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Garfio: ¡Por todos los dioses del océano! Tengo que atrapar a Peter y su
amiga sin que Morco se dé cuenta de mis verdaderos planes. Si llega a
sospechar algo y se lo cuenta a mis hombres será mi fin. (Reflexiona)
Quien se lo iba a imaginar… nadie. Yo mismo hubiese arrojado por la
borda al que me lo dijera (A medida que va hablando se posesiona) Y sin
embargo es verdad, yo, el malvado, el temible, el horrible, el incorregible
Capitán Garfio; estoy… (Entra Morco y Garfio se detiene abruptamente)
Morco: Es obvio que esos chicos dejaron esto, para que nosotros comamos
y así poder atraparnos. ¿Qué le parece si los hacemos caer en su propia
trampa?
Garfio: ¿Y cómo vamos a hacerlo genio? Si las galletitas las dejaron ellos,
tendrían que ser muy tontos para comerlas.
Morco: ¿Pero si nosotros le cambiamos la forma, disolviendo las galletitas
en leche, por ejemplo y las dejamos acá para que ellos se la tomen?
Garfio: ¡Es buenísima la idea Morco! Ya sé, quedate acá vigilando que
nadie se acerque, yo voy a preparar la chocolatada (Sale corriendo, vuelve
a entrar, agarra el paquete de galletitas y vuelve a salir corriendo, vuelve
a entrar) No toques nada y que ni se te ocurra ponerte a jugar con mi
muñeco (Sale)
Morco: ¡Ay Dios! ¿Y ahora, qué hago, qué va a salir de todo esto? Si
quiero ver hasta dónde llega Garfio lo tengo que ayudar. Pero tampoco
puedo permitir que se salga con la suya. Y por otro lado si digo algo me
van a descubrir y adiós a mis planes. Para colmo me queda poco tiempo
para ver si el Capitán mintió o no, si no lo descubro antes de la media
noche voy a perder mi única oportunidad de ser lo que realmente quiero y
estar con quien quiero. ¿¡Que hacer!? (En ese momento entra Garfio con
un botellón de leche a medio llenar y una cuerda enroscada. Morco
disimula)
Garfio: ¡No es para mí tonto! Es para que los chicos la vean y se acerquen,
cuando vean junto a los muñecos la botella por la mitad (Se entusiasma
como siempre) van a pensar que la trajimos para bajar las galletitas y que
sobro, entonces van a tomar y por fin serán míos y podré cumplir mis
deseos. Digo mis planes. Vení, vamos a escondernos por acá. Y mejor que
no hagas ni un solo ruido, porque si no… (Gesto amenazador con el garfio.
Morco se protege, se esconden detrás de un arbusto que apenas alcanza a
cubrirlos a los dos)