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Antología: A manera de cuento…

Actividad: Escoge el cuento que más te llame la atención y


contesta las siguientes preguntas:

1. ¿Qué valores se fomentan en el desarrollo de la


historia?
2. ¿Cómo te gustaría que terminara la historia?
3. ¿Qué mensaje de paz te brinda la historia?
Representalo a través de un slogan elaborado en clase.
Trabajo desarrollado en grupo de 5 personas.
La espada pacífista

El león afónico

Brodek el dragón del día y de la noche

El origen de la felicidad
La espada pacifista
Tomado de Cuentos para dormir http://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/la-espada-pacifista

Había una vez una espada preciosa. Pertenecía a un gran rey, y


desde siempre había estado en palacio, partipando en sus
entrenamientos y exhibiciones, enormemente orgullosa.Hasta
que un día, una gran discusión entre su majestad y el rey del
país vecino, terminó con ambos reinos declarándose la guerra.
La espada estaba emocionada con su primera participación en
una batalla de verdad. Demostraría a todos lo valiente y
especial que era, y ganaría una gran fama. Así estuvo
imaginándose vencedora de muchos combates mientras iban de
camino al frente. Pero cuando llegaron, ya había habido una
primera batalla, y la espada pudo ver el resultado de la
guerra.Aquello no tenía nada que ver con lo que había
imaginado: nada de caballeros limpios, elegantes y triunfadores
con sus armas relucientes; allí sólo había armas rotas y
melladas, y muchísima gente sufriendo hambre y sed; casi no
había comida y todo estaba lleno de suciedad envuelta en el
olor más repugnante; muchos estaban medio muertos y tirados
por el suelo y todos sangraban por múltiples heridas...
Entonces la espada se dio cuenta de que no le gustaban las
guerras ni las batallas. Ella prefería estar en paz y dedicarse a
participar en torneos y concursos. Así que durante aquella
noche previa a la gran batalla final, la espada buscaba la forma
de impedirla. Finalmente, empezó a vibrar. Al principio emitía
un pequeño zumbido, pero el sonido fue creciendo, hasta
convertirse en un molesto sonido metálico. Las espadas y
armaduras del resto de soldados preguntaron a la espada del
rey qué estaba haciendo, y ésta les dijo:
- "No quiero que haya batalla mañana, no me gusta la guerra".
- "A ninguno nos gusta, pero ¿qué podemos hacer?".
- "Vibrad como yo lo hago. Si hacemos suficiente ruido nadie
podrá dormir".
Entonces las armas empezaron a vibrar, y el ruido fue
creciendo hasta hacerse ensordecedor, y se hizo tan grande que
llegó hasta el campamento de los enemigos, cuyas armas,
hartas también de la guerra, se unieron a la gran protesta.
A la mañana siguiente, cuando debía comenzar la batalla,
ningún soldado estaba preparado. Nadie había conseguido
dormir ni un poquito, ni siquiera los reyes y los generales, así
que todos pasaron el día entero durmiendo. Cuando
comenzaron a despertar al atardecer, decidieron dejar la
batalla para el día siguiente.
Pero las armas, lideradas por la espada del rey, volvieron a
pasar la noche entonando su canto de paz, y nuevamente
ningún soldado pudo descansar, teniendo que aplazar de nuevo
la batalla, y lo mismo se repitió durante los siguientes siete días.
Al atardecer del séptimo día, los reyes de los dos bandos se
reunieron para ver qué podían hacer en aquella situación.
Ambos estaban muy enfadados por su anterior discusión, pero
al poco de estar juntos, comenzaron a comentar las noches sin
sueño que habían tenido, la extrañeza de sus soldados, el
desconcierto del día y la noche y las divertidas situaciones que
había creado, y poco después ambos reían amistosamente con
todas aquellas historietas.
Afortunadamente, olvidaron sus antiguas disputas y pusieron
fin a la guerra, volviendo cada uno a su país con la alegría de
no haber tenido que luchar y de haber recuperado un amigo. Y
de cuando en cuando los reyes se reunían para comentar sus
aventuras como reyes, comprendiendo que eran muchas más
las cosas que los unían que las que los separaban.
Autor.. Pedro Pablo Sacristán

El león afónico
Tomado de cuentos para dormir http://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/el-leon-afonico

Había una vez un león afónico. Era afónico desde siempre,


porque nunca había podido rugir, pero nadie en la sabana lo
sabía. Como desde muy pequeño había visto que no podía
rugir, había aprendido a hablar sosegadamente con todo el
mundo y a escucharles, y convencerles de sus opiniones sin
tener que lanzar ni un rugido, ganándose el afecto y confianza
de todos.
Pero un día, el león habló con un puerco tan bruto y cabezota,
que no encontraba la forma de hacerle entrar en razón.
Entonces, sintió tantas ganas de rugir, que al no poder hacerlo
se sintió en desventaja. Así que dedicó unos meses a inventar
una máquina de rugir que se activase sólo cuando él quisiera. Y
poco después de tenerla terminada, volvió a aparecer por allí el
puerco testarudo, y tanto sacó al león de sus casillas, que lanzó
un rugido aterrador con su máquina de rugir.
- ¡¡¡GRRRRROAUUUUUUUUUUUU!!!
Entonces, no sólo el puerco, sino todos los animales, se llevaron
un susto terrible, y durante meses ninguno de ellos se atrevió
salir. El león quedó tan triste y solitario, que tuvo tiempo para
darse cuenta de que no necesitaba rugir para que le hicieran
caso ni para salirse con la suya, y que sin saberlo, su afonía le
había llevado a ser buenísimo hablando y convenciendo a los
demás. Así que poco a poco, a través de su tono amable y
cordial, consiguió recuperar la confianza de todos los animales,
y nunca más pensó en recurrir a sus rugidos ni a sus gritos
Autor.. Pedro Pablo Sacristán
Brodek, el dragón del día
y la noche
Tomado de cuentos para dormir http://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/brodek-el-dragon-del-dia-
y-la-noche

Llegó el día. El joven dragón Brodek tendría que elegir su


bando, y convertirse en un dragón de la noche o en un dragón
de la luz. Ambos grupos, enemigos naturales, se odiaban a
muerte, y cada dragón, al llegar su tiempo, tenía que escoger
uno de los bandos y formar parte de su ejército.

Casi todos se decidían siendo aún pequeños, y se entrenaban


durante años, antes del cambio definitivo. Pero Brodek no lo
tenía claro. Y ya no le quedaba tiempo. Al amanecer, sus alas
se cubrirían con el azul de la noche o el dorado del sol, y
permanecerían así para siempre, y todo su ser odiaría al sol o a
la luna sin poderlo remediar. Era el precio del mágico y funesto
don de escupir fuego.
Por eso Brodek había ido a pensar al bosque, donde esperaba
encontrar una respuesta. Pero allí, sentado, en el silencio de la
noche, no había respuestas. Sólo una luna llena blanca y
preciosa, con pálidos brillos de plata. Y el viento en las hojas de
los árboles, más suave y frío que de costumbre, como
despidiéndose del joven dragón. Y la noche, una noche
profunda llena de estrellas lejanas... Por nada del mundo
quería Brodek convertirse en un dragón de la luz para odiar
toda esa maravilla, y sintió cómo sus alas comenzaban a teñirse
lentamente con el color de la noche.
Pero la noche fue perdiendo fuerza para dar paso a las
primeras luces del alba. Era ese uno de los momentos favoritos
del dragón, y disfrutó de los tonos rosados del cielo, del suave
calor del primer rayo de sol en la cara, de los brillos de cristal y
fuego en las aguas y de la alegría que despertaban en el bosque
los primeros cantos de los pajarillos... No, tampoco quería ser
un dragón de la noche para odiar tantísima belleza.Y antes de
que las lágrimas inundaran sus ojos, antes incluso de saber cuál
era el color definitivo de sus alas, Brodek voló hasta la laguna,
se sumergió cuanto pudo en ella para calmar su sed de paz, y
voló hacia el cielo, tan alto como pudo, como tratando de
escapar de la injusta tierra y de su cruel destino. Y cuando
estuvo tan lejos que el frío le impedía mover las alas, abrió la
boca para soltar su gran llamarada, como queriendo gastarla
completamente, o no haberla tenido nunca. Pero en lugar de
fuego, de su boca surgió una finísima capa de escarcha que
cubrió los campos, como si su deseo de paz y el agua de la
laguna hubieran obrado un milagro. Y sólo entonces descubrió
que no sería un dragón de la noche, ni un dragón de la luz,
pues una de sus alas pertenecía a la luna, y la otra la sol.
Y cada cierto tiempo, Brodek vuelve a decorar los campos con
su mágico aliento escarchado, como queriendo recordar al
mundo que no es necesario elegir entre el día y la noche cuando
no se sabe odiar.

Autor.. Pedro Pablo Sacristán

El origen de la felicidad
Tomado de cuentos para dormir http://cuentosparadormir.com/cuaderno-de-los-
valores

Había una vez un niño que era muy feliz, , aunque no tenía
muchos juguetes ni dinero. Él decía que lo que le hacía feliz era
hacer cosas por los demás, y que eso le daba una sensación
genial en su interior. Pero realmente nadie le creía, y pensaban
que no andaba muy bien de la cabeza. Dedicaba todo el día a
ayudar a los demás, a dar limosna y ayuda a los más pobres, a
cuidar de los animales, y raras veces hacía nada para sí mismo.
Un día conoció a un famoso médico al que extrañó tanto su
caso, que decidió investigarlo, y con un complejo sistema de
cámaras y tubos, pudo grabar lo que ocurría en su interior. Lo
que descubrieron fue sorprendente: cada vez que hacía algo
bueno, un millar de angelitos diminutos aparecían para hacerle
cosquillas justo en el corazón.
Aquello explicó la felicidad del niño, pero el médico siguió
estudiando hasta descubrir que todos tenemos ese millar de
angelitos en nuestro interior. La pena es que como hacemos tan
pocas cosas buenas, andan todos aburridos haciendo el vago.
Y así se descubrió en qué consiste la felicidad, y gracias a ese
niño todos sabemos qué hay que hacer para llegar a sentir
cosquillitas. Autor. Pedro Pablo Sacristán

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