Ministerio Fieles Porta Antorcha Shabbat, 2020

Vol. 3/Edición n°1/20

FIELES PORTA AN ORCHA

“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”
Mateo 24:14

estado especial de la persona el hombre un ser viviente”

EL ESTADO
DE LOS
MUERTOS
Y mandó Jehová Dios al
hombre, diciendo: “De todo
árbol del huerto podrás
comer; más del árbol de la
ciencia del bien y el mal no
comerás; porque el día que
de él comieres, ciertamente
morirás” (Génesis 2:16-17). Y
así fue. Desde aquel día el
hombre murió, primero
espiritual y luego
físicamente. De esta manera
leemos en el relato bíblico
que nuestro padre Adán,
creado a la imagen y
semejanza de Dios (Génesis
1:26), vivió hasta completar
930 años (Génesis 5:5), y
luego murió. Así mismo
fueron los día de Noé 950
años (Génesis 9:29), los de
Abraham 175 años (Génesis
25:7), los de Jacob 147 años
(Génesis 47:28), los de Moisés
120 años (Deuteronomio 34:7),
y todos murieron.
Desde la caída en pecado de
nuestros primeros padres
toda la raza humana,
compartimos el mismo fin
(Romanos 3:23). Todos nacen,
crecen, se reproducen y
finalmente mueren. A pesar
de ello muchas culturas a lo
largo y ancho del planeta
consideran que al morir
físicamente una sustancia,
una fuerza, una energía o un
pasa a una mejor realidad de
forma consciente, pero, ¿qué
nos dice realmente la
palabra de Dios al respecto?
Al morir físicamente
¿seguimos viviendo en otro
plano siendo por ende
inmortales? Y si así fuese
¿somos capaces de
comunicarnos con nuestros
seres queridos que aún viven
en esta tierra?
Para ello dejemos que el
Espíritu de Dios nos guíe.
CREACIÓN DEL
HOMBRE
“Entonces Jehová Dios
formó al hombre del polvo
de la tierra, y sopló en su
nariz aliento de vida, y fue
“Porque los que viven saben que han de
morir; pero los muertos nada saben”
(Eclesiastés 9:5)
(Génesis 2:7). El Señor nos
moldeó, en forma de carne,
a su imagen y semejanza. La
intención del Altísimo fue
que sus criaturas vivieran
por siempre a su lado, a los
ángeles y la de nuestros
seres amados sin conocer
nunca la muerte.
Lamentablemente la
desobediencia de ellos abrió
al mundo esa puerta
(Romanos 5:12). Al ser tentada
Eva en el árbol de la ciencia
del bien y el mal por el
adversario de Dios (La
serpiente antigua llamada
Diablo y Satanás), como
leyendo sus pensamiento, le
dijo: “No moriréis; sino que
sabe Dios que el día que
comáis de él, serán abiertos
vuestros ojos, y seréis como
Dios, sabiendo el bien y el
mal” (Génesis 3:4-5). Este fue
el primer enfrentamiento en
terreno humano que Satanás
manifestó en contra de Dios
en donde se aprecia
claramente que el enemigo
de las almas mezcló verdad
con mentira. Por una parte el
hombre sí conoció el bien y
el mal hasta el día de hoy,
pero por otra se vislumbra
que jamás ha sido como
Dios.
Esta enseñanza de que el ser
humano no muere fue
transmitida de generación en
generación por diversos
descendientes de la raza
humana llegando a ser un
pilar fundamental en
diversas religiones paganas.
Sin embargo el
conocimiento del Dios
verdadero también fue
traspasado de generación en
generación y los patriarcas,
profetas, sacerdotes y el
pueblo santo lo sabían muy
bien.
LA MUERTE EN
EL ANTIGUO
TESTAMENTO
Fue así como el rey
Salomón en el libro de
Eclesiastés lo recalcó
diciendo: “Porque los que
viven saben que han de
morir; pero los muertos
nada saben, ni tienen más
paga; porque su memoria es
puesta en olvido” (Eclesiastés
9:5). Él mismo también
destaca, refiriéndose a los
sentimientos de quienes
perecen que “también su
amor y su odio y su envidia
fenecieron ya; y nunca más
tendrán parte en lo que se
El rey Saúl consultó a los muertos a través
de una adivina: La pitonisa de Endor.
(1 Samuel 28:3-25)
hace debajo del sol”
(Eclesiastés 9:6). Esta misma
premisa la destaca David en
el libro de Salmos cuando
escribe acerca de Dios:
“Porque en la muerte no
hay memoria de ti; En el
Seol, ¿quién te alabará?
(Salmos 6:5). Así mismo se
refuerza cuando se escribe
sobre el Señor:
“¿manifestarás tus
maravillas a los muertos?
¿se levantarán los muertos
para alabarte? Selah ¿será
contada en el sepulcro tu
misericordia, o tu bondad en
el Abadón? ¿serán
reconocidas en las tinieblas
tus maravillas, y tu justicia
en la tierra del olvido?”
(Salmos 88:10-12),
definitivamente no. Ninguna
persona que haya fallecido
puede alabar al Creador. Así
queda nuevamente claro
cuando el salmista declara
que “no alabarán los
muertos a JAH, ni cuantos
descienden al silencio”
(Salmos 115:17). Por tanto si
una persona muere, en ese
mismo día todo termina para
él: “Pues sale su aliento, y
vuelve a la tierra; en ese
mismo día perecen sus
pensamientos” (Salmos146:4).
¿Qué aliento sale de la
persona? El mismo que el
Señor le dio al crearlo
(Génesis 2:7). El profeta Isaías
tenía claridad al respecto
cuando escribió “Porque el
Seol no te exaltará, ni te
alabará la muerte; ni los
que descienden al sepulcro
esperarán tu verdad (Isaías
38:18). Sin embargo agrega,
acerca de los que siguen
viviendo, que: “El que vive,
el que vive, este te dará
alabanza, como yo hoy”
(Isaías 38:19). Por su parte
Job, varón perfecto y recto,
temeroso de Dios y apartado
del mal (Job 1:8; 2:3), destaca
que una vez que él muera
sus hijos que viven tendrán
honores, pero él no lo sabrá
(Job 14:21).
LA MUERTE EN
EL NUEVO
TESTAMENTO
Nuestro ejemplo, el Señor
Jesús, al referirse a la muerte
la comparó y asimiló a un
sueño. En el relato de la
muerte de Lázaro, amigo de
Jesús, el Señor declaró:
“Nuestro amigo Lázaro
duerme; más voy para
despertarle” (Juan 11:11). Sin
embargo sus discípulos aún
no comprendían sus palabras
ya que pensaron que se
refería a despertarle de un
sueño y no de la muerte
(Juan 11:12-13), por lo tanto
Cristo fue claro y les dijo
nuevamente: “Lázaro ha
muerto” (Juan 11: 14). De la
misma manera que con
Lázaro, Jesús, se refirió a la
muerte de la hija de Jairo
con estas palabras: “¿Por
qué alborotáis y lloráis? La
niña no está muerta, sino
duerme” (Mateo 9:24; Marco
5:39; Lucas 8:52). También el
apóstol Pablo se refirió a la
muerte como un dormir
cuando destacaba la
importancia de celebrar la
Cena del Señor con un
corazón dispuesto (1 Corintios
11:30). Al hablar acerca de la
resurrección contrasta a los
vivos con los que duermen
(1 Corintios 15:6). El mismo
Pablo en su carta a los
Efesios, refiriéndose a andar
en la luz de la verdad del
Señor, invita a las personas a
despertarse y levantarse de
los muertos a vida (Efesios
Para el Señor es abominable quien
consulte a los muertos.
(Deuteronomio 18:12)
5:14), y en la primera carta a
los Tesalonicenses se vuelve
a comparar a los que han
muerto con personas que
están durmiendo y que serán
llamadas a resurrección de
vida eterna (1 Tesalonicenses
4:13).
Si nos detenemos un
segundo a pensar en la
realidad de la muerte
debiéramos poder contestar
a estas interrogantes: ¿Qué
sentido tienen vivir en forma
de carne para luego morir,
seguir viviendo como
espíritu, y posteriormente
volver al cuerpo humano
para ser resucitado por
Dios? Ninguno; y ¿podrá
gozarse y vivir en paz un ser
amado que ha fallecido
mientras desde otro plano
existencial observa como
seguimos sufriendo y somos
azotados por las
calamidades de esta vida?
Absolutamente no. Por tanto
es lógico pensar que una
vida mejor después de esta
solo puede ser dada por el
Señor Jesús a quienes aman
su verdad, que es la verdad
de su Padre, nuestro Dios
(Juan 17:3; 1 Juan 5:11).
COMUNICACIÓN
CON LOS
MUERTOS
El Señor en numerosas
ocasiones a través de su
palabra condena la práctica
de la comunicación con los
supuestos muertos, pero
¿por qué? En el libro de
Levítico se registra que para
Dios es un acto inmoral la
comunicación con los
espíritus de los muertos o
incluso la práctica de la
adivinación (Levítico 20:27).
Nos llama a no
contaminarnos con ello
(Levítico 19:31). También
Moisés destaca que para el
Señor es un acto abominable
todas las prácticas como la
adivinación, la agorera, el
sortilegio, la hechicería, la
encantación, la adivinanza,
la magia y la consulta a los
muertos (Deuteronomio 18:10-
12). El rey David
refiriéndose a prácticas
llenas de maldad que realizó
el pueblo de Israel en una
tierra llamada Baal-Peor
destaca que “comieron los
sacrificios a los muertos”
(Salmos 106:28), y que esos
sacrificios fueron realizados
a los demonios (Salmos
106:37). Dios nos advierte
acerca del enemigo: “Y no
es maravilla, porque el
mismo Satanás se disfraza
como ángel de luz” (2
Corintios 11:14).
La lucha que tiene toda la
humanidad que se acerca al
Señor para salvación y vida
eterna no es “contra sangre
y carne, sino contra
principados, contra
potestades, contra los
gobernadores de las
tinieblas de este siglo,
contra huestes espirituales
de maldad en las regiones
celestes” (Efesios 6:12). Por
tanto ¿a quien
consultaremos cuando
tengamos necesidades,
dudas o queramos ser
dirigidos? pues Isaías nos lo
aclara cuando expresa: “¿No
consultará el pueblo a su
Dios? ¿consultará a los
muertos por los vivos?”
(Isaías 8:19). Esa es la razón
por la cual el Señor aborrece
toda práctica de
comunicación con los
muertos, ya que, por más
necesidad que tengamos de
comunicarnos con nuestros
seres amados que partieron
al descanso, lo único que
encontraremos serán
demonios a la espera de
entrar en nuestras vidas,
poseerlas y destruirnos.
Cristo nos dice:
“Santifícalos en tu verdad;
tu palabra es verdad” (Juan
17:17), y el Espíritu Santo
nos revela que Satanás “ha
sido homicida desde el
principio y no ha
permanecido en la verdad,
porque no hay verdad en él.
Cuando habla mentira, de
suyo habla; porque es
mentiroso, y padre de
mentira” (Juan 8:44). Este
marco nos prepara para
enfrentar el futuro en donde
lo que ya sucedió, volverá a
acontecer y las mismas
trampas utilizadas por el
enemigo se volverán a
levantar en contra de esta
humanidad que vive los días
finales de la historia del
pecado y la revelación del
maravilloso Plan de
Salvación (Eclesiastés 1:9).
INMORTALIDAD
DE DIOS
La Santa Palabra de Dios
nos enseña que el único ser
que tiene inmortalidad en sí
mismo es Dios (1 Timoteo
6:16). Se destaca también la
eternidad de Dios cuando
Cristo dice acerca de su
vida: “Nadie me la quita,
sino que yo de mí mismo la
pongo. Tengo poder para
ponerla, y tengo poder para
volverla a tomar” (Juan
10:18). También diversos
profetas lo han descrito
como: imposible de seguir
en sus años (Job 36:26),
eternamente y para siempre
(Salmos 48:14), el Dios eterno
(Isaías 40:28), Padre eterno
(Isaías 9:6), el Alfa y la
Omega, el principio y el fin,
el que es y que era y que ha
de venir (Apocalipsis 1:8), y el
primero y el que está con los
postreros (Isaías 41:4), entre
otros versos.
A pesar de toda la evidencia
bíblica sobre el estado de los
muertos muchas fueron las
personas que los consultaron
descritas en la Palabra, entre
ellos destaca la historia del
rey Saúl que llevado por sus
celos y envidia hacia David
(1 Samuel 18:6-30), quien lo
sucedería en el trono, y
hacia Dios quien ya había
anunciado su rechazo como
líder del pueblo de Israel
dada la apostasía de su
corazón, fue a consultar en
la tierra pagana de Endor a
una adivina para hacer traer
a si al espíritu del entonces
fallecido profeta y sacerdote
del Altísimo: Samuel.
Sabiendo que el futuro sólo
es revelado por Dios y que
no existe ningún poder
mayor que él, se entregó a
sus pasiones y se rebajó a tal
punto que su destino fue
marcado por la
desesperación y la falta de
arrepentimiento, sellando su
historia en esta vida con su
sangre. (1 Samuel 28:1-25;
31:4; 2 Samuel 1:9-10). Este
final es el esperado para
todos los que realizan pacto
con los demonios.
En esta batalla espiritual el
enemigo de Dios y de las
almas está como león
rugiente buscando a quien
devorar (1 Pedro 5:8).
Entonces, ya sabiendo la
verdad ¿a quién adorarás? ¿a
quién consultarás? ¿a Dios o
a los demonios? ¿a la vida o
a la muerte? Es tiempo de
decidir y cada alma en este
mundo debe abanderarse en
uno de los dos polos ya sea
por elección u omisión.
Aferrémonos a la verdad del
Señor ya que solo esa
verdad nos hará libres (Juan
8:32), y felices en este siglo
y el venidero.
GLOSARIO
Alma: Del hebreo nephesh
(uno mismo, criatura,
persona, alguien que respira)