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wee UN GLO DE MODA EN COLOMBIA ee SBOE SS a & FONDO CULTURAL CAFETERO, BOGOTA AGOSTO 1981 AGRADECIMIENTOS Realizar una exposicidn de trajes resultaba para e! Fondo Cultural Cafetero, un proyecto a la par que interesante, dificil. Sablamos que sdlo se lograria con el concurso de muchas personas en cada una de las etapas del mismo. La Junta Asesora y los colaboradores de la entidad tu- vieron la intuicién de que lo atrayente del programa gene- raria esa colaboracién, como en efecto sucedié y decidimos emprenderlo con el respaldo que nos dio el entusiasmo del pintor Enrique Grau, a quien desde el primer momento soli- citamos su asesoria. Buscamos asi que paralelamente con el significado histérico y social del trabajo, se destacara su contenido estético y artistico, para lo cual requeriamos el apoyo del creador en el campo de la plastica Enrigue Grau ha incluido en su extensa obra pictérica, con un manejo habil y misterioso, los elementos maravillo- sos y sorprendentes del vestuario antiguo, cargandolos de posibilidades magicas y contenidos seductores que resultan una tentadora invitacién a someterse al influjo que ejercen sobre el artista. Como él, otras personas sienten esa fasci- nacién y gracias a la devocién con que guardaron prendas de otras épocas, hemos tenido la oportunidad de ofrecer, con la exhibicién de piezas totalmente auténticas, un testi- monio real de tiempos pasados. La busqueda de estos trajes sobrevivientes al tiempo y a una serie casi infinita de adversidades que se inicia con las fuerzas de la naturaleza y finaliza con el desinterés y el olvido, fue muy interesante. A quienes generosamente pusieron en nuestras manos, en calidad de donacién o de préstamo, estos fragiles objetos guardados celosamente, nuestro mayor agradecimiento. Los hemos recibido para exhibirlos con sensibilidad y respeto. La tarea de recopilar el material, busqueda de tesoros, conté con la participacién de muchos amigos. El montaje de la exposicidn, uno de sus aspectos mas dificiles, fue obra de Peter Egen La invisible y experta mano de Virginia Harker de Serra- no, realiz6 las reparaciones que en algunos casos eran precisas y que sélo podian confiarse a quien, como ella, conoce la historia y el arte de la moda. La extensa lista de los nombres de quienes en una y en muchas formas nos ayudaron ha de quedar consignada en este catélogo; para todos ellos, nuestro expresivo agrade- cimiento Es satisfactorio, al culminar un programa, repasar una larga lista de personas que nos dieron su apoyo y su aporte. Asi se puede comenzar a pensar en la proxima empresa! UN SIGLO DE MODA EN COLOMBIA 18304980 Aida Martinez Carrer Esta exposicion de trajes usados en Colombia en el lapso de 100 afos 1830- 7930, es mas significativa que un simple recuento del variable proceso de la moda en dicho periodo. Buscamos una aproximacién al pensamiento de las personas que los llevaron, cuya huella aun viva,nos ha de conducir, sutilmente, al conocimiento de la época. Hubiera resultado de particular interés incluir en esta muestra, piezas del vestuario popular, mas el intento resulté infructuoso por una razén sencilla: las prendas de uso diario se desgastan y terminan. Solamente se guardan los trajes realizados para ocasiones memorables, que por la belleza o riqueza de sus ma- teriales desafian el abandono, el olvido y los cambios. Por este motivo la selec- cién que se exhibe esté integrada principalmente por trajes de fiesta o de gala. Si bien algunos de ellos se confecionaron en Colombia, en su mayoria fueron importados, preferentemente de Francia y de Inglaterra. Vestidos, abrigos, zapatos, sombreros, resefian nuestro proceso politico, econémico y social, fac- tores estos més decisivos en la escogencia del atavio que consideraciones de orden practico y estético. Una suma de influencias diversas y con frecuencia contradictorias, ha defi- nido la forma de vestirse los colombianos. Intentaremos, basados en el docu- mento literario y apoyados por e/ testimonio grafico, analizarlos aunque sea someramente. Al finalizar la Colonia, que habla creado una sociedad jerarquizada con rigidas normas de clase, se aceptaba sin ponerlo en duda que el vestido fuese un ele- mento discriminatorio; ha sido frecuente en Ia historia de los pueblos, conferir al traje tal connotacion. En la Inglaterra del siglo XIV, el Parlamento promulgé leyes al respecto, fijando los ropajes correspondientes a cada Clase social y sefialando castigo para aquellos que, siendo de baja extraccion, usaran lo que correspondia a/a nobleza. En Cédula Real del 11 de febrero de 1571 (Felipe Il) se dispone “‘Ninguna negra libre, o esclava, ni mulata, trayga oro, perlas, ni seda; pero si la negra 0 mulata libre fuesa casada con espafiol, puede traer zarcillos de oro con perlas y gargantilla, y en la saya un ribete de terciopelo, y (no) puedan traer ni traigan mantos de burato, ni otras telas, salvo mantelinas que lleguen poco mas abajo de Ja cintura, pena de que se las quiten, y pierdan las joyas de oro, vestidos de seda, y mantos de traxeren’’, En Nueva Inglaterra, siglo XVIII, ninguna mujer casada, cuyo marido tuviera una renta inferior a mil délares, podia usar pafiuelo de seda. En 1804, se dispuso por Cédula Real un traje de ceremonia para los Regido- res de la Nueva Granada consistente en ‘‘casaca y pantalén de color azul, solapa vuelta, collarin y fondo blanco con bordados en oro en forma de palmas entre- Salida de la iglesia “-Costumbres Nacionales’ Ramon Torres Mendez - 1840 aprox lazadas‘',(2) lujoso disefio, que permite entrever la intencién de sostener el poder en la apariencia de sus dignatarios, ademas de subrayar las diferencias entre quienes lo detentaban y quienes /o sufrian. Finalizado el gobierno espafiol, en la época republicana; buscé el criollo, entre otras diferentes formas de expresién, un nuevo vestuario, relata don Pedro Marla Ibdfiez: ‘En los primeros afios del siglo X/X dejaron los colonos de agobiarse /a cabeza con varias onzas de polvos blancos; dejaron de campear los chalecos de raso de color, que cubrian no solamente el vientre sino la parte anterior de los musios; Jas largas casacas color de grana, galoneadas, cuyas faldas bajaban a veces hasta cerca de! talén; el pantalén, la media de seda, los zapatos con pla- teadas hebillas, los sombreros al tres y los espadines de /a aristocracia , fueron quedando rezagados. EI peinado de las sefioras disminuy6 su excesiva altura; los aros de ballena que ahuecaban la ropa, como en los tiempos de Luis XIV, fueron suprimidos”” “Se pusieron de moda levita y levitones, zapatos y botas de charol; muchos dejaron la peluca y se cubrieron la cabeza con sombreros de copa alta, blancos y negros. Hubo refractarios que conservaron la capa de grana, e/ zapato con hebilla de oro, el chaleco largo y bordado. . . “‘Seria curioso ver esta pintoresca muestra de vestidos, en que confluian barajados los de dos épocas, como bara- jados andaban los cerebros portadores de ideas, igualmente de dos épocas, que se tocaban y eran sin embargo diametralmente opuestas"’.(3) Recuerda José Manuel Groot que pocos dias después del 20 de julio de 7810, su paare y él fueron a la barberla para hacerse cortar “‘la coleta que tirani- zaba la cabeza y habla sido proscrita desde la gloriosa fecha’. (4) Corrobora Ibdfiez: ‘’Los hombres se afeitaban el bigote, moda nacida en Inglaterra y usaban patillas cortas’’.(5) Rota la relacién con Esparia, se adopta e/ modelo inglés: las levitas y sombreros de copa, que durante el siglo XVIII fueron el atuendo usado en el deporte de /a cacerla y que luego se acepté como traje de uso diario, son la opcién elegida; expresa la simpatia de nuestros primeros gobernantes por ese pals, cuya cercana influencia en nuestros asuntos, es subrayada por la presencia de la Legion Briténica. Las damas, a cuyo vestuario encuentro pocas referencias de la época, concurrieron a un baile en honor del Libertador, en los dias inmediatos a la Inde- pendencia ‘‘con peinados altos y vestidos de tis y brocado’’. Es decir, con los mismos que habian usado para bailar en las fiestas del Virreinato. Boussingault en sus Notas de 1822 a 1823 escribe. ‘‘Las damas de Bogoté son muy asiduas en su asistencia a misa. Cuando aparecen afuera lo hacen con traje clerical que consiste en falda negra, mantilla azul que tapa en parte la cara, Jos brazos y el busto, un sombrero de copa hemisférica y ancho reborde. “Las criadas se diferencian apenas por el material mas ordinario de su vestido y por ir descalzas. Las muchachas indias que vienen a la ciudad para ir al mercado llevan en vez de falda, una pieza rectangular de tela simplemente atada a /a cin- tura y en su mayorla andan sin sombrero’’(6). Lo anterior se contirma en el “Viaje por Colombia“’ de Mollien: ‘Aqui, lo mismo que en e/ resto de la Repu- blica, las dos clases sociales sdlo se diferencian en el calzado. Todas las mucha- chas del pueblo van descalzas"’. (7) Nuestra Republica, cargada de ideas cla- sistas, las expresa en pequefios detalles en relacién con el vestido. ‘‘Aquf las sefioras y adn la gente de medio pelo, estén ya usando mantillas de pario azul, inglés. .. ‘dice Camilo Torres en carta a Santiago Arroyo en Popayén, en la cual consigna ademas. . ‘A Caldas le acaban de enviar de allé dos sombreritos lime- fios, uno blanco o cenizo y otro negro que le han costado doce pesos. Remitame usted otros dos iguales aunque sea en un cajoncito por el correo y aunque cuesten algo mas. . .“’(8). La nueva sociedad se interesa por e/ traje masculino; si bien al Libertador lo describen con “‘traje sencillo aunque militar, chaquetilla y pantalén azules, con botas granaderas’’ (9) 0 ‘‘casaca de pario de fas llamadas de cola de pajarito, calzon de cambrun blanco, botas de caballeria, corbatin de cuero. . .“(70), Juan Francisco Ortiz recuerda al General Santander: *’. . .e! vestido de ordinario de su Excelencia consistia en un gran sobretodo de pario verde botella forrado con pieles, pantalén de grana con galén fino, botas con espolin de oro, sombrero militar con desmesurado plumaje blanco y el bastén de la vicepresidencia, con pufio de oro y esmeraldas. . .’’(1 7). Traje en seda natural con flores bordadas a mano, confeccionade también manualmente. 1830 aprox Para reforzar la preponderancia que se concedié al traje masculino en toda la primera mitad del siglo X/X, transcribo a Cordovez Moure, refiriéndose al Colegio fundado por D. Lorenzo M. Lleras: ’’. . .El uniforme de los estudiantes era lujoso. frac y pantalén de pafio azul oscuro y chaleco de piqué blanco, todo con botones de metal dorado, guantes blancos de cabritilla, sombrero de copa; en cada solapa el frac llevaba una paloma bordada de plata. (1847). Por las mismas fechas, en el Colegio de San Buenaventura, ‘‘el uniforme era semejante al de los alumnos de Oxford: toga de merino morado con vueltas negras sujeta al cuello con un cordén de seda del mismo color, de donde pendia la cruz griega de plata; birrete de pafio negro con borla de seda, chaqueta y pantalén de pario negro y guantes blancos de cabritilla’’(12). Entretanto “‘los trajes de las sefioritas eran de linén, muselina o lanilla, media- namente escotados; por toda joya llevaban un par de aretes en las orejas, medalloncito pendiente de una cinta en el cuello, en ocasiones pulseras de oro sin pedreria; en la cabeza alguna flor. . .""(13). “’. . .Las muchachas después del sarao, guardaban cuidadosamente sus modestos trajes para usarlos en la proxima fiesta, porque encontraban muy natural usar el mismo vestido en tanto no estuviera deteriorado. . .“’(14) dice Cordovez Moure. Don Salvador Camacho Roldan después de describiren términos similares la sencillez del vestuario de las sefioras y sefioritas, concluye: “‘Los botines extranjeros, usados universalmente hoy, eran enteramente desconocidos. Nin- guna sefiora se hubiera atrevido a usar medias de color, cosa exclusivamente reseérvada para el arzobispo. Por supuesto, en fas familias que se llamaban ricas, /a vestimenta podia ser mejor y la iniciacién de las modas extranjeras, que prin- cipié con la Hegada de Madame Gautron, modista francesa, consistia principal- mente en unos grandes globos almidonados en la parte superior de las mangas; moda que censuraba mucho en sus sermones e! doctor Margallo, pero encon- tréndoles siquiera la ventaja de que con ellas no podfan dar el brazo las sefioras 2 los cachacos. . ."’(75). Se han conservado sin embargo, unos pocos trajes femeninos que obedecena los usados en Europa en las tres primeras décadas de! siglo, cuando perduraba aun la influencia napoleénica y el llamado estilo imperio. Son vestidos de con- feccién manual, donde estan ausentes /a tijera del experto y /a firma del taller. Discretas, anénimas costureras criollas, copiaron con los materiales a su alcance, el grabado que cay6 a sus manos. Es facil suponer que los cambios en la moda Hlegaban con bastante retardo a nuestras capitales y que la pobreza,habitual compafiera en esos afios de guerras y conflictos, no apoyaba lujos ni caprichos. Ademas de estas limitantes, presiones de orden politico, influencias culturales, cédigos religiosos y sociales definieron el atuendo de los colombianos en dicho perfodo. Medellin Album Comisign Corogratica Lamina No. 18 - Ennque Price 1852 E! cambio registrado en el campo de la economia a partir de 1850, que se origina en la expansion del comercio exterior con la apertura de mercados para algunos productos, atenia la austeridad con que hasta ese momento habia vivido la sociedad colombiana. Se favorecen simulténeamente los artesanos (solamente en Bucaramanga, 3.000 mujeres se ocupan de tejer 80.000 som- breros que se exportan anualmente). Con fa aplicacién de medidas que protegen fas importaciones, principian a llegar al pals articulos de /lujo entre los cuales tienen preponderancia las prendas de vestir, adornos, muebles y objetos deco- rativos. Como consecuencia de esa politica, resulta perjudicada una incipiente indus- tria textil que, ubicada en Santander y Boyacd, suministraba la materia prima del traje popular. Ya desde 1822, Gaspard Mollien anota.’‘los géneros ingleses son los preferidos, prejuicio que contribuye poco a estimular la industria nacional; hasta las mujeres no visten ya més que a /a inglesa’’. En resumen, pocas posi- bilidades de subsistencia tenian nuestros tejedores cuyas telas “‘ordinarias pero sdlidas’’ resultaban mas caras que las de Manchester y cuyo trabajo “‘sélo enri- quece al comerciante”’.(76) Traje en brocado de seda cuello y puiios en organdl y encaje. 1860 aprox El paseo de Agua Nueva en 1848 “Costumbres Nacionales’’. Ramén Torres Mendez El dinero obtenido con /as primeras exportaciones, principalmente quinas, tabaco y sombreros, regresa convertido en objetos ornamentales cuya pose- sién es simbolo de prestigio. Se importa también un nuevo concepto de confort y de belleza. “Es tanto el cuidado que han puesto en eliminar cualquier detalle autéctono en el vestido, que no es dificil pensar que también los importaron a ellos empacados en aserrin’’(1 7). Por intermedio de agentes comerciales, se efectiian pedidos que, en el caso del vestuario femenino se dirigen a Francia y para los caballeros, a Inglaterra. De esta préctica encontramos ejemplos en el libro copiador de correspondencia de don Roberto Herrera Restrepo. Extensas, prolijas cartas en las cuales se in- cluyen las medidas del interesado, se sefiala el precio y se dan indicaciones -mas o menos vagas- sobre el articulo deseado; ‘’el traje de popelina de seda de buena calidad, forma y adornos nuevos y elegantes o ‘‘sombrilla, fondo de seda blanco y encaje negro y fino encima, cabo de marfil’’; también “un aderezo compuesto de prendedor y zarcillos, de rubis y diamantes, forma elegante y de efecto” (1876). Traje de dos piezas en gross, para usar con poison 1870 aprox. UNIVERSIDAD soRGe iaDkO te SSTEWADE mauoreeas Traje de gala en seda y satin; falda plisada, sobrefaida en encaje 1880 aprox, Afianzadoel poder de la Reina Victoria, consolidado el Imperio Briténico bajo su mando desde 1837, influye en la moda el criterio exagerado y obsesivo de/ pudor que caracteriza su 6poca. Baste decir que la sola mencién de la palabra pierna era considerada lasciva y que para los grandes recitales en Inglaterra, debian cubrirse las patas de los pianos. Los trajes de ese perfodo que mas tarde se ha convenido en llamar ’’victoria- no”, son severos en cuanto a Ia linea: manga larga, cuello alto, disminuida y disimulada /a silueta por un rigido corsé, toda su vistosidad se centra en fa ri- queza de /os materiales y la abundancia de /os adornos. A medida que avanza el siglo, fos viajes de los colombianos al exterior, por negocios o para estudiar, se hacen més frecuentes. Todas las familias adinera- das tienen uno o varios de sus miembros residiendo en Europa, circunstancia que presiona cambios en los usos y costumbres de aquella sociedad rural y aldeana. Charles Saffray, anota en 1870: “En muchas casas hay muebles a la europea y parece que los pianos han invadido aquellas alturas, donde se esfuer- zan por destronar la tradicional guitarra’’(18); para 1878, (Fulgencio Gutiérrez, Historia de Bucaramanga) ‘’se obra total transformacién en las costumbres de la ciudad. Principian a usarse los sombreros de seda en lugar de /os jipijapas, ef café sustituy6 al chocolate, el cigarrillo al grueso cigarro torcido. . .’’(19). También la economia principia a variar y el café sustituye a los otros produc- tos en el mercado exterior, con los correspondientes reveses para los comer- ciantes de quinas, cuyo mercado disminuye notablemente; vuelve e/ doctor Saffray a informarnos: “En Bogoté no hay comercio de exportaci6n; las impor- taciones se hacen siempre por el Magdalena. Las mercanclas de Estados Unidos no son muy apreciadas; se prefieren los articulos ingleses, alemanes, suizos y franceses”’. ‘‘La industria de Bogoté es casi nula: hasta los articulos que seria més fécil fabricar en el pais, se traen del extranjero a gran costo"’.(20) Los contlictos sociales que se suceden a partir de 1854, se denominan fre- cuentemente como de “‘los cachacos o de levita y los de ruana”’, insistiendo asi en la diferenciaci6n de clases subrayada por e/ atuendo. La era de la industrializacion avanza en el resto del mundo, los inventos se suceden velozmente y modifican e/ trascurso de la vida, quedando invariable- mente resefiados en la forma de vestir. Tarde o temprano llegan hasta nuestras ciudades que cada vez tienen mayor contacto con el exterior. La bicicleta de pedal, inventada en 1853, motiva a Berthe, comentarista de modas en la “Revista lustrada’’, Bogoté 1898, a incluir un modelo apropiado para /a prac- tica de ese deporte, con las siguientes divagaciones: “’. . .si hay en el mundo seres que deban especial gratitud a ese gran adelanto de /a civilizacién son sin duda las bellas damas de la culta Bogoté a quienes costumbres y tradiciones ya vetustas condenaban a una vida claustral madre de anemias y neurosis...“ En la ultima década del siglo XIX, las publicaciones especializadas comienzan @ mostrar trajes apropiados para la practica de diversos deportes. modelos femeninos para caceria, montafiismo, golf, tenis, remo y trajes para /a playa. Una nueva actitud de la mujer requiere modelos para graduacién (Harper’s Bazar 1893). En 19017, surgen disefios para montar en automévil. Notables de la capital Provincia de Santander. Album Comisién Corogréhica No. 129 Carmelo Femandez, 1850 Capa de pafio, con ruches de organdi en el cuallo 1890 aprox ¢Pero, cudl es en la practica el estilo que se adopta en nuestras tierras? El diplomatico francés Pierre D’Espagnat, después de su permanencia en Colombia 1897-98, dice “’. . .la muchacha colombiana sabe imponerse por el lado de mufieca, aspecto este, Dios y el Diablo lo saben, que tal vez cuenta tanto como Ia belleza en el poder que ejerce la mujer. El Unico temor que me atreveria a expresar es, talvez, precisamente verla ceder también a la influencia modernista del vestido, que resultaria disparatada en e/ ambiente de Bogoté, tan particular, de una gravedad sentimental y catdlica tan especiales. No quisiera ver perder a las bogotanas, por un espiritu de imitacion insuficientemente aquilatado, esa distincién personal y encantadora que tienen. Piensan realmente en todos esos cepos, en todos esos martirios soportados con estoicismo a los que nuestros grandes modistos, en su Unica preocupacién de realizar una silueta ficticia, someten sin apelacion los pobres cuerpos de antemano resignados a todo?”(2 7). De estas notas se puede deducir que al margen del dictado de los centros de la moda, la indumentaria y las costumbres en Colombia eran bastante conser- vadoras y no se encontrarfan extravagancias en los trajes que en méquinas de coser manuales, realizaban las modistas criollas en una actividad que significaba fuente de ingresos para la familia, mientras los hombres peleaban las ultimas guerras civiles (1876, 1899-1903), En la presentacion del ‘Nuevo Método de Modisteria’’ de las profesoras Amalia y Carlina Barriga, 1897, Imprenta de Vapor de Zalamea Hermanos, dicen las directoras del Colegio Pestalozzina: ‘Como obra didéctica, este libro es la més notable que hasta hoy haya aparecido en el pais’’, concepto que resume ef de la educacién femenina en esas fechas y que se complementa con otra frase que ilustra respecto a la organizacién doméstica. ‘‘Ya dama alguna no dejaré de perfeccionarse en este arte indispensable al hogar y podré con acierto dirigir la confeccién de sus vestidos’’. E/ Directorio de Bogota en 1893, incluye los nombres de 394 costureras y 97 modistas. Tradiciones rigidas, normas estrictas, costumbres importadas encauzan la vida familiar y social. El luto, cuidadosamente reglamentado, es parte de las mismas. Segun el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras de Carrefjo, ‘El traje todo debe ser negro para hacer visitas de duelo y de pésame y para concurrir a las reuniones de duelo, a los entierros y a todo acto religioso que se celebre en conmemoracién de un difunto. Es altamente impropio y chocante, e/ presentarse en estos casos con alguna pieza del vestido, inclusive el sombrero que no sea enteramente negro’’.(22) Existen marcadas diferencias en la forma de vida y por consiguiente en la indumentaria de una a otra regién. Las distancias, la falta de vias de comunica- cién y una definicién centralista mantienen aislada la ‘‘provincia”’ de la capital, acentuando este aislamiento las diferencias de vestido que propicia la diversidad de climas. Caracteriza fa época el “‘cachaco bogotano”’ que describe el alemaén Alfred Hettner, quien permanecié en Colombia entre 1882-84. ‘'E/ bogotano elegante raras veces usa vestidos de color claro, sombreros flexibles de felpa o cémodos sompbreros livianos de paja, andando ufano, por lo general, en vestido negro con Dofa Isabel Mejia de Echevern y Luisa Echeverri Mejia ESPECIALIDAD tar ARTIGULOS PARA LUTO ISMAEL SANCHEZ Q. & 0. ‘CARRERA 7,14 CALLE REAL, NUMBEOS 255 y 267, Renovacién oostante do los siguientes artfculos: Genero da lana, de sed, do lana y sea para says Ginern Go ina, da sda, 26 lava "y sed. para toes Je lato y relia late. Giueras do algo 2s, pancbr, lignes ‘Mein Cah Eneajs goipure, expsttle, ‘Mortlt de cachemira bordadasy eon pommanerias, do exes- pin de sed, epatols, de. gran gusto, tajdos& malls de diversas Estes, y,e0 By para lato'y tmadio flo, ants de abril dente para vine, do sels do hilo do crolians antes, olnet, regan xara- wie egies, de par is, de Chant Bssocis. (Cores: abandanta y sslecto santa para seers nits altolones do seds, do lana y seda, de merino y de cachemira, con asd Ian yd Sl. ereoples, plaches, pasamaneriaa, paraguss, paraglts, ro- stones, patos, ete © a “Libros mistizon* wa suntide 10 y completo. Precios: deste § L hats § 50. ‘ChcispuLas de concha montadas en plats ALMAGEN A. MAGUIN 1, Calle Real, Numeres 241-243 GRAM SURTIOO DE ROPA HECHA FINISTMA: sn neazn yd faves de nels por terra caliente, Shretodes snes seller, pantalones ‘Vesidesy cobrotedioe pra nition, Reps tntror ds sa, de lass sl. En deeds ete, la yd nse, amas de eeeronin,pegadas y de pique Gamises Baneary de ore Getto y pater de forma nace Gran sii decorates bens, negrasy de elo. Guantee de ate ds abst y Zee, aegron 9” do color, Pantute,ehinelne, elrado dati, olsinas, tusrlen jm gran sartiso. do lets y exe a ; CCobije de lnk y do grin bead Cotertores ders, mantas para coches. Perfurerindo 1s nen y on vin igvel wrtdo de ar- Afoalon de anti, ‘Todo 4 ls tiltina moda y de buon guste, esangido por et alr A MAGUIN en Pain, (Gakaleros; No den de vsitar este Almaofn, en donde en- contrarian todo Io que aeesiten, A PRECIOS MODICOS ‘Todos los meses se renueva este surtido Del Directorio General de Bogota, Afio IV» 1893. Cupertino Salgado propietano, Blusa de tul bordada en lentejuelas con disefio de flores. Aprox. 1900. sombrero alto. El joven elegante recién egresado de Paris con un amplio surtido de vestidos de ultima moda, con botines de charol, con su monéculo puesto y sus maneras afeminadas, se parece del todo a los ‘’dandies"’ de las metrépolis nuestras”’.(23) El cambio de siglo, el fin de la ‘‘belle epoque’’, marca en cuanto a moda femenina una silueta mas natural y c6moda, menos ampulosa; de Norteamérica donde se inventé el fondgrafo, el teléfono, la telegraffa sin hilos, surge para ef mundo la préctica combinacién de falda y blusa intercambiables entre si. Simul- téneamente con Jos primeros movimientos de las sufraguistas inglesas, hacia 7910 la moda es més saludable, ha desaparecido el corsé, los tacones son mas bajos y surge el traje sastre. La falda sube lentamente. En Colombia, /a ultima guerra civil acaba de finalizar. Don Alejandro Echava- rria inicia en 1907 en Medellin la Compariia Colombiana de Tejidos S.A., con 10 obreros, 10 telares y un capital de $ 1.000. oro. Se multiplican las formas de comunicaci6n; la nueva moda, surgida de la re- volucién que hacia 1914 se origina en el campo del disefio a ralz de la presenta- cion en Paris de los Ballets Rusos, cuya escenografia y vestuario estaban inspi- rados en motivos orientales, cambia radicalmente la apariencia de la mujer. Ha de reconocerse después con el nombre de “‘Art-Deco”’, a todos los disefios de esa 6poca. El estilo se difunde répidamente con ayuda de /a fotografia que antes no se habia utilizado para este propésito y se impone, casi simultaneamente con su lanzamiento, la nueva figura sin curvas, cuya cintura puede estar en cualquier jugar, menos en el real, de pelo cortisimo (La Garconne) que fuma en publico, deja ver sus piernas envueltas en medias transparentes de seda, baila tango y es -al menos en apariencia- més libre. EI cine mudo, hace las delicias del puiblico. Ha finalizado la primera guerra mundial. Los trajes continuan importandose de Francia, aunque las fébricas norteame- ricanas de confecci6n proliferan. Los disefios se imitan répidamente y todas van pareciéndose entre si y a la imagen que es arquetipo internacional de la moda de los afios 20. Lenta pero seguramente, se van eliminando sefales clasistas; en el vestuario; aunque /ejanos soplan vientos igualitarios que barren esas diferencias; aunque subsisten siempre las derivadas del orden econémico. Finaliza ‘‘Un siglo de moda en Colombia"’ y cierra la exposicion la imagen dorada que proyecta /a estrella de Hollywood, vampiresa de los afios 30; retorna con ella una mujer seductora, ultrafemenina, cuya figura inmortalizan en el cine- matégrato los publicistas y creadores de fdofos. Fs esa sirena envuelta en pieles, cubierta de satin, la que ha de acompafiar los suefios de los soldados en las trin- cheras de la Segunda Guerra Mundial. Traje en gasa con fondo de lame plateado, 1925 aprox. Detalle de! bordado con mostacillas y aplicacion en cabnitila plateada Leticia Orozco de Hederich Emesto Silva Galvis Bucaramanga 1928 - Fotografia Gavassa. Traje de noche en satin, falda que se abre en abanico. 1930 aprox. ‘Atuendo campesino Acuarela Eduard Mark aprox. 1850 EL TRAJE NACIONAL Enumeradas algunas de las influencias que han concurrido para determinar Ja forma de vestir de los colombianos entre 1830 y 1930, es imposible pasar por alto la existencia de una linea constante en el atavio femenino que se origina en el periodo colonial y Hega hasta nuestros dias. No intentaremos analizar esta permanencia; nos limitaremos tan sdlo a resefiar, con el apoyo del testimonio escrito y grafico, su existencia y sus varian- tes. Basicamente, la indumentaria que identificd a la mujer colombiana de todas las clases sociales, y que ha sobrevivido en algunos sectores, exceptuando naturalmente grupos indigenas y zonas con caracteristicas muy particulares, Se resume en las siguientes prendas: falda larga, ancha, recogida en la cintura, de un material grueso. Mantilla o pafiolén colocado sobre la cabeza, envolviendo el pecho, las dos puntas sobre los hombros. Sombrero masculino que ayuda a ‘sostener la mantilla. El calzado varla desde su ausencia total hasta e/ zapato de cuero, pasando por /a alpargata, los zapatos de pafio y las babuchas de cordo- ban; todo ello en color negro. Los cambios y la lenta evolucién de este atuendo se derivan de la diversidad de climas, la aparicién de nuevos materiales, /a incor- poracién de diferentes técnicas y un sutil uso del color con propésitos casi siempre discriminatorios. Una primera referencia de don Pedro Maria Ibéfiez al traje usado en los dias de la colonia, nos dice: ‘Las damas usaban desde aquellos remotos tiempos las anchas mantillas de seda 0 pafio que alin hoy se conservan. En ciertos alas solemnes, como la fiesta del Corpus 0 e/ Jueves Santo, cambiébanlas por man- tilas de encaje negro. . . Vestian también ricas basquifias y jubones de seda negra. . .“(24) Enfatiza el mismo cronista los sobresaltos y afanes que sufrieron Jos realistas al declararse la indepencia asi: “’. . .Y esto fue tan precipitadamente, que llegaron a Honda vestidos con capas y sombreros de pelo, acompafiados de algunas sefioras abrigadas con mantillas de pario y sombreros redondos de castor. ..“"(25) En tan escasa cantidad y variedad de prendas, alcanzan -y muy claramente- a establecerse modalidades de contenido determinante: “Los vestidos de las mugeres (sic) ya sean pobres 0 ricas, especialmente los de las blancas, tienen que ser negros. Consisten en una basquifia negra con mantilla del mismo color. Las negras tan s6lo pueden llevar mantilla blanca“ (7822) (26). jQue pocas variaciones, qué refractario a las influencias extranjeras resulta ese atuendo! en 1849, la descripcién de don Salvador Camacho Roldén es Ia si- guiente: “El traje invariable de las sefioras para salir a la calle era: enagua de alepin, tela negra de lana; mantilla de pafio, sombrero de huevo frito, de arma- z6n de carton forrado en felpa negra de algod6n o de seda, que imitaba la figura de aquél, y zapatos de pafio 0 cordobén”’.(27) Ei médico Charles Saffray, recorre el pafs en 1869; de sus memorias de viaje tomamos notas referentes a /a visita a Cartagena. ‘En la iglesia no hay asientos; cuando las sefioras van a misa, vestidas de negro y cubierta la cabeza con la mantilla, las sigue siempre una negra, que lleva un tapiz para que se arrodillen o se sienten. . .(28); cuando el viajero se traslada a Medellin, la situacién parece no denotar cambio alguno. ‘'Todas las que van a misa se visten de negro cu- briendo su cabeza con la caracteristica mantilla, que, recogida sobre /a frente, Jes comunica un aire de notable modestia. Pero como los ojos quedan descu- biertos y son muy negros y estén velados por largas pestafias, si hacen pensar en e/ Paralso, harén olvidar a muchos fa devocién que deben tener en misa. Por otra parte, nunca faltan momentos en que /a mantilla se desarregla, lo cual obliga a su duena, como es natural a elevar graciosamente ambos brazos sobre la cabeza para prenderla mejor, y entonces deja ver, como por casualidad, el busto y ef rostro. A fin de aprovechar estas oportunidades, los elegantes de la poblacién acuden solicitamente los domingos al atrio de la iglesia’’.(29) Poco varia su testimonio al Hegar a Bogoté. Hay abundantes anotaciones sobre esta particular manera de vestir y cabe suponer que pese a /a severidad y uniformidad de la misma, 0 precisamente por estas razones, estimulaba la imaginacion y la fanta- sla de los observadores. ‘‘Pocas son las mujeres que no son bonitas y todavia menos las que no tienen buen cuerpo; su traje tan singular, no se ve en ningun otro sitio del mundo’’.(30) En fos trabajos de la Comisién Corografica (1850-59), dejaron los pintores que participaron interesantes documentos referentes al traje que contirman el uso general de la mantilla y el sombrero; las faldas cambian muy poco y es en las blusas donde surge la variedad que e/ clima exige. Las acuarelas de Edward Mark, pintadas entre 1843-56 y la serie de graba- dos realizada por Ramén Torres Méndez (1809-83) bajo el titulo de ‘‘Costum- bres Nacionales’’, corroboran esta observacion. La mantilla, originalmente un cuadrado de tela de Jana negra o azul oscura, evoluciona y se vuelve més complicada. En la segunda mitad del siglo se confec- ciona en seda con bordados a mano y se adorna con un ancho encaje de Gra- nada en el contorno; se modifica la forma, tomando la de una media circunte- rencia, que se adapta mejor al cuerpo. En los primeros afios del presente siglo, el pintor Coriolano Leudo (1886- 7957) se refiere en su obra ‘’La Mantilla Bogotana’’ al tema, cuya vigencia sor- prende tanto como la del uso de la prenda. La respuesta popular a la sofisticacién de la mantilla es el pafiolén, adornado con cintas de seda en cuyo borde se trenza el encaje de ‘‘macramé”’. Este modelo ha subsistido, no solamente en el uso cotidiano, sino como producto de exportacién y de demanda turistica que nuestros artesanos continuan produ- ciendo. Es frecuente en los mercados populares de Boyacé y Cundinamarca ver actualmente mujeres ataviadas con e/ pafiolén descrito; se encuentran muchas que han introducido a la prenda las variantes derivadas del aprendizaje de diver- sas labores manuales, por ejemplo e/ crochet; pese a que e/ color negro tradicio- nal sigue siendo e/ favorito, la extensa gama de colores que las lanas acrilicas (de precio mas bajo) ofrecen, ha introducido diversas tonalidades en los pafiolones. La forma y el largo fleco, contindan invariables, asi como e/ uso del sombrero masculino. Un pérrato final, para recordar un modelo de sombrero originado en nuestro pals que /leg6 a ser reconocido internacionalmente; en 1821, el cronista Ibéfiez Mantilla de seda bordada @ mano con encaje de granada. Jo describe ’’. .. sombrero de copa alta a |a Bolivar, es decir, con ala ancha y tendida. . .’(317) nuevamente nos encontramos con el uso de una pieza del vestuario para expresar determinada ideologia: ‘Desde 1823 residian en Paris numerosos americanos del sur que habian figurado en la revoluci6n dé /a inde- pendencia y usaban ellos sombreros de ala ancha, moda que pas6 a muchas ciudades de América. El sombrero a |a Bolivar, segun afirma Victor Hugo en ‘Los Miserables’, tuvo en contraposicién los sombreros de ala angosta que usaban Morillo y los realistas espafioles en la gran capital’’.(32). ALMACEN NUEVO- BONNET & C.' CALLE 12, NUMEROS 167,181, 159 —BOQOTA CASA DE COMPRAS EN PARIS ‘SURTIDO COMPLETO DE ARTICULOS PARA oBSEQuIGS ROPA HECHA PARA CABALLEROS, SERORAS ¥ NINAS. Sante sero des desta, lng, eeu tras. Suro compe de ans de na, in NOTAS 1 Leyes de nas, Lovo Vt To Y 2 Pedeo Maris Ibsher Cronicas de Santa Fe Tomo 2 p. 307 Petro Maria er Croncas de Senta Fe Tomo 2 p. 287 4 Htona y cundtoe de eomamres ‘Jost Manu Groot =p. 208, 5, Pedro Maria Ibanez Créevcas de Samia Fe Tomo 2.0, 258 6. Joan Bapiste Boussingault Memenas 7 Gaspard Molin Vise por Colombe Volumen Vip. 185-186 Pedra Maria Wane? Groncas de Sents Fe - Tomo 2.9 288 9. Juan Pablo Careeqea Gad en *Apronmacion al seertador p 101 10. Ronerto Procter Cad en “Apronmacién al Libertador’ p23 Juan Franesco Orie Remescencis =p 81 12 Jose Maria Cordova Moure Remscencies = Tomo 1 9.92 "est Mala Cordovex Mouse Pemoscencas Tome p26 y 1) 15, Sahador Camacho Roldén - Bogard 1949 fn "Las Maravils de Colombia! Tomo te 131 16, Gaspard Molen Recoinenda le Prownca det Socaro UNIVERSIDAD JORGE TADEY iven' nse have ce Colarmbo SISTEMA DE SIBLLOTF Tomo! p38, 2 22 23 2a 25 26 an 2a 29 OfNT Jd SOTNOILYY NA Gvarviogasa tsoae F. Hoon MA Le Nueva Granade Vents meses en los Anas 250 Cchatlas Satay ‘Sante Fe de Bagots on 1870 Cas una nueva Ateoes en “Las Mar {de Coloma Tomo lps 149-180. E! Litre Olimpia de Bucararsanga 1941 pas Pwo Recuer Dspsanet jos de la Nuva Granada =p 100 Manuel Antonio Carte anual de Urbsnided y Buenas Manesas 268 Alle Hettne Vases por fs Andes Colombanes vez" 1884972 Pato Marla ibshor CConcas de Bogats Tomo! p 7 Paro Maria Ibanez Cromcas do Bogor Tomo 4.0 37 Colombia Reiner geagratica,topogralica, apical, comercaly poitea de este pais Tome lp. 300, Salvador Camacho Roldan fan “Les Mavovtas de Colombxa Tome tp 130 (choles Safty fn "Lae Maravaas Ge Coloma Tame 9. 137 CChatles Salty fn "Las Maras de Colom Tomolv p 136 Gaspard Moten Vase por Colombe Voluman Vil. 198, y32 Peete Maria nes Cromeas de Bogota Tomo lV. ps 255 y 205

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