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Apuntes sobre la sobrevivencia en Cuba

30 agosto, 2021

By Irina Pino

Foto: by Juan Suarez

HAVANA TIMES – En mi país hay una frase que se repite hasta la saciedad: “La cosa
está difícil”. Y es que esta frase tiene muchas aristas, porque se puede aplicar para las
escaseces de todo tipo, ya sea por comida, medicamentos, y hasta en la falta de empleos.

Y hablando de trabajos modernos por cuenta propia, muy acordes con la situación que
se vive, han surgido los coleros y revendedores. Los primeros son personas que se
dedican a coger turnos en las colas y venderlos. Mientras los segundos, duplican o
triplican el precio a las mercancías que han adquirido, para venderlas con posterioridad.

Los coleros se ocultan en los pasillos o edificios que no tienen seguridad, incluso, se
trepan a los árboles frondosos. Ya escondidos, esperan hasta las cinco, hora permitida
para estar en la calle, pues a las siete de la mañana comienzan a repartir los turnos.

Esto les permite a los que no pueden o no desean levantarse temprano, o por razones de
salud y otras causas,  poder obtener alimentos o medicinas, sin desgastarse tanto.  

Hay coleros de tiendas y de farmacias.

Los revendedores actúan diferente, tienen conexiones con los trabajadores de la tienda, 
que les avisan cuando entran nuevos productos. Se han hecho de una clientela fija,
además de poner sus ofertas en Revolico. A estos se les reconoce enseguida, porque
siempre llevan a cuesta mochilas y grandes bolsos.

Yo conozco a dos revendedores que viven en mi barrio, y me han explicado la forma en


que funciona el mecanismo. Para ellos es una fuente de ingreso segura.

Como casi toda la gente de a pie, he dedicado tiempo de mi vida a estas horribles colas
kilométricas; una vez estuve cinco horas para comprar champú y jabón.

Ahora estoy más aliviada, gracias a la ayuda de mi familia y amigos, no he tenido que
someter mi cuerpo a esa tortura física y mental, pues desde hace meses me envían cosas
por Supermarket.

La agencia es cubana y se caracteriza por la rapidez. Sin embargo, sus precios son
bastante excesivos, teniendo en cuenta que los que pagan residen en el exterior.

Dentro de la mercadería (que no es regular), están los granos, pastas, salsa de tomate,
quesos, mayonesa, confituras, aceite, carnes, leche, latas de pescado, jugos, etc.
También se puede recibir aseo.

Figúrense que hasta tinas de helado vienen por esa vía. Las tinas cuestan 40 dólares,
algo realmente abusivo.

Debo decir, que la mayoría de estos productos no se encuentran en las tiendas de CUP,
con sus invariables ofertas de pollo grasoso, perros calientes, el aceite cada mil años, y
el detergente de vez en cuando.

Otra buena noticia es hay una agencia de envíos que radica en Miami. Entre las
opciones de paquetería está la comida, medicamentos y misceláneas.

Los que desean hacer envíos deben hacer su reserva por internet.

Al arribo de los bultos, te llaman por teléfono para darte una cita. El día señalado, se
recogen en un almacén cerca del aeropuerto.

Es un lugar alejado y de difícil acceso, sobre todo para las personas que no poseen
vehículo propio. Yo tuve que alquilar un taxi.

Cuando entras, debes recorrer cinco o seis ventanillas con tu identificación y tu lista,
luego efectuar el pesaje, y por último, abonar la suma de 100CUP por cada 3 libras.

Supermarket y los encargados de recibir esta paquetería, están haciendo un vaciado de


bolsillos histórico, en medio de una situación desesperada, cuando deberían tener
precios más flexibles y respetuosos con la comunidad de afuera, y la que aún se
mantiene en la isla, que ha sufrido necesidades por décadas.

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