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Venezuela puede resumirse como un milagro de la creación.

Un acierto sin semejanza y una nitidez que


nos diferencia a nivel mundial con cualquier escenario. Nuestra diversidad natural, geográfica y
paisajística ha sido la bandera a media asta que ha ondeando por años como falso profeta del potencial
turístico en nuestro país.

Contamos con 43 parques nacionales, 22 monumentos naturales, 2 reservas de biósfera, 7 refugios, 5


reservas de fauna silvestre, 79 parques recreativos y cientos de miles de kilómetros de áreas prístinas
donde los verdes parecen no tener fin. De acuerdo a esto, los invito a conocer cuántas especies de aves,
mamíferos, reptiles, insectos y fauna marina tenemos y cuántos de ellos son endémicos; les garantizo
que se llevarán una grata sorpresa. Bajo ese paraíso lleno de maravillas, ¿qué podemos hacer para que
ese potencial infinito sea aprovechado de manera efectiva? Debemos partir del hecho de saber dónde
estamos para poder definir a donde queremos ir.

Entendiendo esto último, enumeremos:

•Fuimos pioneros en propuestas y leyes de medio ambiente.

•Lo que se conoce como la cartera ministerial a cargo del ambiente, parece no tener mayor importancia
o relevancia los 365 días del año, sino apenas unos pocos días de temporada.

•El ente cuyo objetivo es la administración de parques públicos se encuentra tísico, entretanto el
desconocimiento para manejar estos espacios ha mermado.

•Las iniciativas para reactivar el turismo no son consecuentes en el tiempo.

Esto sumado a la devastación de extensas zonas de nuestros pulmones naturales a causa de una
indiscriminada explotación de minerales en conjunto con la utilización de métodos de caza y pesca
desproporcionados; la construcción y edificación en zonas bajo régimen de administración especial; la
comercialización ilícita de especies animales de todo tipo y la de más reciente data, la muerte por
inanición alimenticia en zoológicos de nuestro país demuestra que no estamos en la vía correcta.

Ojalá esto quedara allí, pero también hay que considerar ¿cuántos años debemos esperar para
reaccionar ante el fenómeno que afecta playas emblemáticas de nuestro país a causa de erosión como
consecuencia de la contaminación y el calentamiento global? Hagamos memoria, recordemos lo
extensas que eran las costas neoespartanas como Playa El Agua, Guacuco y El Yaque o, Playa Valle Seco,
Carenero y San Francisquito en Miranda, ¿cómo están ahora? Debemos ser prudentes al hablar del
aprovechamiento en términos turísticos de nuestros recursos naturales, prestar atención y aplicar con
inteligencia planes que permitan la conservación adecuada de estos espacios así como de las especies
que las habitan, solo así impulsaremos la única industria limpia, verde y socialmente responsable, la
industria turística.

Pensemos un segundo: ¿qué diferencia puede tener un parque de las naciones desarrolladas respecto a
algún parque nacional en Venezuela? Salvando las distancias, solo por mencionar uno, el parque
Yellowstone de los Estados Unidos, recibe más de dos millones de visitantes al año y recauda alrededor
de 7 millones de dólares anualmente. Es bueno considerar ¿No es posible obtener beneficios de
nuestros espacios naturales a través de la actividad turística? ¡Claro que sí!

¿Qué hacer?

Necesitamos entre otras cosas:

•Actualizar la legislación vigente en materia de protección al ambiente, flora y fauna de nuestro país.

•Focalizar por municipio o regiones la figura del Instituto Nacional de Parques.

•Fomentar con más ahínco el concurso público, la elaboración y proyección de programas de


aprovechamiento sostenible de parques y espacios públicos.

•Ser intransigentes en el cumplimiento de las sanciones a quienes abusen de nuestra flora y fauna.

•Desarrollar un eje estratégico sostenible en el tiempo en materia turística.

•Cultivar y mantener el apoyo interinstitucional con entes expertos en la materia a nivel internacional.

•Integrar a las asociaciones civiles y proteccionistas junto con las comunidades receptivas para el
desarrollo de planes de aprovechamiento sustentable.

Aunque resulte difícil de creer, en perspectiva tenemos un potencial enorme en comparación con
destinos suramericanos y caribeños. Somos mucho más grandes de lo que creemos y sobre todo,
tenemos un sinfín de opciones incomparables que gustosamente sabrán aprovechar quienes nos visiten.
La voluntad en la materia turística en nuestro país es prácticamente todo. Salgamos al encuentro de
soluciones constructivas y eficientes que permitan el desarrollo de nuestros espacios, nuestros
ecosistemas y todas las especies animales y vegetales. Démosle el espacio que se merecen. A fin de
cuentas, los invitados en este mundo somos nosotros

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