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ADOLFO GILLY

istonas
clandestinas
Primera edición 2009
Historias clandestinas
D.R.© 2009 Adolfo Gilly
Tocios ¡os pueblos colonizados tienen con-
ciencia de que su verdadera historia ha sido
D.R. © 2009 de esta edición: David Moreno Soto proscrita por el colonizador. Saben que la
suya es una historia oculta, clandestina, ne-
Editorial Itaca gada. Saben también que, pese a todo, esa
Piraña 16, colonia del Mar historia existe y que su prueba evidente es la
13270, México D. F. (íresencia misma de cada pueblo.
Tel.: 5840 5452
itacaitaca@prod igy.ne t. mx Guillenna Bonfil Batalla
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D.R. © 2009, de esta edición: Demos, Desarrollo de Medios,


S. A. de C. V. / La Jornada Ediciones
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por escrito del editor.

PORTADA: Natalia Rojas Nieto

FOTOGRAFÍA: Noah Friedman-Rudovsky

ISBN: 978-607-00-1303-4

Impreso en México
Printed in México
Contenido

11 Presentación

15 Planeta sin ley

il
25 Bolivia, una revolución del siglo XXI
43 Memorial de agravios
51 Historias desde adentro. La tenaz persistencia
de los tiempos
73 El espíritu de la revuelta
81 Las insurrecciones intermitentes
91 "Ahora que lo pienso, cincuenta años después..."

III
115 A la luz del relámpago: Cuba en octubre

IV
149 José María Arguedas, Mario Vargas Llosa y el Papacha
Oblitas
167 Para Mario Payeras, sin amargura o sombra
179 La realidad, la utopía y el deseo
189 Mariátegui y la Revolución mexicana
V Presentación
225 Una cierta idea de México. Presencia, nostalgia
y persistencia del cardenismo
239 El ejército indígena y el Estado mexicano
269 Dinero y comunidad. Fantasía entre teoría e historia

VI
285 Epílogo. Historia crítica o discurso del poder
L os escritos de este libro, cada uno en su tiempo y en sus lugares,
buscaron iluminar, registrar o aprehender aquellos momentos
discontinuos de la historia en que irrumpen a plena luz los senti-
mientos, las maneras de estar juntos, los modos y las imaginacio-
303 Bibliografía nes de los oprimidos, los subalternos, los que viven por sus manos,
los hacedores y de algunos que con ellos se juegan el destino.
¿Qué quieren, qué imaginan, tras cuál sueño se lanzan todos és-
tos que por costumbre callan y de repente irrumpen en tumulto?
Ésa es la pregunta que el historiador, el narrador o el trovero
hacen a esos momentos de revelación que interrumpen el tiempo
continuo, igual y vacío, y rompen como relámpago la sucesión y la
permanencia del curso visible y secuencial del devenir histórico.
En esa búsqueda, este narrador ha querido atrapar y fijar algu-
nos de esos momentos e indagar su sentido mirando y consideran-
do lo que con su hacer expresan los cuerpos, antes que cuanto con
su decir trasmiten las palabras. Pues siendo fuerza de trabajo inte-
ligente, ésos que callan con sus silencios hablan con sus actos y
explican por sus hechos la parquedad de sus palabras. Es la escon-
dida senda por donde han ido los grandes de este oficio que en el
mundo han sido: Hermán Melville, Marc Bloch, E. P Thompson,
para decir sólo tres de quienes eso fueron y este autor conoce.
Develar esos momentos tiene que ver no sólo con buscar las
ideas del conocer propias de cada tiempo y lugar, sino además y
sobre todo con indagar sus modos del hacer y del estar. Pues si
bien los programas son necesarios para la organización autónoma
de los subalternos, las formas, los lazos y las imaginaciones de esa
organización vienen desde más atrás. Están en la memoria de los
oprimidos, en sus historias comunes, vividas y heredadas, en sus
modos y costumbres en ciudades y campos, en ese entramado he-


HISTORIAS CLANDESTINAS

redítario que en los lugares de trabajo y de vida en común se tras-


mite de una generación a la siguiente. Es pues también una histo-
ria de lugares y regiones tanto como de los seres humanos que allí
viven, trabajan, disfrutan y dan sentido a sus vidas.
Nadie podrá organizar entre ellos y con ellos si ignora o subes-
tima ese entramado de vidas y experiencia. Por eso, estas historias
que el narrador aquí refiere son también historias de organización
en esos lugares de la vida. Clandestinas son, no por naturaleza
I
puesto que trascurren a la luz del día, sino porque a las miradas de
la historia política, económica, institucional y hasta social ellas
se vuelven opacas, indescifrables o invisibles. Por eso la sorpresa
de esas y otras variedades de historias, útiles todas si están bien
hechas, cuando se producen aquellas irrupciones que se les apare-
cen como anomalías en el orden natural de las cosas del mundo.
En sus Tesis de 1940 sobre el concepto de historia escribió Wal-
ter Benjamin:

La historia de los oprimidos es un discontinuum. La tarea de la historia con-


siste en apoderarse de la tradición de los oprimidos. [...] El continuum de la
historia es el de los opresores. Mientras la representación del continuum con-
duce a la nivelación, la del discontinuum está en la base de toda tradición au-
tcntica. La conciencia de la discontinuidad histórica es propia de las clases
revolucionarias en el momento de su acción.

Lo continuo es lo que permanece. Lo discontinuo es lo que, por


naturaleza, es impermanente, fugaz y también repetitivo, porque la
permanencia de lo continuo, es decir, del entramado de las opre-
siones y de su historia, no puede dejar de engendrar la irrupción y
la ruptura ciclo tras ciclo, tiempo tras tiempo, lugar tras lugar, por
extensos que puedan ser los intervalos de cada orden establecido.
De este ritmo único y alterno de la permanencia y la imperma-
nencia tratan las historias de los subalternos, clandestinas, oscu-
ras o negadas pero imborrables porque sucedieron. Al igual que en
los mares por la Luna, en la historia el lado oculto también deter-
mina las mareas.
A. G., 25 de noviembre de 2008

12
Planeta sin ley*

La tradición de ios oprimidos nos enseña


que el estado de excepción en que ahora vi-
vimos es en verdad ía regla.
Walter Benjamín

Cómo la vida es lenta


y cómo ía Esperanza es violenta
Guiltaume Apollinaire

L o que en América Latina se dio en llamar "populismo" des-


pués de la Segunda Guerra Mundial eran alianzas políticas de
direcciones nacionalistas con movimientos sociales populares, cam-
pesinos y obreros. De esas alianzas, sustentadas en diferentes formas
de organización y movilización popular desde abajo, surgieron tres
principales resultados:
a) Una nueva regulación de las relaciones entre capital y traba-
jo, una red legal protectora, antes inexistente, de los derechos y los
ingresos de los trabajadores: sueldos y salarios, salud, vacaciones,
estabilidad en el empleo, negociación colectiva, representación
de los trabajadores en el lugar de trabajo. En otras palabras, una
nueva generación de derechos del trabajo y una consiguiente am-
pliación de la ciudadanía.

* Texto leído como apertura en la sesión plenaria inaugural del Left Forum
2007: "Forjando un futuro político radical", Cooper Union, Nueva York, 9 de
mano de 2007, 19:00 horas. El Foro continuó los días 10 y 11 de mano, con no-
venta y cuatro mesas de debate sobre múltiples temas de la izquierda. Concluyó
el domingo 11 de marzo a las 17:30 horas con una sesión plenaria de clausura:
"Más allá de mañana: reinventando la emancipación social".

15
HISTORIAS CLANDESTINAS II A l l í 1A SIN I I : Y

b) Una nueva relación entre el Estado nacional y las potencias del producto •OCltl t-'xiuk'Mlc como del patrimonio social, susten-
extranjeras. tada en una subordinación de la ciencia al capital que va más allá
c) Una marea de organización de los trabajadores, los campesi- de todos los límites antes imaginados.
nos y el pueblo, un nuevo sentimiento y una nueva práctica de la Lo que estamos viviendo también puede ser visto como una
solidaridad, la afirmación del respeto a cada uno, eso que también nueva fase histórica del despojo universal de los bienes comunes,
se llama dignidad. de la privatización de lo que era de todos, de la redistribución mun-
Estos derechos legales y organizativos eran la expresión mate- dial de la renta de la tierra y del plusvalor generado por el traba-
rial de la herencia inmaterial dejada por la experiencia de las lar- jo vivo. O, en términos más abstractos, estamos ante una nueva y
gas décadas de luchas de los obreros, los campesinos, los pueblos, mucho más concentrada forma de la dominación del trabajo pa-
los indios, los morenos, durante los tiempos difíciles de la primera sado —cristalizado en instrumentos de producción y en conoci-
mitad del siglo XX; y no sólo de esas luchas sociales, sino también, miento subsumido al capital— sobre el trabajo presente y vivo, sobre
y sobre todo, de la más secreta y universal experiencia de sus vi- esta sustancia que constituye la vida de nosotros los seres huma-
das cotidianas, el reino desde afuera invisible de la vida social y nos dispersos por el mundo.
política propia de las poblaciones subalternas. Esta forma de dominación se sustenta en una concentración de
No era ese mundo un paraíso. Pero en su novedad llevaba consi- la violencia y del conocimiento puesto a su servicio como jamás
go una cierta carga de esperanza para las nuevas generaciones: la se hubo visto en el pasado.
imaginación veía posible un empleo seguro, educación, salud, vi-
vienda y descanso como porvenir social accesible para todos.
Se puede llamar a esto "populismo" si nuestra mirada se dirige a
lo que las élites nacionalistas dirigentes pensaban y hacían. Pero le En varias sociedades latinoamericanas —México, Brasil, Argenti-
toca un nombre diferente si nuestra mirada y nuestro sentimiento na, Chile, Uruguay, Bolivia...— sucesivas generaciones habían
parten desde lo que los grupos y clases sociales subalternas estaban construido, trasmitido y aumentado un patrimonio social de ser-
haciendo y viviendo, desde sus experiencias y sus pensamientos. vicios públicos, propiedad nacional, educación pública y recursos
naturales protegidos que, insuficientes como fueran, pertenecían
a la comunidad nacional. Estos "ahorros públicos" e "inversiones
públicas" nacionales, trasmitidos de generación en generación,
Ahora todo aquello es pasado. Un entero mundo ha sido des- durante los años noventa del siglo XX fueron desmantelados, ena-
truido. Hoy, como a finales del siglo XIX, otra vez hemos entrado jenados y vendidos por tres centavos a los viejos y nuevos dueños
en una época de violencia y despojo. Esta época fue inaugurada de las riquezas y del poder.
por una despiadada violencia estatal dirigida a abrir la vía, material La desregulación neoliberal, además, ha dejado casi indefensos a
y humana, al "mercado global desregulado". No la pacífica "liber- quienes construyeron ese patrimonio, sometidos hoy a la compe-
tad de mercado", sino Pinochet y Kissinger la iniciaron en Chile, tencia entre la masa de los asalariados en el mercado global y a la
para toda América Latina, con el golpe militar del 11 de septiem- desvalorización de su fuerza de trabajo. Por otra parte, nunca ha si-
bre de 1973. Así empezó este planeta sin ley de nuestros días. do tan grande la masa global de asalariados, sus familias, sus relacio-
Mucho más que un "modelo económico", el neoliberalismo es nes y sus lugares de vida urbana o semiurbana: más de mil millones
una forma de dominación, despojo y apropiación privada tanto en el mundo según la estimación de Mike Davis en Planet o/Síums.

16 17
HISTORIAS CLANDESTINAS l'l ANI- IA SIN I I V

La expresión política que saldrá de este turbulento cambio so- Je i-sc inquieto estado de ánimo que emerge al despuntar del siglo
cial todavía en curso en América Latina no puede ser llamada X X I están los gobiernos mal llamados "populistas" como los de Lula
"populismo", y ni siquiera "populismo radical". Más bien habría m Brasil, Kirchner en Argentina, Correa en Ecuador e incluso
que buscar sus antecedentes históricos en las tradiciones del jaco- üibaré Vázquez en Uruguay, junto al terceto radical —Solivia,
binismo, del sindicalismo revolucionario, de los levantamientos Venezuela y Cuba— que desafían abiertamente al gobierno de Esta-
populares urbanos y las revoluciones agrarias que cerraron la pri- tlus Unidos. Hoy como hoy el FMI, el Banco Mundial y los centros
mera Bella Época, los tiempos mexicanos de don Porfirio. Pero sus lin;mcieros internacionales tienen que aceptar a estos dirigentes,
actuales y aún no precisados rasgos requerirán tiempo, sufrimien- por lo demás diferentes entre sí, como mediadores legitimados por
tos y luchas para llegar a revelarse totalmente. Apresurarse a cla- el voto ciudadano.
sificar es embrollar las pistas. El orden neoliberal global, por supuesto, llegó para quedarse,
lisos cambios políticos no alteran la dominación global y sus ba-
* ** ses esenciales en cada país. Pero son una prueba más de que ese
orden, en más de un cuarto de siglo desde su irrupción, no ha sido
El neoliberalismo ha originado una nueva mezcla de trabajadores capaz de alcanzar una legitimidad estable, como en cambio la lo-
despojados, desplazados e informales, junto con hombres y muje- graron después de la Segunda Guerra Mundial aquellos regímenes
res sin trabajo estable y sin calificación para ingresar al cambiante Humados "populistas".
y restringido mercado de trabajo formal: migrantes, desarraigados, Los subalternos latinoamericanos han empezado a utilizar algu-
desempleados o transitorios, ambulantes, milusos, cartoneros, tan- nas de las posibilidades de la democracia representativa: organi-
to adultos como niños. zarse a plena luz, movilizarse legalmente, protestar, expresarse sin
Esta mezcladera y desarraigo violento de la fuerza de trabajo temor. Además, tratan de utilizar en su provecho reglas del juego
y las clases subalternas en América Latina es un proceso brutal y político reconocidas (aun cuando no respetadas): las elecciones,
permanente en los barrios, los pueblos, los suburbios marginales los derechos políticos de la ciudadanía, los derechos humanos de
sin protección ni ley de los centros urbanos y los centros de traba- cada persona.
jo dispersos por el territorio. No es, en sentido alguno, un proceso Por otro lado, muchos terrenos de organización antes existen-
de des industrialización o marginal ización. Por el contrario, es la gran tes se han desvanecido o fueron destruidos por el orden neoli-
avenida de la nueva industrialización, desde América Latina a Eu- beral, mientras otros se han desplazado del aparato productivo al
ropa del Este, a China, India, Indonesia o Sudáfrica. territorio: los comités vecinales de El Alto, Solivia; los piquete-
Son gentes éstas forzadas hoy a adaptarse al desempleo, la vul- ros y las organizaciones barriales de Argentina; el Movimiento de
nerabilidad, la precariedad, la carencia de vivienda, servicios pú- los Sin Tierra en Brasil; las Juntas de Buen Gobierno de Chiapas
blicos, hospitales, las migraciones, la inseguridad, la violencia y el y la Alianza Popular de los Pueblos de Oaxaca en México; las or-
hambre. Con su mezcla única de experiencias vividas y heredadas, ganizaciones indígenas nacionales y locales en Ecuador, y nume-
estas poblaciones emergen con formas de organización y lucha re- rosas otras por todo el continente, hasta las organizaciones de los
cién inventadas. Hoy no están sólo resistiendo, como en los años migrantes mexicanos y latinoamericanos en Estados Unidos y las
pasados noventa: están contraatacando en muchas formas origi- múltiples formas organizadas del insurgente movimiento indígena
nales y en terrenos apenas ayer inventados. en México, Bolivia, Ecuador, Perú, Chile.
Entre los primeros reflejos, en el mundo de la política formal, Este es el lazo sutil existente entre situaciones, antecedentes y

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HISTORIAS CLANDESTINAS l ' l A N I I A SIN I I'V

salidas tan diversas como las de las rebeliones contra los gobiernos Por otra p;uii-, i-s prcdso no olvidar que el orden neoliberal tie-
neoliberales en tres distantes ciudades latinoamericanas: Buenos Ai- ne también sus pilares sociales, tal vez minoritarios pero no me-
res, Argentina, 2001; El Alto, Bolivia, 2003 y 2005; Oaxaca, Mé- nos sólidos. En sus economías se han consolidado una espesa red
xico, 2006. de intereses de nuevos y viejos capitales nacionales y extranjeros,
legales e ilegales, formales e informales, y también un sector social
* ** de técnicos, profesionistas, comerciantes, ejecutivos, expertos en
nuevas técnicas y tecnologías, dispuestos a defender hasta lo último
Esta situación social latinoamericana ha ingresado en Estados Uni- sus privilegios y su movilidad y que claman por la criminalización
dos con las movilizaciones sin precedentes de los migrantes en 2006 de la protesta social. De esos sectores agresivos y de su clientela
y, por el lado opuesto, con las tareas represivas asignadas a la Guar- proviene buena parte de la sólida votación que siguen obteniendo
dia Nacional y el delirio de la construcción de una Gran Muralla los partidos de derecha, de ellos se nutre la ideología conservadora
en la frontera con México. de las cadenas de comunicación y la política neoliberal de los go-
Todo esto forma parte de un turbulento proceso de definición biernos de Colombia, Perú, México y varios otros.
de reglas y relaciones políticas, sometido además a las presiones Nada fue fácil antes, nada lo será mañana. Venimos del gran de-
provenientes por un lado de la economía mundial, y por el otro del sastre universal de los años noventa, el que consolidó e hizo más
Pentágono y el aparato militar mundial de Estados Unidos. feroces a los nuevos y a los antiguos ricos de la tierra, el que engen-
En 2005 el Pentágono tenía 737 bases militares distribuidas co- dró también la nueva furia de los antiguos y los modernos conde-
mo una red sobre todo el planeta. Esta es la estructura material nados de la tierra.
básica del mercado global capitalista: desregulado, sí, pero bajo es- Que no nos vengan con que es el tiempo de la esperanza. Es aho-
trecha vigilancia e iniciativa militar también. Su subsistencia ul- ra el tiempo de la ira y de la rabia. La esperanza invita a esperar;
terior tampoco es concebible sin guerras y, finalmente, sin guerra la ira, a organizar. Así irrumpió la revolución en Bolivia a inicios
global. La cuestión de la guerra es un tema cardinal de cualquier pro- del siglo XX!. Así pueden despuntar otros porvenires en América
yecto democrático y de izquierda en Estados Unidos. Como otras Latina.
veces, es sobre todo desde adentro que se podrá por fin jalar el freno El llamado "populismo" de varios de sus gobiernos es una pri-
de emergencia a la hoy desenfrenada maquinaria bélica del imperio. mera respuesta moderada —y significativa— al nivel de las ins-
tituciones existentes. Pero los más importantes y todavía no bien
definidos procesos de insurgencia social están tomando forma en ese
inframundo del orden neoliberal, pictórico hoy de movimiento y
Los pueblos latinoamericanos, con tradiciones, intensidades y or- furia, poblado por las modernas víctimas de la explotación, el des-
ganizaciones diversas, están en movimiento por la recuperación y pojo, el racismo y la represión.
la expansión, bajo formas nuevas, democráticas y autónomas, de las Hay un tiempo para la esperanza y hay un tiempo para la ira.
redes protectoras y solidarias y, además, por nuevos derechos, ga- Éste es el tiempo de la ira. Después de la ira viene la esperanza.
rantías y libertades. Las insurgencias indígenas en las tierras de las
civilizaciones originarias, la movilización por derecho propio de 9 de marzo de 2007
las poblaciones de ascendencia africana en Brasil, Venezuela y el Ca-
ribe, forman parte de esta realidad emergente.

20 21
Bolivia, una revolución del siglo XXI

La Revolución es lo que ha de venir bien a todos. Es como


el Viejo Cóndor de los altos cerros con su penacho blanco
y que nos ha de cobijar a todos con sus poderosas alas.

Francisco Chiparía Ramos, 19451

E l movimiento insurreccional de septiembre-octubre de 2003 en


Bolivia aparece, en sus formas, sus protagonistas y sus conte-
nidos, como un producto de las trasformaciones impuestas por la
reestructuración neoliberal de fines del siglo XX en la sociedad, en
la economía y, sobre todo, en la vida, los territorios y las relacio-
nes de las clases subalternas. Es un movimiento nuevo, con actores
antes inexistentes, con una capacidad fresca para unir las deman-
das más inmediatas a las propuestas nacionales más generales —gas,
agua, hidrocarburos, coca, república— y con métodos de organiza-
ción y de enfrentamiento de antigua estirpe pero también nutridos
por cuanto las nuevas tecnologías han puesto a su alcance.
En la insurrección boliviana despuntó una combinación inédi-
ta de rasgos antiguos y modernos y un uso nuevo de la violencia
popular. Más que explicar la insurrección del altiplano por com-
paración con las revoluciones del pasado, hay que analizarla en re-
lación con las trasformaciones de la sociedad y de las formas de
dominación del capital establecidas desde la última década del si-
glo XX.

1 Citado en Silvia Rivera Cusicanqui, Oprimidos pero no vencidos. Luchos del

campesinado aymara y qhechwa, í 900-1980, Yachaywasi, La Paz, 4a. ed. en espa-


ñol, 2003.

25
HISTORIAS CLANDESTINAS I U H I V I A, I i ! I A I! I Vi U U U l ' í N I >!•'!. S l ü l . O XXI

Si esto es así, en la violenta y victoriosa insurrección boliviana muertos más, i%sa f i l m dijeron, esta vez tumbarían al odiado presi-
que culminó en octubre de 2003 estaríamos ante la primera revo- dente asesino. C'on la violencia de sus muertos, dije, con la vio-
lución del siglo XXI. Conviene tratar de descifrar sus contenidos, lencia de sus cuerpos.
sus motivaciones y sus presagios.
3

Bajarían a La Paz, dije. La Paz está en una hoyada, cuatrocientos


El 17 de octubre de 2003 aymarás, campesinos, trabajadores y tra- metros más abajo que el altiplano donde, al borde mismo de la
bajadoras con empleo y sin empleo, vendedoras de los mercados y hondonada, se encuentra El Alto con casi 800 mil habitantes, sus
de las calles, estudiantes indígenas, mineros, migrantes de los cua- casas de autoconstrucción y los espléndidos nevados de la Cordille-
tros rumbos —la indiada, pues, la indiada tan temida—, con la ra Real en su horizonte. Las laderas caen hacia la capital en forma
violencia de sus cuerpos y sus muertos, tomaron La Paz y derriba- abrupta, y por ese lado están totalmente cubiertas por los antiguos
ron al Presidente de la República de los Señores y los Ricos, don barrios de los trabajadores —Munaypata, Pura Pura, Villa Victo-
Gonzalo Sánchez de Lozada. ria— que también tienen su historia de luchas y masacres: Villa
Ellos, pues, esos mismos que estaban bloqueando caminos des- Victoria fue bombardeada por aire en 1950.
de inicios de septiembre y en huelga general desde el 8 de octu- Por sus avenidas, calles, callejuelas y senderos empezó a bajar la
bre. Con la violencia de sus cuerpos, sí, porque a más de piedras, torrentera aymara el día miércoles 15. A su paso, los vecinos de las
palos, hondas, tres fusiles viejos y unos cachorros de dinamita, armas laderas los reciben con júbilo, les dan refrescos, agua, comida, y se
no tenían. Con la violencia de sus muertos, sí, porque el ejército, van sumando a ellos. El 16 llegarían los mineros de Huanuni, des-
que para romper bloqueos había recomenzado a matar indios el 20 pués de sortear, amenazando y negociando, el bloqueo del ejército
de septiembre en la localidad de Wahsata, altiplano paceño, el do- cien kilómetros atrás, en Patacamaya, donde al fin el destacamen-
mingo 12 de octubre ya los había masacrado en El Alto. to militar había dejado pasar sin atacarlos a los sesenta camiones
Esos, los mismos y las mismas que el lunes 13, mientras el ejér- de mineros, hombres y mujeres (palliris), que venían desde Oru-
cito allá abajo en La Paz seguía matando, habían llevado sus muer- ro, la capital minera. Dejado pasar, dije, señal de duda que todos
tos a los atrios de sus iglesias y a los patios de sus casas; y los habían percibieron.
velado; y se habían contado y habían contado a quien quisiera oír Ya habían llegado para entonces por decenas de miles los cam-
las atrocidades del ejército y la resistencia con las manos desnu- pesinos aymarás de la provincia Omasuyos y de otros rumbos del
das; y con la ira en los ojos habían mostrado a los reporteros, como altiplano, que desde hacía un mes mantenían el bloqueo carrete-
quien presenta una ofrenda, las manos juntas llenas de casquillos ro. También llegaban los de su capital rebelde, Achacachi, varias
vacíos recogidos por las calles de El Alto; y habían hablado entre veces masacrada a lo largo del tiempo, donde se alza una estatua
ellos en voz baja y se habían aconsejado toda la noche. Y el mar- de Túpaj Katari, el jefe aymara que en 1781 puso cerco a La Paz y
tes 14, a la mañana, en cortejos por las calles polvorientas habían estuvo al borde de tomarla antes de ser derrotado por los españo-
llevado a sus muertos ante sus iglesias y habían asistido en masa a les. Venían también destacamentos tic cocaleros de los Yungas y
las misas de cuerpo presente; y habían conversado en las juntas de otras regiones templadas o calientes. Los estudiantes cíe la Uni-
vecinales de cada esquina con sus dirigentes; y habían decidido, versidad Pública de El Alto (UI'KA) se movían por todas partes,
entonces, que ahora sí bajarían a La Paz y, así costara quinientos entre las fogatas de llantas viejas y las barricadas hechas con los

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HISTORIAS CLANDESTINAS IU H I V I A , UNA líl Vi H IH ION Pl-.l. SUíl.O XXI

puentes peatonales tumbados sobre las avenidas a fuerza de mu- En 1950, m i u i d i i Ins aviones andaban bombardeando a los po-
chos brazos jalando sogas. bladores de Villa Victoria, El Alto tenía 11 mil habitantes, colga-
Esta vez, octubre de 2003, La Paz estaba bajo el cerco indio, dos allá arriba al borde de la hoyada. En 2001, según el censo,
aymara, el cerco del cierre de caminos y la huelga general. No per- tenía ya 650 mil, en un país cíe 8 millones de habitantes. En estos
mitían entrar alimentos ni mercancías ni gasolina. Exigían la re- años siguió creciendo. "Del total de la población trabajadora de El
nuncia del presidente; la no venta del gas al exterior por los puertos Alto, 69 por ciento lo hace en el ámbito informal, de empleo pre-
chilenos; la no erradicación de los cultivos de coca, sustento de cario y bajo relaciones laborales semiempresariales o familiares. Pese
los cocaleros, artículo de consumo popular y planta sagrada de las a ello, poco más de 43 por ciento de los áltenos son obreros, ope-
antiguas civilizaciones; una Asamblea Constituyente para refun- rarios o empleados, lo que la convierte en la ciudad con mayor
dar la República, y otras ochenta demandas, entre las más diver- porcentaje de obreros del país", anota Alvaro García Linera.2 Esa
sas, que cada sector y comunidad traía consigo. El idioma, los población es muy joven: 60 por ciento son menores de veinticin-
gestos y hasta la bandera aymara, la wiphala, se habían hecho re- co años y sólo 10 por ciento tiene más de cincuenta años de edad.
ceptáculos y portadores de las grandes demandas nacionales. Setenta por ciento de los hogares no tiene alcantarillado ni insta-
Desde 1781, el cerco indio de la ciudad es el fantasma que alu- lación sanitaria, los servicios hospitalarios son precarios, los servi-
cina la imaginación de las clases dominantes: "La pesadilla del cios educativos también. En El Alto se encuentran los mayores
asedio indio sigue incomodando el sueño del criollaje boliviano", índices de trabajo infantil y el promedio más alto de personas ocu-
escribía hace veinte años Silvia Rivera Cusicanqui. Ahora pare- padas por hogar. Pero al mismo tiempo, 60 por ciento de los ho-
cía hacerse realidad. Mientras tanto desde el sur, allá donde el cau- gares está por debajo de la línea de pobreza y la mitad de éstos en
ce de La Paz desciende hacia lugares más templados, allá por donde la indigencia. Pablo Mamani, sociólogo aymara y profesor de la
están las casas de los ricos, cerraban el cerco y venían avanzando Universidad Pública y Autónoma de El Alto (UPEA), escribe:
los indios de los valles de más abajo, los comuneros de Ovejuyos,
que subían por los barrios bonitos sin tirar a su paso una piedra ni El Alto es una ciudad construida por sus vecinos en cuanto al aporte de su
romper un cristal ni cortar una flor. Nomás subían como río en re- mano de obra y capital económico para la construcción de sus calles, aveni-
versa para ir a tumbar al presidente. das, mercados, canchas de fútbol, etcétera. Además, hay una construcción
social propia de la vida cotidiana fundamentada en amplias relaciones de pa-
rentesco, compadrazgos dispersos en el espacio urbano, amistades intcrbarria-
les de los jóvenes, relaciones más o menos comunes de procedencia desde los
Para romper el cerco, disipar la pesadilla, hacer un escarmiento y ayllus y comunidades del altiplano, los valles y las regiones subtropicales de
permitir el ingreso a la ciudad de gasolina y abastos, había entra- los Andes.1
do el ejército el día 12 a masacrar a El Alto, esa enorme ciudad
autoconstruida en dos décadas por los desplazados y las víctimas
del neolibcralismo: migrantes rurales del altiplano, obreros mine-
1 Alvaro García Linera, "El Alto insurrecto", en El Juguete Rabioso, año 3,
ros y fabriles "relocalizados" de Oruro y Potosí, empleados de ofi- núm. 90, La Paz, 12 de octubre de 2003.
cinas de La Paz, comerciantes pobres y medianos, 80 por ciento de 1 Pablo Mamani Ramírez, Eí rugir de ks multitudes. La fuerza de los levanta-

todos los cuales en el último censo (2001) se declararon a sí mis- mientos indígenas en BolivialQuUamyn, Aruwiyin, La Paz, 2004, p. 140. Ver tam-
mos "indígenas", aymarás y quechuas de comunidades diversas. bién Luis Gómez, El Aíto de Jiíe, Comuna, La Paz, 2004.

28 29
HISTORIAS CLANDESTINAS 1HH I V I A , I voi urióN ni-i. su;LO xxi

El Alto se afirma en su identidad aymara, añade Mamani: va dominación rxcluyi'n, por el momento, las dictaduras militares
como vía "legílima" Je salida de los conflictos y de administración
Existen en las protestas sociales [...] formas de manifestación aymara en el del Estado, y esta novedad ha sido debidamente registrada por los
lenguaje de la vestimenta y sus significados: la pollera, los sombreros y el len- dominados.
guaje de los símbolos: yatiri, coca, pututus y wiphalas que desde una posición
de destierro social gestan actos y ritualidades alternas a los elementos simbó- 5
licos del Estado.4
Contra esta "dominación sin hegemonía" —como en otro contex-
Esta ciudad joven, moderna, desafiante, alzada por las propias to denomina el historiador Ranajit Guha a la larga dominación co-
manos de sus vecinos, es la que surgió del capitalismo en su fase lonial británica en la India—, contra esta dominación neoliberal
neoliberal, con la apertura comercial y la reestructuración iniciadas en un Estado de matriz colonial que la casta oligárquica ha queri-
en 1985 mediante el decreto 21060 —hoy objeto del odio popu- do afirmar en Bolivia a punta de tanque y bala a principios del
lar—, bajo cuyos efectos se desprotegió a las economías campesi- siglo XXI, entró en rebelión desde el año 2000 el pueblo boliviano
nas y artesanales, cayeron los precios de sus productos, se cerraron en sucesivas "guerras", revelador nombre bélico que el pueblo
minas y manufacturas, cayeron salarios y empleo, se privatizaron mismo ha dado a sus movimientos: la guerra contra la privatiza-
los hidrocarburos y los servicios públicos, se desencadenó una ma- ción del agua en Cochabamba en 2000, la guerra en defensa de los
siva emigración interna y externa, se desgarró el tejido social po- plantíos de coca en el Chapare contra el ejército y la policía en
pular urdido desde la revolución de 1952. enero de 2003 (13 cocaleros muertos, 60 heridos), la guerra con-
El capitalismo neoliberal creó así, sin proponérselo, la masa tra el impuesto a los salarios en La Paz en febrero de 2003 (más de
popular, la dimensión territorial y las condiciones sociales de la 30 muertos), la guerra del gas en septiembre y octubre de 2003 (80
insurrección. Destruyó las antiguas institucionalidades negociado- muertos), hasta culminar con la toma indígena de La Paz y la caída
ras, implantó brutalmente una nueva dominación. Pero a la coer- del gobierno
o
ese mismo año. Este modo de dominación, además,
ción con que lo hizo no la acompañó el consentimiento de los ha venido a agudizar la fragilidad congénita de un Estado racista
dominados. El neoliberal es un modo de dominación que busca de- de matriz colonial como el de Bolivia.
sorganizar y atomizar, que no pretende negociar nada con nadie, En este mando neoliberal modernizador que no logra afirmar su
sino sólo tratar con individuos solitarios e indefensos. Al final hegemonía podría verse, tal vez, un eco lejano de lo sucedido con
resultó que no pudo. Esa masa nueva recomenzó a organizarse en las reformas borbónicas del siglo XVIII, guiadas por ideas iluministas
sus territorios nuevos con sus saberes antiguos, que no estaban de racionalización y centralización del mando, a las cuales respon-
en las instituciones desmanteladas, sino en sus mentes y en sus cuer- dieron en la región andina, en 1780 y 1781, las gigantescas rebe-
pos. La nueva dominación no ha logrado llegar a establecer una liones indígenas de Túpaj Amaru y Túpaj Katari. En un sugerente
hegemonía, un consentimiento que acompañe y sea el mediador estudio, "Costumbres y reglas: racionalización y conflictos socia-
de la coerción como lo habían logrado medio siglo antes en Ar- les durante la era borbónica", el historiador Sergio Serulnikov sos-
gentina el peronismo, en México el PRI, en Bolivia la revolución tiene que las nuevas normas fueron interpretadas diversamente en
de 1952 y el MNR. Al mismo tiempo, las reglas propias de la nue- la región andina según los intereses de los españoles y criollos o los
de los indios. Éstos vieron también en ellas "un instrumento de la
4 P. Mamani Ramírez, op. cit., p. 139. resistencia andina contra arraigadas costumbres de explotación y

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HISTORIAS CLANDESTINAS HOl.lVIAi UNA RfiVOI UCIÓN Ml:l. su ¡I.o X X i

opresión política en los pueblos rurales",5 mientras los gobernan- avenidas, j i i n i n s vivm:ik-s en cada manzana, vigilias voluntarias
tes coloniales usaron los proyectos racionalizadores para el opues- llamadas por altavoces en las esquinas, barricadas con piedras, alam-
to fin de consolidar su mando. bres y llantas, radios independientes trasmitiendo las veinticuatro
horas de cada día, guardias populares para evitar saqueos a los ne-
El punto clave, sin embargo —anota Serulnikov— es que la insurrección in- gocios, asambleas en las calles, en los locales sindicales y en las pa-
dígena más radical durante la época colonial fue el resultado del entrelaza- rroquias. Entre sus escasas pertenencias, los migrantes habían traído
miento, no del choque, entre procesos de movilización social desde abajo y de consigo la herencia inmaterial del saber organizativo.
trasformación política desde arriba. Vista desde este contexto particular, la "La organización comunitaria traída del altiplano y los centros
crisis de legitimidad colonial puede haber sido menos el resultado de la ÍITV mineros anuló por completo al gobierno, que tuvo que llegar al
posición de un nuevo pacto colonial que de ¡as inesperadas formas en que ese uso discrecional de la fuerza para romper los cercos de la protes-
nuevo proyecto hegemónico contribuyó al colapso del viejo orden sin consolidar, en ta", escribiría con cierta lucidez dos semanas más tarde, el 30 de
d camino, una alternativa viable [cursivas añadidas]. Las políticas borbónicas octubre, el periódico conservador La Razón.
aumentaron la carga económica sobre las comunidades andinas al mismo En buena parte es así; pero no es eso el todo. Pues ese saber co-
tiempo que dieron a éstas más poder para confrontar la autoridad local.6 munitario está materializado también en las formas organizativas
que desde hace décadas, con altibajos de auges y recesos, vinieron
¿Habrá sido esta última insurrección del altiplano, sin cabezas construyendo sus portadores: la Central Obrera Boliviana (COB),
visibles, sin partidos dirigentes, sin grandes centrales sindicales, debilitada pero viva, encabezada por Jaime Solares; la Central
sin toma del poder, una violenta ñor de un solo día; o, como en la Obrera Regional de El Alto (COR), decisiva en este movimiento,
revolución de 1781 contra el Estado colonial, como en la revo- encabezada por Roberto de la Cruz; la Confederación Sindical
lución de 1952 contra el Estado oligárquico, estamos ante una Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), fuer-
precursora de respuestas similares contra la presente dominación te en el altiplano aymara, dirigida por el "Mallku" Felipe Quispe;
neoliberal en otras zonas de esta región del mundo? en la zona cocalera y otras regiones, el Movimiento al Socialis-
Aunque sólo fuera para responder a esta pregunta, hay que pres- mo (MAS), encabezado por Evo Morales; en los valles centrales, los
tarle atención y, sobre todo, no dejarla sola. campesinos regantes de Ornar Fernández; en la ciudad de Cocha-
bamba y su periferia, los trabajadores fabriles y la Coordinadora
del Agua, encabezada por Óscar Olivera, que en 2000 condujeron
la guerra del agua.
Para romper el cerco de La Paz había entrado el ejército el día 12 Podría verse aquí un nuevo episodio de lo que Silvia Rivera Cu-
de octubre a masacrar El Alto, dije. Es que no había otro modo pa- sicanqui describe como "el proceso difícil y contradictorio" de
ra ellos, pues El Alto, esa ciudad de migrantes desarraigados, en esos "la síntesis entre la memoria larga (luchas anticoloniales, orden éti-
días estaba asombrosamente organizada, con bloqueos de calles y co prehispánico) y la memoria corta (poder revolucionario de los sin-
dicatos y milicias campesinas a partir de la revolución de 1952)".
5 Sergio Serulnikov, "Costumbres y reglas: racionalización y conflictos socia- Sin embargo, en la rebelión de El Alto fueron los vecinos y sus
les durante la era borbónica (Provincia de Chayanta, siglo XVlIl)", en Forrest juntas locales, y no esas organizaciones ni sus dirigentes, los que
Hylton et ai, Ya es otro tiempo el frésente.Cuatro momentos de imitrgencia indíge-
na, Muela del Diablo, La Paz, 2003, pp. 78-133.
articularon el entero movimiento. Es lo que registraron La Razón
6 ¡bid. y otros órganos de prensa escrita y radial en esos días. Por eso el

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HISTORIAS C L A N D E S T I N A S IU)| I V I A , I i NA U I VOl UCIÓN

ejército se lanzó a ciegas contra todos, sin ir a buscar las inexisten- Alto y con Lis iiiiniliiis de los que han sido asesinados", decía su pri-
tes cabezas del movimiento. mer comunicado, denunciando "la culpabilidad de la clase política"
y exigiendo la renuncia de "Sánchez de Lozada y su gobierno".
Así, al amanecer del domingo 12 —prosigue la crónica retrospectiva de La El grupo iniciador de la huelga de hambre temía un enfrenta-
Razón—, un enorme operativo militar inició en la zona norte la matanza que miento inminente entre la multitud, que ya ocupaba calles y pla-
al final de la tarde cobraría la vida de 28 personas. El convoy compuesto por zas, y el ejército. Al amanecer del día 17, la masa cercaba la plaza
carros cisternas y dirigido por tanques y caimanes bien pertrechados avanzó Murillo y amenazaba al Palacio Quemado, mientras una primera lí-
por la Avenida 6 de Marzo hasta el cuartel Ingavi, con ráfagas de metralla que nea de policías y una segunda y tercera líneas de militares prote-
se responden con cachorros de dinamita, petardos y piedras, dejando a su gían la sede presidencial. Según Ana María Campero, ex Defensora
paso muertos y heridos. del Pueblo, figura política destacada y promotora de los "pique-
tes" de huelguistas de hambre, entre el 16 y el 17 éstos se moviliza-
Con la violencia de sus cuerpos y sus muertos, dije: "Los movi- ron con angustia para "convencer a unos y otros para que no dieran
mientos políticos y sindicales casi desaparecieron del conflicto", lugar a un enfrentamiento que hubiera costado mucha sangre". Una
sigue refiriendo la crónica. "Fueron los vecinos los que organiza- semana después, el 24 de octubre, Campero narraba en la revis-
ron la radicalización. La noche del miércoles 15 la furia popular ta Puíso lo que, según lo vivió desde su ubicación en el conflicto,
movió nueve vagones de tren, cada uno de diez toneladas, y los había sido esta función "mediadora" de los huelguistas de hambre:
dejaron caer desde el puente sobre la Avenida 6 de Marzo, cerran-
do el paso sobre esa ruta." Mientras los celulares se activaban para contactar a los líderes sociales, Sacha
Basta. Ya no pasa ningún convoy, carajo. Llorenti, Ricardo Calla y Roger Cortés fueron al encuentro de los marchistas.
Entonces los que empezaron a bajar fueron los vecinos, los deu- La respuesta de éstos fue que no harían nada que pudiera provocar enfrenta-
dos y parientes y conocidos de los muertos, los heridos y los perse- mientos. Yo logré hacer contacto con e! general Juan Veliz, comandante Ge-
guidos, la masa enfurecida creada por años de neoliberalismo, los neral del Ejército, con quien mantuve una larga charla que empezó con la
herederos de la organización comunitaria y de las luchas sindica- invocación: "Por favor, general, no disparen contra el pueblo". Juan Ramón
les, los aymarás y los quechuas, los indios y los cholos, los que vi- Quintana hizo lo mismo con otros altos jefes castrenses. De acuerdo a los in-
ven por sus manos, los que son tantas cosas menos ricos. Mientras formes, esa misma noche los militares le dijeron a Sánchez de Lozada que se
tanto, por la otra punta de la ciudad cerraban el embudo de La Paz replegarían a sus cuarteles. Por la tarde habían dejado pasar en Patacamaya a
los comuneros indios que subían desde el sur. un contingente de mineros.

7 Hubo quien me dijo semanas después, desde la izquierda, que


había sido una mezcla de miedo e hipocresía lo que se encubría tras
A esa altura, después de la matanza del 12 de octubre en El Alto, en ese vuelco de profesionistas, intelectuales y artistas. Miedo es segu-
La Paz misma estaba ocurriendo un vuelco que sería decisivo. Dece- ro que había en todas partes, le dije, en El Alto y en el barrio bo-
nas primero, cientos y cientos después de profesionistas, universita- nito de Sopocachi. Pero las clases no actúan por hipocresía.
rios, artistas, escritores, periodistas, sectores de clase media, habían
empezado a hacer "piquetes" —así los llamaron— en las iglesias, de- 7 Ana María Campero, "Los piqueteros de la esperanza", en Pulso, La Paz, 24-
clarándose en huelga de hambre "en solidaridad con la ciudad de El 30 de octubre de 2003.

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HISTORIAS C L A N D E S T I N A S tu U I V Í A , l ' I M HBVOLLH H ' i N h]-. I SU ¡1 O XXI

"Miedo teníamos aquí, en Villa Ingenio", me dijo el padre Wil- La Paz, ciudud ioiu;id;i. Con la violencia de sus cuerpos y sus
son Soria, uno de los curas de El Alto que en su Parroquia del muertos, dije, los insurrectos habían conquistado la ciudad. Se apres-
Cristo Redentor se la jugó con los suyos desafiando las balas para taban ahora, literalmente a cualquier costo, a tomar la residencia
rescatar a los heridos, y con los vecinos firmó después un mani- del presidente y sus subordinados más cercanos, en especial Carlos
fiesto excepcional pidiendo, por "respeto a la dignidad humana y Sánchez Berzaín, ministro de Defensa, el artífice de las masacres.
la fraternidad en la pluralidad cultural", nada menos que "la diso- Y a colgarlos, decían. A éstos los protegía sólo un mando militar
lución progresiva del ejército". Es seguro que el padre Soria no ha- con fisuras, que ya había tenido que ejecutar soldados indios que
bría sido recibido por el general Juan Veliz, y que tampoco habría se negaban a disparar contra los suyos, un mando que sabía que eso
sido ésa su aspiración ni su tarea. de los quinientos muertos más era verdad; y después de esa matan-
"En La Paz, miedo teníamos todos", me dijo Jenny Cárdenas, za qué, sino la desbandada y la deshonra.
cantante sin par de la música boliviana, iniciadora también de los El 17 de octubre a la madrugada, dicen las crónicas, "los mili-
piquetes. "Pero yo no entré a la huelga de hambre por miedo, sino tares tenían muchos reparos en continuar disparando contra la
porque no quiero vivir en un país donde para gobernar tengan que población". El presidente recibió el informe de que los mandos
seguir matando al pueblo." No era miedo. Era el desplazamiento habían "flexibilizado" su posición y le pedían que se fuera. Por las
repentino de una clase hacia otra, propio de los grandes movi- calles se esparcía el rumor de la renuncia. A las 13:00 horas, Sán-
mientos de la sociedad. Era como cuando el 12 de enero de 1994 chez de Lozada la redactó. Tres horas después, junto con sus mi-
el Zócalo entero de la ciudad de México exigió el alto al fuego y nistros más cercanos, escapó de su residencia en helicóptero. Desde
a la matanza militar de los zapatístas y las comunidades indígenas el aeropuerto de Santa Cruz de la Sierra, todos volaron esa noche
insurrectas en Chiapas. hacia Miami. Una vez que el avión hubo despegado, desde el ae-
Este vuelco en La Paz, que se extendió el 15 y el 16 de octubre ropuerto alguien envió por fax la carta de renuncia al presidente
a Cochabamba, Oruro, Potosí, Tarija, Sucre, Santa Cruz y otras de la Cámara de Diputados. En este final de opereta posmoderna
ciudades de la República, terminó de aislar al presidente, al ejér- el presidente en fuga, como despedida, acusó todavía a las organi-
cito, a la embajada de Estados Unidos y a los núcleos irreductibles zaciones sociales de "desintegración nacional", "autoritarismo cor-
del racismo oligárquico reunidos en torno a ese terceto. Cuando porativista y sindical" y "violencia fratricida".
el mando militar dio un paso al costado, se quedaron solos el pre- Ahí se acabó. Los insurrectos habían ganado. El vicepresiden-
sidente y la embajada. Pese al apoyo explícito del Departamento te Carlos Mesa, que el día 13 se había apartado del presidente, se
de Estado en Washington, la caída era inminente. hacía cargo de la presidencia. En los días siguientes prometía el re-
feréndum sobre la venta del gas, la asamblea constituyente y otras
demandas del movimiento popular. Los campesinos se regresaban
a sus comunidades, los mineros se volvían a Huanuni: "Ahi cuando
El jueves 16 de octubre todo el centro de La Paz, las avenidas, haya que tumbar otro presidente, nomás nos avisan y regresamos",
las plazas, las calles aledañas, estaba ocupado por la multitud ve- dicen los vecinos de El Alto que los mineros dijeron al partir.
nida de El Alto, del altiplano, de Oruro, de los Yungas, de los El nuevo presidente no era de ellos. Pero tampoco era el masa-
valles del sur, de los barrios populares, de las universidades y es- crador. No habían "tomado el poder". Habían dejado 81 muertos y
cuelas, de los mercados, de arriba de las montañas y de abajo de 400 heridos. Pero habían conseguido lo que buscaban desde la re-
la tierra. belión de febrero de 2003 en La Paz, que ya les había costado otros

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HISTORIAS CLANDESTINAS BOLIVIA, UNA RBVO1 UCION DHl SKil.o X X I

33 muertos, varios de ellos caídos por el fuego de francotiradores Una revolución m > o,s algo que pasa en el Estado, en sus insti-
del ejército. Esta vez habían tumbado al asesino. Habían ganado. tuciones y f i n iv sus políticos. Viene desde abajo y desde afuera. Su-
Una vez más la pregunta: ¿fue esta insurrección una estación cede cuando entran al primer plano de la escena, con la violencia
violenta de una breve semana, apagada después en el retorno a la de sus cuerpos y la ira de sus almas, esos que siempre están, preci-
dominación cotidiana del Estado y sus rutinas de opresión, o fue samente, abajo y afuera: los postergados de siempre, los dirigidos,
una anunciadora de algo que vendrá o que ya está en camino? aquellos a quienes los dirigentes consideran sólo suma de votan-
No sabría ahora responder. Pero sí he podido ver que el senti- tes, clientela electoral, masa de acarreo, carne de encuesta. Suce-
miento de haber ganado es perceptible, fuerte y duradero; y con de cuando ésos irrumpen, se dan un fin político, se organizan según
ese sentimiento extraño, inusual, que no calma la rabia porque po- sus propias decisiones y saberes y, con lucidez, reflexión y violen-
co han conseguido mientras ven que la casta política vuelve a sus cia, hacen entrar su mundo al mundo de los que mandan y logran,
rejuegos, con ese sentimiento los insurrectos de octubre prosiguen como en este caso, lo que se habían propuesto. Lo que viene des-
ahora su vida de trabajo y deliberan en sus lugares, a ver cómo le pués, vendrá después.
hacemos, a ver por dónde, y no nos descuidemos porque éstos na- Si la revolución sucediera sólo cuando conquista el poder del
da van a querer cumplir, nomás promesas nos ofrecen para que los Estado una nueva élite dirigente, ¿dónde quedarían las revolucio-
votemos. ¿Y todos esos muertos, heridos y descalabrados, nomás pa- nes de 1848 en Europa, la Revolución de 1857 en la India (que
ra que ellos ganen unas elecciones y unas curules y todo siga igual? los británicos llaman "motín"), la Revolución de 1905 en Rusia,
¿Para eso pusimos nuestros cuerpos y nuestros muertos? la Revolución alemana de 1919, la Revolución española de 1936, la
La violencia sigue incubando en Bolivia, la violencia de los que Revolución griega de 1944, la Revolución húngara de 1956, la Re-
ganaron pero no vencieron, de los que no quieren otra vez ser bur- volución guatemalteca, la Revolución salvadoreña y tantas otras
lados por los catrines, los "blanquitos", los q'aras, los eternos se- canonizadas en las historias de la izquierda?
ñores de la dominación racista y oligárquica del capital; y también En julio de 1917, ante las incógnitas de un movimiento de ma-
la otra violencia, la de los señores, que en este inestable interreg- sas sin precedentes iniciado en las tierras rusas, Vladimir líich Le-
no se recomponen y cocinan el desquite. nin se preguntaba: "¿Qué es lo que define a una revolución?". Esta
era su respuesta:

Si comamos como ejemplos las revoluciones del siglo XX, tendremos que re-
¿Pero es ésta una revolución? ¿Cuál revolución si no destruyó el conocer como burguesas, naturalmente, las revoluciones portugués;) y turca.
aparato estatal y su fuerza represiva, no tomó el poder un partido Pero ni la una ni la otra son revoluciones "populares", pues ni en la una ni en
revolucionario de los trabajadores, no tuvo jefes, no sacó proclamas? la otra actúa perceptiblemente, de un modo activo, por propia iniciativa, con
¿Cuál revolución si nomás tumbó a un presidente y su camarilla sus propias reivindicaciones económicas y políticas, la masa del pueblo, la in-
de asesinos? ¿Cuál revolución si no se quedaron los insurrectos en mensa mayoría de éste. En cambio, la revolución burguesa rusa de 1905 a
La Paz, si se volvieron a sus comunidades, a sus parcelas, a sus minas 1907, aunque no registrase éxitos tan "brillantes" como los que alcanzaron en
y talleres, a sus barrios y sus hogares, a su vida cotidiana, pues? ciertos momentos las revoluciones portuguesa y turca, fue, sin duda, una re-
Lo que en Bolivia acaba de suceder es antiguo como las rebe- volución verdaderamente popular, pues la masa del pueblo, la mayoría de
liones y a la vez es nuevo, radicalmente nuevo. Todos los interro- éste, los estratos sociales de más abajo, aplastados por la opresión y la explo-
gantes son entonces legítimos. Ensayemos respuestas. tación, se levantaron por propia iniciativa y estamparon en todo el curso de

38 39
H I S T O R I A S CLANDESTINAS lioi I V I A , U N A REVOLUCIÓN D I - 1 S K i l n X X I

la revolución el sello de sus reivindicaciones, de sus intentos de construir a xhulu uní su c i i i o i i u i m.is t ru .uní, iiíshidii de ID tiente, pero seguro de que no
su modo una nueva sociedad en lugar de la sociedad vieja que había de ser se equivoo'i m MI M^inula gestión de 437 días, iniciada el 2 de agosto de 2002.
destruida.*
Con cierto desencanto por este derrumbe sin honor y sin glo-
Vladimíi Ilich sabía que estaba ante hechos nuevos, engendra- ria, el articulista agregaba: "Se impuso el conservadurismo presi-
dos por la expansión del capital en las décadas precedentes y por dencial, alentado por la administración tecnocrática del Estado y
la violencia de sus guerras: las primeras revoluciones del siglo XX. la pasión por las encuestas hechas en casa".
No las definía por sus direcciones, sus programas y sus resulta- "Confuso, desarticulado y sangriento conflicto": cada uno des-
dos, sino por sus protagonistas, sus dinámicas y sus hechos. Busca- cribe, con las palabras y los sentimientos que le son afines, lo que
ba definir y nombrar lo que era nuevo. A comienzos del siglo XXI, desde su mirador ve y desde la conciencia de su ubicación social
después de otra onda expansiva de la dominación del capital en percibe. La del articulista de La Razón no deja de ser una concien-
liis décadas pasadas, estamos otra vez ante la incógnita. cia que se siente desdichada ante los acontecimientos que sus per-
cepciones registraron.
10 Yo sigo creyendo, en cambio, que estamos ante una revolución,
cuyo momento de victoria fue la toma de la ciudad de La Paz y la
Cuesta darle a esta insurrección boliviana el nombre de "revolu- caída y la fuga del gobierno de Sánchez de Lozada el 17 de octu-
ción". Cuesta empezar de nuevo con ese viejo cuento, cuando ya bre de 2003. No sé qué vendrá después. Sé que la revolución está
parecía que "había consenso" en que las revoluciones eran cosa otra vez en estas tierras latinoamericanas, aunque para las miradas
del pasado y ahora nomás elecciones habría, transiciones demo- conservadoras aparezca como "un conflicto confuso, desarticula-
cráticas, gobernabilidades, acuerdos y consensos. Cuesta tener que do y sangriento".
tratar otra vez con lo intratable: la revolución, otra vez aquí, otra
vez violenta, confusa, sucia, mal vestida, mal comida, mal habla-
da, oliendo a pobre, otra vez tirándonos encima con violencia sus
cuerpos y sus muertos. Los indios, los cholos, los hombres y las mujeres de las clases sub-
Mejor digamos que esto no fue una revolución, sino un gran mo- alternas, con sus formas de organizarse y decidir, con sus organi-
tín, una rebelión, una insurrección que cometió muchos yerros, zaciones de múltiples niveles o sin ellas, con los dirigentes que
que no tenía partido dirigente, que era nomás por el gas y por los tuvieron a la mano, con la violencia de sus cuerpos y sus muertos
sembradíos de coca, un movimiento popular, una asonada grande y con la furia de sus almas, tomaron La Paz, paralizaron al ejérci-
y poco más. to y tumbaron al presidente y al gobierno de los asesinos. Cualquier
Quedémonos entonces con el balance del periódico La Razón, cosa suceda después, que todavía no sabemos, eso se llama revolu-
lúcido vocero conservador, que el 30 de octubre escribía: ción. Regatearle el nombre es regatearles esta difícil victoria a stis
protagonistas: los indios, los cholos, las mujeres y los hombres cíe
En un contuso, desarticulado y sangriento conflicto de 41 días, el presidente las clases subalternas de Bolivia. Mejor tengámoles confianza.
boliviano había renunciado, derrotado por una batalla que nunca lideró, asfi-

K V. I. Lenin, El Estado y la revolución, en Obras escondas, Progreso, Moscú, Febrero de 2004


1960, p. 324.

40
Memorial de agravios"

U n programa de gobierno es, se supone, una enunciación en po-


sitivo de aquello que el gobernante y su partido proponen a
la nación y se proponen llevar a cabo desde el poder con el que
han sido investidos. En las repúblicas democrático-liberates, como
la boliviana o la mexicana, es el compromiso puntual que el pre-
sidente asume con el pueblo que con su voto le dio mandato para
ejercer su cargo.
Digo puntual porque al asumirlo solemnemente el mandatario
—que significa "quien recibe mandato", no quien tiene potestad
de mandar a placer— enuncia ese programa en forma de puntos
claramente discernibles en su formulación.
En las poco habituales ceremonias de asunción del cargo de
presidente de la República de Bolivia en este enero de 2006, el
discurso de Evo Morales ante el Congreso, más que como un pro-
grama de gobierno —que también lo fue— se presentó como un
hondo y largamente debido memorial de agravios: los agravios an-
tiguos y modernos, los agravios a los antepasados y a los descendien-
tes, los agravios de los tiempos largos y de los tiempos recientes de
la historia, la historia de una patria construida sobre el despojo, la
humillación, la explotación de sus pueblos originarios, los indíge-
nas aymarás, quechuas y de otras culturas y lenguas originarias, el
grito de protesta de una civilización negada y convertida en subal-
terna, el de aquellos que hoy siguen siendo más de 65 por ciento
de la población boliviana.
El discurso inaugural del presidente Evo Morales fue, desde su
mismo inicio, un grito de denuncia y de protesta. Serio, todavía

* Publicado en La Jornada (México, 26 de enero de 2006), bajo el título "Bo-


livia: memorial de agravios y afán de justicia".

43
HISTORIAS C L A N D E S T I N A S MI M< Hl A í i K A V I O S

conmovido por el momento en que el vicepresidente Alvaro Gar- Vino luego el discurso del nuevo presidente. Cuaderno en mano,
cía Linera le impuso la banda presidencial, dijo así: desde un palco en el recinto del Senado, por suerte lejos de pre-
sidentes, príncipes herederos y otros dignatarios, un palco donde
Para recordar a nuestros antepasados, por su intermedio, señor presi- había invitados vestidos de todas las maneras — entre ellos Xavier
dente del Congreso, pido un minuto de silencio para Manco Inca, Tú' Albo, jesuíta y antropólogo que en su parroquia altiplánica de Je-
paj Katari, Túpac Amaru, Bartolina Sisa, Zarate Willka, Atihuaiqui sús de Machaca dice misa en aymara, en castellano y a veces hasta
Tumpa, Andrés Ibáñez, Che Guevara, Marcelo Quiroga Santa Cruz, en quechua, ahí sentado con poncho y morral, calva reluciente y
Luis Espinal, a muchos de mis hermanos caídos, cocaleros de la zona pelo alborotado — , este enviado especial se puso a tomar nota de
del trópico de Cochabamba, por los hermanos caídos en defensa de la cuanto decía el nuevo presidente, sin corbata él también, como
dignidad del pueblo alteño, de los mineros, de miles, de millones de Dios manda.
seres humanos que han caído en toda América, y por ellos, presiden- Resultó entonces que al final en su cuaderno escolar había
te, pido un minuto de silencio. llenado 18 páginas, como antes de que hubiera grabadoras que
después es un engorro desgrabar, y en esas páginas se desgrana-
Quien por las luchas de los descendientes de esa estirpe había ban 21 o 22 puntos del discurso que en lo que sigue se irán enun-
sido llevado a la presidencia tenía que honrar esa memoria y así lo ciando uno tras otro, en espera de que muy pronto se pueda
hizo, en medio de un silencio que era aún más profundo porque publicar el discurso completo. No hay comillas aquí porque no
tenía como fondo el sonido del pututu, el cuerno indígena cuya hubo grabadora. Pero lo que se registra es aquello que en verdad
voz dice muchas cosas según lugares y momentos, y el llanto con- se dijo.
tenido o a raudales de quienes allí estaban, cada uno tal vez pen-
sando en su propia vida, en sus vivos y en sus muertos, como aquel
irlandés de Dublín —¿por que se asoma ahora James Joyce?— que
desde su ventana veía interminablemente caer la nieve sobre to- 1. Primero fueron los agravios. En la historia de este país los in-
dos los vivos y los muertos. dios hemos sido humillados, marginados, despreciados, condenados
Este enviado especial, que hace ahora precisamente cincuenta a la extinción. No nos reconocieron como seres humanos. Fuimos
años había llegado a Bolivia a vivir con trabajadores fabriles y con perseguidos y exterminados. En esta capital de la República hasta
mineros, aquellos que poco antes, en 1952, habían hecho una gran 1952 no se nos permitía entrar a la plaza Murillo ni caminar por
revolución, como que medio se aguantaba el llanto y también se las aceras. Los condenados al exterminio estamos aquí presentes pa-
acordaba y se decía: "Quien olvida a sus muertos y se junta feliz ra cambiar nuestra historia. No llegamos aquí por concesión de
con quienes los mataron, no merece confianza ni perdón"; y se ha- nadie. Y no olvidamos que a nuestros ancestros, a los primeros que
cía en ese minuto este enviado especial, a quien cuando aún era a escondidas aprendieron a leer y escribir, les sacaron los ojos y les
muy joven los bolivianos con paciencia y recato durante cuatro cortaron las manos.
años educaron, una promesa para sí y para sus vivos y sus muertos 2. Aquí hemos llegado para acabar con la injusticia, la discrimi-
que un día de estos tal vez referirá, y mientras se la hacía el putu- nación, la opresión a que nos han sometido. Todos tenemos dere-
tu seguía ahondando el silencio. cho a vivir. Ojalá los señores aprendan también a vivir. Los pueblos
indígenas y originarios de todo el mundo somos la reserva moral
* ** de la humanidad.

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HISTORIAS C L A N D E S T I N A S M I Mi H U A I DI: A d K A V I O S

3. La nuestra es una revolución cultural y democrática. Somos 8. Hace veinte- años nos dijeron que la empresa privada iba a
la continuidad de Túpaj Katari y del Che Guevara. Vamos a cam- resolver todo y aprobaron la ley que permitió privatizar todo. Y aquí
biar en democracia la política económica: sin explotar, sin robar, estamos, exportando bolivianos que van al exterior a lavar platos.
sin humillar, sin someter a esclavitud. No estamos solos. Pero no En Bolivia el modelo neoliberal no va.
olvidamos que hasta los últimos días nos hicieron la guerra sucia, 9. La educación es un desastre. Las escuelas primarias muchas
la guerra mentirosa. Todavía en mayo querían colgar y descuarti- ni luz tienen. En la de mi pueblo llegó la luz hace dos años. Otros ni
zar al Evo Morales. luz tienen todavía. La mayor parte de los niños que mueren es en
Hemos vivido una historia permanente de humillación. Pero el campo. Ayuda de la comunidad internacional pido para los niños
ahora ya estamos en épocas de triunfo, de alegría, de fiesta. Esta bolivianos. Hay que reparar los daños de quinientos años de sa-
es una revolución democrática, ganamos con votos, no con balas. queo de nuestro país que nos han hecho.
Y vamos a acabar con el Estado colonial. 10. De esta injusticia nació el Instrumento Político por la So-
4- Antes de la revolución de 1952, los indios y las mujeres no beranía de los Pueblos (IPSP), que después fue el Movimiento al
tenían derecho a voto. El voto universal nos costó sangre. Ahora Socialismo (MAS). Hicimos marchas, huelgas, bloqueos de caminos
en 2003, con sangre conseguimos el referéndum. Pero aún así el pidiendo respeto a los recursos naturales, salud, educación. No na-
Estado colonial sigue vigente. En el ejército no hay un general ce de politólogos o profesionales. Nace de organizaciones como la
Condori, un general Willka, un general Mamani, y todos los sol- Confederación Sindical Única de Trabajadores y Campesinos de
dados son indígenas: ahí está el Estado colonial. Bolivia (CSUTCB), las organizaciones de los cocaleros en el Chapa-
5. Nos hablaban de pactos de democracia y de democracia pac- re y otras. En 1995 empezarnos a construir un movimiento políti-
tada. Pero hasta ahora sólo ha habido pactos de corrupción. Nos co de liberación. Y aquí estamos: el poder de la conciencia ganó
dejaron un país loteado, un país subastado. Hemos vivido un sa- al poder de la prebenda: 84 por ciento de los electores fue a votar.
queo permanente de nuestros recursos naturales. Hablan de traer Por eso ganamos a pesar de la depuración injusta de cientos de mi-
capitales y han descapitalizado al país. Los bolivianos educados les de inscriptos que hizo la Corte Nacional Electoral y del terro-
aquí, en nuestras escuelas y universidades, tienen que buscar tra- rismo mediático contra nosotros.
bajo afuera, y mal pagado. Como resultado de las "capitalizacio- 11. Nos piden seguridad jurídica. Tiene que haberla. Pero no-
nes" en Bolivia se exporta al ser humano. sotros decimos que tiene que haber seguridad social para que haya
6. Nuestras autoridades originarias saben que ser autoridad es seguridad jurídica. El resultado de estas elecciones permite mayor
para servir al pueblo. Muchos políticos piensan otra cosa. La gen- estabilidad económica, como lo muestran las reacciones del exte-
te que quiere seguir viviendo como profesionales de la política no rior y los resultados de mi gira.
tiene lugar en el MAS ni en el gobierno. 12. Al principio llegamos al Congreso cuatro parlamentarios
7. No se puede privatizar los servicios públicos como lo han ve- del MAS. Nos ignoraron, nos bloquearon todos los proyectos. Un
nido haciendo. Han privatizado el agua. Eso no puede ser. El agua 22 de enero como hoy me expulsaron del Congreso, me dijeron
es un derecho humano, no un negocio. El latifundio es inconstitu- "asesino", "narcotraficante", "terrorista". Decían: "hay que aca-
cional. Si existen latifundios es por intereses de poder. Son favo- bar con el radicalismo sindical". Nosotros decimos: "hay que acabar
recidos por instituciones externas. Hay lugares donde se considera con el radicalismo neoliberal". Pero nosotros no haremos lo que
legal tener 50 hectáreas por vaca, y una familia campesina ni una ustedes nos han hecho. Escucharemos a todos, el MAS no excluye
hectárea tiene. a nadie.

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HISTORIAS CLANDESTINAS MI Mi UIIA1 AUKAVIOS

13. Queremos una Asamblea Constituyente para refundar Bo- 19. Habní qiu- loMak-cer a las micro y pequeñas empresas. Crea-
livia, para que estemos unidos respetando la diversidad. Tendremos remos un Banco ik- Fomento para el Desarrollo del Pueblo Boli-
autonomía y autodeterminación de los pueblos indígenas, con so- viano.
lidaridad, con reciprocidad. 20. La droga y la cocaína no son de la cultura andina. La coca
Este Parlamento es producto de las luchas sociales y de los pue- no es cocaína. Nuestra política es cocaína cero, narcotráfico cero.
blos indígenas. Si aquí no pueden, los movimientos seguirán luchan- Al enviado de Estados Unidos, señor Shannon, le propusimos rea-
do igual que siempre. El movimiento indígena originario necesita lizar un acuerdo de lucha efectiva contra e! narco. No queremos
recuperar el territorio. Todos los recursos naturales deben pasar a que la cocaína sea una excusa para que el gobierno de Estados Uni-
manos del pueblo boliviano. No queremos un Estado mendigo. Nos dos domine a nuestros pueblos. Es también importante la presencia
han convertido en mendigos. Hay que nacionalizar nuestros recur- aquí del presidente de Chile, señor Ricardo Lagos, cuya asisten-
sos e industrializarlos. Pedimos que nos ayuden a tener buenos ex- cia agradecemos, así como la de todos los distinguidos gobernan-
pertos en el gas, en el petróleo. tes e invitados que han venido en esta ocasión a visitarnos. Con
14. Haremos una fuerte política de austeridad en el gobierno. Chile podemos discutir y buscar cómo abordar y reparar los temas
Hay que bajar los salarios de diputados, senadores y presidente en históricos.
50 por ciento. Hay que investigar quiénes malversaron desde la 21. Hay que refundar la Corporación Minera de Bolivia (Co-
Presidencia. No habrá gastos reservados en la Presidencia, que son mibol), empresa del Estado, reactivar la minería y fortalecer las
nomás para robar y matar. No tengo ningún miedo de eliminar los cooperativas mineras.
gastos reservados. Hay que resolver la carga de la deuda externa. Los pueblos in-
15. Hay que cambiar la política sobre la tierra. Se respetarán las dígenas no somos responsables de esa deuda. Hay que abordar el
propiedades productivas pero vamos a revertir al Estado las tie- problema con seriedad. Pedimos con todo respeto condonar esa
rras improductivas o acaparadas. No puede haber esclavitud en el deuda externa que ha hecho tanto daño a nuestro país. Felizmen-
latifundio, como todavía hay en el oriente boliviano. te algunos gobiernos e instituciones ya han mostrado que van a
16. Más de 20 por ciento de los bolivianos son analfabetos. No condonar. A nombre del pueblo boliviano, muchas gracias por
puede ser. Hemos hecho acuerdos con Cuba y Venezuela para que esa condonación de la deuda. Pedimos condonar, si es posible,
nos ayuden a terminar con el analfabetismo. También pedimos a toda la deuda externa.
otros países su colaboración. Ahora que estuve en Europa vi que Queremos desarrollar la economía con soberanía. Pedimos a
allá hasta los perros tienen pasaporte. Aquí una buena parte de la Brasil, Argentina, Venezuela que no nos excluyan de una política
población no tiene documentos. Hay que terminar con eso. energética común.
17. Es necesario que haya seguro social y que se establezca el se- 22. Sólo produciendo podremos salir de la pobreza. Para eso
guro social universal para todos los ancianos y ancianas. Haremos hay que discutir y reformular las políticas de comercio vigentes.
hospitales móviles para los pueblos donde no hay servicio de salud. Túpaj Yupanqui dijo: "Un pueblo que oprime a otro pueblo no
18. Hay tremenda corrupción en el Servicio Nacional de Ca- puede ser libre". Sabemos que hay países grandes y países chicos,
minos. Sus funcionarios deben renunciar y serán investigados. Ayú- países ricos y países pobres. Pero todos somos y tenemos que ser
denos la oposición a terminar con la corrupción. En el gobierno de iguales en nuestros derechos a ser dignos y soberanos.
Paz Zamora tuvimos el subcampeonato mundial de la corrupción:
segundos en el mundo fuimos.

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HISTORIAS C L A N I I H S T I N A S

Terminó el presidente Morales con un mensaje a los pueblos ori-


ginarios, en aymara y en quechua. Pero antes cerró su discurso con
Historias desde adentro.
estas palabras textuales: La tenaz persistencia de los tiempos*
Queremos gobernar con esa ley que nos han dejado nuestros antepasados: ama
sua, ama Hulla, ama quelia (no robar, no mentir, no ser flojo). Ésa es nuestra ley.
Cumpliré con mi compromiso. Como dice el subcomandante Marcos, mandar
obedeciendo al pueblo. Mandaré Bolivia obedeciendo al pueblo boliviano. La lucha de clases que tiene siempre ante sus ojos el ma-
terialista riistíírico educado en Marx es la lucha por las co-
sas toscas y materiales, sin ¡as cuales no hay cosas finas y
Múltiples comentarios suscitó el discurso de Evo Morales. El
espirituales. Estas líítimas, sin embargo, están presentes
periódico conservador La Razón tituló a toda página: "El plan de en ¡a iucha de clases de una manera diferente de la que
Morales para cambiar Bolivia fue portada en el mundo" y repro- tienen en la representación que se hace de el/as como un
dujo portadas y trozos de editoriales de al menos catorce periódicos botín que cae en manos del vencedor. Están vivas en esa
del exterior, entre ellos La Jornada. lucha en forma de confianza, de valentía, de humor, de
astucia, de incondicionalidad, y su eficacia se remonta en
Tal vez uno de los comentarios más sensibles y agudos fue el de
la lejanía del tiempo. Van a ser puestos en cuestión, una
Xavier Albo, el jesuita antropólogo y escritor del poncho y el y otra vez, todos los triunfos que alguna vez favorecieron
morral: a los dominadores. Como ¡as /lores vuelven su corola ha-
cia el sol, así también todo lo que ha sido, en virtud de un
Me impresionó mucho ese primer minuto de silencio, y también su forma de heiiotropismo de raíz secreta, tiende a dirigirse hacia ese
concluir, con un eco primero en aymara y luego en quechua. Me llamó la sol que está por salir en el cielo de la historia. Con ésta,
la menos aparente de todas las transformaciones, debe sa-
atención la autoridad con que hablaba y corno decía las cosas en lenguaje fá-
ber entenderse el materialista histórico,
cil, nada complicado, el carácter distendido del discurso, la manera de comu-
Walter Benjamín,
nicarse con toda la gente que lo escuchaba. Parecía un maestro de escuela
Sobre el concepto de historia, tesis IV
hablando en el aula que dicta clases.

A otros comentaristas les pareció desordenada, dispersa, vacía


de contenido e impropia de un presidente esta forma discursiva
sencilla y directa. En suma, no les gustó.
L os cuatro ensayos que integran este volumen se extienden so-
bre un arco temporal que va desde los movimientos precur-
sores de la gran insurrección de Túpaj Katari en 1781, cuando los
A este enviado especial, en cambio, sí. indígenas aymarás pusieron sitio a la ciudad de La Paz, hasta la
gran insubordinación indígena, campesina, minera y urbana de los
La Paz, Bolivia, 25 de enero de 2006 primeros años del siglo XXI.
En la combinación entre los cuatro escritos aparecen la forma-

* Prólogo a Forrest Hylton, Félix Palzi, Sergio Serufnikov y Sinclair Thom-


son, Ya es otro tiempo eí presente. Cuatro momentos de insurgencia indígena, Muela
del Diablo, La Paz, 2003.

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HISTORIAS C L A N D E S T I N A S I I I ' . h ' R Í A S | ) i ; S M I : A D l i N I IU *

ción, la obstinación y la persistencia secular de la cultura indígena laciones de dominación. De esa coloración se impregnan todas las
subalterna en conflicto e intercambio constantes con la cultura do- otras, sea la del trabajador asalariado, la del campesino sin tierra o
minante; su carácter primigenio dentro de relaciones de domina- parcelario, la del comerciante viajero o la del artesano y, también,
ción en las que aparece siempre como subordinada; la percepción las formas propias de la subalternidad femenina.
de que nuestro presente ha venido a ser sólo uno de los futuros po- Esta coloración racial de la subalternidad conlleva un com-
sibles de aquellos pasados, y la impresión duradera de que, a partir ponente específico, un rasgo contra el cual se han alzado todas las
de este dado presente, múltiples y diversos futuros vuelven a ser po- rebeliones, rebeldías y demandas de los subalternos agrarios y ur-
sibles para la nación que se llama Bolivia. banos, incluidas las modernas organizaciones de los trabajadores
A estos temas quieren referirse las páginas que siguen, a modo asalariados. Ese rasgo es un ingrediente intrínseco de humillación
de introducción a la lectura de los ensayos. para las clases subalternas en el trato social, pues la dominación mis-
ma se sustenta no en una ficción de igualdad jurídica entre domi-
nadores y subalternos {como sucede en la relación salarial), sino en
la convicción arraigada en la conciencia de los dominadores de la
En los países andinos, al igual que en los mesoamerícanos, el mo- existencia de una desigualdad genética entre ambas partes.
mento constitutivo de la relación entre dominación y subordina- Ésta es una manera de "naturalizar" un imaginado derecho he-
ción, ese instante en el tiempo de los siglos en el cual se reconfiguran reditario al mando, el equivalente de un sistema de castas superiores
en estas tierras subalternidad y mando, es la Conquista. e inferiores por nacimiento y por color. Disimulada por las Cons-
Pueblos enteros y sus civilizaciones milenarias, muchos millo- tituciones republicanas y las leyes liberales, esta línea divisoria, ju-
nes de seres humanos, fueron dominados, negados en sus pasados rídicamente inexistente, continúa apareciendo, siempre negada o
y sus costumbres, deconstruidos en sus antiguas relaciones y recons- disimulada pero nunca ausente, en la realidad de las relaciones so-
tituidos, bajo la Corona española y dentro de la religión católica, ciales.1
como subalternos de los nuevos señores, los conquistadores y los co- La necesidad de humillar para mandar, hecha hábito y rutina en
lonizadores europeos. Según la antigua ley de las conquistas, pero quienes ejercen el mando, es uno de los elementos constitutivos
a escala humana y geográfica sin precedentes, una nueva domina- de esta relación entre desiguales, herencia y continuidad de la Co-
ción y una nueva subalternidad aparecieron. lonia y de la república oligárquica. Algunas de sus materializaciones
Desde ese momento, la subalternidad mesoamericana y andina
tuvo un rasgo específico y definitorio, una marca indeleble como
1 "Toda empresa colonial requiere una justificación ideológica, por precaria y
el color de la piel: se constituyó como una subalternidad racial.
endeble que sea. La dominación pasa siempre por una razón de superioridad que
No todas las clases y grupos subalternos en estos territorios (los la trasforma en una obligación moral, tanto para el dominado como para el do-
antiguos dominios de la Nueva España, la Capitanía General de minante. No basta la coerción ni el predominio de la fuerza: es necesaria la he-
Guatemala, la Nueva Granada, el Perú y el Alto Perú), no tocias sus gemonía, la convicción de que los respectivos papeles no podrían ser otros ni
subalternidades, están marcadas por la división raciaJ. Pero la do- estar a cargo de otros protagonistas. Es bien sabido que la invasión y conquista
minación cuya raíz en los hechos y cuya legitimación en la con- europea de América se racionalizó a partir de una definición del indio como in-
ferior, como naturalmente destinado a ser redimido y elevado gracias a la acción
ciencia de los dominadores se define según la línea racial —por más del colonizador, su superior —también por definición— en todos los órdenes de
imprecisa y arbitraría que esta línea termine siendo en la reali- la vida" (Guillermo Bonftl, "Historias que no son todavía historia", en Carlos
dad— es la que desde entonces da la coloración general de las re- Pereyra y otros, Historia ¿para qué?. Siglo XXI, México, 1980, p. 230).

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HISTORIAS C L A N D E S T I N A S I I I 1 . I t ilílAS DIÍSDI- ADKNTRD

han sido la persistencia, real o simbólica, del castigo corporal (o Las rebeliones ;iiulin;is maduran en los tiempos largos. Nunca son
de su amenaza) infligido al subalterno; el tuteo y el trato paterna- explosiones espontáneas o irreflexivas, como suelen creerlas las cla-
lista de las élites alta y media hacia sus subordinados y sus servidores ses dominantes. Se van preparando a fuego muy lento en las peri-
domésticos; la separación espacial de los lugares de vida y convi- pecias y las rutinas de la vida cotidiana, tan lento como esa misma
vencia; la diferenciación visual en las vestimentas e indumenta- vida donde la memoria subalterna va acumulando los agravios de
rias; y la educación materializada como privilegio de algunos y no los señores que éstos ni siquiera registran en la suya. Como amargo
como derecho de todos. entramado hereditario se acumula el agravio por generaciones, del
Dicho en otros términos, las marcas externas y corporales de lo mismo modo como los señores van acumulando por herencia y por
"inferior" y "subalterno", y lo "superior" y "dominante", típicas de despojo propiedades y riquezas.
las sociedades del Antiguo Régimen, han sido características pro- Entonces, cuando la rebelión estalla, en el grito instantáneo y
pias de esta dominación de raíz colonial que las repúblicas oli- reiterado: "El patrón no comerá más de nuestro sudor", se conden-
gárquicas de los criollos, los terratenientes y los señores heredan y sa y cristaliza a plena luz, vez tras vez, esta relación antigua entre
reproducen en su cotidianeidad aunque las hayan declarado abo- agravio y despojo, entre humillación y mando, tanto tiempo cu-
lidas en sus leyes. Estos rasgos no se desvanecen, aunque puedan bierta por el silencio y por las apariencias de la dominación, la
hacerse más sutiles, en las repúblicas surgidas de los movimientos subordinación y la deferencia. El agravio pide venganza, la humi-
revolucionarios o reformistas encabezados por las élites naciona- llación, desquite.
listas del siglo XX. Esta forma de dominación hecha naturaleza es incapaz de disol-
Por eso mismo en estas sociedades, inseparable del reclamo eco- ver las sociabilidades tradicionales, indígenas y campesinas, en la
nómico, el elemento articulador y el resorte más potente de las re- categoría abstracta de "ciudadanos". Al contrario, las preserva y
beliones, revueltas, motines y revoluciones de las clases subalternas tiene que negociar con ellas todo el tiempo, aunque muchas veces
hasta nuestros días, es la exigencia del respeto debido a cada ser no lo sepa. Por debajo de la autoridad nacional y de la domina-
humano y a cada comunidad, la dignidad igual para todos, la igual- ción social, el "dominio autónomo de la política de los subalter-
dad social y el decoro en el trato, demanda inmaterial que va más nos", como lo llama Ranajit Guha, sus formas de relación interna
lejos y arraiga más profundo que las declaraciones existentes de de- y de autoridad propia, sus rituales de reciprocidad y de dignidad,
rechos políticos, sociales y humanos. Este orden de prioridades es sus normas de respeto invisibles e impenetrables para el mundo ex-
propio de la economía moral, de sociedades donde la economía está terno, continúan fluyendo como un río subterráneo e ininterrum-
implantada en relaciones sociales no definidas en principio por los pido. Su reproducción y trasformación suceden fuera de la mirada
mercados y el dinero, sino reguladas sobre todo por la autoridad de la dominación existente, pero nunca dejan de influirla desde lo
social. Tales prioridades se materializan después, por supuesto, en invisible.
demandas económicas, sin las cuales no podrían tener sustento Esta política, cuyas prácticas y costumbres refinadas por siglos
en la vida de todos los días. Pero en la conciencia, en la rabia y en tienen una antigüedad anterior a la Conquista y la Colonia, es un
la acción, lo primero es la indignación moral, la antigua frase ini- ámbito opaco para las clases gobernantes, ajeno a la república li-
cial de todas las rebeldías: "esto no es justo". beral, un ámbito con sus propios conflictos humanos de pasiones e
intereses, de generosidades y egoísmos, de fraternidades y violen-
cias, de jerarquías y subordinaciones. No es ningún paraíso. Es, ni
más ni menos, otro universo, una esfera que en algunas partes se

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HISTORIAS C L A N D E S T I N A S I I I 1 . U M t l A S DlíSDI: A D K N T I U i

intersecta con la esfera propia de las clases gobernantes pero man- vidad, la existi-iu ¡a y la resistencia de las clases subalternas, las
tiene fuera de ésta y de sus luces la mayor parte de su superficie. cuales a su vez actúan dentro de los marcos de la dominación que
En esta esfera de la subalternidad andina, donde tienen cobi- sobre ellas se ejerce. Por otro lado, los subalternos no ignoran la
jo, afectos y respeto los oprimidos y los excluidos, se mantienen y política de los dominadores, sino que toman conciencia de ella en
perpetúan las formas cotidianas de preservación de la dignidad en- su propio ámbito y tratan de influirla.
tre quienes se saben y consideran iguales y no toleran entre sí humi- Pero, siendo innegable para todos la forma estatal dominante
llaciones. Allí se preparan los tiempos de las rebeliones, que nadie en la cual conviven, los subalternos dan a su actividad en la poli'
sabe cuándo serán pero que cuando lleguen los encontrarán con tica republicana un arraigo en la esfera política propia. Se trata en
el ánimo dispuesto. Es el ámbito donde los modos del respeto hu- este caso de un "nosotros" y un "ellos", un modo de existencia
mano de los subalternos se reproducen en el trato cotidiano, en los en grupo compacto, como comunidad propia, en la designación
rituales, en la fiesta o en el duelo, en las familias, en las amistades de representantes ante "ellos", en la manera de controlar a esos re-
y entre las generaciones. presentantes y relacionarse con ellos, y en el modo de moverse
Por eso, invariablemente, los dominadores, engañados por la como bloque que, desde atrás, va guiando y determinando los pa-
forma en que ellos mismos ejercen su dominación, son tomados sos de aquellos a quienes ese conjunto colocó adelante, en una re-
por sorpresa por las rebeliones y ven espontaneidad, irracionali- lación de confianza/desconfianza indescifrable para los de afuera.
dad, explosiones y erupciones donde, desde el otro lado, ha habido "Conducir desde atrás" es el nombre que a esta relación han dado
reflexión, deliberación, organización y comunicación. Acostumbra- los pueblos más diversos.
dos a pensar que "los elementos de los subalternos tienen siempre
algo de bárbaro y de patológico", como anotaba en su celda An- ***
tonio Gramsci, z se desconciertan una y otra vez cuando, a la hora
de tratar o a la de reprimir, se ven enfrentados con la dignidad en el En Bolivia estos modos provenientes de la antigua comunidad
porte y en el trato de igual a igual de los jefes de los subalternos. campesina influyeron poderosamente en las formas de organiza-
Esta forma racial de la dominación funciona en los hechos co- ción, las demandas y las políticas de los mineros y de sus sindicatos,
mo uno de esos espejos sin azogue en los cuales quien está de un así como en su radicalismo comunitario, que se iba atenuando, sin
lado, en este caso el dominante, ve el reflejo de su propia figura; disolverse del todo, a medida que se ascendía hacia la cúpula de la
pero quien está del otro, el subalterno, tiene ante sí un cristal a Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB)
través del cual puede ver los movimientos y las gesticulaciones de en La Paz. Por ejemplo, el largo aferramiento a la tienda sindical, la
aquel otro. pulpería, puede verse también como un modo del sindicato mine-
Es preciso decir, sin embargo, que en la vida de todos los días ro, heredero espiritual de las costumbres comunitarias, de proteger
ambas esferas no son impermeables entre sí ni las separa algún a la comunidad de los mineros y sus familias de las incursiones di-
muro infranqueable, aunque fuera éste de cristal. La política do- solventes y los estragos económicos de la economía de mercado.
minante, sépalo o no, es influida y moldeada sin cesar por la acti- Esta forma de la dominación, perpetuada pese a sus trasforma-
ciones en el tiempo, reproducida en los idiomas de la vida cotidiana
2 Antonio Gramsci, "Al margen de la historia (historia de los grupos subal-
—quechua, aymara, castellano— y en sus costumbres, vestidos y ri-
ternos)", en Cuadernos de la cárcel, cuaderno 25 11934], t. 6, Era, México, 2001, tuales, es también el espacio de una resistencia cotidiana inscrip-
p. 175. ta en todas las relaciones de una sociedad así atravesada por una

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HISTORIAS CLANDESTINAS I I I ' . U H t l . V . h l ' S h l ' A M l i N l HO

línea divisoria que la revolución de abril de 1952, con todo y sus manera brusca y ni ras pausadamente, en un arco entre dos moder-
secuelas mineras y campesinas, no alcanzó a borrar, línea ahora vuel- nidades que se pudría tender desde las reformas borbónicas del si-
ta a cavar por el perverso liberalismo global de fines del siglo XX. glo XVIII, de las cuales trata el segundo de estos estudios, hasta las
La política de las clases gobernantes, incluida la surgida después reformas neoliberales de fines del siglo XX, de cuyos efectos socia-
de la revolución de abril, quiere afirmarse en ese orden republica- les se ocupa el último.
no cotidiano, con sus órganos de representación a los cuales ahora La historia política convencional identificaría ese arco como
tendrían acceso también representantes de la comunidad subalter- uno que va de finales de la dominación colonial en el siglo XVIII,
na. Pero el hecho es que, en una sociedad asf dividida, aquella es- puesta en crisis por aquellas reformas, pasa por la Independencia
fera de lo cotidiano en la política y en la vida social que, como bien y la construcción de la república, los despojos y cercamientos de
nos recuerda Parta Chatterjee, tierras comunales legalizados desde 1874 por la Ley de Exvincula-
ción, los ferrocarriles, la guerra con Chile, los enclaves mineros y
es también la esfera de la aparente perpetuidad de la subordinación, está cir- el desarrollo de la minería de exportación desde finales del siglo XIX.
cunscrita por un límite más allá del cual surge el momento extraordinario, Esta curva tendría en el siglo XX pilares como la guerra del Chaco
apocalíptico y atemporal de un mundo al revés. El registro histórico de estos y la revolución de 1952 y sus secuelas, la transición de la república
breves momentos de rebelión abierta nos permite vislumbrar la región no do- oligárquica al surgimiento del movimiento de masas nacionalista
minada de la conciencia campesina y percibir así lo cotidiano y lo extraordi- y de sus gobiernos, y pasaría por los sucesivos gobiernos militares
nario como partes de una misma unidad de tiempo bistórico. hasta llegar al posterior remedo de república neoliberal de nuestros
días.
De cuatro de esos "breves momentos" tratan los estudios de este Ese arco imaginario se sostiene en una memoria cuyo portador
libro y al ser colocados en contigüidad aparece, sin que sus autores son las instituciones y cuya divisa es el progreso.
se lo hayan propuesto, una insospechada continuidad en otro tiem- En la historia indígena, campesina y minera, ese mismo arco en
po, el tiempo del mundo de la vida de los subalternos, una continui- el tiempo tendría un diseño muy diferente en trayectoria y estruc-
dad que éstos perciben cuando despliegan sus maneras de relatar tura. Comenzaría por la rebelión de Túpaj Amaru en el Cuzco en
sus pasados y de invocarlos en sus presentes. 1780 y la rebelión de Túpaj Katari en el Alto Perú en 1781, junto
Por eso mismo, continúa Partha Chatterjee, "en las sociedades con sus movimientos precursores en el siglo XVIII; pasaría luego por
agrarias es siempre el espectro de una rebelión abierta del campesi- las resistencias y las rebeliones del siglo XIX contra los cercamien-
nado lo que atormenta la conciencia de las clases dominantes, mol- tos y los despojos de tierras, hasta la insurrección del Willka Za-
deando y trasformando sus formas de ejercicio de la dominación". rate en 1899; después por la convergencia, no siempre fácil, entre
En Bolivia, tierra de sociedades agraria y urbana superpuestas, ar- movimiento indígena, organización minera, artesanos urbanos e
ticuladas por la minería, estas formas han cambiado a veces de ideas anarquistas y socialistas (José Carlos Mariátegui, Tristán Ma-
rof, Rómulo Chumacera, anarcosindicalismo, rebeliones de Pacajes,
Jesús de Machaca y Chayanta) en el "ciclo rebelde" de los años
3 Partha Chatterjee, "La nación y sus campesinos", en Silvia Rivera Cusican-
diez, veinte y treinta del siglo XX; luego por las esperanzas en los mi-
qui y Rossana Barragán (comps.), Debates Postcokmi'aies. Una introducción a los
Estudios de la Subaltemidad, Historias, La Paz, 1997, p. 209 (edición en inglés:
litares nacionalistas (Toro, Busch, Villarroel) y también por las ma-
"The Nation and Its Peasants", The Narion and íís Fragments-Colonial and Post- tanzas mineras y campesinas del "ejército masacrador" (Catavi,
Colonial Histories, Princeton University Press, Nueva Jersey, 1993). 1942) y la fundación de la Federación Sindical de Trabajadores

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HISTORIAS C L A N D E S T I N A S UO

Mineros de Bolivia (FSTMB) en Huanuni (1944); después por la construcción ( u y o luj;;ir no os el tiempo homogéneo y vacío, sino
insurrección de abril de 1952, la fundación de la Central Obrera el que está lleno del 'tiempo del ahora' (jetztzeit)", según quería en
Boliviana (COB), la nacionalización de las minas, la reforma agra- sus Tesis Walter Benjamín. "Ya es otro tiempo el presente", habían
ria y las organizaciones autónomas indígenas, campesinas, mineras dicho en 1795 los indígenas rebeldes de Jesús de Machaca.
y fabriles con sus milicias y sus demandas, hasta la resistencia ar- Ambas historias —la de los sucesivos dominadores, coloniales,
mada de los mineros de Viloco en 1980 y la gran huelga encabe- oligárquicos o nacionalistas, y la de las clases subalternas— no co-
zada por los mineros de Huanuni en 1981. Llegaría el gran arco por rren paralelas, sino entrelazadas. Pero se trata de dos esferas, dos
fin a las rebeliones y movimientos indios, campesinos y urbanos que historias, dos políticas diversas entre sí, pese a la ilusión del mo-
cierran el siglo XX e inauguran el siglo XXI. vimiento nacionalista posterior a 1952 de haber absorbido bajo su
Este otro arco se sostiene, a su vez, sobre la persistencia tenaz de conducción la representación y la organización de las aspiraciones
la memoria subalterna en sus comunidades, sus costumbres, sus fies- y los movimientos de las clases subalternas.
tas y rituales, sus organizaciones, sus resistencias abiertas o disimu- En los momentos de crisis vuelve a saltar a primer plano la dis-
ladas, sus trabajos rutinarios o excepcionales, sus idiomas, sus modos tinción entre ambas esferas que en la rutina cotidiana de la domi-
de relación con la naturaleza y la divinidad, todo el universo cul- nación parecen confundirse bajo los rituales y las representaciones
tural de los tiempos pasados que esa memoria preserva, trasmite y compartidas de la hegemonía dominante dentro de lo que Marx
recrea en los intercambios y la vida cotidiana de los tiempos pre- denominaba la "comunidad imaginaria".
sentes.
Es éste el arco que recorren los estudios que integran este volu- * **
men.
No se trata, en rigor, del mismo trayecto cubierto por la histo- Las historias que aquí se cuentan nos hablan de la continuidad de
ria institucional pero ahora visto "desde abajo". Se trata de un cor- un entramado espiritual (una "estructura del sentir político", se-
te histórico que, aun cuando formalmente abarca el mismo lapso gún la expresión de Raymond Williams citada por Sinclair Thom-
de tiempo lineal, existe en otro tiempo muy diferente en sus den- son) donde lo político, lo religioso, lo histórico y lo mítico van
sidades humanas, sus momentos de condensación y sus claves de sig- unidos y, en la hora de las decisiones y en los modos de tomarlas,
nificado. se entrelazan como un todo con las determinaciones de lo econó-
Esta mirada desde adentro de la subalternidad, anómala para mico. Es una sociedad de economía moral cercada por la escasez,
todos los efectos institucionales, permite distinguir tiempos diferen- anclada todavía en el valor de uso, en las necesidades humanas
tes y entrecruzados allí donde el Estado, sus calendarios y sus re- materiales y espirituales, no arrastrada aún por las derivas vertigi-
gistros dicen que se trata de un solo mismo tiempo de la historia."* nosas e irresistibles del valor de cambio.1
En esta manera de rememorar, "la historia es objeto de una
5 "El problema de la 'naturalidad' de las formas sociales y de las definiciones
del 'valor de uso' sólo aparece de manera enfática en la vida real cuando el desa-
4 "Todos los pueblos colonizados tienen conciencia de que su verdadera his- rrollo capitalista hace estallar en todas partes los milenarios equilibrios locales
toria ha sido proscrita por el colonizador. Saben que la suya es una historia ocul- entre el sistema de las necesidades de consumo y el de las capacidades de pro-
ta, clandestina, negada. Saben también que, pese a todo, esa historia existe y que ducción; cuando, en la empresa imperialista, el Hombre europeo hace la expe-
su prueba evidente es la presencia misma de cada pueblo" {G. Bonfil, of>. cit., p. riencia de lo relativo de su humanidad" {Bolívar Echeverría, en Vaíor de uso y
234). utopia, Siglo XXI, México, 1998, p. 156).

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HISTORIAS CLANDESTINAS n r . i t HUAS IH-SDI; ADÜNTKO

Sinclair Thomson estudia la larga preparación de la conciencia glo XVIII, L-ntiv i-llos d mito del retorno del Inka, en los que "ma-
indígena para la gran insurrección encabezada por Túpaj Katari duró un conjunto de opciones, programas y aspiraciones indígenas
en 1781 y cómo, detrás del discurso jurídico dirigido contra los antes de la gran coyuntura revolucionaria" de 1781. Ese conjunto
abusos y los despojos de los señores, en las luchas de las comuni- se extendía desde los indios de Chuani en la provincia Larecaja a
dades fueron madurando proyectos anticoloniales autónomos. mitad del siglo XVIII, que preparaban la llegada del tiempo de los
"redentores" indígenas porque ya "a ellos les toca mandar", hasta
Mientras todos estos esfuerzos —nos dice— pueden ser entendidos como mo- la rebelión de Jesús de Machaca en 1795, que proclamaba el de-
dos de resistir, desestabilizar o modificar las formas de la dominación colo- recho de la comunidad a decidir quién manda en lugar del caci-
nial, en algunos momentos excepcionales la organización y la movilización que y el cura porque "ya es otro tiempo el presente".
de las comunidades ocurrieron como parte de un proyecto político más radi-
cal y de mayor alcance. Los proyectos "anticoloniales", tal como los conce-
bimos aquí, son aquellos que explícita y conscientemente cuestionaron los
fundamentos del orden político colonial: la soberanía española y la subordi- Sergio Serulnikov aborda, por su parte, el impacto de las reformas
nación política indígena. borbónicas no ya desde el punto de vista de sus efectos económi-
cos, sino desde el análisis de "cómo nuevos mecanismos estatales
Por debajo del recurso al ámbito judicial para oponerse a los de dominación contribuyeron a dar forma a nuevas formas campe-
abusos y los agravios (que es el ámbito documentado y el que do- sinas de litigio. En otras palabras", escribe Serulnikov, "este ensa-
mina entonces sobre la historiografía), la mirada del historiador yo trata dos cuestiones básicas: cómo se aplicó y se negoció el
puede escudriñar y discernir el caudaloso torrente subterráneo, no nuevo proyecto de hegemonía colonial en su nivel más concreto,
registrado, no documentado, de la política autónoma subalterna y cómo los grupos subalternos interpelaron y desafiaron al poder
que trascurre en el mundo de la vida, cuyo revelador posterior vie- estatal".
ne a ser la forma que toma la rebelión. Por eso la observación me- Las reformas borbónicas, como es sabido, desgarraron el tejido
todológica de Thomson: "Los registros documentales para La Paz de prácticas, acomodos y compromisos regidos por las costumbres
en ese periodo, y su escrutinio histórico, revelan la extraordinaria urdido en la era de los Habsburgo. Ahora bien, la pregunta que
creatividad y multiformidad de la cultura política campesina". guía el estudio es por qué en los Andes a estas reformas, "basadas
Este estudio muestra que no hay una línea divisoria precisa en ideas iluministas de racionalización y centralización del po-
entre las acciones de resistencia, negociación y modificación del der", respondió en 1780-1781 una rebelión indígena, antes que
mando y la obediencia, y las acciones de insubordinación o insu- una revolución encabezada por los criollos afectados por ellas.
rrección. Cuando ésta sobreviene aquéllas resultan haber sido an- Serulnikov sostiene que las nuevas normas fueron interpreta-
tecedentes: iban dando la cohesión, la capacidad de discutir y das diversamente en la región andina según los intereses de los es-
comprender, el tanteo del adversario y de sus puntos débiles, la se- pañoles y criollos o los de los indios. Éstos vieron también en ellas
lección de dirigentes, la consolidación de confianzas, los acuerdos "un instrumento de la resistencia andina contra arraigadas cos-
tácitos aceptados por todos, las lealtades, las suspicacias, en una tumbres de explotación y opresión política en los pueblos rurales",
palabra, la política subalterna. mientras los gobernantes coloniales usaron los proyectos raciona-
Sinclair Thomson muestra la continuidad y la difusión de las lizadores para el opuesto fin de consolidar su mando.
ideas, las aspiraciones y los mitos en las distintas rebeliones del si-

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HISTORIAS CLANDESTINAS I I I 1 . U ' U I . V . I H ' M H : AllliNTIU)

El punto clave, sin embargo —anota Serulnikov—, es que la insurrección in- los cuales se lejía l . i organización de las movilizaciones y las re-
dígena más radical durante la época colonial fue el resultado del entrelaza- beliones, residía —sigue residiendo— la originalidad propia de la
miento, no del choque, entre procesos de movilización social desde abajo y de política autónoma de los indígenas frente a las autoridades es-
trasformación política desde arriba. Vista desde este contexto particular, la cri- tatales.
sis de legitimidad colonial puede haber sido menos el resultado de la imposición En conclusión, escribe Serulnikov,
de un nuevo pacto colonia! que de las inesperadas formas en que este nuevo
proyecto liegemónico contribuyó al colapso del viejo orden sin consolidar, en mientras las trasformaciones imperiales provocaron nuevas tensiones en la
el camino, una alternativa viable. Las políticas borbónicas aumentaron la car- sociedad campesina intensificando la interferencia estatal en la vida cotidia-
ga económica sobre las comunidades andinas al mismo tiempo que dieron a na y elevando las demandas económicas, también abrieron nuevas avenidas
éstas más poder para confrontar a la autoridad local [cursivas añadidas]. para la protesta colectiva. [...] Este proceso de movilización social desde aba-
jo y transformación imperial desde arriba creó, desde el inicio de la década de
Este sugerente punto de partida, con resonancias contemporá- 1770, el clima en el que irían cebando raíces gradualmente los desafíos indí-
neas evidentes, preside el análisis histórico de Sergio Serulnikov. genas radicales al colonialismo español.
Durante siglos de dominación colonial, las comunidades apren-
dieron a usar el litigio legal ante la Corona contra los agravios y * * *
los abusos de las autoridades locales, fueran éstas españolas, ecle-
siásticas o étnicas, y "la política judicial continuó formando parte La rebelión de Chayanta en 1927 aparece en el estudio de Forrest
de las rutinas andinas de disputa social". En estos litigios las comu' Hylton como un momento de convergencia de tres procesos de
nidades de Nor-Potosí, como lo haría cualquiera, interpretaban larga duración.
las nuevas normas con diferentes criterios según cuál les fuera más Uno es el de la modernidad posterior a la Comuna de París
conveniente en cada caso y con una inamovible desconfianza ha- (1871), que en Europa se llamó Beiíe Époque y en los Andes, en
cia el poder colonial y hacia sus usos de la ley y del idioma caste- nombre del progreso, cercó a las comunidades indígenas y las des-
llano. Eran, pues, selectivas en sus argumentos al disputar con el pojó de sus tierras, al tiempo que desarrolló el ferrocarril y la gran
poder hostil en los tribunales de éste. Es que el honor y la palabra, minería de exportación, los socavones del "metal del diablo". Desde
y esto valía para ambos bandos, sólo cuentan entre iguales, mien- el río Bravo hasta la Patagonia, este ciclo de cercamiento y des-
tras que el engaño y la mentira son legítimos en los litigios entre pojo de tierras, destrucción de comunidades y de culturas indíge-
desiguales. Por otra parte, anota Serulnikov, "tal como lo habían nas y campesinas, expansión de haciendas, plantaciones y minas
temido los curas rurales, los campesinos andinos aprendieron cómo productoras de materias primas para el mercado mundial, sanción
sacar ventaja de las divisiones internas dentro del gobierno colo- de leyes de vagancia y criminalización de la pobreza, y represión mi-
nial y cómo legitimar sus objetivos recurriendo a las normas lega- litar y policial de las resistencias y sus organizaciones, cubrió toda
les" poniendo incluso en evidencia, con sus iniciativas de hecho América Latina.
ante el Tesorero Real, los desfalcos a la Corona y la corrupción de Otro es el de las múltiples formas en que estas resistencias se or-
los recaudadores locales de impuestos. ganizaron desde las comunidades y los pueblos indígenas, los tra-
En esta peculiar combinación entre la modernidad de los re- bajadores de las minas y las plantaciones, los obreros, artesanos y
cursos a las nuevas leyes y el carácter inmemorial de los lazos, la pobres urbanos, y en que éstos fueron entrando en relación, no siem-
experiencia y las costumbres inasibles para los señores, mediante pre fácil, unos con otros.

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HISTORIAS CLANDESTINAS M I M l U U A S DI-SDIi ADENTRO

El tercero es la difusión de las ideas anarquistas, sindicalistas y combinaban también violencia y legalismo: "Fueron tan lejos co-
socialistas a partir de intelectuales y dirigentes artesanales y sindi- mo Buenos Aires, antigua sede de la Audiencia de La Plata bajo la
cales urbanos y su participación y creciente arraigo en las prácticas monarquía borbónica, en busca de títulos coloniales, lo cual no
de aquellas resistencias. los detuvo para organizar violentas revueltas en sus propios luga-
Estos tres procesos convergieron en la Revolución mexicana de res contra terratenientes y autoridades locales".
1910-1920 y en muchos otros movimientos del continente. La re- Este uso alterno y combinado de violencia y legalidad, según se
belión de Chayanta fue uno de ellos.6 ofrezca, es propio de las clases subalternas para las cuales la ley es
En Chayanta, escribe Hylton, una imposición ajena, que se acata pero que no obliga moralmen-
te, como en cambio sucede con las normas internas de la comuni-
los rebeldes indígenas estaban vinculados con organizadores urbanos —sas- dad. No otra, por lo demás, es la relación de las clases dominantes
tres, abogados y propagandistas— con los que compartían el compromiso de con las leyes, como también se muestra en el estudio de Forrest
redistribuir la riqueza y la propiedad, construir escuelas rurales y restablecer Hylton. "La ley es como el cuchillo: no corta al que la maneja", dice
la tenencia comunal de la tierra bajo control de los aylkis. el Martín Fierro de José Hernández.
La iniciativa de Chayanta fue propia de las comunidades indí-
Esta vinculación con los anarcosindicalistas y los socialistas de genas, no producto de influencias externas. En meses anteriores, sin
la ciudad fue el pie para acusar de "conspiración comunista" a la embargo, los dirigentes de los comuneros habían estado en relación
rebelión india. En realidad, la acusación era la misma lanzada des- con Gustavo Navarro (Tristán Marof era su seudónimo), Rómulo
de 1911 contra la revolución de Emiliano Zapata: "este amorfo so- Chumacera y otros socialistas y anarcosindicalistas con quienes se
cialismo agrario, que para las rudas inteligencias de los campesinos encontraron en el Tercer Congreso Obrero Nacional en la ciudad
de Morelos sólo puede tomar la forma de vandalismo siniestro", era de Oruro, patrocinado por la Federación Obrera Local, de tenden-
la descripción dada por el presidente Francisco I. Madero ante el cia anarcosindicalista, según refiere Forrest Hylton conforme a
Congreso de México en abril de 1912. documentación archivística y a los estudios históricos de Guiller-
Forrest Hylton muestra cómo los indígenas de Chayanta y otras mo Lora y Herbert Klein.
comunidades habían librado prolongadas batallas legales por sus Pero lo que resulta de estos encuentros es más bien la influen-
tierras y sus derechos durante décadas anteriores a la rebelión; cómo cia poderosa que el contacto con los dirigentes de las comunida-
en esos litigios combinaban la voluntad de conservar la comuni- des indígenas ejerció sobre los organizadores sindicales de Oruro,
dad india, formas de organización heredadas y reproducidas en el los intelectuales socialistas como Tristán Marof y los militantes del
ámbito comunitario desde tiempos anteriores a las grandes insurrec- Partido Socialista en Sucre y Potosí, antes y después de la rebelión
ciones de 1780-1781, e "ideales republicanos como ciudadanía, de Chayanta y del Congreso Obrero de Oruro.
derechos e igualdad ante la ley para denunciar lo que ellos llama- Tristán Marof estaba en relación epistolar y personal con José
ban la esclavitud". Carlos Mariátegui desde antes de la rebelión. Ambos pertenecían
En el reclamo de las tierras de las que habían sido despojados a una estirpe del socialismo latinoamericano influida por Marx, So-
rel, el marxismo italiano de los años veinte, la Revolución me-
6 También en las ideas de escritores latinoamericanos de izquierda en las pri-
xicana, los primeros años de la Revolución rusa y el comunalismo
meras tres décadas del siglo se consignaron estos tres procesos. José Carlos Ma- indígena andino y mesoamericano. El estudio de Forrest Hylton
riátegui es un ejemplo claro. registra también la presencia y la herencia de este socialismo lati-

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HISTORIAS C L A N D E S T I N A S I I I ' . U H l l A S MI'SMI: ADIiNTRO

noamericano original, no asimilable al europeo o al soviético, que coide, cenli-iidu cu el p.u Límenlo que flota por encima de la sociedad, cuyo
una y otra vez reaparece en Bolivia (y en otras latitudes del con- poder radica en un grupo de representantes automatizados que deciden el
tinente), incluso en la Asamblea Popular entre 1969 y 1971, bajo destino de la colectividad y se legitima mediante la enajenación de la sobe-
el gobierno del general Juan José Torres, y en el gobierno chileno ranía en el voto secreto.
de Salvador Allende entre 1970 y 1973.
Como en la revolución zapatista de 1911, como en la insurrec- De este modo, continúa Patzi, la "guerra de razas expresada en
ción comunista salvadoreña de 1932, como en la rebelión de las esta contradicción, después de 175 años de la fundación de la Re-
comunidades indígenas zapatistas de Chiapas en 1994, el legado y pública de Bolivia, continúa siendo el ordenador de las clases so-
el entramado de la comunidad india no se contraponen a las ideas ciales" en el país.
y programas de ese socialismo, sino que les dan sustento en la his- El ensayo se refiere después a los bloqueos de caminos, al mo-
toria y en la continuidad de los tiempos y, a la vez, la comunidad vimiento cocalero encabezado por Evo Morales, a sus diferencias
puede llegar a asumir esas ideas para ella misma trascender hacia con el movimiento aymara de Felipe Quispe y a las contradiccio-
un futuro propio, una modernidad posible alterna a la del capital. 7 nes entre los movimientos sociales y comunitarios y las activida-
des de los partidos políticos que de ellos pueden surgir. No deja de
* * * -rJn anotar, por otra parte, las diferenciaciones interiores de clase y
'•JO de riqueza que atraviesan a los mismos pueblos aymarás y actúan
El ensayo de Félix Patzi se centra, por su parte, en el movimiento para disgregar los lazos comunitarios.
indígena boliviano del presente. Traza una línea de continuidad, Despunta aquí una vez más una cuestión crucial para la suerte
por encima del siglo XX, entre el movimiento de Willka Zarate en inmediata y futura de las comunidades indígenas: las diferencia-
1899, "que no quería integrarse a la nación boliviana", y la insu- ciones internas que tienden a aumentar en la medida en que las
bordinación del pueblo aymara desde fines de 1998 encabezada relaciones del mercado capitalista, incluida la relación salarial, pro-
por el Maílku Felipe Quispe y su recuperación del "ethos comu- siguen su expansión en el conjunto de la economía nacional y van
nal", pasando por la revuelta indígena de Achacachi en abril de permeando a la comunidad. ¿Puede ésta subsistir indefinidamen-
2000 hasta la "batalla del agua" en el año 2003. te como una isla de valor de uso rodeada por una marea creciente
Félix Patzi ve enfrentados en Bolivia "dos proyectos políticos de valor de cambio? La respuesta sigue abierta: hay más tiempo
inconciliables". Así los describe: que vida
A diferencia de los tres primeros ensayos, que trabajan con
Por un lado, el de los ayllus, centrado en la soberanía colectiva comunitaria, material documental y con los instrumentos del historiador, el de
formado por una corporación de trabajadores del campo y de la ciudad, eje- Félix Patzi es una reflexión sobre la actualidad boliviana, el mo-
cutivo y legislativo al mismo tiempo. Por otro, el de la burguesía criolla blan- vimiento indígena y sus posibles alternativas. Es, pues, un escrito
político inmediato sobre un presente en agitado movimiento.
7 Bolívar Echeverría, en su ensayo "Walter Benjamín: mesiamsmo y utopía",

escribe que éste, en sus Tesis, "deja entrever la idea de que un verdadero socia-
* **
lismo es impensable sin una idea de economía completamente diferente de la
economía puramente mercantil, sin una economía que sea capaz de privilegiar el
valor de uso por sobre el valor de cambio y ajena por lo tanto a las exigencias del
Lo que surge de los cuatro trabajos, escritos por autores diferentes
progreso como crecimiento del capital" (ibid., p. 135). en momentos diferentes, es la tenaz persistencia de los tiempos in-

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HISTORIAS CLANDESTINAS I I I ' h ' U I A S DI S I U : A M I - N T R O

dígenas andinos, la continuidad y resistencia de su entramado so- En cada ocasión, cs;i política muestra una notable capacidad para
cial y espiritual en el sustento de cada nueva rebelión, lucha o combinar legalismu y violencia, organización horizontal y media-
reclamo, y la capacidad de adaptación y combinación de esta ción con la esfera de la dominación, movilización social autónoma
herencia inmaterial de los tiempos pasados con los instrumentos y negociación. Esa actividad es autónoma precisamente porque se
legales, ideológicos, tecnológicos, sociales y materiales de cada nue- define, se delimita y se determina a sí misma dentro de un siste-
vo tiempo presente. ma dado de dominación, pero no lo sustituye ni es externa a él.
Persistencia, sin embargo, no es inmanencia. Estas historias so- Autonomía no es independencia. En consecuencia, para seguir
bre movimientos indígenas de diferentes épocas en el país que hoy existiendo y combatiendo, esa política no puede eludir, ignorar ni
se llama Bolivia muestran una interacción permanente entre las abolir las paradojas, las antinomias o las acechanzas de esa situa-
clases dominantes, sus políticas y su economía, y las comunidades ción, sino irlas resolviendo en la experiencia vez tras vez y tal
y pueblos indígenas. Estas no atraviesan los siglos permaneciendo como se presentan.
iguales a sí mismas, fieles a una supuesta esencia comunitaria, mien- De los estudios de este volumen no surge una esencia comuni-
tras las clases dominantes cambian y se modernizan. Lo que aquí taria siempre fiel a sí misma, sino una extraordinaria creatividad
aparece es también el cambio que se va operando dentro de la per- de la política indígena, visible cada vez que vuelve a irrumpir en
sistente esfera autónoma de los subalternos. el primer plano de la escena, así como una tenaz persistencia de
Sirve aquí la advertencia metodológica de Ranajit Guha en sus sus tiempos y sus experiencias cuando reaparece en cada nuevo e
estudios sobre el nacionalismo y los grupos subalternos en la India. imprevisible presente.
La política autónoma de éstos, escribe,
Ciudad de México, 12 de octubre de 2003
sólo era tradicional en la medida en que sus raíces podían rastrearse a los
tiempos precoloniales, pero de ningún modo era arcaica en el sentido de ser anti-
cuada [cursivas añadidas]. [.,.] Este dominio autónomo, tan moderno como la
política de la élite, se distinguía por su mayor profundidad relativa, tanto en
el tiempo como en la estructura. [...] La movilización popular en el periodo
colonial halló su más amplía realización en los levantamientos campesinos.
Sin embargo, también en las áreas urbanas, en muchas instancias históricas
en las que participaron masas de trabajadores y miembros de la pequeña bur-
guesía, la figura de la movilización derivaba directamente del paradigma de
la insurrección campesina.8

La actividad política subalterna, precisamente porque existe,


por definición, dentro de una relación de dominación/subordina-
ción, va trasformándose junto con ésta: trasformarse es persistir.

8 Ranajit Guha, "Sobre algunos aspectos de la historiografía colonial de la In-


dia", en S. Rivera Cusicanqui y R. Barragán (comps.), op. cit., pp. 25-32.

70 71
El espíritu de la revuelta*

A la mitad de octubre de 2003 en Bolivia llevaba ya muchos


días la insurrección popular de El Alto, población indíge-
na, trabajadora, campesina, migrante, comerciante, unas 800 mil
personas en total. Los áltenos insurrectos controlaban la entrada
principal a la ciudad de La Paz, cuatrocientos metros más abajo, e
impedían el vital abastecimiento de combustible a la capital de la
República. El gobierno, cercado, decidió romper el bloqueo con
un convoy militar que se abrió paso camino arriba abriendo fuego
y matando gente por decenas. Así despejó la ruta para que baja-
ran los camiones-tanque.
Los áltenos recogieron a sus muertos, los velaron en los hoga-
res y las iglesias, y dijeron " ya basta". A fuerza de brazos de hom-
bres y de mujeres, de jóvenes y de viejos, sacaron de sus rieles en
la estación ferroviaria a varios vagones de carga y los empujaron
hasta hacerlos caer, muchos metros más abajo, atravesados en la
carretera que trepa desde La Paz a El Alto, esa misma por donde
habían subido los camiones con soldados para abrir camino al com-
bustible: "¡Basta, por aquí no pasa más nadie!".
Al día siguiente empezaron a bajar, por decenas y tal vez por
cientos de miles, a ocupar la ciudad de La Paz, mientras desde los
valles del extremo opuesto de la capital subían otras intermina-
bles columnas de indios con el mismo propósito: tomar la capital
y derribar al gobierno criollo y masacrador de Gonzalo Sánchez de
Lozada. Para ese entonces la población de clase media de La Paz
apoyaba a los insurrectos de El Alto y exigía el cese del fuego. El

* Prólogo a Forrest Hylton y Sinclair Thomson, Revolutionary Rorizons. Po-


pular Struggle in Bolivia, Verso, Londres, 2007.

73
HISTORIAS CLANDESTINAS I I l ' S r l K M t l DI- I.A REVUELTA

ejército ya no osó seguir matando. El gobierno cayó y el presiden- temos tiene un rango específico, indeleble como el color de la piel:
te González de Lozada huyó a Estados Unidos. al igual que en el resto del universo colonial que en aquel siglo na-
La historia de esta fracción de tiempo que estalla fuera del tiem- ció, se conformó como una opresión y una subalternidad raciales.
po cotidiano como una especie de viraje del destino, de ese tiempo La primera gran insurrección indígena contra esa dominación,
instantáneo que se llama revolución, la historia de su pasado, de que antecedió a la guerra de Independencia, fue encabezada en
sus ancestros, de sus protagonistas y de sus motivos y razones, es lo 1781 por Túpaj Katari. Los ejércitos indios pusieron a la ciudad de
que relata este libro de Forrest Hylton y Sinclair Thomson, ellos que La Paz un prolongado cerco que sólo pudo ser roto por la llegada
estuvieron allí mientras todo eso sucedía y que habían pasado años de tropas enviadas desde la capital del virreinato, la lejana ciu-
de sus vidas estudiando las revoluciones y revueltas indígenas bo- dad de Buenos Aires.
livianas. La derrota no borró la memoria: ni en los indígenas, que supie-
Una revolución clásica, apenas al inicio del siglo XXI, ha teni- ron desde entonces que una vez habían puesto sitio a la Ciudad de
do lugar en Bolivia, en un ciclo de rebelión popular iniciado con los Señores; ni en la minoría blanca y mestiza, en la cual por ge-
la "guerra del agua" en el año 2000. Ese ciclo culminó en las insu- neraciones sucesivas, y hasta hoy, se trasmitió el temor —negado,
rrecciones indias de 2003 y 2005, las cuales por dos veces tomaron pero siempre vivo bajo el umbral de la conciencia— de un nuevo
la ciudad capital e impusieron una elección presidencial extraor- cerco a su ciudad por las ilimitadas poblaciones de piel oscura.
dinaria en diciembre de 2005. En ésta, por mayoría absoluta de En abril de 1952 estalló una insurrección popular y minera en
votos y por primera vez en la historia boliviana, un dirigente in- defensa de una elección presidencial escamoteada por la oligar-
dio fue llevado a la Presidencia de la República. quía dominante. Conocida desde entonces como "la revolución
Este libro tiene la certeza y la osadía de afirmar que lo sucedi- de abril", tomó la ciudad de La Paz, dispersó al ejército, derribó al
do es una revolución, y lo demuestra haciendo historia, análisis y presidente y estableció un gobierno mestizo que nacionalizó las mi-
crónica. Una revolución, eso que ya no existía, una revolución nas —entonces la principal industria boliviana—, dictó una refor-
violenta y liberadora como todas las revoluciones que en la histo- ma agraria y tuvo que convivir por años con el poder paralelo de
ria han sido, hela aquí otra vez trayendo una vez más desde el los sindicatos mineros, fabriles y campesinos, sus milicias armadas
agravio y desde el pasado el espíritu de la revuelta. y sus radios comunitarias. Mineros, fabriles y campesinos, por su-
puesto, eran indios, y en los idiomas indígenas solían discutir en
* ** sus asambleas y conversar en sus casas y en sus fiestas.
Tras largas vicisitudes y tenaces resistencias, desde los años
Tras la crónica del ciclo ascendente de movilizaciones populares ochenta del siglo XX el nuevo poder del mundo neoliberal reorga-
que desde el año 2000 en adelante condujeron a este desenlace, nizó Bolivia, cerró las minas, desmanteló los sindicatos, dispersó a
Hylton y Thomson van a buscar sus raíces, presagios y precurso- los trabajadores y a sus poblaciones. La revolución de abril quedó
res en los tiempos largos de la historia. como una referencia en la historia. El orden había sido restableci-
Bolivia es un país indio, donde dos tercios de la población se re- do. Los indios estaban otra vez en su lugar.
conocen y se declaran aymara, quechua, guaraní o de alguna otra Pero como en toda dominación de raíz racial, la ideología na-
población indígena, gobernado desde la Conquista española en el cional y su simbología compartida entre dominadores y subalter-
siglo XVI por una minoría blanca y mestiza. Desde entonces, la re- nos era apenas una delgada capa formal, la hegemonía era una
lación entre gobernantes y gobernados y entre dominantes y subal- cubierta frágil y quebradiza. Por debajo vivía la siempre persisten-

74 75
HISTORIAS CLANDESTINAS I t I M ' l l t l I U Dl : I A K K VUELTA

te y vasta comunidad humana de los indígenas, esos mundos de la píritu de Ins revueltas lia seguido trasmitiéndose por generaciones
vida bolivianos que el cineasta Jorge Sanjinés llamó "La nación a través de las protestas, la clandestinidad de masas, la vida coti-
clandestina". Desde Túpaj Katari, y aun desde antes, esos mundos diana en la discriminación y la diferencia.
nunca dejaron de aparecer, aquí y allá, y de resquebrajar la super- Así nos lo dicen los autores:
ficie de la dominación con revueltas locales y violentas, rápida-
mente sofocadas y castigadas pero no olvidadas. En este libro, nos referimos a los "horizontes" revolucionarios no sólo como
Esa nación negada por la república liberal era casi invisible las perspectivas de hombres y mujeres del pasado que divisaron fas posibilida-
también para la izquierda republicana, que la confundía con las des de trasformación social en el porvenir. Pues la expresión tiene también
ubicaciones indias en la economía y en la sociedad: campesinos, otro significado. En un sitio arqueológico, los sucesivos estratos del terreno y
obreros fabriles, mineros, pequeños comerciantes, artesanos. No los restos de asentamientos humanos que a través de una excavación cuida-
alcanzaba así a ver su antiguo lugar en el mundo colonial que bajo dosa van apareciendo, se llaman "horizontes". Presentamos entonces este tra-
la república persistía: indios, pueblo del color de la tierra, ayma- bajo como una excavación de la revolución andina, cuyos sucesivos estratos
rás, quechuas, guaraníes, unís, éstos que en las orillas del lago Titi- de sedimentación histórica conforman el subsuelo, la tierra, el paisaje y las
caca afirman ser los más antiguos entre los humanos. perspectivas para la actual lucha política en Bolivia.
Cada vez que el país que hoy se llama Bolivia se pone en mo-
vimiento vuelve a aparecer esa nación clandestina o, más bien, se Entonces la revolución de octubre de 2003 y su secuela, la re-
hace violentamente visible y audible, como lo quería Edward P. vuelta india de junio de 2005 sobre La Paz, se presentan como la
Thompson, en los lugares protagónicos de la escena antes ocupa- condensación de toda la experiencia pasada, de la ira, de las humi-
dos por el bullicio de los políticos, los burócratas, los militares, los llaciones, de los deseos. Un estallido que resuena, una iluminación
inversionistas y sus letrados. que un instante resplandece, una fractura en los tiempos cotidia-
Así se hizo presente en octubre de 2003, cuando bajaron sobre nos en la que se arremolinan y confunden el tiempo lineal, el tiem-
La Paz y la tomaron enarbolando sus banderas y sus símbolos y po- po circular y el tiempo mesiánico. Esa fractura temporal pasa y no
niendo por delante sus cuerpos y sus muertos, según refieren de esos dura. Pero sus resonancias y disonancias nunca terminan de apa-
días Thomson y Hylton: garse, como viene a saberse según trascurren los años y las vidas,
nos dicen al final de su libro Thomson y Hylton.
Iniciado en Warisata en septiembre y prolongado hacia El Alto en octubre,
el duelo por los mártires fue el tiempo para expresar el dolor y la furia, para
**
fortalecer los ánimos mediante el ritual y la reflexión, y para dedicar la con-
tinuación de la lucha a aquellos que habían perdido sus vidas. Los mártires Una revolución victoriosa, como la del octubre boliviano, impli-
dieron también un nuevo ejemplo de patriotismo indígena en Bolivia, pues ca un cambio de fondo en las instituciones y en el mando político.
los aymarás eran quienes defendían la nación contra el control extranjero. Es cuanto advino en las elecciones presidenciales de diciembre de
2005 y en la toma de posesión del presidente indio Evo Morales
Revolutionary Hori^ons nos habla de las continuidades y las rup- en enero de 2006. Pero mando político emergente y revolución
turas en el tiempo, de la crueldad y la fragilidad de la dominación que lo suscita, si bien conexos, son dos fenómenos en sustancia di-
colonial interna, del despojo secular y de la explotación impía, de ferentes.
la herencia inmaterial de memorias y experiencias, de cómo el es- El nuevo poder es un resultado de la revolución, pero no es su

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HISTORIAS CLANDESTINAS I I I M ' I K I I I I MI- 1,A K I-VUELTA

encarnación. En las reflexiones finales de su libro, Hylton y Thom- funcionado como el único vehículo efectivo para la articulación
son abordan esta cuestión crucial. nacional de los heterogéneos movimientos".
Los pueblos no van a una revolución en pos de una imagen de Sin embargo esto no autoriza a esa dirección, continúan dicien-
sociedad futura, anotaba León Trotsky, sino porque la sociedad do, para sostener que en lo sucesivo los sectores indígenas no nece-
presente se les ha vuelto insoportable. Su revuelta se nutre de la sitan tener una representación especial como tales (por ejemplo,
imagen de los antepasados esclavizados, no del ideal de los des- en la Asamblea Constituyente) con el argumento de que "ya han
cendientes liberados, escribía Walter Benjamín. logrado representación —a través del MAS". En lugar de continuar
Una revolución significa que nada volverá a ser como antes en en resistencia, prosigue el argumento oficial, esos sectores "ne-
los espíritus de los vivos y en sus mutuas relaciones, pero es tam- cesitan ubicarse en este nuevo tiempo, el de ocupar estructuras de
bién un homenaje a los muertos, un rescate de la memoria y de los poder".
penares de los antepasados humillados, una renovación del propio Ambos historiadores se pronuncian contra tal argumento:
universo simbólico. Por eso ella repercute tanto en el territorio co-
mo en los tiempos venideros. Pero su duración es corta. Y si bien, Cualquiera fuese su intención, tales declaraciones desautorizaban, margina-
cuando logra vencer, engendra un nuevo mando político, la insu- ban y silenciaban las demandas indígenas. Era un nuevo ejemplo de la con-
rrección no se encarna ni se prolonga en él y la fractura temporal descendencia que ha infestado históricamente las relaciones entre los indios
se cierra: "mais il est bien court le temps des censes". Se trata enton- y la izquierda y que ha impulsado a los activistas indios hacia posiciones más
ces de otro tiempo sucesivo, aun cuando el nuevo mando pueda radicalmente autónomas.
continuar afirmando: "La revolución soy yo".
Discutir y sopesar la composición y los cambios ulteriores en los No basta con un presidente indígena para hacer de la nación
mandos políticos surgidos de una revolución tiene importancia. clandestina la república.
Pero subsumir allí su análisis y su significado es extraviar el cami- Por supuesto, preciso es comprender los límites inelásticos con
no y adentrarse en un teatro de sombras. Suelen hacerlo quienes, que topan quienes ejercen el gobierno, sea en la resistencia feroz
ellos mismos, sin sospecharlo van siendo también sombras de la de las clases desplazadas del poder y de sus representantes polí-
vida verdadera que prosigue en otra parte, lejos de ellos. ticos y económicos, nacionales y extranjeros; sea en la jaula de
La historia de las revoluciones suele ser tratada como la de su acero en que aprisiona sus posibilidades de acción el nuevo orden
consolidación en tanto nuevo orden. En otros términos, la revo- neoliberal global, más la presencia inmanente de su poderoso sus-
lución habría sido un preludio necesario para ese orden. No es de tento material, la fuerza militar de Estados Unidos, el Pentágono;
este modo como este libro considera a esta tercera revolución bo- sea en los límites materiales de la escasez, el encierro nacional y
liviana que inauguró en el altiplano el siglo XXI. la pobreza.
Thomson y Hylton conceden toda su importancia al hecho de Dicho en las palabras de los autores de este libro:
que la existencia del Movimiento al Socialismo (MAS), encabezado
por Evo Morales, pudiera dar un canal y un instrumento político Hay consecuencias del presente cuya fuerza será difícil contener o revertir en
a la insurrección popular cuyos protagonistas fueron los movi- el futuro inmediato. Pero, aun así, si bien la historia ha mostrado que los mo
mientos populares y sociales. Pero anotan: "Morales y el MAS, an- mentos revolucionarios dejan una marca indeleble en el futuro, ha mostrado
tes que dirigirlas, más bien fueron a la cola de las insurrecciones también que el colonialismo interno y las jerarquías de clase son estructuras
de 2003 y 2005. Y en el terreno electoral, Morales y el MAS han duraderas.

78 79
HISTORIAS CLANDESTINAS

Pero por eso mismo los movimientos del pueblo que dieron ori-
gen a ese poder no pueden confundirse con él. Necesitan preser-
Las insurrecciones intermitentes5
var, no su indiferencia o su neutralidad hacia el nuevo poder que
su rebelión engendró y al cual defienden contra enemigos comu-
nes, sino su autonomía y su independencia con respecto a él.

La historia de las revoluciones queremos tratarla como la de esos i


momentos únicos en que los olvidados, los oprimidos, los humi-
llados de siempre, los que construyen el mundo con sus manos, sus
cuerpos y sus mentes, irrumpen y suspenden el tiempo del despre-
cio para inaugurar un tiempo nuevo, un momento, largo o no pero
L a revolución que no quiere cesar en Bolivía es un proceso más
profundo que la política y va más allá de las élites y la econo-
mía. Es un cuestionamiento de los sustentos mismos de la domina-
imborrable, de revelación de su propio ser, su inteligencia, su he- ción histórica de esas élites, viejas y nuevas. Viene de muy abajo.
rencia que es la de todos los humanos. Lo mueve una furia antigua. No lo van a detener las masacres ni los
"El sujeto del conocimiento histórico es la clase oprimida mis- frágiles acuerdos con los racistas de la Media Luna.
ma, cuando combate. En Marx aparece como la última clase es- La masacre de septiembre de 2008 en Pando; las escenas de hu-
clavizada, como la clase vengadora, que lleva a su fin la obra de millación pública, dolor y castigo de los indígenas en la plaza públi-
liberación en nombre de tantas generaciones de vencidos", escri- ca de Sucre y en las calles de Santa Cruz de la Sierra; los muros con
bió Walter Benjamín en sus Tesis sobre la historia. Es allí donde grandes letreros que gritan "¡Collas, raza maldita!"; dijeron claro
pervive y arde en secreto, en tiempos y territorios diferentes, el es- a toda Bolivia que la minoría oligárquica sabe bien lo que defiende:
píritu de la revuelta. su poder no se negocia, sus tierras no se tocan, su derecho de man-
Aquellos momentos en que ese espíritu sale a luz y se torna ven- do despótico reside en el color de la piel, no en el voto ciudadano.
daval, esas fracturas en el tiempo cuya duración debe multiplicar- Esa minoría no está dispuesta a modificar en nada tal derecho
se por su intensidad, pueden luego quedar en suspenso y convertirse despótico. Se apoya además en sectores blancos pobres cuya úni-
en memoria y en pasado; pero se convierten también en experiencia ca "propiedad" es ese color de piel que los separa de los indios.
vivida y, en consecuencia, en reverberaciones interminables ha- Menos dispuesta está a redistribuir propiedad o riqueza. Éste es el
cia todos los futuros posibles de quienes, como pueblo, los vivieron. nudo de la prolongada disputa en torno a la nueva Constitución
Tales son los temas de este libro excepcional, obra de dos his- estatal boliviana.
toriadores que han seguido y vivido la vida boliviana.
Horizontes revolucionarios es una crónica, una historia y una ar-
queología de la insurgencia indígena en el altiplano de los Andes, * Una versión de este escrito fue presentada el 3 de enero de 2009 en el Fes-
tival de la Digna Rabia, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, convocado por el
y es, al mismo tiempo, un maduro fruto intelectual de la experien-
EZLN. Reelabora temas de dos trabajos precedentes: "Racismo, dominación y re-
cia, el estudio y la reflexión.
volución en Bolivia" (La Jomada, México, 22 de septiembre de 2008) y "Totoni-
capán, 1820. Primavera indígena en Guatemala" (Revista de ¡a. Universidad de
Ciudad de México, 7 de mayo de 2007 México, núm. 60, febrero de 2009, pp.30-36).

80
HIS10KIAS U.ANMl-S'IINAS 'n IN'.l i VIONI'S INTliKMn I-N'IIÍS

Esa vieja clase dominante sabe bien que no se trata de simples vía reconoce l,i existencia y los derechos de esa civilización y sus
"ampliaciones democráticas" de la legislación, sino de una revo- culturas.
lución que cuestiona su poder y sus privilegios, el entramado he- En las montañas y los valles del Alto Perú, los dominados de
reditario de su mando despótico. Pues una revolución es uno de piel oscura no fueron traídos de otras tierras. Estaban ahí antes. Eran
aquellos momentos culminantes en que el movimiento insurgen- y siguen siendo la civilización andina originaria. El cineasta Jorge
te del pueblo toca las bases mismas de la dominación, trata de des- Sanginés en una película inolvidable la llamó "la nación clandes-
truirla y alcanza a fracturar la línea divisoria por donde pasa esa tina". En México, Guillermo Bonfil usó la expresión "México pro-
dominación en la sociedad dada. fundo: una civilización negada". Siguiendo sus pasos, la nombré
No se trata de la línea que separa a gobernantes y goberna- "una civilización subalterna" en mi libro Historia a contrapelo.
dos, cuestión política, sino de aquella que separa a dominantes Clandestina, negada o subalterna, su entramado hereditario1 so-
y subalternos. El clásico nombre de revolución social se refiere a cial y cultural, presente como costumbre en la vida cotidiana, apa-
la subversión de esa dominación social y no solamente política rece con violencia a la hora de organizar las revueltas y las rebeliones
o económica. Esa línea divisoria es nítida y profunda en Bolivia. de sus herederos y portadores, porque son ellas de raíz tan profunda
No es tan sólo una dominación de clase, que sí existe. Es sobre como honda y persistente es la dominación de matriz racial.
todo una dominación racial conformada desde la Colonia y con- Los dominados y subalternos, llegados el día y la hora, se suble-
firmada en la república oligárquica desde 1825 en adelante. van una y otra vez para conquistar los derechos que esa república
En la dominación racial, ser ciudadano de pleno derecho signi- racial les niega o les recorta: la dignidad y el respeto, los espacios
fica ser blanco o mestizo asimilado. Para llegar a ser ciudadano, un de libertad y de organización, los recursos naturales de su tierra, la
indio tiene que dejar de ser indio y reconocerse y ser reconocido educación, la salud, todo cuanto constituiría el entramado social
como blanco; romper con su comunidad histórica concreta, la de de una república de iguales.
los aymarás, los quechuas, los guaraníes u otra de las muchas nacio- El antiguo lema republicano "Libertad, igualdad, fraternidad"
nes indígenas bolivianas; y entrar como subordinado recién llega- tiene en tales rebeliones su indispensable doble: "Tierra, justicia,
do a la comunidad abstracta de los ciudadanos de la República. Se solidaridad". Pues no hay en esas latitudes libertad sin reparto agra-
le exige que renuncie a su ser y su historia y sea como es la repú- rio, igualdad sin justicia para todos, ni fraternidad sin solidaridad
blica de los blancos, los ricos, los letrados, los hispano-hablantes interior de las múltiples comunidades y de la comunidad entera de
—donde, por lo demás, el imborrable color de su piel condenaría esa nación de naciones que es Bolivia. No se trata sólo de un nue-
siempre a esas mujeres y hombres a una ciudadanía de segunda. vo orden político y económico. Se trata de lo que en el contexto
Tal es la índole de esta dominación, que la nueva Constitución boliviano constituiría un nuevo orden social. De ahí la violencia
declara abolida. bestial de las reacciones de los grupos privilegiados y sus sicarios.
En Bolivia las organizaciones indígenas y populares están en mo-
vilización y algunas literalmente en pie de guerra. En este terreno, el
de una revolución cuyos hacedores y protagonistas no están dispues-
La fuerza y la coherencia de la revolución en Bolivia se nutren
de una antigua civilización, persistente en los idiomas, las cos-
1 Utilizo esra expresión en el sentido que le da E. P. Thompson en "El entra-
tumbres, las creencias, las solidaridades y las comunidades, tanto mado hereditario: un comentario" (en Agenda fiara una historia radicai, Crítica,
rurales como urbanas. La nueva Constitución Política de Boli- Barcelona, 2000, pp. 45-86).

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I V. I M M < |t I N I KRMlTliNTliS
HISTORIAS CLANDESTINAS

racial para irivítulu ai d derecho de dominación política. Fue sólo cuando esa
tos a dejársela arrebatar ni a negociarla, están los enfrentamientos
amenaza si; desvaneció, y únicamente a costa de domesticar su contenido sub-
en Bolivia. Terratenientes y minoría blanca intentan ahora desco-
versivo original, que los gobernantes republicanos se aventurarían a incorporar
nocer el resultado del referéndum constitucional. Como en octu-
a los grandes movimientos campesinos en su propia narrativa histórica.
bre de 2003, si no ceden y amainan su pretensión, el desenlace se
resolverá en las calles y en los campos, como volvió a mostrarlo en
octubre de 2008 el cerco de pueblo en pie de guerra sobre la ciu- Llega entonces el momento de la "estatua al indio", ubicado
dad de Santa Cruz. como parte de la historia de la nación moderna, en cuya narrativa
la historia india es presentada como precursora de la independen-
cia nacional y como antecedente de la república blanca y mesti-
za. Queda subsumida en ésta, pero negada, cortada e interrumpida
No son nuevas las rebeliones populares indígenas en Bolivia, no como historia propia. En 1980 anotaba Guillermo Bonfil Batalla:
sólo para cambiar sus condiciones de existencia bajo la dominación "Las tesis evolucionistas del siglo XIX fueron un recurso estupen-
colonial y racial, sino también para subvertirla. Sergio Serulnikov, do para justificar esta nueva exclusión: los pueblos indios resulta-
entre otros, ha indagado sobre las insurrecciones indias (Túpac ban rezagados en el proceso histórico y requerían la redención del
Amaru, Tomás Katari, Túpac Katari) que en el mundo colonial an- progreso, ya que no la de la fe cristiana".4
dino en el siglo XVIII buscaron imponer gobiernos propios. Dice su Ese progreso redentor es presentado entonces como un proceso
estudio que tal tipo de gobierno indígena significaba "poner en civilizatorio infinito cuya llegada a término es imposible dada la
acción prácticas políticas que minaron el principio fundante del inferioridad natural de los indios, postulada desde los tiempos de
colonialismo: la noción de que existía un definido vínculo entre la controversia de Valladolid entre Ginés de Sepúlveda y Barto-
poder y cultura, que el dominio se basaba en la inherente superio- lomé de las Casas en el siglo XVI. Es este postulado esencial de la
ridad de la civilización europea".2 Ahí residía, ayer como hoy, la dominación colonial lo que las insurrecciones indias, con su pe-
radicalidad de la subversión. culiar intermitencia, fueron poniendo en cuestión en los hechos
La insurrección de Tomás Katari en Chayanta hacia finales del y no sólo en las doctas polémicas.
siglo XVIII estableció un efímero pero real gobierno indio a escala En las insurrecciones andinas, dice Serulnikov,
de una región, aún enmarcado simbólicamente en el poder de
lo que los criollos aprenderían rápido, y sus descendientes en el siglo XIX
la Corona española. Pero lo que así ponía en cuestión, escribe Se-
rulnikov, no olvidarían, es que la movilización autónoma del campesinado andino y el
encumbramiento de uno de sus líderes como autoridad suprema eran incom-
patibles con ia perpetuación de los mecanismos de subordinación colonial
era el edificio entero de la hegemonía colonial: el uso de la diferencia cultural
cualquiera sea el régimen político formal que los enmarcara.1
como significante de inferioridad racial y el empleo de la noción de inferioridad

2 Sergio Serulnikov, Conflictos sociales e insurrecciones en d mundo coíoniaí an-

dino. Eí norte de Potosí'en d siglo XVílí, Fondo de Cultura Económica, Buenos Ai-
res, 2006, pp. 442-44- Ver también Sinclair Thomson, Cuando sólo reiiiasen ios J S. Serulnikov, op. cit.
indios. La política aymara en la era de la insurgenda, Muela del Diablo, La Paz, 4 Guillermo Bonfil Batalla, "Historias que no son todavía historia", en Car-
2006 (edición en inglés: We Alone Will Ruíe. Nariw Andean Po/ítícs in the Age of los Pereyra et al, Historia ¿para qué?, Siglo XXI, México, 1980, pp. 227-45.
s S. Serulnikov, op. cit., p. 442.
ínsurgc-ncy, Univcrsity of Wisconsin Press, Madison, 2002).

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HISTORIAS CLANDESTINAS I A1, I N ' . I l U U M V I O N I - S I N ' I K R M l T l - N T l - S

Esos insurrectos, para legitimar su movimiento, declararon leal-


tad a la Corona; acudieron a los tribunales coloniales por sus de-
rechos; intentaron alianzas con segmentos de las élites criollas. La dominación no es nunca una losa superpuesta sobre una mate-
Todo en vano, ria inerte. Es siempre una trama que se teje en el tiempo y se extien-
de en el espacio. La élite dominante se asume como la tejedora de
Al desafiar de facto su lugar subordinado en el orden natural de las cosas la vida y de la historia y considera a los subalternos como si apenas
—concluye Serulnikov—, la movilización indígena destruyó todo terreno fueran la materia desprovista de entendimiento con la cual se ela-
común entre colonizadores y colonizados. Una vez más, el problema analíti- bora el tejido. La dominación colonial además tiene su propia regla:
co es desplazar el eje de los programas y las ideas al campo de las relaciones el derecho a mandar según presupuesta superioridad racial por na-
de poder en donde las ideas cobran su significado real.6 cimiento o por origen.
Entonces, cuando los del revés de la trama, los subalternos, irrum-
pen en primer plano, las teleológicas historias colonial o nacional
suponen que se trata de una anomalía en el tejido, un nudo o una
Cada rebelión se nutre de formas y culturas de organización cuyos falla por la tosquedad del material trabajado —los subalternos— o
orígenes y raíces están en la experiencia acumulada y trasmitida. un desperfecto momentáneo en la maquinaria de la dominación.
Cada una, a su modo específico, las vuelve a encarnar trasfigura- Una mano tosca pero dócil es lo que creyó encontrar el poder
das y modificadas por el tiempo. colonial en la población indígena de las regiones andinas. Lo que
Esas culturas y formas vienen de más lejos que las políticas y los encontró fueron manos que piensan, modos inteligentes de obe-
partidos del tiempo presente. Cuando éstos en verdad llegan a ha- diencia al mando impuesto sin los cuales no hay trabajo humano
cerse instrumentos de los subalternos es porque han sabido mirar posible, subordinaciones forzadas pero con vida, historia y pensa-
y recibir aquella experiencia heredada y asimilarla a ese presente miento propios, manos e inteligencias cuyo sustrato es una civili-
para dar nutrición y realidad a sus programas y a sus propias for- zación originaria con su historia y sus culturas muy anteriores a la
mas organizativas. Sólo así pueden pasar la prueba de la realidad dominación colonial y a su entramado.7
y no sólo la de la teoría. Un programa sólo llega a ser real si a tra- Los hilos de la historia indígena tienen su trayectoria en el te-
vés de esas formas y culturas logra encarnar y expresarse en su jido, contribuyen a sostener la trama entera, asoman a lo largo del
tiempo propio. tiempo con sus propios dibujos y colores. No están separados de los
Esas culturas de organización provienen del entramado heredi- de la historia colonial y nacional. Pero son otros, más antiguos, tal
tario del pueblo trabajador. Son diferentes según historias, lugares vez hoy menos visibles, originarios y originales, los hilos de una his-
y países; y son semejantes —aun en los mundos de las industrias toria marcada y cruzada por las otras e inseparable de ellas, pero tan
modernas— por sus contenidos comunitarios y solidarios. Son un pertinaz como las lenguas, las costumbres, los alimentos terrena-
conocimiento organizativo y una educación de los sentimientos forma- les y celestiales.
dos y pulidos generación tras generación en los mundos de la vida
urbanos y rurales en donde el trabajo vive, piensa, siente y hace.

7 Miguel León-Portilla, "Mesoamérica: una civilización originaria" (en Arqueo-


6 Ibid., p. 443. logía Mexicana, vol. XIV, núm. 79, mayo-junio de 2006, pp. 18-27).

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HISTORIAS CLANDESTINAS
I.V, I N S U U H I i VH>N1;S INTKKMITKNTI-S

vez callada pero no suprimida. De ella se impregnan las formas es-


pecíficas de las varias modernidades. Ella asoma en los gestos de
La historia universal no es una ni tiene un cauce único en expan-
la vida cotidiana o en la forma peculiar de las fiestas, los amores,
sión.8 Está hecha de múltiples historias que, miradas en el tiempo
los duelos, las protestas o las rebeliones.
largo de los milenios, confluyen, se entrelazan y se entretejen en
Después, parece esconderse o ir a disimularse al fondo de la esce-
los andares de la especie humana por los lugares y los tiempos.9
na. Pero no. Ahí permanece, afirmada en el duro deseo de durar.
Miguel León-Portilla nos habla de múltiples pero no muchas
civilizaciones originarias. Hasta la próxima vez en que esa permanencia se vuelva imperma-
nencia" y en el espíritu, la revelación y la acción de la revuelta
vuelva a mostrar "lo cotidiano y lo extraordinario como partes de
El concepto de civilización en su acepción antropológica —nos dice— no se
una misma unidad de tiempo histórico".12
contrapone a cultura, sino que es una forma más desarrollada de ella. En una
De este ritmo único y alterno de la permanencia y la imperma-
civilización hay vida urbana, es decir, ciudades y formas más complejas de or-
nencia tratan las historias de los subalternos, clandestinas, oscu-
ganización social, política, económica y religiosa, especialización en el traba-
ras o negadas pero imborrables porque sucedieron. Al igual que en
jo y creaciones tales como precisos cómputos del tiempo, escritura, centros
los mares por la Luna, en la historia el lado oculto también regula
educativos y producción de lo que hoy llamamos arte. Ahora bien, en los pro-
las mareas.
cesos civilizatorios que ha desarrollado la humanidad hay algunos que deben
reconocerse como originarios, es decir, que en su origen se han producido au-
Enero de 2009
tónomamente. Todas las otras civilizaciones, por muy desarrolladas que ha-
yan llegado a ser, deben ser consideradas como derivadas o encaminadas por
11 Raquel Gutiérrez Aguilar, en Los ritmos del Pocha/cutí (Yachaywasi, La Paz,
distintos núcleos civilizatorios. En la historia universal son pocos los casos de
civilizaciones originarias. 1 2008), aborda desde la experiencia y la reflexión esta forma singular del proceso
histórico en Bolivia. En 1940 anotaba Walter Benjamín: "La historia de los opri-
midos es un discontínuum. La tarea de la historia consiste en apoderarse de la
León-Portilla identifica como tales a seis: Egipto (río Nilo); tradición de los oprimidos. [...] El continuum de la historia es el de los opreso-
Mesopotamia (ríos Tigris y Eufrates); India (río Indo); China (río res. Mientras que la representación del continuum conduce a la nivelación, la
Amarillo); Andes y Mesoamérica. del discontinuum está en la base de toda tradición auténtica. La conciencia de
la discontinuidad histórica es propia de las clases revolucionarías en el momen-
Como en todos los mundos y territorios donde se formó una ci-
to de su acción" (W. Benjamín, of>. cit., p. 352).
vilización originaria, historia y vida indígenas de Bolivia tienen 12 "La esfera de lo cotidiano, que es también la esfera de la aparente perpetui-
sostén y sustento en esa civilización preexistente y persistente, tal dad de la subordinación, está circunscrita por un límite más allá del cual surge el
momento extraordinario, apocalíptico y atemporal de un mundo al revés. El
registro histórico de esos breves momentos de rebelión abierta nos permite vis-
8 Ranajit Guha, en History at the Limit of Warld-History (Columbía Univer-
sity Press, Nueva York, 2002), aborda también este tema. lumbrar la región no dominada de la conciencia campesina y percibir así lo
cotidiano y lo extraordinario como partes de una misma unidad de tiempo his-
9 "La multiplicidad de las historias es comparable a la multiplicidad de las
tórico" (Parlha Chatterjee, "La nación y sus campesinos", en Silvia Rivera Cu-
lenguas. La historia universal, en el sentido que se le da hoy, no pasa de ser una
sicanqui y Rossana Barragán [comps.], Debates Postcoloniaíes. Una Introducción
especie de esperanto. La idea de la historia universal es una idea mesiánica"
a los Estudios de la Subalternidad, Historias, La Paz, 1997, p. 209 [edición en in-
(Walter Benjamín, "Sobre el concepto de historia", Ecrits franjáis, NRF, París,
1991, p. 354). glés: "The Nation and Its Peasants", The Nat/on and Its Fragments - Colonia/ and
10 M. León-Portilla, op. cíe.
Post-Coíonial Histories, Princcton University Press, Nueva Jersey, 1993, cap. VIH,
p. 161]).

89
"Ahora que lo pienso, cincuenta
años después..."
Adolfo Gilly recuerda a mineros, mitos y la revolución
en Bolivía, en entrevista de Sinclair Thomson y Seemin Qayum

D urante más de medio siglo, recorriendo distintos países latinoa-


mericanos, Adolfo Gilly ha observado con cercanía o vivido
directamente muchos de los procesos políticos más importantes
de la región.
Historiador, ensayista y periodista radicado en México, Gilly
tiene una extensa producción literaria y muchos de sus libros han
pasado por múltiples ediciones. De particular importancia son sus
estudios de historia mexicana en los que indaga temas como la
revolución de 1910, el cardenismo de los años treinta y el nuevo
zapatismo que irrumpió en 1994. La resolución interrumpida (Mé-
xico, 19ÍO-Í920), escrito durante sus años de preso político en
México, ha tenido más de treinta ediciones desde su publicación
en 1971, además de traducciones al inglés, francés y griego. Su li-
bro más reciente, Eí sigío del relámpago: siete ensayos sobre el siglo XX
(2002), reúne una serie de ensayos sobre modernidad, dominación
y lucha subalterna. Otras obras suyas referentes a Cuba, Guatema-
la, El Salvador, Nicaragua y Argentina reflejan su interés constan-
te por las dinámicas de poder, violencia y revolución en América
Latina. En sus libros como en sus columnas para el diario mexicano
La jornada, Gilly se distingue por la lucidez y la elegancia, la pa-
sión y el humanismo crítico de sus reflexiones.
Nacido en Buenos Aires en 1928, su primera experiencia afuera,
en una larga vida de viajes, exilios y transiciones, fue en Bolivia.
Gilly llegó joven al país, en 1956, en un momento excepcional
cuando las luces de la revolución de 1952 todavía brillaban y ofre-
cían a los contemporáneos una visión de conquistas sociales his-
tóricas y un potencial de trasformación social aún más profunda.
Se fue en 1960, después de un importante aprendizaje personal y
político, y le quedó para siempre un afecto entrañable hacia el país.

91
HISTORIAS CLANDESTINAS " A l l O l í A i.H i| l i i l ' l l NSO, r l N C I M - ' N I A AÑOS miSI'UÍiS..."

En esta entrevista realizada por los historiadores Seemin Qayum ceños. Simplemente era otro. Si hubiera llegado al mundo campe-
y Sinclair Thomson en Nueva York en mayo de 2003, Gilly habla sino me habría parecido más extraño. Pero el mundo de los traba-
de sus recuerdos de la estadía en Bolivia. Desde el presente refle- jadores en La Paz y de los grupos de izquierda, el mundo de las minas
xiona sobre la época de 1952, los mineros con quienes compartía no me lo era tanto. Finalmente, eran trabajadores industriales.
y militaba y el sentido personal y colectivo de la revolución como Lo que me era extraño era todo el mundo boliviano. Y tardé en
fenómeno político y simbólico (S. Q. y S. T). enterarme de que eso no estaba mal... Alguno de mis compañeros
del sur hubiera dicho que ese mundo era "superstición". [Risa.]
* ** ¡No! Es otro modo de pensar, nada más. Tardé en sacarme lo que
traes atrás, la idea del "progreso": "Bueno, ahora son así, pero por-
¿Cuando fue que conociste Bolivia? que todavía no han llegado a ser de esta otra manera, pero a su de-
Yo llego a Bolivia el 7 de abril del año 1956. Tenía veintisiete bido tiempo, etcétera". Era el progreso que, en parte, estaba también
años. Me acuerdo de la fecha porque dos días después era el cuarto en el trotskismo. No tan arraigado como en el bolchevismo tradi-
aniversario del 9 de abril. Y todavía lo estoy viendo, viendo desfi- cional, pero también está la idea de "países avanzados" y "países
lar el mito. El mito de la revolución permanente: "¡las milicias atrasados" como los llamaban, que van a reproducir el camino de
obreras! ¡No puede ser!", me decía. Pasaron los mineros con sus cas- los avanzados aunque por vías diferentes...
cos y sus fusiles. Eran las milicias armadas. Me caían las lágrimas de Yo nunca pensé que se tratara de "superstición". Nomás, me
mirar, porque..., "¡no puede ser!". Me quedé muy impresionado... quedaba asombrado. Trataba de entender: "¿Qué es esto?". Trata-
Pero claro, era el mito. Pues sí, con esas armas podían hacer ba de entender por qué en las reuniones todo el mundo llegaba una
muchas cosas, pero quien se estaba rearmando en ese entonces era o dos horas después y era lo más normal. Y el único impaciente era
el ejército... Sin embargo, al mantener los mineros sus fusiles, el éste que había venido de aquel otro mundo industrial disciplinado
monopolio de la violencia legítima estaba roto. Y el mantener las como el de acá [Nueva York]. O más o menos. Porque esos tiem-
armas les dio un equilibrio de fuerzas bastante notable durante largo pos... El primer choque es con el tiempo. Ahora sé que es así. En-
tiempo, porque tenían las armas y además estaban en sus minas. tonces me parecía impuntualidad, falta de orden, vida campesina,
O sea, había un territorio minero. Para entrar había que pedir per- vaya a saber... ¡No! El primer choque fue con los tiempos. Ahora
miso al gobierno minero, al sindicato minero. lo generalizo. Entonces no sabía. Es otra manera de manejarse
¿Cómo te parecía en 1956 llegar a un lugar tan distinto? en los tiempos.
Después fui a las minas. Primero estuve en La Paz, que también Recuerdo que en 1960, apenas llegado a Europa, después de unas
era absolutamente distinto de donde yo había vivido, ía ciudad de semanas en Amsterdam un compañero holandés me preguntó de
Buenos Aires. No tenía nada que ver. Mira, me parecía que tenía repente: "¿Cuál es la diferencia más grande que encuentras entre
que aprender. Sin proponérselo, los bolivianos me fueron civili- Amsterdam y La Paz?". Y así, sin pensarlo, también por sorpresa
zando, educando, enseñando. No, olvídate: ¡ese personaje perte- para mí mismo, le contesté: "Que aquí todos los relojes públicos
necía a una orden militar-religiosa! [Risa.] Después sería un partido marcan la misma hora, y allá cada uno marca la hora que le pare-
político. Pero entonces era la orden militar-religiosa de los bol- ce". Había descubierto el tiempo...
cheviques. Con las mismas costumbres... ¿Lo que te chocaba eran los tiempos más que los espacios?
Yo había vivido bastante con los trabajadores en Argentina. Por Fíjate, eran los tiempos, no los espacios... Qué extraño... Yo vi-
eso no me era extraño el mundo minero o el de los trabajadores pa- vía en La Paz, que será una ciudad chica pero es una ciudad capital.

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HISTORIAS CLANDESTINAS ' A I I O K A I,H IB LO i ' i i NM >, UNI;UI;NTA AÑOS HLSPUÉS..."

Nunca tenía la sensación de vivir en provincia cuando estaba en dores. La dirección IT;IM prácticamente todos trabajadores de la
La Paz, La primera vez que me sentí viviendo en una ciudad de industria. No había en ellos arrogancia; más bien eran antiinte-
provincia fue cuando estuve enseñando en Chicago, imagínate, lectuales, pero tampoco demasiado. Eso me sirvió. Traía al llegar
la inmensa Chicago y yo le decía provincia... Es totalmente con- a Bolivia cierta humildad porque ya había vivido con trabajadores.
tradictorio. La Paz no era provincia. Oruro sí. Viví en Oruro, más En ese mundo aprendes a mirar, a saber a quién le estás hablan-
industrial, más minera que La Paz. Pero el ritmo de la vida era pro- do y desde dónde estás hablando. La arrogancia tiene su propio
vinciano. La otra tenía ritmo de ciudad capital. Eran los tiempos modo de hablar. Creo que es allí, en Bolivia, donde aprendí desde
diversos... Todo eso lo veo ahora, entonces nomás lo percibía. dónde estoy hablando. Sin el tono de mando o de suficiencia que to-
¿Te dabas cuenta del cambio que sucedía en ti? ¿O es algo que en- maban los estudiantes comunistas que querían disfrazarse de obre-
tendiste después? ros. Y la gente se da cuenta.
Lo que aprendí en Bolivia lo entendí después. Me di cuenta des- ¿Cuáles son los recuerdos que tienes de los compañeros?
pués de que yo hacía cosas que eran una barbaridad. Nada más que En La Paz me recibieron y me dieron cobijo Hugo González Mos-
los bolivianos son muy educados. Te dan una educación impresio- coso y su compañera Delia Quiroga; también Fernando Bravo,
nante, como todos los pueblos viejos. No te dicen algo. No se eno- profesor orureño, y su compañera Elsa Cladera. Tenían dos hijas:
jan. Mas se callan. En todo caso, un silencio respetuoso. Cuando a una la llamaron Bolsha, a la otra Nadezhda. Y también Amadeo
pasó un tiempo, empecé a pensar, cuando había el silencio: "¿Qué Vargas, que estuvo preso por un tiempo en el Panóptico de La Paz,
brutalidad habré hecho?". Y más que todo recuerdo mi impaciencia. y después andaba viajando por el altiplano entre mina y mina. La
La educación en Argentina no es muy paciente. Esa impacien- organización se llamaba Partido Obrero Revolucionario y editaba
cia posiblemente fuera vista como arrogancia. Y posiblemente fue- el periódico Lucha Obrera. Por otro lado, estaba también otro Par-
ra arrogancia. tido Obrero Revolucionario, que editaba el periódico Masas y
¿El aprendizaje fue personal o también ideológico ? Por ejemplo, res- cuyo dirigente era Guillermo Lora. Su núcleo fuerte estaba en Ca-
pecto a la idea del progreso, el papel de la vanguardia... tavi-Siglo XX. Eran escisiones de un solo tronco originario del cual
No. Yo pertenecía a una banda trotskista que nunca tuvo esa se desprendió también un grupo de trotskistas que entró al Movi-
idea. Era una organización en Argentina muy ordinaria, muy co- miento Nacionalista Revolucionario, entre ellos Edwin Mollar y
mún, el Partido Obrero (Trotskista).1 La mayoría eran trabaja- Lidia Gueiler, que después llegó a ser presidenta de Bolivia.
En Oruro, los compañeros del Partido Obrero Revolucionario-
1 Gilly cuenta de la siguiente manera su formación política antes de llegar a Lucha Obrera eran mineros y ferroviarios. Uno de ellos, Paulino
Bolivia: "En 1946 ingresé a la Juventud Socialista, del Partido Socialista his- Joaniquina, era secretario de organización del sindicato de la mina
tórico (fundado en 1896) de Argentina. Los estudiantes secundarios socialistas
sacamos desde ese año un periódico, Rebeldía, que duró hasta 1947 (cuatro nú- San José, pegadita a la ciudad. Éste estaba en el POR, y en la dia-
meros), cuando la dirección del Partido Socialista lo secuestró (literalmente, blada también estaba. Era en el año 1958 y venía regularmente a
clausuraron el local y se llevaron los ejemplares del cuarto número) por 'izquier- las reuniones del grupo trotskista. Un día, Paulino no viene.
dista'. En ese año de 1947 renuncié al Partido Socialista, en el que aprendí bas- "¿Por qué no viene?", pregunto yo.
tantes cosas importantes para mí, pues de todos modos se conservaba en sus "Es que está en la diablada..."
locales una vieja tradición socialista. Los jóvenes formamos una organización
transitoria, el Movimiento Obrero Revolucionario (MOR), y en 1949 unos po-
cos, yo entre ellos, decidimos incorporamos a la Cuarta Internacional. La sección (Trotskista) desde 1954 en adelante. A ella pertenecía cuando me trasladé a
reconocida de esta organización en Argentina vino a llamarse Partido Obrero Bolivia".

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"¿Cómo que está en la diablada?" ginara otra cosa), porque algunas de mis habilidades les servían
"Sí, está ensayando porque en unas semanas viene el Carnaval." para sus luchas. Claro, mientras tomábamos chicha o conversába-
Entonces, Paulino estaba ahí pegando saltos y ensayando. Y yo mos ninguno de los dos pensaba así, pero eso no importa: ahora,
que me quedo con los ojos cuadrados. Imagínate: marxista, trots- desde lejos — es decir, desde afuera en el tiempo —• puedo ver que
kista, y me cuentan que está en la diablada. Un día me acerqué a ver así era. De algo así habla Akira Kurosawa en Los siete samurai, ¿re-
los ensayos y ahí estaba Paulino con su máscara de diablo, danzan- cuerdan?
do. Bueno, así es la vida. ¿Qué vas a hacer? ¡Paulino no bailaba en Otro era Nina — Nina era su seudónimo. Su nombre y apellido
la diablada por "entrismo", sino porque había que bailar en la dia- verdaderos eran jorge Velarde. Era obrero textil, pero había sido mi-
blada! Evidentemente eso significaba prestigio en el sentido de que nero y tenía toda la formación de minero. Estaba en la organiza-
era uno de nosotros. Pero no lo hacía porque era uno de nosotros. ción trotskista de La Paz. Entonces vivía con su compañera, Brígida,
¡El bailaba en la diablada porque bailaba en la diablada! Por la que tenía una wawita, un niñito, pues. Allá arriba vivía, por Villa
misma razón por la que uno va a misa. Vas a misa porque crees. Victoria, que era la villa bronca. En Villa Victoria también habían
Cuando me fui de Bolivia, Paulino no quería que me fuera... (Y armados. Durante mucho tiempo, el gobierno no podía entrar si
de Bolivia a Holanda, ¡imagínate!) Eso lo conté en una carta a quería entrar a la fuerza. Y la amenaza sobre La Paz era que baja-
Marcos que anda por ahí publicada. ba Villa Victoria —armada. No tan organizada como los mineros,
"Bueno, Paulino, me tengo que ir." pero era otro mito en La Paz. El mito de la amenaza de Villa Vic-
"¿Porqué?¡Noo...!" toria, el barrio bravo.
"Porque tengo que ir a otro país, de allá me llaman." Y un día me caigo por la casa. Era una habitación de este tama-
"No te vayas..." ño, con piso de tierra por donde de repente corrían ratoncitos. A
Me acuerdo que estábamos tomando chicha en su casa, ahí cer- la compañera la habían despedido de la fábrica Said y le habían
ca de la entrada a la mina. "No te vayas, hermanito... Quédate acá. dado la indemnización. Con ese dinero se había comprado una
Te necesitamos para que nos escribas. Nosotros te sostenemos." Yo máquina de escribir, una Olivetti portátil.
me ganaba la vida entonces como periodista. Entre otros periódi- "¿Y para qué se compró esta máquina?", le pregunto.
cos, escribía para Marcha, de Montevideo. "Para el niño."
No me dijo "te pagamos", sino "nosotros te sostenemos": "Acá "¿Cómo para el niño? Si no tiene..."
no te va a faltar casa, comida. Nosotros te damos casa y te damos "Cuando sea grande, quiero que sepa, y que sepa escribir bien."
comida. Por eso, tú no te preocupes. No te va a faltar. ¡No te vayas!". Así que por eso le compró la máquina. Ese era el razonamien-
Se me quedó tan grabado: "¡No te vayas, hermanito!". Claro, to. Ella era una obrera textil, chola, con su sombrero, con su wa-
estábamos tomando chicha, o sea que... [Risa.] wita a la espalda. Ella compró la máquina. Era cosa de mamá. Pero
Después siguió de dirigente minero por mucho tiempo, Pauli- ésas son las combinaciones de los mitos. Imagínate, comprar una
no... Era muy buena gente y en la mina lo querían. Vivía con su máquina de escribir; es exactamente una idea mítica, porque quie-
compañera y sus niños y cuando éstos me veían llegar hacia la casa re que sepa, que escriba. 1956, 1957 era todo esto.2
salían corriendo a anunciar: "¡Papá, llegó el gringuito!".
Hasta mucho, mucho después vine a entender que en esa rela-
2 María Lagos (comp.), Nos hemos forjado así: al rojo vivo y a puro golpe. His-
ción, la mano eran ellos, ese grupo de mineros, y el instrumento
torias del Comité de Amas de Casa del Siglo XX (Plural-Asociación Alicia Por Mu-
guiado por la mano era yo (por más que ese "instrumento" se ima- jeres Nuevas, La Paz, 2006) es un excelente libro de entrevistas a diez mujeres

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HISTORIAS CLANDESTINAS " A I I O K A l . H i l U ' P I I ' N S t ) , C I N C U E N T A AÑOS DESPUÉS..."

Constantino Morales era o es —a lo mejor vive— un minero bueno que no llegaba a la dirección porque peleaba demasiado!
de San José, al lado de Oruro y vivía a 400 o 500 metros de la Y es como la diablada del otro. Ésas eran las relaciones del barrio
mina, en el barrio minero, en una casita de adobe también con minero. Son las relaciones de la comunidad: ¿cómo no va a ser
piso de tierra. La casa tenía una sola habitación... Pasé dos o tres preste?
días allí... En la mañana me contaba lo que había soñado. Se levantaba
Había una sola cama. Cuando llegó la hora de dormir su mujer temprano y se iba a trabajar en la mina. Me acuerdo de dos sue-
fue al suelo. Se tendió allí unos ponchos. Yo primero dije: "No ños que me contó. No, un sueño, el otro era un proyecto que él
puede ser, voy yo al suelo, al cabo que no es la primera vez..." Di- tenía.
jeron que no, que el huésped no podía ir al piso. A esa altura yo El sueño era: "Fíjate que anoche soñé que venían unos gringos
ya era lo suficientemente civilizado como para saber que no tenía a visitar la mina. Entonces les hacían entrar, para mostrarles como
que meterme a discutir lo que hacían entre ellos dos. Entonces dor- era la mina. Yo estaba en el otro extremo de la mina. Y allá está-
mimos Constantino y yo en la misma cama, uno con los pies para bamos trabajando y había una palanca. Y yo dije: 'Voy a bajar esta
un lado y la cabeza para el otro, y el otro con la cabeza para un palanca a ver qué pasa'. Y bajé la palanca. ¡Y boom! Que explota
lado y los pies para el otro. [Risa.] Y la señora —bien dispuesta donde estaban estos gringos y vuela todo..."
era, llevaba sombrero, pollera— en una manta en el suelo... ¡Era Bajó esa palanca para ver qué pasaba, ¿y qué pasó? ¡Boom! Y el
un problema insoluble: si al huésped le tocaba la cama, la mujer proyecto que él tenía era para conseguir electricidad para la mina
tenía que dormir en el suelo! No había de otra. Lo puedes inter- del cerro San José, que está allá detrás de la mina.
pretar como que la mujer es subalterna. Puedes... Pero si te pones "Mira, desde allá es subir agua. Hacemos un torrente que baje
a razonar, no había de otra. el agua, se pone un dique, produce electricidad y ¡tenemos elec-
Entonces Constantino estaba trabajando catorce horas por día, tricidad para la mina!"
haciendo un montón de horas extra en el interior de la mina. Por- Y ¿qué quisieras que le diga? Yo era lo bastante instruido para
que era preste en la siguiente fiesta que era para Pascua, creo, para no ponerme a discutir y a decirle: "¿Y cómo haces para subir el
Semana Santa. Entonces tenía que hacer una gran fiesta. agua? ¿Y con qué energía?". No le dije nada por supuesto. O sea
"¿Para qué trabajar catorce horas? Porque soy preste." que había descubierto el viejo sueño de los trabajadores de los ini-
"Bueno, ¿y?" cios de la industria, el movimiento perpetuo.
"Yo tengo que hacer la fiesta y hacerla mejor que la del año pa- Un día vino a la esquina de su casa una ambulancia del Servi-
sado. Y estoy juntando dinero..." cio Interamericano de Salud para vacunar a los niños del barrio. Le
Estaba haciendo esa historia de preste y era minero, Constan- pregunté: "¿Constantino, los vas a vacunar? ¿Por qué no los man-
tino, y por supuesto era marxista, era trotskista, pero... Era un mi- das? Están vacunando gratis".
nero muy peleador, muy combativo. Era buen sindicalista. ¡Tan "¿Estás loco?", me dice. "Quién sabe qué porquerías nos ponen
esos gringos a los bolivianos para hacernos más tontos y explotar-
dirigentes de la mina Siglo XX y otras, donde ellas relatan sus vidas, sus años de nos mejor." No quería. Es una historia de cómo llega el progreso.
lucha conjunta, sus expectativas. Una de esas diez mujeres es Brígida Fernández
de Velarde, la misma que es mencionada en estos recuerdos de Adolfo Gilly, en
Igual dirían los iraquíes a los "ayudistas". ¿Quién sabe qué traen.
el año 1956, como la esposa del minero Jorge Velarde. El entrevistado no cono- esos tipos? Pero tenía sueños de progreso, como el de la electrici-
ció la historia posterior de aquella joven trabajadora textil que aparecía en su dad. No andaba este hombre defendiendo mitos tradicionales, de
memoria (nota de 2007). ninguna manera.

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HISTORIAS C L A N D E S T I N A S "AHORA QUi LO PIRNSO, CINCUI-NTA ANOS niísi'ui-s..."

En los mineros existe la conocida diferencia entre los de inte- se basaban las tendencias más radicales. Acabaron fundiéndose
rior mína y los empleados. Estos dos eran de interior mina. Pauli- unos y otros en los consejos de fábrica y trasformando al sindica-
no ya tenía un poco de dirigente sindical. El otro seguía siendo el to en "sindicato de los consejos".
minero de interior mina que va a trabajar la jornada entera, y has- ¿Cómo influyeron las otras revoluciones del siglo XX en la boliviana?
ta sus horas extra. Estoy muy agradecido de haberlo conocido... El impacto primero que tuvo la Revolución rusa en América
Me hubiera gustado estar más tiempo allí. Hubiera aprendido más Latina fue deslumbrante. Nos resulta difícil hoy imaginarlo. Era
cosas para el resto de la vida. una utopía que parecía que no podía hacerse realidad, y la hicie-
¿Qué conclusión sacas de estos cuentos? ron. La Revolución rusa, cuando todavía no era visible para todo
Las tres anécdotas que he contado son de la modernidad. La de el mundo, seguía siendo en América Latina en los años cincuen-
la electricidad para la mina. La de la ambulancia que vacuna. El ta la forma concreta de la consigna del Foro Social Mundial: "Otro
sueño donde volaba a todos los gringos. El sueño más moderno era mundo es posible". Y está ahí.
cómo conseguir energía eléctrica. Y por otro lado, Constantino La caída de la Revolución rusa como mito fue una larga agonía,
era preste aparte del hecho de que él estaba en una organización de mucho antes que de se cayera efectivamente la Unión Soviética.
izquierda. Son puros sueños de la modernidad. Los mineros son Pero hasta los cincuenta y sesenta era: "Otro mundo es posible
de la modernidad, pero esa modernidad rara. y está ahí". No digo que los bolivianos tuvieran en la cabeza a la
Ahora que me haces recordar —¿de qué era la modernidad?— Revolución rusa. Estaba ahí. Como mito en las cabezas hasta los
el trato era muy igualitario. Fíjate, ahora que estoy pensando, yo sesenta duró eso. Yo venía de la Juventud del Partido Socialista ar-
ahí era un bicho raro y nos tratábamos de igual a igual. No digo gentino y nunca había creído en los gobernantes soviéticos. Pero
que el campesino no sea igualitario, pero es un mundo diferente. para muchos, después de la guerra, el aplastamiento de la revolu-
Era más impenetrable para mí, desde donde yo venía. Y el trato ción húngara por los tanques soviéticos en 1956 fue el primer gran
minero era el trato obrero que yo conocía, el de los metalúrgicos quiebre de la imagen mítica. Edward P. Thompson, el historiador
o textiles, y me manejaba perfectamente. Era muy igualitario. Para inglés, fue una de las grandes figuras de esa ruptura.
ser concreto, era el trato del trabajador industrial. Algunos dirigentes sí tuvieron muy presente la Revolución rusa. Por
Y no era un trabajador industrial en el sentido americano o ar- ejemplo en la. manera de leer los acontecimientos políticos bolivianos.
gentino. Estos no andan de preste. Era más parecido a las figuras Había una discusión de especialistas, y de todo el área trotskis-
de Gramsci, en las que se mezcla el sur con el norte. En Italia, ta, que siempre estuvo discutiendo sobre el carácter de esa revo-
en los cincuenta y sesenta, los obreros del Mezzogiorno llegaban en lución... igual que hacían los bolcheviques con los referentes de la
masa a la FIAT de Turín. Eran los terroni, los "atrasados" como les Revolución francesa. "Ya llegó el Termidor." "No, no es Termidor."
decían, y el señor cura les conseguía un trabajo en la fábrica. Los No tenía nada que ver... Pero eran referentes comunes, parte del
obreros del norte los miraban un poco... Traían las costumbres del imaginario. En Bolivia, en la revolución de 1952, para quien
campo. Y fueron los que armaban la bronca al inicio de los años piensa así, la del 9 de abril era la revolución de febrero, y después
sesenta —los explosivos que encabezaban las broncas. Como no venía la de octubre... Es un marco de pensamiento finalmente es-
tenían la subordinación a la disciplina del sindicato arrastraban a trecho y un poco religioso. No digo que sobre Bolivia actuara la
todos. La disciplina sindical era doble: por un lado, es la disciplina influencia de la Revolución rusa, no tenía ninguna. Pero estaba
que te permite luchar; por el otro, contiene. Y éstos eran "atrasa- la presencia inmanente del hecho de que no había un solo poder en
dos" y peleaban, arrastrando al sindicato. Fueron aquéllos en que el mundo. Parece mentira, cómo hasta el recuerdo hemos perdido.

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HISTORIAS C L A N D E S T I N A S AHORA l.»i N M ) , r l N C U l í N ' I A AÑOS DESPUÉS...

El sueño de los nacionalistas bolivianos, los MNRistas, era que cales y políticas. La radio fue un gran instrumento porque era una
ellos querían hacer una revolución como la mexicana o más bien toma de posesión del espacio y de la vida y la vida cotidiana tam-
un Estado como el de la Revolución mexicana. Esto lo decían. Que- bién. Se trasmitía el huaynito, lo que tú quieras, pero lo trasmite
rían hacer un partido como los mexicanos, que les duró setenta mi radio, no la radio del otro. Y era del sindicato. Cuando había
años. Les parecía una maravilla. Para el MNR, el modelo era el PRI. bronca el que iba a parar era el sindicato. Está bien que el dirigen-
No es ésta una conclusión del analista. No, era una declaración te maneje el sindicato, pero el sindicato y la asamblea se conside-
de ellos. La influencia mítica de la Revolución mexicana fue mu- raban dueños de la radio, y lo eran.
cho más grande en las élites nacionalistas bolivianas que la de la Las radios creo que se compraban en buena parte con contribu-
Revolución rusa. La Revolución rusa podría influir en comunistas ciones de los trabajadores. Y creo que se compraban en países del
y trotskistas, sobre todo en los trotskistas, que eran más teorizan- Este. Por eso digo que el mito [de la revolución] es duradero. Ha-
tes y doctrinarios que los comunistas pues éstos eran más prácticos. bía un contrapeso al poder capitalista, aunque no pareciera. Era
(No es un elogio. Eran más sencillos.) En las élites nacionalistas y obvio y eran los años cincuenta y el poder capitalista tenía una
nacionalistas de izquierda el imaginario era la Revolución mexi- amenaza sobre él. Eso es el cambio inmenso del mundo [de hoy].
cana —el petróleo, la reforma agraria... En Bolivia, las discusiones Pero había muy poca influencia soviética y comunista. No era más
eran sobre la nacionalización de las minas o no, si se hacía la re- grande que la trotskista. Era más chica.
forma agraria o no. El forcejeo por controlar a los obreros, yo lo estoy viendo como
Cuéntenos más de su visión de los mineros después de la revolución. analista. Si me pongo a verlo como minero, la resistencia era para
Mi memoria entre el 56 y el 60 me recuerda el constante for- defender los espacios. Primero salarios y condiciones de trabajo,
cejeo del gobierno nacionalista por ir controlando a mineros y cam- pulperías... y siempre tira y afloja. Dicho en términos más generales
pesinos... Desde el 55 o el 56, los mineros empezaron a comprar —-ellos no lo dirían así, pero era lo que hacían—, eran los espacios
emisoras de radio, y por lo menos hasta principios de los sesenta, de control de los mineros, los espacios de política autónoma su-
cada mina tenía su radio que trasmitía música y noticias... pues balterna, en términos del historiador de la India Ranajit Guha. Es
no se trataba de estar trasmitiendo propaganda todo el día. Era lo un caso clásico, de conquistar... No es la autonomía, son espacios
que transmiten los radios del pueblo en todas partes: "Francisquí- de autonomía. La autonomía de los subalternos se constituye fi-
to le manda un saludo a Juanita en su cumpleaños que la recuer- nalmente en espacios de autonomía.
da mucho...". Los espacios de autonomía es lo que defendían. Yo siento que
Pero las radios servían para comunicarse cuando había broncas eso está muy bien relatado en el libro de Domitila Chungara. Ella
mineras. Se estableció una cadena de radios mineras —estamos lo cuenta muy fresco. Me acuerdo cuando leí la entrevista a Do-
en los cincuenta, ¡no hoy!— que sí era efectiva. Porque pues or- mitila que salió al final de los setenta. Me estaba hablando de lo
ganizar unas fábricas en lucha es otra cosa... están todas comu- que yo sabía. Era la primera vez que leía a alguien que hablaba así
nicadas entre sí. Las fábricas de una ciudad están en una ciudad. de lo que yo sabía.
Pero organizar una lucha minera... las minas están dispersas por el Espacios de autonomía, nadie lo llamaba así en ese entonces.
altiplano. Es bastante más complejo. Había discusiones por las ra- Más bien en el vocabulario trotskista le llamaban poder dual, un
dios mineras —si hacemos esto o lo otro— y propaganda también poder minero y un poder nacional. Entonces se considera que hay
y publicidad del sindicato. Pero no es que la radio era una radio una permanente situación de "doble poder", una situación transi-
política todo el día. Era una emisora normal, con funciones sindí- toria de dos poderes en la cual uno de ellos debe terminar por eli-

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HISTORIAS CLANDESTINAS "AHORA oui; i < > ni NSO, i I N C U E N ' I A ANOS DI-SPUI-S..."

minar al otro. Hoy sé que ésta no es la expresión adecuada para el ga. Después cshiban las resoluciones de solidaridad que repetían los
caso porque finalmente es una expresión —como diría nuestro sindicatos, pero eso ya es a nivel institucional otra vez, era el refle-
maestro Guha— cuya referencia es estatista. Y aquéllos no hacían jo institucional de lo que pasaba en los espacios de autonomía. En
una referencia estatista. Espacios de autonomía para pesar sobre las zonas campesinas había un espacio de dominio autónomo de los
las "decisiones del Estado en todo lo que toca a ellos o para decidir subalternos —está muy claro. Y allá había también las broncas en-
en ese espacio sin su injerencia, no para hacer un poder nacional tre ellos. La bronca clásica era entre los dos sindicatos campesinos
paralelo, lo que sería otra historia. de Cochabamba, el de la izquierda, Ucureña y el ligado al MNR, Cli-
La única manera de desaparecer el espacio de autonomía, desa- za, cada uno con sus milicias. Pero yo diría que esos espacios autó-
parecerlo de veras, es acabar con las minas, objetivo que además ter- nomos, sin que tengan fusiles ni nada, pues ahí andan todavía.
minó por coincidir con los cambios en la economía a fines de los Lo que ustedes me están preguntando me está haciendo funcio-
setenta. Pero no lo desaparecieron hasta que acabaron con las mi- nar el recuerdo. Y para esas cosas es bueno el recuerdo porque te
nas. En el año ochenta, con la dictadura de García Meza, la últi- deja lo esencial. Te olvidas de los detalles. Los mineros estaban muy
ma resistencia minera fue en Viloco y la bombardearon. Al último ligados al campo. El minero es una especie de campesino indus-
baluarte minero al final lo tuvieron que bombardear para que ca- trial. Es como los pescadores. En Cuba, salí un día con un barquito
yera... de la flotilla de pesca y vi cómo se comportan los pescadores: "¡Pero
Así tomaron también la Central Obrera Boliviana. Destruye- éstos son campesinos!". Claro, no era ningún descubrimiento, pe-
ron a cañonazos el local. Mataron a Marcelo Quiroga Santa Cruz ro para mí, sí. Como los mineros, estaban metidos en el mundo de
y pusieron un tanque y destruyeron a cañonazos el local. ¿Para qué la naturaleza y de sus azares y peligros. Dependían del mar como
diablos tienen que destruir a cañonazos el local que está en el Pra- el minero depende de la mina.
do de La Paz? Ninguna necesidad, salvo simbólica. Era totalmen- El mundo campesino les es muy cercano a los mineros. Todos
te política simbólica. A Quiroga Santa Cruz, a ése sí lo tenían que tienen familia allá. Además, sabes que la jubilación está en el cam-
matar. Era un posible dirigente socialista de la resistencia que ven- po. Cuando ya no trabajas en la mina te regresas allí. Se volvían
dría después. A Lechín no había que matarlo. Primero, porque no dirigentes campesinos. Cuando el minero ya era viejo, o sea, cuan-
los amenazaba tanto. Segundo, matar a Lechín era otro lío. Se ar- do tenía cuarenta y cinco años, volvía al campo... y era un señor de
maba otra incontenible. Se convierte en héroe, vaya a saber. No respeto. Son una raza curiosísima los mineros, en Bolivia y en to-
necesitaban hacerlo. Uno de los hechos que definía que sí existía das partes.
un espacio de autonomía es esa necesidad de destruir estúpida- ¿Cómo se puede caracterizar la subalternidad de los mineros bolivia-
mente a cañonazos el local de la COB, que bastaba con diez mili- nos en esos años?
tares para ocuparlo y se acabó. ¡Una subalternidad cabrona! ¡Claro! Eran subalternos ¡pero no
Ahora mi pregunta: ¿desaparecieron los espacios de autono- se dejaban! Todas las subalternidades, por definición, tienen sus
mía? Yo cteo que nunca desaparecieron... espacios de autonomía, que dependen de la forma como está cons-
¿Cómo estuvo la relación enere mineros y campesinos en aquel en- tituida cada subalternidad. La forma constitutiva de la subalterni-
tonces? dad en la Conquista en Mesoamérica y en los Andes, definida por
En las broncas mineras por supuesto siempre hubo solidaridad la línea racial, es una demarcación constitutiva muy jodida y vio-
campesina, hasta donde yo recuerdo. Los campesinos llegaban con lenta, que a su vez marca cierta forma de la rebelión. Cuando vie-
los sacos de papas, de maíz, de alimentación para sostener la huel- ne la rebelión en estas tierras viene con venganza racial.

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"AHORA o< IB LO IMI NSO, UNCUKNTA ANOS i>i;snn-s...

En cambio, la subalternidad en Argentina, constituida desde parece a la argentina. Recuerdo que en 1987 Perry Anderson vino
las décadas finales del siglo XIX sobre una mayoría de trabajado- a Buenos Aires y fue a un mitin en un barrio obrero. Volvió emo-
res inmigrantes, se parece a la obrera de aquí [Estados Unidos], la cionado: había visto a la clase obrera inglesa de un cuarto de siglo
que existió y que debe existir todavía. Se constituye de otra ma- antes, dijo.
nera, en la subalternidad del asalariado sin lazos de dependencia En el otoño de 1981 llegué a la ciudad de Detroit a visitar va-
personal, que tiene su organización de fábrica y que defiende sus es- rias fábricas, invitado por Harley Shaiken. Nos fuimos a tomar
pacios dentro de la organización de fábrica. Existió un mundo en- cerveza con tres o cuatro shop stewards. Ahí me encontraba en casa.
tero en la fábrica. Y hay un mundo entero en el barrio obrero, un Hablábamos en otra lengua, pero los modos de hacer chistes, los
mundo que trascurre en otro lugar. Se cumplen las leyes, pero es modos de tomar la cerveza, los modos de relacionarse eran los mis-
otra dimensión. Hay un. mundo de los lugares, de los bares, de los mos... Los obreros de la fábrica del automóvil de Detroit se pare-
encuentros, de la cantina, de las conversaciones. En el momento en cían a los obreros de las grandes fábricas argentinas. Me pasó lo
que se arma la bronca todo el mundo sabe dónde hay que ir, dón- mismo en Italia. Te sientes directamente en casa.
de tiene que juntarse. Es muy precisa la subalternidad obrera. Ésa Ahora, esto que estoy hablando de Detroit, Buenos Aires, In-
sí que se parece en todas partes. glaterra o Italia son culturas obreras urbanas que vienen del surgi-
¿Cuál sería la especificidad de los mineros bolivianos? miento de la gran industria, desde el siglo XIX. No es exactamente
Sí, que está muy mezclada con la forma campesina e indígena, igual con los mineros, cuya estirpe se remonta a la Colonia y aún
aunque toda Bolivia lo está. La subalternidad obrera también está más atrás. Los mineros están en mitad de camino. Y esto tiene que
muy mezclada con el territorio del barrio obrero, que es un barrio ver también con la cuestión de la cultura campesina.
de la ciudad que también trasmite un color peculiar a la vida urba- ¿Cuál sería la diferencia entre estas culturas obreras y la boliviana?
na. El barrio minero es la mina, el campamento minero y se acabó. Bolivia no es lo mismo. Bolivia es un gran mundo campesino e
Ahí está el mundo. Son dueños de un territorio. Incluso la ciudad indígena. Los que viven por sus manos en la ciudad, en la mina o
de Oruro, donde la mina está al lado de Oruro. No es lo mismo, pe- en el campo son indígenas. A ésos sí que no les hablas de los mis-
ro Oruro era la salida y la referencia urbana de una cantidad impor- terios de la vida. [Risa.]
tante de esas minas, que parecía Oruro un adjunto de las minas, ¿Ves a esos mineros como una fuerza de trabajo disciplinada?
por un tiempito. En Catavi, Siglo XX, en Pulacayo, en Santa Fe, en A su modo. Me es bueno recordar, porque con tantos años de
cualquier mina boliviana tienes una población obrera que tiene su distancia, de repente veo las cosas... me vuelven esencialidades,
territorio. Tal vez es eso lo que facilitó las milicias, además el hecho cuestiones esenciales. De golpe lo miro así y la respuesta es sí. Sí.
de que manejaban dinamita... Y que estaban acostumbrados a jugar- Eran trabajadores con disciplina industrial. Disciplina de la mina
se la vida: se juegan la vida todos los días, una generación tras otra. —ojo, que está la superstición, el riesgo y el peligro. Pero sí era dis-
En 1960 y algo, después de estar en Bolivia, fui en Inglaterra a ciplina industrial— era en la hora de la entrada, era en la hora de
casa de un compañero minero, a visitarlo y me alojaron una no- la salida, era el pago de salario, era que mi trabajo vale tanto, no
che también... Entré y vi tan igual la casa, la disposición de los es que estoy negociando cuánto me vas a pagar por mis papas. Era
utensilios, la organización del espacio, entre obrero y campesino, el contrato colectivo. La lucha para el contrato colectivo es algo
que dije: "Ah, caray, éstos son muy parecidos". En Inglaterra vi una muy impresionante. En cualquier lugar. Porque el contrato colec-
cultura minera antigua que sí se parecía... o más bien que traía tivo es la negociación de la subalternidad. Es el Biíí of Rights, la
un aire de la boliviana. Pero la cultura obrera de fábrica inglesa se carta de derechos de la subalternidad en la clase obrera. Por eso lo

106 Í07
111STOKIAS C L A N D H S T I N A S "Al l U H A i . M M I i i r i l N M I , r i N C U K N T A AÑOS

quieren romper en todas partes. Lo rompen para convertirlos en cheviques se trataba de tomar el poder y reorganizar el mundo y con
individuos aislados. Es la organización de la nación obrera o, si esa idea encabezaron la mayor revolución del siglo XX. Los otros,
quieres, de la comunidad obrera y de la subalternidad obrera. los que se rebelan en todas las revoluciones, yo siento, piensan:
¿En esos años sentías que estabas viviendo en una cultura revolu- "Ya no nos va a humillar más nadie". La vieja frase de Túpac Ama-
cionaria? ru: "El patrón ya no comerá de nuestro sudor", que reapareció tal
En aquellos años, no sé. No sé si era verdad o si era mi mito, cual en México en sublevaciones campesinas cien años después.
pero lo que yo sentía y lo que ese muchacho que estaba allá sen- No se trata de mandar. Es "que no nos humillen ésos". Y de paso,
tía era eso. Ahora, era un inconsciente ese tipo... si mandamos, ¡no está mal! [Risa.]
¿En qué sentido? ¿En esos años se sentían humí/iados?
Le parecía que la revolución estaba a la vuelta de la esquina. No. Pero sentían que había injusticia, que en La Paz vivían me-
Dentro de seis meses... Dentro de un año, dos años... Así vivían jor, que su salario no alcanzaba. Era entre la lucha sindical y el
los mineros. La utopía de la revolución la tenían en la cabeza. mito revolucionario, que aun cuando se realiza es siempre mito.
Digo, "los mineros", o más bien estos mineros que estaban en la A nosotros nos parece que Bolivia es única en muchos sentidos,
bronca, pero que eran muchos, para quienes la revolución no se aunque hay elementos simíiares en otras partes de América Latina.
había terminado. Tienes algo parecido en otras partes. Tienes la forma de domi-
Ya habían tenido la revolución nacionaí de 1952.., nación española. Hay una forma ractaí de la subalternidad que está
Pero faltaba la socialista. impuesta en todas partes. Quinientos años no son suficientes para
¿Y cómo la imaginaban? que en la conciencia se olvide, pues además en esos siglos esa lí-
No sé. Nadie imaginaba demasiado, creo, nomás vivía la pelea nea racial se reprodujo sin cesar, hasta hoy, en las sucesivas formas
de cada día. de dominación. En algún lado de la memoria lo tienen estos pue-
¿La estaban construyendo? blos. Este aspecto de la subalternidad racial no lo encuentras en la
No, eran luchas sindicales. La revolución es como los mitos. subalternidad obrera. Se trata de un pueblo entero, que se consi-
Los mitos no tienen tiempo. Después lo aprendes. dera pueblo —los obreros no son otro pueblo. Que tiene su len-
¿Pero ios mineros en 56, 58, 60, pensaban que la resolución nació- gua —los obreros no tienen su lengua. Que se les extrae el trabajo
naí se quedaba corta? forzado —a los obreros se les paga su salario. Que los humillan en
"Los mineros" es mucha gente. Yo te estoy hablando de los que el trato cotidiano— a los obreros no los pueden humillar del mis-
yo conocí. Luego, de lo que yo pude percibir del comportamiento, mo modo, y cuando los humillan se arman líos descomunales, más
de la manera de ser del conjunto de los mineros. Los mineros que- de la mitad de las peleas obreras son contra la humillación. Pero
rían conseguir más conquistas. Yo creo que sí, que creían que se po- en la forma de la subalternidad india son siglos de humillación fe-
día ir más lejos. Y mandar. La idea del poder, que está en el título roz y de resistencia de muchas maneras que no son las de la lucha
del libro de Sinclair: We Alone Will Rule, es muy antigua: "vamos obrera. Y eso tú lo ves en todas partes. Yo recuerdo todavía como
a gobernar". "Nosotros solos vamos a mandar", porque ésa era la res- lo vi con asombro de forastero en Bolivia.
puesta. La idea es segura: es la respuesta a la humillación. Los del Pero hay formas particuiares de resistencia en Bolivia también.
otro lado lo toman como deseo de mandar, pero no es tan simple. Creo que en Bolivia una diferencia era el peso enorme de las
Es más bien la idea de que ya no se va a humillar más a nadie, minas sobre la sociedad... Al final, el minero que es humillado es
que nunca más nadie será humillado. Para la vanguardia de los bol- quechua o aymara. Tal vez la rebelión de Túpaj Katari marcó mu-

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HISTORIAS CLANlMiSTlNAS n i NS< >, r i N r u i ' N T A AÑOS

cho los modos de rebelarse, pero esto hay que rastrearlo en la vida se cristalizó ;isí i-n l . i memoria. Los viejos zapatistas te contaban
antes que en los libros. No aparece en las historias porque no lo casi sólo construcciones míticas... Será como lo cuento yo, un
ven, no porque no lo quieran ver. Incluso historias desde la iz- poco mitologizante. Cuentas historias ejemplares. Lo que recuer-
quierda no lo ven. No es el caso de aquellos historiadores institu- das son historias ejemplares que tú te viniste contando durante
cionales que no lo quieren ver o que más bien no les importa. Nos muchos años y resulta que tal vez cambiaron en tu memoria. To-
importa ver, pero ¿cómo hacemos para encontrar las huellas, los ves- dos contamos casos ejemplares.
tigios, las evidencias y no sólo nuestros propios sueños? En ¡o que has venido diciendo, ¿a qué le llamas mito?
Volviendo a las diferencias de Bolivia: en Perú tienes la gran Cuando digo mito, no digo mentira o falsedad. Se trata, creo, de
oligarquía costeña, desde el virreinato del Perú, que no la hubo un destilado que el tiempo hace de innumerables vidas, una con-
igual en Bolivia. Aquí la clase dominante es mucho más pobre. densación imaginaria y significativa de la presencia en nosotros de
No es el fasto de la corte limeña. No existe toda la costa. Chile es ese pasado, una huella cifrada de la historia no contada, tal vez ya
otra historia. En México hay toda la corte y la cultura de la Nue- indescifrable pero sin duda real. Jorge Luis Borges, en su parábola
va España. Es una de las cosas más impresionantes de toda Amé- de Cervantes y el Quijote, termina diciendo: "En el principio de
rica Latina. Bolivia se queda allá arriba, encerrada, pobre. Es otro la literatura está el mito, y asimismo en el fin". En el principio y
mundo. Bolivia era el altiplano, Cochabamba y Sucre. No es el mar, en el fin de la historia, también.
los puertos y el mundo. Es el altiplano, la mina y los valles que la
alimentaban. Tienes un tiempo largo de constitución de Bolivia en Nueva York, mayo de 2003
torno a lo que parece un enclave minero, que tiene que pedir per-
miso para sacar sus productos al mar, a los mercados, al mundo.
Es un país muy impresionante. Sé que es muy diferente, muy
reconcentrado. Cada país es diferente. Pero Bolivia tiene una
diferencia muy específica. Cómo se define, no sé. Pero sé perfec-
tamente de lo que estás hablando, lo más gracioso es que es una
intensidad espiritual muy grande. Y esa intensidad espiritual te
abruma... Porque después vas allí... y sufres horrores. Ahora no sé.
Yo te digo cuando estaba muchacho y cuando viví allá cuatro años
enteros. Me sentía bien, pero al principio sufría como una privación,
hasta que por fin acabé entendiendo. No precisamente entendien-
do, sino entre sintiendo y comprendiendo. Te va permeando la fuer-
za espiritual enorme que tiene el país. ¿De qué diablos viene? Esto
a saber. Pero es una intensidad muy, muy grande, y te queda para
toda la vida, como una educación del alma y de los sentimientos.
¿Cómo reflexionas tú respecto al juego de la memoria en la historia
oral?
Mucho de lo que te cuenten cincuenta años después es cons-
trucción mítica. Y los que lo hacen no son conscientes porque ya

no III
A la luz del relámpago:
Cuba en octubre*

Para Roberto Acosta, ingeniero cubano, y


José Lungarzo, metalúrgico argentino. Para
Ezequiel Martínez Estrada, escritor argen-
tino. Todos ellos en Cuba en octubre.
En memoria.

Presentación

Hace cuarenta años, a fines de octubre de 1962, el mundo estuvo


al borde de la guerra nuclear. La Unión Soviética había instalado
cohetes estratégicos en Cuba desde junio de 1962. Estados Uni-
dos confirmó su presencia el 16 de octubre. El 22 de octubre el
presidente John E Kennedy lanzó un ultimátum: retirada inme-
diata o bombardeo, invasión y guerra. Era claro que esta guerra no
podía ser sino con armas nucleares. El primer ministro soviético
Nikita Jruschov cedió y, sin consultar a Cuba, desde el 25 de oc-
tubre hizo saber a Washington que se replegaría. Los cubanos se
enteraron de esta decisión, que afectaba a su soberanía y su terri-
torio, apenas el 28 de octubre. Se abrió allí una segunda y grave
crisis, no militar, sino política, entre Cuba y la Unión Soviética.

* Texto presentado en el Congreso Internacional "México, América Central


y el Caribe durante la Guerra Fría", ciudad de México, 7-9 de noviembre de
2002. Las citas entre comillas o en cursiva son textuales y de cada una existe la
fuente. El aparato de referencias y la bibliografía completos se encuentran en
!a edición de las memorias de dicho Congreso, en Daniela Spenser (coord.), Es-
pejos de la Guerra Fría: México, América Central y el Caribe, Centro de Investiga-
ciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Secretaría de Relaciones
Exteriores-Porrúa, México, 2004.

Í15
HISTORIAS CLANDESTINAS

Esta serie de complejos acontecimientos en los que la destruc- hace poco desclasiticados y de las actas de la conferencia prece-
ción nuclear planeó sobre el mundo es conocida bajo tres nom- dente, realizada en La Habana en octubre de 1992.
bres: en Estados Unidos la llaman "la crisis de los misiles"; en
Rusia, "la crisis del Caribe"; en Cuba, "la crisis de octubre". Para * **
Washington, el significado era la amenaza nuclear de los cohetes
soviéticos sobre su territorio; para la Unión Soviética, era la ex- Cuba-Estados Unidos: el todo por el todo
tensión de sus bases militares hacia el Caribe, lejos de su territo-
rio; para Cuba, era la defensa de la nación, de su independencia y El 23 de octubre de 1962, a las 19:00 horas, John F. Kennedy, pre-
de su territorio en un momento preciso de su historia, octubre de sidente de Estados Unidos, anunció a la nación y al mundo que,
1962, contra las agresiones que a partir de la invasión de Playa Gi- habiendo comprobado su gobierno la existencia de "atinas estra-
rón (abril de 1961) en adelante se multiplicaban desde territorio tégicas ofensivas" (misiles con carga nuclear) en la República de
de Estados Unidos y bajo la planeación y la cobertura de su go- Cuba, instaladas secretamente por la Unión Soviética, denun-
bierno. Los tres nombres, como suele suceder, no son caprichosos. ciaba este hecho como una amenaza a "la paz y la seguridad" del
Dice, cada uno, diferentes vivencias, sentidos e interpretaciones continente americano y declaraba una cuarentena naval sobre
de un mismo acontecimiento. la isla: primero, todo barco que se dirigiera a Cuba sería inspec-
Los días 11 y 12 de octubre de 2002 se realizó en La Habana cionado y obligado a retroceder si traía carga de "armas ofensi-
la más reciente conferencia internacional sobre esta crisis bajo el vas"; segundo, se aumentaba la vigilancia sobre la isla y se reforzaba
nombre "La crisis de octubre: una visión política cuarenta años militarmente la base de Guantánamo; tercero, se declaraba la mo-
después". Estuvieron presentes, a título personal, delegaciones de vilización y el estado de alerta de las fuerzas armadas de Estados
Estados Unidos, Rusia y Cuba. Protagonistas de primera línea Unidos.
de aquel entonces pudieron volver a dialogar, entre ellos Fidel Informado de que esa tarde el presidente Kennedy haría un anun-
Castro, presidente de Cuba, Robert McNamara, entonces secre- cio de extrema importancia y en vista de grandes movimientos
tario de Defensa de John E Kennedy, y el general Anatoly Grilv militares en el Caribe, el gobierno cubano se adelantó y, desde las
kov, entonces jefe de las fuerzas soviéticas estacionadas en Cuba. 16:00 horas, declaró la movilización general y el alerta de guerra
Se dieron a conocer documentos recientemente desclasificados en toda Cuba. Un cronista de esos días lo contó de este modo:
y se cruzaron los testimonios y las reflexiones de quienes hace
cuarenta años se habían enfrentado como combatientes enemi- "A las nrmns." Un cartel rojo con un civil enarbolando una metralleta y sólo
gos en un duelo militar al borde de la guerra y de la catástrofe nu- tres palabras en grandes letras blancas: "A las armas", apareció cubriendo ro-
clear. El respeto y el diálogo fueron la norma de las discusiones, das las calles de La Habana el martes 23 de octubre de 1962. Desde las 18:00
cuyo interés histórico y político no es preciso subrayar. Enviado horas del dfa anterior, Cuba estaba en pie de guerra. Kennedy había lanzado
la amenaza de invasión y Fidel Castro había llamado a la movilización gene-
por La Jornada, tuve ocasión de presenciar en pantalla y en vivo,
ral. El cartel — un color, tres palabras y un gesto— sintetizaba la reacción ins-
como uno más de los varios cientos de espectadores reunidos en
una sala contigua al salón de sesiones, el desarrollo íntegro de la tantánea del pueblo cubano. [...]
conferencia. Fue como si una larga tensión contenida se aflojara, como si todo el país
"A la luz del relámpago: Cuba en octubre" es un testimonio de como un solo cuerpo dijera: "¡Por fin!". La larga espera de la invasión, la gue-
cuanto desde allí pudo verse, unido a la lectura de documentos rra de nervios, los pequeños ataques, los desembarcos de espías, el bloqueo,

116 117
HISTORIAS CLANDESTINAS A IA M i / M i KH A M I ' A í i O : CUBA I:N OCTUHR1-

todo eso estaba atrás. Ahora era ¡a hora de la lucha y todo el mundo se larv Cuba sólo podía usar las armas que tenía, incluidas sus baterías
zó a ella en cuerpo y alma. antiaéreas de mediano alcance, mientras que los disparadores nu-
cleares, en todas partes, estaban bajo el control exclusivo de las
"Alarma de combate "/"La nación en pie de guerra", fueron el 23 dos potencias: Estados Unidos y la Unión Soviética. Los misiles
de octubre los dos titulares en grandes caracteres del periódico instalados en territorio cubano estaban bajo mando soviético y úni-
Revolución. Trescientos mil hombres y mujeres armados movilizó el camente por órdenes de Moscú podían ser disparados. El enfrenta-
gobierno en el ejército, las milicias, los centros de trabajo y de es- miento nuclear era, pues, entre los grandes. Pero quienes se estaban
tudio, los barrios y las calles de las ciudades: el pueblo en armas. En jugando literalmente el todo por el todo eran Cuba y su revolu-
algunos centros de reclutamiento —el botel Habana Riviera, por ción, el primer blanco seguro en caso de enfrentamiento nuclear.
ejemplo— pudieron acudir a ocupar su puesto en el conflicto inmi- ¿Cómo se había llegado a ese límite último?
nente los ciudadanos de otros países que en ese momento estaban
en la isla. A la salida de sus tareas los trabajadores hacían ejercicios
militares en calles y plazas, bajo una lluvia persistente. Al mismo
tiempo, como pudo comprobarse después, aumentó la productivi- Desde junio de 1962, como después veremos, por iniciativa sovié-
dad y la disciplina en las empresas. Siguió contando el cronista: tica y acuerdo cubano, había comenzado la febril y secreta opera-
ción de instalación de misiles de alcance medio con carga nuclear
El día 23 el ejército y todas las milicias estaban movilizados. Las unidades de en territorio de Cuba. Un objetivo, después se dijo, era proteger a
combate de las milicias comenzaron a salir hacia el interior del país. Las uni- la isla de la amenaza de una invasión, amenaza siempre presente
dades de defensa popular se distribuyeron por toda La Habana. Decenas de en las operaciones de sabotaje y hostigamiento desde territorio de
miles de hombres y mujeres que no estaban hasta entonces en las milicias se Estados Unidos con el apoyo de los servicios de inteligencia de este
presentaron voluntariamente y comenzaron su instrucción. Toda Cuba era un país, intensificadas desde la derrota de la invasión de Playa Girón
campamento militar en pie de guerra. en abril de 1961 y aprobadas por Washington bajo el nombre de
clave de Mongoose Operación (Operación Mangosta). El otro ob-
Cuarenta años después, el historiador persiste en constatar lo jetivo, también se dijo, era equilibrar la relación de fuerzas nuclea-
que entonces registró aquel cronista: ese llamado audaz de una di- res entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
rección que reunió en su torno a todo su pueblo y se colocó así bajo Los misiles en la isla debían disuadir las amenazas contra Cuba
su protección, su influencia y su impulso; esa movilización inme- y compensar la cadena de bases nucleares de Estados Unidos en
diata y en masa; esa participación de todos en todas partes; esa las vecindades de la Unión Soviética. Los cubanos querían que la
agitación de los espíritus y de las armas fue lo que hizo toda la di- operación quedara cubierta jurídicamente por un pacto militar pú-
ferencia con lo que se vivía en esos mismos momentos en Estados blico entre dos naciones, una declaración de que cualquier ataque
Unidos y en la Unión Soviética: un enfrentamiento al borde del contra Cuba sería considerado como un ataque contra la Unión
estallido entre los gobiernos y los ejércitos de dos potencias sin que Soviética. Según ese pacto, cada país ejercería el derecho sobera-
sus pueblos fueran convocados a ser otra cosa que espectadores pa- no de proveerse de las armas que creyera pertinentes sin tener que
sivos, conteniendo el aliento como todo el planeta y esperando que dar a nadie explicaciones al respecto.
allá en las alturas sus dirigentes no los arrastraran al abismo de una Nikíta Jruschov y el gobierno soviético consideraron que la
guerra nuclear. operación de instalación de los misiles (denominada Operación

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1I1SIOK1AS U.ANDJ-STINAS
A I A I U/ |)H KM A M I ' A í i O : CUBA !;N OCTUlUlli

Anadyr) debía ser secreta y sería revelada a fines de 1962, una vez
en la Conferencia de La Habana uno de los expertos rusos allí pre-
concluida y en condiciones operativas, en la Asamblea General
sentes.)
de las Naciones Unidas, poniendo a Estados Unidos ante un hecho
El domingo 21 de octubre de 1962 se reunió el Excomm con el
sorpresivo y consumado. Este criterio se impuso. "¿Cómo podían
presidente Kennedy para aconsejar la línea de acción a seguir con-
creer ustedes, rusos y cubanos, que una operación de tal envergadu-
tra Cuba. Según el informe de McNamara en La Habana, hubo
ra no iba a ser descubierta en su desarrollo por la vigilancia de Las
dos posiciones. El general Maxwell Taylor argumentó en favor de
fuerzas armadas de Estados Unidos?", preguntó Robert McNamara,
lanzar una invasión inmediata, con un bombardeo masivo inicial
en aquel entonces secretario de Defensa del presidente Kennedy,
(1 080 incursiones el primer día) y un desembarco también masi-
durante la Conferencia de La Habana de octubre de 2002. "¿Cómo
vo después: cinco divisiones del ejército, tres divisiones de la ma-
imaginaban que Estados Unidos iba a responder a la instalación
rina (unos 140 mil efectivos, incluidos 14 500 paracaidistas). El
de los misiles en Cuba? ¿Para qué desplegaron armas tácticas nu-
secretario de Defensa Robert McNamara defendió la propuesta de
cleares, que según ustedes eran para disuadir de una invasión, si
una cuarentena inicial antes de cualquier operación de guerra.
no sabíamos de su presencia en la isla y entonces no podían disua-
A pregunta expresa del presidente, la mayoría del Excomm, se-
dir a nadie? ¿Cómo planeaban los soviéticos usar esas armas si hu-
biera habido una invasión?" gún recordó McNamara en La Habana, estuvo a favor del ataque
inmediato. Kennedy preguntó entonces al jefe del comando aéreo
Desde julio de 1962, el gobierno de Estados Unidos había re-
que dirigiría el ataque contra la isla, general Walter Sweeney, si
gistrado un notable aumento del movimiento de barcos de carga
podía asegurar que sus fuerzas podían destruir en un primer golpe
entre la Unión Soviética y Cuba. Intensificó entonces la vigilan-
los misiles desplegados en Cuba. El general respondió que garanti-
cia aérea con los aviones U-2, que volaban a 20 mil metros de al-
zaba una destrucción inmediata de 90 por ciento al menos, pero
tura. El 16 de octubre los analistas de las fotografías de esos vuelos
que no podía asegurar que unos pocos misiles y cabezas nucleares
informaron al presidente Kennedy que había misiles instalados y
no escaparan de ese primer golpe y no fueran lanzados en represa-
en curso de instalación en la isla, sin poder decir si ya eran o no
lia contra el ejército y el territorio de Estados Unidos. El presiden-
operativos. Si lo hubieran sido, habrían podido, según también dijo
te midió el riesgo y optó entonces por la línea de acción propuesta
McNamara en La Habana, "lanzar armas nucleares sobre grandes
por el secretario de Defensa McNamara: decretar una cuarentena
ciudades de la costa este de Estados Unidos, poniendo en riesgo a
90 millones de personas". inicial sobre la navegación hacia Cuba. La anunció en su discur-
so del 23 de octubre.
Percibida la situación de esta manera en Washington, Kennedy
La línea de cuarentena marítima en torno a Cuba, en efecto,
formó un Comité Ejecutivo de Seguridad Nacional (Excomm)
entró en aplicación desde las 10:00 horas de la mañana del miér-
con unos pocos asesores inmediatos y pidió a éstos una opinión do-
coles 24 de octubre.
cumentada, manteniendo el más completo secreto. Mientras tanto,
ordenó una enorme movilización de fuerzas de tierra, mar y aire
sobre el extremo sureste del territorio de Estados Unidos, la cual
fue detectada por los servicios de espionaje soviéticos. ("Los es-
Pero en esos momentos el mando estadounidense no sabía aún
tábamos vigilando desde Estados Unidos hasta con avionetas de
que las armas nucleares, no sólo los misiles, ya estaban en la isla.
fumigación. Esa operación era muy visible y estaba mal hecha.
Así lo recordó también McNamara el 11 de octubre pasado en La
¿Cómo podían creer ustedes que no nos daríamos cuenta?", dijo
Habana:

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H I S T O R I A S CLANDESTINAS
I A I A I l i/ |i| | Id I A M I ' A t . O : CU HA I-N OCTUIWI-:

No fue sino hasta después de casi treinta años desde aquellos sucesos cuando ¿Usted quu'ic un n|'Hii<in ui el caso de una invasión con todas sus tropas
supimos, a través del general Gribkov y su testimonio en ía conferencia de y con 1 190 incursiones aéreas? ¿Habría yo estado dispuesto a usar armas nu-
enero de 1992 (realizada en La Habana, en esta misma sala), que las armas cleares? Sí, hubiera estado de acuerdo en usarlas. Porque, en todo caso, dába-
nucleares, tanto las estratégicas como las tácticas, ya habían llegado a Cuba mos por seguro que se hubiera convertido de todos modos en guerra nuclear
antes de que la línea de cuarentena fuera establecida: 162 cabezas nucleares y que íbamos a desaparecer. Antes de tener nuestro territorio ocupado, total-
en total. Si el presidente hubiera llevado adelante el ataque aéreo y la invasión mente ocupado, estábamos dispuestos a morir en defensa de nuestro país. Us-
a Cuba, las fuerzas, es casi un hecho, se habrían encontrado con fuego nuclear, ted me ha pedido que hablara con toda franqueza y así lo he hecho. Si el señor
lo cual habría requerido el mismo tipo de respuesta de Estados Unidos. McNamara o el señor Kennedy hubieran estado en nuestro lugar y les hubie-
ran invadido su país, o si su país estuviera por ser ocupado, dada una enorme
Robert McNamara continuó diciendo que, en la conferencia concentración de fuerzas convencionales, ellos también habrían usado armas
de diez años atrás, esa información significó una conmoción para nucleares tácticas. [Pero, dijo a continuación, los cubanos "no teníamos con-
ellos. (Fidel Castro le recordó allí mismo, sonriendo, cómo en aque- trol de las armas nucleares tácticas. Puede estar seguro de que en tal caso no
lla ocasión McNamara se había agarrado la cabeza con ambas ma- nos hubiéramos precipitado a usarlas".]
nos.) "Le pregunté entonces al presidente Fidel Castro", prosiguió
McNamara, "qué habría hecho en caso de ataque con esas armas ¿Cómo habría terminado en tal caso el conflicto?, se preguntó
y cuál habría sido el desenlace para Cuba. La respuesta del presi- McNamara en La Habana el 11 de octubre pasado: "La respuesta,
dente hizo recorrer un escalofrío por mi espinazo." Repitió en ese pienso, es: en un absoluto desastre, no sólo para Cuba, sino para la
punto {de la versión en inglés) las palabras de Fidel Castro en aquel Unión Soviética, para mi propio país y para el resto del mundo".
entonces. (Se reproducen aquí en forma más completa): Por esta razón, agregó, "he regresado esta vez a La Habana: para
saber cómo las lecciones aprendidas de aquella crisis de octubre de
Nosotros partíamos del supuesto de que si había una invasión de Cuba, la 1962 podrían ayudarnos a quienes estamos interesados en la reduc-
guerra nuclear habría estallado. De esto estábamos seguros. Aquí todo el mun- ción del peligro de una catástrofe nuclear en el siglo XXI [...] en un
do estaba sencillamente resignado al destino de que habríamos tenido que pagar mundo que posee alrededor de 20 mil armas nucleares y donde el
el precio, que habríamos desaparecido. Vimos el peligro, lo digo con franque- solo uso de cuatrocientas o quinientas podría significar la destruc-
za, y ¡a conclusión, señor McNamara, que podemos sacar es que si nos vamos ción total de naciones completas".
a basar en el miedo nunca seremos capaces de evitar una guerra nuclear. El Debe decirse que, desde el primer momento, las motivaciones
peligro de guerra nuclear tiene que ser eliminado por otros medios. No se la políticas actuales de la presencia de Robert McNamara en La Ha-
puede evitar sobre la base del miedo a las armas nucleares o de que los seres bana fueron explícitamente relacionadas con su preocupación por
humanos van a ser detenidos por el miedo a las armas nucleares. Nosotros he- el peligro de guerra en Irak y en Medio Oriente.
mos vivido la experiencia muy singular de habernos convertido prácticamente
en el primer blanco de esas armas nucleares: nadie perdió su ecuanimidad o
su calma ante tal peligro, a pesar de que se supone que el instinto de supervi-
vencia sea más poderoso. Por eso la existencia actual de 50 mil cabezas nu- Establecida la cuarentena, la presión sobre Cuba no cesó de cre-
cleares es una simple locura. Los seres humanos han estado haciendo locuras cer. Aparte de los vuelos regulares de los U-2, invisibles para el
con la tecnología, que está mucho más desarrollada que sus capacidades de pueblo cubano, Estados Unidos estableció la práctica de vuelos ra-
organizarse y hacer política. [...] santes de reconocimiento cada mañana, a 100 metros de altura o

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HISTORIAS C L A N D E S T I N A S A I A I I i / I U I KM A M I ' A l i O : CU HA I:N OCTUBRE

menos. Los artilleros cubanos, con orden estricta de no disparar, chov respondió que l;i I Juión Soviética no tomará "decisiones in-
hasta podían ver las caras de los pilotos. Como diría después Fidel sensatas" y que si listados Unidos lleva adelante su "acción pirates-
Castro, esos vuelos no tenían objetivo militar, salvo el de desmo- ca" la URSS no tendrá otro remedio que "usar sus medios de defensa
ralizar a sus tropas y a sus gentes, pues el reconocimiento fotográ- contra el agresor".
fico lo hacían los U-2. Más de una vez los oficiales tuvieron que La prudencia, sin embargo, parecía abrirse paso por momen-
calmar a los milicianos que querían hacer fuego. tos. El 25 de octubre en Estados Unidos se informa oficialmente
Casi cuarenta años después, un lejano amigo cubano de aquel que por lo menos doce barcos soviéticos han virado en redondo y
cronista le escribió estos recuerdos: emprendido el regreso antes de pasar la línea de cuarentena. Sólo
un petrolero la atravesó, pero después de haber sido interceptado
Me movilicé a diez kilómetros de Guanajay, donde existía una cantera de pie- y autorizado sin haberlo abordado.
dra y estaba desplegado el batallón de la universidad como posta exterior de Ese mismo día, bajo la impresión, después no confirmada, de la
una base coheteril soviética. [...] Pasaban los aviones yanquis, tan bajo que a inminencia de una invasión de Cuba por Estados Unidos, Jruschov
veces se le veían los cascos a los pilotos. Nosotros estábamos en una peque- redacta una primera carta a Kennedy proponiendo el retiro de los
ña elevación que dominaba la carretera central, en la punta de un campo de misiles a cambio de una garantía de Estados Unidos de que Cuba no
caña, por techo un naylon, por cama la paja de caña. [...] Fueron unos días será invadida. Esta carta fue entregada el 26 de octubre en la em-
imborrables, hermosos, de tremenda hermandad entre los hombres. [...] Nun- bajada de Estados Unidos en Moscú. De inmediato el Excomm se
ca sufrimos una humillación como aquellos aviones "pintorreados" USAF que reunió para considerar la nueva situación.
nos sobrevolaban, hasta que Fidel dio la orden de ni un vuelo más. La rabia Mientras tanto, se barajan en privado en Washington y en Mos-
era tanta que recuerdo un día en que un viejo albañil negro, que era ayudan- cú varias alternativas de solución, entre ellas un retiro simultáneo
te de una ametralladora pesada de fabricación checa que era una pieza acom- de los misiles soviéticos de Cuba y de los misiles de la OTAN de Tur-
pañante, trató de hacerles fuego, pero no había orden. ¡Qué alegría cuando quía. Esta solución es propuesta a título personal por el periodista
supimos que los CAD30, cañones antiaéreos de dos bocas calibre 30, comen- Walter Lippman en su columna por sugerencia de la Casa Blanca.
zaron a hacer fuego de práctica detrás de nosotros! Eran nuestros compañe- Después aparecerá en una segunda carta de Jruschov a Kennedy.
ros de la universidad que estaban en esa arma. A esta altura, 26 de octubre, las negociaciones entre Kennedy
y Jruschov ya están abiertas, por iniciativa de éste, con una ofer-
Reacciones como ésta fueron generales en los puestos de comba- ta explícita de ceder a las exigencias de aquél y retirar los cohetes
te. Hay que anotar, sin embargo, que si bien expresaban el estado a cambio de una promesa de no invasión a la isla. Sin embargo,
de ánimo de los soldados y de la mayoría de la población, las tro- Fidel Castro y los cubanos no ha sido hasta entonces consultados,
pas que nunca han estado bajo fuego real son proclives a estas emo- y ni siquiera informados, de lo que Washington y Moscú están tra-
ciones, mucho más controladas y maduras en los veteranos de otras tando por encima de sus cabezas. Sus informes y sus percepciones
batallas. les dicen que el ataque es inminente, idea compartida por los je-
fes de las tropas y las baterías soviéticas en la isla.
Entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de octubre, Fidel
Castro escribe una carta urgente a Jruschov en la cual dice que, se-
El 24 de octubre Bertrand Russelí hizo llegar a Jruschov un llama- gún sus informes y sus análisis, considera que "la agresión es casi in-
do a la prudencia y pidió a Kennedy que "detenga la locura". Jrus- minente dentro de las próximas 24 y 72 horas". La carta prevé dos

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HISTORIAS CLANDESTINAS A I A M i / I ' I I RELÁMPAGO: CUBA f:N OCTUllRli

variantes: la más probable, un ataque aéreo para destruir determi- ceguecido por la pasión revolucionaria como sucede con Fidel Cas-
nados objetivos; "la segunda, menos probable aunque posible, es la tro puede hablar de ese modo".
invasión". Después de asegurarle que Cuba va a resistir el ataque, Como diría Fidel Castro en la conferencia de octubre de 2002,
cualquiera éste sea, le dice que "el estado moral del pueblo cubano bajo la enorme presión del momento el primer ministro soviético
es sumamente alto y se enfrentará al agresor heroicamente". estaba perdiendo control de sus nervios.
Fidel Castro agrega a continuación su opinión personal: si tie- En la misma convicción de la inminencia de un ataque sobre
ne lugar la segunda variante y se produce la invasión de Cuba, "el Cuba que su carta registraba, ese 26 de octubre Fidel Castro dio
peligro que tal política agresiva entraña para la humanidad es tan orden a sus baterías antiaéreas de abrir fuego sobre los vuelos ra-
grande que después de ese hecho la Unión Soviética no debe per- santes. Así sucedió en la madrugada del 27, sin que avión alguno
mitir jamás circunstancias en las cuales los imperialistas pudieran fuera alcanzado pues de inmediato alzaron la cota de vuelo. Ese día
descargar contra ella el primer golpe nuclear". Si Estados Unidos no hubo más vuelos. Vista desde Moscú, esta orden parecía un sa-
lleva adelante "un hecho tan brutal y violador de la ley y la moral botaje de las negociaciones con Washington. Pero de éstas los cu-
universal como invadir a Cuba, ése sería el momento de eliminar banos nada sabían.
para siempre semejante peligro en acto de la más legítima defen-
sa, por dura y terrible que fuese la situación, porque no habría otra". * **
(Fidel Castro temía, dijo después, que la Unión Soviética pudiera
repetir la trágica conducta de Stalin en junio de 1941 cuando, El 27 de octubre uno de los jefes militares soviéticos, el general
pese a todos los informes y advertencias, permitió el ataque nazi sin Stepan Grechko, decidió por su cuenta que ya estaba basta, y dio
haber preparado la menor respuesta, con un inmenso costo militar orden de abrir fuego con sus baterías SAM sobre el U-2 piloteado
en destrucciones, en pérdida de territorio y en millones de muer- por el mayor Anderson. El avión fue derribado a las 10:27 sobre
tos.) Siguen luego frases de afecto, de reconocimiento y de solida- el municipio de Bañes, en el oriente de Cuba, y murió el piloto.
ridad con Jruschov, para concluir: "Hasta el último momento, no Jruschov creyó entonces y siguió creyendo después que la inicia-
obstante, mantendremos la esperanza de que la paz se salve y esta- tiva había sido de los cubanos.
mos dispuestos a contribuir con lo que esté a nuestro alcance. Pero En 1992, en una entrevista, el general Georgy Voronkov, que
al mismo tiempo nos disponemos con serenidad a enfrentar una ordenó el disparo, explicó que las tropas soviéticas estaban conven-
situación que vemos muy real y muy próxima". cidas de que estaban allí "para proteger a Cuba". Ese día la tensión
Esta carta, enviada en la ignorancia del intercambio epistolar era enorme, dijo, el ataque parecía inminente y ellos no sabían si
entre Jruschov y Kennedy, alarmó sobremanera a Jruschov, quien la guerra estaba por estallar o ya había comenzado. Entonces, cuan'
interpretó en ella algo que el texto claramente no dice: una pro- do el U-2 apareció en el radar, dio orden de disparar. El general
puesta de que la Unión Soviética lanzara un primer golpe nuclear insistió mucho, en esa entrevista, en que con esos sobrevuelos la
preventivo. En efecto, el 30 de octubre, es decir, todavía en plena situación en tierra "se había vuelto sencillamente intolerable".
crisis, Jaischov se reunió en Moscú con una delegación del Partido Era la misma sensación que reñían los jefes cubanos y sus tropas.
Comunista de Checoslovaquia. Les informó que Fidel Castro le En la Conferencia de La Habana de 1992, Fidel Castro decla-
había propuesto en una carta "que seamos nosotros los primeros ró su acuerdo con el disparo:
en iniciar una guerra atómica", y agregó: "Sólo una persona que
no tiene idea de lo que significa una guerra nuclear, o que está en-

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HISTORIAS CLANDESTINAS A I A I U / |i| | M M A M I ' A l i O : i ; U H A liN O l T U H I U -

Estuve en total acuerdo con el derribo del avión. [...] Pienso que fue lo úni- ron a saber qm- h;ibi;m estado acosando hasta el borde del dispa-
co consistente que hicimos en aquellos días. [...] Creo que lo único correc- ro a un submarino provisto de un torpedo nuclear.
to, militar y defensivamente, era estar listos para prevenir a cualquier costo Desde el 24, los cubanos habían decidido proteger las instala-
el ataque por sorpresa. (...] No sabíamos nada de la propuesta del retiro de ciones de misiles soviéticos con sus propias baterías antiaéreas y
los misiles a cambio de una garantía; no sabíamos nada de lo que estaba pa- habían puesto sus radares en acción. Ese mismo 27 de octubre to-
sando el 27 y no sabíamos nada de la respuesta de Kennedy. [...] En esas con- davía se discutía en Washington la opción de lanzar un ataque el
diciones, actuamos de acuerdo con nuestro juicio. Era totalmente correcto. lunes 29. Los diplomáticos acreditados en Cuba trasmitían a sus
Más todavía, si toda la operación hubiera sido llevada adelante con esa misma gobiernos, entre el 26 y 27, la inquietud y la incertidumbre sobre
resolución, la snlida habría sido diferente y no hubiera habido guerra. Lo el ataque inminente.
cierto es que a menudo es la vacilación lo que conduce a la guerra, no la fir- En La Habana existía la convicción de que ese día 27 se produ-
meza. [...] ¿Qué tenemos que lamentar? ¿De qué tenemos que arrepentimos? ciría el desembarco. Aquel mismo cronista que caminaba las calles
¿Corno pueden ustedes probar que lo que se hizo era equivocado? ¿Sobre registraba:
qué bases?
Recorrí La Habana esa mañana. En ninguna parte había signos de alarma. Pa-
En Washington decidieron no revelar en lo inmediato el derri- radójicamente, sólo los supuestos beneficiarios de la invasión, los contrarre-
bo del U-2 para no llevar la tensión al punto de ruptura. A esta al- volucionarios, estaban paralizados: no tenían nada que defender ni forma de
tura, según reiteró McNamara en la conferencia de octubre de luchar, sólo esperar. En el Ministerio de Industria pude hablar con uno de los
2002, los acontecimientos parecían estar descontrolándose y esca- pocos funcionarios que allí quedaban para atender los asuntos urgentes, Ma-
pándoseles de las manos tanto a Moscú como a Washington. Por nuel Manresa, secretario personal del Che Guevara. "Esperamos el ataque para
añadidura, un avión U-2 que volaba sobre Alaska se había extra- esta tarde entre las tres y las cuatro", me dijo. Tuvimos una breve conversación
viado en el espacio aéreo soviético, lo cual podía ser interpretado y me retiré.
por Moscú como un acto de guerra. Eran las once de la mañana. En el ascensor, un miliciano decía a otro que
Por otro lado, en ese mismo día, catorce unidades estadouni- no se había rasurado esa mañana: "Parece que vienen dentro de un rato.
denses ubicaron un submarino soviético, el B-59, lo rodearon y Ahora no te rasuras hasta después de la guerra". Me fui caminando hasta mi
comenzaron a lanzar cargas de profundidad para obligarlo a salir a domicilio, no lejos del hotel Habana Riviera. La calle de mi casa estaba ar-
la superficie. Los atacantes no imaginaban que ese submarino traía bolada por flamboyanes en todo el esplendor de sus flores rojas. Por la acera
un torpedo con cabeza nuclear. El comandante soviético, exaspe- de enfrente pasaba una muchacha hermosa como todo lo hermoso. La miré
rado y sin contacto con el cuartel general, después de cuatro ho- caminar bajo los árboles florecidos y se me quedó grabado rni pensamiento de
ras de hostigamiento ordenó armar el torpedo nuclear y preparar ese instante: "¡Qué lástima que todo esto va a desaparecer entre las tres y las
el disparo: "Tal vez la guerra ya estalló allá arriba y nosotros de- cuatro de la tarde!". No era una idea triste, sino más bien irónica y dubitativa.
jándonos zarandear aquí abajo. ¡Les disparamos ahora mismo! Nos Después me fui hacia el Riviera, por cuyos rumbos tenía aún cosas que hacer.
vamos a morir, pero los vamos a hundir a todos juntos. ¡No vamos a
deshonrar a nuestra nota!". Los dos oficiales inmediatos lo calma- Treinta años después, recapitulando la situación en Cuba ese
ron. No hubo disparo y salieron a la superficie. Las naves de Es- 27 de octubre, Fidel Castro explicaba en la Conferencia de La Ha-
tados Unidos, logrado su objetivo, no atacaron. La guerra no estalló bana de 1992:
allí, aunque sólo muchos años después los estadounidenses vinie-

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HISTORIAS CLANDESTINAS AMI'AUO: CU HA I:N OC1 UlíKli

En ese momento, cuando ya habíamos adoptado todas las medidas humana- potencias. C'iiniulu lo supo el día 29, "la reacción del pueblo fue
mente posibles, me entrevisté con el mando militar soviético. Me informaron de profunda Indignación, no fue de alivio", recordó Fidel Castro
que todo estaba listo. Todas las anuas que acaba de informar en esta reunión el en la conferencia de 1992.
general soviético, y la moral estaba en alto. Había —¿cómo podría decirlo?— En efecto, el 29 de octubre el periódico Revolución apareció con
esa extraña situación entre las tropas soviéticas, que estaban enfrentadas con este titular: "Jruschov ordena retirar los cohetes de Cuba", y dio a
un gran peligro y al mismo tiempo estaban muy serenas. La población cubana conocer los textos de las cartas intercambiadas entre Jruschov y
también estaba completamente calma. Si hubieran encuestado a la población Kennedy, junto con los despachos de las agencias noticiosas des-
y le hubieran preguntado: "¿Ustedes quieren que devolvamos los cohetes?", el de el comienzo de la crisis hasta este desenlace, que tampoco ha-
noventa por ciento habría dicho: "No". La población estaba serena e intran- bían, sido publicados por la prensa cubana en los días anteriores. El
sigente en ese punto. No querían que se llevaran los cohetes. mensaje era claro. Al mismo tiempo se dieron a conocer los cinco
puntos de Cuba sin los cuales el gobierno de La Habana consi-
El 28 de octubre Nikita Jruschov, quien también sentía que el deraba que no existían las garantías de que hablaba el presidente
curso de los acontecimientos se le iba de las manos, decidió ade- Kennedy: 1) Cese del bloqueo económico; 2) cese de todas las ac-
lantarse a nuevos imprevistos y dio a conocer por radio las pro- tividades subversivas; 3) cese de los ataques piratas; 4) cese de toda
puestas soviéticas de retiro de los cohetes. Apenas entonces, y por violación aeronaval del territorio cubano; 5) retirada de la base
ese medio público, supieron el gobierno y el pueblo cubanos lo naval de Guantánamo.
que se había estado tratando a sus espaldas entre sus enemigos y En cartas a Jruschov primero, y a U Thant, secretario de la ONU,
sus aliados. después, Fidel Castro hizo saber que Cuba no permitiría, bajo nin-
Lo que a continuación sucedió es digno de ser contado. gún motivo, inspecciones sobre su territorio: cuestión de sobera-
nía, de dignidad nacional y de supervivencia.
* ** El cronista caminador registró en aquel entonces estos hechos:

Cuba-Unión Soviética: el agravio La reacción fue instantánea. Esa mañana, en cada esquina de La Habana, ha-
bía grupos que comentaban indignados el retiro de los cohetes. "¿Por qué no
El día 28 de octubre, por Radio Moscú, la dirección cubana se en- nos consultaron, si los que estábamos aquí para morir éramos nosotros?", oí
teró de la carta de Jruschov a Kennedy en la que disponía el reti- decir a uno. "Nos traicionaron como en España", escuché a otro. La protesta
ro de los cohetes. Sólo horas después llegó el mensaje personal de furiosa porque Cuba no había sido consultada y porque había sido una retira-
Nikita Jruschov a Fidel Castro informándole de lo ya resuelto. da, aparecía en todas partes. [...] En las esquinas, en las fábricas, en la univer-
La dirección cubana se indignó. No aceptó el argumento de que sidad, la gente analizaba línea por línea los cables publicados y palabra por
"la falta de tiempo" había impedido consultarlos. Jruschov, en sus palabra las cartas de Jruschov. Era impresionante ver la unanimidad, sin dis-
mensajes a Kennedy, ni siquiera había propuesto la participación cusión previa, sin acuerdo previo. Los juicios eran de condena. Nadie acep-
cubana en las negociaciones. Es evidente que puede ser más difí- taba que Jruschov le dijera a Kennedy "respetado presidente" o que le dijera
cil un acuerdo entre tres que entre dos. Pero la guerra y la paz, la "usted y yo conocemos bien qué significa la guerra atómica". "Ah sí, y noso-
vida y la muerte, se estaban jugando sobre el territorio de la Repú- tros, los que estamos aquí jugándonos la vida, no lo sabíamos, y por eso no
blica de Cuba, no en otra parte. Los cubanos sintieron que esta- nos consultan": con palabras parecidas, oí varias veces este mismo comenta-
ban siendo tratados como una simple pieza de cambio entre ambas rio. [...] Y, sin embargo, ni los diarios ni la radio ni el gobierno habían dicho

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IIISTOKIAS CL
A I A i \\ MI I H l I AMI'AÜO: CUItA fcN OCTIWIU-

todavía nada de eso. Se habían limitado a informar y a medir la reacción. [...]


Desde las trincheras, las fábricas, las granjas y las ciudades, todos quedaron a y se pcrmiliú rl vm-lo di- los U-2? Hubo errores políticos y debilitamiento
la espera de una declaración oficial de Fidel Castro, anunciada para el 1 de moral...
noviembre. Este recorrió personalmente, del 29 al 31, calles y lugares de La
Habana y unidades en las trincheras. Las protestas y las presiones que recibió Terminó su todavía indignada intervención con una voz más
en todas partes fueron las mismas. [...] calma. Se refirió a lo dicho por otro participante de la Conferen-
Cuando Fidel Castro habló, declarando que había divergencias con el go- cia en el sentido de que Cuba aparecía desde el inicio como el
bierno de la Unión Soviética, era seguro que no podía decir una palabra me- único posible perdedor en el acuerdo entre los dos grandes. Negó
nos de las que dijo. [...] Cuba entera-tstaba pendiente de la televisión en las que así fuera:
casas, en los locales públicos, en los comités de defensa. La declaración de Fi-
del Castro provocó un estallido unánime frente a los televisores, una misma No, no fue ni hubiera sido una derrota para nosotros. ¡Si morimos todos, no
escena repetida cientos y miles de veces en toda la isla: " ¡Ahí está! ¡Lo que es una derrota! Los pueblos pueden ser exterminados, pero no pueden ser do-
nosotros decíamos!". minados. El hombre inventa cosas y contrarresta hasta las armas más sofisti-
cadas. La guerra sólo trae más guerra, más odio y más espíritu de venganza.
* * *
La alusión a la actualidad pareció evidente. Allí terminó la ter-
Cuarenta años después, en la Conferencia de La Habana en oc- cera sesión de la conferencia en la mañana del segundo día, el 12
tubre de 2002, al tocar el tema del retiro inconsulto de los misiles, de octubre.
vimos a Fidel Castro volver a indignarse a medida que hablaba,
como si todo hubiera ocurrido el día de ayer: * *

Lo que yo vi era lo más parecido a una capitulación. ¡Han cedido! El 26 de En la tarde de ese día, durante la última sesión, Theodor Soren-
octubre enviaron el primer mensaje, medio dulzón, al gobierno de Washington. sen, asesor cercano de John F. Kennedy durante la crisis de 1962,
¡Actuaban en forma precipitada! ¡En esas circunstancias hay que mantener pidió la palabra y respondió dando un punto de vista diferente:
los nervios, y los nervios se perdieron cuando se aceptan las exigencias a canv
bio de una promesa! [...] Cuando vi el acuerdo, vi un retroceso sin freno. Pe- Puedo asegurar que victoria y celebración no eran la actitud en el Excomm en
dimos que quedara algo simbólico, una unidad al menos: si no se llevaban esos momentos. El 28 de octubre el Excomm no habló de victoria y señaló la
todo, hasta el último soldado. Esperábamos que nos dejaran todo lo que no capacidad de estadista de Jruschov. No creo que los cubanos fueron los per-
fueran armas nucleares. [...] ¡Se había producido un retroceso total! Nosotros dedores. Si hubieran ganado los halcones entonces sí Cuba hubiera sido el
no creíamos en una garantía de palabra. Pero lo que más nos ofendía era el perdedor. En cambio obtuvo una garantía sincera contra la invasión. Tampoco
tipo de acuerdo y la forma en que lo hicieron. ¡Era ridículo! ¡Garantía con creo que Jruschov capituló. Obtuvo el fin del bloqueo, la garantía para Cuba
ataques piratas, con bloqueo, con planes de asesinato, con base naval en y el retiro de los misiles de Turquía. ¡Esto no es una rendición! [...] Durante
nuestro territorio! ¡La base naval de Guantánamo está por la fuerza! Y jamás la crisis hubo en las tres partes errores de información (mism/onnation), erro-
hemos hecho un acto hostil contra esa base que es una provocación. Los cin- res de comprensión (misundcrstanding) y errores de predicción sobre lo que
co puntos eran para que el acuerdo pudiera tomar una forma decorosa. En harían los otros. Fue al final un manejo brillante de la crisis, pero sería mejor
cambio, todo lo que se hizo fue errático. ¿Para qué se instalaron proyectiles cultivar el arte de evitar las crisis. En efecto, la primera reacción de Kennedy
en el Excomm fue también dar de inmediato un golpe preventivo. Después

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Í3.3
A I A I I i/ l'l I U II A M PAO O ; CUBA líN
HISTORIAS CLANDESTINAS

comprendió que no era posible ni deseable. Cualquier presidente que crea en reunión con lus diri^-nies cubanos — Fidel Castro, Ernesto Che
golpes preventivos debe reflexionar sobre esto. Hay que tener coraje para man- Guevara, Osv;ildo Dnrticós y Carlos Rafael Rodríguez— , en la ma-
tener negociaciones con el enemigo. El contacto nunca se rompió. Kennedy ñana del 5 de noviembre, Mikoyan expuso extensamente las razones
dio su importancia a los aliados, a los amigos y a la opinión pública mundial. del proceder soviético en los días de la crisis — 22 al 28 de octubre—
y sus interlocutores escucharon en silencio y con atención. Estaba
El historiador Arthur Schlesinger Jr., consejero de Kennedy en presente también el embajador de la Unión Soviética, Alejandro
1962, dijo en su intervención que, a su juicio, en aquel momento Alekseev, quien tenía una buena relación con los cubanos.
"cada gran potencia había perdido el sentido de la otra". Retomaba Fidel Castro, según el informe de Mikoyan, aceptó buena par-
así algo ya dicho por McNamara: "La primera lección de esta crisis te de las explicaciones pero acerca de la propuesta de retirar los
es que hay que saber ponerse en el lugar del otro para comprender misiles hecha por Jruschov a Kennedy el 26 de octubre precisó:
cómo puede reaccionar". Agregó el historiador: "Nunca se debe aco-
rralar al enemigo, sin dejarle una salida. [...] En esta era del terroris- Cuando Kennedy aceptó esa propuesta (nosotros no sabíamos que la había
mo hay que saber ponerse en el lugar de los terroristas para prever aceptado) babía condiciones para desarrollarla y preparar un;i declaración
sus reacciones. Si una lección queda para hoy es que ir a la guerra de acuerdo entre ambas partes. Ustedes podrían haber dicho a Estados Uni-
en un mundo nuclear es altamente incontrolable y peligroso". dos que la Unión Soviética estaba dispuesta a desmantelar esas instalaciones,
También aquí, la alusión a la actualidad resultó obvia. pero quería discutirlo con el gobierno cubano. En nuestra opinión, así es como
debió haberse resuelto la cuestión en lugar de dar inmediatamente instruc-
ciones para el retiro de las armas estratégicas. Esta actitud nos habría permi-
* **
tido aliviar la tensión internacional y nos habría dado una oportunidad para
En los primeros días de noviembre, después de un denso intercam- discutir esta cuestión con los norteamericanos en condiciones más favorables
bio de cartas contradictorias entre Fidel Castro y Nikita Jruschov y para obtener una declaración firmada.
(Jruschov a Castro, 28 de octubre de 1962; Castro a Jruschov, 28 de
octubre; Jruschov a Castro, 30 de octubre; Castro a Jruschov, 31 Fidel Castro concluyó sus observaciones reiterando el agradeci-
de octubre), llegó a La Habana Anastas Mikoyan, el dirigente so- miento por las explicaciones recibidas y su "inconmovible respeto
viético que mejores relaciones había establecido con los cubanos. por la Unión Soviética". "Después de escucharlo — escribe Miko-
Venía para tratar de resolver lo que llegó a ser la "crisis de noviem- yan — parecía claro que el estado de ánimo había mejorado en com-
bre", es decir, el conflicto entre los soviéticos y los cubanos por el paración con los momentos iniciales del encuentro."
retiro inconsulto de los misiles y por la forma en que La Habana ha- El dirigente soviético, sin embargo, sintió la necesidad de am-
bía sido ignorada en las negociaciones entre Moscú y Washington. pliar sus explicaciones. Insistió sobre la imposibilidad de consultar
Entre los documentos más reveladores presentados en la confe- con Cuba en los momentos críticos dada la urgencia extrema de la
rencia de octubre de 2002 están los dos extensos informes de Mi- situación. Explicó que las armas no estaban en Cuba para defen-
koyan a su gobierno sobre las conversaciones con los dirigentes der al "campo socialista", como decía Fidel Castro, sino sólo para
cubanos el día 5 de noviembre de 1962. De ellos está tomado el defender a la propia "Cuba revolucionaria, que tiene gran impor-
relato que sigue. tancia para todo el campo socialista".
Mikoyan fue recibido amistosamente por toda la dirección cuba- Ésta era una de las contradicciones más notorias de la situación.
na, incluidos Fidel y Raúl Castro y el Che Guevara. En su posterior Mientras los cubanos afirmaban que para la defensa de Cuba no

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A I A I M/ H| | )'I I A M I ' A i í O : l.'UUA I:N OCTUBRIi
HISTORIAS CLANDESTINAS

eran necesarios los cohetes y que sólo los habían aceptado en soli- A este punto, Mikoyun abre un paréntesis en su informe y ano-
ta: "Sentí que ya habíamos llegado a un entendimiento tal que los
daridad con la defensa del "campo socialista", los soviéticos insis-
tían en que ellos no necesitaban cohetes en Cuba para su defensa cubanos aceptarían la propuesta. El camarada Alekseev, sentado a
y que sólo los habían llevado para proteger a Cuba. Es decir, cada mi lado, me susurró al oído que los cubanos definitivamente la acep-
uno ponía en riesgo por el otro su propia seguridad. No era ése el tarían". No imaginaban lo que estaba a punto de suceder,
momento para dilucidar con argumentos la cuestión. Mikoyan agregó que no pedía una respuesta en ese momento:
que tal vez podían suspender la reunión, consultarse los cubanos
Sin darse cuenta de que había dejado pasar el momento preciso
para callarse —esto lo registró en una carta posterior—, Anastas a solas entre ellos y después volver a reunirse para escuchar la opi-
Mikoyan continuó explicando a los cubanos qué convenía hacer nión. Mikoyan, es obvio, no estaba entendiendo nada de cuanto
en lo sucesivo, pues "nuestra victoria en impedir un ataque militar ocurría en las mentes de sus interlocutores. De ahí su sorpresa en
contra Cuba debe ser confirmada ahora con una victoria diplomá- los párrafos sucesivos:
tica".
Entonces, repentinamente, Fidel, en tono calmo, hizo la inesperada declara-
Uno puede imaginar todavía hoy las caras de los dirigentes cu-
ción siguiente; "Una inspección unilateral tendría un efecto monstruoso sobre
banos mientras Mikoyan desarrollaba su paternal exposición. Pero
la moral de nuestro pueblo. Hemos hecho grandes concesiones. Los imperia-
el soviético no parece haberse dado cuenta, pues siguió diciendo:
listas norteamericanos llevan adelante con toda libertad sus fotografías aéreas,
"Nos interesa terminar todo con un documento internacional que
y nosotros no se los impedimos por pedido del gobierno soviético. Quiero decir
defienda los intereses de Cuba y termine con el bloqueo y con la
al camarada Mikoyan, y lo que le digo refleja la decisión de nuestro pueblo
peligrosa situación en la cuenca del Caribe".
entero: no vamos a aceptar una inspección. No queremos comprometer a las
¿Cómo lograrlo? El secretario general de la ONU, U Thant, "que
tropas soviéticas y poner en peligro la paz del mundo. Sí nuestra posición pone
obviamente simpatiza con Cuba, puede desempeñar un gran pa-
en peligro la paz del mundo, entonces creemos que es más correcto conside-
pel". Sería bueno que para esto "los camaradas cubanos ayudaran
rar a la Unión Soviética liberada de sus obligaciones y nosotros resistiremos
a U Thant para que tenga a mano suficientes argumentos para una
solos por nuestra cuenta. Tenemos el derecho de defender nosotros nuestra
declaración en el Consejo de Seguridad" en el sentido de que las
dignidad".
armas "ofensivas" han sido retiradas. Estados Unidos ya ha recono-
No me preocupó su negativa a permitir las inspecciones en los puertos.
cido que, conforme a sus inspecciones aéreas, esas armas han sido
Me sacudió la parte final de su declaración. Todos se quedaron en silencio du-
desmanteladas. "Queda una dificultad, que puede ser planteada por
rante varios minutos. Yo pensaba: ¿cómo salgo adelante en esta cuestión?
nuestros enemigos: es el hecho del embarque y retiro de estas ar-
Decidí no comentar el exabrupto (shocking statement). Tal vez se trababa
mas en los barcos soviéticos."
de algo no muy bien pensado [...] Después de un momento, Dorticós dijo que
Es fascinante ver, en el informe, cómo su condescendencia hacia
Fidel expresaba la opinión de todos ellos. El resto permaneció en silencio.
los cubanos, que lo escuchan en silencio, lo lleva a dar el siguiente
irreparable paso. Según su propio informe, les dijo: "Creo que us-
tedes pueden permitir que los representantes neutrales de U Thant Prácticamente, allí concluyó esa discusión.
lleguen por barco a un puerto cubano y, sin poner pie en territo-
rio cubano, observen la carga y el despacho de esas armas en los * *
barcos soviéticos. Requeriría tres o cuatro días y todo el trabajo es-
taría concluido en ese lapso".

136 137
HISTORIAS CLANDESTINAS A I A M i/ M u I I A M I ' A l i O : CU HA liN OCTUBKi;

La reunión se reanudó en la tarde del mismo día 5 de noviembre. Mikoymi, huno-su por haber sido uno de los poquísimos dirigen-
Estaban presentes Guevara, Dortícós y Carlos Rafael Rodríguez. tes soviéticos du los años veinte sobreviviente de las purgas de Sta-
Dijeron a Mikoyan que Fidel Castro no había venido pues no se Un, da una respuesta tan evasiva como reveladora de su idea sobre
sentía bien. "Se percibía claramente que querían borrar lo que ha- sus interlocutores: "Las reuniones y conversaciones con el camara-
bía sucedido: no querían que tomáramos en serio el exabrupto de da Fidel Castro tuvieron para mí un gran significado. Me ayudaron
Fidel", comenta el informe de Mikoyan. La obvia razón de la au- a comprender más profundamente el papel del factor psicológico
sencia no era la salud, sino la indignación. Pero el funcionario so- para los pueblos de estos países".
viético, en su informe, trataba de atenuar la medida de su propio El Che ignora este comentario sobre la psicología de los aborí-
desconcierto ante la situación creada. genes latinoamericanos e insiste: "Creo que la política soviética
Esa sesión de la tarde comenzó con una declaración del presi- tiene dos lados débiles. Ustedes no comprendieron el significado
dente Osvaldo Dorticós confirmando el rechazo a la inspección en del factor psicológico para las condiciones cubanas. Fidel Castro lo
los puertos cubanos: "Debemos rechazarlo, pues en principio no dijo en forma original: 'Estados Unidos nos quería destruir física-
permitimos inspecciones en territorio cubano ni en nuestro espa- mente, pero la Unión Soviética, con la carta de Jruschov, nos des-
cio aéreo ni en nuestros puertos". El gobierno cubano, agregó, hará truyó jurídicamente"1.
una declaración unilateral en ese sentido. Sólo las aceptarían, Mikoyan se asombra: "¡Pero nosotros creíamos que ustedes es-
agregó, si al mismo tiempo las hubiera en el territorio de Estados tarían contentos con nuestra decisión! Hicimos todo lo necesario
Unidos. "Si las inspecciones en Estados Unidos están excluidas, para que Cuba no fuera destruida. Vemos la disposición de uste-
entonces, del mismo modo, también están excluidas las inspeccio- des a morir bellamente, pero nosotros creemos que no vale la pena
nes en territorio cubano." una hermosa muerte".
Pero a continuación la discusión se encaminó hacia un extraño Guevara vuelve a ignorar la condescendencia del comentario y
diálogo entre el Che Guevara y Mikoyan. El Che, como si estu- otra vez insiste: "Ustedes nos ofendieron al no consultarnos. Pero
viera dirigiéndose a un compañero revolucionario y no a un fun- el peligro mayor está en la otra debilidad de la política soviética.
cionario soviético, le explica los perjuicios que la actitud soviética Ustedes han reconocido el derecho de Estados Unidos a violar el
provoca a la causa de la revolución en América Latina. Han esta- derecho internacional. Esto los lesiona a ustedes y nos preocupa.
llado divisiones, le dice, están apareciendo fracciones: Daña la unidad de los países socialistas".
Mikoyan le asegura que están haciendo mucho por esa unidad:
Estamos profundamente convencidos de la posibilidad de tomar el poder en "En cuanto a ustedes, camaradas, estaremos siempre con ustedes
varios países latinoamericanos, y la experiencia práctica enseña que no sólo pese a todas las dificultades".
es posible tomarlo, sino conservarlo en una serie de países. Por desgracia, mu- "¿Hasta el último día?", le pregunta el Che, cobrándose con
chos grupos latinoamericanos creen que en los actos políticos de la Unión cuatro palabras lo de la "hermosa muerte".
Soviética durante los hechos recientes hay dos serios errores. Primero, el in- Mikoyan decide dejar pasar el filo de la pregunta y le responde:
tercambio [se refiere a la propuesta de cambiar los misiles en Cuba por los mi' "Sí, que mueran nuestros enemigos. Nosotros debemos vivir, vivir
siles en Turquía], y segundo, la concesión abierta. [...] Se puede esperar ahora como comunistas. Estamos convencidos de nuestra victoria. Una
una declinación del movimiento revolucionario en América Latina, que se maniobra no es lo mismo que una derrota". Entonces, arrastrado al
había fortalecido mucho en los últimos tiempos. Ésta es mi opinión personal parecer por una irresistible inclinación a subestimar a sus interlocu-
y la digo con franqueza. tores, les cuenta su reciente encuentro con un alto funcionario es-

138 139
HISTORIAS CLANDESTINAS
I A l A t 1 I / hl I K M A M I ' A i i O : CUBA UN OCTUHRli

tadounidense: "Bromeando en una conversación, me dijo que la


Y en csu- i m n i i ) de la sesión, el embajador Alekseev, allí pre-
presencia de oficiales soviéticos en Cuba lo tranquilizaba. Los cu-
sente, pone el broche de oro: "Pero el Che es un argentino", dice.
banos pueden abrir fuego sin reflexionar, observó. Pero los rusos lo
van a pensar". Y, muy ufano de su chiste, agrega: "Por supuesto, pue-
de haber críticas a esa observación, pero el aspecto psicológico sí * *
está tomado en cuenta". Sigue a continuación su perorata explicán-
El 19 de noviembre Fidel Castro y Mikoyan tuvieron otra reu-
doles, a los tres dirigentes cubanos, la lógica leninista, el tratado de
nión. Aquél trató una vez más de explicar al dirigente soviético
Brest-Litovsk y las posiciones de Bujarin: "Aunque fue reprimido, lo
las razones cubanas:
considero una buena persona", les advierte. (En realidad no fue "re-
primido", fue fusilado después de un falso proceso montado por Sta-
Es difícil sentir el impacto emocional desde la Unión Soviética, a tanta dis-
lin en 1938, con la aquiescencia entonces del mismo Mikoyan. Pero
tancia. Imagínese, nuestros soldados lloraban en las trincheras porque no se les
en fin, parece que el hombre cree estar hablando con párvulos.)
permitía hacer fuego contra los aviones. Tenía un efecto terrible en su moral,
Luego les explica que, pese al apoyo soviético, "Estados Unidos
y ustedes deben recordar que el enemigo nos seguirá amenazando por mucho
puede impedir las comunicaciones y no permitir la entrega de pe-
tiempo. Los cubanos no quieren la guerra. Entienden que es muy peligrosa.
tróleo a Cuba. Podríamos sacar doscientos millones de personas a Sin embargo, el odio del pueblo hacia los imperialistas es tan grande que pa-
las calles como demostración de protesta, pero esto no hubiera pro-
reciera que incluso prefieren la muerte.
veído petróleo alguno para ustedes". Puede imaginarse, frente a esta
declaración, el silencio de los dirigentes cubanos, que en esos mis-
Mikoyan no tomó en cuenta estas razones y en cambio le pidió
mos momentos mantenían la alarma de combate y la movilización
que encontrara el modo de explicar el punto de vista soviético al
de todo el país.
pueblo cubano: "Usted tiene tanta autoridad y goza de tal con-
"Estudien a Lenin", agrega. "Morir heroicamente, eso no bas-
fianza que podrá conseguir el cambio necesario en el estado de áni-
ta." Carlos Rafael Rodríguez le hace notar que hace mucho tiem-
mo del pueblo". Fidel Castro contestó exasperado: "No, yo mismo
po que él viene leyendo a Lenin, pero ahora se trata de evaluar la
soy culpable de la situación que se ha presentado... Cuba no pue-
situación presente.
de ser conquistada, sólo puede ser destruida".
Sin embargo Mikoyan sigue sinceramente preocupado por la
El punto de vista de Mikoyan es, por supuesto, muy diferente.
reacción de Fidel Castro esa mañana. Dice que no la entiende: "¿Tal
De ahí su insistencia en tratar de disuadir a sus interlocutores de
vez dije alguna tontería, usé un tono equivocado? No, no lo creo,
toda idea, según él, de "muerte heroica" o de "hermosa muerte".
no di motivo, sólo dije que había que ayudar a U Thant. [...] Tal
Mikoyan no los comprende pero los respeta, como tuvo ocasión
vez expuse mi idea en forma extemporánea. Soy un viejo, pero
de decirle al embajador de Hungría en La Habana, János Beck:
tengo las limitaciones de los jóvenes". Declara su desacuerdo con
"Los dirigentes cubanos son gente joven y honesta, leales a la re-
las opiniones del Che, pero le ofrece volverse a reunir todas las
volución y al pueblo. En una difícil situación en su país fueron
veces que él quiera para discutir las diferencias. "Estoy satisfecho
capaces de asegurar mayor unidad y menor desorden que cuanto
de estas reuniones con ustedes. Creo que tenemos acuerdos bási-
hubiera ocurrido en otras naciones. Merecen respeto y aprecio y
cos", concluye. "Sin embargo, debo decir que yo creía que había
hay que confiar en ellos y en que progresarán en el futuro".
llegado a entender a los cubanos, pero entonces escuché al cama-
El embajador húngaro trasmitió esta opinión a su gobierno y
rada Che y comprendí que no, que todavía no los conozco."
se sumó a ella. En el mismo informe, el 1 de diciembre, envió su

140
I4Í
HISTORIAS C L A N D E S T I N A S A I A I I i / MI I K l I A M I ' A l . O : i : U H A liN O l T U H R I -

detenido análisis sobre las ideas políticas de los cubanos elaborado ticos de i n i i n i . i neculdad y conveniencia. Pero aquella brecha no
en consulta con los embajadores de Polonia, Rumania y Checos- volvió a cernirse. Reaparecería otras veces, la última cuarenta años
lovaquia con quienes estuvo en contacto permanente durante la más tarde, en las discusiones de la Conferencia de La Habana de
crisis de octubre. Esta opinión, en forma tal vez más elemental, ex- 2002, más de diez años después de la desaparición de la Unión So-
plícita también el pensamiento no expresado de Mikoyan acerca viética.
de sus interlocutores, que nutre su insistente discurso disuasivo so- En esa conferencia el presidente Fidel Castro repetidas veces se
bre "la bella muerte". Escribe János Peck a su gobierno, después de refirió en términos elogiosos, hasta afectuosos, a sus relaciones e
explicar las razones históricas del celo cubano por la defensa de su intercambios con Anastas Mikoyan y Nikita Jruschov y a la actitud
soberanía: de ambos hacia la Revolución cubana. Pero cada vez que la discu-
sión tocaba octubre, la indignación era la misma de aquellos "días
Un segundo factor, que tiene un papel en iodos los niveles, y también en las luminosos y tristes", como los llamó el Che Guevara en su carta
grandes masas del pueblo cubano, pero es particularmente fuerte entre los di- de despedida a Fidel Castro.
rigentes, puede ser denominado romanticismo revolucionario con muchos El 19 de noviembre se aceptó el retiro de Cuba de los bombar-
rasgos anarquistas y pequeñoburgueses. Se puede también decir que el pue- deros 1L-28, última exigencia de Kennedy a la Unión Soviética, y
blo cubano y por supuesto sus actuales dirigentes, nunca han experimentado el 20 de noviembre Estados Unidos dio por terminada la crisis mi-
grandes acontecimientos que sacudan a toda la sociedad cubana, como una litar y la alerta de guerra.
guerra, una revolución o una catástrofe natural. Entonces no saben nada acer- Nuestro cronista habanero cerraba así sus notas de esos días:
ca de la miseria en una nación, la decadencia posterior a la Gran Guerra, la
participación de grandes masas en la lucha revolucionaria, o el hambre que Más tarde, cuando por La Habana pasaron casi a escondidas camiones carga-
castiga a toda una sociedad o al menos a la mayoría, y otros golpes similares. dos de soldados soviéticos que se iban, con sus valijas y vestidos de civil, he
Una característica de las grandes masas cubanas y, debo repetirlo, particular- visto a mujeres, niños, hombres que se encontraban en la calle por casuali-
mente de sus dirigentes, de los diferentes niveles de las capas dirigentes, es lo dad al paso de los camiones, decirles adiós con la mano, entre sorprendidos y
que puede describirse con el término español: "inmolación". Este término sólo emocionados, y algunos con lágrimas en los ojos.
puede traducirse como autosacrificio. Aquí se puede mencionar la falta de co- Cuando Fidel Castro, el 15 de noviembre de 1962, advirtiendo que en lo
nocimiento y la subestimación del trabajo de construcción económica, de ha- sucesivo las baterías cubanas abrirían fuego contra los vuelos de aviones nor-
cer pequeños trabajos cada día durante un largo tiempo, y el imaginar todas teamericanos sobre la isla, terminaba su declaración diciendo que Cuba no
las soluciones a través de grandes y heroicos hechos revolucionarios. será vencida "mientras quede un hombre, mujer o niño capaz de empuñar un
arma en esta tierra", no expresaba una mera convicción personal, sino una
Difícil lograr más claridad y sinceridad en la expresión de lo decisión elaborada hasta lo más profundo por el pueblo cubano en los años de
que el historiador británico E. R Thompson, acérrimo enemigo de su revolución y confirmada en los días históricos de octubre.
la guerra, habría llamado una "enorme condescendencia".
La luz de un relámpago es breve pero muy intensa. La del octu-
* ** bre cubano iluminó por un momento visiones diferentes del mun-
do, del ser humano, de las revoluciones y del socialismo. Esa luz
Fueron después atenuándose y cesando estos enfrentamientos de es invisible desde el punto de mira de la Guerra Fría entre las gran-
la hora de crisis y hubo en los años sucesivos muchos acuerdos prác- des potencias. Sólo es posible divisarla si el historiador considera

142 143
HISTORIAS CLANDESTINAS A I A I U/ I H I Itl I AMI'AliO: CUliA líN C H T U H R K

aquellos días cruciales desde donde los vivieron sus protagonistas En la confrontación de octubre hubo dos partes que se mostra-
verdaderos, los hombres y las mujeres de la isla de Cuba. ron resueltas a no replegarse y a llevar el conflicto hasta el límite
"Articular históricamente el pasado no significa conocerlo último antes del choque: John F. Kennedy y Fidel Castro, Estados
'como verdaderamente ha sido'. Significa adueñarse de un recuer- Unidos y Cuba. Eran los dos que se estaban jugando un interés vi-
do tal como éste relampaguea en un instante de peligro", había es- tal de la nación. Estados Unidos no aceptaba cohetes soviéticos en
crito en 1940 Walter Benjamín en sus Tesis sobre ía /listona. su frontera sur, a noventa millas de sus costas y a pocos minutos de
vuelo de sus grandes ciudades de la costa este. Cuba, por su parte,
* ** necesitaba un argumento militar definitivo para acabar con los hos-
tigamientos, los sabotajes y la amenaza permanente de invasión des-
Epílogo: "No desenfundes si no piensas tirar" de el norte.
La Unión Soviética y Jruschov, en cambio, sólo buscaban me-
La crisis de octubre de 1962 se presentó para muchos, a comenzar jorar a su favor la relación de fuerzas entre el Pacto de Varsovia y
por los gobiernos de las dos grandes potencias involucradas, como la OTAN emplazando una base nuclear en el lejano mar Caribe.
un enfrentaraiento de la Guerra Fría ocurrido en territorio cubano Ésa fue la lógica que después llevó a la propuesta de intercambiar
y en las aguas del mar Caribe. Su inicio, su contenido y su desen- los cohetes de Cuba por los de Turquía (profundamente ofensiva
lace fueron explicados en ese marco interpretativo. para los cubanos, cuando pudieron conocerla). Queda todavía por
Octubre fue vivido en cambio por los cubanos corno un episo- investigar en los archivos y en las memorias de la época cuánto in-
dio culminante de su lucha por su independencia, por su revolu- fluyó en ese apresurado repliegue el estado de ánimo de la población
ción y por su afirmación como nación soberana. soviética, donde la generación entonces adulta y viviente había
Estados Unidos y la Unión Soviética movilizaron a sus fuerzas sufrido en su territorio, menos de dos décadas atrás, una devasta-
militares de aire, mar y tierra, incluidas sus armas nucleares. Sus dora guerra con muchos millones de muertos.
respectivos pueblos y el resto del mundo quedaron como especta- A diferencia de Kennedy y de Fidel Castro, Jruschov sólo esta-
dores conteniendo el aliento. El gobierno cubano llamó a las armas ba apostando al éxito o al fracaso de una movida temeraria en una
al pueblo entero, declaró la alarma de combate y convirtió la cri- gran partida de ajedrez estratégico. De ahí la pertinencia de la pre-
sis en una movilización de la nación en el momento del supremo gunta indignada de Fidel Castro en la Conferencia de La Habana:
peligro: la desaparición de la isla bajo el fuego nuclear. Esta expe- "¿Para qué pusieron los cohetes si en el momento de peligro no es-
riencia única dio en Cuba su sentido a la crisis de octubre: ser uno taban dispuestos a usarlos?".
de los grandes momentos constitutivos de la nación. De los tres, Jruschov era el único que no arriesgaba un interés
Cuba afirmó su independencia no sólo frente a ía amenaza im- vital. Por eso estuvo dispuesto a ceder cuando vio que Estados Uni-
perial de Estados Unidos, sino también frente a la política exte- dos sí demostraba tenerlo y actuaba en consecuencia. Si a Cuba se
rior soviética, para ía cual el "campo socialista" era sinónimo de le hubiera permitido ocupar su lugar en la negociación tampoco
su propia zona de dominación y de seguridad en los equilibrios en- habría habido guerra —puesto que, abierta la negociación, nadie
tre las grandes potencias. En esos pocos días la dirección cubana quería inmolarse— y el resultado habría sido más favorable para
vivió una imborrable experiencia sobre ía realidad y los límites de Cuba y menos humillante para Jruschov y para los soviéticos.
las alianzas y los pactos entre los estados en lo que se denomina- Por el contrario, los momentos de mayor peligro, al borde mis-
ba el "campo socialista". mo de la guerra nuclear, fueron los días de la crisis en que tanto

144 145
HISTORIAS C L A N D E S T I N A S

Kennedy como Jruschov mantuvieron a la dirección cubana en la


ignorancia de sus tratativas y en la convicción de que el ataque era
inminente. De esta irresponsabilidad extrema, propia de la soberbia
de las grandes potencias ante quienes consideran sus vasallos, tO'
davía no parecen haberse dado cuenta.
1
Pero el hecho de fondo sigue siendo el mismo: Nikita Jruschov,
gran apostador en la política mundial, violó la regla elemental de
los duelos del Lejano Oeste: "Don't draw ifyou dorít mean to shoot" IV
("No desenfundes si no piensas tirar"). Por eso a la hora de la hora,
como anotó Fidel Castro, le fallaron los nervios. Y así no se salva la
paz, sino que se postergan la derrota, la desintegración y la guerra.
Cuba en octubre fue uno de los episodios culminantes de la era
de revoluciones coloniales y movimientos de liberación abierta al
terminar la Segunda Guerra Mundial. Esas fueron las guerras de la
segunda mitad del siglo XX, y no et equilibrio armado entre la OTAN
y el Pacto de Varsovia al cual se le dio el nombre más bien arbi-
trario de "Guerra Fría". Contra esos movimientos, en donde el
bloque soviético también movía sus piezas, se lanzó en pleno la
contraofensiva militar, financiera, política y de operaciones encu-
biertas de Estados Unidos y las potencias de Europa occidental,
bajo el pretexto de la "Guerra Fría" y del anticomunismo y con el
apoyo y la cobertura de las oligarquías locales de la tierra y el di-
nero, protagonistas y beneficiarios de las dictaduras, y de los ejér-
citos a su servicio, ejecutores de la represión.
En América Latina, los movimientos nacionales, las rebeliones
y las revoluciones tienen su sentido propio fuera del marco de los
conflictos entre Estados Unidos y la Unión Soviética. La crisis de
octubre de 1962 en Cuba es un revelador de ese sentido histórico.
El marco interpretativo dado por el concepto de "Guerra Fría"
es derivado de una visión desde las metrópolis. Hay que recuperar
el sentido de esta historia desde la experiencia y la mirada de quie-
nes la vivieron como pueblos, clases, etnias y grupos subalternos,
es decir, de quienes la vivieron desde el mundo de la vida y el tra-
bajo y no desde las potencias de las armas y el dinero.

Ciudad de México, 5 de noviembre de 2002

146
José Marín Arguedas, Mario Vargas
Llosa y el Papacha Oblitas*

El extranjero te permite ser tú mismo al ha-


cer de ti un extranjero.

Edmond Jabés, En su blanco principio.

El nacionalismo es un sistema de ideas y creencias fundado en la


distinción entre la propia comunidad nacional y las restantes —los
extranjeros que pueblan el ancho mundo— y en la suposición de
la especificidad —real— y la superioridad esencial —imaginada—
de esa comunidad ante todas las otras.
De ahí la proliferación en América Latina de expresiones que
denotan esta diferencia específica e insinúan el orgullo de la im-
plícita superioridad esencial: "mexicanidad", "bolivianidad", "pe-
ruanidad", "argentinidad", "colombianidad". Que a cada una de
estas esencias nacionales corresponda una literatura (una narrati-
va, una ensayístíca, una poesía) y una historiografía, parecería ser
un corolario ya contenido en el mismo enunciado y tan evidente
como el hecho de que les corresponde un territorio.
Contra tal corolario este extranjero se inscribe en falso.
El nacionalismo supone el orgullo por la nación propia, esa in-
vención de los siglos recientes; un idioma común, ese destilado de

* Presentado en la conferencia Literature and Nationoíism in Latín America at


the End of the 20th Century, Georgetown University and Georgetown College,
Washington, D.C., 6 de abril de 1999. Publicado en la revista Argumentos, núm.
50, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, enero-abril de 2006, pp.
99-114.

149
I I 1 S I O R I A S CLANDESTINAS JOSI: MAKlA Al" .MI H/\'., MAU1< > VAIU ¡AS LLOSA Y 1:1. PAPAU 1A OliLITAS

los tiempos antiguos, y un sentimiento de pertenencia y protec- ñámente separada —di- nhí la necesidad de la relación estatal, no
ción, esa necesidad sin tiempo de los humanos. como administración, sino como cohesión—, el nacionalismo es
La que será la lengua nacional va desplazando, subordinando y el conjunto de creencias e ideas compartidas por todos sobre un
aplastando a las que antes coexistían en el mismo territorio, y se pasado común, una empresa común y un destino común, el de la
afirma, única, como la lengua del mando y de los intercambios. La nación en la cual todos se reconocen y a la cual todos pertenecen.
nación, una e indivisible, y el Estado en el cual encarna, aborrecen El nacionalismo es la ideología que une en una comunidad ima-
la diversidad. Esta operación de desplazamiento y anulación de las ginaria a esas partes diversas en conflicto —ellos los ricos, noso-
otras lenguas sobre un mismo territorio, en América Latina la rea- tros los pobres—, las cuales en la vida real saben bien por dónde
lizaron en lo fundamental la Conquista y las repúblicas del siglo pasa en cada caso la línea divisoria, ella misma movediza y cam-
XIX. El despojo de las lenguas indígenas y de sus mundos de imáge- biante por naturaleza.
nes y significados fue parejo con el despojo de los territorios y las El nacionalismo no habla del ser humano en tanto tal, sino de
tierras, éste siempre unos cuantos pasos adelante de aquél. una identidad compartida y delimitada por una frontera. Es una
Las dos dimensiones constitutivas del espacio de existencia del de las formas modernas de la inmemorial "sed de comunidad", de
Estado-nación: la relación de mando-obediencia y la relación de protección, de pertenencia. El nacionalismo, como en las sociedades
intercambio mercantil (el poder y el dinero, el soberano y el mer- de Antiguo Régimen la religión y los vínculos de la sangre, es un
cante), ambas sancionadas en códigos y leyes, requieren esa len- límite que nos define, nos separa y nos protege de Ellos, los Extran-
gua común como vehículo de las órdenes y de los intercambios así jeros, los Judíos, los Musulmanes, los Extraños Portadores del Mal.
como un ejército para aquéllas y una moneda para éstos. Desesperadamente, la nación necesita ordenar la literatura se-
Esta comunidad estatal-nacional es un producto histórico; es gún su unidad y sus relaciones de mando. El uso nacionalista de la
decir, se funda en un pasado común, como todas las comunidades literatura de autores nacionales contribuye a crear el territorio ima-
humanas, e imagina un destino común. Es, como ha sido llamada, ginario de la comunidad donde se reconocen superiores e inferio-
una "empresa histórica nacional". res, quienes viven el pacto no escrito de mando y obediencia. La
El nacionalismo es la ideología que exalta esos valores. Para ello imaginación literaria forma parte del tejido conectivo de la comu-
necesita, además de un cuerpo de leyes, una literatura que unifi- nidad imaginaria y, al vivir en esa zona de conexión, de ella saca
que el sentimiento de pertenencia a esa comunidad y una histo- también materia de trabajo.
riografía que imagine y recree ese pasado común y lo convierta en El nacionalismo es real e intenso en las comunidades naciona-
patrimonio mítico de todos. "Idioma nacional" e "historia nacio- les. Y al mismo tiempo es una construcción imaginaria para cubrir
nal" son materias en todos los niveles formativos de la educación o paliar desgarraduras reales, fronteras internas, tiempos diferentes,
elemental. Conocidas y repetitivas son las largas disputas historio' relaciones asimétricas y desiguales, e impedir que éstas desintegren
gráficas y literarias a las cuales aquella necesidad ha dado origen a la comunidad nacional imaginada, aquella de la cual un himno
o alimento. dice que "en el cielo tu eterno destino por el dedo de Dios se es-
El nacionalismo supone la existencia de una comunidad esta- cribió".
tal, existente o en ciernes; una comunidad, esto es, entre gober- Como cualquier otro producto del espíritu y del trabajo, la litera-
nantes y gobernados en términos políticos; entre dominadores y tura puede —y suele— servir al nacionalismo, y el escritor puede
dominados en términos sociales; entre propietarios y no propie- creer que ésa es misión suya. Pero, en su origen y en su destino, la
tarios en términos económicos. En esta comunidad doble e Ínter- literatura no tiene que ver con la nación, sino con los seres huma-

150 151
H I S T O R I A S <.;LANm;S'IINAS
JOSÍ: MAKlA AH< ¡I U HA1.. MAUli i VAIU5AS LLOSA Y EL PAPAU IA OHLITAS

nos (uno de cuyos atributos es su nacionalidad), con sus vidas y


seres humanos sobre los cuales y en los cuales se condensa, uno
con sus palabras.
por uno y por comunidades, el peso enorme y acumulado de la his-
toria anterior.
Sobre la literatura y sobre el escritor actúa la historia inmóvil
de Fernand Braudel, la larga duración, lo que apenas cambia mien-
La literatura es una construcción abierta de palabras e ideas cuyo
tras todo cambia. En realidad, cuando el escritor habla de seres hu-
sustento es una comunidad de lengua y de pasado. Es posible, digo,
manos, aunque su narración parezca un trozo ficticio de la historia
poner a la literatura al servicio del nacionalismo (o del comunis-
de los acontecimientos inmediatos y así él mismo lo crea, está ha-
mo, o de cualquier otro sistema de ideas y creencias), pero es una
blando de hombres y mujeres cuyos gestos, palabras, reacciones,
operación innecesaria y ajena a su naturaleza.
relaciones y sueños se fueron formando en la larga duración, en el
La literatura se nutre de un pasado humano destilado en una
tiempo inmóvil, y cobran vida en el acontecimiento de sus vidas.
lengua. Se nutre, demasiado se ha dicho, de lo vivido y lo leído. "El
Algo similar, conforme a sus propios métodos y pruebas, hace
niño dicta y el hombre escribe", dice Julien Oreen, sin que sea
el historiador. La relación de la nación y sus instituciones con la
obligado tomarlo al pie de la letra. El hombre escribe en una len-
historiografía parece sufrir urgencias similares. La nación necesita
gua en cuyas palabras "el tiempo ha dejado su huella oscura y pn>
una historia instituida como ella misma. En cambio, la historia, co-
funda", según decía Humboldt. Ese tiempo que carga de sentido las
mo conocimiento y como arte, no necesita a la nación, sino a los
palabras, sus sonidos y sus combinaciones es, como lo quería Brau-
seres humanos en sus diversas relaciones cambiantes en el tiempo.
del, el tiempo de "la historia particularmente lenta de las civiliza'
Al impulso del escritor de fondo no lo apasionan las querellas
ciones, en sus profundidades abismales, en sus rasgos estructurales
del nacionalismo, aunque no las ignore y aun mismo en el caso en
y geográficos", una historia que precede a la nación y la contiene.
que éstas puedan ser su tema, pero sí la lengua y la vida de esa co-
Las palabras, es cierto, cambian también en los tiempos cortos.
munidad humana que ahora es nación.
Pero, por debajo, la historia larga las sigue rigiendo, y los sentidos y
significados que menos cambian son tal vez los que organizan por
debajo a los cambiantes: pasiones, gestos, ritos agrarios o funerarios.
De ese humus profundo se nutre la lengua y con ella el escritor.
El escritor, todos lo sabemos, sigue siendo un artesano. Produce
¿Tiene que ver con el tiempo de los nacionalismos, es decir, con
quizás para el mercado, pero hace cada vez —o quiere hacerla—
el de las instituciones y el imaginario de los Estados-nación? Sí,
una obra única, la trabaja, la pule, la acaricia casi con las manos
tiene que ver, pero lo ordena secretamente desde abajo, sin que esa
para tocar la textura o la tersura.
duración oceánica de la historia sea alterada por la superficie móvil
No lo es sólo en el modo de trabajo y en su relación singular
de los acontecimientos cotidianos descritos por la crónica nacio-
con el objeto. Lo que el escritor se propone producir es ante todo
nal. El peso de las palabras, pese a lo cambiante de los discursos, es
un valor de uso. Le importa primero que esté bien hecho y termi-
casi siempre un animal de fondo.
nado, le importa un poco menos cuánto circule. Cuando comienza
Escritor y lengua se nutren de la historia común. Pero esta his-
a preocuparle primero cuánto circulará y a esa circulación sacrifi-
toria no es tanto la de los acontecimientos cotidianos, aunque
que palabras o párrafos que sean, cuando en su mente esté el valor
ellos sean la materia o el tema de la escritura, sino las vicisitudes
de cambio con el uso como mero soporte del valor, seguirá escribien-
y los modos de estar en el mundo —y en esos aconteceres— de los
do, bien o menos bien, pero habrá permutado oficio por carrera.

152
i 53
IIISTOKIAS CLANDESTINAS

No estoy diciendo que no pueden producirse y no se hayan pro-


r |OSÍ; MAKlA AHi.l M P.V., MAIMi i VAlUiAS LLOSA Y I;L PAPACHA OKLITAS

en proceso: A tioivl iv <i ICIIUT'S strrcí Ufe, tlie dark tu'ñi of a man [Una novela
ducido obras maestras por encargo. Al contrario. En pintura, en es la vida secreta de un escritor, el oscuro hermano gemelo de un hombre].
arquitectura, en música, en artesanía, obras donde el espíritu pa- Un novelista es alguien que oye voces a través de las voces.
rece soplar sin ataduras fueron contratadas en épocas diversas por
estricto y especificado encargo. Pero encargo no es mercado mo- Aquí aparece el Doble. Entonces, mejor detengámonos y do-
derno, como cualquiera entiende, y no es lo mismo producir por blemos la esquina.
el uno o para el otro. Músico, blusero o escritor siguen siendo ofi- El otro es E. M. Cioran. En Historia y utopía publica una carta
cios cuyo primer destino es el esfuerzo y el deleite propios, es decir, escrita en 1957, desde París, "a un amigo lejano" que, "desde ese
oficios de artesano. Y los artesanos existen antes que las naciones país que fue el nuestro y que ya no es de nadie", Rumania, le pre-
y, primero Dios, las sobrevivirán. gunta si tiene intención "de volver a escribir en nuestra lengua" o
Oficio de artesanos. Diré aquí, en las palabras de ellos, cómo si seguirá siendo fiel al francés duramente aprendido:
trabajan con la vivencia y con el idioma dos que por vocación y
oficio son cosmopolitas y, por lo tanto, tienen idioma, historia y pa- Sería embarcarme en el relato de una pesadilla referirle la historia de mis rela-
sado, pero no les alcanzo a ver nacionalismo. ciones con este idioma prestado, con todas sus palabras pensadas y repensadas,
Uno es Sergio Pitol, a quien aún mal conozco pero tendré la afinadas, sutiles hasta la inexistencia, volcadas hacia la exacción del matiz,
osadía de citarlo. En "El oscuro hermano gemelo", suerte de cuen- inexpresivas a fuerza de haber expresado tanto, de terrible precisión, carga-
to, ensayo y divertimento de El arte de la fuga, Pitol cita a Justo das de fatiga y de pudor, discretas hasta en la vulgaridad. ¿Cómo quiere que
Navarro: "Ser escritor es convertirse en un extraño, en un extran- un escita las acepte, aprenda su significado neto y las manipule con escrúpu-
jero: tienes que empezar a traducirte a ti mismo. Escribir es un lo y probidad? No hay una sola cuya elegancia extremada no me dé vértigo:
caso de impersonation, de suplantación de personalidad: escribir es ninguna huella de tierra, de sangre, de alma hay en ellas. Una sintaxis de una
hacerse pasar por otro". Y luego sigue él: rigidez, de una dignidad cadavérica las estruja y ¡es asigna un lugar de donde
ni el mismo Dios podría desplazarlas. Cuánto café, cigarros y diccionarios para
No concibo a un escritor que no utilice elementos de su experiencia perso- escribir una frase más o menos correcta en una lengua inabordable, demasia-
nal, una visión, un recuerdo proveniente de la infancia o del pasado inmedia- do noble, demasiado distinguida para mi gusto. Y sólo me di cuenta de ello
to, un tono de voz capturado en alguna reunión, un gesto furtivo vislumbrado cuando, desgraciadamente, ya era demasiado tarde para apartarme; de otra
al azar para luego incorporarlos a uno o varios personajes. El escritor burga forma nunca hubiera abandonado la nuestra, de la que a veces extraño su olor
más y más en su vida a medida que su novela avanza. No se trata de un ejer- a frescura y podredumbre, mezcla de sol y de bosta, su fealdad nostálgica, su
cicio meramente autobiográfico: novelar a secas la propia vida resulta, en la soberbio desarrapo. Ya no puedo retornar a ella; la lengua que tuve que adop-
mayoría de los casos, una vulgaridad, una carencia de imaginación. tar me retiene y me subyuga a causa de esos mismos trabajos que me costó.
¿Soy, como usted insinúa, un "renegado"? "La patria no es más que un cam-
Casi de inmediato el texto se dispara en un relato donde se cru- pamento en el desierto", reza un dicho tibetano. Yo no voy tan lejos: daría to-
zan la anécdota, el novelista y los personajes de su novela de los dos los paisajes del mundo por el de mi infancia.
años siguientes. Recala finalmente en estas líneas penúltimas:
Y aquí aparece el Extranjero Errante. Detengámonos pues una
La última novela de José Donoso, Donde van a morir los elefantes, lleva un epí- vez más y ahora demos media vuelta. Demasiados son ya los per-
grafe de William Faulkner que ilumina la relación de un novelista con su obra sonajes de extramuros.

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IUSI- M A K l A Aid .1 'I HA 1 ., M A U l O VA1U ¡AS LLOSA Y 1:1. l'AI'ACHA OHLITAS
HISTORIAS CLANDESTINAS

dina tradicioml, tomunitiiria, mágico-religiosa, quechuahablante,


conservadora de los valores colectivistas y las costumbres atávi-
En 1996 Mario Vargas Llosa publicó La utopía arcaica. José María cas, que alimentó la ficción ideológica y la literaria indigenista, ya
Arguedas y las ficciones del indigenismo. Es un estudio de la obra y no existe." Cualquiera sea la forma política de los gobiernos por
la vida del escritor peruano muerto por suicidio el 28 de noviem- venir y su política económica, concluye, "el Perú se halla encarri-
bre de 1969. Se ve un libro escrito con apuro, como si un plazo lado hacia una sociedad que descarta definitivamente el arcaísmo
fijo limitara al autor, sin revisar demasiado el texto, sin agotar las y acaso la utopía".
fuentes, simplificante y repetitivo: las mismas afirmaciones y conclu- Sí, puede ser: imposible dejar de ver en esta proclama peruana
siones se reiteran capítulo tras capítulo, frases enteras se repiten, de Mario Vargas Llosa la propuesta de un nacionalismo dinámico
las citas parecen al azar. Es además un libro cargado de ideología, que y modernizador que en México encamaron Plutarco Elias Calles en
desde su mismo título da por supuesto lo que quiere demostrar. su tiempo, y mucho más Carlos Salinas de Gortari y su estirpe en el
A tantos años de la muerte de Arguedas, Vargas Llosa analiza nuestro.
el contenido político e ideológico que atribuye a su obra, no tanto Sí, puede ser. Nada más que Arguedas nunca propuso la utopía
su escritura ni su lenguaje. Considera a Arguedas un escritor indi' del retorno al Tahuantisuyo incaico ni fue un escritor indigenista,
genista (cuando éste mismo lo niega en sus ensayos) y decide que si por indigenismo entendemos aquella variedad del nacionalismo
su obra corresponde a "una visión de la literatura en la cual lo so- —extendida después de la Revolución mexicana en México, Perú,
cial prevalecía sobre lo artístico y en cierto modo lo determina- Ecuador y Bolivia— que se propone respetar, absorber e integrar a
ba". A esta visión atribuida Vargas Llosa opone la suya propia: "ser las culturas indígenas en la corriente única de la cultura nacional
un escritor significa primera, o únicamente, asumir una responsa- y de su idioma, contra la propuesta liberal decimonónica de ig-
bilidad personal: la de una obra que, si es artísticamente valio- norarlas y desaparecerlas en nombre del progreso, la república y la
sa, enriquece la lengua y la cultura del país donde ha nacido". unidad de la nación moderna.
"El país donde ha nacido": el nacionalismo de Mario Vargas La imaginación de Arguedas va por otros senderos. En "La no-
Llosa es moderno y propone y describe lo que tiene ante sus ojos, vela y el problema de la expresión literaria en Perú", ensayo de
un Perú "desindianizado", formado por millones de migrantes a las 1950 que revisó y corrigió en 1968 como prólogo a la edición chi-
ciudades, en "mezcolanza" y "entrevero", donde no domina un cas- lena de Yawar Fiesta (Editorial Universitaria, Santiago de Chile,
tellano puro, sino "un extraño híbrido en el que al rudimentario 1968), escribe:
español o jerga acriollada que sirve para la comunicación corres-
ponden unos gustos, una sensibilidad, una idiosincrasia y hasta Pero los dos mundos en que están divididos estos países descendientes del Ta-
unos valores estéticos vírcualmente nuevos: la cultura chicha", en huantisuyo se fusionarán o separarán definitivamente algún día: el quechua
cuya "música chicha" se combinan, por ejemplo, los huaynos an- y el castellano. Entretanto, la vía crucis heroica y bella del artista bilingüe
dinos con el rock y con los ritmos caribeños. subsistirá. Con relación a este grave problema de nuestro destino, he funda-
En "este nuevo Perú informal", dice Vargas Llosa, gracias a "la eco- mentado en un ensayo mi voto a favor del castellano.
nomía informal creada por ellos, [...] han surgido por primera vez
un capitalismo popular y un mercado libre en el Perú". "Es evi- En Los ríos profundos, cúspide literaria en torno a la cual giran
dente que lo ocurrido en el Perú de los últimos años ha infligido su obra y su vida, Arguedas se propone dos cosas: narrar el mun-
una herida de muerte a la utopía arcaica." "Aquella sociedad an- do encantado de los Andes peruanos desde su propia infancia tras-

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HISTORIAS C L A N D E S T I N A S JOSK MAKÍA Allí •' H I >A\U i VAKCAS LLOSA Y I¡L PAPACHA OULITAS

figurada y encontrar en su idioma castellano el lenguaje para de- brío de conttntdo y Inima, equilibrio alcanzado tras intensas noches de increí-
cir ese mundo que se nombra a sí mismo en quechua, un idioma ble trabajo os cosa que vendrá en función de la perfección humana lograda
en cuya estructura perviven ese encantamiento del mundo y el en el transcurso de tan extraño esfuerzo. ¿Existe en el fondo de esa obra el
pensamiento indígena que con él forma un todo. Se propone ha- rostro verdadero del ser humano y su morada? [.--] Pero si el lenguaje así car-
blar él, José María Arguedas, bilingüe, hijo de un abogado errante gado de extrañas esencias deja ver el profundo corazón humano, si nos tras-
del Cuzco y de una madre que murió a sus tres años de edad, na- mite la historia de su paso sobre la tierra, la universalidad podrá tardar quizá
cido en 1911 en la provincia de Andahuaylas donde, en 1940, de mucho; sin embargo vendrá pues bien sabemos que el hombre debe su pree-
una población total de 90 195 habitantes sólo 265 no hablaban minencia y su reinado al hecho de ser uno y único.
quechua y 80611 eran monolingües quechuas, criado por indios y
enseñado en su infancia por don Felipe Maywa y don Víctor Pusa, Para lograrlo "era necesario encontrar los sutiles desordena-
comuneros; hablar él en la lengua que diga la voz de éstos y la voz de mientos que harán del castellano el molde justo, el instrumento
los ríos profundos, los cerros y las piedras, que por supuesto hablan. adecuado. Y como se trata de un hallazgo estético, él fue alcanza-
A la idea misma de ese mundo no tiene acceso Vargas Llosa, a do como en los sueños de manera imprecisa".
juzgar por su libro. Lo traduce a lo más por "naturaleza animada" ¿Lo alcanzó? Arguedas dice que sí, que ya en su cuento "Agua",
o por "concepción animista". Esta podría ser en todo caso una y para que no queden dudas lo dice de este modo:
fuente de inspiración, dice Vargas Llosa, para "los movimientos
llamados ecologistas", "el fenómeno político más novedoso de los úl- ¡Ese era el mundo! La pequeña aldea ardiendo bajo el fuego del amor y del
timos años": "Los jóvenes que militan en esta cruzada pueden rei- odio, del gran sol y del silencio; entre el canto de los zorzales guarecidos en
vindicar a José María Arguedas, pues la utopía del autor de Los ríos los arbustos; bajo el cielo altísimo y avaro, hermoso pero cruel.
profundos es la suya". ¿Sería trasmitido a los demás ese mundo? ¿"Sentirían las extremas pasiones
En cuanto a la infancia, Mario Vargas Llosa simplifica a tal pun- de los seres humanos que lo habitaban? ;Su gran llanto y la increíble, la trans-
to la cuestión que en las anécdotas de la infancia vivida por Ar- parente dicha con que solían cantar a la hora del sosiego? Tal parece que sí.
guedas busca el correspondiente directo de los episodios narrados
en sus novelas. El positivismo y sus escritores no conocen al "oscu- 5
ro hermano gemelo" ni oyen "voces a través de las voces". Se in-
clinan, más bien, a "novelar a secas la propia vida" en una especie En Los ríos profundos conversan el mundo encantado del tiempo
de ficción realista y a rastrear la misma inclinación en la obra aje- indio y el mundo encantado del tiempo de la infancia, lo cual no
na. Similar es la manera en que el nacionalismo de los críticos li- quiere decir, ni de lejos, dos mundos felices o dos mundos ideales:
terarios busca la relación de cada escritor con lo nacional. violencia, pasión, mezquindad, exaltación, humillación conviven
Otra cosa busca Arguedas al recrear el mundo indígena con los en ellos cada hora. El lirismo del texto arguediano dimana de la
materiales oscuros de su infancia y hacerlo hablar por una lengua tensión constante entre ambos mundos y de su propia materia de
"casi extranjera": trabajo: un castellano construido y hablado con resonancia que-
chua, una imaginería campesina indígena que se hace una con las
Realizarse, traducirse; convertir en torrente diáfano y legítimo el idioma que formas de decirla.
parece ajeno; comunicar a la lengua casi extranjera la materia de nuestro es- Llega el muchacho Ernesto a la picantería, donde se toma chicha
píritu. Esa es la dura, la difícil cuestión. La universalidad de este raro equili- y se comen platos picantísimos. "Oirás, pues, al Papacha Oblitas",

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MIS'IOKIAS CLANDHSTINAS

le dice la moza que sirve a los parroquianos, señalando al arpista.


f ]OSl: M A K l A Aid ,1 U l v \ U > VAIU ¡AS LLOSA Y Hl. PAPACHA OI5LITAS

ma agitación humor que al muchacho con la música y el canto del


El músico trashumante, "maestro famoso en centenares de pue- arpista. Era el mismo castellano con el quechua por debajo en que
blos", empieza a cantar un huayno, hablando con el río estrofa tras me hablaban, en esos años bolivianos, el minero Nina en La Paz,
estrofa en el sonido dulce de la lengua quechua: "Río Paraisancos, el minero Constantino en Oruro, el estudiante Amadeo Vargas, co-
caudaloso río, no has de bifurcarte hasta que yo regrese". El mu- chabambino. Eran los olores, eran los paisajes lentos e inmensos
chacho recuerda: del altiplano bajo la bóveda azul cristal de la alta montaña.
¿"Sería trasmitido a los demás ese mundo? ¿Sentirán las extre-
La voz aguda caía en mi corazón, ya de sí anhelante, como un río helado. El mas pasiones de los seres humanos que lo habitaban?", se pregun-
Papacha Obfitas, entusiasmado, repitió la melodía como la hubiera tocado un taba Arguedas. "Tal parece que sí", se respondía. Me fui a vivir a
nativo de Paraisancos. El arpa dulcificaba la canción, no tenía en ella la ace- Europa al año siguiente. Llevé conmigo sólo dos libros: Los ríos
rada tristeza que en la voz deí hombre. ¿Por qué, en los ríos profundos, en es- profundos y Poemas humanos, y una traducción para hacer en el lar-
tos abismos de rocas, de arbustos y sol, el tono de las canciones era dulce, go viaje por mar: los Écrits, de León Trotsky. El barco era nuevo,
siendo bravio el torrente poderoso de las aguas, teniendo los precipicios ese se llamaba Moípii, hacía la travesía entre Buenos Aires y Hamburgo,
semblante aterrador? Quizá porque en esas rocas, flores pequeñas, tiernísimas, y naufragó pocos viajes después.
juegan con el aire, y porque la corriente atronadora del gran río va entre flo-
res y enredaderas donde los pájaros son alegres y dichosos, más que en ningu-
na otra región del mundo.
El libro de Mario Vargas Llosa, según creo yo, es un exorcismo
Sigue cantando el arpista y hablándole al río: "Cuando sea el progresista, positivista y nacional para ahuyentar a viejos fantas-
viajero que vuelve a ti, te bifurcarás, te extenderás en ramas". Los mas que siguen viviendo en el Perú andino y en el "Perú informal",
parroquianos dejan de tomar y conversar. Escuchan. El muchacho en lo que Vargas Llosa describe como "ese nuevo país compuesto
también: por millones de seres de origen rural, brutalmente urbanizados por
las vicisitudes políticas y económicas": la humillación, el odio, la
¿Quién puede ser capaz de señalar los límites que median entre lo heroico y violencia.
el hielo de la gran tristeza ? Con una música de ésas puede el hombre llorar Antigua es la costumbre criolla y mestiza de humillar al indio, y
hasta consumirse, hasta desaparecer, pero podría igualmente luchar contra así de antiguas son también las costumbres del odio. Sus raíces más
una legión de cóndores y de leones o contra los monstruos que se dice habí' hondas están en los mundos que Arguedas recrea, y tales las ve el
tan en el fondo de los lagos de altura y en las faldas llenas de sombra de las autor, mucho más que sus críticos. Esas costumbres viven siempre
montañas. Yo me sentía mejor dispuesto a luchar contra el demonio mientras y persisten en la fractura entre las dos comunidades —ellos y noso-
escuchaba ese canto. Que apareciera con una máscara de cuero de puma, o tros— en que está dividida cada comunidad nacional imaginada
de cóndor, agitando plumas inmensas o mostrando colmillos, yo iría contra en estos países latinoamericanos. El nacionalismo no constata esa
él, seguro de vencerlo. fractura en su registro. Los humillados, sí. No sé decir si hay lite-
ratura de estas tierras que no roce alguna vez sus bordes.
Llegué a Perú en 1959, después de tres años de vivir, extranje- El 14 de noviembre de 1969 Hugo Blanco, preso desde 1963 en
ro, en Bolivia. Un amigo me dio alojamiento y un libro, Los ríos la isla cárcel de El Frontón frente al puerto de El Callao, escribió
profundos, apenas publicado. Empecé a leerlo y me invadió la mis- una carta en quechua a José María Arguedas, quien le había en-

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HISTORIAS CLANDESTINAS JOSÉ MAKlA A U i i l H HA',, MAIllu VA IU ¡AS LLOSA Y bL PAPACHA OBUTAS

viado con Sybila, su esposa, su novela Todas las sangres: "Yo no Dice después qui- imaginó esta invasión "como un presenti-
puedo decir qué es lo que penetra en mí cuando te leo, por eso, lo miento" para que "los que entienden de luchas sociales y de la po-
que tú escribes no lo leo como las cosas comunes, ni tampoco tan lítica [...] comprendan lo que significa esta toma de la ciudad que
constantemente: mi corazón podría romperse. Mis punas comien- he imaginado":
zan a llegar a mí con todo su silencio, con su dolor que no llora,
apretándome el pecho, apretándolo". ¡Cómo, con cuánto más hirviente sangre se aliarían estos hombres si no per-
Luego le refiere el movimiento indio que lo llevó a la cárcel: siguieran únicamente la muerte de la madre de las pestes, del tifus, sino la de
"Cuánta alegría habrías tenido al vernos bajar de todas las punas los gamonales, el día que alcancen a vencer el miedo, el horror que les tie-
y entrar al Cuzco, sin agacharnos, sin humillarnos, y gritando calle nen! "¿Quién ha de conseguir que venzan ese terror en siglos formado y ali-
por calle: ¡Que mueran todos los gamonales! ¡Que vivan los hom- mentado, quién? ¿En algún lugar del mundo está esc hombre que los ilumine
bres que trabajan!". y los salve? ¿Existe o no existe, carajo, mierda?", diciendo, como tú lloraba
Bajamos de las punas y entramos a la ciudad "sin agacharnos, fuego, esperando, a solas.
sin humillarnos": ésa fue la hazaña nueva. "Les hicimos oír todo
cuanto hay, la verdad misma. [...] Se lo dijimos en quechua. [...] Y "Temo que ese amanecer cueste sangre, tanta sangre", conti-
casi hicieron estallar la Plaza de Armas estos maqtas emponchados." núa. "Tú sabes y por eso apostrofas, clamas desde la cárcel." Y en-
La carta quechua del prisionero de El Frontón provoca una in- tonces vuelve al odio, el de los humillados:
tensa agitación espiritual en Arguedas. Le responde también en
quechua: "Ayer recibí tu carta: pasé la noche entera andando pri- Como en el corazón de los runas que me cuidaron cuando era niño, que me
mero, luego inquietándome con la fuerza de la alegría y de la re- criaron, hay odio y fuego en ti contra los gamonales de toda laya; y para los que
velación". sufren, para los que no tienen casa ni tierra, los wakchas, tienes pecho de ca-
Sin fecha, pero escrita el día 24 de noviembre, cuatro antes de landria; y corno el agua de algunos manantiales muy puro, amor que fortalece
su suicidio, esta carta de Arguedas comienza diciendo: "Hermano hasta regocijar los ciclos. Y toda tu sangre había sabido llorar, hermano. Quien
Hugo, querido, corazón de piedra y de paloma", y enseguida va, no sabe llorar, y más en nuestros tiempos, no sabe del amor, no lo conoce.
intuyendo tal vez que podía ser la última, a Los ríos profundos:
Después, el regreso a la infancia, las voces que le hablan a tra-
Quizás habrás leído mi novela Los ríos profundos. Recuerda, hermano, el más vés de las voces y el anuncio de su muerte cercana, como una des-
fuerce, recuerda. En ese libro no hablo únicamente de cómo lloré lágrimas ar- pedida:
dientes; con más lágrimas y con más arrebato hablo de los pongos, de los co-
lonos de hacienda, de su escondida e inmensa fuerza, de la rabia que en la Tu sangre ya está en la mía, como la sangre de don Víctor Pusa, de don Feli-
semilla de su corazón arde, fuego que no se apaga. Esos piojosos, diariamente pe Maywa. Don Víctor y don Felipe me hablan día y noche, sin cesar lloran
flagelados, obligados a lamer tierra con sus lenguas, hombres despreciados por dentro de mi alma, me reconvienen en su lengua, con su sabiduría grande,
las mismas comunidades, ésos, en la novela, invaden la ciudad de Abancay sin con su llanto que alcanza distancias que no podemos calcular, que llega más
temer a la metralla y a las balas, venciéndolas. Asf obligaban al gran predi- lejos que la luz del sol. Ellos, oye Hugo, me criaron, amándome mucho, por-
cador de la ciudad, al cura que los miraba como si fueran pulgas; venciendo que viéndome que era hijo de misti, veían que me trataban con menosprecio,
balas, los siervos obligan al cura a que diga misa, a que cante en la iglesia: le como a indio. En nombre de ellos, recordándolos en mi propia carne, escribí
imponen la fuerza. lo que he escrito, aprendí todo lo que he aprendido y hecho, venciendo ba-

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HISTORIAS C L A N D E S T I N A S JOS!: MAHlA M'i .1 U I >A\H > VAlUiAS LUISA Y liL PAPACHA OBLITAS

rreras que a veces parecían invencibles. Conocí el mundo. Y tú también, creo y grandes obnis litcnirins deben de estar gestándose en esta explo-
que en nombre de runas semejantes a ellos dos, sabes ser hermano del que sión de la desigualdad, de la ira y de la diversidad, porque para
sabe ser hermano, semejante a tu semejante, el que sabe amar. ellas son fértiles los tiempos como éstos.
¿Hasta cuándo y hasta dónde he de escribirte? Ya no podrás olvidarme,
aunque la muerte me agarre, oye, hombre peruano, fuerte como nuestras 7
montañas donde la nieve no se derrite, a quien la cárcel fortalece como a pie-
dra y como a paloma. En la madrugada del 1 de enero de 1994 un ejército de indígenas
He aquí que te he escrito, feliz, en medio de la gran sombra de mis mor- chiapanecos en rebelión, armados y no armados, enmascarados y
tales dolencias. A nosotros no nos alcanza la tristeza de los mistis, de los egoís- hablando entre sí en sus idiomas, tomaron la ciudad de San Cris-
tas; nos llega la tristeza fuerte del pueblo, del mundo, de quienes conocen y tóbal de las Casas, la antigua Ciudad Real de la Colonia, la capi-
sienten el amanecer. Así la muerte y la tristeza no son ni morir ni sufrir. ¿No tal de los terratenientes, y al otro día se retiraron a la selva en el
es verdad, hermano? Recibe mi corazón. mismo orden en que habían venido. No sé si todos, pero Arguedas
de seguro sí, comprendieron entonces la inmensidad del gesto.
Digo que el "oscuro hermano gemelo" acompañó hasta ese mo-
mento al escritor. A través de las voces oía voces en sus dos idiomas, Abril de 1999
el "dulce y palpitante quechua", el castellano heredado y literario,
los "sutiles desordenamientos" en que los dos se cruzan. ¿Es esto Bibliografía
nacionalismo? El nacionalismo amortigua este conflicto, para este
extranjero en su Perú el conflicto se volvió insufrible: la humilla- Amaru, núm. 11, Lima, diciembre de 1969 (las cartas entre Hugo Blanco y José
María Arguedas se publicaron inícialmente en esta revista).
ción, el odio y la ternura, como en su carta última, no tenían ya
Arguedas, José María, Los ríos profundos, Losada, Buenos Aites, 1998.
consuelo ni salida en su gran oficio de escritor. , Un mundo de monstruos y de fuego (selección e introducción de Abelardo
Habrá quien pueda leer en esta carta a un escritor político. Yo no Oquendo), Fondo de Cultura Económica, Lima, 1993. En esta edición, "La
la veo así. Veo en ella lo que es, el adiós del escritor a su mundo novela y el problema de la expresión literaria en Perú", prólogo de 1968 a
donde ya no se halla, recordando con ira, con odio y con ternura. la edición chilena de Yatvar Fiesta.
Veo la sombra de Walter Benjamin, judío y extranjero que en Ciaran, Émile Michel, Historia y utopía, Artífice, México, 1981.
Pitol, Sergio, E! arte de la fuga, Era, México, 1996.
1940, vísperas de su suicidio, escribía que en la clase trabajadora,
Vargas Llosa, Mario, La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indi-
"el nervio principal de su fuerza", el odio y la voluntad de sacrifi- genismo, Fondo de Cultura Económica, México, 1996.
cio, "se nutren de la imagen de los antepasados oprimidos y no del
ideal de los descendientes libres".
Dicen los que estudian, los que conocen y los que norrias miran
la vida, que en este fin de siglo la pobreza en el mundo crece ver-
tiginosamente año con año. No es un estado pasajero, sino una re-
lación social estable y necesaria para reproducir el mundo éste en
que vivimos. Con ella crecen el desamparo, la humillación y el
odio, se dividen y fragmentan las naciones y se separan las nacio-
nalidades. Tal vez no tan buenos porvenires, pero sí fuertes ideas

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HISTORIAS CLANDESTINAS

imaginó, pues estaríamos ante la catástrofe ecológica, la guerra universal y la


posible destrucción de la humanidad. Mariátegui y la Revolución mexicana
El futuro de la izquierda exige revisar todo —el partido leninista, el pro-
letariado fabril como sujeto central— y replantear todos los problemas como
requisito para pensar y organizar hoy la izquierda anticapitalista y la lucha por
el socialismo.

Este fue su homenaje discreto a José Carlos Mariátegui.


Gracias le sean dadas, Adolfo Sánchez Vázquez, por no separar
realidad, utopía y deseo. Gracias, compañero Adolfo, por mante-
ner juntos sueño, vida y pensamiento. La Revolución mexicana aparece por primera vez en los escritos
de José Carlos Mariátegui en 1916, en sus inicios de escritor y pe-
riodísta. En el periódico El Tiempo, de Lima, condena la Expedición
Ciudad Universitaria, México, 21 de octubre de 2005
Punitiva de Estados Unidos contra Villa y defiende la soberanía
mexicana. Es también la primera mención del joven periodista a
un hecho político y, como señala Robert París, esta entrada en polí-
tica tiene lugar no a propósito de un acontecimiento peruano, sino
sobre "un tema continental y antimperialista",1
Tenía entonces Mariátegui veintidós años de edad y por supues-
to no era marxista. Su precursor había sido Manuel González Prada,
poeta y escritor, puente intelectual peruano entre el liberalismo
radical y el anarquismo artesano y obrero, que en el Perú de prin-
cipios de siglo ocupaba el espacio intelectual de Ricardo Flores
Magón en México.2 Estas influencias radicales tempranas guiarían

1 Entrevista del autor con Robert Paris, París, 16 de septiembre de 1993.


1 José Carlos Mariátegui, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana,
Biblioteca Amauta, Lima, 1957, pp. 220-29; Yerko Moretic, José Carlos Mariá-
tegui, Universidad Técnica del Estado, Santiago de Chile, 1972, pp. 45-49; Car-
los Manuel Cox, "Reflexiones sobre Mariátegui", en José Aricó (selección y
prólogo), Maridtegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, Cuadernos de Pa-
sado y Presente, Siglo XXI, México, 1980, p. 5. En 1928, a diez años de la muerte
de Manuel González Prada, escribió Manáregut en sus Siete ensayos: "Los hom-
bres de la nueva generación en González Prada admiramos y estimamos, sobre
todo, la honradez intelectual, la noble y fuerte rebeldía. Pienso, además, por mi
parte, que González Prada no reconocería en la nueva generación peruana una
generación de discípulos y herederos de su obra si no encontrara en sus hombres
la voluntad y el aliento indispensable para superarla. Miraría con desdén a los re-
petidores mediocres de sus frases. Amaría una juventud capa: de traducir en actos

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HISTORIAS CLANDESTINAS M A H l A l H . U I V I A REVOLUCIÓN M L X I C A N A

el pensamiento de Mariátegui hasta su muerte en 1930, a los ¡eaders ubrcn^ .1 l.i toma ilcl poder a que los empujaban las masas. Las Refle-
treinta y cinco años de edad. xiones sobre íü violencia parecen haber influido decisivamente en la formación
Discípulo de Georges Sorel,' la estirpe que Mariátegui reivindi- mental de dos caudillos tan antagónicos como Lenin y Mussolini. Y Lenin
có hasta el final de su vida fue la de Marx-Sorel, no la de Marx- aparece, incontestablemente, en nuestra época, como el restaurador más enér-
Lenin. Cuando quiso elogiar a Lenin se apoyó en el nombre de gico y fecundo del pensamiento marxista...'
Sorel, aunque la inferencia fuera imaginaria: "Georges Sorel, tan
influyente en la formación espiritual de Lenin, ilustró el movimien- Esta inspiración, como la de tantos otros intelectuales marxistas
to revolucionario socialista [...] a la luz de la filosofía bergsoniana", de esos años, era ajena a la ortodoxia que la Internacional Comu-
escribió en 1928.4 Y más todavía ese mismo año, en un artículo en nista consolidaría como excluyente desde su VI Congreso en 1928.
donde en polémica con Henri de Man subraya con energía su pro- Cuando a partir de 1929 esa ortodoxia canonizó en el "marxismo-
pia estirpe: leninismo" la línea genealógica Marx-Engels-Lenin-Stalin y en el
partido y su Comité Central la autoridad absoluta sobre el movimien-
La reivindicación del sindicato, como factor primordial de una conciencia to social y sus ideas, resultó más que natural que el pensamiento de
genuinamente socialista y como institución característica de un nuevo orden Mariátegui fuera o bien condenado, o bien olvidado, o bien muti-
económico y político, señala el renacimiento de la ¡dea clasista sojuzgada por lado y expurgado de su sorelismo como una "incrustación extraña".6
las ilusiones democráticas del periodo de apogeo del sufragio universal en que Pero en el tiempo en que por primera vez la Revolución mexi-
retumbó magnífica la elocuencia de Jaurés. Sorel, esclareciendo el rol histó- cana fue mencionada en sus escritos, lejos estaba todavía Mariá-
rico de la violencia, es el continuador más vigoroso de Marx en ese periodo tegui de pensar en Lenin y siquiera de sospechar su existencia. El
de parlamentarismo socialdemocrático, cuyo efecto más evidente fue, en la modernismo y sus estados de alma, en nada antagónicos con las
crisis revolucionaria posbélica, la resistencia psicológica e intelectual de los influencias anarquistas y románticas sentidas por la juventud in-
telectual en la Lima de la Belle Époque, formaron parte de su
lo que en él no pudo ser sino idea, y no se sentiría renovado y renacido sino en educación sentimental adolescente y juvenil. En los días en que
hombres que supieran decir una palabra verdaderamente nueva, verdaderamente
los bolcheviques se preparaban a tomar en Leningrado el Palacio
actual". José Aricó, en el prólogo a Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoa-
mericano (pp. XLV-X1.VI), analiza la influencia de González Prada sobre Mariáte-
de Invierno, José Carlos y sus amigos eran protagonistas lime-
gui y el tránsito de éste desde la tradición radical de González Prada, que plantea ños de un incidente más propio del mundo del art nouveau que del
el problema indígena como "cuestión nacional", a una escuela socialista que lo de las ideas leninistas.
plantea ante todo como cuestión agraria: "Mariátegui encuentra en la estructu-
ra agraria peruana las raíces del atraso de la nación y las razones de Ui exclusión 1 José Carlos Mariátegui, "Henri de Man y la crisis del marxismo", en Defen-
de la vida política y cultural de las masas indígenas". Con este enfoque se acer- sa del marxismo. Polémica revolucionaria, Biblioteca Amanta, Lima, Ha. ed.,
có a las cuestiones de la Revolución mexicana, 1988, pp. 20-23.
3 En José Aricó (ibid., pp. 1 17-62), se discute la relación entre Mariátegui y 6 R. Jiménez Ricárdez, prólogo a J. C. Mariátegui, Obra política, cit., p. 14. En
Sorel: Robert Paris, "El marxismo de Mariátegui", y "Mariátegui: un sorelismo 1929 salió a luz el conflicto de Mariátegui con el pensamiento canónico de la
ambiguo"; y Luis Villaverde Alcalá-Galiano, "El sorelismo de Mariátegui". El Internacional Comunista en las discusiones y resoluciones de la Conferencia
prólogo de José Aricó es un lúcido estudio sobre la formación intelectual de Ma- Comunista Latinoamericana de Buenos Aires en junio de 1929, donde se oficia-
riátegui. lizó para América Latina la política de ultraizquierda fijada el año precedente en
4 José Carlos Mariátegui, "La filosofía moderna y el marxismo" (22 de sep- el VI Congreso de la Internacional Comunista. Sobre este conflicto, ver Alberto
tiembre de 1928], en Obra política (prólogo, selección y notas de Rubén Jiménez Flores Galindo, La agonía de Mariátegui. La polémica con la Kbmmtern, Centro de
Rtcárdez), Era, México, 1979, p. 317. Estudios y Promoción del Desarrollo, Lima, 1980.

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HISTORIAS CLANDESTINAS
M A M A I I (.MI V I A KliVOLUClÓN MEXICANA

En octubre de 1917 llegó a Lima una bailarina rusa, Norka Rus-


kaya. Mariátegui elogió su actuación en sus crónicas. Valdelomar, les y en tal huelgas obreras de 1918 y 1919 en Perú. En junio de 1919,
Mariátegui y otros amigos le propusieron que bailara la marcha fú- el general Legtiía implantó su dictadura —duraría once años—,
nebre de Chopin en el cementerio de Lima, envuelta en leves velos uno de los tantos restablecimientos del orden en ese año, como lo
y bajo la "embrujada claridad lunar". Norka Ruskaya aceptó en- fue la Semana Trágica de enero de 1919 en Buenos Aires. A los po-
cantada y danzó entre las tumbas a los acordes de un violín.7 cos meses, en octubre, Mariátegui partía al exilio europeo en una
El escándalo que se armó en la sociedad limeña fue violento. Hizo especie de deportación velada. No puede decirse que para entonces
intervenir a la policía contra los "literatos decadentes y profanado- se considerara un marxista, aunque sí un socialista. Tenía ya un pres-
res" y llegó hasta el Congreso. Tuvo, sin embargo, corta duración. tigio intelectual y político en su país y veinticinco años de edad.
Para entonces, la Revolución mexicana no aparecía entre las preo- Pasó en París un breve tiempo y después, por dos años y medio,
cupaciones de Mariátegui, quien en 1917 publicó casi trescientos se estableció en Italia. Allí llegaron a madurez su formación teó-
artículos periodísticos.8 rica, su vocación política y su educación sentimental. Frecuentó
El resplandor universal hoy casi inimaginable de la revolución y conoció los escritos y el pensamiento de Georges Sorel, Fiero
social acaecida en el imperio de los zares deslumbre y atrajo ini- Gobetti, Benedetto Croce, Antonio Gramsci y su Ordine nuoi>o,
cialmente a una galaxia de intelectuales socialistas, anarquistas, Antonio Labriola y otras corrientes peculiares del socialismo italia-
sindicalistas y liberales en los países de América Latina, desde el no.10 Bajo esa luz leyó su Marx y su Engels, su Trotsky, su Bujarin
argentino José Ingenieros hasta mexicanos tan diversos como Ri- y su Lenin, su Freud, su Nietzsche y su Bergson, su Pirandello, su
cardo Flores Magón, Emiliano Zapata, Francisco). Múgica» Manuel D'Annunzio y su Papini y conoció el arte, la arquitectura y la his-
Gómez Morín, Felipe Ángeles, Alvaro Obregón y José Vasconce- toria de Italia. 11
los hasta el bengalí M. N. Roy, residente entonces en San Francis- En ese ambiente vivió la experiencia fuerte, de ésas que mar-
co, cofundador en 1918 del Partido Comunista de México.9 No can un intelecto y una vida, de los grandes movimientos huelguís-
menos fuerte fue la atracción sobre los intelectuales peruanos.
10 Acerca de las influencias intelectuales italianas sobre Mariátegui, y en par-
José Carlos Mariátegui, arrastrado por aquel viento violento, co-
ticular su relación con Benedetto Croce, véase R. París, "El marxismo de Mariá-
menzó a tomar partido en los movimientos sindicales y estudianti-
tegui", en J. Aricó, o|). cit., pp. 199 y ss.
11 En 1928 recapituló aquella experiencia: "César Falcón ha pasado en Italia
7 Armando Baián, Biografía de José Carlos Mariátegui, citado en Y. Moretic, dos temporadas muy bien aprovechadas por su magnífico talento. Juntos visitamos
op. cit., p. 69. a Papini en Florencia, asistimos al congreso socialista de Livorno y a otras jorna-
* Ibid. das de la lucha política anterior a la marcha a Roma, presenciamos la conferencia
9 Manabendra Nath Roy (M. N. Roy), nacionalista de Bengala que había via- europea de Genova y recorrimos los paisajes, ideas, ciudades, museos y sucesos de
jado en 1915 a Estados Unidos en busca de armas para una insurrección contra el Italia en un viaje en cuyo itinerario se confunden Montecitorio, Nitti, el Vatica-
dominio británico, participó en la fundación del Partido Comunista de México en no, Venecia, Fiesole, Milán, la Scala, Frasean, el Renacimiento, Botticelli, Croce,
1918 y en 1920 asistió como delegado de este partido al segundo Congreso de la L'onfine nuovo, Terracini, Gramsci, Bordiga, el cafe Aragno, el Marínese, Pisa, el
Internacional Comunista. Roy viajó con un pasaporte mexicano otorgado en pleno Augusteo, etcétera" ("La influencia de Italia en la cultura hispanoamericana", en
conocimiento de causa por el presidente Venustiano Carranza. En este congreso Variedades, Lima, 25 agosto 1928, reproducido en José Carlos Mariátegui, Eí ofnta
presentó sus tesis sobre la cuestión nacional y colonial. Ocupó después diversos matinal y utras estaciones del hombre dti hay, Biblioteca Anuuita, Lima, 1959, p.
cargos en la Internacional Comunista, hasta su ruptura con esta organización en el 130). Un mes después, el 22 de septiembre de 1928, en lo que ya se divisa como
Sexto Congreso de 1929, en oposición a la línea y a la dirección de Stalin. M. N, la preparación de una batalla de ideas, reivindica la polémica antipositívísta de
Roy regresó entonces al movimiento nacional por la independencia de la India. Benedetto Croce, "verdadero filósofo y verdadero liberal" (J. C. Mariátegui,
Obra política, cit., p. 318).

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ticos de los trabajadores italianos, el Bienio Rosso, con su cúspide Yo soy un meridional, un sudamericano, un criollo —en la acepción étnica
en la ocupación de las fábricas en septiembre de 1920.|: Y en Ita- de la palabra. Soy una mezcla de raía española y de raza india. Tengo, pues,
lia se casó con su amor, la toscana Ana Chiappe: algo de occidental y de latino; pero tengo más, mucho más, de oriental, de
asiático. A medias soy sensual y a medias soy místico. Mi misticismo me apro-
Fuimos a vivir en una casita aislada de la campiña romana. Me desposé con xima espiritualmente al arte gótico. Un indio está aparentemente tan lejos
ella y con la felicidad. Esos meses fueron para mí el mejor descanso en la jor- del arte gótico como del arte griego, del Partenón como de Notre Dame. Pero
nada. La posesión del objeto verdaderamente amado despierta en el hombre ésta no es sino una apariencia. El indio, como el egipcio, tuvo el gusto de las es-

desconocidas energías. Nunca me sentí más fuerte ni más dueño de mi desti- tatuas pétreas, de las figuras hieráticas. Yo, a pesar de ser indio y acaso porque
no. El marxismo había sido para mí hasta esos días una teoría un poco con- soy indio, amo el arte gótico. Mas no me duelo de que en Roma no exista. En
fusa, pesada y fría; en esos días vi su luz clara y tuve su revelación... Roma toda mi sensualidad meridional y española se despierta y exulta. Y me
embriago de paganismo como si me embriagase de vino Frascati, 6
El que hablara del marxismo en términos de "revelación" indica
esa inclinación espiritual que Mariátegui, antes que ocultar, insis- De este misticismo asumido nunca reniega. En 1923, con frase
tió en subrayar hasta en sus últimos escritos. Años después, cuando que habría inquietado a Lenin, opuso al tradicionalismo religioso
ya tenían tres hijos, sus "tres auroras", escribió a Ana Chiappe en de Giovanni Papini el "misticismo oriental del bolchevismo".17
"La vida que me diste": En dos artículos famosos de enero 1925, cuando estaba preparan-
do su revista Amauta, lo afirmó con el énfasis de quien sabe que
Te elegí entre todas porque te sentí la más diversa y la más distante. Estabas está polemizando con otras visiones del socialismo y del marxis-
en mi destino. Eras el designio de Dios... Yo era el principio de muerte; tú eres mo. Escribe en el primero, "Dos concepciones de la vida":
el principio de vida. Tuve el presentimiento de ti en la pintura ingenua del
cuatrocientos. Empecé a amarte antes de conocerte, en un cuadro primitivo. Jorge Sorel, uno de los escritores más agudos de la Francia prebélica, denun-

Tu salud y tu gracia antiguas esperaban mi tristeza de sudamericano pálido ciaba por ejemplo las ilusiones del progreso. [...] Todas las energías románti-
cas del hombre occidental, anestesiadas por largos lustros de pa; confortable
y cenceño. Tus rurales colores de doncella de Siena fueron mi primera fiesta. Y
tu posesión tónica, bajo el cielo latino, enredó en mi alma una serpentina de y pingüe, renacieron [con la guerra] tempestuosas y prepotentes. Resucitó el
alegría. Por ti, mi ensangrentado camino tiene tres auroras. Y ahora que es- culto de la violencia. La Revolución rusa insufló en la doctrina socialista un
tás un poco marchita, un poco pálida, sin tus antiguos colores de Madonna ánima guerrera y mística. Y al fenómeno bolchevique siguió el fenómeno fas-
toscana, siento que la vida que te falta es la vida que me diste.1 cista. Bolcheviques y fascistas no se parecían a los revolucionarios y conser-
vadores prebélicos. Carecían de la antigua superstición del progreso. [...] La
Italia lo incitó a escribir de sí mismo en tonos donde su vena normalización sería la vuelta a la vida tranquila, el desahucio o el sepelio de
romántica15 se tino con los del Mediterráneo: todo romanticismo, de todo heroísmo, de todo quijotismo de derecha y de iz-
quierda. Nada de regresar, con los fascistas, al medioevo. Nada de avanzar,
con los bolcheviques a la utopía. [...] La dulce vida prcbélica no genera sino
12 J. Aricó, op. cu., introducción, pp. XIV y ss.
13 Y. Moretic, op. cít., p. 75.

H ¡bid., citado de José Carlos Mariátegui, La novela y la vida, p. 93. 16J. C. Mariátegui, Elalmafwimaly otras estaciones del hombre de hoy, cit., p. 77.
15 Michael Lowy, "Marxismo romántico", en América Lilrre, núm. 2, Buenos 17José Carlos Mariátegui, "Giovanni Papini", en Variedades, citado en ibid.,
Aires, abril-mayo de 1993, pp. 131-36. p. 109.

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fuerza de los revolucionarlos no está en su ciencia; está en su fe,


escepticismo y nihilismo. Y de la crisis de este escepticismo y de este nihilis- en su pasión, i-n su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, es-
mo nace la ruda, ía fuerte, la perentoria necesidad de una fe y un mito que piritual. Es la fuerza del mito".
mueva a los hombres a vivir peligrosamente.1" Ese marxismo místico y mítico selecciona a sus héroes. Por
fuerza, entre éstos aparecen los excomulgados por el comunismo
Prosigue en el segundo, el más conocido, "El hombre y el mito": canónico; por ejemplo, Rosa Luxemburgo:

La experiencia racionalista ha tenido esta paradójica eficacia de conducir a Vendrá un tiempo en que, a despecho de los engreídos catedráticos que aca-
la humanidad a la desconsolada convicción de que la razón no puede darle paran hoy la representación oficial de la cultura, la asombrosa mujer que es-
ningún camino. El racionalismo no ha servido sino para desacreditar a la ra- cribió desde la prisión esas maravillosas cartas a Luisa Kautsky despertará la
zón [...]. Ni la razón ni la ciencia pueden satisfacer toda la necesidad de infi- misma devoción y encontrará el mismo reconocimiento que una Teresa de
nito que hay en el hombre. La propia razón se ha encargado de demostrar a los Ávila. Espíritu más filosófico y moderno que toda la caterva pedante que la
hombres que ella no les basta. Que únicamente el mito posee la preciosa vir- ignora —activo y contemplativo al mismo tiempo— puso en el poema trági-
tud de llenar su yo profundo. [...] co de su existencia el heroísmo, la belleza, la agonía y el gozo, que no enseña
Pero el hombre, como la filosofía lo define, es un animal metafísico. No se ninguna escuela de la sabiduría." 1
vive fecundamente sin una concepción metafísica de la vida. El mito mueve al
hombre en la historia. Sin un mito la existencia del hombre no tiene ningún Con esta visión del socialismo regresó Mariátegui a Perú, más
sentido histórico. La historia la hacen los hombres poseídos e iluminados por que a formar un partido como dicen algunos de sus biógrafos par-
una creencia superior, por una esperanza superhumana; los demás son el coro tidarios, a fundar primero una escuela de ideas. Era el suyo un pen-
anónimo del drama. La crisis de la civilización burguesa apareció evidente des- samiento fuertemente original, con esa variedad y exuberancia del
de el instante en que esta civilización constató su carencia de un mito [...]. marxismo de los años veinte, cuando diversas escuelas dialogaban
Los filósofos nos aportan una verdad análoga a la de los poetas. La filoso- con todas las corrientes intelectuales de la época, antes de que la
fía contemporánea ha barrido el mediocre edificio positivista. Ha esclarecido losa estatal de la Internacional Comunista con sus ideólogos y sus
y demarcado los modestos confines de la razón. Y ha formulado las actuales métodos lo uniformara, aplastara y obliterara en los años treinta y
teorías del mito y de la acción. Inútil es, según estas teorías, buscar una ver- sucesivos.
dad absoluta. La verdad de hoy no será la verdad de mañana. Una verdad es Lo recordó en 1926 en el texto de presentación de Amauta: "Yo
válida sólo para una época. Contentémonos con una verdad relativa.'1' vine de Europa con el propósito de fundar una revista".21 Está cla-
ro: no dice partido, no dice sindicato, dice revista, que es decir ideas:
Y luego, volviendo a apoyarse en Sorel como "uno de los más "Mi esfuerzo se ha articulado con el de otros intelectuales y artis-
altos representantes del pensamiento francés del siglo XX", María- tas que piensan y sienten parecidamente a mí. Hace dos años, esta
tegui sostiene que "hace algún tiempo que se constata el carácter revista habría sido una voz un tanto personal. Ahora es la voz de
religioso, místico, metafísico del socialismo". Por eso, concluye, "la un movimiento y de una generación".

20 José Carlos Mariátegui, "La filosofía moderna y el marxismo" [22 de sep-


IS José Carlos Mariátegui, "Dos concepciones de la vida" [9 de enero de
tiembre de 1928], citado en ibid., p. 318.
1925], en Obra política, cit. pp. 305-308. 21 Editorial de Amauta, núm. 1 [septiembre de 1926], citado en ibid., p. 262.
19 José Carlos Mariátegui, "El hombre y el mito" [16 de enero de 1925], cita-
do en ibid., pp. 308-12.
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Dos años después, en septiembre de 1928, el editorial de Amau- los populistas revolucionarios rusos. Reivindica la tradición de la
ta hizo el balance de la trayectoria de la revista y anunció con él organización comunitaria de la explotación de la tierra, el "comu-
una nueva etapa en la vida política de Mariátegui, la de la forma- nismo inkaiko" —o "comunismo agrario", según lo denomina—
ción de un partido: como posible sustento de un régimen socialista en el Perú. En
polémica con corrientes indigenistas, sostiene que "el nuevo plan-
A Norteamérica capitalista, plutocrática, imperialista, sólo es posible oponer
teamiento consiste en buscar el problema indígena en el proble-
eficazmente una América, latina o ibera, socialista. [...] El socialismo, en fin,
ma de la tierra":
está en la tradición americana. La más avanzada organización comunista, pri-
No se puede liquidar la servidumbre que pesa sobre la raza indígena sin liqui-
mitiva, que registra la historia es la incaica [...].
dar el latifundio. [...] Congruentemente con mi posición ideológica, yo pienso
No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y co-
que la hora de ensayar en el Perú el método liberal, la fórmula individualis-
pia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia rea-
ta, ha pasado ya. Dejando aparte las razones doctrinales, considero fundamen-
lidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano. He aquí una
talmente este factor incontestable y concreto que da un carácter peculiar a
misión digna de una generación nueva [...].
nuestro problema agrario: la supervivencia de la comunidad y de elementos
Capitalismo o socialismo. Este es el problema de nuestra época. No nos
de socialismo práctico en la agricultura y la vida indígenas.
anticipamos a las síntesis, a las transacciones que sólo pueden operarse en la
historia. Pensamos y sentimos, como Gobetti, que la historia es un reformis-
mo más a condición de que los revolucionarios operen como tales. Marx, So-
En ese momento (1928), para Mariátegui la solución dada por
rel, Lenin, he ahí los hombres que hacen la historia. 22
la Revolución mexicana a la cuestión de la tierra, tal como lo
aclara en el párrafo siguiente, constituye una variante radical de
A partir de esas ideas y esa genealogía, pasó al mes siguiente, la respuesta liberal, el "fraccionamiento de los latifundios en favor
en octubre de 1928, a echar los fundamentos organizativos del Par- de la pequeña propiedad":
tido Socialista del Perú. 2 '
Pero quienes se mantienen dentro de la doctrina demoliberal —si buscan de
También en 1928 publicó sus Siete ensayos de interpretación de la
veras una solución al problema del indio, que redima a éste, ante todo, de su
realidad peruana, que muchos consideran la insuperada obra fun-
servidumbre—, pueden dirigir la mirada a la experiencia checa o rumana, dado
dadora del marxismo latinoamericano. Este libro, que abre con una
que la mexicana, por su inspiración y su proceso, les parece un ejemplo peli-
cita de Nietzsche, es una recopilación de escritos anteriores, "or-
groso. Para ellos es aún tiempo de propugnar la fórmula liberal.
ganizados y anotados en siete ensayos", según advierte el prólogo,
"una contribución a la crítica socialista de la historia y los problemas
del Perú". El tercero de los ensayos, "El problema de la tierra", es Aparece ya completo el Mariátegui marxista, soreliano, leni-
tal vez el que más influyó en las ideas socialistas latinoamericanas. nista, populista, místico y romántico, que todo eso al mismo tiempo
En éí José Carlos Mariátegui, a partir de su reflexión sobre la his-
toria y la realidad peruanas, reconstruye por su cuenta las tesis de Z4 J. C. Mariátegui, Siete ensayos, cit., pp. 40 y 42. La inconfundible inclina-
ción populista revolucionaria de Mariátegui es criticada por sus detractores de
la Internacional Comunista y negada por quienes, asumiendo su defensa desde la
22Amanta, núm. 17, citado en ibid., pp. 265-68.
misma escolástica, quieren reinstalarlo en el "marxismo-leninismo". Ver esta po-
21A. Flores Galindo, of>. cíí., pp. 84-90; y J. C. Mariátegui, Obra política, cit.,
pp. 268-73. lémica en). Aricó, op. cit., pp. 53-116.

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es el peruano. A quienes desde la Internacional Comunista quie-


ren someterlo a la ortodoxia "marxista-lenínista" o excomulgarlo, peruano. Kl u - \ i u hacía una síntesis de la trayectoria del Porfiria-
opone en 1929 la defensa de su concepción: to y la Revolución en términos accesibles a ese público:

Los Siete ensayos no son sino la aplicación de un método marxista para los or- Durante ¡a revolución de la Reforma y la revolución contra Maximiliano, el
todoxos de! marxismo insuficientemente rígido en cuanto reconoce singular pueblo mexicano combatió los privilegios feudales de la plutocracia. Abatido
importancia al aporte sorcliano, pero que en concepto del autor corresponde Maximiliano, los terratenientes se adueñaron en Porfirio Díaz de uno de los
al verdadero moderno marxismo, que no puede dejar de basarse en ninguna generales de esa revolución liberal y nacionalista. Lo hicieron el jefe de una
de las grandes adquisiciones del 900 en filosofía, psicología, etcétera."' dictadura militar burocrática destinada a sofocar y reprimir las reivindicacio-
nes revolucionarias. La política de Díaz fue una política esencialmente plu-
Con este complejo y contradictorio instrumental intelectual tocrática. Astutas y falaces leyes despojaron al indio mexicano de sus tierras
aborda, entre 1924 y 1930, las cuestiones de la Revolución mexi- en beneficio de los capitalistas nacionales y extranjeros. Los ejidos, tierras tra-
cana en el poder. En sus reflexiones sobre México puede leerse dicionales de las comí i ni dudes, fueron absorbióos por los latifundios. L;¡ clase
también la polémica paralela con Víctor Raúl Haya de la Torre, campesina resultó totalmente proletarizada. Los plutócratas, los latifundistas
fundador y dirigente del AFRA. Pero este tema escapa a los límites y su clientela de abogados e intelectuales constituían una facción estructural-
del presente trabajo. mente análoga al civilismo peruano, que dominaba con el apoyo del capital
extranjero al país feudalizado.
2
No era ese, sin embargo, todo el panorama:
José Carlos Mariátegui, como ha podido verse, no llegó a estudiar
la Revolución mexicana y sus diversas tendencias y componentes Pero un pueblo que tan porfiadamente se había batido por su derecho a la po-
políticos y sociales cuando ésta se desarrollaba. Ni sus inclinacio- sesión de la tierra no podía resignarse a ese régimen feudal y renunciar a sus
nes políticas ni su formación intelectual habían madurado todavía, reivindicaciones. Además, el crecimiento de las fábricas creaba un proletaria-
ni eran claras para él las noticias que de esa revolución llegaban do industrial, al cual la inmigración extranjera aportaba el polen de las nuevas
al Perú en aquellos años. Después de su regreso de Europa comen- ideas. Aparecían pequeños núcleos socialistas y sindicalistas. Flores Magón,
zó a ocuparse de México con cierta regularidad. desde Los Ángeles, inyectaba en México algunas dosis de ideología socialis-
En enero de 1924 publicó en el periódico Variedades un artícu- ta. Y, sobre todo, fermentaba en los campos un agrio humor revolucionario.
lo, "México y la revolución",26 que era en realidad una presenta- Un caudillo, una escaramuza cualquiera podían encender y conflagrar al país.
ción histórico-política de la Revolución mexicana a su público
Ese caudillo, proseguía Mariátegui, apareció en la figura de
Francisco I. Madero:
25 Informe a la reunión constituyente de la Confederación Sindical Lati-

noamericana, Montevideo, mayo de 1929, y a la primera Conferencia Comunis- La bandera antirreeleccionista era una bandera contingente. Alrededor de
ta Latinoamericana, Buenos Aires, junio de 1929. A ambas reuniones asistieron
ella se concentraban todos los descontentos, todos los explotados, todos los
representantes del Partido Socialista de Perú y representantes personales de Ma-
riátegui (R. Jiménez Ricárdez, prólogo a J. C. Mariátegui, Obra política, cit., p. 40). idealistas. La revolución no tenía aún un programa; pero este programa em-
26 ÍÍ7Íd.,pp. 284-86. pezaba a bosquejarse. Su primera reivindicación concreta era la reivindica-
ción de la tierra usurpada por los latifundistas.

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El texto no quiere ser sólo informativo, sino también didáctico. Pero la actividad más revolucionaría y trascendente del gobierno de Obregón
Explica a continuación el triunfo de Madero, su compromiso pos- ha sido su obra educacional. José Vasconcelos, uno de los hombres de mayor
terior con los "científicos", su derrocamiento por Huerta, la rebe- relieve histórico de la America contemporánea, ha dirigido un;i reforma ex-
lión de Carranza y el triunfo final en el texto constitucional, en tensa y radical de la instrucción pública. Ha usado los más originales métodos
el cual destaca el carácter agrario del artículo 27 ("declara que las para disminuir el analfabetismo; ha franqueado las universidades a las clases
tierras corresponden originariamente a la nación y dispone el pobres; ha difundido como un evangelio de la época, en todas las escuelas y
fraccionamiento de ios latifundios") y las conquistas obreras del ar- en todas las bibliotecas, los libros de Tolstoi y de Romain Rolland; ha incor-
tículo 123. Ninguno de los caudillos campesinos aparece en su porado en la ley de instrucción la obligación del Estado de sostener y educar
análisis, Villa, Zapata u otros. La lucha de facciones en la revolu- a los hijos de los incapacitados y a los huérfanos; ha sembrado de escuelas, de
ción se reduce, en su visión, al constitucionalismo, es decir al poder. libros y de ideas la inmensa y fecunda tierra mexicana.
Carranza, incapaz de cumplir esos mandatos constitucionales
por "su calidad de terrateniente", continúa Mariátcgui, termina Vuelve sobre Vasconcelos en otro artículo de Variedades, el 6 de
siendo derrocado y se abre así paso a la elección a la presidencia diciembre de 1924, ya establecido el gobierno de Calles y con
del general Obregón. Y aquí viene su apoyo al presidente Ohre- Vasconcelos fuera del poder. Su tema y su título es "La unidad de
gón, en sintonía con la posición de los comunistas mexicanos: la América indoespañola'V7

El gobierno de Oferegófí ha dado un paso resuelto hacia la satisfacción de uno La identidad del hombre hispanoamericano encuentra una expresión en la
de los más hondos anhelos de la revolución: ha dado tierras a los campesinos vida intelectual. Las mismas ideas, los mismos .sentimientos circulan por toda
pobres. A su sombra ha florecido en el estado de Yucatán un régimen colec- la América indoespañola. Toda fuerte personalidad intelectual influye en la cul-
tivista. Su política prudente y organizadora ha normal izado la vida de Méxi- tura continental. [...] Actualmente, e! pensamiento Je Vasconcelos y de In-
co. Y ha inducido a Estados Unidos al reconocimiento mexicano [sic]. genieros tiene una repercusión continental. Vasconcelos e Ingenieros son los
maestros de una entera generación de nuestra América. Son dos directores de
En esos días, inicios de enero de 1924, se extendía la rebelión su mentalidad.
delahuertista que cuestionaba toda esa política. Dos días antes, el
3 de enero de 1924, había sido fusilado Felipe Carrillo Puerto y se Mariátegui aboga por la causa de la unidad latinoamericana:
estaba desmoronando su "régimen colectivista" en Yucatán. "una causa específica de dispersión [es] la insignificancia de los
De ninguna de estas complejidades podía dar cuenta la visión vínculos económicos latinoamericanos. Entre estos países no exis-
de izquierda obregonista más o menos convencional expuesta por te casi comercio, no existe casi intercambio" debido a la Similitud
Mariátegui. Sin embargo, en su reflexión queda planteada desde de sus economías agrícolas, que no son complementarias peto sí de-
entonces la cuestión del carácter del Estado mexicano posrevolu- pendientes del comercio con Europa y Estados Unidos. "La Amé-
cionario, una de las que ocuparán sus escritos sobre México y que rica española se presenta prácticamente fraccionada, escindida,
alimentarán las polémicas de los marxistas latinoamericanos. balcanizada." No fue así, dice Mariátegui, durante la revolución
En este escrito de Mariátegui sobte el Estado mexicano y sus fi- de Independencia:
guras aparece otra preocupación paralela: la obra y la persona de
Vasconcelos. Con ésta abre un diálogo que no abandonará:
"íbid.,pp. 281-84.

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La generación libertadora sintió intensamente la unidad sudamericana. Opu- naria" ck- MI tirinpo, Dibuja entonces, como conclusión de su tex-
so a España un frente único continental. Sus caudillos obedecieron no un to, un destino continental para la Revolución mexicana:
ideal nacionalista, sino un ideal americanista. Esta actitud correspondía a
una necesidad histórica. Además, no podía haber nacionalismo donde no ha- Nuestro tiempo, finalmente, ha creado una comunicación más viva y más ex-
bía aún nacionalidades. tensa: la que ha establecido entre las juventudes hispanoamericanas la emo-
ción revolucionaria. Más bien espiritual que intelectual, esta comunicación
El desarrollo desigual posterior a la independencia, prosigue recuerda la que concertó a la generación de la independencia. Ahora como
Mariátegui, minó sin embargo esa unidad. Guerras internas, migra- entonces, la emoción revolucionaria da unidad a la América indoespañola.
ciones, comercio diferente con Europa, separaron a estos países: Los intereses burgueses son concurrentes o rivales; los intereses de las masas
no. Con la Revolución mexicana, con su ideario, con sus hombres, se sien-
El ideal americanista, superior a la realidad contingente, fue abandonado. La ten solidarios todos los hombres nuevos de América. Los brindis pacatos de
revolución de la independencia había sido un gran acto romántico; sus con- la diplomacia no unirán a estos pueblos. Los unirán, en el porvenir, los votos
ductores y animadores, hombres de excepción. El idealismo de esa gesta y de históricos de las muchedumbres.
esos hombres había podido elevarse a una altura inasequible a gestas y hom-
bres menos románticos. Mariátegui vuelve a ocuparse de México en 1926, cuando ha
estallado la guerra cristera, a la cual considera una reacción de
Mariátegui constata que mientras los fuertes vínculos econó- "la clase conservadora terrateniente": "La insurrección encabeza-
micos van constituyendo la unidad de las naciones europeas la de- da por el general De la Huerta [sic] fue, hace tres años, su última
bilidad de aquéllos determina la división latinoamericana. ¿Hay algo ofensiva armada. Batida en otros frentes, presenta ahora batalla
que, mientras esos vínculos crecen, pueda sustituirlos?: a la revolución en el frente religioso", escribe en Variedades el 7 de
agosto de 1926::M
De una comarca de la América española a otra comarca varían las cosas, va-
ría el paisaje; pero casi no varía el hombre. Y el sujeto de la historia es, ante Objetivamente considerado, el conflicto religioso en México resulta, en verdad,
todo, el hombre. La economía, la política, la religión, son formas de la reali- un conflicto político. Contra el gobierno del general Calles, obligado a defen-
dad humana. Su historia es, en esencia, la historia del hombre. der los principios de la revolución, sentados desde 1917 en la Constitución me-
xicana, más que el sentimiento católico se rebela, en ese instante, el sentimiento
Y aquí, en "la identidad del hombre hispanoamericano" expre- conservador. Estamos asistiendo simplemente a una ofensiva de la reacción.
sada en la vida intelectual, es donde encuentra el elemento unifi-
cador que la economía no alcanza a dar. Esa vida se condensa, Calles, sin embargo, no recibe su apoyo, pues "en vez de acele-
para Mariátegui, en la obra de hombres como Vasconcelos e Inge- rar el proceso de Revolución mexicana, como se esperaba de par-
nieros y en "una literatura vigorosa" que "no vincula todavía a los te de muchos, el gobierno de Calles lo ha contenido y sofrenado":
pueblos, pero vincula, aunque no sea sino parcial y débilmente, a
las categorías intelectuales". Por consiguiente, la agitación católica y reaccionaria no aparece creada por
Pero más allá de estas limitaciones de la vida intelectual y la li- una política excesivamente radical del gobierno de Calles. Aparece, más
teratura, Mariátegui concluye encontrando un factor más sólido y
profundo de la unidad latinoamericana en "la emoción revolucío- « I b i d . , pp. 286-88.

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HISTORIAS CLANDESTINAS MAM M I i H i| Y | A K I ' V D I UCIÓN MI:XICANA

bien, alentada por una política transaccional que ha persuadido a los conser- "proceso de l;i revolución", aún no cumplido plenamente, deberá
vadores del declinamiemo del sentimiento revolucionario y ha separado del culminar en el socialismo. En otras palabras, el Estado mexicano,
gobierno a una paite del proletariado y a varios intelectuales izquierdistas. [...] sin ser socialista, ha sobrepasado los marcos del liberalismo.
La Iglesia invoca esta vez en México un postulado liberal: la libertad religio- Vuelve por otra parte Mariátegui a unir socialismo y religión y
sa. En los países donde el catolicismo conserva sus fueros de confesión del Esta- a separar religión e Iglesia. Este esplritualismo marcará la persis-
do, Rechaza y execra ese mismo postulado. La contradicción no es nueva. [...] tencia de la afinidad que siente en esos años con Vasconcelos. En
Pero en la historia de México, desde los tiempos de Juárez hasta los de Ca- efecto, cuando en 1928 después del asesinato de Obregón retoma
lles, le ha tocado al clero combatir y resistir las reivindicaciones populares. el tema de México,2* reitera que bajo su gobierno "la acción edu-
La Iglesia ha contrastado siempre en México, en nombre de la tradición, a la cacional, dirigida y animada por uno de los más eminentes hombres
libertad. Por ende, su actitud de hoy no se presta a equívocos. La mayoría del de América, José Vasconcelos, dio al esfuerzo de los intelectuales
pueblo mexicano sabe demasiado bien que agitación clerical es esencialmen- y artistas una aplicación fecunda y creadora".
te agitación reaccionaria. Mariátegui admira a Obregón. Y otra vez, al hacer el balance
de su régimen, retorna sobre la indefinición del régimen político
En este punto, Mariátegui vuelve a abordar el gran enigma para mexicano:
los marxistas (y no sólo para ellos): la cuestión del Estado mexi-
cano. Dice que dicho Estado "pretende ser, por el momento, un Obregón rio gobernaba a nombre de un partido, sino de una concentración
Estado neutro, laico". Mariátegui toma sus distancias con respec- revolucionaria, cuyas diversas reivindicaciones constituían un programa.
to al laicismo, al cual considera "una gastada fórmula liberal". Pero esta aptitud para unificar y disciplinar las fuerzas revolucionarias acusa-
Abre, sin embargo, expectativas socialistas con relación a la evo- ba precisamente sus cualidades de líder, de conductor.
lución futura del Estado mexicano:
Su artículo termina con un panegírico de Obregón en el cual,
Pero el laicismo en México —aunque subsistan en muchos hombres del régi- detrás de algunas reservas, planea la ambigüedad de las ideas de
men residuos de una mentalidad radicaloide y anticlerical— no tiene ya el la violencia y del mito recibidas por Mariátegui de Georges So-
misino sentido que en los viejos Estados burgueses. rel pero reclamadas también, de éste, por el movimiento fascista
Las formas políticas y sociales vigentes en México no representan una es- italiano. Este es el retrato y el elogio de Obregón que a su muerte
tación del liberalismo, sino del socialismo. Cuando el proceso de la revolución escribe Mariátegui. La frase final es reveladora de aquella ambi-
se haya cumplido plenamente, el Estado mexicano no se llamará neutral y güedad:
laico, sino socialista.
Y entonces no será posible considerarlo antirreligioso. Pues el socialismo Obregón no era, ciertamente, un ideólogo, pero en su fuerte brazo de solda-
es, también, una religión, una mística. Y esta gran palabra, religión, que se- do de la revolución podía apoyarse aún el trabajo de definición y de experi-
guirá gravitando en la historia humana con la misma fuerza de siempre, nú mentación de una ideología. La reacción lo temía y lo odiaba, rio sin intentar
debe ser confundida con la palabra Iglesia. halagarlo a veces con la interesada insinuación de suponerlo más moderado
que Calles. Moderado y prudente era sin duda Obregón, mas no precisamen-
De estos párrafos se desprende que para Mariátegui: a) el Esta-
do mexicano no es lo mismo que "los viejos Estados burgueses"; b) 19 José Carlos Mariátegui, "Obregón y la Revolución mexicana", en Variado-
sus formas sociales y políticas son una etapa del socialismo, y c) el des, 21 c!e julio de 1928, citado en ibiii, pp- 289-91.

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I I I M U K I A S i:l.ANMI:STINAS

te en el sentido que la reacción sospechaba. Su moderación y su prudencia,


tes Gil ha di-snu .ulcnado su ofensiva contra la CROM. Siguiendo
hasta el punco en que fueron usadas, habían servido a ki afirmación de las rei-
la posición del Partido Comunista Mexicano en ese momento,
vindicaciones revolucionarias, a la estabilización del poder popular.
ataca a Morones pero defiende a la CROM. Sin embargo, la parte
Su muerte agranda su figura en la historia de la Revolución mexicana. más notable de su artículo es aquella donde, una vez más, retoma
Quizá su segundo gobierno no habría podido ser tan feliz como el primero. El la cuestión del Estado mexicano, replegándose en parte de las po-
poder engríe a veces a los hombres y embota su instinto y su sensibilidad po-
siciones de 1926:
líticas.
En los hombres de una revolución, que carecen de una fuerte disciplina Durante los gobiernos de Obregón y Calles, la estabilización del régimen re-
ideológica, es frecuente este efecto. La figura de Obregón se ha salvado de volucionario había sido obtenida en virtud de un pacto tácito entre la peque-
este peligro. Asesinado por un fanático, en cuyas cinco balas se ha descarga-
ña burguesía insurgente y la organización oblen y campesina para colaborar
do el odio de todos los reaccionarios de México, Obregón concluye su vida en un terreno estrictamente reformista. Podía seguirse usando contra los ata-
heroica y revolucionariamente. Obregón queda definitivamente incorporado ques reaccionarios una fraseología radical, destinada a mantener vivo el en-
a la epopeya de su pueblo, con los mismos timbres que Madero, Zapata y Ca- tusiasmo de las masas. Pero todo radicalismo debía, en realidad, ser sacrificado
rrillo [Puerto]. Su acción y su vida pertenecieron a una época de violencia. a una política normal izad ora, rcconstnjctiva. Las conquistas de la revolución
No le ha sido dado, por eso, terminar sus días serenamente. Ha muerto como no podían ser sacrificadas sino a este precio.
murieron muchos de sus tenientes, casi todos sus soldados. Pertenecía a la
vieja guardia de una generación educada en el rigor de la guerra civil, que ha- La ofensiva de Portes Gil contra la CROM ha destruido, a juicio
bía aprendido a morir, más bien que a vivir, y que había hecho instintivamen- de Mariátegui, ese equilibrio: "Desde ese instante, el frente popu-
te suya sin saberlo una idea que se adueña con facilidad de los espíritus en lar que gobernaba México, a nombre de los principios de la revo-
esta edad revolucionaria: "vive peligrosamente".
lución, quedó definitivamente roto". No sólo las fuerzas obreras,
sino también las del capital habían crecido bajo ese régimen, dice
Más allá de este lirismo que tal vez habría hecho sonreír a quie- Mariátegui. Los intentos de la reacción de atacar a la revolución
nes, en México, conocían la picaresca que se destilaba del genio desde afuera del régimen habían fracasado. En cambio, las fuerzas
político del general Alvaro Obregón y sus "cañonazos de cincuen- "más sagaces operaban dentro de la revolución, en espera de que so-
ta mil pesos", la fórmula final de Mariátegui deja, a sabiendas, un nase la hora de una acción termidoriana", concluye. El Termidor
espacio de indefinición. Adoptada ya entonces como lema por los mexicano sería, pues, el gobierno provisional de Emilio Portes
fascistas italianos, "vivir peligrosamente" sería también divisa de Gil. Esta evolución cerraría las anteriores expectativas de Mariá-
la evolución hacia el fascismo y el antisemitismo de José Vascon- tegui sobre los eventuales contenidos socialistas de ese Estado:
celos en los años treinta. A Mariátegui no le alcanzó la vida para
ver hasta el final esta evolución, pero advirtió sus primeros incier- El Estado mexicano no era, ni en la teoría ni en la práctica, un Estado socia-
tos destellos en la cruzada vasconcelista de 1929, sin por ello reti- lista. La revolución había respetado los principios y las formas del capitalis-
rar su apoyo a Vasconcelos.
mo. Lo que este Estado tenía de socialista consistía en su base política obrera.
Vuelve a escribir Mariátegui sobre el régimen mexicano en Va- Por moderada que fuese su política, la CROM como organización de clase te-
riedades el 19 de enero de 1929,!0 cuando el gobierno de Emilio Por- nía que acentuar día a día su programa de socialización de la riqueza. Pero al
mismo tiempo que la clase obrera, se solidificaba dentro del régimen creado
w /í>id.,pp. 291-93. por la revolución !a clase capitalista. Y ésta tenía en su favor una mayor ma-

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H I S I O K I A S i ' l ANDI-S'I INAS MARIÁTEGUI Y LA REVOLUCIÓN M E X I C A N A

política. Los elementos pequeAoburgueses, los caudillos militares de la hacia una línea diversa de la adoptada entonces por la Internacio-
revolución, colocados entre las dos Influencias, tenían que ceder regulannen* nal Comunista y sus partidos. El discípulo peruano no desmentía
te a la influencia
su paso por la escuela marxista italiana.
Esta mayor complejidad de análisis aparece en un breve artícu-
Retoma aquí Mariátegui una tesis marxista clásica: un Estado pos- lo, "La lucha eleccionaria en México", publicado en Mundo el 27
revolucionario, capitalista en sus formas jurídicas y su organización de septiembre de 1929," cuando se desarrolla la campaña electo-
política, gobernado por los dirigentes cíe la pequeña burguesía revo- ral vasconcelista. Mariátegui registra la violencia oficial contra
lucionaria, termina por evolucionar regularmente hacia una políti- esa campaña y la presenta como continuación de la "fractura del
ca de consolidación del capitalismo. Hay que destacar en su análisis frente revolucionario" realizada por Portes Gil y de su persecución
algunos términos que sólo tiempo después tendrían fortuna entre a los comunistas. A su juicio, la candidatura de Vasconcelos "re-
los marxistas latinoamericanos: "frente popular"; "pacto tácito"; presentaba originalmente el sentimiento conservador, la disiden-
"pequeña burguesía insurgente"; "los caudillos militares de la re-- cia intelectual", y la candidatura inicial del Bloque Obrero y
volución, elementos pequeñoburgueses". Campesino, sostenida por el Partido Comunista, "reivindicaba la
Esta idea de una clase social intermedia entre la burguesía, los autonomía del proletariado en la lucha política". Pero, persegui-
trabajadores, los terratenientes y los campesinos, gobernando co- dos e (legalizados los comunistas, esta candidatura, según Mariá-
mo resultado de una revolución radical encabezada por sus diri- regui, no tiene posibilidades. ¿Qué hacer entonces frente a la de
gentes políticos y cuyo curso abre un espacio de pactos sociales y José Vasconcelos? Y aquí el análisis de Mariátegui inicia una evo-
de indefinición durante un cierto periodo posterior a la revolu- lución que, prolongada, conduciría a cuestionar la línea de "clase
ción, provenía de los estudios sobre la gran Revolución francesa. contra clase" impuesta por la Internacional Comunista y a ade-
En México algunos de esos políticos aceptaban como propia la lantar la propuesta de frente electoral contra el fascismo hacia la
definición de "jacobinos". Pero en las polémicas comunistas de cual se orientaban, sin conocer sus muñías posiciones, Gramsci en
finales de los años veinte esa línea de reflexión, después de susci- la cárcel y Trotsky en el exilio. Pero la posición de Mariátegui, lal
tar grandes ilusiones sobre el Kuomintang chino, fue bruscamente vez influida además por sus simpatías intelectuales por Vasconce-
abandonada por la rígida visión de un enfrentamiento de "cla- los, es a la vez más amplia y más ambigua.
se contra clase", todo tercero excluido, y desaparecieron de esa Mariátegui, siguiendo en esto a los comunistas mexicanos, cree
visión los "jacobinos" y "caudillos militares pequeñoburgueses" ver una "tendencia fascista" en la política del Partido Nacional
como fuerza relativamente autónoma del horizonte teórico y po- Revolucionario. Pero para contrarrestarla se separa diametralmen-
lítico. Alto sería el precio que, por lo menos hasta la Revolución te de las posiciones de aquéllos y se inclina hacia una alianza con
cubana de 1959, tendrían que pagar los partidos comunistas por el vasconcelismo. Expone así esta posición, completamente ex-
esa simplificación de la teoría.
céntrica en la ortodoxia comunista de la época:
Es significativo comprobar cómo la reflexión de Mariátegui so-
bre el régimen mexicano — él que nunca visitó México — muestra, Las masas han reconocido en Portes Gil, y por consiguiente en su candidato,
a tanta distancia, una notable y creciente información; y cómo a los representantes de intereses políticos cada vez más distintos y extraños a
mantiene una equidistancia tácita entre las posiciones políticas la Revolución mexicana. Vasconcelos, en el poder, no haría más concesiones
del Partido Comunista Mexicano, que en parte retoma, y sus propios
análisis que, como en el caso de Antonio Gramsci en Italia, derivan i! Ibid., pp. 298-99.

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HISTORIAS t:i.ANMI-STINAS M A I M A I I ' - I M V I A REVOLUCIÓN M H X R : A N A

que Portes Gil al capitalismo y al clero. Hombre civil, ofrece mayores garan- Pero un oiru aspirlo más sutil se distancia el análisis mariate-
tías que su contendor del Partido Nacional Revolucionario de actuar dentro guiano de las posiciones de los comunistas mexicanos. El breve
de la legalidad, con sentido de político liberal. Puesto que la Revolución me- artículo constata, finalmente, que "Portes Gil y Ortiz Rubio no
xicana se encuentra en su estadio de revolución democrático-burguesa, Vas- acaudillan, por otra parte, una fuerza muy compacta", que existen
concelos puede significar contra la tendencia fascista que se acentúa en el grietas en sus filas y que Morones continúa distanciado del gobier-
Partido Nacional Revolucionario, un periodo de estabilización liberal. no. La sugerencia implícita es obrar con una política de alianzas
que permita aumentar esas grietas y diferencias. El análisis termi-
Podrá decirse que después fue Vasconcelos, no el PNR, el que se na con una frase críptica que es en sí una crítica a la política sec-
encaminó hacia el fascismo. Pero ésta es una evolución posterior taria de los comunistas mexicanos en esos días: "Ursulo Galván,
y lo que Mariátegui está tratando de precisar no son tanto las ideas expulsado del Partido Comunista, busca sin duda una bandera al
políticas de Vasconcelos, sobre las cuales ya no se hace demasiadas servicio de la cual poner la influencia que aún conserve entre los
ilusiones, como la dinámica democrática y nacionalista del movi- agraristas".
miento que lo apoya, lo que después sería llamado la cruzada vas- Mariátegui piensa en el movimiento de la sociedad, más allá del
concelista, 3 ' que movilizaba ya entonces a una parte sustancial de partido, y se distancia de las expulsiones administrativas del apa-
la juventud estudiantil mexicana: rato partidario. Quién, y con qué política, reagrupará contra el ré-
gimen todas esas fuerzas dispersas que se le oponen, incluida la de
Vasconcelos, por otra parte, se ha apropiado del sentimiento antiimperialis- los agraristas de Galván, es la pregunta contenida, pero no expre-
ta, reavivado en el pueblo mexicano por la abdicación creciente del gobier- sada, en las conclusiones de su análisis. Más lejos, en ese año 1929,
no ante el capitalismo yanqui. Gradualmente, la candidatura de Vasconcelos, tan distante de México y a punto de ingresar a la Internacional
que apareció como un movimiento de impulso derechista, se ha convertido Comunista como estaba su propio partido peruano, le era imposi-
en una bandera de liberalismo y antiimperialismo. ble ir,
El programa de Vasconcelos carece de todo significado revolucionario. El José Carlos Mariátegui, muy enfermo desde tiempo antes, mu-
ideal político nacional del autor de La raza cósmica parece ser de un adminis- rió el 16 de abril de 1930. Sus posiciones estaban ya en minoría
trador moderado. Ideal de pacificador que aspira a la estabilización y al orden. en el Partido Socialista. Por consejo de la Internacional Comu-
Los intereses capitalistas y conservadores sedimentados y sólidos están prontos nista, el 20 de mayo de 1930 el partido cambió su nombre por el
a suscribir, en todos los países, este programa. Económica, social, políticamen- de Partido Comunista del Perú y sus posiciones fueron "normali-
te, es un programa capitalista. Pero desde que la pequeña burguesía y la nueva zadas" bajo la dirección de Eudocio Ravines. ! '
burguesía tienden al fascismo y reprimen violentamente el movimiento pro- Los dos últimos artículos cíe Mariátegui aparecieron en Varieda-
letario, las masas revolucionarias no tienen por qué preferir su presencia en des: el primero el 19 de febrero de 1930, "El balance del supra-
el poder. Tienen, más bien, que •—sin hacerse ninguna ilusión respecto de un rrealismo: a propósito del último manifiesto de Andró Bretón";
cambio del cual ellas mismas no sean autoras— contribuir a la liquidación de el segundo y último el 19 de marzo de 1930, "Al margen del nuevo
un régimen que ha abandonado sus principios y faltado a sus compromisos. curso de la política mexicana",14 menos de un mes antes de su muer-
te. Este escrito, notablemente extenso, constituye su reflexión más

i2 Sobre esta campana, ver, entre otros, John Skirius, Jase Vasconcelos y la cru- !i A. Fiores Galindo, op. cií., pp. 108-10,
zadadc ¡929, Siglo xxi, México, 2a. ed., 1982. í4 J. C. Mariátegui, Obra política, cit., pp. 299-302.

212 2Í3
HISTORIAS CI.ANMI-STINAS

madura sobre el enigma, para los socialistas y otras escuelas del la hay un I• si,ido Intermedio: el listado como regulador de la economía nacio-
pensamiento político, del régimen estatal y político surgido de la nal, cuya misión corresponde al concepto cristiano de la propiedad, triunfan-
Revolución mexicana. te hoy, el cual asigna a ésta funciones sociales".
Los acontecimientos de México, escribe Mariátegui, sirven para
esclarecer "a teóricos y prácticos del socialismo latinoamerica- La tesis del "Estado regulador" por encima de las clases socia-
no" cuestiones que de otro modo aparecen confusas. La experien- les, de larga estirpe y gestación a partir de la Revolución mexi-
cia histórica de la Revolución mexicana "suministra al observador cana, estaba anticipando la que enunciaría en febrero de 1936 el
un conjunto precioso y único de pruebas de la ineluctable gravi- presidente Lázaro Cárdenas frente a los patrones de Monterrey: "El
tación capitalista y burguesa de todo movimiento político dirigido gobierno es el arbitro y el regulador de la vida social".3'' Hay en
por la pequeña burguesía, con el confusionismo ideológico que le esta fórmula, sin embargo, una mayor precisión de lenguaje (dice
es propio". "gobierno" y no "Estado") y una mayor ambición política (dice "vi-
A continuación Mariátegui, sin decirlo explícitamente, corrige da social" y no "vida económica"). Mariátegui, desde sus posicio-
el tiro de sus análisis de cuatro años antes: nes marxistas, critica la idea de regulación (y por ende de arbitraje
entre las fuerzas sociales):
México hizo concebir a apologistas apresurados y excesivos la esperanza rádra
de que su revolución proporcionaría a la América Latina el patrón y el méto- Lejos de todo finalismo y todo determinismo, ios fascistas se atribuyen en Ita-
do de una revolución socialista, regida por factores esencialmente latinoameri- lia la función de crear, precisamente, este tipo de Estado nacional y unitario.
canos, cnn el máximo ahorro de teor¡z;ición europeizante. Los hechos se han El Estado de clase es condenado en nombre del Estado superior a los intere-
encargado de dar al traste coa esta esperanza tropical y mesiánica. Y ningún crí- ses de las clases, conciliador y árhitro, según los casos, de esos intereses. Emi-
tico circunspecto se arriesgaría hoy a suscribir la hipótesis de que los caudillos nentemente pequeñohurgueses, no es raro que esta idea, afirmada unte todo
y planes de la Revolución mexicana conduzcan íil pueblo azteca al socialismo. en el fascismo, en el proceso de una acción inequívoca e inconfundiblemente
contrarrevolucionaria, aparezca ahora incorporada en el ideario de un régi-
Luego de citar las opiniones del español Luis Araquistáín y del men político surgido de una marejada revolucionaria. Los pequeñohurgueses
peruano Esteban Pavlevítch que tratan de "desvanecer la leyenda de todo el mundo se parecen, aunque unos se remonten sucesivamente a Ma-
de la «revolución socialista»" en México, Mariátegui enfoca la quiavelo, al medioevo y al imperio romano y otros sueñen cristianamente en
polémica hacia los autores mexicanos: un concepto de la propiedad que asigna a ésta funciones sociales. El Estado
reguiador de Froylán C. Manjarrez no es otro que el Estado fascista.
Los propios escritores adictos o aliados al régimen admiten que no es, por el
momento, un Estado socialista lo que la política de este, régimen tiende a crear. De la tesis marxista de que no existe un Estado por encima de
Froylán C. Manjarrez, en un estudio aparecido en la revista Crisol,' pretende las clases sociales, Mariátegui derivaba en su polémica hacia la te-
que, para la etapa de gradual transición del capitalismo al socialismo, la vida sis comunista de esos años: un Estado que tal cosa pretenda es un
"nos ofrece ahora esta solución: entre el Estado capitalista y el Estado socialis- Estado fascista. Desarrollada por su lado por los comunistas mexi-
canos a partir de su ¡legalización en 1929, esta posición los lleva-
'' Sobre la revista Crisol y su "nacionalismo cultural" (en polémica con el gru-
po de los Contemporáneos), ver Annick Lempériere, ¡ntellcctueís, Etat e.t société i6 Lázaro Cárdenas, Ideario político (selección y presentación de Leonel Du-
au Mexique. XX¿1 siéde. Les clercs de la Nation, L'Harmattan, París, 1992. ran), Era, México, 1972, p. 189.

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M A K l A l l l U I ' l ^ I A H l Vi 11 UCION M I X U ANA

posibilidad^ V : i l " N para la acción social en la específica si-


ría en 1934 a considerar "fascistas" tanto el Plan Sexenal como la
tuación tic Mi'xii it:
candidatura presidencial de Lázaro Cárdenas, antes de virar en re-
dondo en 1935.
Ninguna de estas constataciones discute a la Revolución mexicana su fondo
Sería un abuso sostener que Mariátegui, mucho más sutil en sus
social, ni disminuye su significación histórica. El movimiento político que en
análisis, habría seguido ese mismo curso. En todo caso, la muerte
México ha abatido al porfinsmo se ha nutrido, en todo lo que ha importado
truncó sus reflexiones. Es cierto, por otra parte, que en ese año 1930
avance y victoria sobre la feudalidad y sus oligarquías, del sentimiento de las
no faltaban gobernantes mexicanos que admiraban por parejo la
masas, se ha apoyado en sus fuerzas y ha estado impulsado por un indiscuti-
"regulación" y los métodos cíe comando de dos regímenes de par-
ble espíritu revolucionario. Es, bajo todos estos aspectos, una extraordinaria
tido único como el establecido en México por el PNR: el fascista y
y aleccionadora experiencia. Pero el carácter y los objetivos de esta revolu-
el soviético.
ción, por los hombres que la acaudillaron, por los factores económicos a que
Puede constatarse, en cambio, que en ese mismo artículo últi-
obedeció y por la naturaleza de su proceso, son los de una revolución demo-
mo Mariátegui no sostiene en momento alguno que el régimen me-
cráneo-burguesa. El socialismo no puede ser actuado sino por un partido de
xicano sea fascista, sino que busca una definición diferente que no
clase; no puede ser el resultado sino de una teoría y una práctica socialistas.
alcanza finalmente a precisar:
Aquí termina, casi junto con su vida, el pensamiento de José
El Estado regulador, el Estado intermedio, definido como órgano de transi-
Carlos Mariátegui sobre la Revolución mexicana. Más que sobre
ción del capitalismo al socialismo, aparece concretamente como una regre-
la revolución misma, es una reflexión en constante evolución en
sión. No sólo no es capa: de garantizar a la organización política y económica
primer lugar sobre el régimen estatal de ella surgido y, luego, sobre
del proletariado las garantías de la legalidad demoburguesa, sino que asume
su significación continental y algunos de sus alcances culturales.
la función de atacarla y destruirla apenas se siente molestado por sus más ele-
En México, en esos años, se discutían apasionadamente los te-
mentales manifestaciones. Se proclama depositario absoluto e infalible de los
ideales de la revolución.
mas que ocupan a Mariátegui cuando piensa al Perú en sus Siete
ensayos: la tierra, el indigenismo, la economía y su historia, la edu-
cación, la religión, el regionalismo y el centralismo, la literatura. En
Buscando cernir el contorne) de ese régimen que elude su aná-
todos estos aspectos fue la suya una reflexión paralela a la mexica-
lisis, llega a un criterio elemental de definición sobre ese tipo de
na, pero que entonces no llegó a cruzarse realmente con ésta. Esto
régimen posrevolucionario establecido en México y en otros paí-
explica, sin embargo, la creciente y duradera recepción que en
ses: la subordinación o la independencia de los trabajadores con
México tuvieron después los Siete ensayos de interpretación de la rea-
relación al Estado mismo:
lidad peruana, y también el hecho de que éstos llegaran a este país
por vías diferentes a las de los comunistas mexicanos, encerrados
Es un Estado tle mentalidad patriarcal que, sin profesar eí socialismo, se opo-
para entonces en la cárcel ideológica y organizativa de la Interna-
ne a que el proletariado —esto es, la clase a la que históricamente incumbe
cional Comunista.
la función de actuarlo— afirme y ejercite su derecho a luchar por él, autóno-
mamente de toda influencia burguesa o pequcñoburguesa.

Hasta aquí en cuanto a la teoría del Estado. Pero sigue después,


y cierra el ensayo, el político de la revolución que quiere mostrar

217
216
IMSIOK1AS INAS M A I ' 1 \ ! i .MI 'i I \t \r ION M E X I C A N A

3 El 21 do ¡íroslo di- hí25, cuando aquellas clarificaciones toda-


vía están distante y está cercana la obra educativa de Vasconcelos,
No se completa esta rápida visión del pensamiento de Mariátegui Mariátegui publica en Mundial un artículo titulado "Pesimismo de
sobre México sin aludir nuevamente a su admiración por José Vas- la realidad y optimismo del ideal".3'3 Comienza así:
concelos. Sin pretender agotar el tema, que toca a toda la vida in-
telectual latinoamericana de los años veinte, se puede precisar de Me parece que José Vasconcelos ha encontrado una fórmula sobre pesimismo
más cerca la afinidad espiritual que el peruano sentía con el me- y optimismo que no solamente define el sentimiento de la nueva generación
xicano, pese a ser tan diversas finalmente sus orientaciones y evo- iberoamericana frente a la crisis contemporánea, sino que también correspon-
luciones políticas. Romain Rolland, el "alma encantada", Henri de absolutamente a la mentalidad y a la sensibilidad de una época en la cual,
Bcrgson y un cierto esplritualismo religioso eran algunas de las re-
ferencias comunes." La otra era el rechazo de ambos, desde extre- raíz liberal-positivista. Comentando su libro Indoiogía, escribe en 1928: "Entre las
mos opuestos, a la mercantilizacíón y a los valores impuestos por muchas cosas que no he comprendido nunca, y que sospecho que no comprende-
la civilización capitalista. ré del todo, se halla el renombre de don José Vasconcelos como maestro y pensa-
Mientras la política, hacia 1930, no separe y contraponga defini- dor. Desde el curioso Pitágoras hasta los no menos curiosos Estudios indos tánicos, su
producción no puede ser ni más trivial ni más barroca. Si su prestigio no hubiera
tivamente estos extremos, el peruano encontrará una resonancia pasado las fronteras de la patria, estaríamos quizá frente a alguna de esas eminencias
a su sensibilidad romántica de izquierda en el romanticismo indi- aldeanas tan comunes en ciertas regiones de la América tórrida [...1 Pero en el
vidualista de derecha del mexicano.38 caso de Vasconcelos la solución no es tan sencilla, y si se recuerda la frecuencia
con la cual se oye su elogio en tierras tan alejadas como las nuestras, es necesa-
37 Ver en José Vasconcelos, Discursos (Botas, México, 1950, pp. 98-103), el
rio buscar en otras causas el secreto de tamaña celebridad de pensador. [...] La
intercambio de cartas cargadas de casi insoportable retórica entre Romain Rolland Indolora del señor Vasconcelos es el producto lógico de ciertos climas tropicales
y José Vasconcelos en enero de 1924. Rolland escribe: "He sufrido a menudo de de la América Latina. En perfecta armonía dentro de su medio, resultaría absur-
ver en América la humillación de las espléndidas razas latinas. Es preciso reani- do o grotesco en otro clima. Cuando se refiere a América Latina, el señor Vas-
marlas. Erguidas, no con un pensamiento de supremacía nacional o racial, pero concelos habla siempre de 'nosotros'. Pero a ese 'nosotros' es necesario aclararlo.
con el amor de la humanidad entera. En el conjunto pan-humano tienen una Aspirar a que América Latina logre constituirse como unidad política — y ojalá
misión luminosa que cumplir y hasta nuestros días no lo han realizado por moli- lo alcance alguna vez— no implica reconocer al mismo tiempo la unidad de su
cie y por violencia, por sensualismo disolvente, por orgullo personalista, por des- cultura y la homogeneidad de su raza. Circunstancias hien conocidas han dado a
truirse. ¿Me atreveré a decir {¡.sí, puesto que las amo!) que han traicionado sus Buenos Aires, por ejemplo, una fisonomía absolutamente diversa de la casi tota-
propios destinos? ¡Que tomen de nuevo conciencia de ellos!". No se queda atrás lidad de 'nuestra' América; y contra los ideales mestizos del señor Vasconcelos
Vasconcelos en su respuesta. Después de citar ese párrafo de Rolland, le escribe: han luchado en la Argentina los que son hoy nuestros proceres. 'Europeos en
"Todo esto es la verdad misma y nos hace usted un gran favor proclamándola [...] América', al decir de Alberdi, nos reconocemos como un gajo desprendido del
Llámese justicia, llámese libertad, llámese amor, no hay nada sagrado entre noso- viejo tronco caucásico, y en vez de soñar con hegemonías del Cosmos, preferimos
tros. Quizá esto dependa, asi lo creo yo a veces, no de ausencia de don religio- ir corrigiendo con sangre de blancos los resabios que aún nos quedan del indio y
so, sino de que estamos forjando con la raza nueva, un nuevo concepto de vida. del mulato" (Aníbal Ponce, "José Vasconcelos: Indoiogía", publicado en E! Ho-
De todas maneras, vivimos sin brújula entre las ambiciones más ruines y los ape- gar, reproducido en Osear Terán, Aníbal Ponce: ¿el marxismo sin nación?, Siglo XXI,
titos más locos. Poseemos, afirma usted, el sentido viviente y apasionado de la Cuadernos de Pasado y Presente, México, 1983, pp. 78-82). Citat por extenso
belleza, y sin duda es allí donde debemos buscar el impulso de nuestra regenera- esta profesión de fe racista blanca de Aníbal Ponce, junto a la pertinencia de su
ción. Lo alcanzaremos si logramos asentar la moral, asentar la misma vida en el crítica a la fumistería vasconceliana, sirve en cierto modo para discernir las razo-
misterio de la belleza religiosa."
nes de las afinidades secretas, pese a ocupar extremos opuestos en política, entre
58 Contrasta la devoción de Mariátegui por Vasconcelos con el menosprecio
la sensibilidad de! peruano Mariátegui y la retórica del mexicano Vasconcelos.
con que trata a éste en esos mismos años Aníbal Ponce, marxista argentino de
i9 J. C. Mariátegui, Obra fwííüca, cít., pp. 312-14.

218
2/9
HISTORIAS U,ANMi;STINAS

A KI'VOI.UaÓN MEXICANA

malgrado la tesis de don José Ortega y Gassct sobre el "afana desencantada" y


"el ucaso de las revoluciones", millones de hombres trabajan, con un ardi-
La recepción de la obra de Mariátegui en México empezará en
míento místico y una pasión religiosa, por crear un mundo nuevo. "Pesimis-
los años treinta a través de algunos representantes de esa genera-
mo de ia realidad, optimismo del ideal", ésta es la fórmula de Vasconcelos.
ción. Uno de ellos, Manuel Moreno Sánchez, publicó en 1937 en
la colección Pensadores de América, de las Ediciones Universidad
La fórmula viene, en realidad, de Romain Rolland, de donde
Nacional, una antología de José Carlos Mariátegui con un prólogo
parece haberla tomado también Antonio Gramsci en su demasia-
suyo donde acoge en tierra mexicana al escritor peruano y recibe
do citado "pesimismo de la inteligencia, optimismo de la volun- • 1 • ' 4fl
como propios cíe su generación sus temas y sus preocupaciones:
tad". No es dado en pocas líneas explicar la afinidad en parte real
y en mucho imaginada que Mariátegui persiste en encontrar en
Una misma voz, un destino semejante ha sonado quizás para todo el conti-
Vasconcelos. Pero la frase cargada de ánimo romántico encuentra
nente americano que habla español; voz y destino que demuestran fiólo la
acogida en cuatro intelectos tan distantes en el espacio y en las na-
unidad de sentido histórico que hay para estas razas y estas tierras. La histo-
ciones. El romanticismo político, que después se irá cargando con
ria, que señala rumbos a la intención de los individuos, torrente donde las
la violencia de los años treinta, está en el aire y en la retórica de los
tiempos. personalidades navegan, zozobran o naufragan, parece haber fijado al conti-
nente el advenimiento de una generación con intenciones e inquietudes si-
Así, el artículo donde Mariátegui discurre sobre la antinomia
milares. Nosotros la designamos como generación política. [...1 José Carlos
entre pesimismo y optimismo concluye con este párrafo:
Mariátegui perteneció a esa generación política que se ha ido formando en el
continente. [...]
En la nueva generación arde el deseo de superar la filosofía cscéptica. Se ela-
Con su destino de mestizo en el pecho, Mariátegui se va de América. Via-
boran en fcl caos contemporáneo los materiales de una nueva mística. El
ja por Europa; realiza su aprendizaje. Lo que después hallará forma en su obra
mundo en gestación no pondrá su esperanza donde la pusieron las religiones
es visto y planeado en Europa. Más tarde alguien lo Ka de llamar europeizan-
tramontadas. "Los fuertes se empeñan y luchan —dice Vasconcelos— con el
te y contestará con la confesión de lo que Europa ha significado para él. Lo
fin de anticipar un tanto la obra del cielo." La nueva generación quiere ser
curioso es que no solamente aclara sus ideas, sino que toda su manera, el es-
fuerte.
tilo mismo lo adquiere entonces. Obtiene de sus viajes toda una técnica de
mirar. La materia de sus preocupaciones, el objetivo de sus dudas, se va pre-
Mucho más fría y menos retórica es la apreciación política que
cisando en estos tiempos. Una cosa le interesa ante todo: el espectáculo de
años después, en 1929, hará Mariátegui de la candidatura presiden-
los movimientos sociales, políticos. [...]
cial de Vasconcelos. Sin embargo sugiere aliarse con ella, no por
Al retorno, América presenta ante los ojos de Mariátegui la realidad del
el programa del candidato, sino por la dinámica democrática del
continente. Realidad que hiere, de factores opuestos, mestiza. Y como en
movimiento que lo sostiene. En ese movimiento participa buena
otros momentos había intentado la visión integral de la realidad europea,
parte de la juventud estudiantil de entonces, la de la generación
ahora se propone la imagen total de la realidad peruana, fragmento significa-
de la reforma universitaria de 1929, cuyos protagonistas no segui-
tivo de la realidad de América. [...]
rán los posteriores pasos hacia la derecha y el nazismo de José Vas-
José Carlos Mariátegui ha sido un pensador político. Tal es su significado
concelos, sino que buscarán mantener los ideales que entonces los
mejor. Colocado en un extremo de la lucha que hincha al tiempo presente,
llevaron a apoyarlo, esos mismos que atrajeron la atención de Ma-
riátegui desde Perú.
40 Manuel Moreno Sánchez (selección y notas), José Carlos Mariátegui, Uni-

versidad Nacional, México, 19Í7.


220
221
HISTORIAS CLANDESTINAS

vivió su misión de ordenador de realidades, de sistematizador de conceptos,


de soñador de utopías. Encaja su vida dentro de nuestras inquietudes, Certe-
ro y equivocado, padecía la misma pasión que nos borbotea en el pecho, lo
ahogaba la misma angustia que nos cierra la garganta, lo sostenía la misma
voluntad que agita nuestras esperanzas. En unos y otros; en todos los que liga
el tiempo. (...]
Estas palabras son de Juan Marinello; "Le seguiremos viendo ahora en su
sillón de ruedas, proyectada hacia atrás la cabeza de aguilucho obstinado, des-
medido el pabellón de la oreja como para captar las corrientes subterráneas, V
la pupila brillante y quieta —vida y porvenir— como los amantas del viejo
incanato".

Así escribió de Mariátegui en 1937 Manuel Moreno Sánchez,


que no llegaba aún a los treinta años de su edad, y al escribir ha-
blaba de ellos mismos, los jóvenes intelectuales americanos de
esos días. En su pluma y en la edición de la Universidad Nacional,
la generación mexicana del 29 respondía a la inquietud de Mariá-
tegui por México, por ella y por el mundo. Generación tras gene-
ración, desde entonces ese diálogo nunca se ha interrumpido.

México, D.F., octubre de 1993

222
Una cierta idea de México.
Presencia, nostalgia y persistencia
del cardenismo*

Para Rafael Calvan, en recuerdo.

E l cardenismo conformado en los años del presidente Lázaro


Cárdenas es a la vez la consolidación de la nueva forma de Es-
tado surgida de la Revolución mexicana; el cierre de un ciclo de
trasformaciones sociales revolucionarias abierto en 1910 y el mo-
mento constitutivo de un ideario, un programa y un imaginario na-
cionales, que perduraría a lo largo del siglo XX como una parte
esencial de la conciencia y de los modos políticos de las sucesivas
generaciones mexicanas.
En otras palabras: en la reformas cardenistas culmina un ciclo
de treinta años (1910-1940) a lo largo del cual es destruido el An-
tiguo Régimen liberal-oligárquico y, en la materialidad conflictiva
de la vida social, se disputa, se debate y se reconfigura la comuni-
dad nacional y estatal mexicana.1
En la memoria y en el imaginario nacionales, esas tres décadas
y su culminación cardenísta permanecen como presencia, como

* Presentado en el seminario "Lázaro Cárdenas. Modelo y legado", Instituto


Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, México, junio de
2002.
1 Ese periodo es casi coincidente con las tres décadas que Amo Mayer deno-
mina la Guerra de Treinta Años del siglo XX, los años de hierro y de fuego entre
el principio y el fin de las dos guerras mundiales (1914-1945), cuando por fin se
desplomó el Antiguo Régimen en el continente europeo, preludio de la subsi-
guiente destrucción de sus grandes imperios coloniales (Amo Mayer, La persistan-
ce de I'Anden Régime. L'Europe de 1848 a la Grande Guerre, Flammarion, París,
1983).

225
II1SIOKIAS CLANDI-S'IINAS

nostalgia y como utopía intemporal, resplandor de una hoguera A esta furia de ¡ilinjo respondía, con igual o mayor saña, la furia
que fue y que nadie sabe si todavía será porque sus promesas se que- de la represión del ejército y de los terratenientes.
daron truncas pero nunca fueron renegadas. Este terror desde abajo, no planeado y sin límites previsibles es la
forma en que los subalternos insurrectos, carentes todavía de pa-
2 labras y de programa, se constituyen como sujetos y afirman ante
propios y extraños su existencia como cuerpo colectivo. Es una vio-
Diez años de revolución armada (1910-1920) condensaron en los lencia constitutiva de un nuevo "nosotros", ese nosotros siempre ne-
hechos y en la experiencia de los subalternos saberes y certidum- gado para ellos. Como lo muestran crónicas e historias, ese terror es
bres sobre sus propias capacidades de rebelarse, organizarse, ejercer también selectivo: algunas haciendas y algunos personajes odiados
el mando, dominar las artes de la guerra y vencer las adversidades. pagan con la destrucción o con la vida, otros se salvan porque la me-
El caballo y las armas, vedados a tantos de ellos en las sociedades del moria de los de abajo conserva el recuerdo de un trato diferente.
Antiguo Régimen, fueron para muchos su primera conquista ma-
terial en la revolución. Era el ejercicio y la afirmación, en la ex- 3
periencia vivida, de la igualdad y de la individualidad o, en otras
palabras, de esa conquista inmaterial que es el respeto a cada uno El ciclo de los diez años de la revolución armada es así la historia
como condición de la convivencia entre todos. de la conformación de un nuevo sujeto subalterno con el cual de-
Esta afirmación pasa necesariamente por un ciclo de violencia berán tratar los gobernantes que salgan de esa revolución, como
desde abajo que es venganza de agravios antiguos y valoración de parte de la gran reconfiguración por la violencia de la comunidad
existencias y voluntades presentes. Esa violencia está descrita en estatal nacional. Ambos sujetos, gobernantes y subalternos, here-
toda su elemental verdad inmediata en la gran novela de la revo- dan formas históricas de mando y obediencia, pero al mismo tiempo
lución, Los de abajo, y en Cartucho, de Nellie Campobello. se determinan entre sí, se moldean los unos a los otros y dan con-
En Morelos, antes de que los zapatistas llegaran a formular su tenidos nuevos a aquellas formas heredadas.
programa en el Plan de Ayala, antes mismo de que la revolución La ocupación de la ciudad de México, sede inmemorial del po-
del sur se llamara zapatista, desde que los pueblos del sur comen- der, por los ejércitos campesinos de Villa y de Zapata es un momen-
zaron a sublevarse en febrero de 1911, las acciones de los insurrec- to culminante de esa formación de subjetividades, como lo son
tos siguieron, sin acuerdo previo, un patrón tan antiguo como las también la destrucción del Ejército Federal por la División del
guerras campesinas: toma de pueblos, apertura de la cárcel y libera- Norte en la batalla de Zacatecas, la organización del gobierno au-
ción de los presos, requisa de armas, quema de los archivos munici- tónomo zapatista en el sur y la existencia en 1915 de al menos tres
pales, fusilamientos por viejas ofensas y odios acumulados, voladura gobiernos simultáneos: el de Morelos, el de Chihuahua y el de Ve-
de la tienda de raya, incendios de haciendas, secuestros de hacen- racruz, con sus respectivas administraciones y legalidades.
dados y ricos para financiamiento de la rebelión, ejecución de je-
fes políticos y prefectos. Describe bien este patrón de conducta una
investigación reciente, Los orígenes del zapatismo, de Felipe Avila. 2
En las vicisitudes de ese ciclo y en su trato con esos subalternos en
Felipe Arturo Ávila Espinosa, Los orígenes del %OpatismQ, El Colegio de Mé-
2 revolución se conforma y se educa una élite dirigente joven y di-
xico-Univcrsidad Nacional Autónoma de México, México, 2001. versa de la consolidada en los tiempos del Porftriato. Alvaro Obre-

226 227
[IISTO1UAS C L A N D E S T I N A S
U N A ( l l ' K I A I D l i A Dli M K X I C O

gón podría ser la figura paradigmática, pero los nombres son muchos gobierno municipal; la delimitación y la defensa de la nación y de
y los caracteres muy diversos entre sí: Luis Cabrera, Felipe Carri- su territorio; el estatuto de las fuerzas armadas en relación con el
llo Puerto, Francisco J. Mágica, Lucio Blanco, Plutarco Elias Ca- poder político.
lles, Salvador Alvarado, Joaquín Amaro, Juan Andreu Almazán,
Saturnino Cedillo, Antonio Díaz Soto y Gama, Lázaro Cárdenas,
José Vasconcelos, Francisco Serrano, Luis Morones, Adolfo de la
Huerta. Todos irán al torbellino de los años veinte después del ase- En las turbulencias mexicanas de los años veinte se materializa y
sinato de Emiliano Zapata, el fusilamiento de Felipe Ángeles, la se dirime ese terreno de lo contencioso tanto en sus objetos como
muerte violenta de Venustiano Carranza, el triunfo de la rebelión en sus métodos. En su violencia institucionalizada o delimitada —si
de Agua Prieta y la pacificación de Pancho Villa en la hacienda de así se la puede llamar— se gesta y empieza a consolidarse una nue-
Canutillo en 1920, tres años antes de ser asesinado en Parral. va relación tanto en el interior de la élite dirigente —ante todo
los generales de la revolución, pero no sólo ellos— como entre esa
5
élite y las clases subalternas donde todavía proliferan las armas y
las costumbres de la guerra civil, incluido su peculiar sentido de la
Las leyes de enero de 1915 en Veracruz y su secuela, la Constitu- obediencia y del honor.
ción de 1917, son el conjunto de normas jurídicas formales en las Los años veinte son los de las intrigas, las rebeliones y las depu-
cuales la élite dirigente surgida de la revolución llega a ponerse de raciones entre los militares, las huelgas broncas (desde los tranvia-
acuerdo para afirmar su propio gobierno y para dar sustento legal rios de 1921 y los petroleros de 1925 hasta los ferrocarrileros de
a una nueva hegemonía y a una nueva relación de mando y obe- 1926), las guerrillas agraristas y sus caudillos, desde San Luis Potosí
diencia con esos subalternos trasformados por aquella revolución. hasta Veracruz y el socialismo de Felipe Carrillo Puerto en Yucatán.
Esta juridicidad, particularmente en algunos de sus artículos Son los días de la incertidumbre en las relaciones con Estados Uni-
clave: el 3° (educación), el 27 (tierra y subsuelo), el 115 (munici- dos y en el estatuto legal del subsuelo nacional. Son los tiempos de
pios), el 123 (trabajo), el 130 (Iglesia católica), encierra las pro- la guerra cristera y de la definición, violenta también, de las relacio-
mesas y marca los límites de la nueva forma de comunidad estatal nes cuadrangulares entre el Estado, la Iglesia católica, el Vaticano y
que se trata de consolidar y cristalizar desde 1920 en adelante. el catolicismo agrario mexicano, conflictos mucho más determinan-
Esas disposiciones legales dejan abiertos y amplían en medida tes de cuanto se reconoce para lo que vendría en los años treinta.
antes desconocida los límites y los dominios de lo contencioso es- Son los años de los planes educativos de Vasconcelos primero y
tatal, de aquello que aún está por definirse en el debate, la dispu- Moisés Sáenz después, los días de los muralistas, los Contemporá-
ta y la conflictividad jurídica y social, antes de consolidarse como neos y la bohemia intelectual de la posguerra y la posrevolución.
relación legítima, es decir, estable y reconocida por todos. También son, como tantas veces se ha dicho, los años de la crea-
Esos dominios contendidos son vastos: abarcan el régimen ción de las instituciones administrativas, bancarias, educativas,
de tenencia y posesión de tierras, aguas y bosques y los derechos militares, partidarias, sindicales. Son, en definitiva, los años de la
preexistentes de pueblos y comunidades campesinas e indígenas; reconstrucción de un andamiaje estatal que recibe en la diploma-
la propiedad del petróleo, las minas y el subsuelo de la nación; el cia, las finanzas, las comunicaciones, las relaciones con el aparato
estatuto jurídico de la relación entre capital y trabajo y los dere- productivo, una herencia y una experiencia, no siempre reconoci-
chos sociales y de organización de los asalariados; el federalismo y el das, provenientes de las desplazadas clases dirigentes del Antiguo

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HISTORIAS CLANDESTINAS UNA i I H t l A ini-A ni: MliXICO

Régimen porfiriano y de su idea de nación. Es el turbulento perio- muchas de In.s intcrpreles de Gramsci han supuesto. No obstante, sitúa la ac-
do que los jefes sonorenses llamaron de la reconstrucción. ción y l;i confrontación dentro de las formaciones, instituciones y organi-
Primero en la revolución como militares, luego en la "recons- zaciones de! Estado y de la sociedad civil en las que viven las poblaciones

trucción" como políticos y estadistas, se forman Lázaro Cárdenas, subordinadas.


Francisco J. Múgica y el grupo dirigente protagonista de las gran-
des reformas del sexenio cardenista. Nada de lo que hicieron sería De donde Roseberry llega a la siguiente conclusión:
imaginable sin esa escuela previa y sin la capacidad de cada uno
para asimilar en sus ideas y en su carácter aquellas experiencias y Esa es la manera en que opera la hegemonía. Propongo que utilicemos ese

enseñanzas. Esas fueron las dos décadas de formación, tanto entre concepto no para entender el consenso, sino para entender la lucha; la mane-
los de arriba como entre los de abajo, de lo que en los años trein- ra en que el propio proceso de dominación moldea las palabras, las imágenes,
ta vendría a ser el cardenísmo. los símbolos, las formas, las organizaciones, las instituciones y los movimien-
tos utilizados por las poblaciones subalternas para hablar de su dominación,
7 confrontarla, acomodarse a ella o resistirla. Lo que la hegemonía construye
no es, entonces, una ideología compartida, sino un marco común material y
William Roseberry, en su ensayo sobre "Hegemonía y lenguaje de significado para vivir a través de los órdenes sociales caracterizados por la
contencioso",1 a propósito de un conjunto de ensayos sobre el Mé- dominación, hablar de eíla y actuar sobre ellos.
xico moderno estudia la idea de hegemonía en Antonio Gramsci Ese marco común material y significativo es, en parte, discursivo: un len-
y anota el proceso de formación concomitante de las clases diri- guaje común o manera de hablar sobre las relaciones sociales que establece
gentes y las subalternas como característico de la constitución en los términos centrales en torno de los cuales (y en los cuales) pueden tener
el tiempo de una forma de Estado, uno de cuyos rasgos sería "la di- lugar la controversia y la lucha.
ferenciación espacial, el desparejo y desigual desarrollo de pode-
res sociales en espacios regionales". De este tipo es el marco que se configura entre 1910 y 1934 y
En ese proceso de formación, escribe Roseberry, "Gramsci no se consolida y cristaliza como forma específica de la hegemonía en
supone que los grupos subalternos están capturados o inmoviliza- México en los días del presidente Lázaro Cárdenas.
dos por una especie de consenso ideológico". Por el contrario,

las relaciones entre los grupos gobernantes y los subalternos se caracterizan


por la disputa, la lucha y la discusión. Lejos de dar por sentado que el grupo La historiografía oficial posrevolucionaria, concebida en tanto his-
subalterno acepta pasivamente su destino, Gramsci prevé con claridad una toria de las élites revolucionarias y nacionalistas, centra en Méxi-
población subalterna mucho más activa y capaz de enfrentamiento que la que co este último periodo en la figura de Lázaro Cárdenas, como en la
India en la de Gandhi o en Sudáfrica en la de Nelson Mándela.
' William Roseberry, "Hegemony and the Language of Contention", en Gilbert Esta historiografía es susceptible de la crítica que Ranajit Guha"1
M. Joseph y Daniel Nugent (eds.), Everyday Forms of State Formación. Revolution hace a la historiografía del nacionalismo en la India, dominada
and the Negotiotion of Rule in Modem México, Duke University Press, Durham,
1994, pp. 355-66 (edición en español: Gilbert M. Joseph y Daniel Nugent [comps.],
Aspectos cotidianos de la formación del Estado. La Revolución y ía negociación del man- 4 Ranahit Guha, "On Some Aspeas of the Hístoriography of Colonial In-

do en el México moderno, Era, México, 2002). dia", en Ranahit Guha (cd.), Suívilíem Stuíirt's /. Writings on South Asían History

230 231
m S U W I / V i i I A N D h S I INAS i i . \A ni; MI-XICO

durante mucho tiempo, escribe, "lanto por el clitismo colonialis- Pero, aun dentro do esc marco, aquella dimensión autónoma
ta como por el elitismo burgués-nacionalista". Esas historiografías, persiste como "discurso oculto"5 de los subalternos, como formas
dice Guha, "comparten un prejuicio: que la construcción de la na- en apariencia no políticas de su actividad y su socialidad cotidia-
ción india y el desarrollo de la conciencia que moldeó ese proceso nas, como un astro oscuro cuya presencia determina muchos movi-
—el nacionalismo— fueron logros exclusiva o predominantemente mientos, reacciones, cautelas o representaciones de las élites
de una élite": la del gobierno colonial en un caso, la de las persona- dirigentes, las más de las veces sin que ellas mismas alcancen a re-
lidades, instituciones, acciones e ideas de la élite india, en el otro. gistrarlo en su conciencia.
Una escritura histórica de este tipo, prosigue, no puede "explicar- Si las clases gobernantes, por error de cálculo o necesidad, lle-
nos el nacionalismo indio ya que no reconoce, y menos interpreta, gan a romper aquellos marcos, es decir, a violar sistemáticamente
la contribución del pueblo por sí mismo, es decir, independientemen- las normas flexibles pero precisas de su propia hegemonía, ese astro
te de la élite, a la formación y desarrollo de ese nacionalismo. [...] oscuro se sale de órbita y sus movimientos en tal caso son violen-
Lo que queda claramente fuera de esta historiografía ahistórica es tos. Es lo que sucedió en México entre 1910 y 1911 y lo que pudo
la política del pueblo". haberse repetido, bajo otra forma, sin las reformas cardenistas de
Existió en la India en la época colonial, anota Guha, otra esfe- la segunda mitad de los años treinta.
ra de la política donde los "actores principales" eran

las clases y grupos subalternos que constituían la masa de la población traba-


jadora y el estrato intermedio de la ciudad y el campo, en suma, el pueblo. Recapitulemos. Varios procesos complejos contienden entre sí y
Esta era una esfera autónoma, dado que no se originaba en la política de élite confluyen en las reformas sociales e institucionales de esos tiem-
ni su existencia dependía de ella. [...] Este dominio autónomo, tan moderno pos: a) nueva relación entre gobernantes y subalternos; b) conso-
corno la política de élite, se distinguía por su relativa mayor profundidad, tan- lidación de las instituciones y funciones del aparato estatal, desde
to temporal como de estructura. la banca hasta la administración y la educación; c) consolidación
y expansión de una estructura industrial y productiva cuyos ci-
En la Revolución mexicana esta dimensión de la "política au- mientos fueron echados en la época de Porfirio Díaz; d) confron-
tónoma de los subalternos", liberada en la explosión revoluciona- tación y estabilización de las relaciones del aparato estatal con
ria inicial y materializada en las acciones de los ejércitos y partidas la más antigua institución del país: la Iglesia católica; e) expan-
militares de los campesinos del norte y del sur, no desaparece ni es sión sin precedentes de la educación y de un ejército de difusores
absorbida totalmente por el Estado posrevolucionario. Más bien se y mediadores entre el gobierno y la población trabajadora agraria y
incluye en forma activa en lo que William Roseberry define y des- urbana: maestros, topógrafos, agrimensores, inspectores del traba-
cribe como "hegemonía", ese marco común material, significativo y jo, autoridades ejidales, organizadores sindicales, personal hospi-
discursivo "que establece los términos centrales en torno de los cua- talario; f) depuración y profesionalizaron progresiva del ejército;
les (y en los cuales) pueden tener lugar la controversia y la lucha". g) organización del partido del Estado —PNR, PRM— corno forma
y marco de la política reconocida como legítima, es decir, de la
and Society (citado de la edición en español: Silvia Rivera y Rossana Barragán
fcomps.], Debates Postcoloniales. Una Introducción a los Estudios de la Subaltemi- 5 James C. Scott, Los tJOnvnddes y el arte de ía resistencia. Discursos ocultos, Era,

dad, Historias, La Paz, 1997, pp. 25-32). México, 2000.

232 233
HISTORIAS CLANDESTINAS UNA i I I - K I A IDLA ni- MÉXICO

política institucional y corporativa; h) definición de los marcos ju- na de México, no de la modernidad de la agricultura sonorense:
rídicos de lo contencioso: Ley Federal del Trabajo, Juntas de Con- desde los pueblos del centro y del sur, las comunidades indígenas y
ciliación y Arbitraje, los catorce puntos de Monterrey en 1936, las guerras indias, hasta las antiguas colonias militares del norte,
Código Agrario y disposiciones conexas, el gobierno como "arbitro los vaqueros bravios de las haciendas norteñas y los yaquis guerre-
y regulador de la vida social"; i) conformación de las organizacio- ros de Sonora.
nes de las clases subalternas legitimadas por el Estado: sindicatos El reparto agrario, y no la disciplina castrense, terminó con el
industriales, CTM, Confederación Nacional Campesina; j) diplo- sustento para los golpes de Estado militares. Unió la tenencia de
macia y política exterior nacionalistas y autónomas: en especial, la tierra a la organización de los campesinos (ejidos, comisariados
la definición y la estabilización de la relación con Estados Unidos, ejidales), la comercialización de sus productos, el crédito estatal,
cuestión indispensable para la consolidación soberana del Estado la educación laica y racional llamada "socialista" y, en ciertos ca-
mexicano, y la solidaridad y los apoyos de muy diverso tipo dados sos, la posesión organizada de armas de defensa contra las guardias
a la república española desde 1936 en adelante, verdadera apuesta blancas de los terratenientes. El verdadero reparto, una vez más,
política consciente del gobierno cardenista a un cambio favorable se hizo realidad desde abajo y con violencia.
a la Revolución mexicana en la situación europea y mundial. En La expropiación petrolera fue el deslinde definitivo del territo-
este contexto puede ubicarse la política de asilo a los republica- rio de la nación, el ámbito donde se ejerce su soberanía y el poder
nos españoles, a los exiliados antifascistas y a los perseguidos po- del Estado nacional. Junto con la reforma agraria, trasladó al me-
líticos soviéticos como León Trotsky, Natalia Sedova y Víctor Serge nos en parte al terreno de los hechos lo que el artículo 27 de la
y sus dos hijos, Vlady y Jeannine Kibalchich. Constitución había sancionado en el plano del derecho: a la na-
ción corresponde la propiedad originaria sobre el territorio y, como
10 consecuencia, a ella pertenecen la renta agraria y la renta mine-
ra. Sobre la apropiación (parcial) de esa renta y su utilización por
Sobre esta construcción de contenciosos nacionales y sociales, ins- el aparato estatal para sus varios fines (administrativos, sociales y de
tituciones estatales y relaciones entre gobierno y población se in- estímulo a la formación de capital privado) se consolidó la nueva
sertan, se nutren y se explican las dos grandes reformas de fondo clase dirigente cuya forma de existencia o "estatuto existencial"
del periodo: el reparto agrario (1936) y la expropiación petrolera con respecto a la comunidad nacional se había formado en las déca-
(1938). Es una visión diferente de aquella de los jefes sonorenses, das de alta turbulencia.
una construcción de hegemonía mucho más sensible a la presen-
cia y la gravitación del astro oscuro: la existencia autónoma de los íl
subalternos y de su política propia, llámense éstos agraristas, sin-
dicalistas, cristeros, yaquis o sin nombre. Sin embargo, el cardenismo resultó ser algo más que la culmina-
El reparto agrario y sus formas específicas de tenencia de la tierra, ción de la Revolución mexicana en una hegemonía y una for-
el ejido ante todo, fueron la respuesta a la justicia y a la guerra: no ma de Estado renovadas. Es también, y sobre todo, un ideario y un
iba a haber paz sin repartir la tierra. Era la realización de la frase imaginario del común de los mexicanos pobres y no tan pobres,
de Romain Rolland: "por la revolución, la paz", hecha título en una cierta visión imaginada del país, la sociedad y la comunidad
1931 en el libro clásico de Frank Tannenbaum, Peace by Revolution. nacional, una visión más apegada a la experiencia vivida por las
Esa respuesta venía desde el centro de gravedad agrario e indíge- generaciones sucesivas que a los programas políticos escritos y for-

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HISTORIAS C L A N D E S T I N A S

matizados. El pueblo cardenista, cuyos contornos no están trazados Rus estudia en detalle este proceso para el caso de Chiapas. Por lo
en ninguna parte, podría hacer suya para México la frase inigua- demás, esta subordinación al Estado de las organizaciones de los
lable con que el general Charles de Gauíle inicia sus Memorias de trabajadores fue en la posguerra un proceso general y no solamen-
guerra: "Toute ma <vie, je me suis fait une certaine idee de la France" te mexicano.8
("Toda mi vida, he tenido una cierta idea de Francia"). Nosotros, El cardenismo como ideario e imaginario del pueblo mexicano
toda nuestra vida hemos tenido una cierta idea de México, podría es producto de aquel intercambio de hechos y de ideas en la rea-
decir ese pueblo cardenista.6 lidad cotidiana. Quedó en la memoria de ese pueblo como un pe-
Durante el sexenio del presidente Cárdenas, el cardenismo es la riodo diferente, antagónico incluso, de la posterior dominación de
presencia visible, fulgurante por momentos, opaca otras veces, de Miguel Alemán en adelante. Así se conformó y se preservó la per-
aquel astro habitualmente oscuro, la política autónoma de los su- sistencia de la corriente cardenista rnás allá del periodo de gobierno
balternos, esa política que se condensó por periodos, antes y después del general, también porque la vida y la conducta de éste en los
del sexenio cardenista, en el zapatismo, el magonismo, el tejedismo, años posteriores no desmintieron las acciones, las ideas y las pro-
la guerra cristera, la epopeya de Nueva Rosita, los ferrocarrileros, mesas de ese periodo.
los estudiantes de 1968, el gran terremoto de 1985, la elección pre- Entre 1940 y 1970, en sus actos políticos y en sus incesantes re-
sidencial y la insurgencia cívica de 1988, las innumerables rebel- corridos y obras por el territorio nacional, el general fue custodio
días y rebeliones agrarias de la segunda mitad del siglo XX, hasta de esa herencia, desde el apoyo a la Revolución guatemalteca en
la rebelión indígena de 1994 en Cbiapas. 1954, la protección a la expedición de Fidel Castro en 1956, el apo-
La presencia de esa actividad autónoma de los de abajo influyó yo a la Revolución cubana en 1959 y en Playa Girón en 1961, el
visiblemente la política del gobierno y de la administración de Lá- Tribunal Russell contra los crímenes de guerra en Vietnam, la for-
zaro Cárdenas y hubo entre ambas esferas intercambios, diálogo y mación de la Central Campesina Independiente y la fundación del
respuesta. En su forma específica, el gobierno se apoyó en esas mo- Movimiento de Liberación Nacional, hasta el apoyo a los presos
vilizaciones obreras y campesinas contra sus adversarios y enemigos políticos de 1968 y el respaldo en 1969 a la lucha política y sindi-
internos y externos, pero sus formas de organización fueron tam- cal de la Tendencia Democrática de los electricistas encabezada
bién formas de control estatal. por Rafael Calvan, cuyo vocero fue la revista Solidaridad. Lo hizo
Al virar hacia la derecha la situación mundial y el mando esta- negándose invariablemente a romper con las instituciones estatales
tal mexicano durante la guerra (Manuel Ávila Camacho) y la pos- en cuya consolidación había participado durante los años treinta,
guerra (Miguel Alemán), ese control estatal sobre las organizaciones actitud que una parte sustancial de la izquierda comunista, stalinis-
del pueblo debilitó las posibilidades de resistencia al viraje y faci- ta, trotskista y maoísta tuvo siempre insalvable dificultad para ex-
litó los golpes de mano autoritarios ("charrazos") en esas organiza- plicarse y comprender.
ciones y su estrecha subordinación corporativa al aparato estatal
y a la forma de acumulación de capital que este aparato impulsó. Mario Humberto Ruz (eds.), Chia¡>a$. Los rumbos de otra historia, Instituto de In-
En su ensayo "La Comunidad Revolucionaria Institucional", 7 Jan vestigaciones Filológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, México,
1995, pp. 251-77.
8 Desde su exilio en México, Trotsky describió esta tendencia a partir de su
ñAdolfo Gilly, Ei cardenismo. Una utopia mexicana, Cal y Arena, México, 1994. análisis del caso mexicano. Ver León Trotsky, "La administración obrera en la
7 JanRus, "La Comunidad Revolucionaria Institucional: la subversión del go- industria nacionalizada", en Sobre lu liberación nacional, Pluma, Bogotá, 1980, pp.
bierno indígena en Los Altos de Chiapas, 1936-1968", en Juan Pedro Viqueira y 61-66.

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HISTORIAS CLANllliSTlNAS

Tuvo aún el general Cárdenas tiempo, ánimo y presencia para El ejército indígena
condensar por escrito esa herencia en las ideas y propuestas de su
último Mensaje a la nación, escrito en agosto-septiembre de 1970, y el Estado mexicano5
en las vísperas de su muerte, que su hijo Cuauhtémoc leyó en el
acto en su homenaje un año después, en octubre de 1971.9
Como ideario materializado en los hechos de un tiempo que se
fue volviendo mítico en la memoria, el cardenismo disputó la hege-
monía en la imaginación y la mente del pueblo mexicano al lombar-
dismo, el priismo, el comunismo, el sinarquismo y otras corrientes
de ideas, y terminó por consolidarse como la principal expresión,
arraigada en la historia, de lo que en México se denomina izquierda. C omo sucede en todas las rebeliones verdaderas, la de los indí-
genas de Chiapas ha sido un revelador de rasgos profundos de
la forma del Estado contra el cual se rebelan. La cuestión primor-
No debiera ser motivo de asombro el que esta forma de existencia
real de una izquierda nacional en este país tenga su origen, preci- dial en este caso no es por qué la rebelión estalló: pocas como ésta
samente, en su propia gran revolución del siglo XX. han expresado en tanto detalle sus razones. Las preguntas son más
Al decir aquí "cardenismo" no entiendo referirme o circunscri- bien por qué la sociedad la acogió y la protegió una vez iniciada; y
birlo a ninguna de las corrientes políticas específicas organizadas por qué el gobierno, antes de dos semanas, detuvo su acción mili-
como tales, aunque el término pueda incluirlas, sino a un imagina- tar y abrió una negociación que, en activo o en suspenso, lleva
rio común mucho más amplio, arraigado y duradero: precisamen- más de cinco años y en el fondo nunca ha cesado, sin que los rebel-
te, a "una cierta idea de México". des hayan dejado las armas ni salido del anonimato jndividual.
Por eso aquella política autónoma de los subalternos, mucho Si la forma de Estado es la que contiene y enmarca la relación
más actuada que escrita, en los ejidos, en las huelgas, en los barrios, entre gobernantes y gobernados en una comunidad nacional dada,
en los maestros rurales, en los pueblos, en los trabajos y las escue- ¿qué hay de específico en esta forma mexicana que permite esta re-
las, en las fiestas, las desdichas y las emergencias, es todavía el lación prolongada con un pequeño ejército indígena en rebeldía,
gran territorio de muchas e imperceptibles huellas que quedan por cercado por un Ejército Federal de fuerza aplastantemente superior
rastrear en los tiempos del presidente Cárdenas y en los que des- (unos 50 mil hombres bien armados y pertrechados), y que sin em-
pués vinieron. bargo puede expresarse con relativa libertad a través de la pren-
Así podremos explicamos la presencia, la nostalgia y la persisten- sa nacional y mandar a sus propagandistas por todo el territorio
cia del cardenismo en los modos y en el imaginario de la política de del país —cinco mil, durante la última consulta organizada por el
los de abajo y dilucidar, hasta donde sea posible, sus múltiples signi- EZLN— sin que policías ni militares intervengan para detenerlos?
ficados y sus periódicas reapariciones pasadas, recientes y futuras.
Presentado en la Conferencia Internacional "Estado, clase, etnicidad y
Junio de 2002
género en América Latina", realizada en la Universidad Mayor de San Simón,
Cochabamba, Bolivia, los días 4 y 5 de junio de 1999. Epílogo de agosto de 2002.
Publicado en María L. Lagos y Pamela Calla (comps.), Antropología del Estado.
9 Adolfo Gilly, "El general escribe en su despacho. Once escenas en la vida
Dominación y prácticas contestatarias en América Latina, INDH/PNUD, La Paz, 2007,
de Lázaro Cárdenas", en Lá;íiro Cárdenos. Iconografía, Turner, México, 2007. pp. 205-36.

238 239
1 I 1 M O K I A S U.ANDIiS'llNAS [-STAIH) MKXICANO

En otras palabras: ¿qué nos revela esta relación específica acer- no desbordan los límites de un Estado benefactor, con un régi-
ca de esa forma de Estado como relación genérica? men electoral democrático y un sistema de justicia honesto e inde-
pendiente.
La Declaración de la Selva Lacandona, dada a conocer el 2 de
enero de 1994, enunciaba once "demandas básicas": "trabajo, tie-
Antes que en sus palabras, las rebeliones hablan en su práctica. Y rra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, liber-
la mayor parte de las veces sólo por ella hablan y toca al cronista tad, democracia, justicia y paz".1
o al historiador (cuando no al juez de instrucción) desentrañar su Las seis primeras de estas demandas son derechos individuales.
sentido verdadero. La rebelión indígena de Chiapas, además de aso- Esos derechos están específicamente reconocidos como tales en la
marse al mundo con una declaración formal de guerra, unas leyes Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en sus ar-
revolucionarias y una proclama, desde el primer momento se anun- tículos 3° ("todo individuo tiene derecho a recibir educación");
ció a sí misma en la más alta dimensión simbólica: la toma de cua- 4° ("toda persona tiene derecho a la protección de la salud"; "toda
tro ciudades, la principal de ellas San Cristóbal de Las Casas, la familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa"),
vieja Ciudad Real fundada en 1563, la antigua capital de los se- 123 ("toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente
ñores, los terratenientes y los opresores de los indios chiapanecos. útil"), 27, fracción VII (posesión de la tierra ejidal y comunal), 4°
Miles de indígenas en disciplinado orden militar, encabezados y 123 (alimentación). Las cinco restantes son demandas genera-
por cientos de combatientes armados y enmascarados, tomaron la les sobre el régimen político y jurídico de la nación, todas ellas tam-
ciudad en la madrugada del Año Nuevo, cuando las cabezas polí- bién garantizadas en el texto constitucional.
ticas del gobierno nacional —el presidente, sus secretarios, sus je- ¿Es que para demandar lo que está en la Constitución y las leyes
fes militares— estaban festejando la entrada en vigor del Tratado hay que tomar las armas? La contradicción entre la moderación de
de Libre Comercio de América del Norte y el ingreso de México al las demandas y lo desmesurado del gesto —tomar la ciudad de San
Primer Mundo. Los más pobres entre los pobres se sublevaron en Cristóbal y declarar la guerra al Ejército Federal— apuntaba ya a
el día, la hora y el minuto en que los poderosos de México celebra- una zona de crisis en el régimen político propio de esa forma de Es-
ban su llegada al mundo de los más ricos entre los ricos. Pocas bo- tado vuelto crecientemente incapaz de garantizar derechos y satis-
rracheras han tenido crudas tan amargas. facer demandas reconocidos en su ley fundamental, es decir, en sus
Si vuelvo aquí sobre este gesto inaugural es porque él marcó todo pactos fundadores.
el curso posterior de la relación entre la rebelión y la sociedad me- La rebelión armada de 1994 se implantó en esa zona de crisis
xicana por un lado, y entre la rebelión y el gobierno federal por el que, desde las elecciones defraudadas de 1988, había sido abierta
otro. por la rebelión cívica del cardenismo. Era la zona donde el compo-
nente fundamental de una relación estatal —la legitimidad, eso
3 que los chinos solían llamar "el mandato del cielo"— estaba que-
brantada. 2
La rebelión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional sinteti-
zó su programa en once puntos. Ninguno de ellos, ni todos juntos, 1 "Declaración de la Selva Lacandona. Hoy decimos ¡Basta!", en liZLN, Do-
proponían la subversión del Estado mexicano. Todos están dentro cumentos y comunicados, Era, México, l°94, pp. 33-35.
de la Constitución y de la ley. En sus términos más generales, - Adolfo Gilly, México: el /««li-r, ci (iriu-ro y la sangre, Adulcir, México, 1995.

240 24
HISTORIAS CLANDESTINAS I I I |Mít 110 I N D l C Í E N A Y I-], t-STADO M H X I C A N O

El zapatismo no abrió esa crisis de legitimidad. Más bien se ins- ingreso de 2.7 dólares corrientes por persona y por día, y la línea
taló en ella con sus hechos, mostrando a la nación, como si fuera de pobreza extrema (LPE) en 1.83 dólares corrientes por persona y
nueva, una antigua y olvidada dimensión: la de la exclusión y la por día.
opresión de los indígenas, al menos 10 por ciento de la población La población total de Chiapas (Censo de 1990) es de 3.21 mi-
mexicana, los de más abajo entre los de abajo. llones de habitantes, de los cuales 2.90 millones (90.2 por ciento)
Desde allí reivindicó para sí un programa nacional. No lo dijo están debajo de la línea de pobreza, y sólo 314 mil resultan no po-
sólo desde las palabras. Lo dijo desde la toma armada de la ciudad; bres. De éstos, 60 por ciento viven en el medio urbano y 40 por
desde el anonimato político de los jefes enmascarados y desde la ciento en áreas rurales. Lo que puede llamarse clase alta es muy re-
pobreza sin límites de los pueblos indígenas. Armas, máscaras y po- ducida: apenas 4597 personas, todas ubicadas en zonas urbanas.
breza definieron el lugar desde donde se legitimaba el discurso del Sigue Boltvinik:
zapatismo y desde donde éste se colocaba fuera cíe la forma de Es-
tado y de sus modos de relación en el mundo de la política. Del total de pobres, la mayor parte, casi 83 por ciento (75 por ciento de la
población total) son indigentes. Si a éstos se añaden los muy pobres, tenemos
que 92.5 por ciento de los pobres del estado (83.5 por ciento de la población
total) son pobres extremos. Sólo 7.5 por ciento de los pobres de Chiapas (6.7
Los de más abajo entre los de abajo, dije. "El estado de Chiapas es por ciento de la población) son pobres moderados. Corno se ve, es una estruc-
el más pobre del país", escribe Julio Boltvinik,' y "el área rural de tura absolutamente cargada hacia la pobreza más aguda.
Chiapas es la zona estatal (de un total de 63) más pobre del país,
seguida de cerca por las áreas rurales de Guerrero y Oaxaca". (Gue- A continuación de esta reflexión, Boltvinik agrega:
rrero y Oaxaca son también estados con elevado número de po-
blación indígena.) El estudio de Boltvinik, "Mapa de la pobreza En este aspecto, los contrastes entre el campo y la ciudad son muy fuertes.
en Chiapas", está hecho sobre cifras del censo de 1990, la línea de Mientras la incidencia de la indigencia es de 86.8 por ciento en el campo, es
pobreza (LP) está calculada, dicho en términos aproximados, en un de 57.7 por ciento en la ciudad. Mientras en el medio rural 93 por ciento de
los pobres son indigentes, la proporción es mucho menor en el medio urba-
1 Julio Boltvinik, "Mapa de la pobreza en Chiapas", en Cesáreo Morales no, 67-2 por ciento, aunque también sorprendentemente alta.
(coord.), Chiapas: una nueva visión para una nueva polftfcfl, Senado de la Repúbli-
ca, Grupo Galileo, México, 1998, p. I I . Se trata de un informe integrado por En pocas y aproximativas cifras, que dicen menos que una mira-
dieciséis ensayos, reunidos en once volúmenes mecanografiados. Los ensayos fue-
ron escritos por destacados académicos especialistas en los respectivos temas. El
da sobre el mundo indígena o que una narración de Rosario Caste-
informe fue encargado por el Grupo Galileo del Senado de la República, integra- llanos, éstas son las dimensiones sociales del mundo rural de donde
do por quince senadores del PR!. Como indicio colateral sobre la naturaleza de la partió la rebelión. Pero esta extrema pobreza, como es bien sabido
forma de Estado mexicano y el tejido de sus relaciones, tal vez conviene señalar desde la economía moral de E. P. Thompson, no da la explica-
que Cesáreo Morales, coordinador de este informe, en 1980 era profesor de la Fa- ción del estallido ni de sus formas. La pobreza es de siempre, la re-
cultad de Filosofía y Letras de la UNAM y fue director de la tesis de licenciatura
belión armada es de ahora. La dimensión social es necesaria, pero
de Rafael Sebastián Guillen, el cual, según el gobierno mexicano, sería el subco-
mandante Marcos. Dichíi tesis se inicia con una cita de £¡ orden del discurso, de no suficiente. Es en otra, diferente de ésta y sumada a ella, donde
Michel Foucault: "El discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o hay que buscar aquella explicación.
los sistemas de dominación, sino aquello por lo que y por medio del cual se lucha".

242 24.3
H I S T O R I A S CLANDESTINAS o INDÍGENA Y ni. lísTAMO MI-:XH:ANO

b) El discurso de la dignidad: la dominación y la opresión engen-


dran la humillación. Y de la humillación intolerable e intolerada, no
Sí: desde su primera proclama, la Declaración de la Selva Lacan- de otra parte, nace la rebeldía. La revuelta contra la humillación
dona, el EZLN reclamó para sí el discurso de la pobreza: hace propio el discurso de la dignidad definitoria del ser humano.
Desde sus primeras proclamas, ésta da forma al discurso zapatista.
se nos ha negado la preparación más elemental para así poder utilizarnos como A un mes de iniciada la rebelión, el EZLN se dirigía a los indígenas
carne de cañón y saquear las riquezas de nuestra patria sin importarles que es- del estado de Guerrero:
temos muriendo de hambre y enfermedades curables, sin importarles que no
tengamos nada, absolutamente nada, ni un techo digno, ni tierra, ni trabajo, ni vimos a nuestros padres con la furia en las manos, vimos que no todo nos ha-
salud, ni alimentación, ni educación, sin tener derecho a elegir libre y democrá- bía sido quitado, que teníamos lo más valioso, lo que nos hacía vivir, lo que ha-
ticamente a nuestras autoridades, sin independencia de los extranjeros, sin paz cía que nuestro paso se levantara sobre plantas y animales, lo que hacía que la
ni justicia para nosotros y nuestros hijos. Pero nosotros hoy decimos: ¡Basta! piedra estuviera bajo nuestros pies, y vimos, hermnnos, que era DIGNIDAD todo
lo que teníamos, y vimos que era grande la vergüenza de haberla olvidado, y
Con esta palabra última, "Basta", el discurso de la pobreza de- vimos que era buena la dignidad para que los hombres fueran otra vez hom-
semboca en el recurso de la rebelión. Este recurso, legitimado por bres, y volvió la dignidad a habitar en nuestro corazón, y fuimos nuevos to-
todos los mitos fundadores de la nación mexicana —la revolución davía, y los muertos, nuestros muertos, vieron que éramos nuevos todavía y
de Independencia de 1810, en su esencia una rebelión agraria, y nos llamaron, otra vez, a la dignidad y a la lucha.
en ese sentido fue como una suma de revueltas indígenas; la Re-
volución mexicana de 1910-1920; la larga historia de sublevaciones c) El discurso de la historia: desde su mismo nombre el zapatismo
campesinas e indígenas desde la mítica resistencia de Cuauhtémoc se propuso disputar la historia nacional y la Revolución mexicana
a la Conquista española—, se apoya a su vez en cuatro discursos al régimen estatal que con ella legitimó su existencia. La primera
desde los cuales el zapatismo se dirige a la sociedad y se enfrenta gran reunión pública del zapatismo, con la presencia de miles de per-
al gobierno. Estos son: sonas de todo el país en el territorio rebelde, se llamó Convención
a) El discurso de la resistencia: "Somos producto de quinientos de Aguascalientes, mención expresa a la Soberana Convención Mi-
años de luchas", comienza diciendo la Declaración. En otras pala- litar Revolucionaria que legitimó desde octubre de 1914 el gobierno
bras: la historia mexicana no es sólo una de opresión, es también de los ejércitos campesinos de Villa y Zapata y su entrada a la ciu-
una de resistencia. La resistencia es esa dimensión espiritual y ma- dad de México en diciembre de ese año, a diferencia del Congre-
terial que, en la relación de dominación/subordinación que da sus- so Constituyente que en febrero de 1917 sancionó la Constitución
tento a toda forma de Estado, ocupa el lugar intermedio entre ambos fundadora de la actual forma de Estado mexicano. En la historia
términos y permite, casi siempre invisible, que el albedrío libre de oficial, la Convención de 1914 es un antecedente del Constitu-
cada comunidad y cada ser humano no sea triturado en la fricción yente de 1917. En la historia de las rebeliones, éste es la negación
entre éstos.4 de aquélla, aunque para afirmarse haya debido absorber en su tex-
to sus contenidos sociales.
d) El discurso del mito, la costumbre y el idioma: el EZLN, y en par-
4 Ver el libro precursor de Antonio García de León, Resistencia y utopía. Me-
morial de cidral ios y crónica de revueltas y profecías acaecidas en la provincia de Chia- ticular el subcomandante Marcos, retoma los mitos indígenas como
¡)as durante los últimos quinientos años de su historia, Era, México, 1985. signo de identidad, de diferencia, de anterioridad a la Conquista

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HISTORIAS C L A N D E S T I N A S I I I • ) ) IUT10 [NOkiUNA Y EL ESTADO M E X I C A N O

y a la evangelización y de fundamento de rituales, costumbres y Lo mismo con la historia:


juicios éticos. No los contrapone a la religión, nomás los coloca an-
tes y junto a ella. Para el Occidente es obvia la calendarización de la historia: creemos que lo
Hay quienes piensan que esta constante alusión al mito es un que ha ocurrido una vez ocurrió sólo en ese momento y nada tiene que ver
recurso literario y poco más. Diría lo contrario: si bien para ser efi- con el momento siguiente. Para la cultura indígena el tiempo tiene otra na-
caz se expresa en lenguaje literario, el discurso del mito se dirige turaleza, otra rapidez (u otra lentitud quizás), y es uno de los sectetos de la re-
a una dimensión específica de la cultura indígena, entendiendo cul- sistencia cultural y de la capacidad combativa de esos pueblos. Para ellos el
tura como el contexto dentro del cual los seres humanos dan un pasado se encuentra en otra dimensión que sigue coexistiendo con el presen-
significado a sus acciones y experiencias y atribuyen un sentido a sus te. La memoria indígena es un proceso de revitalización del pasado. Las fes-
vidas. Esa dimensión, diluida y difusa, tampoco está ausente del mun- tividades, las danzas, los rezos, la tradición oral, son la fuerza de una memoria
do cultural y espiritual mexicano y de su particular versión popu- que se comunica con esa otra dimensión en que las cosas siguen vivas.6
lar del catolicismo.
Aún a riesgo de ser extenso, citaré aquí a Carlos Montemayor, Esta dimensión cíclica del tiempo, a su vez, infiltró o permeó
el autor de Guerra en el paraíso: desde abajo al catolicismo —cuyo tiempo lineal va desde la Crea-
ción hasta el Fin de los Tiempos—, impuesto por los conquistado-
He explicado en varios momentos que no estamos preparados para saber qué res sobre la religiosidad prehispánica en el siglo XVI. De esa mezcla
no es indígena o que sigue siendo indígena. La cultura es un entramado com- nació el catolicismo de los indígenas chiapanecos, la religión in-
plejo que va abarcando alimentación, parentesco, valores morales, formas de dia, diferente del catolicismo popular de los mestizos y visible en
ver el mundo. Los que no somos indios hemos hablado siempre de los indios, sus ceremonias, sus creencias y sus templos. Escribe Jan de Vos:7
hemos tratado de decir qué son, qué no son, qué piensan, qué no piensan. No
sabemos todavía en qué medida México es indígena, en qué medida la espi- La religiosidad prehispánica tenía raíces demasiado profundas como para po-
ritualidad indígena ha estado ganando terreno con el paso del tiempo en lu- der ser arrancada y sustituida por otra. En esto, la solución encontrada por los
gar de estarlo perdiendo. indígenas de Chiapas no fue diferente de la de los demás pueblos colonizados
Para los indios la tierra no es algo inerte, sino un ser vivo, y el hombre, o de México y Centroarnértea. Los nativos aplicaron en el terreno de la religio-
mejor, los pueblos indios, están al servicio del mundo. La tierra, los manantia- sidad la misma estrategia que utilizaban en los demás ámbitos de su vida de
les, los ríos, las lluvias, las siembras y tas cosechas representan procesos de enti- campesinos pobres y dominados: la incorporación a su mundo de todo ele-
dades vivientes en el mundo visible e invisible que las comunidades tienen que mento que sus amos consideraban como esencial, pero a condición de rein-
recorrer día con día. [...] Su relación con el mundo es una relación entre seres terpretarlos y apropiarlos, de tal manera que tetminaban siendo suyos. [...]
vivientes. De aquí que la comprensión que los pueblos indígenas tienen de
sus compromisos con la tierra sea sustancialmente distinta a la nuestra. 1991; Jan de Vos, "Las rebeliones de los indios de Chiapas en la memoria de sus
descendientes", en Jane-Dale Lloyd y Laura Pérez Rosales (coords.), Paisajes re-
beldes. Una larga noche de resistencia indígena, Universidad Iberoamericana, Méxi-
5 Carlos Montemayor, "Antecedentes históricos de los conflictos armados en co, 1995; y Enrique Florescano, Etnia, Estado y nación. Ensayo sobre las identidades
Chiapas", en C. Morales (coord.), op. cit. Ver también, entre muchos otros, Gui- colectivos en México, Aguilar, México, 1997.
llermo Bonfil, "Historias que no son todavía historia", en Carlos Pereyra et al, 6 C. Montemayor, op. cit.
Historia ¿para qué?, Siglo XXI, México, 1980; Guillermo Bonfil, México profundo. 7 Jan de Vos, "La Iglesia católica en Chiapas, 1528-1998", en C. Morales
Una civilización negada, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, (coord.), op. cit., p. 11.

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I I I S I O K I A S CLANDESTINAS II KJERCITO INDÍGENA Y El ESTADO MEXICANO

Esta construcción muy peculiar iba a recibir Je los indígenas misinos el


pios. Del total de la población (3.21 millones en 1990, 3.58 millones
nombre de Costumbre. A mi modo de ver, es el monumento cultural más ori-
estimados en 1995), 26 por ciento es hablante en lengua indíge-
ginal y valioso que ellos supieron erigir en medio del espacio social muy li-
na y la población indígena estimada asciende a 35 por ciento de
mitado que e¡ régimen colonial les había dejado debido a su condición de
aquel total. En la región de la rebelión zapatista, esta proporción
campesinos pobres y explotados. Por esta razón y por su prevalenciíi hasta el
asciende a 70 por ciento en La Selva y casi a 80 por ciento en Los
día de hoy bien merece enerar con mayúscula en los textos etnohistóricos que
Altos. Se estima, para todo Chiapas, un total de 716 mil hablantes
se dedican al estudio de su desarrollo. La Costumbre fue una verdadera hazaña
de dieciocho lenguas indígenas diferentes. En orden decreciente,
de pluralismo religioso. [...]
éstas son el tzeltal (36 por ciento), el tzotzil (31 por ciento), elchol
La Costumbre, alejada por la frontera étnica del activismo político del
(16 por ciento), el tojolabal (5 por ciento), el zoque (4-9 por cien-
clero y del catolicismo popular de la población ladina, siguió integrando los in-
to), el kanjobal {1.4 por ciento) y el mame (1.2 por ciento)/
gredientes cristianos que le convenían, pero sin abandonar nunca la doble raíz
En el municipio de Ocosingo, cuya ciudad cabecera fue toma-
de la religiosidad prehíspánica: la orientación hacia la madre tierra y la recrea-
da el 1 de enero de 1994 por el EZLN, se hablan ocho lenguas in-
ción cíclica del universo, tanto humano como natural, en sus fiestas. La con-
dígenas, y en el de Las Margaritas, otra de las localidades tomadas
servó precisamente como raíz, es decir, de mojo subterráneo, debajo de ritos
entonces, seis lenguas diferentes. Por otra parte, la población indí-
y rezos que aparecían aceptablemente católicos en la superficie. [...]
gena que no habla castellano representa 38 por ciento del total de
Sería un error reducir la Costumbre a un fenómeno exclusivamente reli-
hablantes de lenguas indígenas. A su vez, 84 por ciento de quie-
gioso. [...] La Costumbre es, al mismo tiempo, organización social, participa-
nes no hablan castellano habita en localidades con menos de 500
ción política, actividad económica, creatividad cultural, permeadas todas por
habitantes. Treinta y ocho por ciento de la población tzeltal, 36 por
la religión, en el sentido original de esta palabra, es decir, el afán de "re-li-
ciento de la tzotzil y 34 por ciento de la chol, para tomar sólo los gru-
gar", de mantener los lazos que unen a individuos y comunidad con la natu-
pos más numerosos, no hablan castellano. En todos los casos, estas
raleza, con los demás humanos y con el más allá que trasciende lo visible. De
cifras casi se duplican para las mujeres: 64 por ciento para las tzot-
allí el complejo sistema de cargos comunitarios al que dio nacimiento y que
ziles, 63 por ciento para las tzeltales, 67 por ciento para las choles.
ha sido la fascinación de los antropólogos culturalistas que invadieron a Chia-
Los datos sobre alfabetismo son desoladores. La población de
pas desde la década de los cincuenta.
quince años de edad y más que habla lengua indígena es de 462 445
personas; 54 por ciento de esta población no lee ni escribe. En las
Historia, mito y religión indígenas se implantan, a su vez, en los mujeres indígenas, este índice sube a 68 por ciento. La escolaridad
idiomas indígenas, que son el habla de los sentimientos y de la vida entre los hablantes de lengua indígena repite esa situación; 53 por
cotidiana, diferente de la lengua de los intercambios mercantiles con ciento no tiene ningún grado de instrucción; 28 por ciento no ha
el mundo externo, el castellano de construcción indianizada. concluido la escuela primaria. El 19 por ciento restante terminó
la primaria y algún grado de educación posprimaria. En cuanto al
acceso a la educación de nivel medio superior y superior, la barre-
ra es casi insalvable para los indígenas: sólo 2 por ciento ha podi-
¿Pero cuáles y cuántos son, además de este castellano, esos idiomas
donde aquellos discursos se implantan? El territorio de Chiapas, con
6 Arnulfo Embríz, "Los universos indígenas", en C. Morales (coord.), of>. cit.
una extensión de 73.887 kilómetros cuadrados, ocupa poco menos
También a este ensayo corresponden las cifras sucesivas sobre lenguas indígenas,
de 4 por ciento del territorio mexicano y cuenta con 111 munici-
alfabetismo y escolaridad.

248 249
HISTORIAS 1 : 1 A N H I - ' S l I N A S EL EJÉRCITO INDÍGENA Y l - l . I Í S T A I K ) M I - X H ' A N O

do llegar a esos niveles educativos y upeniis 0.6 por ciento, a cos- Este cuarto discurso se nutre del pensamiento y el imaginario
ta de indecibles sacrificios familiares, ha logrado entrar en la uni- del mundo encantado, cuyas razones son intraducibies al discur-
versidad. so de la razón de los señores. Esas razones, por lo mismo, están fuera
de la relación estatal, pero alimentan en secreto todas las resisten-
cias que dentro de ella se organizan con los otros discursos.

Mencioné tres discursos: la resistencia, la dignidad, la historia, y un


cuarto: el mito, la religión india y el idioma.
Los tres primeros comunican al mundo indígena con el Estado Resistencia, dignidad e historia son los tres grandes temas sobre los
nacional: la resistencia tiene lugar dentro de la relación estatal de cuales, durante muchos años, se ha ido construyendo la organiza-
dominación/subordinación, la dignidad es la respuesta a ía humilla- ción de los indígenas chiapanecos dentro de la forma de Estado me-
ción con que esa dominación se manifiesta, la historia es la disputa xicana. Esta forma estatal, surgida de la revolución de 1910-1920
sobre el pasado común de esa comunidad estatal mexicana. y su secuela cardenista en los años treinta, tiene como peculiari-
En ios tres, el interlocutor y antagonista, mencionado o no, es dad que solicita y estimula la organización de campesinos y traba-
el régimen estatal y sus relaciones interiores tal cual las viven los jadores en torno a sus demandas sociales para disputarlas con los
indígenas. Cuando éstos se organizan para resistir la dominación, dueños de la tierra o de las empresas dentro de los marcos legales
para negociar sus formas o para rebelarse contra ella se están diri- de ese Estado y negociar la solución con la intervención del go-
giendo a ese interlocutor y esos discursos fluyen: contraponen y a la bierno federal o del de cada estado de la República.
vez comunican, abren el espacio de la disputa, el litigio y la nego- Al colocarse como vértice y arbitro en ese triángulo, esos gobier-
ciación. nos adquieren un poder por encima de las fuerzas en disputa y ne-
El cuarto discurso, el del mito, la religión india y el idioma, es pro- gocian luego con cada una de ellas su propio papel de garantía de los
pio del mundo indígena. No tiene interlocutores en la relación equilibrios. Este arbitro no es neutro: finalmente debe asegurar el
estatal. No es un discurso que comunica con los señores. A él se motor y objetivo último de este Estado moderno, la valorización y la
recurre para negar y contraponer. Son los lenguajes donde se refu- acumulación del capital como organizador de la vida social y de sus
gian lo que James C. Scott llama "los discursos ocultos" de los do- intercambios mercantiles, materiales y espirituales. Esos equilibrios
minados, aquellos que el dominador no puede ni debe entender, entre fuerzas organizadas son uno de los pilares de su legitimidad, tal
aquellos donde trascurren las conspiraciones reales o imaginarias como finalmente surge de la estructura jurídica de la Constitución
y las fantasías de desquite o venganza.y Son el reverso donde se re- de 1917 y de su concreción social en las reformas cardenistas que
fugia en secreto el orgullo de los oprimidos, los lugares donde se redefinieron el amplio e indeterminado espacio de lo contencioso, de
guardan, para el estallido individual o la rebelión colectiva en un aquello que sólo el litigio determinará vez por vez y caso por caso.
mañana indefinido pero cierto, las humillaciones, las ofensas, los Tales equilibrios demandan un proceso de negociación perma-
agravios venidos del mundo de los señores. nente en el cual vive y del cual se nutre la misma forma estatal, una
incesante "negociación del mando".10 La Constitución y las leyes
9 James C. Scott, Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos, Era,
México, 2000 (edición en inglés: James C. Scott, Domination and the Arts ofRe- 10 Ver Gilbert M. Joseph y Daniel Nugent (eds.) ( Everyday Forms of State Por-

sisíance. Hidden Transcribís, Yale University Press, New Haven, 1990). mation in México. Revolution and thc Negotiation of Rule in Modern México, Duke

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HISTORIAS CLANDESTINAS 1 I I ' ] H U T H ) I N D Í G E N A Y H. H S ' I A h n M E X I C A N O

determinan los marcos de esa negociación en la cual la comunidad recho a la posesión la Constitución les concedía. En la lucha per-
estatal y la forma de Estado se construyen como un proceso de lar- manente por trasformar en realidad ese derecho —y sus derivados:
ga duración y no como una estructura inmóvil dada de una vez para agua, semilla, créditos, educación, caminos—, los campesinos orga-
siempre. Dentro de esos marcos es el Estado el que define los sig- nizados se relacionaron con los gobiernos, asumidos como la en-
nificados compartidos por dominados y dominadores en la comuni- carnación de la función protectora asignada al Estado en su forma
dad estatal (en la comunidad ilusoria o imaginada), a través de los específica de regulación moral. Esta idea del Estado Padre o del Es-
cuales opera la regulación de las relaciones de la comunidad, lo que tado Protector tiene antiguas raíces en la historia mexicana, como
Corrigan y Sayer llaman la regulación moral: "un proyecto para nor- herencia viva y directa de la Corona española, la cual en su for-
malizar, volver natural, dar por descontado, en una palabra, con' ma de dominación a su vez subsumió anteriores modos de relación
siderar 'obvio' aquello que en realidad son premisas ontológicas con el poder de las poblaciones prehispánicas.
y epistemológicas de una forma particular e histórica de orden Como en otras regiones del país, los indígenas de Chiapas no
social".11 se organizaron en tanto indígenas, sino según la categoría que los
En esta regulación moral específica, desde la Reforma de los legitima como interlocutores para la negociación estatal: en tanto
tiempos de Benito Juárez ha quedado excluida del Estado —o, tal campesinos. A partir de los años del presidente Cárdenas en que
vez mejor, marginada— la Iglesia, con sus bienes terrenales ex- el gobierno federal estimuló directamente ese proceso, la organi-
propiados (terrenales en el más estricto sentido de la palabra: era zación de los campesinos indígenas chiapanecos, con sus altos y sus
el mayor terrateniente de México) y su función de prestamista bajos, fue un proceso ininterrumpido, muchas veces violento en
trasferída a modernas instituciones laicas. La religión, sin embar- sus enfrentamientos con gobernadores y terratenientes armados,
go, sigue intensamente presente en la vida mexicana, y con ella en el cual se formaron ejidos, cooperativas, sindicatos, uniones de
la Iglesia, y nunca el Estado laico ha podido dejar de negociar y crédito y otras formas de organización propias de la relación es-
disputar con ésta el espacio y la función de la regulación moral. tatal mexicana. Litigio, negociación, acuerdo, nuevo litigio, siguen
Uno de los episodios cruentos de esa negociación sin fin fue la siendo partes constitutivas de la forma en que esa relación existe
guerra cristera en la segunda mitad de los años veinte del siglo y es reconocida y vivida por todos.
XX. Las reformas al artículo 130 de la Constitución en el sexenio Pero más allá y por debajo seguía viviendo, junto con su cultu-
del presidente Carlos Salinas de Gortari han reabierto también ra y sus creencias, el mundo indígena, la antigua comunidad agra-
en este aspecto el terreno de lo contencioso entre la Iglesia y eí ria desvanecida, disuelta, fragmentada por las migraciones en busca
Estado. de nuevas tierras y nuevas fronteras, reconstituida cada vez en aque-
El Estado mexicano posrevolucionario solicitaba y estimulaba llo que le es propio y no comparte con el Estado: los mitos, las creen-
la organización de los campesinos en demanda de tierras cuyo de- cias, la Costumbre, el idioma.
Todo aquello por lo cual son excluidos se vuelve todo aquello que
University Press, Durham, 1994 (edición en español: Gübert M. Joseph y Daniel los une por debajo y por fuera de la relación estatal. Es preciso pen-
Nugent [comps.J, Aspectos cotidianos de la formación del Estado. La revolución y la sar e imaginar cómo este tejido profundo, oculto porque los otros no
negociación del mando en el México moderno, Era, México, 2002). lo pueden ver, sostiene y da vigor a las formas de organización reco-
11 Philip Corrigan y Derek Sayer, The Great Arch. English State Formation as nocidas en la interlocución y la negociación dentro del Estado.
Cuiltural Revolution, introducción, Basil Blackwell, Londres, 1985 (edición en En un notable ensayo, "La Comunidad Revolucionaria Insti-
español: Ei gran arco. La formación del Estado íngíés como revolución cultural, en M.
L. Lagos y R Calla [comps.], o\>. cit., p. 46).
tucional: la subversión del gobierno indígena en Los Altos de

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H l S ' I O k l A S CLANDESTINAS I I EJERCITO 1 N I M C . H N A Y IÍL H S ' I A I H ) M I : X U : A N O

Chispas, 1936-1968",12 Jan Rus estudia el modo en que el Partido están en el discurso estatal, sino, precisamente, en la historia vivida
Revolucionario Institucional y sus gobiernos actuaron para absor- por generaciones sucesivas, historia que el Estado deforma y adapta
ber y disolver estas relaciones de la comunidad dentro de la forma para sus propios equilibrios pero que no puede negar ni condenar. El
estatal encarnada por ese partido. Creyó que había podido, hasta discurso del poder, construido como en todas partes sobre la his-
que la rebelión zapatista dijo que no, anunciando una crisis de toria, comparte mitos vivientes con el discurso de las rebeliones.
época en ese modo de gobernar. Es el inevitable reverso implícito en la específica forma estatal
Sin embargo, en décadas de luchas y de conflictos legales, pa- mexicana: los instrumentos adecuados para organizar en su pro-
cíficos, violentos y muchas veces sangrientos (donde la sangre que vecho el apoyo campesino, los instrumentos para legitimarse co-
corrió fue siempre la sangre indígena), los campesinos indígenas mo mando y hacer innecesaria, en consecuencia, toda rebelión, se
chiapanecos desarrollaron una cultura de la organización. Genera- vuelven los instrumentos conocidos y apropiados por todos con los
ción tras generación se formaron incontables organizadores, exper- cuales, llegado el tiempo, se legitima y se organiza la rebelión: cívi-
tos en discutir con el gobierno, en organizar asambleas y llegar a ca, electoral e interna al Estado en el cardenismo de 1988; arma-
conclusiones, en hacer marchas, en tomar tierras, en litigar en los da y ajena al Estado en el zapatismo de 1994-
tribunales, en protegerse de los ataques armados de los policías, Ese tiempo llega cuando la clase gobernante, cuyo nuevo núcleo
los soldados y los guardias blancas. duro es el capital financiero internacionalizado, comienza a des-
Esos miles conocieron, leyeron, contaron y escucharon la histo- mantelar los pilares jurídicos y materiales de esa forma estatal y a
ria de la Revolución mexicana de otro modo que en la versión ofi- avanzar en las contrarreformas: privatizaciones, apertura comer-
cial. Se la apropiaron, la vieron como lo que, vista desde abajo, fue: cial externa, desregulación financiera, modificación del artículo 27
una guerra campesina de diez años, no victoriosa pero tampoco de- de la Constitución que sancionaba el ejido y el derecho a la tie-
rrotada; una guerra cuya secuela pacífica fueron las reformas car- rra, integración económica con Estados Unidos, fin a los subsidios
denistas, vistas también desde abajo como una historia de luchas al consumo popular, eliminación de los precios de garantía de los
y organizaciones y no como una concesión gratuita del gobierno. productos de los campesinos. La resistencia, al principio dispersa,
Esta cultura y esta visión de la historia nacional los ligaba con los comienza a organizarse contra las consecuencias de ese desloante*
campesinos de todos los estados de la República. (amiento del Estado protector que, sin embargo, no desmantela sus
La cultura histórica que legitima al Estado mexicano esconde atributos y sus modos de control. Por eso, como apunta Neil Har-
en su interior una cultura de la rebelión. O, si se quiere: al legitimar- vey, cuando se produjo la insurrección del EZLN en enero de 1994,
se a través de la historia de las revoluciones y del prometido cum-
plimiento de sus promesas, esta forma de Estado absorbe en su seno los movimientos populares, incluidos los movimientos campesinos en Gua-
pero también legitima una cultura de la rebelión cuyas raíces no pas, ya habían creado un discurso democrático a través de su insistencia en el
respeto de los derechos, en la autonomía de organización y en las promesas
12 Jan Rus, "La Comunidad Revolucionaria Institucional: la subversión del incumplidas de la Revolución mexicana. Los zapatistas fueron capaces de nu-
gobierno indígena en Los Altos de Chiapas, 1936-1968", en Juan Pedro Viqueira trirse de ambos a menudo contradictorios elementos de este discurso políti-
y Mario Humberto Ruz (comps.). Chiapas: ¡os rumbos de oirá historia, Instituto de co, pero también les iban a dar un nuevo significado político.
Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, Méxi-
co, 1995 (edición en inglés: Gilbert M. Joseph y Daniel Nugent |eds.], Everyday
Forma ofStiate Formatxm in México. Revolitiian and the Negotiation of Rule ín Modern " Neil Harvey, Tfie C/iiajws Rcheí/ioíi. Trie Stwggie for Latid and Democracy,
México, Duke University Press, Durham, 1994). Duke University Press, Durham, 1998, pp. 199-200. Ver también Carlos San Juan

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t:i.ANi)i;s'] I N A S I I i'|Hu;iTO INDÍGENA Y I-L l-STAho MEXICANO

"La lucha económica por tierra, créditos, precios justos para las
cosechas, al mismo tiempo que era necesaria para construir orga-
nizaciones regionales, se fue articulando cada vez más en un discur- En el conflicto chiapaneco tiene un papel decisivo otro elemento,
so político-cultural de autonomía indígena", escribe Harvey. "Si con un pie dentro de la forma estatal y el otro en las comunidades
algo tienen en común estas diversas luchas es su oposición al ca- indígenas excluidas de ese Estado: la Iglesia católica de Chiapas,
ciquismo", cuyas "raíces pueden encontrarse en la concentración encabezada por el obispo Samuel Ruiz. La historia es larga y ha
del poder político y económico". sido referida varias veces. Ella se implanta en la cultura y la religión
En otras palabras: aun trascurriendo durante décadas dentro de indígenas y, sin asumirlas del todo, comunica con ellas al cuerpo
la forma estatal mexicana, esas movilizaciones fueron poniendo en organizado de la Iglesia y a su obispo.
cuestión y entrando en conflicto con instituciones informales sus- En mayo de 1993, con motivo de la visita del papa Juan Pablo II
tanciales para la existencia y los equilibrios de esa forma de Esta- a México, Samuel Ruiz, obispo de San Cristóbal desde 1960, es-
do: el cacique como mediador entre ambos mundos, por ejemplo, o cribió una carta pastoral: En esta hora de gracia. Resume en ella las
el entramado de alianzas e intereses familiares en que se sustenta tres décadas en que estuvo dirigiendo su diócesis, donde la gran
el poder de la oligarquía agraria chiapaneca. mayoría de sus feligreses eran indígenas. Señala cuatro fases en el
"La rebelión zapatisra", concluye Harvey, "puede ser vista co- cambio que él como obispo, y sus colaboradores, fueron viviendo en
mo la última de un largo ciclo de demandas populares por la dig- busca de una mayor cercanía con la población indígena. Según el
nidad, la palabra y la autonomía. " M obispo, esas fases fueron: la renovación de la acción pastoral (de
La migración y la colonización de la Selva Lacandona en bus- 1960 a 1967), la revaloración de las culturas indígenas (de 1969
ca de una nueva frontera agrícola y huyendo de la opresión de te- a 1978), la captación de la dimensión sociopolítica de su situación
rratenientes y gobiernos, un movimiento social y demográfico con de extrema pobreza (de 1979 a 1991) y la defensa de sus derechos
décadas de duración, se convirtió en una forma inédita de resisten- contra la amenaza de la modernidad neoliberal (de 1992 en ade-
cia y de relación con la autoridad estatal. Según Neil Harvey, "La lante).16
migración de colonos a la Selva Lacandona y su organización en En el primer periodo se formaron más de setecientos catequis-
cooperativas a nivel de comunidad a través de la Iglesia católica tas. En 1968 se hizo una evaluación de lo hecho hasta entonces,
puede interpretarse como una reconstrucción de la comunidad y preguntando a los catequistas su opinión. Estos, inesperadamen-
de la identidad étnica".15 te, respondieron: "La Iglesia y ¡a Palabra de Dios nos han dicho
Por supuesto, el contraorganizador fundamental de este dis- cosas para salvar nuestra alma, pero no sabemos cómo salvar nues-
curso indígena es la oligarquía chiapaneca, sus gobiernos estata- tros cuerpos. Mientras trabajamos por la salvación de nuestra alma
les, sus caciques y su racismo, ajenos al discurso oficial nacional y por la de los demás, sufrimos hambre, enfermedad, pobreza y
de la Revolución mexicana. Pero el tema escapa a los marcos de muerte". Escribe Jan de Vos:
este trabajo.
A partir de ese cuestionamiento, tanto los agentes de pastoral como las co-
munidades entraron en una dinámica en donde la situación real de los indí-
Victuri;], "Las organizaciones campesinas en Chiapas: consideraciones y propues-
tas", en C. Morales (coord.), of>. c¡£. genas, como campesinos explotados y despreciados en su cultura, se convirtió
14 N. Harvey, u¡i. cit-, pp. 204, 36 y 37.
"Ihid., p. 66. 1(1 Jan de Vos, "La Iglesia católica en Chiapas, 1528-1998", cit.

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H I S T O R I A S CLANDESTINAS I [ I |l Kt'.ITO INDfUENA Y lil. liS'IANn M I X I C A N D

en el eje de las reflexiones y actuaciones. Fue también el momento en el cual Samuel Ruiz explicaba las razones de la conversión tic su dió-
la Iglesia católica empezó a distanciarse cada vez más de las iglesias protes- cesis a la "opción preferencial por el pobre": "No se trató de nin-
tantes en cuanto a opción y estrategia pastoral. 17 gún decreto, ni de una mera elucubración teológica, sino de una
simple lectura ante una realidad lacerante: [...] altos índices de po-
Era precisamente el año 1968 en México y en el mundo, y el breza, enfermedades, analfabetismo, carencia de comunicaciones,
Concilio Vaticano II y la Asamblea Pastoral de Medellín eran no- honda marginación y discriminación racial". Tomo por extenso la
vedades recientes. El obispo de San Cristóbal descifraba "los sig- descripción de Jan de Vos:
nos de los tiempos":
Para describir más detalladamente esta situación de emergencia, Samuel Ruiz
Para Samuel Ruiz y su equipo, la inspiración vendría en adelante de dos "lu- recurrió a "la palabra quemante" de los propios campesinos indígenas, reco-
gares teológicos", es decir, realidades en donde según Jos cristianos, Dios se gida durante más de veinte años de reflexión, articulada ésta a través de un
hace particularmente presente según "los signos de los tiempos": el evangelio sinnúmero de cursos, talleres e intercambios de ideas entre los agentes de pas-
de Cristo redescubierto como anuncio liberador a los pobres; y las comuni- toral y las comunidades. El diagnóstico hecho por los propios feligreses es una
dades indígenas que, desde su pasado negado y su presente doloroso eran, al denuncia de los múltiples atropellos sufridos por ellos de las autoridades y sec-
mismo íiempo, los mensajeros y destinatarios de este anuncio liberador. [...] tores dominantes de la región, a nivel político, económico, social e ideológi-
En las propias palabras de Samuel Ruiz: "toda la vida de la comunidad: su rea- co. [...I
lidad social, económica, política y cultural, se nos reveló como un lugar teo- En la carta pastoral queda muy claro que fue esta "realidad lacerante" la
lógico que señalaba con sus varios elementos —las necesidades de los oyentes, que llevó a la diócesis a su "opción preferencial por los pobres", y con ella a
sus deseos, su manera de hablar, de pensar, de juzgar y de interrelacionarse una revisión de fondo de sus diversas acciones pastorales, entre ellas en espe-
con sus prójimos— el contenido del anuncio".18 cial la catcquesis. [...] En las palabras de Samuel Ruiz: "Al reflexionar a par-
tir de situaciones vividas muy dolorosas, así los hombres como las mujeres y
La carta pastoral del obispo se refería a otras tres cuestiones que los niños intervenían discutiendo al mismo tiempo y en voz alta, según es el
en su visión confluían en un solo enfoque: estilo indígena, hasta que surgía el "acuerdo" que contenía su visión de fe, su
visión teológica sobre la realidad"."
1) La necesidad de "encarnar" el mensaje evangélico en la cultura indígena.
2) La certeza de que la tradicional "redención" cristiana es una "liberación" Este proceso condujo a una trasformación en la forma de orga-
integral del hombre, a nivel comunitario igual que a nivel individual. 3) La nizar la acción de la Iglesia y su relación con las comunidades in-
obligación de trabajar, más allá de los intereses de la propia Iglesia, para la cons- dígenas:
trucción del "Reino de Dios" que ya se inicia en este mundo a través de la lu-
cha por la justicia y la paz. Fueron las comunidades, ya acostumbradas a reflexionar y decidir en conjun-
to, las que tomaron la iniciativa de presionar al obispo para que, además de
nombrar a catequistas, ordenara también a sacerdotes indígenas. Hicieron
esta petición invocando la religión antigua prehispánica en la cual había fun-

17 Ibid.
18 Ibid.

19 Ibid. * Ibid.

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I I I I I I U T I O INDÍGENA Y C I K S T A I U ) M l - . X I C A N O
HISTORIAS CLANDI-STINAS

cionado ese oficio consagrado. [...] Resultado de estas peticiones fue la orde- JO
nación por el obispo Samuel Ruiz de más de cuatrocientos predmeónos —m-
hundtik, en lengua tzetzal— con la esperanza de verlos un día ordenados como Al menos dos formas de organización combinadas y no contra-
diáconos y posteriormente como sacerdotes. Junto con unos ocho mil cate- dictorias fueron de este modo extendiéndose y cruzándose durante
quistas, constituyen ahora los cuadros pastorales de una Iglesia autóctona que años en Chiapas: la de los campesinos dentro de la relación esta-
está presente en más de dos mil quinientas comunidades.21 tal mexicana; la de los indígenas (que son los mismos) dentro de
las estructuras religiosas de la Iglesia de los pobres. Allí se forma-
Resulta claro que el discurso de la Iglesia de los pobres de Sa- ron cuadros, experiencia y demandas para la rebelión indígena de
muel Ruiz, a diferencia del discurso del Estado de tradición liberal 1994-
por el cual habla el poder de los señores blancos y ladinos, es aquel En ese terreno fértil se implantó el pequeño grupo guerrillero en-
que se conecta con el mundo indígena en sus propias lenguas, en cabezado por el subcomandante Marcos. Supieron comprender-
su religión, en sus creencias y mitos, en su visión comunitaria del lo, aprendieron de él y a él se asimilaron. Al mismo tiempo, Marcos
mundo y de las relaciones entre esc mundo y los seres humanos. supo dar a sus demandas una voz donde, en sus momentos más feli-
Asimilado al pensamiento indígena, incorporado y asumido por ces, hay una conexión entre el mundo encantado y el mundo mo-
éste en sus propios términos, es el discurso a través del cual aquel derno que deja de volverlos antagónicos: "un mundo donde quepan
mundo puede encontrar, en el lenguaje de la religión en aparien- todos los mundos". En ese mensaje se mezclan los cuatro discursos
cia común a ambos, una comunicación angustiada con el mundo de la rebelión: la resistencia, la dignidad, la historia y el mito. Es
moderno. Esa comunicación es en el fondo un malentendido por- una de las razones de su eficacia ante sociedades e interlocutores
que al catolicismo de los señores le resulta incomprensible la reli- diversos, porque logró ser también un discurso de la diversidad.
gión indígena. Sin ese grupo de militantes que encontró el modo de fusionar-
Pero la acción de esa Iglesia no es sólo prédica y discurso, es tam- se con los organizadores indígenas y campesinos, sin su capacidad
bién organización en formas, términos e idiomas que permiten a de imaginación, de logística y de política, difícilmente habría ha-
los indígenas apropiarse de ella a partir de la afirmación de su pro- bido una rebelión como la que hubo. Pero buscar la explicación de
pio pensamiento y no de una negación de éste." la rebelión en ese pequeño grupo o en la Iglesia del obispo Samuel
Ruiz o en una conspiración entre ambos es volver al antiguo racis-
21 íbid. mo e ignorar a quienes fueron y son los protagonistas de la rebelión:
11 "El trabajo de los catequistas fue complementado con la decisión de preparar los indígenas con un ejército apoyado y sostenido por sus pueblos
a un gran número de diáconos de las comunidades cuya principal responsabili- y comunidades.
dad sería ayudar a los sacerdotes a administrar los sacramentos. Fueron las propias Esas comunidades, que la modernidad del capital condenaba a
comunidades las que manifestaron la necesidad de tener sus propios diáconos de desaparecer, encontraron en la rebelión armada el modo de forzar
modo que así ya no tendrían que depender del número limitado de trabajadores
pastorales en la diócesis. Cada comunidad elegiría mediante el consenso su diáco-
el encierro y la inmovilidad de la forma estatal mexicana en crisis
no, o tu'hunel, y generalmente elegían a quienes ya habían servido bien en otros para salir con su voz al ancho mundo externo. Su discurso, nutrido
cargos. La diócesis aceptó ordenar diáconos después de un periodo de prueba de en un humus común a una inmensa mayoría de los seres humanos,
tres años. La importancia de la institución de los diáconos fue que se convirtió disputa a ese Estado su prerrogativa de regulación moral, su derecho
en una característica permanente de la organización de las comunidades, mientras a definir el tiempo y su pretensión de nombrar y dar su propio sig-
antes de 1970 representaban más bien una solución provisoria a la carencia de
sacerdotes" (N. Harvey, op. cif., p. 74).
nificado al mundo.

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HISTORIAS CLANPliSTINAS M i l ; K( 110 I N M I C I Í N A Y l í l I-'S'IAI» '

Excluidos del Estado mexicano desde siempre, los pueblos indí- sean parte, se tomarán en cuenta .su.s prácticas y ooKumbres jurídicas m los

genas encontraron con su rebelión el modo de revelar y develar a términos que establezca la ley.
su país, México, y a los demás la naturaleza ambigua y engañosa
de ese Estado y de sus promesas constitucionales. Los contenidos de los Acuerdos de San Andrés implican un
cambio de fondo en estos enunciados en el sentido del reconoci-
II miento efectivo de la existencia, la juridicidad propia y los dere-
chos de los pueblos indígenas.
La larga negociación entre el gobierno mexicano y el EZLN ha sido Mencionaré, a simple título enumerativo, algunos de esos con-
el lugar de encuentro y desencuentro entre ambos mundos y ambos tenidos:21
tiempos. Esas negociaciones, a través de muchas vicisitudes, culmi-
naron en los Acuerdos de San Andrés, en marzo de 1996, avalados • Un reconocimiento extenso de derechos que tomados en su
por la firma de los representantes del gobierno federal y de los del sentido verdadero tocan no sólo a los indígenas, sino además a to-
r-:ZLN, que una comisión de legisladores de todos los partidos desig- dos los habitantes de la nación: los derechos a la identidad, a la di-
nada por el Congreso, la Comisión de Concordia y Pacificación versidad, a la comunidad y, sobre todo, a la separación tajante entre
(Cocopa), llevaría a la sede del mismo Congreso para su aproba- derechos y dinero.
ción como ley de la República. • Una revaloración de la palabra "autonomía": nos gobernamos
Los contenidos de los Acuerdos son notables.23 Aun en la laten- y nos determinamos nosotros en todo aquello que a nosotros toca.
te ambigüedad de muchos de sus enunciados, proponen una recons- "Los pueblos como tales se constituyen en sujetos de derecho a la
titución de las bases jurídicas de la sociedad mexicana al reconocer libre determinación", dicen los Acuerdos: "La autonomía es la ex-
a los pueblos indios como sujetos de derechos políticos, sociales e presión concreta del ejercicio de la libre determinación". Y con la
históricos propios y pares con los derechos ciudadanos individua- autonomía de los pueblos, vuelven a ponerse en el orden del día
les. Para acceder a plenitud a estos últimos, reconocen por fin los la autonomía municipal, la autonomía universitaria, la autonomía
Acuerdos, los pueblos indios requieren, como tales, el reconoci- sindical y la idea doble de la autonomía como algo conquistado,
miento jurídico de su existencia propia. algo que ya se vive, y la autonomía como algo todavía por cons-
Como enunciado general, la existencia de esos pueblos está re- truir en la realidad mexicana.
conocida en la Constitución mexicana, en el capítulo de las ga- • La recuperación del término "pueblos" para el sistema jurídico:
rantías individuales. Establece el artículo 4°: "El reconocimiento de los pueblos indios como sujetos sociales e
históricos implica modificar las bases constitutivas de la sociedad
La nación mexicana tiene una composición pluricuhural sustentada original- mexicana al añadir al principio de los ciudadanos el de los pue-
mente en sus pueblos indígenas. La ley protegerá y promoverá el desarrollo blos indígenas".15
de sus lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas específicas de or- • La recuperación del artículo 27 de la Constitución en su sen-
ganización social, y garantizará a sus integrantes el efectivo acceso a la juris- tido original, como relación del pueblo mexicano consigo mismo,
dicción del Estado. En los juicios y procedimientos agrarios en que aquellos
-4 Adolfo Gilly, "Los zapatistas en el Palacio de Minería", La Jornada, 19 de
marzo de 1999.
23 Los Acuerdos de San Andrés, Era, México, 1998. " Luis Hernández Navarro, en Las Acuerdos de San Andrés, cíl.

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HISTORIAS IM.ANMIÍS'I INAS
I I M M i i ' I H ) INDÍGENA Y l i l . I - S ' I A 1 H > M I - ' X i r . A N O

con su forma de gobierno y con su territorio como patrimonio ori-


muía las montañas de Chiapas, consideró la maiu-ra en que los in-
ginario de la nación.
dios habían adoptado la religión que él compañía, el catolicismo.
« La recuperación del concepto de soberanía no como una pro-
Escribió entonces estas líneas, que describían el país y su propia
piedad, sino como una identidad compleja entre nación, pueblo,
alma confundida y turbada por la aparición presente de un anti-
cultura, historia y territorio.
guo mundo encantado:
El gobierno firmó la versión de los Acuerdos para ser presentada
Y había un mundo aún más antiguo más allá de la cumbre: el suelo volvía a
al Congreso en nombre de los cuatro parridos que lo integran, in-
escarparse hacia donde se aliaba un bosque de altas cruces negras inclinadas
cluido el suyo, el PRI. Como esta versión no contemplaba todas las
en todos los ángulos, como árboles torcidos por el viento contra el cielo en-
demandas del EZLN, tal vez pensó que éste la rechazaría. Por el
negrecido. Era la religión india: un oscuro y atormentado culto mágico. [...]
contrario, con los contenidos enunciados los zapatistas aceptaron
Aquí, en este extraño mundo montañoso del padre Las Casas, la cristiandad
el proyecto con lo cual, firmados por ambas partes, los Acuerdos
proseguía su propio y aterrador camino. Mágico, sí, pues -somos demasiado pro-
pasaban a su sanción legislativa automática.
clives a minimizar el elemento mágico de la cristiandad: el hombre que se le-
Sin embargo, por razones que no fueron explicadas pero pueden
vanta entre los muertos, los demonios expulsados, el agua convertida en vino.
ser imaginadas, en diciembre de 1996 el poder Ejecutivo retiró su
Las grandes cruces se inclinaban aquí en su negra soledad bajo los vientos, lejos
firma de los Acuerdos y propuso reabrir la discusión. El EZLN mantu-
de los pistoleros y los políticos, y uno recordaba la saliva mezclada con arci-
vo la suya y exigió el cumplimiento de lo acordado. Desde entonces,
lla para curar al ciego, la resurrección del cuerpo, la religión de la tierra/'
negociación y discusión quedaron suspendidas. Los pueblos indíge-
nas de Chiapas siguen sufriendo cerco, privaciones, asedios para-
militares, secuestros y asesinatos. Siguen también resistiendo.
Sometida a la prueba de la rebelión indígena, la forma de Estado
ha tocado uno de sus límites. No pudo admitir dentro de sus mar-
Epílogo
cos los Acuerdos de San Andrés sin entrar en crisis y desconocer sus
En las elecciones presidenciales de julio de 2000, el PRI perdió la
pactos. Una futura ampliación de los derechos, de las autonomías y
presidencia de la República y con ella su condición de partido del
de la democracia debería requerir una ruptura, una recomposición
Estado. Fue elegido el presidente Vicente Fox, candidato del Par-
y una trasformación hacia una nueva forma de Estado.
tido Acción Nacional. Una de sus banderas de campaña había sido
resolver en plazo muy breve el conflicto de Chiapas. Asumió su
12.
cargo el 1 de diciembre de 2000.
Apenas tres meses después, el 25 de febrero de 2001, una Mar-
En 1938, Graham Creen recorrió México y se llevó consigo la vi-
cha del Color de la Tierra, organizada por el Ejército Zapatista de
sión sombría de un país que amenazaba su razón occidental desde
Liberación Nacional, partió de San Cristóbal hacia el Distrito Fe-
algún enigma anterior para él indescifrable. Volcó esa visión en
deral. La integraban veintitrés comandantes, hombres y mujeres, y
Los caminos sin ley,2*1 crónica de su viaje. Al atravesar a lomo de
el subcomandante Marcos, desarmados pero sin descubrir sus ros-

26 Graham Greenc, The Laivless Roads, Longmans, Grcen and Co., Londres,
1939, p. 230 (edición en español: Caminos sin ley, Porrúa, México, 2004).
11 Ibid.

264
265
HISTORIAS i M . A N D I i S ' l I N A S |.; -iu:iTO INDÍGENA Y Hl ESTADO MEXICANO

tros. Recorrieron el país desde Chiapas hasta el Distrito Federal, Desde entonces subsiste la rregua arin,ul;i entre el gobierno fe-
realizaron multitudinarias concentraciones y mítines en diversas deral y el ejército indígena con sus bases de apoyo en los pueblos.
ciudades de su recorrido, asistieron al Congreso Nacional Indíge- Hay quien ve esta situación como un límite infranqueable para el
na en Nurio, Michoacán y llegaron a la capital de la República el movimiento indígena. Hay quien la ve, por el contrario, como otro
11 de marzo, donde realizaron un acto de masas que llenó total- indicador de su capacidad de persistir, esperar y no cejar en las ad-
mente la plancha del Zócalo de la ciudad de México. La delega- versidades, en una dimensión temporal diferente del tiempo del
ción se alojó en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y Estado y sus instituciones.
recibió a diversas personas y organizaciones.
Después de más de dos semanas de tensa espera, el 28 de mar- Junio de 1999-agosto de 2002
zo una representación del EZLN fue recibida en sesión conjunta
por las dos Cámaras del Congreso de la Unión. Desde la tribuna
del Congreso habló la comandante Esthcr en nombre del EZLN,
con el rostro cubierto por su pasamontañas. Dio las razones y los
argumentos en apoyo de la aprobación por el Congreso de un tex-
to legal que convirtiera en ley de la República los Acuerdos de
San Andrés. De inmediato la delegación zapatista se regresó a sus
territorios en Chiapas. Allí esperó la decisión del Congreso de la
Unión.
Esa decisión fue adversa. La ley indígena aprobada por las dos
Cámaras del Congreso {en el Senado por unanimidad, en la Cáma-
ra de Diputados por mayoría) conservó aspectos formales y omitió
puntos sustanciales de esos Acuerdos, en particular los relativos a
la autonomía y al reconocimiento constitucional de los pueblos
indígenas como sujetos de derecho.
El Estado mexicano, el mismo cuyos gobiernos, sin cesar de hos-
tigar a los zapatistas, habían negociado o convivido con la rebe-
lión desde 1994, se negaba así, una vez más, a modificar su esencia
jurídica de exclusión de los indígenas como tales. Pese a los cam-
bios en el plano de la política representativa (elecciones compe-
titivas con pluralidad de partidos y alternancia en la Presidencia de
la República, por ejemplo), los órganos legislativos de ese Estado
confirmaban la continuidad y la permanencia de sus rasgos defini-
torios como forma específica de Estado, no la trasformación tan-
tas veces proclamada. Aceptar el desafío indígena implicaba abrir
las puertas a cambios de fondo. Ni el Congreso ni el poder Ejecu-
tivo estuvieron dispuestos a permitirlo.

266 267
Dinero y comunidad.
Fantasía entre teoría e historia5
Homenaje a E. R Thompson

E n agosto de 1938, Cordell Hull, secretario de Estado en el go-


bierno de Franklin Delano Roosevelt, estaba indignado con
los mexicanos. El gobierno de Lázaro Cárdenas había expropiado
a las compañías petroleras el 18 de marzo de ese año y se había com-
prometido a pagar la correspondiente indemnización conforme a
las leyes mexicanas. Las compañías, sin embargo, se negaban a lle-
gar a un acuerdo y a negociar la valuación y el monto a pagar y
pedían la devolución de sus antiguas propiedades.
Uno de los puntos del complicado litigio consistía en que, mien-
tras el gobierno mexicano consideraba que el petróleo del subsuelo
era propiedad de la nación y no de las compañías, simples conce-
sionarias de su explotación, éstas incluían los yacimientos entre
sus propiedades. El otro era el valor de las instalaciones mismas.
Finalmente, las compañías —y en eso las más intransigentes eran
las británicas— negaban el derecho mexicano de expropiar.
El gobierno de Estados Unidos, por su parte, reconocía el dere-
cho del gobierno de México a expropiar dentro de los límites de su
soberanía territorial y se separaba, en esto, de la postura de las com-
pañías petroleras. Pero exigía pago inmediato de una justa indem-
nización. Los mexicanos no se negaban a pagar, pero reclamaban,
primero, que las compañías permitieran una evaluación imparcial
de sus bienes y, segundo, que se pagara en los plazos en que México
estuviera en condiciones de hacerlo.

* Texto presentado en el seminario "Karl Marx, 1844-1994. A 150 años de


los Manuscritos de París", Facultad de Economía, Universidad Nacional Autó-
noma de México, 30 de junio de 1994. Otra versión de algunas de las ideas aquí
expuestas está en Adolfo Gilly, El cardenismo. Una utopía mexicana, Era, Méxi-
co, 2001.

269
HISTORIAS U.ANMHS'l INAS I J I N I K O V i ' O M U N l M A l l . FANTASÍA l : NTItl ; I H ' U Í A li HISTORIA

Esta polémica se entrecruzaba con la discusión casi idéntica so- entender la posición de México y justipreciar l:i apárenle falta de cumplimien-
bre el pago de la indemnización por la expropiación de tierras mexi- to de sus obligaciones.
canas propiedad de ciudadanos de Estados Unidos en cumplimiento Sin pretender refutar el punió de vista del gobierno norteamericano, deseo
del programa de reforma agraria del gobierno del general Cárde- llamar de manera muy especial su atención hacia el hecho de que la reforma
nas. Y sobre estas expropiaciones agrarias se había entablado el li- agraria no es solamente uno tle los aspectos de un programa de mejoramien-
tigio entre ambos gobiernos. to social intentado por un gobierno o un grupo político para experimentar
¿Por qué estaba especialmente enfurecido Cordell Hull en aquel nuevas doctrinas, sino que constituye el cumplimiento de la más trascenden-
verano de 1938? Es que el 21 de julio había hecho saber a los me- tal de las demandas del pueblo mexicano que sacrificó para lograrla, en la lu-
xicanos, en una nota diplomática, que no se valía postergar el cha revolucionaria, la vida misma de sus hijos. La estabilidad política, social
pago de las expropiaciones agrarias argumentando la urgencia de y económica, y la paz de México, dependen de que la tierra sea puesta nue-
los programas sociales del gobierno, pues eso violaba "las normas vamente en manos de los campesinos que la trabajan; por lo tanto, su distri-
umversalmente reconocidas de derecho y equidad". Escribía el se- bución, que venía a implicar la transformación del país, es decir, el futuro de
cretario de Estado: la nación, no podía detenerse ante la imposibilidad de pagar inmediatamente
el valor de las propiedades pertenecientes a un reducido número de extranje-
No podemos admitir que un gobierno extranjero pueda tomar la propiedad de ros que solamente persiguen un fin lucrativo.
ciudadanos estadounidenses violando la norma de indemnización conforme Por una parte, se aprecian las reivindicaciones de justicia y mejoramien-
al derecho internacional. Tampoco podemos admitir que cualquier gobierno to de todo un pueblo y, por otra, los intereses puramente pecuniarios de algu-
unilateralmente y mediante su legislación interna pueda, como sucede con el nos individuos. La posición de México en desigual dilema no podía ser otra
presente caso, anular este principio umversalmente aceptado del derecho in- que la asumida y no se afirma esto como un atenuante de su proceder, sino
ternacional, basado como está en la razón, la equidad y la justicia. 1 como una verdadera justificación del mismo. [...]
Sin embargo, México admite, en obediencia a sus propias leyes, que sí está
Y se había molestado al extremo porque el gobierno mexicano, obligado a indemnizar en forma adecuada, pero la doctrina que sustenta al
a esa comunicación, había respondido el 3 de agosto de 1938 en respecto, que está apoyada en las más autorizadas opiniones de tratadistas de
estos términos: derecho internacional, es que el momento y la forma de hacer dicho pago de-
ben ser determinados por sus propias leyes."
Mi gobierno sostiene, por el contrario, que no hay en derecho internacional
ninguna regla umversalmente aceptada en la teoría, ni realizada en la prácti- El gobierno mexicano estaba contraponiendo a los reclamos
ca, que obligue al pago de una compensación inmediata, ni siquiera diferida, del gobierno de Estados Unidos no una situación de hecho ni una
por expropiaciones de carácter genera! o impersonal, como las que México ha interpretación diferente de una misma norma de derecho, sino
realizado para procurar la redistribución de la tierra. una doctrina jurídica diferente.
Las expropiaciones efectuadas en el proceso de nuestra reforma agraria Era un conflicto entre dos derechos: uno, el de una comunidad
tienen, en efecto, ese doble carácter que debe ser tomado muy en cuenta para originada en lazos anteriores al dinero; el otro, el de una comuni-
dad donde el dinero como equivalente universal es medida de razón,

1 Boletín de Infamación, Departamento Autónomo de Prensa y Publicidad, 22


de julio de 1938; Fureign Relatiuns of thc United States, vol. V, Diplomatic Papers, : El Universal, 4 de agosto de 1938; y Foreign Relations ofthe United States, dt.,

1938, pp. 674-78. pp. 679-84-

270 271
HISTORIAS CLANDESTINAS v r o M U N i M A i i . FANTASÍA i - N ' i u i - rEORIA K HISTORIA

equidad y justicia —en otras palabras, una comunidad natural y tas naciones del mundo aceptaron esio como una sólida norma básica de jue-
una comunidad de fundamentos capitalistas. go limpio y trato justo. Hoy, está incorporado a las Constituciones de la mayor
No es imaginable que esta distinción se presentara clara en las parte de los países del inundo y de cada república del continente americano y
mentes de los protagonistas. Cordell Hull postulaba su idea de la ha sido aplicado como doctrina internacional en el derecho internacional um-
justicia y el derecho como universal. Quien opusiera otra no plan- versalmente reconocido. Es nada más que el reconocimiento entre las nacio-
teaba para él un conflicto de derechos. Simplemente se colocaba nes de las reglas de trato justo y correcto, como funcionan habitualmente entre
fuera de la ley, era un proscripto. El 22 de agosto, en una nota ta- los individuos y que son esenciales para el intercambio amistoso.
jante, respondió al gobierno mexicano:
Todo esto, decía Cordell Hull, era "evidente por sí mismo" y la
La aceptación universal de esta norma del derecho internacional que, en rea- posición mexicana había sido recibida por su gobierno, "siento
lidad, es simplemente una declaración de justicia común y trato justo, no ad- necesario decir con toda claridad, no sólo como sorpresa, sino con
mite, en opinión de este gobierno, ninguna divergencia de opinión. [...] un profundo sentimiento de pena":
La toma de propiedad sin indemnización no es expropiación. Es confisca-
ción. No es menos confiscación porque pueda haber una declaración de in- La adopción por las naciones del mundo de una teoría como ésa resultaría en
tenciones de pagar en algún momento futuro. 1 la inmediata ruptura cíe la confianza y la credibilidad entre las naciones y
en un deterioro progresivo de las relaciones económicas y comerciales inter-
La respuesta del secretario de Estado tenía tonos sinceros de in- nacionales tal que pondrían en peligro los cimientos mismos de la civilización
dignación moral. Sin embargo, para beneficio de la comprensión de moderna. El progreso humano sería fatalmente hecho retroceder.
los mexicanos y para fundamcntación de su propia posición, Cor-
dell Hull exponía en su documento una explicación histórica, a su La respuesta del gobierno mexicano fue igualmente severa.
criterio obvia, de los orígenes del derecho universal: Vino el 1 de septiembre en el informe del presidente Cárdenas al
Congreso de la Unión:
Dije que el gobierno de Estados Unidos no puede admitir que un gobierno ex-
tranjero pueda tomar la propiedad de los ciudadanos estadounidenses igno- La reforma agraria representa la más urgente y trascendental de las medidas
rando la norma de indemnización umversalmente reconocida por el derecho empleada:, por México para lograr su estabilización social y económica y [...]
internacional o admitir que la norma de compensación pueda ser anulada por frente al deber imperativo e ineludible de cumplirla, el gobierno ha conside-
cualquier país bajo su legislación interna. rado obrar justificadamente al ocupar las tierras, reconociendo en favor de sus
Mi gobierno tenía presente que la doctrina de justa indemnización por pro- propietarios la obligación de indemnizarlos, si bien el pago respectivo haya
piedades tomadas tuvo origen mucho antes que el derecho internacional. Fue- tenido que ser demorado. Considerando México que los derechos de la colec-
ra de coda la duda, la cuestión se planteó por primera ve: cuando una persona tividad deben prevalecer sobre los derechos individuales, no podía subordi-
trató de apoderarse de la propiedad de la otra. La sociedad civilizada determi- nar la aplicación de la ley a las posibilidades de un pago inmediato.
nó que la justicia común exigía que se le pagara por eso. Una nación después En las luchas sostenidas por los pueblos para lograr su transformación so-
de otra decidieron que era justo y razonable, equitativo y correcto, acompañar cial se han lesionado los intereses de los inversionistas nacionales y extranje-
la toma de propiedad con el pago de justa compensación. A su debido tiempo,

* Ihid.
'/bíd-.pp. 685-96. ' Ibid.

272 273
HISTORIAS U . A N D K S I I N A S

ros por actos inevitables de! poder público, que en ocasiones no han traído bres y está en referencia a ellos en virtud ik esa poseaión exclusiva - la pro-
aparejada la compensación inmediata, ni siquiera la posterior, y sin embargo piedad privada es su existencia persona!, dislinnva, y por lo lanto esencial—,
su conducta ha sido lícita si se atiende a los intereses superiores que han ira- resulta entonces que la pérdida de la propiedad privada o la renuncia a ella es
tado de servir.6 una enajenación del hombre en tanto que propiedad pritMOO.

Dos concepciones del derecho se contraponían y cada una de La indignación moral con que Cordell Hull recibía doctrinas
las partes daba a la propia valor universal. jurídicas mexicanas era real y sincera. Esas doctrinas estaban aten-
No ignoro la dificultad en dar el salto desde la teoría a la his- tando contra la esencia humana misma, tal como ésta había que-
toria. Pero hay veces, cuando los conflictos tocan el fondo rocoso dado definida allá en la noche de los tiempos la primera vez que
de los principios, que la historia tiene alas y el salto puede, si no eli- "una persona trató de apoderarse de la propiedad de otra". Legiti-
minar sus riesgos, al menos aminorarlos. maban, entonces, una "enajenación del hombre" y, en efecto, su
Casi un siglo antes, en sus notas de lectura de 1844 conocidas difusión "pondría en peligro los cimientos mismos de la civiliza-
hoy como los Cuadernos de París, Karl Marx se ocupaba del dife- ción moderna".
rendo que oponía a Cárdenas y Hull. La explicación histórica del Nada más que el gobierno mexicano estaba hablando de otra
estadounidense sobre los orígenes del derecho a ser indemnizado: civilización o de otros fundamentos de la vida civilizada. Presupo-
"fuera de toda duda, la cuestión se planteó por primera vez cuando nía a la comunidad de los mexicanos como preexistente a la propie-
una persona trató de apoderarse de la propiedad de otra", presupo- dad y al intercambio mediado por el dinero, ese dinero que se le
nía que el primer atributo de la persona era precisamente la pro- exigía pagar como justa e inmediata reparación por las expropia-
piedad. Marx, tanto tiempo antes, se detenía en este presupuesto: ciones agrarias. No era éste, por supuesto, el lenguaje de la vida
cotidiana en la sociedad mexicana, también regida por la propie-
La economía política concibe a la comunidad de ios hombres —es decir, a su dad y mediada por los intercambios y el dinero. Pero lo era cuando
esencia humana en acción, a su complementación en ¡a vida genérica, en la su gobierno era llevado a afirmarse en los fundamentos de la comu-
verdadera vida humana— bajo la forma del intercambio y el comercio. La so- nidad nacional, que es lo que sucedía en los días culminantes del
ciedad, dice Destutt de Tracy, es una serie de intercambios recíprocos. La socie- conflicto petrolero:
dad, dice Adam Smith, es una sociedad de actividades comerciales. Cada uno de
sus miembros es un comerciante. Considerando México que los derechos de la colectividad deben prevalecer
Puede verse la manera como la economía política fija la forma enajenada sobre los derechos individuales, no podía subordinar la aplicación de la ley a
del intercambia social como forma esencia/ y original, adecuada a la determi- las posibilidades de un pago inmediato. [...] Esta teoría, que parece al gobier-
nación humana. no de Estados Unidos subversiva e insólita en el orden internacional, ha sido
La economía política, siguiendo el movimiento real, parte de la relación aplicada por Estados que figuran a la vanguardia de la civilización cuanto
dei hombre con el hombre como relación de propietario privado con propietario ante la necesidad suprema del Estado y, sin desconocer el derecho de propie-
privado. Si se presupone al hombre como propietario privado, es decir, como dad, no han vacilado en tomarla sin indemnización correspondiente.
poseedor exclusivo que afirma su personalidad, se diferencia de los otros hom-

7 Karl Marx, Cuadernos de París [notas de lectura de 18441, Era, México, 1974,
ñ Lázaro Cárdenas, Palabras y documentos pt'tfclicos, Siglo XXI, México, 1978, pp. 138-39.
pp. 122-47. s L. Cárdenas, op. cit.

274 275
I I I S I O I t l A S t 1 ANM1-M INAS
D I N E R O Y C O M U N I D A D . FANTASÍA E N T R E TEORÍA E H I S T O R I A

Era, entonces, casi sin metáfora, un conflicto de civilizaciones y la necesidad y del egoísmo de cada individuo; es decir, es producida de mane-
un conflicto de concepciones sobre el sustrato de la comunidad ra inmediata en la realización de la existencia humana. La realidad de esta co-
y sus relaciones con sus individuos. Sería injusto decir que sus pro- munidad no depende de ¡a voluntad humana; pero mientras el hombre no se
tagonistas no tenían ninguna conciencia de ello, dado que el tér- reconozca como hombre y, por tanto, organice al mundo de manera humana,
mino "civilización" aparece en lugar central en la argumentación esta comunidad aparecerá bajo la forma de enajenación. Debido a que su su-
de cada uno. jeto, el hombre, es un ser enajenado de sí mismo.
Estas concepciones no provenían de influencias comunistas, co-
mo sospechaba y decía Cordell Hull," sino de las antiguas fuentes Aquella idea de comunidad no está mediada por el dinero, este
del derecho hispánico y de las comunidades indígenas, ambas con- "mediador ajeno", como dice Marx en sus apuntes, cuando "el
fluyentes en una idea de comunidad natural anterior a los indivi- hombre mismo debería ser el mediador para los hombres". Pero esa
duos, idea perviviente en la herencia cultural y relaciona! mexicana idea no existe ya en la realidad aparente. ¿Por qué aparece, enton-
y todavía no disuelta entonces por el dinamismo de los intercam- ces, una sombra o un reflejo de ella cuando en 1938 el poder que
bios mercantiles y dinerarios. k) asume la representación de la comunidad de los mexicanos entra
La reflexión sobre esa idea histórica de comunidad, que atra- en conflicto, sobre el propio territorio donde ésta existe y se define,
viesa la obra de Marx hasta las cartas a Vera Zasulich, aparece en con el poder que asume la representación de la comunidad de los
los Cuadernos de P¿m's: estadounidenses?
Porque el conflicto, a mi entender, toca las fibras más profun-
El intercambio, tanto de la actividad humana en el propio proceso de produc- das de definición de la identidad comunitaria nacional en cada
ción como de los productos humanos entre sí, equivale a la actividad genérica y una de ellas. Y entonces, borrosa pero inconfundiblemente, toma
al goce genérico, cuyo modo de existencia real, consciente y verdadero, es la la forma de dos definiciones nacionales diferentes, aquello que es un
actividad social y el goce social. Por cuanto el verdadero ser comunitario es la esen- conflicto entre dos ideas de comunidad que atraviesa a todas las
cia /utmajuí, los hombres, al poner en acción su esencia, crean, producen la co sociedades en tránsitos seculares desde sus formas naturales a sus for-
iniínr£Ííiíí humana, ia entidad social, que no es un poder abstracto-universal, mas capitalistas.
enfrentado al individuo singular, sino la esencia de cada individuo, su propia Si en la indignación de Cordell Hull se escuchan resonancias
actividad, su propia vida, su propio goce, su propia riqueza. Por tanto, no es en de la misma indignación que en los señores de la Inglaterra de los
virtud de la reflexión que aparece esta comunidad verdadera, sino en virtud de siglos XVII y XV111, en las razones morales de los mexicanos apare-
cen, bajo la forma de sentimiento nacional, las motivaciones de
11 El 10 de septiembre, en una conversación con el embajador mexicano en
la economía moral que, como bien nos lo explicó Edward P. Thomp-
Washington, Francisco Castillo Nájcra, el secretario de Estado le dijo que "un son, inspiraban las rebeldías plebeyas contra aquellos señores.12
cuidadoso examen de todas las evidencias y la literatura sobre el tema indica que
el gobierno mexicano se está aproximando al marxismo o a las bases del comu-
nismo, ya sea consciente o inconscientemente" (Foreign Relatitms of the United
11K. Marx, op. cit., pp. 136-37.
States, di., pp. 705-707).
12E. P. Thompson, "La economía moral de la multitud en la Inglaterra del si-
10 Sobre esta confluencia en la formación de la conciencia nacional mexica-
glo XVIIl", Tradición, revuelta, y conciencia de clase, Crítica, Barcelona, 1979, pp.
na, ver Jacques Lafaye, Minias, cruzadas, utu/jías, Fondo de Cultura Económica,
62-134, y Cusíoms in Comino?!. Studies in Traditianal Popular Culture, The New
México, 1984, en especial el capítulo V, "La utopía mexicana. Ensayo de intra- Press, Nueva York, 1993 (edición en español: Costumbres en común, Crítica, Bar-
historia".
celona, 2000).

276
277
HISTORIAS CLANDESTINAS H N H U í V C O M U N I D A D . I-'AN I ' A S I A 1 N 1 U I

Se enfrentan dos indignaciones morales paralelas y verdaderas; teoría, quiero agregar que en los Ciuidenws de Varis encontré el
en el fondo, dos visiones sobre la esencia humana, la comunidad hilo para salir del laberinto de un extraño diálogo que había halla-
y la propiedad privada. Sólo llevando el análisis a este terreno pue- do en las discusiones de aquellos días entre los dos gobiernos.
de verse la profundidad del choque, entre una comunidad donde En diciembre de 1936, mucho antes de la expropiación petro-
aún la economía moral dominaba las conciencias y otra donde se lera y apenas iniciada la reforma agraria en el valle del Yaqui, donde
explayaba en toda su fuerza la economía de mercado del siglo XX. estaban siendo afectadas o iban a serlo propiedades de ciudadanos
No es forzar la analogía afirmar que el aprecio de aquellas mo- de Estados Unidos, el embajador de este país, Josephus Daniels,
tivaciones de los plebeyos anima la indignación moral que apa- rooseveltiano y viejo populista agrario del estado sureño de Caro-
rece aquí y allá en los Cuadernos de París y en la obra entera de lina del Norte, tuvo una entrevista con el presidente mexicano.
Marx: Entre otras cuestiones, le planteó en ella la cuestión de las expro-
piaciones agrarias. Daniels tenía especial simpatía por los planes y la
Mi trabajo sería expresión vital libre, por tanto goce de la vidíi. Bajo las condi- política de Cárdenas y éste lo sabía. Iba sin embargo en la entre-
ciones de la propiedad privada es enajenamiento de la vida, pues yo trabajo para vista a plantear las preocupaciones de su gobierno.
vivir, para conseguir un medio de vida. Mi trabajo no es vida." [...] Al negar Después de reiterar que la ley agraria sería aplicada en el Yaqui,
[...] toda importancia a la vida misma, la abstracción propia de la economía sin afectar, sin embargo, a las propiedades de ciudadanos de Estados
política alcanza el colmo de la infamia.** Unidos hasta 150 hectáreas según disponía la misma ley, el gene-
ral Cárdenas hizo al embajador un pedido poco común, singular-
Y unas páginas más allá: mente ajeno a los usos, costumbres y lenguajes de la diplomacia.
Así lo registra el cronista de la reunión, Fierre Boa!, consejero de
Considérese la abyección que implica la valoración de un hombre en dinero, la embajada:
tal corno tiene lugar en la relación crediticia. [...] El crédito es el juicio en tér-
minos económicos sobre la moralidad del hombre. [...] La individualidad huma- El presidente Cárdenas dijo entonces que quería pedir un favor personal ai em-
na, la moral humana se ha vuelto, por un lado, un artículo de comercio y, por bajador [cursivas en el original]. Dijo que su pueblo había vivido durante años
otro, el material en que existe el dinero. La materia, el cuerpo del espíritu del en una situación de abrumadoras miseria y pobreza. La ambición de la gran
dinero no es ya el dinero, o sus representantes en papel, sino mi propia exis- masa de trabajadores agrarios pobres había sido poseer la tierra en la cual tra-
tencia personal, mi carne y mi sangre, mi virtud y mi valía sociales.15 bajaban, y él y su gobierno habían tratado fielmente de llevar adelante ese
propósito. ¿No sería posible para el embajador lograr el apoyo del presidente
Tan real y hondo era el conflicto entre dos derechos y dos vi- Rooscvclt y del gobierno de Estados Unidos para convencer a los propieta-
siones del mundo que en esos acontecimientos se jugaba, que más rios estadounidenses en México de que cooperaran con el gobierno mexica-
allá de la conciencia de sus protagonistas aparecía, como debe ser, no de modo que ese fin pudiera alcanzarse?
en las formas de su lenguaje.
A riesgo de aumentar los peligros de este vuelo entre historia y La crónica no dice qué cara puso el embajador —posiblemen-
te, cara diplomática—, pero sí que respondió que trasmitiría ese
13 K. Marx, op. cit., p. 156.
pedido en persona a Roosevelt y a Hull.
H Ií>id.,p. 117-
1 5 ¡bid.,pp. 133-34. K 'A.Gilly, op. cit., p. 2.34.

278 279
V COMUNIDAD. h A N ' I A S Í A I ' N Í Í Ü I T O K l A K HISTORIA
H I S T O R I A S CLANDESTINAS

soberbia del poder y del dinero u n k l a con la ignorancia sobre los


¿Pero por qué a mí, más de medio siglo después, me parecían
sentimientos de esta nación, átenlo contra los últimos pero reales
tan extraños, y a la vez tan familiares, el pedido y sobre todo el
vestigios de las razones, los modos y las promesas de una comunidad
tono del general? ¿Por qué me conmovía la anécdota, por qué veía
mexicana que se reconoce, finalmente, en la tierra. Fue, en térmi-
una recóndita dignidad en donde otros tal vez hayan querido ver
nos escuetos, sintéticos y precisos, un asalto del dinero contra esa
deferencia o dependencia? 17
comunidad y contra su historia.
Era el lenguaje lejano de la comunidad contra el lenguaje del di-
En ese espacio entre comunidad y dinero, que no ha cesado has-
nero, el lenguaje humano contra el lenguaje de la propiedad. Era
ta hoy de alimentar desde el fondo los conflictos de la mayoría de
una voz que, en el distante mundo de la diplomacia y del poder,
los habitantes de este mundo, se gestó, se jugó y encontró sus ideas
estaba dando al otro argumentos indiferentes a la lógica del "me-
y su razón de ser el levantamiento de los indígenas de Chiapas. Si
diador ajeno" pero vivos todavía en la imaginación y en la razón
tuvo resonancias y simpatías en todo el territorio nacional es porque
de su comunidad nacional.
ese nervio profundo sigue vivo y fue tocado. El futuro dirá por cuál
Es lo que encontré, con el riesgo que antes digo, en los Cuader-
camino al fin de cuentas nos iremos.
nos de París:

Junio de 1994
El único lenguaje comprensible que hablamos entre nosotros son nuestros
objetos en su relación entre sí. Un lenguaje humano nos resultaría incom-
prensible e inefectivo: el primero lo usaría como una petición, como un rue-
go, sabría por tanto que se degrada y se sentiría avergonzado, humiUado; el otro
lo escucharía teniéndolo por un atrevimiento, y lo rechazaría como a un des-
varío. A tal punto estamos mutuamente enajenados de la esencia humana, que
el lenguaje inmediato de esta esencia nos parece un atentado contra la digni-
dad humana, mientras el lenguaje enajenado de los valores cosificados se nos
presenta como la realización adecuada de la dignidad humana en su autocoiv
fianza y su autorreconocimienro.'1

Dije al comienzo que esto era una fantasía de historiador dan-


do saltos vedados sobre dominios entre los cuales es peligroso omi-
tir las mediaciones. Fantasía, si bien entiendo, es la forma musical
en que suele disolverse la construcción clásica de la sonata.
Si esta metáfora me está permitida, quiero cerrar con una últi-
ma variación sobre el mismo terna.
La liquidación del artículo 27 constitucional, producto de la

17 Por ejemplo, José Vasconcelos, prólogo a Victoriano Anguiano, Lázaro


Cárdenas, su feudo y ¡apolítica nacional, Eréndira, México, 1951, p. 12.
18 K. Marx, of>. cít., pp. 153-54-

281
280
Epílogo.
Historia crítica o discurso del poder'

Para el abuelo Attilio, en arte Mesmer/s,


actor, vagabundo, saltimbanqui.

Si la construcción del futuro y el resultado fi-


nal de lodos ios tiempos no es asunto nuestra,
es toe/avía más claro lo que debemos lugrar en
el presente: me refiero a la cri't/ca despiadada
de todo lo que existe, despiadada en el senti-
do de que la crítica no retrocede ante sus /tu-
pios resultados ni teme entrar en conflicto con
los poderes establecidos.

K:irl Marx, carta a Amold Ruge,


Kreuznuch, septiembre de 1843

Premisa

La pregunta me pareció, de entrada, restrictiva: la historia ¿para


qué? Para los niños, el para qué suele ser obvio o subordinado. El
gran problema es el porqué. Y si trasformo la pregunta en: historia
¿por qué?, me encuentro con la respuesta al porqué de toda cien-
cia y de todo conocimiento: por la necesidad de obrar específica
del ser humano, eso que Marx llama "el comportamiento activo del
hombre frente a la naturaleza, el proceso de producción inmedia-
to de su existencia".
Pero si esto es así, debo llegar enseguida a la comprobación,
muy conocida, de que mientras en las ciencias de la naturaleza, en
la historia natural, el conocimiento en cada momento dado tiende
a ser uno, en las ciencias de la sociedad, en la historia de los seres

Publicado en Carlos Pereyra et al, Historia ¿para qué?, Siglo XXI, México,
1980, pp. 195-225.

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HISTORIAS ri A N U Í s i I N A S EPILOGO

humanos, ese mismo conocimiento es múltiple, tiene varias versio- Esto porque la historia trata, obviamente, de relaciones socia-
nes y vertientes (o, en otros términos, mientras el primero es uní- les: guerra, comercio, técnica, ciencia, religión, Estado, familia...
voco, el segundo es multívoco o, si se quiere, incluso equívoco). La Esas relaciones sociales, mientras el ser humano se siga relacio-
diferencia, también muchas veces explicada, puede buscarse en lo nando con la naturaleza del modo en que lo ha hecho hasta hoy
que el mismo Marx, citando a Vico, recordaba: "la historia de la (independizarse totalmente de ella, por elementales razones bio-
humanidad se diferencia de la historia natural en que la primera lógicas, como es natural nunca podrá), y más todavía en la sociedad
la hemos hecho nosotros y la otra no". de clases, son inevitable e invariablemente relaciones de fuerza: pa-
Entra entonces la distinción entre lo objetivo y lo subjetivo. Y dres/hijos, hombre/mujer, adultos/jóvenes, adultos/ancianos, do-
si la condición del conocimiento científico es la capacidad crítica, se minadores/dominados según castas, clases, comunidades o naciones.
aceptará sin dificultad que es mucho más fácil la crítica de lo que La historia, cuyo objeto privilegiado es la descripción y el cono-
hizo la naturaleza y de nuestro conocimiento sobre ella, que la crí- cimiento de esas relaciones y de sus trasformaciones, puede adoptar
tica de lo que nosotros hicimos y de nuestro conocimiento sobre frente a ellas dos actitudes que no les son permitidas a las ciencias
nosotros mismos. naturales frente a su objeto: justificarlas explicándolas como inmu-
Porque la crítica y su producto, el conocimiento, disminuye o des- tables y naturales o criticaría explicándolas como cambiantes y
truye la dependencia de poderes ajenos; y mientras ante el poder transitorias.
de la naturaleza sobre los seres humanos el interés de éstos se pre- La primera actitud parte de quien tiene interés en conservar las
senta unificado precisamente por su comportamiento activo frente a relaciones sociales existentes (o, en otras palabras, las relaciones
ella (su comportamiento de sujeto y no de mero objeto), ante el po- de fuerza existentes dentro de la sociedad); la segunda, de quien
der de la sociedad sobre los individuos el interés de éstos se presen- pretende trasfomiarlas. Las diversas historias surgen pues, como
ta dividido, según que lo ejerzan o lo sufran o, más precisamente, es demasiado sabido, de intereses sociales diversos, uno conserva-
según que de él se beneficien unos más que otros o unos sobre otros. dor de las relaciones de fuerza y de poder existentes (aunque pueda
Esto determina para la historia una situación contradictoria con ser crítico de las del pasado, presentadas entonces como mero trán-
la de otras ciencias: existen en determinado momento varias his- sito hacia el orden de cosas reinante), otro crítico de los poderes es-
torias, no una, diversas versiones e interpretaciones divergentes y tablecidos (crítico, entonces, también hacia el pasado y crítico hacia
a menudo antagónicas. Lo cual nos lleva a su vez a una nueva tras- sí mismo y hacia el porvenir, si no quiere caer en la inmovilidad del
formación de la pregunta: las historias ¿por qué? Las diversas versio- milenarismo, forma invertida de la conservación tendida hacia el fu-
nes suponen que algunas (o todas) son falsas o menos verdaderas turo).
(o si se quiere, ideológicas, lo cual plantea la cuestión del límite El grupo o la clase social cuyo interés coincida con la crítica ra-
entre ciencia e ideología en la historia). Si el conocimiento con- dical de los poderes establecidos podrá aproximarse más, en su vi-
duce a la acción, un conocimiento falso extraviará el pensamiento sión de la historia, a los criterios del conocimiento científico. Aquel
y desviará la acción de quien por él se guíe. Sin embargo, la per- cuyo interés sea la conservación de esos poderes y del orden que
sistencia a través de las épocas de las varias versiones simultáneas de ellos se desprende se orientará en cambio a hacer de la historia
de la historia indica que el conocimiento histórico es también, y una ideología justificadora del estado de cosas presente y a con-
antes que nada, un discurso adaptado no a una acción única de la vertirla, en consecuencia, en un discurso del poder.
humanidad sobre la naturaleza, sino a diversas acciones de diver- Entre la crítica radical y el discurso del poder establecido osci-
sos grupos humanos sobre sí mismos y entre sí. la el porqué de todas las historias y en consecuencia su para qué.

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N S I O K I A S rl A N I H ' S I I N A S EPILOGO

Límites y tensiones ción combinadas pero no confundidas. Significa reconstruir inte-


lectualmente el curso de los hechos y explicar por qué fueron así
La historia comienza donde termina la memoria de las generado y no de otro modo. La historia, como es sabido, no se construye
nes vivas: en ios abuelos. Más acá es crónica, relato, narración de con los si, y la obra del historiador que se dedica a especular acerca
testigos presenciales. Todavía no alcanza a cristalizarse del todo 1-11 de lo que habría sucedido si... (o cuyo método de interpretación
historia la Revolución mexicana para México ni la Revolución rusa tiene como fondo dicha actitud) no tiene más valor científico que
para Rusia, aunque ya la mexicana lo sea para los soviéticos y la las teorizaciones sobre lo que ocurriría si nuestras abuelas tuvieran
rusa para los mexicanos. ruedas.
Por eso mismo los intereses que guían (o desvían) la crónica son El historiador, para reconstruir con los materiales dados (aparte
diferentes de aquellos que producen los mismos efectos en la liis de saber y poder reunir los materiales), necesita relacionar su ta-
toria. Rashomon es un ejemplo clásico de los primeros, las diversas rea de investigación con dos niveles: a) un método de interpretación
versiones escolares de las historias de cada Estado, de los segun- general; b) su propia experiencia (vivida, aprendida o heredada). El
dos. En el primer caso, se trata de individuos; en el último, de gru- primer punto se relaciona con el rigor científico en su oficio. El se-
pos sociales o naciones. gundo tiene que ver con su calidad de conocedor de seres humanos
Esto dice que sería ilusorio esperar una historia imparcial: H en tanto individuos y en tanto grupos, y con su capacidad de acu-
punto de vista del observador, individuo en sociedad, produce un mulación de experiencia vivida (por él o por otros, porque la edad
efecto de "indeterminación". Ese efecto es tanto menor cuanto no siempre es garantía de experiencia y muchas veces lo es de in-
más conscientemente el historiador —o su antecesor, el narra- capacidad de nueva asimilación).
dor— asume su propia parcialidad ante los hechos que relata y las La reconstrucción histórica debe reproducir el movimiento, la
narraciones que interpreta. La parcialidad no significa mentira: sig- multitensión (el "multitenso coajustc, como el del arco, como el de
nifica tomar partido o, también, apasionarse. Si las relaciones so- la lira", que decía Heráclito) que caracteriza al proceso de la his-
ciales son relaciones de fuerza y si la historia es historia de la lucha toria. La intensidad de lo vivido y lo leído, de lo experimentado y
entre las clases y los grupos sociales tomar partido no exige faltar lo aprendido, esa tensión entre vida y conocimiento (empírico o
a la objetividad. La parcialidad más desinteresada por alguno de los teórico, aquí no importa) cuyo nombre es pasión, es un ingredien-
intereses en lucha requiere, al contrario, investigar y probar la ve- te sin el cual la obra del historiador no pasará de ser un erudito pan
racidad de los hechos y rechazar la falsedad con la misma severi- sin levadura.
dad con que el investigador de la naturaleza toma en cuenta tanto Esa tensión peculiar de la historia obedece en gran medida al
los resultados experimentales que confirman sus hipótesis como cruce y la contraposición de sus historias. Quiero decir, al cruce
aquellos que las desmienten. entre la historia individual y la colectiva; la familiar y la local; la
Pero aquí, nuevamente, el grado de objetividad estará fuerte- local y la regional; la regional y la nacional; la nacional y la mun-
mente determinado según que el interés que guía a la inevitable dial. En cada uno de esos puntos de intersección y en sus múltiples
toma de partido (la supuesta "imparcialidad" es una toma de par- combinaciones se determinan focos de tensión sin cuya compren-
tido subrepticia) sea un interés conservador o un interés crítico sión es imposible dar cuenta del movimiento interior que anima al
hacia el orden de cosas existente. proceso histórico.
Dicho esto, la historia, como la crónica, no es justificación, Los cruces no tienen un orden preestablecido y sería arbitrario
condena, juicio de valor. Es ante todo narración e interpreta- establecer una jerarquía universal entre ellos. Su resultado es más

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I I M U K I A S t i ANI'I'M INAS EPILOGO

bien aquel "multitenso coajuste", lo que oíros llaman la lógica de de tos hechos ("donde yo fui procesado / por causa de mi torpeza",
la historia. dice también el narrador de Cananea). Crítica o edificante, ella
Por otra parte la historia universal, que sería el resumen, la com- intenta trasmitir una valoración de las conductas. Y aquí se pone
binación y la culminación de todas esas historias entrecruzadas en a prueba la verdad del canto, casi siempre tanto más auténtico cuan-
diversos niveles, es un hecho moderno hacia el cual ellas pare- to más abierto sea su ángulo de divergencia con la versión oficial
cen converger como los mercados locales hacia el mercado mun- de la historia.
dial, cuna y escenario de aquella idea de historia universal. La historia oficial es por definición la que elaboran las institu-
Pero, al mismo tiempo, historia universal y mercado mundial son ciones del Estado o sus ideólogos. Siendo todo Estado, también por
realidades nuevas, inconcebibles sin sus predecesores pero no re- definición, una forma de dominación, el para que de esa historia
ductibles a la suma de estos, realidades con su dinámica propia que es la justificación y ta prolongación de esa dominación.
subsume las parcialidades anteriores y las somete a su imperio y a Si la historia del canto es auténtica viene de abajo, y abajo es-
su lógica pero no las elimina. tán los dominados. No quiere decir que hay que creer sin más ni
Así como el mercado mundial a partir de su formación defini- más lo que el juglar nos cuenta, pero sí que hay que comprenderlo:
tiva en el siglo XÍX (tres siglos después de su primer bosquejo en el narrador refiere lo que su público quiere oír y no puede hacer-
el siglo XVl) no es la suma de los mercados nacionales, sino que lo en las ceremonias y las instituciones amparadas por la Iglesia y el
éstos son expresiones nacionales específicas de aquél, así las his- Estado. Es cierto que en su canto también se reflejan la ideología
torias nacionales son expresiones peculiares, únicas en cada caso, y la moral dominantes, que son las de toda su época, pero curiosa-
subordinadas a esa realidad superior que las abarca y las explica mente distorsionadas por el punto de vista de los de abajo o de los
y a la cual, en adelante, no pueden escapar. Tampoco pudieron sometidos.
hacerlo en el pasado los pueblos de Mcsoamérica cuando el jo- Los trovadores vagabundos, los minstreís, los juglares lindan en-
ven torrente de la primera modernidad, entonces apenas en for- tonces con los proscritos y son por siglos o por países un oficio mal-
mación, irrumpió en sus territorios; ni mucho después afganos o dito y peligroso ejercido sólo en los márgenes o en los intersticios
vietnamitas; ni mucho menos hoy las poblaciones indígenas de la de la sociedad oficial. Un ejemplo clásico, en los tenues albores de
Amazonia, en cuyas vidas dicha historia arrasadora penetra disol- los imperios modernos, aparece en la conquista anglo-normanda
viéndolas: la extinción es su forma terrible de entrar y salir, de un de Irlanda a partir de 1169. Los conquistadores debían terminar
mismo golpe, de ella. con el orden social, la estructura ciánica, la lengua y la cultura de
De la aproximación no mediada de algunos de aquellos cruces la sociedad gaélica para imponer su propia dominación. Pero la
surge como una chispa el encanto peculiar de los cantastorie, los ju- antigua sociedad resistía —resiste todavía bajo formas diversas y
glares, los payadores, los corridístas, esos artesanos errantes que unen modernas. Uno de los instrumentos de esa resistencia eran sus
lugares, tiempos y relatos, predecesores y contemporáneos de la cró- cantores, que con su arpa iban de comarca en comarca cantando
nica y la historia, ellos mismos un punto de cruce de las dos. en gaélico la historia prohibida del pueblo irlandés. Tan tenaz era
En sus narraciones, la precisión {real o ficticia) de sus porme- esa resistencia, y tan sólida la trama que las arpas tejían, que dos
nores ("voy a dar un pormenor...", dice el corrido de Cananea) siglos más tarde (1367) el duque de Clarcnce, virrey, hijo de Eduar-
trasluce a la vez el modo de referir campesino y la preocupación por do III, tuvo que incluir entre los delitos severamente castigados
la veracidad y la fidelidad de lo contado. Pero ellos no se limitan a por su estatuto de Kilkenny el dar albergue, protección o estímu-
narrar. Intercalan o agregan su propia explicación e interpretación lo a los poetas (minstreís), los versificadores (rhymers] y los conta-

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I U S I O K 1 A S ( | A N U Í SI IN.V.
EPÍLOGO

dores de historias (taletetlers) irlandeses, ( , ' Í I K O siglos después el lian y se impulsan mutuamente, entonces aumenta la productivi-
arpa —no la espada, el fusil o ía pica— puso a ser i-l emblema na- dad y aparece el producto excedente y con él la posibilidad de que
cional irlandés. una parte del grupo social produzca, con sus manos y herramientas,
Se opera en otros casos el fenómeno opuesto: el arte del cantas- lo necesario para todos, y otra parte viva de ese producto y pueda
lorie es asimilado por la versión oficial de la historia y entonces la dedicarse a pensar y a generalizar. El conocimiento, así, se concen-
crítica popular del poder existente se invierte en un discurso del tra, se desarrolla y se trasmite en unos, el trabajo directo, manual,
poder "populista". La Revolución mexicana da uno de los ejem- en otros. Como aquél no es nada más —ni nada menos— que la
plos más cumplidos de esa trasmutación. generalización de la práctica de este, lo coloca bajo su dominación.
Ha nacido la división entre trabajo manual y trabajo intelectual y
Niveles con ella la escisión social de los seres humanos y de su historia.
A partir de aquí se constituyen —en un trabajo de milenios-—
Los de abajo y los de arriba en cuanto a las clases, los vencedores lo que Marx y Engels llamaron en La ideología alemana una co-
y los vencidos en cuanto a las guerras, esa multiplicidad de histo- munidad superior y una comunidad inferior, cada una con su histo-
rias tiene niveles. El desnivel, decía, no impide la coincidencia en ria, sus oficios, sus tradiciones, sus costumbres, sus secretos, pero
los hechos pero sí en la carga emotiva. Una prueba inmediata la ambas unidas en una comunidad ilusoria por la idea de la común
da Alejandra Moreno Toscano en El siglo de la Conquista, cuando pertenencia a un grupo social único e indiviso —ciudad-Estado,
construye un contrapunto singular entre las voces de los defenso- comunidad, pueblo, nación— frente a los otros grupos sociales exis-
res de Tenochtitlan y las de sus atacantes. tentes. Se han formado las clases y en consecuencia el Estado.
Podemos imaginar una situación, cuando aún la división del A partir de aquí la historia pasa a ser propiedad de quienes pue-
trabajo es embrionaria y no ha alcanzado a escindir a la sociedad den hacer la 'listona, de los que ya son propietarios del conocí'
y a subordinar a los individuos, en que el grupo social es uno y co- miento. Todo el método histórico queda impregnado de su punto
mo tal recuerda, trasmite, mitifica y cuenta su pasado. Está, en el de vista, el de quien mira desde lo alto de una pirámide y no el de
principio, el afán y el placer de contar, de comunicar, de escuchar, quienes a la pirámide, como al sol, sólo pueden contemplarla des-
de vivir juntos intelectualmente, de ejercitar las fuerzas de la inte- de abajo aunque la hayan alzado con sus brazos.
ligencia en el relato nocturno como en el día se ejercitaron también La comunidad inferior es pura fuerza de trabajo y como tal no
las de los músculos en la caza del tigre o del venado. Esta relación tiene historia. Esclavos, siervos o proletarios hacen el trabajo de
es gratuita, es decir, no está mediada por un comercio que aún no la paz o el trabajo de la guerra que los señores de la paz o de la gue-
ha nacido dentro del grupo social. Es un don que no espera corres- rra dirigen y usufructúan. Son trabajos sin gloria y sin historia, pero
pondencia, que se satisface en el acto de dar al grupo del cual el sobre ellos se alza todo el resto.
relator es parte indivisa e indivisible. En el arcaico oficio de poe- Desde las pirámides mayas hasta las computadoras japonesas,
ta, en la poesía que sigue siendo don y nunca valor de cambio en desde las murallas incaicas hasta los muros del Pentágono, la his-
una sociedad regida por la mercancía, en la fascinación del fuego toria incluye a unos y excluye a otros: es la historia como discurso
que incita por la noche a contar y a recordar, ha quedado impre- del poder. Una historia crítica, al contrario, es una historia tam-
sa esa huella fugitiva de los primitivos: sensaciones y afectos, per- bién y ante todo de los excluidos y del tejido social de sus vidas,
sistencia del mito, eterno retorno de la utopía. pensamientos y sentimientos.
Cuando división del trabajo y técnica rudimentarias se desarro- Ahora bien, esta historia es difícil de hacer porque la fuerza de

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1MS10K1AS Cl A N U Í M I N A S EPÍLOGO

trabajo, reducida a tal, no escribe su historia, sino que ésta es con- En este punto la historia se vuelve instrumento privilegiado
tada e interpretada —cuando lo es— por los otros. Su huella que- para la legitimación y la conservación de la comunidad ilusoria
da sobre todo en las obras en las que su trabajo se cristaliza: sin entre los de arriba y los de abajo. Es la historia del Estado, la his-
acudir a esa base material es imposible descifrarla. Este es el mé- toria de todos, narrada por los ideólogos de la comunidad superior,
todo que Marx proponía en una de las notas de El capitaV que se apodera incluso de los héroes de los otros (cuando no puede
La comunidad superior acumula el conocimiento, se apropia de suprimirlos del todo) y les expropia su historia. La racionalidad
la historia y comienza a registrarla en estelas, templos y pirámides. de la comunidad superior, que es la de su dominación, se convier-
Los egipcios exponían ingenuamente un método que no ha variado te en la "razón universal" e intemporal (tanto que sus integrantes
desde entonces, cuando dibujaban más grande la figura del faraón. llegan a considerarse la "gente de razón" y a los demás, los "natu-
La historia se convierte en su historia, como una de las primeras for- rales")- Sus motivaciones de grupo o de clase se vuelven los fines
mas de propiedad antes de que la propiedad haya cristalizado ple- de la comunidad o de la nación. El Estado, el poder existente, es
namente. La otra historia hay que desenterrarla de abajo de ésta, el punto hacia el cual converge la historia desde el principio de los
en un verdadero trabajo de arqueología de segundo grado.2 tiempos, que no ha sido entonces más que una larga transición ha-
cia el presente equilibrio. Hay, por supuesto, muchas formas sutiles,
eruditas, neutrales, "dialécticas" y hasta "populares" de presentar
1 "Una historia crítica de la tecnología demostraría en qué escasa medida
cualquier invento Jel siglo XVIII se debe a un solo individuo. Hasta el presente esta visión, mucho más cuando quienes las formulan están firme-
no existe esa obra. Darwin ha despertado el interés por la historia de la tecnolo- mente convencidos de que así es porque, desde el punto de obser-
gía natural, esto es, por la formación de los órganos vegetales y animales como vación en que se colocan, es precisamente eso lo que ven.
instrumentos de producción para la vida de plantas y animales. ¿No merece la Entonces la historia es un discurso del poder, quienquiera que
misma atención la historia concerniente a la formación de los órganos producti-
lo haga, en el cual creen quienes ejercen ese poder y, en la medida
vos del hombre en la sociedad, a la base material de toda organización particu-
lar de la sociedad? ¿Y esa historia no sería mucho más fácil de exponer, ya que, en que la ilusión de la seudocomuniclad (cuyas raíces son materia-
como dice Vico, la historia de la humanidad se diferencia de la historia natural les) es estable y no ha sido rota por una crisis histórica, también
en que la primera la hemos hecho nosotros y !a otra no? La tecnología pone al des- quienes a ese poder están sometidos.
cubierto el comportamiento activo del hombre con respecto a la naturaleza, el
proceso de producción inmediato de su existencia, y con esto, asimismo, sus rela-
impresión de que los antiguos no hicieran otra cosa que esculpir estatuas, compo-
ciones sociales de vida y las representaciones sociales que surgen de ellas. Y hasta
toda la historia de las religiones que se abstraiga de esa base material será acríti- ner mosaicos, dibujar paredes y vasos. En cambio, siguiendo una excavación es
fácil observar cuan raro es el descubrimiento de objetos de arte, y cómo hasta el
ca. Es, en realidad, mucho más fácil hallar por el análisis el núcleo terrenal de
hallazgo de un fragmento cerámico particular o de una moneda pueden despertar
las brumosas apariencias de la religión que, a la inversa, partiendo de las condi-
ciones reales de vida imperantes en cada época, desarraiar las formas divinizadas el interés de los excavadores. En este sentido, el museo tradicional es antipe-
dagógico, porque ofrece una imagen unilateralmente selectiva y por lo tanto
correspondientes a esas condiciones. Este último es el único método materialista
y por consiguiente científico. Las fallas del materialismo abstracto de las ciencias distorsionada de la vida de las sociedades pasadas, mientras que el almacén de
naturales, un materialismo que hace caso omiso del proceso histórico, se ponen de excavación, por poco que esté ordenado, permite hacerse una idea de la historia
manifiesto en las representaciones abstractas e ideológicas de sus corifeos tan real de la región habitada, de una porción del territorio. Especialmente en Italia te-
pronto como se aventuran fuera de ¡os límites de su especialidad" (Karl Marx, nemos museos de arte, no museos de historia. La razón de esta situación está en
"Maquinaria y gran industria", en Eí capital, t. 1, vol. 2, sec. 4a., cap. XIH, Siglo el modo como se aborda el estudio del pasado y como se conservan sus testimo-
nios." En la misma introducción Carandini menciona la nota de Marx antes re-
xxi, México, 1975, p. 453).
2 Andrea Carandini abre su libro Arcfieologi'a e cultura malcríale (De Dona-
ferida como "el programa de un trabajo que en los estudios clásicos todavía está
íntegramente por realizarse".
to, Barí, 1975) con esta reflexión: "Visitando un museo arqueológico se tiene la

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EPILOGO
I I I S I O I Í I A S U.ANDIiSI'lNAS

Horizontal 31 vertical raíces profundísimas en la más antigua y tenaz de las formas de do-
minación social, la de los hombres sobre las mujeres.
Si el objeto de la historia como conocimiento científico es, como Es lo que puede llamarse la relación vertical entre ambas comu-
recuerda Fierre Vüar, "las relaciones sociales entre los hombres y nidades, entre la parte superior y la parte inferior del grupo social.
las modalidades de sus cambios", es preciso identificar si existe una (Esta división, inútil decirlo, en cada formación social se presen-
relación que rige a todas las demás y en tal caso cuál es ella. ta mediada por múltiples estratos intermedios que contribuyen a
A primera vista esa relación sería la de intercambio (trabajo hacerla menos nítida pero no menos real.)
por dinero, dinero por mercancía, mercancía por mercancía, idea Pero a su vez esta relación vertical de dominación/subordina-
por idea, afecto por afecto y odio por odio). Pero ésta, se sabe, es ción sólo existe combinada con (y sostenida en) relaciones inte-
la ilusión de un mundo dominado por el valor cíe cambio y cuyas ca- riores propias de cada una de las comunidades componentes de la
tegorías de pensamiento se han formado a partir del intercambio. comunidad ilusoria. Son lo que puede denominarse las relaciones
Ese intercambio comienza con la aparición de un producto ex- horizontales dentro de cada una de las grandes partes en que se di-
cedente estable, de un plusproducto en el cual se materializa el tra- vide el grupo social.
bajo excedente o plustrabajo. Desde entonces, las relaciones entre Existe una relación horizontal en la comunidad superior que se
los seres humanos están dominadas por esa relación de fuerzas que expresa en las normas del derecho de propiedad (y su correlato, las
es la lucha por la apropiación de ese plusproducto, por su extrac- normas penales) pero también en hábitos, costumbres, reglas de
ción y su reparto. Si este criterio es válido, entonces la relación cortesía, gustos y normas de competencia interior para que ésta no
dominante será la relación de dominación/subordinación (o de llegue nunca a lesionar la solidaridad esencial del grupo social do-
soberanía/dependencia) que es la que asegura (en última y no siem- minante frente a los dominados. Este conjunto de normas, cambian-
pre visible instancia, mediante la violencia) la extracción y el apo- tes según las épocas, las tradiciones, las técnicas, las relaciones cíe
deramiento por unos del plustrabajo de otros. producción y, por lo tanto, los modos de dominación, están subor-
Las formas de esa relación cambian según las épocas y las relacio- dinadas evidentemente a la relación vertical e incluso son engen-
nes de producción, estrechamente relacionadas con la base técni- dradas por ella (a la cual a su vez influyen).
ca de la sociedad, pero en cada una de estas épocas y sociedades Del mismo modo existe una relación horizontal en la comuni-
es ella, la relación de dominación/subordinación, la que tiñe con dad inferior que, partiendo de su relación específica con los medios
su coloración todas las otras relaciones sociales.1 Ella hunde sus de producción, abarca los mismos campos que la anterior pero tie-
ne normas en parte diferentes, no oficiales, regidas por una racio-
nalidad distinta a la que rige las de la comunidad superior.
1 "Li\a económica específica en la que se ¡e extrae el plustrabajo impa-
A través de la relación vertical, empero, las normas de la rela-
go al productor directo determina la relación de dominación y servidumbre, tal
como ésta surge directamente de la propia producción y a su ve: reacciona en for-
ción horizontal superior se presentan como la norma general, ideal,
ma determinante sobre ella. Pero en esto se funda toda la configuración de la enti- a la cual debe ajustarse todo el grupo social. Es lo que constituye,
dad comunitaria económica, emanada de las propias relaciones de producción, y en otros términos, la ideología dominante.
por ende, al mismo tiempo, su figura política específica. [...] Esto no impide que
la misma base económica —la misma con arreglo a las condiciones principales—,
en virtud de incontables diferentes circunstancias empíricas, condiciones natu- que sólo resultan comprensibles mediante el análisis de esas circunstancias em-
rales, relaciones raciales, influencias históricas operantes desde el exterior, etcé- píricamente dadas" (K. Marx, "Génesis de la renta capitalista de la tierra", en op.
tera, pueda presentar infinitas variaciones y matices en sus manifestaciones, las cit-, t. [U, vol. 8, sec. 6a., cap. XLVll, p. 1007).

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EPÍLOUO
MISIOKIAS t:| ANUÍ MINAS

La relación vertical de soberanía y dependencia supone dos di-


Por debajo de esa ideología, que todos aceptan mientras funcio-
recciones: una hacia abajo, de dominación; otra hacia arriba, de re-
na la relación de dominación/subordinación dada, sigue corriendo
sistencia, porque la fuerza de trabajo, por definición activa frente
el río subterráneo, caudaloso, no reconocido, a veces hasta invisible
a la naturaleza, no puede ser simplemente pasiva, mera materia iner-
para los de arriba, de los lazos horizontales que unen a los domina-
te, subordinada ante la sociedad. Como se trata de una relación de
dos. Esos lazos, que pueden tomar la forma de creencias, supersti-
dos sentidos, ambos polos se determinan entre sí e interactúan cons-
ciones, prohibiciones, obligaciones, se cargan de un contenido de
tantemente. La violencia y el consenso, decía Gramsci, son sus re-
solidaridad entre quienes deben por fuerza resistir de un modo u
otro porque sobre sus hombros cae todo el peso de la relación ver- guladores.
tical. Las revueltas y las revoluciones son la crítica práctica que, desde
el ámbito propio de los dominados, la sociedad hace de sus relacio-
En cada ideología dominante, la forma presente de dominación
nes verticales. La historia como discurso del poder las concibe como
aparece como un hecho de la naturaleza y la tarea asignada al his-
momentos irracionales o cuando más como crisis indeseables pe-
toriador es, cuando más, explicar su génesis en el pasado y mostrar
ro inevitables que deben ser superadas y clausuradas lo más pronto
las formas anteriores (o presentes en otras formaciones sociales)
posible para dar lugar a un restablecimiento, bajo nuevas formas,
como imperfectas, inmaduras o, si contemporáneas, "primitivas"
de la relación "natural" de soberanía y dependencia entre los se-
o "atrasadas" (como primitivas y atrasadas serían también las nor-
mas de relación horizontal de los dominados). De este punto de res humanos.
La historia crítica tas considera como las rupturas hacia las cua-
vista, más difundido de lo que se piensa aun entre los "marxistas"
les tiende toda la acumulación realizada durante el equilibrio pre-
y los "críticos" de la historia, nacen muchas de las curiosas apre-
cedente, de modo que cada equilibrio es un largo pasaje entre la
ciaciones occidentales sobre Irán y su revolución según las cuales
ruptura que lo engendra y aquella que lo destruye. El primer crite-
Jomeini, su república islámica y sus ayatollahs serían mucho más
rio privilegia la inmovilidad y la conservación; el segundo, el mo-
irracionales que Giscard, su república burguesa y su bomba de neu-
trones. vimiento y la trasformación.
Las revoluciones son aquellos momentos cuando la dirección
Es conocido, y a veces inevitable, el anacronismo que mide el
de abajo hacia arriba (resistencia) en la relación vertical estalla y
pensamiento y las relaciones sociales del pasado por las de la épo-
se vuelve dominante sobre la relación de dominación establecida.
ca o civilización propias, las que constituyen su naturaleza social.
Entonces su irrupción violenta inunda y baña todo con su luz pe-
No siempre este anacronismo se presenta tan trasparente e inge-
culiar, que es la que ilumina esa apariencia de desorden y de rup-
nuo como en las pinturas prerrenacentistas o renacentistas.
tura de la lógica social comúnmente aceptada que presentan todas
Con esta ilusión óptica se combina, a veces en forma más su-
til, otra que con un término hechizo podríamos denominar "ana- las revoluciones, rebeliones y revueltas.
Pero la forma de la rebelión, el color de su luz (y de su sombra),
clasismo", es decir, la trasposición de los juicios, los valores y las
no depende sólo del tipo de relación vertical contra el cual esta-
relaciones internas de una clase o grupo social, aquella de la cual
lla, sino también de las relaciones horizontales preexistentes den-
proviene la educación del historiador, a otros.
tro de la comunidad inferior, aquella que entra con violencia al
En ambos casos, el efecto de trasposición tenderá un velo entre
primer plano de la historia. Entonces, mientras la revolución está
el historiador y las reales relaciones sociales entre seres humanos,
en su apogeo, esas relaciones se presentan como la norma domi-
objeto de su estudio, y lo llevará no sólo a dar respuestas equivo-
nante, se sobreponen a las de la vieja dominación de clase (aunque
cadas sino, lo que es peor, a plantearse problemas inexistentes.

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H I S T O R I A S CLANDESTINAS EPILOGO

no [as supriman del todo), imponen su dictadura revolucionaría en El historiador, el cronista mismo, tiene que afrontar entonces la
gustos, modos y costumbres, ésos que no se determinan por los apa- empresa insoluble de trasmitir la voz, los sentimientos, la comu-
ratos de propaganda sino que se forman en el profundo laborato- nicación interior de aquella vasta capa inferior subordinada de la
rio histórico de la sociedad. cual él no proviene o se ha separado, si no tampoco él tendría su
El historiador de las revoluciones pasadas, el cronista de las pre- voz de historiador o de cronista.
sentes (nunca como en la revolución están tan cerca, hasta casi La aporía se resuelve comprendiendo la acción, porque los de
confundirse en uno, ambos oficios) necesita comprender, sentir o abajo, siendo fuerza de trabajo, hablan con sus actos y explican sus
intuir estas relaciones en su tarea. Sin ello, sólo puede verse la su- parcas palabras por sus hechos y sus obras, no a la inversa. Enton-
perficie de la revolución de Independencia o de la zapatista, de la ces hay que leer en sus acciones, colectivas e individuales, y com-
Revolución rusa o de la china. Alcanzó a entreverlo, en su tiempo, prender o intuir por qué —según nos canta y nos cuenta en "La
Marte R. Gómez, en su pequeño libro sobre Las comisiones agrarias locomotora" el canias toríe Francesco Guccini— hacia fines del si-
del sur. Lo vio espléndidamente siempre John Reed en la huelga de glo XIX un maquinista ferroviario de Boloña, sin motivo aparente,
Paterson, en la Revolución mexicana, en la Revolución rusa. Lo lanzó contra un tren de lujo una máquina loca ("forse una rabbta
vieron y vivieron también, cronistas e historiadores, Víctor Serge, ¿íntica, / generazioni senza nome / che urlarono vendetta, / gli accedí-
Agnes Smedley, Jack Belden. No se dio cuenta de lo que pasaba, roño il cuore...")/ para poder tocar la misma racionalidad de fon-
aunque registró muchos eventos, José Vasconcelos; y en un extraño do, la misma fuerza antigua que levantó y puso en camino a la
juego de espejos, dio un magnífico reflejo invertido por la visión División del Norte o al Ejército Libertador del Sur.
de la vieja y la nueva clase dominante, Martín Luis Guzmán en El Será posible así interpretar y reproducir de cerca, en la pasión
águila y la serpiente. que mueve lo escrito o lo narrado, el movimiento interior de las re-
Pero, en general, ninguna historia y ninguna crónica, ya se ocu- laciones entre los seres humanos y sus infinitas variantes y trasfor-
pen de las épocas de ruptura o de aquellas de equilibrio, pueden maciones. Porque el secreto de la historia no hay que buscarlo en
abstraerse de la relación vertical y de las relaciones horizontales la fijeza de las obras en que se cristaliza el trabajo pasado, sino en el
específicas que forman el tejido de cada época y cada sociedad; ni incesante movimiento donde fluye y existe el trabajo viviente.
pueden ser, tampoco, neutrales entre ellas.
La relación vertical sólo puede explicarse mirándola desde aba- México, 1980
jo, desde su raíz material, y no desde arriba, desde su reflejo ideo-
lógico; lo mismo todas las otras. Nadie explicará una época y una
sociedad y a quienes, al dominar en ellas, las marcan con el sello
de sus ideas y sus actos, si no explican antes cómo éstos dominan
(y cómo creen hacerlo) y cómo se relacionan entre sí, se subordi-
nan y a la vez resisten o se rebelan los dominados.
Aquí se llega a una dificultad aparentemente insalvable, por-
que para hacer oír la voz de los dominados hay que escucharla. Y
éstos no hablan en la historia, sino sólo entre ellos, y eso no que-
da escrito. Y aun cuando llegan a hacerlo es sólo su capa superior "* "...quizá una rabia ¡muflía, /generaciones sin nombre /que gritaron vengan-
la que habla y escribe por todos: sus dirigentes, sus intelectuales. za / cegaron su corazón."

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