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A jad LA COSMOVISION ISABELINA por BMW. TILLYARD ‘Teaduecida de Joan Jost Urmata sep FONDO DE CULTURA ECON MEXICO Primera edicién en inglés, 1943 Primera edicién en espafiol, 1984. '\ ‘Titulo original The Elizabethan World Picture © 1943, Stephen Tillyard Publicado por Chatto & Windus Ltd, Londres ISBN 0-7011-1149.6 D.R. © 1984, Founo pe Court Ecoticnica ‘Av. de ls Universidad 975503100 Mévicn, D. ISBN 968-16-1561-1 Impreso en México &i PREFACIO Este pequefio libro ha surgido del intento de escribir otro, més grande, sobre las obrat histéricas de Shake- speare, Al estudiarlas; conclu que las escenas de guerra civil oresentan no tiene gin significado si no se las ve ante un fondo de questa allf para jungarlas. En mi prime® capitulo, mié"propuke Geicrbir es fEndo; pero, habiéndolo ter- minado, descubrf que se aplicaba a las obras hiséricas de Shakespeare tanto como al resto de su obrz 0, en realidad, ala literatura isabelina en general, También encontré que el orden que estaba describiendo era mucho més que un orden politico, o que, cuando era politico, siempre era también parte de un mayor mito, Descubri, ademés, que los isabelinos velaii été Grden Unico bajo tres aspectos: Una c: un conjiinte "de corredpandendias efCORTE pues, anEE UT EE solo capitulo de un libro més especializado. ante un tema que exigfa que se le tratara poi separado. Ahora bien, esta idea de un orden césmico fi de Tas len. a. ¥ tales ideas, como nuestros moda- les cotidianos, son las menos disputadas y las méfos ostentosamente exhibidas en la literatura de creacin de la Epoca, Los victorianos crefan en la virtud de ayudarse a sf mismos, y sin embargo nosotros no aso- ciamos los poemas de Lord Tennyson o las novelas de George Eliot con tal creencia; ya la daban por sentada, Desde luego, si leemos estas obras pensanda en tal sreen 1 8 PREFACIO cia, encontraremos abundantes indicios, E ignorarla nos har& menos capaces de enieniler a estos dos auso- res. El Ambito de este libro esta formado por algu- nos de Jos concepros acerca dei mundo y del hombre gue Jos isabelines culos daben por sentados; tos lugs res comunet demasiads femiliares para que log portas hicleran uso detallado de ellos, salvo en pasajes explicitamente did&cticos, pero esenciales como supo: siciones basicas, ¢ inapreciables en momentos de gran pasidn, Shakespeare echa una mirada a uno de estos lugares comunes esenciales cuando, en fullo César, hace que Bruto compare el ests z reina pequaiio. aracign del hombre con el estado o “cuerpo politico” era tan Rindamental a Jos isabelines como fa creencia en ayedarse a of mismo Jo era para los victorianos, jel hombre con un at Ast, mi objeto es poner de manifiesto tas creencias! .. mas ordinarids acerca de la const nati inundo tal ‘Gonis cirewlaban en la Epoca isabelina, y mediante esta exposiciém ayudar al lector no especializado 3 comprender y apreciar # los grandes eecritores de tal época, Al jntentar esto, incidentalmente he unido buen ndimero de piesas de sabidurfa popular elemen- tat que no he encontrado juntas en ninguna parte. Este libre puede ser, en realidad, un til conveniente para Ia interpretacién de algunas partes de Spenser, Donne o Milton. Aunque bfsicamedte me he limitado a exponer, también a veces he sacado conclusiones y he ilustrado cémo una creencia pasé 2 fa literatura de su tlempo. Conv no me dirijo al lector especialixado, para tal itustracidn me he valido delos exeritores mas conocides. PREFACIO 8 Por otra parte, cuando estoy exponiendounaverdadera doctrina, no he evitado el Bustrarta con autores poco conocides. Siempre ha side imposible discinguir entre estos dos tipos de Hasracién, y el lector no deberé sorprendeise si encuentra un trozw de Shakespeare 0 de Milton utilizado al mismo tiempo para plantear una sectrina y para ejemplificar el uso que puede darle ia poesfa. Debo advertir a los lectores que algunos de los hhechos solamente son aproximados. Hubo muchas yariaciones de opinién acerca de cémo estaba consti- taido ¢} universo que son imposibles de registrar en un Nbro breve. Me he estorzado por presentat siempre la opinién ins difundida. Espero que, sb algan espe- clalisea en a®tpoca Jee este fibra, pueda convenir con- migo en que las doctrinas que he expuesto son todas suficientemente comunes, ¥ encuentre que no se me han escapade mds temas de los que podia esperarse, Es lamentable que los hechos 2 los que debo enfrentar- me, auague todos ellos igualmente familiares a wn isa- belino, no lo sean también a un hombre moderna. Una parte, come Jos cuatro hutmores, sf nos es farniliar ‘hana el cansancio; pero otra parte, come el concepte de la “gran cadena del ser”, resultaré nueva pasa el lector coréin. Coma en un breve relate Ja proporcién Jo es todo, no puedo permitir que los grados de fami- liaridad determinen el espacio o la importancia que asigne a los diversos temas, Lo primero ser lo prime- ro. Y si hablo de cosas raricias como s' adn fueran fres- cas y dé cosas oscuras como si fuesen conocidas, lo hago para conservar las proporcionies en que imagino que los isabelinos las vieron. 10 PREFACIO En las citas, he pensado en la conveniencia del lec tor comin y he modernizado Ja ortograffa y la pun tuacién, salvo en el caso de Milton. Milton tuvo gran cuidado en estas cosas y casi no sufre en claridad si se le conservan las de su poca. A veces empleo la palabra “isabelino” con gran laxi- tud, para significar algo que esté dentro del Ambito del Renacimiento inglés, algo siruado entre las épocas de Enrique VIIT y de Carlos I que sea afin a las corrientes principales del pensamiento isabelino. Vaya mi agradecimiento a mis amigos que me sefia- laron referencias que habrfa podido pasar por alto: a miss E, E, H, Welsford, M. A., Fellow de Newnham College, a miss R. Freeman, Ph. D., Girton College, catedratica del Birkbeck College, al profétor Theodore Spencer, Ph, D., de Trinity College Cambridge y Har- vard University y a Mr. Donald Gordon, Ph. D., de Edinburgh University y Trinity College Cambridge. Por tiltimo, debo rendir un homenaje a la reciente labor efectuada en los Estados Unidos acerca del pensamiento renacentista, labor cuya acumulativa magnitud no siempre se reconoce en Inglaterra. Estoy peniando, por ejemplo, en la obra de! difunto Fdwin Greenlaw y sus colaboradores, o en la del profesor Charles G. Osgood y los demas edicores del Variorum Spenser. Sin esta obra, no me habria atrevido a gene. ralisar como lo he hecho. Lamento qi. cl Shakespeare and the Nature of Mar, del profesor Theodore Spencet, Nueva York, 1942, Megara a mis manos después que mi texto ya estaba en imprenta. Ambos escribimos independiente- mente sobre algunas de las mismas cosas y me habria | PREFACIO u agradado hacer muchas referencias a su libro. Todo lo que puedo hacer ahora es mencionar la erudicién y el encanto con que desarrolla su tema. EM.W.T, Jesus College, Cambridge INTRODUCCION ‘Ax se piensa en Ja época de Isabel como en un periodo secular entre dos violentos brotes de protestan- tismaa, periods en el cual el fanatimo religiow cstuvy lo bastante aquietado para permitir al nuevo humanis- mo dar forma @ la literatura inglesa. Se reconoce, en realidad, que tal quietud fue precaria y que los purita- nos s¢ mantuvieron siempre en estado de alerta. Pero el mayor hincapié se ha hecho en Jas intuiciones polfvicas de la reina, en los viajes de descubrimiento y en el brillo externo de Ja vida isabelina, Respecto « esto son tipicas las primeras piginas del Orlando de Visginia Woolf, No nos dicen que la reina Isabel tra- dujo a Boecio, que Raleigh fue te6logo ademis de des- cubridor y que los-sermones formaban parte tan importante de Ia vida del isabelino comin como las peleas de osos contra perros. La inte:pretacién que 2 menudo se da a las palabras de Hamlet ccerca del hombre ustrarén este habito mental. WQné obra macstra et el hombre! (Cusin noble por wu raz6n! (Cudn infinito en facultades! Eo #a forma y show: miento, jcuén expresive y maravillotol En ss acciones, do a un Sngeli En su inteligentia, qué reme- | La maravilla del mundo! El arquetipo de Esto se ha tomado por una de las grandes versiones inglesas del humanismo renacentista, por uaa efirma- cién de Ja dignidad del hombre contra los ascetismos Fry | | 4 INTRODUCCION de la misantropla medieval. En realidad, esto se encuentra dentro de la ms pura tradicién medieval: la versién shakespeariana del encomio ortodoxo de rémo era el hombre. creado ala imagen de Dins, en su estado anterior a la Cafda y de lo que, idealmente, aén es capaz de hacer. También muestra a Shakespeare colocando al hombre en el tradicional marco,cfsmico, entre los dnigeles'y 1a¥ BETAS. “Era lo que los tedlogos estado diciendo deide hacia siglos. He aqui tuna versién tfpica, de Nemesio, obispo sirio del siglo 1v: No hay elocuencia que pueda alabar dignamente las m6l- tiples eminencias y ventajas con que fue dotada esta criacura: se pasea por los vastos océanos; planea por los Jnmensos cielos en su contemplacién y concibe los movi: micntos y las magnitudes de las estrellas... Es docto en toda ciencia y h4bil en toda obra artificial. Habla con los Angeles y aun con Dios mismo. Tiene todos los seres bajo su dominio.! Lo que es cierto en lo que Hamlet dice sobre el hombre, basicamente es cierto en los modos isabelinos del pensamiento en general. Lo que pierde de vista Orlando (y, para el caso, Shakespeare's England? en su conjunto) es que purita- nos y cortesanos estaban més unidos por un lazo teols- gico que separados por sus desacuerdos éticos. Tenfan " Nemesio: Cita de La naturalere del hombre, trad. at inglés por George Wither, 1686. Todas las siguientes referencias a Nemesio son de ext libro. * Shakespeare's England: Bate libra (2 vols., Oxford, 1917) con: tiene, en realidad, un capttulo excelente sobre Ia celigiin, pero la cierta afirmacién allf hecha de que “Ia religién dominaba los om INTRODUCCION 6 en comin una masa de suposiciones basicas acerca del mundo, de las que nunca dudaron, y cuya importan- cia variaba en proporcién inversa a esta misma escasa controversia. En,cuanto a la propia cosmovisién, podemos decir ‘a versién simplificada de un cuadro medieval mucho mas complejo. Ahora bien: Ja Edad Media derivé su cosmovisién de wna amalgama de Plas6n y el A diferencia del paganismo (aparte del platonisind y de algunos culios de misterio), era teocéntrica, y a semejanza del platonisio y de otros cultos teocéntri- cos, estaba perperuamente sometida a las exigencias conflictivas de este mundo y de otro. Sostener que el otro miidé, por se mencionado tan persistentemente, tenfa el predominio absoluto en ta experiencia de Ios pensadores medievales, es tan ingenuo come decir que todos los alemanes son implacables porque sus jefes les ordenaron serlo, a que Inglaterra debié ser un lugar muy alegre entre las dos guerras por todas Jas incita- ciones al regocijo que se hacfan en el teatro o en las tribunas callejeras. Si reflexionamos un poco sélo podremos concluir que muchos zlemanes deben ser obstinadamente bondadosos si necesitan tales érdenes y que muchos ingleses se negaron a dejarse confortar, si necesitaron tales estfmulos. Los que mas saben de la Edad Media nos aseguran hoy que el humanismo y ‘aplritus de los hombres en la época iabelins hasta wn grado diel de comprender para el mundo moderno" ciercamenie no puede inferirse de los demés capitlos. ww INTRODUGCION una fe en la vida presente eran ya muy poderosos en él siglo Xa, y que por'esa misma ratén fueron muy entr- gicas las exhoitacioaes hechas por entonces a desdefiar el mundo. Los dos principios contradictorioa coexis- tieron en un estado de alta tensién, Ademés, es err6- neo exer que con el Renacimiento, la fe en la vida presente obtuve una victoria definidva, Hasta hace poco # pens6 que el didlogo imaginario de Petrarca entre él mismo y San Agustin, conocido come tu Secre- to, clerplificaba ta transicion de tz Edad Media al Renacimiento, porque trata de este mismo conflicto como si ain pudiera haber dutla acerca de su resulta do, A decir verdad no difiere mucho, en espfrite, del més feido de codos Jos tratados morales durante 18 Edad Media, el diSiogo sostenido por el propio Boecio 7 la Pllosoffa Divina; ao muestra que se bays reducido: ra ardor al presentar los viejos azgumentos para despreciar al mundo. En reslidad, desde San Aguscin hasta Donne y Milton, pasando por todos los isabelinos, persistieron los antiguot argumentos. La exhortacion del Duque 2 Claudio en Medida por medida: “Apegaos resucitamente a la muerte”, 6s un epitome de las homilfas medievales sobre ef desprecio al mundo. ¥ ‘cuando Boecio dice que el amor a la faina es “lo Gnico que podria atraer 2 gentos notables pero atin no per Fecros en gu virtua”, ¥ Milton Jo Rama “Ja Gltima enfer- medad de un noble eepiritu”, Ia verdad no es que Mil- ton estaba copiando a Boecio, sino que estaba dando eu propia versiGn de Is pugne perpetta, La conclusion es, entonces, que aun cuando en la época isabelina haba varias cosas nuevas para hacer emocionante le vida, perciseia la viejs lucha entre las exigencias de dos INTRODUCCION ” mnundos, y que és errénee considerar esia €poca como principalmente secular. La cosmovisign que la Edad Media herd fue de un universo ordenade seydu un sistema fijo de jerarquias, pero modificade “por el pecado del hombre y por ta esperanza de so redencién, La misma enctgia que realizé las proezas de sti arquitectura fe movié a elabor var mis este Guadro que habla heredado, Habla que ineluirlo todo, y todo habla de embysar y conectar, Por ejemplo, serla improcedente admirar fa Eneida como ia epopeya de la Rome augusta; el poema habla de caber en el esquema teclogico vigente 7 ser interpretado como slegorfa del alsa humana, desde et naciiento hasta Is suerte. Una vee inventadas, las convenciones del amor coresano hurbievan de recibir su preciso valor para el esquema total. Asi Lanzarote, el perfecto dmaste conesano, © cl paladin de te caballcrosidad, rhas se fe wings Ta visi det Grial: tos Limites de sw posible viread han side precisaziente fija- das. Tipico de Ja gran elaboracién medieval y precisa correspondencia de detalle fue el hitbico de actuar de acuerdo con la posicién dé los planetas. ‘Se enenentra una buena exposiciGn popular de esto en el primer capitalo del Geoffrey Chaucer, de J. L. Lowes. Del astrénumo Tolomeo, la Edad Media deriv Ia cos: tumbre de asociar ciertas clases de personas con ciertos planetas. Ademés, asigaé a un colo planeta cada hora de la semana. El uso que se’dio a estas fileas puede verse en la tercera ‘parte del Cuento def caballero, de Chaucer, donde Palamén, Emilia y Arcites visitan fos templos de Diana y de Marte, Hacen esto exactamente 18 INTRODUCCION a las horas apropiadas a estas deidades planetarias. ‘Que Palamén hubiese orado a Venus en una hora pro- picia para Mercurio habrfa sido profanacién indecente y peligrasa. Fn el cuarta libro del tracada astronfmico, de Tolomeo Ieemos que Marte, en relacién al Sol, hace que sus sdbditos sean quienes empleen el fuego en sus oficios, como cocineros, fundidores, cauterizadores, herreros y trabajadores de las minas. Por tanto, caando en el templo de Marte pinta Chaucer el cuadro de el cocinero, escaldado hasta los huesos a pesar de su largo eucharén, est4 siendo escrupulosamente’correcto. Nos vemos tentados a Hamar matemético al habito medieval de vida, 0 a compararlo con un juego gigan: tesco, en que todo esta incluido y cada hecho se efec: tela segyin el sisterna de reglas mas complicado. A la postre, el juego se complicé en exceso y aquello fue demasiado para la gente. Mas es un error pensar que entonces cambi6, El protestantismo fue, en gran parte, una scleccién y una simplificacién de lo que alll habia estado todo el tiempo. Poco importaba al esquema sublime de la teologia agustiniana y tomista el que, por ejemplo, se vendieran las indulgencias. ¥ el universo segufa siendo un orden, aun si los hombres olvidaban muchos de los detalles de sus concatena- ciones internas. El tipo de cosa que habla ocurrido puede verse comparando la anterior escena chauce riana con su.paralelo en Los dos parientes nobles, casi ciertamente un ejemplo del Gltimo estilo de Shake- speare. No hay aquf rastros del detalle ascronémico de Chaucer. En cambio menciona, y con impresionante seems A ES RL TS i Q INTRODUCCION 19 solemnidad, uno de fos grandes lugares comunes medievales, el ya insimiado en el discurso de Bruto. Arcites invoca = Marte: great corrector of enormous times, Shaker of o'er-rank states, thou grand decider Of dusty and old titles, that heal’t with blood The carth when it ts sick, and cur'st the world O'the plurisy of people, [1Oh, gran corrector de los tiempos enormes. Socavador de los estados descompucstos, axote de las tftulos polvorientos y rancios, que curas con sangre la tierra cuando esta enferma, y alivias al mundo del exceto de gentel] He aqui la guerra presentada como parte de la gran escena césmica, firme en su puesto, al ser para el cuerpo politico Jo que Iz operacién médica de la sangria es para el cuerpo humano. Y no puede decirse que no sobrevivan muchos detalles de las antiguas correspon- dencias: all estén pero a menudo como en un espec- réculo de theres de hoy, despojados de su dignidad ancestral. Esto, por ejemplo, tomado de Noche de Epi- queda en Shakespeare de la correspon J entre las partes del cuerpo y las cons fania, es lo dencia medi telaciones: Sir Toby Belch: Picnso, al ver la excelerae consticucisn de «a pierma, que fuisre engendrado bajo Ia estrella de una gallaeda Andrew Agueckeeb: En efecto, tengo una pierna vigo rosa y muy bien parecida bajo la media color de Hama, Vamonos a alguna diversi6n? 20 INTRODUCCION Sir Toby: (Qué otfa cosa podelamos hacer? {No hemos nacido bajo el signo de Tauro? Sir Andrew: (Taurol Es decir, costadas y coraz6n. Sir Toby: No, no, sefior! Es decir. picrnas y mustos. = Caracteristicainente, ambos hacen errénea 1 aso- ciacion y es probable que Shakespeare supiese que 4 Tauro se asignaban la garganta y el cuello. Hay una jronfa en el hecho de que sir Toby tenga razén, pero a forma en que él erefa. Estaba refiriéndose a Ta da nveniente aqui, es dad Media ha noe! danza —piernas y muslos—, pero la bebida, impli por el cuello y la garganta, ¢ no menos ¢ westro io y ceremonioso de In Es una farsa. general ensus ti para ia propuesta juerga. al juego degenerado © Pero aun cuando la mundo alcanzé a Vega a, para entonces su exi versibn medieval del ala €poca isabel precaria. Habla pasado Maquiavelo, 2 la idea de sigto xv los hombres empezaron a com y ya no solo a tergiversarlo y tubrirlo de escarnio, Recientes investigaciones han mostrado que el isabelino culto disponfa de abundan- tes libros en lengua verndcula para instruirse en la astronomfa copernicana, pero que a él le desagradaba alierar el viejo orden aplicando este conocimiento. El nuevo comexcialismo era hostil a la estabilidad me dieval, La grandeza de la época isal 1 universo divinamy prestarle acencién, lina consistié en Jentar la noble INTRODUCCION a 1} jpsertado en Ia constitucién del universo medieval. Formaban parte de Ia pauta y se hicieron indispen- sables. Y si hablan de subsistir, tendrfa que ser como parte de esta panta. Era cosa seria, no simple fantasfa Fran escritor isabelino comparaba a Isabel cen el pri tau mobile,! 1a esfera superior del universo fisico, y a cada actividad que ocurrfa dentro del reino con los diversos movimientos de las demés esferas gobernadas hhasta en su Gltima fraccién por la influencia de su con: tenedor. + Gomparscién de Isabel con el primum mobile: Theodore Spen- cen, Shukespeare and the Nature of Man, Nuva York, 1948, p. 18 mencions Dr Sphaera Se John Case oe! como el ecedida por un m mobile I, EL ORDEN ‘Aqueti.os (hoy son Ja mayorfa) que basan la idea de la época isabelina principalmente en el teatro, con difi- cultad convendran en que su cosmovisién estuvo regida por una general concepcién de orden, ya que @ primera vista las obras de ese teatro parecen todo salvo ordena. das. Empero, se est empezando a percibir que tal teatro era sumamente estilizado y convencional, que sus licencias técnicas son de ciertas {ndoles y caben en una pauta, que sus extravagantes sentimientos son re- peticiones y no novedades, que, después de todo, acaso tuviera eu propia aunque extrafta regulacién. En reali- dad, las cosas son como las he descrito en mi prélogo: la concepcién de orden se da por sentada hasta tal punto, forma parte tan importante de la mentalidad colectiva, que apenas si se Je menciona, salvo en pasa~ jes explicitarmence did4cticos. No est& del todo ausente en los escritos no didécticos, pues aparece en los Him- nos de amor de Spenser y en el discurso de Ulises sobre el “orden” en la obra Trotlo y Cressida de Shake- speare. Aparece a menudo en la prosa didéctica; en el Gobernante de Elyot, en la Homilta De obediencia, en el primer libro de las Leyes de politica eclesidstica de Hooker y en el préloga a la Historia del mundo de Raleigh. La versi6n que propane Shakespeare es la més conocida. Por est raz6n, y porque no siempre se percibe toda su gama, emperaré por ella. Los clelos mismos, los planeras y este globo terrestre observan con orden invarizble las leyes de categoria, de la 2s 4 EL ORDEN prioridad, de la distancia, de Ia posici6n del movimiento, Je las estaciones, de la forma, de las funciones y de a regularided: y por eso este csplendoroso planeta, el cl reina cntre les otros en el eno de su esfera con una noble eminencia: ast, su disco saluclable corvige las malas mira. das de los planetas funesies, y, parecido 2 un rey que _ ordena, manda sin obstéculos a fos buenos y a los malos astros. Pero cuando los plantas vagan errantes, en desor- den, en una mezcolanza funesta, (qué plagat y qué prodi- ios entonces, qué anarquias, qué céleras del niar, qué temblotes de tierra, qi crinmociones de los vientos! Fens: Jes, cambios, horvores, trastornan y destro- zan, hienden y desarraigan completamente de su posicién Fija Ia unidad y Ja cama habitual de les Estados. ;Oh! Una empresa padece bastance cuando s¢ quebranta Ia Jerarguta, escala ios los grandes designios. Por qué otro medio sino por Ia jerarquia, las sociedades, la autori= dad en laé.cscuelas, Is asociaci6n en las ciudades, el comercio tranguilo entre Jas orillas separadas, los derechos de primogenitura y de nacimiento, las prerroga tivas de la edad de la corona; del cetro, del laurel podrfan debidaménte exist? Quitad Ia jererquta, desafi nad esa sala cuerda y escuchad la disonancia que sigue. cosas van a encontrarse para combatirse; las eenidas elevarian sus senos mas alo que sus mirgenes y harfan un vasto pantano de todo este s6lide globo: la violencia se converiirla en ama de la debilidad, y cl hijo brutal golpearfa a su padre a muerte. Cuando la jerarqufa es.4 ahogada, he abl el caps que sigue a su ahogo, Mucho de Io que tengo que exponer esta contenido en este pasaje, mas adelante volveré a sus detalles. Lo i uf es que estan incluidas simultaneamen te muchas cosas en este orden o “jerarquia”, y se atri- Duye un se ofleroso a conexiones EL ORDEN co EI pasaje es al mismo tiempo césmico y “.méstico. El Sol,"cl'rey y Ia primogenicura dependen unos de otros; {_ la’ guefra de los planetas encuentra eco en la guerra de los elementos y en la guerra civil en Ia tierra; las comu- nes fraternidades o gremios de las ciudades van junto a [una oblicua referencia a la creacién a partir de la con- 1) fusion’ del caos. He aqui un cuadro de actividad || inmensa y diversa, constantemente amenazada de di- ‘“solucién y no obstante preservada de ésta por un supe- (Tor poder unificador. Sin embargo el cuadro, aunque Hguisimo, no esté completo. No hay nada en él acerca “de Dios y los Angeles, nada acerca de los animales, ~"yogetales y minerales. Para el propasito dramético de Shakespeare, incluy6 bastantes cosas, mas séifa err6- nco:suponer que no se propuso implicar también los dos extremos de la creacién o que no habria aprobado ylassiguiente versién de “jerarqufa”: Raleigh, después F..)) de explayarse sobre losgoces del cielo qu: harfan pare- "cer insignificante coda alegrfa terrena, continGa #) (Habremos, por tanto, de evaluar en nada honores y {Criqueras y desdefiarlos como vanos y superfluos? Ciera: eS mente, no. Pues esa infinita sabidurfa de Dios que ha dis {Pe tinguido @ sus Sngeles por grados, que ha dado més y |. menos luz y belleza a les cuerpos celestes, que ha hecho diferencias entre bestias y aves, creado el Aguila y la mos ca, el cedro y el matorral, y entre las pied-25 dado el tinte 'qids bello al rubf y la luz més intensa al diamante, ha ordenado también que haya reyes, ducues o jefes del pueblo, magistradas, jueces y otras jerarqufas entre los hombres, ; Una de las mas claras exposiciones de este orden (y afin a la de St kespeare, aunque de fecha muy ante 26 EL ORDEN rior) es!2 de Flyoten el primer capftulo del Gobernante Ocupa este lugar destacado porque el orden es Ia con- dicién de todo lo que sigue; pues, squé objeto tendrfa educar al magistrado sin Ia’ garantfa de un universo coherente donde pudiese realizar su labor apropiada? Quitad el orden a todas las cosas; qué quedaria enton: ces? A la postre, nada, a menos que alguna pueda imagi nar Ce nuevo el ¢208. Doquier haya alguna falta de orden, habré conflicto perpetuo. ¥ en las cosas sometidas a ta natu-aleza nada puede siquiera nutrirse por sfmismo; pero cuando alguien ha destruido aquello en lo que participa por l orden de su creaci6n, & mismo por necesidad habré de perecer: a lo cual sigue upa disolucién universal &Xo ha establecido Dies grados y condiciones en todas sus gloriosas obras? Primero en sus ministros celestiales, a quienes ha constituido en diversos grados lamados jerarquias. Contemplad tos cuatro elementos, de los que esta ormado eb enerpo del hombre, eémo estan eolocados en sts sitios Nlamados esferas, superiores o inferiores segtin Ja sobcranta de suc nacuraleras. Contemplad también el orden que Dios ha puesto generalmente en todas sus ceriauuras, emperando por Ia més baja o inferior y ascen- diendo desde alll. No s6lo hizo hierbas para cubrir la 1, sino también Srboles de estatura mds eminente que Jas hierbas. De manera andloga en las aves. peces, algunos son buenos para el sustento del hombre, algunes tienen cosas aprovechables para diversos usos, otra! son aptos para la acupacién y el trabajo. Cada indole de Arboles, hierbas, aves, bestias y peces viene peculiar disposicién asignada a ellos por su creader, Dios; de tal manera que en todo hay orden y sin orden nada puede ser estable © permanente. ¥ no sc le puede lamar orden si no contiene en él grades, altos y bajos, segin el mérito 0 estimacién de la cosa ordenada £L ORDEN 2 Todo esto ¢s muy explicito y muy prosaico. Es lo que todo el mundo crefa en la época de Isabel, y todo ello esta detrés de una afirmacién poética del orden como {a siguiente, de Himuns de amor de Spenser, que des cribe la creacién: - The earth the air the water and the fire’ Then gan to range themselves in huge array And with contrary forces to conspire Each against other by all means they may, Threat‘ning their own confusion and decay: Air hated earth and water hated fire, Till Love relented their rebellious ire He then them took and, tempering goodly well Their contrary dislikes uith loved means, Did place then all in order and compel To keep themselves within heir sundry reigns Together link! with adarnantine chains; Yet 40 as that in every living wight They mix themselves and show their hindly might So ever since they firmly have remained And duly well observed his behest, Through which now all these things that are contained Within this goodly cope, both most end least, Theiy being have [Tierra, aire, agua y fuego se forman entonces en inmenso des! ¥ con fuerzas opuestas conspiran no contra otro por tados sus medios amenazando con fusi6n y caos: el aire odiaba a la tierra, ef agua al fuego, hhasta que el Amor aplacé su rebelién e ira

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