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Tesina Teológica
GUATEMALA 2020
3
SIGLAS Y ABREVIATURAS
AG Ad Gentes
AL Amoris Laetitia
CELAM Consejo Episcopal Latinoamericano
CVII Concilio Vaticano II
Const. Constitución de la Fraternidad Misionera
DA Documento de Aparecida
DGC Directorio General para la Catequesis
EG Evangelii Gaudium
EN Evangelii Nuntiandi
GS Gaudium et Spes
IM Identidad Misionera
LF Lumen fidei
LG Lumen gentium
LS Laudato Si
RM Redemptoris Missio
UR Unitatis Redintegratio
VS Veritatis Splendor
4
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I
Las tentaciones a las que se está propenso como la acedia egoísta que menciona el papa
Francisco y que algunos caen en ella por sostener proyectos irrealizables y no vivir con ganas
lo que buenamente podrían hacer. Esto ocasiona que la fe se vaya desgastando y degenerando
en mezquindad, viviendo en la constante tentación de apegarse a una tristeza dulzona, sin
esperanza que se apodera del corazón (Cf. EG 82, 83).
Estas tentaciones mencionadas y otras que profundizaremos en este apartado cada día van
tomando más fuerza debido a la poca valoración e importancia que damos a nuestra fe, es
decir a nuestra relación con Dios y al cumplimiento de su voluntad. «No obstante, como hijos
de esta época, todos nos vemos afectados de algún modo por la cultura globalizada actual que,
sin dejar de mostrarnos valores y nuevas posibilidades, también puede limitarnos,
condicionarnos e incluso enfermarnos» (EG 77). Debemos ser conscientes que la Iglesia ha
sido afectada por múltiples enfermedades espirituales, y que juntos hacemos un proceso de
curación.
compañía de nuestro prójimo. Debemos escuchar sin temor nuestra sed de Dios y el grito que surge
de nuestra gente en Roma1.
Esta realidad antes mencionada es sin duda la realdad de la Iglesia universal, cada día son
más los retos a los que se enfrenta la Iglesia y que juntos debemos superar. Son muchos los
bautizados que son víctimas de las corrientes ideológicas de nuestro tiempo, alejándose de la
comunidad eclesial. Todo bautizado debe sentirse partícipe de la misión encomendada a la
Iglesia por nuestro Señor Jesucristo «Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis
discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a
cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días
hasta el fin de la historia» (Mt 28, 19-20).
El mandato misionero sigue siendo una tarea urgente de todo bautizado que, al dejarse
guiar por el Espíritu Santo redescubre la alegría de ser cristiano, superando con mayor
facilidad los embates causados por la cultura actual «lejana y hostil a la tradición cristiana, por
la emergencia de variadas ofertas religiosas, que tratan de responder, a su manera, a la sed de
Dios que manifiestan nuestros pueblos» (DA 10).
1
Oficina de Prensa de la Santa Sede, « Encuentro del Santo Padre Francisco con la diócesis de Roma»,
En Bollettino, Roma 14.05.2018, 3.
7
1. La mundanidad espiritual
El Papa Francisco nos advierte que «si la mundanidad espiritual invade la Iglesia será
infinitamente más desastrosa que cualquier otra mundanidad simplemente moral» (EG 93).
Concuerda con lo que Jesús dice acerca de las actitudes farisaicas de hacer para ser vistos por
los demás (Cf. Mt 23,5), buscando únicamente la alabaza humana, el protagonismo, los
intereses personales y no la gloria de Dios.
Los que reflejan esta mundanidad espiritual siempre justifican sus errores, por cuidar
siempre la apariencia personal, acomodando los principios evangélicos a conveniencia
relativizando la verdad, originando mucha confusión, siendo causa para que muchos se alejen
de la comunidad (Cf. Mc 9, 42). Cabe mencionar las actitudes pretenciosas de muchos agentes
de pastoral al sentirse indispensable en la labor misionera ignorando que la acción del Espíritu
Santo es la que ha guiado a la Iglesia siempre. El Papa Francisco nos recuerda que «si nos
alejamos de Jesucristo, si el encuentro con Él pierde su lozanía, acabamos tocando con la
mano sólo la esterilidad de nuestras palabras y de nuestras iniciativas»2.
2
FRANCISCO, El Evangelio de la nueva vida, 44.
8
Se ha manifestado la angustia que origina dicha dificultad que está atravesando la Iglesia en
los obispos de América Latina que se preocupan por el alejamiento de los bautizados
particularmente los hombres siendo ello una realidad de la Iglesia universal. Expresan lo
siguiente: «Tradicionalmente, debemos reconocer que, en América Latina y el Caribe, un
porcentaje significativo de ellos se han mantenido más bien al margen de la Iglesia y del
compromiso que en ella están llamados a realizar. De este modo, han venido alejándose de
Jesucristo, la vida plena que tanto anhelan y buscan» (DA 461).
3
Cf. A. AGUILÓ., La Llamada de Dios, 97.
9
arriesgar la vida a una causa que no sea la personal. Únicamente lo puede hacer aquel que
descubre el sentido de la vida en Jesús, es lo que encontraron los apóstoles y lo expresa Pedro
ante la pregunta de Jesús «¿Quieren marcharse también ustedes? él le responde: Señor, ¿a
quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el
Santo de Dios» (Jn 6, 67-69). Es el gozo y la convicción de los apóstoles, de las comunidades
antiguas que debe hacer eco en nuestro interior y conducirnos a adquirir un compromiso en
nuestra comunidad cristiana.
3. La Globalización de la indiferencia
El CELAM ha reflexionado sobre los cambios actuales que han afectado profundamente a
los pueblos de América Latina. Exponen que «la novedad de estos cambios, a diferencia de los
ocurridos en otras épocas, es que tienen un alcance global que, con diferentes matices, afectan
al mundo entero… Nuestras tradiciones culturales ya no se transmiten de una generación a
otra con la misma fluidez que en el pasado» (DA 34. 39).
4
N. ABBAGNANO, «nihilismo», 854.
10
Ante esta realidad el Papa Francisco advierte que se debe reconocer que una cultura, en la
cual cada uno quiere ser el portador de una propia verdad subjetiva, vuelve difícil que los
ciudadanos deseen integrar un proyecto común más allá de los beneficios y deseos personales
(Cf. EG 61). Esta actitud mutila una dimensión esencial en el hombre impidiendo que se sienta
pleno como persona donándose al otro. Hemos sido creados para esa experiencia de comunión,
desde el principio de la Creación Dios dijo: «no es bueno que él hombre esté solo» (Gn 2, 18).
Al poner por encima del hombre las ideologías se puede caer en un oscuro ateísmo
práctico, que conlleva «una huida ante la cuestión última de la existencia, y una pereza de la
conciencia moral»5, se encaja la religión a un agregado social que cumple con una función
meramente cultural sin ninguna trascendencia. Los medios de comunicación muchas veces
impulsan estas ideas que fragmentan a la persona bloqueando un desarrollo integral del ser
humano.
5
R. BERZOSA MARTÍNEZ, «Ateísmo y agnosticismo», 99.
11
Esta indiferencia que se expande, hace muy difícil la tarea de preservar y transmitir la fe,
es un desafío despertar el interés del hombre que está siendo distraído, engañado por múltiples
corrientes ideológicas. Los obispos latinoamericanos reconocen dicha realidad que ha afectado
grandemente la Iglesia «en ocasiones, algunos católicos se han apartado del Evangelio, que
requiere un estilo de vida más fiel a la verdad y a la caridad, más sencillo, austero y solidario,
como también nos ha faltado valentía, persistencia y docilidad a la gracia para proseguir, fiel a
la Iglesia de siempre» (DA 100).
4. El activismo pastoral
El querer evidenciar en los demás que estoy haciendo algo puede originar un activismo
desbocado que trae consigo muchas consecuencias negativas cuando este actuar está motivado
por cuestiones más políticas que espirituales, reduciendo la misión de la Iglesia a una mera
asistencia social y «El evangelio no se agota en proyectos humanos»6.
Se debe descubrir la prioridad pastoral en las diversas realidades pastorales para no caer en
esquemas caducos que generan una experiencia de vaciedad espiritual, no únicamente en los
agentes de pastoral sino también en las personas que son por así decirlo arrastradas por este
sistema imperante en la sociedad moderna, que ha influido en gran medida en algunas
estructuras eclesiales (Cf. EG 55).
Al llevar sobre sus hombros cargas muy pesadas de preocupación por construir edificios o
hacer cosas, un cura es muy difícil que responda a las exigencias que conlleva su ministerio de
santificar, enseñar y gobernar, llevando una vida coherente a ejemplo de Jesús. El querer hacer
siguiendo un esquema caduco, puede originar enfermedades físicas o una pérdida de sentido
del ministerio, viviendo una experiencia de insatisfacción, cediendo muchas veces a criterio
mundanos.
6
R. BERZOSA MARTÍNEZ, «socialismo», 1001.
12
Este es un sistema que por así decirlo se alimenta desde adentro debido a que, en algunas
realidades eclesiales, el sistema limita la acción del sacerdote, anulando su libertad, donde se
ve un actuar más político que espiritual, con una proyección de un grupo reducido, que afecta
la libertad del sacerdote para iniciar un proceso de evangelización (Cf EG 63). Evaluando
dicha realidad la autoridad sacerdotal queda anulada o al menos limitada, no poder tomar
decisiones importantes como delegar líderes en la comunidad, acomodándose a este esquema
sin ningún impulso creativo pastoral más que el anteriormente mencionado, obstruyendo el
proceso de engendrar hombres independientes que realizan un proceso de conversión,
consecuencia de dicha conversión surgirá la voluntad de hacer cosas o colaborar en el servicio
de la comunidad eclesial, para iniciar un proceso de formación integral (Cf DA 366). 7
Para concluir citaré a Luciano Sandrín que expone lo siguiente, «un camino pastoral
entusiasmante nos espera, pero permaneciendo atentos a no dejarnos atrapar por el frenesí de
la acción, porque la salida para construir la historia según el designio de Dios no está en hacer,
sino en ser como él, es decir en participar de su santidad, don y tarea, gracia y camino»9.
7
Cf. J. C. SCANNONE., «Encarnación, Kénosis, inculturación y pobreza» 506.
8
Cf. L. P. SEVERINO., «Aprender a trabajar sin afán y a descansar con sosiego» 554.
9
L. SANDRIN, Teologia pastoral, 18.
13
CAPÍTULO II
Tener claridad en cuanto a lo esencial de ser cristiano, es un fuerte impulso que fortalece la
vida y la perseverancia de los bautizados dentro de la Iglesia. Todo redescubre su sentido
constantemente si se vive una fe con criterios claros y convicciones sólidas, evitando la
confusión y la mala interpretación del evangelio de Jesús con ideas personales, limitando la
alegre novedad del Evangelio.
Cuando San Pablo se acercó a los Apóstoles de Jerusalén para discernir «si corría o había corrido en
vano» (Ga 2,2), el criterio clave de autenticidad que le indicaron fue que no se olvidara de los
pobres (cf. Ga 2, 10). Este gran criterio, para que las comunidades paulinas no se dejaran devorar
por el estilo de vida individualista de los paganos, tiene una gran actualidad en el contexto presente,
donde tiende a desarrollarse un nuevo paradigma individualista. La belleza misma del evangelio no
siempre puede ser adecuadamente manifestada por nosotros, pero hay un signo que no debe faltar
jamás: la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha (EG 195).
Hay criterios esenciales para que la evangelización sea más eficaz, San Pablo da ejemplo de
ello al obedecer la autoridad de Pedro. Seguir el mensaje de Jesús exige fidelidad y obediencia
a la autoridad, a su mensaje que es anunciado por la Iglesia. En este apartado profundizaremos
sobre algunos criterios que tienen una gran vigencia hoy, y que podría ayudarnos en el proceso
de la evangelización son los siguientes:
La finalidad de la misión de la Iglesia es dar a conocer la palabra de Dios (Cf. DGC 111),
palabra que se hace visible en la persona de Jesús, mediante la acción del Espíritu Santo, y el sí
de la santísima virgen María. En Jesús encontramos respuesta a interrogantes que sigue
teniendo el hombre de hoy. En el evangelio encontramos claridad y una autentica y genuina
libertad, «es un mensaje tan claro, tan directo, tan simple y elocuente, que ninguna
hermenéutica eclesial tiene derecho a relativizarlo» (EG 194).
14
Jesús exige fidelidad a su mensaje lo expresa en el envío misionero al decir a sus discípulos
«vayan por todo el mundo y enseñen lo que Yo os he enseñado» (Mt 28, 20) Estar sujetos al
evangelio ayudará a no sucumbir ante los embates de este mundo, teniendo presente que la
buena nueva responde a los anhelos más profundos del corazón del hombre de vivir en
comunión experimentando una autentica felicidad.
La realidad de cada diócesis debe ser iluminada con la luz del evangelio, corresponde a la
Iglesia local (los agentes de pastoral en particular el clero y los obispos) comprender los signos
de los tiempos en sus comunidades, redescubrir en cada circunstancia, el clamor que el hombre
hace a Dios al buscar el sentido de su vida muchas veces en cosas superficiales.
Es tarea de las estructuras eclesiales que están al frente de las comunidades buscar
soluciones a tantos problemas eclesiales, dejándose iluminar por el evangelio y teniendo
contacto con la realidad que viven las comunidades para animarles y ser testigos de la mismas
ante Dios y ante los hombres, esa es la razón de ser de su ministerio, es el camino que nos
muestra el evangelio y que ha ido descubriendo la acción del Espíritu Santo en la Iglesia.
Ser evangelizador exige renovar constantemente el encuentro con Jesús (DGC 63),
consecuencia de dicha experiencia de encuentro será el deseo de compartir su verdad. Es
importante subrayar que la base del ministerio pastoral radica en el constante encuentro con el
Señor en el conocimiento profundo de su persona; si no hay un encuentro cotidiano con Jesús
será muy difícil conocerle, por ello el Papa Francisco considera fundamental esta experiencia
en la vida de los bautizados al invitar a cada uno a que «en cualquier lugar y situación en que
se encuentre, renovar el encuentro personal con Jesucristo o, al menos, tomar la decisión de
dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso» (EG 3).
Todo bautizado es llamado a renovar dicho encuentro en particular los sacerdotes, ellos son
verdaderos representantes de Jesús en virtud del don recibido, actúan en determinadas
funciones en persona de Cristo que sigue presente acompañando y actuando en la Iglesia
confirmando su mensaje (Cf. Mc 16, 20), así lo expresa su santidad el Papa Benedicto XVI
«el sacerdote no actúa nunca en nombre de un ausente, sino en la persona misma de Cristo
resucitado, que se hace presente con su acción realmente eficaz»10.
La hostilidad del mundo hacia la religión puede hacernos vivir con mediocridad el mensaje
de Jesús, sin embargo, la Iglesia como madre y maestra nos orienta y nos anima a renovar
nuestras fuerzas en el manantial de la vida eterna por medio de los Sacramentos que fortalecen
la actividad eclesial, también nos invita a encontrarnos con Jesús que sufre que pasa hambre y
10
BENEDICTO XVI, Sobre el Munus Docendi, Audiencia General 14 de abril del 2010.
16
sed (Cf. Mt 25, 40). Al encontrarnos con él la vitalidad resurgirá, recobrará sentido el ser
bautizado y sentirse convocado por el Señor a imitar su ejemplo a seguir sus huellas.
Hay realidades sociales que precisan ser iluminadas con la luz del Evangelio; es una misión
urgente redescubrir las razones por las cuales surgieron algunas instituciones, ya que algunas
de ellas corren el riesgo de desaparecer o de ser afectadas negativamente debido a la
corrupción y decadencia de los valores evangélicos dentro de las mismas, dichas realidades
son el matrimonio (la familia), la política, el arte, la tecnología, los medios de comunicación,
la ciencia y las líneas de pensamiento; «Estas deben ser regeneradas por el encuentro con la
Buena Nueva» (EN 20).
En aparecida encontramos aportes sobre cómo podemos evangelizar dichas realidades uno
de ellos es «la formación de pensadores y personas que estén en los niveles de decisión» (DA
492), es un desafío mostrar a los hombres que únicamente Dios puede llenar los anhelos más
profundos del su corazón.
El Tedio que provocan hoy tantos discursos vacíos, y la actualidad de muchas otras formas de
comunicación, no deben sin embargo disminuir el valor permanente de la Palabra ni hacer perder la
confianza en ella. La palabra permanece siempre actual sobre todo cuando va acompañada del
poder de Dios. Por esto conserva también su actualidad el axioma de San Pablo: «la fe viene de la
audición», es decir, es la Palabra oída la que invita a creer (EN 42).
11
L. ORTIZ LOSADA, El coraje de ser sacerdote hoy, 64.
18
resurrección, (Cf Hch 2, 14ss.) de su verdad tan necesaria para redimir al hombre de la
esclavitud del pecado.
La predicación despierta la inquietud de ser discípulo del Señor, los que escucharon la
predicación de Pedro en el día de pentecostés se conmovieron de tal manera que preguntaron a
los otros apóstoles ahí presentes ¿Qué debemos hacer, hermanos? (Cf Hch 2,37). El éxito de su
predicación no radica en su elocuencia sino la verdad que contiene su mensaje, fruto de una
larga experiencia de encuentro con el Señor.
Es bueno subrayar que el predicador no se anuncia a sí mismo, sino a Jesucristo que nos dio
a conocer la voluntad del Padre, de Él dice el apóstol «hemos recibido este ministerio por pura
misericordia, por eso no nos acobardamos; antes bien renunciamos a callar por vergüenza... El
mismo Dios que mandó a la luz brillar en las tinieblas, es el que hizo brillar su luz en nuestros
corazones para que en nosotros se irradie la gloria de Dios, como brilla en el rostro de Cristo»
(2 Cor 4, 1,2.6).
moderno que espera acciones concretas, sin ellas el mensaje anunciado será poco
convincente12.
Ella ha facilitado en gran medida la evangelización de los pueblos, dando a conocer que
como Madre acompaña a la Iglesia siempre (Cf. Hch 1, 4). El episcopado latinoamericano
reconoce que «la visitación de Nuestra Señora de Guadalupe fue acontecimiento decisivo para
el anuncio y reconocimiento de su Hijo» (DA 4).
El papa Francisco expresa que «Ella es la Madre de la Iglesia evangelizadora y sin ella no
terminamos de comprender el espíritu de la nueva evangelización. No podemos prescindir de
ella que por voluntad Divina ha sido elegida para ser madre de la Iglesia. En ella encontramos
un modelo indispensable de disponibilidad, de escucha y de meditación de la palabra de Dios»
(EG 284). Ella es una referencia constante de fe para la Iglesia, así lo afirman el CELAM al
implorar su auxilio, que les enseñe a ser hijos en su hijo y hacer lo que Él nos diga (Cf. DA 1).
Jesús en las bienaventuranzas (Cf. Mt 5,8), nos descubre la felicidad plena que albergaba el
corazón de la santísima virgen, siendo ella Bienaventurada por la pureza de su corazón, Dios se
sentía a gusto morando en ella mediante la acción del Espíritu, «no temas María le dice el
ángel, que gozas del favor de Dios» (Lc 1, 30).
«En María se verifica hasta dónde llega el poder mediador del Espíritu. Este le revela el
Misterio de Jesús, le quita el velo, le ofrece el don de la sabiduría, le hace guardar en su
corazón la memoria de Jesús… De esta forma, María es la obra maestra de la función
mediadora de Cristo en el Espíritu»13.
consuelo y alegría en aquellos que continúan la misión encomendada por su hijo Jesucristo (Cf.
IM 5.1).
«La Iglesia no es lo central y lo absoluto, lo primero es el reino de Dios» 14, para lo que toda
acción eclesial está destinada. Esta visión da apertura al modo de ser Iglesia iniciado en las
primeras comunidades cristianas, recuperando el sentido original a la dinámica de la
evangelización la cual durante mucho tiempo estuvo limitada únicamente para el clero.
Hay que enfatizar que, al hablar de proyecto humanizador, nos referimos que la
evangelización debe despertar la consciencia de la dignidad del ser humano. San Juan Pablo II
nos enseña que el «desarrollo humano auténtico debe echar sus raíces en una evangelización
cada vez más profunda» (RM 58), es decir que la evangelización debe afectar la totalidad del
ser humano positivamente, liberándole de estructuras injustas y de ideologías que afectan su
integridad, distorsionando el plan original de Dios para cada ser humano de salvarlo en la
totalidad de su ser.
14
J. A. PAGOLA, «El desafío de la renovación Evangélica de la Iglesia», 156.
15
Cf. VELASCO, R., “La Iglesia de Jesús”, 324.
21
«Volver a Jesús exige dar pasos hacia mayores niveles de verdad» 16 implica renuncias, un
proceso de encuentro y de conversión constante, manteniendo a ejemplo de los apóstoles un
actitud de discípulo, ya que en él encontramos la verdad que nuestro padre Dios ha querido
revelar a la gente sencilla (Cf. Mt 11, 25).
Urge expresa San Juan Pablo II «recuperar y presentar una vez más el verdadero rostro de la
fe cristiana, que no es simplemente un conjunto de proposiciones que se han de acoger y
ratificar con la mente, sino un conocimiento de Cristo vivido personalmente, una memoria viva
de sus mandamientos, una verdad que se ha de hacer vida» (VS 88).
La sociedad actual necesita más que maestros testigos de un verdadero encuentro con Jesús
(Hch 2, 32), esa vivencia es la que provoca en nosotros la experiencia del amor sin la cual será
difícil transmitir y vivenciar el evangelio a ejemplo de las primeras comunidades cristianas
(Hch 4, 32).
6.3 Reavivar el espíritu profético del movimiento de Jesús
16
J. A. PAGOLA, «El desafío de la renovación Evangélica de la Iglesia» 148.
22
«Para entender a Jesús y el movimiento desencadenado por él, es necesario partir del
hecho de que Jesús nace y vive en el contexto de un pueblo oprimido y subyugado» 17. La
imagen de Dios que él mostraba no eran acorde a los esquemas religiosos de su época,
porque ama entrañablemente a sus hijos los hombres, es ante todo el Dios de las víctimas
de la situación, de los que están pasando mal por culpa de otros.
Ante dicha realidad el papa francisco insta a dar apertura al Espíritu que es el que hace
salir de sí mismos a los Apóstoles y los transforma en anunciadores de las grandezas de
Dios. El Espíritu Santo, además, infunde la fuerza para anunciar la novedad del
Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente
(Cf. EG 259).
Como Iglesia hemos de recuperar los rasgos fundamentales del Profeta Jesús, su
presencia alternativa en medio de la sociedad, su indignación ante un mundo injusto, su
creatividad generadora de esperanza18.
«Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a
todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo» (EG
23). Salir implica dejar las comodidades, ser generoso, servicial, tener apertura al diálogo, ser
sensible al sufrimiento del prójimo, esta actitud «refuerza la fe y la identidad cristiana, da
nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones» (Cf. RM n. 2).
17
R. VELASCO, La Iglesia de Jesús, 22.
18
Cf. J. A. PAGOLA, «El desafío de la renovación Evangélica de la Iglesia», 158.
23
El misionero seguramente puede sentirse lleno de caridad por la Iglesia, pero debe siempre
perfeccionar en la medida que va transfigurando cada vez más su vida con Cristo. Así como lo
mueve el deseo de darse al pueblo de Dios, debe estremecerle aún más el deseo de su
comunión con Jesucristo el maestro y pastor, buscando dar no solo su caridad, sino su mismo
corazón, puro y agradable19.
Debe animarnos el ejemplo de los apóstoles, de los padres de la Iglesia que fieles a la
verdad supieron continuar la obra de Jesucristo, de los santos que han sabido vivir a plenitud
la vida cristiana que, dejándose guiar por Espíritu Santo, asumieron con valor y alegría su
misión en el mundo, «Pues así caminaron en la esperanza todos los apóstoles, que con muchas
tribulaciones y sufrimientos completaron lo que falta a la pasión de Cristo en provecho de su
Cuerpo, que es la Iglesia» (AG 5).
Como creyentes debemos imitar «la actitud de escucha y disponibilidad de María Santísima
a la Palabra y la voluntad de Dios, debemos encontrar el modelo fundamental de nuestra
actitud misionera» (IM 5.1). Ella siempre nos lleva a Jesús y nos indica que debemos
comenzar la misión desde Cristo que es el que llena nuestras vidas de sentido, de verdad y
amor, de alegría y esperanza (Cf. DA n. 548).
19
Cf. S. RUBIN., conversaciones con Jorge Bergoglio, 78
24
CAPÍTULO III
Anteriormente hemos reflexionado a cerca de algunos criterios que impulsan una misión
renovada en la Iglesia, los cuales serán enriquecidos con aportes que ofrece la rica experiencia
pastoral que se plasma en documentos que han sido esenciales para comprender la invitación
que hace el Papa Francisco a los fieles cristianos a «una nueva etapa evangelizadora marcada
por la alegría del Evangelio, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia» (EG 1).
El renovado impulso misionero del que nos habla el Papa Francisco al decirnos quiero una
Iglesia en salida (Cf. EG 20) ha sido fruto de una larga experiencia de formación y de reflexión
pastoral, de cercanía a la realidad cultural del pueblo, descubriendo en él los signos de los
tiempos, escuchando en él la voz de Dios.
20
M. ALVARADO, El Éxodo como paradigma pastoral. ROMAE, 2019. 9.
25
Fruto de un largo proceso de contemplar la realidad eclesial actual, han surgido algunas
propuestas que sin duda alguna son un gran aporte de la renovación eclesial en la dinámica de
la evangelización, las cuales profundizaremos en el presente capítulo.
21
M. FRANCA MIRANDA, «Reforma eclesial e inculturación de la fe», 571.
26
Al contemplar la realidad social los obispos advierten de los peligros actuales, uno de ellos
es el dejarnos llevar por la cultura relativista de nuestro tiempo, exhortándonos a tener la
mirada fija en Jesucristo quien es el camino, la verdad y la vida «si no conocemos a Dios en
Cristo y con Cristo, toda la realidad se convierte en un enigma indescifrable; no hay camino y,
al no haber camino, no hay vida ni verdad» (DA 22). Manifiestan de la misma manera su
preocupación por la situación de muchas comunidades que se ven privadas de las actividades
litúrgicas en particular de la celebración Eucarística, que es el sacramento que hace Iglesia (Cf.
DA 251).
Siendo conscientes que la pobreza es una realidad que viven la mayoría de los habitantes de
América Latina, esta opción preferencial «debe atravesar todas nuestras estructuras y
prioridades pastorales» (DA 396). En un continente donde la mayoría de su población vive en
la pobreza, solo de este modo puede «la Iglesia latinoamericana ser sacramento del amor, la
solidaridad y la justicia de nuestros pueblos» (DA 396).
Es interesante ver como los Obispos hacen un análisis de la realidad eclesial no de una
forma auto-defensora, siguiendo la línea del Concilio Vaticano II en Gadium et spes, en donde
se reconoce que la causa de que muchos se alejen de la Iglesia en gran parte se debe al mal
testimonio de los creyentes, que «con el descuido de la educación religiosa, o con la
exposición inadecuada de la doctrina o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y
social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión» (GS 19).
Las conclusiones presentes en el documento apuntan a una Iglesia en salida que no se quede
encerrada en las sacristías, sino que salga al encuentro de sus fieles reconociendo la urgencia
de renovar el impulso misionero haciendo participes a los laicos en la misión, y en la
planificación y ejecución de los proyectos pastorales para recuperar la identidad católica de
Latinoamérica. Hay que subrayar que el CELAM al celebrar el primer aniversario de
Aparecida enfatizan que «algo urgente en la actualidad es que América latina vuelva a tomar
conciencia, con renovado empeño, de que la fe católica es la que teje y deberá seguir tejiendo
su unidad»22. Estos criterios marcan el rumbo de la Iglesia universal hoy en el pontificado del
22
O. R. RUIZ ARENAS, Testigos de Aparecida, 2.
27
Papa Francisco, que «no se hizo esperar. Desde el comienzo de su pontificado, en aquella tarde
del miércoles 13 de marzo de 2013, anuncia su deseo de situar a la Iglesia en misión»23.
En Jesús todos podemos redimirnos recuperando el plan original de Dios para cada ser
humano en cualquier realidad cultural, en donde el Espíritu Santo se ha adelantado preparando
el terreno para implantar la semilla del Reino de Dios (Cf. AG 4). El papa Francisco enfatiza
en reconocer la acción del Espíritu con una mirada agradecida; expone que «una mirada de fe
sobre la realidad no puede dejar de reconocer lo que siembra el Espíritu Santo» (EG 68).
Es esencial la dinámica por la cual debe guiarse la misión de la Iglesia plasmada en AG, la
cual debe guiarse «por moción del Espíritu Santo, por el camino que Cristo llevó, es decir, por
el camino de la pobreza, de la obediencia, del servicio y de la inmolación de sí mismo hasta la
muerte, de la que salió victorioso por su resurrección» (AG 5). Esta es la dinámica a la cual el
Papa Francisco quiere dar continuidad e impulsar una evangelización integral que, de
importancia a las culturas de los pueblos en relación con su promoción y su humanización,
enfatizando en la necesidad de apoyar y acompañar el proceso de la inculturación de la fe en
los diferentes pueblos, encausando las expresiones y los gestos de manera creativa a un
encuentro con la verdad del Evangelio (Cf. Cor 3, 11).
23
Cf. A. TORAÑO FERNÁNDEZ, «La fuerte conciencia Misionera del Papa Francisco» 205.
28
«El dialogo entre la fe y la cultura es fuente de fecundidad no solo para la cultura que se
abre a la fe, sino también para la misma fe» 24. San Juan Pablo II lo expresa de la siguiente
manera, «por medio de la inculturación la Iglesia encarna el Evangelio en las diversas culturas
y, al mismo tiempo, introduce a los pueblos y sus culturas en su misma comunidad y les
transmite sus propios valores, asumiendo cuanto de bueno hay en ellas y renovándolas desde
dentro» (RM 52).
Muchos pueblos hoy necesitan renovar ese proceso de inculturación que en un momento se
inició, pero por falta de seguimiento por así decirlo se fue perdiendo el fervor hacia la fe
católica. Es importante subrayar también los frecuentes cambios causados por la globalización
que han originado una pérdida de identidad en muchas realidades culturales, como ya hemos
mencionado anteriormente desplazando los principios evangélicos por criterios superfluos que
ofrece la cultura actual, complicando el proceso de inculturación debido a nuevas propuestas
de religiosidad.
Ante esta realidad actual se enfatiza en que la misión no es imponer el evangelio como hizo
en el periodo colonial, sino proponerlo (Cf. EG 14) a ejemplo de los evangelizadores como un
San Ignacio de Loyola, el Santo cura de Ars, San Juan Pablo II, cada uno supo dar razón de su
fe de manera creativa en diferentes épocas y circunstancias, dando testimonio con ánimo
alegre que surge de la experiencia del encuentro constante con un Dios que se encarnó para
iluminar e insertar al hombre nuevamente en el plan de salvación universal. Inculturación
implica una ardua labor misionera de forma integral es decir rescatar al hombre en su totalidad
devolviéndole su dignidad de Hijo de Dios en todos los ambientes culturales, manteniendo la
predilección siempre por los que sufren por los más pobres (Gal 2, 10).
24
L. S. KINKUPU, «Inculturación del evangelio y reforma de la Iglesia en África» 576.
29
Este es un principio que se refleja en las actitudes del Papa Francisco, «pero no es
solamente un estilo personal, sino que es un estilo que el papa quiere implantar en todo y en
todos los que le rodean y en la misma Iglesia» 25. Este principio es auténticamente evangélico
ha regido la vida de la Iglesia a lo largo de los siglos, conduciéndola constantemente a seguir
el ejemplo de Jesús (Cf. Mt 10, 9).
Este principio nos encausa a tener una disponibilidad radical a hacer la voluntad de Dios,
nos debe llevar a permanecer con actitud de humildad, a estar abiertos a reconocer la presencia
de Dios en cada situación y circunstancia de la vida y a saber renunciar a nuestros propios
intereses y prejuicios, para adaptarnos y responder a la llamada que el Señor nos está haciendo.
Algunos obispos han reconocido la importancia de este principio, tratando de vivir acorde a
la realidad de su feligresía. En su mayoría son personas sencillas las que mantienen su
confianza y esperanza en la Iglesia católica, esperando de ella atención pastoral y sencillez
evangélica.
El mismo título de la exhortación apostólica indica que un segundo principio que debe orientar la
reforma de la Iglesia es la alegría del Evangelio. Un Evangelio que tiene una fuerza tal que acogerlo
sin reservas supone que todo se dinamita, incluso muchas de las cosas mantenidas de forma
25
A. ÁVILA BLANCO, «Desafíos para la reforma de la Iglesia» 80.
26
J. C. Scannone, «Encarnación, Kénosis, incultración y pobreza» 576.
30
persistente en los últimos años por la misma Iglesia oficial, hasta el punto de hacer indigesto el
mensaje del que se siente portadora (EG 34-45)27.
Para dar un sentido a este principio, debemos mencionar la realidad compleja que se vive
en la Iglesia descrita en temas anteriores, en particular la crisis de compromiso eclesial, debido
a la poca realización personal que se refleja en algunos que sirven dentro de la comunidad
como si fuese un castigo (Cf. EG 81), constantemente hay críticas debido a dicha situación y a
tener que aguantar muchas veces imposiciones caprichosas de parte de los líderes
comunitarios o agentes de pastoral.
En las primeras comunidades cristianas se presenta este principio que debe caracterizar a
los evangelizadores, San Pablo enfatiza en la alegría que debe caracterizar a los que colaboran
en la evangelización «Tengan siempre alegría del Señor; lo repito, estén alegres» (Cf. Flp 4,4).
Esta alegría indica el papa francisco surge de un encuentro verdadero con Jesús en quien
nace y renace la alegría (Cf. EG 1), sin embargo esta vivencia no significa la ausencia de
dificultades lo cual es inevitable en la vida pero, «dando un paso, podríamos incluso añadir
que el sufrimiento, vivido en el interior de una relación personal con el Señor y como un modo
de identificación con Él, tiene el poder de purificar la alegría alejándola de toda proyección
sospechosa o malsana»28.
La alegría como una vivencia, penetra a la persona afectándola positivamente, hay que
subrayar que la claridad del evangelio es más visible en aquellos que experimentan su gozo en
medio de las dificultades (cf. Mt 5, 1-12). La alegría también impulsa a la persona a salir al
encuentro de los demás y a enfrentar las dificultades con esperanza.
27
A. ÁVILA BLANCO «Desafíos para la reforma de la Iglesia», P. 81
28
J. A. GARCÍA, «Decidir desde la alegría», 1022.
31
El principio anterior recobra un mayor sentido cuando somos conscientes precisamente que
el mensaje del evangelio no son «normas indigestas ni verdades lejanas, sino el amor
misericordioso de Dios»29 que debe impulsar a un servicio incondicional, a tener apertura e ir
en ayuda del que sufre.
Esta es la dinámica de la fe, que se arraigada en el corazón, de donde dimanan todas las
cosas buenas del hombre (Mt 12, 34) es decir que la fe se manifiesta en acciones concretas
porque «la fe transforma toda la persona, precisamente porque la fe se abre al amor» (Cf. LF
26). Una actitud misericordiosa ahorraría en las comunidades caer en legalismos, no significa
relativizar las cosas sino más bien fundamentarse en el nuevo mandato de Jesús de «amarse
unos a otros» (Jn 15, 17).
La imagen de Dios que Jesús nos muestra es la de un Padre misericordioso como la que se
refleja en la parábola del Hijo prodigo (Cf. Lc 15, 11-32), una imagen distorsionada de Dios
podría originar muchos conflictos dentro de las comunidades, impidiendo la unidad y la
reconciliación dentro de las mismas, lo cual es un desafío en la actualidad.
Lo que podemos subrayar en este principio es el énfasis que hace en que todo creyente debe
sentirse involucrado en la acción evangelizadora (Cf. EG 20-22), a estar presente en las
periferias existenciales, a cultivar una Iglesia en la que no predomine lo administrativo sobre
29
A. Ávila Blanco «Desafíos para la reforma de la Iglesia» p. 81.
30
A. ÁVILA BLANCO «Desafíos para la reforma de la Iglesia», p. 85.
32
lo pastoral (Cf. EG 63), para que se haga visible en la sociedad por medio de agentes de
pastoral con una actitud de apertura, que promuevan una cultura del encuentro (Cf. EG 49).
La intención de Juan XXIII al convocar el Vaticano II era la renovación de la Iglesia para hacer
posible un nuevo Pentecostés. Ello implicaba una mirada al Dios Trinidad (que le había llamado a
la existencia) y a la humanidad (en la que se encontraba como enviada). La Iglesia debía situarse en
esa elipse con dos polos para conjugar y articular su identidad y su misión y para adoptar la figura
más adecuada en cada momento histórico31.
El espíritu de renovar la Iglesia en Juan XXIII ha sido asimilado por sus sucesores en
particular por el Papa Francisco, que al citar el concilio le da una vigencia impresionante,
exhortándonos a no ver el concilio como algo del pasado, situándonos en una nueva etapa
conciliar en cuanto que la obra conciliar, se encuentra aún lejos de su final.
Como se mencionó anteriormente, en la encíclica Laudato si´ el Papa francisco indica que
el documento Evangelii Gaudium fue elaborado con el afán de movilizar un proceso de
reforma todavía pendiente (Cf. LS 3.). Hay que subrayar que la referencia que él hace al
concilio no lo hace únicamente con un afán de intelectualidad o por una “correcta
interpretación,”32 decide no entretenerse más en estos aspectos sino más bien busca darle una
aplicación pastoral concreta a los textos o decretos aprobados (Cf. EG 38).
El concilio nos enseña que la Iglesia peregrina en este mundo es llamada por Cristo a esta
perenne renovación, de la que ella, en cuanto institución terrena y humana, necesita
permanentemente (Cf. UR 6). Ante los constantes cambios que vive el mundo moderno es
importante mantener una apertura constante al Espíritu Santo (Cf. Ap 2,29), que es el
protagonista de la misión de la Iglesia y la enriquece con distintos carismas que son dones para
renovar y edificar la Iglesia y así ser un modelo para la paz en el mundo (Cf. EG 130).
31
E. BUENO DE LA FUENTE, «Iglesia, ¿Qué dices de ti misma? La Iglesia, Misterio y pueblo de Dios» 342.
32
A. ÁVILA., «Desafíos para la reforma de la Iglesia» 87.
33
Para formar el modo de ser Iglesia que se requiere para la gran tarea de la evangelización se
debe replantear constantemente las actividades eclesiales, manteniendo una actitud de éxodo
en cuanto a renunciar a esquemas caducos, adoptando nuevos que respondan a la realidad de
vida en cada circunstancia o situación pastoral, lo que implica «mantenernos vigilantes
tratando de descifrar la presencia de Dios en los acontecimientos» (IM 3.1.1).
Debe estimularnos pensar y ser conscientes que el mismo Espíritu que ha impulsado al
pueblo de Dios desde sus inicios es el mismo que hoy continúa suscitando, acompañando, y
anticipándose a la acción apostólica (Cf. AG 4).
CONCLUSIÓN
Tener un corazón disponible para las exigencias que hoy implica la misión ad gentes
únicamente puede realizarse como fruto de la experiencia de encuentro con Jesús resucitado
que da inicio a un proceso de conversión permanente. Es por ello de gran importancia que en
las distintas realidades eclesiales se impulsen procesos de evangelización integral, lo cual
exige una formación seria de los agentes de pastoral.
34
Priorizar el proceso de la evangelización para la salvación de los hombres debe estar sobre
cualquier otro proyecto meramente humano que persiga intereses personales. Urge retomar el
proceso evangelizador que presenta el Papa Francisco de Primerear, involucrarse, acompañar,
fructificar y festejar (Cf. EG 24). El presbítero debe ser el primero en asumir el liderazgo, en
tomar la iniciativa sin miedo, en salir al encuentro de los alejados, en invitar a los excluidos.
Perseverar en los procesos de evangelización por prolongados que sean, hace que la acción
apostólica fructifique, viviendo adecuadamente las etapas de dicho proceso que exige
renuncias y una entrega genuina y generosa para continuar el proyecto que Jesús inicia de la
instauración del Reino de Dios.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Documentos eclesiales
Documentos pontificios
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FRANCISCO, Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 24 noviembre del 2013, AAS 105 (2013),
1019 – 1137.
__________, Carta encíclica Lumen Fidei, 29 junio 2013.
__________, Carta encíclica Laudato si (24 de mayo 2015), AAS 107 (2015), 847-945-
__________, Exhortación Ap. Postsin. Amoris Laetitia (19 de marzo 2016), 150: AAS 108 (2016), 311-
446.
JUAN PABLO II, Carta encíclica Redemptoris missio, 7 diciembre 1990, AAS 83 (1991), 251-333.
__________, Carta Encíclica Veritatis splendor, 6 de agosto 1993, AAS 85 (1993) 1159-1223.
PABLO VI, Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, 8 diciembre 1975, ASS 68 (1976), 9- 26.
Libros
Artículos de revistas
BUENO DE LA FUENTE, E., «Iglesia, ¿Qué dices de ti misma? La Iglesia, Misterio y pueblo de Dios»
Sal Terrae 101 (2013) 341-353.
BENEDICTO XVI, «Sobre el Munus Docendi», Audiencia general 14 de abril del 2010.
http://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/audiences/2010/documents/hf
GONZÁLEZ BUELTA, B., «Cotidianidad con utopía, Holgura y Encanto» Sal Terrae 102 (2014) 595-608.
GARCÍA, J. A., «Decidir desde la alegría» Sal Terrae 101 (2013) 1013-1026.
OFICINA DE PRENSA DE LA SANTA SEDE, “Encuentro del Santo Padre Francisco con la diócesis de
Roma”, En Bollettino, Roma 14.05.2018, 3. Consultado en:
https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2018/05/14/sant.html
PÉREZ, S, L., «Aprender a Trabajar sin Afán y a descansar con sosiego» Sal Terrae 102 (2014) 551-
564.
RODRÍGUEZ OLAIZOLA J. M., «La Alegría era otra cosa» Sal Terrae 101 (2013) 1001-1012.
36
TORAÑO FERNÁNDEZ, A., «La Fuerte Conciencia Misionera del Papa Francisco» Sal Terrae 103 (2015)
205-218.
Voces y Enciclopedias
INDICE GENERAL
SIGLAS Y ABREVIATURAS..........................................................................................................3
INTRODUCCIÓN.............................................................................................................................4
CAPÍTULO I.........................................................................................................................................5
Algunas dificultades pastorales a superar...........................................................................................5
1. La mundanidad espiritual....................................................................................................7
2. La Crisis del compromiso eclesial.......................................................................................8
3. La Globalización de la indiferencia.....................................................................................9
4. El activismo pastoral.........................................................................................................11
37
CAPÍTULO II......................................................................................................................................13
Criterios de Acciones pastorales en la Evangelii Gaudium..............................................................13
1. Realizar la misión desde el Evangelio...............................................................................13
2. Renovar el encuentro personal con Jesucristo....................................................................15
3. Evangelizar los puntos neurálgicos de la sociedad.............................................................16
4. Renovar la confianza en la predicación.............................................................................17
5. Mirar a María modelo de la nueva evangelización............................................................19
6. Visión de algunos desafíos en la renovación evangélica de la Iglesia según José Antonio
Pagola 20
6.1 Recuperar el proyecto humanizador del reino de Dios.....................................................20
CAPÍTULO III....................................................................................................................................24
Otros aportes que fortalecen la renovación eclesial..........................................................................24
1. Propuestas de Aparecida para una pastoralidad efectiva....................................................25
2. La Inculturación del Evangelio hoy a la luz del decreto Ad Gentes...................................27
3. Principios que animan la renovación eclesial en la Evangelii Gaudium, según Antonio
Ávila 29
3.1 La sencillez y la normalidad.............................................................................................29
CONCLUSIÓN................................................................................................................................34
BIBLIOGRAFÍA GENERAL..........................................................................................................35
INDICE GENERAL.........................................................................................................................37
38