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LA REFORMA UNIVERSITARIA EN

CHILE (1967-1973)

Luis Cifuentes Seves (Editor y Coautor)

con

Raúl Allard Neumann


Roberto Balocchi Piccioli
Fernando Castillo Velasco
Edgardo Enríquez Frödden
Arsenio Fica Ortega
Alfredo Jadresic Vargas
Tomás Moulián Emparanza
Jaime Ravinet de la Fuente
Augusto Samaniego Mesías
Miguel Ángel Solar Silva
Volodia Teitelboim Volosky
Hernán Vega Campos
Alejandro Yáñez Betancourt
"La Reforma Universitaria en Chile (1967-1973)"
Editor: Luis Cifuentes Seves

© Fundación Enrique Kirberg

Registro de propiedad intelectual No. : 98.862


ISBN : 956 - 7676 - 00 - 3
1997

La Fundación Enrique Kirberg está inscrita en el Registro de Personas Jurídicas del


Ministerio de Justicia por Decreto No. 608 del 15 de abril de 1994. Su domicilio es
Brown Norte 652, Santiago Chile. Fonofax : 274 2155
DEDICATORIA.

Este libro está dedicado a la memoria de

Enrique Kirberg Baltiansky y Edgardo Enríquez Frödden

dos grandes y queridos maestros de la generación de la Reforma Universitaria.


INDICE

LA REFORMA UNIVERSITARIA EN CHILE (1967-1973)

Índice

Dedicatoria

Introducción 1

Los participantes 3

Prólogo Tomás Moulián Emparanza 5

PONENCIAS

Entorno histórico de la Reforma Universitaria


Volodia Teitelboim Volosky 12

El movimiento estudiantil de la Universidad Católica


Miguel Ángel Solar Silva 20

La Reforma en la Universidad de Chile


Alfredo Jadresic Vargas 32

El movimiento estudiantil de la Universidad de Chile


Jaime Ravinet de la Fuente 58

La Reforma en la Universidad Técnica del Estado


Hernán Vega y Arsenio Fica 66

El movimiento estudiantil de la Universidad Técnica del Estado


Luis Cifuentes Seves 79

La Reforma en la Universidad Católica de Valparaíso


Raúl Allard Neumann 100

La Reforma en la Universidad de Concepción


Edgardo Enríquez Frödden 108

La lucha por la Reforma en la Universidad Técnica del Estado


Alejandro Yáñez Betancourt 126
Democratización y modernización en la Universidad de Chile
Augusto Samaniego Mesías 139

Reforma y descentralización en la Universidad de Chile


Roberto Balocchi Piccioli 162

DISCUSION

Extractos de la discusión 187

Conclusiones tentativas 207

APENDICES

Apéndice I
Discurso en la inauguración del Año Académico de la UC, 7 de abril de 1967 210

Apéndice II
Carta Abierta de la FEUT a los profesores, 25 de septiembre de 1967 219

Apéndice III
Cronología parcial de la Reforma Universitaria 234

Índice de nombres 239

Siglas 243
1

INTRODUCCION.

El 31 de mayo de 1995 tuvo lugar, en el Salón de Honor de la Universidad de Santiago


(USACh), el Simposio "La Reforma Universitaria en Chile (1967 - 1973)" organizado por la
Fundación Enrique Kirberg. Su objetivo consistió en analizar la experiencia reformista de los años
60-70 contribuyendo así al debate en torno al futuro de las universidades chilenas. El presente
volumen tiene su origen en las ponencias presentadas ante ese Simposio por Edgardo Enríquez
(q.e.p.d.), Volodia Teitelboim, Raúl Allard, Miguel Ángel Solar, Hernán Vega, Arsenio Fica y el
Editor de esta obra, agregándose luego las contribuciones por escrito de Jaime Ravinet, Alejandro
Yáñez, Augusto Samaniego, Roberto Balocchi, Alfredo Jadresic y Tomás Moulián. El aporte de
Fernando Castillo Velasco quedó registrado en la sección Extractos de la Discusión. En el Apéndice
se ha incluido datos cronológicos y documentos ilustrativos del período.
Muchos se preguntarán si eran necesarios tanto un nuevo debate como un nuevo libro en
torno a la Reforma Universitaria de los años 60. Los organizadores del Simposio partimos por
formularnos tal interrogante y llegamos a una categórica respuesta afirmativa. A pesar de las
numerosas discusiones y de igualmente numerosas obras y artículos aparecidos desde los años 60 -
muchas de ellas citadas en este volumen -, nos pareció que un intercambio de ideas a la luz de la
situación actual de las universidades chilenas resultaba indispensable.
Por otra parte, más de tres lustros de autoritarismo, durante los cuales se falseó la historia y se
reprimió la opinión de los principales animadores de la Reforma, hacían necesaria una reivindicación
de temas, visiones y experiencias. Este Simposio confirmó nuestra convicción y nos hizo reparar en
un curioso fenómeno: 17 años de demonización de la Reforma tuvieron su efecto. No pocos
protagonistas de los 60, al tener la certeza de que las peores acusaciones hechas al movimiento
reformista no se habían cumplido en sus propias universidades, supusieron que los hechos
deleznables tendrían que haber ocurrido en otras casas de estudio. Empero, el Simposio demostró
que tales hechos son, en lo esencial, un mito conveniente a quienes desean perpetuar una universidad
acrítica, inerte y tecnocrática. Aparte de la trágica polarización que afectó al conjunto de la sociedad
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chilena, no hubo procesos demoníacos en ninguna casa de estudios superiores. La pavorosa


"universidad militante" jamás existió.
Las obras publicadas en torno a la Reforma han sido parciales. Libros y artículos de revisión
se han concentrado en las experiencias de la Universidad de Chile y las Universidades Católicas,
ignorando otras de gran riqueza y trascendencia o, peor aún, refiriéndose a ellas superficialmente y
sin fundamentación adecuada. Sin excluir a las universidades nombradas, hemos querido ampliar el
rango de estudio examinando además los procesos de la U. Técnica del Estado, de la U. de
Concepción, de la Facultad de Medicina y de la Facultad de Filosofía y Educación de la U. de Chile y
de sus Sedes Provinciales, colocando especial énfasis en los movimientos estudiantiles. Lamentamos
no haber podido incluir a las universidades Federico Santa María, Austral y del Norte, lo que tal vez
estimule a quienes vivieron esos procesos a publicar sus experiencias.
Finalmente, quisiera agradecer a quienes, junto al Editor, integraron el Comité Organizador
del Simposio: Gladys Bobadilla, Luis Firinguetti y Fideromo Saavedra, miembros del Directorio de
la Fundación Kirberg. Agradezco también la participación en el debate de académicos, funcionarios,
ex-dirigentes estudiantiles y especialmente a los estudiantes de la Universidad de Santiago y de la
Universidad de Chile que, en número considerable, se hicieron presentes. Expreso mi gratitud a la
Sra. Inés Erazo de Kirberg y a todos quienes contribuyeron a hacer posible esta obra. En especial,
quisiera reconocer el trabajo de Gloria Crisóstomo y Viviana Ramos quienes, con paciencia y
dedicación, realizaron el trabajo de transcripción, tanto de las ponencias como de la discusión.
Espero que estas Actas sirvan de estímulo a un debate necesario en torno al futuro de las
universidades chilenas.

Luis Cifuentes Seves (Editor)


3

LOS PARTICIPANTES.

Luis Cifuentes Seves (Editor)


Ingeniero, ex-dirigente estudiantil de la U. Técnica del Estado, académico de la U. de Chile.

Raúl Allard Neumann


Abogado, ex-rector de la U. Católica de Valparaíso, ex-subsecretario de Educación.

Roberto Balocchi Piccioli


Profesor de Educación, ex-presidente de la Comisión de Reforma, Sede Temuco, U. de Chile.

Fernando Castillo Velasco


Arquitecto, ex-rector de la U. Católica, ex-intendente de Santiago.

Edgardo Enríquez Frödden


Médico, ex-rector de la U. de Concepción, ex-Ministro de Educación (fallecido en 1996).

Arsenio Fica Ortega


Ingeniero, ex-decano de la Facultad de Ingeniería de la U. Técnica del Estado.

Alfredo Jadresic Vargas


Médico, ex-decano de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.

Tomás Moulián Emparanza


Sociólogo, director del Centro de Estudios Sociales, Universidad ARCIS.
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Jaime Ravinet de la Fuente


Abogado, ex-presidente de la FECh, alcalde de Santiago.

Augusto Samaniego Mesías


Historiador, ex-dirigente estudiantil de la U. de Chile, académico de la USACh.

Miguel Ángel Solar Silva


Médico, ex-presidente de la FEUC, académico de la Universidad de La Frontera.

Volodia Teitelboim Volosky


Abogado y escritor, ex-senador.

Hernán Vega Campos


Físico, ex-dirigente académico de la UTE, académico de la Universidad Vicente Pérez Rosales.

Alejandro Yáñez Betancourt


Ingeniero, ex-presidente de la FEUT.
5

PROLOGO.

Tomás Moulián Emparanza

1.
Se me ha pedido que reflexione desde una perspectiva prospectiva en los procesos de
Reforma Universitaria ocurridos a fines de la década del sesenta.
La tarea encomendada no es para nada simple desde el punto de vista intelectual. Reflexionar
sobre la importancia de los procesos de Reforma Universitaria con el objeto de pensar la vida futura
de nuestra sociedad implica alinearse tras ciertos supuestos discutibles.
El principal de los supuestos es el de la objetividad de la historia y el segundo de ellos es el
del carácter didáctico de la historia.
En esta reflexión preliminar el tema de la objetividad no podemos limitarlo al conocimiento
histórico, dejando de lado el problema conexo de los procesos históricos mismos. Hay que decir que
aun si estos tuvieran una especie de realidad dura, permanecería el asunto de la capacidad del
conocimiento humano de captarla inequívocamente.
Sin embargo, es menester dudar de que los acontecimientos se presenten como los hechos de
Durkheim, de la manera como una estrella se presenta a la visión técnicamente equipada del
astrónomo. En realidad, los procesos históricos mismos constituyen el entrecruce de proyectos,
intereses, sueños y utopías de actores múltiples que se producen en el marco de instituciones, a su
vez productos de la praxis humana cristalizada. Casi podría decirse que no existe historia en sí
misma, que ella sólo existe al producirse el recorte, el enmarcamiento de la mirada que genera el
conocimiento histórico.
Esa mirada no es reproductora de la realidad pasada sino generadora de una realidad nueva a
la que se da el nombre de pasado. La historia es siempre interpretativa o, dicho de otra manera, el
conocimiento histórico no refleja la realidad pasada, la crea desde las urgencias e intereses del
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presente.
Al concebirse de esta manera la historia, su importancia para el futuro debe pensarse en una
clave que descarte el cientificismo. La historia no enseña; apenas proporciona pistas, porque el
conocimiento histórico constituye sólo una apropiación del pasado, una creación de él y no el relato
realista de sucesos incontrovertibles.
Pero dicho esto, es menester agregar que los hombres usan la historia como guía. Recurren a
la memoria vigente del pasado para hacerse la ilusión de poder dominar el presente. Esa ilusión
revela la creencia que tras la aparente irrepetibilidad de la historia existe una estructuración. Y en
verdad no es así. Los cursos históricos son irrepetibles y las miradas cambian porque se realizan
desde lugares nuevos, desde atmósferas distintas, desde parámetros culturales absolutamente
modificados.
Pero, pese a que hay que evitar la visión cientificista de la historia y la posibilidad que ella
establezca derroteros fijos e inevitables para el futuro, no es menos cierto que la elaboración de la
memoria que realiza el conocimiento histórico constituye una parte decisiva de la autorreflexión de
la sociedad sobre sí misma. Ella sólo proporciona protocolos interpretativos de la experiencia
humana pasada, sólo mapea, da pistas para la incierta experiencia de vivir cada vez el mundo como
si fuera nuevo.

2.
¿Qué pistas encontramos para vivir la actualidad y el futuro en el estudio de los procesos de
Reforma Universitaria?
La década del sesenta en su conjunto, pero especialmente sus años finales, es un tiempo
histórico obsesionado por la idea del cambio social, por la creencia en la necesidad de reformas
estructurales que hicieran de Chile un país más justo y más democrático. Góngora denominó a esos
esfuerzos "planificaciones globales". Su noción apunta a un aspecto central de la época.
Efectivamente el cambio es pensado como una resultante de la praxis social, de un proyecto planeado
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e intencional. En esa visión está expresada una idea central de la época, la idea que los hombres
podían intervenir intencionalmente la historia y que la vida social era regulable desde un centro, un
lugar decisivo del poder, el Estado. Se pensaba que era posible crear alternativas de racionalidad
distintas que las del capitalismo y que esas alternativas eran superiores.
La sociedad actual vive la obsesión conservadora de la reproductibilidad. Supone que no hay
alternativas de racionalidad diferentes a las del tipo actual de sociedad y además afirma que no hay
que pretender intervenir desde arriba sobre las lógicas de regulación desde abajo, desagregadas, las
del mercado y las de los individuos que buscan maximizar su bienestar. Las sociedades son sistemas
que se autorregulan y por ello es necesario reducir al máximo la posibilidad que el Estado intervenga
sobre esos procesos atomísticos.
Esta época y especialmente la sociedad chilena, se han instalado en un conformismo dentro
del cual la idea de historicidad no tiene cabida. La historia consistiría en la prolongación de las
energías ya contenidas en el actual sistema de vida. La idea de sujetos sociales no tiene cabida en
esta visión, que cree innecesaria la historicidad, los esfuerzos de radical transformación de lo actual.
Los procesos de Reforma Universitaria reposaban sobre la idea de movimiento estudiantil. El
estudiantado era pensado como un actor colectivo que tomaba a su cargo la lucha por el destino
superior de la vida académica.
Pensemos la pérdida de complejidad de nuestra cultura que ha significado la erosión de la
idea de sujeto social, en particular de los estudiantes como movimiento social.
Vivimos una época en que los estudiantes no están en condiciones de pensarse como
movimiento que asume la crítica radical de la institución universitaria actual. Vivimos, por tanto, una
época de empantanamiento. Un momento en que la institución universitaria no está sometida a la
tensión de una fuerza interna que busca desequilibrarla para recrearla.
El gran aporte del movimiento de Reforma fue que el movimiento estudiantil transformó en
política la discusión sobre el destino de la vida académica, transformó en política la discusión sobre
la enseñanza.
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Politizar la discusión sobre lo académico significa ligar lo académico a las condiciones


sociales globales y significa preguntarse por la renovación de las finalidades de la vida académica en
estrecha conexión con la transformación de las finalidades sociales.
El gran acierto del movimiento estudiantil de fines de los 60 fue el de establecer ese vínculo,
pero, al mismo tiempo, fue no subordinar la posibilidad de cambios al advenimiento de una sociedad
futura.
Cuán necesario sería hoy día la existencia de un movimiento estudiantil que adoptara como
su tarea el cuestionamiento del sistema universitario, que politizara su perspectiva sobre él, pero que
fuera capaz de proponer cambios posibles.
Una sociedad carente de movimiento estudiantil, es una sociedad anémica. Por su particular
inserción en un momento de tránsito entre la vida juvenil y la vida adulta, por no haber sido todavía
absorbidos por los compromisos inherentes a la instalación en el trabajo y la familia, por estar en el
momento efervescente de la formación que los enfrenta con lo estatuido, el movimiento estudiantil
suele ser una poderosa fuerza de crítica teórica y práctica de la sociedad.

3.
Lo más interesante del movimiento estudiantil de fines de los sesenta fue que superó la
estrecha concepción de lo político prevaleciente.
Supo superar en su acción política tanto el estrecho partidismo como el estrecho estatismo.
Al convertir la organización de la enseñanza superior en un tema político, se ubica en un espacio de
la "sociedad civil" y en una perspectiva de reforma cultural.
Al ser capaz de encontrar temas unificadores de todos los estudiantes interesados en romper
las concepciones tradicionales de la enseñanza, pudo superar los antagonismos partidarios estrechos
e incluso conectarse con grupos estudiantiles que se situaban en perspectivas academicistas. Esto
mismo le permitió al movimiento estudiantil establecer espacios de colaboración con académicos
interesados en romper los estrechos marcos profesionalizantes de la universidad de entonces, en
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superar el desprecio del pensamiento humanista y la falta de investigación y creación intelectual.


Por mucho que postulemos la irrepetibilidad de los fenómenos históricos y por motivos
teóricos nos neguemos a ver en lo actual una especie de involución hacia un pasado anterior a los
procesos de Reforma, es imposible no captar que la situación universitaria actual contiene muchos de
los males del pasado junto con otros nuevos que provienen de la mercantilización generalizada de la
enseñanza superior.
¿Cómo se podrán combatir las actuales deficiencias del quehacer universitario sin la energía
del movimiento estudiantil? Sin embargo, es imposible no ver que esta ausencia de sujetos es una
resultante y un efecto aniquilador de esta sociedad neoliberal.
Ella impulsa a la desertificación de la vida social, a las preferencias por las estrategias
individuales, a aceptar las instituciones como fatalidades impuestas.

4.
En la atmósfera de estas sociedades es bien difícil que pueda constituirse algo parecido a lo
que fue el movimiento estudiantil de fines de los sesenta.
Habría que reconstruir la premisa cultural que lo hizo posible: la idea que el orden existente
no es natural, que es perfectible y que puede ser mejorado por la acción concertada de sujetos
sociales.
Podemos decir que esa tarea nos espera. Ese tipo de visión social y no natural del orden social
es la fuente nutriente de la historicidad. Si ella falta es bien difícil que los actores puedan colocarse
frente a la sociedad como sujetos.
No hay que pensar, sin embargo, que la sociedad actual está estancada. Sabemos que ella es
enormemente creativa y que revoluciona la vida cotidiana, las formas de comunicación, entretención,
de consumo y de trabajo. Pero esta sociedad ha logrado instalar la convicción de que el futuro está
contenido en el presente.
Esta sociedad ha logrado no sólo eliminar la pregunta por los fundamentos, sino también la
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pregunta por el buen orden, quizás porque su respuesta requiere de algún fundamento ¿Desde dónde
rechazar lo actual, desde qué valores, qué ética, qué teoría de la historia?

5.
Esta imposibilidad de los universitarios actuales de situarse como protagonistas en la
discusión sobre la malograda institución de la enseñanza superior chilena se explica como un efecto
del nihilismo conformista que crea la sociedad neoliberal.
No es que no exista una actitud crítica o una cultura crítica entre los jóvenes, pero ella toma
esta forma fácilmente absorbible de la negatividad. Lo interesante que había en el movimiento
estudiantil de fines de los sesenta era su positividad. Una positividad que, aunque articulada con la
globalidad, no subordina la transformación de la universidad a la transformación del todo.
Algunos piensan que esta sequía actual terminará por sí misma. No lo creo. Enfrentamos un
largo trabajo de reforma cultural porque se han erosionado las bases mismas de la praxis.
Un libro como éste, que trae desde lejos, casi desde otra galaxia, el relato de una experiencia
de lucha y transformación es - sin duda - un grano de arena en la recomposición de condiciones para
la acción.
Contiene un protocolo de experiencias que no es posible copiar, ni en sus detalles ni siquiera
en su inspiración. Quizás ellas dejen algunos ecos resonando en la mente de los universitarios de
hoy. Quizás haga surgir en algunos las energías que requiere enfrentar la compleja situación actual.
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PONENCIAS
12

ENTORNO HISTORICO DE LA REFORMA UNIVERSITARIA.

Volodia Teitelboim Volosky

Me corresponde hablar del entorno histórico1. Han querido los azares de la historia que esta
Mesa Redonda, auspiciada por la Fundación Enrique Kirberg, se celebre al día siguiente de un
acontecimiento que Chile ha esperado durante 20 años y que, por lo tanto, forma parte inevitable de
la historia: el fallo en el proceso por el asesinato en Washington de Orlando Letelier, que fuera
canciller del presidente constitucional, Salvador Allende.
Estamos bajo la emoción del hecho y esperamos que la sentencia de la Corte Suprema se
cumpla, no obstante, las proclamaciones sediciosas del principal condenado, Manuel Contreras. Y lo
digo recordando a Enrique Kirberg, quien, junto a Edgardo Enríquez, compartieron el campo de
concentración de la isla Dawson con Orlando Letelier. Dos rectores junto a un economista, ministros,
dirigentes de la Unidad Popular, intelectuales, gente granada de Chile, que se había entregado por
entero a la tarea de hacer un país mejor y más justo.
Yo creo que los signos de la historia tienen un valor y representan también un gran drama
colectivo, que las distintas generaciones chilenas han ido protagonizando, una lucha que será larga.
Yo aquí en el Salón de Honor de esta Universidad, quiero recalcar el hecho de que ayer los tribunales

1 Nota del Editor: Para otras visiones del entorno histórico de la Reforma ver, por ejemplo,
artículos de Tomás Moulián, Alejandro Rojas, Martín Hopenhayn y otros en Realidad Universitaria
No.5, CERC (1988).
Puede resultar interesante comparar dos enfoques doctrinariamente contrapuestos: a) Guy
Santibáñez, "En torno a la universidad y la cultura", LOM Ediciones (1996), que analiza la historia
de la Universidad de Chile en el período 1927-1996; b) Bernardino Bravo Lira, "La universidad en la
historia de Chile", Pehuén Editores (1992), que analiza la historia de las universidades coloniales, la
Universidad de Chile y la Universidad Católica (con menciones de las restantes) en el período 1622 -
1992. El primero es un enfoque abiertamente marxista, mientras el segundo no oculta su aprobación
de las políticas del período dictatorial.
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de justicia, las calles de Santiago se vieran conmocionadas por la presencia del pueblo, de familiares
de las víctimas de los atropellos a los derechos humanos, pero, la nota numerosa y fuerte fue la
presencia de los estudiantes, de la juventud.

La Reforma de los años 20.

Se habla de que vivimos una época lúgubre, donde los ideales han muerto, y donde la
esperanza también ha naufragado. Ayer, Santiago de Chile - y esto se ha proyectado a través de la
televisión por todos los lugares del mundo - dice que de nuevo Chile se pone en marcha. Como un
día, hace tiempo, seis décadas atrás, nos encontramos tres muchachos, muchos muchachos que
ingresábamos a la universidad, a nuestros estudios en Santiago. Uno de ellos era Enrique Kirberg,
presidente del Centro de Alumnos de la Escuela de Artes y Oficios, otro era Hernán Ramírez
Necochea, presidente del Centro de Historia del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile,
luego Decano de la Facultad de Filosofía y Educación y el tercero (había muchos más) era yo mismo,
presidente del Centro de Derecho de la U. de Chile.
Allí estábamos en la tarea de la Reforma Universitaria y también del cambio de la sociedad
chilena, que soñábamos con la fuerza con que sueñan aquellos que tienen 18, 20 años. El más lúcido,
el más claro, el más organizado era Enrique Kirberg. Se había constituido recién el Grupo Avance,
organización de estudiantes de avanzada en aquel tiempo, fuerza primera en la universidad, que
presidía casi todos los centros y allí estábamos, pensando en la Reforma Universitaria.
Esta era una historia que venía de lejos, que tenía antecedentes. Hoy día se habla, y con
razón, de aquella memorable y significativa Reforma Universitaria de los años 67 al 73, pero los
estudiantes siempre han levantado esa bandera, han sido la levadura que levanta la masa a través de
la historia. Desde la fundación de las primeras universidades en Europa han tenido un papel
innovador, inquieto, que pide la adaptación de los claustros a las renovaciones de la época.
Nosotros todavía vivimos la proyección del grito de Córdoba, lanzado en 1918 por los estudiantes
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argentinos. En esa universidad tres veces centenaria pedían el remozamiento de las instituciones
conforme al principio muy repetido entonces que la juventud tiene una ventana inmensa, abierta a un
horizonte interminable y riquísimo. Este es el horizonte de la vida y las universidades de tipo
medieval se habían encerrado en sí mismas a lo sumo como una fábrica productora de profesionales,
vinculados al arte de hacer dinero o alcanzar situaciones prominentes en la sociedad con olvido del
progreso de la técnica, de la innovación y del cambio social, con olvido entero de la justicia.
El grito de Córdoba resonó en muchas partes de América Latina. En Lima los estudiantes de
San Marcos, dirigidos en ese momento por un muchacho llamado Víctor Raúl Haya de la Torre, se
levantaron también pidiendo la renovación de esa universidad colonial. Habían fundado,
paralelamente, la Universidad Popular González Prada, con la divisa que los trabajadores también
tenían derecho a la educación y a la cultura. Y así, en Chile la gloriosa generación del año 20, donde
había muchos estudiantes anarquistas y fogosos oradores y dirigentes como Juan Gandulfo, salieron
a la calle para pronunciarse por la amistad y la paz entre los pueblos en tiempos que en Chile se
hablaba de "la guerra de don Ladislao", aludiendo a Ladislao Errázuriz, quien proclamaba la
necesidad de una nueva guerra con el Perú a propósito del diferendo de Tacna y Arica.
Los estudiantes salieron a la calle y la respuesta de las guardias blancas, que siempre han
existido en Chile, fue asaltar la Federación de Estudiantes. Se toma preso al portavoz lírico de esa
generación, un poeta brillante, José Domingo Gómez Rojas. Se lo tortura, se lo golpea hasta
enloquecerlo. Muere víctima de esta reacción salvaje. Setenta mil personas asisten a su sepelio. La
conciencia pública se había despertado proyectándose más allá de las filas estudiantiles. Los obreros,
los trabajadores, los intelectuales los profesionales, la gente con sentido democrático de la época se
había puesto de pie.
Eran tiempos de cambio. En América Latina, se había producido la revolución mexicana. En
Rusia había triunfado el 25 de octubre de 1917 la revolución encabezada por los bolcheviques.
Europa venía saliendo de la primera Guerra Mundial. Todo era convulsión, ganas de un mundo
nuevo, de una vida mejor. Y cuando parecía que los jóvenes habían perdido un poeta, entonces, en
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los Juegos Florales estudiantiles - porque los jóvenes no sólo deben estudiar, no sólo deben luchar,
sino que también tienen derecho a la alegría - en estas Fiestas de la Primavera resulta premiado un
muchacho de 17 años, Pablo Neruda, con su "Canción de la Fiesta", que los jóvenes aprendieron de
memoria. Decía:

"Hoy que la tierra se cimbra


en un temblor polvoroso y violento
van nuestras jóvenes almas henchidas
como las velas de un barco en el viento".

La Reforma en los años 30.

Ya la generación del año 30 había pasado del anarquismo a la visión marxista de la política,
de la sociedad y tenía en la universidad una influencia grande. La juventud estudiantil, junto con los
trabajadores de Chile, jugó un papel enorme en la recuperación de la libertad y de la democracia para
nuestro país, alzándose contra la dictadura militar de Carlos Ibáñez del Campo. La dictadura
reprimió a los estudiantes y asesinó al estudiante de medicina Pinto Riesco, lo cual produjo una
efervescencia enorme. Las calles se poblaron de manifestantes, sobre un trasfondo de crisis
económica, consecuencia del crash de Wall Street en 1929, que se proyecta sobre Chile. Se cierran
todas las salitreras, se genera la desocupación más extendida que conoce el país y todo este complejo
histórico, junto con la lucha de los estudiantes, de los obreros, determina el derrocamiento de la
dictadura.
En ese momento nos encontramos, Enrique Kirberg, Hernán Ramírez, multitud de otros
estudiantes, en la batalla por la Reforma Universitaria. Eran tiempos tormentosos. El movimiento se
desarrollaba de una manera convulsa, impetuosa, desordenada a ratos, pero teniendo razón en el
fondo, queriendo una universidad nueva más justa, más abierta.
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Se produce luego la irrupción de la República Socialista, el 4 de junio de 1932. Yo veo las


escenas desde la universidad, porque fui alumno de la Escuela de Leyes, que funcionaba en la Casa
Central. Allí los alumnos precipitan la dimisión del rector de la universidad, Armando Larraguibel,
que había sido decano de la Facultad de Medicina. Obligan a renunciar a todos los decanos y se
produce una nueva elección, sobre la base del cambio por profesores más capaces. Esto yo tengo que
decirlo: los estudiantes exigíamos más idoneidad profesional y académica, necesitábamos maestros
más sabios, más dedicados a la tarea del conocimiento, más amantes de la sabiduría, que vieran la
universidad como una vocación. Proclamábamos la necesidad del vínculo con la sociedad, pero
también establecíamos y pedíamos a nuestros compañeros, en las asambleas, la necesidad de que
asumieran su responsabilidad ante el estudio, porque aquel que estudia se hace rico para siempre, se
hace rico del espíritu y podrá afrontar la vida con una profundidad y una grandeza y una amplitud de
miras, que ningún dinero del mundo puede dar.
Se produjo poco después - porque, como siempre, todo está vinculado a los grandes
movimientos sociales - la formación del Frente Popular, que atrae a los estudiantes, a los
intelectuales, a los trabajadores. Son los momentos en que Hitler domina en Alemania y amenaza la
paz mundial. Se constituye el Frente Antifascista Universitario. En Chile hay también fascistas, en
Chile hay gente que asalta las universidades, que golpea a los estudiantes, dirigidos por González
von Marees. Es, por lo tanto, necesario asumir la defensa por la democracia. La lucha antifascista se
da en un plano mundial.
Fuimos los primeros estudiantes que salimos el 25 de octubre de 1938, día de las elecciones
presidenciales, para reclamar el respeto a la victoria del abanderado del Frente Popular, Pedro
Aguirre Cerda, miembro del Partido Radical, que había sido muchas veces ministro de educación y
amigo entrañable de Gabriela Mistral. Salimos desde la Casa Central por Ahumada hacia la Plaza de
Armas, para exigir el reconocimiento del veredicto popular, que había sido muy estrecho; la victoria
de Pedro Aguirre Cerda sobre Gustavo Ross. Allí el pueblo se unió, allí estuvieron los obreros. Las
calles se hicieron multitud y eso influyó para que el veredicto popular, el triunfo de Pedro Aguirre
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Cerda fuera respetado.


La Reforma Universitaria cobró un nuevo brío. Se produjo entonces un acontecimiento que
yo nunca había visto en los anales estudiantiles o de los claustros: el plebiscito universitario. Fue una
institución muy particular, algo así como el mundo al revés. Los alumnos ponían nota a los
profesores. Había un voto largo, grande, en que se hacía la calificación del profesor, como profesor,
o sea como hombre que impartía enseñanza, que cumplía con su tarea, que era capaz de inspirar al
alumno, de enriquecerlo.
Fue un acontecimiento dramático. Muchos elefantes blancos cayeron, porque la juventud no
se casa con la mentira, se casa con la verdad. Cuando yo fui al día siguiente con los resultados a
comunicárselos al decano, que era Arturo Alessandri Rodríguez, hijo del presidente [Arturo
Alessandri Palma], el más reputado de los abogados de ese tiempo y la figura más destacada del foro.
Era un hombre muy orgulloso y muy poseído de su propia importancia. Conoció los resultados y me
dijo: "Todo esto es exacto. Los alumnos han juzgado completamente a la luz de los antecedentes de
cada cual, y si me hubiesen pedido a mí, en privado, que yo hiciera este juicio, habría votado igual
que ellos". Esto habla de que la participación del alumnado, junto al personal docente, a los
investigadores, al personal administrativo, a los funcionarios de la universidad, es un elemento
absolutamente indispensable del mundo universitario y creo que proyecta una nueva luz, aporta otro
horizonte, contribuye a una verdad más integral.

De la Reforma a la decapitación del pensamiento.

Esta lucha universitaria continúa, prosigue y siempre en ellas está como alumno Enrique
Kirberg, con la particularidad de que el alumno Enrique Kirberg de la década de los 30 es rector de la
universidad en la década de los 60, a partir de 1968 hasta el 73. Y es un rector brillante, creador, un
rector de la Reforma, un hombre que representa un movimiento, que representa un pensamiento, que
representa una acumulación histórica de referencias y de necesidades y que hace de la Universidad
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Técnica del Estado, en ese tiempo, una entidad nueva, donde si antes los obreros y los hijos de
obreros componían un 5% del alumnado, bajo su rectorado pasan a ser un 30 %. Se establece un
convenio con la Central Única de Trabajadores.
La universidad se proyecta a todo Chile, la universidad va a los lugares de trabajo, a las
minas, a las fábricas, es decir, respira un aire nuevo. Porque la Reforma Universitaria también
plantea la necesidad de vincularse con el resto de la sociedad y ponerse al servicio del país y al
servicio también de ese derecho sagrado que tiene cada ser humano, a educarse. Y a educarse
conforme a sus capacidades para llegar a los más altos niveles, no sólo limitarlo a la escuela primaria
para que luego algunos de ellos se conviertan en analfabetos por desuso.
Por eso yo, esta mañana, quiero decir que la Reforma Universitaria en Chile es un hecho
fundamental de la historia, que está inscrito dentro de un proceso general, que es el proceso de
renovación de la sociedad. Pasa también necesariamente no sólo por el desarrollo económico y la
macroeconomía, sino que pasa también por la microeconomía y por el derecho de cada ser humano a
ser todo lo que un ser humano puede ser, cualquiera que sea su condición social, en una sociedad que
hoy día necesita más que nunca Reforma universitaria y también Reforma social, porque hemos
vivido después del golpe de 1973 la contrarreforma universitaria, la contrarreforma social y laboral.
Todos la recuerdan aquí y muchos la han sufrido. Desde luego lo ha sufrido el que fuera
rector de la Universidad de Concepción, Edgardo Enríquez, aquí presente. La idea de una
universidad libre fue fríamente decapitada. Se trataba de decapitar, en el sentido preciso del término,
la cultura abierta y creadora, suprimir la mentalidad descubridora, hacer desaparecer el pensamiento
democrático para reemplazarlo por un pensamiento autocrático. Es así que se da, en Chile, único país
en el mundo, la rareza antropofágica de que veinte mil alumnos son expulsados de las universidades,
de que lo más brillante del cuerpo de profesores y de investigadores sea despedido y perseguido.
Muchos de ellos van a dar a la cárcel y se sufre la exquisitez increíble de que los rectores de
universidad sean generales, almirantes, gente que nunca pasó por la universidad. También toda esa
obra de extensión, toda esa apertura hacia la sociedad, el impulso democrático, popular, humanista
19

de la universidad fue pasado a cuchillo.


Ahora las universidades en Chile son muy distintas de entonces. Es evidente que hay una
proliferación también mercantil, que hace de la enseñanza y de la universidad un negocio. Por lo
tanto, yo sigo insistiendo en la necesidad de distinguir respecto de aquellas universidades estatales,
como la Universidad de Santiago, como la Universidad de Chile, como otras universidades. Las otras
tendrán que demostrar su derecho a existir sobre la base de la validez académica, no sólo económica.
Es muy triste y muy terrible que para ser estudiante universitario sea necesario no ser hijo de
un obrero, porque un obrero que gana, no diré ya el salario mínimo, unos sesenta mil pesos, sino aun
si gana el doble, no puede tener un hijo en la universidad, a menos que consiga excepcionalmente
una beca. Por eso la Reforma Universitaria es una bandera permanente, es una bandera que está en
manos de los estudiantes, de los profesores, de las autoridades universitarias, de los funcionarios
como un todo, pero también está en manos de los trabajadores y del pueblo, como lo soñó nuestro
recordado, inolvidable compañero Enrique Kirberg.
20

EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE LA UNIVERSIDAD CATOLICA.

Miguel Ángel Solar Silva

Hace algunos momentos yo les decía a unos amigos de antaño y a los que me invitaron a estar
hoy aquí, que es la primera vez que me toca relatar "el cuento" de la Reforma2. Haré algunos
recuerdos, porque no tengo una historia muy estructurada, porque han pasado tantos años y yo no soy
experto en contar cuentos de lo que hemos hecho, más bien me he dedicado a llevar a cabo nuevas
cosas, continuación de las antiguas que hoy nos juntan.
Este Simposio me provocó a contar mis recuerdos porque creo que ha llegado el momento de
ajustar cuentas con el pasado. Parece que ayer empezamos [referencia a fallo en caso Letelier].
Porque el pasado no bien recordado trastorna la posibilidad de avanzar y porque estamos hechos de
pasado; cada pedazo nuestro, cada molécula de nuestro cuerpo, cada estructura cognitiva que
tenemos en la cabeza, cada cicatriz, cada poquito de colesterol en las arterias. Estamos construidos
de pasado, y yo creo que el pasado, en relación a este tema, es un pasado que ha sufrido de un doble
estándar, por un lado, demonizarlo y por otro lado ensalzarlo. Conviene ubicarse en qué es lo que
ocurrió y ver en qué medida ese pasado hoy día es presente y estamos cosechando lo que en ese
tiempo se sembró.
Actualmente yo soy docente de la Universidad de la Frontera, en Temuco, en la Escuela de
Medicina y hoy día, para dar un ejemplo extremo de "la cosecha", porque aquí no se puede gastar
mucha pólvora en sutilezas, somos capaces, en la docencia de primer año, de presentar un caso de
esquizofrenia, de locura, en que hemos logrado la relación entre la medicina tradicional mapuche,

2
Nota del Editor: En torno a la Reforma de la UC ver artículos de Luis Scherz, Cristián Gazmuri y
otros en Realidad Universitaria No. 6, CERC (1988). Para una visión más detallada consultar
Ricardo Krebs et al., "Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile”, Ed. U.C. (1994). Ver
también José J. Brunner, Documento de trabajo No. 133, FLACSO- Chile (1981) y Manuel A.
Garretón, Material de discusión No. 77, FLACSO-Chile (1985).
21

con su machitún, y la medicina moderna con su electroshock. Estaba lejos, en mis tiempos de
estudiante de medicina, ni siquiera de entender eso, pero sí sabíamos que nuestra universidad estaba
ajena a la realidad social, histórica, popular y mapuche. Nuestro esfuerzo mayor fue tratar de llenarla
de vasos comunicantes, de lograr que la Universidad Católica de Chile - en ese tiempo, Católica de
Chile, después le pusieron Pontificia, no sé por qué - fuera reapropiada por el último poseedor que es
el pueblo chileno. No se trata da hacer apología histórica, no se trata de traer un recuerdo de una cosa
que fue ideal y que fue estupenda, o que fue terrible y dañina, sino como el desarrollo de semillas
que, sembradas en los 60, están actualmente en pleno despliegue.
El movimiento estudiantil reformista, para comenzar por el punto que me tocó vivir en la
Universidad Católica, empezó mucho antes del 67, empezó en 1961, con Claudio Orrego, siguió
después con Andrés Varela, Carlos Eugenio Beca, Manuel Antonio Garretón, Fernán Díaz y a mí me
tocó meter el gol, por así decirlo. Pero no puedo dejar de contar cuál era el ambiente estudiantil en
que se dio esta situación.

Actividades gremiales estudiantiles en los 60.

Una parte muy importante de la calidad de la educación superior está en lo que los
estudiantes se comunican entre sí. En ese tiempo había comunicación interpersonal, pero muy
organizada a través de los centros de estudiantes y de la FEUC.
Voy a mencionar las cuatro o cinco cosas que constituían las actividades básicas del
movimiento estudiantil de ese tiempo:
Festivales de la Canción; había grandes Festivales, previos o simultáneos al de Viña, en el
estadio Nataniel. Para traer una cita actual, me parece que la primera vez que Gloria Simonetti cantó
en Chile ante gran público, fue en el festival del año 65, que a mí me tocó organizar. Todos los años
estos grandes Festivales atraían a grandes masas estudiantiles. Naturalmente, la canción era una
cuestión que a todos nos recorría. Estábamos metidos dentro del nuevo ciclo de la canción chilena de
22

protesta o no protesta.
Otra gran actividad de aquel movimiento estudiantil eran las Semanas Universitarias, en que
la universidad entera se movilizaba para competencias de diversos grados. Yo recuerdo que una vez,
para conseguir puntos, se robaron un Rembrandt del Museo de Arte, hubo cierre de fronteras, en fin,
toda esa cosa que se produce en esos casos y a lo mejor ni siquiera era un Rembrandt. La Semana
Universitaria terminaba con un inmenso desfile de muchos carros alegóricos, que empezaba en la
Plaza Italia y terminaba frente al Club de la Unión. Cada escuela tenía su carro alegórico, era una
cosa que venía del pasado y que todavía tenía presencia; toda la universidad participaba. Recuerdo
que una vez los puntajes para elegir la reina de la UC se hicieron en torno a juntar botellas, creo que
juntamos miles o hasta un millón de botellas. Se le regalaron a la Fundación Emaús, que hacía
reciclaje. Camiones y camiones de botellas que venían no sólo de Santiago, sino que también de
otras partes como Rancagua y ciudades cercanas.
Cuento todo esto porque era un movimiento estudiantil que se movía sobre una gran base
gremial. Yo puedo decir que los que se decían "gremialistas" nunca fueron tan gremialistas como
nosotros, nunca respondieron en tan gran medida a los intereses estudiantiles, lo digo de los que
fueron nuestros detractores en ese minuto. Nos movíamos sobre intereses muy generales, como era la
canción, como era la celebración, la competencia y la alegría estudiantil.
Con participación de sectores un poquito menos numerosos, había actividades que fueron
muy significativas y las más importante de todas fueron los Trabajos de Verano. Los Trabajos de
Verano significaron que estudiantes de sectores medios - ya la Universidad Católica había crecido y
tenía todo el espectro social, ya no era una universidad pije - empezaron a salir sistemáticamente a la
provincia de Arauco. El año 1967, recuerdo que fue la fecha que me tocó a mí ser presidente de
FEUC, llevamos el 10% de la universidad a trabajar a Punta Lavapié con los pescadores, en el río
Túbul con los recolectores de algas, en Curanilahue con los mineros del carbón, en Antiquina y otros
lugares con los campesinos mapuches, etc. Era un gran contacto de estudiantes con el pueblo
campesino, el pueblo obrero de Chile. Esto es muy importante para entender la génesis del proceso
23

posteriormente. El 10% de los estudiantes tuvo esta gran experiencia formativa, lo cual causó un
inmenso impacto ideológico y emocional al interior de la Universidad Católica.
Otra actividad muy importante eran las Semanas Sociales, una tradición que venía de parte de
la Iglesia Católica, toda la tradición social de la Iglesia Católica se expresaba ahí con importantes
conferencistas.
También había, curiosamente, una alta actividad de reflexión de los estudiantes en torno a sus
vivencias personales, en torno a su destino. Y recuerdo que los novatos eran recibidos en la
universidad con una "Carta a los Novatos", que terminó siendo un libraco bastante denso y
complicado, escrito por los estudiantes más pensadores y más sufridos. Todo esto dentro de la
Semana Novata, que era una tradición menos agresiva que la de hoy día. Había un fuerte intento de
generar una reflexión vivencial sobre el destino vital, sobre la vida personal de los estudiantes
universitarios.
Y una actividad más del mundo estudiantil que era muy importante, eran las Convenciones de
Estudiantes. Hubo grandes convenciones, creo que fueron dos o tres, no tengo recuerdo preciso, en
que se juntaban trescientos a cuatrocientos estudiantes durante una semana entera a discutir el
problema de la universidad. Era una visión doctrinaria, pero alimentada por los problemas
curriculares, con lo que sucedía en el aula y en la sociedad. Todo eso se iba haciendo más abstracto
hasta llegar a grandes definiciones programáticas universitarias. En la convención se juntaban
muchos estudiantes, se publicaban libros inmensos y se los entregábamos a las autoridades
universitarias para que ellos las aplicaran.

Propósito de la Reforma.

Es sobre la base de las vivencias producidas por las actividades que he recordado que se
generó en los estudiantes, de repente, un impulso: "parece que lo que tenemos que hacer es cambiar
la universidad". Yo quiero leer el final de un discurso pronunciado el día 7 de abril de 1967, en la
24

inauguración del año académico, ante el mismo rector Monseñor Alfredo Silva Santiago, y que me
tocó decir a mí cuando lanzamos el movimiento de cambio del poder en la Universidad Católica3. En
él recordamos, justamente, que tal vez el elemento más importante que nos empujó a la reforma, fue
la experiencia de contacto de los estudiantes de la Universidad Católica con los sectores populares de
la provincia de Arauco.
"Cuando en el mes de febrero de este año cuatrocientos universitarios nos despedíamos de la
provincia de Arauco, había una petición en la boca de los hombres y mujeres de esa lejana región:
no nos olviden. Prometimos no hacerlo y las palabras que dijimos esa noche en la Plaza de
Curanilahue podemos repetirlas hoy textualmente: No nos olvidaremos porque vamos a aplicar el
espíritu que en Arauco hemos encontrado, en nuestra universidad, le vamos a exigir que cambie sus
viejas estructuras y los hombres que las sostienen, para que se coloque al servicio de su pueblo,
para que cumpla el mandato de la hora presente y se abra a todos los sectores sociales, que
investigue la realidad de este país y elabore la tecnología, ciencia y cultura que la comunidad
nacional requiere. Que en fin sea la culminación intelectual del vivir de su pueblo, porque allí esta
su energía y vitalidad".
El propósito de nuestra Reforma era abrirse. Apertura más que entregar un saber. Yo nunca
he compartido mucho eso de que la universidad es la conciencia crítica de la sociedad, como una
especie de conciencia superior. Parece que tampoco lo compartí en ese minuto. Abrirse en términos
demográficos era parte de esa consigna, abrirse a que todos pudieran llegar a la universidad, era
abrirse en términos sociales a todos los estratos. Que la universidad investigara la realidad de este
país era abrirse como universidad. La universidad debía ser un lugar para la investigación, para el
conocimiento, para el saber, pero para investigar los problemas nuestros. Nuestros científicos
investigaban poco y, además, problemas de otros. Que la universidad elabore la ciencia y la cultura
que la comunidad nacional requiere, en fin, que sea la culminación intelectual del vivir de su pueblo,

3
Nota del Editor: Ver versión completa del discurso de Miguel Ángel Solar en la inauguración del
año académico 1967 en el Apéndice I.
25

porque allí está su "energía y vitalidad". Esa es la base sobre la cual nace este movimiento.

Los pasos hacia la Reforma.

Cuando yo llegué a ser presidente de la FEUC era un tipo gremialista, participaba en la cosa
más gremial que ya describí, pero nos dimos cuenta que había una gran insatisfacción con la
universidad, y había frustración porque habíamos planteado programas, habíamos creído en las
autoridades y le habíamos hecho empeño y las cosas no avanzaban y había una gente muy "diestra"
en el Consejo Universitario.
Yo recuerdo que cuando entré en el Consejo Universitario vi gente que no tenía nada que ver
con lo que habíamos esperado los estudiantes. Entonces ya habíamos dicho que el problema no era
de estructura y de reglamentos, sino que, definitivamente, de cambio de "personas en la dirección de
la universidad", cambio de clase en el poder, para decirlo en los términos de esos tiempos. El 7 de
abril, con el rector presente - un arzobispo tradicionalista en el sentido eclesiástico, es decir, muy de
derecha en ese minuto - en el gimnasio universitario yo leo el discurso recordado diciéndole:
Excelentísimo Señor rector, arzobispo, queremos que se vaya. Porque, entre paréntesis, siempre hubo
un trato de extraordinaria comunicación, nosotros nunca rompimos las relaciones interpersonales,
incluso mandábamos las cartas a Roma, porque esto fue una conspiración internacional y hasta el
Papa [Paulo VI] se metió al final. Mandábamos la carta a Roma, al Ministro de Educación del Papa,
y después íbamos a conversar con el rector, de modo que lo supiera por nosotros, por supuesto
cuando ya nosotros sabíamos que el rector no podía obstaculizarla. Esto con buenas palabras, mucho
respeto, porque lo teníamos. No era un problema de descartar las personas, sino su función como
autoridad.
Y ahí se inicia el proceso de discusión universitaria, los profesores se involucran, empieza a
haber co-inspiración. Después vimos que allí se cumplió la máxima de Lenin, que las revoluciones
son posibles cuando los que viven bajo el poder no quieren seguir viviendo así y los que ejercen el
26

poder no pueden seguir ejerciéndolo, o sea, cuando todos quieren cambiar, son posibles las
revoluciones. Y también había en el movimiento de profesores ideas de cambio. Nosotros quisimos
que el cambio fuera a nuestro modo, esa fue la gracia, intuitivamente.
Bueno, se inicia un proceso que va tomando fuerza, y ahí se nos ocurre una idea que después
un señor General nos imita, muchos años después, que es la idea del plebiscito. Por ahí por junio de
1967, llamamos a un plebiscito estudiantil, sin ninguna legalidad naturalmente, igual que el
plebiscito de poco tiempo después, y en el que le preguntamos a todos los estudiantes si estaban de
acuerdo con el cambio de rector. En esos tiempos significó una gran novedad que los estudiantes se
atrevieran a preguntar eso. Pero se produjo una tremenda reacción de la derecha y del Mercurio.
Recuerdo que fueron millones y millones de pesos en inserciones en la prensa que afirmaban que era
imposible aceptar que esa pregunta se pudiera hacer.
Pero lo hicimos y alrededor del 80% del estudiantado votó que sí. El Comité Permanente del
Episcopado se metió y prometió a los estudiantes un prorrector, o sea, un segundo rector que fuera de
total garantía. Pero todos estos cambios de personas en el gobierno universitario ¿para qué?

El programa de la reforma.

Vamos a la parte programática, y a pesar de que es un poco latera, creo que tiene interés
porque incluía lo que hoy día llamaríamos modernización y democratización.
En primer lugar, era clave que todos opináramos, es lo que la empresa moderna pide hoy. No
es posible hoy en día no escuchar al portero: el portero está escuchando la demanda, dice la gente
experta en gestión moderna. Él sabe lo que el cliente quiere, o sea, todos deben participar en la mesa
de decisión, en diferentes maneras, de acuerdo con sus competencias técnicas. Y por eso para
nosotros fue claro que los administrativos, los estudiantes y los docentes, en diferentes
combinaciones como fuese adecuado, debían decidir sobre el futuro de la universidad. Esto nos
parecía modernizador, nos parecía eficiente; así se hacen las cosas en todas partes del mundo hoy.
27

La otra cosa que nos preocupaba era el insuficiente desarrollo de la investigación. Había
facultades que investigaban más que otras, pero algunas investigaciones nos parecían poco
pertinentes, teníamos muchas preguntas sin respuesta. En mi Facultad de Medicina no se investigaba
el cólico hepático, la vesícula. El 80% de los pabellones en Chile operan de vesícula y nadie
investigaba eso, pero estábamos investigando cosas que le interesaban a la Fuerza Aérea
norteamericana, porque ellos pagaban los grants, porque ellos invertían. No teníamos investigación
pertinente y no veíamos un proceso en que la investigación fuera importante.
Otro elemento clave era la formación estudiantil. Nos parecía unidimensional,
profesionalizante y sin buena base. Hoy día sabemos que la producción moderna requiere gente
altamente capacitada, capaz de desplazarse en las labores productivas, que son muy cambiantes.
Propusimos el currículum flexible, la departamentalización, una serie de otros fenómenos que tenían
que ver con esto.
La universidad, decíamos, debía ser la institución social capaz de cristalizar intelectualmente
el devenir de su pueblo. Y por ello no podíamos dejar de plantear las circunstancias que el pueblo
nuestro vivía el año 1967. Nos guiaban las palabras del Papa de ese tiempo: "circunstancias posibles
de definir por el afán incontenible de los hombres postergados, para derribar las disparidades
hirientes, no solamente del goce de los bienes sino todavía más, en el ejercicio del poder", palabras
de Pablo VI, que en ese minuto gobernaba la Iglesia Católica, quien además agregaba: "mientras que
en algunas regiones una oligarquía goza de una civilización refinada, el resto de la población pobre
y dispersa está privada de toda las iniciativas personales y responsabilidad y aún muchas veces
incluso viviendo en condiciones de vida y de trabajo indignas de la persona humana".
Decíamos también que no se trataba de transformar la universidad en un servicio público,
sino que participara justamente en cuanto a formadora de las personas, en cuanto a investigadora de
la realidad.
Otro punto programático tenía que ver con la particularidad de una Universidad Católica. Nos
parecía que lo católico de la universidad no consistía en llamarse "pontificia". Una Universidad
28

Católica - y cualquier universidad puede serlo - lo es si el fenómeno religioso está presente como
parte de la investigación, si la teología es parte de la formación. Porque el hecho religioso, o la
antropología de la trascendencia, es la antropología a la cual, en ese minuto, y todavía hoy, adhiero.
Adhiero no en el sentido de creer que hay cielo - de eso no estoy seguro, nadie está seguro, sólo la
gracia de la fe da alguna certidumbre -, sino que creo que el hombre es un animal diferente de los
demás por ser el único animal que inventó o reconoció un bien que siendo parecido a sí mismo es
inmensamente más que sí mismo; la realidad de Dios.
Para nosotros, el catolicismo de la universidad no tenía nada que ver con la dependencia
pontificia, ni siquiera con la Iglesia Católica. Si mañana la Universidad de Chile tenía su cátedra de
teología, para mí era tan válida la Católica como la Chile.
En fin, en ese tiempo dijimos éste es nuestro programa, hemos hecho muchos esfuerzos para
que nos entiendan, pero aquí hay una autoridad que ha perdido autoridad y tenemos que cambiarla. Y
por eso el plebiscito que hacemos el año 1967, en junio, es: señores ¿se va o no el rector? y se
produjo un terremoto de opinión pública. Ese plebiscito nos promete un prorrector en junio de 1967
y ahí se produjo el fenómeno de impasse porque el Consejo Superior no encontró a nadie que
quisiera asumir el cargo.

El triunfo de la Reforma.

Llega el 10 de agosto - y nosotros habíamos advertido que esperábamos hasta el 10 de agosto


- y después de muchas diligencias políticas, sociales, diplomáticas, declaramos la huelga indefinida
el 10 de agosto de 1967 y nos tomamos el control de la universidad. Para ubicarlos en lo que pasó,
antes hubo dos viajes a Roma aprovechando esos congresos internacionales de estudiantes, como el
de Ulan-Bator, enviamos dirigentes a Roma, enviamos cartas en francés, en fin, toda una serie de
labores diplomáticas, labores a nivel del gobierno de Frei, labores a nivel de los obispos, labores a
nivel del ámbito político. Preparamos el terreno; no fue una cosa que se improvisó.
29

Hay muchas cosas que hurgar en nuestra historia. Recuerdo que me reuní el día 9 de agosto
con Leighton, que era ministro del Interior, y le dije "Don Bernardo aquí no ha pasado nada, no nos
van a cumplir". Respondió "No hombre no ha pasado nada, pero paciencia, lo vamos a solucionar".
El hermano Bernardo era muy bueno para arreglar las cosas, se reunió con el Cardenal y trataron,
pero no pudieron. El Cardenal nos apoyaba bastante y se produce la huelga.
El primer día de la toma, el 11 de agosto, la derecha intenta retomarse la universidad. Hay
quinientos estudiantes dentro de la universidad. Yo estoy muy cansado, estoy durmiendo y me entero
casi cuando ya está terminando, y alguien llama a Espartaco. Espartaco era un grupo político ligado a
un filósofo. Llegaron estos tipos, unos camiones, así de grandes, muy poderosos. Llegaron algo así
como 20 y nos ayudaron a salvar la toma ese día, del punto de vista disuasivo físico, porque fue una
pelea sin heridos4.
Pero después la derecha quiso retomar de nuevo con unos camiones del fundo de Melipilla y
quien nos salva es el Grupo Móvil, el mismo que ayer estaba tirando agua por las calles de Santiago.
¿Por qué? porque el hermano Bernardo [Leighton, entonces ministro del Interior] mandó a rodear la
universidad con el Grupo Móvil, para que no pasara nada, pero en los hechos nos protegía, porque
que no pasara nada significaba que nosotros seguíamos adentro. En este contexto se da y se produce
la larga negociación de la toma. Todo termina cuando Roma, el Papa, nos apoya.
Termina la toma, la ganamos; a nosotros nos interesaba sobre todo elegir un prorrector, este
fue Fernando Castillo Velasco. Nosotros no lo conocíamos y fue un éxito que él fuera el rector, sin
ninguna duda. Hay un claustro en que los estudiantes participan con un 25%, y para que ustedes
entiendan el grado de amplitud del movimiento, el reglamento del claustro, que afirma ese 25%, lo
hace una comisión, pero el hombre que nos aportó la técnica jurídica para hacerlo fue Sergio Díez

4 Nota del Editor: Alejandro Yáñez - ex-presidente de la FEUT y coautor del presente tomo
- ha señalado que un grupo de 20 estudiantes de la UTE, sin relación con Espartaco, acudió ese día a
defender la toma de la UC. El Editor comprobó que esta afirmación es efectiva. Cabe la posibilidad
de que ambos grupos (UTE y Espartaco) se hayan hecho presentes.
30

Urzúa, hoy senador de Renovación Nacional. Incluso nos convidó a un cóctel en su casa, donde
había una piña con unos camarones ensartados, muy ricos.
Ese proceso de quiebre de una universidad tradicional, de apertura de la universidad al
ámbito social, a una perspectiva ideológica, a una sensibilidad de país, fue producto de un
movimiento de gran amplitud, y eso fue lo que lo hizo posible y lo que lo ha hecho durable. Yo creo
que la Reforma fue exitosa, que cumplió sus objetivos y que la dictadura no pudo triunfar con su
intento de restauración. Lo digo por la propuesta general nuestra, como generación y como sociedad,
yo creo que fuimos exitosos, tuvimos una reacción, pero esa reacción restauradora fracasó y la
Universidad Católica es hoy mejor que antes. Yo creo que hoy es más abierta socialmente que antes.
Yo creo que el dolor que significó el intento de restauración que tuvimos, con toda la dureza
que significó para muchos de nosotros y para los que están aquí presentes, nos impide ver cuánto de
lo que se sembró en ese tiempo está hoy presente. A veces está chiquitito, pero está ahí como para
regarlo. La Reforma no hay que hacerla de nuevo, hay que continuarla.

La Reforma continúa.

La Reforma ya se hizo y, en lo profundo, fue exitosa. Ahora los estudiantes no votan, pero yo
no sé si se trata de votar. Si yo fuera estudiante, no sé si votaría. Yo quisiera, más bien, evaluar al
profesor y si el profesor en la evaluación no sale bien, cambiar de profesor. Y digo esto desde el
ámbito en que estoy, porque estoy en un Consejo Universitario. Yo quisiera hoy que hubiera
participación, no de un estudiante, ni de cinco estudiantes ni de veinte, sino de miles de estudiantes
en su proceso de aprendizaje. Pero para lograr eso hay que pensar que la universidad está permeable
y porosa y aventar el miedo que aún nos queda.
Yo quisiera acentuar esta idea de que no hubo restauración real, que el proceso de Reforma
está en desarrollo. Si está paralizado ese proceso es porque en la cabeza nuestra hemos creído que
alguien lo paralizó. Ahora hay cosas en que yo creo que estamos avanzando con inmensa velocidad.
31

En mi tiempo había una Facultad de Medicina que a uno lo hacía estudiar matemáticas, física,
química, y con o sin quererlo, le sacaba toda idea de la persona humana en los primeros años. Uno
aprendía que los hombres son primero números, después átomos, después moléculas, finalmente
células y la persona desaparece. El paciente es una persona, pero eso es lo más importante para un
médico, entender a la persona como tal.
Nosotros hemos logrado que el estudiante de medicina, a los 15 días de clases, vaya al
hospital. Ustedes me dicen ¿a qué? A escuchar a un paciente, a escucharlo por tres horas. Los que
hemos sido pacientes y seremos pacientes, cuánto nos serviría que los médicos nos escucharan 10 ó
15 minutos o más si es necesario. Y nos escucharan de verdad, aprendieran a escuchar, porque la
clínica nace del acto de escuchar al otro y en esto, el lenguaje corporal y el lenguaje verbal son
claves. Es lo que estamos aprendiendo, o sea, estamos avanzando en los curricula, ellos tenían que
ser el blanco final de la Reforma. La Reforma tenía que terminar en el aula, en el aprendizaje, en la
evaluación. Son ejemplos personales, pero podría dar muchos otros, de estudiantes que cambian el
ramo a la mitad del camino, que dicen: "profesor, Ud. nos enseña esto, pero para enseñarlo bastan
cinco sesiones ¿Qué más sabe Ud.? Enséñenos eso otro", esa es la principal participación hoy en día
y de una inmensa potencialidad.
32

LA REFORMA EN LA UNIVERSIDAD DE CHILE -


CON ESPECIAL REFERENCIA A LA FACULTAD DE MEDICINA.

Alfredo Jadresic Vargas

Antecedentes

Los movimientos estudiantiles de los años 60, que ocurren en forma casi simultánea en
muchos países europeos y americanos, forman parte del proceso general de la sociedad
contemporánea de posguerra. Se vivía en esos años con gran intensidad las causas sociales. En los
países de gran desarrollo industrial eran temas de alta vigencia la guerra de Vietnam, las campañas
de desarme nuclear, los movimientos de liberación de la mujer, la discriminación étnica, los derechos
civiles de los negros en los Estados Unidos, el anticolonialismo en Inglaterra y Francia, etc. En
Latinoamérica surgían fuertes movimientos sociales y políticos tendientes a la transformación de las
estructuras socioeconómicas, se apoyaba la lucha antimperialista y se observaba con admiración la
Revolución Cubana.
Frente a estos acontecimientos, los jóvenes universitarios se consideraban marginados de los
problemas más importantes de su tiempo y encerrados dentro de la institución a que pertenecían, sin
opciones de expresión ni participación. Se objetaba, en general, la rigidez y el régimen autoritario de
las universidades5. No obstante, las características que adquirieron los movimientos estudiantiles en
los diversos países estuvieron grandemente determinadas por las condiciones propias de cada uno de
ellos. Comprometer a la universidad con la necesidad de cambios sociales fue uno de los principales
postulados de dichos movimientos.

5
Nota del Editor: Otra visión de la Reforma de la U. de Chile, así como de la U. Católica y
diversos otros aspectos del proceso reformista se encuentran en la serie "Biblioteca del movimiento
estudiantil" (10 tomos) de Manuel A. Garretón y Javier Martínez (editores), Ediciones Sur (1988).
Ver también José J. Brunner, Documento de Trabajo No. 117, FLACSO-Chile (1981).
33

La Reforma en la Universidad de Chile

En Chile, los movimientos estudiantiles de Reforma de la Universidad de Concepción, la


Universidad Católica y la Universidad Técnica del Estado antecedieron al movimiento de Reforma
de la Universidad de Chile. Tuvieron en común la aspiración de modificar los estatutos para hacer de
las universidades instituciones auténticamente democráticas en que pudieran expresarse plenamente
todos sus integrantes.
En la Universidad de Chile, desde hacía un año [1967] el Consejo Universitario, bajo la
dirección del rector Eugenio González, estudiaba la modificación del Estatuto Orgánico - establecido
por Decreto Nº 280, vigente desde 1931 - cuando sobrevino el movimiento de Reforma de la
Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh). Este movimiento fue apoyado por los
docentes que no tenían participación en los claustros de la universidad. La toma de la Casa Central
por los estudiantes y la paralización de las actividades de las facultades determinó la renuncia del
rector González. Asumió como rector subrogante don Ruy Barbosa.
El 12 de junio de 1968 se logró un acuerdo entre la rectoría y la FECh por el cual cada
facultad y cada centro regional constituiría una Comisión de Reforma para estudiar y hacer
proposiciones para el nuevo estatuto. Se constituyó además una Comisión Central de Reforma,
integrada por representantes de la FECh y de la Asociación de Docentes, Investigadores y
Extensionistas (ADIEX), la que convocó a la Convención y Plenarios de la Reforma en septiembre
de 1968 para conocer, después de intensos debates en todos los ámbitos de la universidad, las
proposiciones de las diversas Comisiones de Reforma.
Los universitarios reformistas habían planteado que no les daba garantía que los estudios de
la Reforma se llevaran a cabo bajo la dirección de los antiguos decanos y autoridades unipersonales y
exigieron sus renuncias y la elección de nuevas autoridades. En estas elecciones, algunos decanos
fueron reelegidos, mientras que otros fueron reemplazados. El rector subrogante facilitó la
34

normalización del proceso nombrando en forma interina a los nuevos decanos y directores elegidos.
Los Plenarios de Reforma tenían por finalidad aprobar un nuevo estatuto y establecer un
sistema de gobierno transitorio hasta que se promulgase la nueva ley que permitiría elegir las
autoridades definitivas.

Planteamientos Fundamentales de la Reforma

En los Plenarios hubo consenso que el proceso reformista deseaba una universidad
democrática, pluralista, autónoma, creadora y crítica. La Universidad de Chile debería tener carácter
nacional y estar integrada por sedes.
Las autoridades administrativas serían generadas por elecciones. Grupos colegiados, con
participación de los tres estamentos de la comunidad universitaria - académicos, estudiantes y
funcionarios - definirían la política universitaria que deberían cumplir las autoridades unipersonales.
Se acordó que los estudiantes participarían con una ponderación del 25%. Aunque durante los
Plenarios no hubo acuerdo sobre la ponderación del personal no-académico, posteriormente se
aprobó el 10%.
La carrera académica, en cambio, no debía estar sometida a ningún tipo de votaciones, sino
estar basada exclusivamente en la evaluación por comisiones idóneas de los antecedentes y méritos
de los académicos en sus labores de investigación y docencia, con prescindencia de cualquier otro
factor.
Existió también consenso en los Plenarios que la nueva universidad debía estar estructurada
en razón del conocimiento y la cultura y no de las profesiones. La unidad básica debía ser el
departamento, unidad natural de investigación, docencia y extensión en un campo determinado del
saber, que garantizaría la autonomía de la labor académica, introduciendo independencia entre la
organización académica y la estructura administrativa o de poder. Se deseaba abolir la cátedra
tradicional que concentraba jerárquicamente en una misma persona la máxima autoridad académica y
35

administrativa.
La universidad debía proporcionar al académico derecho a la experiencia, a la libertad de
pensamiento y de expresión, fuera de toda censura política o ideológica, derecho a realizar su propio
proyecto de conocimiento y ciencia y participación libre en la enseñanza fuera de los programas.
El departamento debía ofrecer al estudiante la posibilidad de aprender en un proceso sobre el
cual pudiese ejercer una acción crítica, tener derecho a obtener una preparación válida y útil para la
sociedad y derecho a una cultura que le permitiese participar en la aventura intelectual de la
humanidad.
La producción de profesionales debería ser realizada en íntima consonancia con las
necesidades del medio social en que la universidad existe y con visión de los requerimientos futuros
y de cambio.

El Consejo Superior Provisional

Las materias que no lograron ser aprobadas por los dos tercios de los convencionales en los
Plenarios pasaron a un referéndum que debía servir para que la Comisión Central de Reforma
redactase en definitiva el proyecto de estatuto. Si no se cumplía con la elaboración del proyecto
dentro del plazo establecido, la Mesa Directiva de los Plenarios convocaría a la elección de un
Senado Académico Transitorio que reemplazaría a la Mesa Directiva y a la Comisión Central de
Reforma, para llevar adelante la tarea. Entretanto, la administración de la universidad se mantenía en
el antiguo Consejo Universitario, formado por los decanos.
Múltiples dificultades impidieron cumplir dentro de los plazos establecidos. Uno de los
conflictos más graves y prolongados que vivió la Universidad de Chile en esos días fue provocado
por la inexplicable expulsión de 14 profesores universitarios argentinos, realizada por orden del
gobierno de la época.
Para dar un claro marco legal al proceso de reforma, el Consejo Universitario logró obtener la
36

promulgación de la Ley 17.200, la cual permitió proceder a la constitución de un Consejo Superior


Provisional y a la elección simultánea de rector y secretario general.
Se habían perfilado a la fecha tres tendencias en la comunidad universitaria, un movimiento
reformista apoyado por los grupos de izquierda, otro vinculado a la Democracia Cristiana y un tercer
grupo, heterogéneo, autodenominado Acción Reformista Universitaria, que pronto después de la
elección se dividió en un sector que se asimiló a los grupos de izquierda y otro de tendencia
derechista que se denominó Frente Universitario y se unió a la Democracia Cristiana.
Participaron como candidatos a rector y secretario general, respectivamente, las siguientes
personas: el profesor Dr. Alfredo Jadresic, decano de la Facultad de Medicina, y el profesor Ricardo
Lagos, apoyados por los sectores de izquierda; el profesor Edgardo Boeninger, decano de la Facultad
de Ciencias Económicas y el profesor Octavio Maira, por la Democracia Cristiana; y el profesor Dr.
Fernando Vargas, Presidente de la Comisión de Reforma, en representación de la Acción Reformista
Universitaria. Las elecciones tuvieron lugar en noviembre de 1969.
En la primera vuelta para la elección de rector ganó el Dr. Jadresic por estrecho margen, pero
en la segunda vuelta, entre las 2 primeras mayorías, el señor Boeninger obtuvo el 52% de los votos.
Como secretario general resultó elegido el profesor Ricardo Lagos, quien logró superar, en la
segunda vuelta, al profesor Maira. En el Consejo Superior Provisional obtuvo mayoría la lista de la
Democracia Cristiana. El carácter sectario y excluyente que imprimieron en las acciones los grupos
que habían obtenido leves ventajas electorales, impuso un curso muy difícil a la Reforma en la
Universidad de Chile.

El Consejo Normativo Superior

El nuevo gobierno universitario debería cumplir sus funciones en el plazo de un año y tan
pronto el nuevo estatuto orgánico lo permitiera debería procederse a la elección de las autoridades
definitivas. La labor se cumplió en un año y medio.
37

En junio de 1971 tuvo lugar la elección universitaria de acuerdo al nuevo Estatuto Orgánico.
El binomio Boeninger-Bitrán, candidatos a rector y secretario general, obtuvo el 51% de los votos y
el binomio Novoa-Lagos el 48%. En el Consejo Normativo Superior, los grupos de izquierda
simpatizantes de la Unidad Popular obtuvieron mayoría con 53 consejeros sobre 47 de la lista de
partidarios del Frente Universitario y la Democracia Cristiana, mayoría que se reflejó también en el
Comité Directivo Superior elegido por el Consejo.
Tratando de sobrepasar la mayoría que le era adversa en el Consejo Normativo Superior, el
Frente Universitario planteaba llevar a plebiscito las materias sobre las que le competía pronunciarse
al Consejo. Crecientes disturbios paralizaban en esos días varias facultades de la universidad. Los
Comandos de Toma del Frente Universitario interrumpían las actividades académicas en varias
facultades, las que eran visitadas por el rector, donde era aclamado por sus partidarios.
Finalmente, las partes acordaron la renuncia de ambas autoridades centrales, del rector y el
secretario general y del Consejo Normativo Superior, la realización de nuevas elecciones y llevar a
plebiscito la estructura académica de las 4 sedes de Santiago y otras materias que no se habían
logrado resolver. Un proyecto de ley del Ejecutivo enviado al Congreso con carácter de urgencia
permitió dar solución al conflicto.

El Plebiscito

En la intensa campaña electoral que siguió, los grupos progresistas fueron consecuentes y
mantuvieron la propuesta inicial del movimiento de Reforma de estructurar la universidad tomando
como base las grandes áreas del conocimiento integradas en facultades, por ejemplo, una Facultad
única de Ciencias de la Salud y una Facultad de Ciencias Jurídicas, Económicas y Sociales.
El Frente Universitario, en cambio, optó por satisfacer todas las aspiraciones de
independencia de diversos grupos de académicos y planteó en el plebiscito, por ejemplo, facultades
separadas para las Ciencias de la Salud - Medicina, Odontología, Química y Farmacia -, la
38

disgregación de la Facultad de Medicina de Santiago en 4 facultades autónomas de sede y la creación


de 6 departamentos independientes, segregados de la Facultad de Medicina. Estas alternativas fueron
aprobadas con la votación de los interesados, que conjuntamente aportaron la ventaja electoral para
la reelección del rector Boeninger sobre el economista profesor Felipe Herrera, en la elección de abril
de 1972.
Se aprobó así una estructura inorgánica para la universidad en casi todas las sedes de
Santiago y un ingente aumento de la burocracia para administrar las 4 nuevas vicerrectorías de sede.
El Frente Universitario y la Democracia Cristiana obtuvieron la mayoría en el nuevo Consejo
Normativo Superior.

Fin del Proceso de Reforma

El proceso de Reforma se completó con las elecciones de autoridades unipersonales y cuerpos


colegiados en todos los organismos que había aprobado el Plebiscito, las que tuvieron lugar en
septiembre de 1972. Las nuevas autoridades ocuparon sus cargos en noviembre del mismo año.

La Reforma en la Facultad de Medicina

El movimiento de Reforma dentro de la Facultad de Medicina presenta algunas características


propias. La necesidad de introducir innovaciones en la facultad había motivado a un grupo de
docentes jóvenes a considerar algunos planes de reforma, lo que dio origen en octubre de 1967 a la
Federación de Médicos de la Universidad de Chile para llevar adelante los estudios. La Federación
citó a una Convención General el 22 de mayo de 1968 para abordar 3 temas: Objetivos, Estructura y
Gobierno de la Facultad de Medicina. Dos días después ocurrió, súbitamente, la renuncia del rector
Eugenio González.
Por su parte, el Centro de Estudiantes de Medicina había preparado, independiente y
39

paralelamente, la realización de las VII Jornadas de la Enseñanza Médica, que se iniciaron el 27 de


mayo, tres días después de la renuncia de don Eugenio González. Los temas de la jornada cubrían:
Planificación, Metodología y Evaluación de la Enseñanza Médica y Carrera Docente. Dados los
acontecimientos de esos días, se constituyó una comisión especial para el estudio de la reforma
universitaria.
Cabe destacar, por lo tanto, que cuando el movimiento estudiantil hizo crisis, los docentes y
estudiantes de la Facultad de Medicina estaban preparados para abordar la reforma universitaria.
No obstante, esta favorable condición, el decano de la Facultad, profesor Amador Neghme, se
negó a constituir la Comisión de Reforma - que se había convenido por acuerdo del rector con la
FECh - y a ampliar el Consejo de la Facultad con representación de los estudiantes y de los docentes
que no tenían acceso a él.

La Comisión Reestructuradora

La Comisión Reestructuradora de la Facultad, que se había generado por representación de


los estudiantes y de los profesores y ayudantes que no tenían participación en el antiguo Consejo de
Facultad, exigió entonces la renuncia del decano. Ante su rechazo, la Comisión Reestructuradora
procedió a llamar a elección de nuevo decano, la que tuvo lugar en junio de 1968.
Me correspondió el privilegio de representar al movimiento de Reforma en esa elección, en
que participó el 80% de la comunidad, y ser elegido por una abrumadora mayoría. El rector no
reconoció la elección, pero dispuso que se repitiera bajo la organización y supervisión de una terna
designada por la rectoría, que estuvo constituida por los profesores Rodolfo Armas Cruz, Julio
Cabello y Francisco Rojas Villegas. El decano Neghme declinó ser candidato y presentó su renuncia.
La elección tuvo lugar el 25 de Julio de 1968 y obtuvimos el 65% de la votación frente al profesor
Dr. Ernesto Medina Lois.
Durante los meses de junio y Julio, en que las actividades estuvieron interrumpidas, se
40

trabajó intensamente en una veintena de comisiones que continuaron los estudios de los principales
problemas de la Facultad; ello permitió la clarificación de un conjunto de ideas fundamentales para
la elaboración de los proyectos llevados a la práctica en los meses siguientes.

La Reforma Adelantada

El movimiento renovador de la Facultad de Medicina tuvo el mérito de iniciar de inmediato


algunas transformaciones para adelantar experiencias en el camino de la concreción de los
postulados de la Reforma, que posteriormente habrían de ser incorporados al Estatuto Universitario.
Amplios sectores de la Universidad de Chile, en cambio, mantuvieron un compás de espera durante
este período de transición.
Como se ha expuesto antes, las dificultades que ocurrieron para dar cumplimiento a la
elaboración del Estatuto y elegir las nuevas autoridades determinaron que los 3 meses que se
estimaron necesarios al comienzo para esta tarea se convirtieran en más de 4 años.
La Facultad, afortunadamente, mantuvo durante todo este tiempo un ritmo ininterrumpido de
trabajo y progreso en el camino de las innovaciones, lo que le permitió alcanzar un sinnúmero de
realizaciones en los diversos campos de la acción académica. Con ello no sólo se dio cumplimiento
al programa que el movimiento de Reforma propuso inicialmente, sino que aquél fue sobrepasado
largamente en varios aspectos, de acuerdo con nuevos planteamientos surgidos de la propia
experiencia recogida.
Las nuevas bases de estructura y organización sobre las cuales se desarrolló el trabajo de la
Facultad fueron la democratización a través del cogobierno, la departamentalización y el orden
jerárquico determinado por la evaluación académica.

Democratización
41

La democratización de la Facultad comenzó con la elección de decano y secretario por toda la


comunidad universitaria el 25 de Julio de 1968, y prosiguió con el reemplazo del antiguo Consejo
por la Comisión Reestructuradora. Esta Comisión fue ampliada para que estuvieran representados
todos los sectores de la comunidad. En definitiva, estuvo integrada por un 30% de profesores del
antiguo Consejo, 30% de docentes que nunca habían tenido expresión en la antigua facultad, un 30%
de estudiantes y 10% de funcionarios.
Se incorporaron también a la Comisión Reestructuradora los directores elegidos de todas las
carreras que impartía la Facultad - Medicina, Enfermería, Obstetricia y Puericultura, Nutrición y
Terapia Ocupacional - así como representantes de los docentes y alumnos de estas carreras. Se
estableció por primera vez que los directores de las carreras de la salud debían ser profesionales de la
misma carrera, superando la representación indirecta que estas carreras tenían en el antiguo Consejo
a través de profesores de Medicina. De esta manera quedó establecido el primer organismo de
cogobierno representativo de toda la comunidad, del cual el decano pasó a ser mandatario. Similar
organización se proyectó a todos los niveles de decisión y tuvo particular efecto en las definiciones
sobre política universitaria y distribución del presupuesto.
El proyecto anual de distribución del presupuesto de la Facultad era conocido por toda la
comunidad y aprobado por los organismos de cogobierno. Esta modalidad permitió que todos sus
integrantes tuvieran acceso a conocer los criterios y prioridades acordados, así como la imposibilidad
de satisfacer todas las legítimas aspiraciones planteadas. Ello condujo a la cabal comprensión de las
limitaciones que enfrentaba la administración de la Facultad y a una colaboración esforzada y
muchas veces abnegada del personal académico y no académico para llevar adelante los proyectos de
desarrollo con los recursos existentes.
Fue notable durante la Reforma de la Facultad la armonía de trabajo y la ausencia de
conflictos laborales o estudiantiles. Durante los 4 años que duró el proceso hubo solamente una
huelga de 3 días en la carrera de Obstetricia y un paro de 24 horas en la lavandería del Hospital José
42

Joaquín Aguirre, donde anteriormente se repetían con gran frecuencia paros prolongados.
La posibilidad de discusión y entendimiento a nivel de los organismos de cogobierno
prevenía de manera natural los movimientos de presión.
La Comisión Reestructuradora debió ser reemplazada en marzo de 1969 por el Consejo
Superior de la Facultad, de acuerdo a las ideas aprobadas en los Plenarios de la Reforma. El Consejo
Superior de Facultad, a su vez, fue reemplazado en 1970 por el Consejo de Facultad, de acuerdo a las
disposiciones derivadas de la Ley 17.200, que por otra parte otorgó reconocimiento legal a todo lo
obrado por la Comisión Reestructuradora y el Consejo Superior de la Facultad. De este modo, la
Facultad de Medicina afianzó la valiosa experiencia que había adelantado en concordancia con los
planteamientos de la Reforma.

Departamentalización

La nueva concepción de la universidad surgida de la Reforma hacía necesario poner término


a la estructura curricular de la facultad basada en cátedras y su reemplazo por departamentos,
unidades básicas de mayor integración, en las diversas áreas del conocimiento.
En diciembre de 1968, después de amplios e intensos estudios y debates de comisiones ad
hoc, se realizó la Convención de Departamentalización que entregó, con base técnica y participativa,
las resoluciones sobre la nueva estructura de la Facultad en departamentos, la que se aplicó a
comienzos de 1969.
La administración de los departamentos estuvo ejercida por un académico elegido en calidad
de director, como mandatario de una Junta Directiva integrada por 7 académicos, 3 alumnos y un
funcionario.
Correspondió a las autoridades de la Facultad emprender una ardua campaña de
convencimiento frente a los organismos centrales de la universidad de esa época para obtener el
reconocimiento de los departamentos, ya que no existían aún en ninguna dependencia de la
43

Universidad de Chile.
El Consejo Universitario finalmente aprobó la departamentalización el 10 de septiembre de
1969, constituyéndose la Facultad de Medicina en la primera que abolió oficialmente las cátedras y
adelantó la nueva estructura propuesta por los postulados reformistas.

Evaluación Académica

La abolición de las cátedras y con ello la antigua jerarquía adminitrativo-académica, hacía


indispensable introducir un nuevo régimen jerárquico propiamente universitario. Esta materia había
sido analizada en profundidad por la Comisión Reestructuradora y los organismos colegiados que la
siguieron. Existía consenso en los sectores reformistas sobre la necesidad de separar la línea
administrativa de la jerarquía académica en los departamentos. Los asuntos administrativos fueron
entregados a las juntas directivas y directores de departamento elegidos democráticamente.
Se planteó, en cambio, que la jerarquía académica debía estar basada solamente en los
antecedentes personales en investigación, docencia y extensión, sin ninguna otra consideración; y
que debían eliminarse las votaciones que existían en el antiguo Consejo de Facultad, por ejemplo,
para el nombramiento de los profesores titulares, en las que a menudo influían factores ideológicos.
A este efecto la Facultad elaboró con amplia participación de los académicos de los diversos
departamentos, el Reglamento de Carrera Académica que, tras vencer la fuerte oposición de los
sectores adversos a nivel central, fue aprobado por el Consejo Superior Provisional de la Universidad
de Chile el 31 de marzo de 1971.
El proceso completo de evaluación de los académicos cubrió los años 1970-1971 y mereció la
unánime aprobación de los docentes por la ecuanimidad y justicia con que fue llevado a cabo. La
evaluación reconoció las categorías de profesor, profesor asociado y profesor auxiliar y dos grados de
instructores, definiendo los deberes y derechos inherentes a los niveles y la progresiva autonomía en
la carrera académica. En este campo la Facultad marcó un precedente valioso para la Reforma de la
44

Universidad de Chile.
Por otra parte, la evaluación académica permitió a la Facultad agregar mayor objetividad al
procedimiento de los concursos para llenar los cargos docentes. Es digno de destacar que en los
centenares de concursos realizados durante el período de la Reforma haya sido excepcional la
apelación de los fallos, lo que revela la alta idoneidad de las comisiones que actuaron.

Expansión de la Facultad

Los fundamentales cambios de estructura y organización de la Facultad que significaron la


democratización interna, la departamentalización y la evaluación académica, abrieron cauce a la
plena participación de sus integrantes en las actividades universitarias y dieron curso a la enorme
potencialidad que existía en esta comunidad.
Debido a la especial motivación de los académicos por realizar los proyectos que
consideraban de su propia responsabilidad, sin nuevos recursos presupuestarios, se logró muy pronto
aumentar la productividad en los planes de docencia y en la investigación científica.
La dispersión de recursos humanos y materiales que significaba la multiplicidad de cátedras
fue corregida por la concentración de los recursos destinados a disciplinas afines en los
departamentos. Durante los años 1968-1970, el mejor rendimiento se logró principalmente por una
mejor utilización de los recursos existentes. Sólo en 1971 la Facultad obtuvo un incremento
presupuestario importante.
Favoreció, en particular, al proceso de Reforma en la Facultad de Medicina, el consenso entre
los académicos sobre el rol que debía jugar la Facultad para contribuir a resolver el grave déficit de
profesionales de la salud existente en el país. Ello comprendía la ampliación de las matrículas en casi
todas las carreras y la reforma de los planes y programas de enseñanza para dar a los estudiantes una
buena preparación científica y técnica y formarlos con plena conciencia de la responsabilidad social
de las profesiones en un país subdesarrollado y con los niveles de pobreza del nuestro.
45

Otro aspecto que contribuyó a asegurar la cooperación de los docentes en los planes de
expansión fue el respeto a la autonomía académica de los departamentos, los que podían organizar
con libertad las actividades docentes, dentro de los objetivos generales de la Facultad para la
formación de los profesionales de la salud. Esto significó que las posiciones políticas que dividían a
los integrantes de la Facultad - al igual que a los chilenos de cualquier otro sector - no se proyectaban
en los planes internos porque existía consenso sobre los objetivos y libertad académica para
alcanzarlos. No obstante, las diferencias ideológicas persistían y, con el correr del tiempo, la
polarización que tenía lugar en el país se reflejó cada vez más en los procesos electorales. Dada la
composición económico-social de los miembros de esta comunidad, los universitarios que
simpatizaban con el Gobierno de la Unidad Popular fueron perdiendo terreno y llegaron a ser franca
minoría.
La confrontación política llevó a nuestros adversarios a desencadenar increíbles ataques
contra el proceso de Reforma de la Facultad y en especial contra el decano. Las campañas de
desprestigio, las tergiversaciones y las calumnias, a través de la prensa y la radio, alcanzaron grados
insólitos de virulencia, que daban al público una idea muy falsa de lo que realmente ocurría. Sin
embargo, debemos reconocer que, internamente, el decanato de la Reforma siguió recibiendo
siempre apoyo y colaboración para los proyectos de expansión de parte de los sectores que le eran
ideológicamente adversos.
La expansión de la Facultad se realizó constituyendo, en colaboración con el Servicio
Nacional de Salud, 5 áreas docente-hospitalarias en Santiago. Las áreas comprendían los siguientes
hospitales:
Área Norte: Hospitales José Joaquín Aguirre, Roberto del Río, y Hospital Psiquiátrico;
Área Sur: Hospitales Exequiel González Cortés y Barros Luco-Troudeau;
Área Oriente: Hospitales Salvador y Calvo Mackenna;
Área Occidente: Hospitales San Juan de Dios y Félix Bulnes; y
Área Central: Hospitales San Fco. de Borja y Manuel Arriarán.
46

En estas áreas comenzaron a impartirse las carreras de Medicina, Enfermería, Obstetricia y


Puericultura, Nutrición, Tecnología Médica y Terapia Ocupacional, lo que permitió gradualmente
aumentar las matrículas que permanecían estacionarias ¡desde hacía más de 15 años!

Expansión de Matrículas del Primer Año de las Carreras de la Salud entre 1968 y 1972
1968 1972
Medicina 160 370
Enfermería 100 450
Tecnología Médica 70 250
Obstetricia 120 130
Nutrición 40 60
Terapia Ocupacional 15 60
En 1970 se logró la creación de las carreras vespertinas para favorecer el ingreso de los
trabajadores a las carreras de la salud.

Incorporación de 320 Trabajadores al Primer Año de las Carreras de la Salud


Medicina (vespertina) 36 alumnos-trabajadores
Enfermería (vespertina) 125 " "
Tecnología Médica (vespertina) 38 " "
Higiene Ambiental (vespertina) 75 " "
Fonoaudiología (diurna) 16 " "
Terapia Ocupacional (diurna) 10 " "
Nutrición y Dietética (diurna) 10 " "

Se innovaron los planes y programas de todas las carreras para adecuar los contenidos a las
necesidades actuales del país. Se introdujo la integración de las materias básicas con las materias
47

clínicas, lo que permitió en la carrera de Medicina concentrar la enseñanza en los 5 primeros años y
ampliar la práctica de internado a 2 años sin aumentar la duración de la carrera; se incorporaron las
ciencias psicosociales, cursos de ética, materias humanísticas y electivas; se aumentaron las prácticas
en consultorios y en la comunidad para mejor conocimiento de la patología prevalente. Se inauguró
el internado rural, con participación de estudiantes de las diversas carreras para completar la
formación sobre la realidad nacional y fortalecer el sentido de trabajo cooperativo dentro del equipo
de salud. Se modificaron los sistemas de evaluación y se introdujo la evaluación continua para
optimizar el rendimiento estudiantil. Se suprimió el examen de grado teórico final de Medicina y se
reemplazó por evaluaciones clínicas teórico-prácticas.
La Facultad apoyó el desarrollo de otras facultades y escuelas: contribuyó a la creación de la
carrera de Medicina en Antofagasta y Temuco y a la iniciación de la carrera de Enfermería en Chillán
y Punta Arenas, esta última creada por la Universidad Técnica del Estado bajo la supervisión
académica de la Facultad de Medicina. Se aportó gran colaboración a la incipiente carrera de
Medicina en Valdivia.
En la docencia de postgrado se creó el Plan de Formación de Académicos para satisfacer las
necesidades docentes de las sedes en expansión.
Se elaboraron y aprobaron los Programas de Formación de Especialistas en:
Anestesiología, Cirugía, Dermatología,
Ginecología y Obstetricia, Medicina Interna,
Microbiología, Neurocirugía, Neurología,
Neumotisiología, Oftalmología, Oncología,
Otorrinolaringología, Patología, Pediatría,
Psiquiatría, Radiodiagnóstico Adulto,
Radiodiagnóstico Infantil, Traumatología y Urología.

Se crearon las Licenciaturas en Bioestadística y en Salud Ocupacional y las carreras en


48

Fonoaudiología y en Higiene Ambiental. Se inauguró, a través de la Televisión Nacional, el


Programa de Perfeccionamiento de Graduados, dirigido especialmente a los médicos generales en las
provincias, y un Programa de Educación en Salud para la población general.
Se puso en práctica una Política de Apoyo a la Investigación Científica mediante la creación
del Doctorado en Bioquímica y el Doctorado en Fisiología, en colaboración con la facultad de
Ciencias; la creación del Centro de Instrumentación para uso multidisciplinario; la creación del
Centro de Computación; la Bodega de Materiales y Reactivos para Investigación y la creación del
Centro de Estudios en Biología de la Reproducción.
Con respecto al personal no-académico la Facultad elaboró una Política de Personal que
incluyó la aprobación de un documento de Carrera Funcionaria y diversas iniciativas para el
perfeccionamiento y bienestar del personal, como salas cunas, jardines infantiles, atención médica,
etc.
Dentro de los planes de ampliación de la planta física, se transformó la Oficina Técnica para
la Construcción de la Nueva Escuela de Medicina en Oficina Técnica para las Construcciones de la
Facultad de Medicina en todas las áreas docente-hospitalarias con el fin de apoyar la formación de
los nuevos departamentos.
En el Área Norte en el período 1968-1972 se completaron 44.000 metros cuadrados de
construcción que comprendieron entre otros los siguientes pabellones:
Escuela de Salud Pública
Departamento de Bioquímica
Departamento de Fisiología
Departamento de Microbiología
Departamento de Nutrición
Centro de Computación
Centro de Instrumentación
Centro de Estudios en Biología de la Reproducción
Biblioteca Central de la Facultad
Gran Casino Provisorio

La Facultad mantuvo intensa relación con otras facultades que estaban interesadas en el proceso de
Reforma que la Facultad llevaba a cabo. La participación oficial de la Facultad en reuniones
internacionales sobre Educación Médica y materias conexas comprendió:

Reuniones de la Federación Panamericana de Asociaciones de Facultades de Medicina en


Panamá (1968), México (1969), Buenos Aires (1970)
Reuniones de la Asociación Argentina de Facultades de Medicina en
Mendoza (1969), Córdoba (1971)

Invitaciones de La Universidad de La Habana La Habana (1970)


La Universidad de Yale New Haven (1971)
Conferencia de las Escuelas de Medicina de la Unión de Universidades de América Latina en
Guatemala (1969), Maracaibo (197l)
Simposio sobre la Universidad Latinoamericana, organizado por la Revista Ciencia Nueva
Buenos Aires (1972).

El período de Reforma termina en la Facultad de Medicina el 15 de noviembre de 1972, con


el acceso de las nuevas autoridades y la inauguración de las nuevas estructuras aprobadas por el
Plebiscito.

Conclusiones y Perspectivas
50

La Reforma Universitaria puso término a un sistema y un régimen y logró iniciar una nueva
etapa en la historia de la Universidad de Chile, definida por la plena participación de la comunidad
universitaria en su destino.
- Se intentó dar a la universidad una estructura que favoreciera la integración del
conocimiento dentro de las diversas áreas y un quehacer más creativo, coherente y productivo en
beneficio de los aportes a la cultura y a los grandes intereses nacionales.
- Se introdujo la democratización interna de la universidad a través de la elección de los
cargos directivos y del cogobierno en los cuerpos colegiados.
- Se abrió espacio para la carrera académica completa independiente de las funciones
administrativas universitarias.
- Se fortaleció entre los académicos la corriente de opinión sobre el rol fundamental de la
ciencia en la lucha contra el subdesarrollo y la responsabilidad de adecuar el quehacer académico al
servicio de los grandes problemas nacionales. Se crearon los primeros doctorados en colaboración
con la Facultad de Ciencias.
- Se avanzó en la democratización del ingreso a la universidad mediante los concursos
especiales para los trabajadores y la creación de carreras vespertinas.
- Se logró una expansión importante de las matrículas y se crearon carreras nuevas en
concordancia con las necesidades del país.
- Se renovaron los planes y programas de todas las carreras de la salud y se incorporó en ellos
las ciencias psicosociales, cursos de ética y materias humanísticas y electivas. Se acentuó el trabajo
en la comunidad y se creó el internado rural multidisciplinario.
- Se abolieron las diferencias de derechos que existían entre los estudiantes de diversas
carreras, los funcionarios de diversas escuelas y los académicos de diferentes profesiones.
- Se progresó en la dignificación del trabajo y se adoptaron medidas que aumentaron el grado
de satisfacción de los funcionarios en los planos social, económico y cultural.
51

Errores del Movimiento de Reforma

El movimiento de Reforma fue grandemente malogrado por la apasionada confrontación que


dividía a los chilenos en esos años. Las mutuas suspicacias impidieron muchas veces acuerdos que
no debieron ser difíciles. Se perdió el sentido fundamental que debía guiar los raciocinios y facilitar
los entendimientos y, por último, se utilizó el campo universitario para tomar posiciones de poder
que se consideraron políticamente importantes en esos momentos. Estos factores entorpecieron el
desarrollo de las tareas específicas del proceso de Reforma, pero no deben considerarse inherentes a
los principios y fundamentos que la sustentaban.
En la búsqueda de soluciones se aceptaron procedimientos indebidos que crearon situaciones
falsas. Con una equívoca interpretación de la democracia y del derecho a participación se sometió a
plebiscito decisiones sobre problemas técnicos. Dentro de esta aberración, por ejemplo, sobre la
estructura académica de la Facultad de Medicina en el Área Norte, resolvieron, entre otros, los
profesores de Matemáticas de la Sede de Temuco, los funcionarios no académicos de la Sede de La
Serena y los alumnos del primer año de las diversas carreras. Recíprocamente, los profesores de
Medicina y Cirugía del Área Norte votaron sobre la estructura que debía darse en la universidad a las
disciplinas silvio-agropecuarias.
Como era de esperar, el resultado fue desastroso. El carácter partidista que se dio a la
elección - efectuada simultáneamente con la elección de autoridades centrales - permitió que el
Frente Universitario incluyera en sus planteamientos todas las aspiraciones de independencia de los
pequeños grupos, sin ocuparse de dar a la estructura global de la universidad racionalidad alguna, y
capitalizara una votación mayoritaria. De este modo, después de 4 años de iniciado el movimiento de
Reforma y de agotadoras e interminables discusiones, la Universidad de Chile se dio en muchas
áreas una estructura que en nada condice con los postulados y objetivos de la Reforma.
Finalizó de este modo, para la Facultad de Medicina única, el ciclo histórico de 130 años que
52

se inició con la Ley Orgánica de la Universidad de Chile, promulgada por el Presidente Manuel
Bulnes y su Ministro Manuel Montt el 19 de noviembre de 1842, reformada después por Decreto con
Fuerza de Ley el 20 de mayo de 1931, y disgregada, en razón del Plebiscito del 28 de septiembre de
1972, en 4 Facultades de Medicina en la ciudad de Santiago - correspondientes a las respectivas
sedes cardinales de la Universidad de Chile - y en 6 departamentos independientes de las facultades.

El Golpe de Estado de 1973

El golpe de Estado determinó la inmediata intervención militar de la Universidad de Chile.


Se procedió en seguida a la exoneración de gran número de académicos y funcionarios al margen de
los procedimientos legales o reglamentarios. Una gran cantidad de estudiantes fueron expulsados.
Centenares de universitarios fueron tomados como "prisioneros de guerra", vejados, torturados,
asesinados o enviados al exilio.
La rectoría y la dirección de todos los organismos universitarios pasó a manos militares o
personal designado por ellos. Se hizo excepción de mantener en sus cargos solamente a las personas
que habían apoyado el golpe militar o eran aceptables para la dictadura. Fueron abolidos los
organismos colegiados de gobierno universitario con representación de académicos, estudiantes y
funcionarios, a todos los niveles. Se dictó un nuevo Estatuto Universitario que estableció el carácter
autocrático de los decanos y convirtió a los Consejos de Facultad en organismos meramente
consultivos. Se incorporó un gran número de profesores sin los méritos suficientes y se inició un
régimen de permanentes arbitrariedades.
Se suprimieron las 4 sedes de la Universidad en Santiago y se independizaron las sedes de
provincias. Se suprimieron las carreras vespertinas y el concurso especial para los trabajadores. Se
abandonó el proyecto en marcha de creación de la carrera de Medicina en Antofagasta. Se redujo
drásticamente el presupuesto de la Universidad de Chile y se cerraron varias carreras en Santiago. Se
favoreció, en cambio, la expansión y proliferación de universidades privadas.
53

En particular la Facultad de Medicina fue, además, seriamente afectada por la reducción del
gasto público en el Ministerio de Salud, que redujo de 300 a 50 el número anual de becas de
postgrado para la formación de especialistas y provocó a través de los años un progresivo y grave
déficit de especialistas a lo largo de todo el país.

Vigencia Actual de la Reforma.

No obstante, se mantuvieron algunas de las transformaciones incorporadas con la Reforma,


las que continúan vigentes. No se reestableció el sistema de cátedras, sino que se mantuvo la
estructura departamental y siguió funcionando, en la forma, el procedimiento de Evaluación
Académica y la Carrera Académica.
La vuelta a la democracia [1990] encuentra a la Universidad de Chile en una situación muy
desmedrada. Los cambios sociales ocurridos durante 17 años de dictadura, la economía de mercado
imperante y el terrible individualismo que conlleva en la actitud de las personas, han penetrado en
forma muy adversa a la universidad. Ello unido a las difíciles condiciones que enfrenta el trabajo
académico por las bajas remuneraciones y la falta de equipamiento, de instrumental y de elementos
materiales, desvía a muchas personas de talento hacia campos profesionales más atractivos. La
mayor parte de los auténticos universitarios que aún se mantienen en la universidad sufren notable
frustración.
Las autoridades actuales de la Universidad de Chile elegidas por los académicos en ejercicio,
mantienen las atribuciones establecidas en el Estatuto Universitario dictado por el Gobierno Militar;
han sido indiferentes a la situación de los académicos que fueron exonerados por la dictadura y no
han tomado ninguna iniciativa importante para reincorporarlos a las facultades. Estos académicos,
salvo raras excepciones, han permanecido marginados de la universidad y no han recibido mayor
compensación previsional que el reconocimiento de 3 años de antigüedad para la jubilación.
La universidad no ha logrado superar la limitación presupuestaria que la afecta y ha perdido
54

el trato preferencial que tuvo en el pasado en razón de su rol señero en la vida nacional. Algunas
autoridades universitarias tratan de adaptarse a las nuevas condiciones y dar a la universidad el
carácter de empresa para competir en el mercado de la educación.
Se deja sentir en la Universidad de Chile la falta de un proyecto definido que le permita
superar la simple competitividad del mercado y alzarse magnánima en defensa de los valores
fundamentales que la justifican. Estos valores se han cumplido históricamente a través de la
formación de académicos y profesionales y de la orientación de su quehacer, con sentido social y
solidario, hacia las necesidades nacionales. En lo que respecta en particular a la Facultad de
Medicina, estas funciones le fueron claramente encomendadas al momento de su fundación por la
Ley Orgánica de 1842:

"La Facultad, además de velar por el cultivo i


"adelantamiento de las ciencias médicas, se dedicará
"especialmente al estudio de las enfermedades
"endémicas de Chile, i de las epidemias que aflijen
"más frecuentemente a la población i campos del
"territorio chileno."

La Reforma de la Facultad de Medicina estuvo inspirada en los mismos principios de su


fundación. Para reencontrar su genuino papel y fundir sus acciones con las necesidades nacionales
surgió la Reforma de la Universidad de Chile.
Los universitarios que participaron en la Reforma de la Facultad de Medicina valoran como
una suerte inigualable la posibilidad de haber vivido la experiencia. La reflexión siempre presente
sobre la misión de la universidad fue depurando el proceso, imprimiéndole un curso transparente.
Los ideales de los que trabajaron en ella llegaron a impregnar todas las acciones y se alcanzó
colectivamente una generosidad sin precedentes para apoyar el estudio y la realización de los
55

proyectos. Se hicieron habituales los trabajos voluntarios, las horas extraordinarias no rentadas, las
incansables comisiones de estudio, las reuniones y seminarios en días sábado y domingo y las
sesiones semanales de la facultad fuera de las jornadas de trabajo.
Todo esto fue posible porque los estudiantes, funcionarios y académicos sentían propio el
proyecto de la universidad durante la Reforma.
La recuperación de la Universidad de Chile requiere del compromiso masivo de los
universitarios. La esperanza de futuro de la universidad está en lograr la plena participación de sus
integrantes en los niveles de reflexión y decisión para realizar la acción crítica y creadora que le
permita renovarse permanentemente en función del rol nacional que le dio origen.
56

Bibliografía

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Santiago, octubre de 1846, pág.5.

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2000, Educación Médica y Salud, Revista de la Organización Mundial de la Salud 25: 360-369,
1991.
58

EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE.

Jaime Ravinet de la Fuente

Estudié en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, sin embargo, mi mayor


participación en el movimiento estudiantil fue a nivel general. Primero como dirigente de la Unión
de Federaciones Universitarias de Chile - UFUCh - y después como presidente y vicepresidente de la
FECh. Me correspondió, además, vivir la Reforma Universitaria porque si bien yo estudié en la
universidad entre el año 62 y 67, a partir del 67 fui miembro del Consejo Universitario en
representación de los estudiantes, como consejero y después como presidente de la FECh. Luego, en
la primera elección que hubo de Rector y organismos colegiados, fui elegido representante de los
estudiantes por votación universal.
Si mal no recuerdo, como la nueva Ley Orgánica nueva de la Universidad de Chile no salía,
se prorrogó el mandato de ese Consejo hasta fines del 71 o principios del 72. Eso significó que
estuve cerca de 5 años en el Consejo Universitario. Con la rotación de decanos y rectores que hubo
en ese período, creo que me convertí en la cuarta antigüedad del Consejo. Así, me tocó vivir el
proceso de Reforma Universitaria muy por dentro y también su etapa de preparación. Ya en 1966,
antes que en las universidades que tuvieron conflictos, la temática en discusión en la FECh era la
necesidad de un profundo cambio en la estructura y funciones de la universidad. Porque, a diferencia
de las otras universidades, la nuestra ya tenía una mayor participación tanto a nivel de facultad y de
escuela como del Consejo Universitario y la autoridad universitaria era más sensible al cambio que
en otras universidades, cuyos gobiernos eran muy unipersonales. Esa era la situación de la Católica
de Valparaíso y de otras, cuyos conflictos se iniciaron entre los años 67 y 68.
Creo que el primer intento de sistematización de un pensamiento, tanto respecto de las
funciones de la universidad como de su estructura, surgió en un seminario convocado por la FECh,
que se hizo en San Alfonso el año 66. Asistieron dirigentes de todos los Centros de Alumnos y
59

miembros del Directorio de la FECh, y culminó con la publicación de unos cuadernos de Reforma
Universitaria que fueron el sostén ideológico de los movimientos universitarios que se
desencadenaron posteriormente como una avalancha.
El gobierno de la universidad no era un tema prioritario en ese momento. Menos el
cogobierno, tema que después marcó los conflictos políticos o de poder. Esta fue la característica de
los años 67 a 73. En el último período se discutió mucho más de poder que de los contenidos de la
Reforma; hubo un cambio muy fuerte.
En la Escuela de Derecho el proceso reformista comenzó el año 68, con una rebelión de los
profesores jóvenes y los estudiantes que logró un cambio importante en la forma de enseñar Derecho:
la posibilidad de elegir ramos, de cambiar la estructura de la cátedra y los departamentos por
fórmulas más flexibles.
Era decano don Eugenio Velasco y la facultad una de las más tradicionales. Sin embargo,
Velasco se puso a la cabeza del movimiento con lo cual se mantuvo electo como decano y a la vez
impulsó cambios importantes en la enseñanza, que en mi opinión se fueron revirtiendo durante las
décadas posteriores. Estuve nuevamente en la Escuela de Derecho este año y encontré que sigue más
o menos con la misma estructura curricular que tenía cuando era estudiante entre el 62 y el 67, antes
de la Reforma.
El resultado, en esos años, fue que hubo mucho mayor apertura, mayor participación de los
académicos y no sólo de los profesores titulares, más flexibilidad y mayor valorización del trabajo
del estudiante en el año, que era un tema muy precario en esta escuela. Uno "se la jugaba" en los
exámenes con un sistema muy liberal y centrado en el profesor más que en un equipo de trabajo
académico. Se usaba la cátedra magistral como mecanismo de enseñanza. Eso cambió entre fines de
los 60 y principios de los 70, aunque estuvo terriblemente cruzado por peleas de poder. Hubo huelgas
larguísimas, pero, más que por motivos académicos, por razones de tipo político y por la
extraordinaria ideologización que se produjo en ese momento en el país.
Hubo etapas muy marcadas. Los planteamientos de los estudiantes en la época de los rectores
60

Juan Gómez Millas y Eugenio González era muy valorizada y escuchada por el Consejo
Universitario y las autoridades por la seriedad de sus planteamientos. Normalmente estaban
representados por dirigentes de muy buen nivel académico y estudiantil. Eran estudiantes destacados
y se trabajaba, se preparaban las sesiones con mucha seriedad. Sin embargo, todo este planteamiento
de Reforma en la Chile, que partió antes que el resto de las universidades, se vio demorada por las
luchas de poder en una estructura extraordinariamente feudal que eran las facultades y las escuelas.
El rector Eugenio González tenía una muy buena disposición y era un hombre con un gran pasado
político. Paradojalmente, siendo él socialista, era bastante conservador en materia universitaria.
La Reforma en la Chile partió el año 66 a través de seminarios de contenido muy coherente, y
publicaciones. En esa época existía la UFUCh, que era la Unión de Federaciones Universitarias de
Chile, donde la FECh jugaba un rol muy importante de liderazgo y, a través de la UFUCh, fuimos
haciendo conciencia de una suerte de ideología común, donde, salvo en torno al cogobierno - que en
ese momento era una cosa teórica -, no había grandes diferencias con la izquierda. Esto permitió
pasar el mensaje al resto de las universidades del país.
En otras universidades los conflictos surgieron, más que por una modernización de la
universidad, por una mayor representatividad de sus autoridades y una mayor participación en la
gestión. Recordemos que la Universidad de Chile era un ente semidemocrático. Para elegir rector
votaban los profesores ordinarios [titulares], que constituían el 20% del estamento académico. Era un
sistema democrático imperfecto, pero mucho mejor que el manejo de la Universidad Santa María,
que lo hacía un grupo de albaceas, o las Universidades Católicas que tenían subordinación al
Arzobispado o directamente a Roma, y en las que no había ningún esquema de participación, ni
siquiera de los académicos, en el fijar políticas universitarias.
En ese período había una discusión permanente, pero no mucho avance. Todo cruzado por
peleas de tipo ideológico, lo que fue caldeando el ánimo estudiantil. Después de un período entre el
68 y el 70, donde se estructura un proceso de Reforma, donde los estudiantes nos tomamos la
universidad, nos tomamos las escuelas, se hizo una Convención de Reforma, se amplió el Consejo
61

Universitario a profesores, estudiantes y no académicos. La verdad es que rara vez se votaba, pero se
sentaron las bases de una Reforma Universitaria que buscaba poner mucho énfasis en la vinculación
de la universidad al país, a la realidad nacional, en que una universidad debía incentivar la
investigación y la extensión y se enfatizaba su vinculación con la sociedad como conciencia crítica
del país. Además, se planteaba suprimir la cátedra como unidad básica de enseñanza y pasar a
trabajar con el concepto de departamento, que tenía una mayor pluralidad, coordinación e
integración.
Se valorizaba no sólo el trabajo del profesor de cátedra sino también el trabajo de los
docentes o académicos que cumplían funciones auxiliares. Con ello buscábamos también reemplazar
el método de la conferencia por otros más participativos y más interactivos, como se diría hoy día.
En eso yo creo que hubo una coincidencia muy grande. Sin embargo, todos estos proyectos, donde
había coincidencia teórica, eran cruzados por el enfrentamiento de los "tres tercios" del país. La
derecha era muy débil en la universidad, pero se enfrentaban la Democracia Cristiana con los
partidos socialista y comunista que tenían un peso muy importante.
Entonces la Reforma dejó de ser un movimiento donde podían estar más o menos en las
mismas posiciones, desde D’Etigny hasta Ramírez Necochea. Al politizarse la vida universitaria - en
realidad siempre hubo algo de política y algo de ideología -, el movimiento estudiantil perdió
coherencia y consistencia y pasó a ser mucho más importante la definición política que la coherencia
interna.
Este proceso se rompe, incluso desde el punto de vista institucional, a partir ya del año 71
cuando el país vivía divisiones muy profundas que se discutían con mucha más fuerza en la
universidad. Esto generó que se rompiera la FECh, que se rompiera toda organización. No había
posibilidad de respeto democrático, de convivencia. El que no le gustaba algo, se tomaba la facultad,
se personalizaban los conflictos. Fue un período extraordinariamente caótico, que abortó las buenas
ideas de modernización universitaria - de Reforma, como la llamábamos en esa época - que contenía
nuestros planteamientos y que eran muy compartidos entre los académicos jóvenes y los estudiantes.
62

Sin embargo, la politización rompió toda posibilidad de acción común.


La mayor fortaleza de la Reforma fue generar conciencia de la necesidad de cambios en la
educación superior para utilizar mejor sus recursos, para darle una nueva vinculación con el país,
para revitalizar o modernizar la forma de trabajo universitario. Su mayor debilidad fue que, quizá
como un anticipo de lo que iba a ser el país entre el 70 y el 73, sirvió para una polarización, una
sobre ideologización de conflictos en torno al poder, en que buscaban excluirse unos a otros. Esto
llevó a que la idea de Reforma abortara abruptamente durante la década del 70 y que, en muchos
casos, se hiciera regresiva, más en algunas carreras que en otras, más en unas universidades que en
otras.
Se llegó a entender que lo más importante en la universidad era el poder, quién era el decano
o el director de escuela o el rector, en lugar de privilegiar un trabajo académico que significara
mejorar su calidad a través de este proceso de modernización.
En cuanto al cogobierno, creo que fue nefasto. Ya el año 67 hicimos un plebiscito en la Chile,
que ganó la DCU, en que nos opusimos al cogobierno en la elección de las autoridades. Pero la
fuerza de los hechos nos llevó a que tuviéramos que aceptarlo y terminamos todos pidiendo
cogobierno. Creo que el hecho de tener que polarizarse para elegir al decano o al rector invierte las
prioridades y la elección se convierte en algo más importante que el razonamiento y el diálogo.
Hoy día no encuentro ninguna razón objetiva para que los rectores tengan que ser elegidos
por los estudiantes o funcionarios. Para negociar y plantear sus posiciones estos tienen su sindicato y
los estudiantes deberían tener su federación. Creo mucho más en la negociación estamental que en la
integración vertical ideológica o tendencial de los distintos estamentos de la universidad, porque la
segunda termina debilitando e hiperpolitizando la actividad académica. Esa fue una falla que se
explica por el conflicto que se vivió en Chile y en el mundo, o sea había un tema mucho más global
que la mera pelea por la universidad.
Es distinto elegir que participar. Me parece obvio que, en la marcha de un departamento, que,
en la marcha de una facultad, los estudiantes estén representados como lo estén también los
63

académicos, quizá en distinto grado, pero creo que es bueno que participen porque el quehacer de
una universidad se debe más a la razón que a un autoritarismo geriátrico.
Defiendo la idea de que los estudiantes participen. Lo que no me parece razonable es que
participen en cuanto a número. Una universidad está basada en la calidad, y creo que cuando se
nombra representantes usualmente se busca gente coherente, porque en un cuerpo colegiado uno no
impone sino convence. Cuando yo recuerdo dirigentes estudiantiles de los más variados grupos
políticos como un Marco Antonio Roca, un José Tohá, un Luis Maira, un Jorge Arrate, un Carlos
Cerda, un Jorge Navarrete o un Sergio Ramos, para dar nombres de la Chile, esa gente valía por sí
misma, ninguno era un porro, como lo fueron después ciertos dirigentes estudiantiles, tanto de la
izquierda como de la DC, que eran verdaderos activistas profesionales.
Después del golpe de Estado, las universidades fueron perdiendo absolutamente la autonomía
y pasaron a ser intervenidas. Hubo supresión de cargos, lo cual permitió una razzia completa, en la
que nada tuvo que ver la calidad académica. Durante la Reforma se votaba por un profesor de
acuerdo a si era demócrata cristiano, comunista o socialista y no valorizando realmente si era el
mejor postulante. Luego del 73, viene una razzia inversa, esto es, salieron no por razones académicas
sino por razones políticas y hubo un verdadero amordazamiento, un deterioro de lo que es la función
universitaria.
La Reforma fue una etapa importante, hay que rescatarla en términos de su contenido y no de
sus formas ni de sus luchas por el poder. Creo que eso último habría que borrarlo y ojalá no volverlo
a repetir. Tiendo a pensar, aunque estoy muy distante en el tiempo y muy distante de la actividad
académica, que muchas de las ideas de la Reforma fueron premonitorias en términos de una
modernización universitaria y que hasta el día de hoy tienen vigencia.
Una nueva Reforma en Chile es bastante necesaria. Me atrevo a decir que hay dos tipos de
universidad : escuelas de docencia que no hacen investigación y cuya vinculación con la comunidad
está muy en pañales - aunque hay excepciones - y otras universidades de tipo tradicional, como la
Universidad de Chile, que la siento extraordinariamente anquilosada y con la necesidad de hacer
64

algunos cambios estructurales y de función, soltar algunas amarras que hoy día impiden su
funcionamiento más descentralizado, más autónomo de manera de hacerla competir también con las
universidades privadas que tienen un conjunto de ventajas.
Una nueva Reforma debería impulsar una mayor modernización de la mecánica universitaria,
de su forma de trabajo; una mayor vinculación a los problemas de tipo regional y nacional; debería
también tender a que muchas universidades privadas, que han irrumpido con mucha fuerza, se
conviertan efectivamente en universidades. Esto es, que no hagan sólo docencia, sino que tengan
capacidad de atraer académicos para realizar las labores de investigación y de extensión necesarias a
la tarea intelectual.
En esa hipotética Reforma futura, definitivamente veo la participación estudiantil en los
organismos colegiados. No veo ninguna necesidad de elegir, de un cogobierno que se traduzca en
elegir profesores y autoridades, más aún cuando noto que los movimientos estudiantiles en la
universidad están extraordinariamente debilitados en comparación a lo que eran en los años 60.
Estoy alejado del mundo académico como para atreverme a pontificar y a dar consejos, sin embargo,
no creo que sea necesario que en la universidad se tenga que votar para rector o para decano por un
profesor demócrata cristiano o radical, masón, socialista, comunista o de derecha. Si llegamos a ese
grado de politización vamos a perder el rigor del trabajo académico de las universidades. Creo que
uno puede elegir por simpatías de tipo ideológico global, pero básicamente debe hacerlo en función
de la calidad de la gente que postula, más que en función de su color político.
En cuanto a la estructura y quehacer universitario, no creo que haya un modelo común para
todo el mundo. Cada universidad debe adaptarse a sus realidades, a su nivel de masificación, a la
idiosincrasia de su pueblo. Tampoco me atrevería a recomendar un sistema político, municipal,
regional o nacional para todos los países del mundo. Yo creo que tienen que adaptarse a sus
realidades.
Quisiera terminar señalando que me preocupa mucho la debilidad del movimiento estudiantil.
Creo que lo está por falta de cultura democrática y por la intención de instrumentalizar la federación
65

de estudiantes y no entender que es una expresión integral del estudiante. Muchos dirigentes
políticos desprecian la preocupación por el bienestar de los estudiantes, por la actividad deportiva y
cultural, pero para eso es el movimiento estudiantil. No es sólo para opinar sobre la libertad de
prensa o de la prisión del general Contreras. Yo creo que es legítimo que lo hagan, es
extraordinariamente educativo y valioso que opinen, pero circunscribirse sólo a una suerte de
activismo político hace que se alejen de la masa estudiantil y por tanto no sean representativos; que
surja todo tipo de divisiones por esta falta de cultura democrática, que cruza hasta a los miembros de
un mismo partido y que hace que el movimiento estudiantil esté hoy muy debilitado. Revertir esta
situación va a tomar tiempo y requiere que estudiantes de calidad vuelvan a asumir funciones de
liderazgo y que entiendan que ser dirigente es atender las múltiples necesidades del estudiante, no
sólo la actividad política.
LA REFORMA EN LA UNIVERSIDAD TECNICA DEL ESTADO.

Hernán Vega Campos y Arsenio Fica Ortega

La Universidad Técnica del Estado tuvo su origen más remoto en la Escuela de Artes y
Oficios (EAO), creada en 1849 mediante decreto supremo del presidente Manuel Bulnes. La Escuela
de Artes y Oficios fue concebida como "un plantel de enseñanza industrial para el pueblo" que tenía
por objetivo "formar artesanos instruidos, laboriosos y honrados, que, con su ejemplo y
conocimiento, contribuyen al adelantamiento de la industria en Chile y a la reforma de nuestra
clase trabajadora", como decía textualmente su primer reglamento [1].
La Universidad de Chile había sido creada siete años antes, en 1842, mediante una ley
aprobada en el Congreso y sobre la base de proposiciones contenidas en el estudio de don Andrés
Bello. Según el propio Bello, la universidad se creaba para tomar de Europa las deducciones de la
ciencia y aplicarlas a Chile en un programa netamente nacional y con el objetivo central de servir a la
patria mediante las investigaciones de sus miembros y el estudio de sus alumnos.
La Universidad de Chile comenzó con las cátedras de filosofía y humanidades, leyes y
ciencias políticas, matemáticas y física, medicina y teología, mientras la Escuela de Artes y Oficios
ponía énfasis en la formación práctica en mecánica industrial, fundición, herrería y modelaje en
madera, a la que se sumaban cursos en álgebra, geometría elemental y descriptiva, trigonometría,
física, química aplicada, dibujo técnico y otros.
El desarrollo del país obligó relativamente pronto a crear nuevas escuelas de tipo industrial.
La Escuela de Minas de Copiapó fue fundada en 1857, la Escuela de Minas de La Serena en 1887, la
Escuela Industrial de Chillán (trasladada luego a Concepción) en 1905, la Escuela Industrial de
Temuco en 1916, la Escuela de Salitre y Minas de Antofagasta en 1918 y la Escuela Industrial de
Valdivia en 1934.
El aspecto social en los sistemas educativos.

Por su propia concepción, la universidad y el sistema de escuelas técnico-profesionales


jugaron un rol distinto en el desarrollo histórico de nuestro país. La universidad fue la forjadora de
profesionales para la superestructura, formando a quienes ocupaban los puestos dirigentes en salud,
en administración y finanzas, a los ingenieros que pasaron a ser directores y gerentes de empresas y,
en general, a todos aquellos que detentaron el poder económico y político de Chile; por su parte, el
sistema de educación técnica fue creado para proporcionar la mano de obra calificada, los artesanos y
los mandos medios que el desarrollo del país fue requiriendo.
En el primer decenio de su fundación la Escuela de Artes y Oficios, bajo la dirección del
ingeniero y educador francés Jules Jariez, llegó a formar ingenieros mecánicos de nivel superior, lo
que contradecía sus objetivos declarados, por lo que las autoridades gubernamentales se opusieron a
este desarrollo. Como Jariez persistiera en su intento de modelar a la EAO de acuerdo a las Escuelas
Politécnicas francesas6, fue separado de su cargo de director (1859) y se le dejó a cargo de los cursos
teóricos. Bajo la dirección de José Zegers se incorporó el estudio del idioma inglés y los exámenes
finales fueron tomados, a partir de 1868, por profesores de la Universidad de Chile. La tendencia de
la EAO a formar ingenieros en lugar de artesanos seguía provocando la inquietud del Ministerio de
Instrucción, expresada en documentos del año 1883 y, de nuevo, en 1892. Desde 1886, cuando la
EAO pasó a ocupar el local que hoy es monumento nacional en Avenida Ecuador, se envió a hacer
estudios de perfeccionamiento a Europa y los EEUU a los diez mejores egresados de cada año [1].
En 1892, bajo la dirección del ingeniero francés Louis Chardayre, la EAO fue autorizada para
formar "ingenieros mecánicos y electricistas" para la Armada; un decreto de 1912 la habilitó para

6
Nota del Editor: Cabe hacer notar que las Escuelas de Artes y Oficios (Acoles des Arts. et
Metieres) surgieron en Francia como escuelas vespertinas para obreros, mientras que las Escuelas
Politécnicas (Acoles Polytechniques) nacieron como escuelas terciarias con régimen de internado. La
EAO nació como escuela secundaria técnica con régimen de internado, lo que dio a Jariez la
oportunidad de formar cuadros técnicos de nivel superior.
formar "subingenieros" de nivel postsecundario y, a partir de 1916, comenzó oficialmente a entregar
educación terciaria (el Grado de Técnico) en un rango mayor de especialidades (entre ellas,
mecánica, electricidad, química industrial y fundición), mientras siguió ofreciendo estudios de nivel
secundario (el Grado de Oficios) con el fin de preparar "jefes de talleres" [2].
En las décadas siguientes las demás escuelas mineras e industriales comenzaron también a
ofrecer estudios terciarios. Paralelamente se desarrolló un nuevo sistema estatal de educación técnica
secundaria (escuelas industriales y escuelas técnicas femeninas). En 1929 se decidió que la EAO
formaría ingenieros de nivel equivalente a los de la Universidad de Chile, pero esta decisión sólo
pudo implementarse once años después.
Pese a su expansión, el sistema universitario chileno de los años 50 seguía siendo
esencialmente elitista. La clase media baja y la clase trabajadora tenían escasas posibilidades de
acceso al sistema universitario, a pesar que los estudios eran prácticamente gratuitos. La verdad es
que las condiciones económicas imperantes obligaban a los hijos de trabajadores y campesinos a
trabajar desde temprana edad para contribuir a su propio sustento y el de sus hermanos menores, lo
que producía deserción masiva ya a nivel de escuela básica y eran escasos los que lograban
completar la educación media, menos aun los que lograban llegar a la universidad.
En cambio, el acceso a la educación técnica, tanto secundaria como terciaria, era facilitado
para las capas bajas de la sociedad en la medida que se disponía de becas y régimen de internados
gratuitos. Había, pues, una cuestión de extracción social y, como resultado, un problema de
reconocimiento y estatus, que estaba ligado a la pertenencia a uno u otro segmento de la educación.
La sociedad chilena siempre impuso requerimientos académicos al sistema universitario. En
la primera parte del siglo XX la Universidad de Chile gozaba de un alto prestigio en el concierto
latinoamericano. Los profesionales chilenos fueron altamente calificados en la recepción de
conocimientos venidos del extranjero y también creadores, sobre todo en el terreno de las artes, de
las ciencias sociales, las leyes y la medicina. No lo fueron tanto en el terreno de las ciencias naturales
y la tecnología, lo que produjo un desnivel notorio que se fue acrecentando con el vertiginoso
crecimiento de la ciencia en el mundo. En los años 50 de este siglo la Universidad de Chile, bajo el
rectorado de don Juan Gómez Millas, tuvo que reconocer esta situación e iniciar un extenso
programa de formación de jóvenes científicos en planes de doctorado en el extranjero y aportar
ingentes recursos para implementar laboratorios en Chile.

Antecedentes históricos y sociales de la Reforma.

Si queremos explicar cómo y por qué se produjeron los movimientos de Reforma


Universitaria en todas las universidades chilenas en la década del 60 y aun cuando queramos
referirnos a lo ocurrido en sola una de esas universidades, tenemos necesariamente que referirnos al
contexto social, político y económico en el que el proceso tuvo lugar.
La economía chilena se desarrolló en este siglo con el impulso que la sociedad supo
imprimirle, pero necesariamente condicionada por los vaivenes de la economía mundial, los sucesos
históricos y el desarrollo de la ciencia y de la tecnología que estaban teniendo lugar. Lentamente
pasamos de una economía productora de materias primas e importadora de artículos manufacturados
a otra más desarrollada en la cual, sin perder el carácter de dependiente, comenzamos a echar las
bases de una política energética e iniciamos el proceso de sustitución de importaciones por productos
de fabricación nacional, especialmente en la llamada línea blanca y en productos metalúrgicos con
elaboración primaria como cables, tuberías, planchas, paralelamente a incrementar la producción de
cemento y acero. Este proceso cobró especial fuerza con la transformación política que significó el
triunfo del Frente Popular en 1938 y el advenimiento del primer gobierno de centro izquierda en
Chile en una coalición en que intervenían radicales, socialistas y comunistas.
La Corporación de Fomento a la Producción (CORFO), creada bajo el gobierno de don Pedro
Aguirre Cerda, tuvo un papel fundamental en la construcción de nuestro sistema de centrales
hidroeléctricas, en la explotación del petróleo y la construcción de refinerías, en la construcción de
las plantas azucareras para aprovechar la remolacha y en general, en la industrialización del país.
Casi paralelamente a la elección del presidente Aguirre Cerda se iniciaba la segunda guerra
mundial. El conflicto significó que los grandes países industriales que nos vendían productos
manufacturados convirtieron sus economías a economías de guerra, lo que permitió la posibilidad de
empezar a fabricar nuestros propios productos sin la competencia mortal de las grandes empresas
transnacionales. Al término de la guerra, en 1945, el mundo quedó dividido en dos bloques,
capitalista y socialista, liderados por Estados Unidos y la Unión Soviética, respectivamente.
Comenzó el período de la "guerra fría". La sociedad chilena, tanto como la sociedad de todos
los demás países del planeta se encontró dividida por adherentes a dos ideologías opuestas y
antagónicas que preconizaban modelos de vida irreconciliables. Fue inevitable que en la búsqueda y
propuesta de soluciones para los problemas de nuestra sociedad se entremezclara la visión ideológica
y que para muchos la solución de situaciones particulares fuese vista como parte de una
transformación total de la economía y la sociedad que la ideología preconizaba.
Mientras tanto las enormes capacidades liberadas al final de la guerra desataron un veloz
desarrollo de la ciencia y la tecnología, conocido como la revolución científico-técnica, que pronto
empezó a revolucionar los sistemas de producción y las condiciones de vida de toda la sociedad
humana. Desde los años cuarenta la industrialización acrecentó la necesidad de mano de obra
calificada con un mínimo de educación formal, lo que obligó a una rápida expansión y a intentos de
modernización del sistema de educación básica y media. Se necesitaron más y mejores técnicos, lo
que introdujo presiones sobre el sistema de las escuelas técnicas terciarias o superiores. Se hizo
indispensable no solamente importar tecnología, si no también adaptarla eficientemente y crear
nuevos conocimientos, lo que significó un fuerte requerimiento en materia de formación e
investigación sobre el sistema de educación superior en su conjunto.
El sistema educacional en general, y la universidad en particular, no pudieron responder
adecuadamente a los requerimientos y a los veloces cambios que se les imponían. Muchos no estaban
preparados para los nuevos roles, parte del personal académico se vio sobrepasado y en muchas
ocasiones se refugiaron en las estructuras de poder existentes para frenar los requerimientos que
impulsaban los estudiantes, que exigían ser mejor preparados para enfrentar lo que en la vida
profesional se les pediría en las nuevas condiciones del desarrollo del país y de la ciencia en el
mundo.

Necesidad de la Reforma en la UTE.

La Universidad Técnica del Estado nace como tal precisamente cuando todo este proceso
esbozado comenzaba a cobrar fuerza [3,4]. La lucha de los egresados y de los alumnos del sistema de
educación técnica superior por acceder a ser admitidos en los poderosos colegios profesionales de la
época, dominados por egresados de la Universidad de Chile que les negaban este derecho y, por
sobre todo, para obtener una formación que los capacitara a un mayor nivel, había logrado que se
creara en 1940 la Escuela de Ingenieros Industriales destinada a capacitar, hasta el nivel de ingeniero,
a los técnicos egresados del sistema. Se creó así el Grado de Ingeniero Industrial. En 1944, se había
fundado también el Instituto Pedagógico Técnico con la misión de formar docentes para el sistema
de educación secundaria técnica.
La Universidad Técnica del Estado fue creada en 1947 como producto de la movilización de
los estudiantes de las escuelas técnicas superiores chilenas [4] y entró en funciones en 1952. En su
primera etapa no fue más que una sumatoria de las escuelas técnicas terciarias a lo largo del país -
incluidas la Escuela de Artes y Oficios, el Instituto Pedagógico Técnico y la Escuela de Ingenieros
Industriales - agrupadas bajo un Consejo Superior, un rector y un secretario general.
Muy pronto la nueva universidad comenzó a experimentar tensiones internas, principalmente
por demandas estudiantiles de acceso a los colegios profesionales, situación que la creación de la
UTE no había solucionado. Tampoco había cambiado el estatus social, ya que la nueva universidad
seguía siendo considerada de segundo orden, como lo habían sido sus institutos de origen, a pesar del
considerable prestigio de que gozaban sus profesionales en el ámbito industrial.
A esta nueva universidad le resultaba más difícil acomodarse a los requerimientos urgentes
del desarrollo del país. Debía producirse la transformación de escuelas técnicas terciarias en escuelas
universitarias en medio de un proceso explosivo de aumento de los requisitos de nivel para todas las
universidades. En la Universidad Técnica del Estado hubo un número considerable de docentes que,
careciendo de previa experiencia universitaria, no supo o no pudo acomodarse a las nuevas
circunstancias.
Existían también rigideces en el sistema de formación. No había flexibilidad curricular ni
posibilidades de acceso a una variedad de especializaciones. Además, se siguió funcionando en base
a la estructura anterior, lo que significó que el estudiante tenía que hacer sus estudios de ingeniería
en dos niveles secuenciales: primero el Grado de Técnico en cuatro años de estudios y después el de
Ingeniero Industrial, en tres años adicionales.
La estructura de la universidad en base a escuelas cerradas no permitía unificar esfuerzos ni
crear departamentos académicos a nivel de Sede, lo que evidentemente perjudicaba el desarrollo de
la institución. La investigación y la extensión eran prácticamente inexistentes en esta nueva
universidad.
Por último podemos mencionar que el poder de conducción y administración de la
Universidad Técnica del Estado radicaba en un Consejo Superior establecido por ley, formado por 23
personas y que incluía a directores de escuela, presidentes de unidades académicas llamadas
Consejos Docentes (análogas a facultades), representantes de los estudiantes, de los profesores y
funcionarios y representantes externos de instituciones como la Sociedad de Fomento Fabril, la
CORFO, más los directores de enseñanza media y profesional del Ministerio de Educación. Este
Consejo nombraba al rector, al secretario general y a todas las autoridades unipersonales.

Origen y desarrollo del movimiento reformista.

Los estudiantes se organizaron muy pronto en una Federación de Estudiantes de la


Universidad Técnica del Estado (FEUT). Ya en mayo de 1961 la FEUT protagonizó un gran
movimiento triunfante, con toma de los locales en todas las Sedes oponiéndose al nombramiento
antidemocrático de un nuevo director en la Sede de Copiapó.
Las demandas de los estudiantes por Reforma Universitaria, es decir, democratización,
modernización y función social de la universidad, se orientaron luego en acciones para obtener del
gobierno un mayor presupuesto. Debe recordarse que en ese momento el financiamiento completo de
la educación superior era proporcionado por el Estado, posibilitando la casi gratuidad del sistema. En
1966 la FEUT organizó marchas, huelgas, manifestaciones y protagonizó tomas de Sedes, hasta
conseguir sustanciales aumentos del presupuesto de la UTE concedidos por el Ministerio de
Hacienda.
La FEUT se convirtió así en una entidad protagónica de la vida universitaria y orientó su
lucha a conseguir mayor participación en las decisiones al interior de la universidad en base a un
programa elaborado a partir de 1961. En la noche del 14 de septiembre de 1967, en la víspera de una
reunión del Consejo Universitario citado para elegir a un nuevo rector, la FEUT ocupó las
dependencias de la Casa Central y exigió una elección democrática de rector con participación de la
comunidad universitaria.
Esta vez la FEUT logró el apoyo de sectores del profesorado y de los funcionarios de la
universidad. Consiguieron la formación de una Comisión de Reforma con participación estudiantil y
la elección de rector con participación de profesores y estudiantes en claustro pleno. En julio de 1968
resultó elegido, como abanderado del movimiento reformista, el ingeniero titulado en la UTE - y
profesor de la UTE, de la Universidad de Chile y de la Universidad de Chile de Valparaíso - don
Enrique Kirberg Baltiansky, en calidad de rector interino por un año. Asumió sus funciones el 20 de
agosto de 1968.
Don Enrique Kirberg se transformó en conductor del proceso de Reforma, figura respetada
por partidarios y contendores, y habría de ser reelegido en dos ocasiones en elecciones con
participación de toda la comunidad universitaria en 1969 y 1972 (su último mandato finalizaba en
1976), luego de la promulgación legal del nuevo estatuto de la universidad que había sido elaborado
con participación amplia de todos los sectores y estamentos.
Poner de acuerdo a los diversos sectores de la universidad para una nueva estructuración de
ella en base a principios diferentes a los de la antigua organización y actuando sobre la base de
principios democráticos, que requerían la búsqueda de consensos o claras mayorías, fue una tarea
larga y difícil. Pasó por elaborar diversos proyectos de estatutos en la Comisión de Reforma, llamar a
un Congreso de Reforma (Julio de 1970), nombrar democráticamente a autoridades colegiadas y
unipersonales interinas que dirigieran a la universidad mientras se llegaba a los consensos
definitivos. En todos los casos se terminó por adoptar la representatividad de los estamentos de la
comunidad universitaria en proporción de un 65% para los académicos, un 25% para los estudiantes
y un 10% para los funcionarios.
Recién a fines de 1970 pudo darse forma al nuevo proyecto de estatuto de la Universidad
Técnica, el que fue luego tramitado como ley de la República y promulgado a fines de 1971.

Los principios de la Reforma.

Los principios más importantes en que se había puesto de acuerdo la comunidad de la


Universidad Técnica del Estado son los siguientes:
- La universidad es un instrumento de la sociedad, que como una de sus funciones tiene la misión de
encargarse de la trasmisión del conocimiento al más alto nivel y la formación integral de
profesionales para las necesidades del país. Lo que caracteriza a la universidad, sin embargo, en su
misión de creadora y divulgadora de nuevos conocimientos.

- La aproximación de la universidad al conocimiento debe ser abierta, crítica, pluralista y sin


imposiciones autoritarias. La verdadera autoridad emana de la capacidad intelectual y la calidad
moral que permitan generar ideas, soluciones y nuevos conocimientos mediante discusiones
respetuosas e impregnadas del rigor metodológico que caracteriza a la ciencia.
- El conocimiento no es un fin en sí mismo, sino que debe servir para crear niveles más altos de
organización política y social y mejores condiciones de producción de bienes y servicios para el
beneficio de las mayorías. La universidad tiene una misión social que la obliga y que exige de sus
miembros el cultivo de valores como la solidaridad, el compromiso con los desposeídos, el
nacionalismo sin chauvinismo.

- La universidad debe darse una estructura que le permita permanecer siempre atenta a cautelar el
cumplimiento de su misión, lo que se consigue sólo en la medida que cada uno de sus integrantes
tenga objetivamente el deber y el derecho de participar, opinar y decidir. La democracia es el sistema
que mejor permite garantizar este derecho y por eso la universidad debe ser esencialmente
democrática.

- La universidad debe ser un actor en la solución de los problemas sociales y abrirse a los sectores
más amplios posibles de la población, sin consideración de origen y posición social. La universidad
debe vincularse con el pueblo y con la vida de la nación y de allí la importancia de la extensión
universitaria, de las sedes universitarias en ciudades con mayores necesidades de educación,
desarrollo tecnológico y cultural, y de la preocupación por la educación de trabajadores.

Logros de la Reforma.

Pese al enorme esfuerzo y el consumo de tiempo destinado a poner de acuerdo a la


comunidad universitaria, las fuerzas positivas desatadas por el proceso de democratización, por la
participación y por la dignificación consiguiente del individuo, permitieron hacer avanzar
significativamente en calidad y en cantidad a la Universidad Técnica del Estado en el corto período
de cinco años que va desde 1968 hasta el golpe militar de 1973 [3].
En lo académico se logró estructurar la universidad en facultades y departamentos,
rompiendo el esquema cerrado de escuelas. Se flexibilizó el curriculum dando mayores posibilidades
de traspaso y especialización. Se llevó a cabo un ambicioso y productivo programa de
perfeccionamiento docente en el país, organizado por la Secretaría Nacional Académica y se mandó
a decenas de profesores jóvenes a programas de postgrado, incluido el doctorado, en universidades
canadienses y alemanas.
Se incentivó la investigación especialmente en áreas como la química, la ingeniería química y
la metalurgia. Se equiparon laboratorios de docencia e investigación usando el crédito concedido por
el Banco Interamericano de Desarrollo. En Santiago se hicieron nuevas construcciones en el sector
que enfrenta a la Estación Central y que antes estaba ocupado por una feria de productos agrícolas y
ganaderos. Se erigió el edificio del Centro de Computación y se adquirió su equipamiento, el que
llegó después del golpe militar del 73. También se planificó el Planetario y se dejó adquirido su
equipamiento.
Se reestructuraron los servicios bibliotecarios, se contrató personal altamente calificado y se
aumentó considerablemente el fondo de libros y de publicaciones periódicas.
A partir del antiguo Grado de Técnicos se creó el Grado de Ingeniero de Ejecución, con
cuatro años de estudios universitarios. Este título fue adoptado por la Universidad Católica de
Valparaíso, la Universidad del Norte y la Universidad Técnica Federico Santa María. Hoy,
numerosas instituciones universitarias, en Chile y en el extranjero, otorgan este título, análogo al
grado de Bachelor of Engineering ofrecido por universidades norteamericanas y británicas.
Se llevó a cabo un ambicioso plan de creación y desarrollo de Institutos Tecnológicos
destinados a dar posibilidades de educación en diversas ciudades de todo el país y en Santiago a
quienes no lograban acceder al sistema universitario superior, preparándolos en profesiones de nivel
medio adecuadas a las necesidades regionales y nacionales.
Se desarrolló un programa de educación de trabajadores que abarcó desde completación de la
educación media hasta la entrega de formación en las fábricas e industrias, en el marco de un
convenio con la Central Única de Trabajadores.
Cuando, a consecuencia de la nacionalización del cobre y de las políticas emprendidas bajo el
gobierno del Presidente Allende, las empresas extranjeras retiraron su personal calificado y muchos
supervisores abandonaron sus cargos, además de producirse un boicot en el suministro de repuestos y
maquinaria, la universidad pudo generar un plan de apoyo en el que los jóvenes egresados o en el
último período de su formación pasaron a suplir las necesidades urgentes que se produjeron.
La Universidad Técnica del Estado tenía menos de diez mil alumnos en 1968 y llegó a tener
más de treinta y dos mil en 1973. Los profesores de jornada completa no alcanzaban a 500 en 1968 y
superaron los dos mil quinientos en 1973.
Podría agregarse muchos otros antecedentes a este recuento, pero hay obras que cubren ya
este campo en detalle [3,4,5]. Si hemos mencionado algunos es porque queremos hacer presente que,
en medio de un proceso de transformaciones y convulsiones violentas, no sólo de la universidad sino
del país en su conjunto, que culminaron con el golpe militar de 1973, pudo llevarse a cabo una obra
tremendamente positiva en una universidad que partía de una realidad relativamente desmedrada en
el concierto de las instituciones de educación chilenas.
Creemos que la Reforma tuvo lugar en circunstancias históricas y concepciones de sociedad
muy distintas a las que imperan hoy. Sin embargo, nos preguntamos si los principios y valores que la
guiaron siguen teniendo vigencia en la actualidad. Creemos que sí y creemos que las reflexiones en
torno a este proceso pueden contribuir a esclarecer propuestas y caminos para las comunidades
universitarias de hoy, si son tomadas con amplitud de miras y sin temor de una vuelta al pasado.
Puede ser que las ideologías que inspiraron a muchos de los participantes de aquella época estén hoy
superadas, pero los valores humanos de solidaridad, participación y compromiso con los más pobres,
no han muerto.

REFERENCIAS.
[1] Juan G. Muñoz C. et al., "La Universidad de Santiago de Chile", USACh (1987)
[2] Luis Cifuentes S., "¿Cuándo comenzó la formación de ingenieros en la Escuela de Artes y
Oficios?", Revista Alumni (Facultad de Ingeniería USACh), mayo 1996.
[3] Enrique Kirberg B., "Los nuevos profesionales", Universidad de Guadalajara, México (1981)
[4] Luis Cifuentes S., "Kirberg: Testigo y Actor del Siglo XX", Fundación Enrique Kirberg (1993)
[5] Ángel Pizarro R., "Aportes de la Universidad Técnica del Estado a la teoría y práctica de la
universidad chilena", Cuadernos del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz, No.3 (1985)
EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE LA UNIVERSIDAD TECNICA DEL ESTADO.

Luis Cifuentes Seves

El movimiento estudiantil en la historia.

Estas páginas tienen por objeto examinar aspectos de la experiencia del movimiento
estudiantil de la UTE en los años 60. Para situar el tema, comencemos por un breve vistazo a la
historia. Las primeras instituciones de educación superior con el nombre de "universidades"
surgieron entre los siglos XI y XII en Europa. Ellas fueron de dos tipos. El primero, la universitas
scholarium (gremio de estudiantes), el segundo, la universitas magistrorum (gremio de maestros).
Las universidades escolares eran agrupaciones de jóvenes que contrataban docentes para que
les impartieran formación fundamental en las Siete Artes Liberales (el trivium: gramática, retórica y
dialéctica; y el quadrivium: aritmética, geometría, astronomía y música) y formación profesional en
Medicina, Derecho o Teología. Los estudiantes regían y los maestros debían jurar obediencia al
rector, que era un estudiante. El prototipo fue la Universidad de Bolonia, que recibió respaldo
jurídico en la Carta de Privilegios concedida a sus estudiantes por el emperador Federico I Barbarroja
en 1158. Como resultado de los privilegios, el rector-estudiante llegó a tener amplísimos poderes y
decisión final sobre cualquier proceso legal - civil o criminal - en que se viera envuelto un educando.
En contraste, las universidades magisteriales eran agrupaciones de maestros que ofrecían sus
servicios a los estudiantes; los maestros regían y el rector era un maestro. El prototipo fue la
Universidad de París.
Muchas universidades medievales siguieron el molde boloñés (escolar), entre ellas, casi todas
las italianas: Reggio, nacida en 1188; Vicenza, 1204; Padua, 1222; Vercelli, 1228; Siena, 1246;
Piacenza, 1248; Roma, 1303; Treviso, 1318; Pisa, 1343; Florencia, 1349; Pavia, 1361; Ferrara, 1391;
Turín, 1405 y Catania, 1444. También hubo rectores-estudiantes en las universidades de Praga, 1347;
Perpignan, 1350; Cracovia, 1364; Viena, 1365; Aix-en-Provence, 1413 y Glasgow, 1450.
En general, las universidades del norte de Europa (Norte de Francia, Alemania, Inglaterra)
siguieron el molde parisino (magisterial). En otras universidades - en particular las españolas y las
del sur de Francia - hubo cogobierno de profesores y estudiantes. A modo de ejemplo, en los
estatutos de 1422 de la Universidad de Salamanca se establece que el Consejo está integrado por el
rector, el canciller, veinte delegados estudiantiles y diez delegados docentes. En las universidades
hispanas los estudiantes tuvieron, durante varios siglos, el derecho exclusivo a elegir a los profesores
en concursos de oposición7.
El período de decadencia de las universidades, entre los siglos XVI y XVIII, terminó con la
participación estudiantil. Junto con oponerse al Renacimiento, a la Reforma y a la ciencia moderna,
las universidades pasaron a convertirse en enclaves autoritarios e intrascendentes. El siglo XIX vio el
renacer de la educación superior en tres modelos: la universidad profesional de Napoleón (la
refundada Universidad de París, 1806), la universidad investigadora de Humboldt (la Universidad de
Berlín, 1809) y la universidad técnica, la primera de las cuales fue la Escuela Politécnica de París,
1794. El modelo de Humboldt se basó en los principios de Lehrfreiheit y Lernfreiheit (libertad de
enseñanza y libertad de aprendizaje). Los estudiantes tuvieron el derecho de elegir profesores entre
cátedras paralelas, determinar la duración de sus estudios, cambiarse de carrera y hasta de plantel a
voluntad.
A comienzos del siglo XX la primera guerra mundial y su secuela tuvieron poderosos ecos,
que en Latinoamérica se unieron al ascenso político de las clases medias para configurar un seminal
movimiento reformista en las universidades, gatillado por el Manifiesto Liminar de Córdoba

7
Nota del Editor : En torno a la participación estudiantil en el gobierno de las universidades
medievales, ver H. Rashdall, "The Universities of Europe in the Middle Ages" (3 tomos), Editada
por F.M. Powicke y A.B. Emden, Oxford University Press (1987) y H. de Ridder-Symoens, "A
History of the University in Europe", Tomo I, Cambridge University Press (1992).
(Argentina) en 1918. El movimiento de los años veinte, liderado por los estudiantes, provocó un
cambio gradual que, en las décadas posteriores, terminó con las peores formas de irracionalidad y
corrupción en la universidad, pero es posible afirmar que tal proceso nunca llegó a completarse, de
aquí que los intentos reformistas formen un continuo, de los años 20 a los 60.
El movimiento de los años 60 tuvo su origen en los complejos y apasionantes sucesos de la
primera mitad del siglo y, de manera inmediata, en la reconstrucción o readecuación de las
economías dominantes impuesta por la segunda guerra mundial. Un gran auge económico en los
países desarrollados generó un clima de esperanza y optimismo globales, que comenzó a fines de los
cincuenta. Las necesidades de la metrópolis de importar materias primas y exportar capitales
provocaron una activación de las economías periféricas. Aunque la prosperidad no llegó a todo el
mundo, sí lo hicieron las esperanzas. El derrumbe de los imperios coloniales originó un clima
libertario. Desarrollos tecnológicos tales como la radio a transistores, la televisión, la carrera espacial
y el uso de computadores contribuyeron al carácter global y optimista de una gran ola cultural y
política. Hubo un clamor mundial por desconcentrar el poder, por participar del proceso de toma de
decisiones. En este contexto de esperanza debe entenderse el movimiento reformista de los 60.
De la discusión previa fluye que la participación estudiantil no sólo en el debate, sino en el
gobierno mismo de la universidad, lejos de ser una novedad de la "década prodigiosa", es parte de
una tradición casi milenaria, que nació con la universidad.

Origen histórico de la educación superior tecnológica.

La Universidad Técnica del Estado se inscribe con propiedad en la historia de la educación


superior tecnológica. La primera institución de este tipo, la Escuela Politécnica de París, se dedicó
totalmente a satisfacer las necesidades del desarrollo de la sociedad industrial, ofreciendo un rango
restringido de carreras en el ámbito de las ciencias exactas y la ingeniería. Posteriormente fueron
creadas numerosas escuelas superiores tecnológicas en los países del norte de Europa, muchas de
ellas derivadas de escuelas técnicas secundarias. En Alemania ellas fueron conocidas primero como
Technische Hochschulen y, finalmente, como Technische Universitäten.
Curiosamente, pocos autores han reconocido explícitamente este modelo decimonónico a
pesar de su influencia - todas las universidades importantes tienen hoy facultades de ingeniería o
tecnología - y de su sólida presencia actual: el MIT, el Cal-Tech, las universidades técnicas de
München, Berlín, Dresden, Budapest, el Imperial College de Londres, el UMIST de Manchester, la
ETH de Zürich (la escuela de Einstein), etc. son, indiscutiblemente, universidades técnicas. La
Escuela Politécnica de París sigue siendo la más prestigiosa institución de educación superior en
Francia.
Desde su nacimiento, y al igual que su predecesora - la educación técnica secundaria - la
educación tecnológica terciaria fue dirigida a los estratos sociales menos privilegiados y su agitada
historia estuvo ligada a movimientos de cambio. La escuela parisina es aún conocida como "la fille
de la Révolution". A partir de la gestación de las universidades técnicas, su alumnado tuvo un
carácter socialmente plebeyo y políticamente progresista.

Antecedentes de la Reforma Universitaria en la UTE.

Para entender el proceso de Reforma en la Universidad Técnica del Estado hay que reconocer
primero que esta universidad fue hija de sus estudiantes. Fueron los alumnos de las escuelas técnicas
superiores chilenas (Nota 1), agrupados en la Federación de Estudiantes Mineros e Industriales de
Chile (FEMICh) quienes, en 1945, iniciaron la pelea por fundar una universidad que cobijara a estas
escuelas que, a la sazón eran nueve, de Antofagasta a Valdivia. La campaña, masiva y prolongada,
logró suscitar el apoyo del movimiento sindical, de los partidos políticos progresistas y de la
masonería, venciendo la oposición de los sectores más conservadores. En 1947 Gabriel González
Videla firmó el decreto de fundación de la UTE y en 1952 fue promulgada su primera Ley Orgánica
[1,2,3].
Sin embargo, la UTE nació llevando en sí una doble carga. Por una parte, su largo pasado no
universitario significó un lastre considerable, debido a la ausencia de tradiciones propiamente
académicas, a hábitos administrativos y docentes anticuados y a la desmedrada presencia de la
investigación. Por otra parte, la UTE heredó el poder de tipo feudal que los directores de las escuelas
técnicas superiores habían tenido por tradición. El rector de la UTE no era elegido por los
catedráticos, como en la Universidad de Chile, sino por un grupo mucho más reducido: el Consejo
Universitario. En suma, la estructura de gestión era antidemocrática. Estos problemas generaron
intenciones de Reforma ya a fines de los años 50.

La campaña por la Reforma.

En abril de 1961 los estudiantes de la Sede de Copiapó ocuparon sus locales en protesta por
la antidemocrática elección del director. El 25 de mayo la Federación de Estudiantes de la UTE
(FEUT) llamó a un movimiento de protesta en todas las Sedes restantes iniciándose así la campaña
por la Reforma. Desde ese momento comenzó un trabajo serio, responsable, prolongado y paciente
de debate y elaboración. Durante los años siguientes, en convenciones, congresos y asambleas, como
también en conversaciones de pasillo, peña y casino, incluidas muchas discusiones de trasnoche,
fueron forjándose las ideas y conceptos que, sobre el futuro de la universidad, propuso el
movimiento estudiantil. Estas se plasmaron en artículos, declaraciones, ponencias e informes que, al
ser discutidos y rediscutidos, fueron destilando las ideas que posteriormente concitarían el apoyo de
toda la comunidad.
En 1966, al cabo de cinco años de campaña reformista de sus estudiantes, la UTE entró en
una grave crisis presupuestaria debido al desorden administrativo e incompetencia de sus
autoridades. La FEUT llamó a un movimiento nacional en defensa de la universidad, que se expresó
en grandes marchas que confluyeron hasta Santiago desde las más lejanas sedes provinciales. A su
paso por diversas ciudades los jóvenes fueron recibidos y apoyados por los sindicatos y los sectores
progresistas. Una vez en Santiago, hubo grandes movilizaciones con considerable apoyo ciudadano y
el movimiento terminó con éxito.
Hay quienes dan el año 1967 como fecha de inicio del movimiento reformista en Chile, pero
esto es un error: si bien fue durante ese año que este proceso llegó a ocupar los titulares de la prensa,
especialmente debido a los acontecimientos en las Universidades Católicas de Santiago y Valparaíso,
en varias universidades había desarrollos previos8, como queda de manifiesto en el caso de la UTE.
Quienes busquen una relación causal entre los acontecimientos de mayo y junio del 68 en
París y el movimiento reformista chileno, fracasarán en sus intentos. Sólo encontrarán ecos formales
en las barricadas santiaguinas de fines del 68, pero para quienes participamos en aquella ola de
cambio, los eventos parisinos fueron una mera confirmación de algo que, teniendo sus raíces en la
misma historia contemporánea, había comenzado a manifestarse en Chile - y en muchos otros países
- varios años antes.
En 1967 el paciente trabajo de elaboración de la FEUT llegó a un punto trascendente. Fue ese
año que la FEUT llamó a profesores y estudiantes a constituir organismos colegiados democráticos
de facto, a nivel de departamento. Estos no sólo se constituyeron, sino que, en muchos casos, los
documentos propuestos por la FEUT fueron adoptados como pauta normativa con la anuencia
unánime del profesorado.
Cuando el grupo de poder intentó reelegir al rector por los viejos y repudiados mecanismos,
el 14 de septiembre del 67 los estudiantes ocupamos la totalidad de las dependencias universitarias,

8 Nota del Editor : Desde los años 60, miembros de diversas universidades han reclamado prioridad en

el inicio del proceso reformista para sus propias casas de estudio. Pareciera que este enigma carece de solución
precisa, dado el continuo de debates y movimientos reformistas iniciado en los años 20 y que nunca ha cesado
por completo. En cuanto a quién fue el primer rector elegido por la Reforma, la respuesta varía de acuerdo a si
nos referimos a un rector designado por una autoridad superior (Fernando Castillo, prorrector de la UC, Agosto
de 1967), elegido en claustro de académicos y representantes estudiantiles (Fernando Castillo, rector de la UC,
Noviembre de 1967), elegido en votación universal (claustro pleno) de profesores y estudiantes (Enrique
Kirberg, rector de la UTE, Agosto de 1968) o elegido en claustro pleno de profesores, estudiantes y
funcionarios (Edgardo Enríquez, rector de la U. de Concepción, Diciembre de 1968). Entre 1969 y Septiembre
de 1973 todos los rectores y Consejos Superiores fueron elegidos en claustro triestamental.
de Antofagasta a Punta Arenas, con el apoyo de numerosos profesores y funcionarios, lo que se
expresó, por ejemplo, en declaraciones públicas de apoyo al movimiento emitidas por los Consejos
de Profesores de la Escuela de Ingenieros y de la Sede de Concepción. El 27 de octubre de 1967, el
gobierno de Eduardo Frei Montalva intervino y creó la Comisión de Reforma de la UTE en términos
muy similares a los propuestos por el estudiantado. Esto condujo a la renuncia del rector Horacio
Aravena a comienzos de 1968, a la primera elección democrática de rector en agosto del mismo año,
en la que fue elegido el abanderado reformista, Enrique Kirberg en claustro pleno de profesores y
estudiantes (Nota 2), y a la redacción de una nueva Ley Orgánica de la UTE, que sería finalmente
promulgada el 7 de diciembre de 1971, durante el gobierno de Salvador Allende Gossens.

Logros de la Reforma.

Para entender los logros de la Reforma Universitaria en la UTE es preciso saber que el
movimiento reformista tuvo un carácter amplísimo, que superó con creces al ámbito de la izquierda.
Se identificaron con las ideas del cambio grandes números de académicos, funcionarios y
estudiantes, por sobre militancias políticas. Hubo académicos derechistas que apoyaron con
entusiasmo la campaña por la Reforma y la gestión de Enrique Kirberg. En ese sector doctrinario se
destacó el prestigiado profesor de física don Rubén Toro, que fue uno de los más cercanos
colaboradores de Kirberg y animador de sus campañas eleccionarias, a pesar de no haber apoyado
nunca a la izquierda en el plano político.
Kirberg, militante comunista, nunca se presentó ante la comunidad como candidato de su
partido y ni siquiera de la izquierda; fue, en tres elecciones de rector (1968, 1969 y 1972), el
abanderado de la Reforma y obtuvo el apoyo de la inmensa mayoría de los independientes de la
UTE. De la misma manera ejerció su alto cargo. Cabe señalar como detalle decidor que, en 1968,
con ocasión de la primera elección de rector, el Partido Comunista de la UTE se reducía a un puñado
de académicos y funcionarios organizados pocos meses antes [1]. En el plano estudiantil, si bien la
Juventud Comunista era fuerte, en ningún caso se acercaba al 80% de los sufragios que Kirberg
obtuvo en ese estamento.
El Consejo Superior de la UTE, elegido en claustro pleno, se compuso de representantes de
todas las tendencias doctrinarias presentes en la universidad y tuvo un funcionamiento armonioso, en
una atmósfera constructiva y de colaboración. En todo momento las autoridades electas buscaron el
consenso y el diálogo, aún en circunstancias de aguda confrontación política e ideológica en el plano
nacional.
Tal vez por estas razones la Reforma de la UTE daría notables frutos: se abrieron las puertas
de la participación y se desató la discusión sobre la totalidad de la problemática universitaria, que
muy luego incluyó los temas más relevantes a nivel nacional e internacional; se procedió al
ordenamiento administrativo y financiero de la corporación; se aceleró el proceso de modernización
de planes y programas; entre 1967 y 1973 se fomentó la investigación, aumentando en un 220% el
número de investigadores; la fracción de estudiantes trabajadores y de origen obrero o campesino
creció de un 5% a un 30%; el número de mujeres estudiantes incrementó de un 10% a un 31%; más
de cien profesores obtuvieron becas de postgrado; la UTE firmó más de 50 convenios de
colaboración con la industria; abrió 37 cursos para trabajadores, dictados en las empresas, con más
de 4 mil alumnos en 1973; la universidad creció de 10 mil estudiantes en 1968 a más de 32 mil en
1973 y llegó a tener sedes o escuelas en 24 ciudades chilenas, de Arica a Punta Arenas (ver Nota 1).
La Extensión Universitaria cobró nueva importancia y fue dirigida hacia los sectores menos
privilegiados del país, incorporando a destacados artistas nacionales (Nota 3); el número de
asistentes a las escuelas de temporada de la UTE aumentó de 3 mil 500 en 1969 a 52 mil en 1973.
Como un símbolo de los nuevos horizontes de la UTE, el doble laureado con el Premio Nobel, Linus
Pauling, dictó un ciclo de conferencias y sostuvo numerosos encuentros y conversaciones informales
con profesores y estudiantes.
Pero la atmósfera de progreso y creatividad produjo otros frutos trascendentes: de las peñas
estudiantiles de la FEUT surgió el conjunto Inti-Illimani, hoy, galardonado en todo el mundo; un
dirigente de la FEUT, Alejandro Yáñez, se convirtió en el primer chileno en ocupar la
vicepresidencia de la Unión Internacional de Estudiantes (Nota 4); la FEUT realizó las primeras
Escuelas Internacionales de dirigentes estudiantiles, con participación de delegados de toda América
Latina. El movimiento estudiantil, padre y madre de la Reforma, encabezó así la proyección
internacional de la UTE, que ésta se plantearía asumir y desarrollar, comenzando por varios
convenios de intercambio con universidades extranjeras.
Cuando entre 1970 y 73 la UTE impulsó la creación de Institutos Tecnológicos con la
colaboración de municipalidades, sindicatos, gremios empresariales y todo tipo de organizaciones de
base, llovieron las invitaciones y las iniciativas locales. Pareció que cada ciudad chilena quiso tener
su propia sede de la UTE. La inmersión en la problemática de su zona hizo a cada sede echar firmes
raíces en su comunidad y generar numerosas e importantes manifestaciones de apoyo y
reconocimiento [2].
El resultado del conjunto de estas transformaciones fue un cambio radical en la
autopercepción de una gran parte de la comunidad universitaria. Muchos abandonaron la noción de
la UTE como una universidad menor: de hecho, era la segunda del país en tamaño y la más extendida
a lo largo del territorio. El desarrollo de la investigación y el creciente número de docentes con
calificaciones de postgrado, incluido el doctorado, influyeron también en una nueva autovaloración.
La UTE se atrevió a todo y comenzó a darse metas de mucho mayor ambición. El ex-secretario
general de la UTE, ex-vicepresidente del Senado y actual senador Ricardo Núñez ha señalado que la
transformación de la UTE fue el más serio intento de comprensión de la relación entre la universidad
y su entorno social en los años 60-70 [4].
En medio de este ambiente de logro el prestigio del movimiento estudiantil de la UTE fue
extraordinario. Cuando los dirigentes de la FEUT viajaban a las Sedes provinciales eran recibidos
como autoridades, invitados a participar en el Claustro local y a entrevistarse con las máximas
autoridades académicas. Además, se les invitaba a visitar otras universidades, estatales o privadas, a
exponer la experiencia de la UTE. Por otra parte, cuando no existía acuerdo entre los distintos grupos
docentes para la nominación de candidatos académicos a cargos de representación, más de una vez se
solicitó la participación de la FEUT para actuar como mediadora y generar consenso, lo que se
consiguió en todos los casos. El movimiento estudiantil de la UTE no sólo lideraba el proceso, sino
que todos los sectores reconocían explícitamente su liderazgo.

Debilidades de la Reforma y algunas enseñanzas.

Sin embargo, idealizar el proceso reformista es tan malo como demonizarlo. En ambos casos
nos privamos de extraer enseñanzas valiosas. Fuera de las omnipresentes debilidades humanas, a las
que no escapan moros ni cristianos, hubo errores de comprensión y de ejecución.
En primer lugar, el origen y dirección estudiantil del movimiento reformista generaron una
limitación de enfoque y de elaboración. Los jóvenes carecíamos de la experiencia académica
suficiente como para abarcar la complejidad de la universidad en todas sus dimensiones y nuestras
ideas no fueron suficientemente complementadas por la mayor experiencia de los académicos y
funcionarios. Esto condujo a un grado de sobresimplificación en el debate de los aspectos más
propiamente académicos de la Reforma, que contrastó con el buen nivel de la discusión en los
aspectos estructurales y de gestión.
En segundo lugar, la universidad no fue impermeable a la marea de los tiempos. La extrema
polarización política que desgarró al país a comienzos de los 70 afectó también a la universidad.
Todas las corrientes doctrinarias fueron culpables de sectarismo e intentos de exclusión de sus
adversarios. Esto redundó en un empobrecimiento del debate a partir de 1971 y en un descenso de la
participación de la comunidad en las tareas de dirección de la universidad, dado que la problemática
política nacional pasó a primer plano y absorbió la casi totalidad de las energías de todos los grupos
protagónicos.
En tercer lugar, algunos sectores del movimiento reformista se vieron aquejados de una
fiebre democraticista. Las autoridades unipersonales, elegidas con procedimientos democráticos y
transparentes, eran acosadas con exigencias de "consultar al claustro" antes de tomar decisiones
menores. Esta deformación, aparte de causar una gran pérdida de tiempo en discusiones inútiles,
condujo a muchas autoridades a la vacilación, cuando la dinámica de los acontecimientos exigía
decisiones día a día.
En cuarto lugar, la retórica y la rigidez ideológica cobraron una importancia hasta entonces
desconocida en la vida universitaria. A modo de ejemplo, hubo sectores reformistas que señalaban el
aumento en el porcentaje de estudiantes trabajadores como prueba decisiva del éxito de la Reforma.
Sin embargo, lo realmente trascendente era el posible cambio en la composición social de las
promociones de egreso, es decir, el grado de éxito que alcanzaran los estudiantes de origen obrero y
campesino en sus estudios. Pero este criterio, así como otros que permitieran cuantificar los logros de
la Reforma en términos de productividad o efectividad, fueron despreciados o ignorados por muchos.
En reconocimiento de estas debilidades, en 1973 se alzaron voces llamando a iniciar una
segunda etapa de la Reforma, que pusiera énfasis en logros concretos y, especialmente, en el ámbito
de las funciones universitarias, pero, como sabemos, la Reforma terminaría poco después a sangre y
fuego. Entre las enseñanzas de ese intenso y vital proceso podemos señalar las siguientes:
Primero: En torno a un plan de transformación universitaria que tenga como meta los
intereses superiores del país, es posible concitar el entusiasmo y la activa participación de profesores,
estudiantes y funcionarios.
Segundo: Cualquier plan de Reforma debe comprender a la universidad en toda su
complejidad. El enfatizar una de sus dimensiones en desmedro de las otras equivale a impulsar un
desarrollo desigual, sembrando problemas para el mañana.
Tercero: La universidad y su futuro deben ser vistos como fines en sí. Ella es inmanente y
trasciende a la contingencia. Construir una universidad mejor y a la altura de su época es un aporte
histórico considerable, al margen de consideraciones doctrinarias, políticas o ideológicas.
Cuarto: El criterio de éxito o fracaso de toda Reforma debe consistir en la medida del nuevo
aporte de la universidad a los requerimientos reales del país. La Reforma habrá triunfado cuando la
universidad esté entregando más y mejores profesionales, produzca más y mejor investigación, tenga
más y mejores comunicaciones, haga más y mejor integración cultural.
Quinto: La democracia universitaria debe ser una fortaleza, y no una limitación al desarrollo
de la corporación. La discusión de claustro no debe utilizarse como procedimiento diario ni trivial,
sino reservarse para discutir las grandes líneas de desarrollo, recibir cuentas periódicas de las
autoridades electas y tomar decisiones trascendentes.

El claroscuro de los años 60.

A objeto de comprender el entorno del fin del proceso reformista es preciso examinar el
claroscuro de los años 60. Entender que el período no sólo fue de esperanzas, sino también de
grandes riesgos. En Chile, el consenso democrático existente desde los años 30 se desmoronó en los
60. Sectores sociales considerables en número y altamente organizados, tales como los obreros,
campesinos y la mayor parte de la juventud, plantearon sus demandas de participación. El sistema
institucional fue incapaz de darles cabida debido a limitaciones de tipo económico, constitucional,
social y político. Esto se manifestó en conflictos intelectuales e ideológicos a comienzos de la década
y en una aguda polarización política a fines de ella y comienzos de los 70. En 1973, los problemas
estructurales no resueltos se precipitaron para configurar una crisis múltiple y mayúscula que
conllevó al fin del sistema democrático.
Por otra parte, a nivel mundial, los logros tangibles de los 60 fueron prácticamente nulos. Las
grandes esperanzas no fueron satisfechas. Los jóvenes pidieron lo imposible y no lo consiguieron. La
imaginación no llegó al poder. A los sueños multitudinarios siguieron catástrofes sociales. El abismo
entre países ricos y pobres creció a un ritmo inusitado; la contaminación del medio ambiente inició
su crecimiento exponencial; la carrera armamentista nuclear alcanzó su apogeo. Al final del camino,
los movimientos políticos que se nutrieron de los 60 encontraron lo contrario de lo que habían
anhelado.
No cabe duda de que los cambios institucionales que conseguimos fueron dramáticamente
reversibles. El mundo resultante no fue mejor. Tal vez con cierta razón, algunos jóvenes de hoy
culpan a las generaciones previas por haber tenido que crecer en sociedades deshumanizadas, donde
la educación y la salud son un lujo, donde los rigores de la vida dejan poco tiempo para la recreación,
la creatividad o el contacto humano.
Sin embargo, si se puede concebir logros intangibles, creo que esos pueden aún manifestarse.
Los años 60 demostraron posibilidades inéditas, que de alguna manera han ocasionado ya algunos
cambios en las actitudes individuales de muchas personas.
Ahora sabemos que es posible romper cadenas milenarias en las formas de expresión; que es
posible, para una multitud ingenua y desarmada, infundir pavor entre los poderosos; que es posible el
surgimiento de un movimiento global con objetivos y símbolos comunes; que es posible transformar
profundamente aquellas instituciones más íntimamente ligadas a la cultura y, desde ellas, cuestionar
el resto de la institucionalidad, su estructura, sus valores, su historia oficial; que es posible inducir la
vergüenza entre los privilegiados; que es posible que los viejos pensadores contestatarios se
transformen en best sellers; que es posible que la cultura popular adquiera dimensiones nacionales y
fuerce la mano del establishment; que es posible debatir en público, libremente y sin temores,
cualquier tema de interés; que es posible el acercamiento, el diálogo y la fraternidad entre sectores
sociales tradicionalmente desligados; que es posible desatar la generosidad colectiva en jornadas que
anuncien, así sea fugazmente, formas de convivencia realmente humanas.
Como resultado, se ha abierto paso una mayor sensibilidad colectiva ante, por ejemplo, la
discriminación contra la mujer y contra las minorías de todo tipo, ante el maltrato de niños, ancianos
y animales, ante el despilfarro de los recursos naturales con la consiguiente degradación de la
biósfera. La diversidad en las ideas, los valores y los proyectos de vida ha cobrado legitimidad. La
problemática en torno al futuro del planeta se debate hoy mucho más que durante la "década
prodigiosa". Está aún por verse si estos fenómenos podrán, algún día, constituir ingredientes de un
mundo más humano.
El fin de la Reforma.

La Reforma llegó a un fin abrupto y dramático. El día 11 de septiembre de 1973 la UTE fue
rodeada por fuerzas militares y baleada durante toda la noche. En la mañana del día 12 la universidad
fue asaltada, la Casa Central fue atacada con artillería y más de mil profesores, estudiantes y
funcionarios fueron hechos prisioneros políticos y conducidos a campos de concentración. Un
recuento realizado en 1992 revelaría 62 casos comprobados de muertos y desaparecidos de la UTE.
En el período siguiente la universidad sufrió un asedio sistemático y demoledor. El 50% de su
personal académico y administrativo fue despedido sin darse justificación ni realizarse sumario
alguno. El Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Ingeniería fue eliminado. Todos los
planes de desarrollo de la UTE, algunos de los cuales contaban con apoyo de la UNESCO y otros
organismos internacionales, fueron abandonados. Sólo se salvó el Planetario, que había sido
concebido como parte de un gran Museo de Ciencia y Tecnología. El edificio en construcción del
hospital que iba a constituir el núcleo de la Facultad de la Salud, fue abandonado y su armazón vacía
aún acusa a los hechores. Durante los años siguientes todas las Sedes o escuelas provinciales, que
sumaban 23, de Arica a Punta Arenas, fueron cerradas o cercenadas del tronco central.
El término del período reformista anunció el comienzo de su demonización. Ante la
imposibilidad de opiniones contrarias, los dueños del megáfono desataron una ola de desinformación
respecto de la Reforma. No se perdonó a la UTE su identificación con los grupos sociales más
desposeídos y tradicionalmente marginados de la educación superior. Lo que más disgusta a los
detractores de la Reforma en la UTE es que, en el marco de una cristalina democracia universitaria
generada por su propia comunidad, fueron los sectores progresistas quienes conquistaron
sistemáticamente el apoyo de la inmensa mayoría de la comunidad. Por ello, la universidad fue tan
duramente castigada y tantos odios y pavores se mezclaron en su desmantelamiento. Para completar
un patético exorcismo, en 1981, el nombre mismo de la UTE fue eliminado por simple decisión de
las autoridades impuestas, sin consulta alguna a su comunidad.
Un argumento de quienes propiciaron la destrucción de la UTE consistió en afirmar que la
Reforma habría sido caótica e impuesta por minorías militantes. Tal afirmación carece de asidero en
la realidad. El curso de la Reforma fue, a cada paso, decidido por la comunidad universitaria. En el
Consejo Superior de la UTE reinó, hasta el mismo 11 de septiembre de 1973, un espíritu de diálogo,
respeto y colaboración entre representantes de un amplísimo espectro de posiciones políticas.
Más aún, si ignoramos lo positivo del proceso, el período entero se torna inexplicable.
¿Cómo llegó a triunfar el abanderado reformista, don Enrique Kirberg, en tres elecciones
consecutivas de rector? ¿Cómo se entiende que en un Consejo Superior que contaba con un tercio de
sus miembros representando a partidos opositores al gobierno de Allende no haya habido, en cinco
años de administración reformista, ninguna queja ni denuncia por abusos o arbitrariedades de las
fuerzas que dirigían la universidad? ¿Cómo fue posible que el rectorado de Kirberg haya suscitado el
apoyo de miles de independientes y hasta de académicos derechistas? ¿Cómo se explica que el día 11
de septiembre del 73 una delegación de académicos demócrata cristianos se haya presentado en la
Casa Central para ponerse a disposición del rector Kirberg en dramáticas circunstancias? Los
demonologistas carecen de explicación para estos hechos irrefutables, acerca de los cuales existe
abundante documentación.

El cogobierno.

Una parte inalienable de la Reforma Universitaria de los 60 fue el cogobierno de profesores,


estudiantes y funcionarios. Esta experiencia ha carecido notoriamente de análisis. La campaña de
desprestigio de la Reforma perpetrada por la dictadura quedó sin respuesta pública e incluso sin
respuesta underground. ¿Triunfó o fracasó el cogobierno? Estas líneas, más que entregar una
respuesta tajante, buscan alentar un debate ausente.
El logro más obvio del cogobierno fue su carácter formativo. La atmósfera de participación y
debate enriqueció la vida universitaria y constituyó un estímulo cultural multifacético y perdurable
para quienes la vivimos. Miles de jóvenes, hoy políticos, empresarios o profesionales, ganaron sus
espuelas de dirigentes y su primer conocimiento de la gestión de una institución de envergadura
nacional en aquel proceso. El cogobierno fue un curso masivo e intensivo de dirigentes y de
desarrollo personal, del que el país se beneficia hasta hoy.
Creo que el mayor fracaso del cogobierno fue el no haber motivado suficientemente a jóvenes
y adultos para valorar a la universidad por sobre la contingencia política y el fervor ideológico.
En lo que atañe al movimiento estudiantil, aquella época le hizo severas demandas. Junto
con cumplir con su carga académica, los jóvenes debieron sustentar una triple estructura de
participación: el cogobierno, lo gremial y lo político. En la UTE, en un Consejo Superior de ochenta
miembros, los jóvenes tenían veinte representantes, luego, debían encontrar veinte cuadros
estudiantiles capaces de aportar al debate académico al más alto nivel, mientras el cogobierno les
exigía, simultáneamente, cubrir los consejos de facultad, sede y departamento.
Las federaciones y centros de alumnos, en un período de constante movilización, requerían
también de una nutrida dotación de dirigentes dispuestos a asumir tareas de carácter nacional e
internacional. Como si esto fuera poco, las juventudes políticas poseían masivas estructuras en la
universidad; por lo menos las organizaciones juveniles demócrata cristiana, socialista y comunista
tenían cuadros de dedicación exclusiva al mando de estos aparatos, liderando orgánicas regionales,
locales y de base. Las exigencias del momento histórico condujeron a numerosos jóvenes a sacrificar
sus estudios en aras del funcionamiento de esta triple estructura de poder.
Hoy, cuando comienza a hablarse de nuevo de cogobierno en Chile, los estudiantes y
funcionarios interesados en el tema se preguntan cuándo y cómo podrían obtenerlo. Mi respuesta es
que la participación de las mayorías jamás en la historia ha sido graciosamente concedida; siempre
ha habido que ganarla peleando contra la natural inercia de los sistemas sociopolíticos y contra las
posiciones reaccionarias. Y la pelea no es corta. Los jóvenes que conquistaron cogobierno el 67 ó 68
habían iniciado su campaña varios años antes, discutiendo, elaborando, rediscutiendo, forjando golpe
a golpe posiciones serias y responsables en torno a la estructura, funciones, gestión y futuro de la
universidad. Tales planteamientos debieron tener calidad y fuerza suficientes como para unir y
movilizar en su torno a miles de estudiantes y ganar, tolerancia primero y luego aprobación, de una
mayoría de los profesores y funcionarios. Menuda tarea.
Sin embargo, la pregunta más de fondo es ¿cogobierno para qué? ¿cuáles serían los
objetivos de largo plazo a conseguir? ¿qué papel tendría el cogobierno en una visión compartida del
futuro de la universidad, del país, del mundo? En los 60, estas preguntas tenían respuestas claras, si
bien basadas en un idealismo desatado. En los pragmáticos vientos que hoy soplan, las respuestas
están lejos de ser obvias.
Acaso sea parte del destino inevitable de la universidad chilena que el cogobierno vuelva a
estar en la agenda de discusión. El cogobierno no ha sido ni será un paseo en coche, pero intentarlo
bien puede formar parte del deber que cada generación siente de acercar el advenimiento de un
mundo más libre, más igualitario, más deliberante y participativo. La universidad chilena de hoy
subvalora, ignora o trabaja activamente contra este objetivo.

El movimiento estudiantil hoy.

Después del derrumbe de los socialismos reales y el naufragio de las utopías, la "cultura del
contentamiento" anunciada por Galbraith parece, en verdad, haber invadido el planeta. Los proyectos
vitales individuales, enmarcados y determinados por el neoliberalismo, aparentan hoy superar
largamente en trascendencia a los proyectos colectivos. La preocupación por la propia carrera y el
propio bienestar parecen dejar poco lugar para la solidaridad, la participación, la construcción de
futuros. Hay quienes han dicho que el movimiento estudiantil masivo y unitario está siendo
reemplazado por muchos movimientos, más pequeños, menos pretenciosos y más específicos, bajo el
signo del pragmatismo.
Corresponde a la generación joven hacer el análisis de su tiempo, de sus planes y esperanzas,
de sus aspiraciones, de sus posibilidades reales. Corresponde sólo a ellos determinar su curso de
acción, establecer si desean construir grandes o pequeños movimientos, con grandes o pequeñas
metas, determinar el grado de su osadía y el precio que estén dispuestos a pagar por ella. Les
corresponde, en particular, a ellos dimensionar a su universidad y decidir si desean o no
transformarla, en qué dirección y con qué visión de futuro. Sin duda alguna cometerán sus errores,
como nosotros cometimos los nuestros.
Pienso que necesariamente habrá una nueva Reforma de la universidad chilena. En particular,
las universidades estatales viven hoy una situación crítica y en proceso de agudización. Si han de
sobrevivir, deberán transformarse. Sin embargo, la futura Reforma tendrá que ajustarse a su realidad.
A quienes sueñan con una repetición del proceso de los 60, digo que no sólo el entorno histórico es
hoy radicalmente distinto, sino que hasta los principios en torno a los cuales podría nuclearse un
movimiento reformista están en discusión. Se abren paso nuevas comprensiones de la democracia, de
la participación, del compromiso; se suman, a los grandes temas de aquella década, la defensa del
medio ambiente, la legitimidad de las minorías, el respeto a la diversidad en las ideas, en los
proyectos de vida, en los comportamientos y en las estructuras. La riqueza en los valores e
identidades, así como en la comprensión de la complejidad del mundo, es hoy mayor que en los 60.
La cálida e intensa experiencia del movimiento estudiantil de la UTE marcó positiva e
irreversiblemente a quienes hicimos de ella "nuestra madre e hija". Acaso nuestra acción alegre,
esforzada, imperfecta e ingenua, haya provocado ya, y siga provocando, algunos cambios
imperceptibles, pero significativos en el largo plazo, en las actitudes individuales de muchas
personas. Tal vez nuestros mejores sueños sean realizados, en un futuro indeterminado, por jóvenes
mejores, armados de una nueva y luminosa utopía, pero con los pies firmemente puestos en la tierra.
REFERENCIAS.

[1] Luis Cifuentes S., "Kirberg: Testigo y Actor del Siglo XX", Fundación Enrique Kirberg (1994).
[2] Enrique Kirberg B., "Los nuevos profesionales", Universidad de Guadalajara, México (1981).
[3] Juan G. Muñoz C. et al., "La Universidad de Santiago de Chile", USACh (1987)
[4] Ricardo Núñez, "La Universidad Técnica del Estado: Ayer y Siempre", Revista Alumni (Fac. de
Ingeniería USACh), mayo de 1996.

NOTAS.

(1) En 1945 había nueve escuelas técnicas superiores en Chile: la Escuela de Artes y Oficios
(fundada en Santiago en 1849), las Escuelas de Minas de Copiapó (1857), La Serena (1887) y
Antofagasta (1918), las Escuelas Industriales de Concepción (1905), Temuco (1916) y Valdivia
(1934), la Escuela de Ingenieros Industriales (1940) y el Instituto Pedagógico Técnico (1944), las dos
últimas, en Santiago.
En 1963, ya fundada la UTE y convertidas las escuelas provinciales en Sedes, se crearon las
Sedes de Talca y Punta Arenas y la Escuela de Construcción Civil, en Santiago. Con ello la UTE
llegó a tener un total de nueve Sedes, incluida la de Santiago.
Entre 1969 y 1973 fueron creados Institutos Tecnológicos en Santiago y en todas las Sedes
provinciales y además en Arica, Calama, Vallenar, Ovalle, San Antonio, Rancagua, San Fernando,
Linares, Chillán, Lota, Angol, Puerto Montt, Castro, Coyhaique y Puerto Aysén, con lo que la UTE
llegó a tener presencia en 24 ciudades, de Arica a Punta Arenas.

(2) En agosto de 1968, la ponderación de los votos del claustro fue: académicos 75% y estudiantes
25%. Un año más tarde, la ponderación fue: académicos 65%, estudiantes 25% y funcionarios 10%.
Esta proporción permanecería hasta el fin de la Reforma. Curiosamente, la ausencia de los
funcionarios en el primer claustro pleno se debió a que sus dirigentes gremiales se resistieron a
participar. Un año más tarde, las bases funcionarias forzaron un cambio en la actitud de su directiva.

(3) Entre los integrantes del equipo de Extensión de la UTE en el período 1968 - 1973, podemos
contar a Víctor Jara, al Coro de Mario Baeza, a los conjuntos Inti-Illimani y Quilapayún, a Isabel
Parra, al Ballet Folklórico de la UTE y al grupo de teatro Teknos.

(4) Durante el período reformista, fueron presidentes de la FEUT:


Daslav Ursic (1961)
Juan Vera (1962)
Guido Castilla (1963, 1964)
Vladimir Alvarez (1965)
Alejandro Yáñez (1966, 1967, 1969, 1970*)
Raúl Palacios (1968)
Víctor Díaz (1970*)
Alberto Ríos (1971, 1972)
Osiel Núñez (1973)
* En junio de 1970 Alejandro Yáñez renunció a su cargo y lo asumió Víctor Díaz.
LA REFORMA DE LA UNIVERSIDAD CATOLICA DE VALPARAISO

Raúl Allard Neumann

El proceso en su contexto histórico

Recordar y describir algunos aspectos de la Reforma de la Universidad Católica de


Valparaíso es un tema de especial simbolismo y significado para quienes desempeñamos papeles
importantes en ella. Fueron años en que había mucha efervescencia social. En la década de los años
60, en que comenzó el proceso, se dio con fuerza la participación juvenil, universitaria y política, con
una alta dosis de activismo, lo que incluyó, por cierto, a Valparaíso, donde nos correspondió actuar
Fue una época en Valparaíso y en Viña del Mar y, en general, en la actual V Región, en la
que una generación de profesores y alumnos, que ha tenido bastante figuración académica,
profesional y pública en los 20 y 25 años siguientes, se comprometió con un proceso de cambio
universitario. El diálogo, conocimiento mutuo y acción coordinada de profesores y alumnos explica,
de alguna manera, el inicio del proceso. Fue por medio de esa interacción que venía preparándose
desde hacía varios años, por medio de seminarios, talleres y reflexión, que se gestó el programa de
cambio institucional y reforma académica que fue la Reforma de la Universidad Católica de
Valparaíso.
El proceso de Reforma tuvo rasgos comunes en las ocho universidades chilenas y también
diferencias acentuadas. Entre los aspectos comunes cabe mencionar la idea de vinculación de la
universidad con el medio social, una forma de compromiso con el devenir del país, el principio de
democratización; la autonomía que les permitiera plantearse críticamente frente a la sociedad, el
interés en constituir, con los miembros de la universidad, una comunidad de agentes participantes y
no una mera agregación de sujetos pasivos; la intención de superar el profesionalismo estrecho para
apuntar también a una real valorización de la ciencia; un esfuerzo por aumentar la capacidad y el
acervo de investigación de la universidad; etc.
Las diferencias entre los movimientos reformistas surgieron como producto de sus propias
características institucionales, de su condición de universidad pública o privada, de su tamaño y
ubicación geográfica y aun del mejoramiento de concentración o desconcentración de sus campus, su
grado de politización, la forma concreta que asumió su estructura académica y de poder, la mayor o
menor profundidad que los dirigentes dieron al proceso; el mayor o menor grado de conflicto interno
que acompañó al proceso en su tuición o en su realización; la forma general en que fueron
conducidos, la ideología y alternativas de su movimiento estudiantil, etc.
Como sabemos, en un período de alrededor de un año y medio, en 1967 y 1968, las ocho
universidades existentes entonces, dos públicas y seis particulares, experimentaron procesos de
Reforma. El primer movimiento en desencadenarse fue el de la Universidad Católica de Valparaíso
el 15 de junio de 1967. ¿Por qué surgió primero en una universidad de provincia, en una universidad
no estatal? ¿Por qué distintos estudios le atribuyeron características originales y diferenciadas?
Esperamos que del conjunto de estas observaciones aparezcan las bases de una respuesta.
La concreción de estas Reformas en Chile se sucede en medio de circunstancias políticas y
sociales muy especiales: la segunda mitad del primer gobierno demócrata cristiano y la totalidad del
gobierno de la Unidad Popular. Ello no es sólo un telón de fondo. La vida universitaria en este
período estuvo especialmente interrelacionada con el acontecer nacional.
Por último, este movimiento tan lleno de alternativas a nivel nacional tuvo un final abrupto
con el advenimiento del régimen militar. No hay duda que aspectos reformistas vinculados con el
desarrollo institucional de las universidades perduran. Sin embargo, la “Universidad Reformada",
como modelo teórico y operacional terminó como experiencia.
Si consideramos como movimiento social un fenómeno que despierte energías y selecciona y
hace viables ideas, posiciones y proyectos no asumidos por la organización social preexistente, la
Reforma Universitaria en Chile tuvo ese carácter. Al mismo tiempo, por las circunstancias históricas
nacionales tuvo fecha precisa de término y no la lenta extinción reservada a otros procesos del
mismo tipo.
Es difícil emitir juicios globales sobre procesos tan complejos, ocurridos en circunstancias
históricas tan especiales máxime si quien escribe estas páginas participó directamente y fue Rector
de la UCV entre 1968 y 1973.
En 1988 y con la perspectiva del tiempo el cientista político Carlos Huneeus [1] intentó el
análisis de tres de estos procesos: los de las universidades de Chile, de Concepción y Católica de
Valparaíso, procurando determinar circunstancias, tendencias, logros y fracasos. Su análisis de la
Reforma de la UCV terminó con las siguientes conclusiones.

"La experiencia reformista de la UCV constituyó la primera en Chile y la primera en


institucionalizarse y consolidarse y puede ser calificada como la que más se aproximó al tipo ideal
de Reforma Universitaria y, por ende, la experiencia más interesante. Ello se debió a factores
externos e internos favorables - tamañó mediano de la universidad, homogeneidad ideológica y
cultural de sus problemas; situación alejada de las presiones estructurales de la capital etc. - que
pueden ayudar a explicar su éxito. Sin embargo, ello también se debe a factores micro políticos,
como la propia habilidad del liderazgo de académicos y estudiantes ... todo lo cual permitió
alcanzar altos niveles de consenso, establecer una autoridad clara pero desconcentrada y
participativa; se logró regular institucionalmente el conflicto y se implantaron las medidas
reformistas plasmadas en la Constitución Básica con eficacia y efectividad. Habiendo sido lo más
exitosa, fue la que tuvo menos espectacularidad política, lo cual puede explicar la escasa atención
que le han prestado los analistas".

Factores que influyeron en la gestión de la Reforma de la UCV


Mencionaremos algunos:
a) Un factor ya señalado y que resalta Carlos Huneeus [2] en su análisis: "la demanda
reformista fue articulada por los estudiantes, a través de su Federación y también por los
académicos que desde un comienzo tuvieron un activo protagonismo, en torno a dos unidades, la
Facultad de Arquitectura y el Instituto de Ciencias Sociales y Desarrollo." Agrega Huneeus: "Esto
le dará al movimiento reformista una rápida y poderosa base de apoyo, que no sólo acelerará su
curso, sino que enriquecerá el contenido de las demandas y su ejecución. Es importante poner de
relieve el activo protagonismo de los profesores, pues ello dará a la Reforma una enorme riqueza
sustantiva. No será posible definir la demanda reformista por motivos políticos, pues esa demanda
estaba sólidamente fundamentada” [3].
b) La gestación del proceso se remonta a seminarios sobre la misión y organización de la
universidad que venían ofreciéndose desde 1964 [4].
c) En el año 1964 se nombró por primera vez a un laico como rector, el académico de la
Escuela de Derecho don Arturo Zavala, lo que fue considerado como una señal de que había
cambios, lo que se corroboró en decisiones como la creación del Instituto de Ciencias Sociales y
Desarrollo.
d) Tratándose de una Universidad Católica tuvieron influencia los trabajos realizados a nivel
de la propia Iglesia para revisar el rol de estas universidades y alentar a los laicos que desempeñaban
roles académicos y de investigación a asumir un papel más protagónico en su conducción, dado
relevancia al concepto de comunidad universitaria. Se ha señalado como particularmente decisiva "la
repercusión que en el seno de esta universidad tiene la acción de los obispos latinoamericanos en el
CELAM, pero más aún, las conclusiones del Seminario de Buga sobre las Universidades Católicas
del continente, el año 1967" [5].
e) La confluencia de dos tipos de factores: por una parte, la situación de cambios que
experimentaba en esos años la sociedad chilena en los planos político, social y cultural y, por la otra,
la dinámica propia de la UCV, en las que un escenario "de solicitudes, demandas y expectativas",
como señala Muga, "se traduce en desequilibrios internos de variada envergadura que la autoridad
universitaria no puede resolver con su propio accionar" [6].

Algunas Características globales del proceso en la UCV.

Cabe señalar algunos rasgos que identificaron a nuestro juicio este proceso:

1) El tamaño mediano de la Universidad (3.600 alumnos al comienzo del proceso y alrededor


de 7.500 al final del mismo) y la relativa homogeneidad del pensamiento universitario de los actores
del proceso facilitó un accionar relativamente coherente y que permitió, en 1968, plantear y llevar a
cabo una nueva estructura académica, con base en institutos y escuelas profesionales y centros
interdisciplinarios que sustituían a las antiguas facultades y que ya estaban bastante decantados y
asumidos por la universidad. También influyó, en este aspecto, el hecho de que el poder no cambió
en la universidad en los inicios del movimiento - junio de 1967 -, sino seis meses después, en abril
de 1968, con la designación del autor de este trabajo como rector interino, lo que permitió preparar el
paso del discurso reformista a un nuevo modelo de Reforma académica y curricular. En ese mismo
período se estudió, redactó y votó la nueva "Constitución Básica" de la Universidad. En el caso de
nuevas estructuras de poder como el Senado Académico, éste se instaló en 1969 con 26 miembros, 6
de ellos estudiantes, sustituyendo al consejo superior, cuando el proceso estaba bien consolidado.

2) La Reforma, en su etapa de implementación práctica a partir de 1968, fue bastante fecunda


en el sentido de que se realizaron y ensayaron cambios en prácticamente todos los aspectos
planteados en los orígenes del movimiento. Las realizaciones pueden ser discutidas, pero fueron
configurando un nuevo estilo de ser y hacer universidad. En el caso de los aspectos más vinculados
al desarrollo institucional, como el incremento del espacio físico y los locales universitarios; el envío
de una nueva generación de docentes jóvenes a perfeccionarse en el extranjero; la
institucionalización de las ciencias en institutos que en lo sustantivo existen hasta hoy, aun cuando su
funcionamiento posterior se haya adecuado a una rearticulación de las facultades con posterioridad a
1973; la institucionalización de la carrera académica, la dictación del Estatuto del Personal
Académico en 1971 y el incremento de profesores con jornada completa, etc., se trata sin duda, de
cambios que, por su naturaleza se proyectaron mucho más allá del proceso mismo de la Reforma.

3) Cabe señalar que el desarrollo de un modelo universitario pluralista y comunitario en


medio de una sociedad que hacia 1973 se fue polarizando de modo progresivo, sin duda que era
fuente de discusiones y conflictos que, hacia el final, sobre todo en los meses finales del proceso,
desembocó en actos de violencia. Las instituciones reformistas - Claustro Pleno, Senado Académico
y Rectoría -, nunca dejaron de funcionar y la Rectoría, por ejemplo, asumió su responsabilidad de
llamar a la fuerza pública el 30 de agosto de 1973 para intervenir en un conflicto que ponía en
peligro la integridad física de los estudiantes y cuando la vía del diálogo y la persuasión no era
eficaz. La universidad mantuvo también la capacidad de pronunciarse desde sí misma y con una voz
propia sobre acontecimientos de la vida nacional, como la nacionalización del cobre y la propuesta
de la escuela nacional unificada.

4) Otro aspecto original y que dice relación con la catolicidad de la universidad incidió en la
creación del Instituto de Teología - actual Instituto de Ciencias Religiosas - que tuvo justamente por
objeto dar una presencia viva a lo religioso en el quehacer científico e intelectual de la universidad.

5) Por último, cabe mencionar un aspecto de estilo y un aspecto de proyección en el tiempo.


En el estilo, quizás lo más sintomático fue la forma como se crearon los Institutos de Filosofía, de
Ciencias Básicas, de Historia y de Matemáticas y otros en 1968 para la cual se nombraron
comisiones integradas por los cultores más destacados y con mayor trayectoria en las respectivas
especialidades, quienes expusieron sobre la forma como se organizarían esos saberes en la
universidad y las líneas prioritarias que desarrollarían por medio de actos académicos públicos, en
los que se generaba un diálogo con toda la comunidad universitaria.
En lo relativo a la proyección actual de este proceso y con la perspectiva que dan más de 20
años de concluido, no hay duda que se trató de una experiencia enriquecedora que será siempre un
punto de referencia positivo para quienes actuamos en ella y eso lo percibo cuando me encuentro con
quienes convivimos en esos años.
Con todo, es una experiencia irrepetible. En efecto, este tipo concreto de universidad
comunitaria fue posible en el contexto de la década del 60 y comienzos del 70, en circunstancias
políticas sociales muy especiales y se mantuvo en pie gracias al esfuerzo y compromiso de vida,
durante esos años, de un grupo destacado y numeroso de académicos que dedicó parte importante de
su tiempo al quehacer de la gestión y el gobierno de la universidad y de una generación valiosa de
líderes estudiantiles preocupados por el perfeccionamiento de la universidad en sí misma.
Era una época de recursos financieros importantes para la educación superior, la que estaba
constituida exclusivamente por ocho universidades prácticamente gratuitas y con un especial grado
de presencia social.
El modelo mismo desató una serie de iniciativas que le cambiaron el rostro a la universidad y
le permitieron crecer y desarrollarse, pero, al mismo tiempo, dicho modelo lleva en sí el germen de
una efervescencia permanente que puede llevar a la neutralización de los efectos positivos.
Referencias

[1] Carlos Huneeus, "La Reforma Universitaria 20 años después”, CPU, Santiago (1988).
[2] Carlos Huneeus, obra citada.
[3] Huneeus señala que se trató de "una Reforma en la cual la coalición reformista fue muy
amplia, pues abarcó desde un comienzo no sólo a la DC y la izquierda: también la derecha asumió
una postura reformista". Esto dio -según este autor- a la experiencia de la UCV "una gran amplitud
y legitimidad a la demanda reformista, de tal manera que no fue contra algo, sino más bien un
movimiento a favor de fines bastante compartidos". La realidad a nuestro juicio fue más allá: el
movimiento hacia una Reforma académica y estructural fue definitorio, muy radical para quienes
participaron en ella y resultó entonces, natural que se superaran las lealtades partidarias o de
tendencias y que los docentes, por regla general, se manifestaran según su posición, en favor o en
contra de la Reforma particularmente en la etapa inicial del proceso.
[4] Entre quienes ofrecían estos seminarios cabe destacar al ingeniero y sociólogo Luis
Scherz quien escribió una tesis sobre la universidad latinoamericana. Scherz prosiguió su carrera
académica en Santiago y no tuvo participación directa en el proceso de Reforma de la UCV pero sus
ideas fueron influyentes en la formación de dirigentes estudiantiles que tuvieron participación
destacada en 1967 y 1968. Algunos de estos dirigentes asumieron posteriormente la carrera
académica y permanecen hasta hoy en la universidad.
[5] Alfonso Muga, "La Reforma de la UCV (junio 1967 - septiembre 1968)", mimeo,
Valparaíso (1987)
[6] A. Muga, obra citada.
LA REFORMA EN LA UNIVERSIDAD DE CONCEPCION.

Edgardo Enríquez Frödden

Los organizadores de este interesantísimo Simposio me han solicitado que me ocupe de


desarrollar el tema "La Reforma en la Universidad de Concepción." Al agradecerles el honor que
significa tal petición, deseo felicitarlos calurosamente por la iniciativa. Pese a los esfuerzos,
calumnias, tergiversaciones, persecuciones crueles e injustas a cuantos participaron en ese
movimiento, el tema de la Reforma Universitaria sigue vigente. Hace menos de un mes, los alumnos
de la Universidad de Santiago dieron prolongada y victoriosa lucha para reconquistar uno de los
derechos que la Reforma de 1970 les había reconocido y que, de un golpe de sable, les había
arrebatado la Dictadura que ocupó militarmente el territorio nacional desde el 11 de septiembre de
1973.

Breve reseña histórica de la Reforma en la Universidad de Concepción.

A riesgo de que se nos pueda tildar de presumidos, podemos afirmar que la Universidad de
Concepción nació reformada, en marzo de 1919. En efecto, ante las reiteradas postergaciones que,
por decenios, pusieron los gobernantes de esa época para autorizar la fundación de esa casa de
estudios superiores, los integrantes del comité organizador, francmasones en su mayoría, declararon
orgullosamente que no se trataba de la creación de una nueva universidad, sino de una Universidad
Nueva. No una más, sino una diferente a las existentes. Sin entrar en detalles, enumeremos algunas
de esas diferencias.
a) La Universidad de Concepción fue fundada por un grupo selecto de ciudadanos de la
región, no por el gobierno. El decreto supremo que autorizó su fundación tiene fecha 14 de mayo de
1920, y los fundadores de la nueva casa de estudios, "en un gesto de audacia y de fe", como escribiría
más adelante don Enrique Molina, primer rector, habían abierto matrícula e iniciado las clases el 19
de marzo de 1919.
b) Sus fines fueron claramente orientados al desarrollo y progreso regionales. Una de sus
cuatro escuelas iniciales fue una creación novedosa: Química Industrial, para formar los técnicos e
investigadores que aprovecharan las materias primas existentes en la región, como el carbón piedra,
productos del mar, bosques nativos, etc.
c) Su organización se basó en el sistema de institutos centrales de docencia, investigación y
difusión. Esta iniciativa fue adoptada después por otras universidades del país. Se formó con ellos
una Ciudad Universitaria.
d) Su financiamiento punto importantísimo, fue también original: subsidios de industriales
comerciantes, agricultores, simples particulares, empleados, etc., con sorteos periódicos.
Como hacer sorteos era ilegal, los fundadores de la universidad fueron amenazados con la
cárcel.
e) Contrariamente a lo esperado por los enemigos de "la nueva fábrica de profesionales", así
la calificaban, los habitantes de la región se levantaron en defensa de esa universidad que abría
puertas a la juventud provinciana, obligada antes a viajar y vivir en Santiago si quería continuar sus
estudios, gastos que muchísimas familias no podían financiar. Hubo huelgas hasta del comercio para
defender a su universidad y la lotería que la sostenía.
f) Contrató a profesores e investigadores de prestigio nacional e internacional a "jornada
completa y dedicación exclusiva" a los que, además de montarles laboratorios con personal propio,
pagó sueldos de excepción para la época.
Cuando la Universidad de Concepción empezó a pagar sueldos de 5.000 pesos mensuales,
jornada completa y dedicación exclusiva, lo que eran algo así como 600 dólares al cambio de
entonces, hubo escándalo nacional y regional y hubo quienes criticaron que se contratara al doctor
Alejandro Lipschutz, por ejemplo, un sabio de fama internacional que estaba escribiendo sus
estudios sobre las glándulas de secreción interna, las glándulas sexuales, y hubo gente importante del
país que dijo: "este sabio que han traído, ha venido aquí a mariconar y desmariconar cuyes" porque
les ponía hormonas y hacía dar leche a los machos y después los volvía a hacer padres de familia. Así
era de difícil luchar contra el ambiente.

¿Podía tener enemigos una naciente Universidad?

Aunque parezca extraño, los tenía y muy poderosos. Para comprenderlo, debemos situarnos
en la época tan agitada políticamente que vivía Chile durante los últimos años de gobierno de don
Juan Luis Sanfuentes. Recordemos algunos nombres: Arturo Alessandri Palma, Ladislao Errázuriz,
Luis Barros Borgoño, etc., etc. A esto se suma la presión interna para que, de una vez, se aprobara la
Ley de Instrucción Primaria Obligatoria postergada por más de 20 años en el congreso; la cuestión de
límites con el Perú y el plebiscito que, para Tacna y Arica, impulsaban especialmente los Estados
Unidos; la separación de la Iglesia del Estado contenida en el programa del candidato Arturo
Alessandri Palma; la lucha entre masones y católicos que era muy fuerte en Santiago y Concepción.
No olvidemos que la Universidad de Concepción había nacido en las logias masónicas "Fraternidad"
No. 2 y "Paz y Concordia" No. 13.
Agréguese a esto la agitación que en la Universidad de Chile produjo la Reforma
Universitaria iniciada en Córdoba, Argentina y el asalto a la Federación de Estudiantes de Chile
cometido por los que don Arturo Alessandri Palma llamara "la canalla dorada". Ese asalto, con
destrucción de muebles, del piano, de los archivos, de la biblioteca, etc., fue presenciado por la
policía que no hizo nada para impedirlo ni proteger a los estudiantes que fueron brutalmente
golpeados por los asaltantes.
De los estudiantes reformistas de esa época, los derechistas dijeron que eran traidores
pagados por el oro del Perú. A estos enemigos de la fundación de la Universidad Nueva de
Concepción, se agregaron los que se sintieron postergados al no quedar incluidos en las listas de
profesores y, como dijera don Enrique Molina, los envidiosos y los "movidos por un menguado
corazón".

Dependencia absoluta de la Universidad de Concepción respecto de la Universidad de Chile.

En todo lo relativo a reglamentos, programas, etc., esta dependencia total fue muy justa y
muy lógica, pero no siempre se aplicó en forma imparcial. Paso a dar algunos ejemplos de
arbitrariedades y acciones que, algunas veces, estuvieron muy lejos de ser universitarias y de mínima
cortesía. Los exámenes anuales de todos los alumnos tenían que ser rendidos ante comisiones de la
Universidad de Chile. Nadie discutía esa exigencia, pero ocurrió con frecuencia que las comisiones
anunciaran su llegada para una fecha y, sin aviso dado, no llegaban. Como alumno de primer año de
Medicina, en 1930, tuve que esperar un mes la llegada de la comisión.
Los integrantes de la comisión examinadora de la Universidad de Chile no siempre fueron
profesores, sino ayudantes de cátedras. Se dio así el caso de que el sabio profesor Lipschutz viniera a
controlarlo un ayudante de fisiología de la Universidad de Chile sin ningún antecedente académico.
Lo más grave fue que esos ayudantes de cátedras transformados en examinadores, procedieran en
forma descriteriada y arbitraria. Para ellos, no había antecedente ninguno de los alumnos: todos se
presentaban en "cero", lo único que valía era lo que, según su criterio, decía el alumno durante los 20
a 30 minutos que duraba el examen.
Agréguese a esto que, cuando menos en Medicina, se daban todos los exámenes el mismo
día. En una amplia sala funcionaban simultáneamente las cuatro o cinco comisiones. El alumno
entraba por una puerta y una hora y media después salía por la otra sin haber tenido tiempo de
tomarse un vaso de agua entre comisión y comisión.
Por reglamento, no se daba al examinando la calificación obtenida. Tenía que esperar tres o
cuatro días a que fuera un consejo de profesores el que entregara la inapelable lista de los aprobados.
Con el sistema, los reprobados eran siempre sobre el 60% en primero y en segundo año. De mi curso,
de 40 alumnos de primero, aprobaron 11. En tercero de medicina, un ayudante dentista de la
comisión venida de la Universidad de Chile, reprobó 21 de 30 alumnos, con preguntas de fórmulas
químicas de memoria que, en nuestra escuela, ni el profesor Lipschutz exigió jamás: para eso están
los textos, decía.
Era una tradición en la Escuela de Medicina de la Universidad de Concepción que el
estudiante debía conocer los grupos funcionales presentes en una molécula orgánica compleja, pero
no había para qué saber de memoria la fórmula. Lipschutz le dijo a un ayudante, cuando hizo esa
pregunta "¿Ud. pide la fórmula de esa molécula? Mire, yo no la sé y he contribuido a descubrirla". El
examinador de Santiago - todavía está vivo ese pícaro - no le hizo caso.
Hubo examinadores de los primeros años de Medicina que, por años, sostuvieron que ellos
debían decidir qué joven tenía capacidad para ser médico. Lo grave del asunto es que entre esos
examinadores "tan capacitados", hubo racistas antijudíos, antiárabes, antijóvenes de acentuados
rasgos mapuches o nativos. Una vez estábamos esperando los exámenes en primer año, cuando veo
bajar a un alumno de tercero corriendo ¿Y a dónde vas hombre? le dije, ¿no están examinando allá
arriba? "Sí", me dijo, "me voy a afeitar el bigote". ¿Pero ahora se te ocurre afeitarte el bigote? "Es
que está el profesor tal, que saca mal a todos los alumnos con bigote". Yo me reí, creí que era una
broma. Bueno, hecho el arqueo después, todos los que se presentaron con bigote salieron mal.
¿Coincidencia? No sé. ¡Ah! y presentarse un alumno sin corbata a dar examen, no lo recibían. Con el
pelo largo, a nadie se le ocurría.

Reacciones de los alumnos y profesores jóvenes.

En 1932 y 1933, los estudiantes de Concepción, que en julio del año anterior habíamos
contribuido poderosamente al derrocamiento del dictador Carlos Ibáñez - o así nos parecía a nosotros
- no pudimos seguir aceptando tales arbitrariedades rayanas en el menosprecio.
Eran los años en que los estudiantes habían tomado la Universidad de Chile. En ese tiempo
los estudiantes se sentían todopoderosos. Tanto que había una canción que se llamaba "los
estudiantes pasan", que la cantaban los estudiantes, y tenía esa canción el mérito de que en cuanto la
empezaban a cantar, los carabineros atacaban con las lanzas inmediatamente. Y escribieron en un
diario un artículo muy divertido, que decía "los estudiantes pasan, pesan, pisan, posan".
Organizamos prolongadas huelgas que las autoridades de gobierno y universitarias de
Santiago y locales, se esforzaron en derrotar. Personalmente fui expulsado varias veces y, en dos
ocasiones, como alumno de cuarto año de Medicina, mi nombre fue borrado de los libros de
matrículas. ¡Menudos apuros pasé para convencer a mi severo padre de la justicia de nuestro
movimiento estudiantil!
Finalmente triunfamos y obtuvimos lo siguiente:
- Si la Comisión examinadora de la Universidad de Chile no llegaba el día anunciado y
convenido, los exámenes anuales los tomaban profesores y autoridades universitarias de Concepción.
- Sólo profesores titulares de la Universidad de Chile podían integrar la comisión
examinadora. Nunca más simples ayudantes de cátedra.
- Los exámenes anuales no se rendían todos el mismo día.
- Después de cada examen, y en presencia del examinando, los profesores examinadores
colocaban su calificación que tenía que ser dada inmediatamente al alumno.
Podemos considerar que estas justas conquistas, respetadas íntegramente desde diciembre de
1933, constituían una valiosa pre-reforma. Hubo otras, especialmente en 1953, muy importantes pero
que sería largo de detallar. La más decisiva fue la obtenida por la ley 11.861, del 22 de agosto de
1955, que reconoció, con ciertas limitaciones, la autonomía de las Escuelas de Medicina de las
Universidades de Concepción y Católica de Santiago.
El examen de grado se rendía ante una comisión de la Universidad de Chile, integrada por un
profesor de la respectiva universidad privada. El título de médico lo entregaba la Universidad de
Chile, que disponía de todos los antecedentes de cada candidato.

Objetivos de la Reforma (1967- 1973) y participación estamental.


Todos los estamentos de la Universidad de Concepción, esto es, docentes, no docentes,
estudiantes, administrativos, obreros, participaron activamente en el estudio y aprobación de la
Reforma. Más adelante, todos ellos, en forma proporcional, actuaron en la aplicación de ella. La
proporción o ponderación, como también se la llamó, fue la siguiente: personal docente 72%,
personal no docente 3%, estudiantil 25%.
De acuerdo a la Memoria de la Universidad de Concepción de 1968, "este proceso tuvo su
origen en el anhelo de la comunidad universitaria - docente y estudiante - de reemplazar las
estructuras universitarias democratizando la elección de las autoridades y dando participación
importante en todos los niveles al estamento estudiantil."
La Comisión de Reforma creada en junio de 1968, estableció la importancia de la universidad
en la construcción de la vida cultural y social y en el impulso del cambio social, colaborando de este
modo a la superación de las contradicciones que operan en toda sociedad.
En este sentido, la universidad debería estar vinculada a la realidad y abierta a las expresiones
nacionales y universales de las culturas. Para cumplir estos propósitos, la universidad debía ser
democrática, pluralista, dinámica, crítica y autónoma.
Los nuevos Estatutos fueron aprobados por Decreto Supremo No. 2.055 de 6 de noviembre
de 1968, con la firma de Eduardo Frei Montalva. Por ser muy conocidos, no tiene objeto entrar a
detallar todos los aspectos de la Reforma. Solamente me referiré a algunos.
La democratización de la universidad fue uno de los puntos fundamentales. Comprendió
diferentes aspectos:
- En la elección de las autoridades.
Hasta febrero de 1968, en la elección de rector sólo votaban unas 135 personas. En la
elección de rector de 1968, votaron casi diez mil personas, esto es, toda la comunidad universitaria.
La votación estamental fue ponderada.
El claustro pleno subió, de 135 personas, a 1.500, en cifras aproximadas.
Tuve el honor de ser elegido rector por el 69.65% de los casi 10.000 votantes.
- En la elección del personal docente y administrativo.
Todos los cargos obligatoriamente debían llenarse por concurso y en la decisión final
participaban representantes de todos los estamentos, también por votación ponderada.
- En el manejo de la universidad
La autoridad docente y administrativa pasó a ser el Consejo Superior de unos 40 miembros,
de los que 30 representaban a los docentes y 10 a los alumnos. El personal no docente (funcionarios,
obreros), no habían sido incluidos en los Estatutos como integrantes del Consejo Superior. Por
acuerdo de éste, se aceptó a 3 representantes no docentes con derecho a voz, no a voto.
Otro acuerdo fundamental del Consejo Superior, también propuesto por mí en la primera
sesión, fue que nadie en la universidad, - docente, funcionario, alumno u obrero-, podía ser
exonerado de su cargo sin sumario previo y aprobación de la medida por el Consejo Superior en
sesión especial.
Esto tiene su historia. La universidad era muy autoritaria. Cuando el profesor Lipschutz,
reclamó por el sueldo, ya que le estaban pagando en moneda depreciada y él tenía su familia en
Europa, el consejo y directorio de ese tiempo de la universidad no le aceptaron - estoy hablando del
año 35 - y como él acudió a los tribunales, la Universidad de Concepción lo exoneró de inmediato, y
sentó el principio "nadie le puede poner pleito a la Universidad de Concepción". Hay otra serie de
despidos de funcionarios, en forma arbitraria cometidos en el período prerreforma.
- En lo referente a matrículas, carreras, alumnos, origen social de los alumnos.
Para dar satisfacción a la fuerte demanda de los jóvenes chilenos que año a año iban
quedando al margen de los estudios universitarios, por ser muy pequeño el número de vacantes a los
cursos de primer año, en cuatro años, la Universidad Reformada de Concepción cuadruplicó el
número de alumnos. También explicaremos que se cuadruplicó el número de alumnos que pasaron a
vivir gratuitamente o pagando cantidades muy módicas en los hogares estudiantiles. Se amplió en 10
veces el número de alumnos becados o con apoyo económico de la universidad entre 1969 y 1973.
Y como, pese a esas y otras medidas, no era posible dar "Universidad para todos", que era
uno de los postulados de los alumnos de izquierda, se procuró llevar la universidad a todos, por
Cursos de Temporada, conciertos, conferencias, facilidades en la biblioteca, obras de teatro, apertura
de nuevas sedes universitarias en pueblos y barrios, etc.
Hubo escuelas vespertinas, creamos la Universidad del Carbón, en Lota, que llegó a tener
3.000 alumnos. Esta mañana se recordaba que en la Escuela de Medicina de Santiago crearon una
Escuela de Medicina Vespertina. La creó Alfredo Jadresic, que fue el gran impulsor de la Reforma
de la Universidad de Chile. Jadresic fue candidato a rector de su universidad y derrotado por estrecho
margen.

Fortalezas y logros del movimiento reformista.

Su fortaleza principal estuvo en que, por haber sido estudiada largamente por toda la
comunidad universitaria, los postulados de la Reforma correspondían a las aspiraciones de la
inmensa mayoría de los universitarios de Concepción. Además, las elecciones de las autoridades
superiores y de los miembros del Consejo Superior habían sido intachables y por amplísimas
mayorías.
En numerosas ocasiones, verbalmente y por escrito, he detallado los logros que obtuvimos en
el corto período de cuatro años: enero de 1969 a enero de 1973.
Ahora solamente haremos casi una simple enumeración:
- Como ya indicamos, democratizamos la universidad.
-Aumentamos considerablemente la cantidad de estudiantes. De 4.600 alumnos que teníamos
cuando asumí la rectoría, pasamos a 17.200 al momento de entregarla en enero de 1973.
- Creamos profesiones y estudios nuevos: subimos de 33 a 66 carreras, muchas cortas, y
adecuadas a alumnos de Cursos Vespertinos que tenían que estudiar y trabajar.
- Ampliamos la ayuda económica y social a los alumnos de escasos recursos. De 460 alumnos
becados con que recibimos la universidad en enero de 1969, llegamos a 4.687 con beca, a los que
deben sumarse 579 que recibían otro tipo de ayuda (trabajo en la universidad, ayudantías, etc.). En
total, tuvimos el año 1972, 5.266 alumnos con ayuda, lo que representaba el 30,97% de la matrícula
total.
-Creamos varios nuevos hogares estudiantiles en los que jóvenes y niños tenían alojamiento y
alimentación gratuita, los becados, y de bajo costo los de reducidos medios. En 1969, los estudiantes
residentes en hogares estudiantiles eran 394. En septiembre de 1972, este total alcanzaba a 1.367. Al
final de mi rectoría, había tres nuevos hogares en construcción para 234 nuevos alumnos. A fines de
1972, CORMU inició la construcción de otro hogar estudiantil.
-Creamos la Universidad del Carbón con asiento en Coronel que llegó a tener unos 3.000
alumnos. La estábamos dotando de hogar y biblioteca propias.
-Creamos Salas Cunas y Jardines Infantiles para los hijos de los alumnos y funcionarios no
docentes.
-Creamos el Estatuto Docente de la Universidad de Concepción, aprobado por el Claustro
Pleno de unos 1.500 miembros que pude presidir muy bien. Se aprobó por Decreto Supremo 398 del
Ministerio de Justicia (1971).
-Duplicamos el horario de atención de la Biblioteca Central, la cual, reorganizada y ampliada,
disponía de 1.200 escritorios individuales. A ella podían ir a estudiar los alumnos hasta las 23 horas,
con lo que pudieron disponer de local iluminado y calefaccionado en horas de la noche de invierno,
muy frías en Concepción.
-Enriquecimos en un 21% las excelentes colecciones de la Pinacoteca de la Universidad de
Concepción, la mejor del mundo en pinturas chilenas.
-Creamos el Instituto de Artes, sentida aspiración de la zona.
-Abrimos la posibilidad de estudiar en la universidad a miles de jóvenes de escasos recursos
económicos (obreros, modestos empleados, campesinos, mineros o hijos de éstos).
En 1972 el 48% de nuestro alumnado provenía de familias cuyo ingreso familiar era inferior a
tres sueldos vitales.
Antes de 1969, este porcentaje no alcanzaba al 10% del alumnado.
-Demostramos con hechos que era falsa la afirmación de que los estudios universitarios eran
superiores a la capacidad intelectual de los obreros o de sus hijos. Hubo entre ellos excelentes
alumnos.
-Aumentamos en 38% la superficie edificada de la universidad, en laboratorios, aulas
hogares, bibliotecas, salas cuna, clínicas dentales, etc. Es decir, en cuatro años, ampliamos en 38% la
superficie edificada por la universidad en los 49 años anteriores a nuestra Reforma.
- Mejoramos la Previsión del Personal Universitario que se regía por el Decreto con Fuerza
de Ley 1.340 bis, de 1930. Estaba 42 años atrasado.
- Cumplimos un extenso programa de actividades artísticas y culturales.
En los cuatro años se montaron 14 obras de teatro, no sólo en Concepción, sino también en
ciudades y provincias vecinas.
La Orquesta de Cámara de 15 músicos con que contaba la universidad, pasó a ser la Orquesta
Sinfónica de la Universidad de Concepción, con 60 músicos. Se pudieron ejecutar así las nueve
Sinfonías de Beethoven, ya en la temporada de 1970. Se montó la representación de varias óperas y
distinguidos directores trabajaron con nuestra orquesta. Como el teatro, la orquesta recorrió el sur de
Chile. Llegaron a Ancud y Castro. En un año, se dieron 120 conciertos de este tipo.
- Se organizaron Escuelas y Cursos de Temporada en diversas ciudades del país, de
preferencia, las aisladas y alejadas de los grandes centros.
- Se aumentó en proporción adecuada el número de docentes titulares.
Esto, que parece algo tan sencillo, fue una conquista de alcances muy grandes. En
Concepción había sólo un profesor por cátedra y los que querían hacer carrera tenían que esperar que
ese profesor se muriera, porque no había calificación, no había nada. Yo esperé 25 años, como jefe
de ayudantes, hasta que se murió mi profesor, y entonces pude postular a concurso. Para satisfacer el
mayor número de carreras y de alumnos, se aprovechó mejor el tiempo contratado del personal
universitario y la capacidad instalada de la universidad en laboratorios, etc.
- Mantuvimos más de 85 docentes perfeccionándose en prestigiosas universidades de
extranjero, cantidad superior a la que habían mantenido las rectorías anteriores. Gracias a esta sana
política, el 30% de los docentes de nuestros Institutos y Centros poseía títulos de doctores y
maestros.
-Iniciamos la construcción del Estadio en el Campus Universitario.
-Realizamos una reunión de rectores de Universidades Chilenas, a la que asistió el presidente
Allende, en Concepción (1970).
-Con los demás rectores de las universidades chilenas, obtuvimos durante el gobierno de
Allende que se reconocieran e incluyeran como garantías constitucionales la libertad de cátedra y las
autonomías administrativa, académica y económica (esta también para las universidades privadas
reconocidas por el Estado). La autonomía territorial fue reconocida por Ley de la República.
- Desarrollamos enérgicamente la Biología Marina. Hasta iniciamos la construcción de un
buquecito de 15 metros de eslora (el Lund) y formamos, en Estados Unidos, dos doctores en Biología
Marina.
- Con el apoyo del Presidente Allende estábamos obteniendo la derogación de la Ley 17.377
que nos prohibía tener canal propio de televisión. Se estudiaba la autorización de uno especial para
las universidades que carecían de este importantísimo medio de difusión cultural y científico.
Prohibírnoslo era como pretender prohibirnos utilizar la imprenta.
- Aunque habíamos hecho grandes ampliaciones, construcciones, adquisiciones, etc., la
universidad la entregué financiada. Tenía deudas, pero pagaderas en cuotas acordadas y
perfectamente financiadas con el presupuesto ordinario. Yo, en cambio, la recibí prácticamente en
falencia el 3 de enero de 1969.
Al llegar el primer día al gabinete de rector, me recibe la secretaria muy sonriente, me estaba
esperando el tesorero y el tesorero me dice "Doctor son las ocho cinco, en 55 minutos más abren los
bancos". Bueno, dije, qué hay con eso. "Es que la administración anterior firmó el viernes un cheque
sin fondos por quinientos mil pesos, y hay que pagarlos ahora en la mañana". Bueno, le dije, saque
dinero de otro ítem y yo en el primer consejo pido autorización para que autoricen este traspaso de
ítem. "¿Y de qué ítem?" me dijo "si no tenemos nada". Quinientos mil pesos en el presupuesto de la
universidad era mucha plata. El presupuesto de la Universidad de Concepción eran 96 millones de
pesos al año y estaba desfinanciada, con una deuda de arrastre de 14 y tantos millones.
- A petición expresa de la Unión de Universidades de América Latina (UDUAL), la
Universidad de Concepción debió organizar y realizar la Primera Conferencia Latinoamericana sobre
Planeamiento Universitario (septiembre 28 - octubre 4 de 1969).
A pesar de las dificultades que pusieron el gobierno de la época y los enemigos emboscados
de la Reforma que actuaban solapadamente hasta dentro del Consejo Superior, esta Conferencia fue
un éxito total, como tuvo que reconocer la propia prensa demócrata cristiana.
- A fines de agosto y primeros días de septiembre de 1969, la Universidad de Concepción
organizó y realizó un Encuentro Internacional y Nacional de Escritores, que contó con gran asistencia
de celebridades. En esa oportunidad el gobierno y su prensa, aprovechando un asalto a un
supermercado de Santiago, trató de mezclar a mis hijos miristas en ese acto delictual y obligarme
moralmente a renunciar a la rectoría. Probada la ninguna participación de mis hijos y del MIR en ese
asalto, el Consejo Superior y la opinión pública nacional me dieron toda su adhesión. Los alumnos,
en masa, sin citación de nadie, concurrieron frente a mi casa en número cercano a los dos mil, a
darme todo su apoyo. Venimos, dijeron, a apoyar a "nuestro padre". Todavía me emociono al
recordarlo. Jamás en mi vida, he visto un viraje en 180 grados igual al de los atacantes del día
anterior. Y se trataba de hombres y mujeres adultos.

Debilidades y errores del movimiento reformista.

No hubo debilidad alguna del movimiento reformista de Concepción en lo que correspondió a


la aplicación de la Reforma. Actuamos valiente y decididamente. Nuestros Estatutos tenían algunos
puntos débiles, entre los que cabe señalar el siguiente: tenía el mismo valor ponderado el voto de
docentes "simple cátedra", de los cuales algunos tenían tres horas semanales contratadas con la
universidad, que el de los docentes a jornada completa con 30 o más horas semanales contratadas.
Esta sobrevaloración del voto de los profesores "simple cátedra" fue decisiva en la elección de rector
de noviembre de 1972 9.
Decisiva también fue la labor de zapa de los enemigos de la Reforma de la Universidad de
Concepción. Los peores, más encarnizados y mejor organizados, fueron el gobierno del partido único
[Demócrata Cristiano] y su prensa incondicional. Por haber sido víctima de esta acción, no soy
imparcial para opinar sobre ella, cuando menos en esta ocasión en que nos hemos reunido para hacer
un estudio serio y desapasionado del más profundo intento de renovar y actualizar a las universidades
inspiradas todavía entonces por el espíritu y objetivos que les dio Napoleón Bonaparte en 1809.
Tengo la autoridad moral para guardar silencio ahora, pues, desde 1969, he dado cientos de charlas,
conferencias, clases, etc., sobre esta materia. He opinado clara y valientemente aún durante los duros
años de dictadura.

Efectos del Golpe de Estado de 1973.

Sus efectos fueron terribles. Se cerraron sedes universitarias, escuelas, institutos, centros,
hogares, etc. Sobre autoridades, docentes, funcionarios, estudiantes, obreros, la dictadura descargó
toda su furia nazista. Exoneró, encarceló, torturó, asesinó, desterró a miles, varios miles. De esto,
también me he ocupado con publicidad en el extranjero y en Chile durante todos los años a partir de
septiembre de 1973, hasta esta fecha.
A mí me exoneraron y el decreto dice "por no presentarse a su trabajo, se lo exonera, se lo

9
Nota del Editor : En Noviembre de 1972 el académico Carlos von Plessing fue elegido rector
con apoyo de la DC y la derecha, derrotando al profesor Galo Gómez, apoyado por la Unidad
Popular.
despide". ¿Cómo me iba a presentar a mi trabajo, si yo estaba en la Isla Dawson? Enviado allí por el
mismo gobierno - llamémoslo gobierno - la misma autoridad que había designado un rector delegado
que era contador de la Marina, que no había asistido jamás a una clase universitaria.

Conclusiones para el presente y futuro.

Abordar este punto es sumamente difícil y complejo, hasta peligroso, pues, quien lo hace, se
echa enemigos. Aunque muy honestamente declaro que no soy imparcial frente a este problema,
deseo dar sobre él algunas opiniones.
En Chile, hay consenso general en que la educación que se impartió en el pasado y que se
está dando en el presente, no fue ni es mejor ni más adecuada y que, por tanto, necesitó y necesita
una profunda reforma. No obstante, cuando se trata de puntualizar cuáles son las reformas que deben
hacerse, se rompe el acuerdo y empiezan las discusiones, por lo general bastante acaloradas y no
siempre muy racionales.
Es que se sabe que, como dijera Egaña, Ministro de Educación de la Patria Vieja, en 1813 al
inaugurar el Instituto Nacional, "la ignorancia es la más fuerte cadena de los esclavos". Enseñar al
pueblo es liberarlo, crearle inquietudes, abrirle los ojos, producirle aspiraciones, deseos de
liberación, hambre de justicia. La educación en Chile, especialmente la superior, estuvo limitada, en
general, a las minorías dominantes.
La Reforma Universitaria de 1967 - 1973 democratizó a las universidades y permitió que, a
ellas ingresaran obreros, campesinos, mineros, los hijos e hijas de éstos y hasta los que vivían en
poblaciones "callampas". Este solo hecho puso inmediatamente en contra de ella a los latifundistas,
los empresarios, los accionistas, los políticos y gobernantes derechistas y sus acólitos.
Como he recordado en otras oportunidades, cuando era muchacho y acababa de ser fundada
la Universidad de Concepción, con frecuencia escuché a "la gente bien", a los que poseían fortunas y
seguridad económica y social, decir a los jóvenes de la clase media "aspirantistas", seguramente para
desalentarlos: "sólo los rotos estudian". Aprobada y ya en plena aplicación la Reforma Universitaria,
la consigna cambió radicalmente: "hay que impedir que los rotos estudien".
¿Cómo? Haciendo fracasar la Reforma, desprestigiándola, atacándola, negando los
presupuestos indispensables, persiguiendo a los que están llevándola adelante. Y esta lucha fue
esencialmente encarnizada contra la Universidad de Concepción. ¿Por qué? Fue una de las primeras
en aprobar y empezar a aplicar la Reforma. Había interés en que fracasara para que las que todavía
estaban en estudio en las demás universidades, no aprobaran ciertos principios y prácticas, como la
del cogobierno estudiantil, por ejemplo.
Y en esta lucha se perdieron las proporciones y hasta las normas elementales del derecho.
Dura afirmación que debo demostrar. En junio de 1969, ante un hecho policial censurable y estúpido,
el gobierno del partido único hizo allanar la universidad, detuvo a numerosos estudiantes e inició
despiadada e injusta persecución ideológica de los universitarios de Concepción, incluidos el rector y
demás autoridades y consejeros. La prensa incondicional escrita y hablada aplaudió entusiastamente.
Hubo un senador que, olvidando principios éticos fundamentales, atacó en plena sesión del Senado a
mi esposa, como madre de mis hijos dirigentes de MIR, opositores al gobierno. Se perdió el sentido
de las proporciones, pues ese senador fue siempre un caballero y Raquel, mi esposa, jamás actuó en
política.
Producidos el allanamiento y la violación brutal de la autonomía universitaria, con toda la
comunidad progresista de profesores, alumnos, autoridades, funcionarios, obreros de la universidad y
muchos diputados, senadores, ex-alumnos, personalidades, intelectuales, artistas nacionales y
extranjeros, universitarios de otras casas de estudios superiores, dirigimos una enérgica campaña en
defensa de la autonomía universitaria.
El gobierno del partido único, y su prensa incondicional, intentaron ponerme en ridículo por
hablar en defensa de la autonomía universitaria. Pretende, dijeron, crear un Estado dentro de otro
Estado. Pues bien, esos mismos personajes, producida, en septiembre de 1970, la derrota de los
candidatos derechistas a la presidencia de la república, corrieron a pedir a Salvador Allende que
garantizara el respeto del nuevo gobierno a la citada autonomía. Es más, aprobaron con sus votos que
se le diera carácter de garantía constitucional y legal, como expresamos hace unos momentos en esta
misma intervención. Sin duda, se trataba de hombres y mujeres de sólidos principios.
Distinguidas damas, señores: Con pesar he debido recordar hechos ingratos. Podría citar
muchísimos más, pero no deseo hacerlo, salvo que alguien desee rebatirme. Hace unos meses, como
corresponde a los viejos, pasaba unos días de veraneo en unas termas (los jóvenes lo hacen en las
playas). Se me acercó un señor que, muy correcta y respetuosamente me pidió que lo escuchara.
"Usted, rector, no me conoce. Yo, en cambio, lo conozco desde mi juventud. Soy hijo de un obrero
de Concepción. Con mis padres y hermanos menores, vivíamos en una población callampa en la
ribera misma del río Bío-Bío. En invierno, hubo siempre unos centímetros de agua en el piso de
arena de mi dormitorio. Llegó usted a la rectoría y, con la Reforma, se ampliaron las matrículas y los
pobres pudimos estudiar. Soy ingeniero y docente de la universidad. Saqué a mi familia de la
costanera, mis hermanos también pudieron estudiar. Me casé; ella es mi señora, estos dos, mis hijos"
- era una típica y hermosa familia de clase media - "Todo esto, se lo debo a usted, rector y a la
Reforma."

REFERENCIAS COMPLEMENTARIAS.

[1] Jorge Gilbert, "Edgardo Enríquez Frödden: testimonio de un destierro", Mosquito Editores
(1992)
[2] Edgardo Enríquez, "En el nombre de una vida" (3 tomos), UAM, México (1992)
LA LUCHA POR LA REFORMA UNIVERSITARIA EN LA UTE

Alejandro Yáñez Betancourt

Chile vivió un profundo proceso de Reforma Universitaria en la década del 60. Todas las
universidades, estatales y privadas, fueron oxigenadas con ese aire renovador que hizo historia. Fue,
en verdad, un acontecimiento de carácter nacional, pues la Reforma Universitaria es un reencuentro
vital de la universidad consigo misma y con el país de que forma parte.
Lo primero que se derrumba al levantarse la bandera de la Reforma es el concepto de
universidad como una "torre de marfil", privilegio de los privilegios, aislado del mundo real y
dedicada sólo a una elite que tiene la suerte, los medios económicos e influencias para acceder a ella.
La lucha por la Reforma Universitaria fue una cruzada por ligar a la universidad con los
destinos de Chile y de su pueblo; por democratizarla a fondo desde el punto de vista de la generación
y ejercicio del poder universitario y por abrirla a la sociedad en la plenitud de sus funciones de
formación profesional, investigación científica y extensión cultural.
Donde primero se replanteó el tema de una Reforma Universitaria integral fue en la
Universidad Técnica del Estado, en mayo de 1961. Digo se "replanteó", porque la Reforma tuvo su
primera aparición en escena al inicio de los años 20, como parte del movimiento de los estudiantes
de la Universidad de Córdoba (Argentina) en 1918. Esa lucha se extendió por América Latina como
reguero de pólvora y repercutió en toda la Argentina, en Uruguay, Brasil, Chile, Perú, Bolivia,
Venezuela, Colombia, Costa Rica, México, Cuba y otros países. La FECh, que daba sus primeros
pasos en la vida nacional, levantó como propias esas demandas.
El ideario de la Reforma Universitaria se sintetizó en el "Manifiesto Liminar de Córdoba", de
1918 emitido por la Federación de Estudiantes de aquella universidad y firmado en la sala del
Consejo Universitario, tomada por el estudiantado.
El Manifiesto Liminar se alzó contra la universidad monárquica y monástica, refugio de la
mediocridad y de los intereses creados, repetida en prebendas y distribuida en pequeños feudos como
pago de favores, una universidad medieval que se viene abajo ante los embates de un estudiantado
ansioso de cultura, de libertad, de verdadera vida universitaria y de renovación social.
Cuarenta años después, cuando nuestra generación se enfrentó a los problemas que nos
llevaron a tomar el camino de la lucha estudiantil, los planteamientos de 1918 de los estudiantes
argentinos reflejaron enteramente nuestros anhelos. "La juventud vive siempre en trance de heroísmo
- dice el Manifiesto Liminar de Córdoba - es desinteresada, es pura. No ha tenido tiempo de
contaminarse. No se equivoca nunca en la elección de sus propios maestros. Ante los jóvenes no se
hace mérito adulando o comprando. Hay que dejar que ellos mismos elijan sus maestros y
directores, seguro de que el acierto ha de coronar sus determinaciones. En adelante, sólo podrán
ser maestros en la futura República Universitaria los verdaderos constructores de almas, los
creadores de la verdad, de la belleza y del bien".
En nuestras asambleas resonaban esas frases como imperativos morales que nos impulsaban
adelante. Nosotros nos constituimos en herederos de esa gesta iniciada en 1918 y decidimos hacer
también una Reforma Universitaria auténtica. La realidad que vivíamos se parecía a la de Córdoba.
El motivo por el cual se inició el movimiento de mayo de 1961 fue la elección del director de
la Escuela de Minas de Copiapó, parte de la Universidad Técnica del Estado. Los estudiantes de ese
establecimiento repudiaron el método con que fue elegido y nos dimos cuenta que ese método estaba
establecido en la Ley Orgánica de la universidad. De allí a cuestionar toda la institucionalidad
universitaria fue cosa de días. La huelga iniciada en Copiapó se extendió por todas las escuelas de la
UTE que terminaron tomadas en poder de los estudiantes.
Cada día se realizaban multitudinarias asambleas estudiantiles que eran verdaderos foros de
cultura universal, de debates filosóficos e históricos, de referencia a la rica tradición de los
estudiantes latinoamericanos y chilenos por una auténtica universidad. En polémicas memorables
analizábamos nuestros problemas específicos y los destinos de la UTE.
En esa semana de conmoción tan intensa nos convertimos de estudiantes rutinarios en
adalides de un proceso que tenía historia, en portadores de una idea libertaria que haría de nuestra
universidad una gran institución chilena. Fue un auténtico despertar.
El movimiento de mayo de 1961 logró resolver el problema del nuevo director en Copiapó,
pero no tuvo fuerzas suficientes ni tampoco estaba aún maduro para hacer una Reforma Universitaria
integral. Pero fue el inicio de todo lo que ocurrió después. Dejó la tarea planteada y creó los actores
que, más tarde, la haríamos realidad.
En 1961 estábamos recién asomándonos a la vida del movimiento estudiantil, escuchando y
captando todo lo que se decía y discutía, como esponjas ilimitadas en su capacidad de absorber.
De esa lucha surgió una declaración solemne, inspirada en la de Córdoba, que se tituló
"Declaración del 25 mayo", firmada por la Federación de Estudiantes de la Universidad Técnica del
Estado, FEUT. Esa declaración resumió el programa fundamental de la Reforma Universitaria de la
UTE. Dice en alguno de sus párrafos:
"Los estudiantes de la Universidad Técnica del Estado mantuvimos un movimiento
huelguístico, el que culminó con la toma de seis escuelas por nuestra parte. En la historia de las
luchas estudiantiles del país, por problemas estrictamente legales, ha sido ésta la mayor batalla. El
hecho que motivara el conflicto es sólo un apéndice de problemas estructurales de la universidad.
La hora llegó de cortar la raíz misma de esos defectos. Los estudiantes pensamos que ha llegado el
momento de realizar una profunda Reforma Universitaria".
Más adelante agrega:
"Proclamamos inicialmente, que rechazamos por injusto el falso concepto del principio de
autoridad basado en el texto frío de la ley. Sólo acatamos la autoridad fundamentada en la razón y
en la justicia. La que ve en nuestras peticiones ansias de renovación y no actos de entorpecimiento.
Lamentamos que esa autoridad sólo nos escuche cuando escogemos la senda franca de la rebeldía".
"Constituimos la razón de ser de la universidad. Reclamamos por ello nuestro derecho a
participar plena y activamente en la dirección de los destinos universitarios. Frente a la idea de
permanecer estáticamente gobernados, planteamos nuestra actitud de ser activos gobernantes. La
experiencia del movimiento estudiantil de Chile y Latinoamérica, demuestra fehacientemente, que
los universitarios somos capaces de participar en el gobierno de la universidad. Como centro de la
vida universitaria experimentamos en carne propia sus bondades y defectos. Tenemos derecho a
participar en la elección de nuestros maestros y autoridades".
Parafraseando a Fidel, esa pequeña humanidad había dicho basta y echado a andar. Siguieron
años en que la bandera de la Reforma Universitaria se mantuvo en alto a través de debates,
seminarios, congresos, asambleas y discusiones en los organismos estudiantiles, en el Consejo
Universitario y también en el Parlamento y en las esferas gubernamentales.
Simultáneamente surgían focos análogos en otras universidades chilenas. En la Universidad
de Concepción, en la Católica de Valparaíso, en la Católica de Santiago, en la Universidad de Chile
de Valparaíso, en el Pedagógico de la Universidad de Chile de Santiago, en la Universidad Técnica
Federico Santa María, por nombrar sólo algunos lugares donde la reforma ya caminaba por patios,
asambleas y pasillos.
En esos años todas las federaciones estaban agrupadas en la Unión de Federaciones
Universitarias de Chile (UFUCh) y el debate de la Reforma llegó a sus instancias. La bandera de la
Reforma Universitaria pasó a convertirse en programa de lucha de todo el movimiento estudiantil
chileno.
Eran tiempos de conmoción en Chile y en América Latina. En el plano internacional, Cuba y
Vietnam ocupaban la atención pública, junto a las hazañas cósmicas de la URSS, los discursos de
Martin Luther King y la Alianza para el Progreso de Kennedy.
En nuestro país los anhelos de cambio y revolución social buscaban un camino para hacerse
realidad. La lucha por la nacionalización del cobre y demás riquezas naturales y por la Reforma
Agraria; el despertar de los pobladores, juntas de vecinos y organizaciones populares; el auge del
movimiento obrero y sindical agrupado en la CUT, de la canción protesta, de las peñas folklóricas,
de la pintura mural y de otras manifestaciones de la cultura nacional creaban un ambiente que nutría
a la universidad. La masificación de la vida política del país en que cientos de miles o millones de
personas participaban en la cosa pública, constituían un fermento poderoso para el estudiantado que
se había puesto en marcha.
En ese ámbito, la universidad era un gran foco de actividad, ideas e ideales que a su vez
impactaban en la opinión pública y la hacían partícipe de su gran renovación. Los dirigentes de la
FEUT teníamos muy claro que la lucha universitaria tendría éxito si lograba convertirse en lucha de
todo el pueblo, si se insertaba en las demandas de amplios sectores sociales.
Era habitual que nuestras asambleas participaran líderes sindicales y políticos y que
dirigentes estudiantiles estuvieran presentes en las luchas populares. La consigna "obreros y
estudiantes, unidos adelante" que voceábamos desafiantes en nuestras marchas callejeras,
sintetizaban una solidaridad real, eficaz y constante entre el movimiento estudiantil y los trabajadores
chilenos.
En los veranos, la universidad, a través de sus estudiantes, se vaciaba al campo. Éramos
miles, de todas las universidades, los que entregábamos un mes de vacaciones trabajando
voluntariamente en zonas agrarias. Y con nosotros iba la cultura y el entusiasmo estudiantil a lugares
alejados que nunca antes habían sabido de universidad. Doble descubrimiento se producía así, el de
un pueblo que no conocía a sus estudiantes, y de estudiantes, por lo general de hogares acomodados,
que no conocían al pueblo.
Un factor relevante en nuestro proceso fueron las relaciones internacionales de la FEUT.
Nuestros vínculos con estudiantes argentinos, uruguayos, cubanos, puertorriqueños, panameños,
costarricenses y de otros continentes nos ampliaban la visión del mundo y de la vida. La FEUT con
el apoyo de la Unión Internacional de Estudiantes - UIE - y la Organización Continental
Latinoamericana de Estudiantes - OCLAE - organizaba en julio de cada año una Escuela
Internacional de Dirigentes Estudiantiles en la cual se formaron muchos líderes de nuestros centros
de alumnos y de la FEUT.
En la Universidad Técnica del Estado, la lucha por la Reforma Universitaria recibió un nuevo
impulso en 1966 con el gran movimiento huelguístico que levantó la exigencia de un mejor
presupuesto para la universidad.
La Reforma de nuestra universidad y su desarrollo integral debía dar cuenta de tres trabas
fundamentales:
a) La traba económica, que por la vía de disminuir y limitar el presupuesto universitario
dejaba muchas aspiraciones sin realizar y proyectos sin concretar. A nuestro juicio, el Estado tenía
que asumir en plenitud el adecuado financiamiento de una universidad estatal, como era la nuestra.
b) La traba legal, que se enfocaba en la ley orgánica de la universidad que la convertía en una
institución anquilosada y en manos de un reducido grupo de poder.
c) La traba humana, consecuencia de las otras dos, que enquistaba en los cargos directivos a
personas que no contaban con el apoyo de la universidad y, por otro lado, por la falta de presupuesto,
muchas veces, no se podía retener en la universidad a excelentes profesores que eran tentados por
otras casas de estudio y por la empresa privada.
En el año 1966 enfrentamos la traba económica y le dimos solución a través de un
movimiento huelguístico que duró un mes entero y puso a la Universidad Técnica del Estado en el
centro de la atención nacional.
El año 1967 abordamos la traba legal y la traba humana. Ese año correspondía la elección
regular de rector de la universidad. La ley orgánica vigente entregaba al Presidente de la República la
facultad de designar al rector a proposición del Consejo Universitario. Dicho consejo estaba
constituido, en su mayoría, por miembros externos a la universidad y los que eran de ella, los
designaba el propio Consejo. O sea, había un círculo vicioso de autogeneración del poder donde no
tenían ninguna injerencia los profesores y los estudiantes.
A esa altura del debate sobre estos problemas, ni el rector, ni ninguna autoridad universitaria
defendía la ley vigente. Pero como estaba vigente, decían, había que cumplirla. Era una disculpa para
mantener un orden que les convenía.
La FEUT se propuso que la nueva elección de rector debía realizarse conforme a los
principios de la Reforma Universitaria, es decir, con la participación de profesores y estudiantes, con
debate universitario, con los candidatos a rector exponiendo sus propósitos y con el rector saliente
rindiendo cuenta de su gestión ante la universidad.
Esta decisión la proclamamos urbi et orbi con mucha antelación.
Con ley vigente o sin ley vigente, el nuevo rector de la UTE tenía que surgir de la opinión y
votación de la universidad. Esa era la posición del estudiantado.
Las autoridades pensaban que nunca se iba a aprobar una ley antes de la fecha de elección,
por las demoras parlamentarias y legales. Por eso maniobraron y prometieron mil cosas, aceptaron
formalmente lo que la FEUT les proponía, conscientes que la hora decisiva podrían decirnos
"Estuvimos de acuerdo en todo con Uds. pero no resultó por culpa del Parlamento". Según ellos, no
quedaría otro camino que elegir rector "a la antigua". El rector en ejercicio así aseguraba su
reelección por cuatro años más.
Convencidos que los estudiantes no tendríamos otra alternativa, si no aceptar el imperio de la
ley, citaron al Consejo Universitario en la Casa Central para el viernes 15 de septiembre de 1967, a
fin de proponer la terna para elegir al nuevo rector.
Ante ese hecho consumado la Federación de Estudiantes se tomó, la noche del 14 de
septiembre, la Casa Central de la UTE e impidió que se reuniera en ella el Consejo Universitario.
No se pudo hacer la elección programada. A partir de ese momento el rector comenzó a pedir
a los Directores de las Escuelas universitarias de Santiago que prestaran sus sedes para reunir al
Consejo. Ninguno se las facilitó. Era obvio que cualquier Escuela que se ofreciera sería
inmediatamente tomada por los estudiantes.
Conclusión, el rector tuvo que citar al Consejo Universitario a una pequeña oficina que
arrendaba la universidad, detrás del cerro Santa Lucía, y allí, escondido de la universidad, consumó
su reelección como rector, que obviamente desconocimos.
Y luego se dio la siguiente paradoja: la Federación de Estudiantes sesionando en la sala del
Consejo Universitario, con la Casa Central en su poder, llamó al estudiantado a asistir a clases y
mantener la marcha normal de la universidad como forma de lucha, mientras el rector instaba al
profesorado a suspender las clases en solidaridad con él.
En esa encrucijada, emitió la FEUT su "Carta Abierta al profesor universitario", documento
fechado el 25 de septiembre de 1967 y que los presidentes de curso tenían que entregar a sus
profesores en las horas de clases. En ella se resumía la historia de casi una década de nuestra lucha.
Se explicaba el por qué nos habíamos tomado la Casa Central e invitaba a los profesores a sumarse al
movimiento, seguir haciendo clases y exigir, junto a nosotros, una elección democrática de rector y
una profunda Reforma Universitaria.
El profesorado respondió afirmativamente al llamado de los estudiantes. Se mantuvo en
funciones, se constituyó en Consejos de Profesores por Escuelas y se sumó a las demandas de la
Federación de Estudiantes. El rector fracasó en su propósito y a partir de ese momento la victoria del
movimiento de Reforma Universitaria en la UTE estuvo asegurada.
10
La "Carta Abierta al Profesor Universitario" , es el tercer documento trascendental de
nuestra lucha. Junto al Manifiesto de Córdoba y la Declaración del 25 de mayo de 1961, la Carta
Abierta de 1967 marcó un hito decisivo. Su idea medular es que los estudiantes solos podíamos parar
la universidad, pero, no podíamos hacerla funcionar. Solamente unidos, estudiantes y profesores,
podemos hacer realidad una verdadera Reforma Universitaria.
Podemos decir pues, que hija de la lucha nació la comunidad universitaria en la UTE, esa que
une a profesores y estudiantes en un esfuerzo y aventura común. De esa idea fue nutriéndose la UTE
reformada que luego le correspondió encabezar al rector Kirberg, elegido democráticamente por la
mayoría absoluta de la comunidad, a la cual fueron integrados también los funcionarios
administrativos que contribuyen con su trabajo al quehacer universitario.
Hay que decir que, entre los profesores de 1967, no pocos habían sido estudiantes en 1961 y
apoyaban la idea de la Reforma Universitaria sembrada en ese primer conflicto. Cuarenta años
habían transcurrido desde el grito de Córdoba hasta nuestras luchas. Treinta años han pasado desde

10
Nota del Editor: Ver texto completo en el Apéndice II.
nuestras luchas hasta hoy. La historia volverá a repetirse. Nuevos estudiantes, tan jóvenes como lo
fuimos nosotros, recogerán el legado de generaciones anteriores que no se doblegaron ante la
mediocridad ambiente y quisieron cambiar la universidad y el mundo en que vivían.
¿Cuál es el nexo entre una generación y otra? Eso es impredecible. Tal vez un libro, un
profesor, un testimonio de otra época, una charla, una conferencia, un debate, una asamblea
estudiantil, un movimiento político o todo eso en su conjunto.
En el caso de la UTE, las ideas del movimiento de Reforma Universitaria iniciado en
Córdoba, llegaron por medio de los estudiantes comunistas y de izquierda.
Al principio éramos muy pocos. Prevalecía en la UTE un apoliticismo chato y retardatario.
Después, logramos la hegemonía, unidos con los socialistas e independientes de izquierda. También
ejercían una gran influencia los estudiantes demócrata cristianos y radicales. La derecha casi no tenía
expresión entre nosotros.
La vida y la confrontación política en el estudiantado era intensa, pero ello no debilitaba la
unidad y la fuerza del movimiento estudiantil. Al contrario, era un factor de enorme vitalidad y muy
alta exigencia.
Los estudiantes son la razón de ser de la universidad. Son los portadores de la vida, de las
inquietudes, de lo nuevo; son los que desafían y aceptan los desafíos, los que avanzan hacia lo
desconocido. Cuando están dormidos, la universidad languidece por falta de estímulos. Sin ellos, la
universidad no existe.
Por lo mismo, sin movimiento estudiantil no hay Reforma Universitaria posible.
Estudiantes, en la universidad, hay siempre. El movimiento estudiantil, en cambio, pasa por
ciclos, tiene altos y bajos, avances y retrocesos. Pero cuando se reanima, no parte de cero, une sus
luchas presentes a las luchas del pasado, se nutre de sus éxitos y derrotas anteriores, se inspira en su
propia historia.
Hay que tener confianza. El movimiento estudiantil chileno, como el de la UTE, volverá a
levantar cabeza. Las proclamas de Córdoba de 1918 y de mayo del 61 reaparecerán en las asambleas.
Siempre hay en la universidad problemas viejos recurrentes y problemas nuevos, propios de
cada época. Cada generación enfrenta unos y otros de manera original.
Hoy, por ejemplo, está de moda concebir a la universidad como una empresa comercial que
vende servicios. Se ve en los estudiantes a clientes y en los docentes a promotores. No es la cultura
ni la enseñanza profesional, ni la ciencia la principal preocupación, sino el autofinanciamiento. "Ser
rentable o morir" es la consigna.
En el caso de la Universidad Técnica del Estado la situación es particularmente patética: ya
no existe como universidad. Su creación en 1947 obedeció a razones de mucho peso que por décadas
fueron impulsadas por los estudiantes, profesores y egresados de las escuelas que le dieron origen
hasta que el Gobierno y el Parlamento de Chile se hicieron eco de esa demanda.
El decreto de su formación, contiene los fundamentos que el país tuvo en cuenta para
constituirla:
"DECRETO DE CREACION DE LA UNIVERSIDAD TECNICA DE ESTADO.
Aprobado por Decreto No. 1831, de 9 de abril de 1947, publicado en el Diario Oficial de
fecha 28 de abril de 1947.
Teniendo presente:
Que al asumir este Gobierno las responsabilidades directivas de la nación manifestó a la
ciudadanía que la finalidad primordial de su programa sería la de transformar la economía
nacional, creando un nuevo sentido de orientación económica que permitiera el aprovechamiento
total de los recursos naturales de país;
Que el territorio nacional cuenta con inmensas riquezas que aún no han sido aprovechadas
integralmente en beneficio de la colectividad, por la subsistencia de una economía atrasada;
Que nuestro potencial humano, por sus condiciones de inteligencia y de adaptabilidad a toda
la forma de actividad creadora, constituye un elemento valioso al cual no se ha dado las
posibilidades de integrarse a una intensa vida de trabajo y de producción;
Que, para el mejor aprovechamiento de todos los elementos de la industrialización de país,
es indispensable ir a una investigación científica y técnica de los factores de la producción;
Que nuestras necesidades económicas reclaman con urgencia la formación de técnicos para
impulsar el desarrollo de la riqueza nacional;
Que es necesario dar a la educación pública una nueva orientación, a fin de que ella se
ponga al servicio de la política económica del gobierno y de sus planes de industrialización..."

y siguen luego otros considerandos y el articulado legal correspondiente.


Siendo Chile un país minero e industrial por excelencia, le era imprescindible contar con una
Universidad Técnica estatal ligada al desarrollo económico y a la producción. Toda la lucha que
dimos por su Reforma partía de hacer realidad esa gran misión histórica.
Pero vino el golpe de 1973. Luego de bombardear La Moneda, los golpistas dejaron caer la
artillería sobre la Universidad Técnica del Estado. Más de 1.000 prisioneros tomaron en la
universidad, entre ellos, al rector Don Enrique Kirberg.
Se les llevó, en primer lugar, al Estadio Chile, donde asesinaron a Víctor Jara, quien era
artista contratado por la Secretaría de Extensión Cultural de la universidad. Luego fueron enviados al
Estadio Nacional, a la isla Dawson, a la cárcel de Santiago y al campo de concentración de
Chacabuco. Y de los que no cayeron presos, miles fueron despedidos en las semanas siguientes al
golpe. La universidad fue militarmente intervenida.
Nombraron como "rector" a un coronel. Durante años funcionó la UTE como universidad
ocupada por el ejército, con agentes de seguridad pululando por patios y aulas.
Pero no bastó con esto. En 1981 se les ocurrió terminar con la Universidad Técnica del
Estado. Y aprobaron el siguiente decreto con fuerza de ley, monumento intelectual del siglo XX.
"DECRETO CON FUERZA DE LEY No. 23 DE 21 DE MARZO DE 1981.
Art. 1o. Sustitúyase, a partir de la vigencia de la presente ley, la denominación "Universidad
Técnica del Estado” por la de “Universidad de Santiago de Chile".
Anótese, tómese razón, comuníquese y publíquese. Augusto Pinochet Ugarte, General de
Ejército... " (siguen todos sus títulos y la firma de 5 ministros).
No se argumentó ninguna razón, ningún fundamento. Así se eliminó a la UTE.
¿Por qué le molestaba tanto la Universidad Técnica del Estado?
¿Alguien puede sostener que en Chile ya no era necesaria una Universidad Técnica Estatal?
¿qué condujo a tamaña estulticia?
Podemos imaginar las causas de aquella arbitrariedad. Pero lo concreto es que quienes la
cometieron no tuvieron el coraje de exponer sus motivaciones.
Formalmente, la Universidad Técnica del Estado ya no existe en Chile. Y sin embargo existe.
Somos miles los egresados - ingenieros, técnicos, profesores - que llevamos en el alma nuestra
universidad. Y su desaparición nos mantiene viva una herida que no se cierra.
El 6 de Julio de 1999 se cumplirán 150 años de la fundación de la Escuela de Artes y Oficios,
uno de los pilares, junto a la Escuela de Ingenieros Industriales, las Escuelas de Minas de
Antofagasta, Copiapó y La Serena, las Escuelas Industriales de Concepción, Temuco y Valdivia y el
Instituto Pedagógico Técnico, sobre los cuales se creó la UTE.
Falta poco para ese aniversario. Muchos egresados nos hemos propuesto conmemorarlo en
medio de un proceso de rescate de la historia y de la vigencia de la Universidad Técnica del Estado
cuyo único norte fue contribuir al desarrollo económico, industrial, científico, tecnológico y cultural
de Chile.
11
DEMOCRATIZACION Y MODERNIZACION EN LA UNIVERSIDAD DE CHILE .

Augusto Samaniego Mesías

1. DE LA EXPLOSION AL CONSENSO (1967-1970).

En el contexto de los años 60, la elección presidencial de 1964 trajo algo nuevo en cantidad y
calidad: los chilenos protagonizaron la más amplia y compleja movilización socio-política conocida
hasta la fecha.
Tres años más tarde se observan signos de una agitación generalizada en las universidades.
Se iniciaron reflexiones y enjuiciamientos de los regímenes internos de cada una de las principales
casas de educación superior; avanzó el adelantamiento de plataformas democratizadoras que
invocaban una relación entre la crisis de "las estructuras del capitalismo dependiente" y las crisis
universitarias con cierto hilo conductor de la socialización de percepciones críticas se refería a la
inadecuación del sistema global de educación. Los efectos de la explosión demográfica, del
crecimiento urbano, así como aquellos relativos al desarrollo de un agotamiento del modelo de
acumulación del capital (vigente desde la posguerra), de la internacionalización de la economía, los
nuevos rasgos de las relaciones de dependencia y del desarrollo industrial cayeron de forma
específica sobre las expectativas de las clases y capas sociales intermedias. Estas, tradicionalmente
habían contado con la profesionalización universitaria como un recurso muy importante para su
reproducción y movilidad social ascendente. De ese modo, la manifestación de la presión por el
ingreso a los diferentes tramos del sistema educacional motivó e informó la considerable dimensión
y profundidad que alcanzara la Reforma Educacional implementada por el gobierno de Eduardo Frei

11
Nota del Editor: Para un tratamiento más extenso del tema, ver Augusto Samaniego,
"Aproximación Histórica a la Reforma Universitaria", Contribuciones Científicas y Tecnológicas
(USACh), Área Ciencias Sociales y Humanidades, No. 102, 43-81, diciembre de 1993.
Montalva. En este contexto cobró una significación principal el gran salto experimentado por la
enseñanza básica: una ampliación rápida de la cobertura, hasta absorber casi toda la demanda de
escolaridad y la modernización de sus contenidos y currículos. Ese vuelco, en buena medida,
determinó y precipitó el acrecentamiento de la demanda sobre la enseñanza media.
Un nudo conflictivo capital pasó a ser, entonces, el reclamo y las acciones gestadas en las
organizaciones gremiales de los estudiantes que reivindicaron ante las estructuras y direcciones de
las universidades, y finalmente del Estado, medidas eficaces para multiplicar las tasas de ingreso a la
educación superior, concepto que en el Chile de los 60 coincidía casi totalmente con las ocho
universidades existentes. Por cierto, varias decenas de miles de postulantes eran rechazados año a
año mediante la prueba de aptitud académica, destinada a operar una selección predeterminada por el
número de vacantes financiables.
Ante la magnitud y las proyecciones de tal desajuste, aparecía ineludible el debate sobre "un
crecimiento racionalmente planificado" de los planteles existentes: dos universidades estatales más
una pontificia. Cada una de ellas detentaba numerosas Sedes o Centros regionales. Además, se
ramificaban a buen ritmo y debían competir con las otras cinco universidades "privadas". Todas
recibían aportes estatales ampliamente mayoritarios en su presupuesto.
Las cifras son elocuentes: en la U. de Chile, la cantidad de estudiantes pasó de 6 mil en 1940
a 29 mil en 1967; sus Facultades de 8 a 13, las Escuelas de 26 a más de 70. Entre los años 1964 y
1971, el conjunto de las universidades multiplicó 2,6 veces sus estudiantes, de 36.841 a 96.200, lo
que implicaba un crecimiento anual del 15%, es decir, seis veces el crecimiento demográfico del
país.
No varió sustancialmente el carácter socialmente discriminador del sistema. En la U. de
Chile, principal plantel estatal, el total de jóvenes provenientes de hogares obreros o campesinos no
excedía el 2,1% (Nota 1).
En su expresión más inmediata y recurrente, el conflicto social se derivaba de que la
masificación del ingreso venía agudizando, necesariamente, las restricciones del presupuesto que el
Estado entregaba a los distintos planteles; los debates sobre la necesidad de reestructuración y
renovación académicas parecían condenados a la frustración. No obstante, en las distintas
comunidades universitarias ganan dinamismo argumentos que reviven el deseo de desarrollar la
investigación, mejorar las condiciones para la docencia, crear nuevas bases para una formación
profesional que satisficiera "los requerimientos del país y sus procesos de cambio". Lo singular fue
que la idea de Reforma Universitaria crecería a ritmos inéditos entre las distintas corrientes
estudiantiles políticas e impulsada por ellas en las organizaciones corporativas (desde los Centros de
Alumnos de escuelas, a las Federaciones de cada universidad, así como la Unión de Federaciones,
UFUCh). Más novedoso aún era el sentimiento favorable a un cambio universitario profundo que
involucraba a sectores ya significativos de académicos y funcionarios.
Se manifestaba así el choque con los grupos de influencia económica y sociopolítica más
tradicionales. Estos habían venido usufructuando de mecanismos aptos para una alta concentración
del poder. Autorreprodujeron su influencia en la dirección de las casas de estudio, adecuando ciertas
impostergables modernizaciones científicas y administrativas con la subsistencia de una matriz
jerárquica y de estructuras semicerradas y volcadas a una formación profesionalizante (lo que, desde
las posiciones críticas - reformistas - se caracterizó como "el modelo napoleónico" propio de la
organización de la universidad chilena desde el siglo XIX).
El año 1967 proyectó la imagen de una explosión estudiantil imprevista y dotada de
capacidad de convocatoria ante las comunidades universitarias (noción inhabitual que se instalara en
el vocabulario y en el sentido común, en el contexto que aludimos). Se delineó un movimiento social
portador de reivindicaciones específicas; demandas que, a la vez, eran entendidas como soportes
insustituibles de la ampliación democrática y de los fines del desarrollo nacional; ello implicaba
sustancialmente ópticas acerca del "desarrollo progresista" con rápidos avances de la justicia social y
mediante el resguardo de la soberanía sobre los recursos humanos y físicos de la nación.
Sociológicamente sus protagonistas mostraban una especial capacidad de representación de las
vastas capas medias vinculadas a las tendencias más nítidas de la modernización, sea en los planos
productivos o de la circulación intelectual e instalación de nuevos elementos y prácticas culturales
(internacionalmente muy vivaces en la década de los 60).
El movimiento estudiantil, en su conjunto, contaba con una larga tradición de unidad
orgánica sobre la base del pluralismo político y el debate ideológico interno; tradición de luchas
reivindicativas y de opinión relativas a las visiones del país, así como de solidaridad con las
organizaciones de asalariados sindicalizados, cuya capacidad de expresión y de representación de
dimensión nacional, se plasmaba en una Central Única de Trabajadores de Chile (CUT), ya
consolidada. Los movimientos de Reforma, entonces, gatillarán correlaciones distintas entre las
fuerzas políticas presentes, en realidades universitarias diversas.

La Universidad de Chile.

En la U. de Chile, el grupo DC que dirigía la FECh se vio enfrentado a una situación que era
reflejo de las tendencias generales ya expuestas. Su compromiso o responsabilidad de orientar la
acción de la Federación de Estudiantes en concordancia con las políticas de gobierno, chocaban con
las tensiones específicas que caracterizaron a los movimientos universitarios. La razón política
coyuntural (defensa u oposición al gobierno de Frei) actuó rigidizando disyuntivas tales como:
aumentos permanentes de los presupuestos fiscales para las universidades, versus racionalización de
los medios existentes; democratización interna de las estructuras académicas, de la dirección
unipersonal y de los claustros elitistas, en contraste con la visión más radical de una
"democratización del poder universitario" (idea que se planteaba en estrecha vinculación con la
necesidad de obtener un reconocimiento por parte del Estado de la misión de la universidad en y para
el cambio social, que las comunidades universitarias definiesen).
De ese modo, las transformaciones más o menos radicales de los mecanismos de la
generación del poder en las casas de estudio se ubicaron en la base de los programas de Reforma. Es
decir, se estimaba que las palancas imprescindibles para transformar los fines y los medios del
quehacer universitario pasaban a depender de las capacidades y derechos que se le reconociesen o
denegasen a los estamentos que dan vida a la universidad. Esas agrupaciones naturales se entendían,
integraban la comunidad y es ésta quien debiera decidir sobre sus fines, gestionar sus medios en
interlocución con la sociedad y en una relación democráticamente normada con el Estado; por lo
tanto, una comunidad que genera pluralistamente el poder que la representa y que funda en todas esas
condiciones su autonomía académica, financiera y hasta territorial, respecto del poder administrativo-
político de los gobiernos).
La directiva de la FECh, de filiación DC, organizó una Convención de Reforma a fines de
1966. Con ello se proponía retomar la iniciativa, acorde a la tradición e imagen de la más antigua de
las federaciones de estudiantes (Nota 2).
Además de la iniciativa y convocatoria ganada hasta entonces por la Federación de
Estudiantes de la Universidad Técnica (FEUT) - la cual encarnaba hasta ese instante la alternativa o
"desafío desde la izquierda" - se hacía presente una sensibilidad inédita en los grupos demócrata
cristianos que dirigían las Federaciones estudiantiles de las Universidades Católicas (de Valparaíso y
Santiago), abocados ya a contradecir el poder designado y la ausencia de principios de democracia y
de readecuación del rol de esas Instituciones ante el cambio social.
La Convención de la FECh difundió los antecedentes del crecimiento inarticulado de las
"universidades de masa" y puso el acento en que las aspiraciones de reforma debían coadyuvar a una
política estatal de coordinación y avances hacia la construcción de un sistema nacional de educación
superior (Nota 3).
Dos factores, al menos, contradecían la visión con que el sector dirigente de la FECh aspiraba
a encauzar las inquietudes mayoritarias. De un lado, el gobierno no desplegaba iniciativas
importantes en pro de la implementación de un sistema nacional de desarrollo universitario. De otra
parte, los anhelos más inmediatos de los estudiantes, de los académicos y funcionarios, excluidos de
la dirección política en las casas de estudio, se hallaba centrado en las demandas de democratización
de las estructuras y formas de generación del poder.
En la U. de Chile - como en las demás - el rector, los decanos y directores de escuela eran
elegidos por claustros muy reducidos, sólo integrados por los académicos de las máximas jerarquías
(catedráticos). Estos cuerpos académicos detentores del poder se autorreproducían, juzgando sobre la
investidura de sus pares mediante concursos cuyas normas y criterios resultaban más bien opacas
para la comunidad. La autoridad unipersonal campeaba por sobre los consejos, de carácter
principalmente consultivos. Sólo en algunos cuerpos colegiados eran admitidos,
consuetudinariamente, delegados de los estudiantes.
El profesor Eugenio González Rojas, asumió la rectoría de la U. de Chile el 1 de septiembre
de 1963. Sólo 817 profesores eran integrantes del Claustro Pleno (electoral). En dicha elección
votaron 739, con el siguiente resultado en la segunda vuelta que dirimió entre las dos más altas
mayorías:
Eugenio González 388 votos
Luis Escobar 328 votos
Blancos 20 votos
Eugenio González, relevante figura intelectual y ex-senador socialista, al vivir los
acontecimientos del desarrollo del Movimiento de Reforma, reafirmaba su visión de la Universidad
vinculada al cambio social: "El problema universitario... es político... la democratización de la
universidad sólo será posible en forma cabal, cuando se democratice la educación nacional en su
conjunto lo que supone cambios auténticamente revolucionarios en la estructura básica, económica,
social y política".
No obstante, su opinión percibía el rol de los movimientos y la participación estudiantil en
cuanto a hacer posible logros democratizadores y de adecuación (modernización) de las funciones de
la Universidad conforme a las necesidades del cambio y el desarrollo social: a modernizar planes y
programas, métodos de enseñanza; democratizar la conducción política y la gestión de la
Universidad, mejorando "la participación de las jerarquías del saber" (extender los derechos políticos
de la mayoría de los académicos); ampliar la participación en "las jerarquías de gobierno y
administración". Todo ello con el fin de "preparar a la Universidad para cumplir plenamente sus
funciones cuando las fuerzas progresistas... configuren un nuevo Estado al servicio de una nueva
sociedad" ("El Mercurio", 20 de junio, 1968).
Todos los sectores ciudadanos percibieron el acontecer universitario muy ligado a la
conformación de nuevas tendencias en la opinión nacional. Las ideas de reforma, cuyos contenidos
explícitos resultaban aún difusos, requerían de un clima de aperturas, de debates, dentro y fuera de
las normas vigentes. Ello conllevaba una dinámica rupturista, peligro ante el cual el gobierno optó
por aconsejar a la directiva de la FECh que intentara una vía de institucionalización del conflicto; es
decir, una estrategia alternativa al clima conducente al estado de asamblea que la izquierda se
proponía instalar. Esto último - como ocurrió finalmente - disminuiría la fuerza del gobierno para
mantener sus criterios y ejercer una influencia decisiva en el curso de las negociaciones que
terminaron por consensuar el cambio institucional en las universidades.
La polarización política entre la DC y la izquierda envolvió, así, tempranamente el proceso de
reforma en la U. de Chile. Bloqueó el debate pluralista que siempre realizaron las corrientes políticas
estudiantiles y que, en tantas otras ocasiones significativas, había logrado proyectar la unidad de
acción desde la FECh (rasgo histórico de los movimientos de Reforma Universitaria en el
continente).
De ese modo, la profundización de los contenidos de la reforma asumió, en buena medida,
formas impuestas por la polarización política; las propuestas de cambio (formuladas por la izquierda
o por la DC) se vieron como antagónicas en razón de los múltiples paros, tomas y, luego,
confrontaciones electorales en las distintas instancias de dirección institucional.
Sin embargo, desde una u otra posición se apreciaba que la mutación deseada (o resistida) del
"deber ser" de la universidad había quedado irrevocablemente vinculada a los conceptos y
procedimientos de la democratización del poder. En torno a eso se conformó un nuevo sentido
común, y el movimiento estudiantil se hizo más decisivo que en cualquier coyuntura anterior.
La izquierda de la U. de Chile - ahora comunistas, socialistas y radicales - asumió la
reivindicación histórica del cogobierno. No se trató de una simple memoria reiterada del pasado más
o menos épico (en Chile ni las luchas estudiantiles más vigorosas de 1920, 27, 31 etc. habían logrado
instituir el voto estudiantil para elegir autoridades o instancias colegiadas del poder), sino de la
certeza de que los estudiantes constituían la única fuerza social interna con capacidad para trastrocar
la inercia institucional, autorreproductora de la vieja universidad.
A inicios de 1967 el grupo DC que dirigía la FECh se propuso retomar prontamente la
iniciativa política. Convocó a un plebiscito con el fin de zanjar el debate sobre el cogobierno o, más
explícitamente, la propuesta de la izquierda consiste en dar por superado el Estatuto Universitario y
proceder a la elección de todas las autoridades unipersonales y cuerpos colegiados mediante el voto
ponderado de los tres universos estamentales: estudiantes, académicos (de todas las categorías) y
funcionarios (sin distinción). La DC contaba con una sólida mayoría, como lo mostraba todo tipo de
elecciones estudiantiles a lo largo de una década en la U. de Chile. La izquierda parecía aún lejos de
representar una alternativa de reemplazo. La tesis contraria al voto estudiantil ponderado en las
elecciones de autoridades unipersonales (directores, decanos, rector), sostenidas por la DC, triunfó
ampliamente.
El resultado del plebiscito realizado por la FECh aparecía en concordancia con la lógica de
los datos conocidos. Más aún, el plebiscito se realizó cuando no existía un clima de agitación
particular en la U. de Chile. Todo indicaba que la izquierda debería someterse a la decisión adoptada
ad referendum, a menos que optara por correr el riesgo insensato de hacerse responsable de quebrar
la unidad orgánica del movimiento estudiantil (valor en sí, identificado de larga data con la primera
organización de estudiantes).
No obstante, los jóvenes demócrata cristianos que dirigían las federaciones de las
universidades católicas justificaban el cogobierno explicitando que los derechos políticos reclamados
por los estudiantes para sí mismos y para los demás integrantes de la universidad hasta entonces
excluidos, constituían la única fuerza capaz de operar la ruptura de la matriz elitista heredada y
vigente y la única garantía de la readecuación: la universidad comprometida con una sociedad en
transformación.
Esa contradicción entre los estudiantes DC de la U. de Chile y de las universidades católicas,
aparecía ante la izquierda derrotada en el plebiscito de la FECh como una indicación significativa de
que el rechazo electoral del cogobierno era más bien una "incomprensión" transitoria; los estudiantes
llegarían a entender que sus derechos de participación política plena eran consubstanciales al cambio
si se creaba una experiencia rupturista.
En tales circunstancias, el Centro de Estudiantes de Pedagogía realizó la toma de locales de la
Facultad de Filosofía y Educación (que concentraba cerca de un tercio del alumnado de la U. de
Chile en Santiago, ver Nota 4); los estudiantes de las otras Escuelas de esa Facultad, incluido el
Instituto Pedagógico de Valparaíso, se sumaron al movimiento que había asumido de hecho la
ruptura con la institucionalidad, el desconocimiento de las autoridades superiores de la U. de Chile y
de las resoluciones oficiales de la FECh. El decano de Filosofía y Educación (Julio Heisse) renunció.
Bajo el efecto de la acción de los estudiantes, se constituyó de facto una comisión bipartita de
académicos representativos y dirigentes estudiantiles (conocida como "Comisión del 14"). Esa
instancia se ubicó evidentemente fuera de toda legalidad, circunstancia que adquirirá mayor relieve al
emitir, dicha comisión, sus acuerdos. Las resoluciones allí adoptadas consagrarán las ideas fuerza de
la Reforma de la U. de Chile, fundamentadas en la defensa del cogobierno y la transformación de las
estructuras de funcionamiento académico, innovación de planes y programas de formación, así como
de la articulación y desenvolvimiento de las funciones universitarias de investigación, docencia y
extensión.
La Facultad de Filosofía y Educación (Campus Macul) procedió, así, a elegir mediante el
voto universal ponderado - y evidentemente fuera de lo legal, en ese momento - a su nuevo decano,
el profesor Hernán Ramírez Necochea. A instancias del rector Eugenio González Rojas, el Consejo
Universitario refrendó dicha elección. Sin embargo, al continuar aplicando los principios y
procedimientos reformistas en la implementación de los cambios en esa facultad, se amplificaba el
ejemplo rebelde; el Consejo Universitario, compuesto por los 13 decanos, declara, "intervenida" la
facultad disidente (Sesión del 22 de mayo de 1968) y el rector González renuncia a sus funciones por
hallarse en desacuerdo con el Consejo. La directiva DC de la FECh cambia bruscamente su posición.
Asume la necesidad del cogobierno y la federación rechaza la intervención de la Facultad de
Filosofía y Educación (Nota 5).
Dicha sanción o intento de reponer la plena autoridad resultaba ya ineficaz. Las medidas de
fuerza con que un sector masivo del estudiantado reivindicó el cogobierno operaron como clave
desencadenante, transformando el conflicto inicial de la U. de Chile en un capítulo decisivo para que
el movimiento de la Reforma Universitaria adoptase un carácter nacional. El cogobierno se ubicaría
ahora como el punto de coincidencia de los estudiantes de las universidades católicas, la U. Técnica
del Estado, la U. de Concepción y la U. de Chile.
El otro aspecto muy relevante - y prácticamente inédito - es el encuentro de las aspiraciones
de académicos y estudiantes, lo cual pasó a constituirse en la piedra angular de las correlaciones de
fuerza favorables al cambio. Sólo la exigencia de participación estudiantil con voto ponderado en un
25% (porcentaje, cabe anotar, inferior a la tradición latinoamericana) podía realizar la alianza con la
masa de académicos excluidos cuyos votos ponderados alcanzarían al 65% y con los funcionarios
que serían reconocidos como parte de la comunidad a través de su participación electoral ponderada
en 10%.
En la Sede de la U. de Chile en Valparaíso, la comunidad universitaria asumió radicalmente
los nuevos principios de la Reforma. Las otras universidades de la segunda ciudad del país se
encontraban en similar conflicto. Las restantes sedes provinciales de la U. de Chile se sumaron a las
demandas, poniendo de relieve las trabas que oponían a su desarrollo el centralismo tradicional de la
Institución. El proceso rupturista sobrepasó definitivamente el resultado plebiscitario y las posiciones
de la dirección FECh tendientes a restringir el concepto cogobiernista.
La DC realizó la toma de la Casa Central de la U. Chile a fin de explicar su aceptación del
pleno voto estudiantil y argumentando que la situación había cambiado luego de la renuncia del
rector. Sobrevino un rápido itinerario de medidas para la democratización interna. Los Plenarios
Nacionales de Reforma (14 de septiembre de 1968) consagraron la votación universal ponderada y
convocaron a la elección de un Senado Universitario, el cual decidiría sobre las nuevas estructuras,
las políticas de desarrollo y haría culminar la etapa mediante la elaboración de un nuevo Estatuto
Orgánico, en reemplazo del de 1931.
Es posible concluir que la iniciativa intelectual y práctica de los movimientos estudiantiles
generó la Reforma en las universidades estatales (U. Técnica del Estado, U. de Chile y las sedes
provinciales de ambas) a fines de los 60. Bajo su impulso fueron creadas las propuestas
fundamentales, así como las luchas que generaron y encauzaron soluciones institucionales al
conflicto. Tanto el rector de la UTE, profesor Enrique Kirberg, elegido en 1968, como el decano de
Filosofía y Educación de la U. de Chile, elegido el año 67, fueron investidos en la ruptura del orden
legal cuestionado. En 1969, legitimados ya nacionalmente los cambios en las universidades y
legalizadas las normas reformistas fue elegido rector de la U. de Chile el profesor Edgardo
Boeninger (Nota 6).

Los consensos de la reforma de 1967-70

El acuerdo reformista en las universidades vehiculó aquel cuestionamiento del concepto de la


vieja universidad destinada a funcionar como mera fábrica de profesionales. Y, por añadidura,
desacompasada e ineficaz para atender a las necesidades presentes y futuras del país.
De allí arranca, nos parece, el grado notable de consenso a que arribará - en 1970 - el
Movimiento Reformista, a despecho de los complejos conflictos que había transitado:
- La participación electoral ponderada de todos los integrantes de los estamentos que
componen la comunidad universitaria;
- La autonomía territorial, académica, administrativa y financiera;
- El pluralismo ideológico.
Esos criterios básicos envolvían, significativamente, tres órdenes de ideas: la misión de la
Educación Superior, sus funciones y sus tareas atingentes a la realidad nacional.

2. LA REFORMA EN MARCHA, 1970-73.

No analizaremos aquí los contextos históricos, nacionales e internacionales, que puedan dar
cuenta del complejo y agudo proceso sociopolítico experimentado durante el Gobierno de mil días
presidido por Salvador Allende. Por cierto, la suerte de la Reforma Universitaria estaba
indisolublemente vinculada al desarrollo de las contradicciones sociales que marcaban las
posibilidades, alcances, límites y el desenlace del programa propuesto por la colisión de la Unidad
Popular desde el gobierno constitucionalmente elegido.

Disyuntivas y polarizaciones entre tendencias reformistas

Los Estatutos Orgánicos de las Universidades estatales fueron aprobados en el Parlamento


(1970-71), acogiendo las decisiones de sus respectivas comunidades, antes anotadas, en términos
prácticamente unánimes. Las privadas legalizaron igualmente sus principios y normas reformistas.
Ahora bien, para los partidarios o adversarios del programa y gobierno de Salvador Allende
resultaba claro que las transformaciones socioeconómicas y culturales propuestas no podían ser
concebidas al margen del desarrollo que cobrasen las instituciones del saber y la educación.
Ello implicaba que la Reforma - en su segunda fase - tendría que asumir el legado intelectual
y social forjado en la primera etapa; desplegar prácticamente sobre la realidad nacional en
transformación, los nuevos contenidos de la misión de la ciencia, la formación superior, el arte y la
cultura.
La Declaración de Principios adoptada por la U. de Chile en el referéndum de 1968, había
señalado: "El papel creador de la Universidad renovada, únicamente lo asegura una sociedad cuya
filosofía, intereses y prácticas permitan desplegarlo en beneficio de todos sus individuos... En los
países subdesarrollados... (la) conciencia de la necesidad de cambio... debe transmutarse en
voluntad y decisión de cambio. Actuar y pensar de otra manera, sería simplemente eludir el
compromiso que ella tiene con la renovación del mundo... Las funciones tradicionales de la
Universidad deben complementarse, o más bien, traducirse en un compromiso que ella contrae con
todas aquellas fuerzas que luchan por producir los más profundos cambios sociales, participando
junto a ellas y estimulando sus iniciativas".
Las posibilidades de realizar los nuevos principios de la misión de la Educación Superior
dependían, en buena medida, de la elección presidencial de septiembre de 1970. El programa de
gobierno de Radomiro Tomic, candidato del PDC, denota coincidencias relativamente amplias con el
programa de Salvador Allende y de la UP. Ese contexto ideológico-político facilitó un período de
convergencia de las dos fuerzas mayoritarias en el país, así como en las comunidades universitarias,
y posibilitó la aprobación de sus nuevos Estatutos.
No obstante, el debate acerca de los contenidos más específicos de la modernización debía
continuar. Dos visiones se opondrían respecto de los contenidos de la estructuración académica. Y
éstas pusieron en juego valoraciones distintas acerca del peso de las relaciones de dependencia que
envuelve el desarrollo capitalista interno.
Las concepciones del desarrollismo económico, vigentes en ese período, promovían la
reorganización de las universidades guiada por la idea de alcanzar una racionalización técnica de la
administración, gestión y sistemas curriculares. El objetivo sería hacer más moderna y eficaz la
formación de profesionales, a fin de responder a los requerimientos del mercado para una nueva
etapa de crecimiento industrial, agrario, financiero, de los servicios, determinada por las inversiones
del capital transnacional, por la continuidad de las dinámicas de transferencia tecnológica, del
comercio internacional y la adscripción de la economía chilena al área de influencia del capital
norteamericano y los mecanismos de integración regional conocidos.
La otra posición centra su idea del desarrollo moderno en la modificación de las estructuras
internas dependientes del capitalismo internacional. Propician la organización universitaria en
función de los desafíos surgidos desde distintas áreas de la economía y de la modificación de las
relaciones sociales. Se prevé, por ejemplo, el impacto que tendrá en la formación de profesionales y
en la investigación, la profundización de la Reforma Agraria cooperativa, los nuevos desafíos
tecnológicos, en la gestión y comercialización, etc. de la gran minería nacionalizada; así como el
desarrollo de una significativa área social de la economía (con gran participación del Estado) que
debería regular el crecimiento industrial manufacturero, agropecuario, de los recursos del mar, de los
servicios, el comercio exterior, los instrumentos financieros y bancarios, etc.
En relación a las disyuntivas descritas cobra mayor concreción la crítica de la "vieja
universidad, fábrica de profesionales". Quienes sustentaban la segunda postura - la izquierda y
sectores comunitaristas de la democracia cristiana - argumentaron que la organización académica
debía reflejar "una visión totalizadora del saber". Propusieron estructuras - departamentos agrupados
en facultades - que relacionaban determinadas áreas del saber y disciplinas científicas con
problemáticas del desarrollo nacional en un proceso de cambios. Así, por ejemplo, se proponía la
agrupación temática y pluridisciplinaria para abordar el desarrollo social (v. gr. Facultad de Ciencias
Sociales); la salud pública (Facultad de Ciencias de la Salud); la readecuación de la producción del
agro (Facultad de Ciencias Agropecuarias); el desenvolvimiento de las ciencias naturales y
matemáticas y el desarrollo tecnológico (Facultad de Ciencias Básicas, Ingeniería, Institutos
Tecnológicos); la creación cultural-artística (Facultad de Artes), etc.
Se insistía en la necesidad de coordinar e integrar la docencia con la investigación,
estimulando esta última "de cara a las nuevas problemáticas del país". Todo ello conllevaba una
crítica de la dependencia científica y cultural resultante de los financiamientos que centros
extranjeros otorgaban condicionados a proyectos de investigaciones concebidos para resolver
problemas ajenos a la realidad chilena, o de las formas usuales en que el país recibía transferencias
tecnológicas, o el éxodo de científicos y técnicos de alto nivel fuera de Chile (fuga de cerebros).
Se abogaba por la educación de planes de formación y carreras en correspondencia con los
problemas de cada región del país.
Se reclamaba el currículo flexible, como base de carreras organizadas en ciclos formativos
ascendentes (títulos de mandos medios y superiores), en reemplazo del rígido concepto de escuela.
Se daba especial importancia a la limitación de las jornadas académicas por horas y al
crecimiento de las jornadas de dedicación exclusiva que vinculasen la investigación, la docencia, y la
extensión.
Las actitudes de los grupos de ultraizquierda cubrían, en la práctica, un desconocimiento de la
misión específica de la universidad reformada en los procesos de cambio social. Su discurso
cuestionó los consensos y la institucionalidad de las transformaciones académicas por considerar que
éstas frenaban la movilización estudiantil continua tras el vuelco revolucionario de la sociedad.
Prolongaban, así, la conocida valoración de las universidades y de la rebelión estudiantil como focos
para la agitación e irradiación hacia afuera de la lucha por establecer un nuevo poder político. Esto se
correspondía con la línea de independencia y, eventualmente, de activa oposición ante el gobierno de
la Unidad Popular, que esos grupos definieron.

Visión de la Unidad Popular sobre el desarrollo de la educación superior.

El núcleo teórico de las políticas que aquellos sectores de la izquierda consideraban promover
como metas para el movimiento reformista y para la universidad, se expresaba en las siguientes
concepciones.
En su nueva fase, la universidad democratizada debería proyectarse en relación a los procesos
de transformaciones estructurales en la sociedad, conforme a las definiciones del programa de
gobierno de la Unidad Popular.
La responsabilidad más específica de la educación superior era el desarrollo científico-
tecnológico, la formación de cuadros profesionales en cantidad y calidad adecuada para responder a
los desafíos muy complejos que, ciertamente, se podían derivar de las medidas orientadas a terminar
con las relaciones de dependencia económica, así como las relativas a la constitución de nuevas
relaciones sociales en la producción y en la convivencia social, cultural y política en general.
La educación superior debería jugar un rol relevante en la concepción de soluciones acorde
con las metas del desarrollo económico para el sexenio. Se destacaba la fundamental relación entre
universidad y la organización social de los trabajadores que, prontamente, se expresó como el
objetivo de la "batalla de la producción", llegando a cruzar los más significativos planos de conflicto
socio-político exacerbado.
La formación del área social de la economía, era concebida como el eje de la democratización
y del progreso de la actividad económica nacional. De allí se desprendían las posibilidades de una
eficaz planificación del desarrollo regional y nacional; del crecimiento sin trabas de la participación
de los trabajadores en la gestión, desde las empresas hasta los entes estatales y de la producción y los
servicios. El propósito de avanzar radicalmente hacía la participación política plena de los
ciudadanos trabajadores en la conducción del país implicaba una particular capacidad de inducir
procesos masivos de superación cultural, científica y técnica de los sectores postergados.
Se preveía que el choque de los intereses de los grupos monopólicos y con las compañías
transnacionales, que habían aumentado considerablemente sus inversiones en Chile, afectaría
seriamente los procesos de transferencias de tecnologías, piezas y elementos de recambios o
insumos; en consecuencia, se hace necesario estimular las innovaciones tecnológicas nacionales. A
esa nueva conciencia, mediante la cual los trabajadores-ciudadanos deberían sustentar la soberanía
popular en las decisiones y el desarrollo socioeconómico independiente, la Universidad tendría que
aportar desplegando la creación artística, el desenvolvimiento de las Ciencias Sociales y la
Humanidades.
Los nuevos profesionales requerirían, así, una formación plural que sobrepasase los "valores
individualistas". Se afirmaba con énfasis, no obstante, que "la nueva conciencia social" deseada no
sería gestada en las casas de estudio mediante la imposición de disciplinas o programas
concientizadores, sino vinculando la teoría y la práctica y descubriendo en esos procesos la
proyección que en la transformación social resulta propia a cada disciplina y quehacer científico, a la
reflexión y a la creación humanistas (Nota 7).
La articulación entre ciencia / educación superior y nuevos sistemas productivos / relaciones
sociales, tendría que aplicar los recursos de las universidades hacia sectores prioritarios, por ejemplo:
- desarrollo de los sectores productivos directamente ligados al abastecimiento y consumo de
la población;
- a la producción de cobre y, en general a los recursos naturales básicos del país;
- al comercio exterior y las transferencias de tecnologías para responder adecuadamente a las
presiones imperialistas.
La democratización social profunda de la educación, el acceso de todos los educandos
realmente aptos a la educación superior, sería un resultado de las nuevas estructuras y fines del
progreso. Sin embargo, medidas urgentes debían adoptarse para mejorar y diversificar la enseñanza
media, correlativas a la educación de la superior.
El movimiento estudiantil vivió una estimulante renovación. Cobró gran relieve el trabajo
voluntario ligado a ámbitos precisos de la producción y el desarrollo comunitario, organizado por las
federaciones. En los distintos períodos de vacaciones, los estudiantes colaboraron a la construcción
de represas, puentes, caminos, infraestructuras de urbanización local, cosechas agrícolas y apoyo
técnico a las empresas. A la par, protagonizaron iniciativas de valor ético y práctico sin precedentes;
se dio relevancia al debate sobre la elevación del rendimiento académico y se organizaron grupos de
estudio; tutoras voluntarias; turnos estudiantiles para hacer funcionar en horarios extraordinarios
laboratorios y bibliotecas.
Las casas de estudios superiores experimentaron muy directa y dramáticamente la
polarización vivida por nuestra sociedad. La interpretación del cambio universitario gestado en
condiciones de extensión de la participación democrática, no puede separarse de la agudización de
las contradicciones sociales que caracterizaron el período. Las fuerzas interesadas en precipitar una
escalada desestabilizadora del gobierno de Salvador Allende y del estado de derecho, en especial,
luego del resultado electoral favorable para la UP en las parlamentarias de marzo de 1973, centraron
buena parte de sus iniciativas políticas en el desprestigio de los principios de la Reforma
Universitaria. Ese afán político parecía muy relevante para implementar un proyecto antidemocrático
de largo alcance, por cuanto la nueva institucionalidad universitaria normaba la convivencia
democrática de los futuros profesionales e influía en la creación de valores significativos para
sectores de las capas medias y, en general, para el clima ideológico en el cual la sociedad legitimaba
o rechazaba soluciones de fuerza. En ocasiones, tales iniciativas tendientes a mostrar al movimiento
de Reforma Universitaria como el origen del "caos", la politización y de un "democratismo sin
sentido", se vieron facilitadas por vicios de funcionamiento que afectaron a los cuerpos colegiados, y
rasgos de reiterativo asambleísmo, todo lo cual burocratizaba y frenaba dinámicas más eficientes de
participación de la comunidad universitaria en la gestión académica y administrativa.
No obstante, lo decisivo era la tendencia al fraccionamiento y a la pérdida de una
racionalidad en la búsqueda de consensos para el resguardo de los principios fundantes del cambio
universitario que separó a las distintas corrientes ideológicas interesadas en el programa de la
Reforma. Por cierto, a ello contribuía el contexto de país polarizado.

Proyección de la Reforma Universitaria.

Desde el 11 de septiembre de 1973 todas las universidades fueron sometidas al


desmantelamiento radical de sus principios y legalidad. Las universidades vivieron bajo los preceptos
y técnicas de la llamada "doctrina de la seguridad nacional", tal vez porque se les atribuyó una
conciencia del cambio dotada de una capacidad de proyectarse sobre el cuerpo social.
El régimen dictatorial desplegó una particularmente aguda y sostenida política de
intervención, represión, exoneraciones masivas o selectivas y, en suma, el uso de todas las formas de
violencia a objeto de desmantelar de las instituciones la democracia y la autonomía universitarias.
No obstante, es nuestra vital convicción, los principios y la experiencia histórica del
movimiento de la Reforma Universitaria pueden hoy proyectar con gran fuerza su logro esencial: la
universidad democrática y participativa. En tal sentido, aquella experiencia reafirma su contenido
histórico.
El desenvolvimiento y las contradicciones de la sociedad contemporánea chilena, en el actual
período de "transición a la democracia", confirman al proceso de Reforma que hemos abordado en
tanto un instrumento indescartable para la creación de nuevos conceptos y nuevas praxis que
profundicen el desarrollo de un sistema de educación superior, en concordancia con el rol de las
universidades en el crecimiento democrático de la nación.
Desde sus funciones específicas, atingentes al saber y a la entrega de formación para el
desarrollo humano pleno, la universidad de hoy requiere vitalizar la reflexión, realizando la crítica de
sus actuales formas de trabajo y convivencia, a fin de restituir los lazos entre sus afanes cotidianos y
aquellos horizontes utópicos que, necesariamente, deben orientar sus aportes éticos, culturales,
científicos a la construcción de una nueva sociedad de equidad, libertad y dignidad para todos sus
ciudadanos.
NOTAS
(1) Instituto de Investigaciones Estadísticas, U. de Chile, Boletines 1968-1969.
(2) La Convención de Reforma - FECh se realizó entre el 25 y 29 de junio de 1966. Participaron 320
delegados estudiantiles; de ellos, 150 directamente elegidos. 56,3% se alineaban con la democracia
cristiana universitaria y el 41,3% con la izquierda (FRAP).
Para una visión más amplia de las correlaciones de fuerzas políticas en la FECh, anotamos
los resultados electorales de ese organismo estudiantil en 1966, 1967 y 1969:

1966 1967 1969


DCU 5.232 6.292 3.988
JN (derecha) 502 994 2.350
JJCC (Comunista) 2.628 3.413 4.766 (JJCC + BUS)
GUR (Radical) 869 1.136 388
BUS (Socialista) 1.137 1.852 (BUS + MIR) -
MIR 465 - 1.508 (en dos listas)
Total izquierda 5.099 6.401 6.672
Total DCU + JN 5.734 7.286 6.338

(3) Cabe indicar que, al inicio de la década de los 60, la U. de Chile experimentaba un "crecimiento
inducido por la alta presión por el acceso a la Educación Superior, necesidades de abordar nuevas
disciplinas y formaciones científicas y responder a las demandas de las regiones". Se creó la
Facultad de Ciencias y, en 1960, los Colegios Universitarios en provincias; estos dependientes de la
Facultad de Filosofía y Educación (bajo el decanato de Eugenio González R. y la rectoría de Juan
Gómez Millas).

(4) En 1967 la Facultad de Filosofía y Educación tenía 6.423 estudiantes. La seguían en número de
matriculados la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas con 2.539.

(5) La reflexión de dirigentes de la DCU es en torno al poder: "La FECh comprendía la


irreversibilidad del voto estudiantil, pero no estaba dispuesta a ceder un liderazgo del proceso
reformista a un grupo político que... sólo tenía objetivos de poder, que los implementaría a través de
sobrepasar a la FECh". Carlos Huneeus M., en "La Reforma en la U. de Chile", CPU, 1973. El 29
de mayo el Consejo Universitario, derogó la intervención de la Facultad de Filosofía y Educación. El
12 de junio, el consejo aceptó el cogobierno, firmando un Acta de Acuerdo con la FECh (rector
subrogante, Ruy Barbosa). Renuncia la mayoría de los decanos y se procede a elecciones con la
participación de los estudiantes.

(6) Aspectos sustantivos de la documentación relativa a lo descrito puede verse en:


- Acuerdos de la Convención de Reforma 1966. Comisiones. "Cuadernos universitarios" 2a. Época,
Stgo., 1968 y siguientes.
- Elecciones en la U. de Chile. Documentos Universitarios, octubre 1969 IDU No. 110.
- Vasconi-Reca, "Modernización y crisis en la Universidad Latinoamericana", Cuadernos CESO No.
14, Stgo., 1971.
- C. Huneeus Madge, "La Reforma en la U. de Chile", CPU, Stgo. 1973.
- F. Agüero, M.A. Garretón y J. Martínez (editores), "La Reforma en la U. de Chile", Tomo III de
Biblioteca del Movimiento Estudiantil, Ediciones Sur, Stgo.,1985.

(7) Cabe anotar, a modo de ejemplo que los universitarios experimentaban el impacto de proyectos
ajenos a su participación como Plan Camelot, denunciado en el Parlamento. "En 1964 el Special
Operation Research Office (SORO) de la American University, Washington D.C. encargó a
investigadores... un estudio cuyo objetivo es determinar la factibilidad... de un modelo general de
sistema social en las naciones en vías de desarrollo".
Específicamente, evaluar "el potencial de guerra interna dentro de las sociedades
nacionales", determinar acciones gubernamentales y recoger amplia información. El proyecto se
orientó hacia América latina a un costo anual de 1 a 1,5 millones de dólares, patrocinado por el
Ejército, el Departamento de Defensa y otras agencias estadounidenses. En Chile se intentó hacer
"trabajo de campo" desde la Universidad (Irwin L. Horowitz (ed.), "The Rise and Fall of Project
Camelot: Studies in the Relationship between Social Sciences and Practical Politics", MIT Press,
Cambridge, Mass., 1967).
REFORMA Y DESCENTRALIZACION EN LA UNIVERSIDAD DE CHILE:
LA EXPERIENCIA DE LAS SEDES REGIONALES

Roberto Balocchi Piccioli

Introducción

El sistema universitario de Chile a comienzos de la década del 60 comprendía ocho


universidades: la Universidad de Chile, fundada en 1842; la Universidad Católica, en 1888; la
Universidad de Concepción, en 1919; la Universidad Católica de Valparaíso, en 1927; la
Universidad Católica del Norte (Antofagasta), en 1928; la Universidad Técnica Federico Santa María
(Valparaíso), en 1931; la Universidad Técnica del Estado, en 1947 y la Universidad Austral de
Valdivia, en 1954.
A partir del gobierno de don Pedro Aguirre Cerda (1939-41) comenzó a aumentar el ritmo de
crecimiento de la matrícula en la educación superior, fenómeno que se prolongó hasta el gobierno de
Salvador Allende. El aumento del estudiantado en la educación superior a partir de los años 40,
además del impacto de la industrialización, debido principalmente a la acción de la CORFO, ayudó a
hacer conciencia en las universidades de la situación de las grandes mayorías postergadas del país y a
presionar por lograr una mayor participación. Los movimientos estudiantiles fueron haciéndose
presentes con más fuerza a través de los Centros de Alumnos y las Federaciones de Estudiantes. Las
mujeres aumentaron su presencia en la educación superior y en la vida política, al conquistar el
derecho a voto.
También influyeron en la intensificación de las inquietudes estudiantiles, entre otros factores,
la repercusión mundial de la Revolución Cubana y el protagonismo de sus líderes y las luchas de los
estudiantes de universidades norteamericanas y europeas. En Chile los estudiantes comenzaron con
suspensión de clases y toma de locales, exigiendo cambios profundos en la estructura y el gobierno
de las universidades. Luego se fueron sumando académicos jóvenes de alto nivel y muchos otros que
se sentían marginados, ya que eran muy pocos quienes decidían sobre las políticas en cada una de las
universidades chilenas.
Los movimientos estudiantiles, con mayor o menor intensidad, sacudieron a todas las
universidades del país. Se adelantaron en conquistar sus objetivos los movimientos de estudiantes y
académicos de la Universidad Católica de Valparaíso, la Universidad de Concepción y la
Universidad Técnica del Estado. No está en nuestro propósito abordar las memorables jornadas que
estas y otras universidades vivieron para llevar a feliz término sus procesos de Reforma. Todas
lograron adecuar sus estructuras e introducir los mecanismos de participación para actuar en una
sociedad de continuo cambio. Sus logros fueron grandes.
El movimiento reformista se extendió principalmente entre 1967 y 1973, siendo los años de
mayor intensidad 1968 y 1969. Los procesos de Reforma lograron la incorporación de representantes
en los consejos normativos y ejecutivos de los tres estamentos, académicos, estudiantes y personal no
académico, en su mayoría en una proporción de 65, 25 y 10%, respectivamente. La carrera
académica quedó basada sólo en los méritos.

La Reforma en la Universidad de Chile

Al entrar en el proceso de Reforma la Universidad de Chile contaba con 27.000 alumnos, 13


facultades en Santiago, algunas escuelas en Valparaíso y 8 colegios universitarios a lo largo del país:
Temuco, Antofagasta, Talca, Osorno, Chillán, La Serena, Arica e Iquique.
Cuando el movimiento estudiantil presionaba por reformas profundas, el Consejo
Universitario presidido por el rector Eugenio González venía discutiendo desde hacía meses la
reforma del estatuto orgánico vigente desde 1931. La FECh estaba junto al rector en esta tarea.
Antes lo había hecho con don Juan Gómez Millas, también para obtener la reforma del estatuto. Ante
la lentitud del Consejo Universitario, la FECh no esperó más y el 23 de marzo de 1968 se tomó la
casa central. El Centro de Alumnos de la Facultad de Filosofía y Educación también pensaba
tomarse la casa central, ante el conflicto suscitado entre el Consejo Universitario y el decano Hernán
Ramírez. El Consejo Universitario había acordado la intervención de dicha facultad y el rector y el
secretario general eran contrarios a este acuerdo. En estas circunstancias, el rector González renunció
a su cargo. No se podía esperar otra cosa de un humanista distinguido, un valor de la intelectualidad
chilena. Se nombró rector subrogante a quien por su antigüedad le correspondía, el decano de
Agronomía don Ruy Barbosa.
El nuevo rector afrontó la tempestad con inteligencia y mucho tino. La verdad es que
sorprendió a todos. Después de largas negociaciones se produjo un acuerdo entre la rectoría y la
FECh, acuerdo que se concretó en un acta suscrita el 12 de junio de 1968. Con este acuerdo se
terminó la toma de la casa central y se reiniciaron las clases. El reconocimiento de las aspiraciones
de los alumnos y de gran parte de los académicos en este acuerdo abrió las compuertas a la Reforma.
En las facultades se formaron comisiones de reforma integradas por académicos y alumnos; los
integrantes de estas comisiones pasaron a ser delegados de las facultades en los Plenarios de
Septiembre. Se creó la Comisión Central de Reforma y fue elegido presidente don Fernando Vargas,
académico de la Facultad de Ciencias. La Comisión Central de Reforma llamó a los Plenarios de
Septiembre. En los colegios universitarios de provincias y en las escuelas de Valparaíso también se
constituyeron comisiones de Reforma. Con fuertes resistencias que alargaron el proceso y después de
prolongadas negociaciones, se impuso la proporción de 65% para los académicos, 25% para los
estudiantes y 10% para el personal no académico.
La Comisión Central de Reforma junto con llamar a la Convención y Plenarios de
Septiembre, preparó con responsabilidad documentos que fueron adecuados tanto para que el trabajo
de las seis comisiones de la primera parte de los plenarios fuera productivo como para que las
sesiones plenarias que debían discutir y decidir sobre los aportes de las comisiones llegaran a
acuerdos dentro de procedimientos respetados por toda la comunidad universitaria. Los plenarios se
inauguraron el 14 de septiembre de 1968 en el salón de honor de la Casa Central. Para la elección de
la mesa directiva de los plenarios postularon tres listas, triunfando la de izquierda: Presidente Dr.
Enrique París, Vice Presidente Clodomiro Almeyda; Secretarios, Otto Eichin y René Vásquez.
Durante la primera etapa de los plenarios se desarrolló el trabajo de las seis comisiones, entre el 14 y
el 17 de septiembre. Los debates fueron de alto nivel y de gran productividad. Del 18 al 23 de
septiembre la mesa directiva, secundada por los presidentes y los relatores de cada comisión, ordenó
los informes y mociones de las seis comisiones y los presentó en un documento orgánico a los
Plenarios Resolutivos de la segunda etapa, realizados entre el 24 y el 29 de septiembre.
En estos plenarios se analizaron los aportes de las seis comisiones; muchos fueron aprobados,
entre éstos, como veremos, la transformación de las escuelas de Valparaíso y los 8 colegios
universitarios de provincias en Sedes. Otros que no alcanzaron la mayoría absoluta, tal como estaba
acordado, se remitieron a una consulta nacional (referéndum), que se efectuó el 26 y el 29 de
noviembre. Las materias fueron ordenadas en 2 grupos: materias a incorporarse en el nuevo estatuto
orgánico y materias reglamentarias a incorporarse en un reglamento general o en reglamentos
especiales. Tanto en el trabajo de comisiones como en las sesiones plenarias y en el referéndum, se
respetaron los marcos establecidos.
En el referéndum la abstención fue superior al 40% debido principalmente a que las materias
de la consulta poco afectaban al macizo núcleo de acuerdos aprobados en los plenarios. También
hubo cansancio, después de tantas tensiones originadas en situaciones conflictivas. Después del
referéndum hubo un período de pugnas entre el Consejo Universitario, la Comisión Central de
Reforma y la directiva de los Plenarios, que terminó con la dictación de la Ley 17.200 a petición del
Consejo Universitario, ampliado con dirigentes de la Reforma, de la APEUCh y de los estudiantes.
Esta ley estableció normas para un período de transición. Dio un plazo de 60 días para la elección de
rector y secretario general y de un Consejo Universitario Transitorio. Una de las tareas de este
consejo fue la de redactar el nuevo estatuto universitario. Se permitió el funcionamiento de claustros
en las facultades, con participación de los tres estamentos. En algunas facultades (Derecho y
Ciencias Físicas y Matemáticas) hubo problemas.
La ratificación o elección de los decanos por los respectivos claustros, le restituyó el poder al
Consejo Universitario, que había pasado por momentos muy débiles. En esta revitalización del
Consejo Universitario el mérito principal fue del rector Ruy Barbosa, quien nuevamente actuó con
gran habilidad e inteligencia.
Las elecciones debían realizarse el 2 de noviembre de 1969. El proceso eleccionario puso en
tensión a todas las facultades y Sedes a lo largo del país. La campaña fue intensa. La lista
Democracia Cristiana - Derecha llevó como candidatos a Edgardo Boeninger a la rectoría y Octavio
Maira a la secretaría general; la Centro Izquierda se dividió en dos: Alfredo Jadresic - Ricardo Lagos
y Fernando Vargas - Danilo Salcedo. Triunfó la lista Jadresic - Lagos por escaso margen, debiendo
definirse en una segunda vuelta compitiendo Jadresic - Lagos con Boeninger - Maira, quienes habían
obtenido la segunda mayoría. Triunfaron Boeninger y Lagos, uno de cada lista.
El nuevo Consejo Universitario Transitorio fijó un plazo de un año para que el nuevo
gobierno de la universidad cumpliera las tareas del período de transición. Una vez aprobado el
nuevo estatuto orgánico se efectuarían las elecciones de autoridades y Consejo definitivo. Las tareas
no se cumplieron en un año. La aprobación del nuevo estatuto demoró hasta que la unión de las
corrientes de Boeninger y Vargas se impuso. Aprobado en la universidad el nuevo estatuto orgánico,
fue promulgado por el presidente Salvador Allende sin ninguna modificación.
Durante el acto donde el presidente estampó su firma, el rector subrogante, Enrique D'Etigny
agradeció a Allende su comprensión y confianza y la rapidez con que se había promulgado. Tal como
estaba acordado, se llamó a elecciones para llenar los cargos de rector, secretario general y miembros
del Consejo Normativo Superior. Las elecciones se efectuaron en junio de 1971. Postularon
Boeninger - Bitrán por la DC - Derecha y por la izquierda el distinguido jurista Eduardo Novoa
Monreal, de sobresaliente actuación en los plenarios de septiembre, y Ricardo Lagos. Se impuso la
lista Boeninger - Bitrán por 51 vs. 48%. En el Consejo Normativo Superior se impuso la izquierda,
53 vs. 47%. En el Comité Directivo Superior, elegido por el Consejo Normativo, se mantuvo la
mayoría de izquierda.
Fuertes pugnas entre las fuerzas del rector y la mayoría de izquierda tanto en el Consejo
Normativo Superior como en el Comité Directivo Superior dificultaban la administración de la
universidad. En los conflictos creados tuvo que intervenir la Contraloría, los partidos políticos y el
gobierno. Hubo consenso en que se llamara a nuevas elecciones, las que se realizaron en abril de
1972.
La DC y la Derecha nuevamente postularon a Boeninger y Bitrán y la Centro izquierda a
Felipe Herrera y Fernando Vargas. La extrema izquierda llevó dos listas: Andrés Pascal Allende y
Daniel Moore por el MIR y el Partido Comunista Revolucionario a Luis Vitale y Jorge Palacios.
Como era de suponer ganaron Boeninger y Bitrán, pero esta vez, en el Consejo Normativo Superior,
obtuvo la mayoría la alianza DC - Derecha.
Parecía una empresa imposible poner en tensión una universidad tan grande, sacudir el peso
de las rutinas y volcar la capacidad crítica y creadora de tan grandes, variados y valiosos recursos
humanos, por primera vez en su historia, a escrutar en profundidad su horizonte de valores, sus
estructuras, su funcionamiento y su responsabilidad social, para remozarla entera, convirtiéndola en
una empresa eficiente en la realización de sus tareas específicas y en servir a una sociedad en
constante cambio. Parecía imposible, pero se logró con el tremendo empujón inicial estudiantil y la
entrega responsable y decidida de la mayoría de los académicos. Un sector no despreciable de ellos,
de un conservadurismo extremo, o se marginó totalmente del proceso o se incorporó para hacer
resistencia desde dentro; finalmente, consolidada la Reforma, todos disfrutaron de las oportunidades
que la nueva universidad les abriera; algunos terminaron reconociendo que el temido cogobierno, del
cual hablaremos más adelante, tenía aspectos positivos.
Fue muy largo, pesado y difícil el camino recorrido. Tras memorables jornadas, algunas de
gran profundidad, creatividad y brillo y otras preñadas de situaciones complejas, difíciles y de dureza
extrema - las que siempre se resolvieron con acuerdos aceptables para todas las partes -, se fue
consolidando una nueva universidad, democrática, pluralista, autónoma y creadora. Como todos
deseábamos, la carrera académica se concibió basada exclusivamente en antecedentes y méritos de
investigación, docencia y extensión, evaluados por comisiones idóneas, sistema que funcionó en
plenitud hasta septiembre de 1973 en todas las facultades y Sedes. Se afianzó el respeto a la libertad
de pensamiento y expresión, libre de censuras ideológicas de los académicos.
Es de lamentar que la nueva Universidad de Chile sólo alcanzara a funcionar 14 meses,
período muy breve para evaluar su accionar en la práctica. Cabe destacar sí, que la universidad
reformada estaba funcionando normalmente, pese a las turbulencias que remecían a la sociedad
chilena y que su crecimiento entre 1968 y 1973 fue impresionante. Basta observar que sus
matrículas subieron de 27.000 a 66.000 alumnos.
Después de la larga noche para la Universidad que comenzó el 11 de septiembre de 1973 y
que terminó con el comienzo del período presidencial de don Patricio Aylwin, la más oscura y larga
de toda su historia, es alentador observar que están vivas en nuestra Universidad y en otras del país,
muchas de las conquistas del movimiento de reforma 1967 - 1973.

El aporte de la Universidad de Chile a la descentralización de la educación superior

El movimiento de la Reforma abrió la posibilidad a los colegios universitarios regionales y


las escuelas de Valparaíso, dependientes de la Universidad de Chile, de hacer realidad su anhelo de
convertirse en Sedes. Durante años debieron sufrir la ausencia de un margen de autonomía para
responder con agilidad a las necesidades de su crecimiento. La creación de nuevas carreras
significaba largos trámites en las facultades de Santiago y en la rectoría para la validación de títulos.
Los problemas presupuestarios para las nuevas carreras y para las en pleno desarrollo, que requerían
de más personal y más equipamiento, obligaban a continuos viajes a Santiago y creaban descontento
en el alumnado. Los cheques de pagos de proveedores debían enviarse a la Casa Central para su
firma y esperar que fueran devueltos. La selección de los profesores de los colegios y su
nombramiento eran hechos por el Jefe del Departamento Coordinador de Centros Universitarios
desde Santiago y sin llamar a concurso. Bastan estos pocos ejemplos para comprender que la falta de
un margen razonable de autonomía hacía difícil la administración de los colegios y que el
movimiento de la Reforma fue la gran oportunidad para conquistar el status de Sedes.
Al estallar el proceso de Reforma, las facultades de Santiago comenzaron a elegir sus
Comisiones de Reforma, en pocos días los ocho colegios provinciales y las escuelas de Valparaíso
constituyeron también sus propias Comisiones de Reforma. El Colegio de Temuco, el primero en
fundarse, con más de ocho años de vida, 2.500 alumnos, más de 200 académicos y más de 20
carreras, logró unir a todos los colegios. Los académicos crearon una coordinadora que se reunía en
Santiago y los estudiantes formaron un comité con representantes de todos los colegios, que se reunía
en Temuco. Ambas directivas presentaron un conjunto de aspiraciones a la Comisión Central de
Reforma, siendo la principal su transformación en Sedes. Estas aspiraciones fueron presentadas y
defendidas en los Plenarios de Septiembre.
Un representante de los ocho colegios, Raúl Bitrán, director del Colegio de La Serena fue
elegido para integrar la Comisión Central de Reforma y luego el Consejo Universitario. Más adelante
fue designado el director del Colegio de Antofagasta, Mario Baeza, para integrarse al Consejo
Universitario. Tres dirigentes de la Comisión de Reforma de la Sede de Temuco viajamos a
Valparaíso para unir fuerzas a fin de lograr el status de Sedes. Valparaíso aceptó sumarse sin
objeción alguna.
En los plenarios, los dirigentes de las comisiones de reforma de los ocho colegios nos
repartimos para participar en las 6 comisiones. Quien escribe planteó en la comisión correspondiente
las aspiraciones de los colegios, en especial, la necesidad de su transformación en Sedes. Como
hubo fuertes resistencias a esta aspiración, se nombró una subcomisión que quedó integrada por
Boeninger, Almeyda y Balocchi. De inmediato se reunió en una sala contigua cuya sesión fue
brevísima: Boeninger expresó que había que ver si Valparaíso reunía las condiciones para ser Sede,
ya que ninguno de los ocho Colegios Universitarios tenía el desarrollo necesario para serlo; Almeyda
afirmó que Valparaíso, Temuco y Antofagasta reunían las condiciones para transformarse en Sedes y
que la Comisión debía informarse para ver si Talca, Chillán, La Serena u Osorno podían acceder al
nuevo status; Balocchi aseveró que Valparaíso y los ocho colegios universitarios debían
transformarse en Sedes. De inmediato nos incorporamos a la sesión y Boeninger informó: no hubo
acuerdo. Así esta materia, junto a otras en las cuales tampoco hubo acuerdo, pasó a los Plenarios
Resolutivos.
Mientras tanto, fuera del trabajo de comisiones, en horas de la noche, un grupo de 2
académicos y un estudiante, todos de Temuco, nos entrevistamos con los dirigentes de todas las
corrientes representadas en los plenarios para hacerles ver en forma franca y directa de necesidad
vital de los ocho Colegios de tener el status de Sede. Los socialistas, que tenían alrededor de 40
delegados, aceptaron sin objeciones; igual cosa sucedió con la extrema izquierda que aglutinaba 20
delegados. Donde hubo más resistencias fue en la corriente que lideraba el Partido Comunista y en la
dirigida por la Democracia Cristiana, ambas con más de 130 delegados cada una. Sin esta gestión
habríamos perdido la elección en el Plenario Resolutivo correspondiente. Al producirse la votación,
en el primer escrutinio ganó el "no" por un voto. A raíz de una intervención muy apasionada y casi
irrespetuosa de quien escribe, que fue rebatida en forma enérgica por el Dr. París, Presidente de los
Plenarios, con justa razón, y a una petición de delegados estudiantiles a la mesa - que no se percibió
desde la sala - se repitió el recuento de votos, que dio un voto de ventaja por el "sí". Así fue como la
transformación de los ocho colegios universitarios y las escuelas de Valparaíso en Sedes se logró por
un sólo voto de diferencia.
Con la transformación en Sedes de los colegios universitarios de provincias y escuelas de
Valparaíso, la Universidad de Chile dio un nuevo paso transcendental en la descentralización y
desconcentración de la educación superior en Chile. Nueve Sedes universitarias que cubrían gran
parte del territorio nacional, desarrollándose vigorosamente, con un margen de autonomía razonable
recién conquistado en los Plenarios de septiembre de 1968 para facilitar su propia conducción y
contribuir al desarrollo de sus respectivas regiones y del país, constituyeron un aporte sin precedentes
en la historia del país y de Latinoamérica.
Este aporte no surgió de la nada, ya que venía gestándose desde hacía más de ocho años y
sirviendo a sus respectivas comunidades, principalmente a sus jóvenes que comenzaron a forjar su
destino, sin tener que emigrar a las grandes universidades nacionales. Para no entrar en la historia de
cada Sede, cuya estructura y desarrollo fue muy similar en todas ellas, nos referiremos
principalmente a la primera en crearse, la Sede de Temuco, que fue utilizada como modelo para las
que año a año se creaban en las ciudades que más presionaban por tener un centro universitario.

Origen de los colegios universitarios

El mérito de la creación del Colegio Universitario de Temuco y de todos los otros es de la


académica Irma Salas, quien después pasó a ocupar el cargo de Jefe del Departamento Coordinador
de Centros Universitarios de la Universidad de Chile. Su proyecto original consistía en dar la
oportunidad a los alumnos de elegir un área del saber y después de dos años, tal como en los colleges
norteamericanos, optar más maduros a una carrera. En este proyecto contaba con la colaboración del
profesor de Psicología de la Facultad de Filosofía y Educación, don Egidio Orellana. Don Eugenio
González, entonces decano de la Facultad de Filosofía y Educación, tenía serias dudas sobre este
proyecto, en cambio encontraba más viable empezar por crear la carrera de Profesor de Estado en
Educación Primaria, con especialización en un área, con tres años de duración.
Esta alternativa se la había sugerido también la Srta. Salas, quien le había hecho entrega a
Eugenio González de un proyecto de investigación que había elaborado quien escribe cuando
integraba el primer curso de Especialistas en Educación para América Latina del Proyecto 1 A de la
UNESCO, en el Instituto Pedagógico, en 1958. Este proyecto demostraba que Chile estaba en
condiciones de elevar la formación de los profesores primarios a nivel universitario. Se acompañaban
cuadros estadísticos sobre la afluencia de postulantes egresados de la enseñanza media a los Quintos
años de las Escuelas Normales del país, cuyo volumen permitía hacer una buena selección. Quien
escribe asistió a una entrevista con don Eugenio González, quien deseaba tener más informaciones
sobre este proyecto. Se conversó sobre la viabilidad de ambas alternativas. Esto ocurrió en
septiembre u octubre de 1959.
A fines de 1959 Eugenio González redactó el documento que dio vida al Colegio
Universitario Regional de Temuco, el que fue aprobado por unanimidad por el Consejo de la
Universidad de Chile. Este proyecto se materializó gracias al empuje del comité que se formó en
Temuco para lograr la creación de un centro universitario, principalmente de don Galvarino Palacios
y Ramón Olave, presidente y vice-presidente de dicho comité. El primero, un distinguido abogado,
quien fuera senador de la república y el segundo, ingeniero agrónomo de relevantes condiciones
profesionales y humanas. La Srta. Salas y estas dos personalidades de Temuco lograron convencer al
rector, don Juan Gómez Millas, quien tenía serias dudas sobre el destino de este pequeño núcleo
universitario, sobre la viabilidad de este proyecto. Una vez que el rector Gómez Millas hizo suya la
causa se jugó entero por ella.
El Colegio se creó dependiente de la Facultad de Filosofía y Educación, con un presupuesto
irrisorio. Debido a fuertes y continuas resistencias del Consejo de la Facultad a iniciativas de la Srta.
Salas, que hacían casi imposible su administración, el decano de Filosofía y Educación y el rector
don Juan Gómez Millas acordaron terminar de raíz el problema, como lo veremos más adelante. El
20 de abril de 1960 se iniciaban las actividades del Colegio Universitario con un acto en el salón del
Liceo de Hombres, donde fueron presentados los 11 profesores seleccionados ante los 160 alumnos
fundadores del nuevo plantel. Los profesores fundadores fueron: Francisco Salazar, Guillermina
Calderón, Nicolás Ferraro, Santiago Quevedo, Rodolfo Rojo, Elena Martínez, Marcial Alcázar,
Guillermo Romero, Fernando Aranda, Ingrid Huet y Roberto Balocchi.
La inauguración oficial se realizó el 7 de mayo de 1960, con embanderamiento general en la
provincia, desfile de colegios y acto público. Asistieron el rector don Juan Gómez Millas, el decano
don Eugenio González, la jefa del Departamento Coordinador de Centros Universitarios,
parlamentarios, autoridades y numeroso público. Los primeros pasos del Colegio Universitario de
Temuco estarán siempre asociados al terremoto del 21 de mayo de 1960, uno de los más grandes de
la historia. Las clases fueron suspendidas. Muchos alumnos tuvieron que ir a sus respectivos pueblos
a ayudar a sus familias y los 90 que quedaron en Temuco ayudaron en la organización de los
albergues de damnificados, en colectas, distribución de alimentos y ropa. La primera carrera que
comenzó a dar el colegio fue Profesor de Educación Primaria con las especialidades de Castellano,
Matemáticas e Inglés, de dos años de duración. Se combinaron las dos alternativas originales. Pero el
sistema de estudio por áreas se suspendió en 1962 debido a que los alumnos preferían ingresar
directamente a la carrera.
Al año siguiente, 1961, se agregaron las especialidades de Biología, Ciencias Sociales, Artes
Plásticas y Educación para el Hogar. En 1962 se crean Tecnología Agrícola, Administración,
Orientación para el Hogar, Tecnología Artística y Laboratorista Químico. A estas alturas el colegio
ya dependía directamente de la rectoría, dependencia que estableció don Juan Gómez Millas para
terminar con las obstrucciones del Consejo de la Facultad de Filosofía y Educación. Los nuevos
colegios tuvieron igual dependencia y el jefe del Departamento Coordinador de los Colegios pudo
operar con un margen de libertad muy grande. En 1963 se agregan Obstetricia, Bibliotecología,
Enfermería y, en un programa conjunto con el Instituto Pedagógico, se asegura la transferencia de las
Pedagogías de Historia, Castellano, Inglés y Matemática. En 1964 se crean Asistencia Social,
Dibujo Técnico y Cooperativismo. En 1965 se crea Electrónica. En 1966 se agregan las siguientes
carreras: Dietética, Técnico en Administración Pública, Asistente Médico Administrativo y Técnico
en Saneamiento. También se crea la Dirección de Estudios Regionales, con el mismo grado del
Director del Colegio. A estas alturas comienzan a ocuparse los nuevos edificios en el fundo Trianón,
donde ya funcionaba el colegio en los antiguos locales de la Escuela Agrícola, después de haber
iniciado sus actividades en algunas salas del Liceo de Hombres y de la Biblioteca Municipal.
Para apoyar la reforma educacional que elevó la educación básica hasta el 8º año, se creó la
carrera de Profesor de Estado en Educación General Básica, de tres años de duración con
especialización en una asignatura. Esta carrera comienza a darse en 1966 en horario diurno con 100
alumnos y en vespertino con 200 alumnos. Los edificios se hacen estrechos para contener tanta
actividad y tantos alumnos. Se presiona para la construcción urgente de la segunda etapa del
conjunto proyectado.
En 1967 comienzan a funcionar los Institutos de Sismología, Ciencias Naturales, Idiomas y
Cultura Araucana. En 1968 se crea la carrera de Educación de Párvulos. Al cabo de 7 años de
fecundas realizaciones dejó la Dirección del Colegio Universitario don Francisco Salazar Céspedes,
quien fue designado Jefe del Departamento Coordinador de Centros Universitarios en Santiago, en
reemplazo de la Srta. Salas. Don Francisco fue despedido cariñosamente por profesores, estudiantes
y la comunidad. Le correspondió dirigir una tarea tremendamente difícil, pero de gran creatividad y
satisfacciones.
En Temuco, fue nombrado don Arturo Ducoing Herrera para reemplazar a don Francisco.
Arturo Ducoing, geógrafo y geólogo de prestigio, fue Subdirector de la Escuela de Ingenieros
Industriales de la Universidad Técnica del Estado y de Geografía en el Colegio de Temuco. Además,
ocupó la Dirección de Investigaciones Regionales, en cuya vacante fue nombrado Roberto Balocchi,
profesor de Educación y Jefe de Carrera, quien estaba empeñado en propiciar la creación de una
CORFO para la Región de la Frontera a fin de sacar a las comunidades indígenas de su dramática
inferioridad económica, educacional y social. Esta aspiración la concretó con el apoyo de la
comunidad regional y de parlamentarios. El proyecto se elaboró en la Dirección de Estudios
Regionales del Colegio Universitario y al final se convirtió en la llamada Ley Baltra con el nombre
de Junta de Adelanto para las Provincias de Bío-Bío, Malleco y Cautín. Lleva este nombre por
cuanto el senador Alberto Baltra la patrocinó y obtuvo el apoyo del Presidente Allende. Los recursos
que estableció la ley fueron muy inferiores a los propuestos por quienes elaboramos el proyecto,
apoyados por el empresariado de la región. Sin embargo, estaba funcionando bien cuando todo quedó
en nada con el golpe militar. El Gerente de la Junta, don Moisés Ríos, ingeniero comercial y profesor
de la Sede, se encuentra entre los detenidos desaparecidos y la ley fue derogada.
Cuando el Colegio había cumplido ocho años de vida, estalló la Reforma. Los estudiantes y
la inmensa mayoría de los profesores, sin objeciones del Director Ducoing, se sumaron al proceso.
Quien escribe fue elegido Presidente de la Comisión de Reforma con el apoyo unánime de los tres
estamentos. Para los miembros de la Comisión de Reforma de la Sede el trabajo más que se duplicó
debido a que la estrechez gravísima del presupuesto impedía crear los cargos de la nueva estructura.
La Comisión de Reforma de la Sede tuvo 37 sesiones en el último trimestre de 1968 para
atender tareas como preparación y realización del Referéndum del 26 y 29 de noviembre; estudiar la
departamentalización de la Sede y de poner en marcha los 7 departamentos; estudiar los informes
elevados a su consideración por las comisiones de reforma de todas las carreras y servicios. El
estudio del financiamiento de la Sede implicaba reuniones de trabajo con participación de
representantes de la Intendencia, la Municipalidad, el empresariado, trabajadores, técnicos de
Impuestos Internos y abogados con experiencia en la materia.
Preparado el proyecto se logró que el diputado Lavandero se comprometiera a patrocinarlo.
El Intendente y el Alcalde consiguieron que el Presidente de la República se comprometiera a apoyar
el proyecto. La Comisión de Educación de la Cámara de Diputados recibió a quien escribe donde
expuso el drama de la estrechez económica de la Sede, cuyo costo por alumno alcanzaba a la décima
parte del costo de la Universidad Austral y la cuarta parte de la de Antofagasta (las Sedes del norte
recibían aportes provenientes del cobre). La Comisión de Educación acordó por unanimidad
propiciar una distribución más justa de los fondos para la educación superior. La Comisión de
Financiamiento envió el proyecto con una carta explicativa al vicerrector de la Sede para su
aprobación en la Junta Directiva y su tramitación a través de la rectoría de la Universidad de Chile.
Quién escribe no conoció lo ocurrido con el proyecto. La Sede Chillán, con el apoyo de la región,
logró su financiamiento mucho antes que Temuco. Cabe destacar la participación eficiente de los
técnicos de Impuestos Internos en su elaboración y la actitud responsable y positiva de los
empresarios, pues ninguno objetó los impuestos que allí se consultaban.
Quién escribe debió asumir la secretaría general de la Sede, subrogando al titular que se
encontraba enfermo, por acuerdo unánime de los tres estamentos. En varias oportunidades debió
subrogar también al vicerrector y en esta calidad, en dos ocasiones, estudió junto con el decano de
Medicina, don Alfredo Jadresic y con el académico Dr. Parrocchia, la posibilidad de la creación de la
Escuela de Medicina en Temuco, quedando despejado el camino para materializar esta ansiada
aspiración de la Sede y de la región. El vicerrector don Arturo Ducoing, se interesó vivamente en
este proyecto. La carrera fue creada en 1971 durante la vicerrectoría de Horacio Núñez y hoy
funciona en plenitud rodeada de un gran prestigio en la región.
En Santiago fallecía don Francisco Salazar Céspedes, primer director de la Sede y en su
reemplazo fue designado en la Secretaría Técnica de Sedes de la Universidad de Chile don Marino
Pizarro, quien actuó siempre respetando la independencia conquistada por las 9 Sedes durante la
reforma. A petición del Ministro de Educación y de la UNESCO y con la aceptación del Secretario
General de la Universidad de Chile, Raúl Bitrán y del vicerrector de la Sede Temuco, quien escribe
fue cedido en préstamo al Ministerio de Educación en septiembre de 1971 para integrar una comisión
de la UNESCO. Dicha comisión - integrada además por tres expertos de la UNESCO y el sociólogo
chileno Moisés Latorre - estaba destinada a estudiar la estructura y funcionamiento del sistema
educacional del país y proponer un nuevo modelo organizacional y de gestión.
La comisión abordó su tarea en profundidad y sin intervalo alguno. El informe fue entregado
en marzo de 1973 al Ministro de Educación, Jorge Tapia, abogado constitucionalista. La UNESCO
consideró este proyecto como el mejor hecho en países en vías de desarrollo. El destacado educador
chileno, Hernán Vera, quien ocupaba un cargo en la OEA, dijo al Ministro de Educación: "Aquí tiene
Ud. el mejor diagnóstico que se ha hecho de la educación chilena y el modelo que se propone es
excelente; no dude ni tarde en ponerlo en práctica."
Cabe destacar que en él se consultaban una Subsecretaría de Educación Superior e
Investigación Científica y Tecnológica, un Consejo Nacional de Educación, la creación de
universidades regionales y varias universidades en Santiago.

Apreciaciones Finales

La Reforma de la Universidad de Chile de 1968-1973 constituyó un esfuerzo gigantesco que


la remeció entera. Los Plenarios de septiembre de 1968 la despojaron de todos sus lastres y rutinas,
eliminaron los enclaves antidemocráticos y la reconstruyeron con sólidos principios, una estructura
moderna y con regulaciones capaces de hacerla eficiente en sus quehaceres específicos y en su apoyo
a los grandes planes de desarrollo del país.
En cuanto al cogobierno cabe destacar que la Universidad directa e indirectamente estaba
contribuyendo a dar dirección al cambio social y los jóvenes no pensaban marginarse de tan
trascendental tarea. Ellos tenían clara conciencia de que iban a vivir en la sociedad que entonces se
estaba gestando; ella sería su sociedad, no la nuestra. Esta madurez se confirma al leer documentos
de la FECh de los años 1965 y 1966 y se observó durante el proceso de Reforma. Los estudiantes
nunca pidieron que se rebajaran los niveles académicos, por el contrario, deseaban una mejor y más
funcional preparación en sus especialidades.
Aunque el funcionamiento de los Consejos Normativos y Ejecutivos con participación de los
estudiantes fue corto, permitió observar que esa participación se caracterizó por su mesura, madurez
y espíritu de cooperación. Su presencia en los consejos fue altamente positiva, aceptada y
considerada importante por casi todos los académicos. Quedó claro que una administración
transparente y sana nada tiene que ocultar a los alumnos. Es un error privarse de su valioso aporte.
Los únicos perjudicados con este sistema fueron los dirigentes estudiantiles, ya que, al acercarse los
períodos de pruebas y exámenes, dejaban de asistir a las sesiones para defender su carrera. A ellos les
dolía faltar a los consejos por cuanto sabían que allí se trataban materias importantes para su Sede y
para el estudiantado, pero no podían exponerse a fracasar en sus estudios. En esas circunstancias a
los académicos nos preocupaba tomar acuerdos importantes sin los representantes del estamento de
mayor gravitación en la universidad. Las autoridades unipersonales mantuvieron el margen de
autonomía necesario para cumplir con sus tareas específicas, la que fue respetada por los estudiantes.
Hubo muchos ataques al Cogobierno, pero la experiencia demostró que todos carecían de
base, sólo hay una crítica válida y que nunca se formuló, la de quitarle tiempo, a los dirigentes
estudiantiles que integraban los consejos, a su formación profesional.
Durante el período de la Reforma la Universidad de Chile aceleró su crecimiento llegando de
27.000 estudiantes en 1968 a 66.000 en 1973. A partir de septiembre de 1973, con el golpe militar,
sufrió un proceso de desmantelamiento - que afectó también a la Universidad Técnica del Estado - y
redujo su matrícula a sólo 19.000 alumnos en 1993. Influyó en esta violenta jibarización la
transformación, en marzo de 1981 y en años posteriores, de sus Sedes en universidades regionales
por medio de la fusión con Sedes de la Universidad Técnica del Estado de las regiones respectivas
(ver cuadros 1, 2 y 3).
La gestación y desarrollo de las Sedes de la Universidad de Chile y de la Universidad Técnica
del Estado a lo largo del país, permitió crear las universidades regionales. En menor escala hubo
aportes de las Escuelas Normales cuando éstas fueron suprimidas. Así, el impresionante proceso de
descentralización y desconcentración de la Educación Superior en Chile ha logrado cubrir en gran
medida las necesidades de enseñanza universitaria de Arica a Punta Arenas. Hay que reconocer en
este logro el aporte de las universidades privadas cuya proliferación en los últimos 20 años nos
parece exagerada. El Consejo Superior de Educación y el Consejo de Rectores tienen una delicada
tarea en asegurar altos niveles académicos, equipamiento adecuado y una administración seria y
eficiente en todos los establecimientos de educación superior del sector (ver cuadro 4).
CUADRO 1

UNIVERSIDAD DE CHILE

ALUMNOS DE NIVEL SUPERIOR POSTSECUNDARIO


MATRICULADOS, POR SEXO, SEGUN SEDE: AÑO 1973

Sede ALUMNOS MATRICULADOS


Total Hombres Mujeres
Total 65.928 36.247 29.681

Arica 1.824 801 1.023


Iquique 1.036 572 464
Antofagasta 2.670 1.002 1.668
La Serena 2.533 1.131 1.402
Valparaíso 6.964 4.631 2.333
Santiago Norte 11.908 6.993 4.915
Santiago Oriente 14.398 6.144 8.254
Santiago Sur 3.067 1.882 1.185
Santiago Occidente 8.748 7.382 1.366
Talca 2.906 1.258 1.648
Chillán 2.889 1.169 1.720
Temuco 3.693 1.699 1.994
Osorno 3.292 1.583 1.709

FUENTE: INE. Educación y Cultura 1973-1974


CUADRO 2

UNIVERSIDAD TECNICA DEL ESTADO

ALUMNOS DE NIVEL SUPERIOR POST-SECUNDARIO


MATRICULADOS, POR SEXO, SEGUN SEDE: AÑO 1973

Sede ALUMNOS MATRICULADOS


Total Hombres Mujeres
Total 32.269 24.587 7.682

Arica 367 313 54


Antofagasta 1.679 1.401 278
El Loa 169 142 27
Copiapó 892 711 181
Vallenar 197 146 51
La Serena 2.058 1.704 354
Ovalle 2.03 126 77
Santiago 13.728 9.654 4.074
San Antonio 488 319 169
Rancagua 815 653 162
San Fernando 320 219 101
Talca 1.317 977 340
Linares 110 78 32
Chillán 472 326 146
Concepción 3.259 2.862 397
Lota 242 216 26
Angol 213 157 56
Temuco 2.490 2.038 452
Valdivia 1.566 1.323 243
Puerto Montt 211 165 46
Castro 122 97 25
Coihaique 110 81 29
Puerto Aisén 58 44 14
Punta Arenas 1.183 885 348

FUENTE: INE. Educación y Cultura 1973-1974, Cuadro 57.


CUADRO 3

MATRICULA TOTAL POR ENTIDAD


SEGUN REGION 1993.

Entidad/Región I II III IV V VII VIII IX X XII Metr Total


op.
U. de Chile - - - - - - - - - - 19.11 19.11
P. U. Católica de Chile - - - - - - - 170 - - 0 0
U. Concepción - - - - - - 14.85 - - - 13.23 13.40
U. Católica de - - - - 7.949 - 5 - - - 8 8
Valparaíso - - - - 5.070 - - - - - - 14.85
U. T. F. Sta. María - - - - - - 1.617 - - - - 5
U. de Santiago de Chile - - - - - - - - 8.869 - - 7.949
U. Austral de Chile - 4.763 - 752 - - - - - - 16.08 6.687
U. Católica del Norte - - - - 4.183 - - - - - 4 16.08
U. de Valparaíso - 3.673 - - - - - - - - - 4
U. de Antofagasta - - - 4.071 - - - - - - - 8.869
U. de la Serena - - - - - - - - - - - 5.515
U. del Bío - - - - - - 6.658 5.876 - - - 4.183
U. de la Frontera - - - - - - - - - 1.806 - 3.673
U. de Magallanes - - - - - 2.940 - - - - - 4.071
U. de Talca - - 2.403 - - - - - - - - 6.658
U. de Atacama 4.038 - - - - - - - - - - 5.876
U. de Tarapacá 2.424 - - - - - - 192 - - - 1.806
U. Arturo Prat - - - - - - - - - - - 2.940
U.Metropolitana Cs. de - - - - 3.124 - - - - - - 2.403
la Ed. - - - - - - - - - - - 4.038
U. Playa Ancha Cs. de - - - - - - - - 2.610 - 5.530 2.616
la Ed. - - - - - 2.012 - - - - - 5.530
U. Tecnólogica - - - - - - - 1.640 - - 6.092 3.124
Metropolitana - - - - - - - - - - - 6.092
U. de Los Lagos 1.688 - 2.610
U. Católica del Maule - 2.012
U. Católica de Temuco - 1.640
U. Católica de 1.688
Concepción

Totales 6.462 8.436 2.403 4.823 20.32 4.952 24.81 7.878 11.47 1.806 60.05 153.4
6 8 9 4 37
FUENTE: Consejo de Rectores Universidades Chilenas, Anuario Estadístico pág. 3 - 1993
CUADRO 4

ALUMNOS MATRICULADOS EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR, POR SEXO


SEGÚN REGIÓN, 1993

REGION ALUMNOS MATRICULADOS


Total Hombres Mujeres
Total 315.653 171.796 143.857

I de Tarapacá 9.423 4.951 4.472


II de Antofagasta 12.309 7.382 4.927
III de Atacama 2.535 1.434 1.101
IV de Coquimbo 9.360 4.643 4.723
V de Valparaíso 36.921 19.860 17.061
VI del Lib. Gral. Bdo. O'Higgins 3.977 2.039 1.938
VII del Maule 9.115 4.394 4.721
VIII del Bío Bío 41.067 21.835 19.232
IX de la Araucanía 13.026 6.677 6.349
X de Los Lagos 15.149 8.154 6.995
XI Aysén del Gral. Carlos Ibáñez 124 56 68
del Campo
XII de Magallanes y de la 2.474 1.404 1.070
Antártica Chilena
Región Metropolitana de Santiago 160.17 88.973 71.200

FUENTE: INE. Compendio Estadístico 1995.


BIBLIOGRAFIA

Carlos Huneeus, "La Reforma en la U. de Chile", Corporación de Promoción Universitaria, 1973.

Luis Izquierdo, "Sobre el Futuro Gobierno Universitario", Revista Realidad Universitaria, No.1,
1987.

Ricardo Lagos E. "Gobierno Universitario", Revista Realidad Universitaria, No. 1, 1987.

"Referéndun", Comisión Central de Reforma. Legajo Preparado con las Materias de la Consulta del
26 y 29 de noviembre.

Roberto Balocchi P., "Informe de la Comisión de Reforma Universitaria de la Sede Temuco a la


Comisión Central de Reforma U. de Chile", noviembre de 1968.

Roberto Balocchi y Osvaldo Obregón, "Reseña Histórica de la Universidad de Chile de Temuco",


Diario Austral de Temuco, 7 de mayo de 1968.

Edgardo Boeninger K., "Programa para una Universidad de Chile Crítica, Pluralista y Creadora.
Unidad Universitaria, noviembre de 1968.

Enrique Kirberg,” Los Nuevos Profesionales", Universidad de Guadalajara, 1981.

Patricio Hales, "Universidad y Humanismo", Revista Realidad Universitaria, No. 1, 1987.


Moisés Latorre Ralph y Roberto Balocchi P., "Investigación Acerca de la Organización
Administrativa del Sistema Educacional", con asesoría de UNESCO, 1973.
DISCUSION
EXTRACTOS DE LA DISCUSION.

Nota del Editor: De la prolongada discusión sostenida en torno a las ponencias presentadas ante el
Simposio "La Reforma Universitaria en Chile (1967-1973)", se ha incluido aquí los extractos de
mayor relevancia.

PREGUNTA: ¿Cómo se podría superar la apatía existente a nivel de académicos y estudiantes?


Hoy, en algo tan fundamental como la evaluación de los docentes, participa no más de un 20% de los
estudiantes. Los académicos, por nuestra parte, andamos más preocupados de nuestros asuntos
personales.

VOLODIA TEITELBOIM: La decapitación del espíritu universitario fue un hecho llevado en


forma muy consciente, muy sistemática, muy organizada, muy minuciosa, hasta el extremo detalle,
respecto de cada persona, respecto de los planes y programas de estudio, incluso se llegó a suprimir
carreras enteras, porque resultaban peligrosas, inconvenientes o inoportunas.
Creo que todavía no hemos evaluado la magnitud del daño causado a la mentalidad nacional.
La más dañada fue la juventud de aquella época y también aquella infancia que en ese momento no
tenía 10 años y que se formó en una atmósfera asfixiante, mutilada desde el punto de vista del
conocimiento, de la visión amplia del pluralismo, de la necesidad de entender el mundo como una
realidad en que cada ser humano tiene derecho no sólo a existir, sino también a educarse plenamente.
La educación hoy día no es una atención preferencial del Estado. Aquel lema que esgrimió
Pedro Aguirre Cerda en su campaña presidencial y que en realidad había tratado de cumplir a través
de toda su vida como maestro, "gobernar es educar", también se perdió.
Todas estas son derrotas de la civilización, de la cultura, del humanismo y del respeto por el
ser humano y de respeto, sobre todo, por el pueblo. Porque hoy día la cultura es más que nunca un
privilegio. Hay un sector enajenado de la cultura, que le resulta inaccesible. Empecemos por los
cuatro o cinco millones de pobres, sus hijos pueden llegar a la escuela primaria, pero es muy difícil
que terminen la enseñanza completa, muchos de ellos se convierten en analfabetos por desuso.
La sociedad se hace cada día más tecnificada, el prodigio científico es el mayor de la historia
de la humanidad. Alguna vez Oppenheimer dijo que "los inventores de más del 90% de las
innovaciones científicas introducidas por la humanidad están aún vivos". Y, sin embargo, el drama
del abismo social a través del mundo no es un problema simplemente chileno; en los llamados países
del tercer mundo se ha hecho cada vez más profundo e inaccesible.
Lo vemos incluso por la televisión, con toda la manipulación que pueda haber en la selección
de los programas. El drama de África - ¡esos son seres humanos! - las hambrunas indescriptibles y
las matanzas, son horrendas. Y hay varios países de América Latina que no lo hacen mucho mejor.
Ese parece ser un mundo invisible y continúa siendo invisible para muchos, pero aparece de repente
allí, ese mundo no tiene derecho a la cultura y no tiene derecho a los valores humanos.
Yo creo que la juventud jugó un papel en la reconquista de la libertad, muy grande y muy
fuerte, y creo que el mayor precio también, el mayor costo de heroísmo y de sangre lo hizo la
juventud, pero creo que también la juventud fue impedida de lograr una cultura como le
correspondía. Y esto incorporado a una situación mundial en que la juventud es la víctima principal,
ante la falta de horizonte real. Porque no tienen cabida ni en el trabajo, ni muchos de ellos en las
universidades, como lo decía un conjunto musical de aquel tiempo, "esa juventud que está pateando
piedras en las esquinas". Patear piedras en las esquinas significa que están más proclives a la
evasión, al paraíso artificial que les permite la droga, escaparse de su realidad tremenda y la droga ha
llegado también a las poblaciones populares como hasta a los círculos altos.
La juventud ha sido muy dañada, sin embargo, la juventud fue la que estuvo ayer en la calle.
La juventud es siempre propicia al ideal, la juventud es aquella que sueña con un mundo mejor, no
sólo con una vida mejor para ella sino con un mundo mucho más justo. Siempre ha sido así y eso
tendrá que recuperarse y hay que ayudar a recuperarlo, pero todo esto no es un problema
simplemente universitario, porque la universidad es una entidad dentro de un sistema social y un
sistema social donde la privatización se convierte en norma sagrada y donde el negocio es la divisa
fundamental.
Se atiende más a los réditos del dinero, a lo que se consigue a través del cobro de la
enseñanza. Yo lo digo con cierta estupefacción, que posiblemente no sea tan comprensible para las
generaciones nuevas, pero nosotros nunca pagamos un centavo por educarnos ¡jamás! Educación
completa, y ese país ¿era peor que este? No. Se le ha infamado, la gente que tiene cuentas pendientes
con el pasado reciente en materia de violencia y de violación de los derechos humanos, dice,
miremos al futuro, miremos al futuro ¡sí! pero también miremos al pasado para recuperar lo que
perdimos, como una educación absolutamente gratuita y una salud también gratuita.
Todo esto se convierte en un gran negocio de unos pocos y en la maldición para la mayoría.
Yo creo que la juventud tiene que recuperarse y necesita por lo tanto insertarse, no sólo en la lucha
universitaria, no sólo en el estudio, que yo lo repito, es absolutamente indispensable porque no se
trata simplemente de que la gente se lance a tareas que le quiten el tiempo de sus propias
responsabilidades como estudiante y de su propia formación profesional. Tiene que responder en la
universidad, pero también tiene que responder ante la sociedad y creo que está respondiendo y creo
que responderá cada vez más porque el problema se hace absolutamente más angustioso.
Yo ando por la calle y me encuentro a cada rato con gente que me expresa su desconcierto, su
confusión, su tristeza por la situación existente, pero también, su esperanza de que podamos cambiar.
Yo creo que esa esperanza existe, que hay que trabajar entre todos, es una cosa muy compleja, es una
cosa muy difícil porque también es un problema mundial. Este es un problema exportado por el
neoliberalismo, que convierte todo heroísmo, todo sentimiento de dignidad, toda altura de miras,
toda vida concebida con profundidad, con grandeza con desprendimiento, con ideales, como una
especie de absurdo, como una especie de falta de inteligencia.
Ahora la palabra inteligencia sirve para hablar del espionaje y alguna vez yo escuché decir
que Manuel Contreras era un genio de la inteligencia ¿un genio de la inteligencia Manuel Contreras?
Y se la creía. Alguna vez dijo, "en ciertos momentos un hombre asume el papel de Dios y puede
decidir sobre la vida de los seres humanos". Eso no es la inteligencia, eso es la muerte de la
inteligencia, la anti-inteligencia, la destrucción del hombre, porque la inteligencia tiene que estar al
servicio del hombre y del ser humano. Yo creo por lo tanto que es muy importante que la juventud se
redescubra así misma, redescubriéndose también en el humanismo, en la democracia, en la necesidad
del cambio y de una sociedad hecha a la medida del hombre y no a la medida del dinero.

PREGUNTA: Me preocupa la apatía y pasividad actual del estudiantado. ¿Dónde insertamos la


situación de hoy en el desarrollo histórico al que Ud. se refirió?

VOLODIA TEITELBOIM: Yo creo que una obra maestra, por no decir una obra macabra de la
dictadura, tal vez su triunfo de más larga duración y en mayor profundidad, fue destruir la conciencia
democrática mayoritaria que existía en el país hasta el momento del golpe. Y lo hizo sobre la base de
muy distintos métodos: el terrorismo de Estado, la persecución, el exilio y también apropiarse de
todos los órganos de reproducción intelectual, partiendo por las universidades, de todo el sistema de
enseñanza. Estableciendo la censura más estrecha y creando una serie de mitos negativos respecto de
los valores democráticos, respecto de los partidos, respecto de la política, respecto de aquellos que
no viven sólo en función estrechamente individual, sino que dedican su vida a servir a la sociedad, al
hombre, al pueblo, a la gente. Entonces ellos pasaron a ser delincuentes, bandidos, lunáticos, gente
despreciable y se produjeron 20 años de black out, de obscurecimiento.
Ellos mismos, un miembro de la Armada chilena, dijo que "en Chile se ha producido el
apagón cultural", esta fue la fórmula oficial. Y es verdad que se produjo el apagón cultural desde
arriba y trataron de cambiar todas las conciencias y en verdad consiguieron mellarlas, entre otras
cosas a través de un medio temible y de un arma fatídica: ¡el miedo! Era imposible que el miedo no
se propagara como ellos lo querían para inmovilizar a la gente, porque había mucho desaparecido de
por medio, mucho perseguido, y naturalmente la gente, mucha gente, millones de personas se
enclaustraron en sí mismas, temiendo por su propia vida, por su trabajo, por su situación. Cuando las
cosas se meten dentro de la conciencia, son procesos de largo aliento, que demoran tiempo en
superarse.
En medio de esto existió un número apreciable de chilenos que luchó por la libertad de la
manera más decidida, poniendo en juego su vida mil veces y a veces perdiéndola, pero la perdían
para que el pueblo ganara la libertad y eso fue también el error de la dictadura.
Eso no era una conciencia absolutamente mayoritaria, aunque la mayoría de Chile votó en
contra de Pinochet en 1988, y eso ya era una cosa importante. Querían terminar con aquello, pero la
mentalidad salió dañada, desde el punto de vista de los valores democráticos y de los valores de la
participación directa de la gente, que entonces se recluyó en sus pequeños círculos, dejó de
intervenir, y esto hay que recuperarlo, porque el miedo aún existe.
Ayer, Sola Sierra, entrevistada por la televisión decía, "esto es un paso adelante, esto es un
triunfo" y nosotros sentimos que cuando se hace justicia, en el caso Letelier, de alguna manera se
hace un poquito de justicia en el caso de nuestros seres queridos que han desaparecido, es una
victoria de todos, pero es una victoria y es un camino muy largo, por lo tanto, hay que perseverar. La
lucha es absolutamente necesaria.
Yo creo que es muy importante llevar esto a la universidad. Esta universidad [la UTE-
USACh], fue una universidad brillante como pléyade de grandes creadores estudiantiles. De aquí
salieron los grandes conjuntos, que todavía existen, como Inti - Illimani, aquí trabajó también Víctor
Jara. Estos ejemplos hay que proponerlos.
Se trata de la recomposición, reconquista y recuperación de la conciencia. Pero esto supone
también un gran esfuerzo de parte de aquellos que estén conscientes de esta tarea y que la asuman.
Yo creo que la Fundación Kirberg, que es una fundación académica, en el sentido que representa un
valor universitario fundamental, tiene un sentido social, pero me parece que los alumnos también
tienen la tarea de recuperar la confianza de todos los educandos, de todos sus compañeros, para
proyectarlos en una tarea seria de colaborar a la grandeza de su universidad, su propio desarrollo,
pero también a la reconquista de la democracia en Chile.
Yo tengo confianza en que estamos saliendo de la boca obscura del túnel. Todavía queda
mucho por caminar y estamos repechando una cuesta larga y empinada, pero creo que el camino ha
recomenzado y el problema es ponerle el hombro a la tarea, por lo tanto, hay que saludar a hombres
como Enrique Kirberg, precursores, creadores que nunca descansaron un día y que siempre
proyectaron su trabajo hacia los demás, que se acordaron de los trabajadores, de los alumnos, de la
universidad y no con criterio sectario - porque el sectarismo debe ser completamente extirpado -
sino de plena amplitud para la recuperación de los valores humanos.

PREGUNTA: En el período reformista hubo intelectuales que se opusieron a la Reforma. ¿No cree
Ud. que en el diseño de la política cultural del régimen militar participaron intelectuales?

VOLODIA TEITELBOIM: Yo creo que sí, creo que es un hecho, todos los regímenes tienen sus
intelectuales. No hay gobierno, no hay sistema que no cuente con ellos. Son diseñadores de
proyectos, aunque a veces reciban la orientación principal de quienes dirigen auténticamente. Pero es
evidente que la dictadura tuvo sus intelectuales. Los tuvo el día 11 de septiembre cuando algún
escritor se instaló en la sala del Ministerio de Defensa a redactar los bandos, porque él sabía redactar.
Hubo intelectuales en muchos aspectos y toda esta planificación económica y la planificación
política, la redacción de la constitución del 80, todo eso lo hicieron intelectuales, intelectuales al
servicio de la dictadura, por lo tanto, yo no creo que los intelectuales sean sólo intelectuales de
avanzada.
El que cumple con el deber humanista fundamental, que también supone la responsabilidad
del intelectual, es aquel que, con amplitud, con grandeza, sin sectarismo, con ventanas abiertas al
conocimiento, pero también con una noción de respeto por el ser humano, trabaja por el ser humano
y no por su destrucción, ni tampoco por el aniquilamiento de los derechos de la gente, del pueblo.
El manifiesto sedicioso que ayer ha expresado a través de la televisión Manuel Contreras,
responde también a ciertas ideas de ellos, justificando esto de cualquier manera y hay gente que,
frente a esto, calla y que incluso trata de colaborar. Nosotros creemos que hay que denunciar esto,
que hay que rechazarlo, porque se empieza con un discurso, se empieza con palabras, pero se termina
con miles de desaparecidos.

PREGUNTA: ¿Cuáles son sus principales recuerdos de la Reforma?

FERNANDO CASTILLO: Yo viví, durante muchos años, un sueño que tuvo un despertar
tremendamente patético. Lo veo tan lejano a las actividades que hoy desarrollo, mi memoria es tan
frágil, viví tan plenamente momentos tan históricos para Chile, que no sabría qué actitud tener para
explicar la Reforma de la Universidad Católica por mi propia voz. Pero, he querido venir de todas
maneras porque, si entre esos tengo recuerdos hermosos, son del rector Kirberg, con su joven
elegancia espiritual, su elegancia en el vestir, su rigurosidad en la palabra, su tratar de penetrar en la
verdad. Me quedaron muy grabados y por eso mi presencia aquí es como un testimonio de mi
admiración por él. También de admiración por esta universidad [la UTE - USACh], que yo contribuí
a construir físicamente - ya que fui su arquitecto - pero no espiritualmente. Quisiera saludar a su
actual rector [Eduardo Morales], quien tuvo un papel tan importante como representante de los
funcionarios en la Reforma de la Universidad Católica.
Yo pienso que las universidades están viviendo un momento que no va a perdurar, una
especie de gran silencio. Tal vez ésta sea la universidad menos silenciosa, pero no creo que haya un
joven en Chile que no esté pendiente de su futuro y de lo que ha de acontecer aquí. Así creo que este
Simposio tiene ese tremendo valor, tratar de retrotraer la historia, llevarla atrás, para mirar sobre qué
cimientos podemos construir un futuro para nuestra juventud. Yo creo que los 20 años de dictadura
fueron un tremendo mazazo en la capacidad de la juventud organizada, para expresar sus anhelos,
para expresar sus vocaciones.
Los años de la Reforma Universitaria tuvieron esa maravillosa razón de ser, el que la
juventud fue capaz de vaciarse, los menos jóvenes recibieron sus mensajes, entendimos lo creadora
que es la juventud y la capacidad que tendríamos de encauzar el quehacer universitario, atendiendo a
esos anhelos, a esos sueños de los jóvenes que no les bastaba con formarse profesionalmente sino
que sentían la fuerza y la trascendencia y la responsabilidad que tenían por pertenecer a esta elite
intelectual de la universidad, hacerse cargo de la patria como su conjunto, liberar a su pueblo, tratar
de engrandecer la inteligencia de todos a través de poner inmersa en la sociedad a la universidad.

PREGUNTA: ¿Fue pluralista la Reforma?

FERNANDO CASTILLO: En el Consejo Superior de la UC había representantes de Patria y


Libertad y del MIR, poniendo los extremos. Estaba toda la gama política representada allí. Los
acuerdos que ese Consejo Superior tomó, en los días más convulsivos que Chile había tenido, fueron
tomados por la unanimidad de sus miembros, en los cuales se aprobó el estatuto básico de la
universidad. Después de seis años de rectorado llegábamos a una síntesis y ese Consejo Superior
aprobó ese estatuto que debía ser rectificado por el claustro, que no alcanzó a realizarse porque se
produjo el golpe. Quiero que ustedes se den cuenta que era un Consejo Superior absolutamente
plural en las posiciones políticas.

PREGUNTA: ¿Cómo reaccionó Ud. ante la crisis de septiembre del 73?

FERNANDO CASTILLO: Yo tengo en mi conciencia todavía algo que no he superado. Cuando


llegó un almirante con un contingente militar a la rectoría de la universidad, yo estaba ahí con los
vicerrectores y me dijo que iba a tomar el control de la universidad, porque así lo había determinado
la junta [militar], y yo no fui capaz de quedarme ahí. Tal vez recapacitando después he dicho ¿por
qué no dije "aquí estoy y de aquí no me mueven"? Pero opté por algo que dejaba tranquila mi
conciencia en ese momento y era lo que legalmente debía hacer, porque el estatuto básico de la
universidad decía que, habiendo una crisis de la rectoría por cualquier motivo, el rector debía recurrir
a la instancia del Gran Canciller, expresarle lo que ocurría como crisis.
Esa era una crisis real y yo al almirante que estaba ahí en mi oficina le dije "yo voy a
consultar al cardenal sobre qué debo hacer". Y me fui a ver al cardenal [Raúl Silva Henríquez] y el
cardenal era un hombre bueno y maravilloso y lo es todavía. Me dijo "Fernando, esto en Chile no
puede perdurar. Son, a lo más, seis meses. Déjelos, ya volveremos". No cabe duda que estuvo
equivocado, pero, con muy buena intención.

PREGUNTA: Ud. fue elegido rector de la UC en 1967 por un claustro de representantes. ¿Operó en
algún momento en la UC un claustro pleno en la elección de rector?

FERNANDO CASTILLO: Sí. La segunda vez, en 1969, fui elegido por la comunidad entera.
Todos los estudiantes votaron, no sólo los representantes, todos los profesores, pero, con una
ponderación, por cierto. Era voto acumulativo, los estudiantes representaban el 25% de la votación
total, los profesores un 70%, el Episcopado y los administrativos tenían una pequeña cuota.

OBSERVACION: Una cosa que ahora me sorprende es el desconocimiento que había en cada
universidad respecto de los demás procesos reformistas. Escuchando su intervención, reparo en que
las Reformas fueron muy similares, a pesar de que entonces no lo supiéramos.
FERNANDO CASTILLO: Yo creo que eran muy similares. Desde luego, existía el Consejo de
Rectores donde organizamos una labor importante en conjugar acciones y postular a integrarse a
todas las universidades en un sólo gran proceso. Yo creo que eso se dio con mucha fuerza. El rector
aquí presente, Edgardo Enríquez, tendrá que tener recuerdos de sus viajes de Concepción a Santiago,
más de una vez al mes, donde realmente trabajábamos.

PREGUNTA: ¿Cómo tomó el Vaticano el proceso de Reforma y, más tarde, el hecho de que Ud.
fuera cesado en su cargo de rector?
FERNANDO CASTILLO: Yo creo que la Iglesia, el Vaticano, reaccionó ante la Reforma
estudiantil inicialmente con malos ojos, porque el prorrector era un Obispo, pero entendió muy
claramente que había cuestiones de fondo que cambiar en la universidad y aceptó que el Cardenal
Silva fuese el dialogante con los estudiantes y le dio plenitud de atribuciones. De esa manera yo
llegué a ser prorrector confirmado por la Santa Sede y después elegido rector, también confirmado
por la Santa Sede. Fui a Roma en una ocasión, estuve con el Santo Padre [Paulo VI] y estaba
entusiasmado con lo que estábamos haciendo. Creo que el Papa tuvo una fuerte influencia. Asumió
que la universidad debiera seguir el proceso político del país. La Iglesia no se declaró en rebeldía
ante el régimen imperante, cosa que hubiese sido casi imposible de pretender.

PREGUNTA: ¿Por qué no hubo energía suficiente para transformar la universidad en liberadora?
¿Fue una limitación cultural o política?

FERNANDO CASTILLO: Todos los grandes procesos son culturales, y creo que la universidad,
todo el conjunto de las universidades hubiese planteado una actitud liberadora para el pueblo. De
hecho, yo creo que todas lo hicieron. La Universidad de Concepción, evidentemente la Universidad
Técnica del Estado, pero yo creo que el país no estaba capacitado para construir eso en un clima de
paz, de entendimiento, de transformación voluntaria. El pueblo no tenía la conciencia de eso y los
que gobernaban no tenían tampoco la voluntad de un cambio de ese tipo porque el país mismo no
estaba preparado. Desde luego, los procesos militares que llegaron a América, fueron porque lo que
se logró hacer hasta ese momento fue para ellos inaceptable. Si hubiésemos trabajado más
abiertamente en eso, el golpe habría sido antes y tal vez más sangriento.

PREGUNTA: ¿Qué impresión le dejó a Ud. la participación estudiantil?


FERNANDO CASTILLO: Yo quisiera decir que los jóvenes estudiantes que se tomaron la
Universidad Católica en 1967 vivieron en ella más de un mes. Cuando yo fui aceptado por ellos
como prorrector para iniciar un proceso de Reforma, ellos dejaron la universidad impecable. Todo
limpio, todo en orden no había nada ni una luz, ni una seña de haber sido invadida por cuatro o cinco
mil personas durante un mes entero. Nunca más un estudiante entró a mi oficina planteándome que él
era el autor de la Reforma y por tanto el rector tendría que seguir lo que ellos dijeran. Ellos opinaban
en los organismos colegiados, discutían conmigo, pero jamás impusieron el haber sido los
triunfadores. Así es que quiero dejar esto muy claramente establecido y entender que Chile se lanzó
en ese momento, provocado por la elección del gobierno del presidente Frei, en una aventura, tal vez
más allá de lo que la capacidad culta de todo un pueblo, era capaz de realizar. Los estudiantes se
sintieron convocados por esa aventura, compartiendo el espíritu que movía al país entero en ese
momento, de un desborde casi emocional hacia conquistar la liberación del pueblo chileno.

PREGUNTA: ¿Se manifiestan en la actualidad algunos logros de la Reforma en la UC?

FERNANDO CASTILLO : Después del golpe quedó mucho de la Reforma de la Universidad


Católica, que perdura hasta hoy, y creo que son los pasos que se dieron en este sentido, en la creación
de los institutos científicos, en la capacidad de los profesores de conformar un equipo de trabajo con
sus estudiantes, para pensar prospectivamente, con visión de futuro, cualquier ciencia de que se
tratara, lo que ha permitido que eso haya perdurado y esa es la calidad que la Universidad Católica es
capaz hoy día de mostrar. Al yo replantear la universidad, de universidad crítica a universidad
liberadora, estaba, creo, asumiendo un rol que yo sabía que no éramos capaces de realizar, pero era la
interpretación justa de los anhelos de una juventud que, con su esfuerzo, con su inteligencia, con su
paciencia, había realizado el proceso de Reforma.
Este proceso de la Universidad Católica comenzó en los años 50, con directivas de la FEUC
que luchaban y bogaban por la democratización del poder y por la contribución de la universidad
hacia su pueblo. Esa sistemática lucha de los estudiantes, que se vio coronada el año 67, llevada de
su impulso, llegó a plantear a la universidad metas superiores que tal vez eran y tal vez aún sean,
utópicas.

EDGARDO ENRIQUEZ: Quiero adherirme a lo que se ha dicho aquí sobre lo que fue el
cogobierno estudiantil. Nosotros en Concepción tuvimos en el Consejo Superior y en todos los
consejos de las distintas escuelas, un 25% de representación estudiantil y el resultado fue muy bueno
¡muy bueno! Ahí teníamos gente de todos los partidos, dominaba un poco la izquierda por supuesto,
y entre la izquierda estaba el MIR. Aunque mis hijos eran fundadores y dirigentes del MIR, no es que
me hicieran oposición a mí, sino que estaban todo el tiempo haciendo mayores exigencias y no
podíamos acceder a todo lo que ellos pedían.
Quiero confirmar algo dicho previamente, que las universidades eran gratuitas. Efectivamente
los alumnos no pagaban, pero quiero insistir en este punto: los alumnos recibían ayuda económica.
La Universidad de Concepción, cuando la recibí como rector, en enero del año 69, tenía 4.600
alumnos y 460 alumnos becados; las becas eran muy pobres. Cuando me he alejado, 4 años después,
tenía 17.200 alumnos y 4.600 alumnos becados, y otros con ayuda económica en forma de
ayudantías, trabajo en la universidad, etc. Sumaban entonces más de 5.700 alumnos con ayuda
económica de la universidad. Es más, el 48% de nuestros estudiantes pertenecía a familias de
modestos recursos, que no alcanzaba la entrada familiar a llegar a 3 sueldos vitales. No sólo no se
pagaba, sino que los alumnos más necesitados recibían ayuda, apoyo económico.

PREGUNTA: Se habla de crisis de la universidad chilena. ¿Qué opinas de la situación actual de las
universidades estatales?

LUIS CIFUENTES: Tal como se dice que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen - y creo
que lamentablemente es así -, también los países tienen las universidades que se merecen. Ningún
partido político chileno ha colocado jamás el acento en la universidad, a pesar de la enorme
trascendencia que, se ha demostrado, tiene tanto lo que ella hace como lo que ella no hace. Existe
una especie de complejo universitario, una tendencia a pensar que el tema es para una minoría, que
es elitista. Se prefiere hablar de vivienda, de salud, de educación básica, de infraestructura, pero la
calidad de la universidad va a determinar en gran medida la calidad de la vivienda, de la salud, de la
educación básica y de la infraestructura de aquí a veinte o treinta años. La universidad es postergada
como tema porque no se le asigna la importancia social y la proyección a futuro que ella tiene.
La situación de las universidades estatales chilenas es particularmente crítica. Ellas se
encuentran en caída libre y si continúa la rutina actual, desaparecerán en el mediano plazo. Esto es,
en primer lugar, un resultado de la política de la dictadura, que tuvo como propósito central la
degradación de las universidades del Estado; en segundo lugar, es consecuencia de la complacencia
de los gobiernos de la Concertación, que se han negado a reconocer la crisis; en tercer lugar, es
producto de la inacción de las comunidades universitarias, que han dejado de pensar colectivamente.
Chile tiene que decidir qué universidades quiere y qué universidades estatales quiere. Y debe
también decidir cuánto está dispuesto a gastar en ellas. Debe construirse un compromiso mutuo. Las
universidades deben comprometerse con la excelencia académica, la no discriminación, la
participación, la eficiencia, la equidad y la transparencia en la gestión. El país debe comprometerse a
dar a las universidades estatales un financiamiento adecuado, garantizar la equidad en el acceso por
medio de arancel diferenciado y de becas integrales para los jóvenes de menores recursos; debe
también respetar la autonomía de las universidades, impidiendo que ellas sean sometidas a presiones
ideológicas ni a los intereses de grupos financieros o doctrinarios.
A las universidades estatales les corresponde pensar al Chile del futuro, adelantándose a
acontecimientos que el mercado es incapaz de prever en su real trascendencia; les cabe también
convertirse en el lugar geométrico nacional de la diversidad cultural, de la reflexión crítica y del
debate libre, convocando a toda la ciudadanía. Es necesario que se expresen en la universidad los
intereses de la sociedad civil y las necesidades de un futuro posible y sustentable para Chile. Se
necesita una nueva Reforma de la universidad estatal, una Reforma para hoy, no un imposible
retorno al pasado.

PREGUNTA: En el período reformista los estudiantes de la UC tenían que vérselas con el rector
Alfredo Silva Santiago y los estudiantes de la UTE, con don Horacio Aravena Andaúr. Pero ocurría
que, cada vez que íbamos a hablar con el rector Aravena, salíamos impresionados por su vasta
cultura y sus habilidades personales. Resultaba difícil mirarlo como "el enemigo", hasta el punto que
le propusimos que él encabezara el proceso reformista, pero se negó. ¿Les pasaba a Uds. algo
parecido en la Católica?

MIGUEL ANGEL SOLAR: No. Era distinto. Aquí no había ninguna duda de que era un hombre
muy antiguo, un hombre del medioevo, siendo una persona que hizo crecer mucho a la universidad
en términos físicos. Hay una foto de él en Temuco, en la casa de Ejercicios del Obispado, en que no
solamente está con capa, sino con estola de armiño, antes de irse a la Católica. No, no corrimos
nunca ese riesgo porque era un hombre de otra época; esa fue una ventaja, una ventaja inmensa.

PREGUNTA: ¿Qué piensas tú de la participación de los alumnos en el gobierno universitario?


¿Cuál podría ser tu visión, tu perspectiva al respecto?

MIGUEL ANGEL SOLAR: Si tú me preguntas qué haría yo, por ejemplo, con el Consejo
Universitario de la Universidad de la Frontera y con su rectoría. Yo esa estructura la disminuiría
inmensamente en su capacidad de decisión. Me explico: hoy día las unidades básicas de producción
académica son departamentales, son 3 o 4 docentes que se juntan, trabajan juntos y producen algo en
el terreno de la investigación, la docencia y la extensión. Creo que el elemento clave del poder está
ahí, y yo quisiera que estuviese ahí. Yo quisiera, y lo estoy logrando en la Universidad de la Frontera,
que la plata, para decirlo en términos crudos, se maneje ahí. Yo tengo centros de costo y soy capaz ya
de administrar recursos financieros directamente de mi mano. Esa es la estructura básica, las otras
estructuras, llámese departamento, llámese facultad o llámese Consejo Universitario, a mi modo de
ver son estructuras de coordinación de estas unidades básicas, que son las unidades productoras.
Hoy día hay un gran centralismo en la universidad, se le entrega a la rectoría y a los Consejos
Universitarios la capacidad de decisión, ineficiente, injusta y además altamente peligrosa. Llevado el
poder básico de la admisión, del curriculum, de la inscripción de los estudiantes, del diseño de las
investigaciones, del manejo financiero, y con todo lo administrativo que involucra, a estos centros de
comando de la universidad, diría que la base de la participación estudiantil debiera estar ahí. Ellos
son los que producen el pan. Y es a esa unidad que los estudiantes pueden decir: "eso no lo compro",
"eso es malo, está mal hecho", "me prometieron esto y no me cumplieron", "el profesor no llegó", "la
investigación no se hizo", "no tengo el apoyo necesario", "no hay la biblioteca que me dijeron que
aquí iba a tener", etc.
Por eso que mi respuesta tiene esa complicación, pero me es pensable una universidad en que
una serie de autoridades, por encima de estas unidades productoras, tuvieran papeles muy lábiles,
muy frágiles y muy evanescentes. No veo estructuras centralizadas de alto poder. En la unidad que yo
trabajo, lo digo francamente, aunque suene pretencioso, nunca nadie me ha ayudado a nada. Hoy día
el problema universitario en el ámbito de la investigación y la docencia, ya no es un problema de
importar cosas, como era cuando yo me crié como estudiante. El problema de la ciencia y la
tecnología era básicamente traer cosas de afuera. Hoy día los problemas que tenemos en todos los
ámbitos son problemas de innovación. Nosotros tenemos que crear tecnología, lo que implica
realmente armar diseños propios. Entonces esta estructura en que alguien llegaba aquí como
instructor y subía a profesor asociado, asistente, y después jefe de departamento, cuando había
departamentos, o jefe de cátedra cuando eran cátedras, entonces había un "arriba", hoy día yo creo
que el arriba es cada vez más débil.
En el Consejo en que yo participo, participan dos estudiantes. Veo que expresan algunas
opiniones sobre elementos críticos, como el arancel, algunos problemas que tienen que ver con
elementos curriculares, muy poquitos, porque para hablar del curriculum hay que hablar a nivel de
clases, tienen que hablar los 40 estudiantes del curso sobre el curriculum para realmente constituir
una opinión que tenga cierto peso contra la tradición, muy consolidada, muy conservadora en el
curriculum. Los veo participando en eso, no tengo ningún problema en que participen, me gusta, pero
los veo perdidos, esa es mi impresión.
Creo que hay una competencia total entre universidades hoy día. Yo soy el que más defiendo
los intereses estudiantiles en el Consejo Universitario, pero no por haber sido dirigente estudiantil,
sino porque si no defiendo los intereses estudiantiles, se va a cerrar la Universidad de la Frontera y
ya se está cerrando. Hay carreras que se están cerrando, porque son malas, porque la gente prefiere
cosas privadas. Sí la pública no es buena, y sí yo pudiera, a mi hija que estudia psicología en la U. de
la Frontera, la mandaría a estudiar a la Diego Portales, lo digo francamente. Defiendo a los
estudiantes por problemas de gestión y creo que los grandes defensores de los intereses estudiantiles
deben ser los docentes, proponer la participación estudiantil en todos los niveles necesarios, si no, no
vamos a tener estudiantes. La cuestión tiene esa complejidad. Este es un diálogo entre estudiantes y
profesores, y yo he dicho lo mío. Que los estudiantes digan lo suyo. Yo no les fui a preguntar a los
profesores cómo debían participar los estudiantes cuando yo era estudiante.

PREGUNTA: No entiendo cómo las personas que participaron de la Reforma de los 60 rechacen los
principios que ellos mismos fueron capaces de implementar e impulsar en la universidad.

MIGUEL ANGEL SOLAR: Estoy opinando como profesor, sería demagógico que lo hiciera como
estudiante, porque no soy estudiante. Cuando yo participé como estudiante, opiné como estudiante y
cuando opiné como estudiante, si tú vas a la historia, nosotros nunca pedimos participación
permanente. Por una vez pedimos, curiosamente, y la historia lo dice así. No quiero discutir que, a lo
mejor, deberíamos pedir siempre, y a lo mejor hay que pedir siempre.
Si tú me llevas al extremo no sé si hay que tener rector, así es que no sé si hay que participar
en la elección del rector. Y yo soy partidario de que no hubiese dos candidatos a rector en la
Universidad de la Frontera para no fortalecer cargos de rector, para decirlo así derechamente, no sé.
Es más complicado que una respuesta sí o no. No es un problema de la participación estudiantil.
Nosotros la elaboramos en ese tiempo para cambiar a ese rector.
Si tú me preguntas hoy día si yo, como estudiante, estaría empeñado en participar en el
Consejo Universitario, te contesto que trataría de no estar. Francamente, creo que es una pérdida de
tiempo, y si yo quisiera participar como estudiante, si me pongo la camiseta de estudiante o si veo lo
que hacen mis hijas, que son estudiantes universitarias, interesa que ellos participen en el diseño del
curriculum y, si a partir de ese diseño hay que ir al Consejo Universitario, que lo hagan. Yo no
quiero que pierdan el tiempo mis hijas. Como padre, no quiero que se metan en lugares en que no
van a poder intervenir realmente en las decisiones.

PREGUNTA: ¿Por qué no?

MIGUEL ANGEL SOLAR: Porque yo no las veo intervenir en este momento. Por alguna razón
que los estudiantes me tienen que explicar, los estudiantes no están interviniendo en forma donde
participan o porque están dedicados a sus estudios o porque se requiere mucho tiempo, porque eran
federaciones poderosas en tiempos de la Reforma, en torno a esas federaciones había 500 personas
trabajando todos los días del año.

OBSERVACION: El sistema de estudios de hoy, y el hecho de que la universidad es pagada,


impide a los estudiantes levantar la cabeza de los libros. Esa es la razón de que no se movilicen. No
es por incapacidad ni falta de ganas de cambiar las cosas.

MIGUEL ANGEL SOLAR: Yo creo que este diálogo es bueno porque tiene que ser así. Si a mí los
estudiantes me plantean eso, y lo plantean y lo quieren ejercer, yo no le veo problema. Yo, como
padre de estudiantes, les estoy pidiendo a mis hijas que por favor cambien a ese profesor, que por
favor cambien ese curriculum, que por favor peleemos. Yo soy parte de los que compran la
universidad también, así es que yo participo. La modalidad precisa, no sé cómo será en cada lugar, y
donde veo participación estudiantil, en un Consejo Universitario, por alguna razón que no entiendo,
esa participación no tiene la eficacia que podría tener, porque no hay una masa estudiantil organizada
capaz de hacer uso de ese espacio, a lo mejor hay que formarla de nuevo. No sé cómo es el caso
tampoco de la USACh.

PREGUNTA: El modelo económico actual ha obligado a la universidad a limitarse, a buscar fuentes


de financiamiento para sobrevivir. Uno de nuestros principios es defender las universidades estatales,
defender nuestra fuente laboral. Se ha perdido el concepto de comunidad universitaria. Los alumnos
son meros usuarios que pagan y se van. Es necesario recuperar los valores que existían en tiempos de
la Reforma y actualizarlos para que todos participemos en la vida universitaria, para bien del país.

MIGUEL ANGEL SOLAR: Yo concuerdo con todo eso, pero para mí hoy día la universidad es mi
unidad académica, y en mi unidad académica, en esta unidad de 4 ó 5 profesores que ya mencioné,
participa la secretaria, participa naturalmente el administrador, el contador, discutimos con la
persona que está en la atención de los bienes y servicios de la unidad. Con los estudiantes discutimos
el curriculum, los docentes discutimos entre nosotros todo, en un pie de igualdad, o sea, ese esquema
que usted me mantiene de comunidad universitaria yo lo manejo en el terreno micro, no sé si el
macro sirve. Es lo que yo quiero como profesor y mis estudiantes quieren eso, esa es mi experiencia
personal.

PREGUNTA: ¿Tuvo éxito la Reforma?

MIGUEL ANGEL SOLAR: Mi posición es que la Reforma fue exitosa, pero no nos hemos dado
cuenta que fue exitosa. Los dolores de la restauración nos impiden ver los éxitos que tuvimos - y yo
no digo el comunismo, pero podríamos decir el socialismo comunitario, u otros términos - tenemos
mucho más socialismo comunitario de lo que eran las posturas de los tiempos. Hoy día uso el
término sociedad familiar comunitaria, modo de producción familiar comunitario, que es el
mapuche. Ninguna autoridad universitaria le dice nada significativo a ninguna unidad académica.
Esa es mi impresión en este minuto, nada. Incluso creo que le estamos pagando mucho a la autoridad
universitaria yo empezaría por rebajarlo, producto de acuerdos. Lo digo francamente porque no
hacen nada por el elemento productor.
El centralismo al interior de la universidad es inmenso y posiblemente el gran problema de
las universidades estatales es que tienen mucha más burocracia que las universidades privadas. Se
supone que nos van a dar consejo en puntos que no pueden aconsejar. Si ni siquiera nosotros
sabemos qué vamos a hacer el próximo año porque estamos avanzando todos los días en materias
que no se conocen.
Yo creo que en este minuto el gran acento que hay que poner en la participación estudiantil,
está a nivel de la unidad académica, del curriculum. Es el gran acento, hay que empezar a evaluar a
ese nivel, y creo que los estudiantes deben ser capaces de definir el curriculum como grupo y como
estudiantes, y ellos que son personas que saben comprar, sabrán que cuando entran al supermercado
de la educación superior es como entrar al supermercado de fulano de tal, qué combinación de bienes
van a comprar para hacer las cosas y si van a ser capaces de aconsejar.
Obviamente que se van a producir también asociaciones entre unidades académicas. A mí no
me sirve enseñar medicina general, o enseñar gestión si no me asocio con determinada psicología,
política, antropología, economía, etc. Hoy no sirve la formación parcializada, yo he sido médico
general durante 20 años, yo veo todos los pacientes, de chico a viejo, de embarazadas a locos. Creo
que las modalidades de interacción son muy variadas. Es diferente la intervención en Concepción
que aquí en Santiago, diferente en Temuco, etc. No es lo mismo integrar en una parte que en otra, y
por eso dije que, comparado con la última vez que me invitaron a contar este cuento, yo me siento
mucho más cálido aquí, me siento en un debate que hay que seguir, pero aquella vez terminé de
hablar y hubo un frío, unos aplausos así de ocasión, porque dije - y lo digo francamente - que difiero
del estado de ánimo de pensar que hoy día estamos peor que antes. No veo que haya nada que
reconstruir del pasado. Tenemos que avanzar mucho más adelante, a partir de desarrollar el pasado,
pero ¿volver a un pasado? No. Hoy día nuestros hijos son mejores que nosotros.
CONCLUSIONES TENTATIVAS.

El Simposio "La Reforma Universitaria en Chile (1967-1973)" constituyó un intento por


profundizar, extender y promover el debate en torno a la transformación democrática de la educación
superior chilena. En el debate social e histórico no hay conclusiones definitivas. Nuevos
acontecimientos y nuevos debates arrojarán nuevas luces sobre el período que nos preocupa, de aquí
que estas conclusiones tengan un carácter tentativo.
En síntesis, el Simposio demostró:
1) Que la adaptación de la universidad a las demandas de su tiempo es una tarea de
permanente actualidad. La trascendencia social de la universidad, tanto en lo que hace como en lo
que no hace, es inmensa y afecta a la totalidad de la población. La universidad debe ajustar cuentas
con los cambios sociales, culturales y tecnológicos de su momento histórico y prepararse para el
porvenir, por eso ha habido y seguirá habiendo aspiraciones e intentos de transformación
universitaria.
2) Que el debate sobre la Reforma de los 60 era y es necesario. Algunos de los principales
protagonistas revelaron que discutían el tema en público por vez primera. Por otra parte, el
desconocimiento respecto de los procesos vividos en universidades distintas de la propia quedó
también de manifiesto.
3) Que la Reforma de los 60 tuvo tres objetivos: a) modernización; b) democratización y c)
compromiso social de la universidad. El proceso transformó profunda y positivamente a las
universidades chilenas en términos de reestructuración académica, ordenamiento administrativo y
financiero, desarrollo de planes y programas de estudio, impulso a la investigación y extensión
cultural, creación de nuevas funciones, apertura a sectores sociales hasta entonces excluidos y
participación de la comunidad en la gestión corporativa y en el debate en torno a temas
universitarios, nacionales y globales. Algunos de estos logros perduran hasta la fecha.
4) Que los diversos procesos reformistas tuvieron mucho en común. Aparte de los tres
objetivos centrales compartidos, en todos los Consejos Superiores hubo representantes de un amplio
espectro político; en todos ellos, las autoridades electas implementaron políticas consensuales; en
todos ellos primó un ambiente de diálogo y respeto en los cuerpos colegiados, aun en circunstancias
de aguda confrontación en el plano nacional.
5) Que, a pesar de los rasgos fundamentales comunes, hubo particularidades de carácter
institucional e histórico y una variedad de énfasis que distinguieron a las distintas universidades y
que dieron, a la Reforma de cada una de ellas, su especificidad.
6) Que la extrema polarización política que afectó al país a comienzos de los 70 afectó
también el curso de la Reforma, desviando la atención de los sectores más activos de las
comunidades universitarias hacia la problemática política nacional. Este fenómeno hizo decrecer la
participación de académicos, funcionarios y estudiantes en los cuerpos colegiados, generó un
descuido de la problemática universitaria propiamente tal y dio origen a sectarismo y roces entre
miembros de las comunidades universitarias.
7) Que, a pesar de la polarización ideopolítica y del trágico fin del proceso, la Reforma
cambió irreversiblemente las formas de autopercepción de las universidades chilenas. La
modernización se abrió paso a pesar de los embates de la historia. La participación de los estudiantes
en los organismos colegiados parece ser hoy universalmente aceptada, si bien la de los funcionarios
continúa siendo debatida. La naturaleza y cantidad de la participación vuelven a colocarse sobre el
tapete de la discusión, así como el concepto de compromiso social.
8) Ni los rasgos comunes ni los diversos de la Reforma de los años 60-70 fueron ofrecidos,
por ninguno de los expositores, como receta a los universitarios de hoy. La construcción del futuro
de la universidad chilena requiere de un debate profundo y prolongado. Estas páginas constituyen un
llamado a intensificar tal debate.
El Editor
APENDICES
APENDICE I.

DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA FEDERACION DE ESTUDIANTES DE LA


UNIVERSIDAD CATOLICA EN LA INAUGURACION DEL AÑO ACADEMICO, 7 DE
ABRIL DE 1967.

Miguel Ángel Solar Silva

Excelentísimo Sr. Rector, Monseñor Alfredo Silva Santiago; Honorable Consejo Superior;
Sr. Presidente de la Federación de Trabajadores de la Universidad Católica; Sres. Presidentes de
Centro; compañeras y compañeros estudiantes, y muy en especial, amigas y amigos que hoy entran a
la universidad:
Hoy se inaugura el Año Académico, y con ello comienza oficialmente otra etapa de la
universidad. Año plagado de esperanzas, de propósitos y de temores ante lo que se avecina, pero hoy
también recibimos con regocijo la llegada de nuevos integrantes que ingresan a los primeros años de
la universidad.
Como Presidente de la Federación de Estudiantes, máxima expresión de la comunidad
estudiantil, debo expresarles la alegría por la llegada de sangre nueva a los viejos patios de la
Universidad Católica. La comunidad estudiantil, esa unidad, ese ser colectivo, ese resumen
personalizante de 6.000 estudiantes de esta universidad, hombres y mujeres jóvenes que pertenecen a
un mismo tiempo, viven en similar circunstancia y tienen comunes aspiraciones, ve ingresar en su
seno a una nueva generación.
Compañero de primer año, al acceder a la comunidad estudiantil no lo haces a algo que hoy
día recién comienza, sino a una entidad que es tan vieja como la vieja universidad, que tiene sus
tradiciones, su historia, sus defectos, sus virtudes, sus triunfos y sus instituciones, siendo la máxima
de ellas la Federación de Estudiantes. Es una comunidad que canta en los Festivales de la Canción,
que realiza su aporte a Chile en los Trabajos de Verano, que discute posiciones en las Convenciones
de Estudiantes, que se alegra y comunica su alegría a la ciudad en las Semanas universitarias, en
síntesis, una comunidad estudiantil que es el receptáculo donde toman su expresión colectiva las
aspiraciones de cada universitario. Hoy al ingresar a ella, te haces partícipe de su pasado, pero más
que nada te haces responsable de su porvenir, porque a ti especialmente te pertenece. En el nombre
de todos los estudiantes de esta universidad te hago llegar, compañero de primer año, el saludo más
fraterno y la invitación más ferviente a que dentro de ella cumplas el papel que todos esperamos.
Hoy la universidad toda se ha reunido en este Gimnasio para reflexionar acerca de su futuro.
El Excelentísimo Sr. Rector lo ha hecho en nombre de la Dirección de la universidad, los estudiantes
- como es tradicional - debemos decir también una palabra en esta ocasión, y lo haremos con la plena
libertad de espíritu que la vida universitaria nos concede y con el único afán de buscar el bien de la
universidad. Nunca hemos creído - y nuestra trayectoria así lo ha demostrado - que el bien de la
universidad requiere la concordancia de los diferentes sectores de ella, sino que muchas veces, y los
tiempos en que vivimos así lo necesitan, es imprescindible plantear las discrepancias, sin desconocer
los elementos positivos. Destruir lo que nosotros creemos que es maleza, para que una vez quemada
la cizaña el trigo nazca con toda su vitalidad.
Desde hace mucho tiempo la Federación de Estudiantes viene planteándose el problema de la
universidad, preocupación que ha tomado, como nombre genérico, la Reforma Universitaria. Hace
siete años la preocupación se manifestaba por la denuncia un poco romántica de los males que ella
padecía. Años posteriores vieron a los estudiantes preocupados de formular planteamientos concretos
tendientes a resolver lo que habían denunciado y, dentro de ese camino, la participación estudiantil
en todos los niveles y en especial en el Consejo Superior, fue el instrumento necesario. En esta
ocasión, debemos recapitular los elementos del pasado y plantear claramente las condiciones para el
porvenir.
Años de reflexión han permitido a los estudiantes formular una tesis por muchos compartida,
esto es, que nuestra universidad vive una crisis integral. Crisis que se manifiesta en tres aspectos:
En primer lugar, insuficiente desarrollo de su misión esencial, es decir en aquello que
trasciende "el aquí y el ahora" y que es propio de la universidad medieval y de la moderna. Ser una
comunidad de maestros y discípulos en búsqueda de la verdad, el bien y la belleza.
Desgraciadamente la dimensión comunitaria de la universidad no existe. Los diversos sectores de
ella - profesores, Dirección, alumnos, trabajadores - llevan una vida aislada. Nuestros profesores, en
general de gran calidad, como grupo se han caracterizado por su desorganización y falta de
participación en las decisiones y en las responsabilidades universitarias que por su naturaleza les
corresponden. Hemos percibido en este aspecto signos de renovación, que muestran la preocupación
del profesorado joven de la universidad por comenzar a participar en la vida académica en una forma
más plena.
Los trabajadores de la universidad, hoy día organizados en una Federación, deben también
tomar su papel específico. Los propósitos que ellos han demostrado en el sentido de participar en los
organismos de decisión administrativa, son plenamente compartidos por los estudiantes; ello será un
elemento importante para impedir que las relaciones con los trabajadores tomen un cariz de capital a
obrero. El papel de los estudiantes y de la Dirección de la universidad - relativo a la dimensión
comunitaria de ella - será cuestión de análisis posterior.
Dentro del incumplimiento de su misión esencial, otra manifestación es el insuficiente
desarrollo de la investigación científica, y, por ende, la carencia de cuadros científicos. No queremos
con esto desconocer los esfuerzos aislados de algunas Facultades y decanos, pero es indiscutible que
ello no ha contado con el respaldo necesario de parte de la autoridad universitaria. Esta apreciación
es la misma que todo hombre de ciencia de esta universidad hace sobre este problema.
Finalmente, otra manifestación de este aspecto de la crisis de la universidad es la carencia de
una formación integral para el universitario, porque sólo recibe el punto de vista especializado de
cada Facultad y no se le proporciona una visión integradora del hombre y de su mundo que le
permita coger los problemas que hoy día enfrenta, con una dimensión humanística. La falta de un
foco de ciencias antropológicas dentro de la universidad, o de la falta de irradiación de los reducidos
focos que hoy día existen, agudiza aún más este problema.
En segundo término, la crisis de la universidad se ha manifestado por su incapacidad para
responder el momento histórico. Cada época requiere una comunicación con la circunstancia
concreta que lo rodea. Si de ella se careciera, la elaboración cultural que la universidad realiza,
perdería vitalidad y se deshumanizaría. La universidad debe ser la institución social capaz de
cristalizar intelectualmente el vivir de su pueblo.
Nadie puede olvidar las circunstancias sociales que hoy día vive Chile. Circunstancias
posibles de definir por el afán incontenible de los hombres postergados para derribar las
"disparidades hirientes, no solamente en el goce de los bienes, sino todavía más en el ejercicio del
poder", como ha dicho Paulo VI, quien además agrega "mientras que en algunas regiones una
oligarquía goza de una civilización refinada, el resto de la población, pobre y dispersa, está privada
de todas las iniciativas personales y de responsabilidad, y aún muchas veces incluso viviendo en
condiciones de vida y de trabajo indignas de la persona humana". Son las palabras de Roma las
mejores para señalar la situación que hoy día nuestro país vive. A ello la universidad no puede
aparecer dándole la espalda, sino que, muy por el contrario, encarnándose en su tiempo. Es un hecho
que esta universidad vive ausente de esa preocupación. Sólo podríamos mencionar, para ser justos,
las realizaciones aisladas de algunos profesores y las actividades de acción sociales de los alumnos.
Algunos argumentan en contra de esta exigencia, diciendo "la universidad no puede
transformarse en un servicio de la Administración Pública, para ello está el Estado". Los que así
hablan no han entendido la naturaleza del requerimiento histórico. No han sido capaces de percibir
que lo único que se le pide a la universidad es que, reflexionando en su silencio, sea capaz de ser
verdadera universidad, y al mismo tiempo históricamente situada y no ajena a su país. Ello requiere
imaginación, experimentación, y, sobre todo, una autoridad que sepa conducir los impulsos ya hoy
día existentes. Los que han tenido oportunidad de vivir los Trabajos de Verano, han podido auscultar
que en ellos se da una forma quizá rudimentaria del ansiado propósito de tener una universidad que
viva inserta en su pueblo.
El último elemento de la crisis de la Universidad Católica se puede señalar paradojalmente en
lo "católico". Creemos firmemente en la compatibilidad de lo católico y de lo universitario, porque
creemos que en la plenitud de lo humano se encuentra el cristiano. Porque al final de la historia no
está el término, sino la parusía. Esta convicción debe concretarse en los momentos actuales en una
modalidad de universidad que en cierta forma prefigure la meta que sostenemos. Queremos una
universidad en que lo católico se exprese fundamentalmente por la elaboración de una antropología
cristiana merced a un diálogo incesante e integral entre la ciencia y la fe, entre la filosofía, las
ciencias naturales y la teología. La carencia de una Facultad de Teología con una presencia activa en
el resto de la universidad impide que el diálogo creador entre la verdad revelada y las ciencias del
hombre se produzca. Sólo nos resta señalar que la única actividad que tiende a este objetivo, los
cursos de cultura católica, son en gran medida insuficientes.
Hemos analizado a grandes rasgos los elementos que configuran la crisis integral de la
Universidad Católica, muchos podrán sentirse tentados a escandalizarse por la insistencia de los
alumnos en la denuncia de los males, pero creemos que nuestro papel es justamente insistir
abiertamente en aquello que otros sólo mencionan en los pasillos, o lo aceptan con cierto fatalismo.
Nos parece que no hay ninguna novedad en lo dicho. Que ello ha sido múltiples veces repetido, y que
los universitarios ya están cansados de escucharlo, y el anhelo de esta ocasión es visualizar un
camino de superación definitivo. La esperanza se ha convertido en frustración en el espíritu de
alumnos y profesores, y ya todos miran con cierto recelo a aquellos que prometen cambios en la
universidad.
Sin embargo, para ser justos, no debemos callar los hechos positivos y elementos promisorios
que se han producido en la universidad. Así podemos mencionar como la reorganización
administrativa ha sido un paso importante para la vida académica. El crecimiento sustancial de la
universidad - medible en presupuesto, profesores y alumnado - aunque se ha realizado en forma
inorgánica, significa un esfuerzo que se debe valorar. El enfrentamiento reciente - merced en parte a
la actuación del Centro de Alumnos - de la situación de Pedagógico, mediante la normalización de la
autoridad académica, el aumento presupuestario, la contratación de profesores, es otro elemento que
se debe señalar. Finalmente, el comienzo de una planificación académica y el nombramiento del
decano de la Facultad de Agronomía, nos parecen hechos positivos. Pecaríamos de mediocridad si
nos sintiéramos satisfechos con estas realizaciones, son demasiado grandes y urgentes las exigencias
como para adormecernos y no seguir luchando.
Enfrentados a la necesidad de resucitar la mística y el entusiasmo en alumnos y profesores
para cambiar la universidad, es necesario descubrir aquello que impide la rápida transformación. Por
todos lados uno observa la preocupación y el deseo de enfrentar los males y buscar soluciones. Hay
una tremenda energía entre los profesores y alumnos que no ha sido actualizada. El Sr. Rector ha
podido observar concretamente esa aserción cuando el lunes pasado recorría la exposición realizada
por el Centro de Alumnos de la Escuela de Arquitectura llamada "El rostro de la universidad", o en
la movilización de estudiantes para los Trabajos Voluntarios en los meses de verano.
Es fácil percibir un consenso general entre profesores y estudiantes de la meta a perseguir.
Avanzar rápidamente hacia una nueva universidad, realmente creadora, formadora de hombres
verdaderamente cultos, auténticamente comunitaria, propiamente católica, e íntimamente ligada al
desarrollo del país. Cuando existe el propósito y la energía suficiente como para llevarlo a cabo, sólo
se requiere de la transformación sea encabezada por hombres de vocación universitaria verdadera,
claramente representativos y conscientes de la urgencia del cambio. En síntesis, es necesaria una
autoridad que sea capaz de conducir lo que ya está dispuesto. Sin esta condición, muy poco se puede
hacer.
A través del transcurso de mis palabras hemos analizado una realidad, señalado un propósito
y afirmado una exigencia. Exigencia de contar con una autoridad adecuada para el cumplimiento del
propósito. Debemos en esta hora, responsable y serenamente, analizar cómo es la autoridad de la
Universidad Católica.
El Consejo Superior, presidido por el Sr. Rector, se puede señalar como el cuerpo
jurídicamente establecido para conducir la vida académica de la universidad. Es de todos conocida la
opinión de los alumnos con respecto a dicho Consejo. Sintetizando, tendríamos que decir que no
cumple ninguna función de mando y que se limita a tratar temas intrascendentes, e incluso ésos los
resuelve en forma poco seria. Lo hemos dicho en las paredes de la universidad, no sería honesto
callarlo en esta ocasión. El Sr. Rector y los Honorables Consejeros muy bien saben la periodicidad
con que se reúne este Consejo, la falta total de antecedentes con que cuenta para tomar decisiones y
la importancia que el resto de la universidad le concede. En resumen, éste no es otra cosa que una
superestructura sin ninguna capacidad real de decisión y en la cual, por ende, la participación
estudiantil pierde toda consistencia y eficacia.
Las diversas Facultades están conscientes - y esto lo decimos porque se lo hemos escuchado -
que las decisiones importantes se toman en otros niveles creando con ello una situación inorgánica
que conduce a la frustración de algunos y al excesivo poder para otros. Ningún decano que tenga
intenciones de dar curso a un proyecto importante recurre al Consejo Superior y para él sólo se deja
aquello intrascendente con el objeto de conservar la formalidad.
La situación anormal existente para la toma de decisiones hace posible que vastos sectores -
entre los cuales se encuentra el profesorado joven de la universidad, algunas Facultades e Institutos,
y en general hombres genuinamente universitarios - se marginan de la responsabilidad, que por su
misma naturaleza les cabe dentro del contexto de la universidad. La falta de una institucionalidad
para ejercer el poder hace posible que factores extra universitarios, especialmente los políticos de
cualquier tendencia, sean elementos decisivos para la conducción de la universidad. La universidad
sabe que funciona a pesar del Consejo Superior, y tolera esa situación, algunos debido a la inercia o
impotencia y otros debido a que les es favorable.
La falta de representatividad de la autoridad universitaria ha sido enfrentada por los
estudiantes a través de la FEUC, mediante una lucha por cambiar la estructura de poder de la
universidad permitiendo que la autoridad sea generada democráticamente. El proyecto no ha sido
impugnado por nadie y aceptado en la forma por todos, pero los 20 meses de tramitación y la
incertidumbre han desilusionado a los estudiantes de la eficacia del método y de la real disposición
del Consejo Superior para aprobarlo.
La conducta de los alumnos es consecuente con la situación descrita. Es así como la
indisciplina, la falta de consideración con la jerarquía, la desobediencia reiterada, son hechos que
mirados en forma absoluta podrían ser negativos, pero que, a la luz de las consideraciones anteriores,
son totalmente explicables y moralmente lícitos.
Nos parece lógico concluir, después de hacer este análisis, que la realidad indica claramente
una crisis de autoridad, crisis por deficiencia de la autoridad, trayendo consigo una pérdida de los
requisitos esenciales para el gobierno, ya que al no ser representativa de la comunidad que dirige, es
incapaz de interpretar sus aspiraciones y de unificar los dinamismos que en ella se dan. Lo anterior
impide a la autoridad garantizar el bien común, esto es, tomando las palabras de Santo Tomás: "el
conjunto de recursos espirituales y materiales necesarios a la comunidad para que pueda vivir y
ofrecer a sus miembros el medio de realizar lo más perfectamente su destino personal".
La crisis de autoridad es para nosotros la causa última de la deficiencia de nuestra
universidad, y aunque su superación no es sinónimo de Nueva universidad, ella es condición
necesaria para indicar el camino. Es por ello que el Comité Ejecutivo que presido postuló en el mes
de noviembre del año recién pasado [1966] que el camino de Reforma universitaria no consistía en la
presentación de proyectos de reformas estructurales al Consejo Superior, sino que simplemente en un
cambio de personas en la Dirección de la universidad.
No quisiera que mis palabras se interpretaran como un ataque a la dignidad de las personas,
ni un desconocimiento de su labor, porque sabemos que muchas de ellas tienen un real espíritu de
servicio y de entrega a la universidad, lo que simplemente hacemos notar es que, debido a las
condiciones descritas, el espíritu de servicio es estéril.
He querido ser extremadamente franco en este día de Inauguración del Año Académico y no
dejar nada sugerido. El diálogo, como dice el Pastor Romano, si no es claro ni se da en la confianza
de que el interlocutor pueda acoger la palabra, no produce frutos, pero "cuando así se conduce se
realiza la unión de la verdad con la caridad y la inteligencia con el amor".
Cuando en el mes de febrero de este año 400 universitarios nos despedíamos de la provincia
de Arauco, había una petición en la boca de los hombres y mujeres de esa lejana región. "No nos
olviden". Y prometimos no hacerlo. Y las palabras que esa noche dijimos en la plaza de Curanilahue,
podemos repetirlas hoy textualmente: "No nos olvidaremos porque vamos a aplicar el espíritu que
en Arauco hemos encontrado a nuestra universidad. Le vamos a exigir que cambie sus viejas
estructuras y los hombres que las sostienen, para que se coloque al servicio de su pueblo, para que
cumpla el mandato de la hora presente y se abra a todos los sectores sociales, que investigue la
realidad de este país y elabore la tecnología, ciencia y cultura que la comunidad nacional le
requiere. Que, en fin, sea la culminación intelectual del vivir de su pueblo, porque allí está su
energía y vitalidad".
Seremos fieles a la palabra empeñada porque es en esta forma como entendemos el mandato
evangélico "ser levadura en la masa y sal en la tierra".
APENDICE II.

CARTA ABIERTA DE LA FEDERACION DE ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD


TECNICA DEL ESTADO A LOS PROFESORES, 25 DE SEPTIEMBRE DE 1967.

A los profesores de nuestra universidad:


Por encargo de la Federación de Estudiantes de la Universidad Técnica del Estado dirigimos
esta carta abierta a todos y cada uno de los profesores de nuestra universidad. Razones poderosas nos
han llevado a escribirla, momentos cruciales la han impuesto como necesidad urgente.
Desde la noche del pasado jueves 14 de septiembre, el local de la Casa Central de la
Universidad Técnica del Estado se encuentra en poder estudiantil por resolución del Ejecutivo
Nacional de FEUT. Esta decisión no tiene precedentes en la historia de nuestra universidad. En
ocasiones pasadas, el estudiantado fue a la huelga, se posesionó de locales escolares, realizó incluso
una marcha memorable por los caminos de Chile, defendiendo el Presupuesto, pero nunca la Casa
Central había sido ocupada. Es decir, nunca antes se había generado un conflicto de tal envergadura
entre el estudiantado y las autoridades que detentan y ejercen el poder de la universidad.
Hemos llegado a esta situación por dos causas fundamentales:
1o. Por la no realización de la Reforma universitaria, por la tramitación de que ha sido objeto
la nueva Ley Orgánica y el nuevo Reglamento General, por el obscurecimiento que sufre la
perspectiva de tener una nueva estructura en la Universidad Técnica del Estado que sea democrática
y racional.
2o. Por la consumación de una elección de Rector a espaldas de la universidad que en nada
consulta la opinión de profesores ni menos de estudiantes y que pretende mantener por un nuevo
período legal de cuatro años al actual Rector Don Horacio Aravena A.
En estos dos puntos se sintetiza el problema, allí residen el por qué de nuestra actitud de
protesta, la rebeldía profunda pero serena al mismo tiempo acumulada por largos años en nuestras
aspiraciones que se han visto postergadas, en que nuestra buena fe y esperanzas se han visto
burladas; porque hemos creído cuando se nos han prometido plazos que nunca han sido respetados,
porque hemos confiado cuando se nos han hecho promesas solemnes, promesas que se las ha llevado
el viento, porque hemos esperado anhelantes que largas peroratas rindiéndole culto a la Reforma
Universitaria, innumerables sesiones del Consejo y toneladas de escritos sobre el tema, dedicadas a
debates eruditos, se hubiesen traducido en hechos fecundos, e inyecciones de vitalidad para una
nueva vida universitaria.
Deseamos presentar toda la historia de este proceso, con fechas, con datos que pueden ser
comprobados; están para ello los documentos de FEUT y las actas del Consejo Universitario,
queremos que esto lo conozcan los profesores universitarios y que a partir de ello juzguen nuestra
actitud.
CAUSA PRIMERA: La tramitación de que ha sido objeto la Reforma Universitaria
integral.
Los estudiantes venimos luchando por la Reforma Universitaria integral desde el histórico
movimiento del 25 de mayo de 1961. En aquella ocasión se tomó conciencia de la necesidad
inaplazable de obtener un cambio de Ley Orgánica, terminando así con la traba legal en que se había
constituido la 10.259, orgánica vigente, cuyo mérito indiscutible fue el de crear la Universidad
Técnica del Estado, pero ya se había transformado en pesado lastre incapaz de satisfacer las
necesidades estructurales de la universidad en rápido desarrollo. A instancias de la FEUT se formó
en 1961 la Comisión Bipartita y Paritaria, seis profesores y seis estudiantes, encargados de echar las
bases de la reforma integral.
Tal Comisión, promisoria en un principio, languideció diluyéndose al cabo de dos años de
funcionamiento. En 1963 moría, sin pena ni gloria, la Comisión Bipartita y Paritaria. La Reforma de
la Universidad Técnica sufrió así su primera postergación.
En 1963 se intentó otro método. La FEUT propuso la realización de un Seminario de
Reforma Universitaria. El mes de mayo recogió en su seno esta iniciativa. El Seminario por cierto se
realizó, pero tampoco se tradujo en nada concreto por parte de las autoridades. Otro año de
postergación.
En 1964 se emplazó con más energía al Consejo Universitario para que emprendiera la
redacción de una nueva Ley Orgánica. El Consejo "totalmente de acuerdo con la idea de Reforma
Universitaria"(?) nombró una Gran Comisión encabezada por el propio Rector, encomendándole su
estudio. Esta comisión se dividió en subcomisiones que a su vez se subdividieron en grupos de
trabajo y pasó 1964 sin que el Consejo ni siquiera discutiera el trabajo realizado por la Gran
Comisión.
En 1965 la FEUT presionó nuevamente al Consejo y éste accedió a comenzar el estudio de
una nueva Ley Orgánica. Desde junio hasta noviembre de 1965 se le dedicaron sesiones ordinarias y
extraordinarias del Consejo Universitario al debate y análisis del problema. ¿Cuál fue su resultado?
La redacción y aprobación de sólo tres artículos de la nueva Ley, a penas los tres primeros, los más
sencillos que la definen jurídicamente, señalan su misión y mencionan que su representante legal es
el Rector; ¡esto fue el producto de todo un año de trabajo del Consejo Superior sobre Reforma
Universitaria!
Señores profesores, el descontento estudiantil en esa época era de gran magnitud; los
problemas de la universidad iban sufriendo una agudización creciente, por un lado la falta de
presupuesto ahogaba la labor académica, los locales se hacían estrechos, en talleres y laboratorios el
material y los instrumentos no daban abasto, las condiciones de vida de nuestro estudiantado,
modesto en sus recursos, se hacía insostenible y por otro lado la necesidad de un cambio de
estructuras, la organización interna de las escuelas, la creación de cátedras y departamentos, en
definitiva la obtención de una nueva Ley que se venía buscando desde 1961 era objeto de reiterada y
abierta tramitación.
1966 se inició con una actitud distinta de la FEUT; se le planteó al Rector, comenzando el
año escolar la conformación de una comisión pequeña de cuatro personas, entre ellas un estudiante,
encargada de redactar un ante proyecto de Ley para posterior discusión en el Consejo.
Como esta pequeña comisión de pronto se agrandó a 12 personas con posibilidad de crecer y
transformarse en otro de esos "clubes de debates" de años anteriores, la FEUT desahució su
constitución retiró su delegado, decretó un Paro Nacional de protesta (7 de junio de 1966) y le envió
una enérgica carta abierta al Rector como ultimátum de una semana para que él propusiera al
Consejo un articulado de nueva Ley. Como consecuencia de ese Paro Nacional y del ultimátum de la
FEUT, una semana más tarde el Rector presentaba al Consejo un ante proyecto de Nueva Ley
Orgánica.
Bajo la vigilancia permanente de los estudiantes, atentos a cualquier dilación para reaccionar
con energía, en tiempo récord, de fines de junio a principios de septiembre, el Consejo terminó la
discusión de todo el ante proyecto de Nueva Ley Orgánica, ante proyecto que no es nuestro ideal de
Reforma Universitaria, pero que en una serie de aspectos avanza con relación a la Ley hoy vigente.
Cinco años estuvieron demorando, nombrando comisiones y subcomisiones, hasta que vino la huelga
estudiantil y el Consejo, en tres meses, tuvo que aprobar lo que no había hecho en un quinquenio.
¿Por qué se esperó la huelga estudiantil?, ¿por qué si en tres meses se finiquitó toda la
confección del ante proyecto de Nueva Ley Orgánica, dilataron durante cinco años su redacción?
¿Qué se ganó con tal tramitación?, ¿demostrar que al estudiantado se le puede tomar como juguete?,
¿O no se ha dado cuenta que aquí la gran perdedora ha sido la universidad, condenada a funcionar
conforme a una ley que requiere urgente derogación?
Pero aquí no todo terminó. Cuando la FEUT le planteó al Rector que había llegado el
momento de enviarla a su trámite constitucional, éste manifestó que tal cosa era inconveniente,
puesto que siendo la Ley un cuerpo preceptivo requería para mejor comprensión de los
parlamentarios que fuese acompañada de un proyecto de reglamento que sirviera como anexo.
Se dijo que este reglamento sería de rápido despacho y el Rector estimó un mes de plazo
suficiente para proponer un ante proyecto a la discusión del Consejo. Octubre, por tanto, sería el mes
del Reglamento General.
En aquella época la atención central de la FEUT estuvo no en ese Reglamento, sino que el
gran movimiento por mayor presupuesto para la UTE, que concluyó como una rotunda victoria para
la universidad. Pasó octubre y el Reglamento no fue presentado al Consejo.
Habiendo sido convocado para Noviembre el Séptimo Congreso Nacional de FEUT, el
Rector se comprometió para entregar ante ese evento un proyecto de Reglamento que sería allí
analizado. Tal promesa tampoco fue cumplida.
Se entró en el período de pruebas finales de 1966 y en la preparación de exámenes. El
estudiantado saliendo de la lucha por el Presupuesto se recuperaba del esfuerzo entregado a ella
dedicándose a aprobar su año escolar. Esto lo sabían las autoridades y, por cierto, no estando el
estudiantado en condiciones de lucha el Reglamento no se entregó ni en diciembre ni en enero.
En enero de 1967 el Ejecutivo de FEUT sostuvo una entrevista para protestar enérgicamente
por estas dilaciones. El Rector manifestó que la primera quincena de marzo estaría el Reglamento
discutiéndose en el Consejo.
Llegó marzo y nada se había presentado. Ante un nuevo emplazamiento de la FEUT el Rector
pidió un último plazo, 28 de abril. Tampoco respetó ese compromiso, el Rector se fue a una gira por
Europa y la Unión Soviética.
El 5 de mayo la FEUT decretó un paro de protesta por la nueva informalidad. El Rector
Subrogante, Don Jorge Soto, ante este paro de la FEUT prometió que al regreso del Señor Rector le
tendría "una sorpresa": el Nuevo Reglamento aprobado por el Consejo. Llegó el Rector a fines de
junio y "la sorpresa" fue nuestra, pues ni una letra del Reglamento se había presentado.
En Julio el Rector anunció que nombraría una Comisión de Servicios a altos funcionarios que
se dedicaría exclusivamente a redactar el Reglamento. No cumplió su propia proposición. A esas
alturas se acercaba la elección del Rector y por cierto que una de las causas de esta demora estaba en
dicha elección.
La FEUT, viendo por un lado que esta elección del Rector en el marco legal vigente
constituía un lastre para la Reforma, y por otro lado, que la UTE podía realizarla mediante un
Claustro Pleno, el 28 de Julio planteó la necesidad de modificar el sistema de elección de Rector
mediante un artículo único que fuera tramitado con suma urgencia en el Parlamento y que
reemplazara el artículo 13 de la ley vigente, al mismo tiempo que no cejaba en su empeño para
obtener la ley completa.
Esta iniciativa discutida y acogida por el Consejo Universitario en sesiones del 4 y 10 de
agosto recién pasado fue bloqueada por el Gobierno a través del Ministro de Educación [Juan Gómez
Millas] que le negó su patrocinio y zamarreó al Rector y al Consejo Universitario tratándolos
despectivamente de "populistas, infantiles, etc." calificativos que el Consejo y el Rector recibieron
con franciscano sometimiento. Ni el Consejo ni el Rector demostraron el más mínimo interés en
insistir sobre esta iniciativa.
Los acontecimientos siguientes aún están frescos. La FEUT reunió en Santiago a todos los
Presidentes de Centros de Alumnos de las Escuelas de la UTE desde Antofagasta hasta Punta
Arenas. Ante ellos el Consejo Universitario resolvió enviar al Gobierno toda la Ley Orgánica con el
Reglamento General, nombró una comisión que en 15 días debía redactar el ante proyecto de
Reglamento.
Por su parte el Rector, al día siguiente de ese Consejo, el jueves 24 de agosto se reunió con
todos los Presidentes de Centros de Alumnos y Dirigentes de la FEUT, y se comprometió
solemnemente a que la Ley Orgánica con su Reglamento estarían totalmente despachados por el
Consejo Universitario y en poder del Gobierno antes de la sesión en que el Consejo confeccionaría la
terna para elegir al nuevo Rector.
Este compromiso fue aceptado por la FEUT, la palabra del Rector estaba empeñada y además
había consenso con él en el sentido de que se incluiría como artículo transitorio del Proyecto de
Nueva Ley, la modificación del artículo trece que había rechazado el Ministro Gómez Millas,
relacionado con el Claustro Pleno, incluido en ello el 25% estudiantil. Obsérvese bien, era éste el
último plazo luego de una sucesión de informalidades cometidas con relación a ellas. Se entraba en
septiembre, justo un año después que el ante proyecto de ley había sido totalmente aprobado y el
Reglamento de "fácil despacho" ni siquiera era redactado como proposición.
Los estudiantes, una vez más actuando de buena fe, mantuvimos las esperanzas de que se
cumpliera tan solemne compromiso. La sola posibilidad de que se finiquitara el trámite interno de
redacción de una nueva ley y de su reglamento, la sola posibilidad de ver plasmada en realidad, al
cabo de cortos 15 días lo que por seis años venía persiguiendo esa sola idea hacía desear que ¡por
fin! se cumpliera la promesa del Señor Rector. Los hechos no fueron así.
El lunes 11 de septiembre, el Consejo se reunía extraordinariamente para conocer el ante
proyecto de Reglamento y efectuar algunas modificaciones a la nueva Ley Orgánica aprobada el año
anterior. Cuatro días más tarde ese mismo Consejo había sido convocado para elegir al Rector. No
era fatal elegir al Rector el día 15, había plazo legal hasta el 23. La FEUT, en el propio Consejo hizo
presente el compromiso del Rector de despachar la Ley y el Reglamento General antes de dicha
elección.
El Consejo pese a estas advertencias en lugar de dedicarse a discutir o a revisar algunos
aspectos de la Nueva Ley Orgánica, prácticamente se puso a rediscutir totalmente esa nueva Ley que
ya estaba internamente aprobada. Las dos sesiones que se hicieron antes de la elección del Rector se
perdieron en revisar un inciso del artículo 4o. de la nueva Ley, artículo 4o. que establece la
composición del nuevo Consejo Universitario.
Como se sabe en el Consejo actual hay siete representantes de organismos extra
universitarios que los designa el Presidente de la República, entre ellos está la Sociedad de Fomento
Fabril, la Sociedad Nacional de Minería, la Confederación Mutualista, etc.
El año pasado la mayoría del Consejo estuvo de acuerdo en que ninguna de estas
organizaciones mantuviera sus representantes en la nueva Ley Orgánica.
Ahora un año más tarde, a cuatro días de que se eligiera al Rector, elección en que aquellas
organizaciones tienen 7 votos (cerca de un tercio del Consejo), la casi totalidad de los honorables
consejeros, desde el Rector para abajo, cambiaron de opinión y por 14 votos contra tres se
pronunciaron por permitir el reintegro de aquellas organizaciones al nuevo Consejo Universitario.
Sólo el Director de la Escuela de Ingenieros Industriales, el Director de la Escuela de Artes de
Oficios y el Director General de Enseñanza Secundaria votaron en contra y con ello impidieron que
se revocara el acuerdo el año anterior, revocación que requería de 15 votos, dos tercios del Consejo
Universitario.
En este problema se perdió todo el tiempo, en rediscutir un inciso de la nueva Ley Orgánica
aprobada restando por rediscutir dos incisos más de ese mismo artículo, varios artículos posteriores,
algunos transitorios y todo el nuevo Reglamento General.
Más aún, el ante proyecto del Nuevo Reglamento General, presentado como proposición al
Consejo constituía una verdadera farsa de lo que es la Reforma Universitaria. Una fronda de
facultades (ocho con posibilidades de crecer) hacía pensar que por encima del interés de la
universidad y de sus reales necesidades estaba influyendo en su determinación el número de decanos.
A tal punto es así que en el debate sobre el tema anteriormente mencionado referente al nuevo
Consejo Universitario los representantes estudiantiles hicieron presente que, si se incluía las siete
organizaciones de marras, más los cuatro representantes del Gobierno resultaban once miembros
extra universitarios, frente a sólo ocho decanos. (La observación de FEUT, iba, por cierto, dirigida a
oponerse a la inclusión de los siete organismos). Don Germán Sepúlveda, presidente de la Comisión
que redactó la proposición de Reglamento General respondió textualmente: "No importa, en el
Reglamento podemos crear más facultades". En la versión textual de dicha sesión está la constancia
de esto, e incluso tiene que estar la respuesta del Presidente de FEUT quien le dijo con sorna:
"Siempre que hubiera decanos ad honorem...".
Todo esto ocurrió la noche del miércoles 13 de septiembre. Al día siguiente el Consejo no
quiso sesionar, prefirieron hacerlo después de que se hubiera confeccionado la terna para elegir al
Rector. Una vez más se frustraba la esperanza estudiantil. El compromiso del Rector no se cumplió,
ese compromiso en el cual se había creído pese a todas las anteriores informalidades a lo largo de
años. Con la nueva Ley Orgánica rediscutiéndose, con un Reglamento General inaceptable, con la
elección del Rector consumada. ¿Qué les habría costado demorar los debates un par de meses? Ya
estaríamos en noviembre, los estudiantes preparando sus exámenes, luego las vacaciones de verano.
¡¡¡Un año más ganado para ellos!!!
¡¡¡Un año más perdido para la universidad!!!
¡¡¡La Federación de Estudiantes ha dicho YA ES BASTANTE!!!
Profesores de la universidad, esto son los hechos ¡Juzgad por ellos!
Es la universidad la que está en juego. Es por su Reforma verdadera por la que estamos
luchando. Son seis años de dilación, de trámites interminables, es un círculo vicioso que hemos
decidido romper.
La noche del jueves 14 de septiembre, la víspera de que fuera consumada esa elección que
debería de haberse realizado después de que hubiera terminado la discusión de la nueva Ley
Orgánica y Reglamento General, tomamos el control de la Casa Central, ocupamos el local en que
pensaba sesionar para elegir al Rector. Esta es la primera causa que motiva este conflicto. La FEUT
no tolerará que una vez más se burlen de las aspiraciones de Reforma Universitaria que tiene el
estudiantado. ¡Exigimos solución para este punto!

CAUSA SEGUNDA: Repudio a un método de elección espurio, a espaldas de la


Universidad, que impone por otros cuatro años un Rector para el cual no cuentan las opiniones
de profesores y estudiantes.
La FEUT está convencida de que la Universidad Técnica del Estado está suficientemente
desarrollada como para generar democráticamente sus autoridades. No podemos estar de acuerdo con
que un Consejo Universitario de 23 personas, doce de las cuales pertenecen a entidades
extrauniversitarias y de las once restantes, siete han sido nombradas a propuesta del propio Consejo
(que de esta forma se autogenera "nosotros te elegimos a ti y tú después votas por nosotros") le
imponga a la Universidad Técnica del Estado su máxima autoridad por cuatro años.
Por este motivo hemos dicho que no aceptamos un nuevo Rector por un período de cuatro
años conforme al actual sistema. La FEUT ha planteado la necesidad de designar un Rector
transitorio encargado fundamentalmente de activar y obtener la tramitación externa de la nueva Ley
Orgánica y una vez que ésta esté en vigencia, convoque a un Claustro Pleno encargado de elegir al
nuevo Rector por un período ordinario.
La FEUT plantea que, pese a las limitaciones de la ley vigente es posible compulsar el
pensamiento de la universidad sobre ese mandatario si es que las autoridades tienen la voluntad de
hacerlo, limitándose el Consejo a guardar las formalidades legales, refrendando la opinión de la
universidad.
Por cierto, que el Consejo Universitario no está obligado a esto, pero tampoco la ley impide
realizar dicho proceso universitario interno. No sería la primera vez que, en la Universidad Técnica,
se hicieran esas cosas necesarias al margen de la ley. Ahí están la constitución y creación de las
Sedes Universitarias, ahí está la constitución en casi todas las escuelas de los Consejos de
Coordinación que prácticamente constituyen verdaderos cuerpos colegiados de dirección en cada
establecimiento. Ninguno de estos cuerpos orgánicos está contemplado en la ley, sin embargo, su
creación y funcionamiento han sido beneficiosos y nadie los objeta. ¿Por qué no podría seguirse un
procedimiento universitario interno para elegir el nuevo Rector transitorio?
Nada de esto se tomó en consideración. Simplemente se puso como lo más importante la
consumación de la elección. Ni siquiera antes de ella fue posible discutir el problema con el Rector.
La noche del jueves 14 de septiembre, luego de haber tomado posesión de la Casa Central,
telefónicamente la FEUT concertó una entrevista para las 10 de la mañana del viernes 15 con el
Rector. Tal entrevista no se realizó porque el Rector no concurrió a ella y sólo supimos de las
autoridades cuando recibimos la citación, 5 minutos antes de que comenzara la reunión del Consejo,
detrás del cerro Santa Lucía, en el quinto piso de un edificio de departamentos que nadie conocía
como "local" de la universidad.
Allí los estudiantes pedimos que se suspendiera dicho acto, que se atendiera al hecho
conflictivo en que la universidad estaba; tenían plazo legal para suspenderlo hasta el 23, mas todo
fue en vano, la terna fue confeccionada fuera de la Casa Central, en ningún establecimiento de
docencia ni de investigación universitaria, en medio del repudio estudiantil, recibiendo también la
protesta del Consejo de Profesores del Instituto Pedagógico Técnico y el retiro de su Director de la
sesión, y cuando en la misma tarde el Consejo de Profesores de la Escuela de Ingenieros acordaba
pedir la suspensión de dicha sesión, acuerdo que no alcanzó a ser comunicado por los profesores de
la Escuela de Ingenieros pues no sabían "en qué lugar de Santiago" estaba reunido el Honorable
Consejo Universitario.
El resultado de la elección es conocido: por 14 votos contra seis y una abstención, Don
Horacio Aravena logró encabezar la terna que se envió al Presidente de la República para una nueva
designación como Rector de la UTE por cuatro años, como se establece en la ley.
Tal resultado agravó el conflicto. Una semana antes en la sesión del 6 de septiembre del
Consejo Universitario, el Presidente de la FEUT a nombre de la Federación, ante el propio Rector,
declaró que el estudiantado no deseaba su reelección por un nuevo período. También se le hizo
presente que no había dado cumplimiento al inciso del artículo 14 del reglamento General de la
Universidad, en vigencia, que lo obliga a dar cuenta de su gestión ante el Consejo Universitario 90
días antes del término de su mandato, planteando la FEUT que era imprescindible cumplir tal
requisito antes de cualquier proceso de elección.
Los estudiantes creemos que éste es un derecho de todo organismo: el de pedir cuenta a sus
mandatarios de la gestión que realizan, debatir tal cuenta y extraer de este debate las conclusiones
que sirvan para orientar el nuevo período que inicia la entidad.
Por lo pronto, el Presidente de la FEUT lo hace cada tres meses ante el Directorio Nacional.
En las instituciones de cualquier tipo que tienen visos de democracia interna se respeta este derecho
de la identidad y este deber de sus mandatarios. El propio Presidente de la República, el 21 de mayo
de cada año, realiza en su mensaje un verdadero balance de su administración. En la Universidad
Técnica esto no se estila, no se respeta, pese a que los reglamentos en vigencia explícitamente lo
ordenan. No entendemos cómo, después de dos períodos de estar gobernando la universidad, el
actual Rector no comprenda la importancia de someter su gestión al juicio universitario, de consultar
a la universidad si comparte o no, total o parcialmente, el ritmo y orientación que desde la Rectoría le
ha imprimido a la institución. En este punto el Rector actual no ha cumplido con un principio de
elemental democracia, reforzado esto por no haber respetado un imperativo reglamentario, aunque no
reside en ello, por cierto, lo sustantivo.
El problema de la elección de Rector tiene solución. El período del actual dura hasta el 23 de
octubre, casi un mes hay por delante. Es perfectamente posible que sea la universidad la que genere
al Rector transitorio. En esto el Consejo Universitario no tiene, lo reconocemos, atribuciones legales
como para desconocer la terna que propuso al Presidente de la República, pero sí los miembros que
componen dicha terna, en especial quien la encabeza, tienen en sus manos la solución del conflicto.
Por eso le hemos planteado al actual Rector, cuyo presente período legal no cuestionamos, que
desista de su postulación a ser reelegido. Si el pospone consideraciones de tipo personal, puede
abrirle paso a una solución del problema en este aspecto, para que sea el consenso universitario quien
genere al nuevo Rector transitorio (o interino).
Debemos decir que hace un año atrás, en el Consejo Universitario que ahora ha generado esta
terna para los próximos cuatro años, se señaló ante la posibilidad de que la nueva ley no se aprobara
antes de la reciente elección, la alternativa de designar un Rector interino. En aquella sesión en que
se discutía el artículo primero transitorio de la nueva ley nadie, ningún consejero, se pronunció en
contra de designar un Rector interino si la nueva ley aún no entraba en vigencia. No estamos los
estudiantes, por tanto, reclamando imposibles, estamos, al contrario, exigiendo que se cumplan
aspiraciones universitarias justas, realistas, que en el mismo Consejo habían sido consideradas.
He aquí, las dos causas básicas que han determinado la toma de la Casa Central. Ambas están
íntimamente vinculadas. Hemos querido exponerlas con esta extensión para que se comprenda a
cabalidad la posición estudiantil, para que se vea la profundidad de la crisis que nuestra universidad
enfrenta.
Queremos una nueva Ley Orgánica para estructurar una nueva universidad.
Queremos nueva autoridad para obtener esa nueva Ley Orgánica.
Creemos que la universidad la constituyen los universitarios: profesores, estudiantes y
graduados y ellos deben, en las proporciones adecuadas, ejercer su dirección. Creemos que la
universidad no es un patrimonio de un grupo, ni de una secta, ni siquiera del Gobierno, sino que es
propiedad del pueblo trabajador que genera la riqueza de donde sale el presupuesto. Estamos en
contra del estatus que en Chile se mantiene en la Educación Superior donde las universidades se han
distribuido como parcelas en subasta, en "confesionales" y "laicas", categorías que esconden en
mayor o menor medida la existencia de grupos de poder que las manejan a su antojo. Democratizar
las universidades chilenas, arrancarlas del control que estrechos grupos han ejercido sobre ellas, abrir
sus puertas y ventanas a la brisa renovadora de la cultura universal, sacudir las telarañas tejidas al
amparo de leyes y estructuras de otras época, garantizar la libertad interna, terminar con las
prebendas, favoritismos y criterios sectarios en la provisión de cargos docentes y administrativos,
estimular el diálogo, aumentar la eficiencia, entregar el gobierno de las mismas a quienes detentan el
alto título de "universitarios", estos son los imperativos del momento.
Aquí no hay otro camino, seis años hemos luchado, continuaremos batallando sin descanso,
porque nuestro objetivo es justo. Pero creemos que ha llegado el momento de llamar a otra fuerza a
intervenir en esto. A una fuerza que, debemos decirlo sin ambages, se ha mantenido un tanto al
margen de la inquietud reformadora. Es la fuerza del profesorado universitario.
Estos seis años de lucha, de enfrentamiento con las máximas autoridades, de discusiones y
debates, de plazos y promesas vanas, nos han demostrado a los estudiantes que tenemos una inmensa
capacidad de combate, pero que solos no lograremos la victoria. El futuro de nuestra universidad
requiere a profesores y estudiantes unidos, construyéndolo.
No pretendemos que el profesorado deba respaldar nuestras propias posiciones simplemente
solidarizando con nuestras luchas. Deseamos que el profesorado elabore las suyas, que sobre esas
bases desarrollemos el diálogo y que superemos en conjunto la etapa meramente discursiva para
asumir una actitud militante, comprometida con la universidad y su Reforma.
Esta es la hora de combatir la indiferencia, de vibrar al compás de las inquietudes más altas,
de tomar conciencia que la universidad somos fundamentalmente nosotros, profesores, estudiantes y
graduados.
Profesores universitarios: a los estudiantes nos quedan pocos en quién creer, los hechos nos
han golpeado en nuestros ideales, ya no tenemos fe en las promesas y compromisos de las altas
jerarquías.
Por eso en estos instantes críticos hemos recurrido al último bastión moral que existe, hemos
recurrido a la universidad. Queremos que sea la universidad la que hoy tome la palabra; queremos
que sea ella quien resuelva la situación planteada. Queremos que se eleve la voz de los docentes
junto a la nuestra, indicando el futuro derrotero.
La Federación pese a tener la Casa Central en sus manos no ha decretado el paro estudiantil
ni la ocupación de los locales escolares, porque deseamos que la universidad se exprese, y ésta no
está en la oficina del rector ni en las dependencias administrativas. La universidad está allí, donde
profesores y estudiantes realizan su actividad académica. Al calor de dicha actividad deseamos que
se entable el diálogo, deseamos que se lea esta carta abierta y pedimos que el profesorado le dé
respuesta a ella.
Profesores de esta universidad: responded a nuestro llamamiento, poseéis los elementos de
juicio necesarios. En vosotros confiamos hoy con la misma buena fe y esperanza con que desde hace
seis años veníamos confiando en quienes no cumplieron y al parecer no creyeron que este
estudiantado iría a tener el coraje para decir un día ¡¡¡ Basta señores!!!
La universidad está cansada. A ella le corresponde hoy hablar.

Alejandro Yáñez Betancourt Luis Cerda Ortiz


Presidente FEUT Secretario General

Santiago 25 de septiembre de 1967


APENDICE III.

CRONOLOGIA PARCIAL DE LA REFORMA.

NOTA DEL EDITOR: Esta recopilación de datos, aportados en el Simposio, intenta establecer una
secuencia parcial de hechos significativos del período reformista. No se incluyen antecedentes de la
Universidad del Norte, de la Universidad Técnica Federico Santa María ni de la Universidad Austral.

1918
Manifiesto Liminar de Córdoba, movimiento de Reforma Universitaria en Argentina.

1920-1940
Movimientos de Reforma en la Universidad de Chile.

1945-1952
Movimientos de Reforma en la Facultad de Filosofía (con ocupación de locales), en la Facultad de
Arquitectura y en la Facultad de Medicina de la U. de Chile.

1952 - 1960
Debate en torno a ideas reformistas en varias universidades.

1961
25 de mayo: La Federación de Estudiantes de la UTE (FEUT) inicia la campaña por la Reforma de la
UTE con una toma de todos los locales universitarios.

1963
A instancias de la FEUT se realiza Seminario de Reforma Universitaria con participación de
docentes, estudiantes y autoridades.

1964
El profesor Luis Scherz inicia seminarios de Reforma Universitaria en la Universidad Católica de
Valparaíso.

1966
25-29 de junio: Convención de Reforma Universitaria en la U. de Chile.

1967
15 de junio: Toma de la Casa Central de la Universidad Católica de Valparaíso.

Julio: Cientos de estudiantes de las universidades de Santiago (U. de Chile, UTE, UC) viajan a
Valparaíso en apoyo de los estudiantes de la UC de Valparaíso.

10 de agosto: Toma de la Casa Central de la Universidad Católica de Santiago.

13 de agosto: Fin de la toma de la UC de Valparaíso.

21 de agosto: Fin de la toma de la UC de Santiago y renuncia del rector Alfredo Silva Santiago.

22 de agosto: Asume Fernando Castillo como prorrector designado de la UC.

14 de septiembre: Toma de la Casa Central de la Universidad Técnica del Estado.


Septiembre: Plebiscito estudiantil sobre cogobierno en la U. de Chile. Gana la posición de rechazo al
cogobierno, apoyada por la Democracia Cristiana.

Octubre: Elección en claustro de Hernán Ramírez Necochea como decano de la Facultad de Filosofía
y Educación de la U. de Chile, en rebeldía contra Consejo Universitario.

27 de octubre: Fin de la toma de la UTE; se constituye la primera Comisión de Reforma con


participación estudiantil.

Noviembre: Fernando Castillo es elegido rector de la UC en claustro de docentes y representantes


estudiantiles.

1968
Marzo: Renuncia el rector de la UTE, Horacio Aravena y se convoca a elección democrática de
rector.

16 de abril: Renuncia rector de la UCV y Raúl Allard es designado rector por el arzobispo de
Valparaíso.

22 de mayo: Consejo Universitario de la U. de Chile acuerda reorganización de la Facultad de


Filosofía y Educación. Cambio de posición de la DC conduce a la FECh a aprobar el cogobierno.
Renuncia rector Eugenio González.

24 de mayo: Toma de la Casa Central de la U. de Chile.

29 de mayo - 12 de junio: Consejo Universitario de la U. de Chile deroga acuerdo de reorganización


de la Facultad de Filosofía y Educación y aprueba propuestas de cogobierno adoptadas por la FECh.

Junio: Se crea Comisión de Reforma en la Universidad de Concepción.

Julio: Se constituye Comisión Central de Reforma de la U. de Chile.

8 de agosto: Raúl Allard es elegido rector de la UCV en claustro de académicos y representantes


estudiantiles.

13 de agosto: Enrique Kirberg es elegido rector de la UTE en claustro pleno de profesores y


estudiantes (75 y 25% de los votos respectivamente). Asume el 20 de agosto.

14 - 29 de septiembre: Plenarios Nacionales de Reforma en la U. de Chile.

Diciembre: Edgardo Enríquez es elegido rector de la U. de Concepción en claustro pleno de


profesores, estudiantes y funcionarios.

1969
Agosto: Enrique Kirberg es reelegido rector de la UTE en claustro pleno de docentes, estudiantes y
funcionarios (65, 25 y 10 % de los votos ponderados respectivamente).

Noviembre: Elección de rector en la U. de Chile. Edgardo Boeninger es elegido en claustro pleno.


Noviembre: Fernando Castillo es elegido rector de la UC en claustro pleno.

1970
Julio : Congreso de Reforma en la UTE aprueba nueva Ley Orgánica y elige un Consejo Superior
Transitorio.

1971
10 de junio: Edgardo Boeninger es reelegido rector de la U. de Chile en claustro pleno, pero la
izquierda gana mayoría en Consejo Superior.

Agosto: Raúl Allard es reelegido rector de la UCV en claustro pleno de docentes, estudiantes y
funcionarios.

Los Estatutos Orgánicos reformados de la Universidad de Chile y de la Universidad Técnica del


Estado son aprobados por el Parlamento y promulgados por el Presidente Salvador Allende.

1972
Ante crisis de poder entre la Rectoría y el Consejo Superior, Boeninger renuncia y se llama a
elección de rector de la U. de Chile.

Abril: Boeninger es reelegido por segunda vez y obtiene mayoría en Consejo Superior.

Agosto: Enrique Kirberg es reelegido por segunda vez como rector de la UTE en claustro pleno.

Noviembre: Carlos von Pressing es elegido rector de la Universidad de Concepción en claustro


pleno.
1973
11 de septiembre: Golpe de Estado. Fin de la Reforma.
INDICE DE NOMBRES.

(La nacionalidad del nombrado es chilena a menos que se indique otra cosa. Se indica el cargo o
función en que fue citado.)

Aguirre Cerda, Pedro Presidente de Chile (1938-41)


Alessandri Palma, Arturo Presidente de Chile (1920-24 y 1932-38)
Alessandri Rodríguez, Arturo Decano y abogado
Allende Gossens, Salvador Presidente de Chile (1970-73)
Almeyda, Clodomiro Académico y político
Álvarez, Vladimir Presidente de la FEUT
Aravena Andaúr, Horacio Rector de la UTE
Aylwin, Patricio Presidente de Chile (1990-94)
Baeza, Mario Director del Coro de la UTE
Baltra, Alberto Académico y Senador
Barbosa, Ruy Decano y rector subrogante de la U. de Chile
Bello, Andrés Fundador de la U. de Chile, venezolano
Bitrán, Raúl Secretario general de la U. de Chile
Boeninger, Edgardo Rector de la U. de Chile
Bonaparte, Napoleón Emperador francés
Bulnes, Manuel Presidente de Chile (1845-50)
Castilla, Guido Presidente de la FEUT
Chardayre, Louis Director de la Escuela de Artes y Oficios, francés
Díaz, Fernán Dirigente estudiantil UC
Díaz, Víctor Presidente de la FEUT
Díez, Sergio Político
Frei Montalva, Eduardo Presidente de Chile (1964-70)
Garretón, Manuel Antonio Dirigente estudiantil UC
Galbraith, John Kenneth Economista norteamericano
Gandulfo, Juan Dirigente estudiantil U. de Chile
Gómez Millas, Juan Rector de la U. de Chile, Ministro de Educación
Gómez Rojas, José Domingo Poeta y dirigente estudiantil U. de Chile
González, Eugenio Rector de la U. de Chile
González Videla, Gabriel Presidente de Chile (1946-52)
Haya de la Torre, Víctor Político peruano
Herrera, Felipe Economista, candidato a rector de la U. de Chile
Humboldt, Wilhelm von Filósofo alemán
Ibáñez del Campo, Carlos Dictador (1927-31) y Presidente de Chile (1952-58)
Inti-Illimani Conjunto musical
Jadresic, Alfredo Decano de la Facultad de Medicina, U. de Chile
Jara, Víctor Director teatral, compositor e intérprete
Jariez, Jules Primer director de la Escuela de Artes y Oficios, francés
Juan Pablo II (Wojtyla) Papa, polaco
Kirberg Baltiansky, Enrique Rector de la UTE
Lagos, Ricardo Secretario General de la U. de Chile
Larraguibel, Armando Rector de la U. de Chile
Leighton, Bernardo Ministro de Estado
Letelier, Orlando Canciller
Lipschutz, Alejandro Académico
Maira, Luis Presidente de la FECh
Mistral, Gabriela Poeta
Molina, Enrique Rector de la U. de Concepción
Morales, Eduardo Rector de la USACh
Navarrete, Jorge Presidente de la FECh
Neghme, Amador Decano de la Facultad de Medicina, U. de Chile
Neruda, Pablo Poeta
Novoa, Eduardo Jurista, candidato a rector de la U. de Chile
Núñez, Osiel Presidente de la FEUT
Oppenheimer, Robert Físico norteamericano
Orrego, Claudio Dirigente estudiantil UC
Palacios, Jorge Académico de la U. de Chile
Palacios, Raúl Presidente de la FEUT
París, Enrique Presidente de los Plenarios de Reforma, U. de Chile
Parra, Isabel Compositora e intérprete
Pauling, Linus Premio Nobel de Química y de la Paz, norteamericano
Paulo VI (Montini) Papa, italiano
Quilapayún Conjunto musical
Ramírez Necochea, Hernán Decano de la Facultad de Filosofía y Educación, UCh
Ríos, Alberto Presidente de la FEUT
Roca, Marco Antonio Presidente de la FECh
Salas, Irma Académica de la U. de Chile
Salcedo, Danilo Académico de la U. de Chile
Scherz, Luis Académico de la UCV
Silva Henríquez, Raúl Cardenal, Gran Canciller de la U. Católica
Silva Santiago, Alfredo Rector de la U. Católica
Toro, Rubén Académico de la UTE
Ursic, Daslav Presidente de la FEUT
Vargas, Fernando Presidente de la Comisión de Reforma, U. de Chile
Vera, Juan Presidente de la FEUT
Vitale, Luis Académico, candidato a rector de la U. de Chile
Zavala, Arturo Rector de la UCV
SIGLAS.

BUS Brigada Universitaria Socialista


Cal-Tech Instituto Tecnológico de California
CORFO Corporación de Fomento de la Producción
CUT Central Única de Trabajadores
DC Democracia Cristiana
DCU Democracia Cristiana Universitaria
EAO Escuela de Artes y Oficios
ETH Escuela Técnica Confederada (de Zürich)
FECh Federación de Estudiantes de la U. de Chile
FEUC Federación de Estudiantes de la U. Católica
FEUT Federación de Estudiantes de la UTE
FRAP Frente de Acción Popular
GUR Grupo Universitario Radical
JJCC Juventudes Comunistas
JN Juventud Nacional
MAPU Movimiento de Acción Popular Unitario
MIR Movimiento de Izquierda Revolucionaria
MIT Instituto Tecnológico de Massachusetts
UC Universidad Católica
UCh Universidad de Chile
UCV Universidad Católica de Valparaíso
UFUCh Unión de Federaciones Universitarias de Chile
UMIST Instituto de Ciencia y Tecnología de la U. de Manchester
UP Unidad Popular
USACh Universidad de Santiago de Chile
UTE Universidad Técnica del Estado

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