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Libro Decolonialidad Del Poder Saber
Libro Decolonialidad Del Poder Saber
M i r a d a s d e s d e e l S u r
Valdivia, 2012
© 2012,
Solano Alpizar, José
Palencia Triana, César Augusto
Henríquez Zuñiga, Christian Eduardo
Romero Lizama, Pamela Soledad
Tesche Roa, Paula Isabel
Comíte Científico:
Rodrigo Browne, Iñaki Ceberio , Debbie Guerra
Christian Henríquez , César Palencia, Pamela Romero
Noemí Sancho, Juan Carlos Skewes, José Solano, Paula Tesche
ISBN: 978-956-7105-76-2
Impreso en: Imprenta América ltda.
Avenida Ramón Picarte 1109
Este libro fue posible gracias a los aportes MECESUP y la Escuela de Graduados de la
Universidad Austral de Chile
Valdivia, Chile
I n d i c e
Prefacio vii
iv
generadores de conocimiento - y desde las Ciencias Humanas y Sociales-
a un Coloquio que reflexionara fuera de lo establecido y desde un eje que
permitiera aportar bajo “otro” prisma, bajo el prisma latinoamericano.
Los estudiantes del programa de Doctorado en Ciencias Humanas
mención Discurso y Cultura de la Escuela de Graduados de la Facultad
de Filosofía y Humanidades de la Universidad Austral de Chile acusaron
recibo de la realidad país-mundo e invitaron a investigadores nacionales y
extranjeros a pensar desde la otra orilla, a partir de las diferencias tan
cercanas a los discursos “contracoloniales” que buscan visibilizar lo que se
esconde en el afuera.
v
sumaron a este proyecto; los tres invitados que dictaron las conferencias
plenarias del Coloquio; a quienes optaron por enviar su resumen y que,
después de ser aceptados, se presentaron en la UACh para dar cuenta de sus
investigaciones; a quienes formaron parte del Comité Científico que evaluó
los artículos aquí publicados y, por sobre todo, al equipo organizador que
logró, con este Coloquio, que la Escuela creciera como unidad a cargo de
los programas de postgrado en Ciencias Humanas y Sociales de la UACh.
Sin embargo, bajo esta renovadora mirada desde el Sur, queda un nuevo
desafío: durante el segundo semestre de 2012 organizaremos, con el apoyo
del MECESUP AUS 0809, el V Congreso Nacional de Estudiantes de
Postgrado, iniciativa que -esperamos- logre la misma convocatoria y la
misma calidad académica que el Coloquio “Colonialidad/Decolonialidad del
poder/saber. Miradas desde el Sur” que, coordinado por nuestros estudiant-
es, fue un pilar fundamental para la reciente acreditación por cuatro años del
Programa de Doctorado en Ciencias Humanas mención Discurso y
Cultura de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad
Austral de Chile.
vi
P r e s e n ta c i ó n
vii
sociales, ambientales y epistemológicas en el continente ponen en entredicho
la veracidad del modelo neoliberal como el único orden económico-social
posible.
viii
Finalmente, en el cierre del coloquio, la conferencista Nelly
Richard, Vicerectora de Extensión de la Universidad de Artes y Ciencias
Sociales de Chile (ARCIS) realizó la comunicación del ensayo titulado
“Localidades del saber: ubicación, contextos y traducción”. En dicha
exposición se reflexionó en torno a la posición Sur, en relación a los territo-
rios y periferias del poder y el saber.
xix
Los ejes temáticos en los que se reunieron las ponencias fueron
los siguientes: 1) Colonialidad/Decolonialidad en América Latina,
2) Desarrollo en América Latina: alternativas multiculturales, 3) Literatura,
identidad y estudios culturales Latinoamericanos desde los márgenes,
4) Ejercicios de deconstrucción y estudios subalternos en y desde
Latinoamérica, y 5) Sujetos de comunicación y poder. Teniendo en cuenta
la amplitud y diversidad de temas, como propuesta metodológica estos
ejes se ordenaron en las siguientes mesas de presentación: a) Geopolítica
y cartografías en Latinoamérica, b) Literatura indígena, c) Narrativas
de la memoria, d) Decolonialidad, arte y cultura, e) Educación y poder,
f) Comunidad y saberes críticos, g) Teoría y ejercicios de decolonialidad,
h) Discursos y representación, i) Educación y literatura, j) Memoria e
historia y k) Literatura en los márgenes.
x
Capítulo 1
Sergio Mancilla*
21
dos mitades las fértiles vegas del valle de Quilacahuín. Pero el Rahue no
siempre es manso. Las copiosas lluvias invernales del sur chileno lo vuel-
ven un animal feroz, turbio, enrabiado, tanto que a menudo no cabe en
su cauce e inunda los terrenos aledaños reiterando un viejo gesto natural
que, a primera vista, parece catastrófico, pero que no es sino el trabajo en-
trelazado —una “ceremonia de amor”— de la tierra acogedora unida a las
“aguas potras”, como diría nuestro poeta Huenún. Los vivientes de esos
lugares, conocedores de los cambios de humor de las estaciones, construyen
casas —muy modestas en la mayoría— cuyo primer piso es una espe-
cie de bodega o corral inundable, al tiempo que la vida familiar acontece
en lo que sería el segundo piso al que se accede por escaleras exteriores.
construidas en lo alto de una colina desde la que se domina el amplio valle así
como una no menor extensión de la cordillera de la costa osornina, recuerda
d e
22
Sergio Mancilla
23
No es de extrañar entonces que las piadosas monjas de la Misión
de Quilacahuín se hicieran cargo de la educación y manutención de niños
indígenas separados de sus familias por la fuerza de la violencia o como
consecuencia de la desesperante miseria. Así el camino hacia la borradura
total del origen quedaba expedito: hablar sólo en español,rezar sólo al dios
cristiano y a sus vírgenes y santos, aprender oficios de baja complejidad para
servir con eficiencia a patrones blancos. Aprender, en definitiva, a ser un
buen subalterno en un escenario de extrema desigualdad social es algo que
garantizaría algún grado de incorporación (precaria, pero incorporación al
fin) a la sociedad global occidental; sociedad, como ya sabemos, que tiende
excluyentemente a la autorreferencia, que a menudo no tolera al otro sino
como pieza que obligadamente ha de insertarse en el status quo sin hacer
corto circuito en la hegemonía de las elites económicas, políticas y cultura-
e b la
separación, sufría tanto o más que ella misma. Monja que con su gesto
la
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Sergio Mancilla
25
capacidad de salir del excluyente etnocentrismo del “civilizado”, documen-
tan la barbarie blanca que se manifiesta en un sofisticado y perverso uso
de la razón cognos- cente disfrazada no obstante de ciencia objetiva; algo
que, por otra parte, viene a remachar una incapacidad de base de la así
llamada cultura “occidental-cristiana” para empatizar con la otredad radical.
Creo que no pasará mucho tiempo sin que consiga los huesos de toda
la familia de Catriel. Ya tengo el cráneo del célebre Cipriano, y el
la
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Sergio Mancilla
27
La ficción poética, llevada a la tarea de tener que lidiar con la
realidad “fuerte” de las materialidades históricas efectivamente
acontecidas, pareciera ser una palabra “débil” que se refugia en el tranquilo
remanso de las metáforas y que no hace sino evocar sombras (“cantos
de sombra”, diríamos en palabras de Léopold Sédar Senghor, poeta sen-
egalés que cantó su África en un francés expropiado a los amos blancos)7.
La poesía, si se la mide con la vara de la acción efectivamente
transformadora de la realidad, parece “una historia de locos”, como bien
dice Cisneros —el poeta, que no el cardenal—; pero, como el propio poeta
peruano acota, es con la poesía que se formulan las “inmensas preguntas
celestes”8. Así, al evocar esas sombras-voces de ayer y hoy, la poesía de
Huenún recupera huellas de lo vivido, denuncia acciones injustas que han
quedado silenciadas en los recodos de la historia, construye discursiva-
e b la
mente propuestas de sujetos que nos interpelan a que nos sacudamos de las
asfixiantes categorizaciones con que la ciencia blanca (léase historia, antro-
pología, fisiología humana incluso; cf. sección “Cuatro cantos funerarios”,
Ni
“fuerte” y desafiante.
28
Sergio Mancilla
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sostenida en el tiempo. Entrar a Chauracahuín no es simplemente revisitar
y dar cuenta de un lugar o de un paisaje realmente existente, Osorno en
este caso; es, por sobre todo, asomarse a la tragedia de la historia y hacer de
ella y con ella una poesía que atestigüe la trashumancia, las traducciones y
mutaciones identitarias de quienes hasta ahora han sido los perdedores de la
modernidad latinoamericana. Huenún hace de las “reducciones” históricas
puntos de encuentro y confluencias de memorias y lenguajes varios que, en
su conjunto y siempre en permanente reconfiguración, constituyen e insti-
tuyen los lugares poéticos de la vida que son, al mismo tiempo y por comple-
mento, los de la muerte; los lugares de los sueños visionarios y de la mirada
cotidiana de lo que está ahí; lugares que hacen las palabras con las que se
sostiene el interminable nütram de la poesía y de la vida: la champurria de
los condenados de la tierra.
e b la
una escena lírica particular que recuerda el hai ku japonés y que retrata
una acotada interacción entre el yo hablante y la naturaleza, como en este
brevísimo poema de la sección “Envíos”: “Un tigre he dibujado/ en el ar-
royo/ para que el agua libre/ se defienda”; fotografías de archivos familiares
Los Arc
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Sergio Mancilla
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Reducciones es también, como ya se ha sugerido, la crónica de una
derrota que no ha terminado; al contrario, en muchos aspectos la modernidad
consumista de hoy la ha profundizado dramáticamente. Los degradados
mundos indígenas, convertidos en tugurios de exotismo mercantilizado,
constituyen parte sustantiva de las reducciones provocadas por un orden
neoliberal extremo que convierte las identidades indígenas en mercancías.
Muchos indígenas o que no lo son pero que proclaman serlo hacen o han
hecho de su condición subalterna un negocio que puede llegar a ser bastante
rentable incluso:
Vi no más al indígena
buscar la fama / el orgullo buscar
el bajo y velludo vientre de la gringa
e b la
de un hispano-danés-británico-francófono
Las lenguas se tocan hermanitos
la
el gallinero amazónico
la sangrienta pirámide mesoamericana
h i v os
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Sergio Mancilla
33
ya sin broncas ni leyendas
/ni tardíos editores/
vuelvo a casa.
Traduciendo mis poemas al spanglish,
/al patois/
y al sudado creole de las Antillas,
vivo holgado de mis rentas
/mis derechos/
MI LEGÍTIMO KIMUN/MI RAKIZUAM.
(“En la ruka de David”)
Huenún. Habrá entonces que plantar este árbol en lo alto de las colinas
de Quilacahuín para que desde sus ramajes en movimiento podamos otear
la
el amplio horizonte de las cosas visibles, pero sobre todo el de las invisi-
bles. No para arrasar con la iglesia o el colegio o el hospital básico de la
d e
Para que la memoria iluminada de María Matilde Huenún Huenún,
niña-mujer-madre-abuela octogenaria, quede fulgurando en los bellos
amaneceres de Quilacahuín.
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Sergio Mancilla
N ota s a l P i e
3 En las riberas del Río Damas, afluente del Rahue y que bordea
la parte noreste de la ciudad de Osorno, existieron por años los
“barracones municipales”. Se trataba de largo galpones dispues-
to de modo paralelo, divididos longitudinalmente y con unas 10
habitaciones por lado que hacían las veces de “departamentos”,
separados los galpones por callejuelas estrecha sin pavimentar.
Con grifos comunes, sin más instalaciones sanitarias que pozos
negros de uso compartido, eran paupérrimos en materia de
servicios básicos. Se construyeron en los años de 1950 y los últi-
mos fueron erradicados recién en la década de 1980. La mayoría de
sus habitantes, de origen indígena-mestizo, provenían de áreas ru-
rales, campesinos sin tierras, inquilinos expulsados de los fundos
agrícolas. Huenún mismo se cría en la población “Nueva Esperanza”
(sector Francke de Osorno, noroeste) originalmente un campamento
resultado de una toma de terreno a inicios de la década de 1970
por gente sin casa y sin tierra. Agradezco al constructor de casas
José Huisca Molina, el Maestro Pepe, haberme informado sobre
los barracones municipales de Osorno en los que vivió de niño.
35
Adriana Paredes Pinda, Roxana Miranda Rupailaf, entre otros.
ticos”. Cómo leer y por qué. Bogotá: Norma, 2000. Tomo la cita
de una versión digital sin paginar.
Los Arc
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Locura y decolonialidad del poder en
Teresa Wilms Montt
Paula Tesche*
I. I n trodu c c ión
37
edición póstuma, Páginas de mi diario y Con las manos juntas (1922), publicó
durante su vida los poemarios Inquietudes sentimentales (1917) y En la
38
Paula Tesche
quietud del mármol (1918), junto con dos libros: Los tres cantos (1918) que
incluye poesía y un texto narrativo “Del diario de Sylvia” y Cuentos para los
hombres que todavía son niños (1919). Ruth Gonzalez (1994), afirma que la
crítica de la época no consideró relevante su producción porque marginaba
a la mujer de la literatura y destaca que lo más llamativo era la personali-
dad de la autora. Por ejemplo, cita un artículo de la prensa de la época que
afirma: “jóvenes escritores y artistas la rodean, seducidos por lo original
que les resultaba un camarada femenino, ejemplar poco frecuente” (1994:
131). Sara Hüber al entrevistarla en París no la interroga por su proyecto
literario, sino que afirma que su interés es “volver a ver en esta nueva vida
a la mujer valiente que lo abandonó todo por seguir tras sus sueños locos”
(1922: 1). La misma valoración de la autora la encontramos en la crítica
de Juan Ramón Jiménez, quien escribió en 1944: “esa escritura tuya tan
sencillamente natural y extraña, a un tiempo, con ese saber tuyo intuitivo
que cualquier cosa hace lo grande, lo mágico y lo secreto, teniendo ojos
adivinadores, me parecía la emanación de todo tu ser por tu mano” (212).
Entonces, son los atributos de la autora los que atribuyen un valor al texto.
39
60). Todas estas variaciones nos permiten suponer una compleja configura-
ción de la identidad que asume el yo entendido como otra, ella, nosotras y
r e sa
vivir en este mundo conviene mostrar sólo el que me conocen” (1994: 60).
40
Paula Tesche
41
la posibilidad de una escucha sin límites como un otro que tolera hasta el
dolor ilimitado. Es también una forma de hacer presente a los ausentes y
mediante la palabra borrar la sensación de abandono tal como en la
W
afirmación: “Me cuesta dejar la pluma pues es la que me acerca más a ti”
(1994: 89). Entonces, el texto se convierte en una presencia y una forma de
r e sa
de estar fuera del sistema patriarcal dominante. Los autores afirman que
Teresa Wilms: “se descubre a sí misma como sujeto capaz de producir,
d ec o lo n i a l i da d
42
Paula Tesche
tío” por existir que promueve el deseo de morir para volver a nacer con la
esperanza de renovar la identidad y ser otra. Así, la sexualidad tiene un
lugar fundamental en el proceso de reconfigurar el yo. Este renacer implica
también experimentar la sexualidad en la ilusión de volver a ser concebida.
La sexualidad se presenta en la autobiografía como lo no dicho, en el sentido
que es una dimensión que el sujeto liga al misterio amoroso, a la ternura y a
la fantasía. Es en la prosa poética donde la sexualidad surge como la posibili-
dad de ser re -codificada mediante los recursos retóricos de la poesía. En este
sentido y acorde con los planteamientos de Eco, los textos de prosa poética
de Wilms trascienden el significado de poesía como imitación, lo que provo-
ca emoción o surge por intuición. Se definen como estéticos al suponer una
“manipulación de la expresión que provoca (y es provocada por) un reajuste
del contenido” (Eco, 1985: 416). Este “reajuste” consiste en un cambio de
código que genera una semiosis que se corresponde con una nueva visión
del mundo. Consideramos que en Inquietudes sentimentales y En la quie-
tud del mármol este código es la poesía. Veamos este poema de Inquietudes
sentimentales:
43
el deseo del goce. Sin embargo, este sujeto es ambiguo pues se identifica al
erotismo que se nombra en masculino o “una voz indefinible, como el hipo
de un sollozo histérico”. A pesar de ello, lo central es la fragmentación en las
imágenes de dos senos, dos ojos, una mano y una voz. Estas son imágenes que
no logran representar un tú. Vemos que el sujeto tampoco genera un diálogo
consigo misma, sino que sólo muestra el cuerpo erotizado, porque a este su-
jeto le seduce “el misterio” o la posibilidad que se le ofrezca algo que alivie
“el mal de amor”. Por lo tanto, el interés del sujeto no son los otros como se-
mejantes diversos que representen la posibilidad de producir un encuentro
erótico, sino que lo relevante es aquello que se le pueda dar.
y
reflejada que solloza, la única que autoriza al sujeto a confesar sus deseos.
44
Paula Tesche
45
genes que la cultura crea, las autoras señalan que la escritora “media entre el
artista masculino y lo Desconocido, enseñándole pureza e instruyéndolo en
Mo
made”, una “bohemia” y que aquellos que se interesan por su producción son
“los burgueses que me visitan con la curiosidad del niño que va al zoológico”
(1994: 181). Además, no podemos dejar de mencionar que al desear
W
propone estúpidamente me haga pasar por loca para salvar algo la situación.
Le he contestado en términos contundentes que mi generosidad y pacien-
Te
tinuación.
po d e r
“Mi sangre diez veces noble, santa y estulta por los alambiques
que ha cruzado, sufre ahora la transformación en un crisol sidéreo.
Lo que nunca deseo, desea; lo que jamás extraño, extraña.
De noble, santa y estulta se ha vuelto fiera histérica y grave.
¡Oh sangre mía que fuiste azul y hoy roja luces!
Roja de infierno, de pecado, de revolución.
y
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Paula Tesche
47
loca (…) en todas partes hay una manera de estar loco. Desde luego, se
trata de un proceso alienante que escapa a la conciencia del sujeto (66).
Te
Sin embargo, el sujeto que asume la figura de “la loca” o “la enferma”
configura una enunciación centrada en la enfermedad. Esta es una
identidad próxima a lo que Gilbert y Gubar denominan lo “desconocido” y
que a Wilms Montt no le permite el reconocimiento en el sistema literario, ni
le facilita elaborar un discurso que configure un proyecto escritural. Como
señala Luis Oyarzún: “Vano seria juzgarla como creación acabada, y hasta
el considerarla estéticamente. No nos legó sino materia prima literaria, es
decir, un documento humano hecho de fragmentos deshilvanados en que
coexisten descubrimientos poéticos originales y lugares comunes, sin más
unidad que un estilo de gran escritora en potencia (1967: 105)”.
y
c u r a
IV. C o n cl usiones.
48
Paula Tesche
B ib l i o g r a f í a
Gilbert, Sandra y Gubar, Susan. (1984): La loca del desván, Madrid, Cátedra.
49
212- 213.
Lejeune, Philippe. (1994): El pacto autobiográfico, Madrid, Megazul - Endymion.
n tt
Ludmer, Josefina, et al. (1984): “Tretas del débil”,La sartén por el mango, Puerto
Mo
Paidós.
Zizek, Slavoj, et al.(2008): “Arte e ideología en Hollywood. Una defensa del plato-
po d e r
50
Borrando márgenes: La imperfección del relato para el
perfecto dibujo de la vida en Desterrados de Alfredo Molano
51
No es de olvidar que dichos alcances de lo que es racional o no,
continúan estando en el cerrado campo de la epistemología dominante, de sus
metodologías y de las aceptadas tecnologías para la representación simbóli-
ca de sus discursos. En este orden de ideas, la construcción de discursos que
propician las ciencias humanas y sociales desde la historia, la sociología, la
antropología, el derecho, el periodismo, entre otras disciplinas, corresponde
en su gran mayoría a los modelos de “lo que realmente sucedido” o al de la
“descripción concreta de los hechos factuales del mundo”, estas disciplinas
son las encargadas de reflejar la realidad histórica de los hechos, según las
concepciones más cartesianas de las respectivas disciplinas; en ellas reposa
la “verdad absoluta” de los acontecimientos, y la visión más colonial de la
realidad.
52
César Palencia
53
Las crónicas en América latina son el espacio para las más variadas
posiciones desde la crítica política, cultural y social, pero siempre abierta
a las posibilidades que ofrece la realidad, a las múltiples miradas del
fenómeno social, el contrato que elabora la crónica es con la verdad o con la
verosimilitud de esa verdad, la crónica no está directamente ligada al relato
de los hechos tal como ocurrieron, sino con la manera en que se relatan
dichos hechos, al estilo del autor, a su verosimilitud interna, lo que la
acerca a la literatura, convirtiendo la crónica en una fuente para la historia
o un análisis crítico de la realidad inmediata para el caso del periodismo,
cualquiera que sea el caso, es la crónica un tipo de texto que permite el abor-
daje desde diferentes perspectivas, tanto desde la historia, el periodismo o
la literatura y para que acceda a este último campo es necesario tener en
cuenta que “hay textos de altísima calidad literaria, ya por su introspección,
ya por su agudeza para recrear ambientes, caracterizar personajes o relatar
situaciones.” (Matute, 1996).
m á r g e n e s
que se enmarca como una localización topológica del conocer, y que para
efectos del presente trabajo se pretende invertir, y convertirla en una po-
sibilidad epistemológica de la topología DESDE el tercer mundo. En ese
contexto el interés es hacer uso del Método Crítico propuesto por Antonio
Cornejo Polar, en tanto, estrategia de análisis “desde” el tercer mundo y
“sobre” el tercer mundo. El uso de la categoría que propone el autor se hace
B
54
César Palencia
55
a la selva, donde hemos armado cambuches y construido un pueblo
debajo de los árboles; allí comemos en una olla común, donde cada
uno echa lo que puede y saca lo que necesita para seguir viviendo y
resistiendo esta racha de sangre que Dios nos puso en el camino. El
brazo nos lo cortan, pero no lo damos a torcer”.
(Molano, 2005:71).
56
César Palencia
57
Polar el texto no es una mónada aislada en el espacio, sino un elemento de la
realidad, que refiere a la realidad, y que depende de ella; es decir, un órgano
profusamente tramado con la realidad”. (Ibid: 87), desde este aspecto el
texto como signo, no solo explica la realidad sino que trasciende a ella,
para el autor, la categoría explicativa, es el espacio de la dialéctica entre la
tendencia inmanentista y la trascendente, “restableciendo el texto literario
al texto de la historia”, como lo manifiesta Bueno Chávez. Por tanto, el interés
de Cornejo Polar es el estudio de las relaciones sígnicas, referenciales
y de productividad de la literatura en el contexto histórico-social.
“En Nechí nunca usé zapatos y andaba a pie limpio como mis her-
manos, mis primos y casi todo el pueblo. No los necesitábamos,
porque allá lo que no es arena es barro; ni siquiera los necesité una
vez que me salieron vejigas por debajo y los pies se me pusieron
B
58
César Palencia
B i b l i o g r a f í a
Batalla, Carlos. (2007 Mayo 19): “Las Buenas Crónica son Literatura”, Entrevista
con Juan Villoro, Diario El Comercio [edición digital], Recuperado de:
http://elcomercio.pe/edicionimpresa/html/2007-05-19/ImEcDominical0725
109.html
59
Matute, Álvaro. (1996): CRÓNICA: Historia o Literatura. Historia Mexi-
cana. No. XLVI. (Citado 20 de julio de 2011) pág 711-722. [Enlínea]
http://historiamexicana.colmex.mx/pdf/13art_13_1866_16694.pdf
Valdivia, Chile.
60
Una mirada desde el norte del sur:
La revistaTarja y la decolonización del saber
Beatriz Bruce*
I. I n s cr ipción de la temática
61
en demasía, decir que el período de los últimos cien años de historia de
las ideas –o posiblemente también la totalidad de nuestra trayectoria
posterior a la colonización - se va hilvanando en relación a esa tensión
radical de significados que bien puede interpretarse en clave de disputa
entre americanismo versus europeísmo o, como dice Quijano (2001: 118),
entre reoriginalización y dependencia cultural.
Ahora bien, siempre hay que tener presente que esa confrontación
dialéctica no coagula en momentos con perfiles absolutos en sí mismos, sino
que sólo enfatiza un sentido o el otro. A su vez, cada uno de los extremos
s u r
62
Beatriz Bruce
63
Volviendo a la tendencia de ubicación más cómoda en el perío-
do, encontramos en la descripción de Cerutti Guldberg (2006: 156-157),
algunas de las condiciones que incidieron en la opción por una práctica
científica-tecnológica “normalizada”:
tiene en cuenta el lugar donde los hombres están instalados y desde el cual
se conoce y se actúa.
64
Beatriz Bruce
65
Es por demás claro en esta enunciación que los directores/editores
de la revista asumieron, frente al ascético discurso modernizador imperante
en la época, la tarea de exposición de particularidades semióticas vinculadas
con la memoria, la historia y la territorialidad. Encontramos así descrip-
tos y graficados los rostros, los cuerpos y las voces de aquellos, que desde
lo más profundo de nuestra América, perpetúan una memoria que quiere
ser silenciada y trazan una historia que se prefiere ocultar.
elementos propios; de atestiguar sobre las penurias diarias que sufren los
habitantes de este duro Norte, sobre su acuciante realidad y, con palabra
razonable y calmosa seguridad, hablar del mundo inmediato de ese hombre.
n o rt e
(Tarja Nº 1: 15).
que realizan a otro texto: “Y la vida de este tiempo seguirá teniendo necesi-
dad de la urgente improvisación emocionada del ‘panfleto’, hasta que ‘se de-
vuelva al hombre la fertilidad perdida’”. (Tarja Nº 9-10, Año III, Feb-Mayo
1958: 250).
66
Beatriz Bruce
67
Nos queda tan sólo recostarnos sobre la tierra, sumergirnos en los mares,
andar por los ríos para escuchar y comprender, es decir amar su mensa-
je pleno de verdad y de vida.” (Tarja Nº 9-10: 251). Esta afirmación no
debe reducirse a una interpretación literal en términos físicos, sino que la
figura nos presenta la importancia del locus de la enunciación, como bien
podría señalar Michel De Certeau9. Así, el conjunto discursivo lingüístico y
plástico que producen no puede entenderse al margen de las circunstancias
pasadas, presentes y futuras que lo engendran. Su producción reconoce un
anclaje en espacio y tiempo, en territorio e historia, es decir, reconoce su
lugar en el mundo.
s u r
modifica; que influye y que es a su vez influenciado por el ser que lo transi-
ta, lo cultiva, lo ama, se nutre con sus frutos y lo nutre con sus obras y sus
huesos …”(Tarja Nº 2, Año I, Ene–Feb. 1956: pág. 38)
e l
del tiempo, como una versión secular del ojo de Dios, se requiere una posi-
ción concreta de dominación y explotación sobre el resto del mundo. Para
la ubicuidad, se requiere un “ser imperial”10.
Una Mi
68
Beatriz Bruce
ello, los poetas toman en cuenta que su praxis cognoscitiva es gestada desde
una ubicación dependiente para convertirse, desde ese lugar, en una embes-
tida radical al poder. Describen: “Convengamos en que una vez nos roba-
ron; se llevaron nuestra lenta taquigrafía de piedra y lana, y nos dieron una
vuelta de llave dejándonos prisioneros en medio de un inmenso continente
florecido”. Pero, este trauma quiebra pero no detiene la memoria y aceptan
esperanzados la tarea de “seguir el trabajo de un pueblo ya inmóvil en la
tierra y terminar las frases de sus himnos suspendidos por siglos de silencio
y vergüenza”. (Tarja Nº 4, Año I, Oct. 1956: 75-76)
“Ese líquido que ocupa las dos terceras partes del globo, es agua a
secas en el lenguaje ordinario, que mienta únicamente su cualidad
69
de lavar, de limpiar, de refrescar, de saciar la sed, de cocer potajes.
Para el hombre de ciencia ese líquido es siempre y en todas partes un
compuesto de hidrógeno y oxígeno, más algunas sales en disolución.
Pero, hay algunos momentos en nuestras vidas en que el agua es otra
cosa; es el agua que dialoga con los pájaros, o la que despeña tempes-
tades por las quebradas, o la que sueña estrellas en los estanques, o
la nube que surca las bahías multicolores del cielo, o el mar de alma
misteriosa y miembros tumultuosos. Y entonces el nombre del agua
no es agua a secas, ni tampoco H2O, sino múltiple cambiante y varia”.
(Tarja Nº 2, Año I, Ene–Feb. 1956: 36)
s u r
Esta posición se hace explícita en un artículo titulado “Contra
d e s d e
70
Beatriz Bruce
71
tor plantea allí la importancia que reviste el desarrollar una práctica
cultural, que junto a la económica y social, rompa la concepción dominante
de ser meros receptáculos de una tradición extraña. A diferencia
del optimismo arielista respecto a la educación, consideran que esta
debe ser planteada de otra manera. “En ese frenesí de imponerse a
la ‘barbarie’ de terminar con la selva y el ‘caudillo’, de desprenderse
de ellos, de arrancarlos del país para siempre, nuestros estadistas
e ideólogos trajeron la escuela, olvidándose que debían crearla”. (Tarja
Nº 2: 23 y 25). Encontramos acá cierta concordancia con la prédica
de Simón Rodríguez (1990:88), “o inventamos o erramos”.
s u r
en mi crecer esa instintiva reserva de los que saben que todo lo deben pa-
gar con su trabajo, su obediencia o su servilismo, y comencé a meditar un
poco sobre esa realidad, que a pesar de sus desazones no era sombría, y que
de su propio costado herido arrancaba los acentos de la esperanza, de la
r a da
rebeldía, de la gracia irónica.” (Tarja Nº 14-15, Año III Jul-Oct. 1959: 346).
añadir que la exigencia de una mirada desde y para América Latina, desde
y para el interior postergado, no presupone que las categorías y enunciados
usados y generados sean válidos exclusivamente para esa contextualidad
sino, por el contrario, que desde ese suelo alcancen proyecciones uni-
versales: “Ello hace que nuestro canto quiera ser humano, positivamente
humano. Comenzando por ser local se hará americano y de esta manera
universal”. (Tarja Nº 4: 76).
72
Beatriz Bruce
que viste ropas anodinas, anda a pie, lleva sangre y polvo de dispares rum-
bos y vegeta en la soledad provinciana.”(Tarja Nº 4: 110). En síntesis, no se
reduce el auténtico conocimiento y su expresión a una identificación de “lo
nuestro” con lo folklórico y tradicional, sino que hace necesaria la incorpo-
ración del sujeto colectivo producto y productor de su historia como clave
imprescindible para la liberación conceptual.
Quisiera finalizar este texto haciendo una paráfrasis sobre una idea
de Héctor Di Mauro, la cual sirve para recordarnos la responsabilidad
ético-profesional que nos compete al asumir la tarea de pensar nuestras
problemáticas. La transcripción amplía la petición que él concibe para el
arte popular al conocimiento en general, y afirma así:
73
N ota s a l P i e
74
Beatriz Bruce
75
B ib l i o g r a f í a
Agoglia, Rodolfo. (1979) “La cultura como facticidad y reclamo”, Revista Cultura,
Banco Central del Ecuador, Quito, Número 5.
Económica.
Barcelona, Crítica.
76
Beatriz Bruce
Terán Oscar. (2008) Historia de las ideas en la Argentina. Diez lecciones iniciales,
1810-1980. Buenos Aires, Siglo XXI.
77
Aníbal Quijano y la Cuestión del Poder en
América Latina
Pablo Quintero*
I. I n trodu c c ión
79
relaciones concomitantes son invisibilizados por la teoría del consenso, que
define en última instancia la idea de poder como una capacidad o como un
posicionamiento de carácter individual dentro de la autoridad institucional
n a
dimensión de la producción.
mente hacia la cuestión del poder han apuntado los celebres debates de la
80
Pablo Quintero
81
epistémica y política que no puede ser reducida en su conjunto a la dicción
de “teoría” pues abarca mucho más que esto último. No obstante, y aunque
resulta más adecuado referirse a este conglomerado epistémico y político
n a
82
Pablo Quintero
83
ento. Dichos modelos de conducta mantenidos en el largo plazo conllevan
a la conformación de instituciones sociales que posteriormente darán forma
a las acciones y conductas de los sujetos. Según Quijano, a estos patrones
n a
84
Pablo Quintero
85
valores, de actitudes, de prácticas sociales, que no cesa de estar impli-
cado en las relaciones entre las gentes, inclusive cuando las relaciones
políticas coloniales ya han sido canceladas. Ese complejo es lo que
conocemos como racismo
n a
En el patrón de poder de la colonialidad, la idea de raza y el complejo
ideológico del racismo, impregnan todos y cada uno de los ámbitos de
r i ca
86
Pablo Quintero
87
petuar y naturalizar su dominación. Esto obviamente, ha incluido histórica-
mente la apropiación de los logros intelectuales e incluso tecnológicos de
los colonizados. No obstante, el rasgo más potente del eurocentrismo ha
n a
ese patrón de poder; que ya era antes un centro mundial del capitalismo
que colonizó al resto del mundo y elaboró por su cuenta y desde dentro
la modernidad y la racionalidad. En este orden de ideas, Europa y
Po
88
Pablo Quintero
89
este campo de ningún modo han ocasionado el pleno reconocimiento, por
parte de las elites blancas, de la igualdad de los demás sectores.
n a
Efectivamente, la independencia latinoamericana reconfiguró
el control de las relaciones de poder en las antiguas unidades político-
Amé
eran una reducida minoría del total de la población, los sectores blan-
d e r
90
Pablo Quintero
N ota s a l P i e
91
ca de corte estructural-funcionalista. Muy por el contrario, la noción
de totalidad representa aquí una estructura abierta, heterogénea
e histórica tanto en su comportamiento como en sus determinaciones.
A lo que apunta Quijano con la idea de totalidad, es hacia la articulación
n a
clase, pero recuerda que este término sólo apareció en el siglo XVIII
bajo los estudios naturalistas, probablemente siendo propuesta
d e r
por primera vez por Carl Linneo (Quijano, 2007b: 111 y ss.). Para
un intento reciente por redimensionar el papel que juegan tanto el
Po
raza, puede consultarse Quijano (2007a: 130 y ss.), (2000a: 202 y ss.),
(2000c: 37 y ss.), y (1993: 168 y ss.).
u e st i ó n
Para seguir estas propuestas, ver Quijano (2011: 374 y ss.), (2008:
195 y ss.), (1998: 63 y ss.), y (1989: 38 y ss.).
b a l
Aní
92
Pablo Quintero
93
n a
B i b l i o g r a f í a
L at i
Editores, México.
__________ (2008) “El trabajo al final del siglo XX”, Ecuador Debate, Centro An-
dino de Acción Popular, Quito, Número 74.
y
u i ja n o
94
Pablo Quintero
__________ (2001c) “El regreso del futuro y las cuestiones de conocimiento”, Hue-
so Húmero, Mosca Azul Editores, Lima, Número 38.
__________ (1991) “La razón del Estado”, en Henrique Urbano y Mirko Lauer
(eds.)Modernidad en los Andes. Centro de Estudios Regionales Andinos
“Bartolomé de Las Casas”, Cusco.
95
__________ (1990) “Modernidad, identidad y utopía en América Latina”, en
Edgardo Lander (ed.) Modernidad y Universalismo. Editorial Nueva Socie-
dad, Caracas.
n a
L at i
Quintero, Pablo. (2009) “La colonialidad del poder y el mito de la democracia ra-
d e l
__________ (1969): Las clases sociales en las sociedades agrarias. Siglo XXI
y
Editores, México.
u i ja n o
96
Capítulo 2
Nelly Richard*
* Universidad ARCIS
99
subdesarrollo, imperialismo / antiimperialismo, Primer Mundo / Ter-
cer Mundo, etc.) se abran a la fluidez de nuevos sistemas de préstamos
interculturales entre territorios, identidades y circuitos de intercambio que
translocalizan mensajes, símbolos e imágenes a lo largo y ancho de la red
planetaria.
100
Nelly Richard
101
antagonismos lineales como en los tiempos –antiimperialistas- del
latinoamericanismo de los sesenta. La globalización intercultural ha de-
simplificado (complejizado) la macro-oposición binaria centro / periferia
que guiaba emblemáticamente la tradición identitaria del “ser latinoameri-
cano” haciéndonos ver que, si bien la globalización sigue fabricando duras
asimetrías de poder, éstas no se reducen a un esquema simple –dicotómico- de
oposición entre Primer Mundo y Tercer Mundo ya que cada Primer Mundo
contiene sus Terceros y Cuarto Mundos y, a la inversa, las periferias del Ter-
cer Mundo incluyen mecanismos que reproducen la colonización interna.
Habría que observar, en todo caso, que esta desarticulación del eje centro-
periferia no nos autoriza a pensar –eufóricamente- que “debe romperse con
el tercermundismo” o que ya no hay “una ruptura Norte – Sur” como lo
afirma Antonio Negri, a propósito de Imperio. Lo transnacional como dato
de reconfiguración de los Estados-Nación bajo la globalización capitalista
e r
102
Nelly Richard
Borde s y fronteras
103
intensivas, entre aplanamiento del sentido e incapturabilidad de la
experiencia.
104
Nelly Richard
105
localización táctica y una diferencia situada: como una ubicación, una
marca de posicionamiento crítico, dotada de un relieve y una textura especí-
fica que se oponen a la tendencia descontextualizadora de aquel globalismo
(incluyendo el académico) que busca homologar prácticas disímiles a un
solo registro de captación del valor y del sentido. Que lo latinoamericano
deba insistir en la historicidad y contextualidad de esta marca que no debe
verse borrada, aplanada, por la configuración hegemónica de lo global, no
quiere decir que dicha marca no deba adquirir una suficiente movilidad
político-enunciativa para abrirse, como delimitación fluctuante, a lo fronte-
rizo de trazados (de cuerpos, identidades, saberes) que sólo se construyen
en la intersección.
N ota s a l Pie
e r
Sab
106
(Des)humanizar. Una lectura decolonial acerca del
movimiento estudiantil de 2011 en Chile
I. I n trodu c c ión
* Profesor de Filosofía
107
casi 50 años que un movimiento tan masivo pone en duda la legitimi-
dad de la democracia liberal partidista occidental”, o al menos así lo in-
terpreta el periodista español Alfredo Fernández (Unesco 2011, p. 14).
Claro que a diferencia de lo ocurrido en el norte de áfrica, el movimiento
español se ha caracterizado por movilizaciones multitudinarias y pacíficas
de jóvenes frustrados, en donde “crisis económica, corrupción política y
pérdida de fe en la democracia son los ingredientes principales del coctel que
ha hecho salir a la calle a decenas de miles de indignados…”
(Unesco, 2011: 14).
mundial y otro tiene que ver con la historia de Chile y de América Latina.
Nuestro intento pretende arrojar alguna luz sobre como ambos motivos se
e s
108
Camilo Barriga Parra
109
jóvenes, ha identificando misteriosamente la paradoja de que “el gran auge
de los profesores-empresarios no está en la educación superior, sino en
las escuelas, liceos y colegios orientados a los niños de menores recursos”
(citado en Gutiérrez, 2011:16)3. Desde ahora hablar de educación será
hablar de evidencias, registros, niveles de logro, capital humano, estándares,
productividad, desempeño, competencia, incentivos, lucro, bonos, colegios
particular/subvencionados; desde ahora los “estudiantes son clientes, los
profesores «empleados», los directivos «sostenedores», los académicos
empresarios. Los especialistas en educación son ingenieros comerciales,
empresarios o sociólogos de mercado” (Gutiérrez, 2011:16); dicho de otro
modo: se traslada de la lógica del funcionamiento empresarial a las escuelas.
110
Camilo Barriga Parra
111
aparente deshumanización, y que bajo nuestras categorías puede ser
pensada como una lucha por la centralidad del centro del sistema-mundo. Así
las cosas, la actual crisis del humanismo reconocida por el pensamiento eu-
ropeo no sería sino el resquebrajamiento de su cría humana y de su supuesta
«Universalidad». Sin embargo, luego de la caída de esta cría humana-
europea se ha consolidado otra tan pretendidamente «Universal» como
la anterior: el ideal humano Norteamericano; cuyo indiscutido posiciona-
miento lo hemos vivenciado en estos últimos veintiún años. Por supuesto
que ninguno de los dos casos ha permitido la emergencia de los discursos
de esa otra-humanidad que fue acallada violentamente por la modernidad.
Por el contrario ella continua siendo reducida a barbarie o salvajismo
bajo la consigna del subdesarrollo o del “en vías de desarrollo”.
Pero este mito aún carga con otro supuesto: que el hombre-europeo
ostenta una superioridad natural respecto de los otros “pseudo-hombres”.
D
112
Camilo Barriga Parra
113
Este, creemos nosotros, es el motivo por el que el debate de la
educación en Chile es llevado por parte de los estudiantes al plano de la
calidad mientras que de parte del gobierno la discusión se mantiene en
términos de becas y créditos. Calidad es el único concepto más próximo
para encaminar la reflexión hacia la pregunta por el proyecto humano que
queremos los chilenos. Pero esta discusión ha sido olvidada conscientemen-
te desde hace mucho. El pequeño grupo de hombres-capataces que controla
nuestro país se ha negado históricamente a un pronunciamiento popular y
explícito sobre dicho proyecto, por cuanto ello significaría poner en cuestión
las bases mismas sobre las que se sustenta la democracia de nuestro país.
terminado por imponer uno que le es ajeno y que por lo mismo lo deshumaniza.
A la práctica pedagógica que deshumaniza el mismo Freire la denominó
e s
bancaria, por cuanto en ella el aprendiz sólo cumplía el rol pasivo de ser
depositario del discurso del docente; quien se preocupaba de humanizarlo
D
114
Camilo Barriga Parra
Pensar este hallazgo nos permitirá decir algo, aunque se muy mínimo,
sobre ese humanismo que estamos buscando. Y es que, como dice Freire,
“salimos para el exterior no para descubrir el secreto de los otros, sino
115
para descubrir el secreto de nosotros mismos” (Citado en Moujan,
2011:12). Nos arrojamos al mundo, y en él encontramos la mismidad de
nuestro-ser-humano. Pero qué es. Hoy sólo una negación. La posibili-
dad de ser algo más se encuentra en un diálogo con los nuestros para
que podamos encarar (deshumanizar) explícitamente el proyecto des-hu-
manizador que, al ser enfrentado cara a cara, daría inicio a la decoloni-
zación por cuanto exigiría de los hombre su re-humanización. Todo esto
permite transitar más allá de la colonialidad del poder/ser/saber. En esta
decolonización es en donde se encontrará esa calidad que buscamos y
con ello las transformaciones necesarias para la educación y la sociedad.
Sin embargo, como propone Zizek (2003), hoy parece más factible
la llegada del fin del mundo que lograr un cambio en el capitalismo glo-
e s
bal. Y es esta “impotencia social y política del individuo [la que] genera
impotencia personal y se expresa bajo la forma de pérdida de la autoestima,
D
116
Camilo Barriga Parra
117
ción de hombres nuevos. Pero esta creación no recibe su legitimidad de
ninguna potencia sobrenatural, la ‘cosa’ colonizada se convierte en hombre
en el proceso mismo por el cual se libera” (citado en Moujan, I. 2011).
N ota s a l P i e
4 Pues pagar no asegura calidad, sino que asegura disminuir los nive-
les de vulnerabilidad de los involucrados (Atria, 2011), de modo que
e s
del sistema educativo - que resultan no ser otros que los condenados
del sistema social. Por eso pedir el fin de la lógica del lucro significa
atacar la segregación social.
118
Camilo Barriga Parra
8 Vid nota 6.
B i b l i o g r a f í a
(2011b) EE.UU pide a Túnez “respeto de las libertades civiles” a raíz de disturbios.
Extraído el 15 de marzo de 2011 desde: http://www.bbc.co.uk/mundo/ul-
timas_noticias/2011/01/110107_ulnot_tunez_eeuu_reaccion_protestas.
shtml?print=1
(1992) 1492. El encubrimiento del Otro. Hacia el origen del “mito de la Moderni-
dad” Conferencias de Frankfurt, Octubre 1991.
Freire, Paulo (1981). Pedagogía del Oprimido, Argentina: Siglo XXI Editores.
119
Gutiérrez, Claudio (2011) El destino de los hijos de los pobres: los debates edu-
cacionales en la historia de Chile. Extraído de: http://www.dcc.uchile.
cl/~cgutierr/otros/educacionPobres.pdf
asp?id=224
Parra, Nicanor (1998) Epitafio. En Julio Ortega (Comp.), Poemas para comba-
e s
tir la calvicie: Antología (p. 40), Santiago, Chile, Sexta edición: Fondo de
D
Cultura Económica
Petras James (2002) Los Perversos Efectos Psicológicos Del Capitalismo Salva-
je Neoliberalismo, Resistencia Popular y Salud Mental. Extraído el 25 de
septiembre desde: http://www.rebelion.org/hemeroteca/petras/petras201202
.htm
120
Camilo Barriga Parra
Sloterdijk, Peter (1999) Reglas para el parque humano. Una respuesta a la “Carta
sobre el Humanismo”. Extraído el 01 de Diciembre del 2009 desde: http://
www.bolivare.unam.mx/cursos/ TextosCurso101/Sloterdijk%20Reglas%20
Para%20El%20Parque%20Humano.PDF
Unesco (2011) Cómo los jóvenes cambian el mundo. Extraído el 15 de Agosto de
2011 desde: http://unesdoc.unesco.org/images/0019/001937/1937/193773s.
pdf
121
La Narrativa de la Globalización en América Latina
y la Nueva Gramática Social del Capitalismo Avanzado.
123
por el cual expondré atisbos preliminares entorno a un proceso de análisis
discursivo más profundo en el que tienen lugar diferentes movimientos
epistémicos.
n a
(Quijano 1992, 1999; Dussel 1979, 1992, 2000; Escobar 1998, 2007;
Mignolo 1995, 1997, 2000; Walsh 2006, 2007; Grosfoguel 2000, 2007;
Castro-Gómez 2007; De Souza Santos 2010), y el Análisis del Discurso,
Ame
124
José Solano Alpízar
125
la encontramos en la toma de conciencia -por parte de la clase dominante-
del valor y la necesidad de desplegar una estrategia semántico-discursiva
capaz de permitirle pelear, de tú a tú, todos los espacios de lucha
social y política en la que los movimientos obreros, sus sindicatos
n a
2007:198)3.
d e
126
José Solano Alpízar
A este respecto señala Hayek “[…] una filosofía política nunca puede
estar basada únicamente en la economía, ni puede expresarse princi-
palmente en términos económicos. Parece que los peligros que estamos
afrontando son resultado de un movimiento intelectual que se ha expresado
en todos los aspectos de la vida humana, y ha influido en la actitud de la gente
hacia los mismos” (Hayek, 1982 citado por Puello-Socarrás, 2007:199).
127
de una filosofía social capaz de dar respuestas a los profundos problemas
que presentaba el convulso mundo bipolar de la postguerra. De ésta
manera, a partir de la segunda mitad del siglo XX comenzó a cons-
tituirse en el lente con el que se leía e interpretaba la realidad social
n a
y deshistorizada en sus raíces, tiene hoy más que nunca los medios
de comprobarse a sí misma y a hacerse a sí misma verificable” (2003).
l a
128
José Solano Alpízar
a lo largo y ancho del planeta por los más variados canales y agentes,
donde los organismos internacionales, los medios de comunicación y los
responsables gubernamentales -en asocio con las élites locales- han re-
producido ad infinitun una serie de vocablos con los que se prefigura
la realidad social de una manera particular, y donde el discurso eco-
nomicista se constituye en principio organizador de la vida social.
129
el de los medios de comunicación, por ello palabras como compañe-
ro, pueblo, proletariado, sindicato, trabajador, lucha obrera, justicia
social, solidaridad, etc, comenzaron a ser desplazadas del lenguaje.
n a
Por otro lado, se hace evidente que desde hace poco más de tres
décadas la teoría crítica latinoamericana comenzó a perder el control sobre
130
José Solano Alpízar
N ota s a l P i e
131
B i b l i o g r a f i a
n a
Bourdieu, P. (2003) “El neoliberalismo, utopía (en vías de realización) de una ex-
r i c a
Lander, E. (2002) “La utopía del mercado total y el poder imperial”. en Revista de
Economía y Ciencias Sociales, mayo-agosto, vol. 8, N° 2, Universidad de
Glo
IMP16s.html).
at i va
132
Geografías Enfrentadas: las coordenadas del
discurso académico Binacional (Argentina y Chile)1
Laura Rodriguez*
133
sus contradicciones, las resistencias locales, el afincamiento en ocasiones
de la alteridad cultural, cuyo margen les permite ser fuente de las
negociaciones al interior de los conceptos. Éstas y muchas otras narrativas
reconstituidas al alero de la radicalización del espacio, cobran fuerza al
momento de construir un diálogo común y crítico.
134
Laura Rodriguez
135
Reflexionar sobre el pensamiento geográfico, es de una tremenda im-
portancia en esta coyuntura histórica, política y por sobretodo tecnológica.
El espacio, o más bien los distintos espacios coexistiendo simultáneamen-
te, y quienes investigan alrededor de ellos, debe ser re-conceptualizado, en
sus atributos relacionales. Sin pretender acabar la discusión, y con las res-
tricciones que impone la extensión de lo aquí abordado, el meta discurso
geográfico bi-nacional, tiene grandes desafíos a los cuales responder; poder
determinar desde donde la disciplina puede aportar, identificando sus al-
cances, sus límites, como también sus posibilidades de translimitación. En
este sentido Ortega al abordar el espacio como objeto epistemológico señala
trucción intelectual del espacio a partir del sujeto y por necesidad vin-
culada a él, haciendo del espacio una dimensión humana” (2007:35).
II. Re s u l tados
136
Laura Rodriguez
137
La pertenencia a tal o cual tradición o paradigma geográfico,
determinante al momento de entender qué es “la realidad”, sin embargo,
no es compartida por los académicos chilenos, en quienes subyace
una pertenencia variada. En éste despliegue de paradigmas, cuyas
ideas fundantes les han permitido a los entrevistados orientar su quehacer
académico, Federico Arenas, Director del Departamento de Geografía de la
Universidad Católica de Chile, comenta
138
Laura Rodriguez
139
ciplinas, la sociología, no cierto?, gente que incluso ha estudiado tam-
bién a la geografía desde ahí, por ejemplo Anthony Giddens que es de
la sociología y desde la geografía ponte tu, también comparto o por lo
menos me inspiro mucho a veces cuando leo Milton Santos de Brasil
y bueno, cómo decirlo?, por mi desviación así profesional dentro de
la geografía del área humanista, o no sé, recuerdo haber alucinado
con trabajos que hacía en geografía de la percepción Yi fu Tuan.
Bueno también un poquito más como analítico que se yo Haggett
que hablaba sobre el tema del espacio y el tiempo, ¿cachay?, como
en la rutina de la vida cotidiana, ósea como de ese ámbito me gus-
ta hablar, geografía de lo cotidiano, desde las prácticas digamos de
las personas y como eso también interactúa con el territorio. (cp)
nista, cuyo eje central se ubica en las percepciones acerca del espacio,
compartiendo con ésta, el objeto medular de atención para ésta tradición
geográfica. Si bien es cierto, esquiva su posicionamiento al inicio con “soy
un poquito ecléctico”, es en ésta tradición donde se manifiesta más conven-
cido, esclareciendo los temas que le son atractivos. Los cuales de acuerdo
a Hall dentro de la tradición humanista “ellos se preocuparon en entender
la profunda, subjetiva y muy compleja relación entre individuos, grupos,
E
140
Laura Rodriguez
lo hace vacilar al decir “…y desde la geografía ponte tú, también comparto o
por lo menos me inspiro mucho a veces cuando leo Milton Santos de Brasil”,
avanza en la dirección de una geografía latinoamericana más radical, pero
luego recapitula, desplazando el primer verbo –compartir- por el de inspirar.
141
sentido la geografía argentina, para efecto de éste estudio, representada en
la Universidad de Buenos Aires, ha estado desde su creación fuertemente
vinculada a las ideas de una vertiente más crítica de la geografía; donde la
política siempre presente, ha contribuido a producir un proceso revolucio-
nario, entendido como cambios compartidos en la percepción del mundo, de
acuerdo a lo que dice Pérez Soto.
Por otro lado las revoluciones son generales: afectan a todos los
científicos de una disciplina. Mientras no sean todos sólo hay teorías
en competencias, no paradigmas. Entre un paradigma y otro hay un
período intermedio en que hay teorías en competencias. Pero cuando
se establece el nuevo paradigma es compartido por todos.
Eso es importante porque siempre hay científicos que no se integran
a ese todo, y dejan de formar parte de la disciplina. (2008:169)
n f r e n ta d a s
142
Laura Rodriguez
…Es difícil decir yo ésta etiqueta, no!, pero si me siento como más…,
como en realidad es la que más recibí en la enseñanza, [en] la facultad
es la que domina, en la historia de la geografía de acá o anteriores…
a lo que yo me refiero, lo que hablamos antes de…, más radicales
en el mundo anglosajón; y que son geografías mas vinculadas,
como más modernas. De éstas geografías mas sociales o vinculadas
con lo cultural, con teorías más de la complejidad. Que entienden
la geografía como una ciencia social y no como una ciencia. (cp)
143
ocasionalmente; eran lógicamente no dignas de atención, y, epistemológica-
mente, siempre condenables”.
144
Laura Rodriguez
145
de la misma tradición que menciona inicialmente, posicionándolo quizás en
la traslapada área entre paradigmas.
fico andino, para dejar en el pasado lo que más bien sería un territorio
de teorías en competencia. La velocidad de las transformaciones espaciales
debe necesariamente forzar a una reflexión crítica urgente.
146
Laura Rodriguez
147
nombre, donde ocupa un lugar lo de las técnicas computacionales, de
manera importante, pero de acuerdo a lo establecido por ella, ésta debiera
ser una herramienta. La disyuntiva es que las condiciones denunciadas,
problematizadas teóricamente y metodológicamente por la Geografía
crítica continúan aun vigentes. Más bien la anomalía, entendida de acuerdo
a Kuhn
que han ido quedando en los saltos dados por la geografía en el estudio del
fenómeno espacial, algo con lo cual de acuerdo a Shmite y Nin se da en
función de que
148
Laura Rodriguez
149
particularmente en los diagnósticos de la teoría social, y poder
re-territorializar sus identidades personales y colectivas en función de una
cultura latinoamericanista dispuesta al debate de un espacio común, pero al
mismo tiempo, en una radical trasformación.
N ota s a l p i e
B i b l i o g r a f í a
150
Laura Rodriguez
Mignolo, W. (2003): “Globalization and the geopolitics of knowledge the role of the
humanities in the corporate university”, Nepantla, 4(1) pp. 97- 119.
Ortega, J. (2007): “La geografía del siglo XXI”, En libro: Geografía humana
procesos, riesgos e incertidumbres en un mundo globalizado, pp. 27-55,
Barcelona: Ariel.
151
Geo g r a f í a s E n f r e n ta d a s
152
Propuesta de Indicadores Locales Participativos para
la Sustentabilidad 1
Yerko Castillo**
Christian Henríquez**
Juan Carlos Skewes ***
153
consecuencias socioambientales, determinan las características del paisaje,
a la vez que levantan interrogantes acerca de las formas como se mide la
sustentabilidad y de cómo se puede promover la gestión participativa del
paisaje.
i c ip a t i v o s
154
Yerko Castillo, Christian Henríquez, Juan Carlos Skewes
155
“shaky ground” que podemos traducir como “terreno poco sólido”.
V. M e tod ología
I
156
Yerko Castillo, Christian Henríquez, Juan Carlos Skewes
157
proyecto del mirador quedó estancado.
158
Yerko Castillo, Christian Henríquez, Juan Carlos Skewes
159
Tabla 1 : Prop uesta de In di c a dores
i c ip a t i v o s
Turismo
Falta de infraestructura Productiva ¿Ha habido mejoras ¿cuáles? (señalé-
turística en las infraestructuras tica, restoranes,
turísticas? alojamiento, inicia-
Part
tivas, senderos)
Mitigación de impac- Productiva lista de impactos perci- ¿han disminui-
tos asociados al turismo bidos do, mantenido
o aumentado en
lo c a l e s
intensidad?
Falta de capacitación en Productiva ¿Se ha capacitado gente
turismo en temas relacionados
al turismo?
Salud pública
Problemas de contamina- Biofísica / So- ¿ha habido muerte de ¿han surgido
n d i c a d o r e s
comida
Falta y desaparición de hier- Biocultural ¿hay hierbas medicina- ¿son suficientes?
bas medicinales utilizadas les en la comunidad?
para mantener la salud de la
población
Pro
160
Yerko Castillo, Christian Henríquez, Juan Carlos Skewes
Red social
Falta de participación de la Sociocultural ¿la participación comu-
comunidad en los distintos nitaria ha aumentado,
ámbitos y proyectos se ha mantenido o ha
disminuido?
Desgaste dirigencial y de li- Sociocultural ¿hay relevos en las diri-
derazgos, falta de relevos gencias comunitarias?
161
Agua
Fuente del agua Biofísica / ¿hay problemas de
Socioambien- abastecimiento de
i c ip a t i v o s
tal agua?
Calidad del agua Biofísica / ¿hay problemas con la ¿cuáles?
Socioambien- calidad del agua?
tal
Color y olor del agua Biofísica ¿el color del río se ha ¿hay problemas
del río enturbiado, aclarado por el olor del
o se mantiene? río?
Part
cipal ventaja radica en que es la misma comunidad la que prioriza sus pro-
d e
162
Yerko Castillo, Christian Henríquez, Juan Carlos Skewes
N ota s A l P i e
B i b l i o g r a f í a
Boff, Leonardo (2010). Como operar la transición del viejo al nuevo paradigma.
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164
La “asimilación” chilena del Convenio Nº 169 de la
OIT: El silencio poscolonial de la racionalidad experta sobre
las culturas locales en Chile.
I. I n trodu c c ión
165
II. C o n te x tualizac ión
Sepúlveda, 1997:45)
166
Natacha Mancilla, Victor Hugo Valenzuela, Cristian Yáñez
167
Según Beck las relaciones de definición se ajustan al estándar de la
técnica, al que las posiciones de poder le ceden la competencia de decidir,
de manera que resulta vinculante con el derecho y la política. Así, las
OI T
Beck plantea que, según los expertos, los problemas que ven
distintos actores en las decisiones técnicas son problemas de información,
es decir, “si la gente supiera solamente lo que los expertos saben y cómo
piensan, la gente se quedaría tranquila” (Beck, 1998:65), sin embargo,
desconocen realmente lo que está en juego muchas veces en los conflictos
o v e n i o
ambientales:
(Beck, 2008:125).
científico.
168
Natacha Mancilla, Victor Hugo Valenzuela, Cristian Yáñez
169
Lo anterior significó que el derecho a decidir en instancias que les
afecten sólo se aplica a proyectos que nacen del Estado, facilitando con ello
OI T
170
Natacha Mancilla, Victor Hugo Valenzuela, Cristian Yáñez
171
mez 2005). Existe así una reorganización posmoderna de la colonialidad.
Walter Mignolo (2002) plantea que si la colonialidad es la otra cara
constitutiva de la modernidad la poscolonialidad es la contrapartida
OI T
Una pertinente definición del objeto y norte del pensamiento
d e
(Bhabha, 2002:201).
172
Natacha Mancilla, Victor Hugo Valenzuela, Cristian Yáñez
173
Lo intercultural resulta problemático para una clase dirigente que,
en el caso de Chile, ha optado por la expansión neoliberal como estrategia
dominante e incluso paradigmática a nivel internacional. Para un proyecto
OI T
económico.
m i l a c i ò n
174
Natacha Mancilla, Victor Hugo Valenzuela, Cristian Yáñez
VII. El e s cenario
175
Uno de los asistentes pregunta al encargado de Participación
Ciudadana, Álvaro Gómez, cuál será la vía de Consulta que prevé el
SEIA. “Lo que han señalado es que el proceso que contempla la ley, el
OI T
“Yo entendí que tú decías que la nueva ley de medio ambiente en una parte
cambio un artículo, y en esa parte homologa o esconde, deja no bien sabido
el Convenio 169, donde dice que la consulta debe ser previa, libre e infor-
mada y de buena fe”. La misma dirigente luego pone en cuestionamiento la
labor que realizan los funcionarios públicos, “Dicen venimos a nombrar la
o v e n i o
nueva ley, la ley tanto por la otra, cuando la gente no tiene ni idea de la ley,
y ustedes vienen a mostrar el cambio, a decir dos o tres cosas... Necesito
que se le diga a la gente aquí: ¿Esto es la reunión previa a la participación
ciudadana?”.
Cd e l
VII. C o n cl usión
176
Natacha Mancilla, Victor Hugo Valenzuela, Cristian Yáñez
N ota s A l P i e
177
B i b l i o g r a f í a
OI T
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Santos, Boaventura Sousa (2008) Conocer desde el Sur (2º Ed.). Santiago, Chile:
Editorial Universidad Bolivariana
179
180
Capítulo 3
Ejercicios de deconstrucción y
estudios subalternos en y desde
Latinoamérica
Epistemes “otras” : ¿epistemes disruptivas?
Adolfo Albán Achinte*
183
descienden del mono o el mono desciende de ellos. Nuestros sabios han
dicho que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios: ¡he aquí
una cómica imagen del ser eterno, con una nariz aplastada y con poca o
ninguna inteligencia” (Ki-Zerbo, 1980:316), construyendo todo un sistema
de representación excluyente, descalificador, hegemónico y racista.
En el pensamiento emancipatorio de Marx el locus de enunciación
E
184
Adolfo Albán Achinte
185
Lo a s im é trico y lo desigual
que esta asimetría contiene con una concepción teleológica del tiempo que
generó en consecuencia la no comprensión de dimensiones temporales
distintas. Aprendimos a concebir el tiempo en una linealidad cuando hay
grupos culturales y/o sociedades que viven, se piensan y actúan en otras
p i st e m e s
186
Adolfo Albán Achinte
187
constituir su subjetividad por la incidencia de la mediación por parte
del colonizador, vale preguntarnos en este punto ¿el giro decolonial
remite a la necesidad de poner en cuestión nuestros aprendizajes?
de los campos – otros del saber” (Walsh, 2005:24), lo que a su vez implica
“otr
188
Adolfo Albán Achinte
189
el horizonte de una mestización como discurso homogenizánte y que nos
empuja hacia el blanqueamiento del pensamiento, el mundo negro o afro
tiene un escenario inmenso para desentrañar” (Albán, 2006:71); como por
ejemplo, la oralidad, escenario de construcciones diversas y de infinitos
saberes.
(Albán, 2005:48).
“otr
190
Adolfo Albán Achinte
191
relacional con los otros…” (Jaramillo y Vesga, 2006:7)
De esta forma, cabe señalar que las fisuras del proyecto moderno/
colonial permite visualizar que:
192
Adolfo Albán Achinte
193
agencia política y de construcción de identidades, en medio de la diversidad
que interpela al multiculturalismo liberal en su pretensión de reconocer
para mantener todo igual, y así, al girar decolonialmente “desprenderse del
chaleco de la fuerza de las categorías de pensamiento que ‘naturalizan’ la
colonialidad del saber y del ser y las justifican en la retórica de la modernidad,
el progreso y la gestión ‘democrática’ imperial” (Mignolo, 2006:15-16).
Desde esta óptica rastrearé dos categorías tomadas del juego que nos
pueden servir para pensarnos en la construcción de nuevas subjetividades
afro, enmarcadas en un mundo de tensiones socio-culturales, políticas y
epistémicas, un mundo cultural como “un campo de batalla” (Wallerstein
1999b): 1) el fuera de lugar y 2) el desmarque.
saber.
la naturalización del mismo asumiendo que todo lo dicho desde ese lugar
propio tiene validez per se y asomarnos a nuestras propias marcas supone
intentar desentrañar todos aquellos aprendizajes que nos atrapan y sujetan
hegemónicamente al discurso que se legitima en los espacios de aprendizaje:
la escuela y la universidad.
194
Adolfo Albán Achinte
195
Decolonizar el conocimiento y por ende la educación e
interculturalizar los espacios en donde se reproducen las discursividades
como la universidad quizá pasa por colocarse fuera de lugar de lo
monocultural y desmarcarse de las huellas que esta sola manera de ver y
estar en el mundo ha determinado nuestras subjetividades. Implica también
re-visitar las formas como hemos venido configurando las subjetividades
étnicas para desmarcarnos de la posibilidad de concebir lo étnico como una
totalidad monolítica que impida reconocer las diversidades y diferencias
intra-étnicas de género, generación, opciones sexuales y religiosas, y
transitar por una ruta en la que el lugar político de lo étnico se repiense en
procura de consolidar “identidades múltiples”.
para garantizar el significado progresivo de las políticas con las que nos
“otr
abanderamos [...] como si no tuviéramos otras políticas sobre las que discutir
excepto si algo es negro o no” (Hall, cf:7), sin que eso signifique deshacer la
particularidad, pero sin que eso conlleve al enconchamiento étnico-cultural.
p i st e m e s
196
Adolfo Albán Achinte
proceso de largo alcance. Por eso creo que es mejor hablar de un proyecto
de interculturalizar en vez de la interculturalidad en sí” (Walsh, 2002:16).
Un proceso que inevitablemente debe generar una actitud critica perma-
nente que esté “…interpelando y cuestionando la pluriculturalidad y el mul-
ticulturalismo, para que no sea solamente una sumatoria de diversidades”
(Alban, 2005:53) y en este sentido cuestionar el orden establecido que se na-
turaliza y se asume como única condición de posibilidad de nuestra sociedad.
La producción de conocimientos y los regímenes de representación
que estos construyen deben hacer parte de la agenda que aborde la
interculturalidad, de tal manera que se evidencien las estructuras de
poder que subyacen a la producción del conocimiento y los escenarios de
validación que se organizan para refrendar estos regímenes, por lo tanto
“Se trata entonces de asumir la interculturalidad con el objetivo de
rastrear, develar y deconstruir la lógica de dominación presente en las
formas en que interactúan los saberes y las lógicas de producción de los
mismos, propiciando una relación de paridad entre sujetos y culturas, lo
que se podría denominar como ‘decolonización’ del conocimiento” (Rojas,
2006: 129).
197
Re-aprender a ser como sujetos desde la particularidad étnica es
también desmarcarse del riesgo de lo monocultural étnico y abrirse a otros
territorios de disputa e incidir para que los espacios sociales, políticos,
culturales y epistémicos como la Universidad -un solo verso, principio
monocultural- se pinte con muchos colores y posibilite la irrupción
de sentires, pensares, haceres y voces otras que nos conduzcan hacia la
pluriversalidad. De ser así, se hace necesario
(Rojas, 2006:128).
“otr
198
Adolfo Albán Achinte
nuestras retinas, para percibir desde otro ángulo, desde la otra orilla del río
mundos diversos y divergentes, no como contestación sino como afirmación
de existencia?
El fuera de lugar implica desgarramiento, rompimiento de vestidu-
ras o chalecos mentales que nos han atrapado desde siempre y que hemos
cultivado en muchas ocasiones en condiciones de inconciencia. En el juego,
el fuera de lugar es una ruptura de la norma establecida, de la regla pactada,
epistemológicamente hablando el fuera de lugar tal vez se puede considerar
como la disrupción frente a lo establecido, a lo hegemónico y a lo descalifi-
cador.
199
N ota s a l P i e
“hegemonía de la diversalidad”
200
Adolfo Albán Achinte
B i b l i o g r a f í a
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205
E p i st e m e s “otr a s ”
206
“‘La superioridad moral de la mujer’:
el estado higienista y la buena feminidad nacional”
(Chile,1920-1930)
Antonieta Vera*
207
sorprendente (Vera, 2009). Es a partir de ese desconcierto que he queri-
do historizar el discurso de “la superioridad moral de la mujer”, en tanto
argumento estratégico.
Entre las ideas que circularon en esta época, dos son centrales para
nuestro planteamiento: la idea de “la raza” y la de “la mujer civilizadora”.
208
Antonieta Vera
209
gracias al naturalista Claudio Gay (1844), Montt concreta durante los años
1850 la llegada de tres congregaciones francesas (Vicente de Paul, Buen
Pastor, Sagrado Corazón de Jesús) y una canadiense (Hermanas de la Pro-
videncia) para la administración de hospitales, dispensarios, asilos, lazare-
tos, orfelinatos, hospicios y casas correccionales (Yeager, 1999).
210
Antonieta Vera
“La madre popular” era muchas veces y al mismo tiempo una obrera
que comenzaba a engrosar la masa de mujeres asalariadas de comienzos
del siglo XX. Illanes (2007) afirma que la doctora Cora Mayers fue una de
las primeras en comprender la dimensión del problema trabajo-maternidad
popular y en esa medida, su discurso breve y pragmático abogó por tickets
de comida y por la instalación de salas cunas en las fábricas. Aquello no
impidió que Mayers se plegara decididamente a la campaña estatal de
maternalización de las mujeres. A comienzos de 1920, en tanto directora
del Departamento Chileno de Educación Sanitaria, ella pone en acción una
idea desarrollada en Estados Unidos: La Liga de las Madrecitas. La doctora
proponía entrenar niñas desde los 12 años en el cuidado y la higiene básica
de los niños, para convertirse en ayudantes de sus madres. El plan asumía
que todas las niñas serían madres un día y que aprender tempranamente las
consignas básicas de la puericultura haría de ellas mejores madres. La Liga
fue adoptada en algunas escuelas secundarias de Santiago (Lavrín, 1995).
En ese marco de higienismo y puericultura, Illanes (2007) afirma
que las damas de elite se transformaron en mediadoras y traductoras del
lenguaje médico, consagradas a la misión de educar en el seno como deber.
Para Concepción Valdés por ejemplo, se trataba de un “heroísmo humilde”,
de “conquistar al otro con quien tenemos tantas diferencias mentales y
morales (…) los médicos aportan su ciencia (…) las damas son llamadas
a dar aquello que vale más que todo: el amor de sus almas” (citada en
Illanes, 2007: 189).
Cuando ocurre el golpe de Estado de 1924, la Asamblea General de
Médicos de Santiago invita a los representantes de la Junta a una reunión
que tenía por tema una preocupación común entre médicos y militares: la
salvación nacional. En esa ocasión, el doctor Alejandro del Río afirmaba:
211
de la raza”, según la cual sería “una función del gobierno luchar contra las
enfermedades y las costumbres susceptibles de causar la degeneración de la
raza y de adoptar los medios que él juzgue adecuados para mejorarla y
fortalecerla” (Instituto de Salud Pública de Chile, 2008:33). También es
durante ese año políticamente convulsionado que Chile adopta el Día de
la Madre como celebración nacional y que se promulga -en 1925- la ley
de protección a la maternidad. Al mismo tiempo, Alejandro del Río funda
la primera Escuela de Servicio Social de Chile y de Hispanoamérica. En
1927, la primera generación de egresadas fundaba la revista Servicio Social
y en 1928, nacía la Asociación General de Visitadoras Sociales, el primer
m u j e r
Entre los políticos liberales, la cuestión era más bien qué enseñar a
las mujeres ya que, evidentemente, su educación no podía ser la misma que
la de los hombres. Junto con ello y teniendo en cuenta la diferencia de los
sexos entre profesores/as y alumnos/as, se planteaba la necesidad de formar
a mujeres profesoras. La pregunta por la calidad moral de la preceptora no
tardó en imponerse como la vital, sobre todo teniendo en cuenta la influencia
212
Antonieta Vera
que un marido vicioso podría generar sobre aquella. Es por eso que Manuel
Montt abogaba porque el principal elemento en el curriculum de una futura
preceptora fuese su conducta moral y aseguraba a los políticos más conserva-
dores que la preferencia del Estado serían las mujeres viudas (Yeager, 2005).
213
abogaba por la educación, sino que afirmaba que éste derecho social era
anterior y más importante que el derecho político al sufragio. El prefacio de
Barros a Mill fue el primer texto que planteó la necesidad de educar a la
mujer para hacerla independiente de la Iglesia, idea que devino central en
los posteriores discursos de los políticos anticlericales y liberales en Chile
(Maza, 1998).
hacia las mujeres, Luis Amunátegui proclama en 1877 el decreto de ley que
les abría las puertas de la Universidad de Chile. El Ministro compartía, sin
embargo, la idea de una puesta de límites a la educación de las mujeres, sólo
que según él no era necesario que los pusiera la ley, toda vez que “la naturaleza
l a
y la crianza.
m o r a l
Hacia fines del XIX y teniendo en cuenta que no todas las maestras
de escuela poseían un diploma que las acreditase, las normalistas se habían
transformado en una elite profesional femenina a pesar de los bajos sueldos.
Para las mujeres de clase baja, la Escuela Normal no sólo les proveía de
s u p e r i o r i da d
214
Antonieta Vera
rrir antes que la petición de derechos políticos. En efecto, para este feminis-
mo, era necesario educar a las mujeres antes de que tuvieran el derecho a
votar. Se trataba de un feminismo liberal, que delimitaba “lo oportuno” de
“lo inoportuno”, convencido de una inclusión lenta y progresiva, tal como
lo anunciaba “la ley del progreso”. En términos organizacionales, estuvo
conformado por partidos políticos femeninos, secciones femeninas de
partido y “organizaciones paraguas” (cuya expresión más consistente y sub-
versiva fue el MEMCH), articulados por la inquietud en torno a aquello
que “la especificidad femenina” podría aportar al futuro de la nación.
El alegato pro-paz y contra “el asesinato de la raza”, la enseñanza de la
puericultura y de la higiene, la exigencia de test prenupciales a los hombres
y la defensa de la maternidad y de la familia como símbolo de distinción
en relación a las feministas extranjeras constituyeron sus consensos
temáticos. Aunque no pueda desarrollar de manera exhaustiva en este
artículo la descripción anterior, quisiera citar algunos ejemplos.
215
El higienismo y la puericultura hicieron parte de una época
nacionalista para la cual el cuidado de los futuros ciudadanos modelaba un
patriotismo dicho en femenino. En este contexto, las primeras feministas
latinoamericanas comprendieron rápidamente que se trataba de una
cuestión clave para la legitimidad política del sujeto “mujer” en la medida
en que “la maternidad científica” (Lavrín, 1995) se volvió fuente de progre-
so social, materia de prestigio y de agenciamiento.
dignidad para todas las mujeres y cuyo mayor fracaso es estar irremedia-
blemente atravesado por una normatividad de género, clase y “raza” que
m o r a l
216
Antonieta Vera
N ota s a l P i e
B i b l i o g r a f í a
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La
218
Reflexiones en torno a la instalación de la
colonialidad en Chile. Evangelización, educación,
y reproducción de la ‘diferencia colonial’ en el siglo XVII
Patricio Lepe-Carrión*
I. I n trodu c c ión
219
que subyacen al mismo; sí nos parece necesario aclarar que las incursiones
disciplinarias que puedan evidenciarse tanto en la historiografía, como en
d e
al Otro. En segundo lugar, haremos una relación muy sutil (casi experimental)
entre la colonialidad del poder con la emergencia de tecnologías
disciplinarias empleadas por los jesuitas; es decir, intentaremos hacer coincidir
la emergencia de la colonialidad en Chile, con los procesos anatomopolíticos
-si se prefiere llamarlos así-, que la Compañía de Jesús ejerce sobre los
e n
220
Patricio Lepe
221
Para bien o para mal, el siglo XVII se caracteriza por una emergente
subalternización; donde el ‘indígena’ será construido como ‘sujeto’
(colonial), su identidad será impuesta por el europeo, y su lugar en el mundo
estará determinado por el rol que pueda cumplir al interior de la economía
e n
El proyecto colonial, implicaba un proceso de construcción,
que transformará a los ‘indios indómitos’ en ‘indios productivos’.
Lógicamente, la esclavitud y la muerte, eran demasiado costosas compa-
rado con la ‘fabricación evangélica’ (por tanto, ciudadana) de los nativos,
que a largo plazo, llegaban a convertirse en ‘hombres’ (subalternos, pero
hombres al fin y al cabo) con un enorme potencial para la producción
R
222
Patricio Lepe
223
e n
tácitamente unas con otras para dar fuerza a una matriz más amplia o gene-
ral (molar) de dominación, a una estructura global de poder que posibilita y
C
ción a escala global, al mismo tiempo que una serie de tecnologías que operan
en lo subjetivo; y no pueden separarse una de otra como si se tratara de
dos poderes independientes: no es posible entender la esclavitud indígena
o la evangelización, sin comprender el entramado político que subyace al
interior del imperio español, o de éste último en su íntima relación con otros
e n
224
Patricio Lepe
225
e n
“en el siglo XVI y hasta más o menos la mitad del siglo XVII existió un
diagrama soberano con dispositivos concretos de poder, tales como la
encomienda, la expedición guerrera, la esclavitud, el requerimiento, la
C
(Boccara, 1996:675)
to r n o
226
Patricio Lepe
227
e n
por las técnicas disciplinarias que ejercieron los jesuitas sobre los individuos
(indígenas); así como tampoco dichas prácticas disciplinarias fueron
opacadas en su totalidad por los ‘dispositivos de seguridad’ que
i n s ta l a c i ó n
(Foucault, 2006:23).
a
228
Patricio Lepe
- “Todo vuestro mal es pecado, si queréis saber qué cosa es el pecado: oíd,
y lo sabréis. [...] adorar al Pillán, y al Huecuvoe... es siempre pecado.”
(Valdivia, 1621:7 - sermón 2°, parágrafo 3)6
- “Cuánto os parece que enojará a Dios [...] el indio que no quiere seguir
lo que Dios manda, ni obedecer lo que los padres mandan [se refiere a
los padres jesuitas], y en su enfermedad, y en lo que tiene necesidad,
prefiere tomar consejo con los Machi (q son hechiceros) y con los viejos
[ancianos]. No se puede cierto decir, cuánto es lo que con estos malos
indios se suele enojar, no se puede con palabras manifestar este enojo.”
(Valdivia, 1621:11 - sermón 2°, parágrafo 13)
229
blos nativos. Por otro lado, cuando se hace uso del pronombre ‘Él’, o de las
palabras que representan la divinidad, se hace siempre desde un enunciado
l a
“Dad gracias a Dios que os dio a padres [jesuitas] por maestros que
to r n o
os enseñen la fe en Jesucristo.”
(Valdivia, 1621 - sermon 4°, parágrafo 3)
230
Patricio Lepe
231
232
Patricio Lepe
“...es preciso que la enseñanza pase por una observación, una vigilancia,
una dirección ejercida en cada instante y de la manera menos
discontinua posible sobre la conducta integral, total de las ovejas. En
su perfección, su mérito o su calidad, la vida cotidiana no debe ser el
mero resultado de una enseñanza general y ni siquiera de un ejemplo.
Es necesario encargarse efectivamente de ella y observarla, de modo
que el pastor, a partir de esta vida cotidiana de sus fieles vigilada por
él, debe forjar un saber perpetuo que será el saber del comportamien-
to de la gente y su conducción”
(Foucault, 2006:215)
233
Cuánta razón tenía el historiador Jorge Pinto Rodríguez al señalar que los
jesuitas instalados en América “contribuyeron a demonizar el continente”
(Pinto Rodríguez, 1993:117), o peor aún, que la obra misionera conlleve en
sí misma un “acento etnocentrista y etnocida” (Pinto Rodríguez, 1988:20).
e n
José Bengoa (cfr. 1996:32) cuando dice que la llegada de Luis de Valdivia
fue importante en la medida que representaba una ‘voz diferente’ y
‘humanitaria’ respecto a la brutal manera en que los españoles venían
llevando las cosas desde la conquista; sin embargo, creemos que
conjuntamente a la conquista militar, la tarea evangelizadora ocultaba tras
de aquella máscara de fe y caridad, un lado oscuro y perverso denominado
colonialidad.
R
234
Patricio Lepe
N ota s a l P i e
235
nativos (en sus propias lenguas), procurando salvar -al mismo tiem-
po- la unidad de la doctrina católica. A partir de ahí, comienza una
c o lo n i a l i da d
6 Hemos hecho una traducción en todas las citas de esta obra, tratando
en lo posible de mantener el estilo propio de la literatura antigua colonial,
ya que, el castellano empleado en la obra original se hace muchas veces
ininteligible en algunas partes, aunque hemos indicando en algunos
casos -mediante corchetes- los matices o apreciaciones pertinentes.
B
l a
i b l i o g r a f í a
a
to r n o
Bengoa, José. (1996) Historia del Pueblo Mapuche (siglo XIX y XX).(Santiago:
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236
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Valdivia, Luis de. (1621) Sermón en lengua de Chile: de los mysterios de nuestra santa
fe catholica, para predicarla a los indios infieles del reyno de Chile, dividido en
nueve partes pequeñas, acomodadas a su capacidad.(Valladolid).
.
h i l e
C
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a
to r n o
e n
e f l e x i o n e s
R
238
“Comunicando la Diferencia:
Una perspectiva desde el Periodismo Intercultural.*
Considerando los postulados de la “Teoría de los Campos”, hay una
violencia de carácter simbólico, silenciosa y contante, que despliega una
persuasión que paulatinamente se consolida en la sociedad como realidad
incuestionable y absoluta, siendo asumida – la mayoría de las veces – sin
resistencia y pasividad por los diversos actores que la constituyen (Bourdieu
y Passeron, 1998).
Según Teun van Dijk (1990, 1997 y 2003), los mass media
construyen realidad a partir de las voces de élites, quedando los “otros”
marginados y ocultos del discurso público que generan. Este fenómeno se
agudiza cuando se trata de la comunicación intercultural, es decir, cuando
se trata comunicar desde las diferencias entre culturas.
239
cuando se trata de comunicar sobre la otredad, cuando se trata de “informar
al otro”. El “otro” es obviado, prejuzgado, construido desde un “nosotros”
(Browne, Silva y Baessolo, 2010). “Nosotros” que estimula la existencia de
una relación desigual entre las voces que aparecen en la prensa y donde se
puede observar cómo se otorga mayor importancia a algunos actores so-
ciales sobre y frente otros.
240
César Pacheco
mente autónomos en los que las instituciones, los grupos y colectivos, las
clases sociales, etc., luchan por la apropiación del capital sumidos en una
división que se reduce a posiciones dominantes y subordinadas dentro del
mismo campo. Para que un campo exista como tal debe haber capital y
lucha por la apropiación de ese capital, como es el caso del campo periodís-
tico. Dentro de este último -al igual que en las otras esferas como la política,
económica y cultural- se desarrolla una batalla silenciosa cuyo objetivo prin-
cipal es la posesión del capital es sus más diversas manifestaciones, ya que
es el capital simbólico la energía social, que basada en relaciones de sentido,
permite a los seres humanos justificar su existencia.
241
Ejecutando este análisis desde otro punto de vista, los media como
estructuras sociales no cultivan un saber desde el cual -y posteriormente- sur-
girán nuevos y consecuentes medios de comunicación, “sino que configuran
y delimitan formas de saber, las cuales determinan y tipifican”(Fontcuberta
y Gómez, 1983: 17). Además y si consideramos como referencia la “Teo-
ría de Agenda Setting”, podríamos precisar que en un contexto donde
todo, o casi todo, llega a través de los medios son éstos, a fin de cuentas,
los que orientan las percepciones de la realidad social inmediata que rodea
a la gente. “En ese sentido, son sus discursos los encargados de orientar
las preocupaciones de las personas y la agenda propone los temas
a debatir y de interés para la opinión pública” (Santander, 2005: 1).
i f e r e n c i a
242
César Pacheco
las maneras en que se construye, es decir, las operaciones prácticas por las
cuales los grupos son producidos y reproducidos. La constante evolución
de la sociedad - que trae consigo una permanente efervescencia al interior
de los campos - podría permitir una apertura y diseminación de los espacios
que contribuyen a esta resistencia contra-hegemónica.
243
“discursos de autoridad” vigentes, cerrando las puertas para dar paso a
ámbitos con mayor grado de tolerancia y armonía entre diferentes agentes
y/o actores de cara a un acontecimiento que se construye o construirá como
noticia. Por sólo dar un ejemplo, los acontecimientos que activan este hecho
se construyen informativamente desde la posición del blanco, hombre,
occidental y europeo, olvidando que - es probable y como contraparte -
haya un co-protagonista ajeno a este “discurso de autoridad” (Browne et
al., 2011). Dicha visión - atendiendo al Análisis Crítico del Discurso (ACD)
(van Dijk, 1997) como estrategia metodológica (poder e ideología)-pretende
recuperar el “discurso de la diferencia” que surge de la oposición directa y
dicotómica con el “discurso de autoridad”.
i f e r e n c i a
La tarea, por cierto, de los periodistas del siglo XXI es hacerse parte
o m u n i c a n d o
para la diferencia (Browne e Inzunza, 2010). “Todo ello hace que, a pesar
de las manifestaciones de racismo se tome una mayor conciencia de la
diversidad cultural, y en alguna medida, aumente el respeto hacia otras
culturas” (Rodrigo Alsina, 1997:11). No es suficiente con que los medios
hablen sobre otras culturas, sino que hay que preocuparse de cómo y qué
hablan de ellas, cómo se presenta esta diversidad cultural.
244
César Pacheco
Como se puede apreciar hasta este punto, son los medios de comu-
nicación los que juegan un importante rol a la hora de generar actitudes
positivas o negativas hacia otras culturas.
245
cultura y quienes participan socialmente en y de ella. La construcción
de las identidades culturales está supeditada a los dispositivos educativos,
sociales, y - como lo hemos esbozado hasta ahora - comunicacionales,
sumando a este último la influencia violenta de las nuevas tecnologías
en los medios de comunicación (Gascón i Martín, 2005).
III - C on cl usiones
D
246
César Pacheco
“es una actividad que no se define tanto por los espacios en los que se
desarrolla como por la mirada hacia los otros, los diferentes, en ese complejo
reto de re-conocer como iguales a los distintos” (2006: 88); no hay que olvidar
que el quehacer de comunicar a través de los mass medias implica un fuerte
componente ético que implica, como una cartografía de principios, erradicar
aquellas costumbres que atentan contra el pluralismo comunicativo,
siendo el etnocentrismo, la xenofobia y el sexismo cimientos que todavía
permean en los discursos de la prensa. Por esta razón, el desarrollo de un
pluralismo comunicativo permite cuestionar las barreras invisibles que sue-
len levantarse entre el “nosotros” y “ellos”.
247
En Chile, por ejemplo, los avances político-migratorios llevan a
tomar decisiones al respecto, considerando que la población extranjera
peruana es la de mayor presencia, con un 26% (Harboe, 2007), seguida,
en un menor porcentaje, por argentinos y bolivianos. Tema fundamental
al hablar de periodismo intercultural y al tratar de analizar cómo estas
“realidades” son construidas por los medios de comunicación vinculados a
los “discursos de autoridad”.
248
César Pacheco
N ota s a l P i e
B i b l i o g r a f í a
Browne, R.; Carvajal, V.; Del Valle, C.; Inzunza, A & Silva, V. (2011): Propu-
esta teórico-metodológica para un análisis crítico y complejo del discurso
(ACCD) en la prensa de Chile y Perú. El ejemplo de La Cuarta y Ajá”.
Estudios sobre el mensaje periodístico, 17, 17-42.
249
Gascón I. Martín, F. (2005). De imaginarios y memorias olvidades. Reflexiones
sobre redes de comunicación e interculturalidad. En R. Browne & V. Silva
(Comunicación Intercultural) (págs. 69-82). Sevilla: Instituto Europeo de
Comunicación y Desarrollo.
250