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MAGISTERIO DE LA IGLESIA

El magisterio de la Iglesia es el oficio conferido por Cristo a los Apóstoles y a sus sucesores de
custodiar, interpretar y proponer la verdad revelada con su autoridad y en su nombre, y el
conjunto de enseñanzas dadas en el ejercicio de ese oficio. Es un magisterio auténtico, porque ha
sido instituido por Cristo, y vivo, porque tiene la permanente asistencia del Espíritu Santo.

Para realizar esta misión, Cristo concedió a los pastores el don de la infalibilidad, que poseen el
Romano Pontífice y el Colegio Episcopal: la ejercen según distintas modalidades, cuando
enseñan sobre la fe y las costumbres que se contienen en el depósito de la Revelación. Estas
modalidades son:
a) según la forma de ejercicio: magisterio solemne, como las enseñanzas del Papa ex cathedra o
de un concilio ecuménico; y magisterio ordinario;
b) según la extensión: magisterio universal, que se sostiene con un consentimiento moralmente
unánime; o magisterio particular;
c) según el grado de autoridad: magisterio meramente auténtico, que es el de los pastores cuando
actúan como tales; magisterio auténtico infalible, que es el magisterio solemne en verdades de fe
que pretende definir, y el ordinario y universal cuando transmite la certeza de esas doctrinas

La función magisterial corresponde a quienes están autorizados para enseñar públicamente en


nombre de Cristo y de la Iglesia, es decir, los ministros sagrados legitimados por el
ordenamiento.

La recepción de las enseñanzas del magisterio por los fieles dependerá de la medida en que esté
implicada su autoridad y del objeto propio de sus intervenciones. Al magisterio infalible en
doctrina de fe divina y católica se pide al fiel adhesión de fe teologal, que se basa en la fe en la
autoridad de la palabra de Dios que revela; al magisterio que enseña de manera definitiva se pide
abrazar y retener firmemente esas proposiciones; al magisterio auténtico no infalible se pide un
sentimiento religioso de la voluntad y de la inteligencia.

Fuentes: CIC cc. 749-754

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