Está en la página 1de 23

Título: Trastorno del Espectro Autista (TEA) e Integración Sensorial: Revisión

Sistemática de la Literatura.
Autores: Restrepo, G 1; Moreno, N1;Fonseca, R3;Peréz, R3;Burguillos,
G4;Castillo, V5 .

Resumen: Actualmente existe un creciente interés por la relación entre Integración Sensorial (IS) y Trastorno del Espectro Autista
(TEA). Sin embargo, en la literatura científica hay informaciones contradictorias sobre la naturaleza de estos fenómenos y el vínculo
entre ellos. Las publicaciones científicas sobre estos sujetos son variadas, pero no se encontraron ante nuestro conocimiento
investigaciones que permitan avanzar en la clarificación del problema. Objetivo: Analizar las relaciones que existen entre el TEA en
niños, niñas y adolescentes y la IS. Materiales y Métodos: Se realizó una revisión sistemática de la literatura de los estudios publicados
entre el año 1980 y el 2018. Se seleccionaron 39 artículos correspondientes a revisiones sistemáticas de la literatura, metaanálisis,
estudios correlacionales, experimentales y cuasiexperimentales. En todos estos documentos, el objeto de estudio es el TEA en niños,
niñas y adolescentes y la Integración Sensorial. Resultados: en todos los artículos, los tipos de investigación y la población estudio fueron
heterogéneos lo cual limita el análisis y la interpretación de la información. La operacionalización de los conceptos en estudio y los
métodos de evaluación fueron muy variados de un estudio a otro. Los artículos analizados no permiten concluir sobre la existencia de un
impacto significativo de las intervenciones de IS sobre las manifestaciones clínicas del TEA. En las publicaciones revisadas se puede
determinar un consenso sobre la existencia de tres patrones de alteración en la IS que corresponden a: hiperreactividad, hiporeactividad y
búsqueda sensorial. Conclusión: las publicaciones analizadas no permiten concluir que las intervenciones en IS tengan un efecto
significativo sobre las manifestaciones clínicas del TEA. Existe un consenso sobre la presencia de tres patrones de alteración de la IS que
corresponden a hiperreactividad, hiporeactividad y búsqueda sensorial. En las investigaciones analizadas se identificó un concepto
emergente el cual refiere a los fenotipos comportamentales en el TEA.
Palabras Claves: Trastorno del Espectro Autista, Integración Sensorial, Desarrollo de niños y Adolescentes, Comportamiento Adaptativo,
Procesamiento Sensorial

Abstrac

1
Medico Neuropediatra, Profesor Universidad de Sherbrooke (Québec) Canadá
Gerardo.Restrepo@USherbrooke.ca;; Psicóloga, especialista en terapia cognitiva, Magister en
2

neuropsicología, grupo de investigación foundart academy ; 3Fisioterapeuta Grupo de investigación foundart


academy;4Terapeuta ocupacional Grupo de investigación foundart academy ; 5Terapeuta ocupacional Grupo
de investigación foundart academy ;6 Terapeuta ocupacional Grupo de investigación foundart academy.
Introducción
El trastorno del espectro autista (TEA) es un desorden complejo del neurodesarrollo caracterizado
por diferentes déficits en la interacción social, la comunicación y el comportamiento. El TEA se
asocia a menudo a conductas repetitivas e intereses restrictivos, y puede tener diferentes causas, así
como manifestaciones clínicas muy variadas (1). 
La noción de “espectro autista” fue introducida inicialmente en 1988 por Lorna Wing, quien llamó
la atención sobre la existencia de un “continuum” de manifestaciones clínicas, entre diferentes tipos
de trastornos. Posteriormente, Dorys Allen propuso la categoría en Autistic spectrum disorders:
clinical presentation in preschool Children (2,3). Más recientemente, en su quinta versión
publicada en 2013, The Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM) toma en
cuenta esta noción y reemplaza la definición de autismo por el de Trastorno del Espectro Autista. 
El TEA agrupa en un solo diagnóstico las categorías que antes hacían parte de todo el espectro, es
decir, el síndrome de Asperger, el Autismo, el Síndrome de Heller y el trastorno generalizado del
desarrollo no especificado. El Síndrome de Rett, que hacía parte de esta antigua categoría, no hace
ya parte del TEA.
La última versión del manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales, con sigla DSM-V
(1), presenta el TEA como una categoría diagnóstica única que se diferencia de acuerdo con
indicadores clínicos específicos, por ejemplo, la severidad de las manifestaciones que afectan la
comunicación social, o la presencia de características asociadas (retardo mental y/o algunos
trastornos genéticos asociados).  
En el TEA, las características clínicas y comportamentales varían considerablemente de un
individuo a otro. Este trastorno es clasificado por el DSM-V de acuerdo al nivel de funcionalidad de
tres procesos específicos. En primer lugar, el grado de reciprocidad social y emocional; en segundo
lugar, el nivel de desarrollo de la comunicación no verbal y finalmente, la afectación de la habilidad
para comprender y mantener las relaciones sociales (4).
Las manifestaciones del TEA deben estar presente desde las primeras etapas del desarrollo, y deben
causar limitaciones clínicamente significativas en los aspectos de la vida cotidiana que tienen
relación con la interacción social, el aprendizaje y el funcionamiento adaptativo de las personas. De
acuerdo al DSM V(1), estas dificultades no pueden ser explicadas por una deficiencia intelectual o
un retardo global del desarrollo grave.
El centro para el control y la prevención de enfermedades de Atlanta (5), con siglas CDC, ha
revelado que, en Estados Unidos, 1 de cada 59 niños cumple criterios para un diagnóstico de TEA.
Esta estimación muestra un incremento considerable en la prevalencia del trastorno que pasó de uno
por cada   69 niños en el 2012, a uno por cada 59 niños en el 2014, confirmando las apreciaciones
de Mahjouri y lord (6), quienes afirman que, en los últimos años, el TEA se ha convertido en el
trastorno del neurodesarrollo con el incremento más importante en la población infantil. Es así
como el TEA se reporta en todos los grupos raciales, étnicos y socioeconómicos. Sin embargo, su
prevalencia es cinco veces más elevada en niños que en niñas (7), suscitando diversas hipótesis de
tipo genético.
De acuerdo con Sansosti y Doolan, (8), la hiposensibilidad y la hipersensibilidad son
particularidades que se encuentran en la mayoría de los individuos afectados con el TEA, y
aparecen como criterios diagnósticos del trastorno desde la publicación del DSM-V (1) en el 2013.
Los trastornos de la modulación sensorial constituyen entonces, una de las características clínicas
del TEA más llamativas y menos estudiadas hasta la fecha (8,9,10).

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) ha sido objeto de múltiples investigaciones y


publicaciones científicas, tanto teóricas como empíricas (11, 12). Este creciente número de
publicaciones científicas se explica por el importante incremento en la prevalencia del trastorno
(13), su impacto adverso en el desarrollo del lenguaje y la comunicación, y la inclusión de las
dificultades de integración sensorial dentro de los criterios diagnósticos, desde la publicación de la
última versión del DSM (1). Las publicaciones sobre este sujeto han abordado temas variados como
el procesamiento sensorial atípico (9), la estimulación e intervención somatosensorial (14,15 ), la
efectividad de la integración sensorial (16, 17), la evaluación de las características del
procesamiento sensorial (18), la efectividad de la integración sensorial de Ayres (19), las
disfunciones del procesamiento sensorial entre los adolescentes y adultos (20), la relación entre el
procesamiento sensorial y la participación en las ocupaciones diarias (12), las correlaciones entre
los patrones de procesamiento sensorial (21), la intervención en los trastornos sensoriales de las
personas autistas (22, 23), los problemas sensoriales y de conducta (24, 25) y la evidencia empírica
relacionada con las dificultades del procesamiento sensorial (26). Entre los temas de las revisiones
sistemáticas de la literatura sobre las intervenciones en TEA encontramos; evaluación de la calidad
de las investigaciones sobre prácticas basadas en la evidencia en las habilidades de la vida diaria en
sujetos con TEA (27); revisión sistemática de la investigación en TEA con limitaciones auditivas
(28); intervenciones en habilidades sociales de adultos con TEA de alto funcionamiento (29);
pronóstico de las intervenciones en TEA asociado a problemas emocionales y comportamentales, en
adultos (30); reactividad fisiológica a los estímulos en TEA (31); intervenciones enfocadas en
aspectos críticos del tratamiento sensorial (22); efectividad de las técnicas sensoriales específicas y
de las modificaciones del ambiente en niños y jóvenes con dificultades de integración sensorial
(15); intervenciones sensoriales en niños con dificultades del comportamiento (32); efectividad de
la terapia de integración sensorial y de las intervenciones sensoriales en niños con TEA  (19); y
finalmente, intervenciones en procesamiento sensorial en niños con TEA (16) (Tabla 1).

Sin embargo, a pesar del creciente interés por la relación entre el TEA y los trastornos de la
integración sensorial, las publicaciones científicas sobre el sujeto son aún escasas (33) y muy
heterogéneas. Por ejemplo, la mayor parte de los artículos son estudios de casos y una revisión no
sistemática de la literatura (34). En el caso de la terapia de integración sensorial, la única revisión
sistemática de la literatura (19) encuentra resultados contradictorios en los estudios, y un impacto
global de leve a moderado, para este tipo de intervención. En conclusión, actualmente, en la
literatura científica consultada, no se encuentra ningún estudio que aborde la revisión sistemática de
las publicaciones científicas sobre los diversos aspectos que involucran la integración sensorial y el
TEA. Este vacío en la literatura científica justifica nuestra investigación. 
Este trabajo busca responder a las siguientes preguntas de investigación:
P1. ¿Existe evidencia científica que apoye las terapias de integración sensorial para mejorar las
conductas funcionales en niños y adolescentes con TEA?
P2. ¿Existe evidencia científica que soporte las diferencias o similitudes en los sistemas sensoriales
frecuentemente alterados entre los individuos con TEA?
P3 ¿Existen patrones definidos que permitan clasificar las alteraciones del procesamiento sensorial
en la población con TEA?
Para responder a estas preguntas de investigación, se empleó la metodología de la revisión
sistemática de literatura (RSL), la cual consiste en una revisión metódica, rigurosa, ordenada y
replicable de las investigaciones y publicaciones científicas sobre un sujeto determinado, realizadas
con anterioridad (35).
El artículo se compone de las siguientes secciones: definiciones y conceptos básicos, protocolo de
la revisión, proceso de búsqueda de documentos (selección de documentos, evaluación de la calidad
y extracción de datos), resultados del proceso de búsqueda, análisis de los estudios seleccionados,
discusión de las respuestas a las preguntas de investigación y conclusión.
DEFINICIONES Y CONCEPTOS BÁSICOS
El TEA se define como un trastorno del neurodesarrollo de origen multifactorial que se manifiesta
de forma variable. Aunque los niños con TEA comparten ciertas características comunes, en la
actualidad se reconoce la existencia de un espectro amplio y variable de manifestaciones de este
trastorno (36), sin que exista un único marcador del autismo (37).
Las características del TEA incluyen un deterioro cualitativo en la interacción social y la
comunicación, así como comportamientos restrictivos, repetitivos y estereotipados. Alrededor del
60% de los niños con TEA muestran un retardo cognitivo importante (38), y entre un 30% a un 50%
no desarrolla un lenguaje funcional (39). Los niños con TEA muestran frecuentemente respuestas
atípicas a las experiencias sensoriales, sin embargo, estas características pueden también observarse
en otros trastornos tales como el TDAH y el Trastorno de ansiedad generalizado de la infancia ( 40).
La prevalencia exacta de las anormalidades sensoriales en los niños con TEA es difícil de estimar
debido a la heterogeneidad de esta población, lo que no impide que algunos autores sugieran que
por lo menos el 90% de los niños con TEA presentan anormalidades sensoriales en múltiples
dominios perceptivos, independiente de la edad y del coeficiente intelectual (33).
La integración sensorial es un proceso neurofisiológico que convierte las sensaciones en
percepciones y unifica los impulsos nerviosos de las diferentes modalidades sensoriales. Este
proceso permite asociar las percepciones a las características del ambiente, lo cual da forma y
significado a nuestras experiencias, y las convierte en respuestas adaptativas, provistas de un
propósito y una meta (41).
La Teoría de la Integración sensorial, propuesta por Jean Ayres (41), postula que este proceso
neurológico es responsable de la relación existente entre los mecanismos sensorio-motores y los
procesos cognitivos que sustentan el aprendizaje humano (42). El desarrollo típico estaría apoyado
en la integración sensorial sucesiva de diferentes etapas, desde la vida fetal hasta alcanzar la
madurez, alrededor de los 10 a 12 años de edad. Esto le permitiría al individuo generar respuestas
adaptativas que le dan una mayor funcionalidad (41,43,44). Adicionalmente, esta teoría identifica
los patrones de disfunción sensorial que causan las dificultades del aprendizaje y del desarrollo, y
sugiere diferentes intervenciones con la finalidad de desarrollar tratamientos específicos para cada
tipo de problema (41).
Las intervenciones en integración sensorial abarcan un espectro amplio que va desde la percepción
básica de nuestro cuerpo y nuestro entorno, hasta la organización de procesos más complejos como
la percepción visual, la coordinación motriz, la atención y el lenguaje (41,43,44).
Para Jean Ayres (41) existen tres aspectos del procesamiento sensorial que son deficientes en el
TEA. El primero es la entrada sensorial que no se registra correctamente en el cerebro, por lo que
los niños prestan poca atención a los eventos del entorno, aunque en ocasiones reaccionan
excesivamente a los estímulos. El segundo es que los niños no modulan las entradas sensoriales,
especialmente las sensaciones táctil y vestibular, lo que los lleva a sentirse inseguros posturalmente
y a experimentar defensividad táctil. El tercero es que las conductas dirigidas hacia un objetivo no
tienen una retroacción sensorial adecuada, por lo cual su comportamiento tiende a ser estereotipado
y repetitivo.
Los desórdenes de la modulación sensorial ocurren cuando el individuo tiene dificultades para
responder a las entradas sensoriales con un comportamiento acorde al grado e intensidad de la
información suministrada, es decir, las respuestas son inadecuadas o no coinciden con la exigencia
de la situación, observándose inflexibilidad para adaptarse a los cambios sensoriales (45).
Existen tres subtipos de desórdenes en la modulación sensorial: híperreactividad, hiporeactividad y
búsqueda sensorial. La primera se caracteriza por una mayor intensidad de las sensaciones que
producen respuestas impulsivas y rápidas. La hiperreactividad puede ocurrir en múltiples sistemas
sensoriales, o en uno solo, afectando la funcionalidad del individuo (46).
En el segundo subtipo, las personas son poco sensibles o no responden a los estímulos sensoriales
del ambiente. Ellas presentan bajos umbrales de detección de lo que sucede a su alrededor,
haciéndolos parecer apáticos y sin iniciativa para explorar el entorno (46,47,48).
Por último, el subtipo buscador sensorial corresponde a una necesidad aumentada de sentir una
cantidad inusual de algún estímulo sensorial, lo que lleva al individuo a presentar comportamientos
estereotipados. Por ejemplo, girar constantemente, comer comida picante u observar repetidamente
algunos estímulos visuales. Estas conductas suelen influir de forma negativa en las interacciones
sociales (46,47)
MÉTODO
Las Revisiones Sistemáticas de la Literatura (RSL) son un tipo de investigación teórica y
retrospectiva, que sintetiza los resultados de múltiples investigaciones primarias sobre un sujeto
específico. Este tipo de investigación utiliza un método riguroso, explícito y reproducible, con
criterios de inclusión y exclusión definidos con anterioridad, con el fin de permitir la identificación,
la evaluación crítica y la síntesis de varios estudios previos, teniendo como objetivo primordial el
responder a una o varias preguntas específicas de investigación. En otras palabras, las RSL son un
tipo de investigación científica que tiene como propósito integrar de forma objetiva y sistemática
los resultados de los estudios empíricos sobre un determinado problema de investigación, con el
objetivo de establecer el ‘estado del arte’ en ese campo de estudio y proveer de esta manera una
síntesis racional de la investigación sobre el tema estudiado (49).
PROTOCOLO DE LA REVISIÓN
Esta sección presenta los parámetros utilizados en el diseño de la investigación, los cuales fueron
establecidos tomando como referencia la publicación de Kitchenham y Charters (50). Se realizó una
búsqueda en las bases de datos científicas: Cochrane, PUBMED, APA PsycInfo, Medline, Embase,
Proquest, Web of Knowledge, ERIC y ERUDIT. Las palabras clave de búsqueda fueron obtenidas a
partir de los títulos de artículos y libros especializados sobre “TEA”; posteriormente se obtuvieron
sinónimos y palabras similares. Al final, se conformaron las cadenas de búsqueda con las
combinaciones de las palabras: “Sensory profile”, “Sensory Processing”, “Autistic Spectrum
Disorder”, “Child development”, “Child psychology”, “Adolescents”, y “language development”
que estuvieran en el título, resumen y palabras clave de las publicaciones científicas.
Las cadenas de búsqueda empleadas fueron:
“Sensory Processing” AND/OR “Autistic Spectrum Disorder”; “Sensory Processing” AND/OR
“Child development”; “Sensory Processing” AND/OR “Child psychology”; “Sensory Processing”
AND/OR “Adolescents”; “Sensory Processing” AND/OR “language development”; “Sensory
Profile” AND/OR “Autistic Spectrum Disorder”; “Sensory Profile” AND/OR “Child development”;
“Sensory Processing” AND/OR “Child psychology”; “Sensory Processing” AND/OR
“Adolescents”; “Sensory Profile” AND/OR “language development”.  
CRITERIOS DE EXCLUSIÓN E INCLUSIÓN Y ESTRATEGIA GENERAL DE LA
BÚSQUEDA
Para realizar esta revisión sistemática de la literatura, se han definido varios criterios de exclusión e
inclusión esenciales. Los artículos  debían: 1. Tratar de niños y/o adolescentes (por ejemplo, se
excluyeron publicaciones sobre TEA y Trastornos de la integración sensorial en adultos); 2. Dado
que esta investigación se enmarca en la perspectiva de estudiar el desarrollo infantil, los artículos
retenidos debían tratar sobre el desarrollo de los procesos de interés, principalmente los trastornos
de la integración sensorial en el TEA; 3.La búsqueda permitió identificar principalmente meta
análisis, revisiones sistemáticas de literatura, estudios correlacionales, estudios experimentales y
cuasi experimentales sobre los temas de interés; se excluyeron los estudios cualitativos 4.
finalmente, todas las publicaciones debían corresponder a artículos científicos. Por consiguiente, se
excluyeron artículos publicados en revistas profesionales o sin comités de lectura.
PROCEDIMIENTO DE BÚSQUEDA DE DATOS
Reflejando los criterios antes mencionados, los operadores booleanos (AND, OR, AND NOT) se
combinaron con las palabras “Sensory profile”, “Sensory Processing”, “Autistic Spectrum
Disorder”, “Child development”, “Child psychology”, “Adolescents”, y “language development”,
para formar oraciones de búsqueda. Se ensayaron muchas combinaciones para descartar tantos
artículos "no deseados" como fuese posible, pero también asegurándonos de que los artículos clave
conocidos no se excluyeran de los resultados. Por lo tanto, la búsqueda fue intencionalmente más
inclusiva que exclusiva.
La búsqueda en línea de las publicaciones científicas se llevó a cabo utilizando las plataformas
Cochrane, PUBMED, APA PsycInfo, Medline, Embase, Proquest, Web of Knowledge, ERIC y
ERUDIT, que incluyeron todas las bases de datos electrónicas relevantes sobre neurociencia,
psicología, educación y desarrollo infantil, con el fin de asegurar la inclusión de todas las revistas
pertinentes, desde 1980 al 2018. Seis investigadores hicieron búsquedas de forma independiente en
las plataformas mencionadas y los resultados fueron cotejados entre sí.
SELECCIÓN DE ARTÍCULOS
Para seleccionar los artículos en todos los motores de búsqueda, se leyeron primero todos los
resúmenes para excluir los artículos que no cumplían con los criterios establecidos, es decir,
aquellos no excluidos con las frases de la búsqueda booleana. Los artículos restantes fueron leídos
con una atención muy particular a las secciones de metodología, discusión y conclusiones. Esta
lectura permitió, cuando se cumplieron todos los demás criterios de inclusión, comprender si las
interpretaciones y conclusiones de los autores proporcionaron o no información sobre la integración
sensorial y los TEA, así como los vínculos entre estos dos conceptos importantes para nuestra
investigación.
Por ejemplo, se excluyeron artículos cuando los resultados de la investigación condujeron a una
discusión únicamente sobre el TEA y otros aspectos no relacionados con la integración sensorial.
Este pre-análisis cualitativo de las secciones de discusión sirvió para construir una cuadrícula de
selección final, que refleja la importancia ponderada de los artículos en las disciplinas siguientes:
psicología, neurociencias y educación. Por último, para asegurar un acuerdo completo entre los
investigadores, se estableció un procedimiento previo y sencillo de selección, permitiendo que los
autores ajustaran los pre-ensayos y discutir sus diferentes opciones (ver Tabla 1).

Tipo de Artículo Año Titulo Autores Revista

Revisión 2015 Sensory-Based Farahiyah Wan J Autism Dev


sistemática Intervention for Yunus , Karen P Y Disord.
Children With Liu , Michelle
Behavioral Bissett , Stefania
Problems: A Penkala. 
Systematic
Review

Revisión 2015 Effectiveness Renee Watling,  Sarah The American


sistemática of Ayres Hauer. journal of
Sensory occupational
Integration® therapy : official
and publication of the
Sensory-Based American
Interventions Occupational
for People With Therapy
Autism Association.
Spectrum
Disorder: A
Systematic
Review

Revisión 2015 A systematic Jane Case- Autism : the


 
sistemática review of Smith , Lindy L international journal
sensory Weaver , Mary A of research and
processing Fristad . practice.
interventions
for children
with autism
spectrum
disorders

Revisión 2015 Group Social Debbie Spain. Autism: the


sistemática Skills Sarah H Blainey. international journal
Interventions of research and
for Adults With practice. 
High-
Functioning
Autism
Spectrum
Disorders: A
Systematic
Review

Revisión 2015 Outcome Traolach S International Journal


sistemática measures in Brugha , Lucy of Methods in
intervention Doos , Althea Psychiatric Research
trials for adults Tempier , Stewart
with autism Einfeld , Patricia
spectrum Howlin .
disorders; a
systematic
review of
assessments of
core autism
features and
associated
emotional and
behavioural
problems.

Revisión 2016 A Systematic Sinéad Lydon , Olive Journal


sistemática Review of Healy , Phil Developmental
Physiological Reed , Teresa Neurorehabilitation
 
Reactivity to Mulhern , Brian M
Stimuli in Hughes , Matthew S
Autism. Goodwin. 

Revisión 2017 Interventions Amy S Weitlauf, Nila Agency for


sistemática Targeting A Sathe, Melissa L Healthcare
Sensory McPheeters,  Zachary Research and
Challenges in Warren, Quality.
Children With
Autism
Spectrum
Disorder—An
Update

Revisión 2018 Specific Stefanie C. Bodison, L. The American


sistemática Sensory Diane Parham. journal of
Techniques and occupational
Sensory therapy : official
Environmental publication of the
Modifications American
for Children Occupational
and Youth Therapy
With Sensory Association.
Integration
Difficulties: A
Systematic
Review.

Revisión 2018 A Systematic Sarah Hansen, Jessica Communication


sistemática Review of the Scott. Disorders Quarterly
Autism
Research With
Children Who
Are Deaf or
Hard of
Hearing.

ANÁLISIS
Para alcanzar nuestro objetivo principal, y debido a que los estudios identificados en esta búsqueda
bibliográfica eran heterogéneos en cuanto a sus objetivos y metodologías, nuestros resultados no
podían ser analizados cuantitativamente. Por ello, las interpretaciones de los resultados de los
artículos seleccionados fueron analizadas cualitativamente y en ningún momento reinterpretamos
los resultados de estos estudios. Finalmente, se estableció un procedimiento para llegar a un acuerdo
entre los investigadores, para que la identificación y la interpretación del contenido de los estudios
fuera consensuada.
La frase de búsqueda booleana generó un total de 648 artículos en los motores de búsqueda
mencionados. Del total de 648 artículos, se seleccionaron 150, que de acuerdo al resumen cumplían
con los criterios de inclusión de nuestra investigación. Todos los artículos encontrados estaban en
inglés. Pero una vez realizada la lectura completa se retuvieron solamente 39 artículos que se
constituyeron en nuestro corpus de investigación. (Figura 1 Aquí).
Las razones por las cuales se excluyeron estos 111 artículos son variadas, por ejemplo, muchos de
ellos habían sido realizados en adultos, en otros se tenía como sujeto de investigación niños con
trastornos diferentes al autismo y/o no se pudo tener acceso a la totalidad del artículo. Todos los
artículos se dividieron inicialmente en cuatro grupos en relación con sus objetivos principales: (11)
revisiones sistemáticas de literatura; (2) meta análisis; (17) estudios correlacionales y finalmente (9)
estudios experimentales y cuasi experimentales. Se identificó un estudio de desarrollo cuando los
resultados de los aprendizajes fueron comparados entre grupos con diferentes edades o cuando se
anunció claramente un enfoque de desarrollo.
La Tabla 2 resume las características de los artículos que representan nuestro estudio (n = 39). Estos
artículos fueron publicados desde el año 1980 al 2018. (ver anexo)
 DISCUSION
Este trabajo busca responder a las siguientes preguntas de investigación:
P1. ¿Existe evidencia científica que apoye las terapias de integración sensorial para mejorar las
conductas funcionales en niños y adolescentes con trastornos del espectro autista?
Los estudios analizados muestran resultados contradictorios y muy heterogéneos, puesto que
algunos de los grupos control no son comparables, y los programas de intervención que evalúan, así
como las modalidades terapéuticas utilizadas, son muy diferentes.
En un estudio pionero, Ayres y Tickle (51) utilizaron una terapia de integración sensorial y
observaron una respuesta importante en un grupo de seis participantes, con mejoría en tacto y en
defensividad táctil. En un meta análisis realizado por Leong, Carter y Stephenson (52), se analizan
los datos de 35 artículos sobre terapia de integración sensorial y se encuentra un tamaño de efecto
débil (ES= 0,18), en individuos con dificultades del desarrollo o del aprendizaje, e igualmente un
efecto débil (ES= 0.12), en individuos con TEA. Estos autores no encontraron diferencias
significativas al comparar la integración sensorial con otros tratamientos alternativos y un grupo
control sin tratamiento.
En algunos estudios experimentales se compara la integración sensorial con intervenciones
convencionales (terapia del lenguaje, intervenciones comportamentales, programas educativos y
manejo farmacológico). En el estudio de Schaaf, Benevides, Mailloux, Faller, Hunt, Hoodydonk,
Freeman, Leiby, Sendecki y Kelly (53), se encuentra una magnitud del efecto alto (effect size,
ES:0.9), en indicadores que evalúan el autocuidado, la funcionalidad social y el comportamiento.
Sin embargo, otros estudios (54) muestran una magnitud del efecto débil (effect size, ES: 0.2), en
los indicadores de procesamiento sensorial, habilidades motoras, funcionalidad social y
movimientos estereotipados, al comparar la integración sensorial con un grupo que recibe
intervención en motricidad fina exclusivamente.
El estudio experimental conducido por Fazlioglu & Baran (55) compara un grupo sometido a
terapia de integración sensorial con un grupo control que recibe un programa convencional en
educación especial. Los niños afectados por TEA muestran una mejoría clínica significativa en
reducción de problemas sensoriales y en interacción social, con respecto al grupo control.
En la misma dirección, Khodabakhshi, Abedi & Malekpour (56) comparan la terapia de integración
sensorial en una población TEA, con un grupo control que recibe un entrenamiento en habilidades
básicas cotidianas y observan cambios significativos en desempeño sensorio-motor, pero no en los
indicadores de discriminación auditiva y visual.
Igualmente, Kashefimehr, Kayihan & Huri (57) comparan la terapia de integración sensorial con
diferentes intervenciones convencionales (terapia del lenguaje y ocupacional) y observan una
mejoría significativa en el grupo experimental al compararlo con el grupo control. Estos resultados
son corroborados por Padmanabha, Singhi, Kumar, & Malhi, (58) que encuentran mejoría en el
grupo que recibe terapia de integración sensorial al compararlo con el grupo de terapia del lenguaje
y ABA.
Algunos estudios cuasi experimentales, han mostrado un efecto de la terapia de integración
sensorial al compararlo con otros tipos de intervenciones. Por ejemplo, Iwanaga, Honda, Nakane,
Tanaka, Toeda & Tanaka (59) comparan la integración sensorial con una terapia grupal y reportan
mejoría importante en coordinación motora gruesa y fina, en memoria de corto plazo y en
habilidades sensorio motrices. Otros estudios comparan la integración sensorial con una
intervención en motricidad gruesa y fina sin observar resultados significativos (60,61).
En síntesis, los resultados de los estudios experimentales y cuasi experimentales son contradictorios
y no permiten concluir un efecto de las terapias de integración sensorial sobre las manifestaciones
clínicas de los niños y niñas con TEA.
P2. ¿Existe evidencia científica que soporte las diferencias o similitudes en los sistemas sensoriales
frecuentemente alterados en los individuos con TEA?
Sistema sensorial táctil
Los estudios correlaciónales con respecto al sistema sensorial táctil muestran similitudes y
diferencias que analizaremos a continuación. Lane, et al (62) encuentran una correlación positiva
moderada entre los indicadores de disfunción del sistema sensorial táctil y otros sistemas, como, por
ejemplo, gusto/olfato (r=.38 p<0.05), motricidad (r=.33, P <0.05) y discriminación auditiva (r=.33,
P < 0.05). En el mismo sentido, estos autores reportan una correlación positiva, moderadamente alta
(r=.59 P < .001), entre el tacto y la sensibilidad visual/auditiva. Adicionalmente, Baker, et al (63)
hallan una correlación positiva moderada entre el sistema táctil y la motricidad (r=0.440,p=0.041),
así como entre el tacto y la sensibilidad auditivo/visual (r= 0.447,p= 0.037), en los niños con TEA.
En lo que respecta a la relación entre tacto y comportamiento en individuos con TEA, Lane, et al
(62) encuentran una relación negativa moderada entre el tacto y las conductas mal adaptativas (r=
-.45; p<0.001). Por otra parte, Baker, et al (63) observan una correlación positiva moderada, entre la
sensibilidad táctil y las conductas mal adaptativas (r = .447, p = 0.037). Estos mismos autores
documentan una correlación negativa moderada entre el tacto y los niveles de ansiedad, medida por
la subescala de ansiedad del Developmental Behaviour Checklist-Parent (r= –.517p=0.014).
De la misma manera, otros estudios señalan una correlación negativa alta entre los comportamientos
estereotipados y las dificultades en sensibilidad táctil (r=-0.72, p<0.005), así como una asociación
importante entre la frecuencia e intensidad de estos comportamientos y las anomalías táctiles (r=-
0.73,p<0.05) (64). Sin embargo, Gal, et al, (65), no encuentra ninguna asociación significativa entre
el tacto y los movimientos estereotipados (r=-.11 p>0.05).

En lo que concierne a la relación entre el tacto y la actividad física en niños con TEA, Hochhauser,
et al, (66) documentan una correlación positiva moderadamente alta (r = .51, p = .05), mientras que,
Hilton, et al (67) identifican una correlación negativa moderadamente alta entre el tacto y las
respuesta sociales atípicas ( R= -.664 p<.01).
Por otra parte, Ashburner, et al (68), informan de la existencia de una correlación negativa
moderada entre sensibilidad táctil, y algunos comportamientos atípicos tales como, conductas de
oposición (R= -0.45, p=0.05), inatención (r= -0.46p=0.05), inquietud e impulsividad(r =-
0.45p=0.05) , inatención de acuerdo a los criterios del DSM–IV (r= -0.54p=0.01 ), hiperactividad/
impulsividad de acuerdo a los criterios del DSM- IV (p=0.05 r= -0.38) y finalmente trastornos
cognitivos asociados (r= -0.48p= 0.01), sugiriendo que los bajos puntajes de sensibilidad sensorial
táctil están asociados a un aumento de las características mencionadas en el grupo con TEA.
Diferentes estudios han analizado el sistema sensorial táctil en niños con TEA, de acuerdo a ciertas
características. Por ejemplo, Lane, et al, (62) investigaron un grupo de 54 niños con TEA
clasificándolos en tres subgrupos. El primero se caracterizaba por déficit de integración sensorial,
hiporreactividad, hiperreactividad y déficit de atención. El segundo presentaba dificultades en
modulación sensorial y baja sensibilidad kinestésica. Finalmente, el tercero presentaba dificultades
en modulación sensorial que afectaban sobre todo el gusto y el olfato. Estos autores afirman que las
características dentro de cada grupo eran significativamente diferentes al compararlas entre ellos
mismo. Por su parte Kientz et al, (69) comparan un grupo con TEA y un grupo control con
desarrollo neurotípico, observando que el grupo de niños con TEA presentaba mayor hipo
sensibilidad táctil, al compararlos con un grupo control. Otros autores, (66, 70), muestran resultados
semejantes con grupos análogos.
En una dirección diferente, Van der et al, (71) comparan un grupo de niños con trastornos del
lenguaje, un grupo con desarrollo neurotípico y un tercer grupo con TEA. El estudio encuentra que,
en el último grupo, los puntajes sensoriales en las pruebas utilizadas eran más bajos con respecto a
los dos primeros grupos. En el mismo sentido, Hilton et al, (67) comparan un grupo de niños con
TEA, y un grupo control que presenta un desarrollo neurotípico, encontrando puntajes sensoriales
más bajos en el grupo de niños con TEA. Cheung, et al, (72) presentan resultados análogos en su
investigación.
Sistema sensorial vestibular
El funcionamiento del sistema vestibular en niños con TEA ha sido asociado, en varias
investigaciones, con el comportamiento social. Por ejemplo, Roley et al., (73), identificaron una
relación negativa moderada entre la integración vestibular bilateral por una parte y la secuenciación,
y la participación social por la otra (r=-.35, p < .05). Es decir, en la medida que aumentan los
síntomas sensoriales atípicos a nivel del sistema vestibular, disminuye la participación social. No
obstante, al momento de relacionar la integración vestibular con la participación social en clase, esta
relación es más fuerte, y a menudo negativa (r =2.54, p <0 .01). En este mismo sentido, se observó
una correlación positiva entre moderada y moderadamente alta entre percepción visual (r=.36,
p<.001), percepción de figuras de fondo, (r=.61, p<.001) y la copia de figuras (r=.51 p<.001).
Por otra parte, Hilton et al (67) observan que los niños con TEA de funcionalidad alta, que
presentan deficiencias sensoriales vestibulares, exhiben con mucha frecuencia más dificultades en
interacción social (r= -.339, p<0.05). Es decir, que existe una correlación negativa moderada, entre
el puntaje obtenido por los participantes en las evaluaciones vestibulares y las respuestas sociales de
los individuos con TEA. En la misma dirección Hilton, et al (67) muestran que un grupo de niños
con TEA, y disfunción del sistema sensorial vestibular, tienen puntajes más bajos en estos ítems al
compararlos con un grupo de niños que tienen un desarrollo neurotípico (p<0.01)
Sistemas sensoriales y kinestesia
La percepción del movimiento ha sido un aspecto muy investigado en los niños con TEA. Para
Lane et al., (62), existe una relación positiva moderada entre la percepción del movimiento y la
integración Visual/Auditiva (r=.30, p<0.05). Esto indica que mientras más bajos son los índices de
percepción del movimiento más bajos serán los indicadores de integración de los sistemas visual
auditivo en la población con TEA. En el mismo sentido, Baker et al (63) identificaron que existe
una relación positiva moderadamente alta (r=0.615 p=0.002) entre las variables mencionadas, así
como una relación positiva moderada entre la percepción del movimiento y la sensibilidad táctil (r =
.440, p = 0.041). En otras palabras, a medida que aumenta las dificultas en la percepción del
movimiento, se observan mayores dificultades en el sistema sensitivo táctil
Otros estudios analizan la relación entre la kinestesia y el comportamiento de los individuos con
TEA. Baker et al., (63), encuentran una relación negativa de moderada a moderadamente alta, entre
la kinestesia y las conductas mal adaptativas (r= -0.487P=0.022), tendencia al aislamiento
(r=–.425*, p< 0.05), problemas en la comunicación (r=–.426*, p = 0.048), y ansiedad (r=–.590,
p<0.001). Dicho de otra forma, en los individuos con TEA, los puntajes bajos en percepción del
movimiento estarían asociados al aumento de las conductas atípicas mencionadas previamente.
En un contexto de inclusión educativa, Ashburner et al., (68) relacionaron las dificultades
kinestésicas y las conductas oposicionales de los individuos con TEA, en el salón de clase. Estos
autores encuentran una relación negativa moderada entre estas variables (r=–.49, p<.001). En otras
palabras, los bajos puntajes en percepción kinestésica están asociados a altos puntajes en conductas
oposicionista en la población analizada. Con respecto a la relación entre el ítem percepción
kinestésica, en el cuestionario de Winnie Dunn (1999) y el puntaje total de la escala ASEBA
(Achenbach System of Empirically Based Assessment: Teacher Report Form), que describe el
desempeño escolar de los niños, de acuerdo a la percepción de los maestros, se encuentra una
relación negativa moderada entre las dos variables (r=–.42, p<0.05).
En otros estudios realizados en contextos escolares, Cheung, et al (72) compararon individuos con
TEA, con un grupo control neurotípico y otro diagnosticado como TDAH. Estos autores
identificaron diferencias significativas en la percepción kinestésica y propioceptiva en el grupo
afectado por TEA (p<0.001). Hochhauser, et al, (66) reportan resultados semejantes respecto a la
percepción kinestésica al comparar niños con TEA de alto funcionamiento y un grupo control con
desarrollo neurotípico (p < 0.01).
Sistema sensorial auditivo/visual
Diversos estudios han analizado la relación existente entre el procesamiento sensorial auditivo y
visual, y diferentes variables comportamentales, cognitivas y afectivas. Por ejemplo, Stevenson et
al., (75) comparan 32 individuos con TEA y 32 con desarrollo neurotípico entre las edades de 6 a 18
años. El estudio analiza las habilidades para integrar las señales visuales y auditivas en diferentes
tareas multisensoriales. Varios estímulos simples y complejos, tales como señales visuales
apareadas a sonidos, sonidos de herramientas y monosílabos, fueron utilizados. Los resultados
muestran que existen diferencias significativas en ambos grupos con respecto a la agudeza temporal
multisensorial, la capacidad para aparear los estímulos visuales y auditivos y la discriminación de
fonemas explorados con el efecto McGurck (76).
En otra serie de estudios, Lane et al., (62,77) evalúan los patrones de procesamiento sensorial de
niños con TEA y los asocian con conductas adaptativas. Los resultados muestran correlaciones
positivas de bajas a moderadas entre la percepción visual y auditiva y el comportamiento
adaptativo. Igualmente, se observa una relación negativa moderada entre la hiporreactividad y la
discriminación visual auditiva. En lo que concierne a la hiporreactividad y a las conductas de
búsqueda y auto estimulación sensorial, estos autores no encuentran relación significativa con los
patrones de procesamiento sensorial analizados.
De nuevo en un contexto escolar, Ashburner et al., (68) analizan la relación entre procesamiento
sensorial auditivo, comportamiento, emociones y resultados escolares, en niños con TEA. Los
resultados muestran una correlación negativa importante que va de moderada a moderadamente alta
entre estos tres tipos de variables. Por su parte, Baker et al., (63) y Ashburner et al., (68), coinciden
al afirmar que existe una relación negativa, y moderadamente alta, entre variables afectivas y
trastornos sensoriales. Sin embargo, Hilton et al., (67) no encuentran una relación significativa entre
el perfil sensorial visual y la respuesta social en un grupo con autismo (R= -.269 P > .05).
Lane, et al, (62) caracterizan una población con TEA y proponen la existencia de tres subgrupos. El
primero es caracterizado por un déficit de integración sensorial leve que se presentan como
hiporreactividad y/o hiperreactividad y dificultad atencional. El segundo presenta dificultades de
modulación sensorial y baja sensibilidad kinestésica. Finalmente, el tercero presenta dificultades en
modulación sensorial que afectan sobre todo el gusto y el olfato. Estos autores encuentran
diferencias significativas entre los grupos respecto a la discriminación auditiva (p=.04), y a las
dificultades en integración sensorial, visual y auditiva (p=.005)
En un estudio transcultural, Carón et al (78), comparan dos grupos de niños de Israel y de Estados
Unidos con TEA y dos grupos control de los mismos países. Al utilizar el mismo instrumento, short
sensory profile, los investigadores encuentran que los padres estadounidenses de los niños con TEA
informan más comportamientos atípicos, relacionados con exposición a estímulos visuales y
auditivos, en comparación con los padres de los niños israelíes con TEA.
En resumen, los estudios que comparan grupos de niños con TEA y dificultades sensoriales a
grupos control, muestran diferencias significativas en el procesamiento sensorial visual, gustativo y
olfativo, independientes de la lengua y la cultura. Igualmente, en la literatura científica analizada se
identifica una tendencia transcultural interesante, que corresponde a la creación del concepto de
fenotipo, basado en alteraciones de la modulación sensorial. Es así como, Lane et al., (77),
proponen la clasificación de los niños con TEA en cuatro subtipos, basados en las diferencias de
modulación sensorial observadas. En el primero, los niños presentan importantes dificultades en
integración sensorial, de intensidad variable, que afectan varias modalidades sensoriales (auditivas,
gustativas, olfativas, vestibulares y propioceptivas). En el segundo subtipo, los niños presentan,
predominantemente, anomalías olfativas. El tercer subtipo muestra dificultades posturales e
inatención, y finalmente, el cuarto subtipo presenta dificultades en modulación en todas las
modalidades sensoriales. Los autores concluyen que el análisis de las dificultades en integración
sensorial constituye un método prometedor en la identificación de fenotipos de los niños con TEA.
Algunos estudios recientes asocian claramente las características comportamentales de los niños
con TEA y los trastornos de la integración sensorial. Por ejemplo, Hilton et al (67) proponen seis
perfiles sensoriales diferentes y los relacionan con diferentes características comportamentales del
TEA. Estos autores consideran que los diferentes subtipos de desórdenes de integración sensorial
pueden predecir bien las variaciones comportamentales en el TEA. Fernández et al., (70), van en la
misma dirección de los precedentes al establecer una correlación entre trastornos de la integración
sensorial y trastornos comportamentales, pero sugieren que el ambiente escolar y familiar donde se
desenvuelven los niños, puede modificar de manera significativa esta correlación. En una dirección
opuesta Demirović et al. (2018) comparan tres grupos de niños que presentan TEA, el primero,
deficiencia intelectual, el segundo, y un desarrollo normal, el tercero. Los resultados muestran que,
aunque la severidad de las manifestaciones del TEA se correlaciona con las dificultades en
integración sensorial táctil y auditiva, estas dificultades no son exclusivas del TEA, puesto que
también se observan en niños con deficiencia intelectual, poniendo en cuestión la afirmación que
los trastornos de la integración sensorial sean un componente fundamental para el diagnóstico del
TEA.
Van der et al. (71) sugieren igualmente que las dificultades en integración sensorial pueden
observarse en otros tipos de dificultades diferentes a la ya mencionadas. Estos autores comparan el
perfil sensorial de varios grupos de niños que presentan trastornos del lenguaje, TEA, Trastorno por
Déficit de Atención e Hiperactividad, con un grupo control que tiene un desarrollo neurotípico. Los
resultados muestran que el perfil sensorial de los niños con TDAH y TEA difieren
significativamente del que se observa en el grupo con Trastornos del Lenguaje. En la misma
dirección, Cheung et al., (72) analizan el procesamiento sensorial de niños con TEA, TDAH y
desarrollo neurotípico y encuentran que existen diferencias en los tres grupos, con una clara
tendencia a la disminución de los problemas de procesamiento sensorial, con la edad y la
maduración. Sin embargo, esta tendencia es menos marcada en los niños con TEA.
La presentación de movimiento estereotipados ha sido también relacionada con el TEA, aunque
puede observase en otros tipos de trastornos. Gal et al., (65) comparan una población de niños con
TEA, deficiencia intelectual y discapacidad sensorial visual y/o auditiva, con un grupo control
neurotípico. Los resultados muestran una importante correlación entre la severidad de los trastornos
del procesamiento sensorial y la presentación de movimientos estereotipados. Según estos autores,
los desórdenes del procesamiento sensorial pueden predecir la severidad en la presentación de
movimientos estereotipados en los sujetos con TEA, y en todos los grupos estudiados. En otro
estudio, Chen et al., (64) relacionan las dificultades en el procesamiento sensorial con algunas
características particulares de la percepción, que podrían explicar el estilo cognitivo de las personas
con TEA, llevándolas a presentar rutinas estereotipadas, y comportamientos e intereses restrictivos.
Los resultados muestran una relación importante entre del desordenes del procesamiento sensorial y
las anomalías comportamentales reportadas en los individuos con TEA, pero no con el estilo
cognitivo observado en los individuos con TEA. Watling, et al., (80), por su parte, comparan la
sensibilidad gustativa en niños con TEA y neurotípicos, encontrando diferencias significativas en
los dos grupos.
Las investigaciones que correlacionan los trastornos de la integración sensorial y las
manifestaciones comportamentales del TEA, utilizando medidas electrofisiológicas, son muy
escasas. Brandwein et al., (81) examinan la relación entre trastornos del procesamiento sensorial
visual y auditivo, y la severidad de las manifestaciones comportamentales del TEA. Estos autores
utilizan potenciales evocados visuales y auditivos de corta latencia en una población de individuos
con TEA entre los 6 y 17 años. Al realizar regresión lineal múltiple, los autores encuentran una
asociación significativa entre la amplitud de los potenciales evocados visuales y auditivos y el
tiempo de reacción, con la severidad del TEA.
De la misma manera que lo observamos con los estudios electrofisiológicos, los estudios de
imágenes cerebrales que correlacionan los hallazgos de anormalidades en la sustancia blanca
cerebral con el TEA, son escasos. Chang et al., (82) analizan la sustancia blanca con resonancia
magnética cerebral, y la conectividad de las vías cerebrales con tractografía, en tres grupos de niños,
el primero con TEA, el segundo con trastornos del procesamiento sensorial y el ultimo con un
desarrollo neurotípico. Las anomalías en la sustancia blanca, relacionadas con los trastornos del
procesamiento sensorial, fueron semejantes en los dos primeros grupos. Sin embargo, en los niños
con TEA se encontró adicionalmente una disminución de la conectividad en áreas del lóbulo
temporal relacionadas con el procesamiento de información socio emocional. Los análisis de
correlación revelan una asociación significativa entre la conectividad de la sustancia blanca con el
procesamiento auditivo, la memoria de trabajo, las habilidades sociales y la atención en los tres
grupos estudiados.
Sin embargo, estos mismos autores (82) no encuentran ninguna correlación entre la conectividad de
la vía dorsal y ventral visual, con las manifestaciones inatencionales en el grupo con TEA. En un
sentido contrario a los resultados precedentes, Stewart et al., (83) examinan el procesamiento de
información visual y auditiva en una población de niños con TEA y la comparan con un grupo
control. Los resultados muestran un tiempo de reacción diferente, en las pruebas verbales,
bisensoriales, visuales y auditivas, en comparación con las pruebas unisensoriales, en población
TEA, pero no muestran diferencias significativas en el procesamiento de estímulos sensoriales
visuales y auditivos, no verbales, entre el grupo de niños con TEA y el grupo control.
Procesamiento olfativo y gustativo
El procesamiento olfativo y gustativo ha sido objeto de varios estudios. Por ejemplo, Lane et al.,
(62) encuentran que las dificultades en sensibilidad gustativa y olfativa pueden predecir las
habilidades comunicativas y la conducta adaptativa de los niños con TEA, y sugieren una
intervención temprana para mejorar estos indicadores. Sin embargo, en un estudio previo, Baker et
al., (63) encontraron resultados contradictorios al relacionar el procesamiento sensorial gustativo y
olfativo con las características comportamentales de los niños con TEA. Por su parte, Hochhauser et
al., (66) analizan la relación entre gusto y tacto en niños con TEA y sin deficiencia intelectual, y
sugieren que un procesamiento sensorial atípico de estas modalidades sensoriales podría incidir en
las habilidades sociales de esta población.
En el mismo sentido Hilton et al., (67), encuentran que los desórdenes en el procesamiento
sensorial, gustativo y olfativo, podrían ser predictores importantes de las características de la
interacción social de los niños con TEA, particularmente en relación con los aspectos deficitarios.
Por el contrario, Gal et al., (65) no encuentra una relación significativa entre el procesamiento
sensorial gustativo y olfativo, el comportamiento social y los movimientos estereotipados.
Finalmente, Nadon et al., (84), estudian la relación entre los problemas de procesamiento sensorial
y el comportamiento alimentario, en niños con TEA. Los resultados muestran que en 65% de los
niños con TEA existe una asociación entre los déficits de procesamiento sensorial (olfativo,
gustativo, visual y auditivo), y la presencia de trastornos del comportamiento alimentario. En la
misma dirección, estos autores encuentran una posible asociación, que no es estadísticamente
significativa, entre la sensibilidad táctil y los trastornos del comportamiento alimentario.
P3 ¿Existen patrones definidos que permitan clasificar las alteraciones del procesamiento sensorial
en la población con trastornos del espectro autista?
Algunos autores consideran que existen patrones definidos de trastornos sensoriales en los
individuos con TEA. Por ejemplo, Ben-Sasson et al., (85) condujeron un meta análisis de 14
estudios encontrando diferencias, altas y significativas, entre los individuos con TEA y la población
con un desarrollo neurotípico. Estos autores señalan que la diferencia más importante se encuentra
en el grupo que responde poco a los estímulos sensoriales (hiporeactivos), seguidos del grupo
hiperreactivo y en último lugar el grupo de buscadores de sensaciones (sensation seeking). Los
resultados sugieren que los individuos con TEA presentan respuestas sensoriales de mayor
intensidad y de larga duración. Este mismo estudio reporta una hiposensibilidad importante, con un
tamaño del efecto (ES=2,02 IC=1.90-2.14) en individuos con TEA, al compararlos con individuos
neurotipicos o con trastornos del desarrollo.
En el caso de los estudios observacionales analizados, Baraneck et al., (86) reportan un incremento
de manifestaciones comportamentales de hiposensibilidad no social (p<0.01) y de hiposensibilidad
social (p<0,001), en los individuos con TEA comparados con los controles neurotípicos de la
misma edad. Adicionalmente los individuos con TEA muestran un aumento de los síntomas en
todas las subescalas (hipersensibilidad-social/hipersensibilidad-no social, hiposensibilidad-
social/hiposensibilidad-no social), pero sobre todo en la subescala de hiposensibilidad social,
cuando se comparan con individuos neurotípicos de la misma edad o afectados por distintos
trastornos del neurodesarrollo(p<0.001). En un estudio posterior, Baraneck et al., (87) compararon
un grupo de 63 niños con TEA, 47 niños con retraso en el desarrollo y 68 niños con desarrollo
neurotípico con edades entre los 5 y los 105 meses. Los individuos con TEA menores presentaron
puntajes más bajos en hipo sensibilidad social y no social al compararlos con individuos con
desarrollo neurotípico (p<0.001). En la misma dirección, Tavassolia et al., (88) comparan niños con
TEA, niños con trastornos del procesamiento sensorial sin TEA y un grupo de niños con patrón
neurotípico del desarrollo con edades entre dos meses y cinco años. El grupo con TEA presento
resultados más altos en los patrones de hiperreactividad sensorial e hiporreactividad sensorial, al
compararlos con el grupo de niños con trastornos del procesamiento sensorial sin TEA y los niños
con patrón neurotípico del desarrollo (p=0.02), A su vez, los dos grupos precedentes presentaron
puntajes más altos comparados con la población neurotípica (p=0.01). En el caso de la subescala
sensorial “overresponsivity”, el grupo con TEA presento puntajes significativamente mayores que
el grupo con desarrollo típico (p<0.01).
Otros estudios han realizado análisis del perfil sensorial basándose en las diferentes versiones del
cuestionario de perfil sensorial de Winnie Dunn. Por ejemplo, el estudio de Watling et al., (80)
compara los perfiles sensoriales de 40 niños con TEA de 3 a 6 años de edad, con un grupo de 40
niños de la misma edad neurotípicos. Los resultados son significativos para el patrón “sensorial
seeking” (p<.0001) y bajo registro (p<.0001), indicando un puntaje más bajo en los individuos con
TEA al compararlos con el grupo neurotípico. En un estudio similar, Van Der et al., (71) comparan
individuos con TEA, TDAH y trastornos específicos del lenguaje, reportando puntajes más bajos de
búsqueda sensorial (p<0.05) y bajo registro (p<0.01), en los niños con TEA, al compararlos con los
niños afectados por TDAH y trastornos específicos del lenguaje (p<0.05).
Reynolds et al., (89) comparan 26 niños con TEA de alta funcionalidad y 26 niños con desarrollo
neurotípico con edades de 6 a 12 años, sin observar diferencias significativas en los patrones de
bajo registro (p = .188, pn2 = .101) y búsqueda sensorial(p = .418,pn2 = .071), pero si se
encontraron diferencias significativas entre el grupo con TEA y el grupo con desarrollo
neurotípico, con respecto a los patrones sensibilidad sensorial (p = .013) y evitación sensorial ( p =
.041).
Por su parte, Ben-Sasson et al., (85) comparan una cohorte de 101 niños con TEA y 100 niños con
desarrollo neurotípico con edades entre 18 a 33 meses, los resultados indican que el grupo de niños
con TEA presentan un puntaje más bajo en todos los patrones evaluados, en comparación con el
grupo control (p<0.00).
Entre los estudios realizados en adultos, Doumas et al., (90) comparan 15 individuos con TEA, con
una edad promedio de 23,9 años y 15 individuos con desarrollo neurotípico y un promedio de edad
26.1 años. El grupo con TEA mostro un incremento en los patrones sensoriales atípicos “bajo
registro” (p=0.016) y “evitación de sensaciones” (p= 0.002). No hubo diferencias significativas en
el patrón de “búsqueda sensorial” (p=0.564) ni en el patrón “sensibilidad sensorial” (p= 0.279).
Finalmente, Stewart et al., (83) comparan un grupo de individuos con TEA de los 8 a los 18 años y
un grupo control de las mismas edades. Los resultados muestran que los individuos con TEA, con
edades mayores a los 10 años, presentaron menos síntomas sensoriales atípicos al compararlos con
el grupo control. Por el contrario, el grupo de individuos con TEA, con edades entre 8 y 10 años,
presentaron más patrones sensoriales atípicos de bajo registro (p = .040), al compararlos con los
individuos neurotípicos.

CONCLUSIONES
Los resultados de los estudios experimentales y cuasi experimentales no permiten concluir que las
terapias de integración sensorial tengan un efecto significativo sobre las manifestaciones clínicas de
los niños y niñas afectados por TEA. Sin embargo, la heterogeneidad de los estudios y la ausencia
de grupos control comparables en la mayor parte de ellos indican que este aspecto es un límite
metodológico importante que impide que los resultados puedan ser evaluados de manera clara y que
por consiguiente no puedan ser generalizados a toda la población afectada por este trastorno. Con
respecto a los estudios que comparan grupos de niños con TEA y dificultades sensoriales a grupos
control, los resultados muestran claramente la existencia de diferencias significativas en el
procesamiento sensorial visual, gustativo y olfativo, en todos los grupos sociales y étnicos lo que
sugiere que este fenómeno sea semejante independiente de la lengua y la cultura de las poblaciones
de los niños y niñas con TEA. De la misma forma, en la literatura científica analizada, el concepto
de fenotipo de alteraciones de la modulación sensorial constituye un concepto emergente que
merece ser estudiado a profundidad para delimitarlo como criterio diagnóstico. Cuatro fenotipos de
alteraciones de la modulación sensorial son propuestos en la literatura. En el primero, los niños
presentan importantes dificultades en integración sensorial, de intensidad variable, que afectan
varias modalidades sensoriales (auditivas, gustativas, olfativas, vestibulares y propioceptivas). En el
segundo subtipo, los niños presentan, predominantemente, anomalías olfativas. El tercer subtipo
muestra dificultades posturales e inatención, y finalmente, el cuarto subtipo presenta dificultades en
modulación en todas las modalidades sensoriales. El análisis de las dificultades en integración
sensorial constituye un método prometedor en la identificación de fenotipos de los niños con TEA.
Finalmente, los estudios sugieren la existencia de diferencias significativas, entre los individuos con
TEA y la población con un desarrollo neurotipico. La diferencia más importante se encuentra en el
grupo que responde poco a los estímulos sensoriales (hiporeactivos), seguidos del grupo
hiperreactivo y en último lugar el grupo de buscadores de sensaciones (sensation seeking).

También podría gustarte