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Capítulo 1: Introducción
La biblia es una colección de libros escritos en un periodo aproximado de 1300 años. Los cristianos
leemos todos estos libros como una sola historia, la historia de cómo Dios acompaña a la Humanidad.
La Biblia es una colección de varios libros escrita por muchas personas, quienes tuvieron la capacidad de
ver la acción de Dios hacia toda la humanidad en la historia de su pueblo.
Las personas que escribieron la biblia son los llamados autores bíblicos o hagiógrafos, quienes, usando el
griego, el hebreo y el arameo de maneras muy ingeniosas, escribieron narrativas y poesías muy
elaboradas, en donde van contando de qué manera Dios se hace presente en las realidades humanas.
Ningunos de estos textos fueron escritos en una sola época ni de una sola manera. En la Biblia
encontramos una variedad enorme de estilos y géneros literarios. A veces encontramos poesías, otras
veces narraciones, que pueden ser biográficas, épicas e incluso novelas. También solemos encontrar
grupos de libros que no cuentan historias, ni tampoco invitan a la contemplación como la poesía, sino
más bien, buscan dar pautas de convivencias, y ahí encontramos textos de tipo legales o morales.
Cada escrito que hay en la Biblia aporta una riqueza única a un hecho que puede ser contado de muchas
maneras: la intervención de Dios en la historia de la Humanidad.
A pesar de que la Biblia, en su conjunto, cuenta una sola historia, es muy importante tomar en cuenta la
diversidad en los estilos, géneros y figuras literarias que se encuentra en cada libro de la Biblia, además
de toda la historia que rodea a la composición de estos textos, para de esa forma poder profundizar más
en el mensaje que los autores dejaron en cada escrito y así no perder su sentido original.
Existen muchos criterios y modos a la hora de leer, interpretar y comprender la biblia. Este fenómeno se
debe a varios elementos, algunos relacionados a la información que aporta el texto (es decir, la lengua y
la forma en que fue escrita, su autor, la época en que se escribió y la comunidad a la que está dirigida);
otros al lector (sus intereses ¿por qué y para qué se lee la biblia?, sus conocimientos en torno al texto, el
método que emplea para hacerlo, entre otros).
Una forma de leer la biblia es la llamada: “lectura pastoral de la biblia”. Esta forma de lectura integra:
- la teología (busca reflexionar de manera sistemática y global sobre los contenidos de la fe),
- la exégesis (hace una lectura minuciosa para comprender el texto bíblico en sí mismo);
- y por último tenemos las lecturas desde las ciencias humanas (historia, psicología, sociología,
etc) que a veces usan un texto bíblico como objeto de estudio.
Cada una de estas formas de leer la Biblia son válidas, todas tienen sus riquezas y particularidades; sin
embargo, es bueno poder contrastarlas unas con otra, puesto que, quedarse con una sola lectura es
insuficiente. Si queremos aprovechar los textos bíblicos en profundidad, es necesario aprender a
dialogar con las distintas formas de lecturas, reconociendo las posibilidades y los límites de cada uno.
Capítulo 3: Traducciones
Las lenguas en que los textos bíblicos fueron escritos originalmente son el hebreo, el arameo y el griego.
Traducir la Biblia desde estos idiomas antiguos, a nuestro castellano moderno, encuentra algunas
dificultades, puesto que, nunca es posible traducir a un idioma exactamente lo que otro idioma expresa,
más aún si se trata de textos antiguos. A veces, existen palabras, expresiones y juegos de palabras del
mundo bíblico que no tienen una correspondencia adecuada en nuestro idioma, además de esto, a en
algunas ocasiones se encuentran palabras o frases que solo aparecen una sola vez, lo cual dificulta su
traducción porque no se lo puede comparar con otros textos para extraer su significado profundo.
Sin embargo, a medida que las ciencias bíblicas progresan, van apareciendo nuevas soluciones a los
problemas textuales. Cada nueva traducción tiene un objetivo y en ella los traductores procuran superar
las dificultades textuales; esto explica en parte por qué se traducen los mismos textos de modo distinto
en las distintas biblias. Los traductores interpretan lo que dice el texto cuidando el sentido “original” del
texto, por un lado, y, por otro, el objetivo que persigue cada traducción.
No todas las traducciones son iguales, dependiendo de la lectura que se quiere hacer (ya sea académica
o pastoral), existen diversas traducciones, cada una enfocada a un tipo de lectura.
A groso modo, podemos dividir las traducciones de la biblia en dos categorías: las traducciones formales
o literales y las traducciones funcionales o dinámicas.
Las traducciones formales o literales tratan de mantenerse lo más fiel posible en el lenguaje original, por
ello muchas veces son confusas y están enfocadas más al estudio académico de la biblia. Este tipo de
traducciones muchas veces mantienen la estructura del lenguaje original, para tener más exactitud en el
estudio.
Las traducciones funcionales o dinámicas apuntan a una comprensión inmediata del texto, buscan que
el lector tenga una interpretación inmediata del mensaje y por ello usa palabras simples, a veces alteran
las estructuras de las frases para que sean más entendibles y también suelen agregar algunas palabras
para que se facilite la comprensión. En estas traducciones, las notas explicativas son de gran ayuda para
este objetivo.
Ambos tipos de traducción tienen su valor, sin embargo, esto no quiere decir que sean iguales. Las
traducciones formales tienen mucho valor a la hora de hacer un estudio serio y académico de la biblia, y
sus textos pretenden mucha exactitud a nivel formal y, por eso, pueden ser poco claros.
Por otro lado, las traducciones funcionales son de gran utilidad a la hora de hacer una lectura pastoral
de la Biblia, tienen mucha claridad en sus textos, pero para lograr esto, muchas veces renuncia a la
exactitud que se necesita en los estudios académicos.
En la Biblia encontramos un sinfín de figuras literarias y es importante tratar de reconocerlos para poder
apreciar mejor el mensaje que quiere transmitir el autor a la comunidad para la cual escribe.
Hay figuras literarias comunes a todos los idiomas. Como ejemplo podemos mencionar las preguntas
retóricas, que consisten en preguntar algo para provocar la atención del que escucha, aun cuando la
respuesta es obvia y el autor conoce la respuesta. Sin embargo, existen otras que son propias de una
lengua y una cultura.
En la Biblia hay figuras literarias que tenemos en el castellano como también otras que son propias del
antiguo universo de la cultura hebrea y griega, como por ejemplo muchos de los proverbios y refranes,
que una vez traducidos a nuestro idioma carecen de mucho significado.
Y, como acontece con cualquier texto, varias figuras de las lenguas y las culturas bíblicas originales se
pierden en la traducción, sea porque el idioma de destino no permite mantener el original, o porque hay
juegos de palabras y de expresiones idiomáticas intraducibles.
Esta situación suele cubrirse con aclaraciones de pie de página del traductor o a partir de la adaptación a
los elementos culturales propias del lenguaje del traductor.
- Macarismo o bienaventuranza: “Se trata de una bendición u ovaciones a alguien, iniciadas por
la formula “bienaventurados quien”, “feliz quien”, “felicidad para quien”. Lo podemos ver en Dt
28,3-6; Sal 84,4; Mt 5,3-12.
- Lamentaciones o quejas (o incluso maldición): Es lo contrario a los macarismos: “ay de quien”,
“pobre de quien”. Ejemplos: Is 5,5-24 (6x); Lc 6,24-26).
- Hipérbole: es una frase o expresión enfática, provocada por la exageración: 2Re 21,16; Gal 1,8.
- Ironía: Cuando se dice el opuesto de lo que se pretende realmente decir (ironía verbal: Am 4,4-
5; Mt 22,16), o cuando el resultado de una acción es lo contrario de lo que se pretende hacer
(ironía dramática: Ecl 10,3; Mt 19,16-22).
- Metáfora: Semejanza establecida sin el uso de la partícula “como”: Sal 57,5; Cnt 4,12; Jn 14,6.
Los antiguos juristas de Israel veían en estas leyes la sabiduría de Dios para mantener una relación
armónica entre todos los Israelitas, dando testimonio de que el don de Dios impone ciertos
compromisos.
Estas leyes fueron formuladas en distintas épocas para que el pueblo pueda salvaguardar su justicia
frente al egoísmo humano y al mismo tiempo salvaguardar la relación entre Israel y su Dios.
En los textos jurídicos de la biblia encontramos varios tipos de leyes que se pueden agrupar en cuatro
apartados:
- leyes de santidad, que se ocupan de las prescripciones morales buscaban dar una identidad
religiosa a Israel frente a otros pueblos.
- Sacrificios: relacionados a la manera de cómo el pueblo de Israel debía realizar sus sacrificios en
el Templo
- Leyes de justicia: este grupo de leyes se ocupan de la relación entre las personas que
hacen el pueblo de Israel y se fundamenta en el principio de que todos los seres
humanos, al ser hechos imagen de Dios, tienen la misma dignidad.
- Leyes sobre el tiempo sagrado: este grupo de leyes quería salvaguardar el sentido y la
ejecución de los momentos sagrados para Israel (sábado, el año de gracia, etc.).
Muchas de estas leyes podrían parecernos anticuadas y obsoletas, sin embargo, a partir de
Jesús, el cristiano relee estas leyes desde otra perspectiva y así adquiere un significado nuevo,
que apunta a la liberación del ser humano de todo tipo de atadura.
O Bien: Cada una de estas leyes, el cristiano lo reinterpreta desde Jesús, para así
encontrar su sentido más profundo y lograr así una humanidad más plena.
La lírica, especialmente los poemas, están elaborados con un lenguaje muy creativo, en donde se utilizan
muchas figuras literarias con el fin de provocar sentimientos al lector y despertar la imaginación, para así
poder ver las distintas realidades del mundo de manera diversa. Sería algo así como salir de lógica
común, para ver otras alternativas dentro de la vida.
En la Biblia tenemos mucha lírica, en dónde los autores quieren plasmar en palabras las vivencias del
pueblo en su relación con Dios, con el fin de ayudarnos a reflexionar sobre nuestra propia relación con
Dios, las dificultades de la vida y también a animarnos a tener esperanzas en nuestro caminar.
A la hora de interpretar la lírica en la Biblia, es bueno siempre tener en cuenta que no todos los poemas
son iguales, hay mucha diferencia en el estilo de hacer lírica entre una cultura a otra. Para comprender
la poesía bíblica, es importante también comprender la dinámica de la poesía hebrea, el cual tiene varias
aristas.
Una de las formas en que la poesía hebrea expresa sus ideas es a través del uso de paralelismos. Esto se
da especialmente en los Salmos y Proverbios. Hay paralelismos donde la segunda línea repite con
diferentes palabras la primera línea para comunicar el significado. Hay paralelismos donde la segunda
línea amplifica la primera línea al añadir información.
Otro factor importante para comprender la poesía hebrea es el uso de hipérbole o lenguaje exagerado
para comunicar sus ideas.
No es nada fácil traducir poesía hebrea al español, y a veces hay técnicas de lenguaje especiales que son
eficaces en el idioma original, pero no tienen la mínima eficacia cuando la poesía es traducida al
español.
En la Biblia encontramos lírica en varios libros. El más famoso de todos es el libro de Salmos, que
básicamente son canciones que el pueblo utilizaba en distintas ocasiones y no necesariamente cultuales.
Por otro lado, tenemos la poesía reflexiva de los libros de sabiduría, que buscan que el lector profundice
en sus búsquedas existenciales. También encontramos poesía en la resistencia apasionada de los
profetas frente a distintas clases de opresión.
Muchas veces, en la Biblia encontramos una narración que es interrumpida por un texto lírico, como es
el caso de la narración del paso del mar rojo, en donde la narración es interrumpida para dar lugar a un
cántico pronunciado por Moisés. De esta manera, la narración adquiere otra belleza y el lector puede
experimentar los sentimientos que son narrados.
Con la lírica, los textos bíblicos adquieren otro tipo de profundidad y nos ayudan no solo a reconocer el
paso de Dios por nuestras vidas, sino que a experimentar esa presencia de manera vivencial.
No existe un motivo particular para escribir una carta, es el género literario más libre, puesto que en ella
se puede abordar una infinidad de temas, desde cuestiones personales e incluso cuestiones
diplomáticas. También, es este género literario el que es más fácil de reconocer, puesto que no importa
la cultura, las cartas básicamente tienen la misma estructura: Un destinatario, un saludo, el desarrollo
de un tema o cuerpo y la despedida.
En la Biblia no es el género literario más abundante, sin embargo, están presentes de manera muy
significativa en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento solo se mencionan alguans cartas, muy
al contrario del NT en donde encontramos más de una colección de estos escritos.
Las epístolas del NT se pueden organizar en dos grandes grupos: Epístolas Católicas o Apostólicas y
Epístolas Paulinas. Las epístolas católicas son un conjunto de cartas que no tienen como destinatario una
comunidad en particular. Fueron escritos en diversos momentos del primer siglo del cristianismo,
revelan una variedad de temas que preocupaban a las comunidades primitivas y que a menudo son
relevantes incluso hoy. Muestran que desde sus orígenes la teología cristiana ha sido concebida como
un diálogo abierto y plural.
Por otro lado, tenemos el Corpus epistolar paulinos, el cual es una serie de cartas a comunidades
específicas que Pablo y su comunidad misionera acompañaban desde la distancia. El objetivo de las
cartas paulinas, en general, era la de dar instrucciones a los cristianos sobre el modo de comportarse y
responder a las inquietudes relacionadas a la comprensión de la fe o la organización de las
comunidades.
Gracias a estas cartas podemos tener un acercamiento directo al sentir de las primeras comunidades
cristianas, sus inquietudes, preocupaciones y su manera de comprender el cristianismo en las primeras
horas. En ellas encontramos inspiración para seguir actualizando el cristianismo a nuevos tiempos.
Básicamente, dentro de la literatura bíblica, los evangelios pueden ser considerados como biografías
cortas de Jesús de Nazareth, su vida, ministerio, pasión, muerte y resurrección, pero a diferencia de una
narración biográfica tradicional, los evangelios no aportan muchos datos certeros sobre su vida
cotidiana, el tiempo exacto en que transcurrieron los hechos, etc.
Si buscamos catalogar los escritos evangélicos dentro de un género literario, vamos a tener problemas…
Se los puede concebir, de manera muy general, como narraciones, puesto que existe una voz de relator
que va narrando los hechos, ahora bien ¿Qué tipo de narración es un evangelio, es de tipo épico,
doctrinal, mítico, histórico? Cuando entramos en estas preguntas la cuestión se complica un poco,
puesto que son escritos únicos que tienen un fin muy específico, el cual, se aleja de cualquier otra forma
de narración. Frente a esta realidad, los estudios prefieren concebir estos escritos con un género
literario propio1.
Pero ¿Qué significa evangelio? La palabra evangelio viene del griego y significa Buenas noticias. En el
mundo grecorromano se utilizaba esta palabra para referirse a los anuncios de buena noticia
procedentes de las más altas instancias, por ejemplo, las buenas noticias de un emperador que trae
consecuencias positivas a todo su pueblo, como fue el caso del nacimiento del Emperador Augusto, el
cual, el imperio romano lo consideró como un evangelio.
También tenemos un uso similar en el pueblo de Israel. En el Antiguo Testamento, un poema de Isaías: -
“Es hermoso ver bajar de las montañas los pies que traen la buena noticia”-, habla de un evangelio para
todo el pueblo de Israel, que a pesar de las guerras y de la destrucción de su ciudad, Dios sigue Reinando
y que todo el pueblo volverá a tener paz. A partir de este texto, empieza a gestarse la idea del Reinado
de Dios dentro del pueblo de Israel.
Mucho tiempo después de Isaías, la escena política, social y religiosa de Israel volvió a ser bastante
hostil, el pueblo ansiaba la llegada del Reinado de Dios. Dentro de este contexto, aparece un profeta
llamado Jesús de Nazareth que empieza a predicar un evangelio anunciando que el Reinado de Dios que
Isaías menciona ya está llegando, él anuncia que Dios llega a su pueblo como un Rey que viene a
salvarlo.
A partir de la Buena Noticia del Reinado de Dios, Jesús va haciendo su ministerio, y enseña con sus
palabras y sus obras que el Reinado de Dios ya ha llegado. De esta manera tenemos que el evangelio de
Jesús no son solo sus palabras, sino toda su obra, Jesús mismo es la Buena Noticia, y con su proceder
demuestra que Dios y su Reino ya está con su pueblo.
Dentro del cristianismo, evangelio es una palabra que se aplica a la totalidad de la Persona de Jesús,
toda su vida es el Evangelio del Reinado de Dios, el cual fue anunciado en distintos momentos, en
distintas formas y por distintas personas.
Con esto tenemos que el Evangelio, en primera instancia es un anuncio, una prédica que tiene un fin en
particular: llevar al oyente a un cambio de vida aceptando por la fe a Jesús como salvador. Si el
evangelio, en primera instancia es una predica oral ¿en qué momento se terminó usando esta palabra
para designar unos escritos?
Esto un proceso que se dio dentro del primer siglo del cristianismo y empieza con el primer anuncio que
fue hecho por Jesús mismo. Él no escribió ningún libro, siempre predicaba a viva voz. Pero lo más
importante de Jesús no eran sus palabras, sino su misma presencia. Jesús, con toda su vida, manifiesta el
1
Me acuerdo que el gordo López había mencionado algo de esto… pero no me acuerdo bien como era la cosa
jajaja.
Reino de Dios de una manera tan vívida que inspiraba y transformaba la vida de muchos, siendo así él
mismo el Dios-Con-Nosotros.
Las palabras de Jesús quedaron impresas en las personas que lo seguían, puesto que sus enseñanzas
eran fáciles de entender y se acomodaban al pensamiento de la gente de su época. A las personas que lo
seguían y aprendían de él se los conoce como discípulos, quienes fueron los testigos directos de sus
hechos y enseñanzas. Los discípulos pudieron recordar y repetir lo que habían visto y lo que habían oído
de Jesús.
Los discípulos se encargaron de anunciar el Evangelio a otras personas, sin embargo, ellos no se
limitaron a repetir las mismas palabras que oyeron; predicaron a Jesús explicando, aclarando e
interpretando lo que ellos habían visto y oído, además de ir confrontándolo con los escritos del AT.
Los apóstoles y los discípulos de Jesús fueron dejando pequeñas anotaciones de las enseñanzas de
Jesús, con el fin de animar a las comunidades. Pero cuando llegó el momento en que los seguidores
directos de Jesús murieron, se corrió el peligro de que toda la enseñanza se perdiera. Fue en ese
momento en que aparecen en escenas algunos autores, quienes recogieron las enseñanzas escritas de
los apóstoles que estaban presente en las comunidades cristianas.
Estos autores hicieron el trabajo de edición de las enseñanzas apostólicas sobre Jesús, con el fin de
sintetizarlo, ordenarlo, explicando algunas frases poco claras, además de tratar de encontrar el contexto
apropiado para una frase, el encuentro histórico conveniente, etc.
Lo más importante para estos autores era que las enseñanzas de Jesús sigan teniendo el mismo efecto
transformador de siempre. Las comunidades cristianas ya no eran las mismas a la que se habían
formado en torno a Jesús y los Apóstoles, es por ello que el evangelio escrito recogía las enseñanzas de
apostólica y lo adaptaba a su nuevo auditorio, teniendo en cuenta su cultura y la situación de su fe.
Gracias a este largo proceso hemos podido recibir cuatro escritos distintos sobre el Evangelio de Jesús.
Cada uno de estos escritos es el mismo evangelio, pero desde una mirada distinta, cada uno
interpretado por una comunidad, hoy en día se los conoce con el nombre de Evangelios según Mateo,
Marcos, Lucas y Juan.
En el evangelio de Mateo, el autor quiere presentar a Jesús como un nuevo Moisés, y por ello agrupa las
enseñanzas de Jesús en cinco apartados como están dispuestos en la Torá Judía. El autor del evangelio
de Lucas resalta otro aspecto de la persona de Jesús y lo conecta directamente con los textos de Isaías
del siervo sufriente. Jesús es el siervo real quien trae la luz de Dios a todo el mundo. El evangelio de
Marcos presenta a Jesús como un nuevo inicio de la Humanidad, trayendo el misterio de la nueva
creación de Dios en el presente. Por último, tenemos el evangelio de Juan, quien presenta a Jesús como
el mismo Dios que viene a la humanidad para este pueda llegar a su plenitud.
Viéndolo de esta manera, vemos que estos escritos son muy diferentes unos de otros, sin embargo,
todos cuentan básicamente la misma historia: Que en un hombre de Galilea enseñaba las buenas
noticias sobre el Reinado de Dios, quien luego es condenado y crucificado como un criminal. De esta
manera, estos escritos hacen notar que la llegada del Reinado de Dios es a través de Jesús, el cual
termina en la cruz en donde es entronizado como el rey del nuevo mundo.
Ahora bien, estos escritos no son escritos aislados de la Biblia. Los autores bíblicos reconocieron en la
persona de Jesús el cumplimiento de todas las promesas de Dios hechas en el Antiguo Testamento y es
por ello que los evangelios deben ser leídos dentro de la continuidad de la historia que se narra en el AT.
Los evangelios retratan a Jesús como el enviado de Dios que vino al mundo a restaurar a la humanidad y
a anunciar que Dios está en medio de su pueblo. El objetivo de todos los evangelios no es solo que las
personas que lean estos textos conozcan a Jesús y su proyecto del Reinado de Dios, ellos quieren que
sus lectores formen parte de este proyecto.
Los textos evangélicos están diseñados para persuadirnos a confiar y seguir a Jesús, de tal manera que
podamos ser parte de la nueva creación.