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OBRAS ESCOGIDAS

J. V. Stalin

Edición: Nentori, Tirana 1979.


Lengua: Castellano.
Digitalización: Koba.
Distribución: http://bolchetvo.blogspot.com/
Índice

EL NOMBRE Y LA OBRA DE J. V. STALIN SON


INMORTALES .........................................................1
PREFACIO ................................................................3
BREVEMENTE SOBRE LAS DISCREPANCIAS
EN EL PARTIDO. .....................................................6
EL MARXISMO Y LA CUESTIÓN NACIONAL. 20
1. La nación .........................................................21
2. El movimiento nacional ..................................24
3. Planteamiento de la cuestión ...........................27
4. La autonomía cultural-nacional .......................30
5. El bund, su nacionalismo y su separatismo .....34
6. Los caucasianos, la conferencia de los
liquidadores .........................................................39
7. La cuestión nacional en Rusia .........................43
CON MOTIVO DE LA MUERTE DE LENIN ......47
LENIN .....................................................................50
LOS FUNDAMENTOS DEL LENINISMO ...........54
I. Las raíces históricas del leninismo...................55
II. El método ........................................................57
III. La teoría ........................................................60
IV. La dictadura del proletariado ........................67
V. La cuestión campesina ....................................72
VI. La cuestión nacional ......................................77
VII. Estrategia y táctica .......................................81
VIII. El partido ....................................................87
IX. El estilo en el trabajo .....................................93
¿TROTSKISMO O LENINISMO? .........................95
I. Hechos acerca de la insurrección de Octubre ..95
II. El partido y la preparación de Octubre ...........97
III. ¿Trotskismo o Leninismo? ..........................102
LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE Y LA
TÁCTICA DE LOS COMUNISTAS RUSOS ......106
I. Las condiciones exteriores e interiores de la
revolución de Octubre .......................................106
II. Dos particularidades de la revolución de
Octubre, u Octubre y la teoría de la revolución
«permanente» de Trotski ...................................107
III. Algunas particularidades de la táctica de los
bolcheviques en el período de la preparación de
Octubre ..............................................................113
IV. La revolución de Octubre, comienzo y premisa
de la revolución mundial ...................................119
CUESTIONES DEL LENINISMO .......................121
I. Definición del Leninismo ..............................121
II. Lo fundamental en el Leninismo ..................122
III. La cuestión de la revolución «permanente» 123
IV. La revolución proletaria y la dictadura del
proletariado .......................................................124
V. El partido y la clase obrera dentro del sistema
de la dictadura del proletariado .........................127
VI. La cuestión del triunfo del socialismo en un
solo país .............................................................138
VII. La lucha por el triunfo de la edificación
socialista ............................................................143
UNA VEZ MÁS SOBRE LA DESVIACIÓN
SOCIALDEMÓCRATA EN NUESTRO PARTIDO

. . . . . . . . . . . . . . . . .
...............................................................................149

partido.. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. ..
I. Observaciones
1. Contradicciones

2. Origen de las contradicciones


previas
del desarrollo interno del

dentro del
149

149

.............................. .
partido
II. Particularidades de la oposición en el PC(b) de
151

. . .
la URSS 152

...........
III. Las discrepancias en el PC(b) de la URSS 155
1. Cuestiones de la edificación socialista 155
2. Los factores de la «tregua» 156

...................................
3. Unidad
«nacionales»
e indivisibilidad
e internacionales
de las tareas
de la revolución

..............
157
4. En torno a la historia del problema de la
edificación del socialismo 158
5. Particular importancia del problema de la
edificación del socialismo
momento presente
6. Acerca de las perspectivas
. . . . . . . . .
en
. . . . .
la URSS
. . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
de la revolución
.
en
. .
el
160

. . . . . . . . . .
161
7. Como se plantea la cuestión en realidad 162

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. .. .. .. .. ..........
8. Las probabilidades
9. Discrepancias
de
de carácter
vencer
político práctico
162

163

. . . . . . . . . . . . ............
IV. Los oposicionistas en acción 164
V. Por que alaban a la oposición los enemigos de
la dictadura proletariado 165

......... .
VI. La derrota del bloque oposicionista 167
VII. Sentido practico y significación de la XV

. ............
Conferencia del PC(b) de la URSS 168
PROBLEMAS DE LA REVOLUCIÓN CHINA 169

. . . . . . . . . . . . .. .. .. ..
I. Perspectivas de la revolución china 169
II. Primera etapa de la revolución china 169
III. Segunda etapa de la revolución china 170

....................
IV. Errores de la oposición 171
ACERCA DE LOS PROBLEMAS DE LA

.............
REVOLUCIÓN CHINA 173
EL CARÁCTER INTERNACIONAL DE LA

..................
REVOLUCIÓN DE OCTUBRE 176
INFORME POLÍTICO ANTE EL XV CONGRESO
DEL PC(b) DE LA URSS 180
DISCURSO EN EL VIII CONGRESO DE LA UJCL
.....................................
DE LA URSS........................................................
I. Fortaleced la combatividad de la clase obrera
182

.....
182
II. Organizad la crítica de masas desde abajo... 183
III. La juventud debe dominar la ciencia 184
SOBRE EL PELIGRO DE DERECHA EN EL PC(b)
DE LA URSS........................................................ 186
SOBRE LA INDUSTRIALIZACIÓN DEL PAÍS Y
LA DESVIACIÓN DE DERECHA EN EL PC(b)

industria . . . . . . . ..............................................
DE LA URSS........................................................ 192
I. La cuestión del ritmo del desarrollo

SOBRE LA DESVIACIÓN DERECHISTA


de la

EN EL
192

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
PC(b) DE LA URSS 196
II. Los cambios en las relaciones de clase y

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. .. .. .. .. .. ..
nuestras discrepancias
III. Discrepancias en cuanto a la Internacional
196

.....
Comunista 199
IV. Discrepancias en política interior 202

.. .. .. .. .. ........
V. Cuestiones de la dirección del partido 219
EN TORNO
POLÍTICA
A LAS CUESTIONES
AGRARIA DE LA URSS

................................
I. La teoría del «equilibrio»
II. La teoría de la «espontaneidad»
socialista
. . . . . . .
en
DE LA

la edificación
225
223
224
hacienda campesina
IV. La ciudad y el campo
. . . . ...............................................
III. La teoría de la «estabilidad» de la pequeña
225
227

. . . . . . . . . . .............. .. .. .. .. .. ..
V. La naturaleza de los koljoses 229
VI. Los cambios en las relaciones de clase y el
viraje en la política del partido 230
VII. Conclusiones 232

...................
INFORME ANTE EL XVII CONGRESO DEL
PARTIDO ACERCA DE LA ACTIVIDAD DEL CC

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .
DEL PC(b) DE LA URSS 233
I. La persistente crisis del capitalismo mundial y la
situación internacional de la Unión Soviética 233
III. El partido 239
SOBRE LOS DEFECTOS DEL TRABAJO DEL

. .
PARTIDO Y SOBRE LAS MEDIDAS PARA

. . . . . . . . . . . . . . . .
LIQUIDAR A LOS ELEMENTOS TROTSKISTAS
Y DEMÁS ELEMENTOS
I. Despreocupación política
II. El cerco capitalista . . . . . . . . . . .. .. .. .. .............
DE DOBLE CARA 247
247
249

. . . . . . . . . . . . . . . . . .................... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. ..
III. El trotskismo
IV. Los lados negativos
de nuestros días
de los éxitos
económicos
252
V. Nuestras tareas.............................................. 253
250

.............
Discurso de clausura 258
SOBRE EL MATERIALISMO DIALECTICO Y EL
MATERIALISMO HISTÓRICO 266
INFORME PRESENTADO AL XVIII CONGRESO
DEL PARTIDO
DEL CC DEL PC(b) DE LA URSS
ACERCA DE LA ACTIVIDAD
........... 282

Índice

. . . . . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. ..
I. La situación internacional

III. El reforzamiento continuo


de la Unión Soviética

del PC(b) de la
282

URSS
EL MARXISMO
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .............
Y LOS PROBLEMAS DE LA
288

.
LINGÜÍSTICA 292

. . . . . . . . . . . . . .
Acerca del marxismo en la lingüística 292
En torno a algunas cuestiones de la lingüística 302
Respuestas
PROBLEMAS
EN LA URSS ............................
a unos camaradas
ECONÓMICOS DEL SOCIALISMO
308
304

. . . . ...........................................................
Observaciones
relacionadas
1951
con
sobre cuestiones
la discusión de noviembre
de economía
de
308

. . . . . . . ......
1. El carácter de las leyes económicas en el
socialismo 308
2. La producción mercantil en el socialismo 310
3. La ley del valor en el socialismo 314
4. La supresión de la oposición entre la ciudad y el
campo, entre el trabajo intelectual y el trabajo
manual
ellos ..................................
y la liquidación de las diferencias entre
316

mundial . . ..........................................................
5. La disgregación del mercado mundial único
ahondamiento

6. La inevitabilidad
de la crisis del sistema capitalista

de las guerras entre los


y

317
países
el

. . . . . . . . . . . . . . . ..............
capitalistas 318
7. Las leyes económicas fundamentales del
capitalismo moderno y del socialismo 320

. . . . . . . . . . . . . .
8. Otras cuestiones 322
9. Importancia internacional de un manual
marxista de economía

......................
política
10. Como se puede mejorar el proyecto de manual
323

. . .
de economía política 323
Respuesta al camarada Aleksandr Ilich Notkin 324
Los
Respuesta
Venzher ...............................
errores
a
del camarada
los camaradas
L. D. Yaroshenko
A. V. Sanina Y V. G.
336
327

EL �OMBRE Y LA OBRA DE J. V. STALI�


SO� I�MORTALES

El 21 de diciembre próximo se cumplen 100 años


desde el día en que nació J. V. Stalin, gran
revolucionario y gran pensador marxista-leninista,
discípulo, colaborador y fiel continuador de la obra
de Lenin, destacado dirigente del proletariado
mundial e íntimo y querido amigo del pueblo
albanés.
El nombre y la obra de J. V. Stalin son inmortales.
Los ataques y las calumnias de los enemigos
burgueses y revisionistas nunca podrán deslucir sus
méritos históricos a los ojos del pueblo soviético, del
proletariado internacional y de los pueblos del
mundo.
J. V. Stalin se alinea junto a nuestros grandes
clásicos, C. Marx, F. Engels y V. I. Lenin. El
defendió magistralmente y con singular resolución
los principios fundamentales del marxismo-
leninismo, los enriqueció y desarrolló aún más en las
nuevas condiciones históricas. La obra de J. V. Stalin
es un valioso tesoro siempre actual, una poderosa
arma en manos del proletariado mundial en la lucha
por el triunfo de la revolución, del socialismo y del
comunismo.
Al lado de Lenin, J. V. Stalin combatió por el
triunfo de la Gran Revolución Socialista de Octubre,
para fundar y edificar el primer Estado socialista en
el mundo. A lo largo de 30 años consecutivos,
organizó y dirigió, a la cabeza del Partido
Bolchevique y del Estado soviético, la lucha para
materializar el genial plan leninista para edificar la
sociedad socialista, defender y consolidar
incesantemente la dictadura del proletariado, en
encarnizada lucha contra los enemigos externos e
internos de la Unión Soviética, contra los
oportunistas y los revisionistas de toda laya,
trotskistas, bujarinistas, nacionalistas burgueses, etc.
La edificación del socialismo en la Unión Soviética
bajo la dirección de J. V. Stalin constituye una rica
experiencia, de la cual los marxista-leninistas han
aprendido y siempre aprenderán.
J. V. Stalin nos da un brillante ejemplo de
combatiente resuelto contra los enemigos de la clase,
el imperialismo y la reacción, en defensa de las
conquistas de la revolución, de la dictadura del
proletariado y de la patria socialista. Como gran
estratega, dirigió la Gran Guerra Patria del pueblo
soviético y a una victoria de importancia
la condujo
histórica mundial. su dirección, el ejército
Bajo
soviético sostuvo el peso principal de la Guerra
Antifascista y dio una decisiva contribución al
desbaratamiento del fascismo y a la liberación de los
pueblos avasallados.
J. V. Stalin pertenece a todo el comunismo
internacional, al proletariado y a los trabajadores del
mundo entero. Como gran internacionalista proletario
y eminente dirigente del movimiento comunista
internacional, ha jugado un gran papel
engrandeciéndolo y fortaleciéndolo, en la
bolchevización de los partidos comunistas y en la
elaboración de una estrategia y táctica correctas,
revolucionarias, lo que condujo a la formación del
campo socialista y al desarrollo del movimiento
revolucionario y de liberación de los pueblos.
A él corresponde el mérito histórico de haber
descubierto y denunciado la traición de la dirección
revisionista yugoslava, que fue la primera variante
del revisionismo moderno en el poder.
Contrariamente a los intentos de los revisionistas
soviéticos, chinos y demás de rehabilitar al
revisionismo yugoslavo, la vida ha confirmado
enteramente la valoración de Stalin, según el cual el
titismo ha sido y sigue siendo una agencia del
imperialismo, cuyo objetivo es dividir el movimiento
comunista, sabotear la revolución y minar la lucha de
liberación de los pueblos.
J. V. Stalin era un íntimo y querido amigo del
pueblo albanés. En los ardorosos años de la Lucha de
Liberación Nacional el nombre y la obra de J. V.
Stalin se convirtieron para nuestro pueblo en un
símbolo de lucha y de victoria sobre los ocupantes
fascistas y del país; miles de guerrilleros
los traidores
albaneses, con su nombre en los labios, combatieron
heroicamente y dieron su vida por la liberación de la
Patria. En los difíciles momentos de los primeros
años después de la Liberación J. V. Stalin, como un
verdadero internacionalista, dio al pueblo albanés
una importante ayuda para la defensa de sus derechos
en la arena internacional, para la restauración del país
devastado por la guerra, para la edificación y la
defensa del socialismo.
J. V. Stalin ha sido y sigue siendo un gran
marxista-leninista. Su obra, independientemente de
las calumnias de los revisionistas soviéticos, titistas,
chinos y eurocomunistas, es y será también en el

J. V. Stalin

futuro bandera de lucha y de victoria para el


proletariado mundial y terror para los enemigos de la
revolución, del socialismo y de la dictadura del
proletariado. La campaña contra J. V. Stalin,
emprendida por los revisionistas jruschovistas en su
tristemente célebre XX Congreso, como ha recalcado
hace tiempo nuestro Partido, no tenía otro objetivo
que repudiar el leninismo, abrir paso a la restauración
del capitalismo en la URSS y otros países, golpear a
las verdaderas fuerzas revolucionarias marxista-
leninistas, hacer degenerar a los partidos comunistas
y sabotear la revolución. Marchando en este camino,
la camarilla revisionista de Jruschov y Brezhnev
liquidó las conquistas de la Revolución Socialista de
Octubre, la luminosa obra de V. I. Lenin y J. V.
Stalin y transformó la Unión Soviética de centro de
la revolución mundial en un Estado
socialimperialista.
Nuestro Partido ha considerado y considera la
defensa de J. V. Stalin y de su obra como una
importante cuestión de principios. Defender a J. V.
Stalin significa defender al marxismo-leninismo, la
revolución, el socialismo, la dictadura del
proletariado, ser combatiente resuelto contra el
imperialismo, la burguesía internacional y toda suerte
de revisionismo, defender la causa de la libertad y la
independencia de los pueblos, mantener en alto la
bandera del internacionalismo proletario.

Extracto de la decisión del Comité Central del


Partido del Trabajo de Albania para conmemorar el
centenario del nacimiento de J. V. Stalin
Tirana, 20 de marzo de 1979.

PREFACIO

Esta recopilación de obras escogidas de J. V.


Stalin, comprende algunos de los trabajos más
importantes del autor.
J. V. Stalin, en tanto que teórico y gran pensador
marxista-leninista, en sus numerosas obras defendió
el leninismo de manera magistral y en base a los
principios; defendió y enriqueció aún más la doctrina
marxista-leninista sobre la dictadura del proletariado,
sobre la lucha de clases, sobre el partido marxista-
leninista de la clase obrera y su papel dirigente, sobre
el imperialismo, sobre la cuestión nacional, sobre los
problemas de la edificación del socialismo y del
comunismo, etc.
Las obras incluidas en la presente recopilación,
vienen dispuestas por orden cronológico a excepción
de los dos primeros escritos dedicados a V. I. Lenin.
En su discurso «Con motivo de la muerte de
Lenin», en el II Congreso de los Soviets de la Unión
Soviética, J. V. Stalin, en nombre del Partido
Bolchevique, hizo el solemne juramento de guardar
como algo sagrado las recomendaciones de V. I.
Lenin y llevarlas a la práctica; en tanto que en el
discurso «Lenin» pronunciado en la velada dedicada
a la memoria de Lenin, celebrada en enero de 1924,
expuso algunas de las virtudes de V. I. Lenin en tanto
que gran pensador y gran estadista revolucionario.
«Los fundamentos del Leninismo» es una obra
capital, dedicada a argumentar teóricamente el
leninismo como desarrollo ulterior del marxismo de
La época del imperialismo y de las revoluciones
proletarias.
J. V. Stalin habla de La dictadura del proletariado
y de sus tareas históricas y remarca que la cuestión
de la dictadura del proletariado es la cuestión
fundamental del marxismo-leninismo.
J. V. Stalin analiza de manera completa y
armónica el fundamento de la estrategia y la táctica
revolucionarias del leninismo.
En dicha obra se encuentra desarrollada, y
argumentada la teoría leninista del partido como
destacamento de vanguardia, consciente y organizado
de la clase obrera, en tanto que la más alta expresión
de la organización de clase del proletariado.
Esta obra desempeñó un inmenso papel a la hora
de armar al partido con la teoría leninista, en su lucha
contra los trotskistas y todos los demás enemigos del
bolchevismo que a su vez eran enemigos del pueblo.
En el trabajo «La Revolución de Octubre y la
táctica de los comunistas rusos», está sintetizada
teóricamente la experiencia de la Gran Revolución
Socialista de Octubre, está argumentada y
desarrollada aún más la teoría de Lenin acerca de la
victoria del socialismo en un solo país. Asimismo,
«El carácter internacional de la Revolución de
Octubre», y otros escritos, revelan la trascendencia
histórica mundial de la Gran Revolución Socialista
de Octubre, que marca un viraje radical desde el
capitalismo al comunismo en la historia de la
humanidad y la victoria del marxismo-leninismo
sobre la social-democracia.
Por primera vez en el año 1926 se despliega la
lucha del Partido Bolchevique por aplicar la línea
general del Partido y del Poder Soviético, orientada
hacia la industrialización socialista. En esa época, en
«Cuestiones del leninismo» y otras obras, J. V. Stalin
desenmascara las tergiversaciones hostiles realizadas
por el grupo de Zinóviev-Kámenev, defiende las
resoluciones del XIV Congreso del PC(b) de la
Unión Soviética, denuncia los intentos de la «nueva
oposición» de propasar en el Partido la desconfianza
en la victoria del socialismo en la U.R.S.S. J. V.
Stalin desenmascara los esfuerzos de los trotskistas y
los zinovievistas por sustituir el leninismo por el
trotskismo.
En esta obra, al analizar las características y la
amplitud de las tareas de la revolución proletaria, J.
V. Stalin desarrolla todavía más la teoría de la
dictadura del proletariado en tanto que cuestión
principal de la revolución proletaria, como
continuación de la lucha de clases bajo formas
nuevas, como una forma peculiar de la alianza de
clase del proletariado con el campesinado y las
demás capas no proletarias de los trabajadores,
dirigidas por un solo partido -
el partido comunista. J.
V. Stalin hace un énfasis especial en la necesidad de
salvaguardar y reforzar los órganos de la dictadura
del proletariado en las condiciones de la existencia
del cerco capitalista y del peligro de la intervención.
J. V. Stalin presta una gran atención a la cuestión del
partido comunista y a su papel dirigente en el sistema
de la dictadura del proletariado.
En el informe «Una vez más sobre la desviación
socialdemócrata en nuestro Partido», presentado al
VII Pleno ampliarlo del Comité Ejecutivo de la

4
Internacional Comunista, J. V. Stalin defiende y
desarrolla la doctrina marxista-leninista sobre el
Partido en tanto que la principal fuerza dirigente y
orientadora del Estado Soviético; en él desenmascara
las «teorías» hostiles de los líderes del bloque
trotskista-zinovievista y su actividad de zapa en el
PC(b) de la Unión Soviética y en la Internacional
Comunista.
Cuando la consolidación de la economía socialista
de la U.R.S.S., hizo que estallara con gran dureza la
lucha de los Estados imperialistas contra la Unión
Soviética y la de los elementos capitalistas existentes
en el interior país; cuando
de contra el Poder
Soviético «se creó una especie de frente único, en él
que se encontraban desde Chamberlain hasta
Trotski», en el informe «Una vez más sobre la
desviación socialdemócrata en nuestro Partido» y en
otros trabajos, J. V. Stalin desarrolla una serie de
cuestiones ligadas a la teoría y la práctica de la
industrialización socialista, a la construcción del
socialismo en la U.R.S.S., a la vez que subraya la
unidad, la relación indivisible existentes entre las
tareas nacionales y las internacionales de la
revolución socialista, defiende en
la línea del Partido
las condiciones del peligro de una nueva agresión y
plantea nuevas tareas respecto al fortalecimiento de
la capacidad defensiva de la Unión Soviética.
Cuando el Partido inició la ofensiva contra los
kulaks, el grupo enemigo de los capituladores de
derecha, encabezado por Bujarin y Rykov, se quitó la
careta y se manifestó abiertamente contra la política
del Partido. esos momentos, en sus discursos
En
«Sobre el peligro de derecha en el PC(b) de la
U.R.S.S.», «Sobre la industrialización del país y la
desviación de derecha en el PC(b) de la U.R.S.S.», y
en otros escritos, J. V. Stalin pone al desnudo la
esencia contrarrevolucionaria y a favor de los kulaks
de la desviación derechista, desenmascara la
actividad de zapa de los capituladores de derecha y
de la organización antisoviética clandestina trotskista
y señala la necesidad de desplegar una lucha
intransigente en dos frentes, concentrando el fuego
sobre la desviación derechista. En estos escritos, J. V.
Stalin argumenta la necesidad indispensable de
desarrollar a rápidos ritmos la industria, en tanto que
base de la edificación socialista y de la defensa del
país, plantea la tarea de formar nuevos cuadros,
salidos de las filas de la clase obrera y capaces de
dominar la ciencia y la técnica. J. V. Stalin subraya la
necesidad imperiosa de desarrollar al máximo la
crítica y la (auto crítica, en tanto que método
bolchevique de educar a los cuadros, en tanto que
fuerza motriz del desarrollo de la sociedad soviética.
En los años 1929-1930, cuando el partido
bolchevique despliega la ofensiva general del
socialismo en todos los frentes e imprime un viraje
decisivo a la política - el paso de la política de
restricción de los kulaks a la política de liquidación

J. V. Stalin
de los kulaks como clase, sobre la base de la
colectivización total - y cuando el Partido resuelve la
tarea histórica más difícil de la revolución proletaria
después de la toma del Poder - la tarea de poner a
millones de haciendas campesinas individuales en el
camino de los koljoses, en el camino del socialismo.
J. V. Stalin en el discurso «Sobre la desviación
derechista en el PC(b) de la U.R.S.S.» y en otras
obras, hace un análisis de los cambios que se habían
producido en las relaciones de clase en la U.R.S.S. y
en los países capitalistas, argumenta la necesidad de
la ofensiva del socialismo contra los elementos
capitalistas de la ciudad y del campo, y, en relación
con esto, el estallido de la agudización de la lucha de
clases. J. V. Stalin desenmascara la fraccionalista
actividad antipartido grupo de Bujarin, su doblez,
del
sus cambalaches secretas con los trotskistas para
organizar un bloque contra el Partido. J. V. Stalin
subraya que el peligro principal en aquel período era
la desviación derechista y la actitud conciliadora
hacia ella, desenmascara a los capituladores de
derecha como enemigos del leninismo, como agentes
de los kulaks, pone de relieve la esencia liberal
burguesa y antirrevolucionaria de la «teoría»
oportunista de derecha de la integración pacífica de
los kulaks en el socialismo. En el combate contra los
oportunistas de derecha, J. V. Stalin continúa la
defensa y el desarrollo de la doctrina marxista-
leninista sobre el Estado y sobre la dictadura del
proletariado.
En el discurso «En torno a las cuestiones de la
política agraria de la U.R.S.S.», J. V. Stalin denuncia
las teorías burguesas y oportunistas de derecha, las
teorías del «equilibrio», las teorías de la
«espontaneidad» en la edificación socialista, las
teorías de la «estabilidad» de la pequeña hacienda
campesina, y demuestra la superioridad de la gran
hacienda colectiva en la agricultura. J. V. Stalin
define la naturaleza del koljos como forma socialista
de la economía y argumenta ampliamente el viraje
que supone el paso de la política de limitación y
eliminación de los elementos capitalistas del campo a
la política de liquidación de los kulaks como clase,
sobre la base de la completa colectivización.
El discurso pronunciado en el Pleno del CC del
PC(b) de la Unión Soviética en marzo de 1937
«Sobre los defectos en el trabajo del Partido y las
medidas adoptadas para liquidar a los elementos
trotskistas y otros elementos de doble faz»,
constituye un claro programa para fortalecer los
órganos del Partido y de los Soviets, para elevar la
vigilancia política, pertrechando de este modo al
partido en su lucha contra los enemigos encubiertos
del pueblo, como eran los renegados de la banda
bujarinista-trotskista-zinovievista, que tenían como
fin la destrucción del Partido y del Estado Soviético,
el minar la defensa del país, facilitar la intervención
extranjera y preparar la derrota del Ejército Rojo.

Prefacio

En la obra «Sobre el materialismo dialéctico y el


materialismo histórico», que J. V. Stalin escribió en
1938, como parte del «Breve curso de la historia del
PC(b) de la Unión Soviética», encontramos una
especificación completa, harmónica y sistemática de
los fundamentos de la filosofía marxista. Con su
definición del materialismo dialéctico como
concepción del Partido marxista-leninista, J. V.
Stalin demostró el papel extraordinariamente grande
que juega la filosofía científica en la lucha de la clase
obrera y de su partido para transformar el mundo. En
esta obra, están presentadas de una forma clara y
sencilla, las características fundamentales del método
dialéctico marxista del materialismo filosófico
marxista y del materialismo histórico.
El presente volumen incluye extractos del informe
pronunciado en el XV Congreso del PC(b) de la
Unión Soviética, donde se habla del aparato del
Estado y de la lucha contra el burocratismo, así como
de la consigna leninista en relación con la revolución
cultural.
En los extractos sacados del Informe al XVII
Congreso, J. V. Stalin habla del desarrollo de la crisis
económica y la agravación de la situación política en
los países capitalistas, y advierte que es necesario
robustecer la capacidad defensiva del País Soviética,
para así rechazar los ataques de los Estados
imperialistas.
En el informeal XVIII Congreso en el año 1939,
J. V. Stalin hace un profundo análisis de la situación
internacional en vísperas de la Segunda Guerra
Mundial y traza importantes tareas ligadas a la
defensa ante el peligro de la guerra mundial que
preparaban celosamente los Estados imperialistas.
A las cuestiones de la economía política del
socialismo está dedicada la obra «Problemas
económicos del socialismo en la U.R.S.S.», escrita
por J. V. Stalin en 1952. En ella, se analizan los
problemas del carácter de las leyes económicas en el
socialismo, de la producción de mercancías y de la
ley del valor en el socialismo, de la supresión de los
contrastes entre la ciudad y campo, entre el
el trabajo
intelectual y el trabajo manual, así como, de la
eliminación de las diferencias entre ellos, de la
disgregación del mercado mundial único y de la
exacerbación de la crisis del sistema capitalista
mundial, de las leyes económicas fundamentales del
capitalismo actual y del socialismo, etc.
En esta obra se critica duramente los puntos de
vista no marxistas en la cuestión del papel de las
fuerzas productivas y de las relaciones de producción
en el desarrollo de la sociedad.
En su obra «El marxismo y los problemas de la
lingüística», J. V. una sólida base
Stalin ofrece
marxista a la ciencia de la lingüística y especifica una
serie de problemas del materialismo dialéctico e
histórico, enriqueciendo con nuevas tesis, la teoría
marxista-leninista del desarrollo de la lengua y de la

cultura nacional bajo el socialismo y el comunismo,


en particular, y bajo la filosofía marxista-leninista, en
general.
Las obras teóricas de J. V. Stalin ocupan un
importante lugar en el tesoro del marxismo-
leninismo, colocan a J. V. Stalin en las filas de los
teóricos marxistas más preclaros.

Casa Editora «8 NENTORI»

BREVEME�TE SOBRE LAS DISCREPA�CIAS


E� EL PARTIDO.

«La socialdemocracia es la fusión del


movimiento obrero con el socialismo».
Carlos Kautsky

¡Qué importunos son nuestros «mencheviques»!


Hablo de los «mencheviques» de Tiflis. Han oído
decir que en el Partido hay discrepancias y repiten
machacones: ¡quieras que no, siempre y en todas
partes hemos de hablar de discrepancias; quieras
que no, hemos de increpar a diestro y siniestro a los
«bolcheviques»! E increpan a más y mejor, como
energúmenos. En todas las esquinas, estén entre
propios o extraños, en una palabra, venga o no a
cuento, vociferan lo mismo: ¡cuidado con la
«mayoría», son gente extraña, hombres de otra fe!
No contentos con el campo «ordinario» de su
actividad, han llevado «el a
asunto» las
publicaciones legales y han puesto así una vez más
1.
de manifiesto su... importunidad
¿De qué se acusa a la «mayoría»? ¿Por qué se
«encorajina» tanto nuestra «minoría»?
Veamos la historia.
-----
«mayoría» y la «minoría» surgieron por
La
primera vez en el II Congreso del Partido (1903).
Fue el Congreso en el que nuestras fuerzas dispersas
debían agruparse en un partido único y poderoso.
Nosotros, los activistas del Partido, ciframos
grandes esperanzas en este Congreso. ¡Por fin -
exclamamos con alegría- llegaremos a la
unificación en un solo partido y podremos actuar
con arreglo a un solo plan!... Naturalmente que ya

1
El folleto de J. V. Stalin «Brevemente sobre las discrepancias
en el Partido» fue escrito a fines de abril de 1905. Era la
respuesta a los artículos de N. Zhordania «¿Mayoría o minoría?»,
aparecido en «Sotsial-Demokrat»; «¿Qué es el Partido?»,
publicado en «Mogzauri», y otros. La aparición del folleto de J.
V. Stalin «Brevemente sobre las discrepancias en el Partido» no
tardó en conocerse en el centro bolchevique del extranjero. El 18
de julio de 1905, N. K. Krúpskaia, en carta al Comité de la Unión
del Cáucaso del POSDR, que el folleto fuese enviado al
rogaba
extranjero. El folleto «Brevemente sobre las discrepancias en el
Partido» adquirió vasta difusión en las organizaciones
bolcheviques de la Transcaucasia; por él los obreros avanzados
conocieron las discrepancias que existían en el Partido y la
actitud de V. I. Lenin, de los bolcheviques. El folleto fue editado
en la imprenta clandestina de Avlabar de la Unión del Cáucaso
del POSDR en mayo de 1905, en georgiano, y en junio, en ruso y
armenio, con una tirada de 1.500 a 2.000 ejemplares en cada
lengua.

actuábamos antes, pero nuestras actividades eran


dispersas y carecían de organización. Ya antes
habíamos intentado unificarnos; precisamente para
ello convocamos el ICongreso del Partido (1898), y
hasta llegamos a «unificarnos» en apariencia, pero
esta unidad existía sólo de palabra: el Partido
continuaba fraccionado en diferentes grupos, sus
fuerzas todavía se hallaban dispersas y necesitaban
la unificación. Y el II Congreso del Partido debía
agrupar las fuerzas diseminadas y fundirlas en un
todo. Debíamos crear un partido único.
Pero de hecho resultó que nuestras esperanzas
eran, hasta cierto punto, prematuras. El Congreso no
pudo darnos un partido único e indiviso; tan sólo
sentó los cimientos de tal partido. En cambio, el
Congreso nos mostró claramente que en el Partido
existen dos tendencias: la tendencia de «Iskra» (se
2)
trata de la vieja «Iskra» y la tendencia de sus
adversarios. De acuerdo con esto, el Congreso se
dividióen dos partes: «mayoría» y «minoría». La
primera se adhirió a la tendencia de «Iskra» y se
agrupó en torno a ella; en cuanto a la segunda,
como adversaria de «Iskra», ocupó la posición
opuesta.
pues, «Iskra» se convirtió en la bandera de
Así,
la «mayoría» del Partido y la posición de «Iskra»
pasó a ser la posición de la «mayoría».
¿Qué camino seguía «Iskra», qué defendía?
Para comprenderlo, es necesario conocer las
condiciones en que «Iskra» entró en la palestra de la
historia.
«Iskra» comenzó a salir en diciembre de 1900.
Era la época en que se iniciaba la crisis en la
industria rusa. El florecimiento industrial,
acompañado de diversas huelgas económicas (1896-
1898), se vio sustituido paulatinamente por la crisis.
La crisis se fue agravando de día en día y vino a

2
«Iskra» (“La Chispa”): primer periódico clandestino marxista
de toda Rusia, fundado en 1900 por V. I. Lenin. El primer
número de la «Iskra» leninista apareció el 11 (24) de diciembre
de 1900 en Leipzig. Los números siguientes salieron en Munich,
desde abril de 1902 en Londres y desde la primavera de 1903 en
Ginebra. En diversas ciudades de Rusia (Petersburgo, Moscú y
otras) se organizaron grupos y comités del POSDR de
orientación leninista-iskrista. En la Transcaucasia las ideas de
«Iskra» eran defendidas por el periódico clandestino «Brdzola»,
órgano de la socialdemocracia revolucionaria georgiana. (Acerca
de la importancia y del papel de «Iskra», v. la «Historia del
PC(b) de la URSS», págs. 38-49, ed. en español, Moscú, 1947).

Brevemente sobre las discrepancias en el partido

obstaculizar las huelgas económicas. pesar de A


ello, el movimiento obrero se abría paso y
avanzaba: los diferentes arroyuelos se fundían en un
torrente, el movimiento adquiría un matiz de clase y
poco a poco emprendía el camino de la lucha
política. El movimiento obrero crecía con
sorprendente rapidez... Lo único que no se veía era
el destacamento de vanguardia, la
3,
socialdemocracia que introdujera en este
movimiento la conciencia socialista, lo uniese con
el socialismo y, de tal modo, imprimiera a la lucha
del proletariado un carácter socialdemócrata.
¿Qué hacían, pues, los «socialdemócratas» de
entonces (se les llamaba «economistas»)?
Incensaban el movimiento espontáneo y repetían
con toda despreocupación: la conciencia socialista
no es tan necesaria para el movimiento obrero,
también sin ella éste alcanzara felizmente su meta,
lo esencial es el propio movimiento. El movimiento
lo es todo, y la conciencia, una nimiedad. Un
movimiento sin socialismo: a eso tendían.
¿En qué consiste, pues, en tal caso la misión de
la socialdemocracia de Rusia? Debe ser un
instrumento dócil del movimiento espontáneo -
afirmaban-. es asunto nuestro introducir la
No
conciencia socialista en el movimiento obrero, no es
asunto nuestro ponernos al frente de este
movimiento: sería ejercer una violencia infructuosa;
nuestro deber consiste tan sólo en seguir con
atención el movimiento y señalar exactamente lo
que ocurre en la vida social: nosotros debemos ir a
4.
la zaga del movimiento espontáneo En una

3
La socialdemocracia es el destacamento de vanguardia del
proletariado. En este destacamento entra todo luchador
socialdemócrata, sea obrero o intelectual.
4
Nuestro «Sotsial-Demokrat» se ha inflamado por la
de pasión
«crítica» (v. el núm. 1, «¿Mayoría o minoría?”), pero yo debo
señalar que dicho periódico define erróneamente a los
«economistas» y a los partidarios de «Rabócheie Dielo» (se
diferencian muy poco los unos de los otros). La cuestión no
reside en que «despreciaban las cuestiones políticas», sino en que
iban a la zaga del movimiento y repetían lo que el movimiento
les sugería. Hubo un tiempo en que sólo se producían huelgas.
Entonces ellos propugnaban la lucha económica. Llegó el tiempo
de las manifestaciones (1901), se vertió sangre, soplaron vientos
de decepción, y los obreros recurrieron al terror, suponiendo que
el terror les salvaría de los tiranos. Entonces los «economistas» y
los partidarios de «Rabócheie Dielo» se sumaron también al coro
general y declararon, dándose aires de gran importancia: es hora
de recurrir al terror, de asaltar las cárceles, de liberar a los
camaradas, etc. (v. «Un viraje histórico», «Rabócheie Dielo»).
Como veis, eso no significa en manera alguna «despreciar las
cuestiones políticas”. El autor ha tomado su «crítica» de
Martínov, pero sería más útil que conociese la historia.
«Sotsial-Demokrat» («El Socialdemócrata»): periódico
clandestino de los mencheviques caucasianos; se publicó en
lengua georgiana en Tiflis desde abril hasta noviembre de 1905.
Dirigió el periódico N. Zhordania. El primer número de «Sotsial-
Demokrat» salió como «órgano del Comité de Tiflis del
POSDR»); en lo sucesivo el periódico se denominó «órgano de
las organizaciones obreras socialdemócratas del Cáucaso”.
“Rabócheie Dielo» («La Causa Obrera»): órgano no periódico de
la Unión de socialdemócratas rusos en el extranjero

palabra, la socialdemocracia era presentada como


un lastre superfluo en el movimiento.
Quien no admite la socialdemocracia, no debe
admitir tampoco el Partido Socialdemócrata.
Precisamente por eso los «economistas» afirmaban
con tanta obstinación que la existencia de un partido
político del proletariado en Rusia es imposible. Que
se ocupen de la lucha política los liberales -decían-,
esto es mas propio de ellos. ¿Y qué haremos
nosotros, los socialdemócratas? Nosotros debemos
seguir existiendo como hasta ahora, en forma de
círculos dispersos y actuar aisladamente, cada uno
en su rincón.
¡�o el Partido, sino el círculo!, decían ellos.
Así, pues, de un lado, el movimiento obrero
crecía y necesitaba un destacamento dirigente de
vanguardia, y de otro lado, la «socialdemocracia»,
representada por los «economistas», en lugar de
encabezar el movimiento, se negaba a sí misma e
iba a zaga del movimiento.
la
Había que exponer públicamente la idea de que
el movimiento obrero espontáneo sin socialismo
equivale a un vagar en las tinieblas, que si conduce
algún día al objetivo, nadie sabe será ni a
cuándo
costa de qué sufrimientos, y que, por consiguiente,
la conciencia socialista tiene una importancia muy
grande para el movimiento obrero.
Había que decir también que la portadora de esta
conciencia, la socialdemocracia, está obligada a
introducir la conciencia socialista en el movimiento
obrero, a marchar siempre a la cabeza del
movimiento y no contemplar el movimiento obrero
espontáneo al margen de él, no ir a la zaga.
Había que expresar asimismo la idea de que la
obligación directa de la socialdemocracia de Rusia
es reunir los diferentes destacamentos avanzados
del proletariado, agruparlos en un partido único y
poner fin así de una vez para siempre a la dispersión
del Partido.
Y fue «Iskra» la que emprendió precisamente el
cumplimiento de estas tareas.
He aquí lo que dice en su artículo programático
(v. «Iskra», núm. 1): «La socialdemocracia es la
5,
fusión del movimiento obrero con el socialismo»
es decir, el movimiento sin socialismo o el
socialismo al margen del movimiento es un
fenómeno indeseable contra el que debe luchar la
socialdemocracia. Y como los «economistas» y los
partidarios de «Rabócheie Dielo» se prosternaban
ante el movimiento espontáneo, como rebajaban la
importancia del socialismo, «Iskra» señalaba:
«Separado de la socialdemocracia, el movimiento
obrero se empequeñece y necesariamente se
aburguesa». De acuerdo con
es obligación de
ello,
la socialdemocracia a este movimiento su
«señalar
objetivo final, sus tareas políticas, salvaguardar su

(«economistas»). La revista se editó en Ginebra de 1899 a 1902.


5
Véase: V. I. Lenin, Obras, t. 4, pág. 343, 4ª ed. en ruso.

independencia política e ideológica».


¿Qué obligaciones recaen sobre la
socialdemocracia de Rusia? «De aquí se desprende
por sí misma -continúa «Iskra»- la tarea que está
llamada a realizar la socialdemocracia rusa:
introducir en la masa del proletariado las ideas
socialistas y la conciencia política de sí mismo y
organizar un partido revolucionario,
indisolublemente ligado al movimiento obrero
espontáneo»; es decir, debe estar siempre a la
cabeza del movimiento y su obligación primordial
es fundir en un solo partido las fuerzas
socialdemócratas del movimiento obrero.
Así fundamenta su programa la redacción de
6.
«Iskra»
¿Realizó «Iskra» este excelente programa?
De todos es sabida la abnegación con que llevó a
la práctica estas importantísimas ideas. Nos lo
demostró claramente el II Congreso del Partido, que
por 35 votos reconoció a «Iskra» como órgano
central del Partido.
¿Después de esto, no resulta acaso ridículo que
ciertos marxistas de pacotilla se pongan a cubrir de
improperios a la vieja «Iskra»?
He aquí lo que escribe sobre «Iskra» el
menchevique «Sotsial-Demokrat»:
«Ella («Iskra») debía haber hecho un análisis de
las ideas del «economismo», impugnar las falsas
concepciones, aceptar las verdaderas y llevarlo a un
nuevo cauce... Pero no ocurrió así. La lucha contra
el «economismo» originó otro extremismo: el
menoscabo de la lucha económica, una actitud
despectiva hacia ella y el reconocimiento de la
importancia predominante en favor de la lucha
política. Una política sin economía: he aquí la
nueva tendencia» (v. «Sotsial-Demokrat», núm. 1,
«¿Mayoría o minoría?»).
Pero, ¿dónde, cuándo y en qué país ha ocurrido
todo esto, honorable «crítico»? ¿Qué hicieron
Plejánov, Axelrod, Zasúlich, Mártov, Starovier?,
¿por quéno encauzaron la «Iskra» por el camino de
la «verdad»,ya que constituían la mayoría en la
redacción? ¿Y dónde se hallaba usted mismo hasta
ahora, respetabilísimo señor?, ¿por qué no puso en
guardia al II Congreso del Partido, que en tal caso
no habría reconocido a «Iskra» como órgano
central?
Mas dejemos al «crítico».
El caso es que «Iskra» señaló con justeza las
«cuestiones palpitantes», siguió precisamente el
camino que yo hablaba antes y aplicó de un
de
modo abnegado su programa.
De manera aún más precisa y convincente ha
expresado la posición de «Iskra» Lenin en su
admirable libro «¿Qué hacer?».

6
La redacción de «Iskra» se componía entonces de seis
miembros: Plejánov, Axelrod, Zasúlich, Martóv, Starovier
(seudónimo de A. N. Potrésov) y Lenin.

J. V. Stalin

Detengámonos en este libro.


Los «economistas» se prosternaban ante el
movimiento obrero espontáneo, pero, ¿quién no
sabe que el movimiento espontáneo es un
7
movimiento sin socialismo, «es tradeunionismo»
que no quiere ver nada más allá de los límites del
capitalismo? ¿Quién no sabe que el movimiento
obrero sin socialismo significa estancamiento en el
marco del capitalismo, un errar en torno a la
propiedad privada, que si conduce algún día a la
revolución social, nadie sabe cuándo a costa será ni
de qué sufrimientos? ¿Acaso para los obreros es
indiferente llegar a la «tierra de promisión» en un
plazo próximo o después de largo tiempo, por una
vía fácil o por una vía difícil? Está claro que todo el
que exalte el movimiento espontáneo y se prosterne
ante él, independientemente de su voluntad abre un
abismo entre el socialismo y el movimiento obrero,
rebaja la importancia de la ideología socialista, la
proscribe de la vida e independientemente de su
voluntad somete a los obreros a la ideología
burguesa, pues no comprende que «la
socialdemocracia es la fusión del movimiento
8,
obrero con el socialismo» que «todo lo que sea
prosternarse ante la espontaneidad del movimiento
obrero, todo lo que sea rebajar el papel del
«elemento consciente», el papel de la
socialdemocracia, equivale -en absoluto
independientemente de la voluntad de quien lo
hace- a fortalecer la
influencia de la ideología
9.
burguesa sobre los obreros»
Expliquémonos más detenidamente. En nuestro
tiempo pueden existir sólo dos ideologías: la
burguesa y la socialista. La diferencia entre ellas
consiste, entre otras cosas, en que la primera, es
decir, la ideología burguesa, es mucho más antigua,
está más difundida y ha arraigado más
profundamente en la vida que la segunda; con las
concepciones burguesas tropezamos en todas partes
y en todos los terrenos, en nuestro propio ambiente
y en el extraño, mientras que la ideología socialista
empieza a dar los primeros pasos, no hace sino
empezar a abrirse camino. Huelga señalar que si se
trata de la difusión de las ideas, la ideología
burguesa, es decir, la conciencia tradeunionista, se
difunde con mucha más facilidad y abarca mucho
más ampliamente el movimiento obrero espontáneo
que la ideología socialista, que está dando tan sólo
sus primeros pasos. Esto es tanto más cierto cuanto
que el movimiento espontáneo -el movimiento sin
socialismo- de todos modos «marchaprecisamente
10.
hacia su subordinación a la ideología burguesa»
Y la subordinación a la ideología burguesa significa
el desplazamiento de la ideología socialista, por
7
Lenin: «¿Qué hacer?»
8
Kautsky: «El programa de Erfurt», edición del CC.
9
Lenin: «¿Qué hacer?»
10
Lenin: «¿Qué hacer?»

Brevemente sobre las discrepancias en el partido

cuanto ambas se niegan recíprocamente.


¿Cómo -se nos preguntará-, acaso la clase obrera
no tiende al socialismo? Sí, tiende al socialismo. De
no ser así, la actividad de la socialdemocracia sería
infructuosa. Pero también es cierto que a esta
tendencia se opone, obstaculizándola, otra
tendencia: la tendencia a la ideología burguesa.
Acabo de decir que nuestra vida social está
impregnada de ideas burguesas, por lo que es
mucho más fácil difundir la ideología burguesa que
la socialista. No debe olvidarse que, al mismo
tiempo, los ideólogos burgueses no se duermen, se
presentan a su manera bajo la cobertura socialista y,
sin cesar tratan de subordinar a la clase obrera a la
ideología burguesa. Y si además los
socialdemócratas, a ejemplo de los «economistas»,
se tumban a la bartola y van a la zaga del
movimiento espontáneo (y el movimiento obrero es
precisamente espontáneo cuando la
socialdemocracia secae por su peso
conduce así),
que el movimiento obrero espontáneo seguirá ese
camino trillado y se subordinará a la ideología
burguesa, por supuesto hasta que largas búsquedas y
sufrimientos le obliguen a romper los vínculos que
le unen a la ideología burguesa y a emprender la
senda de la revolución social.
Esto es precisamente lo que se llama tendencia a
la ideología burguesa.
He aquí lo que dice Lenin:
«La clase obrera tiende de un modo espontáneo
al socialismo, pero la ideología burguesa, la más
difundida (y resucitada sin cesar en las formas más
diversas), se
impone, sin embargo, espontáneamente
11.
más que nada al obrero» Precisamente por eso el
movimiento obrero espontáneo, mientras es
espontáneo, mientras no se ha unido a la conciencia
socialista, se subordinaa la ideología burguesa y
12.
tiende a esa subordinación Si esto no fuese así,
sería superflua la crítica socialdemócrata, la
propaganda socialdemócrata, seria superflua
también la «fusión del movimiento obrero con el
socialismo».
La socialdemocracia está obligada a luchar
contra esta tendencia a la ideología burguesa y
prestar su concurso a la otra tendencia: la tendencia
al socialismo. Naturalmente, algún día, tras largas
búsquedas y penalidades el movimiento espontáneo
también alcanzará el objetivo sin ayuda de la
socialdemocracia, llegará al umbral de la revolución
social, ya que «la clase obrera tiende de un modo
13.
espontáneo al socialismo» Pero ¿y hasta
entonces, qué debemos hacer? ¿Cruzarnos de
brazos, como los «economistas», y ceder el terreno
a los Struve y a los Zubátov? ¿Dar de lado a la
socialdemocracia y contribuir así al dominio de la

11
Lenin: «¿Qué hacer?»
12
Lenin: «¿Qué hacer?»
13
Lenin: «¿Qué hacer?»

ideología burguesa, de la ideología tradeunionista?


¿Echar al olvido el marxismo y no «fundir el
socialismo con el movimiento obrero»?
¡No! La socialdemocracia es el destacamento de
14,
vanguardia del proletariado y su deber consiste en
ir siempre al frente del proletariado, su deber es
«hacer que el movimiento obrero abandone esta
tendencia espontánea del tradeunionismo a
cobijarse bajo el ala de la burguesía y atraerlo
hacia
15.
el ala de la socialdemocracia revolucionaria» El
deber de la socialdemocracia es introducir la
conciencia socialista en el movimiento obrero
espontáneo, fundir el movimiento obrero con el
socialismo y dar así a la lucha del proletariado un
carácter socialdemócrata.
Dicen que en algunos países la clase obrera ha
elaborado ella sola la ideología socialista (el
socialismo científico) y que ella sola la elaborará
también en los países restantes, por lo que es
completamente superfluo introducir la conciencia
socialistaen el movimiento obrero desde fuera. Pero
esto es
un profundo error. Para elaborar el
socialismo científico, hay que ir a la vanguardia de
la ciencia, hay que estar pertrechado con los
conocimientos científicos y saber investigar
profundamente las leyes del desarrollo histórico.
Pero la clase obrera, mientras siga siendo clase
obrera, no está en condiciones ponerse al frente
de
de la ciencia, de hacerla avanzar y de investigar
científicamente las leyes históricas: carece de
tiempo y de medios para ello. El socialismo
científico «puede surgir únicamente sobre la base de
profundos conocimientos científicos...» -dice C.
Kautsky-. «...Pero el portador de la ciencia no es el
proletariado, sino la intelectualidad burguesa
(subrayado por C. Kautsky). Es del cerebro de
algunos miembros de esta capa de donde ha surgido
el socialismo moderno, y han sido ellos quienes lo
han transmitido a
los proletarios destacados por su
16.
desarrollo intelectual...»
En relación con ello, Lenin dice: todo el que se
prosterna ante el movimiento obrero espontáneo y,
cruzándose de brazos, lo contempla desde el
margen, el que disminuye constantemente la
importancia de la socialdemocracia y cede el
terreno a los Struve y a los Zulátov, se imagina que
este movimiento elaborará por sí solo el socialismo
17.
científico. «Pero esto es un profundo error»
Algunos piensan que los obreros de Petersburgo, en

14
C. Marx: «Manifiesto». Véase: C. Marx y F. Engels, Obras
escogidas en dos tomos, t. I, pág. 34, ed. en español, Moscú,
1951.
15
Lenin: «¿Qué hacer?»
16
Lenin: «¿Qué hacer?», donde están reproducidas estas líneas
de Kautsky de su conocido artículo publicado en «Neue
Zeit»,1901-1902, núm. 3. “Die Neue Zeit» («Tiempos Nuevos»):
revista de la socialdemocracia alemana, que se publicó en
Stuttgart desde 1883 hasta 1923.
17
Lenin: «¿Qué hacer?»

10

las huelgas de los años del 90, poseían una


conciencia socialdemócrata, pero eso también es un
error. No tenían tal conciencia, ni podían tenerla.
Esta (la conciencia socialdemócrata) sólo podía ser
introducida desde fuera. La historia de todos los
países atestiguan que la clase obrera,
exclusivamente con sus propias fuerzas, sólo está en
condiciones de elaborar una conciencia
tradeunionista, es decir, la convicción de que es
necesario agruparse en sindicatos, luchar contra los
patronos, reclamar del gobierno la promulgación de
tales o cuales leyes necesarias para los obreros, etc.
En cambio, la doctrina del socialismo ha surgido de
teorías filosóficas, históricas y económicas,
elaboradas por representantes instruidos de las
clases poseedoras, por los intelectuales. Los propios
fundadores del socialismo científico moderno, Marx
y Engels, pertenecían por su posición social a los
18.
«intelectuales burgueses» Esto no significa,
naturalmente, continúa Lenin, «que los obreros no
participen en esta elaboración. Pero no participan en
calidad sino en calidad de teóricos del
de obreros,
socialismo, como los Proudhon y los Weitling
(ambos eran obreros); en otros términos, sólo
participan en el momento y en la medida en que
logran, en mayor o menor grado, dominar la ciencia
19.
de su siglo y hacerla avanzar»
Todo esto podemos representárnoslo, más o
menos, de la manera siguiente. Existe el régimen
capitalista. Hay obreros y hay patronos. Entre ellos
se entabla la lucha. Todavía no se ve en parte
alguna el socialismo científico. No existía en parte
alguna el socialismo científico ni siquiera en la
imaginación, los obreros luchaban ya. Sí,
cuando
los obreros luchan, pero luchan dispersos contra sus
patronos, chocan con sus autoridades locales: allí
organizan huelgas, aquí van a mítines y
manifestaciones, en unos sitios exigen derechos a
las autoridades, en otros declaran el boicot, unos
hablan de la lucha política, otros de la lucha
económica, etc. Pero esto por sí solo no quiere decir
que los obreros tengan conciencia socialdemócrata,
esto por sí no quiere decir que el objetivo de su
solo
movimiento sea la demolición del régimen
capitalista, que estén tan seguros del derrocamiento
del capitalismo y de la implantación del régimen
socialista como están seguros de la inevitabilidad de
la salida del sol, que estiman la conquista de su
dominio político (dictadura del proletariado) como
el instrumento indispensable para la victoria del
socialismo, etc.
Mientras tanto, se desarrolla la ciencia. El
movimiento obrero atrae paulatinamente su
atención. La mayor parte de los hombres de ciencia
llegan a la idea de que el movimiento obrero es un
motín de revoltosos a los que no estaría mal hacer

18
Lenin: «¿Qué hacer?»
19
Lenin: «¿Qué hacer?»

J. V. Stalin
entrar en razón a fustazo limpio. Otros, en cambio,
consideran que la obligación de los ricos es dar a los
pobres unas migajas, es decir, que el movimiento
obrero es un movimiento de mendigos, cuya
finalidad estriba en recibir una limosna. Y entre mil
hombres de ciencia como éstos puede aparecer
quizá uno que aborde científicamente el
movimiento obrero, investigue científicamente toda
la vida social, siga de cerca la colisión de las clases,
preste oído atento a las sordas protestas de la clase
obrera y, en fin, demuestre científicamente que el
régimen capitalista no es de ningún modo algo
eterno, que es tan pasajero como el feudalismo, que
tras él debe llegar con toda inevitabilidad el régimen
socialista, que es su negación y que sólo puede ser
implantado por el proletariado mediante la
revolución social. En una palabra, se elabora el
socialismo científico.
Naturalmente, si no hubiera capitalismo ni lucha
de clases, tampoco habría socialismo científico.
Pero asimismo es cierto que esos pocos hombres,
por ejemplo, Marx y Engels, no habrían elaborado
el socialismo científico sino hubiesen poseído
conocimientos científicos.
¿Qué es el socialismo científico sin movimiento
obrero? Una brújula que, al no ser utilizada, puede
únicamente cubrirse de herrumbre, y entonces habrá
que arrojarla por la borda.
¿Qué es el movimiento obrero sin socialismo?
Un barco sin brújula, que aún así
a la otrallegará
costa, pero que de tener brújula alcanzaría la costa
mucho antes y tropezaría con menos peligros.
Unid lo uno y lo otro y tendréis un excelente
barco, que a toda marcha se dirigirá derecho a la
otra costa y llegará incólume al puerto.
Unid el movimiento obrero con el socialismo y
tendréis un movimiento socialdemócrata que se
dirigirá veloz por el camino recto a la «tierra de
promisión».
Así, pues, el deber de la socialdemocracia (y no
sólo de los intelectuales socialdemócratas) es unir el
socialismo con el movimiento obrero, introducir en
el movimiento la conciencia socialista y dar así al
movimiento obrero espontáneo un carácter
socialdemócrata.
Esto es lo que dice Lenin.
Algunosafirman que, en opinión de Lenin y de
la «mayoría», el movimiento obrero, si no está
unido a la ideología socialista, fracasará, no llegará
a la revolución social. Pero eso es una invención,
una invención de hombres ociosos, que en todo caso
sólo podía ocurrírseles a marxistas de pacotilla
como An (v. «¿Qué es el Partido?», núm. 6 de
20).
«Mogzauri»

20
«Mogzauri» («El Viajero»): revista histórico-arqueológica y
geográfico-etnográfica; apareció en Tiflis de 1901 a noviembre

de 1905. En enero de 1905 «Mogzauri» pasó a ser publicación


semanal literario-política de los socialdemócratas georgianos,

Brevemente sobre las discrepancias en el partido

Lenin afirma terminantemente que «la clase


obrera tiende un modode espontáneo al
21,
socialismo» y
no se detiene más en ello es sólo
si
porque considera superfluo demostrar lo que ya está
demostrado. Además, Lenin no se había planteado
en modo alguno investigar el movimiento
espontáneo; sólo ha querido demostrar a los
militantes dedicados al trabajo práctico qué deben
hacer conscientemente.
aquí lo que dice Lenin en otro lugar, donde
He
polemiza con Mártov:
«Nuestro Partido es el intérprete consciente de
un proceso inconsciente». Exacto. Y precisamente
por eso es un error pretender que «todo huelguista»
pueda adjudicarse el título de miembro del Partido,
porque si «toda huelga» no fuera sólo la expresión
espontánea de un poderoso instinto de clase y de
una lucha de clases que conduce inevitablemente a
la revolución social, sino una expresión consciente
de eso proceso..., entonces nuestro Partido...
22.
acabaría con toda la sociedad burguesa»
de golpe
Como veis, en opinión de Lenin, también la
lucha de clases y los choques de las clases que no
pueden ser denominados socialdemócratas,
conducen, sin embargo, inevitablemente a la clase
obrera a la revolución social.
Si os interesa igualmente la opinión de otros
representantes de la «mayoría», escuchad. He aquí
lo que dice en el II Congreso del Partido uno de
ellos, el camarada Gorin:
«¿Cuálsería la situación si el proletariado fuera
abandonado a su propia suerte? La situación seria
análoga a lo que ocurrió en vísperas de la
revolución burguesa. Los revolucionarios burgueses
carecían de toda ideología científica. Y, no obstante,
surgió el régimen burgués. El proletariado sin
ideólogos, naturalmente, al fin y al cabo, actuaría en
el sentido de la revolución social, pero por instinto...
El proletariado llevaría a la práctica el socialismo
también por instinto, pero no poseería la teoría
socialista. Ahora bien, el proceso sería lento y más
23.
doloroso»
Las aclaraciones están de más.
Así, pues, el movimiento obrero espontáneo, el
movimiento obrero sin socialismo, inevitablemente
se empequeñece y adquiere un carácter
tradeunionista; se somete a la ideología burguesa.
¿Puede deducirse de aquí que el socialismo lo es
todo y el movimiento obrero nada? ¡Naturalmente
que no! Así hablan tan sólo los idealistas. Algún
día, al cabo de mucho tiempo, el desarrollo
económico llevará inevitablemente a la clase obrera

bajo la dirección de F. Majaradze. En «Mogzauri», al lado de


artículos de autores bolcheviques, aparecían también artículos de
mencheviques.
21
Lenin: «¿Qué hacer?»
22
Lenin: «Un paso adelante, dos pasos atrás».
23
Actas del II Congreso del Partido.

11

a la revolución social y, por lo tanto, la obligará a


romper toda clase de vínculos con la ideología
burguesa. La cosa estriba únicamente en que este
camino será muy largo y doloroso.
Por otra parte, el socialismo sin movimiento
obrero, cualquiera que sea la base científica sobre la
que haya surgido, no pasará, sin embargo, de ser
una frase huera y perderá su importancia. ¿Se puede
deducir de aquí que el movimiento lo es todo y el
socialismo nada? ¡Naturalmente que no! Así
piensan tan sólo los marxistas de pacotilla, para
quienes la conciencia no tiene importancia alguna,
ya que es engendrada por la propia vida social. El
socialismo puede ser unido al movimiento obrero, y
convertido, por tanto, de frase huera en un arma
afilada.
¿Conclusión?
La conclusión es la siguiente: el movimiento
obrero debe ser unido al socialismo, la actividad
práctica y el pensamiento teórico deben fundirse en
un todo y dar así al movimiento obrero espontáneo
un carácter socialdemócrata, pues «la
socialdemocracia es la
fusión del movimiento
24.
obrero con el socialismo» Entonces el socialismo,
unido con el movimiento obrero, de frasevacía se
convierte, en manos de los obreros, en una fuerza
grandiosa. Entonces el movimiento espontáneo,
convertido en movimiento socialdemócrata,
marchará a pasos acelerados y por una senda segura
hacia el régimen socialista.
Así, pues, ¿cuál es la misión de la
socialdemocracia de Rusia? ¿Qué debemos hacer?
Nuestra obligación, la obligación de la
socialdemocracia, es hacer que el movimiento
espontáneo de los obreros abandone el camino
tradeunionista y tome el camino socialdemócrata.
Nuestra obligación es
en este movimiento
introducir
25
la conciencia y agrupar a las fuerzas de
socialista
vanguardia de la clase obrera en un partido
centralizado. Nuestro deber es ir siempre a la
vanguardia del movimiento y luchar
infatigablemente contra todos los que estorben la
realización de estas tareas, sean enemigos o
«amigos».
Tal es, en líneas generales, la posición de la
«mayoría».
A nuestra no le gusta la posición de la
«minoría»
«mayoría»: ¡«no
es marxista», «está en
contradicción radical» con el marxismo! ¿Es así,
respetabilísimos señores? ¿Dónde, cuándo, en qué
planeta es esto así? Leed nuestros artículos, dicen, y
os convenceréis de que tenernos razón. Bien, vamos
a leerlos.
Tenemos ante nosotros el artículo titulado «¿Qué
es el Partido?» (v. «Mogzauri», núm. 6). ¿De qué
acusa el «crítico» An a la «mayoría» del Partido?

24
Kautsky: «El programa de Erfurt», edición del CC.
25
que elaboraron Marx y Engels.

12
«Esta (la «mayoría»)... se proclama cabeza del
Partido... y exige la subordinación y de los demás...
para justificar su conducta, a menudo inventa hasta
nuevas teorías, como por ejemplo: los obreros no
pueden asimilar (subrayado por mí) con sus propias
26.
fuerzas «los altos ideales», etc.»
Cabe ahora preguntar: ¿expone y ha expuesto
alguna vez la «mayoría» semejantes «teorías»? ¡En
ninguna parte, nunca! Por el contrario, el
representante ideológico de la «mayoría», el
camarada con absoluta
Lenin, dice precisión que la
clase obrera asimila muy fácilmente los «altos
ideales», asimila muy fácilmente el socialismo.
Escuchad:
«Con frecuencia se oye decir: la clase obrera
tiende de un modo espontáneo al socialismo. Esto
es por entero justo en el sentido de que la teoría
socialista determina, con más profundidad y
exactitud que ninguna otra, las causas de las
calamidades que padece la clase obrera, y
precisamente por ello los obreros la asimilan con
27.
tanta facilidad»
Como veis, en opinión de la «mayoría», los
obreros asimilan fácilmente los «altos ideales» que
llamamos socialismo.
Entonces, ¿por
sutiliza de esa manera An, de
qué
dónde ha exhumado su extraño «descubrimiento»?
El asunto, lectores, estriba en que el «crítico» An se
refería a otra cosa completamente distinta. Se
refería al lugar del libro «¿Qué hacer?» en el que
Lenin habla de la elaboración del socialismo, en el
que Lenin afirma que la clase obrera no puede
elaborar con sus propias fuerzas el socialismo
28.
científico Pero ¿cómo es esto? -diréis-. Una cosa
es la elaboración del socialismo y otra su
asimilación. ¿Por qué ha olvidado An las palabras
de Lenin que tan claramente hablan de la
asimilación de los «altos ideales»? Tenéis razón,
lectores, pero ¿qué puede hacer An, si le gusta tanto
ser «crítico»? Ved qué heroicidad: idear su propia
«teoría», atribuírsela al adversario y después
bombardear él mismo el fruto de su fantasía. ¡Así se
hace la crítica! En todo caso es indudable que An
«no ha podido asimilar con sus propias fuerzas» el
libro de Lenin «¿Qué hacer?».
Abramos ahora el llamado «Sotsial-Demokrat».
¿Qué «¿Mayoría o
dice el autor del artículo titulado
minoría?»? núm. 1).
(v. «Sotsial-Demokrat»,
Muy envalentonado, arremete con gran alboroto
contra Lenin porque, en su opinión, «el desarrollo
natural (debería decir: «espontáneo») del
movimiento obrero no tiende al socialismo, sino a la
29.
ideología burguesa» El autor, por lo visto, no
comprende que el movimiento obrero espontáneo es

26
«Mogzauri», núm. 6.
27
Lenin: «¿Qué hacer?»
28
Lenin: «¿Qué hacer?»
29
«Sotsial-Demokrat», núm. 1.

J. V. Stalin

un movimiento sin socialismo (que el autor


demuestre que no es así), y tal movimiento se
somete indefectiblemente a la ideología burguesa
tradeunionista, tiende a ella, pues en nuestro tiempo
pueden existir tan sólo dos ideologías: la socialista
y la burguesa, y donde no está la primera,
indefectiblemente aparece la segunda y ocupa el
lugar de aquélla (¡demostrad lo contrario!). Sí,
Lenin dice eso precisamente. Pero al propio tiempo
no olvida la otra tendencia inherente al movimiento
obrero: la tendencia al socialismo, que solamente
hasta cierto momento es velada por la tendencia a la
ideología burguesa. Lenin dice explícitamente que
«la clase obrera tiende de un modo espontáneo al
30,
socialismo» y señala con toda justicia que la
obligación de la socialdemocracia es acelerar la
victoria de esta tendencia, entre otras cosas también
mediante la lucha contra los «economistas». ¿Por
qué, pues, usted, respetable «crítico», no ha trascrito
en su artículo estas palabras de Lenin? ¿Es que no
pertenecen al mismo Lenin? No le convenía a usted,
¿verdad?
«A juicio de Lenin...-continúa el autor-, el
obrero por su situación (subrayado por mí) es mas
31.
bien burgués que socialista...» ¡Vaya una
necedad, que yo no esperaba ni siquiera de este
autor! ¿Acaso Lenin habla de la situación del
obrero, acaso afirma quepor su situación
el obrero
es burgués? ¿Qué necio puede decir que el obrero es
burgués por su situación, el obrero, que está privado
de los instrumentos de producción y vive de la
venta de su fuerza trabajo? ¡No! Lenin dice algo
completamente distinto. El asunto estriba en que yo
puedo ser proletario, y no burgués por mi situación,
pero al mismo tiempo no tener conciencia de mi
situación y, en vista de ello, someterme a la
ideología burguesa. Precisamente así ocurre, en el
caso presente, con la clase obrera. Y esto es algo
muy distinto.
En general, el autor gusta de emplear palabras
vacías, ¡de pronto las lanza sin pensarlo más! Por
ejemplo, el autor repite obstinadamente que «el
leninismo está en contradicción radical con el
32,
marxismo» y lo repite sin comprender a dónde le
conduce esa «idea». Convengamos con él por un
instante en que el leninismo, en efecto, «está en
contradicción radical con el marxismo». ¿Y qué
más? ¿Qué se desprende de ello? Helo aquí. «El
leninismo arrastró consigo» a «Iskra» (a la vieja
«Iskra») -esto no lo niega tampoco el autor-; por
consiguiente, también «Iskra» «está en
contradicción radical con el marxismo». El II
Congreso del Partido, por 35 votos, reconoció a
«Iskra» como órgano central del Partido y dedicó

30
Lenin: «¿Qué hacer?»
31
«Sotsial-Demokrat», núm. 1.
32
«Sotsial-Demokrat», núm. 1.

Brevemente sobre las discrepancias en el partido

33;
grandes elogios a sus méritos por consiguiente,
tanto este Congreso, como su programa, como su
táctica «están en contradicción radical con el
marxismo»... Es ridículo, ¿verdad, lectores?
El autor, no obstante, continúa: «En opinión de
Lenin, el movimiento obrero espontáneo va hacia la
unión con la burguesía...» Sí, sí, el autor
indudablemente va hacia la unión con la necedad, y
estaría bien que se apartara de ese camino.
Mas dejemos al «crítico». Volvamos al
marxismo.
El respetable «crítico» repite obstinadamente
que la posición «mayoría»
de y la de su
representante, Lenin, está en contradicción radical
con el marxismo, pues tanto Kautsky como Marx y
Engels dicen, según él, ¡lo contrario de lo que
sostiene Lenin!, ¿Es así? ¡Veamos!
«C Kautsky -nos informa el autor- escribe en su
«Programa de Erfurt»: «Los intereses del
proletariado y de la burguesía son hasta tal punto
opuestos, que las aspiraciones de estas dos clases no
pueden coincidir durante un tiempo más o menos
prolongado. En todo país con modo capitalista de
producción, la participación de la clase obrera en la
política tiene que llevarla o temprano a
tarde
separarse de los partidos burgueses y formar un
partido independiente, el partido obrero».
Pero, ¿qué se desprende de esto? Tan sólo que
los intereses de la burguesía y del proletariado están
en mutua contradicción, que «tarde o temprano» el
proletariado se separará de la burguesía formando
un partido obrero independiente (tenedlo en cuenta:
partido obrero y no partido obrero
socialdemócrata). ¡El autor supone que Kautsky
discrepa aquí de Lenin! Pero Lenin dice que el
proletariado, o temprano, no sólo se
tarde separará
de la burguesía, sino que llevará a cabo la
revolución social, es decir, derrocará a la
34.
burguesía La tarea de la socialdemocracia -añade-
es procurar que esto se lleve a cabo cuanto antes y
se lleve a cabo conscientemente. Sí,
conscientemente, y no de una manera espontánea,
ya que Lenin trata precisamente de esta conciencia.
«...Allí donde las cosas han llegado hasta la
formación de un partido obrero independiente -
continúa el «crítico», citando el libro de Kautsky-,
este partido, tarde o temprano, debe por necesidad
natural asimilar las tendencias socialistas, si no está
inspirado en ellas desde el comienzo mismo; debe,
en fin de cuentas, convertirse en partido obrero
35.
socialista, es decir, en socialdemocracia»
¿Qué significa esto? Exclusivamente que el
partido obrero asimilará las tendencias socialistas.

33
Véase las actas del II Congreso del Partido. En ese mismo
lugar aparece la resolución en que «Iskra» es llamada auténtica
defensora de los principios de la socialdemocracia.
34
Véase: Lenin, «Unpaso adelante, dos pasos atrás».
35
«Sotsial-Demokrat», núm. 1.
13

¿Pero es que Lenin lo niega? ¡De ningún modo!


Lenin dice terminantemente que no sólo el partido
obrero, sino también toda la clase obrera asimila el
36.
socialismo Entonces ¿qué tontería se le ocurre a
este «Sotsial-Demokrat» y a su mentiroso héroe?
¿A qué vienen con absurdos de todo género? Como
se dice, han oído campanas y no saben dónde.
Precisamente esto es lo que ha ocurrido con nuestro
embrollado autor.
Según veis, Kautsky no disiente aquí ni en un
ápice de Lenin. Pero, en cambio, todo ello
demuestra, con excepcional claridad, la insensatez
del autor.
¿Dice Kautsky algo a favor de la posición de la
«mayoría»? He aquí lo que escribe en uno de sus
notables artículos, en el que analiza el proyecto de
programa de la socialdemocracia austriaca:
«Muchos de nuestros críticos revisionistas
(seguidores de Berntein) que Marx
entienden ha
afirmado que el desarrollo económico y la lucha de
clases, además de crear las premisas para la
producción socialista, también engendran
directamente la conciencia por C.
(subrayado
Kautsky) de su aquí que esos
necesidad. Y he
críticos replican que Inglaterra, el país de mayor
desarrollo capitalista, es más ajeno que ningún otro
país a esta conciencia.por el nuevo
A juzgar
proyecto (austriaco), se
creer que esta...
podría
concepción... es compartida también por la
comisión que redactó el programa austriaco. El
proyecto dice: «Cuanto más aumenta el proletariado
con el desarrollo del capitalismo, tanto más
obligado se ve a emprender la lucha contra el
capitalismo y tanto mas capacitado está para
emprenderla. El proletariado llega a adquirir la
conciencia de la posibilidad y de la necesidad del
socialismo. En este orden de ideas, la conciencia
socialista aparece como el resultado necesario y
directo de la lucha de clase del proletariado. Pero
esto es falso... La conciencia socialista moderna
puede surgir únicamente sobre la base de profundos
conocimientos científicos... Pero el portador de la
ciencia no es el proletariado, sino la intelectualidad
burguesa (subrayado por C. Kautsky). Es del
cerebro de algunos miembros de esta capa de donde
ha surgido el socialismo moderno, y han sido ellos
quienes lo han transmitido (el socialismo científico)
a los proletarios destacados por su desarrollo
intelectual, los cuales lo introducen luego en la
lucha de clase del proletariado... De modo que la
conciencia socialista es algo introducido desde
fuera en la lucha de clase del proletariado, y no algo
que ha surgido espontáneamente dentro de ella. De
37
acuerdo con esto ya el viejo programa de Heinfeld
36
Lenin: «¿Qué hacer?»
37
El programa de Heinfeld fue aprobado en el Congreso de
constitución de la socialdemocracia austriaca en 1888, en la
ciudad de Heinfeld. Este programa, en la exposición de

14

decía con todo fundamento que es tarea de la


socialdemocracia llevar al proletariado la
38.
conciencia de su situación y de su misión...»
¿No recordáis, lectores, análogas ideas de Lenin
sobre esta cuestión, no recordáis la conocida
posición de la «mayoría»? ¿Por qué el «Comité de
Tiflis» y su «Sotsial-Demokrat» han ocultado la
verdad, por qué el respetable «crítico», al hablar de
Kautsky, no reprodujo en su artículo estas palabras
de Kautsky? ¿A quién engañan esos
honorabilísimos señores, por qué «mantienen una
actitud tan despectiva» hacia el lector? ¿No será
porque... temen la verdad, se esconden de la verdad
y piensan que también la verdad puede ser
escondida? ¡Se parecen al ave que esconde la
cabeza bajo el ala y se imagina que nadie la ve!
Pero se equivocan, como se equivoca el ave.
Si la conciencia socialista fue elaborada sobre
una base científica, si esta conciencia es introducida
39
gracias a los esfuerzos de la socialdemocracia en
el movimiento obrero desde fuera, es evidente que
todo esto ocurre porque la clase obrera, mientras
sigue siendo clase obrera, no puede ponerse a la
vanguardia de la ciencia y elaborar con sus propias
fuerzas el socialismo científico: carece de tiempo y
de medios para ello.
He aquí lo que dice C. Kautsky en su «Programa
de Erfurt»:
«... El proletario puede, en el mejor de los casos,
asimilar parte de los conocimientos elaborados por
la erudición burguesa y adaptarlos a sus fines y
necesidades, pero mientras siga siendo proletario,
carece de tiempo libre y de medios para elaborar
independientemente la ciencia más allá de los
límites alcanzados por los pensadores burgueses.
Por eso precisamente, el socialismo obrero original
debía llevar todos los rasgos esenciales del
40
utopismo» (utopismo: teoría falsa, no científica).
El socialismo utópico de este género adquiere
con frecuencia un carácter anárquico, continúa
Kautsky, pero «...como es sabido, en todas partes
donde el movimiento anarquista (comprendiendo
por tal el utopismo proletario. C. Kautsky) ha
calado verdaderamente en las masas y se ha
convertido en un movimiento de clase, siempre,
tarde o temprano, a pesar de su aparente
radicalismo, ha terminado transformándose en el
41.
movimiento puramente gremial más estrecho»
En otros términos, si el movimiento obrero no

principios, contenía diversas tesis que enfocaban acertadamente


el curso del desarrollo social y las tareas del proletariado y del
partido proletario. Más tarde, en el Congreso de Viena, celebrado
en 1901, el programa de Heinfeld fue sustituido por otro nuevo,
que contenía tesis revisionistas.
38
«Neue Zeit», 1901-1902, XX, núm. 3. Este notable artículo de
Kautsky ha sido transcrito por Lenin en «¿Qué hacer?».
39
Y no sólo de los intelectuales socialdemócratas.
40
Kautsky: «El programa de Erfurt», edición del CC.
41
Kautsky: «El programa de Erfurt», edición del CC.

J. V. Stalin

está unido al socialismo científico, se empequeñece


inevitablemente, adquiere un carácter
«estrechamente gremial» y, por lo tanto, se somete a
la ideología tradeunionista.
«¡Esto es humillar a los obreros, esto es
encumbrar a los intelectuales!», claman nuestro
«crítico» y su «Sotsial-Demokrat»!... ¡Pobre
«crítico», lamentable «Sotsial-Demokrat»! ¡Ellos
consideran al proletariado como a una damisela
caprichosa a la que no se puede decir la verdad y a
la que siempre hay que dirigir cumplidos para que
no salga corriendo! ¡No, honorabilísimos señores!
Nosotros tenemos fe en
que el proletariado
manifestará más firmeza de lo que vosotros pensáis.
¡Nosotros tenemos fe en que no se asustará de la
verdad! Pero vosotros... ¿Qué podemos deciros?
También en este caso os habéis asustado de la
verdad y en vuestro artículo no habéis transmitido al
lector las auténticas ideas de Kautsky...
Por lo tanto, el socialismo científico sin
movimiento obrero son palabras vacías, siempre
fáciles de echar al viento.
Por otra parte, el movimiento obrero sin
socialismo es un errar tradeunionista, que algún día,
naturalmente, conducirá a la revolución social, pero
a costa de largos sufrimientos y dolores.
¿Conclusión?
«El movimiento obrero debe unirse con el
socialismo»: «la socialdemocracia es la fusión del
42.
movimiento obrero con el socialismo»
Así habla Kautsky, teórico del marxismo.
Hemos visto que lo mismo dicen «Iskra» (la
vieja) y la «mayoría».
Hemos visto que en la misma posición se
mantiene el camarada Lenin.
Así, pues, la «mayoría» se mantiene firmemente
en las posiciones marxistas.
Está claro que «la actitud despectiva hacia los
obreros», «el encumbramiento de los intelectuales»,
«la posición no marxista de la mayoría» y demás
perlas parecidas tan profusas en los «críticos»
mencheviques, no son otra cosa que palabras
altisonantes, pura fantasía de los «mencheviques»
de Tiflis.
Por el contrario, veremos que en realidad la
propia «minoría» de Tiflis, el «Comité de Tiflis» y
su «Sotsial-Demokrat» están «en contradicción
radical con el marxismo». Pero de esto hablaremos
después. Por ahora dirijamos nuestra atención a lo
siguiente.
En confirmación de sus juicios, el autor del
articulo «¿Mayoría o minoría?» aduce unas palabras
de Marx (?): «el teórico de una u otra clase llega
teóricamente a
la conclusión hacia la que la propia
43.
clase ha llegado ya en la práctica»
Una de dos. O el autor no sabe el georgiano o es

42
Kautsky: «El programa de Erfurt», edición del CC.
43
«Sotsial-Demokrat», núm. 1.

Brevemente sobre las discrepancias en el partido

una errata del cajista. Ni una sola persona letrada


dirá «hacia la que ha llegado ya». Lo correcto sería
decir: «a la que ha llegado ya» o «hacia la que se
dirige ya». Si el autor tiene en cuenta lo último
(hacia la que se dirige ya), debo advertir que
transmite erróneamente las palabras de Marx; Marx
no dijo nada parecido. Y si el autor se refiere a la
primera formulación, la frase por él
transcrita
adquirirá este giro: «el teórico de una u otra clase
llega teóricamente a la conclusión a la que ha
llegado ya en la practica la propia clase». Dicho de
otra forma, si Marx y Engels llegaron teóricamente
a la conclusión de que el hundimiento del
capitalismo y la edificación del socialismo son
inevitables, esto significa que el proletariado ¡ha
rechazado ya el capitalismo prácticamente, ha
hundido al capitalismo y ha edificado en su lugar la
vida socialista!
¡Pobre Marx! ¡Quién sabe cuantos disparates le
atribuirán aún nuestros marxistas de pacotilla!
¿Dice realmente eso Marx? He aquí lo que en
verdad dice: los representantes teóricos de la
pequeña burguesía «se ven teóricamente impulsados
a los mismos problemas y a las mismas soluciones a
que impulsan prácticamente a los pequeños
burgueses el interés material y la situación social.
Tal es, en general, la relación que existe entre los
representantes políticos y literarios de una clase y la
44.
clase por ellos representada»
Como veis, Marx de ningún modo dice «ha
llegado ya». Estas palabras «filosóficas» han sido
inventadas por el respetable «crítico».
En este caso, las palabras de Marx adquieren un
sentido completamente distinto.
¿Qué idea desarrolla Marx en
la tesis que hemos
transcrito? Sólo que una u otra clase no
el teórico de
puede crear el ideal cuyos elementos no existen en
la realidad, que no puede más que captar los
elementos del porvenir y sobre esta base crear
teóricamente el ideal al que una u otra clase llega en
la práctica. La diferencia está en que el teórico se
adelanta a la clase y capta antes que ella los
gérmenes del futuro. Esto es, precisamente, lo que
se llama «llegar a algo teóricamente».
He aquí lo que dicen Marx y Engels en su
«Manifiesto».
«Prácticamente, los comunistas (es decir, los
socialdemócratas) son, pues, el sector más resuelto
de los partidos obreros de todos los países, el sector
que siempre impulsa adelante; teóricamente, tienen
sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara
visión de las condiciones, de la marcha y de los
resultados generales del movimiento proletario».
Sí, los ideólogos «impulsan adelante», ven
44
Si no tenéis «El Dieciocho Brumario», ved las Actas del II
Congreso del Partido, donde se reproducen estas palabras de

Marx. Véase: C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en dos


tomos, t. 1, pág. 250, ed. en español, Moscú, 1951.

15

mucho más allá que «el resto del proletariado», y en


ello está todo el quid. Los ideólogos impulsan
adelante, y precisamente por ello la idea, la
conciencia socialista, tiene gran importancia para el
movimiento.
¿Por eso precisamente ataca usted a la
«mayoría», honorable «crítico»? Entonces
despídase del marxismo y sepa que la «mayoría»
está orgullosa de su posición marxista.
La situación de la «mayoría» en el caso presente
recuerda mucho la situación de Engels en los años
del 90.
La idea es la fuente de la vida social, afirmaban
los idealistas. A su juicio, la conciencia social es el
fundamento sobre el que se construye la vida de la
sociedad. Por eso se les llamaba idealistas.
Era preciso demostrar que las ideas no caen del
cielo, que son originadas por la vida misma.
En la palestra de la historia aparecieron Marx y
Engels, que cumplieron a maravilla este papel.
Demostraron que la vida social es la fuente de las
ideas, por lo que la vida de la sociedad es el
fundamento sobre el que está edificada la
conciencia social. Así cavaron la fosa al idealismo y
desbrozaron el camino al materialismo.
Algunos semimarxistas lo comprendieron en el
sentido de que la conciencia, las ideas tienen en la
vida una importancia insignificante.
Era preciso demostrar la gran importancia de las
ideas.
Entonces Engels y en sus cartas (1891-
intervino
1894) que las ideas, ciertamente, no caen
subrayó
del cielo, sino que son engendradas por la propia
vida, pero, una vez surgidas, adquieren gran
importancia, unen a los hombres, los organizan e
imponen su sello a la vida social que las ha
engendrado: las ideas tienen gran importancia en el
movimiento histórico.
«Eso no es marxismo, eso es una traición al
marxismo», alborotaron Benstein y sus semejantes.
Los marxistas se burlaron de estos gritos...
En Rusia ha habido semimarxistas: los
«economistas». Afirmaban que como las ideas son
engendradas por la vida social, la conciencia
socialista tiene una importancia insignificante para
el movimiento obrero.
Era preciso demostrar que la conciencia
socialista tiene gran importancia para el movimiento
obrero, que sin ella el movimiento no es sino un
errar tradeunionista, del que no se sabe cuándo se
librará el proletariado y cuándo llegará a la
revolución social.
Y entonces apareció «lskra», que cumplió
magníficamente tal papel. Salió a la luz el libro
«¿Qué hacer?», en el que Lenin subraya la gran
importancia de la conciencia socialista. Se formó la
«mayoría» en el seno del Partido, que emprendió
con firmeza este camino.

16

Mas entonces intervienen los pequeños


Bernsteines y comienzan a alborotar: ¡eso «está en
contradicción radical con el marxismo»!
¿Pero sabéis vosotros, pequeños «economistas»,
qué es el marxismo?
--------
¡Es extraño! -dirá el lector-. ¿De qué se trata? -
preguntará-. ¿Por qué Plejánov escribió su artículo
crítico contra Lenin? (v. la nueva «Iskra», núms. 70,
71). ¿Por qué censura a la «mayoría»? ¿Acaso los
marxistas de pacotilla de Tiflis y su «Sotsial-
Demokrat» no repiten las ideas expuestas por
Plejánov? Si, las repiten, pero tan torpemente, que
repugna oírles. Sí, Plejánov ha criticado. Pero
¿sabéis de qué se trata? Plejánov no discrepa de la
«mayoría» ni de Lenin. Y no sólo Plejánov,
tampoco Mártov, ni Zasúlich, ni Axelrod.
Realmente, en la cuestión de que hemos tratado más
arriba, los jefes de la «minoría» no discrepan de la
vieja «Iskra». Y la vieja «Iskra» es la bandera de la
«mayoría». ¡No os asombréis! He aquí los hechos.
Conocemos el articulo programático de la vieja
«Iskra» (véase más arriba). Sabemos que en este
artículo está expresada plenamente la posición de la
«mayoría». ¿A quién pertenece este artículo? A la
redacción de entonces de la «Iskra». ¿Quiénes
formaban parte de esta redacción? Lenin, Plejánov,
Axelrod, Mártov, Zasúlich y Starovier. De ellos, en
la actualidad, sólo uno, Lenin, forma parte de la
«mayoría», los cinco restantes dirigen la «minoría»;
pero el hecho sigue siendo, no obstante, un hecho:
el artículo programático de «Iskra» apareció bajo su
redacción, y, por consiguiente, no deberían abjurar
de sus palabras, ya que, al parecer, creían en lo que
escribían.
Pero, si se a «Iskra».
quiere, dejemos
Veamos que escribe Mártov:
lo
«De tal manera, la idea del socialismo surgió por
vez primera no entre las masas obreras, sino en los
despachos de los hombres de ciencia salidos de la
45.
burguesía»
Veamos lo que escribe Vera Zasúlich:
«Hasta la idea de la solidaridad de clase de todo
el proletariado... no es ya tan sencilla como para
engendrarse por sí sola en la cabeza de cada
obrero... El socialismo... tampoco nace, ni mucho
menos, en las cabezas de los obreros «por si solo»...
La teoría socialista fue preparada por todo el
desarrollo tanto de la vida como del conocimiento...
y creada por una mente genial dotada de este
conocimiento. Y el comienzo de la difusión de las
ideas del
socialismo entre los obreros se debió
también, en casi todo el continente europeo, a los
socialistas que habían recibido instrucción en los
46.
centros de enseñanza para las clases superiores»

45
Mártov, «La Bandera Roja».
46
«Zariá», núm. 4. «Zariá» (“La Aurora»): revista teórica de la
socialdemocracia de Rusia; fundada por V. I. Lenin, se publicaba

J. V. Stalin

Oigamos ahora a Plejánov, que con tales aires de


importancia y en tono tan solemne ha escrito contra
Lenin en la nueva «Iskra» (núms. 70, 71). La cosa
ocurre en el II Congreso del Partido. Plejánov
polemiza con Martínov y defiende a Lenin.
Reprocha a Martínov, que, agarrándose a una frase
de Lenin, pasó por alto el libro «¿Qué hacer?» en su
conjunto, y prosigue:
«El procedimiento del camarada Martínov me
recuerda a un censor que decía: «dadme el
«padrenuestro», permitidme arrancar de él una frase
y os demostraré que su autor debía ser ahorcado».
Pero todos los reproches dirigidos contra esta
malhablada frase (de Lenin), y no sólo por el
camarada Martínov, sino también por otros
muchísimos, se basan en un malentendido. El
camarada Martínov cita unas palabras de Engels;
«El socialismo moderno es la expresión teórica del
movimiento obrero moderno». El camarada Lenin
también está de acuerdo con Engels... Pero las
palabras de Engels son una tesis general. La
cuestión estriba en quiénpor primera vez
formula
esta tesis teórica. Lenin no escribía un tratado de
filosofía de la historia, sino un artículo polémico
contra los «economistas», que decían: debemos
esperar a ver a qué llega la clase obrera por sí sola,
sin ayuda del «bacilo revolucionario» (es decir, sin
la socialdemocracia). A esta última se le prohibía
decir nada a los obreros, precisamente porque es el
«bacilo revolucionario», es decir, posee conciencia
teórica. Pero si elimináis el «bacilo», queda sola la
masa inconsciente, en la que la conciencia debe ser
introducida desde fuera. Si quisierais ser justos con
Lenin y leyerais atentamente todo su libro, veríais
47.
que eso es precisamente lo que él dice»
Así hablaba Plejánov en el II Congreso del
Partido.
Y ese mismo Plejánov, instigado por esos
mismos Mártov, Axelrod, Zasúlich, Starovier y
otros, unos meses después interviene de nuevo y,
aferrándose a esa misma frase de Lenin que
defendiera en el Congreso, declara: Lenin y la
«mayoría» no son marxistas. Él sabe que si se
arranca una frase del mismo «padrenuestro» y se la
interpreta por aislado, su autor podría ir a parar a la
horca como hereje. Él sabe que esto sería injusto,
que un crítico imparcial no procede así, pero, no
obstante, arranca esa frase del libro de Lenin; no
obstante, procede con injusticia y se denigra
públicamente a sí mismo. Y Mártov, Zasúlich,
Axelrod y Starovier le hacen coro, publican bajo su
redacción en la nueva «Iskra» el artículo de
Plejánov (núms. 70, 71) y se cubren así una vez más
de ignominia.

al mismo tiempo que el periódico «Iskra», con una redacción


común. La revista se editó en Stuttgart desde abril de 1901 hasta
agosto de 1902.
47
Actas del II Congreso del Partido.

Brevemente sobre las discrepancias en el partido

¿Por qué han manifestado tal inconsecuencia,


por qué estos jefes de la «minoría» se han denigrado
a sí mismos, por qué han renegado del artículo
programático de «Iskra» que ellos firmaran, por qué
han renegado de sus propias palabras? ¿Se ha visto
alguna vez semejante falsedad en un partido
socialdemócrata?
¿Qué ha sucedido, pues, en los pocos meses
transcurridos entre el II Congreso y la aparición del
artículo de Plejánov?
Se trata de lo siguiente. De los seis redactores, el
II Congreso eligió redactores de «Iskra» sólo a tres:
Plejánov, Lenin y Mártov. En cuanto a Axelrod,
Starovier y Zasúlich, el Congreso a otros
los llevó
puestos. El Congreso, naturalmente, tenía derecho a
ello, y todos estaban obligados a someterse a él: el
Congreso es el intérprete de la voluntad del Partido,
el órgano supremo del Partido, y quien va contra sus
decisiones, pisotea la voluntad del Partido.
Ahora bien, estos obstinados redactores no se
sometieron a la voluntad del Partido, a la disciplina
del Partido (la disciplina del Partido es la voluntad
del Partido). ¡Resulta que la disciplina del Partido
ha sido ideada para simples militantes como
nosotros! Ellos se revolvieron airados contra el
Congreso, porque no los eligió redactores, se
colocaron al margen, arrastraron consigo a Mártov y
formaron la oposición. Declararon el boicot al
Partido,se negaron a efectuar el trabajo de partido y
empezaron a amenazar al Partido: elegidnos para la
redacción, para el Comité Central, para el Consejo
del Partido; si no, provocaremos la escisión. Y
comenzó la escisión. Así pisotearon una vez más la
voluntad del Partido.
He aquí las exigencias de los redactores en
huelga:
«Se restablece la vieja redacción de «Iskra» (es
decir, dadnos tres puestos en la redacción).
Se da entrada en el Comité Central a un
determinado número de miembros de la oposición
(es decir, de la «minoría»).
Se asignan en el Consejo del Partido dos puestos
a los miembros de la oposición, etc.
Presentamos estas condiciones como las únicas
que aseguran al Partido la posibilidad de evitar un
conflicto que pone en peligro la propia existencia
del Partido» (es decir, satisfaced nuestras
demandas; si no, provocaremos en el Partido una
48.
gran escisión)
¿Qué les contestó el Partido?
El Comité Central, representante del Partido, y
otros camaradas les declararon: no podernos ir
contra el Congreso del Partido; las elecciones son
asunto del Congreso; sin embargo, nosotros
intentaremos establecer la paz y la concordia,
aunque, a decir verdad, es vergonzoso luchar por

48
Comentarios a las Actas de la Liga.

17

los puestos; vosotros queréis escindir el Partido por


los puestos, etc.
Los redactores en huelga se sintieron ofendidos,
su situación se hizo embarazosa -en realidad, resultó
que habían emprendido la lucha por los puestos-,
49
arrastraron a su lado a Plejánov y dieron comienzo
a su heroica empresa. Necesitaban hallar una
«discrepancia» más «importante» entre la
«mayoría» y la «minoría» y demostrar así que no
luchaban por los puestos. Buscaron, buscaron y
encontraron en el libro de Lenin un lugar que,
arrancándolo del texto e interpretándolo
aisladamente, en realidad podía servirles de
agarradera. Feliz idea -pensaron los jefes de la
«minoría»-: Lenin es el dirigente de la «mayoría»,
denigremos a Lenin e inclinaremos así al Partido a
nuestro lado. Y entonces comenzaron las
disquisiciones de Plejánov acerca de que «Lenin y
sus adeptos no son marxistas». Cierto, todavía ayer
defendían esa misma idea del libro de Lenin contra
la que hoy arremeten, pero así son las cosas: al
oportunista se le llama precisamente oportunista
porque los principios no gozan de su favor.
He ahí por qué se denigran a sí mismos, he ahí el
origen de la falsedad.
Pero esto no es todo.
Pasó cierto tiempo. Los jefes de la minoría
vieron que, fuera de unos cuantos ingenuos, nadie
hacía caso de su agitación y
contra la «mayoría»
contra Lenin; vieronque los «asuntos» les iban mal
y resolvieron cambiar una vez más de careta. Ese
mismo Plejánov, esos mismos Mártov y Axelrod

49
Posiblemente el lector preguntará cómo que
pudo ocurrir
Plejánov se pasara a la «minoría», el mismoque era
Plejánov
partidario acérrimo de la «mayoría». Se trata de que entre él y
Lenin surgió una discrepancia. Cuando la «minoría» se enfureció
y declaró el boicot, Plejánov mantuvo el punto de vista de que
era necesario ceder en toda la línea. Lenin no estuvo de acuerdo
con él. Plejánov comenzó paulatinamente a inclinarse a la
«minoría». Las divergencias entre ellos fueron en aumento y por
último, la cosa llegó a que un buen día Plejánov se convirtió en
adversario de Lenin y de la «mayoría». He aquí lo que escribe
Lenin acerca de esto:
«...Unos días después fui, en efecto, a ver a Plejánov con un
miembro del Consejo, y nuestra conversación con Plejánov tomó
este cariz:
- ¿Sabe? A veces hay mujeres tan escandalosas (es decir, la
«minoría») -dijo Plejánov-, que es necesario ceder ante ellas para
evitar histerismos y un ruidoso escándalo en público.
- Tal vez -repuse-, pero hay que ceder de forma que uno conserve
la fuerza suficiente para no permitir un «escándalo» aún mayor»
(v. los Comentarios a las Actas de la Liga, pág. 37, donde se
transcribe la carta de Lenin). Véase: V. I. Lenin, Obras, t. 7, pág.
177, 4ª ed. en ruso.
Lenin y Plejánov no llegaron a un acuerdo. A partir de ese
momento se paso de Plejánov a la «minoría».
inició el
Hemos sabido de fuentes fidedignas que Plejánov abandona
también la «minoría» y ha fundado ya su propio órgano, el
«Dnievnik Sotsial- Demokrata». «Dnievnik Sotsial-Demokrata»
(“Diario del Socialdemócrata»): revista editada no
periódicamente en Ginebra por G. V. Plejánov desde marzo de
1905 hasta abril de 1912. Publicaron 16 números. En 1916
apareció otro número de la revista.

18

han presentado el 10 de marzo de 1905 en nombre


del Consejo del Partido una resolución en la que,
entre otras cosas, se dice:
«¡Camaradas! (se dirigen a la «mayoría»)...
Ambas partes (es decir, la «mayoría» y la
«minoría») han expresado reiteradamente su
convicción de que en el terreno de
las discrepancias
la táctica y no son de tal carácter
de la organización
que hagan imposible el trabajo en el marco de una
50,
organización única del Partido» por lo cual,
dicen, reunamos un tribunal de camaradas
(integrado por Bebel y otros) y ventilemos nuestro
pequeño litigio.
En una palabra, las discrepancias en el Partido
no son más que rencillas, en las que debe entender
un tribunal de camaradas, pero nosotros, dicen,
constituimos un todo único.
Pero, ¿cómo es esto? A nosotros, «no
marxistas», se nos llama a las organizaciones del
Partido, nosotros constituimos, según ellos, un todo
único y demás cosas por el estilo... ¿Qué significa
esto? ¡Esto es una traición por vuestra
al Partido
parte, jefes de la «minoría»! ¿Acaso se puede
colocar al frente del Partido a «no marxistas»?
¿Acaso los «no marxistas» pueden estar en el
Partido Socialdemócrata? ¿O tal vez también
vosotros habéis traicionado al marxismo y por eso
habéis cambiado de frente?
Mas sería ingenuo esperar respuesta. El
problema es que estos notables jefes tienen en el
bolsillo unos cuantos «principios», y cuando
necesitan uno cualquiera, lo sacan. Como suele
decirse, ¡cambian de opinión como de camisa!...
Tales son los jefes de la llamada «minoría».
Es fácil imaginarse cuál debe ser la cola de tales
jefes: esa, por llamarla de algún modo, «minoría»
de Tiflis... La desgracia consiste, además, en que la
cola, en ocasiones, no obedece a la cabeza y cesa de
subordinarse. Por ejemplo, mientras los jefes de la
«minoría» consideran posible la reconciliación y
llaman a los militantes responsables del Partido a la
concordia, la «minoría» de Tiflis y su «Sotsial-
Demokrat» continúan declarando rabiosamente:
¡entre la «mayoría» y la «minoría» «la lucha es a
51
vida o muerte» y debemos exterminamos unos a
otros! Cada uno va a lo suyo.
La «minoría» se queja
que les llamamosde
oportunistas ¿cómo llamar a
(sin principios). Pero
esto más que oportunismo, si reniegan de sus
propias palabras, si van de aquí para allá, si
eternamente titubean y vacilan? ¿Es posible que un
verdadero socialdemócrata cambie a cada paso de
convicción? No se cambia tan a menudo ni de
pañuelo.
Nuestros marxistas de pacotilla repiten con
terquedad que la «minoría» tiene un carácter

50
«Iskra», núm. 91.
51
Véase: «Sotsial-Demokrat», núm. 1.

J. V. Stalin

auténticamente proletario. ¿Es así? Veamos.


Kautsky diceque «para el proletario es más fácil
compenetrarse con los principios del Partido; el
proletario tiendo a una política de principios, que no
depende del humor del momento, de intereses
52.
personales o locales»
¿Y la «minoría»? ¿Tiende también a seguir una
política que no dependa del humor del momento ni
de cosas por el estilo? Al contrario: vacila sin cesar,
titubea eternamente, odia una política firme, de
principios, prefiere no atenerse a los principios, se
deja guiar por el humor del momento. Ya
conocemos los hechos.
Kautsky dice que al proletario le gusta la
disciplina del Partido: «El proletario no es nada
mientras continúa siendo un individuo aislado. Toda
su fuerza, toda su capacidad de progreso, todas sus
esperanzas y anhelos los extrae de la
organización...». Precisamente ésta es la razón de
que no se deje llevar ni por el interés personal, ni
por la gloria personal, «cumple su deber
dondequiera que lo coloquen, sometiéndose
voluntariamente a la disciplina, de la que está
53.
penetrado todo su sentir, todo su pensar»
¿Y la «minoría»? ¿Está igualmente penetrada de
disciplina? Al contrario, desprecia la disciplina del
54.
Partido y se ríe de ella El primer ejemplo de
infracción de la disciplina del Partido lo han dado
los jefes de la «minoría». Recordad a Axelrod,
Zasúlich, Starovier, Mártov y otros, que no se
sometieron a la decisión del II Congreso.
«Otra cosa muy distinta es lo que ocurre con el
intelectual» -continúa Kautsky-. Con gran trabajo se
somete a la disciplina del Partido, y aún esto
forzosamente, que no de buen grado. «Reconoce la
necesidad de la disciplina únicamente para la masa,
pero no para los espíritus selectos. Él,naturalmente,
se cuenta entre los espíritus selectos... Un ejemplo
perfecto de intelectual enteramente penetrado de
espíritu que... trabajaba fuese cual fuese
proletario,
el puesto para el que se le nombraba, se sometía por
entero a nuestra gran causa y despreciaba las
lamentaciones plañideras... que con frecuencia
escuchamos de los intelectuales... cuando les ocurre
que se quedan en «minoría»; un modelo perfecto de
intelectual de ese tipo... era Liebknecht. Debe
citarse también aquí a Marx, que nunca trataba de
abrirse paso hacia el primer puesto y se sometió de
manera ejemplar a la disciplina de partido en la
Internacional, donde más de una vez quedó en
55.
minoría»
¿Y la «minoría»? ¿Se ha manifestado en ella de

52
Kautsky: «El programa de Erfurt», edición del CC.
53
Véase: Lenin, «Un paso adelante, dos pasos atrás», en la que
se reproduce estas palabras de Kautsky.
54
Véase las Actas de la Liga.
55
Véase: Lenin, «Un paso adelante, dos pasos atrás», en la que
se reproduce estas palabras de Kautsky.
Brevemente sobre las discrepancias en el partido

19

algún modo el «espíritu proletario»? ¿Se parece su


conducta a la conducta y de Marx?
de Liebknecht
Al contrario: hemos visto que los jefes de la
«minoría» no sometieron su «yo» a nuestra sagrada
causa, hemos visto que precisamente estos jefes se
entregaron a «lamentaciones plañideras cuando
quedaron en minoría» en el II Congreso, hemos
visto que después del Congreso fueron ellos
precisamente los que lloraron la pérdida de los
«primeros puestos» y precisamente por esos puestos
fraguaron la escisión del Partido...
¿Es ése vuestro «carácter proletario», honorables
mencheviques?
Entonces, ¿por qué en algunas ciudades los
obreros están a nuestro lado?, nos preguntan los
mencheviques.
Si, es verdad, en algunas ciudades los obreros
están al lado de la «minoría», pero esto no
demuestra nada. Los obreros van también tras los
revisionistas (los oportunistas de Alemania) en
algunas ciudades, pero esto no quiere decir que la
posición de los revisionistas sea proletaria, esto no
quiere decir que no sean oportunistas. En cierta
ocasión hasta el cuervo halló una rosa, pero eso no
significa que el cuervo sea un ruiseñor. No en vano
se dice:

Encuentra una rosa el cuervo


Y ya se cree ruiseñor.

* * *
Ahora está claro sobre qué base surgieron las
discrepancias en el Partido. Como se ve, en nuestro
Partido se han manifestado dos tendencias: la
tendencia de la firmeza proletaria y la tendencia del
titubeo intelectualista. Y el exponente de este
titubeo intelectualista es precisamente la actual
«minoría». ¡El «Comité» de Tiflis y su «Sotsial-
Demokrat» son esclavos sumisos de esta «minoría»!
Aquí está el quid de la cuestión.
Cierto, nuestros marxistas de pacotilla gritan a
menudo que están contra la «psicología
intelectualista» e intentan acusar de «titubeo
intelectualista» a la «mayoría», pero esto recuerda
el caso del ladrón que, después de haber robado el
dinero, se puso a gritar: «¡Al ladrón!».
Además, ya se sabe que cada uno habla de lo que
lo duele.

Se publica de acuerdo con el texto del folleto


editado en mayo de 1905 por el Comité de la Unión
del Cáucaso del POSDR. Traducido del georgiano.

EL MARXISMO Y LA CUESTIÓ� �ACIO�AL.

El período de la contrarrevolución en Rusia no ha


traído solamente «rayos y truenos», sino también
desilusión respecto al movimiento, falta de fe en las
fuerzas comunes. Cuando creía en un «porvenir
luminoso», la gente luchaba junta,
independientemente de su nacionalidad: ¡los
problemas comunes ante todo! Pero en el
cuando
espíritu se insinuaron las dudas, la gente comenzó a
dispersarse por barrios nacionales: ¡que cada cual
cuente sólo consigo! ¡El «problema nacional» ante
56
todo!
Al mismo tiempo, se producía en país una seria
el
transformación en la vida económica. El año 1905 no
pasó en vano: los restos de la servidumbre en el
campo sufrieron un nuevo golpe. Las cosechas

56
El artículo «El marxismo y la cuestión nacional» fue escrito a
fines de 1912 y comienzos de 1913 en Viena; en este mismo año
se publicó por primera vez, con la firma de K. Stalin, en los
números 3, 4 y 5 de la revista «Prosveschenie», con el título «La
cuestión nacional y la socialdemocracia». En 1914 el artículo de
J. V. Stalin fue publicado en folleto aparte, bajo el título de «La
cuestión nacional y el marxismo», por la editorial «Pribói» de
Petersburgo. El folleto fue retirado de todas las bibliotecas y
salas de lectura públicas por disposición del ministro del Interior.
En 1920 el trabajo fue reeditado por el Comisariado del Pueblo
de las Nacionalidades en la «Colección de artículos» de J .V.
Stalin sobre la cuestión nacional (Editorial del Estado, Tula). En
1934 incluyóse el artículo en el libro de J. Stalin «El marxismo y
la cuestión nacional y colonial», Recopilación de artículos y
discursos escogidos. En el artículo «Sobre el programa nacional
del POSDR», Lenin, señalando las causas de que la cuestión
nacional fuese destacada en aquel período, escribía: «En la
literatura teórica marxista, dicha situación y las bases el
programa nacional de la socialdemocracia han sido y analizadas
últimamente (aquí destaca, en primer término, el artículo de
Stalin)». En febrero (nuevo cómputo) de 1913, Vladímir Ilich
escribía a A. M. Gorki: «Entre nosotros se halla ahora un
maravilloso georgiano que está escribiendo un extenso artículo
para «Prosveschenie». A ese fin ha reunido todos los materiales
austriacos y otros». Al saber que se pensaba estimar el artículo de
J. V. Stalin como artículo de discusión, Lenin se opuso de
manera resuelta: «Como es natural, nosotros estamos
absolutamente en contra. El artículo es muy bueno. La cuestión
es y no cederemos ni una pulgada de nuestras
batallona
posiciones de principio frente a la canalla bundista» (Archivo del
Instituto Marx-Engels-Lenin). Al poco de la detención de J. V.
Stalin, en marzo de 1913, V. I. Lenin escribía a la redacción de
«Sotsial-Demokrat»: «...Hemos sufrido detenciones dolorosas.
Han detenido a Koba... Antes de su detención ha podido escribir
un extenso artículo (para tres números de «Prosveschenie») sobre
la cuestión nacional. ¡Muy bien! Hay que combatir por la verdad
contra los separatistas y oportunistas del Bund y de los
liquidadores» (Archivo del Instituto Marx-Engels-Lenin).

buenas que siguieron a los años de hambre y el auge


industrial que se produjo después, hicieron avanzar al
capitalismo. La diferenciación en el campo y el
crecimiento de las ciudades, el desarrollo del
comercio y de las vías de comunicación dieron un
gran paso adelante. Esto es particularmente cierto en
lo que se refiere a las regiones de la periferia y no
podía por menos de acelerar el proceso de
consolidación económica de las nacionalidades de
Rusia. Estas tenían necesariamente que ponerse en
movimiento…
Contribuyó también al despertar de las
nacionalidades el «régimen constitucional»,
instaurado durante este período. El aumento de los
periódicos y de la literatura en general, cierta libertad
de prensa y de las instituciones culturales, el
desarrollo de los teatros populares, etc.
contribuyeron, sin duda, a fortalecer los
«sentimientos nacionales». con su La Duma,
campaña electoral y sus grupos políticos, dio nuevas
posibilidades para reavivar las naciones y un nuevo y
amplio campo para movilizarlas.
La ola del nacionalismo belicoso levantada desde
arriba y las numerosas represiones desencadenadas
por los de Poder» para vengarse de la
«investidos
por su «amor a la libertad», provocaron,
periferia
como reacción, una ola de nacionalismo desde abajo,
que a veces llegaba a ser franco chovinismo. El
57
fortalecimiento del sionismo entre los judíos, el
creciente chovinismo en Polonia, el panislamismo
entre los tártaros, el recrudecimiento del
nacionalismo entre los armenios, los georgianos y los
ucranianos, la propensión general de las gentes de
espíritu pequeñoburgués al antisemitismo, son
hechos conocidos por todos.
La ola del nacionalismo avanzaba más y más,
amenazando envolver a las masas obreras. Y cuanto
más decrecía el movimiento de liberación, más
esplendorosamente florecía el nacionalismo.
En este momento difícil, incumbía a la
socialdemocracia una alta misión: hacer frente al
nacionalismo, proteger a las masas contra la

57
Sionismo: corriente reaccionaria nacionalista de la burguesía
judía y que tenía partidarios entre la intelectualidad y las etapas
más atrasadas de los obreros judíos. Los sionistas trataban de
aislar a las masas obreras judías de la lucha general del
proletariado.

El marxismo y la cuestión nacional

«epidemia» general. Pues la socialdemocracia, y


solamente ella, podía hacerlo contraponiendo al
nacionalismo el arma probada del internacionalismo,
la unidad y la indivisibilidad de la lucha de clases. Y
cuanto más fuerte fuese la oleada de nacionalismo,
más potente debía resonar, la voz de la
socialdemocracia en pro de la fraternidad y de la
unidad de los proletarios de todas las nacionalidades
de Rusia. En estas circunstancias, se requería una
firmeza especial por parte de los socialdemócratas de
las regiones periféricas, que chocaban directamente
con el movimiento nacionalista.
Pero no todos los socialdemócratas, y en primer
lugar los de las regiones periféricas, acreditaron estar
a la altura de su misión. El Bund, que antes destacaba
las tareas comunes, empezó a poner en primer plano
sus objetivos particulares, puramente nacionalistas: la
cosa llegó a tal extremo, que proclamó como uno de
los puntos centrales de su campaña electoral la
«celebración del sábado» y el «reconocimiento del
58.
idish» Tras el Bund siguió el Cáucaso: una parte de
los socialdemócratas caucasianos, que antes
rechazaba, con los demás socialdemócratas
caucasianos, la «autonomía cultural-nacional», la
59.
presenta ahora como reivindicación inmediata Y
no hablemos ya de la conferencia de los liquidadores,
que sancionó diplomáticamente las vacilaciones
nacionalistas.
De esto se deduce que las concepciones de la
socialdemocracia de Rusia en cuanto a la cuestión
nacional no están claras aún para todos los
socialdemócratas.
Es imprescindible, evidentemente, proceder a un
estudio serio y completo de la cuestión nacional. Es
necesario un trabajo coordinado e infatigable de los
socialdemócratas consecuentes contra la niebla
nacionalista, de dondequiera que venga.

1. La nación
¿Qué es una nación?
Una nación es, ante todo, una comunidad, una
determinada comunidad de hombres.
Esta comunidad no es de raza ni de tribu. La
actual nación italiana fue constituida por romanos,
germanos, etruscos, griegos, árabes, etc. La nación
francesa fue formada por galos, romanos, bretones,
germanos, etc. Y otro tanto cabe decir de los
ingleses, alemanes, etc., cuyas naciones fueron
formadas por gentes de razas y tribus diversas.
Tenemos, pues, que una nación no es una
comunidad racial o tribal, sino una comunidad de
hombres históricamente formada.
Por otro lado, es
que los grandes
indudable
Estados de Ciro o de Alejandro no podían ser
llamados naciones, aunque se habían formado en el
transcurso de la historia y habían sido integrados por

58
Véase: «Informe de la IX Conferencia del Bund».
59
Véase: «Comunicado de la Conferencia de Agosto».

21

diversas razas y tribus. no eran


Esos Estados
naciones, sino grupos,
conglomerados de
accidentales y mal vinculados, que se disgregaban o
se unían según los éxitos o derrotas de tal o cual
conquistador.
Tenemos, pues, que una nación no es un
conglomerado accidental y efímero, sino una
comunidad estable de hombres.
Pero no toda comunidad estable constituye una
nación. Austria y Rusia son también comunidades
estables, y, sin embargo, nadie las llama naciones.
¿Qué es lo que distingue a una comunidad nacional
de una comunidad estatal? Entre otras cosas, que una
comunidad nacional es inconcebible sin un idioma
común, mientras que para un Estado no es
obligatorio que haya un idioma común. La nación
checa, en Austria, y la polaca, en Rusia, no serían
posibles sin un idioma común para cada una de ellas,
mientras que para la integridad de Rusia y de Austria
no es un obstáculo el que dentro de sus fronteras
existan varios idiomas. Y al decir esto, nos referimos,
naturalmente, a los idiomas que habla el pueblo y no
al idioma oficial de cancillería.
Tenemos, pues, la comunidad de idioma como
uno rasgos característicos de la nación.
de los
Esto no quiere decir, como es lógico, que diversas
naciones hablen siempre y en todas partes idiomas
diversos ni que todos los que hablen uno y el mismo
idioma constituyan obligatoriamente una sola nación.
Un idioma común para cada nación, ¡pero no
obligatoriamente diversos idiomas para diversas
naciones! No hay nación que hable a la vez diversos
idiomas, ¡pero esto no quiere decir que no pueda
haber dos naciones que hablen el mismo idioma! Los
ingleses y los norteamericanos hablan el mismo
idioma, y a pesar de esto no constituyen una sola
nación. Otro tanto cabe decir de los noruegos y los
daneses, de los ingleses y los irlandeses.
¿Y por qué, por ejemplo, los ingleses y los
norteamericanos no forman una sola nación, a pesar
de tener un idioma común?
Ante todo, porque no viven conjuntamente, sino
en distintos territorios. La nación sólo se forma como
resultado de relaciones duraderas y regulares, como
resultado de la convivencia de los hombres, de
generación en generación. Y esta convivencia
prolongada no es posible sin un territorio común.
Antes los ingleses y los norteamericanos poblaban un
solo territorio, Inglaterra, y constituían una sola
nación. Más tarde, una parte de los ingleses emigró
de este país a un nuevo territorio, el Norte de
América, y aquí, en el nuevo territorio, formó a lo
largo del tiempo una nueva nación, la
norteamericana. La diversidad de territorios condujo
a la formación de naciones diversas.
Tenemos, pues, la comunidad de territorio como
uno de los rasgos característicos de la nación.
Pero esto no es todo. La comunidad de territorio

22

por sí sola no determina todavía la nación. Ha de


concurrir, además, un vínculo económico interno que
suelde en un todo único las diversas partes de la
nación. Entre Inglaterra y Norteamérica no existe
este vínculo; por eso constituyen dos naciones
distintas. Y los mismos norteamericanos no
merecerían el nombre de nación si los diversos
confines de Norteamérica no estuviesen ligados entre
sí en una unidad económica gracias a la división del
trabajo establecida entre ellos, al desarrollo de las
vías de comunicación, etc.
Tomemos, por ejemplo, a los georgianos. Los
georgianos de los tiempos anteriores a la reforma
vivían en un territorio común y hablaban un mismo
idioma, pero, con todo, no constituían, estrictamente
hablando, una sola nación, pues, divididos en varios
principados sin ninguna ligazón entre sí, no podían
vivir una vida económica común; se pasaron siglos
guerreando y arruinándose mutuamente, azuzando
unos contra otros a los persas o a los turcos. La
unificación efímera y accidental de estos principados,
que a veces conseguía llevar a cabo cualquier rey
afortunado, sólo abarcaba, en el mejor de los casos,
las esferas superficiales, las esferas administrativas, y
pronto saltaba hecha añicos al chocar con los
caprichos de los príncipes y la indiferencia de los
campesinos. Dada la dispersión económica de
Georgia, no podía ser de otro modo. Georgia no se
reveló como nación hasta la segunda mitad del siglo
XIX, cuando la caída del régimen y
de servidumbre
el desarrollo de la vida económica país, el
del
desarrollo de las vías de comunicación y el
nacimiento del capitalismo establecieron una división
del trabajo entre sus distintas regiones, quebrantaron
por completo el aislamiento económico de los
principados y los unieron en un todo.
Y lo mismo hay que decir de otras naciones que
han pasado por la fase del feudalismo y en cuyo seno
se ha desarrollado el capitalismo.
Tenemos, pues, la comunidad de vida económica,
la ligazón económica como una de las
particularidades características de la nación.
Pero tampocoesto es todo. Además de lo dicho,
hay que tener en cuenta también las particularidades
de la fisonomía espiritual de los hombres unidos en
una nación. Las naciones no sólo se distinguen unas
de otras por sus condiciones de vida, sino también
por su fisonomía espiritual, que se expresa en las
particularidades de la cultura nacional. En el hecho
de que Inglaterra, América del Norte e Irlanda, aún
hablando el mismo idioma, formen, no obstante, tres
naciones distintas, desempeña un papel de bastante
importancia la psicología peculiar que se ha ido
formando en cada una de estas naciones, de
generación en generación, a consecuencia de
condiciones de existencia diferentes.
Claro está que, por sí sola, la psicología, o el
«carácter nacional», como otras veces se la llama, es

J. V. Stalin

algo imperceptible para el observador; pero como se


expresa en las peculiaridades de la cultura común a
toda la nación, es aprehensible y no puede ser dejada
de lado.
Huelga decir que el «carácter nacional» no es algo
que exista de una vez para siempre, sino que cambia
con las condiciones de vida; pero, por lo mismo que
existe en cada momento dado, imprime su sello a la
fisonomía de la nación.
Tenemos, pues, la comunidad de psicología,
reflejada en la comunidad de cultura, como uno de
los rasgos característicos de la nación.
Con esto, hemos señalado todos los rasgos
distintivos una nación.
de
�ación es una comunidad humana estable,
históricamente formada y surgida sobre la base de la
comunidad de idioma, de territorio, de vida
económica y de psicología, manifestada ésta en la
comunidad de cultura.
Además, de suyo se comprende que la nación,
como todo fenómeno histórico, se
a la ley halla sujeta
del cambio, tiene su comienzo y su fin.
su historia,
Es necesario subrayar que ninguno de los rasgos
indicados, tomado aisladamente, es suficiente para
definir la nación. Más aún: basta con que falte
aunque sólo sea uno de estos rasgos, para que la
nación deje de serlo.
Podemos imaginarnos hombres de «carácter
nacional» común, y, sin embargo, no podremos decir
que forman una nación si están desligados
económicamente, si viven en territorios distintos,
hablan idiomas distintos, etc. Así, por ejemplo, los
judíos de Rusia, de Galitzia, de América, de Georgia
y de las montañas del Cáucaso no forman, a juicio
nuestro, una sola nación.
Podemos imaginarnos hombres con comunidad de
territorio y de vida económica, y, no obstante, no
formarán una nación si entre ellos no existe
comunidad de idioma y de «carácter nacional». Tal
es el caso, por ejemplo, de los alemanes y los letones
en la región del Báltico.
Finalmente, noruegos y los daneses hablan un
los
mismo pero no forman una sola nación, por
idioma,
no reunir los demás rasgos distintivos.
Sólo la presencia conjunta de todos los rasgos
distintivos forma la nación.
Podría pensarse que el «carácter nacional» no es
uno de los rasgos distintivos, sino el único rasgo
esencial de la nación, y que todos los demás
constituyen, propiamente hablando, condiciones para
el desarrollo de la nación, pero no rasgos de ésta. En
este punto de vista se colocan, por ejemplo, los
teóricos socialdemócratas de la cuestión nacional R.
Springer y, sobre todo, O. Bauer, conocidos en
Austria.
Examinemos su teoría de la nación.

Según Springer, «la nación es una unión de


El marxismo y la cuestión nacional

hombres que piensan y hablan del mismo modo». Es


«una comunidad cultural de un grupo de hombres
60.
contemporáneos, no vinculada con el suelo»
(Subrayado por nosotros.)

Así, pues, una «unión» de hombres que piensan y


hablan del mismo modo, por muy desunidos que se
hallen unos de otros y vivan donde vivan.
Bauer va todavía más allá.

¿Qué es una nación? -pregunta-. ¿Es la


comunidad que une a los hombres en
de idioma lo
una nación? Pero los inglesese irlandeses… hablan
la misma lengua, y no forman, sin embargo, un solo
pueblo; y los judíos no tienen lengua común alguna,
61.
y, sin embargo, forman una nación»

¿Qué es, pues, una nación?

«La nación es una comunidad relativa de


62
carácter».

Pero ¿qué es el carácter, y aquí, en este caso, el


carácter nacional?

El carácter nacional es «suma de rasgos que


la
distinguen a los hombres de una nacionalidad de los
de otra, el conjunto de rasgos físicos y espirituales
63.
que distinguen a una nación de otra»

Bauer sabe, naturalmente, que el carácter nacional


no cae del cielo; por eso añade:

El carácter no se determina sino


de los hombres
por su destino»… no es más que la
«La nación
comunidad de destino», determinada a su vez por
«las condiciones en que los hombres producen sus
medios de existencia y distribuyen los productos de
64.
su trabajo»

De este modo, llegamos a la definición más


«completa», según la expresión de Bauer, de la
nación.

«�ación es el conjunto de hombres unidos en una


comunidad de carácter sobre la base de una
65
comunida de destinos».
Así, pues, una comunidad de carácter nacional
sobre la base de una comunidad de destinos, al
margen de todo vínculo obligatorio con una

60
Véase: R. Springer, «El problema nacional», pág. 43, ed. (en
ruso) «Obschéstvennaia Polza», 1909.
61
Véase: O. Bauer, «La cuestión nacional y la
socialdemocracia», págs. 1-2, ed. (en ruso) «Serp», 1909.
62
O. Bauer, obra cit., pág. 6.
63
O. Bauer, obra cit., pág. 2.
64
O. Bauer, obra cit., págs. 24-25.
65
O. Bauer, obra cit., pág. 139.

23

comunidad de territorio, de lengua y de vida


económica.
Pero, en este caso, ¿qué queda en pie de la
nación? ¿De qué comunidad nacional puede hablarse
respecto a hombres desligados económicamente unos
de otros, que viven en territorios diferentes y que
hablan, de generación en generación, idiomas
distintos?
Bauer habla de los judíos como de una nación,
66;
aunque «no tienen lengua común alguna» pero
¿qué «comunidad de destinos» y qué vínculos
nacionales pueden mediar, por ejemplo, entre judíos
georgianos, daguestanos, rusos y norteamericanos,
completamente desligados los unos de los otros, que
viven en diferentes territorios y hablan distintos
idiomas?
Indudablemente, los mencionados judíos viven
una vida económica y común
políticacon los
georgianos, los daguestanos, los rusos y los
norteamericanos, en una atmósfera cultural común, y
esto no puede por menos de imprimir su sello al
carácter nacional de estos judíos. Y si en ellos queda
algo de común, es la religión, su mismo origen y
algunos vestigios del carácter nacional. Todo esto es
indudable. Pero ¿cómo se puede sostener seriamente
que unos ritos religiosos fosilizados y unos vestigios
psicológicos que van esfumándose influyan en el
«destino» de los mencionados judíos con más fuerza
que la vida económica, social y cultural que los
rodea? Y es que sólo partiendo de este supuesto,
puede hablarse, en general, de los judíos como de
una sola nación.
¿En qué se distingue, entonces, la nación de Bauer
de ese «espíritu nacional» místico y que se basta a sí
mismo de los espiritualistas?
Bauer establece un limite infranqueable entre el
«rasgo distintivo» de la nación (el carácter nacional)
y las «condiciones» de su vida, separando el uno de
las otras. Pero ¿qué es el carácter nacional sino el
reflejo de las condiciones de vida, la condensación de
las impresiones recibidas del medio circundante?
¿Cómo es posible limitarse a no ver más que el
carácter nacional, aislándolo y separándolo del
terreno en que brota?
Además, ¿qué era lo que distinguía concretamente
la nación inglesa de la norteamericana, a fines del
siglo XVIII y comienzos del XIX, cuando América
del Norte se llamaba todavía «Nueva Inglaterra»? No
era, por cierto, el carácter nacional, pues los
norteamericanos eran oriundos de Inglaterra y habían
llevado consigo a América, además de la lengua
inglesa, el carácter y, como es lógico,
nacional inglés
no podían perderlo tan pronto, aunque, bajo la
influencia de las nuevas condiciones, se estaba
formando, seguramente, en ellos su propio carácter.
Y, sin embargo, pese a la mayor o menor comunidad

66
O. Bauer, obra cit., pág. 2.

24

de carácter, ya entonces constituían una nación


distinta de Inglaterra. Evidentemente, «Nueva
Inglaterra», como nación, no se diferenciaba
entonces de Inglaterra, como nación, por su carácter
nacional especial, o no se diferenciaba tanto por su
carácter nacional como por el medio, por las
condiciones de vida, distintas de las de Inglaterra.
pues, claro que no existe, en realidad,
Está,
ningún rasgo distintivo único de la nación. Existe
sólo una suma de rasgos, de los cuales, comparando
unas naciones con otras, se destacan con mayor
relieve éste (el carácter nacional), aquél (el idioma) o
aquel otro (el territorio, las condiciones económicas).
La nación es la combinación de todos los rasgos,
tomados en conjunto.
El punto de vista de Bauer, al identificar la nación
con el carácter nacional, separa la nación del suelo y
la convierte en una especie de fuerza invisible y que
se basta a sí misma. El resultado no es una nación
viva y que actúa, sino algo místico, imperceptible y
de ultra-tumba. Repito, pues, ¿qué nación judía es
ésa, por ejemplo, compuesta por judíos georgianos,
daguestanos, rusos, norteamericanos y otros judíos
que no se comprenden entre sí (pues hablan idiomas
distintos), viven en distintas partes del planeta, no se
verán jamás unos a otros y no actuarán jamás
conjuntamente, ni en tiempos de paz ni en tiempos de
guerra?
No, no es para estas «naciones», que sólo existen
sobre papel, para las que la socialdemocracia
el
establece su programa nacional. La socialdemocracia
sólo puede tener en cuenta naciones reales, que
actúan y se mueven y, por tanto, obligan a que se las
tenga en cuenta.
Bauer, evidentemente, confunde la nación, que es
una categoría histórica, con la tribu, que es una
categoría étnica.
Por lo demás, el mismo Bauer se da cuenta, a lo
que parece, de la endeblez de su posición. Después
de presentar decididamente en el comienzo de su
67,
libro a los judíos como nación al final del mismo
se corrige, afirmando que «la sociedad no
capitalista
les permite en absoluto (a los judíos) como
subsistir
nación», asimilándolos a otras naciones. La razón
reside, según él, en que «los judíos no poseen un
68,
territorio delimitado de colonización» mientras que
los checos, por ejemplo, que según Bauer deben
conservarse como nación, tienen ese territorio. En
una palabra: la causa está en la ausencia de territorio.
Argumentando así, Bauer quería demostrar que la
autonomía nacional no puede ser una reivindicación
69,
de los obreros judíos pero al mismo tiempo ha
refutado sin querer su propia teoría, que niega la
comunidad de territorio como uno de los rasgos
distintivos de la nación.

67
O. Bauer, obra cit., pág. 2.
68
O. Bauer, obra cit., pág. 388.
69
O. Bauer, obra cit., pág. 396.

J. V. Stalin

Pero Bauer va Al comienzo de su libro


más allá.
declara resueltamente que «los judíos no tienen
lengua común alguna, y, sin embargo, forman una
70.
nación» Y apenas al llegar a la página 130 cambia
de frente, declarando no menos resueltamente: «Es
indudable que no puede existir una nación sin un
71.
idioma común» (Subrayado por nosotros.)
Aquí Bauer quería demostrar que «el idioma es el
medio más importante de relación entre los
72,
hombres» pero al mismo tiempo ha demostrado,
sin darse cuenta, algo que no se proponía demostrar,
a saber: la inconsistencia de su propia teoría de la
nación, que niega la importancia de la comunidad de
idioma.
Así se refuta a sí misma esta teoría, hilvanada con
hilos idealistas.

2. El movimiento nacional
La nación no es simplemente una categoría
histórica, sino una categoría histórica de una
determinada época, de la época del capitalismo
ascensional. El proceso de liquidación del feudalismo
y de desarrollo del capitalismo es, al mismo tiempo,
el proceso en que los hombres se constituyen en
naciones. Así sucede, por ejemplo, en la Europa
Occidental. Los ingleses, los franceses, los alemanes,
los italianos, etc. se constituyeron en naciones bajo la
marcha triunfal del capitalismo victorioso sobre el
fraccionamiento feudal.
Pero allí, la formación de naciones significaba, al
mismo tiempo, su transformación en Estados
nacionales independientes. Las naciones inglesa,
francesa, son, al mismo tiempo, los Estados
etc.
inglés, caso de Irlanda, que queda al margen
etc. El
de este proceso, no cambia el cuadro general.
En la Europa Oriental, las cosas ocurren de un
modo algo distinto. Mientras que en el Oeste las
naciones se desarrollan en Estados, en el Este se
forman Estados multinacionales, Estados integrados
por varias nacionalidades. Tal es el caso de Austria-
Hungría y de Rusia. En Austria, los más
desarrollados en el sentido político resultaron ser los
alemanes, y ellos asumieron la tarea de unificar las
nacionalidades austriacas en un Estado. En Hungría,
los más aptos para la organización estatal resultaron
ser los magiares -el núcleo de las nacionalidades
húngaras-, y ellos fueron los unificadores de
Hungría. En Rusia, asumieron el papel de
unificadores de las nacionalidades los grandes rusos,
a cuyo frente estaba una potente y organizada
burocracia militar aristocrática formada en el
transcurso de la historia.
Así ocurrieron las cosas en el Este.
Este modo peculiar de formación de Estados sólo
podía tener lugar en las condiciones de un feudalismo

70
O. Bauer, obra cit., pág. 2.
71
O. Bauer, obra cit., pág. 130.
72
O. Bauer, obra cit., pág. 130.

El marxismo y la cuestión nacional

todavía sin liquidar, en de un


las condiciones
capitalismo débilmente en que las
desarrollado,
nacionalidades relegadas a segundo plano no habían
conseguido aún consolidarse económicamente como
naciones integrales.
Pero el capitalismo comienza a desarrollarse
también en los Estados del Este. Se desarrollan el
comercio y las vías de comunicación. Surgen grandes
ciudades. Las naciones se consolidan
económicamente. Irrumpiendo en la vida apacible de
las nacionalidades postergadas, el capitalismo las
hace agitarse y las pone en movimiento. El desarrollo
de la prensa y el teatro, la actuación del Reichsrat (en
Austria) y de la Duma (en Rusia) contribuyen a
reforzar los «sentimientos nacionales». Los
intelectuales que surgen en las nacionalidades
postergadas se penetran de la «idea nacional» y
actúan en la misma dirección.
Pero las naciones postergadas que despiertan a
una vida propia, ya no se constituyen en Estados
nacionales independientes: tropiezan con la
poderosísima resistencia que les oponen las capas
dirigentes de las naciones dominantes, las cuales se
hallan desde hace largo tiempo a la cabeza del
Estado. ¡Han llegado tarde!...
Así se constituyeron como nación los checos, los
polacos, etc. en Austria; los croatas, etc. en Hungría;
los letones, los lituanos, los ucranianos, los
georgianos, los armenios, etc. en Rusia. Lo que en la
Europa Occidental era una excepción (Irlanda) se
convierte en regla en el Este.
En el Oeste, Irlanda contestó a su situación
excepcional con un movimiento nacional. En el Este,
las naciones que habían despertado tenían que hacer
lo mismo.
Así fueron creándose las circunstancias que
empujaron a la lucha a las naciones jóvenes de la
Europa Oriental.
La lucha comenzó y se extendió, en rigor, no
entre las en su conjunto, sino entre las
naciones
clases dominantes de las naciones dominadoras y de
las naciones postergadas. La lucha la libran,
generalmente, la pequeña burguesía urbana de la
nación oprimida contra la gran burguesía de la nación
dominadora (los checos y los alemanes), o bien la
burguesía rural de la nación oprimida contra los
terratenientes de la nación dominante (los ucranianos
en Polonia), o bien toda la burguesía «nacional» de
las naciones oprimidas contra la aristocracia
gobernante de la nación dominadora (Polonia,
Lituania y Ucrania, en Rusia).
La burguesía es en acción.
el principal personaje
El problema para la joven burguesía
fundamental
es el mercado. Dar salida a sus mercancías y salir
vencedora en su competencia con la burguesía de
otra nacionalidad: he ahí su objetivo. De aquí su
deseo de asegurarse «su» mercado, un mercado
«propio». El mercado es la primera escuela en que la

25

burguesía aprende el nacionalismo.


Pero, generalmente, la cosa no se limita al
mercado. En la lucha se mezcla la burocracia
semifeudal-semiburguesa de la nación dominante con
sus métodos de «agarrar y no soltar». La burguesía
de la nación dominadora que se trate de
-lo mismo da
la gran burguesía o
pequeña- de la
obtiene la
posibilidad de deshacerse «más rápida» y «más
resueltamente» de su competidor. Las «fuerzas» se
unifican, y se empieza a adoptar toda una serie de
medidas restrictivas contra la burguesía «alógena»,
medidas que se convierten en represiones. La lucha
pasa de la esfera económica a la esfera política.
Limitación de la libertad de movimiento, trabas al
idioma, restricción de los derechos electorales,
reducción de escuelas, trabas a la religión, etc., etc.
llueven sobre la cabeza del «competidor».
Naturalmente, estas medidas no sirven sólo a los
intereses de las clases burguesas de la nación
dominadora, sino también a los objetivos específicos
de casta, por decirlo así, de la burocracia gobernante.
Pero, desde el punto de vista de los resultados, esto
es absolutamente igual: las clases burguesas y la
burocracia se dan la mano en este caso, ya se trate de
Austria-Hungría o de Rusia.
La burguesía de la nación oprimida, que se ve
acosada por todas partes, se pone, naturalmente, en
movimiento. a «los de abajo de
Apela su país» y
comienza a acerca de la «patria», haciendo
clamar
pasar su propia causa por la causa de todo el pueblo.
Recluta para sí un ejército entre sus «compatriotas»
en interés… de la «patria». «Los de abajo» no
siempre permanecen sordos a sus llamadas, y se
agrupan en torno a su bandera: la represión de arriba
les afecta también a ellos, provocando su
descontento.
Así comienza el movimiento nacional.
La fuerza del movimiento nacional está
determinada por el grado en que participan en él las
extensas capas de la nación, el proletariado y los
campesinos.
Que el proletariado se coloque bajo la bandera del
nacionalismo burgués, depende del grado de
desarrollo de las contradicciones de clase, de la
conciencia y de la organización del proletariado. El
proletariado consciente tiene su propia bandera, ya
probada, y no necesita marchar bajo la bandera de la
burguesía.
En cuanto a los campesinos, su participación en el
movimiento nacional depende, ante todo, del carácter
de la represión.Si la represión afecta a los intereses
como ocurría en Irlanda, las grandes
de la «tierra»,
masas campesinas se colocan inmediatamente bajo la
bandera del movimiento nacional.
Por otra parte, si en
por ejemplo, no
Georgia,
existe un nacionalismo o menos serio,
anti-ruso más
es, sobre todo, porque allí no hay terratenientes rusos
ni una gran burguesía rusa que pudieran dar pábulo a

26

este nacionalismo en
masas. En Georgia hay un
las
nacionalismo pero es porque allí existe
anti-armenio,
además una gran burguesía armenia que, al batir a la
pequeña burguesía georgiana, aún débil, empuja a
ésta al nacionalismo anti-armenio.
Con a estos factores, el movimiento
sujeción
nacional o asume un carácter de masas, creciendo
más y más (Irlanda Galitzia), o se convierte en una
serie de pequeñas colisiones que degeneran en
escándalos y en una «lucha» por cuestiones de
rótulos (como en algunos pueblos de Bohemia).
El contenido del movimiento nacional no puede,
naturalmente, ser el mismo en todas partes: está
determinado íntegramente por las distintas
reivindicaciones que presenta el movimiento. En
Irlanda, este movimiento tiene un en
carácter agrario;
Bohemia, gira en torno en unos sitios,
al «idioma»;
reclama igualdad de derechos civiles y libertad de
cultos; en otros, «sus propios» funcionarios o su
propia Dieta. En las diversas reivindicaciones se
traslucen, frecuentemente, los diversos rasgos que
caracterizan a una nación en general (el idioma, el
territorio, etc.). Merece notarse que no se encuentra
en parte alguna la reivindicación de ese «carácter
nacional» de Bauer, que lo abarca todo. Y es lógico:
por sí solo, el «carácter nacional» es inaprensible, y,
como observa acertadamente J. Strasser, «con él no
73.
hay nada que hacer en la política»
Tales son, a grandes rasgos, las formas y el
carácter del movimiento nacional.
Por lo expuesto se ve claramente que, bajo el
capitalismo ascensional, la lucha nacional es una
lucha entre las clases burguesas. A veces, la
burguesía consigue arrastrar al proletariado al
movimiento nacional, y entonces exteriormente
parece que en la lucha nacional participa «todo el
pueblo», pero eso sólo exteriormente. En su esencia,
esta lucha sigue siendo siempre una lucha burguesa,
conveniente y grata principalmente para la burguesía.
Pero de aquí no se desprende, ni mucho menos,
que el proletariado no deba luchar contra la política
de opresión de las nacionalidades.
La restricción de la libertad de movimiento, la
privación de derechos electorales, las trabas al
idioma, la reducción de las escuelas y otras medidas
represivasafectan a los obreros en grado no menor, si
no es mayor, que a la burguesía. Esta situación no
puede por menos de frenar el libre desarrollo de las
fuerzas espirituales del proletariado de las naciones
sometidas. No se puede hablar seriamente del pleno
desarrollo de las facultades espirituales del obrero
tártaro o judío, cuando no se le permite servirse de su
lengua materna en las asambleas o en las
conferencias y cuando se le cierran las escuelas.
La política de represión nacionalista es también
peligrosa en otro aspecto para la causa del
proletariado. Esta política desvía la atención de

73
Véase su obra «Der Arbeiter und die Nation», 1912, pág. 33.

J. V. Stalin

extensas capas del mismo de las cuestiones sociales,


de las cuestiones de la lucha de clases hacia las
cuestiones nacionales, hacia las cuestiones
«comunes» al proletariado y a la burguesía. Y esto
crea un terreno favorable para las prédicas
mentirosas sobre la «armonía de intereses», para
velar los intereses de clase del proletariado, para
esclavizar moralmente a los obreros. De este modo,
se levanta una seria barrera ante la unificación de los
obreros de todas las nacionalidades. Si hasta hoy una
parte considerable de los obreros polacos permanece
bajo la esclavitud moral de los nacionalistas
burgueses, si hasta hoy se mantiene al margen del
movimiento obrero internacional, es, principalmente,
porque la secular política anti-polaca de los
«investidos de Poder» crea un terreno favorable para
esta esclavitud y entorpece la liberación de los
obreros de la misma.
Pero la política no se detiene aquí.
de represión
Del «sistema» de opresión pasa no pocas veces al
«sistema» de azuzamiento de unas naciones contra
otras, al «sistema» de matanzas y pogromos.
Naturalmente, este último sistema no es posible
siempre ni en todas partes, pero allí donde es posible
-cuando no se cuenta con las libertades elementales-
toma no pocas veces proporciones terribles,
amenazando con ahogar en sangre y en lágrimas la
unión de los obreros. El Cáucaso y el Sur de Rusia
nos dan no pocos ejemplos de esto. «Divide e
impera»: he ahí el objetivo de la política de
azuzamiento. en cuanto esta política tiene éxito,
Y
representa un mal tremendo para el proletariado, un
obstáculo formidable que se levanta ante la unión de
los obreros de todas las nacionalidades que integran
el Estado.
Pero los obreros en la fusión
están interesados
completa de todos sus
en un ejército
camaradas
internacional único, su rápida y definitiva
en
liberación de la esclavitud moral a que la burguesía
los somete, en el pleno y libre desarrollo de las
fuerzas espirituales de sus hermanos, cualquiera que
sea la nación a que pertenezcan.
Por eso, los obreros luchan y lucharán contra
todas las formas de la política de opresión de las
naciones, desde las más sutiles hasta las más burdas,
al igual que contra todas las formas de la política de
azuzamiento de unas naciones contra otras.
Por eso, la socialdemocracia de todos los países
proclama el derecho de las naciones a la
autodeterminación.
El derecho de que
autodeterminación significa
sólo la propia nación tiene derecho sus a determinar
destinos, que nadie tiene derecho a inmiscuirse por la
fuerza en la vida de una nación, a destruir sus
escuelas y demás instituciones, a atentar contra sus
hábitos y costumbres, a poner trabas a su idioma, a
restringir sus derechos.
Esto no quiere decir, naturalmente, que la
El marxismo y la cuestión nacional

socialdemocracia vaya a apoyar todas y cada una de


las costumbres e instituciones de una nación.
Luchando contra la violencia ejercida sobre las
naciones, sólo defenderá el derecho de la nación a
determinar por sí misma sus destinos, emprendiendo
al mismo tiempo campañas de agitación contra las
costumbres y las instituciones nocivas de esta nación,
para dar a las capas trabajadoras de dicha nación la
posibilidad de liberarse de ellas.
El derecho que la
de autodeterminación significa
nación puede a sus deseos.
organizarse conforme
Tiene derecho a organizar su vida según los
principios de la autonomía. Tiene derecho a entrar en
relaciones federativas con otras naciones. Tiene
derecho a separarse por completo. La nación es
soberana, y todas las naciones son iguales en
derechos.
Eso, naturalmente, no quiere decir que la
socialdemocracia vaya a defender todas las
reivindicaciones de una nación, sean cuales fueren.
La nación tiene derecho incluso a volver al viejo
orden de cosas, pero esto no significa que la
socialdemocracia haya de suscribir este acuerdo de
tal o cual institución de una nación dada. El deber de
la socialdemocracia, que defiende los intereses del
proletariado, y los derechos de la nación, integrada
por diversas clases, son dos cosas distintas.
Luchando por el derecho de autodeterminación de
las naciones, la socialdemocracia se propone como
objetivo poner fin a la política de opresión de las
naciones, hacer imposible esta política y, con ello,
minar las bases de la lucha entre las naciones,
atenuarla, reducirla al mínimo.
En esto se distingue esencialmente la política del
proletariado consciente de la política de la burguesía,
que se esfuerza por ahondar y fomentar la lucha
nacional, por prolongar y agudizar el movimiento
nacional.
Por eso, precisamente, el proletariado consciente
no puede colocarse bajo la bandera «nacional» de la
burguesía.
Por eso, precisamente, la política llamada
«evolutivo-nacional», propuesta por Bauer, no puede
ser la política del proletariado. El intento de Bauer de
identificar su política «evolutivo-nacional» con la
74
política «de la clase obrera moderna» es un intento
de adaptar la lucha de clase de los obreros a la lucha
de las naciones.
Los destinos del movimiento nacional, que es en
sustancia un movimiento burgués, están naturalmente
vinculados a los destinos de la burguesía. La caída
definitiva del movimiento nacional sólo es posible
con la caída de la burguesía. Sólo cuando reine el
socialismo se podrá instaurar la paz completa. Lo que
sí se puede, incluso dentro del marco del capitalismo,
es reducir al mínimo la lucha nacional, minarla en su

74
O. Bauer, obra cit., pág. 166.

27

raíz, hacerla lo más inofensiva posible para el


proletariado. Así lo atestiguan aunque sólo sean los
ejemplos de Suiza y Norteamérica. Para ello es
necesario democratizar el país y dar a las naciones la
posibilidad de desarrollarse libremente.

3. Planteamiento de la cuestión
La nación tiene derecho a determinar libremente
sus destinos. Tiene derecho a organizarse como le
plazca, naturalmente, siempre y cuando no
menoscabe los derechos de otras naciones. Esto es
indiscutible.
¿cómo, concretamente, debe organizarse, qué
Pero
formas revestir su futura constitución,
debe si se
toman en cuenta los intereses de la mayoría de la
nación y, ante todo, los del proletariado?
La nación tiene derecho a organizarse sobre la
base de la autonomía. Tiene derecho incluso a
separarse. Pero eso no significa que deba hacerlo
bajo cualesquiera condiciones, que la autonomía o la
separación sean siempre y en todas partes ventajosas
para es decir, para la mayoría de ella, es
la nación,
decir, para capas trabajadoras. Los tártaros de la
las
Transcaucásia, como nación, pueden reunirse,
supongamos, en su Dieta, y, sometiéndose a la
influencia de sus beys y mulhas, restaurar en su país
el viejo orden de cosas, decidir su separación del
Estado. Conforme al punto de la autodeterminación,
tienen perfecto derecho a hacerlo. Pero ¿iría esto en
interés de las capas trabajadoras de la nación tártara?
¿Podrían los socialdemócratas contemplar
indiferentes cómo los beys y los mulhas arrastraban
consigo a las masas en la solución de la cuestión
nacional? ¿No debería la socialdemocracia
inmiscuirse en el asunto e influir sobre la voluntad de
la nación en un determinado sentido? ¿No debería
presentar un plan concreto para resolver la cuestión,
el plan más ventajoso para las masas tártaras?
Pero ¿qué solución sería la más compatible con
los intereses de las masas trabajadoras? ¿La
autonomía, la federación o la separación?
Todos estos son problemas cuya solución depende
de las condiciones históricas concretas que rodean a
la nación de que se trate.
Más aún; las condiciones, como todo, cambian, y
una solución acertada para un momento dado puede
resultar completamente inaceptable para otro
momento.
A mediados del siglo XIX, Marx era partidario de
la separación de la Poloniarusa, y con razón, pues
entonces se planteaba de liberar una
el problema
cultura superior de otra cultura inferior que la
destruía. Y entonces el problema no se planteaba
solamente en teoría, de un modo académico, sino en
la práctica, en la realidad misma…
A fines del siglo XIX, los marxistas polacos se
manifiestan ya en contra de la separación de Polonia,
y también ellos tienen razón, puesto que en los

28

últimos cincuenta años se han producido cambios


profundos en el sentido de un acercamiento
económico y cultural entre Rusia y Polonia. Además,
durante este tiempo, el problema de la separación ha
dejado de ser un problema práctico para convertirse
en un tema de discusiones académicas, que tal vez
apasiona sólo a los intelectuales residentes en el
extranjero.
Esto no excluye, naturalmente, la posibilidad de
ciertas coyunturas interiores y exteriores en las
cuales el problema de la separación de Polonia puede
estar de nuevo a la orden del día.
De ello se desprende que la solución de la
cuestión nacional sólo es posible en conexión con las
condiciones históricas, tomadas en su desarrollo.
Las condiciones económicas, políticas y culturales
que rodean a una nación dada constituyen la única
clave para la solución del problema de cómo debe
organizarse concretamente tal o cual nación, de qué
formas debe revestir su futura constitución. Además,
puede ocurrir que cada nación requiera su propia
solución del problema. Si hay algún terreno en que
sea necesario plantear el problema de manera
dialéctica, es precisamente aquí, en la cuestión
nacional.
En virtud de esto, debemos declararnos
decididamente contra un método muy extendido,
pero también muy simplista, de «resolver» la
cuestión nacional, que tiene sus orígenes en el Bund.
Nos referimos al de remitirse
fácil a la
método
75,
socialdemocracia y a la sudeslava
austriaca que,
según se dice, han resuelto ya la cuestión nacional y
de las que los socialdemócratas rusos deben
simplemente tomar prestada su solución. Se parte del
supuesto de que todo lo que es acertado para Austria,
por ejemplo, lo es también para Rusia. Se pierde de
vista lo más importante y decisivo del caso presente:
las condiciones históricas concretas de Rusia, en
general, y de la vida de cada nación dentro de las
fronteras de Rusia, en particular.
Escuchad, por ejemplo, al conocido bundista V.
Kossovski:

«Cuando en el IV Congreso del Bund se debatió


la cuestión (se refiere a la cuestión nacional. J. St.)
desde el punto de vista de los principios, la solución
de la misma -propuesta por uno de los miembros del
Congreso- en el espíritu de la resolución del Partido
Socialdemócrata Sudeslavo, encontró la aprobación
76.
general»

En consecuencia, «el Congreso adoptó por


unanimidad»… la autonomía nacional.
¡Y eso fue todo! Ni un análisis de la realidad rusa,
ni un examen de las condiciones de vida de los judíos

75
La socialdemocracia sudeslava actúa en el Sur de Austria.
76
Véase: V. Kossovski, «Problemas de las nacionalidades»,
1907, págs. 16-17.

J. V. Stalin

en Rusia. ¡Lo primero que se hizo fue tomar prestada


la solución del Partido Socialdemócrata Sudeslavo,
luego «aprobarla» y después «adoptarla por
unanimidad»! Así plantean y «resuelven» los
bundistas la cuestión nacional en Rusia…
Sin embargo, Austria y Rusia presentan
condiciones totalmente distintas. Así se explica por
qué los socialdemócratas deAustria, al aprobar el
77,
programa nacional en Brünn (1899) inspirándose
en la resolución del Partido Socialdemócrata
Sudeslavo (con algunas enmiendas insignificantes, es
cierto), abordaron el problema de una manera
completamente no rusa, por decirlo así, y lo
resolvieron, naturalmente, de una manera no rusa.
Veamos, ante todo, el planteamiento de la
cuestión. ¿Cómo plantean la cuestión Springer y
Bauer, los teóricos austriacos de la autonomía
cultural-nacional, esos intérpretes del programa
nacional de Brünn y de la resolución del Partido
Socialdemócrata Sudeslavo?

«Dejamos aquí -dice Springer- la


sin respuesta
cuestión de si esen general, un Estado
posible,
multinacional de y
si, en particular, las
nacionalidades austriacas están obligadas a formar un
todo político; estas cuestiones vamos a darlas por
resueltas. Para quien no esté conforme con esta
posibilidad y necesidad, nuestra investigación
carecerá, ciertamente, de fundamento. Nuestro tema
es el siguiente: puesto que dichas naciones están
obligadas a llevar una existencia conjunta, ¿qué
78.
formas jurídicas les permitirán convivir mejor?»
(subrayado por Springer)

Tenemos, pues, la integridad estatal de Austria


como punto de partida.
Y lo mismo dice Bauer:
«Partimos del supuesto de que las naciones
austriacas permanezcan dentro de la misma unión
estatal en que ahora conviven, y preguntamos cuáles
serán, dentro de esta unión, las relaciones de las
79.
naciones entre sí y de todas ellas con el Estado»

Nuevamente la integridad de Austria en primer


término.
¿Puede la socialdemocracia de Rusia plantear así
la cuestión? No, no puede. Y no puede porque se
atiene desde el primer momento al punto de vista de
la autodeterminación de las naciones, en virtud de la
cual la nación tiene derecho a separarse.
Hasta el bundista Goldblat reconoció en el II

77
El Congreso de Brünn de la socialdemocracia austriaca tuvo
lugar del 12 al 17 (24-29) de septiembre de 1899. El texto de la
resolución aprobada por el Congreso en cuanto a la cuestión
nacional es reproducido por J. V. Stalin en el capítulo siguiente
del presente trabajo.
78
Véase: R. Springer, «El problema nacional», pág.14.
79
O. Bauer, obra cit., pág. 399.

El marxismo y la cuestión nacional

Congreso de la socialdemocracia de Rusia que ésta


no puede renunciar al punto de vista de la
autodeterminación. He aquí lo que dijo entonces
Goldblat:

«Contra el derecho de autodeterminación no


puede objetarse nada. Si una nación lucha por su
independencia, nadie debe oponerse a ello. Si
Polonia no quiere contraer un «matrimonio legal»
con Rusia, no somos nosotros quienes hemos de
ponerle obstáculos.

Todo esto es así. Pero de aquí se deduce que los


puntos de partida de los socialdemócratas austriacos
y rusos, lejos de ser iguales, son, por el contrario,
diametralmente opuestos. ¿Puede, después de esto,
hablarse de la posibilidad de tomar prestado de los
austriacos el programa nacional?
Prosigamos. Los austriacos piensan realizar la
«libertad de las nacionalidades» mediante pequeñas
reformas a paso lento. Proponiendo la autonomía
cultural-nacional como medida práctica, no cuentan
para nada con cambios radicales, con un movimiento
democrático de liberación, que ellos no tienen en
perspectiva. En cambio, los marxistas rusos vinculan
el problema de la «libertad de las nacionalidades»
con probables cambios radicales, con un movimiento
democrático de liberación, no teniendo razones para
contar con reformas. eso Y
hace cambiar
esencialmente la cuestión, en lo que se refiere a los
probables destinos de las naciones en Rusia.

«Naturalmente -dice Bauer-, es


creer que la
difícil
autonomía nacional haya de obtenerse como fruto de
una gran decisión, de una acción enérgica y audaz.
Austria marchará hacia la autonomía nacional paso a
paso, por un proceso lento y doloroso, a través de una
dura lucha, como resultado de la cual la legislación y
la administración se encontrarán en un estado de
parálisis crónica. Sí, el nuevo régimen jurídico del
Estado no se creará por medio de un gran acto
legislativo, sino de una multitud de leyes aisladas,
promulgadas para determinados territorios y para
80.
comunidades determinadas»

Y lo mismo dice Springer:

«Sé muy bien -escribe Springer- que las


instituciones de este género (los organismos de la
autonomía nacional. J. St.) no se crean en un año ni
en diez. La sola reorganización de la administración
prusiana exigió largo tiempo… Prusia necesitó dos
decenios para establecer definitivamente sus
principales instituciones administrativas. Por eso,
nadie debe pensar que yo ignoro cuánto tiempo y
81.
cuántas dificultades le costará a Austria»

80
O. Bauer, obra cit., pág. 422.
81
R. Springer, obra citada., págs. 281-282.

29

Todo eso es muy preciso, pero ¿pueden acaso los


marxistas rusos no vincular la cuestión nacional a
«acciones enérgicas y audaces»? ¿Pueden ellos
contar con reformas con una «multitud de
parciales,
leyes aisladas», como para conquistar la
medio
«libertad de las nacionalidades»? Y si no pueden ni
deben hacer esto, ¿no se deduce claramente de aquí
que los métodos de lucha y las perspectivas de los
austriacos y de los rusos son completamente
distintos? ¿Cómo, en esta situación, es posible
limitarse a la autonomía cultural-nacional, unilateral
y a medias, de los austriacos? Una de dos: o los
partidarios de la solución prestada no cuentan con
«acciones enérgicas y audaces» en Rusia, o cuentan
con ellas, pero «no saben lo que hacen».
Finalmente, Rusia y Austria se hallan ante tareas
inmediatas completamente distintas, razón por la cual
también es distinto el método que se impone para la
solución de la cuestión nacional. Austria vive bajo
las condiciones del parlamentarismo; sin parlamento,
no sería posible el desarrollo de aquel país en las
circunstancias actuales. Pero en Austria la vida
parlamentaria y la legislación se paralizan
completamente, no pocas veces, a causa de graves
choques entre los partidos nacionales. Así se explica
la crisis política crónica que desde hace largo tiempo
viene padeciendo Austria. Esto hace que la cuestión
nacional sea allí el eje de la vida política, un
problema de vida o muerte. No es sorprendente, por
tanto, que los políticos socialdemócratas austriacos
se esfuercen en resolver, ante todo, de un modo o de
otro, el problema de los choques nacionales; en
resolverlo, claro está, sobre la base del
parlamentarismo existente, por métodos
parlamentarios.
No ocurre así en Rusia. En primer lugar, en Rusia
82.
«no tenemos, gracias a Dios, parlamento» En
segundo lugar -y es lo fundamental-, el eje de la
esto
vida política de Rusia no es la cuestión nacional, sino
la agraria. Por eso, los destinos del problema ruso, y,
por consiguiente, también los de la «liberación» de
las naciones, están vinculados en Rusia a la solución
de la cuestión agraria, es decir, a la destrucción de los
restos feudales, es
a la democratización del
decir,
país. A ello se debe que en Rusia la cuestión nacional
no se presente como una cuestión independiente y
decisiva, sino como parte del problema general y más
importante de liberar al país de los restos feudales.

«La esterilidad del parlamento austriaco -escribe


Springer- se debe precisamente a que cada reforma
engendra dentro de los partidos nacionales
contradicciones que destruyen su cohesión; por eso

82
«No tenemos, gracias a Dios, parlamento»: palabras
pronunciadas en la Duma de Estado por V. Kokóvtsev, ministro
zarista de Hacienda (más tarde, primer ministro), el 24 de abril
de 1908.

30

los jefes de los partidos rehúyen cuidadosamente


todo lo que huele a reforma.progreso En Austria, el
sólo es concebible en el caso sede que a las naciones
les concedan posiciones legales imprescriptibles que
les releven de la necesidad de mantener en el
parlamento destacamentos de lucha permanentes y
les permitan entregarse a la solución de los
83.
problemas económicos y sociales»

Y lo mismo dice Bauer:

«La paz nacional es necesaria ante todo para el


Estado. El Estado no puede en modo alguno tolerar
que la legislación se paralice por una estúpida
cuestión de idioma, por la más leve querella entre las
gentes excitadas en cualquier zona plurilingüe, por
84.
cada nueva escuela»

Todo es comprensible.
esto Pero no menos
comprensible es que en Rusia la cuestión nacional
está situada en un plano completamente distinto. No
es la cuestión nacional, sino la cuestión agraria la que
decide el destino del progreso en Rusia; la cuestión
nacional es una cuestión subordinada.
Tenemos, pues, un planteamiento distinto de la
cuestión, distintas perspectivas y distintos métodos
de lucha, distintas tareas inmediatas. ¿Acaso no es
evidente que, en esta situación, sólo hombres
aficionados al papeleo, que «resuelven» la cuestión
nacional fuera del espacio y del tiempo, pueden
seguir el ejemplo de Austria y tomar prestado su
programa?
Repito: condiciones históricas concretas como
punto de partida y planteamiento dialéctico de la
cuestión como el único planteamiento acertado: ésa
es la clave para la solución del problema nacional.

4. La autonomía cultural-nacional
Más arriba hemos hablado del aspecto formal del
programa nacional austriaco, de los fundamentos
metodológicos en virtud de los cuales los marxistas
rusos no pueden simplemente tomar ejemplo de la
socialdemocracia austriaca y hacer suyo el programa
de ésta.
Hablemos ahora del programa mismo en su
aspecto sustancial.
Así, pues, ¿cuál es el programa nacional de los
socialdemócratas austriacos?
Este programa se expresa en dos palabras:
autonomía cultural-nacional.
Ello significa,en primer lugar, que la autonomía
no se supongamos, a Bohemia o a Polonia,
concede,
habitadas principalmente por checos y polacos, sino a
los checos y polacos en general, independientemente
del territorio y sea cual fuere la región de Austria en
que habiten.

83
R. Springer, obra citada., pág. 36.
84
O. Bauer, obra cit., pág. 401.

J. V. Stalin

Es éstarazón de que tal autonomía se denomine


la
nacional y no territorial.
Ello significa, en segundo lugar, que los checos,
los polacos, los alemanes, etc., diseminados por los
distintos confines de Austria, considerados
individualmente, como personas distintas, se
organizan en naciones íntegras y entran, como tales,
a formar parte del Estado austriaco. Y así Austria no
será una unión de regiones autónomas, sino una
unión de nacionalidades autónomas, constituidas
independientemente del territorio.
Ello significa, en tercer lugar, que las
instituciones nacionales de tipo general que han de
ser creadascon estos fines para los polacos, los
checos, etc. no entenderán en los asuntos «políticos»,
sino solamente en los «culturales». Las cuestiones
específicamente políticas se concentrarán en el
parlamento (Reichsrat) de toda Austria.
Por eso, esta autonomía se denomina, además,
cultural, cultural-nacional.
He aquí el texto del programa aprobado por la
socialdemocracia austriaca en el Congreso de Brünn
85.
de 1899
Después de indicar que «las disensiones
nacionales en Austria impiden el progreso político»,
que «la solución definitiva de la cuestión nacional…
es, ante todo, una necesidad cultural» y que esta
«solución sólo es posible en una sociedad
auténticamente democrática, constituida sobre la base
del sufragio universal, directo e igual», el programa
continúa:

«La conservación y el desarrollo de las


86
particularidades nacionales de todos los pueblos de
Austria sólo es posible sobre la base de la plena
igualdad de derechos y de la ausencia de toda clase
de opresión. Por tanto, debe ser rechazado, en primer
término, todo centralismo burocrático del Estado, lo
mismo que los privilegios feudales de los territorios.
En estas condiciones, y solamente en estas
condiciones, se podrá establecer en Austria el orden
nacional en vez de las disensiones nacionales;
precisamente sobre la base de los siguientes
principios:
1. Austria debe ser transformada en un Estado que
represente una unión democrática de nacionalidades.
2. En lugar de los territorios históricos de la
Corona deben formarse corporaciones autónomas
nacionalmente delimitadas, en cada una de las cuales

85
Por dicho programa votaron también los representantes del
Partido Socialdemócrata Sudeslavo. Véase: «Debates sobre la
cuestión nacional en el Congreso de Brünn del Partido», 1906;
pág.72.
86
La traducción rusa de M. Panin (v. el libro de Bauer, traducido
por Panin), en lugar de «particularidades nacionales» dice
«individualidades nacionales”. Panin traduce erróneamente este
pasaje, pues en el texto alemán no existe la palabra
«individualidades», sino «nationalen Eigenart», es decir,
particularidades, lo que dista mucho de ser una y la misma cosa.

El marxismo y la cuestión nacional


la legislación y la administración se confíen a
cámaras nacionales elegidas sobre la base del
sufragio universal, directo e igual.
3. Todas las regiones autónomas de una y la
misma nación forman en conjunto una unión
nacional única, que resuelve sus asuntos nacionales
de una manera absolutamente autónoma.
4. Los derechos de las minorías nacionales son
garantizados por una ley especial promulgada por el
Parlamento imperial».

El programa termina con un llamamiento a la


87.
solidaridad de todas las naciones de Austria
No es difícil advertir que en este programa han
quedado algunas huellas de «territorialismo», pero en
términos generales es la formulación de la autonomía
nacional. No en vano Springer, el primer agitador en
pro de la autonomía cultural-nacional, lo acoge con
88.
entusiasmo Bauer lo aprueba también,
89
calificándolo de «victoria teórica» de la autonomía
nacional; únicamente, en interés de una mayor
claridad, propone sustituir el punto 4 por una
formulación más precisa, que hable de la necesidad
de «constituir la minoría nacional dentro de cada
región autónoma como una corporación de derecho
público», para regentar los asuntos de las escuelas y
otros asuntos culturales.
Tal es el programa nacional de la
socialdemocracia austriaca.
Examinemos sus fundamentos científicos.
Veamos cómo fundamenta la socialdemocracia
austriaca la autonomía cultural-nacional, por la que
aboga.
Dirijámonos a los teóricos de esta última, a
Springer y Bauer.
El punto de partida de la autonomía nacional es el
concepto de la nación como una unión de personas,
independientemente de todo territorio determinado.

«La nacionalidad -según Springer- no guarda la


menor relación sustancial con el territorio; la nación
90.
es una unión autónoma de personas»

Bauer habla también de la nación como de una


«comunidad de personas», a la que «no se otorga una
dominación exclusiva en ninguna región
91.
determinada»
Pero las personas que componen una nación no
siempre viven agrupadas en una masa compacta;
frecuentemente se dividen en grupos, y en esta forma
se incrustan en organismos nacionales ajenos. Es el
capitalismo el que las acucia a ir a diversas regiones

87
Véase: «Verhandlungen des Gesammtpartcitages» Brünn,
1899.
88
R. Springer, obra cit., pág. 286.
89
O. Bauer, obra cit., pág. 549.
90
R. Springer, obra cit., pág. 19.
91
O. Bauer, obra cit., pág. 286.

31

y ciudades a ganar su pan. Pero al entrar en


territorios nacionales ajenos, formando en ellos
minorías, estos grupos sufren a consecuencia de las
trabas que las mayorías nacionales del sitio en que
residen ponen a su idioma, a sus escuelas, etc. De
aquí los conflictos nacionales. De aquí la «inutilidad»
de la autonomía territorial. La única salida de esta
situación, a juicio de Springer y de Bauer, es
organizar las minorías de una nacionalidad dada,
dispersas por las diversas regiones del Estado, en una
sola unión nacional general, común a todas las clases.
Sólo semejante unión podría defender, a juicio de
ellos, los intereses culturales de las minorías
nacionales, sólo ella sería capaz de poner fin a las
discordias nacionales.
«De esto se deduce -dice Springer- la necesidad
de constituir las nacionalidades, de dotarlas de
92
derechos y deberes» … Por cierto, «una se
ley
promulga fácilmente, pero ¿tendrá la eficacia que de
ella se espera?»… «Si queréis crear una ley para las
naciones, lo primero que tenéis que hacer es crear
93…
estas naciones» «Sin constituir las
nacionalidades, es imposible crear el
derecho
94.
nacional y eliminar las disensiones nacionales»

Bauer se manifiesta en el mismo sentido cuando


formula como una «reivindicación de la clase
obrera» «la constitución de las minorías en
corporaciones de derecho público, basadas en el
95.
principio personal»
Pero ¿cómo han de organizarse las naciones?
¿Cómo ha de determinarse cuándo un individuo
pertenece a ésta o a la otra nación?

«La nacionalidad -dice Springer- se determina por


medio de certificados nacionales; cada individuo que
viva en una región dada estará obligado a declarar a
96.
qué nacionalidad pertenece»
«El principio personal -dice Bauer- presupone que
la población se dividirá por nacionalidades sobre la
base de la libre declaración de los ciudadanos
adultos», para lo cual «deben organizarse censos
97.
nacionales»
Y más adelante:

«Todos los alemanes -dice Bauer- domiciliados en


regiones nacionalmente homogéneas y todos los
alemanes inscritos en los censos nacionales de las
regiones mixtas, constituirán la nación alemana y
elegirán un consejo nacional».

92
R. Springer, obra cit., pág. 74.
93
R. Springer, obra cit., págs. 88-89.

94
R. Springer, obra cit., pág. 89.
95
O. Bauer, obra cit., pág. 552.

96
R. Springer, obra cit., pág. 226.
97
O. Bauer, obra cit., pág. 368.

32

Otro tanto hay que decir de los checos, los


polacos, etc.

«El consejo nacional es -según Springer- el


parlamento cultural-nacional, llamado a fijar los
principios y aprobar los medios necesarios para velar
por la enseñanza nacional, la literatura nacional, el
arte y la ciencia, la organización de academias,
98.
museos, galerías, teatros», etc.

Tal es la organización de una nación y su


institución central.
Formando tales instituciones, comunes a todas las
clases, el Partido Socialdemócrata Austriaco aspira,
en opinión de Bauer, a «convertir la cultura
nacional… en patrimonio de todo el pueblo, y de este
modo -el único posible- unir a todos los miembros de
99.
la nación en una comunidad nacional-cultural»
(subrayado por nosotros.)
Podría pensarse que todo esto sólo guarda
relación con Austria. Pero Bauer no está conforme
con ello. Afirma resueltamente que la autonomía
nacional es también obligatoria para los demás
Estados constituidos, como Austria, por varias
nacionalidades.

«A la política nacional de las clases poseedoras, a


la política de la conquista del Poder en un Estado
multinacional, el proletariado de todas las naciones
contrapone -según Bauer- su reivindicación de la
100.
autonomía nacional»

Y luego, sustituyendo imperceptiblemente la


autodeterminación de las naciones por la autonomía
nacional, prosigue:

«Y así, la autonomía nacional, la


autodeterminación de las naciones, se convierte
inevitablemente en el programa constitucional del
proletariado de todas las naciones que viven dentro
101
de un Estado multinacional».
Pero Bauer va todavía más lejos. Está
profundamente convencido de que las «uniones
nacionales» comunes a todas las clases,
«constituidas» por él y por Springer, habrán de servir
de prototipo para la futura sociedad socialista. Pues
sabe que «el régimen social socialista…
desmembrará a la humanidad en comunidades
102,
nacionalmente delimitadas» que en el socialismo
se realizará la «agrupación de la humanidad en

98
R. Springer, obra cit., pág. 234.
99
O. Bauer, obra cit., pág. 553.
100
O. Bauer, obra cit., pág. 337.
101
O. Bauer, obra cit., pág. 333.
102
O. Bauer, obra cit., pág. 555.

J. V. Stalin

103,
comunidades nacionales autónomas» que, «de este
modo, la sociedad socialista presentará,
indudablemente, un cuadro abigarrado de uniones
nacionales depersonas y de corporaciones
104
territoriales» y que, por tanto, «el principio
socialista de la nacionalidad es la síntesis suprema
105.
del principio nacional y de la autonomía nacional»
Creemos que es suficiente.
Tal es la fundamentación de la autonomía
cultural-nacional en las obras de Bauer y Springer.
Ante todo, salta a la vista la sustitución
absolutamente incomprensible y no justificada, en
modo alguno, de la autodeterminación de las
naciones por la autonomía Una de dos: o
nacional.
Bauer no comprende lo que es autodeterminación o
lo comprende y, por una u otra razón, restringe
deliberadamente este concepto. Pues es indudable: a)
que la autonomía cultural-nacional implica la
integridad del Estado compuesto por varias
nacionalidades, mientras que la autodeterminación se
sale del marco de esta integridad; b) que la
autodeterminación a la nación toda la plenitud de
da
derechos, mientras que la autonomía nacional sólo le
da derechos «culturales». Esto, en primer lugar.
En segundo lugar, cabe perfectamente dentro de
lo posible que en el futuro concurran tales
circunstancias interiores y exteriores, que esta o la
otra nacionalidad se decida a salirse del Estado
multinacional de que forma parte, por ejemplo, de
Austria (¿acaso en el Congreso de Brünn los
socialdemócratas rutenos no se declararon dispuestos
106).
a unir en un todo las «dos partes» de su pueblo?
¿Qué hacer, en tal caso, con la autonomía nacional
«inevitable para el proletariado de todas las
naciones»? ¿Qué «solución» del problema es ésta,
que encaja mecánicamente a las naciones en el lecho
de Procusto de la integridad de un Estado?
Prosigamos. La autonomía nacional está en
contradicción con todo el curso del desarrollo de las
naciones. Da la consigna de organizar las naciones.
Pero ¿pueden las naciones soldarse artificialmente, si
la vida, si el desarrollo económico desgaja de ellas a
grupos enteros y los dispersa por diversos territorios?
No cabe duda de que en las primeras fases del
capitalismo las naciones se cohesionan. Pero
asimismo es que en las fases superiores del
indudable
capitalismo un proceso de dispersión de las
comienza
naciones, un proceso en el que se separa de las
naciones toda una serie de grupos que salen a ganarse
el pan y que acaban asentándose definitivamente en
otros territorios del Estado. De este modo, los grupos
que cambian de residencia pierden los viejos
vínculos y adquieren otros nuevos en los nuevos

103
O. Bauer, obra cit., pág. 556.
104
O. Bauer, obra cit., pág. 543.
105
O. Bauer, obra cit., pág. 542.
106
Véase: «Debates sobre la cuestión nacional en el Congreso de
Brünn», pág. 48.
El marxismo y la cuestión nacional

sitios, asimilan, de generación en generación, nuevos


hábitos y nuevos gustos, y, tal vez, también un nuevo
idioma. Y se pregunta: ¿es posible fundir en una sola
unión nacional a estos grupos, disociados unos de
otros? ¿Dónde están los aros mágicos con los cuales
pudiera unirse lo que no tienen unión posible? ¿Sería
concebible «cohesionar en una nación», por ejemplo,
a los alemanes del Báltico y a los alemanes de la
Transcaucasia? Y si todo esto es inconcebible e
imposible, ¿en qué se distingue, en este caso, la
autonomía nacional de la utopía de los viejos
nacionalistas, que se esforzaban en volver atrás el
carro de la historia?
Pero la unidad de una nación no se desmorona
solamente por efecto de las migraciones. Se
desmorona también por causas internas, por efecto de
la agudización de la lucha de clases. En las primeras
fases del capitalismo aún podía hablarse de la
«comunidad cultural» del proletariado y la burguesía.
Pero, con el desarrollo de la gran industria y con la
agudización de la lucha de clases, esta «comunidad»
comienza a esfumarse. No es posible hablar
seriamente de «comunidad cultural» de una nación,
cuando los patronos y los obreros de la misma nación
dejan de entenderse unos a otros. ¿De qué
«comunidad de destinos» puede hablarse cuando la
burguesía está sedienta de guerra y el proletariado
declara la «guerra a la guerra»? ¿Se puede, con estos
elementos antagónicos, organizar una unión nacional
única y común a todas las clases? ¿Es posible,
después de esto, hablar de la «unión de todos los
miembros de la nación en una comunidad nacional-
107?
cultural» ¿No se desprende claramente de aquí
que la autonomía nacional se contradice con toda la
marcha de la lucha de clases?
Pero admitamos por un momento que la consigna
de «¡organizad la nación!» sea una consigna viable.
Todavía podría uno comprender a los parlamentarios
nacionalistas burgueses, que se esfuerzan en
«organizar» la nación con objeto de obtener más
votos. Pero ¿desde cuándo los socialdemócratas se
dedican a «organizar» naciones, a «constituir»
naciones, a «crear» naciones?
¿Qué socialdemócratas son esos que, en una
época de la más intensa agudización de la lucha de
clases, se ponen a organizar uniones nacionales
comunes a todas las clases? Hasta ahora, la
socialdemocracia austriaca, como todas las demás,
tenía una sola misión: organizar al proletariado. Pero,
por lo visto, esta misión está «anticuada». Ahora
Springer y Bauer señalan una misión «nueva», más
sugestiva: la de «crear», la de «organizar» la nación.
Por lo demás, la lógica obliga: quien acepta la
autonomía nacional que aceptar también esta
tiene
«nueva» misión; pero eso equivale a abandonar las
posiciones de clase, a pisar la senda del

107
O. Bauer, obra cit., pág. 553.

33

nacionalismo.
La autonomía cultural-nacional de Springer y
Bauer es una sutil variedad del nacionalismo.
Y no es, ni mucho menos, fortuito que el
programa nacional de los socialdemócratas austriacos
imponga la obligación de velar por «la conservación
y el desarrollo de las particularidades nacionales de
los pueblos». ¡Fijaos bien en lo que significaría
«conservar» tales «particularidades nacionales» de
los tártaros de la Transcaucasia como la
autoflagelación en la fiesta del «Shajsei-Vajsei» o
«desarrollar» tales «peculiaridades nacionales» de los
georgianos como el «derecho de venganza»!...
Este punto estaría muy en su lugar en un
programa rabiosamente burgués-nacionalista, y si
figura en programa de los socialdemócratas
el
austriacos es porque la autonomía nacional tolera
puntos semejantes y no está en contradicción con
ellos.
Pero la autonomía nacional, inservible para la
sociedad presente, lo es todavía más para la futura,
para la sociedad socialista.
La profecía de Bauer de «la desmembración de la
humanidad en comunidades nacionalmente
108
delimitadas» queda refutada por toda la trayectoria
del desarrollo de la humanidad moderna. Las barreras
nacionales, lejos de reforzarse, se desmoronan y
caen. Ya en la década del 40, Marx decía que «el
aislamiento nacional y los antagonismos entre los
pueblos desaparecen de día en día» y que «el
dominio del proletariado los hará desaparecer más de
109.
prisa todavía El desarrollo ulterior de la
humanidad, con el crecimiento gigantesco de la
producción capitalista, con la mezcolanza de
nacionalidades y la unificación de los individuos en
territorios cada vez más vastos, confirma
rotundamente la idea de Marx.
El deseo de Bauer de presentar la sociedad
socialista bajo la forma de «un cuadro abigarrado de
uniones nacionales de personas y de corporaciones
territoriales» es un tímido intento de suplantar la
concepción de Marx del socialismo por la
concepción, reformada, de Bakunin. La historia del
socialismo revela que todos los intentos de este
género llevan siempre en su seno los elementos de
una bancarrota inevitable.
Y no hablemos ya de ese «principio socialista de
la nacionalidad» ensalzado por Bauer y que es, a
juicio nuestro, la sustitución del principio socialista
de la lucha de clases por un principio burgués, por el
«principio de la nacionalidad». Si la autonomía
nacional arranca de un principio tan dudoso,
necesario es reconocer que sólo puede inferir daño al
movimiento obrero.

108
Véase el comienzo de este capítulo.
109
Véase el II capítulo del «Manifiesto del Partido Comunista»
de C. Marx y F. Engels (C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en
dos tomos, t. I, pág. 39, ed. en español, Moscú, 1951).

34

Es ciertoque este nacionalismo no se transparenta


tanto, pues se enmascara hábilmente con frases
socialistas; por eso es tanto más dañoso para el
proletariado. Al nacionalismo franco siempre se le
puede batir: no es difícil discernirlo. Es mucho más
difícil luchar contra un nacionalismo enmascarado y
no identificable bajo su careta. Protegido con la
coraza del socialismo, es menos vulnerable y más
vivaz. Como vive entre los obreros, emponzoña la
atmósfera, sembrando ideas dañinas de desconfianza
mutua y de aislamiento entre los obreros de distintas
nacionalidades.
Pero el daño que causa la autonomía nacional no
se reduce a esto. No sólo prepara el terreno al
aislamiento de las naciones, sino también a la
fragmentación del movimiento obrero unido. La idea
de la autonomía nacional sienta las premisas
psicológicas para la división del partido obrero unido
en diversos partidos organizados por nacionalidades.
Tras los partidos se fraccionan los sindicatos, y el
resultado es un completo aislamiento. Y así, un
movimiento de clase unido se desparrama en
distintos riachuelos nacionales aislados.
Austria, cuna de la «autonomía nacional», nos
proporciona los más deplorables ejemplos de este
fenómeno. El Partido Socialdemócrata Austriaco, en
otro tiempo unido, comenzó ya en 1897 (en el
110)
Congreso de Wimberg a fraccionarse en distintos
partidos separados. Después del Congreso de Brünn
(1899), en que se aprobó la autonomía nacional, el
fraccionamiento se acentuó todavía más. Por último,
la cosa ha llegado hasta el punto de que, en vez de un
partido internacional unido, hoy existen seis partidos
nacionales, de los que uno, el Partido
Socialdemócrata Checo, no quiere incluso tener la
menor relación con la socialdemocracia alemana.
A los partidos están vinculados los sindicatos. En
Austria, lo mismo en unos que en otros, la labor
principal pesa sobre los mismos obreros
socialdemócratas. Había, pues, razones para temer
que el separatismo en el seno del partido llevase al
separatismo dentro de que éstos se
los sindicatos,
fraccionasen también. Y así
en efecto: ha ocurrido,
los sindicatos se han dividido también por
nacionalidades. Y ahora las cosas llegan no pocas
veces al extremo de que los obreros checos rompan
una huelga sostenida por los obreros alemanes o
luchen en las elecciones municipales junto a la
burguesía checa contra los obreros de nacionalidad
alemana.
De lo expuesto se desprende que la autonomía
cultural-nacional no resuelve la cuestión nacional.
Lejos de ello, la exacerba y la embrolla, abonando el
terreno para escindir la unidad del movimiento

110
El Congreso de Viena (o de Wimberg, por el nombre del hotel
de Viena en que celebró sus sesiones) del Partido
Socialdemócrata Austriaco tuvo lugar del 25 al 31 de mayo (6-12
de junio) de 1897.

J. V. Stalin

obrero, para aislar a los obreros por nacionalidades,


para acentuar las fricciones entre ellos.
Tales son los frutos de la autonomía nacional.

5. El bund, su nacionalismo y su separatismo


Hemos dicho más arriba que Bauer, reconociendo
que la autonomía nacional es necesaria para los
checos, los polacos, etc., se declara, no obstante,
contrario a esta autonomía para los judíos. A la
pregunta de «¿debe la clase obrera reivindicar la
autonomía para el pueblo judío?», Bauer contesta que
«la autonomía nacional no puede ser una
111.
reivindicación de los obreros judíos» La causa
reside, a juicio de Bauer, en que «la sociedad
capitalista no les permite (a los judíos. J. St.) subsistir
112.
como nación»
Resumiendo: la nación judía está dejando de
existir; por tanto, no hay para quién reivindicar la
autonomía nacional. Los judíos van siendo
asimilados.
Esta opinión acerca de los destinos de los judíos
como nación no es nueva. Marx laexpresó ya en la
113,
década del 40 refiriéndose, principalmente, a los
114,
judíos alemanes. Kautsky la repitió en 1903
refiriéndose a los judíos rusos. Ahora la repite Bauer
con relación a los judíos austriacos. Con la
diferencia, sin embargo, de que él no niega el
presente, sino el futuro de la nación judía.
Bauer explica
la imposibilidad de que los judíos
subsistan como nación por el hecho de que «los
judíos no poseen un territorio delimitado de
115.
colonización» Esta explicación, acertada en
principio,
La

como mercado «nacional». De los 5


judíos rusos, sólo un 3
modo o de otro a la agricultura.
trabaja
instituciones

nacionales
judíos
como

idioma,
mezcolanza

111

112

113

114
industriales
óó
no expresa, sin embargo, toda la verdad.
razón estriba, ante todo, en que los judíos no
tienen una capa de población extensa y estable ligada
a la tierra y que cohesione de un modo natural a la
nación, no sólo como su osamenta, sino también

ejerciendo profesiones liberales, adaptándose


modo natural a las «naciones
etc. Todo esto, sumado
de las

O. Bauer, obra cit., pág.


O. Bauer, obra cit., pág.
C. Marx, «Sobre
C. Kautsky, «La
6 millones de
4% se halla vinculado de un
El 96% restante
en el comercio, en la industria, en las
urbanas, y, en general, habita en las
ciudades y, además,

modo,
diseminado por toda Rusia, sin
constituir la mayoría ni en una sola provincia.
De este incrustados como minorías
en territorios de otra nacionalidad, los
sirven principalmente a naciones «ajenas»
y comerciantes

nacionalidades,

381-396.
389.
la cuestión judía»,
matanza
y también

1906.
de Kishiniov
de un
ajenas» en cuanto al
a la creciente

y
peculiar de las

la cuestión judía»,
1903.
115
O. Bauer, obra cit., pág. 388.

El marxismo y la cuestión nacional

formas desarrolladas del capitalismo, conduce a la


asimilación de los judíos. La abolición de las «zonas
de asentamiento» no hará más que acelerar esta
asimilación.
Por razón, la cuestión de la autonomía
esta
nacional reviste, en lo que a los judíos rusos se
refiere, un carácter un tanto peregrino: ¡se propone la
autonomía para una nación cuyo futuro se niega y
cuya existencia necesita todavía ser demostrada!
No obstante, el Bund se colocó en esta posición
peregrina y precaria, al adoptar en su VI Congreso
(1905) un «programa nacional» en el espíritu de la
autonomía nacional.
Dos circunstancias indujeron al Bund a dar este
paso.
La primera circunstancia es la existencia del Bund
como organización de los obreros socialdemócratas
judíos y solamente judíos. Ya antes de 1897 los
grupos socialdemócratas que trabajaban entre los
obreros judíos se propusieron el objetivo de crear
116.
«una organización obrera específicamente judía»
En 1897 crearon esta organización unificándose en el
Bund. Ocurrió esto en la época en que, de hecho, la
socialdemocracia de Rusia no existía aún como un
todo. Desde entonces, el Bund ha ido creciendo y
extendiéndose continuamente, destacándose cada vez
más sobre el fondo de los días grises de la
socialdemocracia de Rusia… Pero he aquí que llegan
los años del novecientos. Comienza el movimiento
obrero de masas. Crece la socialdemocracia polaca y
arrastra a la lucha de masas a los obreros judíos.
Crece la socialdemocracia de Rusia y se atrae a los
obreros «bundistas». El marco nacional del Bund,
carente de una base territorial, comienza a hacerse
estrecho. Ante el Bund se plantea el problema de
disolverse en la ola internacional general o defender
su existencia independiente, como organización
extraterritorial. Y el Bund opta por lo segundo.
Así se crea la «teoría» del Bund, como «único
representante del proletariado judío».
Pero justificar esta extraña «teoría» de una
manera más o menos «sencilla» resultaba imposible.
Era necesario encontrar una base «de principio», una
justificación «de principio». La autonomía cultural-
nacional resultó ser esta base. Y el Bund se aferró a
ella, tomándola prestada de la socialdemocracia
austriaca. Si los austriacos no hubiesen tenido
semejante programa, el Bund lo habría inventado
para justificar «en el terreno de los principios» su
existencia independiente.
De este modo, después del tímido intento hecho
en 1901 (IV Congreso), el Bund adopta
definitivamente el «programa nacional» en 1905 (VI
Congreso).
La segunda circunstancia es la situación especial
de los judíos como minorías nacionales en las

116
Véase: «Formas del movimiento nacional», etc., redactado
por Kastellanski, pág. 772.

35

regiones con mayorías compactas de otras


nacionalidades. Ya hemos dicho que esta situación
mina la existencia de los judíos como nación,
situándolos en el camino de la asimilación. Pero esto
es un proceso objetivo. Subjetivamente, en las
mentes de los judíos provoca una reacción y plantea
el problema de las garantías para los derechos de la
minoría nacional, de las garantías contra la
asimilación. Predicando la vitalidad de la
«nacionalidad» judía, el Bund no podía por menos de
situarse en el punto de vista de las «garantías». Y,
una vez adoptada esta posición, no podía por menos
de aceptar la autonomía nacional, pues si el Bund
había acogerse a una autonomía cualquiera, ésta
de
no podíaser otra que la nacional, es decir, cultural-
nacional: la carencia de un territorio definido e
íntegro no permitía ni hablar de una autonomía
político-territorial para los judíos.
Es significativo que el Bund subrayase desde el
primer momento el carácter de la autonomía nacional
como garantía de los derechos de las minorías
nacionales, como garantía del «libre desarrollo» de
las naciones. Y tampoco es casual que Goldblat, el
representante del Bund en el II Congreso de la
socialdemocracia de Rusia, formulase la autonomía
nacional como «instituciones que les garanticen (a
las naciones. J. St.) plena libertad de desarrollo
117.
cultural» La misma proposición presentaron a la
minoría socialdemócrata de la IV Duma los
partidarios de las ideas del Bund…
Así fue como el Bund adoptó la peregrina
posición de la autonomía nacional de los judíos.
Más arriba hemos analizado la autonomía
nacional en líneas generales. Este análisis ha puesto
de manifiesto que la autonomía nacional conduce al
nacionalismo. Más adelante veremos que el Bund ha
llegado a ese mismo final. Pero el Bund enfoca,
además, la autonomía nacional en un aspecto
especial, como garantía de los derechos de las
minorías nacionales. Examinemos también la
cuestión en este aspecto especial. Ello es tanto más
necesario por cuanto la cuestión de las minorías
nacionales, y no sólo de las judías, encierra para la
socialdemocracia una gran importancia.
Tenemos, pues, «instituciones que garanticen» a
las naciones «plena libertad de desarrollo cultural».
Pero ¿qué «instituciones» son ésas «que
garantizan», etc.? (Subrayado por nosotros. J. St.)
Ante todo, el «consejo nacional» de Springer-
Bauer, algo por el estilo de una Dieta para asuntos
culturales.
Pero ¿acaso pueden estas instituciones garantizar
la «plena libertad de desarrollo cultural» de la
nación? ¿Acaso puede una Dieta para asuntos
culturales garantizar a la nación contra las
represiones nacionalistas?

117
Véase «Actas del II Congreso», pág. 176.

36

El Bund entiende que sí.


Pero la historia dice lo contrario.
En la Polonia rusa existió en un tiempo una Dieta,
una Dieta política, y ésta, naturalmente, se esforzaba
por garantizar la libertad de «desarrollo cultural» de
los polacos, pero no sólo no lo consiguió, sino que -
por el contrario- ella misma sucumbió en lucha
desigual contra las condiciones políticas generales
imperantes en Rusia.
En Finlandia existe desde hace largo tiempo una
Dieta, que también se esfuerza por defender a la
nacionalidad finlandesa contra los «atentados». Pero
si puede hacer mucho en este sentido, es cosa que
está a la vista de todo el mundo.
Naturalmente que no todas las Dietas son iguales,
y con la Dieta democráticamente organizada de
Finlandia no es tan fácil arreglárselas como con la
Dieta aristocrática polaca. Pero lo decisivo no es, sin
embargo, la Dieta misma, sino el orden general de
cosas reinanteen Rusia. Si hoy existiese en Rusia un
orden de cosas político-social tan brutalmente
asiático como en el pasado, en los años en que fue
abolida la Dieta polaca, a la Dieta finlandesa le iría
mucho peor. Por otra parte, la política de «atentados»
contra Finlandia se acentúa, y no se puede decir que
esta política sufra derrotas…
Y si así se presentan las cosas tratándose de
instituciones antiguas, formadas en el transcurso de
la historia, de Dietas políticas, menos han de poder
garantizar el libre desarrollo de las naciones Dietas
jóvenes, instituciones jóvenes y, además, tan débiles
como las Dietas «culturales».
La cuestión no estriba,
evidentemente, en las
«instituciones», en el orden general imperante
sino
en el país. Si en el país no hay democratización, no
hay tampoco garantías para la «plena libertad de
desarrollo cultural» de las nacionalidades. Con
seguridad puede decirse que cuanto más democrático
sea el país, menos «atentados» habrá a la «libertad de
las nacionalidades» y mayores serán las garantías
contra esos «atentados».
Rusia es un país semiasiático, y por eso la política
de «atentados» reviste allí, no pocas veces, las
formas más brutales, formas de pogromo. Huelga
decir que en Rusia las «garantías» han sido reducidas
al mínimo.
Alemania es ya con mayor o menor
Europa,
libertad política. No es que allí la política
de extrañar
de «atentados» no revista nunca formas de pogromo.
En Francia, naturalmente, hay todavía mayores
«garantías», pues Francia es un país más democrático
que Alemania.
Y no hablemos ya de Suiza, donde gracias a su
elevada democracia, aunque burguesa, las
nacionalidades viven libremente, lo mismo si son
minoría que mayoría.
El Bund sigue, pues, un camino falso, al afirmar
que las «instituciones» pueden por sí solas garantizar

J. V. Stalin

el pleno desarrollo cultural de las nacionalidades.


Podrá objetarse que el mismo Bund considera la
democratización de Rusia como condición previa
para la «creación de estas instituciones» y para las
garantías de la libertad. Pero eso es falso. Por el
118
«Informe de la VIII Conferencia del Bund» se ve
que éste piensa conseguir esas «instituciones» sobre
la base del actual orden de cosas vigente en Rusia,
por medio de una «reforma» de la comunidad judía.

«La comunidad -dijo en esta Conferencia uno de


los líderes del Bund- puede convertirse en el núcleo
de la futura autonomía cultural-nacional. La
autonomía cultural-nacional es la forma en que las
naciones se sirven a sí mismas, la forma de satisfacer
las necesidades nacionales. Bajo la forma de la
comunidad se alberga el mismo contenido. Son
eslabones de la misma cadena, etapas de la misma
119.
evolución»

Partiendo de esto, la Conferencia acordó que era


necesario luchar «por la reforma de la comunidad
judía y por transformarla legislativamente en una
120
institución laica», democráticamente organizada.
(Subrayado por nosotros. J. St.)
Está claro que el Bund no considera como
condición y garantía la democratización de Rusia,
sino la futura «institución laica» de los judíos, que ha
de obtenerse mediante la «reforma de la comunidad
judía», por vía «legislativa», digámoslo así, a través
de la Duma.
Pero ya hemos visto que, por sí solas, sin un orden
de cosas democrático vigente en todo el Estado, las
«instituciones» no pueden servir de «garantías».
Ahora bien, ¿qué ocurrirá bajo un futuro régimen
democrático? ¿No serán también necesarias, bajo la
democracia, instituciones especiales, «instituciones
culturales que garanticen», etc.? ¿Cómo se presentan
las cosas, a este respecto, en la democrática Suiza,
por ejemplo? ¿Existen allí instituciones culturales
especiales por el estilo del «consejo nacional» de
Springer? No, no existen. Pero ¿no sufren por ello los
intereses culturales de los italianos, por ejemplo, que
constituyen allí una minoría? Al parecer, no. Y la
cosa es lógica: la democracia en Suiza hace
superfluas todas esas «instituciones» culturales
especiales, que, según se pretende, «garantizan», etc.
Por tanto, impotentes en cuanto al hoy y
superfluas en cuanto al mañana, así son las
instituciones de la autonomía cultural-nacional, así es
la autonomía nacional.
Pero esta autonomía resulta aún más perjudicial

118
La VIII Conferencia del Bund se celebró en septiembre de
1910 en Lvov.
119
Véase: «Informe de la VIII Conferencia de Bund», 1911, pág,
62.
120
Véase: «Informe de la VIII Conferencia de Bund», 1911,
págs, 83-84.

El marxismo y la cuestión nacional

cuando se le impone a una «nación» cuya existencia


y cuyo porvenir están en tela de juicio. En tales
casos, los partidarios de la autonomía nacional están
obligados a proteger y conservar todas las
particularidades de la «nación», no sólo las útiles,
sino también las perniciosas, con tal de «salvar a la
nación» de ser asimilada, con tal de «preservarla».
El Bund tenía que emprender indefectiblemente
este peligroso camino. Y lo emprendió en efecto. Nos
referimos a los conocidos acuerdos de las últimas
Conferencias del Bund sobre el «sábado», sobre el
«idish», etc.
La socialdemocracia postula el derecho de
emplear la lengua materna para todas las naciones;
pero el Bund no se da por satisfecho con esto y exige
que se defiendan «con especial insistencia» «los
121.
derechos de la lengua judía» (Subrayado por
nosotros. J. St.) Y el mismo Bund, en las elecciones a
la IV Duma, da «preferencia a los (compromisarios)
que se obliguen a defender los derechos de la lengua
122.
judía»
¡No es el derecho general a emplear la lengua
materna, sino el derecho particular a emplear la
lengua judía, el «idish»! Que los obreros de cada
nacionalidad luchen ante todo por su propia lengua:
los judíos por el judío, por el
los georgianos
georgiano, por los derechos generales
etc. La lucha
de todas las naciones es una cosa secundaria. Podéis
incluso no reconocer el derecho a emplear la lengua
materna para todas las nacionalidades oprimidas,
pero si reconocéis el derecho a emplear el «idish», ya
sabéis que el Bund votará por vosotros, que el Bund
os dará «preferencia».
¿En qué se distingue, entonces, el Bund de los
nacionalistas burgueses?
La socialdemocracia postula el establecimiento de
un día obligatorio de descanso a la semana, pero el
Bund no se da por satisfecho con esto y exige que se
«asegure al proletariado judío, legislativamente, el
derecho a celebrar el sábado, relevándole de la
123.
obligación de celebrar también otro día»
Es de esperar que el Bund dará «un paso
adelante» y exigirá el derecho a celebrar todas las
viejas fiestas judías. Y si, para desgracia del Bund,
los obreros judíos se han curado de prejuicios y no
desean celebrar esas fiestas, el Bund, con su campaña
de agitación por el «derecho del sábado», les
recordará el sábado, cultivará en ellos, por decirlo
así, el «espíritu del sábado»…
Por eso se comprenden perfectamente los
«fogosos discursos» pronunciados en la VIII
Conferencia del Bund pidiendo «hospitales judíos»,
reivindicación ésta que se razonaba diciendo que «el
enfermo se siente mejor entre los suyos», que «el

121
Véase: «Informe de la VIII Conferencia del Bund», pág. 85.
122
Véase: «Informe de la IX Conferencia del Bund», 1912, pág.
42.
123
Véase: «Informe de la VIII Conferencia del Bund», pág. 83.

37

obrero judío se sentirá mal entre obreros polacos y se


124.
sentirá bien entre tenderos judíos»
Conservar todo lo judío, preservar todas las
peculiaridades nacionales de los judíos, hasta las que
se sabe de antemano que son perjudiciales para el
proletariado, separar a los judíos de todo lo que no
sea judío, llegando hasta a construir hospitales
especiales: ¡fijaos cuán bajo ha ido a parar el Bund!
El camarada Plejánov tenía una y mil veces razón
al decir que el Bund «adapta el socialismo al
nacionalismo». Naturalmente, V. Kossovski y otros
bundistas como él pueden motejar a Plejánov de
125,
«demagogo» -el papel lo aguanta todo-, pero
conociendo la actuación del Bund, no es difícil
comprender que estas bravas gentes temen
sencillamente decir la verdad acerca de sí mismas y
se escudan en improperios a propósito de la
«demagogia»…
Pero, al mantener tal posición en el problema
nacional, el Bund, naturalmente, tenía que emprender
también en materia de organización la senda del
aislamiento de los obreros judíos, la senda de las
curias nacionales dentro de la socialdemocracia. ¡Tal
es la lógica de la autonomía nacional!
Y, en efecto, de la teoría del «único
representante» el Bund pasa a la teoría del
«deslindamiento nacional» de los obreros. El Bund
exige de la socialdemocracia de Rusia que
«introduzca en la estructura de su
organización un
126.
deslindamiento por nacionalidades» Y del
«deslindamiento» «un paso adelante» hacia la
da
teoría del «aislamiento». No en vano en la VIII
Conferencia del Bund resonaron discursos
sosteniendo que «en el aislamiento es donde reside la
127.
existencia nacional»
El federalismo en la organización alberga en su
seno elementos de descomposición y de separatismo.
El Bund marcha hacia el separatismo.
Y en realidad, no le queda otro camino. Ya su
misma existencia como organización extraterritorial
le empuja a la senda del separatismo. El Bund no
posee un territorio íntegro y definido; opera en
territorios «ajenos», mientras que la
socialdemocracia polaca, la letona y la rusa, entre las
que se mueve, son colectividades territoriales

124
Véase: «Informe de la VIII Conferencia de Bund», 1911, pág,
68.
125
Véase: «Nasha Zaría», 1912, núm. 9-10, pág. 120. G. V.
Plejánov, en el artículo «Otra Conferencia escisionista»,
publicado en el periódico «Za Partiu» («Por el Partido») del 2
(15) de octubre de 1912, condenó la Conferencia «de Agosto» de
los liquidadores y calificó la posición de los bundistas y de los
socialdemócratas caucasianos como adaptación del socialismo al
nacionalismo. En una carta a la redacción de la revista
liquidadora «Nasha Zariá», el líder bundista Kossovski criticó a
Plejánov.
126
Véase: «Comunicado sobre el VII Congreso del Bund», pág.
7. El VII Congreso del Bund Se celebró en Lvov a fines de
agosto y comienzos de septiembre (nuevo cómputo) de 1906.
127
Véase: «Informe de la VIII Conferencia del Bund», pág. 72.

38

internacionales. Pero ello hace que cada ampliación


de estas colectividades represente para el Bund una
«pérdida», una reducción de su campo de acción.
Una de dos: o toda la socialdemocracia de Rusia
debe reorganizarse sobre los principios del
federalismo nacional, en cuyo caso el Bund obtiene
la posibilidad de «asegurarse» el proletariado judío; o
se mantiene en vigor el principio territorial
internacional de estas colectividades, en cuyo caso el
Bund tiene que reorganizarse sobre los principios
internacionalistas, como ocurre con la
socialdemocracia polaca y la letona.
Esto explica por qué el Bund exige desde el
primer momento «la reconstrucción de la
socialdemocracia de Rusia sobre principios
128.
federativos»
En 1906, el Bund, cediendo a la ola de unificación
nacida en la base, eligió el camino intermedio,
ingresando en la socialdemocracia de Rusia. Pero
¿cómo ingresó? Mientras que la socialdemocracia
polaca y
la letona ingresaron en ella para trabajar
pacífica y conjuntamente, el Bund ingresó con el fin
de guerrear por la federación. El líder de los
bundistas, Medem, así lo dijo entonces:

«No vamos a un idilio, sino a la lucha. No hay


idilio y sólo los Manílov pueden esperar que lo haya
en un porvenir
próximo. El Bund debe entrar en el
129.
Partido armado de pies a cabeza»

un error ver en esto mala voluntad por parte


Sería
de Medem. No se trata de mala voluntad, sino de la
posición especial del Bund, en virtud de la cual éste
no puede por menos de luchar contra la
socialdemocracia de Rusia, organizada sobre los
principios del internacionalismo. Ahora bien,
luchando contra ella, el Bund, naturalmente, infringía
los intereses de la unidad. Por último, la cosa llegó
hasta la ruptura formal del Bund con la
socialdemocracia de Rusia: el Bund, violando los
estatutos, se unió, en las elecciones a la IV Duma,
con los nacionalistas de Polonia contra los
socialdemócratas polacos.
El Bund encontró, por lo visto, que la ruptura era
la mejor manera de asegurar su actuación
independiente.
Así fue como el «principio» del «deslindamiento»
en el terreno de la organización condujo al
separatismo, a la completa ruptura.
Polemizando acerca del federalismo con la vieja
«Iskra», el Bund escribía en cierta época:

«La «Iskra» quiere convencernos de que las


relaciones federativas del Bund con la

128
Véase: «En torno a la cuestión de la autonomía nacional y la
reconstrucción de la socialdemocracia de Rusia sobre principios

federativos», ed. del Bund, 1902.


129
Véase: «Nashe Slovo», núm. 3, pág. 24, Vilna, 1906.

J. V. Stalin

socialdemocracia de Rusia deben debilitar los


vínculos entre ellos. No podemos refutar esta opinión
remitiéndonos a la experiencia de Rusia, por la
sencilla razón de que la socialdemocracia de Rusia
no existe como una unión federativa. Pero podemos
referirnos a la experiencia extraordinariamente
instructiva de la socialdemocracia de Austria, que
asumió carácter federativo sobre la base del acuerdo
130.
del Congreso del Partido celebrado en 1897»

Esto fue escrito en 1902.


Pero ahora estamos en 1913. Ahora tenemos tanto
la «experiencia» de Rusia como la «experiencia de la
socialdemocracia de Austria».
¿Qué nos dicen estas experiencias?
Comencemos por «la experiencia
extraordinariamente instructiva de la
socialdemocracia de Austria». Hasta 1896, aún
existía en Austria un partido socialdemócrata único.
En ese año, los checos por primera vez reclaman y
obtienen en el Congreso Internacional de Londres
una representación aparte. En 1897, en el Congreso
del Partido celebrado en Viena (en Wimberg), se
liquida formalmente el partido único y se constituye
en su lugar una unión federativa de seis «grupos
socialdemócratas» nacionales. Más adelante, estos
«grupos» se convierten en partidos independientes.
Poco a poco, los partidos van rompiendo los vínculos
entre sí. Tras los partidos se escinde la minoría
parlamentaria y se forman «clubs» nacionales. Les
siguen los sindicatos, que se fraccionan también por
nacionalidades. La cosa llega hasta las cooperativas,
para cuyo fraccionamiento exhortan a los obreros los
131.
separatistas checos Y no hablemos ya de cómo la
agitación separatista entibia en los obreros el
sentimiento de solidaridad, empujándolos no pocas
veces a la senda de los rompehuelgas.
Vemos, pues, que «la experiencia
extraordinariamente instructiva de la
socialdemocracia de Austria» habla en contra del
Bund y a favor de la vieja «Iskra». En el partido
austriaco, el federalismo condujo al separatismo más
vergonzoso y a la destrucción de la unidad del
movimiento obrero.
Ya hemos visto más arriba que la «experiencia de
Rusia» nos dice lo mismo. Los separatistas bundistas,
al igual que los checos, rompieron con la
socialdemocracia común, con la socialdemocracia de
Rusia. En cuanto a los sindicatos, a los sindicatos
bundistas, estuvieron organizados, desde el primer
momento, sobre los principios de la nacionalidad, es
decir, estaban desligados de los obreros de otras
130
Véase: «En torno a la cuestión de la autonomía nacional»,
etc., pág. 17, ed. del Bund, 1902.
131
Véase en «Dokumente des Separatismos» las palabras
tomadas del folleto de Vanek, pág. 29. Karl Vanek:
socialdemócrata checo, que sustentaba una posición abiertamente
chovinista y separatista.

El marxismo y la cuestión nacional

nacionalidades.
Completo aislamiento, completa ruptura: he ahí lo
que pone de manifiesto la «experiencia rusa» del
federalismo.
No es extraño que este estado de cosas repercuta
entre los obreros, entibiando el sentimiento de
solidaridad y provocando la desmoralización, la cual
penetra también en el Bund. Nos referimos, al decir
esto, a los conflictos vez más frecuentes entre
cada
los obreros judíos y polacos a causa del paro forzoso.
He aquí los discursos que resanaron, a este propósito,
en la IX Conferencia del Bund.

«Consideramos como pogromistas, como


amarillos, a los obreros polacos que nos desalojan del
trabajo, y no apoyamos sus huelgas, las rompemos.
En segundo al desalojamiento con
lugar, contestamos
el desalojamiento: como réplica a la no admisión de
los obreros judíos en las fábricas, no dejamos que los
obreros polacos se acerquen a los bancos de trabajo
manual... Si no tomamos este asunto en nuestras
132
manos, los obreros se irán con otros.» (Subrayado
por nosotros. J. St.)

Así es como se habla de la solidaridad en la


Conferencia de los bundistas.
No se puede ir más lejos en la senda del
«deslindamiento» y del «aislamiento». El Bund ha
alcanzado sus objetivos: deslinda a los obreros de
distintas nacionalidades a la pendencia,
hasta llegar
hasta hacer de ellos rompehuelgas. Y no puede ser de
otro modo: «Si no tomamos este asunto en nuestras
manos, los obreros se irán con otros.»
Desorganización del movimiento obrero,
desmoralización en las filas de la socialdemocracia:
he ahí a dónde conduce el federalismo bundista.
Así, pues, la idea de la autonomía cultural-
nacional y la atmósfera que crea han resultado ser
todavía más dañinas en Rusia que en Austria.

6. Los caucasianos, la conferencia de los


liquidadores
Más arriba hemos hablado de las vacilaciones de
una parte de los socialdemócratas caucasianos, que
no pudieron resistir a la «epidemia» nacionalista.
Estas vacilaciones se expresaron en el hecho de que
los mencionados socialdemócratas siguieron -por
extraño que ello parezca- las huellas del Bund,
proclamando la autonomía cultural-nacional.
Autonomía regional para todo el Cáucaso y
autonomía cultural-nacional para las naciones que
viven en el Cáucaso: así es como formulan su
reivindicación estos socialdemócratas, que, dicho sea
de paso, se han adherido a los liquidadores rusos.
Oigamos a su reconocido líder, al célebre �.:

132
Véase: «Informe de la IX Conferencia del Bund», pág. 19.

39

«De todos es sabido que el Cáucaso se distingue


profundamente de las provincias por
centrales, tanto
la composición racial de su como por el
población,
territorio y la agricultura. La explotación y el
desarrollo material de una región como ésta
requieren hombres nacidos en ella, que conozcan las
particularidades locales y estén acostumbrados al
clima y a la cultura local. Es necesario que todas las
leyes que persigan fines de explotación del territorio
local sean promulgadas en el país mismo y puestas
en práctica por elementos locales.
Consiguientemente, será de la competencia del
órgano central de la administración autónoma
caucasiana la promulgación de leyes sobre problemas
locales… De manera, las funciones del centro
esta
caucasiano consistirán en la promulgación de
aquellas leyes que persigan fines de explotación
económica del territorio local y la prosperidad
133.
material de la región»

Tenemos, pues, la autonomía regional para el


Cáucaso.
Si prescindimos de los argumentos de �., un tanto
confusos e incoherentes, hay que reconocer que la
conclusión a que llega es exacta. La autonomía
regional del Cáucaso, marco de la
dentro del
constitución general del Estado -cosa que �. no
niega- es, en realidad, necesaria, en virtud de las
particularidades de su composición y de sus
condiciones de vida. Esto ha sido reconocido también
por la socialdemocracia de Rusia, que en el II
Congreso proclamó «la administración autónoma
regional para todos los territorios periféricos que, por
sus condiciones de vida y su población, se distinguen
de los territorios propiamente rusos».
Al someter este punto a la discusión del II
Congreso, Mártov lo razonó diciendo que «la enorme
extensión de Rusia y la experiencia de nuestra
administración centralizada nos dan motivos para
considerar necesaria y conveniente la existencia de
una administración autónoma regional para unidades
tan grandes como Finlandia, Polonia, Lituania y el
Cáucaso».
De ahí se desprende que por administración
autónoma regional hay que entender la autonomía
regional.
Pero �. va más lejos. A su juicio, la autonomía
regional del Cáucaso abarca «solamente un aspecto
de la cuestión».

«Hasta aquí hemos hablado solamente del


desarrollo material de la vida local. Pero al desarrollo
económico de la región contribuye no sólo la
actividad económica, sino también la actividad

133
Véase el periódico georgiano «Chveni Tsjovreba», 1912,
núm. 12. «Chveni Tsjopreba» («Nuestra Vida»): diario de los
mencheviques georgianos; se publicó en Kutaís del 1 al 22 de
julio de 1912.

40

espiritual, cultural»… «Una nación culturalmente


fuerte es también fuerte en el terreno económico»…
«Pero el desarrollo cultural de las naciones sólo es
posible sobre la base del idioma nacional»… «Por
eso, todos los problemas relacionados con el idioma
materno son problemas cultural-nacionales. Tales son
los problemas de la enseñanza, del procedimiento
judicial, de la iglesia, de la literatura, de las artes, de
las ciencias, del teatro, etc. Si el desarrollo material
de la región unifica las naciones, los asuntos
nacional-culturales las desunen, colocando a cada
una de ellas en un palenque distinto. Las actividades
del primer género están vinculadas a un determinado
territorio»… «No sucede así con los asuntos cultural-
nacionales. Estos no están vinculados con un
territorio determinado, sino con la existencia de una
nación determinada. Los destinos del idioma
georgiano interesan por igual a los georgianos,
dondequiera que éstos vivan. Sería prueba de supina
ignorancia decir que la cultura georgiana sólo atañe a
los georgianos que viven en Georgia. Tomemos, por
ejemplo, la iglesia armenia. En la administración de
sus asuntos toman parte armenios de diferentes
lugares y Estados. Aquí el territorio no desempeña
papel alguno. O, por ejemplo, en la creación del
museo georgiano están igualmente interesados los
georgianos de Tiflis y los de Bakú, Kutaís, San
Petersburgo, etc. Esto quiere decir que la
administración y dirección de todos los asuntos
cultural-nacionales deben entregarse a las mismas
naciones interesadas. Nosotros proclamamos la
autonomía cultural-nacional de las nacionalidades
134.
caucasianas.»
Resumiendo: puesto que la cultura no es el
territorio, ni el territorio es la cultura, es necesaria la
autonomía cultural-nacional. Eso es todo lo que en
apoyo de ésta nos puede decir �.
No vamos a aquí una vez más la
examinar
autonomía en términos generales;
nacional-cultural
ya hemos hablado más arriba de su carácter negativo.
Quisiéramos solamente poner de relieve que, si en
general resulta inservible, teniendo en cuenta las
condiciones del Cáucaso es, además, disparatada y
absurda.
He aquí por qué.
La autonomía cultural-nacional presupone unas
nacionalidades más o menos desarrolladas, con una
cultura y una literatura desarrolladas. Sin estas
condiciones, dicha autonomía pierde todo sentido, se
convierte en un absurdo. Pero en el Cáucaso viven
numerosos con una cultura primitiva, con su
pueblos
propia lengua, pero sin una literatura propia, pueblos
que, además, se hallan en un estado de transición,
que en parte van siendo asimilados y en parte
continúan desarrollándose. ¿Cómo aplicar a estos

134
Véase el periódico georgiano «Chveni Tsjovreba», 1912,
núm. 12.

J. V. Stalin

pueblos la autonomía cultural-nacional? ¿Qué hacer


con ellos? ¿Cómo «organizarlos» en distintas uniones
cultural-nacionales, como, indudablemente,
presupone la autonomía cultural-nacional?
¿Qué hacer con los mingrelios, abjasianos,
adzharianos, svanetos, lesgos, etc., que hablan
lenguas diferentes, pero que no poseen su propia
literatura? ¿Entre qué naciones deben ser
comprendidos? ¿Es posible «organizarlos» en
uniones nacionales? ¿En torno a qué «asuntos
culturales» «organizarlos»?
¿Qué hacer con los osetinos, entre los cuales los
de la Transcaucasia están siendo asimilados (pero
distan mucho todavía de haber sido asimilados) por
los georgianos, mientras los de la Ciscaucasia en
parte van siendo asimilados por los rusos y en parte
siguen desarrollándose, creando su propia literatura?
¿Cómo «organizarlos» en una unión nacional única?
¿En qué unión nacional deben ser comprendidos
los adzharianos, que hablan el georgiano, pero que
viven la cultura turca y profesan el islamismo? ¿No
habrá que «organizarlos» aparte de los georgianos en
lo tocante a los asuntos religiosos, y junto con los
georgianos en lo tocante a otros asuntos culturales?
¿Y los kobuletes? ¿Y los ingushos? ¿Y los inguilos?
¿Qué autonomía es esa que excluye de la lista a
tantos pueblos?
No, ésa no es la solución de la cuestión nacional;
eso es el fruto de una fantasía ociosa.
Pero admitamos y supongamos que
lo inadmisible
la autonomía nacional-cultural �. se haya
de nuestro
puesto en práctica. ¿A dónde conduce?, ¿a qué
resultados? Tomemos, por ejemplo, a los tártaros
transcaucasianos, con su porcentaje mínimo de
personas que saben leer y escribir, con sus escuelas
regentadas por los omnipotentes mulhas, con su
cultura impregnada de espíritu religioso… No es
difícil comprender que el «organizarlos» en una
unión cultural-nacional significaría colocar al frente
de ellos asus mulhas, significaría dejarlos a merced
de los reaccionarios mulhas, significaría crear una
nueva fortaleza para la esclavización espiritual de las
masas tártaras por su más enconado enemigo.
Pero ¿desde cuándo los socialdemócratas se
dedican a llevar el agua al molino de los
reaccionarios?
¿No han podido los liquidadores caucasianos
«proclamar» otra cosa mejor que la delimitación de
los tártaros transcaucasianos en una unión cultural-
nacional, que conduciría a la esclavización de las
masas por los más enconados reaccionarios?
No, ésa no es la solución de la cuestión nacional.
La cuestión nacional del Cáucaso sólo puede
resolverse en el sentido de llevar a las naciones y
pueblos rezagados al cauce común de una cultura
superior. Sólo esta solución puede ser progresiva y
aceptable para la socialdemocracia. La autonomía
regional del Cáucaso es aceptable, precisamente,

El marxismo y la cuestión nacional

porque incorpora a las naciones rezagadas al


desarrollo cultural común, les ayuda a romper el
cascarón del aislamiento propio de las pequeñas
nacionalidades, las impulsa a marchar hacia adelante
y les facilita el acceso a los valores de una cultura
superior. En cambio, la autonomía cultural-nacional
actúa en un sentido diametralmente opuesto, pues
recluye a las naciones en sus viejos cascarones, las
mantiene en los grados inferiores del desarrollo de la
cultura y les impide elevarse a los grados más altos
de la misma.
De este modo, la autonomía nacional paraliza los
lados positivos de la autonomía regional y la reduce a
la nada.
Por eso, precisamente, no sirve tampoco ese tipo
mixto de autonomía que propone �., en el que se
combinan la autonomía nacional-cultural y la
autonomía regional. Esta combinación antinatural no
mejora la cosa, sino que la empeora, pues, además de
entorpecer el desarrollo de las naciones rezagadas,
convierte la autonomía regional en arena de choques
entre las naciones organizadas en uniones nacionales.
De este modo, la autonomía cultural-nacional,
inservible en general, se convertiría, en el Cáucaso,
en una empresa reaccionaria absurda.
Tal es la autonomía cultural-nacional de �. y de
sus correligionarios caucasianos.
¿Darán los liquidadores caucasianos «un paso
adelante» y seguirán también al Bund en el terreno
de la organización? El futuro lo dirá. en la
Hasta hoy,
historia de la socialdemocracia, en el
el federalismo
terreno de la organización ha precedido siempre a la
autonomía nacional en el programa. Los
socialdemócratas austriacos aplicaron ya en 1897 el
federalismo en el terreno de la organización, y sólo a
la vuelta de dos años (en 1899) adoptaron la
autonomía nacional. Los bundistas hablaron por
primera vez de un modo inteligible de la autonomía
nacional en 1901, mientras que el federalismo en el
terreno de la organización lo practicaban ya desde
1897.
Los liquidadores caucasianos han empezado por
el final, por la autonomía nacional. Si siguen
marchando sobre las huellas del Bund, tendrán que
demoler previamente todo el edificio de la
organización actual, levantado ya a fines de la década
del 90 sobre los principios del internacionalismo.
Pero todo lo que ha tenido de fácil aceptar la
autonomía nacional, incomprensible todavía para los
obreros, lo tendrá un edificio que
de difícil demoler
ha costado años y que ha sido
enteros construir
levantado y cuidado con tanto amor por los obreros
de todas las nacionalidades del Cáucaso. Bastará que
comience esta empresa de Eróstrato, para que los
obreros abran los ojos y comprendan la esencia
nacionalista de la autonomía cultural-nacional.
* * *
Mientras los caucasianos resuelven la cuestión

41

nacional de una manera común y corriente, por


medio de debates verbales y de una discusión
literaria, la Conferencia de los liquidadores de toda
Rusia ha discurrido un procedimiento completamente
desusado. Un procedimiento fácil y sencillo.
Escuchad:

«Habiendo oído la comunicación hecha por la


delegación caucasiana acerca de que… es necesario
plantear la reivindicación de la autonomía nacional-
cultural, la Conferencia, sin pronunciarse acerca del
fondo de esta reivindicación, hace constar que tal
interpretación del punto del programa en que se
reconoce a cada nacionalidad el derecho de
autodeterminación, no va en contra del sentido
preciso de dicho programa.»

Así, ante todo, «sin pronunciarse acerca del fondo


de esta» cuestión, y luego «hacer constar».
¡Peregrino método!...
¿Qué es lo que «hace constar» esta original
Conferencia?
Pues que la «reivindicación» de la autonomía
nacional-cultural «no va en contra del sentido
preciso» del programa en que se reconoce el derecho
de las naciones a la autodeterminación.
Examinemos esta tesis.
El punto de la autodeterminación habla de los
derechos de las naciones. Según este punto, las
naciones no sólo tienen derecho a la autonomía, sino
también a la separación. Se trata de la
autodeterminación política. ¿A quién han querido
engañar los liquidadores, intentando tergiversar
totalmente este derecho de autodeterminación
política de las naciones, establecido desde hace largo
tiempo en toda la socialdemocracia internacional?
¿O tal vez los liquidadores quieran escurrir el
bulto, escudándose tras el sofisma de que la
autonomía cultural-nacional «no va en contra» de los
derechos de las naciones? Es decir, que si todas las
naciones de un Estado determinado se ponen de
acuerdo para organizarse según los principios de la
autonomía cultural-nacional, esta suma de naciones
tiene perfecto derecho a hacerlo y nadie puede
imponerles por la fuerza otra forma de vida política.
Nuevo e ingenioso. ¿Por qué no añadir que, en
general, las naciones tienen derecho a derogar su
propia Constitución,a sustituirla sistema de por un
arbitrariedad, a retrotraerse al viejo orden de cosas,
pues las naciones y solamente ellas tienen derecho a
determinar sus propios destinos? Repetimos: en este
sentido, ni la autonomía cultural-nacional ni ninguna
otra tendencia reaccionaria en la cuestión nacional
«va en contra» de los derechos de las naciones.
¿No era eso lo que quería decir la respetable
Conferencia?
No, no era eso. Dice concretamente que la
autonomía cultural-nacional «no va en contra», no de

42

los derechos de las naciones sino «del sentido


preciso» del programa. Aquí se trata del programa y
no de los derechos de las naciones.
Y es comprensible. Si a la Conferencia de los
liquidadores se hubiese dirigido una nación
cualquiera, la Conferencia podría haber hecho
constar sencillamente que una nación tiene derecho a
la autonomía cultural-nacional. Pero a la Conferencia
no se dirigió una nación, sino una «delegación» de
socialdemócratas caucasianos, malos
socialdemócratas, es cierto, pero, con todo,
socialdemócratas. Y éstos no preguntaron acerca de
los derechos de las naciones, sino si la autonomía
cultural-nacional no contradice a los principios de la
socialdemocracia, no va «en contra» «del sentido
si
preciso» del programa de la socialdemocracia.
Así, pues, los derechos de las naciones y el
«sentido preciso» del programa de la
socialdemocracia no son una y la misma cosa.
Evidentemente, hay reivindicaciones que, aún no
yendo en contra de los derechos de las naciones,
pueden ir en contra del «sentido preciso» del
programa.
Un ejemplo. En el programa de los
socialdemócratas figura un punto sobre la libertad de
conciencia. Según este punto, cualquier grupo de
personas tiene derecho a profesar cualquier religión:
el catolicismo, la religión ortodoxa, etc. La
socialdemocracia luchará contra toda persecución de
las religiones, contra las persecuciones de que se
haga objeto a católicos y protestantes.
los ortodoxos,
¿Quiere decir que esto
el catolicismo, el
protestantismo, etc. «no van en contra del sentido
preciso» del programa? No, no quiere decir esto. La
socialdemocracia protestará siempre contra las
persecuciones de que se haga objeto al catolicismo y
al protestantismo, defenderá siempre el derecho de
las naciones a practicar cualquier religión; pero, al
mismo tiempo, partiendo de una comprensión
acertada de los intereses del proletariado, hará
propaganda en contra del catolicismo, en contra del
protestantismo, en contra de la religión ortodoxa, con
el fin de hacer triunfar la concepción socialista del
mundo.
Y obrará así porque el protestantismo, el
catolicismo, la religión ortodoxa, etc., sin ningún
género de dudas, «van en contra del sentido preciso»
del programa, es decir, en contra de los intereses bien
comprendidos del proletariado.
Otro tanto hay que decir de la autodeterminación.
Las naciones tienen derecho a organizarse con
arreglo a sus deseos, tienen derecho a conservar las
instituciones nacionales que les plazcan, las
perniciosas y las útiles: nadie puede (¡nadie tiene
derecho!) inmiscuirse por la fuerza en la vida de las
naciones. Pero esto no quiere decir que la
socialdemocracia no haya de luchar, no haya de
hacer propaganda en contra de las instituciones

J. V. Stalin

nocivas de las naciones, en contra de las


reivindicaciones inadecuadas de las naciones. Por el
contrario, la socialdemocracia está obligada a realizar
esta propaganda y a influir en la voluntad de las
naciones de modo que éstas se organicen en la forma
que mejor corresponda a los intereses del
proletariado. Precisamente por esto, luchando en
favor del derecho de las naciones a la
autodeterminación, realizará, al mismo tiempo, una
campaña de por ejemplo, contra la
propaganda,
separación de y contra la autonomía
los tártaros
cultural-nacional de las naciones caucásicas, pues
tanto una como otra, si bien no van en contra de los
derechos de estas naciones, van, sin embargo, en
contra «del sentido preciso» del programa, es decir,
de los intereses del proletariado caucásico.
Evidentemente, los «derechos de las naciones» y
el «sentido preciso» del programa son dos planos
completamente distintos. Mientras que el «sentido
preciso» del programa expresa los intereses del
proletariado, formulados científicamente en su
programa, los derechos de las naciones pueden
expresar los intereses de cualquier clase: de la
burguesía, de la aristocracia, del clero, etc., con
arreglo a la fuerza y a la influencia de estas clases.
Allí son los deberes del marxista, aquí los derechos
de las naciones, por diversas clases. Los
integradas
derechos de las naciones y los principios de la
socialdemocracia pueden ir o no «ir en contra» los
unos de los otros, de la misma manera, por ejemplo,
que la pirámide de Keops… y la famosa Conferencia
de los liquidadores. Son, sencillamente, magnitudes
incomparables.
Pero de aquí se desprende que la respetable
Conferencia ha confundido de la manera más
imperdonable dos cosas totalmente distintas. El
resultado no ha sido la solución de la cuestión
nacional, sino un en virtud del cual
absurdo los
derechos de las naciones y los principios de la
socialdemocracia «no van en contra» los unos de los
otros; y, por consiguiente, toda reivindicación de las
naciones ser compatible con los intereses del
puede
proletariado; y por consiguiente, ¡ni una sola
reivindicación de las naciones que aspiran a la
autodeterminación «irá en contra del sentido preciso»
del programa!
Ni la menor compasión con la lógica…
Este absurdo ha servido de base al ya célebre
acuerdo de la Conferencia de los liquidadores, según
el cual la reivindicación de la autonomía nacional-
cultural«no va en contra del sentido preciso» del
programa.
Pero la Conferencia de los liquidadores no
infringe solamente las leyes de la lógica.
Infringe, además, su propio deber para con la
socialdemocracia de Rusia, al sancionar la autonomía
cultural-nacional. Infringe del modo más definido el
«sentido preciso» del programa, pues es sabido que
El marxismo y la cuestión nacional

el II Congreso, en el que se aprobó el programa,


rechazó resueltamente la autonomía cultural-
nacional. He aquí lo que se dijo, a este propósito, en
el Congreso:

«Goldbtat (bundista): Y Yo considero necesario


crear instituciones especiales que aseguren la libertad
del desarrollo cultural de las nacionalidades, razón
por la cual propongo que se añada al 8 lo siguiente:
«y creación de las instituciones que les garanticen
plena libertad de desarrollo cultural» (que es, como
se sabe, la formulación bundista de la autonomía
cultural-nacional. J. St.).
Martínov señala que las instituciones generales
deben organizarse de que garanticen
tal modo
también los intereses privados. No es posible crear
ninguna institución especial que asegure la libertad
de desarrollo cultural de la nacionalidad.
Egórov: En la cuestión de la nacionalidad sólo
podemos adoptar proposiciones negativas, es decir,
somos contrarios a toda restricción de la
nacionalidad. Pero a como
nosotros,
socialdemócratas, nos tiene sin cuidado que esta o
aquella nacionalidad se desarrolle como tal. Esto es
materia de un proceso espontáneo.
Koltsov: Los delegados del Bund se ofenden
siempre que se habla de su nacionalismo. Y sin
embargo, la enmienda propuesta por el delegado del
Bund tiene un carácter puramente nacionalista.
Exigen de nosotros medidas puramente ofensivas
para defender incluso a aquellas nacionalidades que
se van extinguiendo».
…En consecuencia, «la enmienda de Goldblat es
rechazada por mayoría de votos contra tres».

Está, pues, que la Conferencia


claro de los
liquidadores ha ido «en contra del sentido preciso»
del programa, ha infringido el programa.
Ahora, los liquidadores intentan justificarse,
remitiéndose al Congreso de Estocolmo, que, según
ellos, ha sancionado la autonomía cultural-nacional.
Y así, V. Kossovski escribe:

«Como es sabido,según el acuerdo adoptado en el


Congreso de Estocolmo, se dejó al Bund en libertad
para conservar su programa nacional (hasta la
solución de la cuestión nacional en el Congreso de
todo el Partido). Este Congreso reconoció que la
autonomía nacional-cultural no
contradice, en todo
135.
caso, el programa general del Partido»

Pero los esfuerzos de los liquidadores son vanos.


El Congreso de Estocolmo no pensó siquiera en
sancionar el programa del Bund; se avino
sencillamente a dejar abierta, por el momento, la
cuestión. Al valiente Kossovski le faltó valor para

135
Véase: «Nasha Zaría», 1912, núm. 9-10, pág. 120.

43

decir toda la verdad. Pero los hechos hablan por sí


solos. Helos aquí:

«Galin presenta una enmienda: «La cuestión del


programa nacional queda abierta, en vista de que no
ha sido examinada por el Congreso». (En pro 50
votos, en contra 32.)
Una voz: ¿Qué quiere decir que queda abierta?
Presidente: Cuando decimos que la cuestión
nacional queda abierta, eso significa que el Bund
puede mantener su decisión acerca de esta cuestión
136.
hasta el Congreso siguiente» (Subrayado por
nosotros. J. St.)

Como veis, el Congreso «no examinó» siquiera la


cuestión del programa nacional del Bund: se limitó a
dejarla «abierta», concediendo al mismo Bund
libertad para decidir los destinos de su programa
hasta el siguiente Congreso general. En otros
términos: el Congreso de Estocolmo rehuyó la
cuestión, no enjuició la autonomía cultural-nacional,
ni en un sentido ni en otro.
En cambio, la Conferencia de los liquidadores
enjuicia el asunto con toda concreción, reconoce
como admisible la autonomía cultural-nacional y la
sanciona en nombre del programa del Partido.
La diferencia salta a la vista.
De este modo, la Conferencia de los liquidadores,
pese a todos los subterfugios, no ha hecho avanzar ni
un solo paso la cuestión nacional.
Bailarle el agua al Bund y a los nacional-
liquidadores caucasianos: eso es todo lo que ha
sabido hacer.

7. La cuestión nacional en Rusia


Nos resta señalar la solución positiva de la
cuestión nacional.
Partimos del hecho de que esta cuestión sólo
puede ser resuelta en indisoluble conexión con el
momento que actualmente se vive en Rusia.
Rusia vive en una época de transición, en que no
se ha instaurado
todavía una vida «normal»,
«constitucional», en que la crisis política no se ha
resuelto todavía. Nos esperan días de tormenta y de
«complicaciones». De aquí el movimiento, el
presente y el venidero, que se propone como objetivo
la plena democratización.
En relación con este movimiento es como debe
ser examinada la cuestión nacional.
Tenemos, pues, la plena democratización del país
como base y condición para solucionar la cuestión
nacional.
Para resolver la cuestión es necesario tener en
cuenta no sólo la situación interior, sino también la
situación exterior. Rusia se encuentra enclavada entre
Europa y Asia, entre Austria y China. El crecimiento

136
Véase: «Nashe Slovo», 1906, núm. 8, pág. 53.

44

de la democracia en Asia es inevitable. El


crecimiento del imperialismo en
no es un
Europa
fenómeno casual. En Europa el capital se va
sintiendo estrecho y pugna por penetrar en países
ajenos, buscando nuevos mercados, mano de obra
barata, nuevos lugares de inversión. Pero esto
conduce a complicaciones exteriores y a guerras.
137
Nadie puede decir que la guerra de los Balcanes
sea el fin y no el comienzo de las complicaciones.
Por eso, cabe perfectamente dentro de lo posible que
se déuna combinación de circunstancias interiores y
exteriores en que una u otra nacionalidad de Rusia
crea necesario plantear y resolver la cuestión de su
independencia. Y, naturalmente, no es cosa de los
marxistas poner obstáculos en tales casos.
Pero de aquí se deduce que los marxistas rusos no
pueden prescindir del derecho de las naciones a la
autodeterminación.
Tenemos, pues, el derecho de autodeterminación
como punto indispensable para resolver la cuestión
nacional.
Prosigamos. ¿Qué hacer con las naciones que por
unas u otras causas prefieran permanecer dentro del
marco de un Estado multinacional?
Hemos visto que la autonomía cultural-nacional
es inservible. En primer lugar, es artificial y no
viable, pues supone agrupar artificialmente en una
sola nación a gentes a quienes la vida, la vida real,
desune y dispersa por los diversos confines del
Estado. En segundo lugar, impulsa hacia el
nacionalismo, pues lleva al punto de vista del
«deslindamiento» de los hombres por curias
nacionales, al punto de vista de la «organización» de
naciones, al punto de vista y
de la «conservación»
cultivo de las «particularidades cosa que
nacionales»,
no cuadra en absoluto a la socialdemocracia. No es
un hecho casual que los separatistas moravos en el
Reichsrat, después de separarse de los diputados
socialdemócratas alemanes, se uniesen a los
diputados moravos burgueses, para formar, como si
dijésemos, un «kolo» moravo. Ni es un hecho casual
tampoco que los separatistas del Bund se
empantanasen en el nacionalismo, exaltando la
celebración del «sábado» y el «idish». En la Duma
no figuran todavía diputados bundistas, pero en el
radio de acción del Bund hay una comunidad judía
clerical-reaccionaria, en cuyas «instituciones
dirigentes» organiza el Bund, por el momento, una
138.
«unión» entre los obreros y los burgueses judíos
Tal es, en efecto, la lógica de la autonomía cultural-
nacional.
La autonomía nacional no resuelve, pues, la
cuestión.

137
La primera guerra de los Balcanes comenzó en octubre de
1912 entre Bulgaria, Servia, Grecia y Montenegro, de una parte,
y Turquía, de la otra.
138
Véase: «Informe de la VIII Conferencia del Bund», final de la
resolución sobre la comunidad.

J. V. Stalin

¿Dónde está la salida?


La única solución acertada es la autonomía
regional, la autonomía de unidades tan definidas
como Polonia, Lituania, Ucrania, el Cáucaso, etc.
La ventaja de la autonomía regional consiste, ante
todo, en que aquí no tenemos que habérnoslas con
una ficción sin territorio, sino con una población
determinada, que vive en un territorio determinado.
Además, no deslinda a los hombres por naciones, no
refuerza las barreras nacionales, sino que, por el
contrario, rompe estas barreras y agrupa a la
población para abrir el camino a un deslindamiento
de otro género, al deslindamiento por clases.
Finalmente, permite utilizar del mejor modo las
riquezas naturales de la región y desarrollar las
fuerzas productivas, sin esperar a que la solución
venga del centro, funciones éstas que la autonomía
cultural-nacional no concede.
Tenemos, pues, la autonomía regional como
punto indispensable para resolver la cuestión
nacional.
No cabe duda de que en ninguna de las regiones
se da una homogeneidad nacional completa, pues en
todas ellas hay enclavadas minorías nacionales. Tal
ocurre con los judíos en en
Polonia, con los letones
Lituania, con los rusos
en el Cáucaso, con los
polacos en Ucrania, etc. Se puede temer, por esta
razón, que las minorías sean oprimidas por las
mayorías nacionales. Pero este temor sólo tiene
fundamento si el país sigue viviendo bajo el viejo
orden de cosas. Dad al país plena democracia, y este
temor perderá toda base.
Se propone articular a las minorías dispersas en
una unión nacional. Pero lo que necesitan las
minorías no es una unión artificial, sino derechos
reales en el sitio en que viven. ¿Qué puede darles
semejante unión sin plena democracia? o ¿para qué
es necesaria esa unión nacional bajo una completa
democracia?
¿Qué es lo que inquieta especialmente a una
minoría nacional?
Lo que el descontento de esta minoría no
produce
es la falta una unión nacional, sino la falta del
de
derecho a usar su lengua materna. Permitidle servirse
de su lengua materna, y el descontento desaparecerá
por sí solo.
Lo que produce el descontento de esta minoría no
es la falta de una unión artificial, sino la falta de
escuelas en su lengua materna. Dadle estas escuelas,
y el descontento perderá toda base.
Lo que produce el descontento de esta minoría no
es la falta de una unión nacional, sino la falta de la
libertad de conciencia (la libertad de cultos), de
movimiento, etc. Dadle estas libertades, y dejará de
estar descontenta.
Tenemos, pues, la igualdad nacional de derechos
en todas sus formas (idioma, escuelas, etc.) como
punto indispensable para resolver la cuestión
El marxismo y la cuestión nacional

nacional. Se precisa, por tanto, una ley general del


Estado basada en la plena democratización del país y
que prohíba todos los privilegios nacionales sin
excepción y todas las trabas o limitaciones puestas a
los derechos de las minorías nacionales.
Esto, y solamente esto, puede ser la garantía real y
no ficticia de los derechos de las minorías.
Se podría discutir o no la existencia de una
relación lógica entre el federalismo en el terreno de
la organización y la autonomía cultural-nacional. Lo
que no se puede
discutir es que ésta crea una
atmósfera propicia para un federalismo ilimitado, que
acaba transformándose en completa ruptura, en
separatismo. Si los checos en Austria y los bundistas
en Rusia, comenzando por la autonomía y pasando
luego a la federación, terminaron en el separatismo,
en ello desempeñó, sin duda, un gran papel la
atmósfera nacionalista que emana naturalmente de la
autonomía cultural-nacional. No es casual que la
autonomía nacional y la federación en el terreno de la
organización se den la mano. La cosa es lógica.
Tanto una como otra exigen el deslindamiento por
nacionalidades. Tanto una como otra presuponen la
organización por nacionalidades. La analogía es
indudable. La única diferencia es que allí se deslinda
la población en general, y aquí a los obreros
socialdemócratas.
Sabemos a qué conduce el deslindamiento de los
obreros por nacionalidades. Desintegración del
Partido obrero único, división de los sindicatos por
nacionalidades, exacerbación de las fricciones
nacionales, rompehuelgas nacionales, completa
desmoralización dentro de las filas de la
socialdemocracia: he ahí los frutos del federalismo
en el terreno de la organización. La historia de la
socialdemocracia en Austria y la actuación del Bund
en Rusia lo atestiguan elocuentemente.
El único medio contra todo esto es la organización
basada en los principios del internacionalismo.
La unión de los obreros de todas las
nacionalidades de Rusia en colectividades únicas e
integras en cada localidad y la unión de estas
colectividades en un Partido único: he ahí la tarea.
De suyo se comprende que esta estructura del
Partido no excluye, sino que presupone una amplia
autonomía de las regiones dentro del Partido como
un todo único.
La experiencia del Cáucaso pone de manifiesto
toda la conveniencia de este tipo de organización. Si
los caucasianos han logrado vencer los rozamientos
nacionales entre los obreros y tártaros, si
armenios
han logrado poner a a salvo de matanzas
la población
y choques armados, si en Bakú, en este caleidoscopio
de grupos nacionales, hoy son ya imposibles los
choques de carácter nacional, si allí se ha conseguido
incorporar a los obreros al cauce único de un potente
movimiento, en todo ello ha desempeñado un papel
considerable la estructura internacional de la

45

socialdemocracia caucasiana.
El tipo de organización no influye solamente en el
trabajo práctico. Imprime un sello indeleble a toda la
vida espiritual del obrero. El obrero vive la vida de
su organización; en ella se desarrolla espiritualmente
y se educa. Por eso, al actuar dentro de su
organización y encontrarse siempre allí con sus
camaradas de otras nacionalidades, librando a su lado
una lucha común bajo la dirección de la colectividad
común, se va penetrando profundamente de la idea
de que los obreros son, ante todo, miembros de una
sola familia de clase, miembros del ejército único del
socialismo. Y esto no puede por menos de tener una
importancia educativa enorme para las grandes capas
de la clase obrera.
Por eso, el tipo internacional de organización es
una escuela de sentimientos de camaradería, una
propaganda inmensa en favor del internacionalismo.
No ocurre así con la organización por
nacionalidades. Organizados sobre la base de la
nacionalidad, los obreros susse encierran en
cascarones nacionales, separándose unos de otros con
barreras en el terreno de la organización. No se
subraya lo que es común a los obreros, sino lo que
diferencia a unos de otros. Aquí, el obrero es, ante
todo, miembro de su nación: judío, polaco, etc. No es
de extrañar que el federalismo nacional en la
organización inculque a los obreros el espíritu del
aislamiento nacional.
Por eso, el tipo nacional de organización es una
escuela de estrechez nacional y de rutina.
Tenemos, pues, ante nosotros, dos tipos de
organización distintos por principio: el tipo de la
unión internacional y el del «deslindamiento» de los
obreros por nacionalidades.
Hasta hoy, las tentativas que se han hecho para
conciliar estos dos tipos de organización no han
tenido éxito. Los estatutos conciliatorios de la
socialdemocracia austriaca, elaborados en Wimberg
en 1897, quedaron en el aire. El partido austriaco se
fraccionó arrastrando tras de sí a los sindicatos. La
«conciliación» no sólo resultó ser utópica, sino,
además, nociva. Strasser tiene razón cuando afirma
que «el separatismo obtuvo su primer triunfo en el
139.
Congreso de Wimberg del Partido» Otro tanto
acontece en Rusia. La «conciliación» con el
federalismo del Bund en el Congreso de Estocolmo
acabó en una completa bancarrota. El Bund hizo
fracasar el compromiso establecido en Estocolmo. Al
día siguiente del Congreso de Estocolmo, el Bund se
convirtió en un obstáculo para la unión de los obreros
de cada localidad en una organización única, que
englobase a los obreros de todas las nacionalidades.
Y el Bund prosiguió aplicando tenazmente su táctica
separatista, a pesar de que, tanto en 1907 como en
1908, la socialdemocracia de Rusia exigió repetidas

139
Véase: J. Strasser, «Der Arbeiter und die Nation», 1912.

46

J. V. Stalin

veces que fuese realizada por fin la unidad por la


140.
base entre los obreros de todas las nacionalidades
Habiendo comenzado por la autonomía nacional en
el terreno de la organización, el Bund pasó de hecho
a la federación, para acabar en la completa ruptura,
en el separatismo. Y, rompiendo con la
socialdemocracia de Rusia, llevó a las filas de ésta la
confusión y la desorganización. Basta recordar
141.
aunque no sea más que el caso de Jagiello
Por eso, la senda de la «conciliación» debe ser
descartada como utópica y nociva.
Una de dos: o el federalismo del Bund, y entonces
la socialdemocracia de Rusia se reorganiza sobre los
principios del «deslindamiento» de los obreros por
nacionalidades; o el tipo internacional de
organización, y entonces el Bund se reorganiza sobre
los principios de la autonomía territorial, según el
modelo de la socialdemocracia caucasiana, letona y
polaca, abriendo el camino a la unificación directa de
los obreros judíos con los obreros de las demás
nacionalidades de Rusia.
No hay término medio: los principios vencen, los
principios no se «concilian».
Tenemos, pues, el principio de la unión
internacional de los obreros como punto
indispensable para resolver la cuestión nacional.
Viena, enero de 1913.

Publicado por primera vez con la firma de K.


Stalin en marzo-mayo de 1913,en los núms. 3-5 de
la revista «Prosveschenie».

140
Véanse los acuerdos de la IV Conferencia («III Conferencia
de toda Rusia») del POSDR, que se celebró del 5 al 12 de
noviembre de 1907, y los de la V Conferencia del POSDR
(«Conferencia de toda Rusia de 1908»), que tuvo lugar del 21 al
27 de diciembre de 1908 (3-9 de enero de 1909) (v. «El PC(b) de
la URSS en las resoluciones y acuerdos de los Congresos y
Conferencias y de los Plenos del CC»,parte 1, págs. 118 y 131,
6a ed. en ruso, 1940).
141
E. I. Jagiello: miembro del Partido Socialista Polaco; fue
elegido diputado en Varsovia a la IV Duma de Estado por el
bloque del Bund y del Partido Socialista Polaco con los
nacionalistas burgueses contra los socialdemócratas polacos. La
minoría socialdemócrata de la Duma, por mayoría de votos de
los mencheviques liquidadores (los siete diputados
mencheviques) contra los 6 diputados bolcheviques, aprobó una
resolución admitiendo a Jagiello en la minoría socialdemócrata.

CO� MOTIVO DE LA MUERTE DE LE�I�

Discurso pronunciado en el II Congreso de los


142
Soviets de la U.R.S.S.
26 de enero de 1924
Camaradas: Nosotros, los comunistas, somos
hombres de un temple especial. Estamos hechos de
una trama especial. Nosotros formamos el ejército
del gran estratega proletario, el ejército del camarada
Lenin. No hay nada más alto que el honor de
pertenecer a este ejército. No hay nada más alto que
el título de miembro del Partido cuyo fundador y jefe
es el camarada Lenin. No es dado a todos ser
miembros de este Partido. No es dado a todos resistir
los infortunios y las tempestades a que están
expuestos los miembros de este Partido. Los hijos de
la clase obrera, hijos de la miseria y de la lucha, hijos
de privaciones inconcebibles y de esfuerzos heroicos;
ellos son, ante todo, los que deben militar en este
Partido. Por eso, el Partido de los leninistas, el
Partido de los comunistas, se llama también el
Partido de la clase obrera.

AL DEJARNOS, EL CAMARADA LENIN NOS


LEGO QUE MANTUVIÉRAMOS EN ALTO Y
CONSERVÁSEMOS INMACULADO EL GRAN
TITULO DE MIEMBRO DEL PARTIDO. ¡TE
JURAMOS, CAMARADA LENIN, QUE
CUMPLIREMOS CON HONOR ESTE TU
MANDAMIENTO!

Durante 25 años, el camarada Lenin forjó


amorosamente nuestro Partido e hizo de él el Partido
obrero más fuerte y mejor templado del mundo. Los
golpes del zarismo y de sus esbirros, la rabia furiosa
de la burguesía y de los terratenientes, los ataques
142
El II Congreso de los Soviets de la U.R.S.S. se celebró en
Moscú del 26 de enero al 2 de febrero de 1924. En la primera
sesión del Congreso, consagrada a la memoria de V. I. Lenin, J.
V. Stalin pronunció un discurso en el cual prestó, en nombre del
Partido Bolchevique, el gran juramento de velar por el
cumplimiento de los mandamientos de Lenin. Con motivo de la
muerte de Lenin, el Congreso aprobó el mensaje «A la
humanidad trabajadora». Para perpetuar la memoria de Lenin, el
Congreso acordó editarlas Obras de Lenin, dar el nombre de
Leningrado a Petrogrado, establecer un día de luto y levantar el
Mausoleo de Lenin en la Plaza Roja de Moscú y monumentos en
las capitales de las repúblicas federadas, así como en Leningrado
y en Tashkent. El 31 de enero, el Congreso aprobó la primera
Constitución (Ley Fundamental) de la U.R.S.S., redactada bajo la
dirección de J. V. Stalin.

armados de Kolchak y Denikin, la intervención


armada de Inglaterra y y las
de Francia, las mentiras
calumnias del coro de la prensa burguesa; todos esos
escorpiones se lanzaron constantemente contra
nuestro Partido en el transcurso de cinco lustros. Pero
nuestro Partido se mantenía como una roca,
rechazando los innumerables golpes de sus enemigos
y llevando a la clase obrera adelante, hacia la
victoria. En duros combates forjó nuestro Partido la
unidad y la cohesión de sus filas, y gracias a esta
unidad y a esta cohesión, conquistó la victoria sobre
los enemigos de la clase obrera.
AL DEJARNOS, EL CAMARADA LENIN NOS
LEGO QUE CUIDÁRAMOS DE LA UNIDAD DE
NUESTRO PARTIDO COMO DE LAS NIÑAS DE
LOS OJOS. ¡TE JURAMOS, CAMARADA LENIN,
QUE TAMBIÉN CUMPLIREMOS CON HONOR
ESTE TU MANDAMIENTO!

Dura e insoportable es la vida de la clase obrera.


Angustiosos y crueles son los sufrimientos de los
trabajadores. Esclavos y esclavistas, siervos y
señores, campesinos y terratenientes, obreros y
capitalistas, oprimidos y opresores: así estuvo
estructurado el mundo desde tiempos inmemoriales,
y así lo está todavía en la inmensa mayoría de los
países. Decenas y centenares de veces en el
transcurso de los siglos intentaron los trabajadores
librarse de sus opresores y hacerse dueños de su
propio destino. Pero siempre, batidos y humillados,
tuvieron que emprender la retirada, guardando en el
fondo su alma el dolor y la
de humillación, la
desesperación y la ira, y levantando los ojos hacia el
ignoto cielo, donde esperaban encontrar la salvación.
Las cadenas de la esclavitud permanecían
intactas o
las viejas cadenas eran reemplazadas por otras
nuevas, tan pesadas y ultrajantes. Sólo en nuestro
país consiguieron las masas trabajadoras, oprimidas y
aplastadas, sacudirse la dominación de los
terratenientes y los capitalistas y establecer en su
lugar la dominación de los obreros y los campesinos.
Vosotros sabéis, camaradas, y hoy el mundo entero
loreconoce, que aquella lucha gigantesca fue dirigida
por el camarada y por su Partido. Lenin es
Lenin
grande, ante todo, porque, al crear la República de
los Soviets, mostró con hechos a las masas oprimidas

48

del mundo entero que la esperanza en la salvación no


está perdida, que la dominación de los terratenientes
y de los no es eterna, que el reino del
capitalistas
trabajo puede ser por los esfuerzos de los
creado
trabajadores mismos, que el reino del trabajo es
preciso crearlo en la tierra, y no en el cielo. De esta
manera, prendió en los corazones de los obreros y de
los campesinos del mundo entero la esperanza de la
liberación. Esto, precisamente, explica que el nombre
de Lenin sea el nombre más querido por las masas
trabajadoras y explotadas.

AL DEJARNOS, EL CAMARADA LENIN NOS


LEGO QUE CONSERVÁRAMOS Y
FORTALECIÉSEMOS LA DICTADURA DEL
PROLETARIADO. ¡TE JURAMOS, CAMARADA
LENIN, QUE NO ESCATIMAREMOS ESFUERZO
PARA CUMPLIR TAMBIÉN CON HONOR ESTE
TU MANDAMIENTO!

La dictadura se creó en nuestro


del proletariado
país sobre la base de la alianza y los
de los obreros
campesinos. Esta es la base primera y esencial de la
República de los Soviets. Los obreros y los
campesinos no habrían podido vencer a los
capitalistas y a los terratenientes sin esa alianza. Los
obreros no habrían podido derrotar a los capitalistas
si no hubieran tenido el apoyo de los campesinos.
Los campesinos no habrían podido derrotar a los
terratenientes si no hubieran sido dirigidos por los
obreros. Así lo evidencia toda la historia de la guerra
civil en nuestro país. Pero la lucha por el
fortalecimiento de la República de los Soviets está
lejos de haber concluido: únicamente ha tomado una
nueva forma. Antes, la alianza de los obreros y los
campesinos revestía la forma de alianza militar,
porque iba dirigida contra Kolchak y Denikin. Ahora,
la alianza de los obreros y los campesinos debe tomar
la forma de una colaboración económica entre la
ciudad y el campo, entre los obreros y los
campesinos, porque esta alianza va dirigida contra el
comerciante y el kulak, porque su fin es que los
campesinos y los obreros se abastezcan
recíprocamente de todo lo necesario. Vosotros sabéis
que nadie luchó con tanto tesón como el camarada
Lenin por llevar a cabo esta tarea.
AL DEJARNOS, EL CAMARADA LENIN NOS
LEGO QUE FORTALECIÉSEMOS CON TODAS
NUESTRAS ENERGÍAS LA ALIANZA DE LOS
OBREROS Y CAMPESINOS. ¡TE JURAMOS,
CAMARADA LENIN, QUE TAMBIÉN
CUMPLIREMOS CON HONOR ESTE TU
MANDAMIENTO!

La segunda base de la República de los Soviets es


la alianza de los trabajadores de las diferentes
nacionalidades de nuestro país. Rusos y ucranianos,

J. V. Stalin

bashkires y bielorrusos, georgianos y


azerbaídzhanos, armenios y daguestanos, tártaros y
kirguires, uzbecos y turcomanos, todos están
interesados por igual en el fortalecimiento de la
dictadura del proletariado. No sólo la dictadura del
proletariado libra a estos pueblos de las cadenas y de
la opresión; estos pueblos, con su fidelidad sin
reservas a la República de los Soviets y su
disposición a sacrificarse por ella, preservan a
nuestra República de los Soviets de las
maquinaciones e intentonas de los enemigos de la
clase obrera. Por eso, el camarada Lenin nos hablaba
incesantemente de la necesidad de la alianza
voluntaria entre los pueblos de nuestro país, de la
necesidad de su colaboración fraternal dentro del
marco de la Unión de Repúblicas.

AL DEJARNOS, EL CAMARADA LENIN NOS


LEGO QUE FORTALECIÉRAMOS Y
EXTENDIÉSEMOS LA UNIÓN DE
REPÚBLICAS. ¡TE JURAMOS, CAMARADA
LENIN, QUE TAMBIÉN CUMPLIREMOS CON
HONOR ESTE TU MANDAMIENTO!

La tercera base de la dictadura del proletariado


reside en nuestro Ejército Rojo y en nuestra Flota
Roja. Más de una vez nos repitió Lenin que la tregua
que hemos arrancado a los Estados capitalistas puede
ser de corta duración. Lenin nos indicó reiteradas
veces que el fortalecimiento del Ejército Rojo y su
perfeccionamiento constituyen una de las tareas más
importantes de nuestro Partido. Los acontecimientos
relacionados con el ultimátum y con la
de Curzon
143
crisis en Alemania una vez más
han confirmado
que Lenin tenía, como siempre, razón. Juremos, pues,
camaradas, que no escatimaremos fuerzas para
robustecer nuestro Ejército Rojo y nuestra Flota
Roja.
Nuestro país se yergue como una roca formidable
en medio del océano de los Estados burgueses. Las
olas se abaten una tras otra sobre él, amenazando con
hundirlo y barrerlo. Pero la roca se mantiene
inconmovible. ¿En qué reside su fuerza? No sólo en
que nuestro país descansa sobre la alianza de los
obreros y los campesinos, en que encarna la alianza
de nacionalidades libres y está defendido por el
potente brazo del Ejército Rojo y de la Flota Roja. La
fuerza de nuestro país, su potencia y su solidez
residen en la profunda simpatía y en el apoyo
inquebrantable que encuentra en los corazones de los
obreros y campesinos del mundo entero. Los obreros

143
Se alude a la crisis económica y política de 1923 en
Alemania. En el país se desarrolló un movimiento revolucionario
de masas, como resultado del cual fueron formados gobiernos
obreros en Sajonia y en Turingia y tuvo lugar en Hamburgo una
insurrección armada. Después de aplastado el movimiento
revolucionario en Alemania; se acentuó la reacción burguesa en
toda Europa, así como el peligro de una nueva intervención
contra la República Soviética.

Con motivo de la muerte de Lenin


49

y campesinos del mundo entero quieren que perdure


la República de los Soviets, flecha lanzada por la
mano firme del camarada Lenin en el campo
enemigo, apoyo de sus esperanzas de liberarse de la
opresión y de la explotación, faro seguro que les
indica el camino de la liberación. Quieren que
perdure y no permitirán a los terratenientes y a los
capitalistas que la destruyan. En ello reside nuestra
fuerza, En ello reside la fuerza de los trabajadores de
todos los países. En ello reside también la debilidad
de la burguesía del mundo entero.
Lenin nunca consideró a la República de los
Soviets un fin en sí. Siempre la consideró un eslabón
indispensable para reforzar el movimiento
revolucionario en los países del Occidente y del
Oriente, un eslabón indispensable para facilitar la
victoria de los trabajadores del mundo entero sobre el
capital. Lenin sabía que tal concepción es la única
acertada, no sólo desde el punto de vista
internacional, sino también desde el punto de vista
del mantenimiento de la República de los Soviets
misma. Lenin sabia que sólo así se puede inflamar el
corazón de los trabajadores del mundo entero para las
batallas decisivas por su liberación. Por eso, Lenin, el
más genial entre los jefes geniales del proletariado,
sentó, al día siguiente de la instauración de la
dictadura del proletariado, los cimientos de la
Internacional de los obreros. Por eso no se cansaba
de ensanchar y de fortalecer la unión de los
trabajadores del mundo entero: la Internacional
Comunista.
En estos últimos días habéis visto la peregrinación
de decenas y centenares de miles de trabajadores, que
han desfilado ante el féretro del camarada Lenin.
Dentro de algún tiempo veréis la peregrinación a su
tumba de representantes de millones de trabajadores.
Podéis estar seguros de que, a los representantes de
millones de trabajadores, seguirán después los
representantes de decenas y centenares de millones
de trabajadores de todos los confines del mundo, para
atestiguar que Lenin fue el jefe, no sólo del
proletariado ruso, no sólo de los obreros europeos, no
sólo de los trabajadores de las colonias del Oriente,
sino de todos los trabajadores del globo terrestre.

AL DEJARNOS, EL CAMARADA LENIN NOS


LEGO QUE PERMANECIÉSEMOS FIELES A
LOS PRINCIPIOS DE LA INTERNACIONAL
COMUNISTA. ¡TE JURAMOS, CAMARADA
LENIN, QUE NO REGATEAREMOS NUESTRA
VIDA PARA FORTALECER Y EXTENDER LA
UNIÓN DE LOS TRABAJADORES DEL MUNDO
ENTERO: LA INTERNACIONAL COMUNISTA!

Publicado el 30 enero de 1924 en el núm. 23 de


«Pravda».

LE�I�

Discurso pronunciado en una velada de los


alumnos de la escuela militar del Kremlin
28 de enero de 1924
Camaradas: Me comunicaron que habíais
organizado una en memoria de Lenin y que
velada
estaba invitado como uno de los informantes.
Considero que no es preciso hacer una exposición
sistematizada de las actividades de Lenin. Creo que
sería mejor circunscribirse a relatar varios hechos
que subrayan ciertas particularidades de Lenin como
hombre y como político. Quizás no haya relación
interna entre estos hechos, pero eso no puede ser
óbice para que os hagáis una idea general de Lenin.
Sea como fuere, en este momento no puedo daros
más de lo que acabo de prometer.

El águila de las montañas


Conocí a Lenin en 1903. Por cierto, este
conocimiento no fue personal. Nospor conocimos
correspondencia. Pero ello me
una impresión
produjo
indeleble, que no se ha desvanecido en todo el
tiempo que llevo trabajando en el Partido. Me
encontraba entonces en Siberia, deportado. Al
conocer la actuación revolucionaria de Lenin en los
últimos años del siglo XIX y, sobre todo, después de
144,
1901, después de la publicación de «Iskra» me
convencí de que teníamos en él a un hombre
extraordinario. No era entonces, a mis ojos un simple
jefe del Partido; era su verdadero creador, porque
sólo él comprendía la naturaleza interna y las
necesidades imperiosas de nuestro Partido. Cuando
lo comparaba con los demás dirigentes de nuestro
Partido, me parecía siempre que
compañeros de
los
lucha de Lenin -Plejánov, Mártov,y otros-
Axelrod
estaban a cien codos por debajo de él; que Lenin, en
comparación con ellos, no era simplemente un
dirigente, sino un dirigente de tipo superior, un águila
de las montañas, al que era ajeno el miedo en la lucha
y que llevaba audazmente el Partido hacia adelante,
por los caminos inexplorados del movimiento
revolucionario ruso. Esta impresión había calado tan
hondo en mi alma, que sentí la necesidad de escribir
de ello a un amigo íntimo, emigrado entonces en el

144
«Iskra» («La Chispa»): primer periódico marxista clandestino
para toda Rusia; fue fundado por V. I. Lenin en diciembre de
1900 en el extranjero, de donde se introducía clandestinamente
en Rusia.

extranjero, pidiéndole su opinión. Al cabo de algún


tiempo, cuando ya me encontraba deportado en
Siberia -era a fines de 1903-, recibí una contestación
entusiasta de mi amigo y, acompañándola, una carta
sencilla, pero de profundo contenido, escrita por
Lenin, a quien mi amigo había dado a conocer mi
carta. La esquela de Lenin era relativamente corta,
pero contenía una crítica audaz, una crítica valiente
de la labor práctica de nuestro Partido, así como una
exposición magníficamente clara y concisa de todo el
plan de trabajo del Partido para el período próximo.
Sólo Lenin sabía escribir sobre las cuestiones más
complejas con tanta sencillez y claridad, con tanta
concisión y audacia; en él, cada palabra, más que
palabra, es un disparo. Esta esquela sencilla y audaz
me reafirmó en el convencimiento de que en Lenin
tenía nuestro Partido un águila de las montañas. No
puedo perdonarme el haber quemado aquella carta de
Lenin, lo mismo que muchas otras, siguiendo mi
costumbre de viejo revolucionario clandestino.
De entonces datan mis relaciones con Lenin.

La modestia
Vi por primera vez a Lenin en diciembre de 1905,
en la Conferencia bolchevique de Tammerfors
(Finlandia). Esperaba ver al águila de las montañas,
al gran hombre de nuestro Partido, a un hombre no
sólo grande desde el punto de vista político, sino
también, si queréis, desde el punto de vista físico,
porque me imaginaba a Lenin como a un gigante
apuesto e imponente. Cuál no sería mi decepción,
cuando vi a un hombre de lo más corriente, de talla
inferior a la media y que no se diferenciaba en nada,
absolutamente en nada, de los demás mortales...
Es costumbre que los «grandes hombres» lleguen
tarde a las reuniones, para que los asistentes esperen
su aparición con el corazón en suspenso; además,
cuando va a aparecer el «gran hombre», los reunidos
se advierten: -«¡Chist…, silencio..., ahí viene!». Este
ceremonial no me parecía superfluo, pues impone,
inspira respeto. Cuál no sería mi decepción, cuando
supe que Lenin había a la reunión antes que
llegado
los delegados y que, en un rincón, platicaba
metido
del modo más sencillo y natural con los delegados
más sencillos de la Conferencia. No oculto que esto
me pareció entonces una infracción de ciertas normas
imprescindibles.
Lenin

Sólo más tarde comprendí que esta sencillez y


esta modestia de Lenin, este deseo de pasar
inadvertido o, en todo caso, de no llamar la atención,
de no subrayar su alta posición, que este rasgo
constituía una mayores virtudes
de las de Lenin como
jefe nuevo de las masas nuevas, de las sencillas y
corrientes masas de las «capas bajas» más profundas
de la humanidad.

La fuerza de la lógica
Admirables fueron los dos discursos que Lenin
pronunció en esta Conferencia: sobre el momento y
sobre la cuestión agraria. Por desgracia no se han
conservado. Fueron unos discursos inspirados, que
arrebataron de clamoroso entusiasmo a toda la
Conferencia. La extraordinaria fuerza de convicción,
la sencillez y la claridad de los argumentos, las frases
breves e inteligibles para todos, la falta de afectación,
de gestos aparatosos y de frases efectistas, dichas
para producir impresión, todo ello distinguía
favorablemente los discursos de Lenin de los
discursos de los oradores «parlamentarios»
habituales.
.Pero no fue este aspecto de los discursos de
Lenin que me cautivó entonces. Me subyugó la
lo
fuerza invencible de su lógica, que, si bien era algo
seca, dominaba al auditorio, lo electrizaba poco a
poco y después, como suele decirse, hacía que se le
rindiera incondicionalmente. Recuerdo que muchos
de los delegados decían: «La lógica en los discursos
de Lenin es como unos tentáculos irresistibles que le
atenazan a uno por todos lados y de los que no hay
modo de zafarse: hay que rendirse o disponerse a
sufrir un fracaso rotundo».
Creo que esta particularidad de los discursos de
Lenin es el lado más fuerte de su arte oratorio.

Sin lloriqueos
Vi a Lenin por segunda vez en 1906, en el
145.
Congreso de Estocolmo de nuestro Partido Es
sabido que en este Congreso los bolcheviques
quedaron en minoría y sufrieron una derrota. Por vez
primera vi a Lenin en el papel de vencido. No se
parecía ni en un ápice a esos jefes que, después de
una derrota, lloriquean y se desaniman. Al contrario,
la derrota convirtió a Lenin en la personificación de
la energía, que impulsaba a sus partidarios a nuevos
combates, a la victoria futura. He dicho la derrota de
Lenin. Pero ¿qué derrota fue aquélla? Había que ver
a los adversarios de Lenin, a los vencedores del
Congreso de Estocolmo, a Plejánov, a Axelrod, a
Mártov y a los demás: se parecían muy poco a
verdaderos vencedores, porque Lenin, con su crítica
implacable del menchevismo, no les dejó, como
suele decirse, hueso sano. Me acuerdo de que

145
El Congreso de Estocolmo o IV Congreso del POSDR
(llamado también «Congreso de Unificación») se celebró del 10
al 25 de abril (del 23 de abril al 8 de mayo) de 1906.

51

nosotros, los delegados bolcheviques, agrupándonos


en torno suyo, mirábamos a Lenin, pidiéndole
consejo. Los discursos de algunos delegados dejaban
traslucir el cansancio, el desaliento. Me acuerdo que
Lenin, contestando a aquellos discursos, dijo mordaz,
entre dientes: «No lloriqueéis, camaradas;
venceremos porque tenemos razón».
sin duda alguna,
Del odio a los intelectuales de la fe en las
llorones,
fuerzas propias, de la fe en la victoria: de esto nos
habló entonces Lenin. Se advertía que la derrota de
los bolcheviques era pasajera, que los bolcheviques
habían de vencer en un porvenir próximo.
«No lloriquear en caso de derrota»: éste es el
rasgo peculiar de la actividad de Lenin que le ayudó
a agrupar en torno suyo un ejército
incondicionalmente fiel a la causa y con fe en sus
propias fuerzas.

Sin presunción
146
En el Congreso siguiente, celebrado en Londres
en 1907, fueron los bolcheviques quienes salieron
vencedores. Entonces vi por primera vez a Lenin en
el papel de vencedor. Generalmente, la victoria
embriaga a cierta clase de jefes, los llena de vanidad,
los hace presuntuosos. En tales casos, se ponen las
más de las veces a cantar victoria y se duermen en
los laureles. Pero Lenin no se parecía ni en un ápice a
esta clase de jefes. Al contrario, precisamente
después de la victoria ponía de manifiesto una
vigilancia y una prudencia particulares. Recuerdo
que Lenin repetía entonces con insistencia a los
delegados: «Lo primeroes no dejarse deslumbrar por
la victoria y no envanecerse de ella; lo segundo,
consolidar el éxito obtenido; lo tercero, rematar al
enemigo, porque sólo está batido y dista aún mucho
de haber sido rematado». Se burlaba, mordaz, de los
delegados que
afirmaban, a la ligera: «Se ha acabado
para con los mencheviques», Al él le fue
siempre
fácil demostrar que los mencheviques tenían todavía
raíces en el movimiento obrero y que había que
combatirlos con habilidad, evitando por todos los
medios la sobreestimación de las fuerzas propias y,
sobre todo, el menosprecio de las fuerzas del
enemigo.
«No envanecerse de la victoria»: éste es el rasgo
peculiar del carácter de Lenin que le permitía medir
con ponderación las fuerzas del enemigo y poner al
Partido a salvo de cualquier eventualidad.

a los principios
La fidelidad
un partido no pueden menospreciar la
Los jefes de
opinión de la mayoría de su partido. La mayoría es
una fuerza que un jefe no puede dejar de tener en
cuenta. Lenin lo comprendía tan bien como cualquier
otro dirigente del Partido. Pero Lenin nunca fue

146
El V Congreso (Congreso de Londres) del POSDR se celebró
del 30 de abril al 19 de mayo (del 13 de mayo al 1de junio) de
1907.

52

prisionero demayoría, sobre todo cuando la


la
mayoría no se en una base de principios.
apoyaba
Hubo momentos en la historia de nuestro Partido en
los que la opinión de la mayoría o los intereses
momentáneos del Partido chocaban con los intereses
fundamentales del proletariado. En tales casos,
Lenin, sin vacilar, se ponía resueltamente al lado de
los principios,en contra de la mayoría del Partido. Es
más; en casos no temía luchar, literalmente, solo
tales
contra todos, estimando, como decía a menudo, que
«una política de principios es la única política
acertada».
A este respecto, son particularmente
característicos los dos hechos siguientes:
Primer hecho. Período de 1909-1911, cuando el
Partido, derrotado por la contrarrevolución, estaba en
plena disgregación. Era un período de falta de fe en
el Partido, un período en que no sólo los
intelectuales, sino también parte de los obreros,
desertaban en masa del Partido, un período en que se
rechazaba toda actividad clandestina, un período de
liquidacionismo y desmoronamiento. No sólo los
mencheviques, sino también los bolcheviques,
estaban divididos en numerosas fracciones
entonces
y tendencias, en su mayoría desvinculadas del
movimiento obrero. Es sabido que fue precisamente
en aquel período cuando nació la idea de liquidar por
completo las actividades clandestinas del Partido y
organizar a los obreros en un partido legal, liberal-
stolipiniano. Lenin fue entonces el único que no se
dejó ganar por el contagio general y que mantuvo en
alto la bandera de la lucha en pro del Partido,
reuniendo con una paciencia asombrosa, con un tesón
sin precedentes, las fuerzas del Partido, dispersas y
deshechas, combatiendo todas las tendencias hostiles
al Partido en el seno del movimiento obrero,
defendiendo el Partido con un valor extraordinario y
una perseverancia inaudita.
Es sabido que, más tarde, Lenin salió vencedor de
aquella lucha por el Partido.
Segundo hecho. Período de 1914-1917, en plena
guerra imperialista, cuando todos los partidos
socialdemócratas y socialistas, o casi todos, llevados
por la embriaguez patriotera general, se habían
puesto al servicio del imperialismo de sus respectivos
países. Era
el período en que la II Internacional
inclinaba sus banderas ante el capital, en que incluso
hombres como Plejánov, Kautsiky, Guesde, etc. no
resistieron a la oleada de chovinismo. Lenin fue
entonces el único, o casi el único, que emprendió la
lucha decidida contra el socialchovinismo y el
socialpacifismo, puso al desnudo la traición de los
Guesde y de los Kautsiky y estigmatizó la actitud
equívoca de los «revolucionarios» que nadaban entre
dos aguas. Lenin comprendía que sólo le seguía una
minoría insignificante, pero esto no tenía para él una
importancia decisiva, porque sabía que la única
política acertada, a la que pertenece el porvenir, es la

J. V. Stalin

del internacionalismo consecuente; porque sabía que


una política de principios es la única política
acertada.
Sabido es que también en aquella lucha por una
nueva Internacional, Lenin resultó vencedor.
«Una política de principios es la única política
acertada»: ésta es precisamente la fórmula que
ayudaba a Lenin a tomar por asalto nuevas
posiciones «inexpugnables», ganando para el
marxismo revolucionario a los mejores elementos del
proletariado.

La fe en las masas
Los teóricos y los jefes de partido que conocen la
historia de los pueblos y que han estudiado
detalladamente, desde el principio hasta el fin, la
historia de las a veces una
revoluciones, padecen
enfermedad indecorosa. Esta enfermedad se llama
temor a las masas, falta de fe en la capacidad
creadora de las masas. A veces, esa enfermedad
origina cierta actitud aristocrática de los jefes hacía
las masas, poco iniciadas en la historia de las
revoluciones, pero llamadas a destruir lo viejo y a
construir lo nuevo. El temor a que los elementos
puedan desencadenarse, a que las masas puedan
«hacer demasiados estropicios», el deseo de
representar el papel de ayas que se esfuerzan por
instruir a las masas de un modo libresco, pero que no
quieren aprender de las masas; tal es el fondo de
semejante actitud aristocrática.
Lenin era la antítesis de semejantes jefes. No
conozco a ningún revolucionario que haya tenido una
fe tan profunda en las fuerzas creadoras del
proletariado y en el acierto revolucionario de su
instinto de clase como la que tenía Lenin. No
conozco a ningún revolucionario que haya sabido
flagelar tan implacablemente a los presuntuosos
críticos del «caos y de la «bacanal
de la revolución»,
de los actos arbitrarios masas» como los
de las
flagelaba Lenin. Recuerdo que, en una conversación,
Lenin replicó sarcásticamente a un camarada, que
había dicho que «después de la revolución debía
establecerse un orden normal»: «Malo es que quienes
desean ser revolucionarios olviden que el orden más
normal en la historia es el orden de la revolución».
De aquí su desdén hacia todos los que miraban a
las masas por encima del hombro e intentaban
instruirlas de un modo libresco. Por eso, Lenin
enseñaba incansablemente que había que aprender de
las masas, comprender el sentido de sus acciones,
estudiar atentamente la experiencia práctica de su
lucha.
La fe en las fuerzas creadoras de las masas: tal era
el rasgo peculiar de la actividad de Lenin que le
permitía comprender el sentido del movimiento
espontáneo de las masas y orientarlo por el cauce de
la revolución proletaria.
Lenin

El genio de la revolución
Lenin había nacido para la revolución. Fue
realmente el genio de los estallidos revolucionarios y
el gran maestro en el arte de la dirección
revolucionaria. Nunca se sentía tan a gusto, tan
contento, como en la época de las conmociones
revolucionarias. Con esto no quiero decir, de ninguna
manera, que Lenin aprobaba toda conmoción
revolucionaria o que se pronunciara siempre y en
cualquier circunstancia a favor de los estallidos
revolucionarios. De ningún modo. Quiero decir
solamente que nunca la clarividencia genial de Lenin
se manifestaba con tanta plenitud, con tanta
precisión, como durante los estallidos
revolucionarios. En los días de virajes
revolucionarios, parecía literalmente, un hombre
nuevo, se convertía en un vidente, intuía el
movimiento de las clases y los zigzags probables de
la revolución, como si los leyese en la palma de la
mano. Con razón se decía en el Partido: «Ilích sabe
nadar entre las olas de la revolución como el pez en
el agua».
De aquí la «asombrosa» claridad de las consignas
tácticas de Lenin y la «vertiginosa» audacia de sus
planes revolucionarios.
Me vienen a la memoria dos hechos que subrayan
particularmente esta peculiaridad de Lenin.
Primer hecho. Período en vísperas de la
Revolución de Octubre, cuando millones de obreros,
campesinos y soldados, empujados por la crisis en la
retaguardiay en el frente, exigían la paz y la libertad;
cuando el generalato y la burguesía preparaban una
dictadura militar para hacer la «guerra hasta el fin»;
cuando toda la sedicente «opinión pública» y todos
los sedicentes «partidos socialistas» estaban contra
los bolcheviques y los calificaban de «espías
alemanes»; cuando Kerenski intentaba hundir al
Partido Bolchevique en la ilegalidad y ya lo había
conseguido en parte; cuando los ejércitos, todavía
poderosos y disciplinados, de la coalición austro-
alemana se alzaban frente a nuestros ejércitos
cansados y en estado de descomposición, y los
«socialistas» de la Europa Occidental seguían,
tranquilamente, en bloque con sus gobiernos, para
hacer «la guerra hasta la victoria completa».
¿Qué significaba desencadenar una insurrección
en aquel momento? Desencadenar una insurrección
en tales condiciones, era jugárselo todo. Pero Lenin
no temía el riesgo, porque sabía y veía con su mirada
clarividente que la insurrección era inevitable, que la
insurrección vencería, que la insurrección en Rusia
prepararía el final de la guerra imperialista, que la
insurrección en Rusia pondría en movimiento a las
masas exhaustas del Occidente, que la insurrección
en Rusia transformaría la guerra imperialista en
guerra civil, que de esta insurrección nacería la
República de los Soviets, que la República de los
Soviets serviría de baluarte al movimiento

53

revolucionario en el mundo entero.


Sabido es que aquella previsión revolucionaria de
Lenin había de cumplirse con una exactitud sin igual.
Segundo hecho. Primeros días después de la
Revolución de Octubre, cuando el Consejo de
Comisarios del Pueblo intentaba obligar al faccioso
general Dujonin, el Comandante en Jefe, a suspender
las hostilidades y entablar negociaciones con los
alemanes a fin de concertar un armisticio. Recuerdo
como Lenin, Krilenko (el futuro Comandante en
Jefe) y yo fuimos al Estado Mayor Central, en
Petrogrado, para ponernos en comunicación con
Dujonin por cable directo. Era un momento
angustioso. Dujonin y el Cuartel General se habían
negado categóricamente a cumplir la orden del
Consejo de Comisarios del Pueblo. Los mandos del
ejército se encontraban enteramente en manos del
Cuartel General. En cuanto a los soldados, se
ignoraba lo que diría aquel ejército de catorce
millones de hombres, subordinado a las llamadas
organizaciones del ejército, que eran hostiles al Poder
de los Soviets. En el mismo Petrogrado, como es
sabido, se gestaba entonces la insurrección de los
cadetes. Además, Kerenski avanzaba en tren de
guerra sobre Petrogrado. Recuerdo que, después de
un momento de silencio junto al aparato, el rostro de
Lenin se iluminó de una luz extraordinaria. Se veía
que Lenin había tomado ya una decisión. «Vamos a
la emisora de radio -dijo Lenin-; nos prestará un buen
servicio: destituiremos, por orden especial, al general
Dujonin, nombraremos Comandante en Jefe al
camarada Krilenko y nos dirigiremos a los soldados
por encima de los mandos, exhortándoles a aislar a
los generales, a cesar las hostilidades, a entrar en
contacto con los soldados austro-alemanes y a tomar
la causa de la paz en sus propias manos».
Era un «salto a lo desconocido». Pero Lenin no
tenía miedo a aquel «salto»; al contrario, iba derecho
a él, porque sabía que el ejército quería la paz y que
la conquistaría barriendo todos los obstáculos puestos
en su camino, porque sabía que aquel modo de
establecer la paz impresionaría, sin duda alguna, a los
soldados austro-alemanes y daría rienda suelta al
anhelo de paz en todos los frentes, sin excepción.
Es sabido que también esta previsión
revolucionaria de Lenin había de cumplirse con toda
exactitud.
Clarividencia genial, capacidad de aprehender y
adivinar rápidamente el sentido interno de los
acontecimientos que se avecinaban: éste era el rasgo
peculiar de Leninque le permitía elaborar una
estrategia acertada y una línea de conducta clara en
los virajes del movimiento revolucionario.

Publicado el 12 de febrero de 1924 en el núm. 34


de «Pravda».

LOS FU�DAME�TOS DEL LE�I�ISMO

Conferencias pronunciadas en la Universidad


147
Sverdlov
A la promoción leninista
J. Stalin
Los fundamentos del leninismo: el tema es vasto.
Para agotarlo, haría falta un libro entero. Más aún:
una serie de libros. Por
haría falta toda eso es natural
que mis conferencias no puedan ser consideradas
como una exposición completa del leninismo. Serán
tan sólo, en el mejor de los casos, un resumen sucinto
de los fundamentos del leninismo. No obstante,
estimo útil hacer este resumen, a fin de ofrecer
algunos puntos fundamentales de partida, necesarios
para estudiar con fruto el leninismo.
Exponer los fundamentos del leninismo no es aún
exponer los fundamentos de la concepción del
mundo de Lenin. La concepción del mundo de Lenin
y los fundamentos del no son, por su
leninismo
volumen, una y la misma cosa. Lenin es marxista, y
la base de su concepción del mundo es, naturalmente,
el marxismo. Pero de esto no se desprende, en modo
alguno, que la exposición del leninismo deba
comenzar por la de los fundamentos del marxismo.
Exponer el leninismo es exponer lo que hay de
peculiar y de nuevo en las obras de Lenin, lo
aportado por Lenin al tesoro general del marxismo y
lo que está asociado a su nombre de modo natural.
Sólo en este sentido hablaré en mis Conferencias de
los fundamentos del leninismo.
¿Qué es, pues, el leninismo?
Unos dicen que el leninismo es la aplicación del
marxismo a las condiciones peculiares de la situación
rusa. Esta definición contiene una parte de verdad,
pero dista mucho de encerrarla toda. En efecto, Lenin
aplicó el marxismo a la realidad de Rusia, y lo aplicó
magistralmente. Pero si el leninismo no fuese más
que a la situación peculiar
la aplicación del marxismo
de Rusia, sería un fenómeno pura y
el leninismo
exclusivamente nacional, pura y exclusivamente
ruso. Sin embargo, sabernos que el leninismo es un
fenómeno internacional, que tiene raíces en todo el

147
Las conferencias de J. V. Stalin «Los fundamentos del
leninismo» fueron publicadas en «Pravda»en abril y mayo de
1924. En mayo de 1924 apareció el folleto de J. V. Stalin
«Acerca de Lenin y el leninismo», en el que figuraban su
discurso titulado «Lenin» y las conferencias «Los fundamentos
del leninismo».

desarrollo internacional, y no un fenómeno


exclusivamente ruso. Por eso, yo entiendo que esa
definición peca de unilateral.
Otros dicen que el leninismo es la resurrección de
los elementos revolucionarios del marxismo de la
década deldel siglo pasado, a diferencia
40 del
marxismo años posteriores, que, según ellos, se
de
hizo moderado y dejó de ser revolucionario. Si
pasamos por alto esa división necia y vulgar de la
doctrina de Marx en dos partes, una revolucionaria y
otra moderada, hay que reconocer que incluso esa
definición, íntegramente defectuosa e insatisfactoria,
tieneun algo de verdad. Ese algo de verdad consiste
en que Lenin resucitó, efectivamente, el contenido
revolucionario del marxismo, enterrado por los
oportunistas de la II Internacional. Pero estono es
más que un algo de verdad. La verdad entera del
leninismo es que no sólo hizo renacer el marxismo,
sino que dio un paso adelante, prosiguiendo el
desarrollo del marxismo bajo las nuevas condiciones
del capitalismo y de la lucha de clase del
proletariado.
¿Qué es, pues, en fin de cuentas, el leninismo?
El leninismo es el marxismo de la época del
imperialismo y de la revolución proletaria. O más
exactamente: el leninismo es la teoría y la táctica de
la revolución proletaria en general, la teoría y la
táctica de la dictadura del proletariado en particular.
Marx y Engels actuaron en el período
prerrevolucionario (nos referimos a la revolución
proletaria), cuando aún no había un imperialismo
desarrollado, en un período de preparación de los
proletarios para la revolución, en el período en que la
revolución proletaria no era aún directa y
prácticamente inevitable. En cambio, Lenin,
discípulo de Marx y de Engels, actuó en el período
del imperialismo desarrollado, en el período en que
se despliega la revolución proletaria, cuando la
revolución proletaria ha triunfado ya en un país, ha
destruído la democracia burguesa y ha inaugurado la
era de la democracia proletaria, la era de los Soviets.
Por eso el leninismo es el desarrollo ulterior del
marxismo.
Suele destacarse el carácter extraordinariamente
combativo y extraordinariamente revolucionario del
leninismo. Esto es muy cierto. Pero esta
particularidad del leninismo se debe a dos causas: en
Los fundamentos del leninismo

primer lugar, a que el leninismo brotó de la entraña


de la revolución proletaria, cuyo sello no puede por
menos de ostentar; en segundo lugar, a que se
desarrolló y se fortaleció en las batallas contra el
oportunismo de la II Internacional, combatir al cual
ha sido y sigue siendo una premisa necesaria para
luchar con éxito contra el capitalismo. No hay que
olvidar que entre Marx y Engels, de una parte, y
Lenin, de otra, media todo un período de dominio
indiviso del oportunismo de la II Internacional, la
lucha implacable contra el cual no podía menos de
ser una de las tareas más importantes del leninismo.
I. Las raíces históricas del leninismo
El leninismo se desarrolló y se formó bajo el
imperialismo, cuando las contradicciones del
capitalismo habían llegado ya a su grado extremo,
cuando la revolución proletaria se había convertido
ya en una cuestión de la actividad práctica inmediata,
cuando el antiguo período de preparación de la clase
obrera para la revolución había llegado a su tope,
cediendo lugar a un nuevo período, al período de
asalto directo del capitalismo.
Lenin llamó al imperialismo «capitalismo
agonizante». ¿Por qué? Porque el imperialismo lleva
las contradicciones del capitalismo a su último límite,
a su grado extremo, más allá del cual empieza la
revolución. Entre estas contradicciones, hay tres que
deben ser consideradas como las más importantes.
La primera contradicción es la existente entre el
trabajo y el capital. El imperialismo es la
omnipotencia de los trusts y de los sindicatos
monopolistas, de los bancos y de la oligarquía
financiera de los países industriales. En la lucha
contra esta fuerza omnipotente, los métodos
habituales de la clase obrera -los sindicatos y las
cooperativas, los partidos parlamentarios y la lucha
parlamentaria- resultan absolutamente insuficientes.
Una de dos: u os a merced del capital,
entregáis
vegetáis a y os hundís cada vez más, o
la antigua
empuñáis un arma nueva: así plantea la cuestión el
imperialismo a las masas de millones de proletarios.
El imperialismo lleva a la clase obrera al umbral de
la revolución.
La segunda contradicción es la existente entre los
distintos grupos financieros y las distintas potencias
imperialistas en su lucha por las fuentes de materias
primas, por territorios ajenos. El imperialismo es la
exportación de capitales a las fuentes de materias
primas, la lucha furiosa por la posesión monopolista
de estas fuentes, la lucha por un nuevo reparto del
mundo ya repartido, lucha mantenida con particular
encarnizamiento por los nuevos grupos financieros y
por las nuevas potencias, que buscan «un lugar bajo
el sol», contra los viejos grupos y las viejas
potencias, tenazmente aferrados a sus conquistas. La
particularidad de esta lucha furiosa entre los distintos
grupos de capitalistas es que entraña como elemento

55

inevitable las guerras imperialistas, guerras por la


conquista de territorios ajenos. Esta circunstancia
tiene, a su vez, la particularidad de que lleva al
mutuo debilitamiento de los imperialistas, quebranta
las posiciones del capitalismo en general, aproxima
el momento de la revolución proletaria y hace de esta
revolución una necesidad práctica.
La tercera contradicción un es la existente entre
puñado de naciones y
«civilizadas» dominantes
centenares de millones de hombres de las colonias y
de los países dependientes. El imperialismo es la
explotación más descarada y la opresión más
inhumana de centenares de millones de habitantes de
las inmensas colonias y países dependientes. Extraer
superbeneficios: tal es el objetivo de esta explotación
y de esta opresión. Pero, al explotar a esos países, el
imperialismo se ve obligado a construir en ellos
ferrocarriles, fábricas, centros industriales y
comerciales. La aparición de la clase de los
proletarios, la formación de una intelectualidad del
país, el despertar de la conciencia nacional y el
incremento del movimiento de liberación son
resultados inevitables de esta «política». El
incremento del movimiento revolucionario en todas
las colonias y en todos los países dependientes, sin
excepción, lo evidencia de modo palmario. Esta
circunstancia es importante para el proletariado,
porque mina de raíz las posiciones del capitalismo,
convirtiendo a las colonias y a los países
dependientes, de reservas del imperialismo, en
reservas de la revolución proletaria.
Tales son, en términos generales, las
contradicciones principales del imperialismo, que
han convertido el antiguo capitalismo «floreciente»
en capitalismo agonizante.
La importancia de la guerra imperialista
desencadenada hace diez años estriba, entre otras
cosas, en que juntó en un haz todas estas
contradicciones y las arrojó sobre la balanza,
acelerando y facilitando con ello las batallas
revolucionarias del proletariado.
Dicho en otros términos: el imperialismo no sólo
ha hecho que la revolución sea prácticamente
inevitable, sino que se hayan creado las condiciones
favorables para el asalto directo a la fortaleza del
capitalismo.
Tal es la situación internacional que ha
engendrado al leninismo.
Todo eso está bien, se nos dirá; pero ¿qué tiene
que ver con esto Rusia, que no era ni podía ser el país
Clásico del imperialismo? ¿Qué tiene que ver con
esto Lenin, que actuó, ante todo, en Rusia y para
Rusia? ¿Por qué fue precisamente Rusia el hogar del
leninismo, la cuna de la teoría y de la táctica de la
revolución proletaria?
Porque Rusia era el punto de convergencia de
todas estas contradicciones del imperialismo.
Porque Rusia estaba preñada de revolución más

56

que ningún otro país del mundo, y eso hacía que sólo
ella se hallase en estado de resolver estas
contradicciones por vía revolucionaria.
Señalaremos en primer lugar que la Rusia zarista
era un foco de todo género de opresión -capitalista,
colonial y militar- en su y más
forma más inhumana
bárbara. ¿Quién ignora en que,
Rusia, la
omnipotencia del capital se fundía con el despotismo
zarista; la agresividad del nacionalismo ruso, con las
atrocidades del zarismo contra los pueblos no rusos;
la explotación de zonas enteras -Turquía, Persia,
China-, con la anexión de estas zonas por el zarismo,
con las guerras anexionistas? Lenin tenía razón
cuando decía que el zarismo era un «imperialismo
militar-feudal». El zarismo era la condensación de
los aspectos más negativos del imperialismo,
elevados al cubo.
Además, la
Rusia zarista no sólo era una
importantísima reserva del imperialismo occidental
porque habría sus puertas de par en par al capital
extranjero, que tenía en sus manos ramas tan
decisivas de la economía nacional de Rusia como los
combustibles y la metalurgia, sino también porque
podía poner al servicio de los imperialistas
occidentales millones de soldados. Recordad el
ejército ruso de catorce millones de hombres, que
derramó su sangre en los frentes imperialistas para
asegurar fabulosas ganancias a los capitalistas anglo-
franceses.
Además, el zarismo no sólo era el perro de presa
del imperialismo en el Oriente de Europa, sino
también el agente del imperialismo occidental para
exprimir de la población centenares de millones: los
intereses que el zarismo obtenía en
de los empréstitos
París y en Londres, en Berlín y en Bruselas.
Finalmente, el zarismo era el aliado más fiel del
imperialismo occidental en el reparto de Turquía, de
Persia, de China, etc. ¿Quién ignora que el zarismo
hacía la guerra imperialista aliado a los imperialistas
de la Entente y que Rusia era un elemento esencial en
esta guerra?
Por eso, los intereses del zarismo y del
imperialismo occidental se entrelazaban y acababan
fundiéndose en una sola madeja de intereses del
imperialismo.
¿Acaso podía el imperialismo del Occidente
resignarse a la pérdida de un puntal tan poderoso en
el Oriente y de una fuente tan rica en fuerzas y en
recursos, como era la vieja Rusia zarista y burguesa,
sin poner a prueba todas sus fuerzas para sostener
una lucha a muerte contra la revolución en Rusia, a
fin de defender y conservar el zarismo?
¡Naturalmente que no!
Pero de aquí se desprende que quien quería
golpear al zarismo, levantaba inevitablemente la
mano contra el imperialismo; que quien se sublevaba
contra el zarismo, tenía que sublevarse también
contra el imperialismo, pues quien derrocara al

J. V. Stalin
zarismo, si en realidad no pensaba sólo en derribarlo,
sino en acabar con él definitivamente, tenía que
derrocar también al imperialismo. La revolución
contra el zarismo se aproximaba de este modo a la
revolución contra el imperialismo, a la revolución
proletaria, y debía transformarse en ella.
Entretanto, en Rusia iba en ascenso la más grande
de las revoluciones populares, a cuyo frente se
hallaba el proletariado más revolucionario del
mundo, un proletariado que disponía de un aliado tan
importante como los campesinos revolucionarios de
Rusia. ¿Hace falta, acaso, demostrar que una
revoluciónasí no podía quedarse a mitad de camino;
que, en caso de triunfar, debía seguir adelante,
enarbolando la bandera de la insurrección contra el
imperialismo?
Por eso Rusia tenía que convertirse en el punto de
convergencia de las contradicciones del
imperialismo, no
porque en Rusia, precisamente,
sólo
estas contradicciones se ponían de manifiesto con
mayor facilidad a causa de su carácter tan
escandaloso y tan intolerable, y no sólo porque Rusia
era el puntal más importante del imperialismo
occidental, el puntal que unía al capital financiero del
Occidente con las colonias del Oriente, sino también
porque solamente en Rusia existía una fuerza real
capaz de resolver las contradicciones del
imperialismo por vía revolucionaria.
Pero de esto se desprende que la revolución en
Rusia no podía menos de ser proletaria, no podía
menos de revestir, desde los primeros momentos de
su desarrollo, un carácter internacional, y no podía,
por tanto, menos de sacudir los cimientos mismos del
imperialismo mundial.
¿Acaso los comunistas rusos podían, ante
semejante estado de cosas, limitarse en su labor al
marco estrechamente nacional de la revolución rusa?
¡Naturalmente que no! Por el contrario, toda La
situación, tanto la interior (profunda crisis
revolucionaria) como la exterior (la guerra), los
empujaba a en su labor de ese mareo, a llevar
salirse
la lucha a la palestra internacional, a poner al
desnudo las lacras del imperialismo, a demostrar el
carácter inevitable de la bancarrota del capitalismo, a
destrozar el socialchovinismo y el socialpacifismo y,
por último, a derribar el capitalismo dentro de su país
y a forjar para el proletariado un arma nueva de lucha
-la teoría y la táctica de la revolución proletaria-, con
el fin de facilitar a los proletarios de todos los países
el derrocamiento del capitalismo. Los comunistas
rusos no podían obrar de otro modo, pues sólo
siguiendo este camino se podía contar con que se
produjesen en la situación internacional ciertos
cambios, capaces de garantizar a Rusia contra la
restauración del régimen burgués.
Por eso, Rusia se convirtió en el hogar del
leninismo, y el jefe de los comunistas rusos, Lenin,
en su creador.

Los fundamentos del leninismo

Con Rusia y con Lenin «ocurrió»


aproximadamente lo mismo que había ocurrido con
Alemania y con Marx y Engels en la década del 40
del siglo pasado. Entonces, Alemania estaba preñada,
como la Rusia de comienzos del siglo XX, de una
revolución burguesa. Marx escribió entonces en el
«Manifiesto Comunista»:

«Los comunistas fijan su


principal atención en
Alemania, porque Alemania se halla en vísperas de
una revolución burguesa y porque llevará a cabo esta
revolución bajo las condiciones más progresivas de
la civilización europea y con un
en general,
proletariado mucho más desarrollado que el de
Inglaterra en el siglo XVII y el de Francia en el
XVIII, y, por lo tanto, la revolución burguesa
alemana no podrá ser sino el preludio inmediato de
una revolución proletaria».

Dichoen otros términos: el centro del movimiento


revolucionario se desplazaba a Alemania.
No cabe duda de que precisamente esta
circunstancia, apuntada por Marx en el pasaje citado,
constituyó la causa probable de que fuese Alemania
la cuna del socialismo científico, y los jefes del
proletariado alemán, Marx y Engels, sus creadores.
Lo mismo hay que decir, pero en mayor grado
todavía, de la Rusia de comienzos del siglo XX. En
ese período, Rusia se en vísperas de la
hallaba
revolución burguesa y había a cabo esta
de llevar
revolución en un ambiente más progresivo en Europa
y con un proletariado más desarrollado que el de
Alemania en la década del 40 del siglo último (sin
hablar ya de Inglaterra y de Francia); además, todo
indicaba que esta revolución debía servir de fermento
y de prólogo a la revolución proletaria.
No puede considerarse casual el hecho de que ya
en 1902, cuando la revolución rusa estaba todavía en
sus comienzos, Lenin dijese, en su folleto «¿Qué
hacer?», estas palabras proféticas:
«La historia plantea hoy ante nosotros (es decir,
ante los marxistas rusos. J. St.) una tarea inmediata,
que es la más revolucionaria de todas las tareas
inmediatas del proletariado de ningún otro país».
«...la realización de esta tarea, la demolición del
más poderoso baluarte, no ya de la reacción europea,
sino también (hoy podemos afirmarlo) de la reacción
asiática, convertiría al proletariado ruso en la
vanguardia del proletariado revolucionario
internacional» (v. t. IV, pág. 382).

Dicho en otros términos: el centro del movimiento


revolucionario debía desplazarse a Rusia.
Sabido es que el desarrollo de la revolución en
Rusia ha justificado, y con creces, esta predicción de
Lenin.
Y, siendo así, ¿tiene algo de asombroso que el

57

país que ha llevado a cabo semejante revolución y


que cuenta con semejante proletariado haya sido la
patria de la teoría y la táctica de la revolución
proletaria?
¿Tiene algo de asombroso que el jefe del
proletariado de Rusia, Lenin, haya sido, a la par, el
creador de esta teoría y de esta táctica y el jefe del
proletariado internacional?

II. El método
He dicho más arriba que entre Marx y Engels, de
una parte, y Lenin, de otra, media todo un período de
dominio del oportunismo de la II Internacional. Para
ser exacto, debo añadir que no se trata aquí de un
predominio formal del oportunismo, sino de un
dominio efectivo. En apariencia, al frente de la II
Internacional se encontraban marxistas «fieles»,
«ortodoxos»: Kautsky y otros. Sin embargo, la labor
fundamental de la II Internacional seguía, en la
práctica, la línea del oportunismo. Los oportunistas,
por su innato espíritu de adaptación y su naturaleza
pequeñoburguesa, se amoldaban a la burguesía; los
«ortodoxos», a su
vez, se adaptaban a los
oportunistas, para «mantener la unidad» con ellos, en
aras de la «paz en el partido». Resultaba de todo esto
el dominio del oportunismo, pues la política de la
burguesía y la de los «ortodoxos» eran eslabones de
una misma cadena.
Fue ése un período de desarrollo relativamente
pacífico del capitalismo, el período de anteguerra,
por decirlo así, en que las contradicciones
catastróficas del imperialismo no habían llegado aún
a revelarse en toda su evidencia; un período en que
las huelgas económicas de los obreros y los
sindicatos se desenvolvían más o menos
«normalmente»; en que se obtenían triunfos
«vertiginosos» en y en la actuación
la lucha electoral
de las fracciones parlamentarias; en que las formas
legales de lucha se ponían por las nubes y se creía
«matar» al capitalismo con la legalidad; en una
palabra, un período en el que los partidos de la II
Internacional iban echando grasa y no querían pensar
seriamente en la revolución, en la dictadura del
proletariado, en la educación revolucionaria de las
masas.
En vez de una teoría revolucionaria coherente,
tesis teóricas contradictorias y fragmentos de teorías
divorciados de la lucha revolucionaria viva de las
masas y convertidos en dogmas caducos.
Naturalmente, para guardar las formas se invocaba la
teoría de Marx, pero con el fin de despojarla de su
espíritu revolucionario vivo.
En vez una política
de revolucionaria un
filisteísmo flácido y una politiquería de practicismo
mezquino, diplomacia parlamentaria y
combinaciones parlamentarias. Naturalmente, para
guardar las formas se adoptaban resoluciones y
consignas «revolucionarias», pero con el único fin de

58

meterlas bajo el tapete.


En vez de educar al partido y de enseñarle una
táctica revolucionaria acertada, a base del análisis de
sus propios errores, se eludían meticulosamente los
problemas candentes, se los velaba y encubría.
Naturalmente, para guardar las formas hablaban a
veces de los problemas candentes, pero era con el fin
de terminar el asunto con cualquier resolución
«elástica».
He ahí cuáles eran la fisonomía, los métodos de
trabajo y el arsenal de la II Internacional.
Entretanto, se acercaba un nuevo período de
guerras imperialistas y de batallas revolucionarias del
proletariado. Los antiguos métodos de lucha
resultaban, a todas luces, insuficientes y precarios
ante la omnipotencia del capital financiero.
Se imponía revisar toda la labor de la II
Internacional, todo su método de trabajo,
desarraigando el filisteísmo, la estrechez mental, la
politiquería, la apostasía, el socialchovinismo y el
socialpacifismo, Se imponía revisar todo el arsenal
de la II Internacional, todo lo herrumbroso y
arrojar
todo lo caduco y
nuevas armas. Sin esta labor
forjar
previa, no había que pensar en lanzarse a la guerra
contra el capitalismo. Sin esto, el proletariado corría
el riesgo de encontrarse, ante nuevas batallas
revolucionarias, mal armado o, incluso, inerme.
El honor de llevar a cabo la revisión general y la
limpieza general de los establos de Augias de la II
Internacional correspondió al leninismo.
Tales fueron las circunstancias en que nació y se
forjó el método del leninismo.
¿Cuáles son las exigencias de este método?
Primera: comprobar los dogmas teóricos de la II
Internacional en el fuego de la lucha revolucionaria
de las masas, en el fuego de la práctica viva; es decir,
restablecer la unidad, rota, y la
entre la teoría
práctica, con el divorcio entre ellas, porque
terminar
sólo así se puede crear un partido verdaderamente
proletario, pertrechado de una teoría revolucionaria.
Segunda: comprobar la política de los partidos de
la II Internacional, no por sus consignas y sus
resoluciones (a las que no se puede conceder ningún
crédito), sino por sus hechos, por sus acciones, pues
sólo así se puede conquistar y merecer la confianza
de las masas proletarias.
Tercera: reorganizar toda la labor de partido,
dándole una orientación nueva, revolucionaria, con el
fin de educar y preparar a las masas para la lucha
revolucionaria, pues sólo así se puede preparar a las
masas para la revolución proletaria.
Cuarta: la autocrítica de los partidos proletarios,
su instruccióny educación mediante el análisis de los
propios errores, pues sólo así se pueden formar
verdaderos cuadros y verdaderos dirigentes de
partido.
Tales son los fundamentos y la esencia del
método del leninismo.

J. V. Stalin

¿Cómo se ha aplicado este método en la práctica?


Los oportunistas de la II Internacional tienen
varios dogmas teóricos, de los cuales arrancan
siempre. He aquí algunos de ellos.
Primer dogma: sobre las condiciones de la toma
del por el proletariado. Los oportunistas
Poder
afirman que el proletariado no puede ni debe tomar el
Poder si no constituye la mayoría dentro del país. No
se aduce ninguna prueba, pues no hay forma de
justificar, ni teórica ni prácticamente, esta absurda
tesis. Admitamos que sea así, contesta Lenin a los
señores de la II Internacional. Pero, si se produce una
situación histórica (guerra, crisis agraria, etc.), en la
cual el proletariado, siendo una minoría de la
población, tiene la posibilidad de agrupar en torno
suyo a la inmensa mayoría de las masas trabajadoras,
¿por qué no ha de tomar el Poder? ¿Por qué el
proletariado no ha de aprovechar una situación
internacional e interior favorable, para romper el
frente del capital y acelerar el desenlace general?
¿Acaso no dijo ya Marx, en la década del 50 del siglo
pasado, que la revolución proletaria en Alemania
podría marchar «magníficamente» si fuera posible
apoyarla, digámoslo así, con una «segunda edición
148?
de la guerra campesina» ¿No sabe, acaso, todo el
mundo que en Alemania había en aquel entonces
relativamente menos proletarios que, por ejemplo, en
Rusia en 1917? ¿Acaso la experiencia de la
revolución proletaria rusa no ha puesto de manifiesto
que este dogma predilecto de los héroes de la II
Internacional no tiene la menor significación vital
para el proletariado? ¿Acaso no es evidente que la
experiencia de la lucha revolucionaria de las masas
rebate y deshace ese dogma caduco?
Segundo dogma: el proletariado no puede
mantenerse en el Poder si no dispone de suficientes
cuadros, de hombres ilustrados y de administradores
ya hechos, capaces de organizar la gobernación del
país. Primero hay que preparar estos cuadros bajo el
capitalismo, y luego, tomar el Poder. Admitámoslo,
contesta Lenin, Pero ¿por qué no se pueden hacer las
cosas de modo que primero se tome el Poder, se
creen las condiciones favorables para el desarrollo
del proletariado, y luego se avance a pasos
agigantados para elevar el nivel cultural de las masas
trabajadoras, para preparar numerosos cuadros
dirigentes y administrativos de procedencia obrera?
¿Acaso la experiencia de Rusia no ha demostrado
que bajo el Poder proletario los dirigentes de
procedencia obrera se forman de un modo cien veces
más rápido y mejor que bajo el Poder del capital?
¿Acaso no es evidente que la experiencia de la lucha
revolucionaria de las masas también deshace
implacablemente este dogma teórico de los
oportunistas?
Tercer dogma: el método de la huelga general

148
Se alude a las palabras de C. Marx en su carta a F. Engels del

16 de abril de 1856.

Los fundamentos del leninismo

política es inaceptable para el proletariado, ya que


resulta teóricamente inconsistente (v. la crítica de
Engels), prácticamente peligroso (puede desorganizar
la marcha normal de la vida económica del país y
puede dejar vacías las cajas de los sindicatos) y no
puede sustituir a las formas parlamentarias de lucha,
que constituyen la forma principal de la lucha de
clase del proletariado. Bien, contestan los leninistas.
Pero, en primer lugar, Engels no criticó toda huelga
general, sino un determinado tipo de huelga general:
149,
la huelga general económica de los anarquistas
preconizada por éstos en sustitución de la lucha
política del proletariado. ¿Qué tiene que ver con eso
el método de la huelga general política? En segundo
lugar, ¿quién ha demostrado, y dónde, que la forma
parlamentaria de lucha sea la forma principal de
lucha del proletariado? ¿Acaso la historia del
movimiento revolucionario no demuestra que la
lucha parlamentaria no es más que una escuela y una
ayuda para la organización de la lucha
extraparlamentaria del proletariado, y que, bajo el
capitalismo, las cuestiones fundamentales del
movimiento obrero se dirimen por la fuerza, por la
lucha directa de las masas proletarias, por su huelga
general, por su insurrección? En tercer lugar, ¿de
dónde se ha tomado eso de la sustitución de la lucha
parlamentaria por el método de la huelga general
política? ¿Dónde y cuándo han intentado los
partidarios de la huelga general política sustituir las
formas parlamentarias de lucha por las formas
extraparlamentarias? En cuarto lugar, ¿acaso la
revolución rusa no ha demostrado que la huelga
general política es una gran escuela de la revolución
proletaria y un medio insustituible para movilizar y
organizar a las más amplias masas del proletariado en
vísperas del asalto a la fortaleza del capitalismo? ¿A
qué vienen esas lamentaciones de filisteo sobre la
desorganización de la marcha normal de la vida
económica y sobre las cajas de los sindicatos?
¿Acaso no es evidente que la experiencia de la lucha
revolucionaria destruye también este dogma de los
oportunistas?
Y así sucesivamente.
Por eso Lenin decía que «la teoría revolucionaria
no es
un dogma» y que «sólo se forma
definitivamente en estrecha relación con la
experiencia práctica de un movimiento
verdaderamente de masas y verdaderamente
revolucionario» («La enfermedad infantil»), porque
la teoría debe servir a la práctica, porque «la teoría
debe dar respuesta a las cuestiones planteadas por la
práctica» («Los «amigos del pueblo»»), porque debe
contrastarse con hechos de la práctica.
En cuanto a las consignas políticas y a los
acuerdos políticos de los partidos de la II
Internacional, basta recordar la historia de la

149
Se alude al artículo de F. Engels «Los bakuninístas en
acción».

59

consigna «guerra a la guerra» para comprender


de
toda la falsedad y toda la podredumbre de la práctica
política de estos partidos, que encubren su obra
antirrevolucionaria con pomposas consignas y
resoluciones revolucionarias. Todo el mundo
recuerda las aparatosas manifestaciones hechas por la
150,
II Internacional en el Congreso de Basilea en las
que se amenazaba a los imperialistas con todos los
horrores de la
insurrección, si se decidían a
desencadenar guerra, y en las que se lanzó la
la
temible consigna de «guerra a la guerra». Pero
¿quién no recuerda que, poco tiempo después, ante el
comienzo mismo de la guerra, la resolución de
Basilea fue metida bajo el tapete, dándose a los
obreros una nueva consigna: la de exterminarse
mutuamente para mayor gloria de la patria
capitalista? ¿Acaso no es evidente que las
resoluciones y las consignas revolucionarias no valen
nada si no son respaldadas por los hechos? No hay
más que comparar la política leninista de
transformación de la guerra imperialista en guerra
civil con la política de traición de la II Internacional
durante la guerra, para comprender toda la trivialidad
de los politicastros del oportunismo y toda la
grandeza del método del leninismo.
No puedo por menos de reproducir aquí un pasaje
del libro de Lenin «La revolución proletaria y el
renegado Kautsky», en el que Lenin fustiga
duramente la tentativa oportunista del líder de la II
Internacional no juzgar a
C. Kautsky de los partidos
por sus hechos, sino por sus consignas estampadas
sobre el papel y por sus documentos:

«Kautsky lleva a cabo una política típicamente


pequeñoburguesa, filistea, imaginándose... que con
lanzar una consigna cambian las cosas. Toda la
historia de la democracia burguesa denuncia esta
ilusión: para engañar al pueblo, los demócratas
burgueses han lanzado y lanzan siempre todas las
«consignas» imaginables. El problema en consiste
comprobar su en contraponer las palabras
sinceridad,
con los hechos, en no contentarse con frases
idealistas o charlatanescas, sino en indagar su fondo
de clase» (v. t. XXIII, pág. 377).

No hablo ya del miedo de los partidos de la II


Internacional a la autocrítica de su costumbre de
ocultar los errores, de velar los problemas espinosos,
de disimular los defectos con una ostentación de falsa
prosperidad que embota el pensamiento vivo y frena
la educación revolucionaria del partido sobre la base

150
El Congreso de Basilea de la II Internacional se celebró del 24
al 25 de noviembre de 1912. Fue convocado con motivo de la
guerra de los Balcanes y el peligro inminente de guerra mundial.
El Congreso discutió una sola cuestión; la situación internacional
y las acciones conjuntas contra la guerra. El manifiesto aprobado
por el Congreso llamaba a los obreros a utilizar la organización y
la fuerza del proletariado para la lucha revolucionaria contra el
peligro de guerra e invitaba a declarar la «guerra a la guerra».

60

del análisis de sus propios errores, costumbre que


Lenin ridiculizó y puso en la picota. He aquí lo que
en su folleto «La enfermedad infantil» escribía Lenin
acerca de la autocrítica en los partidos proletarios:

«La actitud de un partido político ante sus errores


es uno de los criterios más importantes y más seguros
para juzgar de la seriedad de ese partido y del
cumplimiento sus deberes hacia
efectivo de su clase y
hacia lasmasas trabajadoras. Reconocer
abiertamente los errores, poner al descubierto sus
causas, analizar la situación que los ha engendrado y
discutir atentamente los medios de corregirlos: eso es
lo que caracteriza a un partido serio; en eso consiste
el cumplimiento de sus deberes; eso es educar e
instruir a la clase, y después a las masas» (v. t. XXV,
pág. 200).

Hay quien dice que el poner al descubierto los


errores propios y practicar la autocrítica es peligroso
para el Partido, pues eso puede aprovecharlo el
enemigo contra el Partido del proletariado, Lenin
consideraba fútiles y completamente erróneas tales
objeciones. aquí lo que decía al respecto en su
He
folleto «Un paso adelante» ya en 1904, cuando
nuestro Partido era aún débil y pequeño:

«Ellos (es decir, los adversarios de los marxistas.


J. St.) observan con muecas de alegría maligna
nuestras discusiones; procurarán, naturalmente,
entresacar para sus fines algunos pasajes aislados de
mi folleto, consagrado a los defectos y deficiencias
de nuestro Partido. Los socialdemócratas rusos están
ya lo bastante fogueados en el combate para no
dejarse turbar por semejantes alfilerazos y para
continuar, pese a ellos, su labor de autocrítica,
poniendo despiadadamente al descubierto sus propias
deficiencias, que de un modo necesario e inevitable
serán enmendadas por el desarrollo del movimiento
obrero» (v. t. VI, pág. 161).

Tales son, en general, los rasgos característicos


del método del leninismo.
Lo que aporta el método de Lenin encerrábase ya,
en lo fundamental, en la doctrina de Marx, que,
según la expresión de su autor, es, «por su propia
esencia, crítica y revolucionaria». Este espíritu crítico
y revolucionario, precisamente, impregna desde el
principio hasta el fin el método de Lenin. Pero sería
erróneo suponer que el método no es más
de Lenin
que una simple restauración de por Marx.
lo aportado
En realidad, el método de Lenin no se limita a
restaurar, sino que, además, concreta y desarrolla el
método crítico y revolucionario de Marx, su
dialéctica materialista.

III. La teoría
Analizaré tres cuestiones de este tema:

J. V. Stalin

a) importancia de la teoría para el movimiento


proletario,
b) crítica de la «teoría» de la espontaneidad,
c) teoría de la revolución proletaria.
1) Importancia de la teoría. Hay quien supone
que el leninismo es la primacía de la práctica sobre la
teoría, en el sentido de que para él lo fundamental es
aplicar los principios marxistas, «dar cumplimiento»
a estos principios, al tiempo que manifiesta bastante
despreocupación por la teoría.es que
Sabido
Plejánov se burló una vez de la
más de
«despreocupación» de Lenin por la teoría, y en
especial por la filosofía. También es sabido que
muchos leninistas ocupados hoy en el trabajo
práctico no son muy dados a la teoría, por efecto,
sobre todo, de la enorme labor práctica que las
circunstancias les obligan a desplegar. He de declarar
que esta opinión, por demás extraña, que se tiene de
Lenin y del leninismo es completamente falsa y no
corresponde en modo alguno a la realidad; que la
tendencia de los militantes ocupados en el trabajo
práctico a desentenderse de la teoría contradice a
todo el espíritu del leninismo y está preñada de
grandes peligros para la causa.
La teoría es la experiencia del movimiento obrero
de todos los países, tomada en su aspecto general.
Naturalmente, la teoría deja de tener objeto cuando
no se halla vinculada a la práctica revolucionaria,
exactamente del mismo modo que la práctica es ciega
si la teoría revolucionaria no alumbra su camino.
Pero la teoría puede convertirse en una formidable
fuerza del movimiento obrero si se elabora en
indisoluble ligazón con la práctica revolucionaria,
porque ella, y sólo ella, puede dar al movimiento
seguridad, capacidad para orientarse y la
comprensión de los vínculos internos entre los
acontecimientos que se producen en torno nuestro;
porque y sólo ella, puede ayudar a la práctica a
ella,
comprender, no sólo cómo se mueven y hacía dónde
marchan las clases en el momento actual, sino
también cómo deben moverse y hacía dónde deben
marchar en un futuro próximo. ¿Quién sino Lenin
dijo y repitió decenas de veces la conocida tesis de
que:

«Sin teoría revolucionaria no puede haber


151
tampoco movimiento revolucionario» (v. t. IV,
pág. 380).

Lenin comprendía mejor que nadie la gran


importancia de la teoría, sobre todo para un partido
como el nuestro, en virtud del papel de luchador de
vanguardia del proletariado internacional, que le ha
correspondido, y de la complicada situación interior e
internacional que lo rodea. Previendo en 1902 este
papel especial de nuestro Partido, Lenin consideraba
ya entonces necesario recordar que:

151
Subrayado por mí. J. St.

Los fundamentos del leninismo

«Sólo un partido dirigido por una teoría de


vanguardia puede cumplir la misión de combatiente
de vanguardia» (v. t. IV, pág. 380).

No creo que haya necesidad de demostrar que


ahora, cuando la predicción de Lenin sobre el papel
de nuestro Partido se ha convertido ya en realidad,
esta tesis de Lenin adquiere una fuerza y una
importancia especiales.
Quizá la expresión más clara de la alta
importancia que Lenin otorgaba a la teoría, sea el
hecho que fuera precisamente
de él quien asumió el
cumplimiento de una tarea tan grande como la de
sintetizar, desde el punto de vista de la filosofía
materialista, los más importantes adelantos de la
ciencia en el período comprendido desde Engels
hasta Lenin y de someter a profunda crítica las
tendencias antimaterialistas entre los partidarios del
marxismo. «Cada descubrimiento trascendental -
decía Engels- obliga al materialismo a cambiar de
152.
forma» Es sabido que fue precisamente Lenin
quien, en su notable libro «Materialismo y
empiriocriticismo», cumplió esta tarea en relación
con su época. Es sabido que Plejánov, a quien
gustaba burlarse de la «despreocupación» de Lenin
por la filosofía, no se decidió siquiera a abordar
seriamente la realización de semejante tarea.
2) Crítica de la «teoría» de la espontaneidad, o
sobre el papel de la vanguardia en el movimiento. La
«teoría» de la espontaneidad es la teoría del
oportunismo, la teoría de la prosternación ante la
espontaneidad en el movimiento obrero, la teoría de
la negación práctica del papel dirigente de la
vanguardia de la clase obrera, del Partido de la clase
obrera.
La teoría de la prosternación ante la
espontaneidad es una teoría decididamente contraria
al carácter revolucionario del movimiento obrero,
contraria a la orientación del movimiento hacia la
lucha contra los fundamentos del capitalismo; aboga
por que el movimiento marche exclusivamente por la
senda de las reivindicaciones «posibles»,
«aceptables» para el capitalismo, aboga de manera
absoluta por la «vía de la menor resistencia» La
teoría de la espontaneidad es la ideología del
tradeunionismo.
La teoría de la prosternación ante la
espontaneidad es decididamente contraria a que se
imprima al movimiento un carácterespontáneo
consciente, regular, es
a que el Partido
contraria
marche al frente de la clase obrera, a que el Partido
haga conscientes a las masas, a que el Partido marche
a la cabeza del movimiento; aboga por que los
elementos conscientes del movimiento no impidan a
éste seguir su camino, aboga por que el Partido no

152
Véase: C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en dos tomos, t.

II, pág. 347, ed. en español, Moscú, 1952.

61

haga más que prestar oído al movimiento espontáneo


y se a la zaga de él. La teoría de la
arrastre
espontaneidad es la teoría de la subestimación del
papel del elemento consciente en el movimiento, es
la ideología del «seguidismo», la base lógica de todo
oportunismo.
Prácticamente, esta teoría, que salió a escena ya
antes de la primera revolución rusa, llevó a que sus
adeptos, los llamados «economistas», negaran la
necesidad de un partido obrero independiente en
Rusia, se manifestasen contra la lucha revolucionaria
de la clase obrerapor el derrocamiento del zarismo,
predicaran una política tradeunionista en el
movimiento, y en general, abandonasen a la
burguesía liberal la hegemonía en el movimiento
obrero.
La lucha de la vieja «Iskra» y la brillante crítica
de la teoría del «seguidismo» hecha por Lenin en su
folleto «¿Qué no hacer?», sólo derrotaron al llamado
«economismo», sino que, además, sentaron las bases
teóricas para un movimiento realmente
revolucionario de la clase obrera rusa.
Sin esta lucha, ni siquiera hubiera podido pensarse
en creer en Rusia un partido obrero independiente, ni
en el papel dirigente de éste en la revolución.
Pero la teoría de la prosternación ante la
espontaneidad no es un fenómeno exclusivamente
ruso. Esta teoría se halla muy extendida, cierto es que
bajo una forma algo distinta, en todos los partidos de
la II Internacional, sin excepción. Me refiero a la
llamada teoría de las «fuerzas productivas»,
vulgarizada por los líderes de la II Internacional,
teoría que lo justifica todo y reconcilia a todos, que
registra los hechos, los explica cuando ya todo el
mundo está harto de ellos y, después de registrarlos,
se da por satisfecha. Marx decía que la teoría
materialista no puede limitarse a
interpretar el
153.
mundo, sino que, además, debe transformarlo Pero
a Kautsky y Cía. no les preocupa esto y prefieren no
rebasar la primera parte de la fórmula de Marx.
He aquí uno de tantos ejemplos de aplicación de
esta «teoría». Dícese que, antes de la guerra
imperialista, los partidos de la II Internacional
amenazaban con declarar la «guerra a la guerra», en
el caso de que los imperialistas la comenzaran.
Dícese que, en vísperas de la guerra, estos partidos
metieron bajo el tapete la consigna de «guerra a la
guerra» y aplicaron la consigna contraria, la consigna
de «guerra por la patria imperialista». Dícese que
este cambio de consignas causó millones de víctimas
entre los obreros. Pero sería un error pensar que
alguien tuvo la culpa de ello, que alguien fue infiel o
traidor a la clase obrera. ¡Nada de eso! Ocurrió lo
que tenía que ocurrir. En primer lugar, porque resulta
que la Internacional es un «instrumento de paz», y no

153
C. Marx, «Tesis sobre Feuerbach» (véase: C. Marx y F.
Engels, Obras escogidas en dos tomos, t. II, pág. 378, ed. en
español, Moscú, 1952).

62

de guerra; y, en segundo porque, dado el


lugar,
«nivel de las fuerzas productivas» en aquel entonces,
ninguna otra cosa podía hacerse. La «culpa» es de las
«fuerzas productivas». Así, exactamente, «nos» lo
explica la «teoría de las fuerzas productivas» del
señor Kautsky. y quien no crea en esta «teoría», no es
marxista. ¿El papel de los partidos? ¿Su importancia
en el movimiento? Pero ¿qué puede hacer un partido
ante un factor tan decisivo como el «nivel de las
fuerzas productivas»?...
Podríamos citar todo un montón de ejemplos
semejantes de falsificación del marxismo.
No creo que sea necesario demostrar que este
«marxismo» contrahecho, destinado a cubrir las
vergüenzas del oportunismo, no es más que una
variante a la europea de esa misma teoría del
«seguidismo» combatida por Lenin ya antes de la
primera revolución rusa.
No creo que sea
necesario demostrar que demoler
esa falsificación teórica es una condición preliminar
para la creación de partidos verdaderamente
revolucionarios en el Occidente.
3) Teoría de la revolución proletaria. La teoría
leninista de la revolución proletaria parte de tres tesis
fundamentales.
Primera tesis. La dominación del capital
financiero en los países capitalistas adelantados; la
emisión de títulos de valor, como una operación
importantísima del capital financiero; la exportación
de capitales a las fuentes de materias primas, como
una de las bases del imperialismo; la omnipotencia
de la oligarquía financiera, como resultado de la
dominación del capital financiero; todo esto pone al
descubierto el burdo carácter parasitario del
capitalismo monopolista, hace cien veces más
doloroso el yugo de los trusts y de los sindicatos
capitalistas, acrecienta la indignación de la clase
obrera contra los fundamentos del capitalismo y lleva
las masas a la revolución proletaria como única
salvación. (v. «El imperialismo», de Lenin).
De aquí se desprende la primera conclusión:
agudización de la crisis revolucionaria en los países
capitalistas; acrecentamiento de los elementos de un
estallido en el frente interior, en el frente proletario
de las «metrópolis».
Segunda tesis. La exportación intensificada de
capitales a las colonias y los países dependientes; la
extensión de las «esferas de influencia» y de los
dominios coloniales, que llegan a abarcar todo el
planeta; la transformación del capitalismo en un
sistema mundial de esclavización financiera y de
opresión colonial de mayoría de la
la gigantesca
población del un puñado
Globo porde países
«adelantados»; todo esto, de una parte, ha convertido
las distintas economías nacionales y los distintos
territorios nacionales en eslabones de una misma
cadena, llamada economía mundial; de otra parte, ha
dividido a la población del planeta en dos campos: el

J. V. Stalin

de un puñado de países capitalistas «adelantados»,


que explotan y oprimen vastas colonias y vastos
países dependientes, y el de la enorme mayoría de
colonias y países dependientes, que se ven obligados
a luchar por liberarse del yugo imperialista (v. «El
imperialismo»).
De aquí se desprende la segunda conclusión:
agudización de la crisis revolucionaria en las
colonias; acrecentamiento de la indignación contra el
imperialismo en el frente exterior, en el frente
colonial.
Tercera tesis. La posesión monopolista de las
«esferas de influencia» y de las colonias; el
desarrollo desigual países capitalistas, que
de los
lleva a una lucha por un nuevo reparto del
furiosa
mundo entre los países que ya se han apoderado de
los territorios y los que desean obtener su «parte»; las
guerras imperialistas, como único medio de
restablecer el «equilibrio» roto; todo esto conduce al
fortalecimiento del tercer frente, del frente
intercapitalista, que debilita al imperialismo y facilita
la unión de los dos primeros frentes -el frente
proletario revolucionario y el frente de la liberación
colonial- contra el imperialismo (v, «El
imperialismo»).
De aquí se desprende la tercera conclusión:
ineluctabilidad de las guerras bajo el imperialismo e
inevitabilidad de la coalición de la revolución
proletaria de Europa con la revolución colonial del
Oriente, formando un solo frente mundial de la
revolución contra el frente mundial del imperialismo.
Lenin suma todas estas conclusiones en una
conclusión general: «El imperialismo es la antesala
154
de la revolución socialista» (v. t. XIX, pág. 71).
En consonancia con esto, cambia el modo mismo
de abordar el problema de la revolución proletaria, de
su carácter, de su extensión y profundidad, cambia el
esquema de la revolución en general,
Antes, el análisis de las premisas de la revolución
proletaria solía abordarse desde el punto de vista del
estado económico de tal o cual país. Ahora, este
modo de abordar el problema ya no basta. Ahora hay
que abordarlo desde el punto de vista del estado
económico de todos o de la mayoría de los países,
desde el punto de vista del estado de la economía
mundial, porque los países y las distintas
distintos
economías nacionales ya de ser unidades
han dejado
autónomas y se han convertido en eslabones de una
misma cadena, que se llama economía mundial;
porque el viejo capitalismo «civilizado» se ha
transformado en imperialismo, y el imperialismo es
un sistema mundial de esclavización financiera y de
opresión colonial de la inmensa mayoría de la
población del Globo por un puñado de países
«adelantados».
Antes solía hablarse de la existencia o de la
ausencia de condiciones objetivas para la revolución

154
Subrayado por mí. J. St.

Los fundamentos del leninismo

proletaria en los distintos países o, más exactamente,


en o cual país desarrollado. Ahora, este punto de
tal
vista ya no basta. Ahora hay que hablar de la
existencia de condiciones objetivas para la
revolución en todo el sistema de la economía
imperialista mundial, considerado como una sola
entidad; y la presencia, dentro de este sistema, de
algunos países con un desarrollo industrial
insuficiente no puede representar un obstáculo
insuperable para la revolución, si el sistema en su
conjunto o, mejor dicho, puesto que el sistema en su
conjunto está ya maduro para la revolución.
Antes solía hablarse de la revolución proletaria en
tal o cual país desarrollado como de una magnitud
autónoma, que se contraponía, como a su antípoda, al
respectivo frente nacional del capital. Ahora, este
punto de vista ya no basta. Ahora hay que hablar de
la revolución proletaria mundial, pues los distintos
frentes nacionales del capital se han convertido en
otros tantos eslabones de una misma cadena, que se
llama frente mundial del imperialismo y a la cual hay
que contraponer el frente general del movimiento
revolucionario de todos los países.
Antes se concebía la revolución proletaria como
resultado exclusivo del desarrollo interior del país en
cuestión. Ahora, este punto de vista ya no basta.
Ahora, la revolución proletaria debe concebirse, ante
todo, como resultado del desarrollo de las
contradicciones dentro del sistema mundial del
imperialismo, como resultado de la ruptura de la
cadena del frente mundial imperialista en tal o cual
país.
¿Dónde empezará la revolución?, ¿dónde podrá
romperse, en primer lugar, el frente del capital?, ¿en
qué país?
Allí donde la industria esté más desarrollada,
donde el proletariado forme la mayoría, donde haya
más cultura, donde haya más democracia, solían
contestar antes.
No, objeta la teoría leninista de la revolución, no
es obligatorio que sea allí donde la industria esté
más desarrollada, etc. El frente del capital se
romperá allí donde la cadena del imperialismo sea
más débil, pues la revolución proletaria es resultado
de la ruptura de la cadena del frente mundial
imperialista por su punto más débil; y bien puede
ocurrir que el país que haya empezado la revolución,
el país que menos
haya roto el frente del capital, esté
desarrolladoen el sentido capitalista que otros países,
los cuales, pese a su mayor desarrollo, todavía
permanezcan dentro del marco del capitalismo.
En 1917, la cadena del frente imperialista mundial
resultó ser más en
débil Rusia que en los demás
países. Fue aquí donde se rompió, dando paso a la
revolución proletaria. ¿Por sequé? Porque en Rusia
desarrollaba una gran revolución popular, a cuya
cabeza marchaba el proletariado revolucionario, que
contaba con un aliado tan importante como los

63

millones y millones de campesinos oprimidos y


explotados por los terratenientes. Porque frente a la
revolución se alzaba aquí un representante tan
repulsivo del imperialismo como el zarismo, falto de
todo ascendiente moral y que se había ganado el odio
general de la población. En Rusia, la cadena resultó
ser más débil, aunque este país estaba menos
desarrollado en el sentido capitalista que Francia o
Alemania, Inglaterra o los Estados Unidos,
pongamos por caso.
¿Dónde se romperá la cadena en el próximo
futuro? Volverá a romperse allí
sea más débil. donde
No está excluido que la cadena
romperse, por pueda
ejemplo, en la India. ¿Por qué? Porque en la India
hay un proletariado joven, combativo y
revolucionario, que cuenta con un aliado como el
movimiento de liberación nacional, aliado
indudablemente fuerte, indudablemente importante.
Porque frente a la revolución se alza allí un enemigo
de todos conocido, el imperialismo extranjero,
privado de crédito moral y que se ha ganado el odio
general de las masas oprimidas y explotadas de la
India.
También es perfectamente posible que la cadena
se rompa en Alemania. ¿Por qué? Porque los factores
que actúan, por ejemplo, en la India, empiezan a
actuar también en Alemania; y se comprende que la
inmensa diferencia entre el nivel de desarrollo de la
India y el de Alemania no puede dejar de imprimir su
sello a la marcha y al desenlace de la revolución en
Alemania.
Por eso, Lenin dice:

«Los países capitalistas de la Europa Occidental


llevarán a término su desarrollo hacia el socialismo...
no por un proceso gradual de «maduración» del
socialismo en ellos, sino mediante la explotación de
unos Estados por otros, mediante la explotación del
primer Estado entre los vencidos en la guerra
imperialista, unida a la explotación de todo el
Oriente. Por otra parte, el Oriente se ha incorporado
de manera definitiva al movimiento revolucionario,
gracias precisamente a esta primera guerra
imperialista, viéndose arrastrado definitivamente a la
órbita general del movimiento revolucionario
mundial» (v. t. XXVII, págs. 415-416).

Resumiendo: como regla general, la cadena del


frente imperialista debe romperse allí donde sus
eslabones sean más débiles y, en todo caso, no
necesariamente allí donde el capitalismo esté más
desarrollado, o donde los proletarios constituyan un
determinado tanto por ciento de la población, los
campesinos otro tanto por ciento determinado, etc.,
etc.
Por eso, los cálculos estadísticos sobre el
porcentaje de proletariado en la población de un país
determinado pierden, cuando se trata de resolver el

64

problema de la revolución proletaria, la importancia


excepcional que gustaban de atribuirles los exégetas
de la II Internacional, que no han sabido comprender
el imperialismo y temen a la revolución como a la
peste.
Además, los héroes de la II Internacional
afirmaban (y siguen que entre la
afirmando)
revolución democrático-burguesa, de una parte, y la
revolución proletaria, de otra, media un abismo o,
por lo menos, una muralla de China, que separa la
una de la otra por un lapso de tiempo más o menos
largo, durante el cual la burguesía, entronizada en el
Poder, desarrolla el capitalismo, y el proletariado
acumula fuerzas y se prepara para la «lucha decisiva»
contra el capitalismo. Generalmente, este lapso se
cuenta por decenios y decenios, si no más. No creo
que sea necesario demostrar que, en el imperialismo,
esta «teoría» de la muralla de China carece de toda
base científica y no es ni puede ser más que un medio
para encubrir, para disimular con bellos colores los
apetitos contrarrevolucionarios de la burguesía. No
creo que sea necesario demostrar que en el
imperialismo, preñado de colisiones y guerras, que
en la «antesala de la revolución socialista», cuando el
capitalismo «floreciente» se convierte en capitalismo
«agonizante» y el movimiento revolucionario
(Lenin)
crece en todospaíses del mundo ; cuando el
los
imperialismo se coliga con todas las fuerzas
reaccionarias, sin excepción, hasta con el zarismo y
el servidumbre, haciendo así necesaria la coalición de
todas las fuerzas revolucionarias, desde el
movimiento proletario del Occidente hasta el
movimiento de liberación nacional del Oriente;
cuando se hace imposible derrocar las supervivencias
del régimen feudal y de la servidumbre sin una lucha
revolucionaria contra el imperialismo; no creo que
sea necesario demostrar que en un país más o menos
desarrollado la revolución democrático-burguesa
tiene que aproximarse, en estas condiciones, a la
revolución proletaria, que la primera tiene que
transformarse en la segunda. La historia de la
revolución en Rusia que esta tesis es
ha evidenciado
cierta e indiscutible. ya en 1905, en
Por algo Lenin,
vísperas de la primera revolución rusa, presentaba la
revolución democrático-burguesa y la revolución
socialista, en su folleto «Dos tácticas», como dos
eslabones de la misma cadena, como un lienzo único
y completo de la magnitud de la revolución rusa.

«El proletariado debe llevar a término la


revolución democrática, atrayéndose a la masa de
los campesinos, para aplastar por la fuerza la
resistencia, de la autocracia y paralizar la
inestabilidad de la burguesía. El proletariado debe
llevara cabo la revolución socialista, atrayéndose a
la masa de los elementos semiproletarios de la
población, para romper por la fuerza la resistencia
de la burguesía y paralizar la inestabilidad de los

J. V. Stalin

campesinos y
pequeña burguesía. Tales son las
de la
tareas del que los partidarios de la
proletariado,
nueva «Iskra» conciben de un modo tan estrecho en
todos sus razonamientos y resoluciones sobre la
magnitud de la revolución» (v. Lenin, t. VIII, pág.
96.).

Y no hablo ya de otros trabajos posteriores de


Lenin, en los que la idea de la transformación de la
revolución burguesa en revolución proletaria está
expresada con mayor realce que en «Dos tácticas»,
como una de las piedras angulares de la teoría
leninista de la revolución.
Según algunos camaradas, resulta que Lenin no
concibió esta idea hasta 1916, y anteriormente
consideraba que la se
revolución
Rusia en
mantendría un marco burgués y que, por lo
dentro de
tanto, el Poder pasaría de manos del organismo de la
dictadura del proletariado y del campesinado a
manos de la burguesía, y no a manos del
proletariado. Se dice que esa afirmación se ha
deslizado incluso en nuestra prensa comunista. Debo
señalar que esa afirmación es completamente falsa,
que no corresponde, en lo más mínimo, a la realidad.
Podría remitirme al conocido discurso
pronunciado por Lenin en el III Congreso del Partido
(1905), en el que no calificó la dictadura del
proletariado y del campesinado, es decir, el triunfo de
la revolución democrática, de «organización del
«orden»», sino de «organización de la guerra» (v. t.
VII, pág. 264).
Podría remitirme, además, a los conocidos
artículos de Lenin «Sobre el gobierno provisional»
155,
(1905) en los que, describiendo la perspectiva del
desarrollo de la revolución rusa, plantea al Partido la
tarea de «conseguir que rusa no sea un
la revolución
movimiento de algunos meses, sino un movimiento
de muchos años, que no conduzca tan sólo a obtener
pequeñas concesiones de los detentadores del Poder,
sino al derrumbamiento completo de éste», y en los
que, desarrollando todavía más esta perspectiva y
relacionándola con la revolución en Europa,
prosigue:

«Y si esto se logra, entonces..., entonces las


llamas del incendio revolucionario prenderán en
Europa; el obrero europeo, cansado de la reacción
burguesa, se levantará a su vez y nos enseñará «cómo
se hacen las cosas»; entonces el impulso
revolucionario de Europa repercutirá a su vez en
Rusia y hará de una época de algunos años de
revolución una época de varios decenios de
revolución...» (v, lugar citado, pág. 191).

Podría remitirme, asimismo, a un conocido


artículo de Lenin, publicado en noviembre de 1915,

155
J. V. Stalin se refiere a los artículos de V. I. Lenin, escritos en
1905.

Los fundamentos del leninismo

que dice:

«El proletariado lucha y seguirá luchando


abnegadamente por la conquista del Poder, por la
república, por la confiscación de las tierras…, por la
participación de las «masas populares no proletarias»
en la obra de liberar a la Rusia burguesa del
«imperialismo» militar-feudal (es decir, el zarismo).
156
Y el proletariado aprovechará inmediatamente esta
liberación de la Rusia burguesa del yugo zarista, del
poder de los terratenientes no para
sobre la tierra,
ayudar a los campesinos en su lucha
acomodados
contra los obreros agrícolas, sino para llevar a cabo la
revolución socialista en alianza con los proletarios de
Europa» (v. t. XVIII, pág. 318).

Podría, finalmente, remitirme al conocido pasaje


del folleto de Lenin «La revolución proletaria y el
renegado Kautsky», en que, refiriéndose al pasaje
más arriba citado de «Dos tácticas» sobre la
magnitud de la revolución llega a la siguiente
conclusión:
«Ha ocurrido tal y como nosotros dijimos. La
marcha de la revolución ha confirmado la certeza de
nuestro razonamiento. Al principio, con «todos» los
campesinos, contra la monarquía, contra los
terratenientes, contra el medievalismo (y en este
sentido, la revolución sigue siendo burguesa
democrático-burguesa). Después, con los campesinos
pobres, con el semiproletariado, con todos los
explotados, contra el capitalismo, comprendidos los
ricachos del campo, los kulaks, los especuladores, y,
por ello, la revolución se transforma en revolución
socialista. Querer levantar una artificial muralla de
China entre ambas revoluciones, separar la una de la
otra por algo que no sea el grado de preparación del
proletariado y el grado de su unión con los
campesinos pobres, es la mayor tergiversación del
marxismo, es adocenarlo, reemplazarlo por el
liberalismo» (v. t. XXIII, pág. 391).

Me parece que con eso basta.


Bien, se nos dirá, pero ¿por qué, en este caso,
Lenin combatió la idea de la «revolución permanente
(ininterrumpida)»?
Porque Lenin proponía «sacar todo el partido
posible» de la capacidad revolucionaria del
campesinado y utilizar hasta la última gota su energía
revolucionada para la destrucción completa del
zarismo, para pasar a la revolución proletaria,
mientras que los partidarios de la «revolución
permanente» no comprendían el importante papel del
campesinado en la revolución rusa, menospreciaban
la fuerza de la energía revolucionaria de los
campesinos, menospreciaban la fuerza y la capacidad

156
Subrayado por mí. J. St.

65

del proletariado ruso para llevar tras de sí a los


campesinos y, de este modo, dificultaban la
liberación de los campesinos de la influencia de la
burguesía, la agrupación de los campesinos en torno
al proletariado.
Porque Lenin proponía coronar la revolución con
el paso del Poder al proletariado, mientras que los
partidarios de la revolución «permanente» querían
empezar por el Poder del proletariado,
directamente
sin comprender que, con ello cerraban los ojos a una
«pequeñez» como las supervivencias del régimen de
servidumbre y no tomaban en consideración una
fuerza tan importante como el campesinado ruso, sin
comprender que semejante política únicamente podía
ser un freno para la conquista de los campesinos por
el proletariado.
Así, pues, Lenin no combatía a los partidarios de
la revolución «permanente» por la cuestión de la
continuidad, pues el propio Lenin sostenía el punto
de vista de la revolución ininterrumpida, porque
sino
menospreciaban el papel de los campesinos, que son
la reserva más importante del proletariado, y no
comprendían la idea de la hegemonía del
proletariado.
No puede que la idea de la revolución
decirse
«permanente» sea una idea nueva. El primero que la
formuló fue Marx, a fines de la década del 40, en su
conocido «Mensaje» a la «Liga de los Comunistas»
(1850). De este documento fue de donde sacaron
nuestros «permanentistas» la idea de la revolución
ininterrumpida. Debe señalarse que, al tomar esta
idea de Marx, nuestros «permanentistas» la
modificaron un tanto, y, al modificarla, la
«estropearon», haciéndola inservible para el uso
práctico. que la mano experta de Lenin
Fue necesario
corrigiese error, tomase la idea de Marx sobre la
este
revolución ininterrumpida en su forma pura e hiciese
de ella una de las piedras angulares de la teoría
leninista de la revolución.
He aquí lo que dice Marx, en su «Mensaje», sobre
la revolución ininterrumpida (permanente), después
de haber enumerado una serie de reivindicaciones
revolucionario-democráticas, a cuya conquista llama
a los comunistas:

«Mientras que los pequeños burgueses


democráticos quierenponer fin a la revolución lo
más rápidamente que se pueda, después de haber
obtenido, a lo sumo, las reivindicaciones arriba
mencionadas nuestros intereses y nuestras tareas
consisten en hacer la revolución permanente hasta
que sea descartada la dominación de las clases más o
menos poseedoras, hasta que el proletariado
conquiste el Poder del Estado, hasta que la
asociación de los proletarios se desarrolle, y no sólo
en un país, sino en todos los países predominantes
del mundo, en proporciones tales, que cese la
competencia entre los proletarios de estos países, y

66

hasta que por lo menos las fuerzas productivas


decisivas estén concentradas en manos del
proletariado».

En otras palabras:
a) Marx no proponía, en modo alguno, comenzar
la revolución, en la Alemania de la década del 50,
directamente por el Poder proletario, contrariamente
a los planes de nuestros «permanentistas» rusos;
b) Marx sólo proponía que se coronase la
revolución con el Poder estatal del proletariado,
desalojando paso a paso de las alturas del Poder a
una fracción de la burguesía, tras otra, para, una vez
instaurado el Poder del proletariado encender la
revolución en todos los países. De completo acuerdo
con lo enunciado está todo lo que enseñó y llevó a la
práctica Lenin en el transcurso de nuestra revolución,
aplicando su teoría de la revolución proletaria en las
condiciones del imperialismo.
Resulta, pues, que nuestros «permanentistas»
rusos no sólo menospreciaban el papel del
campesinado en la revolución rusa y la importancia
de la idea de la hegemonía del proletariado, sino que
modificaban (empeorándola) la idea de Marx sobre la
revolución «permanente», haciéndola inservible para
su aplicación práctica.
Por eso Lenin ridiculizaba la teoría de nuestros
«permanentistas» calificándola de «original» y de
«magnífica» y acusándolos de no querer «reflexionar
acerca del por qué la vida llevaba diez años, ni más
ni menos, pasando de largo por delante de esta
magnífica teoría» (el articulo de Lenin fue escrito en
1915, a los diez años de aparecer en Rusia la teoría
de los «permanentistas». Véase t. XVIII, pág. 317).
Por eso Lenin tildaba esta teoría de
semimenchevique, diciendo que «toma de los
bolcheviques el llamamiento a la lucha
revolucionaria decidida del proletariado y a la
conquista del Poder político por éste, y de los
mencheviques, la «negación» del papel de los
campesinos» (v. el artículo de Lenin «Sobre las dos
líneas de la revolución», lugar citado).
Esa es lo que hay en cuanto a la idea de Lenin
sobre la transformación de la revolución
democrático-burguesa en revolución proletaria, sobre
el aprovechamiento de la revolución para burguesa
pasar «inmediatamente» a la revolución proletaria.
Además, antes se creía imposible la victoria de la
revolución en un solo país, suponiendo que, para
alcanzar la victoria sobre la burguesía, era necesaria
la acción conjunta de los proletarios de todos los
países adelantados o, por lo menos, de la mayoría de
ellos. Ahora, este punto de vista ya no corresponde a
la realidad. Ahora hay que partir de la posibilidad de
este triunfo, pues el desarrollo desigual y a saltos de
los distintos países capitalistas en el imperialismo, el
desarrollo, en el seno del imperialismo, de
contradicciones catastróficas que llevan a guerras

J. V. Stalin

inevitables, el incremento del movimiento


revolucionario en todos los países del mundo; todo
ello no sólo conduce a la posibilidad, asino también
la necesidad del triunfo del proletariado en uno u otro
país. La historia de la revolución en Rusia es una
prueba directa de ello. Únicamente debe tenerse en
cuenta que el derrocamiento de la burguesía sólo
puede lograrse si se dan algunas condiciones
absolutamente indispensables, sin las cuales ni
siquiera puede pensarse en la toma del Poder por el
proletariado.
He aquí lo que dice Lenin acerca de estas
condiciones en su folleto «La enfermedad infantil»:

«La ley fundamental de la revolución, confirmada


por todas las revoluciones,y en particular por las tres
revoluciones rusas del siglo XX, consiste en lo
siguiente: para la revolución no basta con que las
masas explotadas y oprimidas tengan conciencia de
la imposibilidad de seguir viviendo como viven y
exijan cambios; para la revolución es necesario que
los explotadores no puedan seguir viviendo y
gobernando como viven y gobiernan. Sólo cuando
los «de abajo» no quieren y los «de arriba» no
pueden seguir viviendo a la antigua, sólo entonces
puede triunfar la revolución. En otras palabras, esta
verdad se expresa del modo siguiente: la revolución
es imposible sin una crisis nacional general (que
157.
afecte a explotados y explotadores) Por
consiguiente, para hacer la revolución, hay en primer
lugar, que conseguir que la mayoría de los obreros (o
en todo caso la mayoría de los obreros conscientes,
reflexivos, políticamente activos) comprenda
profundamente la necesidad de la revolución y esté
dispuesta a sacrificar la vida por ella; en segundo
lugar, es preciso que las clases gobernantes
atraviesen una crisis gubernamental que arrastre a la
política hasta a las masas más atrasadas…, que
reduzca a la impotencia al gobierno y haga posible su
rápido derrocamiento por los revolucionarios» (v, t.
XXV, pág. 222).

Pero derrocar el Poder de la burguesía e instaurar


el Poder del proletariado en un solo país no significa
todavía garantizar el triunfo completo del socialismo.
Después de haber consolidado su Poder y arrastrado
consigo a los campesinos, el proletariado del país
victorioso puede y debe edificar la sociedad
socialista. Pero ¿significa esto que, con ello, el
proletariado logrará el triunfo completo, definitivo,
del socialismo, es decir, significa esto que el
proletariado puede, con las fuerzas de un solo país,
consolidar definitivamente el socialismo y garantizar
completamente al país contra una y, por
intervención
tanto, contra la restauración? es
No. Para ello
necesario que la revolución triunfe, por lo menos, en
algunos países. Por eso, desarrollar y apoyar la

157
Subrayado por mí. J. St.

Los fundamentos del leninismo


revolución en otros países es una tarea esencial para
la revolución que ha triunfado ya. Por eso, la
revolución del país victorioso no debe considerarse
como una magnitud autónoma, sino como un apoyo,
como un medio para acelerar el triunfo del
proletariado en los demás países.
Lenin expresó este pensamiento en dos palabras,
cuando dijo que la misión de la revolución triunfante
consiste en llevar a cabo «el máximo de lo realizable
en un solo país para desarrollar, apoyar y despertar la
revolución en todos los países» (v. t. XXIII, pág.
385).
Tales son, en términos generales, los rasgos
característicos de la teoría leninista de la revolución
proletaria.

IV. La dictadura del proletariado


Analizaré tres cuestiones fundamentales de este
tema:
a) la dictadura del proletariado como instrumento
de la revolución proletaria;
b) la dictadura del proletariado como dominación
del proletariado sobre la burguesía;
e) el Poder Soviético como forma estatal de la
dictadura del proletariado.
1) La dictadura del proletariado como
instrumento de la revolución proletaria. La cuestión
de la dictadura del proletariado es, ante todo, la
cuestión del contenido fundamental de la revolución
proletaria. La revolución proletaria, su movimiento,
su amplitud, sus conquistas, sólo toman cuerpo a
través de la dictadura del proletariado. La dictadura
del proletariado es el instrumento de la revolución
proletaria, un organismo suyo, su punto de apoyo
más importante, llamado a la vida, primero, para
aplastar la resistencia de los explotadores derribados
y consolidar las conquistas logradas y, segundo, para
llevar a término la revolución proletaria, para llevarla
hasta el triunfo completo del socialismo. Vencer a la
burguesía y derrocar su Poder es cosa que la
revolución podría hacer también sin la dictadura del
proletariado. Pero aplastar la resistencia de la
burguesía, sostener la victoria y seguir avanzando
hasta el triunfo definitivo del socialismo, la
revolución ya no puede si no crea, al llegar a una
determinada fase de su desarrollo, un organismo
especial, la dictadura del proletariado, que sea su
principal apoyo.
«La cuestión del Poder es la fundamental en toda
revolución» (Lenin). ¿Quiere esto decir que todo
queda limitado a a la conquista del
la toma del Poder,
Poder? No. La no es más que el
toma del Poder
comienzo, La burguesía, derrocada en un país, sigue
siendo todavía durante largo tiempo, por muchas
razones, más fuerte que el proletariado que la ha
derrocado. Por eso, todo consiste en mantenerse en el
Poder, en consolidarlo, en hacerlo invencible. ¿Qué
se precisa para alcanzar este fin? Se precisa cumplir,

67

por lo menos, las tres tareas principales que se le


planteaba a la dictadura del proletariado «al día
siguiente» de la victoria:
a) vencer la resistencia de los terratenientes y
capitalistas derrocados y expropiados por la
revolución, aplastar todas y cada una de sus
tentativas para restaurar el Poder del capital;
b) organizar de modo que todos
la edificación los
trabajadores se agrupen en tomo al proletariado y
llevar a cabo esta labor con vistas a preparar la
supresión, la destrucción de las clases;
c) armar a la revolución, organizar el ejército de la
revolución para luchar contra los enemigos
exteriores, para luchar contra el imperialismo.
Para llevar a cabo, para cumplir estas tareas, es
necesaria la dictadura del proletariado.
«El paso del capitalismo al comunismo -dice
Lenin- llena toda una época histórica. Mientras esta
época histórica no finaliza, los explotadores siguen,
inevitablemente abrigando esperanzas de
restauración, esperanzas que se convierten en
tentativas de restauración. Después de la primera
derrota seria los explotadores
derrocados, que no
esperaban su que no creían en él, que
derrocamiento,
no aceptaban ni siquiera la idea de él, se lanzan con
energía decuplicada, con pasión furiosa, con odio
centuplicado, a la lucha por la restitución del
«paraíso» que les ha sido arrebatado, por sus
familias, que antes disfrutaban de una vida tan
regalada y a quienes ahora la «canalla vil» condena a
la ruina y la miseria (o a un trabajo «vil»...). Y tras de
los capitalistas explotadores se arrastra una vasta
masa de pequeña burguesía, de la que decenios de
experiencia histórica en todos los países nos dicen
que titubea y vacila, que hoy sigue al proletariado y
mañana se asusta de las dificultades de la revolución,
se deja llevar del pánico ante la primera derrota o
semiderrota de los obreros, se pone nerviosa, se
agita, lloriquea, pasa de un campo a otro» (v. t.
XXIII, pág. 355).

La burguesía tiene sus razones para hacer


tentativas de restauración, porque después de su
derrocamiento sigue siendo, durante mucho tiempo
todavía, más fuerte que el proletariado que la
derrocó.
«Si los explotadores son derrotados solamente en
un país -dice Lenin-, y éste es, naturalmente, el caso
típico, porque la revolución simultánea en varios
países constituye una excepción rara, seguirán
siendo, no obstante, más fuertes que los explotados»
(v. obra citada, pág. 354).

¿En qué consiste la fuerza de la burguesía


derrocada?

68

En primer lugar, «en la fuerza del capital


internacional, en la fuerza y la solidez de los vínculos
internacionales de la burguesía» (v, t. XXV, pág.
173).
En segundo lugar, en que, «durante mucho tiempo
después de la revolución, los explotadores siguen
conservando, inevitablemente,y enormes muchas
ventajas efectivas: les quedan el dinero (no es posible
suprimir el dinero de golpe) y algunos que otros
bienes muebles, con frecuencia valiosos; les quedan
las relaciones, los hábitos de organización y
administración, el conocimiento de todos los
«secretos» (costumbres, procedimientos, medios,
posibilidades) les quedan una
de la administración;
instrucción más y su intimidad con el alto
elevada
personal técnico (que vive y piensa en burgués); les
queda (y esto es muy importante) una experiencia
infinitamente superior en lo que respecta al arte
militar, etc., etc.» (v. t. XXIII, pág. 354).
«en la fuerza de la costumbre, en
En tercer lugar,
la fuerza depequeña
la producción. Porque,
desgraciadamente, queda todavía en el mundo
mucha, muchísima pequeña producción, y la pequeña
producción engendra capitalismo y burguesía
constantemente, cada día, cada hora,
espontáneamente y en masa»..., porque «suprimir las
clases no sólo significa expulsar a los terratenientes y
a los capitalistas -esto lo hemos hecho nosotros con
relativa facilidad-, sino también suprimir los
pequeños productores de mercancías; pero a éstos no
se les puede expulsar, no se les puede aplastar; con
ellos hay que convivir, y sólo se puede (y se debe)
transformarlos, reeducarlos, mediante una labor de
organización muy larga, lenta y prudente» (v. t.
XXV, págs. 173 y 189).

Por eso, Lenin dice:

«La dictadura es la guerra más


del proletariado
abnegada y más implacable nueva clase contra
de la
un enemigo más poderoso, contra la burguesía, cuya
resistencia se ve decuplicada por su derrocamiento»,
«la dictadura del proletariado es una lucha tenaz,
cruenta e incruenta, violenta y pacífica, militar y
económica, pedagógica y administrativa contra las
fuerzas y las tradiciones de la vieja sociedad» (v.
obra citada, págs. 173 y 190).
No creo que sea necesario demostrar que es
absolutamente imposible cumplir estas tareas en un
plazo breve, llevaresto a la práctica
todo en unos
cuantos años. eso, en la dictadura
Por del
proletariado, en el paso del capitalismo al
comunismo, no hay que ver un período efímero, que
revista la forma de una serie de actos y decretos
«revolucionarísimos», sino toda una época histórica,
cuajada de guerras civiles y de choques exteriores, de
una labor tenaz de organización y de edificación

J. V. Stalin

económica, de ofensivas y retiradas, de victorias y


derrotas. Esta época histórica no sólo es necesaria
para sentar las premisas económicas y culturales del
triunfo completo del socialismo, sino también para
dar al proletariado la posibilidad, primero, de
educarse y templarse, constituyendo una fuerza capaz
de gobernar el país, y, segundo, de reeducar y
transformar a las capas pequeñoburguesas con vistas
a asegurar la organización de la producción
socialista.

«Tenéis que pasar -decía Marx a los obreros- por


quince, veinte, cincuenta años de guerras civiles y
batallas internacionales, no sólo para cambiar las
relaciones existentes, sino también para cambiar
vosotros mismos y llegar a ser capaces de ejercer la
dominación política» (véase: C. Marx y F. Engels,
Obras, t. VIII, pág. 506).

Continuando y desarrollando la idea de Marx,


Lenin escribe:

«Bajo la dictadura del proletariado, habrá que


reeducar a millones de campesinos y de pequeños
propietarios, a centenares de miles de empleados, de
funcionarios, de intelectuales burgueses,
subordinándolos a todos al Estado proletario y a la
dirección proletaria; habrá que vencer en ellos los
hábitos burgueses y las tradiciones burguesas»; habrá
también que «…reeducar… en lucha prolongada,
sobre la base de la dictadura del proletariado, a los
proletarios mismos, que no se sus
desembarazan de
prejuicios pequeñoburgueses de golpe, por un
milagro, por obra y gracia del espíritu santo o por el
efecto mágico de una consigna, de una resolución o
un decreto, sino únicamente en una lucha de masas
prolongada y difícil contra la influencia de las ideas
pequeñoburguesas entre las masas». (v. t. XXV,
págs. 248 y 247).
2) La dictadura del proletariado como
dominación del proletariado sobre la burguesía. De
lo dicho se desprende ya que la dictadura del
proletariado no es un simple cambio de personas en
el gobierno, un cambio de «gabinete», etc., que deja
intacto el viejo orden económico y político. Los
mencheviques y oportunistas de todos los países, que
le temen a la dictadura como al fuego y, llevados por
el miedo, suplantan el concepto dictadura por el
concepto «conquista del Poder», suelen reducir la
«conquista a un cambio de «gabinete», a
del Poder»
la subida al Poder de un nuevo ministerio, formado
por individuos como Scheidemann y Noske,
MacDonald y Henderson. No creo que sea necesario
explicar que estos cambios de gabinete y otros
semejantes no tienen nada que ver con la dictadura
del proletariado, con la conquista del verdadero
Poder por el verdadero proletariado. Los MacDonald

Los fundamentos del leninismo

y los Scheidemann en el Poder, dejando intacto el


antiguo orden decosas burgués, sus gobiernos -
llamémoslos así- no pueden ser más que un aparato
al servicio de la burguesía, un velo sobre las lacras
del imperialismo, un instrumento de la burguesía
contra el movimiento revolucionario de las masas
oprimidas y explotadas. Esos gobiernos los necesita
el capital como pantalla, cuando para él es
inconveniente, desventajoso, difícil, oprimir y
explotar a las masas sin una pantalla. Naturalmente,
la aparición de esos gobiernos es síntoma que
de
«entre ellos» (es decir, entre los capitalistas), «en
158,
Chipka» no reina la tranquilidad, pero, no
obstante, los gobiernos de este tipo son,
inevitablemente, gobiernos del capital enmascarados.
De un gobierno MacDonald o Scheidemann a la
conquista del Poder por el proletariado hay tanto
trecho como de la tierra al cielo. La dictadura del
proletariado nos es un cambio de gobierno, sino un
Estado nuevo, con nuevos organismos de Poder
centrales y locales; es el Estado del proletariado, que
surge sobre las ruinas del Estado antiguo, del Estado
de la burguesía.
La dictadura del proletariado no surge sobre la
base del orden de cosas burgués, sinoen el proceso
de su destrucción, después del derrocamiento de la
burguesía, en el curso de la expropiación de los
terratenientes y los capitalistas, en el curso de la
socialización de los instrumentos y los medios de
producción fundamentales, en el curso de la
revolución violenta del proletariado. La dictadura del
proletariado es un Poder revolucionario que se basa
en la violencia contra la burguesía.
El Estado es una máquina puesta en manos de la
clase dominante para aplastar la resistencia de sus
enemigos de clase. En este sentido, la dictadura del
proletariado realmente no se distingue en nada de la
dictadura de cualquier otra clase, pues el Estado
proletario es una máquina para aplastar a la
burguesía. Pero aquí una
hay diferencia esencial.
Consiste esta diferencia en que todos los Estados de
clase que han existido hasta hoy han sido la dictadura
de una minoría explotadora sobra una mayoría
explotada, mientras que la dictadura del proletariado
es la dictadura de la mayoría explotada sobre la
minoría explotadora.
En pocas palabras: la dictadura del proletariado
es la dominación del proletariado sobre la
burguesía, dominación no limitada por la ley y
basada en la violencia y que goza de la simpatía y el
apoyo de las masas trabajadoras y explotadas
(Lenin, «El Estado y la revolución»).
158
Paráfrasis de la expresión «En Chipka reina la tranquilidad»,
que se refiere a la historia de la guerra ruso-turca de 1877-1878.
Mientras en el desfiladero de Chipka se libraban encarnizados
combates, el Estado Mayor de las tropas zaristas comunicaba en
sus partes de guerra: «En Chipka reina la tranquilidad». (N. del
T.)

69

De aquí se desprenden dos conclusiones


fundamentales.
Primera conclusión. La dictadura del proletariado
no puede ser «plena» democracia, democracia para
todos, para los ricos y para los pobres; la dictadura
del proletariado «debe ser un Estado democrático, de
159
manera nueva (para los proletarios y los
desposeídos en general) y dictatorial de manera
160
nueva (contra la burguesía)» (v. t. XXI, pág. 393).
Las frases de Kautsky y Cía. sobre la igualdad
universal, sobre la democracia «pura», la democracia
«perfecta», etc., no son más que la tapadera burguesa
del hecho indudable de que la igualdad entre
explotados y explotadores es imposible. La teoría de
la democracia «pura» es una teoría de la aristocracia
obrera, domesticada y cebada por los saqueadores
imperialistas. Esta teoría fue sacada a luz para cubrir
las lacras del capitalismo, para disfrazar el
imperialismo y darle fuerza moral en la lucha contra
las masas explotadas. Bajo el capitalismo no existen
ni pueden existir verdaderas «libertades» para los
explotados, aunque no sea más que por el hecho de
que los locales, las imprentas, los depósitos de papel,
etc., necesarios para ejercer estas «libertades», son
privilegio de los explotadores. Bajo el capitalismo,
no se da ni puededarse una verdadera participación
de las masas explotadas en la gobernación del país,
aunque no sea más que por el hecho de que, bajo el
capitalismo, aún en el régimen más democrático, los
gobiernos no los forma el pueblo, sino que los
forman los Rothschild y los Stinnes, los Rockefeller
y los Margan. Bajo el capitalismo, la democracia es
una democracia capitalista, la demacrada de la
minoría explotadora, basada en la restricción de los
derechos de la mayoría explotada y dirigida contra
esta mayoría. Sólo bajo la dictadura proletaria puede
haber verdaderas libertades para los explotados y una
verdadera participación de los proletarios y de los
campesinos en la gobernación del país. Bajo la
dictadura del proletariado, la democracia es una
democracia proletaria, la democracia de la mayoría
explotada, basada en la restricción de los derechos de
la minoría explotadora y dirigida contra esta minoría.
Segunda conclusión. La dictadura del proletariado
no puede surgir como resultado del desarrollo
pacífico de la sociedad burguesa y de la democracia
burguesa; sólo puede surgir como resultado de la
demolición de la máquina del Estado burgués, del
ejército burgués, del aparato burocrático burgués, de
la policía burguesa.
«La clase obrera no puede simplemente tomar
posesión de la máquina estatal existente y ponerla en
marcha para sus propios fines», dicen Marx y Engels
en el prefacio al «Manifiesto del Partido Comunista».
La revolución proletaria debe «…no hacer pasar de

159
Subrayado por mí. J. St.
160
Subrayado por mí. J. St.

70

unas manos a otras la máquina burocrática-militar,


como venía sucediendo hasta ahora, sino demolerla...
y ésta es la condición previa de toda verdadera
revolución popular en el continente», dice Marx en
una carta a Kugelmann, escrita en 1871.

La salvedad hecha por Marx respecto al


continente ha servido de pretexto a los oportunistas y
mencheviques de todos los países para gritar que
Marx admitía la posibilidad de transformación
pacífica de la democracia en democracia
burguesa
proletaria, por lo menos en
países que no
algunos
forman parte del continente europeo (Inglaterra,
Norteamérica). Marx admitía, en efecto, esta
posibilidad, y tenía fundamento para ello en el caso
de Inglaterra y Norteamérica en la década del 70 del
siglo pasado, cuando aún no existía el capitalismo
monopolista, cuando no existía el imperialismo y
estos países no tenían aún, debido a las condiciones
especiales en que se desenvolvieron, un militarismo y
un burocratismo desarrollados. Así fue hasta la
aparición del imperialismo desarrollado. Pero luego,
treinta o cuarenta años más tarde, cuando la situación
en estos países cambió radicalmente, cuando el
imperialismo se desarrolló, abarcando a todos los
países capitalistas, sin excepción, cuando el
militarismo y el burocratismo hicieron su aparición
en Inglaterra y en Norteamérica, cuando las
condiciones especiales del desarrollo pacífico de
Inglaterra y de Norteamérica desaparecieron, la
salvedad hecha con respecto a estos países debía
desaparecer por sí sola.

«Ahora, en 1917, en la época de la primera gran


guerra imperialista -dice Lenin-, esta salvedad hecha
por Marx pierde su razón de ser. Inglaterra y
Norteamérica, los principales y los últimos
representantes -en el mundo entero- de la «libertad»
anglosajona en el sentido de ausencia de militarismo
y de burocratismo, han rodado definitivamente al
inmundo y sangriento pantano, común a toda Europa,
de las instituciones burocrático-militares, que todo lo
someten y todo lo aplastan. Ahora, en Inglaterra y en
Norteamérica es «condición previa de toda verdadera
revolución popular» demoler, destruir la «máquina
estatal existente» (que ha sido llevada allí, en los
años de 1914 a 1917, a la perfección «europea», a la
perfección común a todos los países imperialistas)»
(v. t. XXI, pág. 395).

En otras palabras: la ley de la revolución violenta


del proletariado, la ley de la destrucción de la
máquina del Estado burgués, como condición previa
de esta revolución, es una ley inexcusable del
movimiento revolucionario en los países
imperialistas del mundo.
Claro está que, en un porvenir lejano, si el
proletariado triunfa en los países capitalistas más

J. V. Stalin

importantes y el actual cerco capitalista es sustituido


por un cerco socialista, será perfectamente posible la
trayectoria «pacífica» de desarrollo para algunos
países capitalistas, donde los capitalistas, debido a la
«desfavorable» situación internacional, juzguen
conveniente hacer «voluntariamente» al proletariado
concesiones importantes. Pero esta hipótesis sólo se
refiere a un porvenir lejano y probable. Para un
porvenir cercano, esta hipótesis no tiene ningún
fundamento, absolutamente ninguno.
Por eso, Lenin tiene razón cuando dice:

«La revolución proletaria es imposible sin la


destrucción violenta de la máquina del Estado
burgués y sin su sustitución por una máquina nueva.»
(v, t. XXIII, pág. 342).

3) El Poder Soviético como forma estatal de la


dictadura del proletariado. El triunfo de la dictadura
del proletariado significa el aplastamiento de la
burguesía, la destrucción de la máquina del Estado
burgués, la sustitución de la democracia burguesa por
la democracia proletaria. Eso está claro. Pero ¿por
medio de qué organizaciones se puede llevar a cabo
esta gigantesca labor? Difícilmente podrá dudarse de
que las viejas formas de organización del
proletariado, surgidas sobre la base del
parlamentarismo son insuficientes para ello.
burgués,
¿Cuáles son, pues, las nuevas formas de organización
del proletariado aptas para desempeñar el papel de
sepultureras de la máquina del Estado burgués, aptas,
no sólo para destruir esta máquina y no sólo para
sustituir la democracia burguesa por la democracia
proletaria, sino para constituir la base del Poder
estatal proletario?
Esta nueva forma de organización del proletariado
son los Soviets.
¿En qué consiste la fuerza de los Soviets, en
comparación con las viejas formas de organización?
En que los Soviets son las organizaciones de
masas del proletariado más vastas, pues los soviets, y
sólo ellos, encuadran a todos los obreros, sin
excepción.
En que los Soviets son las únicas organizaciones
de masas que engloban a todos los oprimidos y
explotados, a los obreros y los campesinos, a los
soldados y los marinos, y que, en consecuencia,
permiten a la vanguardia de las masas, el
proletariado, ejercer con la mayor sencillez y la
mayor plenitud la dirección política de la lucha de las
masas.
En que los Soviets son los organismos más
poderosos de la lucha revolucionaria de las masas, de
las acciones políticas de las masas, de la insurrección
de las masas, organismos capaces de destruir la
omnipotencia del capital financiero y de sus
apéndices políticos.
En que los Soviets son organizaciones directas de

Los fundamentos del leninismo

las mismas masas, es decir, las organizaciones más


democráticas y, por tanto, las que gozan de mayor
prestigio entre las masas. Los Soviets facilitan al
máximo la participación de las masas en la
organización del nuevo Estado y en su gobernación y
abren el máximo campo de acción a la energía
revolucionaria, a la iniciativa y a la capacidad
creadora de las masas en la lucha por la destrucción
del antiguo orden de cosas, en la lucha por un orden
de cosas nuevo, por un orden de cosas proletario.
El Poder Soviético es la unificación y
estructuración de los Soviets locales en una
organización general de Estado, en la organización
estatal del proletariado como vanguardia de las
masas oprimidas y explotadas y como clase
dominante, su unificación en la República de los
Soviets.
La esencia del Poder Soviético consiste en que las
organizaciones más de masas y más revolucionarias
de las clases que, precisamente, eran oprimidas por
los capitalistas y terratenientes, constituyen ahora «la
base permanente y única de todo el Poder estatal, de
todo el aparato del Estado», en que, «precisamente a
estas masas, que hasta en las repúblicas burguesas
más democráticas», aún siendo iguales en derechos
según la ley, «se veían apartadas de hecho, por mil
procedimientos y artimañas, de la participación en la
vida política y privadas de los derechos y de las
libertades democráticos, se les da ahora una
participación permanente, ineludible, y además
161
decisiva, en la dirección democrática del Estado»
(v. Lenin, t. XXIV, pág. 13).
Por eso, el Poder Soviético es una nueva forma de
organización estatal, que se distingue por principio
de la vieja forma y
democrático-burguesa
parlamentaria, un nuevo tipo de Estado, no adaptado
para la explotación y la opresión de las masas
trabajadoras, sino para la liberación completa de
estas masas de toda opresión y de toda explotación,
adaptado para las tareas de la dictadura del
proletariado.
Lenin tiene razón cuando dice que, con la
aparición del poder Soviético, «la época del
parlamentarismo democrático-burgués ha terminado
y se abre un nuevo capítulo de III histeria universal:
la época de la dictadura proletaria».
¿En qué consisten los rasgos característicos del
Poder Soviético?
En que el Poder Soviético es la organización del
Estado más de masas y más democrática de todas las
organizaciones del Estado posibles mientras existan
las clases, pues, siendo el terreno en que se realiza la
alianza y la colaboración de los obreros y de los
campesinos explotados en la lucha contra los
explotadores, y apoyándose para su labor en esta
alianza y en esta colaboración, Constituye, por ello,
161
Subrayado en todas partes por mí, J. St.

71

el Poder de la mayoría de la población sobre la


minoría, el Estado de esa mayoría, la expresión de su
dictadura.
En que el Poder Soviético es la más
internacionalista de todas las organizaciones estatales
de la sociedad de clases, porque, destruyendo toda
opresión nacional y apoyándose en la colaboración
de las masas trabajadoras de distintas nacionalidades,
facilita, por ello, la agrupación de estas masas en una
sola entidad estatal.
En que el Poder Soviético por su misma
facilita,
estructura, la dirección de las masas oprimidas y
explotadas por su vanguardia, por el proletariado, el
núcleo más cohesionado y más consciente de los
Soviets.
«La experiencia de todas las revoluciones y de
todos los movimientos de las clases oprimidas, la
experiencia del movimiento socialista mundial -dice
Lenin-, nos enseña que sólo el proletariado es capaz
de reunir y de llevar tras de sí a las capas dispersas y
atrasadas de la población trabajadora y explotada» (v.
t. XXIV, pág. 14). Y la realidad es que la estructura
del Poder Soviético facilita la aplicación de las
enseñanzas de esa experiencia.
En que el Poder Soviético, al fundir el Poder
legislativo y el Poder, ejecutivo en una organización
única de Estado y sustituir los distritos electorales de
tipo territorial por las unidades de producción -las
fábricas-, pone a las masas obreras, y a las masas
trabajadoras en general, en relación directa con el
aparato de dirección del Estado y las enseña a
gobernar el país.
En que sólo el Poder Soviético es capaz de liberar
al ejército de su subordinación al mando burgués y
de convertirlo, de un instrumento para oprimir al
pueblo, como es bajo el régimen burgués, en un
instrumento que libera al pueblo de] yugo de la
burguesía, tanto de la propia como de la ajena.
En que «sólo la organización soviética del Estado
puede en realidad demoler de golpe y destruir
definitivamente el viejo aparato, es decir el aparato
burocrático y judicial burgués» (v. lugar citado).
En que sólo la forma soviética de Estado, que
incorpora a la participación permanente e
incondicional en la dirección del Estado a las
organizaciones de masas de los trabajadores y
explotados, es capaz de preparar la extinción del
Estado, lo que constituye uno de los elementos
fundamentales de la futura sociedad sin Estado, de la
sociedad comunista.
La República de los Soviets es, por lo tanto, la
forma política buscada, y al fin descubierta, dentro de
cuyo marco debe alcanzarse la liberación económica
del proletariado, el triunfo completo del socialismo.
La Comuna de París fue el germen de esta forma.
El Poder Soviético es su desarrollo y su
coronamiento.
Por eso, Lenin dice que:

72

«La República de los Soviets de Diputados


Obreros, Soldados y Campesinos no es sólo una
forma de instituciones democráticas de tipo más
162
elevado..., sino la única forma capaz de asegurar el
tránsito menos doloroso al socialismo» (v. t. XXII,
pág. 131).

V. La cuestión campesina
Analizaré cuatro cuestiones de este tema:
a) planteamiento de la cuestión;
b) el campesinado durante la revolución
democrático-burguesa;
c) el campesinado durante la revolución
proletaria;
d) el campesinado después de la consolidación del
Poder Soviético.
1) Planteamiento de la cuestión. Algunos piensan
que lo fundamental en el leninismo es la cuestión
campesina, que el punto de partida del leninismo es
la cuestión del campesinado, de su papel, de su peso
específico. Esto es completamente falso. La cuestión
fundamental del leninismo, su punto de partida, no es
la cuestión campesina, sino la cuestión de la
dictadura del proletariado, de las condiciones en que
ésta se conquista y de las condiciones en que se
consolida. La cuestión campesina, como cuestión del
aliado del proletariado en su lucha por el Poder, es
una cuestión derivada.
Sin embargo, esta circunstancia no reduce en lo
más mínimo la grande y candente importancia que
tiene, sin duda, esta cuestión para la revolución
proletaria. Es sabido que, entre los marxistas rusos, la
cuestión campesina empezó a estudiarse a fondo en
vísperas precisamente de la primera revolución
(1905), cuando, el derrocamiento del zarismo y la
realización de la hegemonía del proletariado se
plantearon en toda su magnitud ante el Partido y la
cuestión del aliado del proletariado en la revolución
burguesa inminente adquirió un carácter palpitante.
Es sabido también que la cuestión campesina cobró
en Rusia mayor actualidad todavía durante la
revolución proletaria, cuando la cuestión de la
dictadura del proletariado, de su conquista y de su
mantenimiento planteó el problema de los aliados del
proletariado en la revolución proletaria inminente. Es
comprensible: quien marcha hacia el Poder y se
prepara para él, no puede dejar de interesarse por el
problema de sus verdaderos aliados.
En este sentido, la cuestión campesina es una
parte de la cuestión general de la dictadura del
proletariado y, como tal, una de las cuestiones más
palpitantes del leninismo.
La indiferencia, e incluso la actitud francamente
negativa de los partidos de la II Internacional ante la
cuestión campesina, no se debe sólo a las
condiciones especificas del desarrollo en el occidente
se debe, ante todo, a que esos partidos no creen en la

162
Subrayado por mí, J. St.

J. V. Stalin

dictadura del proletariado, temen la revolución y no


piensan en llevar el proletariado al Poder. Y quien
teme la revolución, quien no quiere llevar a los
proletarios al Poder, no puede interesarse por la
cuestión de los aliados del proletariado en la
revolución; para esa gente, la cuestión de los aliados
es una Cuestión sin importancia, sin ninguna
actualidad. Los héroes de la II Internacional
consideran su actitud irónica hacia la cuestión
campesina como de buen tono, como marxismo
«auténtico». En realidad, esta actitud no tiene ni un
ápice de marxismo, pues la indiferencia ante una
cuestión tan importante como la campesina, en
vísperas de la revolución proletaria, es el reverso de
la negación de la dictadura del proletariado, un
síntoma indudable de franca traición al marxismo.
La cuestión se plantea así: ¿están ya agotadas las
posibilidades revolucionarias que, como resultado de
determinadas condiciones de su existencia, encierra
en su seno la masa campesina o no lo están? Y, si no
lo están, ¿hay la esperanza de aprovechar estas
posibilidades para la revolución proletaria, de
convertir al campesinado, a su mayoría explotada, de
reserva de la burguesía, como lo fue durante las
revoluciones burguesas del Occidente y lo sigue
siendo en la actualidad, en reserva del proletariado,
en aliado de éste", ¿hay fundamento para ello?
El leninismo da a esta pregunta una respuesta
afirmativa, es decir, reconoce la existencia de una
capacidad revolucionaria en la mayoría de los
campesinos y la posibilidad de aprovechar esa
capacidad en interés de la dictadura del proletariado.
La historia de tres revoluciones en Rusia confirma
plenamente las conclusiones del leninismo a este
respecto.
De aquí la conclusión
práctica de apoyar a las
masas trabajadoras campo en su lucha contra el
del
sojuzgamiento y la explotación, en su lucha por
redimirse de la opresión y de la miseria. Esto no
significa, naturalmente, que el proletariado deba
apoyar todo movimiento campesino. Debe apoyar,
concretamente, los movimientos y las luchas de los
campesinos que contribuyan directa o indirectamente
al movimiento de liberación del proletariado, que, de
una u otra forma, lleven el agua al molino de la
revolución proletaria, que contribuyan a convertir a
los campesinos en reserva y aliado de la clase obrera.
2) El campesinado durante la revolución
democrático-burguesa. Este período se extiende de la
primera revolución rusa (1905) a la segunda (febrero
de 1917) inclusive. El rasgo característico de este
período consiste en que los campesinos se emancipan
de la influencia de la burguesía liberal, en que los
campesinos se apartan de los demócratas
constitucionalistas, en que viran hacia el
proletariado, hacia el Partido Bolchevique. La
historia de este período es la historia de la lucha entre
los demócratas constitucionalistas (burguesía liberal)

Los fundamentos del leninismo

y los bolcheviques (proletariado) por conquistar a los


campesinos. La suerte de esta lucha la decidió el
período de las Dumas, pues el período de las cuatro
Dumas fue para los campesinos una lección palmaria,
y esa lección les hizo ver con toda nitidez que de
manos de los demócratas constitucionalistas no
recibirían ni la tierra ni la libertad, que el zar se
hallaba por entero al lado de los terratenientes y que
los demócratas constitucionalistas apoyaban al zar;
que la única fuerza con cuya ayuda podrían contar
eran los obreros de la ciudad, el proletariado. La
guerra imperialista no hizo más que confirmar la
lección del período de las Dumas, apartando
definitivamente a los campesinos de la burguesía,
aislando definitivamente a la burguesía liberal, pues
los años de guerra demostraron qué vano y qué
ilusorio era esperar la paz de manos del zar y de sus
aliados burgueses. Sin las palmarias enseñanzas del
período de las Dumas hubiera sido imposible la
hegemonía del proletariado.
como se llegó a la alianza de los obreros y
Así fue
los campesinos en la revolución democrático-
burguesa. Así fue como se llegó a la hegemonía
(dirección) del proletariado en la lucha conjunta por
el derrocamiento del zarismo, hegemonía que llevó a
la revolución de febrero de 1917.
Las revoluciones burguesas del Occidente
(Inglaterra, Francia, Alemania, Austria) siguieron,
como es sabido, otro camino. Allí la hegemonía no
perteneció al proletariado, que por su debilidad no
era ni podía ser una fuerza política independiente,
sino a la burguesía liberal. Allí, los campesinos no
obtuvieron su liberación del régimen de servidumbre
de manos del proletariado, poco numeroso y mal
organizado, sino de manos de la burguesía. Allí, los
campesinos marchaban contra el antiguo orden de
cosas al lado de la burguesía liberal. Allí, los
campesinos eran una reserva de la burguesía. Allí, la
revoluciónse tradujo, por las causas señaladas, en un
enorme aumento del peso político de la burguesía.
En Rusia, por el contrario, la revolución burguesa
tuvo resultados diametralmente opuestos. En Rusia,
la revolución no se tradujo en el fortalecimiento, sino
en el debilitamiento de la burguesía como fuerza
política; no aumentó sus reservas políticas, sino que
le hizo perder su reserva fundamental: el
campesinado. En Rusia, la revolución burguesa no
colocó en primer plano a la burguesía liberal, sino al
proletariado revolucionario, agrupando en torno a
éste a los millones y millones de campesinos.
A ésta, entre razones, se debe el que la
otras
revolución burguesa en Rusia se trasformase, en un
plazo relativamente breve, en revolución proletaria.
La hegemonía del proletariado fue el germen de su
dictadura, el peldaño que llevó hasta ella.
¿A qué se debe este fenómeno peculiar de la
revolución rusa, este fenómeno sin precedente en la
historia de las revoluciones burguesas del Occidente?

73

¿Cuál es el origen de esta peculiaridad?


Se debe a que la revolución burguesa tuvo lugar
en Rusia en condiciones de un mayor desarrollo de la
lucha de clases que en a que el
el Occidente,
proletariado ruso constituía ya, a la sazón, una fuerza
política independiente, mientras que la burguesía
liberal, asustada por el espíritu revolucionario del
proletariado, había perdido todo tinte revolucionario
(particularmente después de las enseñanzas de 1905)
y había virado hacia una alianza con el zar y con los
terratenientes contra la revolución, contra los obreros
y los campesinos.
Conviene fijar la atención en las siguientes
circunstancias, que determinaron el carácter peculiar
de la revolución burguesa rusa:
a) La extraordinaria concentración de la industria
rusa en vísperas de la revolución. Es sabido, por
ejemplo, que el 54% de todos los obreros de Rusia
trabajaban en empresas de más de 500 obreros,
mientras que en un país tan desarrollado como los
Estados Unidos sólo trabajaban en empresas análogas
el 33% de los obreros. No creo que sea necesario
demostrar que ya esta sola circunstancia, unida a la
existencia de un partido tan revolucionario como el
Partido Bolchevique, hacía de la clase obrera de
Rusia la fuerza más importante en la vida política del
país.
b) Las escandalosas formas de explotación que
imperaban en las empresas, unidas al intolerable
régimen policíaco de los esbirros zaristas, hacían de
toda huelga importante de los obreros un acto
político formidable y templaban a la clase obrera
como una fuerza consecuentemente revolucionaria.
c) La flaqueza política rusa, que
de la burguesía
después de la revolución de 1905 en se transformó
servilismo ante la autocracia zarista y en
contrarrevolución manifiesta, no sólo porque el
espíritu revolucionario del proletariado ruso hizo a la
burguesía rusa lanzarse en brazos del zarismo, sino
también porque esta burguesía dependía directamente
de los encargos del gobierno.
d) La existencia de los vestigios más escandalosos
y más intolerables del feudalismo en el campo,
complementados por la omnipotencia de los
terratenientes, circunstancia que echó a los
campesinos en brazos de la revolución.
e) El zarismo, que ahogaba todo lo vivo e
intensificaba con sus arbitrariedades la opresión
ejercida por
los capitalistas y los terratenientes,
circunstancia que fundió la lucha de los obreros y de
los campesinos en un solo torrente revolucionario.
f) La guerra imperialista, que fundió todas estas
contradicciones de la vida política de Rusia en una
profunda crisis revolucionaria y dió al empuje de la
revolución una fuerza increíble.
En estas condiciones, ¿hacia dónde podían
orientarse los campesinos? ¿En quién iban a buscar
apoyo contra la omnipotencia de los terratenientes,

74

contra las arbitrariedades del zar, contra la guerra


desastrosa, que arruinaba sus haciendas? ¿En la
burguesía liberal? La burguesía liberal era enemiga;
así lo había demostrado la larga experiencia de las
cuatro Dumas. ¿En los eseristas? eran,
Los eseristas
naturalmente, que
«mejores» los demócratas
constitucionalistas y tenían un programa «aceptable»,
casi campesino; pero ¿qué podían darles los eseristas,
si pensaban apoyarse sólo en los campesinos y eran
débiles en la ciudad, de donde, ante todo, sacaba sus
fuerzas el enemigo? ¿Dónde estaba la nueva fuerza
que no se detendría ante nada, ni en el campo ni en la
ciudad, que se situaría valientemente en las primeras
filas en la lucha contra el zar y los terratenientes, que
ayudaría al campesinado a romper las cadenas de la
esclavitud, de la falta de tierra, de la opresión, de la
guerra? en general, en Rusia semejante
¿Existía,
fuerza? sí que existía. Era el proletariado ruso,
Sí,
que había puesto ya de manifiesto en 1905 su fuerza,
su capacidad para luchar hasta el fin, su valentía, su
espíritu revolucionario.
En todo caso, no existía ninguna otra fuerza
semejante, ni había de dónde sacarla.
Por eso, los campesinos, después de apartarse de
los demócratas constitucionalistas y de acercarse a
los eseristas, llegaron a comprender la necesidad de
someterse a la dirección de un jefe de la revolución
tan valiente como el proletariado ruso.
Tales fueron las circunstancias que determinaron
el carácter peculiar de la revolución burguesa en
Rusia.
3) El campesinado durante la revolución
proletaria. Este período se extiende de la revolución
de febrero (1917) a la Revolución de Octubre (1917).
Es un período relativamente breve, en total ocho
meses, pero, desde el punto de vista de la formación
política y de la educación revolucionaria de las
masas, esos ocho meses bien pueden ser equiparados
a largos decenios de desarrollo constitucional
ordinario, pues son ocho meses de revolución. El
rasgo característico de este período es que los
campesinos se hacen más revolucionarios, se
desengañan de los eseristas, se apartan de ellos y dan
un nuevo viraje para agruparse de manera directa en
torno al proletariado, como única fuerza
revolucionaria consecuente hasta el fin, capaz de
llevar el país a la paz. La historia de este período es
la historia de la lucha de los eseristas (democracia
pequeñoburguesa) y de los bolcheviques (democracia
proletaria) por conquistar a los campesinos, por
ganarse a la mayoría de los campesinos. Decidieron
la suerte de esta lucha el período de la coalición, el
período de la kerenskiada, la negativa de los eseristas
y los mencheviques a confiscar las tierras de los
terratenientes, la lucha de los eseristas y los
mencheviques por la continuación de la guerra, la
ofensiva de junio en el frente, la pena de muerte para
los soldados y la sublevación de Kornílov.

J. V. Stalin

Si antes, en el período anterior, la cuestión


fundamental de la revolución era derrocar zar y el
al
Poder de los terratenientes, ahora, en el período
siguiente a la revolución de febrero, en el que ya no
había zar, y la guerra, interminable, daba el golpe de
gracia a la economía del país, arruinando
enteramente a los campesinos, la cuestión
fundamental de la revolución era acabar con la
guerra. El centro de gravedad se había desplazado,
sin dejar lugar a dudas, de las cuestiones de carácter
puramente interior a la cuestión fundamental: a la
cuestión de la guerra. «Poner fin a la guerra»,
«librarse de la guerra»: tal era el clamor general del
país extenuado y, sobre todo, de los campesinos.
Ahora bien, para librarse de la guerra, había que
derrocar al Gobierno Provisional, había que derrocar
el Poder de la burguesía, había que derrocar el Poder
de los eseristas y los mencheviques, porque eran
ellos, y sólo ellos, quienes dilataban la guerra hasta
«la victoria final». En realidad, no había más camino
para salir de la guerra que el derrocamiento de la
burguesía.
Fue aquélla una nueva revolución, una revolución
proletaria, porque arrojaba del Poder a la última
fracción, a la fracción de extrema izquierda de la
burguesía imperialista, a los partidos eserista y
menchevique, para crear un nuevo Poder, un Poder
proletario, el Poder de los Soviets, para llevar al
Poder al Partido del proletariado revolucionario, al
Partido Bolchevique, al Partido de la lucha
revolucionaria contra la guerra imperialista y por una
paz democrática. La mayoría de los campesinos
apoyó la lucha de 1015 obreros por la paz, por el
Poder de los Soviets.
Para los campesinos no había otra salida. No
podía haber otra salida.
El período de la kerenskiada fue, por tanto, la
enseñanza más palmaria para las masas trabajadoras
del campo, pues demostró evidentemente que, bajo el
Poder de los eseristas y de los mencheviques, el país
no se libraría de la guerra y los campesinos no
obtendrían ni la tierra ni la libertad; que los
mencheviques y los eseristas sólo se distinguían de
los demócratas constitucionalistas por sus discursos
melifluos y sus promesas engañosas, practicando, en
realidad, la misma política imperialista que los
demócratas constitucionalistas; que el único Poder
capaz de sacar al país del atolladero era el Poder de
los Soviets. La prolongación de la guerra no hizo más
que confirmar lo acertado de esta lección, espoleando
la revolución e impulsando a millones y millones de
campesinos y soldados a agruparse de manera
directa en torno a la revolución proletaria. El
aislamiento de los eseristas y de los mencheviques
llegó a ser un hecho indudable. Sin las enseñanzas
palmarias del período de la coalición, no hubiera sido
posible la dictadura del proletariado.
Tales fueron las circunstancias que facilitaron el

Los fundamentos del leninismo

proceso de transformación de la revolución burguesa


en revolución proletaria.
Así se llegó en Rusia a la dictadura del
proletariado.
4) El campesinado después de la consolidación
del Poder Soviético. Si antes, en el primer período de
la revolución, la cuestión consistía principalmente en
derrocar el zarismo, y más tarde, después de la
revolución de febrero, consistía, ante todo, en salir de
la guerra imperialista mediante el derrocamiento de
la burguesía, ahora, después de terminada laguerra
civil y consolidado el Poder Soviético, pasan a
primer plano las cuestiones de la edificación
económica. Reforzar y desarrollar la industria
nacionalizada; ligar, a este efecto, con la
la industria
economía campesina a través del
comercio regulado
por el Estado; sustituir el sistema de contingentación
por el impuesto en especie, para luego, disminuyendo
gradualmente este impuesto, pasar al cambio de
artículos industriales por productos de la economía
campesina; reanimar el comercio y desarrollar la
cooperación, atrayendo a ésta a millones de
campesinos: así esbozaba Lenin las tareas inmediatas
de la edificación económica, encaminada a sentar los
cimientos de la economía socialista.
Dicen que esta tarea puede ser superior a las
fuerzas de un país campesino como Rusia. Algunos
escépticos llegan incluso a afirmar que esta tarea es
puramente utópica, irrealizable, porque las
campesinos son campesinos, es decir, pequeños
productores, y no pueden, por tanto, ser utilizados
para organizar los cimientos de la producción
socialista.
Pero los escépticos se equivocan, porque no
toman en consideración algunas circunstancias que
tienen, en este caso, una importancia decisiva.
Veamos las principales.
Primera. No hay que confundir al campesinado de
la Unión Soviética con el campesinado del
Occidente. Un campesinado que ha pasado por la
escuela de tres revoluciones, que ha luchado del
brazo del proletariado y bajo la dirección del
proletariado contra el zar y el Poder burgués, un
campesinado que ha recibido de manos de la
la tierra y la
revolución proletaria paz y que, por ello,
se ha en reserva del proletariado, este
convertido
campesinado no puede por menos de diferenciarse
del campesinado que ha luchado en la revolución
burguesa bajo la dirección de la burguesía liberal, ha
recibido manos de esta burguesía y se ha
la tierra de
convertido, por ello, en reserva de la burguesía.
Huelga demostrar que el campesino soviético,
acostumbrado a apreciar la amistad política y la
colaboración política del proletariado y que debe su
libertad a esta amistad y a esta colaboración, no
puede por menos de estar extraordinariamente
predispuesto a colaborar económicamente con el
proletariado.
75

Engels decía que «la conquista del Poder político


por el partido socialista se ha ido dibujando como
una meta próxima», que, «para conquistar el Poder
político, este partido tiene antes que ir de la ciudad al
campo y convertirse aquí en una potencia» (v.
Engels, «El problema campesino», ed. 1922). Engels
escribió estas palabras en el último decenio del siglo
pasado, refiriéndose a los campesinos del Occidente.
¿Es necesario demostrar que los comunistas rusos,
que han llevado a cabo en este terreno una labor
gigantesca en el transcurso de tres revoluciones, han
conseguido crearse ya en el campo una influencia y
un apoyo con los que nuestros compañeros del
Occidente no pueden ni siquiera soñar? ¿Cómo es
posible negar que esta circunstancia no puede por
menos de facilitar de modo radical el establecimiento
de la colaboración económica entre la clase obrera y
los campesinos de Rusia?
Los escépticos repiten machaconamente que los
pequeños campesinos son un factor incompatible con
la edificación socialista. Pero escuchad lo que dice
Engels a propósito de los pequeños campesinos del
Occidente:

«Nosotros estamos resueltamente de parte del


pequeño campesino; haremos todo es
cuanto
admisible para hacer más llevadera su suerte, para
hacerle más fácil el paso al régimen cooperativo,
caso de que se decida a él, e incluso para facilitarle
un largo plazo de tiempo para que lo piense en su
parcela, si no se decide a tomar todavía esta
determinación. Y lo hacemos así, no sólo porque
consideramos posible el paso él nuestro lado del
pequeño campesino que trabaja su tierra, sino además
por un interés directo de partido. Cuanto mayor sea el
número de campesinos a quienes ahorremos su caída
efectiva en el proletariado, a quienes podamos ganar
ya para nosotros como campesinos, más rápida y
fácilmente se llevará a cabo la transformación social.
No está en nuestro interés el tener que esperar, para
esta transformación, a que se desarrolle en todas
partes, hasta sus últimas consecuencias, la
producción capitalista, a que hayan caído en las
garras de la gran producción capitalista hasta el
último pequeño artesano y el último pequeño
campesino. Los sacrificios materiales que haya que
hacer en este sentido en interés de los campesinos, a
costa de los fondos públicos, podrán ser
considerados, desde el punto de vista de la economía
capitalista, como dinero tirado, pero serán, a pesar de
eso, una excelente inversión, pues ahorrarán, tal vez,
una cantidad decuplicada en los gastos de la
reorganización de la sociedad en general. Por tanto,
en este sentido podremos proceder con los
campesinos muy generosamente" (v. obra citada).

Así hablaba Engels, refiriéndose a los campesinos


del Occidente. Pero ¿no está claro, acaso, que lo que

76

Engels dice no a cabo en ningún sitio


puede llevarse
con tanta facilidad como en el país de la
ni plenitud
dictadura del proletariado? ¿Acaso no está claro que
sólo en la Rusia Soviética puede darse sin dilación e
íntegramente «el paso a nuestro lado del pequeño
campesino que trabaja por su cuenta» y que los
«sacrificios materiales» y la «generosidad respecto a
los campesinos», necesarios para ello, así como otras
medidas análogas en beneficio de los campesinos, se
aplican ya en Rusia? ¿Cómo puede negarse que esta
circunstancia tiene, a su vez, que facilitar e impulsar
la edificación económica del País Soviético?
Segunda. No hay que confundir la agricultura de
Rusia con la del Occidente. En el Occidente, la
agricultura se desarrolla siguiendo la ruta habitual del
capitalismo, en medio una de profunda
diferenciación con grandes fincas
de los campesinos,
y latifundios privados capitalistas en uno de los
polos, y, en el otro, pauperismo, miseria y esclavitud
asalariada. Allí son completamente naturales, a
consecuencia de ello, la disgregación y la
descomposición. No sucede así en Rusia. En nuestro
país, la agricultura no puede desarrollarse siguiendo
esa ruta, ya que la existencia del Poder Soviético y la
nacionalización de los instrumentos v medios de
producción fundamentales no permiten semejante
desarrollo. En Rusia, el desarrollo de la agricultura
debe seguir otro camino, el camino de la cooperación
de millones de campesinos pequeños y medios, el
camino del desarrollo de la cooperación en masa en
el campo, fomentada por el Estado mediante créditos
concedidos en condiciones ventajosas. Lenin
indicaba acertadamente, en sus artículos sobre la
cooperación, que el desarrollo de la agricultura de
nuestro país debía seguir un camino nuevo,
incorporando amayoría de
la los campesinos a la
edificación socialista a través de la cooperación,
introduciendo gradualmente en la economía rural el
principio del colectivismo, primero en la venta de los
productos agrícolas y después en su producción.
En este sentido, son sumamente interesantes
algunos fenómenos nuevos que se presentan en el
campo, en relación con la cooperación agrícola. Es
sabido que en el seno de la Unión de Cooperativas
Agrícolas han surgido, en diferentes ramas de la
economía rural -en la producción de lino, de patata,
de manteca, etc.-, nuevas y fuertes organizaciones
con un gran porvenir. Entre ellas figura, por ejemplo,
la Cooperativa Central del Lino, que agrupa a toda
una red de cooperativas campesinas de producción de
lino. La Cooperativa Central del Lino se ocupa de
suministrar a los campesinos semillas e instrumentos
de reproducción, compra después a los mismos
campesinos toda su producción de lino, la vende en
gran escala en el mercado, garantiza a los
campesinos una participación en los beneficios y, de
este modo, liga la economía campesina, a través de la
Unión de Cooperativas Agrícolas, con la industria del

J. V. Stalin

Estado. ¿Qué nombre debe darse a semejante forma


de organización de la producción? Se trata, a mi
juicio, de un sistema doméstico de gran producción
agrícola socialista de Estado. Hablo de un sistema
doméstico de producción socialista por de Estado
analogía con el sistema de trabajo a domicilio del
capitalismo, por ejemplo, en la industria textil, donde
los artesanos, que recibían del capitalismo la materia
prima y los instrumentos de trabajo y le entregaban
toda su producción, eran de hecho obreros
semiasalariados a domicilio. Este es uno de los
numerosos ejemplos indicadores del camino que
debe seguir en nuestro país el desarrollo de la
agricultura. Ya no hablo aquí de otros ejemplos de la
misma índole en otras ramas de la agricultura.
No creo que sea necesario demostrar que la
inmensa mayoría de los campesinos seguirán de buen
grado esta nueva vía de desarrollo, rechazando la vía
de los latifundios privados capitalistas y de la
esclavitud asalariada, la vía de la miseria y de la
ruina.
He aquí lo que dice Lenin de las vías del
desarrollo de nuestra agricultura:

«Todos los grandes medios de producción en


poder del Estado y el Poder del Estado en manos del
proletariado; la alianza de este proletariado con
millones y millones de pequeños y muy pequeños
campesinos; asegurar la dirección de los campesinos
por el proletariado, etc., ¿acaso no es esto todo lo que
se necesita para edificar la sociedad socialista
completa partiendo de la cooperación, y nada más
que de la cooperación, a la que antes tratábamos de
mercantilista y que ahora, bajo la Nep, merece
también, en cierto modo, el mismo trato; acaso no es
esto todo lo imprescindible para edificar la sociedad
socialista completa? Eso no es todavía la edificación
de la sociedad socialista, pero sí todo lo
imprescindible y lo suficiente para esta edificación»
(v, t. XXVII, pág. 392).

Hablando más adelante de la necesidad de prestar


apoyo financiero y de toda otra a la
índole
cooperación, como a un «nuevo principio de
organización de la población» y a un nuevo «régimen
social» bajo la dictadura del proletariado, Lenin dice:
«Todo régimen surge exclusivamente con
social
el apoyo financiero una clase determinada. Huelga
de
recordar los centenares y centenares de millones de
rublos que costó el nacimiento del «libre»
capitalismo. Ahora debemos para obrar
comprender,
en consecuencia, que que en el
el régimen social al
presente debemos prestar un apoyo extraordinario es
el régimen cooperativo. Pero hay que apoyarlo en el
verdadero sentido de la palabra, es decir, no basta
con entender por tal apoyo la ayuda prestada a
cualquier cambio cooperativo, sino que por tal apoyo

Los fundamentos del leninismo

hay que entender el prestado a un cambio


cooperativo en el que participen efectivamente
verdaderas masas de la población» (v, lugar citado,
pág. 393).

¿Qué nos dicen todas estas circunstancias? Nos


dicen que los escépticos no tienen razón.
Nos dicen que quien tiene razón es el leninismo,
que ve en las masas trabajadoras del campo la
reserva del proletariado.
Nos dicen que el proletariado en el Poder puede y
debe utilizar esta reserva, para vincular la industria a
la agricultura, para impulsar la construcción
socialistay dar a la dictadura del proletariado la base
que necesita y sin la cual es imposible el paso a la
economía socialista.

VI. La cuestión nacional


Analizaré dos cuestiones fundamentales de este
tema:
a) planteamiento de la cuestión,
b) el movimiento de liberación de los pueblos
oprimidos y la revolución proletaria.
1) Planteamiento de la cuestión. Durante los dos
últimos decenios, la cuestión nacional ha sufrido una
serie de cambios muy importantes. La cuestión
nacional del período de la II Internacional y la
cuestión nacional del período del leninismo distan
mucho de ser lo mismo. No sólo se diferencian
profundamente por su extensión, sino por su carácter
interno.
Antes, la cuestión nacional no se salía, por lo
común, de un estrecho círculo de problemas,
relacionados principalmente con las nacionalidades
«cultas». Irlandeses, húngaros, polacos, finlandeses,
serbios y algunas otras nacionalidades europeas: tal
era el conjunto, de pueblos sin plenitud de derechos
por cuya suerte se interesaban los personajes de la II
Internacional. Los pueblos asiáticos y africanos -
decenas y centenares de millones de personas-, que
sufren la opresión nacional en su forma más brutal y
más cruel, quedaban generalmente fuera de su
horizonte visual. No se decidían a poner en un mismo
plano a los blancos y a los negros, a los pueblos
«cultos» y a los «incultos». De dos o tres
resoluciones vacuas y agridulces, en las que se eludía
cuidadosamente el problema de la liberación de las
colonias, era todo de lo que podían vanagloriarse los
personajes de la II Internacional. Hoy, esa doblez y
esas medias tintas en la cuestión nacional deben
considerarse suprimidas. El leninismo ha puesto al
desnudo esta incongruencia escandalosa, ha
demolido la muralla entre los blancos y los negros,
entre los europeos y los asiáticos, entre los esclavos
«cultos» e «incultos» del imperialismo, y con ello ha
vinculado la cuestión nacional al problema de las
colonias. Con ello, la cuestión nacional ha dejado de
ser una cuestión particular e interna de los Estados

77
para convertirse en una cuestión general e
internacional, en la cuestión mundial de liberar del
yugo del imperialismo a los pueblos oprimidos de los
países dependientes y de las colonias.
Antes, el principio de la autodeterminación de las
naciones salía interpretarse desacertadamente,
reduciéndolo, con frecuencia, al derecho de las
naciones a la autonomía. Algunos líderes de la II
Internacional llegaron incluso a convertir el derecho
a la autodeterminaciónen el derecho a la autonomía
cultural, es decir, en el derecho de las naciones
oprimidas a tener sus propias instituciones culturales,
dejando todo el Poder político en manos de la nación
dominante. Esta circunstancia hacía que la idea de la
autodeterminación corriese el riesgo de
transformarse, deun arma para luchar contra las
anexiones, en un instrumento para justificarlas, Hoy,
esta confusión debe considerarse suprimida. El
leninismo ha ampliado el concepto de la
autodeterminación, como el derecho
interpretándolo
de los pueblos oprimidos de los países dependientes
y de las colonias a la completa separación, como el
derecho de las naciones a existir como Estados
independientes. Con ello, se eliminó la posibilidad de
justificar las anexiones mediante la interpretación del
derecho a la autodeterminación como el derecho a la
autonomía. El principio mismo de
autodeterminación, que en manos de los
socialchovinistas sirvió, indudablemente, durante la
guerra imperialista, de instrumento para engañar a las
masas, convirtióse, de este modo, en instrumento
para desenmascarar todos y cada uno de los apetitos
imperialistas y maquinaciones chovinistas, en
instrumento de educación política de las masas en el
espíritu del internacionalismo.
Antes, la cuestión de las naciones oprimidas solía
considerarse como una cuestión puramente jurídica.
Los partidos de la II Internacional se contentaban con
la proclamación solemne de la «igualdad de derechos
de las naciones» y con innumerables declaraciones
sobre la «igualdad de las naciones», encubriendo el
hecho de que, en el imperialismo, en el que un grupo
de naciones (la minoría) vive a expensas de la
explotación de otro grupo de naciones, la «igualdad
de las naciones» es un escarnio para los pueblos
oprimidos. Ahora, esta concepción jurídica burguesa
de la cuestión nacional debe considerarse
desenmascarada. El leninismo ha hecho descender la
cuestión nacional, desde las cumbres de las
declaraciones altisonantes, a la tierra, afirmando que
las declaraciones sobre la «igualdad de las naciones»,
si no son respaldadas por el apoyo directo de los
partidos proletarios a la lucha de liberación de los
pueblos oprimidos, no son más que declaraciones
huecas e hipócritas. Con ello, la cuestión de las
naciones oprimidas se en la cuestión de
ha convertido
apoyar, de ayudar, y
de ayudar de un modo real y
constante, a las naciones oprimidas en su lucha

78
contra el imperialismo, por la verdadera igualdad de
las naciones, por su existencia como Estados
independientes.
Antes, la cuestión nacional se enfocaba de un
modo reformista, como una cuestión aislada,
independiente, sin relación alguna con la cuestión
general del Poder del capital, del derrocamiento del
imperialismo, de la revolución proletaria. Dábase
tácitamente por supuesto que la victoria del
proletariado de Europa era posible sin una alianza
directa con el movimiento de liberación de las
colonias, que la cuestión nacional y colonial podía
resolverse a la chita callando, «de por sí», al margen
de la vía magna de la revolución proletaria, sin una
lucha revolucionaria contra el imperialismo. Ahora,
este punto de vista antirrevolucionario debe
considerarse desenmascarado. El leninismo
demostró, y la guerra imperialista y la Devolución en
Rusia lo han corroborado, que el problema nacional
sólo puede resolverse en relación con la revolución
proletaria y sobre la base de ella; que el camino del
triunfo de la revolución en el Occidente pasa a través
de la alianza revolucionaria con el movimiento de
liberación de las colonias y de los países
dependientes contra el imperialismo. La cuestión
nacional es una parte de la cuestión general de la
revolución proletaria, una parte de la cuestión de la
dictadura del proletariado.
La cuestión se plantea así: ¿se han agotado ya las
posibilidades revolucionarias que ofrece el
movimiento revolucionario de liberación de los
países oprimidos o no se han agotado? Y si no se han
agotado, ¿hay esperanza de aprovechar estas
la
posibilidades para la revolución proletaria, de
convertir a los países dependientes y a las colonias,
de reserva de la burguesía imperialista, en reserva del
proletariado revolucionario, en aliado suyo?, ¿hay
fundamento para ello?
El leninismo da a esta pregunta una respuesta
afirmativa, es decir, reconoce que en el seno del
movimiento de liberación nacional de los países
oprimidos hay fuerzas revolucionarias y que es
posible utilizar esas fuerzas para el derrocamiento del
enemigo común, para el derrocamiento del
imperialismo. La mecánica del desarrollo del
imperialismo, la guerra imperialista y la revolución
en Rusia confirman plenamente las conclusiones del
leninismo a este respecto.
De aquí la necesidad de que el proletariado de las
naciones «imperiales» apoye decidida y
enérgicamente el movimiento de liberación nacional
de los pueblos oprimidos y dependientes.
Esto no significa, por supuesto, que el
proletariado deba apoyar todo movimiento nacional,
siempre y en todas partes, en todos y en cada uno de
los casos concretos. De lo que se trata es de apoyar
los movimientos nacionales encaminados a debilitar
el imperialismo, a derrocarlo, y no a reforzarlo y
J. V. Stalin

mantenerlo. Hay casos en que los movimientos


nacionales de determinados países oprimidos
chochan con los intereses del desarrollo del
movimiento proletario. su peso que en esos
Cae de
casos ni siquiera puede hablarse de apoyo. La
cuestión de los derechos de las naciones no es una
cuestión aislada, independiente, sino una parte de la
cuestión general de la revolución proletaria, una parte
supeditada al todo y que debe ser enfocada desde el
punto de vista del todo. En los años del 40 del siglo
pasado, Marx defendía el movimiento nacional de los
polacos y de los húngaros contra el movimiento
nacional de los checos y de los sudeslavos. ¿Por qué?
Porque los checos y los sudeslavos eran por aquel
entonces «pueblos reaccionarios», «puestos
avanzados de Rusia» en Europa, puestos avanzados
del absolutismo, mientras que los polacos y los
húngaros eran «pueblos revolucionarios», que
luchaban contra el absolutismo. Porque apoyar el
movimiento nacional de los checos y de los
sudeslavos significaba entonces apoyar
indirectamente al zarismo, el enemigo más peligroso
del movimiento revolucionario de Europa.

«Las distintas reivindicaciones de la democracia -


dice Lenin-, incluyendo la de la autodeterminación,
no son algo absoluto, sino una partícula de todo el
movimiento democrático (hoy, socialista) mundial.
Puede suceder que, en un caso dado, una partícula se
halle en contradicción con el todo; entonces, hay que
desecharla» (v. t. XIX, págs. 257~258).

Así se plantea la cuestión de los distintos


movimientos nacionales, y del carácter, posiblemente
reaccionario, de estos movimientos, siempre y
cuando, naturalmente, que no se los enfoque desde
un punto de vista formal, desde el punto de vista de
los derechos abstractos, sino en un plano concreto,
desde el punto de vista de los intereses del
movimiento revolucionario.
Otro tanto hay que decir del carácter
revolucionario de los movimientos nacionales en
general. El carácter indudablemente revolucionario
de la inmensa mayoría de los movimientos
nacionales es algo tan relativo y peculiar, como lo es
el carácter posiblemente reaccionario de algunos
movimientos nacionales concretos. El carácter
revolucionario del movimiento nacional, en las
condiciones de la opresión imperialista, no presupone
forzosamente, ni mucho menos, la existencia de
elementos proletarios en el movimiento, la existencia
de un programa revolucionario o republicano del
movimiento, la existencia en éste de una base
democrática. La lucha del emir de Afganistán por la
independencia su país es una lucha objetivamente
de
revolucionaria, a pesar de las ideas monárquicas del
emir y de sus partidarios, porque esa lucha debilita al
imperialismo, lo descompone, lo socava. En cambio,

Los fundamentos del leninismo

la lucha de demócratas y «socialistas», de


«revolucionarios» y republicanos tan «radicales»
como Kerenski y Tsereteli, Renaudel y Scheidemann,
Cherna v y Dan, y Clynes durante la
Henderson
guerra imperialista era una lucha reaccionaria,
porque el resultado que se obtuvo con ello fue pintar
de color de rosa, fortalecer y dar la victoria al
imperialismo. La lucha de los comerciantes y de los
intelectuales burgueses egipcios por la independencia
de Egipto es, por las mismas causas, una lucha
objetivamente revolucionaria, a pesar del origen
burgués y de la condición burguesa de los líderes del
movimiento nacional egipcio, a pesar de que estén en
contra del socialismo. En cambio, la lucha del
gobierno «obrero» inglés por mantener a Egipto en
una situación de dependencia es, por las mismas
causas, una lucha reaccionaria, a pesar del origen
proletario y del título proletario de los miembros de
ese gobierno, a pesar de que son «partidarios» del
socialismo. Y no hablo ya del movimiento nacional
de otras colonias y países dependientes más grandes,
como la India y China, cada uno de cuyos pasos por
la senda de la liberación, aún cuando no se ajuste a
los requisitos de la democracia formal, es un terrible
mazazo asestado al imperialismo, es decir, un paso
indiscutiblemente revolucionario.
Lenin tiene razón cuando dice que el movimiento
nacional de los países oprimidos no debe valorarse
desde el punto de vista de la democracia formal, sino
desde el punto de vista de los resultados prácticos
dentro del balance general de la lucha contra el
imperialismo, es decir, que debe enfocarse «no
aisladamente, sino en escala mundial» (v, t. XIX,
pág. 257).
2) El movimiento de liberación de los pueblos
oprimidos y la revolución proletaria. Al resolver la
cuestión nacional, el leninismo parte de los principios
siguientes:
a) el mundo está dividido en dos campos: el que
integran un puñado de naciones civilizadas, que
poseen el capital financiero y explotan a la inmensa
mayoría de la población del planeta, y el campo de
los pueblos oprimidos y explotados de las colonias y
de los países dependientes, que forman esta mayoría;
b) las colonias y los países dependientes,
oprimidos y explotados por el capital financiero,
constituyen una formidable reserva y el más
importante manantial de fuerzas para el
imperialismo;
c) la lucha revolucionaria de los pueblos
oprimidos de las colonias y de los países
dependientes contra el imperialismo es el único
camino por el que dichos pueblos pueden
emanciparse y de la explotación;
de la opresión
d) las colonias y
países dependientes
los más
importantes han iniciado ya el movimiento de
liberación nacional, que tiene que conducir por
fuerza a la crisis del capitalismo mundial;

79

e) los intereses del movimiento proletario en los


países desarrollados y del movimiento de liberación
nacional en las colonias exigen la unión de estas dos
formas del movimiento revolucionario en un frente
común contra el enemigo común, contra el
imperialismo;
f) la clase obrera en los países desarrollarlos no
puede triunfar, ni los pueblos oprimidos liberarse del
yugo del imperialismo, sin la y
formación
consolidación de un frente revolucionario común;
g) este frente revolucionario común no puede
formarse si el proletariado de las naciones opresoras
no presta un apoyo directo y resuelto al movimiento
de liberación de los pueblos oprimidos contra el
imperialismo «de su propia patria», pues «el pueblo
que oprime a otros pueblos no puede ser libre»
(Engels);
h) este apoyo significa: sostener, defender y llevar
a la práctica la consigna del derecho de las naciones a
la separación y a la existencia como Estados
independientes;
i) sin poner en práctica esta consigna es imposible
lograr la unificación y la colaboración de las
naciones en una sola economía mundial, que
constituye la base material para el triunfo del
socialismo en el mundo entero;
j) esta unificación sólo puede ser una unificación
voluntaria, erigida sobre la base de la confianza
mutua y de relaciones fraternales entre los pueblos.
De aquí se derivan dos aspectos, dos tendencias
en la cuestión nacional: la tendencia a liberarse
políticamente de las cadenas del imperialismo y a
formar Estados nacionales independientes, que ha
surgido sobre la base de la opresión imperialista y de
la explotación colonial, y la tendencia al
acercamiento económico de las naciones, que ha
surgido a consecuencia de la formación de un
mercado y una economía mundiales.

«El capitalismo en desarrollo -dice Lenin- conoce


dos tendencias históricas en la cuestión nacional.
Primera: el despertar de la vida nacional y de los
movimientos nacionales, la lucha contra toda
opresión nacional, la creación de Estados nacionales.
Segunda; el desarrollo y la multiplicación de
vínculos de todo género entre las naciones, la
destrucción de las barreras nacionales, la creación de
la unidad internacional del capital, de la vida
económica en general, de la política, de la ciencia,
etc.
Ambas tendencias son una ley mundial del
capitalismo. La primera predomina en los comienzos
de su desarrollo; la segunda caracteriza al
capitalismo maduro, que marcha hacia su
transformación en sociedad socialista» (v, t. XVII,
págs. 139-140).

Para el imperialismo, estas dos tendencias son

80
contradicciones inconciliables, porque el
imperialismo no puede vivir sin explotar a las
colonias y sin mantenerlas por la fuerza en el marco
de «un todo único»; porque el imperialismo no puede
aproximar a las naciones más que mediante
anexiones y conquistas coloniales, sin las que,
hablando en términos generales, es inconcebible.
Para el comunismo, por el contrario, estas
tendencias no son más que dos aspectos de un mismo
problema, del problema de liberar del yugo del
imperialismo a los pueblos oprimidos, porque el
comunismo sabe que la unificación de los pueblos en
una economía mundial sólo es posible sobre la
sola
base de la confianza mutua y del libre consentimiento
y que para llegar a la unión voluntaria de los pueblos
hay que pasar por la separación de las colonias del
«todo único» imperialista y por su transformación en
Estados independientes.
De aquí la necesidad de una lucha tenaz,
incesante, resuelta, contra el chovinismo imperialista
de los «socialistas» de las naciones dominantes
(Inglaterra, Francia, Estados Unidos de América,
Italia, Japón, etc.), que no quieren combatir a sus
gobiernos imperialistas ni apoyar la lucha de los
pueblos oprimidos «sus»
de colonias por liberarse de
la opresión, separarse y formar Estados
independientes.
Sin esta lucha es inconcebible la educación de la
clase obrera de las naciones dominantes en un
espíritu de verdadero Internacionalismo, en un
espíritu de acercamiento a las masas trabajadoras de
los países dependientes y de las colonias, en un
espíritu de verdadera preparación de la revolución
proletaria. La revolución no en Rusia,
habría vencido
y Kolchak y no hubieran sido derrotados, si
Denikin
el proletariado ruso no hubiese tenido de su parte la
simpatía y el apoyo de los pueblos oprimidos del
antiguo Imperio Ruso. Ahora bien, para ganarse la
simpatía y el apoyo de estos pueblos, el proletariado
ruso tuvo, ante todo, que romper las cadenas del
imperialismo ruso y librarlos de la opresión nacional.
De otra manera, hubiera sido imposible consolidar
el Poder Soviético, implantar el verdadero
internacionalismo y crear esa magnífica organización
de colaboración de los pueblos que lleva el nombre
de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y que
es el prototipo viviente de la futura unificación de los
pueblos en una sola economía mundial.
De aquí la necesidad de luchar contra el
aislamiento nacional, contra la estrechez nacional,
contra el particularismo de los socialistas de los
países oprimidos, que no quieren subir más arriba de
su campanario nacional y no comprenden la relación
existente entre el movimiento de liberación de su país
y el movimiento proletario de los países dominantes.
Sin esa lucha es inconcebible defender la política
independiente del proletariado de las naciones
oprimidas y su solidaridad de Clase con el

J. V. Stalin
proletariado de los países dominantes en la lucha por
derrocar al enemigo común, en la lucha por derrocar
al imperialismo.
Sin esa lucha, el internacionalismo sería
imposible.
Tal es el camino para educar a las masas
trabajadoras de las naciones dominantes y de las
oprimidas en el espíritu del internacionalismo
revolucionario.
He aquí lo que dice Lenin de esta doble labor del
comunismo para educar a los obreros en el espíritu
del internacionalismo:

«Esta educación... ¿puede ser concretamente igual


en las grandes naciones, en las naciones opresoras,
que en las pequeñas naciones oprimidas, en las
naciones anexionistas que en las naciones
anexionadas?
Evidentemente, no. El camino hacia el objetivo
común -la completa igualdad de derechos, el más
estrecho acercamiento y la ulterior fusión de todas las
naciones- sigue aquí, evidentemente, distintas rutas
concretas, lo mismo que, por ejemplo, el camino
conducente a un punto situado en el centro de esta
página parte hacia la izquierda de una de sus
márgenes y de la margen opuesta. Si
hacia la derecha
el socialdemócrata una gran nación opresora,
de
anexionista, profesando, en general, la teoría de la
fusión de las naciones, se olvida, aunque sólo sea por
un instante, de que «su» Nicolás II, «su» Guillermo,
«su» Jorge, «su» Poincaré, etc., etc. abogan también
por la fusión con las naciones pequeñas (por medio
de anexiones) -Nicolás II aboga por la «fusión» con
Galitzia, Guillermo II por la «fusión» con Bélgica,
etc.-, ese socialdemócrata resultará ser, en teoría, un
doctrinario ridículo, y, en la práctica, un cómplice del
imperialismo.
El centro de gravedad de la educación
internacionalista de los obreros de los países
opresores tiene que estar necesariamente en la
prédica y en la defensa de la libertad de separación
de los países oprimidos. De otra manera, no hay
internacionalismo. Tenemos el derecho y el deber de
tratar de imperialista y de canalla a todo social-
demócrata de una nación opresora que no realice tal
propaganda. Esta es una exigencia incondicional,
aunque, prácticamente, la separación no sea posible
ni «realizable» antes del socialismo más que en el
uno por mil de los casos.
Y, a la inversa, el socialdemócrata de una nación
pequeña debe tomar como centro de gravedad de sus
campañas de agitación la primera palabra de nueva
fórmula general: «unión voluntaria» de las naciones.
Sin faltar a sus deberes de internacionalista, puede
pronunciarse tanto a favor de la independencia
política de su nación como a favor de su
incorporación al Estado vecino X, Y, Z, etc. Pero
deberá luchar en todos los casos contra la mezquina

Los fundamentos del leninismo

estrechez nacional, contra el aislamiento nacional,


contra el particularismo, por que se tenga en cuenta
lo total y lo por la supeditación de los
general,
intereses a los intereses de lo general.
de lo particular
A gentes que no han penetrado en el problema, les
parece «contradictorio» que los socialdemócratas de
las naciones opresoras exijan la «libertad de
separación» y los socialdemócratas de las naciones
oprimidas la «libertad de unión". Pero, a poco que se
reflexione, se ve que, partiendo de la situación dada,
no hay ni puede haber otro camino hacia el
internacionalismo y la fusión de las naciones, no hay
ni puede haber otro camino que conduzca a este fin»
(v. t. XIX, págs. 261-262).

VII. Estrategia y táctica


Analizaré seis cuestiones de este tema:
a) la estrategia y la táctica como la ciencia de
dirigir la lucha de clase del proletariado;
b) las etapas de la revolución y la estrategia;
c) los flujos y reflujos del movimiento y la táctica;
d) la dirección estratégica;
e) la dirección táctica;
f) la táctica reformista y la táctica revolucionaria.
1) La estrategia y la táctica como la ciencia de
dirigir la lucha de clase del proletariado. El período
en que dominó la II Internacional fue,
principalmente, un período de formación y de
instrucción de los ejércitos políticos en
proletarios
unas condiciones de desarrollo o menos pacífico.
más
Fue el período del parlamentarismo como forma
preponderante de la lucha de clases. Las cuestiones
de los grandes choques de clases, de la preparación
del proletariado para las batallas revolucionarias, de
las vías para llegar a la conquista de la dictadura del
proletariado, no estaban entonces -así lo parecía- a la
orden del día. La tarea reducíase a utilizar todas las
vías de desarrollo legal para formar e instruir a los
ejércitos proletarios, a utilizar el parlamentarismo
adaptándose a las condiciones dadas, en las cuales el
proletariado asumía y debía asumir -así lo parecía- el
papel de oposición. No creo que sea necesario
demostrar que, en ese período y con semejante
concepción de las tareas del proletariado, no podía
haber ni una estrategia coherente ni una táctica bien
elaborada. Había pensamientos fragmentarios, ideas
aisladas sobre táctica y estrategia, pero no había ni
táctica ni estrategia.
El pecado mortal de la II Internacional no consiste
en haber practicado en su tiempo la táctica de utilizar
las formas parlamentarias de lucha, sino en haber
sobreestimado la importancia de estas formas,
considerándolas casi las únicas; y cuando llegó el
período de las batallas revolucionarias abiertas y el
problema de las formas extraparlamentarias de lucha
pasó a primer plano, los partidos de la II
Internacional volvieron la espalda a las nuevas tareas,
renunciaron a ellas.

81

Una estrategia coherente y una táctica bien


elaborada de la lucha del proletariado sólo pudieron
trazarse en el período siguiente, en el período de las
acciones abiertas del proletariado, en el período de la
revolución proletaria, cuando la cuestión del
derrocamiento de la burguesía pasó a ser una
cuestión de la actividad práctica inmediata, cuando la
cuestión de las reservas del proletariado (estrategia)
pasó a ser una de las cuestiones más palpitantes,
cuando todas las formas de lucha y de organización -
tanto parlamentarias como extraparlamentarias
(táctica)- se revelaron con tolda nitidez. Fue
precisamente en este período cuando Lenin sacó a la
luz las geniales ideas de Marx y Engels sobre táctica
y estrategia, emparedadas por los oportunistas de la
II Internacional. Pero Lenin no se limitó a restaurar
las distintas tesis Marx y Engels. Las
tácticas de
desarrolló y las con nuevas ideas y
completó
principios, compendiándolas en un sistema de reglas
y principios de orientación para dirigir la lucha de
clase del proletariado. Obras de Lenin como «¿Qué
hacer?», «Dos tácticas», «El imperialismo», «El
Estado y la revolución», «La revolución proletaria y
el renegado Kautsky» y «La enfermedad infantil»
serán, indiscutiblemente, una valiosísima aportación
al tesoro general del marxismo, a su arsenal
revolucionario. La estrategia y la táctica del
leninismo son la ciencia de la dirección de la lucha
revolucionaria del proletariado.
2) Las etapas de la revolución y la estrategia. La
estrategia consiste en determinar la dirección del
golpe principal del proletariado, tomando por base la
etapa dada de la revolución, en elaborar el
correspondiente plan de disposición de las fuerzas
revolucionarias (de las reservas principales y
secundarias), en luchar por llevar a cabo este plan a
todo lo largo de la etapa dada de la revolución.
Nuestra revolución ha pasado ya por dos etapas y
ha entrado, después de la Revolución de Octubre, en
la tercera. De acuerdo con esto, ha ido cambiando de
estrategia.
Primera etapa. 1903 - febrero de 1917. Objetivo:
derrocar el zarismo, suprimir por completo las
supervivencias medievales. Fuerza fundamental de la
revolución: el proletariado. Reserva inmediata: el
campesinado. Dirección del golpe a
principal: aislar
la burguesía liberal monárquica, que se esforzaba en
atraerse a los campesinos y en poner fin a la
revolución mediante una componenda con el
zarismo. Plan de disposición de las fuerzas: alianza
de la clase obrera con los campesinos. «El
proletariado debe llevar a término la revolución
democrática, atrayéndose a la masa de los
campesinos, para aplastar por la fuerza la resistencia
de la autocracia y paralizar la inestabilidad de la
burguesía» (v. Lenin, t. VIII, pág. 96).
Segunda etapa. Marzo de 1917 - octubre de 1917.
Objetivo: derrocar el imperialismo en Rusia y salir de

82

la guerra imperialista. Fuerza fundamental de la


revolución: el proletariado. Reserva inmediata: los
campesinos pobres. Como reserva probable, el
proletariado de lospaíses vecinos. Como factor
favorable, la guerra, que se prolongaba, y la crisis del
imperialismo. Dirección del golpe principal: aislar a
la democracia pequeñoburguesa (mencheviques y
eseristas), que se esforzaba en atraerse a las masas
trabajadoras del campo y en poner fin a la revolución
mediante una componenda con el imperialismo. Plan
de disposición de las fuerzas: alianza del proletariado
con los campesinos pobres. «El proletariado debe
llevar a cabo la revolución socialista, atrayéndose a
la masa de los elementos semiproletarios de la
población, para romper por la fuerza la resistencia de
la burguesía y paralizar la inestabilidad de los
campesinos y de la pequeña burguesía» (v. lugar
citado).
Tercera etapa. Comienza después de la
Revolución de Octubre. Objetivo: consolidar la
dictadura del en un solo
proletariado país,
utilizándola como punto de apoyo para vencer al
imperialismo en todos los países. La revolución
rebasa el marco de un solo país; comienza la época
de la revolución mundial. Fuerzas fundamentales de
la revolución: la dictadura en un país
del proletariado
y el movimiento revolucionario del proletariado en
todos los países. Reservas principales: las masas
semiproletarias y las masas de pequeños campesinos
en los países desarrollados, así como el movimiento
de liberación en las colonias y en los países
dependientes. Dirección del golpe principal: aislar a
la democracia pequeñoburguesa, aislar a los partidos
de la II Internacional, que son el puntal más
importante de la política de componendas con el
imperialismo. Plan de disposición de las fuerzas:
alianza de la revolución proletaria con el movimiento
de liberación de las colonias y de los países
dependientes.
La estrategia se ocupa de las fuerzas
fundamentales de la revolución y
sus reservas.
de
Cambia al pasar la revolución de una etapa a otra,
permaneciendo, en lo fundamental, invariable a lo
largo de cada etapa en cuestión.
3) Los flujos y reflujos del movimiento y la
táctica. La táctica consiste en determinar la línea de
conducta del proletariado durante un período
relativamente corto de flujo o de reflujo del
movimiento, de ascenso o de descenso de la
revolución; la táctica es la lucha por la aplicación de
esta línea de conducta mediante la sustitución de las
viejas formas de lucha y de organización por formas
nuevas, de las viejas consignas por consignas nuevas,
mediante la combinación de estas formas, etc., etc.
Mientras el fin de la estrategia es ganar la guerra,
supongamos, contra el zarismo o, contra la burguesía,
llevar a término la lucha contra el zarismo o contra la
burguesía, la táctica persigue objetivos menos

J. V. Stalin

esenciales, pues no se propone ganar la guerra


tomada en su conjunto, sino tal o cual batalla, tal o
cual combate, llevar a cabo con éxito esta o aquella
campaña, esta o aquella acción, en correspondencia
con la situación concreta del período dado de ascenso
o descenso de 1ª revolución. La táctica es una parte
de la estrategia, a la que está supeditada, a la que
sirve.
La táctica cambia con arreglo a los flujos y
reflujos. Mientras que durante la primera etapa de la
revolución (1903 febrero de 1917) el plan estratégico
permaneció invariable, la táctica se modificó varias
veces. En 1903-1905, la táctica del Partido fue una
táctica ofensiva, pues se trataba de un período de
flujo de la revolución; el movimiento iba en ascenso,
y la táctica debía partir de este hecho. En
consonancia con ello, las formas de lucha eran
también revolucionarias y correspondían a las
exigencias del flujo de la revolución. Huelgas
políticas locales, manifestaciones políticas, huelga
política general, boicot de la Duma, insurrección,
consignas revolucionarias combativas: tales fueron
las formas que se
de lucha sucedieron durante este
período. En relación con las formas de lucha,
cambiaron también, en este período, las formas de
organización. Comités de fábrica, comités
revolucionarios de campesinos, comités de huelga,
Soviets de Diputados Obreros, el Partido obrero más
o menos legal: tales fueron las formas de
organización durante este período.
En el período de 1907-1912, el Partido vióse
obligado a pasar a la táctica de repliegue, pues
asistíamos a un descenso del movimiento
revolucionario, a un reflujo de la revolución, y la
táctica no podía por menos de tener en cuenta este
hecho. En consonancia con ello, cambiaron tanto las
formas de lucha como las de organización. En vez
del boicot de la Duma, participación en ella; en vez
de acciones revolucionarias abiertas fuera de la
Duma, acciones dentro de la Duma y labor en ella; en
vez de huelgas generales políticas, huelgas
económicas parciales, o simplemente calma. Se
comprende que el Partido hubo de pasar en este
período a la Clandestinidad; las organizaciones
revolucionarias de masas fueron sustituidas por
organizaciones culturales y educativas, por
cooperativas, mutualidades y otras organizaciones de
tipo legal.
Otro tanto puede decirse de la segunda y la tercera
etapas de la revolución, en el transcurso de las cuales
la táctica cambió decenas de veces, mientras los
planes estratégicos permanecían invariables.
La táctica se ocupa de las formas de lucha y de
organización del proletariado, de los cambios y de la
combinación de dichas formas. Partiendo de una
etapa dada de la revolución, la táctica puede cambiar
repetidas veces, con arreglo a los flujos y reflujos, al
ascenso o al descenso de la revolución.

Los fundamentos del leninismo

4) La dirección estratégica. Las reservas de la


revolución pueden ser:
Directas: a) el campesinado y, en general, las
capas intermedias del país; b) el proletariado de los
países vecinos; c) el movimiento revolucionario de
las colonias y de los países dependientes; d) las
conquistas y las realizaciones de la dictadura del
proletariado, a una parte de las cuales puede el
proletariado renunciar temporalmente, reservándose
la superioridad de fuerzas, con
de sobornar a objeto
un adversario fuerte y
una tregua.
conseguir
Indirectas: a) las contradicciones y conflictos
entre las clases no proletarias del propio país,
contradicciones y conflictos que el proletariado
puede aprovechar para debilitar al adversario y para
reforzar las propias reservas; b) las contradicciones,
conflictos y guerras (por ejemplo, la guerra
imperialista) entre los Estados burgueses hostiles al
Estado proletario, contradicciones, conflictos y
guerras que el proletariado puede aprovechar en su
ofensiva o al maniobrar, caso de verse obligado a
batirse en retirada.
No vale la pena detenerse en las reservas de la
primera categoría, ya que su significación es clara
para todo el mundo. En cuanto a las reservas de la
segunda categoría, cuya significación no es siempre
clara, hay que decir que tienen a veces una
importancia primordial para la marcha de la
revolución. Difícilmente podrá negarse, por ejemplo,
la inmensa importancia del conflicto entre la
democracia pequeñoburguesa (eseristas) y la
burguesía liberal monárquica (demócratas
constitucionalistas) durante la primera revolución y
después de ella, conflicto que contribuyó,
indudablemente, a liberar al campesinado de la
influencia de la burguesía. y aún
menos razones
hay
para negar la importancia gigantesca que tuvo la
guerra a muerte librada entre los principales grupos
imperialistas en el período de la Revolución de
Octubre, cuando los imperialistas, ocupados en
guerrear unos contra otros, no pudieron concentrar
sus fuerzas contra el joven Poder Soviético, siendo
precisamente esta circunstancia la que permitió al
proletariado entregarse a organizar sus
de lleno
fuerzas, a consolidar y a preparar el
su Poder
aplastamiento de Kolchak y Denikin. Es de suponer
que hoy, cuando las contradicciones entre los grupos
imperialistas se acentúan cada vez más y se hace
inevitable una nueva guerra entre ellos, esta clase de
reservas tendrá para el proletariado una importancia
cada vez mayor.
La misión de la dirección estratégica consiste en
saber utilizar acertadamente todas estas reservas,
para conseguir el objetivo fundamental de la
revolución en cada etapa dada de su desarrollo.
¿En qué consiste el saber utilizar acertadamente
las reservas?
En cumplir algunas condiciones necesarias, entre

83

las que deben considerarse principales las siguientes:


Primera. Concentrar contra el punto más
vulnerable del adversario las principales fuerzas de la
revolución en el momento decisivo, cuando la
revolución ha madurado ya, cuando la ofensiva
marcha a todo vapor, cuando la insurrección llama a
la puerta y cuando el acercar las reservas a la
vanguardia es una condición decisiva del éxito.
Como ejemplo demostrativo de lo que es saber
utilizar de este modo las reservas puede considerarse
la estrategia del Partido en el período de abril a
octubre de 1917. Es indudable que el punto más
vulnerable del adversario durante este período era la
guerra. Es indudable que, tomando precisamente este
problema como el problema básico, fue como el
Partido agrupó en tomo a la vanguardia proletaria a
las más amplias masas de la población. La estrategia
del Partido en dicho período consistía en entrenar a la
vanguardia en acciones de calle, por medio de
manifestaciones y demostraciones, y, al mismo
tiempo, en acercar las reservas a la vanguardia, a
través de los Soviets en la retaguardia y de los
comités de soldados en el frente. El resultado de la
revolución demostró que se había sabido utilizar
acertadamente las reservas.
He aquí lo que a propósito de esta condición del
empleo estratégico de las fuerzas revolucionarias
dice Lenin, parafraseando las conocidas tesis de
Marx y Engels sobre la insurrección:

«1) �o jugar nunca a la insurrección, y, una vez


empezada ésta, saber firmemente que hay que
llevarla a término.
2) Hay que concentrar en el lugar y en el
momento decisivos fuerzas muy superiores, porque,
de lo contrario, el enemigo, mejor preparado y
organizado, aniquilará a los insurrectos.
3) Una vez empezada la insurrección, hay que
proceder con la mayor decisión y pasar obligatoria e
incondicionalmente a la ofensiva. «La defensiva es la
muerte de la insurrección armada».
4) Hay que esforzarse en pillar al enemigo
desprevenido, hay que aprovechar en el momento
que sus tropas se hallen dispersas.
5) Hay que esforzarse en obtener éxitos diarios,
aunque sean pequeños (incluso podría decirse que a
cada hora, si se trata de una sola ciudad),
manteniendo a toda costa la «superioridad moral» (v.
t. XXI, págs. 319-320).

Segunda. Descargar el golpe decisivo, comenzar


la insurrección, cuando la crisis ha llegado ya a su
punto culminante, cuando la vanguardia está
dispuesta a luchar hasta el fin, cuando la reserva está
dispuesta a apoyar a la vanguardia y el desconcierto
en las filas del enemigo ha alcanzado ya su grado
máximo.

84

Se puede considerar completamente maduro el


momento de la batalla decisiva -dice Lenin- si «(1)
todas las fuerzas que nos son adversas están
de clase
suficientemente en
sumidasla confusión,
suficientemente enfrentadas entre sí, suficientemente
debilitadas por una lucha superior a sus fuerzas»; si
«(2) todos los elementos vacilantes, volubles,
inconsistentes, intermedios, es decir, la pequeña
burguesía, la democracia pequeño burguesa, que se
diferencia de la burguesía, se han desenmascarado
suficientemente ante el pueblo, se han cubierto
suficientemente de oprobio por su bancarrota
práctica»; si «(3) en las masas proletarias empieza a
aparecer y a extenderse con poderoso impulso el afán
de apoyar las acciones revolucionarias más resueltas,
más valientes y abnegadas contra la burguesía. En
ese momento es cuando está madura la revolución,
en ese momento nuestra victoria está asegurada, si
hemos sabido tener en cuenta... todas las condiciones
indicadas más arriba y hemos elegido acertadamente
el momento» (v. t. XXV, pág. 229).

La insurrección de Octubre puede considerarse un


modelo de esa estrategia.
El incumplimiento de esta condición conduce a un
error peligroso, a lo que se llama «perder el ritmo»,
que es lo que ocurre cuando el Partido queda a la
zaga de la marcha del movimiento o se adelanta
demasiado, exponiéndose al peligro de fracasar.
Como ejemplo de lo que es «perder el ritmo», como
ejemplo de desacierto al elegir el momento de la
insurrección hay que considerar el intento de una
parte de los camaradas de comenzar la insurrección
deteniendo a los miembros de la Conferencia
Democrática, en septiembre de 1917, cuando en los
Soviets se notaban aún vacilaciones, el frente estaba
aún en la encrucijada y las reservas no habían sido
aún aproximadas a la vanguardia.
Tercera. Seguir firmemente el rumbo tomado, por
encima de y cada una de las dificultades y
todas
complicaciones que se interpongan en el camino
hacia el fin perseguido. Esto es necesario para que la
vanguardia no pierda de vista el objetivo
fundamental de la lucha y para que las masas, que
marchan hacia ese objetivo y se esfuerzan por
agruparse en torno a la vanguardia, no se desvíen del
camino. El incumplimiento de esta Condición
conduce a un enorme error, bien conocido por los
marinos, que lo llaman «perder el rumbo». Como
ejemplo de lo que es «perder el rumbo» hay que
considerar la conducta equivocada de nuestro Partido
inmediatamente después de la Conferencia
Democrática, al acordar tomar parte en el
anteparlamento. Era como si el Partido se hubiese
olvidado, en aquel momento, de que el
anteparlamento era una tentativa de la burguesía para
desviar al país del camino de los Soviets al camino
del parlamentarismo burgués y de que la

J. V. Stalin

participación del Partido en una institución de esta


índole podía confundir todas las cartas y desviar de
su camino a los obreros y campesinos, que libraban
una lucha revolucionaria bajo la consigna de «¡Todo
el Poder a los Soviets!». Este error fue corregido con
la retirada de los bolcheviques del anteparlamento.
Cuarta. Saber maniobrar con las reservas con
vistas a un repliegue ordenado cuando el enemigo es
fuerte, cuando la retirada es inevitable, cuando se
sabe de antemano que conviene noaceptar el
combate que pretende imponernos el enemigo,
cuando, con la correlación de fuerzas existente, la
retirada es para la vanguardia el único medio de
esquivar el golpe y de conservar a su lado las
reservas.

«Los partidos revolucionarios -dice Lenin- deben


completar su instrucción. Han aprendido a desplegar
la ofensiva. Ahora deben comprender que esta
ciencia hay que completarla con la de saber retirarse
acertadamente. Hay que comprender -y la clase
revolucionaria aprende a comprenderlo por su propia
y amarga experiencia - que no se puede triunfar sin
aprender a desplegar la ofensiva y a retirarse con
acierto» (v. t. XXV, pág. 177).

El fin de esta estrategia consiste en ganar tiempo,


desmoralizar al adversario y acumular fuerzas, para
luego pasar a la ofensiva.
Puede considerarse modelo de esta estrategia la
firma de la paz de Brest-Litovsk, que permitió al
Partido ganar tiempo, aprovechar los choques en el
campo del imperialismo, desmoralizar a las fuerzas
del enemigo, conservar a su lado a los campesinos y
acumular fuerzas para preparar la ofensiva contra
Kolchak y contra Denikin.

«Concertando paz por separado -dijo entonces


la
Lenin-, nos libramos, en el mayor grado posible en el
momento actual, de ambos grupos imperialistas
contendientes aprovechándonos de su hostilidad y de
su guerra -que les dificulta el cerrar un trato contra
nosotros-; así conseguimos tener las manos libres
durante cierto tiempo para proseguir y Consolidar la
revolución socialista» (v, t. XXII, pág. 198).
«Ahora, hasta el más necio ve -decía Lenin tres
años después de firmarse la paz de Brest-Litovsk-
que «la paz de Brest-Litovsk» fue una concesión que
nos fortaleció a nosotros y dividió las fuerzas del
imperialismo internacional» (v. t. XXVII, pág. 7).

Tales son las principales condiciones que


aseguran una dirección estratégica acertada.
5) La dirección táctica. La dirección táctica es
una parte de la dirección estratégica, a cuyos
objetivos y exigencias se supedita. La misión de la
dirección táctica consiste en dominar todas las
formas de lucha y de organización del proletariado y
Los fundamentos del leninismo

en asegurar su empleo acertado para lograr, teniendo


en cuenta la correlación de fuerzas existente, el
máximo resultado necesario para la preparación del
éxito estratégico.
¿En qué consiste la utilización acertada de las
formas de lucha y de organización del proletariado?
En cumplir algunas condiciones necesarias, entre
las cuales hay que considerar coma principales las
siguientes:
Primera. Poner en primer plano precisamente las
formas de lucha y de que mejor
organización
correspondan a las condiciones de flujo y de reflujo
del movimiento en el momento dado y que faciliten y
permitan conducir a las masas a posiciones
revolucionarias, incorporar a millones de hombres al
frente de la revolución y distribuirlos en dicho frente.
Lo que importa no es que la vanguardia se percate
de la imposibilidad de mantener el antiguo orden de
cosas y de la inevitabilidad de su derrocamiento. Lo
que importa es que las masas, millones de hombres,
comprendan esa inevitabilidad y se muestren
dispuestas a apoyar a la vanguardia. Pero las masas
sólo pueden comprenderlo por experiencia propia.
Dar a las masas, a millones de hombres, la
posibilidad de comprender por experiencia propia
que el derrocamiento del viejo Poder es inevitable,
poner en juego métodos de lucha y formas de
organización que permitan a las masas comprender
más fácilmente, por la experiencia, lo acertado de las
consignas revolucionarias: ésa es la tarea.
La vanguardia habría quedado desligada de la
clase obrera, y la clase obrera hubiera perdido el
contacto con las masas, si el Partido no hubiese
resuelto oportunamente participar en la Duma, si no
hubiese resuelto concentrar sus fuerzas en el trabajo
en la Duma y desenvolver la lucha a base de esta
labor, para facilitar que las masas se convenciesen
por experiencia propia de la inutilidad de aquella
Duma, de la falsedad de las promesas de los
demócratas constitucionalistas, de la imposibilidad
de un acuerdo con el zarismo, de la necesidad
inevitable de una alianza entre los campesinos y la
clase obrera. Sin la experiencia de las masas durante
el período de la Duma, habría sido imposible
desenmascarar a los demócratas constitucionalistas y
asegurar la hegemonía del proletariado.
El peligro de la táctica del otsovismo consistía en
que amenazaba con desligar a la vanguardia de sus
reservas de millones y millones de hombres.
El Partido se habría desligado de la clase obrera y
la clase obrera hubiera perdido su influencia en las
amplias masas de campesinos y soldados, si el
proletariado hubiese seguido a los comunistas de
«izquierda», que incitaban a la insurrección en abril
de 1917, cuando los mencheviques y los eseristas no
se habían desenmascarado aún como partidarios de la
guerra y del imperialismo, cuando las masas no
habían podido aún convencerse por experiencia

85

propia de la falsedad de los discursos de los


mencheviques y de los eseristas sobre la paz, la tierra
y la libertad. Sin la experiencia adquirida por las
masas durante el período de la kerenskiada, los
mencheviques y los eseristas no se habrían visto
aislados, y la dictadura del proletariado hubiera sido
imposible. Por eso, la táctica de «explicar
pacientemente» los errores de los partidos
pequeñoburgueses y de luchar abiertamente dentro de
los Soviets era entonces la única táctica acertada.
El peligro de la táctica de los comunistas de
«izquierda» consistía en que amenazaba con
transformar al Partido, de jefe de la revolución
proletaria, en un puñado de conspiradores vacuos y
sin base.

«Con la vanguardia sola -dice Lenin- es imposible


triunfar. Lanzar sola a la vanguardia a la batalla
decisiva, cuando toda la clase, cuando las grandes
masas no han adoptado aún una posición de apoyo
directo a esta vanguardia o, al menos, de neutralidad
benévola con respecto a ella... sería no sólo una
estupidez, sino, además un crimen. Y para que
realmente toda la clase, para que realmente las
grandes masas de los trabajadores y de los oprimidos
por el capital lleguen a ocupar esa posición, la
propaganda y la agitación, solas son insuficientes.
Para ello se precisa la propia experiencia política de
las masas. Tal es la ley fundamental de todas las
grandes revoluciones, confirmada hoy, con fuerza y
realce sorprendentes, no sólo por Rusia, sino también
por Alemania. No sólo las masas incultas, y en
muchos casos analfabetas, de Rusia, sino también las
masas de Alemania muy cultas, sin un solo
analfabeto, necesitaron experimentar en su propia
carne toda la impotencia, toda la veleidad, toda la
flaqueza, todo el servilismo ante la burguesía, toda la
infamia del gobierno de los caballeros de la II
Internacional, toda la ineluctabilidad de la dictadura
de los ultrarreaccionarios (Kornílov en Rusia, Kapp y
Cía. en Alemania), única alternativa frente a la
dictadura del proletariado, para orientarse
decididamente hacia el comunismo» (v. t. XXV, pág.
228).

Segunda. Encontrar en cada momento dado, en la


cadena de procesos, el eslabón particular que
permita, aferrándose a él, sujetar toda la cadena y
preparar las condiciones para obtener el éxito
estratégico.
Se trata de destacar, entre las tareas que se le
plantean al Partido, precisamente la tarea inmediata
cuya solución constituye el punto central y cuyo
cumplimiento garantiza la feliz solución de las demás
tareas inmediatas.
Podría demostrarse la importancia de esta tesis
con dos ejemplos, uno tomado del pasado lejano (del
período de la formación del Partido) y otro, de un

86

pasado reciente (del período de la Nep).


En el período de la formación del Partido, cuando
los innumerables círculos y organizaciones no
estaban aún ligados entre sí, cuando los métodos
artesanos de trabajo y el espíritu de círculo corroían
al Partido de arriba abajo, cuando la dispersión
ideológica era el rasgo característico de la vida
interna del Partido, en este período, el eslabón
fundamental de la cadena, la tarea fundamental entre
todas las que tenia planteadas el Partido, era la
fundación de un periódico clandestino para toda
Rusia (de la «Iskra»). ¿Por qué? Porque sólo por
medio de un periódico clandestino para toda Rusia
podía crearse dentro del Partido, en las condiciones
de aquel entonces, un núcleo sólido, capaz de unir en
un todo único los innumerables círculos y
organizaciones, preparar las condiciones para la
unidad ideológica y táctica y sentar, de este modo,
los cimientos para la formación de un verdadero
partido.
En el período de transición de la guerra a la
edificación económica, cuando la industria vegetaba
entre las garras de la ruina y la agricultura sufría
escasez de artículos de la ciudad, cuando la ligazón
entre la industria del Estado y la economía campesina
se convirtió en la condición fundamental del éxito de
la edificación socialista; en este período, el eslabón
fundamental en la cadena de los procesos, la tarea
fundamental entre todas era el desarrollo del
comercio. ¿Por qué? Porque, en las condiciones de la
Nep, la ligazón entre la industria y la economía
campesina sólo es posible a través del comercio;
porque, en las condiciones de la Nep, una producción
sin venta es la muerte para la industria; porque la
industria sólo puede ampliarse aumentando la venta
mediante el desarrollo del comercio; porque sólo
después de consolidarse en la esfera del comercio,
sólo dominando el comercio, sólo dominando este
eslabón, puede ligarse la industria con el mercado
campesino y resolver con éxito otras tareas
inmediatas, a fin de crear las condiciones para echar
los cimientos de la economía socialista:
«No basta con ser revolucionario y partidario del
socialismo, o comunista en general... -dice Lenin-. Es
necesario saber encontrar en cada momento el
eslabón particular al cual hay que aferrarse con todas
las fuerzas para sujetar toda la cadena y preparar
sólidamente el paso al eslabón siguiente»...
«En el momento actual... ese eslabón es la
reanimación del comercio interior, regulado
(orientado) con acierto por el Estado. El comercio, he
ahí el «eslabón» de la cadena histórica de
acontecimientos, de las formas de transición de
nuestra edificación socialista en 1921-1922, «al cual
hay que aferrarse con todas las fuerzas»... » (v. t.
XXVII, pág. 82).

J. V. Stalin

Tales son las principales condiciones que


garantizan el acierto en la dirección táctica.
6. La táctica reformista y la táctica
revolucionaria. ¿En que se distingue la táctica
revolucionaria de la táctica reformista?
Algunos creen que el leninismo está, en general,
en contra de las reformas, de los compromisos y de
los acuerdos. Eso es completamente falso. Los
bolcheviques saben tan bien como cualquiera que, en
cierto sentido, «del lobo, un pelo»; es decir, que en
ciertas condiciones las reformas, en general, y los
compromisos y acuerdos en particular, son
necesarios y útiles.

«Hacer la guerra Lenin- para derrocar a la


-dice
burguesía internacional, una guerra cien veces más
difícil, prolongada y compleja que la más
encarnizada de las guerras corrientes entre Estados, y
renunciar de antemano a toda maniobra, a explotar
los antagonismos de intereses (aunque sólo sean
temporales) que dividen a nuestros enemigos,
renunciar a acuerdos y compromisos con posibles
aliados (aunque sean provisionales, inconsistentes,
vacilantes, condicionales), ¿ no es, acaso, algo
indeciblemente ridículo? ¿No viene a ser eso como
si, en la difícil ascensión a una montaña inexplorada,
en la que nadie hubiera puesto la planta todavía, se
renunciase de antemano a hacer a veces zigzags, a
desandar a veces lo andado, a abandonar la dirección
elegida al principio para probar otras direcciones?»
(v, t. XXV, pág. 210).

No se trata, evidentemente, de las reformas o de


los compromisos y acuerdos en sí, sino del uso que
se hace de ellos.
Para el reformista, las reformasy la
son todo,
labor revolucionaría cosa sin importancia, de la que
se puede hablar para echar tierra a los ojos. Por eso,
con la táctica reformista, bajo el Poder burgués, las
reformas se convierten inevitablemente en
instrumento de consolidación de este Poder, en
instrumento de descomposición de la revolución.
Para el revolucionario, en cambio, lo principal es
la labor revolucionaria, y no las reformas; para él, las
reformas son un producto accesorio de la revolución.
Por eso, con la táctica revolucionaria, bajo el Poder
burgués, las reformas se convierten, naturalmente, en
un instrumento para descomponer este Poder, en un
instrumento para vigorizar la revolución, en un punto
de apoyo para seguir desarrollando el movimiento
revolucionario.
El revolucionario acepta las reformas para
utilizarlas como una ayuda para combinar la labor
legal con la clandestina, para aprovecharlas como
una pantalla que permita intensificar la labor
clandestina de preparación revolucionaria de las
masas con vistas a derrocar a la burguesía.
En eso consiste la esencia de la utilización

Los fundamentos del leninismo


revolucionaria de las reformas y los acuerdos en las
condiciones del imperialismo.
El reformista, por el contrario, acepta las reformas
para renunciar a toda labor clandestina, para minar la
preparación de las masas con vistas a la revolución y
echarse a dormir a la sombra de las reformas
«otorgadas» desde arriba.
En eso consiste la esencia de la táctica reformista.
Así está planteada la cuestión de las reformas y
los acuerdos bajo el imperialismo.
Sin embargo, una vez derrocado el imperialismo,
bajo la dictadura del proletariado, la cosa cambia un
tanto. En ciertas condiciones, en cierta situación, el
Poder proletario puede verse obligado a apartarse
temporalmente del camino de la reconstrucción
revolucionaria del orden de cosas
para existente,
seguir el camino su transformación gradual, «el
de
camino reformista», como dice Lenin en su conocido
163,
artículo «Acerca de la significación del oro» el
camino de los rodeos, el camino de las reformas y las
concesiones a las clases no proletarias, a fin de
descomponer a estas clases, dar una tregua a la
revolución, acumular fuerzas y preparar las
condiciones para una nueva ofensiva. No se puede
negar que, en cierto sentido, este camino es un
camino «reformista». Ahora bien, hay que tener
presente que aquí se da una particularidad
fundamental, y es que, en este caso, la reforma parte
del Poder proletario, lo consolida, le da la tregua
necesaria y no está llamada a descomponer a la
revolución, sino a las clases no proletarias.
En estas condiciones, las reformas se convierten,
como vemos, en su antítesis.
Si el Poder proletario puede llevar acabo esta
política, es, exclusivamente, porque en el período
anterior la revolución ha sido lo suficientemente
amplia y ha avanzado, por tanto, lo bastante para
tener a dónde retirarse, sustituyendo la táctica de la
ofensiva por la del repliegue temporal, por la táctica
de los movimientos de flanco.
Así, pues, si antes, bajo el Poder burgués, las
reformas eran un producto accesorio de la
revolución, ahora bajo la dictadura del proletariado
las reformas tienen por origen las conquistas
revolucionarias del proletariado, las reservas
acumuladas en manos del proletariado y compuestas
por dichas conquistas.

«Sólo el marxismo -dice Lenin- ha definido con


exactitud y acierto la relación entre las reformas y la
revolución si pudo ver esta
bien Marx tan sólo
relación bajo un aspecto, a
en las condiciones saber;
anteriores al primer triunfo más o menos sólido, más
o menos duradero del proletariado, aunque sea en un
solo país. En tales condiciones, la base de una

163
Véase el trabajo de V. I. Lenin «Acerca de la significación del
oro en la actualidad y después de la victoria completa del
socialismo»

87

relación acertada era ésta: las reformas son un


producto accesorio de la lucha revolucionaria de
clase del proletariado... Después del triunfo del
proletariado, aunque sólo sea en un país, aparece algo
nuevo en la relación entre las reformas y la
revolución. En principio, el problema sigue planteado
del mismo modo, pero en la forma se produce un
cambio, que Marx, personalmente, no pudo prever,
pero que sólo puede ser comprendido colocándose en
el terreno de la filosofía al de la política del
marxismo... Después del triunfo, ellas (es decir, las
reformas. J. St.) (aunque en escala internacional
sigan siendo el mismo «producto accesorio»)
constituyen además, para
país en que se el ha
triunfado, una tregua necesaria y legítima en los
casos en que es evidente que las fuerzas, después de
una tensión extrema no bastan para llevar a cabo por
vía revolucionaria o
tal cual transición. El triunfo
proporciona tal «reserva de fuerzas», que hay con
qué mantenerse, tanto desde el punto de vista
material como del moral, aún en el caso de una
retirada forzosa» (v. t. XXVII, págs. 84-85).

VIII. El partido
En el período prerrevolucionario, en el período de
desarrollo más o menos pacífico, cuando los partidos
de la II Internacional eran la fuerza predominante en
el movimiento obrero y las formas parlamentarias de
lucha se consideraban las fundamentales, en esas
condiciones, el Partido no tenía ni podía tener una
importancia tan grande y tan decisiva como la que
adquirió más tarde, en las condiciones de choques
revolucionarios abiertos. Kautsky, defendiendo a la II
Internacional contra los que la atacan, dice que los
partidos de la II Internacional son instrumentos de
paz, y no de guerra, y que precisamente por eso se
mostraron impotentes para hacer nada serio durante
la guerra, en el período de las acciones
revolucionarias del proletariado. Y así, es, en efecto.
Pero ¿qué significa esto? Significa que los partidos
de la II Internacional son inservibles para la lucha
revolucionaria del proletariado, que no son partidos
combativos del proletariado y que conduzcan a los
obreros al Poder, sino máquinas electorales,
apropiadas para las elecciones al parlamento y para la
lucha parlamentaria. Ello, precisamente, explica que,
durante el período de predominio de los oportunistas
de la II Internacional, la organización política
fundamental del proletariado no fuese el Partido, sino
la minoría parlamentaria.
Es sabido que en ese
período era, en realidad, un apéndice de la
el Partido
minoría parlamentaria y un elemento puesto a su
servido. No creo que sea necesario demostrar que, en
tales condiciones y con semejante partido al frente,
no se podía ni hablar de preparar al proletariado para
la revolución.
Pero las cosas cambiaron radicalmente al llegar el
nuevo período. El nuevo período es el de los choques

88

abiertos entre las clases, el período de las acciones


revolucionarias del proletariado, el período de la
revolución proletaria, el período de la preparación
directa de las fuerzas para el derrocamiento del
imperialismo y la conquista del Poder por el
proletariado. Este período plantea ante el proletariado
nuevas tareas: la reorganización de toda la labor del
Partido en un nuevo, revolucionario
sentido la
educación de los obreros en el espíritu de la lucha
revolucionaria por el Poder, la preparación y la
concentración de reservas, la alianza con los
proletarios de los países vecinos, el establecimiento
de sólidos vínculos con el movimiento de liberación
de las colonias y de los países dependientes, etc., etc.
Creer que estas tareas nuevas pueden resolverse con
las fuerzas de los viejos partidos socialdemócratas,
educados bajo las condiciones pacíficas del
parlamentarismo, a condenarse
equivale a una
desesperación sin remedio, a una derrota inevitable.
Hacer frente a estas tareas con los viejos partidos a la
cabeza, significa verse completamente desarmado.
Huelga demostrar que el proletariado no podía
resignarse a semejante situación.
De aquí la necesidad de un nuevo partido, de un
partido combativo, de un partido revolucionario, lo
bastante intrépido para conducir a los proletarios a la
lucha por el Poder, lo bastante experto para
orientarse en las condiciones complejas de la
situación revolucionaria y lo bastante flexible para
sortear todos y cada uno de los escollos, que se
interponen en el camino hacia sus fines.
Sin un partido así, no se puede ni pensar en el

.
derrocamiento del imperialismo, en la conquista de la
dictadura del proletariado.
Este nuevo partido es el Partido del leninismo.
¿Cuáles son las particularidades de este nuevo
partido?
1) El Partido como destacamento de vanguardia
de la clase obrera. El Partido tiene que ser, ante
todo, el destacamento de vanguardia de la clase
obrera. El Partido tiene que incorporar a sus filas a
todos los mejores elementos de la clase obrera,
asimilar su experiencia, su espíritu revolucionario, su
devoción infinita a la causa del proletariado. Ahora
bien, para ser un verdadero destacamento de
vanguardia, que estar pertrechado con
el Partido tiene
una teoría revolucionaria, con el conocimiento de las
leyes del movimiento, con el conocimiento de las
leyes de la revolución. De otra manera, no puede
dirigir la lucha del proletariado, no puede llevar al
proletariado tras de sí. El Partido no puede ser un
verdadero partido si se limita simplemente a registrar
lo que siente y piensa la masa de la clase obrera, si se
arrastra a la zaga del movimiento espontáneo de ésta,
si no sabe vencer la inercia y la indiferencia política
del movimiento espontáneo, si no sabe situarse por
encima de los intereses momentáneos del
proletariado, si no sabe elevar a las masas hasta la

J. V. Stalin

comprensión de los intereses de clase del


proletariado. El Partido tiene que marchar al frente
de la clase obrera, tiene que ver más lejos que la
clase obrera, tiene que conducir tras de sí al
proletariado y no arrastrarse a la zaga del
movimiento espontáneo. Los partidos de la II
Internacional, que predican el «seguidismo», son
vehículos de la política burguesa, que condena al
proletariado al papel de instrumento de la burguesía.
Sólo un partido que se sitúe en el punto de vista del
destacamento de vanguardia del proletariado y sea
capaz de elevar a las masas hasta la comprensión de
los intereses de clase del proletariado, sólo un partido
así es capaz de apartar a la clase obrera de la senda
del tradeunionismo y hacer de ella una fuerza política
independiente.
El Partido es el jefe político de la clase obrera.
He hablado más arriba de las dificultades de la
lucha de la clase obrera, de la complejidad de las
condiciones de la lucha, de la estrategia y de la
táctica, de las reservas y de las maniobras, de la
ofensiva y de la retirada. Estas condiciones son tan
complejas, si
más, no
que las de la guerra. ¿Quién
puede orientarse en estas condiciones?, ¿quién puede
dar una orientación acertada a las masas de millones
y millones de proletarios? Ningún ejército en guerra
puede prescindir de un Estado Mayor experto, si no
quiere verse condenado a la derrota. ¿Acaso no está
claro que el proletariado tampoco puede, con mayor
razón, prescindir de este Estado Mayor, si no quiere
entregarse a merced de sus enemigos jurados? Pero
¿dónde encontrar ese Estado Mayor? Sólo el Partido
revolucionario del proletariado puede ser ese Estado
Mayor. Sin un partido revolucionario, la clase obrera
es como un ejército sin Estado Mayor.
El Partido es el Estado Mayor de combate del
proletariado.
Pero el Partido no ser tan sólo un
puede
destacamento de vanguardia, sino que tiene que ser,
al mismo tiempo, un destacamento de la clase, una
parte de la clase, íntimamente vinculada a ésta con
todas las raíces de su existencia. La diferencia entre
el destacamento de vanguardia y el resto de la masa
de la clase obrera, entre los afiliados al Partido y los
sin-partido, no puede desaparecer mientras no
desaparezcan las clases, mientras el proletariado vea
engrosar sus filas con elementos procedentes de otras
clases, mientras la clase obrera, en su conjunto, no
pueda elevarse hasta el nivel del destacamento de
vanguardia. de ser el Partido si
Pero el Partido dejaría
esta diferencia se convirtiera en divorcio, si el
Partido se encerrara en sí mismo y se apartase de las
masas sin-partido. El Partido no puede dirigir a la
clase si no está ligado a las masas sin-partido, si no
hay vínculos entre el Partido y las masas sin-partido,
si estas masas no aceptan su dirección, si el Partido
no goza de crédito moral y político entre las masas.
Hace poco se dió ingreso en nuestro Partido a

Los fundamentos del leninismo

doscientos mil obreros. Lo notable aquí es la


circunstancia de que estos obreros, más bien que
venir ellos mismos al Partido, han sido enviados a él
por toda la masa de los sin-partido, que ha
intervenido activamente en la admisión de los nuevos
afiliados, que no eran sin su aprobación.
admitidos
Este hecho que las grandes masas de
demuestra
obreros sin-partido ven en nuestro Partido su partido,
un partido entrañable y querido, en cuyo desarrollo y
fortalecimiento se hallan profundamente interesados
y a cuya dirección confían de buen grado su suerte.
No creo que sea necesario demostrar que sin estos
hilos morales imperceptibles que lo unen con las
masas sin-partido, el Partido no habría podido llegar
a ser la fuerza decisiva de su clase.
El Partido es parte inseparable de la clase obrera.

«Nosotros-dice Lenin- somos el Partido de la


clase, y, por ello, casi toda la clase (y en tiempo de
guerra, en época de guerra civil, la clase entera) debe
actuar bajo la dirección de nuestro Partido, debe
tener con nuestro Partido la ligazón más estrecha
posible; pero sería manilovismo y «seguidismo»
creer que casi toda la clase o la clase entera pueda
algún día, bajo el capitalismo, elevarse hasta el punto
de alcanzar el grado de conciencia y de actividad de
su destacamento de vanguardia, de su partido
socialdemócrata. Ningún socialdemócrata juicioso ha
puesto nunca en duda que, bajo el capitalismo, ni aún
la organización sindical (más rudimentaria, más
asequible al grado de conciencia de las capas menos
desarrolladas) esté en condiciones de englobarla toda
o a casi toda la clase obrera. Olvidar la diferencia que
existe entre el destacamento de vanguardia y toda la
masa que gravita hacia él, olvidar el deber constante
que tiene el destacamento de vanguardia de elevar a
capas cada vez más amplias a su avanzado nivel,
sería únicamente engañarse a sí mismo, cerrar los
ojos ante la inmensidad de nuestras tareas, restringir
nuestras tareas» (v. t. VI, págs. 205-206).

2) El Partido como destacamento organizado de


la clase obrera. El Partido no es sólo el destacamento
de vanguardia de la clase obrera. Si quiere dirigir
realmente la lucha de su clase, tiene que ser, al
mismo tiempo, un destacamento organizado de la
misma. Las tareas del Partido en el capitalismo son
extraordinariamente grandes y diversas. El Partido
debe dirigir la lucha del proletariado en condiciones
extraordinariamente difíciles de desarrollo interior y
exterior; debe llevar al proletariado a la ofensiva
cuando la situación exija la ofensiva; debe sustraer al
proletariado de los golpes de un enemigo fuerte
cuando la situación exija la retirada; debe inculcar en
las masas de millones y millones de obreros sin-
partido e inorganizados el espíritu de disciplina y el
método en la lucha, el espíritu de organización y la
firmeza. Pero el Partido no puede cumplir estas

89

tareas si él mismo no es la personificación de la


disciplina y de la organización, si él mismo no es un
destacamento organizado del proletariado. Sin estas
condiciones, ni hablar se puede de que el Partido
dirija verdaderamente a masas de millones y millones
de proletarios.
El Partido es el destacamento organizado de la
clase obrera.
La idea del Partido como un todo organizado está
expresada en la conocida fórmula, expuesta por
Lenin en el artículo primero de los Estatutos de
nuestro Partido, donde se considera al Partido suma
de sus organizaciones, y a sus miembros, afiliados a
una de las organizaciones del Partido. Los
mencheviques, que ya en 1903 rechazaban esta
fórmula, proponían, en su lugar, el «sistema», de auto
adhesión al Partido, el «sistema» de extender el
«título» de afiliado al Partido a cualquier «profesor»
y a cualquier «estudiante», a cualquier
«simpatizante» y a cualquier «huelguista» que
apoyara al Partido de un modo u otro, aunque no
formara ni desease formar parte de ninguna de sus
organizaciones. No creo que sea necesario demostrar
que este original «sistema», de haber arraigado en
nuestro Partido, habría llevado inevitablemente a
inundarlo de profesores y estudiantes y a su
degeneración en una «entidad» vaga, amorfa,
desorganizada, que se hubiera perdido en el mar de
los «simpatizantes», habría borrado los límites entre
el Partido y la clase y malogrado la tarea del Partido
de elevar a las masas inorganizadas al nivel del
destacamento de vanguardia. Huelga decir que, con
un «sistema» oportunista como ése, nuestro Partido
no habría podido desempeñar el papel de núcleo
organizador de la clase obrera en el curso de nuestra
revolución.

«Desde el punto de vista del camarada Mártov -


dice Lenin-, las fronteras del Partido quedan
absolutamente indeterminadas, porque «cualquier
huelguista» puede «declararse miembro del Partido».
¿Cuál es el provecho de semejante vaguedad? La
gran difusión del «título». Lo que tiene de nocivo
consiste en que origina la idea desorganizadora de la
confusión de la clase con el Partido» (v. t. VI, pág.
211).

Pero el Partido no es sólo la suma de sus


organizaciones. El Partido es, al mismo tiempo, el
sistema único de estas organizaciones, su fusión
formal en un todo único, con organismos superiores e
inferiores de dirección, con la subordinación de la
minoría a la mayoría, con resoluciones prácticas,
obligatorias para todos los miembros del Partido. Sin
estas condiciones, el Partido no podría formar un
todo único y organizado, capaz de ejercer la
dirección sistemática y organizada de la lucha de la
clase obrera.

90

«Antes -dice Lenin-, nuestro Partido no era un


todo formalmente organizado, sino, simplemente,
una suma de diversos grupos, razón por la cual no
podía de ningún modo existir entre ellos más relación
que la de la influencia ideológica. Ahora somos ya un
partido organizado, y esto entraña la creación de una
autoridad, la transformación del prestigio de las ideas
en el prestigio de la autoridad, la sumisión de las
instancias inferiores a las instancias superiores del
Partido» (v. t. VI, pág. 291).

El principio de la subordinación de la minoría a la


mayoría, el principio de la dirección de la labor del
Partido por un organismo central suscita con
frecuencia ataques de los elementos inestables,
acusaciones de «burocratismo», de «formalismo»,
etc. No creo que sea necesario demostrar que la labor
sistemática del Partido como un todo y la dirección
de la lucha de la clase obrera no serían posibles sin la
aplicación de estos principios. El leninismo en
materia de organización es la aplicación indefectible
de estos principios. Lenin califica la lucha contra
estos principios de «nihilismo ruso» y de
«anarquismo señorial», digno en de ser puesto
ridículo y repudiado.
He aquí lo que dice Lenin, en su libro «Un paso
adelante», a propósito de estos elementos inestables:

«Este anarquismo señorial es algo muy peculiar


del nihilista ruso. La organización del Partido se le
antoja una «fábrica» monstruosa; la sumisión de la
parte al todo y de la minoría a la mayoría le parece
un «avasallamiento»...; la división del trabajo bajo la
dirección de un organismo central le hace proferir
alaridos tragicómicos contra la transformación de los
hombres en «ruedas y tornillos»...; la sola mención
de los estatutos de organización del Partido suscita en
él un gesto de desprecio y la desdeñosa...
observación de que se podría vivir sin estatutos».
«Está me parece, que los clamores contra el
claro,
famoso burocratismo no son más que un medio de
encubrir el descontento por la composición de los
organismos centrales, no son más que una hoja de
parra... ¡Eres un burócrata, porque has sido
designado por el Congreso sin mi voluntad y contra
ella! ¡Eres un formalista, porque te apoyas en los
acuerdos formales del Congreso, y no en mi
consentimiento! un modo brutalmente
¡Obras de
mecánico, porque te a la mayoría «mecánica»
remites
del Congreso del Partido y no prestas atención a mi
deseo de ser cooptado! ¡Eres un autócrata, porque no
quieres poner el poder en manos de la vieja tertulia
164
de buenos compadres!» (v. t. VI, págs. 310 y 287).

164
Se alude a la «tertulia» de Axelrod, Mártov, Potrésov y otros,
que no se sometieron a los acuerdos del II Congreso y acusaban a
Lenin de «burocratismo». J. St.

J. V. Stalin

3) El Partido como forma superior de


organización de clase del proletariado. El Partido es
el destacamento organizado de la clase obrera. Pero
el Partido no es la única organización de la clase
obrera. El proletariado cuenta con muchas otras
organizaciones, sin las cuales no podría luchar con
éxito contra el capital: sindicatos, cooperativas,
organizaciones fabriles, minorías parlamentarias,
organizaciones femeninas sin-partido, prensa,
organizaciones culturales y educativas, uniones de la
juventud, organizaciones revolucionarias de combate
(durante las acciones revolucionarias abiertas),
Soviets de Diputados como forma de organización
del Estado (si el proletariado se halla en el Poder),
etc. La inmensa mayoría de estas organizaciones son
organizaciones sin-partido, y sólo unas cuantas están
directamente vinculadas al Partido o son
ramificaciones suyas. En determinadas
circunstancias, todas estas organizaciones son
absolutamente necesarias para la clase obrera, pues
sin ellas no sería posible consolidar las posiciones de
clase del proletariado en los diversos terrenos de la
lucha, ni sería posible templar al proletariado como
la fuerza llamada a sustituir el orden de cosas
burgués por el orden de cosas socialista. Pero ¿cómo
llevar a cabo la dirección única, con tal abundancia
de organizaciones? ¿Qué garantía hay de que esta
multiplicidad de no
organizaciones lleve a
incoherencias en la una de estas
dirección? Cada
organizaciones, pueden decirnos, actúa en su propia
órbita y por ello no pueden entorpecerse las unas a
las otras. Esto, naturalmente, es cierto. Pero también
lo es que todas estas organizaciones tienen que
desplegar su actividad en una misma dirección, pues
sirven a una sola clase, a la clase de los proletarios.
¿Quién -cabe preguntarse- determina la línea, la
orientación general que todas estas organizaciones
deben seguir en su trabajo? ¿Dónde está la
organización central que no sólo sea capaz, por tener
la experiencia necesaria, de trazar dicha línea
general, sino que, además, pueda,por tener el
prestigio necesario para ello, mover a todas estas
organizaciones a aplicar esa línea, con el fin de lograr
la unidad en la dirección y excluir toda posibilidad de
intermitencias?
Esta organización es el Partido del proletariado.
El Partido posee todas las condiciones necesarias
para ello: primero, porque el Partido es el punto de
concentración de los mejores elementos de la clase
obrera, directamente a las organizaciones
vinculados
sin-partido del proletariado y que con frecuencia las
dirigen; segundo, porque el Partido, como punto de
concentración de los mejores elementos de la clase
obrera, es la mejor escuela de formación de jefes de
la clase obrera, capaces de dirigir todas las formas de
organización de su clase; tercero, porque el Partido,
como la mejor escuela para la formación de jefes de
la clase obrera, es, por su experiencia y su prestigio,
Los fundamentos del leninismo

la única organización capaz de centralizar la


dirección de la lucha del proletariado, haciendo así
de todas y cada una de las organizaciones sin-partido
de la clase obrera organismos auxiliares y correas de
transmisión que unen al Partido con la clase.
El Partido es la forma superior de organización de
clase del proletariado.
Esto no quiere decir, naturalmente, que las
organizaciones sin-partido, los sindicatos, las
cooperativas, etc., deban estar formalmente
subordinadas a la dirección del Partido. Lo que hace
falta es, simplemente, que los miembros del Partido
que integran estas organizaciones, en las que gozan
de indudable influencia, empleen todos los medios de
persuasión para que las organizaciones sin-partido se
acerquen en el curso de su trabajo al Partido del
proletariado y acepten voluntariamente la dirección
política de éste.
Por eso, Lenin dice que el Partido es «la forma
superior de unión de clase de los proletarios», cuya
dirección política debe extenderse a todas las demás
formas de organización del proletariado (v. t. XXV,
pág. 194).
Por eso, la teoría oportunista de la
«independencia» y de la «neutralidad» de las
organizaciones sin-partido, que produce
parlamentarios independientes y publicistas
desligados del Partido, funcionarios sindicales de
mentalidad estrecha y cooperativistas imbuidos de
espíritu pequeñoburgués, es completamente
incompatible con la teoría y la práctica del leninismo.
4) El Partido como instrumento de la dictadura
del proletariado. El Partido es la forma superior de
organización del proletariado. El Partido es el factor
esencial de direcciónen el seno de la clase de los
proletarios y entre las organizaciones de esta clase.
Pero de aquí no se desprende, ni mucho menos, que
el Partido pueda ser considerado como un fin en sí
como una fuerza que se baste a sí misma. El Partido
no sólo es la forma superior de unión de clase de los
proletarios, sino que es, al mismo tiempo, un
instrumento del proletariado para la conquista de su
dictadura, cuando ésta no ha sido todavía
conquistada, y para la consolidación y ampliación de
la dictadura, cuando ya está conquistada. El Partido
no podría elevar a tal altura su importancia, ni ser la
fuerza rectora de todas las demás formas de
organización del proletariado, si éste no tuviera
planteado el problema del Poder, si las condiciones
creadas por el imperialismo, la inevitabilidad de las
guerras y la existencia de las crisis no exigieran la
concentración de todas las fuerzas del proletariado en
un solo lugar, la convergencia de todos los hilos del
movimiento revolucionario en un solo punto, a fin de
derrocar a la burguesía y conquistar la dictadura del
proletariado. El proletariado necesita del Partido,
ante todo, como Estado Mayor de combate,
indispensable para la conquista victoriosa del Poder.

91

No creo que sea necesario demostrar que, sin un


partido capaz de reunir en torno suyo a las
organizaciones de masas del proletariado y de
centralizar, en el curso de la lucha, la dirección de
todo el movimiento, el proletariado de Rusia no
hubiera podido implantar su dictadura revolucionaria.
Pero el proletariado no necesita del Partido
solamente para conquistar la dictadura; aún le es más
necesario para mantenerla, consolidarla y extenderla,
para asegurar la victoria completa del socialismo.

«Seguramente -dice Lenin-, hoy casi todo el


mundo ve ya que los bolcheviques no se hubieran
mantenido en el Poder, no digo dos años y medio,
sino ni siquiera dos meses y medio, sin la disciplina
rigurosísima, verdaderamente férrea, de nuestro
Partido, sin el apoyo, total e indefectible prestado a
él por toda la masa de la clase obrera, es decir, por
todo lo que ella tiene de consciente, honrado,
abnegado, influyente y capaz de conducir tras de sí o
de arrastrar a las capas atrasadas» (v. t. XXV, pág.
173).

Pero ¿qué significa «mantener» y «extender» la


dictadura?
Significa inculcar a las masas de millones y
millones de proletarios el espíritu de disciplina y de
organización; significa dar a las masas proletarias
cohesión y proporcionarles un baluarte contra la
influencia corrosiva del elemento pequeñoburgués y
de los hábitos pequeñoburgueses; reforzar la labor de
organización de
los proletarios para reeducar y
transformar a
capas pequeñoburguesas;
las ayudar a
las masas proletarias a forjarse como fuerza capaz de
destruir las clases y de preparar las condiciones para
organizar la producción socialista. Pero todo esto
sería imposible hacerlo sin un partido fuerte por su
cohesión y su disciplina.

«La dictadura del proletariado -dice Lenin- es una


lucha tenaz, cruenta e incruenta, violenta y pacífica,
militar y económica, pedagógica y administrativa,
contra las fuerzas y las tradiciones de la vieja
sociedad. La fuerza de la costumbre de millones y
decenas de millones de hombres es la fuerza más
terrible. Sin un partido férreo y templado en la lucha,
sin un partido que goce de la confianza de todo lo
que haya de honrado dentro de la clase, sin un
partido que sepa pulsar el estado de espíritu de las
masas e influir sobre él, es imposible llevar a cabo
con éxito esta lucha» (v. t. XXV, pág. 190).
El proletariado necesita del Partido para
conquistar y mantener la dictadura. El Partido es un
instrumento de la dictadura del proletariado.
Pero de esto se deduce que, con la desaparición de
las clases, con la extinción de la dictadura del
proletariado, deberá desaparecer también el Partido.

92

5) El Partido como unidad de voluntad


incompatible con la existencia de fracciones. La
conquista y el mantenimiento de la dictadura del
proletariado son imposibles sin un partido fuerte por
su cohesión y su disciplina férrea. Pero la disciplina
férrea del Partido es inconcebible sin la unidad de
voluntad, sin la unidad de acción, completa y
absoluta, de todos los miembros del Partido. Esto no
significa, naturalmente, que por ello quede excluida
la posibilidad de una lucha de opiniones dentro del
Partido. Al revés: la disciplina férrea no excluye, sino
que presupone la crítica y la lucha de opiniones
dentro del Partido. Tampoco significa esto, con
mayor razón, que la disciplina debe ser «ciega». Al
contrario, la disciplina férrea no excluye, sino que
presupone la subordinación consciente y voluntaria,
pues sólo una disciplina consciente puede ser una
disciplina verdaderamente férrea. Pero, una vez
terminada la lucha de opiniones, agotada la crítica y
adoptado un acuerdo, la unidad de voluntad y la
unidad de acción de todos los miembros del Partido
es condición indispensable sin la cual no se concibe
ni un Partido unido ni una disciplina férrea dentro del
Partido.

«En la actual época de cruenta guerra civil -dice


Lenin-, el Partido Comunista sólo podrá cumplir con
su deber si se halla organizado del modo más
centralizado, si reina dentro de él una disciplina
férrea, rayana en la disciplina militar, y si su
organismo central es un organismo que goza de gran
prestigio y autoridad, está investido de amplios
poderes y cuenta con la confianza general de los
afiliados al Partido» (v. t. XXV, págs. 282-283).

Así está planteada la cuestión de la disciplina del


Partido en las condiciones de la lucha precedente a la
conquista de la dictadura.
Otro tanto hay que decir, pero en grado todavía
mayor, respecto a la disciplina del Partido después de
la conquista de la dictadura.

«El que debilita, por poco que sea -dice Lenin-, la


disciplina férrea del Partido del proletariado (sobre
todo en la época de su dictadura), ayuda de hecho a
la burguesía contra el proletariado» (v. t. XXV, pág.
190).

Pero de aquí se desprende que la existencia de


fracciones es incompatible con la unidad del Partido
y con su férrea disciplina. No creo que sea necesario
demostrar que la existencia de fracciones llevaa la
existencia de diversos organismos centrales y que la
existencia de diversos organismos centrales significa
la ausencia de un organismo central común en el
Partido, el quebrantamiento de la unidad de voluntad,
el debilitamiento y la descomposición de la
disciplina, el debilitamiento y la descomposición de

J. V. Stalin

la dictadura. Naturalmente, los partidos de la II


Internacional, que combaten la dictadura del
proletariado y no quieren llevar a los proletarios a la
conquista del Poder, pueden permitirse un
liberalismo como la libertad de fracciones, porque no
necesitan, en absoluto, una disciplina de hierro. Pero
los partidos de la Internacional Comunista, que
organizan su labor partiendo de las tareas de
conquistar y fortalecer la dictadura del proletariado,
no pueden admitir ni el «liberalismo» ni la libertad
de fracciones.
El Partido es la unidad de voluntad, que excluye
todo fraccionalismo y toda división del poder dentro
del Partido.
De aquí, que Lenin hablara del «peligro del
fraccionalismo para la unidad del Partido y para la
realización de la unidad de voluntad de la vanguardia
del proletariado, condición fundamental del éxito de
la dictadura del proletariado». Esta idea fue fijada en
la resolución especial del X Congreso de nuestro
Partido «Sobre la unidad del Partido»...
De aquí, que Lenin exigiera «la supresión
completa de todo fraccionalismo» y «la disolución
inmediata de todos los grupos, sin excepción,
formados sobre tal o cual plataforma», so pena de
«expulsión incondicional e inmediata del Partido" (v.
la resolución «Sobre la unidad del Partido»).
6) El Partido se fortalece depurándose de los
elementos oportunistas. El fraccionalismo dentro del
Partido nace de sus elementos oportunistas. El
proletariado no es una clase cerrada. A él afluyen
continuamente elementos de origen campesino,
pequeñoburgués e intelectual, proletarizados por el
desarrollo del capitalismo. Al mismo tiempo, en la
cúspide del proletariado, compuesta principalmente
de funcionarios y parlamentarios cebados
sindicales
por a expensas de los superbeneficios
la burguesía
coloniales, se opera un proceso de descomposición.
«Esa capa -dice Lenin- de obreros aburguesados o de
«aristocracia obrera», enteramente pequeñoburgueses
por su género de vida, por sus emolumentos y por
toda su concepción del mundo, es
apoyo el principal
de la II Internacional, y, apoyo
hoy día, el principal
social (no militar) de la burguesía. Porque son
verdaderos agentes de la burguesía en el seno del
movimiento obrero, lugartenientes obreros de la
clase de los capitalistas..., verdaderos vehículos del
reformismo y del chovinismo» (v. t. XIX, pág. 77).
Todos grupos pequeñoburgueses
estos penetran
de un modo o de otro en el Partido llevando a éste el
espíritu de vacilación y de oportunismo, el espíritu de
desmoralización y de incertidumbre. Son ellos,
principalmente, quienes constituyen la fuente del
fraccionalismo y de la disgregación, la fuente de la
desorganización y de la labor de destrucción del
Partido desde dentro. Hacer la guerra al imperialismo
teniendo en la retaguardia tales «aliados», es verse en
la situación de gente que se halla entre dos fuegos,

Los fundamentos del leninismo

tiroteada por el frente y por la retaguardia. Por eso, la


lucha implacable contra estos elementos, su
expulsión del Partido es la condición previa para
luchar con éxito contra el imperialismo.
La teoría de «vencer» a los elementos
oportunistas mediante la lucha ideológica dentro del
Partido, la teoría con estos elementos
de «acabar»
dentro del marco un partido único es una teoría
de
podrida y peligrosa, que amenaza con condenar al
Partido a la parálisis y a una dolencia crónica, que
amenaza con entregar el Partido a merced del
oportunismo, que amenaza con dejar al proletariado
sin Partido revolucionario, que amenaza con despojar
al proletariado de su arma principal en la lucha
contra el imperialismo. Nuestro Partido no hubiera
podido salir a su anchuroso camino, no hubiera
podido tomar el Poder y organizar la dictadura del
proletariado, no hubiera podido salir victorioso de la
guerra civil, si hubiese tenido en sus filas a los
Mártov y a los Dan, a los Potrésov y a los Axelrod.
Si nuestro Partido ha conseguido forjar dentro de sus
filas una unidad interior y una cohesión nunca vistas,
se debe, ante todo, a que supo librarse a tiempo de la
escoria del oportunismo y arrojar del Partido a los
liquidadores y a los mencheviques. Para desarrollar y
fortalecer los partidos proletarios, hay que depurar
sus filas de oportunistas y reformistas, de social-
imperialistas y social-chovinistas, de social-patriotas
y social-pacifistas.
El Partido se fortalece depurándose de los
elementos oportunistas.
«Teniendo en las propias filasa los reformistas, a
los mencheviques -dice Lenin-, no es posible triunfar
en la revolución proletaria, no es posible defenderla.
Esto es evidente desde el punto de vista de los
principios. Esto lo confirman con toda claridad la
experiencia de Rusia y la de Hungría... En Rusia,
hemos atravesado muchas veces por situaciones
difíciles, en que el régimen soviético habría sido
irremisiblemente derrotado si hubiesen quedado
mencheviques, reformistas, demócratas pequeño
burgueses dentro de nuestro Partido... en Italia,
donde, según la opinión general, las cosas marchan
hacia batallas decisivas entre el proletariado y la
burguesía por la conquista del Poder del Estado. En
tales momentos, no sólo es absolutamente necesario
expulsar del Partido a los mencheviques, a los
reformistas, a los turatistas, sino que puede incluso
resultar útil apartar de todos los puestos de
responsabilidad a quienes, siendo excelentes
comunistas, sean susceptibles de vacilaciones y
manifiesten inclinación hacia la «unidad» con los
reformistas... En vísperas de la revolución y en los
momentos de la lucha más encarnizada por su
triunfo, la más leve vacilación dentro del Partido
puede echarlo todo a perder, hacer fracasar la
revolución, arrancar el Poder de manos del

93

proletariado, porque este Poder no está todavía


consolidado, porque las arremetidas contra él son
todavía demasiado fuertes. Si, en tal momento, los
dirigentes vacilantes se apartan, eso no debilita al
Partido, sino que fortalece al Partido, al movimiento
obrero, a la revolución» (v. t. XXV, págs. 462, 463 y
464).

IX. El estilo en el trabajo


No se trata del estilo literario. Me refiero al estilo
en el trabajo, a lo específico y que hay en la
peculiar
labor práctica del leninismo y que
crea el tipo
especial del militante leninista. El leninismo es una
escuela teórica y práctica, que moldea un tipo
especial de dirigente del Partido y del Estado, que
crea un estilo especial de trabajo, el estilo leninista.
¿Cuáles son los rasgos característicos de este
estilo? ¿Cuáles son sus particularidades?
Estas particularidades son dos:
a) el ímpetu revolucionario ruso y
b) el sentido práctico norteamericano.
El estilo leninista es la combinación de estas dos
particularidades en la labor del Partido y del Estado.
El ímpetu revolucionario ruso es el antídoto
contra la inercia, contra la rutina, contra el
conservadurismo, contra el estancamiento mental,
contra la sumisión servil a las tradiciones seculares.
El ímpetu revolucionario ruso es la fuerza
vivificadora que despierta el pensamiento, que
impulsa, que rompe el pasado, que brinda una
perspectiva. Sin este ímpetu, no es posible ningún
movimiento progresivo.
Pero el ímpetu revolucionario ruso puede muy
bien degenerar en vacuo manilovismo
«revolucionario», si no se une al sentido práctico
norteamericano en el trabajo. Ejemplos de este tipo
de degeneración los hay sobrados. no conoce
¿Quién
la enfermedad del arbitrismo y de
«revolucionario»
la planomania «revolucionaria», cuyo origen es la fe
puesta en la fuerza del decreto que puede arreglarlo y
transformarlo todo? Un escritor ruso, I. Ehrenburg,
dibuja en el cuento «El homcomper» («El hombre
comunista perfeccionado») un tipo de «bolchevique»
atacado de esta enfermedad, que se ha propuesto
trazar el esquema del hombre idealmente perfecto y...
se «ahoga» en esta «labor». El cuento exagera mucho
la nota, pero es indudable que pita la enfermedad con
acierto. Sin embargo, yo creo que nadie se ha burlado
de esos enfermos con tanta saña y de un modo tan
implacable como Lenin. «Presunción comunista»; así
calificaba Lenin esa fe enfermiza en el arbitrismo y
en la decretomania.

«La presunción comunista -dice Lenin- significa


que una persona que está en el Partido Comunista y
no ha sido todavía expulsada de él por la depuración,
cree que puede resolver todos los problemas a fuerza
de decretos comunistas...» (v, t. XXVII, págs. 50-51).

94

J. V. Stalin

107, 108 y 111 de "Pravda".


Lenin solía oponer a la verborrea
«revolucionaria», el trabajo sencillo, cotidiano,
subrayando con ello que el arbitrismo
«revolucionario» es contrario al espíritu y a la letra
del auténtico leninismo.

«Menos frases pomposas -dice Lenin- y más


trabajo sencillo, cotidiano...»
«Menos estrépito político y mayor atención a los
hechos más sencillos, pero vivos... de la edificación
comunista...» (v. t. XXIV, págs. 343 y 335).

El sentido práctico norteamericano es, por el


contrario, un antídoto contra el manilovismo
«revolucionario» y contra las fantasías del
arbitrismo. El sentido práctico norteamericano es una
fuerza que no conoce ni admite barreras,
indomable,
que con su tenacidad práctica toda clase de
destruye
obstáculo y que siempre lleva a término lo
empezado, por mínimo que sea; es una fuerza sin la
cual no puede concebirse una labor constructiva
seria.
Pero el sentido práctico norteamericano puede
muy bien degeneraren un utilitarismo mezquino y
sin principios, si no va asociado al ímpetu
revolucionario ruso. ¿Quién no conoce la enfermedad
del practicismo mezquino y del utilitarismo sin
principios, que suele llevar a algunos «bolcheviques»
a la degeneración y al abandono de la causa de la
revolución? Esta enfermedad peculiar ha encontrado
su reflejo en el relato de B.
«El año
Pilniak
desnudo», en que se pinta
el a tipos de
«bolcheviques» rusos llenos de voluntad y de
decisión práctica, que «funcionan» muy
«enérgicamente», pero que carecen de perspectiva,
que no saben «el porqué de las cosas» y, debido a
ello, se desvían del camino del trabajo
revolucionario. Nadie se ha burlado con tanta saña
como Lenin de esta enfermedad del mezquino
utilitarismo. «Practicismo cretino», «utilitarismo
estúpido»: así calificaba Lenin esta enfermedad.
Lenin solía oponer a esto la labor revolucionaria viva
y la necesidad de una perspectiva revolucionaria en
toda nuestra labor cotidiana, subrayando con ello que
el utilitarismo mezquino y sin principios es tan
contrario al auténtico leninismo como el arbitrismo
«revolucionario».
La unión del ímpetu revolucionario ruso al
sentido práctico norteamericano: tal es la esencia del
leninismo en el trabajo del Partido y del aparato del
Estado.
Sólo esta unión nos da el tipo acabado del
militante leninista y el estilo del leninismo en el
trabajo.

Publicado el 26 y 30 de abril y el 9, 11, 14, 15 y


18 de mayo de 1924 en los núms. 96, 97, 103, 105,

¿TROTSKISMO O LE�I�ISMO?

Discurso en el Pleno del grupo comunista del


Consejo Central de los Sindicatos Soviéticos
19 de noviembre de 1924

Camaradas: Después del detallado informe que ha


hecho Kámenev, me queda poco que decir. Me
limitaré por ello a desenmascarar ciertas leyendas,
propaladas por Trotski y sus correligionarios, acerca
de la insurrección de Octubre, acerca del papel de
Trotski en la insurrección, acerca del Partido y la
preparación de Octubre, etc., etc. Además, hablaré
del trotskismo como de una ideología peculiar,
incompatible con el leninismo, y de las tareas del
Partido en relación con los últimos escritos de
Trotski.

I. Hechos acerca de la insurrección de Octubre


Ante todo, acerca de la insurrección de Octubre.
Entre los miembros del Partido es difundido
intensamente el rumor de que el CC, en su conjunto,
estaba en contra de la insurrección en octubre de
1917. Suelen decir que el 10 de octubre, cuando el
CC tomó el acuerdo de organizar la insurrección, la
mayoría se manifestó al principio contra la
del CC
insurrección, pero que en aquel mismo instante
irrumpió en el local donde se celebraba la reunión un
obrero y dijo: «Vosotros os manifestáis en contra de
la insurrección, pero yo os digo que, a pesar de todo,
habrá insurrección». Y cuentan, además, que después
de estas amenazas el CC se acobardó, volvió a
plantear el asunto de la insurrección y acordó
organizarla.
Esto, camaradas, no es simplemente un rumor. De
ello habla en su libro «Diez días» el célebre John
Reed, que estaba muy lejos de nuestro Partido y no
podía, naturalmente, conocer la historia de nuestra
reunión secreta del 10 de octubre, por lo que mordió
el anzuelo de las calumnias propaladas por los
Sujánov. Este cuento se reproduce y repite en
muchos folletos salidos de plumas trotskistas, entre
ellosuno reciente de Sirkin acerca de Octubre. Estos
rumores los alimenta celosamente Trotski en sus
últimos escritos.
No creo que sea necesario demostrar que todos
estos cuentos árabes y otros semejantes no
corresponden a la verdad, que en realidad nada
parecido ocurrió -ni podía ocurrir- en la reunión del
CC. Siendo así, bien podríamos desdeñar estos
absurdos rumores: rumores no se fabricarán en
¡qué
los despachos de los oposicionistas y de la gente
lejana al Partido! Y así lo hemos venido haciendo
hasta hoy, sin prestar atención a los errores de John
Reed, por ejemplo, y sin preocuparnos de corregirlos.
Pero, después de los últimos escritos de Trotski, ya
no se pueden pasar por alto esas leyendas, pues con
ellas tratan ahora de educar a la juventud y,
desgraciadamente, han logrado ya en esa labor
algunos resultados. Por ello debo oponer a esos
absurdos rumores la verdad de los hechos.
Tomo las actas de la reunión del CC de nuestro
Partido del 10 (23) de octubre de 1917. Asisten:
Lenin, Zinóviev, Kámenev, Stalin, Trotski, Sverdlov,
Uritski, Dzerzhinski, Kollontay, Búbnov, Sokólnikov
y Lómov. Se discute en torno y a la al momento
insurrección. Después de se vota la
los debates,
resolución del camarada Lenin acerca de la
insurrección. La resolución es aprobada por una
mayoría de 10 votos contra 2. Parece que está claro:
el CC, por una mayoría de 10 votos contra 2, acuerda
pasar a la organización práctica de la insurrección.
En esta misma reunión, el CC elige un centro político
para dirigir la insurrección, al que da el nombre de
Buró Político. Lo forman: Lenin, Zinóviev, Stalin,
Kámenev, Trotski, Sokólnikov y Búbnov.
Tales son los hechos.
Estas actas destruyen de golpe varias leyendas.
Destruyen la leyenda de que la mayoría del CC era
contraria a la insurrección. Destruyen también la
leyenda que en el problema de la insurrección el
de
CC estuvo a punto de escindirse. Las actas
evidencian que los enemigos de la insurrección
inmediata -Kámenev y Zinóviev- pasaron a integrar
el organismo de dirección política de la insurrección
al lado de los partidarios de ella. No hubo, ni podía
haber, nada parecido a una escisión.
Trotski asegura que Kámenev y Zinóviev eran en
Octubre el ala derecha de nuestro Partido, casi
socialdemócratas. No se comprende cómo, en tal
caso, no se una escisión en el
produjo Partido, cómo
las divergenciascon Kámenev y Zinóviev duraron
tan sólo unos días ni cómo estos camaradas, a pesar
de esas divergencias, fueron colocados por el Partido
en puestos de la mayor importancia y elegidos para
formar parte del centro político de la insurrección,

96

etc., etc.El Partido conoce bastante bien lo


implacable que era Lenin con los socialdemócratas;
el Partido sabe que Lenin no hubiera accedido ni por
un instante a tener en el Partido, y menos aún en
puestos de la mayor importancia, a camaradas de
mentalidad socialdemócrata. ¿A qué se debió que en
el Partido no se produjera una escisión? Se debió a
que, a pesar de las divergencias, esos camaradas eran
viejos bolcheviques y pisaban el terreno común del
bolchevismo. ¿Qué terreno común era ése? La unidad
de criterios respecto a las cuestiones fundamentales:
el carácter de la revolución rusa, las fuerzas motrices
de la revolución, el papel del campesinado, los
principios de dirección del Partido, etc. Sin ese
terreno común, la escisión hubiera sido inevitable.
No hubo escisión, y las divergencias duraron en total
unos días, por la única y exclusiva razón de que
Kámenev y Zinóviev eran leninistas, bolcheviques.
Veamos ahora la leyenda sobre el papel particular
de Trotski en la insurrección de Octubre. Los
trotskistas propalan insistentemente rumores de que
Trotski fue el inspirador y el único dirigente de la
insurrección de Octubre. Esos rumores los propala
con particular empeño Lentsner, el llamado redactor
de las obras de Trotski. El propio Trotski, dando
sistemáticamente de lado al Partido, al CC del
Partido y al Comité de Petrogrado del Partido,
silenciando el papel dirigente de estas organizaciones
en la insurrección y presentándose machaconamente
a sí mismo como la figura central de la insurrección
de Octubre, contribuye, quiéralo o no, a propalar esos
rumores acerca de su papel particular en la
insurrección. Estoy lejos de negar el papel,
indudablemente importante, por desempeñado
Trotski en la insurrección. Pero debo decir que
Trotski no desempeñó, ni podía desempeñar, ningún
papel particular en la insurrección de Octubre, y que,
siendo presidente del Soviet de Petrogrado, se
limitaba a cumplir la voluntad de las
correspondientes instancias del Partido, que dirigían
cada uno de sus pasos. A los filisteos como Sujánov
todo eso puede parecerles extraño, pero los hechos,
los hechos reales, confirman por entero lo que digo.
Tomemos las actas de la reunión siguiente del
CC, celebrada el 16 (29) de octubre de 1917.
Participan en ella los miembros del CC más
representantes del Comité de Petrogrado y
representantes de la organización militar, de los
comités de fábrica, de los sindicatos y de los
ferroviarios. Entre los asistentes, además de los
miembros del CC figuran: Krilenko, Shotman,
Kalinin, Volodarski, Shliápnikov, Lacis y otros. En
total, 25 personas. Se discute el problema de la
insurrección desde un punto de vista puramente
práctico y organizativo. Se aprueba la resolución de
Lenin sobre la insurrección por una mayoría de 20
votos contra 2, y 3 abstenciones. Se elige un centro
práctico para dirigir la organización de la

J. V. Stalin

insurrección. ¿Quiénes pasan a formar parte de dicho


centro? Para él son elegidos cinco camaradas:
Sverdlov, Stalin, Dzerzhinski, Búbnov y Uritski.
Tareas del centro práctico: dirigir todos los
organismos de preparación práctica de la
insurrección, de con las directivas
acuerdo del
Comité Central. Como veis, en esta reunión del CC
ocurrió algo «terrible», es decir, Trotski, el
«inspirador», la «figura principal», el «único
dirigente» de la insurrección, no fue elegido, de
«modo extraño», para el centro práctico llamado a
dirigir la insurrección. ¿Cómo compaginar este hecho
con esa difundida opinión acerca del papel particular
de Trotski? ¿No es verdad que todo ello es algo
«extraño», como diría o como dirían los
Sujánov,
trotskistas? Sin embargo, no
en ello, hablando en
hay
propiedad, nada de extraño, pues Trotski, por ser
entonces relativamente nuevo en el Partido, no
desempeñó ni podía desempeñar ningún papel
particular en el Partido ni en la insurrección de
Octubre. Lo mismo que todos los demás funcionarios
en puestos de responsabilidad; era únicamente un
ejecutor de la voluntad del CC y de sus organismos.
Quien conozca el mecanismo de dirección del
Partido Bolchevique, comprenderá sin gran trabajo
que no podía ser de otro modo: en cuanto Trotski no
hubiera acatado la voluntad del CC, habría perdido
toda influencia sobre el curso de los acontecimientos.
Las habladurías acerca del papel particular de Trotski
son una leyenda propalada por complacientes
comadres «del Partido».
Eso no quiere decir, que lanaturalmente,
insurrección de Octubre no
su inspirador. La
tuviera
insurrección tuvo su inspirador y su dirigente. Pero
fue Lenin, y nadie más que Lenin, cuyas resoluciones
aprobó el CC al decidir el problema de la
insurrección; Lenin, a quien la clandestinidad no
impidió ser el verdadero inspirador de la
insurrección, a despecho de las afirmaciones de
Trotski. Es necio y ridículo querer ocultar ahora con
habladurías acerca de la clandestinidad el hecho
indudable de que el inspirador de la insurrección fue
V. I. Lenin, el jefe del Partido.
Tales son los hechos.
Admitámoslo,nos dicen, pero no se puede negar
que Trotski peleó bien en el período de Octubre. Sí,
eso es cierto, Trotski peleó bien en el período de
Octubre. Pero en el período de Octubre no sólo
Trotski peleó bien; ni siquiera pelearon mal gentes
como los eseristas de izquierda, que entonces
marchaban hombro a hombro con los bolcheviques.
Debo decir, en general, que en el período de la
insurrección triunfante, cuando el enemigo está
aislado y la insurrección se extiende, no es difícil
pelear bien. En esos momentos, hasta los elementos
atrasados se hacen héroes.
Pero la lucha del proletariado no es una ofensiva
continua, una cadena de éxitos constantes. La lucha

¿Trotskismo o leninismo?

del proletariado tiene que pasar también por sus


pruebas y sufrir sus derrotas. Y verdadero
revolucionario no es quien da muestras de valor en el
período de la insurrección triunfante, sino quien,
peleando bien cuando la revolución despliega una
ofensiva victoriosa, sabe asimismo dar muestras de
valor en el período de repliegue de la revolución, en
período de derrota del proletariado; quien no pierde
la cabeza y no se acobarda ante los reveses de la
revolución, ante los éxitos del enemigo; quien no se
deja llevar del pánico ni cae en la desesperación en el
período de repliegue de la revolución. Los eseristas
de izquierda no lucharon mal en el período de
Octubre, apoyando a los bolcheviques. Pero ¿quién
ignora que esos «denodados» combatientes se
dejaron llevar del pánico en el período de Brest-
Litovsk, cuando la ofensiva del imperialismo alemán
les hizo caer en la desesperación y en el histerismo?
Es muy de lamentar, pero es un hecho indudable que
a que peleó
Trotski, bien en el período de Octubre, le
faltó valor en el período de Brest-Litovsk, en un
período de reveses temporales de la revolución, para
dar muestras de suficiente firmeza en tan difícil
momento y no seguir las huellas de los eseristas de
izquierda. Es indiscutible que el momento era difícil,
que había que poner de manifiesto gran valentía y
una serenidad extraordinaria para no desconcertarse,
para replegarse a tiempo, para aceptar la paz en el
momento oportuno, salvar al ejército proletario del
golpe que quería asestarle el imperialismo alemán,
conservar las reservas campesinas y, después de
haber obtenido, de tal modo, una tregua, caer sobre el
enemigo con nuevas fuerzas. Pero,
desgraciadamente, Trotski no tuvo esa valentía ni esa
firmeza revolucionaria en un momento tan difícil.
Según opina Trotski, la principal enseñanza de la
revolución proletaria consiste en «no acobardarse» en
Octubre. Eso es falso, porque la afirmación de
Trotski no encierra más que una partícula de la
verdad acerca de las enseñanzas de la revolución.
Toda la verdad acerca de las enseñanzas de la
revolución proletaria consiste en «no acobardarse»
no sólo en los días de ofensiva de la revolución, sino
tampoco en los días de repliegue, cuando el enemigo
obtiene ventajas y la revolución sufre reveses. La
revolución no queda circunscrita a Octubre. Octubre
no es más que el comienzo de la revolución
proletaria. Malo es acobardarse cuando la
insurrección va en ascenso. Pero aún es peor
acobardarse cuando llegan duras pruebas para la
revolución, después de la toma del Poder.
Mantenerse en el Poder al día siguiente de la
revolución es tan importante como tomarlo. Si
Trotski se acobardó en el período de Brest-Litovsk,
en un período de duras pruebas para nuestra
revolución, cuando la cosa llegó casi a la «entrega»
del Poder, debe comprender que los errores de
Kámenev y de Zinóviev en Octubre no tienen nada

97

que ver con esto.


Esto es lo que hay en cuanto a las leyendas acerca
de la insurrección de Octubre.

II. El partido y la preparación de Octubre


Pasemos ahora al problema de la preparación de
Octubre. Escuchando a suponerse que
Trotski, podría
en todo el período de preparación, de marzo a
octubre, el Partido Bolchevique no hacía sino
agitarse sin ton ni son; que estaba corroído por
contradicciones internas y ponía a Lenin toda clase
de estorbos, y que, de no haber sido por Trotski,
nadie sabe cómo habría terminado la Revolución de
Octubre. Hasta cierto punto divierten estas peregrinas
palabras acerca del Partido en boca de Trotski, quien
en el mismo «prefacio» al tomo III declara que «el
fundamental instrumento de la revolución proletaria
es el Partido», que, «sin el Partido, haciendo caso
omiso del Partido, dando de lado al Partido, con un
sucedáneo del Partido, la revolución proletaria no
puede vencer». En fin, ni el mismísimo Alá alcanzará
a comprender cómo pudo triunfar nuestra revolución
si «su fundamental instrumento» resultó inservible y
si, «dando de lado al Partido», no hay ninguna
posibilidad de vencer. Pero no es la primera vez que
Trotski nos obsequia con tales extravagancias. Es de
suponer que estos divertidos razonamientos acerca de
nuestro Partido sean las habituales extravagancias de
Trotski.
Examinemos, brevemente, la historia de la
preparación de Octubre por períodos.
1) El período de nueva orientación del Partido
(marzo-abril). Hechos principales de este período:
a) el derrocamiento del zarismo;
b) la formación del Gobierno Provisional
(dictadura de la burguesía);
c) la aparición de los Soviets de Diputados
Obreros y Soldados (dictadura del proletariado y del
campesinado);
d) la dualidad de poderes;
e) la manifestación de abril;
f) la primera crisis de Poder.
El rasgo característico de este período es que
existen, una al lado de otra, juntas, al mismo tiempo,
la dictadura de la burguesía y la dictadura del
proletariado y del campesinado, con la particularidad
de que la segunda tiene confianza en la primera,
supone en ella anhelos de paz, entrega
voluntariamente el Poder a la burguesía y se
convierte, de este modo, en un apéndice suyo. Aun
no hay conflictos graves entre las dos dictaduras.
165.
Pero, en cambio hay una «comisión de enlace»

165
La «comisión de enlace», fue nombrada por el Comité
Ejecutivo Central menchevique-eserista del Soviet de Diputados
Obreros y Soldados de Petrogrado el 7 de marzo de 1917 para
establecer contacto con el Gobierno Provisional, «influir» en él y
«controlar» su actuación. De hecho, la «comisión de enlace»
ayudaba a aplicar la política burguesa del Gobierno Provisional e
impedía a las masas obreras emprender una lucha revolucionaria

98

Fue éste un grandioso viraje en la historia de


Rusia y un viraje inusitado en la historia de nuestro
Partido. La vieja plataforma de derrocamiento directo
del gobierno, formulada antes de la revolución, era
clara y concreta, pero ya no servía para las nuevas
condiciones de la lucha. Ahora ya no se podía
marchar directamente al derrocamiento del gobierno,
porque estaba ligado a
que se hallaban
los Soviets,
bajo la influencia dey el Partido
los defensistas,
hubiera tenido que sostener una guerra superior a sus
fuerzas contra el gobierno y contra los Soviets. Pero
tampoco se podía aplicar una política de apoyo al
Gobierno Provisional, porque era un gobierno del
imperialismo. Se imponía una nueva orientación del
Partido en las nuevas condiciones de la lucha. El
Partido (su mayoría) marchaba a tientas hacía esa
nueva orientación. Adoptó la política de presión de
los Soviets sobre el Gobierno Provisional en el
problema de la paz y no se decidió a pasar de golpe,
de la vieja consigna de dictadura del proletariado y
del campesinado, a la nueva consigna del Poder de
los Soviets. Con esta política de medias tintas se
quería que los Soviets pudieran ver en las cuestiones
concretas de la paz la verdadera naturaleza
imperialista del Gobierno Provisional y apartarlos así
de él. Pero ésa era una posición profundamente
errónea, pues engendraba ilusiones pacifistas, llevaba
el agua al molino del defensismo y dificultaba la
educación revolucionaria de las masas. Esa posición
errónea la compartía yo entonces con otros
camaradas del Partido y no la abandoné del todo
hasta mediados de abril, cuando me solidaricé con las
tesis de Lenin. Se imponía una nueva orientación.
Esa nueva orientación la dió Lenin al Partido en sus
famosas Tesis de Abril. No voy a extenderme acerca
de las tesis, pues todos y cada uno de vosotros las
conocéis. ¿Tuvo entonces el Partido divergencias con
Lenin? Sí, las tuvo. ¿Cuánto duraron esas
divergencias? Dos semanas, a lo sumo. La
166
Conferencia local de Petrogrado (segunda
quincena de abril), que aprobó las tesis de Lenin, fue
un punto crucial en el desarrollo de nuestro Partido.
La Conferencia de toda Rusia celebrada a fines de
abril no hizo que llevar a término
más en escala
nacional lo hecho por la Conferencia de Petrogrado,
agrupando en torno a una posición única del Partido
a las nueve décimas partes de éste.
años después, Trotski manifiesta una
Ahora, siete
alegría por las pasadas divergencias entre los
maligna
bolcheviques y las presenta casi como una lucha de
dos partidos en el seno del bolchevismo. Pero, en
primer lugar, Trotski exagera y abulta las cosas
desmesuradamente, pues el Partido Bolchevique salió

activa por el paso de todo el Poder a los Soviets.


166
La Conferencia local de Petrogrado del P.O.S.D.R.(b) se
celebró del 27 de abril al 5 de mayo (del 14 al 22 de abril) de
1917. Asistieron a la Conferencia 57 delegados. En las labores de
la Conferencia participaron V. I. Lenin y J. V. Stalin.

J. V. Stalin

de estas divergencias sin haber sufrido la menor


conmoción. En segundo lugar, nuestro Partido sería
una casta, y no un partido revolucionario, si no
admitiera en su seno matices del pensamiento.
Además, es sabido que también en el pasado hubo
entre nosotros divergencias, por ejemplo, en el
período de la III Duma, lo que no fue óbice para que
nuestro Partido se mantuviese unido. En tercer lugar,
no estará de más que preguntemos cuál era entonces
la posición del propio Trotski, que ahora manifiesta
sin recato una alegría maligna con motivo de las
pasadas divergencias de los bolcheviques. Lentsner,
el llamado redactor de las obras de Trotski, asegura
que las cartas americanas de Trotski (marzo) «se
adelantaron en todo» a las «Cartas de lejos» de Lenin
(marzo), que sirvieron de base a las Tesis de Abril de
Lenin. Así lo dice: «Se adelantaron en todo». Trotski
no pone peros a esa analogía, aceptándola, por lo
visto, con agradecimiento. Pero, en primer lugar, las
cartas de Trotski «no se parecen en nada» a las de
Lenin ni por su espíritu ni por las conclusiones, pues
reflejan enteramente la consigna antibolchevique de
Trotski «sin zar, por un gobierno obrero», consigna
que significa: revolución sin los campesinos. Basta
con leer estas dos series de cartaspara convencerse
de ello. En segundo lugar, ¿cómo explicar, en tal
caso, que Lenin estimara necesario desolidarizarse de
Trotski al día siguiente de haber llegado del
extranjero? ¿Quién no conoce las reiteradas
declaraciones de Lenin de que la consigna de Trotski
«sin zar, por un gobierno obrero» es un
intento de
«saltar por encima del movimiento campesino, cuyas
posibilidades no han sido agotadas», que esa
consigna es «jugar a la toma del Poder por un
167?
gobierno obrero»
¿Qué puede haber de común entre las tesis
bolcheviques de Lenin y el esquema antibolchevique
de Trotskicon su «juego a la toma del Poder»? ¿De
dónde saldráesa propensión de la gente a comparar
una casucha con el Monte Blanco? ¿Qué falta le
hacía a Lentsner sumar tan irreflexivamente al
montón de viejas leyendas sobre nuestra revolución
esa otra leyenda de que las cartas americanas de
Trotski «se
adelantaron» a las conocidas «Cartas de
168?
lejos» de Lenin

167
V. las Obras de Lenin, t. XX, pág. 104. V. también los
informes en la Conferencia local de Petrogrado y en la
Conferencia de toda Rusia del POSDR (b) (mediados y fines de
abril de 1917)
168
esas leyendas hay que incluir también la muy difundida
Entre
versión de que Trotski es el «único» o el «principal organizador»
de las victorias en los frentes de la guerra civil. Debo declarar,
camaradas, en aras de la verdad, que esa versión no corresponde
en absoluto a la realidad de los hechos. Estoy lejos de negar el
importante papel desempeñado por Trotski en la guerra civil.
Pero debo declarar categóricamente que el alto honor de haber
organizado nuestras victorias no corresponde a esta o aquella
persona sino a la gran colectividad de los obreros avanzados de
nuestro país, al Partido Comunista de Rusia. Quizás no esté de
más que cite algunos ejemplos. Vosotros sabéis que se
¿Trotskismo o leninismo?

Por algo se dice que un oso servicial es más


peligroso que un enemigo.
2) El período de movilización revolucionaria de
las masas (mayo-agosto). Hechos principales de este
período:
a) la manifestación de abril en Petrogrado y la
formación de un gobierno de coalición, en el que
participan los «socialistas»;
b) la manifestación del Primero de Mayo en los
principales centros de Rusia, con la consigna de «paz
democrática»;
c) la manifestación de junio en Petrogrado con la
consigna fundamental de «¡Abajo los ministros
capitalistas!»;
d) la ofensiva de junio en el frente y los reveses
del ejército ruso;
e) la manifestación armada de julio en Petrogrado
y la salida de los ministros demócratas
constitucionalistas del gobierno;
f) la llegada de tropas contrarrevolucionarias
sacadas del frente, el asalto y la destrucción de la
redacción de «Pravda», la lucha de la
contrarrevolución contra los Soviets y la formación
de un nuevo gobierno de coalición encabezado por
Kerenski ;
consideraba a Kolchak y a Denikin los principales enemigos de
la República que nuestro país no respiró a sus
Soviética. Sabéis
anchos hasta que no hubo derrotado a estos enemigos. Pues bien,
la historia evidencia que a estos dos enemigos, es decir, a
Denikin y a Kolchak, los remataron nuestras tropas a pesar de los
planes de Trotski.
Juzgad vosotros mismos.
1) Sobre Kolchak. Verano de 1919. Nuestras tropas avanzan
contra Kolchak y combaten en las cercanías de Ufá. Sereúne el
Comité Central. Trotski propone que se detenga la ofensiva en la
línea del río Biélaia (cerca de Ufá), dejando los Urales en manos
de Kolchak, y que se retire parte de las tropas del Frente del Este
para trasladarlas al Frente del Sur. Tienen lugar acalorados
debates. El Comité Central no está de acuerdo con Trotski,
estimando que no se puede dejar en manos de Kolchak los Urales
con sus fábricas y su red de ferrocarriles, pues allí puede
reponerse fácilmente, reunir fuerzas y aparecer de nuevo a orillas
del Valga. Lo primero que hay que hacer es arrojar a Kolchak al
otro lado de los Urales, a las estepas siberianas, y sólo después de
ello ocuparse del traslado de tropas al Sur. El Comité Central
rechaza el plan de Trotski. Este presenta la dimisión. El Comité
Central no la acepta. El Comandante en Jefe, Vacietis, partidario
del plan de Trotski, dimite. Su puesto lo ocupa un nuevo
Comandante en Jefe, Kámenev. A partir de este momento,
Trotski deja de participar directamente en los asuntos del Frente
del Este.
2. Sobre Denikin. Otoño de 1919. La ofensiva contra Denikin no
da el resultado apetecido. El «anillo de hierro» en torno a
Mámontov (la incursión de Mámontov) fracasa, sin duda alguna.
Denikin toma Kursk, Denikin se aproxima a Oriol. Trotski es
llamado del Frente del Sur para que
a una reunión del asista
Comité Central. El Comité que la situación es
Central estima
alarmante y acuerda enviar al Frente del Sur a nuevos dirigentes
militares y retirar de allí a Trotski. Los nuevos dirigentes
militares exigen la «no ingerencia» de Trotski en los asuntos del
Frente del Sur. Trotski deja de participar directamente en los
asuntos del Frente del Sur. Las operaciones en el Frente del Sur,
Incluida la toma de Rostov del Don y de Odesa, se desarrollan
sin Trotski.
Que prueben a refutar estos hechos.

99

g) el VI Congreso de nuestro Partido, que lanza la


consigna de preparación de la insurrección armada;
h) la contrarrevolucionaria Conferencia de Estado
y la huelga general de Moscú;
i) la fracasada ofensiva de Kornílov sobre
Petrogrado, la vivificación de los Soviets, la dimisión
de los demócratas constitucionalistas y la formación
del «Directorio».
El rasgo característico de este período es la
agudización de la crisis y la ruptura del inestable
equilibrio entre los Soviets y el Gobierno
Provisional, equilibrio que -bien o mal- existía en el
período precedente. La dualidad de poderes se ha
hecho insostenible para ambas partes. El frágil
edificio de la «comisión de enlace» vive sus últimos
días. «Crisis de Poder» y «carrousel ministerial» eran
en aquellos momentos las palabras más en boga. La
crisis en el frente y la ruina en la retaguardia hacen
su obra, reforzando los flancos extremos y
presionando por ambos lados a los conciliadores
defensistas. La revolución se moviliza, haciendo con
ello que se movilice la contrarrevolución. La
contrarrevolución, a su vez, espolea a la revolución,
suscitando nuevas oleadas de la marea
revolucionaria. La cuestión del paso del Poder a una
nueva clase se pone a la orden del día.
¿Había entonces divergencias en nuestro Partido?
Sí, las había. Pero se referían exclusivamente a
cuestiones de carácter práctico, contrariamente a lo
que afirma Trotski, quien trata de descubrir un ala
«derecha» y un ala «izquierda» en el Partido. Es
decir, había esas divergencias sin las que, en general,
no existe una vida activa de Partido y un verdadero
trabajo de Partido.
No tiene razón Trotski cuando afirma que la
manifestación de abril en Petrogrado suscitó
divergencias en
el seno del Comité Central. El
Comité se mantuvo absolutamente unánime
Central
en esta cuestión, condenando el intento de un grupo
de camaradas de detener al Gobierno Provisional en
un momento en que los bolcheviques estaban en
minoría en los Soviets y en el ejército. Si Trotski no
escribiera la «historia» de Octubre a lo Sujánov, sino
basándose en documentos fidedignos, se convencería
sin gran trabajo de que su afirmación es errónea.
No tiene absolutamente ninguna razón Trotski
cuando afirma que el intento, «a iniciativa de Lenin»,
de organizar una manifestación el 10 de junio fue
tachado de por los «derechistas»
«aventura» del
Comité Central. Si Trotski no escribiera a lo Sujánov,
sabría seguramente que la manifestación del 10 de
junio fue aplazada de pleno acuerdo con Lenin y que
precisamente Lenin defendió la necesidad de
aplazarla en un gran discurso pronunciado en la
conocida reunión del Comité de Petrogrado (v. las
actas del Comité de Petrogrado).
No tiene ninguna razón Trotski cuando habla de
divergencias «trágicas» en el seno del CC con motivo

100

de la manifestación armada de julio. Trotski,


sencillamente, inventa, suponiendo que algunos
miembros del grupo dirigente del CC «debían ver en
el episodio de julio una aventura nociva». Trotski,
que entonces aún no formaba parte de nuestro CC y
era tan sólo un parlamentario nuestro en los Soviets,
podía, naturalmente, no saber que el CC consideraba
la manifestación de julio como un mero medio para
tantear al enemigo; que el CC (y Lenin) no querían ni
pensaban convertir la manifestación en insurrección
en un momento en que los Soviets de la capital
seguían aún a los defensistas. Es muy posible que
algunos de los bolcheviques lloriquearan, en efecto,
con motivo de la derrota de julio. Yo sé, por ejemplo,
que algunos de los bolcheviques detenidos entonces
estaban incluso dispuestos a abandonar nuestras filas.
Pero hacer de aquí deducciones contra algunos
supuestos «derechistas», a los que se dice miembros
del CC, es tergiversar desvergonzadamente la
historia.
No tiene razón Trotski cuando declara que en los
días de la korníloviada se puso de manifiesto en parte
de los dirigentes del Partido la tendencia a concertar
un bloque con los defensistas, a apoyar al Gobierno
Provisional. Se trata, naturalmente, de esos mismos
supuestos que quitan el sueño
«derechistas» a
Trotski. Trotski no tiene razón, pues existen tales
documentos como el Órgano Central del Partido, que
echa por tierra la declaración de Trotski. Este invoca
la carta de Lenin al CC previniendo contra el apoyo a
Kerenski. Pero Trotski no comprende las cartas de
Lenin, ni su significado, ni su misión. A veces, Lenin
se adelanta deliberadamente en sus cartas a los
acontecimientos, llevando a un primer plano errores
posibles, y criticándolos por anticipado, a fin de
prevenir al Partido y ponerlo a salvo de ellos, o, a
veces, exagera las «pequeñeces» y hace «de una
mosca un elefante», con el mismo fin pedagógico. El
jefe del Partido, sobre todo si se encuentra en la
clandestinidad, no puede obrar de otro modo, pues
debe ver más allá que sus compañeros de lucha y está
obligado a dar la señal de alarma con motivo de
cualquier error posible, incluso con motivo de
«pequeñeces». Pero sacar de estas cartas de Lenin
(que no son pocas) la conclusión de que hubo
divergencias «trágicas» y alborotar a cuenta de ello
significa no comprender las cartas de Lenin, no
conocer a Lenin. Quizá sea ésta la explicación de que
Trotski no dé a veces en el clavo. Resumiendo: en el
CC no hubo ninguna divergencia, absolutamente
ninguna, en los días de la intentona de Kornílov.
Después de la derrota de julio, entre el CC y
Lenin surgieron, efectivamente, divergencias
respecto a la suerte de los Soviets. Es sabido que
Lenin, deseando concentrar la atención del Partido en
los preparativos de la insurrección fuera de los
Soviets, prevenía contra el excesivo entusiasmo por
los Soviets, considerando que éstos, envilecidos por

J. V. Stalin

los defensistas, ya no tenían ningún valor. El Comité


Central y el VI Congreso del Partido adoptaron una
línea más prudente, considerando que no había
fundamento para estimar excluida una vivificación de
los Soviets. La intentona de Kornílov demostró que
esta decisión había sido acertada. Por lo demás, esas
divergencias no fueron una cuestión de actualidad
para el Partido. Lenin reconoció posteriormente que
la línea del VI Congreso había sido acertada. Es
interesante que Trotski no se haya aferrado a esta
divergencia ni la haya abultado hasta darle
proporciones «monstruosas».
Un partido unido y monolítico, centro de la
movilización revolucionaria de las masas: tal es el
cuadro de la situación de nuestro Partido en este
período.
3) El período de organización del asalto
(septiembre-octubre). Hechos principales de este
período:
a) la convocatoria de la Conferencia Democrática
y el fracaso de la idea de formar un bloque con los
demócratas constitucionalistas;
b) paso de los Soviets de Moscú y de Petrogrado
al lado de los bolcheviques;
c) el Congreso de los Soviets de la Región del
169
Norte y la resolución del Soviet de Petrogrado
contra la evacuación de las tropas;
d) la resolución del CC del Partido sobre la
insurrección y la formación del Comité Militar
Revolucionario del Soviet de Petrogrado;
e) la resolución de la guarnición de Petrogrado
sobre el apoyo armado al Soviet de Petrogrado y la
organización del sistema de comisarios del Comité
Militar Revolucionario;
f) las fuerzas armadas de los bolcheviques se
lanzan a la calle; detención de los miembros del
Gobierno Provisional;
g) la toma del Poder por el Comité Militar
Revolucionario del Soviet de Petrogrado y la
formación del Consejo de Comisarios del Pueblo por
el II Congreso de los Soviets.
El rasgo característico de este período es la rápida
agravación de la crisis, el completo desconcierto de
los círculos gobernantes, el aislamiento de los
eseristas y los mencheviques y el paso en masa de los
elementos vacilantes al lado de los bolcheviques.
Conviene señalar una particularidad original de la
táctica de la revolución en este período. Consiste esta
particularidad en que cada paso, o casi cada paso, de
su ofensiva la revolución procura dado como si fuera

169
El Congreso de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados
de la Región del Norte se celebró del 24 al 26 (del 11 al 13) de
octubre de 1917 en Petrogrado, bajo la dirección de los
bolcheviques. El Congresouna resolución sobre la
aprobó
necesidad del paso inmediato del Poder a los Soviets en el centro
y en provincias, llamó a los campesinos a apoyar la lucha por el
Poder de los Soviets y a los Soviets mismos a acciones enérgicas
y a la creación de Comités Militares Revolucionarios para
organizar la defensa armada de la revolución.

¿Trotskismo o leninismo?

un paso defensivo. Es indudable que la negativa a


evacuar las tropas de Petrogrado fue un serio paso de
la ofensiva de la revolución, pero, no obstante, esa
ofensiva se hizo bajo la consigna de defensa de
Petrogrado contra una posible ofensiva del enemigo
exterior. Es indudable que la formación del Comité
Militar Revolucionario fue un paso todavía más
importante de la ofensiva contra el Gobierno
Provisional, pero, no obstante, se dió bajo la
consigna de organizar el control de los Soviets sobre
la actividad del Estado Mayor de la Zona. Es
indudable que el paso franco de la guarnición al lado
del Comité Militar Revolucionario y la organización
del sistema de comisarios soviéticos señalaron el
comienzo de la insurrección, pero, no obstante, estos
pasos los dió la revolución bajo la consigna de
defensa del Soviet de Petrogrado contra posibles
acciones de la contrarrevolución. Parecía como si la
revolución camuflara sus acciones de ofensiva con la
envoltura de la defensa para que le fuese más fácil
arrastrar a su órbita a los elementos indecisos,
vacilantes. A ello se debe, quizá, el carácter
aparentemente defensivo de los discursos, artículos y
consignas de este período, que, no obstante, tienen un
carácter profundamente ofensivo por su contenido
interno.
¿Hubo en este período divergencias en el seno del
Comité Central? Sí, y no pequeñas. Ya he hablado de
las divergencias en el problema de la insurrección,
reflejadas íntegramente en las actas del CC del 10 y
del 16 de octubre. Por ello no voy a repetir lo dicho
antes. Ahora es necesario detenerse en tres
cuestiones: la participación en el anteparlamento, el
papel de los Soviets en la insurrección y la fecha de
la insurrección. Es tanto más necesario por cuanto
Trotski, en su afán de situarse en lugar visible, ha
falseado «involuntariamente» la posición de Lenin en
las dos últimas cuestiones.
Es indudable que las divergencias respecto al
anteparlamento fueron serias. ¿Cuál era el fin, por
decirlo así, del anteparlamento? Ayudar a la
burguesía a relegar los Soviets a segundo plano y
echar los cimientos del parlamentarismo burgués. Si
podía o no el anteparlamento alcanzar ese fin en la
situación revolucionaria de entonces, es ya otra
cuestión. Los acontecimientos demostraron que ese
fin era inalcanzable y que el propio anteparlamento
era un aborto de la korniloviada. Pero es indudable
que con el anteparlamento los mencheviques y los
eseristas perseguían precisamente ese fin. ¿A qué
podía llevar en tales condiciones la participación de
los bolcheviques en el anteparlamento? Únicamente a
desorientar a las masas proletarias respecto a la
verdadera faz del anteparlamento. A ello,
principalmente, se debe la vehemencia con que
fustiga Lenin en sus cartas a los defensores de la
participación en el anteparlamento. La participación
en el anteparlamento fue, sin duda, una grave

101

equivocación.
Pero sería erróneo suponer, como lo hace Trotski,
que los defensores de la participación fueron al
anteparlamerrto con el fin de desarrollar allí una
labor orgánica, con el fin de «llevar el movimiento
obrero» «al cauce de la socialdemocracia». Eso es
completamente falso. Eso es mentira. Si eso fuera
cierto, el Partido no habría logrado corregir esta
equivocación «en un dos por tres», retirándose
ostensiblemente del anteparlamento. La vitalidad y la
fuerza revolucionaria de nuestro Partido se
expresaron, entre otras cosas, en que enmendó esta
equivocación en un abrir y cerrar de ojos.
Ahora, permitidme que corrija una pequeña
inexactitud que se ha deslizado en la relación que
Lentsner, el «redactor» de las obras de Trotski, hace
de la reunión del grupo bolchevique en que se
resolvió la cuestión del anteparlamento. Lentsner
dice que en la reunión hubo dos informantes:
Kárnenev y Trotski. Eso no es cierto. En realidad, los
informantes fueron en favor del boicot
cuatro: dos
del anteparlamento y Stalin) y dos en favor
(Trotski
de la participación (Kámenev y Noguín).
Aún procede peor Trotski cuando se refiere a la
posición de Lenin en cuanto a la forma de la
insurrección. Según Trotski, resulta que Lenin quería
que el Partido tomase en octubre el Poder
«independientemente del Soviet y a espaldas de
éste». Criticando después esta necedad atribuida a
Lenin, Trotski «galopa y caracolea», soltando, por
último, esta condescendiente frase: «Eso hubiera sido
un error». Aquí Trotski no dice la verdad acerca de
Lenin, tergiversa la idea de Lenin acerca del papel de
los Soviets en la insurrección. Podría citar un montón
de documentos demostrativos de que Lenin proponía
tomar el Poder a través de los Soviets, del de
Petrogrado o del de Moscú, y no a espaldas de ellos.
¿Qué fin persigue Trotski con esa leyenda, más que
extraña, acerca de Lenin?
Trotski no procede mejor cuando «analiza» la
posición del CC y de Lenin en cuanto a la fecha de la
insurrección. Al relatar la célebre reunión del CC del
10 de octubre, Trotski afirma que en esta reunión «se
adoptó una resolución diciendo que la insurrección
debería producirse, a más tardar, el 15 de octubre».
Resulta que el CC señaló para el 15 de octubre la
fecha de la insurrección y que luego, faltando él
mismo a su acuerdo, la aplazó hasta el 25 de octubre.
¿Es cierto eso? No, no es cierto. El Comité Central
sólo adoptó en este período dos resoluciones sobre la
insurrección, la del 10 y la del 16 de octubre. Leamos
estas resoluciones.
Resolución del 10 de octubre:

«El CC reconoce que tanto la situación


internacional de la revolución rusa (insurrección en
la flota alemana, manifestación extrema de la marcha
ascendente, en toda Europa, de la revolución

102

socialista mundial, y, además, la amenaza de una


170
paz de los imperialistas, con el fin de estrangular la
revolución en Rusia) como la situación militar
(decisión indudable
de la burguesía rusa y de
Kerenski y Cia. de entregar Petrogrado a los
alemanes) y la conquista de la mayoría dentro de los
Soviets por el Partido proletario -todo ello, unido a la
insurrección campesina y al viraje de la confianza del
pueblo hacia nuestro Partido (elecciones de Moscú)-,
así como, finalmente, la preparación manifiesta de
una segunda korniloviada (evacuación de tropas de
Petrogrado, envío de cosacos a esta capital, cerco de
Minsk por los cosacos, etc.), ponen a la orden del día
la insurrección armada.
Reconociendo, pues, que la insurrección armada
es inevitable y que ha alcanzado plena madurez, el
CC insta a todas las organizaciones del Partido a
guiarse por ello y a examinar y resolver desde este
punto de vista todos los problemas prácticos
(Congreso de los Soviets de la Región del Norte,
evacuación de tropas de Petrogrado, acciones en
Moscú y en Minsk, etc.).

Resolución de la reunión del CC con camaradas


en puestos de responsabilidad del 16 de octubre:

«La reunión aprueba y apoya por completo la


resolución del CC, llama a todas las organizaciones y
a todos los obreros y soldados a preparar en todos sus
aspectos y con toda intensidad la insurrección
armada y a apoyar el Centro creado para ello por el
Comité Central, y expresa su plena seguridad en que
el CC y el Soviet indicarán oportunamente el
momento propicio y los procedimientos de ofensiva
más convenientes».

Ya veis que la memoria le ha sido infiel a Trotski


en cuanto a la fecha de la insurrección y a la
resolución del CC sobre la insurrección.
Trotski no tiene ninguna razón cuando afirma que
Lenin menospreciaba la legalidad de los Soviets, que
Lenin no comprendía la gran importancia de la toma
del Poder por el Congreso de los Soviets de toda
Rusia el 25 de octubre y que, precisamente por ello,
insistía en que se tomara el Poder antes del 25 de
octubre. Eso no es cierto. Lenin proponía tomar el
Poder antes del 25 de octubre por dos razones: En
primer lugar, porque los contrarrevolucionarios
podían entregar Petrogrado en cualquier momento, lo
que hubiera enervado a insurrección en ascenso, por
lo que cada día era precioso. En segundo lugar,
porque el error del Soviet de Petrogrado, que señaló
abiertamente e hizo pública la fecha de la
insurrección (25 de octubre), no podía ser
enmendado más que por la insurrección efectiva
antes de esta fecha legal de la insurrección. Lo que
ocurre es que Lenin consideraba la insurrección

170
Por lo visto, debe decir: «una paz separada». J. St.

J. V. Stalin

como un arte y no podía menos de saber que el


enemigo, prevenido (por la imprudencia del Soviet
de Petrogrado) de la fecha para la
señalada
insurrección, se prepararía sin falta para ese día, por
lo que era imprescindible adelantársele, es decir,
comenzar la insurrección, inexcusablemente, antes
del plazo legal. A ello, principalmente, se debe la
vehemencia con que Lenin fustigaba en sus cartas a
los fetichistas del 25 de octubre. Los acontecimientos
demostraron que Lenin tenía toda la razón. Sabido es
que la insurrección empezó antes del Congreso de los
Soviets de toda Rusia. Sabido es que el Poder fue
tomado, de hecho, antes de la apertura del Congreso
de los Soviets y que no lo tomó el
de toda Rusia,
Congreso de los Soviets, sino que lo tomaron el
Soviet de Petrogrado y el Comité Militar
Revolucionario. El Congreso de los Soviets se limitó
a recibir el Poder de manos del Soviet de Petrogrado.
Por eso, los largos razonamientos de Trotski acerca
de la importancia de la legalidad de los Soviets son
completamente superfluos.
Un partido lleno de vitalidad y fuerza,
encabezando a las masas que se
revolucionarias,
lanzan al asalto del Poder burgués y derrocan ese
Poder: tal es la situación de nuestro Partido en ese
período.
Esto es lo que hay en cuanto a las leyendas sobre
la preparación de Octubre.

III. ¿Trotskismo o Leninismo?


Hemos hablado anteriormente de las leyendas
contra el Partido y acerca propaladas por
de Lenin
Trotski y sus partidarios con Octubre y su
en relación
preparación. Hemos desenmascarado y desmentido
esas leyendas. Pero se pregunta: ¿para qué ha
recurrido Trotski a todas esas leyendas acerca de
Octubre y de la preparación de Octubre, acerca de
Lenin y del Partido de Lenin? ¿Qué fin persiguen los
nuevos escritos de Trotski contra el Partido? ¿Cuál es
el sentido, el objetivo, el fin de esos escritos, ahora,
cuando el Partido no quiere discutir, cuando el
Partido tiene ante sí un cúmulo de tareas
inaplazables, cuando el Partido necesita un trabajo
acorde para restaurar la economía nacional, y no una
nueva lucha sobre cuestiones viejas? ¿Para qué
quiere Trotski arrastrar el Partido hacia atrás, a
nuevas discusiones?
Trotski asegura que eso es todo necesario para
«estudiar» Octubre. Pero ¿acaso no se puede estudiar
Octubre sin dar una vez más coces al Partido y a
Lenin, su jefe? ¿Qué «historia» de Octubre es esa que
empieza y termina desacreditando al principal
dirigente de la insurrección de Octubre,
desacreditando al Partido, que fue quien organizó y
llevó a cabo la insurrección? No, el quid de la
cuestión no reside en el estudio de Octubre. Así no se
estudia Octubre. Así no se escribe la historia de
Octubre. Por lo visto, hay ahí otro designio. Y ese
¿Trotskismo o leninismo?

«designio» consiste, a juzgar por todo, en que Trotski


hace en sus escritos otro intento (¡uno más!) de
preparar las condiciones para suplantar el leninismo
por el trotskismo. Trotski necesita, «a más no poder»,
desacreditar al Partido, a sus cuadros, que realizaron
la insurrección, para pasar de esta labor de descrédito
del Partido a la labor de descrédito del leninismo. Y
el descrédito del leninismo es necesario para meter
de contrabando el trotskismo, como la «única»
ideología «proletaria» (¡no va en broma!). Todo ello,
naturalmente (¡oh, naturalmente!), se hace bajo la
bandera del leninismo, para que la operación de
meter el trotskismo de contrabando sea «lo menos
dolorosa posible».
Este es el fondo de los últimos escritos de Trotski.
Por ello, esos escritos de Trotski plantean de
plano la cuestión del trotskismo.
Así, pues, ¿qué es el trotskismo?
El trotskismo tiene tres particularidades, que lo
ponen en contradicción insoluble con el leninismo.
¿Qué particularidades son ésas?
Primera. El trotskismo es la teoría de la
revolución «permanente» (ininterrumpida). Y ¿qué es
la revolución permanente, tal como la entiende
Trotski? Es la revolución haciendo caso omiso de los
campesinos pobres como fuerza revolucionaria. La
revolución «permanente» de Trotski es, como dice
Lenin, «saltar» por encima del movimiento
campesino, «jugar a la toma del Poder». ¿Por qué es
peligrosa esa revolución? Porque, de intentar llevarla
a cabo, desembocaría en un fracaso inevitable,
porque apartaría del proletariado ruso a su aliado, es
decir, a los campesinos pobres. A ello se debe la
lucha que el leninismo sostiene contra el trotskismo
desde 1905.
¿Cómo considera Trotski el leninismo desde el
punto de vista de esa como una
lucha? Lo considera
teoría con «rasgos antirrevolucionarios». ¿En qué se
basa tan airado juicio del leninismo? En que el
leninismo defendía y logró imponer en su tiempo la
idea de la dictadura del proletariado y del
campesinado.
Pero Trotski no se limita a ese airado juicio. Va
más allá, afirmando: «Todo el edificio del leninismo
se basa hoy día en la mentira y en la falsificación y
lleva en sí el principio venenoso de su propia
descomposición» (v. la carta de Trotski a Chjeídze en
1913). Como veis, nos hallamos ante dos líneas
opuestas.
Segunda. El trotskismo es la desconfianza hacia el
principio bolchevique del Partido, hacia la cohesión
monolítica del Partido, hacia su hostilidad a los
elementos oportunistas. El trotskismo en materia de
organización es la teoría de la convivencia de los
revolucionarios y los oportunistas, de sus grupos y
grupitos en el seno de un mismo partido.
Seguramente, conocéis la historia del Bloque de
Agosto de Trotski, donde colaboraban en buena

103

armonía los martovistas y los otsovistas, los


liquidadores y los trotskistas, haciéndose pasar por
un «verdadero» partido. Sabido es que ese «partido»
hecho de retazos perseguía el fin de destruir el
Partido Bolchevique. ¿En qué consistían entonces
«nuestras divergencias»? En que el leninismo veía la
garantía del desarrollo del Partido proletario en la
destrucción del Bloque de Agosto, mientras que el
trotskismo veía en este bloque la base la para
creación de un «verdadero» partido.
De nuevo, como veis, dos líneas opuestas.
Tercera. El trotskismo es la desconfianza en los
jefes del bolchevismo, un intento de desacreditarlos,
de difamarlos. No conozco ni una tendencia en el
Partido que pueda compararse con el trotskismo en
cuanto a la difamación de los líderes del leninismo o
de las instituciones centrales del Partido. ¿Qué no
vale, por ejemplo, el «amable» juicio de Trotski
acerca de Lenin caracterizándolo como a un
«explotador de
profesional todo atraso en el
movimiento ruso» (v. lugar citado). Y éste no
obrero
es, ni mucho menos, el más «amable» entre todos los
«amables» juicios que ha emitido Trotski.
¿Cómo ha podido ocurrir que, llevando a cuestas
tan desagradable fardo, Trotski figurara, a pesar de
todo, en las filas de los bolcheviques durante el
movimiento de Octubre? Ocurrió eso porque Trotski
abandonó entonces (lo abandonó de hecho) su fardo,
escondiéndolo en el armario. Sin esta «operación»,
hubiera sido imposible una verdadera colaboración
con Trotski. La teoría del Bloque de Agosto, es decir,
la teoría de la unidad con los mencheviques, ya había
sido derrotada y barrida por la revolución, pues, ¿de
que unidad podía hablarse cuando se libraba una
lucha armada entre bolcheviques y mencheviques? A
Trotski no le quedó más remedio que reconocer que
esa teoría era inservible.
Con la teoría de la revolución permanente
«ocurrió» la misma desagradable historia, pues
ninguno de los bolcheviques pensaba en la toma
inmediata del Poder al día siguiente de la revolución
de febrero, y Trotski no podía ignorar que los
bolcheviques no le permitirían, como decía Lenin,
«jugar a la toma del Poder». A Trotski no le quedó
más remedio que aceptar la política bolchevique de
lucha por la influencia en los Soviets, de lucha por
conquistar al campesinado. En cuanto a la tercera
particularidad del trotskismo (la desconfianza en los
líderes bolcheviques), debía, como es natural, pasar a
segundo plano, en vista del evidente fracaso de las
dos primeras particularidades.
¿Podía Trotski, en tal situación, no esconder su
fardo en el armario y no seguir a los bolcheviques?
¿Podía obrar de otro modo Trotski, a quien no seguía
ningún grupo político algo importante y que vino a
los bolcheviques siendo un hombre sin ejército y en
plena soledad política? ¡Naturalmente que no!
¿Qué enseñanza se desprende de esto? Una sola

104

enseñanza: una colaboración prolongada de los


leninistas con Trotski sólo es posible si éste desecha
por completo su viejo fardo, si se adhiere plenamente
al leninismo. Trotski escribe de las enseñanzas de
Octubre, pero se olvida de que, entre ellas, hay una
enseñanza de Octubre, la enseñanza de que acabo de
hablar, que tiene para el trotskismo una importancia
primordial. Al trotskismo no le vendría mal tener
también presente esta enseñanza de Octubre.
Pero, a lo que se ve, esta enseñanza no le ha
aprovechado al trotskismo. Lo que ocurre es que el
viejo fardo del trotskismo, escondido en el armario
en las jornadas del movimiento de Octubre, lo sacan
ahora nuevamente a la luz del día, con la esperanza
de realizarlo, ya que, afortunadamente, nuestro
mercado se amplía. Es indudable que los nuevos
escritos de Trotski son un intento de volver al
trotskismo, de «superar» el leninismo, de meter de
contrabando e imponer todas las particularidades del
trotskismo. El nuevo trotskismo no es una simple
repetición del viejo trotskismo, pues está muy ajado
y maltrecho, es incomparablemente más blando de
carácter y más moderado en las formas que el viejo
trotskismo, pero, indudablemente, conserva, en el
fondo, todas las particularidades del viejo trotskismo.
El nuevo trotskismo no se decide a manifestarse
como una fuerza combativa contra el leninismo,
prefiere hacer sus manejos bajo la común bandera del
leninismo, bajo la consigna de la interpretación y el
perfeccionamiento del leninismo. Obra así por su
debilidad. No puede considerarse casual el hecho de
que la salida a escena del nuevo trotskismo haya
coincidido con la muerte de Lenin. Si Lenin viviera,
el trotskismo no se habría atrevido a dar tan
arriesgado paso.
¿Cuáles son los rasgos característicos del nuevo
trotskismo?
1) La cuestión de la revolución «permanente». El
nuevo trotskismo no considera necesario defender de
manera abierta la teoría de la revolución
«permanente». Deja sentado, «simplemente», que la
Revolución de Octubre ha confirmado con toda
plenitud la idea de la revolución «permanente». De
ello saca la siguiente conclusión: y es importante
admisible en el que corresponde al
leninismo lo
período de después de la guerra, al período de la
Revolución de Octubre; y, por el contrario, es
desacertado e inadmisible en el leninismo lo anterior
a laguerra, lo anterior a la Revolución de Octubre.
De aquí la teoría de los trotskistas de la división del
leninismo en dos partes: el leninismo de antes de la
guerra, el «viejo» leninismo, el leninismo
«inservible», con su idea de la dictadura del
proletariado y el campesinado, y el leninismo nuevo,
el leninismo de después de la guerra, el leninismo de
Octubre, que ellos quieren adaptar a las exigencias
del trotskismo. Esta teoría de la división del
leninismo la necesita el trotskismo como el primer

J. V. Stalin

paso, más o menos «aceptable», para facilitar sus


pasos siguientes en la lucha contra el leninismo.
Pero el no es una teoría ecléctica,
leninismo
pegada de diversos y susceptible de ser
elementos
dividida. El leninismo es una teoría coherente, nacida
en 1903, que ha pasado por las pruebas de tres
revoluciones y que ahora avanza triunfante, como
bandera de combate del proletariado mundial.

«El bolchevismo -dice Lenin- existe como


corriente del pensamiento político y como partido
político desde 1903. Sólo la historia del bolchevismo
en todo el período de su existencia puede explicar de
un modo satisfactorio porqué el bolchevismo pudo
forjar y mantener, en las condiciones más difíciles, la
disciplina férrea necesaria para la victoria del
proletariado» (v, t. XXV, pág. 174).

El bolchevismo y el leninismo son una y la misma


cosa. Son dos denominaciones de una misma cosa.
Por eso, la teoría de la división del leninismo en dos
partes es la teoría de la destrucción del leninismo, la
teoría de la suplantación del leninismo por el
trotskismo.
Huelga decir que el Partido no puede admitir esa
extraña teoría.
2) La cuestión del principio del Partido. El viejo
trotskismo trataba de socavar el principio
bolchevique del Partido valiéndose de la teoría (y la
práctica) de la unidad con los mencheviques. Pero
esa teoría se puso hasta tal punto en evidencia, que
ahora ni siquiera desean recordarla. Para quebrantar
el principio del Partido, el trotskismo contemporáneo
ha ideado una teoría nueva, una teoría menos
comprometedora y casi «democrática», la teoría de
oponer a los viejos cuadros los jóvenes militantes del
Partido. Para el trotskismo no existe una historia
única y coherente de nuestro Partido. El trotskismo
divide la historia de nuestro Partido en dos partes de
desigual valor: la parte anterior a Octubre y la parte
posterior a Octubre. La parte de la historia de nuestro
Partido anterior a Octubre no es historia, propiamente
hablando, sino «prehistoria», un período sin
importancia o, en el mejor de los casos, poco
importante, de preparación de nuestro Partido. La
parte de la historia de nuestro Partido posterior a
Octubre es verdadera historia, historia auténtica. Allí,
los «viejos» cuadros de nuestro Partido, cuadros
«prehistóricos» y de poco
un partido
valor. Aquí,
nuevo, verdadero, creo que sea
«histórico». No
necesario demostrar que ese original esquema de la
historia del Partido es un esquema destinado a
quebrantar la unidad entre los viejos y los nuevos
cuadros de nuestro Partido, un esquema para destruir
el principio bolchevique del Partido.
Huelga decir que el Partido no puede admitir ese
extraño esquema.
3) La cuestión de los líderes del bolchevismo. El

¿Trotskismo o leninismo?

viejo trotskismo trataba de desacreditar a Lenin más


o menos abiertamente, sin temer las consecuencias.
El nuevo trotskismo procede con mayor cautela.
Procura continuar la obra del viejo trotskismo
encubriéndose con alabanzas a Lenin, con loas a
Lenin. Creo que vale lapena citar algunos ejemplos.
El Partido conoce a un
Lenin como a
revolucionario implacable. que
Pero sabe también
Lenin era prudente, que no le gustaba la gente que
perdía la cabeza y con frecuencia ponía freno, con
mano firme, a los que se entregaban al terrorismo,
entre ellos al mismo Trotski. Trotski trata este tema
en su libro «Acerca de Lenin». Pero, según la
apreciación que en él da, resulta que Lenin no hacía
otra cosa sino «inculcar en cada momento propicio la
idea de que el terrorismo es inevitable». Da la
impresión de que Lenin era el más sanguinario entre
todos los bolcheviques sanguinarios.
¿Qué fin persigue Trotski con esa exageración
innecesaria y sin posible justificación?
El Partido conoce a Lenin como a un militante
ejemplar, a quien no gustaba resolver las cuestiones
por sí solo, al margen del grupo de camaradas
dirigentes, ni de golpe, sin un meticuloso tanteo y
una cuidadosa comprobación. Trotski trata también
en su libro este aspecto. Pero en el libro de Trotski no
vemos a Lenin, sino a un mandarían chino que
resuelve las cuestiones más importantes en la quietud
de su despacho, por intuición.
¿Queréis saber cómo resolvió nuestro Partido la
disolución de la Asamblea Constituyente? Escuchad
a Trotski:
«Está claro que hay que disolver la Asamblea
Constituyente -decía Lenin-, pero, ¿y los eseristas de
izquierda?
Sin embargo, nos dió una gran alegría el viejo
Natansón. Pasó a vemos, para «aconsejarse», y de
buenas a primeras dijo:
- Me parece que tendremos que disolver por la
fuerza la Asamblea Constituyente.
- ¡Bravo! -exclamó Lenin-. ¡Muy bien! Pero,
¿darán "ese paso los suyos?
- Algunos vacilan, pero creo que, en fin de
cuentas, estarán de acuerdo -respondió Natansón».
Así se escribe la historia.
¿Queréis saber cómo resolvió el Partido el
problema del Consejo Militar Supremo? Escuchad a
Trotski:
«Sin militares serios y expertos no saldremos de
este caos -decía yo a Vladímir Ilich- cada vez que
volvía del Estado Mayor.
- Quizá tenga usted razón. Pero, ¿no nos
traicionarán?
- Le pondremos a cada uno un comisario.
- O mejor dos -exclamó Lenin-, dos que tengan
buenas zarpas. No puede ser que no tengamos
comunistas con buenas zarpas.
- Así surgió la estructura del Consejo Militar

105

Supremo».
Así escribe Trotski la historia.
¿Qué fin perseguía Trotski con estos cuentos
árabes que desacreditan a a V. I.
Lenin? ¿Ensalzar
Lenin, al jefe del Partido? No lo parece.
El Partido conoce a Lenin como al más gran
marxista de nuestros tiempos, como a un profundo
teórico y un revolucionario de la mayor experiencia,
en quien no había ni sombra de blanquismo, Trotski
trata también en su libro este aspecto. Pero en su
apreciación no vemos al Lenin gigante, sino a un
pigmeo blanquista, que en los días de Octubre
aconseja al Partido «tomar el Poder con sus propias
manos, independientemente del Soviet y a sus
espaldas». Pero ya he dicho que esta apreciación no
corresponde en lo más mínimo a la realidad.
¿Qué fin persigue Trotski con esa escandalosa...
inexactitud? ¿No hay en ello una tentativa de
desacreditar «un poquitin» a Lenin?
Tales son los rasgos característicos del nuevo
trotskismo.
¿Cuál es el peligro del nuevo trotskismo? Que el
trotskismo, por todo su contenido interno, tiene todas
las probabilidades de convertirse en el centro y en el
punto de concentración de todos los elementos no
proletarios, que anhelan el debilitamiento y la
descomposición de la dictadura del proletariado.
Y bien, diréis vosotros, ¿cuáles son las tareas
inmediatas del Partido en relación con los nuevos
escritos de Trotski?
El trotskismo ha emprendido todo eso ahora para
desacreditar el bolchevismo, para minar sus
cimientos. La tarea del Partido consiste en enterrar el
trotskismo como corriente ideológica.
Hablan de represiones contra la oposición y de
posibilidad de escisión. Eso son tonterías, camaradas.
Nuestro Partido es fuerte y poderoso. No consentirá
ninguna escisión. En cuanto a las represiones, estoy
decididamente contra ellas. Lo que ahora
necesitamos no son represiones, sino una amplia
lucha ideológica contra el trotskismo, en trance de
resurrección.
Nosotros no queríamos y no buscábamos esta
discusión literaria. El trotskismo nos la impone con
sus escritos antileninistas. Pues bien, estamos
dispuestos, camaradas.

Publicado el 26 de noviembre de 1924 en el núm.


269 de «Pravda».

LA REVOLUCIÓ� DE OCTUBRE Y LA
TÁCTICA DE LOS COMU�ISTAS RUSOS

171
Prefacio al libro «Camino de Octubre»

I. Las condiciones exteriores e interiores de la


revolución de Octubre
Tres circunstancias de orden exterior
determinaron la relativa facilidad con que la
revolución proletaria en Rusia logró romper las
cadenas del imperialismo y derrocar, de este modo, el
Poder de la burguesía.
En primer lugar, la circunstancia de que la
Revolución de Octubre comenzó durante un período
de pugna encarnizada entre los dos principales
grupos imperialistas, el anglo-francés y el austro-
alemán, cuando estos grupos, enzarzados en mortal
combate, no tenían ni tiempo ni medios para dedicar
una atención seria a la lucha contra la Revolución de
Octubre. Esta circunstancia tuvo una importancia
enorme para la Revolución de Octubre, pues le
permitió aprovechar los cruentos choques en el seno
del imperialismo para consolidar y organizar sus
fuerzas.
En segundo lugar, la circunstancia de que la
Revolución de Octubre empezó en el curso de la
guerra cuando las masas trabajadoras,
imperialista,
extenuadas por la guerra y ansiosas de paz, se vieron
nevadas, por la lógica misma de las cosas, a la
revolución proletaria, como único medio de salir de
la guerra. Esta circunstancia tuvo una importancia
inmensa para la Revolución de Octubre, pues puso en
sus manos el poderoso instrumento de la paz,
ofreciéndole la posibilidad de conjugar la revolución
soviética con la terminación de la odiosa guerra y, de
este modo, granjearse la simpatía de las masas, tanto
en el Occidente, entre los obreros, como en el
Oriente, entre los pueblos oprimidos.
En tercer lugar, el poderoso movimiento obrero en
Europa y la crisis revolucionaria que, engendrada por
la prolongadaguerra imperialista, maduraba en el
Occidente y en el Oriente. Esta circunstancia tuvo
para la revolución en Rusia una importancia
inapreciable, pues le aseguró fuera de Rusia aliados

171
El libro de J. V. Stalin «Camino apareció en dos
de Octubre»
ediciones en enero y mayo mayor parte del prefacio,
de 1925. La
bajo el título «La Revolución de Octubre y la táctica de los
comunistas rusos», vió la luz en diferentes colecciones de
artículos y en folletos y, además, en todas las ediciones del libro
de J. V. Stalin «Cuestiones del leninismo».
fieles en su lucha contra el imperialismo mundial.
Pero, aparte de las circunstancias de orden
exterior, la Revolución de Octubre tuvo a su favor
muchas condiciones interiores que coadyuvaron a su
triunfo.
Entre estas condiciones, las principales son las
siguientes.
Primera: la Revolución de Octubre contaba con el
apoyo más enérgico de la inmensa mayoría de la
clase obrera de Rusia.
Segunda: contaba con el apoyo indudable de los
campesinos pobres y de la mayoría de los soldados,
ansiosos de paz y de tierra.
Tercera: tenía a la cabeza, como fuerza dirigente,
un partido tan probado como el Partido Bolchevique,
fuerte no sólo por su experiencia, no sólo por su
disciplina, forjada durante años, sino también por su
gran ligazón con las masas trabajadoras.
Cuarta: la Revolución de Octubre se enfrentaba
con enemigos relativamente fáciles de vencer, como
eran la burguesía rusa, más o menos débil, la clase de
los terratenientes, totalmente desmoralizada por los
«motines» campesinos, y los partidos conciliadores
(menchevique y eserista), que en el transcurso de la
guerra quedaron en plena bancarrota.
Quinta: disponía de los inmensos espacios del
joven Estado, donde podía maniobrar libremente,
retroceder cuando las circunstancias lo exigiesen,
tomar aliento, reponer sus fuerzas, etc.
Sexta: la Revolución de Octubre podía contar, en
su lucha contra la contrarrevolución, con suficientes
reservas de víveres, combustible y materias primas
en el interior del país.
Estas circunstancias exteriores e interiores,
sumadas, crearon la peculiar situación que hizo
relativamente fácil el triunfo de la Revolución de
Octubre.
Eso no quiere decir, naturalmente, que a la
Revolución de Octubre no se opusieran condiciones
exteriores e interiores desfavorables. ¿No fue, por
ejemplo, muy desfavorable la soledad de la
Revolución de Octubre, el hecho de que no tuviera al
lado, junto a sus fronteras, un país soviético en el que
pudiera apoyarse? Es indudable que una futura
revolución, en Alemania, por ejemplo, se encontraría,
en este sentido, en situación más ventajosa, pues
tendría al lado a un país soviético tan fuerte como

La revolución de octubre y la táctica de los


comunistas rusos
107

nuestra Unión Soviética. Y no hablo ya de la


desventaja que para la Revolución de Octubre
suponía el que los proletarios no fuesen mayoría en
el país.
Pero estas circunstancias desfavorables no hacen
más que subrayar la enorme importancia de la
peculiaridad de las condiciones interiores y exteriores
de la Revolución de Octubre de que hemos hablado
anteriormente.
No se debe olvidar ni por un instante esa
peculiaridad. Conviene sobretodo recordarla al
analizar los acontecimientos de otoño de 1923 en
Alemania. La debe recordar, en primer término,
Trotski, que establece muy a la ligera una analogía
entre la Revolución de Octubre y la revolución de
Alemania y vapulea sin piedad al Partido Comunista
de Alemania por sus errores reales e imaginarios.

«En la situación concreta de 1917, situación


extraordinariamente original desde el punto de vista
histórico -dice Lenin-, a Rusia le fue fácil empezar la
revolución socialista, pero continuarla y llevarla a
término le será más difícil que a los países europeos.
A comienzos de 1918 hube ya de indicar esta
circunstancia, y la experiencia de los dos años
transcurridos desde entonces ha venido a confirmar
enteramente la justeza de tal consideración.
Condiciones específicas como fueron: 1) la
posibilidad de conjugar la revolución soviética con la
terminación, gracias a ella, de la guerra imperialista,
que había extenuado hasta lo indecible a los obreros
y a los campesinos; 2) la posibilidad sacar
de
provecho, durante cierto tiempo, de la lucha a muerte
en que estaban enzarzados los dos grupos más
poderosos de los tiburones imperialistas del mundo,
grupos que no podían coligarse contra el enemigo
soviético; de soportar una guerra
3) la posibilidad
civil relativamente en parte por la extensión
larga,
gigantesca del país y por sus malas comunicaciones;
4) la existencia, entre los campesinos, de un
movimiento revolucionario democrático-burgués tan
profundo, que el partido del proletariado hizo suyas
las reivindicaciones revolucionarias del partido de los
campesinos (del partido eserista profundamente
hostil, en su mayoría, al bolchevismo) y las realizó
inmediatamente gracias a la conquista del Poder
político por el proletariado; tales condiciones
específicas no existen hoy en la Europa Occidental y
la repetición de estas condiciones o de condiciones
análogas no es nada fácil. Por ello, entre otras
razones, a la Europa Occidental le es más difícil que
a nosotros comenzar la revolución socialista» (v. t.
XXV, pág. 205).

Estas palabras de Lenin no deben olvidarse.

II. Dos particularidades de la revolución de


Octubre, u Octubre y la teoría de la revolución
«permanente» de Trotski
Hay dos particularidades de la Revolución de
Octubre que es indispensable esclarecer, sobre todo
para comprender el sentido interno y la importancia
histórica de esta revolución.
¿Qué particularidades son ésas?
En primer lugar, el que la dictadura del
proletariado haya nacido en nuestro país como un
Poder surgido sobre la base de la alianza entre el
proletariado y las masas trabajadoras del
campesinado, dirigidas por el proletariado. En
segundo lugar, el que la dictadura se del proletariado
haya afianzado en Rusia a consecuencia de la victoria
del socialismo en un solo país, poco desarrollado en
el sentido capitalista, mientras que el capitalismo
subsiste en los otros países, con un mayor desarrollo
capitalista. Esto no quiere decir, naturalmente, que la
Revolución de Octubre no tenga otras
particularidades. Pero las que nos importan en este
momento son precisamente estas dos, y no sólo
porque expresan con nitidez la esencia de la
Revolución de Octubre, sino también porque revelan
a las mil maravillas la naturaleza oportunista de la
teoría de la «revolución permanente».
Examinemos con
esas particularidades.
brevedad
El problema masas trabajadoras de la
de las
pequeña burguesía urbana y rural, el problema de
atraer a estas masas al lado del proletariado, es un
problema importantísimo de la revolución proletaria.
¿A quién apoyará, en la lucha por el Poder, la gente
trabajadora de la ciudad y del campo: a la burguesía
o al proletariado? ¿De quién será reserva: de la
burguesía o del proletariado? La suerte de la
revolución y la solidez de la dictadura del
proletariado dependen de ello. Las revoluciones de
1848 y 1871 en Francia fracasaron, principalmente,
porque las reservas campesinas estuvieron al lado de
la burguesía. La Revolución de Octubre triunfó
porque supo arrancarle a la burguesía sus reservas
campesinas, porque supo conquistar estas reservas
para la causa del proletariado y el proletariado fue en
esta revolución la única fuerza dirigente de las vastas
masas de gente trabajadora de la ciudad y del campo.
Quien no haya comprendido esto no comprenderá
jamás ni el carácter de la Revolución de Octubre, ni
la naturaleza de la dictadura del proletariado, ni las
peculiaridades de la política interior de nuestro Poder
proletario.
La dictadura del proletariado no es una simple
élite gubernamental, «inteligentemente»
«seleccionada» por la mano solícita de un «estratega
experimentado» y que «se apoya sabiamente» en
tales o cuales capas de la población. La dictadura del
proletariado es la alianza de clase del proletariado y
de las masas trabajadoras del campo para derribar el
capital, para el triunfo definitivo del socialismo, a
condición de que la fuerza dirigente de esa alianza
sea el proletariado.

108

No se trata, por tanto, de menospreciar «un


poquito» o de sobreestimar «un poquito» las
posibilidades revolucionarias del movimiento
campesino, como gustan de expresarse ahora algunos
diplomáticos defensores de la «revolución
permanente». Se trata de la naturaleza del nuevo
Estado proletario, nacido como resultado de la
Revolución de Octubre. Se trata del carácter del
Poder proletario, de las bases de la dictadura misma
del proletariado.

«La dictadura del proletariado -dice Lenin- es una


forma especial de alianza de clase entre el
proletariado vanguardia de los trabajadores, y las
numerosas capas
trabajadoras no proletarias
(pequeña pequeños patronos, campesinos
burguesía,
intelectuales, etc.) o la mayoría de ellas, alianza
dirigida contra el capital, alianza cuyo objetivo es el
derrocamiento completo del capital, el aplastamiento
completo de la resistencia de la burguesía y de sus
tentativas de restauración, alianza cuyo objetivo es la
instauración y la consolidación definitiva del
socialismo» (v. t. XXIV, pág. 311).

Y más adelante:

«La dictadura del proletariado, si traducimos esta


expresión latina, científica histórico-filosófica, a un
lenguaje más sencillo, quiere decir lo siguiente:
sólo una clase determinada -a saber: los obreros
de la ciudad y, en general, los obreros de las fábricas,
los obreros industriales- está en condiciones de
dirigir a toda la masa de los trabajadores y los
explotados en la lucha por derrocar el del yugo
capital, en el proceso mismo de su derrocamiento, en
la lucha por mantener y consolidar la victoria, en la
creación de un nuevo orden social socialista, en toda
la lucha por la supresión total de las clases» (v. t.
XXIV, pág. 336).

Tal es la teoría de la dictadura del proletariado


formulada por Lenin.
Una de las particularidades de la Revolución de
Octubre consiste en que esta revolución es una
aplicación clásica de la teoría leninista de la
dictadura del proletariado.
Algunos camaradas opinan que esta teoría es
puramente «rusa», que sólo guarda relación con la
realidad rusa. Eso es falso, completamente falso.
Cuando habla de las masas laboriosas de las clases
no proletarias dirigidas por el proletariado, Lenin no
se refiere solamente a los campesinos rusos, sino
también a los elementos trabajadores de las regiones
periféricas de la Unión Soviética, que hace bien poco
aún eran colonias de Rusia. Lenin no se cansaba de
repetir que, sin una alianza con estas masas de otras
nacionalidades, el proletariado de Rusia no podría
triunfar. En sus artículos sobre la cuestión nacional y

J. V. Stalin

en los discursos pronunciados en los Congresos de la


Internacional Comunista, Lenin dijo reiteradas veces
que la victoria de la revolución mundial es imposible
sin una alianza revolucionaria, sin un bloque
revolucionario del proletariado de los países
avanzados con los pueblos oprimidos de las colonias
esclavizadas. ¿Y qué son las colonias sino esas
mismas masas laboriosas oprimidas y, ante todo, las
masas trabajadoras del campesinado? ¿Quién ignora
que el problema de liberar a las colonias es, en el
fondo, el problema de liberar del yugo y de la
explotación del capital financiero a las masas
trabajadoras de las clases no proletarias?
Pues de esto se desprende que la teoría leninista
de la dictadura del no es una teoría
proletariado
puramente «rusa», sino una teoría obligatoria para
todos los países. El bolchevismo no es un fenómeno
exclusivamente ruso. «El bolchevismo» -dice Lenin-
es un «modelo de táctica para todos» (v. t. XXIII,
pág. 386).
Tales son los rasgos que caracterizan la primera
particularidad de la Revolución de Octubre.
¿Qué se puede decir de la teoría de la «revolución
permanente» de Trotski, desde el punto de vista de
esta particularidad de la Revolución de Octubre?
No vamos a extendernos sobre la posición de
Trotski en 1905, cuando se olvidó, «simplemente»,
del campesinado como fuerza revolucionaria,
lanzando la consigna de «sin zar, por un gobierno
obrero», es decir, la consigna de una revolución sin
los campesinos. Incluso Rádek, este diplomático
defensor de la «revolución se ve permanente»,
obligado a reconocer en 1905 la
ahora que
«revolución permanente» significaba un «salto en el
vacío», fuera de la realidad. Hoy todo el mundo, por
lo visto, está conforme en que no merece la pena
ocuparse de ese «salto en el vacío».
Tampoco vamos a extendernos sobre la posición
de Trotski durante la guerra, en 1915, por ejemplo,
cuando en su artículo «La lucha por el Poder»,
partiendo de que «vivimos en la época del
imperialismo», de que el imperialismo «no
contrapone la nación burguesa al viejo régimen, sino
el proletariado a la nación burguesa», negaba a la
conclusión de que el papel revolucionario de los
campesinos debía decrecer, de que la consigna de la
confiscación de la tierra no tenía ya la importancia de
antes. Es sabido que Lenin, analizando este artículo
de Trotski, le acusaba entonces de «negar» «el papel
del campesinado» y decía que «Trotski ayuda de
hecho a los políticos obreros liberales de Rusia,
quienes por «negación- del papel de los campesinos
entienden el no querer levantarlos a la revolución»
(v. t. XVIII, pág. 318).
Pasemos mejor a trabajos posteriores de Trotski
acerca de esta cuestión, a las obras escritas en el
período en que la dictadura del proletariado estaba ya
afianzada y cuando Trotski había podido comprobar

La revolución de octubre y la táctica de los


comunistas rusos
109

en la práctica su teoría de la «revolución


permanente» y corregir sus errores. Tomemos el
«Prefacio» de Trotski escritoen 1922 para su libro
«1905». He aquí lo que Trotski dice en este
«Prefacio» sobre la «revolución permanente»:

«Precisamente en el intervalo entre el 9 de enero y


la huelga de octubre de 1905 fue cuando llegó el
autor a las concepciones acerca del carácter del
desarrollo revolucionario de Rusia que han recibido
el nombre de teoría de la «revolución permanente».
Esta denominación abstrusa expresaba la idea de que
la revolución rusa, ante la cual se alzan de manera
inmediata objetivos burgueses, no podrá, sin
embargo, detenerse en ellos. La revolución no podrá
resolver sus tareas burguesas más inmediatas sino
colocando en el Poder al proletariado. Y este último,
al tomar el Poder en sus manos, no podrá por menos
de rebasar el marco burgués en la revolución. Al
contrario: precisamente para asegurar su victoria, la
vanguardia proletaria tendrá que hacer, desde los
primeros pasos de su dominación, las más profundas
incursiones no sólo, en la propiedad feudal, sino
también en la propiedad burguesa. Este modo de
proceder le llevará a choques hostiles, no sólo con
todos los grupos burgueses que le apoyaron en los
primeros momentos de su lucha revolucionaria, sino
también con las vastas masas campesinas, con ayuda
de las cuales ha llegado al Poder. Las contradicciones
en la situación del gobierno obrero en un país
atrasado, en el que la mayoría aplastante de la
población está compuesta de campesinos, podrán ser
solucionadas sólo en el plato internacional, en la
palestra de la revolución mundial del proletariado».

su «revolución permanente».
Así habla Trotski de
comparar esta cita con los pasajes de las
Basta
obras de Lenin acerca de la dictadura del proletariado
reproducidos anteriormente, para comprender qué
abismo media entre la teoría leninista de la dictadura
del proletariado y la teoría de la «revolución
permanente» de Trotski.
Lenin habla de la alianza entre el proletariado y
las capas trabajadoras del campo como de la base de
la dictadura del proletariado. En Trotski, por el
contrario, nos encontramos con «choques hostiles»
entre la «vanguardia proletaria» y las «vastas masas
campesinas».
Lenin habla de la dirección, por el proletariado,
de las masas trabajadoras y explotadas. En Trotski,
por el contrario, nos encontramos con
«contradicciones en la situación del gobierno obrero
en un país atrasado, en el que la mayoría aplastante
de la población está compuesta de campesinos».
Según Lenin, la revolución saca sus fuerzas, ante
todo, de los obreros y los campesinos de Rusia
misma. En Trotski, por lo contrario, resulta que las
fuerzas indispensables pueden sacarse únicamente de
«la palestra de la revolución mundial del
proletariado».
¿Y qué hacer si la revolución internacional ha de
demorarse? ¿Le a nuestra revolución algún
queda
rayo de esperanza? Trotski no nos deja ningún rayo
de esperanza, pues «las contradicciones en la
situación del gobierno obrero... podrán ser
solucionadas sólo... en la palestra de la revolución
mundial del proletariado». Con arreglo a este plan, a
nuestra revolución no le queda más que una
perspectiva: vegetar en sus propias contradicciones y
pudrirse en vida, esperando la revolución mundial.
¿Qué es, según Lenin, la dictadura del
proletariado?
La dictadura del proletariado es un Poder que
descansa en la alianza del proletariado con las masas
trabajadoras del campo para «el derrocamiento
completo del capital», para «la instauración y la
consolidación definitiva del socialismo».
¿Qué es, según Trotski, la dictadura del
proletariado? La dictadura del proletariado es un
Poder que llega «a choques hostiles» con «las vastas
masas campesinas» y que busca la solución de las
«contradicciones» únicamente «en la palestra de la
revolución mundial del proletariado».
¿En qué se diferencia esta «teoría de la revolución
permanente» de la conocida teoría del menchevismo
que niega la idea de la dictadura del proletariado?
En el fondo, no se diferencia en nada.
No cabe duda: la «revolución permanente» no se
limita a menospreciar las posibilidades
revolucionarias del movimiento campesino. La
«revolución permanente» menosprecia el
movimiento campesino hasta tal extremo, que es la
negación de la teoría leninista de la dictadura del
proletariado.
La «revolución permanente» de Trotski es una
variedad del menchevismo.
Esto es lo que puede decirse en cuanto a la
primera particularidad de la Revolución de Octubre.
¿Cuáles son los rasgos característicos de la
segunda particularidad de la Revolución de Octubre?
Estudiando el imperialismo, sobre todo en el
período de laguerra, Lenin descubrió la ley del
desarrollo económico y
político desigual y a saltos de
los países capitalistas. Según esta ley, el desarrollo de
las empresas, de los trusts, de las ramas de la
industria y de los diversos países no se produce en
forma igual, con arreglo a un orden de sucesión
establecido, de modo que un trust, una rama de la
industria o un país marchen constantemente a la
cabeza y otros trusts u otros países vayan a la zaga,
sujetándose a ese orden de sucesión, sino que se
desarrollan a saltos, con interrupciones en el
desarrollo de unos países y saltos adelante en el
desarrollo de otros. Además, la tendencia,
«completamente legítima».., de los países que se
quedan atrás a conservar sus antiguas posiciones y la

110

no menos «legítima» tendencia de los países que


saltan adelante a apoderarse de nuevas posiciones,
hacen que las colisiones los países
bélicas entre
imperialistas sean una necesidad ineluctable. Así ha
ocurrido, por ejemplo, con Alemania, que hace
medio siglo era, en comparación con Francia e
Inglaterra, un país atrasado. Lo mismo puede decirse
del Japón, en comparación con Rusia. Sin embargo,
es notorio que, ya a principios del siglo XX,
Alemania y el Japón habían dado un salto tan grande,
que la primera había sobrepasado a Francia y
comenzaba a desplazar a Inglaterra en el mercado
mundial y el segundo a Rusia. De estas
contradicciones, como es sabido, surgió la reciente
guerra imperialista.
Esta ley parte de que:
1) «El capitalismo se ha transformado en un
sistema universal de sojuzgamiento colonial y de
estrangulación financiera de la inmensa mayoría de
la población del planeta por un puñado de países
«adelantados»» (v. el prólogo a la edición francesa
de «El imperialismo», de Lenin, t. XIX, pág. 74).
2) «El reparto de este botín» se o
efectúa entre dos
tres potencias rapaces, y armadas hasta los dientes,
que dominan en el mundo (Estados Unidos,
Inglaterra, el Japón) y arrastran a su guerra, por el
reparto de su botín, a todo el planeta» (v. lugar
citado).
3) Al agravarse las contradicciones dentro del
sistema mundial de opresión financiera, al hacerse
inevitables los conflictos bélicos, el frente mundial
del imperialismo se hace fácilmente vulnerable para
la revolución, y es factible su ruptura por ciertos
países.
4) Lo más es que esta ruptura se
probable
produzca en y países donde la cadena del
los lugares
frente imperialista sea más débil, es decir, donde el
imperialismo esté menos fortificado y la revolución
pueda desarrollarse con mayor facilidad.
5) Por ello, la victoria del socialismo en un solo
país -aún en el caso de que ese país esté menos
desarrollado en el sentido capitalista y el capitalismo
subsista en otros países, aunque estos países estén
más desarrollados en el sentido capitalista- es
perfectamente posible y probable.
Tales son, en pocas palabras, los fundamentos de
la teoría leninista de la revolución proletaria.
¿En qué consiste la segunda particularidad de la
Revolución de Octubre?
La segunda particularidad de la Revolución de
Octubre consiste en que esta revolución es un modelo
de aplicación práctica de la teoría leninista de la
revolución proletaria.
Quien no haya comprendido esta particularidad de
la Revolución de Octubre, jamás comprenderá ni el
carácter internacional de esta revolución, ni su
formidable potencia internacional, ni su peculiar
política exterior.

J. V. Stalin
«La desigualdad del desarrollo
económico y
político -dice Lenin- es
una ley absoluta del
capitalismo. De aquí se deduce que es posible que la
victoria del socialismo empiece por unos cuantos
países capitalistas, o incluso por un solo país
capitalista. El proletariado triunfante de este país,
después de expropiar a los capitalistas y de organizar
la producción socialista dentro de sus fronteras, se
enfrentaría con el resto del mundo, con el mundo
capitalista, atrayendo a su lado a las clases:
oprimidas de los demás países, levantando en ellos la
insurrección contra los capitalistas, empleando, en
caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra
las clases explotadoras y sus Estados». Pues «la libre
unión de las naciones en el socialismo es imposible
sin una lucha tenaz, más o menos prolongada, de las
repúblicas socialistas contra los Estados atrasados»
(v. t. XVIII, págs. 232-233).

Los oportunistas países afirman que


de todos los
la revolución proletaria comenzar -si es
sólo puede
que ha de comenzar, en general, en alguna parte,
según su teoría- en los países industrialmente
desarrollados; que cuanto más desarrollados
industrialmente estén esos países, tanto mayores
serán las probabilidades de triunfo del socialismo.
Ellos descartan, como algo totalmente inverosímil, la
posibilidad de la victoria del socialismo en un solo
país, y por añadidura, poco desarrollado en el sentido
capitalista. Ya durante la guerra, Lenin, apoyándose
en la ley del desarrollo desigual de los Estados
imperialistas, opone a los oportunistas su teoría de la
revolución proletaria, que afirma la posibilidad de la
victoria del socialismo en un solo país, aún cuando
este país esté menos desarrollado en el sentido
capitalista.
Sabido es que la Revolución de Octubre confirmó
plenamente la justeza de la teoría leninista de la
revolución proletaria.
¿Qué podemos decir de la «revolución
permanente» de Trotski, desde el punto de vista de la
teoría leninista sobre la victoria de la revolución
proletaria en un solo país?
Tomemos el folleto de Trotski «Nuestra
revolución» (1906).
Trotski dice:

«Sin un apoyo estatal directo del proletariado


europeo la clase obrera de Rusia no podrá
mantenerse en el Poder y transformar su dominación
temporal en una dictadura socialista duradera. De
ello no cabe dudar ni un instante».

¿Qué dice esta cita? Que la victoria del socialismo


en un solo país, en este caso en Rusia, es imposible
«sin un apoyo estatal directo del proletariado
europeo», es decir, mientras el proletariado europeo

La revolución de octubre y la táctica de los


comunistas rusos
111

no conquiste el Poder.
¿Qué hay de común entre esta «teoría- y la tesis
de Lenin sobre la posibilidad de la victoria del
socialismo «en un solo país capitalista»?
Evidentemente, nada.
Pero admitamos que este folleto de Trotski,
publicado en 1906, cuando era difícil definir el
carácter de nuestra revolución, contiene errores
involuntarios y no responde por entero a las
concepciones sustentadas por Trotski posteriormente.
Examinemos otro folleto de Trotski, «El programa de
la paz», publicado en Vísperas de la Revolución de
Octubre, en 1917, y reeditado ahora (1924) en el
libro «1917». En este folleto, Trotski critica lo que
dice la teoría leninista de la revolución proletaria
sobre la victoria del socialismo en un solo país,
oponiéndole la consigna de los Estados Unidos de
Europa. Trotski afirma que el socialismo no puede
triunfar en un solo país, que la victoria del socialismo
sólo es posible a condición de que triunfe en algunos
de los principales países de Europa (Inglaterra,
Rusia, Alemania), en los Estados Unidos
agrupados
de Europa, siendo en otro caso totalmente imposible.
Dice con toda claridad que «una revolución
victoriosa en Rusia o en Inglaterra es inconcebible
sin la revolución en Alemania, y viceversa».

«La única consideración histórica más o menos


concreta -dice Trotski- contra la consigna de los
Estados Unidos ha sido formulada en el «Sotsial-
Demokrat» de Suiza (entonces órgano central de los
bolcheviques. J. St.), en la siguiente frase: «La
desigualdad del desarrollo y político es
económico
una ley absoluta del capitalismo». De aquí deducía
«Sotsial-Demokrat» que la victoria del socialismo en
un solo país es posible y, por tanto, no hay por qué
supeditar la dictadura del proletariado en cada país a
la formación de los Estados Unidos de Europa. Que
el desarrollo capitalista de los distintos países es
desigual, es una afirmación absolutamente
indiscutible. Pero esta desigualdad es ella misma
sumamente desigual. El nivel capitalista de
Inglaterra, de Austria, de Alemania o de Franciano
es el mismo. en comparación
Pero, con África y
Asia, todos estospaíses representan la «Europa»
capitalista, madura ya para la revolución social. Que
ningún país debe «aguardar» a los otros en su lucha,
es una idea elemental que es útil y necesario repetir,
para que la idea de una acción internacional paralela
no sea sustituida por la idea de una inactividad
internacional expectante. Sin aguardar a los demás,
comenzamos y continuamos la lucha en el terreno
nacional, con la plena seguridad de que nuestra
iniciativa impulsará la lucha en otros países; y, si esto
no sucediese, no hay ningún fundamento para
suponer -así lo atestiguan la experiencia histórica y
las consideraciones teóricas- que la Rusia
revolucionaria, por ejemplo, podría sostenerse frente
a la Europa conservadora o que la Alemania
socialista podría subsistir aislada en un mundo
capitalista».
Como veis, estamos ante la misma teoría del
triunfo simultáneo del socialismo en los principales
países de Europa, que desearla, como regla general,
la teoría leninista de la revolución sobre la victoria
del socialismo en un solo país.
Cierto es que, para la victoria completa del
socialismo, para la garantía completa contra la
restauración del antiguo orden de cosas, son
indispensables los esfuerzos conjuntos de los
proletarios de unos cuantos países. Cierto es que, sin
el apoyo del proletariado de Europa a nuestra
revolución, el proletariado de Rusia no habría podido
resistir la presión general, del mismo modo que el
movimiento revolucionario del Occidente, si no lo
hubiera apoyado la revolución de Rusia, no habría
podido desarrollarse con el ritmo que adquirió
después de la instauración de la dictadura proletaria
en Rusia. Cierto es que necesitamos apoyo. Pero
¿qué es el apoyo del proletariado de la Europa
Occidental a nuestra revolución? La simpatía de los
obreros europeos por nuestra revolución, su
disposición a desbaratar los planes de intervención de
los imperialistas, ¿constituye todo esto un apoyo, una
ayuda seria? Indudablemente. Sin ese apoyo, sin esa
ayuda, no sólo de los obreros europeos, sino también
de las colonias y de los países dependientes, la
dictadura proletaria de Rusia se vería en un trance
muy difícil. ¿Ha bastado hasta ahora con esa simpatía
y con esa ayuda, unidas al poderío de nuestro
Ejército Rojo y a la disposición de y
los obreros
campesinos de Rusia a con su pecho la
defender
patria socialista? ¿Ha bastado todo eso para repeler
los ataques de los imperialistas y conquistar las
condiciones necesarias para una seria labor de
edificación? Sí, ha bastado. Y esa simpatía, ¿crece o
disminuye? Indudablemente, crece. ¿Tenemos, pues,
condiciones favorables, no sólo para llevar adelante
la organización de la economía socialista, sino
también para prestar, a nuestra vez, apoyo a los
obreros de la Europa Occidental y a los pueblos
oprimidos del Oriente? Sí, tenemos esas condiciones.
Los siete años de historia de la dictadura proletaria
en Rusia lo atestiguan elocuentemente. ¿Puede,
acaso, negarse que en nuestro país ha comenzado ya
un poderoso auge del trabajo? No, no se puede negar.
¿Qué puede significar, después de todo eso, la
declaración de Trotski de que la Rusia revolucionaria
no podría resistir ante una Europa conservadora?
No puede significar más que una cosa: en primer
lugar, que Trotski no percibe la potencia interior de
nuestra revolución; en segundo lugar, que Trotski no
comprende la importancia inapreciable del apoyo
moral que los obreros del Occidente y los
campesinos del Oriente prestan a nuestra revolución;

112

en tercer lugar, que Trotski no percibe el mal interior


que corroe actualmente al imperialismo.
Llevado por el apasionamiento en su crítica de la
teoría leninista de la revolución proletaria, Trotski,
sin darse cuenta,se ha derrotado a sí mismo en su
folleto «El programa de la paz», publicado en 1917 y
reeditado en 1924.
Pero ¿quizás este folleto de Trotski haya también
envejecido y no corresponda por una u otra razón a
sus puntos de vista actuales? Tomemos trabajos más
recientes de Trotski, escritos después del triunfo de la
revolución proletaria en un solo país, en Rusia.
Tomemos, por ejemplo, el «Epílogo» que escribió en
1922 para la nueva edición de su folleto «El
programa de la paz». He aquí lo que dice en ese
«Epílogo»:

«La afirmación, varias veces repetida en «El


programa de la paz», de que la revolución proletaria
no puede terminar victoriosamente dentro de un
marco nacional, parecerá quizá a algunos lectores
desmentida por la experiencia de casi cinco años de
vida de nuestra República Soviética. Pero semejante
conclusión sería infundada. El hecho de que el
Estado obrero haya resistido contra el mundo entero
en un solo país, y además en un país atrasado,
atestigua la potencia colosal del proletariado, que en
otros países más adelantados y más civilizados será
capaz de hacer verdaderos milagros. Pero, habiendo
logrado mantenemos como Estado en el sentido
político y militar, no hemos llegado todavía, ni
siquiera nos hemos acercado a la creación de la
sociedad socialista... Mientras en los demás Estados
europeos se mantenga en el Poder la burguesía, nos
veremos obligados, en la lucha contra el aislamiento
económico, a buscar acuerdos con el mundo
capitalista; al mismo tiempo, puede afirmarse con
toda certidumbre que estos acuerdos pueden, en el
mejor de los casos, ayudarnos a cicatrizar una u otra
herida económica, a dar uno u otro paso adelante,
pero el verdadero auge de la economía socialista en
Rusia no será posible más que después de la
172
victoria del proletariado en los países más
importantes de Europa».

Esto es lo que dice Trotski, pecando


manifiestamente contra la realidad y esforzándose a
toda costa por salvar del naufragio definitivo la
«revolución permanente».
Resulta que, por más vueltas que se le dé, no sólo
«no hemos llegado», sino que «ni siquiera nos hemos
acercado» a la creación de la sociedad socialista.
Resulta que
alguien abrigaba la esperanza de llegar a
«acuerdos con el mundo capitalista», pero resulta
también que de estos acuerdos tampoco sale nada,
pues, por más vueltas que se le dé, «el verdadero
auge de la economía socialista» no se alcanzará

172
Subrayado por mí. J. St.

J. V. Stalin

mientras el proletariado no haya vencido «en los


países más importantes de Europa».
Y como aún no se ha obtenido la victoria en el
Occidente, a la revolución de Rusia no le queda más
que un «dilema»: o pudrirse en vida o degenerar en
un Estado burgués.
Por algo hace ya dos años que Trotski viene
hablando de la «degeneración» de nuestro Partido.
Por algo Trotski profetizaba el año pasado el
«hundimiento» de nuestro país.
¿Cómo se puede conciliar esta extraña «teoría»
con la teoría de Lenin sobre la «victoria del
socialismo en un solo país»?
¿Cómo se puede conciliar esta extraña
«perspectiva» con la perspectiva de Lenin, según la
cual la nueva política económica nos permitirá
«echar los cimientos de la economía socialista»?
¿Cómo se puede conciliar esta desesperanza
«permanente» con las siguientes palabras de Lenin,
por ejemplo?

«Hoy, el socialismo no es ya un problema de un


futuro remoto, ni una visión abstracta o un icono. De
los iconos seguimos teniendo la opinión de antes, una
opinión muy mala. Hemos hecho penetrar el
socialismo en la vida diaria, y de eso es de lo que
debemos ocuparnos. Esa es la tarea de nuestros días,
ésa es la tarea de nuestra época. Permitidme que
termine expresando la seguridad de que, por más
difícil que sea esa tarea, por más nueva que sea, en
comparación con nuestra tarea anterior y por más
dificultades que nos origine, todos nosotros, juntos, y
no mañana, sino en el transcurso de unos cuantos
años, todos nosotros, juntos, la resolveremos a toda
costa, de modo que de la Rusia de la Nep salga la
Rusia socialista» (v. t. XXVII, pág. 366).

Cómo se puede conciliar la falta «permanente» de


perspectivas de Trotski con las siguientes palabras de
Lenin, por ejemplo?

«En efecto, todos los grandes medios de


producción en poder del Estado y el Poder del Estado
en manos del proletariado; la alianza de este
proletariado con millones y millones de pequeños y
muy pequeños campesinos; asegurar la dirección de
los campesinos por el proletariado, etc., ¿acaso no es
esto todo lo que se necesita para edificar la sociedad
socialista completa partiendo de la cooperación, y
nada más que de la cooperación a la que antes
tratábamos de mercantilista y que ahora, bajo la Nep,
merece también, en cierto modo, el mismo trato;
acaso no es esto todo lo imprescindible para edificar
la sociedad socialista completa? Eso no es todavía la
edificación de la sociedad socialista, pero sí todo lo
imprescindible y lo suficiente para esta edificación»
(v. t. XXVII, pág. 392).

La revolución de octubre y la táctica de los


comunistas rusos
113

Es evidente que todo eso no se concilia ni puede


conciliarse. La «revolución permanente» de Trotski
es la negación de la teoría leninista de la revolución
proletaria, y viceversa: la teoría leninista de la
revolución proletaria es la negación de la teoría de la
«revolución permanente».
La falta de fe en la fuerza y en la capacidad de
nuestra revolución, la falta de fe en las fuerzas y en la
capacidad del proletariado de Rusia: tal es el fondo
de la teoría de la «revolución permanente».
Hasta ahora solía señalarse un solo lado de la
teoría de la «revolución permanente»: la falta de fe
en las posibilidades revolucionarias del movimiento
campesino. Ahora, para ser justos, hay que completar
ese lado con otro: la falta de fe en las fuerzas y en la
capacidad del proletariado de Rusia.
¿En qué se diferencia la teoría de Trotski de la
teoría corriente del menchevismo, según la cual la
victoria del socialismo en un solo país, por añadidura
atrasado, es imposible sin la victoria previa de la
revolución proletaria «en los principales países de la
Europa Occidental»?
En el fondo, no se diferencia en nada.
No cabe duda: la teoría de la «revolución
permanente» de Trotski es una variedad del
menchevismo.
Últimamente han aparecido en nuestra prensa
diplomáticos podridos, que se esfuerzan por hacer
pasar la teoría de la «revolución permanente» como
algo compatible con el leninismo. Naturalmente -
dicen-, esta teoría resultó inservible en 1905. Pero el
error de Trotski consiste en haberse adelantado
entonces, intentando aplicar a la situación de 1905 lo
que en aquel tiempo no se podía aplicar. Pero más
tarde -dicen-, por ejemplo, en octubre de 1917,
cuando la revolución había alcanzado plena madurez,
la teoría de Trotski estaba completamente en su
lugar. No cuesta trabajo adivinar que el principal de
estos diplomáticos es Rádek. Escuchad lo que dice:

«La guerra ha abierto un abismo entre los


campesinos, que aspiran a conquistar la tierra y la
paz, y los partidos pequeñoburgueses; la guerra ha
puesto a los campesinos bajo la dirección de la clase
obrera y de su vanguardia, el Partido Bolchevique.
Lo que se ha hecho posible no es la dictadura de la
clase obrera y de los campesinos, sino la dictadura de
la clase obrera, apoyada en los campesinos. Lo que
Rosa Luxemburgo y Trotski propugnaban en 1905
contra Lenin (es decir, la «revolución permanente».
J. St.) ha resultado ser, de hecho, la segunda etapa del
desarrollo histórico».

Cada una de estas palabras es una falsedad.


Es falso que durante la guerra «lo que se ha hecho
posible no es la dictadura de la clase obrera y de los
campesinos, sino la dictadura de la clase obrera,
apoyada en los campesinos». En realidad, la
revolución de febrero de 1917 fue la realización de la
dictadura del proletariado y de los campesinos,
entrelazada de modo peculiar con la dictadura de la
burguesía.
Es falsoque la teoría de la «revolución
permanente», que Rádek silencia púdicamente, fuese
formulada en 1905 por Rosa Luxemburgo y Trotski.
En realidad, esa teoría la expusieron Parvus y
Trotski. Ahora, a los diez meses, Rádek se rectifica y
estima necesario reprochar a Parvus la «revolución
permanente». Pero la justicia exige de Rádek que los
reproches alcancen también a Trotski, el socio de
Parvus.
No es cierto que la «revolución permanente»,
refutada por la revolución de 1905, haya resultado
acertada en la «segunda etapa del desarrollo
histórico», es decir, durante la Revolución de
Octubre. Todo el curso de la Revolución de Octubre,
todo su desarrollo han revelado y demostrado la
inconsistencia absoluta de la teoría de la «revolución
permanente», su absoluta incompatibilidad con los
fundamentos del leninismo.
Con discursos melifluos y diplomacia podrida no
se puede cubrir la profunda sima que separa la teoría
de la «revolución permanente» y el leninismo.

III. Algunas particularidades de la táctica de


los bolcheviques en el período de la preparación
de Octubre
Para comprender la táctica de los bolcheviques en
el período de la preparación de Octubre, hay que
conocer, por lo menos, algunas particularidades
sumamente importantes de esta táctica. Ello es tanto
más necesario, por cuanto en numerosos folletos
los
acerca de la táctica de los bolcheviques se pasa por
alto precisamente esas particularidades.
¿Qué particularidades son ésas?
Primera particularidad. Oyendo a Trotski, podría
creerse que en la historia de la preparación de
Octubre existen tan sólo dos períodos: el período de
reconocimiento y el período de la insurrección, y que
lo que es más de esto, de mal procede. ¿Qué fue la
manifestación de abril de 1917? «La manifestación
de abril, que tomó más a la «izquierda» de lo
necesario, fue una operación de reconocimiento para
pulsar el estado de ánimo de las masas y sus
relaciones con la mayoría de los Soviets». ¿Y qué fue
la manifestación de julio de 1917? Según Trotski,
«también esta vez la cosa se redujo, en el fondo, a un
nuevo reconocimiento, más profundo, en una etapa
nueva y más elevada del movimiento». Ni que decir
tiene que la manifestación de junio de 1917,
organizada a instancias de nuestro Partido, con
mayor razón debe ser calificada, según Trotski, de
«reconocimiento».
Resulta pues que en marzo de 1917 los
bolcheviques tenían ya preparado un ejército político
de obreros y campesinos y que, si no lo emplearon

114

para la insurrección ni en abril, ni en junio, ni en


julio y sólo se dedicaron a hacer «reconocimientos»,
ello fue, única y exclusivamente, porque «los datos
de los reconocimientos» no proporcionaban entonces
«indicios» favorables.
Ni que decir tiene que esta concepción simplista
de la táctica política de nuestro Partido no es sino una
confusión de la táctica militar corriente con la táctica
revolucionaria de los bolcheviques.
En realidad, todas aquellas manifestaciones
fueron, ante todo, resultado de la acometividad
espontánea de las masas, resultado de su indignación
contra la guerra, indignación que pugnaba por
manifestarse en la calle.
En realidad, el papel del Partido consistía
entonces en dar a las acciones espontáneas de las
masas una forma y una dirección que respondiesen a
las consignas revolucionarias de los bolcheviques.
En realidad, los bolcheviques no tenían ni podían
tener en marzo de 1917 un ejército político
preparado. Lo fueron formando (y lo formaron, por
fin, hacia octubre de 1917) sólo en el transcurso de la
lucha y de los choques de clases de abril a octubre de
1917; lo formaron pasando por la manifestación de
abril, y por las manifestaciones de junio y y por
julio,
las elecciones a las Dumas de distrito y urbanas, y
por la lucha contra la korniloviada,y por la conquista
de los Soviets. no es lo mismo
Un ejército político
que un ejército militar. Mientras que el mando militar
comienza la guerra disponiendo ya de un ejército
formado, el Partido debe crear su ejército en el curso
de la lucha misma, en el curso de los choques entre
las clases, a medida que las masas mismas se van
convenciendo, por propia experiencia, de que las
consignas del Partido son acertadas, de que su
política es justa.
Naturalmente, cada una de esas manifestaciones
arrojaba, al mismo tiempo, cierta luz sobre
correlaciones de fuerzas imperceptibles a simple
vista; constituía,en cierto modo, un reconocimiento,
pero éste no era el motivo de la manifestación, sino
un resultado natural de ella.
Analizando los acontecimientos de vísperas de la
insurrección de octubre y comparándolos con los
acontecimientos de abril-julio, Lenin dice:

«La situación se presenta, precisamente, de modo


distinto a como se presentaba en vísperas del 20 y el
21 de abril, del 9 de junio y del 3 de julio, pues
entonces nos hallábamos ante una efervescencia
espontánea, que nosotros, como partido, no
percibíamos (20 de abril), o conteníamos, dándole la
forma de una manifestación pacífica (9 de junio y 3
de julio). Porque entonces sabíamos bien que los
Soviets no eran todavía nuestros, que los campesinos
creían todavía en el camino liberdanísta-chernovísta,
y no en el camino bolchevique (el de la
insurrección); que, por consiguiente, no podíamos

J. V. Stalin

contar con la mayoría del pueblo y, por ello, la


insurrección sería prematura» (v. t. XXI, pág. 345).

Es evidente que sólo con «reconocimientos» no se


puede ir muy lejos.
Por lo visto, no se trata de «reconocimientos» sino
de que:
1) durante todo el período de la preparación de
Octubre, el Partido no dejó un momento de apoyarse,
para su lucha, en el auge espontáneo del movimiento
revolucionario de las masas;
apoyarse en este auge
2) al espontáneo, el Partido
conservaba en sus manos la dirección indivisa del
movimiento;
3) tal dirección del movimiento le facilitaba la
formación del ejército político de masas para la
insurrección de Octubre;
4) tal política debía necesariamente llevar a que
toda la preparación de Octubre se hiciese bajo la
dirección de un solo partido, el Partido Bolchevique;
5) tal preparación de Octubre llevó a su vez, a
que, como resultado de la insurrección de Octubre, el
Poder quedase en manos de un solo partido, el
Partido Bolchevique.
Por tanto, la dirección indivisa de un solo partido,
del Partido Comunista, como factor esencial de la
preparación de Octubre: tal es rasgo característico
el
de la Revolución de Octubre, tal es la primera
particularidad de la táctica de los bolcheviques en el
período de la preparación de Octubre.
No creo que sea necesario demostrar que, sin esta
particularidad de la táctica de los bolcheviques, la
victoria de la dictadura del proletariado, bajo el
imperialismo, hubiera sido imposible.
Por esto, la Revolución de Octubre se distingue
ventajosamente de la revolución de 1871 en Francia,
donde compartían la dirección de la revolución dos
partidos, de los cuales ninguno puede ser calificado
de partido comunista.
Segunda particularidad. La preparación de
Octubre se llevó a cabo, pues, bajo la dirección de un
solo partido, del Partido Bolchevique. Pero ¿cómo
ejercía el Partido esa dirección, hacia dónde la
orientaba? Esa dirección se orientaba al aislamiento
de los partidos conciliadores, por ser los grupos más
peligrosos en el período de desencadenamiento de la
revolución, al aislamiento de los eseristas y los
mencheviques.
¿En qué consiste la regla estratégica fundamental
del leninismo?
Consiste en reconocer que:
1) el más peligroso apoyo social de los enemigos
de la revolución, en el período en que se avecina un
desenlace revolucionario, lo constituyen los partidos
conciliadores;
2) es imposible derrocar al enemigo (al zarismo o
a la burguesía) sin haber aislado a estos partidos;
3) en el período preparatorio de la revolución, los
La revolución de octubre y la táctica de los
comunistas rusos
115

principales tiros deben, por ello, dirigirse a aislar a


estos partidos, a desgajar de ellos a las amplias masas
trabajadoras.
En el período de la lucha contra el zarismo, en el
período preparatorio de la revolución democrático-
burguesa (1905-1916), el apoyo social más peligroso
del zarismo era el partido liberal-monárquico, el
partido de los demócratas constitucionalistas, ¿Por
qué? Por ser un partido conciliador, el partido de la
conciliación entre el zarismo y la mayoría del
pueblo, es decir, el campesinado en su conjunto. Es
natural que el Partido dirigiese entonces sus
principales golpes contra los demócratas
constitucionalistas, pues sin aislarlos no podía
contarse con la ruptura de los campesinos con el
zarismo, y sin asegurar esta ruptura no podía contarse
con la victoria de la revolución. Muchos no
comprendían entonces esta particularidad de la
estrategia bolchevique y acusaban a los bolcheviques
de «inquina excesiva» a los demócratas
constitucionalistas, afirmando que la lucha contra los
demócratas constitucionalistas hacía que los
bolcheviques «perdieran de vista» la lucha contra el
enemigo principal: el zarismo. Pero estas
acusaciones, infundadas, revelaban una
incomprensión evidente de la estrategia bolchevique,
que exigía el aislamiento del partido conciliador para
facilitar y acercar la victoria sobre el enemigo
principal.
No creo que sea necesario demostrar que, sin esta
estrategia, la hegemonía del proletariado en la
revolución democrático-burguesa hubiera sido
imposible.
En el período de la preparación de Octubre, el
centro de gravedad de las fuerzas en lucha se
desplazó a un nuevo plano. Ya no había zar. El
partido demócrata constitucionalista se había
transformado; de fuerza conciliadora, en fuerza
gobernante, en la fuerza dominante del imperialismo.
La lucha ya no se libraba entre el zarismo y el
pueblo, sino entre la burguesía y el proletariado. En
este período, el apoyo social más peligroso del
imperialismo lo constituían los partidos democráticos
pequeñoburgueses, los partidos eserista y
menchevique. ¿Por qué? Porque estos partidos eran
entonces partidos conciliadores, partidos de la
conciliación entre el imperialismo y las masas
trabajadoras. Es natural que los principales golpes de
los bolcheviques fueran dirigidos entonces contra
estos partidos, pues sin el aislamiento de estos
partidos no se podía contar con la ruptura de las
masas trabajadoras y el imperialismo, sin conseguir
esta ruptura no se podía contar con la victoria de la
revolución soviética. Muchos no comprendían
entonces esta particularidad de la táctica
bolchevique, acusando a los bolcheviques de
«excesivo odio» a los eseristas y a los mencheviques
y de «olvido» del objetivo fundamental. Pero todo el
período de la preparación de Octubre evidencia
elocuentemente que sólo gracias a esta táctica
pudieron los bolcheviques asegurar la victoria de la
Revolución de Octubre.
El rasgo característico de este período consiste en
una revolucionarización más profunda de las masas
trabajadoras del campo, en su decepción respecto a
los eseristas y los mencheviques, en su alejamiento
de estos partidos, en su viraje para agruparse
directamente en tomo al proletariado, única fuerza
consecuentemente revolucionaria, capaz de llevar el
país a la paz. La historia de este período es la historia
de la lucha entre los eseristas y los mencheviques, de
una parte, y los bolcheviques, de otra, por atraerse a
las masas trabajadoras del campo, por conquistar a
estas masas. Decidieron la suerte de esta lucha el
período de la coalición, el período de la kerenskiada,
la negativa de los eseristas y los mencheviques a
confiscar las tierras de los terratenientes, la lucha de
los eseristas y los mencheviques por la continuación
de la guerra, la ofensiva de junio en el frente, la pena
de muerte para los soldados y la sublevación de
Kornílov. Y estos factores decidieron la suerte de esa
lucha exclusivamente en favor de la estrategia
bolchevique. Pues, sin aislar a los eseristas y a los
mencheviques era imposible derrocar al gobierno de
los imperialistas, y sin derrocar a este gobierno era
imposible salir de la guerra. La política de
aislamiento de los eseristas y los mencheviques
resultó ser la única política acertada:
Así, pues, aislamiento de los partidos
menchevique y eserista, como línea principal de la
dirección de la preparación de Octubre: tal es la
segunda particularidad de la táctica de los
bolcheviques.
No creo que sea necesario demostrar que, sin esta
particularidad de la táctica de los bolcheviques, la
alianza entre la clase obrera y las masas trabajadoras
del campo hubiera quedado suspendida en el vacío.
Es significativo que, en sus «Enseñanzas de
Octubre», Trotski no diga nada, o casi nada, de esta
particularidad de la táctica bolchevique.
Tercera particularidad. La dirección del Partido
en la preparación de Octubre se
pues, a orientaba,
aislar a los partidos eserista a y menchevique,
desgajar de estos partidos a las amplias masas
obreras y campesinas. Pero ¿cómo conseguía,
concretamente, el Partido llevar a cabo este
aislamiento?, ¿en qué forma y bajo qué consigna? Lo
llevaba a cabo en la forma de un movimiento
revolucionario de las masas por el Poder de los
Soviets, bajo la consigna de «¡Todo el Poder a los
Soviets!», luchando por transformar a los Soviets, de
organismos de movilización de las masas, en
organismos de la insurrección, en organismos de
Poder, en el aparato de un nuevo Estado, del Estado
proletario.
¿Por qué se aferraron los bolcheviques

116

precisamente a los Sovietscomo a la palanca


fundamental de organización, que podía contribuir al
aislamiento de los mencheviques y de los eseristas,
que podía impulsar la revolución proletaria y estaba
llamada a llevar a las masas de millones y millones
de trabajadores a la victoria de la dictadura del
proletariado?
¿Qué son los Soviets?

«Los Soviets -decía Lenin ya en septiembre de


1917- son un nuevo aparato de Estado que, en primer
lugar, proporciona la fuerza armada de los obreros y
de los campesinos, fuerza que no está, como lo
estaba la del viejo ejército permanente, apartada del
pueblo, sino ligada a él del modo más estrecho; en el
sentido militar, esta fuerza es incomparablemente
más poderosa que las anteriores; en el sentido
revolucionario, no puede ser reemplazada por
ninguna otra. En segundo lugar, este aparato
proporciona una ligazón tan estrecha e indisoluble
con las masas, con la mayoría del pueblo, una
ligazón tan fácil de controlar y renovar, que en vano
buscaremos nada análogo en el viejo aparato de
Estado. En tercer lugar, este aparato, por ser elegibles
y revocables a voluntad del pueblo, sin formalidades
burocráticas, los hombres que lo integran, es mucho
más democrático que los aparatos anteriores. En
cuarto lugar, este aparato proporciona una sólida
ligazón con las profesiones más diversas, facilitando
de este modo, sin burocracia, las más distintas y más
profundas reformas. En quinto lugar, proporciona
una forma de organización de la vanguardia, es decir,
de la parte más consciente, más enérgica y más
avanzada de las clases oprimidas, de los obreros y de
los campesinos, constituyendo, de este modo, un
aparato por medio del cual la vanguardia de las
clases oprimidas puede elevar, educar, instruir y
guiar a toda la gigantesca masa de estas clases, que
hasta hoy permanecía completamente al margen de la
vida política, al margen de la historia. En sexto lugar,
proporciona la posibilidad de conjugar las ventajas
del parlamentarismo con las ventajas de la
democracia inmediata y directa, es decir, reúne en la
persona de los representantes elegidos por el pueblo
la función legislativa y la ejecución de las leyes.
Comparado con el parlamentarismo burgués, es un
avance de trascendencia histórica mundial en el
desarrollo de la democracia...
Si la iniciativa creadora popular de las clases
revolucionarias no hubiera organizado los Soviets, la
revolución proletaria en Rusia se vería condenada al
fracaso, pues, con el viejo aparato, el proletariado no
habría podido, indudablemente, mantenerse en el
Poder. En cuanto al nuevo aparato, es imposible
crearlo de golpe» (v. t. XXI, págs. 258-259):

Por eso, los bolcheviques se aferraron a los


Soviets como al eslabón fundamental, que podía

J. V. Stalin

facilitar la organización de la Revolución de Octubre


y la creación del nuevo y poderoso aparato del
Estado proletario.
Desde el punto de vista de su desarrollo interno, la
consigna de «¡Todo el Poder a los Soviets!» pasó por
dos etapas: la primera, hasta la derrota de los
bolcheviques en julio, durante la dualidad de
poderes, y la segunda, después de la derrota de la
sublevación de Kornílov.
En la primera etapa, esta consigna significaba la
ruptura del bloque de los mencheviques y los
eseristas con los demócratas constitucionalistas, la
formación un gobierno soviético, integrado por
de
mencheviques y eseristas (pues los Soviets estaban
entonces en sus manos), la libertad de agitación para
la oposición (es decir, para los bolcheviques) y
libertad de lucha entre los partidos en el seno de los
Soviets, con la esperanza de que esta lucha permitiría
a los bolcheviques conquistar los Soviets y modificar
la composición del gobierno soviético mediante un
desarrollo pacífico de la revolución. Este plan no era,
naturalmente, la dictadura del proletariado. Pero, sin
duda alguna, facilitaba la preparación de las
condiciones necesarias para asegurar la dictadura,
pues al colocar en el Poder a los mencheviques y los
eseristas y al obligarles a poner en práctica su
plataforma antirrevolucionaria, aceleraba el
desenmascaramiento de la verdadera naturaleza de
esos su aislamiento, su separación
partidos, aceleraba
de lasmasas. Sin embargo, la derrota de los
bolcheviques en el mes de julio interrumpió este
proceso, dando ventaja a la contrarrevolución de los
generales y los demócratas-constitucionalistas y
arrojando a los eseristas ya los mencheviques en sus
brazos. Esta circunstancia obligó al Partido a retirar
por el momento la consigna de «¡Todo el Poder a los
Soviets!», para volver a lanzarla cuando se produjera
un nuevo auge de la revolución.
La derrota de la sublevación de Kornílov inauguró
la segunda etapa. La consigna de «¡Todo el Poder a
los Soviets!» se puso de nuevo a la orden del día.
Pero ahora esta consigna no significaba ya lo mismo
que en la primera etapa. Su contenido había
cambiado radicalmente. Ahora, esta consigna
significaba la ruptura completa con el imperialismo y
el paso del Poder a los bolcheviques, pues los Soviets
eran ya, en su mayoría, bolcheviques. Ahora, esta
consigna significaba que la revolución abordaba el
establecimiento de la dictadura del proletariado
mediante la insurrección. Es más: esta consigna
significada ahora la organización de la dictadura del
proletariado y su constitución en Estado.
La táctica de transformación de los Soviets en
organismos de Poder del Estado tenía una
importancia inapreciable, porque apartaba del
imperialismo a las masas de millones y millones de
trabajadores, desenmascaraba a los partidos
menchevique y eserista como instrumentos del

La revolución de octubre y la táctica de los


comunistas rusos
117

imperialismo y nevaba a las masas por vía directa,


digámoslo así, a la dictadura del proletariado.
Por tanto, la política de transformación de los
Soviets en organismos de Poder del Estado, como la
condición primordial para el aislamiento de los
partidos conciliadores y para la victoria de la
dictadura del proletariado: tal es la tercera
particularidad de la táctica de los bolcheviques en el
período de la preparación de Octubre.
Cuarta particularidad. El cuadro quedaría
incompleto si no examináramos cómo y por qué
consiguieron los bolcheviques transformar las
consignas de su Partido en consignas para las masas
de millones y millones en consignas
de trabajadores,
que impulsaban la cómo y por qué
revolución;
lograron convencer de que su política era acertada,
no sólo a la vanguardia y no sólo a la mayoría de la
clase obrera, sino también a la mayoría del pueblo.
La realidad es que, para el triunfo de una
revolución, si esta revolución es auténticamente
popular y engloba a millones de hombres, no basta
que las consignas del Partido sean acertadas. Para
que la revolución triunfe, es necesario, además, otra
condición indispensable, a saber: que las masas se
convenzan ellas mismas, por propia experiencia, de
que esas consignas son acertadas. Sólo en tal caso las
consignas del Partido se convierten en consignas de
las masas mismas. Sólo en tal caso la revolución se
convierte en una auténtica revolución popular. Una
de las particularidades de la táctica de los
bolcheviques durante el período de la preparación de
Octubre es que supo trazar certeramente las rutas y
los virajes que llevan de un modo natural a las masas
a identificarse con las consignas del Partido, al
umbral mismo, por decirlo así, de la revolución, y de
este modo hacen más fácil para ellas el percibir,
comprobar y reconocer, por propia experiencia, que
esas consignas son acertadas. En otros términos: una
de las particularidades de la táctica de los
bolcheviques es que no confunde la dirección del
Partido con la direcciónlas masas;
de que ve
claramente la diferencia esa primera dirección y
entre
la segunda; que no sólo es, por tanto, la ciencia de
dirigir al Partido, sino también la de dirigir a las
masas de millones y millones de trabajadores.
La experiencia de la convocatoria y disolución de
la Asamblea Constituyente es una manifestación
patente de esa particularidad de la táctica
bolchevique.
Sabido es que los bolcheviques habían lanzado la
consigna de República de los Soviets ya en abril de
1917. Sabido es que la Asamblea Constituyente era
un parlamento burgués, en contradicción flagrante
con los principios de la República de los Soviets.
¿Cómo pudo ocurrir que los bolcheviques,
marchando hacia la República de los Soviets,
exigieran al mismo tiempo del Gobierno Provisional
la convocatoria inmediata de la Asamblea
Constituyente? ¿Cómo pudo ocurrir que los
bolcheviques, no sólo participaran en las elecciones,
sino que convocaran ellos mismos la Asamblea
Constituyente? ¿Cómo pudo ocurrir que un mes antes
de la insurrección, cuando se estaba pasando de lo
viejo a lo nuevo, los bolcheviques admitieran la
posibilidad de una combinación temporal de la
República de los Soviets y de la Asamblea
Constituyente?
«Ocurrió» esto porque:
1) la idea de la Asamblea Constituyente era una
de las ideas más extendidas entre las amplias masas
de la población;
2) la consigna de convocatoria inmediata de la
Asamblea Constituyente permitía desenmascarar con
más facilidad la naturaleza contrarrevolucionaria del
Gobierno Provisional;
3) para desprestigiar ante las masas populares la
idea de la Asamblea Constituyente, era indispensable
llevar a estas masas, con sus reivindicaciones sobre
la tierra, la paz y el Poder de los Soviets, hasta los
muros de la Asamblea Constituyente, haciéndolas
chocar, de esta manera, con la Asamblea
Constituyente real y viva;
4) ésta era la única forma de hacer que las masas
se convencieran fácilmente, por experiencia propia,
del carácter contrarrevolucionario de la Asamblea
Constituyente y de la necesidad de su disolución;
5) todo esto implicaba, naturalmente, la
posibilidad de una combinación temporal de la
República de los Soviets y de la Asamblea
Constituyente, como uno de los medios de eliminar a
esta última;
6) semejante combinación, llevada a cabo siempre
y cuando que todo el Poder pasase a los Soviets, sólo
podía significar la supeditación de la Asamblea
Constituyente a los Soviets, su transformación en un
apéndice de los Soviets, su extinción sin dolor.
No creo que sea necesario demostrar que, sin
semejante política de los bolcheviques, la disolución
de la Asamblea Constituyente no habría sido tan
fácil, y que las acciones posteriores de los eseristas y
los mencheviques bajo la consigna de «¡Todo el
Poder a la Asamblea Constituyente!» no habrían
fracasado con tal estrépito.

«Participamos -dice Lenin- en las elecciones al


parlamento burgués de Rusia, a la Asamblea
Constituyente, en septiembre-noviembre de 1917.
¿Era acertada nuestra táctica o no?... ¿Acaso
nosotros, los bolcheviques rusos, no teníamos en
septiembre-noviembre de 1917 más derecho que
todos los comunistas del Occidente a considerar que
el parlamentarismo había sido superado
políticamente en Rusia? Lo teníamos, naturalmente,
pues la cuestión no estriba en si los parlamentos
burgueses existen desde hace mucho o poco tiempo,
sino en si las granees masas trabajadoras están

118

preparadas (ideológica, política y prácticamente)


para adoptar el régimen soviético y disolver (o
permitir la disolución) del parlamento democrático
burgués. Que la clase obrera de las ciudades, los
soldados y los campesinos de Rusia estaban, en
septiembre-noviembre de 1917, en virtud de una
serie de condiciones particulares, excepcionalmente
preparados para adoptar el régimen soviético y
disolver el parlamento burgués más democrático, es
un hecho histórico absolutamente indiscutible y
plenamente establecido. Y, no obstante, los
bolcheviques no boicotearon la Asamblea
Constituyente, sino que participaron en las
elecciones, tanto antes como después de la conquista
del poder político por el proletariado» (v. t. XXV,
págs. 201-202).

¿Y por qué no boicotearon 100 bolcheviques la


Asamblea Constituyente? Porque, dice Lenin:

«Incluso unas semanas antes de la victoria de la


República Soviética, incluso después de esta victoria,
la participación en un parlamento democrático-
burgués, lejos de perjudicar al proletariado
revolucionario, le permite demostrar más fácilmente
a las masas atrasadas por qué semejantes parlamentos
merecen ser disueltos, facilita el éxito de su
disolución, facilita la «superación política» del
parlamentarismo burgués» (v. lugar citado).

Es significativo que Trotski no comprenda esta


particularidad de la táctica de los bolcheviques y
gruña contra la «teoría» de la combinación de la
Asamblea Constituyente y de los Soviets, tildándola
de hilferdingada.
No comprende que, una vez lanzada la consigna
de insurrección y cuando el triunfo de los Soviets es
probable, admitir esa combinación, admitir la
convocatoria de la Asamblea Constituyente
constituye la única táctica revolucionaria, que no
tiene nada de común con la táctica a lo Hilferding de
transformar los en un apéndice
Soviets de la
Asamblea Constituyente; no comprende que el error
de algunos camaradas en este problema no le autoriza
a vituperar la posición absolutamente acertada de
Lenin y del Partido en cuanto a la posibilidad de un
«Poder estatal combinado», en ciertas condiciones
(cfr. t. XXI, pág. 338).
No comprende que, sin su política peculiar en
relación con la Asamblea Constituyente, los
bolcheviques no habrían logrado ganarse a millones
y millones de hombres del pueblo y que, sin ganarse
a estas masas, no habrían podido transformar la
insurrección de Octubre en una profunda revolución
popular.
Es interesante ver cómo Trotski gruñe hasta
contra las palabras «pueblo», «democracia
revolucionaria», etc., etc., que suelen encontrarse en

J. V. Stalin

los artículos de los bolcheviques y que él considera


indecorosas para un marxista.
Por lo visto, Trotski olvida que incluso en
septiembre de 1917, un mes antes de la victoria de la
dictadura del proletariado, Lenin, marxista indudable,
escribía sobre la «necesidad del paso inmediato de
todo el Poder la manos de la democracia
revolucionaria, con el proletariado revolucionario a
la cabeza» (v, t. XXI, pág. 198).
Por lo visto, Trotski olvida que Lenin, marxista
indudable, citando la conocida carta de Marx a
173
Kugelmann (abril de 1871) donde se dice que la
demolición del aparato burocrático-militar del Estado
es condición previa de toda verdadera revolución
popular en el continente, escribe, con claridad
meridiana, las siguientes líneas:

«Merece especial atención la observación


extraordinariamente profunda de Marx de que la
demolición de la máquina burocrático-militar del
Estado es «condición previa de toda verdadera
revolución popular». Este concepto de revolución
«popular» parece extraño en boca de Marx, y los
adeptos y los mencheviques rusos, esos
de Plejánov
discípulos de Struve que quieren hacerse pasar por
marxistas, podrían tal vez calificar de «lapsus» esta
expresión de Marx. Esa gente ha hecho, una
tergiversación tan liberal e indigente del marxismo,
que para ellos no existe nada sino la antítesis entre
revolución burguesa y revolución proletaria, y hasta
esta antítesis la conciben de un modo a más no poder
escolástico...
En la Europa de 1871, el proletariado no formaba
en ningún país del continente la mayoría del pueblo.
La revolución no podía ser «popular» ni arrastrar
verdaderamente a la mayoría al movimiento, si no
englobaba tanto al proletariado como a los
campesinos. Ambas clases formaban entonces el
«pueblo». Une a estas clases el hecho de que la
«máquina burocrático-militar del Estado» las oprime,
las esclaviza, las explota. Destruir, demoler esta
máquina, eso es lo que aconsejan los verdaderos
intereses del «pueblo», de su mayoría, de los obreros
y de la mayoría de los campesinos, y tal es la
«condición previa» para una alianza libre de los
campesinos pobres con los proletarios; y sin esa
alianza, la democracia es precaria y la transformación
socialista imposible» (v. t. XXI, págs. 395-396).

Estas palabras de Lenin no deben olvidarse.


Así, pues, lograr que las masas se convenzan por
experiencia propia de que las consignas del Partido
son acertadas, llevando a estas masas a posiciones
revolucionarias, como la condición primordial para la
conquista de millones de trabajadores en favor del
Partido: tal es la cuarta particularidad de la táctica de

173
Véase: C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en dos tomos, t.

II, págs. 434-435, ed. en español, Moscú 1952.

La revolución de octubre y la táctica de los


comunistas rusos
119

los bolcheviques durante el período de la preparación


de Octubre.
Creo que lo dicho es suficiente para comprender
bien los rasgos característicos de esta táctica.

IV. La revolución de Octubre, comienzo y


premisa de la revolución mundial
Es indudable que la teoría universal del triunfo
simultáneo de la revolución en los principales países
de Europa, la teoría de la imposibilidad de la victoria
del socialismo en un solo país, ha ¡resultado ser una
teoría artificial, una teoría no viable. La historia de
siete años de revolución proletaria en Rusia no habla
en favor, sino en contra de esa teoría. Esa teoría no
sólo es inaceptable como esquema del desarrollo de
la revolución mundial, ya que está en contradicción
con hechos evidentes. Es todavía más inaceptable
como consigna, porque no libera, sino que encadena
la iniciativa de los distintos países que, en virtud de
ciertas condiciones históricas, adquieren la
posibilidad deromper ellos solos el frente del capital;
porque no estimula a los distintos países a emprender
una arremetida enérgica contra el capital, sino a
mantenerse pasivamente a la expectativa, en espera
del «desenlace general»; porque no fomenta en los
proletarios de los distintos países la decisión
revolucionaría, sino las dudas a lo Hamlet: «¿y si los
demás no nos apoyan?». Lenin tiene completa razón
al decir que la victoria del proletariado en un solo
país es un «caso típico», que «la revolución
simultánea en varios países» sólo puede darse como
una «excepción rara». (v. t. XXIII, pág. 354).
Pero la teoría leninista de la revolución no se
circunscribe, como es sabido, a este solo aspecto del
problema. Es, al mismo
tiempo, la teoría del
174.
desarrollo de la revolución mundial La victoria del
socialismo en un país no constituye un fin en sí.
solo
La revolución del país victorioso no debe
considerarse como una magnitud autónoma, sino
como un apoyo, como un medio para acelerar el
triunfo del proletariado en todos los países. Porque la
victoria de la revolución en un solo país, en este caso
en Rusia, no es solamente un producto del desarrollo
desigual y de la disgregación progresiva del
imperialismo. Es, al mismo tiempo, el comienzo y la
premisa de la revolución mundial.
Es indudable que las vías del desarrollo de la
revolución mundial no son tan sencillas como podían
parecer antes de la victoria de la revolución en un
solo país, antes de la aparición del imperialismo
desarrollado, «antesala de la revolución socialista».
Porque ha surgido un factor nuevo tan importante
como la ley del desarrollo desigual de los países
capitalistas, que rige bajo las condiciones del
imperialismo desarrollado y evidencia la
inevitabilidad de los conflictos armados, el
174
Véase antes: «Los fundamentos del leninismo». J. St.

debilitamiento general del frente mundial del capital


y la posibilidad de la en
victoria del socialismo
algunos países por separado. Porque ha surgido un
factor nuevo tan importante como el inmenso País
Soviético, situado entre el Occidente y el Oriente,
entre el centro do la explotación financiera del
mundo y el teatro de la opresión colonial, un país
cuya sola existencia, revoluciona el mundo entero.
Todos estos factores (por no citar otros de menor
importancia) no pueden ser pasados por alto al
estudiar las vías de la revolución mundial.
Antes solía suponerse que la revolución iría
desarrollándose por «maduración» gradual de los
elementos de socialismo, ante todo en los países más
desarrollados, en los países «adelantados». Ahora,
esta idea debe ser modificada de modo substancial.

«El sistema de las relaciones internacionales -dice


Lenin- es actualmente tal, que uno de los Estados de
Europa, Alemania, se ve avasallado por los Estados
vencedores. Por otra parte, diversos Estados, por
cierto los más antiguos del Occidente, se hallan,
gracias a la victoria, en condiciones de poder
aprovechar esa misma victoria para hacer a sus clases
oprimidas una serie de concesiones, que, si bien son
insignificantes, retardan el movimiento
revolucionario en estos países, creando una
apariencia de «paz social».
«Al mismo tiempo, otros muchos países -el
Oriente, la India, China, etc.- se han visto
definitivamente su carril, precisamente
sacados de
por causa de guerra imperialista. Su
la última
desarrollo se ha orientado definitivamente por la vía
general del capitalismo europeo. En esos países ha
comenzado la misma efervescencia que se observa en
toda Europa. Y para todo el mundo es ahora claro
que ellos han entrado en un proceso de desarrollo que
no puede por menos de conducir a la crisis de todo el
capitalismo mundial».
En vista de esto y en relación con ello, «los países
capitalistas de la Europa Occidental llevarán a
término su desarrollo hacia el socialismo... de un
modo distinto a como esperábamos anteriormente.
No lo llevan a por un proceso gradual de
término
«maduración» en ellos, sino mediante
del socialismo
la explotación de unos Estados por otros, mediante la
explotación del primer Estado entre los vencidos en
la guerra imperialista, unida a la explotación de todo
el Oriente. Por otra parte, el Oriente se ha
incorporado de manera definitiva al movimiento
revolucionario, gracias precisamente a esta primera
guerra imperialista, viéndose arrastrado
definitivamente a la órbita general del movimiento
revolucionario mundial» (v, t. XXVII, págs. 415-
416).

Si a esto se añade que no sólo los países vencidos


y las colonias son explotados por los países

120

vencedores, que, además, una parte de los países


sino
vencedores cae
en la órbita de la explotación
financiera de los países vencedores más poderosos,
de los Estados Unidos e Inglaterra; que las
contradicciones entre todos estos países constituyen
el factor más importante de la disgregación del
imperialismo mundial; que, además de estas
contradicciones, existen y se están desarrollando
otras contradicciones, profundísimas, dentro de cada
uno de estos países; que todas estas contradicciones
se ahondan y se agudizan por el hecho de existir al
lado de esos países la gran República de los Soviets;
si tomamos todo eso en consideración, tendremos
una idea, más o menos completa, de la peculiaridad
de la presente situación internacional.
Lo más probable es que la revolución mundial se
desarrolle del siguiente nuevos países se
modo:
desgajarán del sistema países imperialistas por
de los
vía revolucionaria, siendo apoyados sus proletarios
por los proletarios de los países imperialistas. Vemos
que el primer país que se ha desgajado, el primer país
que ha vencido, es apoyado ya por los obreros y las
masas trabajadoras de los otros países. Sin este apoyo
no podría mantenerse. Es indudable que este apoyo
irá cobrando mayor intensidad y fuerza. Pero también
es indudable que el mismo desarrollo de la
revolución mundial, el mismo proceso por el que se
desgajen del imperialismo nuevos países se operará
con tanta mayor rapidez y profundidad cuanto más
firmemente se vaya consolidando el socialismo en el
primer país victorioso, cuanto más rápidamente se
transforme este país en una base para el desarrollo
sucesivo de la revolución mundial, en una palanca de
la disgregación sucesiva del imperialismo.
Si es cierta la tesis de que el triunfo definitivo del
socialismo en el primer país liberado no es posible
sin los esfuerzos comunes de los proletarios de varios
países, no menos lo es que la revolución mundial se
desarrollará con tanta mayor rapidez y profundidad,
cuanto más eficaz sea la ayuda prestada por el primer
país socialista a los obreros y a las masas
trabajadoras de todos los otros países.
¿En qué debe consistir esta ayuda?
En primer lugar, en que el país que ha triunfado
«lleve a cabo el máximo de lo realizable en un solo
país para desarrollar, apoyar y despertar la
revolución en todos los países» (v. Lenin, t. XXIII,
pág. 385).
En segundo lugar, en que «el proletariado
triunfante» de un país, «después a los
de expropiar
capitalistas y de organizar la producción socialista
dentro de sus fronteras, se enfrente con el resto del
mundo, con el mundo capitalista, atrayendo a su lado
a las Clases oprimidas de los demás países,
levantando en ellos la insurrección contra los
capitalistas, empleando, en caso necesario, incluso la
fuerza de las armas contra las clases explotadoras y
sus Estados» (v, Lenin, t. XVIII, págs. 232-233).

J. V. Stalin

La particularidad característica de esta ayuda del


país victorioso no en que acelera la
sólo consiste
victoria del proletariado de países, sino
los otros
también en que, al facilitar esta victoria, asegura el
triunfo definitivo del socialismo en el primer país
victorioso.
Lo más es que, en el curso del desarrollo
probable
de la revolución mundial, se formen, al lado de los
focos de imperialismo en distintos países capitalistas
y al lado del sistema de estos países en todo el
mundo, focos de socialismo en distintos países
soviéticos y un sistema de estos focos en el mundo
entero, y que la lucha entre estos dos sistemas llene
la historia del desarrollo de la revolución mundial.

Pues, «la libre unión de las naciones en el


socialismo -dice Lenin- es imposible sin una lucha
tenaz, más o menos prolongada, de las repúblicas
socialistas contra los Estados atrasados» (v. lugar
citado).

La importancia mundial de la Revolución de


Octubre no sólo reside en que es la gran iniciativa de
un país que ha abierto una brecha en el sistema del
imperialismo y constituye el primer foco de
socialismo en medio del océano de los países
imperialistas, sino también en que es la primera etapa
de la revolución mundial y una base potente para su
desenvolvimiento sucesivo.
Por eso no sólo yerran quienes, olvidando el
carácter internacional de la Revolución de Octubre,
afirman que la victoria de la revolución en un solo
país es un fenómeno pura y exclusivamente nacional;
yerran también quienes, sin olvidar el carácter
internacional de la Revolución de Octubre,
propenden a considerarla como algo pasivo, sujeto
únicamente al apoyo que pueda recibir del exterior.
La realidad es que no sólo la Revolución de Octubre
necesita del apoyo de la revolución de los otros
países, sino que también la revolución de estos países
necesita del apoyo de la Revolución de Octubre para
acelerar e impulsar el derrocamiento del
imperialismo mundial.
17 de diciembre de 1924.

CUESTIO�ES DEL LE�I�ISMO

A la organización de Leningrado del PC(b) de la


URSS.
J. Stalin

I. Definición del Leninismo


En el folleto «Los fundamentos del leninismo» se
da la conocida definición del leninismo, que ha
obtenido ya, por lo visto, carta de ciudadanía. Dice
así:

«El leninismo es el marxismo de la época del


imperialismo y de la revolución proletaria. O más
exactamente: el leninismo es la teoría y la táctica de
la revolución proletaria en general, la teoría y la
táctica de la dictadura del proletariado en particular».
¿Es exacta esta definición?
Yo entiendo que sí lo es. Es exacta, en primer
lugar, porque indica acertadamente raíces
las
históricas del leninismo, conceptuándolo como el
marxismo de la época del imperialismo, por
oposición a algunos críticos de Lenin, que entienden
equivocadamente que el leninismo surgió después de
la guerra imperialista. Es exacta, en segundo lugar,
porque señala acertadamente el carácter internacional
del leninismo, por oposición a la socialdemocracia,
que entiende que el leninismo sólo es aplicable a las
condiciones nacionales rusas. Es exacta, en tercer
lugar, porque señala acertadamente la ligazón
orgánica que existe entre el leninismo y la doctrina
de Marx, conceptuándolo como el marxismo de la
época del imperialismo, por oposición a algunos
críticos del leninismo, que no ven en éste un nuevo
desarrollo del marxismo sino simplemente la
restauración del marxismo y su aplicación a la
realidad rusa.
No creemos que sea necesario detenerse a
comentar esto.
Sin embargo, en nuestro Partido hay, por lo visto,
quienes consideran necesario definir el leninismo de
un modo algo diferente. Así, por ejemplo, Zinóviev
cree que:

«El leninismo es el marxismo de la época de las


guerras imperialistas y de la revolución mundial,
revolución que se ha iniciado directamente en un
país que predomina el campesinado».
¿Qué pueden significar las palabras subrayadas
por Zinóviev? ¿Qué significa introducir en la
definición del leninismo el atraso de Rusia, su
carácter campesino?
Significa convertir el leninismo, doctrina
proletaria en un producto de las
internacional,
condiciones específicas rusas.
Significa hacer el juego a Bauer y Kautsky, que
niegan la posibilidad de aplicar el leninismo a otros
países más desarrollados en el sentido capitalista.
Es indudable que la cuestión campesina tiene para
Rusia una importancia enorme, que nuestro país es
un país campesino. Pero ¿qué importancia puede
encerrar este hecho, a la hora de definir los
fundamentos del leninismo? ¿Acaso el leninismo se
formó, exclusivamente en las condiciones de Rusia y
para Rusia, y no en las condiciones del imperialismo
y para los países imperialistas en general? ¿Acaso
obras de Lenin como «El imperialismo, fase superior
del capitalismo», «El Estado y la revolución», «La
revolución proletaria y el renegado Kautsky», «La
enfermedad infantil del «izquierdismo» en el
comunismo», etc., sólo tienen importancia para Rusia
y no para los países imperialistas en general? ¿Acaso
el leninismo no es la síntesis de la experiencia del
movimiento revolucionario de todos los países?
¿Acaso los fundamentos de la teoría y de la táctica
del leninismo no son válidos y obligatorios para los
partidos proletarios de todos los países? ¿Acaso
Lenin no tenía razón cuando decía que «el
bolchevismo puede servir de modelo de táctica para
175.
todos?» (v, t. XXIII, pág. 386) ¿Acaso Lenin no
tenía razón cuando hablaba de «la significación
internacional del Poder Soviético y de los
fundamentos de la teoría y de la táctica
bolcheviques»? (v. t. XXV, págs. 171-172). ¿Acaso
no son exactas, por ejemplo, las siguientes palabras
de Lenin?

«En Rusia, la dictadura del proletariado tiene que


distinguirse inevitablemente por ciertas
particularidades en comparación con los países
avanzados como consecuencia del inmenso atraso y
175
Aquí y en las siguientes referencias a los trabajos de V. I.
Lenin, los números romanos corresponden a los tomos de la 3º
edición en ruso de las Obras de V. I. Lenin.

122

del carácter pequeñoburgés de nuestro país. Pero las


fuerzas fundamentales -y las formas fundamentales
de la economía social- son, en Rusia, las mismas que
en cualquier país capitalista, por loque estas
particularidades pueden referirse tan sólo a lo que
no es esencial»* (v. t. XXIV, pág. 508).

Y si todoeso es cierto, ¿no se desprende, acaso,


de ello que la definición del leninismo que da
Zinóviev no puede considerarse exacta?
¿Cómo se puede compaginar esta definición del
leninismo, que lo limita a un marco nacional, con el
internacionalismo?

II. Lo fundamental en el Leninismo


En el folleto «Los fundamentos del leninismo» se
dice:

«Algunos piensan que lo fundamental en el


leninismo es la cuestión campesina, qua el punto de
partida del leninismo es la cuestión del campesinado,
de su papel, de su peso específico. Esto es
completamente falso. La cuestión fundamental del
leninismo, su punto de partida, no es la cuestión
campesina, sino la cuestión de la dictadura del
proletariado, de las condiciones en que ésta se
conquista y de las condiciones en que se consolida.
La cuestión campesina, como cuestión del aliado del
proletariado en su lucha por el Poder, es una cuestión
176.
derivada»

¿Es exacto este planteamiento?


Yo entiendo que sí lo es. Este planteamiento se
desprende íntegramente de la definición del
leninismo. En efecto, si el leninismo es la teoría y la
táctica de la revolución proletaria, y si lo que
constituye el contenido fundamental de la revolución
proletaria es la dictadura del proletariado, resulta
evidente que lo principal en el leninismo es la
cuestión de la dictadura del proletariado, es el estudio
de esta cuestión, es su fundamentación y concreción.
Sin embargo, Zinóviev no está, por lo visto, de
acuerdo con este planteamiento. En su artículo «En
memoria de Lenin», dice:

«La cuestión del papel del campesinado es, como


177del
ya he dicho, la cuestión fundamental
bolchevismo, del leninismo».

Como veis, este planteamiento de Zinóviev se


desprende íntegramente de su falsa definición del
leninismo. Por eso, es tan falso como su definición
del leninismo.
¿Es exacta la tesis de Lenin de que la dictadura
del proletariado forma «el contenido esencial de la
revolución proletaria»? (v. t. XXIII, pág. 337).

176
Véase: J. V. Stalin, Obras, t. 6, págs. 126-127, ed. en español.
177
Subrayado por mí. J. St.

J. V. Stalin

Indiscutiblemente, es exacta. ¿Es exacta la tesis de


que el leninismoes la teoría y la táctica de la
revolución proletaria? Entiendo que es exacta. ¿Qué
se deduce entonces de esto? De esto se deduce que la
cuestión fundamental del leninismo, su punto de
partida, su base, es la cuestión de la dictadura del
proletariado.
¿Acaso no es cierto que la cuestión del
imperialismo, la cuestión del desarrollo a saltos del
imperialismo, la cuestión del triunfo del socialismo
en un solo país, la cuestión del Estado del
proletariado, la cuestión de la forma soviética de este
Estado, la cuestión del papel del Partido dentro del
sistema de la dictadura del proletariado, la cuestión
de los caminos de la edificación del socialismo;
acaso no es cierto que todas estas cuestiones fueron
esclarecidas precisamente por Lenin? ¿Acaso no es
cierto que son precisamente estas cuestiones las que
forman la base, el fundamento de la idea de la
dictadura del proletariado? ¿Acaso no es cierto que
sin esclarecer estas cuestiones fundamentales seria
inconcebible el esclarecimiento de la cuestión
campesina desde el punto de vista de la dictadura del
proletariado?
Es indudable que Lenin era un profundo
conocedor de la cuestión campesina. Es indudable
que la cuestión campesina, como la cuestión del
aliado del proletariado, tiene enorme importancia
para el proletariado y es parte integrante de la
cuestión fundamental, la cuestión de la dictadura del
proletariado. Pero ¿acaso no es evidente que si ante
el leninismo no se hubiera planteado la Cuestión
fundamental, la de la dictadura del proletariado, no
habría existido tampoco la cuestión derivada de ésta,
la cuestión del aliado del proletariado, la cuestión de
los campesinos? ¿Acaso no es evidente que si ante el
leninismo no se hubiera planteado la cuestión
práctica de la conquista del Poder por el proletariado,
no habría existido tampoco la cuestión de la alianza
con el campesinado?
Lenin no sería el ideólogo más grande del
proletariado, como indiscutiblemente lo es, sino que
sería un simple «filósofo campesino», como con
frecuencia lo pintan los filisteos literarios del
extranjero, si en vez de esclarecer la cuestión
campesina sobre la base de la teoría y la táctica de la
dictadura del proletariado, lo hubiese hecho
independientemente y al margen de esta base.
Una de dos:
o bien la cuestión campesina es lo fundamental en
el leninismo, y entonces el leninismo no es válido ni
obligatorio para los países desarrollados en el sentido
capitalista, para los países que no son campesinos;
o bien lo fundamental en el leninismo es la
dictadura del proletariado; y entonces el leninismo es
la teoría internacional de los proletarios de todos los
países, válida y obligatoria para todos los países, sin
excepción, incluyendo los países desarrollados en el
Cuestiones del leninismo

sentido capitalista.
Hay que optar por una de las dos cosas.

III. La cuestión de la revolución «permanente»


En el folleto «Los fundamentos del leninismo», a
la «teoría de la revolución Permanente» se la juzga
como una «teoría» que menosprecia el papel del
campesinado. Allí se dice lo siguiente:
«Así, pues, Lenin no combatía a los partidarios de
la revolución «permanente» por la cuestión de la
continuidad, pues el propio Lenin sostenía el punto
de vista de la revolución ininterrumpida, sino porque
menospreciaban el papel de los campesinos, que son
178
la reserva más importante del proletariado».

Hasta estos últimos tiempos, esta manera de


conceptuar a los «permanentistas» rusos gozaba del
asentimiento general. Sin embargo, aún siendo en
general acertada, no puede considerarse todavía
como completa. La discusión de 1924, de una parte,
y, de otra, el estudio minucioso de las obras de Lenin
han demostrado que el error de los «permanentistas»
rusos no consistía solamente en menospreciar el
papel del campesinado, sino también en
menospreciar la fuerza y la capacidad del
proletariado para conducir a los campesinos tras de
sí, en la falta de fe en la idea de la hegemonía del
proletariado.
Por eso, en mi folleto «La Revolución de Octubre
y la táctica rusos» (diciembre de
de los comunistas
1924) amplié esta caracterización y la sustituí por
otra más completa. He aquí lo que se dice en el
citado folleto:

«Hasta ahora solía señalarse un solo lado de la


teoría de la «revolución permanente»: la falta de fe
en las posibilidades revolucionarias del movimiento
campesino. Ahora, para ser justos, hay que completar
ese lado con otro: la falta de fe en las fuerzas y en la
179.
capacidad del proletariado de Rusia»

Esto no significa, naturalmente, que el leninismo


haya estado o esté en contra de la idea de la
revolución permanente, sin comillas, proclamada por
180.
Marx en la década del 40 del siglo pasado Al
contrario, Lenin fue el único marxista que supo
comprender y desarrollar de un modo acertado la
idea de la revolución permanente. La diferencia entre
Lenin y los «permanentistas», en esta cuestión,
consiste en que los «permanentistas» tergiversaban la
idea de la revolución permanente de Marx,
convirtiéndola en sapiencia inerte y libresca,

178
Véase: J. V. Stalin, Obras, t. 6, pág. 107, ed. en español.
179
Véase: J. V. Stalin, Obras, t. 6, pág. 397, ed. en español.
180
Véase: C. Marx y F. Engels, «Mensaje del Comité Central a la
Liga de los Comunistas» (Obras escogidas en dos tomos, t. I,
págs. 92102, ed. en español, 1951).

123

mientras que Lenin la tomó en su forma pura e hizo


de ella uno de los fundamentos de su teoría de la
revolución. Conviene recordar que la idea de la
transformación de la revolución democrático-
burguesa en revolución socialista, expresada por
Lenin ya en 1905, es una de las formas en que
encarna la teoría de la revolución permanente de
Marx. He aquí lo que Lenin escribía a este respecto
ya en 1905:

«De la revolución democrática comenzaremos a


pasar en seguida, y precisamente en la medida de
nuestras fuerzas, de las fuerzas del proletariado
consciente y organizado, a la revolución socialista.
�osotros somos partidarios de la revolución
181
ininterrumpida. No nos quedaremos a mitad de
camino...
Sin caer en el aventurerismo, sin traicionar
nuestra conciencia científica, sin buscar popularidad
barata, podemos decir y decimos solamente una
cosa: ayudaremos con todas nuestras fuerzas a todo
el campesinado a hacer la revolución democrática
para que a nosotros, al Partido del proletariado, nos
sea más fácil pasar lo antes posible a una tarea nueva
y superior: a la revolución socialista» (v. t. VIII,
págs. 186-187).
Y he aquí lo que dice Lenin a este propósito
dieciséis años más tarde, después de la conquista del
Poder por el proletariado:

Chernov
«Los

los Turati
,
Kautsky,
los Hillquit
y otros héroes
los
, Hilferding,
los Longuet,
del marxismo
los Mártov,
los MacDonald,
«segundo
los

y
medio» no han sabido comprender... la correlación
entre la revolución democrático-burguesa y la
revolución proletaria socialista. La primera se
182
transforma en la segunda. La segunda resuelve de
paso los problemas de la primera. La segunda
consolida la obra de la primera. La lucha, y
solamente la lucha, determina hasta qué punto la
segunda logra rebasar a la primera» (v. t. XXVII,
pág. 26).

Llamo especialmente la atención acerca de la


primera cita, tomada del artículo de Lenin «La
actitud de la socialdemocracia ante el movimiento
campesino», publicado el 1 de septiembre de 1905.
Subrayo esto para conocimiento de aquellos que aún
siguen afirmando que Lenin no llegó a la idea de la
transformación de la revolución democrático-
burguesa en revolución socialista, es decir, a la idea
de la revolución permanente, hasta después de
empezada la guerra imperialista. Esta cita no deja
lugar a dudas de que esa gente se equivoca de medio
a medio.
181
Subrayado por mí. J. St.
182
Subrayado por mí. J. St.

124

IV. La revolución proletaria y la dictadura del


proletariado
¿Cuáles son los rasgos característicos de la
revolución proletaria, que la distinguen de la
revolución burguesa?
La diferencia entre la revolución proletaria y la
revolución burguesa podría resumirse en cinco
puntos fundamentales:
1) La revolución burguesa comienza,
generalmente, ante la presencia
más o de formas
menos plasmadas de economía capitalista, formas
que han surgido y madurado en el seno de la
sociedad feudal ya antes de la revolución manifiesta;
mientras que la revolución proletaria comienza con la
ausencia total o casi total deformas plasmadas de
economía socialista.
2) La tarea fundamental de la revolución burguesa
se reduce a conquistar el Poder y ponerlo en
consonancia con la economía burguesa existente;
mientras que la tarea fundamental de la revolución
proletaria consiste en construir, una vez conquistado
el Poder, una economía nueva, la economía
socialista.
3) La revolución burguesa termina, generalmente,
con la conquista del Poder; que para la
mientras
revolución proletaria la conquista no es
del Poder
más que el comienzo, con la particularidad de que en
este caso el Poder se utiliza como palanca para
transformar la vieja economía y organizar la nueva.
4) La revolución burguesa se limita a sustituir en
el Poder a un grupo de explotadores por otro grupo
de explotadores, razón por la cual no necesita
destruir la vieja máquina del Estado; mientras que la
revolución proletaria arroja del Poder a todos los
grupos explotadores, sin excepción, y coloca en él al
jefe de todos los trabajadores y explotados, a la clase
de los proletarios, razón por la cual no puede dejar de
destruir la vieja máquina del Estado y sustituirla por
otra nueva.
5) La revolución burguesa no puede agrupar en
torno a la burguesía, por un período más o menos
largo, a los millones de hombres de las masas
trabajadoras y explotadas, precisamente porque se
trata de trabajadores y explotados; mientras que la
revolución proletaria puede y debe unirlos al
proletariado en una alianza duradera, precisamente
por tratarse de trabajadores y explotados, si es que
quiere cumplir su tarea fundamental de consolidar el
Poder del proletariado y construir una nueva
economía, la economía socialista.
He aquí algunas tesis fundamentales de Lenin a
este respecto:

«Una de las diferencias fundamentales -dice


Lenin- entre la revolución burguesa y la revolución
socialista consiste en que para la revolución
burguesa, que brota del feudalismo, se van creando

J. V. Stalin

gradualmente, en el seno del viejo régimen, nuevas


organizaciones económicas, que modifican poco a
poco todos los aspectos de la sociedad feudal. La
revolución burguesa tenía una sola tarea: barrer,
arrojar, romper todas las ataduras de la sociedad
anterior. Al cumplir esta tarea, toda revolución
burguesa cumple con todo lo que de ella se exige:
intensifica el desarrollo del capitalismo.
Muy distinta es la situación en que se halla la
revolución socialista. Cuanto más atrasado es el país
que, en virtud de los zigzags de la historia, ha tenido
que comenzar la revolución socialista, más difícil le
resulta pasar de las viejas relaciones capitalistas a las
relaciones socialistas. Aquí, a las tareas destructivas
se añaden otras nuevas, de inaudita dificultad: las
tareas de organización» (v. t. XXII, pág. 315).
«Si la obra creadora popular rusa
de la revolución
-prosigue Lenin-, que pasó por gran experiencia de
la
1905, no hubiera creado los Soviets va en febrero de
1917, éstos no en modo alguno,
habrían podido,
tomar el Poder en
pues el éxito sólo
octubre,
dependía de que el movimiento, que embarcaba a
millones de hombres, contase con formas de
organización ya plasmadas. Estas formas ya
plasmadas fueron los Soviets, y por eso en el terreno
político nos esperaban tan brillantes éxitos y una
marcha triunfal ininterrumpida como la que hemos
realizado, pues la nueva forma del Poder político
estaba ya dispuesta y sólo nos restaba transformar
mediante algunos decretos aquel Poder de los Soviets
que en los primeros meses de la revolución se hallaba
en estado embrionario, en la forma legalmente
reconocida y afianzada en el Estado ruso: en la
República Soviética de Rusia» (v, t. XXII, pág. 315).
«Quedaban todavía -dice Lenin- dos problemas de
una dificultad inmensa, cuya solución no podía ser de
ningún modo aquel camino triunfal por el que avanzó
en los primeros meses nuestra revolución» (v, lugar
citado, pág. 315).
«En primer lugar, las tareas de organización
interna, que se le plantean a toda revolución
socialista. La diferencia entre la revolución socialista
y la revolución burguesa está precisamente en que en
el segundo caso existen formas plasmadas de
relaciones capitalistas, mientras que el Poder
Soviético, Poder proletario, no se encuentra con
relaciones plasmadas, si se prescinde de las formas
más desarrolladas del capitalismo, que en el fondo
sólo abarcan a unas pocas posiciones elevadas de la
industria y aún muy escasamente a la agricultura. La
organización de la contabilidad, el control sobre las
empresas más fuertes, la transformación de todo el
mecanismo económico del Estado en una sola gran
máquina, en un organismo económico que funcione
de modo que centenares de millones de personas se
rijan por un solo plan: he ahí la formidable tarea de
organización que cayó sobre nuestros hombros.
Dadas las condiciones actuales del trabajo, este
Cuestiones del leninismo

problema no admitía en absoluto una solución audaz,


como las que solíamos dar a los problemas de la
guerra civil". (v. lugar citado, pág. 316).
«La segunda dificultad inmensa... era la cuestión
internacional. Si hemos podido acabar tan fácilmente
con las bandas de Kerenski, si hemos instaurado con
tanta facilidad nuestro Poder, si hemos conseguido
sin la menor dificultad los decretos de socialización
de la tierra y del control obrero; si hemos logrado tan
fácilmente todo esto, se debe exclusivamente a que
las condiciones favorables creadas durante breve
tiempo nos protegieron contra el imperialismo
internacional. El imperialismo internacional, con
todo el poderío de su capital, con su máquina bélica
altamente organizada, que constituye la verdadera
fuerza, la verdadera fortaleza del capital
internacional, no podía, en modo alguno ni bajo
ninguna condición, acostumbrarse a vivir al lado de
la República Soviética, tanto por su situación
objetiva como por los intereses económicos de la
clase capitalista que en él encarna; no podía, en
virtud de los vínculos comerciales, de las relaciones
financieras internacionales. Aquí el conflicto es
inevitable. En ello reside la más grande dificultad de
la revolución rusa, su problema histórico más grande:
la necesidad de resolver los problemas
internacionales, la necesidad de provocar la
revolución internacional» (v. t. XXII, pág. 317).

Tal es el carácter intrínseco y el sentido


fundamental de la revolución proletaria.
¿Se puede llevar a cabo una reconstrucción tan
radical del viejo régimen, del régimen burgués, sin
una revolución violenta, sin la dictadura del
proletariado?
Evidentemente que no. Quien crea que semejante
revolución puede llevarse a cabo pacíficamente, sin
salirse del marco de la democracia burguesa,
adaptada a la dominación de la burguesía, ha perdido
la cabeza y toda noción del sentido común, o reniega
cínica y abiertamente de la revolución proletaria.
Hay que subrayar este planteamiento con tanta
mayor fuerza y tanto más categóricamente, por
cuanto se trata de una que hasta
revolución proletaria
ahora sólo ha triunfado en un país, cercado por países
capitalistas hostiles y cuya burguesía no puede por
menos de ser apoyada por el capital internacional.
Por eso dice Lenin que:

«La liberación de la clase oprimida no sólo es


imposible sin una revolución violenta, sino también
sin la destrucción del aparato del Poder estatal,
creado por la clase dominante» (v. t. XXI, pág. 373).
«Que antes en pie la
-manteniéndose propiedad
privada, es decir, el Poder y el yugo del capital- la
mayoría de la población se pronuncie a favor del
partido del proletariado ; sólo entonces podrá y
deberá éste tomar el Poder», dicen los demócratas
125

pequeñoburgueses, de hecho criados de la burguesía,


que se llaman «socialistas». (v. t. XXIV, pág. 647).
«Que antes el proletariado revolucionario derribe
a la burguesía, acabe con la opresión del capital,
destruya el aparato del Estado burgués; entonces
podrá el proletariado victorioso ganarse rápidamente
las simpatías y el apoyo de la mayoría de las masas
trabajadoras no proletarias, satisfaciendo las
necesidades de estas masas a expensas de los
explotadores», decimos nosotros» (v. lugar citado).
«Para atraer a su lado a la mayoría de la
población, el proletariado -prosigue Lenin- tiene, en
primer lugar, que derribar a la burguesía y adueñarse
del Poder del Estado; tiene, en segundo lugar, que
implantar el Poder Soviético, haciendo añicos el
viejo aparato estatal, con lo cual quebranta
inmediatamente la dominación, el prestigio y la
influencia de la burguesía y de los conciliadores
pequeñoburgueses entre las masas trabajadoras no
proletarias. Tiene, en tercer lugar, que acabar con la
influencia de la burguesía y de los conciliadores
pequeñoburgueses entre la mayoría de las masas
trabajadoras no proletarias, dando satisfacción
revolucionaría a las necesidades económicas de estas
masas a expensas de los explotadores» (v, lugar
citado pág. 641).
Tales son los signos característicos de la
revolución proletaria.
¿Cuáles son, en relación con esto, los rasgos
fundamentales de la dictadura del proletariado, si se
reconoce que la dictadura del proletariado forma el
contenido fundamental de la revolución proletaria?
He aquí la definición más general de la dictadura
del proletariado que da Lenin:

«La dictadura del proletariado no es la


terminación de la lucha de clases, sino su
continuación bajo nuevas formas. La dictadura del
proletariado es la lucha de clase del proletariado que
ha triunfado y en sus manos el Poder
ha tomado
político que ha sido vencida, pero
contra la burguesía
que no ha sido aniquilada, que no ha desaparecido,
que no ha dejado de oponer resistencia; contra la
burguesía cuya resistencia se ha intensificado»(v. t.
XXIV, pág. 311).

Aloponerse a que se confunda la dictadura del


proletariado con un Poder «de todo el pueblo»,
«elegido por todos», con un Poder «que no es de
clase», Lenin dice:

«La clase que ha tomado en sus manos el Poder


político, lo ha tomado de que es ella
consciente
183
sola la que se hace cargo de él. Esto entra en el
concepto de dictadura del proletariado. Y este
183
Subrayado por mí. J. St.

126

concepto sentido cuando una clase sabe


sólo tiene
que es ella sola la que toma en sus manos el Poder
Político y no se engaña a sí misma ni engaña a los
demás hablando de un Poder «de todo el pueblo,
elegido por todos y refrendado por todo el pueblo»»
(v. t. XXVI, pág. 286).

Sin embargo, esto no significa que el Poder de


una sola clase, la clase de los proletarios, Poder que
ésta no comparte ni puede compartir con otras clases,
no para alcanzar sus objetivos, la ayuda de
necesita,
las masas trabajadoras y explotadas de otras clases, la
alianza con esas masas. Al contrario, este Poder, el
Poder de una sola clase, sólo se puede afianzar y
ejercer totalmente mediante una forma especial de
alianza de la clase de los proletarios con las masas
trabajadoras de las clases pequeñoburguesas, y ante
todo, con las masas trabajadoras del campesinado.
¿Cuál es esta forma especial de alianza y en qué
consiste? ¿No se encuentra esta alianza con las masas
trabajadoras de otras clases no proletarias en
contradicción con la idea de la dictadura de una sola
clase?
Lo que distingue a esta forma especial de alianza
es que el proletariado constituye en ella la fuerza
dirigente. Lo que distingue a esta forma especial de
alianza es que el dirigente del Estado, el dirigente en
el sistema de la dictadura del proletariado, es un solo
partido, el Partido del proletariado, el Partido
Comunista, que no comparte ni puede compartir la
dirección con otros partidos.
Como veis, no se trata más que de una
contradicción aparente.

«La dictadura del proletariado -dice Lenin- es una


184
forma especial de alianza de clase entre el
proletariado, vanguardia de los trabajadores, y las
numerosas capas
trabajadoras no proletarias
(pequeña pequeños patronos, campesinos,
burguesía,
intelectuales, etc.) o la mayoría de ellas, alianza
dirigida contra el capital, alianza cuyo objetivo es el
derrocamiento completo del capital, el aplastamiento
completo de la resistencia de la burguesía y de sus
tentativas de restauración, alianza cuyo objetivo es la
instauración y la consolidación definitiva del
socialismo. Es una alianza que se
de tipo especial,
forma en condiciones especiales, precisamente en las
condiciones de una furiosa guerra civil; es una
alianza de los partidarios resueltos del socialismo con
sus aliados vacilantes, y a veces con los «neutrales»
(en cuyo caso, de pacto de lucha, la alianza se
convierte en pacto de neutralidad); es una alianza
entre clases diferentes desde el punto de vista
económico, político, social y espiritual» (v. t. XXIV,
pág. 311).
Tratando de rebatir esta interpretación de la

184
Subrayado por mí. J. St.

J. V. Stalin

dictadura del proletariado, Kámenev dice en uno de


sus informes de orientación:

185
«La dictadura no es la alianza de una clase con
otra».

Creo que Kámenev se refiere aquí, ante todo, a un


pasaje de mi folleto «La Revolución de Octubre y la
táctica de los comunistas rusos», donde se dice:

«La dictadura del proletariado no es una simple


élite gubernamental, «inteligentemente»
«seleccionada» por la mano solícita de un «estratega
experimentado» y que «se apoya sabiamente» en
tales o cuales capas de la población. La dictadura del
proletariado es la alianza de clase del proletariado y
de las masas trabajadoras del campo para derribar el
capital, para el triunfo definitivo del socialismo, a
condición de que la fuerza dirigente de esa alianza
186.
sea el proletariado»
Sostengo enteramente esta definición de la
dictadura del proletariado, pues entiendo que
coincide íntegra y plenamente con la definición de
Lenin que acabo de citar.
Afirmo que la declaración de Kámenev de que «la
dictadura no es la alianza de una clase con otra»,
hecha de una forma tan categórica, no tiene nada que
ver con la teoría leninista de la dictadura del
proletariado.
Afirmo que de este modo sólo pueden hablar
quienes no hayan comprendido el sentido que
encierra la idea de la ligazón, de la alianza entre el
proletariado y el campesinado, la idea de la
hegemonía del proletariado dentro de esta alianza.
Únicamente puede hablar así quienes no hayan
comprendido la tesis leninista de que:

187
«Sólo el acuerdo con el campesinado puede
salvar a la revolución socialista en en tanto
Rusia,
que no estalle la revolución en otros países» (v. t.
XXVI, pág. 238)

Únicamente puede hablar así quienes no hayan


comprendido la tesis de Lenin de que:
188
«El principio supremo de la dictadura es
mantener la alianza entre el proletariado y el
campesinado, para que el proletariado pueda
conservar el papel dirigente y el Poder estatal» (v.
lugar citado, pág. 460).

Señalando uno de los objetivos más importantes


de la dictadura, el de aplastar a los explotadores,

185
Subrayado por mí. J. St.
186
Véase: J. V. Stalin, Obras, t. 6, pág. 381, ed. en español.
187
Subrayado por mí. J. St.
188
Subrayado por mí. J. St.

Cuestiones del leninismo

Lenin dice:

«Científicamente, dictadura no significa más que


un Poder no limitado por nada, no restringido por
ninguna ley, absolutamente por ninguna regla, un
Poder que se apoya directamente en la violencia» (v.
t. XXV, pág. 441).
«Dictadura significa -¡tenedlo en cuenta de una
vez para siempre, señores demócratas
constitucionalistas!- un Poder ilimitado que se apoya
en la fuerza, y no en la ley. Durante la guerra civil, el
Poder victorioso, sea el que fuere, sólo puede ser una
dictadura» (v. t. XXV, pág. 436).

Pero, naturalmente, la dictadura del proletariado


no se reduce solamente a la violencia, aunque sin
violencia no puede haber dictadura.

«Dictadura -dice Lenin- no significa solamente


violencia, aunque aquélla no es posible sin la
violencia; significa también una organización del
trabajo superior a la precedente» (v. t. XXIV, pág.
305).
«La dictadura del proletariado... no es sólo el
ejercicio de la violencia sobre los explotadores, ni
siquiera es principalmente violencia. La base
económica de esta violencia revolucionaria, la
garantía de su y de su éxito, está en que el
vitalidad
proletariado y pone en práctica un tipo
representa
más elevado de organización social del trabajo que el
del capitalismo. Esto es lo esencial. En ello radica la
fuerza y la garantía del triunfo inevitable y completo
del comunismo» (v. t. XXIV, págs. 335-336).
«Su esencia fundamental (es decir, la de la
dictadura. J. St.) reside en la organización y
disciplina del destacamento avanzado de los
trabajadores, de su de su único dirigente:
vanguardia,
el proletariado. es crear el socialismo,
Su objetivo
suprimir la división de la sociedad en clases,
convertir a todos los miembros de la sociedad en
trabajadores, destruir la base sobre la que descansa
toda explotación del hombre por el hombre. Este
objetivo no puede alcanzarse de un golpe; ello exige
un período de transición bastante largo del
capitalismo al socialismo, tanto porque reorganizar la
producción es empresa difícil, como porque se
necesita tiempo para introducir cambios radicales en
todos los dominios de la vida, y porque la enorme
fuerza de la costumbre de dirigir de un modo
pequeño burgués y burgués la economía, sólo puede
superarse en una lucha larga y tenaz. Precisamente
por esto habla Marx de todo un período de dictadura
del proletariado como período de transición del
capitalismo al socialismo» (v. lugar citado, pág. 314).

Tales son los rasgos característicos de la dictadura


del proletariado.
De aquí los tres -aspectos fundamentales de la
127

dictadura del proletariado:


1) Utilización del Poder del proletariado para
aplastar a los explotadores, para defender el país,
para consolidar los lazos con los proletarios de los
demás países, para desarrollar y hacer triunfar la
revolución en todos los países.
2) Utilización del Poder del proletariado para
apartar definitivamente de la burguesía a las masas
trabajadoras y explotadas, para consolidar la alianza
entre el proletariado y estas masas, para hacer
participar estas masas en la edificación socialista,
para asegurar al proletariado la dirección estatal de
estas masas.
3) Utilización del Poder del proletariado para
organizar el socialismo, para suprimir las clases, para
pasar a una sociedad sin clases, a la sociedad
socialista.
La dictadura proletaria es la suma de estos tres
aspectos. Ni uno solo de estos aspectos puede
considerarse como el único rasgo característico de la
dictadura del proletariado; y la inversa, basta con que
falte aunque sólo sea uno de ellos, para que,
existiendo el cerco capitalista, la dictadura del
proletariado deje de ser dictadura. Por eso, no se
puede prescindir de ninguno de estos tres aspectos
sin correr el riesgo de tergiversar la idea de la
dictadura del proletariado. Solamente estos tres
aspectos, juntos, nos dan una idea completa y
acabada de la dictadura del proletariado.
La dictadura del proletariado tiene sus períodos,
sus formas especiales, sus diversos métodos de
trabajo. Durante el período de la guerra civil, salta
sobre todo a la vista el lado de violencia de la
dictadura. Pero de aquí no se desprende, ni mucho
menos, que durante el período de la guerra civil no se
efectúe ninguna labor constructiva. Sin una labor
constructiva es imposible sostener la guerra civil. Por
el contrario, durante el período de edificación del
socialismo, salta sobre todo a la vista la labor
pacífica, organizadora y cultural de la dictadura, la
legalidad revolucionaria, etc. Pero aquí de no se
desprende tampoco, ni mucho menos, que el lado de
violencia de la dictadura haya desaparecido o pueda
desaparecer durante el período de edificación. Los
órganos de represión, el ejército y otros organismos,
siguen siendo tan necesarios ahora, en el período de
edificación, como lo fueron en el período de la guerra
civil. Sin estos organismos no se puede asegurar, por
poco que sea, la labor constructiva de la dictadura.
No debe que hasta ahora la revolución no
olvidarse
ha triunfado más que en un solo país. No debe
olvidarse que, mientras exista el cerco capitalista,
subsistirá el peligro de intervención, con todas las
consecuencias derivadas de este peligro.

V. El partido y la clase obrera dentro del


sistema de la dictadura del proletariado
Más arriba he hablado de la dictadura del

128

proletariado desde el punto de vista de su


inevitabilidad histórica, desde el punto de vista de su
contenido de clase, desde el punto de vista de su
carácter como Estado y, por último, desde el punto
de vista de sus tareas destructoras y creadoras, que se
realizan a lo largo de todo un período histórico,
llamado período de transición del capitalismo al
socialismo.
Ahora hemos de hablar de la dictadura del
proletariado desde el punto de vista de su estructura,
desde el punto de vista de su «mecanismo», desde el
punto de vista del papel y del significado de las
«correas de transmisión», «palancas» y «fuerza
orientadora», que en conjunto forman el «sistema de
la dictadura del proletariado» (Lenin) y por medio de
las cuales ésta realiza su labor diaria.
¿Cuáles son esas «correas de transmisión» o
«palancas» dentro del sistema de la dictadura del
proletariado? ¿Cuál es esa «fuerza orientadora»?
¿Para qué son necesarias?
Las palancas o correas de transmisión son
aquellas organizaciones de masas del proletariado,
sin ayuda de las cuales es imposible ejercer la
dictadura.
La fuerza orientadora es el destacamento de
avanzada del proletariado, su vanguardia, que
constituye la fuerza dirigente fundamental de la
dictadura del proletariado.
El proletariado necesita esas correas de
transmisión, esas palancas y esa fuerza orientadora
porque se encontraría, en su lucha por el
sin ellas
triunfo, en un ejército inerme frente al
la situación de
capital organizado y armado. El proletariado necesita
estas organizaciones porque sin ellas sería derrotado
indefectiblemente en su lucha por el derrocamiento
de la burguesía, en su lucha por la consolidación de
su propio Poder, en su lucha por la edificación del
socialismo. La ayuda sistemática de estas
organizaciones y la fuerza orientadora de la
vanguardia son necesarias porque sin estas
condiciones es imposible una dictadura del
proletariado más o menos duradera y estable.
¿Cuáles son estas organizaciones?
En primer lugar, los sindicatos obreros, con sus
ramificaciones en el centro y en la periferia, bajo la
forma de toda una serie de organizaciones de
empresa, culturales, educativas, etc. Estas
organizaciones agrupan a los obreros de todos los
oficios. son una organización de partido. Puede
No
decirse que los sindicatos son la organización de toda
la clase obrera, que en nuestro país es la clase
dominante. Los sindicatos son una escuela de
comunismo. Destacan de su seno a los mejores
hombres para la labor dirigente en todas las ramas de
la administración. Sirven de enlace entre los
elementos avanzados y los elementos rezagados de la
clase obrera. Unen a las masas obreras con la
vanguardia de la clase obrera.

J. V. Stalin

En segundo lugar, los Soviets, con sus numerosas


ramificaciones en el centro y en la periferia, bajo la
forma de organizaciones administrativas,
económicas, militares, culturales y demás
organizaciones del Estado, unidas a las innumerables
asociaciones de masas de los trabajadores, creadas
por iniciativa de éstos, que rodean a esas
organizaciones y las unen con la población. Los
Soviets son una organización masas de de todos los
trabajadores de la ciudad y del campo. No son una
organización de partido. Los Soviets son la expresión
directa de la dictadura del proletariado. A través de
los Soviets se realizan todas y cada una de las
medidas de consolidación de la dictadura y de la
edificación del socialismo. Por medio de los Soviets
el proletariado ejerce la dirección estatal de los
campesinos. Los Soviets unen a las masas de
millones de trabajadores con la vanguardia del
proletariado.
En tercer lugar, todos los tipos de cooperación,
con todas sus ramificaciones. La cooperativa no es
una organización de partido; es una organización de
masas de los trabajadores que los agrupa, ante todo,
como .consumidores y también, con el transcurso del
tiempo, como productores (en las cooperativas
agrícolas). Esta organización adquiere una
importancia especial después de la consolidación de
la dictadura del proletariado, durante el período en
que se desarrolla ampliamente la labor de
construcción. La cooperación facilita la ligazón entre
la vanguardia del proletariado y las masas
campesinas y permite atraer a éstas al cauce de la
edificación socialista.
En cuarto lugar, la Unión de la Juventud. Es ésta
una organización de masas de la juventud obrera y
campesina. es una organización de partido, pero
No
es afín al Partido. Su misión es ayudar al Partido a
educar a la joven generación en el espíritu del
socialismo. Proporciona reservas jóvenes a todas las
demás organizaciones de masas del proletariado, en
todas las ramas de la administración. La Unión de la
Juventud ha adquirido una importancia especial
después de la consolidación de la dictadura del
proletariado, durante el período en que se desarrolla
ampliamente la labor cultural y educativa del
proletariado.
Por último, el Partido del proletariado, su
vanguardia. La fuerza del Partido consiste en que
absorbe a los mejores hombres del proletariado,
salidos de sus organizaciones de masas. Su
todas
misión consiste en coordinar la labor de todas las
organizaciones de masas del proletariado, sin
excepción, y en encauzar su actividad hacia un
mismo objetivo, hacia la liberación del proletariado.
Y esto, coordinar y encauzar a estas organizaciones
hacia un es absolutamente necesario,
mismo objetivo,
pues de otro modo es imposible la unidad de la lucha
del proletariado, de otro modo es imposible dirigir a

Cuestiones del leninismo

las masas proletarias en su lucha por el Poder, en su


lucha por la edificación del socialismo. Pero sólo la
vanguardia del proletariado, su Partido, es capaz de
coordinar y encauzar la labor de las organizaciones
de masas del proletariado. Sólo el Partido del
proletariado, sólo el Partido de los comunistas es
capaz de desempeñar este papel de dirigente
principal dentro del sistema de la dictadura del
proletariado.
¿Por qué?
«Primero, porque el Partido es el punto de
concentración de los mejores elementos de la clase
obrera, directamente a las organizaciones
vinculados
sin-partido del proletariado y que con frecuencia las
dirigen; segundo, porque el Partido, como punto de
concentración de los mejores elementos de la clase
obrera, es la mejor escuela de formación de jefes de
la clase obrera, capaces de dirigir todas las formas de
organización su clase; tercero, porque el Partido,
de
como la mejor escuela para la formación de jefes de
la clase obrera, es, por su experiencia y su prestigio,
la única organización capaz de centralizar la
dirección de la lucha del proletariado, haciendo así
de todas y cada una de las organizaciones sin-partido
de la clase obrera organismos auxiliares y correas de
transmisión que unen al Partido con la clase» (v.
189).
«Los fundamentos del leninismo»

El Partido es la fuerza dirigente fundamental


dentro del sistema de la dictadura del proletariado.
«El Partido es la forma superior de unión de clase
del proletariado» (Lenin).
Así, pues, los sindicatos, como organización de
masas del proletariado, que liga al Partido con la
clase, sobre todo en el terreno de la producción; los
Soviets, como organización de masa de los
trabajadores, que liga al Partido con estos, sobre todo
en el terreno de la labor estatal; la cooperación, como
organización de masas, principalmente del
campesinado, que liga al masas
Partido con las
campesinas, sobre todo en el terreno económico, en
el terreno de la atracción de los campesinos a la
edificación socialista; la Unión de la Juventud, como
organización de masas de la juventud obrera y
campesina, llamada a facilitar a la vanguardia del
proletariado la educación socialista de la nueva
generación y la formación de reservas juveniles; y,
finalmente, el Partido, como fuerza orientadora
fundamental dentro del sistema de la dictadura del
proletariado, llamada a dirigir a todas estas
organizaciones de masas. Tal es, a grandes trazos, el
cuadro del «mecanismo» de la dictadura, el cuadro
del «sistema de la dictadura del proletariado».
Sin el Partido, como fuerza dirigente fundamental,
no puede haber una dictadura del proletariado más o

189
Véase: J. V. Stalin, Obras, t. 6, págs. 185-186, ed. en español.

129
menos duradera y estable.
De este modo, para decirlo con las palabras de
Lenin, «se obtiene, en conjunto, un aparato
proletario, formalmente no comunista, flexible y
relativamente amplio, potentísimo, por medio del
cual el Partido está estrechamente ligado a la clase y
a las masas y a través del cual se ejerce, bajo la
dirección del Partido, la dictadura de la clase» (v, t.
XXV, pág. 192).
Esto no significa, que el Partido
naturalmente,
pueda o deba sustituir a los Soviets y
a los sindicatos,
a las demás organizaciones de masas. El Partido
ejerce la dictadura del proletariado, pero no la ejerce
directamente, sino con la ayuda de los sindicatos, a
través de los Soviets y de sus ramificaciones. Sin
estas «correas de transmisión», sería imposible una
dictadura más o menos estable.

«No es posible -dice Lenin- ejercer la dictadura


sin que haya algunas «correas de transmisión» entre
la vanguardia y la masa de la clase avanzada, entre
ésta y la masa de los trabajadores» (v. t. XXVI, pág.
65).
«El Partido por decirlo así, a la
absorbe,
vanguardia y esta vanguardia ejerce
del proletariado,
la dictadura del proletariado. Y sin una base como los
sindicatos, no se puede ejercer la dictadura, no se
pueden cumplir las funciones del Estado. Estas, a su
vez, tienen que realizarse a través de una serie de
instituciones especiales, también de nuevo tipo;
190
concretamente: a través del aparato soviético» (v,
t. XXVI, pág. 64).

La expresión suprema del papel dirigente del


Partido, por ejemplo, en nuestro país, en la Unión
Soviética, en el país de la dictadura del proletariado,
es el hecho de que no hay una sola cuestión política o
de organización importante que los Soviets u otras
organizaciones de masas de nuestro país resuelvan
sin las directivas del Partido. En este sentido, podría
decirse que la dictadura del proletariado es, en el
fondo, la «dictadura» de su vanguardia, la
«dictadura» de su Partido, como fundamental fuerza
dirigente del proletariado. He aquí lo que Lenin decía
a este respecto en el II Congreso de la Internacional
191:
Comunista

«Tanner dice que él es partidario de la dictadura


del proletariado, pero que concibe la dictadura del
proletariado en forma algo distinta a como la
192
concebimos nosotros, Dice que, en esencia
nosotros entendemos por dictadura del proletariado la

190
Subrayado por mí. J. St.
191
El II Congreso de la Internacional Comunista se celebró del
19 de julio al 7 de agosto de 1920. J. V. Stalin cita un pasaje del
discurso pronunciado por V. I. Lenin «Sobre el papel del Partido
Comunista».
192
Subrayado por mí. J. St.
130

dictadura su minoría organizada y consciente.


de
En efecto,en la época del capitalismo, cuando las
masas obreras se hallan sometidas a permanente
explotación y no pueden desarrollar sus facultades
humanas, lo que más caracteriza a los partidos
políticos obreros es, precisamente, el hecho de que
éstos sólo pueden abarcar a una minoría de su clase.
Un partido político sólo puede agrupar a la minoría
de la clase, del mismo modo que los obreros
realmente conscientes de toda sociedad capitalista
sólo forman una minoría dentro de la totalidad de los
obreros. Esto nos obliga a reconocer que sólo esta
minoría consciente puede dirigir a las grandes masas
obreras y hacer que la sigan. Y si el camarada Tanner
afirma que es enemigo del partido, pero que al
mismo tiempo es partidario de que la minoría de los
obreros mejor organizados y más revolucionarios
señale el camino a todo el proletariado, entonces yo
digo que, en realidad, no hay diferencia entre
nosotros" (v. t. XXV, pág. 347).

Sin embargo, esto no debe interpretarse en el


sentido de que entre la dictadura del proletariado y el
papel dirigente del Partido («dictadura» del Partido)
se puede poner un signo de igualdad, que se puede
identificar la primera con el segundo, que se puede
sustituir la primera por el segundo. Son, por ejemplo,
dice que «la dictadura del proletariado es la
dictadura de nuestro Partido». Como veis, esta tesis
identifica la «dictadura del Partido» con la dictadura
del proletariado. ¿Puede reputarse exacta esta
identificación sin salirse del terreno del leninismo?
No, no se puede. Y he aquí por qué.
Primero. En el pasaje arriba citado de su discurso
ante el II Congreso de la Internacional Comunista,
Lenin no en modo alguno el papel dirigente
identifica
del Partido con la dictadura del proletariado. Dice
únicamente que «sólo la minoría consciente (es decir,
el Partido. J. St.) puede dirigir a las grandes masas
obreras y hacer que la sigan» y que en este sentido,
193,
precisamente, «entendemos, en esencia por
dictadura del proletariado la dictadura de su minoría
organizada y consciente».
Decir «en esencia» no equivale a decir
«íntegramente». Con frecuencia decimos que la
cuestión nacional es, en esencia, la cuestión
campesina. Y esto es muy cierto. Pero esto no
significa todavía que la cuestión nacional coincida en
toda su extensión con la cuestión campesina, que la
cuestión campesina sea, por sus proporciones, igual a
la cuestión nacional, que la cuestión campesina
equivalga a la cuestión nacional. Huelga demostrar
que la cuestión nacional es, por sus proporciones, una
cuestión más amplia y más rica que la cuestión
campesina. Otro tanto cabe decir, por analogía, del
papel dirigente del Partido y de la dictadura del
proletariado. Si el Partido ejerce la dictadura del
193
Subrayado por mí. J. St.

J. V. Stalin

proletariado, y en este sentido la dictadura del


proletariado es, en esencia, la «dictadura» de su
Partido, esto no significa todavía que la «dictadura
del Partido» (su papel dirigente) sea idéntica a la
dictadura del proletariado, que la primera sea, por sus
proporciones, igual a la segunda. Huelga demostrar
que la dictadura del proletariado es, por sus
proporciones, más amplia y más rica que el papel
dirigente del Partido. El Partido ejerce la dictadura
del proletariado, la del proletariado, y no otra
cualquiera. Quien identifica el papel dirigente del
Partido con la dictadura del proletariado, sustituye la
dictadura del proletariado por la «dictadura» del
Partido.
Segundo. Ni una sola decisión importante de las
organizaciones demasas del proletariado se adopta
sin las directivas del Partido. Esto es muy cierto.
Pero ¿significa acaso, que la dictadura del
esto,
proletariado se reduzca a las directivas del Partido?
¿Significa esto, acaso, que, por tal razón, las
directivas del Partido puedan identificarse con la
dictadura del proletariado? ¡Naturalmente que no! La
dictadura del proletariado consiste en las directivas
del Partido, más el cumplimiento de estas directivas
por las organizaciones de masas del proletariado, más
su puesta en práctica por la población. Aquí tenemos,
como puede verse, toda una serie de transiciones y
grados intermedios, que constituyen un elemento
nada despreciable de la dictadura del proletariado.
Entre las directivas del Partido y su puesta en
práctica, media, pues, la voluntad y la acción de los
dirigidos, la voluntad y la clase, su
la acción de
disposición (o su a apoyar estas
falta de disposición)
directivas, su aptitud (o ineptitud) para cumplirlas, su
aptitud (o ineptitud) para cumplirlas precisamente en
la forma que exige la situación. No creo que sea
preciso demostrar que el Partido, que se ha hecho
cargo de la dirección, no puede dejar de tener en
cuenta la voluntad, el estado y el grado de conciencia
de los dirigidos, no puede descartar la voluntad, el
estado y el grado de conciencia de su clase. Por eso,
quien identifica el papel dirigente del Partido con la
dictadura del proletariado, sustituye la voluntad y la
acción de la clase por las directivas del Partido.
Tercero. «La dictadura del proletariado -dice
Lenin- es la lucha de clase del proletariado que ha
triunfado y ha tomado en sus manos el Poder
político» (v, t. XXIV, pág. 311). ¿Cómo puede
manifestarse esta lucha de clase? Puede manifestarse
en una serie de acciones armadas del proletariado
contra las intentonas de la burguesía derrocada o
contra la intervención de la burguesía extranjera.
Puede manifestarse en la guerra civil, si el Poder del
proletariado no se ha consolidado aún. Puede
manifestarse, ya después de la consolidación del
Poder, en una amplia labor organizativa y
constructiva del proletariado, atrayendo a esta obra a
las grandes masas. En todos estos casos, el personaje

Cuestiones del leninismo

en acción es el proletariado como clase. No se ha


dado el caso de que el Partido, de que el Partido solo,
haya organizado todas estas acciones única y
exclusivamente con sus fuerzas, sin el apoyo de la
clase. Generalmente, el Partido no hace más que
dirigir estas acciones, y las dirige en la medida en
que cuenta con el apoyo de la clase. Pues el Partido
no puede coincidir en extensión con la clase, no
puede sustituirla. Pues el Partido, con toda la
importancia de su papel dirigente, sigue siendo, no
obstante, una parte de la clase. Por eso, quien
identifica el papel dirigente del Partido con la
dictadura del proletariado, sustituye la clase por el
Partido.
Cuarto. El Partido ejerce la dictadura del
proletariado. «El Partido es la vanguardia del
proletariado, vanguardia que ejerce directamente el
Poder; el Partido es él dirigente» (Lenin). En este
sentido, el Partido toma el Poder, el Partido gobierna
el país. Pero esto no significa que el Partido ejerza la
dictadura del proletariado pasando por alto el Poder
del Estado, sin el Poder del Estado; que el Partido
gobierne el país prescindiendo de los Soviets, y no a
través de los Soviets. Esto no quiere decir todavía
que se pueda identificar al Partido con los Soviets,
con el Poder del Estado. El Partido es el núcleo
central del Poder. Pero no es el Poder del Estado ni
se le puede identificar con él.
«Como partido gobernante -dice Lenin-, no
podíamos dejar de fundir las «capas superiores» de
los Soviets con las «capas superiores» del Partido: en
nuestro país, están y seguirán estando fundidas» (v. t.
XXVI, pág. 208). Esto es muy cierto. Pero con esto
Lenin no quiere decir, ni mucho menos, que todas
nuestras instituciones soviéticas -por ejemplo,
nuestro ejército, nuestro transporte, nuestras
instituciones económicas, etc.- sean instituciones de
nuestro Partido, que el Partido pueda sustituir a los
Soviets y a sus ramificaciones, que pueda
identificarse al con el Poder del Estado.
Partido
Lenin ha dicho más una vez que «el sistema de los
de
Soviets es la dictadura del proletariado», que «el
Poder Soviético es la dictadura del proletariado» (v,
t. XXIV, págs. 15 y 14), pero no ha dicho nunca que
el Partido sea el Poder del Estado, que los Soviets y
el Partido sean una y la misma cosa. El Partido, que
cuenta con centenares de miles de miembros, dirige
los Soviets y sus ramificaciones en el centro y en la
periferia, que abarcan decenas de millones de
personas, comunistas y sin-partido. Pero el Partido
no puede ni debe sustituirlos. Por eso, Lenin dice que
«la dictadura la ejerce el proletariado organizado en
los Soviets y dirigido por el Partido Comunista
Bolchevique», que «toda la labor del Partido se
194
realiza a través de los Soviets, que agrupan a las
masas trabajadoras, sin distinción de oficios» (v, t.

194
Subrayado por mí. J. St.

131
XXV, págs. 192 y 193), que la dictadura «ha de
195
ejercerse... a través del aparato soviético» (v, t.
XXVI, pág. 64). Por eso, quien identifica el papel
dirigente del Partido con la dictadura del
proletariado, sustituye los Soviets; es decir, el Poder
del Estado, por el Partido.
Quinto. El concepto de dictadura del proletariado
es un concepto estatal. La dictadura del proletariado
encierra forzosamente la idea de violencia. Sin
violencia no puede haber dictadura, siempre y
cuando que la dictadura se entienda en el sentido
exacto de la palabra. Lenin define la dictadura del
proletariado como «Poder que se apoya directamente
en la violencia» 315). Por eso, hablar
(v. t. XIX, pág.
de dictadura con respecto a la clase de
del Partido
los proletarios e identificarla con la dictadura del
proletariado, significa decir que el Partido debe ser,
en cuanto a su clase, no sólo el dirigente, no sólo el
jefe y el maestro, sino una especie de dictador que
emplea la violencia con respecto a ella, lo cual,
naturalmente, es falso de raíz. Por eso, quien
identifica la «dictadura del Partido» con la dictadura
del proletariado, presupone tácitamente que el
prestigio del Partido se puede basar en la violencia
ejercida con respecto a la clase obrera, cosa absurda
y absolutamente incompatible con el leninismo. El
prestigio del Partido descansa en la confianza de la
clase obrera, Pero la confianza de la clase obrera no
se adquiere por la violencia -la violencia no hace más
que destruir la confianza-, sino por la teoría acertada
del Partido, por la política acertada por la
del Partido,
fidelidad del Partido a por su ligazón
la clase obrera,
con las masas de la clase obrera, por su disposición y
por su capacidad para convencer a las masas de lo
acertado de sus consignas.
¿Qué es lo que se desprende de todo esto? De esto
se desprende:
1) que Lenin no habla de dictadura del Partido en
el sentido literal de la palabra («Poder que se apoya
en la violencia»), sino en un sentido figurado,
indicando con ello que el Partido ejerce la dirección
de un modo exclusivo:
2) que quien identifica la dirección del Partido
con la dictadura del proletariado, tergiversa a Lenin,
atribuyendo falsamente al Partido funciones de
violencia con respecto a la clase obrera en su
conjunto;
3) que quien atribuye al Partido funciones de
violencia, que no le son propias, con respecto a la
clase obrera en su conjunto, falta a las exigencias
elementales a que deben responder; para ser
acertadas, las relaciones entre la vanguardia y la
clase, entre el Partido y el proletariado.
De este modo, entramos de lleno en la cuestión de
las relaciones entre el Partido y la clase, entre los
miembros del Partido y los sin-partido de la clase

195
Subrayado por mí. J. St.
132

obrera.
Lenin las define como relaciones de «confianza
196
mutua entre la vanguardia de la clase obrera y la
masa obrera» (v. t. XXVI, pág. 235).
¿Qué significa esto?
Significa, en lugar, que el Partido debe
primer
estar muy atento a la voz de las masas; que debe
tener muy en cuenta el instinto revolucionario de las
masas; que debe estudiar la experiencia de la lucha
de las masas, comprobando a través de ella si su
política es acertada; que, por tanto, no sólo debe
enseñar a las masas, sino también aprender de ellas.
Significa, en segundo lugar, que el Partido debe
conquistar, día tras día, la confianza de las masas
proletarias; que, mediante su política y su labor, debe
ganarse el apoyo de las masas; que no debe ordenar,
sino ante todo persuadir, ayudando a las masas a
convencerse por propia experiencia de lo acertado de
la política seguida por el Partido; que, por tanto, debe
ser el dirigente, el jefe y el maestro de su clase.
Faltar a estas condiciones equivale a infringir las
relaciones que deben existir entre la vanguardia y la
clase, quebrantar la «confianza mutua» y destruir
tanto la disciplina de clase como la de partido.

«Seguramente -dice Lenin-, hoy casi todo el


mundo ve ya que los bolcheviques no se hubieran
mantenido en el Poder, no digo dos años y medio,
sino ni siquiera dos meses y medio, sin la disciplina
rigurosísima, verdaderamente férrea, de nuestro
Partido, sin elapoyo total e incondicional prestado a
197,
él por toda la masa de la clase obrera es decir,
por todo lo que ella tiene de consciente, honrado,
abnegado, influyente y capaz de conducir tras de sí o
de arrastrar a las capas atrasadas» (v. t. XXV, pág.
173).
«La dictadura del proletariado -dice Lenin más
adelante- es una lucha tenaz, cruenta e incruenta,
violenta y pacífica, militar y económica, pedagógica
y administrativa, contra las fuerzas y las tradiciones
de la vieja sociedad. La fuerza de la costumbre de
millones y decenas de millones de hombres es la
fuerza más terrible. Sin un partido férreo y templado
en la lucha, sin un partido que goce de la confianza
198,
de todo lo que haya de honrado dentro de la clase
sinun partido que sepa pulsar el estado de espíritu de
las masas e influir sobre él, es imposible llevar a
cabo con éxito esta lucha» (v, t. XXV, pág. 190).

Pero ¿cómo adquiere el Partido esta confianza y


este apoyo de la clase? ¿Cómo se forja en la clase
obrera la férrea disciplina, necesaria para la dictadura
del proletariado? ¿Sobre qué terreno brota?
He aquí lo que dice Lenin a este respecto:

196
Subrayado por mí. J. St.
197
Subrayado por mí. J. St.
198
Subrayado por mí. J. St.

J. V. Stalin

«¿Cómo se mantiene la disciplina del partido


revolucionario del proletariado? se ¿Cómo
comprueba? ¿Cómo se refuerza? por la
Primero,
conciencia de la vanguardia proletaria y por su
fidelidad a la revolución, por su firmeza, por su
espíritu de sacrificio, por su heroísmo. Segundo, por
su capacidad de ligarse, de acercarse y, hasta cierto
punto, si queréis, de fundirse con las más amplías
199,
masas trabajadoras en primer término con las
masas proletarias, pero también con las masas
trabajadoras no proletarias. Tercero, por lo acertado
de la dirección política que ejerce esta vanguardia,
por lo acertado de su estrategia y de su táctica
políticas, a condición de que las masas más extensas
se convenzan de ello por experiencia propia. Sin
estas condiciones, no es posible la disciplina en un
partido revolucionario verdaderamente apto para ser
el partido de la clase avanzada, llamada a derrocar a
la burguesía y a transformar toda la sociedad. Sin
estas condiciones, los intentos de implantar una
disciplina se convierten, inevitablemente, en una
ficción, en una en gestos grotescos. Pero, por
frase,
otra parte, estas no pueden brotar de
condiciones
golpe. Van formándose solamente a través de una
labor prolongada, a través de una dura experiencia;
su formación sólo se facilita con una acertada teoría
revolucionaria que, a su vez, no es un dogma, sino
que sólo se forma definitivamente en estrecha
relación con la experiencia práctica de un
movimiento verdaderamente de masas y
verdaderamente revolucionario» (v. t. XXV, pág.
174).

Y en otro lugar:

«Para alcanzar la victoria sobre el capitalismo,


hace falta una correlación acertada entre el partido
dirigente -el Partido Comunista-, la clase
revolucionaria -el proletariado- y las masas, es decir,
la totalidad de los trabajadores y explotados. Sólo el
Partido Comunista, si realmente forma la vanguardia
de la clase revolucionaria, si encuadra a los mejores
representantes de la misma, si está formado por
comunistas conscientes y fieles a carta cabal,
instruidos y templados en la experiencia de una tenaz
lucha revolucionaria, si ha sabido ligarse
inseparablemente la vida de su clase y, a
a toda
través de ella, a masa de los explotados, e
toda la
200;
inspirar a esta clase y a esta masa confianza plena
sólo un partido de esta naturaleza es capaz de dirigir
al proletariado en la lucha más implacable, en la
lucha decisiva, en la lucha final, contra todas las
fuerzas del capitalismo. Por otra parte, sólo bajo la
dirección de un partido de esta naturaleza puede el
proletariado desplegar toda la potencia de su empuje
revolucionario, reduciendo a la nada la inevitable

199
Subrayado por mí. J. St.
200
Subrayado por mí. J. St.

Cuestiones del leninismo

apatía -en ocasiones resistencia- de esa pequeña


minoría que integran la aristocracia obrera,
corrompida por el capitalismo, los viejos líderes de
las tradeuniones y de las cooperativas, etc.: sólo así
puede el proletariado desplegar toda su fuerza, que,
por la estructura económica misma de la sociedad
capitalista, es inconmensurablemente mayor que la
proporción que representa en la población» (v, t.
XXV. pág. 315).
De estas citas se desprende lo siguiente:
1) que el prestigio del Partido y la disciplina
férrea de la clase obrera, indispensables para la
dictadura del proletariado, no se basan en el temor ni
en los derechos "ilimitados» del Partido, sino en la
confianza que la clase obrera deposita en el Partido,
en apoyo que la Clase obrera presta al Partido;
el
2) que la confianza de la clase obrera en el Partido
no se adquiere de golpe ni por medio de la violencia
sobre la clase obrera, sino mediante una larga labor
del Partido entre las masas, mediante una acertada
política del Partido, por la capacidad del Partido para
lograr que las masas se persuadan por propia
experiencia de lo acertado de la política del Partido,
por la capacidad del Partido para asegurarse el apoyo
de la clase obrera y hacer que le sigan las masas de la
clase obrera;
3) que sin una acertada política del Partido,
reforzada por la experiencia de la lucha de las masas,
y sin la confianza de la clase obrera, no hay ni puede
haber verdadera labor de dirección del Partido;
4) que el Partido y su labor de dirección, si aquél
goza de la confianza de la clase y si esa dirección es
una verdadera dirección, no pueden ser opuestos a la
dictadura del proletariado, pues sin la labor de
dirección del Partido («dictadura» del Partido), que
goza de la confianza de la clase obrera, no puede
haber una dictadura del proletariado más o menos
estable.
Si no se dan estas condiciones, el prestigio del
Partido y la disciplina férrea de la clase obrera serán
frases hueras o baladronadas y afirmaciones
aventuradas.
No se puede contraponer la dictadura del
proletariado a la dirección («dictadura») del Partido.
No se puede, puesto que la labor de dirección del
Partido, es lo principal de la dictadura del
proletariado, si se trata
una dictadura más o menos
de
estable y completa, y no como, por ejemplo, la
Comuna de París, que fue una dictadura incompleta e
inestable. No se puede, puesto que la dictadura del
proletariado y la labor de dirección del Partido
siguen, por decirlo así, una misma línea de trabajo,
actúan en la misma dirección.

«El solo hecho -dice Lenin- de plantear la


cuestión de «¿dictadura del Partido o dictadura de la
clase?, ¿dictadura (partido) de los jefes o dictadura

133
(partido) de las masas?», atestigua la más increíble e
irremediable confusión de ideas... De todos es sabido
que las masas se en clases..., que las clases
dividen
están, habitualmentey en la mayoría de los casos,
por lo menos en los países civilizados modernos,
dirigidas por partidos políticos; que los partidos
políticos están dirigidos, por regla general, por
grupos más o menos estables, integrados por las
personas más prestigiosas, influyentes y expertas,
elegidas para los cargos de mayor responsabilidad y
llamadas jefes... Llegar... a contraponer la dictadura
de las masas a la dictadura de los jefes es un absurdo
ridículo y una necedad» (v. t. XXV, pág. 187 y 188).

Esto es muy cierto. Pero esta tesis acertada parte


de la premisa deque existan relaciones acertadas
entre la vanguardia y las masas obreras, entre el
Partido y la clase. Parte del supuesto de que las
relaciones entre la vanguardia y la clase sigan siendo,
por decirlo así, normales, se mantengan dentro de los
límites de la «confianza mutua».
Ahora bien, ¿y si son infringidas las relaciones
acertadas entre la vanguardia y la clase, las
relaciones de «confianza mutua» entre el Partido y la
clase?
¿Y si el propio Partido comienza a ponerse, de un
modo o de otro, frente a la clase, violando los
principios en que se basan las relaciones acertadas
con la clase, violando los principios en que se basa la
-confianza mutua»?
¿Pueden darse, en general, casos de éstos? Sí,
pueden darse.
Y pueden darse:
1) si el Partido comienza a erigirsu prestigio entre
las masas, no sobre la base de su labor y de la
confianza de estas masas, sino sobre la base de sus
derechos «ilimitados»;
2) si la política del Partido es manifiestamente
falsa, y el Partido no quiere revisarla ni corregir su
error;
aún siendo su política, en general, acertada,
3) si,
las masas no están todavía preparadas para
asimilarla, y el Partido no quiere o no sabe esperar a
que las masas puedan convencerse por su propia
experiencia de lo acertado de la política del Partido y
trata de imponérsela.
La historia de nuestro ofrece toda una
Partido
serie de casos de éstos. grupos y fracciones
Diversos
de nuestro Partido han fracasado y se han disgregado
por haber faltado a una de estas tres condiciones, y a
veces a las tres juntas.
Pero de aquí se desprende que contraponer la
dictadura del proletariado a la «dictadura»
(dirección) del Partido, sólo puede reputarse falso en
los casos siguientes:
1) si la dictadura del Partido respecto a la clase
obrera no se entiende como una dictadura en el
sentido directo de esta palabra («Poder que se apoya

134
en la violencia»), sino tal y precisamente como la
entiende Lenin: como la dirección del Partido, que
descarta toda violencia sobre la clase obrera en su
conjunto, sobre su mayoría;
2) si el Partido cuenta con las condiciones
necesarias para ser el verdadero dirigente de la clase;
es decir, si la política del Partido es acertada, si esta
política corresponde a los intereses de la clase;
3) si la clase, si lamayoría de la clase acepta esta
política, suya, se convence, gracias a la labor
la hace
del Partido, de lo acertado de esta política, confía en
el Partido y lo apoya.
Si se falta a estas condiciones, surge
inevitablemente un conflicto entre el Partido y la
clase, una escisión entre ellos, su contraposición.
¿Se puede, acaso, imponer por la fuerza a la clase
la dirección del Partido? No, no se puede. En todo
caso, semejante dirección no podría ser más o menos
duradera. El Partido, si quiere mantenerse como
Partido del proletariado, debe saber que, ante todo y
sobre todo, es el dirigente, el jefe y el maestro de la
clase obrera. No podemos olvidar las palabras
escritas por Lenin a este propósito en el folleto «El
Estado y la revolución»:

«Educando al Partido obrero, el marxismo educa a


la vanguardia del proletariado, vanguardia capaz de
tomar el Poder y de conducir a todo el pueblo al
socialismo, de dirigir y organizar el nuevo régimen
201
de ser el maestro, el dirigente y el jefe de todos los
trabajadores y explotados en la obra de organizar u
propia vida social sin la burguesía y contra la
burguesía» (v, t. XXI, pég. 386).

¿Puede, acaso, considerarse el Partido como el


verdadero dirigente de la clase, si su política es
desacertada, si su política choca con los intereses de
la clase? ¡Naturalmente que no! En tales casos, el
Partido, si quiere mantenerse como dirigente, debe
revisar su política, debe corregir su política, debe
reconocer su error y enmendarlo. En confirmación de
esta tesis, podríamos remitirnos aunque sólo fuese a
un hecho tomado de la historia de nuestro Partido: al
período de la abolición del sistema de
contingentación, cuando las masas obreras y
campesinas estaban manifiestamente descontentas de
nuestra política y cuando el Partido accedió, franca y
honradamente, a revisar esa política. He aquí lo que
dijo entonces Lenin, en el X Congreso, a propósito
de la abolición del sistema de contingentación y de la
implantación de la nueva política económica:

«No debemos tratar de ocultar nada, sino decir


francamente que el campesinado está descontento de
la forma de relaciones establecidas entre él y
nosotros, que no quiere esa forma de relaciones y que
no está dispuesto a seguir así. Esto es indiscutible.

201
Subrayado por mí. J. St.
J. V. Stalin

Esta voluntad se ha de un modo


manifestado
resuelto. Es la voluntad de masas
enormes de la
población trabajadora. Debemos tenerla en cuenta, y
somos políticos lo suficientemente sensatos para
decir abiertamente: ¡Vamos a revisar nuestra política
con respecto al campesinado!» (v. t. XXVI, pág.
238).

¿Puede, acaso, considerarse que el Partido debe


asumir la iniciativa y la dirección en la organización
de las acciones decisivas de las masas basándose sólo
en que su política es, en general, acertada, si esta
política no goza aún de la confianza y del apoyo de la
clase, a causa, pongamos por ejemplo, del atraso
político de ésta, si el Partido no ha logrado convencer
aún a la clase de lo acertado de su política, a causa,
pongamos por ejemplo, de que los acontecimientos
no están todavía lo suficientemente maduros? No, no
se puede. En tales casos, el Partido, si quiere ser un
verdadero dirigente, debe saber esperar, debe
convencer a las masas de lo acertado de su política,
debe ayudar a las masas a persuadirse por
experiencia propia de lo acertado de esta política.
«Si el partido revolucionario -dice Lenin- no
cuenta con la mayoría dentro de los destacamentos de
vanguardia de las clases revolucionarias ni dentro del
país, no se puede hablar de insurrección» (v. t. XXI,
pág. 282).
no se produce un cambio en las opiniones de
«Si
la mayoría de la clase obrera, la revolución es
imposible, y ese cambio se consigue a través de la
experiencia política de las masas» (v. t. XXV, pág.
221).
«La vanguardia proletaria está conquistada
ideológicamente. Esto es lo principal. Sin ello es
imposible dar ni siquiera el primer paso hacia el
triunfo. Pero de esto al triunfo hay todavía un buen
trecho. Con la vanguardia sola es imposible triunfar.
Lanzar sola a la vanguardia a batalla decisiva,
cuando toda las grandes masas no
la clase, cuando
han adoptado aún una posición de apoyo directo a
esta vanguardia o, al menos, de neutralidad benévola
con respecto a ella y no son completamente
incapaces de apoyar al adversario, sería no sólo una
estupidez, sino, además, un crimen. Y para que
realmente toda la clase, para que realmente las
grandes masas de los trabajadores y de los oprimidos
por el capital lleguen a ocupar esa posición, la
propaganda y la agitación, solas, son insuficientes.
Para ello se precisa la propia experiencia política de
las masas» (v. lugar citado, pág. 228).

Es sabido que así fue como procedió nuestro


Partido durante el período que media entre las Tesis
de Abril de Lenin y la insurrección de Octubre de
1917. Y precisamente por haber actuado conforme a
estas indicaciones de Lenin, fue por lo que triunfó en
Cuestiones del leninismo

la insurrección.
Tales son, en lo esencial, las condiciones para que
las relaciones entre la vanguardia y la clase sean
acertadas.
¿Qué significa dirigir, si la política del Partido es
acertada y no se infringen las relaciones acertadas
entre la vanguardia y la clase?
Dirigir, en estas condiciones, significa saber
convencer a las masas del acierto de la política del
Partido: significa lanzar y poner en práctica
consignas que lleven a lasmasas a las posiciones del
Partido y les ayuden a convencerse por su propia
experiencia del acierto de la política del Partido;
significa elevar a las masas al nivel de conciencia del
Partido y asegurar así el apoyo de las masas, su
disposición para la lucha decisiva.
Por eso, el método fundamental en la dirección de
la clase obrera por el Partido es el método de la
persuasión.

«Si hoy, en Rusia -dice Lenin-, después de dos


años y medio de triunfos sin precedentes sobre la
burguesía de Rusia y la de la Entente,
estableciéramos como condición para el ingreso en
los Sindicatos el «reconocimiento de la dictadura»,
cometeríamos una tontería, quebrantaríamos nuestra
influencia sobre las masas y ayudaríamos a los
mencheviques, pues la tarea de los comunistas
consiste en saber convencer a los elementos
atrasados, en saber trabajar entre ellos, y no en
aislarse de ellos mediante consignas sacadas de la
cabeza e infantilmente «izquierdistas» (v. t. XXV,
pág. 197).

Estono significa, naturalmente, que el Partido


deba convencer a todos los obreros, del primero al
último; que sólo después de haberlos convencido a
todos se pueda pasar a los hechos, que sólo entonces
se pueda empezar a actuar. ¡Nada de eso! Significa
únicamente que, antes de lanzarse a acciones
políticas decisivas, el Partido debe asegurarse,
mediante una labor revolucionarla prolongada, el
apoyo de la mayoría de las masas
o, por lo
obreras,
menos, la neutralidad benévola de la mayoría de la
clase. De lo contrario, carecería en absoluto de
sentido la tesis leninista que plantea como condición
indispensable para el triunfo de la revolución que el
Partido conquiste a la mayoría de la clase obrera.
Ahora bien, ¿qué ha de hacerse con la minoría, si
ésta no quiere, si no está de acuerdo en someterse de
buen grado a la voluntad de la mayoría? ¿Puede el
Partido, debe el Partido, gozando de la confianza de
la mayoría, obligar a a someterse a la
la minoría
voluntad de la mayoría? y debe hacerlo. La
Sí, puede
dirección se asegura por el método de persuadir a las
masas, como método fundamental del Partido para
influir sobre éstas. Pero ello no excluye el empleo de
la coerción, sino que, por el contrario, lo presupone,

135

siempre y cuando que esta coerción se base en la


confianza y en elapoyo que la mayoría de la clase
obrera presta al Partido, siempre y cuando que esta
coerción se emplee con respecto a la minoría después
de haber sabido convencer a la mayoría.
Sería conveniente recordar las controversias
suscitadas a este respecto en nuestro Partido en la
época de la discusión sobre los sindicatos. ¿En qué
consistió entonces el error de la oposición, el error
202?
del Tsektrán ¿Acaso en que la oposición
considerara por aquel entonces emplear la
posible
coerción? No, no era en eso. El error de la oposición
consistió entonces en que, sin estar en condiciones de
persuadir a la mayoría de lo acertado de su posición y
habiendo perdido la confianza de la mayoría,
comenzó, no obstante, a emplear la coerción, a
insistir en «sacudir» a los hombres que gozaban de la
confianza de la mayoría.
He aquí lo que dijo entonces Lenin, en el X
Congreso del Partido, en su discurso sobre los
sindicatos:

«Para establecer relaciones mutuas, una confianza


mutua entre la vanguardia de y la
la clase obrera
masa obrera,era necesario, si el Tsektrán había
cometido un error..., era necesario que lo corrigiese.
Pero si se empieza a defender el error, esto se
convierte en fuente de un peligro político. Si no se
hubiese hecho todo lo posible para ampliar la
democracia, teniendo en cuenta el estado de ánimo
que expresa aquí Kutúzov, hubiéramos llegado a la
bancarrota política. Ante todo debemos persuadir, y
luego recurrir a la coerción. Cueste lo que cueste,
primero debemos persuadir, y luego recurrir a la
203.
coerción No hemos sabido convencer a las
grandes masas y hemos infringido la correlación
acertada entre la vanguardia y las masas» (v. t.
XXVI, pág. 285).

Esto mismo dice Lenin en su folleto «Sobre los


sindicatos»:

«Sólo hemos empleado acertada y eficazmente la


coerción, cuando hemos sabido crearle antes la base
de la persuasión» (v. lugar citado, pág. 74).

Y esto es muy cierto, pues sin ajustarse a esas

202
Tsektrán: Comité Central del Sindicato Único de Ferroviarios
y de Trabajadores del Transporte Fluvial y Marítimo, constituido
en septiembre de 1920. En este año y a principios de 1921, la
dirección del Tsektrán se hallaba en manos de los trotskistas, que
aplicaban en el trabajo sindical exclusivamente el método de la
coerción y del ordeno y mando. El Primer Congreso Unificación
de toda Rusia de los ferroviarios y de los trabajadores del
transporte fluvial y marítimo, celebrado en marzo de 1921,
expulsó de la dirección del Tsektrán a los trotskistas, eligió un
nuevo Comité Central del sindicato y trazó nuevos métodos de
trabajo sindical.
203
Subrayado por mí. J. St.

136

condiciones no hay dirección posible; pues sólo de


ese modo se puede asegurar la unidad de acción en el
Partido, si se trata del Partido, o la unidad de acción
de la clase, si se trata de la clase en su totalidad. De
otro modo, sobreviene la escisión, la confusión, la
descomposición dentro de las filas de la clase obrera.
Tales son, en general, las bases en que ha de
descansar la dirección acertada de la clase obrera por
el Partido.
Toda otra interpretación de lo que significa la
dirección, es sindicalismo, anarquismo,
burocratismo, todo lo que se quiera menos
bolchevismo, menos leninismo.
No se puede contraponer la dictadura del
proletariado a la dirección («dictadura») del Partido,
si existen relaciones acertadas entre el Partido y la
clase obrera, entre la vanguardia y las masas obreras.
Pero de aquí se desprende que con mucha menos
razón se puede identificar el Partido con la clase
obrera, la dirección («dictadura») con la del Partido
dictadura de la clase obrera. Basándose en que la
«dictadura» del Partido no se puede contraponer a la
dictadura del proletariado, Sorin llega a la conclusión
falsa de que «la dictadura del proletariado es la
dictadura de nuestro Partido».
Pero Lenin no sólo dice que esa contraposición es
inadmisible, sino que dice al mismo tiempo que es
inadmisible contraponer la «dictadura de las masas a
la dictadura de los jefes». ¿No se os ocurre
identificar, basándoos en esto, la dictadura de los
jefes con la dictadura del proletariado? De pensar así,
deberíamos decir que «la dictadura del proletariado
es la dictadura de nuestros A esta necedad
jefes».
precisamente es a lo que conduce, propiamente
hablando, la política que identifica la «dictadura» del
Partido con la dictadura del proletariado...
¿Cuál es la posición de Zínóviev a este respecto?
Zinóviev mantiene, en el fondo, el mismo punto
de vista de identificar la «dictadura» con
del Partido
la dictadura del proletariado que con
mantiene Sorin,
una diferencia, sin embargo: la de que Sorin se
expresa con más claridad y franqueza, mientras que
Zinóviev «hace equilibrios». Para convencerse de
ello, basta leer el siguiente pasaje del libro de
Zinóviev «El leninismo»:

«¿Qué representa -dice Zinóviev- el régimen


existente en la URSS, desde el punto de vista de su
contenido de clase? Es la dictadura del proletariado.
¿Cuál es el resorte inmediato del Poder en la URSS?
¿Quién ejerce el Poder de la clase obrera? ¡El Partido
204
Comunista! en nuestro país
En este sentido, rige la
dictadura del Partido. ¿Cuál es la forma jurídica del
Poder en la URSS? ¿Cuál es el nuevo tipo del
régimen de Estado creado por la Revolución de
Octubre? El sistema soviético. Lo uno no contradice
en modo alguno a lo otro».

204
Subrayado por mí. J. St.

J. V. Stalin
Lo de que
uno no contradice a lo otro es,
lo
naturalmente, si por dictadura
cierto, del Partido
respecto a la clase obrera en su conjunto se entiende
la dirección del Partido. Pero ¿cómo se puede, sobre
esta base, poner un signo de igualdad entre la
dictadura del proletariado y la «dictadura» del
Partido, entre el sistema soviético y la «dictadura»
del Partido? Lenin identificaba el sistema de los
Soviets con la dictadura del proletariado, y tenia
razón, pues los Soviets, nuestros Soviets, son la
organización cohesionadora de las masas
trabajadoras en torno al proletariado, bajo la
dirección del Partido. Pero ¿cuándo, dónde, en qué
obra pone Lenin un signo de igualdad entre la
«dictadura» del Partido y la dictadura del
proletariado, entre la «dictadura» del Partido y el
sistema de los Soviets, como lo hace ahora Zinóviev?
No sólo no está en contradicción con la dictadura del
proletariado la dirección («dictadura») del Partido,
sino que tampoco lo está la dirección («dictadura»)
de los jefes. ¿No se os ocurre proclamar, basándoos
en esto, que nuestro país es el país de la dictadura del
proletariado, es decir, el país de la dictadura del
Partido, es decir, el país de la dictadura de los jefes?
A esta necedad precisamente es a lo que conduce el
«principio» de la identificación de la «dictadura» del
Partido con la dictadura del proletariado, que
Zinóviev sustenta furtiva y tímidamente.
En las numerosas obras de Lenin, sólo he logrado
anotar cinco casos en los que Lenin toca de pasada el
problema de la dictadura del Partido.
El primer caso, en una polémica con los eseristas
y los mencheviques, donde dice:

«Cuando se nos reprocha la dictadura de un solo


partido y se nos propone, como habéis oído, un frente
único socialista, decimos: «Sí, ¡dictadura de un solo
partido! Sobre este terreno pisamos y no podemos
salirnos de él, pues se trata de un partido que ha
conquistado, a lo largo de varios decenios, el puesto
de vanguardia de todo el proletariado fabril e
industrial» (v. t. XXIV, pág. 423).

El segundo caso, en la «Carta a los obreros y


campesinos con motivo de la victoria sobre
Kolchak», donde dice:

«Tratan de intimidar a los campesinos


(particularmente los mencheviques y los eseristas,
todos ellos, hasta los de «izquierda») con el espantajo
de la «dictadura de un solo partido», del partido de
los bolcheviques-comunistas.
Con el ejemplo de Kolchak, los campesinos han
aprendido a no temer a este espantajo.
O la dictadura (es decir, el poder férreo) de los
terratenientes y de los capitalistas, o la dictadura de
la clase obrera» (v. t. XXIV, pág. 436).

Cuestiones del leninismo

El tercer caso, en el discurso pronunciado por


Lenin en el II Congreso de la Internacional
Comunista, en la polémica con Tanner. Este discurso
lo he citado ya más arriba.
El cuarto caso, en unas líneas del folleto «La
enfermedad infantil del «izquierdismo» en el
comunismo». Las citas correspondientes han
quedado ya transcritas más arriba.
Y el quinto caso, en el esbozo deesquema de la
dictadura del proletariado, publicado en el tercer
tomo de la Recopilación Leninista, en el que hay un
punto que dice: «Dictadura de un solo partido» (v. el
tomo III de la Recopilación Leninista, pág. 497).
Conviene indicar que en dos casos de los cinco,
en el último y en el segundo, Lenin pone entre
comillas las palabras «dictadura de un solo partido»,
queriendo hacer resaltar, manifiestamente, el sentido
inexacto y figurado de esta fórmula.
Conviene indicar también que, en todos estos
casos, Lenin entiende por «dictadura del Partido» la
dictadura («el poder férreo») con respecto a «los
terratenientes y los capitalistas», y no con respecto a
la clase obrera, pese a las calumniosas supercherías
de Kautsky y compañía.
Es significativo que nien una sola de sus obras, ni
en las fundamentales ni en las secundarias, en las que
Lenin trata o simplemente menciona la dictadura del
proletariado y el papel del Partido en el sistema de la
dictadura del proletariado, se alude siquiera a que «la
dictadura del proletariado es la dictadura de nuestro
Partido». Por el contrario, cada página, cada línea de
estas obras es un grito de protesta contra semejante
fórmula (v. «El Estado y la revolución», «La
revolución proletaria y el renegado Kautsky», «La
enfermedad infantil del «izquierdismo» en el
comunismo», etc.).
Y aún es más significativo que en las tesis del II
205
Congreso de la Internacional Comunista sobre el
papel del partido político, redactadas bajo la
dirección inmediata de Lenin y a las que Lenin alude
reiteradamente en sus discursos cómo a un modelo de
definición acertada del papel y de las tareas del
Partido, no encontremos ni una palabra, literalmente
ni una sola, sobre la dictadura del Partido.
¿Qué indica todo esto? Indica:
a) que Lenin no consideraba irreprochable ni
exacta la fórmula «dictadura del Partido», razón por
la cual muy rara vez la emplea en sus obras y la pone
a veces entre comillas;
b) que en los pocos casos en que Lenin se veía
obligado, en sus polémicas con los adversarios, a
hablar de la dictadura del Partido, hablaba
generalmente de «dictadura de un solo partido»; es
decir, de que nuestro Partido está en el Poder solo, de

205
Las tesis del II Congreso de la Internacional Comunista sobre
«El papel del Partido Comunista en la revolución proletaria»
fueron aprobadas romo resolución del Congreso.

137

que no comparte elcon otros partidos, y,


Poder
además, siempre que por dictadura del
aclaraba
Partido con respecto a la clase obrera se debe
entender la dirección del Partido, su papel dirigente;
c) que en todos los casos en que Lenin creía
necesario definir científicamente el papel del Partido
dentro del sistema de la dictadura del proletariado,
hablaba exclusivamente (y estos casos son
innumerables) del papel dirigente del Partido con
respecto a la clase obrera;
d) que fue precisamente por esto por lo que a
Lenin no «se le ocurrió» incluir en la resolución
fundamental sobre el papel del Partido -me refiero a
la resolución del II Congreso de la Internacional
Comunista- la fórmula «dictadura del Partido»;
e) que no tienen razón desde el punto de vista del
leninismo y padecen miopía política los camaradas
que identifican o tratan de identificar la «dictadura
del Partido» -y también, por consiguiente, la
«dictadura de los jefes»- con la dictadura del
proletariado, pues con ello infringen las condiciones
para que las relaciones entre la vanguardia y la clase
sean acertadas.
Y no hablemos de que la fórmula «dictadura del
Partido», tomada sin las reservas indicadas más
arriba, puede crear toda una serie de peligros y de
desventajas políticas en nuestra labor práctica. Con
esta fórmula, tomada sin reservas, es como si se
dijese:
a) a las masas sin-partido: ¡no os atreváis a
contradecir, no os atreváis a razonar, porque el
Partido lo puede todo, ya que tenemos la dictadura
del Partido!
b) a los cuadros del Partido: ¡actuad con mayor
osadía, presionad con mayor rigor, se puede no
prestar oído a la voz de las masas sin-partido, pues
tenemos la dictadura del Partido!
c) a los dirigentes del Partido: ¡podéis permitiros
el lujo de cierta suficiencia y, tal vez, hasta podéis
caer en el engreimiento, puesto que tenemos la
dictadura del Partido y, «por consiguiente», la
dictadura de los jefes!
Es conveniente recordar estos peligros
precisamente ahora, en el período de ascenso de la
actividad política de las masas, cuando la disposición
del Partido a prestar oído atento a la voz de las masas
tiene para nosotros una importancia especial; cuando
el prestar atención a las exigencias de las masas es el
mandamiento fundamental de nuestro Partido;
cuando se requiere del Partido una prudencia y una
flexibilidad especiales en su política; cuando el
peligro de caer en el engreimiento es uno de los
peligros más que amenazan al Partido en la
serios
obra de dirigir acertadamente a las masas.
No se puede por menos de recordar las preciosas
palabras pronunciadas por Lenin en el XI Congreso
de nuestro Partido:

138

«A pesar de todo, nosotros (los comunistas. J. St.)


somos en la masa del pueblo como una gota en el
mar, y sólo podemos gobernar cuando expresamos
acertadamente lo que el pueblo piensa. De otra
manera, el Partido Comunista no conduciría al
proletariado, ni el proletariado conduciría a las
masas, y toda la máquina se desencuadernaría» (v, t.
XXVII, pág. 256).

«Expresar con acierto lo que el pueblo piensa»:


ésta es, precisamente, la condición indispensable que
garantiza al Partido el honroso papel de fuerza
dirigente fundamental en el sistema de la dictadura
del proletariado.

VI. La cuestión del triunfo del socialismo en un


solo país
El folleto «Los fundamentos del leninismo»
(primera edición, mayo de 1924) contiene dos
formulaciones de la cuestión del triunfo del
socialismo en un solo país. La primera dice así:

«Antes se creía imposible la victoria de la


revolución en un solo país, suponiendo que, para
alcanzar la victoria sobre la burguesía, era necesaria
la acción conjunta de los proletarios de todos los
países adelantados o, por lo menos, de la mayoría de
ellos. Ahora, este punto de vista ya no corresponde a
la realidad. Ahora hay que partir de la posibilidad de
este triunfo, pues el desarrollo desigual y a saltos de
los distintos países capitalistas en el imperialismo, el
desarrollo, en el seno del imperialismo, de
contradicciones catastróficas que llevan a guerras
inevitables, el incremento del movimiento
revolucionario en todos los países del mundo; todo
ello no sólo conduce a la posibilidad, sino también a
la necesidad del triunfo del proletariado en uno u otro
206).
país» (v. «Los fundamentos del leninismo»

Este planteamiento es completamente acertado y


no necesita comentarios. Combate la teoría de los
socialdemócratas, que consideran como una utopía la
toma del Poder por el proletariado en un solo país, si
no va acompañada al mismo tiempo de la revolución
victoriosa en otros países.
Mas en el folleto «Los fundamentos del
leninismo» hay también otra formulación, que dice:

«Pero derrocar el Poder de la burguesía e instaurar


el Poder del proletariado en un solo país no significa
todavía garantizar el triunfo completo del socialismo.
Queda por cumplir la misión principal del
socialismo: la organización de la producción
socialista. ¿Se puede cumplir esta misión, se puede
lograr el triunfo definitivo del socialismo en un solo
país sin los esfuerzos conjuntos de los proletarios de
unos cuantos países adelantados? No, no se puede.

206
Véase: J. V. Stalin, Obras, t. 6, pág. 100, ed. en español.

J. V. Stalin

Para derribar a la burguesía, bastan los esfuerzos de


un solo país, como lo indica la historia de nuestra
revolución. Para el triunfo definitivo del socialismo,
para la organización de la producción socialista, ya
no bastan los esfuerzos de un solo país, sobre todo de
un país tan campesino como Rusia; para esto hacen
falta los esfuerzos de los proletarios de unos cuantos
países adelantados» (v. «Los fundamentos del
207).
leninismo», primera edición

Esta segunda formulación combate la afirmación


de los críticos del leninismo, de los trotskistas, de
que la dictadura del proletariado en un solo país, sin
el triunfo en otros países, no podría «sostenerse
frente a la Europa conservadora».
En este sentido -pero sólo en este sentido-, esa
formulación era entonces (mayo de 1924) suficiente,
y fue, sin duda, de cierta utilidad.
Pero más tarde, cuando ya se había vencido
dentro del Partido la crítica al leninismo en este
aspecto y se puso a la orden del día una nueva
cuestión, la cuestión de la posibilidad de edificar la
sociedad socialista completa con las fuerzas de
nuestro país y sin ayuda exterior, la segunda
formulación resultó ser ya insuficiente a todas luces
y, por tanto, inexacta.
¿En qué consiste el defecto de esta formulación?
Su defecto consiste en que funde en una sola dos
cuestiones distintas: la cuestión de la posibilidad de
llevar a cabo la edificación del socialismo con las
fuerzas de un solo país, cuestión a la que hay que dar
una respuesta afirmativa, y la cuestión de si un país
con dictadura del proletariado, puede considerarse
completamente garantizado y,
contra la intervención
por tanto, contra la restauración del viejo régimen,
sin una revolución victoriosa en otros países,
cuestión a la que hay que dar una respuesta negativa.
Esto, sin hablar de que dicha formulación puede dar
motivo para creer que es imposible organizar la
sociedad socialista con las fuerzas de un solo país,
cosa que, naturalmente, es falsa.
Basándome en esto, en mi folleto «La Revolución
de Octubre y la táctica de los comunistas rusos»
(diciembre de 1924), he modificado y corregido esta
formulación, dividiendo la cuestión en dos: en la
cuestión de la garantía completa contra la
restauración del régimen burgués y en la cuestión de
la posibilidad de edificar la sociedad socialista
completa en un solo país. He conseguido esto,
primero, al presentar «la victoria completa del
socialismo» como «garantía completa contra la
restauración del antiguo orden de cosas», garantía
que sólo se puede obtener mediante «los esfuerzos
conjuntos de los proletarios deunos cuantos países»,
y, segundo, al proclamar, basándome en el folleto de
Lenin «Sobre la cooperación», la verdad Indiscutible

207
Véase: el folleto de J. V. Stalin «Acerca de Lenin y el
leninismo».

Cuestiones del leninismo

de que contamos con todo lo necesario para edificar


la sociedad socialista completa (v. «La Revolución
208.
de Octubre y la táctica de los comunistas rusos»)
Esta nueva formulación es la que sirvió de base a
la conocida resolución de la XIV Conferencia del
Partido «Sobre las tareas de la Internacional
Comunista y del PC(b) de Rusia», que trata de la
cuestión del triunfo del socialismo en un solo país, en
relación con la estabilización del capitalismo (abril
de y que considera posible y necesaria la
1925),
edificación del socialismo con las fuerzas de nuestro
país.
Esta formulación ha servido también de base a mi
folleto «Balance de los trabajos de la XIV
Conferencia del PC(b) de Rusia», publicado
inmediatamente después de esta Conferencia, en
mayo de 1925.
Respecto al planteamiento de la cuestión del
triunfo del socialismo en un solo país, he aquí lo que
se dice en este folleto:

«Nuestro país nos muestra dos grupos de


contradicciones. Uno de ellos lo forman las
contradicciones interiores, entre el proletariado y el
campesinado se trata
(aquí de la edificación del
socialismo en un solo país. J. St.). El otro, las
contradicciones exteriores, entre nuestro país, como
país del socialismo, y todos los demás países como
países del capitalismo (aquí se trata del triunfo
definitivo del socialismo. J. St.)»… «Quien confunde
el primer grupo de contradicciones, que es
perfectamente posible vencer con los esfuerzos de un
solo país, con el segundo grupo de contradicciones,
para vencer las cuales hacen falta los esfuerzos de los
proletarios de unos cuantos países, comete un
gravísimo error contra el leninismo, y es un
confusionista o un oportunista impenitente» (v,
«Balance de los trabajos de la XIV Conferencia del
209).
PC(b) de Rusia»
Respecto a la cuestión del triunfo del socialismo
en nuestro país, este folleto dice:

«Podemos llevar a cabo la edificación del


socialismo, y lo iremos edificando juntamente con el
campesinado y bajo la dirección de la clase
obrera»..., pues «bajo la dictadura del proletariado se
dan en nuestro país... todas las premisas necesarias
para edificar la sociedad socialista completa,
venciendo todas y cada una de las dificultades
internas, pues podemos y debemos vencerlas con
210).
nuestras propias fuerzas» (v. lugar citado

208
Esta nueva formulación vino luego a reemplazar a la vieja en
las ediciones posteriores del folleto «Los fundamentos del
leninismo».
209
Véase: J. V. Stalin, Obras, t. 7, págs. 112 y 122, ed. en
español.
210
Véase: J. V. Stalin, Obras, t. 7, págs. 113 y 118-119, ed. en
español.

139

Respecto a la cuestión del triunfo definitivo del


socialismo, el folleto dice:
«El triunfo definitivo del socialismo es la garantía
completa contra las tentativas de intervención y, por
tanto, también de restauración, pues una tentativa de
restauración de alguna importancia sólo puede
producirse con un considerable apoyo del exterior,
con el apoyo del capital internacional. Por eso, el
apoyo de los obreros de todos los países a nuestra
revolución, y con mayor razón el triunfo de estos
obreros, aunque sólo sea en unos cuantos países, es
condición indispensable para garantizar plenamente
al primer país victorioso contra las tentativas de
intervención y de restauración, es condición
indispensable para el triunfo definitivo del
211).
socialismo». (v. lugar citado

Me parece que está claro.


Es sabido que en igual sentida se interpreta este
problema en mi folleto «Preguntas y respuestas»
(junio de 1925) y en el informe político del CC ante
212
el XIV Congreso del PC(b) de la URSS (diciembre
de 1925).
Tales son los hechos.
Creo que estos hechos los conocen todos los
camaradas, y Zinóviev entre ellos.
Si hoy, casi a los dos años de la lucha ideológica
sostenida en el seno del Partido, y después de la
resolución adoptada en la XIV Conferencia del
Partido (abril de 1925), Zinóviev, en su discurso de
resumen, pronunciado en el XIV Congreso del
Partido (diciembre de 1925), cree posible sacar a
relucir la vieja fórmula, completamente insuficiente,
del folleto en abril de 1924, como
de Stalin, escrito
base para resolver el problema ya resuelto del triunfo
del socialismo en un solo país, este modo de proceder
peculiar de Zinóvíev sólo atestigua que se ha hecho
un verdadero lío en esta cuestión. Tirar del Partido
hacia atrás, cuando ya éste había ido adelante, eludir
la resolución de la XIV Conferencia del Partido,
después de haber sido confirmada por el Pleno del
213,
CC significa atascarse irremisiblemente en
contradicciones, no tener fe en la edificación del
socialismo, desviarse del camino de Lenin y suscribir
la propia derrota.
¿Qué significa la posibilidad del triunfo del
socialismo en un solo país?
Significa la posibilidad de resolver las
contradicciones entre el proletariado y el
campesinado con las fuerzas internas de nuestro país,
la posibilidad de que el proletariado tome el Poder y
lo utilice para edificar la sociedad socialista completa

211
Véase: J. V. Stalin, Obras, t. 7, pág. 121, ed. en español.
212
Véase: J. V. Stalin, Obras, t. 7, págs. 269-408, ed. en español.
213
Se alude al Pleno del Comité Central del PC(b) de Rusia,
celebrado del 23 al 30 de abril de 1925.

140

en nuestro país, contando con la simpatía y el apoyo


de los proletarios de los demás países, pero sin que
previamente triunfe la revolución proletaria en otros
países.
Sin esta posibilidad, la edificación del socialismo
es una edificación sin perspectivas, una edificación
que se realiza sin la seguridad de llevarla a cabo. No
se puede edificar el socialismo sin tener la seguridad
de que es posible dar cima a la obra, sin tener la
seguridad de que el atraso técnico de nuestro país no
es un obstáculo insuperable para la edificación de la
sociedad socialista completa. Negar esta posibilidad
es no tener fe en la edificación del socialismo, es
apartarse del leninismo.
¿Qué significa la imposibilidad del triunfo
completo y definitivo del socialismo en un solo país
sin el triunfo de la revolución en otros países?
Significa imposibilidad de tener una garantía
completa contra la intervención y, por consiguiente,
contra la restauración del régimen burgués, si la
revolución no triunfa, por menos, en varios países.
lo
Negar esta tesis indiscutible es apartarse del
internacionalismo, es apartarse del leninismo.

«No vivimos solamente - dice Lenin - dentro de


un Estado, sino dentro de un sistema de Estados, y
no se concibe que la República Soviética pueda
existir mucho tiempo al lado de los Estados
imperialistas. En fin de cuentas acabará triunfando lo
uno o lo otro. Pero antes de que se llegue a esto, es
inevitable una serie de choques terribles entre la
República Soviética y los Estados burgueses. Esto
significa que si la clase dominante, el proletariado,
quiere dominar y ha de dominar, tiene que
demostrarlo también por medio de su organización
militar» (v. t. XXIV, pág. 122).
«Estamos -dice Lenin en otro lugar- ante un
equilibrio sumamente inestable, pero, con todo, ante
cierto equilibrio indudable, indiscutible. ¿Durará
mucho tiempo? Lo ignoro, y no creo que pueda
saberse. Por eso, debemos mostrar la mayor
prudencia. Y el primer mandamiento de nuestra
política, la primera enseñanza que se deriva de
nuestra labor de gobierno durante este año,
enseñanza que todos los obreros y campesinos deben
aprender, es la necesidad de estar en guardia, la de
tener presente que nos hallamos rodeados de
hombres, de clases y de gobiernos que manifiestan
abiertamente el mayor odio hacia nosotros. Es
preciso tener presente que estamos siempre a un paso
de una intervención» (v. t. XXVII, pág. 117).

Me parece que está claro.


¿Cómo presenta Zinóviev la cuestión del triunfo
del socialismo en un solo país?
Escuchad:

«Por triunfo definitivo del socialismo se debe

J. V. Stalin

entender, por lo menos: 1) la supresión de las clases


y, por tanto, 2) la abolición de la dictadura de una
sola clase, en este caso, de la dictadura del
proletariado»... «Para percatarse con mayor exactitud
-dice más adelante Zinóviev- de cómo se plantea este
problema en nuestro país, en la URSS, en 1925, hay
que distinguir dos cosas: 1) la posibilidad garantizada
de edificar el socialismo, posibilidad que también
puede concebirse plenamente, claro está, en el marco
de un solo país, y 2) la edificación definitiva y la
consolidación del socialismo, es decir, la creación del
régimen socialista, de la sociedad socialista».

¿Qué puede significar todo esto?


Que Zinóviev no entiende por triunfo definitivo
del socialismo en un solo país la garantía contra la
intervención y la restauración, sino la posibilidad de
llevar a cabo la edificación de la sociedad socialista.
Y por triunfo del socialismo en un solo país Zinóviev
entiende una edificación del socialismo que no puede
ni debe conducir a la edificación completa del
socialismo. Una edificación al azar, sin perspectivas,
una edificación del socialismo emprendida con la
imposibilidad de llevar a cabo la edificación de la
sociedad socialista: tal es la posición de Zinóviev.
Edificar el socialismo sin la posibilidad de llevar
a cabo su edificación, edificar a sabiendas de que la
edificación no se llevará a cabo; he ahí a qué
incongruencias llega Zinóviev.
¡Pero esto es burlarse del problema, y no
resolverlo!
He aquí otro pasaje tomado del discurso de
resumen de Zinóviev en el XIV Congreso del
Partido:

«Ved, por ejemplo, a dónde ha ido a parar el


camarada Yákovleven la última Conferencia del
Partido de la provincia de Kursk. «Estando rodeados
de enemigos capitalistas por todas partes, ¿acaso
podemos en estas condiciones -pregunta-, llevar a
cabo la edificación en un solo país?».
del socialismo
Y contesta: en todo lo expuesto,
«Basándonos
tenemos derecho a decir que no sólo estamos
edificando el socialismo, sino que, a pesar de ser por
el momento los únicos, a pesar de ser el único país
soviético, el único Estado soviético del mundo,
llevaremos a cabo la edificación del socialismo»
(«Kúrskaia Pravda», núm. 279, 8 de diciembre de
1925). ¿Acaso es ésta una manera leninista de
plantear el problema? -pregunta Zinóviev-, ¿acaso
214?».
no huele esto a estrechez nacional
Por tanto, según Zinóviev, resulta que reconocer
la posibilidad de llevar a cabo la edificación del
socialismo en un solo país significa adoptar una
posición de estrechez nacional, y negar esta
posibilidad significa adoptar la posición del

214
Subrayado por mí. J. St.

Cuestiones del leninismo

internacionalismo.
Pero, de ser esto cierto, ¿acaso valdría la pena de
luchar por el triunfo sobre los elementos capitalistas
de nuestra economía? ¿No se desprende de aquí la
imposibilidad de este triunfo?
Capitulación ante los elementos capitalistas de
nuestra economía: he aquí a lo que conduce la lógica
interna de la argumentación de Zinóviev.
¡Y esta incongruencia, que no tiene nada que ver
con el leninismo, Zinóviev nos la ofrece como
«internacionalismo», como «leninismo cien por
cien»!
Yo afirmo que, en el importantísimo problema de
la edificación del socialismo, Zinóviev se aparta del
leninismo, rodando hacia las concepciones del
menchevique Sujánov.
Recurramos a Lenin. He aquí lo que ya antes de la
Revolución de Octubre, en elmes de agosto de 1915,
decía Lenin acerca del triunfo del socialismo en un
solo país:

«La desigualdad del desarrollo económico y


político es una ley absoluta del capitalismo. De aquí
se deduce que es posible que la victoria del
socialismo empiece por unos cuantos países
capitalistas, o incluso por un solo país capitalista. El
proletariado triunfante de este país, después de
expropiar a los capitalistas y de organizar la
215,
producción socialista dentro de sus fronteras se
enfrentaría con el resto del mundo, con el mundo
capitalista, atrayendo a su lado a las clases oprimidas
de los demás países, levantando en ellos la
insurrección contra los capitalistas, empleando, en
caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra
las clases explotadoras y sus Estados» (v. t. XVIII,
págs. 232-233).

¿Qué significa la frase de Lenin que subrayamos:


«después de organizar la producción socialista dentro
de sus fronteras»? Significa que el proletariado del
país victorioso, después de la toma del Poder, puede
y debe organizar en su país la producción socialista.
¿Y qué significa «organizar la producción
socialista»? Significa llevar a cabo la edificación de
la sociedad socialista. No creo que haga falta
demostrar que este planteamiento de Lenin, claro y
terminante, no necesita más comentarios. De otro
modo, serían incomprensibles los llamamientos de
Lenin para que el proletariado tomase el Poder en
octubre de 1917.
pues, que este planteamiento tan claro de
Veis,
Lenin se
distingue como el cielo de la tierra del
«planteamiento» confuso y antileninista de Zinóviev,
de que podemos emprender la edificación del
socialismo «en el marco de un solo país» aún siendo
imposible acabar de edificarlo.

215
Subrayado por mí. J. St.

141

El planteamiento de Lenin corresponde a 1915,


antes de que el proletariado tomara el poder. Pero ¿se
modificaron, tal vez, sus concepciones después de la
experiencia de la toma del Poder, después de 1917?
Consultemos el folleto de Lenin «Sobre la
cooperación», escrito en 1923:
«En efecto -dice Lenin -, todos los grandes
medios de producción en poder del Estado y el Poder
del Estado en manos del proletariado; la alianza de
este proletariadocon millones y millones de
pequeños y muy pequeños campesinos; asegurar la
dirección de los campesinos por el proletariado, etc.,
¿acaso no es esto todo lo que se necesita para edificar
la sociedad socialista completa partiendo de la
cooperación, y nada más que de la cooperación, a la
que antes tratábamos de mercantilista y que ahora,
bajo la Nep, merece también, en cierto modo, el
mismo trato; acaso no es esto todo lo imprescindible
216?.
para edificar la sociedad socialista completa
Eso, no es todavía la edificación de la sociedad
socialista, pero sí todo lo imprescindible y lo
217»
suficiente para esta edificación (v. t. XXVII, pág.
392).

En otras palabras: podemos y debemos edificar la


sociedad socialista completa, pues disponemos de
todo lo necesario y lo suficiente para esta edificación.
Parece que es difícil expresarse con mayor
claridad. Comparad este planteamiento clásico de
Lenin con el réspice antileninista de Zinóviev a
Yákovlev, y comprenderéis que Yákovlev no hizo
sino repetir las palabras de Lenin sobre la posibilidad
de llevar a cabo la edificación del socialismo en un
solo país, mientras que Zinóviev, al manifestarse en
contra de este planteamiento, al fustigar a Yákovlev,
se apartó de Lenin, adoptando el punto de vista del
menchevique Sujánov, el punto de vista de la
imposibilidad de llevar a cabo la edificación del
socialismo en nuestro país, en razón de su atraso
técnico.
Nose comprende entonces para qué tomamos el
Poder en octubre de 1917, si no nos proponíamos
llevar a cabo la edificación del socialismo.
�o se debió tomar el Poder en octubre de 1917;
he aquí la conclusión a que conduce la lógica interna
de la argumentación de Zinóviev.
Afirmo, además, que, en la importantísima
cuestión del triunfo del socialismo, Zinóviev procede
en contra de acuerdos precisos de nuestro Partido,
estampados en la conocida resolución de la XIV
Conferencia del Partido «Sobre las tareas de la
Internacional Comunista y del PC(b) de Rusia, en
relación con el Pleno ampliado del CE de la
Internacional Comunista».
Veamos esta resolución. He aquí lo que dice

216
Subrayado por mí. J. St.
217
Subrayado por mí. J. St.

142

acerca del triunfo del socialismo en un solo país:

«La existencia de dos sistemas sociales


diametralmente opuestos provoca la amenaza
constante de un bloqueo capitalista, de otras formas
de presión económica, de la intervención armada y
de la restauración. La única garantía para el triunfo
definitivo del socialismo, es decir, la garantía contra
218,
la restauración es, por tanto, la revolución
socialista victoriosa en varios países...». «El
leninismo enseña que el triunfo definitivo del
socialismo, en el sentido de garantía completa contra
219
la restauración de las relaciones sociales
burguesas, sólo es posible en un plano
220
internacional...». «De aquí no se desprende en
modo alguno que sea imposible la edificación de la
221
sociedad socialista completa en un país tan
atrasado como Rusia sin la «ayuda estatal» (Trotski)
de los países más desarrollados en el aspecto técnico
y económico» (v. la resolución).

Veis, pues, que esta resolución presenta el triunfo


definitivo del socialismo como una garantía contra la
intervención y la restauración, todo lo contrario de
como lo presenta Zinóviev en su libro «El
leninismo».
Veis, pues, que esta resolución reconoce la
posibilidad de edificar la sociedad socialista
completa en un país tan atrasado como Rusia sin la
«ayuda de los países más desarrollados en el
estatal»
aspecto técnico y económico, o sea, todo lo contrario
de lo que afirma Zinóviev en el réspice que da a
Yákovlev en su discurso de resumen pronunciado en
el XIV Congreso del Partido.
¿Qué otro nombre merece esto más que el de
lucha de Zinóviev contra la resolución de la XIV
Conferencia del Partido?
Naturalmente, a veces las resoluciones del Partido
no son intachables. Puede ocurrir que las
resoluciones del Partido contengan errores. Hablando
en términos generales, podemos suponer que la
resolución de la XIV Conferencia del Partido
contiene también ciertos errores.
que Es posible
Zinóviev que
considere esta resolución es
equivocada. Pero, en este caso, hay que decirlo clara
y francamente, como corresponde a un bolchevique.
Sin embargo, Zinóviev no lo hace, por algún motivo.
Prefiere seguir otro camino, el camino de atacar por
la espalda la resolución de la XIV Conferencia del
Partido, silenciando esta resolución, sin criticarla
abiertamente en lo más cree, por lo
mínimo. Zinóviev
visto, que este camino le a su
conduce mejor
objetivo. Y su objetivo no es más que uno: «mejorar»
la resolución y enmendarle la plana «un poquito» a

218
Subrayado por mí. J. St.
219
Subrayado por mí. J. St.
220
Subrayado por mí. J. St.
221
Subrayado por mí. J. St.

J. V. Stalin

Lenin. No creo que sea preciso demostrar que


Zinóviev se ha equivocado en sus cálculos.
¿De dónde proviene el error de Zinóviev? ¿Dónde
reside la raíz de su error?
La raíz de este error reside, a mi juicio, en que
Zinóviev está convencido de que el atraso técnico de
nuestro país es un obstáculo insuperable para la
edificación de la sociedad socialista completa, de que
el proletariado no puede llevar a cabo la edificación
del socialismo debido al atraso técnico de nuestro
país. Zinóviev y Kámenev habían intentado una vez
exponer este argumento en una de las sesiones de CC
del Partido, en vísperas de la Conferencia celebrada
222.
por el Partido en abril Pero se les dió la réplica
adecuada, y se vieron obligados a retroceder,
sometiéndose formalmente al punto de vista opuesto,
al punto de vista de la mayoría del CC. Pero, con ese
sometimiento formal Zinóviev ha proseguido durante
todo el tiempo su lucha contra este punto de vista de
la mayoría del CC. He aquí lo que dice a propósito de
este «incidente», producido en el CC del PC(b) de
Rusia, el Comité de Moscú de nuestro Partido, en su
«Respuesta» a la carta de la Conferencia del Partido
223:
de la provincia de Leningrado

«No hace mucho tiempo, Kámenev y Zinóviev


mantuvieron en el Buró Político el punto de vista de
que, a causa de nuestro atraso técnico y económico,
no podremos vencer las dificultades interiores, a
menos de que venga a salvarnos la revolución
internacional. Pero nosotros, con la mayoría del CC,
entendemos que podemos edificar el socialismo, que
lo estamos edificando y que terminaremos de
edificarlo, no obstante nuestro atraso técnico y a
pesar de él. Entendemos que esta edificación irá,
naturalmente, mucho más despacio de lo que iría
bajo las condiciones de un triunfo mundial, sin pero,
embargo, avanzamos y seguiremos avanzando.
Entendemos asimismo que el punto de vista de
Kámenev y Zinóviev expresa la falta de fe en las
fuerzas internas de nuestra clase obrera y de las
masas campesinas que la siguen. Creemos que
sustentar ese punto de vista es desviarse de la
posición mantenida por Lenin» (v. la «Respuesta»).

Este documento apareció en la prensa durante las


primeras sesiones del XIV Congreso del Partido.
Zinóviev pudo, naturalmente, manifestarse en contra
de este documento ya en el mismo Congreso. Es
significativo que Zinóviev y Kámenev no
encontrasen argumentos que oponer a esta grave
acusación lanzada contra ellos por el Comité de
222
Se alude a la XIV Conferencia del PC(b) de Rusia, celebrada
del 27 al 29 de abril de 1925.
223
La respuesta del Comité de Moscú del PC(b) de Rusia a la
carta de la XXII Conferencia de la organización del Partido de la
provincia de Leningrado, carta que era una maniobra fraccional
de los partidarios de Zinóviev y Kámenev.

Cuestiones del leninismo

Moscú de nuestro Partido. ¿Es esto casual? creo


Yo
que no es casual. Por lo visto, la acusación acertó en
el blanco. Zinóviev y Kámenev dieron la callada por
«respuesta» a esta acusación, porque no tenían con
qué «matarla».
La«nueva oposición» se siente ofendida porque
se acuse a Zinóviev de falta de fe en el triunfo de la
edificación socialista en nuestro país. Pero si
Zinóviev, después de un año entero de discutirse la
cuestión del triunfo del socialismo en un solo país;
después de haber sido rechazado por el Buró Político
del CC (abril de 1925) el punto de vista de Zinóviev;
después de haberse formado en el Partido una
opinión definida a este respecto, expresada en la
conocida resolución de la XIV Conferencia del
Partido (abril de 1925); si, después de todo esto;
Zinóviev se decide a manifestarse en su libro «El
leninismo» (septiembre de 1925) en contra del punto
de vista del Partido; si, más tarde, repite estas
manifestaciones en ¿cómo puede
el XIV Congreso,
explicarse todo ello, esa obstinación, esa contumacia
en defender su error, como no sea porque Zinóviev
esté contaminado, incurablemente contaminado, de la
falta de fe en el triunfo de la edificación socialista en
nuestro país?
Zinóviev quiere presentar como su falta de fe
internacionalismo. Pero ¿desde cuándo se
acostumbra entre nosotros a considerar como
internacionalismo el desviarse del leninismo en una
cuestión cardinal del leninismo?
¿No sería más exacto decir que quien peca aquí
contra el internacionalismo y la revolución
internacional, no es el Partido, sino Zinóviev? ¿Pues
qué es nuestro país, el país del «socialismo en
construcción», sino la base de la revolución mundial?
Pero ¿puede, acaso, nuestro país ser la verdadera
base de la revolución mundial si no es capaz de llevar
a cabo la edificación de la sociedad socialista?
¿Acaso puede nuestro país seguir siendo el poderoso
centro de atracción para los obreros de todos los
países, como lo es indudablemente en la actualidad,
si no es capaz de conseguir dentro de sus fronteras el
triunfo sobre los elementos capitalistas de nuestra
economía, el triunfo de la edificación socialista? Yo
entiendo que no. ¿Y acaso no se desprende de esto
que la falta de fe en el triunfo de la edificación
socialista, que el predicar esta falta de fe conduce a
desprestigiar a nuestro país como base de la
revolución mundial, y que este descrédito de nuestro
país conduce,a su vez, a debilitar el movimiento
revolucionario mundial? ¿Cuáles eran los medios de
que se valían los señores socialdemócratas para
ahuyentar de nuestro lado a los obreros? Ellos
afirmaban que «los rusos no conseguirán nada».
¿Con qué batimos nosotros ahora a los
socialdemócratas, atrayendo una serie interminable
de delegaciones obreras y reforzando con ello las
posiciones del comunismo en el mundo entero? Con

143

nuestros éxitos en la edificación del socialismo. ¿Y


acaso no está claro, después de esto, que quien
predica la falta de fe en nuestros éxitos en la
edificación del socialismo, ayuda indirectamente a
los socialdemócratas, debilita la amplitud del
movimiento revolucionario internacional, se aparta
inevitablemente del internacionalismo?
Como veis, el «internacionalismo» de Zinóviev
no sale mejor parado que su «leninismo cien por
cien» en lo referente a la edificación del socialismo
en un solo país.
Por eso, el XIV Congreso del Partido ha
procedido acertadamente al definir las concepciones
de la «nueva oposición» como «falta de fe en la
edificación del socialismo» y como «tergiversación
del leninismo».

VII. La lucha por el triunfo de la edificación


socialista
Entiendo que la falta de fe en el triunfo de la
edificación socialista es el error fundamental de la
«nueva oposición». Este error es, a mi juicio, el
fundamental, porque de él derivan todos los demás
errores de la «nueva oposición». Sus errores en las
cuestiones de la Nep, del capitalismo de Estado, del
carácter de nuestra industria socialista, del papel de
la cooperación bajo la dictadura del proletariado, de
los métodos de lucha contra y
los kulaks, del papel
del peso del campesinado errores
medio; todos estos
derivan del error fundamental de la oposición, de su
falta de fe en la posibilidad de llevar a cabo la
edificación de la sociedad socialista con las fuerzas
de nuestro país.
¿Qué significa la falta de fe en el triunfo de la
edificación socialista en nuestro país?
Significa, ante todo, falta de seguridad en que las
masas fundamentales del campesinado, debido a
determinadas condiciones del desarrollo de nuestro
país, puedan incorporarse a la edificación socialista.
Significa, en segundo lugar, falta de seguridaden
que el proletariado de nuestro país, dueño de las
posiciones dominantes de la economía nacional, sea
capaz de atraer a las masas fundamentales del
campesinado a la edificación socialista.
De estas tesis parte tácitamente la oposición en
sus razonamientos sobre el camino de nuestro
desarrollo, y lo mismo da que lo haga consciente o
inconscientemente.
¿Se puede incorporar a la masa fundamental, del
campesinado soviético a la edificación socialista?
En el folleto «Los fundamentos del leninismo»
hay a este respecto dos tesis esenciales:

1) «No que confundir al campesinado de la


hay
Unión Soviética con el campesinado del Occidente.
Un campesinado que ha pasado por la escuela de tres
revoluciones, que ha luchado del brazo del
proletariado y bajo la dirección del proletariado

144

contra el zar y un campesinado que


el Poder burgués,
ha recibido manos de la revolución proletaria la
de
tierra y la paz y que, por ello, se ha convertido en
reserva del proletariado, este campesinado no puede
por menos de diferenciarse del campesinado que ha
luchado en la revolución burguesa bajo la dirección
de la burguesía liberal, ha recibido la tierra de manos
de esta burguesía y se ha convertido, por ello, en
reserva de la burguesía. Huelga demostrar que el
campesino soviético, acostumbrado a apreciar la
amistad política y la colaboración política del
proletariado y que debe su a esta amistad y a
libertad
esta colaboración, no puede por menos de estar
extraordinariamente predispuesto a colaborar
económicamente con el proletariado».
2) «No hay que confundir la agricultura de Rusia
con la del Occidente. En el Occidente, la agricultura
se desarrolla siguiendo la ruta habitual del
capitalismo, en una
medio de
profunda
diferenciación de los campesinos, con grandes fincas
y latifundios privados capitalistas en uno de los
polos, y, en el otro, pauperismo, miseria y esclavitud
asalariada. Allí son completamente naturales, a
consecuencia de ello, la disgregación y la
descomposición. No sucede así en Rusia. En nuestro
país, la agricultura no puede desarrollarse siguiendo
esa ruta, ya que la existencia del Poder Soviético y la
nacionalización de los instrumentos y medios de
producción fundamentales no permiten semejante
desarrollo. En Rusia, el desarrollo de la agricultura
debe seguir otro camino, el camino de la cooperación
de millones de campesinos pequeños y medios, el
camino del desarrollo de la cooperación en masa en
el campo, fomentada por el Estado mediante créditos
concedidos en condiciones ventajosas. Lenin
indicaba acertadamente, en sus artículos sobre la
cooperación, que el desarrollo de la agricultura de
nuestro país debía seguir un camino nuevo,
incorporando a mayoría de
la los campesinos a la
edificación socialistaa través de la cooperación,
introduciendo gradualmente en la economía rural el
principio del colectivismo, primero en la venta de los
productos agrícolas y después en su producción...
Nocreo que sea necesario demostrar que la
inmensa mayoría de los campesinos seguirá de buen
grado esta nueva vía de desarrollo, rechazando la vía
de los latifundios privados capitalistas y de la
esclavitud asalariada, la vía de la miseria y de la
224.
ruina»

¿Son exactas estas tesis?


Yo creo que estas dos tesis son exactas e
irrefutables para todo nuestro período de edificación,
bajo las condiciones de la Nep.
No son sino la expresión de las conocidas tesis de
Lenin de la alianza del proletariado y el

224
Véase: J. V. Stalin, Obras, t. 6, págs. 137, 139-140 y 141, ed.
en español.

J. V. Stalin

campesinado, de la incorporación de las haciendas


campesinas al sistema del desarrollo socialista del
país, de la necesidad deque el proletariado marche
hacia el socialismo con las masas fundamentales del
campesinado; de que la incorporación de las masas
de millones y millones de campesinos a la
cooperación es el principal camino de la edificación
socialista en el campo; de que, con el crecimiento de
nuestra industria socialista, «para nosotros, el simple
desarrollo de la cooperación se identifica... con el
desarrollo del socialismo» (v. t. XXVII, pág. 396).
En efecto, es
¿cuál el camino que puede y debe
seguir en nuestro país el desarrollo de la economía
campesina?
La economía campesina no es una economía
capitalista. La economía campesina, si nos fijamos en
la aplastante mayoría de las haciendas campesinas, es
una economía de pequeña producción mercantil, ¿Y
qué es la economía campesina de pequeña
producción mercantil? Es una economía que se halla
en una encrucijada entre el capitalismo y el
socialismo. Puede evolucionar hacia el capitalismo,
que es lo que ocurre actualmente en los países
capitalistas, o hacia el socialismo, que es lo que debe
ocurrir en nuestro país, bajo la dictadura del
proletariado.
¿De dónde provienen esa inestabilidad y esa falta
de independencia de la economía campesina? ¿Cómo
se explican?
Se explican por la dispersión de las haciendas
campesinas, por su falta de organización, por su
dependencia de la ciudad, de la industria, del sistema
de crédito, del carácter en el
del Poder imperante
país; finalmente, por el bien conocido hecho de que
el campo marcha y tiene necesariamente que
marchar, tanto en el aspecto material como en el
cultural, tras la ciudad.
El camino capitalista de desarrollo de la economía
campesina pasa a través de una profundísima
diferenciación del campesinado, creando, en un polo,
grandes latifundios y, en el otro polo, depauperación
en masa. Este camino de desarrollo es inevitable en
los países capitalistas, porque el campo, la economía
campesina, depende de la ciudad, de la industria, del
crédito concentrado en la ciudad, del carácter del
Poder, y en la ciudad impera la burguesía, la
industria capitalista, el sistema capitalista de crédito,
el Poder capitalista del Estado.
¿Es acaso forzoso que las haciendas campesinas
sigan este camino en nuestro país, donde la ciudad
presenta una fisonomía completamente distinta,
donde la industria está en manos del proletariado,
donde los transportes, el sistema de crédito, el Poder
del Estado, etc. están concentrados en manos del
proletariado, donde la nacionalización de la tierra es
ley que rige para todo el país? ¡Naturalmente que no
es forzoso! Por el contrario, precisamente porque la
ciudad dirige al campo, y quien impera en la ciudad

Cuestiones del leninismo

en nuestro país es el proletariado, en cuyas manos


están todas las posiciones dominantes de la economía
nacional; precisamente por esto, las haciendas
campesinas tienen que seguir en su desarrollo otro
camino, el camino de la edificación socialista.
¿En qué consiste este camino?
Este camino consiste en incorporar en masa los
millones de haciendas campesinas a todas las formas
de la cooperación; en unir las haciendas campesinas
dispersas en torno a la industria socialista; en
implantar los principios del colectivismo entre el
campesinado, en lo tocante a la venta de los
primero
productos agrícolas y al abastecimiento de las
haciendas campesinas con artículos de la ciudad, y
luego en lo que se refiere a la producción agrícola.
Y cuanto más lejos se vaya, más inevitable será
este camino en las condiciones de la dictadura del
proletariado, pues la incorporación al régimen
cooperativo en el terreno de la venta, en el
abastecimiento y, por último, en el terreno del crédito
y de la producción (cooperativas agrícolas),es el
único camino para elevar el bienestar en el campo, es
el único medio para salvar a las grandes masas
campesinas de la miseria y de la ruina.
que, por su situación, el campesinado de
Se dice,
nuestro país no es socialista y que, debido a esto, es
incapaz de desarrollarse en un sentido socialista.
Naturalmente, es cierto que el campesinado, por su
situación no es socialista. Pero esto no es un
argumento en contra del desarrollo de las haciendas
campesinas por el camino del socialismo, una vez
sentado que el campo sigue a la ciudad y que en la
ciudad domina la industria socialista. Durante la
Revolución de Octubre, el campesinado tampoco era
socialista por su y no quería, ni mucho
situación
menos, implantar elen nuestro país.
socialismo
Luchaba entonces, principalmente, por acabar con el
poder de los terratenientes, poner fin a la guerra y
establecer la paz. Y, sin embargo, siguió entonces al
proletariado socialista. ¿Por qué? Porque el
derrocamiento de la burguesía y la toma del Poder
por el proletariado socialista era entonces el único
camino para salir de la guerra imperialista, el único
camino para establecer la paz. Porque entonces no
había ni podía haber otros caminos. Porque nuestro
Partido logró entonces hallar, descubrir un grado de
conjugación de los intereses específicos del
campesinado (el derrocamiento de los terratenientes,
la paz) con los intereses generales del país (dictadura
del proletariado), un grado de subordinación de los
primeros a los segundos que resultó y
aceptable
ventajoso para el campesinado. Y, pese a no ser
socialista, el campesinado siguió entonces al
proletariado socialista.
Lo mismo hay que decir acerca de la edificación
socialistaen nuestro país y de la incorporación del
campesinado a los cauces de esta edificación. El
campesinado no es socialista por su situación. Pero

145

tiene que seguir, y seguirá forzosamente, el camino


del desarrollo socialista, pues fuera de la alianza con
el proletariado, fuera de la ligazón con la industria
socialista, fuera de la incorporación de las haciendas
campesinas al cauce general del desarrollo socialista
mediante la incorporación en masa del campesinado
al régimen cooperativo, no hay ni puede haber otros
caminos para salvar al campesinado de la miseria y
de la ruina.
¿Por qué ha de ser precisamente mediante la
incorporación en masa del campesinado al régimen
cooperativo?
Porque en la incorporación en masa al régimen
cooperativo «hemos encontrado el grado de
conjugación de los intereses privados, de los
intereses comerciales privados, con los intereses
generales, los métodos de comprobación y de control
de los intereses privados por el Estado, el grado de su
subordinación a los intereses generales» (Lenin),
aceptable y ventajoso para el campesinado y que
permite al proletariado incorporar a la masa
fundamental del campesinado a la edificación
socialista. El campesinado encuentra ventajas en
organizar la venta de sus mercancías y en el
abastecimiento de sus haciendas con máquinas
mediante el sistema de la cooperación, y,
precisamente por ello, el campesinado tiene que
seguir y seguirá el camino de la incorporación en
masa al régimen cooperativo.
¿Y qué significa la incorporación en masa de las
haciendas campesinas al régimen cooperativo,
contando con la supremacía de la industria socialista?
Significa que la economía campesina de pequeña
producción mercantil abandonará el viejo camino
capitalista -que entraña la ruina en masa del
campesinado- y tomará un nuevo camino, el camino
de la edificación socialista.
He aquí porqué la lucha por el nuevo camino de
desarrollo de la economía campesina, la lucha por la
incorporación de la masa fundamental del
campesinado a la edificación del socialismo es una
tarea inmediata de nuestro Partido.
El XIV Congreso del PC(b) de la URSS ha
procedido, por tanto, acertadamente, al decir que:

«El camino fundamental de la edificación del


socialismo en el campo, a condición de que sea cada
vez mayor la dirección económica ejercida por la
industria estatal socialista, por las instituciones
estatales de crédito y por otras posiciones dominantes
en manos del proletariado, es el de incorporar la
masa fundamental del campesinado a la organización
cooperativa y asegurar el desarrollo socialista de esta
organización, utilizando, venciendo y eliminando a
sus elementos capitalistas» (v, la resolución del
Congreso sobre el informe del CC).

El profundísimo error de la «nueva oposición»

146

consiste en no tener fe en este nuevo camino de


desarrollo del campesinado, en no ver o
no
comprender que bajo la dictadura del proletariado ese
camino es inevitable. Y no lo comprende porque no
tiene fe en el triunfo de la edificación socialista en
nuestro país, porque no tiene fe en la capacidad de
nuestro proletariado para conseguir que el
campesinado le siga por el camino del socialismo.
De aquí la incomprensión del doble carácter de la
Nep, la exageración de los lados negativos de la Nep
y su interpretación como un retroceso,
fundamentalmente.
De aquí que se exagere el papel de los elementos
capitalistas de nuestra economía y se disminuye el
papel de las palancas de nuestro desarrollo socialista
(la industria socialista, el sistema de crédito, la
cooperación, el Poder del proletariado, etc.).
De aquí la incomprensión del carácter socialista
de nuestra industria estatal y las dudas en cuanto al
acierto del plan cooperativo de Lenin.
De aquí que se exagere el proceso de
diferenciación en el campo; de aquí el pánico ante el
kulak y que se disminuye el papel de los campesinas
medios; de aquí los intentos de malograr la política
del Partido encaminada a asegurar una alianza sólida
con el campesino medio, y, en general, los continuos
saltos de un extremo a otro en la cuestión de la
política del Partido en el campo.
De aquí la incomprensión de la enorme labor
realizada por el Partido para incorporar a las masas
de millones y millones de obreros y de campesinos a
la construcción de la industria y de la agricultura, a la
obra de vivificar las cooperativas y los Soviets, a la
administración del país, a la lucha contra el
burocratismo, a la lucha por el mejoramiento y la
transformación de nuestro aparato estatal, lucha que
marca una nueva fase de desarrollo y sin la que no es
concebible ninguna edificación socialista.
De aquí la desesperación y la desorientación ante
las dificultades de nuestra obra de edificación, las
dudas respecto a la posibilidad de llevar a cabo la
industrialización de nuestro país, la charlatanería
pesimista sobre la degeneración del Partido, etc.
Allí, en el campo burgués, todo o
marcha
más
menos bien; en cambio en nuestro
campo, en el
campo proletario, todo marcha más o menos mal; si
la revolución de los países occidentales no llega a
tiempo, nuestra causa está perdida: he ahí el tono
general de la «nueva oposición», tono que es, a mi
juicio, liquidacionista, pero que la oposición quiere
hacer pasar, por alguna razón (probablemente, para
despertar la hilaridad), por «internacionalismo».
La Nep es el capitalismo, dice la aposición. La
Nep es, fundamentalmente, un retroceso, dice
Zinóviev. Todo eso es, naturalmente, falso. En
realidad, la Nep es una política del Partido que
admite la lucha entre los elementos socialistas y
capitalistas y que se propone el triunfo de los

J. V. Stalin

elementos socialistas sobre los elementos capitalistas.


En realidad, sólo el comienzo de la Nep ha sido un
repliegue; pero que se persigue es
lo efectuar en el
curso del repliegue un reagrupamiento de fuerzase
iniciar la ofensiva. En realidad, llevamos ya unos
cuantos años luchando con éxito a la ofensiva, pues
vamos desarrollando nuestra industria, vamos
desarrollando el comercio soviético, vamos
desalojando sus posiciones al capital privado.
de
Pero ¿cuál es el sentido de la tesis de que la Nep
es el capitalismo, de que la Nep es,
fundamentalmente, un retroceso? ¿De qué parte esta
tesis?
Parte del falso supuesto de que en nuestro país se
está llevando a cabo actualmente una simple
restauración del capitalismo, un simple «retorno» del
capitalismo. Sólo este supuesto puede explicar las
dudas de la oposición respecto al carácter socialista
de nuestra industria. Sólo este supuesto puede
explicar el pánico de la oposición ante el kulak. Sólo
este supuesto puede explicar la prisa con que la
oposición se ha agarrado a las cifras falsas sobre la
diferenciación del campesinado. Sólo este supuesto
puede explicar que la oposición olvide con tanta
facilidad que el campesino medio es, en nuestro país,
la figura central de la agricultura. Sólo este supuesto
puede explicar el menosprecio del peso del
campesino medio y las dudas respecto al plan
cooperativo de Lenin. Sólo este supuesto puede
«motivar» la falta de fe de la «nueva oposición» en el
nuevo camino de desarrollo del campo, en el camino
de la incorporación del campo a la edificación
socialista.
En realidad, en nuestro país no se está
produciendo actualmente un proceso unilateral de
restauración del capitalismo, sino un proceso
bilateral de desarrollo del capitalismo y de desarrollo
del socialismo, un proceso contradictorio de lucha de
los elementos socialistas contra los elementos
capitalistas, un proceso en el que los elementos
socialistas van venciendo a los elementos
capitalistas. Esto es tan indiscutible respecto a la
ciudad, donde la base del socialismo es la industria
del Estado, como respecto al campo, donde el asidero
fundamental para el desarrollo socialista es la
cooperación en masa ligada con la industria
socialista.
La simplerestauración del capitalismo es
imposible, por el mero hecho de que el Poder, en
nuestro país, es un Poder proletario, de que la gran
industria está en manos del proletariado, de que los
transportes y el crédito se hallan a disposición del
Estado proletario.
El proceso de diferenciación en el campo no
puede revestir las proporciones anteriores, el
campesino medio sigue constituyendo la masa
fundamental del campesinado, y el kulak no puede
recobrar su fuerza anterior, aunque sólo sea por el

Cuestiones del leninismo

hecho de que en nuestro país la tierra está


nacionalizada, ha dejado de ser una mercancía y
nuestra política comercial, crediticia, fiscal y
cooperativa tiende a restringir las tendencias
explotadoras de los kulaks, elevar el bienestar de las
grandes masas del campesinado y nivelar los
extremos en el campo. Prescindo del hecho de que la
lucha contra los kulaks se desarrolla actualmente en
nuestro país no sólo en la vieja dirección, en la de
organizar a los campesinos pobres contra los kulaks,
sino también en una nueva dirección, en la de
consolidar la alianza del proletariado y de los
campesinos pobres con las masas de campesinos
medios contra los kulaks. El que la oposición no
comprenda el sentido y el alcance de la lucha contra
los kulaks en esta segunda dirección, confirma una
vez más que la oposición se desvía hacia el viejo
camino de desarrollo del campo, hacia el camino del
desarrollo capitalista, en el que el kulak y los
campesinos pobres constituían las fuerzas
fundamentales del campo, mientras que los
campesinos medios «mermaban».
La cooperación es una modalidad del capitalismo
de Estado, dice la oposición, remitiéndose al folleto
de Lenin «El impuesto en especie», razón por la cual
la oposición no tiene fe en la posibilidad de utilizar la
cooperación como asidero principal para el desarrollo
socialista. La oposición comete también aquí un error
gravísimo. Esta interpretación de la cooperación era
suficiente y satisfactoria en 1921, cuando fue escrito
el folleto «El impuesto en especie», cuando no
teníamos una industria socialista desarrollada,
cuando Lenin concebía el capitalismo de Estado
como posible forma fundamental de nuestra actividad
económica y veía la cooperación en conexión con el
capitalismo de Estado. Pero hoy, este modo de tratar
el asunto ya no basta y está superado por la historia,
pues de entonces acá los tiempos han cambiado, la
industria socialista se ha desarrollado, el capitalismo
de Estado no ha echado raíces en la medida
apetecida, y la cooperación, que hoy abarca más de
una decena de millones de miembros, ha comenzado
a ligarse ya con la industria socialista.
¿Cómo, si no, puede explicarse que, ya a los dos
años de haber escrito «El impuesto en especie», es
decir, en 1923, Lenin comenzase a considerar la
cooperación de un modo distinto, entendiendo que
«bajo nuestras condiciones, a cada paso la
cooperación coincide plenamente con el
socialismo»? (v. t. XXVII, pág. 396).
¿Cómo se explica esto si no es por el hecho de
que durante estos dos años la industria socialista tuvo
tiempo mientras que el capitalismo
de desarrollarse,
de Estado no arraigó lo bastante, razón por la cual
Lenin comenzó a considerar la cooperación, ya no en
conexión con el capitalismo de Estado, sino en
conexión con la industria socialista?
Las condiciones de desarrollo de la cooperación

147

habían cambiado. Y, con ellas, tenía que cambiar


también el modo de abordar el problema de la
cooperación,
He aquí, por ejemplo, un notable pasaje tomado
del folleto de Lenin «Sobre la cooperación» (1923),
que arroja luz en este problema:

«En el capitalismo de Estado, las empresas


cooperativas se diferencian de las empresas
capitalistas de Estado, en primer lugar, en que son
empresas privadas y, en segundo lugar, en que son
empresas colectivas. Bajo nuestro régimen actual, las
empresas cooperativas se diferencian de las empresas
capitalistas privadas por ser empresas colectivas,
225
pero no se diferencian de las empresas socialistas,
siempre y cuando que se basen en la tierra y empleen
medios de producción pertenecientes al Estado, es
decir, a la clase obrera» (v. t. XXVIII, pág. 396).

En este breve pasaje se resuelven dos grandes


problemas. Primero, el problema de que «nuestro
régimen actual» no es el capitalismo de Estado.
Segundo, el problema de que las empresas
cooperativas, consideradas en conexión con «nuestro
régimen», «no se diferencian» de las empresas
socialistas.
Creo que es difícil expresarse con mayor claridad.
Y he aquí otro pasaje tomado del mismo folleto
de Lenin:

«Para nosotros, el simple desarrollo de la


cooperación se identifica (salvo la «pequeña»
excepción indicada más arriba)con el desarrollo del
socialismo, y al mismo tiempo nos vemos obligados
a reconocer el cambio radical producido en todo
nuestro punto de vista sobre el socialismo» (v. lugar
citado).

que el folleto «Sobre la cooperación»


Es evidente
nos sitúa un nuevo modo de apreciar la
ante
cooperación, cosa que la «nueva oposición» no
quiere reconocer, silenciándolo cuidadosamente, a
despecho de la realidad, a despecho de la verdad
evidente,a despecho del leninismo.
Unacosa es la cooperación considerada en
conexión con el capitalismo de Estado y otra cosa es
la cooperación considerada en conexión con la
industria socialista.
Sin embargo, de esto no se puede sacar la
conclusión de que entre el trabajo «El impuesto en
especie» y el folleto «Sobre la cooperación» media
un abismo. Esto es, naturalmente, falso. Basta con
remitirse, por ejemplo, al siguiente pasaje tomado de
«El impuesto en especie», para comprender en
seguida el lazo indisoluble que hay entre este trabajo
y el folleto «Sobre la cooperación», en lo que se

225
Subrayado por mí. J. St.

148

refiere al modo de apreciar la cooperación. He aquí el


pasaje en cuestión:

paso de la práctica concesionista al socialismo


«El
es paso de una forma de gran producción a otra
el
forma de gran producción. El paso de la cooperación
de los pequeños productores al socialismo es el paso
de la pequeña producción a la gran producción, es
decir, una transición más compleja, pero capaz, en
cambio, de abarcar, en caso de éxito, a masas más
extensas de la población, capaz de extirpar raíces
más profundas y más vivaces de las viejas relaciones
226,
presocialistas e incluso precapitalistas, que son las
que mas resistencia oponen a toda «innovación»» (v,
t. XXVI, pág. 337).

Por esta cita se ve que ya en el período de «El


impuesto en especie», cuando todavía no teníamos
una industria socialista desarrollada, Lenin reputaba
posible transformar la cooperación, en caso de éxito,
en un poderoso medio de lucha contra las relaciones
«presocialistas», y, por tanto, contra las relaciones
capitalistas también. Creo que fue precisamente esta
idea la que le sirvió más tarde de punto de partida
para su folleto «Sobre la cooperación».
Pero ¿qué se desprende de todo esto?
De todo esto se desprende que la «nueva
oposición» no aborda el problema de la cooperación
de un modo marxista, sino de una manera metafísica.
No ve en la cooperación un fenómeno histórico,
enfocado en conexión con otros fenómenos, en
conexión, por ejemplo, con el capitalismo de Estado
(en 1921) o con la industria socialista (en 1923), sino
como algo inmutable, plasmado de una vez para
siempre, como una «cosa en sí».
De aquí provienen los errores de la oposición en
el problema de la cooperación; de aquí su falta de fe
en que el campo se desarrolle hacia el socialismo a
través de la cooperación; de aquí su desviación hacia
el viejo camino, hacia el camino de desarrollo
capitalista del campo.
Tal es, en términos generales, la actitud de la
«nueva oposición» ante los problemas prácticos de la
edificación socialista.
Sólo cabe una conclusión: la línea de la oposición
-en la medida en que tiene una línea-, las
vacilaciones y titubeos de la oposición, su falta de fe
en nuestra causa y su desorientación frente a las
dificultades, llevan a la capitulación ante los
elementos capitalistas de nuestra economía.
En efecto, si la Nep es, fundamentalmente, un
retroceso, si se pone en duda el carácter socialista de
la industria de Estado, si el kulak es casi
omnipotente, si hay que cifrar pocas esperanzas en la
cooperación, si el papel del campesino medio baja en
proporción progresiva, si el nuevo camino de
desarrollo del campo es dudoso, si el Partido

226
Subrayado por mí. J. St.

J. V. Stalin

degenera o poco menos, y si la revolución en los


países occidentales no está todavía cerca, ¿qué
queda, después de todo esto, en el arsenal de la
oposición?, ¿con qué cuenta la oposición para la
lucha contra los elementos capitalistas de nuestra
economía? Pues no se puede emprender la lucha
227.
contando solamente con la «Filosofía de la época»
Es evidente que el arsenal de la «nueva
oposición», si es que a eso se le puede llamar arsenal,
no tiene nada de envidiable. No es un arsenal de
armas para la lucha. Y mucho menos para el triunfo.
Es evidente que el Partido se vería perdido en «un
dos por tres» si se lanzara a la pelea con semejante
arsenal. Tendría que capitular lisa y llanamente ante
los elementos capitalistas de nuestra economía.
Por eso, el XIV Congreso del Partido ha
procedido con todo acierto al dejar sentado que «la
lucha por el triunfo de la edificación socialista en la
URSS es la tarea fundamental de nuestro Partido»;
que una de las condiciones para cumplir esta tarea es
«la lucha contra la falta de fe en la edificación del
socialismo en nuestro país y contra las tentativas de
considerar a nuestras empresas, que son empresas de
tipo consecuentemente socialista» (Lenin), como
empresas capitalistas de Estado»; que «semejantes
corrientes ideológicas, al hacer imposible una actitud
consciente de las masas ante la edificación del
socialismo en general y de la industria socialista en
particular, sólo sirven para frenar el desarrollo de los
elementos socialistas de la economía y para facilitar
la lucha del capital privado contra ellos»; y que «el
Congreso considera, por tanto, necesario desplegar
una amplia labor educativa con el fin de eliminar
estas tergiversaciones del leninismo» (v. la
resolución sobre el informe del CC del PC(b) de la
URSS).
La significación histórica del XIV Congreso del
PC(b) de la URSS consiste en que ha sabido poner al
desnudo hasta sus raíces los errores de la «nueva
oposición», en que ha repudiado su falta de fe y sus
lamentaciones, en que ha trazado clara y nítidamente
el camino para seguir luchando por el socialismo, en
que ha dado al Partido perspectivas de triunfo y, con
ello, ha infundido al proletariado una fe
inquebrantable en el triunfo de la edificación
socialista.
25 de enero de 1926.

227
«Filosofía de la época»: título de un artículo antipartido

escrito por Zinóviev en 1925.

U�A VEZ MÁS SOBRE LA DESVIACIÓ�


SOCIALDEMÓCRATA E� �UESTRO
PARTIDO

Informe ante el VII Pleno ampliado del CE de IC


del 7 de diciembre de 1926
I. Observaciones previas
Camaradas: Antes de pasar al fondo de la cuestión
permitidme que haga algunas observaciones previas.

1. Contradicciones del desarrollo interno del


partido
La primera cuestión se refiere a la lucha dentro de
nuestro Partido, lucha que no empezó ayer y que no
cesa.
Si se toma la historia de nuestro Partido desde
1903, en que nació como grupo de los bolcheviques,
y se siguen sus etapas posteriores, hasta nuestros
días, puede decirse sin exageración que la historia de
nuestro Partido es la historia de la lucha de las
contradicciones en su seno, la historia de la
superación de esas contradicciones y del
fortalecimiento gradual de nuestro Partido sobre la
base de la superación de esas contradicciones. Podría
creerse que los rusos son demasiado pendencieros,
que les gusta discutir, que engendran discrepancias y
que, por eso, su Partido se desarrolla superando las
contradicciones internas. Eso no es cierto,
camaradas. No se trata de que seamos pendencieros.
Se trata de la existencia de discrepancias de principio
que surgen en el curso del desarrollo del Partido, en
elcurso de la lucha de clase del proletariado. Se trata
de que las contradicciones sólo pueden ser superadas
mediante la lucha por unos y otros principios, por
unos u otros objetivos de la lucha, por unos u otros
métodos de la lucha que conduce a un determinado
objetivo. Se puede y se debe llegar a toda clase de
acuerdos con los que piensan de otro modo dentro
del Partido, cuando se trata de cuestiones de la
política diaria, de cuestiones de carácter puramente
práctico. Pero si esas cuestiones van ligadas a
discrepancias de principio, ningún acuerdo, ninguna
línea «intermedia» puede salvar la situación. No hay
ni puede haber línea «intermedia» en las cuestiones
de principio.
El trabajo del Partido debe basarse en unos
principios o en otros. La línea «intermedia» en
cuestiones de principio es la «línea» de la confusión,
la «línea» de velar las discrepancias, la «línea» de la
degeneración ideológica del Partido, la «línea» de la
muerte ideológica del Partido.
¿Cómo viven y se desarrollan hoy día los partidos
socialdemócratas del Occidente? ¿Hay dentro de
ellos contradicciones, discrepancias de principio?
Claro que sí. ¿Sacan a la superficie esas
contradicciones y tratan de superarlas honrada y
abiertamente, a la vista de las masas del partido? No.
¡Claro que no! La labor práctica de la
socialdemocracia consiste en esconder, en ocultar
esas contradicciones y discrepancias. La labor
práctica de la socialdemocracia consiste en hacer de
sus conferencias y congresos una vacía mascarada de
bonanza de relumbrón, encubriendo y velando
celosamente las discrepancias internas. Pero eso no
puede llevar más que a la confusión y al
empobrecimiento ideológico del partido. Esa es una
de las causas de la caída de la socialdemocracia
europea occidental, en tiempos revolucionaria y
ahora reformista.
Pero nosotros no podemos vivir ni desarrollarnos
así, camaradas. La política de la línea «intermedia»,
cuando se trata de principios, no es nuestra política.
La política de la línea «intermedia», cuando se trata
de principios, es la política de los partidos en
decadencia y degeneración. Esa política no puede por
menos de convertir el partido en un huero aparato
burocrático, que da vueltas como una rueda loca y se
encuentra divorciado de las masas obreras. Ese
camino no es el nuestro.
Todo el pasado de nuestro Partido refrenda la
afirmación de que su historia es la historia de la
superación de las contradicciones en su seno y del
fortalecimiento constante de sus filas sobre la base de
esa superación.
Tomemos el primer período, el período de la
«Iskra», o el del II Congreso de nuestro Partido,
cuando por primera vez aparecieron dentro de él
discrepancias entre bolcheviques y mencheviques y
cuando las altas esferas de nuestro Partido se
dividieron, en fin de cuentas, en dos partes: la parte
bolchevique (Lenin) y la parte menchevique
(Plejánov, Axelrod, Mártov, Zasúlich y Potrésov).
Lenin estaba entonces solo. ¡Si supieseis la de gritos
y alaridos que entonces se levantaron en torno a los
«insustituibles», que se habían alejado de Lenin!
Pero la experiencia de la lucha y la historia del
Partido mostraron que esa divergencia tenía una base

150

de principios, que esa divergencia era una etapa


necesaria para el nacimiento y el desarrollo de un
partido verdaderamente revolucionario y
verdaderamente marxista. La experiencia de la lucha
mostró entonces, en primer lugar, que lo importante
no era la cantidad, sino la calidad, y, en segundo
lugar, que lo que hacía falta no era una unidad
formal, sino que la unidad tuviese una base de
principios. La historia mostró que Lenin tenía razón
y que los «insustituibles» no la tenían. La historia
mostró que, si no se hubieran superado esas
contradicciones entre Lenin y los «insustituibles», no
tendríamos un verdadero partido revolucionario.
Tomemos el período siguiente, el período de
vísperas de la revolución de 1905, cuando los
bolcheviques y los mencheviques seguían
enfrentados todavía en el seno de un mismo partido,
formando dos campos con dos plataformas
completamente distintas; cuando los bolcheviques
pisaban el umbral de la escisión formal del Partido y
cuando, para defender la línea de nuestra revolución,
se vieron obligados a convocar un congreso aparte (el
III Congreso). ¿Por qué venció entonces el sector
bolchevique del Partido?, ¿por qué se ganó las
simpatías de la mayoría del Partido? Porque no veló
las discrepancias de principio y luchó para superarlas
aislando a los mencheviques.
Podría referirme también a la tercera fase del
desarrollo de nuestro Partido, al período que siguió a
la derrota de la revolución de 1905, al período de
1907, cuando una parte de los bolcheviques, los
llamados «otsovístas», encabezados por Bogdánov,
se apartaron del bolchevismo. Fue ese un período
crítico en la vida de nuestro Partido. Fue un período
en que bastantes bolcheviques de la vieja guardia
abandonaron a Lenin y su Partido. Los mencheviques
voceaban entonces la muerte de los bolcheviques. Sin
embargo, el bolchevismo no murió, y la experiencia
de la lucha demostró, en cosa de año y medio, que
Lenin y su Partido tenían razón al luchar por la
superación de las contradicciones dentro de las filas
del bolchevismo. Esas contradicciones no fueron
superadas velándolas, sino poniéndolas de relieve y
luchando para bien y provecho de nuestro Partido.
Podría referirme asimismo al cuarto período de la
historia de nuestro Partido, al período de 1911-1912,
cuando los bolcheviques reconstruyeron el Partido,
casi destrozado por y expulsaron
la reacción zarista,
a los liquidadores. Y en ese período, como en los
precedentes, los bolcheviques reconstruyeron y
consolidaron el Partido, no velando las discrepancias
de principio con los liquidadores, sino poniéndolas
de relieve y superándolas.
Podría señalar, después, la quinta fase del
desarrollo de nuestro Partido, el período anterior a la
Revolución de Octubre de 1917, cuando una parte de
los bolcheviques, encabezada por ciertos líderes del
Partido, vaciló y no quiso ir a la insurrección de

J. V. Stalin

Octubre, considerándolauna aventura. Es sabido que


los bolcheviques superaron también esa
contradicción, no velando las discrepancias, sino en
lucha abierta por la Revolución de Octubre. La
experiencia de la lucha mostró que de no haber
superado esas discrepancias hubiéramos podido
colocar la Revolución de Octubre en una situación
crítica.
Podría citar, en fin, los períodos siguientes del
desarrollo de nuestra lucha en el seno del Partido, el
período de la paz de Brest-Litovsk, el período de
1921 (discusión sobre y los otros
los sindicatos)
períodos, que vosotros conocéis y acerca de los
cuales no voy a extenderme aquí. Es sabido que en
todos esos períodos, lo mismo que en el pasado,
nuestro Partido creció y se robusteció superando las
contradicciones internas.
¿Qué resulta de todo esto?
Resulta que el PC(b) de la URSS ha crecido y se
ha vigorizado superando las contradicciones internas.
Resulta que la superación de las contradicciones
internas mediante la lucha es ley del desarrollo de
nuestro Partido.
Podrá objetarse que se trata de una ley válida para
el PC(b) de la pero
URSS, no para los demás
Partidos proletarios. Eso no es cierto. Se trata de una
ley del desarrollo de todos los partidos más o menos
grandes, lo mismo si se trata del Partido proletario de
la URSS que de los Partidos proletarios del
Occidente. Si en un partidopequeño de un país
pequeño se puede de una manera u otra velar las
discrepancias, tapándolas con la autoridad de una o
varias personas, en un partido grande de un país
grande es inevitable que el partido se desarrolle,
crezca y se vigorice superando las contradicciones.
Así fue en el pasado. Así es en el presente.
Yo desearía remitirme a la autoridad de Engels,
quien dirigió con Marx, durante varios decenios, los
Partidos proletarios del Occidente. Me refiero a la
década del ochenta del pasado siglo, cuando en
Alemania imperaba la ley de excepción contra los
228,
socialistas Marx y Engels se encontraban
229,
emigrados en Londres y «Der Sozialdemokrat»
órgano clandestino de la socialdemocracia alemana,
editado en el extranjero, dirigía de hecho la labor de
este partido. Bernstein era entonces marxista
revolucionario (aún no se había pasado a los

228
La ley de excepción contra los socialistas fue decretada en
Alemania, en 1878, por el gobierno Bismarck. Dicha ley prohibía
todas las organizaciones del Partido Socialdemócrata, las
organizaciones obreras de masas y la prensa obrera. En virtud de
la ley de excepción se confiscaba la literatura socialista, y los
socialdemócratas eran objeto de represiones. El Partido
Socialdemócrata Alemán se vió obligado a pasar a la
clandestinidad. Bajo la presión del movimiento obrero de masas,
la ley fue abolida en 1890.
229
«Der Sozialdemokrat» («El Socialdemócrata»): periódico
clandestino, órgano de la socialdemocracia alemana; se publicó
desde septiembre de 1879 hasta septiembre de 1890, primero en
Zurich (Suiza) y a partir de octubre de 1888 en Londres.

Una vez más sobre las desviaciones


socialdemócratas en nuestro partido

151

reformistas), y Engels mantenía con él animada


correspondencia acerca de las cuestiones más
candentes en la política de la socialdemocracia
alemana. Por aquel entonces (en 1882), Engels
escribió a Bernstein:

«Al parecer, todo partido obrero de un país grande


sólo puede desarrollarse en lucha interna, en
consonancia completa con las leyes del desarrollo
dialéctico en general. El partido alemán ha llegado a
ser loque es a través de la lucha librada entre los
eisenachianos y los lassalleanos, y la pelea misma
desempeñó aquí un papel importante. La unificación
sólo fue posible cuando ya se había desgastado la
banda de desclasados que Lassalle formó
especialmente para que le sirviese de instrumento; y
aún entonces los nuestros aceptaron con demasiada
presteza la unificación. En Francia, esas gentes que
han sacrificado, bien es verdad, la teoría bakuninista,
pero que continúan utilizando los medios de lucha
bakuninistas y, al mismo tiempo, quieren sacrificar el
carácter de clase del movimiento a sus fines
particulares, deberán también desgastarse antes de
que vuelva a ser posible la unificación. Predicar en
estas circunstancias la unificación sería una solemne
estupidez. Los sermones de moral no curarán las
enfermedades infantiles, que en las circunstancias
actuales son inevitables» (v. «Archivo de C. Marx y
230).
F. Engels», libro I, págs. 324-325

Y añade Engels (en 1885) en otro lugar:

«Las contradicciones nunca pueden ser veladas


por mucho tiempo y se resuelven mediante la lucha»
(v. lugar citado, pág. 371).

Así, ante todo, debe explicarse la existencia de


contradicciones en el seno de nuestro Partido y el
desarrollo de éste superando las contradicciones
mediante la lucha.

2. Origen de las contradicciones dentro del


partido
Pero ¿de dónde proceden esas contradicciones y
discrepancias?, ¿cuál es su origen?
Creo que el origen de las contradicciones en el
seno de los Partidos proletarios reside en dos
circunstancias.
¿Qué circunstancias son ésas?
Me refiero, en primer lugar, a la presión de la
burguesía y de la ideología burguesa sobre el
proletariado y su Partido en el ambiente de la lucha
de clases, presión a la que a menudo ceden las capas
menos firmes del proletariado y, por tanto, las capas
menos firmes del Partido proletario. No puede
considerarse que el proletariado esté aislado por

230
Véase la carta de F. Engels a Eduarto Bernstein del 20 de

octubre de 1882.

completo que se encuentre al margen


de la sociedad,
de la sociedad. es una parte de la
El proletariado
sociedad, está ligado por numerosos hilos a las
diversas capas de la sociedad. Pero el Partido es una
parte del proletariado. Por eso, tampoco puede verse
libre del contacto y de la influencia de las diversas
capas de la sociedad burguesa. La presión de la
burguesía y de su ideología sobre el proletariado y su
Partido se manifiesta en que las ideas, las
costumbres, los hábitos y el estado de ánimo de los
burgueses penetran a menudoen el proletariado y su
Partido a través de ciertas capas del proletariado,
ligadas de una u otra manera con la sociedad
burguesa.
Me refiero, en segundo lugar, a la heterogeneidad
de la clase obrera, a la existencia de diversas capas
dentro de la clase obrera. A mi modo de ver, el
proletariado, como clase, podría ser dividido en tres
capas.
Una capa la compone la masa fundamental del
proletariado, su núcleo, su parte permanente; es la
masa de proletarios «puros», que rompió hace ya
mucho los lazos con la clase de los capitalistas. Esta
capa del proletariado es el apoyo más seguro del
marxismo.
La segunda capa la componen gentes salidas hace
poco de clases no proletarias, de los campesinos, de
las filas pequeñoburguesas, de los intelectuales. Esas
gentes proceden de otras clases, hace poco que han
pasado a formar parte del proletariado y llevan a la
clase obrera sus hábitos, sus costumbres, sus
vacilaciones, sus titubeos. Esta capa ofrece el terreno
más propicio para el surgimiento de grupos
anarquistas, semianarquistas y «ultraizquierdistas» de
toda índole.
Finalmente, la tercera capa la compone la
aristocracia obrera, la élite de la clase obrera, la parte
más acomodada del proletariado, con sus tendencias
al compromiso con la burguesía, con su aspiración
predominante a adaptarse a los poderosos del mundo,
con su afán de «hacer carrera». Esta capa ofrece el
terreno más propicio para los reformistas y
oportunistas declarados.
A pesar de su diferencia exterior, estas dos
últimas capas de la clase obrera constituyen un medio
más o menos común, que nutre al oportunismo en
general: al oportunismo declarado, cuando
predominan las tendencias de la aristocracia obrera, y
al oportunismo encubierto con frases de «izquierda»,
cuando predominan las tendencias de las capas
semipequeñoburguesas de la clase obrera, que no han
roto aún por con el medio pequeñoburgués.
completo
El hecho que las tendencias «ultraizquierdistas»
de
coincidan muy a menudo con las tendencias del
oportunismo declarado no tiene nada de asombroso.
Lenin dijo en repetidas ocasiones que la oposición
«ultraizquierdista» es el reverso de la oposición
derechista, menchevique, declaradamente
152

oportunista. Y eso es muy cierto. Si el


«ultraizquierdista» defiende la revolución sólo
porque espera mañana mismo su triunfo, está claro
que deberá caer en la desesperación y desilusionarse
de la revolución si ésta se retrasa, si no triunfa
mañana mismo.
Es lógico que a cada viraje en el desarrollo de la
lucha de clases, a cada agudización de la lucha y
aumento de las dificultades, la diferencia de
opiniones, de hábitos y de estado de ánimo de las
distintas capas del proletariado se deje sentir
forzosamente en forma de determinadas
discrepancias en el Partido; y la presión de la
burguesía y su ideología debe acentuar
necesariamente esas discrepancias, dándoles salida
en forma de lucha dentro del Partido proletario.
Tal es el origen de las contradicciones y las
discrepancias en el seno del Partido.
¿Es posible esas evitar
contradicciones y
discrepancias? no lo es. Suponer que puedan ser
No,
evitadas significaría engañarse a sí mismo. Engels
tenía razón al decir que es imposible velar durante
mucho tiempo las contradicciones en el seno del
Partido, que esas contradicciones se resuelven
mediante la lucha.
Eso no significa que el Partido deba convertirse
en un club de debates. Al contrario. El Partido
proletario es y debe seguir siendo la organización
combativa del proletariado. Únicamente quiero decir
que es imposible desentenderse de las discrepancias
dentro del Partido y cerrar los ojos a ellas si son
discrepancias de principio. Únicamente quiero decir
que sólo mediante la lucha por una línea basada en
los principios marxistas se podrá salvaguardar al
Partido proletario de la presión y la influencia de la
burguesía. Únicamente quiero decir que sólo
superando sus contradicciones internas es posible
sanear y fortalecer el Partido.

II. Particularidades de la oposición en el PC(b)


de la URSS
Permitidme ahora que pase de las observaciones
previas al problema de la oposición en el PC(b) de la
URSS
Querría, ante todo, señalar algunas
particularidades de la oposición en el seno de nuestro
Partido. Me refiero a externas, a
las particularidades
las que saltan a por el momento las
la vista, sin tocar
discrepancias de fondo. Creo que se podrían reducir a
tres particularidades principales. Se trata, en primer
lugar, de que la oposición en el PC(b) de la URSS es
una oposición unificada, y no una «simple»
oposición, una oposición cualquiera. Se trata, en
segundo lugar, de que la oposición se esfuerza por
encubrir su oportunismo con frases de «izquierda»,
haciendo alarde de consignas «revolucionarias». Se
trata, en tercer lugar, de que la oposición, por ser
amorfa desde el punto de vista de los principios, se

J. V. Stalin

queja a cada paso de que no la han comprendido, de


que sus líderes constituyen, en realidad, una fracción
de «incomprendidos».
Empecemos por la primera particularidad. ¿A qué
se debe que la oposición actúeen nuestro Partido
como oposición unificada, como un bloque de todas
las Corrientes condenadas antes por el Partido, y que,
además, no actúe tan «sencillamente» sino
encabezada por el trotskismo?
Se debe a las circunstancias siguientes.
En primer lugar, a que todas las corrientes
unificadas en el bloque -los trotskistas, la «nueva
oposición», los restos del «centralismo
231
democrático» y los restos de la «oposición
232-
obrera» son, en uno u otro grado, corrientes
oportunistas, que lucharon contra el leninismo desde
que surgieron o que han empezado a combatirlo en
los últimos tiempos. Ni que decir tiene que este rasgo
común debía facilitar su unificación en un bloque
para la lucha contra el Partido.
En segundo lugar, al carácter crítico del período
que atravesamos, a la circunstancia de que el actual
período crítico ha vuelto a plantear tajantemente los
problemas fundamentales y
de nuestra revolución;
como todas esas y continúan
corrientes divergieron
divergiendo de nuestro Partido en unos u otros
problemas de la revolución, es natural que el carácter
del período presente, resumen y balance de todas
nuestras discrepancias, haya empujado a todas esas
Corrientes a formar un bloque único, un bloque
contra la línea fundamental de nuestro Partido.
Huelga decir que esa circunstancia no ha podido por
menos de facilitar la unificación de las diversas
corrientes oposicionistas en un campo común.
En tercer lugar, a la circunstancia de que la fuerza
poderosa y la cohesión de nuestro Partido, de un
lado, y la debilidad de todas las corrientes
oposicionistas, sin excepción, y su divorcio de las
masas, de otro lado, debían condenar obligatoria y

231
Se alude al grupo antipartido en el PC(b) de Rusia, que se
intitulaba grupo del «centralismo democrático». Este grupo se
formó en el período del comunismo de guerra. Los «centralistas
democráticos» negaban el papel dirigente del Partido en los
Soviets, se pronunciaban contra el mando único y la
responsabilidad personal de los directores en la industria, contra
la orientación leninista en las cuestiones de organización y
pedían la libertad de fracciones y grupos en el Partido. El IX y el
X Congresos del Partido condenaron categóricamente a los
«centralistas democráticos». En 1927, el grupo de los
«centralistas democráticos», con los elementos más activos de la
oposición trotskista, fue expulsado del Partido por el XV
Congreso del PC(b) de la URSS.
232
La «oposición obrera»: grupo antipartido anarco-sindicalista
en el PC(b) de Rusia; lo encabezaban Shliápnikov, Medviédev y
otros. El grupo se formó en la segunda mitad de 1920 y luchó
contra la orientación leninista del Partido. El X Congreso del
PC(b) de Rusia condenó a la «oposición obrera» y determinó que
la propaganda de las ideas de la desviación anarco-sindicalista
era incompatible con la pertenencia al Partido Comunista. Más
tarde, los restos de la «oposición obrera» derrotada se unieron al
contrarrevolucionario trotskismo y fueron aplastados, como
enemigos del Partido y del Poder Soviético.

Una vez más sobre las desviaciones


socialdemócratas en nuestro partido

153

evidentemente al fracaso la lucha de esas corrientes


por separado contra el Partido; de ahí que las
corrientes oposicionistas debieran ir inevitablemente
a la unificación de sus fuerzas, para compensar con la
suma de los diversos grupos su debilidad y elevar, de
este modo, aunque fuera en apariencia, las
probabilidades de la oposición.
¿Y a qué se debe que sea precisamente el
trotskismo el que marcha a la cabeza del bloque
oposicionista?
En primer lugar, a que el trotskismo es la
corriente más acabada del oportunismo en nuestro
Partido entre todas las corrientes oposicionistas (el V
Congreso de la Internacional Comunista estaba en lo
cierto al
calificar al trotsikismo de desviación
233).
pequeñoburguesa
En segundo lugar, a que ninguna otra corriente
oposicionista en el seno de nuestro Partido sabe con
tanta habilidad y arte como el trotskismo enmascarar
su oportunismo con frases de «izquierda» y
rrrrevolucionarias.
Esteno es el primer caso en la historia de nuestro
Partido en que el trotskismo se pone a la cabeza de
las corrientes oposicionistas para atacar al Partido.
Querría remitirme a un conocido precedente en la
historia de nuestro Partido, de los años 1910-1914,
cuando, encabezado por Trotski, se formó el bloque
de corrientes oposicionistas antipartido que recibió el
nombre de Bloque de Agosto. Querría remitirme a
ese precedente porque es como un prototipo del
actual bloque oposicionista. Entonces Trotski coligó
contra el Partido a los liquidadores (Potrésov, Mártov
y otros), a los otsovistas (grupo de «Vperiod») y a su
propio grupo.
Y ahora trata de unificar en un bloque
oposicionista a la «oposición obrera», a la «nueva
oposición» y a su propio grupo.
Es sabido que Lenin luchó entonces contra el
Bloque de Agosto en el transcurso de tres años. He
aquí lo que Lenin decía del Bloque de Agosto
entonces, en los comienzos de su formación:

«Por eso declaramos, en nombre del Partido en su


conjunto, que Trotski mantiene una política
antipartido, que él rompe con las leyes del Partido y
entra en la vía de la aventura y la escisión... Calla
Trotski esta verdad porque los fines
indiscutible
reales de su no soportan la verdad. Y los
política
fines reales se ponen cada vez más en claro y se
hacen evidentes incluso para los militantes menos
perspicaces. Esos fines reales son el bloque
antipartido de los Potrésov con los de «Vperiod»,
bloque que Trotski apoya y organiza... Este bloque,

233
El V Congreso Mundial de la Internacional Comunista,
celebrado en Moscú del 17 de junio al 8 de julio de 1924,
después de discutir «La situación económica de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas y la discusión en el PC(b) de
Rusia», apoyó unánimemente al Partido Bolchevique en su lucha
contra el trotskismo.

naturalmente, apoyará el «fondo» de Trotski y la


conferencia antipartido que él convoca, pues los
Potrésov y los de «Vperiod» obtienen aquí lo que
necesitan: libertad para sus fracciones, consagración
de éstas, encubrimiento de su actividad y su defensa
abogacil ante los obreros.
Y precisamente desde el punto de vista de las
«bases de principio», no podemos por menos de
estimar este bloque una aventura en el sentido más
exacto de la palabra. Trotski no se atreve a decir que
en Potrésov y en los otsovistas ve a marxistas
auténticos, a verdaderos defensores de los principios
socialdemócratas. La esencia de la posición del
aventurero reside en que se ve obligado a escurrir el
bulto permanentemente… El bloque de Trotski con
Potrésov y los de «Vperíod» es una aventura
precisamente desde el punto de vista de las «bases de
principio». No es menos cierto esto desde el punto de
vista de las tareas políticas del Partido... La
experiencia del año transcurrido desde el Pleno ha
mostrado en la práctica que precisamente los grupos
de Potrésov, precisamente la fracción de «Vperiod»
encarnan esta influencia burguesa en el
proletariado.... Por último, en tercer lugar, la política
de Trotski es una aventura en el sentido de
organización, pues, según hemos señalado ya, rompe
con las leyes del Partido y, al organizar la
conferencia sólo en nombre de un grupo del
extranjero (o en nombre del bloque de dos fracciones
antipartido: la de «Golos Sotsial-Demokrata» y la de
«Vperiod»), entra francamente en la vía de la
escisión» (v. t. XV, págs. 6.5, 67-70).

Así se manifestaba Lenin acerca del primer


bloque, encabezado por Trotski, de corrientes
antipartido.
Lo mismo debe decirse, en lo fundamental, pero
con mayor crudeza todavía, del bloque actual,
también encabezado por Trotski, de corrientes
antipartido.
A eso obedece que nuestra oposición actúe ahora
como oposición unificada, y no «sencillamente», sino
encabezada por el trotskismo.
Eso es lo que se puede decir de la primera
particularidad de la oposición.
Pasemos a la segunda particularidad. Ya he dicho
que la segunda particularidad de la oposición
consiste en sus grandes esfuerzos para encubrir su
labor oportunista con frases de «izquierda»,
«revolucionarias». No creo posible extenderme aquí
acerca de los hechos demostrativos de las constantes
divergencias entre las palabras «revolucionarias» y la
labor oportunista de nuestra oposición. Bastará
examinar las tesis sobre la oposición aprobadas en la
234,
XV Conferencia del PC(b) de la URSS para

234
La XV Conferencia del PC(b) de la URSS se celebró del 26
de octubre al 3 de e noviembre de 1926. J. V. Stalin, por encargo
del Buró Político del C.C. del PC(b) de la URSS, escribió las

154

comprender el mecanismo de ese enmascaramiento.


Yo desearía aducir únicamente algunos ejemplos de
la historia de nuestro Partido, indicativos de que
dentro de él todas las corrientes oposicionistas
surgidas en el período posterior a la toma del Poder,
han tratado de solapar sus actos no revolucionarios
con frases «revolucionarias», criticando
invariablemente «desde la izquierda» al Partido y su
política.
Tomemos, por ejemplo, a los comunistas «de
izquierda», que intervinieron contra el Partido en el
período de la paz de Brest-Litovsk (1918). Es sabido
que criticaban al Partido «desde la izquierda»,
manifestándose contra la paz de Brest-Litovsk y
calificando la política del Partido de oportunista, de
no proletaria, de conciliadora en relación con los
imperialistas. Y en la práctica resultó que, al
manifestarse contra la paz de Brest-Litovsk, los
comunistas «de izquierda» impedían al Partido
obtener una «tregua», necesaria para organizar y
fortalecer el Poder Soviético, ayudaban a los eseristas
y a los mencheviques, contrarios entonces a la paz de
Brest-Litovsk, y facilitaban la labor del imperialismo,
que quería estrangular en ciernes al Poder Soviético.
Tomemos la «oposición obrera» (1921). Es sabido
que también ella criticaba al Partido «desde la
izquierda», «machacando» por todos los medios la
política de la Nep, «haciendo añicos» la tesis de
Lenin que
de la restauración de la industria debía
empezar por el desarrollo de la agricultura, que
proporciona a la industria las materias primas y los
comestibles necesarios; «estigmatizando» esta tesis
de Lenin como un olvido de los intereses del
proletariado y como una desviación campesina. Y en
la práctica resultó que, sin la política de la Nep, sin el
desarrollo de la agricultura, que proporciona materias
primas y comestibles a la industria, no tendríamos
industria alguna, y el proletariado se habría visto en
un estado de desclasamiento. Además, sabido es
hacia dónde se desarrolló después de esto la
«oposición obrera», si fue hacia la derecha o hacia la
izquierda,
Tomemos, finalmente, el trotskismo, que lleva ya
varios años criticando a nuestro Partido «desde la
izquierda» y es, al mismo tiempo, como
acertadamente lo calificó el V Congreso de la
Internacional Comunista, una desviación
pequeñoburguesa, ¿Qué puede haber de común entre
una desviación pequeñoburguesa y el verdadero
espíritu revolucionario? ¿No está claroque, en este
caso, las frases «revolucionarias» no son sino la
cobertura de la desviación pequeñoburguesa?
No hablo ya de la «nueva oposición», cuyos gritos
«izquierdistas» tienen por objeto encubrir su entrega
al trotskismo.

tesis «El bloque de oposición en el PC(b) de la URSS». El 3 de


noviembre, las tesis fueron aprobadas unánimemente por la
Conferencia como resolución de la misma.

J. V. Stalin

¿Qué nos dicen todos estos hechos?


Que el enmascaramiento «izquierdista» de la
labor oportunista es uno de los rasgos más
característicos de todas y cada una de las corrientes
oposicionistas dentro de nuestro Partido en el período
posterior a la toma del Poder.
¿A qué se debe este fenómeno?
Se debe al espíritu revolucionario del proletariado
de la URSS, a las formidables tradiciones
revolucionarias vivas en el seno de nuestro
proletariado. Se debe al odio manifiesto de los
obreros de la URSS a los elementos
antirrevolucionarios, a los elementos oportunistas. Se
debe a que nuestros obreros no harían el menor caso
a un oportunista declarado; por eso, el
enmascaramiento «revolucionario» es el cebo que,
aunque sólo sea por sus apariencias, debe de llamar
la atención de los obreros e infundirles confianza en
la oposición. Nuestros obreros no pueden
comprender, por ejemplo, cómo los obreros ingleses
no han caído hasta ahora en la cuenta de ahogar a los
traidores del tipo de Thomas, de echarlos a un pozo.
Cualquiera que conozca a nuestros obreros,
comprenderá fácilmente que individuos de la calaña
de Thomas, que oportunistas como Thomas no
podrían vivir tranquilamente entre los obreros
soviéticos. Es sabido, sin embargo, que los obreros
ingleses, lejos de manifestar el propósito de ahogar a
los señores Thomas, todavía los reeligen para el
235,
Consejo General y no los reeligen simplemente,
sino incluso organizan una manifestación. Está claro
que para esos obreros no hace falta poner al
oportunismo una careta revolucionaria, pues no
tienen ningún inconveniente en admitir en su seno a
los oportunistas tal y como son.
¿A qué se debe esto? Se debe a que los obreros
ingleses carecen de tradiciones revolucionarias. Esas
tradiciones se están formando ahora.
revolucionarias
Nacen y se desarrollan, y no hay motivo para dudar
de que los obreros ingleses se están templando en
combates revolucionarios. Y mientras eso no exista,
la diferencia entre los obreros ingleses y los obreros
soviéticos seguirá en pie. Ello, precisamente, explica
la circunstancia de que en nuestro Partido sea
peligroso para los oportunistas acercarse a los
obreros de la URSS sin cierto enmascaramiento
«revolucionario».
Ahí radican las causas del enmascaramiento
«revolucionario» del bloque oposicionista.
Finalmente, acerca de la tercera particularidad de
la oposición. Ya he dicho que esa particularidad
consiste en la amorfia del bloque oposicionista en
cuanto a los principios, en su carencia de principios,
en su carácter amiboideo y en las quejas de los
líderes de la oposición -quejas derivadas de todo eso-
cuando dicen a cada paso que «no los han

235
El Consejo General: órgano ejecutivo del Congreso de las

Tradeuniones Británicas; fue elegido por primera vez en 1921.


Una vez más sobre las desviaciones
socialdemócratas en nuestro partido

155

comprendido», que los han «tergiversado», que les


han atribuido lo que «no dijeron», etc. Se trata, en
verdad, de la fracción de los «incomprendidos». La
historia de los Partidos proletarios dice que esa
particularidad («¡no nos han comprendido!») es la
más frecuente y la más extendida entre el
oportunismo en general. Debéis saber, camaradas,
que exactamente lo mismo les «sucedió» a Bernstein,
a Vollmar, a Auer y a otros notorios oportunistas en
las filas de la socialdemocracia alemana a fines del
último decenio del siglo XIX y comienzos del siglo
XX, cuando la socialdemocracia alemana era
revolucionaria y cuando esos oportunistas
recalcitrantes estuvieron lamentándose muchos años
de que «no los habían comprendido», de que los
habían «tergiversado». Es sabido que la fracción de
Bernstein era llamada entonces por los
socialdemócratas revolucionarios alemanes la
fracción de los «incomprendidos». No puede
estimarse una casualidad el que, como vemos, haya
que clasificar al bloque oposicionista en la categoría
de las fracciones de «incomprendidos».
Tales son las particularidades principales del
bloque oposicionista.

III. Las discrepancias en el PC(b) de la URSS


Basemos a las discrepancias de fondo.
Me parece que nuestras discrepancias podrían
concretarse en unas cuantas cuestiones
fundamentales. No voy a referirme a ellas
detalladamente, pues hay poco tiempo y el informe
ya se va alargando. Tanto más cuanto que disponéis
de materiales acerca de las cuestiones en el PC(b) de
la URSS, los cuales, aunque adolecen, ciertamente,
de algunos errores de traducción, dan una idea clara
de las discrepancias en nuestro Partido.

1. Cuestiones de la edificación socialista


Primera cuestión. La primera cuestión es la que
se refiere a la posibilidad del triunfo del socialismo
en un solo país, a la posibilidad de la edificación
victoriosa del socialismo. No se trata, claro, de
Montenegro, ni siquiera de Bulgaria, sino de nuestro
país, de la URSS. Se trata de un país en el que existió
y se desarrollaba el imperialismo, en el que hay
cierto mínimo de gran industria, en el que hay cierto
mínimo de proletariado, en el que
un partido que
hay
dirige al proletariado. ¿Es pues, la victoria
posible,
del socialismo en la URSS, se puede llevar a cabo en
ella la edificación del socialismo basándose en las
fuerzas interiores de nuestro país, basándose en las
posibilidades de que dispone el proletariado de la
URSS?
Pero ¿qué significa llevar a cabo la edificación del
socialismo, si expresamos esta fórmula en un
lenguaje concreto de clase? Llevar a cabo la
edificación del socialismo en la URSS significa
vencer en el curso de la lucha, con nuestras propias
fuerzas, a nuestra burguesía, a la burguesía Soviética.
El problema se reduce, por tanto, a saber si el
proletariado de la URSS, es capaz de vencer a la
burguesía propia, a la burguesía soviética. Por eso,
cuando se pregunta si es posible llevar a cabo la
edificación del socialismo en la URSS, con ello se
quiere decir: ¿es capaz el proletariado de la URSS de
vencer con sus propias fuerzas a la burguesía de la
URSS? Así y sólo así se plantea la cuestión cuando
se trata de resolver el problema de la edificación del
socialismo en nuestro país.
El Partido da una respuesta afirmativa, pues
arranca de la idea de que el proletariado de la URSS,
la dictadura en la URSS, puede vencer a la
proletaria
burguesía país con sus propias fuerzas.
del
Si esto no fuese así, si el Partido no tuviese base
para afirmar que el proletariado de la URSS es capaz
de llevar a cabo la edificación de la sociedad
socialista, a pesar del relativo atraso técnico de
nuestro país, no tendría ningún fundamento para
seguir en el Poder, debería abandonar el Poder, de
una manera o de otra, y pasar a ser un partido de
oposición.
Porque una de dos:
o podemos edificar el socialismo y dar cima a su
edificación, venciendo a nuestra burguesía
«nacional», en cuyo caso el Partido está obligado a
seguir en el Poder y a dirigir la edificación socialista
en el país, en aras de la victoria del socialismo en
todo el mundo;
o no estamos en condiciones de vencer con
nuestras propias fuerzas a nuestra burguesía, en cuyo
caso, tomando en consideración la falta de apoyo
inmediato por parte de una revolución
del exterior,
victoriosa en otros países, debemos abandonar
honrada y francamente el Poder y orientarnos a la
organización de otra revolución en la URSS en el
futuro.
¿Puede un engañar a su clase, en este caso
partido
a la clase obrera? No, no puede. El partido que lo
hiciese merecería ser destrozado. Pero precisamente
porque nuestro Partido no tiene derecho a engañar a
la clase obrera, debería decir sin rodeos que la falta
de confianza en la posibilidad de llevar a cabo la
edificación del socialismo en nuestro país conduce al
abandono del Poder y al paso de nuestro Partido de la
situación de partido gobernante a la de partido de
oposición.
Nosotros hemos conquistado la dictadura del
proletariado y creado con ello la base política para el
avance hacia el socialismo. ¿Podemos crear con
nuestras propias fuerzas la base económica del
socialismo, los nuevos cimientos económicos,
necesarios para llevar a cabo la edificación del
socialismo? ¿Cuál es la esencia económica, la base
económica del socialismo? ¿No será hacer de la tierra
un «paraíso celestial» y conseguir que todo el mundo
viva en la abundancia? No, no se trata de eso. Esa es

156

una idea adocenada y pequeñoburguesa de la esencia


económica del socialismo. Crear la base económica
del socialismo significa fundir la agricultura con la
industria socialista en un todo económico único,
subordinar la agricultura a la dirección de la industria
socialista, organizar las relaciones entre la ciudad y
el campo sobre la base del intercambio de productos
de la agricultura y de cerrar y suprimir
la industria,
todos los canales que
contribuyen a la gestación de
las clases y, en primer término, del capital; crear, en
fin de cuentas, unas condiciones de producción y de
distribución que conduzcan de manera directa e
inmediata a la supresión de las clases.
He aquí lo que decía a este particular el camarada
Lenin en el período en que se implantaba la Nep y, el
problema de la construcción de los cimientos
socialistas de la economía nacional se planteó en toda
su magnitud ante el Partido:

«Sustituir el sistema de contingentación por el


impuesto; su significación de principio: del
comunismo «de guerra» a unos cimientos socialistas
acertados. Ni el sistema de contingentación ni el
impuesto, sino el intercambio de productos de la gran
industria («socializada») por productos campesinos:
tal es la esencia económica del socialismo, su base»
(v. t. XXVI, págs. 311-312)

Así entiende Lenin el problema de la creación de


la base económica del socialismo.
Ahora, bien, para fundir la agricultura con la
industria socializada se necesita disponer, ante todo,
de una amplia red de organismos de distribución de
productos, de una amplia red de cooperativas, lo
mismo de consumo que agrícolas, o de producción.
Lenin partía precisamente de esa tesis cuando dijo en
su folleto «Sobre la cooperación»:

«Bajo nuestras condiciones, a cada paso la


cooperación coincide plenamente con el socialismo»
(v. t. XXVII, pág. 396).

Así,pues, ¿puede el proletariado de la URSS


construir con sus propias fuerzas la base económica
del socialismo en las condiciones de cerco capitalista
en que se encuentra nuestro país?
El Partido da a esta pregunta una respuesta
afirmativa (v, la resolución de la IV Conferencia del
236).
PC(b) de Rusia Lenin da a esta pregunta una
respuesta afirmativa (v., aunque sólo sea, su folleto
«Sobre la cooperación»). Toda nuestra labor práctica
de da a esta pregunta
edificación una respuesta
afirmativa, pues la parte del sector socialista de
nuestra economía crece, de año en año, a cuenta de la

236
Se alude a la resolución de la XIV Conferencia del PC(b) de
Rusia «Sobre las tareas de la Internacional Comunista y del
PC(b) de Rusia, en relación con el Pleno ampliado del CE de la
Internacional Comunista».

J. V. Stalin
parte del capital privado, lo mismo en la producción
que en la circulación, al tiempo que, de año en año,
decae el papel del capital privado en relación con el
papel de los elementos socialistas de nuestra
economía.
¿Y cómo responde a esa pregunta la oposición?
La oposición da a esta pregunta una respuesta
negativa.
Resulta que la victoria del socialismo en nuestro
país es posible, que puede considerarse garantizada la
posibilidad de construir la base económica del
socialismo.
¿Significa esto que pueda calificarse tal victoria
de victoria completa, de victoria definitiva del
socialismo, que garantice al país constructor del
socialismo contra todo peligro del exterior, contra el
peligro de intervención imperialista y contra el
consiguiente peligro de restauración? No, no
significa eso. Mientras el problema de llevar a cabo
la edificación del socialismo en la URSS es el de
vencer a la burguesía propia, a la burguesía
«nacional», el problema de la victoria definitiva del
socialismo es el de vencer a la burguesía mundial. El
Partido dice que el proletariado un solo país no
de
está en condiciones de vencer con sus propias fuerzas
a la burguesía mundial. dice que, para la
El Partido
victoria definitiva en un solo país, se
del socialismo
necesita vencer, o por lo menos neutralizar, a la
burguesía mundial. El Partido dice que esa tarea
únicamente puede ser cumplida por el proletariado de
varios países. Por eso, la victoria definitiva del
socialismo en uno u otro país presupone el triunfo de
la revolución proletaria en unos cuantos países, por
lo menos.
Este problema no despierta en nuestro Partido
discrepancias particulares y, por eso, no me
extenderé en él; quien se interese, puede recurrir a los
materiales del CC de nuestro Partido, distribuidos
hace unos días entre los miembros del Pleno
ampliado del CE de la Internacional Comunista.

2. Los factores de la «tregua»


Segunda cuestión. La segunda cuestión se refiere
al problema de la presente situación internacional de
la URSS, de las condiciones del período de «tregua»
en cuyo curso empezó y se ha desarrollado en
nuestro país la edificación del socialismo. Nosotros
podemos y debemos edificar el socialismo en la
URSS Mas, para edificar el socialismo, lo primero
que hace falta es existir. Se necesita una «tregua», se
necesita que no haya guerra, que no haya tentativas
de intervención; se necesita conquistar cierto mínimo
de condiciones internacionales, indispensables para
existir y edificar el socialismo.
Cabe preguntar: ¿en qué descansa la actual
situación internacional de la República de los
Soviets?, ¿a qué se debe el actual período «pacífico»
de desarrollo de nuestro país en sus relaciones con

Una vez más sobre las desviaciones


socialdemócratas en nuestro partido

157

los países capitalistas?, ¿en qué se basa la «tregua» o


el período de «tregua» conquistado, que no permite
al mundo capitalista tentativas inmediatas de
intervención seria y
que crea las necesarias
condiciones para la edificación del
exteriores
socialismo en nuestro país, habiéndose demostrado
que el peligro de intervención existe y existirá
todavía y que este peligro únicamente puede ser
suprimido por la victoria de la revolución proletaria
en varios países?
El actual período de «tregua» se basa, por lo
menos, en cuatro hechos principales:
Primero, en las contradicciones en el campo de
los imperialistas, que no se debilitan y dificultan una
confabulación contra la República de los Soviets.
Segundo, en las contradicciones entre el
imperialismo y las colonias, en el ascenso del
movimiento de liberación en las colonias y países
dependientes.
Tercero, en el ascenso del movimiento
revolucionario en los países capitalistas y la creciente
simpatía de los proletarios de todos los países hacia
la República de los Soviets. Los proletarios de los
países capitalistas no están todavía en condiciones de
apoyar a los proletarios de la URSS con la revolución
contra sus capitalistas. Pero los capitalistas de los
Estados imperialistas no están ya en condiciones de
lanzar a «sus» obreros contra el proletariado de la
URSS, pues las simpatías de los proletarios de todos
los países hacia la República de los Soviets aumentan
y no pueden por menos de ser mayores cada día. Y
ahora es imposible hacer la guerra sin los obreros.
Cuarto, en la fuerza y el poderío del proletariado
de la URSS, en los éxitos de su edificación socialista,
en la fuerza de la organización de su Ejército Rojo.
Estas condiciones y otras semejantes, conjugadas,
originan el período de «tregua» que caracteriza la
presente situación internacional de la República de
los Soviets.

3. Unidad e indivisibilidad de las tareas


«nacionales» e internacionales de la revolución
Tercera cuestión. La tercera cuestión se refiere al
problema de las tareas «nacionales» e internacionales
de la revolución proletaria en uno u otro país. El
Partido arranca del criterio de que las tareas
«nacionales» e internacionales del proletariado de la
URSS se funden en una misma tarea, en la tarea
general de liberar del capitalismo a los proletarios de
todos los países; de que los intereses de la edificación
del socialismo en nuestro país y los intereses del
movimiento revolucionario de todos los países se
funden íntegra y completamente en un mismo interés,
en el interés general de la victoria de la revolución
socialista en todos los países.
¿Qué ocurriría si los proletarios, de todos los
países no simpatizasen con la República de los
Soviets y no le prestasen su apoyo? Tendríamos la
intervención y la derrota de la República de los
Soviets.
¿Qué ocurriría si el capital consiguiera derrotar a
la República de los Soviets? Advendría la época de la
reacción más negra en todos los países capitalistas y
en las colonias, empezarían a aplastar a la clase
obrera y a los pueblos oprimidos, serían barridas las
posiciones del comunismo internacional.
¿Qué ocurrirá si se incrementan y crecen la
simpatía y el apoyo de los proletarios de todos los
países a la República de los Soviets? Esto facilitará
sobremanera la edificación del socialismo en la
URSS.
¿Qué ocurrirá si aumentan en la URSS los éxitos
de la edificación socialista? Esto mejorará
sobremanera las posiciones revolucionarias de los
proletarios de todos los países en su lucha contra el
capital, quebrantará las posiciones del capital
internacional en su lucha contra el proletariado y
elevará a un escalón superior las probabilidades del
proletariado mundial.
Pero de eso se deduce que los intereses y las
tareas del proletariado de la URSS se entrelazan y se
ligan indisolublemente con los intereses y las tareas
del movimiento revolucionario de todos los países; y
viceversa, las tareas de los proletarios
revolucionarios de todos los países se ligan
indisolublemente con las tareas y los éxitos de los
proletarios de la URSS en el frente de la edificación
socialista.
Por eso, contraponer las tareas «nacionales» de
los proletarios de uno u país a las tareas
otro
internacionales, significa cometer un profundísimo
error en política.
Por eso, presentar el afán y la pasión en la lucha
de los proletarios de la URSS en el frente de la
edificación socialista como indicio de «aislamiento
nacional» y de «estrechez nacional», como a veces lo
hacen nuestros oposicionistas, significa perder el
juicio o volver a la infancia.
Por eso, la afirmación de la unidad y la
indivisibilidad de los intereses y las tareas de los
proletarios de un país con los intereses y las tareas de
los proletarios de todos los países, es el camino más
seguro para la victoria del movimiento
revolucionario de todos los países.
de los proletarios
Precisamentepor eso, la victoria de la revolución
proletaria en un solo país no es un fin en sí, sino un
medio y una ayuda para el desarrollo y la victoria de
la revolución en todos los países.
Por eso, edificar el socialismo en la URSS
significa impulsar la causa común de los proletarios
de todos los países, significa forjar la victoria sobre
el capital, no sólo en la URSS, sino en todos los
países capitalistas, pues la revolución de la URSS es
parte de la revolución mundial, es el principio y la
base de su desarrollo.

158

4. En torno a la historia del problema de la


edificación del socialismo
Cuarta cuestión. La cuarta cuestión se refiere a la
historia del problema que examinamos. La oposición
afirma que el problema de la edificación del
socialismo en un solo país fue planteado por primera
vez en nuestro Partido en 1925. En todo caso, Trotski
manifestó claramente en la XV Conferencia: «¿Por
qué se pide el reconocimiento teórico de la
posibilidad de llevar a cabo la edificación del
socialismo en un solo país? ¿De dónde ha salido esa
perspectiva? ¿Por qué no planteó nadie este problema
hasta 1925?»
Resulta,pues, que hasta 1925 el problema no fue
planteado en nuestro Partido. Resulta que sólo Stalin
y Bujarin lo han planteado en el Partido, y que lo
hicieron en 1925.
¿Es cierto eso? No, no lo es.
Yo afirmo que el problema de la edificación de la
economía socialista en un solo país fue planteado por
primera vez en el Partido por Lenin, ya en 1915. Yo
afirmo que fue precisamente Trotski quien entonces
se manifestó en contra de Lenin. Yo afirmo que, a
partir de entonces, es decir, a partir de 1915, el
problema de la edificación de la economía socialista
en un solo país ha figurado repetidas veces en nuestra
prensa y en nuestro Partido.
Acudamos a los hechos.
a) Año 1915. Artículo de Lenin en el Órgano
237):
Central de los bolcheviques («Sotsial-Demokrat»
«La consigna de los Estados Unidos de Europa». He
aquí lo que dice Lenin en este artículo:

«Como consigna independiente, la de los Estados


Unidos del mundo sería justa, en
dudosamente
primer lugar, porque se funde con el socialismo y, en
segundo lugar, porque podría conducir a la falsa idea
de la imposibilidad de la victoria del socialismo en
un solo país y a una interpretación errónea de las
relaciones de este país con los demás.
La desigualdad del desarrollo económico y
político es una ley absoluta del capitalismo. De aquí
se deduce que es posible que la victoria del
socialismo empiece por unos cuantos países
capitalistas, o incluso por un solo país capitalista. El
proletariado triunfante de este país, después de
expropiar a los capitalistas y de organizar la
238,
producción socialista dentro de sus fronteras se

237
«Sotsial-Demokrat» («El Socialdemócrata»): periódico
clandestino, órgano central del P.O.S.D.R. Se publicó desde
febrero de 1908 hasta enero de 1917, salieron 58 números. El
primer número apareció en Rusia; posteriormente, se editó en el
extranjero, al principio en París y luego en Ginebra. A partir de
diciembre de 1911, el «Sotsial-Demokat» era redactado por V. 1.
Lenin. En el periódico aparecieron varios artículos de J. V.
Stalin. El artículo de V. 1. Lenin «La consigna de los Estados
Unidos de Europa» fue publicado el 23 de agosto de 1915 en el
núm. 44 de «Sotsial-Demokrat».
238
Subrayado por mí. J. St.

J. V. Stalin

enfrentaría con el resto del mundo, con el mundo


capitalista, atrayendo a su lado a las clases oprimidas
de los demás países, levantando en ellos la
insurrección contra los capitalistas, empleando, en
caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra
las clases explotadoras y sus Estados»... Pues «la
libre unión de las naciones en el socialismo, es
imposible sin una lucha tenaz, más o menos
prolongada, de las repúblicas socialistas contra los
Estados atrasados» (v. t. XVIII, págs. 232-233).

Y he aquí lo que Trotski replica el mismo año de


239,
1915, en «Nashe Slovo» periódico que él dirigía:

««La desigualdad del desarrollo económico y


político es una ley absoluta del capitalismo». De aquí
deducía «Sotsial-Demokrat» (en 1915 órgano central
de los bolcheviques, que insertó el artículo de Lenin.
J. St.) que la victoria en un solo país
del socialismo
es posible y, por no hay por qué supeditar la
tanto,
dictadura del proletariado en cada país a la formación
de los Estados Unidos de Europa... Que ningún país
debe «aguardar» a los otros en su lucha, es una idea
elemental que es útil y necesario repetir, para que la
idea de una acción internacional paralela no sea
sustituida por la idea de una inactividad internacional
expectante. Sin aguardar a los demás, comenzamos y
continuamos la lucha en el terreno nacional, con la
plena seguridad de que nuestra iniciativa impulsará la
lucha en otros países; y, si esto no sucediese, no hay
ningún fundamento para suponer -así lo atestiguan la
experiencia histórica y las consideraciones teóricas-
que la Rusia revolucionaria, por ejemplo, podría
sostenerse frente a la Europa conservadora o que la
Alemania socialista podría subsistir aislada en un
mundo capitalista. Examinar las perspectivas de la
revolución social dentro de un marco nacional
significaría ser víctima de esa estrechez nacional que
240
constituye la esencia del social-patriotismo»
(Trotski, «1917», t. III, parte I, págs. 89-90).

Veis, pues, que de la «organización de la


producción socialista» habló Lenin ya en 1915, en
vísperas de la revolución democrático-burguesa de
Rusia, en el período de la guerra imperialista, cuando
el problema de la transformación de la revolución
democrático-burguesa en revolución Socialista estaba
a la orden del día.
Veis, pues, que quien entonces se opuso al
camarada Lenin fue precisamente Trotski; y éste
sabía, evidentemente, que el artículo de Lenin trataba
de la «victoria del socialismo» y de la posibilidad de
«organizar la producción socialista en un solo país».
Veis, pues, que la imputación de «estrechez

239
«Nashe Slovo» («Nuestra Palabra»): periódico menchevique-
trotskista; se publicó en París desde enero de 1915 hasta

septiembre de 1916.
240
Subrayado por mí. J. St.

Una vez más sobre las desviaciones


socialdemócratas en nuestro partido

159

nacional» la hizo por primera vez Trotski ya en 1915,


no contra Stalin o Bujarin, sino contra Lenin.
Ahora Zinóviev lanza a menudo la ridícula
Imputación de «estrechez nacional». No comprende,
por lo visto, que repite y, de ese modo, restaura la
tesis de Trotski, dirigida contra Lenin y su Partido.
b) Año 1919. Artículo de Lenin «La economía y
la política en la época de la dictadura del
proletariado». Dice Lenin en este artículo:

«Por más que mientan y calumnien los burgueses


de todos los países y sus cómplices francos o
encubiertos (los «socialistas» de la II Internacional),
es indudable que, desde el punto de vista del
problema económico fundamental de la dictadura del
proletariado, en nuestro país está asegurada la
victoria del comunismo sobre el capitalismo. Si la
burguesía de todo el mundo está enrabiada y
enfurecida contra el bolchevismo, si organiza
invasiones armadas, complots, etc. contra los
bolcheviques, es precisamente porque comprende
muy bien lo inevitable de nuestra victoria en la
reestructuración de la economía social, a menos que
nos aplaste por la fuerza militar. Pero no consigue
241
aplastarnos por ese procedimiento» (v. t. XXIV,
pág. 510).

Veis, pues, que en este artículo de Lenin se trata


del «problema económico de la dictadura del
proletariado», de la «reestructuración de la economía
social» con vistas a la «victoria del comunismo». ¿Y
qué son el «problema económico de la dictadura del
proletariado» y la «reestructuración economía
de la
social» bajo la dictadura del proletariado? No son
sino la edificación del socialismo en un solo país, en
nuestro país.
c) Año 1921. Folleto de Lenin «Sobre el impuesto
en especie». La conocida tesis de que podemos y
debemos construir los «cimientos socialistas de
nuestra economía» (v. «Sobre el impuesto en
especie»).
d) Año 1922. Intervención del camarada Lenin en
el Soviet de Moscú, donde dice que «hemos hecho
penetrar el socialismo en la vida diaria», que «de la
Rusia de la Nep saldrá la Rusia socialista» (v. t.
XXVII, pág. 366).
Objeciones de Trotski en su
«Epílogo» a
programa de la paz», en 1922, sin
«El
indicación directa de que polemiza con Lenin. He
aquí lo que dice Trotski en ese «Epílogo»:

«La afirmación, varias veces repetida en «El


programa de la paz», de que la revolución proletaria
no puede terminar victoriosamente dentro de un
marco nacional, parecerá quizá a algunos lectores
desmentida por la experiencia de casi cinco años de
vida de nuestra República Soviética. Pero semejante
241
Subrayado por mí. J. St.

conclusión sería infundada. El hecho de que el


Estado obrero haya resistido contra el mundo entero
en un solo país, y además en un país atrasado,
atestigua la potencia colosal del proletariado, que en
otros países más adelantados y más civilizados será
capaz de hacer verdaderos milagros. Pero habiendo
logrado como Estado en el sentido
mantenernos
político y militar, no hemos llegado todavía, ni
siquiera nos hemos acercado a la creación de la
sociedad socialista. La lucha en defensa de la
revolución y del Estado ha traído en este período un
extraordinario descenso de las fuerzas productivas,
siendo así que el socialismo sólo se concibe sobre la
base de su desarrollo y florecimiento. Las
negociaciones comerciales con los Estados
burgueses, las concesiones, la Conferencia de
Génova, etc., son un testimonio demasiado evidente
de la imposibilidad de la edificación socialista
aislada marco nacional de un Estado… El
dentro del
verdadero auge
economía socialista en Rusia
de la
no será posible más que después de la victoria del
proletariado en los países más importantes de
242
Europa» (Trotski, -«1917», t. III, parte I, págs, 92-
93).

¿A quién objeta aquí Trotski cuando habla de la


«imposibilidad de la edificación socialista aislada
dentro del marco nacional de un Estado»?
Naturalmente que no objeta a Stalin o a Bujarin.
Trotski objeta aquí al camarada Lenin, y no acerca de
un problema cualquiera, sino acerca del problema
fundamental: la posibilidad «de la edificación
socialista dentro del marco nacional de un Estado».
e) Año 1923. Folleto de Lenin «Sobre la
cooperación», que constituye su testamento político.
He aquí lo que dice Lenin en este folleto:

«En efecto, todos los grandes medios de


producción en poder del Estado y el Poder del Estado
en manos del proletariado; la alianza de este
proletariado con millones y millones de pequeños y
muy pequeños campesinos; asegurar la dirección de
los campesinos por el proletariado, etc., ¿acaso no es
esto todo lo que se necesita para edificar la sociedad
socialista completa partiendo de la cooperación, y
nada más el que de la cooperación, a la que antes
tratábamos de mercantilista y que ahora, bajo la Nep,
merece también, en cierto modo, el mismo trato;
acaso no es esto todo lo imprescindible para edificar
la sociedad socialista completa? Esono es todavía la
edificación de la sociedad socialista, pero sí todo lo
imprescindible y lo suficiente para esta
243
edificación» (v. t. XXVII, pág. 392).

Parece que es difícil expresarse con mayor


claridad.

242
Subrayado por mí. J. St.
243
Subrayado por mí. J. St.

160

Según Trotski,resulta que «la edificación


socialista dentro del marco nacional de un Estado» es
imposible. Lenin afirma, en cambio, que nosotros, es
decir, el proletariado de la URSS, ahora, en el
período de la dictadura del proletariado, tenemos
«todo lo imprescindible y lo suficiente» «para
edificar la sociedad socialista completa». La
oposición entre las dos opiniones es completa.
son los hechos.
Tales
pues, que el problema de la edificación del
Veís,
socialismo en un solo país fue planteado en nuestro
Partido ya en 1915, que lo planteó el propio Lenin,
con quien polemizó a este propósito Trotski,
precisamente, acusando a Lenin de «estrechez
nacional».
Ya veis que, a partir de entonces, el problema no
desapareció del amen del día del trabajo de nuestro
Partido hasta la muerte misma del camarada Lenin.
Ya que, de un modo o de otro, Trotski
veis
planteó varias veces este problema en forma de
polémica solapada, pero perfectamente definida, con
el camarada Lenin, y cada una de estas veces Trotski
no trató el problema de acuerdo con Lenin y el
leninismo, sino contra Lenin y el leninismo.
Ya veis que Trotski falta abiertamente a la
verdad al afirmar que el problema de la edificación
del socialismo en un solo país no lo planteó nadie
hasta 1925.

5. Particular importancia del problema de la


edificación del socialismo en la URSS en el
momento presente
Quinta cuestión. La quinta cuestión se refiere al
problema relativo a la actualidad de la tarea de la
edificación del socialismo en el momento presente.
¿Por qué el problema de la edificación del socialismo
ha adquirido particular actualidad ahora
precisamente, precisamente en los últimos tiempos?
¿Por qué, por ejemplo, en 1915, 1918, 1919, 1921,
1922 y 1923, el problema de la edificación del
socialismo en la URSS se debatía de tarde en tarde,
en artículos sueltos, mientras que en 1924, 1925 y
1926 ha pasado a ocupar un lugar destacadísimo en
la labor práctica de nuestro Partido? ¿A qué se debe
esto?
Se debe, a mi modo de ver, a tres causas
principales.
En primer lugar, a que estos últimos años ha
bajado el ritmo de la revolución en los otros países,
se ha producido la llamada «estabilización parcial del
capitalismo». De ahí la pregunta de sí la
estabilización parcial del capitalismo no lleva a la
disminución o incluso a la eliminación de las
posibilidades de edificar el socialismo en nuestro
país. De ahí que haya crecido el interés hacia el
problema de la suerte del socialismo y de la
edificación socialista en nuestro país.
En segundo lugar, a que hemos implantado la

J. V. Stalin

Nep, admitido el capital privado y procedido a cierto


repliegue para reagrupar las fuerzas y pasar después a
la ofensiva. De ahí la pregunta de si la implantación
de la Nep no puede contribuir la amenguar las
posibilidades de la edificación socialista en nuestro
país. De ahí un nuevo motivo de creciente interés
hacia el problema de la posibilidad de la edificación
socialistaen nuestro país.
En tercer lugar, a la circunstancia de que ganamos
la guerra civil, expulsamos a los intervencionistas y
conquistamos una «tregua», alejando la guerra, y
garantizando la paz, garantizando un período de paz
que ofrece condiciones favorables para acabar con la
ruina económica, restablecer las fuerzas productivas
del país y entregarse a la construcción de la nueva
economía en nuestro país. De ahí la pregunta de en
qué dirección debe efectuarse la edificación de la
economía: en dirección al socialismo o en otra
dirección cualquiera. De ahí la pregunta: caso de que
orientemos la edificación hacia el socialismo, ¿hay
razones para pensar que podemos edificar el
socialismo dentro de las condiciones de la Nep y con
la estabilización parcial del capitalismo? De ahí el
enorme interés de todo el Partido y de toda la clase
obrera por el problema de la suerte de la edificación
socialista en nuestro país. De ahí los cálculos anuales
de toda clase, que los organismos del Partido y del
Poder Soviético efectúan desde el punto de vista del
aumento del peso relativo de las formas socialistas de
economía en la industria, en el comercio y en la
agricultura.
Ahí tenéis las tres causas principales, indicativas
de que el problema de la edificación del socialismo
es hoy un problema de la máxima actualidad para
nuestro Partido y para nuestro proletariado, lo mismo
que para la Internacional Comunista.
La oposición se que el problema de la
imagina
edificación del en la URSS tiene
socialismo
únicamente interés teórico. Eso no es cierto. Eso es
una equivocación profundísima. Esa manera de
enfocar el problema puede deberse únicamente a que
la oposición se encuentra desligada por completo de
la labor práctica del Partido, de nuestra edificación
económica, de nuestra edificación cooperativa. El
problema de la edificación del socialismo tiene una
enorme importancia práctica ahora, cuando hemos
acabado con la ruina económica, restaurado la
industria y entrado en la fase de reorganización de
toda la economía nacional sobre la base de un nuevo
equipamiento técnico. ¿Hacia dónde debemos
conducir la edificación económica?, ¿en qué
dirección debe construirse?, ¿qué hay que construir?,
¿cuáles deben ser las perspectivas de nuestra
edificación? Los dirigentes honrados y serios de la
economía, los dirigentesque quieran afrontar las
cuestiones de la edificación con verdadera conciencia
y meditando bien las cosas, no podrán dar un paso
adelante sin solucionar todos estos problemas.

Una vez más sobre las desviaciones


socialdemócratas en nuestro partido
161

¿Construimos para abonar el terreno a la democracia


burguesa o para edificar la sociedad socialista? Esa
es hoy la esencia de nuestro trabajo de edificación.
¿Tenemos la posibilidad de edificar la economía
socialista ahora, dentro de las condiciones de la Nep,
con la estabilización parcial del capitalismo? Ese es
hoy uno de los problemas más importantes de la
labor del Partido y de los Soviets.
a esta pregunta una respuesta afirmativa
Lenin dió
(v., aunquesólo sea, el folleto «Sobre la
cooperación»). El Partido ha dado a esta pregunta
una respuesta afirmativa (v. la resolución de la XIV
Conferencia del PC(b) de Rusia). ¿Y la oposición?
Ya he dicho antes que la oposición responde
negativamente a esta pregunta. Decía yo en mi
informe ante la XV Conferencia del PC(b) de la
URSS y ahora me veo obligado a repetir aquí que
Trotski, líder del bloque de oposición, afirmó hace
muy poco, en septiembre de 1926, en su conocido
mensaje a los oposicionistas, que, para él, «la teoría
del socialismo en un solo país» es «la justificación
teórica de la estrechez nacional» (v. el informe de
Stalin en la XV Conferencia del PC(b) de la
244).
URSS
Comparad esa cita de Trotski (1926) con su
artículo de 1915, en el que, polemizando con Lenín
acerca de la posibilidad de la victoria del socialismo
en un solo país, inculpó por primera vez de
«estrechez nacional» al camarada Lenin y a los
leninistas; comparadla y comprenderéis que Trotski
sigue manteniendo su vieja actitud de negación
socialdemócrata en el problema de la edificación del
socialismo en un solopaís.
Precisamente por eso afirma nuestro Partido que
el trotskismo es una desviación socialdemócrata
dentro de sus filas.

6. Acerca de las perspectivas de la revolución


Sexta cuestión. La sexta cuestión se refiere al
problema de las perspectivas de la revolución
proletaria. Trotski dijo en su discurso ante la XV
Conferencia del Partido: «Lenin consideraba que en
20 años no lograríamos, de ninguna manera, edificar
el socialismo, atendido el atraso de nuestro país
campesino, y que tampoco en 30 años lo
edificaríamos. Supongamos que harán falta de 30 a
50 años, como mínimo»,
debo
Tengo
perspectiva,

decir
responder
imaginado

244
Véase:

combatir
que
de

Trotski
ha puesto
Lenin
lograríamos,
socialismo»
Lenin

«10
campesinos,
mundial
es
ó
nuestro Partido»

derivan.
perspectiva,
El

su
que
aquí, camaradas, que esta

esa perspectiva

hecho
decir
por Trotski, no tiene nada que
imaginada
ver con la perspectiva del camarada Lenin acerca de
la revolución en la URSS. A los pocos minutos, el
propio Trotski empieza a rebatir en su discurso esta
perspectiva, pero eso es ya cosa suya. Por mi parte,
que ni Lenin ni el Partido pueden

ni de las conclusiones

J. V.
que Trotski ha

Stalin,
que de ella se

(Obras, t. 8, págs.

empiece
propio engendro,
se
en ridículo.
no decía,

en
lo siguiente:

20
y
(aunque
ha hecho

de
30

años
estará
de

50

de

se
«La

ni
ninguna
desviación

que
después

mucho
247-313, ed.

Trotski,

no
en
socialdemócrata

en
autor
su
español).

hace sino evidenciar


definitivamente

menos, que «no


manera, edificar el
años. Lo que en realidad dijo

relaciones
asegurada
retrasen
acertadas
la victoria
las
un
de
discurso

lío

con los
en escala
revoluciones
en

esa
a

y se
proletarias,
años de
XXVI, pág.

puede. De
conclusiones
a)
que
sufrimientos
313).

¿Se puede concluir


lograremos,
socialismo en
esa

manteniendo
campesinos,
de
20
óó ó
maduran);

afirmación
siguientes:

tendremos
decir, la victoria del socialismo)
b) ésta

régimen
sustituido
bajo
de

sólo

relaciones
asegurada
otro
el terror

de esta tesis de Lenin


ninguna
30, o en
manera,

en
no será sólo una victoria en la URSS, sino
una victoria «en escala mundial»;
c) si no alcanzamos la victoria en ese plazo, ello
será indicio de que nos han destrozado y de que el
de dictadura del
modo,

50 años»?
es
blanco»

posible

acertadas

10

proletariado
por un régimen de terror blanco, que puede
durar de 20 a 40 años.
Naturalmente, se puede aceptar o no aceptar esa
la
20
20

edificar
No,

con
victoria
años;

ha
40
(v, t.

que «no
el
no se
extraer las

los
(es

sido

tesis de Lenin y las conclusiones que de ella se


derivan, pero lo que no se puede es adulterarla, como
lo hace Trotski.
¿Y qué significa la victoria «en escala mundial»?
¿Significa que esa victoria equivale a la victoria del
en un solo no significa eso.

ó
socialismo país? No,
Lenin hace una marcada en sus obras entre
distinción
la victoria del socialismo en un solo país y la victoria
«en escala mundial». Al referirse a la victoria «en
escala mundial», Lenin quiere decir que los éxitos
del socialismo en nuestro país, la victoria de la
edificación socialista en nuestro país tiene una
importancia internacional tan inmensa, que esa
victoria no puede circunscribirse a nuestro país, sino
que debe despertar un poderoso movimiento hacia el
socialismo en todos los países capitalistas, con la
particularidad de que, si no coincide en el tiempo con
la victoria de la revolución proletaria en otros países,
en todo caso debe iniciar un vigoroso movimiento de
los proletarios de otros países hacia la victoria de la
revolución mundial.
Tal es la perspectiva de la revolución según
Lenin, si nos referimos a la perspectiva de la victoria
de la revolución, que es, concretamente, de lo que se
trata en nuestro Partido.

162

Confundir esta perspectiva con la perspectiva de


los 30 50 años de que habla Trotski, significa
calumniar a Lenin.
7. Como se plantea la cuestión en realidad
Séptima cuestión. Admitámoslo, nos dice la
oposición, pero ¿con quién es preferible, en fin de
cuentas, mantener la alianza: con el proletariado
mundial o con el campesinado de nuestro país?, ¿a
quién debemos otorgar la preferencia: al proletariado
mundial o al campesinado de la URSS? Y el asunto
se presenta como si el proletariado de la URSS
tuviera que elegir entre dos aliados: el proletariado
mundial, dispuesto a derribar inmediatamente a su
burguesía, pero que para ello aguarda nuestro
preferente acuerdo, y nuestro campesinado, dispuesto
a ayudar al proletariado de la URSS, pero no del todo
seguro de que éste vaya a aceptar la ayuda. Este,
camaradas, es un planteamiento pueril de la cuestión,
y no tiene nada que ver ni con la marcha de la
revolución en nuestro país ni con la correlación de
fuerzas en el frente de la lucha entre el capitalismo
mundial y el socialismo. Perdonadme la expresión,
pero sólo unas colegialas pueden plantear así la
cuestión. Lamentablemente, las cosas no son tal
como nos las pintan algunos oposicionistas; además,
no hay motivos para dudar de que aceptaríamos con
satisfacción la ayuda de una y otra parte si sólo
dependiera de nosotros. No, en la vida, en la realidad,
la cuestión no se plantea de este modo.
La cuestión se plantea así: teniendo en cuenta que
el ritmo del movimiento revolucionario mundial ha
disminuido, que el socialismo no ha triunfado aún en
el Occidente y que el proletariado de la URSS está en
el Poder, lo fortalece de año en año, agrupa en torno
suyo a masas fundamentales del campesinado, ha
las
alcanzado ya progresos importantes en el frente de la
edificación socialista y estrecha con éxito los lazos
de amistad con los proletarios y los pueblos
oprimidos de todos los países, ¿hay motivos para
negar que el proletariado de la URSS pueda vencer a
su burguesía y continuar la edificación victoriosa del
socialismo en nuestro país, a pesar del cerco
capitalista?
Así es como está planteado ahora el problema, en
el caso, naturalmente, de que no se parta de fantasías,
como lo hace el bloque oposicionista, sino de la
correlación efectiva de fuerzas en el frente de la
lucha entre el socialismo y el capitalismo.
El Partido responde a esa pregunta afirmando que
el proletariado de la URSS puede, en esas
condiciones, vencer a su burguesía «nacional» y
edificar con éxito la economía socialista.
La oposición, en cambio, dice que:

245
«Sin un apoyo estatal directo del proletariado
europeo, la clase obrera de Rusia no podrá

245
Subrayado por mí. J. St.

J. V. Stalin

mantenerse en el Poder y transformar su dominación


ó
temporal en una dictadura socialista duradera» (v.
Trotski, «Nuestra revolución», pág. 278).

¿Cuál es el sentido de esta cita de Trotski?, ¿qué


significa eso del «apoyo estatal del proletariado
europeo»? Significa que sin la victoria previa del
proletariado en el Occidente, sin la toma previa del
Poder por el proletariado del Occidente, el
proletariado de la URSS no sólo será incapaz de
vencer a su burguesía y de edificar el socialismo,
sino que ni siquiera podrá mantenerse en el Poder.
Así es como se plantea la cuestión y ahí reside el
quid de nuestras discrepancias.
¿En qué se diferencia esta posición de Trotski de
la posición del menchevique Otto Bauer?
Lamentablemente en nada.

8. Las probabilidades de vencer


Octava cuestión. Admitámoslo, dice la oposición,
pero ¿quién tiene más probabilidades de vencer: el
proletariado de la URSS o el proletariado mundial?

«¿Es posible imaginarse -dice Trotski en su


discurso ante la XV Conferencia del PC (b) de la
URSS- que en el transcurso de 30 50 años el
capitalismo
proletariado
Yo pregunto:
no se puede
e infundado
europeo?...

socialismo
Poder»
Conferencia

En primer
perspectiva
transcurso
Trotski
proletaria
a

manipulación.
reducido,
consideración
proletaria
europeo
será

de 30
partir
en

por

en
¿por

afirmo

Yo
lo
la
ó
incapaz

de
qué

50

opino
menos, a
se

del PC(b) de la URSS).

del
lugar, debe
estancamiento

perspectiva
el Occidente.
de

años».
irá

esa premisa, que


debo tomar
que dé premisa de un negro
calificar más
pesimismo con relación al proletariado
Yo que carezco

que al proletariado europeo tomar el


(v. el discurso de Trotski
todo
fundamento teórico o político para pensar que junto
con el campesinado nos será más fácil edificar el

en la XV

esa perspectiva de la revolución


países capitalistas del Occidente, de
los
esa perspectiva que no tiene nada que ver con la
perspectiva de nuestro Partido. El propio Trotski se
ha impuesto esa perspectiva
debe responder
ficticia y él es quien
de las
pudriendo
de realizar

excluirse
de
Nadie
en
Europa

consecuencias
que este
la mitad,
real de
y que
la revolución?

absoluto
«en
ha obligado

plazo
si
la
de
debe ser
se toma en
revolución
el

la
el
a

tal
En segundo lugar, Trotski decide sin reservas que
los proletarios del Occidente tienen muchas mayores
probabilidades, de vencer a la burguesía mundial,
que ahora en el Poder, que el proletariado de la
está
URSS de vencer a su burguesía «nacional», la cual,
en el sentido político, está ya aplastada, ha sido
arrojada de las posiciones dominantes de la economía

Una vez más sobre las desviaciones


socialdemócratas en nuestro partido

163

nacional, y en el terreno económico se ve obligada a


retroceder bajo la presión de la dictadura del
proletariado y de las formas socialistas de nuestra
economía.
Yo considero erróneo ese planteamiento de la
cuestión. Yo considero que, al plantear lascosas así,
Trotski se delata por completo. ¿Acaso no nos decían
lo mismo los mencheviques en octubre de 1917,
cuando gritaban a los cuatro vientos que los
proletarios del Occidente tenían muchas más
probabilidades de derribar a la burguesía y de tomar
el Poder que los proletarios de Rusia, país mal
equipado técnicamente y donde el proletariado es
poco numeroso? ¿Y acaso no es un hecho que, a
pesar de las jeremiadas mencheviques, los proletarios
de Rusia tuvieron en octubre de 1917 más
probabilidades de tomar el Poder y derrocar a la
burguesía que los proletarios de Inglaterra, Francia o
Alemania? ¿Acaso la experiencia de la lucha
revolucionaria en todo el mundo no ha mostrado y
demostrado que no puede plantearse la cuestión
como lo hace Trotski?
El problema de quién tiene más probabilidades de
lograr una pronta victoria no se resuelve
contraponiendo el proletariado de un país al
proletariado de los otros países, o el campesinado de
nuestro país al proletariado de los otros países. Esa
contraposición es un juego infantil a las
comparaciones. El problema de quién tiene más
probabilidades de lograr una pronta victoria lo
resuelve la situación internacional real, la verdadera
correlación de fuerzas en el frente de la lucha entre el
capitalismo y el socialismo. Puede ocurrir que los
proletarios del Occidente venzan a su burguesía y
tomen el Poder antes de que, nosotros hayamos
logrado construir los cimientos socialistas de nuestra
economía. Eso no está descartado, ni mucho menos.
Pero también puede ocurrir que el proletariado de la
URSS logre construir los cimientos socialistas de
nuestra economía antes de que los proletarios del
Occidente derriben a su burguesía. Eso tampoco está
descartado.
La solución del problema de las probabilidades de
lograr una pronta victoria depende, única y
exclusivamente, de la situación real en el frente de la
lucha entre el capitalismo y el socialismo.

9. Discrepancias de carácter político práctico


Tales son las bases de nuestras discrepancias.
De estas bases se desprenden discrepancias de
carácter político práctico, lo mismo en política
exterior e interior que en la esfera puramente del
Partido. Esas discrepancias constituyen la materia de
la novena cuestión.
a) El Partido, arrancando del hecho de la
estabilización parcial que
del capitalismo, considera
atravesamos un período interrevolucionario, que en
los países capitalistas vamos hacia la revolución y
que la tarea principal de los Partidos Comunistas
consiste en abrirse camino hacia las masas, en
fortalecer la ligazón con las masas, en conquistar las
organizaciones de masas del proletariado y en
preparar a las amplias masas obreras para los futuros
choques revolucionarios.
Pero la oposición, que no tiene fe en las fuerzas
internas de nuestra revolución y teme la
estabilización parcial del capitalismo, creyéndola un
factor capaz de matar nuestra revolución, considera
(o consideraba) posible negar el hecho de la
estabilización parcial del capitalismo, considera (o
246
consideraba) la huelga en un síntoma del
Inglaterra
fin de la estabilización del capitalismo; y cuando, sin
embargo, se ha visto que la estabilización es un
hecho, la oposición afirma que tanto peor para los
hechos y que, por consiguiente, podemos saltarnos
los hechos, haciendo alarde, al mismo tiempo, de
estridentes consignas que propugnan la revisión de la
táctica de frente único, la ruptura con el movimiento
sindical en el Occidente, etc.
Pero ¿qué significa no tener en cuenta los hechos,
el curso objetivo de los acontecimientos? Significa
abandonar el terreno de la ciencia y meterse a
curandero.
De ahí el aventurerismo en la política del bloque
de oposición.
b) El Partido, arrancando del criterio de que la
industrialización es la vía fundamental de la
edificación socialista, y de que el mercado
fundamental para la industria socialista es el mercado
interior de nuestro país, considera que la
industrialización debe desarrollarse sobre la base del
constante mejoramiento de la situación material de la
masa fundamental del campesinado ya de
(sin hablar
los obreros), que la ligazón entre y la
la industria
economía campesina, entre el proletariado y el
campesinado, y la dirección de esta ligazón por el
proletariado son, como Lenin dice, «el alfa y el
omega del Poder Soviético» y de la victoria de
nuestra edificación, que, en relación con ello, nuestra
política en general, la política fiscal y la política de
precios en particular, deben ser estructuradas de tal
manera que favorezcan a esa ligazón.
Pero la oposición, que no cree en la posibilidad de
incorporar el campesinado a la edificación del
socialismo y supone, por lo visto, que la
industrialización se puede llevar adelante en perjuicio
de la masa fundamental del campesinado, se desvía
hacia los métodos capitalistas de industrialización, ve
en el campesinado una «colonia», un objeto de
«explotación» por parte del Estado proletario, y
propone medidas de industrialización (aumento de la
presión fiscal sobre el campesinado, elevación de los
246
Se alude a la huelga general de los obreros ingleses del 3 al 12
de mayo de 1926. Participaron en la huelga más de cinco

millones de obreros sindicados de las más importantes ramas de


la industria y el transporte.

164

precios de fábrica para los artículos manufacturados,


etc.) que únicamente pueden deshacer la ligazón de
la industria con la economía campesina, quebrantar la
situación económica de los campesinos pobres y
medios y destruir los fundamentos mismos de la
industrialización.
De ahí la actitud adversa de la oposición a la idea
del bloque entre el proletariado y el campesinado y
de la hegemonía del proletariado en ese bloque,
actitud propia de la socialdemocracia.
c) Nosotros arrancamos del criterio de que el
Partido, el Partido Comunista, es el instrumento
fundamental de la dictadura de que del proletariado;
la dirección que ejerce que noun solo partido,
comparte ni puede compartir esa dirección con otros
partidos, es la condición básica sin la que resulta
inconcebible una dictadura del proletariado más o
menos sólida y desarrollada. Por ello consideramos
intolerable la existencia de fracciones dentro de
nuestro Partido, pues es de por si evidente que la
existencia de fracciones organizadas dentro del
Partido lleva a la disgregación de éste, como entidad
única, en organizaciones paralelas, a la formación de
gérmenes y células un nuevo partido o de nuevos
de
partidos en el país y, por tanto, a la descomposición
de la dictadura del proletariado.
Pero la oposición, aún no objetando públicamente
nada contra esas tesis, parte en su actividad práctica
del criterio de que es necesario debilitar la unidad del
Partido, de que es necesaria la libertad de fracciones
dentro del Partido, es decir, de que es necesaria la
formación de elementos para un nuevo partido.
De ahí la política escisionista en la labor práctica
del bloque de oposición.
De ahí los alaridos de la oposición acerca del
«régimen» en el Partido, que en el fondo reflejan las
protestas de los elementos no proletarios del país
contra el régimen de dictadura del proletariado.
De ahí el problema de los dos partidos.
Tales son en conjunto, camaradas, nuestras
discrepancias con la oposición.

IV. Los oposicionistas en acción


Pasemos a ver cómo se han manifestado
ahora
estas discrepancias en el trabajo práctico.
Así, pues, ¿qué ha hecho, en realidad, nuestra
oposición en su labor práctica, en su lucha contra el
Partido?
Es sabido que la oposición no sólo ha desplegado
su tejemaneje en nuestro Partido, sino también en
otras secciones de la Internacional Comunista, por
ejemplo, en Alemania, en Francia, etc. Por eso
debemos preguntar: ¿cuál sido, en realidad, la
ha
labor práctica de la oposición y de sus secuaces, tanto
en el PC(b) de la URSS como en otras secciones de
la Internacional Comunista?
a) Labor práctica de la oposición y de sus
secuaces en el PC(b) de la URSS. La oposición

J. V. Stalin

empezó su «trabajo» lanzando gravísimas


acusaciones contra el Partido. La oposición declaró
que el Partido «se desliza hacia el oportunismo». La
oposición afirmó que la política del Partido «va
contra la línea de clase de la revolución». La
oposición afirmó que el Partido degeneraba e iba a
un termidor. La oposición manifestó que nuestro
Estado «dista mucho de ser un Estado proletario».
Todo esto se ha dicho o en declaraciones públicas y
en discursos de representantes de la oposición (Pleno
del CC y de la CCC de julio de 1926), o en
documentos clandestinos de la oposición, difundidos
por sus partidarios.
Pero, al lanzar contra el Partido esas graves
acusaciones, la oposición desbrozaba el terreno para
la organización de células paralelas dentro del
Partido, para la organización de un centro paralelo
del Partido, para la creación de un nuevo partido.
Uno de los prosélitos de la oposición, el señor
Ossovski, ha afirmado sin ambages en sus artículos
que el partido que tenemos, nuestro Partido, defiende
los intereses de los capitalistas, por lo que es
necesario formar otro partido, un «partido puramente
proletario», que exista y actúe junto al partido que
hoy tenemos.
La oposición puede objetar que no es responsable
de la actitud de Ossovski. Pero eso no es cierto. La
oposición responde plena e íntegramente de las
«hazañas» del señor Ossovski. Es notorio que
Ossovski se incluía abiertamente entre los adeptos de
la oposición, cosa que ésta no trató de desmentir ni
siquiera una vez. Es notorio asimismo que Trotski
defendió a Ossovski en el Pleno de julio del CC
contra el camarada Mólotov. Es notorio, en fin, que,
a pesar de la opinión unánime del Partido, contraria a
Ossovski, la oposición votó en el CC contra la
expulsión de Ossovski del Partido. Todo eso
demuestra que la oposición se hizo moralmente
responsable de las «hazañas» de Ossovski.
Conclusión: la labor práctica de la oposición
dentro del PC(b) de la URSS se ha expresado en la
actitud de Ossovski, en su prédica de la necesidad de
formar en nuestro país un nuevo partido, paralelo y
contrario al PC(b) de la URSS.
Y no podía ser de otro modo, pues una de dos:
o la oposición no creía ella misma en la seriedad
de sus graves acusaciones Contra el Partido y las
hacía únicamente para alardear, y entonces
desorientaba a la clase obrera, lo que es criminal;
o la oposición creía y sigue creyendo en la
seriedad de sus acusaciones, y entonces debía
orientarse, como, en efecto, lo ha hecho, al
aplastamiento de los cuadros dirigentes del Partido, a
la formación de un nuevo partido.
Tal ha sido la fisonomía de nuestra oposición en
su labor práctica contra el PC(b) de la URSS en
octubre de 1926.
b) Labor práctica de los secuaces de la oposición

Una vez más sobre las desviaciones


socialdemócratas en nuestro partido

165

en el Partido Comunista Alemán. Apoyándose en las


acusaciones que contra el Partido ha lanzado nuestra
oposición, los «ultraízquierdistas» de Alemania,
encabezados por el señor Korsch, han hecho por su
cuenta «nuevas» conclusiones, poniendo los puntos
sobre las íes. Como es sabido, Korsch, ese ideólogo
de los «ultraizquierdistas» de Alemania, afirma que
nuestra industria socialista es «una industria
puramente capitalista». Como es sabido, Korsch
califica a nuestro Partido de «kulakizado» y a la
Internacional Comunista de organización
«oportunista». Se sabe que, por esa causa,
también
Korsch preconiza la necesidad de una «nueva
revolución» contra el Poder existente en la URSS.
La oposición puede decir que no es responsable
de la actitud de Korsch. Pero eso no es cierto. La
oposición responde plena e íntegramente de las
«hazañas» del señor Korsch. Lo que Korsch afirma
es la conclusión lógica de las premisas que los líderes
de nuestra oposición ofrecen a sus adeptos al lanzar
las conocidas acusaciones contra el Partido. Pues, si
el Partido se desliza hacia el oportunismo, si su
política diverge de la línea de clase de la revolución,
si degenera y va un termidor, y nuestro Estado
hacia
«dista mucho ser un Estado proletario», sólo
de
puede haber una conclusión: una nueva revolución
dirigida contra el Poder «kulakizado». Aparte de eso,
se sabe que los «ultraizquierdistas» de Alemania,
247,
comprendidos los de Wedding votaron contra la
expulsión de Korsch del Partido, haciéndose así
moralmente responsables de la propaganda
contrarrevolucionaria de Korsch. ¿Y quién ignora
que los «ultraizquierdistas» se solidarizan con la
oposición en el PC (b) de la URSS?
c) Labor práctica de los secuaces de la oposición
en Francia. Lo mismo debe decirse de los secuaces
de la oposición en Francia. Me refiero a Souvaríne y
su grupo, que han anidado en cierta revista francesa.
Apoyándose en las premisas que le ofrece nuestra
oposición con sus acusaciones contra el Partido,
Souvaríne concluye que el enemigo principal de la
revolución es la burocracia del Partido, el grupo
dirigente de nuestro Partido. Según afirma Souvaríne,
la «salvación» sólo puede ser una nueva revolución
orientada contra el grupo dirigente del Partido y del
Poder, una nueva revolución dirigida, ante todo,
contra el Secretariado del CC del PC(b) de la URSS.
En Alemania, una «nueva revolución» dirigida contra
el Poder existente en la URSS. En Francia, una
«nueva revolución» dirigida contra el Secretariado

247
Los de Weddirig: uno de los grupos «ultraizquierdistas» del
PC Alemán. Los dirigentes de la «oposición de Weddirig» se
solidarizaron con el bloque de oposición trotskista-zinovievista
en el PC(b) de la URSS. El VII Pleno ampliado del CE de la IC
condenó resueltamente a la «oposición de Wedding», exigió de
ella que cesara por completo en su actividad fraccional, rompiera
todas sus relaciones con los expulsados del PC Alemán y con los
elementos hostiles a éste y se sometiera incondicionalmente a las
decisiones del PCA. y de la IC.

del CC. Pero ¿cómo se puede organizar esa nueva


revolución? ¿Es posible organizarla sin un partido
especial, a los objetivos de
adaptado esa nueva
revolución? Claro que no. De ahí el problema de la
formación de un nuevo partido.
La oposición puede decir que no es responsable
de lo que Souvaríne escribe. Pero eso no es cierto. Es
sabido, en primer lugar, que Souvaríne y su grupo
son partidarios de la oposición, en especial de su
parte trotskista. Es sabido, en segundo lugar, que
hace muy poco la oposición albergaba el proyecto de
colocar al señor Souvaríne en la redacción del órgano
central del Partido Comunista Francés. Cierto, el
proyecto no cuajó. no por culpa de nuestra
Pero
oposición, sino por desgracia para ella.
Resulta, pues, que en su trabajo práctico la
oposición, si la tomamos no como ella misma se
pinta, sino tal como se manifiesta en el curso de su
actividad, lo mismo en nuestro país, en la URSS, que
en Francia y Alemania, resulta digo, que en su
trabajo práctico la oposición ha llegado a plantear el
problema de destrozar a los cuadros actuales de
nuestro Partido y de formar un nuevo partido.

V. Por que alaban a la oposición los enemigos


de la dictadura proletariado
¿Por qué alaban a la oposición los
socialdemócratas y los demócratas
constitucionalistas?
O expresándonos de otra manera: ¿el sentir de
quién refleja la oposición?
Os habrá la atención que el
llamado, seguramente,
titulado ruso» se haya convertido en los
«problema
últimos tiempos en un problema de actualidad para la
prensa socialdemócrata y burguesa del Occidente.
¿Es eso casual? Naturalmente que no. El desarrollo
del socialismo en la URSS y el ascenso del
movimiento comunista en el Occidente no pueden
por menos de provocar muy honda alarma en las filas
de la burguesía y de sus agentes en la clase obrera:
los líderes socialdemócratas. La divisoria entre la
revolución y la contrarrevolución es hoy la línea del
odio feroz de los unos y de la amistad fraterna de los
otros respecto al Partido proletario de la URSS La
enorme importancia internacional del "problema
ruso» es hoy un hecho que los enemigos del
comunismo deben forzosamente tener en cuenta.
En torno al «problema ruso» se han formado dos
frentes: el de los enemigos de la República de los
Soviets y el de sus abnegados amigos. ¿Qué quieren
los enemigos de la República de los Soviets? Tratan
de crear entre las amplias masas de la población las
premisas ideológicas y morales para la lucha contra
la dictadura del proletariado. ¿Qué quieren los
amigos de la República de los Soviets? Tratan de
Crear entre las amplias capas del proletariado las
premisas ideológicas y morales para apoyar, para
defender a la República de los Soviets.

166

Veamos ahora por qué alaban a nuestra oposición


los socialdemócratas y los demócratas
constitucionalistas de la emigración burguesa rusa.
He aquí lo que dice, por ejemplo, Paul Levi,
renombrado líder socialdemócrata alemán:

«Nosotros éramos de la opinión de que los


intereses particulares de los obreros, en fin de
cuentas los intereses del socialismo, están en
contradicción con la existencia de la propiedad
campesina; de que la identidad de intereses de los
obreros y los campesinos no existe sino en apariencia
y que el desarrollo de la revolución rusa agudizaría y
haría más evidente esa contradicción. La idea de la
comunidad de intereses es, para nosotros, una
variedad de la idea de la coalición. Si el marxismo
tiene siquiera sea un asomo de fundamento, si la
historia se desarrolla dialécticamente, esa
contradicción debía haber roto la idea de la coalición
del mismo modo que ha ocurrido en Alemania... Para
nosotros, que examinamos los acontecimientos de la
URSS desde fuera, desde la Europa Occidental, está
claro que nuestras opiniones coinciden con las
opiniones de la oposición... Es un hecho evidente que
en Rusia empieza de nuevo un movimiento
independiente y anticapitalista bajo el signo de la
lucha de clases» («Leipziger Volkszeitung», 30 de
julio de 1926).

Es evidente que en esta cita hay una confusión en


lo relativo a la «identidad» de los intereses de los
obreros y de los campesinos. Pero también es
indudable que Paul Levi alaba a nuestra oposición
por su lucha contra la idea del bloque de los obreros
y los campesinos, contra la idea de la alianza de los
obreros y los campesinos.
He aquí lo que dice de nuestra oposición el
famoso Dan, líder de la socialdemocracia «rusa»,
líder de los mencheviques «rusos», que preconizan la
restauración del capitalismo en la URSS:
«Con su crítica del régimen existente, que repite
casi al pie de la letra la crítica de la
socialdemocracia, la oposición bolchevique prepara
los cerebros... para la aceptación de la plataforma
positiva de la socialdemocracia».

Y sigue:

«La oposición cultiva no sólo en las masas


obreras, sino también en los medios de los obreros
comunistas, brotes de ideas y estados de ánimo que,
bien cuidados, pueden fácilmente dar frutos
socialdemócratas» («Sotsialistícheski Véstnik»,
núm. 17-18).

Parece que está claro.


Y he aquí lo que dice de nuestra oposición

J. V. Stalin

248,
«Posliédnie Nóvosti» órgano central del
contrarrevolucionario partido burgués de Milíukov:

«Hoy, la oposición socava la dictadura; cada


publicación nueva de la oposición emplea palabras
más «terribles»; la oposición misma evoluciona hacia
ataques cada vez más violentos contra el sistema
imperante; y eso basta por ahora para aceptarla
agradecidamente como portavoz de las amplias capas
de la población descontenta en el terreno político»
(«Posliédnie Nóvosti», núm. 1990).

Y dice además:

«El enemigo más terrible para el Poder Soviético


es ahora el que se le acerca imperceptiblemente, lo
rodea por todos los lados con sus tentáculos y lo
suprime antes de que ese Poder pueda darse cuenta
de que ha sido suprimido. Ese papel, precisamente,
inevitable y necesario en el período preparatorio, del
que todavía no hemos salido, es el que desempeña la
oposición soviética» («Posliédnie Nóvostí», núm.
1983, 27 de agosto del año en curso).

Me parece que huelgan los comentarios.


Teniendo en cuenta la premura de tiempo, me
limito a estas citas, aunque podría dar decenas y
centenares de otras semejantes.
Ahí tenéis por qué alaban a nuestra oposición los
socialdemócratas y los demócratas
constitucionalistas.
¿Es esto casual? No, no lo es.
Se deduce, pues, que la oposición no refleja el
estado de ánimo del proletariado de nuestro país, sino
el de los elementos no proletarios, descontentos con
la dictadura del proletariado, enfurecidos contra la
dictadura del proletariado y que aguardan
impacientes su descomposición y su caída.
De este modo, la lógica misma de la lucha
fraccional de nuestra oposición ha conducido, de
hecho, a que el frente de la oposición se haya fundido
objetivamente con el frente de los adversarios y los
enemigos de la dictadura del proletariado.
¿Lo quería así
la oposición? Seguramente, no lo
quería. Pero cosa no depende de lo que la
la
oposición quiera o no quiera, sino de a dónde
conduce objetivamente su lucha fraccional. La lógica
de la lucha fraccional es más fuerte que los deseos de
unas u otras personas. Y, precisamente por ello, ha
ocurrido que el frente de la oposición ha llegado a
fundirse, de hecho, con el frente de los adversarios y
los enemigos de la dictadura del proletariado.
Lenin nos enseña que el deber fundamental de los
comunistas consiste en defender y robustecer la
dictadura del proletariado. Y las cosas han tomado tal

248
«Posliédnie Nóvosti» («Ultimas Noticias»): diario, órgano
central del partido burgués contrarrevolucionario de Miliukov; se
publicó desde abril de 1920 hasta julio de 1940 en París.

Una vez más sobre las desviaciones


socialdemócratas en nuestro partido

167

cariz, que la oposición, en virtud de su política


fraccional, ha ido a parar alcampo de los adversarios
de la dictadura del proletariado.
Por eso decimos que la oposición ha roto con el
leninismo, no sólo en la teoría, sino también en la
práctica.
Y no podía ser de otra manera. La correlación de
fuerzas en el frente de la lucha entre el capitalismo y
el socialismo es tal,que en las filas de la clase obrera
sólo es posible ahora una de dos políticas: o la del
comunismo, o la de la socialdemocracia. El intento
de los oposicionistas de ocupar una tercera oposición,
agudizando la lucha contra el PC(b) de la URSS,
debía terminar inevitablemente en que la oposición
habría verse lanzada
de por el curso
de la lucha
fraccional campo de los adversarios del leninismo.
al
Y así ha ocurrido, según lo evidencian los hechos
citados.
Ahí tenéis por qué alaban a nuestra oposición los
socialdemócratas y los demócratas
constitucionalistas.

VI. La derrota del bloque oposicionista


Decíayo antes que, en su lucha contra el Partido,
la oposición operó lanzando contra él acusaciones
gravísimas. Decía yo que, en su actividad práctica, la
oposición llegó al umbral mismo del problema de la
escisión y de la formación de un nuevo partido. De
ahí se desprende la pregunta: ¿cuanto tiempo
consiguió mantenerse laen esa actitud
oposición
escisionista? Los hechos dicen que sólo pudo
mantenerse en esa actitud unos cuantos meses. Los
hechos dicen que, a principios de octubre de este año,
la oposición se vió obligada a reconocer su derrota y
a dar marcha atrás.
¿A qué se debe el repliegue de la oposición?
Me parece que el repliegue de la oposición se
debe a las causas siguientes.
Primero, a que la oposición se vió en la URSS sin
ejército político. Es muy posible que la organización
de un nuevo partido sea una tarea sugestiva. Pero si
después de la discusión resulta que no hay gente para
formar el nuevo partido, está claro que la única
salida, es el repliegue.
Segundo, a que, en el curso de la lucha fraccional,
a la oposición se adhirieron elementos inmundos de
toda laya, lo mismo en nuestro país, en la URSS, que
en el extranjero, y los socialdemócratas y los
demócratas constitucionalistas empezaron a entonarle
alabanzas sin cuento, cubriéndola, con sus ósculos,
de oprobio y vergüenza ante los ojos de los obreros.
La oposición se vió en el dilema de aceptar las
alabanzas y los ósculos de los enemigos, como algo
bien merecido, o dar bruscamente marcha atrás, para
que se le desprendieran automáticamente todos los
apéndices sucios adheridos a ella. Con su repliegue y
con el reconocimiento que hizo de él, la oposición
admitió que la única salida aceptable para ella era la
segunda.
Tercero, a la circunstancia de que la situación en
la URSS, era mejor de lo que la oposición suponía y
de que las masas del Partido eran más conscientes y
estaban más cohesionadas de lo que la oposición
podía imaginarse al principio de la lucha.
Naturalmente, si en el país hubiera crisis, si
aumentase el descontento de los obreros y si el
Partido hubiera manifestado menos cohesión, la
oposición habría seguido otro camino y no se habría
decidido a retroceder. Pero los hechos han
demostrado que los cálculos de la oposición
resultaron fallidos también en este terreno.
De ahí la derrota de la oposición.
De ahí su retroceso.
La derrota de la oposición ha pasado por tres
etapas.
La primera etapa es su «declaración» del 16 de
octubre de 1926. La oposición en ese
renunciaba
documento a la teoría y a la práctica de la libertad de
fracciones y a los métodos fraccionales de lucha,
reconociendo de manera pública e inequívoca sus
errores en este terreno. Pero la oposición no renunció
sólo a esto. Por cuanto en su «declaración» se
apartaba de la «oposición obrera» y de los Korsch y
los Souvaríne de toda laya, la oposición renunció a
las posiciones ideológicas que la ligaban hasta hace
poco con esas corrientes.
La segunda etapa es el abandono real de las
acusaciones que hace poco presentaba la oposición al
Partido. Debe reconocerse, y al reconocerlo debe
subrayarse, que la oposición no se ha atrevido a
repetir ante la XV Conferencia del PC(b) de la URSS
sus acusaciones contra el Partido. Si comparamos las
actas del Pleno de julio del CC y de la CCC con las
actas de la XV Conferencia del PC(b) de la URSS,
no podremos por menos de advertir que en éstas no
ha quedado ni rastro de las viejas acusaciones de
oportunismo, de termidorismo, de apartamiento de la
línea de clase de la revolución, etc. Si se toma,
además, en consideración la circunstancia de que
muchos delegados han preguntado a la oposición por
las viejas acusaciones y que la oposición ha seguido
sin despegar los labios sobre el particular, no puede
por menos de reconocerse que, en la práctica, ha
abandonado sus viejas acusaciones contra el Partido.
¿Puede decirse que esa circunstancia representa,
de hecho, la renuncia a una serie de
de la oposición
posiciones ideológicas suyas? Se puede y se debe. La
oposición ha arriado conscientemente su bandera de
combate al verse denotada. Y no podía ser de otra
manera. Las acusaciones se hacían con vistas a la
formación de un nuevo partido. Pero, habiendo
fallado los planes, debían abandonarse, por lo menos
temporalmente, las acusaciones.
La tercera etapa es el aislamiento completo de la
oposición en la XV Conferencia del PC(b) de la
URSS. Debe señalarse que la oposición no obtuvo en

168
la XV Conferencia ni un solo voto, es decir, que se
vió completamente aislada. Recordad el alboroto y la
algazara que la oposición levantó a fines de
septiembre último al emprender la campaña, la
campaña abierta contra el Partido, y comparad esa
algarabía con su aislamiento en la XV Conferencia,
donde se quedó sola, como suele decirse, y
comprenderéis que no se le podía desear una derrota
«mejor».
¿Se puede negar de que la
la circunstancia
oposición ha en la práctica
renunciado a sus
acusaciones contra el Partido y no se ha atrevido a
repetirlas ante la XV Conferencia, pese a las
demandas de los delegados?
No, no se puede negar, porque es un hecho.
¿Por qué ha entrado la oposición en esa vía?, ¿por
qué ha arriado su bandera?
Porque levantar la bandera ideológica de la
oposición significa, obligatoria e inevitablemente, la
proclamación de la teoría de los dos partidos, la
reanimación de los Katz, los Korsch, los Maslow, los
Souvaríne y demás elementos inmundos, el
desencadenamiento de las fuerzas antiproletarias en
nuestro país, las alabanzas y los ósculos de los
socialdemócratas y los burgueses liberales de la
emigración rusa.
La bandera ideológica de la oposición mata a la
oposición: ahí está el quid del asunto, camaradas.
Por eso, para no pudrirse definitivamente, la
oposición se ha visto obligada a replegarse y a echar
a un lado su bandera.
Esta es la base de la derrota del bloque de
oposición.

VII. Sentido practico y significación de la XV


Conferencia del PC(b) de la URSS
Termino, camaradas. Me resta decir unas palabras
de conclusión en cuanto al sentido y la significación
de las decisiones de la XV Conferencia de PC(b) de
la URSS.
La primera conclusión es que la Conferencia ha
hecho un balance de la lucha desarrollada dentro del
Partido después del XIV Congreso, ha refrendado la
victoria del Partido sobre la oposición y, aislando a
ésta, ha puesto fin a la bacanal fraccionalista que la
oposición impuso al Partido en el período precedente.
La segunda es que la Conferencia ha
conclusión
agrupado a nuestro Partido más estrechamente que
nunca sobre la base de la perspectiva socialista de
nuestra edificación, sobre la base de la idea de la
lucha por la victoria de la edificación socialista,
contra todas las corrientes oposicionistas de nuestro
Partido, contra todas las desviaciones en nuestro
Partido.
El problema más Partido es
actual para nuestro
hoy el de la edificación en nuestro
del socialismo
país. Lenin estaba en lo cierto al decir que todo el
mundo tenía la vista puesta en nosotros, en nuestra

J. V. Stalin
edificación económica, en nuestros éxitos en el frente
de la edificación. Mas, para lograr éxitos en este
frente, es necesario que el instrumento fundamental
de la dictadura del proletariado, nuestro Partido, esté
preparado para ello, comprenda la importancia de
esta tarea y pueda servir de palanca para 1a victoria
de la edificación socialista en nuestro país. El sentido
y la significación de la XV Conferencia, estriban en
que ha pertrechado plenamente a nuestro Partido con
la idea de la victoria de la edificación socialista en
nuestro país.
La tercera conclusión es que la Conferencia se ha
manifestado enérgicamente contra las vacilaciones
ideológicas de todo género en nuestro Partido,
facilitando así el triunfo completo del leninismo en
sus filas.
Si el Pleno ampliado del Comité Ejecutivo de La
Internacional Comunista aprueba las decisiones de la
XV Conferencia del PC(b) de la URSS y estima
acertada la política de nuestro Partido respecto a la
oposición -no tengo motivos para dudar de que así
será-, ello nos ha de llevar a La cuarta conclusión: la
XV Conferencia ha preparado algunas condiciones
importantes, necesarias para que el leninismo triunfe
en toda la Internacional Comunista, en las filas del
proletariado revolucionario de todos los países y
pueblos.

Publicado el 9, 10, 19, 21 y 22 de diciembre de


1926 en el periódico «Pravda».

PROBLEMAS DE LA REVOLUCIÓ� CHI�A

Tesis para los propagandistas, aprobadas por el


CC del PC(b) de la URSS.

I. Perspectivas de la revolución china


Hechos principales que determinan el carácter de
la revolución china:
a) situación semicolonial de China y dominio
económico y financiero del imperialismo;
b)yugo de las supervivencias feudales, acentuado
por el yugo del militarismo y la burocracia;
c) creciente lucha revolucionaria de las masas de
millones de obreros y de campesinos contra la
opresión ejercida por los feudales y los funcionarios,
contra el militarismo, contra el imperialismo;
d) debilidad política de la burguesía nacional, su
dependencia del imperialismo, su temor ante las
proporciones del movimiento revolucionario;
e) creciente actividad revolucionaria del
proletariado, aumento de su prestigio entre las masas
de millones de trabajadores;
f) existencia de la dictadura proletaria en un país
vecino de China.
De ahí dos posibles caminos de desarrollo de los
acontecimientos en China:
o bien la burguesía nacional destrozará al
proletariado, un trato con el imperialismo y se
cerrará
pondrá a su lado en campaña contra la revolución,
para terminar ésta con el establecimiento de la
dominación del capitalismo;
o bien el proletariadodel camino a la
apartará
burguesía nacional, su propia hegemonía
consolidará
y llevará tras de sí a las masas de millones de
trabajadores de la ciudad y del campo, para vencer la
resistencia de la burguesía nacional, conseguir el
triunfo completo de la revolución democrático-
burguesa y encauzarla después gradualmente hacia la
revolución socialista, con todas las consecuencias
que de esto se desprenden.
Una de dos.
La crisis del capitalismo mundial y la existencia
de la dictadura proletaria en la URSS, cuya
experiencia puede ser bien aprovechada por el
proletariado chino, facilitan considerablemente la
posibilidad de que la revolución china siga el
segundo camino.
De otro lado, el imperialismo mantiene, en lo
fundamental, un frente único en su ofensiva contra la
revolución china; ahora no hay entre los imperialistas
la escisión y guerra que existían en el campo del
la
imperialismo, por ejemplo, en vísperas de la
Revolución de Octubre y que debilitaban al
imperialismo; este hecho nos dice que la revolución
china encontrará en su camino hacia la victoria
muchas más dificultades que la revolución rusa y
que, en el curso de la revolución china, habrá muchos
más tránsfugas y traidores que en el período de la
guerra civil en la URSS.
Por eso, la lucha entre estos dos caminos es un
rasgo característico de la revolución china.
Precisamente por eso, la tarea principal de los
comunistas es luchar por el triunfo del segundo
camino de la revolución china.

II. Primera etapa de la revolución china


En el primer período de la revolución china, en el
período de la primera marcha al Norte, cuando el
ejército nacional se acercaba al Yang-tse-kiang,
obteniendo una victoria tras otra, y el poderoso
movimiento de los obreros y campesinos no había
tenido aún tiempo de
desplegarse, la burguesía
249)
nacional (no los compradores estaba al lado de la
revolución. Fue ésta una revolución del frente único
nacional.
Eso no significa que no hubiera contradicciones
entre la revolución y la burguesía nacional. Significa
únicamente que la burguesía nacional, apoyar a la
al
revolución, trataba de utilizarla para sus fines, de
modo que, orientándola principalmente hacia las
conquistas territoriales, perdiese amplitud. La lucha
entre la derecha y la izquierda en el Kuomintang fue,
en dicho período, reflejo de estas contradicciones. La
tentativa de Chang Kai-shek de expulsar del
Kuomintang a los comunistas en marzo de 1926, fue
el primer intento serio de la burguesía nacional para
poner freno a la revolución. Como se sabe, el CC del
PC(b), de la URSS estimaba ya entonces «necesario
atenerse a la línea de que el Partido Comunista
permanezca dentro del Kuomintang», estimaba

249
Compradores: intermediarios entre el capital extranjero y el
mercado local, que constituyen parte de la gran burguesía
comercial indígena en las colonias y los países dependientes. En
China, los compradores fueron agentes del imperialismo
extranjero y enemigos jurados de la revolución china de los años
1925-1927.

170

preciso «llevar las cosas de manera que los elementos


de derecha salgan o sean expulsados del
Kuomintang» (abril de 1926).
Esta línea iba encaminada al desarrollo de la
revolución, a la colaboración estrecha de los
izquierdistas y los comunistas dentro del Kuomintang
y en el gobierno nacional, al robustecimiento de la
unidad del Kuomintang y, al mismo tiempo, al
desenmascaramiento y aislamiento de los
kuomintanistas de derecha, a la subordinación de los
derechistas a la disciplina del Kuomintang, a la
utilización de la derecha, de sus relaciones y
experiencia, sise sometían a la disciplina del
kuomintang, o su expulsión del Kuomintang si
vulneraban esta disciplina y traicionaban los intereses
de la revolución.
Los acontecimientos subsiguientes confirmaron
por entero lo acertado de esta línea. El poderoso
desarrollo del movimiento campesino y la
organización de uniones campesinas y comités
campesinos, la pujante ola de huelgas en las ciudades
y la creación de consejos sindicales, el avance
victorioso de las tropas nacionales hacia Shanghai,
asediado por la flota y las tropas de los imperialistas,
y otros hechos semejantes dicen que la línea
adoptada entonces era la única acertada.
Sólo esta circunstancia puede explicar que la
intentona de los derechistas, de escindir en febrero de
1927 el Kuomintang y de crear en Nan-chang un
centro nuevo, fracasara por la repulsa unánime del
Kuomintang revolucionario en Wuhan.
Pero esa intentona era indicio de que en el país se
operaba una reagrupación de las fuerzas de clase, de
que los derechistas y la burguesía nacional no iban a
conformarse e intensificarían su labor contra la
revolución.
El CC del PC(b) de la URSS tenía, por eso, razón
al decir en marzo de 1927 que:
a) «actualmente, a consecuencia de la
reagrupación de las fuerzas de clase y de la
concentración de los ejércitos imperialistas, la
revolución china atraviesa un período crítico y sus
victorias sólo serán posibles con una orientación
enérgica hacia el desarrollo del movimiento de
masas»;
b) «es necesario orientarse al armamento de los
obreros y los campesinos, es necesario convertir los
comités campesinos en organismos que de hecho
ejerzan el Poder y dispongan de grupos armados de
defensa local»;
c) «el Partido Comunista no debe ocultar la
política traidora y reaccionaria de los kuomintanistas
de derecha y debe movilizar a las masas en torno al
Kuomintang y al Partido Comunista Chino
desenmascarando a los derechistas» (3 de marzo de
1927).
Era fácil comprender, por ello, que el vigoroso
auge de la revolución, por un lado, y la presión de los

J. V. Stalin

imperialistas en Shanghai, por otro, no podrían por


menos de arrojar a la burguesía nacional china al
campo de la contrarrevolución, del mismo modo que
la toma de Shanghai por las tropas nacionales y las
huelgas de los obreros de esta ciudad no podrían por
menos de unir a los imperialistas para sofocar la
revolución.
Así ha ocurrido. masacre de Nankín fue, en
La
este sentido, para un nuevo deslindamiento
la señal
de las fuerzas chinas en lucha. Al disparar sobre
Nankín y presentar su ultimátum, los imperialistas
querían decir que buscaban el apoyo de la burguesía
nacional para la lucha conjunta contra la revolución
china.
Al ametrallar los mítines obreros y organizar su
golpe, Chang Kai-shek, como en respuesta a la
invitación de los imperialistas, anunciaba que estaba
dispuesto a ir con la burguesía nacional al
contubernio con los imperialistas, contra los obreros
y los campesinos de China.
III. Segunda etapa de la revolución china
El golpe de Chang Kai-shek indica que la
burguesía nacional ha abandonado la revolución, que
ha nacido un centro de la contrarrevolución nacional
y se ha cerrado el trato de los kuomintanistas de
derecha con el imperialismo, contra la revolución
china.
El golpe de Chang Kai-shek significa que en el
Sur de China habrá de ahora en adelante dos campos,
dos gobiernos, dos ejércitos, dos centros: el centro de
la revolución, en Wuhan, y el centro de la
contrarrevolución, en Nankín.
El golpe de Chang Kai-shek significa que la
revolución ha entrado en la segunda etapa de su
desarrollo, que ha empezado un viraje de la
revolución del frente único nacional a la revolución
de las masas de millones y millones de obreros y
campesinos, a la revolución agraria, la cual
intensificará y ensanchará la lucha contra el
imperialismo, contra la gentry y los terratenientes
feudales, contra los militaristas y el grupo
contrarrevolucionario de Chang Kai-shek.
Esto significa que la lucha entre los dos caminos
de la revolución, entre los partidarios de llevarla
adelante y los partidarios de ponerle término, se
agudizará de día en día, ocupando todo el actual
período de la revolución.
Esto significa que el Kuomintang revolucionario,
en Wuhan, se irá convirtiendo de hecho, con una
lucha enérgica contra el militarismo y el
imperialismo, en el órgano de la dictadura
democrático-revolucionaria del proletariado y el
campesinado, mientras que el grupo
contrarrevolucionario de Chang Kai-shek, en Nankín,
apartándose de los obreros y los campesinos y
acercándose al imperialismo, compartirá, en fin de
cuentas, la suerte de los militaristas.
Problemas de la revolución china

Pero de esto se deduce que la política de


conservación de la unidad del Kuomintang, la
política de aislamiento de los derechistas dentro del
Kuomintang y de su utilización con fines
revolucionarios, no responde ya a las nuevas tareas
de la revolución. Esta política debe ser sustituida por
la política de expulsión enérgica de los derechistas
del seno del Kuomintang, por la lucha decidida
contra los derechistas hasta su completa eliminación
política, por la política de concentración de todo el
Poder del país en manos del Kuomintang
revolucionario, del Kuomintang sin los elementos de
derecha, del Kuomintang como bloque de los
kuomintanistas de izquierda y los comunistas.
De esto se deduce, además, que la política de
estrecha colaboración de los izquierdistas y los
comunistas en el seno del Kuomintang adquiere, en
la actual etapa, vigor e importancia particulares; que
esta colaboración refleja la alianza de obreros y
campesinos que se está formando fuera del
Kuomintang; que sin esa colaboración la revolución
no puede vencer.
De esto se deduce también que lo que dará
principalmente fuerza al Kuomintang revolucionario
es el desarrollo sucesivo del movimiento
revolucionario dé los obreros y los campesinos y el
fortalecimiento de sus organizaciones de masas -los
comités campesinos revolucionarios, los sindicatos
obreros y demás organizaciones revolucionarias de
masas-, como elementos preparatorios de los futuros
Soviets; que la garantía principal de la victoria de la
revolución reside en una mayor actividad
revolucionaria de las masas de millones de
trabajadores y que el principal antídoto contra la
contrarrevolución es armar a los obreros y a los
campesinos.
De esto se por último, que, al luchar en
deduce,
las mismas con
filas los kuornintanistas
revolucionarios, el Partido Comunista debe conservar
más que nunca su independencia, como condición
necesaria para asegurar la hegemonía del proletariado
en la revolución democrático-burguesa.

IV. Errores de la oposición


El error principal
de la oposición (Rádek y
compañía) es que no comprende el carácter de la
revolución china, no comprende qué etapa atraviesa
en el momento presente esta revolución, no
comprende su actual situación internacional.
La oposición pide que la revolución china se
desenvuelva al mismo ritmo, más o menos, que
marchó la Revolución de Octubre. La oposición se
muestra descontenta de que los obreros de Shanghaí
no aceptaran el combate decisivo contra los
imperialistas Y sus secuaces.
Pero no comprende que la revolución china no
puede avanzar rápidamente, entre otras cosas porque
la situación internacional es hoy menos favorable que

171
en 1917 (no hay guerra entre los imperialistas).
No comprende que no se puede aceptar el
combate decisivo en condiciones desfavorables,
cuando las reservas no han sido concentradas
todavía; los bolcheviques, por ejemplo, no aceptaron
tampoco el combate decisivo ni en abril ni en julio de
1917.
La oposición no comprende que no eludir el
combate decisivo en condiciones desfavorables
(cuando se puede eludir) significa facilitar la obra de
los enemigos de la revolución.
La oposición pide la formación inmediata de
Soviets de diputados obreros, campesinos y soldados
en China. Pero ¿qué significa crear los Soviets
ahora?
En primer lugar, no es posible crear los Soviets en
cualquier momento: se crean sólo en el período de
particular ascenso del oleaje revolucionario.
En segundo lugar, los Soviets no se crean para
dedicarse a la charlatanería: se crean, ante todo,
como órganos de lucha contra el Poder existente,
como órganos de lucha por el Poder. Así fue en 1905.
Así fue en 1917.
Pero ¿qué significa crear los Soviets actualmente
en la zona del gobierno de Wu-han, por ejemplo?
Significa dar la consigna de lucha contra el Poder
vigente en esa zona. Significa dar la consigna de
crear nuevos órganos de Poder, dar la consigna de
lucha contra el Poder del Kuomintang
revolucionario, que integran los comunistas en
bloque con los kuomintanistas de izquierda, pues el
único Poder que allí hay ahora es el del Kuomintang
revolucionario.
Significa también confundir la tarea de formar y
robustecer las organizaciones de masas de los
obreros y los campesinos, como son los comités de
huelga, las uniones y los comités campesinos. los
consejos sindicales, los comités fabriles, etc., en los
que ya ahora se apoya el Kuomintang revolucionario,
con la tarea de crear el sistema soviético como tipo
nuevo de Poder del Estado, para reemplazar el Poder
del Kuomintang revolucionario.
Significa, en fin, no comprender qué etapa
atraviesa actualmente la revolución china. Significa
poner en manos de los enemigos del pueblo chino
nuevas armas para la lucha contra la revolución, para
fabricar nuevas leyendas acerca de que en China no
se produce una revolución nacional, sino una
trasplantación artificial de la «sovietización
moscovita».
Así, pues, la oposición hace el juego a los
enemigos de la revolución china al plantear la
consigna de crear actualmente los Soviets.
La oposición no estima conveniente la
participación de los en el Kuomintang.
comunistas
La oposición estima conveniente, por tanto, que el
Partido Comunista se retire del Kuomintang. Pero
¿qué significa la retirada del Partido Comunista del
172

J. V. Stalin

Kuomintang ahora, cuando toda la jauría imperialista


y todos sus secuaces exigen que se expulse a los
comunistas del Kuomintang? Significa abandonar el
campo de batalla y desamparar a los aliados del
Partido en el Kuomintang, con gran contento de los
enemigos de la revolución. Significa debilitar el
Partido Comunista, torpedear el Kuomintang
revolucionario, facilitar la obra de los Cavaignac de
Shanghaí y poner la bandera del Kuomintang, la más
popular en China, en manos de los kuomintanistas de
derecha.
Eso es, precisamente, lo que exigen ahora los
imperialistas, los militaristas y los kuomintanistas de
derecha.
Resulta, pues, que la oposición hace el juego a los
enemigos de la revolución china al manifestarse
partidaria de que el Partido Comunista se retire
actualmente del Kuomintang.
El reciente Pleno del CC de nuestro Partido tenía,
por eso, completa razón al rechazar de plano la
250.
plataforma oposicionista
Publicado el 21 de abril de 1927 en el núm. 90 de
«Pravda».

250
Se alude al Pleno del CC del PC(b) de la URSS, que se
celebró del 13 al 16 de abril de 1927. El Pleno aprobó la política
del Buró Político del CC en la cuestión internacional y rechazó
categóricamente la plataforma antipartido de la oposición
trotskista-zinovievista.

ACERCA DE LOS PROBLEMAS DE LA


REVOLUCIÓ� CHI�A

Respuesta al camarada Marchulin

Me han remitido, para que su carta a


la conteste,
251
la redacción de «Derevienski Komunist» acerca de
los Soviets en China. En el supuesto de que no tendrá
nada en contra, le envío una breve respuesta.
Me parece, camarada Marchulin, que su carta
obedece a un malentendido. Y verá por qué.
1) Las tesis de Stalin para los propagandistas
hablan contra la formación inmediata de Soviets de
diputados obreros, campesinos y soldados en la
China actual. Usted, objetando a Stalin, invoca las
tesis y el discurso de Lenin ante el II Congreso de la
Internacional Comunista, donde se habla únicamente
de Soviets campesinos, de Soviets de trabajadores,
de Soviets del pueblo trabajador, pero no se dice ni
una palabra de la formación de Soviets de diputados
obreros.
¿Por qué no habla Lenin de la formación de
Soviets de diputados en sus tesis ni en su
obreros ni
discurso? Porque Lenin se refiere en su discurso y en
sus tesis a países donde «no puede ni hablarse de un
movimiento puramente proletario», donde «casi no
hay proletariado industrial» (v. t. XXV, pág. 353).
Lenin dice bien claramente en su discurso que se
refiere a países como los del Asia Central, como
Persia, donde «casi no hay proletariado industrial»
(v, lugar citado).
¿Puede incluirseesos países a China, con
entre
sus centros como Shanghai, Han-kao,
industriales
Nankín, Chang-sha, etc., donde hay ya unos tres
millones de obreros sindicados? Claro que no.
Es evidente que, cuando se habla de la China de
nuestros días, donde existe cierto mínimo de
proletariado industrial, no debe tenerse en cuenta
simplemente la creación de Soviets campesinos o de
Soviets de los trabajadores, sino la formación de
Soviets de diputados obreros y campesinos.
Otra cosa sería si se tratara de Persia, de
Afganistán etc.
Pero las tesis de Stalin se refieren, como es
sabido, a China, y no a Persia, Afganistán, etc.
Por eso son erróneas y carecen de fundamento su

251
«Derevienski Kommunist» («El Comunista Rural») : revista
quincenal para el activo del Partido en el campo, órgano del CC
del PC(b) de la URSS La revista salió desde diciembre de 1924
hasta agosto de 1930.

objeción a Stalin y su referencia al discurso y a las


tesis de Lenin en el II Congreso de la Internacional
Comunista.
2) Cita usted en su carta fragmento de las «Tesis
complementarias» del II Congreso de la Internacional
Comunista acerca de la cuestión nacional y colonial,
en elque se dice que en el Oriente «los partidos
proletarios deben mantener una intensa propaganda
de las ideas comunistas e instituir Soviets obreros y
campesinos a la primera oportunidad». Y presenta
usted las cosas como si esas «Tesis
complementarias» y el fragmento que usted cita
pertenecieran a Lenin. Esto no es cierto, camarada
Marchulin. En eso se equivoca usted, sencillamente.
Las «Tesis complementarias» pertenecen a Roy, y así
se aprobaron en el II Congreso, como tesis de Roy,
adoptadas como «complemento» a las tesis de Lenin
(v. II Congreso de la Internacional Comunista, actas
taquigráficas, págs. 122-126).
¿Para qué hacían falta las «Tesis
complementarias»? Para distinguir de las colonias
atrasadas, sin proletariado industrial, a otros países,
como son China y la India, de los cuales no se puede
afirmar que en ellos «casi no hay proletariado
industrial». Lea esas «Tesis complementarias» y
comprenderá que en ellas se trata, principalmente, de
China y la India (v, II Congreso de la Internacional
Comunista, actas taquigráficas, pág. 122).
¿Cuál fue la causa de que hicieran falta unas tesis
especiales de Roy como «complemento», a las tesis
de Lenin? Las tesis de Lenin fueron escritas y
publicadas mucho antes de la apertura del II
Congreso, mucho antes de que llegaran los
representantes de las colonias y se celebrara la
discusión en la comisión especial del II Congreso. Y
como la discusión en la comisión puso de relieve la
necesidad de destacar a China y la India de entre las
colonias atrasadas del Oriente, hubo necesidad de las
«Tesis complementarias».
Por no se debe confundir el discurso y las
ello
tesis de Lenincon las «Tesis complementarias» de
Roy, como no se puede olvidar que, cuando se trata
de países como China y la India, hay que tener en
cuenta la formación de Soviets obreros y
campesinos, y no simplemente de Soviets
campesinos.
3) ¿Habrá que formar en China Soviets obreros y

174

campesinos? Sí, habrá que formarlos necesariamente.


De ello hablan sin rodeos las tesis de Stalin para los
propagandistas, en las que se dice:

«Lo que dará principalmente fuerza al


Kuomintang revolucionario es el desarrollo sucesivo
del movimiento revolucionario de los obreros y los
campesinos y el fortalecimiento de sus
organizaciones de masas -los comités campesinos
revolucionarios, los sindicatos obreros y demás
organizaciones revolucionarias de masas-, como
252
elementos preparatorios de los futuros Soviets»...

Todo el problema se reduce a cuándo crearlos, en


qué condiciones, en qué situación.
Los Soviets de diputados obreros son, una
organización omnímoda y, por eso, la mejor
organización revolucionaria de la clase obrera. Pero
esto no significa que sea posible crearlos siempre y
en todas las condiciones. Cuando Jrustaliov, primer
presidente del Soviet de Diputados Obreros de
Petersburgo, planteó, en el verano de 1906, después
del reflujo de la revolución, la necesidad de formar
Soviets de diputados obreros, Lenin se opuso,
diciendo que, en aquel momento, cuando la
retaguardia no se había unido aún a
(el campesinado)
la vanguardia (al proletariado), no era conveniente la
creación de Soviets de diputados obreros, y Lenin
tenía completa razón, ¿Por qué? Porque los Soviets
de diputados obreros no son una simple organización
de los obreros. Los Soviets de diputados obreros son
órganos de lucha de la clase obrera contra el Poder
existente, órganos de la insurrección, órganos del
nuevo Poder revolucionario, y sólo como tales
pueden desarrollarse y robustecerse. Y si no hay
condiciones para la lucha directa de las masas contra
el Poder existente, para la insurrección de las masas
contra ese Poder, para la organización del nuevo
Poder revolucionario, la creación de Soviets obreros
no es conveniente; pues, de no darse dichas
condiciones, corren el riesgo de podrirse y de
transformarse en arena de vacíos pugilatos verbales.
Decía Lenin de los Soviets de diputados obreros:

«Los Soviets de diputados obreros son órganos de


lucha directa de las masas»... «No fue una teoría
cualquiera, ni los llamamientos de nadie, ni una
táctica inventada por ni una doctrina
alguien, de
partido, sino la fuerza cosas lo que condujo a
de las
estos órganos sin-partido, de masas, a la necesidad de
la insurrección y los hizo órganos de la insurrección.
Y actualmente instituir esos órganos significa crear
los órganos de la insurrección; llamar a instituirlos
significa llamar a la insurrección. Olvidar esto o
velarlo ante las amplias masas del pueblo sería la
miopía más imperdonable y la peor de las

252
Subrayado por mí. J. St.

J. V. Stalin

253
políticas» (v. t. X, pág. 15).

Y añade en otro sitio:

«Toda la experiencia de ambas revoluciones, lo


mismo la de 1905 que la de 1917, al igual que todas
las decisiones del Partido todas sus
Bolchevique,
declaraciones políticas años coinciden en
de muchos
que el Soviet de Diputados Obreros y Soldados no es
factible más que como órgano de la insurrección,
más que como órgano del Poder revolucionario.
Fuera de esta tarea, los Soviets son un simple juguete
que conduce inevitablemente a la apatía, a la
indiferencia, al desencanto de las masas, hastiadas
ya, con toda razón, de la repetición interminable de
254
resoluciones y protestas» (v. t. XXI, pág. 288).

¿Qué significa, si tenemos esto en cuenta, llamar a


la formación inmediata de Soviets de diputados
obreros, y soldados en la actual China
campesinos
del en la zona del gobierno de Wu-han,
Sur,
pongamos por caso, donde tiene el Poder ahora el
Kuomintang revolucionario, donde el movimiento se
desarrolla ahora bajo la consigna de «todo el Poder al
Kuomintang revolucionario»? Llamar ahora a la
formación de Soviets de diputados obreros y
campesinos en esta zona significa llamar a la
insurrección contra el Poder del Kuomintang
revolucionario. ¿Es esto conveniente? Claro que no
lo es. Claro que quien llama ahora a la creación
inmediata de Soviets de diputados obreros en esta
zona, trata de saltarse la fase kuomintanista de la
revolución china, corre el riesgo de poner la
revolución de China en una situación dificilísima.
Así están las cosas, camarada Marchulin, por lo
que se refiere a la formación inmediata de los Soviets
de diputados obreros, campesinos y soldados en
China.
En el II Congreso de la Internacional Comunista
se aprobó una resolución y
especial titulada
«Cuándo
en qué condiciones se crear Soviets de
pueden
diputados obreros». Fue aprobada en vida de Lenin,
le recomiendo su lectura. No carece de interés (v. II
Congreso de la Internacional Comunista, actas
taquigráficas, págs. 580-583).
4) ¿Cuándo será preciso formar en China los
Soviets de diputados obreros y campesinos? Habrá
necesidad imperiosa de crearlos en China en el
momento en que la revolución agraria triunfante
alcance su máximo desarrollo, cuando el
Kuomintang, como bloque de los populistas
revolucionarios de China (Kuomintang de izquierda)
y del Partido Comunista, no responda ya a la nueva
situación, cuando la revolución democrático-
burguesa, que todavía no ha vencido y que tardará
aún en vencer, empiece a poner de manifiesto sus

253
Subrayado por mí. J. St.
254
Subrayado por mí. J. St.

Acerca de los problemas de la revolución china

175
rasgos negativos, cuando del actual tipo
kuomintanista de organización del Estado haya que ir
paulatinamente al tipo nuevo, proletario, de
organización del Estado.
Así es como debe comprenderse el conocido
párrafo a
relativo los Soviets obreros y campesinos
de las «Tesis complementarias» de Roy, aprobadas
en el II Congreso de la Internacional Comunista.
¿Ha llegado ya ese momento?
No es preciso demostrar que ese momento no ha
llegado todavía.
¿Y qué hacer ahora? Hay que ampliar y
profundizar la revolución agraria de China. Hay que
crear y fortalecer toda clase de organizaciones de
masas de los obreros y campesinos, desde los
consejos sindicales y los comités de huelga hasta las
uniones campesinas y los comités revolucionarios
campesinos, para transformarlos, a medida que
crezca el movimiento revolucionario y aumenten sus
éxitos, en bases organizativas y políticas de los
futuros Soviets de diputados obreros, campesinos y
soldados.
Esta es ahora la tarea.
9 de mayo de 1927.
Publicado con la firma de J. Stalin el 15 de mayo
de 1927 en el núm. 10 de la revista «Derevienski
Komunist».

EL CARÁCTER I�TER�ACIO�AL DE LA
REVOLUCIÓ� DE OCTUBRE

En el X aniversario de Octubre

La Revolución de Octubre no se puede considerar


sólo una revolución circunscrita «a un marco
nacional». Es, ante todo, una revolución de carácter
internacional, de carácter mundial, pues representa
un viraje radical en la historia de la humanidad, un
viraje del viejo mundo, del mundo capitalista, al
mundo nuevo, al mundo socialista.
En el pasado, las revoluciones acababan,
generalmente, con la sustitución de un grupo de
explotadores por otro grupo de explotadores en el
timón del gobierno. Cambiaban los explotadores,
pero la explotación continuaba. Así ocurrió en la
época de los movimientos libertadores de los
esclavos. Así ocurrió en el período de las
sublevaciones de los siervos. Así ocurrió en el
período de las Conocidas «grandes» revoluciones de
Inglaterra, de Francia y de Alemania. No me refiero a
la Comuna de París, que fue el primer intento del
proletariado -glorioso y heroico, pero, con todo, un
intento fallido- de volver la historia contra el
capitalismo.
La Revolución de Octubre se distingue por
principio de estas revoluciones. Se propone como
objetivo, no el que una forma de explotación
sustituya a otra forma de explotación, que un grupo
de explotadores reemplace a otro grupo de
explotadores, sino la supresión de toda clase de
explotación del hombre por el hombre, la supresión
de todos y cada uno de los grupos de explotadores, la
instauración de la dictadura del proletariado, la
instauración del Poder de la clase más revolucionada
entre todas las clases oprimidas que han existido
hasta hoy, la organización de una nueva sociedad, de
la sociedad socialista sin clases.
Precisamente por eso, el triunfo de la Revolución
de Octubre marca un cambio radical en la historia de
la humanidad, un cambio radical en los destinos
históricos del capitalismo mundial, un cambio radical
en el movimiento de liberación del proletariado
mundial, un cambio radical en los métodos de lucha
y en las formas de organización, en el modo de vida
y en las tradiciones, en la cultura y en la ideología de
las masas explotadas del mundo entero.
En esto reside la razón fundamental de que la
Revolución de Octubre sea una revolución de
carácter internacional, de carácter mundial.
Y a esto mismo obedece la profunda simpatía de
las clases oprimidas de todos los países por la
Revolución de Octubre, en la cual ven la garantía de
su liberación.
Podrían señalarse varias cuestiones fundamentales
en las que la Revolución de Octubre influye sobre el
desarrollo del movimiento revolucionario del mundo
entero.
1. La Revolución de Octubre se caracteriza, ante
todo, por haber roto el frente del imperialismo
mundial, por haber derribado la burguesía
imperialista en uno de los mayores países capitalistas
y haber colocado en el Poder al proletariado
socialista.
La clase de los asalariados, la clase de los
perseguidos, la clase de los oprimidos y de los
explotados se elevó por vez primera en la historia de
la humanidad a la posición de clase dominante,
contagiando con su ejemplo a los proletarios de todos
los países.
Esto significa que la Revolución de Octubre inició
una nueva época, la época de las revoluciones
proletarias en los países del imperialismo.
Esta revolución desposeyó a los terratenientes y
capitalistas de los instrumentos y medios de
producción, convirtiéndolos en propiedad social y
contraponiendo, de este modo, la propiedad socialista
a la propiedad burguesa. De esta manera, puso en
evidencia la mentira de los capitalistas de que la
propiedad es inviolable, sagrada, eterna.
burguesa
Esta revolución arrancó el Poder a la burguesía,
despojó de los derechos políticos a la burguesía,
destruyó la máquina del Estado burgués y entregó el
Poder a los Soviets, contraponiendo, de este modo, al
parlamentarismo burgués, como democracia
capitalista, el Poder socialista de los Soviets, como
democracia proletaria. Tenía razón Lafargue al decir,
ya en 1887, que, al día siguiente de la revolución,
«todos los antiguos capitalistas serían privados de los
derechos electorales».
De esta manera, la Revolución de Octubre puso
en evidencia la mentira de los socialdemócratas de
que hoy es posible el tránsito pacífico al socialismo
por la senda del parlamentarismo burgués.
Pero la Revolución de Octubre no se detuvo ni
podía detenerse aquí. Después de destruir lo viejo, lo

El carácter internacional de la Revolución de Octubre


burgués, emprendió la edificación de lo nuevo, de lo
socialista. Los diez años de Revolución de Octubre
son diez años de edificación del Partido, de los
sindicatos, de los Soviets, de las cooperativas, de las
organizaciones culturales, del transporte, de la
industria y del Ejército Rojo. Los éxitos
indiscutibles, alcanzados por el socialismo en la
URSS en el frente de la edificación, han demostrado
claramente que el proletariado puede gobernar con
éxito el país sin burguesía y en contra de la
burguesía, puede levantar con éxito la industria sin
burguesía y en contra de la burguesía, puede dirigir
con éxito toda la economía nacional sin burguesía y
en contra de la burguesía, puede edificar con éxito el
socialismo, a pesar cerco capitalista.
del
La vieja «teoría» de que los explotados no pueden
arreglárselas sin los explotadores, que la al igual
cabeza y las otras partes cuerpo no pueden
del
arreglárselas sin el estómago, no es patrimonio
exclusivo de Menenio Agrípa, el célebre senador
romano de que nos habla la historia antigua. Esta
«teoría» es hoy la piedra angular de la «filosofía»
política de la socialdemocracia, en general, y de la
política socialdemócrata de coalición con la
burguesía imperialista, en particular. Esta «teoría»,
que ha adquirido el carácter de prejuicio, es
actualmente uno de los obstáculos más graves para la
revolucionarización del proletariado de los países
capitalistas. Uno de los resultados más importantes
de la Revolución de Octubre consiste en que ha
asestado un golpe mortal a esta falsa «teoría».
¿Acaso es necesario todavía demostrar que estos
resultados, y otros semejantes, de la Revolución de
Octubre no han podido ni pueden dejar de ejercer
gran influencia sobre el movimiento revolucionario
de la clase obrera de los países capitalistas?
Hechos tan notorios para todo el mundo como los
progresos del comunismo en los países capitalistas,
como la creciente simpatía de los proletarios de todos
los países hacia la clase obrera de la URSS y, por
último, la afluencia de delegaciones obreras al País
de los Soviets, indican de un modo indiscutible que
la semilla lanzada por la Revolución de Octubre
empieza ya a dar sus frutos.
2. La Revolución de Octubre hizo cuartearse al
imperialismo, no sólo en los centros de su
dominación, no sólo en las «metrópolis». Fue
también un golpe contra la retaguardia del
imperialismo, contra su periferia, minando la
dominación del imperialismo en las colonias y en los
países dependientes.
Al derrocar a los terratenientes y a los capitalistas,
la Revolución de Octubre rompió las cadenas de la
opresión nacional y colonial y liberó de ellas a todos
los pueblos oprimidos de un vasto Estado, sin
excepción. El proletariado no puede liberarse sin
liberar a los pueblos oprimidos. Rasgo característico
de la Revolución de Octubre es el haber llevado a

177

cabo, en la URSS, estas devoluciones nacionales y


coloniales, no bajo la bandera de la hostilidad
nacional y de los choques entre las naciones, sino
bajo la bandera de la confianza mutua y de la amistad
fraternal entre los obreros y los campesinos de los
pueblos de la URSS, no en nombre del nacionalismo,
sino en nombre del internacionalismo.
Precisamente por esto, porque en nuestro país las
revoluciones y coloniales transcurrieron
nacionales
bajo la dirección del proletariado y bajo la bandera
del internacionalismo, precisamente por esto, los
pueblos parias, los pueblos esclavos, se han elevado
por vez primera en la historia de la humanidad a la
condición de pueblos verdaderamente libres y
verdaderamente iguales, contagiando con su ejemplo
a los pueblos oprimidos del mundo entero.
Esto significa que la Revolución de Octubre inició
una nueva época, una época de revoluciones
coloniales, que se llevan a efecto en los países
oprimidos del mundo en alianza con el proletariado,
bajo la dirección del proletariado.
Antes, «se admitía» que el mundo estaba dividido,
desde tiempos en razas inferiores y
inmemoriales,
superiores, en negros y blancos, de los cuales los
primeros no son aptos para la civilización y están
condenados a ser objeto de explotación, mientras que
los segundos son los únicos exponentes de la
civilización, llamados a explotar a los primeros.
Hoy, esta leyenda: hay que considerarla destruida
y desechada. Uno de los resultados más importantes
de la Revolución de Octubre consiste en que ha
asestado un golpe mortal a esta leyenda, demostrando
en la práctica que los pueblos no europeos liberados,
incorporados al cauce del desarrollo soviético, son
tan capaces como los pueblos europeos de impulsar
una cultura realmente avanzada y una civilización
realmente avanzada.
Antes, «se admitía» que el único método para
liberar a los pueblos oprimidos era el método del
nacionalismo burgués, el método de separación de
las naciones unas de otras, el método de desunirlas,
el método de acentuar la hostilidad nacional entre las
masas trabajadoras de distintas naciones.
Hoy, esta leyenda hay que considerarla refutada.
Uno de los resultados más importantes de la
Revolución de Octubre consiste en que ha asestado
un golpe mental a esta leyenda, demostrando en la
práctica la posibilidad y la conveniencia del método
proletario, internacionalista, de liberación de los
pueblos oprimidos, como el único método acertado,
demostrando en la práctica la posibilidad y la
conveniencia de una alianza fraternal entre los
obreros y campesinos de los más diversos pueblos
sobre los principios del libre consentimiento y del
internacionalismo. La existencia de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas, prototipo de la
futura unificación de los trabajadores de todos los
países en una sola economía mundial, no puede por

178

menos de servir de prueba inmediata de esto.


Huelga decir que estos resultados, y otros
semejantes, de la Revolución de Octubre no podían
ni pueden dejar de ejercer una gran influencia sobre
el movimiento revolucionario de las colonias y los
países dependientes. Hechas como el incremento del
movimiento revolucionario de los pueblos oprimidos
en China, en Indonesia, en la India, etc., y la
creciente simpatía de estos pueblos hacia la URSS lo
evidencian de modo indiscutible.
Ha pasado la era en que se podía explotar y
oprimir con toda a las colonias y a
tranquilidad los
países dependientes.
Ha comenzado la era de las revoluciones
libertadoras en las países
colonias
los y en
dependientes, era del despertar del proletariado de
la
estos países, la era de su hegemonía en la revolución.
3. Al arrojar la semilla de la revolución tanto en
los centros del imperialismo como en su retaguardia,
al debilitar la potencia del imperialismo en las
«metrópolis», y al hacer vacilar su dominación en las
colonias, la Revolución de Octubre ha puesto en tela
de juicio la pervivencia misma del capitalismo
mundial en su conjunto.
Si, bajo las condiciones del imperialismo, el
desarrollo espontáneo del capitalismo se ha
transformado -en virtud de su desigualdad, en virtud
del carácter inevitable de los conflictos y de los
choques armados y, por último, en virtud de la
carnicería imperialista sin precedentes- en un proceso
de descomposición y agonía del capitalismo, la
Revolución y, como resultado de ella, el
de Octubre
desprendimiento de un país enorme del sistema
mundial del capitalismo, no podían por menos de
acelerar este proceso, socavando, paso a paso, las
bases mismas del imperialismo mundial.
Más aún. La Revolución de Octubre, al hacer
cuartearse el imperialismo, creó, al mismo tiempo,
con la primera dictadura proletaria, una base potente
y abierta para el movimiento revolucionario mundial,
base que este movimiento no había tenido jamás,
antes y en la que ahora puede apoyarse. Creó un
centro potente y abierto del movimiento
revolucionario mundial, centro que no había tenido
jamás antes y en torno al cual ese movimiento puede
ahora adquirir cohesión, organizando el frente único
revolucionario de los proletarios y de los pueblos
oprimidos de todos los países contra el imperialismo.
Esto significa, en primer lugar, que la Revolución
de Octubre infirió una herida de muerte al
capitalismo mundial, de la que éste no se repondrá
jamás. Y por eso precisamente, el capitalismo jamás
recobrará el «equilibrio» y la «estabilidad» que tenía
antes de Octubre.
El capitalismo podrá estabilizarse parcialmente,
podrá racionalizar su producción, entregar el
gobierno del país al fascismo, reprimir
temporalmente a la clase obrera, pero no volverá

J. V. Stalin

jamás a disfrutar de la «tranquilidad» y la


«seguridad», del «equilibrio» y la «estabilidad» de
que hacía gala antes, pues la crisis del capitalismo
mundial ha alcanzado un grado tal de desarrollo, que
la hoguera de la revolución se encenderá
inevitablemente, ya en los centros del imperialismo,
ya en la periferia, haciendo trizas los remiendos
capitalistas y aproximando, día tras día, la caída del
capitalismo. Punto por punto como en la conocida
fábula: -sí saca el rabo, se le hunde el hocico; si saca
el hocico, se le hunde el rabo».
Esto significa, en segundo lugar, que la
Revolución de Octubre elevó a cierta altura la fuerza
y la importancia, la valentía y la voluntad combativa
de las clases oprimidas del mundo entero, obligando
a las clases dominantes a tenerlas en cuenta como un
factor nuevo e importante. Hoy, ya no se puede ver
en lasmasas trabajadoras del mundo una «multitud
ciega» que vaga en las tinieblas y carece de
horizontes, ya que la Revolución de Octubre
encendió el faro que les alumbra el camino y les
brinda perspectivas. Si antes no había una tribuna
universal pública, desde la que se pudieran
manifestar y plasmar los anhelos y las aspiraciones
de las clases oprimidas, hoy esta tribuna existe y es la
primera dictadura proletaria.
¿Acaso puede dudarse de que si esta tribuna fuese
destruida, sobre la vida político-socialde los «países
adelantados» se abatirían para largo tiempo las
tinieblas de una negra y desenfrenada reacción? No
puede negarse que el simple hecho de la existencia
del «Estado bolchevique» pone un freno a las negras
fuerzas de la reacción y facilita a las clases oprimidas
la lucha por su liberación. Y esto es precisamente lo
que explica ese odio bestial que los explotadores de
todos los países sienten hacia los bolcheviques.
La historia se repite, aunque sobre bases nuevas.
Lo mismo que antiguamente, en la época de la caída
del feudalismo, la palabra «jacobino» provocaba en
los aristócratas de todos los países horror y
repugnancia, también hoy, en la época de la caída del
capitalismo, la palabra «bolchevique» provoca horror
y repugnancia en la burguesía de todos los países. Y
a la inversa: así como antes el asilo y la escuela de
los elementos revolucionarios de la burguesía
ascensional era París, hoy el refugio y la escuela de
los elementos revolucionarios del proletariado
ascensional es Moscú. El odio a los jacobinos no
salvó al feudalismo del derrumbamiento. ¿Acaso
puede dudarse de que el odio a los bolcheviques no
salvará tampoco al capitalismo de su caída
inevitable?
Ha pasado la era de la «estabilidad» del
capitalismo, arrastrando consigo la leyenda de la
inamovilidad del orden burgués.
Ha comenzado la era del hundimiento del
capitalismo.
4. No se debe considerar que la Revolución de
El carácter internacional de la Revolución de Octubre

Octubre afecte sólo a las relaciones económicas y


político-sociales. Es, al mismo tiempo, una
revolución en los cerebros, una revolución en la
ideología de la clase obrera. La Revolución de
octubre surgió y se consolidó bajo la bandera del
marxismo, bajo la bandera de la idea de la dictadura
del proletariado, bajo la bandera del leninismo, que
es el marxismo de la época del imperialismo y de las
revoluciones proletarias. Representa, por tanto, el
triunfo del marxismo sobre el reformismo, el triunfo
del leninismo sobre el socialdemocratismo, el triunfo
de la III Internacional sobre la II Internacional.
La Revolución de Octubre abrió un abismo
infranqueable entre el marxismo y la ideología
socialdemócrata, entre la política del leninismo y la
política de la socialdemocracia.
Antes, hasta el triunfo de la dictadura del
proletariado, la socialdemocracia podía alardear con
la bandera del marxismo, sin negar abiertamente la
idea de la dictadura pero sin hacer
del proletariado,
tampoco nada, absolutamente nada, por acercar la
realización de esta idea; se comprende que esta
actitud de la socialdemocracia no suponía amenaza
alguna para el capitalismo. Entonces, en aquel
período, la socialdemocracia se identificaba
formalmente, o casi se identificaba, con el marxismo.
Hoy, después del triunfo de la dictadura del
proletariado, cuando todo el mundo ha con
visto
claridad meridiana a dónde conduce el marxismo y
qué puede significar su triunfo, la socialdemocracia
ya no puede alardear con la bandera del marxismo,
ya no puede coquetear con la idea de la dictadura del
proletariado, sin crear cierto peligro para el
capitalismo. Después de haber roto hace ya mucho
con el espíritu del marxismo, se ha visto obligada a
romper también con la bandera del marxismo,
enfrentándose abierta y francamente contra la obra
del marxismo, contra la Revolución de Octubre,
contra la primera dictadura del proletariado habida en
el mundo.
Ahora tenía que desentenderse y se desentendió,
en efecto, del marxismo, ya que, en las condiciones
actuales, no es posible llamarse marxista sin apoyar
abierta y abnegadamente la primera dictadura
proletaria del mundo, sin librar una lucha
revolucionaria contra la propia burguesía, sin crear
las condiciones para el triunfo de la dictadura del
proletariado en el propio país.
Entre la socialdemocracia y el marxismo se ha
abierto un abismo. Desde ahora, el único portador y
baluarte del marxismo es el leninismo, el
comunismo.
Pero las cosas no han parado aquí. Después de
deslindar los campos entre la socialdemocracia y el
marxismo, la Revolución de Octubre fue más allá,
arrojando a la primera al campo de los defensores
directos del capitalismo contra la primera dictadura
proletaria habida en el mundo. Cuando señores como
179

los Adler y Bauer, los Wels y Levi, los Longuet y


Blum difaman al «régimen soviético», ensalzando la
«democracia» parlamentaria, quieren con ello
decir
que luchan y seguirán luchando en
pro de la
restauración del orden capitalista en la URSS, en pro
del mantenimiento de la esclavitud capitalista en los
Estados «civilizados».
La actual ideología socialdemócrata es el puntal
ideológico del capitalismo. Lenin teníaveces mil
razón al decir que los actuales políticos
socialdemócratas son «verdaderos agentes de la
burguesía en el seno del movimiento obrero,
lugartenientes obreros de la clase de los capitalistas»
y que, en «la guerra civil entre el proletariado y la
burguesía», se colocaran inevitablemente «al lado de
255.
los «versalleses» contra los «comuneros»
�o se puede acabar con el capitalismo sin acabar
con la ideología en el movimiento
socialdemócrata
obrero. Por eso, la era de la agonía del capitalismo
es, al mismo tiempo, la era de la agonía de la
ideología socialdemócrata en el movimiento obrero.
La gran importancia de la Revolución de Octubre
reside, entre otras cosas, en que anuncia el triunfo
inevitable del leninismo sobre la ideología
socialdemócrata en el movimiento obrero mundial.
Ha terminado la era de la dominación de la Ir
Internacional y de la ideología socialdemócrata en el
movimiento obrero.
Ha comenzado la era de la dominación del
leninismo y de la III Internacional.

Publicado con la firma de J. Stalin el 6 y el 7 de


noviembre de 1927 en el núm. 255 de «Pravda».

255
Se alude a la resolución del VII Pleno ampliado del CE de la
IC sobre la situación en China, aprobada el 116 de diciembre de
1926. V. la resolución del Pleno en el libro: «Tesis y
resoluciones del VII Pleno ampliado del CE de la IC.», Moscú-
Leningrado, 1927.

I�FORME POLÍTICO A�TE EL XV


CO�GRESO DEL PC(b) DE LA URSS

(Extractos)

El aparato del Estado y la lucha contra el


burocratismo. Del burocratismo que se habla tanto,
huelga extenderse al respecto. Es indudable que en el
aparato del Estado, en el de las cooperativas y en el
del Partido existen elementos de burocratismo.
También es un que
hecho la lucha contra los
elementos de burocratismo es necesaria y que esta
tarea la tendremos planteada siempre, mientras exista
en el país el Poder público, mientras exista el Estado.
Pero, con todo, hay que tener sentido de la
medida. Llevar la lucha contra el burocratismo en el
aparato del Estado hasta la destrucción de este
aparato, hasta desacreditarlo, hasta las tentativas de
destruirlo, es ir contra el leninismo, es olvidar que
nuestro aparato es un aparato soviético, un aparato de
Estado superior, por su tipo, a todos los demás
aparatos de Estado existentes en el mundo.
¿En qué consiste la fuerza del aparato de nuestro
Estado?
Enque, a través de los Soviets, vincula el Poder a
las masas de millones de obreros y campesinos. En
que los Soviets son una escuela de gobernación para
decenas y cientos de miles de obreros y campesinos.
En que el aparato del Estado no se aísla de las masas,
de los millones de hombres del pueblo, sino que se
funde con ellos a través de innumerables
organizaciones de masas, de todo género de
comisiones, secciones, conferencias, reuniones de
delegadas, etc., que rodean a los Soviets y que
apoyan así a los órganos de Poder.
¿En qué consiste la debilidad del aparato de
nuestro Estado? En la existencia de elementos
burocráticos en el mismo, que estropean y deforman
su trabajo. Para extirpar de él el burocratismo –y eso
no se puede hacer en un año o en dos-, hay que
mejorar sistemáticamente el aparato del Estado,
acercarlo a masas, renovarlo con hombres nuevos,
las
fieles a la causa de la clase obrera, hay que
transformarlo en el espíritu del comunismo, y no
destruirlo, no desacreditarlo. Lenin tenía mil veces
razón cuando afirmaba: «Sin «aparato», nos
hubiéramos hundido hace tiempo. Sin una lucha
sistemática y tenaz por mejorar el aparato, nos
hundiremos antes de haber logrado construir la base
256.
del socialismo»
No vaya detenerme en los defectos del aparato de
nuestro Estado, que saltan por sí solos a la vista. Me
refiero, ante todo, al «papeleo». Tengo a mano un
montón de documentos que evidencian y
el papeleo
denuncian la negligencia criminal de varias
organizaciones judiciales, administrativas, de
seguros, cooperativas, etc.
Aquí se habla de un
campesino que ha hecho
veintiún viajes para a una oficina de seguros, a
acudir
fin de que le hiciesen justicia, y sin resultado.
Otro campesino, un viejo de 66 años, ha recorrido
a pie 600 verstas para poner en claro un asunto en la
oficina de previsión social del distrito, y no ha
podido conseguir nada.
Una vieja aldeana de 56 años ha recorrido a pie
500 verstas y en carro más de 600, citada por el
tribunal popular, y, con todo, no ha podido conseguir
que se le hiciese justicia.
citar un sinfín de casos análogos.
Podría No vale
la pena enumerarlos. ¡Pero esto es una vergüenza
para nosotros, camaradas! ¿Cómo se puede tolerar
semejante escándalo?
Finalmente, los hechos relativos a los
«relegados». Resulta que; además de la gente
promovida entre los obreros, existe la gente
«relegada», a un segundo plano por sus
retirada
propios camaradas, y no por incapacidad o porque no
sepan trabajar sino a causa de su conciencia y
honradez en el trabajo.
Aquí tenéis el caso de un obrero, mecánico
herramentista, promovido para cierto puesto en la
fábrica como hombre capaz e insobornable. Trabajó
un año, otro trabajó honradamente, imponiendo el
orden, luchando contra la mala administración y el
despilfarro. Sin embargo, su labor afectó los intereses
de un grupillo de compadres «comunistas», alteró la
tranquilidad de éstos. ¿Y qué diréis que ha ocurrido?
Pues que ese grupito de compadres «comunistas»
empieza a ponerle la zancadilla y le obliga, así, a
«relegarse». «¿Has querido ser más listo que
nosotros? ¿No nos dejas vivir y lucrarnos
tranquilamente? Retírate, amiguito».
Ved el caso de otro obrero, también mecánico,
ajustador de tornos de roscar, promovido a cierto

256
V. I. Lenin-. «Plan del folleto «Sobre el impuesto en
especie»».

El carácter internacional de la Revolución de Octubre

cargo en la fábrica. Trabaja con celo y honestidad.


Pero con su labor perturba la tranquilidad de ciertos
individuos. ¿Y qué diréis que ha pasado? Se ha
encontrado un pretexto para deshacerse de ese
«inquieto» camarada. ¿Qué pensaba al abandonar su
puesto ese camarada dirigente salido de entre los
obreros?, ¿qué sentía? Pensaba y sentía así: «En
todos los puestos, para los que se me nombró, hice lo
posible por justificar la confianza depositada en mí.
Pero jamás olvidaré la mala pasada que me han
jugado con esta promoción. Me han cubierto de lodo.
Mi deseo de poner todas las cosas en claro no se ha
visto cumplido. Ni el comité sindical de la fábrica, ni
la dirección, ni la célula del Partido han querido
siquiera escucharme. Para la promoción yo he
muerto: aunque me cubran de oro, no iré a ningún
257,
sitio» («Trud» núm. 128, del 9 de junio de 1927).
¡Pero esto es una vergüenza para nosotros,
camaradas! ¿Cómo se puede tolerar semejantes
escándalos?
Es tarea del Partido
cauterizar, en la lucha
contra el burocratismo y por mejorar el aparato del
Estado, abusos como los que acabo de citar, en
nuestro trabajo diario.
La consigna leninista respecto a la revolución
cultural. La mejor arma para combatir el
burocratismo es la elevación del nivel cultural de los
obreros y de los campesinos. Se puede censurar y
criticar el burocratismo del aparato del Estado, se
puede vituperar y poner en la picota el burocratismo
en nuestro trabajo diario, pero si no existe cierto
nivel cultural entre las amplias masas obreras, un
nivel cultural que cree la posibilidad, el deseo y los
conocimientos necesarios para controlar el aparato
del Estado desde abajo, pormasaslas propias
obreras, el burocratismo subsistirá, pase lo que pase.
Por eso, el desarrollo cultural de la clase obrera y de
las masas trabajadoras del campesinado -no sólo en
el sentido de fomentar la instrucción, aunque la
instrucción constituye la base de toda cultura, sino
ante todo, en el sentido de adquirir hábitos y
capacidad para incorporarse a la gobernación del
país- es la palanca principal para mejorar el aparato
del Estado y cualquier otro aparato. En eso reside el
sentido y la importancia de la consigna leninista
acerca de la revolución cultural.
He aquí lo que dijo al respecto Lenin en marzo de
1922, antes de la apertura del XI Congreso de nuestro
Partido, en la carta que, para el Comité Central, envió
al camarada Mólotov:

«�ada necesitamos tanto como cultura, saber


gobernar... Económica y políticamente, la �EP nos
asegura por completo la posibilidad de sentar los
258
fundamentos de la economía socialista… Lo

257
«Trud» («El trabajo»): diario, órgano del Consejo Central de
los Sindicatos Soviéticos.
258
Subrayado por mí. J. St.

181

«único» que hace falta es que el proletariado y su


259.
vanguardia cuenten con hombres cultos»

No se debe olvidar estas palabras de Lenin,


camaradas.
De aquí la tarea del Partido: reforzar la lucha
por la elevación cultural de la clase obrera y de las
capas trabajadoras del campesinado.

Publicado el 6 y el 9 de diciembre de 1927 en los


núms. 279 y 282 de «Pravda».

259
V. I. Lenin. Carta a V. M. Mólotov acerca del plan de informe
político para el XI Congreso del Partido.

DISCURSO E� EL VIII CO�GRESO DE LA


UJCL DE LA URSS

260
16 de mayo de 1928

Camaradas: es costumbre hablar


En los Congresos
de los éxitos. No cabe duda de que hemos logrado
éxitos. Estos éxitos no son, naturalmente, pequeños,
y no hay por qué silenciarlos. Pero, camaradas, en los
últimos tiempos se habla entre nosotros tanto de los
éxitos, y a veces tan empalagosamente, que no queda
ninguna gana de repetir lo dicho. Por eso me
permitiréis que altere el orden habitual y os diga unas
palabras; no acerca de nuestros éxitos, sino acerca de
nuestras debilidades y de las tareas que de ellas se
desprenden.
Me refiero, camaradas, a las tareas relativas a las
cuestiones de nuestra edificación interior.
Estas tareas atañen a tres a la cuestión
cuestiones:
de la línea de nuestro a la cuestión
trabajo político;
de elevar la actividad de las grandes masas populares
en general, de la clase obrera en particular, y de
luchar contra el burocratismo; y, finalmente, la
cuestión de forjar nuevos cuadros para nuestra
edificación económica.

I. Fortaleced la combatividad de la clase


obrera
Empecemos por la primera cuestión. La
peculiaridad característica del momento que estamos
viviendo consiste en que llevamos ya doce años
edificando en unas condiciones de desarrollo
pacífico. Digo desarrollo
pacífico, no sólo en el
sentido de que no guerra con los enemigos
hay
exteriores, sino también en el sentido de que no hay
elementos de guerra civil en el interior del país. Eso
es lo que nosotros llamamos condiciones de
desarrollo pacífico de nuestra edificación.
Sabéis que combatimos tres años contra los
capitalistas del mundo entero para conquistar estas
condiciones de desarrollo pacífico. Sabéis que
conquistamos esas condiciones y que consideramos
esta circunstancia como nuestra mayor realización.
Pero, camaradas, toda conquista, incluida ésta, tiene

260
El VIII Congreso de la UJCL de la URSS se celebró en
Moscú del 5 al 16 de mayo de 1928. En el Congreso se
discutieron las siguientes cuestiones: balance y perspectivas de la
edificación socialista y tareas de la educación comunista de la
juventud, etc. J. V. Stalin pronunció un discurso el 16 de mayo,
en la reunión de clausura del Congreso.

también sus lados negativos. Las condiciones de


desarrollo pacífico no han pasado en parabalde
nosotros. Han impreso su sello en nuestro trabajo, en
nuestros funcionarios, en su psicología. En estos
cinco años hemos avanzado sin tropiezos, como un
tren por sus rieles. Debido a ello, en muchos de
nuestros funcionarios se ha creado la mentalidad de
que todo marchará como sobre ruedas, de que vamos
montados en un tren expreso, por decirlo así, y que,
sin necesidad de transbordos, avanzamos
directamente hacia el socialismo.
Sobre esta base ha nacido la teoría de la
«espontaneidad», la teoría de que «todo saldrá bien»,
la teoría de que «todo se arreglará» por sí solo, de
que en el país no hay clases, nuestros enemigos se
han apaciguado y todo marchará a las mil maravillas.
De aquí cierta tendencia a la inercia, al letargo. Pues
bien, esta psicología del letargo, esta psicología de la
«espontaneidad» en el trabajo es, precisamente, lo
que constituye el lado negativo del período de
desarrollo pacífico.
¿En qué consiste el peligro de ese estado de
ánimo? En que echa tierra a los ojos de la clase
obrera, le impide distinguir a sus enemigos, la
adormece con jactanciosos discursos acerca de la
debilidad de nuestros enemigos y mina su
combatividad.
No debemos consolarnos con
que en el hecho de
el Partido hay un millón de militantes, en el
Komsomol dos millones y en los sindicatos diez y
que, de esta manera, lo tenemos todo asegurado para
la victoria definitiva sobre nuestros enemigos. Eso es
erróneo, camaradas. La historia dice que los mayores
ejércitos sucumbieron por haberse engreído, por
creer demasiado en sus fuerzas, por menospreciar
demasiado las fuerzas de sus enemigos, por haberse
aletargado, haber perdido su combatividad y haberse
dejado pillar por sorpresa en los momentos críticos.
El mayor de los partidos puede ser pillado por
sorpresa, el mayor de los partidos puede sucumbir si
no toma en consideración las enseñanzas de la
historia, si no forja, día tras día, la combatividad de
su clase. Ser pillado por sorpresa es muy peligroso,
camaradas. Ser pillado por sorpresa significa ser
víctima de «eventualidades», víctima del pánico ante
el enemigo. Y el pánico lleva a la descomposición, a
la derrota, a la muerte.

Discurso en el VIII Congreso de la UJCL de la URSS

Podría citaros muchos ejemplos de la vida de


nuestros ejércitos durante la guerra civil, cuando
pequeños destacamentos aniquilaban a grandes
unidades, que no tenían la necesaria combatividad.
Podría contaros que en 1920 tres divisiones de
caballería, que constaban por lo menos de cinco mil
sables, fueron derrotadas y puestas en desordenada
fuga por un batallón de infantería. Y eso ocurrió
exclusivamente, porque las divisiones de caballería,
pilladas por sorpresa, fueron víctimas del pánico ante
un enemigo que no conocían, que era muy poco
numeroso y al que hubiesen podido aplastar de un
solo golpe si las divisiones no se hubieran encontrado
primero en un estado de letargo y, luego, de pánico,
de desconcierto.
Lo mismo hay que decir de nuestro Partido, de
nuestro Komsomol, de nuestros sindicatos, de
nuestras fuerzas en general. No es cierto que no
tengamos ya enemigos de clase, que hayan sido
batidos y eliminados. No, camaradas, nuestros
enemigos de clase viven. Y no sólo viven, sino que
crecen, tratando de actuar Contra el Poder Soviético,
Así lo evidencian las dificultades de este invierno
en los acopios, cuando los elementos capitalistas del
campo intentaron desbaratar la política del Poder
Soviético.
Así lo evidencia el asunto de Shajti, expresión de
acciones conjuntas del capital internacional y de la
burguesía país contra el Poder Soviético.
de nuestro
Así lo evidencian numerosos hechos de la política
interior y exterior, hechos que conocéis y en los que
no vale la pena extenderse aquí.
No se puede callar la existencia de esos enemigos
de la clase obrera. Es criminal presentar más débiles
de lo que son las fuerzas de los enemigos de clase de
la clase obrera. No se puede silenciar todo eso
particularmente ahora, en el período de nuestro
desarrollo pacífico, cuando la teoría del letargo y de
la «espontaneidad», que mina la combatividad de la
clase obrera, encuentra cierto terreno abonado.
La inmensa importancia educativa de la crisis de
acopios y del asunto de Shajti consiste en que han
sacudido a todas nuestras organizaciones, han
quebrantado la teoría de la «espontaneidad» y han
subrayado una vez más la existencia de enemigos de
clase, que viven, que no duermen, y contra los cuales
hay que robustecer las fuerzas de la clase obrera, su
vigilancia, su espíritu revolucionario y su
combatividad.
De aquí la tarea inmediata del Partido, la línea
política en su trabajo cotidiano: elevar la
combatividad de la clase obrera contra sus enemigos
de clase.
No se puede menos de señalar que el presente
Congreso del Komsomol y, particularmente,
«Komsomólskaia Pravda», han abordado más de
cerca que nunca esta tarea. Sabéis que en los
discursos de los oradores, lo mismo que en los

183

artículos de «Komsomólskaía se señala la


Pravda»,
importancia de esta tarea. muy bien,
Eso está
camaradas. Únicamente es necesario que esa tarea no
se considere temporal y efímera, porque la tarea de
reforzar la combatividad del proletariado es una tarea
que debe inspirar todo nuestro trabajo mientras haya
clases en el país y mientras exista el cerco capitalista.
II. Organizad masas desde abajo
la crítica de
La segunda cuestión se
a las tareas de la
refiere
lucha contra el burocratismo, a las tareas de la
organización de la crítica de nuestros defectos por las
masas, a la tarea del control de masas desde abajo.
El burocratismo es uno de los peores enemigos de
nuestro avance. Alienta en todas nuestras
organizaciones, tanto en las del Partido y del
Komsomol, como en las sindicales y administrativas.
Cuando se habla de los burócratas, suele señalarse
con el dedo a los viejos funcionarios sin-partido, a
los que se suele dibujar con gafas en las caricaturas.
Eso no es del todo acertado, camaradas. Si se tratara
sólo de los viejos burócratas, la lucha contra el
burocratismo sería la cosa más fácil. La desgracia es
que no se trata de los viejos burócratas. Se trata,
camaradas, de los nuevos burócratas, se trata de los
burócratas que simpatizan con el Poder Soviético, se
trata, por último, de burócratas que militan en el
Partido. El burócrata comunista es el tipo de
burócrata más peligroso. ¿Por qué? Porque
enmascara su burocratismo con el título de militante
del Partido. Y por desgracia, esos burócratas
comunistas no escasean entre nosotros.
Tomad nuestras organizaciones del Partido.
Seguramente, habréis leído acerca del asunto de
Smolensk, del asunto es
de Artiómovsk, etc. ¿Qué
eso, una casualidad? ¿A qué se deben esos hechos
vergonzosos de descomposición y de corrupción
moral en algunos eslabones de nuestras
organizaciones del Partido? A que se ha llevado al
absurdo el monopolio del a que se ha
Partido,
amordazado a los militantes de base, a que se ha
aniquilado la democracia interna del Partido, a que se
ha implantado el burocratismo. ¿Cómo se debe
luchar contra ese mal? Opino que no hay ni puede
haber más medio para luchar contra ese mal que la
organización del control por las masas del Partido
desde abajo, que implantar la democracia interna del
Partido. ¿Qué se puede objetar a que se encienda la
furia de las masas del Partido contra esos elementos
degenerados y se les dé la posibilidad de arrojarlos a
puntapiés? Difícilmente podrá objetarse nada contra
ello.
O tomemos, por ejemplo, el Komsomol. No vais a
negar, por supuesto, que en algunas organizaciones
del Komsomol hay elementos completamente
degenerados, contra los que es absolutamente
indispensable luchar sin cuartel. Pero dejemos a un
lado a los degenerados. Tomemos el último hecho de

184

la lucha grupos, lucha sin principios, que se ha


de
desarrollado en el Komsomol en torno a
determinadas personas, de esa lucha que envenena la
atmósfera en el Komsomo1. ¿A qué se debe que en el
Komsomol haya cuantos «kosarievistas» y
«sobolievistas» se quiera, mientras que a los
marxistas hay que buscarlos con candil? ¿Qué
evidencia este hecho sino que en algunos eslabones
de las altas esferas del Komsomol se está
desarrollando un proceso de anquilosamiento
burocrático?
¿Y los sindicatos? ¿Quién va a negar que en los
sindicatos hay cuanto burocratismo se quiera?
Tenemos reuniones de producción en las empresas.
Tenemos comisiones provisionales de control en los
sindicatos. La tarea de estas organizaciones consiste
en despertar a las masas, en poner al desnudo
nuestros defectos y trazar las vías para mejorar
nuestra edificación. ¿Por qué estas organizaciones no
se desarrollan? ¿Por qué en ellas no bulle la vida?
¿No está claro que el burocratismo en los sindicatos,
sumado al burocratismo en las organizaciones del
Partido, no deja que se desarrollen estas
importantísimas organizaciones de la clase obrera?
Finalmente, nuestras organizaciones económicas.
¿Quién va a negar que a nuestros organismos
económicos los aqueja la dolencia del burocratismo?
Tomad, por ejemplo, el asunto de Shajti. ¿Acaso el
asunto de Shajti no evidencia que nuestros
organismos económicos no avanzan, sino que se
arrastran?
¿Cómo se puede poner fin al burocratismo en
todas esas organizaciones?
Para ello no hay más que un camino: organizar el
control desde abajo, organizar la crítica de las vastas
masas de la clase obrera contra el burocratismo de
nuestras instituciones, contra sus defectos, contra sus
errores.
Yo sé que al encender la furia de las masas
trabajadoras contra las deformaciones burocráticas de
nuestras organizaciones hay que meterse a veces con
algunos de nuestros que tienen méritos
camaradas
contraídos en el pasado, pero que ahora padecen la
dolencia del burocratismo. ¿Mas acaso puede eso
detener nuestra labor de organización del control
desde abajo? Creo que ni puede ni debe. Por los
viejos méritos hay que inclinarse ante ellos, pero por
sus errores y su burocratismo actuales podría dárseles
un buen estacazo. ¿Se puede, acaso, proceder de otro
modo? ¿Por qué no hacerlo, si lo exigen los intereses
de la causa?
Se habla de crítica desde arriba, de crítica por
parte de la Inspección Obrera y Campesina, del CC
de nuestro Partido, etc. Todo eso, naturalmente, está
bien. Pero dista mucho de ser suficiente. Es más, hoy
lo principal no consiste, ni mucho menos, en eso. Lo
principal consiste hoy en levantar una vasta ola de
crítica desde abajo contra el burocratismo en general

J. V. Stalin

y contra los defectos de nuestro trabajo en particular.


Sólo organizando una doble presión, desde arriba y
desde abajo, sólo desplazando el centro de gravedad
a la crítica desde abajo se podrá contar con el éxito
en la lucha por extirpar el burocratismo.
Sería erróneo pensar que sólo los dirigentes
poseen experiencia de edificación. Eso es
equivocado, camaradas. Las vastas masas obreras
que levantan nuestra industria acumulan día tras día
una enorme experiencia de edificación, tan valiosa
para nosotros como la experiencia de los dirigentes.
La crítica de masas desde abajo, el control desde
abajo son necesarios, entre otras cosas, para que esa
experiencia de las vastas masas no se pierda sin
provecho, para tenerla en cuenta y darle aplicación
práctica.
De aquí la tarea inmediata del Partido: luchar
implacablemente contra el burocratismo, organizar
la crítica de masas desde abajo, tener en cuenta esta
crítica en las decisiones prácticas relativas a la
eliminación de nuestros defectos.
No puede decirse que el Komsomol y, sobre todo,
«Komsomólskaia Pravda», no tomen en
consideración la importancia de esta tarea. Lo malo
es que a menudo no se cumple esa tarea con toda
consecuencia. Y para cumplirla con toda
consecuencia no sólo hay que tomar en consideración
la crítica, sino, también, los resultados de la crítica,
las mejorías que se hacen como resultado de la
crítica.
III. La juventud debe dominar la ciencia
La tercera tarea se refiere a la cuestión de
organizar nuevos cuadros para la edificación
socialista.
Ante nosotros, camaradas, se alzan las ingentes
tareas de la reconstrucción de toda nuestra economía
nacional. En el dominio de la agricultura, debemos
sentar los cimientos de la gran hacienda colectiva
261,
unida. Por el mensaje del camarada Mólotov
publicado hoy, debéis de saber que el Poder
Soviético plantea la dificilísima tarea de agrupar las
pequeñas y dispersas haciendas en campesinas
haciendas colectivas y
crear grandes haciendas
de
cerealistas soviéticas. Si no se cumplen estas tareas
es imposible un avance serio y rápido.
Si en la industria el Poder Soviético se apoya en la
producción más grande y concentrada, en la
agricultura se apoya en la más dispersa y pequeña
economía campesina, de tipo semimercantil y que
proporciona mucho menos grano mercantil que la
economía de anteguerra, a pesar de que en las
superficies de siembra se ha alcanzado el nivel de
anteguerra. Ese es el origen de todas las posibles
261
Se trata del llamamiento del CC del PC(b) de la URSS. «Por
la transformación socialista del campo (Tareas fundamentales de

las secciones de trabajo en el campo)». El llamamiento se


publicó el 16 de mayo de 1928, en el núm. 112 de «Pravda».

Discurso en el VIII Congreso de la UJCL de la URSS

dificultades futuras en la esfera de los acopios de


cereales. Para salir de esta situación, hayque ponerse
de lleno a gran producción colectiva en
organizar la
la agricultura. Mas, para organizar la gran
producción, hay que conocer las ciencias agrícolas y
para conocerlas, hay que estudiar. Entre nosotros son
vergonzosamente pocos los que conocen las ciencias
agrícolas. He aquí la tarea de crear cuadros nuevos,
jóvenes, de constructores de la nueva agricultura, de
la agricultura colectiva.
En el dominio de la industria, las cosas están
mucho mejor. Pero también en esta esfera la escasez
de cuadros nuevos de constructores frena nuestro
avance. Basta recordar el asunto de Shajtí para
comprender lo apremiante que es la cuestión de los
nuevos cuadros de constructores de la industria
socialista. Naturalmente, tenemos viejos especialistas
de edificación de la industria. Pero, en primer lugar,
son pocos; en segundo lugar, no todos ellos quieren
edificar la nueva industria; en tercer lugar, muchos
de ellos no
comprenden las nuevas tareas de la
edificación, y, en cuarto lugar, muchos de ellos son
ya viejos y van quedando fuera de combate. Para que
la cosa avance, hay que forjar a marchas forzadas
nuevos especialistas salidos de la clase obrera, de los
comunistas, de los komsomoles.
Hombres deseosos de edificar y de dirigir la
edificación nos sobran, tanto en el dominio de la
agricultura como en el de la industria. Pero hombres
que sepan edificar y dirigir tenemos
vergonzosamente pocos. En cambio, en este terreno,
la ignorancia es infinita. Es más, hay entre nosotros
gente dispuesta a ensalzar nuestra incultura. Si eres
analfabeto o escribes con faltas y te jactas de tu
atraso, eres un obrero «auténtico», y se te deben
honores y respeto. Si has vencido tu incultura, si has
estudiado, si has dominado la ciencia, eres un
extraño, te has «apartado» de las masas, has dejado
de ser obrero.
Creo que no adelantaremos ni un paso mientras no
extirpemos esa barbarie y ese salvajismo, ese criterio
bárbaro respecto a la ciencia y la gente culta. La
clase obrera no puede ser verdadera dueña y señora
del país si no logra salir de la incultura, si no
consigue crear sus propios intelectuales, si no domina
la ciencia y no sabe gobernar la economía basándose
en la ciencia.
Hay que comprender, camaradas, que las
condiciones de la lucha son hoy otras que en el
período de la guerra civil. En el período de la guerra
civil podían tomarse las posiciones del enemigo
empujando, con
con audacia, mediante
valentía,
cargas de caballería. Ahora, en las condiciones de la
edificación económica pacífica, las cargas de
caballería únicamente pueden estropear las cosas. La
valentía y la audacia son hoy tan necesarias como
antes, pero con valentía y audacia a secas no se
puede ir muy lejos. Para derrotar ahora al enemigo

185

hay que saber edificar la industria, la agricultura, el


transporte, el comercio, hay que desechar la actitud
señorial y despectiva hacia el comercio.
Para edificar, hay que saber, hay que dominar la
ciencia. Y para saber, hay que estudiar. Hay que
estudiar tenazmente, con paciencia. Hay que
aprender de todos, de los enemigos y de los amigos,
sobre todo de los enemigos. Hay que estudiar
apretando los dientes, sin que nos importe que los
enemigos se burlen de nosotros, de nuestra
ignorancia, de nuestro atraso.
Ante nosotros se alza una fortaleza. Esa fortaleza
es la ciencia, con todas sus numerosas ramas del
saber. Esa fortaleza debemos tomarla cueste lo que
cueste. Esa fortaleza debe tomarla la juventud, si
quiere ser constructora de la nueva vida, si quiere
llegar a ser un verdadero relevo de la vieja guardia.
Nosotros no podemos limitarnos ahora a formar
cuadros comunistas en general, cuadros bolcheviques
en general, que sepan charlar de todo un poco. El
diletantismo y la omnisapiencia son ahora cadenas
para nosotros. Ahora necesitamos bolcheviques
especialistas en metales, en el textil, en
combustibles, en química, en agricultura, en
economía, en el transporte, en el comercio, en la
contabilidad, etc., etc. Ahora necesitamos grupos
enteros, centenares, millares de nuevos cuadros
bolcheviques que puedan ser verdaderos entendidos
en las más diversas ramas del saber. De otra manera,
no se puede ni hablar de un ritmo rápido en la
edificación socialista de nuestro país. De otra
manera, no se puede ni hablar que sabremos alcanzar
y sobrepasar a los países capitalistas adelantados.
Dominar la ciencia, forjar nuevos cuadros
bolcheviques especialistas en las distintas ramas del
saber, estudiar, estudiar y estudiar con la mayor
tenacidad, ésa es ahora la tarea.
Una campaña masiva de la juventud
revolucionaria para conquistar la ciencia, eso es lo
que ahora necesitamos, camaradas.

Publicado el 17 de mayo de 1928 en el núm. 113


de «Pravda».
SOBRE EL PELIGRO DE DERECHA E� EL
PC(b) DE LA URSS

Discurso en el Pleno del Comité de Moscú y de la


Comisión de Control de Moscú del PC(b) de la
URSS el 19 de octubre de 1928

Creo, camaradas, que es necesario, ante todo,


dejar a un lado pequeñeces,
las las cuestiones
personales, etc., para resolver el problema que nos
interesa, que es el de la desviación de derecha.
¿Existe en nuestro Partido un peligro de derecha,
un peligro oportunista? ¿Existen condiciones
objetivas favorables para este peligro? ¿Cómo se
debe luchar contra él? Esas son las cuestiones que
hoy se nos plantean.
Pero no resolveremos el problema de la
desviación de derecha si no dejamos a un lado todas
las pequeñeces y todos los elementos extraños que lo
envuelven y nos impiden comprender su esencia.
No tiene razón Zapolski cuando cree que el
problema de la desviación de derecha es un problema
accidental. Zapolski afirma que el problema todo no
es una desviación de derecha, sino chismes, intrigas
personales, etc. Admitamos por un instante que aquí,
como en toda lucha, desempeñen cierto papel los
chismes y las intrigas personales. Pero explicarlo
todo como efecto de chismes y no ver detrás de éstos
el fondo del problema, es apartarse del camino
acertado, del camino marxista.
No es que una organización tan grande,
posible
tan vieja, tan como lo es, sin duda, la
unida
organización de Moscú, pueda verse sacudida de
arriba abajo y puesta en movimiento por unos
cuantos chismosos o intrigantes. No, camaradas, tales
milagros no suelen darse bajo la capa del cielo. Y no
hablo ya de que no se puede apreciar tan a la ligera la
fuerza y el poder de la organización de Moscú. Es
evidente que aquí han actuado causas más profundas,
que no tienen nada que ver ni con los chismes ni con
las intrigas.
Tampoco tiene razón Fruntov, quien, aún
reconociendo la existencia del peligro de derecha, no
lo considera digno de que se ocupen a fondo de él
gentes sensatas y serias. Según el, el problema de la
desviación de derecha es un asunto propio de
charlatanes y no de gente seria. Comprendo
perfectamente a Fruntov, pues está tan absorbido por
el trabajo práctico cotidiano, que no tiene tiempo de
pararse a pensar en las perspectivas de nuestro
desarrollo. Pero esto no quiere decir que debamos
erigir en dogma de nuestro trabajo de edificación el
practicismo estrecho de algunos militantes del
Partido. El practicismo sano es buena cosa, pero si
pierde de vista las perspectivas del trabajo y no
supedita su labor a la línea fundamental del Partido,
se convierte en un estorbo. Y sin embargo, no es
difícil comprender que el problema de la desviación
derechista es el problema de la línea fundamental de
nuestro Partido, el problema de saber si es acertada o
errónea la perspectiva de desarrollo trazada por
nuestro Partido en su XV Congreso.
Tampoco tienen razón los camaradas que, al
enjuiciar el problema de la desviación de derecha, lo
centran todo en la cuestión de las personas que la
encarnan. Señaladlos, dicen estos camaradas, a los
derechistaso a los conciliadores, decidnos quiénes
son, para que podamos ajustarles las cuentas. Este
planteamiento del
problema es equivocado.
Naturalmente, personas desempeñan
las cierto papel.
Pero de lo que se trata aquí no es de las personas,
sino de las condiciones, de la situación que engendra
el peligro de derecha en el Partido. Se puede apartar
a las personas, pero esto no quiere decir que, con
ello, hayamos arrancado las raíces del peligro
derechista en nuestro Partido. Por eso, la cuestión de
las personas no resuelve el problema, aunque tiene
un interés indudable.
No puede por menos de recordarse, a propósito de
esto, mi episodio ocurrido en Odesa hacia fines de
1919 y comienzos de 1920, cuando nuestras tropas,
después de a los denikinistas de Ucraina,
arrojar
estaban aniquilando a los últimos restos de las tropas
de Denikin en la zona de Odesa. Algunos
combatientes del Ejército Rojo se dedicaron a buscar
en Odesa afanosamente a la Entente, convencidos de
que, si daban con ella, se acabaría la guerra. Cabe
suponer que los combatientes del Ejército Rojo
podrían haber cazado en Odesa a algún representante
de la Entente, pero con ello no se habría resuelto,
claro está, el problema de la Entente, ya que las
raíces de ésta no estaban en Odesa, aunque esa zona
fuese el último territorio ocupado por las tropas de
Denikin, sino en el capitalismo mundial.
Lo mismo puede decirse de algunos de nuestros
camaradas, que centran el problema de la desviación
de derecha en las personas que encarnan esta
Sobre el peligro de derecha en el PC(b) de la URSS
desviación y olvidan las condiciones que la
engendran.
Por eso, lo primero que tenemos que esclarecer
aquí son las condiciones que han originado la
desviación de derecha, así como la desviación de
«izquierda» (trotskista) respecto de la línea leninista.
La desviación derechista en el comunismo, bajo
las condiciones del capitalismo, es la tendencia, la
propensión de una parte de los comunistas -sin forma
definida aún, verdad es, y quizá inconsciente, pero
propensión, a pesar de todo- a apartarse de la línea
revolucionaria del marxismo, inclinándose hacia la
socialdemocracia. Cuando ciertos círculos
comunistas niegan la oportunidad de la consigna de
«clase contra clase» en la lucha electoral (en Francia)
o se manifiestan contrarios a que el Partido
Comunista presente una candidatura independiente
(en Inglaterra) o no quieren agudizar el problema de
la lucha contra la socialdemocracia de «izquierda»
(en Alemania), etc., etc., eso significa que dentro de
los Partidos Comunistas hay gente que pugna por
adaptar el comunismo a la socialdemocracia.
El triunfo de la desviación de derecha en los
Partidos Comunistas de los países capitalistas
supondría la derrota ideológica de los Partidos
Comunistas y un fortalecimiento enorme de la
socialdemocracia. ¿Y qué es un fortalecimiento
enorme de la socialdemocracia? Es reforzar y
robustecer el capitalismo, pues la socialdemocracia
es el sostén fundamental del capitalismo dentro de la
clase obrera.
Por tanto, el triunfo de la desviación de derecha
en los Partidos Comunistas de los países capitalistas
conduce al desarrollo de las condiciones necesarias
para el mantenimiento del capitalismo.
La desviación de derecha en el comunismo, bajo
las condiciones de desarrollo soviético, cuando el
capitalismo ha sido yapero cuando
derrocado,
todavía no han sido extirpadas sus raíces, significa la
tendencia, la propensión de una parte de los
comunistas -sin forma definida aún, verdad es, y
quizá inconsciente, pero propensión, a pesar de todo-
a apartarse de la línea general de nuestro Partido,
inclinándose hacia la ideología burguesa. Cuando
algunos círculos de nuestros comunistas intentan
hacer que nuestro Partido se aparte, marchando hacia
atrás, de los acuerdos del XV Congreso y niegan la
necesidad de la ofensiva contra los elementos
capitalistas del campo; o exigen que se reduzca
nuestra industria, por entender que el rápido ritmo de
su desarrollo actual es ruinoso para nuestro país; o
niegan la conveniencia de las asignaciones para la
organización de koljoses y sovjoses, por creer que
esto es dinero tirado a la calle; o niegan la
conveniencia de la lucha contra el burocratismo
sobre la base de la autocrítica, por entender que la
autocrítica quebranta nuestro aparato; o exigen que
se suavice el monopolio del comercio exterior, etc.,

187

etc., eso quiere decir que en las filas de nuestro


Partido hay gente que -quizá sin que ella misma se dé
cuenta- intenta adaptar nuestra edificación socialista
a los gustos y a las necesidades de la burguesía
«soviética».
El triunfo de la desviación de derecha en nuestro
Partido supondría un fortalecimiento enorme de los
elementos capitalistas en nuestro país. ¿Y qué
significa fortalecer los elementos capitalistas en
nuestro país? Significa debilitar la dictadura del
proletariado y acrecer las posibilidades de
restauración del capitalismo.
Por tanto, el triunfo de la desviación de derecha
en nuestro Partido significaría el desarrollo de las
condiciones necesariaspara la restauración del
capitalismo en nuestro país.
¿Existen en nuestro país, en el País Soviético,
condiciones que hagan posible la restauración del
capitalismo? Si, existen. Tal vez eso parezca extraño,
pero es un hecho, camaradas. Hemos derrocado el
capitalismo, hemos implantado la dictadura del
proletariado y desarrollamos a ritmo acelerado
nuestra industria socialista, ligando a ella la
economía campesina. Pero aún no hemos extirpado
las raíces del capitalismo. esas raíces?
¿Dónde anidan
Anidan en la producción la pequeña
mercantil, en
producción de la ciudad y, sobre todo, del campo.
La fuerza del capitalismo reside, como dice
Lenin, «en la fuerza de la pequeña producción.
Porque desgraciadamente, queda todavía en el
mundo mucha, muchísima pequeña producción, y la
pequeña producción engendra capitalismo y
burguesía constantemente, cada día, cada hora,
espontáneamente y en masa» (v. t. XXV, pág. 173).
Es evidente que como la pequeña producción
tiene en nuestro país un carácter masivo y hasta
predominante, y cómo engendra capitalismo y
burguesía constantemente y en masa, sobre todo bajo
las condiciones de la Nep; se dan en nuestro país
condiciones que hacen posible la restauración del
capitalismo.
¿Existen en nuestro país, en el País Soviético, los
medios y las fuerzas necesarios para destruir, para
eliminar la posibilidad de restauración del
capitalismo? Sí, existen. Por eso, precisamente, es
acertada la tesis de Lenin sobre la posibilidad de
edificar en la URSS la sociedad socialista completa.
Para ello es necesario consolidar la dictadura del
proletariado, fortalecer la alianza de la clase obrera y
los campesinos, desarrollar nuestras posiciones
dominantes desde el punto de vista de la
industrialización del país, imprimir un ritmo rápido al
desarrollo de la industria, electrificar país, dar a
el
toda nuestra economía nacional una nueva base
técnica, organizar la cooperación en masa de los
campesinos y elevar el rendimiento de sus haciendas,
agrupar gradualmente las haciendas campesinas
individuales en haciendas colectivas, desarrollar los

188

sovjoses, limitar y vencer a los elementos capitalistas


de la ciudad y delcampo, etc., etc.
He aquí lo que dice Lenin a propósito de esto:

«Mientras vivamos en un país de pequeñas


haciendas campesinas, el capitalismo tendrá en Rusia
una base económica más sólida que el comunismo.
Es necesario recordarlo. Todo el que observa
atentamente la vida del campo, comparándola con la
vida de la ciudad, sabe que no hemos extirpado las
raíces del capitalismo, ni hemos eliminado el
fundamento, la base del se
enemigo interior. Este
apoya en la pequeña hacienda, y para quebrantarlo no
hay más que un medio: dar a la economía del país,
comprendida la agricultura, una nueva base técnica,
la base técnica de la gran producción moderna. Y
esta base no puede ser más que una: la electricidad.
El comunismo es el Poder Soviético más la
electrificación país. De lo contrario, el país
de todo el
seguiría siendo un país de pequeños campesinos, y es
necesario que nos demos cuenta de ello con toda
claridad. Somos más débiles que el capitalismo no
sólo en escala mundial, sino también dentro del país.
Eso es bien notorio. Nosotros lo hemos comprendido
y haremos de manera que la base económica,
constituida hoy por la pequeña producción
campesina, pase a ser la gran industria. Y sólo
cuando el país esté electrificado, cuando hayamos
dado a la industria, a la agricultura y al transporte la
base técnica de la gran industria moderna, sólo
entonces venceremos definitivamente» (t. XXVI,
págs. 46-47).

Resulta, en primer lugar, que mientras vivamos en


un país de pequeñas haciendas campesinas, mientras
no hayamos extirpado las raíces del capitalismo, éste
tendrá en nuestro país una base económica más
sólida que el comunismo. A veces se derriba un
árbol, pero no se extirpa sus raíces, por faltar las
fuerzas para ello. De aquí, precisamente, dimana la
posibilidad de la restauración del capitalismo en
nuestro país.
Resulta, en segundo lugar, que, además de la
posibilidad de la restauración del capitalismo, existe
también, en nuestro país, la posibilidad del triunfo
del socialismo, ya que podemos destruir la
posibilidad de restauración del capitalismo, podemos
extirpar las raíces del capitalismo y conseguir el
triunfo definitivo sobre éste en nuestro país si
desplegamos una intensa labor de electrificación del
país, si damos a la industria, a la agricultura y al
transporte la base técnica de la gran industria
moderna. De aquí, precisamente, dimana la
posibilidad del triunfo del socialismo en nuestro país.
Resulta, por último, que no es posible edificar el
socialismo sólo en la industria, dejando la agricultura
a merced del desarrollo espontáneo, con el criterio de
que el campo «seguirá por sí mismo» a la ciudad. La

J. V. Stalin

existencia de una socialista en la ciudad es


industria
un factor fundamental para la transformación
socialista del campo. Pero eso aún no quiere decir
que este factor sea del todo suficiente. Para que la
ciudad socialista pueda llevar tras de sí
definitivamente al campesinado, es necesario, como
dice Lenin, «dar a la economía del país, comprendida
262
la agricultura, una nueva base técnica, la base
técnica de la gran producción moderna».
¿No se halla en contradicción con esta cita de
Lenin otra cita tomada de sus obras, según la cual «la
263
Nep nos asegura por completo la posibilidad de
construir los cimientos de la economía socialista»?
No; no hay tal contradicción. Lejos de ello, ambas
citas coinciden por entero. Lenin no dice, ni mucho
menos, que la Nep nos depare el socialismo ya
hecho. Lo único que nos dice es que la Nep nos
asegura la posibilidad de construir los cimientos de la
economía socialista. Entre la posibilidad de llevar a
cabo la edificación del socialismo y su construcción
efectiva hay una gran diferencia. No hay que
confundir la posibilidad con la realidad.
Precisamente para convertir esta posibilidad en
realidad es
para lo que Lenin propone la
electrificación del país y que se dé la base técnica de
la gran industria moderna a la industria, a la
agricultura y al transporte, como condición del
triunfo definitivo del socialismo en nuestro país.
Pero no es posible realizar en uno o dos años esta
condición necesaria para llevar a cabo la edificación
del socialismo. No es posible en uno o dos años
industrializar el país, construir una potente industria,
organizar en cooperativas a masas de millones de
campesinos, dar una nueva base técnica a la
agricultura, agrupar las haciendas campesinas
individuales en grandes haciendas colectivas,
desarrollar los sovjoses, limitar y vencer a los
elementos capitalistas de la ciudad y del campo. Para
esto hacen falta años y años de intensa labor
constructiva de la dictadura del proletariado. Y
mientras no se haga -y no se hará de repente-,
esto
seguiremos siendo un país de pequeñas haciendas
campesinas, en el que la pequeña producción
engendrará capitalismo y burguesía constantemente y
en masa y donde seguirá existiendo el peligro de
restauración del capitalismo.
como el proletariado de nuestro país no vive en
Y
el vacío, sino dentro de la vida más real y concreta,
con toda su diversidad, los elementos burgueses, que
surgen sobre la base de la pequeña producción,
«cercan al proletariado por todas partes de elemento
pequeñoburgués, lo impregnan de este elemento, lo
corrompen con él, provocan constantemente en el
seno del proletariado recaídas de pusilanimidad
pequeñoburguesa, de atomización, de
individualismo, de oscilaciones entre la exaltación y

262
Subrayado por mí. J. St.
263
Subrayado por mí. J. St.

Sobre el peligro de derecha en el PC(b) de la URSS

el abatimiento» (Lenin, t. XXV, pág. 189) e


infunden, de este modo, al proletariado y a su Partido
ciertas vacilaciones, cierta indecisión.
Ahí reside la raíz y la base de todo género de
vacilaciones y desviaciones contra la línea leninista
en las filas de nuestro Partido.
Por eso no hay que considerar como un asunto
baladí el problema de la desviación derechista o
«izquierdista- dentro de nuestro Partido.
¿En qué consiste el peligro de la desviación de
derecha, francamente oportunista, dentro de nuestro
Partido? En que menosprecia la fuerza de nuestros
enemigos, la fuerza en que no ve el
del capitalismo,
peligro de restauración del capitalismo, en que no
comprende la mecánica de la lucha de clases en las
condiciones de la dictadura del proletariado, por cuya
razón hace con tanta facilidad concesiones al
capitalismo, exigiendo que se amortigüe el ritmo del
desarrollo de nuestra industria, exigiendo que se den
facilidades a los elementos capitalistas del campo y
de la ciudad, exigiendo que se relegue a segundo
plano el problema de los koljoses y de los sovjoses,
exigiendo que se suavice el monopolio del comercio
exterior, etc., etc.
Es indudable que el triunfo de la desviación de
derecha en nuestro Partido desencadenaría las fuerzas
del capitalismo, minaría las posiciones
revolucionarias del proletariado y aumentaría las
probabilidades de restauración del capitalismo en
nuestro país.
¿En qué consiste el peligro de la desviación
«izquierdista» (trotskista) dentro de nuestro Partido?
En que sobrestima la fuerza de nuestros enemigos, la
fuerza del capitalismo, en que ve únicamente la
posibilidad de restauración del capitalismo y no
advierte la posibilidad de llevar a cabo la edificación
del socialismo con las fuerzas de nuestro país, en que
se deja llevar de la desesperación y se ve obligado a
consolarse hablando de un supuesto termidorismo en
nuestro Partido.
De las palabras de Lenin cuando dice que,
«mientras vivamos en un país de pequeñas haciendas
campesinas, el capitalismo tendrá en Rusia una base
económica más sólida que el comunismo», de estas
palabras de Lenin, la desviación de «izquierda» saca
la falsa conclusión de que en la URSS es
absolutamente imposible llevar a cabo la edificación
del socialismo, que no se conseguirá nada con los
de
campesinos, que la idea de la alianza de la clase
de
obrera con los campesinos es una idea caduca, de que
si no llega a tiempo en nuestra ayuda la revolución
victoriosa en Occidente, la dictadura del proletariado
en la URSS deberá hundirse o degenerar, de que si
no se un
acepta plan fantástico de
superindustrialización, aunque para realizarlo haya
que romper con los campesinos, se tendrá que dar por
fracasada la causa del socialismo en la URSS.
De aquí el aventurerismo en la política de los

189

desviacionistas de «izquierda». De aquí los saltos


«sobrehumanos» en la política.
Es indudable que el triunfo de la desviación de
«izquierda» en nuestro Partidoa que la clase
llevaría
obrera se alejase de su base campesina, a que la
vanguardia de la clase obrera se alejase del resto de
la masa obrera, lo que, a su vez, conduciría a la
derrota del proletariado y facilitaría la restauración
del capitalismo.
Como veis, ambos peligros, el de «izquierda» y el
de derecha, ambas desviaciones respecto de la línea
leninista, es decir, la desviación de derecha y la de
«izquierda», llevan, aunque partiendo de diferentes
extremos, al mismo resultado.
¿Cuál de estos peligros es el peor? Yo creo que
ambos son peores.
La diferencia entre esas dos desviaciones, desde el
punto de vista de una lucha eficaz contra ellas,
consiste en que el peligro de la desviación de
«izquierda» es más claro para el Partido, en este
momento, que el de la desviación de derecha. La
circunstancia de que llevemos ya varios años
luchando intensamente contra la desviación de
«izquierda» no podía, naturalmente, pasar en vano
para el Partido. Es evidente que, en los años de la
lucha contra la desviación «izquierdista», contra la
desviación trotskista, el Partido ha aprendido mucho,
y ya no es fácil engañarlo con frases «izquierdistas».
Por lo que se de derecha, que
refiere al peligro
existía ya antes y que ahora se manifiesta más
acusadamente a consecuencia de haberse fortalecido
el elemento pequeñoburgués debido a la crisis del
año pasado en los acopios, yo creo que es menos
claro para ciertos sectores de nuestro Partido. Por
eso, la tarea consiste en acentuar la lucha contra la
desviación de derecha sin atenuar ni un ápice la lucha
contra el peligro «izquierdista», contra el peligro
trotskista, y en tomar todas las medidas necesarias
para conseguir que el peligro de esa desviación sea
tan claro para el Partido como lo es el peligro
trotskista.
El problema de la desviación de derecha quizá no
se plantearía ante nosotros con un carácter tan agudo
como el que hoy presenta, si no estuviese relacionado
con el problema de las dificultades de nuestro
desarrollo. Pero el hecho es, precisamente, que la
existencia de la desviación derechista complica las
dificultades de nuestro desarrollo y frena su
superación. Precisamente por eso, porque el peligro
derechista entorpece la lucha para vencer estas
dificultades, es por lo que el problema de eliminar
ese peligro adquiere para nosotros particular
importancia.
Dos palabras sobre el carácter de nuestras
dificultades. Conviene tener presente que nuestras
dificultades no pueden de ningún modo ser
consideradas dificultades debidas a una situación de
estancamiento o de decadencia. Hay dificultades

190

derivadas de la decadencia de la economía o de su


estancamiento, en cuyo caso se hacen esfuerzos por
conseguir que el estancamiento sea menos doloroso o
la decadencia de la economía menos profunda.
Nuestras dificultades no tienen nada de común con
eso. El rasgo característico de nuestras dificultades
consiste en que son dificultades de ascenso,
dificultades de crecimiento. Cuando nosotros
hablamos de nos
dificultades,
referimos,
generalmente, al tanto por ciento en que debemos
elevar nuestra industria, al tanto por ciento en que
debemos aumentar la superficie de siembra, a la
cantidad de puds en que hay que elevar la cosecha
por hectárea, etc., etc. Y precisamente porque
nuestras dificultades son dificultades ligadas al
ascenso, y no dificultades originadas por la
decadencia o el estancamiento, no representan para el
Partido un gran peligro.
Pero las dificultades y con eso,
son, con todo
dificultades. Y como para poner
vencerlas hace falta
en tensión todas las fuerzas, hacen falta firmeza y
tenacidad, y no todos poseen estas cualidades en
grado suficiente, tal vez por cansancio o por
agotamiento o porque se prefiera una vida más
tranquila, sin luchas ni zozobras, comienzan
precisamente las vacilaciones y la indecisión, los
virajes hacia la línea de menor resistencia; empieza a
hablarse de la necesidad de atenuar el ritmo de
desarrollo de la industria, de dar facilidades a los
elementos capitalistas; se niegan los koljoses y los
sovjoses y, en general, todo lo que se salga de la
situación habitual y apacible del trabajo cotidiano.
Pero no podremos avanzar
no vencemos las si
dificultades que se para vencer
alzan ante nosotros. Y
esas dificultades, lo primero que hace falta es acabar
con el peligro de derecha, lo primero que hace falta
es vencer a la desviación derechista, que frena la
lucha contra las dificultades e intenta quebrantar la
voluntad de nuestro Partido en la lucha por vencer
esas dificultades.
Me refiero, naturalmente, a la lucha real, y no a la
lucha verbal, a la lucha sobre el papel contra la
desviación de derecha. Hay en nuestro Partido gente
dispuesta, para tranquilizar su conciencia, a
proclamar la lucha contra el peligro de derecha de
manera parecida a la que emplean a veces los popes
al cantar el «Aleluya, aleluya», pero que no toman
ninguna medida práctica, absolutamente ninguna,
para organizar sobre una base firme la lucha contra la
desviación derechista y vencerla de hecho. Esa
tendencia la llamamos nosotros transigencia con
respecto a la desviación de derecha, francamente
oportunista. No es difícil comprender que la lucha
contra esta transigencia es inseparable de la lucha
general contra la desviación derechista, contra el
peligro de derecha, pues es imposible vencer la
desviación derechista, la desviación oportunista, sin
luchar sistemáticamente contra los transigentes, que

J. V. Stalin

dan amparo bajo sus alas a los oportunistas.


La cuestión de los portadores de la desviación
derechista tiene, indudablemente, interés, aunque no
es lo que resuelve el problema. Tuvimos ocasión de
tropezar con portadores del peligro derechista en las
organizaciones de base de nuestro Partido el año
pasado, durante la crisis en los acopios de cereales,
cuando muchos comunistas de los subdistritos y de
las aldeas se manifestaron contra la política del
Partido, actuando en pro de la alianza con los kulaks.
Como sabéis, esos elementos han sido expulsados de
nuestro Partido esta primavera, cosa que se menciona
especialmente en el conocido documento del CC de
nuestro Partido, publicado en febrero de este año.
Pero sería una equivocación decir que en el
Partido no queda ya ninguno de esos elementos. Si
subiéramos de la base a las organizaciones distritales
y provinciales del Partido y escarbásemos a fondo en
el aparato de los Soviets y de las cooperativas,
podríamos descubrir también en ellos, sin gran
esfuerzo, portadores del peligro derechista y de la
transigencia con éste. Son conocidas las «cartas»,
«declaraciones» y otros documentos de varios
funcionarios del aparato de nuestro Partido y de los
Soviets en los que se refleja de un modo muy
concreto la inclinación hacia la desviación
derechista. Como sabéis, a estas cartas y documentos
se aludía en el acta taquigráfica del Pleno de julio del
CC.
Si nos remontamos todavía más y planteamos la
cuestión respecto a los miembros del CC, habremos
de reconocer que también en él hay elementos,
aunque ciertamente muy insignificantes, de
transigencia con el peligro de derecha. El acta
taquigráfica del Pleno de julio del CC es una prueba
palmaria de ello.
¿Y en el Buró Político? ¿Hay en el Buró Político
alguna desviación? No; en nuestro Buró Político no
hay derechistas, ni «izquierdistas», ni transigentes
con unos ni con otros. Esto hay que decirlo aquí del
modo más categórico. Ya es hora de acabar con los
chismes de los enemigos, del Partido y de los
oposicionistas de toda clase, que dicen que en el
Buró Político de nuestro CC existe una desviación
derechista o una a ella.
actitud transigente respecto
¿Se han producido y titubeos en la
vacilaciones
organización de Moscú o en su órgano dirigente, el
Comité de Moscú? Sí, se han producido. Sería necio
querer afirmar ahora que no se han dado titubeos y
vacilaciones. El sincero discurso de Penkov es una
prueba palmaria de ello. Penkov no es un hombre de
última fila en la organización y en el Comité de
Moscú. Y ya habéis escuchado cómo ha reconocido,
abierta y francamente, sus errores en muchos e
importantísimos problemas de la política de nuestro
Partido. Eso no quiere decir, naturalmente, que todo
el Comité de Moscú se haya dejado llevar por esas
vacilaciones. Nada de eso. Documentos como el
Sobre el peligro de derecha en el PC(b) de la URSS

mensaje dirigido en octubre de este año por el


Comité de Moscú a los afiliados de su organización
demuestran de un modo indudable que el Comité de
Moscú ha logrado sobreponerse a las vacilaciones de
algunos de sus miembros. Y no dudo de que el
núcleo dirigente del Comité de Moscú logrará
corregir definitivamente la situación.
Algunos camaradas están disgustados porque las
organizaciones distritales del Partido han tomado
cartas en el asunto, planteando la necesidad de acabar
con los errores Y las vacilaciones de tales o cuales
dirigentes de la organización de Moscú. No acierto a
comprender las razones de ese disgusto. ¿Qué puede
haber de malo en que los activos distritales de la
organización de Moscú hayan hecho oír su voz,
exigiendo la eliminación de los errores y las
vacilaciones? ¿Acaso nuestro trabajo no transcurre
bajo el signo de la auto crítica desde abajo? ¿Acaso
no es un hecho que la autocrítica estimula la
actividad de la base del Partido y de masa
la
proletaria en general? ¿Qué tiene, pues, de malo o de
peligroso el que los activos distritales hayan estado a
la altura de las circunstancias?
¿Ha procedido acertadamente el CC al intervenir
en este asunto? creo que el CC ha procedido
Yo
acertadamente. Berzin estima que el CC procede con
excesiva dureza, al plantear que se destituya a un
dirigente de una organización de distrito, contra el
que

algunos
miembros
se
completamente

graves, a
fueron
Lenin;
Turkestán
CC.

tenía

CC.
¿Tenía
manifestó

episodios
del CC,

ejemplarmente
de 1919
que
ó
su organización. Pero esto es
erróneo. Podría recordarle a Berzin

cometieron
mi juicio, respecto a
1920,

sancionados,
la línea

y, por cierto, uno de ellos fue destinado


y otro estuvo a punto de ser expulsado

razón Lenin, al proceder así? Yo creo que


todala razón. La situación en el CC no era
entonces la de hoy. La mitad del CC seguía a Trotski,
cuando

y no existía una situación firme en el seno del propio


Hoy,
incomparablemente
el CC
más
procede de un
suave. ¿Por qué? ¿Acaso
porque nosotros pretendamos ser más benignos que
Lenin? No, no es por eso. Lo que ocurre es que hoy
la situación del CC es más firme que entonces y esto
le permite proceder con mayor suavidad.
Tampoco tiene razón Sárajov
modo

al afirmar que el CC
no tomó cartas en el asunto con la rapidez debida. Y
no tiene razón, pues él ignora, al parecer, que, en
rigor, el CC empezó a ocuparse del asunto en febrero
ciertos
errores, no muy
del Partido,
a propuesta de
al
del

de este año. Sájarov, si lo desea, puede convencerse


de ello. Es cierto que la intervención del CC no dió
inmediatamente resultados positivos. Pero sería
peregrino echarle la culpa al CC.
Conclusiones:
1) el peligro derechista es un peligro grave para
nuestro Partido, pues tiene sus raíces en la situación

191

económico-social de nuestro país;


2) el peligro de la desviación derechista lo agrava
la existencia de dificultades que es imposible vencer
si no se vence la desviación derechista y la
transigencia con ella;
3) en la organización de Moscú ha habido
vacilaciones y titubeos, ha habido elementos de
inestabilidad;
4) el núcleo del Comité de Moscú, con la ayuda
del CC y de los activos de las organizaciones de
distrito, ha tomado todas las medidas necesarias para
acabar con las vacilaciones;
5) no puede caber duda de que el Comité de
Moscú logrará sobreponerse a los errores que se han
perfilado;
6) la tarea consisteen acabar con la lucha interna,
en fundir en un solo bloque la organización de
Moscú y en llevar a cabo con éxito las nuevas
elecciones de dirigentes de las células sobre la base
de una amplia autocrítica.
Publicado el 23 de octubre de 1928 en el núm.
247 de «Pravda».

SOBRE LA I�DUSTRIALIZACIÓ� DEL PAÍS


Y LA DESVIACIÓ� DE DERECHA E� EL
PC(b)
DE LA URSS

Discurso en el Pleno del CC del PC(b) de la


264
URSS del 19 de noviembre 1928
(Extracto)

I. La cuestión del ritmo del desarrollo de la


industria
Nuestras tesis arrancan de que el rápido ritmo del
desarrollo de la industria en general, y de la
producción de medios de producción en particular, es
el principio fundamental y la clave de la
industrialización del país, el principio fundamental y
la clave de la transformación de toda nuestra
economía nacional sobre la base del desarrollo
socialista.
Pero ¿qué significa un ritmo rápido del desarrollo
de la industria? Significa más inversiones capitales
en ella. Y esto hace que todos nuestros planes, tanto
el presupuestario como el extrapresupuestario, sean
muy duros. Y, en efecto, el rasgo característico de
nuestras cifras control en los últimos años, en el
tres
período de la reconstrucción, en que se fijan
consiste
y cumplen bajo el signo de una gran tensión de
fuerzas. Lo mismo si tomáis nuestras cifras control y
examináis nuestros cálculos presupuestarios que si
conversáis con nuestros camaradas de Partido -tanto
con los que trabajan en las organizaciones del Partido
como con los que dirigen nuestra edificación
soviética, económica y cooperativa- percibiréis
siempre un rasgo característico: la dureza de nuestros
planes.
Surge la cuestión de si necesitarnos en general
que los planes sean tan duros. ¿No podríamos
prescindir de esa dureza? ¿Acaso no se puede
trabajar a un ritmo más lento, en un ambiente de
mayor «tranquilidad»? ¿No se deberá el rápido ritmo
de desarrollo de la industria a que los miembros del
Buró Político y del Consejo de Comisarios del
Pueblo son hombres demasiado inquietos?
¡Está claro que no! En el Buró Político y en el
Consejo de Comisarios del Pueblo, la gente es serena

264
El Pleno del Comité Central del PC(b) de la URSS se celebró
del 16 al 24 de noviembre de 1928. El Pleno examinó las cifras
control de la economía nacional para 1928-1929 y también otras
cuestiones. El 19 de noviembre, J. V. Stalin intervino en la sesión
del Pleno sobre la primera cuestión del orden del día,
pronunciando su discurso «La industrialización del país y la
desviación de derecha en el PC(b) de la URSS».

y tranquila. Hablando en abstracto, haciendo


abstracción de la situación exterior e interior,
podríamos, naturalmente, aminorar el ritmo. Pero lo
que ocurre es que, en primer término no podemos
hacer abstracción de la situación exterior e interior y,
en segundo término, si partimos de la situación
circundante, no podemos por menos de reconocer
que es precisamente esa situación la que nos impone
un rápido ritmo de desarrollo de nuestra industria.
Permitidme que pase a analizar esa situación, esas
condiciones de índole exterior e interior que nos
imponen un rápido ritmo de desarrollo de la
industria.
Condiciones exteriores. Nosotros hemos llegado
al Poder en un país de técnica terriblemente atrasada.
Al lado de escasas grandes empresas industriales
dotadas, más o menos, de maquinaria moderna,
tenemos miles de fábricas cuya maquinaria no resiste
la menor crítica desde el punto de vista de los
adelantos de nuestros días. Mientras tanto, nos
rodean países capitalistas que poseen una técnica
industrial mucho más desarrollada y más moderna
que la de nuestro país. Fijaos en los países
capitalistas y veréis que en ellos la técnica no sólo
marcha, sino que corre adelante, sobrepasando a las
viejas formas de la técnica industrial. Y resulta que
en nuestro país tenemos, de una parte, el régimen
más avanzado, el régimen soviético, y el Poder más
avanzado del mundo, el Poder Soviético y, de otra
parte, una técnica industrial extraordinariamente
atrasada, como base del socialismo y del Poder
Soviético. ¿Creéis que puede lograrse la victoria
definitiva del socialismo en nuestro país mientras
exista esa contradicción?
¿Qué hacer para eliminar esa contradicción? Para
ello hay que alcanzar y sobrepasar la técnica
avanzada de los países capitalistas desarrollados.
Nosotros hemos alcanzado y sobrepasado a los países
capitalistas adelantados en cuanto al establecimiento
de un nuevo régimen político, del régimen soviético.
Eso está bien. Pero no basta. Para lograr la victoria
definitiva del socialismo en nuestro país es necesario,
además, alcanzar y sobrepasar a esos países en el
aspecto técnico-económico. O lo hacemos así o nos
aplastarán.
Eso no sólo es cierto desde el punto de vista de la

Sobre la industrialización del país y la desviación de


derecha en el PC(b) de la URSS

193

edificación completa del socialismo. Lo es también


desde el punto de vista de la garantía de la
independencia de nuestro país en una situación de
cerco capitalista. Es imposible garantizar la
independencia de nuestro país
no se cuenta con
si
una base industrial suficiente para la defensa. Es
imposible crear esa base industrial si la industria no
dispone de una técnica de primera clase.
Para eso necesitamos, y eso es lo que nos lo
impone, un rápido ritmo de desarrollo de la industria.
El atraso técnico-económico de nuestro país no lo
hemos inventado nosotros. Es un atraso secular, que
hemos heredado de toda la historia de nuestro país.
Ese atraso se dejaba sentir como un gran mal ya
antes, en el período anterior a la revolución, y se deja
sentir también después, en el período posterior a la
revolución. Lo que hacía Pedro el Grande cuando, al
tener que vérselas con países del Occidente más
adelantados, construía febrilmente fábricas para
abastecer al ejército y reforzar la defensa del país, era
un intento sui generis de salir del atraso. Sin
embargo, es bien comprensible que ninguna de las
viejas clases, ni la aristocracia feudal, ni la burguesía,
pudiera la tarea de sacar del atraso a nuestro
cumplir
país. esas clases no sólo no podían realizar
Es más,
esta tarea, sino que ni siquiera eran capaces de
plantearla en forma más o menos satisfactoria. El
atraso secular de nuestro país únicamente puede ser
eliminado sobre la base de la edificación socialista
victoriosa. eso sólo puede hacerlo el proletariado,
Y
que ha erigido su dictadura y tiene en sus manos la
dirección del país.
Sería necio consolarse pensando que, si el atraso
de nuestro país no ha sido inventado por nosotros,
sino que nos ha sido legado por toda su historia, no
podemos y no debemos responder de él. Eso sería
equivocado, camaradas. Si hemos llegado al Poder y
nos hemos impuesto la tarea de transformar el país
sobre principios socialistas, respondemos y tenemos
que responder de todo de lo malo y de lo bueno. Y
precisamente porque respondemos de todo, debemos
eliminar nuestro atraso técnico-económico. Debemos
hacerlo obligatoriamente, si es que queremos de
verdad alcanzar y sobrepasar a los países capitalistas
adelantados. Y eso podemos hacerlo sólo nosotros,
los bolcheviques. Precisamente para cumplir esta
tarea, debemos imprimir sistemáticamente un ritmo
rápido al desarrollo de nuestra industria. Y que ya
hemos un ritmo rápido al desarrollo de nuestra
dado
industria ve ahora todo el mundo.
lo
La cuestión de que es preciso alcanzar y
sobrepasar a los países capitalistas adelantados en el
aspecto técnico-económico no es para nosotros, los
bolcheviques, nada nuevo ni inesperado. Esta
cuestión surgió ya en 1917, en el período precedente
a la Revolución de Octubre. La planteó Lenin ya en
septiembre de 1917, en vísperas de la Revolución de
Octubre, en el período de la guerra imperialista, en su
folleto «La catástrofe que nos amenaza y cómo
combatirla».
He aquí lo que decía Lenin al respecto:

«La revolución hizo que en algunos meses Rusia


alcanzase por su régimen político a los país
adelantados. Pero esto no basta. La guerra es
implacable y presenta la cuestión con despiadada
agudeza: perecer o alcanzar y sobrepasar también
económicamente a los países adelantados... Perecer o
avanzar a todo vapor. Así plantea la historia la
cuestión» (t. XXI, pág. 191).

Ya veis con qué crudeza planteaba Lenin la


cuestión de eliminar nuestro atraso técnico-
económico.
Lenin escribió todo eso en vísperas de la
Revolución de Octubre, antes de la toma del Poder
por el proletariado, cuando los bolcheviques no
tenían aún ni el Poder, ni una industria socializada, ni
una amplia red de cooperativas que abarcan a
millones de campesinos, ni los koljoses, ni los
sovjoses. Ahora, cuando ya poseemos algo esencial
para eliminar de raíz nuestro atraso técnico-
económico, podríamos parafrasear a Lenin más o
menos como sigue:
«Hemos alcanzado y sobrepasado a los países
capitalistas adelantados en el sentido político,
construyendo la dictadura del proletariado. Pero eso
no basta. Debemos utilizar la dictadura del
proletariado, nuestra industria socializada, el
transporte, el sistema de crédito, etc., las
cooperativas, los koljoses, los sovjoses, etc., para
alcanzar y sobrepasar también económicamente a los
países capitalistas adelantados».
La cuestión del rápido ritmo de desarrollo de la
industria no se con tanto apremio como se
plantearía
plantea una industria y una técnica
hoy si tuviéramos
tan desarrolladas como, pongamos por caso, las de
Alemania, si el peso relativo de la industria en toda la
economía nacional fuese en nuestro país tan elevado
como, pongamos por caso, en Alemania. De darse
esas condiciones, podríamos desarrollar la industria a
un ritmo menos rápido, sin el temor de quedar a la
zaga de los países capitalistas y con la certidumbre
de que podríamos aventajarles de un solo impulso.
Pero entonces no padeceríamos el gran atraso
técnico-económico que padecemos hoy. El quid de la
cuestión reside, precisamente, en que en este sentido
estamos más atrasados que Alemania y muy lejos de
haberla alcanzado en el aspecto técnico-económico.
La cuestión del rápido desarrollo de la industria
no se plantearía con tanto apremio si, en vez de ser el
único país de dictadura del proletariado, fuésemos
uno entre otros países de dictadura del proletariado,
si hubiese dictadura proletaria no sólo en nuestro
país, sino también en otros países más adelantados,
como Alemania y Francia, pongamos por caso.

194
De darse esas condiciones, el cerco capitalista no
representaría para nosotros el grave peligro que
representa hoy, el problema de la independencia
económica de nuestro país quedaría, naturalmente,
relegado a segundo plano, podríamos incluirnos en el
sistema de los Estados proletarios más desarrollados,
podríamos recibir
de ellos máquinas para fecundizar
nuestra industriay nuestra agricultura, a cambio de
materias primas y de víveres; podríamos, por tanto,
desarrollar nuestra industria a un ritmo menos rápido.
Pero vosotros sabéis bien que esas condiciones no se
dan aún y que seguimos siendo, hoy por hoy, el único
país de dictadura del proletariado, un país cercado de
países capitalistas, muchos de los cuales nos llevan
gran ventaja en el aspecto técnico-económico.
Por eso Lenin planteaba el problema de alcanzar y
sobrepasar económicamente a los países adelantados
como una cuestión de vida o muerte para nuestro
desarrollo.
Tales son las condiciones exteriores que nos
imponen un ritmo rápido de desarrollo industrial.
Condiciones interiores. Pero, además de las
condiciones exteriores, hay condiciones interiores
que nos imponen un rápido ritmo de desarrollo de
nuestra industria, principio rector de toda nuestra
economía nacional. Me refiero al extraordinario
atraso de nuestra agricultura, su técnica, de sus
de
métodos de cultivo. Me refiero a que en nuestro país
constituyen una mayoría aplastante los pequeños
productores de mercancías, con su producción
atomizada y un atraso absoluto, en comparación
de
con la cual nuestra gran industria socialista es como
una isla en medio del mar, una isla cuya base se
ensancha cada día, pero que no por ello deja de ser
una isla en medio del mar.
Suele decirse que la industria es el principio rector
de toda la economía nacional, comprendida la
agricultura, que la industria es la clave para
reconstruir sobre la base del colectivismo la
agricultura, atrasaday atomizada. Eso es
absolutamente cierto. Y no debemos olvidarlo ni un
solo instante. Pero hay que recordar también que, si
bien la industria es el principio rector, la base de su
desarrollo es la agricultura, lo mismo como mercado
que absorbe su producción que como proveedora de
materias primas y víveres y como fuente de las
reservas de exportación necesarias para importar las
instalaciones precisas a la economía nacional. ¿Se
puede impulsar la industria dejando a la agricultura
en un completo atraso técnico, sin asegurar a la
industria su base agrícola, sin transformar la
agricultura y adaptarla a la industria? No, no se
puede.
De aquí la tarea de proporcionar a la agricultura el
máximo de instrumentos y medios de producción
necesarios para acelerar e impulsar su reconstrucción
sobre una nueva base técnica. Ahora bien, para ello
es imprescindible que nuestra industria se desarrolle

J. V. Stalin
a un ritmo rápido. La reconstrucción de la
agricultura, atomizada y dispersa, es, claro está,
incomparablemente más que la reconstrucción
difícil
de la industria socialista, y centralizada. Pero
unida
esta tarea está aún por resolver y debemos cumplirla.
Y la única forma de cumplirla es desarrollar la
industria a un ritmo rápido.
No es posible que el Poder Soviético y la
edificación socialista descansen indefinidamente, es
decir, durante un período demasiado largo, sobre dos
bases distintas: la base de la industria socialista, la
más grande y unificada, y economía
la base de la
campesina más atomizada y atrasada, de escasa
producción mercantil. Hay que dar gradual, pero
sistemática y tenazmente a la agricultura una nueva
base técnica, la base de la gran producción,
acercándola a la industria socialista. O cumplimos
esta tarea, en cuyo caso estará asegurada la victoria
definitiva del socialismo en nuestro país, o la
abandonamos, no la cumplimos, en cuyo caso la
regresión al capitalismo puede llegar a hacerse
inevitable.
He aquí lo que dice Lenin a este propósito:
«Mientras vivamos en un país de pequeñas
haciendas campesinas, el capitalismo tendrá en Rusia
una base económica más sólida que el comunismo.
Es necesario recordarlo. Todo el que observa
atentamente la vida del campo, comparándola con la
vida de la ciudad, sabe que no hemos extirpado las
raíces del capitalismo, ni hemos eliminado el
fundamento, la base del enemigo se interior. Este
apoya en la pequeña hacienda, y para quebrantarlo no
hay más que un medio: dar a la economía del país,
comprendida la agricultura, una nueva base técnica,
la base técnica de la gran producción moderna. Y
esta base no puede ser más que una: la electricidad.
El comunismo es el Poder Soviético más la
electrificación de todo el país" (t. XXVI, pág. 46).

Como veis, por electrificación del país no


entiende Lenin la construcción de alguna que otra
central eléctrica, sino el proceso gradual «de dar a la
265
economía del país, comprendida la agricultura,
una nueva base técnica, la base técnica de la gran
producción moderna», ligada, de uno u otro modo,
directa o indirectamente, con la electrificación.
Este discurso lo pronunció Lenin en el VIII
Congreso de los Soviets, en diciembre de 1920, en
vísperas de la implantación de la Nep, cuando
fundamentó el llamado plan de electrificación,
conocido por plan Goelró. Algunos camaradas
afirman, basándose en ello, que las tesis contenidas
en esa cita no pueden aplicarse a la presente
situación. ¿Por qué?, pregunto yo. Porque -dicen
ellos- desde entonces ha llovido mucho.
Naturalmente, es cierto que desde entonces ha

265
Subrayado por mí. J. St.

Sobre la industrialización del país y la desviación de


derecha en el PC(b) de la URSS

195

llovido mucho. Ahora tenemos una industria


socialista desarrollada, tenemos como
los koljoses,
fenómeno de masas, tenemos los viejos y los nuevos
sovjoses, tenemos una amplia red de cooperativas
desarrolladas, tenemos las estaciones de alquiler al
servicio de las haciendas campesinas, practicamos el
método como nueva forma de la
de la contratación,
ligazón, y poner en juego todos estos y
podernos
muchos otros resortes para dar gradualmente a la
agricultura una nueva base técnica. Todo eso es
óó
cierto. Pero también
siendo

fundamental.
también
vivamos

el
20

«10
un país

años, no
individualismo
comercio libre
la electrificación,
vuelta al capitalismo».

Más adelante

20
lo es que, no obstante, seguimos
pequeñas haciendas campesinas
de
con predominio de la pequeña producción. Eso es lo
Y en tanto ello sea así, conservará
su vigor la tesis de Lenin de que, «mientras
en un país de pequeñas
campesinas, el capitalismo tendrá
económica más sólida que el comunismo»,

pueden

en
causarnos
del pequeño
haciendas
en Rusia una base

por consiguiente, el peligro de restauración del


capitalismo no es una frase vacía.

(marzo-abril

«Si llevamos
de la implantación
de 1921):

escala local. Si
de todas

dice:

años de
de que,

Lo mismo dice Lenin, pero en forma más tajante,


en su plan del folleto «Sobre el impuesto en especie»,
escrito ya después de la Nep

cabo la electrificación dentro de 10


ni sombra
agricultor
no llevamos a cabo
de temor

maneras será inevitable la

relaciones acertadas
ni

con
su

los
campesinos,
mundial
proletarias,
años
pág. 313).

Ahí
el problema:
y
(aunque
que
de sufrimientos
estará asegurada
se
maduran);
retrasen
de

lo terminantemente que plantea Lenin


tenéis
la victoria

otro

o electrificación, es decir, «dar a la


economía del país, comprendida la agricultura, una
nueva base técnica, la base técnica de la gran
producción moderna», o la vuelta al capitalismo.
Ahí tenéis cómo entiende Lenin el problema de
las «relaciones acertadas con el campesinado».
No se trata de hacer mimos al campesino como
forma de crear relaciones acertadas con él, pues con
los mimos no se puede ir muy lejos; de lo que se trata
es de ayudar al campesino a dar a su hacienda «una
nueva base técnica, la base técnica de la gran
producción moderna», ya que ésa es la vía principal
para liberar al campesinado de la miseria.
Pero es imposible dar a la economía del país una
nueva base técnica sin desarrollar a un rápido ritmo
las
en
revoluciones
modo,
bajo el terror blanco»
20 ó
escala

(t. XXVI,
40

nuestra industria y, ante todo, la producción de


medios de producción.
Esto es lo que puede decirse de las condiciones
interiores que nos imponen un ritmo rápido de
desarrollo industrial.
He ahí las condiciones de orden exterior e interior
determinantes de que las cifras control de nuestra
economía nacional requieran una gran tensión para
su cumplimiento.
Esa es la causa de que nuestros planes
económicos, tanto el presupuestario como el
extrapresupuestario, exijan para su cumplimiento una
gran tensión de fuerzas y grandes inversiones en
obras básicas a fin de mantener el rápido ritmo de
desarrollo de nuestra industria.
Puede preguntarse dónde se habla de eso en las
tesis, en qué lugar se dice. (Una voz: «Sí, ¿dónde se
dice?»). De ello habla en las tesis la suma de las
inversiones capitales en la industria para 1928-1929.
Las tesis se denominan tesis sobre las cifras control.
¿No es así, camaradas? (Una voz: «Así es») Pues
bien, en esas tesis se dice que en 1928-1929
invertimos en obras básicas para la industria 1.650
millones de rublos. Con otras palabras: invertimos
este año en la industria 330 millones de rublos más
que el año pasado.
Resulta, pues, que no sólo mantenernos el ritmo
del desarrollo de la industria, sino que damos un paso
más, invirtiendo en la industria más que el año
pasado, es decir, aumentando absoluta y
relativamente las obras básicas en la industria.
Ese es el quid de las tesis sobre las cifras control
de la economía nacional. Pero algunos camaradas no
han advertido el elefante. Han criticado por todos los
lados las tesis sobre las cifras control, fijándose en
pequeñeces, pero no han visto lo principal.

Publicado el 24 de noviembre de 1928 en el núm.


273 de «Pravda».

SOBRE LA DESVIACIÓ� DERECHISTA E�


EL PC(b) DE LA URSS

Discurso en el Pleno del CC y de la CCC del


PC(b) de la URSS el abril de 1929
(Extractos)

II. Los cambios en las relaciones de clase y


nuestras discrepancias
¿En qué consisten nuestras discrepancias?, ¿a qué
cuestiones se refieren?
Se refieren, ante todo, a los cambios en las
relaciones de clase que se vienen produciendo
últimamente en nuestro país y en los países
capitalistas. Ciertos camaradas piensan que las
discrepancias existentes en nuestro Partido tienen un
carácter casual. Esto es falso, camaradas,
absolutamente falso. Las discrepancias existentes en
el seno de nuestro Partido provienen de los cambios
aperados en las relaciones dese deben al
clase,
recrudecimiento de la lucha que se viene
de clase
produciendo en estos últimos tiempos y que
determina un viraje en la marcha de las cosas.
El error fundamental del grupo de Bujarin
consiste en no ver estos cambios operados en las
relaciones y este viraje, en no verlos y no querer
advertirlos. Eso explica, en realidad, su
incomprensión de las nuevas tareas del Partido y de
la Internacional Comunista, incomprensión que
constituye el rasgo característico de la oposición
bujarinista.
¿Habéis observado, camaradas, cómo, en sus
discursos ante el Pleno del CC y de la CCC, los
dirigentes de la oposición bujarinista han eludido en
absoluto el problema de los cambios en las relaciones
de clase ocurridos en nuestro país, no han dicho ni
una palabra acerca del recrudecimiento de la lucha de
clases y no han aludido siquiera de pasada a la
relación que guardan nuestras discrepancias
precisamente con este recrudecimiento de la lucha de
clases? Han hablado de todo; han hablado de
filosofía y de teoría; pero no han dicho ni una palabra
de los cambios en las relaciones de clase, que son los
que determinan la orientación y la actuación práctica
de nuestro Partido en el momento actual.
¿A qué obedece este hecho tan peregrino? ¿Se
deberá alolvido? ¡Naturalmente que no! Los
políticos no pueden olvidar lo principal. La cosa
obedece a que no ven ni comprenden los nuevos
procesos revolucionarios que se están produciendo en
la actualidad, tanto en nuestro país como en los
países capitalistas. La cosa obedece a que se les ha
escapado lo fundamental, a que no advierten esos
cambios en las relaciones de clase que no se le deben
escapar al político. Ello explica, principalmente, la
perplejidad y la indefensión de que la oposición
bujarinista da pruebas ante las nuevas tareas de
nuestro Partido.
Recordad los últimos acontecimientos producidos
dentro de nuestro Partido. Recordad las consignas
que nuestro Partido lanzó últimamente en razón de
los nuevos cambios de las relaciones de clase
operados en nuestro país. Me refiero a consignas
como la de autocrítica, como la de intensificación de
la lucha contra el burocratismo y de depuración del
aparato soviético, la de capacitación de nuevos
cuadros dirigentes de la economía y de especialistas
rojos, la de fortalecimiento del movimiento
koljosiano y sovjosiano, la de ofensiva contra el
kulak, la de reducción del precio de coste y la de
mejoramiento radical de la labor práctica de los
sindicatos, la de depuración del Partido, etc. Para
ciertos camaradas, estas consignas eran
sorprendentes y desconcertantes, cuando se ve a las
claras que son las consignas más necesarias y más
oportunas del Partido en el momento presente.
La cosa comenzó cuando, en relación con el
266,
asunto de Shajti planteamos de un modo nuevo el
problema de los nuevos cuadros dirigentes de la
economía, el problema de la formación de
especialistas rojos, salidos de la clase obrera, para
sustituir a los viejos técnicos.
¿Qué ha revelado el asunto de Shajti? Ha revelado
que la burguesía no está, ni mucho menos, aplastada:
que organiza y seguirá organizando el sabotaje contra
nuestra edificación que nuestras
económica;
organizaciones económicas y sindicales y, en parte,
las organizaciones de nuestro Partido no advertían la
labor de zapa de nuestros enemigos de clase y que,
por tanto, era necesario fortalecer y perfeccionar
nuestras organizaciones, por todos los medios y
poniendo a contribución todas las fuerzas, y
desarrollar y fortalecer su vigilancia de clase.
Con este motivo se hacía hincapié en la consigna

266
Se refiere a la labor subversiva de la organización
contrarrevolucionaria de especialistas burgueses que de 1923 a
1928 actuó en Shajti y en otros distritos de la cuenca del Donetz.

Sobre la desviación de derechista en el PC(b) de la


URSS

197

de autocrítica. ¿Por qué? Porque no es posible


mejorar nuestras organizaciones económicas,
sindicales y no es posible impulsar la
del Partido,
edificación del socialismo y poner coto al sabotaje de
la burguesía, sin desplegar al máximo la crítica y la
autocrítica, sin poner bajo el control de las masas la
labor de nuestras organizaciones. Es un hecho que el
sabotaje no se manifestaba ni se sigue manifestando
sólo en las zonas hulleras, sino también en la
metalurgia, en la industria de guerra, en el
Comisariado del Pueblo de Vías de Comunicación,
en la industria del oro y del platino, etc., etc. De ahí
la consigna de la autocrítica.
Además, teniendo en cuenta las dificultades del
acopio de cereales y los ataques de los kulaks contra
la política soviética de precios, planteamos con
firmeza la necesidad de impulsar por todos los
medios la formación de koljoses y sovjoses, la
ofensiva contra el kulak y la organización del acopio
de cereales, presionando, a este fin, sobre los kulaks
y los elementos acomodados del campo.
¿Qué revelaron las dificultades del acopio de
cereales? Revelaron que el kulak no se dormía, que
crecía, que organizaba la labor de zapa contra la
política del Poder Soviético y que las organizaciones
de nuestro Partido, de los Soviets y de las
cooperativas, cuando menos una parte de ellas, o no
veían al enemigo, o se adaptaban a él, en vez de
combatirlo.
De aquí que se hiciera nuevamente hincapié en la
consigna de la autocrítica, en la consigna de
fiscalización y perfeccionamiento de las
organizaciones de nuestro Partido, de las
cooperativas y de las de acopios en general.
Además, ligada a las nuevas tareas de
reestructuración de la industria y de la agricultura
sobre la base del socialismo, planteábase la consigna
de reducir sistemáticamente el coste de producción,
de fortalecer la disciplina de trabajo, de desarrollar la
emulación socialista, etc. Y estas tareas exigían la
revisión de toda la labor práctica de los sindicatos y
del aparato de los Soviets, una reanimación a fondo
de estas organizaciones y su depuración de elementos
burocráticos.
De aquí que se hiciera hincapié en la consigna de
lucha contra el burocratismo en los sindicatos y en el
aparato de los Soviets.
Finalmente, el porqué de la consigna de
depuración del Partido. Sería ridículo pensar en la
posibilidad de fortalecer nuestras organizaciones
soviéticas, económicas, sindicales y cooperativas, en
la posibilidad de limpiarlas de la basura del
burocratismo, aguzar el filo del Partido mismo.
sin
Es indudable que los elementos burocráticos no
anidan sólo en las organizaciones económicas y
cooperativas, sindicales y soviéticas, sino también en
las organizaciones del propio Partido. Y si éste es la
fuerza rectora de todas esas organizaciones, es
evidente que la depuración del Partido constituye una
premisa obligada, sin la cual no puede llevarse a
término la vivificación y el mejoramiento de todas
las demás organizaciones de la clase obrera. De ahí la
consigna de depuración del Partido.
¿Son casuales estas consignas? No, no son
casuales. Vosotros mismos veis que no lo son. Estas
consignas son eslabones necesarios de una cadena
ininterrumpida, que se llama ofensiva del socialismo
contra los elementos del capitalismo.
Estas consignas responden, ante todo, al período
de la reestructuración de nuestra industria y de
nuestra agricultura sobre la base del socialismo. ¿Y
qué es la reestructuración de la economía nacional
sobre la base del socialismo? Es la ofensiva del
socialismo, desplegada en todo el frente contra los
elementos capitalistas de la economía nacional. Es un
avance importantísimo de la clase obrera de nuestro
país hacia la edificación del socialismo. Ahora bien,
para poder llevar a cabo dicha reestructuración, lo
primero es mejorar y fortalecer los cuadros de la
edificación socialista, tanto los cuadros dirigentes de
la economía, de los Soviets y de los sindicatos, como
los del Partido y de las cooperativas; es necesario
aguzar el filo de todas nuestras organizaciones,
limpiarlas de basura, redoblar la actividad de las
grandes masas de la clase obrera y del campesinado.
Además, estas consignas responden a la
resistencia que los elementos capitalistas de la
economía nacional ofrecen a la ofensiva del
socialismo. El llamado asunto de Shajti no se puede
considerar fortuito. Actualmente hay «shajtístas» en
todas las ramas de nuestra industria. Muchos de ellos
han sido capturados, pero no todos, ni mucho menos.
El sabotaje de los intelectuales burgueses es una de
las formas más peligrosas de la resistencia contra el
avance del socialismo. es tanto más
Y este sabotaje
peligroso por cuanto está en contacto con el capital
internacional. El sabotaje burgués es prueba
indudable de que los elementos capitalistas no se han
dado por vencidos, ni mucho menos, sino que
acumulan fuerzas para lanzarse a nuevas ofensivas
contra el Poder Soviético.
Por loque se refiere a los elementos capitalistas
del campo, todavía son menos las razones para
calificar de casual los ataques que desde hace ya más
de un año vienen manteniendo los kulaks contra la
política soviética de precios. Muchos no pueden
explicarse hasta ahora por qué los kulaks estuvieron
entregando voluntariamente el trigo hasta 1927 y a
partir de esta fecha dejaron de hacerlo. Pero esto no
tiene nada de asombroso. Si antes el kulalk era
relativamente débil y no estaba en condiciones de
montar en serio su hacienda, no contaba con capital
bastante para fortalecerla, lo cual le obligaba a lanzar
al mercado todo o casi todo el excedente de su
producción de cereales, ahora, después de varios
años de buena cosecha, cuando ha conseguido

198

organizar su hacienda y reunir el capital necesario, se


siente ya capaz de maniobrar en el mercado, puede
almacenar trigo -la divisa de las divisas-, haciéndose
una reserva personal, y prefiere llevar al mercado
carne, avena, cebada y otros productos de cultivos
secundarios. Hoy sería ridículo confiar en que el
kulak va a entregarnos el trigo voluntariamente.
Ahí está el quid de la actual resistencia del kulak a
la política del Poder Soviético.
¿Y qué significa la resistencia de los elementos
capitalistas de la ciudad y del campo a la ofensiva del
socialismo? Significa la reagrupación de las fuerzas
de los enemigos de clase del proletariado con objeto
de defender lo viejo contra lo nuevo. Fácil es
comprender que esto tiene que recrudecer
forzosamente la lucha de clases. Mas, para aplastar la
resistencia de los enemigos de clase y despejar el
camino para avances del socialismo, hace falta,
los
aparte de otras cosas, aguzar el filo de todas nuestras
organizaciones, limpiarlas de burocratismo, mejorar
sus cuadros y movilizar masas de millones de
hombres de la clase obrera y de las capas
trabajadoras rurales contra los elementos capitalistas
de la ciudad y campo.
del
A estos cambios en las relaciones de clase
obedecen las actuales consignas de nuestro Partido.
Otro tanto hay que en las
decir de los cambios
relaciones de clase en los países
producidos
capitalistas. Sería ridículo pensar que la
estabilización del capitalismo no ha sufrido
modificaciones. Y aún más ridículo sería afirmar que
la estabilización se afianza y va adquiriendo solidez.
En realidad, la estabilización del capitalismo está
siendo minada y se quebranta cada mes, cada día que
pasa. La intensificación de la lucha por los mercados
exteriores y las materias primas, el aumento de los
armamentos, la agudización del antagonismo entre
Norteamérica e Inglaterra, los progresos del
socialismo en la URSS, la radicalización de la clase
obrera de los países la ola de huelgas y
capitalistas,
de batallas de clase en países europeos, el auge
los
del movimiento revolucionario en las colonias,
comprendida la India, el avance del comunismo en
todos los países del mundo: todos estos hechos
revelan de modo indudable que en los países del
capitalismo están madurando los elementos de un
nuevo auge revolucionario.
De ahí la tarea de agudizar la lucha contra la
socialdemocracia y, ante todo, contra su ala
«izquierda», como soporte social del capitalismo.
De ahí la tarea de agudizar, en el seno de los
Partidos Comunistas, la lucha contra sus elementos
de derecha, como vehículos de la influencia
socialdemócrata.
De ahí la tarea de agudizar la lucha contra las
tendencias conciliadoras para con la desviación
derechista, tendencias que sirven de refugio al
oportunismo en los Partidos Comunistas.

J. V. Stalin

De ahí la consigna de depurar de tradiciones


socialdemócratas los Partidos Comunistas.
De ahí la llamada nueva táctica del comunismo en
los sindicatos.
Ciertos camaradas no comprenden el sentido y la
importancia de estas consignas. Pero el marxista
comprenderá siempre que, sin llevar a la práctica
estas consignas, es imposible preparar a
masas las
proletarias para las nuevas batallas de es clase,
imposible la victoria sobre la socialdemocracia, es
imposible seleccionar líderes verdaderos del
movimiento comunista, capaces de llevar a la clase
obrera a la lucha contra el capitalismo.
He ahí, camaradas, los cambios en las relaciones
de clase producidos en nuestro país y en los países
del capitalismo y sobre la base de los cuales han ido
surgiendo las presentes consignas de nuestro Partido,
lo mismo por lo que se refiere a su política interior
que a la Internacional Comunista.
Nuestro Partido ve estos cambios en las relaciones
de clase, comprende la nuevas
importancia de las
tareas y moviliza las fuerzas para
eso realizarlas. Por
hace frente a los acontecimientos pertrechado con
todas las armas. Por eso no teme las dificultades que
se alzan ante él, ya que está preparado para
vencerlas.
La desgracia grupo de Bujarin consiste en que
del
no ve estos cambios en las relaciones de clase y no
comprende las nuevas tareas del Partido. Y
precisamente por eso, porque no las comprende, le
domina por completo el desconcierto, está dispuesto
a rehuir las dificultades, a retroceder ante ellas y
abandonar las posiciones.
¿Habéis visto alguna vez a los pescadores capear
el temporal en un río como, por ejemplo,
caudaloso,
el Yeniséí? en varias ocasiones. Unos
Yo los he visto
pescadores, al ver que se avecina la tormenta,
despliegan todas sus energías, animan a los
compañeros y ponen audazmente proa al temporal:
«¡Animo, muchachos! Sujetad bien el timón y hendid
las olas. ¡Saldremos adelante!».
Pero hay otra clase de pescadores que, en cuanto
barruntan la tempestad, se desaniman, comienzan a
lamentarse y desmoralizan a su gente: «¡Qué
desgracia, se acerca la borrasca! ¡Tumbaos en el
fondo de la barca, muchachos, y cerrad los ojos; tal
vez las olas nos lleven a la orilla!».
Creo que no hace falta demostrar que la actitud y
la conducta del grupo de Bujarin se parecen como
dos gotas de agua a la actitud y la conducta de los
segundos pescadores, los que retroceden
despavoridos ante las dificultades.
Nosotros decimos en que
Europa están
madurando las condiciones para un nuevo auge
revolucionario y que esta circunstancia nos dicta
nuevas tareas en cuanto al reforzamiento de la lucha
contra la desviación de derecha dentro de los Partidos
Comunistas y a la expulsión del Partido de los

Sobre la desviación de derechista en el PC(b) de la


URSS

199

desviacionistas de derecha, al reforzamiento de la


lucha contra el espíritu de conciliación que encubre a
los desviacionistas de derecha, al reforzamiento de la
lucha contra las tradiciones socialdemócratas dentro
de los Partidos Comunistas, etc., etc. Pero Bujarin
nos contesta que son futesas, que no
todo esto
tenemos ninguna tarea nueva de ese tipo y que, en
realidad, la cosa se reduce a que la mayoría del
Comité Central desea «meterse» con él.
Decimos que los cambios en las relaciones de
clase producidos en nuestro país nos dictan tareas
nuevas, las cuales requieren reducción sistemática
del coste de producción y el fortalecimiento de la
disciplina de trabajo en las empresas, y que es
imposible cumplir estas tareas sin un cambio radical
en toda la labor práctica de los sindicatos. Pero
Tamski nos contesta que todo esto son futesas, que
no tenemos ninguna tarea nueva de ese tipo y que, en
realidad, la cosa se reduce a que la mayoría del
Comité Central quiere «meterse» con él.
Decimos que la reestructuración de la economía
nacional nos dicta nuevas tareas en cuanto al
reforzamiento de la lucha contra el burocratismo del
aparato soviético y económico, en cuanto a la
depuración de este aparato de elementos podridos y
extraños, de saboteadores, etc., etc. Pero Rykov nos
contesta que todo esto son futesas, que no tenemos
ninguna nueva de ese tipo y que, en realidad, la
tarea
cosa se reducea que la mayoría del Comité Central
quiere «meterse» con él.
¿No es ridículo esto, camaradas? ¿No es evidente
que Bujarim, Rykov y Tomski no ven más allá de sus
narices?
La desgraciadel grupo de Bujarin consiste en que
no percibe nuevos cambios en las relaciones de
los
clase ni comprende las nuevas tareas del Partido.
Precisamente por eso, porque no las comprende, se
ve obligado a ir a remolque de los acontecimientos y
a capitular ante las dificultades.
Ahí está el quid de nuestras discrepancias.

III. Discrepancias en cuanto a la Internacional


Comunista
que Bujarin no ve ni comprende las
Ya he dicho
nuevas que se imponen a la Internacional
tareas
Comunista -expulsar a los elementos de derecha de
los Partidos Comunistas, poner freno a las tendencias
conciliadoras y depurar de tradiciones
socialdemócratas los Partidos Comunistas-, tareas
que dictan las condiciones del nuevo auge
revolucionario que está madurando. Así lo confirman
plenamente nuestras discrepancias sobre cuestiones
referentes a la Internacional Comunista.
¿Cómo empezaron las discrepancias en este
terreno?
Empezó la cosa con las tesis sobre la situación
267.
internacional que Bujarin presentó al VI Congreso
De ordinario, las tesis eran examinadas previamente
en el seno de la delegación del PC(b) de la URSS.
Pero, en este caso, dicha condición no fue observada.
Las tesis, con la firma de Bujarin, fueron enviadas a
la delegación del PC(b) de la URSS al mismo tiempo
que a las delegaciones extranjeras del VI Congreso.
Pero estas tesis resultaron insatisfactorias en
numerosos puntos, y la delegación del PC(b) de la
URSS hubo de presentar unas 20 enmiendas.
Esta circunstancia colocó en una situación algo
violenta a Bujarin. Pero ¿quién tenía la culpa? ¿Para
qué necesitaba Bujarin enviar las tesis a las
delegaciones extranjeras antes de ser examinadas por
la delegación del PC(b) de la URSS? ¿Podía esta
última abstenerse de presentar enmiendas, si las tesis
no eran satisfactorias? Resultado: de la delegación
del PC(b) de la URSS unas tesis sobre la
salieron
situación internacional que eran nuevas en el fondo y
que las delegaciones extranjeras empezaron a
contraponer a las viejas tesis suscritas por Bujarin. Es
evidente que esta violenta situación no se habría
producido si Bujarin no se hubiese precipitado en
enviar sus tesis a las delegaciones extranjeras.
Yo desearía señalar cuatro enmiendas
fundamentales, presentadas a las tesis de Bujarin por
la delegación del PC(b) de la URSS. Desearía señalar
estas enmiendas fundamentales para que se vea con
mayor claridad el carácter de las divergencias
relativas a problemas de la Internacional Comunista.
Primera cuestión: el carácter de la estabilización
del capitalismo. Según las tesis de Bujarin resultaba
que en los momentos actuales no
nuevo que hay nada
quebrante la estabilización capitalista; por el
contrario, el capitalismo se rehace y se mantiene, en
lo fundamental, con más o menos solidez. Es
evidente que la delegación del PC(b) de la URSS no
podía aceptar esta apreciación del llamado tercer
período, es decir, del período que estamos
atravesando. No podía aceptarla, porque el haber
mantenido esta apreciación del tercer período habría
podido dar pábulo a nuestros críticos para decir que
adoptábamos el punto de vista del llamado
«saneamiento» del capitalismo, es decir, el punto de
vista de Hilferding, que los comunistas no podemos
267
El VI Congreso de la Internacional Comunista se celebró en
Moscú del 17 de julio al 1 de septiembre de 1928. El Congreso
señaló en sus acuerdos el aumento de las contradicciones internas
del capitalismo, las cuales llevaban inevitablemente al quebranto
de la estabilización capitalista y a una gran agudización de la
crisis general del capitalismo. El Congreso determinó las tareas
de la Internacional Comunista dimanantes de las nuevas
condiciones de la lucha de la clase obrera, movilizó los Partidos
Comunistas para el reforzamiento de la lucha contra la
desviación de como
derecha, peligro principal, y contra las
tendencias de conciliación con ella. J. V. Stalin tomó parte en la
dirección de las labores del Congreso, fue elegido miembro de su
presidencia y para la Comisión del programa y la Comisión
política encargada de redactar las tesis sobre la situación
internacional y las tareas de la Internacional Comunista.

200

aceptar. En vista de ello, la delegación del PC(b) de


la URSS presentó una enmienda, haciendo resaltar
que la estabilización capitalista no es ni puede ser
sólida, sino que la quebranta y la seguirá
quebrantando la marcha de los acontecimientos,
debido a la agravación de la crisis del capitalismo
mundial.
Esto tiene, camaradas, importancia decisiva para
las secciones de la Internacional Comunista. De que
la estabilización capitalista se quebrante o se afiance
depende toda la orientación de los Partidos
Comunistas en su labor política diaria. De que
atravesemos un período de descenso del movimiento
revolucionario, un período de simple acumulación de
fuerzas, o de que vivamos un período de maduración
de las condiciones para un nuevo auge
revolucionario, un período de preparación de la clase
obrera para las luchas de clases venideras, depende la
orientación táctica de los Partidos Comunistas. La
enmienda de la delegación del PC(b) de la URSS,
aceptada luego por el Congreso, era buena,
precisamente, porque ofrecía una orientación clara
hacia la segunda perspectiva, hacia la perspectiva de
maduración de las condiciones para un nuevo auge
revolucionario.
Segunda cuestión: la lucha contra la
socialdemocracia. En las tesis de Bujarin se decía
que la lucha contra la socialdemocracia es una de las
tareas fundamentales de las secciones de la
Internacional Comunista, lo cual es exacto,
naturalmente. Pero eso no basta. Para combatir con
éxito a la socialdemocracia es necesario hacer
hincapié en la lucha contra la llamada ala «izquierda»
de la socialdemocracia, contra esa ala «izquierda»
que, jugando con frases «izquierdistas» y engañando
así hábilmente a los obreros, actúa de freno para que
las masas obreras no abandonen la socialdemocracia.
Es evidente que, sin derrotar a los socialdemócratas
de «izquierda», es imposible vencer a la
socialdemocracia en general. Pues bien, las tesis de
Bujarin daban de lado en absoluto el problema de la
socialdemocracia de «izquierda»; eso, claro está,
constituía una gran deficiencia, en vista de lo cual la
delegación del PC(b) de la URSS hubo de presentar a
las tesis de Bujarin la correspondiente enmienda,
aceptada luego por el Congreso.
Tercera cuestión: el espíritu conciliador dentro de
las secciones de la Internacional Comunista. En las
tesis de Bujarin se hablaba de la necesidad de
combatir la desviación de derecha, pero no se decía
una palabra de luchar contra las tendencias de
conciliación con era una gran
ella. Eso, naturalmente,
deficiencia. El caso es que, cuando se declara la
guerra a la desviación de derecha, sus adeptos se
disfrazan generalmente de conciliadores y colocan al
Partido en una situación difícil. Para salir al paso a
esta maniobra de los desviacionistas de derecha, es
necesario plantear la lucha resuelta contra el espíritu

J. V. Stalin

conciliador. Por eso, la delegación del PC(b) de la


URSS consideró necesario presentar a las tesis de
Bujarin la correspondiente enmienda, aceptada luego
por el Congreso.
Cuarta cuestión: la disciplina de Partido. En las
tesis de Bujarin no se hablaba para nada de la
necesidad de mantener una disciplina férrea dentro
de los Partidos Comunistas. Eso era también un
defecto bastante apreciable. ¿Por qué? Porque en el
período de reforzamiento de la lucha contra la
desviación de derecha, en el período en que se aplica
la consigna de depurar de elementos oportunistas a
los Partidos Comunistas, los desviacionistas de
derecha se organizan generalmente en fracciones y
establecen su propia disciplina fraccional,
quebrantando e infringiendo la disciplina de Partido.
Para mantener el Partido a salvo de estos manejos
fraccionales de los desviacionistas de derecha, es
necesario exigir una disciplina férrea dentro del
Partido, a la cual los miembros del Partido se deben
someter incondicionalmente. De otro modo, no hay
ni que pensar en una lucha seria contra la desviación
derechista. Por eso, la delegación del PC(b) de la
URSS presentó a las tesis de Bujarin la
correspondiente enmienda, aceptada luego por el VI
Congreso.
¿Podíamos nosotros dejar de presentar estas
enmiendas a las tesis de Bujarin? Es evidente que no.
Los antiguos decían refiriéndose a Platón: «Somos
amigos de Platón, pero somos aún más amigos de la
verdad». Lo mismo podemos decir nosotros de
Bujarin: somos amigos de Bujarin, pero somos aún
más amigos de la verdad, del Partido, de la
Internacional Comunista. Por eso, la delegación del
PC(b) de la URSS se vió obligada a presentar estas
enmiendas a las tesis de Bujarin.
Tal fue, por decirlo así, la primera etapa de
nuestras discrepancias en las cuestiones referentes a
la Internacional Comunista.
La segunda etapa de nuestras discrepancias está
relacionada con lo que se conoce con el nombre de
caso Wittorf y Thälmann. Wittorf, entonces
secretario de la organización de Hamburgo, fue
acusado de malversación de fondos del Partido y
expulsado por esta causa. Los conciliadores del
Comité Central del Partido Comunista de Alemania,
aprovechándose de las estrechas relaciones existentes
entre Wittorf y el camarada Thälmann, aunque éste
nada tenía que ver con el delito de Wittorf,
convirtieron el asunto Wittorf en asunto Thälmann y
emprendieron el asalto a la dirección del Partido
Comunista Alemán. Leeríais en la prensa, claro está,
que los conciliadores Ewert y Gerhart consiguieron
ganarse por algún tiempo la mayoría del Comité
Central del Partido Comunista de Alemania contra el
camarada Thälmann. ¿Y qué pasó? Que apartaron a
Thälmann de la dirección y le acusaron de concusión,
procediendo a publicar la resolución
Sobre la desviación de derechista en el PC(b) de la
URSS

201

«correspondiente» sin que el Comité Ejecutivo de la


Internacional Comunista la hubiese conocido ni
sancionado.
De este modo, en vez de cumplir la indicación del
VI Congreso acerca de la lucha contra el
de la IC
espíritu conciliador, en vez de luchar contra la
desviación derechista y el espíritu conciliador, lo
que, en realidad, se hacía era infringir de la manera
más burda esa indicación y luchar contra la dirección
revolucionaria del Partido Comunista Alemán, contra
el camarada Thälmann, para encubrir la desviación
derechista y afianzar las tendencias conciliadoras en
las filas de los comunistas alemanes.
Pues bien, en vez de dar marcha atrás y corregir la
situación, en vez de poner en vigor la indicación del
VI Congreso, que había sido infringida, llamando al
orden a los conciliadores, Bujarin propuso en su
conocida carta que se sancionase el golpe de los
conciliadores, que se les entregara el Partido
Comunista de Alemania y que el camarada Thälmann
fuera nuevamente difamado en la prensa,
publicándose otra declaración de su culpabilidad. ¡Y
un hombre así se llama «dirigente» de la
Internacional Comunista! ¡Vaya un «dirigente»!
El CC examinó la propuesta de Bujarin y la
rechazó. A Bujarin esto no le hizo gracia, claro es.
Pero ¿quién tenía la culpa? Los acuerdos del VI
Congreso no se tomaron para vulnerarlos, sino para
cumplirlos. Y si el VI Congreso resolvió declarar la
guerra a la desviación de derecha y a las tendencias
de conciliación con ella, manteniendo en la dirección
del Partido Comunista de Alemania su núcleo
fundamental, con el camarada Thälmann a la cabeza,
y a los conciliadores Ewert y Gerhart se les ocurrió
echar por tierra este acuerdo, el deber de Bujarin era
llamar al orden a los conciliadores y no dejar en sus
manos la dirección del Partido Comunista de
Alemania. La culpa la tenía Bujarin, que se «olvidó»
de los acuerdos del VI Congreso.
La tercera etapa de nuestras discrepancias está
relacionada con la lucha contra los derechistas dentro
del Partido Comunista de Alemania, con el
aplastamiento de la fracción Brandler y Thalheimer y
la expulsión del Partido Comunista Alemán de los
líderes de esta fracción. La «actitud» de Bujarin y sus
amigos ante este problema cardinal consistía en
permanecer constantemente al margen cuando se
trataba de darle solución. Decidíase, en el fondo, la
suerte del Partido Comunista de Alemania. Pero
Bujarin y sus amigos, que lo sabían, pasaban el
tiempo frenando el asunto y brillaban
sistemáticamente por su ausencia en las reuniones de
los organismos correspondientes. ¿Para qué? Tal vez
para presentarse «limpios» tanto ante la Internacional
Comunista como ante la derecha del Partido
Comunista Alemán. Para poder decir más tarde: «No
hemos sido nosotros, los bujarinistas, sino ellos, la
mayoría del Comité Central, los que han impuesto la
expulsión de Brandler y Thalheimer del Partido
Comunista». ¡Y a esto se llama luchar contra el
peligro de derecha!
Finalmente, la cuarta etapa de nuestras
discrepancias. Está relacionada con la reclamación
que Bujarin formuló en vísperas del Pleno de
268,
noviembre del CC de retirar a de Alemania
Neumann y que se llamase al orden al camarada
de
Thälmann, quien en un discurso había criticado, al
parecer, el informe de Bujarin en el VI Congreso. No
podíamos aceptar, naturalmente, la reclamación de
Bujarin, al no tener en nuestro poder documento
alguno que la justificase. Bujarin se comprometió a
presentar documentos contra Neumann y Thälmann,
pero no presentó ninguno. En vez de documentos, lo
que hizo fue enviar a los miembros de la delegación
del PC(b) de la URSS el conocido discurso de
Humbert-Droz ante el Secretariado Político del CE
de la IC, el mismo discurso que el Presídium del CC
de la IC calificó más tarde de oportunista. Al enviar
este discurso a los miembros de la delegación del
PC(b) de la URSS y recomendarlo como material
contra Thälmann, Bujarin pretendíademostrar que le
asistía razón cuando pedía que se retirase de
la
Alemania a Neumann y se llamase al orden al
camarada Thälmann. Pero lo que en realidad
demostró de esa manera fue su solidaridad con
Humbert-Droz, cuya posición había calificado de
oportunista el CE de la IC.
He ahí, camaradas, los principales puntos de
nuestras discrepancias en cuando a la Internacional
Comunista.
Bujarin piensa que, al luchar contra la desviación
derechista y las tendencias de conciliación con ella
dentro de las secciones de la Internacional
Comunista, al depurar de elementos y tradiciones
socialdemócratas el Partido Comunista Alemán y el
Partido Comunista Checoslovaco, al expulsar de los
Partidos Comunistas a los Brandler y a los
Thalheimer, lo que hacemos es «descomponer» y
«hundir» la Internacional Comunista. Nosotros
pensamos lo contrario: al practicar esta política y al
insistir en la lucha contra la desviación de derecha y
las tendencias de conciliación con ella, lo que
hacemos es fortalecer la Internacional Comunista,
depurada de oportunistas, sus secciones
bolchevizar
y ayudar a los Partidos a preparar a la
Comunistas
clase obrera para los combates revolucionarios que se
avecinan, pues el Partido se fortalece cuando se
limpia de la podredumbre.
Como veis, no son simples cuestiones de matiz en
el seno del CC del PC(b) de la URSS, sino
discrepancias bastante hondas, que afectan a
cuestiones cardinales de la política de la

268
Se trata del Pleno del Comité Central del PC(b) de la URSS,
en el que participaron los miembros de la Comisión Central de

Control y de la Comisión Revisora Central, celebrado del 16 al


24 de noviembre de 1928.

202

Internacional Comunista.
IV. Discrepancias en política interior
He hablado más aperados en
arriba de los cambios
las relaciones y de la lucha de clases dentro
de clase
de nuestro país. Decía que el grupo de Bujarin está
contagiado de ceguera y no ve estos cambios, no
comprende las nuevas tareas del Partido. Decía que
eso origina en la oposición bujarinista un estado de
desconcierto, temor a las dificultades, predisposición
a capitular ante ellas.
No se puede afirmar que estos errores de los
bujarinistas hayan caído del cielo. Lejos de ello,
están relacionados con la fase de desarrollo superada
ya, y que se llama período de restauración de la
economía nacional, durante el cual el trabajo de
edificación por
marchaba una vía pacífica,
pudiéramos decir que
por sí, durante el cual no se
de
daban aún esos cambios en las relaciones de clase
que se producen ahora, ni existía aún esa agudización
de la lucha de clases que en los momentos actuales
observamos.
Pero hoy estamos en una nueva fase de desarrollo,
distinta del período anterior, del período de la
restauración. Hoy nos encontramos en un nuevo
período de edificación, en el período de la
reestructuración de toda la economía nacional sobre
la base del socialismo. Este nuevo período origina
nuevos cambios en las relaciones de clase, agudiza la
lucha de clases y requiere nuevos métodos de lucha,
que reagrupemos nuestras fuerzas, mejoremos y
fortalezcamos todas nuestras organizaciones.
La desgracia del grupo de Bujarin consiste,
precisamente, en que vive en el pasado, en
que no ve
los rasgos característicos de este nuevo período y no
comprende la necesidad de aplicar nuevos métodos
de lucha. De ahí su ceguera, su desconcierto, su
pánico ante las dificultades.

a) La lucha de clases
¿Cuál es la base teórica de esta ceguera y de este
desconcierto del grupo de Bujarin?
Yo creo que la base teórica de esta ceguera y de
este desconcierto es el modo falso, no marxista,que
Bujarin tiene de abordar el problema de la lucha de
clases en nuestro país. Me refiero a La teoría no
marxista de Bujerin sobre la integración de los kulaks
en el socialismo, a su incomprensión de la mecánica
de la lucha de clases bajo la dictadura del
proletariado.
Se ha citado aquí varias veces el conocido pasaje
del folleto de Bujarin «El camino hacia el
socialismo», que habla de la integración de los
kulaks en el socialismo. Pero se ha citado con
algunas mutilaciones. Permitidme que yo lo lea
íntegro. Es necesario hacerlo así, camaradas, para
poner de manifiesto hasta qué punto se aparta Bujarin
de la teoría marxista de la lucha de clases.

J. V. Stalin
Escuchad:

«La red fundamental de nuestras organizaciones


cooperativas campesinas estará formada por células
cooperativas no de tipo kulak, sino «de
trabajadores», que se integrarán en el sistema de
nuestros organismos del Estado y se convertirán, de
este modo, en eslabones de la cadena única de la
economía socialista. De otra parte, los nidos
cooperativos de los kulaks irán integrándose,
exactamente del mismo modo, a través de los Bancos,
etc., en este sistema; pero serán, hasta cierto punto,
un cuerpo extraño, al estilo, por ejemplo, de las
269
concesiones».

Al citar este pasaje del folleto de Bujarin, algunos


camaradas prescindieron, no sé por qué, de la última
parte, que habla de los concesionarios. Rozit,
deseoso, por lo visto, de ayudar a Bujarin, lo
aprovechó para gritar desde su asiento que se
tergiversaba el texto de Bujarin. Y lo notable es que
la sal de toda la cita reside, precisamente, en esta
última parte, referente a los concesionarios. Pues, si
se coloca en un mismo plano a los concesionarios y a
los kulaks, y éstos se integran en el socialismo, ¿a
qué conclusión se llega? Sólo se puede llegar a una
conclusión, a saber: que también los concesionarios
se integran en el socialismo, que en el socialismo no
se integran solamente los kulaks, sino también los
concesionarios.
Tal es la conclusión obligada.
«un cuerpo extraño».
Rozit: Bujarin dice
Stalin: Bujarin no dice «un cuerpo extraño», sino
«hasta cierto punto, un cuerpo extraño». Es decir,
que los kulaks y los concesionarios son, «hasta cierto
punto», un cuerpo extraño dentro del sistema del
socialismo. Pero el error de Bujarin consiste,
precisamente, en esto, en creer que los kulaks y los
concesionarios se integran en el socialismo a pesar de
ser, «hasta cierto punto», un cuerpo extraño.
He ahí a qué estupideces lleva la teoría de
Bujarin.
Los capitalistas de la ciudad y del campo, los
kulsks y los concesionarios, integrándose en el
socialismo: hasta esa estupidez ha llegado Bujarin.
No, camaradas, no es ése el «socialismo» que
nosotros necesitamos. Que se quede con él Bujarin.
Hasta ahora, los marxista-leninistas habíamos
pensado que entre los capitalistas de la ciudad y del
campo, de una parte, y, de otra parte, la clase obrera,
existe un antagonismo irreconciliable de intereses.
En ello, precisamente, descansa la teoría marxista de
la luchade clases. Pero ahora, según la teoría de
Bujarin acerca de la integración pacífica de los
capitalistas en el socialismo, todo esto se trastrueca,
desaparece el antagonismo irreconciliable entre los
intereses de clase de los explotadores y de los

269
Subrayado por mí. J. St.

Sobre la desviación de derechista en el PC(b) de la


URSS

203

explotados, y los explotadores se integran en el


socialismo.
Rozit: Eso no es cierto, pues se presupone la
dictadura del proletariado.
Stalín: Pero la dictadura del proletariado es la
forma más aguda de la lucha de clases.
Rozit: De eso se trata.
Stalin: Y por lo que dice Bujarin, se llega a la
conclusión de que los capitalistas se van integrando
en esta misma dictadura del proletariado. ¿Cómo no
lo comprende, Rozit? ¿Contra quién se debe luchar?,
¿contra quién se debe dirigir esta forma de la lucha
de clases, la más aguda de todas, si los capitalistas de
la ciudad y del campo van integrándose en el sistema
de la dictadura del proletariado?
La dictadura del proletariado es necesaria para
mantener una lucha implacable contra los elementos
capitalistas, para aplastar a la burguesía y extirpar las
raíces del capitalismo. Pero si los capitalistas de la
ciudad y del campo, si el kulak y el concesionario se
van integrando en el socialismo, ¿qué falta hace la
dictadura del proletariado?; y si hace falta, ¿para
aplastar a qué clase?
Rozit: De eso se trata, de que, según Bujarin, la
integración presupone lucha de clases.
Stalin: A lo que se ve, Rozit se ha juramentado
para ayudar a Bujarin. Pero le presta un flaco
servicio, como el oso de la fábula, pues, queriendo
salvarle, lo que en realidad hace es empujarle para
que se ahogue sin remedio. Bien se dice que «Un oso
servicial es más peligroso que un enemigo».
Una de dos: o entre la clase capitalista y la clase
obrera, que llegó al Poder y ha implantado su
dictadura, media un antagonismo irreductible de
intereses, o no media este antagonismo de intereses,
en cuyo caso no quedará más camino que proclamar
la armonía de los intereses de clase.
Una de dos:
o la teoría marxista de la lucha de clases, o la
teoría de la integración de los capitalistas en el
socialismo;
o el antagonismo irreductible de los intereses de
clase, o la teoría de la armonía de los intereses de
clase.
Todavía puede uno comprender a «socialistas» del
tipo de Brentano o de
Webb, que predican la
Sidney
integración en el capitalismo y del
del socialismo
capitalismo en el socialismo, pues estos «socialistas»
son, en el fondo, antisocialistas, son unos liberales
burgueses. A quien no se puede comprender es a un
hombre que, deseando ser marxista, predique la
teoría de la integración de la clase capitalista en el
socialismo.
En su discurso, Bujarin ha intentado respaldar la
teoría de la integración de los kulaks en el socialismo
con una conocida cita de Lenin, afirmando que Lenin
dice lo mismo que él.
Esto es falso, camaradas. Esto es una burda e
intolerable calumnia contra Lenin.
He aquí esa cita de Lenin:
«Naturalmente, en nuestra República Soviética, el
régimen social se basa en la colaboración de dos
clases, los obreros y los campesinos, colaboración en
la que ahora se admite también, bajo ciertas
condiciones, a los «nepmanes», es decir, a la
burguesía» (t. XXVII, pág. 405).

Como veis, aquí no se para nada de la


habla
integración de la clase capitalista en el socialismo.
Lo único que se dice es que, «bajo ciertas
condiciones», en la colaboración de las obreros y los
campesinos «admitimos» también a los nepmanes, es
decir, a la burguesía.
¿Qué significa esto? ¿Significa que así admitimos
la posibilidad de que los nepmanes vayan
integrándose en el socialismo? Naturalmente que no.
Esta cita de Lenin sólo puede ser interpretada así por
quien haya perdido la vergüenza. Esto quiere decir,
simplemente, que, por ahora, no aniquilamos la
burguesía, que, por ahora no le confiscamos sus
bienes, sino que le permitimos que siga existiendo
bajo ciertas condiciones, es decir, siempre y cuando
se someta sin reservas a las leyes de la dictadura del
proletariado, que conducen a la progresiva limitación
de los capitalistas y a su desplazamiento gradual de
la vida económica.
¿Se puede desplazar a los capitalistas y extirpar
las raíces del capitalismo sin una encarnizada lucha
de clases? No, no se puede.
¿Se puede suprimir las clases propugnando, en la
teoría y
en la práctica, la integración de los
capitalistas en el socialismo? No, no se puede. Esa
teoría y esa actuación práctica sólo sirven para
fomentar y perpetuar las clases, pues la tal teoría es
opuesta a la teoría marxista de la lucha de clases.
Pues bien, la cita de Lenin se basa absoluta e
íntegramente en la teoría marxista de la lucha de
clases bajo la dictadura del proletariado.
¿Qué puede haber de común entre la teoría de
Bujarin sobre la integración de los kulaks en el
socialismo y la teoría de Lenin sobre la dictadura
como forma encarnizada de la lucha de clases? Es
evidente que entre una y otra no hay ni puede haber
la menor afinidad.
Bujarin entiende que, bajo la dictadura del
proletariado, la lucha de clases y debe extinguirse
desaparecer para que se llegue a la supresión de las
clases. Lenin, por el contrario, enseña que las clases
sólo pueden ser suprimidas mediante una lucha de
clases tenaz, lucha que bajo la dictadura del
proletariado es todavía más encarnizada que antes.

«La supresión de las clases -dice Lenin- es obra


de una larga, difícil y tenaz lucha de clases, que no
desaparece (como se lo imaginan los banales

204

personajes del viejo socialismo y de la vieja


socialdemocracia) después del derrocamiento del
poder del capital, después de la destrucción del
Estado burgués, después de la implantación de la
dictadura del proletariado, sino que se limita a
cambiar de forma, haciéndose en muchos aspectos
todavía más encarnizada» (t. XXIV, pág. 315).

Eso es lo que Lenin dice acerca de la supresión de


las clases.
Supresión de las clases mediante una encarnizada
lucha de clase del proletariado: tal es la fórmula de
Lenin.
Supresión de las clases mediante la extinción de
la lucha de clases y la integración de los capitalistas
en el socialismo: tal les la fórmula de Bujarin.
¿Qué puede haber de común entre estas dos
fórmulas? La teoría bujarinista de la integración de
los kulaks en el socialismo es, por tanto, el abandono
de la teoría marxista-leninista de la lucha de clases y
una aproximación a la teoría del socialismo de
270.
cátedra
Ahí está el origen de todos los errores de Bujarin
y de sus amigos.
Podrá que no vale la pena extenderse
objetarse
demasiado en la teoría bujarinista de la integración
de los kulaks en el socialismo, puesto que ella misma
habla -y no sólo habla, sino que clama- en contra de
Bujarin. ¡Eso es falso, camaradas! Mientras esta
teoría permanecía en estado latente, podía no
prestársele atención, ¡pues no son pocas las
necedades que se encuentran en los escritos de
diferentes camaradas! Así lo hicimos hasta ahora.
Pero últimamente la situación ha cambiado. La
fuerza ciega del elemento pequeñoburgués, desatada
estos últimos años, empezó a dar vida a esta teoría
antimarxista, por lo cual cobró actualidad. Hoy ya no
es posible decir que esta teoría permanece en estado
latente. Hoy, esta peregrina teoría de Bujarin

270
Socialismo de cátedra: corriente de la ideología burguesa,
principalmente en la economía política burguesa. Los partidarios
de esta corriente, profesores liberales burgueses, que actuaban
desde las cátedras universitarias (de donde procede la
denominación de «socialismo de cátedra»), combatían el
marxismo y el movimiento obrero revolucionario en ascenso,
procuraban ocultar las contradicciones del capitalismo y
predicaban la conciliación de las clases. Los socialistas de
cátedra negaban el carácter de clase, explotador, del Estado
burgués y afirmaban que este es capaz, mediante reformas
sociales, de perfeccionar el capitalismo. Engels escribió acerca
de los socialistas de cátedra alemanes: «Los socialistas de cátedra
no rebasaron nunca, en el sentido teórico, el nivel de los
economistas vulgares inclinados a la filantropía, y en el presente
han caído hasta el nivel de los simples apologistas del socialismo
de Estado de Bismarck». Las ideas reformistas liberales
burguesas de los socialistas de cátedra las propagaron en Rusia
los marxistas legales. Los mencheviques rusos, los partidos
oportunistas de la II Internacional y los socialistas de derecha
contemporáneos, en su deseo de subordinar el movimiento
obrero a los intereses de la burguesía y en su prédica de la
integración pacífica y gradual del capitalismo en el socialismo, se
deslizaron también hasta el socialismo de cátedra.

J. V. Stalin

pretende ser la bandera en


de la desviación derechista
nuestro Partido, la bandera del oportunismo. Por eso,
no podemos ya pasar de largo ante ella, sino que
tenemos el deber de deshacerla como teoría falsa y
dañina, para facilitar a nuestros camaradas del
Partido la lucha contra la desviación de derecha.

b) La agudización de la lucha de clases


El segundo error de Bujarin, derivado del
primero, consiste en su modo falso, no marxista, de
abordar el problema de la agudización de la lucha de
clases, del incremento de la resistencia de los
elementos capitalistas contra la política socialista del
Poder Soviético.
¿De qué se trata? ¿No será que los elementos
capitalistas se desarrollan más rápidamente que el
sector socialista de nuestra economía, por lo que
intensifican su resistencia, minando la edificación
socialista? No, no se trata eso.
de Además, es falso
que los elementos capitalistas se desarrollen más
rápidamente que el sector socialista. Si fuera así, la
edificación socialista se hallaría ya al borde de la
ruina.
De lo que se trata es de que el socialismo
mantiene eficazmente la ofensiva contra los
elementos capitalistas, de que el socialismo crece
más rápidamente que los elementos capitalistas, de
que, en consecuencia, disminuye el peso relativo de
los elementos capitalistas y, precisamente porque
disminuye el peso relativo de los elementos
capitalistas, éstos se ven en peligro mortal y redoblan
su resistencia.
Y por
el momento pueden hacerlo, no sólo porque
cuentan con el apoyo del capitalismo mundial, sino
porque, a pesar de disminuir su peso relativo y a
pesar de disminuir también su desarrollo relativo,
comparado con el del socialismo, sigue el desarrollo
absoluto de los elementos capitalistas, lo que, en
cierto grado, les permite acumular fuerzas para
oponerse al ascenso del socialismo.
Sobre esta base es como, en la fase actual del
desarrollo y bajo la presente correlación de las
fuerzas, se agudiza la lucha de clases y aumenta la
resistencia de los elementos capitalistas de la ciudad
y campo.
del
error de Bujarin y de sus amigos consiste en
El
que no comprenden una verdad tan sencilla y tan
evidente como ésta. Su error consiste en que no
abordan la cuestión de un modo marxista, sino al
modo filisteo, intentando explicar la agudización de
la lucha de clases con todo género de razones
fortuitas: la «ineptitud» del aparato soviético, la
política «imprudente» de los dirigentes locales, la
«falta» de flexibilidad, las «exageraciones», etc., etc.
He aquí, por ejemplo, una cita tomada del folleto
de Bujarin «El camino hacia el socialismo», que
muestra la carencia absoluta de un criterio marxista
al abordar el prob1ema de la agudización de la lucha

Sobre la desviación de derechista en el PC(b) de la


URSS

205

de clases:
«Aquí y allá, la lucha de clases en el campo
estalla en sus antiguas manifestaciones; esta
agudización la provocan, por lo común, los
elementos kulaks. Cuando, por o
ejemplo, los kulaks
las gentes que se lucran a costa del prójimo, y que se
infiltraron en los organismos del Poder Soviético,
comienzan a disparar contra los corresponsales
rurales, esto es una manifestación de la lucha de
clases en su forma más aguda. (Lo cual es falso, pues
la forma más aguda de la lucha de clases es la
insurrección. J. St.) Pero estos casos suelen darse,
generalmente, allí donde el aparato local soviético es
todavía débil. A medida que se mejore este aparato, a
medida que se fortalezcan todas las células de base
del Poder Soviético, a medida que mejoren y se
refuercen las organizaciones locales del Partido y del
Komsomol en la aldea, esta clase de fenómenos se
harán cada vez más raros, cosa que es de una
evidencia meridiana, y acabarán por desaparecer sin
271
dejar huella».

Resulta, pues, que la agudización de la lucha de


clases obedece a razones imputables al aparato de los
Soviets, a la aptitud o la ineptitud, a la fuerza o la
debilidad de nuestras organizaciones de base.
Resulta, por ejemplo, que el sabotaje de los
intelectuales burgueses en Shajti, que es una forma
de resistencia de los elementos burgueses al Poder
Soviético y una forma de agudización de la lucha de
clases, no lo explica la correlación de las fuerzas de
clase, los progresos del socialismo, sino la ineptitud
de nuestro aparato.
Resulta que, hasta que se dió el sabotaje en masa
en el distrito de Shajti, nuestro aparato era bueno;
pero después, en el momento de producirse ese
sabotaje en masa, el aparato convirtióse de súbito en
algo completamente inservible.
Resulta que, hasta el año pasado, cuando el acopio
de cereales marchaba por inercia y la lucha de clases
no se había agudizado todavía particularmente,
nuestras organizaciones locales eran buenas y hasta
ideales; pero el año pasado, cuando la resistencia de
los kulaks adquirió formas especialmente agudas,
nuestras se convirtieron de súbito en
organizaciones
algo malo e inservible en absoluto.
Esto no es explicación, sino una caricatura de
explicación; esto no es ciencia, sino charlatanería.
¿Cómo se explica, en realidad, esta agudización
de la lucha de clases?
La explican dos causas.
Primera: nuestros avances, nuestra ofensiva, el
desarrollo de las formas socialistas de la economía,
tanto en la industria como en la agricultura,
desarrollo que lleva aparejado el desplazamiento

271
Subrayado por mí. J. St.

correspondiente de ciertos grupos de capitalistas de


la ciudad y del campo. Todo consiste en que estamos
viviendo bajo la fórmula de Lenin de «quién vencerá
a quién»: o nosotros les hacemos morder el polvo a
los capitalistas, y les damos, como decía Lenin, la
batalla final y decisiva; o ellos nos hacen morder el
polvo a nosotros.
Segunda: la circunstancia de que los elementos
capitalistas no están dispuestos a retirarse
voluntariamente de la escena, sino que se resisten y
seguirán resistiéndose al socialismo, pues ven que se
les acerca su última hora. Y pueden todavía ofrecer
resistencia, porque, a pesar de la disminución de su
peso relativo, siguen creciendo en términos
absolutos: la pequeña burguesía de la ciudad y del
campo hace brotar de su seno, como decía Lenin,
cada día y cada hora, capitalistas de mayor o menor
cuantía, y estos elementos capitalistas toman todas
las medidas para defender su existencia.
En la historia no se ha dado jamás el caso de que
las clases moribundas se retirasen voluntariamente de
la escena. No se ha dado jamás en la historia el caso
de que la burguesía agonizante no apelase a sus
últimas fuerzas para defender su existencia. Lo
mismo si nuestro aparato soviético de base es bueno
que si es malo, nuestros avances, nuestra ofensiva,
reducirán y desplazarán a los elementos capitalistas,
y éstos, las clases agonizantes, ofrecerán resistencia
por encima de todo.
Tales son las razones de la agudización de la
lucha de clases en nuestro país.
El error de Bujarin y de sus amigos consiste en
que identifican el aumento de la resistencia de los
capitalistas con el aumento de su peso relativo. Pero
esta identificación carece de todo fundamento. Y
carece de fundamento porque si los capitalistas se
resisten, esto no quiere decir, ni mucho menos, que
hayan negado a ser más fuertes que nosotros. Ocurre,
precisamente, lo contrario. Las clases agonizantes no
ofrecen resistencia porque sean más fuertes que
nosotros, sino porque el socialismo crece más
rápidamente que ellas, y ellas se hacen más débiles
que nosotros. Y precisamente porque se hacen más
débiles, presienten que se acerca su última hora y se
ven obligadas a resistirse con todas sus fuerzas, por
todos los medios.
Tal es la mecánica de la agudización de la lucha
de clases y de la resistencia de los capitalistas en el
momento histórico actual.
¿Cuál debe ser la política del Partido ante ese
estado de cosas?
El Partido debe poner en guardia a la clase obrera
y a las masas explotadas del campo, elevar su
combatividad y desarrollar su capacidad de
movilización para la lucha contra los elementos
capitalistas de la ciudad y del campo, para la lucha
contra los enemigos de clase que se resisten.
La teoría marxista-leninista de la lucha de clases

206

es buena, entre otras cosas, porque facilita la


movilización de la clase obrera contra los enemigos
de la dictadura del proletariado. ¿Por qué son nocivas
la teoría bujarinista de la integración de los
capitalistas en el socialismo y la concepción
bujarinista del problema de la agudización de la
lucha de clases?
Porque adormecen a la clase obrera, quitan
capacidad de movilización a las fuerzas
revolucionarias de nuestro país, desmovilizan a la
clase obrera y facilitan la ofensiva de los elementos
capitalistas contra el Poder Soviético.

c) El campesinado
El tercer error de Bujarin se refiere al
campesinado. Es sabido que la cuestión de los
campesinos es una de las más importantes de nuestra
política. En nuestras condiciones, el campesinado lo
forman diversos grupos sociales: campesinos pobres,
campesinos medios y kulaks. Es lógico que nuestra
actitud ante esos grupos no pueda ser la misma. Los
campesinos pobres son un pilar de la clase obrera, los
campesinos medios son aliados y los kulaks son
enemigos de clase: tal es nuestro criterio ante esos
grupos sociales. Todo ello es lógico y sobradamente
conocido.
Sin embargo, Bujarin ve las cosas de manera algo
distinta. En su modo de enjuiciar a los campesinos,
desaparece toda diferenciación de éstos, toda
clasificación en grupos sociales, una y sólo subsiste
mancha gris llamada aldea. no es
Para él, el kulak
kulak, el campesino medio no es campesino medio, y
todo es miseria en la aldea. Así lo ha dicho aquí en su
discurso: ¿acaso nuestro kulak puede ser llamado
kulak? Si es un mendigo, ha dicho. Y nuestro
campesino medio ¿se parece en algo a un campesino
medio?, preguntaba aquí Bujarin. Es un pordiosero,
un muerto de hambre. Se comprende que ese punto
de vista acerca de los campesinos es falso de arriba
abajo e incompatible con el leninismo.
Lenin decía que los campesinos individuales son
la última clase capitalista. ¿Es exacta esta
afirmación? Sí, absolutamente exacta. ¿Por qué se
califica a los campesinos individuales de última clase
capitalista? Porque, de las dos clases fundamentales
que integran nuestra sociedad, es una
el campesinado
clase cuya economía se basa en la propiedad privada
y en la pequeña producción mercantil. Porque, el
campesinado, mientras lo compongan campesinos
individuales dedicados a la pequeña producción
mercantil, engendrará y no podrá por menos de
engendrar capitalistas, constante e
ininterrumpidamente.
Esta circunstancia tiene para nosotros una
importancia decisiva, cuando se trata de nuestra
actitud marxista ante el problema de la alianza de la
clase obrera con los campesinos. Esto significa que
lo que nosotros necesitamos no es una alianza

J. V. Stalin

cualquiera con los campesinos, sino únicamente una


alianza basada en la lucha contra los elementos
capitalistas del campesinado.
Como veis, la tesis de Lenin sobre el campesinado
como última clase capitalista, lejos de contradecir la
idea de la alianza de la clase obrera con el
campesinado, da una base a esta alianza, como
alianza de la clase obrera con la mayoría de los
campesinos contra los elementos capitalistas en
general, y contra los elementos capitalistas del
campesinado, de la aldea, en particular.
Lenin planteó estapara mostrar que la
tesis
alianza de la clase con los campesinos sólo
obrera
puede ser sólida a condición de que se base en la
lucha contra esos mismos elementos capitalistas que
el campesinado engendra.
El error de Bujarin consiste en que no comprende
ni admite esta cosa tan en que se olvida de
sencilla,
los grupos sociales existentes en la aldea, en que de
su campo visual se esfuman los kulaks y los
campesinos pobres, quedando solamente una masa
única de campesinos medios.
Esto es una indudable desviación de Bujarin hacia
la derecha, contrariaa la desviación «izquierdista»,
trotskista, que no ve en
la aldea más grupos sociales
que los campesinos pobres y los kulaks, y de cuyo
campo visual se esfuman los campesinos medios.
¿Cuál es la diferencia entre el trotskismo y el
grupo de Bujarin en lo que se defiere a la alianza con
los campesinos? Que el trotskismo se declara contra
la política de una alianza sólida con las masas de
campesinos medios, mientras que el grupo bujarmista
es partidario de cualquier alianza con el campesinado
en general. Huelga demostrar que ambas
orientaciones son falsas y que tanto vale la una como
la otra.
El leninismo ahoga sin reservas por una alianza
sólida con las masas fundamentales por campesinas,
la alianza con los campesinos pero no por medios,
una alianza cualquiera, sino por una alianza con éstos
que asegure el papel dirigente de la clase obrera que
fortalezca la dictadura del proletariado y que facilite
la obra de la supresión de las clases.

«Por acuerdo entre la clase obrera y el


campesinado -dice Lenin- puede entenderse lo que se
quiera. Si no se tiene presente que, desde el punto de
vista de la clase obrera, el acuerdo es tolerable,
sólo
acertado y posible en principio cuando apoya a la
dictadura de la clase obrera y constituye una de las
medidas encaminadas a la supresión de las clases, la
fórmula del acuerdo de la clase obrera con el
campesinado no es, naturalmente, más que una
fórmula que mantienen en sus concepciones todos los
enemigos del Poder Soviético y todos los enemigos
de la dictadura» (t. XXVI, pág. 387).

Y más adelante:
Sobre la desviación de derechista en el PC(b) de la
URSS

207

«Ahora -dice Lenin-, el proletariado tiene en sus


manos el Poder y lo dirige. El proletariado dirige al
campesinado. ¿Qué significa dirigir al campesinado?
Significa, en primer lugar, orientarse hacia la
supresión de las clases, y no hacia el pequeño
productor. nos desviáramos
Si de esta línea
fundamental y cardinal, dejaríamos de ser socialistas
y caeríamos en el campo de esos pequeñoburgueses,
en el campo de los eseristas y mencheviques, que son
hoy los más encarnizados enemigos del proletariado»
(lugar citado, págs. 399-400).

Tal es el punto de vista de Lenin sobre la alianza


con las masas fundamentales del campesinado, con
los campesinos medios.
El error del grupo de Bujarin, en
que se refiere
lo
a los campesinos medios, consiste en que no ve el
doble carácter, la doble situación que ocupa el
campesino medio entre la clase obrera y los
capitalistas. «Los campesinos medios son una clase
vacilante», decía Lenin. ¿Por qué? Porque el
campesino medio de una parte, es un trabajador, cosa
que acerca a la clase obrera, mientras que, de otra
lo
parte, es un propietario, cosa que lo acerca a los
kulaks. De ahí las vacilaciones del campesino medio.
Y esto no es cierto sólo desde el punto de vista
teórico. Estas vacilaciones se manifiestan también en
la práctica todos los días y a todas horas.

«El campesino -dice Lenin-, como trabajador, se


inclina hacia el socialismo, prefiriendo la dictadura
de los obreros a la dictadura de la burguesía. Pero,
como vendedor de cereales, el campesino se inclina
hacia la burguesía, hacia el comercio libre,es decir,
vuelve la vista atrás, al capitalismo «habitual», al
viejo capitalismo «tradicional» (t. XXIV, pág. 314).

Por eso, la alianza con el campesino medio sólo


puede ser sólida si va dirigida contra los elementos
capitalistas, contra el capitalismo en general, si
asegura el papel dirigente de la clase obrera dentro de
esta alianza y si facilita la obra de supresión de las
clases.
El grupo de Bujarin olvida estas cosas tan
sencillas y tan lógicas.
d) La �EP y las relaciones mercantiles
El cuarto error de Bujarin se refiere a la cuestión
de la Nep (nueva política económica). el error
Aquí
de Bujarin consiste en no ver el doble carácter de la
Nep, en no ver más que uno de sus aspectos. Cuando,
en 1921, implantamos la Nep, dirigimos su filo
contra el comunismo de guerra, contra el régimen y
el orden de cosas que prohibían toda libertad para el
comercio privado. Entendíamos y seguimos
entendiendo que la Nep significa cierta libertad para
el comercio privado. Bujarin se acuerda de este
aspecto del asunto. Y eso está muy bien.
Pero Bujarin se equivoca al creer que la Nep no
tiene más que ese aspecto. Olvida que también tiene
otro. Se trata de que la Nep no significa en absoluto
la libertad completa para el comercio privado, el
libre juego de precios en el mercado. La Nep es
libertad para el comercio privado dentro de ciertos
límites, dentro de cierto marco, a condición de que se
asegure el papel regulador del Estado en el
mercado. Este es, precisamente, el segundo aspecto
de la Nep, aspecto más importante para nosotros que
el primero. En el mercado de nuestro país no existe el
libre juego de precios, como ocurre ordinariamente
en los países capitalistas. Nosotros fijamos el precio
de los cereales en lo fundamental. Fijamos los
precios de los artículos manufacturados. Nos
esforzamos en aplicar una política de reducción del
coste de producción y de rebaja de precios de los
artículos manufacturados, tratando de mantener la
estabilidad de los precios de los productos agrícolas.
¿No es evidente que este régimen peculiar y
específico del mercado no existe en ningún país
capitalista?
De aquí se desprende que, mientras haya Nep,
tienen que subsistir sus dos aspectos: el primero,
dirigido contra el régimen del comunismo de guerra,
y cuya finalidad es proporcionar cierta libertad para
el comercio privado, y el segundo, dirigido contra la
plena libertad para el comercio privado, y cuya
finalidad es asegurar el papel regulador del Estado en
el mercado. Eliminad uno de los aspectos, y habrá
desaparecido nueva
la política económica.
Bujarin cree que a la Nep sólo puede amenazarle
el peligro de «izquierda», de quienes pretenden
acabar con toda libertad de comercio. Esto es falso.
Esto es un craso error. Además, este peligro es ahora
el menos real, pues no hay actualmente o casi no hay
en nuestros organismos locales ni centrales quien no
comprenda toda la necesidad y la conveniencia de
mantener cierta libertad de comercio.
Mucho más real es el peligro de derecha, el
peligro que representan quienes pretenden suprimir el
papel regulador del Estado en el mercado, quienes
pretenden «emancipar»el mercado y abrir así una era
de plena para el comercio privado. No cabe
libertad
la menor duda de que este peligro de ruptura de la
Nep desde la derecha es hoy día mucho más real.
Conviene no olvidar que la fuerza ciega del
elemento pequeñoburgués actúa precisamente en este
sentido, en el sentido de hacer fracasar la Nep desde
la derecha. Conviene también recordar que las
lamentaciones de los kulaks y de los elementos
acomodados, que las lamentaciones de los
especuladores y acaparadores, por las que se dejan
influir a menudo muchos de nuestros camaradas,
disparan contra la Nep precisamente desde este
flanco. El hecho de que Bujarin no vea este segundo
peligro, verdaderamente real, de ruptura de la Nep,

208

atestigua de modo indudable que ha cedido a la


presión de la fuerza ciega del elemento
pequeñoburgués.
Bujarin recomienda «normalizar» el mercado y
«maniobrar» con los precios de acopio de los
cereales por zonas, es decir, la subida de los precios
de los cereales. ¿Qué significa esto? Significa que no
le satisfacen las condiciones soviéticas del mercado,
que desea acabar paulatinamente con el papel
regulador del Estado sobre el mercado y que propone
hacer concesiones a la fuerza ciega del elemento
pequeño burgués que torpedea la Nep por la derecha.
Supongamos por un momento que seguimos los
consejos de Bujarin. ¿Qué ocurriría? Elevaríamos los
precios de los cereales, pongamos por caso, en el
otoño, comenzar el período de los acopios. Pero
al
como en el comercio hay siempre gente,
especuladores y acaparadores de toda laya, que
pueden pagar los cereales tres veces más cara, y
como nosotros no podemos competir con los
especuladores, pues ellos compran, a lo sumo, unos
diez millones de puds, mientras que nosotros
tenemos que comprar cientos de millones, resultará
que los poseedores de cereales seguirán
reteniéndolos, esperando a que suban todavía más los
precios. Es decir, que al llegar la primavera, que es
cuando el Estado empieza a sentir más necesidad de
cereales, tendríamos que volver a aumentar los
precios. ¿Y qué significaría subir los precios de los
cereales en la primavera? Significaría sacrificar a los
pobres y a las gentes modestas del campo -que se ven
obligados a comprar cereales, en la primavera, en
parte para la siembra y en parte para el consumo-,
pues comprarían los mismos cereales que vendieron
en el otoño a precio más bajo. ¿Es que, con estas
operaciones, íbamos a conseguir algún resultado
serio, en el sentido de obtener la cantidad suficiente
de cereales? Lo más probable es que no lográsemos
nada, pues siempre habría y especuladores
acaparadores que se las arreglarían para pagar de
nuevo el doble y el trip1e por esos mismos cereales.
Y tendríamos que estar dispuestos a elevar
nuevamente los precios de los cereales,
esforzándonos en vano en atajar a los especuladores
y acaparadores.
De eso se deduce que, puestos en el camino de
elevar los precios de los cereales, tendríamos que
seguir levándolos constantemente, sin la menor
garantía de poder conseguir cereales en cantidad
suficiente.
Pero la cosa no para ahí:
En primer lugar, la elevación de los precios de
acopio de los cereales nos obligaría luego a elevar
también los precios de las materias primas que
produce la agricultura, para mantener cierta
proporción en los precios de los productos agrícolas.
En segundo lugar, la elevación de los precios de
acopio de los cereales nos impediría mantener el bajo

J. V. Stalin

precio del pan en las ciudades; es decir, que


tendríamos que subir también los precios de venta del
pan. Y como no podemos ni debemos perjudicar a los
obreros, nos veríamos obligados a elevar
rápidamente los salarios. Y esto conduciría
forzosamente a aumentar también los precios de los
artículos manufacturados, pues, de lo contrario, se
produciría un trasiego de recursos de la ciudad al
campo, perjudicial para la industrialización.
Y como resultado de esto, tendríamos que nivelar
los precios de los artículos manufacturados y los
productos agrícolas, no sobre la base de precios con
tendencia a la baja o, por lo menos, estabilizados,
sino sobre la base de precios con tendencia al alza,
tanto del pan como de los artículos manufacturados.
Dicho en otros términos: tendríamos que
orientarnos al encarecimiento de los artículos
manufacturados y de los productos agrícolas.
Fácil es que estas «maniobras» con
comprender
los precios acabarían y totalmente con la
forzosa
política soviética de precios, acabarían con el papel
regulador del Estado en el mercado y dejarían en
libertad completa la fuerza ciega del elemento
pequeño burgués.
¿Quién saldría ganando con ello?
Sólo los sectores acomodados de la ciudad y del
campo, pues el encarecimiento de los artículos
manufacturados y de los productos agrícolas los haría
forzosamente inasequibles tanto para la clase obrera
como para los campesinos pobres y los sectores
modestos del campo. Saldrían ganando los kulaks y
los campesinos acomodados, los nepmanes y otras
clases pudientes.
También esto sería una ligazón, pero una ligazón
muy particular: la ligazón con los sectores pudientes
del campo y de la ciudad. Y los obreros y los sectores
modestos del campo tendrían
perfecto derecho a
preguntarnos: ¿qué es éste, de los obreros y
Poder
campesinos o de los kulaks y los nepmanes?
La ruptura con la clase obrera y con los sectores
modestos del campo y la ligazón con los sectores
pudientes del campo y de la ciudad: eso es lo que nos
traería la «normalización» bujarinista del mercado y
las «maniobras» con los precios de los cereales por
zonas.
Es evidente que el Partido no puede seguir ese
camino funesto.
Hasta qué punto embrolla Bujarin todas las ideas
sobre la Nep y hasta qué punto es prisionero de la
fuerza ciega del elemento pequeñoburgués se ve,
entre cosas, por su actitud más que negativa
otras
hacia lasnuevas formas de intercambio de
mercancías entre la ciudad y el campo, entre el
Estado y los campesinos. Bujarin se indigna y
denosta porque el Estado sea un proveedor de
mercancías para los campesinos, y éstosse vayan
convirtiendo en proveedores de cereales para el
Estado. Según él, esto es vulnerar todas las normas

Sobre la desviación de derechista en el PC(b) de la


URSS

209

de la Nep, poco menos que torpedearla. ¿Por qué?


nos preguntamos, ¿a título de qué?
¿Qué puede haber en que el Estado, la
de malo
industria del Estado, sea
que provea de mercancías
la
a los campesinos sin intermediarios, y en que los
campesinos sean los que suministren cereales para la
industria, para el Estado, sin intermediarios también?
¿Qué puede haber de malo, desde el punto de
vista del marxismo y de la política en que
marxista,
los campesinos se
hayan convertido ya en
proveedores de algodón, de remolacha y de lino para
las necesidades de la industria del Estado, y la
industria del Estado en proveedora de mercancías
urbanas, de simientes y de instrumentos de
producción para estas ramas de la economía rural?
El método de la contratación es aquí el
fundamental para fijar estas nuevas formas de
intercambio mercancías entre la ciudad y el
de
campo. Pero ¡acaso el método de contratación es
incomparable con los postulados de la Nep?
¿Qué puede haber de malo en que los campesinos
se hagan proveedores del Estado también en
cereales, y no sólo en algodón, remolacha y lino,
utilizando el mismo método de la contratación?
¿Por qué al comercio en partidas pequeñas, al
comercio al por menor se le puede llamar
intercambio de mercancías, y el comercio en partidas
grandes, sobre la base de contratos previamente
establecidos (contratación) que determinen los
precios y de los productos, no se puede
la calidad
considerar como intercambio de mercancías?
¿Acaso es difícil comprender que estas nuevas
formas de intercambio en masa de mercancías con
arreglo al método de la contratación entre la ciudad y
el campo han surgido precisamente sobre la base de
la Nep y constituyen un importantísimo paso
adelante de nuestras organizaciones hacia el
fortalecimiento de la dirección socialista, planificada,
de la economía nacional?
Bujarin ha dejado de comprender estas cosas tan
sencillas y tan lógicas.
e) El llamado «tributo»
El quinto error a los errores
de Bujarin (me refiero
principales) en la deformación oportunista
consiste
de la línea del Partido en el problema de las «tijeras»
entre la ciudad y el campo, en el problema del
llamado «tributo».
¿A qué se refiere la conocida resolución de la
reunión conjunta del Buró Político y del Presídium
de la CCC. (febrero de 1929) acerca de las «tijeras»?
Se refiere a que, además de los impuestos ordinarios,
directos e indirectos, que los campesinos satisfacen al
Estado, abonan otro superimpuesto, al pagar de más
los artículos manufacturados y al cobrar de menos los
precios de los productos agrícolas.
¿Es cierto que existe en la realidad ese
superimpuesto satisfecho por el campesinado? Sí, es
cierto ¿Qué otros nombres tiene? Se le llama también
«tijeras», «trasiego» de recursos de la agricultura a la
industria con objeto de impulsar más rápidamente
esta última.
¿Es ese «trasiego»? Entre nosotros no
necesario
hay discrepancias acerca de que el «trasiego», como
medida provisional, es necesario, si es que de veras
queremos mantener el rápido ritmo de desarrollo de
la industria. Y el crecimiento rápido de la industria
debemos mantenerlo a toda costa, pues no lo requiere
sólo la propia industria, sino que en primer lugar lo
exige la agricultura, lo exigen los campesinos,
quienes necesitan ahora más que nada tractores,
maquinaria agrícola y abonos.
¿Podemos suprimir ahora mismo ese
superimpuesto? Por desgracia, no. Deberemos
suprimirlo en la primera oportunidad, dentro de unos
años, pero ahora no podemos hacerlo.
Y ese superimpuesto, obtenido como resultado de
las «tijeras», constituye «algo semejante a un
tributo». No es tributo, sino «algo semejante a un
tributo». Es «algo semejante a un tributo» que
satisfacemos por nuestro atraso. Ese superimpuesto
es necesario para impulsar el desarrollo de la
industria y terminar con nuestro atraso.
¿No significará esto que explotamos al
campesinado al gravarlo con ese impuesto adicional?
No, no significa eso. La naturaleza del Poder
Soviético no permite que el Estado explote a los
campesinos de ninguna manera. En los discursos de
272
nuestros camaradas en el Pleno de julio se dijo
explícitamente que dentro del régimen soviético
quedaba excluida la explotación de los campesinos
por el Estado socialista, pues ascenso constante del
el
bienestar de los campesinos trabajadores es ley del
desarrollo de la sociedad soviética, y esto descarta
toda posibilidad de explotación del campesinado.
¿Puede soportar el campesinado ese impuesto
adicional? Sí, puede soportarlo. ¿Por qué?
Porque, primero, el pago de ese impuesto
adicional coincide con un ambiente de mejoramiento
continuo de la situación material del campesinado.
Porque, segundo, el campesino tiene su hacienda
personal, cuyos ingresos le permiten satisfacer el
impuesto adicional, cosa que no puede decirse del
obrero, el cual carece de hacienda personal y entrega,
a pesar de ello, todas sus energías a la causa de la
industrialización.
Porque, tercero, la cuantía del impuesto adicional
disminuye año en año.
de
¿Hacernos bien en calificar el impuesto adicional
de «algo semejante a un tributo»? Sin duda alguna.
Estas palabras suscitan en nuestros camaradas la idea
de que el impuesto adicional es algo desagradable e
indeseable y de que no se debe admitir su vigencia
durante mucho tiempo. Al calificar así el impuesto

272
Se tiene en cuenta el Pleno del Comité Central del PC(b) de la
URSS, celebrado del 4 al 12 de julio de 1928.

210

adicional sobre el campesinado, queremos decir que


lo descontamos, no porque ése sea nuestro deseo,
sino por necesidad, que los bolcheviques debemos
tomar todas las medidas para acabar con este
impuesto adicional a la primera posibilidad, cuanto
antes.
Tal es el fondo del problema de las «tijeras», del
«trasiego», del «superimpuesto», de lo que en los
documentos antes aludidos se califica de «algo
semejante a un tributo».
Bujarin, Rykov y Tomski trataron de aferrarse a la
palabra «tributo» y empezaron a acusar al Partido de
seguir una política de explotación militar-feudal del
campesinado. Pero ahora, hasta los ciegos ven que se
trataba de un intento deshonesto de los bujarinistas
de difamar de la manera más grosera a nuestro
Partido. Hasta ellos mismos se ven ahora obligadosa
reconocer tácitamente el estrepitoso fracaso de sus
habladurías acerca de la explotación militar-feudal.
Una de dos:
o admiten que en el momento
bien los bujarinistas
actual son inevitables las «tijeras» y el «trasiego» de
recursos de la agricultura a la industria, y entonces
deben reconocer el carácter calumnioso de sus
acusaciones y la completa razón que asistía al
Partido;
o bien niegan que en el momento actual sean
inevitables las «tijeras» y el «trasiego»; pero, en este
caso, que lo digan abiertamente, para que el Partido
pueda incluirlos en la categoría de los adversarios de
la industrialización país.de nuestro
Yo podría, en todo caso, mencionar varios
discursos de Bujarin, Rykov y Tomski, en los que
admiten sin reservas, como algo inevitable en el
momento presente, las «tijeras», el «trasiego» de
recursos de la agricultura a la industria. Y eso es
reconocer la fórmula de «algo semejante a un
tributo».
Y bien, ¿siguen manteniendo el punto de vista del
«trasiego», el punto de vista de la conservación de las
«tijeras» en el momento presente, sí o no? Que lo
digan sin rodeos.
Bujarin: El trasiego es necesario, pero «tributo»
es una palabra desgraciada.
Stalin: Quiere decir que con relación al fondo del
problema no tenemos discrepancias; quiere decir que
el «trasiego» de recursos de la agricultura a la
industria, las llamadas «tijeras», el impuesto
adicional, ese «algo semejante a un tributo»,
constituye un recurso necesario, pero temporal, de la
industrialización del país en el momento presente.
Muy bien. ¿De qué se trata, pues?, ¿a qué viene
ese alboroto? ¿No agrada la palabra «tributo» o
«algo semejante a un tributo» por considerar que no
debe emplearse en la literatura marxista?
Pues bien, hablaremos de la palabra «tributo».
Yo afirmo, camaradas, que esta palabra hace ya
mucho que adquirió carta de naturaleza en nuestra

J. V. Stalin

literatura marxista, por ejemplo, en los artículos del


camarada Lenin. Eso puede asombrar a gentes que no
leen a Lenin, pero es así, camaradas. Bujarin se ha
«desgañitado» aquí afirmando que la literatura
marxista no puede admitir la palabra «tributo».
Le indigna y le asombra que el CC del Partido y
los marxistas en general se permitan emplear la
palabra «tributo». Pero ¿qué tiene eso de particular,
si está probado que esta palabra adquirió hace mucho
carta de naturaleza en los artículos de un marxista
como el camarada Lenin? ¿O es que Lenin no reúne
los requisitos necesarios para un marxista desde el
punto de vista de Bujarin? Pues bien, decidlo
abiertamente, queridos camaradas.
Tomad, por ejemplo, el artículo de un marxista
como Lenin «Acerca del infantilismo de «izquierda»
y del espíritu pequeñoburgués» (mayo de 1918) y
leed el pasaje siguiente:

«El pequeñoburgués que esconde sus miles es un


enemigo
esos
propio,
clase
miles
para
del capitalismo
miles única
en contra
de control
forma una
la especulación,
socialista. Supongamos

igual a 1.000. Supongamos,


suma tenemos una pérdida
consecuencia

los pequeños
los decretos
si
y

del Estado;
base

de la pequeña

que con el Poder Soviético


«tributo», supongamos, hasta 100

todo monopolio

Me parece que
de Estado
exclusivamente
de los pobres,

además,

de Estado»

está
reducir
y
de muchos

ó
y

que de esta
igual a 200, como
especulación,

luego
aspira

el conjunto
miles
que malogra nuestra edificación
que determinado número de
obreros aporta en varios días valores por una suma

de las
dilapidaciones de todo género y de las maniobras de
propietarios para «salvar» las normas y
soviéticos.
en
en contra

Todo obrero consciente


yo pudiera aportar 300 de esos 1.000, a condición
de que se implantase un orden y una organización
mejores, aportaría con gusto 300 en lugar de 200, ya
este
50 será una tarea
muy fácil, una vez que se impongan el orden y la
organización, una vez que sea vencido por completo
el sabotaje de la pequeña propiedad privada contra
(t. XXII, pág.

claro. ¿Diréis,
a

515).

basándoos
invertir
provecho
de toda
de estos
de millones

dirá:

en
esto, que el camarada Lenin era partidario de la
política de explotación militar-feudal de la clase
obrera? ¡Probad a hacerlo, queridos camaradas!
Una voz: Sin embargo, nunca se ha empleado el
concepto de «tributo» para el campesino medio.
Stalin: ¿No pensará usted que el campesino medio
está más cerca del Partido que la clase obrera? Es
usted un marxista de pacotilla. Si se puede hablar de
«tributo» refiriéndose a la clase de la que
obrera,
nosotros somos el Partido, ¿por quéno se va a poder
decir lo mismo del campesino medio, que no es, en
fin de cuentas, más que un aliado nuestro?
Habrá gente reparona capaz de pensar que la

Sobre la desviación de derechista en el PC(b) de la


URSS

211

palabra «tributo» es en el artículo «Acerca del


infantilismo de izquierda» un lapsus del camarada
Lenin, un lapsus casual. La comprobación muestra,
sin embargo, que las sospechas de la gente reparona
carece de toda base. Tomad otro articulo, más bien
un folleto del camarada Lenin, «Sobre el impuesto en
especie» (abril de 1921) y leed la página 324 (t.
XXVI, pág. 324). Veréis que el camarada Lenin
repite literalmente el párrafo que acabo de citar
acerca del «tributo». Tomad, en fin, el artículo del
camarada Lenin «Las tareas inmediatas del Poder
Soviético» (t. XXII, pág. 448, marzo-abril de 1918) y
veréis que Lenin también habla allí del «tributo (ya
sin comillas) que pagamos por nuestro atraso en la
organización de la contabilidad y del control
ejercidos desde abajo por todo el pueblo».
Resulta que la palabra «tributo» está muy lejos de
ser un vocablo casual en los artículos de Lenin. El
camarada Lenin emplea esta palabra para subrayar el
carácter temporal del «tributo», para poner en tensión
la energía de los bolcheviques y orientarla en el
sentido de suprimir, a la primera posibilidad, ese
«tributo» que la clase obrera paga por nuestro atraso,
por nuestros «defectos».
Resulta que, al emplear la expresión «algo
semejante a un tributo», me encuentro en compañía
de marxistas bastante buenos, en compañía del
camarada Lenin.
Bujarin decía aquí que los marxistas no deben
tolerar en su literatura la palabra «tributo». ¿A qué
marxistas se refería? Si se refería a marxistas, dicho
sea con perdón, del estilo de Slepkov, Maretski,
Petrovski, Rozit, que tiran mucho más
etc., a
liberales que a se comprende muy bien la
marxistas,
irritación de Bujarin. Pero si se refería a marxistas de
veras, al camarada Lenin, por ejemplo, hay que decir
que la palabra «tributo» adquirió hace ya mucho
entre ellos carta de naturaleza, y Bujarin, que conoce
poco las obras de Lenin, se ha equivocado de medio
a medio.
Pero el problema del «tributo» no termina aquí.
No es casual que Bujarin y sus amigos la tomaran
con la palabra «tributo» y hablaran de política de
explotación militar-feudal del campesinado. Es
indudable que con el alboroto acerca de la
explotación militar-feudal querían significar su
extremo descontento por la política de nuestro
Partido que, con relación a los kulaks, aplican
nuestras organizaciones. El descontento por la
política leninista del en la dirección del
Partido
campesinado, el descontento por nuestra política de
acopio de cereales, el descontento por nuestra
política de desarrollo máximo de los koljoses y los
sovjoses, el deseo, en fin, de «emancipar» el mercado
y de establecer la plena libertad para el comercio
privado: eso es lo que reflejan los alaridos de Bujarin
acerca de la política de explotación militar-feudal del
campesinado.
No conozco en la historia de nuestro Partido otro
ejemplo de que se le acusase de seguir una política de
explotación militar-feudal. Tal arma contra el Partido
no procede del arsenal marxista. ¿De dónde procede?
Del arsenal de Miliukov, el líder de los demócratas
constitucionalistas- Cuando los demócratas
constitucionalistas quieren encizañar a la clase obrera
y al campesinado, suelen decir: ustedes, señores
bolcheviques, edifican el socialismo sobre los huesos
del campesinado. Con sus vociferaciones acerca del
«tributo», Bujarin hace coro a los señores Miliukov,
marcha a remolque de los enemigos del pueblo.

f) El ritmo del desarrollo de la industria y las


nuevas formas de ligazón entre la ciudad y el
campo
Y, por último, el ritmo del desarrollo de la
industria y las nuevas formas de la ligazón entre la
ciudad y el campo. Es ésta una de las cuestiones más
importantes en nuestras discrepancias. Su
importancia reside en que en ella vienen a confluir
todos los hilos de muestras discrepancias prácticas
en orden a la política económica del Partido.
¿Qué formas nuevas de ligazón son éstas?, ¿qué
significa eso desde el punto de vista de nuestra
política económica?
Significa, ante todo, que, además de las viejas
formas de ligazón entre la ciudad y el campo, en que
la industria satisfacía principalmente las necesidades
personales del campesino (en cuanto a percal,
calzado, artículos textiles en general, etc.),
necesitamos nuevas formas de ligazón, en que la
industria satisfaga las necesidades de producción de
la hacienda campesina (en cuanto a maquinaria
agrícola, tractores, simientes escogidas, abonos, etc.).
Si antes satisfacíamos principalmente las
necesidades personales del campesino,
preocupándonos poco de las necesidades de
producción de su hacienda, ahora, sin dejar de
atender a sus necesidades personales, debemos
preocuparnos intensamente del abastecimiento de
maquinaria agrícola, tractores, abonos, etc., cosa que
se relaciona con la reestructuración de
directamente
la producción agrícola una nueva base técnica.
sobre
Mientras se trataba de levantar la agricultura y de
que los campesinos pusieran en cultivo las tierras que
pertenecieron a los terratenientes y kulaks, podíamos
contentarnos con las viejas formas de ligazón. Pero
ahora, que se trata de la reestructuración de la
agricultura, esto ya no basta. Ahora hay que ir más
allá, ayudando al campesinado a reestructurar la
producción agrícola sobre la base de una nueva
técnica y del trabajo colectivo.
Esto significa, en segundo lugar, que, a la par que
reequipamos nuestra industria, debemos comenzar a
reequipar también en serio nuestra agricultura.
Estamos reequipando, y en parte hemos reequipado
ya, nuestra industria, dándole una nueva base técnica,

212

dotándola de máquinas nuevas modernas y de


cuadros nuevos y más capaces. Estamos
construyendo fábricas nuevas y modernizando y
ampliando las antiguas; impulsamos la metalurgia, la
industria química y la construcción de maquinaria.
Sobre esta base crecen las ciudades, se multiplican
los nuevos centros industriales y se amplían los
antiguos. Sobre esta base aumenta la demanda de
productos alimenticios y de materias primas para la
industria. Pero la agricultura sigue empleando los
viejos aperos y los viejos y patriarcales métodos de
cultivo de la tierra, los viejos y primitivos medios
técnicos, ya hoy inservibles o casi inservibles, las
viejas formas de gestión y de trabajo, propias de la
pequeña hacienda campesina individual.
¿Qué nos dice, por ejemplo, el hecho de que,
mientras antes de la revolución había en nuestro país
unos 16 millones de haciendas campesinas, hoy haya
25 millones por lo menos? ¿Qué significa esto sino
que la agricultura va tomando un carácter más
atomizado y disperso? Y una particularidad de las
pequeñas haciendas dispensas es que no pueden
utilizar debidamente la técnica, la maquinaria, los
tractores, los adelantos y
de la ciencia agronómica
producen poco para el mercado.
De ahí la escasez de producción agrícola de uso
mercantil. De ahí el peligro de una ruptura entre la
ciudad y el campo, entre la industria y la agricultura.
De ahí la necesidad de impulsar la agricultura, de
imprimirle el ritmo de desarrollo de nuestra industria.
Pues bien,para eliminar este peligro de ruptura es
necesario comenzar a reequipar a fondo la agricultura
sobre la base de una nueva técnica. Y para ello es
preciso ir agrupando paulatinamente en grandes
haciendas, en koljoses, las haciendas campesinas
individuales dispersas; es necesario organizar la
agricultura sobre la base del trabajo colectivo,
ampliar las colectividades; es necesario desarrollar
los viejos sovjoses y organizar nuevos, aplicar
sistemáticamente las formas de la contratación en
masa en todas las ramas fundamentales de la
agricultura; es necesario fomentar el sistema de las
estaciones de máquinas y tractores, que ayudan a los
campesinos a aprender el manejo de los nuevos
elementos técnicos y a colectivizar el trabajo. En una
palabra, es necesario ir pasando gradualmente las
pequeñas haciendas campesinas individuales a la
gran producción colectiva, pues sólo la gran
producción de tipo colectivo es capaz de utilizar
íntegramente las realizaciones de la ciencia y los
nuevos elementos técnicos y de hacer avanzar con
pasos de siete leguas nuestra agricultura.
Eso no quiere decir, naturalmente, que debamos
abandonar las haciendas individuales de los
campesinos pobres y medios. No, no quiere decir
eso. La hacienda individual de los campesinos pobres
y medios desempeña y seguirá desempeñando en el
futuro inmediato un papel predominante en cuanto al

J. V. Stalin

suministro de víveres y materias primas para la


industria. Precisamente por ello es necesario apoyar a
las haciendas individuales de los campesinos pobres
y medios no agrupados aún en koljoses.
Pero esto significa que la sola hacienda campesina
individual ya no es suficiente. De ello dan fe nuestras
dificultades en punto al acopio de cereales. Por eso
hay que complementar el fomento de la hacienda
individual del campesino pobre y medio impulsando
por todos los medios las formas colectivas de la
economía y los sovjoses.
Por eso es necesario tender un puente entre las
haciendas individuales de los campesinos pobres y
medios y las famas colectivas de la economía
mediante la contratación en masa, las estaciones de
máquinas y tractores, por
desarrollando todos los
medios el movimiento cooperativo, para facilitar a
los campesinos el paso de su pequeña hacienda
individual al cauce del trabajo colectivo.
Sin observar estas condiciones, será imposible dar
un impulso serio a la agricultura. Sin estas
condiciones, será imposible resolver el problema
cerealista. Sin estas condiciones, será imposible sacar
a los campesinos modestos de la ruina y de la
miseria.
Esto significa, finalmente, que es necesario
desarrollar en todos los sentidos nuestra industria
como el medio principal que ayude a reestructurar la
producción agrícola, que es necesario impulsar la
metalurgia, la industria química y la construcción de
maquinaria; que es necesario construir fábricas de
tractores, fábricas de maquinaria agrícola, etc.
Huelga que es imposible el desarrollo
demostrar
de los koljoses, que es imposible el desarrollo de las
estaciones de máquinas y tractores, sin incorporar a
las masas fundamentales campesinas a las formas de
gestión colectiva a través de la contratación en masa,
sin dotar a la agricultura de una cantidad
considerable de tractores, de máquinas agrícolas, etc.
Pero sin desarrollar nuestra industria a ritmo
acelerado es imposible proporcionar al campo
maquinaria agrícola y tractores. De ahí el ritmo
rápido de desarrollo de nuestra industria, como clave
para la reestructuración de la agricultura sobre la
base del colectivismo.
Tales son el sentido y la importancia de las
nuevas formas de la ligazón.
El grupo de Bujarin se ve obligado a reconocer de
palabra la necesidad de las nuevas formas de la
ligazón. Pero no es más que un reconocimiento
verbal, hecho con el propósito de hacer pasar, bajo la
tapadera del reconocimiento verbal de las nuevas
formas de la ligazón, algo que es todo lo contrario.
En realidad, Bujarin está en contra de las nuevas
formas de la ligazón. Para Bujarin, el punto de
partida no es el ritmo rápido de desarrollo de la
industria, como palanca para la reestructuración de la
producción agrícola, sino el desarrollo de la hacienda

Sobre la desviación de derechista en el PC(b) de la


URSS

213

campesina individual. Para él, en primer plano figura


la «normalización» del mercado y la admisión del
libre juego de los precios en el mercado de los
productos agrícolas, la admisión de la libertad
completa para el comercio privado. De ahí su recelo
hacia los koljoses, lo que se advirtió en su discurso
en el Pleno de julio del CC, y en las tesis que
presentó en vísperas de este mismo Pleno. De ahí su
enemiga a todas y cada una de las medidas
extraordinarias contra los kulaks para el acopio de
cereales.
Es que Bujarin huye de las medidas
sabido
como el diablo del agua bendita.
extraordinarias
Es sabido que Bujarin sigue todavía sin poder
comprender que, en las condiciones actuales, el kulak
aportará de buen grado, espontáneamente, la
suficiente cantidad de cereales.
Así lo demuestran dos años de experiencia de
trabajo nuestro en el acopio de cereales.
¿Y qué hacer si, a pesar de todo, escasea el grano
mercantil? Bujarin contesta: no molestéis a los
kulaks con medidas extraordinarias y traed trigo del
extranjero. No hace mucho que nos proponía
importar unos 50 millones de puds de trigo, es decir,
que invirtiésemos en ello unos 100 millones de
rublos en moneda extranjera. ¿Y si necesitamos las
divisas para importar maquinaria con destino a la
industria? Bujarin replica: hay que dar preferencia a
la importación de trigo, relegando a un segundo
plano, por lo que se ve, la importación de maquinaria
para la industria.
Se llega, pues, a la conclusión de que, para
resolver el problema cerealista v reestructurar la
agricultura, lo principal no es el rápido ritmo de
desarrollo de la industria, sino el fomento de la
hacienda campesina individual, incluyendo la
hacienda del kulak, sobre la base del mercado libre
con el libre juego de los precios.
Por donde nos encontramos con dos planes
diferentes de política económica.
Plan del Partido:
1. Estamos reequipando la industria
(reestructuración).
2. Comenzamos a reequipar en serio la agricultura
(reestructuración).
3. Para esto es necesario ampliar la organización
de koljoses y sovjoses y emplear la contratación en
masa y las estaciones de máquinas y tractores como
medios para establecer una ligazón de producción
entre la industria y la agricultura.
4. Por lo que se refiere a las dificultades de acopio
de cereales en estos momentos, es necesario
reconocer como admisibles las medidas
extraordinarias pasajeras, respaldadas por el apoyo
social de las masas de campesinos pobres y medios,
como uno de los recursos para vencer la resistencia
de los kulaks y sacarles la mayor cantidad posible de
excedentes de grano, indispensables para evitar las
importaciones de trigo y destinar las divisas al
desarrollo de la industria.
5. La hacienda individual de los campesinos
pobres y medios ocupa y seguirá ocupando todavía
una situación predominante en cuanto al
abastecimiento del país de víveres y materias primas,
pero ella sola de por sí no basta ya; por eso hay que
complementar el desarrollo de las haciendas
individuales de los campesinos pobres y medios con
el desarrollo de los koljoses y sovjoses, con la
contratación en masa y con el desarrollo intensivo de
las estaciones de máquinas y tractores, para facilitar
el desplazamiento de los elementos capitalistas de la
agricultura y el paso gradual de las haciendas
campesinas individuales al cauce de las grandes
haciendas colectivas, al cauce del trabajo colectivo.
6. Mas, para conseguir todo esto, es necesario,
ante todo, intensificar el desarrollo de la industria, de
la metalurgia, de la industria química y de la
construcción de maquinaria, la construcción de
fábricas de tractores, de maquinaria agrícola, etc. De
otro modo, será imposible resolver el problema de
los cereales, lo mismo que será imposible
reestructurar la agricultura.
Conclusión: la clave para la reestructuración de
la agricultura está en el rápido ritmo de desarrollo
de nuestra industria.
Plan de Bujarin:
1. «Normalización» del mercado, admisión del
libre juego de los precios en el mercado y elevación
de los precios de los cereales, sin reparar en que esto
puede conducir al encarecimiento de los artículos
manufacturados, de las materias primas y del pan.
2. Estimular por todos los medios las haciendas
campesinas individuales amortiguando en cierta
medida el ritmo de desarrollo de los koljoses y
sovjoses (tesis de Bujarin en julio, discurso de
Bujarin en el Pleno de julio).
3. Dejar que los acopios marchen por sí solos
excluyendo siempre, y cualesquiera que sean las
condiciones, incluso la aplicación parcial de medidas
extraordinarias contra los kulaks, aunque estas
medidas tengan el apoyo de la masa de los
campesinos medios y pobres.
4. caso de escasez de trigo, importado,
En
invirtiendo en ello unos 100 millones de rublos.
5. Si no hay bastantes divisas para cubrir la
importación de trigo y de maquinaria industrial,
reducir la importación de esta última y, por tanto,
amortiguar el ritmo de desarrollo de nuestra
industria; de lo contrario, la agricultura «se
estancará» o incluso «decaerá».
Conclusión: la clave para la reestructuración de
la agricultura está en desarrollar la hacienda
campesina individual.
¡Tal es el giro que toman las cosas, camaradas!
El plan de Bujarin es un plan de amortiguamiento
del ritmo de desarrollo de la industria y de

214

quebrantamiento de las nuevas formas de la ligazón.


son nuestras disensiones.
Tales
A veces preguntan: ¿no nos habremos retrasado
en cuanto al desarrollo de las nuevas formas de la
ligazón, en cuanto al desarrollo de los koljoses, de
los sovjoses, etc.?
Hay quien afirma que el Partido se ha retrasado
dos años, por lo menos, en este asunto. Eso es falso,
camaradas. Es absolutamente falso. Eso sólo pueden
decirlo los vocingleros «izquierdistas», que no tienen
idea de lo que es la economía de la URSS.
¿Qué significa retrasarse en este asunto? Si se
trata de haber previsto la necesidad de los koljoses y
los sovjoses, diremos que lo hicimos ya durante la
Revolución de Octubre. Que el Partido previó la
necesidad de los koljoses y
ya entonces, en
sovjoses
el período de la Revolución de Octubre, es cosa que
nadie puede poner en duda. Finalmente, se puede
consultar nuestro programa, aprobado en el VIII
Congreso del Partido (en marzo de 1919). En él
aparece formulada con toda claridad la necesidad de
los koljoses y sovjoses.
Pero el simple hecho de que la dirección de
nuestro Partido previese la necesidad de los koljoses
y sovjoses no para despertar y organizar un
bastaba
movimiento de masas en pro de ellos. Por tanto, de lo
que se trata no es de prever, sino de realizar el plan
de la organización de koljoses y sovjoses. Mas, para
realizar este plan, eran necesarias diversas
condiciones, que no se daban antes en nuestro país y
que no se han dado hasta estos últimos tiempos.
Ahí está la cuestión, camaradas.
Para poder llevar a la práctica el plan de un
movimiento de masas en pro de los koljoses y
sovjoses, era ante todo, que la dirección
necesario,
del Partido en este aspecto el apoyo del
tuviese
Partido en su conjunto. Y nuestro Partido, como se
sabe, pasa de un millón de afiliados. Por tanto, era
necesario convencer a la gran masa del Partido de
que la política de su dirección era acertada. Esto en
primer lugar.
Para ello era que entre los
necesario
también
campesinos se un movimiento de masas en
produjese
pro de los koljoses, que los campesinos no
desconfiasen de los koljoses, sino que afluyesen a
ellos por su propio impulso, convenciéndose en la
práctica de las ventajas de los koljoses sobre la
hacienda individual. eso es un asunto serio, que
Y
requiere cierto tiempo. Esto en segundo lugar.
Para ello era necesario, además, que el Estado
dispusiese de los medios materiales precisos para
financiar la organización de los koljoses, para
financiar los koljoses y sovjoses. Y eso suponía
cientos y cientos de millones de rublos, queridos
camaradas. Esto en tercer lugar.
Para ello era necesario, finalmente, un desarrollo
de la industria en grado más o menos suficiente, a fin
de proporcionar a la agricultura maquinaria agrícola,

J. V. Stalin

tractores, abonos, etc. Esto en cuarto lugar.


¿Se puede que todas estas condiciones
afirmar
concurrían ya en nuestro país hace dos o tres años?
No, no se puede afirmar.
No se debe olvidar que somos un partido
gobernante, y no un partido de oposición. Los
partidos de oposición pueden lanzar consignas -me
refiero a las consignas prácticas cardinales del
movimiento- para cumplirlas después de la toma del
Poder. Nadie puede reprochar a un partido de
oposición que no cumpla sus consignas cardinales al
momento, pues todo el mundo comprende que no es
él quien gobierna, sino que son otros partidos.
Pero la cosa cambia por completo cuando se trata
de un partido gobernante, como lo es nuestro Partido
Bolchevique. Las consignas de un partido así no son
simples consignas de agitación, sino mucho más,
pues tienen la fuerza de decisiones prácticas, fuerza
de ley, de algo que es necesario realizar
inmediatamente. Nuestro Partido no puede lanzar una
consigna práctica y luego dar largas a su realización.
Esto sería engañar a las masas. Para lanzar una
consigna práctica, sobre todo una consigna tan
importante como la del paso de de millones de masas
campesinos al cauce del colectivismo, es menester
que se den ya las condiciones necesarias para poder
cumplirla inmediatamente; es necesario, finalmente,
crear, organizar estas condiciones. Por eso no bastaba
con que la dirección del Partido hubiera previsto la
necesidad de los koljoses y sovjoses. Por eso
necesitábamos también las condiciones necesarias
para realizar, para llevar a la práctica
inmediatamente nuestras consignas.
¿Estaba la masa de nuestro Partido dispuesta a
impulsar por todos los medios la organización de
koljoses y sovjoses hace doso tres años, pongamos
por caso? No, entonces todavía no estaba dispuesta a
hacerlo. El viraje serio de las masas del Partido hacia
las nuevas formas de la ligazón no comenzó a
producirse hasta que se presentaron las primeras
dificultades importantes en el acopio de cereales.
Hubieron de darse estas dificultades para que la masa
del Partido advirtiese en todo su alcance la necesidad
de apresurar la creación de las nuevas formas de la
ligazón y, sobre todo, de los koljoses y sovjoses, y
apoyase resueltamente en esta empresa a su Comité
Central. Ahí tenéis una condición con la que no
contábamos antes y que ahora existe.
¿Había, hace dos o tres años, un movimiento serio
de las masas de millones de campesinos en favor de
los koljoses y de los sovjoses? No, no lo había. Todo
el mundo sabe que hace dos o tres años los
campesinos miraban con malos ojos a los sovjoses y
despreciaban a los koljoses, viendo en ellos una
especie de inútiles «comunas». ¿Y ahora? Ahora, es
otra cosa. Ahora tenemos ya capas enteras de
campesinos que ven en los sovjoses y los koljoses
una fuente de ayuda a sus haciendas en forma de

Sobre la desviación de derechista en el PC(b) de la


URSS

215

semillas, de ganado de raza, de maquinaria, de


tractores, etc. Ahora no hay más que darles máquinas
y tractores, y la organización de koljoses avanzará
con ritmo acelerado.
¿A qué se debe este viraje producido en ciertas
capas, bastante amplias, de los campesinos? ¿Qué
favoreció este viraje?
Ante todo, el desarrollo de las cooperativas y del
movimiento cooperativo. No cabe duda de que sin el
potente desarrollo de la cooperación, sobre todo de
las cooperativas agrícolas, que han abonado entre los
campesinos el terreno psicológico en sentido propicio
para los koljoses, no existiría esa inclinación hacia
los koljoses, que se manifiesta ahora en capas enteras
de la masa campesina.
También tuvo gran importancia la existencia de
koljoses bien organizados, que daban a los
campesinos buenos ejemplos decómo se podía
mejorar la agricultura, unificando las pequeñas
haciendas campesinas en grandes haciendas
colectivas.
Y cumplió también su papel la existencia de
sovjoses bien organizados, que ayudaban a los
campesinos a mejorar sus haciendas. No me refiero
ya a otros factores que todos vosotros conocéis
sobradamente. Ahí tenéis otra condición con la que
no contábamos antes y que ahora existe.
¿Puede afirmarse, además, que hace dos o tres
años estábamos en condiciones, de financiar en serio
los koljoses y los sovjoses, invirtiendo en ello cientos
de millones de rublos? No, no puede afirmarse.
Sabéis perfectamente que entonces escaseaban los
recursos incluso para impulsar ese mínimo de
industria sin el cual es imposible toda
industrialización; eso sin hablar ya de reestructurar la
agricultura. ¿Podíamos retirar estos recursos de la
industria, base de la industrialización del país, y
transferirlosa los koljoses y los sovjoses? Es
evidente que no podíamos hacerlo. ¿Y ahora? Ahora
poseemos recursos para desarrollar los koljoses y los
sovjoses.
¿Se puede, finalmente, afirmar que hace dos o tres
años contaba ya nuestra industria con una base
suficiente para proporcionar a la agricultura
máquinas, tractores, etc. en grandes cantidades? No,
no se puede afirmar. La tarea consistía entonces en
crear una base industrial mínima para dotar a la
agricultura de máquinas y tractores en el futuro. La
creación de esta base absorbía por aquel entonces
nuestros exiguos recursos financieros. ¿Y ahora?
Ahora disponemos de esa base industrial para la
agricultura. O, cuando menos, se está creando con
ritmo acelerado.
Vemos, por tanto, que las condicionas necesarias
para el desarrollo en masa de los koljoses y los
sovjoses no han sido creadas en nuestro país hasta los
últimos tiempos.
Asíes como están las cosas, camaradas.
Por eso no se puede afirmar que hayamos
emprendido con retraso el desarrollo de las nuevas
formas de la ligazón.

g) Bujarin como teórico


Tales son, en lo fundamental, los principales
errores de Bujarin, teórico de la oposición derechista,
en los problemas capitales de nuestra política.
Se dice que Bujarin es un teórico de nuestro
Partido. Eso es cierto, naturalmente. Pero le ocurre
que, en cuanto a teoría, no lo tiene todo en su sitio.
Basta fijarse en el cúmulo de sus errores relativos a
los puntos de la teoría y la política del Partido que
acabamos de examinar. No es posible que esos
errores que se refieren a la Internacional Comunista,
a la lucha de clases, a la agudización de la lucha de
clases, al campesinado, a la Nep, a las nuevas formas
de la ligazón, no es posible que todos esos errores
sean fruto de la casualidad. No, esos errores no son
casuales. Esos errores de Bujarin responden a su
viciosa orientación teórica, a sus lagunas teóricas. Sí,
Bujarin es un teórico, pero no es un teórico marxista
a carta cabal, es un teórico que tiene todavía mucho
que aprender para ser un teórico marxista.
Se habla de la conocida carta del camarada Lenin
sobre Bujarin como teórico. Veamos lo que dice esa
carta:

«En cuanto a los jóvenes miembros del CC -dice


Lenin-, diré algunas acerca de Bujarin y de
palabras
Piatakov. Son, a mi juicio, los que más se destacan
(entre los más jóvenes), y en ellos se debería tener en
cuenta lo siguiente: Bujarin no sólo es un valiosísimo
y notable teórico del Partido, sino que, además, se le
considera legítimamente el favorito de todo el
Partido; pero sus concepciones teóricas muy
difícilmente pueden calificarse de enteramente
marxistas, pues hay en él algo escolástico (jamás ha
estudiado y creo que jamás ha comprendido por
273
completo la dialéctica)» (Acta taquigráfica del
Pleno de julio de 1926, fase. IV, pág. 66).

Es, por tanto, un teórico sin dialéctica. Un teórico


escolástico. Un teórico cuyas «concepciones teóricas
muy difícilmente pueden calificarse de enteramente
marxistas». Así define Lenin a Bujarin como teórico.
Comprenderéis, camaradas, que un teórico
semejante tiene todavía que aprender. Y si Bujarin
comprendiese que su formación como teórico no está
aún terminada, que todavía necesita aprender, que es
un teórico que aún no domina todavía la dialéctica,
cuando la dialéctica es el alma del marxismo; si
comprendiese esto, sería más modesto, con lo cual el
Partido sólo saldría ganando. Pero lo malo es que
Bujarin no peca de modesto. Lo malo es que, lejos de
pesar de modesto, se atreve incluso a dar lecciones a

273
Subrayado por mí. J. St.

216
nuestro maestro Lenin en buen número de problemas,
sobre todo en la cuestión del Estado. Eso es lo malo
de Bujarin.
Permitidme que me
con este motivo a la
remita
conocida en 1916 entre
discusión teórica promovida
Lenin y Bujarin a propósito del Estado. Ello nos es
importante para que se vea qué desmedidas
pretensiones alimenta Bujarin, quien aspira a dar
lecciones a Lenin, y dónde están las raíces de sus
fallas teóricas en problemas tan importantes como la
dictadura del proletariado, la lucha de clases, etc.
Como es sabido, la revista «La Internacional
274
Juvenil» publicó en 1916 un artículo de Bujarin,
con la firma de «Nota Bene», que, en el fondo,
atacaba al camarada Lenin. Bujarin escribía en ese
artículo:

«...Es completamente erróneo querer buscar las


diferencias entre los socialistas y los anarquistas en el
hecho de que los primeros sean partidarios y los
segundos adversarios del Estado. En realidad, la
diferencia entre ellos consiste en que la
socialdemocracia revolucionaria pretende organizar
la nueva producción social como producción
centralizada, es decir, la más progresiva
técnicamente, mientras que la producción
descentralizada de los anarquistas no significaría sino
un paso atrás a la vieja técnica, a la vieja forma de
empresa...»
«...Para la socialdemocracia, que es, o por lo
menos debiera ser, la educadora de las masas, hoy
más que nunca es necesario subrayar su hostilidad de
principio frente al Estado... La actual guerra ha
puesto de manifiesto lo profundas que son las raíces
de la concepción estatal en el espíritu de los
obreros».

Lenin criticó estas opiniones de Bujarin en un


conocido artículo, que se publicó en 1916:

«Esto es falso. El autor plantea la cuestión de la


diferente actitud de los socialistas y los anarquistas
respecto pero su respuesta no se refiere a
al Estado,
esta cuestión, sino a otra, a la de su diferente actitud
ante la base económica de la sociedad futura. Esto es,
indudablemente, muy importante y necesario. Pero
de aquí no se desprende que se pueda olvidar lo
fundamental de la diferente actitud de los socialistas
y los anarquistas ante el Estado. Los socialistas son
partidarios de utilizar el Estado moderno y sus
instituciones en la lucha por la emancipación de la
clase obrera, y también defienden la necesidad de
utilizar el Estado como forma peculiar de transición

274
«La Internacional Juvenil» («Jugend Internationales»):
revista, órgano de la Unión Internacional de Juventudes
Socialistas; apareció en Zurich desde septiembre de 1915 hasta
mayo de 1918. De 1919 a 1941 se publicó como órgano del
Comité Ejecutivo de la Internacional Juvenil Comunista.
J. V. Stalin

del capitalismo al socialismo. Esa forma de


transición, que también es Estado, es la dictadura del
proletariado. Los anarquistas pretenden «abolir» el
Estado, «hacerlo saltar» («sprengen»), como dice en
un pasaje el camarada «Nota Bene», atribuyendo por
error esta idea a los socialistas. Los socialistas -el
autor cita, por desgracia de un modo demasiado
incompleto, unas palabras de Engels que guardan
relación con el tema- reconocen la «muerte lenta», la
«extinción» paulatina del Estado después de la
expropiación de la burguesía»...
«Para «subrayar» la «hostilidad de principio»
respecto al Estado, es necesario comprenderla con
toda «claridad» y la claridad es, precisamente, lo que
le falta al autor. Y la frase sobre «las raíces de la
concepción estatal» no puede ser más confusa, no es
ni marxista ni socialista. No es la «concepción
estatal» la que choca con la negación del Estado, sino
la política oportunista (es decir, la actitud
oportunista, reformista, burguesa ante el Estado) la
que choca con la política revolucionaria
socialdemócrata (es decir, con la actitud
revolucionaria socialdemócrata ante el Estado
burgués y ante la utilización del Estado contra la
burguesía, para derrocarla). Son cosas muy, muy
distintas» (t. XIX, pág. 296).

¡Creo que está clara la cuestión, como también


está claro en qué charca semianarquista había caído
Bujarin!
Sten: Lenin no había expuesto todavía en aquel
entonces en forma amplia la necesidad de «hacer
saltar» el Estado. Bujarin, con sus errores
anarquistas, se acercaba a la formulación de este
problema.
Stalin: No, ahora no se trata de eso, sino de la
actitud ante el Estado en general; se trata de que,
según Bujarin, la clase obrera debe ser, por principio,
enemiga de todo Estado, comprendido el Estado de la
clase obrera.
Sten: Lenin sólo hablaba en aquel entonces de la
utilización del Estado, pero sin referirse para nada en
su crítica de Bujarin al concepto de «hacer saltar» el
Estado.
Stalin: Se equivoca usted: «hacer saltar» el Estado
no es una fórmula marxista, sino anarquista. Me
atrevo a asegurarle que de lo que en este caso se trata
es de que los obreros deben, según Bujarin (y los
anarquistas), subrayar su hostilidad de principio
contra todo Estado y, por tanto, también contra el
Estado del período de transición, contra el Estado de
la clase obrera.
Pruebe a explicar a nuestros obreros que la clase
obrera debe mantener una hostilidad de principio
contra la dictadura proletaria, que también es un
Estado.
La posición de Bujarin, expuesta en su artículo de
«La Internacional Juvenil», niega el Estado en el

Sobre la desviación de derechista en el PC(b) de la


URSS

217

período de transición del capitalismo al socialismo.


Bujarin se deja escapar una «pequeñez»: todo el
período de transición, durante el cual la clase obrera,
si realmente quiere aplastar a la burguesía y edificar
el socialismo, no puede prescindir de su propio
Estado. Esto lo primero.
Segundo: es falso que el camarada Lenin no se
refiriese, en su crítica de entonces, a la teoría de
«hacer saltar», de «abolir» el en general.
Estado
Lenin no sólo se refería a esta teoría, según se ve por
las citas que acabo de mencionar, sino que la criticó
como teoría anarquista, contraponiéndole la teoría de
la creación y utilización de un Estado nuevo después
del derrocamiento de la burguesía, el Estado de la
dictadura proletaria.
Finalmente, no se debe confundir la teoría
anarquista de «hacer saltar» y «abolir» el Estado con
la teoría marxista de la «extinción» del Estado
proletario o de la «demolición», de la «destrucción»
de la máquina estatal burguesa. Hay quien propende
a confundir estas dos ideas distintas, creyendo que
son expresiones de un mismo pensamiento. Pero esto
es falso. Lenin criticaba la teoría anarquista de
«hacer saltar», de «abolir» el Estado en general,
partiendo precisamente de la teoría marxista de la
«demolición» de la máquina estatal burguesa y de la
«extinción» del Estado proletario.
Tal vez no estará de más aquí, para mayor
citar
claridad, unas cuartillas Lenin acerca
del camarada
del Estado, escritas muy probablemente a fines de
1916 o a comienzos de 1917 (antes de la revolución
de febrero de 1917). Este manuscrito nos permite
comprobar fácilmente:
a) que, al criticar los errores semianarquistas de
Bujarin en la cuestión del Estado, Lenin arrancaba de
la teoría marxista de la «extinción» del Estado
proletario y de la «demolición» de la máquina estatal
burguesa,
b) que, aunque según la expresión de
Bujarin,
Lenin, estuviese cerca de la verdad que
«más
Kautsky», sin embargo, «en vez de desenmascarar a
los kautskianos, les ayuda con sus propios errores».
Dice así este manuscrito:

«La carta de Engels a Bebel del 18-28 de marzo


de 1875 tiene una importancia excepcional para el
problema del Estado.
Copio literalmente el pasaje más importante:
«...El Estado popular libre se ha convertido en el
Estado libre. Gramaticalmente hablando, Estado libre
es un Estado que es libre respecto a sus ciudadanos,
es decir, un Estado con un gobierno despótico.
Habría que abandonar toda esa charlatanería
acerca del Estado, sobre todo después de la Comuna,
que no era ya un Estado en el verdadero sentido de
la palabra. Los anarquistas nos han echado en cara
más de la cuenta eso del «Estado popular», a pesar de
que ya la obra de Marx contra Proudhon, y luego el
«Manifiesto Comunista», dicen claramente que, con
la implantación del régimen social socialista, el
Estado se disolverá por sí mismo (sich auflöst) y
desaparecerá. Siendo el Estado una institución
meramente transitoria,que se utiliza en la lucha, en
la revolución, para someter por la violencia a los
adversarios, es un absurdo hablar de Estado popular
libre: mientras el proletariado necesite (subrayado
por Engels) todavía no lo necesitará en
del Estado,
interés de la libertad, sino para someter a sus
adversarios, y tan pronto como pueda hablarse de
libertad, el Estado como tal dejará de existir. Por eso
nosotros propondríamos decir siempre, en vez de la
palabra Estado (subrayado por Engels), la palabra
«Comunidad» (Gemeinwesen), una buena y antigua
palabra alemana, que equivale a la palabra francesa
«Commune».
Este es, quizás, el pasaje más destacado y, sin
duda alguna, el más duro, por decirlo así, «contra el
Estado», de Marx y Engels.
(1) «Hay que abandonar toda esa charlatanería
acerca del Estado».
(2) «La Comuna no era ya un Estado, en el
verdadero sentido de la palabra» (¿qué era, pues?
¡una forma de transición del Estado al no Estado,
evidentemente!).
(3) Los anarquistas nos han «echado en cara»
bastante (in die Zâhne geworfen; literalmente:
restregado las narices), eso del «Estado popular» (o
sea, que a Marx y Engels les avergonzaba este error
manifiesto sus amigos alemanes; sin embargo,
de
pensaban en las circunstancias de entonces tenían,
–y
claro, razón- que ese error era incomparablemente
menos grave que el de los anarquistas. ¡¡NB esto!!).
(4) El Estado «se descompone («se disuelve») por
sí mismo (Nota Bene) y desaparece»... (comparad
más adelante: «se extingue») «con la implantación
del régimen social socialista»...
(5) El es una «institución transitoria»,
Estado
necesaria «en en la revolución»... (necesaria
la lucha,
para el proletariado, se entiende)...
(6) El Estado se necesita no para la libertad, sino
para someter (Niederhaltung no significa, hablando
con exactitud, someter, sino impedir la restauración,
mantener sumisos) a los adversarios del
proletariado.
(7) Cuando haya libertad, no habrá Estado.
(8) «Nosotros» (o sea, Engels y Marx)
propondríamos decir «siempre» (en el programa), en
vez de «Estado», «Comunidad» (Gemeinwesen)
¡¡¡«Commune»!!!
De ahí se desprende hasta qué punto han
vulgarizado y adulterado a Marx y Engels, no sólo
los oportunistas, sino también Kautsky.
¡¡Los oportunistas no han comprendido ni una
sola de estas 8 riquísimas ideas!!
del
Han tomado
presente:

218

Estado

En
publicista,
olvidado?
6, 7, 8
polémica
abajo,
completo

del
actual
para «arrancar
los anarquistas),
marxismo,
su

Estado
solamente
utilizar

en

Estado, (bb) el daño


ese carácter
proletariado,
Estado,
libertad,
(concepción,
en vez
(dd)
(ee)

de Estado,
para

si cabe emplear
la

instruir
concesiones».
pero no es

obra de propagandista
Kautsky
¿o no
el «Zerbrechen»

págs.
con Pannekoek
45-47),
el oportunismo
De los anarquistas
ahora

la

término
ha

y
las necesidades
lucha

nos
(b)

mayor importancia práctica, en este mismo momento.


(¡Y

«más
es esto
De los
eternas"
lo que
oportunistas,
sobre
un
y

ocultado
ha comprendido?)
de
en
Kautsky
política,

educar
Esto
todavía
término

distingue

proletaria («dictadura del proletariado»), puntos de la

olvidó Bujarin!)
y en su

que,
1912

durante

verdades
(aa) el carácter
de las «charlatanerías»
ahora, (cc) el carácter
que no tiene enteramente
contradicción
la mayor
programático)
(ff) la «destrucción»
entre
ó
totalmente

habla

ha caído
al tratar esta cuestión).
prácticas
utilizar

al proletariado,
es exacto (contra
más que 1/100 de
aritmético.
labor toda de

los puntos 1, 2, 5,

1913
Marx
(¿o

(a) la utilización

más
la

«temporal»

de la dictadura

exactitud
(en
(v. más
ya

revolución

profundas,

acerca

el carácter
el Estado
de
de «comunidad»
la

(Zerbrechen)
y
por

idea
el

ha

su

del
de
del
de
la
de la máquina burocrático-militar.
No hay que olvidar tampoco que la dictadura del
proletariado la impugnan directamente los
oportunistas declarados de Alemania (Bernstein,
Kolb, etc.), e indirectamente el programa oficial y
Kautsky, al silenciarla en su propaganda diaria y al
tolerar a renegados como Kolb y Cía.
A Bujarin se le escribió en agosto de 1916: «deja
que terminen de madurar tus ideas sobre el Estado».
Pero él, sin dejarlas madurar, se lanzó a la prensa
como «Nota Bene» y lo hizo de tal modo que, en vez
de desenmascarar a los kautskianos, ¡¡les ayudó con
sus propios errores!! Aunque, en el fondo, Bujarin
está más cerca de la verdad que Kautsky».

Tal es la breve historia de esta polémica teórica


sobre el Estado.
Parece que la cosa está clara: Bujarin cometió
errores semianarquistas: es tiempo de corregir estos
errores y seguir en adelante las enseñanzas de Lenin.
Pero así sólo pueden pensar los leninistas. Según
resulta, Bujarin no es de este parecer. Afirma lo
contrario: que quien incurrió en error no es él, sino
Lenin; que no es él quien siguió o tiene que seguir las
enseñanzas de Lenin, sino, al contrario, fue Lenin
quien hubo de seguir las enseñanzas de Bujarin.
¿Os parece inverosímil, camaradas? Entonces,
seguid escuchando. Después de esta polémica,
sostenida en 1916, al cabo de nueve años, durante los
cuales Bujarin guardó silencio, al año de la muerte
de Lenin, precisamente en 1925, Bujarin publicó en
la recopilación de trabajos titulada «La revolución
del Derecho», un artículo «Aportación a la teoría del

J. V. Stalin

Estado imperialista», no aceptado en tiempos por la


275
redacción de «Sbórnik Sotsial-Demokrata» (es
decir, por Lenin). En una nota de este artículo
Bujarin declara abiertamente que en esta polémica
quien tenía la razón era él, y no Lenin. Podrá parecer
inverosímil, pero es un hecho, camaradas.
Escuchad lo que dice esa nota:

«A este artículo, publicado en «La Internacional


Juvenil», V. I. (es decir, Lenin) replicó con un suelto.
El lector advertirá fácilmente que yo no incurría en el
error que se me achacaba, pues comprendía
claramente la necesidad de la dictadura del
proletariado; y, de otra parte, leyendo el suelto de
Ilich, se ve que, por aquel entonces, él mantenía una
posición falsa ante la tesis de «hacer saltar» el
Estado (el Estado burgués, se entiende),
confundiendo este problema con el de la extinción de
276.
la dictadura del proletariado Tal vez yo hubiera
debido desarrollar más entonces el tema de la
dictadura. Pero, para descargo mío, diré que por
aquel entonces estaba tan extendida la epidemia
socialdemocrática de ensalzamiento del Estado
burgués, que era natural que yo concentrase toda la
atención en el problema de hacer saltar esta
máquina.
Cuando volví de Norteamérica a Rusia y vi a
Nadiezhda Konstantínovna (en nuestro VI Congreso,
celebrado en la clandestinidad, cuando V. r. estaba
oculto), sus primeras palabras fueron éstas: «V. I. me
encarga que le diga que ahora ya no discrepa de usted
en cuanto al problema del Estado». Estudiando el
problema, Ilich había llegado a las mismas
277
conclusiones respecto a la idea de «hacer saltar» el
Estado; pero él desarrolló este tema y luego el de la
dictadura de tal modo, que sentó toda una época en la
evolución del pensamiento teórico en este sentido».

Así escribe Bujarin de Lenin al año de la muerte


de éste.
¡Ahí tenéis un botón de muestra de la fatuidad
verdaderamente hipertrofiada de un teórico que tiene
todavía mucho que aprender!
Es muy posible que, efectivamente, Nadiezhda
Konstantínovna a Bujarin algo de lo que éste
dijese
escribe. Pero ¿qué se deduce de ello? Se deduce
simplemente que Lenin tenía ciertas razones para
pensar que Bujarin había renunciado o estaba
dispuesto a renunciar a sus errores. Nada más. Pero
Bujarin lo interpretó de otro modo. Y decidió que en
adelante el creador, o por lo menos el inspirador, de
la teoría marxista del Estado no debía ser
considerado Lenin, sino él, Bujarin.

275
«Sbórnik Sotsial-Demokrata» («Recopilación del
Socialdemócrata»); lo editó el CC del POSDR en 1916 bajo la
dirección inmediata de V. I. Lenin.
276
Subrayado por mí. J. St.
277
Subrayado por mí. J. St.

Sobre la desviación de derechista en el PC(b) de la


URSS

219

Hasta hoy nos habíamos considerado y seguimos


considerándonos leninistas. Pero ahora resulta que
tanto como nosotros, sus discípulos, somos
Lenin
bujarinistas. Resulta un poco ridículo, camaradas.
Pero ¿qué queréis? Así ocurre cuando tenemos que
habérnoslas con esa desmesurada fatuidad de
Bujarin.
Podría, tal vez, pensarse que Bujarin cometió un
lapsus en la nota al artículo a que hacíamos
referencia, que dijo una necedad y luego se olvidó de
ella. Pero ocurre que no es así. Resulta que Bujarin
hablaba completamente en serio. A esa conclusión se
llega, entre otras cosas, porque la afirmación hecha
en esa nota acerca de los errores de Lenin y la razón
de Bujarin fue repetida no hace mucho, en 1927, es
decir, a los dos años de su primer ataque contra
Lenin, en la semblanza biográfica que de Bujarin
hizo Maretski, sin que a Bujarin se le ocurriese
siquiera protestar de ese... atrevimiento de Maretski.
Es evidente que el ataque de Bujarin contra Lenin no
puede atribuirse al azar.
Resulta, pues, que quien tiene razón es Bujarin, y
no Lenin, y de que el inspirador de la teoría marxista
del Estado no es Lenin, sino Bujarin.
Tal es, camaradas, el panorama de las
adulteraciones teóricas y las pretensiones teóricas de
Bujarin.
¡Y después eso, este hombre se atreve a
de todo
decir aquí, en su que en la posición teórica
discurso,
de nuestro Partido hay «algo podrido», que en la
posición teórica de nuestro Partido existe una
desviación hacia el trotskismo!
¡Y eso lo dice el mismo Bujarin que incurre (y
que ha incurridoen el pasado) en numerosos y crasos
errores teóricos y prácticos, el mismo Bujarin que
hasta hace poco tenía por maestro a Trotski y que
todavía ayer buscaba el bloque con los trotskistas
contra los leninistas y corría hacia ellos por la puerta
falsa!
¿No es ridículo todo esto, camaradas?

V. Cuestiones de la dirección del partido


Hemos enumerado, pues, todas las cuestiones
principales de nuestras discrepancias, en latanto
teoría como en la política aplicada por nuestro
Partido en los problemas de la Internacional
Comunista y en los de orden interior. De lo dicho se
desprende que la afirmación de Rykov de que
tenemos una sola línea no corresponde a los hechos.
De lo dicho se desprende que, en realidad, tenemos
dos líneas. Una es la línea general del Partido, la
línea revolucionaria y leninista de nuestro Partido. La
otra es la línea del grupo de Bujarin. Esta segunda
línea no está aún completamente definida, en parte
porque dentro del grupo de Bujarin reina una
confusión inconcebible de ideas, y en parte porque,
debido a lo débil que es, a su poco peso dentro del
Partido, procura disfrazarse de distintos modos. Pero,
a pesar de todo, esta línea existe, según veis, y existe
como línea diferente de la línea del Partido, como
línea que se contrapone a la línea general del Partido
en casi todas las cuestiones de nuestra política. Esta
segunda línea es una línea de desviación derechista.
Pasemos ahora a las cuestiones de la dirección del
Partido.

a) El fraccionalismo del grupo de Bujarin


Bujarin decía que en nuestro Partido no hay
oposición, que su grupo no es oposición. Eso no es
cierto, camaradas. Los debates del Pleno han
revelado palmariamente que el grupo de Bujarin es
una nueva oposición. La labor oposicionista de ese
grupo consiste en que trata de revisar la línea del
Partido y abona el terreno para sustituirla por otra
línea, por la línea de la oposición, que no puede ser
sino una línea de desviación derechista.
Bujarin decía que ellos tres no constituyen un
grupo fraccionalista. Eso no es cierto, camaradas. El
grupo de Bujarin contiene todos los elementos del
fraccionalismo. Hay plataforma, hay exclusivismo
fraccionalista, hay política de dimisiones, hay lucha
organizada contra el CC. ¿Qué más quieren aún?
¿Para qué ocultar la verdad del fraccionalismo del
grupo de Bujarin, cuandoes una cosa evidente? Para
eso se ha reunido el Pleno del CC y de la CCC., para
que se diga aquí toda la verdad acerca de nuestras
discrepancias. Y la verdad es que el grupo de Bujarin
constituye un grupo fraccionalista. Y no es
simplemente un grupo fraccionalista; yo diría que es
el grupo fraccionalista más enojoso y más mezquino
de todos los que hubo en nuestro Partido.
Así nos lo dice aunque sólo sea el hecho de que
ahora trata de aprovechar para sus móviles
fraccionalistas una pequeñez tan minúscula como los
desórdenes de Adzharia. En efecto, ¿qué es esa
titulada «insurrección» de Adzharía si se la compara
con la de Cronstadt, por ejemplo? Creo que, si las
comparamos, la titulada «insurrección» de Adzharía
no es siquiera una gota en el mar. ¿Hubo casos en
que los trotskistas o los zinovievistas procuraran
aprovechar el importante levantamiento de Cronstadt
en contra del CC, en contra del Partido? Debemos
reconocer, camaradas, que no hubo tales casos. Al
contrario, los grupos oposicionistas existentes en
nuestro Partido en el período de ese importante
levantamiento, ayudaron al Partido a sofocarlo, sin
atreverse a aprovecharlo contra el Partido.
¿Y qué hace ahora el grupo de Bujarin? Habéis
tenido ocasión de convenceros de que trata de
aprovechar en contra del Partido de la manera más
mezquina y más indecente, esa microscópica
«insurrección» de Adzharia. ¿Qué es eso sino
ceguera fraccionalista y mezquindad fraccionalista
llevadas al colmo?
Se nos pide, por lo visto, que no se produzcan
alteraciones en las regiones periféricas, que limitan

220

con Estados nos pide, por lo visto,


capitalistas. Se
una política que a todas las clases de
satisfaga
nuestra sociedad, a ricos y pobres, a obreros y
capitalistas. Se nos pide, por lo visto, que no haya en
nuestro país elementos descontentos. ¿No habrán
perdido el juicio estos camaradas del grupo de
Bujarin?
¿Cómo es posible pedir de nosotros, los hombres
de la dictadura del proletariado, que mantienen la
lucha con el mundo capitalista lo mismo dentro que
fuera país, cómo es posible pedir
de nuestro que no
haya en el país y que no se produzcan
descontentos
jamás desórdenes en algunas regiones periféricas
limítrofes con Estados que nos son hostiles? ¿Para
qué existe entonces el cerco capitalista, si no es para
que el capital internacional concentre sus esfuerzos
en la organización de actos contra el Poder Soviético
en las zonas a cargo de los elementos
fronterizas,
descontentos que
en nuestro país? ¿Quién
haya
puede, fuera de los vacuos liberales, exigir tal cosa
de nosotros? ¿No se ve claro, acaso, que la
mezquindad fraccional es capaz de llevar a veces a la
gente hasta una ceguera y una cerrazón propias de
liberales?

b) La lealtad y la dirección colectiva


Afirmaba Rykov aquí que Bujarin es uno de los
militantes más «intachables» y «leales» en su actitud
hacia el CC de nuestro Partido.
Permítasemeque lo ponga en duda. Nosotros no
podemos creer a Rykov de palabra. Pedimos hechos,
que es lo que Rykov no puede proporcionar.
Tomemos, por ejemplo, un hecho como las
negociaciones entre telones de Bujarin con el grupo
de Kámenev, ligado con los trotskistas, acerca de la
organización de un bloque fraccionalista, de la
modificación de la política del CC, de cambios en el
Buró Político, del aprovechamiento de la crisis de los
acopios de cereales para actuar contra el CC. ¿Dónde
está, preguntamos, la «lealtad» de Bujarin, lo
«intachable» su actitud hacia su CC?
de
¿No es eso, por el contrario, la infracción por un
miembro del Buró Político de toda lealtad hacia su
CC, hacia su Partido? Si a eso se le llama lealtad para
con el CC, ¿qué será entonces la traición a su CC?
A Bujarin le gusta hablar de lealtad, de honradez;
pero ¿por qué no intenta examinar su conducta y
preguntarse si no infringe del modo más deshonesto
los requisitos elementales de lealtad a su CC al
sostener negociaciones entre bastidores con los
trotskistas contra el CC, traicionándole de tal modo?
Hablaba Bujarin aquí de falta de dirección
colectiva en el CC del Partido, afirmándonos que la
mayoría del Buró Político del CC no cumple los
requisitos de la dirección colectiva.
Naturalmente, nuestro Pleno lo aguanta todo.
Puede aguantar también esa desvergonzada e
hipócrita manifestación de Bujarin. Pero hay que

J. V. Stalin

haber perdido de veras la vergüenza para atreverse a


hablar así ante el Pleno contra la mayoría del CC.
En ¿ de qué dirección colectiva puede
efecto,
hablarse, mayoría del CC, que se ha unido al
si la
carro del Estado y lo conduce adelante poniendo en
tensión todas sus fuerzas, pide al grupo de Bujarin
que le ayude en esta difícil obra, y el grupo de
Bujarin, lejos de ayudar a su CC, hace todo lo
contrario, le interpone toda clase de obstáculos, le
levanta barreras, amenaza con dimitir y se confabula
con los enemigos del Partido, con los trotskistas,
contra el CC de nuestro Partido?
¿Quién podrá negar, fuera de los hipócritas, que
Bujarin, que entra en bloque con los trotskistas
contra el Partido y traiciona a su CC, no desea y no
practicará la dirección colectiva en el Comité Central
de nuestro Partido?
¿Quién dejará de ver, fuera de los ciegos, que si
Bujarin sigue charlando, pese a todo, de dirección
colectiva en el CC, al mismo tiempo que dirige los
tiros contra la mayoría del CC, lo hace para
enmascarar su posición de traidor?
Debe señalarse que no es la primera vez que
Bujarin falta a los postulados elementales de la
lealtad y de la dirección colectiva en relación con el
CC del Partido. La historia de nuestro Partido conoce
varios ejemplos. Así, en el período de la paz de
Brest-Litovsk, en vida de Lenin, Bujarin, que se
había quedado en minoría en el problema de la paz,
acudió a los eseristas a unos enemigos
de izquierda,
de nuestro Partido, y mantuvo con ellos
conversaciones secretas, esforzándose por ensamblar
juntos un bloque contra Lenin y el CC.
278
Lamentablemente, no conocemos todavía acerca
de qué se confabuló con los eseristas de izquierda.
Sabemos, sí, que los eseristas de izquierda tenían
entonces el propósito de detener a Lenin y dar un
golpe antisoviético... Pero lo más estupendo de todo
es que Bujarin, al tiempo que acudía a los eseristas
de izquierda y conspiraba con ellos contra el CC,
seguía hablando a gritos, lo mismo que ahora, de la
necesidad de la dirección colectiva.
La historia de nuestro Partido conoce también
otros ejemplos. En vida de Lenin, contando con la
mayoría del Buró de nuestro Partido de la región de
Moscú y teniendo tras de sí al grupo de comunistas

278
En el período de la paz de Brest-Litvosk (1918), Bujarin y el
grupo que él dirigía de comunistas «de izquierda», de acuerdo
con Trotski, mantuvieron dentro del Partido una lucha
encarnizada contra Lenin, reclamando la continuación de la
guerra, a fin de exponer la joven República Soviética, carente
aún de ejército, a los golpes del imperialismo alemán. En 1938,
en el proceso del antisoviético «bloque de trotskistas y
derechistas», se comprobó que Bujarin y el grupo de comunistas
«de izquierda» que él dirigía, con Trotski y los eseristas de
izquierda, habían montado un complot contrarrevolucionario
secreto contra el Gobierno Soviético, con el propósito de
torpedear el tratado de paz de Brest-Litovsk, detener y asesinar a
V. I. Lenin, J. V. Stalin e Y. M. Sverdlov y formar un gobierno
compuesto de bujarinistas, trotskistas y eseristas de izquierda.

Sobre la desviación de derechista en el PC(b) de la


URSS

221

«de izquierda», Bujarin exhortó a todos los miembros


del Partido a expresar su desconfianza al CC, a no
subordinarse a él y a plantear el problema de la
escisión en nuestro Partido. Era en el período de la
paz de Brest-Litovsk, cuando el CC había convenido
ya en la necesidad de aceptar las condiciones de la
paz de Brest-Litovsk.
Tales son la lealtad y la dirección colectiva de
Bujarin.
Rykov hablabaaquí de la necesidad del trabajo
colectivo, señalandocon el dedo a la mayoría del
Buró Político y afirmando que él y sus amigos
íntimos son partidarios del trabajo colectivo y que,
por tanto, la mayoría del Buró Político es contraria al
trabajo colectivo. Pero Rykov no ha expuesto ni un
solo hecho que avalase sus manifestaciones.
Para disipar esta fábula de Rykov, se me permitirá
que cite unos cuantos hechos, unos cuantos ejemplos
demostrativos de cómo practica Rykov el trabajo
colectivo.
Primer ejemplo. Ya conocéis la historia del envío
de oro a Norteamérica. Muchos de vosotros pensaréis
que el oro se envió a Norteamérica por acuerdo del
Consejo de Comisarios del Pueblo, o del CC, o con el
consentimiento del CC, o con el conocimiento del
CC. Pero no es así, camaradas. El CC y el Consejo de
Comisarios del Pueblo no tienen la menor relación
con este asunto. Existe el acuerdo de que no se puede
exportar oro sin la sanción del CC. Pero el acuerdo
no fue cumplido. ¿Quién autorizó el envío? Resulta
que el oro se envió con el permiso de un adjunto de
Rykov, con el conocimiento y el acuerdo de Rykov.
¿Qué es esto?, ¿trabajo colectivo?
Segundo ejemplo. Se refiere a las negociaciones
con uno de los mayores Bancos privados de
Norteamérica, cuyos bienes fueron nacionalizados
después de la Revolución de Octubre y que ahora
pide una indemnización por los daños. El CC se
enteró de que un representante de nuestro Banco del
Estado mantenía negociaciones con ese Banco acerca
de las condiciones de dicha indemnización.
La satisfacción de las reclamaciones de
particulares es como sabéis, una de las cuestiones
más importantes relacionadas directamente con
nuestra política exterior. Podría parecer que las
negociaciones se mantenían con el visto bueno del
Consejo de Comisarios del Pueblo o del CC. Pero no
era así, camaradas. El CC y el Consejo de
Comisarios del Pueblo no tenían nada que ver con el
asunto. Posteriormente, al enterarse de esas
negociaciones, el CC dispuso que se cortasen. Pero
queda una cuestión: ¿quién sancionó esas
negociaciones? Resulta que las había sancionado un
adjunto de Rykov con el conocimiento y el acuerdo
de Rykov.
¿Qué es esto?, ¿trabajo colectivo?
Tercer ejemplo. Se refiere al abastecimiento de
maquinaria agrícola a los kulaks y campesinos
medios. El Consejo Económico de la RSFSR, que
preside uno de los adjuntos de Rykov en la RSFSR,
dispuso disminuir el número de máquinas agrícolas
destinadas a los campesinos medios y aumentar el
número destinado a las capas superiores del campo,
es decir, a los kulaks. Dice así esa disposición
antipartido y antísoviética del Consejo Económico de
la RSFSR:

«Para las RSSA, de Kazajia y Bashkiría, los


territorios de Siberia y del Bajo Volga y las regiones
del Volga Medio y de los Urales, los porcentajes de
venta de maquinaria y aperos agrícolas señalados en
el presente punto se elevan al 20% para las capas
superiores de la aldea y se rebajan al 30% para las
capas medias».

¿Qué os parece? El Consejo Económico de la


RSFSR, en un período de intensa ofensiva del
Partido contra los kulaks y de organización de las
masas de campesinos pobres y medios contra los
kulaks, acuerda rebajar la norma de venta de
maquinaria a los campesinos medios y elevar la
norma de venta a las capas superiores de la aldea.
¡Y eso se llama política leninista, comunista!
Posteriormente, cuando el CC se enteró del caso,
anuló la decisión del Consejo Económico. Pero
¿quién sancionó esta disposición antisoviética? La
sancionó uno de los adjuntos de Rykov, con el
conocimiento y el acuerdo de Rykov.
¿Qué es esto?, ¿trabajo colectivo?
Me parece que bastan estos ejemplos para mostrar
cómo practican el trabajo colectivo Rykov y sus
adjuntos.

c) La lucha contra la desviación de derecha


Bujarin hablaba de la «ejecución civil» de tres
miembros del Buró Político, con quienes, según sus
palabras, «se metían» las organizaciones de nuestro
Partido. Ha dicho que el Partido había decretado la
«ejecución civil» de tres miembros del Buró Político,
Bujarin, Rykov y Tomski, criticando sus errores en la
prensa y en asambleas, mientras ellos, estos tres
miembros del Buró Político, se veían «obligados» a
callar.
Todo son estupideces, camaradas. Estas son
esto
falsedades de un comunista liberalizante, que intenta
debilitar al Partido en su lucha contra la desviación
derechista. Según Bujarin, si él y sus amigos se
hunden en los errores de una desviación derechista,
el Partido no es quién para desenmascarar estos
errores y debe cesar la lucha contra la desviación
derechista en espera de que a Bujarin y a sus amigos
se les antoje rectificarlos.
¿No nos pedirá Bujarin demasiado? ¿Cree, acaso,
que el Partido existe para él, y no él para el Partido?
¿Quién le obliga a callar, a cruzarse de brazos cuando
el Partido entero está movilizado contra la desviación

222

derechista y desencadena ataques resueltos contra las


dificultades? ¿Por qué Bujarin y sus amigos íntimos
no intervienen ahora y no emprenden una lucha
decidida contra la desviación derechista y contra la
actitud conciliadora hacia ella? ¿Puede nadie dudar
de que el Partido vería con agrado y sus
que Bujarin
amigos íntimos se decidiesen a
paso, que no
dar este
es tan difícil? ¿Por qué no se deciden a dar este paso,
que es, en fin de cuentas, una obligación para ellos?
¿No será porque los intereses de su grupo están, para
ellos, por encima de los intereses del Partido y de su
línea general? ¿Quién tiene la culpa de que Bujarin,
Rykov y Tomski brillen por su ausencia en la lucha
contra la desviación de derecha? ¿No es evidente que
esa charlatanería acerca de la «ejecución civil» de
tres miembros del Buró Político no es sino un intento
mal disfrazado de estos tres miembros del Buró
Político de obligar al Partido a callar y a suspender la
lucha contra la desviación derechista?
La lucha contra la desviación derechista no se
puede considerar una tarea secundaria de nuestro
Partido; la lucha contra la desviación derechista es
una de las tareas decisivas de nuestro Partido. Si en
nuestro propio seno, dentro de nuestro propio
Partido, en el Estado Mayor político del proletariado,
que dirige el movimiento y lleva adelante al
proletariado; si en el seno de ese Estado Mayor
permitiésemos la libre existencia y la libre actuación
de los desviacionistas de derecha, que intentan
desmovilizar al Partido, descomponer la clase obrera,
adaptar nuestra política al gusto de la burguesía
«soviética» y capitular, de este modo, ante las
dificultades de nuestra obra de edificación socialista;
si permitiésemos todo esto, ¿qué significaría? ¿No
significaría que acabábamos paulatinamente con la
revolución, que descomponíamos nuestra obra de
edificación socialista, rehuíamos las dificultades y
abandonábamos las posiciones a los elementos
capitalistas?
¿Comprende el grupo de Bujarin que renunciar a
la lucha contra la desviación derechista equivale a
traicionar a la clase obrera, a traicionar la
revolución?
¿Comprende el grupo de Bujarin que, sin derrotar
a la desviación derechista y la actitud conciliadora
hacia ella, es imposible vencer las dificultades que se
alzan ante nosotros, y que, sin vencer estas
dificultades, jamás podremos lograr éxitos decisivos
en la edificación del socialismo?
¿Qué vale, después de todo esto, esa lamentable
frase de la «ejecución civil» de tres miembros del
Buró Político?
No, camaradas, los bujarinistas no asustarán al
Partido con esas charlatanerías liberales de
«ejecuciones civiles». El Partido exige de ellos una
lucha resuelta contra la desviación derechista y
contra la actitud conciliadora hacia ella, hombro con
hombro con todos los miembros del CC de nuestro

J. V. Stalin

Partido. Y exige esto del grupo de Bujarin para


facilitar la movilización de la clase obrera, romper la
resistencia de los enemigos de clase y organizar la
lucha enérgica contra las dificultades con que
tropieza nuestra edificación socialista.
O los bujarinistas cumplen esta condición del
Partido, que, en tal caso, los recibirá con los brazos
abiertos, o no la cumplen, y entonces habrán de
atenerse a las consecuencias.

E� TOR�O A LAS CUESTIO�ES DE LA


POLÍTICA AGRARIA DE LA URSS

Discurso en la Conferencia de especialistas


agrarios marxistas
279
27 de diciembre de 1929

Camaradas: El hecho principal de nuestra vida


económica y social en el momento presente, y que a
todos llama la atención, es el gigantesco desarrollo
del movimiento koljosiano.
El rasgo distintivo del actual movimiento
koljosiano estriba en que a los koljoses no afluyen
sólo grupos sueltos de campesinos pobres, como
ocurría hasta ahora, sino también las masas de
campesinos medios. Esto quiere decir que el
movimiento que
koljosiano, antes abarcaba
únicamente algunos grupos y capas de trabajadores
campesinos, se ha convertido en un movimiento de
millones y millones de campesinos, de las masas
fundamentales campesinas. Eso, entre otras cosas, es
lo que explica el hecho extraordinariamente
importante de que el movimiento koljosiano,
transformado en creciente y poderoso alud contra los
kulaks, barra a su paso la resistencia del kulak, acabe
con el kulakismo y abra el camino para una amplia
obra de edificación socialista en el campo.
Pero, si tenemos razones para enorgullecernos de
los éxitos prácticos logrados en la edificación
socialista, no podemos decir lo mismo en cuanto a
los éxitos de nuestra labor teórica por lo que se
refiere a la economía en general, y a la agricultura en
particular. Lejos de ello, hay que reconocer que
nuestra teoría va retrasada de nuestros éxitos
prácticos, que existe cierta disparidad entro los éxitos
prácticos y el desarrollo de la teoría. Y, sin embargo,
es necesario que la labor teórica no sólo no se quede
atrás de la práctica, sino que se adelante a ella,
pertrechando a nuestros trabajadores prácticos en su
lucha por el triunfo del socialismo.
No voy a detenerme a demostrar la importancia de
la teoría. Vosotros la conocéis de sobra. Es sabido
que la teoría, cuando lo es de veras, da a los
trabajadores prácticos capacidad de orientación,

279
La Conferencia de especialistas agrarios marxistas, convocada
por la Academia Comunista aneja al CEC de la URSS,
transcurrió del 20 al 27 de diciembre de 1929. J. V. Stalin
pronunció su discurso «En torno a las cuestiones de la política
agraria de la URSS» el 27 de diciembre, en la reunión plenaria de
clausura de la Conferencia.

claridad de perspectivas, seguridad en el trabajo, fe


en el triunfo de nuestra causa. Y todo ello tiene -y no
puede ser de otra manera- una importancia
formidable para nuestra obra de edificación
socialista. Lo es que empezamos a flaquear
malo
precisamente en este terreno, en el estudio teórico de
las cuestiones de nuestra economía.
¿Cómo, si no, se explica que en nuestro país, en
nuestra vida política y social, sigan circulando aún
diversas teorías burguesas y pequeñoburguesas en
torno a las cuestiones de nuestra economía? ¿Cómo
se explica que estas teorías de mayor o menor vuelo
no hayan encontrado hasta ahora la réplica adecuada?
¿Cómo se explica que comiencen a ser relegadas al
olvido, que no se popularicen en nuestra prensa, que
no se destaquen a primer plano, no se sabe por qué,
algunas tesis fundamentales de la economía política
marxista-leninista, que san el antídoto más eficaz
contra esas teorías burguesas y pequeñoburguesas?
¿Acaso es difícil comprender que, sin una lucha
implacable contra las teorías burguesas, sostenida
sobre la base de la teoría marxista-leninista, es
imposible el triunfo completo sobre los enemigos de
clase?
La nueva experiencia práctica suscita un nuevo
modo de abordar los problemas de la economía del
período de transición. De un modo nuevo se plantean
ahora las cuestiones de la Nep, de las clases, del
ritmo de la edificación, de la ligazón de los obreros y
los campesinos de la política del Partido. Y para no
quedarse atrás de la experiencia práctica, hay que
preocuparse ahora mismo de estudiar todos estos
problemas desde el punto de vista de la nueva
situación. De otra manera será imposible acabar con
esas teorías burguesas, que ofuscan a nuestros
trabajadores prácticos. De otra manera será imposible
extirpar esas teorías, que adquieren la solidez de
prejuicios, pues sólo luchando contra los prejuicios
burgueses en el terreno de la teoría podremos
fortalecer las posiciones del marxismo-leninismo.
Permitidme que
pase a examinar los rasgos
característicos siquiera sea de algunos de esos
prejuicios burgueses que ostentan el nombre de
teorías, y demostrar su inconsistencia al tiempo que
esclarecemos algunos de los problemas cardinales de
nuestra edificación.
224

I. La teoría del «equilibrio»


Sabréis, sin duda alguna, que a estas alturas
todavía circula entre los comunistas la llamada teoría
del "equilibrio» de los sectores de nuestra economía
nacional. Esta teoría no tiene, naturalmente, nada de
común con el marxismo. Sin embargo, la propagan
algunos individuos del campo de los desviacionistas
de derecha.
Según esa teoría, tenemos ante todo un sector
socialista, que forma una especie de compartimento,
y, además, un sector no socialista, capitalista si
queréis, que forma otro compartimento diferente.
Ambos compartimentos se deslizan por carriles
distintos y avanzan tranquilamente, sin rozarse
siquiera. La geometría nos dice que dos líneas
paralelas no se encuentran nunca. Pero los autores de
esta magnifica teoría entienden que esos sectores
paralelos llegarán a reunirse un día, y que el día en
que se reúnan advendrá en nuestro país el socialismo.
Esa teoría no tiene en cuenta que detrás de tales
«compartimentos» están las clases, y que los
«compartimentos» en cuestión avanzan en medio de
una furiosa lucha de clases, de una lucha a vida o
muerte, de urna lucha bajo el signo de «quién
vencerá a quién».
No es difícil comprender que esa teoría no tiene
nada de común con el leninismo. No es difícil
comprender que, objetivamente, esa teoría se marca
la finalidad de defender las posiciones de la hacienda
campesina individual, de proporcionar a los
elementos kulaks una «nueva» arma teórica en su
lucha contra los koljoses y de desacreditar las
posiciones de los koljoses.
Y, sin embargo, esa teoría sigue hasta hoy
circulando en nuestra prensa. Y no se puede decir
que nuestros teóricos la hayan combatido en serio, ni
mucho menos que le hayan asestado golpes
demoledores. ¿Cómo se explica esta incongruencia,
si no es por el atraso de nuestra teoría?
Bastaría, sin embargo, con sacar del arsenal del
marxismo la teoría de la reproducción y
contraponerla a esa teoría del equilibrio de los
sectores, para que no quedase de esta última piedra
sobre piedra. En efecto, la teoría marxista de la
reproducción nos enseña que no
la sociedad moderna
puede desarrollarse sin acumular año tras año, y para
poder acumular no hay más camino que la
reproducción ampliada de año en año. Esto es claro y
comprensible. Nuestra gran industria socialista
centralizada se desarrolla según la teoría marxista de
la reproducción ampliada, pues su volumen crece
todos los años, tiene sus acumulaciones y avanza a
pasos de siete leguas.
Pero nuestra gran industria no es toda la economía
nacional. Al contrario: en nuestra economía nacional
sigue predominando aún la pequeña hacienda
campesina. ¿Se puede afirmar que nuestra pequeña
hacienda campesina se rige, en su desarrollo, por el

J. V. Stalin

principio de la reproducción ampliada? No, no puede


afirmarse. pequeña
Nuestra hacienda campesina,
lejos de ajustarse, en su conjunto, a la reproducción
ampliada de año en año, experimenta lo contrario,
pues es muy raro que pueda incluso llegar a la
reproducción simple. ¿Se puede impulsar con ritmo
acelerado nuestra industria socializada, teniendo una
base agrícola como la pequeña hacienda campesina,
incapaz de la reproducción ampliada y que, por si
fuera poco, es la fuerza predominante de nuestra
economía nacional? No, no es posible. ¿Se podría,
durante un período más o menos largo, asentar el
Poder Soviético y la edificación socialista sobre esas
dos bases distintas: sobre la base de la industria
socialista, la más grande y concentrada, y sobre la
base de la pequeña economía
mercantil campesina, la
más dispersa y atrasada? No, esto no sería posible.
Tarde o temprano conducirla necesariamente a un
total derrumbamiento de toda la economía nacional.
¿Dónde está, pues, la solución? La solución está
en ampliar las haciendas agrícolas, en hacer la
agricultura apta para la acumulación, para la
reproducción ampliada, transformando de este modo
la base agrícola de la economía nacional.
Pero ¿cómo conseguirlo?
Para ello hay dos caminos. Existe el camino
capitalista, que consiste en ampliar mediante su
fusión las haciendas agrícolas implantando en ellas el
capitalismo, lo cual implica el empobrecimiento del
campesino y el desarrollo de empresas capitalistas en
la agricultura. Nosotros rechazamos ese método
como incompatible con la economía soviética.
Pero hay otro camino, el camino socialista, el cual
consiste en organizar en la agricultura los koljoses y
sovjoses y que conduce a la agrupación de las
pequeñas haciendas campesinas en grandes
haciendas colectivas, equipadas con los elementos de
la técnica y la ciencia y capaces de seguir
progresando, puesto que pueden ejercer la
reproducción ampliada.
Por tanto, la cuestión está planteada así: o un
camino, u otro; o marchamos hacia atrás, hacia el
capitalismo, o hacia adelante, hacia el socialismo. No
hay ni puede haber un tercer camino.
La teoría del «equilibrio» es el intento de trazar
un tercer camino. Precisamente por eso, porque basa
sus cálculos en ese (inexistente) tercer camino, es
una teoría utópica y antimarxista.
Como veis, bastaba contraponer la teoría de Marx
sobre la reproducción a la teoría del «equilibrio» de
los sectores, para que no quedase de esta última
piedra sobre piedra.
¿Por qué no lo hacen nuestros especialistas
agrarios marxistas? ¿A quién puede beneficiar que
esa ridícula teoría del «equilibrio» siga circulando en
nuestra prensa y, en cambio, permanezca archivada
la teoría marxista de la reproducción?
En torno a la cuestión de la política agraria de la URSS

II. La teoría de la «espontaneidad» en la


edificación socialista
Pasemos a examinar el segundo prejuicio
arraigado en la economía política, la segunda teoría
de tipo burgués. Me refiero a la teoría de la
«espontaneidad» en la edificación socialista, teoría
que nada tiene que ver con el marxismo y que, sin
embargo, propagan celosamente nuestros camaradas
del campo derechista.
Los autores de esta teoría afirman, sobre poco
más o menos, lo siguiente: en nuestro país existía el
capitalismo, la industria se desarrollaba sobre una
base capitalista, y el campo marchaba detrás de la
ciudad capitalista de un modo espontáneo, de por sí,
transformándose a imagen y semejanza de la ciudad
capitalista. Pues bien, si bajo el capitalismo ocurría
así, ¿por qué no ha de ocurrir lo mismo con la
economía soviética? ¿Por qué el campo, la pequeña
hacienda campesina, no puede marchar
espontáneamente tras de la ciudad socialista,
transformándose también espontáneamente a imagen
y semejanza de ella? Los autores de esta teoría
afirman, apoyándose en este argumento, que el
campo puede marchar tras de la ciudad socialista de
un modo espontáneo. De ahí la pregunta: ¿merece la
pena preocuparse tanto de la creación de sovjoses y
koljoses?, ¿merece la pena que rompamos lanzas por
ello, si el campo puede, sin necesidad de más,
marchar tras de la ciudad socialista?
Ahí tenéis otrateoría que, objetivamente, se
propone colocar en manos de los elementos
capitalistas del campo una nueva arma para su lucha
contra los koljoses.
El fondo antimarxista de esa teoría no deja lugar a
dudas.
¿No es extraño que nuestros teóricos no hayan
encontrado aún, a estas alturas, tiempo para demoler
tan peregrina teoría, que ofusca a nuestros
trabajadores prácticos del movimiento koljosiano?
El papel dirigente de la ciudad socialista respecto
al campo individualista, en el que prevalece la
pequeña hacienda campesina, es, sin duda, grande e
inestimable. En ello, precisamente, se basa el papel
transformador de la industria con relación a la
agricultura. Pero ¿acaso basta eso para que el campo,
con su pequeña hacienda campesina, marche por
propio impulso tras de la ciudad por el cauce de la
edificación socialista? No, no basta.
Bajo el capitalismo, el campo seguía
espontáneamente a la ciudad, porque la economía
capitalista de la ciudad y la pequeña economía
mercantil del campesino individual son, en el fondo,
un solo tipo de economía. Naturalmente, la pequeña
economía mercantil del campesino no es aún una
economía capitalista. Pero, en el fondo, es el mismo
tipo de economía que el capitalismo, puesto que se
apoya en la propiedad privada sobre los medios de
producción. Lenin tiene mil veces razón cuando, en

225

sus notas relativas al folleto «La economía del


período de transición» de Bujarin, habla de la
«tendencia mercantil-capitalista de los campesinos»
en contraste con la «tendencia socialista del
proletariado». Eso, precisamente, explica por qué «la
pequeña producción engendra capitalismo y
burguesía constantemente, cada día, cada hora,
espontáneamente y en masa» (Lenin).
¿Puede que la pequeña
afirmarse economía
mercantil campesina sea también, en esencia, un
mismo tipo de economía que la producción socialista
de la ciudad? Es evidente que no puede afirmarse tal
cosa sin romper con el marxismo. De otro modo,
Lenin no diría que «mientras vivamos en un país de
pequeñas haciendas campesinas, el capitalismo
tendrá en Rusia una base económica más sólida que
el comunismo».
Por tanto, la teoría de la «espontaneidad» en la
edificación socialista es una teoría podrida,
antileninista.
Por tanto, para que el campo, con sus pequeñas
haciendas campesinas, siga a la ciudad socialista,
hace falta, aparte de todo lo demás, una cosa:
implantar en el campo grandes haciendas socialistas,
bajo la forma de sovjoses y koljoses, como base del
socialismo, capaces de arrastrar consigo, con la
ciudad socialista a la cabeza, a las grandes masas
campesinas.
Por tanto, la teoría de la «espontaneidad» en la
edificación socialista es una teoría antimarxista. La
ciudad socialista sólo puede arrastrar consigo al
campo, con sus pequeñas haciendas campesinas,
implantando koljoses y sovjoses en el campo y
transformando la aldea de un modo nuevo, al modo
socialista.
Es extraño que esta teoría antimarxista de la
«espontaneidad» en la edificación socialista no haya
encontrado hasta hoy la merecida réplica por parte de
nuestros teóricos agrarios.

III. La teoría de la «estabilidad» de la pequeña


hacienda campesina
Pasemos a examinar el tercer prejuicio arraigado
en laeconomía política: la teoría de la «estabilidad»
de la pequeña hacienda campesina. Nadie ignora las
objeciones de la economía política burguesa a la
conocida tesis del marxismo, que afirma las ventajas
de las grandes explotaciones sobre las pequeñas, tesis
que, según sus impugnadores, sólo rige para la
industria, pero que es inaplicable a la agricultura. Los
teóricos socialdemócratas del tipo de David y de
Hertz, que propugnan esta teoría, intentan
«apoyarse» en el hecho de que el pequeño campesino
es paciente y sufrido, que está dispuesto a afrontar
todas las privaciones con tal de defender su puñado
de tierra, por cuya razón la pequeña hacienda
campesina da muestras de estabilidad en la lucha
contra la gran hacienda agrícola.

226

No es comprender
difícil que semejante
«estabilidad» es peor que cualquier inestabilidad. No
es difícil comprender que el móvil de esta teoría
antimarxista no es otro que ensalzar y afianzar el
régimen capitalista, ruinoso para las masas de
millones de pequeños campesinos. Precisamente por
eso, porque persigue ese móvil, es por lo que a los
marxistas les ha sido tan fácil destruir esta teoría.
Pero ahorano se trata de eso. De lo que se trata es
de que nuestra experiencia práctica, la realidad de
nuestro país aporta nuevos argumentos contra esa
teoría, y nuestros teóricos, inexplicablemente, no
quieren o no saben utilizar esta nueva arma contra los
enemigos de la clase obrera. Me refiero a la
experiencia práctica de la supresión de la propiedad
privada sobre la tierra, a la experiencia práctica de la
nacionalización de en nuestro país, que
la tierra
emancipa al pequeño campesino del apego servil a su
puñado de tierra, facilitando con ello el paso de la
pequeña hacienda campesina a la gran hacienda
colectiva.
En efecto, ¿qué es lo que que inspira
inspiraba, lo
y lo que todavía seguirá pequeño
inspirando al
campesino de la Europa Occidental ese apego por su
pequeña hacienda mercantil? Ante todo y sobre todo,
el puñado de tierra de su propiedad, la propiedad
privada sobre la tierra. Se pasaba años enteros
ahorrando para comprar unos terrones y, cuando
lograba adquirirlos, era natural que no quisiera
perderlos, que prefiriera pasar por toda clase de
privaciones, que prefiriera vivir en el salvajismo y en
la miseria, antes que perder ese puñado de tierra,
base de su hacienda individual.
¿Puede afirmarse que ese factor sigue existiendo
en la misma forma en nuestro país, dentro de las
condiciones del régimen soviético? No, no puede
afirmarse. No puede afirmarse, porque en nuestro
país no hay propiedad privada sobre la tierra. Y
precisamente por ello, porque en nuestro país no hay
propiedad privada sobre la tierra, nuestros
campesinos no tienen ese apego servil por la tierra
que sienten los campesinos del Occidente. Y esta
circunstancia no puede por menos de facilitar el paso
de la pequeña hacienda campesina al cauce de los
koljoses.
Tal es una de las causas de que a las grandes
haciendas agrícolas, a los koljoses, les sea tan fácil,
en nuestro país, bajo las condiciones creadas por la
nacionalización de la tierra, demostrar sus ventajas
sobre la pequeña hacienda campesina.
Ahí reside la gran importancia revolucionaria de
las leyes agrarias soviéticas, que suprimieron la renta
absoluta del suelo, abolieron la propiedad privada
sobre la tierra y decretaron su nacionalización.
Y esto nos brinda, por tanto, un nuevo argumento
contra los economistas burgueses, que proclaman la
estabilidad de la pequeña hacienda campesina en la
lucha de ésta contra la hacienda grande.

J. V. Stalin

¿Por qué nuestros teóricos agrarios no utilizan a


fondo este nuevo argumento en su lucha contra toda
suerte de teorías burguesas?
Al proceder a la nacionalización de la tierra,
partimos, entre otras cosas, de las premisas teóricas
que contienen el tercer tomo de «El Capital», la
conocida obra de Marx «Teorías de la plusvalía» y
los trabajos agrarios de Lenin, que son un riquísimo
venero de pensamientos esto, me
teóricos. Al decir
refiero a en general, y a
la teoría de la renta del suelo
la teoría de la renta absoluta del suelo en particular.
Hoy es evidente que las tesis teóricas contenidas en
estas obras han sido brillantemente confirmadas por
la experiencia práctica de nuestra edificación
socialista en la ciudady en el campo.
Lo único que no se comprende es por qué las
teorías anticientíficas de los economistas
«soviéticos» tipo Chaiánov pueden circular
libremente en nuestra prensa y los geniales trabajos
de Marx, Engels y Lenin sobre la teoría de la renta
del suelo y de la renta absoluta del suelo, lejos de ser
popularizados y destacados a un primer plano, deben
permanecer arrumbados.
Recordaréis, sin duda, el conocido folleto de
Engels «El problema campesino». Recordaréis, sin
duda, con qué prudencia aborda Engels el problema
del paso de los pequeños campesinos a la senda de la
economía cooperativa, a la senda de la economía
colectiva. Permitidme que cite el pasaje del folleto de
Engels que trata de esto:
«Nosotros estamos resueltamente de parte del
pequeño campesino; haremos todo cuantosea
admisible para hacer más llevadera su suerte, para
hacerle más paso al régimen cooperativo,
fácil el
caso de que se decida a él, e incluso para facilitarle
un largo plazo de tiempo para que lo piense en su
280
parcela, si no se decide a tomar todavía esta
281
determinación».

Veis con qué prudencia aborda Engels la cuestión


del paso de la hacienda campesina individual a la vía
del colectivismo. ¿Cómo se explica esa prudencia de
Engels, que a primera vista podría parecer
exagerada? ¿De qué premisa parte al razonar así?
Indudablemente, parte de la existencia de la
propiedad privada sobre la tierra, del hecho de que el
campesino posee «su parcela», de la cual le costará
trabajo desprenderse. Tal es el campesino del
Occidente. Tal es el campesino de los países
capitalistas, en los que existe la propiedad privada
sobre la tierra. Se comprende que en este caso se
requiera gran prudencia.
280
Subrayado por mí. J. St.
281
F. Engels, «El problema campesino en Francia y en
Alemania», pág. 66, ed. en ruso, 1922 (véase: C. Marx y F.
Engels, Obras escogidas en dos tomos, t. II, pág. 409, ed. en
español, Moscú, 1952).

En torno a la cuestión de la política agraria de la URSS

¿Puede afirmarse que en nuestro


país, en la
URSS, exista la misma no puede
situación? No,
afirmarse. Y no puede afirmarse, porque en la URSS
no existe propiedad privada sobre la tierra, que es lo
que infunde al campesino el apego a su hacienda
individual. No puede afirmarse, porque en la URSS
la tierra está nacionalizada, y ello facilita el paso del
campesino individual al cauce del colectivismo.
He ahí una de las causas de la facilidad y la
rapidez relativas con que en nuestro país se desarrolla
últimamente el movimiento koljosiano.
Es lamentable que nuestros teóricos agrarios no
hayan intentado aún poner de relieve con la debida
claridad esta diferencia entre la situación del
campesino en y en el Occidente. Esta labor
la URSS
tendría, sin embargo, una importancia formidable no
sólo para nosotros, para los militantes soviéticos,
sino también para los comunistas de todos los países;
pues para la revolución proletaria en los países
capitalistas no es lo mismo que, al día siguiente de la
toma del Poder por el proletariado, haya que edificar
el socialismo sobre la base de la nacionalización de
la tierrao sin esta base.
En un artículo publicado hace poco en la prensa
(«El año del gran viraje»), exponía yo los conocidos
argumentos en pro de la superioridad de la gran
hacienda agrícola sobre la pequeña, refiriéndome a
los grandes sovjoses. Huelga demostrar que todos
esos argumentos son íntegra y completamente
aplicables a los koljoses, que también son grandes
unidades económicas. Y al decir esto, no me refiero
solamente a los koljoses más desarrollados, que
poseen una base de máquinas y tractores, sino
también a los koljoses de tipo primario, que
representan, por decirlo así, el período manufacturero
del desarrollo de los koljoses y que se valen de los
aperos de los campesinos. Me refiero a esos koljases
de tipo primario que se crean actualmente en las
zonas de colectivización total y que se basan en la
simple reunión de los instrumentos de producción de
los campesinos.
Tomemos, por ejemplo, los koljoses de la zona
del Jopior, en la antigua región del Don. A primera
vista, si tomamos en consideración los elementos
técnicos, estos koljoses no parecen diferenciarse en
nada de la pequeña hacienda campesina (pocas
máquinas, pocos tractores). Sin embargo, la simple
reunión de los instrumentos campesinos en los
koljoses produce un efecto con el que ni siquiera
habían soñado nuestros trabajadores prácticos.
¿Cómo se concreta este efecto? El paso de los
campesinos a los koljoses se ha traducido en un
aumento del 30, del 40 y del 50% del área de cultivo.
¿Cómo explicarse este efecto «vertiginoso»? Por el
hecho de que los campesinos, impotentes bajo el
régimen del trabajo individual, se han convertido en
una fuerza poderosísima al reunir sus instrumentos
de trabajo y agruparse en los koljoses. Por el hecho

227

de que los campesinos se en condiciones


han puesto
de explotar las tierras y vírgenes, que bajo el
baldías
régimen de trabajo individual eran difícilmente
cultivables. Por el hecho de que los campesinos se
han colocado en condiciones de tomar las tierras
vírgenes en sus manos, de poner en cultivo los
yermos, los pegujales, los linderos, etc.
El cultivo de las tierras baldías y vírgenes es de
importancia capital para nuestra agricultura. Como
sabéis, la cuestión agraria fue en tiempos pasados el
eje del movimiento revolucionario en Rusia. Sabéis
que el movimiento agrario se proponía, entre otras
cosas, acabar con la escasez de tierras. Había por
aquel entonces muchos que pensaban que la escasez
de tierras era absoluta; es decir, que en Rusia no
había ya tierras libres aptas para el cultivo. ¿Y qué ha
demostrado la realidad? Hoy es de una evidencia
absoluta que en la URSS había y hay decenas de
millones de hectáreas de tierras incultas; pero el
campesino, con sus pobres instrumentos de trabajo,
no tenía la menor posibilidad de cultivarlas.
Precisamente por eso, porque se veía imposibilitado
de cultivar las tierras vírgenes y baldías, se sentía
atraído por las «tierras fáciles», por las tierras de
propiedad de los terratenientes, por las tierras que el
campesino podía cultivar con sus aperos y su trabajo
individual. Este era el origen de la «escasez de
tierras». No es, pues, extraño que nuestro «Trust de
los cereales», dotado de tractores, esté hoy en
condiciones de poner en explotación unos veinte
millones de hectáreas de tierras incultas, no ocupadas
por los campesinos y que habría sido imposible
cultivar bajo el sistema del trabajo individual y con
los aperos de la pequeña hacienda campesina.
La importancia del movimiento koljosiano en
todas sus fases -tanto en su fase primaria como en su
fase más avanzada, en que ya está dotado de
tractores- estriba, entre otras cosas, en que los
campesinos pueden poner ahora en cultivo las tierras
baldías y vírgenes. Ese es el secreto del formidable
aumento de la superficie de siembra, tan pronto como
los campesinos pasan al sistema del trabajo colectivo.
Ahí reside una de las causas de la superioridad de los
koljoses respecto a la hacienda campesina individual.
Huelga decir que la superioridad de los koljoses
respecto a la hacienda campesina individual será
todavía más innegable cuando esos koljoses de tipo
primario de las zonas de colectivización total cuenten
con la ayuda de nuestras estaciones y columnas de
máquinas y tractores, cuando los koljoses mismos
puedan concentrar en sus manos los tractores y las
segadoras-trilladoras.

IV. La ciudad y el campo


Hay un prejuicio, cultivado por los economistas
burgueses, el de las llamadas al que se debe
«tijeras»,
declarar una guerra implacable, como a todas las
demás teorías burguesas extendidas, por desgracia,

228

en la prensa soviética. Me refiero a la teoría de que la


Revolución de Octubre ha dado a los campesinos
menos que la revolución de febrero, de que, hablando
en propiedad, la Revolución de Octubre no ha dado
nada a los campesinos.
Este prejuicio lo mantuvo algún tiempo en
circulación en nuestra prensa un economista
«soviético». Cierto que ese economista «soviético»
se desdijo más tarde de su teoría. (Una voz: «¿Quién
era?».) Era Groman. Pero la oposición trotskista-
zinovievista la recogió y la utilizó contra el Partido.
Y no hay razón alguna para afirmar que en la
actualidad no siga circulando entre los medios
«soviéticos».
Es un problema muy importante, camaradas. Es
algo que afecta a las relaciones entre la ciudad y el
campo, a la supresión de la oposición entre la ciudad
y el campo; afecta al candente problema de las
«tijeras». Por eso creo que merece la pena que nos
ocupemos de esta peregrina teoría.
¿Es cierto que la Revolución de Octubre no ha
dado nada a los campesinos? Acudamos a los hechos.
Tengo aquí el conocido resumen del conocido
especialista en estadística camarada Nernchínov,
publicado en mi artículo «En el frente de los
282.
cereales» De este resumen se desprende que, antes
de la revolución, los terratenientes «producían» un
mínimo de 600 millones de puds de cereales. Es
decir, que los terratenientes disponían entonces de
unos 600 millones de puds de cereales.
Según ese resumen, los kulaks «producían» en
aquella época 1.900 millones de puds. Era una fuerza
muy considerable la que los kulaksposeían entonces.
Los campesinos pobres y medios producían, a su
vez, según el mismo resumen, 2.500 millones de
puds.
Tal era la situación en la vieja aldea, en la aldea
de antes de la Revolución de Octubre.
¿Qué cambios se han operado en el campo
después de Octubre? Tomaré las cifras del citado
resumen estadístico. Fijémonos, por ejemplo, en
1927. ¿Cuánto produjeron ese año los terratenientes?
Es lógico que no produjeron ni podían producir nada,
ya que los terratenientes por la
fueron suprimidos
Revolución de Octubre. Y es bien comprensible que
esto debía ser un gran alivio para los campesinos, que
de tal modo se libraron del yugo de los terratenientes.
Esto ha sido, indudablemente, un gran beneficio para
los campesinos, beneficio que deben a la Revolución
de Octubre.
¿Cuánto produjeron los kulaks en 1927? 600
millones de puds de cereales, en vez de 1.900
millones. Es decir, que el período posterior a la
Revolución de Octubre redujo la fuerza de los kulaks
a menos de un tercio. Es bien comprensible que esto
debía ser por fuerza un alivio en la situación de los
campesinos pobres y medios.

282
Véase: J. V. Stalin, Obras, t. 11, págs. 84-100, ed. en español.

J. V. Stalin

¿Y cuánto produjeron en 1927 los campesinos


pobres y medios? 4.000 millones de puds, en vez de
2.500 millones. Es decir, que, después de la
Revolución de Octubre, los campesinos pobres y
medios han llegado a producir 1.500 millones de
puds de cereales más que antes de la revolución.
Tales son los hechos, demostrativos de que los
campesinos pobres y medios han obtenido de la
Revolución de Octubre ventajas colosales.
He ahí lo que la Revolución de Octubre ha dado a
los campesinos pobres y medios.
¿Cómo, después de esto, se puede afirmar que la
Revolución de Octubre no ha dado nada a los
campesinos?
Pero esto no es todo, camaradas. La Revolución
de Octubre suprimió la propiedad privada sobre la
tierra, acabó con el régimen de compraventa de la
tierra, implantó la nacionalización del suelo. ¿Qué
significa eso? que ahora, para producir
Significa
cereales, el campesino no necesita ya comprar la
tierra. Antes, se pasaba años y años ahorrando lo
necesario para adquirir tierra, se hundía en un mar de
deudas, se dejaba explotar, todo para adquirir tierra.
Y el dinero invertido en comprar la tierra recargaba,
naturalmente, el coste de la producción de los
cereales.
Hoy, el campesino no necesita hacer eso. Hoy
puede producir cereales sin necesidad de comprar la
tierra. Por consiguiente, los cientos de millones de
rublos que los campesinos gastaban antes en la
compra se quedan ahora en sus bolsillos.
de tierra
¿Representa esto o no un alivio para el campesino?
Claro está que sí.
Prosigamos. Hasta hace poco, el campesino véiase
obligado a arañar la tierra con sus viejos aperos y sus
solas manos. Todo el mundo sabe que el trabajo
individual, con los viejos instrumentos de producción
ya hoy inadecuados, no da el rendimiento
indispensable para una vida llevadera, para elevar de
un modo sistemático el nivel material del campesino,
para desarrollar su cultura y llevarlo al ancho camino
de la edificación socialista. Hoy, después del
desarrollo intensivo del movimiento koljosiano, el
campesino puede asociar su trabajo al trabajo de sus
vecinos, agruparse con ellos en el koljós, roturar las
tierras vírgenes y aprovechar las tierras baldías,
obtener máquinas y tractores, duplicando y hasta
triplicando con ello la productividad de su trabajo.
¿Y qué significa esto? Significa que hoy los
campesinos, gracias a su reunión en koljoses, pueden
producir mucho más que antes con el mismo
esfuerzo. Significa, por tanto, que la producción de
cereales resulta ahora mucho más barata que hasta
últimamente. Significa, finalmente, que, con el
carácter estable de los precios, el campesino puede
sacar de los cereales mucho más de lo que sacaba
antes.
¿Cómo, después de todo esto, se puede afirmar
En torno a la cuestión de la política agraria de la URSS
que la Revolución de Octubre no ha dado ventaja
alguna a los campesinos?
¿No es evidente, acaso, que quienes propalan esas
patrañas calumnian a las claras al Partido y al Poder
Soviético?
Pero ¿qué se desprende de todo ello?
Se desprende que la cuestión de las «tijeras», la
cuestión de acabar con este fenómeno, debe
plantearse hoy de un modo nuevo. Se desprende que,
si el movimiento koljosiano sigue avanzando con el
ritmo actual, las «tijeras» serán suprimidas en un
futuro próximo. Se desprende que el problema de las
relaciones entre la ciudad y el campo se plantea sobre
una base nueva, que la oposición entre la ciudad y el
campo irá borrándose con ritmo acelerado.
Esta circunstancia, camaradas, es de una
importancia formidable para toda nuestra obra de
edificación. Esto hace cambiar la psicología del
campesino y hacia la ciudad. Esto crea un
le orienta
terreno para acabar con la oposición entre
favorable
la ciudad y el campo. Esto da base para que la
consigna del Partido, «de cara al campo», se
complemente con la consigna de los campesinos
koljosianos, «de cara a la ciudad».
Y ello no tiene nada de particular, pues el
campesino recibe ahora de la ciudad máquinas,
tractores, agrónomos, organizadores y, finalmente,
ayuda directa para combatir y vencer a los kulaks. El
campesino de tipo antiguo, con su desconfianza
zoológica hacia la ciudad, en la que veía un
expoliador, va pasando a segundo plano. Lo sustituye
un campesino nuevo, el campesino koljosiano, que
mira a la ciudad con la esperanza de obtener de ella
una ayuda real para la producción. El campesino de
tipo antiguo, temeroso de caer en campesino pobre y
que sólo furtivamente escalaba el puesto de kulak
(¡podían despojarle del derecho electoral!), se ve
sustituído por un nuevo tipo de campesino, ante el
cual se abre una nueva perspectiva: la de entrar en el
koljós y salir de la miseria y la ignorancia para
marchar por el ancho camino del progreso
económico y cultural.
Tal es el giro que toman las cosas, camaradas.
Por eso resulta tanto más lamentable, camaradas,
que nuestros teóricos agrarios no hayan tomado todas
las medidas necesarias para demoler y extirpar las
teorías burguesas de toda laya, que tratan de
desacreditar las conquistas de la Revolución de
Octubre y el creciente movimiento koljosiano.

V. La naturaleza de los koljoses


Los koljoses, como tipo de economía, son una de
las formas de la economía socialista. Acerca da ello
no puede caber ninguna duda.
Uno de los oradores ha hablado aquí para
desacreditar los koljoses. Ha afirmado que los
koljoses, como entidades económicas, no presentan
ninguna afinidad con la forma socialista de

229

economía. Debo manifestar, camaradas, que esta


calificación de los koljoses es absolutamente falsa. Y
no puede haber la menor duda de que no tiene nada
que ver con la realidad.
¿Qué es lo que define un tipo de economía? Son,
evidentemente, las relaciones que se establecen entre
los hombres en el proceso de producción. ¿Qué otra
cosa, si no, podría definir un tipo de economía? ¿Y
acaso en el koljós hay una clase de personas que
poseen los medios de producción y otra clase de
personas carentes de estos medios? ¿Acaso en el
koljós hay clase de explotadores y clase de
explotados? ¿Acaso el koljós no representa la
socialización de los instrumentos fundamentales de
producción sobre la tierra perteneciente al Estado?
¿Qué motivos hay para afirmar que los koljoses,
como tipo de economía, no son una de las formas de
la economía socialista?
Es indudable que en el seno de los koljoses hay
contradicciones. Es indudable que en el seno de los
koljoses hay supervivencias y hasta
individualistas
kulakistas, que aún no han desaparecido, pero que
desaparecerán forzosamente con el tiempo, a medida
que los koljoses se fortalezcan, a medida que se les
dote de maquinaria. Pero ¿acaso se puede negar que,
tomados en conjunto, con todas sus contradicciones y
sus defectos, los koljoses, como hecho económico,
representan, en lo fundamental, una nueva trayectoria
de desarrollo del campo, la trayectoria de desarrollo
socialista del campo, en oposición a la trayectoria
kulakista, capitalista, de desarrollo? ¿Acaso se puede
negar que los koljoses (hablo de los koljoses, y no de
los seudokoljoses) son, atendidas las condiciones de
nuestro país, la base y el foco de la edificación
socialista en el campo, que se han formado en rabiosa
pugna con los elementos capitalistas?
¿No es evidente que carecen de toda base los
intentos de algunos camaradas de desacreditar a los
koljoses y presentarlos como una forma burguesa de
economía?
En 1923 no había aún en nuestro país un
movimiento koljosiano de masas. En su folleto
«Sobre la cooperación», Lenin tuvo presentes todos
los tipos de cooperación, tanto los inferiores (las
cooperativas de consumo y de venta) como los
superiores (la forma koljosiana), ¿Y qué decía
entonces Lenin acerca de la cooperación y de las
empresas cooperativas? Escuchad un pasaje de este
folleto:
«Bajo nuestro régimen actual, las empresas
cooperativas se diferencian de las empresas
capitalistasprivadas por ser empresas colectivas,
283
pero no se diferencian de las empresas socialistas,
siempre y cuando que se basen en la tierra y empleen
medios de producción pertenecientes al Estado, es

283
Subrayado por mí. J. St.

230

decir, a la clase obrera» (t. XXVII, pág. 396).

Como veis, Lenin no toma las cooperativas como


empresas aisladas, sino en relación con nuestro
régimen existente,
ligándolas al hecho de que
funcionan en tierra perteneciente al Estado, en un
país en que los medios de producción pertenecen al
Estado; y al examinarlas de este modo, Lenin afirma
que las empresas cooperativas no se distinguen de las
empresas socialistas.
Así se expresa Lenin, hablando de las empresas
cooperativas en general.
¿No es evidente que lo mismo puede decirse, y
con mayor razón aún, de los koljoses del período
presente?
Eso explica también, entre otras razones, que
Lenin considere que «el simple desarrollo de la
cooperación», bajo las condiciones de nuestro país,
«se con el desarrollo del
identifica socialismo».
Veis, pues, que, al desacreditar a los koljoses, el
orador a que antes me refería ha cometido un error
gravísimo contra el leninismo.
Y de ahí se desprende error que ha cometido
otro
el mismo orador y que se a la lucha de clases
refiere
en los koljoses. Describía este orador tan a lo vivo la
lucha de clases en los koljoses, que parece como si
no se distinguiese de la lucha de clases fuera de ellos.
Más aún: se podría creer que en los koljoses se hace
todavía más encarnizada. Por cierto que no ha sido
ese orador el único en incurrir en este defecto. Las
habladurías acerca de la lucha de clases, los gritos, la
chillería en torno a esa lucha de clases dentro de las
koljoses son hoy algo típico de todos nuestros
charlatanes «izquierdistas», y lo más cómico de los
gritos es que esos alborotadores «ven» lucha de
clases donde no la hay o casi no la hay y, en cambio,
no la ven donde existe y se desborda.
¿Hay elementos de lucha de clases en los
koljoses? Sí, los hay. No puede por menos de haber
elementos de lucha de clases en los koljoses,
existiendo en ellos, como todavía existen, vestigios
de la psicología individualista, e incluso de la
psicología del kulak; existiendo todavía en ellos,
como existe, cierta desigualdad en la situación
económica. Pero ¿puede afirmarse que la lucha de
clases que se desarrolla dentro de las koljoses tiene el
mismo carácter que la que se desarrolla fuera de
ellos? No, no se puede. Ahí reside, precisamente, el
error de nuestros charlatanes «izquierdistas», en que
no ven esta diferencia.
¿Qué representa la lucha de clases fuera de los
koljoses crearse éstos? Representa la lucha
antes de
contra los kulaks, que poseen los instrumentos y
medios de producción, y mediante los cuales
sojuzgan a los campesinos pobres. Representa una
lucha a vida o muerte.
¿Y qué significa la lucha de clases sobre la base
de los koljoses? Significa, ante todo, que el kulak ha

J. V. Stalin

sido derrotado y desposeído de los


instrumentos y
medios de producción. en segundo lugar,
Significa,
que los campesinos pobres y medios se han agrupado
en koljoses, socializando en ellos los instrumentos y
medios fundamentales de producción. Significa, en
fin, que la lucha dentro de ellos se ventila entre los
koljosianos que no se han emancipado aún de las
supervivencias individualistas y kulakistas, y que
intentan aprovecharse de esa desigualdad relativa que
aún subsiste en los koljoses, y los koljosianos que
anhelan desterrar de los koljoses esas supervivencias
y esas desigualdades. ¿No es evidente que sólo a los
ciegos se les puede escapar la diferencia entre la
lucha de clases que se libra sobre la base de los
koljoses y la que se desarrolla fuera de ellos?
Sería un error pensar que, si hay koljoses,
tenemos ya todo
necesario para edificar el
lo
socialismo. Y sería un error de más bulto
todavía
pensar que los koljosianos se han convertido ya en
socialistas. No, costará aún muchos esfuerzos
transformar al campesino koljosiano, corregir su
psicología individualista y hacer de él un auténtico
trabajador de la sociedad socialista. Y este proceso
avanzará más de prisa, conforme proporcionemos
máquinas y tractores a los Pero esto no
koljoses.
afecta en lo más mínimoa la trascendental
importancia de los koljoses como palancas de la
transformación socialista del campo. La gran
importancia de los koljoses consiste, precisamente,
en que son la base fundamental para el empleo de
máquinas y tractores en la agricultura, en que son la
base fundamental para la transformación del
campesino, para cambiar su psicología en el espíritu
del socialismo. Lenin tiene razón cuando dice:

«La labor de rehacer al pequeño agricultor, la


labor de rehacer toda su psicología y todos sus
hábitos es obra de varias generaciones. Resolver este
problema en relación con el pequeño agricultor,
sanear, por decirlo así, toda su psicología,
únicamente puede hacerlo la base material, la
maquinaria, el empleo en gran escala de tractores y
otras máquinas en la agricultura, la electrificación en
escala masiva» (t. XXVI, pág. 239).

¿Quién puede negar


los que
koljoses son,
precisamente, la única economía socialista
forma de
mediante la cual pueden los millones y millones de
pequeños campesinos individuales ser incorporados a
la gran hacienda con sus máquinas y tractores como
palancas del auge económico, como palancas del
desarrollo socialista de la agricultura?
Nuestros charlatanes «izquierdistas» han olvidado
todo esto.
Y también lo ha olvidado nuestro orador.

VI. Los cambios en las relaciones de clase y el


viraje en la política del partido
En torno a la cuestión de la política agraria de la URSS

Finalmente, el problema de los cambios en las


relaciones de clase dentro del país y de la ofensiva
del socialismo contra los elementos capitalistas del
campo.
Lo característico en el trabajo de nuestro Partido
durante el año último consiste en que nosotros, como
Partido y como Poder Soviético,
a) hemos desplegado en todo el frente
la ofensiva
contra los elementos campo,
capitalistas del
b) en que esta ofensiva ha dado y sigue dando,
como es sabido, resultados positivos muy tangibles.
¿Qué significa esto? Significa que hemos pasado
de la política de restricción de las tendencias
explotadoras de los kulaks a la política de liquidación
de los kulaks como clase. Significa que hemos dado
y seguimos dando un viraje decisivo en toda nuestra
política.
Hasta hace poco, el Partido propugnaba restringir
las tendencias explotadoras de los kulaks. Como es
sabido, esta política fue proclamada ya en el VIII
Congreso del Partido. Esta misma política fue
proclamada otra vez al implantarse la Nep y en el XI
Congreso de nuestro Partido. Todos recordaréis la
célebre carta de Lenin sobre las tesis de
Preobrazhenski (de 1922), en la que de nuevo insistía
en la necesidad de aplicar precisamente esta política.
Finalmente, la ratificó el XV Congreso de nuestro
Partido. Es la política que hemos venido aplicando
hasta últimamente.
¿Era acertada esta política? Sí, entonces lo era
indudablemente. ¿Podíamos hace cinco años o
incluso hace tres emprender semejante ofensiva
contra los kulaks? ¿Podíamos en aquel tiempo
confiar en que la ofensiva tuviese éxito? No, no
podíamos. Esto hubiera sido un aventurerismo muy
arriesgado. Esto hubiera sido jugar de un modo
peligrosísimo a la ofensiva, pues hubiéramos
fracasado de seguro, afianzando con ello las
posiciones de los kulaks. ¿Por qué? Porque no
disponíamos aún de esos puntos de apoyo en el
campo que constituyen hoy la extensa red de
sovjoses y koljoses y en los cuales pudiéramos basar
una ofensiva resuelta contra los kulaks. Porque por
aquel entonces no estábamos aún en condiciones de
sustituir la producción capitalista del kulak por la
producción socialista de los koljoses y sovjoses.
En 1926-1927, la oposición zinovievista-trotskista
se esforzó por imponer al Partido la política de
ofensiva inmediata contra los kulaks. El Partido no se
lanzó a esta peligrosa aventura, pues sabía que no es
de gentes serias jugar a la ofensiva. La ofensiva
contra los kulaks es una cosa seria, que no hay que
confundir con las frases declamatorias contra los
kulaks. Ni que confundirla tampoco con la
hay
política de escaramuzas con los kulaks, que la
oposición zinovievista-trotskista se empeñaba en
imponer al Partido. Lanzarse a la ofensiva contra los
kulaks significa aplastarlos y liquidarlos como clase.

231

Si no se persigue este objetivo, la ofensiva no es más


que un tema discursivo, una escaramuza, vacua
charlatanería, cualquier cosa menos una verdadera
ofensiva bolchevique. Lanzarse a la ofensiva contra
los kulaks significa prepararse para ello y asestarles
un golpe serio, tan serio, que no puedan volver a
levantar cabeza. Esto es lo que nosotros, los
bolcheviques, llamamos una verdadera ofensiva.
¿Podíamos emprender esta ofensiva, con perspectivas
de éxito, hace cinco o incluso hace tres años? No, no
podíamos.
En efecto, el kulak producía, en 1927, más de 600
millones de puds de cereales, de los cuales vendía
fuera del campo, por vía de intercambio, unos 130
millones de puds. Era una fuerza bastante seria, que
forzosamente debía tomarse en consideración.
¿Cuánto producían por aquel entonces nuestros
koljoses y sovjoses? Unos 80 millones de puds, de
los que lanzaban al mercado (grano mercantil) unos
35 millones. Juzgad vosotros mismos si, en estas
condiciones, podíamos entonces sustituir la
producción y el grano mercantil de los kulaks por la
producción y el grano mercantil de nuestros koljoses
y sovjoses. Es evidente que no podíamos.
¿Qué hubiera significado, en estas condiciones,
emprender una ofensiva resuelta contra los kulaks?
Hubiera significado un fracaso seguro, afianzar las
posiciones de los kulaks y quedarse sin pan. Por eso
no podíamos ni debíamos acometen entonces una
ofensiva decisiva contra los kulaks, a despecho de las
aventureras tiradas declamatorias de la oposición
zinovievista-trotskista.
¿Y ahora? ¿Cuál es ahora la situación? Ahora
contamos ya con una base material suficientemente
fuerte para asestar golpes a los kulaks, para vencer su
resistencia,para liquidarlos como clase y sustituir su
producción por la producción de los koljoses y
sovjoses. Como es sabido, en 1929, la producción de
cereales de los koljoses y sovjoses no ha bajado de
400 millones de puds (200 millones de puds menos
que la producción global de los kulaks en 1927).
Sabido es asimismo que, en 1929, los koljoses y
sovjoses han lanzado al mercado más de 130
millones de puds (es decir, más que los kulaks en
1927). Y es sabido, finalmente, que, en 1930, la
producción global de cereales de los koljoses y
sovjoses no bajará de 900 millones de puds (es decir,
que excederá a la producción global de los kulaks en
1927), de los cuales irán al mercado 400 millones de
puds, por lo menos (o sea, una cantidad
incomparablemente superior a la de los kulaks en
1927).
Así se plantea actualmente la situación,
camaradas.
Ese es el desplazamiento producido en la
economía de nuestro país.
Hoy contamos, pues, como veis, con la base
material necesaria para sustituir la producción de los

232

kulaks por la producción de los koljoses y sovjoses.


Por eso, precisamente, nuestra ofensiva decisiva
contra los kulaks logra hoy éxitos indudables.
Así es como que lanzarse a la ofensiva contra
hay
los kulaks, si es
que queremos una ofensiva
verdadera y decisiva, y no nos limitamos a vacuas
declamaciones contra ellos.
Por eso hemos pasado últimamente de la política
de restricción de las tendencias explotadoras de los
kulaks a la política de liquidación de los kulaks como
clase.
¿Y la política de deskulakización? ¿Es posible
admitir la deskulakización en las zonas de
colectivización total?, preguntan de distintos sitios.
¡La pregunta es ridícula! La deskulakización era
inadmisible mientras nos ateníamos al criterio de la
restricción de las tendencias explotadoras de los
kulaks, mientras no podíamos pasar a la ofensiva
resuelta contra los kulaks, mientras no podíamos
sustituir su producción por la producción de los
koljoses y sovjoses. La política de no permitir la
deskulakización era entonces necesaria y acertada.
¿Y ahora? Ahora, la cosa ha cambiado. Ahora
podemos ya emprender una ofensiva resuelta contra
los kulaks, vencer su resistencia, liquidarlos como
clase y su producción por la producción de
sustituir
los koljoses y sovjoses. La deskulakización la
efectúan ahora las propias masas de campesinos
pobres y medios que realizan la colectivización total.
La deskulakización en las zonas de colectivización
total ya no es ahora una simple medida
administrativa, sino que constituye parte integrante
de la creación y desarrollo de los koljoses. Por eso es
ridículo y poco serio extenderse ahora sobre la
deskulakización. Cortada la cabeza, no se llora el
pelo perdido.
No menos ridícula es la pregunta de si se puede
admitir a los kulaks en los koljoses. Claro que no se
les puede admitir. No se les puede admitir, porque
son enemigos acérrimos del movimiento koljosiano.

VII. Conclusiones
He ahí, camaradas, seis problemas cardinales que
no puede pasar por alto la investigación teórica de
nuestros especialistas agrarios marxistas.
La importancia de estos problemas estriba, ante
todo, en que su estudio marxista permite extirpar
toda clase de teorías burguesas, difundidas a veces -
para vergüenza nuestra- por nuestros camaradas
comunistas y que ofuscan a nuestros trabajadores
prácticos. Hace ya mucho tiempo que todas esas
teorías deberían haber sido extirpadas y rechazadas,
pues sólo combatiendo sin cuartel esas teorías y otras
por el estilo puede desarrollarse y fortalecerse la base
teórica de los especialistas agrarios marxistas.
La importancia de estos problemas estriba,
finalmente, en que dan una nueva fisonomía a los
viejos problemas de la economía del período de

J. V. Stalin

transición.
Hoy se plantea de un modo nuevo lo relativo a la
Nep, a las clases, a los koljoses y a la economía del
período de transición.
Hay que poner al descubierto el error de quienes
conciben la Nep como un repliegue y solamente
como un repliegue. Le realidad es que, ya al
implantar nueva política económica, Lenin decía
la
de ella que no se reducía a un repliegue, sino que, al
mismo tiempo, era la preparación para una nueva
ofensiva decisiva contra los elementos capitalistas de
la ciudad y del campo.
Hay que poner al descubierto el error de quienes
piensan que la Nep sólo sirve para mantener los
vínculos entre la ciudad y el campo. Los vínculos que
nosotros necesitamos entre la ciudad y el campo no
pueden ser de cualquier clase, sino vínculos que
aseguren el triunfo del socialismo. Si mantenemos la
Nep, es porque sirve a la Causa del socialismo. Y
cuando deje de cumplir esta misión, la mandaremos
al diablo. Lenin dijo que la Nep se había implantado
en serio y para mucho tiempo. Pero jamás dijo que se
implantase para siempre.
Hay que poner también sobre el tapete la
necesidad de popularizar la teoría marxista de la
reproducción. Es preciso esquema del
estudiar el
balance de nuestra economía nacional. Lo que la
Dirección Central de Estadística publicó en 1926
como balance de la economía nacional, no es un
balance, sino un juego de cifras. Tampoco sirve el
modo como Bazárov y Groman tratan el problema
del balance de la economía nacional. El esquema del
balance de la economía nacional de la URSS deben
elaborarlo los marxistas revolucionarios, si es que
quieren investigar los problemas de la economía del
período de transición.
Sería deseableque nuestros economistas
marxistas un grupo especial para estudiar
dedicasen
los problemas de la economía del período de
transición, tal como se plantean de un modo nuevo en
la actual etapa de desarrollo.

Publicado el 29 de diciembre de 1929 en el núm.


309 de «Pravda».
I�FORME A�TE EL XVII CO�GRESO DEL
PARTIDO ACERCA DE LA ACTIVIDAD DEL
CC
DEL PC(b) DE LA URSS

284
26 de enero de 1934
(Extractos)

I. La persistente crisis del capitalismo mundial


y la situación internacional de la Unión Soviética
Camaradas: Desde el XVI Congreso han pasado
más de tres años. No es un período muy grande, pero
por su contenido aventaja a cualquier otro. Creo que
ninguno de los períodos del último decenio ha
abundado tanto como éste en acontecimientos.
En el aspecto económico, han sido estos años de
persistente crisis económica mundial. La crisis no
sólo ha afectado a la industria, sino
también a la
agricultura en su conjunto. La crisis no sólo ha hecho
estragos en la esfera de la producción y del comercio.
Se ha extendido también a la esfera del crédito y de
la circulación monetaria, desbaratando las relaciones
de crédito y de cambio establecidas entre los países.
Si antes aún se discutía en una u otra parte si la crisis
económica mundial era un hecho o no lo era, hoy no
se discute ya, pues la existencia de la crisis y su
acción devastadora son demasiado evidentes. Ahora
se discute ya otro problema: si se puede o no salir de
ella; y, si se puede, qué se debe hacer.
En el aspecto político, han sido éstos años de
empeoramiento sucesivo de las relaciones, tanto
entre los países capitalistas como en el interior de
cada uno de ellos. La guerra del Japón contra China y
la ocupación de Manchuria, que han agravado las
relaciones en el Extremo Oriente; la victoria del
fascismo en Alemania y el triunfo de la idea del
desquite, que han agravado las relaciones en Europa;
la retirada del Japón y Alemania de la Sociedad de
Naciones, que ha dado un nuevo impulso a la carrera
de los armamentos y a los preparativos de una guerra

284
El XVII Congreso del PC(b) de la URSS se celebró en Moscú
del 26 de enero al 10 de febrero de 1934. Respecto al informe
acerca de la actividad del CC del PC(b) de la URSS, presentado
por J. V. Stalin, el Congreso adoptó una decisión que aprobaba
por entero la línea política y la labor práctica del CC del PC(b)
de la URSS y propuso a todas las organizaciones del Partido que
se guiaran en su trabajo por los principios y las tareas expuestos
en el informe de J. V. Stalin. El Congreso señaló los decisivos
éxitos de la edificación del socialismo en la URSS e hizo constar
que la línea general del Partido había triunfado. El XVII
Congreso del PC(b) de la URSS ha pasado a la historia del
Partido con el nombre de Congreso de los vencedores.

imperialista; la derrota del fascismo en España


285
-
nueva demostración de que la crisis revolucionaria
está madurando y deque el fascismo dista mucho de
ser eterno- tales son los hechos fundamentales
ocurridos en el período de que tratamos. No es de
extrañar que el pacifismo burgués esté dando las
últimas boqueadas y que las tendencias de desarme
sean directa y descaradamente reemplazadas por
tendencias de rearme y de incremento de los
armamentos.
Entre esta marejada de conmociones económicas
y de catástrofes políticas y URSS se
militares, la
levanta sola, como una roca, prosiguiendo su
edificación socialista y su lucha por el
mantenimiento de la paz. Si allí, en los países
capitalistas, sigue haciendo estragos la crisis
económica, en la URSS continúa el ascenso, tanto en
la industria como en la agricultura. Si allí, en los
países capitalistas, se realizan febriles preparativos
de una nueva guerra con vistas a un nuevo reparto del
mundo y de las esferas de influencia, la URSS, en
cambio, prosigue la lucha sistemática y tenaz contra
el peligro de guerra, por la paz, sin que pueda decirse
que sus esfuerzos en este terreno hayan sido
completamente estériles.
Tal es, en líneas generales, el panorama de la
presente situación internacional.
Pasemos a examinar los datos principales de la
situación económica y política de los países
capitalistas.

1. El curso de la crisis económica en los países

285
En 1931, el proletariado y el campesinado de España
derrocaron la dictadura fascista militar del general Primo de
Rivera, implantada en 1923, y acabaron con la monarquía. El 14
de abril de 1931, en España
se proclamó la república. Sin
embargo, la debilidad y la dispersión orgánica
política del
proletariado, la traición del grupo dirigente del partido socialista
y de los jefes anarquistas permitió a la burguesía y a los
terratenientes adueñarse del Poder; se formó un gobierno de
coalición, integrado por representantes de los partidos burgueses
y del partido socialista. A pesar de los intentos del gobierno de
coalición de detener el desarrollo de la revolución, los grandes
combates revolucionarios de los obreros y campesinos, dirigidos
contra los terratenientes y la burguesía, continuaron. El punto
culminante del movimiento revolucionario de aquel período fue
la huelga general y la lucha armada de los mineros de Asturias en
octubre de 1934.

234
capitalistas
La actual crisis económica en los países
capitalistas se diferencia de todas las crisis análogas,
entre cosas,
otras por ser másy prolongada
persistente. en tiempos anteriores las crisis
Si
duraban uno o dos años, la crisis actual se prolonga
ya más de cuatro, asolando año tras año la economía
de los países capitalistas y absorbiéndole las grasas
acumuladas en los años precedentes. N o es de
extrañar que ésta sea la más grave de todas las crisis
conocidas.
¿A qué se debe este carácter inusitadamente
persistente de la crisis industrial de nuestros días?
Se debe, ante todo, a que la crisis industrial se ha
extendido a todos los países capitalistas, sin
excepción, dificultando que unos puedan maniobrar a
expensas de otros.
Se debe, en segundo lugar, a que la crisis
industrial se ha entrelazado con la crisis agraria, que
ha afectado a todos los países agrarios y
semiagrarios, sin excepción, lo que no podía dejar de
complicar y de ahondar la crisis industrial.
Se debe, en tercer lugar, a que la crisis agraria se
ha intensificado durante este período y se ha
extendido a todas las ramas de la agricultura, incluida
la ganadería, llevándola hasta la degradación, hasta
tener que emplear el trabajo manual en vez de las
máquinas, hasta sustituir el tractor por el caballo,
hasta tener que reducir sensiblemente el empleo de
los abonos artificiales y, a veces, dejar de utilizarlos
por completo, lo que ha prolongado todavía más la
crisis industrial.
Se en cuarto lugar, a que los cárteles
debe,
monopolistas, que dominan en la industria, procuran
mantener altos los precios de las mercancías,
circunstancia que hace la crisis singularmente
dolorosa e impide la reabsorción de las reservas de
mercancías.
Se debe, por último -y esto es lo fundamental-, a
que la crisis en la industria se ha desencadenado en
las condiciones de la crisis general del capitalismo,
cuando el capitalismo no tiene ya ni puede tener en
los Estados más importantes ni en las colonias y
países dependientes la fuerza y la solidez que tuvo
antes de la guerra y de la Revolución de Octubre;
cuando la industria de los países capitalistas ha
heredado de la guerra imperialista, como un
fenómeno crónico, la utilización incompleta de las
empresas y ejércitos de millones de parados, de los
que no está ya en condiciones de desembarazarse.
Tales son las circunstancias que han determinado
el carácter en extremo persistente de la crisis
industrial de nuestros días.
A estas mismas circunstancias obedece también
que la crisis no se haya circunscrito a la esfera de la
producción y del comercio y se haya extendido,
además, al sistema de créditos, al cambio, a la esfera
de las deudas, etc., destrozando las relaciones

J. V. Stalin
tradicionales, tanto entre los diferentes países como
entre los grupos sociales dentro de cada país.
La baja de los precios de las mercancías ha
desempeñado en esto un gran papel. A pesar de la
resistencia de los cárteles monopolistas, la baja de los
precios se ha acelerado con fuerza incontenible,
siendo de notar que, ante todo y sobre todo, han
bajado los precios de las mercancías de los
propietarios no organizados -campesinos, artesanos,
pequeños capitalistas-, y sólo gradualmente y en
escala menor los precios de las mercancías de los
propietarios organizados, de los capitalistas
unificados en cárteles. La baja de los precios ha
hecho insoportable la situación de los deudores
(industriales, artesanos, campesinos, etc.). Los
acreedores, por el contrario, se han visto en una
situación más privilegiada que nunca. Tal estado de
cosas conducir y en efecto ha conducido, a la
debía
quiebra gran número de casas y de capitalistas.
de
Debido a ello, en los últimos tres años se han
hundido decenas de miles de sociedades anónimas en
los EE.UU., en Alemania, en Inglaterra y en Francia.
A las quiebras de sociedades anónimas ha seguido la
depreciación de la moneda, cosa que ha aliviado un
tanto la situación de los deudores. Tras la
depreciación de la moneda, la suspensión de pagos -
legalizada oficialmente- de las deudas exteriores e
interiores. La quiebra de Bancos como el Banco de
Darmstadt y el Banco de Dresde en Alemania, el
Kreditanstalt en Austria y de consorcios como el de
Kreuger en Suecia, el Insul-Concern en los EE.UU.,
etc., es de todos conocida.
Se comprende que a estos fenómenos, que han
resquebrajado los cimientos del sistema de créditos,
debía seguir, y efectivamente ha seguido, la
suspensión del pago de los créditos y de los
empréstitos extranjeros, la suspensión del pago de las
deudas interaliadas, la paralización de las
exportaciones de capital, una nueva reducción del
comercio exterior y de las exportaciones de
mercancías, la intensificación de la lucha por los
mercados exteriores, la guerra comercial entre los
países y el dumping. Sí, camaradas, el dumping. No
me refiero al supuesto dumping soviético, acerca del
cual hace aún poco vociferaban hasta desgañitarse
ciertos honorables diputados de honorables
parlamentos de Europa y de América. Me refiero al
dumping verdadero, practicado ahora por casi todos
los países «civilizados», cosa que silencian
prudentemente esos intrépidos y honorables
diputados.
Se comprende también que estos fenómenos
destructivos que acompañan a la crisis industrial,
fenómenos que ocurren fuera de la esfera de la
producción, no han podido, a su vez, dejar de influir
en el curso de la crisis industrial, ahondándola y
complicándola.
Tal es, en líneas generales, el panorama del curso

Informe ante el XVII Congreso del Partido acerca de


la actividad del CC del PC(b) de la URSS

235

de la crisis industrial.
He aquí algunas cifras, procedentes de fuentes
oficiales,que ilustran el curso de la crisis industrial
durante el período a que nos referimos:
Volumen de la producción industrial en tantos por
100 con relación a 1929

1929 1930 1931 1932 1933


URSS 100 129,7 161,9 184,7 201,6
EE.UU. 100 80,7 68,1 53,8 64,9
Inglaterra 100 92,4 83,8 83,8 86,1
Alemania 100 88,3 71,7 59,8 66,8
Francia 100. 100,7 89,2 69,1 77,4

El cuadro, como veis, es bien elocuente.


Al mismo tiempo que la producción industrial de
los principales países capitalistas bajaba de año en
año, respecto al nivel de 1929, comenzando a
reponerse un tanto únicamente en
aunque sin
1933,
alcanzar, ni mucho menos, el nivel de 1929, la
industria de la URSS se ha incrementado de año en
año, siguiendo un proceso de ascenso ininterrumpido.
Al mismo tiempo que en la industria de los
principales países capitalistas se observa hacia fines
de 1933 una reducción del volumen de la producción
en un promedio de un 25%, y más aún, contra el
nivel de 1929, la industria de la URSS se ha
incrementado en ese tiempo en más del doble, es
decir, en más de un 100%.
A juzgar por el cuadro citado, podría parecer que,
de los cuatro países capitalistas, es Inglaterra el que
se encuentra en situación más favorable. Pero no es
del todo cierto. Si tomamos la industria de dichos
países y la comparamos con el nivel de anteguerra, el
panorama resultará algo distinto.
He aquí el cuadro correspondiente:
Volumen de la producción industrial en tantos por
100 Con relación al nivel de anteguerra

1913 1929 1930 1931 1932 1933


URSS 100 194,3 252,1 314,7 359,0 391,9
EE.UU. 100 170,2 137,3 115,9 91,4 110,2
Inglaterra 100 99,1 91,5 83,0 82,5 85,2
Alemania 100 113,0 99,8 81,0 67,6 75,4
Francia 100 139,0 140,0 124,0 96,1 107,6

Como veis, la industria de Inglaterra y de


Alemania no ha alcanzado aún el nivel de anteguerra,
mientras que los EE.UU. y Francia han superado
dicho nivel en un reducido tanto por ciento, y la
URSS ha elevado, ha aumentado su producción
industrial en ese período, respecto al nivel de
anteguerra, en más de un 290%.
Pero de los cuadros dimana aún otra conclusión.
La industria de los principales países capitalistas -
que ha ido descendiendo sin cesar a partir de 1930 y
especialmente desde 1931, llegando en 1932 a su
punto más bajo- en 1933 ha comenzado a reponerse
un tanto y ascender. Los datos mensuales de 1932 y
1933 confirman más aún esta conclusión, ya que en
ellos se ve que la industria de estos países, a pesar de
que su producción oscila en 1933, no ha revelado la
tendencia a llevar dicha oscilación hasta el punto más
bajo, al que se llegó en el verano de 1932.
¿Qué significa esto?
Significa que la industria de los principales países
capitalistas ha pasado ya, por lo visto, el punto más
bajo de descenso, al cual no ha vuelto ya en el
transcurso de 1933.
Hay quien se siente inclinado a atribuir este
fenómeno a la influencia de factores exclusivamente
artificiales, como la coyuntura de inflación belicista.
No cabe duda de que la coyuntura de inflación
belicista desempeña un
no desdeñable.
papel Lo
dicho es sobre con respecto al Japón,
todo cierto
donde este factor artificial es la fuerza básica y
decisiva de cierta reanimación en determinadas
ramas de la industria, principalmente en la industria
de guerra. Pero sería un burdo error suponer que todo
se debe a la coyuntura de inflación belicista. Eso
sería erróneo, aunque sólo fuese por el simple hecho
de que los progresos de la industria, que acabo de
examinar, se observan no en unas u otras zonas al
azar, sino en todos o en casi todos los países
industriales, incluso en los de moneda firme. Por lo
visto, al lado de la coyuntura de inflación belicista,
en este caso se deja sentir también la acción de las
fuerzas económicas internas del capitalismo.
El capitalismo ha logrado
aliviar un tanto la
situación a expensas de los obreros,
de la industria
explotándolos en mayor grado mediante la
intensificación de su trabajo; a expensas de los
agricultores, aplicando la política de baja máxima de
los precios del producto de su trabajo, de los artículos
alimenticios y, en parte, de las materias primas; a
expensas de los campesinos de las colonias y de los
países económicamente débiles, bajando aún más los
precios del producto de su trabajo, principalmente de
las materias primas y luego de los productos
alimenticios.
¿Significa esto que nos hallamos ante el paso de
la crisis a la depresión habitual, que lleva tras de sí
un nuevo ascenso y un nuevo florecimiento de la
industria? No, de ningún modo. En todo caso, no hay
actualmente indicios, directos o indirectos, de que
vaya a producirse un ascenso de la industria en los
países capitalistas. Más aún: todo evidencia que no
puede haber tales indicios, por lo menos en un futuro
próximo. No puede haberlos, ya que continúan
ejerciendo su acción las condiciones desfavorables
que impiden a la industria de los países capitalistas
lograr un nuevo ascenso de alguna consideración. Se
trata de la crisis general del capitalismo, que
continúa y dentro de la cual tiene lugar la crisis
económica; de la utilización incompleta crónica de
las empresas; del paro crónico en masa y del

236

entrelazamiento industrial con la crisis


de la crisis
agraria; se trata que no existe la tendencia a una
de
renovación más o menos seria del capital fijo,
renovación que es la precursora habitual de un nuevo
ascenso, etc., etc.
Es evidente que asistimos a la transición del punto
de mayor descenso de la industria, del punto más
profundo de la crisis industrial, a la depresión, pero
no a una depresión corriente, sino de un género
especial, que no lleva a un nuevo auge ni a la
prosperidad de la industria, pero que tampoco le hace
regresar al punto más bajo.

2. Agravación de la situación política en los


países capitalistas
Resultado de la crisis económica persistente es el
inusitado empeoramiento de la situación política de
los países capitalistas, tanto en el interior de cada uno
de ellos como entre unos y otros.
La intensificación de la lucha por los mercados
exteriores, la eliminación de los últimos vestigios del
comercio libre, los aranceles prohibitivos, guerra
la
comercial, la guerra de las divisas, el dumping y
otras muchas medidas análogas, demostrativas de un
nacionalismo extremo en la política económica, han
exacerbado al máximo las relaciones países,
entre los
han preparado el terreno para colisiones y
militares
puesto al orden del día la guerra, como medio para
proceder a un nuevo reparto del mundo y de las
esferas de influencia en favor de los Estados más
fuertes.
La guerra del Japón contra China, la ocupación de
Manchuria, la retirada del Japón de la Sociedad de
Naciones y la invasión del Norte de China han
agravado todavía más la situación. El
recrudecimiento de la lucha por el Pacífico y la
carrera de armamentos navales en el Japón, EE.UU.,
Inglaterra y Francia son resultado de esta agravación.
La retirada de Alemania de la Sociedad de
Naciones y el fantasma del desquite han dado un
nuevo impulso al empeoramiento de la situación y a
la carrera de los armamentos en Europa.
Nada tiene de extraño que el pacifismo burgués
arrastre hoy una existencia lastimosa y que la
faramalla sobre el desarme ceda el puesto a
conversaciones «prácticas» sobre el rearme y el
incremento de los armamentos.
Como en 1914, salen nuevamente al primer plano
los partidos del imperialismo guerrerista, los partidos
de laguerra y la revancha.
cosas
Las marchan, evidentemente, hacia una
nueva guerra.
La acción de estos mismos factores, agudiza aún
más la situación interior de los países capitalistas.
Los cuatro años de crisis industrial han extenuado a
la clase obrera, llevándola a la desesperación. Los
cuatro años de crisis agraria han arruinado por
completo a los sectores pobres del campo, no sólo en

J. V. Stalin

los principales países capitalistas, sino también -y de


una manera especial- en
países dependientes
los y en
las colonias. Es un que, a pesar de las
hecho
numerosas artimañas estadísticas para ocultar las
verdaderas proporciones del paro, el número de los
desocupados llega, según datos oficiales de
instituciones burguesas, a unos 3.000.000 en
Inglaterra, a 5.000.000 en Alemania y a 10.000.000
en los EE.UU., sin hablar ya de otros países de
Europa. Agregad a esto los obreros en paro parcial,
que pasan de 10.000.000; añadid los millones de
campesinos arruinados, y obtendréis un cuadro
aproximado de la miseria y la desesperación de las
masas trabajadoras. Las masas populares no han
llegado aún al punto de lanzarse al asalto contra el
capitalismo, pero difícilmente puede dudarse de que
la idea del asalto madura en su candencia. Lo
atestiguan elocuentemente hechos como la
revolución española, que ha derrocado, el régimen
del fascismo, y el aumento de las regiones soviéticas
en China, que la contrarrevolución de la burguesía
china, coligada con la extranjera, es incapaz de
contener.
A esto se debe que las clases
precisamente
dominantes países capitalistas supriman o
de los
reduzcan a la nada con todo empeño los últimos
vestigios del parlamentarismo y de la democracia
burguesa, que pueden ser aprovechados por la clase
obrera en su lucha contra los opresores; lancen a la
ilegalidad a los Partidos Comunistas y recurran a
métodos de terror abiertos para mantener su
dictadura.
El chovinismo y la preparación de la guerra, como
elementos principales de la política exterior; el
amordazamiento de la clase obrera y el terror en la
política interior, como medio indispensable para
fortalecer la retaguardia de los futuros frentes
militares: esto es a lo que ahora se entregan, sobre
todo, los políticos imperialistas.
No es de extrañar que el fascismo sea hoy la
mercancía más en boga entre los belicosos políticos
burgueses. No me refiero solamente al fascismo en
general, sino, ante todo, al fascismo de tipo alemán,
que se titula falsamente nacionalsocialismo, cuando
ni con el examen más prolijo es posible descubrir en
él un átomo de socialismo.
A este respecto, la victoria del fascismo en
Alemania no sólo debe ser considerada como un
síntoma de la debilidad de la clase obrera y como una
consecuencia de las traiciones cometidas contra la
clase obrera por la socialdemocracia, que ha
despejado el caminoal fascismo. Debe ser
considerada también como un indicio de la debilidad
de la burguesía, como un síntoma de que la burguesía
no está ya en condiciones de dominar por los viejos
métodos del parlamentarismo y de la democracia
burguesa, en vista de lo cual se ve obligada a recurrir,
en la política interior, a los métodos terroristas de

Informe ante el XVII Congreso del Partido acerca de


la actividad del CC del PC(b) de la URSS

237

gobierno; como un síntoma de que ya no está en


condiciones de hallar una salida a la situación
presente sobre la base de una política exterior de paz,
en vista de la cual se ve forzada a recurrir a la
política de guerra.
Tal es la situación.
pues, que las cosas
Veis, marchan hacia una
nueva guerra imperialista como salida de la situación
actual.
Claro está que norazón para suponer que la
hay
guerra puede una salida efectiva. Al
proporcionar
contrario, la guerra ha de complicar aún más la
situación. Es más: desencadenará con seguridad la
revolución y pondrá en peligro la existencia misma
del capitalismo en varios países, como ocurrió en la
primera guerra imperialista. Y si, a pesar de la
experiencia de la primera guerra imperialista, los
políticos burgueses se aferran a la guerra, como
quien se agarra a un clavo ardiendo, significa que han
perdido definitivamente la cabeza, que se hallan
metidos en un callejón sin salida y que están prontos
a precipitarse en el abismo.
Por esta razón, no estará de más que examinemos
brevemente los planes de organización de la guerra
que se incuban actualmente en los medios políticos
burgueses.
Unos creen que hay que organizar la guerra contra
una de las grandes potencias. Piensan una
infligirle
derrota aniquiladora y enderezar sus negocios a
expensas de ella. Admitamos que se logre organizar
semejante guerra. ¿Qué puede resultar de ello?
Como sabéis, durante la primera guerra
imperialista también querían a una de las
aniquilar
grandes potencias, Alemania, y a costa suya.
lucrarse
¿Y qué ocurrió? Alemania no
fue aniquilada, pero
sembraron en ella tal odio contra los vencedores y
crearon un terreno tan abonado para el desquite, que
no han podido aún -ni es fácil que puedan pronto-
comerse la repugnante bazofia que ellos mismos
prepararon. En cambio, se encontraron con el
aniquilamiento del capitalismo en Rusia, el triunfo de
la revolución proletaria en Rusia y, naturalmente, la
Unión Soviética. ¿Qué garantías hay de que la
segunda guerra imperialista pueda darles «mejores»
resultados que la primera? ¿No sería más acertado
suponer lo contrario?
Otros creen que hay que organizar la guerra
contra un país débil desde el punto de vista militar,
pero vasto como mercado, por ejemplo, contra China,
a la que, según resulta, no puede llamarse Estado en
el sentido estricto de la palabra, pues constituye tan
sólo un «territorio no organizado», que necesita ser
ocupado por los países fuertes. Por lo visto, quieren
repartirse definitivamente ese país y sanear los
negocios a expensas de él. Admitamos que se logre
organizar semejante guerra. ¿Qué puede resultar de
ello?
Es sabido que, a principios del siglo XIX, Italia y
Alemania eran consideradas exactamente como lo es
en la actualidad China, es decir, como «territorios no
organizados», y no como Estados, y se las sojuzgaba.
¿Y qué resultó de ello? Resultaron, como se sabe, las
guerras de Alemania e Italia por su independencia y
la unificación de estos países en Estados
independientes. Resultó la intensificación del odio en
el corazón de los pueblos de dichos países contra sus
esclavizadores, odio cuyas consecuencias no han sido
liquidadas aún y que difícilmente se liquidarán
pronto. Y uno se pregunta: ¿qué garantía hay de que
no vaya a ocurrir lo mismo en la guerra de los
imperialistas contra China?
Hay un tercer grupo que cree que la guerra debe
ser organizada por una «raza superior», por ejemplo,
la «raza» alemana, contra una «raza inferior», ante
todo contra la eslava; que sólo una guerra de esta
índole puede proporcionar una salida a la situación,
puesto que la «raza superior» está llamada a fecundar
la «inferior» y dominarla. Admitamos que esta
extraña teoría, tan distante de la ciencia como el cielo
de la tierra, es puesta en práctica. ¿Qué resultaría de
ello?
Es sabido que la antigua Roma consideraba a los
antecesores de los actuales y franceses lo
alemanes
mismo que los representantes de la «raza superior»
consideran hoy a los pueblos eslavos. Es sabido que
la antigua Roma los tildaba de «raza inferior», de
«bárbaros» predestinados a verse eternamente
sometidos a la «raza superior», a la «gran Roma».
Por cierto, la antigua Roma tenía, dicho sea entre
nosotros, cierta razón para pensar así, cosa que no
puede decirse de los representantes de la actual «raza
superior». ¿Y qué resultó de ello? Resultó que los no
romanos, es decir, todos los «bárbaros», se unieron
contra el enemigo común y derrumbaron
estruendosamente a Roma. Uno se pregunta: ¿qué
garantía hay de que las pretensiones de los
representantes de la «raza superior» actual no vayan
a conducir a los mismos resultados deplorables para
ellos? ¿Qué garantía hay de que los políticos
literario-fascistas de Berlín vayan a correr mejor
suerte que los viejos y probados conquistadores
romanos? ¿No será más acertado suponer lo
contrario?
Por último, un cuarto grupo estima que se debe
organizar la guerra contra la URSS. Piensan derrotar
a la URSS, repartirse sus territorios y enriquecerse a
su costa. Sería erróneo suponer que esto sólo lo
piensan algunas esferas militares del Japón. Sabemos
que planes análogos se incuban en las esferas
políticas dirigentes de algunos Estados de Europa.
Supongamos que estos señores pasasen de las
palabras a los hechos. ¿Qué podría resultar de ello?
Difícilmente puede dudarse de que esta sería la
guerra más peligrosa para la burguesía. Sería la más
peligrosa, no sólo porque los pueblos de la URSS
lucharían a muerte por las conquistas de la

238

revolución. Sería también la más peligrosa para la


burguesía, porque la guerra se haría no sólo en los
frentes de batalla, sino también en la retaguardia del
enemigo. La burguesía puede estar segura de que los
numerosos amigos de la clase obrera de la URSS en
Europa y en Asia procurarían asestar golpes en la
retaguardia a sus opresores, si éstos se atreviesen a
desencadenar una criminal guerra contra la patria de
la clase obrera de todos los países. Y los señores
burgueses no tendrían derecho a quejarse de nosotros
si al día siguiente de haber empezado esta guerra se
encontrasen con que ya no existían algunos de sus
amados gobiernos, que hoy reinan tranquilamente
«por la gracia de Dios».
Recordaréis que hace quince años ya una
hubo
guerra semejante contra la URSS. que el
Sabéis
honorable Churchill definió aquella guerra con una
fórmula poética: «la expedición de los catorce
Estados». Recordaréis, como es
que esta natural,
guerra agrupó a todos los trabajadores de nuestro país
en un campo único de combatientes abnegados, que
defendieron con su pecho la patria obrera y
campesina contra los enemigos del exterior. Ya
sabéis cómo terminó la guerra. Terminó en nuestro
país con la expulsión de los intervencionistas y en
286
Europa, con la creación de «Comités de Acción»
revolucionarios. Apenas si puede dudarse de que una
segunda guerra contra la URSS conduciría a la
completa derrota de los agresores, a la revolución en
varios países de Europa y Asia y al derrocamiento de
los gobiernos burgueses-terratenientes de dichos
países.
Tales son los planes militares de los políticos
burgueses, que se han metido en un callejón sin
salida.
Como veis, no brillan por su inteligencia ni por su
valor.
Ahora bien, si la burguesía opta por el camino de
la guerra, la clase obrera de los países capitalistas,
llevada a la desesperación por cuatro años de crisis y
de paro, toma, en cambio, el camino de la revolución.
Esto significa que madura y seguirá madurando la
crisis revolucionaria. Y la crisis revolucionaria
continuará agudizándose con tanta mayor rapidez,
cuanto más se enrede la burguesía en sus
combinaciones de guerra, cuanto más frecuentemente
recurra a los métodos terroristas de lucha contra la
clase obrera y contra los campesinos trabajadores.
Algunos camaradas piensan que, si existe una

286
Los «Comités de Acción» eran organizaciones
revolucionarias de los obreros en la Gran Bretaña, Francia y
otros países capitalistas que participaron en la intervención
militar contra la República Soviética de 1918 a 1920. Los
«Comités de Acción» se creaban bajo la consigna de «¡Fuera las
manos de la Rusia Soviética!». Bajo la dirección de los «Comités
de Acción», los obreros organizaban huelgas, manifestaciones, se
negaban, para frustrar la intervención, a cargar pertrechos
militares. Los «Comités de Acción» adquirieron la mayor
divulgación en la Gran Bretaña en 1920.

J. V. Stalin

crisis revolucionaria, la caer burguesía ha de


inevitablemente en una y que,
situación sin salida,
por lo tanto, su fin está ya predeterminado, con lo
que el triunfo de la revolución es cosa segura y ellos
sólo deben aguardar la caída de la burguesía y
escribir resoluciones triunfales. Este es un profundo
error. El triunfo de la revolución jamás llega por sí
solo. Es necesario prepararlo y conquistarlo. Y eso
sólo puede hacerlo un fuerte partido revolucionario
del proletariado. Hay momentos en que la situación
es revolucionaria, el Poder de la burguesía se
tambalea hasta los cimientos, y no obstante, el triunfo
de la revolución no llega, porque no existe un partido
revolucionario del proletariado lo suficientemente
fuerte y prestigioso para conducir tras de sí a las
masas y tomar el Poder en sus manos. Sería insensato
creer que semejantes «casos» no pueden darse.
No estará de más recordar, a este propósito, las
palabras proféticas de Lenin sobre la crisis
revolucionaria, pronunciadas en el II Congreso de la
287.
Internacional Comunista

«Llegamos ahora a la cuestión de la crisis


revolucionaria como base de nuestra acción
revolucionaria. Aquí es necesario ante todo hacer
notar dos errores muy extendidos. De una parte, los
economistas burgueses presentan esta crisis como
una simple «inquietud», según la elegante expresión
de los ingleses. Por otra parte, los revolucionarios
tratan a veces de que la crisis no tiene
demostrar
ninguna salida. Esto es
un error. No existen
situaciones absolutamente sin salida. La burguesía se
comporta como una fiera envalentonada y que ha
perdido la cabeza; comete una tontería tras otra,
agravando la situación, acelerando su catástrofe.
Todo esto es cierto. Pero no puede «probarse» que
esté descartada en absoluto la posibilidad de que
adormezca a una cierta minoría de explotados,
mediante algunas concesiones de poca monta, de que
reprima tal o cual movimiento o insurrección de tal o
cual parte de los oprimidos y explotados. Intentar
«probar» por adelantado la falta «absoluta» de salida,
sería una pedantería huera o un y
juego de conceptos
de palabras. La verdadera «prueba», en ésta y en
otras cuestiones semejantes, puede ser tan sólo la
práctica. El régimen burgués atraviesa en el mundo
entero la más grande crisis revolucionaria. Los

287
El II Congreso de la Internacional Comunista se celebró del
19 de julio al 7 de agosto de 1920. Asistieron al Congreso más de
doscientos delegados en representación de organizaciones
obreras de 37 países. Todo el trabajo preparatorio para la
convocatoria del Congreso lo dirigió V. I. Lenin. En el Congreso,
V. I. Lenin presentó, entre otros, un informe sobre la situación
internacional y las tareas fundamentales de la Internacional
Comunista y pronunció varios discursos. V. I. Lenin y J. V.
Stalin fueron elegidos por la delegación del PC(b) de Rusia para
formar parte del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista.
El II Congreso echó los cimientos del programa, de los principios
de organización, de la estrategia y de la táctica de la
Internacional Comunista.
Informe ante el XVII Congreso del Partido acerca de
la actividad del CC del PC(b) de la URSS

239

partidos revolucionarios deben «probar» ahora con su


trabajo práctico que poseen suficiente conciencia,
organización, con las masas explotadas,
vínculos
decisión y capacidad para aprovechar esta crisis para
una revolución triunfante, victoriosa» (Lenin, t.
XXV, págs. 340-341).

III. El partido
Paso a la cuestión del Partido.
El presente Congreso se celebra bajo la bandera
de la victoria total del leninismo, de la liquidación de
los restos de los grupos antileninistas.
Ha sido batido y disperso el grupo antileninista de
los trotskistas. Sus organizadores vegetan hoy en el
extranjero, en las corralizas de los partidos
burgueses.
Ha sido batido y disperso el grupo antileninista de
los desviacionistas de derecha. Sus organizadores
han abandonado hace ya mucho tiempo sus
concepciones y se esfuerzan ahora en reparar a toda
costa sus faltas ante el Partido.
Han sido batidos y grupos de
dispersos los
desviación nacionalista. Sus organizadores se han
sumado definitivamente a la emigración
intervencionista o han reconocido sus culpas.
La mayoría de los partidarios de estos grupos
antirrevolucionarios se ha visto obligada a reconocer
que la línea del Partido era acertada y ha capitulado
ante el Partido.
288
Si en el XV Congreso tuvimos todavía
necesidad de demostrar que la línea del Partido era
acertada y de luchar contra determinados grupos
antileninistas, y en que acabar
el XVI Congreso hubo
con los últimos adeptos de estos grupos, en este
Congreso no hay que demostrar nada y, a lo que
parece, nadie a quien combatir. Todos ven que la
línea del Partido ha triunfado.
Ha triunfado la política de industrialización del

288
El XV Congreso del PC(b) de la URSS se celebró en Moscú
del 2 al 19 de diciembre de 1927. J. V. Stalin hizo, el 3 de
diciembre, el informe político del CC del PC(b) de la URSS y, el
7 de diciembre, el resumen de la discusión del mismo. El
Congreso aprobó la línea política y de organización del Comité
Central del Partido y encomendó al CC que siguiera aplicando la
política paz y de fortalecimiento de la capacidad defensiva de
de
la URSS; que continuara la industrialización socialista del país
sin atenuar el ritmo y desarrollara al máximo la colectivización
de la agricultura, y que prosiguiese rumbo hacia la liquidación de
los elementos capitalistas en la economía nacional. En sus
acuerdos sobre la oposición, el Congreso hizo constar que las
divergencias entre el Partido y la oposición se habían
transformado en divergencias programáticas, que la oposición
trotskista había emprendido el camino de la lucha antisoviética,
por lo que el Congreso declaró incompatible con la permanencia
en las filas del Partido Bolchevique la adhesión a la oposición
trotskista y la propaganda de las ideas de ésta. El Congreso
aprobó la resolución del CC y de la CCC del 14 de noviembre de
1927, por la cual se expulsaba del Partido a Trotski y a Zinóviev,
y expulsó del Partido a todos los elementos activos del bloque
trotskista-zinovievista y a todo el grupo del "centralismo
democrático».

país. Sus resultados son ahora evidentes para todos.


¿Qué se puede oponer a este hecho?
Ha triunfado la política de liquidación de los
kulaks y de colectivización total. Sus resultados son
también evidentes para todos. ¿Qué se puede oponer
a este hecho?
La experiencia de nuestro país ha demostrado que
la victoria del socialismo en un solo país es
plenamente posible. ¿Qué se puede oponer a este
hecho?
Es evidente que todos estos éxitos y, ante todo el
triunfo del plan quinquenal han desmoralizado y
aniquilado por completo a todos los grupos
antileninistas.
Hay que reconocer que el Partido está ahora más
unido que nunca.

1. Las cuestiones de la dirección política e


ideológica
¿Significa esto, no obstante, que la lucha ha
terminado y que, en adelante, la ofensiva del
socialismo está de más, como algo innecesario?
No, no eso.
significa
¿Significa que en nuestro Partido todo
esto
marcha bien, que no habrá ya desviaciones y que, por
consiguiente, podemos dormirnos en los laureles?
No, no significa eso.
Hemos destrozado a los enemigos del Partido, a
los oportunistas de todos los matices y a los nacional-
desviacionistas de todo género; pero los restos de su
ideología subsisten en el cerebro de algunos
miembros del Partido, y no pocas veces se dejan
sentir. Al Partido no se le puede considerar como
algo desligado de la gente que le rodea. Vive y actúa
en el medio que le circunda. Así, no tiene nada de
extraño que no pocas veces penetren en él tendencias
malsanas. Y es indudable que el terreno para esas
tendencias existe en nuestro país, aunque sólo sea
porque hay todavía algunas capas intermedias de la
población, tanto en la ciudad como en el campo, que
constituyen el medio nutrido para su desarrollo.
289
La XVII Conferencia de nuestro Partido ha

289
La XVII Conferencia del PC(b) de la URSS se celebró del 30
de enero al 4 de febrero de 1932 en Moscú. Dirigió la
Conferencia J. V. Stalin. La Conferencia examinó el informe de
G. K. Ordzhonikidze sobre el balance del desarrollo de la
industria en 1931 y las tareas de 1932, y los informes de V. M.
Mólotov y de V. Kúibishev sobre las directivas para confeccionar
el segundo plan quinquenal de fomento de la economía nacional
de la URSS para 1933-1937. La Conferencia señaló que habían
sido cumplidas con inmenso éxito las decisiones de los
Congresos del Partido relativas a la construcción definitiva de los
cimientos de la economía socialista y al logro, para la URSS, de
la independencia económica. La Conferencia aprobó el plan de
fomento de la industria socialista para 1932, que aseguraba el
cumplimiento del primer plan quinquenal en cuatro años. En las
directivas para la confección del segundo plan quinquenal, la
Conferencia determinó las tareas políticas y económicas
fundamentales del segundo plan quinquenal, señalando que la
tarea económica básica y decisiva del segundo plan quinquenal
era terminar la reestructuración de toda la economía nacional
240

dicho que una de las tareas políticas fundamentales


en el período de cumplimiento del segundo plan
quinquenal en «vencer las supervivencias
consiste
del capitalismo en la economía y en la conciencia de
los hombres». Esta es una idea completamente
acertada. Pero ¿se puede decir que hayamos vencido
ya todas las supervivencias del capitalismo en la
economía? No, no se puede decir. Mucho menos
puede decirse que hayamos vencido las
supervivencias del capitalismo en la conciencia de
los hombres. Eso no puede decirse, y no sólo porque
el desarrollo de la conciencia de los hombres va en
retraso de su situación económica, sino también
porque existe aún el cerco capitalista, que se esfuerza
por reavivar y mantener esas supervivencias del
capitalismo en la economía y en la conciencia de los
hombres de la URSS y contra el cual nosotros, los
bolcheviques, debemos tener siempre la pólvora seca.
Se comprende que estas supervivencias no pueden
dejar de ser un terreno abonado para la reanimación,
en el cerebro de algunos miembros de muestro
Partido, de la ideología de los derrotados grupos
antileninistas. Añadid a esto el nivel teórico, no muy
elevado, de la mayoría de nuestros militantes, el débil
trabajo ideológico de los organismos del Partido,
agregad aún que los dirigentes de las organizaciones
del Partido, recargados de trabajo práctico, no
pueden mejorar su preparación teórica, y
comprenderéis por qué en la cabeza de algunos
miembros del Partido reina confusión en
determinadas cuestiones del leninismo, confusión
que no pocas veces se desliza en nuestra prensa y
facilita la reanimación de los restos de la ideología de
los derrotadosgrupos antileninistas.
He ahí por qué no se puede decir que la lucha
haya terminado y que no hay ya necesidad de una
política de ofensiva del socialismo.
Podríamos tomar varias cuestiones del leninismo
y demostrar con ellas lo vivos que están aún entre
algunos miembros del Partido los restos de la
ideología de los derrotados grupos antileninistas.
Tomemos, por ejemplo, el problema de la
construcción de la sociedad socialista sin clases. La
XVII Conferencia del Partido ha dicho que
avanzamos hacia la creación de la sociedad socialista
sin clases. Es evidente quesin clases no
la sociedad
puede advenir por decirlo así. Hay
espontáneamente,
que conquistarla y construirla con los esfuerzos de
todos los trabajadores, fortaleciendo los órganos de la
dictadura del proletariado, desarrollando la lucha de
clases, suprimiendo las clases, liquidando los restos
de las clases capitalistas, luchando contra los
enemigos, tanto del interior como del exterior.
Me parece que la cosa es clara.
Sin embargo, ¿quién que la proclamación
ignora
de esta diáfana y elemental tesis del leninismo ha
suscitado no poca confusión en las cabezas y
sobre la base de la técnica más moderna.

J. V. Stalin

tendencias malsanas en parte de los miembros del


Partido? La tesis de nuestro avance hacia la sociedad
sin clases, dada como una consigna, la han
comprendido como un proceso espontáneo. Y se han
dicho: puesto que se trata de la sociedad sin clases,
quiere decir que se puede debilitar la lucha de clases,
que se puede aflojar la dictadura del proletariado y
terminar, en general, con el Estado, el cual, de todas
maneras, tiene que desaparecer en un futuro próximo.
Y se vuelven locos de alegría, con la esperanza de
que pronto no existirán las clases y, por consiguiente,
no habrá lucha de clases, desaparecerán las
preocupaciones e inquietudes, se podrá deponer las
armas y tumbarse a la bartola en espera del
advenimiento de la sociedad sin clases.
No cabe duda de que esta confusión en las ideas y
estas tendencias se parecen como dos gotas de agua a
determinadas concepciones de los desviacionistas de
derecha, según las cuales lo viejo deberá integrarse
espontáneamente en lonuevo y un buen día nos
veremos, sin darnos cuenta, en la sociedad socialista.
Como veis, los restos de la ideología de los
derrotados grupos antileninistas son bien susceptibles
de reanimación y distan mucho de haber perdido su
vitalidad.
Se comprende que si esta confusión de
concepciones y estas tendencias no bolcheviques se
hubieran apoderado de la mayoría de nuestro Partido,
éste se y desarmado...
habría visto desmovilizado
Tomemos por ejemplo,
ahora, la cuestión
nacional. También aquí, en la cuestión nacional,
como en otras cuestiones, hay en el Partido gente con
una confusión de ideas que origina cierto peligro. He
hablado de la vitalidad de las supervivencias del
capitalismo. Hay que señalar que las supervivencias
del capitalismo en la conciencia de los hombres están
mucho más arraigadas en el terreno de la cuestión
nacional que en cualquier otro. Poseen más vitalidad,
porque enmascararse bien con el ropaje
pueden
nacional. Muchos piensan que el pecado de Skripnilk
es un caso aislado, una excepción de la regla. No es
cierto. El pecado de Skripnik y de su grupo en
Ucrania no es una excepción. Iguales aberraciones se
observan en algunos camaradas de otras repúblicas
nacionales.
¿Qué significa la desviación nacionalista tanto si
se trata de una desviación hacia el nacionalismo gran
ruso como hacia el nacionalismo local? La
desviación nacionalista es la adaptación de la política
internacionalista de la clase obrera a la política
nacionalista de la burguesía. La desviación
nacionalista refleja los intentos de la burguesía
«propia», de la burguesía «nacional», por socavar el
régimen soviético y restaurar el capitalismo. Como
veis, el origen de ambas desviaciones es el mismo.
Es el abandono del internacionalismo leninista. Si
queréis hacer fuego contra ambas desviaciones,
debéis dirigir los tiros, ante todo, contra los orígenes,

Informe ante el XVII Congreso del Partido acerca de


la actividad del CC del PC(b) de la URSS

241

contra los que se separan del internacionalismo,


trátese de la desviación local o de la
nacionalista
desviación nacionalista gran rusa.
Se discute qué desviación es más peligrosa, si la
desviación nacionalista gran rusa o la desviación
nacionalista local. En las condiciones actuales, tal
discusión es puramente formal y, por tanto, huera.
Sería estúpido dar una receta, buena para todos los
momentos y condiciones, sobre el peligro principal y
el secundario. Estas recetas no existen. El peligro
principal consiste en la desviación contra la que se ha
dejado de combatir y a la que se ha permitido, de este
modo, crecer hasta convertirse en un peligro para el
Estado.
Hace todavía muy poco, la desviación
nacionalista no era en Ucrania el peligro más
local
grave; pero cuando se dejó de combatirla y se le
permitió crecer hasta formar un bloque con los
intervencionistas, se convirtió en el peligro principal.
La cuestión del peligro principal en el problema
nacional no se resuelve mediante discusiones hueras
y formales, sino con el análisis marxista de la
situación en el momento dado y con el examen de los
errores cometidos en esta cuestión.
Lo mismo debe decirse de las desviaciones de
derecha y de «izquierda» en la política general.
También aquí, como en otras cuestiones, hay
bastante confusión de ideas entre algunos miembros
de nuestro Partido. A veces, al combatir la desviación
de derecha, se aparta la mano de la desviación de
«izquierda» y se debilita la lucha contra ella,
suponiendo que no es peligrosa o poco peligrosa.
Este es un grave y peligroso error. Es una concesión
a la desviación de «izquierda», una concesión
inadmisible, en un miembro del Partido. Y es tanto
más inadmisible por cuanto en estos últimos tiempos
los «izquierdistas» se han deslizado definitivamente
hacia la posición de la derecha y, en realidad, esas
desviaciones ya no se diferencian en nada.
Siempre hemos dicho que los de la «izquierda»
son los de la derecha que disfrazan su posición
derechista con frases izquierdistas. Actualmente, la
propia «izquierda» lo confirma así. Tomad los
números del «Boletín» trotskista correspondientes al
año pasado. ¿Qué exigen y qué escriben los señores
trotskistas?, ¿en qué se expresa su programa de
«izquierda»? Exigen: la disolución de los sovjoses,
por no ser rentables; mayor parte
la disolución de la
de los koljoses, por ser ficticios;con la
acabar
política de liquidación de los kulaks, volver a la
política de concesiones y entregar en concesión
muchas de nuestras empresas industriales, por no ser
rentables.
¡Ahí tenéis el programa de esos cobardes y
miserables capituladores, el programa
contrarrevolucionario de la restauración del
capitalismo en la URSS!
¿En qué difiere del programa de la extrema
derecha? Está claro que en nada. Resulta que los
«izquierdistas» se han adherido de manera pública al
programa contrarrevolucionario de la derecha, para
constituir con ella un bloque y luchar juntos contra el
Partido.
¿Cómo se puede decir, después de esto, que los
«izquierdistas» no son peligrosos o son poco
peligrosos? ¿No está claro que decir cosa tan absurda
es llevar el agua al molino de los enemigos acérrimos
del leninismo?
Como veis, también aquí, en el terreno de las
desviaciones respecto de la línea del Partido, ya se
trate de desviaciones en la política general o en la
cuestión nacional, las supervivencias del capitalismo
en la conciencia de los hombres, incluso en la de
algunos miembros de nuestro Partido, son bastante
vivaces.
He aquí unas cuantas cuestiones, seriasy actuales,
de nuestro trabajo ideológico y político en las que
algunos sectores del Partido no ven claro, se
confunden y, a veces, se desvían francamente del
leninismo. Pero éstas no son las únicas cuestiones
ilustrativas de la confusión de ideas reinante entre
algunos miembros del Partido.
¿Se puede decir, después de esto, que todo anda
bien en el Partido?
Claro que no.
Nuestras tareas en el terreno del trabajo
ideológico y político:
1) Elevar el nivel teórico del Partido a la debida
altura.
2) Intensificar el trabajo ideológico en todos los
eslabones del Partido.
3) Desplegar una incansable propaganda del
leninismo en las filas del Partido.
4) Educar las organizaciones del Partido y a los
simpatizantes activos sin-partido en él espíritu del
internacionalismo leninista.
5) No velar, sino criticar valientemente las
desviaciones de algunos camaradas respecto del
marxismo-leninismo.
6) Desenmascarar sistemáticamente la ideología y
los restos de la ideología de las corrientes hostiles al
leninismo.

2. Las cuestiones de la dirección del trabajo de


organización
He hablado de nuestros éxitos. He hablado de la
victoria en el terreno de
de la línea del Partido, tanto
la economía nacional y de la cultura como en la lucha
contra los grupos antileninistas en el Partido. He
hablado de la significación de nuestra victoria para la
historia mundial. Sin embargo, esto no significa que
se haya triunfado en todas partes y en todo, ni que
estén ya todos los problemas. Tales
resueltos éxitos y
tales no se dan generalmente en la vida.
victorias
Aún nos quedan bastantes problemas que resolver y
deficiencias de todo género que subsanar. Nos espera

242

un cúmulo de problemas que aguardan solución.


Ahora bien, esto significa, indudablemente, que la
mayor parte de los problemas inmediatos e
inaplazables ha sido resuelta con buen éxito. En este
sentido, es indiscutible la grandiosa victoria de
muestro Partido.
Ahora bien, ¿cómo se ha logrado la victoria?,
¿cómo ha sido conseguida en la práctica?, ¿cómo se
ha luchado por ella?, ¿qué esfuerzos se han hecho
para alcanzarla?
Algunos piensan que basta trazar una línea
acertada del Partido, proclamarla públicamente,
exponerla en forma de tesis y resoluciones generales
y aprobarla en votación unánime, para que la victoria
llegue por sí sola, digámoslo así, por el curso natural
de las cosas. Esto, claro está, no es cierto. Es un gran
error. Así no pueden pensar más que incorregibles
burócratas y aficionados al papeleo. En realidad,
estos éxitos y estas victorias no han sido alcanzados
sin más ni más, sino en lucha encarnizada por la
aplicación de la línea del Partido. La victoria no llega
nunca por sí sola: habitualmente, hay que
conquistarla. Las buenas resoluciones y
declaraciones en favor de la línea general del Partido
constituyen sólo el comienzo de la obra, pues no
significan más que el deseo de triunfar, y no la
victoria misma. Una vez trazada una línea certera,
una vez se ha indicado la solución acertada de los
problemas planteados, el éxito depende del trabajo de
organización, depende de la organización de la lucha
por la puesta en práctica de la línea del Partido,
depende de una acertada selección de los hombres,
del control del cumplimiento de las decisiones
adoptadas por los organismos directivos. De otro
modo, la acertada línea del Partido y las decisiones
acertadas corren el riesgo de sufrir un serio daño.
Más aún: después de trazada una línea política
certera, es el trabajo de organización el que lo decide
todo, incluso la suerte de la línea política misma, su
cumplimiento o su fracaso.
En realidad, la victoria ha sido conseguida y
conquistada gracias a una lucha sistemática y tenaz
contra todas las dificultades en la aplicación de la
línea del Partido, gracias a la superación de estas
dificultades, mediante y
la movilización del Partido
de la clase para vencerlas, mediante la
obrera
organización de la lucha para vencerlas, mediante la
destitución de los dirigentes inservibles y la selección
de otros mejores, capaces de organizar la lucha
contra las dificultades.
¿Cuáles son estas dificultades y dónde radican?
Son las dificultades de nuestro trabajo de
organización, de la dirección de dicho trabajo.
Radican en nosotros mismos, en nuestros cuadros
dirigentes, en nuestras organizaciones, en el aparato
de las organizaciones del Partido, de los Soviets, de
la economía, de los sindicatos, del Komsomol y de
todas las demás organizaciones.

J. V. Stalin

Hay que comprender que la fuerza y el prestigio


de nuestras organizaciones del Partido, de los
Soviets, de la economía ysus demás, así como de
dirigentes, se han desarrollado hasta alcanzar una
altura inusitada. Y precisamente porque su fuerza y
su prestigio han crecido de ese modo, todo o casi
todo depende ahora de su trabajo. No hay razón para
invocar las condiciones llamadas objetivas. Después
de que el acierto de la línea política del Partido ha
sido confirmado por la experiencia de muchos años,
y la voluntad de los obreros y campesinos para
apoyarla no ofrece ya dudas, el papel de las
condiciones llamadas a un
objetivas se ve reducido
mínimo, mientras que el de nuestras organizaciones y
sus dirigentes se ha hecho decisivo y excepcional.
¿Qué significa esto? Significa que la responsabilidad
por nuestros reveses y deficiencias en el trabajo recae
actualmente, en sus nueve décimas partes, no sobre
las condiciones «objetivas», sino sobre nosotros y
solamente sobre nosotros mismos.
Contamos en el Partido con más de dos millones
de militantes y candidatos. Tenemos en el Komsomol
más de cuatro millones de militantes y candidatos.
Tenemos más de tres millones de corresponsales
obreros y campesinos. El Osoaviajim agrupa él más
de 12 millones de afiliados. En los sindicatos hay
más de 17 millones de militantes. A estas
organizaciones debemos nuestros éxitos. Y si, aún
contando con estas organizaciones y estas
posibilidades, que facilitan los se observan
éxitos,
todavía en el trabajo no pocos reveses y no pocas
deficiencias, la culpa es sólo nuestra, de nuestro
trabajo de organización, de nuestra mala dirección.
El burocratismo y el papeleo de los aparatos de
administración; la charlatanería sobre «dirección en
general», en lugar de dirección viva y concreta; la
estructura funcional de las organizaciones y la falta
de responsabilidad personal; la ausencia de
responsabilidad personal en el trabajo y el
igualitarismo en el sistema de los salarios; la falta de
control sistemático del cumplimiento de las
decisiones y el temor a la autocrítica: he aquí el
origen de nuestras dificultades, he aquí donde anidan
ahora nuestras dificultades.
Sería ingenuo pensar que pueden vencerse estas
dificultades con resoluciones y disposiciones. Los
burócratas y los aficionados al papeleo tienen ya
desde hace mucho tiempo gran habilidad para
manifestar, de palabra, fidelidad a las decisiones del
Partido y del Gobierno y, en la práctica, sepultarlas
en un cajón. Para vencer estas dificultades, ha sido
preciso liquidar el atraso de nuestro trabajo de
organización con respecto a las exigencias de la línea
política del Partido; ha habido que elevar el nivel de
la dirección del trabajo de organización en todas las
esferas de la economía nacional hasta el nivel de la
dirección política; ha sido necesario luchar para que
nuestro trabajo de organización permitiera llevara la

Informe ante el XVII Congreso del Partido acerca de


la actividad del CC del PC(b) de la URSS

243

práctica las consignas políticas y las decisiones del


Partido.
Para vencer estas dificultades y conseguir éxitos,
ha habido que organizar la lucha por la victoria sobre
estas dificultades, incorporar a las masas de obreros y
campesinos a esta lucha, movilizar el Partido mismo,
depurar de elementos dudosos, inestables y
degenerados el Partido y los organismos dirigentes
de la economía.
¿Qué se requería para ello? Se requería:
1) Desarrollar la autocrítica y poner al desnudo las
deficiencias de nuestro trabajo.
2) Movilizar las organizaciones del Partido y de
los Soviets, de la economía, de los sindicatos y del
Komsomol para la lucha contra las dificultades.
3) Movilizar las masas obreras y campesinas para
la lucha por la aplicación de las consignas y
decisiones del Partido y del Gobierno.
4) Desarrollar la emulación y el trabajo de choque
entre los trabajadores.
5) Organizar una amplia red de secciones políticas
en las estaciones de máquinas y tractores y en los
sovjoses, así como acercar al campo la dirección del
Partido y de los Soviets.
6) Descentralizar los Comisariados del Pueblo, las
direcciones generales y los trusts, establecer una
relación más directa entre los organismos rectores de
la economía y las empresas.
7) Acabar con la ausencia de responsabilidad
personal en el trabajo y con el igualitarismo en el
sistema de salarios.
8) Suprimir la estructura funcional, fortalecer la
responsabilidad personal y orientarnos hacia la
abolición del sistema de las juntas de administración.
9) Intensificar el control del cumplimiento de las
decisiones y orientarnos hacia la reorganización, con
este objeto, de la Comisión Central de Control y de la
Inspección Obrera y Campesina.
10) Acercar a la producción a los especialistas que
trabajan actualmente en las oficinas.
11) Desenmascarar y expulsar de los aparatos
administrativos a los incorregibles burócratas y
aficionados al papeleo.
12) Destituir a los infractores de las decisiones del
Partido y del Gobierno, a los embusteros y
charlatanes, y sustituirlos por gente nueva, práctica,
por hombres capaces de asegurar una dirección
concreta del trabajo encomendado y el
fortalecimiento de la disciplina del Partido y de los
organismos soviéticos.
13) Depurar las organizaciones de los Soviets y de
la economía y reducir sus plantillas.
14) Por último, depurar el Partido, arrojando de él
a los elementos dudosos y degenerados.
Estos son los medios esenciales que hubo de
poner en juego el Partido para vencer las dificultades,
elevar nuestro trabajo de organización hasta el nivel
de la dirección política y asegurar, de este modo, la
puesta en práctica de la línea del Partido.
Ya sabéis que el Comité Central de nuestro
Partido ha realizado precisamente así su trabajo de
organización en el período de que rendimos cuenta.
El CC se ha guiado en esto por la idea genial de
Lenin de que lo principal en el trabajo de
organización es la selección de los hombres y el
control del cumplimiento de las decisiones
adoptadas.
Quisiera decir algunas palabras sobre la selección
de los hombres y la sustitución de los que no han
estado a la altura debida.
Aparte de algunos incorregibles burócratas y
aficionados al papeleo, respecto a cuya destitución
todos estamos de acuerdo, hay dos tipos de
funcionarios que entorpecen nuestro trabajo, lo
obstaculizan y no nos permiten avanzar.
Al primer tipo corresponden los funcionarios que
contrajeron ciertos méritos en el pasado, hombres
que se han convertido en grandes señores y a quienes
les parece que las leyes soviéticas y del Partido no
han sido escritas para ellos, sino para los tontos. Son
esos mismos funcionarios que tampoco estiman
deber suyo cumplir las decisiones del Partido y del
Gobierno y que destruyen así las bases de la
disciplina del Partido y del Estado. ¿En qué confían
al vulnerar las leyes soviéticas y del Partido? Confían
en que, por sus méritos pasados, el Poder Soviético
no se atreverá a meterse con ellos. Estos grandes
señores ensoberbecidos piensan que son
insustituibles y que pueden infringir impunemente las
decisiones de los organismos directivos. ¿Qué se
debe hacer con estos funcionarios? Hay que
destituirlos de los puestos de dirección sin titubeos,
sin reparar en sus méritos pasados. Hay que pasarles
a puestos de menor importancia y publicar la noticia
en la prensa. Esto es indispensable para bajarles los
humos a estos ensoberbecidos grandes señores
burócratas y colocarles en el lugar que les
corresponde. Ello es indispensable para consolidar en
todo nuestro trabajo la disciplina del Partido y de los
organismos soviéticos.
Y ahora hablemos del segundo tipo de
funcionarios. Es el tipo de charlatanes, yo diría de
charlatanes honrados, hombres honestos, fieles al
Poder Soviético, pero incapaces de dirigir, incapaces
de organizar nada. Tuve el año pasado una
conversación con uno de estos camaradas, un
camarada muy estimable, pero un charlatán
incorregible, capaz de ahogar con su verborrea
cualquier obra viva. He aquí esta conversación:
Yo: ¿Qué tal va la siembra?
El: ¿La siembra, camarada Stalin? Nos hemos
movilizado.
Yo: Bien, y ¿qué?
El: Hemos planteado la cuestión de plano.
Yo: Bien, ¿y qué más?
El: Hay un viraje, camarada Stalin, pronto se

244

producirá un viraje.
Yo: Bueno, pero ¿qué hay en realidad?
El: Se perfilan progresos.
Yo: Bien, pero ¿qué tal va la siembra?
El: Hasta ahora no hemos logrado hacer nada,
camarada Stalin.
He aquí la fisonomía del charlatán. Se han
movilizado, han planteado la cuestión de plano, hay
un viraje y progresos, pero la cosa no avanza,
Exactamente así es como ha caracterizado hace
poco un obrero ucraniano el estado de una
organización. Cuando se le preguntó si dicha
organización se atenía a la línea, respondió: «¡Ah!
¿La línea?... La línea existe, naturalmente, sólo que
el trabajo no se ve». Por lo visto, esta organización
tiene también sus charlatanes honrados.
Y cuando se destituye a estos charlatanes,
separándoles del trabajo de dirección, se quedan
atónitos, boquiabiertos: «¿Por qué nos destituyen?
¿Es que no hemos hecho todo lo necesario? ¿Es que
no hemos reunido la conferencia de obreros de
choque, no hemos proclamado en ella las consignas
del Partido y del Gobierno, no hemos elegido todo el
Buró Político del Comité Central para la presidencia
de honor? ¿Es que no hemos mandado saludos al
camarada Stalin? ¿Qué más queréis de nosotros?».
¿Qué hacer con estos charlatanes incorregibles? Si
se les deja en un trabajo de dirección, son capaces de
ahogar cualquier obra viva en un torrente de
discursos interminables y hueros. Es evidente que
hay que destituirlos de los puestos de dirección y
darles un trabajo de otro tipo. En el trabajo de
dirección no hay lugar para los charlatanes.
Ya he informado brevemente de cómo el CC ha
dirigido la selección de los hombres en las
organizaciones de los Soviets y de la economía y de
cómo ha reforzado el control del cumplimiento de las
decisiones. El camarada Kaganóvich os informará
más detalladamente en el tercer punto del orden del
día del Congreso.
Ahora quisiera decir unas palabras respecto al
trabajo a realizar en adelante con vistas a la
intensificación del control del cumplimiento de las
decisiones.
La acertada organización del control del
cumplimiento de las decisiones tiene una importancia
cardinal en la lucha contra el burocratismo y el
papeleo. ¿Se ponen en práctica las decisiones de las
organizaciones directivas o son sepultadas por los
burócratas y los aficionados al papeleo? ¿Se aplican
en forma o se tergiversan? ¿Trabaja el
acertada
aparato honradamente y a lo bolchevique o da vueltas
como una rueda loca? Todo esto sólo puede saberse a
tiempo si existe un control bien organizado. Un
control bien organizado es el reflector que permite
iluminar el estado del trabajo de nuestros organismos
en cualquier momento y exponer a la vergüenza
pública a los burócratas y a los aficionados al

J. V. Stalin

papeleo. Se puede afirmar con toda seguridad que las


nueve décimas partes de nuestras fallas y errores se
deben a la falta un control bien organizado. No
de
cabe duda que con un buen control del
de
cumplimiento de las decisiones, las fallas y los
errores serían prevenidos a ciencia cierta.
Mas, para que este control dé resultado, se
precisan, por lo menos, dos condiciones : primera,
que el control sea sistemático, y no esporádico;
segunda; que al frente del control en todos los
eslabones de las organizaciones del Partido, de los
Soviets y de la economía no estén camaradas que
ocupen puestos de segundo orden, sino camaradas
con suficiente autoridad, los propios dirigentes de las
organizaciones.
Una acertada organización del control del
cumplimiento de las decisiones tiene la mayor
importancia para las instituciones dirigentes
centrales. La Inspección Obrera y Campesina, por su
organización, no reúne las condiciones necesarias de
un aparato de control bien montado. Hace unos años,
cuando nuestro trabajo en el terreno económico era
más sencillo y menos satisfactorio, cuando se tenía la
posibilidad de inspeccionar el trabajo de todos los
Comisariados del Pueblo y de todos los organismos
de la economía, la Inspección Obrera y Campesina
cumplía sus fines. Pero ahora que nuestro trabajo de
dirección de la economía es mayor, se ha hecho más
complicado y ya no hay necesidad ni posibilidad de
ejercer la inspección desde un solo centro, la
Inspección Obrera y Campesina debe ser
reorganizada. Lo que nos hace falta ahora no es
inspeccionar, sino comprobar el cumplimiento de las
decisiones del centro; lo que nos hace falta ahora es
controlar el cumplimiento de las decisiones del
centro. Ahora necesitamos una organización que, sin
proponerse el objetivo de hacer la inspección
universal de todos y de todo, pueda concentrar su
atención en el control, en la comprobación del
cumplimiento de las decisiones de los organismos
centrales del Poder Soviético. Tal organización
puede ser únicamente la Comisión de Control
Soviético, adjunta al Consejo de Comisarios del
Pueblo de la URSS, que trabaje por encargo de éste y
cuente en todas partes con sus propios representantes,
independientes de los órganos y para que la
locales
Comisión tenga la autoridad y pueda, en
suficiente
caso necesario, exigir responsabilidades a cualquier
funcionario dirigente, es preciso que todos los
candidatos a miembros de la Comisión de Control
Soviético sean propuestos por el Congreso del
Partido y confirmados por el Consejo de Comisarios
del Pueblo y por el Comité Ejecutivo Central de la
URSS. Creo que solamente una organización de este
tipo podría reforzar el control y la disciplina
soviéticos.
En lo que respecta a la Comisión Central de
Control, ésta fue creada, sobre todo y principalmente,
Informe ante el XVII Congreso del Partido acerca de
la actividad del CC del PC(b) de la URSS

245

como es notorio, para prevenir una escisión del


Partido. Sabéis que el peligro de escisión existió
realmente entre nosotros hace algún tiempo. Sabéis
que la Comisión Central de Control y sus
organizaciones lograron prevenir ese peligro. Pero
ahora ya no hay peligro de escisión. En cambio,
sentimos la necesidad imperiosa de una organización
capaz de concentrar la máxima atención en el control
del cumplimiento de las decisiones del Partido y de
su Comité Central. Esta organización no puede ser
más que una Comisión de Control del Partido,
adjunta al CC del PC(b) de la URSS, por que trabaje
encargo del Partido y de su CC y cuente en todas
partes con sus propios representantes, independientes
de las organizaciones locales. Claro que tal
organización tan responsable debe tener una gran
autoridad. Y para que la tenga y pueda exigir
responsabilidades a cualquier funcionario dirigente
que haya cometido una falta, incluidos los miembros
del Comité Central, es indispensable que solamente
el órgano superior del Partido, su Congreso, pueda
elegir y destituir a los miembros de esta Comisión.
No cabe duda de que tal organización será
verdaderamente capaz de asegurar el control del
cumplimiento de las decisiones de los organismos
centrales del Partido y de fortalecer la disciplina del
Partido.
Así están las cosas en cuanto a la dirección del
trabajo de organización.
Nuestras tareas a este respecto son:
1) Seguir ajustando nuestro trabajo de
organización a las exigencias de la línea política del
Partido.
2) Elevar la dirección del trabajo de organización
al nivel de la dirección política.
3) Conseguir que la direcdón del trabajo de
organización asegure por completo el cumplimiento
de las consignas políticas y las decisiones del
Partido.
* * *
Camaradas: Termino el informe.
¿Qué conclusiones podemos sacar?
Todos reconocen
ya que nuestros éxitos son
grandes, extraordinarios. El país ha sido encauzado,
en un plazo relativamente corto, por el camino de la
industrialización y de la colectivización. El primer
plan quinquenal se ha cumplido con buen éxito. Ello
despierta un sentimiento de orgullo y consolida en
nuestros militantes la fe en sus propias fuerzas.
Eso, naturalmente, está bien. Pero los éxitos
tienen, en ocasiones, su lado negativo. Engendran a
veces peligros, que, si se les permite desarrollarse,
pueden echarlo todo a rodar. Por ejemplo, hay el
peligro de que a algunos de nuestros camaradas los
éxitos se les suban a ya se
la cabeza. Como es sabido,
han dado algunos casos. Hay el peligro de que
algunos camaradas, embriagados por los éxitos, se
envanezcan hasta más no poder y comiencen a
arrullarse con canciones jactanciosas, como ésas de
«para nosotros ahora todo es pan comido», «no hay
quien pueda con nosotros», etc. Eso no está
descartado en absoluto, camaradas. Nada más
peligroso que esta disposición de ánimo, porque
desarma al Partido y desmoviliza sus filas. Si esta
disposición de ánimo llega a prevalecer en nuestro
Partido, pondremos en peligro todos nuestros éxitos.
Naturalmente, hemos cumplido el primer plan
quinquenal con buen éxito. Esto es cierto. Pero las
cosas no terminan ni pueden terminar ahí, camaradas.
Tenemos en perspectiva el segundo plan quinquenal,
que también debe ser cumplido, y cumplido
asimismo con buen éxito. Ya sabéis que los planes se
cumplen en lucha contra las dificultades, a medida
que se vencen las dificultades. Quiere decirse que
habrá dificultades, que habrá también que luchar
contra ellas. Los camaradas Mólotov y Kúibishev os
informarán acerca del segundo plan quinquenal. Por
sus informes veréis las grandes dificultades que
habremos de vencer para llevar a cabo este grandioso
plan. Por tanto, no hay que adormecer al Partido, sino
desarrollar en él la vigilancia: no arrullarlo, sino
mantenerlo siempre dispuesto al combate; no
desarmarlo, sino armarlo; no desmovilizarlo, sino
conservarlo en estado de movilización para llevar a
cabo el segundo plan quinquenal.
De aquí, la primera no embriagarse
conclusión:
con los éxitos envanecerse.
alcanzados ni
Hemos logrado esos éxitos porque hemos tenido
una acertada línea directriz del Partido y hemos
sabido organizar a las masas para poner en práctica
esta línea. Huelga decir que sin estas condiciones no
hubiéramos obtenido esos éxitos, de los que nos
enorgullecemos legítimamente. Ahora bien, tener una
línea acertada y saber ponerla en práctica es algo
muy raro en la vida de los partidos gobernantes.
Fijaos en los países que nos rodean. ¿Encontraréis
muchos partidos que tengan una línea
gobernantes
acertada y la apliquen? En realidad, hoy no existen
tales partidos en el mundo, pues todos los partidos
viven sin perspectivas, se enredan en el caos de la
crisis y no ven el camino para salir del pantano.
Únicamente nuestro Partido sabe hacia dónde hay
que conducir las cosas y las conduce con buen éxito.
¿A qué debe nuestro Partido esta ventaja? A que es
un partido marxista, un partido leninista, a que se
guía en su trabajo por la doctrina de Marx, Enge1s y
Lenin. No puede caber duda de que, mientras
sigamos fieles a esta doctrina, mientras nos guiemos
por esta brújula, obtendremos éxitos en nuestro
trabajo.
Se dice que en el Occidente, en algunos países, ya
se ha destruido el marxismo. Se dice que lo ha
destruido la corriente burguesa nacionalista titulada
fascismo. Eso es una tontería, naturalmente. Sólo
quien desconoce la historia puede hablar así. El
marxismo es la expresión científica de los intereses

246

J. V. Stalin
vitales de la clase obrera. Para destruir el marxismo,
hay que destruir a la clase obrera. Y esto es
Publicado el 28 de enero de 1934 en el núm. 27 de
imposible. Más de ochenta años han transcurrido
«Pravda».
desde que el marxismo salió a la lid. En este tiempo,
decenas, centenares de gobiernos burgueses han
intentado destruirlo. Y ¿qué ha ocurrido? Los
gobiernos burgueses vienen y se van, pero el
marxismo queda. Más aún: el marxismo ha
conseguido una victoria completa en una sexta parte
del mundo, precisamente en el país donde el
marxismo se consideraba definitivamente destruido.
No puede un azar que el país donde el
estimarse
marxismo ha logrado una victoria completa sea hoy
el único del mundo que no conoce las crisis y el paro,
mientras que en los demás países, comprendidos los
fascistas, reinan, desde hace cuatro años, la crisis y el
paro. No, camaradas, esto no es una casualidad.
Sí, camaradas, hemos conseguido nuestros
éxitos
por haber trabajado y luchado bajo la bandera de
Marx, Engels y Lenin.
De aquí la segunda conclusión: ser fieles hasta
el
fin a la gloriosa bandera de Marx, Engels y Lenin.
La clase obrera de la URSS no sólo es
fuerte
porque cuenta con un Partido leninista probado en las
luchas. No sólo es fuerte porque cuenta con el apoyo
de millones de campesinos laboriosos, sino también
porque la respalda y la sostiene el proletariado
mundial. La clase obrera de la URSS es parte del
proletariado mundial, es su destacamento de
vanguardia, y nuestra república es carne de la carne
del proletariado mundial. No cabe duda de que, si no
hubiese tenido el apoyo de la clase obrera de los
países capitalistas, no se habría mantenido en el
Poder, no habría asegurado las condiciones
necesarias para la edificación socialista; por
consiguiente, no habría tenido los éxitos que registra
hoy. Los vínculos internacionales de la clase obrera
de la URSS con los obreros de los países capitalistas,
la unión fraternal de los obreros de la URSS con los
obreros de todos los países, constituyen una de las
piedras angulares de la fuerza y de la potencia de la
República Soviética. Los obreros del Occidente dicen
que la clase obrera de la URSS es la brigada de
choque del proletariado mundial. Eso está muy bien.
Significa que el proletariado mundial está dispuesto a
seguir apoyando a la clase obrera de la URSS en la
medida de sus fuerzas y posibilidades. Peroeso nos
impone serias obligaciones. Eso significa que
tenemos que justificar con nuestro trabajo el honroso
título de brigada de choque de los proletarios de
todos países. Esto nos obliga a trabajar mejor, a
los
luchar mejor por la victoria definitiva del socialismo
en nuestro país, por la victoria del socialismo en
todos los países.
De aquí la tercera conclusión: ser fieles hasta
el
fin a la causa del internacionalismo proletario, a
la
causa de la unión fraternal de los proletarios de
todos los países.
SOBRE LOS DEFECTOS DEL TRABAJO

DEL PARTIDO Y SOBRE LAS MEDIDAS


PARA LIQUIDAR A LOS ELEME�TOS
TROTSKISTAS Y DEMÁS ELEME�TOS DE
DOBLE CARA

Informe y discurso de clausura en el pleno del


290
Comité Central del PC(b) de la URSS
3-5 de marzo de 1937
Camaradas:
De los informes que hemos escuchado en el Pleno
y de los debates que tuvieron lugar a continuación,
resulta que tenemos que vérnoslas con los tres
principales hechos siguientes:
Primero, el trabajo de sabotaje, de espionaje y de
diversión de los agentes de los Estados extranjeros,
entre los cuales
los trotskistas jugaban un papel
bastante que, en mayor o menor grado ha
activo,
afectado a todas o a casi todas nuestras
organizaciones, tanto a las económicas como a las
administrativas y del Partido.
Segundo, agentes de los Estados extranjeros, y
entre ellos los trotskistas, se han infiltrado no sólo en
las organizaciones de base, sino también en algunos
puestos de responsabilidad.
Tercero, algunos de nuestros dirigentes, tanto en
el centro como en provincias, no sólo no han sabido

290
Del 23 de febrero al 5 de marzo de 1937, bajo la dirección de
J. V. Stalin, celebró sus trabajos el Pleno ordinario del CC del
PC(b) de la URSS El Pleno examinó las tareas del Partido en
materia de organización relativas a las elecciones para el Soviet
Supremo de la URSS, que habrían de celebrarse de acuerdo con
la nueva Constitución. Analizó, igualmente, los problemas
concernientes a la construcción económica y al Partido y tomó
una serie de medidas para resolverlos. El Pleno puso también
sobre el tapete la cuestión de la actividad antipartido de Bujarin y
de Rykov y decidió expulsarlos del Partido.
Las victorias logradas por el Partido enfurecían a los enemigos
del pueblo: espías, saboteadores, asesinos trotskista-bujarinistas a
sueldo de los servicios de espionaje extranjeros. Los procesos
revelaron la actividad complotadora de estos elementos contra
Lenin, a quien tenían la intención de detener, contra el Partido y
el Estado soviético desde los primeros días posteriores a la
Revolución de Octubre.
Cumpliendo las tareas, dictadas por sus amos capitalistas, se
proponían destruir el Partido y el Estado Soviético, socavar la
defensa del país, facilitar la intervención extranjera, preparar la
derrota del Ejercito Rojo, desmembrar la Unión Soviética,
convertirla en colonia del imperialismo y restablecer la
esclavitud capitalista en la URSS El Partido y el Poder Soviético
aniquilaron los centros de estos enemigos del pueblo.
En su Informe, J. V. Stalin trazó un claro programa para
fortalecer los órganos del Partido y de los Soviets, para elevar la
vigilancia revolucionaria, y lanzando la consigna: "¡dominemos
el bolchevismo!» pertrechó al partido para la lucha contra los
enemigos del pueblo, enseñándole a quitarles la máscara.

discernir la verdadera cara de estos saboteadores, de


estos agentes diversionistas, espías y asesinos, sino
que se han mostrado indiferentes, bonachones e
ingenuos hasta tal punto que han contribuido con
frecuencia a hacer que los agentes de los Estados
extranjeros hayan tenido acceso a éstos o aquellos
puestos de responsabilidad.
Tales son los tres hechos incontestables que
propiamente se desprenden de los informes y de los
correspondientes debates que les sucedieron.

I. Despreocupación política
¿Cómo explicar que nuestros dirigentes, que
tienen una rica experiencia de lucha contra las
corrientes antipartido y antisoviéticas de todo
género, se hayan mostrado en este caso tan ingenuos
y tan ciegos que no hayan sabido discernir la
verdadera catadura de los enemigos del pueblo, no
hayan sabido reconocer a los lobos disfrazados de
corderos, no hayan sabido arrancarles la máscara?
¿Podría afirmarse que la acción de sabotaje, de
espionaje y de diversión de los agentes de los
Estados extranjerosque actúan en el territorio de la
URSS, pudiera ser para nosotros algo inesperado,
algo nunca visto? No, no podríamos decirlo.
Testimonio de ello son los actos de sabotaje
realizados en las diversas ramas de la economía
nacional en el curso de los diez últimos años, desde
la época del proceso de Shajti, los cuales además
están registrados en los documentos oficiales.
¿Podría afirmarse que en estos últimos tiempos no
ha habido ninguna señal que nos pusiera en guardia y
nos advirtiera de la actividad de sabotaje, de
espionaje o de terrorismo de los agentes trotskista-
zinovievistas del fascismo? No, no podríamos
decirlo. Ha habido señales en este sentido y los
bolcheviques no tienen derecho a olvidarlas.
291
El infame asesinato de Kirov fue la primera

291
Kirov S. M. (1886-1934) - destacado dirigente del Partido
Comunista y del Estado Soviético, fiel discípulo y de V. I. Lenin
el más íntimo compañero de lucha de J. V. Stalin, resuelto
combatiente de la causa del comunismo, participante activo en
las tres revoluciones rusas. S. M. Kirov fue implacable con los
enemigos del Partido y del pueblo contra los que luchaba
resueltamente. Es por esa razón por la que los enemigos de clase
le odiaban y por la que el 1 de diciembre de 1934, en el Palacio
Smolni de Leningrado fue asesinado por un renegado trotskista,

248

advertencia seria de que los enemigos del pueblo


iban a practicar un doble juego y lo harían
camuflándose de bolcheviques, de miembros del
Partido, para ganarse la confianza y poder
introducirse en nuestras organizaciones.
292,
El proceso del «Centro de Leningrado» al igual
que el proceso «Zinóviev- Kámenev» confirmaron
una vez más las lecciones que se derivan del infame
asesinato de Kirov.
El proceso del «Bloque zinovievisto-trotskista» ha
293
ampliado enseñanzas de los procesos anteriores
las
y ha mostrado con toda claridad que los zinovievistas
y los trotskistas agrupan a su alrededor a todos los
elementos burgueses enemigos, demuestra que ellos
se han convertido en una agencia de espionaje, de
diversión y de terror de la Gestapo alemana, que el
doble juego y el enmascaramiento son para los
zinovievistas y los trotskistas el único medio para

agente del servicio de espionaje


imperialista y miembro del
clandestino grupo zinovievista.
contrarrevolucionario
292
El «Centro de Leningrado» -
grupo clandestino terrorista
contrarrevolucionario, organizado por los integrantes del grupo
antisovíético-zinovievista en Leningrado. Su objetivo era
asesinar a los dirigentes del Partido Comunista. Este grupo tenía
lazos con los servicios de espionaje extranjeros y estaba
sostenido por ellos.
293
Se refiere a los procesos que se desarrollaron durante los años
1936-1938, contra los trotsko-zinovievistas y otros enemigos
como Kámenev, Yakiri, Tujachevski, Razengolz, Bujarín etc.
Estos procesos pusieron en evidencia que desde hacía tiempo
estos elementos se habían unido en la banda de enemigos del
pueblo formando un único «bloque de derechistas y troskistas».
Los procesos pusieron de relieve que estos elementos, junto con
los enemigos del pueblo -Trotski, Zinóvíev, Kámenev- desde los
primeros días de la Revolución Socialista de Octubre, habían
montado un complot contra Lenin, contra el Partido y contra el
Estado Soviético. Las provocaciones para hacer fracasar la paz
de Brest-Litovsk, al principio del año 1918, el atentado contra
Lenin y el acuerdo secreto con los eseristas e «izquierdistas» para
llevar a cabo el arresto y el asesinato de Lenin, Stalin y Sverdlov
en la primavera de 1918, el vil atentado contra Lenin en el verano
de 1918 en el que resulto herido, el motín de los socialistas-
revolucionarios «izquierdistas» en el verano de 1918, el
crecimiento voluntario de las divergencias en 1921 con el fin de
estremecer e invertir, del interior, la dirección de Lenin, los
intentos para derrocar esta dirección durante el tiempo en que
Lenin estaba enfermo y después de su muerte, la divulgación de
los secretos estatales y el pasar informaciones a los servicios de
espionaje extranjeros; el vil asesinato de Kirov, el trabajo de
diversión, los atentados, el vil asesinato de Menjinski, Kuibichev
así como lo de Gorki - todos estos crímenes y otros de la misma
naturaleza, como se demostró posteriormente fueron cometidos,
en el plazo de veinte años, con la participación o bajo la
dirección de Trotski, Zinóviev, Kámenev, Bujarin, Rikov, y sus
agentes, bajo las órdenes de los servicios de espionaje extranjeros
burgueses.
Los procesos pusieron de manifiesto que los traidores trotskista-
bujarinistas, bajo las órdenes de sus amos -los servicios de
espionaje extranjeros burgueses- tenían como objetivo la
destrucción del Partido y del Estado Soviético, el minar la
defensa del país, facilitar la intervención extranjera, preparar la
derrota del Ejército Rojo, desmembrar a la URSS, destruir las
victorias logradas por los obreros y los koljosíanos y restaurar la
esclavitud capitalista en la URSS.
El tribunal soviético condenó a muerte a los traidores trotsko-
bujarinistas.

J. V. Stalin

penetrar en nuestras organizaciones y que la


vigilancia y la perspicacia política son el medio más
seguro para impedir esta penetración y para liquidar a
la banda zinovievista-trotskista.
En su carta confidencial del 18 de enero de 1935,
relativa al infame asesinato de Kirov, el Comité
Central del PC(b) de la URSS ponía resueltamente en
guardia a las organizaciones del Partido contra la
benevolencia política y el aturdimiento filisteo.
He aquí lo que dice esta carta confidencial:

«Hay que acabar con la benevolencia oportunista


que parte de la suposición errónea de que a medida
que nuestras fuerzas crecen, el enemigo se vuelve
más manso e inofensivo. Esta suposición es
totalmente errónea. Se trata de un resabio de la
desviación de derecha, que pretendía hacer creer a
todos y a cada uno de nosotros que los enemigos se
irán integrando paulatinamente en el socialismo y
que en definitiva llegarán a convertirse en verdaderos
socialistas. No es propio de bolcheviques dormirse en
los laureles y quedarse pensando en las musarañas.
Lo que nos hace falta, no es la benevolencia, sino la
vigilancia, la verdadera vigilancia revolucionaria
bolchevique. No hay que olvidar que cuanto más
desesperada sea la situación de los enemigos tanto
más desearán agarrarse a las medidas extremas, como
el único recurso de los que están condenados a
fracasar en su lucha contra el poder soviético.
Debemos recordar esto y estar vigilantes.»

En la carta confidencial del 29 de julio de 1936,


sobre la actividad terrorista y de espionaje del Bloque
trotskista-zinovievista, el Comité Central del PC(b)
de la URSS llamaba de nuevo a las organizaciones
del Partido a desplegar la máxima vigilancia, a saber
reconocer a los enemigos del pueblo, por muy
hábilmente enmascarados que estuvieran.
He aquí lo que dice la carta confidencial:

«Ahora que se ha probado que, en la lucha contra


el poder de los Soviets, los monstruos trotskista-
zinovievistas agrupan a todos los enemigos jurados, a
los enemigos más odiados de los trabajadores de
nuestro país, espías, provocadores, agentes de
diversión, guardias blancos, ku1aks, etc., y que entre
estos elementos por una parte, y los trotskistas y los
zinovievistas por otra, se ha borrado toda línea de
demarcación, -nuestras organizaciones del Partido,
en su totalidad todos los miembros del Partido- deben
comprender que la vigilancia de los comunistas es
indispensable en todos los sectores y en todas las
condiciones. La cualidad indispensable de todo
bolchevique, en las condiciones del presente, debe
ser la capacidad de reconocer al enemigo del Partido,
por muy enmascarado que esté.»

Así pues, señales y advertencias, las ha habido.

Sobre los defectos del trabajo del partido


y sobre las medidas para liquidar a los elementos…

249

¿Qué nos exigían estas señales y advertencias?


Nos exigían liquidar la debilidad del trabajo de
organización en el Partido y hacer del Partido una
fortaleza inexpugnable donde ningún elemento de
doble cara pudiera penetrar.
Nos exigían acabar con la subestimación del
trabajo político del Partido y efectuar un viraje
decisivo, destinado a reforzar este trabajo Por todos
los medios, destinado a reforzar la vigilancia
política...
Pero ¿qué ocurrió ?Los hechos han demostrado
que, para captar estas advertencias y señales,
nuestros camaradas han sido demasiado duros de
oído.
Así lo confirman con toda claridad las hechos
referentes a campaña de verificación y
la cambio de
carnets del Partido, que todos conocemos.
¿Cómo explicar que estas advertencias y señales
no hayan tenido el efecto requerido?
¿Cómo explicar que nuestros camaradas del
Partido, a pesar de su experiencia de lucha contra los
elementos antisoviéticos, a pesar de toda una serie de
señales y advertencias, hayan sido políticamente
miopes ante la actividad de sabotaje, de espionaje y
de diversión de los enemigos del pueblo?
¿Acaso nuestros camaradas del Partido han
perdido las cualidadesque poseían en otro tiempo, se
han vuelto menos conscientes y menos disciplinados?
No, por supuesto que no. ¿O están en vías de
degeneración? ¡Tampoco! Tal suposición carece de
todo fundamento.
¿Entonces qué? ¿De dónde viene toda esta
pazguatería, esta despreocupación, esta benignidad,
esta ceguera?
Lo cierto es que nuestros camaradas del Partido,
llevados por campañas económicas y
las los enormes
éxitos conquistados en el frente de la edificación
económica, han olvidado sencillamente algunos
hechos muy importantes, que los bolcheviques no
tienen derecho a olvidar. Han olvidado un hecho
esencial respecto a la situación internacional de la
URSS y no han captado dos hechos muy importantes
que están directamente relacionados con los actuales
saboteadores, espías, agentes de diversión y asesinos,
los cuales se amparan detrás del carnet del Partido y
se disfrazan de bolcheviques.

cerco capitalista
II. El
son pues los hechos que han
¿Cuáles olvidado o
que simplemente no han captado nuestros camaradas
del Partido?
Han olvidado que el poder de los Soviets sólo ha
triunfado en una sexta parte del globo y que las cinco
sextas partes restantes, están en posesión de los
Estados capitalistas. Han olvidado que la Unión
Soviética se encuentra dentro del cerco capitalista.
Entre nosotros existe la costumbre de hablar mucho
sobre el cerco pero en lo que se refiere a
capitalista;
reflexionar su significado, esto es algo que no
sobre
suele hacerse. El cerco capitalista no es una frase
hueca, es un fenómeno muy real y muy desagradable.
El cerco capitalista, significa en concreto que existe
un país, la Unión Soviética, el cual ha instaurado el
orden socialista, y que por otra parte, hay, un gran
número de países, países burgueses, que continúan
llevando un género de vida capitalista y están
cercando a la Unión Soviética, aguardando la menor
oportunidad para atacarla, para abatirla o, en todo
caso, para socavar su potencia y debilitarla.
Este hecho esencial, nuestros camaradas lo han
olvidado. Y es precisamente él que determina la base
de las relaciones entre el cerco capitalista y la Unión
Soviética.
Tomemos, por ejemplo, los Estados burgueses.
Gentes ingenuas podrían creer que sólo existen entre
ellos buenas relaciones, como si de Estados de un
solo e idéntico tipo se tratara. Pero, únicamente los
ingenuos pueden pensar así. En realidad, las
relaciones entre estos Estados distan mucho de ser
unas relaciones de buena vecindad. Está
comprobado, dos y dos son cuatro, que los
como
Estados burguesesse envían mutuamente hacia sus
retaguardias espías, saboteadores, agentes de
diversión, y a veces también asesinos, fijándoles la
tarea de introducirse en las empresas e instituciones
de estos Estados, de crear en ellos su propia red y,
«en caso de necesidad», hacer saltar las retaguardias
de estos Estados, para debilitar y socavar su
potencial. Así están hoy las cosas. Y así han estado
también en el pasado. Tomemos, por ejemplo, los
Estados europeos de la época de Napoleón I. Por
entonces, Francia estaba plagada de espías y agentes
de diversión, procedentes del campo de los rusos,
alemanes, austríacos, ingleses. Y a su vez, Inglaterra,
los Estados de Alemania, Austria, Rusia tenían
también en sus retaguardias un número no inferior de
espías y agentes de diversión procedentes del campo
francés. En dos ocasiones los agentes de Inglaterra
atentaron contra la vida de Napoleón y sublevaron
varias veces a los campesinos vandeanos, de Francia,
contra el gobierno de aquél. era el gobierno
Y ¿qué
de Napoleón? Un gobierno que reprimió la
burgués
Revolución Francesa y sólo conservó de ésta los
logros que le eran ventajosos a la gran burguesía. Ni
que decir tiene que el gobierno de Napoleón no sólo
no quedaba a la zaga de sus vecinos, sino que, a su
vez, tomaba medidas de diversión. Así ocurría en
aquel tiempo, hace ya ciento treinta años. Así ocurre
hoy, ciento treinta años después de Napoleón I.
Actualmente Francia e Inglaterra bullen de espías y
agentes de diversión alemanes; e, inversamente,
espías y agentes de diversión anglo-franceses actúan,
también, en Alemania. Los Estados Unidos de
América bullen de espías y agentes de diversión
japoneses, y el Japón de espías y agentes de diversión
norteamericanos.
250

Tal es la ley de las relaciones entre Estados


burgueses.
Nos preguntamos ¿por qué los Estados burgueses
deberán observar hacia el Estado soviético socialista
una actitud más delicada y de mejor vecindad que
hacia los Estados burgueses de mismo tipo que ellos?
¿Por qué enviarán a la retaguardia de la Unión
Soviética menos espías, saboteadores, agentes de
diversión y asesinos de los que han enviado a las
retaguardias de los Estados burgueses congéneres?
¿De dónde han salido tales suposiciones? ¿No sería
más justo admitir, desde el punto de vista marxista,
que los Estados burgueses deben enviar a la
retaguardia de la Unión Soviética hasta dos y tres
veces más saboteadores, espías, agentes de diversión
y asesinos de los que envían a la retaguardia de
cualquier Estado burgués?
¿No está claro que mientras exista el cerco
capitalista, existirán en nuestro país los saboteadores,
los espías, los agentes de diversión y los asesinos
enviados a nuestra retaguardia por los agentes de los
Estados extranjeros?
Nuestros camaradas del Partido habían olvidado
todo esto y por eso han sido cogidos desprevenidos.
He aquí por qué la actividad de diversión y de
espionaje de los agentes trotskistas de la policía
secreta japonesa y alemana ha sido algo totalmente
inesperado para algunos de nuestros camaradas.

III. El trotskismo de nuestros días


Prosigamos. En la lucha que llevan a cabo contra
los agentes trotskistas, nuestros camaradas del
Partido no han notado, se han dejado pasar el hecho
de que el trotskismo actual ya no es más lo que ha
sido, digamos, siete u ocho años antes; que el
trotskismo y los trotskistas han pasado durante este
tiempo por una seria evolución que ha modificado a
fondo el semblante del trotskismo y en consecuencia
que la lucha contra el trotskismo, los métodos para
combatirlo, deben ser cambiados radicalmente.
Nuestros camaradas del Partido no han notado que el
trotskismo ha dejado de ser una corriente política en
la clase obrera como era hace siete u ocho años, ni
como se ha convertido en una banda enfurecida y sin
principios compuesta por saboteadores, agentes de
diversión y asesinos, que actúan bajo las órdenes de
los servicios de espionaje de los Estados extranjeros.
¿Qué significa una política en la clase
corriente
obrera? Una corriente en la clase obrera, es
política
un grupo o un partido que tiene su propia fisonomía
política, netamente determinada, cuenta con su forma
Y su programa; es un grupo o un partido que no
oculta ni puede ocultar sus concepciones a la clase
obrera y las preconiza abierta y honestamente, ante
ella; es un grupo o un partido que no teme mostrar su
fisonomía política a la clase obrera, proclamar sus
fines y objetivos reales ante la clase obrera, sino que
por el contrario, se dirige a ésta, con el rostro

J. V. Stalin

descubierto, para convencerla de la justeza de sus


puntos de vista. Tiempo atrás, hace ya siete u ocho
años, el trotskismo era en el seno de la clase obrera
una de las corrientes políticas de este género,
antileninista, bien es cierto, y por consiguiente
profundamente errónea, pero sin embargo era toda
una corriente política.
¿Se puede decir que el trotskismo actual, por
ejemplo el trotskismo de 1936, es una corriente
política en la clase obrera? No, no se puede decir tal
cosa. ¿Por qué? Porque los trotskistas de nuestros
días temen mostrar su verdadero rostro a la clase
obrera; temen exponerle sus fines y objetivos reales;
le ocultan cuidadosamente su fisonomía política,
temerosos de que si la clase obrera se entera sus
de
verdaderas intenciones, va a maldecirlos como
elementos extraños y a arrojarlos lejos de su seno.
Así se explica, realmente, que el principal método de
acción trotskista no sea hoy la propaganda abierta y
leal de sus puntos de vista en el seno de la clase
obrera, sino su enmascaramiento, la alabanza
aduladora y servil de los puntos de vista de sus
adversarios, la manera farisaica e hipócrita de
pisotear sus propios puntos de vista.
En el proceso de 1936, si ustedes recuerdan,
Kámenev y Zinóviev negaron categóricamente que
tuvieran alguna plataforma política. Tuvieron la
plena posibilidad de desarrollar durante el proceso su
plataforma política. Ahora bien, no lo hicieron y
declararon no tener ninguna plataforma política. Es
indudable que los dos mentían. Hoy, hasta los ciegos
ven que ellos tenían su propia plataforma política.
Pero, ¿por qué la negaron? La negaron porque temían
poner al descubierto su verdadera catadura política,
temían mostrar su plataforma real de restauración del
capitalismo en la URSS, por miedo a que tal
plataforma provocase la aversión de la clase obrera.
En el proceso de 1937, Píatakov, Radek y
Sokolnikov tomaron otro camino. Ellos no dijeron
que los trotskistas y los zinovievistas no tuvieran una
plataforma política. Admitieron que tenían su
plataforma política concreta; reconocieron y
desarrollaron esta plataforma en sus declaraciones.
Pero si la desarrollaron, no era en absoluto para
llamar a la clase obrera, para llamar al pueblo a
respaldar la plataforma trotskista, sino para
maldecirla y tildarla de plataforma antipopular y
antiproletaria. Restauración del capitalismo,
liquidación de los koljós y de los sovjós,
restablecimiento del sistema de explotación; alianza
con las fuerzas fascistas de Alemania y del Japón
para acelerar el desencadenamiento una guerra
de
contra la Unión Soviética; lucha por la guerra y
contra la política de paz; desmembramiento territorial
de la Unión Soviética, entregando Ucrania a los
alemanes y la Provincia marítima a los japoneses;
preparación de la derrota militar de la Unión
Soviética en caso de una agresión por parte de los

Sobre los defectos del trabajo del partido


y sobre las medidas para liquidar a los elementos…

251

Estados enemigos; y, como medio para alcanzar estos


fines: sabotaje, diversión, terrorismo individual
contra los dirigentes del poder de los Soviets y
espionaje en provecho de las fuerzas fascistas
japonesas y alemanas. He aquí la plataforma política
del trotskismo actual, expuesta por Piatakov, Radek y
Sokolnikov. Una plataforma de este tipo es
comprensible que los trotskistas no pudiesen por
menos que ocultar al pueblo, a la clase obrera. Y no
la ocultaban solamente a la clase obrera, sino
también a la masa trotskista; y no solamente a la
masa trotskista, sino incluso al equipo dirigente
trotskista, compuesto por un puñado de treinta a
cuarenta hombres. Cuando Radek y Piatakov
pidieron a Trotski la autorización para reunir una
pequeña conferencia de treinta a cuarenta trotskistas
a fin de informarles del carácter de esta plataforma,
Trotski se les negó, declarando que no era racional
exponer el verdadero carácter de la plataforma,
incluso a un puñado de trotskistas, porque una
«operación» de este género podía provocar la
escisión.
«Hombres políticos» que ocultan sus
convicciones, su plataforma, no solamente a la clase
obrera, sino también a la masa trotskista, y no
solamente a la masa trotskista, sino también al
equipo dirigente de los trotskistas, tal es la fisonomía
del trotskismo de nuestros días.
Por esto el actual trotskismo ya no se puede
llamar corriente política en la clase obrera.
El trotskismo de nuestros días no es una corriente
política en la clase obrera, sino una banda sin
principios y sin ideología, de saboteadores, de
agentes de diversión y de información, de espías, de
asesinos, una banda de enemigos jurados de la clase
obrera, una banda a sueldo de los servicios de
espionaje de los Estados extranjeros.
Tal es el resultado indiscutible de la evolución del
trotskismo en el curso de los siete u ocho últimos
años.
Tal es la diferencia entre el trotskismo de antes y
el trotskismo de hoy.
El error de nuestros camaradas del Partido es que
ellos no han notado esta diferencia profunda entre el
trotskismo del pasado y el actual trotskismo. No han
reparado en que los trotskistas han cesado de ser,
desde hace mucho tiempo, hombres de ideas; en que,
desde hace mucho tiempo, se han convertido en
auténticos salteadores de caminos capaces de todas
las vilezas, de todas las infamias, llegando hasta el
espionaje y a su patria, con tal de
la traición directa
causar daño al Estado soviético y al poder de los
Soviets. Nuestros camaradas no se han percatado de
esto y no han sabido, por lo tanto, cambiar a tiempo
de orientación para trabar la lucha contra los
trotskistas de otra manera, de forma más enérgica.
Vemos, pues, por qué las ignominias cometidas
por los trotskistas, en estos últimos años, han sido
algo totalmente inesperado para algunos de nuestros
camaradas del Partido.
Prosigamos. Nuestros camaradas del Partido no
advirtieron, por último, que existe una diferencia
esencial por una parte, entre los actuales
saboteadores y agentes de diversión, entre los cuales
los agentes trotskistas del fascismo juegan un papel
bastante activo, y los saboteadores y agentes de
294,
diversión del tiempo del proceso de Shajti por otra
parte.
Primero. Los saboteadores de
Shajti y los
295
miembros del «Partido industria» eran atadas luces
extraños a nosotros. Eran, en su mayoría, antiguos
propietarios de empresas, antiguos administradores
de los patronos de otro tiempo, antiguos asociados de
viejas sociedades anónimas o simplemente viejos
especialistas burgueses, que, desde el punto de vista
político, nos eran francamente hostiles. Ninguno de
nosotros dudaba de la verdadera fisonomía política
de estos señores. Por otra parte, los saboteadores de
Shajti no disimulaban su actitud hostil hacia el
régimen soviético. No se podría decir lo mismo de
los actuales saboteadores y agentes de diversión, de
los trotskistas. Todos estos, son, en su mayoría,
miembros del Partido, que tienen en su bolsillo el
carnet del Partido; por consiguiente, hombres que,
oficialmente, no nos son extraños. Si los viejos
saboteadores actuaban contra nuestros hombres, los
nuevos saboteadores, por el contrario, les hacen
reverencias, hacen elogios de ellos y se les arrastran
para ganarse su confianza. La diferencia, como veis,
es esencial.
Segundo. Lo que les hacía fuertes a los
saboteadores de Shajti y a los miembros del «Partido
industrial» era su posesión, en mayor o menor grado,
de los conocimientos técnicos necesarios, mientras
que nuestros
hombres, al no tenerlos, se veían
obligados a aprender de ellos. Esta circunstancia
daba una gran ventaja a los saboteadores de la época
de Shajtí, les permitía sabotear con toda libertad y sin
ningún obstáculo, les permitía engañar a nuestros

294
Se refiere a la labor subversiva de la organización
contrarrevolucionaria de especialistas burgueses que de 1923 a
1928 actuó en Shajti y en otros distritos de la cuenca del Donetz.
295
proceso contra la organización contrarrevolucionaria «el
El
partido industrial», que llevaba a cabo acciones de sabotaje y de
espionaje, tuvo lugar en Moscú del 25 de noviembre al 7 de
diciembre de 1930. Los hechos fueron examinados por una
sección especial del Tribunal Supremo de la URSS. Como se vió
durante el proceso «el partido industrial», que agrupaba a los
elementos contrarrevolucionarios de los altos círculos de la
antigua burguesía técnico-intelectual era un agente del capital
internacional en la URSS. Mantenían lazos con los elementos
blancos que habían huido, con los grandes ex-capitalistas de la
Rusia zarista y actuaban según las directas orientaciones del
Estado Mayor del ejército francés para preparar la intervención
militar de los imperialistas y el derrocamiento del Poder
Soviético por las armas. Los saboteadores recibían de los
imperialistas las directrices y los fondos para desarrollar acciones
de espionaje y de diversión en las diferentes ramas de la
economía nacional de la URSS

252

hombres en el aspecto técnico. Las cosas cambian


con los saboteadores de nuestros días, con los
trotskistas. Los saboteadores de hoy no tienen
ninguna ventaja técnica sobre nuestros hombres. Al
contrario, desde este punto de vista, nuestros
hombres están mejor preparados que los saboteadores
actuales, que los trotskistas. En el intervalo desde la
época de Shajti hasta nuestros días, se han formado
en nuestro país decenas de miles de verdaderos
cuadros bolcheviques con una verdadera preparación
técnica. Podríamos mencionar miles y decenas de
miles de dirigentes bolcheviques técnicamente
formados, frente a los cuales todos los Piatakov y
Lívchitz, Chestov y Boguslavski, Muralov y Drobnis,
no son más que vanos parlanchines y unos pipiolos
desde el punto de vista de la preparación técnica. ¿En
dónde permanece, pues, la fuerza de los saboteadores
actuales, de los trotskistas? Su fuerza reside en el
carnet del Partido, en su posesión de éste. Su fuerza
consiste en que el carnet del Partido les da la
confianza política y les abre las puertas de todas
nuestras instituciones y organizaciones. Su ventaja
consiste en que, al poseer este carnet y haciéndose
pasar por los amigos del poder de los Soviets, han
engañado a nuestros hombres en el aspecto político,
han abusado de su confianza, han realizado bajo
mano acciones de sabotaje y han revelado nuestros
secretos de Estado a los enemigos de la Unión
Soviética. Una «ventaja» dudosa en cuanto a su valor
político y moral, pero, en cualquier caso, es toda una
«ventaja» que, en suma, viene a explicar el que los
saboteadores trotskistas, al estar en posesión del
carnet del Partido y tener acceso a todos los puestos
de nuestras instituciones y organizaciones, hayan
sido un verdadero hallazgo para los servicios de
espionaje de los Estados extranjeros.
El error de algunos de nuestros camaradas del
Partido es que no han notado, no han comprendido
toda esta diferencia entre los viejos y los nuevos
saboteadores, entre los saboteadores de Shajti y los
trotskistas, y, al no percatarse, no han sabido
modificar su orientación en el momento oportuno
para combatir en otros términos a los nuevos
saboteadores.

IV. Los lados negativos de los éxitos


económicos
Estos son los hechos principales en lo tocante a
nuestra situación internacional e interior, que muchos
de nuestros camaradas del Partido han olvidado o no
han advertido.
He aquí por qué nuestras gentes han sido
sorprendidas por los acontecimientos de los últimos
años, en lo que concierne al sabotaje y a los actos de
diversión.
Se puede saber: ¿por qué nuestros hombres no han
reparado en esto?, ¿por qué han olvidado todas estas
cosas?

J. V. Stalin

¿De dónde viene esta amnesia, esta ceguera, esta


despreocupación, esta tolerancia?
¿Es que se trata de una vida orgánica en el trabajo
de nuestros hombres?
No, no se trata de un vicio orgánico. Estamos ante
un fenómeno temporal, que puede ser rápidamente
liquidado si nuestros hombres hacen algunos
esfuerzos.
Pero entonces, ¿de qué se trata?
Lo cierto es que, estos últimos años, nuestros
camaradas del Partido estaban totalmente absorbidos
por el trabajo económico, los éxitos económicos les
enardecían hasta el extremo y con este
apasionamiento, han olvidado todo lo demás, ha
descuidado el resto de las tareas.
Es cierto que estando exaltados sus ánimos por los
éxitos económicos, han visto aquí el comienzo y el
fin de todo en cuanto a los problemas concernientes a
la situación internacional de la Unión Soviética, al
cerco capitalista, al reforzamiento del trabajo político
del Partido, a la lucha contra e sabotaje, etc.,
simplemente no les han prestado ninguna atención,
considerándolos como cosas de segundo e incluso de
tercer orden.
En realidad, los éxitos y son algo
las realizaciones
muy grande. Nuestros en el terreno de la
éxitos
edificación socialista, en efecto, son inmensos. Pero
los éxitos, como todo lo que existe en el mundo,
tienen también sus sombras. A menudo los grandes
éxitos y las grandes realizaciones propician en los
hombres poco duchos en la política, una tendencia a
la despreocupación, a la tolerancia, a la
autosatisfacción, a la excesiva confianza en sí, a la
suficiencia, a la jactancia. Ustedes no pueden negar
que, en estos últimos tiempos, los jactanciosos
pululan enormemente entre nosotros. No es
sorprendente que, en este ambiente de grandes y
serios éxitos en el dominio de la edificación
socialista, aparezcan tendencias a las fanfarronadas, a
manifestar, con toda pompa nuestros éxitos,
tendencias a subestimar las fuerzas de nuestros
enemigos y a sobreestimar las propias y, en
consecuencia, se manifieste la ceguera política.
A propósito de todo esto, debo decir algunas
palabras sobre los peligros ligados a los éxitos, sobre
los peligros ligados a las realizaciones.
Los peligros ligados a las dificultades, los
conocemos por experiencia. años que
Hace varios
luchamos contra los peligros de este género y, bien
hay que decirlo, no sin éxito. Los peligros ligados a
las dificultades hacen surgir con frecuencia en las
personas inestables tendencias al abatimiento, a la
falta de confianza en sus fuerzas, tendencias al
pesimismo. Y, al contrario, allí donde se trata de
vencer los peligros que provienen de las dificultades,
los hombres se templan en esta lucha y de ella salen
verdaderos bolcheviques de acero. Tal es la
naturaleza de los peligros ligados a las dificultades.

Sobre los defectos del trabajo del partido


y sobre las medidas para liquidar a los elementos…

253
Tales son los resultados que aporta la lucha para
triunfar sobre las dificultades.
Pero tenemos este otro género que
de peligros, los
están ligados a los éxitos, a las realizaciones. Sí, sí,
camaradas, peligros ligados a los éxitos, a las
realizaciones. Estos peligros consisten en que el
ambiente de los éxitos, -un éxito tras otro, una
realización tras otra, una superación tras otra del
plan-, engendra en las personas poco duchas en la
política y sin mucha experiencia tendencias a la
despreocupación y a la autosatisfacción, les crea una
atmósfera de solemnidades, de aparatosidad y de
felicitaciones mutuas que mata el sentido de la
mesura y debilita el olfato político, abate el ímpetu
de las personas y les incita a dormirse en sus laureles.
No es sorprendente que en esta atmósfera
embriagadora de suficiencia y de autosatisfacción, en
esta atmósfera de demostraciones pomposas y de
ruidosas alabanzas recíprocas, haya quienes olviden
algunos hechos esenciales de una importancia
primordial para los destinos de nuestro país; quienes
comiencen a no reparar en cosas desagradables como
el cerco capitalista, las nuevas formas de sabotaje, los
peligros relacionados con nuestros éxitos, etc. ¿Cerco
capitalista? ¡Bah, esto es una bagatela! ¿Qué
importancia puede tener un cerco capitalista, si
cumplimos y sobrepasamos nuestros planes
económicos? ¿Nuevas formas de sabotaje, lucha
contra el trotskismo? ¡Tamañas tonterías! ¿Qué
importancia pueden tener todas estas minucias, si
nosotros cumplimos y sobrepasamos nuestros planes
económicos? ¿Estatutos del Partido, carácter electivo
de los órganos del Partido, deber de los militantes del
Partido de rendir cuentas de su mandato ante la masa
de los militantes del Partido? Pero, ¿hay necesidad de
esto? En general, ¿vale la pena perder el tiempo en
todas estas pequeñeces, cuando nuestra economía
crece y la situación material de los obreros y
campesinos mejora de día en día? ¡Es inútil seguir
con esto! Nosotros rebasamos nuestros planes,
tenemos un Partido que marcha bien; lo mismo
ocurre con el Comité Central. Entonces, ¿qué otra
cosa es necesaria? Qué gente rara es esa de Moscú, la
del Comité Central del Partido: inventan un montón
de problemas, discuten de quién sabe que sabotaje,
no duermen ellos mismos y no dejan dormir a los
demás...
He aquí un ejemplo ilustrativo de la facilidad y de
la «simplicidad» con que algunos de nuestros
camaradas sin experiencia, contraen la ceguera
política como resultado de los éxitos económicos.
Tales son los peligros ligados a los éxitos, a las
realizaciones.
He aquí la causa de que nuestros camaradas del
Partido, dejándose arrastrar por los éxitos
económicos, han olvidado los hechos de orden
internacional e cuya importancia es esencial
interior
para la Unión Soviética, y no han reparado en una
serie de peligros que rodean a nuestro país.
Aquí están las raíces de nuestra despreocupación,
de nuestra amnesia, de nuestra benignidad, de nuestra
ceguera política.
Aquí están las raíces de los defectos de nuestro
trabajo económico y del trabajo del Partido.

V. �uestras tareas
¿Cómo liquidar estos defectos de nuestro trabajo?
¿Qué hay que hacer para eso?
Es necesario realizar las siguientes medidas:
1. Ante todo hace falta orientar la atención de
nuestros camaradas del Partido, que se han atascado
en las «cuestiones corrientes» de tal o cual servicio,
hacia las grandes cuestiones políticas de carácter
internacional e interior.
2. Es preciso elevar el trabajo político de nuestro
Partido al nivel requerido, colocando en primer plano
la instrucción política y el temple bolchevique de los
cuadros del Partido, del Estado y de la economía
nacional.
3. Hay que a nuestros camaradas del
explicar
Partido que los éxitos cuya importancia
económicos,
es indiscutiblemente muy grande, y por los cuales
continuaremos trabajando de día en día, de año en
año, no agotan sin embargo todos los problemas de
nuestra edificación socialista.
Explicar que los lados negativos de los éxitos
económicos, como son la autosatisfacción, la
despreocupación, el embotamiento del olfato
político, no ser liquidados a no ser que a los
pueden
éxitos económicos se unan los éxitos en la
edificación del Partido y de un vasto trabajo político
de nuestro Partido.
Explicar que los mismos éxitos económicos, su
solidez y su duración dependen por entero y sin lugar
a dudas de los éxitos del trabajo de organización y
del trabajo político del Partido; que a falta de estas
condiciones, los éxitos económicos pueden revelarse
como algo constituido en la arena.
4. Hay que recordar y jamás olvidar que el cerco
capitalista es el hecho esencial que determina la
situación internacional de la Unión Soviética.
Hay que recordar y no olvidar jamás que mientras
exista el cerco capitalista, existirán los saboteadores,
los agentes de diversión, los espías, los terroristas
enviados a la retaguardia de la Unión Soviética por
los servicios de espionaje de los Estados extranjeros;
hay que tener esto presente y luchar contra los
camaradas que subestiman la importancia del cerco
capitalista, que subestiman la fuerza y la importancia
del sabotaje.
Explicar a nuestros camaradas del Partido que
ningún tipo de éxitos económicos, por grandes que
sean, puede anular el hecho del cerco capitalista y las
consecuencias que de él se derivan.
Aplicar las medidas necesarias para que nuestros
camaradas, los bolcheviques, miembros y no

254

miembros del Partido, tengan la posibilidad de


comprender los fines y las tareas, de la práctica y la
técnica de la actividad de sabotaje, de espionaje y de
diversión de los servicios de espionaje extranjeros.
5. Hay que explicar a nuestros camaradas del
Partido que los trotskistas, los cuales son elementos
activos en la acción de sabotaje, de diversión y de
espionaje de los servicios de espionaje extranjeros,
han dejado ser desde hace mucho tiempo una
de
corriente en la clase obrera; que desde hace
política
mucho tiempo han dejado de servir a ideas que sean
compatibles con los intereses de la clase obrera; que
se han convertido en una banda, sin principios y sin
ideas, de saboteadores, de agentes de diversión, de
espías, de asesinos a sueldo de los servicios de
espionaje extranjeros.
Explicar que, en la lucha contra el trotskismo de
nuestros días, lo que se requiere, ya no son los viejos
métodos, los métodos de discusión, sino los métodos
nuevos, los métodos consistentes en extirpar, en
derrotar.
6. Hay que explicar a nuestros camaradas del
Partido la diferencia que existe entre los saboteadores
actuales y los saboteadores de la época de Shajti;
explicar que si los saboteadores de la época de Shajti
engañaban a nuestros hombres en el terreno técnico,
explotando su atraso técnico, los saboteadores
actuales, en posesión del carnet del Partido, engañan
a nuestros hombres aprovechándose de la confianza
política de que gozan como miembros del Partido,
aprovechándose de la despreocupación política de
nuestros hombres.
Es necesario completar la antigua consigna de la
asimilación de la técnica, consigna que correspondía
a la época de Shajti, con la nueva consigna de la
educación política de los cuadros, de la asimilación
del bolchevismo y la liquidación de nuestra
credulidad política, consigna que corresponde
perfectamente a la época en que vivimos.
Puede preguntarse, ¿no era posible, diez años
antes, durante la época de Shajti, formular de golpe
las dos consignas, la primera de la asimilación de la
técnica; y la segunda de la educación política de los
cuadros? no era posible. No es así como se
No, esto
hacen cosas en nuestro Partido bolchevique. En
las
momentos en que el movimiento revolucionario
opera un viraje, siempre es formulada una consigna
esencial, una consigna crucial a la cual nos aferramos
para poder, gracias a ella, tirar hacia nosotros de toda
la cadena. He aquí lo que Lenin nos ha enseñado:
encuentren el eslabón fundamental de la cadena de
nuestro trabajo, aférrense a él y tiren, para poder de
esta manera, tirar de toda la cadena y marchar hacia
adelante.
La historia del movimiento revolucionario
muestra que esta táctica es la única táctica justa. En
la época de Shajti, la debilidad de nuestros hombres
residía en su atraso técnico. No eran las cuestiones

J. V. Stalin

políticas, sino las cuestiones técnicas las que en aquel


entonces eran para nosotros el punto débil. En cuanto
a nuestra actitud política respecto a los saboteadores
de aquel tiempo, estaba perfectamente clara: actitud
de bolcheviques hacia elementos políticamente
extraños. Esta debilidad técnica la hemos liquidado
formulando la consigna de la asimilación de la
técnica y educando, durante el período transcurrido,
decenas y centenares de miles de bolcheviques
técnicamente formados. Algo distinto es hoy que
poseemos cuadros bolcheviques técnicamente
formados, pero sin embargo el papel de saboteadores
ya no es ejercido por elementos totalmente extraños,
que, además no tienen ninguna ventaja técnica sobre
nuestros hombres, sino por personas que poseen el
carnet del Partido y gozan de todos los derechos
reservados a los miembros del Partido. Ahora, el
punto débil de nuestros hombres no es su atraso
técnico, sino su despreocupación política, su ciega
confianza hacia los que una casualidad ha puesto en
posesión del carnet del Partido; la ausencia de un
control sobre las personas, no en función de sus
declaraciones políticas, sino en función a los
resultados de su trabajo. Ahora, la cuestión crucial
para nosotros no es liquidar el atraso técnico de
nuestros cuadros, cosa que ha sido lograda en lo
esencial, sino liquidar la despreocupación política y
la credulidad política hacia saboteadores que una
casualidad ha puesto en posesión del carnet del
Partido.
Esta es la diferencia esencial entre la cuestión
crucial de la lucha por los cuadros en la época de
Shajti,y la cuestión crucial del período actual.
He aquí por qué, hace diez años, no podíamos, ni
debíamos lanzar a la vez las dos consignas, la de la
asimilación de la técnica y la de la educación política
de los cuadros.
He aquí por qué es necesario ahora completar la
antigua consigna de la asimilación de la técnica con
la nueva consigna de la asimilación del bolchevismo,
de la educación política de los cuadros y de la
liquidación de nuestra despreocupación política.
7. Hay que demoler y arrojar lejos de nosotros la
podrida teoría de que, a cada paso que damos
adelante, la lucha de clases entre nosotros irá
extinguiéndose paralelamente, que a medida que
aumenten nuestros éxitos, el enemigo de clase se
hará más manso.
se trata solamente de una teoría podrida, sino
No
de una teoría peligrosa, porque adormece a nuestros
hombres, les hace caer en trampas y permite al
enemigo de clase recobrarse para combatir al poder
de los Soviets.
Por el contrario, cuanto más avancemos, cuanto
más éxitos conquistemos, tanto mayor será el furor
de los restos de las clases explotadoras aplastadas,
tanto más de prisa recurrirán a las más agudas formas
de lucha, tanto más intentarán perjudicar al Estado

Sobre los defectos del trabajo del partido


y sobre las medidas para liquidar a los elementos…

255

soviético, tanto más se agarrarán a los más


desesperados procedimientos de lucha, como el
último recurso de aquellos que van a la ruina.
No hay que perder de vista que los restos de las
clases derrotadas en la URSS no están solos. Cuentan
con el apoyo directo de nuestros enemigos, más allá
de las fronteras de la URSS. Sería un error creer que
la esfera de la lucha de clases se limita a las fronteras
de la URSS. Si un flanco de la lucha de clases actúa
en el marco de la URSS, su otro flanco se extiende
hasta el interior de las fronteras de los Estados
burgueses que nos rodean. Los restos de las clases
derrotadas no pueden ignorarlo. Y, justamente
porque lo saben, continuarán también en el futuro sus
ataques desesperados.
Esto es lo que nos enseña la historia. Esto es lo
que nos enseña el leninismo. No olvidemos pues tal
cosa y estemos siempre vigilantes.
8. Hay que demoler y arrojar lejos de nosotros
otra teoría podrida, según la cual, todo el que no se
entrega constantemente al sabotaje, aunque sólo de
vez en cuando muestre éxitos en su trabajo, no podrá
ser saboteador.
Esta extraña teoría revela
la ingenuidad de sus
autores. No hay saboteador que se atreva a sabotear
continuamente, si no quiere ser desenmascarado a
corto plazo. Por el contrario, un verdadero
saboteador debe, de cuando en cuando, mostrar
éxitos en su trabajo, porque esto para él es el único
medio de preservarse como saboteador, de ganarse la
confianza y de proseguir su trabajo de sabotaje.
Pienso que es una cuestión clara y no necesita
explicaciones complementarias.
9. Hay que y arrojar lejos de nosotros la
demoler
tercera teoría según la cual la ejecución
podrida,
sistemática de los planes económicos reduciría a la
nada el sabotaje y sus resultados.
Esta teoría puede perseguir sólo un objetivo:
halagar un poco el amor propio burocrático de
nuestros administradores, tranquilizarlos y debilitar
su lucha contra el sabotaje.
¿Qué significa «ejecución sistemática de nuestros
planes económicos»?
Primero, ha sido probado que todos nuestros
planes económicos son reducidos, puesto que no
tienen en cuenta inmensas reservas y posibilidades
que encierra nuestra economía nacional.
Segundo, la ejecución global y en su conjunto de
los planes económicos a nivel de comisariatos del
pueblo, no significa todavía que los planes sean
cumplidos también por algunas ramas muy
importantes. Al contrario, los hechos testimonian que
todo un conjunto de comisariatos del pueblo, que han
cumplido e incluso sobrepasado los planes
económicos anuales, sistemáticamente no realizan los
planes de algunas ramas muy importantes de la
economía nacional.
Tercero, no puede haber duda de que si los
saboteadores no hubiesen sido desenmascarados y
echados fuera, las cosas irían mucho peor en lo que
concierne a la ejecución de los planes económicos;
los autores miopes de la teoría analizada deberían
acordarse de ello.
Cuarto, los saboteadores, escogen de ordinario
para su principal actividad de sabotaje, no el tiempo
de paz, sino la víspera de la guerra o el mismo
tiempo de guerra. Admitamos que nos dejábamos
entretener con la teoría podrida de la «ejecución
sistemática de los planes económicos» y no
tocábamos a los saboteadores. ¿Los autores de esta
podrida teoría se imaginan el daño inmenso que los
saboteadores ocasionarían a nuestro Estado en caso
de guerra, si nosotros les dejábamos en el seno de
nuestra economía nacional, a la sombra de la podrida
teoría de la ejecución sistemática de los planes
económicos»?
¿No está claro que la teoría de la «ejecución
sistemática de los planes económicos» es una teoría
ventajosa para los saboteadores?
10. Hay que demoler y rechazar la cuarta teoría
podrida, según la cual el movimiento Stajanov sería
el medio esencial de liquidación del sabotaje.
Esta teoría ha sido inventada para poder, gracias a
las habladurías sobre los stajanovistas y el
movimiento Stajanov, desviar los golpes destinados a
los saboteadores.
En su informe, el camarada a Molotov nos dió
conocer toda una serie de hechos que demuestran que
los saboteadores trotskistas y no trotskistas en el
Kuzbass y en el Donbass, abusando de la confianza
de nuestros camaradas políticamente
despreocupados, han tenido a los stajanovistas
agarrados por las narices, de manera sistemática les
han puesto bastones en las ruedas, les han creado de
manera artificial toda una serie de obstáculos al éxito
de su trabajo y, finalmente, han llegado, a
desorganizar su trabajo. ¿Qué pueden hacer los
stajanovistas por sí solos, si, en la cuenca del
Donbass, por ejemplo, el sabotaje de las
construcciones básicas causó una ruptura entre los
trabajos preparatorios de la extracción del carbón,
cuyos ritmos se han retrasado, y todos los demás
trabajos? ¿No está claro que el propio movimiento
stajanovista tiene necesidad de una ayuda real por
nuestra parte, contra todas las maquinaciones de los
saboteadores, para hacer avanzar las cosas y cumplir
su gran misión? ¿No está claro que la lucha contra el
sabotaje, la lucha por liquidar el sabotaje, por
reprimir el sabotaje, es la condición indispensable
para que el movimiento stajanovista pueda adquirir
toda su amplitud?
Pienso que esta cuestión está igualmente clara. y
no necesita explicaciones complementarias.
11. Hay que demoler y arrojar lejos de nosotros la
quinta teoría podrida, según la cual los saboteadores
trotskistas ya no tendrían reservas y estarían
256

reuniendo sus últimos cuadros.


Esto no es verdad, camaradas. Sólo los ingenuos
han podido inventar semejante teoría. Los
saboteadores trotskistas cuentan con reservas. Estas
se componen, ante todo, de los restos de las clases
explotadoras aplastadas en la URSS. Se componen
además de toda una serie de grupos y organizaciones,
más allá de las fronteras de la URSS y hostiles a la
Unión Soviética.
Tomemos, por ejemplo, la IV Internacional
296,
contrarrevolucionaria trotskista en sus compuesta,
dos tercios, de espías y de agentes de diversión. ¿No
estamos ante una reserva? ¿No está claro que esta
Internacional de espías formará cuadros para la
actividad de espionaje y sabotaje de los trotskistas?
O bien tomemos el ejemplo del grupo del
estafador Schefflo, en Noruega, que albergó al
archiespía Trotski y le ayudó en su actividad hostil
contra la Unión Soviética. Este grupo ¿no es una
reserva? ¿Quién puede negar que este grupo
contrarrevolucionario vaya a continuar como en el
pasado, sirviendo a los espías y saboteadores
trotskistas?
O tomemos, por ejemplo, otro grupo, un el de
estafador de la misma ralea que grupo
Schefflo, el
297,
Souvaríne en Francia. ¿No es también una
reserva? ¿Se puede negar que este grupo de
estafadores deje de ayudar también a los trotskistas
en su actividad de espionaje y sabotaje contra la
Unión Soviética?
Y todos esos señores de Alemania, todos esos
Ruth Fischer, Maslov, Urbans, que se han vendido en
cuerpo y alma a los fascistas, ¿no son una reserva
para la acción de espionaje y sabotaje de los
trotskistas?
O, por ejemplo, la cuadrilla de conocidos
escritores de con el conocido canalla
América,
Eastman a la cabeza, todos esos bandidos de la pluma
que sólo viven calumniando a la clase obrera de la
URSS, ¿no constituyen una reserva para el
trotskismo?
Sí, hay que rechazar la podrida teoría que
pretende que los trotskistas están reuniendo sus
últimos cuadros.
12. Por último, hay que demoler y rechazar otra
podrida teoría, según la cual, nosotros, los
bolcheviques, dado que somos numerosos y los
saboteadores son un pequeño número; dado que

296
Se refiere a la Internacional contrarrevolucionaria fundada por
Trotski después de ser expulsado de la URSS (enero de 1929).
297
El grupo de Suvarin era un grupo oportunista en el seno del
Partido Comunista de Francia, ferviente partidario de Trotski.
Este grupo apoyaba la oposición trotskista en el PC(b) de la
URSS, calumniaba a la Internacional Comunista, etc., violando
brutalmente la disciplina de Partido. Por esta razón Suvarin fue
expulsado del Partido Comunista de Francia, posteriormente el
VII Pleno Ampliado del CEIC, en 1926, lo expulsó de las filas de
la Internacional Comunista a causa de la propaganda
contrarrevolucionaria que él llevaba a cabo.

J. V. Stalin

tenemos el respaldo de decenas de millones de


personas, mientras que los saboteadores trotskistas
apenas cuentan con el apoyo de unos pocos
individuos o de unas pocas decenas de individuos,
bien podríamos hacer la vista gorda con ese
desgraciado puñado de saboteadores.
Esto es falso, camaradas. Esta teoría más que
extraña es un invento para consolar a aquellos de
nuestros camaradas dirigentes cuya incapacidad de
combatir el sabotaje les ha hecho fracasar en su
trabajo, para relajar su vigilancia y dejarles dormir
tranquilos.
Que los saboteadores trotskistas sean apoyados
por unos pocos individuos que los
aislados, mientras
bo1cheviques son por decenas de millones de
lo
hombres, esto es un hecho real, evidentemente. Pero
de aquí no se desprende en absoluto que los
saboteadores no puedan causar el más serio perjuicio
a nuestra obra. Para perjudicar y saborear no se
necesita de una gran cantidad de hombres. Para
construir el Dnieprostroi fueron necesarios decenas
de miles de obreros. Mientras que para volarlo tal vez
sólo harían falta algunas decenas de hombres, no
más. Ganar una batalla durante la guerra, puede
requerir varios cuerpos del Ejército Rojo. Mientras
que para impedir esta victoria en el frente, bastan
algunos espías infiltrados en algún estado mayor de
ejército, incluso en algún estado mayor de división,
capaces de robar el plan de operaciones y pasárselo
al enemigo. Para construir un gran puente ferroviario,
son necesarios miles de hombres. Pero para hacerlo
volar por los aires sólo bastan unos pocos. Se podrían
citar decenas y cientos de estos ejemplos.
Por consiguiente, nadie debe hacerse a la idea de
que nosotros somos numerosos; mientras que ellos,
los saboteadores trotskistas, están en pequeño
número.
Debemos actuar de tal manera que en nuestras
filas no quede ni rastro de saboteadores trotskistas.
Así está planteada la cuestión de saber cómo
liquidar los defectos de nuestro trabajo, comunes a
todas nuestras organizaciones tanto económicas y
estatales, como administrativas y del Partido.
Tales son las medidas a tomar para liquidar estos
defectos.
En cuanto a lo que se refiere a las organizaciones
del Partido, en particular, y a los defectos de su
trabajo, en el proyecto de resolución sometido al
examen de ustedes se habla de manera
suficientemente detallada de las medidas a tomar
para liquidar estos defectos. Por eso, pienso que no
es necesario insistir aquí sobre este lado de la
cuestión.
Quisiera simplemente decir algunas palabras de la
preparación política y del perfeccionamiento de
nuestros cuadros del Partido.
Pienso que si pudiéramos, si supiéramos preparar
ideológicamente y templar políticamente a nuestros

Sobre los defectos del trabajo del partido


y sobre las medidas para liquidar a los elementos…

257

cuadros del Partido, desde abajo hasta arriba, a fin de


que pudieran orientarse con soltura en la situación
interior e internacional, si supiéramos hacer de ellos
leninistas, marxistas de una madurez total, capaces
de resolver sin graves errores los problemas de la
dirección del país, habríamos resuelto las nueve
décimas partes de todas nuestras tareas.
¿Cómo se presentan las cosas para los cuadros
dirigentes de nuestro Partido?
Nuestro Partido tiene un efectivo, si tomamos en
cuenta sus capas dirigentes, de alrededor de 3.000 a
4.000 dirigentes superiores. Diría que ellos son los
generales de nuestro Partido.
Después vienen de 30.000 a 40.000 dirigentes
medios. Estos son los oficiales del Partido.
A continuación viene un efectivo de alrededor de
100.000 a 150.000 dirigentes de mando subalterno
del Partido. Ellos son, por así decirlo, los suboficiales
de nuestro Partido.
Elevar el nivel ideológico y la preparación
política de estos cuadros en
de mando, hacer ingresar
sus nuevas fuerzas que esperan su promoción y
filas
ampliar así el efectivo de los cuadros dirigentes, es
nuestra tarea a realizar.
¿Qué hace falta para esto?
Ante todo, hay que invitar a nuestros dirigentes
del Partido, desde los secretarios de célula hasta los
secretarios de las organizaciones de las regiones y de
las repúblicas, a que encuentren, en un plazo
determinado, dos hombres, dos militantes del
Partido, capaces de reemplazarles realmente. Se
podrá objetar: pero dónde encontrar dos suplentes
para cada uno de nosotros, no tenemos tales hombres,
no tenemos militantes apropiados. Esto no es cierto,
camaradas. Tenemos decenas de miles de hombres
capaces, de hombres de talento. Sólo hay que
descubrirlos y promoverlos en el momento oportuno,
a fin de que no entren en descomposición vegetando
en su viejo puesto. Busquen y encontrarán.
A continuación. Para la educación de Partido y el
perfeccionamiento de los secretarios de células, es
necesario crear, en cada centro regional, «cursos del
Partido» de cuatro meses de duración. Hay que
enviar a estos cursos a los secretarios de todas las
organizaciones de base del Partido (células), y luego,
una vez hayan terminado estos cursos y se hayan
reintegrado a su puesto, se enviará a sus suplentes y a
los miembros más capaces de las organizaciones
primarias del Partido.
Después. Para el perfeccionamiento político de
los primeros secretarios de las organizaciones de
distrito, se crear en la URSS, es decir, en los
debe
diez principales centros, «cursos leninistas» de ocho
meses. A estos cursos hay que enviar a los primeros
secretarios de las organizaciones del Partido de
distrito,y de zona, y luego, cuando hayan terminado
estos cursos y vuelto a sus puestos, serán enviados
sus suplentes y los miembros más capaces de las
organizaciones de zona y de distrito.
Después. Para el perfeccionamiento ideológico y
el perfeccionamiento político de los secretarios de las
organizaciones de ciudad, es preciso crear, al lado del
CC del PC(b) de la URSS «cursos semestrales de
historia y de política cursos
del Partido». A estos
deben ser
enviados los primeros secretarios o los
subsecretarios de las organizaciones de ciudad, y
luego, cuando hayan realizado estos cursos y se
hayan reincorporado a su puesto, se enviará a los
miembros más capaces de las organizaciones de
ciudad.
En fin. Hay que crear, próximo al CC del PC(b)
de la URSS, una «conferencia de seis meses para las
cuestiones de política interior e internacional». Se
enviará a ella a los primeros secretarios de las
organizaciones de región y de provincia y de los
comités centrales de los partidos comunistas
nacionales. Estos camaradas deberán facilitar no uno,
sino varios equipos capaces de reemplazar a los
dirigentes del Comité Central de nuestro Partido.
Esto es indispensable y debe hacerse necesariamente.
Ya termino, camaradas.
Hemos expuesto pues los defectos esenciales de
nuestro trabajo, tanto los que son comunes a todas
nuestras organizaciones económicas, administrativas
y del Partido, como los que únicamente son propios
de las organizaciones del Partido, defectos que
explotan los enemigos de la clase obrera para su
actividad de sabotaje y de diversión, de espionaje y
de terrorismo.
Hemos establecido después las principales
medidas que hay que tomar para eliminar estos
defectos y cortar el paso a los actos de diversión y
sabotaje, de espionaje y terrorismo de los agentes
trotsko-fascistas de los servicios de espionaje
extranjeros.
Surge la pregunta: ¿podemos nosotros aplicar
todas estas medidas?, ¿tenemos todas las
posibilidades necesarias para ello?
Indiscutiblemente que podemos. Y podemos
porque disponemos de todos los medios necesarios
para llevarlos a efecto. ¿Qué es pues lo que nos falta?
Nos falta sólo una cosa: estar prestos a liquidar
nuestra despreocupación, nuestra benignidad, nuestra
propia miopía política.
He aquí donde reside la dificultad.
¿Pero es posible que no sepamos
desembarazarnos de esta enfermedad ridícula e
idiota, nosotros que hemos subvertido el capitalismo,
que hemos construido el socialismo en lo esencial, y
hemos levantado la gran bandera del comunismo
mundial?
No tenemos por qué dudar de que, con toda
seguridad, vamos a desembarazarnos, si desde luego,
no nos falta la voluntad de hacerlo. Nos
desembarazaremos no para salir del paso, sino como
bolcheviques, como es debido.

258

Y, cuando nos hayamos desembarazado de esta


enfermedad idiota, podremos con todadecir
seguridad que no tenemos por qué temer a enemigo
alguno, ni a los enemigos del interior, ni a los
enemigos del exterior, que sus manejos no nos
infunden miedo, ya que los vamos a desbaratar
también en el futuro como los estamos desbaratando
hoy y como los hemos desbaratado en el pasado.

Discurso de clausura
Camaradas:
He expuesto en mi informe los principales puntos
del problema que estamos examinando. Los debates
han mostrado que, ahora, la cuestión está
completamente clara, que hemos emprendido
nuestras tareas y estamos dispuestos a liquidar los
defectos de nuestro trabajo. Pero los debates han
mostrado asimismo que hay algunas cuestiones
concretas de nuestro trabajo práctico, político y
organizativo que aún no comprendemos con toda
claridad. He enumerado siete de estas cuestiones.
Permítanme decir algunas palabras acerca de
ellas.
1. Creo que ahora todos han comprendido, tienen
conciencia de que la pasión excesiva por las
campañas económicas y los éxitos económicos,
mientras sean subestimadas y olvidadas las
cuestiones políticas del Partido, conduce a un
callejón sin salida. Así pues, es necesario orientar la
atención de los militantes hacia las cuestiones del
Partido, de modo que los éxitos económicos estén
combinados y marchen a la par con los éxitos del
trabajo político del Partido.
¿Cómo realizar en la práctica, la tarea de reforzar
el trabajo político del Partido, la tarea de liberar a las
organizaciones del Partido de las minucias del
trabajo económico? debates han mostrado que
Los
algunos camaradas son propensos a sacar una
deducción errónea, que consiste en pensar que ahora,
se deberá abandonar por completo el trabajo
económico. Al menos, se han oído algunas voces de
este tipo: al fin, gracias a dios, vamos a
desembarazarnos de los problemas de la economía,
ahora vamos a poder ocuparnos del trabajo político
del Partido. ¿Es justa esta deducción? No, no es justa.
Cuando nuestros camaradas del Partido, llevados por
los éxitos económicos, abandonaban la política, esto
ha sido un exceso que nos ha costado grandes
sacrificios. Si, ahora, algunos camaradas,
preocupados por reforzar el trabajo político del
Partido, piensan abandonar el trabajo económico,
esto será exceso que nos va a costar no menos
otro
sacrificios. No se puede pasar de un extremo a otro.
No se puede separar la política de la economía.
Nosotros no podemos abandonar la economía, del
mismo modo que no podernos abandonar la política.
Por la comodidad en los estudios, la gente separa de
ordinario, desde el punto de vista metodológico, los

J. V. Stalin

problemas de la economía de los de la política. Pero


esto sólo se hace desde el punto de vista
metodológico, artificialmente, por la mera
comodidad en los estudios. En la vida, por el
contrario, la política y la economía son prácticamente
inseparables. Existen juntas y actúan juntas. Y el que,
en nuestro trabajo práctico, piense separar la
economía de la política, reforzar el trabajo
económico disminuyendo la importancia del trabajo
político, o, a la inversa, reforzar este último
disminuyendo la importancia del primero, se meterá
sin duda alguna en un callejón sin salida.
El sentido del párrafo que se conoce en el
proyecto de resolución referente a la liberación de las
organizaciones del Partido de las pequeñas tareas de
la economía, y el fortalecimiento del trabajo político
del Partido, no consiste en abandonar el trabajo
económico y la dirección de la economía, sino
simplemente en no tolerar en adelante la práctica de
que los organismos económicos, sobre todo los
organismos agrarios, sean reemplazados o privados
de su personalidad por parte de nuestras
organizaciones del Partido. Así pues, es necesario
asimilar el método de dirección bolchevique de los
organismos de la economía, método en que consiste
ayudar sistemáticamente a estos enorganismos,
reforzarlos sistemáticamente y en dirigir la economía
no ya fuera de estos organismos, sino con su
intervención. Hay que dar a los organismos
económicos y, ante todo, a los organismos agrarios,
los mejores hombres; hay que completar estos
organismos con militantes nuevos y de calidad,
capaces de cumplir las tareas que se les asigna. Sólo
después que se haya realizado este trabajo se podrá
considerar a las organizaciones del Partido
plenamente liberadas de las pequeñas cuestiones de
la economía. Se comprende que este es un trabajo
serio y que exige tiempo. Pero en tanto no se haya
realizado, las organizaciones del Partido deberán
continuar, por un plazo determinado de breve
duración, ocupándose de cerca de las cosas de la
agricultura, en todos sus detalles: labores sementeras,
recolecciones, etc.
2. Dos palabras a propósito de los saboteadores,
agentes de diversión, espías, etc. Ahora está claro
para todos, pienso yo, que los y
actuales saboteadores
agentes de diversión, que se
bajo cualquier bandera
disfracen, trotskista o bujarinista, han dejado de ser
desde hace mucho tiempo una corriente política en el
movimiento obrero; se han transformado en una
banda, sin principios y sin ideas, de saboteadores,
agentes de diversión, espías, asesinos profesionales.
Es comprensible, pues, que estos señores deben ser
aplastados y extirpados sin piedad, como enemigos
de la clase obrera, como traidores a nuestra Patria.
Esto está claro y no necesita de explicaciones
complementarias.
Pero surge la pregunta: ¿cómo cumplir en la

Sobre los defectos del trabajo del partido


y sobre las medidas para liquidar a los elementos…

259

práctica la tarea de aplastar y extirpar a los agentes


germano-nipones del trotskismo? ¿Significa esto que
hay que golpear y extirpar no sólo a los verdaderos
trotskistas, sino, también a los que, en otro tiempo,
oscilaban hacia el trotskismo, y que, luego, de esto
hace ya tiempo, abandonaron el trotskismo; no sólo a
los que son realmente los agentes trotskistas del
sabotaje, sino también a los que por casualidad han
pasado por el mismo camino que antaño pasó éste o
aquél trotskista? Por lo menos, voces al respecto, se
han dejado oír aquí, en esta asamblea plenaria. ¿Se
puede considerar justa una interpretación tal de la
resolución? No, no puede considerarse justa. En esta
cuestión, como en todas las demás cuestiones, para
juzgar a una persona hay que atenerse al principio
individual, diferenciado. No se puede meter a todo el
mundo en un mismo plano. Esta manera simplista de
juzgar a la gente sólo puede perjudicar a la lucha
contra los verdaderos saboteadores y espías
trotskistas.
Entre nuestros camaradas hay un
responsables
cierto número de viejos que hace ya
trotskistas
tiempo abandonaron el trotskismo que hoy están
luchando contra él, no peor, sino mejor que algunos
de nuestros honorables camaradas, los cuales no han
tenido la ocasión de oscilar hacia el trotskismo. Sería
absurdo ahora desacreditar a estos camaradas.
Entre nuestros camaradas hay también de aquellos
que, ideológicamente, se han pronunciado siempre
contra el trotskismo, sin embargo mantenían
relaciones con algunos
personales trotskistas,
relaciones que no en romper desde que se
tardaron
dieron cuenta de lo que era en la práctica la
fisonomía del trotskismo. El que ellos no rompieran
de inmediato, sino con retraso, sus relaciones
personales de amistad con algunos trotskistas, es algo
realmente lamentable. Sin embargo, sería absurdo
meter a estos camaradas en el mismo saco con los
trotskistas.
3. ¿Qué significa escoger juiciosamente a los
cuadros y repartirles juiciosamente el trabajo?
Esto significa escoger a los cuadros, primero
ateniéndose al criterio político, es decir, ver si
merecen la confianza política, y, segundo, según el
criterio práctico, es decir, si convienen para tal o cual
trabajo concreto.
no transformar el método serio de
Esto significa:
juzgar en un practicismo estrecho, al que se llega
cuando uno se ocupa de las capacidades de los
cuadros, pero no muestra interés por su fisonomía
política.
Esto significa: no transformar el criterio político
de juzgar en un solo y único criterio, al cual se llega
cuando uno se ocupa de la fisonomía política de los
cuadros, pero no muestra interés por sus capacidades.
¿Se puede decir que esta regla bolchevique es
aplicada por nuestros camaradas del Partido?
Desgraciadamente, no puede decirse tal cosa. Ya se
ha hablado de ello aquí, en la asamblea plenaria. Pero
no se ha dicho todo. La verdad es que esta
experimentada regla se viola constantemente en
nuestra práctica, e incluso de la forma más grosera.
La mayoría de las veces, los cuadros son escogidos,
no según criterios objetivos, sino partiendo de
criterios fortuitos, subjetivos, estrechos y mezquinos.
Se escoge en la mayoría de los casos a los que se les
suele considerar conocidos, amigos, compatriotas, a
hombres personalmente devotos; convertidos en
maestros en el arte de exaltar a sus jefes, sin tomar en
consideración sus capacidades políticas y prácticas.
Se comprende que en vez de un grupo dirigente
de cuadros responsables, se obtiene una pequeña
familia de hombres próximos los unos a los otros, un
artel cuyos miembros se esfuerzan en vivir en paz, en
no contrariarse los unos a los otros, en lavar sus
trapos sucios en familia, en alabarse mutuamente y
en enviar, al centro, de vez en cuando, informes
vacuos y repugnantes sobre los éxitos alcanzados.
No es difícil comprender que, en este ambiente de
familia, no puede haber cabida ni para la crítica de
los defectos del trabajo, ni para la autocrítica de los
que dirigen el trabajo.
Se comprende que tal ambiente de familia crea las
condiciones para la formación de aduladores, de
hombres sin dignidad, que, por esta razón, no tienen
nada en comúncon el bolchevismo.
Tomemos, por ejemplo, a Mirzoyan y a Vaínov.
El primero es secretario de la organización del
Partido del territorio de Kazakistan; el segundo,
secretario de la organización del Partido de la región
de Yaroslavl. Estas personas no son gente cualquiera
en nuestras filas. Y bien, ¿de qué forma han escogido
ellos a sus colaboradores? El primero llevó consigo
al Kazakistan, desde al Azerbaidjan y el Ural donde
trabajaba anteriormente, treinta a cuarenta de «sus
hombres», confiándoles en el Kazakistan puestos de
responsabilidad. El segundo hizo otro tanto, se llevó
a Yaroslavl, desde la cuenca del Donbass donde
había trabajado, más de una decena también de «sus
hombres» y asimismo les confió puestos importantes.
De esta forma, Mirzoyan posee su propio artel.
Vainov a su vez tiene también el suyo. ¿Realmente
no había posibilidad de escoger colaboradores entre
los hombres del país, ateniéndose a la regla
bolchevique, que todos conocemos, sobre la
selección y la repartición de los hombres?
Evidentemente, que la había. Entonces, ¿por qué no
lo han hecho? No lo han hecho porque la regla
bolchevique de la selección de los cuadros excluye la
posibilidad de aplicar criterios estrechos y
mezquinos, excluye la posibilidad de escoger a los
cuadros entre las relaciones de familia, de artel.
Además, escogiendo como colaboradores a hombres
que les son personalmente devotos, estos camaradas
querían, visiblemente, crearse una atmósfera de
independencia tanto con respecto a la gente, como

260

con respecto al Comité Central del Partido.


Admitamos que Mirzoyan y Vainov, sean por una u
otra circunstancia, trasladados del lugar actual de
trabajo. ¿Qué deben hacer en este caso de sus
«apéndices»? ¿Van a llevarlos consigo una vez más
al nuevo lugar de trabajo?
He aquí a que absurdidad conduce la violación de
la regla bolchevique sobre la selección y la
repartición juiciosa de los cuadros.
4. ¿Qué significa: controlar a los cuadros,
controlar la ejecución de las tareas?
a los cuadros, significa
Controlar controlarlos no
según sus promesas y declaraciones, sino según los
resultados de su trabajo.
Controlar la ejecución de las tareas, significa
controlarlas no solamente en las oficinas, no
solamente en base a los informes oficiales, sino ante
todo, en los lugares de trabajo, en base a los
resultados efectivos de la ejecución.
¿Tal control es necesario en general?
Indiscutiblemente. Es necesario, primero, porque
solo un control así permite conocer mejor al cuadro,
determinar sus cualidades reales. Es necesario
además, porque solo un control semejante permite
determinar las cualidades y los defectos del aparato
de la ejecución. Es necesario, por último, porque solo
este control permite determinar las cualidades y los
defectos de las mismas tareas.
Algunos camaradas piensan que no se puede
controlar a la gente más que desde arriba, cuando los
dirigentes controlan a los dirigidos en base a los
resultados de su trabajo. Esta consideración es
errónea. El control desde arriba es evidentemente
necesario como una de las medidas efectivas que
permiten controlar a los hombres y constatar la
ejecución de las tareas. Pero el control desde arriba
está lejos de agotar toda la labor de control. Existe
otra forma de control, el control desde abajo, cuando
las masas, cuando los dirigidos controlan a los
dirigentes, señalan sus faltas e indican el medio de
corregirlas. Esta forma de control es uno de los
medios más eficaces para poder constatar la labor de
las personas.
La masa del Partido controla a
de los miembros
sus en las reuniones del activo, en las
dirigentes
conferencias, en los congresos al escuchar los
informes de su actividad, criticando sus defectos,
finalmente eligiendo o no eligiendo a estos o aquellos
camaradas dirigentes a los organismos de dirección.
La aplicación estricta del centralismo democrático,
tal como lo exigen los estatutos de nuestro Partido; la
constitución de los organismos del Partido totalmente
a través del sistema de elección; el derecho de
presentar y de recusar las candidaturas; la votación
secreta, la libertad de crítica y de auto crítica, todas
estas medidas y otras análogas, se deben poner en
práctica para poder, entre otras cosas, facilitar a la
masa de los miembros del Partido el control de los

J. V. Stalin

dirigentes y su labor realizada.


Las masas sin-partido controlan a sus dirigentes
de las organizaciones económicas, sindicales y a
otros dirigentes, en las reuniones de los activos sin-
partido, en las conferencias de masas de todo tipo,
donde escuchan los informes de la actividad de sus
dirigentes, critican sus defectos e indican los medios
para corregirlos.
Por último, el pueblo controla a los dirigentes del
país durante las elecciones a los organismos del
poder de la Unión Soviética, con sufragio universal,
igual, directo y secreto.
La tarea consiste en unir el control desde arriba al
control desde abajo.
5. ¿Qué significa instruir a los cuadros a través de
la experiencia de sus propios errores?
Lenin nos que poner al descubierto
enseñaba
concienzudamente errores del Partido, estudiar
los
las causas que han engendrado estos errores, y fijar
las medidas necesarias para corregir estos errores, es
uno de los medios más seguros para instruir y educar
correctamente a los cuadros del Partido, para instruir
y educar correctamente a la clase obrera y a las
masas trabajadoras. Lenin dice:

«La actitud de un partido político ante sus errores


es uno de los criterios más importantes y seguros
para juzgar de la seriedad de ese partido y del
cumplimiento efectivo de sus deberes hacia su clase y
hacia las masas trabajadoras. Reconocer
abiertamente los errores, poner al descubierto sus
causas, analizar la situación que los ha engendrado y
discutir con atención los medios de corregirlos; eso
es lo que caracteriza a un partido serio; en eso
consiste el cumplimiento de sus deberes; eso es
educar e instruir a la clase, y después a las masas.»

Esto significa que el deber de los bolcheviques no


es ocultar sus errores, eludir la discusión de sus
errores, como a menudo ocurre entre nosotros, sino
reconocer honesta y abiertamente sus errores, definir
honesta y abiertamente las medidas necesarias para
corregir estos errores y corregirlos honesta y
abiertamente.
Yo no diría que muchos de nuestros camaradas se
presten a esto de buen grado. Mas, si los
bolcheviques, ser realmente tales, deben
quieren
armarse de valor para reconocer abiertamente sus
errores, descubrir su origen, indicar el medio de
corregirlos, y ayudar así al Partido a dar a los cuadros
una verdadera instrucción y una verdadera educación
política. Porque sólo de esta forma, sólo habiendo
existido previamente una autocrítica franca y
honesta, podrán formarse cuadros verdaderamente
bolcheviques, verdaderos dirigentes bolcheviques.
Dos ejemplos que muestran la justeza de la tesis
de Lenin. Véamos el primero, nuestros errores en la
edificación de los koljós. Ustedes recuerdan sin duda
Sobre los defectos del trabajo del partido
y sobre las medidas para liquidar a los elementos…

261

el año 1930, cuando nuestros camaradas del Partido


pensaban resolver, en unos tres o cuatro meses, este
problema tan complejo -hacer pasar al campesinado a
la vía de la edificación de los koljós- y cuando el
Comité Central del Partido se vió obligado a hacer
298.
volver en sí a los camaradas demasiado fogosos
Este fue uno de los períodos más peligrosos en la
vida de nuestro Partido. El error consistía en que
nuestros camaradas del Partido habían olvidado el
principio en la edificación de los
de la libre adhesión
koljós, habían olvidado que a los campesinos no se
les podía hacer pasar por decreto hacia este terreno;
habían olvidado que la edificación de los koljós
necesitaba no ya algunos meses, sino varios años de
un trabajo minucioso y bien reflexionado. Habían
olvidado todo esto y no querían reconocer sus
errores. Ustedes recuerdan, sin duda, que la
indicación del Comité Central respecto al vértigo del
éxito, que señalaba que nuestros camaradas de la
base no debían ir demasiado rápido ni desconocer la
situación real, levantó serias protestas. Pero esto no
impidió que el Comité Central marchara contra la
corriente y orientara a nuestros camaradas del Partido
en la vía justa. ¿Y bien? Ahora está claro para todos
que el Partido ha obtenido lo que quería, orientando a
nuestros camaradas en la vía justa. Hoy nosotros
contamos con decenas de miles de excelentes
cuadros procedentes de las filas campesinas para la
edificación y la dirección de los koljós. Estos cuadros
han crecido y se han formado a través de la
experiencia de los errores de 1930. Pero no
tendríamos estos cuadros ahora, si, en aquel
entonces, el Partido no hubiese comprendido sus
errores y no se les hubiese corregido a tiempo.
Un otro ejemplo al respecto, esta vez del terreno
de la edificación industrial. Quiero hablar de nuestros
errores del período del sabotaje de Shajti. Nuestro
error estaba en que no advertíamos totalmente el
peligro que representaba el atraso técnico de nuestros
cuadros de la industria; nos acomodábamos a este
atraso y pensábamos poder desplegar una vasta
edificación industrial socialista con la ayuda de
especialistas con tendencias hostiles, condenando a
nuestros cuadros de la economía a jugar el papel de
malos comisarios al lado de los especialistas
burgueses. Ustedes recuerdan, sin duda, con que
dificultad, nuestros cuadros admitían sus errores en
aquel tiempo, la dificultad con que admitían su atraso
técnico y la dificultad con que asimilaban la
consigna: «dominar la técnica». ¿Y bien? Los hechos
están que la consigna «dominar
mostrando la
técnica» ha actuado y ha dado buenos resultados.
Hoy contamos con decenas y cientos de miles de
excelentes cuadros bolcheviques de la economía que

298
Véase: el artículo de J. V. Stalin «El vértigo del éxito», en
torno a algunos errores cometidos por algunas organizaciones en
lo referente a la organización de los koljos. Obras, t. 12., ed. en
ruso.

han dominado la técnica y hacen avanzar nuestra


industria. Pero no tendríamos ahora estos cuadros, si
el Partido hubiese cedido ante la obstinación de los
cuadros economía que se negaban a reconocer
de la
su atraso técnico, si, en aquel entonces, el Partido no
hubiese comprendido sus errores y no se les hubiese
corregido a tiempo.
Algunos camaradas dicen que no estaría bien que
se hablara abiertamente de nuestros errores, dado que
el reconocimiento de nuestros errores puede ser
interpretado por el enemigo como un signo de
debilidad nuestra, y utilizarlo en su favor. Estas,
camaradas, son tonterías y nada más que tonterías. Al
contrario, reconocer abiertamente nuestros errores y
corregirlos honestamente, no puede sino fortalecer
nuestro Partido, elevar la autoridad de nuestro
Partido a los ojos de los obreros, campesinos,
trabajadores intelectuales, aumentar la fuerza, la
potencia de nuestro Estado. Y esto es lo fundamental.
Basta que los obreros, los campesinos, los
trabajadores intelectuales estén con nosotros y todo
lo demás vendrá por añadidura.
Otros camaradas dicen que el reconocimiento
abierto de nuestros errores, en lugar de conducir a la
educación y fortalecimiento de nuestros cuadros,
puede llevar a su debilitamiento y desorganización;
que debemos cuidar y conservar a nuestros cuadros,
que debemos preservar su amor propio y su
tranquilidad. Por eso, proponen ocultar los errores de
nuestros camaradas, atenuar la crítica y, lo que es
peor, pasar por alto estos errores. Tal punto de vista
no sólo es radicalmente falso, sino peligroso al
extremo, peligroso ante todo para los cuadros que se
quiere «cuidar» y «conservar». Cuidar y conservar a
los cuadros ocultando sus errores, significa con toda
seguridad destruir a estos mismos cuadros.
Ciertamente habríamos destruido a nuestros cuadros
bolcheviques koljosianos, si no hubiésemos
denunciado los errores de 1930 y no hubiéramos
instruido a los cuadros a través de la experiencia de
estos errores. Ciertamente habríamos destruido a
nuestros cuadros bolcheviques de la industria, si no
hubiéramos denunciado los errores de nuestros
camaradas en el período del sabotaje de Shajti, y si
no hubiésemos instruido a nuestros cuadros
industriales a través de la experiencia de estos
errores. Quien cree que preservar el amor
puede
propio de nuestros cuadros sus errores,
ocultando
destruye a los cuadros y al amor propio de estos
cuadros; ya que ocultando sus errores, facilita la
repetición de nuevos errores, tal vez más graves y
que, puede creerse, conducirán a un hundimiento
completo de los cuadros en perjuicio de su «amor
propio» y su «tranquilidad».
6. Lenin nos ha enseñado que no solo debemos
instruir a las masas, sino instruirnos al lado de las
masas.
¿Qué significa esto?

262

Esto significa en primer lugar que nosotros, los


dirigentes, no debemos caer en la presunción, y
debemos que si somos miembros del
comprender
Comité o comisarios del pueblo, esto no
Central
quiere decir que ya poseemos todos los
conocimientos necesarios para dirigir de una manera
justa. El puesto en sí no da los conocimientos y la
experiencia. Y, con mayor razón, tampoco los da el
título.
Esto significa, en segundo lugar, que solo nuestra
experiencia, la experiencia de los dirigentes, no basta
para dirigir de una manera justa; que es necesario,
por consiguiente, completar nuestra experiencia, la
experiencia de los dirigentes, con la experiencia de
las masas, con la experiencia de la masa de los
miembros del Partido; con la experiencia de la clase
obrera, con la experiencia del pueblo.
Esto significa, en tercer lugar: no relajar ni un
instante nuestros lazos con las masas y mucho menos
todavía romper estos lazos.
en cuarto lugar: tener el oído atento
Esto significa,
a la voz de las masas, a la voz de los simples
miembros del Partido, a la voz de lo que se suele
llamar «gente sencilla», a la voz del pueblo.
¿Qué significa dirigir de una manera justa?
Esto no quiere decir en absoluto: quedarse en la
oficina y expedir directivas.
Dirigir de una manera justa, esto quiere decir:
Primero, encontrar la justa solución del problema.
Ahora bien, es imposible encontrar la justa solución
sin tener en cuenta la experiencia de las masas que
están comprobando, sobre sus espaldas, los
resultados de nuestra dirección;
Segundo, organizar la aplicación de la justa
solución; pero esto tampoco podría hacerse sin una
ayuda directa de las masas;
Tercero, organizar el control de la ejecución de
esta solución, cosa igualmente imposible sin la ayuda
directa de las masas.
Nosotros, los dirigentes, no vemos las cosas, los
acontecimientos, las personas, más que desde una
posición, yo diría que desde arriba; nuestro campo
visual es, por consiguiente, más o menos limitado.
Las masas, al contrario, ven las cosas, los
acontecimientos, las personas desde otra posición,
digamos que desde abajo. Por consiguiente, su
campo visual también es, en cierta medida, limitado.
Para tener una justa solución del problema, hace falta
unir estas dos experiencias. Es solamente así como la
dirección será justa.
He aquí en lo que consiste lo de no sólo instruir a
las masas, sino instruirnos al lado de las masas.
Dos ejemplos que muestran la justeza de esta tesis
de Lenin.
De esto han pasado ya algunos años. Nosotros, los
miembros del Comité Central, discutíamos el
problema del mejoramiento de la situación en la
cuenca del Donbass, El proyecto de las medidas

J. V. Stalin
presentado por el Comisariato del Pueblo para la
Industria Pesada era a todas luces insuficiente. El
proyecto le fue devuelto por tres veces al
Comisariato del Pueblo para la Industria Pesada. Por
tres veces, recibimos a su vez de aquél proyectos
diferentes. Y sin embargo, ninguno de ellos podía
calificarse de satisfactorio. Finalmente, decidimos
hacer venir del Donbass algunos obreros y algunos
dirigentes subalternos de la industria y de los
sindicatos. Durante tres días hemos conversado con
estos camaradas. Y todos nosotros, miembros del
Comité Central, tuvimos que reconocer que solo
estos militantes corrientes, esta «gente sencilla»,
habían sabido sugerirnos la solución justa. Ustedes
recuerdan, sin duda, la decisión del Comité Central y
del Consejo de los Comisarios del Pueblo sobre las
medidas a tomar para intensificar la extracción de la
hulla en la cuenca del Donbass. Pues bien, esta
decisión del Comité Central y del Consejo de los
Comisarios del Pueblo, que todos nuestros camaradas
reconocieron como una solución justa e incluso
famosa, nos ha sido sugerida por simples hombres de
la base.
Un otro ejemplo. Quiero hablar del caso de la
camarada Nikolaenko. ¿Quién es Nikolaenko?
Nikolaenko es un simple miembro del Partido. Es de
la «gente sencilla», corriente. Durante un año, había
señalado la mala situación de la organización del
Partido en Kiev; había denunciado el espíritu de
familia, la manera estrecha y mezquina de tratar a los
cuadros, la extinción de la autocrítica, la autoridad
que tenían los saboteadores trotskistas. Se intentaba
quitar de en medio a Nikolaenko como si de una
mosca inoportuna se tratase. Por último, para librarse
de ella, se la había excluido del Partido. Ni la
organización de Kíev, ni el Comité Central del PC(b)
Ucraniano la ayudaron a hallar justicia. Sólo la
intervención del Comité Central del Partido permitió
desenredar este lío. ¿Y qué resultó de este asunto?
Resultó que Níkolaenko razón, en tanto que la
tenía
organización de Kiev no Ni más ni menos.
la tenía.
¿Y quién es esta Nikolaenko? Ella no es
evidentemente mi miembro del Comité Central, ni
comisario del pueblo; no es ni secretario de la
organización regional de Kiev, ni tampoco secretario
de una célula cualquiera, no es más que un simple
miembro del Partido.
Como ustedes ven, las gentes sencillas están a
veces mucho más cerca de la verdad que algunas
instituciones superiores.
Se podría citar todavía decenas y centenas de
estos ejemplos.
Así pues, se desprende que para dirigir nuestra
obra, sólo nuestra experiencia, la experiencia de los
dirigentes, está lejos de ser suficiente. Para dirigir de
una manera justa, es necesario completar la
experiencia de los dirigentes con la experiencia de la
masa de los miembros del Partido, con la experiencia

Sobre los defectos del trabajo del partido


y sobre las medidas para liquidar a los elementos…

263

de la clase obrera, con la experiencia de los


trabajadores, con la experiencia de lo que se suele
llamar «gente sencilla».
Pero ¿cuándo es posible esto?
Esto sólo es posible cuando los dirigentes están lo
más estrechamente ligados a las masas; cuando están
ligados a la masa de los miembros del Partido, a la
clase obrera, al campesinado, a los trabajadores
intelectuales.
Los vínculos con las masas, el fortalecimiento de
estos vínculos, la voluntad de estar atentos a la voz
de las masas, es lo que vigoriza y hace invencible a la
dirección bolchevique.
Se puede como regla general que
establecer
mientras los bolcheviques conserven sus lazos con
las amplias masas del pueblo, serán invencibles. Y, a
la inversa, basta que los bolcheviques separen de las
masas y rompan sus vínculos con ellas, basta que se
cubran del moho burocrático, para perder toda su
fuerza y transformarse en algo insignificante.
La mitología de los griegos de la Antigüedad
poseía un héroe famoso, Anteo, que era, según la
mitología, el hijo de Poseidón, dios del mar, y de
Gea, diosa de la tierra. El estaba particularmente
apegado a su madre que lo había engendrado, que lo
había alimentado y criado. No había héroe que Anteo
no pudiera vencer. Pasaba por un héroe invencible.
¿En qué residía su fuerza? En que cada vez que, al
combatir a un adversario, sentía flaquear sus fuerzas,
tocaba la tierra, su madre, que lo había engendrado y
lo había alimentado, y recobraba aquéllas al instante.
Sin embargo, tenía un punto débil: era el peligro de
verse por cualquier motivo separado de la tierra. Sus
enemigos conocían esta debilidad y acechaban a
Anteo. Y así negó a encontrarse a un enemigo que,
aprovechándose de esta debilidad, venció a Anteo.
Fue Hércules. Pero ¿cómo logró vencerlo? Le
arrancó de la tierra, le levantó en el aire e,
impidiéndole tomar contacto con el suelo, lo ahogó.
Los bolcheviques nos recuerdan, según mi
opinión, al héroe de la mitología griega, Anteo. Al
igual que Anteo, ellos son fuertes porque tienen
vínculos con su madre, con las masas que les han
dado la vida, les han nutrido y les han formado. Y
mientras estén unidos a su madre, al pueblo, tienen
todas las posibilidades de permanecer invencibles.
Allí está el secreto del carácter invencible de la
dirección bolchevique.
7. En fin, todavía queda una cuestión. Quiero
hablar de la actitud formalista y secamente
burocrática de algunos de nuestros comunistas de
cara a la suerte de tal o cual miembro del Partido, a
las exclusiones del Partido, o a la reintegración de los
excluidos en sus derechos de miembros del Partido.
La verdad es que algunos de nuestros dirigentes del
Partido pecan de falta de atención por las personas,
por los miembros del Partido, por los cuadros.
Además, no tratan de conocer a los miembros del
Partido, no saben lo que es su vida, ni como
progresan; de una manera general puede decirse que
ellos no conocen a los cuadros. Es por eso que, en su
forma de tratar a los miembros del Partido, a los
cuadros del no tienen en cuenta el factor
Partido,
individual y porque no tienen en cuenta el
justamente
factor individual al juzgar a los miembros del Partido
y a los cuadros del Partido, actúan con ellos al azar
en todo momento: o bien les elogian en bloque y sin
medida, o bien les golpean también en bloque y
desmesuradamente, les excluyen del Partido por
miles y decenas de miles. En general, estos dirigentes
se esfuerzan por pensar a lo grande, por decenas de
miles, sin preocuparse de las «unidades», de los
miembros aislados del Partido, de su suerte. Excluir
del Partido a miles y a decenas de miles de miembros
es, según ellos, algo sencillo, y se consuelan
pensando que nuestro Partido es fuerte, que consta de
dos millones de miembros, por lo que unas decenas
de miles de excluidos en nada pueden cambiar la
situación del Partido. Pero en el fondo, solo personas
profundamente hostiles al Partido pueden tratar de
este modo a los miembros del Partido.
Esta actitud de seca indiferencia hacia las
personas, hacia los miembros y los cuadros del
Partido engendra artificialmente el descontento y la
irritación de algunos contingentes del Partido; y los
traidores trotskistas se aprovechan hábilmente de
estos camaradas irritados, ingeniándose para
arrastrarlos al lodazal del sabotaje trotskista.
Los trotskistas por sí mismos jamás han
representado una gran fuerza en nuestro Partido.
Recuerden la última discusión que tuvo lugar en
299.
nuestro Partido en 1927 Este fue un verdadero

299
Desde año 1923 la oposición que al principio estaba
el
encabezada por Trotski, y a partir de 1926 por Trotski y
Zinóviev, se había aprovechado de las dificultades que
encontraba el Partido en la edificación socialista del país, con el
fin de atacar la unidad del Partido y a su dirección, violando
constantemente la disciplina del Partido. En 1926 esta oposición
fue más lejos; creó una organización fraccionalista y se dedicó a
realizar acciones de sabotaje, tratando de imponer al partido una
discusión en torno a problemas ya resueltos en el XIV Congreso
del Partido (diciembre de 1925). A pesar de que la XV
Conferencia del Partido (noviembre de 1926.) y el Pleno del
CEIC (diciembre de 1920), condenaron firmemente la línea de
esta oposicióny a pesar de que la oposición no encontró el
mínimo apoyo en las células del Partido, prosiguió
obstinadamente su actividad fraccionalista y anti-partido,
pisoteando cada vez más la unidad del Partido. En 1927 la
oposición presentó su plataforma anti-leninista llamada «de los
83», la cual exigía al Comité Central una nueva y general
discusión en el Partido. De todas las plataformas de la oposición
esta fue la más falsa e hipócrita. El Comité Central rehusó abrir
inmediatamente la discusión, declarando a los miembros de la
oposición que en base a los Estatutos, sólo podría abrirse la
discusión dos meses antes de que se celebrase el XV Congreso.
Así en octubre de 1927, dos meses antes del Congreso, el Comité
Central planteó la discusión. Las deliberaciones resultaron
completamente contrarias al bloque trotskista-zinovievista, el
cual no obtuvo ni el 1% de los votos. Después de sufrir esta
derrota durante la discusión en el Partido en 1927, el bloque
trotskista-zinovievista pasó a luchar de una forma más virulenta

264

referéndum del Partido. De los 854.000 miembros


del Partido votaron entonces 730.000 miembros, de
los cuales 724.000 lo hicieron por los bolcheviques,
por el Comité Central, y contra los trotskistas. Por los
trotskistas votaron 4.000 miembros del Partido, o sea
alrededor del 0.5 por ciento, y 2.600 se abstuvieron.
123.000 miembros no participaron en la
del Partido
votación, sea porque se en viaje, sea porque
hallasen
estuviesen de servicio. Si a los 4.000 que votaron por
los trotskistas se les añade todos aquellos que se
abstuvieron, suponiendo que también simpatizaban
con los trotskistas, y si se añade a esta cifra, no ya el
0.5 por ciento de los que no participaron en la
votación, como debería hacerse conforme a la regla,
sino el 5 por ciento de los que no participaron, o sea
alrededor de 6.000 miembros del Partido, sumarían
alrededor de 12.000 los miembros que simpatizan de
una manera u otra con el trotskismo. He ahí toda la
fuerza de los señores trotskistas. Añadan todavía que
muchos de estos miembros quedaron decepcionados
con el trotskismo y lo abandonaron, y ustedes
tendrán una idea de la insignificancia de las fuerzas
trotskistas. Y si, a pesar de todo, los saboteadores
trotskistas siguen teniendo reservas en torno
algunas
al Partido, es debido a que la política errónea de
algunos de nuestros camaradas en lo que concierne a
las exclusiones del Partido y a la reintegración de los
excluidos, la seca indiferencia de algunos de nuestros
camaradas por la suerte de tal o cual miembro del
Partido y de tal o cual cuadro, multiplican
artificialmente el número de descontentos y de
irritados creando así reservas para los trotskistas.
La mayoría de las veces se excluye del Partido
por lo que se llama pasividad. ¿Qué es la pasividad?
Se piensa que, si un miembro del Partido no ha
asimilado el programa del Partido, es pasivo y debe
ser excluido. Pero esto no es justo, camaradas. No se
debe interpretar los estatutos de nuestro Partido de
una manera tan pedante. programa
Para asimilar el
del Partido, hay que ser un verdadero marxista, un
marxista experimentado y en posesión de una
formación teórica. No sé si se encontrarán muchos
miembros en nuestro Partido que hayan asimilado
nuestro programa, que se hayan convertido en
verdaderos marxistas y que posean una formación
teórica. De continuarse por este camino, tendríamos
que dejar en el Partido nada más que a los
intelectuales y, en general, las personas cultas.
¿Quién necesita de tal Partido? Nosotros tenemos,
para pertenecer al Partido, una fórmula leninista que
ha sido verificada y que ha resistido a todas las
pruebas.
contra el Partido y el Poder Soviético. A causa de sus acciones
anti-soviéticas, los cabecillas del bloque trotskista-zinovievista
fueron expulsados del Partido y el 14 de noviembre de 1927, la
reunión conjunta del CC expulsó a Trotski y a Zinóviev del
Partido. Esta decisión fue aprobada por el XV Congreso, que
tuvo lugar en Moscú del 2 al 19 de diciembre de 1927.

J. V. Stalin

Según esta fórmula, es considerado como


miembro del Partido el que reconoce el programa del
Partido, paga las cotizaciones y trabaja en una de sus
organizaciones. Observen bien: la fórmula leninista
no habla de asimilación del programa, sino de
reconocimiento del programa. Estas son dos cosas
absolutamente diferentes. Sería superfluo demostrar
aquí que es Lenin quien tiene razón, y no nuestros
camaradas Partido, que hablan inútilmente
del de
asimilación del programa. Y esto es comprensible. Si
el Partido arrancara del punto de vista de que, solo
los camaradas que han asimilado el programa y se
han convertido en marxistas teóricamente formados
pueden ser miembros del Partido, no crearía en su
seno miles de círculos del Partido, centenares de
escuelas del Partido, donde se enseña el marxismo a
los miembros del Partido y donde se les ayuda a
asimilar nuestro programa. Está perfectamente claro
que escuelas y círculos para sus
si el Partido organiza
miembros, es porque sabe que los miembros del
Partido todavía no han tenido el tiempo de asimilar el
programa del Partido, todavía no han llegado a
convertirse en marxistas con una formación teórica.
Así pues, para reparar nuestra política en la
cuestión de la pertenencia al Partido y de las
exclusiones, hay que acabar con esta manera estúpida
de interpretar la cuestión de la pasividad.
Pero tenemos otro defecto másen este terreno. El
hecho es que nuestros camaradasno admiten un
término medio entre los dos extremos. Basta que un
obrero, miembro del Partido, cometa una falta ligera,
que llegue tarde una o dos veces a una reunión del
Partido, que no pague por una u otra razón su
cotización, para que sea de inmediato expulsado del
Partido. No se busca establecer el grado de su
culpabilidad, el motivo por el que no ha venido a la
reunión, la razón por la cual no ha pagado su
cotización. El burocratismo, en estas cuestiones, es
verdaderamente inaudito. No es difícil comprender
que, justamente a causa de esta política de seca
indiferencia, se han echado fuera del Partido a viejos
y magníficos obreros, excelentes stajanovistas. ¿No
se podía, antes de excluir del Partido, dar una
advertencia? ¿No se podía si esto no surtía efecto,
amonestar o infligir una censura en la cartilla
personal, y si esto no tenía eficacia, fijar un plazo
para que el culpable pudiera corregirse, o en caso
extremo, bajarle a la categoría de los candidatos, pero
no excluirle del Partido a la primera tentativa?
Seguramente, que podía hacerse. Pero para ello, hay
que mostrarse atentos con las personas, con los
miembros del Partido, hacia la suerte de los
miembros del Partido. Y esto es precisamente lo que
les falta a a1gunos de nuestros camaradas.
Ha llegado el momento, camaradas,
verdaderamente ha llegado el momento de acabar
con esta situación escandalosa.

Sobre los defectos del trabajo del partido

y sobre las medidas para liquidar a los elementos…


265

Publicado el 29 de marzo y el 1de abril de 1937


en los núms. 87 y 90 de «Pravda»

SOBRE EL MATERIALISMO DIALECTICO Y


EL MATERIALISMO HISTÓRICO
300
Septiembre de 1938

El materialismo dialéctico es la concepción del


Partido marxista-leninista. Llámase materialismo
dialéctico porque su modo de abordar los fenómenos
de la naturaleza, su método de estudiar estos
fenómenos y de concebirlos, es dialéctico y su
interpretación de los fenómenos de la naturaleza, su
modo de enfocarlos, su teoría, materialista.
El materialismo histórico es la aplicación de los
principios del materialismo dialéctico al estudio de la
vida social, la aplicación de los principios del
materialismo dialéctico a los fenómenos de la vida de
la sociedad, al estudio de ésta y de su historia.
Caracterizando su método dialéctico, Marx y
Engels se remiten generalmente a Hegel, como el
filósofo que formuló los rasgos fundamentales de la
dialéctica. Pero esto no quiere decir que la dialéctica
de Marx y Engels sea idéntica a la dialéctica
hegeliana. En realidad, Marx y Engels solo tomaron
de la dialéctica de Hegel su «médula racional»,
desechando la escoria idealista hegeliana y
desarrollando ulteriormente la dialéctica, para darle
un carácter científico moderno.
«Mi método dialéctico -dice Marx- no sólo es en
su base distinto del método de Hegel, sino que es
directamente su reverso. Para Hegel, el proceso del
pensamiento, al que él convierte incluso, bajo el
nombre de idea, en sujeto con vida propia, es el
demiurgo (creador) de lo real que constituye su
simple forma externa. Para mí, por el contrario, lo

300
J. V. Stalin escribió su obra «Sobre el materialismo dialéctico
y el materialismo histórico» en 1938 como parte del «Breve
curso de la historia del PC(b) de la URSS» En esta obra
encontramos una especificación completa, armónica y
sistemática de los fundamentos de la filosofía marxista.
Considerando al materialismo dialéctico como concepción del
Partido marxista-leninista y como base teórica del Partido
marxista-leninista de nuevo tipo, J. V. Stalin, puso de relieve el
inmenso papel de la filosofía científica en la lucha de la clase
obrera y su Partido para la transformación del mundo. Figuran en
esta obra, de una manera evidente y sencillo, las características
fundamentales del método dialéctico marxista del materialismo
filosófico marxista y del materialismo histórico.
La obra «Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo
histórico» de J. V. Stalin, junto con las demás obras de los
clásicos del marxismo-leninismo, presenta una importancia
particular para un estudio más profundo de la filosofía marxista-
leninista para millones de personas en el mundo.
ideal no es más que lo material transpuesto y
traducido en la cabeza del hombro.» (C. Marx.
Palabras finales a la segunda edición alemana del t. I
del «Capital»).

En la caracterización de su materialismo, Marxy


Engels se remiten generalmente a Feuerbach, como
el filósofo que restauró en sus derechos al
materialismo. Pero esto no quiere decir que el
materialismo de Marx y Engels sea idéntico al
materialismo de Feuerbach. En realidad, Marx y
Engels tomaron del materialismo de Feuerbach su
«médula» desarrollándola hasta convertirla en la
teoría científico-filosófica del materialismo y
desechando su escoria idealistay ético-religiosa. Es
sabido que Feuerbach, que era en lo fundamental un
materialista, se rebelaba contra la palabra
materialismo. Engels una vez que,
declaró más de
«pese al cimiento no llegó a
materialista, Feuerbach
desprenderse de las viejas ataduras idealistas» y que
«donde el verdadero idealismo de Feuerbach se pone
de manifiesto es en su filosofía de la religión y en su
ética» (F. Engels, «Ludwig Feuerbach», ed. alemana,
1939, Moscú, págs. 24 y 26).
La palabra dialéctica viene del griego «dialego»,
que quiere decir diálogo o polémica. Los antiguos
entendían por dialéctica el arte de descubrir la verdad
poniendo de manifiesto las contradicciones implícitas
en la argumentación del adversario y superando estas
contradicciones. Algunos filósofos de la antigüedad
entendían que el descubrimiento de las
contradicciones en el proceso discursivo y el choque
de las opiniones contrapuestas era el mejor medio
para encontrar la verdad. Este modo dialéctico de
pensar que más tarde se hizo extensivo a los
fenómenos naturales, se convirtió en el método
dialéctico de conocimiento de la naturaleza,
consistente en considerar los fenómenos naturales en
perpetuo movimiento y cambio, y el desarrollo de la
naturaleza como el resultado del desarrollo de las
contradicciones existentes en ésta, como el resultado
de la acción reciproca de las fuerzas contradictorias
en el seno de la naturaleza.
La dialéctica es, en su base, todo lo contrario de la
metafísica.
1) El método dialéctico marxista se caracteriza
por los siguientes rasgos fundamentales:
Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo
histórico

267

a) Por oposición a la metafísica, la dialéctica no


considera a la naturaleza como un conglomerado
casual de objetos y fenómenos, desligados y aislados
unos de otros y sin ninguna relación de dependencia
entre sí, sino como un todo articulado y único, en el
que los objetos y los fenómenos se hallan
orgánicamente unos a otros, dependen
vinculados
unos de otros y se los unos a los otros.
condicionan
Por eso, el método dialéctico entiende que ningún
fenómeno de la naturaleza puede ser comprendido, si
se le toma aisladamente, sin conexión con los
fenómenos que le rodean, pues todo fenómeno
tomado de cualquier campo de la naturaleza puede
convertirse en un absurdo si se le examina sin
conexión con las condiciones que le rodean,
desligado de ellas; por el contrario, todo fenómeno
puede ser comprendido y explicado si se le examina
en su conexión indisoluble con los fenómenos
circundantes y condicionado por ellos.
b) Por oposición a la metafísica, la dialéctica no
considera a la naturaleza como algo quieto e inmóvil,
estancado e
inmutable, sino como algo sujeto a
perenne movimiento y a cambio constante, como
algo que se renueva y se desarrolla incesantemente y
donde siempre hay algo que nace y se desarrolla y
algo que muere y caduca.
Por eso, el método dialéctico exige que los
fenómenos se examinen no sólo desde el punto de
vista de sus relaciones mutuas y de su mutuo
condicionamiento, sino también desde el punto de
vista de su movimiento, de sus cambios y de su
desarrollo, desde el punto de vista de su nacimiento y
de su muerte.
Lo que interesa, sobre todo al método dialéctico
no es lo que en un momento dado parece estable pero
comienza ya, a morir, sino lo que nace y se desarrolla
aunque en un momento dado parezca inestable, pues
lo único que hay insuperable, según él, es lo que se
halla en estado de nacimiento y de desarrollo.

«Toda la naturaleza -dice Engels- desde sus


partículas más minúsculas hasta sus cuerpos más
gigantescos, desde el grano de arena hasta el sol,
desde el protozoo (organismo vivo unicelular, J. St.)
hasta el hombre, se halla en estado perenne de
nacimiento y muerte, en flujo constante, en
movimiento y cambio incesante» (Engels, en
«Dialéctica de la naturaleza». Obras completas de
Marx y Engels, ed. alemana del Instituto Marx-
Engels-Lenin de Moscú, tomo especial, 1935, pág.
491).

Por eso, la dialéctica -dice Engels- «enfoca las


cosas y sus imágenes conceptuales, sustancialmente,
en sus conexiones mutuas, en su entronque y
concatenación, en su dinámica, en su proceso de
génesis y caducidad». (F. Engels, «Anti-íDühring»,
ed. alemana, Moscú, 1939, pág. 8).
c) Por oposición a la metafísica, la dialéctica no
examina elproceso de desarrollo de los fenómenos
como un simple proceso de crecimiento, en que los
cambios cuantitativos no se traducen en cambios
cualitativos, sino como un proceso en que se pasa de
los cambios cuantitativos insignificantes y ocultos a
los cambios manifiestos, a los cambios radicales, a
los cambios cualitativos; en que éstos se producen,
no de moda gradual, sino repentina y súbitamente, en
forma de saltos de un estado de cosas a otro, y no de
un modo casual, sino con arreglo a leyes, como
resultado de la acumulación de una serie de cambios
cuantitativos inadvertidos y graduales.
Por eso, el método dialéctico entiende que el
proceso de desarrollo debe concebirse no como
movimiento circular, no como una simple repetición
del camino ya recorrido, sino como un movimiento
progresivo, como un movimiento en línea
ascensional, como el tránsito del viejo estado
cualitativo a un nuevo estado cualitativo, como el
desarrollo de lo simple a lo complejo, de lo inferior a
lo superior.

«La naturaleza -dice Engels- es la piedra de toque


de la dialéctica y las modernas ciencias naturales nos
brindan como prueba de esto un acervo de datos
extraordinariamente copiosos y enriquecido cada día
que pasa demostrando con ello que la naturaleza se
mueve, en última instancia, por los cauces dialécticos
y no por los carriles metafísicos, que no se mueve en
la eterna monotonía de un ciclo constantemente
repetido, sino que recorre una verdadera historia.
Aquí, hay que citar en primer término a Darwin,
quién con su prueba de que toda la naturaleza
orgánica existente, plantas y animales y entre ellos,
como es lógico, el hombre, es el producto de un
proceso de desarrollo que dura millones de años, ha
asestado a la concepción metafísica de la naturaleza
el más rudo golpe» (F. Engels, lug, cít.).

Caracterizando el desarrollo dialéctico como el


tránsito de los cambios cuantitativos a los cambios
cualitativos, dice Engels:

«En física..., todo cambio es una transformación


de cantidad en calidad, una consecuencia del cambio
cuantitativo masa de movimiento de cualquier
de la
forma inherente al cuerpo o que se transmite a éste.
Así, por ejemplo, el grado de temperatura del agua
no influye para nada, al principio, en su estado
líquido; pero, al aumentar o disminuir la temperatura
del agua líquida, se llega a un punto en que su estado
de cohesión se modifica y el agua se convierte en un
caso, en vapor, y en otro caso, en hielo... Así
también, para que el hilo de platino de la lámpara
eléctrica se encienda, hace falta un mínimo de
corriente: todo metal tiene su grado térmico de
fusión, y todo líquido, dentro de una determinada

268

presión, su punto fijo de congelación y de ebullición,


en la medida en que los medios de que disponemos
nos permiten la temperatura
producir necesaria; y,
finalmente, gas tiene su punto crítico, en que
todo
bajo una presión y un enfriamiento adecuados se
licua en forma de gotas... Las llamadas constantes de
la física (los puntos de transición de un estado a otro,
J. St.) no son, en la mayor parte de las veces, más que
los nombres de los puntos modulares en que la suma
o la sustracción cuantitativas (cambios cuantitativos)
de movimiento provocan cambios cualitativos en el
estado del cuerpo de que se trata, y en que, por tanto,
la cantidad se trueca en calidad» (F. Engels,
«Dialéctica de la naturaleza», ed. alemana, Moscú,
págs. 502-503).

Y más adelante, pasando a la química, Engels


prosigue:

«Podríamos decir que es la ciencia de


la química
los cambios cualitativoscuerpos por efecto de
de los
los cambios producidos en su composición
cuantitativa. Y esto lo sabía ya el mismo Hegel…
Basta fijarse en el oxígeno: si combinamos, para
formar una molécula, tres atamos en vez de dos, que
es lo corriente, produciremos ozono, cuerpo que se
distingue de un modo muy definido del oxígeno
normal, tanto por su olor como por sus efectos. Y no
digamos de las diversas proporciones en que el
oxígeno se combina con el nitrógeno o con el azufre,
y cada una de las cuales produce un cuerpo
cualitativamente distinto de todos los demás» (Obra
cit., pág. 503).

Por último, criticando a Dühring que colma de


injurias a Hegel sin perjuicio de tomar de él a la chita
callando, la conocida tesis de que el tránsito del reino
de lo insensible al reino de las sensaciones, del
mundo inorgánico al mundo de la vida orgánica,
representa un salto a un nuevo estado -Engels dice:

«Es, en absoluto, la línea modular hegeliana de las


proporciones de medida, en que el simple aumento o
la simple disminución cuantitativa producen al llegar
a un determinado punto nodular, un salto cualitativo,
como ocurre, por ejemplo, con el agua puesta a
calentar o a enfriar, donde el punto de ebullición y el
punto de congelación son los nódulos en que -bajo
una presión normal- se produce el salto a un nuevo
estado de cohesión, es decir, en que la cantidad se
trueca en calidad» (F. Engels, «Antí-Dühríng», ed.
alemana, pág. 31).

d) Por oposición a la metafísica, la dialéctica parte


del criterio de que los objetos y los fenómenos de la
naturaleza llevan siempre contradicciones internas,
pues todos ellos tienen su lado positivo y su lado
negativo, su pasado y su futuro, su lado de caducidad

J. V. Stalin
y su lado de desarrollo; del criterio de que la lucha
entre estos lados contrapuestos, la lucha entre lo
viejo y lo nuevo, entre lo que agoniza y lo que nace,
entre lo que caduca y lo que se desarrolla, forma el
contenido interno del proceso de desarrollo, el
contenido interno de la transformación de los
cambios cuantitativos en cambios cualitativos.
Por eso, el método dialéctico entiende que el
proceso de desarrollo de lo inferior a lo superior no
discurre a modo de un proceso de desenvolvimiento
armónico de los fenómenos, sino poniendo siempre
de relieve las contradicciones inherentes a los objetos
y a los fenómenos, en un proceso de «lucha» entre
las tendencias contrapuestas que actúan sobre la base
de aquellas contradicciones.

«Dialéctica, en sentido estricto, es -dice Lenin- el


estudio de las contradicciones contenidas en la
esencia misma de los objetos» (Lenin, «Cuadernos
filosóficos», pág. 263).

Y más adelante:

«El desarrollo es la «lucha» de los contrarios»


(Lenin, t. XIII, pág. 301, ed, rusa).

Tales son, brevemente expuestos, los rasgos


fundamentales del método dialéctico marxista.
No es difícil comprender cuán enorme es la
importancia que la difusión de los principios del
método dialéctico tienen para el estudio de la vida
social y de la historia de la y qué
sociedad
importancia tan enorme encierra la aplicación de
estos principios a la historia de la sociedad y a la
actuación práctica del Partido del proletariado.
Si en el mundo no existen fenómenos aislados, si
todos los fenómenos están vinculados entre sí y se
condicionan unos a otros es evidente que todo
régimen social y todo movimiento social que aparece
en la historia debe ser considerado, no desde el punto
de vista de la «justicia eterna» o de cualquier otra
idea preconcebida, que es lo que suelen hacer los
historiadores, sino desde el punto de vista de las
condiciones que han engendrado este régimen y este
movimiento sociales, y a los cuales se hallan
vinculados.
Dentro de las condiciones modernas, el régimen
de la esclavitud es un absurdo y una necedad
contraria a la lógica. En cambio, dentro de las
condiciones de disgregación del régimen del
comunismo primitivo, el régimen de esclavitud era
fenómeno perfectamente lógico y natural, ya que
representaba un progreso en comparación con el
comunismo primitivo.
La reivindicación de la República democrático-
burguesa dentro de las condiciones del zarismo y de
la sociedad burguesa, por ejemplo en la Rusia de
1905, era una reivindicación perfectamente lógica,

Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo


histórico

269

acertada y revolucionaria, pues la República


burguesa representaba, en aquel tiempo, un progreso.
En cambio, dentro de nuestras condiciones actuales
en la URSS, la reivindicación de la República
democrático-burguesa sería absurda y
contrarrevolucionaria, ya que, comparada con la
Republica Soviética, la República burguesa significa
un paso atrás.
Todo depende, pues, de las condiciones, del lugar
y del tiempo.
Es evidente que, sin abordar desde este punto de
vista histórico los fenómenos sociales, no podría
existir ni desarrollarse la ciencia de la historia, puesto
que este modo de abordar los fenómenos es el único
que impide a la ciencia histórica convertirse en un
caos de sucesos fortuitos y en un montón de los más
absurdos errores.
Continuemos. Si el mundo se halla en incesante
movimiento y desarrollo y si la ley de este desarrollo
es la extinción de lo viejo y el fortalecimiento de lo
nuevo, es evidente que ya no puede haber ningún
régimen social «inconmovible», ni pueden existir los
«principios eternos» de la propiedad privada y la
explotación, ni las «ideas eternas» de sumisión de los
campesinos a los terratenientes y de los obreros a los
capitalistas.
Esto quiere decir que el régimen capitalista puede
ser sustituido por el régimen socialista, del mismo
modo que, en su día, el régimen capitalista sustituyó
al régimen feudal.
Esto quiere decir que hay que orientarse, no hacia
aquellas capas de la sociedad que han llegado ya al
término de su desarrollo, aunque en el momento
presente constituyan la fuerza predominante, sino
hacía aquellas otras que se están desarrollando, que
tienen porvenir, aunque no sean las fuerzas
predominantes en el momento actual.
En la década del 80 del siglo pasado, en la época
de lucha de los marxistas contra los populistas, el
proletariado constituía, en Rusia, una minoría
insignificante, en comparación con los campesinos
individuales que formaban la inmensa mayoría de la
población. Pero el proletariado se estaba
desarrollando como clase, mientras que los
campesinos, como clase, se disgregaban.
Precisamente por esto, porque el proletariado se
estaba desarrollando como clase, los marxistas se
orientaron hacia él. Y no se equivocaron, puesto que,
como es sabido, el proletariado se convirtió, andando
el tiempo, de una fuerza de escasa importancia en
una fuerza histórica y política de primer orden.
Esto quiere decir que en política, para no
equivocarse, hay que mirar hacia adelante y no hacia
atrás.
Continuemos. Si el tránsito de los lentos cambios
cuantitativos a los rápidos y súbitos cambios
cualitativos constituye una ley del desarrollo, es
evidente que las transformaciones revolucionadas
llevadas a cabo por las clases oprimidas representan
un fenómeno absolutamente natural e inevitable.
Esto quiere decir que el paso del capitalismo al
socialismo y la liberación de la clase obrera del yugo
capitalista no puede realizarse por medio de cambios
lentos, por medio de reformas, sino sólo mediante la
transformación cualitativa del régimen capitalista, es
decir, mediante la revolución.
Esto quiere decir que en política, para no
equivocarse, hay que ser revolucionario y no
reformista.
Continuemos. Si el proceso de desarrollo es un
proceso de revelación de contradicciones internas, un
proceso de choques entre fuerzas contrapuestas sobre
la base de estas contradicciones y con el fin de
superarlas, es evidente que la lucha de clases del
proletariado constituye un fenómeno perfectamente
natural e inevitable.
Esto quiere decir que lo que hay que hacer no es
disimular las contradicciones del régimen capitalista,
sino ponerlas al desnudo y desplegarlas en toda su
extensión, no es amortiguar la lucha de clases, sino
llevarla a cabo hasta el fin.
Esto quiere decir que en política para no
equivocarse, hay que mantener una política
proletaria, de clase, intransigente, y no una política
reformista, de armonía de intereses entre el
proletariado y la burguesía, una política oportunista
de «integración» del capitalismo en el socialismo.
En esto consiste el método dialéctico marxista,
aplicado a la vida social y a la historia de la sociedad.
Por lo que se refiere al materialismo filosófico
marxista, es en su base lo opuesto al idealismo
filosófico.
2) El materialismo filosófico marxista se
caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales:
a) En oposición al idealismo, que considera al
mundo como la encarnación de la «idea absoluta»,
del «espíritu universal», de la «conciencia», el
materialismo filosófico de Marx parte del criterio de
que es, por su naturaleza, algo material; de
el mundo
que y variados fenómenos del mundo
los múltiples
constituyen diversas formas y modalidades de la
materia en movimiento; de que los vínculos mutuos y
las relaciones de interdependencia entre los
fenómenos, que el método pone de relieve,
dialéctico
son las leyes determinadas con arreglo a las cuales se
desarrolla la materia en movimiento; de que el
mundo se desarrolla con arreglo a las leyes que rigen
el movimiento de la materia, sin necesidad de ningún
«espíritu universal».

«La concepción materialista del mundo -dice


Engels- significa sencillamente concebir la
naturaleza tal y como es, sin ninguna clase de
aditamentos extraños» (F. Engels, «Ludwig
Feuerbach». Apéndice, ed. alemana, pág. 60).

270

Refiriéndose a la concepción materialista de un


filósofo de la antigüedad, Heráclito, según el cual «el
mundo, que es la unidad de todo lo existente, no ha
sido por ningún dios ni por ningún hombre
creado
sino que ha sido, es y será eternamente un fuego vivo
que se enciende y se apaga con arreglo a las leyes
determinadas», dice Lenin: «He aquí una excelente
definición de los principios del materialismo
dialéctico» (Lenin, «Cuadernos filosóficos», pág.
318).
b) En oposición el cual afirma que
al idealismo,
sólo nuestra conciencia una existencia real y
tiene
que el mundo material, el ser, la naturaleza, sólo
existe en nuestra conciencia, en nuestras sensaciones,
en nuestras percepciones, en nuestros conceptos, el
materialismo filosófico marxista parte del criterio de
que la materia, la naturaleza, el ser, son una realidad
objetiva, existen fuera de nuestra conciencia e
independientemente de ella, de que la materia es lo
primario, ya que constituye la fuente de la que se
derivan las sensaciones, las percepciones y la
conciencia, y la conciencia lo secundario, lo
derivado, ya que es la imagen refleja de la materia, la
imagen refleja del ser; el materialismo filosófico
marxista que el pensamiento es
parte del criterio de
un producto de la materia que ha llegado a un alto
grado de perfección en su desarrollo, y más
concretamente, un producto del cerebro, y éste el
órgano del pensamiento, y de que, por tanto, no cabe,
a menos decaer en un craso error, separar el
pensamiento de la materia.

«El problema el pensar y el


de la relación entre
ser, entre y la naturaleza es -dice Engels-
el espíritu
el problema supremo de toda la filosofía... Los
filósofos se dividían en dos grandes campos, según la
contestación que diesen a esta pregunta. Los que
afirmaban el carácter primario del espíritu frente a la
naturaleza... formaban el campo del idealismo. Los
otros, los que reputaban la naturaleza como lo
primario, figuraban en las diversas escuelas del
materialismo» (F. Engels, obra citada, págs. 16-17).

Y más adelante:

«El mundo material y perceptible por los sentidos,


del que formamos parte también los hombres, es el
único mundo real... Nuestra conciencia y nuestro
pensamiento, por más suprasensibles que parezcan,
son el producto de un órgano material, corporal: el
cerebro. La materia no es un producto del espíritu, y
el espíritu mismo no es más que el producto supremo
de la materia» (F. Engels, obra citada, pág, 20).
Refiriéndose al problema de la materia y el
pensamiento, manifiesta Marx:

«�o es posible separar el pensamiento de la

J. V. Stalin

materia pensante. La materia es el sujeto de todos los


cambios» (Marx-Engels, Obras Completas, t. III, ed.
alemana, Moscú, pág. 305).

Caracterizando el materialismo filosófico


marxista, dice Lenin:

«El materialismo en general reconoce la


existencia real y objetiva del ser (la materia),
independiente de la conciencia, de las sensaciones de
la experiencia... no es más que un
La conciencia...
reflejo del ser, en el mejor de los casos su reflejo
aproximadamente exacto (adecuado, ideal en cuanto
a precisión)» (Lenin, t. XVIII, págs. 266-267).

Y en otros pasajes:
«Es materia lo que, actuando sobre nuestros
órganos sensoriales, produce las sensaciones; la
materia es la realidad objetiva, que las sensaciones
nos transmiten... La materia, la naturaleza, el ser, lo
físico, es lo primario; el espíritu, la conciencia, las
sensaciones, lo psíquico, lo secundario» (Obra citada,
págs. 119-120).
- «El cuadro del mundo es el cuadro de cómo se
mueve y cómo «piensa la materia» (Obra citada,
pág. 288).
- «El cerebro es el órgano del pensamiento» (Obra
citada, pág. 125).

c) En oposición
al idealismo, que discute la
posibilidad conocer el mundo y las leyes por que
de
se rige, que no cree en la veracidad de nuestros
conocimientos, que no reconoce la verdad objetiva y
entiende que el mundo está lleno de «cosas en sí»,
que jamás podrán, ser conocidas por la ciencia, el
materialismo filosófico marxista parte del principio
de que el mundo y las leyes por que se rige son
perfectamente cognoscibles, de que nuestros
conocimientos acerca de las leyes de la naturaleza,
comprobados por la experiencia, por la práctica, son
conocimientos veraces, que tienen el valor de
verdades objetivas, de que en no hay cosas
el mundo
incognoscibles, aún no conocidas,
sino simplemente
pero que la ciencia y la experiencia se encargarán de
relevar y de dar a conocer.
Criticando la tesis de Kant y de otros idealistas
acerca de la incognoscibilidad del mundo y de las
«cosas en sí» incognoscibles y defendiendo la
consabida tesis del materialismo acerca de la
veracidad de nuestros conocimientos, escribe Engels:

«La refutación más contundente de estas manías,


como de todas las demás manías filosóficas, es la
práctica, o sea el experimento y la industria. Si
podemos demostrar la exactitud de nuestro modo de
concebir un proceso natural reproduciéndolo
nosotros mismos, creándolo como resultado de sus

Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo


histórico

271

mismas condiciones, y si además, lo ponemos al


servicio de nuestros propios fines, daremos al traste
con la «cosa en sí» inasequible de Kant. Las
sustancias químicas producidas en el mundo animal y
vegetal siguieron «cosas en sí» hasta que la
siendo
química comenzó a producirlas unas tras
orgánica
otras; con ello, la «cosa en sí» se convirtió en una
cosa para nosotros, como, por ejemplo, la materia
colorante de la rubia, la alizarina, que hoy ya no se
extrae de la raíz de aquella planta, sino que se
obtiene de alquitrán de hulla, procedimiento mucho
más barato y más sencillo. El sistema solar de
Copérnico fue durante trescientos años una hipótesis,
por la que se podía apostar cien, mil, diez mil contra
uno, pero, a pesar de todo, una hipótesis, hasta que
Leverier con los datos tomados de este sistema no
sólo demostró que debía necesariamente existir un
planeta desconocido hasta entonces, sino que,
además, determinó mediante cálculos, el lugar en que
este planeta tenía que encontrarse en el firmamento,
y cuando después Galle descubrió efectivamente este
planeta, el sistema de Copérnico quedó demostrado»
(F. Engels, «Ludwig Feuerbach», ed. alem., Moscú,
pág. 18).

Acusando a Bogdánov, Basárov, Yushkévich y


301
otros partidarios de Mach de fideísmo (teoría
reaccionaria que prefiere la fe a la ciencia) y
defendiendo la consabida tesis del materialismo de
que nuestros conocimientos científicos acerca de las
leyes por las que se rige la naturaleza son
conocimientos veraces y de que las leyes de la
ciencia constituyen verdades objetivas, dice Lenin:

«El fideísmo moderno no rechaza, ni mucho


menos, la ciencia; lo único que rechaza son las
«pretensiones desmesuradas» de la ciencia, y
concretamente, sus pretensiones de verdad objetiva.
Si existe una verdad objetiva (como entienden los
materialistas) y si las ciencias naturales, reflejando el
mundo exterior en la «experiencia» del hombre, son
las únicas que pueden darnos esa verdad objetiva,
todo fideísmo queda refutado incontrovertiblemente»
(Lenin, t. XIII, pág. 102, ed. rusa).

301
Mach Ernest (1838-1916) - físico y filósofo idealista
austríaco, Mach consideraba las cosas como «conjuntos
sensitivos», negando la existencia de un mundo externo,
independiente de la conciencia humana. Tergiversaba los últimos
datos de las ciencias naturales para asegurar la victoria del
fideismo sobre el materialismo. En su libro «El materialismo y el
empirtocríticismo» Lenin puso al desnudo la tendencia de clase,
en la que se basaba la filosofía de Mach cuyo objetivo era el
servir a los fideistas en su lucha contra la filosofía del
materialismo en general y contra el materialismo histórico en
particular. Algunos «marxistas» de Europa Occidental como F.
Adler, O. Bauer, y en Rusia una parte de los intelectuales del
Partido que se presentaban como marxistas, pero que nunca
habían adoptado una posición firmemente marxista (Bogdánov,

.
Bazárov, Jushkevich etc.) apoyaron la filosofía de Mach.

Tales son, brevemente expuestos, los rasgos


característicos del materialismo filosófico marxista.
Fácil es comprender la importancia tan enorme
que tiene la aplicación de los principios del
materialismo filosófico al estudio de la vida social, al
estudio de la historia de la sociedad, la importancia
tan enorme que tiene el aplicar estos principios a la
historia de la sociedad y a la actuación práctica del
Partido del proletariado.
Si la conexión entre los fenómenos de la
naturaleza y su interdependencia representan las
leyes por las que se rige el desarrollo de la
naturaleza, de esto se deduce que la conexión e
interdependencia de los fenómenos de la vida social
representan también no algo fortuito, sino las leyes
por las que se rige el desarrollo de la sociedad.
que la vida social y la historia de
Esto quiere decir
la sociedad ya no son un conglomerado de hechos
«fortuitos», pues la historia de la sociedad se
convierte en el desarrollo de la sociedad con arreglo
a sus leyes determinadas y el estudio de la historia de
la sociedad adquiere categoría de ciencia.
Esto quiere decir que la actuación práctica del
Partido del proletariado debe basarse, no en los
buenos deseos de las «ilustres personalidades», no en
los postulados de la «razón», de la «moral universal»
etc., sino en las leyes determinadas del desarrollo de
la sociedad y en el estudio de éstas.
Prosigamos. Si el mundo es cognoscible y
nuestros conocimientos acerca de las leyes que rigen
el desarrollo de la naturaleza son conocimientos
veraces, que tienen el valor de verdades objetivas,
esto quiere decir que también la vida social, el
desarrollo de la son susceptibles de ser
sociedad,
conocidos; y que los datos que nos brinda la ciencia
sobre las leyes del desarrollo de la sociedad son datos
veraces, que tienen el valor de verdades objetivas.
Esto quiere decir que la ciencia que estudia la
historia de la sociedad puede adquirir, pese a toda la
complejidad de los fenómenos de la vida social, la
misma precisión que la biología, por ejemplo,
ofreciéndonos la posibilidad de dar una aplicación
práctica a las leyes que rigen el desarrollo de la
sociedad.
Esto quiere decir que, en su actuación práctica, el
Partido del proletariado debe guiarse, no por estos o
los otros motivos fortuitos, sino por las leyes que
rigen el desarrollo de la sociedad y por las
conclusiones prácticas que de ellas se derivan.
Esto quiere decir que el socialismo deja de ser un
sueño acerca de un futuro mejor de la humanidad
para convertirse en una ciencia.
Esto quiere decir que el enlace entre la ciencia y
la actuación práctica, entre la teoría y la práctica, su
unidad, debe ser la estrella polar que guíe al Partido
del proletariado.
Prosigamos. Si la naturaleza, el ser, el mundo
material son lo primario, y la conciencia, el

272

pensamiento, lo secundario, lo derivado, si el mundo


material constituye la realidad objetiva, que existe
independientemente de la conciencia del hombre, y la
conciencia es la imagen refleja de esta realidad
objetiva, de aquí se deduce que la vida material de la
sociedad, el ser social, es también lo primario y su
vida espiritual, lo secundario, lo derivado; que la vida
material de la sociedad es la realidad objetiva, que
existe independientemente de la voluntad de los
hombres, y la vida espiritual de la sociedad el reflejo
de esta realidad objetiva, el reflejo del ser.
Esto quiere decir que la fuente donde se forma la
vida espiritual de la sociedad, la fuente de la que
emanan las ideas sociales, las teorías sociales, las
concepciones y las instituciones políticas hay que
buscarlas, no en estas mismas ideas, teorías,
concepciones e instituciones políticas, sino en las
condiciones de la vida material de la sociedad, en el
ser social, del cual son reflejo estas ideas, teorías,
concepciones, etc.
Esto quiere decir que, si en los diversos períodos
de la historia de la sociedad nos encontramos con
diversas ideas, teorías, concepciones sociales e
instituciones políticas; si bajo el régimen de la
esclavitud unas
observamos ideas, teorías y
concepciones sociales, unas instituciones políticas,
bajo el feudalismo otras y otras distintas bajo el
capitalismo, la explicación de esto no reside en la
«naturaleza», en la «propiedad» de las ideas, teorías,
concepciones e instituciones políticas mismas, sino
en las distintas condiciones de la vida material de la
sociedad dentro de los diversos períodos del
desarrollo social.
Según sean las condiciones de existencia de la
sociedad, las condiciones en que se desenvuelve su
vida material, así son sus ideas, sus teorías, sus
concepciones e instituciones políticas.
En relación con esto, dice Marx:

«No es la conciencia del hombre la que determina


su ser, sino, por el contrario, el ser social es el que
determina su conciencia». (Carlos Marx, Obras
escogidas, t. I, pág. 359, ed. alemana, Moscú, 1934).
Esto quiere decir que, en política, para no
equivocarse y no convertirse en una colección de
vacuos soñadores, el Partido del proletariado debe
tomar, como punto de partida para su actuación, no
los «principios» abstractos de la «razón humana»,
sino las condiciones concretas de la vida material de
la sociedad, que constituyen la fuerza decisiva del
desarrollo social, no los buenos deseos de los
«grandes hombres», sino las exigencias reales
impuestas por el desarrollo de la vida material de la
sociedad.
El fracaso de los utopistas, incluyendo entre ellos,
los populistas, los anarquistas y los
socialrevolucionarios, se explica, entre otras razones,

J. V. Stalin

porque no reconocían la importancia primordial de


las condiciones de vida material de la sociedad en
cuanto al desarrollo de ésta, y, cayendo en el
idealismo, erigían su actuación práctica, no sobre las
exigencias del desarrollo de la vida material de la
sociedad, sino, independientemente de ellas y en
contra de ellas, sobre «planes ideales» y «proyectos
universales», desligados de la vida real de la
sociedad.
La fuerza y la vitalidad del marxismo-leninismo
estriban precisamente en que toma como base para su
actuación práctica las exigencias del desarrollo de la
vida material de la sociedad, sin desligarse jamás de
la vida real de ésta.
Sin embargo, de las palabras de Marx no se
desprende que las ideas y las teorías sociales, las
concepciones y las instituciones políticas no tengan
importancia alguna en la vida de la sociedad, que no
ejerzan de rechazo una influencia sobre el ser social,
sobre el desarrollo de las condiciones materiales de la
vida de la sociedad. Hasta ahora, nos hemos venido
refiriendo únicamente al origen de las ideas y teorías
sociales y de las concepciones e instituciones
políticas, a su nacimiento, al hecho de que la vida
espiritual de la sociedad es el reflejo de las
condiciones de su vida material. En lo tocante a la
importancia de las ideas y teorías sociales y de las
concepciones e instituciones políticas, en lo tocante
al papel que desempeñan en la historia, el
materialismo histórico no sólo no niega, sino que, por
el contrario, subraya la importancia de papel y la
significación que les corresponde en la vida y en la
historia de la sociedad.
Pero hay diferentes ideas y teorías sociales. Hay
ideas y teorías viejas, que han cumplido ya su misión
y que sirven a los intereses de fuerzas sociales
caducas. Su papel consiste en frenar el desarrollo de
la sociedad, su marcha progresiva y hay ideas y
teorías nuevas, avanzadas, que sirven a los intereses
de las fuerzas de vanguardia de la sociedad. El papel
de éstas consiste en facilitar el desarrollo de la
sociedad, su marcha progresiva, siendo su
importancia tanto más grande cuanto mayor es la
exactitud con que responden a las exigencias del
desarrollo de la vida material de la sociedad.
Las nuevas ideas y teorías sociales sólo surgen
después que el desarrollo de la vida material de la
sociedad plantea a ésta nuevas tareas. Pero después
de surgir, se convierten en una fuerza de la mayor
importancia, que facilita la ejecución de estas nuevas
tareas planteadas por el desarrollo de la vida material
de la sociedad, que facilita los progresos de ésta. Es
aquí, precisamente, donde se acusa la formidable
importancia organizadora, movilizadora y
transformadora de las nuevas ideas, de las nuevas
teorías y de las nuevas concepciones políticas, de las
nuevas instituciones políticas.
Las nuevas ideas y teorías sociales surgen
Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo
histórico

273

precisamente porque son necesarias para la sociedad,


porque su labor organizadora, movilizadora y
sin
transformadora es imposible llevar a cabo las tareas
ya maduras que plantea el desarrollo de la vida
material de la sociedad y que están ya en sazón de ser
cumplidas. Y como surgen sobre la base de las
nuevas tareas planteadas por el desarrollo de la vida
material de la sociedad, las nuevas ideas y teorías
sociales se abren paso, se convierten en patrimonio
de las masas populares, movilizan y organizan a éstas
contra las fuerzas sociales caducas, facilitando así el
derrocamiento de estas fuerzas sociales caducas que
frenan el desarrollo de la vida material de la
sociedad.
He aquí cómo las ideas y las teorías sociales, las
instituciones políticas, que brotan sobre la base de las
tareas ya maduras para su solución planteadas por el
desarrollo de la vida material de la sociedad, por el
desarrollo del ser social, actúan luego, a su vez, sobre
este ser social, sobre la vida material de la sociedad,
creando las condiciones necesarias para llevar a
término la ejecución de las tareas ya maduras de la
vida material de la sociedad y hacer posible su
desarrollo ulterior.
En relación con esto, dice Marx:

«La teoría se convierte en una fuerza material tan


pronto como prende en las masas» (Carlos Marx y
Federico Engels, Obras completas, t. 1, pág. 614, ed.
alem.).

Esto quiere decir que para poder influir sobre las


condiciones de la vida material de la sociedad y
acelerar su desarrollo, acelerar su mejoramiento, el
Partido del proletariado tiene que apoyarse en una
teoría social, en una idea social que refleje
certeramente las exigencias del desarrollo de la vida
material de la sociedad y que, gracias a ello,sea
capaz de poner en movimiento a las grandes masas
del pueblo, de movilizarlas y organizar con ellas el
gran ejército del Partido proletario, presto a aplastar
las fuerzas reaccionarias y allanar el camino a las
fuerzas avanzadas de la sociedad.
El fracaso de los «economistas» y de los
mencheviques se explica, entre otras razones, por el
hecho de que no
reconocían la importancia
movilizadora, y transformadora de la
organizadora
teoría de vanguardia, de la idea de vanguardia, y
cayendo en un materialismo vulgar, reducían su
papel casi a la nada, y consiguientemente
condenaban al Partido a la pasividad, a vivir
vegetando.
La fuerza y la vitalidad del marxismo-leninismo
estriban en que éste se apoya en una teoría de
vanguardia, que refleja certeramente las exigencias
del desarrollo de la vida material de la sociedad, en
que eleva la teoría a la altura que le corresponde y
considera su deber utilizar íntegramente su fuerza de
movilización, de organización y de transformación.
Así es como resuelve el materialismo histórico el
problema de las relaciones entre el ser social y la
conciencia social, entre las condiciones de desarrollo
de la vida material y el desarrollo de la vida espiritual
de la sociedad.
3) El materialismo histórico.
Resta sólo por contestar a esta pregunta:
¿Qué se entiende, desde el punto de vista del
materialismo histórico, por «condiciones de vida
material de la sociedad», que son las que determinan,
en última instancia, la fisonomía de la sociedad, sus
ideas, sus concepciones, instituciones políticas, etc.?
¿Cuáles son, en realidad, esas «condiciones de
vida material de la sociedad», cuáles son sus rasgos
característicos? Es indudable que en este concepto de
«condiciones de vida material de la sociedad» entra,
ante todo, la naturaleza que, rodea a la sociedad, el
medio geográfico, que es una de las condiciones
necesarias y constantes de la vida material de la
sociedad y que, naturalmente, influye en el desarrollo
de ésta. ¿Cuál es el papel del medio geográfico en el
desarrollo de la sociedad? ¿No será, acaso, el medio
geográfico el factor fundamental que determina la
fisonomía de la sociedad, el carácter del régimen
social de los hombres, la transición de un régimen a
otro?
El materialismo histórico contesta negativamente
a esta pregunta.
El medio geográfico es, indiscutiblemente, una de
las condiciones constantes y necesarias del desarrollo
de la sociedad e influye, naturalmente, en él,
acelerándolo o amortiguándolo. Pero esta influencia
no es determinante, que los cambios y el
ya
desarrollo de la se producen con una
sociedad
rapidez incomparablemente mayor que los que
afectan al medio geográfico. En el transcurso de tres
mil años, Europa vió transmontar uno tras otro tres
regímenes sociales: el del comunismo primitivo, el
de la esclavitud y el régimen feudal, y en la parte
oriental de Europa, en la URSS, también
trasmontaron cuatro. Pues bien, durante este tiempo
las condiciones geográficas de Europa o no sufrieron
cambio alguno, o, si sufrieron alguno, fue tan leve
que la Geografía no cree que merece la pena
registrarlo. Ya se comprende que sea así. Para que el
medio geográfico experimente cambios de cierta
importancia, hacen falta millones de años, mientras
que en unos pocos cientos o un par de miles de años
pueden producirse incluso cambios de la mayor
importancia en el régimen social.
aquí se desprende que el medio geográfico no
De
puede ser la causa fundamental, la causa
determinante del desarrollo social, pues lo que
permanece casi invariable a través de decenas de
miles de años no puede ser la causa fundamental a
que obedezca el desarrollo de lo que en el espacio de
unos cuantos cientos de años experimenta cambios

274

radicales.
Asimismo, es indudable que el crecimiento de la
población, la mayor o menor densidad de población
es un factor que forma también parte del concepto de
las «condiciones materiales de vida de la sociedad»,
ya que entre estas condiciones materiales se cuenta
como elemento necesario el hombre, y es imposible
la vida material de la sociedad sin un determinado
mínimo de seres humanos. ¿No será, acaso, el
desarrollo de la población el factor cardinal que
determina el carácter del régimen social en que viven
los hombres?
El materialismo histórico contesta negativamente
también a esta pregunta.
Es indudable que el crecimiento de la población
influye en el desarrollo facilitando o
de la sociedad,
entorpeciendo pero no puede ser el
este desarrollo,
factor cardinal a que obedece, ni su influencia sobre
el desarrollo de la sociedad puede tener un carácter
determinante, ya que el crecimiento de la población
de por sí no nos ofrece la clave para explicar por qué
un régimen social dado es sustituido precisamente
por un determinado régimen nuevo y no por otro, por
qué el régimen del comunismo primitivo fue
sustituido precisamente por el régimen de la
esclavitud, el régimen esclavista por el régimen
feudal y éste por el burgués, y no por otros
cualesquiera.
Si el crecimiento de la población fuese el factor
determinante del desarrollo social, a una mayor
densidad de población tendría que corresponder
forzosamente, en la práctica, un tipo
proporcionalmente más elevado de régimen social.
Pero, en no ocurre así. La densidad de la
realidad,
población de China es cuatro veces mayor que la de
los Estados Unidos, a pesar de lo cual los Estados
Unidos ocupan un lugar más elevado que China en lo
que al desarrollo social se refiere, pues mientras que
en China sigue imperando el régimen semifeudal, los
Estados Unidos hace ya mucho tiempo que han
llegado a la fase culminante del desarrollo del
capitalismo. La densidad de población de Bélgica es
19 veces mayor que la de los Estados Unidos y 26
veces mayor que la de la URSS, y sin embargo,
Norteamérica sobrepasa a Bélgica en lo tocante a su
desarrollo social, y la URSS le lleva de ventaja toda
una época histórica, pues mientras que en Bélgica
impera el régimen capitalista, la URSS ha liquidado
ya el capitalismo e instaurado el régimen socialista.
Deaquí se desprende que el crecimiento de la
población no es ni puede ser el factor cardinal en el
desarrollo de la sociedad, el factor determinante del
carácter del régimen social, de la fisonomía de la
sociedad.
a) ¿Cuál es, pues, dentro del sistema de las
condiciones de vida material de la sociedad, el factor
cardinal que determina la fisonomía de aquélla, el
carácter del régimen social, el paso de la sociedad de

J. V. Stalin

un régimen a otro?
Este factor es, según el materialismo histórico, el
modo de obtención de los medios de vida necesarios
para la existencia del hombre, el modo de producción
de los bienes materiales: del alimento, del vestido,
del calzado, de la vivienda, del combustible, de los
instrumentos de producción, etc., necesarios para que
la sociedad pueda vivir y desarrollarse.
Para vivir, el hombre necesita alimentos, vestido,
calzado, vivienda, combustible, para tener estos
etc.;
bienes materiales, ha de producirlos, y para poder
producirlos necesita disponer de instrumentos de
producción, con ayuda de los cuales se consigue el
alimento, se fabrica el vestido, el calzado, se
construye la vivienda, se obtiene el combustible, etc.;
necesita saber producir estos instrumentos y servirse
de ellos.
Instrumentos de producción con ayuda de los
cuales se producen los bienes materiales, y hombres
que los manejan y efectúan la producción de los
bienes materiales, por tener una cierta experiencia
productiva y hábitos de trabajo: tales son los
elementos que, en conjunto, forman las fuerzas
productivas de la sociedad.
Pero las fuerzas productivas no son más que uno
de los aspectos de la producción, uno de los aspectos
del modo de producción, el aspecto que refleja la
relación entre el hombre y los objetos y fuerzas de la
naturaleza empleados para la producción de los
bienes materiales. El otro aspecto de la producción,
el otro aspecto del modo de producción, lo
constituyen las relaciones de unos hombres con otros
dentro del proceso de la producción, las relaciones
de producción entre los hombres. Los hombres no
luchan con la naturaleza y no la utilizan para la
producción de bienes materiales aisladamente,
desligados unos de otros, sino juntos, en grupos, en
sociedades. Por eso, la producción es siempre y bajo
condiciones cualesquiera una producción social. Al
efectuar la producción de los bienes materiales, los
hombres establecen entre sí, dentro de la producción,
tales o cuales relaciones mutuas, tales o cuales
relaciones de producción. Estas relaciones pueden ser
relaciones de colaboración y ayuda mutua entre
hombres libres de toda explotación, pueden ser
relaciones de dominio y subordinación o pueden ser,
por último, relaciones de transición entre una forma
de relaciones de producción y otra, pero, cualquiera
que sea su carácter, las relaciones de producción
constituyen siempre y en todos los regímenes un
elemento tan necesario de la producción como las
mismas fuerzas productivas de la sociedad.
«En la producción -dice Marx- los hombres no
actúan solamente sobre la naturaleza, sino que actúan
también los unos sobre los otros. No pueden producir
sin asociarse de un cierto modo, para actuar en
común y establecer un intercambio de actividades.

Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo


histórico

275

Para producir, los hombres contraen determinados


vínculos y relaciones, y a través de estos vínculos y
relaciones sociales, y sólo a través de ellos, es como
se relacionan con la naturaleza y como se efectúa la
producción» (C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas,
t. I, pág. 261, ed. alemana).

Consiguientemente, la producción, el modo de


producción, no abarca solamente las fuerzas
productivas de la sociedad, sino también las
relaciones de producción entre los hombres, siendo,
por tanto, la forma en que toma cuerpo la unidad de
ambas dentro del proceso de la producción de bienes
materiales.
b) La primera característica de la producción es
que jamás se estanca en un punto durante un largo
período, sino que cambia y se desarrolla
constantemente, con la particularidad de que estos
cambios ocurridos en el modo de producción
provocan inevitablemente el cambio de todo el
régimen social, de las ideas sociales, de las
concepciones e instituciones políticas, provocan la
reorganización de todo el sistema social y político.
En las diversas fases de desarrollo, el hombre emplea
diversos modos de producción o, para decirlo en
términos más vulgares, mantiene distinto género de
vida. Bajo el régimen del comunismo primitivo, el
modo de producción empleado es distinto que bajo la
esclavitud, bajo el régimen de la esclavitud es
distinto que bajo el feudalismo, etc. Y, en
consonancia con esto, varían también el régimen
social de los hombres, su vida espiritual, sus
concepciones, sus instituciones políticas.
Según sea el modo de producción existente en una
sociedad, así es también, fundamentalmente, esta
misma sociedad y así son sus ideas y sus teorías, sus
concepciones e instituciones políticas.
O, para decirlo en términos más vulgares, según
vive el hombre, así piensa.
Esto significa que la historia del desarrollo de la
sociedad es, ante todo, la historia del desarrollo de la
producción, la historia de los modos de producción
que se suceden unos a otros a lo largo de los siglos,
la historia del desarrollo de las fuerzas productivas y
de las relaciones de producción entre los hombres.
Esto quiere decir que la historia del desarrollo de
la sociedad es, al mismo tiempo, la historia de los
propios productores de bienes materiales, la historia
de las masas trabajadoras, que son las fuerzas
fundamentales del proceso de producción y las que
llevan a cabo la producción de los bienes materiales
necesarios para la existencia de la sociedad.
Esto quiere decir que la ciencia histórica, si
pretende ser una verdadera ciencia, no debe seguir
reduciendo la historia del desarrollo social a los actos
de los reyes y de los caudillos militares, a los actos
de los «conquistadores» y «avasalladores» de
Estados, sino que debe ocuparse ante todo de la
historia de los productores de los bienes materiales,
de la historia de las masas trabajadoras, de la historia
de los pueblos.
Esto quiere decir que la clave para el estudio de
las leyes de la historia de la sociedad no hay que
buscarla en las cabezas de los hombres, en las ideas y
concepciones de la sino en el modo de
sociedad,
producción aplicado por la sociedad en cada uno de
sus períodos históricos, es decir, en la economía de la
sociedad.
Esto quiere decir que la tarea primordial de la
ciencia histórica es el estudio y el descubrimiento de
las leyes de la producción, de las leyes del desarrollo
de las fuerzas productivas y de las relaciones de
producción, de las leyes del desarrollo económico de
la sociedad.
Esto quiere decir que el Partido del proletariado,
para ser un verdadero partido, debe, ante todo,
conocer las leyes del desarrollo de la producción, las
leyes del desarrollo económico de la sociedad.
Esto quiere decir que en política, para no
equivocarse, el Partido del proletariado debe, ante
todo, tanto en lo que se refiere a la formación de su
programa como en lo que atañe a su actuación
práctica, arrancar de las leyes del desarrollo de la
producción, de las leyes del desarrollo económico de
la sociedad.
c) La segunda característica de la producción
consiste en que sus cambios y su desarrollo arrancan
siempre de los cambios y del desarrollo de las
fuerzas productivas, y, ante todo, de los que afectan a
los instrumentos de producción. Las fuerzas
productivas son, por lo tanto, el elemento más
dinámico y más revolucionario de la producción. Al
principio, cambian y se desarrollan las fuerzas
productivas de la sociedad y luego, en dependencia
con estos cambios y en consonancia con ellos,
cambian las relaciones de producción entre los
hombres, sus relaciones económicas. Sin embargo,
esto no quiere decir que las relaciones de producción
no influyan sobre el desarrollo de las fuerzas
productivas y que éstas no dependan de aquéllas. Las
relaciones de producción, aunque su desarrollo
dependa del desarrollo de las fuerzas productivas,
actúan a su vez sobre el desarrollo de éstas,
acelerándolo o amortiguándolo. A este propósito
conviene que las relaciones de producción
advertir
no pueden quedarse por un tiempo demasiado largo
rezagadas de las fuerzas productivas al crecer éstas,
ni hallarse en contradicción con ellas, ya que las
fuerzas productivas sólo pueden desarrollarse
plenamente cuando las relaciones de producción
están en armonía con el carácter y el estado de dichas
fuerzas productivas y dan curso libre al desarrollo de
éstas. Por eso, por muy rezagadas que las relaciones
de producción se queden con respecto al desarrollo
de las fuerzas productivas, tienen necesariamente que
ponerse y se ponen realmente -más tarde o más

276

temprano- en armonía con el nivel de desarrollo de


las fuerzas productivas y con el carácter de éstas. En
otro caso, nos encontraríamos ante una ruptura
radical de la unidad entre las fuerzas productivas y
las relaciones de producción dentro del sistema de
ésta, ante un descoyuntamiento de la producción en
bloque, ante una crisis de producción, ante la
destrucción de las fuerzas productivas.
Un ejemplo de desarmonía entre las relaciones de
producción y el carácter de las fuerzas productivas,
un ejemplo de conflicto entre ambos factores, lo
tenemos en las crisis económicas de los países
capitalistas, donde la propiedad privada capitalista
sobre los medios de producción está en la violenta
discordancia con el carácter social del proceso de
producción, con el carácter de las fuerzas
productivas. Resultado de esta discordancia son las
crisis económicas, que conducen a la destrucción de
las fuerzas productivas: y esta discordancia
constituye, de por sí, la base económica de la
revolución social, cuya misión consiste en destruir
las relaciones de producción existentes y crear otras
nuevas, que correspondan al carácter de las fuerzas
productivas.
Por el contrario, el ejemplo de una armonía
completa entre las relaciones de producción y el
carácter de las fuerzas productivas nos lo ofrece la
economía socialista de la URSS, donde la propiedad
social sobre los medios de producción concuerda
plenamente con el carácter social del proceso de la
producción y donde, por tanto, no existen crisis
económicas, ni se producen casos de destrucción de
las fuerzas productivas.
Por consiguiente, las fuerzas productivas no son
solamente el elemento más dinámico y más
revolucionario de la producción, sino que son,
además, el elemento determinante de su desarrollo.
Según sean las fuerzas productivas, así tienen que
ser también las relaciones de producción.
Si el estado de las fuerzas productivas responde a
la pregunta de con qué instrumentos de producción
crean los hombres los bienes materiales que les son
necesarios, el estado de las relaciones de producción
responde ya a otra pregunta: ¿en poder de quién están
los medios de producción (la tierra, los bosques, las
aguas, el subsuelo, las materias primas, las
herramientas y los edificios dedicados a la
producción, las vías y los medios de comunicación,
etc.), a disposición de quién se hallan los medios de
producción: a disposición de toda la sociedad, o a
disposición de determinados individuos, grupos o
clases que los emplean para explotar a otros
individuos, grupos o clases?
He aquí un cuadro esquemático del desarrollo de
las fuerzas productivas desde los tiempos primitivos
hasta nuestros días. Desde las herramientas de piedra
sin pulimentar se pasa al arco y las flechas y, en
relación con esto, de la caza como sistema de vida a

J. V. Stalin

la domesticación de animales y a la ganadería


primitiva; de las herramientas de piedra se pasa a las
herramientas de metal (el hacha de hierro, el arado
con reja de hierro, etc.) y, en consonancia con esto, al
cultivo de las plantas ya la agricultura; viene luego el
mejoramiento progresivo de las herramientas
metálicas para la elaboración de materiales, se pasa a
la fragua de fuelle y a la alfarería y, en consonancia
con esto, se desarrollan los oficios artesanos, se
desglosan estos oficios de la agricultura, se desarrolla
la producción independiente de los artesanos y, más
tarde, la manufactura; de los instrumentos artesanos
de producción se pasa a la máquina, y la producción
artesana y manufacturerase transforma en la
industria y, por último, se pasa al sistema
mecánica,
de máquinas y aparece la gran industria mecánica
moderna: tal es, en líneas generales y no completas,
ni mucho menos, el cuadro del desarrollo de las
fuerzas productivas sociales a lo largo de la historia
de la humanidad. Además, como es lógico, el
desarrollo y perfeccionamiento de los instrumentos
de producción corren
cargo de a hombres
relacionados con la producción y no se realizan con
independencia de éstos: por tanto. a la par con los
cambios y el desarrollo de los instrumentos de
producción, cambian y se desarrollan también los
hombres, como el elemento más importante que son
de las fuerzas productivas, cambian y se desarrollan
su experiencia en punto a la producción, sus hábitos
de trabajo y su habilidad para el empleo de los
instrumentos de producción.
En consonancia con los cambios y el desarrollo
experimentado por las fuerzas productivas de la
sociedad en el curso de la historia, cambian también
y se desarrollan las relaciones de producción entre
los hombres, sus relaciones económicas.
La historia conoce cinco tipos fundamentales de
relaciones de producción: el comunismo primitivo, la
esclavitud, el feudalismo, el capitalismo y el
socialismo.
Bajo el régimen del comunismo primitivo, la base
de las relaciones de producción es la propiedad social
sobre los medios de producción. Esto, en sustancia,
corresponde al carácter de las fuerzas productivas
durante este período. Las herramientas de piedra y el
arco y las flechas, que aparecen más tarde, excluían
la posibilidad de luchar aisladamente contra las
fuerzas de la naturaleza y contra las bestias feroces.
Si no querían morir de hambre, ser devorados por las
fieras o sucumbir a manos de las tribus vecinas, los
hombres de aquella época veíanse obligados a
trabajar en común, y así era como recogían los frutos
en el bosque, como organizaban la pesca, como
construían sus viviendas, etc. El trabajo en común
condujo a la propiedad en común sobre los
instrumentos de producción, al igual que sobre los
productos de la producción. Aún no había surgido la
idea de la propiedad privada sobre los medios de

Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo


histórico

277

producción, exceptuando la propiedad personal de


ciertas herramientas que al mismo tiempo que
herramientas de trabajo eran armas de defensa contra
las bestias feroces. No existía aún explotación, no
existían clases.
Bajo el régimen de la esclavitud, la base de las
relaciones de producción es la propiedad del
esclavista sobre los medios de producción, así como
también sobre los mismos productores, los esclavos,
a quienes el esclavista podía vender, comprar y matar
como ganado. Estas relaciones deproducción se
hallan, fundamentalmente, en consonancia con el
estado de las fuerzas productivas durante este
período. Ahora, en vez de las herramientas de piedra,
el hombre dispone ya de herramientas de metal. En
vez de aquella mísera economía primitiva basada en
la caza y que no conocía ni la ganadería ni la
agricultura, aparecen la ganadería, la agricultura, los
oficios artesanos y la división del trabajo entre estas
diversas ramas de producción; aparecen la
posibilidad de efectuar un intercambio de productos
entre los distintos individuos y las distintas
sociedades y la posibilidad de acumular riquezas en
manos de unas cuantas personas; se produce, en
efecto, una acumulación de medios de producción en
manos de una minoría y surge la posibilidad de que
esta minoría sojuzgue a la mayoría y convierta a sus
componentes en esclavos. Ya no existe el trabajo
libre y en común de todos los miembros de la
sociedad dentro del proceso de la producción, sino
que impera el trabajo forzado de los esclavos,
explotados por los esclavistas, que no trabajan. No
existen, tampoco, por tanto, propiedad social sobre
los medios de producción ni sobre los productos. La
propiedad social es sustituida por la propiedad
privada. El esclavista es el primero y fundamental
propietario con plenitud de derechos.
Ricos y pobres, explotadores y explotados,
hombres con plenitud de derechos y hombres
privados totalmente de derechos; una furiosa lucha
de clases entre unos y otros: tal es el cuadro que
presenta el régimen de la esclavitud.
Bajo el régimen feudal, la base de las relaciones
de producción es la propiedad del señor feudal sobre
los medios de producción y su propiedad parcial
sobre los productores, sobre los siervos, a quienes ya
no puede matar, pero a quienes sí puede comprar y
vender. A la par con la propiedad feudal existe la
propiedad individual del campesino y el artesano
sobre los instrumentos de producción y sobre su
economía privada, basada en el trabajo personal.
Estas relaciones de producción se hallan,
fundamentalmente, en consonancia con el estado de
las fuerzas productivas durante este período. El
perfeccionamiento progresivo de la fundición y
elaboración del hierro, la difusión del arado de hierro
y el telar, los progresos de la agricultura, de la
horticultura, de la viticultura y de la fabricación del
aceite, la aparición de las primeras manufacturas
junto a los talleres de artesanos: tales son los rasgos
característicos del estado de las fuerzas productivas
durante este período.
Las nuevas fuerzas productivas exigen que se deje
al trabajador cierta iniciativa en la producción, que
sienta cierta inclinación al trabajo y se halle
interesado en
Por eso, el señor feudal prescinde de
él.
los esclavos, que no sienten ningún interés por su
trabajo ni ponen en él la menor iniciativa, y prefiere
entendérselas con los siervos, que tienen su propia
economía y sus herramientas propias y se hallan
interesados por el trabajo en cierto grado, en la
medida necesaria para trabajar la tierra y pagar al
señor en especie, con una parte de la cosecha.
Durante este período, la propiedad privada hace
nuevos progresos. La explotación sigue siendo casi
tan rapaz como bajo la esclavitud, aunque un poco
suavizada. La lucha de clases entre los explotadores
y los explotados es el rasgo fundamental del
feudalismo.
Bajo el régimen capitalista, la base de las
relaciones de producción es la propiedad capitalista
sobre los medios de producción y la inexistencia de
propiedad sobre los productores, obreros asalariados,
a quienes el capitalista no puede matar ni vender,
pues se hallan exentos de los vínculos de sujeción
personal, pero que carecen de medios de producción,
por lo cual, para no morirse de hambre, se ven
obligados a vender su fuerza de trabajo al capitalista
y a doblar la cerviz al yugo de la explotación. A la
par con la propiedad capitalista sobre los medios de
producción, existe y se halla en los primeros tiempos
muy generalizada la propiedad privada del
campesino y del artesano, libres de la servidumbre,
sobre sus medios de producción, propiedad privada
que está basada en el trabajo personal. En lugar de
los talleres de los artesanos y las manufacturas,
surgen las grandes fábricas y empresas dotadas de
maquinaria. En lugar de las haciendas de los nobles,
cultivadas con los primitivos instrumentos
campesinos de producción, aparecen las grandes
explotaciones agrícolas capitalistas, montadas a base
de la técnica agraria y dotadas de maquinaria
agrícola.
Las nuevas fuerzas productivas exigen
trabajadores más cultos y más despiertos que los
siervos, mantenidos en el embrutecimiento y la
ignorancia: trabajadores capaces de entender y
manejar las máquinas. Por eso, los capitalistas
prefieren tratar con obreros asalariados, libres de las
cadenas de la servidumbre y lo suficientemente
cultos para saber manejar la maquinaria.
Pero, después de desarrollar las fuerzas
productivas en proporciones gigantescas, el
capitalismo se en contradicciones insolubles
enreda
para él. Al producir cada vez más mercancías y hacer
bajar cada vez más sus precios, el capitalismo

278

agudiza la competencia, arruina a una masa de


pequeños y medianos en
propietarios, los convierte
proletarios y rebaja su con lo cual
poder adquisitivo,
se hace imposible la venta de las mercancías
producidas. Al dilatar la producción y concentrar en
enormes fábricas y empresas industriales a millones
de obreros, el capitalismo da al proceso de
producción un carácter social y va minando con ello
su propia base, ya que el carácter social del proceso
de producción reclama la propiedad social sobre los
medios de producción, mientras que la propiedad
sobre los medios de producción sigue siendo una
propiedad privada capitalista, incompatible con el
carácter social que el proceso de producción
presenta.
Estas contradicciones irreductibles entre el
carácter de las fuerzas productivas y las relaciones de
producción se manifiestan en las crisis periódicas de
superproducción, en que los capitalistas, no
encontrando compradores solventes, como
consecuencia del empobrecimiento de la masa de la
población, provocado por ellos mismos, se ven
obligados a quemar los productos, a destruir las
mercancías elaboradas, a paralizar la producción y a
devastar las fuerzas productivas y en que millones de
seres se ven condenados al paro forzoso y al hambre,
no porque escaseen las mercancías, sino por todo lo
contrario: por haberse producido en exceso.
Esto quiere decir que las relaciones capitalistas de
producción ya no están en consonancia con el estado
de las fuerzas productivas de la sociedad, sino que se
hallan en irreductible contradicción con ellas.
Esto quiere decir que el capitalismo lleva en su
entraña la revolución, una revolución que está
llamada a suplantar la actual propiedad capitalista
sobre los medios de producción por la propiedad
socialista.
Esto quiere decir que el rasgo fundamental del
régimen capitalista es la más encarnizada lucha de
clases entre explotadores y explotados.
Bajo el régimen socialista, que hasta hoy sólo es
una en la URSS, la base de las relaciones de
realidad
producción es la propiedad social sobre los medios
de producción. Aquí, ya no hay explotadores ni
explotados. Los productos creados se distribuyen con
arreglo al trabajo, según el principio de «el que no
trabaja, no come». Las relaciones mutuas entre los
hombres dentro del proceso de producción tienen el
carácter de relaciones de colaboración fraternal y de
mutua ayuda socialista entre trabajadores libres de
toda explotación. Las relaciones de producción se
hallan en plena consonancia con el estado de las
fuerzas productivas, pues el carácter social del
proceso de producción es refrendado por la
propiedad social sobre los medios de producción.
Por eso la producción socialista de la URSS no
conoce las crisis periódicas de superproducción ni los
absurdos que éstas acarrean.

J. V. Stalin

Por eso, en la URSS, las fuerzas productivas se


desarrollan con ritmo acelerado, ya que las relaciones
de producción, al hallarse en consonancia con dichas
fuerzas productivas, abren amplio cauce a este
desarrollo.
Tal es el cuadro que presenta el desarrollo de las
relaciones de producción entre los hombres, en el
curso de la historia de la humanidad.
Tal es la relación de dependencia en que el
desarrollo de las relaciones de producción se halla
con respecto a desarrollo de las fuerzas productivas
de la sociedad, y en primer término con respecto al
desarrollo de los instrumentos de producción,
relación de por virtud de la cual los
dependencia
cambios y el desarrollo que experimentan las fuerzas
productivas se traducen, más tarde o más temprano,
en los cambios y el desarrollo congruentes de las
relaciones de producción.

302
Eluso y la creación de medios de trabajo -dice
Marx-, aunque en germen son ya inherentes a ciertas
especies animales, caracterizan el proceso de trabajo
específicamente humano, razón por la cual Franklin
define al hombre como un animal que fabrica
instrumentos. Y así como la estructura de los restos
fósiles de huesos tiene una gran importancia para
reconstruir la organización de especies animales
desaparecidas, los vestigios de los antiguos medios
de trabajo nos sirven para apreciar formaciones
económicas de la sociedad ya desaparecidas.Lo que
distingue a las épocas económicas unas de otras no es
lo que se produce, sino cómo se produce… Los
medios de trabajo no son solamente el barómetro del
desarrollo de la fuerza de trabajo del hombre sino
también el exponente de las relaciones sociales en
que se trabaja» (C. Marx, «El Capital», t. I, pág.
189).
Y en otros pasajes:

«Las relaciones sociales están íntimamente


vinculadas a las fuerzas productivas. Al adquirir
nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian de
modo de producción y al cambiar el modo de
producción, la manera de ganarse la vida, cambian
todas las relaciones sociales. El molino movido a
brazo nos da la sociedad de los señores (feudales, J.
St.), el molino de vapor, la sociedad de los
capitalistas industriales» (C. Marx, «Miseria de la
Filosofía», ed. alem., Moscú, 1939, pág. 71).
«Existe un movimiento constante de incremento
de las fuerzas productivas, de destrucción de las
relaciones sociales y de formación de las ideas; lo
único inmutable es la abstracción del movimiento»
(Obra cit., pág. 72).

302
Por «medios de trabajo» entiende Marx, principalmente, los

instrumentos de producción J. St.

Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo


histórico

279
Caracterizando el materialismo histórico, tal como
se formula en el «Manifiesto del Partido Comunista»,
dice Engels:

«La producción económica y la estructura social


que de ella se deriva necesariamente en cada época
histórica, constituyen la base sobre la cual descansa
la historia política e intelectual de esa época... Por
tanto, toda la historia de la sociedad, desde la
disolución del régimen primitivo de la propiedad
comunal sobre el suelo, ha sido una historia de lucha
de clases, de lucha entre clases explotadoras y
explotadas dominantes y dominadas, en las diferentes
fases del desarrollo social... Ahora, esta lucha ha
llegado a una fase en que la clase explotada y
oprimida (el proletariado) no puede ya emanciparse
de la clase que le explota y le oprime (la burguesía),
sin emancipar al mismo tiempo para siempre a la
sociedad entera de la explotación, la opresión y la
lucha de clases... » (Prólogo de Engels a la edición
alemana de 1883, «Manifiesto del Partido
Comunista»).

d) La tercera característica de la producción


consiste en que las nuevas fuerzas productivas y las
relaciones de producción congruentes con ella no
surgen desligadas del viejo régimen, después de
desaparecer éste, sino que se forman en el seno de él;
se forman no como fruto de la acción premeditada y
consciente del hombre, sino de un modo espontáneo,
inconsciente, e independientemente de la voluntad de
los hombres. Se forma de un modo espontáneo e
independientemente de la voluntad de los hombres,
por dos razones.
En primer lugar, porque no son libres
los hombres
para elegir tal o cual modo de producción, pues cada
nueva generación, al entrar en la vida, se encuentra
ya con un sistema establecido de fuerzas productivas
y relaciones de producción, como fruto del trabajo de
las pasadas generaciones, en vista de lo cual, si
quiere tener la posibilidad de producir bienes
materiales, no tiene, en los primeros tiempos, más
remedio que aceptar el estado de cosas con que se
encuentra dentro del campo de la producción y
adaptarse a él.
En segundo lugar, porque, cuando perfecciona
este o el otro instrumento de producción, este o el
otro elemento de las fuerzas productivas, el hombre
no sabe, no comprende, ni se le ocurre siquiera
pensar en ello, qué consecuencias sociales puede
acarrear su innovación, sino que piensa única y
exclusivamente en su interés inmediato, en facilitar
su trabajo y en obtener algún provecho inmediato y
tangible para sí.
Cuando algunos de los miembros de la sociedad
comunista primitiva empezaron a sustituir,
paulatinamente y tanteando el terreno, las
herramientas de piedra por las de hierro, ignoraban,
naturalmente, y no paraban mientes en ello, que
consecuencias sociales había de tener esta
innovación, no sabían ni comprendían que el paso a
las herramientas metálicas significaba un cambio
radical en la producción, cambio que en fin de
cuentas conduciría al régimen de la esclavitud: lo
único que a ellos les interesaba era facilitar el trabajo
y conseguir un provecho inmediato y sensible; su
actuación consciente se limitaba al estrecho marco de
esta ventaja tangible, de carácter personal.
Cuando dentro del período del régimen feudal, la
joven burguesía europea comenzó a organizar, junto
a pequeños talleres gremiales de los artesanos, las
los
grandes empresas manufactureras, imprimiendo con
ello un avance a las fuerzas productivas de la
sociedad, no sabía, naturalmente, ni paraba mientes
en ello, qué consecuencias sociales había de acarrear
esta innovación: no sabía ni comprendía que esta
«pequeña» innovación conduciría a una reagrupación
tal de las fuerzas sociales, que necesariamente
desembocaría en la revolución, la cual iría dirigida
contra el poder real,cuyas mercedes apreciaba tanto,
y contra la nobleza, cuyo rango soñaban con escalar
no pocos de sus mejores representantes; lo único que
le preocupaba era abaratar la producción de
mercancías, lanzar una cantidad mayor de artículos a
los mercados de Asia y de la América recién
descubierta, y obtener mayores ganancias; su
actuación consciente se limitaba al estrecho marco de
esta finalidad tangible.
Cuando los capitalistas rusos, juntamente con los
capitalistas extranjeros, introdujeron en Rusia de un
modo intensivo la moderna industria mecánica,
dejando intacto el zarismo y entregando a los
campesinos a la voracidad de los terratenientes, no
sabían, naturalmente, ni paraban mientes en ello, qué
consecuencias sociales había de acarrear este
importante incremento de las fuerzas productivas: no
sabían ni comprendían que este importante salto que
se daba en el campo de las fuerzas productivas de la
sociedad conduciría a una reagrupación tal de las
fuerzas sociales, que daría al proletariado la
posibilidad de unir con él a los campesinos y de
llevar a cabo la revolución socialista victoriosa; lo
único que ellos querían era incrementar hasta el
máximo la producción industrial, dominar el
gigantesco mercado interior del país, convertirse en
monopolistas y sacar mayores ganancias de la
economía nacional: la conciencia con que realizaban
aquel acto no iba más allá del horizonte empírico y
estrecho sus intereses personales.
de
En relación con esto, dice Marx:

«En la producción social de su vida, (es decir en


la producción de los bienes materiales necesarios
para la vida de los hombres, J. St.), los hombres
contraen determinadas relaciones necesarias e

280

303
independientes de su voluntad, relaciones de
producción que corresponden a una determinada fase
de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales»
(Carlos Marx, Obras escogidas, t. I).

Esto significa, sin embargo, que los cambios


ocurridos en las relaciones de producción y
el paso
de las viejas relaciones de producción a otras nuevas
discurran lisa y llanamente, sin conflictos ni
conmociones. Por el contrario, estos cambios revisten
generalmente la forma de un derrocamiento
revolucionario de las viejas relaciones de producción
para paso a la instauración de otras nuevas. Hasta
dar
llegar a un cierto período, el desarrollo de las fuerzas
productivas y los cambios que se operan en el campo
de las relaciones de producción discurren de un modo
espontáneo, independientemente de la voluntad de
los hombres. Pero sólo hasta un determinado
momento, hasta el momento en que las fuerzas
productivas que surgen y se desarrollan logran
madurar cumplidamente. vez que las nuevas
Una
fuerzas productivas están en sazón, las relaciones de
producción existentes y sus representantes, las clases
dominantes, se convierten en ese obstáculo
«insuperable» que sólo puede eliminarse por medio
de la actuación consciente de las nuevas clases, por
medio de la acción violenta de estas clases, por
medio de la revolución. Aquí se destaca con gran
nitidez el papel inmenso de las nuevas ideas sociales,
de las nuevas instituciones políticas, del nuevo Poder
político, llamados a liquidar por la fuerza a las viejas
relaciones de producción. Sobre la base del conflicto
entre las nuevas fuerzas productivas y las viejas
relaciones de producción, nuevas
sobre la base de las
exigencias económicas de la sociedad surgen nuevas
ideas sociales; estas nuevas ideas organizan y
movilizan a las masas, las masas se funden en un
nuevo ejército político, crean un nuevo Poder
revolucionario y utilizan este Poder para liquidar por
la fuerza el viejo régimen establecido en el campo de
las relaciones de producción y refrendar el régimen
nuevo. El proceso espontáneo de desarrollo deja el
puesto a la acción consciente del hombre, el
desarrollo pacífico a la transformación violenta, la
evolución a la revolución.

«En la lucha contra la burguesía -dice Marx-, el


proletariado se constituye indefectiblemente en
clase..., mediante la revolución se convierte en clase
dominante y, en cuanto clase dominante, destruye
por la fuerza las viejas relaciones de producción»
(«Manifiesto del Partido Comunista»).

Y en otro lugar:

«El proletariado se valdrá de su dominación


política para ir arrancando gradualmente a la

303
Subrayado por mí. J. St.

J. V. Stalin

burguesía de todo para centralizar todos


el capital,
los instrumentos en manos del Estado,
de producción
es decir, del proletariado organizado como clase
dominante, y para aumentar con la mayor rapidez
posible las fuerzas productivas» (Obra cit.).
«La violencia es la partera de toda sociedad vieja
que lleva en sus entrañas otra nueva» (Marx, «El
Capital», t. II, pág. 788).

He aquí en qué términos formulaba Marx, con


trazos geniales, la esencia del materialismo histórico,
en el memorable «prólogo» escrito en 1859 para su
famoso libro «Contribución a la crítica de la
Economía Política»:

«En la producción social de su vida, los hombres


contraen determinadas relaciones necesarias e
independientes de su voluntad, relaciones de
producción que corresponden a una determinada fase
de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.
El conjunto de estas relaciones de producción forma
la estructura económica de la sociedad, la base real
sobre la que se levanta la superestructura jurídica y
política y a la que corresponden determinadas formas
de conciencia social. El modo de producción de la
vida material condiciona en
proceso social,
general el
político y espiritual de la vida. No es la conciencia
del hombre la que determina su ser, sino, por el
contrario, el ser social es el que determina su
conciencia. Al llegar a una determinada fase de
desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la
sociedad con las relaciones de producción
chocan
existentes o, lo que no es más que la expresión
jurídica de esto, con las relaciones de propiedad
dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De
formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas
relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre
así una época de revolución social. Al cambiar la
base económica, se revoluciona, más o menos
rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida
sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones,
hay que distinguir siempre entre los cambios
materiales ocurridos en las condiciones económicas
de producción y que pueden apreciarse con la
exactitud propia de las ciencias naturales, y las
formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o
filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas en
que los hombres adquieren conciencia de este
conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo
que no podemos juzgar a un individuo por lo que él
piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas
épocas de transformación por su conciencia, sino
que, por el contrario, hay que explicarse esta
conciencia por las contradicciones de la vida
material, por el conflicto existente entre las fuerzas
productivas sociales y las relaciones de producción.
Ninguna formación social desaparece antes de que se
desarrollen todas las fuerzas productivas que caben

Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo

histórico

281

dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas


relaciones de producción antes de que las
condiciones materiales para su existencia hayan
madurado en el seno de la sociedad antigua. Por eso,
la humanidad se propone siempre únicamente los
objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las
cosas, vemos que estos objetivos sólo brotan
siempre
cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando
las condiciones materiales para su realización» (C.
Marx, Obras escogidas, t, I, págs. 359-360, ed.
alem.).

Tal es la concepción del materialismo marxista,


en su aplicación a la vida social, en su aplicación a la
historia de la sociedad.
Tales son los rasgos fundamentales del
materialismo dialéctico y del materialismo histórico.
I�FORME PRESE�TADO AL XVIII
CO�GRESO DEL PARTIDO ACERCA DE LA
ACTIVIDAD
DEL CC DEL PC(b) DE LA URSS

304
10 de marzo de 1939
(Extractos)

I. La situación internacional de la Unión


Soviética
¡Camaradas! Han transcurrido cinco años desde el
XVII Congreso del Partido. Período bastante largo,
como ustedes pueden ver. Durante este tiempo se han
producido importantes cambios en el mundo. Los
Estados y países, sus relaciones entre ellos, han
los
cambiado en muchos aspectos.
totalmente
Precisamente ¿qué cambios se han operado en la
situación internacional? ¿Qué ha cambiado pues en la
situación exterior e interior de nuestro país?
Para los países capitalistas, este período ha sido
un período de graves perturbaciones, tanto en el
terreno económico como en el político. En el terreno
económico, estos años han sido años de depresión;
luego, a partir de la segunda mitad de 1937, años de
una nueva crisis económica, de una nueva caída de la
industria en los Estados Unidos de América, en
Inglaterra, en Francia, por consiguiente, años de
nuevas complicaciones económicas. En el terreno
político, estos años se han caracterizado por serios
conflictos y perturbaciones políticas. Hace más de un
año que se ha desencadenado la nueva guerra
imperialista en un inmenso territorio, que va desde
Shamghai a Gibraltar, englobando a más de 500
millones de hombres. El mapa de Europa, de África y
de Asia está siendo cambiado por medios violentos.
Todo el sistema llamado régimen de paz, establecido
en la post-guerra, se ha visto remecido desde sus
cimientos.
Para la Unión Soviética, por el contrario, han sido
años de crecimiento y de prosperidad, años de un
nuevo avance económico y cultural, años de un
nuevo incremento de su potencial político y militar,

304
El XVIII Congreso del PC(b) de la URSS se celebró en
Moscú del 10 al 21 de marzo de 1939. En el informe acerca de la
actividad del Comité Central del Partido, J. V. Stalin hizo un
análisis de las etapas del desarrollo del estado socialista y
advirtió la necesidad de fortalecer el Estado socialista soviético.
El cumplimiento de las decisiones del XVIII Congreso del
Partido desempeñó un gran papel en la preparación del país para
la defensa activa, así como para derrotar a la Alemania hitleriana
y el Japón imperialista.

años de lucha por el mantenimiento de la paz en todo


el mundo.
Este es el cuadro general.
Examinemos los datos concretos relativos a los
cambios acontecidos en la situación internacional.

1. �ueva crisis económica en los países


capitalistas. Agravación de la lucha por los
mercados, por las fuentes de materias primas, por
un a nueva repartición del mundo.
La crisis económica, que había comenzado en los
países capitalistas en la segunda mitad de 1929, duró
hasta finales de 1933. Luego esta crisis se transformó
en comenzó una cierta animación,
depresión, después
un cierto en la industria. Pero esta
desarrollo
animación industrial no se transformó en prosperidad
como ocurre corrientemente en períodos de
reactivación. Por el contrario, la segunda mitad de
1937 marcó el comienzo de una nueva crisis
económica, que abarcó en primer lugar a los Estados
Unidos de América, después a Inglaterra, Francia y a
otra serie de países.
De esta manera, sin haberse recuperado de los
golpes de la reciente crisis económica, los países
capitalistas se encontraron ante una nueva crisis
económica.
Esta circunstancia, naturalmente, ha conducido a
un aumento del paro forzoso. El número de parados
en los países capitalistas, que había disminuido de 30
millones en 1933 a 14 millones en 1937, ahora, con
la nueva crisis, ha ascendido de nuevo a 18 millones.
La particularidad de la nueva crisis es que difiere
mucho de la crisis precedente, y ello no para bien,
sino para mal.
Primero, la nueva crisis no ha comenzado después
de un período de prosperidad industrial, como fue el
caso de 1929, sino después de una depresión seguida
de una cierta reactivación que sin embargo no se
transformó en prosperidad. Esto significa que la
crisis actual será más grave, y que será más difícil de
combatirla que la crisis precedente.
Además, la crisis actual no ha estallado en
tiempos de paz, sino en un período en que la segunda
guerra imperialista ya ha comenzado; cuando el
Japón, que desde hace dos años está en guerra con
China, desorganiza el inmenso mercado chino y lo

Informe presentado al XVIII Congreso del Partido


acerca de la actividad del CC del PC(b)…

283

hace casi inaccesible a las mercancías de los otros


países; cuando Italia y puesto sus
Alemania han
respectivas economías nacionales sobre los rieles de
la economía de guerra, volcando a este fin todas sus
reservas de materias primas y de divisas oro; cuando
todas las demás grandes potencias capitalistas
comienzan a reorganizarse para la guerra. Esto
significa que para salir normalmente de la crisis
actual, el capitalismo dispondrá de muchas menos
reservas que en la crisis precedente.
Por último, a diferencia de la crisis precedente, la
crisis actual no es general; de momento, golpea sobre
todo a los países fuertes desde el punto de vista
económico, que todavía no se han metido en el
camino de la economía de guerra. En lo que
concierne a los países agresores tales como el Japón,
Alemania e Italia, cuya economía ya está en pie de
guerra, estos países, por el mismo hecho de que
intensifican su industria de guerra, todavía no
conocen la crisis de superproducción a la que sin
embargo se aproximan. Esto significa que, cuando
los países económicamente fuertes y no agresores
comiencen a salir de la crisis, los países agresores,
habiendo agotado en su fiebre guerrera sus reservas
de oro y de materias primas, entrarán en un período
de crisis atroz.
Esto es netamente ilustrado por los datos relativos
al estado de las reservas de oro registradas en los
países capitalistas.

Reservas de oro registradas en los países


capitalistas (en millones de dólares oro viejos)
Fines de 1936 Septiembre de 1938
Total de reservas 12.980 14.301

Estados Unidos 6.649 8.126


Inglaterra 2.029 2.396
Francia 1.769 1.435
Holanda 289 595
Bélgica 373 318

Suiza 387 407


Alemania 16 17

Italia 123 124


El Japón 273 97

Este cuadro demuestra que las reservas de oro de


Alemania, y del Japón, tomadas en conjunto,
de Italia
son inferiores a reservas de solo Suiza.
las
He aquí algunas cifras que ilustran el estado de la
crisis de la industria en los países capitalistas durante
los cinco últimos años, así como el desarrollo de la
industria en la URSS

Volumen de la producción industrial en tantos por


100 respecto a 1929 (1929 = 100)
1934 1935 1936 1937 1938
EE.UU. 66,4 75,6 88,1 92,2 72,0
Inglaterra 98,8 105,8 115,9 123,7 112,0
Francia 71,0 67,4 79,3 82,8 70,0

Italia 80,0 93,8 87,5 99,6 96,0

Alemania 79,8 94,0 106,3 117,2 125,0


El Japón. 128,7 141,8 151,1 170,8 165,0
URSS 238,3 293,4 382,3 424,0 477,0

Este cuadro demuestra que la Unión Soviética es


el único país del mundo que ignora las crisis y en el
que la industria progresa constantemente.
Este cuadro demuestra también que en los Estados
Unidos, en Inglaterra y en Francia, ya ha comenzado
y se desarrolla una grave crisis económica.
Este cuadro demuestra que en Italia y
igualmente
en el Japón, que habían colocado su economía
nacional en los rieles de la economía de guerra antes
que Alemania, ha comenzado desde 1938 un período
de regresión industrial.
Este cuadro demuestra finalmente que en la
industria de Alemania, país que ha reorganizado su
economía para la guerra después de Italia y el Japón,
hay todavía un cierto progreso, es cierto que poco
sensible, pero de todos modos un progreso como se
podía observar hasta estos últimos tiempos en el
Japón e Italia.
Sin ninguna duda, a menos que ocurra algo
imprevisto, la industria de Alemania tomará el
camino de la regresión que
ya el Japón e
siguen
Italia. En efecto, ¿qué significa encauzar la economía
de un país por el camino de la economía de guerra?
Significa orientar la industria en un sentido único,
hacia la guerra; significa ampliar por todos los
medios la producción de los objetos necesarios para
la guerra, producción que no está ligada al consumo
de la población; significa reducir al extremo la
producción y sobre todo el abastecimiento del
mercado con artículos de consumo; significa, por
consiguiente, restringir el consumo de la población y
poner el país frente a una crisis económica.
Tal es el cuadro concreto del movimiento de la
nueva crisis económica en los países capitalistas.
Se sobreentiende que el giro desfavorable tomado
por los asuntos económicos no podía dejar de
acarrear una agravación de las relaciones entre las
potencias. Ya la crisis precedente había revuelto,
todas las cartas y llevado a una agravación de la
lucha por los mercados, por las fuentes de materias
primas. La conquista de Manchuria y del Norte de
China por el Japón, la conquista de Abisinia por
Italia, son otros tantos hechos que demuestran la
agudeza de la lucha entre las potencias. La nueva
crisis económica debía conducir y en efecto condujo
a una nueva agravación de la lucha entre
imperialistas. Esta vez ya no se trata ni de la
competencia por los mercados, ni de la guerra
comercial, ni del dumping. Desde hace tiempo, estos
medios de lucha, han sido considerados insuficientes.
Ahora se trata de repartir el mundo, las zonas de
influencia, las colonias, recurriendo a la guerra.
Para justificar sus actos de agresión, el Japón

284
pretendía que, se suscribió el acuerdo de las
cuando
nueve potencias, no se le había dado lo que le
correspondía, ni se le había permitido, extender su
territorio a expensas de China, mientras que
Inglaterra y Francia poseían inmensas colonias. Italia
se acordó de que había salido perdiendo cuando se
procedió el reparto del botín después de la primera
guerra imperialista,y de que debía buscar una
compensación a expensas de las zonas de influencia
de Inglaterra y Francia. Alemania, gravemente
dañada por la primera guerra imperialista y el tratado
de Versalles, se juntó al Japón e Italia y exigió la
extensión de su territorio en Europa, la restitución de
colonias que le habían quitado los vencedores de la
primera guerra imperialista.
Así se fue formando el bloque de los tres Estados
agresores.
La cuestión de un nuevo reparto del mundo por
medio de la guerra se inscribió en el orden del día.

2. Agravación de la situación política


internacional, bancarrota del sistema de los
tratados de paz de la post-guerra, inicio de una
nueva guerra imperialista
He aquí los acontecimientos más importantes del
período mencionado, que han marcado el comienzo
de la nueva guerra imperialista. En 1935, Italia atacó
Abisinia y la invadió. Durante el verano de 1936,
Alemania e Italia emprendieron en España una
intervención militar, en el curso de la cual Alemania
se estableció en el norte de España y en el Marruecos
español, e Italia en el Sur de España y en las islas
Baleares. En 1937, después de ocupar Mamchuria, el
Japón invadió el centro y el norte de China, ocupó
Pekín, Tientsin, Shanghai; expulsó de la zona
ocupada a sus competidores extranjeros. A
comienzos de 1938, Alemania se anexó Austria, y en
el otoño de 1938, la región de los Sudetes de
Checoslovaquia. A fines de 1938, el Japón se
apoderó de Cantón y, a inicios de 1939, de la isla de
Hainán.
De este modo la guerra, que imperceptiblemente
se había deslizado hacia los pueblos, englobó en su
órbita a más de 500 millones de hombres y extendió
la esfera de su acción sobre un inmenso territorio,
desde Tientsín, Shanghai, y Cantón hasta Gibraltar,
pasando por Abisinia.
Después de la primera guerra imperialista, los
Estados vencedores, principalmente Inglaterra,
Francia y los Estados Unidos, crearon un nuevo
régimen de relaciones entre los países, el régimen de
paz de la post-guerra. Este régimen tenía por bases
principales, en el Extremo Oriente, el acuerdo de las
305
nueve potencias y, en Europa, el tratado de

305
El tratado de las nueve potencias - tratado suscrito el 6 de
febrero de 1922 por los gobiernos de los Estados Unidos, Gran
Bretaña, Francia, el Japón, Italia, Bélgica, Holanda, Portugal y
China en la Conferencia de Washington de 1921-1922. Este fue
J. V. Stalin

306
Versalles y toda otra serie de tratados. La Sociedad
de las Naciones estaba llamada a arreglar las
relaciones entre los países en el marco de este
régimen, sobre la base de un frente único de Estados,
sobre la base de la defensa colectiva de la seguridad
de los Estados. Sin embargo, los tres Estados
agresores y la nueva guerra imperialista
desencadenada por ellos transtocaron de abajo arriba
todo este sistema del régimen de paz de la post-
guerra. El Japón hizo pedazos el acuerdo de las
nueve potencias; Alemania e Italia, el tratado de
Versalles. A fin de desatarse las manos, estos tres
Estados se retiraron de la Sociedad de las Naciones.
La nueva guerra imperialista se convirtió en un
hecho.
Pero no es tan fácil, en nuestra época, romper de
un solo golpe los grillos y lanzarse directamente a la
guerra, sin tener en cuenta toda suerte de tratados, sin
contar con la opinión pública. Los hombres políticos
burgueses lo saben bien. Los cabecillas fascistas
también lo saben. Por eso, antes de lanzarse a la
guerra, decidieron trabajar de un cierto modo a la
opinión pública, es decir, inducirla al error,
engañarla.
¿Un bloque militar de Alemania e Italia contra los
intereses de Inglaterray Francia en Europa? ¡Pero
caramba, esto no es un bloque! «Nosotros» no
tenemos ningún bloque militar. «Nosotros» no
tenemos más que un inocente «eje Berlín-Roma», es
decir una cierta fórmula geométrica del eje.
¿Un bloque militar de Alemania, Italia y el Japón
contra los intereses de los Estados Unidos, Inglaterra
y Francia en el Extremo Oriente? ¡Jamás en la vida!
«Nosotros» no tenemos ningún bloque militar.

un tratado entre saqueadores imperialistas para la explotación de


China y que en particular iba en beneficio de los imperialistas
estadounidenses.
La Conferencia de Washington (1921-1922,) que se celebró
después de la Primera Guerra Mundial, y en la que participaron
una serie de países capitalistas, con el fin de repartirse las
posesiones coloniales y las esferas de influencia en el Medio
Oriente y en el Océano Pacífico estaba dirigida contra los
intereses del Estado soviético, de China y contra el movimiento
nacional de liberación de los pueblos de colonias y dependientes.
La Conferencia fue convocada por iniciativa de los Estados
Unidos y duró desde el 12 de noviembre de 1921 hasta el 6 de
febrero de 1922.
306
El Tratado de Paz de Versalles del año 1919 - Tratado con el
cual se puso fin a la Primera Guerra Mundial de 1914-1918. El
Tratado fue firmado el 28 de junio de 1919, por una parte, por los
Estados Unidos, el Imperio Británico, Francia, Italia, el Japón y
por otros 22 Estados que se unieron a ellos, y por la otra parte,
por la Alemania derrotada.
El tratado de Paz de Versalles, este «tratado de rapaces y
saqueadores» como lo ha denominado Lenin, era el reflejo de
todas las contradicciones que sacudían al sistema capitalista y
fomentó su posterior agudización. La solución de los problemas
pendientes se hacía en base a transacciones a expensas de los
intereses vitales de muchos pueblos.
La política de compromisos secretos con los agresores fascistas,
de los Estados Unidos, Inglaterra y Francia, contribuyó a la
bancarrota del Tratado de Paz de Versalles y al estallido de la
Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Informe presentado al XVIII Congreso del Partido


acerca de la actividad del CC del PC(b)…

285

«Nosotros» lo más que tenemos es un inocente


«triángulo Berlín-Roma-Tokio», es decir, un simple
capricho para la geometría.
¿Una guerra contra los intereses de Inglaterra,
Francia y los Estados Unidos? ¡Patrañas! «Nosotros»
hacemos la guerra al Komintern, y no a esos Estados.
307
Si no nos creen, lean el «pacto antikomintern»
concluido entre Italia, Alemania y el Japón.
Es así como los señores agresores pensaban
trabajar a la opinión pública, aunque no fue difícil
ver que toda esta torpe comedia de camuflaje estaba
cosida con hilo blanco. que sería ridículo
Puesto
buscar los «focos» del Komintern en los desiertos de
Mongolia, en las montañas de Abisinia y en las matas
del Marruecos español.
Pero la guerra es inexorable. No hay velos que
puedan disimularla. Porque no hay «ejes»,
«triángulos» y «pactos antikomintern» capaces de
enmascarar el hecho de que, durante este tiempo, el
Japón ha conquistado un inmenso territorio en China;
Italia - Abisinia; Alemania - Austria y la región de
los Sudetes; Alemania Italia juntas - España. Todo
ello contra los intereses de los Estados no agresores.
La guerra es guerra; el bloque militar de los
agresores, un bloque militar, y los agresores no dejan
de ser agresores.
Lo característico de la nueva guerra imperialista
es que aún no se ha convertido en una guerra
universal, en una guerra mundial. Los Estados
agresores hacen la guerra lesionando de todas las
formas los intereses de los Estados no agresores y, en
primer lugar, los de Inglaterra, Francia y los Estados
Unidos de América, que retroceden y se repliegan
haciendo a agresores concesión tras concesión.
los
Así, a una repartición declarada del
asistimos
mundo y de las zonas de influencia en detrimento de
los intereses de los Estados no agresores, sin ninguna
tentativa de resistencia, e incluso con una cierta
complacencia por su parte.
Esto es increíble, pero es un hecho.
¿Cómo explicar este carácter unilateral y extraño
de la nueva guerra imperialista?
¿Cómo ha podido suceder que los Estados no

307
«El Pacto anti-komintern» - Pacto concluido el 25 de
noviembre de 1936 en Berlín entre Alemania y el Japón. Con
este Pacto tomó cuerpo el bloque de estos estados fascistas, que
luchaban por establecer su hegemonía en el mundo, contra la
libertad e independencia de los pueblos, contra las fuerzas
progresistas y la democracia. El 6 de noviembre de 1937 Italia se
unió al "Pacto anti-komintern»: así fue concluida la alianza
política y militar entre Alemania, Italia y el Japón. Este bloque
compuesto por los tres estados imperialistas agresivos de aquel
tiempo, fue fundado con el apoyo activo y la ayuda directa de los
círculos dominantes de Inglaterra, Francia y de los Estados
Unidos que mantenían una política de incitación a la agresión
contra la URSS
La victoria lograda por los pueblos amantes de la paz, sobre la
Alemania fascista y el Japón imperialista, destruyó los planes de
los saqueadores, de los instigadores imperialistas del «Pacto anti-
komintern», de los inspiradores y los que les apoyaban de los
círculos dominantes de las potencias occidentales.

agresores que disponen de vastas posibilidades,


hayan renunciado con esta facilidad y sin resistencia
a sus posiciones y a sus compromisos para satisfacer
a los agresores?
¿La razón estará en la debilidad de los Estados no
agresores? ¡Evidentemente que no! Los Estados
democráticos, no agresores, tomados en conjunto,
son incontestablemente más fuertes que los Estados
fascistas tanto desde el punto de vista económico
como del militar.
¿Cómo explicar entonces las concesiones que
estos Estados hacen sistemáticamente a los
agresores?
Se podría cosa, por ejemplo, por el
explicar la
temor a la que puede estallar si los
revolución,
Estados no agresores entran en guerra, y si la guerra
se convierte en mundial. Los políticos burgueses,
naturalmente, saben que la primera guerra
imperialista mundial condujo a la victoria de la
revolución en uno de los países más grandes. Temen
que la segunda guerra imperialista mundial conduzca
también a la victoria de la revolución en uno o varios
países.
Pero de momento, este no es el único motivo, ni
tampoco el motivo principal. El principal es motivo,
que la mayoría de los países no agresores y, en
primer lugar, Inglaterra y Francia, han renunciado a
la política de seguridad colectiva, a la política de
resistencia colectiva a los agresores; es que estos
países se han pasado a las posiciones de la no
intervención, de la «neutralidad».
Formalmente se podría caracterizar la política de
no intervención de la siguiente manera: «Que cada
país se defienda contra los agresores, como quiera y
como pueda, esto no nos interesa; nosotros
comerciaremos tanto con los agresores como con sus
víctimas». Pero, en realidad, la política de no
intervención significa alentar la agresión,
desencadenar la guerra, y, por consiguiente,
transformarla en guerra mundial. La política de no
intervención revela la voluntad, el deseo de no
estorbar a los agresores en su sucio trabajo, de no
impedir, por ejemplo, que el Japón se trabe en una
guerra con China y mejor aún con la Unión
Soviética; de no impedir, por ejemplo, que Alemania
o se inmiscuya en los asuntos europeos, se meta en
una guerra con la Unión Soviética; de dejar que los
países beligerantes se suman profundamente en el
lodazal de la guerra; de incitarles bajo mano; de
dejarlos debilitarse y agotarse mutuamente. Y
después, cuando estén suficientemente debilitados,
de entrar en escena
con las fuerzas frescas, de
intervenir, naturalmente «en interés de la paz», y de
dictar sus condiciones a los países beligerantes
debilitados.
¡Esto es imposible!
Tomemos, por ejemplo, el Japón. Cosa
característica: antes de que invadiese el norte de

286

China, todos los periódicos franceses e ingleses


influyentes proclamaban ruidosamente que
era China
débil, incapaz de resistir; que con su
el Japón podría,
ejército, subyugar a China en dos o tres meses.
Luego, los políticos de Europa y Norteamérica se
pusieron a esperar, a observar. Cuando más tarde el
Japón hubo desarrollado sus operaciones militares, se
le cedió Shanghai, el corazón del capital extranjero
en China. Se le cedió Cantón, centro de la influencia
exclusiva de Inglaterra en China Meridional, se le
cedió Hainán; se le dejó cercar Hong-Kong. ¿No es
verdad que todo esto semeja a un estímulo del
agresor? Dicho de otro modo, es como decirle:
penetra más a fondo en la guerra, y después ya se
verá.
O bien tomemos Alemania. Se le cedió Austria no
obstante el compromiso de defender su
independencia; se le cedió la región de los Sudetes;
se abandonó a su suerte a Checoslovaquia violando
todos los compromisos asumidos a ella.
respecto
Luego, se pusieron a mentir ,en la
ruidosamente
prensa acerca de la «debilidad del ejército ruso», de
la «descomposición de la aviación rusa», de los
«desórdenes» en la Unión Soviética, incitando a los
alemanes a adentrarse más al Este, prometiéndoles
una presa fácil y diciéndoles: Comiencen sólo la
guerra con los bolcheviques, que en cuanto al resto
todo irá bien. Debe reconocerse que esto también
semeja mucho a una incitación, a un aliento al
agresor.
Es característico el ruido que la prensa anglo-
francesa y norteamericana ha hecho acerca de la
Ucrania Soviética. Los representantes de esta prensa
han gritado hasta enronquecer que los alemanes
marchaban sobre la Ucrania Soviética, que tenían
entre manos lo que ellos llaman la Ucrania Carpática
con una población de casi 700.000 habitantes; que a
más tardar en la primavera de este año, unirán la
Ucrania Soviética, que cuenta con más de 30
millones de habitantes, con la que llaman Ucrania
Carpática. Parece ser que este sospechoso ruido se ha
hecho con el objetivo de exitar el furor de la Unión
Soviética contra Alemania, envenenar la atmósfera y
provocar un conflicto con Alemania, sin razón
aparente.
Ciertamente, es muy posible que en Alemania
haya locos que sueñen con juntar el elefante, es decir
la Ucrania Soviética con el mosquito, es decir, con la
que ellos llaman Ucrania Carpática. Y si realmente
allí hay tales desequilibrados, se puede estar seguro
de que en nuestro país se encontrarán camisas de
fuerza en cantidad suficiente para estos alineados.
Pero si se deja de lado a los alineados y se trata con
la gente normal, ¿no está claro que sería ridículo y
estúpido hablar seriamente de la unión de la Ucrania
Soviética con lo que se llama Ucrania Carpática?
Imagínense. El mosquito se coloca frente al elefante,
y con los puños sobre las caderas, le dice: «¡Ah!, mi

J. V. Stalin

querido hermano, cuánto lo siento por ti... Tú te


encuentras sin terratenientes, sin capitalistas, sin
opresión nacional, sin jerarcas fascistas, esto no es
vida... Te miro, y no puedo dejar de decirte: tu única
salvación está en unirte a mí... Entonces, manos a la
obra: Te permito unir tu pequeño territorio con mi
inmenso territorio...»
Un hecho todavía más característico: ciertos
políticos y representantes de la prensa de Europa y de
los Estados Unidos, habiendo perdido la paciencia
esperando la «campaña contra la Ucrania Soviética»,
comienzan a descubrir ellos mismos los entre
bastidores de la política de no intervención. Hablan
abiertamente y escriben en negro sobre blanco que
los alemanes les han «engañado» cruelmente, porque,
en vez de ir más lejos hacia el Este, contra la Unión
Soviética, se han vuelto fíjense, hacia el Oeste y
reclaman colonias. Se podría pensar que se ha
entregado a los alemanes las regiones de
Checoslovaquia como precio del compromiso de
comenzar la guerra contra la Unión Soviética; que los
alemanes rehúsan ahora pagar la letra de cambio, y
mandan a paseo a los suscritores.
Estoy lejos de querer moralizar sobre la política
de no intervención, de hablar de traición, de felonía,
etc. Sería pueril hacer moral a gentes que no
reconocen la moral humana. La política es la política,
como dicen los viejos y expertos diplomáticos
burgueses. Sin embargo, es necesario remarcar que el
grande y peligroso juego político, comenzado por los
partidarios de la política de no intervención, podría
terminar para ellos en un grave fracaso.
Este es el verdadero panorama de la política de no
intervención que impera hoy.
Esto es la situación política en los países
capitalistas.

3. La Unión Soviética y los países capitalistas


La guerra ha creado una nueva situación en las
relaciones entre países. Ha hecho reinar una
atmósfera de alarma y de incertidumbre. Después de
haber remecido los cimientos del régimen de paz de
la post-guerra y echar abajo las nociones más
elementales del derecho guerra ha
internacional, la
puesto en tela de juicio el valor de los tratados y de
los compromisos internacionales. El pacifismo y los
proyectos de desarme han sido enterrados, y
substituidos por la fiebre de los armamentos. Todos
han comenzado a armarse, tanto los pequeños
Estados como los grandes, incluidos ante todo los
que practican la política de no intervención. Ya nadie
cree en los discursos untosos pretendiendo que los
concesiones muniguesas a los agresores y el acuerdo
308
de Munich habrían inaugurado una nueva era de

308
El Tratado de Munich - Tratado firmado en septiembre de
1938 por el primer ministro de Inglaterra N. Chamberlain, el
Primer ministro de Francia, E. Daladie, el dictador fascista de
Alemania, A. Hitler y por el dictador fascista de Italia B.

Informe presentado al XVIII Congreso del Partido


acerca de la actividad del CC del PC(b)…

287
«apaciguamiento». Ni siquiera los participantes en el
acuerdo de Munich, Inglaterra y Francia, les creen; y
estos al igual que los demás están reforzando sus
armamentos.
Se comprende que la URSS no podría cruzarse de
brazos frente a estos acontecimientos preñados de
amenazas. Es que una guerra, incluso poco
cierto
extendida, por los agresores en cualquier
comenzada
punto perdido del globo, representa un peligro para
los países amantes de la paz. Tanto más serio es el
peligro que representa la nueva guerra imperialista,
que ya ha arrastrado a su órbita a más de quinientos
millones de hombres de Asia, África y Europa. Por
eso, nuestro país, practicando con perseverancia la
política de mantener la paz, ha desarrollado una
intensa actividad a fin de acrecentar la capacidad
combativa de nuestro Ejército Rojo y de nuestra
Marina Roja.
Al mismo tiempo, la Unión Soviética ha tomado
algunas medidas para consolidar sus posiciones
internacionales. Hacia finales de 1934, nuestro país
ha entrado en la Sociedad de las Naciones, estimando
que ella podría servir también, no obstante su
debilidad, de tribuna para desenmascarar a los
agresores; que ella podría servir, asimismo aunque
débilmente, de instrumento de paz y para frenar el
estallido de la guerra.
La Unión Soviética estima que en un tiempo tan
agitado, incluso una organización internacional tan
débil como la Sociedad de las Naciones no es de
desdeñar. En mayo de 1935, entre Francia y la Unión
Soviética se firmó un pacto de asistencia mutua
contra una eventual agresión. Al mismo tiempo un
pacto análogo fue concluido con Checoslovaquia. En
marzo de 1936, la Unión Soviética firmó un pacto de
asistencia mutua con la República Popular de
Mongolia. En agosto de 1937, fue subscrito un pacto
de no agresión entre la Unión Soviética y la
República de China.
En estas difíciles condiciones internacionales la
Unión Soviética ha practicado su política exterior, en
defensa de la causa de la paz.
La política exterior de la Unión Soviética es clara,

Musolini. Este Tratado dio forma a la transacción preparada, ya


hacía tiempo, para el desmembramiento de Checoslovaquia.
Detrás de los círculos dominantes de Inglaterra Y de Francia
estaban los círculos monopolistas de los Estados Unidos. El
Tratado de Munich fue el punto crítico de la política de «no
intervención» con sus planes para la creación de un único frente
imperialista contra la URSS.
El Tratado de Munich apresuró el estallido de la Segunda Guerra
Mundial en los años 1939-1945 entre los principales estados
capitalistas. A pesar de los esfuerzos de las potencias
occidentales para lanzar a la Alemania hitleriana contra la Unión
Soviética; Alemania entró en la guerra con el fin de dominar el
mundo y primero lanzó sus fuerzas contra el bloque anglo-
franco-norteamericano. Cuando la Alemania fascista atacó a la
Unión Soviética, el bloque anglo-franco-norteamericano se vió
obligado a formar una coalición con la URSS en contra de la
Alemania fascista.

comprensible:
1. Estamos por la paz y la consolidación de
nuestras relaciones comerciales con todos los países;
nos atenemos y seguiremos ateniéndonos a esta
posición durante todo el tiempo que esos países
observen la misma actitud hacia la Unión Soviética,
durante todo el tiempo que no busquen atentar contra
los intereses de nuestro país.
2. Estamos por estrechas y
las relaciones pacíficas
de buena vecindad con
países vecinos, que
todos los
tienen una frontera común con la URSS; nos
atenemos y seguiremos ateniéndonos a esta posición
durante todo el tiempo que esos países observen la
misma actitud hacia la Unión Soviética, durante todo
el tiempo que no busquen atentar, directa o
indirectamente, contra la integridad y la
inviolabilidad de las fronteras del Estado Soviético.
3. Estamos por el sostén de los pueblos víctimas
de una agresión y que luchan por la independencia de
su patria.
4. No tememos lasamenazas de los agresores y
estamos dispuestos a con un doble golpe al
responder
golpe de los desencadenadores de la guerra que
intentan violar las fronteras soviéticas.
Tal es la política exterior de la Unión Soviética.
En su política exterior, la Unión Soviética se
apoya:
1. En su creciente potencial económico, político y
cultural;
2. en la unidad política y moral de nuestra
sociedad soviética;
3. en la amistad que une a los pueblos de nuestro
país;
4.en su Ejército Rojo y su Marina Roja;
5.en su política de paz;
6. en el apoyo moral de los trabajadores del
mundo entero, que tienen un interés vital en el
mantenimiento de la paz;
7. en la cordura de los países que no están
interesados, por una u otra razón, en que se viole la
paz.
* * *
Las tareas del Partido en materia de política
exterior son:
1. Continuar siempre la política de paz y de
consolidación de las relaciones comerciales con
todos los países;
2. mostrarse prudente y no permitir a los
provocadores de la guerra, acostumbrados a sacar las
castañas del fuego con las manos de otros, arrastrar a
nuestro país a este conflicto;
3. aumentar por todos los medios la potencia
combativa de nuestro Ejército Rojo y de nuestra
Marina Roja;
4. estrechar los lazos internacionales de amistad
con los trabajadores de todos los países, interesados
en la salvaguardia de la paz y de la amistad entre los
pueblos.

288

III. El reforzamiento continuo del PC(b) de la


URSS
Desde el punto de vista de la línea política y del
trabajo práctico cotidiano, el período que tratamos
marca la victoria completa de la línea general de
nuestro Partido.
La afirmación del sistema socialista en toda la
economía nacional, la conclusión de la
reconstrucción de la industria y de la agricultura
sobre la base de una técnica nueva, la realización
antes del plazo del segundo plan quinquenal en la
industria, el incremento de la producción anual de
cereales hasta los 7 mil millones de libras, la
supresión de la miseria y del paro así como
forzoso,
el mejoramiento de la situación material y cultural
del pueblo: tales son las principales realizaciones que
ilustran la justa política de nuestro Partido, su justa
dirección.
Frente a estas grandiosas realizaciones, los
adversarios de la línea general de nuestro Partido,
todas esas corrientes de «izquierda» y de «derecha»,
todos esos degenerados trotskista-piataikovistas y
bujarino-rikovistas, se han visto obligados a
encogerse, a ocultar sus trilladas «plataformas» y a
pasar a la acción clandestina. No teniendo el coraje
de someterse a la voluntad del pueblo, han preferido
fusionarse con los mencheviques, los social-
revolucionarios, los fascistas, ponerse a sueldo de los
servicios de espionaje extranjeros, hacerse contratar
como espías y asumir la tarea de ayudar a los
enemigos de la Unión Soviética a desmembrar
nuestro país, y restablecer la esclavitud capitalista.
Tal es el fin sin gloria de los adversarios de la
línea de nuestro Partido, que se han convertido
después en enemigos del pueblo.
Habiendo aplastado a los enemigos del pueblo,
habiendo expulsado de las organizaciones del Partido
y de las instituciones soviéticas a los elementos
degenerados, el Partido se ha unido todavía más en
su trabajo político y de organización; ha cerrado más
estrechamente sus filas en torno a su Comité Central.
Examinemos los datos concretos relativos al
desarrollo de la vida interna del Partido, a su trabajo
de organización y de propaganda durante el período
que tratamos.

1. Medidas tomadas para mejorar la


composición del partido. División de las
organizaciones demasiado grandes. Aproximación
de los organismos dirigentes al trabajo de la base.
El reforzamiento del Partido y de sus organismos
dirigentes, en el curso del período que analizamos, ha
seguido dos líneas principales: la línea tendente a
arreglar la composición del Partido, a eliminar a los
miembros pocos seguros y a escoger los mejores, y la
línea consistente en dividir las organizaciones
demasiado grandes, en reducir las proporciones y en

J. V. Stalin

aproximar los organismos dirigentes al trabajo de la


base, al trabajo práctico, concreto.
En el XVII Congreso estuvieron representados
1.874.488 miembros del Partido. Si se compara esta
cifra con la de los miembros del Partido
representados en el XVI Congreso, resulta que, en el
período comprendido entre el XVI y el XVII
Congreso, ingresaron en nuevos
el Partido 600.000
miembros. El Partido no
podía dejar de advertir que
una afluencia tan grande de adherentes en las
condiciones de 1930 a 1933, era un crecimiento
malsano e indeseable de sus efectivos. El Partido
sabía que en sus filas entraban no sólo hombres
honestos y abnegados, sino también elementos
venidos por casualidad, y también carreristas que
querían utilizar la bandera del Partido con un fin
personal. El Partido no podía dejar de saber que es
fuerte no sólo por el número, sino ante todo por la
calidad de sus adherentes. Por lo tanto, la cuestión
que se plantea es, arreglar la composición del
Partido. Se decide continuar la depuración del
Partido, -miembros y candidatos- iniciada en 1933, y
fue prolongada efectivamente hasta el mes de mayo
de 1935. Se decide después suspender la admisión de
nuevos miembros, en el Partido, y de hecho fue
suspendida hasta septiembre de 1936; la admisión de
nuevos miembros fue reanudada sólo el 1º de
noviembre de 1936. Después del cobarde asesinato
del camarada Kirov, testimonio de que en el Partido
había un buen número de elementos sospechosos, se
decidió proceder a la verificación y al canje de
documentos del Partido; estas dos tareas fueron
concluidas en septiembre de 1936. Es solamente
sólo
entonces cuando se reanuda la adhesión de nuevos
miembros y de candidatos. Estas medidas han
permitido al Partido expulsar de sus filas a los
elementos venidos por casualidad, a los elementos
pasivos, carreristas y abiertamente hostiles, conservar
a los miembros más seguros, más abnegados. No se
puede decir que la depuración haya sido efectuada
sin graves errores. Desgraciadamente, fueron más
numerosos de lo que habría podido suponerse. No
hay duda de que ya no tendremos la necesidad de
emplear el método de la depuración masiva. Pero la
depuración de 1933-1936 era inevitable; y en
general, ha dado resultados positivos. En este XVIII
Congreso están representados alrededor de 1.600.000
miembros del Partido, o sea 270.000 miembros
menos que en el XVII Congreso. en esto no hay
Pero
nada de malo. Al contrario, esto es bueno, porque el
Partido se refuerza depurándose de la basura. Nuestro
Partido es un poco menos numeroso, pero en
ahora
cambio es
mejor por la calidad de sus efectivos.
Se trata de un gran éxito.
En lo que concierne al mejoramiento de la
dirección cotidiana asegurada por el Partido, en el
sentido de una aproximación al trabajo de la base, en
el sentido de una concretización ulterior, el Partido

Informe presentado al XVIII Congreso del Partido


acerca de la actividad del CC del PC(b)…
289

ha llegado a esta conclusión de que dividir las


organizaciones demasiado grandes, reducir sus
proporciones, era el mejor medio de ayudar a los
organismos del Partido a dirigir esas organizaciones
y hacer la propia dirección concreta, dinámica,
rápida. Se ha dividido también tanto los comisariados
del pueblo como los organismos administrativos
territoriales, es decir las Repúblicas federadas, los
territorios, las regiones, las zonas, etc. Como
consecuencia de las medidas tomadas, en lugar de 7
Repúblicas federadas actualmente contamos con 11;
en vez de 14 Comisariados del Pueblo de la URSS,
34; en lugar de 70 territorios y regiones, 110; en vez
de 2.559 zonas urbanas y rurales, 3.815. Así, en el
sistema de los organismos dirigentes del Partido,
tenemos ahora 11 Comités Centrales con el CC del
PC(b) de la URSS a la cabeza, 6 comités de
territorio, 104 comités de región, 30 comités de
distrito, 212 comités de ciudad, 336 comités de zona
urbana, 3.479 comités de zona rural y 113.060
organizaciones de base del Partido.
No se podría decir que la división de las
organizaciones haya concluido. Esmuy probable que
sea continuada. Como quiera que sea, ya ha dado
buenos resultados, tanto desde el punto de vista del
mejoramiento de la dirección cotidiana del trabajo,
como desde el punto de vista de la aproximación de
la propia dirección al trabajo concreto de la base. Y
no hablo del hecho de que la división de las
organizaciones demasiado grandes ha permitido
promover a centenares y miles de hombres nuevos a
puestos de dirección.
Esto también es un gran éxito.

2. La selección de los cuadros, su promoción,


su distribución
Arreglar la composición del Partido y aproximar
los organismos dirigentes al trabajo concreto de la
base, no era ni podía ser el único medio para
proseguir el reforzamiento del Partido y de su
dirección. Otro medio de afirmar el Partido, durante
el período que analizamos, ha sido el mejoramiento
radical del trabajo con los cuadros: selección de los
cuadros, promoción, distribución y verificación en el
curso del trabajo.
Los cuadros del Partido componen el cuerpo de
mando del Partido. Y puesto que nuestro Partido está
en el poder, estos cuadros forman también el cuerpo
de mando de los organismos dirigentes del Estado.
Después de que ha sido establecida, una línea política
justa, comprobada en la práctica, los cuadros del
Partido vienen a ser la fuerza decisiva de la dirección
en el Partido y en el Estado. Tener una línea política
justa es evidentemente
lo primero, y lo más
importante. Pero no basta. Una línea política
esto
justa no es hecha para ser simplemente proclamada,
sino también para ser aplicada. Pero, para aplicar
prácticamente una justa línea política, se precisan
cuadros, se precisan hombres que comprendan la
línea política del Partido; que la conciban como su
propia línea y estén dispuestos a aplicarla; que sepan
llevarla a la práctica y sean capaces de responder de
ella, de defenderla, de luchar por ella. De otro modo
la línea política justa corre el riesgo de quedarse en el
papel.
Aquí se plantea la cuestión de la justa selección
de los cuadros, de su formación, de la promoción de
los hombres nuevos, de la correcta distribución de los
cuadros y de su verificación después del trabajo
realizado.
¿Qué significa hacer una justa selección de los
cuadros?
Hacer una justa selección de los cuadros, no
significa rodearse de adjuntos, de suplentes, montar
una cancillería y lanzar, desde allí, toda suerte de
directrices. Tampoco abusar de tu poder, desplazar
sin motivo ni razón a decenas y centenas de personas,
de un lugar a otro y viceversa, y proceder a las
interminables «reorganizaciones».
Hacer una justa selección de los cuadros,
significa:
Primero, considerar a los cuadros como la reserva
de oro del Partido y del Estado, prestarles gran
atención, tenerles estimación.
Segundo, conocer a los cuadros, estudiar
minuciosamente las cualidades y los defectos de cada
uno de los militantes, saber en qué puesto tal
militante puede desarrollar mejor sus capacidades.
Tercero, formar con solicitud a los cuadros,
ayudar a cada militante en vías de progreso a
elevarse; no tener miedo de «perder el tiempo» con
estos camaradas para acelerar su preparación.
Cuarto, promover, sin temor, y a su debido
tiempo, a losnuevos, a los cuadros jóvenes, no
dejarlos demasiado tiempo en el mismo puesto y no
dejar que se enmohezcan.
Quinto, distribuir a los militantes en los diferentes
puestos de manera que cada uno se sienta en su lugar;
que cada uno pueda dar a nuestra causa común el
máximo de lo que sus cualidades personales le
permiten dar; de manera que la orientación general
del trabajo de distribución de los cuadros responda
enteramente a las necesidades de la línea política,
cuya aplicación dicta esta distribución.
Lo que importa aquí, sobre todo, es promover sin
temor y en el momento oportuno a los nuevos, a los
cuadros jóvenes. Pienso que nuestros militantes
todavía no tienen enteramente clara esta cuestión.
Unos consideran que en la selección de los hombres
hay que orientarse sobre todo por los cuadros viejos.
Otros, por el contrario, piensan que debemos
orientarnos principalmente por los cuadros jóvenes.
Me parece que los unos y los otros se equivocan. Los
cuadros viejos representan evidentemente una gran
riqueza para el Partido y el Estado. Ellos poseen lo
que los jóvenes no tienen: una experiencia
290

considerable en materia de dirección, una sólida


formación marxista-leninista, el conocimiento de su
trabajo, la fuerza de orientación. Pero, en primer
lugar, cada vez hay menos cuadros viejos, menos de
lo debido, y comienzan en parte a dejar las filas
como consecuencia de las leyes de la naturaleza. En
segundo una parte de los cuadros viejos se
lugar,
inclina algunas veces a mirar obstinadamente atrás, a
permanecer en el pasado, a atenerse a las cosas viejas
y no a fijarse en lo que hay de nuevo en la vida. Esto
es la pérdida del sentimiento de lo nuevo. Defecto
muy grave, peligroso. En lo que concierne a los
cuadros jóvenes, no tienen evidentemente esta
experiencia, esta sólida formación, este conocimiento
del trabajo y esta fuerza de orientación que poseen
los cuadros viejos. Pero, primero, los cuadros jóvenes
forman la inmensa mayoría; segundo, son jóvenes y
por el momento no hay peligro de que dejen las filas;
tercero, el sentimiento de lo nuevo, valiosa cualidad
de todo militante bolchevique, está fuertemente
desarrollado en los jóvenes; cuarto, los jóvenes
crecen y se instruyen tan rápido, se elevan con tanto
ímpetu, que no está lejano el día en que alcanzarán a
los viejos, se colocarán a su lado y serán un digno
relevo de ellos. Por consiguiente, no se trata de que
nos orientemos por los cuadros viejos o por los
nuevos, sino que nos dediquemos a combinar, a
fundir los viejos y los nuevos cuadros para formar
una sola orquesta del trabajo dirigente del Partido y
del Estado.
He aquí porque es necesario llevar sin temor y a
su debido tiempo a los jóvenes cuadros a los puestos
de dirección.
Durante el período una de las
transcurrido,
importantes realizaciones en lo quedel Partido
concierne al reforzamiento de su dirección, es que ha
sabido, seleccionando los cuadros, fundir y combinar
con éxito, desde la base al vértice, a los viejos y los
jóvenes militantes.
El Comité Central del Partido dispone de datos
que muestran que, durante el período transcurrido, el
Partido ha sabido llevar a los puestos de dirección, a
los organismos del Estado y del Partido a más de
500.000 jóvenes bolcheviques, miembros del Partido
opróximos al Partido, dé los cuales más del 20% son
mujeres.
¿Cuál es la tarea en el presente?
Es la de centralizar la selección de los cuadros,
desde la base hasta el vértice, y de elevar este trabajo
al nivel requerido, al nivel científico, bolchevique.
Por ello debe ponerse fin al sistema que consiste
en confiar el estudio, la promoción y la selección de
los cuadros a múltiples servicios y sectores, y
concentrar este trabajo en un solo punto.
Este centro será la Dirección de Cuadros adjunta
al CC del PC(b) de la URSS, un servicio de cuadros
será creado en cada organización de Partido de
República, de territorio y de región.
J. V. Stalin

3. La propaganda del partido. La educación


marxista-leninista de los miembros y de los
cuadros del partido.
Existe otro terreno del trabajo, muy importante y
de mucha que, durante el período
responsabilidad,
transcurrido, ha a la consolidación del
contribuido
Partido y de sus organismos dirigentes: es la
propaganda y la agitación, oral y escrita, la educación
de los miembros y de los cuadros del Partido en el
espíritu del marxismo-leninismo, el trabajo destinado
a elevar el nivel político y teórico del Partido y de
sus militantes.
No es necesario extenderse sobre la importancia
extrema de la propaganda del Partido, de la
educación marxista-leninista de nuestros militantes.
No me refiero solamente a los militantes del aparato
del Partido. Hablo también de los militantes de las
organizaciones de la Juventud Comunista, de las
organizaciones sindicales, comerciales, cooperativas,
económicas, públicas, educativas, militares y otras.
Se puede, de una manera satisfactoria, arreglar el
problema de la composición del Partido y aproximar
los organismos dirigentes al trabajo de la base; se
puede organizar de una
manera satisfactoria la
promoción de los su selección, su
cuadros,
distribución; pero si, con todo esto, nuestra
propaganda del Partido comienza a cojear por una u
otra razón, si el trabajo de educación marxista-
leninista de nuestros cuadros comienza a debilitarse,
si nuestro trabajo por elevar el nivel político y teórico
de estos cuadros flaquea y si, por lo tanto, los
mismos cuadros dejan de interesarse por las
perspectivas de nuestra marcha hacia adelante, cesan
de comprender lo bien fundado de nuestra causa y se
transforman en vulgares practicistas sin perspectivas,
que ejecutan ciega y mecánicamente las directrices
de arriba, todo nuestro trabajo del Estado y del
Partido necesariamente debe debilitarse. Hay que
reconocer, como un axioma, que cuanto más
elevados son el nivel político y la candencia
marxista-leninista de los militantes ocupados en
cualquier terreno que sea del trabajo del Estado y del
Partido, tanto más elevado y fecundo es el mismo
trabajo, tanto más tangibles son los resultados; al
contrario, cuanto más bajo son el nivel político y la
conciencia marxista-leninista de los militantes, tanto
más probables son las lagunas y los fracasos en el
trabajo, tanto más probables son la decadencia, la
transformación de los propios militantes en
practicistas que se ocupan de minucias, tanto más
probable es su degeneración. Se puede decir con
certeza que si consiguiéramos formar
ideológicamente a nuestros cuadros en todos los
terrenos del trabajo, y templarlos políticamente de
modo que puedan orientarse fácilmente en la
situación interna e internacional, si lográramos hacer
de ellos marxista-leninistas perfectamente maduros,

Informe presentado al XVIII Congreso del Partido


acerca de la actividad del CC del PC(b)…
291

capaces de resolver, sin cometer faltas graves, los


problemas de dirección del país tendríamos todas las
razones para considerar que las nueve décimas partes
de todos nuestros problemas ya han sido resueltos.
Podemos naturalmente resolver este problema,
tenemos para ello todos los medios y todas las
posibilidades.
Por lo general, la educación, la formación de los
cuadros jóvenes en nuestro país se hace según las
ramas científicas y técnicas, por especialidades. Esto
es indispensable y útil. No hay necesidad de que un
especialista en medicina sea al mismo tiempo
especialista en física o en botánica, y viceversa. Pero,
hay una rama que deben conocer absolutamente los
bolcheviques que trabajan en todos los dominios de
la ciencia: se trata de la ciencia marxista-leninista de
la sociedad, de las leyes del desarrollo de la sociedad,
de las leyes del desarrollo de la revolución proletaria,
de las leyes del desarrollo de la edificación socialista,
de la victoria del comunismo. En efecto, no podría
considerarse como un verdadero leninista aquel que,
diciéndose leninista, se limita a su especialidad, por
ejemplo en las matemáticas, la botánica o la química,
que no ve otra cosa que su especialidad. Un leninista
no puede ser únicamente un especialista en la ciencia
que ha escogido; debe ser al mismo tiempo un
hombre político, un hombre público que se interesa
vivamente por los destinos de su país, que conoce las
leyes del desarrollo social, que sabe inspirarse en
estas leyes y hace esfuerzos por tomar parte activa en
la dirección política del país. Esto será,
evidentemente, un trabajo suplementario para los
especialistas bolcheviques. Pero más tarde, esta
sobrecarga de trabajo compensará con creces los
esfuerzos hechos.
La propaganda del Partido, la educación marxista-
leninista de los cuadros, tiene por tarea de ayudar a
nuestros cuadros en todas las ramas de la actividad a
asimilar la ciencia marxista-leninista de las leyes del
desarrollo de la sociedad.
Las medidas a tomar para mejorar la propaganda
y la educación marxista-leninista de los cuadros han
sido examinadas por el CC del PC(b) de la URSS,
con la participación de los propagandistas de las
diferentes organizaciones regionales del Partido. Se
ha hecho constancia de la aparición del «Curso
abreviado de la historia del PC(b) de la URSS» en
septiembre de 1938. Se ha observado que la
aparición del «Curso abreviado de la historia del
PC(b) de la URSS», da una nueva amplitud a la
propaganda marxista-leninista en nuestro país. Los
resultados del trabajo del Comité Central han sido
publicados en su decisión conocida como «Sobre la
Organización de la propaganda del Partido relativa a
la publicación del Curso Abreviado de la Historia del
PC(b) de la URSS»
Partiendo de esta decisión y teniendo en cuenta
las decisiones tomadas por el pleno del Comité
Central del PC(b) de la URSS, en marzo de 1937,
sobre «Los defectos del trabajo del Partido», el CC
del PC(b) de la URSS a fin de remediar las
insuficiencias en el terreno de la propaganda del
Partido y para mejorar la educación marxista-
leninista de los miembros y de los cuadros del
Partido, ha resuelto tomar las siguientes medidas
principales:
1. Concentrar en un solo punto el trabajo de
propaganda y de agitación del Partido y fusionar las
secciones de propaganda y de agitación con las
secciones de prensa en un solo servicio de
propaganda y de agitación adjunto al CC del PC(b)
de la URSS; crear una sección de propaganda y de
agitación en cada organización del Partido - de
República, de territorio y de región.
2. Considerando un error nuestro interés excesivo
por el sistema de propaganda en los círculos, y
estimando más racional el método de estudio
individual de los principios del marxismo-leninismo
por los miembros del Partido, el Partido debe
concentrar su atención en la propaganda mediante la
prensa y en la organización del sistema de
propaganda mediante conferencias.
3. Organizar en cada centro regional cursos
anuales de perfeccionamiento para nuestros cuadros
de base.
4. Organizar en una serie de centros de nuestro
país escuelas leninistas de dos años para nuestros
cuadros medios.
5. Organizar una escuela superior de marxismo-
leninismo adjunta al CC del PC(b) de la URSS para
la formación de cuadros teóricos altamente
cualificados del Partido. Duración de los estudios,
tres años.
6. Crear en una serie de centros de nuestro país,
cursos anuales de perfeccionamiento para
propagandistas y periodistas.
7. Crear adjuntos a la escuela superior de
marxismo-leninismo cursos de seis meses para el
perfeccionamiento de los profesores de marxismo-
leninismo en las escuelas superiores.
No cabe duda de que la aplicación de estas
medidas, que ya han sido puestas en práctica, pero
todavía no en el grado suficiente, no tardará en dar
sus buenos resultados.

EL MARXISMO Y LOS PROBLEMAS DE LA


LI�GÜÍSTICA

en la lingüística
Acerca del marxismo
grupo de camaradas jóvenes me ha pedido que
Un
exponga en la prensa mi opinión sobre los problemas
de la lingüística, en lo que concierne
especialmente
al marxismo en no soy un lingüista
la lingüística. Yo
y, por supuesto, no puedo dar plena satisfacción a los
camaradas. En cuanto al marxismo en la lingüística,
lo mismo que de las demás ciencias sociales, con eso
tengo relación directa. Por ello he accedido a dar
respuesta a algunas preguntas hechas por los
camaradas.
PREGUNTA. ¿Es cierto que la lengua es una
superestructura de la base?
RESPUESTA. No, no es cierto.
La base es el sistema económico de la sociedad en
una etapa dada de su desarrollo. La superestructura la
constituyen las concepciones políticas, jurídicas,
religiosas, artísticas y filosóficas de la sociedad y las
instituciones políticas, jurídicas, etc., etc., que les
corresponden.
Toda base tiene la superestructura
correspondiente. La base del régimen feudal tiene su
superestructura, sus concepciones políticas, jurídicas,
etc., etc., y las instituciones que les corresponden; la
base capitalista tiene su superestructura, y la
socialista, la suya.
se modifica o se destruye la
Si
base, se modifica o se destruye a continuación su
superestructura; si nace una nueva base, nace a
continuación la superestructura correspondiente.
En este sentido, la lengua se diferencia
esencialmente de la superestructura. Tomemos, por
ejemplo, la sociedad rusa y la lengua rusa. En el
curso de los 30 años últimos, en Rusia ha sido
destruida la vieja base, la base capitalista, y
construida una base nueva, una base socialista. En
consonancia, ha sido destruida la superestructura de
la base capitalista y creada una nueva
superestructura, que corresponde a la base socialista.
Por consiguiente, las viejas instituciones políticas,
jurídicas y otras han sido reemplazadas por
instituciones nuevas, socialistas. Sin embargo, la
lengua rusa ha continuado siendo, por su esencia, la
misma que era antes de la Revolución de Octubre.
¿Qué ha cambiado desde entonces en la lengua
rusa? Ha cambiado en cierta medida el vocabulario
de la lengua rusa, ha cambiado en el sentido de que
se ha visto enriquecido con un considerable número
de nuevas palabras y expresiones, nacidas con la
nueva producción socialista, con el nuevo Estado,
con la nueva cultura socialista, con las nuevas
relaciones sociales, con la nueva moral y, finalmente,
con el desarrollo de la técnica y de la ciencia; muchas
palabras y expresiones han cambiado de sentido y
adquirido una significación nueva; cierto número de
palabras ha caído en desuso, ha desaparecido del
vocabulario. En lo que respecta al caudal de voces
básico y a la estructura gramatical de la lengua rusa,
que constituyen su fundamento, lejos de haber sido
liquidados y sustituidos por un nuevo caudal básico y
por una nueva estructura gramatical después de la
destrucción de la base capitalista, se han conservado
intactos y perviven sin ninguna modificación seria;
se han conservado precisamente como fundamento
de la lengua rusa contemporánea.
Prosigamos. La superestructura es engendrada por
la base; pero eso no significa, en modo alguno, que la
superestructura se circunscriba a reflejar la base, que
sea pasiva, neutral, que se muestre indiferente a la
suerte de su base, a la suerte de las clases, al carácter
del régimen. Por el contrario, al nacer, la
superestructura se convierte en una fuerza activa
inmensa, coadyuva activamente a que su base tome
cuerpo y se afiance y adopta todas las medidas para
ayudar al nuevo régimen a rematar y destruir la vieja
base y las viejas clases.
Y no puede ser de otra manera. La superestructura
es creada por la base precisamente para que la sirva,
para que la ayude activamente a tomar cuerpo y a
afianzarse, para que luche activamente por la
destrucción de la base vieja, caduca, y de su antigua
superestructura. Basta que la superestructura
renuncie a este su papel auxiliar, basta que pase de la
posición de defensa activa de su base a la posición de
indiferencia hacia ella, a una posición idéntica ante
las distintas clases, para que pierda su calidad y deje
de ser superestructura.
En este sentido, la lengua se diferencia
esencialmente de la superestructura. no es La lengua
engendrada por una u otra base, por la vieja o por la
nueva base, en el seno de una sociedad dada, sino por
todo el curso de la historia de la sociedad y de la
historia de las bases a través de los siglos. La lengua
no es obra de una clase cualquiera, sino de toda la
sociedad, de todas las clases sociales, del esfuerzo de

El marxismo y los problemas de la lingüística

centenares de generaciones. La lengua no ha sido


creada para satisfacer las necesidades de una clase
cualquiera, sino de toda la sociedad, de todas las
clases sociales. Precisamente por eso, ha sido creada
como lengua de todo el pueblo, única para la
sociedad y común a todos sus miembros. En virtud
de ello, el papel auxiliar de la lengua como medio de
relación entre los hombres no consiste en servir a una
clase en perjuicio de las demás, sino en servir por
igual a toda la sociedad, a todas las clases sociales. A
ello, precisamente, se que la lengua pueda
debe el
servir por igual al régimen viejo y moribundo y al
régimen nuevo y en ascenso, a la vieja base y a la
nueva, a los explotadores y a los explotados.
Todo el mundo sabe que la lengua rusa ha servido
al capitalismo ruso y a la cultura burguesa rusa antes
de la Revolución de Octubre tan bien como sirve hoy
día al régimen socialista y a la cultura socialista de la
sociedad rusa.
Lo mismo hay que decir de las lenguas ucraniana,
bielorrusa, uzbeka, kazaja, georgiana, armenia,
estoniana, letona, lituana, moldava, tártara,
azerbaidzhana, bashkira, turkmena y de otras lenguas
de las naciones que sirvieron al viejo
soviéticas,
régimen burgués esas naciones tan bien como
de
sirven al régimen nuevo, al régimen socialista.
Y no puede ser de otra manera. Si la lengua
existe, si ha sido creada, es precisamente para que
sirva a la sociedad, considerada como un todo, de
medio de relación entre los hombres; para que sea
común a los miembros de la sociedad y única para
ésta; para que sirva por igual a sus miembros, sea
cual fuere la clase a que pertenezcan. Basta que la
lengua abandone esta posición de servicio a todo el
pueblo, basta que adopte una posición de preferencia
y de apoyo a un grupo social cualquiera en
detrimento de los demás grupos sociales, para que
pierda su calidad, para que deje de ser un medio de
relación entre los hombres en la sociedad, para que se
convierta en la jerga de un grupo social cualquiera,
degenere y se condene a la desaparición.
En este sentido, la lengua, que se diferencia en
principio de la superestructura, no se distingue de los
instrumentos de producción, por ejemplo, de las
máquinas, que son tan indiferentes a las clases como
la lengua y que pueden servir por igual tanto al
régimen capitalista como al socialista.
Prosigamos. La superestructura es producto de
una época en el curso de la cual existe y funciona una
base económica dada. Por eso, la superestructura no
vive largo tiempo; es liquidada y desaparece con la
destrucción y la desaparición de la base dada.
La lengua, por el contrario, es producto de toda
una serie de épocas, en el curso de las cuales
cristaliza, se enriquece, se desarrolla y se pule. Por
eso, la lengua tiene una vida incomparablemente más
larga que cualquier base y que cualquier
superestructura. A ello, precisamente, se debe que el
293

nacimiento y la destrucción no sólo de una base y de


su superestructura, sino de varias bases y de sus
correspondientes superestructuras, no conduzca en la
historia a la destrucción de una lengua dada, a la
liquidación de su estructura y al nacimiento de una
nueva lengua con un nuevo vocabulario y una nueva
estructura gramatical.
Desde la muerte de Pushkín han pasado más de
100 años. En ese tiempo fueron destruidos en Rusia
los regímenes feudal y capitalista y surgió un tercer
régimen, el régimen socialista. Por consiguiente,
fueron destruidas con sus superestructuras
dos bases
y surgió una base nueva, la base socialista, con su
superestructura. Sin embargo, si tomamos, por
ejemplo, la lengua rusa, veremos que en este gran
intervalo no ha experimentado ningún trastorno y que
la lengua rusa contemporánea difiere bien poco, por
su estructura, de la lengua de Pushkin.
¿Qué ha cambiado durante este tiempo en la
lengua rusa? Durante este tiempo se ha enriquecido
considerablemente el vocabulario de la lengua rusa;
han desaparecido de él muchas palabras caídas en
desuso; ha cambiado el significado de un
considerable número de vocablos; se ha
perfeccionado la estructura gramatical de la lengua.
Por lo que se refiere a la estructura de la lengua de
Pushikin, con su sistema gramatical y su caudal de
voces básico, se ha conservado en todo lo substancial
como el fundamento de la lengua rusa
contemporánea.
Lo apuntado es bien comprensible. En efecto,
¿para qué es necesario que después de cada
revolución la estructura existente de la lengua, su
estructura gramatical y su caudal de voces básico
sean destruidos y reemplazados por otros nuevos,
como ocurre habitualmente con la superestructura?
¿Quién puede necesitar que «agua», «tierra»,
«montaña», «bosque», «pez», «hombre», «andar»,
«hacer», «producir», «comerciar» etc., no se
denominen agua, tierra, montaña, etc., sino de otra
manera? ¿Quién puede necesitar que la variación de
los vocablos en la lengua y su combinación en las
oraciones no se hagan con arreglo a la gramática
existente, sino ateniéndose a una gramática
completamente distinta? ¿Qué provecho obtiene la
revolución con semejante cambio en la lengua? Por
regla general, la historia no hace nada esencial si no
existe una necesidad particular. ¿Qué necesidad hay -
se pregunta uno- de semejante revolución en la
lengua si está demostrado que la lengua existente,
con su estructura, es por completo apta, en lo
fundamental, para dar satisfacción a las necesidades
del nuevo régimen? Se puede y se debe destruir en
unos cuantos años la vieja superestructura y
sustituirla por otra nueva para dar libre curso al
desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad;
pero ¿cómo se puede destruir la lengua existente y
crear en su lugar otra nueva en unos cuantos años sin
294

llevar la anarquía a la vida social, sin crear un peligro


de disgregación de la sociedad? ¿Quién, de no ser un
quijote, puede plantearse semejante tarea?
Por último, otra diferencia esencial entre la
superestructura y la lengua. La superestructura no
está ligada directamente a la producción, a la
actividad productora del hombre. Está ligada a la
producción sólo de modo indirecto, a través de la
economía, a través de la base. Por eso, la
superestructura no refleja los cambios en el nivel de
desarrollo de las fuerzas productivas inmediata y
directamente, sino después de los cambios en la base,
por refracción de los cambios de la producción en los
cambios de la base. Eso quiere decir que la esfera de
acción de la superestructura es estrecha y limitada.
La lengua, por el contrario, está ligada
directamente a la actividad productora del hombre, y
no sólo a la actividad productora, sino a cualquiera
otra actividad del hombre en todas las esferas de su
trabajo, desde la producción hasta la base, desde la
base hasta la superestructura. Por eso, la lengua
refleja los cambios en la producción inmediata y
directamente, sin esperar los cambios en la base. Por
eso, la esfera de acción de la lengua, que abarca
todos los campos de la actividad del hombre, es
mucho más amplia y variada que la esfera de acción
de la superestructura. Más aún, es casi ilimitada.
A ello, ante todo, se debe que la lengua, mejor
dicho, su vocabulario, se encuentre en un estado de
cambio casi ininterrumpido. El desarrollo incesante
de la industria y de la agricultura, del comercio y del
transporte, de la técnica y de la ciencia exige que la
lengua enriquezca su vocabulario con nuevas
palabras y expresiones, necesarias para su trabajo. Y
la lengua, al reflejar directamente estas necesidades,
completa su vocabulario con nuevas palabras y
perfecciona su estructura gramatical.
Así, pues:
a) un marxista no puede considerar la lengua
como una superestructura de la base;
b) confundir la lengua con la superestructura
significa incurrir en un error de bulto.

PREGUNTA. que la lengua ha tenido


¿Es cierto
siempre y sigue teniendoun carácter de clase y que
no existe una lengua común y única para la
sociedad, una lengua común a todo el pueblo y sin
carácter de clase?
RESPUESTA. no es cierto.
No,
Es fácil que no cabe siquiera hablar
comprender
de una lengua de clase en una sociedad sin clases. El
régimen gentilicio de la comunidad primitiva no
conocía las clases; por consiguiente, en él no podía
tampoco haber una lengua de clase: en él, la lengua
era común y única para toda la colectividad. La
objeción de que debe entenderse por clase toda
colectividad humana, comprendida la comunidad
primitiva, no es una objeción, sino un juego de

J. V. Stalin

palabras que ni siquiera merece ser refutado.


Por lo que se refiere al desarrollo posterior, desde
las lenguas gentilicias hasta las lenguas tribales,
desde las lenguas tribales hasta las lenguas de los
pueblos y desde las lenguas de los pueblos hasta las
lenguas nacionales, en todas partes, en todas las
etapas del desarrollo, la lengua, como medio de
relación de los hombres en la sociedad, ha sido
común y única para la sociedad, ha servido por igual
a los miembros de ésta, independientemente de su
condición social.
No me refiero a los imperios de los períodos
esclavista y medieval, al imperio de Ciro y de
Alejandro pongamos por caso, o al imperio
Magno,
de César y que no poseían una base
de Carlomagno,
económica propia y eran agrupaciones militares y
administrativas efímeras y precarias. Ninguno de
estos imperios tenía ni podía tener una lengua única y
comprensible para todos sus miembros. Eran un
conglomerado de tribus y de pueblos que vivían su
propia vida y tenían sus propias lenguas. Por
consiguiente, no me a esos imperios y otros
refiero
semejantes, sino a y los pueblos que
las tribus
formaban parte del imperio, poseían una base
económica propia y tenían sus lenguas, formadas
desde hacía tiempo. La historia nos enseña que las
lenguas de estas tribus y de estos pueblos no tenían
un carácter de clase, sino que eran comunes a toda la
población, comunes a las tribus y a los pueblos y
comprensibles para ellos.
Naturalmente, existían a la par dialectos, hablas
locales, pero la lengua única y común de la tribu o
del pueblo prevalecía sobre ellos y se los
subordinaba.
Más tarde, con la aparición del capitalismo, con la
supresión del fraccionamiento feudal y la formación
del mercado nacional, los pueblos se desarrollaron
hasta constituirse en naciones, y las lenguas de los
pueblos, hasta llegar a ser lenguas nacionales. La
historia nos enseña que las lenguas nacionales no son
lenguas de clase, sino lenguas comunes a todo el
pueblo, comunes a los miembros de la nación y
únicas para ella.
Ya hemos dicho que la lengua, como medio de
relación de los hombres en la sociedad, sirve por
igual a todas las clases de la misma y manifiesta en
este sentido cierta indiferencia hacia las clases. Pero
los hombres, los diversos grupos sociales y las clases
distan mucho de ser indiferentes hacia la lengua. Se
esfuerzan por utilizarla en interés propio, imponerle
su léxico particular, sus términos particulares, sus
expresiones particulares. En este sentido se
distinguen especialmente las capas superiores de las
clases poseedoras -la alta aristocracia y las capas
superiores de la burguesía-, que están divorciadas del
pueblo y lo odian. Se crean dialectos y jergas «de
clase», «lenguajes» de salón. A menudo, en la
literatura se califica erróneamente de lenguas a esos
El marxismo y los problemas de la lingüística

dialectos y jergas: «lengua de la aristocracia»,


«lengua de la burguesía», en oposición a la «lengua
proletaria», a la «lengua campesina». Esa es la razón
de que algunos camaradas nuestros hayan llegado -
por extraño que pueda parecer- a la conclusión de
que la lengua nacional es una ficción y de que, en la
realidad, sólo existen lenguas de clase.
Yo creo que no hay nada más equivocado que esa
conclusión. ¿Puede considerarse lenguas a esos
dialectos y jergas? Indiscutiblemente que no. No se
puede, en primer lugar, porque estos dialectos y
jergas no tienen una estructura gramatical propia y un
caudal de voces básico propio: los toman de la
lengua nacional. No se puede, en segundo lugar,
porque los dialectos y las jergas tienen una esfera de
circulación estrecha entre los miembros de la capa
superior de tal y cual clase, y son absolutamente
inservibles como medio de relación entre los
hombres, para la sociedad en su conjunto. ¿Qué
poseen, pues, los dialectos y las jergas? Poseen un
fárrago de vocablos específicos, que reflejan los
gustos específicos de la aristocracia o de las carpas
superiores de la burguesía; poseen cierto número de
expresiones y giros que se distinguen por su
rebuscamiento y galantería y que están exentos de los
«burdos» giros y expresiones de la lengua nacional;
poseen, por último, cierto número de palabras
extranjeras. Sin embargo, lo fundamental, es decir, la
inmensa mayoría de las palabras y la estructura
gramatical, está tomado de la lengua nacional, común
a todo el pueblo. Por consiguiente, los dialectos y las
jergas son ramificaciones de la lengua nacional,
común a todo el pueblo, privadas de toda
independencia lingüística y condenadas a vegetar.
Suponer que los dialectos y las jergas pueden
desarrollarse y llegar a ser lenguas independientes,
capaces de desplazar y de sustituir a la lengua
nacional, es perder la perspectiva histórica y
abandonar las posiciones del marxismo.
Se remiten a Marx, citan un pasaje de su artículo.
El santo Max, donde se que el burgués tiene «su
dice
propia lengua», que esta lengua «es un producto de la
burguesía» y está penetrada del espíritu del
mercantilismo y de la compra-venta. Algunos
camaradas quieren demostrar con esta cita que Marx
sustentaba, al parecer, el punto de vista de que la
lengua tenía «carácter de clase y negaba la existencia
de una lengua nacional única. Si estos camaradas
fueran en este caso objetivos, habrían citado también
otro pasaje del artículo. El santo Max, donde Marx,
refiriéndose a las vías de formación de una lengua
nacional única, habla de «la concentración de los
dialectos en un idioma nacional único, condicionada
por la concentración económica y política».
Por consiguiente, Marx reconocía la necesidad de
una Lengua nacional única, como forma superior a la
que, como formas inferiores, están subordinados los
dialectos.

295
En ese caso, ¿qué puede ser la lengua del burgués,
según Marx «producto de la burguesía»? ¿La
consideraba Marx una lengua como la nacional, con
su estructura lingüística particular? ¿Podía
considerarla como tal lengua? ¡Desde luego que no!
Marx quería simplemente decir que los burgueses
habían ensuciado la lengua nacional única con su
léxico de mercaderes y que, por tanto, los burgueses
tenían su propia jerga de mercaderes.
Resulta que estos camaradas han deformado la
posición de Marx. Y la han deformado porque no han
citado a Marx como marxistas, sino como
dogmáticos, sin calar en la esencia de las cosas.
Se remiten a Engels, citan de su folleto La
situación de la clase obrera en Inglaterra los pasajes
donde dice que «…la clase obrera inglesa, en el
transcurso del tiempo, ha llegado a ser un pueblo
completamente distinto de la burguesía inglesa»; que
«los obreros hablan otro dialecto, tienen otras ideas y
concepciones, otras costumbres y otros principios
morales, otra religión y otra política que la
burguesía». Partiendo de esta cita, algunos camaradas
sacan la conclusión de que Engels negaba la
necesidad una lengua
de nacional, común a todo el
pueblo, y que, por tanto, sustentaba el punto de vista
de que la lengua tenía «carácter de clase». La verdad
es que Engels no habla aquí de una lengua sino de un
dialecto, comprendiendo perfectamente que el
dialecto, como ramificación de la lengua nacional, no
puede sustituir a ésta. Mas, a esos camaradas no les
agrada por lo visto, la diferencia existente
mucho,
entre una y un dialecto...
lengua
Es evidente que la cita aducida está fuera de lugar,
pues Engels no habla en esos pasajes de «lenguas de
clase», sino, principalmente, de las ideas, de las
concepciones, de las costumbres, de los principios
morales, de la religión y de la política de clase. Es
absolutamente cierto que las ideas, las concepciones,
las costumbres, los principios morales, la religión y
la política de los burgueses y de los proletarios son
diametralmente opuestos. Pero ¿qué tiene que ver
esto con la lengua nacional, o con el «carácter de
clase» de la lengua? ¿Acaso la existencia de
contradicciones de clase en la sociedad puede servir
de argumento en favor del «carácter de clase» de la
lengua, o en contra de la necesidad de una lengua
nacional única? El marxismo dice que la comunidad
de lengua es uno de los rasgos más importantes de la
nación, sabiendo perfectamente, al afirmar eso, que
dentro de la nación hay contradicciones de clase.
¿Reconocen los mencionados camaradas esta tesis
marxista?
Se remiten a Lafargue, que, en su señalando
folleto La lengua y reconoce el
la revolución,
«carácter de clase» de la lengua y niega, al parecer, la
necesidad de una lengua nacional, común a todo el
pueblo. Eso es falso. Lafargue habla, efectivamente,
de la «lengua de la nobleza» o «de la aristocracia» y

296
de las «jergas» de las distintas capas de la sociedad.
Pero esos camaradas olvidan que Lafargue, sin
interesarse por la diferencia entre lengua y jerga y
llamando a los dialectos unas veces «lenguaje
artificial» y otras «jerga», declara explícitamente en
su folleto que «el lenguaje artificial que distingue a la
aristocracia... salió de la lengua común a todo el
pueblo que hablaban los burgueses y los artesanos, la
ciudad y el campo».
Por consiguiente, Lafargue reconoce la existencia
y la necesidad de una lengua común a todo el pueblo,
comprendiendo perfectamente el carácter
subordinado y la dependencia de la «lengua de la
aristocracia» y los demás dialectos y jergas respecto
de la lengua común a todo el pueblo.
Resulta que la referencia a Lafargue no da en el
blanco.
Se remiten a que, en cierta época, los señores
feudales de Inglaterra hablaron «durante siglos» en
francés, mientras que el pueblo inglés hablaba la
lengua inglesa, y aducen esta circunstancia como un
argumento a favor del «carácter de clase» de la
lengua y una lengua común a
contra la necesidad de
todo el pueblo. Pero eso no es un argumento, sino
una anécdota. En primer lugar, a la sazón no
hablaban en francés todos los feudales, sino un
número insignificante de grandes feudales ingleses
en la corte del rey y en los condados. En segundo
lugar, no hablaban en una «lengua de clase», sino en
la lengua francesa corriente, común a todo el pueblo
francés. En tercer lugar, como se sabe, ese antojo de
hablar en francés desapareció después sin dejar
rastro, cediendo el puesto a la lengua inglesa común
a todo el pueblo. ¿Creen esos camaradas que los
feudales y el pueblo inglés se entendieron
ingleses
«durante por mediación de intérpretes, que
siglos»
los feudales ingleses no hacían uso de la lengua
inglesa, que no existía por aquel entonces una lengua
inglesa común a todo pueblo, que el francés era
entonces en Inglaterra algo más que una lengua de
salón, empleada únicamente en el estrecho círculo de
la alta aristocracia inglesa? ¿Cómo se puede negar
con tan anecdóticos «argumentos» la existencia y la
necesidad de una lengua común a todo el pueblo?
En un tiempo, también a los aristócratas rusos les
dio por hablar el francés en la corte del zar y en los
salones. Se jactaban de que, al hablar en ruso,
tartamudeaban en francés y que sólo sabían hablar el
ruso con acento francés. ¿Quiere eso decir que no
existía entonces en Rusia la lengua rusa, común a
todo el pueblo, que la lengua común a todo el pueblo
era entonces una ficción, y las «lenguas de clase» una
realidad?
Nuestros camaradas incurren aquí, cuando menos,
en dos errores.
El primer error consiste en que confunden la
lengua con la superestructura. Creen que si la
superestructura tiene un carácter de clase, la lengua
J. V. Stalin

no debeser común a todo el pueblo, sino que debe


tener un carácter de clase. Pero ya he dicho
anteriormente que la lengua y la superestructura son
dos conceptos diferentes y que un marxista no puede
confundirlos.
El segundo error consiste en que esos camaradas
conciben la oposición de intereses de la burguesía y
del proletariado y su encarnizada lucha de clases
como una desintegración de la sociedad, como una
ruptura de todo vínculo entre las clases hostiles.
Consideran que, como la sociedad se ha desintegrado
y no existe ya una sociedad única, sino solamente las
clases, no se necesita una lengua única para la
sociedad, no se necesita una lengua nacional. ¿Qué
queda, pues, si la sociedad se ha desintegrado y no
existe ya una lengua nacional, común a todo el
pueblo? Quedan las clases y las «lenguas de clase».
De por sí se desprende que cada «lengua de clase»
debe tener su propia gramática «de clase», que debe
haber, por tanto, una gramática «proletaria» y una
gramática «burguesa». Cierto es que no hay tales
gramáticas bajo la capa del cielo; pero esta
circunstancia no inmuta a esos camaradas: están
persuadidos de que tales gramáticas aparecer.han de
En tiempos hubo entre nosotros «marxistas» que
afirmaban que las líneas férreas que habían quedado
en nuestro país después de la Revolución de Octubre
eran burguesas y no procedía que nosotros, los
marxistas, las utilizásemos; que era preciso
desmontarlas y construir ferrocarriles nuevos,
«proletarios». Debido a ello, esas gentes recibieron el
sobrenombre de «trogloditas»...
De por sí se desprende que esa primitiva
concepción anarquista de la sociedad, las clases y la
lengua no tiene nada de común con el marxismo.
Pero, indudablemente, existe y continúa alentando en
las cabezas de algunos camaradas desorientados.
Naturalmente, no es cierto que, debido a una
encarnizada lucha de clases, la sociedad se haya
desintegrado en clases que ya no están ligadas
económicamente las unas a las otras en el seno de
una sociedad única. Al contrario: mientras subsista el
capitalismo, burgueses y proletarios estarán ligados
recíprocamente por todos los lazos de la economía,
como partes constitutivas de una sociedad capitalista
única. Los burgueses no pueden vivir ni enriquecerse
si no disponen de obreros asalariados; los proletarios
no pueden subsistir sin vender su fuerza de trabajo a
los capitalistas. El cese de toda relación económica
entre ellos implica el cese de toda producción, y el
cese de toda producción conduce al perecimiento de
la sociedad, al perecimiento de las clases mismas. De
por sí se
desprende que ninguna clase quiere
condenarse a perecer. Por eso, la lucha de clases, por
aguda que sea, no puede conducir a la desintegración
de la sociedad. Sólo la ignorancia en punto al
marxismo y la incomprensión absoluta de la
naturaleza de la lengua han podido sugerir a algunos

El marxismo y los problemas de la lingüística

de nuestros camaradas la fábula de la desintegración


de la sociedad, la fábula de las lenguas «de clase», de
las gramáticas «de clase».
Se remiten, además, a Lenin y aducen que
reconocía la existencia de dos culturas, la burguesa y
la proletaria, bajo el capitalismo y que la consigna de
cultura nacional es, bajo el capitalismo, una consigna
nacionalista. Todo ello es cierto, y Lenin tiene
absoluta razón. Pero ¿a qué viene aquí eso del
«carácter de clase» de la lengua? Al remitirse a las
palabras de Lenin de que bajo el capitalismo existen
dos culturas, esos camaradas quieren -a lo que se ve-
inculcar al lector que si en la sociedad existen dos
culturas, la burguesa y la proletaria, debe haber
también dos lenguas, pues la lengua está ligada a la
cultura, y que, por lo tanto, Lenin niega la necesidad
de una lengua nacional única, manifestándose, por
consiguiente, a favor de las lenguas «de clase». El
error que esos camaradas cometen aquí consiste
en
que identifican y confunden la lengua con la cultura.
Pero la cultura y la lengua son dos cosas distintas. La
cultura puede ser burguesa o socialista, mientras que
la lengua, como medio de relación, es siempre común
a todo el pueblo y puede servir tanto a la cultura
burguesa como a la socialista. ¿Acaso no es un hecho
que las lenguas rusa, ucraniana y uzbeka sirven
actualmente a la cultura socialista de estas naciones
tan bien como sirvieron antes de la Revolución de
Octubre a sus culturas burguesas? Por consiguiente,
esos camaradas están muy equivocados al afirmar
que la existencia de dos culturas diferentes lleva a la
formación de dos lenguas distintas y a la negación de
la necesidad de una lengua única.
Cuando hablaba de dos culturas, Lenin partía
precisamente de la tesis de que la existencia de dos
culturas no puede nevar a la negación de la lengua
única y a la formación de dos lenguas, y de que la
lengua debe ser única. Cuando los bundistas acusaron
a Lenin de que negaba la necesidad de la lengua
nacional y que la cultura «carece de
consideraba
nacionalidad», Lenin, como es sabido, protestó
enérgicamente y declaró que luchaba contra la
cultura burguesa, y no contra la lengua nacional,
cuya necesidad estimaba indiscutible. Causa
extrañeza que algunos camaradas nuestros hayan
seguido las huellas de los bundistas.
Por que se refiere a una lengua única, cuya
lo
necesidad que Lenin negaba, sería conveniente
dicen
prestar oído a las siguientes palabras de Lenin:

«La lengua es un importantísimo medio de


relación entre los hombres; la unidad de la lengua y
su desarrollo sin trabas son una importantísima
condición de una circulación mercantil
verdaderamente libre y amplia, correspondiente al
capitalismo moderno, y de una libre y vasta
agrupación de la población en las diferentes clases».

297

Resulta que esos estimados camaradas han


tergiversado las ideas de Lenin.
Se remiten, por último, a Stalin. Reproducen una
cita de Stalin que dice que «la burguesía y sus
partidos nacionalistas fueron, y continúan siendo en
este período la principal fuerza dirigente de las
naciones de ese tipo». Todo esto es cierto. La
burguesía y su partido nacionalista dirigen,
efectivamente, la cultura burguesa, del mismo modo
que el proletariado y su partido internacionalista
dirigen la cultura proletaria. Pero ¿qué tiene que ver
esto con el «carácter de clase» de la lengua? ¿Acaso
esos camaradas no saben que la lengua es
nacional
una forma de la cultura nacionaly que puede servir
tanto a la cultura burguesa como a la socialista? ¿Es
que nuestros camaradas ignoran la conocida fórmula
de los marxistas de que las actuales culturas rusa,
ucraniana, bielorrusa y otras son socialistas por el
contenido y nacionales por la forma, es decir, por la
lengua? ¿Están de acuerdo con esta fórmula
marxista?
Elerror que nuestros camaradas cometen aquí
consiste en que no ven la diferencia entre la cultura y
la lengua y no comprenden que la cultura cambia de
contenido con cada nuevo período del desarrollo de
la sociedad, mientras que la lengua continúa siendo
en lo esencial la misma a lo largo de varios períodos,
sirviendo por igual tanto a la nueva cultura como a la
antigua.
Así, pues:
a) la lengua, como medio de relación, ha sido
siempre y sigue siendo única para la sociedad y
común para todos sus miembros;
b) la existencia de dialectos y jergas no niega,
sino que confirma la existencia de una lengua común
a todo el pueblo, de la que esos dialectos y jergas son
ramificaciones y a la que están subordinados;
c) la fórmula relativa al «carácter de clase» de la
lengua es una fórmula errónea, no marxista.

PREGUNTA. ¿Cuáles son los rasgos


característicos de la lengua?
RESPUESTA. La lengua es uno de los fenómenos
sociales que actúan mientras existe la sociedad. Nace
y se desarrolla con el nacimiento y el desarrollo de la
sociedad. Muere cuando muere la sociedad. No hay
lengua fuera de la sociedad. Por eso, la lengua y las
leyes de su desarrollo solamente pueden ser
comprendidas si se estudian en ligazón inseparable
con la historia de con la historia del
la sociedad,
pueblo que pertenece la lengua estudiada y que es
al
su creador y portador.
La lengua es el medio, el instrumento con el que
los hombres se relacionan, intercambian ideas y
logran entenderse unos a otros. Directamente ligada
al pensamiento, la lengua registra y fija en palabras y
en palabras combinadas en oraciones los resultados
del trabajo del pensamiento, los progresos de la

298

actividad cognoscitiva del hombre, y, de esta forma,


hace posible el intercambio de ideas en la sociedad
humana.
El intercambio de ideas constituye una necesidad
permanente y vital, ya que sin él sería imposible
organizar las acciones conjuntas de los hombres en la
lucha contra las fuerzas de la naturaleza, en la lucha
por la producción de los bienes materiales
indispensables; sería imposible conseguir éxitos en la
actividad productora de la sociedad y, por tanto, lo
sería también la existencia misma de la producción
social. De ahí que sin una lengua comprensible para
la sociedad y común a sus componentes, la sociedad
tenga que cesar de producir, se desintegre y deje de
existir como tal. En este sentido, la lengua, siendo
medio de relación, es, al mismo tiempo, un
instrumento de lucha y de desarrollo de la sociedad.
Es sabido que todas las palabras de una lengua
constituyen, juntas, lo que se llama su vocabulario.
Lo principal en el vocabulario de una lengua es su
caudal de voces, del que forman parte, como núcleo
suyo, todas las palabras raíces. El caudal de voces
báskoes mucho menos amplio que el vocabulario de
la lengua, pero vive mucho tiempo, durante siglos, y
suministra a la lengua una base para la formación de
nuevas palabras. El vocabulario refleja el estado de la
lengua: cuanto más rico y variado es el vocabulario,
más rica y desarrollada es la lengua.
Sin embargo, el vocabulario; por sí solo, no
constituye todavía la lengua: es, más bien, el material
de construcción para la lengua. Del mismo modo que
los materiales de construcción no constituyen el
edificio, aunque sin ellos no es posible levantarlo, así
también el vocabulario no es la propia lengua,
aunque sin él es inconcebible toda lengua. Pero el
vocabulario adquiere una importancia enorme
cuando se halla a disposición de una gramática, que
establece las reglas que rigen las modificaciones de
las palabras y la combinación de las palabras en
oraciones y, de este modo, hace de la lengua algo
armónico y coherente. La gramática (morfología,
sintaxis) es el conjunto de reglas que rigen las
modificaciones de las palabras y su combinación en
oraciones. Por tanto, gracias precisamente a la
gramática, la lengua obtiene la posibilidad de dar a
los pensamientos humanos una envoltura lingüística
material.
El rasgo distintivo de la gramática consiste en que
da las reglas para la modificación de las palabras
teniendo en cuenta no palabras concretas, sino las
palabras en general, desprovistas de todo carácter
concreto; da las reglas para formar oraciones
teniendo en cuenta no oraciones concretas con un
sujeto concreto, un predicado concreto, etc., sino
todas las oraciones, sin relación con la forma
concreta de una u otra oración. Por consiguiente, la
gramática, haciendo abstracción de lo particular y de
lo concreto, tanto en las palabras como en las

J. V. Stalin

oraciones, toma lo que hay de general y básico en la


modificación de las palabras y en su combinación en
oraciones, sacando de ello las reglas gramaticales, las
leyes gramaticales. La gramática es el resultado de
una prolongada labor de abstracción realizada por el
pensamiento humano, un exponente de los enormes
progresos del pensamiento.
En este sentido, la gramática se parece a la
geometría, que da sus leyes haciendo abstracción de
los objetos concretos, considerando los objetos como
cuerpos carentes de concreción y estableciendo las
relaciones entre ellos no como relaciones concretas
de determinados objetos concretos, sino como las
relaciones de los cuerpos en general, desprovistos de
todo carácter concreto.
A diferencia que no está
de la superestructura,
ligada a la producción a través de
directamente, sino
la economía, la lengua está directamente ligada a la
actividad productora del hombre, lo mismo que a
todas sus demás actividades en todas las esferas de su
trabajo, sin excepción. A ello se debe que el
vocabulario, por ser lo más susceptible de cambiar,
se encuentre en un estado de transformación casi
incesante; al mismo tiempo, la lengua, a diferencia de
la superestructura, no tiene que esperar a que la base
sea liquidada e introduce modificaciones en su
vocabulario antes de la liquidación de la base e
independientemente del estado de la base.
Sin embargo,el vocabulario de una lengua no
cambia como la superestructura, es decir, aboliendo
lo viejo y construyendo lo nuevo, sino enriqueciendo
el vocabulario existente con nuevas palabras,
surgidas en relación con los cambios en el régimen
social, con el desarrollo de la producción, el progreso
de la cultura, de la ciencia, etc. Además, aunque
cierto número de palabras anticuadas desaparece
habitualmente del vocabulario, a él se suma un
número mucho mayor de palabras nuevas. Por lo que
respecta al caudal básico, se conserva en todo lo que
tiene de esencial y es usado como base del
vocabulario de la lengua.
Eso es comprensible. No hay ninguna necesidad
de destruir el léxico básico cuando puede ser
utilizado eficazmente en el transcurso de varios
períodos históricos, sin hablar ya de que la
destrucción del caudal básico, acumulado durante
siglos, vista la imposibilidad de crear un nuevo
vocabulario básico en plazo breve, conduciría a la
parálisis de la lengua, a la desorganización total de
las relaciones entre los hombres.
La estructura gramatical de una lengua cambia
aún más lentamente que su caudal de voces básico.
La estructura gramatical, elaborada a lo largo de
varias y siendo como es carne de la carne y
épocas,
sangre desangre de la lengua, cambia más
la
lentamente todavía que el caudal básico.
Naturalmente, sufre cambios con el curso del tiempo,
se perfecciona, mejora y precisa sus reglas, se
El marxismo y los problemas de la lingüística

enriquece con nuevas reglas, pero las bases de la


estructura gramatical subsisten durante un período
muy largo, ya que, como lo demuestra la historia,
pueden servir eficazmente a la sociedad en el
transcurso de muchas épocas.
Por lo tanto, la estructura gramatical y el caudal
básico constituyen la base de la lengua y la esencia
de su carácter específico.
La historia demuestra que
posee gran la lengua
estabilidad y una colosal capacidad a la de resistencia
asimilación forzosa. Algunos historiadores, en lugar
de explicar este fenómeno, se limitan a manifestar su
asombro. Pero aquí no hay ninguna razón para
asombrarse. La lengua debe su estabilidad a la
estabilidad de su estructura gramatical y de su caudal
básico. Los asimiladores turcos se esforzaron durante
siglos por mutilar, destruir y aniquilar las lenguas de
los pueblos balcánicos. En este período, el
vocabulario de las lenguas balcánicas sufrió cambios
considerables, fueron adoptadas no pocas palabras y
expresiones turcas, hubo «convergencias» y
«divergencias», pero las lenguas balcánicas
resistieron y han perdurado. ¿Por qué? Porque la
estructura gramatical y el léxico básico de estas
lenguas se han mantenido en lo fundamental.
De todo esto se desprende que la lengua y su
estructura no pueden ser consideradas como el
producto de una sola época. La estructura de la
lengua, su estructura gramatical y caudal básico son
el producto de varias épocas.
Es de suponer que los elementos de las lenguas
contemporáneas se constituyeron en la antigüedad
más remota, antes de la época de la esclavitud. Era
aquélla una lengua poco compleja, con un caudal de
voces muy exiguo, pero con su propia estructura
gramatical, que, si bien era primitiva, no dejaba, por
ello, de ser estructura gramatical.
El posterior desarrollo de la producción; la
aparición de las clases; la aparición de la escritura; el
nacimiento del Estado, que necesitaba para la
dirección una correspondencia más o menos
ordenada; el desarrollo del comercio, que precisaba
de ella todavía en mayor medida; la aparición de la
imprenta, los progresos de la literatura: todo eso
ocasionó grandes cambios en el desarrollo de la
lengua. Durante este tiempo, las tribus y los pueblos
se fraccionaban y dispersaban, se mezclaban y se
cruzaban, y posteriormente aparecieron las lenguas
nacionales y los Estados nacionales, se produjeron
revoluciones, a los viejos regímenes sociales
sucedieron otros. Todo ello introdujo cambios
mayores aún en y en su desarrollo.
la lengua
Sin embargo, sería un error de bulto suponer que
la lengua se ha desarrollado del mismo modo que la
superestructura, es decir, destruyendo lo que existía y
edificando lo nuevo. En realidad, las lenguas no se
han desarrollado destruyendo las existentes y creando
otras, sino desarrollando y perfeccionando los

299

elementos fundamentales de las lenguas existentes.


Además, el paso de un estado cualitativo de la lengua
a otro estado no se ha operado por
cualitativo
explosión, destruyendo un solo golpe lo viejo y
de
edificando lo nuevo, sino por acumulación gradual y
prolongada de los elementos del nuevo estado
cualitativo, de la nueva estructura de la lengua, por la
extinción gradual de los elementos del viejo estado
cualitativo.
Hay quien que la teoría del desarrollo
dice
estadial es una teoría marxista, porque
de la lengua
reconoce la necesidad de explosiones súbitas como
una condición para el paso de la lengua de su vieja
calidad a una calidad nueva. Eso es falso, claro está,
pues resulta difícil encontrar en esta teoría algo de
marxista. Y si la teoría del desarrollo estadial
reconoce efectivamente las explosiones súbitas en la
historia del desarrollo de la lengua, tanto peor para
ella. El marxismo no reconoce las explosiones
súbitas en el desarrollo de la lengua, la muerte
repentina de una lengua existente y la súbita creación
de una nueva lengua. Lafargue no tenía razón cuando
hablaba de la «súbita que se
revolución lingüística
produjo entre 1789 y
en Francia (Véase el
1794»
folleto de Lafargue La lengua y la revolución). En la
Francia de entonces no se produjo ninguna
revolución lingüística, y menos aún súbita. Claro está
que en ese período el vocabulario de la lengua
francesa se enriqueció con nuevas palabras y
expresiones; desaparecieron algunas palabras caídas
en desuso, cambió el sentido de ciertas palabras, y
nada más. Sin embargo, tales cambios no deciden en
modo alguno la suerte de una lengua. Lo principal de
una lengua lo constituyen su estructura gramatical y
su caudal básico. Pero la estructura gramatical y el
vocabulario básico de la lengua francesa, lejos de
desaparecer en el período de la revolución burguesa
en Francia,se conservaron sin cambios esenciales, y
no sólo seconservaron entonces, sino que continúan
existiendo hoy día, en la lengua francesa
contemporánea. No hablo ya de que para suprimir
una lengua nacional y crear otra (¡«una súbita
revolución lingüística»¡), cinco o seis años son un
plazo ridículamente breve: para eso hacen falta
siglos.
El marxismo que el paso de la lengua
considera
de una vieja a una cualidad nueva no se
cualidad
produce por explosión ni por destrucción de la lengua
existente y creación de una nueva, sino por
acumulación gradual de los elementos de la nueva
cualidad y, por tanto, por extinción gradual de los
elementos de la vieja cualidad.
Hay que en general, para conocimiento de
decir
los camaradas que sienten pasión por las explosiones,
que la ley del paso de una vieja cualidad a una
cualidad nueva por explosión no sólo es inaplicable a
la historia del desarrollo de la lengua; tampoco puede
aplicarse siempre a otros fenómenos sociales de la

300

base o de la superestructura. Esa ley es obligatoria


para la sociedad dividida en clases hostiles. Pero no
es obligatoria, en modo alguno, para una sociedad en
la que no existan clases hostiles. En un período de
ocho a diez años realizamos en la agricultura de
nuestro país la transición del sistema burgués, basado
en las haciendas campesinas individuales, al sistema
socialista, al sistema koljosiano. Fue una revolución
que liquidó el viejo sistema económico burgués en el
campo y creó un nuevo sistema, el sistema socialista.
Sin embargo, esta revolución no se efectuó por
explosión, es decir, derrocando el Poder existente e
instaurando un nuevo Poder, sino por transición
gradual del viejo sistema burgués en el campo a un
nuevo sistema. Y ello fue posible porque se trataba
de una revolución desde arriba, porque la revolución
se llevó a cabo por iniciativa del Poder existente con
el apoyo de las masas fundamentales del
campesinado.
Hay quienes dicen que los numerosos casos de
cruce de lenguas que registra la historia dan
fundamento para suponer que con cruce se crea
el
una nueva lengua por explosión, por transición súbita
de una vieja cualidad a una cualidad nueva. Eso es
absolutamente falso.
cruce de lenguas no puede ser considerado
El
como un solo golpe decisivo que surte efecto en unos
pocos años. El cruce de lenguas es un proceso largo,
que dura siglos. Por eso no puede hablarse aquí de
ninguna explosión.
Prosigamos. Sería absolutamente erróneo suponer
que el cruce de dos lenguas, pongamos por caso,
produce una lengua nueva, una tercera lengua que no
se parece a ninguna de las dos cruzadas y se
distingue cualitativamente de ambas. En realidad una
de las lenguas suele salir victoriosa del cruce,
conserva su estructura gramatical y su léxico básico y
continúa desarrollándose con arreglo a sus leyes
internas, mientras que la otra lengua pierde
gradualmente su y se extingue poco a poco.
cualidad
Por consiguiente, el cruce no da una lengua
nueva, una tercera lengua, sino que conserva una de
las lenguas cruzadas, su estructura gramatical y su
caudal básico, permitiéndole desarrollarse con
arreglo a sus leyes internas.
Verdad es que con el cruce el vocabulario de la
lengua victoriosa se enriquece en cierta medida a
cuenta de la lengua vencida, pero eso, lejos de
debilitarla, la fortalece.
Ese ha sido el caso, por ejemplo, de la lengua
rusa, con la que se han cruzado en el curso del
desarrollo histórico las lenguas de otros pueblos y
que ha salido siempre victoriosa.
Naturalmente el vocabulario de la lengua rusa se
ha completado a cuenta del vocabulario de esos otros
idiomas, pero esto, lejos de debilitarla, la ha hecho
más rica y fuerte.
En cuanto al carácter específico nacional de la

J. V. Stalin

lengua rusa, no sufrió el menor daño, pues,


conservando su estructura gramatical y su
vocabulario básico, la lengua rusa ha continuado
progresando y perfeccionándose según las leyes
internas de su desarrollo.
No cabe la menor duda de que la teoría del cruce
no puede aportar nada serio a la lingüística soviética.
Si es cierto que la tarea principal de la lingüística
consiste en estudiar las leyes internas del desarrollo
de la lengua, habrá que reconocer
que la teoría del
cruce ni siquiera la plantea, sin hablar ya de que no la
resuelve; sencillamente no la ve o no la comprende.

PREGUNTA. ¿Ha procedido acertadamente


Pravda al abrir una libre discusión sobre los
problemas de la lingüística?
RESPUESTA. Sí, ha procedido acertadamente.
En qué dirección serán resueltos los problemas de
la lingüística se verá claro al final de la discusión.
Pero ya ahora se
puede decir que la discusión ha sido
muy provechosa.
La discusión ha puesto en claro, ante todo, que en
las instituciones lingüísticas, tanto en el centro como
en las repúblicas, imperaba un régimen impropio de
la ciencia, impropio en los hombres de ciencia. La
menor crítica de la situación en la lingüística
soviética, incluso los más tímidos asomos de crítica
de la llamada «nueva doctrina» en la lingüística, eran
perseguidos y sofocados por los círculos lingüísticos
dirigentes. Valiosos trabajadores e investigadores
eran destituidos de sus cargos o rebajados a puestos
de menor importancia por abordar críticamente la
herencia de N. Y. Marr o expresar la menor
desaprobación de su teoría. Se elevaba a los altos
cargos a lingüistas, no por el índice de trabajo sino
por que aceptaban incondicionalmente la doctrina de
N. Y. Marr.
Todo el mundo reconoce que no hay ciencia que
pueda desarrollarse y prosperar sin lucha de
opiniones, sin libertad de crítica. Pero esta regla,
universalmente reconocida y pisoteada
era ignorada
sin contemplaciones. un grupo cerrado de
Se formó
dirigentes infalibles que, poniéndose a salvo de toda
posible crítica, hacía ley de sus caprichos y
arbitrariedades.
Un ejemplo: el llamado «Curso de Bakú» (las
conferencias pronunciadas por N. Y. Marr en Bakú),
que el autor mismo declaró defectuoso y prohibió
reeditar, ha sido, no obstante, reeditado por
disposición de la casta de dirigentes (el camarada
Meschaninov los llama «discípulos» de N. y. Marr) e
incluido, sin hacer ninguna salvedad, entre los libros
de texto recomendados a los estudiantes. Eso quiere
decir que se ha engañado a los estudiantes, haciendo
pasar por un libro de texto de pleno valor un «Curso»
reconocido como defectuoso. Si yo no estuviera
convencido de la honradez del camarada
Meschaninov y de otros lingüistas, diría que
El marxismo y los problemas de la lingüística

semejante proceder equivale a un sabotaje.


¿Cómo ha podido ocurrir eso? Ha ocurrido porque
el régimen a lo Arakchéev implantado en la
lingüística fomenta la irresponsabilidad y estimula
tales arbitrariedades.
La discusión ha resultado muy provechosa, ante
todo, porque ha sacado a la luz ese régimen a lo
Arakchéev y lo ha pulverizado.
Pero el provecho reportado por la discusión no
acaba ahí.
La discusión no sólo ha demolido el viejo régimen
imperante en la lingüística, sino que, además, ha
puesto de manifiesto la increíble confusión de ideas
que rema, en los problemas más importantes de la
lingüística, entre los círculos dirigentes de esta rama
de la ciencia. Antes de comenzar la discusión, los
«discípulos» de N. Y. Marr callaban, silenciando que
las cosas no marchaban bien en la lingüística. Pero,
una vez comenzada la discusión, se hizo imposible
callar y tuvieron que pronunciarse en la prensa. ¿Y
qué ha resultado? Ha resultado que en la doctrina de
N. Y. Marr hay muchas lagunas, errores, problemas
sin precisar y tesis insuficientemente elaboradas.
¿Por qué -se pregunta uno- los «discípulos» de N. Y.
Marr no han hablado de ello hasta después de abierta
la discusión? ¿Por qué no se han preocupado de ello
antes? ¿Por qué no lo dijeron a su debido tiempo,
franca y honradamente, como corresponde a los
hombres de ciencia?
Resulta que, después de haber reconocido
«algunos» errores de N. Y. Marr, sus «discípulos»
creen que únicamente se puede desarrollar la
lingüística soviética basándose en una versión
«precisada» de la teoría de N. Y. Marr, considerada
por ellos una teoría marxista. Pero ¡libresenos del
«marxismo» de N. Y. Marr! N. Y. Marr quería,
efectivamente, ser marxista y se esforzópor serlo,
pero no lo consiguió. No fue más que un
simplificador y un vulgarizador del marxismo, como
309 310
los de «proletcult» y los de la RAPP.

309
«Proletkulti» - organización de la Cultura Proletaria. Desde el
punto de vista organizativo se fundó en la primera conferencia
del Proletkult que tuvo lugar en septiembre de 1918. Los teóricos
de esta organización mantenían ideas ajenas al marxismo. Bajo la
máscara de «la cultura proletaria» los partidarios de Bogdánov
propugnaban ideas filosóficas reaccionarias (Machismo),
negaban el papel dirigente del Partido y el Estado soviético en la
edificación cultural, separaban el desarrollo de la cultura
soviética de las tareas generales de la edificación socialista,
negaban la necesidad de la explotación de las precedentes
realizaciones culturales. Trataban que las organizaciones del
Proletkult fueran independientes del Poder soviético y del
Partido. Lenin intervino firmemente contra los intentos de
introducir estas teorías anti-marxistas y burguesas en el
Proletkult. A partir de 1922 las organizaciones de Proletkult
comenzaron a dispersarse.
310
RAPP - organización política literaria que existió desde 1925
hasta 1932. La RAPP tenía sus secciones y revistas en las
grandes ciudades de RSFSR.
Al principio la RAPP desempeñó un positivo papel y agrupaba a
la mayoría de los escritores proletarios, que por aquel entonces

301

N. Y. Marr introdujo en la lingüística la fórmula


errónea, no marxista, de que la lengua era
superestructura, y se hizo un embrollo, embrolló a la
lingüística. Es imposible desarrollar la lingüística
soviética basándose en una fórmula errónea.
N. Y. Marr introdujo también en la lingüística otra
fórmula errónea y no marxista, la del «carácter de
clase» de la lengua, y se hizo un embrollo, embrolló
a la lingüística. Es imposible desarrollar la lingüística
soviética basándose en una fórmula errónea, que está
en contradicción con todo el curso de la historia de
los pueblos y de las lenguas.
N. Y. Marr introdujo en la lingüística un tono
inmodesto, jactancioso y altanero, impropio del
marxismo, un tono que conduce a negar
gratuitamente y a la ligera todo lo que había en la
lingüística antes de N. Y. Marr.
N. Y. Marr denigra chillonamente el método
histórico-comparativo, tachándolo de «idealista». Sin
embargo, que decir que el método histórico-
hay
comparativo, a pesar de sus graves defectos, vale más
que el análisis según cuatro elementos -método
verdaderamente idealista- inventado por N. Y. Marr,
pues el primero impulsa al trabajo, al estudio de las
lenguas, mientras que el segundo sólo induce a
tumbarse a la bartola y a leer en tazas de café los
decantados cuatro elementos.
N. Y. Marr denigra altaneramente todo intento de
estudiar los grupos, (familias) de lenguas, viendo en
él una manifestación de la teoría de «protolengua».
Y, sin embargo, no negarse que el parentesco
puede
idiomático de como, por ejemplo, las
naciones
eslavas, no ofrece lugar a dudas ni que el estudio de
ese parentesco idiomático podría ser de gran valor
para el estudio de las leyes del desarrollo de la
lengua. Y eso sin hablar de que la teoría de
«protolengua» tiene nada que ver aquí.
Oyendo a N. Y. Marr y, sobre todo, a sus
"discípulos», podría pensarse que antes de N. Y.
Marr no existía la lingüística, que la lingüística
apareció con la "nueva doctrina» de N. Y. Marr,
Marx y Engels eran mucho más modestos:
consideraban que su materialismo dialéctico era
producto del desarrollo de las ciencias, incluida la
filosofía, en el período precedente.
Por tanto, la discusión ha ayudado a la causa en el
sentido que también
de ha descubierto lagunas
ideológicas en la lingüística soviética.
Creo que cuanto antes se desembarace nuestra

crearon muchas importantes obras. Sin embargo, en la actividad


de la RAPP aparecieron importantes errores ideopolíticos,
particularmente al final de la tercera década. La RAPP guardaba
remanentes de Proletkult, sembraba el sectarismo y divulgaba el
espíritu de grupos.
Ya que la RAPP se convirtió en un obstáculo para el posterior
desarrollo de la literatura, el CC del PC(b) de Rusia con la
resolución del 23 de abril de 1932 «Sobre la reconstrucción de
las organizaciones literario-artísticas» decidió la liquidación de la
RAPP y se fundó la Liga de los Escritores soviéticos de la URSS.

302

lingüística de los errores de N. Y. Marr, tanto más


rápidamente se la podrá sacar de la crisis por que
atraviesa ahora.
Liquidar el régimen a lo Arakehéev en la
lingüística, renunciar a los errores de N. Y. Marr,
introducir el marxismo en la lingüística: tal es, a mi
juicio, el camino para sanear la lingüística soviética.

Publicado en «Pravda», el 20 de junio de 1950.

En torno a algunas cuestiones de la lingüística


Camarada Krashenínnikova:
Respondo a sus preguntas.
1. PREGUNTA. Su artículo demuestra
convincentemente que la lengua no es ni base ni
superestructura. ¿Sería acertado considerar que la
lengua es un fenómeno propio tanto de la base como
de la superestructura, o sería más justo considerar la
lengua un fenómeno intermedio?
RESPUESTA. Naturalmente, a la lengua, como
fenómeno social, le es propio lo común en todos los
fenómenos sociales, comprendidas la base y la
superestructura, a saber: está al servicio de la
sociedad, como todos los demás fenómenos sociales,
incluyendo la base y la superestructura. Pero aquí
termina, propiamente hablando, lo común a todos los
fenómenos sociales. A partir de aquí empiezan
diferencias importantes entre los fenómenos sociales.
La cuestión estriba en que los fenómenos sociales,
además de ese rasgo común, tienen sus
particularidades específicas, que los diferencian a
unos de otros y que tienen para la ciencia una
importancia primordial. Las particularidades
específicas de la base consisten en que ésta sirve a la
sociedad desde el punto de vista económico. Las
particularidades específicas de la superestructura
consisten en que pone al servicio de la sociedad ideas
políticas, jurídicas, estéticas y otras, crea para la
sociedad las correspondientes instituciones políticas,
jurídicas, etc., etc. ¿En qué consisten las
particularidades específicas de la lengua, que la
diferencian de los demás fenómenos sociales?
Consisten en que la lengua sirve a la sociedadcomo
medio de relación entre los hombres, como medio de
intercambio de ideas en la sociedad, como medio que
permite a los hombres entenderse mutuamente y
organizar el trabajo conjunto en todas las esferas de
la actividad humana, tanto en la esfera de la
producción como
en la esfera de las relaciones
económicas, tanto en la esfera de la política como en
la esfera de la cultura, tanto en la vida social como en
la vida privada. Estas particularidades son exclusivas
de la lengua, y precisamente porque son exclusivas
de la lengua, ésta es objeto de estudio por una ciencia
independiente: la lingüística. Si la lengua no tuviera
esas particularidades, la lingüística perdería el
derecho a una existencia independiente.
En pocas palabras: no puede incluirse a la lengua

J. V. Stalin

nien la categoría de las bases ni en la categoría de las


superestructuras.
Tampoco puede incluírsela en la categoría de los
fenómenos «intermedios» entre la base y la
superestructura, pues tales fenómenos «intermedios»
no existen.
Pero ¿quizá puede incluirse la lengua en la
categoría de las fuerzas productivas de la sociedad,
por ejemplo, en la categoría de los instrumentos de
producción? En efecto, entre la lengua y los
instrumentos de producción hay cierta analogía: los
instrumentos de producción, lo mismo que la lengua,
manifiestan cierta indiferencia hacia las clases y
pueden servir por igual a las diversas clases de la
sociedad, tanto la las viejas como a las nuevas.
¿Ofrece esta circunstancia fundamento para incluir la
lengua en la categoría de los instrumentos de
producción? No, no lo ofrece.
Hubo un tiempoen que N. Y. Marr, viendo que su
fórmula «la lengua es una superestructura de la base»
encontraba objeciones, decidió «reorientarse» y
declaró que «la lengua es un instrumento de
producción». ¿Tenía razón N. Y. Marr al incluir la
lengua en la categoría de los instrumentos de
producción? No, no tenía ninguna razón.
La cuestión estriba en que la semejanza entre la
lengua y los instrumentos de producción no va más
allá de la analogía que acabo de mencionar. Pero, en
cambio, entre la lengua y los instrumentos de
producción hay una diferencia esencial. Esa
diferencia consiste en que los instrumentos de
producción producen bienes materiales, mientras que
la lengua no produce nada o sólo «produce» palabras.
Más exactamente dicho: si poseen instrumentos de
producción, los hombres pueden producir bienes
materiales, pero si carecen de ellos, no pueden
producir bienes materiales aunque dispongan de una
lengua. No es difícil comprender que si la lengua
pudiera producir bienes materiales, los charlatanes
serían los hombres más ricos de la tierra.

2. PREGUNTA. Marx y Engels definen la lengua


como la «realidad inmediata del pensamiento», como
«la conciencia práctica... real». «Las ideas -dice
Marx- no existen separadamente de la lengua». ¿En
qué medida, a su juicio, debe ocuparse la lingüística
del aspecto semántico de la lengua, de la semántica,
de la semasiología histórica y del estilo, o bien el
objeto de la lingüística debe ser únicamente la
forma?
RESPUESTA. La semántica (semasiología) es
una de las partes importantes de la lingüística. El
aspecto semántico tiene una seria importancia para el
estudio de la lengua. Por eso debe asegurar a la
semántica (semasiología) el lugar que le corresponde
en la lingüística.
Sin embargo, al estudiar sus problemas y al
utilizar sus datos, no debe exagerarse en modo

El marxismo y los problemas de la lingüística


alguno la importancia de la semántica y menos aún
abusar de ella. Me refiero a algunos lingüistas que,
llevados de una pasión excesiva por la semántica,
desprecian la lengua como «realidad inmediata del
pensamiento», indisolublemente ligada con el
pensamiento, separan el pensamiento de la lengua y
afirman que la lengua está en vías de desaparición y
que puede prescindirse de ella.
Preste atención a las siguientes palabras de N. Y.
Marr:

«La lengua sólo existe en la medida en que se


manifiesta en los sonidos; la acción de pensar se
produce también ser expresada... La lengua
sin
(hablada) ha comenzado ya a transmitir sus funciones
a novísimos inventos que vencen incondicionalmente
al espacio, mientras que el pensamiento va en
ascenso a cuenta de las riquezas que ha acumulado,
sin utilizarlas, en el pasado y de sus nuevas
adquisiciones, y está llamado a desplazar y a sustituir
plenamente a la lengua. La lengua futura será el
pensamiento, que crecerá en una técnica libre de la
materia natural. Ninguna lengua, ni siquiera la
hablada, vinculada, pese a todo, con las normas de la
naturaleza, podrá hacerle frente» (Véase «Obras
escogidas» de N. Y. Marr).

Si traducimos al simple lenguaje humano este


galimatías «mágico-laboral», podremos llegar a la
conclusión de que:
a) N. Y. Marr separa el pensamiento de la lengua;
b) N. Y. Marr considera que los hombres pueden
relacionarse también sin una lengua, con ayuda del
pensamiento mismo, libre de la «materia natural» de
la lengua, libre de las «normas de la naturaleza»;
c) al separar el pensamiento de la lengua y
«liberarlo» de la «materia natural», idiomática, N. Y.
Marr cae en el pantano del idealismo.
Dicenque los pensamientos surgen en la cabeza
del hombre antes de que sean enunciados en el habla,
que surgen sin material idiomático, sin envoltura
idiomática o, por decirlo así, desnudos. Pero eso es
absolutamente falso. Cualesquiera que sean los
pensamientos que surjan en la cabeza del hombre, y
cualquiera que sea el momento en que surjan,
únicamente pueden surgir y existir sobre la base del
material idiomático, sobre la base de los términos y
las frases de la lengua. No existen pensamientos
desnudos, libres del material idiomático, libres de la
«materia natural» idiomática. «La lengua es la
realidad inmediata del pensamiento» (Marx). La
realidad del pensamiento se manifiesta en la lengua.
Sólo idealistas pueden hablar del pensamiento sin
asociarlo a la «materia natural» de la lengua, hablar
de un pensamiento sin lengua.
En pocas palabras: la exageración de la
importancia de la semántica y el abuso de ella
condujeron a N. Y. Marr al idealismo.

303

Por consiguiente, la semántica (semasiología), si


se la preserva de exageraciones y abusos de la índole
de los cometidos por N. Y. Marr y algunos de sus
«discípulos», puede reportar gran beneficio a la
lingüística.

3. PREGUNTA. Usted dice con toda razón que


las ideas, las concepciones, las costumbres y los
principios morales de los burgueses y de los
proletarios son diametralmente opuestos. El carácter
de clase de estos fenómenos se ha reflejado
indudablemente en el aspecto semántico de la lengua
(y a veces también en su forma -en el vocabulario-,
como se señala acertadamente en su artículo). ¿Se
puede, cuando se analiza un material idiomático
concreto, y en primer término el aspecto semántico
de una lengua, hablar de la esencia de clase de los
conceptospor ella expresados, particularmente en los
casos en que no sólo se trata de la expresión, en
palabras, del pensamiento del hombre, sino también
de su actitud ante la realidad, en la que se manifiesta
con particular relieve la clase a que pertenece?
RESPUESTA. Brevemente hablando, usted quiere
saber si las clases influyen en a
la lengua, si aportan
la lengua sus palabras y expresiones especificas, si
existen casos en que los hombres den diferente
significado a unas mismas palabras y expresiones en
dependencia de la clase a que pertenezcan.
Sí, las clases influyen en la lengua, aportan a la
lengua sus palabras y expresiones específicas y, a
veces, comprenden de modo diferente unas mismas
palabras y expresiones. Eso está fuera de dudas.
De aquí, sin embargo, no se desprende que las
palabras y las expresiones específicas, igual que la
diferencia en la semántica, puedan tener una
importancia seria para el desarrollo de una lengua
común a todo el pueblo, que sean capaces de
aminorar su importancia o modificar su carácter.
En primer lugar, esas palabras y expresiones
específicas, así como los casos de diferencia en la
semántica, son tan escasos que apenas constituyen el
uno por ciento de todo el material de la lengua. Por
consiguiente, la enorme masa restante de palabras y
expresiones, así como su semántica, son comunes a
todas las clases de la sociedad.
En segundo lugar, las palabras y expresiones
específicas, con matiz de clase, no son utilizadas en
el lenguaje ateniéndose a las reglas de una gramática
de «clase», que no existe bajo la capa del cielo, sino
a las reglas de la gramática de la lengua existente,
común a todo el pueblo.
Por lo tanto, la existencia de palabras y
expresiones específicas, lo mismo que las diferencias
en la semántica de una lengua no refutan, sino que,
por el contrario, confirman la existencia y la
necesidad de una lengua única, común a todo el
pueblo.

304

4. PREGUNTA. En su artículo califica usted con


toda razón a Marr de vulgarizador del marxismo.
¿Quiere decir esto que los lingüistas -entre ellos,
nosotros, los jóvenes- debemos rechazar toda la
herencia lingüística de Marr, en la cual hay, pese a
todo, algunas investigaciones lingüísticas valiosas
(los camaradas Chikobava, Sanzhéev y otros han
hablado de ellas en la discusión)? ¿Podemos,
abordando con sentido crítico a Marr, tomar lo útil y
valioso que haya eh él?
RESPUESTA. Naturalmente, las obras de N. Y.
Marr no contienen sólo errores. N. Y. Marr incurrió
en burdísimos errores cuando introdujo en la
lingüística elementos de marxismo adulterados,
cuando intentó crear una teoría lingüística
independiente. Pero N. Y. Marr tiene algunas obras
buenas y escritas con talento, en las que, olvidándose
de sus pretensiones teóricas, investiga:
concienzudamente yque decirlo- con habilidad,
-hay
determinadas lenguas. En esos trabajos hay mucho
material valioso e instructivo. Naturalmente que todo
lo valioso e instructivo que hay en N. Y. Marr debe
ser tomado y utilizado.

5. PREGUNTA. Muchos lingüistas estiman que el


formalismo es una de las causas principales del
estancamiento de la lingüística soviética. Siento
grandes deseos de conocer su de en
opinión acerca
qué se manifiesta el formalismo en la lingüística y
cómo debe procederse para superarlo.
RESPUESTA. N. Y. Marr y sus «discípulos»
acusan de «formalismo» a todos los lingüistas que no
comparten la «nueva doctrina» de N. Y. Marr. Eso,
naturalmente, no es serio ni inteligente.
N. Y. Marr consideraba que la gramática era puro
«formalismo» y formalistas a quienes veían en la
estructura gramatical la base de la lengua. Eso es una
solemne majadería.
Yo creo que el «formalismo» ha sido inventado
por los autores de la «nueva doctrina» para combatir
más fácilmente a sus adversarios en la lingüística.
La causa del estancamiento de la lingüística
soviética no es el «formalismo» inventado por N. Y.
Marr y sus «discípulos», sino el régimen a lo
Arakchéev y las lagunas teóricas en la lingüística. El
régimen a lo Arakchéev lo han instaurado los
«discípulos» de N. Y. Marr. La confusión teórica ha
sido llevada a la lingüística por N. Y. Marr y sus más
cercanos adeptos. Para que no haya estancamiento
debe terminarse con lo uno y lo otro. La eliminación
de esas úlceras saneará la lingüística soviética, la
conducirá a un anchuroso camino y le permitirá
ocupar el primer lugar en la lingüística mundial.
29 de junio de 1950.

Publicado en «Pravda», el 4 de julio de 1950.

Respuestas a unos camaradas

J. V. Stalin

Al camarada Sanzhéev
Estimado camarada Sanzhéev:
Respondo a su carta con gran retraso, ya que sólo
ayer me fue transmitida por el aparato del Comité
Central.
Usted interpreta mi posición en el problema de los
dialectos con absoluta justeza.
Los dialectos «de clase», a los que sería más
exacto llamar jergas, no sirven a las masas populares,
sino a una reducida capa de las altas esferas sociales.
Por lo demás, no tienen ni estructura gramatical ni
léxico básico propios. A eso sedebe que no puedan,
de ninguna manera, convertirse en lenguas
independientes.
Los dialectos locales («territoriales») sirven, por
el contrario, a lasmasas populares y tienen su propia
estructura gramatical y su propio caudal de voces
básico. A ello se debe que algunos dialectos locales,
en el proceso de formación de las naciones, puedan
servir de base a las lenguas nacionales y desarrollarse
hasta llegar a ser lenguas nacionales independientes.
Ese fue el caso, por ejemplo, del dialecto de Kursk-
Orel (el «habla» de Kursk-Orel) de la lengua rusa,
que constituyó la base de la lengua nacional rusa. Lo
mismo cabe decir del dialecto de Poltava-Kíev de la
lengua ucraniana, que fue la base de la lengua
nacional ucraniana. En cuanto a los demás dialectos
de esas lenguas, pierden su originalidad, se funden
con esas lenguas y se
en ellas.
diluyen
Suele darse también el proceso inverso, cuando la
lengua única de un pueblo que no se ha convertido
aún en nación por no existir las condiciones
económicas necesarias para su desarrollo, se hunde a
causa de la disgregación estatal de este pueblo, y los
dialectos locales que aún no han tenido tiempo de
fundirse en una lengua única, reviven y dan
comienzo a la formación de distintas lenguas
independientes. Es posible que ése fuera el caso por
ejemplo, de la lengua mongola única.
11 de julio de 1950.

Publicado en «Pravda», el 2 de agosto de 1950.

A los camaradas D. Belkin y S. Furer


He recibido sus cartas.
El error de ustedes consiste en que han mezclado
dos cosas diferentes y han suplantado por otro el
tema examinado en mi respuesta a la camarada
Krashenínnikova.
en esa respuesta a N. Y. Marr, quien,
1. Yo critico
al tratar (hablada) y del pensamiento,
de la lengua
separa la lengua del pensamiento y cae por ello en el
idealismo. Por tanto, en mi respuesta me refiero a
personas normales, con el don de la palabra. Yo
afirmo que en esas personas los pensamientos sólo
pueden surgir sobre la base del material idiomático,
que en las personas con el don de la palabra no
existen pensamientos desnudos, sin ligazón con el

El marxismo y los problemas de la lingüística

material idiomático.
En vez de aceptar o de rechazar esta tesis, ustedes
presentan a personas anormales, sin habla, a
sordomudos, cuyos pensamientos, naturalmente, no
pueden surgir sobre la base del material idiomático.
Como ven, éste es otro tema totalmente distinto, al
que no me he referido ni podía referirme, pues la
lingüística se ocupa de personas normales, con el don
de la palabra, y no de personas anormales, de
sordomudos, que no hablan.
Ustedes han suplantado el tema discutido por otro
que no ha sido puesto a discusión.
2. De la carta del camarada Belkin se desprende
que coloca en un mismo plano la «lengua de
palabras» (lengua hablada) con la «lengua mímica»
(según N. Y. Marr, lengua «de las manos»). Por lo
visto, cree que la lengua mímica y la lengua de
palabras son equivalentes, que en un tiempo la
sociedad humana no tenía lengua de palabras, que la
lengua «de las manos» suplía entonces a la lengua de
palabras, que apareció después.
Pero si el camarada Belkin piensa efectivamente
así, incurre en un grave error. La lengua hablada o la
lengua de palabras fue siempre el único lenguaje de
la sociedad humana capaz de servir como eficiente
medio de relación entre los hombres. La historia no
conoce ninguna sociedad humana, por más atrasada
que sea, sin su lengua hablada. La etnografía no
conoce ningún pequeño pueblo atrasado, aunque sea
tan primitivo o más aún que, pongamos por caso, los
australianos o los habitantes de la Tierra del Fuego
en el siglo pasado, que no tenga su lengua hablada.
La lengua hablada es en la historia de la humanidad
una de las fuerzas que han ayudado a los hombres a
diferenciarse del resto de los animales, unirse en
sociedades, desarrollar su pensamiento, organizar la
producción social, luchar con éxito contra las fuerzas
de la naturaleza y llegar al progreso que observamos
en la actualidad.
En este sentido, el papel de la llamada lengua
mímica es insignificante, debido a su extrema
pobreza y limitación. Propiamente dicho, no es una
lengua y ni siquiera un sucedáneo de lengua capaz de
reemplazar de una u otra manera a la lengua hablada,
sino un medio auxiliar, con recursos extremadamente
limitados, que a veces utiliza el hombre para
subrayar uno u otro pasaje en su discurso. La lengua
mímica y la lengua hablada son tan incomparables
como la primitiva azada de madera y el moderno
tractor-oruga, con su arado de cinco rejas, o la
sembradora a tractor.
3. A lo que se ve, ustedes se interesan sobre todo
por los sordomudos, y sólo después por los
problemas de la lingüística. Al parecer, es
precisamente esta circunstancia la que les ha
inducido a hacerme varias preguntas. Bien, ya que
ustedes insisten, procuraré satisfacer su ruego. Así,
pues, ¿qué puede decirse de los sordomudos?

305

¿Poseen la facultad ¿surgen en ellos


de pensar?,
pensamientos? Sí, poseende pensar y en
la facultad
ellos surgen pensamientos. Es evidente que, como los
sordomudos están privados del habla, sus
pensamientos no pueden surgir sobre la base del
material lingual. ¿Quiere decir eso que los
pensamientos de los sordomudos son pensamientos
desnudos, sin nexo con las «normas de la naturaleza»
(expresión de N. Y. Marr)? No, no quiere decir eso.
Los pensamientos de los sordomudos surgen y
pueden existir únicamente sobre la base de las
imágenes, las percepciones y las concepciones que se
forman en su vida de los objetos del mundo exterior
y de las relaciones entre ellos mismos gracias a la
vista, el tacto, el gusto y el olfato. Fuera de estas
imágenes, percepciones y concepciones, el
pensamiento es huero, carece de todo contenido, es
decir, no existe.
22 de julio de 1950.

Publicado en «Pravda», el 2 de agosto de 1950.


Al camarada A. Jolópov
He recibido su carta.
He tardado un poco en contestarle por estar
recargado de trabajo.
Su carta parte tácitamente de dos hipótesis: de la
hipótesis de que es admisible citar las obras de uno o
de otro autor haciendo abstracción del período
histórico a que se refiere la cita y, en segundo lugar,
de la hipótesis de que tales o cuales conclusiones y
fórmulas del marxismo, resultado del estudio de uno
u otro período del desarrollo histórico, son justas
para todos los períodos de desarrollo y por eso deben
permanecer inmutables.
Debo decir que ambas hipótesis son
profundamente erróneas.
Algunos ejemplos.
1. En el quinto decenio del siglo pasado, cuando
aún no existía capitalismo monopolista, cuando el
capitalismo se desarrollaba de manera más o menos
uniforme, en línea ascendente, se extendía a nuevos
territorios que no había ocupado aún, y la ley de la
desigualdad del desarrollo no podía actuar todavía
con plena fuerza, Marx y Engels llegaron a la
conclusión de que la revolución socialista no podría
triunfar en un solo país y únicamente podía vencer
mediante un golpe conjunto en todos o en la mayoría
de los países civilizados. Esta conclusión pasó a ser
una tesis rectora para todos los marxistas.
Sin embargo, en los albores del siglo XX,
especialmente en el período de la primera guerra
mundial, cuando para todos se hizo evidente que el
capitalismo premonopolista se había transformado de
manera manifiesta en capitalismo monopolista,
cuando el capitalismo ascendente se convirtió en
capitalismo moribundo, y cuando la guerra puso de
relieve las incurables debilidades del frente

306

imperialista mundial y la ley de la desigualdad del


desarrollo predeterminó el que la revolución
proletaria maduraría en épocas diferentes en los
distintos países, Lenin, partiendo de la teoría
marxista, llegó a la conclusión de que en las nuevas
condiciones del desarrollo la revolución socialista
podía perfectamente triunfar en un solo país; de que
el triunfo simultáneo de la revolución socialista en
todos países o en la mayoría de los
los países
civilizados era imposible debido a que la revolución
no maduraba por igual en dichos países; de que la
vieja fórmula de Marx y Engels no correspondía ya a
las nuevas condiciones históricas.
Como se ve, tenemos aquí dos conclusiones
distintas sobre el problema del triunfo del socialismo,
que no sólo se contradicen, sino que se excluyen
mutuamente.
Los dogmáticos y los talmudistas, que citan
mecánicamente, sin penetrar en la esencia de las
cosas, haciendo abstracción de las condiciones
históricas, pueden
decir que una de estas
conclusiones, por ser absolutamente injusta, debe ser
rechazada, y la otra conclusión, por ser
absolutamente justa, debe hacerse extensiva a todos
los períodos del desarrollo. Pero los marxistas no
pueden ignorar que los dogmáticos y los talmudistas
se equivocan, no pueden ignorar que ambas
conclusiones son justas, pero no incondicionalmente,
sino cada una para su época: la de Marx y Engels
para el período del capitalismo premonopolista, y la
de Lenin para el período del capitalismo
monopolista.
2. Engels decía en su «Anti-Dühring» que,
después del triunfo de la revolución socialista, el
Estado había de extinguirse. Sobre esta base, después
del triunfo de la Revoluciónen nuestro Socialista
país, los dogmáticos y en nuestro
los talmudistas
Partido exigían que el Partido tomase medidas para
acelerar la extinción de nuestro Estado, para disolver
los organismos del Estado, para renunciar al ejército
permanente.
Sin embargo, el estudio de la situación mundial en
nuestra época llevóa los marxistas soviéticos a la
conclusión de que en las condiciones de cerco
capitalista, cuando la revolución socialista ha
triunfado en un solo país y en todos los demás
domina el capitalismo, el país de la revolución
triunfante no debe debilitar, sino reforzar por todos
los medios su estado, los organismos del Estado, el
servicio de inteligencia y el ejército, si no quiere ser
aplastado por el cerco capitalista. Los marxistas rusos
llegaron a la conclusión de que la fórmula de Engels
se refiere al triunfo del socialismo en todos los países
o en la mayoría de los países y es inaplicable cuando
el socialismo triunfa en un solo país, mientras en
todos los demás países domina el capitalismo.
Como se ve, tenemos aquí dos diferentes fórmulas
relativas a los destinos del Estado socialista, dos

J. V. Stalin

fórmulas que se excluyen mutuamente.


Los dogmáticos y los talmudistas pueden decir
que esta circunstancia crea
una situación
insoportable, que hay que rechazar una fórmula, por
ser absolutamente errónea, y extender la otra, por ser
absolutamente justa, a todos los períodos del
desarrollo del Estado socialista. Pero los marxistas no
pueden ignorar que los dogmáticos y los talmudistas
se equivocan, pues ambas fórmulas son justas, pero
no de manera incondicional, sino cada una para su
época: la de los marxistas soviéticos para el período
del triunfo del socialismo en uno o en varios países, y
la de Engels para el período en que el triunfo
consecutivo del socialismo en distintos países
conduzca al triunfo del socialismo en la mayoría de
los países y se creen, por tanto, las condiciones
necesarias para la aplicación de la fórmula de Engels.
Podrían multiplicarse estos ejemplos.
Lo mismo hay que decir de las dos fórmulas
diferentes sobre el problema de la lengua, tomadas de
distintas obras de Stalin y citadas por el camarada
Jolópov en su carta.
El camarada se remite a la obra de Stalin
Jolópov
«Acerca en la lingüística» donde se
del marxismo
saca la conclusión de que, como resultado del cruce,
por ejemplo, de dos lenguas, una de ellas sale
habitualmente vencedora, mientras que la otra se
extingue, y que, por consiguiente, el cruce no da una
lengua nueva, una tercera lengua, sino que conserva
una de las lenguas. Más adelante se remite a otra
conclusión tomada del informe de Stalin al XVI
Congreso del PC(b) de la URSS, donde se dice que
en el período del triunfo del socialismo en escala
mundial, cuando el socialismo se haya consolidado y
sea un sistema de vida habitual, las lenguas
nacionales deberán fundirse en una
inevitablemente
lengua común que, como es natural, no será ni el
gran-ruso ni el alemán, sino una lengua nueva. Al
comparar estas dos fórmulas y ver que no sólo no
coinciden, sino que se excluyen, el camarada Jolópov
se desespera. «Por su artículo -escribe- he
comprendido que del cruce de lenguas nunca puede
obtenerse una lengua nueva, mientras que antes de la
aparición del artículo estaba firmemente convencido,
de acuerdo con su discurso en el XVI Congreso del
PC(b) de la URSS, que en el comunismo
de las
lenguas se fundirían en una lengua común».
Por lo visto, el camarada Jolópov ha descubierto
una contradicción entre estas
fórmulas y, dos
firmemente convencido de que
ser suprimida, debe
considera necesario desembarazarse de una fórmula,
como injusta, y asirse a la otra fórmula, como justa
para todos los tiempos y todos los países; pero no
sabe a qué fórmula precisamente asirse. Resulta algo
así como una situación sin salida. El camarada
Jolópov ni siquiera sospecha que ambas fórmulas
pueden ser justas, cada una para su época.
Así les ocurre siempre a los dogmáticos y a los
El marxismo y los problemas de la lingüística

talmudistas, que, sin penetrar en la esencia de las


cosas y citando mecánicamente, sin relación con las
condiciones históricas a que se refieren las citas, se
ven siempre en una situación sin salida.
No obstante, si se examina el fondo de la cuestión
no hay ningún fundamento para considerar que esa
situación no tiene salida. La cuestión estriba en que
el folleto de Stalin «Acerca del marxismo en la
lingüística» y el discurso de Stalin en el XVI
Congreso del Partido se refieren a dos épocas
totalmente distintas, razón por la cual las fórmulas
resultan también distintas.
La fórmula dada por Stalin en su folleto, en la
parle que habla del cruce de las lenguas, se refiere a
la época anterior al triunfo del socialismo en escala
mundial; cuando las clases explotadoras son la fuerza
dominante en el mundo; cuando el yugo nacional y
colonial sigue en pie; cuando el aislamiento nacional
y la desconfianza entre las naciones están afianzados
por las diferencias estatales; cuando no existe aún la
igualdad de derechos de las naciones; cuando el
cruce de las lenguas se opera en la lucha por la
dominación de una de las lenguas; cuando no existen
aún las condiciones para la colaboración pacífica y
amistosa de las naciones y de las lenguas; cuando no
son la colaboración y el enriquecimiento mutuo de
las lenguas, sino la asimilación de unas lenguas y el
triunfo de otras, lo que está a la orden del día. Es
lógico que en esas condiciones sólo pueda haber
lenguas vencedoras y lenguas vencidas. Precisamente
a esas condiciones se refiere la fórmula de Stalin
cuando dice que el cruce, por ejemplo, de dos
lenguas no da por resultado la formación de una
lengua nueva, sino el triunfo de una de las lenguas y
la derrota de la otra.
En cuanto a la otra fórmula de Stalin, tomada de
su discursoen el XVI Congreso del Partido, en la
parte relativa a la fusión de las lenguas en una lengua
común, se refiere a otra época, a saber, la época
posterior al triunfo del socialismo en escala mundial,
en la que ya no existirá el imperialismo mundial, las
clases explotadoras habrán sido derrocadas, el yugo
nacional y colonial suprimido, el aislamiento
nacional y la desconfianza entre las naciones
sustituidos por la confianza recíproca y el
acercamiento de las naciones; en la que la igualdad
de derechos de las naciones será una realidad, la
política de aplastamiento y asimilación de las lenguas
habrá sido eliminada, la colaboración de las naciones
será un hecho y las lenguas nacionales podrán
enriquecerse libre y recíprocamente mediante la
colaboración. Es lógico que en estas condiciones no
pueda ni hablarse del aplastamiento y la derrota de
unas lenguas ni del triunfo de otras. Aquí el problema
no afectará a dos lenguas, de las cuales una sucumbe
y la otra sale vencedora de la lucha, sino a centenares
de lenguas nacionales, de las cuales, como resultado
de una larga colaboración económica, política y
307

cultural de las naciones, irán destacándose al


principio lenguas únicas zonales más y,
enriquecidas,
después, las lenguas zonales se fundirán en una
lengua internacional común que, naturalmente, no
será ni el alemán, ni el rusa, ni el inglés, sino una
nueva lengua, que habrá absorbido los mejores
elementos de las lenguas nacionales y zonales.
Por consiguiente, esas dos fórmulas distintas
corresponden a dos épocas distintas del desarrollo de
la sociedad y, precisamente por eso, por corresponder
a ellas, ambas fórmulas son justas, cada una para su
época.
Exigir que estas
fórmulas no estén en
contradicción sí, que no se excluyan, es tan
entre
absurdo como exigir que la época de la dominación
del capitalismo no esté en contradicción con la época
de la dominación del socialismo, que el socialismo y
el capitalismo no se excluyan entre sí.
Los dogmáticos y los talmudistas consideran que
el marxismo, que las distintas conclusiones y
fórmulas del marxismo son una colección de dogmas
que «nunca» varían, aunque varíen las condiciones
del desarrollo de la sociedad. Creen que si se
aprenden de memoria estas conclusiones y fórmulas
y se ponen a citarlas a diestro y siniestro, estarán en
condiciones de resolver cualquier problema, pues
suponen que las conclusiones y fórmulas aprendidas
de memoria les
servirán para todos los tiempos y
para países, para todos los casos
todos los de la vida.
Pero así sólo pueden pensar quienes ven la letra del
marxismo, pero no captan su esencia, quienes se
aprenden de memoria los textos de las conclusiones y
fórmulas del marxismo, pero no comprenden su
contenido.
El marxismo es la ciencia de las leyes del
desarrollo de la naturaleza y de la sociedad, la ciencia
de la revolución de las masas oprimidas y explotadas,
la ciencia de la victoria del socialismo en todos los
países, la ciencia de la edificación de la sociedad
comunista. El marxismo, como que es, no
ciencia
puede permanecer estancado: se desarrolla y se
perfecciona. En su desarrollo, el marxismo no puede
dejar de enriquecerse con nuevas experiencias, con
nuevos conocimientos, y, por tanto, algunas de sus
fórmulas y conclusiones tienen forzosamente que
cambiar con el tiempo, tienen forzosamente que ser
sustituidas por nuevas fórmulas y conclusiones,
correspondientes a las nuevas tareas históricas. El
marxismo no reconoce conclusiones y fórmulas
inmutables, obligatorias para todas las épocas y
períodos. El marxismo es enemigo de todo
dogmatismo.
28 de julio de 1950.

Publicado en «Pravda», el 2 de agosto de 1950.


PROBLEMAS ECO�ÓMICOS DEL
SOCIALISMO E� LA URSS

A los participantes en la discusión sobre


problemas de Economía.

Observaciones sobre cuestiones de economía


relacionadas con la discusión de noviembre de
1951
Dispongo de todos los documentos relacionados
con la discusión económica celebrada para apreciar
el proyecto de manual de Economía Política. He
recibido, entre esos documentos, las «Propuestas para
mejorar el proyecto de manual de Economía
Política», las «Propuestas para eliminar los errores y
las inexactitudes» en el proyecto, y la «Relación de
las cuestiones discutibles».
Estimo necesario hacer respecto a todos estos
materiales, y también respecto al proyecto de
manual, las siguientes observaciones.

1. El carácter de las leyes económicas en el


socialismo
Algunos camaradas niegan el carácter objetivo de
las leyes de la ciencia, principalmente de las leyes de
la Economía Política en el socialismo. Niegan que las
leyes de la Economía Política reflejan el carácter
regular de procesos que se operan
independientemente de la voluntad de los hombres.
Consideran que en virtud del papel que la
especial
historia ha asignado al Estado y sus
Soviético, éste
dirigentes pueden abolir las leyes de la economía
política existentes, pueden «formar» nuevas leyes,
«crear» nuevas leyes.
Esos camaradas se equivocan profundamente. Por
lo visto, confunden las leyes de la ciencia, que
reflejan procesos objetivos de la naturaleza o de la
sociedad, procesos independientes de la voluntad de
los hombres, con las leyes promulgadas por los
gobiernos, creadas por la voluntad de los hombres y
que tienen únicamente fuerza jurídica. Pero no se
debe confundirlas de ningún modo.
El marxismo concibe las leyes de la ciencia -lo
mismo se trata de las leyes de las Ciencias
si
Naturales que de las leyes de la Economía Política-
como reflejo de procesos objetivos que se operan
independientemente de la voluntad de los hombres.
Los hombres pueden descubrir estas leyes, llegar a
conocerlas, estudiarlas, tomarlas en consideración al
actuar y aprovecharlas en interés de la sociedad; pero
no pueden modificarlas ni abolirlas. Y aún menos
pueden formar o crear nuevas leyes de la ciencia.
¿Quiere decir eso que, por ejemplo, los efectos de
la acción de las leyes naturales, los efectos de la
acción de las fuerzas de la naturaleza sean en
absoluto ineluctables, que las acciones destructivas
de las fuerzas naturales tengan y en todas
siempre
partes la fuerza inexorable de elementos que no se
someten a la influencia del hombre? No, no quiere
decir eso. Si excluimos los procesos astronómicos,
geológicos y otros análogos en los que los hombres,
incluso cuando han llegado a conocer las leyes de su
desarrollo, son verdaderamente impotentes para
influir en ellos, en muchos otros casos los hombres
no son, en absoluto, impotentes para influir en los
procesos naturales. En todos esos casos, los hombres,
una vez han conocido las leyes de la naturaleza,
pueden, tomándolas en consideración y apoyándose
en ellas, utilizándolas y aprovechándolas
debidamente, reducir la esfera de su acción, encauzar
en otra dirección las fuerzas destructivas de la
naturaleza y hacer que rindan provecho a la sociedad.
Tomemos un ejemplo entre muchos. En tiempos
remotísimos, el desbordamiento de los grandes ríos,
las inundaciones y la destrucción de viviendas y de
sembrados, a las inundaciones aparejadas,
considerábanse como una calamidad ineluctable,
contra la que los hombres nada podían hacer. Sin
embargo, con el transcurso del tiempo, al aumentar
los conocimientos del hombre, cuando los hombres
aprendieron a levantar diques y a construir centrales
hidroeléctricas, se hizo posible preservar a la
sociedad de calamidades como las inundaciones, que
antes parecían ineluctables, Más aún, los hombres
aprendieron a poner freno a las fuerzas destructivas
de la naturaleza, a domarlas, por decirlo así, a hacer
que la fuerza del agua prestase servicio a la sociedad
y a utilizarla para regar los campos y obtener energía.
¿Quiere decir eso que los hombres abolieron de
esta manera las leyes de la naturaleza, las leyes de la
ciencia, que crearon nuevas leyes de la naturaleza,
nuevas leyes de la ciencia? No, no quiere decir eso.
La realidad es que todo lo que se hace para prevenir
la acción de la fuerza destructiva del agua y para
utilizar esa fuerza en interés de la sociedad, hácese
sin violar en lo más mínimo, modificar o destruir las
leyes de la ciencia, sin crear nuevas leyes de la

Problemas económicos del socialismo en la URSS

ciencia. Al contrario: todo eso se hace basándose


estrictamente en las leyes de la naturaleza, en las
leyes de la ciencia, pues cualquier infracción de las
leyes de la naturaleza, aún la más mínima, conduciría
únicamente a estropearlo todo, lo frustraría todo.
Lo mismo hay que decir de las leyes del
desarrollo económico, de las leyes de la Economía
Política,tanto si se trata del período del capitalismo,
como del período del socialismo. Aquí, lo mismo que
en las Ciencias Naturales, las leyes del desarrollo
económico son leyes objetivas que reflejan los
procesos del desarrollo económico, procesos que se
operan independientemente de la voluntad de los
hombres. Los hombres pueden descubrir esas leyes,
llegar a conocerlas y, apoyándose en ellas,
aprovecharlas en interés de la sociedad, encauzar en
otra dirección la acción destructiva de algunas leyes,
limitar la esfera de su vía libre a otras
acción, dar
leyes que van abriéndose camino; pero no pueden
destruir unas leyes económicas y crear otras nuevas.
Una de las peculiaridades de la Economía Política
consiste en que sus leyes no son como las
duraderas,
leyes de las Ciencias pues las leyes de la
Naturales,
Economía Política, por lo menos la mayoría de ellas,
actúan en el transcurso de un período histórico
determinado, y después ceden lugar a nuevas leyes.
Pero las leyes económicas no son destruidas, sino
que cesan actuar debido a nuevas condiciones
de
económicas y se retiran de la escena para dejar sitio a
leyes nuevas, que no son creadas por la voluntad de
los hombres, sino que nacen sobre la base de nuevas
condiciones económicas.
Se invoca el «Anti-Dühring» de Engels, su
fórmula de que, al ser liquidado el capitalismo y
hechos propiedad común los medios de producción,
los hombres dominan estos medios de producción y
se liberan del yugo de las relaciones económicas
sociales, convirtiéndose en «dueños» de su vida
social. Engels llama a esa libertad «necesidad hecha
conciencia». Pero, ¿qué puede significar «necesidad
hecha conciencia»? Significa que los hombres, una
vez han conocido las leyes objetivas («necesidad»),
las utilizan, con plena conciencia de lo que hacen, en
interés de la sociedad. Por eso Engels dice en esa
misma obra que:
«Las leyes de sus propias acciones sociales, leyes
que hasta ahora se oponían a los hombres como leyes
extrañas, como leyes naturales que los tenían
sometidos, serán aprovechadas por los hombres con
pleno conocimiento de causa y, por tanto, serán
dominadas por ellos».
Como puede verse, la fórmula de Engels no habla,
ni mucho menos, en favor de quienes piensan que en
el socialismo se puede destruir las leyes económicas
existentes y crear otras nuevas. Al contrario: esa
fórmula no exige que se destruyan las leyes
económicas, sino que se las conozca y se las
aproveche inteligentemente.

309

Se dice que las leyes económicas tienen un


carácter espontáneo, que su acciónes ineluctable,
que la sociedad es impotente ante esas leyes. Eso no
es cierto. Eso es hacer de las leyes un fetiche,
entregarse a ellas como un esclavo. Está demostrado
que la sociedad no es impotente ante las leyes
económicas; que puede, apoyándose en ellas después
de haber llegado a conocerlas, limitar la esfera de su
acción, aprovecharlas en interés de la sociedad y
«domarlas», como ocurre con las fuerzas de la
naturaleza y con sus leyes, como sucede en el
ejemplo arriba citado del desbordamiento de los
grandes ríos.
Se invoca el papel especial que corresponde al
Poder Soviético en la construcción del socialismo y
se dice que ese papel le permite destruir las leyes del
desarrollo económico existentes y «formar» otras
nuevas. Eso tampoco es cierto.
El papel especial del Poder Soviético se debe a
dos circunstancias: en primer lugar, a que el Poder
Soviético no tuvo que sustituir una forma de
explotación por otra, como ocurrió en las viejas
revoluciones, sino suprimir toda explotación; en
segundo lugar, a que como en el país no existía
ningún germen de economía socialista, el Poder
Soviético tuvo que crear «en terreno virgen», por
decirlo así, nuevas formas de economía, las formas
socialistas de economía.
Era ésta, indudablemente, una tarea difícil y
compleja, que no tenía precedente. Sin embargo, el
Poder Soviético la cumplió con honor. Pero no la
cumplió porque hubiera destruido las leyes
económicas existentes y «formando» otras nuevas,
sino únicamente porque se apoyó en la ley
económica de la armonía obligatoria entre las
relaciones de producción y el carácter de las fuerzas
productivas. Las fuerzas productivas de nuestro país,
particularmente en la industria, tenían carácter social,
pero la forma de la propiedad era privada, capitalista.
Basándose en la ley económica de la armonía
obligatoria entre las relaciones de producción y el
carácter de las fuerzas productivas, el Poder
Soviético socializó los medios de producción, los
hizo propiedad de todo el pueblo y de estamanera
destruyó el sistema de la explotación y creó las
formas socialistaseconomía. De no haber existido
de
esa ley y sin apoyarse en ella, el Poder Soviético no
habría podido cumplir su tarea.
La ley económica de la armonía obligatoria entre
las relaciones de producción y el carácter de las
fuerzas productivas pugna por en los
abrirse camino
países capitalistas desde hace tiempo. Y si aún no se
ha abierto camino y no tiene vía libre, es porque
tropieza con la empeñadísima resistencia de las
fuerzas sociales llamadas a desaparecer. Aquí nos
encontramos con otra peculiaridad de las leyes
económicas. A diferencia de las leyes de las Ciencias
Naturales, en las que el descubrimiento y la

310

aplicación de una nueva ley, casi no encuentra


obstáculos en la esfera económica el descubrimiento
y la aplicación de una nueva ley, como ella afecta a
los intereses de las fuerzas sociales llamadas a
desaparecer, choca con la resistencia tenacísima de
esas fuerzas. por tanto, una fuerza, una
Se necesita,
fuerza social capaz de vencer esa resistencia. Esa
fuerza fue en nuestro país la alianza de la clase
obrera y de los campesinos, que representaban a la
aplastante mayoría de la sociedad. Esa fuerza no
existe aún en otros países, en los países capitalistas.
Ese es el secreto de que el Poder Soviético
consiguiese derrotar a las viejas fuerzas de la
sociedad, de que la ley económica de la armonía
obligatoria entre las relaciones de producción y el
carácter de las fuerzas productivas obtuviera en
nuestro país el más amplio campo para su desarrollo.
Se dice que la necesidad de un desarrollo
armónico (proporcional) de la economía de nuestro
país permite al Poder Soviético destruir las leyes
económicas existentes y crear otras nuevas. Eso es
completamente erróneo. No se puede confundir
nuestros planes anuales y quinquenales con la ley
económica objetiva del desarrollo armónico,
proporcional, de la economía del país. La ley del
desarrollo armónico de la economía surgió como
oposición a la ley de la concurrencia y de la anarquía
de la producción bajo el capitalismo. Surgió sobre la
base de la socialización de los medios de producción,
una vez hubo su fuerza la ley de la
perdido
concurrencia y de anarquía de la producción. Entró
la
en acción porquela economía socialista únicamente
puede desarrollarse basándose en la ley económica
del desarrollo armónico de la economía. Eso quiere
decir que la ley del desarrollo armónico de la
economía da a nuestros organismos correspondientes
la posibilidad de planificar con acierto la producción
social. Pero no se puede confundir la posibilidad con
la realidad. Son dos cosas diferentes. Para convertir
la posibilidad en realidad, hay que estudiar esa ley
económica, hay que dominarla, hay que aprender a
aprovecharla con entero conocimiento de causa, hay
que confeccionar planes que reflejen con toda
plenitud las exigencias de esa ley. No puede decirse
que nuestros planes anuales y quinquenales reflejen
plenamente las exigencias de esa ley económica.
Se dice que algunas leyes económicas, y entre
ellas la ley del valor, que actúan en nuestro país, en
el socialismo, son leyes «transformadas», e incluso
«radicalmente transformadas» basándose en la
economía planificada. Eso tampoco es cierto. Es
imposible «transformar» las leyes, y menos aún
«radicalmente». Si fuera posible transformarlas,
también lo sería destruirlas, substituyéndolas por
otras leyes. La tesis de la «transformación» de las
leyes es un resabio de esa desacertada fórmula que
habla de la «destrucción» y la «formación» de las
leyes. Aunque la fórmula de la transformación de las

J. V. Stalin

leyes económicas hace ya tiempo que está en uso


entre nosotros, tendremos que renunciar a ella, a
fuerza de exactos. Se puede limitar la esfera de
acción de o aquellas leyes económicas, se
estas
puede prevenir sus acciones destructivas, en caso,
naturalmente, de que las haya, pero no se puede
«transformarlas» o «destruirlas».
Por consiguiente, cuando se habla de
«sometimiento» de las fuerzas de la naturaleza o de
las fuerzas económicas, de «dominio» sobre ellas,
etc., etc., ello no quiere decir, ni mucho menos, que
los hombres puedan «destruir» las leyes de la ciencia
o «formarlas». Al contrario: ello sólo quiere decir
que los hombres pueden descubrir las leyes, llegar a
conocerlas, dominarlas, a utilizarlas con
aprender
pleno conocimiento de causa, aprovecharlas en
interés de la sociedad y, de esa manera, someterlas,
lograr dominarlas.
Así, pues, las leyes de la Economía Política en el
socialismo son leyes objetivas que reflejan el carácter
regular de los procesos de la vida económica,
procesos que se operan independientemente de
nuestra voluntad. Quien niega esta tesis, niega en el
fondo la ciencia; y, al negar la ciencia niega toda
posibilidad de previsión, es decir, niega la
posibilidad de dirigir la vida económica.
Pueden decirnos que todo lo expuesto aquí es
acertado y conocido- por todo el mundo, pero que en
ello no hay nada de nuevo y, por consiguiente, no
vale la pena de perder tiempo repitiendo verdades tan
sabidas. aquí no hay, en efecto, nada
Naturalmente,
nuevo, pero sería erróneo suponer que no vale la
pena de perder tiempo repitiendo algunas verdades
ya sabidas. La realidad es, que a nosotros, como
núcleo dirigente, se suman cada año miles de cuadros
nuevos, de cuadros jóvenes, que arden en deseos de
ayudarnos, que arden en deseos de mostrar lo que
valen, pero que no tienen una preparación marxista
suficiente, que no conocen muchas de las verdades
para nosotros bien conocidas y se ven obligados a
errar en la oscuridad. Les dejan atónitos las
realizaciones colosales del Poder Soviético, les
producen vértigo los extraordinarios éxitos del
régimen soviético, y se imaginan que el Poder
Soviético «lo puede todo», que «nada le es difícil»,
que puede destruir las leyes de la ciencia y formar
nuevas leyes. ¿Cómo debemos proceder con esos
camaradas? ¿Cómo debemos educarles en el espíritu
del marxismo-leninismo? Pienso que repetir de una
manera sistemática las llamadas verdades «bien
sabidas», explicarlas pacientemente, es uno de los
mejores medios para dar a esos camaradas una
educación marxista.

2. La producción mercantil en el socialismo


Algunos camaradas afirman que el Partido
procedió desacertadamente a mantener la producción
mercantil después de haber tomado el Poder y
Problemas económicos del socialismo en la URSS

nacionalizado los medios de producción en nuestro


país. Consideran que el Partido debió suprimir en
aquel mismo momento la producción mercantil. Esos
camaradas invocan a Engels, que dice: «Cuando la
sociedad tome en sus manos los medios de
producción, será suprimida la producción mercantil y
con ello, el dominio de los productos sobre los
productores» (véase: «Anti-Dühring»).
Esos camaradas se equivocan profundamente.
Analicemos la fórmula No se puede
de Engels.
considerar que la fórmula de Engels sea bien clara y
exacta, pues en ella no se dice si la sociedad toma en
sus manos todos los medios de producción o sólo
parte de ellos, es decir, si todos los medios de
producción pasan a ser patrimonio de todo el pueblo
o si sólo pasa a serlo parte de ellos. Por tanto, esta
fórmula de Engels puede ser entendida así y asá.
En otro lugar del «Anti-Dühring» Engels habla de
la posesión de «todos los medios de producción», y
de la posesión de «todo el conjunto de los medios de
producción». Por tanto, Engels no se refiere en su
fórmula a la nacionalización de parte de los medios
de producción, sino de todos los medios de
producción, es decir, a hacer patrimonio de todo el
pueblo los medios de producción no sólo en la
industria, sino también en la agricultura.
De aquí se desprende que Engels se refiere a
países donde el capitalismo y la concentración de la
producción están lo bastante desarrollados, no sólo
en la industria, sino también en la agricultura, para
que se pueda expropiar todos los medios de
producción del país y hacer de ellos patrimonio del
pueblo entero. Por consiguiente, Engels considera
que en esos países se debería, paralelamente a la
socialización de todos los medios de producción,
suprimir la producción mercantil. Y eso,
naturalmente, es acertado.
A fines del siglo pasado, cuando apareció el
«Anti-Dühring», el único país así era Inglaterra
donde el desarrollo del capitalismo y la
concentración de la producción habían alcanzado,
tanto en la industria como en la agricultura, un nivel
que, en caso de tomar el Poder el proletariado,
permitiría convertir en patrimonio del pueblo entero
todos los medios de producción y suprimir la
producción mercantil.
En este caso me abstraigo de la importancia que
tiene para Inglaterra el comercio exterior, cuyo peso
específico, en la economía nacional de ese país, es
enorme. Pienso que sólo después de estudiar este
problema se podría resolver definitivamente la
cuestión de la suerte de la producción mercantil en
Inglaterra una vez el proletariado hubiese tomado el
Poder y nacionalizado todos los medios de
producción.
Por cierto, no sólo a fines del siglo pasado, sino
también en el presente ha alcanzado algún otro país
el nivel de desarrollo del capitalismo y de

311

concentración de la producción en la agricultura que


observamos en Inglaterra. En lo que afecta a los
demás países, en ellos, a pesar del desarrollo del
capitalismo en el campo, hay aún en éste una clase
bastante numerosa de propietarios productores
pequeños y medios, cuya suerte tendría que decidirse
en caso de que el proletariado tomase el Poder.
Pero surge la pregunta: ¿cómo deben proceder el
proletariado y su Partido si en uno u otro país,
incluido el nuestro, se dan condiciones favorables
para que el proletariado tome el Poder y derroque el
capitalismo, si en el país dado el capitalismo en la
industria ha concentrado hasta tal punto los medios
de producción que éstos pueden ser expropiados y
puestos en manos de la sociedad, pero la agricultura,
a pesar del desarrollo del capitalismo, está aún tan
fraccionada entre numerosos propietarios productores
pequeños y medios que no se puede plantear la
cuestión de expropiar a esos productores?
La fórmula de Engels no responde a esta
pregunta. Por cierto, no debe responder a ella, pues
surgió sobre la base de otra cuestión, concretamente
de la cuestión de cuál debe ser la suerte de la
producción mercantil una vez socializados todos los
medios de producción.
Así, pues, ¿cómo debemos proceder si no se han
socializado todos los medios de producción, sino tan
sólo una parte de ellos y existen condiciones
favorables para que el proletariado tome el Poder?,
¿debe en tal caso el proletariado tomar el Poder?,
¿debe destruirse inmediatamente después de ello la
producción mercantil?
Naturalmente, no se puede calificar de respuesta
la opinión de algunos marxistas de pacotilla que
estiman que en tales condiciones se debe renunciar a
la toma del Poder y aguardar a que el capitalismo
arruine a los millones pequeños
de y
productores
medios, convirtiéndolos en jornaleros, y concentre
los medios de producción en la agricultura; que
únicamente después de esto se puede plantear la
cuestión de la toma del Poder por el proletariado y de
la socialización de todos los medios de producción.
Claro está que los marxistas no pueden aceptar esa
«salida» si no quieren cubrirse de vergüenza para
siempre.
Tampoco se puede calificar de respuesta la
opinión de otros marxistas de pacotilla que piensan
que quizás se debería tomar el Poder y expropiar a
los productores rurales pequeños y medios y
socializar sus medios de producción. Los marxistas
tampoco pueden seguir este camino descabellado y
criminal, pues ello minaría toda posibilidad de
victoria de la revolución proletaria y empujaría a los
campesinos, por un largo período, al campo de los
enemigos del proletariado.
La respuesta a esa cuestión la dió Lenin en sus
trabajos acerca del «impuesto en especie» y en su
famoso «plan de cooperación».

312

En pocas palabras, la respuesta de Lenin se reduce


a lo siguiente:
a) no dejar escapar las condiciones favorables
para la toma del Poder; el proletariado debe tomar el
Poder sin esperar a que el capitalismo logre arruinar
a los millones de productores individuales pequeños
y medios;
b) expropiar los medios de producción en la
industria y hacerlos patrimonio de todo el pueblo;
c) en cuanto a los productores individuales
pequeños y medios, unirlos paulatinamente en
cooperativas de producción, es decir, en grandes
haciendas agrícolas, en koljoses;
d) desarrollar por todos los medios y
la industria
dar a los koljoses la base técnica moderna gran
de la
producción, con la particularidad de que no deben ser
expropiados, sino, por el contrario, dotados
intensamente de tractores y otras máquinas de
primera calidad;
e) para la alianza económica de la ciudad y el
campo, de la industria y la agricultura, se debe
mantener por cierto tiempo la producción mercantil
(el intercambio mediante la compraventa), como la
única forma aceptable para los campesinos de
vinculación económica a la dudad, y desarrollar con
toda amplitud el comercio soviético de Estado y
cooperativo-koljosiano, desalojando del tráfico
mercantil a todos los capitalistas sin excepción.
La historia de la construcción socialista en nuestro
país demuestra que ese camino de desarrollo, trazado
por Lenin, se ha justificado plenamente.
No cabe duda de que para todos los países
capitalistas, en los que hay una clase más o menos
numerosa de productores pequeños y medios, ese
camino de desarrollo es el único posible, el único que
asegura la victoria del socialismo.
Se dice que la producción mercantil deberá en
todas las condiciones conducir, y que conducirá
inevitablemente, al capitalismo. Eso no es cierto. Eso
no ocurre siempre ni en todas las condiciones. No se
puede identificar la producción mercantil con la
producción capitalista. Son dos cosas distintas. La
producción capitalista es la forma superior de la
producción mercantil. La producción mercantil
únicamente conduce al capitalismo si existe la
propiedad privada sobre los medios de producción, si
la fuerza de trabajo aparece en el mercado como una
mercancía que el capitalista puede comprar y
explotar en el proceso de la producción, si, por
consiguiente, rige en el país el sistema de la
explotación de los obreros asalariados por los
capitalistas. La producción capitalista comienza allí
donde los medios de producción están concentrados
en manos privadas, y
los obreros que no poseen
medios de producción, se ven constreñidos a vender
su fuerza de trabajo como una mercancía. Sin eso no
hay producción capitalista.
Pues bien, si no existen esas condiciones que

J. V. Stalin

convierten la producción mercantil en producción


capitalista, si los medios de producción no son ya
propiedad privada, sino propiedad socialista, si el
sistema del trabajo asalariado ya no rige y la fuerza
de trabajo ha dejado de ser una mercancía, si hace ya
tiempo que ha sido liquidado el sistema de
explotación, ¿a qué atenerse?, ¿se puede considerar
que la producción mercantil conducirá, a pesar de
todo, al capitalismo? No, no se puede. Y nuestra
sociedad es precisamente una sociedad donde hace
ya mucho que no existen la propiedad privada sobre
los medios de producción, el sistema del trabajo
asalariado, el sistema de la explotación.
No puede considerarse la producción mercantil
como algo que se baste a sí mismo, como algo
independiente de las condiciones económicas
circundantes. La producción es más vieja
mercantil
que la producción capitalista. en el régimen
Existió
esclavista y sirvió a ese régimen, y, sin embargo, no
condujo al capitalismo. Existió en el feudalismo y
sirvió a ese régimen, y, a pesar de que preparó ciertas
condiciones para la producción capitalista, no
condujo al capitalismo. Yo pregunto: ¿por qué no
puede también la producción mercantil servir por
cierto período a nuestra sociedad socialista sin
conducir al capitalismo, si se tiene en cuenta que la
producción mercantil no está ilimitadamente
difundida en el país y no lo albarca todo, como en el
capitalismo, si se tiene en cuenta que en nuestro país
ha sido rigurosamente circunscrita gracias a
condiciones económicas tan decisivas como la
propiedad social sobre los medios de producción, la
liquidación del sistema del trabajo asalariado, la
liquidación del sistema de la explotación?
Se dice que, una vez establecido en nuestro país el
dominio de la propiedad social sobre los medios de
producción, que, una vez liquidado el sistema del
trabajo asalariado y de la explotación, la existencia
de la producción mercantil ha perdido su sentido y
que, por ello, dicha producción debería ser
suprimida.
Eso tampoco es cierto. Actualmente tenemos en
nuestro país dos formas fundamentales de la
producción socialista: y
la estatal, de todo el pueblo,
la kóljosiana, a que no se puede dar ese
la
calificativo. En las empresas del Estado, los medios
de producción y los productos son propiedad de todo
el pueblo. En las empresas koljosianas, aunque los
medios de producción (la tierra y las máquinas)
pertenecen al Estado, los productos son propiedad de
los distintos koljoses, pues allí la fuerza de trabajo, lo
mismo, que las semillas, es de los koljoses, y éstos
disponen de la tierra, que les ha sido cedida en
usufructo perpetuo, como si fuera propiedad suya, a
pesar de que no pueden venderla ni comprarla, ni
arrendarla, ni hipotecarla.
Esta circunstancia hace que el Estado únicamente
pueda disponer de los productos de sus empresas,
Problemas económicos del socialismo en la URSS

pues los koljoses disponen ellos mismos de su


producción, como propiedad suya. Pero los koljoses
no quieren sus productos como no sea bajo
enajenar
la forma mercancías, a cambio de las cuales
de
quieren recibir otras mercancías que necesitan. En el
presente, los koljoses no aceptan más vínculos
económicos con la ciudad que los vínculos
mercantiles, que el intercambio mediante la
compraventa. Por eso la producción mercantil y el
tráfico de mercancías son hoy en nuestro país una
necesidad, como lo era, por ejemplo, hace unos
treinta años, cuando Lenin proclamó que era
necesario desarrollar por todos los medios el tráfico
de mercancías.
Naturalmente, cuando en lugar de los dos sectores
principales de la producción, el estatal y el
koljosiano, surja un solo sector que lo abarque todo y
tenga derecho a disponer de toda la producción del
país destinada al consumo, la circulación de
mercancías, con su «economía monetaria»,
desaparecerá, como un elemento innecesario, de la
economía nacional. Pero mientras no se haya llegado
a eso, mientras existan los dos sectores principales de
la producción, la producción mercantil y la
circulación de mercancías deberán continuar en
vigor, como un elemento necesario y muy útil de
nuestro sistema de economía nacional. De qué modo
se llegará a la creación de un sector único y
unificado, si será mediante la simple absorción del
sector koljosiano por el sector estatal, cosa poco
probable (porque sería interpretado como la
expropiación de los koljoses), o mediante la
institución de un organismo económico nacional
único (con representantes de la industria del Estado y
de los koljoses), que tenga al principio el derecho de
nevar la cuenta de toda la producción del país
destinada al consumo y, posteriormente, también el
de distribuir la producción, por ejemplo, mediante el
intercambio de productos, es una cuestión especial
que exige ser analizada aparte.
Por consiguiente, nuestra producción mercantil no
es una producción mercantil habitual, sino una
producción mercantil de tipo especial, una
producción mercantil sin capitalistas, que en lo
fundamental tiene que vérselas con las mercancías de
productores socialistas unificados (el Estado, los
koljoses y las cooperativas), una producción cuya
esfera de acción está circunscrita a los objetos de
consumo y que -es evidente- no puede de
personal
ningún modo transformarse en producción capitalista
y está llamada a contribuir, con su «economía
monetaria», al desarrollo y al fortalecimiento de la
producción socialista.
Por ello no tienen ninguna razón los camaradas
que afirman que, si la sociedad socialista no suprime
las formas mercantiles de la producción, deben ser
restablecidas en nuestro país todas las categorías
económicas propias del capitalismo: la fuerza de

313

trabajo como mercancía, la plusvalía, el capital, el


beneficio del capital, la norma media de beneficio,
etc., etc. Esos camaradas confunden la producción
mercantil con la producción capitalista y suponen
que, si existe la producción mercantil, debe existir
también la producción capitalista. No comprenden
que nuestra producción mercantil se distingue
radicalmente de la producción mercantil en el
capitalismo.
Más aún: yo pienso que es necesario rechazar
algunos otros conceptos tomados de «El Capital» -
obra en la que Marx analizaba el capitalismo- y que
han sido traídos por los pelos para aplicarlos a
nuestras relaciones Socialistas. Me refiero, entre
otros, a los conceptos trabajo «indispensable» y
«suplementario», producto «indispensable» y
«suplementario», tiempo «indispensable» y
«suplementario». Marx analizó el capitalismo para
esclarecer la fuente de la explotación de la clase
obrera, la plusvalía, y dar a la clase obrera, privada
de medios de producción, un arma espiritual para
derrocar el capitalismo. Se comprende que, al hacer
ese análisis, Marx operara con conceptos (categorías)
en plena correspondencia con las relaciones
capitalistas. Pero resulta algo más que extraño operar
con esos conceptos ahora que la clase obrera, lejos de
estar privada del Poder y de los medios de
producción, es, por el contrario, dueña del Poder y de
los medios de producción. en nuestro régimen,
Hoy,
resultan bastante absurdas acerca de la
las palabras
fuerza de trabajo como mercancía y de la «contrata»
de obreros. Parece como si la clase obrera, dueña de
los medios de producción, se contratara a sí misma y
se vendiera a sí misma su fuerza de trabajo.
Igualmente extraño resulta hablar hoy de trabajo
«indispensable» y «suplementario». Parece como si
en nuestras condiciones el trabajo entregado por los
obreros a la sociedad para ampliar la producción,
para fomentar la instrucción pública y la sanidad,
para organizar la defensa, etc., no fuese tan
indispensable a la clase obrera, que está hoy en el
Poder, como el trabajo gastado en cubrir las
necesidades personales del obrero y de su familia.
Conviene señalar que Marx, en su obra «Crítica
del programa de Gotha» -obra en la que ya no analiza
el capitalismo, sino, entre otras cosas, la primera fase
de la sociedad comunista-, reconoce el trabajo
entregado a la sociedad para ampliar la producción,
para la instrucción pública, para la sanidad, para los
gastos de administración, para crear reservas, etc.,
tan indispensable como el trabajo gastado en cubrir
las necesidades de consumo de la clase obrera.
Pienso que nuestros economistas deben poner fin
a ese desacuerdo entre los viejos conceptos y el
nuevo estado de cosas que existe en nuestro país
socialista, sustituyendo los viejos conceptos por
conceptos nuevos, de acuerdo con el nuevo estado de
cosas.

314

Ese desacuerdo se ha podido tolerar hasta cierto


momento, pero ha llegado la hora en que, por fin,
debemos liquidarlo.

3. La ley del valor en el socialismo


A veces se pregunta si la ley del valor existe y
actúa en nuestro país, en nuestro régimen socialista.
Sí, existe y actúa. Allí donde hay mercancías y
producción mercantil no puede por menos de existir
la ley del valor.
En país la ley del valor extiende su
nuestro
acción, ante todo, a la circulación de mercancías, al
intercambio de mercancías mediante la compraventa,
al intercambio, principalmente, de las mercancías de
consumo personal. Aquí, en esta esfera, la ley del
valor sigue desempeñando, naturalmente en ciertos
límites, el papel de regulador.
Pero la acción de la ley del no queda
valor
limitada a la esfera de la circulación mercancías.
de
Se extiende también a la producción. Cierto es que en
nuestra producción socialista la ley del valor no
desempeña un papel regulador, pero, con todo y con
eso, actúa sobre la producción, cosa que debe ser
tenida en cuenta al dirigir ésta. La realidad es que los
productos destinados al consumo, necesarios para
en el
cubrir los gastos de fuerza de trabajo proceso de
la producción, se producen y se realizan en nuestro
país como mercancías sometidas a la acción de la ley
del valor. Aquí, precisamente, se pone de manifiesto
la acción de la ley del valor sobre la producción. Por
este motivo tienen hoy importancia para nuestras
empresas cuestiones como el cálculo económico y la
rentabilidad, el costo de producción, los precios, etc.
Por eso nuestras empresas no pueden ni deben
despreciar la ley del valor.
¿Es eso bueno? No es malo. En las condiciones
actuales de nuestro país,
no es malo, ni mucho
menos, pues esa circunstancia enseña a los
camaradas que trabajan en el dominio de la economía
a dirigir de un modo racional la producción y la
disciplina. No es malo porque enseña a los dirigentes
de nuestra economía a calcular las magnitudes de la
producción, a calcularlas exactamente y a tener en
cuenta con la misma exactitud las cosas reales en la
producción, en vez de hablar y hablar de «datos
aproximados», puro producto de la imaginación. No
es malo porque enseña a los dirigentes de nuestra
economía a buscar, encontrar y aprovechar las
reservas ocultas en las entrañas de la producción ya
no pasar por encima de ellas sin advertirlas. No es
malo porque enseña a los dirigentes de nuestra
economía a mejorar sistemáticamente los métodos de
producción, a reducir el costo de ésta, a aplicar el
principio del cálculo económico y a esforzarse por
conseguir que las empresas sean rentables. Esta es
una buena escuela práctica, que acelera el desarrollo
de los cuadros que trabajan en nuestra economía y su
conversión en verdaderos dirigentes de la producción

J. V. Stalin

socialista en la actual etapa de desarrollo.


La no estriba en que la ley del valor
desgracia
actúa en nuestro país sobre la producción. La
desgracia consiste en que los dirigentes de nuestra
economía y los encargados de planificarla conocen
mal, salvo raras excepciones, la acción de la ley del
valor, no estudian esa acción y no saben tenerla en
cuenta al hacer sus cálculos. A ello, precisamente, se
debe la confusión que aún reina en cuanto a la
política de precios. Daré un ejemplo entre muchos.
Hace algún tiempo se resolvió regular, en interés del
cultivo del algodón, la correlación de precios entre el
algodón y los cereales, precisar los precios de los
cereales que se venden a los cultivadores de algodón
y elevar los precios del algodón que se entrega al
Estado. En relación con ello, algunos dirigentes de
nuestra economía y los camaradas que la planifican
hicieron una propuesta que no pudo por menos de
asombrar a los miembros del CC, ya que en la
propuesta el precio de una tonelada de trigo casi
equivalía al de una tonelada de algodón, con la
particularidad de que el precio de la tonelada de
cereal se igualaba al precio de una tonelada depan.
Cuando los miembros del CC observaron que el
precio de una tonelada de pan debía ser más alto que
el de una tonelada de cereal, debido a los gastos
complementarios de molienda y cochuray que el
algodón, en general, era mucho más caro que el trigo,
como lo atestiguan también los precios del algodón y
del trigo en el mercado mundial, los autores de la
propuesta no pudieron decir nada inteligible. En vista
de ello, el CC tuvo que tomar el asunto en sus manos,
reducir el precio del trigo y elevar el del algodón.
¿Qué habría ocurrido si la propuesta de esos
camaradas hubiese entrado en vigor? Habríamos
arruinado a los cultivadores de algodón y nos
hubiésemos quedado sin este producto.
Pero, ¿quiere decir todo esto que la acción de la
ley del valor tiene en nuestro país vía libre, como
bajo el capitalismo, que la ley del valor es en nuestro
país un regulador de la producción? No, no quiere
decir eso. En realidad, la esfera de acción de la ley
del valor está en nuestro régimen económico
rígidamente circunscrita y limitada. Ya he dicho que
la esfera de acción de la producción mercantil está en
nuestro régimen circunscrita y limitada. Lo mismo
hay que decir de la esfera de acción de la ley del
valor. Es indudable que la ausencia de la propiedad
privada sobre los medios de producción y que la
socialización de estos medios en la ciudad
tanto
como en el campo no pueden por menos de limitar la
esfera de acción de la ley del valor y su influencia en
la producción.
En el mismo sentido actúa la ley del desarrollo
armónico (proporcional) de la economía del país, que
ha sustituido a la ley de la concurrencia y de la
anarquía de la producción.
En el mismo sentido actúan nuestros planes

Problemas económicos del socialismo en la URSS

anuales y quinquenales, y, en general, toda nuestra


política económica, que se basan en las exigencias de
la ley del desarrollo armónico de la economía del
país.
Todo ello, sumado, hace que la esfera de acción
de la ley del valor esté en nuestro país rigurosamente
limitada y que en nuestro régimen la ley del valor no
pueda desempeñar el papel de regulador de la
producción.
Ello, precisamente, explica el hecho «asombroso»
de que, a pesar del desarrollo ininterrumpido e
impetuoso de nuestra producción socialista, la ley del
valor no conduzca en nuestro país a crisis de
superproducción, esa misma ley del valor,
mientras
que en el capitalismo tiene amplio campo de acción,
conduce en los países capitalistas, a pesar del bajo
ritmo del incremento de la producción en esos países,
a crisis periódicas de superproducción.
Se dice que la ley del valor es una ley constante,
obligatoria para todos los períodos del desarrollo
histórico, y que, si pierde su fuerza como regulador
de las relaciones de cambio en el período de la
segunda fase de la sociedad comunista, conservará en
esa fase de desarrollo su fuerza como regulador de
las relaciones entre las distintas ramas de la
producción, como regulador de la distribución del
trabajo entre las ramas de la producción.
Eso es completamente equivocado. El valor, lo
mismo que la ley del valor, es una categoría histórica
vinculada a la existencia de la producción mercantil.
Cuando la producción mercantil desaparezca,
desaparecerán también el valor, en todas sus formas,
y la ley del valor.
En la segunda fase de la sociedad comunista, la
cantidad de trabajo invertido en la producción de
productos no se medirá indirectamente, a través del
valor ysus formas, como ocurre en la producción
de
mercantil, sino de manera directa e inmediata, por la
cantidad de tiempo, por la cantidad de horas
invertidas en la producción de los productos. En
cuanto a la distribución del trabajo entre las ramas de
la producción, no será regulada por la ley del valor,
que entonces habrá perdido ya su fuerza, sino por el
incremento de las necesidades de la sociedad en
productos. Será esta una sociedad en la que las
necesidades de la misma regularán la producción y el
cálculo de esas necesidades adquirirá una
importancia primordial para los organismos
encargados de la planificación.
Es también completamente errónea la afirmación
de que en nuestro sistema económico actual, en la
primera fase de desarrollo de la sociedad comunista,
la ley del valor regula las «proporciones» de la
distribución del trabajo entre las distintas ramas de la
producción.
Si ello fuera así, no se comprendería por qué en
nuestro país no se desarrolla al máximo la industria
ligera, la más rentable, dándole preferencia frente a la
315

industria pesada, que con frecuencia es menos


rentable y a veces no lo es en absoluto.
Si ello fuera así, no se comprendería por qué en
nuestro país no se cierran las empresas de la industria
pesada que por el momento no son rentables y en las
que el trabajo de los obreros no da el «resultado
debido» y no se abren nuevas empresas de la
industria ligera, indiscutiblemente rentable, en las
que el trabajo de los obreros podría dar «mayor
resultado».
eso fuera así, no se comprendería por qué en
Si
nuestro país no se pasa a los obreros de las empresas
poco rentables, aunque muy necesarias para la
economía nacional, a empresas más rentables, como
debería hacerse de acuerdo con la ley del valor, a la
que se atribuye el papel de regulador de las
«proporciones» de la distribución del trabajo entre
las ramas de la producción.
Es evidente que, de hacer caso a esos camaradas,
tendríamos que renunciar a la primacía de la
producción de medios de producción en favor de la
producción de medios de consumo. ¿Y qué significa
renunciar a la primacía de la producción de medios
de producción? Significa suprimir la posibilidad de
desarrollar ininterrumpidamente nuestra economía
nacional, pues es imposible desarrollarla
ininterrumpidamente si no se da preferencia a la
producción de medios de producción.
Esos camaradas olvidan que la ley del valor sólo
puede regular la producción bajo el capitalismo,
cuando existen la propiedad privada sobre los medios
de producción, la concurrencia, la anarquía de la
producción y las crisis de superproducción. Olvidan
que la esfera de acción de la ley del valor está
limitada en nuestro país por la existencia de la
propiedad social sobre los medios de producción, por
la acción de la ley del desarrollo armónico de la
economía y, por consiguiente, también por nuestros
planes anuales y quinquenales, que son un reflejo
aproximado de las exigencias de esta última ley.
Algunos camaradas deducen de aquí que la ley del
desarrollo armónico de la economía del país y la
planificación de la misma destruyen el principio de la
rentabilidad de la producción. Eso es completamente
erróneo. En realidad, ocurre todo lo contrario. Si
consideramos no desde el punto de
la rentabilidad,
vista de esta o aquella empresa o rama de la
producción, y no en el transcurso de un año, sino
desde el punto de vista de toda la economía nacional
y en un período, por ejemplo, de diez a quince años -
ésta sería la única forma acertada de enfocar el
problema-, veríamos que la rentabilidad temporal e
inconsistente de esta o aquella empresa o rama de la
producción no puede en absoluto compararse con la
forma superior de rentabilidad, sólida y constante,
que nos dan la acción de la ley del desarrollo
armónico de la economía nacional y la planificación
de la misma, librándonos de las crisis económicas

316

periódicas, que destruyen la economía nacional y


causan a la sociedad tremendos daños materiales, y
asegurándonos el desarrollo ininterrumpido de la
economía nacional y el elevado ritmo de este
desarrollo.
En pocas palabras: no cabe duda de que en las
condiciones socialistas de la producción que existen
actualmente en nuestro país, la ley del valor no puede
«regular las proporciones» de la distribución del
trabajo entre las distintas ramas de la producción.

4. La supresión de la oposición entre la ciudad


y el campo, entre el trabajo intelectual y el trabajo
manual y la liquidación de las diferencias entre
ellos
se refiere a varios problemas
Este encabezamiento
que se unos de otros esencialmente; sin
distinguen
embargo, yo los uno en un mismo capítulo, pero no
para confundirlos, sino únicamente para ser más
breve.
El problema de la supresión de la oposición entre
la y el campo, entre la industria y la
ciudad
agricultura, es un problema conocido, planteado hace
mucho por Marx y por Engels. La base económica de
esta oposición es la explotación del campo por la
ciudad, la expropiación de los campesinos y la ruina
de la mayor parte de la población rural por todo el
proceso de desarrollo de la industria, el comercio y el
sistema de créditos en el capitalismo. Por eso la
oposición entre la ciudad y campo
el el en
capitalismo debe ser considerada como una oposición
de intereses. Sobre esta base nació la actitud hostil
del campo hacia la ciudad y, en general, hacia «la
gente de la ciudad».
Es indudable que con la destrucción del
capitalismo y del sistema de explotación, con el
fortalecimiento del régimen socialista, en nuestro
país debía desaparecer también la oposición de
intereses entre la ciudad y el campo, entre la industria
y la agricultura. Así ha ocurrido, precisamente. La
enorme ayuda prestada a nuestros campesinos por la
ciudad socialista y por nuestra clase obrera para
liquidar a los terratenientes y a los kulaks fortaleció
la base de la alianza de la clase obrera y los
campesinos, y el abastecimiento sistemático de los
campesinos y de sus koljoses con tractores y otras
máquinas de primera calidad ha convertido en
amistad la alianza de la clase obrera y de los
campesinos. Naturalmente, los obreros y los
campesinos koljosianos constituyen dos clases que se
distinguen por su situación. Pero esta diferencia no
debilita en medida alguna su amistad. Por el
contrario, están interesados en un mismo fin: el
fortalecimiento del régimen socialista y la victoria
del comunismo. Por ello no tiene nada de extraño que
no quede ni rastro de la vieja desconfianza y, menos
aún, del odio del campo hacia la ciudad.
Todo eso significa que la base de la oposición

J. V. Stalin

entre la ciudad y el campo, entre la industria y la


agricultura, ha sido ya liquidada por nuestro actual
régimen socialista.
Eso no significa, naturalmente, que la supresión
de la oposición entre la ciudad y el campo deba
conducir al «fenecimiento de las grandes ciudades»
(véase el «Anti-Dühríng» de Engels). En vez de
fenecer las grandes ciudades, aparecerán nuevas
grandes ciudades, como centros del florecimiento
superior de la cultura, como centros no sólo de la
gran industria, sino de elaboración de los productos
agrícolas y de poderoso desarrollo de todas las ramas
de la industria de la alimentación. Esta circunstancia
facilitará el florecimiento del país ycultural
conducirá a que las condiciones de vida en la ciudad
y en el campo sean las mismas.
Una situación análoga es la que existe en nuestro
país con el problema de la supresión de la oposición
entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. Este
es también un problema conocido, planteado hace
tiempo por Marx y por Engels. La base económica de
la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo
manual es la explotación de los hombres dedicados al
trabajo manual por los representantes del trabajo
intelectual. Todo el mundo conoce el divorcio
existente bajo el capitalismo entre los hombres
dedicados en las empresas al trabajo manual y el
personal dirigente. Se sabe que sobre la base de este
divorcio se desarrolló la actitud hostil del obrero
hacia el director, hacia el maestro, hacia el ingeniero
y hacia otros representantes del personal técnico, a
los que consideraba enemigos suyos. Se comprende
que, al ser destruidos el capitalismo y el sistema de
explotación, debía desaparecer también la oposición
de intereses entre el trabajo manual y el trabajo
intelectual. Y en nuestro actual régimen socialista ha
desaparecido, efectivamente. Ahora los hombres
dedicados al trabajo manual y el personal dirigente
no son enemigos, sino camaradas y amigos,
miembros de una misma comunidad de producción,
interesados vitalmente en la prosperidad y en el
mejoramiento de la producción. De su vieja
enemistad no queda ni rastro.
Tiene un carácter completamente distinto el
problema de la desaparición de las diferencias entre
la ciudad (la industria) y el campo (la agricultura),
entre el trabajo manual y el trabajo intelectual. Este
problema no lo plantearon los clásicos del marxismo.
Es un problema nuevo, planteado por la práctica de la
construcción socialista en nuestro país.
¿No será éste un ¿Tiene para
problema artificial?
nosotros alguna importancia o teórica? No se
práctica
puede considerar este problema como un problema
artificial. Al contrario: es para nosotros un problema
de la mayor importancia.
Si tomamos, por ejemplo, la diferencia entre la
agricultura y la industria, veremos que en nuestro
país no queda reducida a que las condiciones de
Problemas económicos del socialismo en la URSS

trabajo sean en ellas distintas, sino, ante todo,


principalmente, a que en la industria tenemos la
propiedad de todo el pueblo sobre los medios de
producción y los productos, mientras que en la
agricultura no tenemos la propiedad de todo el
pueblo, sino la propiedad de determinados grupos, de
los koljoses. Ya hemos dicho que esta circunstancia
conduce al mantenimiento de la circulación
mercantil, y que sólo al desaparecer esta diferencia
entre la industria y la agricultura podrá desaparecer la
producción mercantil, con todas las consecuencias
que de ello se derivan. Por tanto, no se puede negar
que la desaparición de esta diferencia esencial entre
la agricultura y la industria debe tener para nosotros
una importancia de primer orden.
Lo mismo hay que decir del problema de la
liquidación de la diferencia esencial entre el trabajo
intelectual y el trabajo manual. Este problema
también tiene para nosotros una importancia de
primer orden. Antes de que la emulación socialista
adquiriese un carácter masivo, la industria se
desarrollaba a duras penas, y muchos camaradas
incluso plantearon la necesidad de amenguar el ritmo
de su desarrollo. Debíase todo ello, principalmente, a
que el nivel cultural y técnico de los obreros era
demasiado bajo y se encontraba muy a la zaga del
nivel del personal técnico. Sin embargo, la casa
cambió radicalmente cuando la emulación socialista
adquirió un carácter de masas. Precisamente después
de ello avanzó la industria a ritmo acelerado. ¿Por
qué la emulación socialista adquirió un carácter
masivo? Porque entre los obreros aparecieron grupos
de camaradas que no sólo asimilaron el mínimo de
conocimientos técnicos indispensables, sino que
fueron más lejos y se pusieron al nivel del personal
técnico, empezaron a hacer observaciones a los
peritos y a los ingenieros, a echar por tierra las
normas por considerarlas caducas y a
existentes,
introducir normas nuevas, más modernas, etc., etc.
¿Qué habría ocurrido si en vez de algunos grupos de
obreros hubiese sido la mayoría de éstos la que
hubiese elevado su nivel cultural y técnico a la altura
del nivel del personal técnico? Nuestra industria
habría alcanzado cumbres inaccesibles para la
industria de otros países. Por tanto, no se puede negar
que la liquidación de la diferencia esencial entre el
trabajo intelectual y el trabajo manual, mediante la
elevación del nivel cultural y teórico de los obreros a
la altura del nivel del personal técnico no puede por
menos de tener para nosotros una importancia
primordial.
Algunos camaradas afirman que, con el tiempo,
no sólo desaparecerá la diferencia esencial entre la
industria y la agricultura, entre el trabajo manual y el
trabajo intelectual, sino también toda diferencia entre
ellos. Eso no es cierto. La liquidación de la diferencia
esencial entre la industria y la agricultura no puede
conducir a la liquidación de toda diferencia entre

317

ellas. Indudablemente, seguirá existiendo alguna


diferencia, aunque no esencial, debido a las
diferencias en las condiciones de trabajo de la
industria y de la agricultura. Incluso en la industria,
si se consideran sus distintas ramas, las condiciones
de trabajo no son en todas partes las mismas: las
condiciones de trabajo en las minas de carbón, por
ejemplo, se distinguen de las condiciones de trabajo
de los obreros de una fábrica mecanizada de calzado;
las condiciones de trabajo de los mineros se
distinguen de las condiciones de trabajo de los
obreros productores de máquinas. Si esto es cierto,
con mayor razón debe conservarse cierta diferencia
entre la industria y la agricultura.
Lo mismo hay que decir respecto a la diferencia
entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. La
diferencia esencial entre ellos, es decir, la diferencia
en cuanto al nivel y técnico, desaparecerá,
cultural
sin duda alguna. con eso y con todo eso,
Pero,
seguirá existiendo alguna diferencia, si bien no
esencial, aunque sólo sea porque las condiciones de
trabajo del personal dirigente de las empresas no son
las mismas que las condiciones de trabajo de los
obreros.
Los camaradas que afirman lo contrario se basan,
por en una conocida fórmula dada por mí en
lo visto,
algunos trabajos y que habla de la liquidación de la
diferencia entre la industria y la agricultura, entre el
trabajo intelectual y el trabajo manual, sin
puntualizar que se trata de la liquidación de la
diferencia esencial, y no de toda diferencia.
Precisamente así han comprendido esos camaradas
mi fórmula, suponiendo que se trata de la liquidación
de toda diferencia. Pero eso significa que la fórmula
no era exacta, que no puede satisfacernos. Debemos
desecharla y sustituirla por otra formulación, que
diga que serán suprimidas las diferencias esenciales y
subsistirán diferencias no esenciales entre la industria
y la agricultura, entre el trabajo intelectual y el
trabajo manual.

5. La disgregación del mercado mundial único


y el ahondamiento de la crisis del sistema
capitalista mundial
La disgregación del mercado mundial único y
omnímodo debe ser considerada como el resultado
económico más importante de la segunda guerra
mundial y de sus consecuencias económicas. Esta
circunstancia determinó una profundización aún
mayor de la crisis general del sistema capitalista
mundial.
La misma segunda guerra mundial fue engendrada
por esta crisis. una de las dos coaliciones
Cada
capitalistas que se enzarzaron durante la guerra,
pensaba derrotar a su enemigo y conquistar la
dominación del mundo. En esto buscaban la salida de
la crisis. Los Estados Unidos pensaban poner fuera
de combate a sus competidores más peligrosos,

318

Alemania y el Japón, apoderarse de los mercados


extranjeros y de los recursos mundiales de materias
primas y conquistar la dominación del mundo.
Sin embargo, laguerra no justificó esas
esperanzas. Cierto es que Alemania y el Japón
quedaron fuera de combate como competidores de
los tres países capitalistas más importantes: los
Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Pero, al mismo
tiempo, se desgajaron del sistema capitalista China y
las democracias populares de Europa, formando, con
la Unión Soviética, el unido y poderoso campo
socialista, opuesto al campo del capitalismo. Una
consecuencia económica de la existencia de los dos
campos opuestos ha sido la disgregación del mercado
mundial único y omnímodo; tenemos hoy la
existencia paralela de dos mercados mundiales,
opuestos también el uno al otro.
Debemos señalar que los Estados Unidos,
Inglaterra y Francia han contribuido ellos mismos,
aunque sin quererlo, claro está, a la formación y al
fortalecimiento del nuevo mercado mundial paralelo.
Sometieron a un bloqueo económico a la URSS,
China y las democracias populares de Europa -que no
entraron en el sistema del «plan Marshall»-,
suponiendo que con su bloqueo lograrían estrangular
a todos esos países. En realidad, en vez de ser
estrangulado, el nuevo mercado mundial se ha
fortalecido.
Ahora bien, la causa principal de lo dicho no es,
claro está, el bloqueo económico, sino el hecho de
que, en el período que ha seguido a la guerra, esos
países se han agrupado estrechamente desde el punto
de vista económico y han organizado la colaboración
y la ayuda mutua en el dominio de la economía. La
experiencia de esa colaboración demuestra que
ningún país capitalista hubiera podido prestar a las
democracias populares una ayuda tan eficaz y tan
calificada desde el punto de vista técnico como la
que les presta la Unión Soviética. No se trata sólo de
que esa ayuda es barata en grado máximo y
altamente calificada desde el punto de vista técnico.
Se trata, ante todo, de que la base de esa colaboración
es el sincero deseo de ayudarse mutuamente y de
alcanzar un auge económico general. En
consecuencia, la industria de esos países ha logrado
un elevado ritmo de desarrollo. Puede afirmarse que,
dado ese ritmo de desarrollo de la industria, esos
países pronto se pondrán a tal altura, que no
necesitarán importar mercancías de los países
capitalistas, sino que ellos mismos sentirán la
necesidad de exportar las mercancías excedentes por
ellos producidas.
Pero de aquí se desprende que la esfera de
explotación de los recursos mundiales por los
principales países capitalistas (los Estados Unidos,
Inglaterra y Francia) no va a ampliarse, sino a
reducirse, que las condiciones del mercado mundial
de venta empeorarán para esos países, extendiendo y

J. V. Stalin
profundizando en ellos el fenómeno de las empresas
que no trabajan a pleno rendimiento. En esto,
justamente, consiste la profundización de la crisis
general del sistema capitalista mundial,
profundización relacionada con la disgregación del
mercado mundial.
Eso lo perciben los propios capitalistas, pues es
difícil no sentir la pérdida de mercados como la
URSS y China. Los capitalistas tratan de resarcirse
de esas dificultades con el «plan Marshall», con la
guerra en Corea, con la carrera armamentista y con la
militarización de la industria. Pero lo que hace esa
gente se parece mucho a lo de agarrarse a un clavo
ardiendo.
Esa situación plantea ante los economistas dos
problemas:
a) ¿Se puede afirmar que sigue todavía en pie la
conocida tesis de Stalin respecto a la estabilidad
relativa de los mercados en el período de la crisis
general del capitalismo, tesis formulada antes de la
segunda guerra mundial?
b) ¿Se puede afirmar que
en pie lasigue todavía
conocida tesis formulada por
en la primavera Lenin
de 1916 de que, a pesar de hallarse en proceso de
descomposición, «el capitalismo se desarrolla en su
conjunto con una rapidez inconmensurablemente
mayor que antes»?
Pienso que eso no se puede afirmar. Debido a las
nuevas condiciones, surgidas en relación con la
segunda guerra mundial, hay que considerar que
ambas tesis han envejecido.

6. La inevitabilidad de las guerras entre los


países capitalistas
Algunos camaradas afirman que, debido al
desarrollo de nuevas condiciones internacionales
después de la segunda guerra guerras
mundial, las
entre los países capitalistas han de ser dejado
inevitables. Consideran esos camaradas que las
contradicciones entre el campo del socialismo y el
campo del capitalismo son más fuertes que las
contradicciones entre los países capitalistas; que los
Estados Unidos dominan lo bastante a los demás
países capitalistas para no dejarles combatir entre sí y
debilitarse mutuamente; que los hombres más
inteligentes del capitalismo han sido lo bastante
aleccionados por la experiencia de las dos guerras
mundiales -guerras que han causado serios perjuicios
a todo el mundo capitalista- para no permitirse
arrastrar de nuevo a los países capitalistas a una
guerra entre sí; y que, en virtud de todo eso, las
guerras entre los países capitalistas han dejado de ser
inevitables.
Esos camaradas se equivocan. Ven los fenómenos
exteriores, que aparecen en la superficie, pero no
advierten las fuerzas de fondo que, si por el momento
actúan imperceptiblemente, serán, en fin de cuentas,
las que determinen el desarrollo de los

Problemas económicos del socialismo en la URSS

acontecimientos.
En apariencia, todo marcha «felizmente»: los
Estados Unidos tienen a a
ración la Europa
Occidental, al Japón y a otros países capitalistas;
Alemania (la del Oeste), Inglaterra, Francia, Italia y
el Japón, que han caído en las garras de Estados
Unidos, cumplen, sumisos, las órdenes de ese país.
Pero sería un error suponer que ese «bienestar»
puede subsistir «por los siglos de los siglos», que
esos países soportarán siempre el dominio y el yugo
de Estados Unidos y que no intentarán arrancarse de
la esclavitud a que los tienen sometidos los
norteamericanos y emprender un camino de
desarrollo independiente.
Tomemos, ante todo, a Inglaterra y a Francia. Es
indudable que son países imperialistas. Es indudable
que las materias primas baratas y los mercados de
venta asegurados para ellos una importancia
tienen
de primer orden. ¿Se puede suponer que esos países
soportarán eternamente la situación actual, en la que
los norteamericanos, al socaire de la «ayuda» según
el «plan Marshall», penetran profundamente en la
economía de Inglaterra y de Francia, con el afán de
convertirla en un apéndice de la economía de los
Estados Unidos? ¿Soportarán eternamente esos
países que el capital norteamericano eche la zarpa a
las materias primas y a los mercados de venta en las
colonias anglo-francesas y prepare de este modo una
catástrofe para los elevados beneficios de los
capitalistas anglo-franceses? ¿No será más acertado
decir que la Inglaterra capitalista y, tras ella, la
Francia se verán,
capitalista en fin de cuentas,
obligadas a arrancarse del abrazo de los Estados
Unidos y a tener un conflicto con ellos para
asegurarse una situación independiente y, claro está,
elevados beneficios?
Pasemos a los principales países vencidos, a
Alemania (la del Oeste) y al Japón. Estos países
arrastran hoy una existencia miserable bajo la bota
del imperialismo norteamericano. Su industria y su
agricultura, su comercio y su política exterior e
interior, toda su vida se ve encadenada por el
«régimen» norteamericano de ocupación. Y esos
países todavía ayer eran grandes potencias
imperialistas, que sacudieron los fundamentos del
dominio de Inglaterra, los Estados Unidosy Francia
en Europa y en Asia. Suponer que esos países no
tratarán de ponerse en pie otra vez, de dar al traste
con el «régimen» de los Estados Unidos y de abrirse
paso hacia un camino de desarrollo independiente,
significa creer en milagros.
Se dice que las contradicciones entre el
capitalismo y el socialismo son más fuertes que las
contradicciones entre los países capitalistas.
Teóricamente, eso es acertado, claro está. Y no sólo
lo es ahora, hoy día, sino que lo era también antes de
la segunda guerra mundial. Y, más o menos, eso lo
comprendían los dirigentes de los países capitalistas.

319

Sin embargo, la segunda guerra mundial no empezó


por una guerra contra la URSS, sino por una guerra
entre países capitalistas. ¿Por qué? En primer
término, porque la guerra contra la URSS, como el
país del socialismo, es más peligrosa para el
capitalismo que la guerra entre países capitalistas,
pues guerra entre países capitalistas sólo plantea
si la
la cuestión del predominio de unos países capitalistas
sobre otros países capitalistas, la guerra contra la
URSS debe plantear inevitablemente la cuestión de la
existencia del propio capitalismo. En segundo
término, porque los capitalistas, aunque con fines de
«propaganda» alborotan acerca de la agresividad de
la Unión Soviética, no creen ellos mismos lo que
dicen, pues tienen en cuenta la política pacífica de la
Unión Soviética y saben que este país no agredirá a
los países capitalistas.
Después de la primera guerra mundial
considerábase también que Alemania había sido
puesto fuera de combate para siempre, como algunos
camaradas piensanhoy del Japón y de Alemania.
Entonces tambiénse hablaba y se alborotaba en la
prensa diciendo que los Estados Unidos tenían a
Europa a ración, que Alemania no podría ponerse de
nuevo en pie y que no habría ya más guerras entre los
países capitalistas. Sin embargo, a pesar de todas esas
consideraciones, Alemania levantó cabeza y se puso
en pie como una gran potencia al cabo de unos
quince o veinte años después de su derrota,
arrancándose a la esclavitud y emprendiendo el
camino, de un desarrollo independiente. Es muy
sintomático que fueran precisamente Inglaterra y los
Estados Unidos quienes ayudaron a Alemania a
resurgir económicamente y a elevar su potencial
económico militar. Claro está que, al ayudar a
Alemania a ponerse en pie económicamente, los
Estados Unidos e Inglaterra pensaban orientar a
Alemania, una vez repuesta, contra la Unión
Soviética, utilizarla contra el país del socialismo. Sin
embargo, Alemania dirigió sus fuerzas, en primer
término, contra el bloque anglo-franco-
norteamericano. Y cuando la Alemania hitleriana
declaró la guerra a la Unión Soviética, el bloque
anglo-franco-norteamericano, no sólo no se unió a la
Alemania hitleriana, sino que, por el contrario, se vió
constreñido a formar una coalición con la URSS,
contra la Alemania hitleriana.
Por tanto, la lucha de los países capitalistas por
los mercados y el deseo de hundir a sus competidores
resultaron prácticamente más fuertes que las
contradicciones entre el campo del capitalismo y el
campo del socialismo.
Se pregunta: ¿qué garantía puede haber de que
Alemania y el Japón no vuelvan a ponerse en pie, de
que no traten de escapar de la esclavitud
norteamericana y de vivir una vida independiente?
Pienso que no hay tales garantías.
Pero de aquí se desprende que la inevitabilidad de

320

las guerras entre los países capitalistas sigue


existiendo.
Se dice que la tesis de Lenin relativa a que el
imperialismo engendra inevitablemente las guerras
debe considerarse caducada, por cuanto en el
presente han surgido poderosas que
fuerzas populares
actúan en defensa de la paz, contra una nueva guerra
mundial. Eso no es cierto.
El presente movimiento pro paz persigue el fin de
levantar a las masas a la lucha por
populares
mantener la paz, por una nueva guerra
conjurar
mundial. Consiguientemente, ese movimiento no
persigue el fin de derrocar el capitalismo y establecer
el socialismo, y se limita a los fines democráticos de
la lucha por mantener la paz. En este sentido, el
actual movimiento por mantener la paz se distingue
del movimiento desarrollado en el período de la
primera guerra mundial por la transformación de la
guerra imperialista en guerra civil, pues este último
movimiento iba más lejos y perseguía fines
socialistas.
Es posible que, de concurrir determinadas
circunstancias, la lucha por la paz se desarrolle hasta
transformarse, en algunos lugares, en lucha por el
socialismo, pero eso no sería ya el actual movimiento
pro paz, sino un movimiento por derrocar el
capitalismo.
Lo más probable es que el actual movimiento pro
paz, como movimiento para mantener la paz,
conduzca, en caso de éxito, a conjurar una guerra
concreta, a aplazarla temporalmente, a mantener
temporalmente una paz concreta, a que dimitan los
gobiernos belicistas y sean sustituidos por otros
gobiernos, dispuestos a mantener temporalmente la
paz. Eso, claro es, está bien. Eso incluso está muy
bien. Pero todo no basta para suprimir la
ello
inevitabilidad guerras en general entre los
de las
países capitalistas. No basta, porque, aún con todos
los éxitos del movimiento en defensa de la paz, el
imperialismo se mantiene, continúa existiendo, y, por
consiguiente, continúa existiendo también la
inevitabilidad de las guerras.
Para eliminar la inevitabilidad de las guerras hay
que destruir el imperialismo.

7. Las leyes económicas fundamentales del


capitalismo moderno y del socialismo
Sabido es que la cuestión relativa a las leyes
económicas fundamentales dely del
capitalismo
socialismo ha sido planteada reiteradas veces en el
transcurso de la discusión. A este respecto se han
manifestado opiniones diversas, incluso las más
fantásticas. Por cierto, la mayoría de los camaradas
que han participado en la discusión ha reaccionado
débilmente ante este problema, y no se ha perfilado
ninguna solución. No obstante, ninguno de los
camaradas ha negado la existencia de esas leyes.
¿Existe una ley económica fundamental del

J. V. Stalin

capitalismo? Sí, existe. ¿Qué ley es ésa?, ¿cuáles son


sus rasgos característicos? La ley económica
fundamental del capitalismo es una ley que no
determina un aspecto aislado o unos procesos
aislados del desarrollo de la producción capitalista,
sino todos los aspectos y los procesos más
todos
importantes de ese desarrollo; por tanto, determina el
fondo de la producción capitalista, su esencia.
¿No será la ley del valor la ley económica
fundamental del capitalismo? No. La ley del valor es,
ante todo, una ley de la producción mercantil. Existió
antes del capitalismo y sigue existiendo, lo mismo
que la producción mercantil, después del
derrocamiento del capitalismo, como ocurre, por
ejemplo, en nuestro país, si bien es cierto que con
una esfera de acción limitada. Naturalmente, la ley
del valor, que tiene una amplia esfera de acción en el
capitalismo, desempeña un gran papel en el
desarrollo de la producción capitalista pero no sólo
no determina la esencia de la producción capitalista
ni los fundamentos del beneficio capitalista, sino que
ni siquiera plantea esos problemas. Por eso, no puede
ser la ley económica fundamental del capitalismo
moderno.
Con las mismas razones no pueden ser tampoco la
ley económica fundamental del capitalismo la ley de
la concurrencia y de la anarquía de la producción ni
la ley del desarrollo desigual del capitalismo en los
diferentes países.
Se dice que la ley de la norma media de beneficio
es la ley económica fundamental del capitalismo
moderno. Eso no es cierto. El capitalismo moderno,
el capitalismo monopolista, no puede darse por
satisfecho con el beneficio medio, que, además, tiene
la tendencia a bajar debido a la elevación de la
composición orgánica del capital. El capitalismo
monopolista moderno no exige el beneficio medio
sino el beneficio máximo, necesario para llevar a
cabo más o menos regularmente la reproducción
ampliada.
Lo que más cerca está del concepto ley económica
fundamental del capitalismo es la ley de la plusvalía,
ley del nacimiento y del incremento del beneficio
capitalista. Esa ley predetermina, efectivamente, los
rasgos principales de la producción capitalista. Pero
la ley de la plusvalía es demasiado general, y no toca
los problemas de la norma superior de beneficio cuyo
aseguramiento es condición del desarrollo del
capitalismo monopolista. Para llenar esta laguna hay
que concretar la ley de la plusvalía y desarrollarla de
acuerdo con las condiciones del capitalismo
monopolista, teniendo en cuenta que el capitalismo
monopolista no exige cualquier beneficio, sino el
beneficio máximo. Esa, precisamente, será la ley
económica fundamental del capitalismo moderno.
Los rasgos principales y las exigencias de la ley
económica fundamental del capitalismo moderno
podrían formularse, aproximadamente, como sigue:
Problemas económicos del socialismo en la URSS

asegurar el máximo beneficio capitalista, mediante la


explotación, la ruina y la depauperación de la
mayoría de los habitantes del país dado, mediante el
avasallamiento y el saqueo sistemático de los pueblos
de otros países, principalmente de los países
atrasados, y, por último, mediante las guerras y la
militarización de la economía nacional, a las que se
recurre para asegurar el máximo de beneficio.
Se dice que el beneficio medio podría
considerarse, sin embargo, por completo suficiente
para el desarrollo capitalista en las condiciones
actuales. Eso no es cierto. El beneficio medio es el
nivel inferior de la rentabilidad, por debajo del cual
la producción capitalista es imposible. Pero, sería
ridículo suponer que los jerifaltes del capitalismo
monopolista moderno tratan únicamente, al ocupar
las colonias, esclavizar a los pueblos y gestar guerras,
de asegurarse meramente el beneficio medio. No, no
es el beneficio medio ni son los superbeneficios, que
únicamente representan, como regla, cierta
superación del beneficio medio, sino el beneficio
máximo, concretamente, el motor del capitalismo
monopolista. Precisamente la necesidad de obtener
beneficios máximos empuja al capitalismo
monopolista a
dar pasos tan arriesgados como el
sojuzgamiento y el saqueo sistemático de las colonias
y de otros países atrasados, la conversión de países
independientes en países dependientes, la
organización de nuevas guerras -que son para los
jerifaltes del capitalismo moderno él mejor
«business» para obtener beneficios máximos- y, por
último, los intentos de conquistar la dominación
económica del mundo.
La importancia de la ley económica fundamental
del capitalismo consiste, entre otras cosas, en que, al
determinar todos los fenómenos más importantes del
desarrollo del modo de producción capitalista -sus
ascensos y sus crisis, sus victorias y sus reveses, sus
virtudes y sus defectos: su contradictorio
todo
desarrollo-, permite comprenderlos y explicarlos.
He aquí uno de los numerosos y «sorprendentes»
ejemplos.
Todo el mundo conoce hechos de la historia y de
la práctica del capitalismo que demuestran el
impetuoso desarrollo de la técnica en el capitalismo,
hechos en los que los capitalistas aparecen como
abanderados de la técnica avanzada, como
revolucionarios en el dominio del desarrollo de la
técnica de la producción. se conocen Pero también
hechos de otro género, que evidencian altos en el
desarrollo de la técnica en el capitalismo, hechos en
que los capitalistas aparecen como reaccionarios en
el dominio del desarrollo de la nueva técnica y pasan
con frecuencia al trabajo a mano.
¿A qué se deben estas flagrantes contradicciones?
Únicamente pueden deberse a la ley económica
fundamental del capitalismo moderno, es decir, a la
necesidad de obtener beneficios máximos. El

321

capitalismo es nueva técnica cuando


partidario de la
ésta le promete mayores los
beneficios. El
capitalismo es contrario a la nueva técnica y
partidario del paso al trabajo a mano cuando la nueva
técnica deja de prometerle los mayores beneficios.
Así están las cosas en cuanto a la ley económica
fundamental del capitalismo moderno.
¿Existe una ley económica fundamental del
socialismo? Sí, existe. ¿En qué consisten los rasgos
esenciales y las exigencias de esta ley? Los rasgos
esenciales y las exigencias de la ley económica
fundamental del socialismo podrían formularse,
aproximadamente, como sigue: asegurar la máxima
satisfacción de las necesidades materiales y
culturales, en constante ascenso, de toda la sociedad,
mediante el desarrollo y el perfeccionamiento
ininterrumpidos de la producción socialista sobre la
base de la técnica más elevada.
Por consiguiente, en vez de asegurar los
beneficios máximos, asegurar la máxima satisfacción
de las necesidades materiales y culturales de la
sociedad; en vez de desarrollar la producción con
intermitencias del ascenso a la crisis y de la crisis al
ascenso, desarrollar ininterrumpidamente la
producción; en vez de intermitencias periódicas en el
desarrollo de la técnica, acompañadas de la
destrucción de las fuerzas productivas de la sociedad,
el perfeccionamiento ininterrumpido de la
producción sobre la base de la técnica más elevada.
Se dice que la ley económica fundamental del
socialismo es la ley del desarrollo armónico,
proporcional, de la economía nacional. Eso no es
cierto. El desarrollo armónico de la economía
nacional y, por tanto, la planificación de la misma,
que es un reflejo más o menos fiel de esta ley, de por
sí no dan nada, si no se sabe en nombre de qué tarea
se desarrolla planificadamente la economía nacional,
o si esa tarea no se tiene clara. La ley del desarrollo
armónico de la economía sólo puede dar el resultado
debido cuando existe una tarea en nombre de la cual
se desarrolla planificadamente la economía nacional.
Esa tarea no puede ofrecerla la propia ley del
desarrollo armónico de la economía nacional. Y
menos aún puede hacerlo la planificación de la
economía nacional. Esa tarea se encierra en la ley
económica fundamental del socialismo, bajo la forma
de sus exigencias arriba expuestas. Por eso la acción
de la ley del desarrollo armónico de la economía
nacional únicamente puede tener vía libre en el caso
de que se apoye en la ley económica fundamental del
socialismo,
En cuanto a la planificación de la economía
nacional, ésta sólo puede obtener buenos resultados
si observa dos condiciones: a) si refleja
acertadamente las exigencias de la ley del desarrollo
armónico de la economía nacional; b) si está de
acuerdo en todo con las exigencias de la ley
económica fundamental del socialismo.

322

8. Otras cuestiones
1) La coacción no económica bajo el feudalismo.
Naturalmente, la coacción no económica desempeñó
cierto papel en el fortalecimiento del poder
económico de los terratenientes feudales; sin
embargo, la base del feudalismo no fue esa coacción,
sino la propiedad feudal sobre la tierra.
2) La propiedad personal del hogar koljosiano.
No sería justo decir en el proyecto de libro de
texto que «cada posee en usufructo
hogar koljosiano
personal una vaca, menor y aves de corral».
ganado
Como es sabido, la vaca, el ganado menor, las aves,
etc., no se poseen en realidad, en usufructo personal
sino que son propiedad personal del hogar
koljosiano. La expresión «en usufructo personal» ha
sido tomada, por lo visto, del Estatuto Modelo del
artel agrícola. Pero en el Estatuto Modelo del artel
agrícola se incurrió en un error. La Constitución de la
URSS, que fue elaborada con más minuciosidad, dice
otra cosa, a saber:
«Cada hogar koljosiano... posee en propiedad
personal una economía auxiliar, casa-vivienda,
ganado productivo, aves de corral y aperos de
labranza menudos».
Esto, naturalmente, es acertado.
Debería además decirse, y con que cada
detalle,
koljosiano posee en propiedad una a
personal de
tantas vacas, según las regiones; tantas y tantas
ovejas, tantas y tantas cabras, tantos y tantos cerdos
(indicando las cifras mínimas y máximas, según las
regiones) y un número ilimitado de aves de corral
(patos, gansos, gallinas, pavos).
Estos detalles tienen gran importancia para
nuestros camaradas de otros países que quieren saber
con exactitud qué le ha quedado concretamente al
hogar koljosiano en propiedad personal, después de
haber sido colectivizada en nuestro país la
agricultura.
3) El valor del arriendo pagado por los
campesinos a los terratenientes y el valor de los
gastos de compra de la tierra.
En el proyecto de manual se dice que, como
resultado de la nacionalización de la tierra, «los
campesinos se vieron eximidos pago de
del arriendos
a los terratenientes por una suma total de unos
500.000.000 de rublos anuales» (es necesario indicar
«rublos oro»). Haría falta precisar esta cifra, pues,
según me parece, no comprende la suma total de
arrendamiento en toda Rusia, sino solamente en la
mayor parte de sus provincias. A la vez, hay que
tener en cuenta que en algunas regiones periféricas
de Rusia el pago del arriendo se hacía en especie,
cosa que, según parece, no ha sido tomada en
consideración por los autores del proyecto de
manual. Además, es necesario no olvidar que los
campesinos no sólo se vieron eximidos del pago del
arriendo, sino también de los gastos anuales de

J. V. Stalin

compra de la tierra. ¿Se ha tenido en cuenta esto en el


proyecto de manual? Me parece que no se ha tenido
en cuenta, aunque hubiera sido necesario tenerlo.
4) La ensambladura de los monopolios con el
aparato de Estado.
La expresión «ensambladura» no es exacta. Es
una expresión que registra de modo superficial y
descriptivo el acercamiento de los monopolios y del
Estado, pero no revela el sentido económico de ese
acercamiento. Se trata de que en el proceso de ese
acercamiento no se produce una simple
ensambladura, sino la subordinación del aparato de
Estado a los monopolios. esa razón, procedería
Por
desechar la palabra «ensambladura» y sustituirla por
las palabras «subordinación del aparato de Estado a
los monopolios».
5) El empleo de la maquinaria en la URSS
En el proyecto de se dice que «las
manual
máquinas se emplean en la URSS en todos los casos
en que economizan el trabajo a la sociedad». No es
eso, ni mucho menos, lo que procedería decir. En
primer lugar, las máquinas, en la URSS, siempre
economizan trabajo a la sociedad, y por ello no
conocemos ningún caso en que no economicen en
nuestro país ese trabajo. En segundo lugar, las
máquinas no sólo economizan trabajo, sino que, a la
vez, facilitan la labor de los trabajadores, y por ello
en nuestro país, a diferencia de los países capitalistas,
los obreros utilizan muy gustosamente las máquinas
en su trabajo.
Hubiera procedido decir, por tanto, que en
ninguna parte se emplea la maquinaria de tan buena
gana como en la URSS, pues las máquinas
economizan a la sociedad y facilitan la labor
trabajo
de los obreros, y, como en la URSS no hay paro, los
obreros emplean gustosamente las máquinas en la
economía nacional.
6) La situación material de la clase obrera en los
países capitalistas.
Cuando se habla de la situación material de la
clase obrera se tiene habitualmente en cuenta a los
obreros ocupados, dejando a un lado la situación
material del llamado ejército de reserva de los sin
trabajo. ¿Es acertada esa forma de tratar el problema
de la situación material de la clase obrera? Yo creo
que no es acertada. Si existe un ejército de reserva de
desocupados, cuyos componentes carecen de otro
medio de vida que no sea la venta de su fuerza de
trabajo, los desocupados no pueden por menos de
formar parte de la clase obrera, y, si forman parte de
ella,su situación de miseria no puede dejar de influir
en la situación material de los obreros ocupados. Yo
creo, por ello, que, al caracterizar la situación
material de la clase obrera en los países capitalistas,
se hubiera debido tener también en cuenta la
situación del ejército de reserva de los obreros
parados.
7) La renta nacional.
Problemas económicos del socialismo en la URSS

que es indispensable incluir en el proyecto


Pienso
de manual un capítulo nuevo sobre la renta nacional.
8) Sobre la inclusión en el manual de un capítulo
especial acerca de Lenin y Stalin como fundadores de
la Economía Política del socialismo.
Yo pienso que se debe excluir del manual el
capítulo «La doctrina marxista del socialismo. V. I.
Lenin y J. V. Stalin, fundadores de la Economía
Política del socialismo». Es por completo innecesario
en el manual, ya que no aporta nada nuevo y es sólo
una pobre repetición de lo que los capítulos
anteriores explican con mayor detalle.
En cuanto a las demás cuestiones, no tengo
ninguna observación que hacer a las «propuestas» de
los camaradas Ostrovitiánov, Leóntiev, Shepílov,
Gatovski y otros.

9. Importanciainternacional de un manual
marxista economía política
de
Pienso que los camaradas no tienen en cuenta toda
la importancia de un manual marxista de Economía
Política. Ese manual no sólo es necesario para
nuestra juventud soviética. Es especialmente
necesario para los comunistas de todos los países y
para las personas que simpatizan con los comunistas.
Nuestros camaradas de otros países desean saber
cómo nos hemos librado de la esclavitud capitalista;
cómo hemos transformado economía del país
la
siguiendo los principios cómo hemos
del socialismo;
logrado forjar la amistad con los campesinos; cómo
hemos conseguido que nuestro país, hace aún poco
débil y mísero, se haya convertido en un país rico, en
un país poderoso; desean saber qué son los koljoses,
por qué nosotros, aunque hemos socializado los
medios de producción, no liquidamos la producción
mercantil, el dinero, el comercio, etc. Desean saber
todo eso y muchas otras cosas no por simple
curiosidad, sino para aprender de nosotros y
aprovechar nuestra experiencia en su propio país. Por
eso, la aparición de un buen manual marxista de
Economía Política no sólo tiene una gran importancia
política interior, sino también una gran importancia
internacional.
Necesitamos, por un manual que sea
consiguiente,
un para la juventud revolucionaria
libro de cabecera
no sólo en nuestro país, sino también en el
extranjero. No debe ser excesivamente voluminoso,
ya que un manual excesivamente voluminoso no
puede ser un libro de cabecera y, además, resulta
difícil de asimilar, de digerir. No obstante, debe
contener todo lo fundamental, tanto de la economía
de nuestro país como de la economía del capitalismo
y del sistema colonial.
Algunos camaradas han propuesto durante la
discusión incluir en el manual varios capítulos
nuevos: los historiadores, sobre historia; los políticos,
sobre política; los filósofos, sobre filosofía, y los
economistas, sobre economía. Pero eso hincharía el

323

manual terriblemente, cosa que, claro está, no se


puede permitir. El manual recurre al método histórico
para ilustrar los problemas de la Economía Política,
pero eso no quiere decir que debamos convertir el
manual de Economía Política en una historia de las
relaciones económicas.
Necesitamos un manual de 500 a 600 páginas
como máximo. Ese manual de Economía Política
marxista será un libro de cabecera, un buen regalo
para los comunistas jóvenes de todos los países.
Además, debido al insuficiente nivel de desarrollo
marxista mayoría de los Partidos Comunistas
de la de
los demás países, un manual así sería también de
gran utilidad a los cuadros comunistas no jóvenes de
esos países.
10. Como se puede mejorar el proyecto de
manual de economía política
Algunos camaradas han «arremetido» con
excesivo celo durante la discusión contra el proyecto
de manual, han increpado a sus autores por los
errores y las omisiones, afirmando que el proyecto no
vale. Eso es injusto. Naturalmente, el manual tiene
errores y cosa que ocurre casi siempre en
omisiones,
todo trabajo importante. Pero, no obstante, la gran
mayoría de los camaradas que han participado en la
discusión ha reconocido que el proyecto puede servir
de base para el futuro manual si se introducen en él
algunas enmiendas y adiciones. En realidad, basta
sólo comparar el proyecto con los manuales de
Economía Política de que disponemos hoy, para
llegar a la conclusión de que está a cien codos por
encima de ellos. Eso es un gran mérito de los autores
del proyecto de manual.
Yo piensoque para mejorar el proyecto de manual
sería conveniente designar una comisión no muy
numerosa, en la que deberían figurar no sólo los
autores del manual y no sólo partidarios de la
mayoría de los participantes en la discusión, sino
también adversarios de la mayoría, furibundos
críticos del proyecto del manual.
Sería bueno incluir
también en la comisión a un
estadista para comprobar las cifras del
experto,
proyecto e introducir en él nuevos datos estadísticos,
así como a un jurista experto, para comprobar la
exactitud de las formulaciones.
Sería conveniente descargar provisionalmente de
cualquier otro trabajo a los miembros de la comisión,
dándoles todas las posibilidades materiales para que
puedan dedicarse por entero a confeccionar el
manual.
Haría falta, además, designar una comisión de tres
personas, por ejemplo, para redactar definitivamente
el manual. Eso es indispensable también para
conseguir unidad de estilo, cosa que,
lamentablemente, falta en el proyecto de manual.
El libro debe ser presentado al CC dentro de un
año.

324

J. STALIN
1de febrero de 1952.

Respuesta al camarada Aleksandr Ilich �otkin


Camarada Notkin:
No me he apresurado a contestarle, porque no
considero urgentes las cuestiones planteadas por Ud.
y con mayor motivo cuando hay otras cuestiones, de
carácter urgente, que, como es lógico, me han tenido
apartado de su carta.
Contesto por puntos.

Primer punto
En las «Observaciones» figura la conocida tesis
de que la sociedad no es impotente frente a las leyes
de la ciencia y que el hombre, una vez ha llegado a
conocer las leyes económicas, puede utilizarlas en
interés de la sociedad. Ud. afirma que esta tesis no
puede hacerse extensiva a otras formaciones sociales,
que sólo puede regir en el socialismo y en el
comunismo, y que el carácter espontáneo de los
procesos económicos bajo el capitalismo, por
ejemplo, no permite a la sociedad utilizar las leyes
económicas en interés de la sociedad.
no es cierto. En la época de
Eso la revolución
burguesa, en Francia, por ejemplo, la burguesía
empleó contra el feudalismo la conocida ley de la
armonía obligatoria de las relaciones de producción
con el carácter de las fuerzas productivas, dió al
traste con las relaciones de producción feudales y
creó unas relaciones de producción nuevas, las
relaciones de producción burguesas, poniendo esas
relaciones de producción en correspondencia con el
carácter de las fuerzas productivas, que se habían
desarrollado en las entrañas del régimen feudal. La
burguesía no hizo eso porque tuviera dotes
especiales, sino porque estaba vitalmente interesada
en ello. Los feudales ofrecieron resistencia no porque
fueran torpes, sino porque estaban vitalmente
interesados en impedir la realización de esa ley.
Lo mismo debe decirse de la revolución socialista
en nuestro país. La clase obrera utilizó la ley de la
armonía obligatoria entre las relaciones de
producción y el carácter de las fuerzas productivas,
derrocó las relaciones de producción burguesas, creó
unas relaciones de producción nuevas, las relaciones
de producción socialista, y las puso en
correspondencia con el carácter de las fuerzas
productivas. La clase obrera pudo hacer eso no
porque tuviese dotes especiales, sino porque estaba
vitalmente interesada en ello. que
La burguesía,
había dejado de ser que fuera en
la fuerza progresiva
los albores de la revolución burguesa y se había
convertido ya en una fuerza contrarrevolucionaria, se
resistió por todos los medios a que esta ley fuese
realizada, y no se resistió porque le faltase
organización ni porque el carácter espontáneo de los
procesos económicos la empujase a ello, sino, sobre

J. V. Stalin

todo, porque estaba vitalmente interesada en impedir


la aplicación de esa ley.
Por consiguiente:
1. La utilización de los procesos económicos y de
las leyes económicas en interés de la sociedad no
sólo tiene lugar, en una u otra medida, en el
socialismo y en el comunismo, sino también en las
otras formaciones.
2. La utilización de las leyes económicas en la
sociedad de clases tiene siempre y en todas partes un
fondo de clase, con la particularidad de que el
abanderado de la utilización de las leyes económicas
en interés de la sociedad es siempre y en todas partes
la clase avanzada, mientras que las clases llamadas a
desaparecer se resisten a ello.
Aquí la diferencia entre el proletariado, de una
parte, y de otra, las demás clases que en el transcurso
de la historia han realizado revoluciones en las
relaciones de producción, consiste en
que los
intereses de clase del proletariado se funden con los
intereses de la aplastante mayoría de la sociedad,
pues la revolución del proletariado no significa la
liquidación de esta o aquella forma de explotación,
sino la liquidación de toda explotación, mientras que
las revoluciones de las otras clases, al liquidar
solamente esta o aquella forma de explotación, no
iban más allá del estrecho marco de sus intereses de
clase, que se hallaban en contradicción con los
intereses de la mayoría de la sociedad.
En las «Observaciones» se habla del fondo de
clase de la utilización económicas en
de las leyes
interés de la sociedad. Allí se
que «a diferencia dice,
de las leyes de las Ciencias Naturales, en las que el
descubrimiento y la aplicación de una nueva ley casi
no encuentra obstáculos, en la esfera económica el
descubrimiento y la aplicación de una nueva ley,
como ella afecta a los intereses de las fuerzas
sociales llamadas a desaparecer, choca con la
resistencia tenacísima esas
de fuerzas». No obstante,
Ud. no ha prestado atención a ello.

Segundo punto
Ud. afirma que la completa armonía entre las
relaciones de producción y el carácter de las fuerzas
productivas puede conseguirse únicamente en el
socialismo y en el comunismo, y que en las demás
formaciones sólo puede darse una armonía
incompleta.
Eso no es cierto. En la época que siguió a la
revolución burguesa, cuando la burguesía destruyó
las relaciones de producción feudales y estableció las
relaciones de producción burguesas, hubo
innegablemente períodos en que las relaciones de
producción burguesas armonizaban plenamente con
el carácter de las fuerzas productivas. El capitalismo
no hubiera podido, en caso contrario, desarrollarse
con la rapidez con que se desarrolló después de la
revolución burguesa.

Problemas económicos del socialismo en la URSS

Prosigamos. Las palabras «completa armonía» no


deben ser comprendidas en sentido absoluto. No
deben ser comprendidas en el sentido de que en el
socialismo no existe ningún retraso de las relaciones
de producción con respecto al desarrollo de las
fuerzas productivas. Las fuerzas productivas son las
fuerzas más dinámicas y más revolucionarias de la
producción. Y marchan, en el socialismo también,
indiscutiblemente, delante de las relaciones de
producción. Sólo después de algún tiempo las
relaciones de producción se transforman,
adaptándose al carácter de las fuerzas productivas.
¿Cómo deben ser comprendidas en tal caso las
palabras «completa armonía»? Deben ser
comprendidas en el sentido de que en el socialismo,
como regla, no se producen conflictos entre las
relaciones de producción y las fuerzas productivas,
en el sentido de que la sociedad puede hacer, a su
debido tiempo, que las relaciones de producción, que
vana la zaga, se pongan en correspondencia con el
carácter de las fuerzas productivas. La sociedad
socialista puede hacer eso porque en ella no existen
clases llamadas a desaparecer, clases que puedan
organizar una resistencia. Naturalmente, en el
socialismo habrá también fuerzas atrasadas, inertes,
que no comprendan la necesidad de los cambios en
las relaciones de producción; pero no será difícil,
claro está, vencerlas sin llegar a conflictos.

Tercer punto
De sus razonamientos dimana que los medios de
producción, y sobre todo los instrumentos de
producción fabricados por nuestras empresas
nacionalizadas, son considerados por Ud. como
mercancías.
¿Se puede considerar que los medios de
producción sean en nuestro régimen socialista
mercancías? Yo pienso que no, de ninguna manera.
mercancía es un producto de la producción que
La
se vende a cualquier comprador, con la particularidad
de que, al efectuarse la venta, el propietario de la
mercancía pierde el derecho de propiedad sobre ella,
y el comprador se convierte en propietario de la
misma y puede revenderla, empeñarla, dejar que se
pudra. ¿Se puede definir así los medios de
producción? Claro que no. En primer lugar, los
medios de producción no se «venden» a cualquier
comprador, no se «venden» ni siquiera a los koljoses;
son distribuidos por el Estado entre sus empresas
solamente. En segundo lugar, el Estado, dueño de los
medios de producción, al entregárselos a una u otra
empresa, no pierde, ni mucho menos, el derecho de
propiedad sobre esos medios de producción; por el
contrario, lo conserva plenamente. En tercer lugar,
los directores empresas, al recibir del Estado
de las
medios de producción, no sólo no se convierten en
propietarios de esos medios, sino que, por el
contrario, son confirmados como mandatarios del

325

Estado Soviético para dirigir el empleo de los medios


de producción, de acuerdo con los planes
establecidos por el Estado.
Como vemos, en nuestro régimen los medios de
producción no pueden ser, en modo alguno,
considerados como mercancías.
¿Por qué se habla, pues, del valor de los medios
de producción, de su coste, de su precio, etc.?
Por dos causas.
Primera. Porque es indispensable para el cálculo,
para la contabilidad, para determinar si las empresas
son rentables o si no lo son, para la inspección y el
control de las empresas. Pero éste es sólo el aspecto
formal de la cuestión.
Segunda. Porque es indispensable para efectuar,
en interés del comercio exterior, la venta de medios
de producción a los Estados extranjeros. Aquí, en la
esfera del comercio exterior, pero sólo en esta esfera,
nuestros medios de producción son en realidad
mercancías y en realidad se venden (sin comillas).
Por consiguiente, resulta que en la esfera del
comercio exterior los medios de producción
fabricados por nuestras empresas conservan,
formalmente y en esencia, las propiedades de las
mercancías, mientras que en la esfera de la
circulación económica en el interior del país pierden
las propiedades de las mercancías, dejan de ser
mercancías y se salen de la esfera de acción de la ley
del valor, conservando únicamente la forma de
mercancías (la contabilidad, y demás).
¿Cómo explicar esta peculiaridad?
Elcaso es que en nuestras condiciones socialistas
el desarrollo económico no se opera mediante
revoluciones, sino mediante en
cambios graduales,
los que lo viejo no queda por entero, sino
suprimido
que cambia su naturaleza, adaptándola a lo nuevo,
conservando sólo su forma; y lo nuevo no destruye
simplemente lo viejo, sino que penetra en ello y
cambia su naturaleza y sus funciones, sin romper su
forma, que utiliza para el desarrollo de lo nuevo. Eso
no sólo sucede con las mercancías, sino también con
el dinero en nuestras operaciones económicas, así
como con los Bancos, que, al perder sus viejas
funciones y adquirir funciones nuevas, conservan su
vieja forma, que es utilizada por el régimen
socialista.
Si se examina el problema desde un punto de vista
formal, desde el punto de vista de los procesos que se
operan en la superficie de los fenómenos, se puede
llegar a la conclusión desacertada de que las
categorías del capitalismo siguen rigiendo en nuestra
economía. Si se analiza el problema de un modo
marxista, estableciendo una rigurosa diferenciación
entre el contenido del proceso económico y su forma,
entre los procesos profundos del y los
desarrollo
fenómenos superficiales, se puede a la única
llegar
conclusión atinada, a la conclusión de que de las
viejas categorías del capitalismo en nuestro país se ha

326

conservado, principalmente, la forma, el exterior,


pero que en esencia es categorías han cambiado de
un modo radical, adaptándose a las exigencias del
desarrollo de la economía socialista.

Cuarto punto
Ud. afirma que la ley del valor obra como un
regulador de los precios de los «medios de
producción»- producidos por la agricultura y
entregados al Estado a precios de tasa. Se refiere Ud.,
además, a «medíos de producción» tales como las
materias primas; por ejemplo, el algodón. Hubiera
podido Ud. agregar a ello también el lino, la lana y
demás materias primas agrícolas.
Hay que hacer notar, ante todo, que en este caso la
agricultura no produce «medios de producción», sino
uno de los medios de producción: materias primas.
No se puede jugar con las palabras «medios de
producción». Cuando los marxistas hablan de la
producción de medios de producción, tienen en
cuenta, ante todo, la producción de instrumentos de
producción, es decir, lo que Marx llama «los medios
mecánicos de cuyo
trabajo, conjunto puede
denominarse óseo y muscular
sistema de la
producción», sistema que constituye «los rasgos
distintivos característicos de una determinada época
de la producción social». Poner en un mismo plano
una parte de los medios de producción (las materias
primas) y los medios de producción, incluidos los
instrumentos de producción, significa pecar contra el
marxismo, pues el marxismo parte del papel
determinante de los instrumentos de producción, en
comparación con todos los otros medios de
producción. Todo el mundo sabe que las materias
primas no pueden producir por sí mismas
instrumentos de producción -aunque ciertas materias
primas sean indispensables como material para la
producción de instrumentos de producción-, en tanto
que no hay materia prima que pueda ser producida
sin instrumentos de producción.
Sigamos. ¿Se puede decir que la acción de la ley
del valor sobre el precio de las materias primas
producidas en la agricultura sea una acción
reguladora como lo afirma Ud., camarada Notkin?
Esa acción sería reguladora si existiera en nuestro
país un «libre» sube y baja de los precios de las
materias primas agrícolas, si rigiera la ley de la
concurrencia y de la anarquía de la producción, si no
tuviéramos una economía planificada, si la
producción de materias primas no estuviera regulada
por un plan. Pero como en el sistema de nuestra
economía nacional no se dan todos esos «si», la
acción de la ley del valor sobre el precio de las
materias primas agrícolas no puede en modo alguno
ser reguladora. En primer lugar, los precios de las
materias primas agrícolas son en nuestro país precios
fijos, establecidos por un plan, y no precios «libres».
En segundo lugar, el volumen de la producción de

J. V. Stalin

materias primas agrícolas no lo determinan fuerzas


ciegas ni estos o aquellos elementos fortuitos, sino un
plan. En tercer lugar, los instrumentos de producción
necesariospara la producción de materias primas
agrícolasno se hallan concentrados en manos de
algunaspersonas o grupos de personas, sino en
manos del Estado. Después de esto, ¿qué es lo que
queda del papel regulador de la ley del valor? Resulta
que la misma ley del valor es regulada por los
hechos, propios de la producción socialista, arriba
indicados.
Por consiguiente, no se puede negar que la ley del
valor actúa en la formación de los precios de las
materias primas agrícolas ni que es uno de los
factores esa formación.
de Pero menos aún se puede
negar que esa acción no es ni puede ser reguladora.

Quinto punto
Al hablar de la rentabilidad de la economía
socialista, he objetado en mis «Observaciones» a los
asertos de algunos camaradas respecto a que nuestra
economía -al no dar gran preferencia a las
planificada
empresas y admitir la existencia, junto a
rentables
ellas, de empresas no rentables- mata el principio
mismo de la rentabilidad de la economía. En las
«Observaciones» se dice que la rentabilidad desde el
punto de vista de una empresa o rama de la
producción no puede compararse en modo alguno
con la rentabilidad de tipo superior que nos da la
producción socialista al librarnos de las crisis de
superproducción y asegurarnos el continuo
incremento de la producción.
No obstante, sería un error
deducir de aquí que la
rentabilidad empresas y ramas de la
de las diferentes
producción no tiene especial valor y no merece seria
atención. Esto, naturalmente, no es cierto. La
rentabilidad de las diferentes empresas y ramas de la
producción tiene enorme importancia para el
desarrollo de nuestra producción. Y hay que tenerla
en cuenta, tanto al planificar la construcción como al
planificar la producción. Eso es el abecé de nuestra
actividad económica en la etapa actual de desarrollo.

Sexto punto
No está claro cómo hay que comprender sus
palabras referentes al capitalismo: «producción
ampliada muy deformada». Hay que decir que
producción de ese tipo, y además ampliada, no existe
bajo la capa del cielo.
Es evidente que, después de haberse escindido el
mercado mundial y de haber comenzado a reducirse
la esfera de explotación de los recursos mundiales
por los principales países capitalistas (los Estados
Unidos, Inglaterra y Francia), el carácter cíclico del
desarrollo -ascenso y descenso de la
del capitalismo
producción- deberá, a pesar de ello, subsistir: Pero el
ascenso de la producción en estos países tendrá lugar
sobre una base restringida, pues el volumen de la

Problemas económicos del socialismo en la URSS

producción de esos países descenderá.

Séptimo punto
La crisis general del sistema capitalista mundial
comenzó en el período de la primera guerra mundial;
debido, sobre todo, al hecho de que la Unión
Soviética se desgajó del sistema capitalista. Esa fue
la primera etapa de la crisis general. La segunda
etapa de la crisis general empezó en el período de la
segunda guerra mundial, sobre todo después de
haberse desgajado del sistema capitalista las
democracias populares de Europa y de Asia. La
primera crisis, en el período de la primera guerra
mundial, y la segunda crisis, en el período de la
segunda guerra mundial, no deben ser consideradas
como crisis independientes una de otra, como crisis
separadas sin relación alguna entre sí, sino como
etapas del desarrollo de la crisis general del sistema
capitalista mundial.
¿Es la crisis general mundial una
del capitalismo
crisis meramente o una crisis meramente
política
económica? No es ni una cosa ni la otra. Es una crisis
general, es decir, una crisis del sistema capitalista
mundial en todos los dominios, una crisis que abarca
tanto la economía como la política. Además, se
comprende que tiene por base la descomposición
cada vez mayor del sistema económico capitalista
mundial, por una parte, y, por otra, la creciente
potencia económica de los países que se han
desgajado del capitalismo: la URSS, China y demás
países de democracia popular.
J. STALIN
21 de abril de 1952.

Los errores del camarada L. D. Yaroshenko


Hace poco se ha dado a conocer a los miembros
del Buró Político del Comité Central del PC(b) de la
Unión Soviética una carta del camarada Yaroshenko,
fechada el 20 de marzo del año en curso, haciendo
referencia a algunas cuestiones económicas que
fueron examinadas en la conocida discusión del mes
de noviembre. El autor de la carta se queja de que en
los principales documentos en que ha sido sintetizada
la discusión, lo mismo que en las «Observaciones»
del camarada Stalin, «no ha tenido reflejo alguno el
punto de vista» del camarada Yaroshenko. Además,
el camarada Yaroshenko propone en su carta que se
le permita escribir la «Economía Política del
socialismo» en el curso de un año o año y medio,
facilitándole para ello dos colaboradores.
Yo creo que tendremos que examinar a fondo
tanto la queja del camarada Yaroshenko como su
propuesta.
Comencemos por la queja.
Y bien, ¿en qué consiste el «punto de vista» del
camarada Yaroshenko, ese punto de vista que no ha
tenido ningún reflejo en los documentos arriba
citados?

327

I. El principal error del camarada Yaroshenko


Si caracterizamos el punto de vista del camarada
Yaroshenko en dos palabras, tendremos que decir
que no es marxista; por tanto, es profundamente
erróneo.
El principal error del camarada Yaroshenko
consiste en que se aparta del marxismo en la cuestión
relativa al papel de las fuerzas productivas y de las
relaciones de producción en el desarrollo de la
sociedad: exagera desmesuradamente el papel de las
fuerzas productivas, subestima, también
desmesuradamente, el papel de las relaciones de
producción y acaba declarando que en el socialismo
las relaciones de producción son parte integrante de
las fuerzas productivas.
El camarada Yaroshenko admite que las
relaciones de producción desempeñan cierto papel
cuando existen «contradicciones antagónicas de
clase», ya que las relaciones de producción en ese
caso «contradicen al desarrollo de las fuerzas
productivas». Mas para el camarada Yaroshenko, ese
papel es sólo un papel negativo, el papel de factor
que frena el desarrollo de las fuerzas productivas y
que traba su desarrollo. Y el camarada Yaroshenko
no ve en las relaciones de producción otras
funciones, no ve ninguna función positiva.
En cuanto al régimen socialista, donde ya no
existen «contradicciones antagónicas de clase» y
donde las relaciones de producción «no contradicen
ya al desarrollo de las fuerzas productivas», el
camarada Yaroshenko considera que aquí las
relaciones de producción pierden todo papel
independiente; las relaciones de producción dejan de
ser un importante
factor del desarrollo y son
absorbidas por las fuerzas productivas, como la parte
es absorbida por el todo. El camarada Yaroshenko
dice que en el socialismo «las relaciones de
producción entre los hombres entran en la
organización de las fuerzas productivas como un
medio, como un elemento de esa organización»
(véase la carta del camarada Yaroshenko al Buró
Político del CC).
En tal caso, ¿cuál es la tarea principal de la
Economía Política del socialismo? El camarada
Yaroshenko contesta: «La tarea principal de la
Economía Política del socialismo no consiste, por esa
razón, en estudiar las relaciones de producción entre
los hombres de la sociedad socialista, sino que
consiste en elaborar y desarrollar la teoría científica
de la organización de las fuerzas productivas en la
producción social, la teoría de la planificación del
desarrollo de la economía nacional» (véase el
discurso del camarada Yaroshenko en el Pleno de los
participantes en la discusión).
Esa es la causa precisa de que el camarada
Yaroshenko no se interese por cuestiones económicas
del régimen socialista como la existencia de diversas

328

formas de propiedad en nuestra economía, la


circulación mercantil, la ley del valor y otras,
considerándolas cuestiones secundarias que no hacen
más que provocar discusiones escolásticas. El declara
sin circunloquios que en su Economía Política del
socialismo «las discusiones en cuanto al papel de una
u otra categoría de la Economía Política del
socialismo -valor, mercancía, dinero,
crédito, etc.-,
que con frecuencia toman entre nosotros un carácter
escolástico, son reemplazadas por sensatos
razonamientos sobre la organización racional de las
fuerzas productivas en la producción social y la
fundamentación científica de esa organización»
(véase el discurso del camarada Yaroshenko en el
Pleno).
En consecuencia, Economía Política sin
problemas económicos.
El camarada Yaroshenko piensa que basta con
alcanzar una «organización racional de las fuerzas
productivas» para que el paso del socialismo al
comunismo transcurra sin grandes dificultades.
Considera que eso basta y sobra para la transición al
comunismo. Declara sin más ni más que «la lucha
fundamental por la construcción de la sociedad
comunista se reduce, en el socialismo, a la lucha por
organizar con acierto las fuerzas productivas y por
utilizarlas racionalmente en la producción social»
(véase el discurso en el Pleno). El camarada
Yaroshenko proclama solemnemente que: «El
comunismo es la organización científica superior de
las fuerzas productivas en la producción social».
Resulta, a lo que se ve, que toda la esencia del
régimen comunista está comprendida en la
«organización racional de las fuerzas productivas».
Partiendo de todo eso, el camarada Yaroshenko
deduce que no puede haber una Economía Política
para todas las formaciones sociales, que debe haber
dos economías una para las formaciones
políticas:
sociales presocialistas, cuyo objeto es el estudio de
las relaciones de producción entre los hombres, y
otra para el régimen socialista, cuyo objeto deberá
ser, no el estudio de las relaciones de producción, es
decir, de las relaciones económicas, sino el de las
cuestiones vinculadas a la organización racional de
las fuerzas productivas.
Tal es el punto de vista del camarada Yaroshenko.
¿Qué ese punto de vista?
puede decirse de
No es cierto, primeramente, que el papel de las
relaciones de producción en la historia de la sociedad
se limite al papel de freno que traba el desarrollo de
las fuerzas productivas. Cuando los marxistas hablan
del papel de freno de las relaciones de producción, no
se refieren a todas las relaciones de producción, sino
tan sólo a las viejas relaciones de producción, que no
corresponden ya al desarrollo de las fuerzas
productivas y, en consecuencia, frenan su desarrollo.
Pero, además de las viejas relaciones de producción,
existen, como se sabe, las nuevas relaciones de

J. V. Stalin

producción que sustituyen a las viejas. ¿Se puede,


acaso, decirque el papel de las nuevas relaciones de
producción se reduce al papel de freno de las fuerzas
productivas? No, no se puede. Al contrario: las
nuevas relaciones de producción son la fuerza
principal y decisiva que determina precisamente el
desarrollo continuo, y poderoso, de las fuerzas
productivas, y sin ellas las fuerzas productivas
estarían en nuestro país condenadas a vegetar como
vegetan hoy en los países capitalistas.
Nadie puede negar el desarrollo colosal de las
fuerzas productivas de nuestra industria soviética en
los años de cumplimiento de los planes quinquenales.
Pero ese desarrollo no se habría producido si en
octubre de 1917 no hubiésemos reemplazado las
viejas relaciones de producción, las relaciones de
producción capitalistas, por unas relaciones de
producción nuevas, por las relaciones de producción
socialistas. Sin esa revolución en las relaciones de
producción, en las relaciones económicas, las fuerzas
productivas vegetarían en nuestro país como vegetan
hoy en los países capitalistas.
Nadie puede negar el desarrollo colosal de las
fuerzas productivas de nuestra agricultura en el curso
de los últimos 20-25 años. Pero ese desarrollo no
hubiera tenido lugar si no hubiéramos sustituido, en
los años del 30, las viejas relaciones de producción
capitalistas en el campo por nuevas relaciones de
producción, por unas relaciones de producción
colectivistas. Sin esa revolución en la producción, las
fuerzas productivas de la agricultura vegetarían en
nuestro país como vegetan hoy en los países
capitalistas.
Claro que las nuevas relaciones de producción no
pueden ser ni son eternamente nuevas, comienzan a
envejecer y a entrar en contradicción con el continuo
desarrollo de las fuerzas productivas, comienzan a
perder el papel de motor principal de las fuerzas
productivas y se transforman en su freno. Entonces,
en lugar de esas relaciones de producción, ya viejas,
aparecen nuevas relaciones de producción, cuyo
papel consiste en ser el motor principal del continuo
desarrollo de las fuerzas productivas.
Esta peculiaridad del desarrollo de las relaciones
de producción, que pasan del papel de freno de las
fuerzas productivas al papel de motor principal de su
avance, y del papel de motor principal al papel de
freno de las fuerzas productivas, constituye uno de
los elementos principales de la dialéctica materialista
marxista. Esto lo saben hoy todos los que han visto
un libro de marxismo. Esto no lo sabe, según resulta,
el camarada Yaroshenko.
No es cierto, en segundo lugar, que el papel
independiente de las relaciones de producción, es
decir, de las relaciones económicas, en el
desaparece
socialismo; que las relaciones de sean
producción
absorbidas porlas fuerzas productivas; que la
producción social en el socialismo se reduzca a la

Problemas económicos del socialismo en la URSS

organización de las fuerzas productivas. El marxismo


considera la producción social como un todo que
consta de dos aspectos vinculados indisolublemente:
las fuerzas productivas de la sociedad (relaciones de
la sociedad con las fuerzas naturales, en la lucha con
las cuales obtiene la sociedad los bienes materiales
necesarios) y las relaciones de producción (relaciones
mutuas entre los hombres en el proceso de la
producción). Estos dos aspectos de la producción
social, aunque están ligados entre sí de un modo
indisoluble, son diferentes. Y precisamente por ser
aspectos diferentes de la producción social, pueden
actuar uno sobre que uno de esos
el otro. Afirmar
aspectos puede ser absorbido por el otro y
transformado en su parte integrante, significa pecar
gravemente contera el marxismo.
Marx dice:
«En la producción los hombres no actúan
solamente sobre la naturaleza, sino que actúan
también los unos sobre los otros. No pueden producir
sin asociarse de un cierto modo, para actuar en
común y establecer un intercambio de actividades.
Para producir, los hombres contraen determinados
vínculos y relaciones, y a través de estos vínculos Y
relaciones sociales, y sólo a través de ellos, es como
se relacionan con la naturaleza y como se efectúa la
producción» (véase: «C. Marx y F. Engels», tomo V,
pág. 429).
Por consiguiente, la producción social consta de
dos aspectos que, aunque están indisolublemente
ligados el uno con el otro, reflejan, no obstante, dos
categorías diferentes de relaciones: las relaciones del
hombre con la naturaleza (fuerzas productivas) y las
relaciones de unos hombres con otros en el proceso
de la producción (relaciones de producción). Sólo la
existencia de ambos aspectos de la producción nos da
la producción social, ya se trate del régimen
socialista o de otras formaciones sociales.
Por lo visto, el camarada Yaroshenko no está muy
de acuerdo con Marx. Considera que esta tesis de
Marx no es aplicable al régimen socialista. Por eso,
precisamente, reduce el problema de la Economía
Política del socialismo a la tarea de la organización
racional de las fuerzas productivas, dejando de un
lado las relaciones de producción, las relaciones
económicas, y separando de ellas las fuerzas
productivas.
Por tanto, en lugar de la Economía Política
marxista, encontramos en el camarada Yaroshenko
algo así como la «Ciencia universal de la
organización» de Bogdánov.
Así, pues, partiendo de la idea acertada de que las
fuerzas productivas son las más dinámicas y las más
revolucionarias de la producción, el camarada
Yaroshenko lleva esa idea al absurdo, negando el
papel de las relaciones de producción, de las
relaciones económicas, en el socialismo; y en lugar
de una producción social llena de vida, obtiene una

329

técnica de la producción unilateral y enclenque, algo


así como la «técnica de organización de la sociedad»
de Bujarin.
Marx dice:
«En la producción social de su vida (es decir, en
la producción de los bienes materiales necesarios
para la vida del hombre - J. St.), los hombres
contraen determinadas relaciones necesarias e
independientes de su voluntad, relaciones de
producción, que corresponden a una determinada
fase de desarrollo de sus fuerzas productivas
materiales. El conjunto de estas relaciones de
producción forma la estructura económica de la
sociedad, la base real sobre la que se levanta la
superestructura jurídica y política y a la que
corresponden determinadas formas de conciencia
social» (véase el prólogo de la "Contribución a la
crítica de la Economía Política»).
Eso significa que toda formación social, incluida
la sociedad socialista, tiene su base económica,
formada por el conjunto de las relaciones de
producción entre los hombres. Surge la pregunta:
¿qué piensa el camarada Yaroshenko en cuanto a la
base económica del régimen socialista? Como
sabemos, el camarada Yaroshenko ha liquidado ya
las relaciones de producción en el socialismo como
una esfera más o menos independiente, incluyendo lo
poco que ha quedado de ellas en la organización de
las fuerzas productivas. Se pregunta uno, ¿posee el
régimen socialista su propia base económica? Es
evidente que, si en el socialismo las relaciones de
producción han desaparecido como fuerza más o
menos independiente, el régimen socialista subsiste
sin su base económica.
En consecuencia, un régimen socialista sin su
base económica. Resulta una historieta bastante
divertida...
¿Es posible, en general, un régimen social sin su
base económica? El camarada Yaroshenko,
evidentemente, considera que es posible. Está bien,
pero el marxismo considera que regímenes sociales
de esa naturaleza no existen bajo la capa del cielo.
No es cierto, por último, que el comunismo sea la
organización racional de las fuerzas productivas; que
la organización racional de las fuerzas productivas
encierre en sí toda la esencia del régimen comunista;
que baste organizar racionalmente las fuerzas
productivas para pasar al comunismo sin grandes
dificultades. En nuestra literatura hay otra definición,
otra fórmula del comunismo, que es la fórmula
leninista: «El comunismo es el Poder soviético más
la electrificación de todo el país». Por lo visto, al
camarada Yaroshenko no le gusta la fórmula
leninista, y la reemplaza por su propia fórmula, de
producción casera: «El comunismo es la
organización científica superior de las fuerzas
productivas en la producción social».
En primer término, nadie sabe qué es esa

330

organización «científica superior» o «racional» de las


fuerzas productivas que proclama a los cuatro vientos
el camarada Yarosnenko ni cuál es su contenido
concreto. El camarada Yaroshenko repite decenas de
veces esta fórmula mítica en sus discursos ante el
Pleno, en las comisiones en su carta a los
de éste,
miembros del Buró Político; pero no dice en ningún
sitio ni una sola palabra para aclarar cómo hay que
comprender, concretamente, esa «organización
racional» de las fuerzas productivas, que según él,
encierra en si toda la esencia del régimen comunista.
En segundo término, puesto que se trata de elegir
entre dos fórmulas, no procede rechazar la fórmula
leninista, que es la única acertada, sino la fórmula del
camarada Yaroshenko, manifiestamente artificial y
no marxista, extraída del arsenal de Bogdánov
«Ciencia universal de la organización».
El camarada Yaroshenko supone que basta
alcanzar una organización racional de las fuerzas
productivas para obtener la abundancia de productos
y pasar al comunismo, para pasar de la fórmula «a
cada cual, según su trabajo» a la fórmula «a cada
cual, según sus necesidades». Ese es un gran error,
que revela la incomprensión más absoluta de las
leyes del desarrollo económico del socialismo. El
camarada Yaroshenko concibe las condiciones del
paso del socialismo
al comunismo de un modo
demasiado con una simplicidad infantil. El
simple,
camarada Yaroshenko no comprende que no se
puede obtener una abundancia de productos que
permita cubrir todas las necesidades de la sociedad ni
pasar a la fórmula "a cada cual, según sus
necesidades», mientras subsistan fenómenos
económicos como la propiedad de determinados
grupos, de los koljoses, la circulación mercantil y
otros. El camarada Yaroshenko no comprende que,
antes de pasar a la fórmula «a cada cual, según sus
necesidades», hay que recorrer varias etapas de
reeducación económica y cultural de la sociedad, en
el curso de las cuales el trabajo dejará de ser a los
ojos de la sociedad sólo un medio de ganarse la vida,
para convertirse en la primera necesidad de ésta, y la
propiedad social, en la base firme e inviolable de la
existencia de la sociedad.
Para preparar el paso real, y no declarativo, al
comunismo, es necesario cumplir, por lo menos, tres
condiciones fundamentales.
1. Es indispensable, en primer término, asegurar
de verdad, no una mítica «organización racional» de
las fuerzas productivas, sino el incremento constante
de toda la producción social, y preferentemente el de
la producción de medios de producción. El que se dé
preferencia al incremento de la producción de medios
de producción, no sólo es necesario porque esta
producción debe asegurar las máquinas necesarias,
tanto a sus propias empresas como a las empresas de
todas las demás ramas de la economía nacional, sino
porque sin ella no es posible, en absoluto, llevar a

J. V. Stalin

cabo la reproducción ampliada.


2. Es indispensable, en segundo término, elevar la
propiedad koljosiana al nivel de propiedad de todo el
pueblo, mediante transiciones graduales realizadas
con ventaja para los koljoses y, por consiguiente,
para toda la sociedad, y, también, mediante
transiciones graduales, sustituir la circulación
mercantil por un sistema de intercambio de
productos, para que el Poder central o cualquier otro
centro económico-social pueda disponer de todo el
producto de la producción social en interés de la
sociedad.
El camarada Yaroshenko se equivoca cuando
afirma que en el socialismo no existe contradicción
alguna entre las relaciones de producción y las
fuerzas productivas de la sociedad. Claro está que
nuestras actuales relaciones de producción atraviesan
por un período en que, correspondiendo plenamente
al incremento de las fuerzas productivas, las
impulsan adelante a pasos agigantados. Pero sería
una equivocación contentarse con eso y suponer que
no existe contradicción alguna entre nuestras fuerzas
productivas y nuestras relaciones de producción. Sin
duda alguna, hay y habrá contradicciones, por cuanto
el desarrollo de las relaciones de producción va e irá
a la zaga del desarrollo de las fuerzas productivas.
Con una política acertada de los organismos
dirigentes, estas contradicciones no pueden
convertirse en contradicciones antagónicas, y no
puede producirse un conflicto entre las relaciones de
producción y las fuerzas productivas de la sociedad.
Otra cosa sucedería si aplicáramos una política
desacertada, como la que propone el camarada
Yaroshenko. En ese caso, el conflicto sería inevitable
y nuestras relaciones de producción podrían
convertirse en un freno muy serio para el desarrollo
de las fuerzas productivas.
Por ello, la misión de los organismos dirigentes
consiste en advertir oportunamente las
contradicciones cuando están gestándose y tomar a
tiempo las medidas necesarias para eliminarlas
mediante la adaptación de las relaciones de
producción al incremento de las fuerzas productivas.
Esto se refiere, ante todo, a fenómenos económicos
como la propiedad de determinados grupos, de los
koljoses, y la circulación que
mercantil. Claro
actualmente estos fenómenos son aprovechados con
buen éxito para desarrollar la economía socialista, y
reportan un beneficio indudable a nuestra sociedad.
No cabe duda de que también en el próximo futuro
reportarán su beneficio. Pero sería una ceguera
imperdonable no ver que, al mismo tiempo, esos
fenómenos comienzan ahora ya a frenar el poderoso
desarrollo de nuestras fuerzas productivas, por
cuanto son un obstáculo para que la planificación por
parte del Estado abarque plenamente toda la
economía nacional, en particular la agricultura. No
cabe duda de que, con el tiempo, esos fenómenos
Problemas económicos del socialismo en la URSS

frenarán más y más el desarrollo de las fuerzas


productivas de nuestro país. Por consiguiente, la
tarea consiste en liquidar esas contradicciones
mediante la transformación gradual de la propiedad
koljosiana en propiedad de todo el pueblo y la
aplicación -también gradual- del intercambio de
productos en lugar de la circulación mercantil.
3. Es necesario, en tercer término, alcanzar un
ascenso cultural de la sociedad, que asegure a todos
sus miembros el desarrollo de sus universal
capacidades físicas e para que puedan
intelectuales,
recibir una instrucción que les permita ser agentes
activos del desarrollo de la sociedad, para que
puedan elegir la profesión que más les guste y no
tengan que verse atados de por vida, debido a la
división del trabajo existente, a una sola profesión.
¿Qué hace falta para esto?
Sería erróneo suponer que se puede alcanzar un
desarrollo cultural tan elevado de los miembros de la
sociedad sin serios cambios en el estado actual del
trabajo. Para eso es necesario, ante todo, reducir la
jornada de trabajo, por lo menos, a seis, y más
adelante a cinco horas. Eso es necesario para que los
miembros de la sociedad dispongan del tiempo libre
suficiente para adquirir una instrucción universal.
Para ello es necesario, además, implantar la
enseñanza politécnica general y obligatoria,
indispensable para que los miembros de la sociedad
puedan elegir la profesión que más les guste y no se
vean atados de por vida a una sola profesión. Para
ello es necesario, además, mejorar radicalmente las
condiciones de vivienda y elevar al doble, por lo
menos, el salario real de los obreros y de los
empleados, tanto mediante ,el aumento directo del
salario metálico, como, sobre todo, mediante la
rebaja sistemática de los precios de los artículos de
amplio consumo.
Tales son las condiciones fundamentales de la
preparación del paso al comunismo.
Sólo después de cumplir todas esas condiciones,
se podrá esperar que el trabajo deje de ser para los
miembros de la sociedad una carga y se convierta
«en la primera necesidad de la vida» (Marx); que «el
trabajo se convierta, de una penosa carga, en un
placer» (Engels); que la propiedad social sea
apreciada por todos los miembros de la sociedad
como la base firme e inviolable de la existencia de la
sociedad.
Sólo después de cumplir todas esas condiciones,
se podrá pasar de la fórmula socialista «de cada cual,
según sus capacidades; a cada cual, según su trabajo»
a la fórmula comunista «de cada cual, según sus
capacidades; a cada cual, según sus necesidades».
Eso representará el paso radical de una economía,
de la economía del socialismo, a otra economía
superior, a la economía del comunismo.
Como puede verse, la cuestión del paso del
socialismo al comunismo no es tan sencilla como se
331

la imagina el camarada Yaroshenko.


Tratar de reducir cosa tan compleja y polifacética,
que exige cambios económicos muy importantes, a la
«organización racional de las fuerzas productivas»,
como lo hace el camarada Yaroshenko, supone
suplantar el marxismo por el bogdanovismo.

errores del camarada Yaroshenko


II. Otros
1. Basándose en su erróneo punto de vista, el
camarada Yaroshenko llega a deducciones erróneas
acerca del carácter y del objeto de la Economía
Política.
El camarada Yaroshenko, partiendo de que cada
formación social tiene sus leyes económicas
específicas, niega la necesidad de una Economía
Política única para todas las formaciones sociales.
Pero carece de toda razón, y difiere a este respecto de
marxistas como Engels y Lenin.
Engels dice que la Economía Política es «la
ciencia de las condiciones y de las formas en que las
diversas sociedades humanas producen e
intercambian, y en que, de acuerdo con ello, efectúan
cada vez la distribución de los productos» («Anti-
Dühring»). Por lo tanto, la Economía Política estudia
las leyes del desarrollo económico, no de una
formación social determinada, sino de las diversas
formaciones sociales.
Como se sabe, Lenin está de completo acuerdo
con ese enunciado. En sus observaciones críticas al
libro de Bujarin «La economía del período de
transición», Lenin dijo que Bujarin erraba al
restringir la esfera de acción de la Economía Política
a la producción mercantil y, ante todo, a la capitalista
y señaló que Bujarin daba «un paso atrás respecto a
Engels».
Con ese enunciado está completamente de
acuerdo la definición de la Economía Política dada
en el proyecto de manual, donde se dice que la
Economía Política es la ciencia que estudia «las leyes
de la producción social y de la distribución de los
bienes materiales en las diversas fases de desarrollo
de la sociedad humana».
La cosa es comprensible. En su desarrollo
económico, las diversas formaciones sociales no sólo
se subordinan a sus leyes económicas específicas,
sino también a comunes a todas
las leyes económicas
las formaciones, por ejemplo, a
como la ley de leyes
la unidad de las fuerzas productivas y las relaciones
de producción en una producción social única, como
la ley de las relaciones entre las fuerzas productivas y
las relaciones de producción en el proceso de
desarrollo de todas las formaciones sociales. Por
consiguiente, las formaciones sociales no sólo están
separadas entre sí por sus leyes específicas, sino
ligadas entre sí por las leyes económicas comunes a
todas ellas.
Engels tenía toda la razón al decir:
«Para hacer con toda plenitud esa crítica de la

332

Economía Política burguesa, no bastaba con estudiar


la forma capitalista de producción, de intercambio y
de distribución. Era necesario también investigar y
confrontar, siquiera en rasgos generales, las formas
que la habían precedido o que existían paralelamente
a ella en los países menos desarrollados» («Anti-
Dühríng»).
Es evidente que en esta cuestión el camarada
Yaroshenko hace eco a Bujarin.
Prosigamos. El camarada Yarosheniko afirma que
en su «Economía Política del socialismo» «las
categorías de la Economía Política -valor, mercancía,
dinero, crédito, etc.- son reemplazadas por sensatos
razonamientos sobre la organización racional de las
fuerzas productivas en la producción social»; que, en
consecuencia, el objeto de esta Economía Política no
son las relaciones de producción del socialismo, sino
«la elaboración y el desarrollo de la teoría científica
de la organización de las fuerzas productivas, de la
teoría de la planificación de la economía nacional,
etc.»; que en el socialismo las relaciones de
producción pierden su significado independiente y
son absorbidas por las fuerzas productivas como
parte integrante de ellas.
Debe decirse que hasta ahora ningún «marxista»
chiflado había escrito tan absurdo galimatías.
Recapacítese, ¿qué significa la Economía Política del
socialismo sin los problemas económicos, sin los
problemas de la producción? ¿Acaso existe bajo la
capa del cielo semejante Economía Política? ¿Qué
significa sustituir en la Economía Política del
socialismo los problemas económicos por los
problemas de la organización de las fuerzas
productivas? Significa acabar con la Economía
Política del socialismo. El camarada Yaroshenko
procede así precisamente: acaba con la Economía
Política del socialismo. En este aspecto entronca por
completo con Bujarin. Bujarin decía que al ser
destruido el capitalismo debía serlo también la
Economía Política. El camarada Yaroshenko no lo
dice, pero lo hace, acabando con la Economía
política del socialismo. Verdad es que el camarada
Yaroshenko aparenta al mismo tiempo no estar
totalmente de acuerdo con Bujarin, pero eso es
marrullería y, por cierto, marrullería barata. En
realidad, hace lo que predicaba Bujarin y censurara
Lenin. El camarada Yaroshenko sigue las huellas de
Bujarin.
Prosigamos. El camarada Yaroshenko reduce los
problemas de la Economía Política del socialismo a
los problemas de una organización racional de las
fuerzas productivas, a los problemas de la
planificación de la economía nacional, etc. Pero se
equivoca profundamente. Los problemas de una
organización racional de las fuerzas productivas, de
la planificación de la economía nacional, etc., no son
objeto de la Economía Política, sino de la política
económica de los organismos dirigentes. Son dos

J. V. Stalin

esferas distintas, que no deben ser confundidas. El


camarada Yaroshenko ha confundido estas dos cosas
distintas y se ha puesto en situación embarazosa. La
Economía Política estudia las leyes de desarrollo de
las relaciones de producción entre los hombres. La
política económica deduce de ello las conclusiones
prácticas, las concreta y erige sobre esta base su
trabajo cotidiano. Recargar la Economía Política con
las cuestiones de la política económica significa
hundirla como ciencia.
El objeto de la Economía política son las
relaciones de producción, las relaciones económicas
entre los hombres. A esta esfera corresponden: a) las
formas de la propiedad sobre los medios de
producción; b) la situación, dimanante de esto, de los
diversos grupos sociales en la producción y sus
relaciones mutuas, o, como dice Marx, el
«intercambio de actividades»; c) las formas de
distribución de los productos que dependen por
completo de dichas formas de propiedad. Todo esto
constituye, en su conjunto, el objeto de la Economía
política.
En esta definición no se emplea la palabra
«intercambio», que figura en la definición de Engels.
No se emplea porque habitualmente muchos
entienden por «intercambio» el intercambio de
mercancías, que no es propio de todas las
formaciones sociales, sino únicamente de algunas, lo
que a veces origina confusiones, aunque Engels no
sólo comprendía por «intercambio» el intercambio de
mercancías. Sin embargo, como se ve, lo que Engels
entendía por «intercambio» ha encontrado su lugar
en la citada definición, como parte integrante de ella.
En consecuencia, por su contenido, esta definición
del objeto de la Economía Política coincide
plenamente con la definición de Engels.
2. se habla de la ley económica
Cuando
fundamental una u otra formación social, se parte,
de
por lo común, de que esta última no puede tener
varias leyes económicas fundamentales, de que sólo
puede tener una ley económica fundamental,
precisamente como ley fundamental. En caso
contrario tendríamos varias leyes económicas
fundamentales para cada formación social, lo que
está en pugna con el concepto mismo de ley
fundamental. Sin embargo, el camarada Yaroshenko
no está de acuerdo. Considera que se puede tener, no
una ley económica fundamental del socialismo, sino
varias leyes económicas fundamentales. ¡Inverosímil,
pero es un hecho! En su discurso en el Pleno de los
participantes en la discusión dice:
«Las magnitudes y las correlaciones de los fondos
materiales de la producción social y de la
reproducción están determinadas por la existencia y
el incremento en perspectiva de la fuerza de trabajo
incluida en la producción social. Tal es la ley
económica fundamental de la sociedad socialista, la
ley que condiciona la estructura de la producción

Problemas económicos del socialismo en la URSS

social y la reproducción socialistas».


Esta es la primera ley económica fundamental del
socialismo.
En el mismo discurso el camarada Yaroshenko
declara:
«Las correlaciones entre las secciones I y II están
condicionadas, en la sociedad socialista, por la
necesidad de producir medios de producción en las
proporciones necesarias para incluir en la producción
social a toda la población apta para el trabajo. Esta es
la ley económica fundamental del socialismo y, al
mismo tiempo, una demanda de nuestra Constitución,
derivada del derecho de los ciudadanos soviéticos al
trabajo».
Esta es, por decirlo así, la segunda ley económica
fundamental del socialismo.
Por último, en su carta a los miembros del Buró
Político el camarada Yaroshenko declara:
«Partiendo de esto, los rasgos esenciales y las
exigencias de la ley económica fundamental del
socialismo pueden formularse aproximadamente, a
mi entender, en los siguientes términos: la
producción, en ascenso y perfeccionamiento
incesantes, de condiciones de vida materiales y
culturales de la sociedad».
Es ya la tercera ley económica fundamental del
socialismo.
¿Todas estas leyes son leyes económicas
fundamentales del socialismo o lo es sólo una de
ellas? Y en tal caso, ¿cuál de ellas precisamente? El
camarada Yaroshenko no responde a estas preguntas
en su última carta a los miembros del Buró Político.
Al formular la ley económica fundamental del
socialismo en su carta a los miembros del Buró
Político, «olvida», por lo visto, que hace tres meses,
en su discurso en el Pleno de la discusión, formuló ya
las otras dos leyes económicas fundamentales del
socialismo, suponiendo, al parecer, que no se
repararía en esta combinación más que dudosa. Pero,
como se ve, sus cálculos han resultado fallidos.
Admitamos que las dos primeras leyes
económicas fundamentales del socialismo
formuladas por el camarada Yaroshenko ya no
existen, que desde ahora el camarada Yaroshenko
considera como ley económica fundamental del
socialismo su tercera fórmula, expuesta en la carta a
los miembros del Buró Político. Veamos la carta del
camarada Yaroshenko.
El camarada Yaroshenko dice en la carta que no
está de acuerdo con la definición de la ley económica
fundamental del socialismo expuesta en las
«Observaciones» del camarada Stalin. Dice así:
«Lo principal en esta definición es «asegurar la
máxima satisfacción de las necesidades... de toda la
sociedad». La producción aparece aquí como medio
para el logro de este fin principal: satisfacer las
necesidades. Tal definición da motivo para suponer
que la ley económica fundamental del socialismo

333
formulada por Ud. no parte de la primacía de la
producción, sino de la primacía del consumo».
Evidentemente, el camarada Yaroshenko no ha
comprendido ni palabra de la esencia y
del problema
no ve que las disquisiciones respecto a la primada del
consumo o de la producción no tienen nada que ver
con el asunto que nos ocupa. Cuando se habla de la
primacía de unos u otros procesos sociales respecto a
otros procesos, se parte, por lo común, de que unos y
otros procesos son más o menos homogéneos. Se
puede y se debe hablar de la primacía de la
producción de medios de producción respecto a la
producción de medios de consumo, ya que en uno y
otro caso se trata de la producción y, en
consecuencia, son más o menos homogéneas. Pero
no se puede hablar, sería equivocado hablar de la
primacía del consumo respecto a la producción o de
la producción respecto al consumo, ya que la
producción y el consumo son, aunque están
vinculados entre si, dos esferas completamente
distintas. Evidentemente, el camarada Yaroshenko no
comprende que aquí no se trata de la primacía del
consumo o de la producción, sino del fin que plantea
la sociedad ante la producción social, a de la tarea
que supedita la producción social, pongamos por
caso, en el socialismo. Por eso tampoco tienen nada
que ver con el asunto que nos ocupa las
disquisiciones del camarada Yaroshenko acerca de
que «la base de la vida de la sociedad socialista,
como de cualquier otra sociedad, es la producción».
El camarada Yaroshenko olvida que los hombres no
producen por producir, sino para satisfacer sus
necesidades; olvida que una producción, divorciada
de la satisfacción de las necesidades de la sociedad,
enferma y perece.
¿Se puede, en general, hablar de los objetivos de
la producción capitalista o socialista, de las tareas a
que se subordina la producción capitalista o
socialista? Yo creo que se puede y se debe.
Marx dice:
«El fin inmediato de la producción capitalista no
es la producción de mercancías, sino de plusvalía o
de beneficio en su forma desarrollada; no del
producto, sino del producto suplementario. Desde
este punto de vista, el mismo trabajo sólo es
productivo mientras crea beneficio o producto
suplementario para el capital. Si el obrero no lo crea,
su trabajo es improductivo. En consecuencia, la masa
del trabajo productivo aplicado sólo tiene interés para
el capital en la medida en que, gracias a ella -o en
correlación con ella-, aumenta la cantidad de trabajo
suplementario; sólo en tanto es necesario lo que
hemos llamado tiempo de trabajo indispensable. Si el
trabajo no da ese resultado, es superfluo y debe ser
suspendido.
El fin de la producción capitalista consiste
siempre en crear el máximo de plusvalía o el máximo
de producto suplementario con el mínimo de capital

334
avanzado. Por cuanto este resultado no se alcanza
con un trabajo excesivo de los obreros, surge la
tendencia del capital de producir el producto dado
con el menor costo posible, de economizar fuerza de
trabajo y gastos...
Con tal comprensión, los mismos obreros
aparecen como lo que son realmente en la producción
capitalista; sólo medios de producción, y no un fin
por sí mismo ni el fin de la producción» (véase:
«Teorías de la plusvalía», tomo II, parte 2).
Estas palabras de Marx son notables no sólo en el
sentido de que definen concisa y exactamente el fin
de la producción capitalista, sino también en el
sentido de que esbozan el fin básico, la tarea
fundamental que se debe plantear ante la producción
socialista.
En consecuencia, el fin de la producción
capitalista es la obtención Por lo que
de beneficios.
se refiere consumo el capitalismo sólo lo necesita
al
en tanto en cuanto asegura la obtención de
beneficios. Si se excluye esto, la cuestión del
consumo carece de sentido para el capitalismo. Del
campo visual desaparece el hombre con sus
necesidades.
¿Cuál es el fin de la producción socialista?, ¿cuál
es la tarea principal a cuyo cumplimiento debe
subordinarse la producción social en el socialismo?
El fin de la producción socialista no es el
beneficio, sino el hombre con sus necesidades, es
decir, la satisfacción de las necesidades materiales y
culturales del hombre. El fin de la producción
socialista es, como se dice en las «Observaciones»
del camarada Stalin, «asegurar la máxima
satisfacción de las necesidades materiales y
culturales, en constante ascenso, de toda la
sociedad».
El camarada cree que se encuentra
Yaroshenko
ante la «primacía» consumo respecto a la
del
producción. Eso, claro está, es fruto de la
incomprensión. En realidad, aquí no nos encontramos
ante la primacía del consumo, sino ante la
supeditación de la producción socialista a su fin
principal: asegurar la máxima satisfacción de las
necesidades materiales y culturales, en constante
ascenso, de toda la sociedad.
En consecuencia, el fin de la producción socialista
es asegurar la máxima satisfacción de las necesidades
materiales y culturales, en constante ascenso, de toda
la sociedad; el medio para el logro de este fin es el
desarrollo y el perfeccionamiento ininterrumpido de
la producción socialista sobre la base de la técnica
más elevada.
Tal es la ley económica fundamental del
socialismo.
En su afán de mantener la llamada «primacía» de
la producción respecto al consumo, el camarada
Yaroshenko afirma que «la ley económica
fundamental del socialismo» consiste «en el ascenso
J. V. Stalin

y el perfeccionamiento incesantes de la producción


de condiciones materiales y culturales de la
sociedad». Eso es falso de cabo a rabo. El camarada
Yaroshenko desvirtúa Y adultera burdamente la
fórmula expuesta en las «Observaciones» del
camarada Stalin. Según el camarada Yaroshenko, la
producción se convierte de medio en fin, y queda
excluida la tarea de asegurar la máxima satisfacción
de las necesidades materiales y culturales, en
constante ascenso, de la sociedad. Resulta el
incremento de la producción por el incremento de la
producción, una producción sin más objetivo que la
producción, mientras que del campo visual del
camarada Yarosheniko desaparecen él hombre y sus
necesidades.
Por ello no es sorprendente que, al desaparecer el
hombre como fin de la producción socialista,
desaparezcan los últimos restos de marxismo en las
«concepciones» del camarada Yaroshenko.
De esta suerte, en el camarada Yaroshenko resulta
no la «primacía» de la producción respecto al
consumo, sino algo semejante a la «primacía» de la
ideología burguesa respecto a la ideología marxista.
3. La cuestión de la teoría de la reproducción
enunciada por Marx merece capítulo aparte. El
camarada Yaroshenko afirma que esa teoría es
únicamente la teoría de la reproducción capitalista,
que no contiene nada que pueda ser válido para las
demás formaciones sociales, incluida la formación
social socialista. así:
Dice
«La aplicación del esquema de la reproducción,
elaborado por Marx para la economía capitalista, a la
producción social socialista es producto de una
comprensión dogmática de la doctrina de Marx y está
en pugna con su esencia» (véase el discurso del
camarada Yaroshenko en el Pleno).
El camarada Yarosheniko afirma también que:
«El esquema de la reproducción trazado por Marx no
corresponde a las leyes económicas de la sociedad
socialista y no puede servir de base para el estudio de
la reproducción socialista» (véase el discurso citado).
Refiriéndose a la teoría de la reproducción simple
formulada por Marx, teoría que establece
determinada correlación entre la producción de
medios de producción (I sección), y la producción de
medios de consumo (Ir sección), el camarada
Yaroshenko dice:
«La correlación entre la primera y segunda
secciones no está condicionada en la sociedad
socialista por la fórmula de Marx V + M de la
primera sección y e de la segunda. En el socialismo
no debe producirse la citada correlación en el
desarrollo de la primera sección y la segunda» (véase
el discurso citado).
El camarada Yaroshenko afirma que: «La teoría
de las correlaciones entre las secciones I y II,
enunciada por Marx, no es aplicable en nuestras
condiciones socialistas, ya que esa teoría tiene por
Problemas económicos del socialismo en la URSS

base la economía capitalista con sus leyes» (véase la


carta del camarada Yaroshenko a los miembros del
Buró Político).
Así está demoliendo el camarada Yaroshenko la
teoría de la reproducción elaborada por Marx.
Por supuesto, esa teoría de la reproducción,
elaborada por Marx, como fruto del estudio de las
leyes de la producción capitalista, refleja el carácter
específico de dicha producción y, lógicamente,
reviste la forma de las relaciones de valor capitalistas
mercantiles. Y no podía ser de otro modo. Pero ver
sólo esta forma en la teoría de la reproducción
enunciada por Marx y no advertir su base, no advertir
su contenido fundamental, válido no sólo para la
formación social capitalista, significa no entender
nada de esta teoría. Si el camarada Yaroshenko
entendiera en este asunto, habría comprendido la
algo
verdad evidente de que los esquemas de la
reproducción trazados por Marx no se limitan, en
modo alguno, a reflejar el carácter específico de la
producción capitalista; habría comprendido que
encierran, al mismo tiempo, muchos postulados
fundamentales de la reproducción válidos para todas
las formaciones sociales, entre ellas, y
particularmente, para la formación social socialista.
Postulados fundamentales de la teoría de Marx
acerca de la reproducción como el postulado sobre la
división de la producción social en producción de
medios de producción y producción de medios de
consumo; el postulado sobre la primacía del
incremento de la producción de medios de
producción en la reproducción ampliada; el postulado
sobre la correlación entre las secciones I y II; el
postulado sobre el producto suplementario como
única fuente de acumulación; el postulado sobre la
formación y el destino de los fondos sociales; el
postulado sobre la acumulación como única fuente de
la reproducción ampliada; todos estos postulados
fundamentales de la teoría marxista de la
reproducción son esos mismos postulados válidos no
sólo para la formación capitalista y de cuya
aplicación no puede prescindir ninguna sociedad
socialista al planificar su economía nacional. Es
significativo que el mismo camarada Yaroshenko,
que con tanta altanería suelta bufidos contra los
«esquemas de la reproducción» por Marx,
trazados
haya de recurrir una y otra vez a estos «esquemas» al
examinar las cuestiones de la reproducción socialista.
¿Y qué opinaban de esto Lenin y Marx?
Todos conocen las observaciones críticas de
Lenin al libro de Bujarin «La economía del período
de transición». En estas observaciones Lenin dijo,
como se sabe, que la fórmula de Marx a la
relativa
correlación entre la I y II secciones, contra que la
arremete el camarada Yaroshenko, permanece en
vigor tanto para el socialismo como para el
«comunismo puro», es decir, para la segunda fase del
comunismo.

335

Por lo que se refiere a Marx, como se sabe, no le


gustaba abstraerse del estudio de las leyes de la
producción capitalista y no se ocupó en su «El
Capital» del problema de la aplicación de sus
esquemas de la reproducción al socialismo. Sin
embargo, en el capítulo 20 del II tomo de «El
Capital», en el apartado «El Capital constante de la I
sección», donde trata del intercambio de productos
de la I sección en el seno de ella misma, Marx
advierte como de pasada que el intercambio de
productos en esta sección transcurriría en el
socialismo con la misma constancia que en la
producción capitalista. Marx dice:
«Si la producción fuera social en vez de ser
capitalista, aparecería claro que los productos de la
sección 1 podrían repartirse no menos
constantemente como medios de producción entre las
ramas de la producción de esta sección, con objeto de
la reproducción; una parte de los mismos
permanecería directamente en la esfera de la
producción, de la cual salió como producto; otra
parte, por el contrario, se alejaría a otros lugares de
producción, y así se daría un constante ir y venir
entre los distintos lugares de la producción de esta
sección» (véase: Marx, «El Capital», tomo II, 8a ed.,
pág. 307).
En consecuencia, Marx no consideraba en modo
alguno que su teoría de la reproducción era válida
sólo para la producción capitalista, aunque él se
ocupaba de investigar las leyes de la producción
Por el contrario, partía, como se ve, de
capitalista.
que su teoría de la reproducción podía ser válida
también para la producción socialista.
Debe señalarse que Marx, en la «Crítica del
programa de Gotha», al analizar la economía del
socialismo y del período de transición al comunismo,
parte de los postulados fundamentales de su teoría de
la reproducción, considerándolos, evidentemente,
obligatorios para el régimen comunista.
También debe señalarse que Engels, en su «Anti-
Dühring», al criticar el «sistema socialitario» de
Dühring y al definir la economía del régimen
socialista, parte asimismo de los postulados
fundamentales de la teoría de la reproducción
elaborada por Marx, considerándolos obligatorios
para el régimen comunista.
Tales son los hechos.
Resulta que también en el problema de la
reproducción el camarada Yaroshenko, a pesar de su
desenfadado tono cuando habla de los «esquemas, de
Marx, se encuentra de nuevo en una situación
embarazosa.
4. El camarada Yaroshenko termina su carta a los
miembros del Buró Político proponiendo que se le
confíe la redacción de la «Economía Política del
socialismo». Escribe así:
«Partiendo de la definición del objeto de la
Economía Política del socialismo expuesta por mí en

336

la sesión plenaria, en la comisión y en esta carta, y


utilizando el método dialéctico marxista, yo podría
elaborar en un año, o a lo sumo en año y medio,
asistido por dos personas, las soluciones teóricas de
los problemas fundamentales de la Economía Política
del socialismo, así como exponer la teoría marxista,
leninista-stalinista de la Economía Política del
socialismo, teoría que convertirá esta ciencia en un
arma eficaz de lucha del pueblo por el comunismo».
Forzoso es reconocer que el camarada
Yaroshenko no peca de modesto. Todavía más;
podría decirse, utilizando el estilo de ciertos literatos,
que «hasta del todo al revés».
Ya hemos dicho antes que el camarada
Yaroshenko confunde la Economía Política del
socialismo con la política económica de los
organismos dirigentes. Lo que él considera objeto de
la Economía Política del socialismo una organización
racional de las fuerzas productivas, la planificación
de la economía nacional, la formación de los fondos
sociales, etc., no es objeto de la Economía Política
del socialismo, sino de la política económica de los
organismos dirigentes.
No hablo ya de que los serios errores cometidos
por el camarada Yaroshenko y su «punto de vista» no
marxista no predispone a confiarle tal encargo.
* * *
Conclusiones:
1) La queja del camarada Yaroshenko respecto a
los dirigentes de la discusión carece de sentido, ya
que los dirigentes de la discusión, siendo marxistas,
no podían reflejar en los documentos que sintetizan
los resultados de la discusión el «punto de vista» no
marxista del camarada Yaroshenko.
2) La petición del camarada Yaroshenko de que se
le encargue la redacción de la Economía Política del
socialismo no puede ser considerada en serio, aunque
sólo sea porque apesta a fanfarronería jlestakoviana.
J. STALIN
22 de mayo de 1952.

Respuesta a los camaradas A. V. Sanina Y V.


G. Venzher
He sus cartas. Se ve que los firmantes
recibido
estudian con profundidad y seriamente los problemas
de la economía de nuestro país. Las cartas contienen
no pocas formulaciones acertadas y consideraciones
interesantes. Sin embargo, al lado de ello, contienen
también algunos graves errores teóricos. En la
presente contestación pienso detenerme precisamente
en estos errores.

1. El carácter de las leyes económicas del


socialismo
Los camaradas Sánina y Vénzher afirman que
«las leyes económicas del socialismo surgen sólo
gradas a la acción consciente de los ciudadanos
soviéticos, ocupados en la producción material». Esta

J. V. Stalin
tesis es completamente falsa.
¿Existen las leyes del desarrollo económico
objetivamente, fuera de nosotros,
independientemente de la voluntad y de la conciencia
de los hombres? El marxismo responde a esta
pregunta de modo afirmativo. El marxismo considera
que las leyes de la Economía Política del socialismo
son un reflejo, en el cerebro del hombre, de leyes
objetivas que existen fuera de nosotros. Pero la
fórmula de los camaradas Sánina y Vénzher responde
a esta pregunta de modo negativo. Eso quiere decir
que estos camaradas se sitúan en el punto de vista de
una teoría errónea, según la cual en el socialismo las
leyes del desarrollo económico «son creadas», «son
transformadas» por los organismos dirigentes de la
sociedad. Dicho de otro modo, estos camaradas
rompen con el marxismo y pisan el camino del
idealismo subjetivo.
Naturalmente, los hombres pueden descubrir estas
leyes objetivas, llegar a conocerlas y, basándose en
ellas, utilizarlas en interés de la sociedad. Pero no
pueden ni «crearlas» ni «transformarlas».
Admitamos que por un instante compartimos la
errónea teoría que niega la existencia de leyes
objetivas en la vida económica del socialismo y que
proclama la posibilidad de «crear» leyes económicas,
de «transformar» las leyes económicas. ¿A dónde
iríamos a parar? Iríamos a parar a un reino de caos y
de casualidades, dependeríamos como esclavos de
estas casualidades, nos privaríamos de la posibilidad,
no ya de comprender, sino sencillamente de discernir
en este caos de casualidades.
Esto nos conduciría a acabar con la Economía
Política como ciencia, ya que la ciencia no puede ni
vivir ni desarrollarse sin el reconocimiento de las
leyes objetivas, sin el estudio de esas leyes. Y, al
acabar con la nos privaríamos
ciencia, de la
posibilidad de prever el curso de los acontecimientos
en la vida económica del país, es decir, nos
privaríamos de a posibilidad de organizar incluso la
dirección económica más elemental.
En última instancia, nos hallaríamos a merced de
los caprichos de los aventureros «economistas»
dispuestos a «demoler» las leyes del desarrollo
económico y a «crear» nuevas leyes sin comprender
y sin tomar en consideración las leyes objetivas.
Todos conocen el postulado clásico de la posición
marxista respecto a este problema, expuesta por
Engels en su. «Anti-Dühring»:
«Las fuerzas sociales, al igual que las fuerzas de
la naturaleza, actúan ciegamente, violentamente, de
modo destructor, hasta que a conocer y
las llegamos
las tomamos en consideración. Pero una vez que las
hemos conocido, que hemos estudiado su acción, su
dirección y su influencia, dependerá exclusivamente
de nosotros mismos supeditarlas más y más a nuestra
voluntad y conseguir con su ayuda nuestros
objetivos. Esto se refiere, en particular, a las potentes

Problemas económicos del socialismo en la URSS

fuerzas productivas contemporáneas. Mientras nos


neguemos obcecadamente a comprender su
naturaleza y su carácter -y a esta comprensión se
oponen el modo capitalista de producción y sus
defensores-, las fuerzas productivas actuarán a
despecho de nosotros, contra nosotros, dominarán
sobre nosotros, como hemos demostrado con todo
detalle antes. Pero una vez comprendida su
naturaleza, pueden convertirse, en manos de los
productores asociados, de tiranos demoníacos en
obedientes servidores. Aquí existe la misma
diferencia que media entre la fuerza destructora de la
electricidad en los rayos de una tormenta y la
electricidad domeñada en el aparato telegráfico y en
la lámpara voltaica; la misma diferencia que media
entre el incendio y el fuego que actúa al servicio del
hombre. Cuando se comience a tratar a las fuerzas
productivas contemporáneas con su
de conformidad
naturaleza por anarquía social en la
fin conocida, la
producción será reemplazada por la regulación social
y planificada de la producción destinada a satisfacer
las necesidades tanto de la sociedad en su conjunto
como de cada uno de sus miembros. Entonces el
modo capitalista de apropiación, bajo el cual el
producto esclaviza primero al productor y después
también al que se apropia de él, será reemplazado por
un nuevo modo de apropiación de los productos
basado en la naturaleza misma de los medios de
producción modernos: de un lado, por la apropiación
social directa de los productos en calidad de medios
para mantener y ampliar la producción, y, de otro
lado, por la apropiación individual directa en calidad
de medios de vida y de deleite».

2. Las medidas para elevar la propiedad


koljosiana al nivel de propiedad de todo el pueblo
¿Qué medidas son necesarias para elevar la
propiedad koljosiana, que no es, naturalmente,
propiedad de todo el pueblo, al nivel de propiedad de
todo el pueblo («nacional»)?
Algunos camaradas piensan que basta
sencillamente con nacionalizar la propiedad
koljosiana, declarándola propiedad de todo el pueblo,
como se hiciera, en otro tiempo, con la propiedad
capitalista. Esta propuesta es errónea por los cuatro
costados y completamente inaceptable. La propiedad
koljosiana es propiedad socialista, y no podemos
tratarla en modo alguno como propiedad capitalista.
Del hecho de que la propiedad koljosiana no sea
propiedad de todo el pueblo no se desprende en
ningún caso que la propiedad koljosiana no sea
propiedad socialista.
Estos camaradas suponen que la transferencia de
la propiedad de individuos o de grupos a propiedad
del Estado es la única forma de nacionalización o, en
todo caso, la mejor. Tal suposición es falsa. En
realidad, la transferencia a propiedad del Estado no
es la única forma de nacionalización y ni siquiera la

337

mejor, sino la forma inicial de nacionalización, como


acertadamente dice Engels en el «Anti-Düihring». Es
indudable que, mientras exista el Estado, la
transferencia a propiedad de éste será la forma inicial
de nacionalización más comprensible. Ahora bien, el
Estado no existirá por los siglos de los siglos. Con la
ampliación de la esfera de acción del socialismo en la
mayoría de los países del mundo, el Estado irá
extinguiéndose, y, lógicamente, desaparecerá, debido
a ello, el problema de la transferencia de los bienes
de individuos o
grupos a propiedad del Estado. El
de
Estado se extinguirá, pero la sociedad seguirá
subsistiendo. En consecuencia, como heredero de la
propiedad de todo el pueblo aparecerá no ya el
Estado, que se extinguirá, sino la sociedad misma, en
la persona de su organismo económico central,
dirigente.
¿Qué es, pues, necesario emprender en tal caso
para elevar la propiedad koljosiana al nivel de
propiedad de todo el pueblo?
Los camaradas Sánina y Vénzher proponen como
medida fundamental para tal elevación de la
propiedad koljosiana, vender en propiedad a los
koljoses los instrumentos fundamentales de
producción concentrados en las estaciones de
máquinas y tractores, descargar de tal modo al
Estado de las inversiones básicas en la agricultura y
conseguir que los mismos koljoses asuman la
responsabilidad del mantenimiento y del desarrollo
de las estaciones de máquinas y tractores. Dicen así:
«Sería erróneo suponer que las inversiones
koljosianas deberán encausarse principalmente a
cubrir las necesidades culturales del agro koljosiano
y que para las necesidades de la producción agrícola
debe el Estado, como antes, correr con la masa
fundamental de las inversiones. ¿No sería más
acertado liberar al Estado de esta carga, en vista de la
plena capacidad de los koljoses
de asumirla por
entero? El Estado encontrará no pocas esferas para
invertir sus recursos a fin de crear en el país la
abundancia de objetos de consumo».
Para fundamentar esta propuesta, sus autores
presentan varios argumentos.
Primero. Invocando las palabras de Stalin acerca
de que los medios de producción no se venden ni
siquiera a los koljoses, los autores de la propuesta
ponen en tela de juicio esta tesis de Stalin y dicen
que, pese a todo, el Estado vende medios de
producción a los koljoses, tales como pequeños
aperos, por ejemplo: guadañas y hoces, pequeños
motores, etc. Consideran que, si el Estado vende
estos medios de producción a los koljoses, podría
venderles también todos los demás medios de
producción, por ejemplo: las máquinas de las
estaciones de máquinas y tractores.
Este argumento es inconsistente. El Estado, como
es natural, vende pequeños aperos a los koljoses,
como estipulan los Estatutos del artel agrícola y la

338

Constitución. Ahora bien, ¿se puede equiparar los


pequeños aperos con medios de producción tan
fundamentales en la agricultura como las máquinas y
tractores, o, pongamos por caso, la tierra, que
también es uno de los medios de producción
fundamentales en la agricultura? Está que no se
claro
puede. No se puede, porque los pequeños aperos no
deciden en absoluto la suerte de la producción
koljosiana, mientras que medios de producción como
las máquinas de las estaciones de máquinas y
tractores y la tierra deciden por entero la suerte de la
agricultura en nuestras condiciones actuales.
No cuesta trabajo comprender que cuando Stalin
decía que los medios de producción no se venden a
los koljoses, no se refería a los pequeños aperos, sino
a los medios de producción agrícola fundamentales:
las máquinas de las estaciones de máquinas y
tractores y la tierra. Los autores de la propuesta
juegan con las palabras «medios de producción» y
confunden dos cosas distintas, sin advertir que se
ponen en evidencia.
Segundo. Los camaradas Sánina y Vénzher
invocan también que en el período en que comenzaba
el movimiento koljosíano en masa -a últimos de 1929
y principios de 1930- el mismo Comité Central del
Partido Comunista (b) de la URSS era partidario de
entregar en propiedad a los koljoses las estaciones de
máquinas y tractores, estipulando que amortizaran su
coste en el transcurso de tres años. Los autores de la
propuesta consideran que, si bien entonces la medida
en cuestión fracasó «en vista de la pobreza» de los
koljoses, ahora, cuando los koljoses son ricos, podría
volverse a esta política, a la venta de las estaciones
de máquinas y tractores a los koljoses.
Este argumento es también inconsistente. En
efecto, a principios de 1930, en el Comité Central del
Partido Comunista (b) de la URSS se tomó el
acuerdo de vender las estaciones de máquinas y
tractores a los koljoses. El acuerdo se adoptó a
propuesta de un grupo de koljosianos de choque a
título de experimento, de prueba, a fin de volver en
un futuro inmediato a esta cuestión y examinarla de
nuevo. Sin embargo, la primera comprobación
demostró que ese acuerdo no era conveniente y al
cabo de unos meses -precisamente a últimos de 1930-
se anuló esa decisión.
El ascenso posterior del movimiento koljosiano y
el desarrollo de la construcción koljosiana
persuadieron definitivamente, tanto a los koljosianos
como a los trabajadores dirigentes, de que la
concentración de los medios de producción agrícola
fundamentales en manos del Estado, en las estaciones
de máquinas y tractores, era el único medio de
asegurar un ritmo rápido de incremento de la
producción koljosiana.
Todos nos congratulamos del gigantesco
incremento de la producción agrícola en nuestro país,
de la producción cerealista, de algodón, de lino, de

J. V. Stalin

remolacha, etc. ¿Dónde reside el manantial de este


incremento? Su manantial reside en la técnica
moderna, en la profusión de máquinas modernas que
sirven a todas estas ramas de la producción. No se
trata sólo de la técnica en general, sino de que la
técnica no puede mantenerse en un punto muerto, de
que debe perfeccionarse sin cesar, de que la técnica
vieja debe ser desplazada y sustituida por la técnica
nueva y ésta por la novísima. Sin ello es inconcebible
la marcha ascendente de nuestra agricultura
socialista, son inconcebibles las grandes cosechas, la
abundancia de productos agrícolas. Pero, ¿qué
significa desplazar a centenares de miles de tractores
de ruedas y sustituirlos por tractores de oruga,
sustituir decenas de miles de cosechadoras
combinadas envejecidas por otras nuevas, crear
nuevas máquinas, pongamos por caso, para los
cultivos industriales? Significa gastar miles de
millones de rublos que no se podrá resarcirse
de los
hasta pasados seis u ocho años. ¿Pueden efectuar
estos gastos nuestros koljoses, aunque sean
millonarios? No, no pueden, ya que no están en
condiciones de asumir gastos de miles de millones de
rublos que no se pueden resarcir hasta la vuelta de
seis u ocho años. Sólo el Estado está en condiciones
de correr con esos gastos, pues él y únicamente él,
puede soportar las pérdidas causadas por el
desplazamiento de las máquinas viejas y su
sustitución por otras nuevas; pues él, y únicamente
él, está en condiciones de soportar esas pérdidas en el
transcurso de seis u ocho años para la extinción de
este plazo, resarcirse de los gastos efectuados.
¿Qué significa, después eso, pedir la venta
de todo
de las estaciones y tractores en
de máquinas
propiedad a los koljoses? Significa condenar a
grandes pérdidas a los koljoses y arruinarlos, socavar
la mecanización de la agricultura, aminorar el ritmo
de la producción koljosiana.
De aquí la siguiente deducción: al proponer la
venta de las estaciones de máquinas y tractores en
propiedad a los koljoses, los camaradas Sánina y
Vénzher dan un paso atrás, hacia el atraso, e intentan
retrotraer la rueda de la historia.
Admitimos por un instante que hemos aceptado la
propuesta de los camaradas Sánina y Vénzher y nos
hemos puesto a vender en propiedad a los koljoses
los instrumentos de producción fundamentales, las
estaciones de máquinas y tractores, ¿Qué resultado
obtendríamos?
De ello resultaría que, en primer lugar, los
koljoses serían los propietarios de los instrumentos
de producción fundamentales, es decir, se hallarían
en una situación excepcional, en una situación que no
tiene en nuestro país ninguna empresa, ya que, como
se sabe, ni siquiera las empresas nacionalizadas son
en nuestro país propietarias de los instrumentos de
producción. ¿Cómo se puede fundamentar esta
situación excepcional de los koljoses?, ¿en virtud de

Problemas económicos del socialismo en la URSS

qué consideraciones de progreso, de avance? ¿Puede


decirse que tal situación contribuiría a la elevación de
la propiedad koljosiana al nivel de propiedad de todo
el pueblo, que aceleraría el paso de nuestra sociedad
del socialismo al comunismo? ¿No será más acertado
decir que tal situación sólo podría alejar la propiedad
koljosiana de la propiedad de todo el pueblo y que no
conduciría a aproximarnos al comunismo, sino, al
revés, a alejarnos de él?
De ello resultaría, en segundo lugar, una
ampliación de la esfera de acción de la circulación
mercantil, ya que en la órbita de ésta entraría una
enorme cantidad de instrumentos de producción
agrícola. Qué piensan los camaradas Sánina y
Vénzher, ¿podría contribuir una ampliación de la
esfera de la circulación mercantil a nuestro avance
hacia el comunismo? ¿No sería más exacto decir que
no haría sino frenar nuestro avance hacia el
comunismo?
El error fundamental de los camaradas Sánina y
Vénzher consiste en que no comprenden el papel y el
significado de la circulación mercantil en el
socialismo, no comprenden que es incompatible con
la perspectiva del paso del socialismo al comunismo.
Piensan, por lo visto, que la circulación mercantil no
es óbice para pasar del socialismo al comunismo, que
la circulación mercantil no puede impedir esa
transición. Es éste un profundo error nacido de la
incomprensión del marxismo.
Al criticar la «comuna económica» de Dühring
que actúa en las condiciones de la circulación
mercantil, Engels, en su «Anti-Dühring», demostró
persuasivamente que la existencia de la circulación
mercantil debe conducir ineluctablemente la llamada
«comuna económica» de Dühring al resurgimiento
del capitalismo. Los camaradas Sánina y Vénzher,
por lo visto, no están de acuerdo con esto. Tanto peor
para ellos. Por nuestra parte, los marxistas partimos
del conocido postulado marxista de que el paso del
socialismo al comunismo y el principio comunista de
la distribución de los productos con arreglo a las
necesidades excluyen todo intercambio de
mercancías, en consecuencia excluyen también la
transformación de los productos en mercancías y, al
mismo tiempo, su transformación en valor.
Eso es lo que quería decir respecto a la propuesta
y a los argumentos de los camaradas Sánina y
Vénzher.
¿Qué se debe hacer, en resumidas cuentas, para
elevar la propiedad koljosiana al nivel de propiedad
de todo el pueblo?
es una empresa de tipo no corriente. El
El koljós
koljós actúa sobre una tierra y trabaja una tierra que
ya hace mucho tiempo no es koljosiana, sino
propiedad de todo el pueblo. Por lo tanto, el koljós no
es propietario de la tierra que trabaja.
Prosigamos. El koljós trabaja con ayuda de
instrumentos de producción fundamentales que no

339

son propiedad koljosiana, sino de todo el pueblo. Por


lo tanto, el koljós no es propietario de los
instrumentos de producción fundamentales.
Prosigamos. El koljós es una empresa
cooperativa; se vale del trabajo de sus miembros y
distribuye los ingresos entre ellos con arreglo a los
días de trabajo que han cumplido; además, el koljós
tiene sus semillas, que se renuevan anualmente y se
destinan a la producción.
Cabe preguntar: ¿qué posee concretamente el
koljós?, ¿dónde está la propiedad koljosiana, de la
que puede disponer con plena libertad, a su antojo?
Tal propiedad es la producción del koljós, el fruto de
la producción koljosiana: los cereales, la carne, la
manteca, las legumbres, el algodón, la remolacha, el
lino, etc., sin contar la casa, las dependencias y la
hacienda personal de los hogares koljosianos. Ahora
bien, una parte considerable de esta producción, los
excedentes de la producción koljosiana, va a parar al
mercado y se suma de tal modo al sistema de
circulación mercantil. Precisamente esta
circunstancia impide ahora elevar la propiedad
koljosiana al nivel de propiedad de todo el pueblo.
Por eso precisamente hay que tomar este hecho como
punto de arranque del trabajo para elevar la
propiedad koljosiana al nivel de propiedad de todo el
pueblo.
Para elevar la propiedad koljosiana al nivel de
propiedad de todo el pueblo, es necesario sustraer los
excedentes de la producción koljosiana del sistema
de circulación mercantil y sumarlos al sistema de
intercambio de productos entre la industria del
Estado y los koljoses. En ello reside el quid de la
cuestión.
No disponemos todavía de un sistema de
intercambio de productos desarrollado, pero existen
los gérmenes del intercambio de productos en la
forma de «pago en mercancías» por los productos
agrícolas. Como se sabe, la producción de los
koljoses que cultivan algodón, lino, remolacha y
otros, hace ya mucho que se «paga en mercancías»,
si bien es verdad que no por entero, sino
parcialmente, pero, pese a todo, se «paga en
mercancías». Observemos de paso que el término
«pago en mercancías» es desafortunado, que debería
ser sustituido por el término «intercambio de
productos». La tarea consiste en organizar en todas
las ramas de la agricultura estos gérmenes del
intercambio de productos y desarrollarlos en un
amplio sistema de intercambio de productos, a fin de
que los koljoses obtengan por su producción, no sólo
dinero, sino principalmente los artículos necesarios.
Tal sistema exige un aumento inmenso de la
producción que envía la ciudad al campo; por ello
habrá que introducirlo sin grandes apresuramientos,
en la medida en que se acumulen los artículos de la
ciudad. Pero hay que introducirlo con firmeza, sin
vacilaciones, reduciendo paso a paso la esfera de

340

J. V. Stalin

acción de la circulación mercantil y ampliando la


esfera de acción del intercambio de productos.
Tal sistema, al reducir la esfera de acción de la
circulación mercantil, facilitará el paso del
socialismo al comunismo. Además, permitirá incluir
la propiedad fundamental de los koljoses -el fruto de
la producción koljosiana- en el sistema general de la
planificación de toda laeconomía del país.
Este será, precisamente, el medio real y decisivo
para elevar la propiedad koljosiana al nivel de
propiedad de todo el pueblo en nuestras condiciones
de hoy día.
¿Es ventajoso tal sistema para los campesinos
koljosianos?
Indudablemente, es ventajoso. Es ventajoso,
puesto que los campesinos koljosianos obtendrán del
Estado mucha más producción y a precios más
baratos que con el sistema de circulación mercantil.
Todos saben que los koljoses que tienen un contrato
de intercambio de productos con el Gobierno («pago
en mercancías») obtienen ventajas
incomparablemente mayores que los koljoses que no
tienen tales contratos. Si el sistema de intercambio de
productos se extiende a todos los koljoses del país,
estas ventajas serán patrimonio de todos los
campesinos koljosianos.
J. STALIN
28 de septiembre de 1952.

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