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15505-Texto Del Artículo-16011-1-10-20141023
15505-Texto Del Artículo-16011-1-10-20141023
Francisco Mieres
Mayo de 1995
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Estas contradicciones del capitalismo generaron en su seno los grandes
movimientos sociales laboristas y socialistas que apuntaron a la transformación del
Estado o a la sustitución del sistema capitalista para hacer del "estado de bienestar"
y del desarrollo social metas virtualmente universales de lahumanidadcontemporánea,
cuya última expresión ha sido la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social celebrada
en Copenhague. La primera frase de su declaración es elocuente:
Por primera vez en la historia, por invitaci6n de las Naciones Unidas, nos reunimos en
calidad de Jefes de Estado y de gobierno para reconocer la importancia del desarrollo
social yel bienestar de la humanidad y dar la máxima prioridad a esos objetivos en la
hora actual y en el siglo XXI.
Pienso que la nobleza de estos propósitos corresponde con el espíntu que anima
nuestro evento, ratificando su validez. Su motivación contemporánea arranca de la
victoria sobre el fascismo y la guerra que lleva a la creación de la ONU y la adopción
de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, incluyendo los derechos
económicos, sociales y culturales, que más tarde serían objeto de un pacto
internacional especial. Los intentos de pasar de las palabras a los hechos, de convertir
los derechos proclamados en obligaciones reales para los Estados. han revelado lo
difícil y polémico de la cuestión, poniendo de relieve cuán resistentes son las fuentes
y los mecanismos de la privación: la explotación, la discriminación y.la opresión, en
círculos viciosos. Por eso es valioso el reconocimiento y la precisión de estos
objetivos 50 años después, en el segundo párrafo de la Declaración de Copenhague:
Reconocemos que la poDlaci6n del mundo ha indicado de distintas maneras que existe
la necesidad urgente de resolver graves problemas sociales, especialmente la pobreza,
el desempleo y la marginaci6n social. que afectan a todos los países. NuestJ.:a tarea
consiste en atacar las causas subyacentes y estructurales y sus penosas consecuencias,
a fin de reducir la incertidumbre y la inseguridad en la vida de los seres humanos.
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Aunque bien conocemos la distancia entre el dicho y el hecho, no deja de ser
importante el reconocimiento por los gobiernos de que los tres problemas más graves
para la humanidad son la pobreza, el desempleo y la marginación social, y el
compromiso de asignarles la primera prioridad en la búsqueda de soluciones. El
ataque a esta tríada de problemas constituye el núcleo del desarrollo social participativo
y equitativo, contrario al paradigma liberal, individualista y mercantilista sostenido
por las élites privilegiadas de algunas potencias.
La presencia nutrida y militante de las organizaciones sociales no guberna
mentales en Copenhague y su presión abrumadora en favor de un nuevo paradigma,
es prueba fehaciente del grado de adecuación que ésta expresa a las necesidades y
aspiraciones de la inmensa mayoría planetaria.
Los alarmantes hallazgos evidenciados en la Cumbre constituyen una crítica
severa a los modelos de crecimiento económico imperantes en este medio siglo,
imbuidos de desarrollismo economicista elitista, con menosprecio de la equidad y
de la participación social, así como de los efectos devastadores sobre los recursos
naturales y el hábitat humano; lo que llevó al desconocimiento real de los derechos
económicos y sociales de enormes contingentes de la población. El rescate de tales
derechos como metas explícitas del desarrollo social, al lado de los derechos
políticos e integrados a un desarrollo económico de amplia base y sostenido, se
convierte en columna vertebral de una nueva esperanza humana, de un motivo
común de lucha global y de una nueva racionalidad luego de los descalabros que el
paradigma modernista ha sufrido en términos económicos, políticos, culturales y
psicológicos en tiempos recientes. Algunos descalifican lo que hemos vivido como
maldesarrollo y reivindican el término desarrollo humano al que integran el logro
de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales para todos. Se trata
de una criatura en estado aún embrionario en la conciencia colectivade lahumanidad;
pero al menos ha adquirido ya status de feto en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo
Social. Ojalá cuaje pronto como la nueva utopía necesaria que pueda hacer del siglo
XXI algo mejor del que ahora termina.
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Esta postura optimista es quizás indispensable para no dejarnos vencer por la
percepción de 10 dificil que es la tarea.
Intentando sintetizar algunos de los hallazgos lanzados al mundo en Copenhague,
tenemos, entre otros, los siguientes:
1. Han aumentado -y no disminuido- con el progreso económico, las
desigualdades sociales: "en todos los países hay un aumento de la prosperidad
de algunos, acompañado lamentablemente de la pobreza extrema de otros".
Ergo, no es cierto que el crecimiento económico se traduzca a la postre en
mejoramiento para toda la sociedad, como quieren (hacer) creer algunos liberales.
Al contrario, "elrápido proceso de cambio y ajuste se ha visto acompañado de
un aumento de la pobreza, el desempleo y la desintegración social". "Ha
aumentado la distancia que separa a los ricos de los pobres" (destacado nuestro).
2. Se ha acentuado la brecha entre países ricos y pobres. "Es mayor la distancia
que separa países desarrollados de muchos países en desarrollo".
3. ''Más de 1.000 millones de habitantes viven en la pobreza extrema. Una
gran proporción, en su mayoría mujeres, tienen un acceso muy limitado a los
ingresos, los recursos, la educación, la atención a la salud o a la nutrición".
4. ''El consumo y la producción insostenibles, especialmente en los países
industrializados, constituyen la principal causa del deterioro continuo del
medio mundial y agravan la pobreza y los desequilibrios".
5. "Más de 120 millones de personas están oficialmente desempleadas y
muchas más viven en una situación de subempleo. Son demasiados los jóvenes
que tienen escasas esperanzas de encontrar empleo productivo".
6. Estas secuelas cobran mayor dramatismo cuando s~ contrastan con el
crecimiento acelerado de la población mundial, que las agravarían, y recaen
directamente en el corazón noroccidental del sistema mundial predominante de
producción. Esto se confirma al señalar que la tríada pobreza-desempleo-marginación
"constituye una manifestación de la ineficacia del funcionamiento de los
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lDereados Ylas instituciones y procesos económicos y sociales". Lo cual da una
idea del tamaño del reto planteado en la transformación requerida del sistema
global.
7. Ese reto podría definirse con el lema del más reciente Infonne de la OMS
sobre la salud en el mundo (1995): ''reducir las desigualdades". Es decir, un
desarrollo equitativo eigualizari.te, en vez del desarrollo desigual y polarizador
actual, que hace que la esperanza de vida en los países ricos sea de 78 años y sólo
de 43 en los países pobres. O que en éstos tenga lugar el 99% de las muertes por
causas evitables (enfennedades transmisibles y por causas maternas, perlnatales y
neonatales). Los niños son las primeras víctimas de esta desigualdad. La mortalidad
infantil es de 7 por cada mil nacidos vivos en los países desarrollados, mientras
alcanza a 110 en los "menos adelantados", Y estas brechas no se reducen. La OMS
estima que para el año 2000 ¡la esperanza de vida subirá a 79 años en el núcleo
desarrollado y bajará a 42 años en la periferia pobre!
8. Según la OMS, el factor común en este cuadro desolador es la pobreza, que
resulta ser la enfermedad más asesina. Leamos: ''la pobreza es la causa profunda
del acortamiento de la vida, la discapacidad y la inanición, y contribuye de
manera importante en la enfermedad mental, el suicidio, la desintegración de
la familia y el abuso de sustancias". Sólo la pobreza explica que las personas no
vacunen a sus hijos, no les suministren agua hervida y que mueran más de 500 mil
mujeres al año por dar a luz (El Nacional, 25-5-95). Lo cual nos remite de vuelta a
las causas estructurales de la privación, quepermitenelenriquecimiento desmesurado
y la dominación de una minoría sobre los recursos, las finanzas y los mercados
mundiales.
9. Ellnfonne sobre Desarrollo Humano del PNUD ha venido señalando estas
disparidades crecientes: para 1989, el quinto más rico de la población mundial
recibió el 83% del PTB y el 95% de los préstamos, acumuló e invirtió el 81 % de los
ahorros y contrató otro tanto del comercio mundial, mientras que a los 4 quintos
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restantes de la población les tocaron porcentajes que fuerón del 5% al 17% de esos
indicadores del poderío económico global. No sobra insistir en que esas desigualdades
son acumulativas. La relación entre los ingresos por persona del quinto más rico y
del quinto más pobre de la población fue de 30 a 1 en 1960 y hoyes más de 60 a l.
10. Para dar un solo ejemplo de por qué se acentúa esa disparidad como
resultado del dominio de ese "quinto real" (que R. Reich llama "analistas simbólicos")
en las redes del comercio mundial, he aquí el testimonio del PNUD (Informe de
1992): ''Los mercados globales no operan libremente. Esto, unido a su condici6n
de socios desiguales, les cuesta a los países en desarrollo SOO mil millones de
d61ares anuales, o sea, 10 veces más de lo que reciben de ayuda del exterior. Las
restricciones más evidentes son las que conciernen a bienes y trabajo. Las
barreras arancelarias y no arancelarias mantienen por fuera muchas
manufacturas provenientes de países en desarrollo, y las restricciones de
inmigraci6n impiden a los trabajadores inmigrar en busca de mejores
rendimientos por su trabajo".
11. No es corta la lista de dolencias sociales que acompañan la privación
econ6mica y que la Cumbre Mundial fija como prioritarias, a saber:
el hambre crónica, la mal nutrici6n, los problemas de las drogas ilícitas, la delincuencia
organizada, la corrupci6n, la ocupaci6n extranjera, los conflictos armados, el tráfico
ilícito de annas, el terrorismo, la intolerancia y la incitaci6n al odio por motivos de raza,
origen étnico, religi6n u otros motivos, la xenofobia y las enfermedades endémicas,
transmisibles y cr6nicas.
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En realidad, los indicadores disponibles reflejan un grave deterioro entre fines
de los afios 70 y los de este decenio, manifestándose en los últimos afios como un
proceso de estanflación, que es el peor de los mundos posibles porque se juntan la
inflación (esto es, el encarecimiento persistente de la vida) con la caída del producto
nacional y del empleo (o sea, menores ingresos y más desempleo). De hecho, un
indicador sintético usado en el Informe Oficial de Venezuela ante la Cumbre
Mundial, pone de relieve elocuentemente el brutal deterioro social del último
sexenio. Es denominado índice de miseria y es la suma de las tasas de desempleo e
inflación. Había sido el 8.6% en 1970, llega a 52.2% en 1993, y supera el 80% en
1994 (pág. 21 del informe). Con ello los índices directos de pobreza, de salud, de
cantidad y calidad de vida, que habían experimentado un lento mejoramiento
secular, desde la época de la segunda guerra mundial, comenzaron a re-vertirse y a
señalar caídas absolutas y persistentes en los marcadores vitales y epidemiológicos
más elementales, en 10 atinente a educación, delincuencia, seguridad personal,
valores éticos, etc.
Todo esto ha conducido a un descenso en el índice de Desarrollo Humano que
el PNUD le atribuye a Venezuela, desde 0,874 en 1985 a 0,820 en 1992. Ello ha '
significado que coetáneamente el país haya bajado en la escala del PNUD hasta el
puesto 46 en 1992, y seguramente a uno inferior hoy día, entre los países del mundo
según su grado de desarrollo humano, haciéndolo descender desde el grupo más alto
hasta el grupo considerado de desarrollo intermedio (Véase Consejo de Economía
Nacional, Pertil de desarrollo Humano en Venezuela, 1994).
Ello significa que el deterioro social reciente en Venezuela ha sido peor que en
el resto de los países relativamente avanzados (con la excepción, seguramente, de los
ex-soviéticos y otros ex-socialistas de Europa Central), aun en un período de
deterioro global. i
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1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994