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minuto de Dios
Barranquilla, Atlántico
El cuento escogido por el grupo número dos es “Se compran lágrimas” de la
autoría del padre Rafael García Herreros.
Este nos relata la vida de un hombre triste, solitario y misterioso, que vivía en la
última casa del pueblo en la cual se extendía un letrero que decía “se compran
lágrimas”; esta permanecía todo el tiempo cerrada y solo se abría por las tardes
para que un sirviente le llevara las lágrimas que había conseguido.
El hombre había tomada ya tantas lágrimas, que era un catador de lágrimas; que
podía diferenciar de quien eran las lágrimas, mujeres, madres o niños.
“Este era un hombre misterioso, alto y duro de facciones. Parecía pedernal, tallado
en aristas con lejana forma de hombre, unos ojos extraños le brillaban a la sombra
de sus pestañas con resplandores siniestros como dos esmeraldas.
Aquel nombre pagaba muy bien el agua amarga que le llevaba su servidor. ¿Para
que la quería? Nadie lo sabía a punto fijo.
Otros suponían que era un sabido que trataba de fabricar, con lágrimas, el elixir de
la vida. Y todos opinaban distintos y cada uno iba tejiendo, sobre el solitario y
miedoso negociante, una historia sorda y opaca.
Aquel solitario mudo cataba con placer toda clase de lágrimas; en una copa de
plata las paladeaba casi con sensualidad y distinguía toda clase de llantos, con la
habilidad de un buen conocedor de vinos.