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Nombre: Luis Antonio Contreras Barco

TVL 3: Julio Tello y Chavín

Se hace un esfuerzo por conocer el origen y desarrollo de uno de los troncos culturales
de la Civilización Andina del Perú. En ese marco, se considera a Chavín cómo una
unidad cultural que ofrece luz sobre los procesos complejos sociales que el ser humano
puso en práctica milenios atrás. Las ruinas de Chavín son conocidas históricamente
como restos de una “fortaleza” o “castillo", "prisión” o “refugio" de la época de los
Incas; o bien como “templo” y “palacio” de época pre-incaica. Es un hecho comprobado
que el territorio peruano, de topografía y condiciones climatológicas diversas, fue cuna
y escenario de las más viejas y adelantadas civilizaciones de Sudamérica. Se presentan
los resultados de los estudios arqueológicos sobre la génesis, evolución y expansión de
la Civilización de los Andes Orientales. Se considera que el más alto exponente es el
Templo de Chavín de Huáncar. Los restos arqueológicos que se descubren en la capa
superior de las ruinas pertenecen a los Huaylas o Recuay, evidenciados por la cerámica
y objetos de piedra o huesos.

El territorio ocupado por los Incas es atravesado por la Cordillera de los Andes, que
corre contigua al Litoral del Pacífico, de Norte a Sur, y se eleva sobre el nivel estrecho
de la faja desértica de la costa, por un lado, y del vasto llano amazónico por el otro. El
clima del territorio de los Andes es tan complejo y peculiar como lo es su topografía.
Existen tres grandes fajas climáticas: una seca, occidental; otra húmeda, oriental, y la
tercera, intermedia. La occidental es muy estrecha, árida y desértica que bordea el litoral
del Pacífico; la oriental, es muy húmeda y caliente, con abundantes precipitaciones
pluviales en el llano; y la tercera o faja central, posee un clima excepcionalmente
privilegiado, templado y suave, con moderadas y periódicas lluvias.

La región de la selva amazónica se caracteriza por el bosque tropical y por la vegetación


herbácea en las partes más elevadas. La región de la sierra húmeda, contigua a la selva,
está cubierta de pajonal y de vegetación herbácea. La región de la sierra seca, que
corresponde a la meseta andina propiamente dicha, se distingue por la vegetación de
paja y pastos. La región de la costa mantiene una vegetación pasajera y herbácea por las
neblinas del invierno; y más allá del desierto, o sea en el piedemonte de los andes
occidentales, la vegetación es periódica, seca y xerófila.
La civilización andina tuvo como cimiento de su extraordinario desarrollo, la
explotación de los recursos económicos de origen mineral, vegetal y animal. En la selva,
las poblaciones tuvieron a su alcance los frutos comestibles que forman parte de la flora
de aquella región: maderas, cortezas, fibras textiles y otras plantas útiles para la
economía doméstica; complementando su dieta con la caza y pesca. En la sierra
húmeda, la recolección de frutos silvestres y la cacería favorecieron el desarrollo social-
cultural. Las quebradas y valles fueron aclimatados mediante una adecuada preparación
del terreno por el sistema de andenería, lo que permitió el sembrío de especies de
plantas de origen selvático.

En la sierra seca o Andes Occidentales, las estaciones se marcan con mayor regularidad,
favoreciendo el ciclo vital bien definido de las plantas silvestres y cultivables. Los
pastos de la puna propiciaron el fomento de la ganadería. En la región de la costa donde
los valles son estrechos y pedregosos, la vida vegetal y animal depende de las lluvias
temporales de la sierra y el agua más permanente y abundante se halla escondida bajo el
suelo, el hombre consiguió modificar las condiciones telúricas, biológicas y aun
climatológicas de este medio geográfico.

La civilización Andina se propaga, crece y se desarrolla en sentido vertical por las tres
regiones longitudinales del país: trasandina, interandina y litoral: y de las tres zonas
latitudinales: Norte, Centro y Sur. Los conquistadores españoles del siglo XVI son los
primeros en darse cuenta de la existencia de la civilización andina, estructurada a base
de una organización social, política y religiosa distinta de la occidental. Más tarde,
cronistas e historiadores españoles e indígenas refieren sobre ciertos monumentos
destruidos pertenecientes a períodos anteriores al de los Incas. En los siglos XVIII y
XIX son los geógrafos, naturalistas e ilustres viajeros que hacen acopio de datos y de
objetos arqueológicos, que al ser publicados despiertan el interés de anticuarios e
investigadores.

Indistintamente desde donde se haya migrado: sea de las regiones tropicales del Norte o
de los llanos floresta les del Amazonas; los autores de una civilización se encuentran en
toda el área del Antiguo Perú. Las características de esta civilización son: La agricultura
en las tierras tropicales, basada en la desforestación, sembrío por estacas, diseminación
de semillas y recolección de frutos; la caza y la pesca; el aprovechamiento de los
recursos naturales de la región, como la madera de los bosques, las resinas y gomas, las
plumas y huesos de aves , las sustancias medicinales y venenosas de origen animal y
vegetal , etc.; El culto al Jaguar, a los animales fieros de la floresta y a la serpiente.
Estos elementos culturales se propagan al salir de las tierras tropicales de origen y al
penetrar dentro del territorio andino se adaptan al medio físico, de modo que podría
suponerse que el cultivo de la tierra en las regiones andinas ocupó sólo los abrigos
naturales o templados y las tierras bajas y cálidas, propicias para recibir las semillas de
las plantas cultivadas en los trópicos: algodón, la coca, el ají, el frijol, el pallar, el maní,
el camote, la yuca, tratándose de plantas cultivadas por el hombre en los trópicos, dónde
serían aclimatadas en los valles interandinos, mediante almácigos en terrazas artificiales
y la invención del riego controlado, dada la sequedad de las tierras.

Respecto al problema de propagación de las culturas, se sugieren dos direcciones: la que


va a lo largo de la misma sierra peruana, partiendo de los límites de la cuenca o centro
originario; y la que se dirige más allá de esta cuenca para alcanzar las tierras bajas del
oriente u occidente. En uno y otro caso, las colonias o ramos periféricos de propagación
producen modificaciones en sus elementos culturales, de acuerdo con la influencia que
ejerce el medio geográfico donde se han implantado o colonizado. Las pruebas de
interrelación entre las culturas principales son evidentes, tanto por los descubrimientos
arqueológicos y por los estudios comparativos de sus diversos elementos.

La hoya interandina del Marañón, constituye una de las importantes áreas arqueológicas
del Perú. En ella existen restos de culturas muy variadas, desde las más primitivas o
arcaicas hasta las más avanzadas, relacionados con los de otras culturas interandinas y
del litoral, de ahí que adquiera una excepcional importancia prehistórica. La región
interandina del Marañón ofrece testimonios de un intenso cultivo del suelo. Las
mesetas, hoyadas y faldas de las cordilleras, presentan los vestigios de terrazas o
andenes, represas o cochas, canales de irrigación y otros restos del aprovechamiento de
las tierras. Estas fueron utilizadas, en gran parte, sin irrigación artificial, gracias a la
acción periódica de las lluvias, que en esta región no son tan escasas como en la
cisandina. Por otro lado, la especial situación geográfica de la hoya, ubicada entre la
región forestal amazónica y la cisandina, contigua a la del litoral del Pacífico, favoreció
el aprovechamiento simultáneo de los recursos naturales de ambas regiones limítrofes.
Prueba de este intercambio comercial y cultural son las vías de comunicación, cuyas
huellas aparecen en las partes altas como caminos longitudinales que recorren de un
extremo a otro de la hoya y en las quebradas como vías transversales que comunican
con las regiones de la selva y de la costa. En toda la hoya del Marañón existen
monumentos arqueológicos del mismo carácter religioso que los del Callejón de
Huaylas como los templos o adoratorios, las cajas o cámaras funerarias, las estatuas y
lajas y los objetos de piedra y cerámica. Estos monumentos pertenecen a diversas
culturas y edades, cuyas características reconocidas hasta ahora corresponden a Chavín,
Recuay o Huaylas, Marañón o Cajamarca e Inca.

Tello, J. C. (1960). Chavín, cultura matriz de la civilización andina (Vol. 2). la


Universidad de San Marcos.

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