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POBREZA Y MARGINACIÓN: CAUSAS Y CONSECUENCIAS

Francisco Mieres
Mayo de 1995

Resulta relativamente fácil establecer las causas profundas y globales de la


pobreza y la marginalidad contemporáneas: la polarización de la riqueza, sobre todo
de medios de producción modernos a que dio lugar el capitalismo, primero en los
países que realizan la revolución industrial, luego globalizada a través de la
colonización que impuso el desarrollo desigual entre naciones inferiores, convertidas
en subdesarrolladas, acumuladoras de privación.
La concentración de la producción capitalista en pocos países les permitió
asegurar asumayoría trabajadora unnivel deconsumo suficiente para la reproducción
normal de la capacidad productiva, aunque siempre se mantuvo una fracción no
incorporada permanentemente a la fuerza de trabajo (ejército industrial de reserva)
por debajo de ese nivel. La persistencia del desempleo y su expansión aun en épocas
de crecimiento técnico, es una' de las secuelas contradictorias del sistema, aun en su
núcleo. Si consideramos la pobreza como insuficiencia para alcanzarlos
requerimientos biológicos normales de la existencia humana, en los países del
núcleo la pobreza y la marginalidad son fenómenos minoritarios. A cambio de ello,
en la periferia subdesarrollada, mucho más poblada, la incidencia es mayoritaria y
masiva, añadiéndose fenómenos concomitantes de opresión política colonialista y
discriminación social que reforzaron la privación económica.

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Estas contradicciones del capitalismo generaron en su seno los grandes
movimientos sociales laboristas y socialistas que apuntaron a la transformación del
Estado o a la sustitución del sistema capitalista para hacer del "estado de bienestar"
y del desarrollo social metas virtualmente universales de lahumanidadcontemporánea,
cuya última expresión ha sido la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social celebrada
en Copenhague. La primera frase de su declaración es elocuente:

Por primera vez en la historia, por invitaci6n de las Naciones Unidas, nos reunimos en
calidad de Jefes de Estado y de gobierno para reconocer la importancia del desarrollo
social yel bienestar de la humanidad y dar la máxima prioridad a esos objetivos en la
hora actual y en el siglo XXI.

Pienso que la nobleza de estos propósitos corresponde con el espíntu que anima
nuestro evento, ratificando su validez. Su motivación contemporánea arranca de la
victoria sobre el fascismo y la guerra que lleva a la creación de la ONU y la adopción
de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, incluyendo los derechos
económicos, sociales y culturales, que más tarde serían objeto de un pacto
internacional especial. Los intentos de pasar de las palabras a los hechos, de convertir
los derechos proclamados en obligaciones reales para los Estados. han revelado lo
difícil y polémico de la cuestión, poniendo de relieve cuán resistentes son las fuentes
y los mecanismos de la privación: la explotación, la discriminación y.la opresión, en
círculos viciosos. Por eso es valioso el reconocimiento y la precisión de estos
objetivos 50 años después, en el segundo párrafo de la Declaración de Copenhague:

Reconocemos que la poDlaci6n del mundo ha indicado de distintas maneras que existe
la necesidad urgente de resolver graves problemas sociales, especialmente la pobreza,
el desempleo y la marginaci6n social. que afectan a todos los países. NuestJ.:a tarea
consiste en atacar las causas subyacentes y estructurales y sus penosas consecuencias,
a fin de reducir la incertidumbre y la inseguridad en la vida de los seres humanos.

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Aunque bien conocemos la distancia entre el dicho y el hecho, no deja de ser
importante el reconocimiento por los gobiernos de que los tres problemas más graves
para la humanidad son la pobreza, el desempleo y la marginación social, y el
compromiso de asignarles la primera prioridad en la búsqueda de soluciones. El
ataque a esta tríada de problemas constituye el núcleo del desarrollo social participativo
y equitativo, contrario al paradigma liberal, individualista y mercantilista sostenido
por las élites privilegiadas de algunas potencias.
La presencia nutrida y militante de las organizaciones sociales no guberna­
mentales en Copenhague y su presión abrumadora en favor de un nuevo paradigma,
es prueba fehaciente del grado de adecuación que ésta expresa a las necesidades y
aspiraciones de la inmensa mayoría planetaria.
Los alarmantes hallazgos evidenciados en la Cumbre constituyen una crítica
severa a los modelos de crecimiento económico imperantes en este medio siglo,
imbuidos de desarrollismo economicista elitista, con menosprecio de la equidad y
de la participación social, así como de los efectos devastadores sobre los recursos
naturales y el hábitat humano; lo que llevó al desconocimiento real de los derechos
económicos y sociales de enormes contingentes de la población. El rescate de tales
derechos como metas explícitas del desarrollo social, al lado de los derechos
políticos e integrados a un desarrollo económico de amplia base y sostenido, se
convierte en columna vertebral de una nueva esperanza humana, de un motivo
común de lucha global y de una nueva racionalidad luego de los descalabros que el
paradigma modernista ha sufrido en términos económicos, políticos, culturales y
psicológicos en tiempos recientes. Algunos descalifican lo que hemos vivido como
maldesarrollo y reivindican el término desarrollo humano al que integran el logro
de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales para todos. Se trata
de una criatura en estado aún embrionario en la conciencia colectivade lahumanidad;
pero al menos ha adquirido ya status de feto en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo
Social. Ojalá cuaje pronto como la nueva utopía necesaria que pueda hacer del siglo
XXI algo mejor del que ahora termina.
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Esta postura optimista es quizás indispensable para no dejarnos vencer por la
percepción de 10 dificil que es la tarea.
Intentando sintetizar algunos de los hallazgos lanzados al mundo en Copenhague,
tenemos, entre otros, los siguientes:
1. Han aumentado -y no disminuido- con el progreso económico, las
desigualdades sociales: "en todos los países hay un aumento de la prosperidad
de algunos, acompañado lamentablemente de la pobreza extrema de otros".
Ergo, no es cierto que el crecimiento económico se traduzca a la postre en
mejoramiento para toda la sociedad, como quieren (hacer) creer algunos liberales.
Al contrario, "elrápido proceso de cambio y ajuste se ha visto acompañado de
un aumento de la pobreza, el desempleo y la desintegración social". "Ha
aumentado la distancia que separa a los ricos de los pobres" (destacado nuestro).
2. Se ha acentuado la brecha entre países ricos y pobres. "Es mayor la distancia
que separa países desarrollados de muchos países en desarrollo".
3. ''Más de 1.000 millones de habitantes viven en la pobreza extrema. Una
gran proporción, en su mayoría mujeres, tienen un acceso muy limitado a los
ingresos, los recursos, la educación, la atención a la salud o a la nutrición".
4. ''El consumo y la producción insostenibles, especialmente en los países
industrializados, constituyen la principal causa del deterioro continuo del
medio mundial y agravan la pobreza y los desequilibrios".
5. "Más de 120 millones de personas están oficialmente desempleadas y
muchas más viven en una situación de subempleo. Son demasiados los jóvenes
que tienen escasas esperanzas de encontrar empleo productivo".
6. Estas secuelas cobran mayor dramatismo cuando s~ contrastan con el
crecimiento acelerado de la población mundial, que las agravarían, y recaen
directamente en el corazón noroccidental del sistema mundial predominante de
producción. Esto se confirma al señalar que la tríada pobreza-desempleo-marginación
"constituye una manifestación de la ineficacia del funcionamiento de los
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lDereados Ylas instituciones y procesos económicos y sociales". Lo cual da una
idea del tamaño del reto planteado en la transformación requerida del sistema
global.
7. Ese reto podría definirse con el lema del más reciente Infonne de la OMS
sobre la salud en el mundo (1995): ''reducir las desigualdades". Es decir, un
desarrollo equitativo eigualizari.te, en vez del desarrollo desigual y polarizador
actual, que hace que la esperanza de vida en los países ricos sea de 78 años y sólo
de 43 en los países pobres. O que en éstos tenga lugar el 99% de las muertes por
causas evitables (enfennedades transmisibles y por causas maternas, perlnatales y
neonatales). Los niños son las primeras víctimas de esta desigualdad. La mortalidad
infantil es de 7 por cada mil nacidos vivos en los países desarrollados, mientras
alcanza a 110 en los "menos adelantados", Y estas brechas no se reducen. La OMS
estima que para el año 2000 ¡la esperanza de vida subirá a 79 años en el núcleo
desarrollado y bajará a 42 años en la periferia pobre!
8. Según la OMS, el factor común en este cuadro desolador es la pobreza, que
resulta ser la enfermedad más asesina. Leamos: ''la pobreza es la causa profunda
del acortamiento de la vida, la discapacidad y la inanición, y contribuye de
manera importante en la enfermedad mental, el suicidio, la desintegración de
la familia y el abuso de sustancias". Sólo la pobreza explica que las personas no
vacunen a sus hijos, no les suministren agua hervida y que mueran más de 500 mil
mujeres al año por dar a luz (El Nacional, 25-5-95). Lo cual nos remite de vuelta a
las causas estructurales de la privación, quepermitenelenriquecimiento desmesurado
y la dominación de una minoría sobre los recursos, las finanzas y los mercados
mundiales.
9. Ellnfonne sobre Desarrollo Humano del PNUD ha venido señalando estas
disparidades crecientes: para 1989, el quinto más rico de la población mundial
recibió el 83% del PTB y el 95% de los préstamos, acumuló e invirtió el 81 % de los
ahorros y contrató otro tanto del comercio mundial, mientras que a los 4 quintos
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restantes de la población les tocaron porcentajes que fuerón del 5% al 17% de esos
indicadores del poderío económico global. No sobra insistir en que esas desigualdades
son acumulativas. La relación entre los ingresos por persona del quinto más rico y
del quinto más pobre de la población fue de 30 a 1 en 1960 y hoyes más de 60 a l.
10. Para dar un solo ejemplo de por qué se acentúa esa disparidad como
resultado del dominio de ese "quinto real" (que R. Reich llama "analistas simbólicos")
en las redes del comercio mundial, he aquí el testimonio del PNUD (Informe de
1992): ''Los mercados globales no operan libremente. Esto, unido a su condici6n
de socios desiguales, les cuesta a los países en desarrollo SOO mil millones de
d61ares anuales, o sea, 10 veces más de lo que reciben de ayuda del exterior. Las
restricciones más evidentes son las que conciernen a bienes y trabajo. Las
barreras arancelarias y no arancelarias mantienen por fuera muchas
manufacturas provenientes de países en desarrollo, y las restricciones de
inmigraci6n impiden a los trabajadores inmigrar en busca de mejores
rendimientos por su trabajo".
11. No es corta la lista de dolencias sociales que acompañan la privación
econ6mica y que la Cumbre Mundial fija como prioritarias, a saber:
el hambre crónica, la mal nutrici6n, los problemas de las drogas ilícitas, la delincuencia
organizada, la corrupci6n, la ocupaci6n extranjera, los conflictos armados, el tráfico
ilícito de annas, el terrorismo, la intolerancia y la incitaci6n al odio por motivos de raza,
origen étnico, religi6n u otros motivos, la xenofobia y las enfermedades endémicas,
transmisibles y cr6nicas.

Se podría abundar sobre las secuelas de la pobreza y de la margina1 i zaci6n, con


ayuda de los indicadores de la OMS y del PNUD. Pero juzgo que los mencionados
son suficientes para tener un cuadro global de la compleja perspectiva. ante la que
estamos. Sin demasiadas pistas para aventurar un horizonte positivo, más allá de la
esperanza y la convicci6nde lajusticiadenuestracausa, convalidadas en Copenhague.
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La experiencia internacional del último medio siglo, pese a haber sido una época
de luchas y mejoras sociopolíticas y de transformaciones revolucionarias sin
precedentes, no ha conseguido convertir en obligaciones reales y garantías efectivas
los derechos económicos asociados a la superación de la pobreza: alimentación,
empleo, saneamiento, vivienda, salud, etc.
La onda de liberalismo que barrió al planeta durante el último decenio vino a
empeorar la situación. En un estudio del Centro por los Derechos del Hombre
consagrado al "derecho a una alimentación suficiente como derecho del hombre",
publicado en 1989, se confiesa abiertamente: ''nuestra impotencia para realizar
el derecho a ser liberado de la necesidad, muestra el camino que nos falta por
recorrer para instaurar el orden internacional concebido por los fundadores de
la Organización de las Naciones Unidas". Luego de mostrar que las insuficiencias
de la alimentación no se deben a escasez de producción sino a las formas de
propiedad y distribución, el estudio señala la oposición de varias grandes potencias
a la formulación de un orden alimentario internacional regido por una autoridad
capaz de hacer pasar a los hechos el derecho proclamado en la Declaración Universal
firmada por todos los países miembros de la comunidad internacional.
En conclusión, aunque el ''derecho a la alimentación es ampliamente
reconocido en el derecho internacional", las obligaciones derivadas para los Esta­
dos, a los cuales incumbe aplicarlas, no han sido definidas ni establecidas. Como
consecuencia, más de 1.100 millones de personas -un quinto de la población
mundial- no tienen suficientes medios para obtener la cesta alimentaria básica, o
sea, están sumidas en la pobreza crítica.
Un análisis de los demás derechos económicos y sociales nos conduciría a
resultados análogos y convergentes: el orden internacional institucionalizado en la
ONU no ha cumplido las promesas y expectativas generadas respecto de los
problemas económicos-sociales claves de la humanidad ni podrá cumplir sin una
transformación radical.
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Es menos complicado abordar la problemática nacional para nosotros. Es más
fácil responder a preguntas tales como si disponemos derecursos naturales suficientes
para alimentar, dar trabajo y asegurar una vida digna a todos los venezolanos. La
respuesta parece obviamente positiva. Sabemos también que se ha intentado hacerlo
más de una vez, y no sólo no se ha logrado, sino que últimamente nos hemos ido
alejando cada vez más de esa meta, como lo muestra el deterioro ostensible de los
índices de pobreza, marginalidad y privación social en general. La paradoja aquí es
tanto más desconcertante por cuanto el grueso de los recursos económicos primarios
del país es de propiedad estatal, o sea, propiedad colectiva de los venezolanos.
Sin embargo, el reconocimiento oficial más reciente, ante la Cumbre Mundial,
es indubitable: "La pobreza, la desigualdad, la exclusión nos han acompañado
a lo largo de nuestra historia". "Reconocemos que Venezuela padece los efectos
de un severo empobrecimiento de la mayor parte de su población y que
comienzan a aparecer signos de exclusión que comprometen la dignidad de
nuestro pueblo" (Venezuela ante la Cumbre Mundial de Desarrollo Social).
El documento aprobado en la pequeña cumbre social nacional celebrada en la
APUCV, los días 22 y 23 de febrero de 1995, recoge la síntesis de la situación actual
como sigue:
"En suma, la sociedad venezolana ha venido sufriendo un retroceso absoluto en su
'desarrollo humano', una involución económico-social, e incluso política. El
requerimiento de una transformación radical es obvio hoy día. Pero las viejas fuerzas
reformistas o.revolucionarias político-sindicales se han corrompido o debilitado en
extremo, y se han deslegitimizado. Las presuntamente de relevo están aún muy
confundidas y dispersas, y las organizaciones sociales de base exhiben incapacidad de
articularse como poder constituyente de un nuevo régimen, ni siquiera como interlocutores
de un gobierno de precaria base propia, cuya política social es excluyente. cupular.
heredada del régimen antecesor e hipotecada al dúo BM-FMI, y cuya poHtica económica
se hace depender de la inversión monopolista extranjera en petróleo. oro y otros
minerales. retrotrayéndonos a medio siglo atrás".

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En realidad, los indicadores disponibles reflejan un grave deterioro entre fines
de los afios 70 y los de este decenio, manifestándose en los últimos afios como un
proceso de estanflación, que es el peor de los mundos posibles porque se juntan la
inflación (esto es, el encarecimiento persistente de la vida) con la caída del producto
nacional y del empleo (o sea, menores ingresos y más desempleo). De hecho, un
indicador sintético usado en el Informe Oficial de Venezuela ante la Cumbre
Mundial, pone de relieve elocuentemente el brutal deterioro social del último
sexenio. Es denominado índice de miseria y es la suma de las tasas de desempleo e
inflación. Había sido el 8.6% en 1970, llega a 52.2% en 1993, y supera el 80% en
1994 (pág. 21 del informe). Con ello los índices directos de pobreza, de salud, de
cantidad y calidad de vida, que habían experimentado un lento mejoramiento
secular, desde la época de la segunda guerra mundial, comenzaron a re-vertirse y a
señalar caídas absolutas y persistentes en los marcadores vitales y epidemiológicos
más elementales, en 10 atinente a educación, delincuencia, seguridad personal,
valores éticos, etc.
Todo esto ha conducido a un descenso en el índice de Desarrollo Humano que
el PNUD le atribuye a Venezuela, desde 0,874 en 1985 a 0,820 en 1992. Ello ha '
significado que coetáneamente el país haya bajado en la escala del PNUD hasta el
puesto 46 en 1992, y seguramente a uno inferior hoy día, entre los países del mundo
según su grado de desarrollo humano, haciéndolo descender desde el grupo más alto
hasta el grupo considerado de desarrollo intermedio (Véase Consejo de Economía
Nacional, Pertil de desarrollo Humano en Venezuela, 1994).
Ello significa que el deterioro social reciente en Venezuela ha sido peor que en
el resto de los países relativamente avanzados (con la excepción, seguramente, de los
ex-soviéticos y otros ex-socialistas de Europa Central), aun en un período de
deterioro global. i

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1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994

Pffi percáp. lOO 89.1 94.5 101.2 104.9 102.2 96.7


PIBno
petriro. p.C. lOO 90.2 92.0 97.5 102.5 98.8 91.5
Salario
mínimo real lOO 107.9 73.7 85.7 97.8 70.8 73.4
Salario promedio
real lOO 81.7 76.2 71.5 75.1 68.5 56.3
Costo de vida lOO 184.5 259.5 384.2 457.7 632.2 1.016.6
Exportación lOO 126.8 172.4 148.0 138.4 137.1 155.7
Rsrvs. inter. lOO 112.4 175.2 199.2 183.6 178.7 168.1
T. Dsmpleo % 7.1 9.1 10.4 9.5 7.8 6.6 8.7
lOO 124.7 142.5 130.1 106.8 90.4 119.2

Fuente: Consejo de Economía Nacional

El cuadro anterior sintetiza el proceso general de deterioro socioeconómico, de


empobrecimiento y marginalización en sus rasgos más pertinentes. Muestra no sólo
la caída general del ingreso bruto promedio per cápita, sino también el descenso
mucho más pronunciado de los salarios promedio y mínimo, indicadores obvios de
la situación de los trabajadores, y por ep.de, de la mayoría de' la población. El
contraste con el ascenso del valor de las exportaciones y de las reservas monetarias
internacionales, son otra muestra de las disparidades crecientes de Venezuela,
generadoras de una brecha tan acentuada. Según el Informe Oficial ante la Cumbre
(pág. 26) "en el período 1978..88 el 47% del ingreso nacional corresponde a la
remuneración de obreros y empleados, mientras entre 1989 y 1992 esta
proporción disminuye al 37%". Siendo el "trabajo informal" por cuenta propia y
del sector terciario el que más ha crecido dentro de la población activa, el cual
alimenta los estratos más bajos de ingresos, el empobrecimiento resulta aún mayor
10
en este segmento. Tal apreciaci6nes cuantificada en el InfOIme oficial (pág. 23): ''En
1984, aproximadamente un tercio de los hogares se encontraban en situación
de pobreza, siendo los hogares en pobreza extrema el 11 %. En los años noventa,
la pobreza total casi duplica el valor de 1984, y la pobreza extrema se triplica".
Los criterios de pobreza extrema y total se basan en la insuficiencia del ingreso para
adquirir la canasta normativade alimentos y la de bienes y servicios respectivamente.
Al tomar en cuenta el empuje del índice de miseria en 1994 y en lo que va de
1995, Ypasar de los hogares a la población, creo no aventurado estimar entre 213 y
3/4 la fracción pobre de la población y alrededor de un 40% la que padece extrema
pobreza o marginalizaci6n.
Tales proporciones coinciden grosso modo con las de Fundacredesa para el
estrato V (el más pobre) con el 40%, y IV (de ingresos medios-bajos) con el 38% de
las familias, que en conjunto arrojan un 78% de familias pobres, para 1993 (Informe
Oficial, pág. 24). Podemos afirmar que en esta capa mayoritaria el descenso del nivel
de vida es más grave que el marcado por los índices de salarios (promedio y mínimo)
reales deflactados por el Índice de precios al consumidor. Tales capas gastan la
totalidad o la mayor parte de su ingreso en alimentos, por lo que su poder adquisitivo
es afectado primordialmente por los precios de los mismos. Éstos precisamente son
los de mayor elevación. Por ello cuando se cotejan con este indicador, los salarios
entre 1978 y 1992 caen a menos de la mitad en su nivel real de lo que indica el método
convencional. Prueba adicional de las desigualdades creciente mente injustas y
viciosas, que inducen todas las secuelas perversas en educación, salud, moral, etc.
Los harto mencionados círculos viciosos de la pobreza, horrendos cuando se miran
de cerca.., temibles cuando nos afectan.
Pienso que no vale la pena extenderse en la labor masoquista de trazar un
catálogo detallado de las múltiples secuelas del deterioro social y humano de
Venezuela. Son demasiado evidentes y están cada día en los periódicos. Figuran
también en los informes oficiales. "El efecto más importante de la recesión sobre
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la salud se observa en la situación nutricional: los indicadores nutricionales han
desmejorado notablemente en los últimos años" (De 2.650 calorías diarias per
cápita a fines de los 70, a menos de 2.000 hoy). La ingesta media de proteínas ha
caído paralelamente quedando los estratos inferiores por debajo de los mínimos
biológicamente requeridos. No sorprenden, por eso, los empeoramientos registrados
en todos los indicadores de salud (morbilidad, mortalidad -infantil y materna- en
particular, etc. etc.). Un estudio de la Oficina Regional de la UNICEF estableció que
la tasa de mortalidad en niños menores de 5 años pasó de 24.9 por cada mil niños
nacidos vivos en 1991 a 26.6 en 1993, cuyas principales causas directas son
enfermedades infecciosas y parasitarias, derivadas de carencias económicas, sociales
y ambientales. El estudio apunta que en vez de aproximamos al cumplimiento de las
metas fijadas por la UNICEF para el año 2000, nos alejamos de ellas. El mismo
informe revela que "más de un millón de niños trabajan para sobrevivir, de los
euales el 72 % en actividades marginales C8I1adas de toda clase de riesgos, aun
para la propia vida" (Fuente: Análisis de la Situación de la Infancia, la Juventud
y la Mujer en Venezuela, abril 1995, Oficina de Área para Venezuela y Colombia.
Citados en El Nacional, 10 Y11 de mayo de 1995).
''Enfermedades endémicas, casi desaparecidas en el país, como la malaria
yel dengue, han resurgido eomoeonseeueneiadelaseondicionesdeinsalubridad
producidas por la pobreza" (Informe Oficial, pág. 38). Y así sucesivamente, en un
largo rosario de males.
Lo mismo si abordamos la educación. Después de un prolongado lapso de
mejoramiento y masificaci6nde laenseftanza, hoy se padece retroceso genera]jzado.
Dice el Informe Oficial: "la crisis económica y el deterioro de los servidos
públicos en educación son el principal causante de este empeoramiento en las
tasas de matriculación, repitencia y deserción. Enefeeto, las tasas de
matrieulaeión son más bajas, Ylas de deserdón y repiteneia son más 'altas entre
las tamUJas pobres".
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Tampoco merece la pena disputar por la cuestión de si el deterioro social
prosigue o si lo peor ya pasó o vivimos un repunte. Cada nuevo informe que aparece
no hace sino delatar el agravamiento. Fundacredesa acaba de actualizar para fines
de 1994 su estratificación económica de la población. En el año el estrato inferior
(V) ha crecido al 43%, yel inmediato superior se mantuvo en el 38%. Este segmento
está afectado por el 13.9% de desempleo, mientras el más pobre incide en el 16.5%.
El sector intermedio registra un índice de 9.5% de desempleo. Tales niveles superan
ampliamente los oficiales (El Nacional, 14-5-95).
Una encuesta de la firma Veneconsultores, citada por ''El Nacional" de la misma
fecha, sitúa la tasa de desocupación en 15% (en lugar del 9% oficial), lo que significa
1.200.000 desempleados; más la mitad de la población activa subocupada en el
sector informal. Cuando se agregan estos indicadores a los de inflación actuales, no
es raro que el índice de miseria alcance nuevas cimas. Por lo menos hasta las vísperas
del Pacto Antiinflacionario. No podemos menos que desear que éste supere ahora su
etapa bufa y vaya en serio.
Esto nos lleva al quebradero de cabeza que son las causas de esta tragedia, al
dechado de paradojas que es Venezuela. País petrolero, país rico. Que se precipita
al abismo del empobrecimiento y la descomposición en medio de la mayor bonanza
de su historia entre 1974 y 1981, cuando se alcanzan los máximos ingresos
petroleros, y cuando tiene lugar un proceso de nacionalización de las riquezas del
subsuelo. A esta rara dplencia social de la perdición por la riqueza, los economistas
del norte la han bautizado "enfermedad holandesa" porque la descubrieron allí,
cuando la explotación del gas natural provocó efectos análogos. En verdad, varios
años antes publicistas europeos la habían denominado "efecto Venezuelau refiriéndose
a laS dificultades de crear trabajo productivo en un país con moneda sobrevaluada
por el aflujo de una renta internacional. Podríamos denominarla "rentismo" o "fiebre
del oro negro". A todo esto se refirió J.P. Pérez Alfonzo cuando pronosticó (y trató
de evitar en vano) lo que nos está ocurriendo; ''Hundiéndonos en el excremento
del Diablo" se llama su libro premonitorio.
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