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Esquema.
Por otra parte, este término fue acuñado originalmente por Chapman y Chapman
(1967) para describir las tendencias de las personas a sobrestimar las relaciones
entre los dos grupos cuando se presenta la información distintiva e inusual. El
concepto fue utilizado para cuestionar las afirmaciones sobre el conocimiento
objetivo en psicología clínica a través de refutación Chapman de muchos de los
clínicos ampliamente usados signos Wheeler de la homosexualidad en las
pruebas de Rorschach.
De este modo, recordamos tiempos pasados como si fueran mejores que los
actuales, remitiéndonos a momentos concretos y no a un cómputo global del
bagaje de nuestras vidas. Además, tendemos a magnificar dichos momentos, por
el efecto de congruencia con el estado de ánimo de tal manera que los
recordamos más bellos de cómo los vivimos en el pasado. De hecho, este sesgo
es llamado también efecto color de rosa, pues nuestra visión de estos recuerdos
está teñida de un filtro carmesí que es típico de las expresiones relativas a dicho
color.
De forma tal que los conocimientos administrados por medio del área de las
matemáticas tales como la probabilidad, son relevantes en los procesos de
estudios de la psicología, con el fin de lograr cumplir sus objetivos científicos tales
como la predicción de la conducta humana. Es decir, para que la psicología pueda
en su momento predecir y/o controlar la conducta es necesario que sea capaz de
hacer que todos los datos particulares que obtiene mediante la investigación sean
capaces de ser generalizados y de ahí poder inferir, con una tasa de certeza
suficiente, un comportamiento, acción o situación requieren de la probabilidad para
poder inferir resultados.
Es importante no ignorar los factores sociales que podrían ser cruciales para el
desarrollo de una depresión. El estrés, por ejemplo, puede ser definido como el
conjunto de demandas sociales y presiones del medio que sobrepasan la
capacidad del individuo para ajustarse a las mismas. Dichas imposiciones
estructurales limitan la capacidad de acción y suponen una amenaza al equilibrio
psicológico, generando así un desbalance que traería consecuencias.
Como los deprimidos, las personas crónicamente solas parecen verse envueltas
en un círculo vicioso de cogniciones sociales y conductas sociales
autoderrotadoras. Tienen algunos elementos del depresivo, y de esta forma
perciben sus interacciones como algo que provoca una pobre impresión en los
demás, se culpan a sí mismas por sus pobres relaciones interpersonales y ven la
mayor parte de las cosas como algo que está fuera de su control. Así mismo,
perciben a los demás de forma negativa. Se puede resumir en que la soledad, la
depresión y la timidez se retroalimentan. Estas visiones negativas pueden anublar
el panorama así como también la experiencia de la persona solitaria. La creencia
de que su inhabilidad social prevalece lo lleva a tener pensamientos y actitudes
pesimistas sobre los demás y además inhibe a la persona a actuar en función de
reducir su soledad, es decir que mediante estas series de creencias y
pensamientos que son correspondientes a la cognición social, generan como
resultados múltiples consecuencias, y una de las más frecuentes puede ser la
soledad en la vida del sujeto.
Si bien hay emociones positivas ligadas a determinados tipos de estrés, como el
entusiasmo ante un desafío con posibilidades de obtención de beneficios, las
emociones en el proceso de estrés son predominante negativas, como el enfado,
la culpabilidad o la ansiedad. De entre éstas, la ansiedad al ser el elemento mayor
caracterizado por la percepción de amenaza en la valoración de la relación
demandas-recursos es considerada como la más representativa del proceso de
estrés
En este proceso hay dos factores antecedentes: por un lado, las demandas
ambientales, que constituyen los estresores; por otro, el rasgo de ansiedad, como
característica psicológica individual ante las demandas. El proceso se
desencadena a partir de la valoración cognitiva responsable de analizar las
demandas y los recursos, y determinar las posibilidades de responder
satisfactoriamente, evitando daños. Cuando las demandas se valoran como
elevadas o excesivas para los propios recursos disponibles, se produce la
reacción de estrés, que se convierte en estado de ansiedad cuando la valoración
conlleva la anticipación de peligro. De esta forma, es importante resaltar que dicha
valoración se verá basada en las creencias que tengamos de la sociedad, es decir,
se puede concluir que todo aquello del ambiente de lo cual se haya construido una
creencia de amenaza por diferentes aspectos sociales, provocara algún grado
ansiedad.
En conclusión, los vínculos afectivos, la interrelación del sujeto con su entorno así
como la integración en el mismo, es uno de los competentes principales para
promover la felicidad. Haciendo importante de considerar que más allá de la
cantidad de amigos o relaciones, debe priorizarse la continuación de aquellas que
le proporcionen una sensación de bienestar a la persona, al sentirse comprendido
y valorado por otros.
Además, para ser posible que el psicólogo diagnostique alguna conducta como
"anormal" debe observarse todas las características pertinentes al entorno en el
cual se desenvuelve diariamente ese individuo, para determinar si cumple o no
con el criterio sociocultural. Una conducta es considerada normal o anormal desde
el contexto que se esté observando, ya que en una cultura lo que es plenamente
aceptable puede ser anormal, evidenciando nuevamente la relación existente
entre ambas ramas de la ciencia del comportamiento humano. Por lo que se
puede concluir en que no existe una discrepancia significativa en cuanto al objeto
de estudio, de modo que los hallazgos generados en una especialidad específica
apoyan al desarrollo del trabajo en otras áreas.
Critica que se encuentra fundamentada por el autor por el psicólogo social David
G. Myers 9 (2003), al explicar ‘’La psicología clínica se apoya en los conocimientos
generados por la psicología social para el logro de sus metas de estudio, ya que
esta última se avoca a la explicación de conductas debidas al ambiente social y
cultural presente, como lo constituye el tipo de grupo al cual se pertenece
(sociedad y familia), en tanto que la primera se ocupa del diagnóstico y tratamiento
de los trastornos conductuales de los individuos en particular y no de un grupo o
una sociedad’’