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Convenio de 1949 fue el principal instrumento contra la Trata de mujeres con fines de
explotación sexual. Además, se constituye como antecedente del Protocolo de Palermo,
en lo que se refiere al uso del término Trata de personas.
Sin embargo, una de las fuertes limitaciones de este Convenio fue vincular la Trata a
la prostitución, restringiendo así la explotación de trabajo apenas a la esfera sexual
(E/CN.4/2000/68, parr. 13). Un punto innovador fue subrayar que el consentimiento de
la víctima no era relevante, así como el hecho de no ser necesario el cruce de fronteras
para la tipificación como trata. A diferencia de lo que ocurrió con la tipificación de la
Esclavitud y las prácticas análogas a la esclavitud que obtuvieron una prohibición
absoluta1 y taxativa por parte de la Comunidad internacional. La tipificación de la Trata
fue más compleja por involucrar la prostitución y los debates morales.
La Convención Suplementaria de 1956 presenta dos puntos innovadores sobre la
materia, el primero es señalar la libertad ipso facto a “todo esclavo que se refugie a
bordo de cualquier buque de un Estado Parte de la Convención” (art. 4). El segundo, es
afirmar las obligaciones de los Estados en sancionar (art. 3.2.a) y establecer las
“medidas necesarias” para impedir el transporte de esclavos (3.2.b) así como la
obligación de cooperar para que se alcance la coordinación deseada con el fin de
combatir la Trata de esclavos (art. 3.3). La lucha contra la trata recibe otro apoyo
jurídico al ser considerada una forma de violencia contra la mujer. En este sentido, la
Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de 1993 entiende por
“"violencia contra la mujer" todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo
femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o
sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la
privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la
vida privada.” Y para ello define en su artículo 2 los actos que comprende la violencia
contra la mujer, “a) La violencia física, sexual y sicológica (…) la violencia
relacionada con la explotación;” (art. 2). De ahí dilucidamos por qué la Trata de
mujeres es considerada una forma de discriminación y de violencia contra la mujer.
La Conferencia de Derechos Humanos en 1993 viene a corroborar, con todo lo
anteriormente mencionado, que los derechos humanos de las mujeres y de las niñas son
parte inviolable de los derechos humanos. Para salvaguardarlos, es necesaria la
participación plena e igualitaria de la mujer en la todas las esferas de la sociedad
(política, civil, económica, social y cultural) (parr. 18). De los trabajos preparatorios que
culminan en la referida conferencia, se recopilan por primera vez informaciones basadas
en casos de Trata de mujeres extranjeras en distintos países europeos, mediante los que
se confirmaron violaciones sistemáticas a los derechos humanos. Como resultado de
esta Conferencia, se determinó que la Trata de Personas es una violación a los derechos
humanos.
En la Cuarta Conferencia de la Mujer, en Beijing 1995, se detectan varios tipos de
violencia contra la mujer. Entre ellos, “cabe señalar las violaciones de los derechos
humanos de la mujer en situaciones de la esclavitud sexual” (A/CONF.177/20/Rev.1,
parr.114), además de implicar altos costes sociales, sanitarios y económicos tanto para
la sociedad como para el Estado. También hace hincapié en la reproducción de
determinados comportamientos sociales que contribuyen a que subsista la violencia
contra las mujeres, muchos de ellos observados por los medios de comunicación “en
particular las representaciones de la violación o la esclavitud sexual, así como la
utilización de mujeres y niñas como objetos sexuales…” (A/CONF.177/20/Rev.1, parr.
118).
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Aunque que conforme DECAUX, se trata de una tipología compleja al par que coherente. (op.,
cit., p. 132-133.)
2
Al hilo de las recomendaciones y debates sobre la materia, y por iniciativa de la
Relatora de Naciones Unidas sobre la Violencia contra la Mujer, Sra. Radica
Coomasasway, en 1996 fue realizado el primer diagnóstico mundial sobre la Trata
(OIM/OEA: 2006, 16). Tras analizar los resultados, se hizo imprescindible concienciar
a la comunidad internacional sobre la necesidad de crear instrumentos específicos para
combatir tal lacra social.
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forzados, la esclavitud o sus prácticas análogas, así como la servidumbre o la extracción
de órganos. El Protocolo de Palermo confiere a las personas tratadas la denominación
de víctimas (art. 3.b) y no delincuentes. Por consiguiente, todas ellas quedan protegidas
por el Protocolo, siendo su consentimiento a la Trata un factor irrelevante y primando la
explotación como elemento clave en el proceso de tráfico. De este modo, tenemos una
visión de la víctima como sujeto portador de derechos, lo que resulta en una perspectiva
que vela por los derechos humanos ante todo, proponiendo la garantía de los derechos
humanos fundamentales como principio orientador de la explicación de la Trata de
mujeres, niños/as para fines de explotación sexual comercial. Estaríamos así ante una
visión inclusiva y basada en los principios fundamentales, que confiera protección y
asistencia a todas las víctimas. Según la tipificación del Protocolo de Palermo, la Trata
de personas se encuentra configurada bajo dos aspectos. De un lado el material,
mediante condiciones objetivas (tales como el reclutamiento, pagos o beneficios de
transporte, alojamiento de personas). De otro el subjetivo (formas de coacción a través
de la seducción, sumisión, esclavitud).
Avivando el debate sobre esta definición, el Informe de la Guardia Civil Española de
2003/2004 advierte que el fenómeno de la Trata de personas es un tanto complejo por
hacer referencias a conductas criminales heterogéneas que tienen como objetivo común
la explotación de personas en sus distintas formas, ya sea mediante la prostitución, la
explotación laboral, la adopción ilegal, la venta de niños/as, la pornografía infantil o el
trafico de órganos, principalmente. Por consiguiente, nos encontramos ante una
definición sujeta a críticas, también por el hecho de ser una tipificación muy genérica
para la Trata; más “presa al texto de la violencia criminal y fuera de lugar en una
análisis macro-social y cultural del fenómeno”.
La falta de consenso sobre estos elementos, según el Informe Global de NACIONES
UNIDAS sobre la Trata de Personas del año 2009, causan dificultades en la aplicación
de la ley. De hecho, los distintos sistemas de justicia criminal se tropiezan con grandes
escollos a la hora de probar algunos casos de la Trata (como la acción, la recepción o el
traslado). Como consecuencia, para el enjuiciamiento de casos de Trata, se utilizan
delitos como el proxenetismo, la esclavitud, el abuso de leyes laborales o la protección a
la infancia (UNDOC: 2009, 22).
A pesar de que el Protocolo de Palermo tiene debida representación en la arena
internacional (155 ratificaciones), aún no se encuentra totalmente incorporado a las
normas internacionales de derechos humanos (lo que se puede comprobar por el bajo
impacto jurídico de las normas relativas a la protección de las victimas). Ello no impide
que los mecanismos desarrollados internamente por los Estados garanticen a todas las
personas tratadas el acceso a la justicia y a los servicios de asistencia básica
(alojamiento temporal, atención sanitaria, social y psicológica).
Tras el impulso de condena a la TP liderado por Naciones Unidas, el status
internacional alcanzado es que 155 países han adoptado alguna legislación de lucha
contra la Trata. Según el Informe Global sobre la Trata, un 63% de los países han
adoptado una infracción específica que tipifique la Trata de personas con fines de
explotación sexual y laboral forzada, no haciendo ninguna restricción respecto a la edad
o el sexo de la víctima (UNDOC:2009, 22).
Asimismo, es válido destacar la notable actuación de muchos países en la
búsqueda por prestar servicios de asistencia legal y protección temporal a las víctimas.
También merece debida atención la actuación de otros actores, como las ONGs,
ejerciendo un papel fundamental al estar directamente en contacto con la víctima (en
muchos casos obtienen su confianza) y les hacen llegar los servicios de asistencia legal,
social, económica, psicológica y sanitaria. Actuando también tanto en el ámbito de la
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prevención como en la articulación de los Estados, tenemos las Organizaciones
Internacionales (OI) que funcionan como interlocutores y, en algunos casos, como
agentes de promoción de las políticas que debe desarrollar el Estado. A este respecto,
cabe destacar la actuación llevada a cabo por la OIT como articulador y interlocutor
entre la sociedad y el Estado, o de Naciones Unidas, a través del UNDOC, como agente
de los mecanismos internacionales de promoción a los derechos humanos, ambos
instando a los Estados a cooperar en la promoción de la defensa de la dignidad humana.
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régimen jurídico de prohibición y rechazo contra la esclavitud, no ocurrió lo mismo con
una de sus manifestaciones contemporáneas: la Trata de personas. Al estar ante un
fenómeno complejo, con múltiples manifestaciones, se hace muy complicado obtener
una respuesta unidireccional. Nos encontramos ante un tema complejo que transciende
a distintas áreas: violencia contra la mujer, violación de derechos humanos, explotación
de trabajo, servidumbre, trabajo forzoso y condiciones análogas a la esclavitud.
Podemos hallar sus causas en la pobreza, en la desigualdad y en la discriminación de
género, que generan una masa humana vulnerable a la explotación ajena. No obstante, la
descoordinación en lo referido a la condena internacional de la Trata de personas se va
estructurando. De hecho, se dio un gran paso a través del Protocolo de Palermo, ya que
aglutina todos los esfuerzos anteriores en la materia y propone una definición
internacionalmente aceptada sobre la Trata de personas, alentando a los Estados partes
(155 países de los 192 parte del sistema de naciones Unidas) a unificar sus legislaciones
sobre la materia. Con ello, se pretende garantizar la protección y la asistencia a las
víctimas, llevando a cabo campañas de prevención y sensibilización sobre la magnitud
del problema y sobre las consecuencias del mismo, y sancionando el crimen de tratar
con seres humanos. La sentencia de 7 de enero de 2010 del TEDH, plasma este esfuerzo
de la comunidad internacional al considerar que la Trata constituye una forma
manifiesta de esclavitud, por su naturaleza y finalidad de explotación, por el ejercicio de
propiedad (al tratar al ser humano como mercancía), por la sumisión al trabajo forzoso,
por la restricciones de movimiento y por el uso de violencia y/o amenazas. De este
modo, observamos que la comunidad internacional se encuentra ante un reto: abolir la
trata de personas. El denominador común entre la Trata y la esclavitud es la
cosificación del ser humano.
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491 – 502, ; SOUSA SANTOS, Boaventura. Tráfico de mulheres em Portugal para fins
de exploração sexual . CES. Coimbra, 2007; OEA/OIM/CIM. Trata de Personas.
Aspectos Básicos, OIM. México, 2006 pp. 16; Naciones Unidas, doc: HR/PUB/02/4,
2000: La abolición de la Esclavitud y sus formas contemporáneas.; OIM: Panorama
Sobre La Trata De Personas. Desafíos y Respuestas: Colombia, Estados Unidos y
República Dominicana. Bogotá, 2006; UNODC: Global Report on Trafficking Person.
Naciones Unidas: NY/Ginebra, 2009; UNDOC: Manual de Naciones Unidas sobre
trata de personas. Naciones Unidas: New York, 2009; USA. TIP: Trafficking in
Persons Report 2008, Department of State, June 2008/2009; VAZ CABRAL,
Georgina.: La traite des êtres humains: Réalites de l’esclavage contemporain. Paris: La
découverte, 2006.