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SECUNDARIA,
CONVIVENCIA Y
PARTICIPACIÓN
Pedro Núñez, Lucía Litichever y
Denise Fridman
(Compiladores)
05_Portada_Escuela
Escuela secundaria,secundaria, convivencia
convivencia y participación_31
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Paulo Speller
Secretario General de la Organización de Estados Iberoamericanos
para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI)
Andrés Delich
Director de la Oficina de la OEI en Argentina
ISBN 978-950-23-2916-1
1. Educación Secundaria. I. Southwell, Myriam. II. Núñez, Pedro, comp. III. Litichever, Lucía,
comp. IV. Fridman, Denise, comp.
CDD 373.1
Eudeba
Universidad de Buenos Aires
© 2019
Editorial Universitaria de Buenos Aires
Sociedad de Economía Mixta
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Impreso en Argentina.
Hecho el depósito que establece la ley 11.723
Prólogo..............................................................................................11
Andrés Delich
Introducción
2. Dejemos por el momento a un lado el efecto que puede tener la devaluación de las
credenciales educativas, lo cual es un problema mucho más puntual.
Respecto al primero de estos temas, sería mejor decir que es solo “relativa-
mente” nuevo, ya que tiene un antecedente directo en un informe ampliamente
conocido en el ámbito de la sociología de la educación, el Informe Coleman,
realizado en los Estados Unidos hace ya más de cincuenta años (Coleman et
al., 1966). Este informe demostraba que las condiciones socioeconómicas del
hogar de origen tienen un efecto determinante sobre el desempeño escolar de
los estudiantes. El tema que reemerge a partir de este antecedente, pero con
fuentes de información, métodos estadísticos y recursos computacionales más
sofisticados, consiste en saber si es la escuela misma o son factores extraescola-
res los principales responsables de las desigualdades en el desempeño escolar de
los estudiantes; dicho en otros términos, la pregunta es cuál es efectivamente
la contribución (positiva o negativa) de la escuela a la desigualdad educativa.
La posición predominante ha ido cambiando desde aquel informe precursor;
no obstante, la tendencia es poner el mayor peso o responsabilidad en los
factores escolares. La idea subyacente es que si la expansión educativa no
redujo la desigualdad como se esperaba es porque las escuelas están teniendo
un efecto desigual sobre el desempeño escolar, y es por lo tanto necesario
fortalecer a las escuelas menos “exitosas”. Una posición alternativa consiste
en dirigir la mirada hacia las desigualdades previas o anteriores a la escuela.
Numerosos y recientes estudios etnográficos han explorado estos aspectos,
aunque, tal como lo señala Nash (2005), con frecuencia han sido objeto de la
crítica, e incluso del desdeño, al asociarlos a una teoría del déficit (cultural)
y acusarlos de responsabilizar a las propias víctimas por sus condiciones de
vida y su desempeño (en este caso, a las familias más desfavorecidas por el
desempeño escolar de sus hijos).
El segundo tema que se desprende de la paradoja anterior se refiere a la
conformación de diferentes circuitos escolares. Si la expansión educativa no
mantuvo la relación esperada con la desigualdad (en cualquiera de los dos
paradigmas), es posible entonces que ello se deba a que dicha expansión no fue
pareja, homogénea o unívoca. Y, en efecto, existe un amplio consenso respecto
a esta última observación; la expansión y masificación de la escuela ha sido
acompañada de su diversificación y segmentación. Es en la interpretación de
este proceso, sin embargo, donde encontramos, nuevamente, posiciones con-
frontadas. Por un lado, la “diversificación” puede ser vista como el resultado
de una escuela que responde y se abre (con distintas modalidades, estrategias,
expectativas, niveles de exigencia, etcétera) a la diversidad de la sociedad y
de los públicos que ahora acceden a ella. Por otro lado, podemos interpretar
que esta diversificación se acerca más a una fragmentación producto de una
expansión que se da por medio de inclusiones desiguales (Saraví, 2015b).
En ambos temas emergentes (el desempeño escolar y los circuitos esco-
lares) subyace una misma contradicción sustantiva y fundamental: la relación
¿Desigualdad o diferencia?
discontinuidades. Aquí solo me referiré a dos trabajos en distintos extremos temporales en los
cuales está presente un aspecto similar sobre esta relación que deseo discutir.
4. El libro de Jay MacLeod al que me refiero es: Ain’t no makin’ it. Leveled Aspirations in
a Low-Income Neighborhood.
5. Cabe mencionar que si bien la publicación de Annette Lareau, Unequal Childhoods.
Class, Race and Family Life, es de 2003, la investigación fue concluida una década antes.
6. Uno de los grupos incluido en el estudio está compuesto por adolescentes de familias
afroamericanas, mientras en el otro son de familias de blancos pobres; MacLeod encuentra que
esta diferencia racial, entre otras, genera matices en la forma en que ambos grupos experimentan
y perciben su condición de clase y construyen expectativas y aspiraciones hacia el futuro.
Barry (2002) plantea una idea similar al señalar que en las sociedades
contemporáneas no nos enfrentamos a una sola línea divisoria que separe un
adentro y un afuera, a los integrados de los excluidos. En sociedades que com-
binan una economía de mercado y una democracia liberal, observa este autor,
resulta común encontrarse con dos umbrales de exclusión: un escalón inferior,
por debajo del cual están los sectores más desfavorecidos y privados del acceso
a las principales instituciones y beneficios sociales, y un escalón superior, por
encima del cual se encuentran los sectores privilegiados que tienen la capacidad
para prescindir de esas instituciones y obtener los mismos servicios (pero de
mejor calidad) de manera privada en el mercado. Los países latinoamericanos
son mencionados como un ejemplo paradigmático y extremo de sociedades
en las cuales los umbrales inferior y superior generan profundos contrastes en
las trayectorias vitales, los modos de vida y la relación con las instituciones de
diferentes segmentos de su población. La principal consecuencia de la profun-
dización de la desigualdad es el distanciamiento y el aislamiento social, una de
cuyas expresiones más significativas e inevitables es la ausencia o pérdida de
experiencias sociales compartidas entre diferentes sectores sociales.
Cada uno de estos espacios puede pensarse (especialmente en el caso
latinoamericano, donde el peso de las clases medias ha sido menor, con la ex-
cepción de Chile, Argentina y Uruguay), más que en términos de una exclusión
absoluta, como espacios de exclusión relativa. Ellos constituyen espacios de
inclusión diferenciada y, al mismo tiempo, desigual, que coexisten y se repelen
mutuamente. Pensar la exclusión como un espacio de inclusión es una idea
que ya ha sido sugerida por otros autores: Amartya Sen (2000), por ejemplo,
señaló que en países en vías de desarrollo la exclusión social asume con fre-
cuencia la forma de una inclusión desfavorable; para América Latina, Bryan
Roberts (2007) plantea la consolidación de una pobreza institucionalizada, lo
que daría cuenta también de la emergencia de modalidades diferenciadas de
integración con mayor o menor calidad; y Cristina Bayón (2015) sugiere, a
partir de la experiencia mexicana, la posibilidad de pensar en una integración
excluyente. En todos estos casos los referentes empíricos son los sectores más
desfavorecidos de la población; pero así como la acumulación de desventajas
consolida espacios de inclusión desfavorable, también debemos considerar que
la concentración de ventajas consolida espacios de inclusión privilegiada. Y entre
ambos extremos, otros espacios intermedios que también se distancian y buscan
diferenciarse recíprocamente. Es por ello que hablamos de fragmentación y
no solo de polarización. Se trata de una diferenciación de espacios en la que
se combina la jerarquía propia de la desigualdad, con la ruptura propia de la
exclusión (Vranken, 2009). Exclusiones recíprocas e inclusiones desiguales.
La profundización y persistencia de la desigualdad objetiva, sin embargo, no
es suficiente para poder explicar la evolución de la desigualdad en fragmentación.
8. Espontáneamente quiere decir aquí por múltiples causas sociales cuya exploración nos
desviaría del eje de este artículo.
Conclusión
Bibliografía