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Presentación:
La presente reseña analizará la obra del filósofo alemán Immanuel Kant
(1724-1804) titulada “Pedagogía”, sobre lecciones que Kant impartió en la
Universidad de Königsberg, recogidas y publicadas por su discípulo F. T. Rink
en 1803.
En esta obra, se puede observar el pensamiento deontológico que Kant en
obras anteriores, como ¿Que es la Ilustración? (1784) y Crítica de la razón
práctica (1785), en donde también el filósofo plantea la ética conocida como
“imperativo categórico”, es decir, una ética del deber, de lo correcto y de la
moralidad (o lo que en ese momento Kant entendía como deber y moralidad).
Por lo tanto, siguiendo esa premisa, el autor, planteara cómo deben ser
educados niños, niñas y jóvenes. Analizaremos también cómo ese
pensamiento forjó el pensamiento pedagógico en Argentina de finales del siglo
XVIII, aun vigentes en muchas leyes nacionales de educación y como muchos
de estos pensamientos y pedagogías continúan vigentes en las instituciones
educativas, como así también en la subjetividad de muchos y muchas (ex)
jóvenes que fuimos educados y educadas durante el Siglo XX.
Introducción:
Immanuel Kant comienza esta obra proponiendo que “El hombre es la única
criatura que ha de ser educada” (p. 1). Esto lo lograría a través de una
educación que brinde los cuidados (sustento, manutención), disciplina e
instrucción. En este sentido separa al hombre de cualquier otra especie animal,
y de la propia animalidad natural en el hombre, siendo el hombre, no un animal
de instinto, sino de razón, y esta se construye con la disciplina y la conducta, y
se pasa de generación en generación.
Al niño se lo envía a la escuela a edad temprana para no sucumbir en la
inclinación natural a la libertad, al capricho, a la barbarie, ya que, si no se lo
disciplina e instruye a tiempo, luego, para el autor, será demasiado tarde: “el
que no es ilustrado es necio, quien no es disciplinado es salvaje” (p. 2). Para
lograr esto, también plantea que esta educación debe ser llevada adelante por
personas también ilustradas, y es por ello que considera que las primeras
generaciones no serán tan bien educadas como las siguientes, y así, a través
de las generaciones, será perfeccionada, por generaciones cada vez más
provistas de conocimientos.
Por otra parte, para el filósofo alemán la educación puede entenderse como
un Arte, ya que, al hombre, la naturaleza no le dio ningún instinto para ello, sino
que es algo que tiene que llegar por propio razonamiento, y, por lo tanto,
entiende a la pedagogía como una disciplina que logre alcanzar al ser humano
a su destino. Es entonces donde plantea cuales son las cuestiones más
importantes que el hombre debe alcanzar a través de la educación:
● Disciplinado: Para impedir la animalidad en el hombre respecto de lo
individual y lo social. Disciplina como sumisión de la barbarie.
● Cultivado: Cultura que comprende la instrucción y la enseñanza para
alcanzar los fines del hombre.
● Prudencia: Para la adaptación a la sociedad humana. Una enseñanza
hacia la civilidad. Ser querido, tener influencia, amabilidad llevan a la
prudencia.
● Moralización: Buenos fines, para el y para los otros. Lo que Kant en
otras obras propuso como “imperativo categórico” y los principios de la
deontología.
Para Kant, al hombre se lo puede adiestrar, instruir mecánicamente como a
cualquier animal, pero no basta con esto, sino realmente debe enseñarles a
pensar, a valerse de su entendimiento, a ser ilustrado y al mismo tiempo a ser
moral.
Más adelante, plantea un paradigma muy vigente hasta el día de hoy en
nuestra sociedad: si esta educación debe ser pública o privada, entendiendo
esta última como la brindada por institutos de pocos estudiantes, o por ayos, de
forma personalizada, y en sus hogares. Para Kant, a diferencia de la mirada
hegemónica actual, la mejor educación siempre debe ser la pública. Según el
autor, la educación impartida por ayos, lejos de eliminar los caprichos, (propio
de la animalidad que brinda la naturaleza) del niño, los potencia, mientras que
la pública, ayuda a lograr el entendimiento, la disciplina y la moralidad.
Para finalizar esta introducción, Kant, quien propone no sucumbir ante los
caprichos del niño (como decían nuestras abuelas, ¡dejalos llorar!) y para ello
hace las siguientes observaciones:
a) Que se deje libre al niño desde su primera infancia, excepto que esté en
riesgo de lastimarse, sino no intervenir. También impedir que sus ruidos
o alegrías no molesten a otros.
b) Se le debe enseñar a alcanzar sus fines y dejar alcanzar los de los
demás.
c) Que se le eduque para ser libre, es decir, para no depender de otros y
valerse por sí mismo
Respecto del tiempo en que debe durar la educación, Kant propone desde las
primeras infancias y hasta la edad de conocimiento sexual, es decir, hasta los
dieciséis años.
Continuando con esta reseña, mencionaremos dos tratados que el autor
desarrolla a continuación. Los mismos son el tratado para la educación de la
educación física, entendiendo por ésta, la que el hombre tiene en común con
los animales y los cuidados, y el tratado para la educación práctica, o moral,
con la que el hombre es formado para poder vivir y obrar libremente.