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BALDANI FRANCO

FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS

DIDACTICA DE LA HISTORIA
Consigna 1
La lectura del texto ``Elogio de la docencia`` (Cómo mantener viva la llama) de
Federico Lorenz (2019) permite identificar una serie de problemáticas que atraviesan a
la práctica docente.
- Construcción de espacios de intercambio: el autor se pregunta cómo los docentes
``…podemos generar espacios para el intercambio entre las generaciones…`` (pag.8).
Una de las vías es elaborarla bajo la premisa de la empatía dado que la escucha solo
existe si desarrollamos esta virtud. La emancipación estará íntimamente ligada a los
lazos construidos y es por ello que debemos tener la valentía del contacto, de socializar
lo propio atendiendo a que el aula es un lugar de encuentro y de resistencia.
Uno de los fenómenos que pueden ejemplificar el fenómeno de los espacios de
intercambio frente a la ´´conectividad 24/7´´ y vinculado a la escala humana, es el
desarrollo de la personalización de cada alumno.
- ¿Profesionalización es igual a lo artesanal?: Frente a la virtualidad y a la rutinizacion
de las tareas Lorenz sitúa la importancia de lo artesanal de la docencia identificándola
con ``…poner el cuerpo en el aula, compartir el espacio con nuestros alumnos, exponer
nuestras vidas…`` (pag.8). Ligado a esto último enfrenta la escala humana a la escala
virtual. La primera, frente al presentismo y a la posverdad, sitúa en primera instancia la
capacidad de agencia que permite comprender la complejidad de la realidad y
modificarla (frente a una educación empaquetada dentro del capitalismo como mera
reproductora del adormecimiento de las conciencias), es en las aulas donde ``…tenemos
la posibilidad de que la escala humana sea la que organice nuestras acciones``. De esta
manera, fortalecer la agencia implica mantener la ``moneda en el aire``, alimentar la
curiosidad y avivar la esperanza de un futuro mejor.
- ¿Cuál es la tarea del docente?: como bien señala el autor, la tarea –frente al
adormecimiento de las conciencias y lo virtual que se establece como la dimensión
predominante de la realidad humana- es ``entrenar`` a los futuros combatientes ante la
distopia de la virtualidad y el apaciguamiento de las relaciones sociales, en otras
palabras, ``…es transformar las escuelas, las aulas en espacios de resistencia y
proyección, donde se recupere la escala humana para pensar nuestros problemas…``
(pag.12).
- ¿Cómo construir acción de futuro en una instancia confusa?:
Federico Lorenz plantea que al reconocernos como hijos de la derrota del estado de
bienestar, de los socialismos del siglo XX y los intentos revolucionarios –se acepta la
importancia de la escala del tiempo al atender a la experiencia-, debemos construir una
acción democrática y horizontal aceptando el papel fundamental del aula, facilitadora
en la circulación de ideas. Necesitamos construir una identidad histórica que articule el
pasado y el futuro, encarar una imaginación de un futuro que tenga en cuenta aquellos
que lucharon convencidos por un destino mejor.
- ¿Cómo anteponerse ante la inmersión digital?: ``…hoy vivimos en internet. Rodeada
de medios, nuestra vida sin conexión ocurre en intersticios`` (pag.38), un estado que
materializa la distopia. La posible solución frente a la alienación de lo virtual son las
aulas. Aquí se reinstala la escala humana donde se instaura el tiempo dominado por los
humanos y se recupera la escucha.
- ¿Cuál es el papel de la verdad frente a la posverdad?: como bien plantea Lorenz, ´´la
verdad es la capacidad de despertarse de una situación hipnótica´´ (pag.40) que permita
rechazar las imágenes que producen una sensación de letargo de una sociedad de
mercado que busca la homogeneidad –un mundo de consumidores-.
- ¿Cuál es el papel del aula?: el aula se convierte en un espacio de resistencia, ´´…
espacio de encuentro entre las generaciones…lugar para resistir y construir´´ (pag.55).
Es donde nos reconocemos –docentes y alumnos- como parte de una historia en común
para luego poder imaginar un futuro en común –las aulas se convierten en espacios para
la imaginación-.

Consigna 2
El arte de la docencia
``Nuestro trabajo es mantener la moneda en el aire. Alimentar la curiosidad, mantener el suspenso y el deseo. Avivar
la esperanza. Fortalecer la agencia``.

La educación no es neutra y esta intrínsecamente ligado a la función política.


Al docente se lo ha alineado desde hace largo tiempo como una herramienta del poder
hegemónico que tiende a perpetuar un sistema de valores, leyes y concepciones del
mundo dominantes –la transmisión ideológica-. Ejemplo de estas ideas sobre el rol
docente pueden aplicarse a múltiples periodos de Argentina, podemos ubicar estas
nociones al periodo argentino del siglo XIX donde el docente debía encargarse de
civilizar a las masas embrutecidas –la ``barbarie``- en valores ``ilustrados``. Domingo F.
Sarmiento –director general de escuelas de la provincia de Buenos Aires en 1881-
señalaba que ``es la educación primaria la que civiliza y desenvuelve la moral de los
pueblos. Son las escuelas la base de la civilización``.
Apuntado esto último, es menester aclarar que el elemento político de la educación es
independiente de las subjetividades de los educadores, existe por más que el docente no
sea consciente. Frente a esta realidad el docente debe asumir un activo en la transmisión
del capital cultural.
Los docentes, concebidos por Antonio Gramsci como ``intelectuales orgánicos``,
pueden cumplir dos funciones contrapuestas, preservar la estructura social de
dominación –se encargan de la construcción y la difusión- o transformarla mediante una
acción conjunta con sus estudiantes por medio del intercambio y la construcción de
proyectos alternativos. De esta manera, la educación deberá formar sujetos conscientes
de sus derechos y ciudadanos autónomos, humanitarios, reflexivos y críticos para el
sistema como proponentes de nuevas opciones. Se concibe a los estudiantes –también al
docente que se re-construye en el intercambio- como procesos vivos que buscan
constituirse como ``resistentes`` ante poder hegemónico y pensar y reflexionar en torno
a alternativas fiables.
A la educación debemos imaginarla como la guía intelectual y moral de los futuros
resistentes al ``sistema``. Es por medio de esta –y a través del intercambio sostenido
entre los miembros del aula- que se busca representar una conciencia crítica de la
sociedad. El intercambio es elemental porque el docente y el alumnado no son entes
aislados sino más bien inmersos en redes de relaciones que conforman la sociedad. Nos
encontramos con la obligación de concebir a la práctica pedagogía entendida en base al
vínculo entre el docente y el alumno como una conexión activa, construida en base a
relaciones reciprocas –simétricas-.
Entre los atributos que debe poseer el docente es la capacidad del compromiso. La
capacidad de resignar ideas que nos constituyen es elemental no solo para matizar las
``concepciones de mundo`` dominantes sino también la posibilidad de construir
proyectos solidos que permitan establecer vínculos.
Para concluir la breve introducción señalo que la educación es y debe ser un acto
político que favorezca un procesa de cambio. En este marco, el educador consciente del
papel que cumple deberá transformar la indiferencia –ya sea del alumnado o el cuerpo
docente- en opciones de cambio, en el planteamiento de alternativas viables, la
búsqueda de participar en la comunidad o la pretensión de involucrar a sus pares y al
alumnado en un proyecto común.

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