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Ciudadanía y Medios de

Comunicación:
La formación de periodistas,
la lectura digital y la conformación
de Opinión Pública

Dr. Fernando Rivas Inostroza


Pontificia Universidad Católica de Valparaíso-Chile

Preparado para presentar en el Congreso Virtual de 2021 de la Asociación de


Estudios Latinoamericanos, del 26 al 29 de mayo, 2021.

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Resumen

La presente ponencia aborda el proceso de lectura digital entre los jóvenes estudiantes de
periodismo, producto de la transición, que viven en un paso de la lectura en libros y textos
de papel, hacia otra en soportes electrónicos, y que si bien no ha destronado a la tradicional,
está teniendo fuerte impacto, pues muchos están combinando ambos tipos de lectura,
cuando no avanzando derechamente hacia una digital. Los jóvenes están leyendo y más
que antes, pues han sumado a sus lecturas habituales la que desarrollan en sus dispositivos
móviles, principalmente, y las que realizan a través de distintas pantallas. Esto está
originando un cambio importante a nivel de sus mentalidades, las cuales se encuentran
más abiertas hacia el exterior en un nuevo proceso de globalización, que se ha acrecentado
con la oferta de libros electrónicos, que los acercan a literatura de centros avanzados. Eso
permite reducir las brechas y desfases tradicionales en la disponibilidad de textos. De allí
también que su lectura necesite de guías u orientadores, rol que han asumido algunos
jóvenes en calidad de influencers, que sugieren y comentan determinadas lecturas. Esta
modalidad, que actualmente esta en ciernes, pero en rápida evolución, seguramente se
hará efectiva también con el tiempo entre los futuros profesionales de la prensa, quienes
podrán estar habilitados para atender similares necesidades de orientación, manifestadas
por la opinión pública, la que también se vería beneficiada por este nueva ola cosmopolita
de lectura.

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El diario La Tercera es uno de los medios de prensa escritos de referencia en Chile y como
tal suele influir en la opinión pública nacional con sus noticias, reportajes suplementos y
columnas.

En noviembre de 2020 cumplió 70 años de existencia, luego de una evolución histórica que
lo vincula con la familia Picó Cañas y una influencia del Partido Radical en sus páginas,
hasta pasar a convertirse ahora en un diario neoliberal, para las clases medias altas y
educadas del país, dejando atrás su pasado popular y de clase media-media, por un
afincamiento mayor en la elite y especialmente en aquella de tipo moderno y profesional,
egresada de las universidades, con formación en el extranjero y evidentes anhelos
aspiracionales.

Entre los festejos propios de la conmemoración fue editada una edición especial sabatina
de aniversario en noviembre de 2020, bajo el concepto editorial denominado las Verdades
que ya no son, en referencia a una serie de ideaciones que el tiempo validó, pero que él
mismo tiempo, posteriormente, se ha encargado de dejar obsoletas, a pesar de haber
regido el sentido común y la voluntad nacional durante mucho tiempo (La Tercera, 2020).

Con esto, el periódico ha querido dar cuenta no sólo de su longevidad, sino que también
del paso de la historia por sus textos, así como de las transformaciones nacionales en los
más diversos ámbitos y planos del quehacer público y privado del país.

Sin duda se trata de cambios sustantivos en el imaginario nacional, derivados algunos de


transformaciones en la psicología y en los valores de la mentalidad nacional, así como de
otros vinculados al progreso material y concreto de la sociedad chilena.

Una de esas Verdades que ya no son, expresamente, es la que aseguraba que el libro
electrónico desplazaría al libro en papel y que iría a terminar con el actual sistema de
librerías. Eso fue finalmente refutado en los tiempos actuales, simplemente por la
convivencia y coexistencia contemporánea de ambos formatos y por la búsqueda específica
de nichos de lectoría por parte de cada uno de ellos.

Sin embargo, la actual pandemia -que el pasado 2 de marzo cumplió ya un año- vino a dar
un nuevo giro de tuerca a esta tecnológica y mencionada presunción ya que, efectivamente,
las transformaciones históricas, respecto de la lectura y de los libros, han tenido otro salto
adelante y han venido a reforzar una tendencia en favor del libro electrónico, aunque sin
destronar ni amenazar plenamente el dominio de su congénere en papel.

La pandemia hizo ganar a esta tendencia una serie de metros en forma impensada y
anticipada, tal como lo reveló un estudio de lectoría, en cuanto a sus causas, modalidades
e impactos.

El cambio referido, en favor del libro electrónico, vino a constituir una modificación
sustancial y profunda por parte de la digitalización de la lectura y de los contenidos. Su
incidencia no ha sido tan sólo en el ámbito de las prácticas vinculadas al saber y la
obtención de conocimiento, sino que también ha sido en aquella relativa a los ámbitos
involucrados en la conformación de la opinión pública, su calidad, extensión y dominio, y a
través de ella en la democracia y en el sistema democrático imperante en el país.

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¿Pero cómo ha acontecido todo esto, para que el libro electrónico deviniera en un factor
determinante de la formación de la opinión pública nacional y a través de ella repercutiera
socialmente en la calidad de la democracia que nos gobierna?

La respuesta no puede dejar de ser múltiple y esbozar una serie de condiciones, hechos y
personajes vinculados a los medios de comunicación y a los actores comunicacionales del
país, tanto a nivel de los medios tradicionales, como de las redes sociales y organismos y
organizaciones vinculadas al ejercicio profesional de la prensa.

Sin embargo, el impacto mayor se ha producido a nivel de la formación universitaria de los


futuros periodistas en las Escuelas de Periodismo, donde viene verificándose desde hace
una década aproximadamente un cambio silencioso, pero efectivo en cuanto a los hábitos
de lectura y de aprendizaje de las nuevas generaciones en favor de los dispositivos
electrónicos derivados de internet y que generalmente comunican a través de interfaces en
múltiples pantallas.

Los nuevos periodistas desde hace rato vienen leyendo a través de sus dispositivos móviles
y computadores, alejándose progresivamente de las versiones en papel no sólo de muchos
libros, sino que principalmente de la prensa escrita cotidiana. De modo, que se ha producido
un cambio significativo en los hábitos y prácticas de lectura de los estudiantes de
periodismo, que repercute no sólo en la modalidad que asume el consumo de medios, sino
que principalmente también en el acceso y modo de ejercer la labor intelectual de
apropiación y generación de conocimiento.

Todo esto porque asociamos la formación de periodistas con la formación natural de


opinión pública que van a encabezar generacionalmente en cuanto salgan a cumplir sus
labores profesionales comunicativas, de lo cual depende en alguna medida la solidez
discursiva del espacio público nacional y por extensión la fortaleza y profundidad de nuestra
democracia.

Las nuevas generaciones de periodistas revisten esta importancia fundamental, una


importancia que no siempre ha sido aquilatada por las clases gobernantes, debido a su
natural recelo de la crítica y la erosión de su poder que puede conllevar el ejercicio
comunicacional y editorial.

Ciertamente, contar con periodistas bien formados, con solidez en sus conocimientos y
prácticas informativas, aparte de una ética bien fundada, permite abrigar esperanzas
respecto de la mejora en el quehacer público nacional, por cuanto debieran incrementarse
los niveles de calidad y densidad informativa de que dispone la sociedad. Se trata de una
ecuación simple y directa, que hace proporcional a uno y otro factor. De modo que si mejora
la formación de la futura prensa también debiera incrementarse el nivel discursivo y de
conocimiento o inteligencia social.

Desde allí que el simple acto de leer sea fundamental para la apropiación y la conformación
de un acervo periodístico potente, cuyas repercusiones son posibles de ver en el conjunto
del cuerpo social. El modo en que se lee, las condiciones, las temáticas y las percepciones
acerca del propio acto de leer resultan clave para dicha comprensión.

Y este es el tema que hemos venido a exponer aquí en algunas de sus aristas. Dicho en
otras palabras, se trata de saber cómo la lectura y los modos y condiciones de la misma
han influido en la conformación del imaginario y la mentalidad profesional de los periodistas,

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impactando de paso en la conciencia colectiva nacional, entendida como opinión pública,
sobre todo en una coyuntura histórica nueva aunque no tan desconocida para el libro, en
su transformación del papel al libro electrónico.

VERDADES QUE YA NO SON

Los libros como tales son productos que vienen viajando en el tiempo prácticamente desde
el comienzo de nuestra era, cuando asumieron la forma de los códex o códices,
susceptibles de ser enrollados y expandidos para su lectura.

Ellos asumieron una dimensión artesanal multiplicativa durante la Edad Media, a través de
la labor de los copistas monacales que reproducían vistosamente obra tras obra. Sin
embargo, como tales, dieron un salto adelante significativo cuando se realizaron, producto
de la labor de un monje impresor alemán, a fines del siglo XV, como fue Johann Gutenberg,
en forma industrializada. Sobre una base de tipos móviles, este insigne personaje logró
generar una serie de copias múltiples a partir de la misma obra y se inició así todo un
proceso de transformación no solamente editorial, sino que cultural, debido al impacto que
empezaron a tener los miles de libros, que comenzaron a inundar las ciudades europeas y,
posteriormente, también, en forma restrictiva, a las del Nuevo Mundo.

Ciertamente, allí hubo un cambio epocal, que da cuenta de la emergencia de una nueva
realidad y de un nuevo panorama cultural para la Humanidad, ya que lo que estaba
reservado para príncipes, clérigos y miembros de la nobleza, ahora empezó también a estar
disponible para los siervos y los ciudadanos de a pie; no sólo con las ideas propias del
status quo, sino que también con aquellas que planteaban una transformación radical de
las relaciones de poder existentes hasta la época.

La Revolución Francesa no puede ser entendida ni apreciada, sino por el concurso de los
libros y por el incremento sustantivo de la lectura en los sectores populares. Asimismo
sucedió con la Revolución Norteamericana y con las revoluciones independentistas de los
países hispanoamericanos.

El libro y la lectura fueron pivotes de todo ese movimiento social, que terminó por cambiar
la faz de las estructuras de gobierno existentes hasta ese entonces.

Ahora, en nuestros días, el libro viene a enfrentar otro cambio sustantivo, pues la imprenta
de Gutenberg ha venido a ser superada por otra aún más potente y de todavía
desconocidas repercusiones, como es la posibilidad que brinda Internet de una lectura en
pantalla y a través de procedimientos que nos hablan del uso de una nueva y moderna tinta
electrónica, capaz de socializar -real y virtualmente- contenidos de un modo que supera
todas las escalas conocidas.

Este escenario es el que hemos venido a estudiar mediante la investigación desarrollada


en 2020 en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile, con el fin de indagar,
precisamente, en las condiciones, hábitos y modalidades de lectura de los estudiantes de
periodismo, en su calidad de futuros profesionales de las comunicaciones.

Para este fin se desarrolló una encuesta entre estudiantes de primer año de la Carrera,
junto a un focus group con estudiantes también del mismo nivel y entrevistas a sus
profesores de Enseñanza Media, para conocer hábitos de lectura y de estudio que pudieran
ser replicados y proseguidos en los años de formación venidera.

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A partir del cúmulo de información recabado, se pudo avanzar en una serie de
planteamientos referidos a la implicancia de la lectura y de los modos de lectura en los
distintos dispositivos, contrastados actualmente con la profesión periodística y su impacto
en la sociedad.

LA INVESTIGACION

El trabajo investigativo se enmarcó ciertamente en las condiciones y restricciones que


impuso la pandemia. Sin embargo, la encuesta, el focus group y las entrevistas pudieron
realizarse sin contratiempos debido a que se podían gestionar y llevar adelante por medios
telemáticos e incluso hacer registro de ellos en forma directa, para un mejor análisis y
tratamiento de la información.

Cabe señalar también que, desde hacía ya un tiempo se venían observando cambios
relevantes en los hábitos lectores de los estudiantes de Periodismo, ya que crecientemente
muchos preferían las fotocopias y los textos en Internet, antes que aquellos disponibles en
los anaqueles de la moderna Biblioteca de Curauma y que estaban disponibles para su
consulta física.

Los estudiantes, paulatinamente, habían empezado a dejar de ir a la Biblioteca y esta


empezó a consignar, cada vez en menor medida, su presencia, al punto de volverse casi
obsoleta, incluso para la lectura de diarios, dado que cada vez se instalaba más la
costumbre de revisarlos a través de Internet.

Este fue un acontecer significativo que observamos como uno de los cambios propios de la
incipiente internetización que se venía dando entre la juventud de modo evidente como
sector etario con nuevas prácticas y costumbres relacionadas con los computadores, el
mundo digital y, en especial, con los dispositivos móviles.

En consecuencia, quisimos indagar en el cambio de dichos hábitos y preferencias para ,


efectivamente, precisar el carácter y la cuantía de este proceso y saber si efectivamente se
estaba dando un cambio que sospechábamos profundo y eventualmente riesgoso, cual era
saber si los estudiantes estaban leyendo o estaba decreciendo su interés por la lectura.

Conjuntamente, nos interesamos por averiguar sobre algunas características de esa


lectura, tanto respecto de sus preferencias de contenido, como de los hábitos, condiciones
y prácticas de lectura, con el fin de trazar un nuevo diagnóstico de tan trascendente
actividad, que está en la base de lo que es el desarrollo del conocimiento y la conciencia
cultural de las nuevas generaciones.

De este modo fue como se estructuró la investigación y fue aplicada a los estudiantes que
en 2020 se incorporaron a la Carrera, con el fin de indagar también en su anterior proceso
formativo, con el fin de hacer confluentes los procesos de enseñanza previos (básico y
medio) con el universitario.

Así, además, se podrían preparar también algunas estrategias destinadas al fomento de la


lectura, a través de directrices que pudieran ser implementadas, a través de la Jefatura de
Docencia de la Carrera.

De este modo, el trabajo en comento se vio potenciado con el hecho de la rápida


transformación e incentivo digital que tuvo el período de la investigación, de manera que

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ésta,, se convirtió, como tal, en una oportuna fotografía del momento más acuciante del
tránsito de una lectura en papel hacia una lectura digital.

Este factor no es menor, por cuanto, precisamente, una de las consecuencias colaterales
de la pandemia, más allá de sus mortales cifras y efectos sanitarios, consistió en la
digitalización de los procesos, la validación del teletrabajo, y la adopción cotidiana de
soluciones digitales a una serie de acciones comunes y corrientes, dando origen a una
nueva sociabilidad digital.

OBJETIVOS DE LA INVESTIGACION

El Objetivo General de la investigación fue:

Determinar fuentes, prácticas y espacios de la lectura (digital y física, académica y no


académica) de los estudiantes que les han resultado exitosos antes de la Universidad para
adoptarlos y fomentar una sinergia educativa.

Los objetivos específicos, en tanto, fueron:

● Determinar cuantitativa y cualitativamente, a través de la información


proporcionada por docentes de Enseñanza Media, los tiempos de lec-tura,
lugares físicos y digitales de lectura y tipos de lectura (académica/no
académica) que realizan los estudiantes.

● Determinar similitudes, diferencias y factores que favorecen la lectura en


formato digital y papel, para realizar perfiles lectores de los estu-diantes.

● Establecer y diferenciar situaciones comunicativas que pueden favorecer la


lectura y que son ajenas a los espacios tradicionales, principalmente
académicos, de modo que pudieran ser sinérgicas con este proceso.

METODOLOGIA

Al ser una investigación más bien indagatoria y descriptiva, no contó con una hipótesis, sino
que su orientación vino por intermedio de sus objetivos tanto general como específicos. La
metodología que se utilizó correspondió a un diseño mixto, con instrumentos tanto
cuantitativos como cualitativos.

En este sentido, se recurrió a la aplicación de una encuesta en Google Forms dirigida a los
estudiantes de primer año (77 estudiantes), cuya información fue combinada con la de un
Focus Group, que nos dio una visión específica y amplia de las y los estudiantes respecto
a sus hábitos de lectura.

También se recurrió a entrevistas vía zoom (20-30 minutos) en profundidad a tres docentes
que fueron profesores de alumnos de primer año, elegidos en forma aleatoria, y que nos
compartieron su experiencia en relación a los hábitos lectores de las y los estudiantes y la
manera en que ellos y ellas se relacionaban con la lectura, previo al ingreso a la
Universidad.

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En específico, la encuesta realizada a las y los estudiantes de primer año nos proporcionó
información cuantitativa muy relevante de los hábitos lectores y de la manera en que se
relacionan con la lectura en papel y digital. Nos brindó la oportunidad también de clarificar
los objetivos de la investigación al entregarnos pistas sobre los nuevos métodos de lectura
que usaban los estudiantes, el tiempo utilizado, lugares de lectura, motivaciones,
desmotivaciones, etc. El resultado fue positivo, dado que nos dio las directrices de cómo
seguir la investigación.

A su vez, el focus group, realizado a estudiantes, aportó la visión específica de las y los
estudiantes seleccionados y abrió un escenario para que ellas y ellos pudiesen de manera
directa realizar un análisis y crítica a los actuales modelos de fomento lector que promueve
y subsisten en la Universidad. El resultado fue positivo, puesto que se conocieron de
primera fuente las observaciones y el sentido crítico de cada estudiante respecto a las
exigencias universitarias.

Las entrevistas a las y los docentes de educación media brindaron también una visión
técnica del origen de los hábitos lectores de las y los estudiantes. Así como también sobre
sus motivaciones, sus desmotivaciones, y la forma en la que ellos y ellas se relacionaban
con el mundo del libro y el mundo del arte. El resultado de este ítem fue muy positivo, puesto
que ayudó a contrastar modos de enseñanza a nivel de educación media y universitaria,
así como también conocer los modos en el que las y los estudiantes se relacionaban con la
lectura antes de ingresar a la Universidad.

INTERLUDIO TEORICO: ¿LA MUERTE DEL LIBRO EN PAPEL?

Si bien esta presentación está referida a cómo la lectura se desarrolla entre los estudiantes
de periodismo, como futuros artífices y promotores de la opinión pública nacional, ella no
puede dejar de referirse a elementos contextuales, que son los que determinan e imponen
condiciones a dicha lectura. Estamos hablando de la difundida hace ya un tiempo noción
acerca de la muerte del libro en papel, producto de la irrupción práctica eficiente y hasta
más económica de los libros electrónicos. De modo que se sugiere, nuevamente, un cambio
tecnológico como los que han acontecido en el pasado y muchos otros que fueron previstos
en el mismo sentido, pero que no han ocurrido y, que si lo han hecho, han sido de un modo
diverso al presupuestado y con características más bien novedosas de subsistencia y de
proyección en el tiempo, como, por ejemplo, la aparición de la televisión respecto del cine
y la de la prensa en papel, respecto también de la prensa digital.

Esta presentación se enmarca entonces en una temática amplia y derivada del propio
avance de las comunicaciones y de la aparición de nuevas modalidades de lectura, ya no
sólo en papel, sino que principalmente virtuales, a través de Internet y de soportes digitales
que permiten una lectura en línea.

Se trata, en consecuencia, de aquella pregunta de Las Verdades que ya no son acerca de


"la muerte del libro", presagiada por muchos al observar el avance incontenible de las
comunicaciones mediante pantallas, especialmente después de la proliferación de los
dispositivos móviles y, en especial, de los teléfonos celulares.

Si bien la pregunta como tal puede ser respondida fácilmente, acudiendo a situaciones
similares acontecidas como se ha dicho en el cine y la televisión, por ejemplo, o la televisión
y los vídeos, en el sentido de que un nuevo soporte no significará la muerte del otro, sino
que lo que se originará será una nueva modalidad de convivencia (donde los formatos se

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complementan), la interrogante matriz sigue teniendo validez y se convierte en una
herramienta de reflexión e investigación, acerca de este cambio fundamental, que significa
pasar de los libros en papel a los libros digitales o a la lectura en pantalla.

Roger Chartier, el historiador francés de los libros, lo hizo ver así durante la conferencia en
que recibió el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Chile, donde sostuvo que
comparte con Umberto Eco la inquietud acerca de la subsistencia del libro, diciendo que
"debemos considerar la pregunta con seriedad y no satisfacernos con la observación de
que nunca en la historia de la Humanidad se han producido y vendido tantos libros como
en nuestros tiempos" (CHARTIER, 2010).

Según Chartier, “las evidencias de las estadísticas no bastan para apaciguar las ansiedades
frente a la posible desaparición del libro tal como lo conocemos y, por ende, la desaparición
de las prácticas de lectura y la definición de la literatura que espontáneamente vinculamos
con este objeto específico, diferente de todos los otros objetos de la cultura escrita que es
el libro -nuestro libro con sus hojas, sus páginas, sus tapas” (CHARTIER, 2010).

Este contexto es el que sirve de marco para nuestra investigación, por cuanto pretendemos
averiguar cómo se está produciendo en definitiva el traspaso de la lectura desde las hojas
del formato físico en papel a aquella otra que se realiza a través de las pantallas y de un
modo digital, sobre todo entre las nuevas generaciones de estudiantes y, especialmente,
de estudiantes de periodismo, que, históricamente, han mantenido una relación estrecha y
permanente con los productos impresos y han hecho de la lectura una herramienta habitual
y enriquecida para forjar su propio conocimiento.

Suponemos que, al igual como lo expresa Roger Chartier, el libro va a subsistir como tal,
aunque en cantidades y condiciones diferentes a lo que ha sido tradicional, de modo que
no va a desaparecer, sino que se va a adaptar a las nuevas condiciones de un mundo
multimedial o digitalizado. Y lo va hacer en las dos formas que le caracterizan: aquella que
dice relación con el objeto como tal, el libro físico; y, el alma del mismo, o su contenido,
traducida en un discurso que subsiste en sus páginas. Según dijo, "dentro del nuevo orden
de los discursos que se esboza no me parece que va a morir el libro en los dos sentidos
que hemos encontrado. No va a morir como discurso, como obra cuya existencia no está
atada a una forma material particular. Los Diálogos de Platón fueron compuestos y leídos
en el mundo de los rollos, fueron copiados y publicados en códices manuscritos y, por lo
tanto, impresos, y hoy en día pueden leerse frente a la pantalla. Pienso que tampoco va a
morir el libro como objeto, porque este "cubo de papel con hojas", como decía Borges, es
todavía el objeto más adecuado para los hábitos de expectativas de los lectores que
entablan un diálogo intenso y profundo con las obras que les hacen pensar, desear o soñar"
(CHARTIER, 2010).

Semejante perspectiva es además compartida por el investigador chileno Bernardo


Subercaseaux, autor de una historia del libro en Chile, quien, precisamente, termina su
texto, señalando que "desde el punto de vista de nuestra convicción personal, “creemos”
en el libro, en su importancia pasada y futura. Y digo “creemos” porque se trata en última
instancia, de un acto de fe. Se nos podrá demostrar que los distintos medios (diarios,
revistas, libros, cine, radio y tv) son históricos, que no hay ninguno que tenga garantías de
eternidad, que en la época de la invención de la imprenta hubo gran oposición a los libros
impresos, que se los consideraba una degradación con respecto a los manuscritos,
etcétera. Podrá decírsenos todo lo que se quiera y darnos un sinnúmero de argumentos y
razones, verdaderas o falsas, da lo mismo: seguiremos “creyendo” en el libro.

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Pertenecemos a la generación, quizás la última, que perdió la virginidad intelectual con el
libro. El libro está firmemente enclavado en nuestro imaginario" (SUBERCASEAUX, 2010).

El libro como lo conocemos no va a desaparecer, sino que va a convivir con otras


expresiones, de un modo quizás distinto a como lo ha hecho hasta ahora, con
características más bien afines a productos de elite y donde el diseño va a cobrar una
incidencia fundamental. Sin embargo, como tal, seguirá ejerciendo su influencia, dado que
los discursos sin duda saltarán desde las páginas impresas hacia estas otras nuevas
alimentadas con tinta electrónica.

LA LECTURA, SU ALCANCE Y SUS MODOS

Si bien los libros son y han sido fundamentales, sólo son importantes a través de la acción
cognitiva de la lectura. Esta actividad, en definitiva, es la que da vida y utilidad a los libros,
y es la que permite la circulación y apropiación de los discursos que ellos contienen.

Para nuestros fines, entonces, resulta fundamental conocer las modalidades de lectura,
especialmente de aquella digital, propia de los nuevos estudiantes de periodismo.

Para relevar este fin quizá sea útil recordar con cuánta frecuencia una lectura ha modificado
el curso de la Historia. Para esto, vale recordar la cita de Robert Darnton, otro historiador
de los libros y de la lectura, quien afirma precisamente que:

“Quizá sea útil recordar con cuánta frecuencia una lectura ha modificado el curso de la
historia. La lectura de Lutero sobre Paulo, la de Marx sobre Hegel o la de Mao sobre Marx.
Éstos son algunos de los temas de mayor relieve en un proceso a la vez más profundo y
más vasto: el empeño sin fin del hombre por encontrarle un sentido a su mundo interno y al
universo que lo circunda. Si nos fuese dable comprender cómo han leído otros hombres,
nos acercaríamos también al entendimiento cabal de cómo le dieron sentido a su vida, y de
esa manera, con memoria de la historia, podríamos incluso satisfacer al menos un gajo de
nuestra propia sed de sentido”. (DARNTON)

También es conocida la historia de “El queso y los gusanos” de Carlo Ginzburg, quien relata
el universo mental de Menocchio, un molinero, que fue acusado de herejía, quien se
construyó su mundo con una retahíla de lecturas diversas, las que fue ensamblando
particularmente a través de los años, y cuyo relato demostró, precisamente, el modo de leer
y el modo de unir los textos en su pensamiento particular. (GINZBURG, 2000)

La lectura pareciera así estar viva y sus modos no han sido siempre los mismos ni tan
semejantes entre una generación y otra. Más bien, la lectura ha tenido sus épocas y sus
modos particulares, evolucionando junto con las sociedades, tal como como lo ha
demostrado Chartier.

Por ejemplo, él recuerda que en las bibliotecas de la Edad Media se instaló el silencio como
una conducta de lectura reglamentada y controlada, que después siguieron los book clubs
ingleses, pues “en sus reglamentos se prevé que el lugar de la lectura debe estar separado
de los sitios donde se desarrolla una distracción más mundana, es decir donde se puede
beber, conversar y jugar” (CHARTIER, LAS REVOLUCIONES DE LA CULTURA ESCRITA,
2000).

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Este entorno sería precisamente el caso de los actuales y computarizados “gamers”, que
avanzan en sus juegos, mientras intercambian pantallas con lecturas y otros temas de
interés en la web.

En el siglo XVIII, según Chartier, los modos de lectura eran retratados por algunas imágenes
que “comienzan a mostrar al lector en medio de la naturaleza, el lector que lee, mientras
pasea, que lee en la cama, en tanto (…) los lectores anteriores al Siglo XVIII leían en el
interior de una sala de estudio, de un espacio privado, retirado, sentados e inmóviles”.
(CHARTIER, LAS REVOLUCIONES DE LA CULTURA ESCRITA, 2000)

Un cambio similar estaría aconteciendo ahora con el mundo digital y la lectura en Internet,
al punto que algunos han relevado este tema hasta convertirlo en una moderna “Ciencia de
la lectura”, donde las neurociencias tienen mucho que aportar, ya que “los circuitos
cerebrales que heredamos de nuestra evolución primate pueden destinarse a la tarea de
reconocer palabras impresas”. (DEHAENE, 2014)

Según Dehaene, nuestras redes neuronales se pueden “reciclar”, literalmente, para la


lectura y es lo que estaría aconteciendo con los jóvenes actualmente, quienes manifiestan
diversas aproximaciones al acto y los soportes para leer. Estas adecuaciones y
readecuaciones -históricas y metódicas- han sido preocupación permanente de pedagogos
y estudiosos de la educación, de modo que no ven el proceso aisladamente, sino que en
confluencia con la producción de textos, pues se trata de procesos diferentes pero que
están íntimamente vinculados. (JOLIBERT, 1997)

Según Dehaene, “son necesarios años de mucho trabajo antes de que la maquinaria del
cerebro, que es la base de la lectura, parecida a la de un reloj, funcione de forma tan
aceitada, que nos olvidamos de que existe”, por lo que, quizás, en nuestro proyecto,
debiésemos remontarnos a varios años atrás, quizás al nivel parvulario, para determinar
los cambios y variaciones que estamos observando hoy.

Estas circunstancias, modos y prácticas, es lo que pretendimos pesquisar con el relato y la


información proveniente de los estudiantes y sus profesores.

LA LECTURA PERMANECE INCÓLUME: RESULTADOS

Los distintos instrumentos utilizados por la investigación, esto es la encuesta, el focus group
y las entrevistas a profesores, arrojaron que los estudiantes todavía tienen una alta
valoración por los textos en papel, los cuales encuentran más manipulables, más prácticos
y más útiles para sus hábitos y costumbres, como son los de subrayar y hacer marcas, por
lo que se puede inferir que estos hábitos se encuentran arraigados y naturalizados entre
los estudiantes.

Además, para no todos resultan comunes todavía los libros electrónicos y muchos no están
acostumbrados con regularidad a una lectura digital, aún cuando varios de ellos dicen
practicar una lectura habitual de textos en PDF y en formato Word.

Esto sugiere, junto con el reconocimiento de las facilidades que ofrece el formato digital en
cuanto a disponibilidad en diversos dispositivos, dado que permite una lectura en cualquier
lugar y bajo la configuración personal deseada, que la lectura digital esté en incremento y
ganando cada vez más espacio, de modo que cada día hay una mayor convivencia entre
una y otra.

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Sin embargo, y a raíz del desarrollo de clases online y de la facilitación de textos en formatos
digitales por parte de los centros educativos y de los profesores, así como por la
disponibilidad de algunos de ellos en sitios y bibliotecas digitales, como la Biblioteca Digital
de Chile y el sitio Memoria Chilena, se puede prever que habrá un aumento y una demanda
mayor por parte de textos digitales de parte del estudiantado. Esto es reconocido por los
profesores, de modo que se puede sostener que, actualmente, nos encontramos en una
coyuntura de transición hacia la lectura digital, por lo que es posible tomar medidas
preventivas para satisfacer dicha demanda creciente, en el sentido de adecuar nuestras
bibliotecas a la disponibilidad de tales recursos.

Resulta conveniente enfrentar con anticipación varios problemas en este sentido: uno de
ellos consiste en la digitalización de textos y su relación con los derechos de autor; la
disponibilidad de copias electrónicas, y el modo de préstamo de dicha literatura, con el fin
de resguardar también los derechos de autor y de propiedad intelectual.

Los principales resultados de la encuesta son los siguientes: se hizo en línea entre los
estudiantes de primer año de Periodismo, compuestos por un grupo de 77 personas, bajo
la media nacional de hombres y mujeres, con casi un 52% de éstas y en su mayoría entre
18 y 19 años.

Los alumnos manifestaron mayoritariamente que suelen leer a veces (65%), en tanto que
más del 31% dijo hacerlo siempre y sólo menos del 4% dijo no hacerlo. La mayoría sostuvo
que lee tanto por gusto como por obligación académica (90%), de lo cual se infiere que hay
un interés por la lectura y un hábito respecto de ella, existiendo al mismo tiempo la
posibilidad de incrementar los índices si se hace una adecuada promoción entre quienes
manifiestan practicarla ocasionalmente.

De los escasos estudiantes que manifestaron una total aversión a la lectura, la mayoría dijo
que lo hacía por preferir otras actividades (81,3%), en una pregunta que fue respondida en
todo caso por más estudiantes que aquellos que manifestaron una voluntad contraria en la
citada pregunta anterior.

Con respecto a lo que leen, la mayoría de los estudiantes se inclinó por novelas y textos
académicos, en un orden del 76% cada uno. Sin embargo, un alto porcentaje también
declaró leer habitualmente diarios, en un orden del 57%, siendo su horario preferido para
la lectura en las horas de la tarde y de la noche (69%), mientras que en la mañana y la
madrugada sólo lo hacen unos pocos (18%, aproximadamente).

Respecto a la oportunidad en que se ejecuta el acto de leer, las preferencias se repartieron


en tres tercios prácticamente iguales, con una leve preponderancia de los momentos de
ocio (60%) , en relación a los momentos de calma o cuándo se tiene una obligación
académica, un control o una prueba, en que se alcanza un orden del 54% .

La mayoría prefiere hacerlo en silencio y en solitario y con luz diurna. Sólo unos pocos
prefieren leer al aire libre, en el transporte público o en cualquier circunstancia (menos del
20%). Igualmente, la mayoría prefiere leer en la biblioteca 64,2% y al aire libre un 61 %;
después le siguen en interés las plazas públicas, en el bus o micro y los espacios de la
universidad.

En los espacios privados la mayoría prefiere leer en la habitación y luego en el patio o en


un balcón donde puede distraer la vista

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La mayoría en un 80,3%, confesó leer libros en papel antes que libros digitales y fotocopias,
aún cuando los porcentajes no son tan diferenciados. Los libros digitales registran un 60%
de las preferencias y las fotocopias un 47%.

Respecto a los ebooks o libros electrónicos, un 61% dijo leerlos, mientras que un 39%
declaró no usarlos. Al respecto sólo una ínfima cantidad (5%) declaró comprar libros
electrónicos, pues la mayoría prefiere descargarlos en forma gratuita (53,2 %), mientras
que más de un 54% declaró simplemente no hacerlo. En todo caso, una cifra abrumadora,
superior al 92%, reconoció leer textos en formatos PDF y Word, mientras que sólo casi un
8% declara no hacerlo. Un porcentaje significativo declaró leer en formato digital por la
capacidad de los textos de estar disponibles en distintos dispositivos, permitiendo su lectura
en cualquier lugar y la posibilidad de modificar su configuración de lectura de acuerdo a sus
gustos personales. Dicha lectura se ve favorecida, principalmente, por la posibilidad de
contar con los textos en línea en forma gratuita y por la posibilidad de leer tanto en teléfono
celular como en una tablet. Más de un 41% valora también el menor precio de los libros
electrónicos.

Igualmente, la mayoría de los estudiantes, en más de un 53%, prefieren constituir una


biblioteca personal, tanto en papel como en formatos digitales, mientras que poco más de
un 40% prefiere hacerlo solo con textos en papel y fotocopias.

Si bien la lectura digital está penetrando en los hábitos y costumbres de los estudiantes,
resultó claro que los estudiantes prefieren aún mayormente los textos en papel, porque
representan una serie de ventajas incomparables e inigualables (sobre un 50%), ya sea
por la facilidad de su manipulación, porque es más fácil revisar páginas anteriores y porque
permiten subrayar y hacer marcas.

4.- CONCLUSIONES: UNA LECTURA QUE CAMBIA Y QUE IMPACTA EN LA OPINION


PUBLICA A TRAVÉS DE LOS FUTUROS PROFESIONALES DE LA PRENSA

La investigación dejó múltiples conclusiones en torno al momento actual que vive la lectura
entre los estudiantes universitarios y, principalmente, entre los estudiantes de periodismo,
con proyección también hacia la opinión pública y el sistema democrático nacionales.

A continuación exponemos cinco de las principales:

1.- Los índices de lectura se mantienen e incluso han aumentado, pues, a la medición
formal, hay que agregar también las prácticas de lectura que se desarrollan en los
dispositivos móviles, principalmente, como también en los computadores, en dónde se
avanza en los mas distintos y variados tipos de materias, ya sea de índole académica o
personal, siendo está una dimensión mayoritaria y amplia, que va desde los mensajes
personales, hasta la lectura de prensa internacional y de diversos tipos de literatura.

Las estadísticas mencionadas vienen a desvirtuar aquella presunción de que los


estudiantes están leyendo cada vez menos, ya que en verdad se trata de lo contrario, pues
cada vez leen más en extensión y en tiempo que en épocas pasadas. A la mantención de
los índices tradicionales hay que agregar ahora las cuotas de lectura vinculadas a estas
nuevas modalidades y contenidos.

La lectura, en este sentido, se ha convertido en una práctica cada vez más recurrente por
el tiempo que pasa cada estudiante frente a la pantalla del computador o preocupado de

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los contenidos que circulan en su dispositivo móvil. De este modo, podemos decir, que la
lectura se ha ampliado en extensión, tanto en tiempos como en intensidad, de manera que
ella, lejos de estar feneciendo, se encuentra muy viva y activa.

Algunas de las consecuencias de este incremento en la lectura viene dado por el carácter
de la misma y los alcances globales que ella tiene, por cuanto el estudiante cada vez se ha
acostumbrado más a interactuar con espacios lecturas y sitios procedentes de otras
latitudes.

De esta manera, se ha integrado a una modalidad de pensamiento globalizado que ha


reducido al planeta y minimizado la distancia propia entre los territorios y las comunidades.
En este sentido, la lectura, de a poco, ha venido reduciendo la brecha cultural existente
entre el mundo desarrollado y el mundo en desarrollo, de modo que sus miembros -mutatis
mutandis- pueden compartir universos culturales o facilitar precisamente un encuentro
cultural, que hasta ahora se encontraba desfasado.

Surgen aquí puntos de encuentro y también de divergencia, pero que son útiles para el
proceso de formación personal, en cuanto enriquecen la variedad de contenidos propios
del acervo individual de cada estudiante. Se produce así un diálogo intelectual y cultural
muy potente y actualizado, que permite en consecuencia mirar nuestras sociedades desde
un punto de vista también más amplio y diversificado, en consonancia con aquellos puntos
de vista que se encuentran en las antípodas del globo.

Cómo periodistas, seguramente trasladarán estás prácticas a su quehacer profesional y a


sus eventuales receptores de la comunicación social. Se está produciendo así una correa
de transmisión de saberes, de conocimiento y de aficiones no sólo en el tiempo presente,
sino que con proyecciones de futuro y que hacen prever, efectivamente, un incremento de
la globalización y de los discursos globales, no solo ahora entre los estudiantes, sino que
también a futuro, respecto al conjunto de la ciudadanía.

Ciertamente, este proceso es similar, podríamos decir a lo que fue la globalización de la


televisión por cable en la década de los años 80, en Chile, dónde de una comunidad
prácticamente insular, al sur del mundo, pasamos, rápidamente, a estar en la órbita de la
cultura norteamericana y por extensión de la cultura masiva internacional, con todos los
efectos y contradicciones culturales que ello conllevó. Ahora parece que este proceso
tendrá una contraparte a nivel de la disponibilidad de los textos y de la lectura digital.

2.- Lo señalado es un proceso que estamos avizorando para el futuro y del cual ya se
manifiestan algunas tendencias en el presente, derivadas de los hábitos y de las prácticas
de lectura de los propios estudiantes. Sin embargo, hay que hacer presente que todo esto
si bien ha avanzado, todavía se encuentra en ciernes y en etapa de progreso, ya que la
afición y el uso de los libros electrónicos no ha alcanzado los niveles y las características
que estamos previendo y que hemos descrito en párrafos anteriores.

Aunque cabe señalar -eso sí- que el proceso viene dando pasos agigantados y que cada
año se va favoreciendo más a la lectura digital, debido a las ventajas que ofrecen los libros
electrónicos, en cuanto a disponibilidad, legibilidad y oferta, de modo que se puede prever
que en un corto plazo, no más allá de esta década, ya se habrá producido un reacomodo
de los soportes escritos, tanto en papel como electrónico, y se habrá dado a cada cual su
ubicación y preponderancia en el contexto de la lectura a nivel social y mundial.

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No estamos diciendo aquí que los libros en papel vayan a desaparecer y que se imponga
en plenitud y en forma exclusiva la literatura digital, sino que lo que se prevé es una
coexistencia de ambos, un escenario en donde convivan ambas expresiones de la cultura
escrita. Sin duda que el libro en papel tendrá que sufrir acomodos y readecuaciones, ante
una demanda que, seguramente, disminuirá, porque -por el contrario- se va a hacer más
exclusiva y de elite. En su caso, cobrará cada vez más importancia su carácter físico y de
objeto, como expresión de solaz para la vista. Así lo dejan entrever también los propios
estudiantes, quienes manifiestan aún un apego y una valoración importante de la literatura
en papel, ya que están acostumbrados al objeto y condiciones de su uso físico, como para
registrar, marcar notas y hacer apuntes en sus márgenes.

La literatura digital, en tanto, se prevé que va a ir copando más espacios, debido a las
facilidades que ofrece en cuanto a disponibilidad en dispositivos móviles y computadoras
de mesa, en forma permanente, con un acceso universal, siempre y cuando haya internet.
Asimismo, la posibilidad de registrar notas y de hacer citas directamente desde ellos
seguramente se convertirán en un atractivo relevante de la oferta que, además, resulta un
tercio más económica -y a veces más- que la del papel. Esta tendencia, favorable al
incremento de la literatura digital, como ya hemos dicho, repercutirá en un intercambio
globalizado de relatos, discursos y argumentos, con lo cual se enriquecerá el diálogo no
sólo a nivel nacional, sino que también a nivel mundial.

Estas prácticas de lectura, que no son únicas ni exclusivas de los estudiantes, es muy
probable que lleguen también al ciudadano común, a través de la homologación y
disponibilidad de recursos similares, por ejemplo en los medios de comunicación masiva.

Estamos avizorando así una sociedad crecientemente digitalizada, que dispondrá, como
nunca antes, de abundantes textos y que seguramente va a trastocar o a obligar a una
.renovación de la industria editorial, no sólo en cuanto a la factura de los libros y los tipos
de archivos de soporte, sino que también a nivel de los contenidos y de su difusión, a través
de internet.

3.- La influencia creciente o el impacto que ha ido logrando la producción digital de libros
incidirá, como hemos dicho, en el incremento de los relatos, discursos y argumentos, que
se intercambiarán a nivel social, con lo cual mejorará no sólo la cantidad y disponibilidad de
esta literatura, sino que también se producirá un cambio sustantivo en los procesos de
conocimiento y de aprendizaje, que la ciudadanía desarrollará gracias a esta oferta.

En definitiva, lo que va a sufrir también importantes transformaciones es el modo de generar


conocimiento y de intercambiar conocimientos, entre los distintos y variados actores
sociales, por lo que, la conformación de la opinión pública, se verá enriquecida y
complejizada gracias a toda esta nueva masa de información, que será posible de compartir
de mejor forma, más rápido y en carácter simultáneo.

Este viene siendo el cambio fundamental, que se prevé con la digitalización de los libros y
las facilidades que éstos tendrán para su circulación, a través de internet. Seguramente,
habrá una relación más rápida y permanente, que acelerará y expandirá el ritmo del
conocimiento, al tiempo que, éste crecerá en cantidad o número, al atender al proceso
cognitivo promovido por esta mayor disposición de libros electrónicos.

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Ella constituye una preocupación investigativa importante, derivada en parte de la
investigación que hemos realizado y que puede constituir un nuevo foco de atención para
seguir este mismo proceso porque, en definitiva, la acción de los libros se produce a nivel
de la mentalidad y de las capacidades humanas para desarrollar conocimiento y aprender.

4.- Una pista en esta modalidad de creación de conocimiento, a partir de los libros
electrónicos, viene dada, precisamente, por la valoración que hicieron profesores y
estudiantes de las características afectivas y cercanas, propias del proceso de aprendizaje,
que se da justamente entre ambos tipos de actores: docentes y educandos.

Resulta fundamental para el proceso de enseñanza, que el profesor despliegue una actitud
de acogida, de preocupación personal y de cercanía con el estudiante, de modo de facilitar
afectivamente la transferencia -y más que la transferencia- la posibilidad de compartir
conocimientos.

Está previsto y adecuadamente sancionado, que la enseñanza, cuando se realiza con el


calor del afecto y de la preocupación personal, facilita un espacio en común entre profesor
y discípulo, que hace que este último considere y se abra al proceso de enseñanza y
conocimientos que le propone su profesor.

En el caso de la literatura electrónica, este proceso adquiere mayor relevancia ante el hecho
de que ante la abundancia de información proveniente de los soportes electrónicos será,
más que nunca, necesaria la guía de un docente, para separar lo valioso de aquello que es
prescindible, ya que, precisamente, uno de los riesgos que se corren con la
hiperabundancia de información es que el proceso de conocimientos se corrompa, debido
a la existencia de información falsa o escasamente fidedigna o que no ha sido puesta en
valor suficientemente, como lo puede asegurar la experiencia y el dominio del profesor.

De aquí que una de las principales sugerencias de la investigación anteriormente reseñada


sea el despliegue de capacidades personales de involucramiento por parte de los docentes,
que sea funcional a sus educandos. Ellos se pueden convertir no sólo en un tamiz que
separa o segrega la información, sino que también pueden llegar a ser los promotores de
un modo de pensamiento o de mecanismos propios de aprendizaje y de saber, con los
cuales pueda el estudiante, en forma autónoma, enfrentar los desafíos de su vida y del
entorno

Del mismo modo, podemos suponer que los estudiantes de periodismo, convertidos ya en
profesionales, se pueden transformar, a su vez, en los docentes de la opinión pública
nacional e influirla adecuadamente, no sólo respecto de la facilitación de información, sino
que principalmente a través del procesamiento de dicha información, que da origen al
conocimiento y que es parte del proceso de aprendizaje social, que se le reconoce
históricamente a la prensa, como una de sus capacidades propias, en el sentido de informar
entretener y educar.

Los estudiantes, ya posicionados como profesionales, podrán desempeñar este rol de


formadores de la opinión pública nacional, a partir de la preocupación y el cariño
correspondiente al ejercicio social de su profesión, de modo que podrán transferir al resto
de la comunidad muchos criterios y sugerencias que pueden serle útiles para el desarrollo
de su quehacer y acontecer nacional e internacional. Sin duda que hay aquí una analogía

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interesante y que puede cobrar relevancia en los próximos años, pero que -de algún modo-
ya se está incubando en las sesiones telemáticas o de clases presenciales, que han ido
teniendo los futuros periodistas.

5.- En este mismo sentido y también como parte del proceso de ordenamiento de la
información procedente de los medios digitales y de la superabundancia informativa propia
de estos tiempos, es que han surgido nuevos líderes digitales que se han encargado de
procesar y de seleccionar la información existente en la literatura escrita, con el fin de dar
una orientación a quienes los siguen o se encuentran en la búsqueda de recomendaciones
informativas atingentes a sus intereses.

La investigación arrojó la existencia y preponderancia creciente que han ido adquiriendo


algunos líderes de información, bajo el nombre precisamente de influencers, es decir de
personas que son capaces de influir, con sus visiones y sugerencias, en las decisiones
informativas de otros, que requieren o pujan por contar con mayores antecedentes.

Estos influencers, en Chile, están apareciendo actualmente en los niveles de enseñanza


propios de la formación básica, pero, poco a poco, se han ido extendiendo también a la
Enseñanza Media y, seguramente, pasará poco tiempo para que se extiendan también a la
universitaria.

Los influencers son un producto típico de la sociedad digital en la que nos encontramos y
se están constituyendo en verdaderos faros, que orientan la navegación de muchos padres
y estudiantes, los que buscan optimizar su tiempo y obtener rápidamente de forma efectiva
la información que necesitan.

Tales influencers vinieron a llenar un espacio adicional al que han ocupado tradicionalmente
los docentes y han llegado a tener un número significativo y creciente de seguidores,
convirtiéndose en verdaderos líderes de opinión respecto de la literatura y de la información
que necesitan los estudiantes, ya que, en su mayoría, se trata de jóvenes similares a ellos.
Suelen lograr una ventaja y un dominio mayor en distintas materias, en especial respecto
de libros, lo cual revierten en beneficio del resto de la población escolar

Estos nuevos líderes informativos se están extendiendo a nivel de los tipos de educación
en el país y se prevé que serán un factor importante, cada vez más, dada la digitalización
que está teniendo la enseñanza, especialmente después de las clases a distancia, que se
han verificado con motivo de la pandemia.

Los estudiantes de periodismo, de algún modo y dadas sus cualidades comunicacionales,


podrían pasar a convertirse también en una suerte de influencers para el conjunto de la
opinión pública nacional, ya que el dominio de sus capacidades y habilidades informativas
les habilita para comunicar y orientar las decisiones informativas y de conocimiento social
que demandan los ciudadanos.

De este modo, podemos proyectar, en el campo de la comunicación social masiva, la


incidencia de estos futuros profesionales de la prensa también como influencers del proceso
social de comunicación y de aprendizaje, así como de la toma de decisiones sociales en
los más diversos ámbitos y, en particular, de aquellos referidos a los campos de la política
y especialmente de la gestión y manejo del poder.

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Los libros electrónicos y la literatura digital, seguramente, serán los ladrillos fundamentales
de su trabajo informativo ya que podrán disponer de la información actualizada, validada y
compartida globalmente, la cual será susceptible de ser compartida y socializada con la
opinión pública de modo orientador.

Así lo que estamos viendo y suponiendo consiste en el surgimiento y actuación de una serie
de personajes que vienen a enriquecer y a actuar cómo cribas que separan y desmenuzan
la información con el fin de atender las necesidades de la población y en particular las de
sus abonados.

Se trata, en definitiva, de una nueva modalidad de tratamiento y de procesamiento de la


información, la que hace aparecer este nuevo tipo de gestores de tipo cultural en el
horizonte de la información.

…………………………………………………………………………………

Finalmente, cabe señalar que actualmente estamos en una coyuntura de tránsito entre la
lectura en papel y la lectura digital, en donde y como consecuencia de lo ya dicho, lo que
se verifica actualmente es la existencia de una nueva etapa en la evolución de la lectura,
muy especial, que dice relación con el tránsito de la misma, desde soportes físicos en papel
a otros soportes digitales, a través de Internet.

Esta situación hace que la lectura sea posible de apreciar de un modo cambiante; es decir
compartiendo elementos y condiciones que son propios del pasado y de la tradición, junto
con otros que son nuevos y que se están recién instalando como hábitos.

Dicha situación de propiedad del campo concreto de la lectura, sin embargo tiene
repercusiones insospechadas a nivel del conocimiento, toda vez que ella no es más que el
vehículo para el ejercicio del relevante proceso cognitivo.

De tal forma que, en verdad, a lo que estamos asistiendo es a un momento significativo de


salto adelante en las capacidades de almacenamiento de información, de procesamiento y
de generación de nuevo conocimiento, gracias a las posibilidades amplias e inimaginables
de interconexión entre los discursos que se encuentran y circulan por Internet.

Esto abre todo un mundo de posibilidades e incrementa no sólo el volumen del saber sino
que también sus posibilidades de logros eficaces. Tales logros se expanden del mundo
digital o desde lo digital hacia el mundo del conocimiento, hacia el mundo del saber, de
modo que son nuestras capacidades intelectuales las que se ven fomentadas e
interpeladas por estos nuevos medios de información.

Son las capacidades de aprendizaje y de formación de una opinión y de un juicio crítico los
que, en definitiva, se ven afectados y remecidos por las posibilidades que entraña la nueva
comunicación digital y, en particular, la que promueven los libros electrónicos, al punto que
las capacidades y habilidades tradicionales con que el ser humano ha asumido la tarea de
generar y de procesar conocimiento, se han visto impactadas por el volumen de información
y en consecuencia por el conocimiento derivado a raíz del tratamiento y procesamiento de
dicha información.

Esta capacidad de transformación de nuestra mentalidad es la que, de algún modo, también


podrían ejercer los nuevos periodistas, como artífices del conocimiento social expresado a

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través de la opinión pública. La modelación de esta última es una gran responsabilidad
social, la cual podrán ejercer estos profesionales ahora con mayor dominio, al disponer de
más y mejor información, como es la que circula -y es factible que lo haga de mejor forma-
, a través de los libros electrónicos, sobre la base de una mejor formación o, al menos, de
una formación mejor instruida e informada.

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