una
fecha entre el 8 y el 4 A.C. aunque con preferencia
hacia el 7 o 6. Una vez tenidos en cuenta estos factores,
los historiadores acudieron a la Astronomía para tratar
de buscar relación de la famosa estrella con algún
evento lo suficientemente importante como para ser
registrado en los anales de las civilizaciones antiguas
(Caldeos babilónicos, Chinos, etc.), además de la
verificación de algún fenómeno a través de los métodos
modernos de investigación.
La primera idea, y dada la tradición, sugirió la
imagen de un cometa, pero esto sólo es una represen-
tación fantástica de la Edad Media, pues no existe
El Planetario, nº 16, Enero 95
Por Francisco González
ningún registro de paso de cometas importantes en las
crónicas astronómicas occidentales, chinas, babilónicas
o coreanas (también importantes) entre los años 8 y 4
a.c., aunque si existe el asiento del paso del Halley en el
año 12 a.c.
También se ha asociado la estrella con el
planeta Venus, aunque esto es rechazable de plano
rotundamente, pues unos experimentados astrólogos
dudosamente habrían emprendido tan largo camino
"llamados" por el brillante planeta que tan regulares
fases nos muestra como para llamar la atención en una
determinada.
Otra idea fue que se podría tratar de una explo-
sión supernova, que habría hecho aumentar
espectacularmente el brillo de una estrella. Esta
tesis tiene a favor entre otros factores, el hecho de que
las supernovas perduran su luminosidad durante un
tiempo medio en el cielo, pero tiene en contra y
aplastantemente, que no existe ningún remanente
gaseoso de tal explosión ni dada su proximidad en el
tiempo, emisión de radio alguna como huella de tal
evento. Además el único registro de este tipo existente
en "dos siglos a la redonda" se remonta al año 185 d.c.
También recientemente se propuso la idea de
que podría tratarse de meteoros, uno o varios, siendo
visible el primero desde Babilonia, procedencia de los
Magos. Pero volvemos a la idea de los conocimientos
de estos personajes, que necesitarían de algo más
"pesado" para tomar una iniciativa de este tipo. E l
mismo autor de esta idea, Patrick Moore, llegó a sugerir
en una conferencia en Londres que se podría tratar de
una lluvia espectacular de meteoros, pero retrocediendo
al párrafo de Mateo, se habla de una estrella, no de
varias ni mucho menos de lluvia.
De hecho, el suceso astronómico no debió de
ser muy vistoso, pues los romanos, aunque brutos,
también disponían de estudiosos del cielo que sin duda
hubieran registrado sucesos astronómicos espectacula-
res, e incluso el mismo Herodes no hubiera necesitado
del asesoramiento de los Magos.
Una hipótesis que en los últimos años ha
ganado fuerza fue sugerida ya en el siglo XVII por
Johannes Kepler cuando en 1604 observó la aparición
de una supernova pensando que sólo un suceso de tal
magnitud pudo identificarse con la estrella de Belén.
Kepler había observado meses atrás conjunciones
planetarias planetarias, y haciendo cálculos con la fre-
cuencia de las conjunciones de Júpiter con Saturno,
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localizó una espectacular conjunción hacia en el año 7
a.c. en la constelación de Piscis, que hizo que durante
seis meses estos planetas se juntaran y separaran sucesi-
vamente en tres ocasiones, concretamente el 29 de
Mayo, 3 de Octubre y 4 de Diciembre, con separaciones
de aproximadamente 1:10,3º, 1:10,5º y º1:06,7º y
magnitudes también aproximada de -2.3/0.9, -2.9/0.6 y
-2.5/0.8 respectivamente. Esta idea de Kepler se ha
visto reforzada ante el hayazgo arqueológico de unas
tablillas babilónicas en que ya se preveía tal conjunción,
y por tanto, era esperada. He de decir, que las he
probado con varios programas y la verdad es que me he
aproximado mucho con PLANETARIO 1.2 para Win-
dows de P.Massimino comprobando separaciones
angulares en torno al grado haciendo especialmente
atractiva la zona. Dado que los Magos eran
astrólogos, esta idea se llena de contenido de la siguien-
te forma: Ellos pensarían que un gran rey (Júpiter) de
justicia (Saturno), nace entre los judíos (Piscis), luego
tomando la profecía mesiánica de estos, se obtiene el
impulso definitivo para ponerse en marcha ante el
acontecimiento que se avecina. Pero en detrimento,
E.W. Maunder indicó que ya en el año 66 a.c. tuvo lugar
una conjunción de estos dos planetas en el mismo lugar,
sólo que aún más espectacular por la menor separación
entre ambos, aunque, por lo que he podido comprobar
con mis modestos medios, he de dedir que si la separa-
ción fue menor, las magnitudes de ambos planetas
fueron superiores (-2.1 y 0.8) y resultó poco visible,
toda vez que el máximo de la conjunción se produjo a
unos 10º del Sol, aproximadamente el 10 de Febrero y
con separación de alrededor de 1º., poniendose los
planetas menos de una hora después que el astro rey.
Sin embargo Mark Kidger en un artículo
publicado en T.A. en Diciembre del 92 introduce un
nuevo argumento en la teoría planetaria y es la datación
en registros chinos y coreanos de la aparición de una
importante nova? Capricornio/Aguila que estaría en
magnitudes -1/-2, lo suficientemente brillante como
para llamar la atención de los eruditos, aunque lo
suficientemente débil como para que el bulgo en general
no la detectara. Aunque no existe acuerdo entre ambos
registros en cuanto a las características y fechas del
evento, pues mientras unos hablan de estrella, otros
hablan de objeto celeste con cola ( que bien podrían ser
distorsiones oculares ) que sin embargo se mantenía
inerte en el cielo al contrario que cualquier cometa
durante un período notable de tiempo, se impone la idea
de la nova porque se habla de estrella y por la falta de
movimiento. Pues bien, resulta bastante coherente esta
apuntilla, si volvemos a montar la historia de las
conjunciones con esta guinda final que estaría situada
en torno al año 5 a.c. y que quedaría más o menos así :
Los Magos de Oriente ( eruditos astrólogos babilónios
con probable "documentación" semejante a las tablillas
El Planetario, nº 16, Enero 95
mencionadas anteriormente ) quedarían maravillados
por esta conjunción, por otra parte ya esperada como
acontecimiento importante y con el mencionado signifi-
cado de que el Mesías de justicia, Rey de los Judíos
nace significado por el encuentro múltiple de Júpiter y
Saturno en Piscis. Al año siguiente, se produce un
agrupamiento triple de planetas, sumándose a los dos
gigantes, Marte y todo en una zona de unos 8 grados en
Piscis. Estaba claro, al menos, que entre los Judíos iba
a ocurrir algo grande. Pero la traca final vino aproxi-
madamente entre marzo y mayo del año siguiente, es
decir, el 5 a.c. en que verían la señal definitiva de que el
hecho habría ocurrido cuando se "encendió" la nova
Capricornio/Aguila y que hizo que inmediatamente se
pusieran en preparativos de la visita al nuevo Rey.
Pero a pesar de tan coherente estudio de Mark
Kidger y otras recopiladas y aquí expuestas, quiero
dejar una duda que se deja de caer tan sólo por lo
ufólogos y otra mencionada sólo de pasada en los
artículos utilizados en la redacción de este trabajo. En
primer lugar, en el mismo evangelio (Mateo 2,9) cuando
los Magos abandonan el palacio de Herodes, se lee : "
Luego que oyeron esto al rey, partieron : y hé aquí que
la estrella que habían visto en Oriente iba delante de
ellos, hasta que llegando sobre el sitio en que estaba el
niño, se paró ". Ni que decir tiene que este párrafo ha
alimentado gran cantidad de especulaciones acerca de
la posibilidad de la intervención extra-terrestre en tan
magno asunto. J.J. Benítez propone en su libro "Los
Astronautas de Yavé" que seguramente se tratara de una
nave sideral : "Una brillante nave que por supuesto, no
procedería de la Tierra". Como quiera que el párrafo es
constatable, si Mateo narrara hechos ciertos, estaríamos
ante un suceso, cuando menos sobrenatural a nuestra
realidad. En segundo y aún a pesar de todas las
investigaciones llevadas a cabo por historiadores y
científicos a lo largo de la historia hay un dato
desconcertante, y es el hecho de que tan familiar estrella
sólo, y digo "sólo" es mencionada por el evangelio de
San Mateo, es decir que para nada aparece en ningún
otro de los tres evangelios, por lo que por esta parte
podríamos estar ante una invención literaria del cronista
sin trasfondo real alrededor de la cual daremos vueltas
indefinidamente.
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