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Secret Games

SECRET GAMES/JUEGOS SECRETOS1

Si Surgen Complicaciones……

La historia de la fotografía nos muestra una tradición conspicua de tensión entre


el fotógrafo y el sujeto. Los fotógrafos documentales siempre han estado
especialmente comprometidos en minimizar la distancia y maximizar la intimidad
entre ellos y su material, con el objetivo de lograr unos retratos lo menos
intermediados y lo más honestos posible – estimulando a sus sujetos a hablar de
sí mismos.

Esta dialéctica incómoda de interrogación y respuesta pictórica viene desde los


primeros días de la fotografía. La naturaleza del arte fotográfico del s. XIX no
facilitaba la espontaneidad o la agilidad. Las cámaras eran aparatosas; la
emulsión era tan lenta que exponer bien una placa tomaba una eternidad. Sin
embargo, la mayor distancia entre el sujeto y el fotógrafo era cultural.
Las diferencias de raza, etnia y clase creaban una enorme brecha, tanto como
sigue ocurriendo hoy.

Esta disonancia proviene del poder – explícito e implícito – que los fotógrafos
ejercen inmediatamente sobre sus sujetos. A medida que la fotografía entró en el
reino de lo ordinario, fue tomando forma un credo basado en presunciones
culturales incuestionadas y en la mística de la máquina que apunta. El nuevo
sistema de código fotográfico realmente no era diferente de la ética-estética de
las anteriores bellas artes. Era algo como esto: el fotógrafo controla la imagen de
la persona fotografiada a través de la pose, el ángulo, la exposición, etc. Incluso
una fotografía cándida es estructurada, no importa cuan vagamente. El sujeto se
afecta con la presencia del fotógrafo y el hecho de ser observado. Conciente o
inconscientemente los sujetos renuncian a la autoridad sobre las imágenes de sí
mismos. Cómo son vistos, quién los ve y en qué contexto son vistos – todas estas
determinantes cruciales son decididas por el fotógrafo.

Desde muy temprano, algunos fotógrafos intentaron alterar este desbalance. Se


dieron cuenta que entre más se familiarizaran con sus sujetos tendrían mejores
oportunidades de mirar dentro de sus vidas. En un intento de establecer
conexiones más auténticas con la gente que deseaban fotografiar, algunos
fotógrafos vivían por largos períodos con o cerca de sus sujetos – un estilo de
trabajo que tiene semejanza, en proceso y resultados, al “Método Actuante” del
período americano.

En 1936 Walker Evans comenzó a hacer fotografías para lo que se convertiría en


Let Us Now Praise Famous Men (permitámonos alabar a los hombre famosos). Por
encargo de la revista Fortune, él y el escritor James Agee vivieron con 3 familias
de granjeros en Alabama. Ambos sabían que se sospechaba de sus motivos.
Reconocían las ambigüedades de sus relaciones con las familias; verdaderamente,
desarrollaron una sensibilidad casi angustiosa sobre la manera en que su
subjetividad afectaba su reportaje. En lo que podría caracterizarse como
repetitivos paroxismos de conciencia, Evans y Agee se repetían continuamente
que ellos no eran de ninguna manera distintos o mejores que sus sujetos –
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Traducción del libro “Secret Games: Colaborative woks with children 1969-1999”, escrito por Wendy Ewald,
realizada por Adriana González, José Kattan, Juan David Velásquez, Gerylee Polanco y Maria Eugenia
Hernández.

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excepto por la diferencia crucial de que ellos eran foráneos. “Si surgen
complicaciones – sentenció Agee- es porque los autores están tratando de
manejar a sus sujetos no como periodistas, políticos, entretenedores, filántropos,
sacerdotes o artistas, sino seriamente.”
Let Us Now Praise Famous Men cambió la fotografía de una vez y para siempre.
Cualquiera que fuera el efecto que la sinceridad de los autores tuvo sobre sus
sujetos, la pretensión de la objetividad periodística fue completamente
derrumbada. Desde entonces sería cada vez más difícil para los fotógrafos asumir
la autoridad sobre sus sujetos. En lo sucesivo, su posición privilegiada estaría en
duda – si no juzgada como completamente explotadora.

No es sorprendente que Wendy Ewald, que admiraba a Evans y Agee cuando era
estudiante, escogiera los Apalaches del Sur como lugar de su primer proyecto. En
1975, en Kentucky ella fundó el Taller de Fotografía de Montaña y comenzó a
trabajar con niños entre los 6 y los 14 años. Ewald pasó 6 años en los Apalaches;
fue aquí donde estableció las raíces de su práctica. Ella escribió que cuando arribó
ella deseaba “hacer un documento de mi nueva comunidad, pero la cámara
parecía atravesarse”. Su instinto, junto con sus experiencias de trabajo en
reservaciones indígenas en Canadá, la llevó a pensar que manejaría mejor su
proyecto si dejaba de verse como la autora exclusiva y más bien les daba
herramientas y habilidades a sus estudiantes para documentar sus propias vidas.

Otros fotógrafos le enseñaban a niños a tomar, revelar e imprimir sus propias


fotos pero pocos veían este trabajo más allá de un ejercicio pedagógico para el
desarrollo de habilidades y expresiones creativas. Ewald entendió que ella quería
hacer más que darles una herramienta a los estudiantes; ella quería cuestionar las
distinciones categóricas entre fotógrafo y sujeto, niño y adulto. Su compromiso se
sumó a una exploración colaborativa. Artísticamente, la diferencia importante en
su acercamiento se apoyaba en la comprensión de que poniéndose sobre “los
conceptos de producción” ella podría borrar en buena parte la distancia entre el
artista y el sujeto. Adicionalmente y paradójicamente, ella se alejó de las viejas
polaridades entre sujeto-objeto-autor. Al hacerlo ella no se acercó en un sentido
formal; simplemente les dejó el escenario a los niños.

En 1985 Ewald produjo Sueños y Retratos, una colección de imágenes y textos de


niños de Whitesburg, Kentucky. El libro dejó claro que como Evans y Agee antes
de ella, Ewald estaba tratando a su sujeto “seriamente”. (Y como en el caso del
libro de Evans y Agee, le tomó mucho tiempo encontrar un editor para Sueños y
Retratos. Cuando al fin lo encontró, los críticos comenzaron a llamarlo “un clásico
americano”).

Aunque Ewald admite estar comprometida socialmente, tiene sus dudas sobre el
poder de la fotografía para lograr cambios políticos. Consecuentemente, ella ha
animado a sus colaboradores a explorar sus sueños y fantasías tanto como el día
a día de sus existencias con frecuencia difíciles. Al separar su fotografía del
trabajo colaborativo, su papel de autor a menudo es el de editor – seleccionando
imágenes y textos para la exhibición y publicación que son luego orquestados en
un trabajo mayor, que no es ni polémico ni político. Ewald proporciona el ímpetu,
el marco, el vehículo para las ideas, las expresiones y las imágenes de los
estudiantes. Sus elocuentes introducciones sin adornos a cada uno de sus libros
revelan directamente la estructura, situaciones y términos de las que surge el
libro. No le esconde nada al lector, ni motivos, ni métodos.

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Al enfocar así su proceso, Ewald refuerza la impresión de que su trabajo


colaborativo, aunque complicado, preserva y acrecienta las visiones que ella ha
extraído de sus colaboradores. En este sentido es muy diferente, obviamente, de
las fotografías kitsch de niños adorables que caracterizan los proyectos
humanitarios, la clase de productos que confirma las ideas preconcebidas de la
inocencia.

La inocencia es una condición terriblemente complicada y solemos aceptar la idea


de que los niños son de un desarrollo predecible, que en un determinado
momento hay ciertas experiencias existenciales que ellos no pueden conocer. Las
imágenes a menudo amenazantes producidas por Ewald y sus estudiantes no
refuerzan esta aseveración. Y en su visión hay una franqueza consistentemente
intangible que la separa del trabajo de otros fotógrafos (se vienen a la mente
Lewis Hine, Helen Levitt y Sally Mann) quienes producen imágenes de niños
dirigidas a la sensibilidad de los adultos que no siempre son comprensibles a sus
jóvenes sujetos. Y los niños de Ewald están, si usted quiere, “en el chiste” – aún si,
como es el caso con sus libros y sus exposiciones, el chiste es más bien agrio.

El método de trabajo de Ewald ha ido evolucionando. Al comienzo le parecía


necesario excluirse de la ecuación fotógrafo-sujeto. Exponía sus imágenes aparte
de las de los estudiantes; sus fotografías eran apéndices, en vez de estar
integradas con el trabajo de ellos. Pero ella sentía que faltaba algo al no
reconocer e incluir su propia voz.

Parecería que ella encontró un balance entre su propio trabajo y el de sus


estudiantes mientras hacía proyectos en el extranjero, muchos de los cuales
involucraban mujeres. La variedad de sus proyectos colaborativos – desde
Kentucky, Ewald ha trabajado en muchas partes de los Estados Unidos, así como
en América Latina, Europa, Asia y África – derriban la suposición de que se puede
esperar de los niños – o las mujeres – las mismas cosas en cualquier parte. Por
ejemplo, la visión de los niños holandeses con los que Ewald trabajó es tan
diferente de la visión de los estudiantes hindúes como los retratos de Julia
Margaret Cameron lo son de los estudios científicos de Edward Muybridge.

Para cuando publicó su tercer libro Ojos Mágicos, en 1992, las fotografías de
Ewald estaban mezcladas con las de los niños colombianos a los que estaba
enseñando. Las imágenes estaban entremezcladas con un texto biográfico de una
mujer que Ewald conoció. En Ojos Mágicos, como en este libro uno se confunde a
menudo si una foto es hecha por Ewald o por un colaborador (los créditos
aparecen al final del libro). El resultado es una mezcla intrincada de visiones que
se entrelazan con el texto de un modo casi alucinante.

La variedad errante del trabajo de Ewald con tanta gente diferente está en la
misma línea que la etnología desarrollada por Levi-Strauss, Bateson, Mead y otros.
Aún en Kentucky, ella “obtiene imágenes” inaccesibles a las técnicas tradicionales
del reportaje occidental. Por supuesto, ella no está haciendo realmente reportaje,
sino un tipo delicado de sueño colaborativo, en el que las imágenes resultantes
parecen sacar su fuerza directamente de las tensiones culturales subyacentes.
Estéticamente, las imágenes son de una calidad sorprendente. Libre de los
convencionalismos de lo que es una buena imagen, el imaginario de Ewald
despliega una frescura y abundancia de imaginación que cuestiona el valor (para
no mencionar los valores) de la imagen refinada. Categorizar esto como arte
infantil sería subestimar la profundidad y las sutilezas de sus efectos. No lo sería
citar la aseveración de Joseph Beuys del hecho de que todo el mundo es un

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artista. Quizá uno podría simplemente decir que hay un misterio robusto asentado
en la fuerza del trabajo de Ewald, como lo hay en todo el arte exitoso, y que lo
que estamos confrontando aquí es un desarrollo vital, dramático del desmonte del
artista Olímpico.
Cuando las imágenes de Ewald se colocan a la par que las de sus estudiantes,
escuchamos su voz como una entre muchas. Nos preguntamos quién es el
fotógrafo. Este acercamiento mantiene la cuestión de la autoría en el segundo
plano. Desestabiliza las expectativas del observador. No podemos dar por sentado
quién ve y quién es visto. Tampoco es claro quien es el profesor y quien es el
estudiante. Ewald puede comenzar un concepto, pero como se desarrolla depende
en gran medida de los mismos estudiantes. La relación entre fotógrafo y
estudiante es recíproca, no jerárquica.

Esta es una de las maneras en las que el continuo proyecto de Ewald es tan
conceptual como documental. La fotografía documental, como lo implica el
término, enfatiza el objeto fotográfico como evidencia, como descripción
minuciosa. Uno podría ubicar el trabajo de Ewald en la corriente de la fotografía
documental que incluye a Walker Evans, Robert Frank, Larry Clark y Nan Goldin.
Pero hay un elemento sorprendente en su trabajo que navega en las corrientes
del arte conceptual. Como en las imágenes de conceptualistas como Bruce
Nauman, Douglas Huebler y Sol LeWitt, los proyectos de Ewald enfatizan “la idea”
y “el proceso” más que el objeto en sí. Aquí la fotografía es el instrumento de la
idea.

La naturaleza conceptual del trabajo de Ewald también la conecta con artistas de


su propia generación. El imaginario infantil ha sido usado por Tracey Moffart,
Gillian Wearing, Nic Nicosia, Robert Gober, Martin Honert y Mike Kelley para
socavar las nociones categóricas sobre la infancia y para reconsiderar los traumas
y fantasías de la juventud.

La misma Ewald cita a Mike Kelley como una referencia. Su trabajo proviene de la
tradición de la fotografía documental, el de Kelley del performance y la música.
Pero sus propósitos convergen en la intención de atraer la atención sobre lo que
usualmente no es objeto de atención. Las producciones anárquicas y variadas de
Kelley a menudo se basan en lo hecho a mano y lo casero y esto - casado con el
acercamiento conceptual – obliga al observador a reevaluar los dominios de la
práctica artística que han sido relegados a los lados, a reexaminar el asunto de la
memoria infantil y las diferencias entre arte y artesanía. El arte no idealista de
Kelley trata de la trasgresión y la pérdida y con él, en definitiva, lo anónimo sigue
siendo anónimo. El trabajo de Ewald, en la otra mano, es más afirmativo, dándole
una voz individual a lo anónimo.

La artista que mejor se puede comparar con Ewald es Gillian Wearing. Aunque es
más joven que Ewald, Wearing también ha construido su visión actuando contra la
seudo objetividad del cine y la fotografía documental. Ella convierte a sus sujetos
en cómplices en la producción de la imagen y ha realizado numerosos proyectos
conceptuales en los que combina su voz con las de sus sujetos. Y con Wearing,
como con Ewald, cada trabajo tiene una identidad, pero está enraizado en los
anteriores.

Es aleccionador comparar el video Recuerdos de los Siglos Pasados (1999) de


Ewald con el 10-16 (1997) de Wearing, en el que Wearing sincroniza voces de
niños con videos de adultos. El video de Wearing refleja el desarrollo de los niños
de la preadolescencia a la adolescencia. Particularmente en lo pertinente a las

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actitudes sobre sexo, violencia, amigos y familia, el video de Ewald arranca de


una premisa diferente. Ella les dio a jóvenes de Carolina del Norte fotografías e
historias de niños judíos que sobrevivieron al Holocausto. Ella les pidió escribir
pequeñas narraciones en las voces de niños judíos, simpatizantes del nazismo y
de testigos. Luego los estudiantes dirigieron la cámara de video a estas personas.
Mientras ambos, Ewald y Wearing, arrancan de hechos – Wearing de la narrativa
de los niños y Ewald de casos históricos – el acercamiento y los resultados son
diferentes. En el, proyecto de Wearing dudamos de quién está hablando –
Wearing, el niño o el adulto. Al poner voces en la boca de la gente Wearing pone
al espectador a considerar el niño dentro del adulto. En la instalación a doble
pantalla de Ewald, vemos una fotografía del sobreviviente del Holocausto en una
pantalla y la representación de un niño de hoy en la otra pantalla. Mientras no
estamos confundidos respecto a quien dice que, hay un resbalamiento entre la
percepción del niño contra la realidad de la figura histórica que están retratando.
El proyecto de Ewald es sobre Historia, estereotipos culturales, percepciones y
poder, mientras que el trabajo de Wearing es más personal y psicológico. La
relación mínimamente manipulativa de Ewald con sus sujetos asegura que no
perdamos la visión (literal y metafóricamente) de sus colaboradores, su
individualidad, ideas y sentimientos.

La vieja definición de la fotografía documental como una manifestación aséptica y


objetiva está moribunda. Hoy lo documental – como la imagen de un sujeto
agenciada por el realizador – está floreciendo. Los artistas como Ewald han
llevado a la noción de que las verdades de lo documental pueden ser cambiadas.
Estas verdades, sin embargo, no se separan ni se distinguen fácilmente de su
propia visión y percepciones. “A veces pienso que me disfrazo como una
profesora” ha escrito Ewald, “para hacer las fotos que necesito ver”. Quizá este es
el juego secreto de Ewald – percibir el mundo a través de las percepciones de
otros tanto como las suyas para hacer su trabajo, el trabajo de ellos y el de ellos el
suyo.

ADAM D. WEIMBERG
Director de la Galería Addison de Arte Americano

URS STAHEL
Director del Fotomuseo Wnterhur

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INTRODUCCIÓN

Las paredes de la biblioteca de la casa en donde crecí, en Michigan, están


cubiertas con fotografías que documentan las vidas de mi padre, mi madre y sus
seis hijos. Las primeras fotografías que me tomaron fueron tomadas por los
fotógrafos, empleados por la Corporación General Motors, cuyos primeros avisos
para las campañas fueron producidos por la agencia de mi abuelo. En las décadas
tempranas de la industria automotriz, mi abuelo dedujo que las imágenes eran
más efectivas que las palabras en la venta de productos, y en esta, entonces
revolucionaria noción, el construyó una enorme y exitosa carrera publicitaria.

Junto a las fotos familiares, en las paredes de nuestra biblioteca, hay muchas
fotografías blanco y negro tomadas para las páginas sociales de la prensa local: la
boda de mis padres, unas vacaciones familiares en Arizona, y nuestra favorita –
una foto de mis padres alimentando un cerdo en un ostentoso restaurante
Parisino.

Cronológicamente, las fotos se volvieron menos formales con el paso del tiempo y
en los años siguientes hay más fotos a color tomadas por los miembros de la
familia y no muchas por profesionales.

Mi primera cámara fue una Brownie que me dio mi abuela Harriet cuando yo tenía
once años. Más temprano ese año, durante la crisis cubana de misiles, uno de mis
hermanos menores fue golpeado por un carro mientras regresaba de la escuela a
casa. Sufrió daños neurológicos. Mientras jugaba con él en el hospital, inventé un
juego con la silla de ruedas de parar y seguir, usando mis dibujos hechos a mano
de un semáforo.
Ese fue el primer paso ayudándolo a recobrar el habla y fue entonces cuando
comencé a entender el poder de la enseñanza con símbolos visuales.

Un año después, mi padre, quien siempre había estado interesado en los


deportes, comenzó a manejar luchadores premiados y mi familia comenzó a
frecuentar las arenas del boxeo. (Mi madre, padre y yo usualmente estábamos
entre los pocos blancos que se encontraban entre la muchedumbre). En el
segundo round de la primera pelea yo vi al luchador de mi padre, un peso pesado
llamado Sonny Banks, derribar a su prometedor oponente, Cassius Clay. Los
boxeadores y entrenadores del círculo de mi padre se volvieron amigos cercanos
de la familia; muchos de ellos pasaron la noche de navidad en nuestra casa,
cantando alegres canciones alrededor de mi piano rosado. Empezaron a aparecer
fotos del ring en los muros de nuestra biblioteca.

Dos años después mi hermano fue lastimado; ocurrió una segunda tragedia
familiar: Sonny Banks fue muerto en el ring. El recibió un fuerte golpe de abajo
hacia arriba con el codo doblado, su cabeza golpeó la lona en un ángulo extraño y
su tallo cerebral fue fatalmente dañado. Sonny tenía veinticuatro. Mi madre nunca
volvió a otra pelea. Mi terco padre dejó de manejarlos por un tiempo, pero no
pudo alejarse del ring por mucho tiempo. Como una adolescente me volví su
compañera en las peleas, las conferencias de prensa y los eventos sociales
centrados en el boxeo.

Cuando mi padre murió, hace algunos años, descubrí que habia guardado cada
fotografía y noticia del periódico de esos años, al lado de los recuerdos de los
primeros años de sus hijos. Entre sus recuerdos de los años del boxeo, había un

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tiquete de avión a nombre de Sonny Banks sin usar desde Filadelfia, donde murió,
de regreso a casa: Detroit.

Comencé a hacer fotos seriamente cuando tenía diez y siete años, fotografiando a
mis hermanos y hermanas con una cámara Crown Graphic 4x5 montada en un
trípode, comprada a una compañera de clase. Yo había visto las fotos que ella
había tomado con la cámara y estaba muy emocionada por su calidad de
definición más alta que la de la realidad. Supe que quería ser una artista y
estaba conmovida cuando entendí que podía usar el medio con el que estaba más
familiarizada para contar mi propia historia familiar.

Cuando me llegó el tiempo de ir al College, decidí estudiar arte en una escuela


que requería que los estudiantes trabajaran en el mundo y también que
estudiaran en el salón de clase. Después de algún tiempo me matriculé en un
curso que pensé, podría necesitar para enseñar en el futuro. (Me salté el orden en
varias clases por trabajar en el cuarto oscuro en el que casi siempre fracasaba).

Cuando terminé mis estudios y empecé a trabajar como artista, era natural para
mí pensar en las conexiones entre la gente de la que hacía fotografías y yo,
reflexionando sobre las maneras en que el encuentro fotográfico nos afectaba a
ambos. Quería hacer fotos que fueran próximas y reveladoras – distintas del
retrato tradicional que era llamado a tener una distancia formal entre el artista y
el sujeto.

Desde esa época en la que comencé por primera vez a fotografiar, había oído
muchas veces que niños y adultos decían “Yo quiero tomar una foto” - cuando lo
que querían decir era “Yo quiero ser fotografiado”. Quién o qué es, me preguntaba
a mi misma, lo que realmente hace una fotografía: ¿El sujeto o el fotógrafo?

Trabajando con mi hermano menor herido, fue el principio de mi interés en los


niños. Mi trabajo como fotógrafa, usando fotografías para enseñar comenzó en
1969, cuando me ofrecieron un trabajo con niños en una Reserva india en Canadá.
Recuerdo la emoción que experimenté cuando era niña con mi cámara Brownie.
Viajé a la Reserva queriendo saber qué tipo de fotografías tomarían los niños
Naskapi.

Cuando vi sus primeras fotografías supe que tenían un poder natural que todavía
no había visto. Su trabajo me llevó a pensar si podría unir conscientemente el
sujeto de una fotografía y el fotógrafo y crear una forma nueva en el proceso de
fotografiar.

Desde San Agustín a Wordsworth y a los sicólogos contemporáneos, los


pensadores han reflexionado acerca de la complejidad y el mundo,
aparentemente desinhibido, de la infancia. Para pedir a los niños la participación
en mi exploración de su mundo, pensé, sería admitir que es la experiencia de ellos
en lugar de que sea una interferencia en sus asuntos lo que podría ayudar a
encontrar formas a acceder y compartir con sus vidas íntimas.

Me embarqué en una serie de estancias para enseñar en diferentes partes del


mundo las cuales durarían los siguientes treinta años de mi vida. Por supuesto
que había riesgos en guiar niños hacia una genuina expresión artística. Estaba el
riesgo de retar una visión jerárquica y exclusivamente adulta común en nuestra
humanidad. Existía el riesgo de quedarse mudo en lo abstracto y en las
incertidumbres acerca de la inocencia, el arte y la integridad personal.

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Los niños me enseñaron rápidamente que el arte no es un reino en el que sólo los
entrenados y acreditados formalmente pueden morar. La cosa verdaderamente
desquiciante acerca de la imaginería de los niños era que, a pesar de su
inexperiencia, en lo que los adultos pueden llamar pensamiento racional, sus
imágenes taladraban en ciertos sentimientos universales con una fuerza y sutileza
indudables. La inventiva de su trabajo sostuvo mi fascinación y comenzó a dirigir
mi propio trabajo como fotógrafa.

¿Qué tan distintas eran los dos tipos de fotografía, las suyas y las mías?
Claramente había una diferencia radical entre la interrogación - por - la – cámara
y la respuesta - por -el –sujeto. Esto me llevó a creer que en el trabajo con otros
tenía que aprender a reconocer qué estaban viendo y qué tipo de preguntas su
visión hacía sobre el mundo. Estas preguntas se mantuvieron. Era como aprender
un lenguaje nuevo y eso me tomó mucha paciencia. Cada niño y cada cultura
parecían tener un sentido distinto de la composición – determinado al parecer por
el paisaje y los interiores de sus casas. Muchas veces me desesperé tratando de
mirar que pasaba en una imagen, un retrato de dos abuelas con manos
temblorosas en Sudáfrica, por ejemplo, estaba viviendo en medio de un lenguaje
audiovisual abierto. Después podría comenzar a entender y crear un contexto
para las imágenes. Gradualmente vi, que como artista, era cada vez menos
interesante encuadrar el mundo completamente de acuerdo a mis propias
percepciones. En su lugar quise crear situaciones en las cuales permitiera que
otras percepciones me permearán.

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CÁNADA 1969-1974

Durante el verano de 1967, hay motines en Detroit. Uno de los combatientes que
mi padre manejaba estaba arrestado por saquear y fue liberado con la custodia de
mi padre. Los motines cambiaron Detroit y me hicieron conciente de las divisiones
raciales. El siguiente verano, trabajé como voluntaria en una casa de beneficencia
en la ciudad.
Yo fui asignada para trabajar con un grupo de enseñanza en historia negra en un
programa diseñado para mantener a los estudiantes de colegio quienes han
estado atrapados en los problemas de las calles. Yo apenas era un poco mayor
que mis estudiantes. Yo me entregué a la tarea de crear una documentación
visual de la historia africana. Como resultado, me encontraba a mis misma
rodeada por el movimiento Black Power.
Cuando me gradué del colegio, la siguiente primavera, estaba ansiosa para
conocer más del mundo y estaba interesada en temas raciales. Conseguí un
trabajo con niños americanos nativos de una reservación en Canadá. La fundación
Polaroid justamente estaba repartiendo cámaras y película para profesores que lo
usaran para los niños llamados “sin privilegios”.
Estábamos en 1969, tres años antes de que el movimiento Indio-Americano
tomara rehenes de Wounded Knee y demandara investigaciones dentro del
tratamiento de gente nativa. Los americanos saben muy poco acerca de los
nativos y sus modos de vida. Mi imagen de los indios americanos proviene de las
escasas antologías fotográficas impresas hace tiempo, las que muestran
imágenes románticas de caciques, valientes y niños adorables. Lo que yo vi de
Canadá era diferente. Yo veía a mis contemporáneos atrapados entre dos
culturas, sin trabajos, en casas inadecuadas, provisiones disminuidas y una
pandemia de alcoholismo. Ese verano crecí preocupada con los modos de
presentar la vida de la Reservación, y al mismo tiempo, respetar o la privacidad
de mis estudiantes y sus modos de mirar sus propias vidas.
Inicié la clase de fotografía para niños por la tarde. Cada niño tomo una cámara y
una rollo de película. Cerca de 15 de nosotros caminamos alrededor de la
reservación. Tomé fotos de los niños y sus familias, trabajando con cautela y
selección. Los niños, de otro lado, tomaron fotos de todo lo que veía: las cabras,
borrachos, tratando de ver un tabla, un pareja peleando, una repisa con una olla,
un tia en sus vestido dominguero blanco sentada en las rocas de una playa. Las
fotos de los niños eran más complejas y perturbadoras que las mías, y más
cercanas; lo que yo realicé, es lo que sus vidas parecían.
Una tarde, un niño de 14 años llamado Merton Ward y yo decidimos fotografíar el
cementerio. Merton divide su tiempo entre la reservación y el sur de Boston,
donde su madre vive. Él me contó que el había sido deportado de los Estados
Unidos por quebrar parquímetros. Así que cuando él cruza la frontera tiene que
usar un nombre falso. Él conoce más acerca del mundo exterior que muchos otros
en la reservación. Tal vez porque yo era de ese mundo, nosotros empezamos a
ser amigos cercanos.
Merton tomo su Polaroid Sharp Shooter, y yo mi Crown Graphic. Nosotros
comenzamos a fotografías casualmente todo el cementerio, entonces nos
movíamos para acercarnos a tomar fotos de la lápida de la abuela de Merton. Yo
centré la lápida blanca y disparé apenas desde arriba, así que está enmarcada por
el pasto. En el fondo, en el otro lado de la piedra, se podía ver la cruz blanca.
Merton se agachó y tomó su foto desde abajo, ubicando la cabeza de la piedra
lejos de la derecha, así que esto viró por fuera del marco. Su lápida se asoma
sobre el que mira, mirando como si esto fuera a suceder.
Mis imágenes mostraron un cementerio nativo tal como es. Tu puedes leer la
inscripción en la lápida sepulcral y ver la cruz hecha a mano en el fondo. La

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imágenes de Merton no hacen esto. Son aberradas, las proporciones están


“incorrectas”; pero el cementerio luce como un sitio miedoso. Nadie va allí-o si lo
hacen, ellos con frecuencia ven fantasmas.
Esa tarde en el cementerio hubo un punto de giro. Aunque Merton no era
conciente de la composición de sus fotografía y cómo reflejan sus sentimientos. Yo
me di cuenta que sus fotos representaron la vida de la reservación con más
exactitud y expresividad que las mías.
Mientras yo estaba teniendo un importante descubrimiento personal, el mundo a
mi alrededor estaba cambiando, y la situación racial entre blancos y nativos crecía
en tensión. Yo sentía que la presencia de mi cámara esta incomodando a mis
amigos. Merton y otros niños nos dudaban de fotografiar las situaciones de dolor
que ellos viven, pero yo rara vez fotografié en la reservación después del día en el
cementerio. En lugar de ellos, pase los veranos enseñando fotografía a niños
nativos americanos, coleccionando sus fotos y grabando historia que me fueron
contadas por los adultos en la reservación.
Cuando pienso ahora acerca de la fotografía que Merton y yo hicimos, me acuerdo
de la magia a la que asociaba el cementerio. Merton me hace pensar en el joven
que yo conocí, quien murió por actos violentos de alcoholismos durante el verano
que trabajé en la reservación, y cómo Merton tuvo que guiarme a unos de los
ataúdes, y cómo estaba de asustada cuando miré adentro el rostro del joven.

Propuesta para Proyectos Polaroid


Verano de 1973

<<Propongo poner en marcha una clase de fotografía para niños indios entre 4 y
16 años. El programa involucrará cincuenta niños por seis semanas. Trabajaré con
grupos de cinto o seis niños al tiempo. La intención es que los niños documenten
con fotografías y palabras sus sentimientos acerca de sus vidas. Para llevar esto a
cabo, yo necesito ocho cámaras y 200 rollos de película.
El objeto de esta propuesta es en la reservación de Black Rive, New Brunswick.
Hay aproximadamente 800 personas allí y un buen porcentaje tienen menos de
16 años de edad. La reservación esta localizada entre dos pequeños pueblos, uno
Francés y otro Inglés. Por la tensión racial, no hay interacción entre esos pueblos,
lo cual limita severamente la recreación para ambos, para niños y adultos. La
misma reservación no esta organizada para actividades o facilidades para la
recreación. Como hay poco en que ocupar a los niños, muchos de ellos hacen
juegos como el béisbol usando piedras y palos.
Pero desafortunadamente la mayoría de los niños, a menos que sean encerrados
por sus padres, gastan sus noches vagando la reservación en pandillas, burlando
la polícia, quebrando botellas, bebiendo y fumando; durante el día, ellos duermen.
Los niños van a la escuela hasta séptimo grado. Después de esto, ellos deben ira
la escuela “blanca” que queda a 60 millas. En este momento, muchos de ellos
suspenden su educación. Ellos comienzan a desanimarse y a avergonzarse en
este ambiente extranjero. Ellos reciben un tratamiento aterrados de parte de
muchos estudiante en la escuela de blancos: con todo, el prospecto de vida en la
reservación sin educación es tan aterradora.
Muchas de las niñas quedan embarazadas cuando dejan la escuela. Como no hay
control pre-natal, este es el comienzo para ellos de una familia de 10 a 12 niños.
Todas desean una mejor educación o un mejor tipo de vida sea olvidaba. Los
chicos con suerte logran conseguir un trabajo por una par de meses en la
explotación forestal en terrenos indios, pero probablemente ellos vean televisión
durante el día o duerman, y beban en las noches.

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La mayoría de la personas reciben ayuda humanitaria. Yo viví con una familia de


cinco que vivía de la beneficencia. Ellos rara vez pueden comprar carne o
vegetales, aún cuando ellos usen su dinero con prudencia y nunca beban. Los
Indios deben comprar sus casas al gobierno federal. La nuevas casas se han
construido lentamente. La mayoría de la gente, sin embargo, viven en casas de
madera mal gastada sin cañería. Las casas tienen dos o tres cuartos donde se
acomodan aproximadamente doce personas. Algunas casas no tienen muebles,
excepto un cama porque cada vez que la madre o el padre alcohólico necesita
beber, ellos cambian un mueble por una botella de vino. En muchos lugares hay
orina y excrementos por todas partes porque los papas dejan a los niños
pequeños abandonados por días mientras ellos beben. En esas condiciones de
vida causan ataques de tuberculosis y hepatitis. Generalmente, la gente de Black
River teme a los doctores y a los hospitales. Ellos asocian los hospitales con la
muerte, así que la atención médica es rara y las enfermedades se propagan
fácilmente.
Viví en la reservación por dos veranos, y también pase dos meses en otra
reservación en Labrador. Durante este tiempo, yo colecté imágenes y escritos
hechos por los niños. Yo y aquellos que habían visto esta colección sentíamos que
esto era profundo e ilustrados, y deberían ser vistos por mucha más gente. Mi
intención este verano es terminar mi proyecto coleccionando más fotografías,
escritos y entrevistas, y reunirlas en un libro con la ayuda de los niños.
Yo sentía fuertemente que la gente de Black River debería ser capaz de hacer un
libro para la gente blanca y para otros Indios, un libro que explicara como ellos
viven. En este punto de las relaciones indio-blanco, se hace necesario que la
gente blanca entienda el modo de vida de los nativos americano, no desde un
punto de vista extranjero sino directamente desde ellos. Yo había mirado muchas
fotografías de nativos americanos pero nunca había visto la profundidad presente
en las fotos tomadas por los niños de Black Rive. Un fotógrafo o un antropólogo
pueden ir a una comunidad India por meses o por un año, pero ellos no pasaran
toda su vida viviendo en la reservación. Un sentimiento de resistencia y gozo en
lugar de privación es lo que hace que los las fotografías de los niños sean más
verdaderas, más reveladoras que las la visión de un profesional. Si nosotros, como
no-Indios, vamos a tratar de ocuparnos de situaciones como Woundede Knee y
también con nuestros prejuicios personales, es necesario tener información
directa acerca de la situación y los sentimientos de los nativos americanos.

Wendy Ewald
Yellos Spring, Ohio.

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Secret Games

KENTUCKY 1975 -1982

A principio de los 70´s, en compañía de mucha gente joven, migré a San francisco
justo después de terminar el College. Pero muy pronto me desilusioné a causa del
desarraigo que les parecía un paraíso a quienes estaban a mí alrededor. Una
noche vi un documental, hecho por un colectivo de realizadores Apalache sobre
sus vecinos y amigos. Estaba particularmente golpeada por un corto a cerca del
sacrificio de cerdos. Su aspereza me recordó las fotos de los niños Canadienses.
Algunos meses después, con trepidación, me mudé a Kentucky para trabajar con
el colectivo de realizadores, músicos y artistas que habían hecho esos
impactantes documentales. Renté una pequeña casa en Ingram´s Creek, uno de
los más bellos y recónditos lugares en el condado de Kentucky.

A parte de las tres o cuatro familias que estaban establecidas en el área por un
siglo, nadie más había vivido en Ingram´s Creek. De todas maneras, momento a
momento, los vecinos me aceptaron. Crecí mucho junto a las mujeres que conocí.
Traté de emular su estoicismo y espiritualidad como una alternativa a los valores
de las mujeres bronceadas y delgadas del Country Club con las que me había
criado.

Mi antigua memoria sensocial del verano – el zumbido y gorgoteo del aire


acondicionado- fue reemplazado por los sonidos de los grillos y los golpes de las
puertas de angeo. Dejé crecer mi cabello como el de las mujeres mayores –
Bertha, Callie, Rena y Luveena – en trenzas que caían hasta la cintura. Ellas no se
cortaban el cabello porque la Biblia les decía que era pecaminoso. Allí todavía
había una sensualidad sencilla entre las mujeres. Ellas me tomaron como a su hija
y me enseñaron lo que era ser una mujer para ellas: protegerme a mi misma y
obedecer a Dios. De otro lado, sus propias hijas querían un poco de la cultura
suburbana que había dejado atrás.

Continué enseñando fotografía a los niños, en esta ocasión en tres escuelas


primarias: Kingdom Come, Campbell´s Branch y Cowan. Kingdom Come era una
de las ultimas escuelas de un solo salón. Había sobrevivido a la consolidación
porque los buses no podían llevar a los niños a una escuela más grande por lo
escabroso del camino. Los estudiantes en Kingdom Come estudiaban en pequeños
grupos: Freddie Childers y Billie Dean Ison en primer grado, Shirley Couch en
segundo grado, Amy Cormett, Mary Joe Cormett y Tammy Williams en el tercer y
cuarto grado. Los niños mayores ayudaban a los más pequeños.

Antes de comenzar a enseñar la clase de cuarto grado en Campbell´s Branch, su


profesor me advirtió que esos niños tenían los más bajos IQ (coeficiente
intelectual) de toda la escuela.
Ellos se transformaron en el grupo más talentoso con el que he trabajado.

En mis clases quería crear una atmósfera alegre y abierta para que los
estudiantes pudieran sentirse como en casa cuando se expresaran. Sabía que los
niños, como los artistas, se inspiraban más en ciertas ocasiones. Ellos
necesitaban llevar consigo siempre sus cámaras y mucha película, así cuando
querían fotografiar algo -el sacrificio de un cerdo, el nacimiento de un potro o una
fiesta de cumpleaños – podían hacerlo. Para los más talentosos, fotografiar podía
convertirse en parte de sus vidas y especialmente de sus juegos.

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Secret Games

Construimos dos cuartos oscuros, en las escuelas más grandes – Campbells


Branco y Cowan – En Cowan,el único espacio disponible un cuarto de calderas.
Cuando el horno de carbón era encendido tenía que gritar para que me oyeran por
encima del rugido. Nosotros conectamos mangueras a los tanques de agua y las
corrimos por el suelo y así podíamos mezclar los químicos y lavar los negativos.
Cuando a las mangueras les saltaban fugas, el polvo de carbón se mezclaba con el
agua y el piso se cubría de un lodo gris. Teníamos cuatro ampliadoras nuevas y un
estabilizador que revelaba, fijaba y lanzaba las copias secas en diez segundos.

Teníamos materiales para dibujar, escribir, hacer libros y siempre había libros de
fotografía alrededor. En algún momento en cada semestre, después de haber
hablado con cada estudiante acerca de lo que quería fotografiar y de las
dificultades que había tenido, yo hacía sugerencias de lo siguiente que podría
tratar.

Una de las labores mas complicadas fue persuadir a los niños de la elocuencia de
sus fotografías bruscas. Ellos no habían visto nada como las fotografías que
estaban a punto de tomar, ni el sujeto (de la fotografía), ni la gama tonal, ni la
textura de la superficie. Los retratos que ellos admiraban eran las cubiertas
pulidas de álbumes de Hank Williams o Dolly Parton; a ellos les gustaban los
paisajes idílicos que veían en los catálogos de semillas. Pero si mis palabras no
siempre los convencían de sus dones, eran apropiadas para que se animaran
entre si.

Como se sintieron más cómodos con la cámara, quise que ellos expandieran sus
ideas acerca de hacer fotografía, mientras estaban cerca de la gente y los lugares
que sentían más profundamente. Les pedí que se fotografiaran a si mismos, a sus
familias, sus animales y su comunidad, y que pensaran a cerca de las historias
que podrían hacer con las fotos. Cuando hicieron sus autorretratos, descubrieron
que podían ser los sujetos de sus propias fotos y que podían transformarse en
cualquier personaje que escogieran crear.

Un DIA, mientras miraba por la ventana de mi espacio de trabajo tratando de


hacer un plan para el año siguiente, recordé con claridad cinemática algo que
sucedió en la casa de uno de mis estudiantes: Charles estaba acostado sobre su
estómago mientras su hermano mayor, Jhonny lo ataba de muñecas y tobillos,
como un cerdo cuando va a ser sacrificado. Después, yo les pedí a Charles y a
Jhonny que volvieran a hacer la escena y así fotografiarlos para la serie “Historia
de Jhonny”. En Kentucky, los niños frecuentemente hacían escenas como esta.
Para ellos todo el mundo natural era un campo de juego y, como en sus sueños,
sus juegos cruzaban fácilmente los límites entre animales y humanos, entre vida
y muerte. Yo los vi mirando una existencia fantástica y completa y quise encontrar
un método fotográfico que coincidiera con su visión.

Decidí pedir a los niños que fotografiaran sus sueños o fantasías. Con la intensión
de dejar la clase a sus intensos y, a menudo, terroríficos sueños. Nos encerramos
en el cuarto oscuro, sentados en el suelo y nos contamos nuestros sueños más
atemorizantes. Las fotografías que tomaron los niños después abrieron nuevos
horizontes para ellos - y para mí. Los niños parecían no separar el mundo de los
sueños del consciente (despierto), como lo hacían los adultos y como en los
sueños, los objetos se volvían vehículos mágicos.

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Secret Games

Scott Huff no había tenido ninguna suerte con sus fotos hasta entonces. Ahora él
había avanzado triunfalmente en mi cuarto con su rollo de “fotos soñadas” (se
refiere al ejercicio ya descrito). Serían buenas, dijo él, solo si pudiera revelarlas
bien. Sus manos se temblaron cuando el agitó el tanque de revelado, pero no
hubo problemas y resultó una buena serie de fotografías –“Un sueño volador”- .

Allen Sheperd tuvo una pelea con su mejor amigo, Ricky Dixon . El y Ricky habían
intercambiado navajas y Allen sintió que Ricky lo había engañado. Se negaron a
hablarse durante una noche. Allen soñó que había matado a Ricky. Él decidió
hacer una foto de Ricky muerto, su cuerpo colgaba en la horca de un árbol. Él
pidió a Ricky que posara para él. En el transcurso de lograr la fotografía, los dos
chicos fingieron.

Con el primer rollo de película que Dennise Dixon tomó, vi que ella tenía un
sentido de la composición original y distinta. A diferencia de otros niños, ella
nunca se apartaba de las ideas. Yo visité su casa en muchas ocasiones. Ella había
arreglado su habitación como una casa de muñecas gigante, con muros blancos
desiertos y unos pocos afiches de animales y retratos de familia. En el escritorio,
la mesa de noche y la cama, ella había creado esquemas con sus muñecas –
justo como en sus fotografías, había simulado fantasías involucrando sus
hermanos gemelos Philip y Jamie. El meticuloso arreglo de su habitación y la
deliberada forma en que se vestía se reflejaban en el cuidado que tenía al
componer sus fotografías. Cuando le pedí que documentara la cena del día de
acción de gracias, ella tomó una foto de todo el pavo en una fuente, apoyado
sobre una mesa de formica destendida. Ella incluyó sólo lo que era esencial.

Dennise trabajó con migo de cuarto a sexto grado. En séptimo grado ella se
convirtió en porrista y jugadora de basketball. Tomaba menos fotografías.
Finalmente me dijo que quería dejar la clase de fotografía. No me dio ninguna
explicación, ella simplemente había perdido el interés.

Durante esos años me enamoré de muchos de los niños. Ellos fueron mis
compañeros. Una vez Dennise y yo hablamos por horas estiradas en su cama,
acerca de sus sueños y presentimientos. Éramos como cómplices en un juego
secreto. Nosotras sabíamos, como fotógrafas, que algunas veces teníamos que
engañar a los adultos para que nos permitieran tomar las fotos que queríamos.

No podía presionar a Dennise para que continuara. Caí en cuenta de que estaba
tratando de mantenerla en un breve periodo de su vida que ella había dejado. Su
fuerza expresiva con la cámara fue un momento en su niñez. Ella podría haberse
dado cuenta de su talento de alguna manera y tratar de convertirse en fotógrafa,
si fuera a ir más allá de su elocuencia instintiva con la cámara. Quizá ella retome
la cámara de nuevo; quizá ella se expresaría de sí misma por otros medios.

La historia de Jhonny

Puesto que me convertí en participante activo de la comunidad, decidí hacer


biografías de alguna de la gente la que había crecido cerca. Durante el trabajo
en diversas situaciones con gente distinta. Me volví consciente del efecto del
contexto en las imágenes. Comencé usando palabras, las mías propias y las de los
sujetos, para anclar las fotografías. Puse mis fotos junto a las transcripciones de
sus historias de vida, y algunas veces con sus instantáneas, para crear retratos
multi – dimensionales. Jhonny fue uno de mis estudiantes:

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Secret Games

Bien, tengo cinco hermanas y dos hermanos. Charles y Diane viven con mi mamá
y yo. Mi hermana mayor, Hazle, está casada con Dewey y maneja un mercado de
pulgas junto al camino, y Doc Mare, mi otro hermano, nosotros le llamamos Bubby
y trabaja para él mismo. Soloui , la llamamos Sissy, tiene un trabajo y tiene dos
niños. Clara, mi otra hermana tiene un bebé y viene otro en camino; vive en la
carretera en un carro. Es una station wagon blanca con rayas cafés; y Joyce Ann
se queda con mi hermana mayor, la que tiene el mercado de las pulgas. Eso es
todo lo que hay para decir. Oh, probablemente, mi madre tiene que ir mañana al
doctor para que le saquen unos cálculos biliares. Ayer, la mujer a la que le
rentamos afuera, vino y le dijo a mamá que dejara nuestras bicicletas con llave
cuando vaya al hospital, así no estaremos en la carretera. Mi madre dijo que ella
no va a ir al hospital.

Mamá esta tratando de conseguir que Joyce Ann vuelva a casa. Joyce Ann no
vuelve a causa de su novio, Freddy. El viene a verla y la lleva al drive – in. Mami
va a llamar a Bobby Polly , el asistente social y Joyce Ann va a ser puesta en una
casa adoptiva, como yo que casi fui. Ella tiene quince años.

Mis hermanas preferidas son Sissy y Clara . Deseo que Clara consiguiera
separarse de Zinzel porque la va a golpear hasta la muerte. Todos nosotros
somos como la misma persona , sólo que somos diferentes. En la cara somos
iguales. Todos tenemos los ojos de mamá : todos son realmente pequeños.
Tenemos dedos iguales: pequeños y torcidos. Tenemos pies largos. Tenemos casi
el mismo color de cabello: El de Charles es café y rubio al mismo tiempo, el mío
es café y el de Diane es café y tiene un poquito de rubio . Yo soy alto y Charles es
bajo. Pero los dos somos delgados y ambos tenemos brazos y piernas largas. Casi
siempre juego con Charly. Yo le enseñé a nadar.

Le amarré tarros de leche debajo de los brazos y lo tiré en medio del arroyo. El
comenzó a flotar y yo le enseñé como hundir los brazos sosteniéndolo. Tenemos
un camino pequeño construido en la colina. Yo construyo juguetes. Encontré en el
arroyo un camión sin llantas y hace como un mes encontré ruedas y se las puse.
Ahora tenemos un camión de carbón y un carro remodelado, un camión con dos
remolques, un remolcador de carbón, un remolcador de troncos. En lugar de
transportar troncos en el camión remolcador, usamos tubos plásticos y fingimos
que estamos cargando la tubería para ponerla en camino.

Algunas veces Dianne y yo nos llevamos bien, como me llevo con Charles. Ella
quería una grabadora para su cassette pequeño en navidad. Mamá le compró una.
Se endeudó, vendió su antena y la aspiradora. Dianne casi no ha puesto el
cassette. . Ahora quiere un par de patines para romperse el cuello. Esa gente rica
tira casi nuevas las cosas que no quiere, como un cenicero nuevo: Dianne lo
encontró y lo guardó. Todas esas cosas nuevas que vienen directo de los
almacenes.

Bubby, el más viejo de nosotros, vive arriba de aquí en Jerimar y la abuela


también arriba, vive en Eoli. La tía Ruth vive en Dayton, Ohio y el tío Herbert esta
muerto; el cáncer lo mató . Una vez cuando el tenía doce años, estaba trabajando
para alguien cortando un cable eléctrico. Cuando lo tiró hacia atrás, se cortó el
globo del ojo. El sólo retiró el cable y siguió. Tengo una foto de él cargándome en
sus brazos. Yo era un bebé. La tía Margy vive debajo de la tienda de Lloyd Brown,
esos son todos los parientes que tengo. Tío Fusten, vive aquí en Bell County. El
saltó sobre unos hombres por licor y ellos le dispararon en el intestino. El no

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Secret Games

murió. Ellos lo llevaron al hospital y él no pudo pagar su cuenta. Lo demandaron y


él no tenía nada. Su esposa lo dejó porque él no era más que un borrachín.

Solíamos vivir en Kingdom Come Cree . Esa fue la mejor época de mi vida. Había
muchos animales salvajes. Recuerdo la noche en que papá oyó algo chillando.
Sonaba como un hombre tratando de matar una mujer. Papá encendió un viejo
reflector que había afuera y había dos panteras negras matando nuestros cerdos,
Jhonny y Charlie, llamados así después que Charles y yo. Esas dos panteras
negras tenían la cabeza de los cerdos atrancadas en sus bocas. Papá sólo
retrocedió y “Pow, pow!”
Mamá tuvo el 30/30. Mamá disparó el arma como si estuviera disparando un arma
BB, y Papá una 38 y sólo se sentaron y mataron las panteras en un momento.
Amiga, tuvimos buenos tiempos. Tenía diez años cuando nos mudamos de
Kingdom Come a Bell County. Después de mudarnos nunca más vi panteras.

Hasta entonces tenía la mejor familia del mundo. Cada vez que algo me pasaba se
los contaba. Una vez Bubby estaba abajo, pescando y pescó un ojo rojo: era un
pez delgado y pequeño; Bubby lo sacudió, el pescado se devolvió y le pegó a
Dianne en la cara. Recuerdo cuando Dewey avanzaba con dificultad en el río, sólo
para ver a Hazel.

Entonces enviaron a papá preso. Le dieron diez años, pero el juez decidió
reducirlo a cinco. El está afuera ahora; su libertad bajo palabra se terminó y es un
hombre libre. Una vez lo vimos en Turkey Creek. El estaba en una gran limosina
negra. Debe ser rico.

Cuando ellos mandaron a papá a prisión, lo dejaron salir de la celda para que
Mami le cortara el pelo. Nosotros conseguimos verlo un par de veces mientras
estaba ahí. Diane, Charles y yo fuimos hasta la celda, pero Mamá nunca lo hizo.
Ellos temían que ella clandestinamente le llevara algo. El le dijo a mamá que si no
salía rápido, se iba a suicidar. Aproximadamente un mes después lo mandaron a
la prisión LaGrange. Estuvo un año y dos meses allá. Le escribió a mamá una
carta de diez páginas. Eso hizo que saliera el hombre en él pues antes de ir a
prisión tenía una gran boca. Se debe tener la boca cerrada en prisión o podrías
ser golpeado y vencido. Aun tenemos la carta; está en diez papeles distintos –
todos de diferente color. Mami los leyó hace un año. Sólo se sentó y la leyó para
ella misma. Yo no puedo leer por eso no se que dice. Le pedí a Diane que me la
leyera el otro día, pero ella no quiso porque le gusta jugar a la señorita vieja. A mi
padre lo llevaron a prisión en 1975. Recibimos la carta en 1976. Eso fue lo último
que escuchamos de él.

Cuando lo visité en su celda, se sentía como estar prisionero. Papá y su amigo


tenían la última celda al lado de las escaleras, al lado de una celda grande y vieja
en la que había varios hombres que habían cometido crímenes. Su compañero de
celda tenía siempre un conejo a sus pies. Cada vez que lo querían bajar al
sendero, se salía y se escapaba de los policías por el río. La vida habría sido feliz
si mi papá alguna vez hubiera regresado con nosotros. Cuando sea más grande, si
alguien trata de separar a mi familia, lo mataré. Se que lo haré.

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Secret Games

COLOMBIA 1982 -1985

Por mucho que yo quisiera, nunca sería una mujer de montaña. Muy renuente,
tras siete años en Kentucky, me mudé. Quise trabajar en otra comunidad de
montaña, esta vez fuera del país y entonces me fui a Latinoamérica. No sabía si la
forma en que había enseñado en Kentucky podría trasladarse a otra cultura. Mi
idea fue que trabajando lejos de mi lenguaje nativo, estaría forzada a confiar en
mis habilidades visuales.

Cerca de dos años fotografié y enseñé en Ráquira, un pueblo pequeño en un valle


fresco y seco en la espina occidental de de los Andes Colombianos. La mayoría de
mis estudiantes vivían en las montañas arriba del pueblo y se levantaban antes
del alba para cuidar las cosechas y el ganado, actividades que los ocuparían sus
vidas enteras. Compartí lo que podría llamarse el último año de su niñez.

Al principio los chicos tuvieron dificultades con la cámara. En lugar de encuadrar


la cara de alguien, como se lo proponían, a menudo fotografiaban las rodillas o los
pies. Me tomó tiempo entender que en las cabañas, donde dormían en las
montañas, no habían ventanas y que nunca o raramente veían televisión. La idea
de encuadrar era absolutamente extraña para ellos; nunca habían visto sus
alrededores a través de ninguna cosa. Les pedí que cargaran un pedazo de papel
con un hueco y que miraran a través de él todo lo que ellos descubrieran. En
menos de un par de semanas no tuvieron problemas usando el visor.

Hacia el final de mi proyecto, en un viaje a Bogotá, fui presentada a Alicia Vásquez


por un amigo mutuo, quien le ayudaba a reconstruir su casa. Alicia tenía 28 años y
era madre soltera de tres hijos. Vivía en el barrio Luís Alberto Vega, una invasión
construida en una ladera que era considerada como una de las cuestas más
empinadas y elevadas de los Andes del este y el oeste de Bogotá.

Después de que ella acostó los niños, nos sentamos alrededor de la luz de una
vela mientras ella contaba historias de su vida. La sensibilidad y agudeza de sus
percepciones me atrajeron. Su narración se volvió tan detallada que ella revivió su
niñez.

Comencé a sentir que la historia de Alicia era crucial para el entendimiento de


cualquiera que no fuera colombiano, de mis fotos o las de mis alumnos. También
me pareció claro que su narrativa necesitaba ser “ilustrada” para aterrizar el tono
mágico de su historia en la realidad contemporánea e historia de Colombia. Lo
visual y lo verbal tenían que ser iguales.

De todas maneras, mi cámara incomodaba a Alicia. De hecho, ella se soñaba


atrapada por un lente- un lente que le parecía el ojo del Diablo. Cambié mis
pensamientos y planes, fotografiando sus vecinos y otros colombianos que vivían

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Secret Games

en circunstancias similares a los años de su niñez en el Valle del Cauca y


similares a su actual hogar en el barrio Luís Alberto Vega. El resultado fue un libro
llamado Ojos mágicos: Escenas de una niñez Andina. Una narración que orientó
mis fotos y las de mis estudiantes a través de la historia de vida de Alicia.

Lo que sigue es un fragmento de de este libro.

LA INVASIÓN
Nuestra arrendataria era una pequeña anciana que bebía mucho. Su nombre real
era Concepción de Granados, pero todos la llamábamos Conchita. . Ella le decía a
mi hermano Miguelito “rollo de pan” porque era gordo y moreno. Los viernes se
iba a beber con todos los hombres que vivían en la casa. Cuando llegaban a la
madrugada, ayudaban a Conchita para subir las escaleras hasta su cuarto.
Después ellos se iban casa a pelear con su mujer.

Nueva de nuestra familia vivían en el primer piso y Conchita vivía en el segundo


piso. El cuarto que alquilábamos era pequeño – diez por nueve pies- pero nos
apretábamos en dos camas, había una mesa, una silla y la máquina de coser de
mi mamá. Nuestra única decoración era un espejo usado por las mujeres que
iban a arreglarse sus vestidos, y una foto de nuestra señora del Carmelo.

La casa era horrible, Conchita quería el piso encerrado y brillante, pero usted no
podía porque estaba demasiado podrido. Las paredes estaban tan húmedas, que
si usted ponía la cama cerca el colchón se ponía mohoso. Cada uno tenía un día
para lavar. Nadie más podía lavar siquiera una media ese día. Había un baño
para todos.

Alguna de la gente era buena. Algunos no lo eran. Algunos dejaban el baño sucio
y culpaban a los otros. Algunos se robaban la ropa o la comida y tiraban la basura
en el cuarto de otra gente. Una niña, Luz Helena, se robaba la ropa interior, las
ollas y las cucharas. Ella era desagradable.

Cuando mi padrastro, Raúl llegaba a casa borracho, prendía el radio duro. Los
vecinos comenzaban a insultarnos y a gritarle a Raúl que lo apagara y los dejara
dormir. Conchita de Granados tenía que levantarse y callarlos a todos.

Bueno, una noche Raúl entró con un tipo en la puerta de al lado. El tipo trabajaba.
Yo no se donde trabajaba, pero se iba temprano en la mañana y regresaba
después de que oscurecía. El vivía justo al otro lado de la pared de nosotros. Y
como siempre, Raúl llegaba a la casa, prendía el radio y levantaba a todo el
mundo.

Bueno, una noche el tipo estaba de mal genio. Se levantó y gritó “Maldita sea,
dejen dormir!”y se fue a levantar a Conchita quien se tropezó borracha y rodó
escaleras abajo. Raúl salió y le rajó la cabeza al tipo y terminó en la estación de
policía. Nosotros dormimos durante casi todo el tiempo. Al final nos despertamos
llorando. Era tiempo de mudarse.

Mi mamá había oído de un nuevo barrio de invasión: Policarpo Salavarrieta,


llamado así por la última mujer, héroe militar en la historia de Colombia. Policarpo
llevaba mensajes entre Bolívar y sus hombres. Cuando ella sólo tenía veintiún
años, los españoles la capturaron. Ella fue presentada ante una escuadra de tiro
y le dispararon por la espalda. –método usado por los españoles para ejecutar
traidores. “Gente miserable!”, ella gritó a la multitud que se amontonaba para

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Secret Games

verla morir. “Me dan lástima. Cuan distinto sería si supieran el precio de la
libertad. Pero no es tan tarde; miren y no olviden esta lección: soy mujer y joven,
pero tengo fuerzas más que suficientes para encontrarme con mi muerte – y mil
más”.

Gente que no tenía techo sobre sus cabezas, -y ellos eran cientos de miles en
Bogotá - o gente como mi Mamá que quería construir algo propio en lugar de
arrendar un cuarto pequeño sin luz –se organizaron ellos mismos para invadir una
tierra baldía para construir casas con lo que pudieron encontrar. Usted lo tiene
que hacer rápido porque en pocas horas la policía puede llegar a derribar las
casas y arrestar a todo el mundo. Entonces eligieron una junta. Construyeron un
sistema para el agua. Robaban electricidad de los postes al rededor, los
invasores se dieron cuenta de que entre más tiempo estuvieran y que entre más
permanente hicieran la estructura, mayor era la oportunidad de permanecer. La
ley decía que la policía tenía treinta días para desalojar si no se tenían los
papeles adecuados; pero incluso la policía podía llevarlos al juez y conseguir una
nueva orden para echarlos.
Se resistieron; alguna gente fue asesinada. Algunas veces la gente de otros
barrios venía a ayudar. Hicieron una cadena humana alrededor del terreno para
mantener afuera a la policía. Eso fue duro. La policía destruyó muchas invasiones.
Gradualmente el gobierno de la ciudad tuvo que aceptarlos. ¿Dónde más iba a
vivir toda esa gente?

Mamá pensó que tenía oportunidad de invadir una sección de Policarpo, junto a
otras cuarenta familias. Podríamos haberlo perdido todo pero finalmente
intentamos; acabábamos de conseguirlo todo cuando un vecino preguntó a mi
madre que ella sabía si los organizadores eran comunistas. Ella dijo que no.

Nosotros nos criamos católicos. Hasta decir la palabra “comunismo” era un


pecado. Mi mamá se fue y le confesó al cura que había cometido el pecado mortal
de querer vivir en un barrio comunista. El cura le dijo que no debía hacer eso ni
por todo el dinero del mundo y que una persona que había sido bautizada tenía
que seguir todas las enseñanzas de la iglesia; que debía huir del comunismo
como Satanás huía de la cruz y que el comunismo era el mismo Satanás. Ella
estaba convencida: dijo que no quería saltar en las llamas del infierno. Lo
estábamos haciendo bien por nuestra cuenta, por qué deberíamos enredarnos con
comunistas? Entonces ni siquiera Dios habría de tocarnos. Pero los arriendos
siguieron subiendo y todo se puso más caro. Mamá comenzó a trabajar más duro,
dormía dos o tres horas en la noche. Cuando ella tenía aun más trabajo, tomaba
pastillas para mantenerse despierta. Estaba tan enviciada que cuando nos
mudamos finalmente a Policarpo no pudo dormir bien durante cuatro años.

Todavía vivíamos donde Conchita cuando un vendedor rentó un cuarto. El era del
sur, cerca del Valle, nos llevamos bien. El nos invitó a salir la noche de Navidad y
todos pasamos un buen rato. El vendedor mencionó que se había unido a una
organización llamada Provivienda y que ellos le iban a asignar una parcela en un
nuevo barrio; en Policarpa. El iba invadir la semana siguiente. ¿Por qué no
también nos uníamos nosotros? Mi mamá le dijo que francamente que ella estaba
asustada. ¿Los organizadores son comunistas?

“Pues claro que son comunistas. Los comunistas son los únicos que ayudan a la
gente. Pero ellos no la obligan a volverse comunista si usted no quiere”.

19
Secret Games

El era un hombre bueno y honesto y mi mamá decía que ella siempre le ponía
atención a la gente honesta, pero aún así ella no podía irse: dijo que sentía como
si una mano le sujetara la espalda. El vendedor insistió para que lo visitáramos en
el bario Charles de Gaulle, que fue llamado así después del DIA que lo invadieron,
el veinte de Julio, el día que De Gaulle llegó a Colombia. Mamá daba excusas: ella
mentía. El le dijo que estaba muy enfermo.
“Mire María, “dijo el” uno de estos días la van a echar a la calle y después usted
misma va a tener que lidiar con su situación, porque yo ya no le voy a rogar más.
Si usted es tan fuerte como para trabajar veinticuatro horas al día, ¿porqué es tan
difícil hacerse a una casa propia?”.

Después, tal como el vendedor lo predijo, nuestra situación empeoró, Javier, mi


hermano mayor, perdió su trabajo. Conchita de granados nos subió el arriendo
cincuenta pesos, que era una cantidad de plata en esa época. Entonces mi mamá
se unió a Provivienda, la organización de los invasores, junto con otras mujeres.
Ahora que Raúl no siempre llegaba a casa ella tomaba sus propias decisiones.
Después de la última reunión de Provivienda antes de la invasión programada,
Conchita nos echó.

Los otros invasores dijeron que ellos llevaban la madera para nuestra casa; que lo
único que lleváramos era una cama vieja y colchones.

Nos mudamos al centro comunitario que habían construido los primeros invasores
en Policarpa. Cinco años antes ellos habían invadido los terrenos baldíos alrededor
del hospital de la Hortúa, donde después el Gobierno dijo que tenía planeado
construir un nuevo hospital. Todas esas familias en una misma casa, teteros por
todas partes, comidas comunales cocinadas en ollas enormes – la gente comenzó
a enfermarse. Transportaban en camiones la leche y los granos y nosotros
teníamos que cuidarlos; cuando vinieron los doctores del Hospital de la Hortúa,
nos dijeron que teníamos que teníamos que construir casas de verdad o iba a
haber una epidemia.

Era un viernes Santo en 1966. Las chozas eran todas hechas de cartones, palos y
ropa. Nosotros conseguimos postes para los lados; teníamos plásticos para las
paredes y latas para el techo. Cada casa era una caja negra con camas. Javier
escribió con crayón nuestro nombre en cada tabla así cuando descargaran
sabríamos cuales nos pertenecían.

En la tarde, justo cuando íbamos a almorzar, los organizadores dieron la orden de


invadir. Ellos ya habían tumbado la reja de alrededor el terreno frente al hospital.
Algunos nos fuimos al otro lado del el muro del Hospital de La Hortúa, otros para
la finca de al lado. No todos nos fuimos de una vez, unos pocos por aquí, otros por
allá... Yo estaba tan asustada que caminaba como si estuviera en zancos.

Raúl y algunos de sus amigos pusieron sus hombros debajo de las esquinas de la
caja negra y la levantaron cuidadosamente. Ahora nuestra caja negra tenía
piernas. Cada uno corrió a diferentes partes del terreno cargando los armazones
de la casa y colocándolos en bloque. Cuando Mamá y yo llegamos, Javier, Raúl y
un caballero llamado Luís Alberto Vega, habían arreglado la casa y las cosas ya
estaban adentro. Luís Alberto Vega no era líder ni nada, era solamente un
simpatizante. El fue asesinado el domingo de Pascua, el día de la batalla.

Ellos pusieron la choza en un piso de pasto, como un tapete verde. Nuestra


pequeña choza hizo de la tierra una hermosa alfombra verde. Cuando usted

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Secret Games

quería abrir la puerta o dejar entrar la luz del sol, se enrollaba el plástico en un
palo y lo tiraba encima del techo. Entonces tenía una casa iluminada sin ventanas
o cualquier cosa. Entonces en quince minutos estaba listo.
Para el Domingo de Pascua, cuando la policía se presentó, ya estábamos
preparados, la ayuda y los manifestantes llegaron de todas partes. Los
organizadores dieron órdenes para que las mujeres y los niños no se fueran. Yo
encendí fuego y herví agua para tirar a la policía.

El presidente de Colombia Guillermo León Valencia, que era muy poco querido,
tuvo que declarar estado de sitio para mantenerse en el poder, miraba la batalla
armada desde la terraza del hospital.

El ejército rodeó el barrio. Ellos rompieron el muro alrededor del hospital para que
entrara la caballería. Los soldados tiritaban del frío. Los comerciantes de harina y
arroz trajeron camiones llenos de comida y cobijas para los invasores. La policía
no los dejó seguir, pero en el cambio de guardia los nuevos soldados se
descuidaron y entonces, condujeron los camiones a través de los rotos del muro
del hospital.

Las ordenes eran que si ellos atacaban nosotros tiráramos piedras.

De pronto había verde oliva por todas partes. La policía llegó y después la
caballería; se oían tiros. Las familias abajo de nosotros fueron golpeadas y sus
casas rotas. Mamá fue a ayudarlos. Javier estaba en la colina ondeando una
bandera hecha de una sábana blanca y ayudando a cargar las rocas que los
hombres les tiraban a los policías. Yo me quedé en la casa con Miguelito para que
no le pasara nada:
“Así ellos tumben la casa”, me dijo mamá, “no lo deje”.

La cama estaba puesta en la mitad del cuarto. Miguelito estaba jugando en la


cama y se estiró a recoger un juguete del suelo; justo venía uno de la caballería
venía galopando y de pronto la punta de una bayoneta atravesó el plástico y no le
dio a la mano del niño.
Los adultos ya tenían un cargamento rocas listo. Tan pronto como se oyeron los
primeros disparos, mamá se asustó, pero de todas maneras corrió hacia adelante
y cuando la tremenda batalla ella dice que se olvidó de todo y de todos. La única
cosa que le importaba era atacar porque la policía les estaba disparando. Algunos
de los niños recogían rocas; había rocas volando por todas partes y ellos
replegaron a la policía dos veces.

Eso era peor en la otra parte – la parte retirada del hospital- donde mandaron la
caballería. Todo el mundo tenía ramas gruesas con las puntas muy afiladas y
bolas de trapo con asfalto, amarradas con alambre y empapadas en gasolina.
Entonces cuando la caballería venía a la carga, ellos encendían sus antorchas y
las atizaban debajo, a los lados de los caballos, y los caballos tiraban sus jinetes al
aire. Cuando los soldados de caballería se caían perdían las armas y salían a
correr, pero la gente no se paraba a mirarlos; seguían golpeándolos y echándoles
agua caliente.

La policía comenzó disparando a las casas. Los organizadores les gritaron a los
hombres que se salieran, entonces los policías veían adentro sólo niños y mujeres.
Ellos le dispararon a un hombre, que había construido la casa arriba de la nuestra;
lo patearon y lo arrastraron enfrente de nosotros. Cuando se calmaron las cosas,
al final, hubo una lluvia a las cuatro de la tarde.

21
Secret Games

Dicen que vivimos en el país más católico del mundo, era domingo de pascua y
cada familia tenía un altar en su choza. Los arreglos se cayeron en cualquier parte
y después de la batalla las estatuas de los santos seguían allí, aplastados en el
barro por los caballos de los policías.

Trajeron carros de la policía para llevarse los heridos de ambos lados. Ellos dijeron
que ningún policía había fallecido, pero yo misma vi uno muerto. Se llevaron a
Luís Alberto vega porque el no murió inmediatamente. Dos niños murieron
después. Yo oí que se llevaron a muchos de los de nosotros para la cárcel. La
policía dijo que si alguien decía quien nos había llevado allí, le daban una casa;
pero ya estábamos listos para eso. Nosotros respondimos: “No se necesitaba que
nadie nos trajera; llegamos aquí porque no tenemos plata para pagar arriendo y
los dueños de las tierras tiraron nuestras cosas a la calle”. Los policías dijeron que
éramos unos sucios comunistas, pero nos dejaron ir.

Llevamos a cabo el velorio de Luís Alfredo Vega en el centro comunitario. No


dejaron salir a nadie para enterrar el cuerpo en un cementerio, entonces lo
enterramos ahí abajo. Calle veintiséis. Después de eso, la policía tuvo que tener
cuidado para que no se dijera que habían sido tan crueles.

Esos fueron buenos tiempos. Éramos jóvenes; cada mañana yo jalaba la cobija
tratando de no descobijar los pies cafés de Javier al lado de mi cabeza. Me
levantaba de la cama y miraba el cuadro de Santa Lucía pegado en la cabecera.
La hermosa santa del cabello castaño y ondulado, con ojos azules, me protegería
hasta que me subiera a la cama otra vez. Yo caminaba rápido tratando de no
tropezarme en alguno de los surcos. Mamá había excavado en el suelo sucio. El
piso se convertía en barro cuando llovía, a menos que cuando empezara a llover
mamá hiciera un surco para que el agua corriera montaña abajo.

Jugábamos a las escondidas en la escuela Antonio Nariño. El patio era pequeño.


Aprendí a dibujar el mapa de Colombia. Casi todos vivíamos en Policarpo, pero
cuando nos matriculamos, todos tuvimos que mentir a cerca de eso. Si decíamos
que vivíamos en el terreno invadido decían que éramos malos estudiantes y nos
expulsaban. Yo decía que vivía en un barrio hacia el Norte.

Pero nosotros éramos felices así el piso fuera barro o creciera pasto alto dentro de
la casa. Era un sitio maravilloso para jugar. Desde que no teníamos agua,
teníamos que caminar tres cuadras hasta los grifos públicos y llevarla en baldes.
Mamá quería construir algo en ladrillo de una vez y comenzó a trabajar lavando
ropa, cosiendo y haciendo miles de cosas.

Hacíamos turnos para las guardias. Teníamos que asegurarnos de que no vinieran
extraños por las noches. Si alguien veía algo, llamaba y el primero que alcanzara
la alarma la sonaba. Los niños tenían la obligación de hacer guardia también.
Nosotros caminábamos y caminábamos y escuchábamos a los adultos hablar de
muchas cosas. Que las mujeres deberían ser mas activas; que teníamos que ir a
hablar con el gobierno para exigir los servicios en el barrio... para legalizar
nuestra situación pronto.

Escuchamos que habían planeado una nueva invasión. Entendimos que la


vivienda era muy importante, teníamos donde vivir y por eso queríamos ayudar a
otros. A las tres de la mañana los líderes fueron de casa en casa como un

22
Secret Games

despertador. “Hermana, quiere venir con nosotros y ayudar a los hermanos y


hermanas a tomar sus tierras?”

Nuevo Quindío era más escarpado y frío que Policarpo. Teníamos que atravesar la
montaña para evitar a la policía. Para dormir teníamos que cavar en el pasto y
taparnos entre nosotros mismos allí. Poníamos los niños entre dos adultos y así no
se congelaban.

Agarraron a Javier cuando estaba trayendo comida. Podían encerrarlo entre dos y
veinte meses por invadir. Ellos lo pusieron en la cárcel del distrito. A él le dijeron
que éramos subversivos, pero nosotros ni siquiera sabíamos que significaba esa
palabra. Yo sólo sabía que mi hermano era mi hermano y que mi mamá era mi
mamá. Fuimos criados para irnos, después que nosotros quisiéramos. Aprendimos
mucho acerca de la justicia y la injusticia. Tuvimos prueba de que para conseguir
un pedazo de tierra hay que luchar por él. Sin importar nada.

- Alicia Vásquez

INDIA 1989-1990

Cuando yo miré las hermosas fotos de los fotógrafos Raughubir Sing, Mitch
Epstein y otros, India parecía un lugar más rico visualmente que cualquiera que
había visto, un país donde imágenes exquisitamente compuestas caerían en mis
manos. En Colombia yo he aprendido que estando cerca de la historia de una
familia, es posible crea un contexto para imágenes que podrían hacerla ver de
otra manera como exótico. Yo estaba interesada en descubrir que sí, trabajando
con un grupo pequeño de personas, podía organizar y articular significados en la
pequeña, en la capa del mundo de la villa India.

Vichya es una villa en el estado de Gujarat, al noroeste de Bombay. De acuerdo a


las tradiciones locales, la colonia se originó hace 500 años, como consecuencia de
guerra entre dos hermanos principescos. Hoy, como hacer cinco siglos, Vichya
está compuesta por familiar o gastas agrupadas en casas de barro. Los
alrededores del campo lucen como una ciudad desparramada –aunque “ciudad”
no es la palabra precisa. “Ciudad” transmite la densidad de ella pero no lo las
conexiones. Dos mil personas viven entre las paredes de Vichya. Dentro de ella,
hay pequeños campos para el cultivo de arroz y especias, y gente, gente por
todos lados.
Mis consejeros fueron Jhivanbhai, el barbero de la villa, y su hija Usha. Con el
interés de la imparcialidad, ellos sugirieron que yo escogiera los estudiantes
sobre la base de un simple test. Al día siguiente, una larga fila de niños
serpenteaba en el jardín del barbero, en una carretera arenosa que una a la villa
con la autopista. Uno por uno, yo les pedí a los niños que miraran a través de la
cámara, que identificaran qué veían y me dijeran qué deseaban fotografiar y por
qué. La mayoría de ellos dijo lo mismo: ellos deseaban fotografiar los dioses.
Le pregunte a Dasrath, el hijo del zapatero remendón, que me mostrara una
fotografía. El señaló el frente de la casa del barbero, el cual estaba adornado con
fantástica imágenes de Hanuman, el dios del mono alado y Krishna, el hermoso
hombre-dios azul. Dasrath pensó que la cámara era una máquina que podía

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Secret Games

fabricar cualquier imagen que se viniera a la mente, tan fácil como grabar las
cosas que él ve en frente de sus ojos.

Era imposible hacer el techo de bambú con las tapias de esas casas luminosas, así
que en el jardín del frente del barbero nosotros empezamos a construir un cuarto
oscuro de ladrillo y concreto con un techo de lata. Al costado de esta estructura, a
cambio de la acostumbrada cuota de 50 kilos de arroz por año, el barbero
continuó cortando el pelo y afeitando a los hombres de la villa.
Cuando el cuarto oscuro estuvo listo, nosotros planeamos un ritual con planta de
albahaca (sagrada para Krishna) para proporcionarle a la “casa negra” -como era
llamado el cuarto oscuro- un buen comienzo. Los estudiantes y los padres se
reunieron para ir a la ceremonia de apertura; los estudiantes hablaron sobre lo
que ellos habían aprendido hasta el momento y recitaron oraciones.
De los niños más entusiasmados, escogí un número igual de niños que iban a la
escuela y quienes, debido a que tenían que ir a los campos, no lo hacían. Mi clase
tenía una amplia representación de las diferentes casta. Mis estudiantes incluía
miembros de la casta de los granjeros así como de las castas profesionales tales
como tenderos y barberos, y de la casta más baja –los Harijans (intocables).
Mi primera tarea era mostrarles a los estudiantes cómo trabajaba realmente la
cámara y qué podrían hacer. Instalé un rudimentario estudio de fotografía al
frente del porche de mi casa. Le pedí a cada niño que se sentara y mirara dentro
de los lentes mientras yo tomaba una foto Polaroid, así que ellos podían ver una
imagen positiva y negativa al mismo tiempo, y llevárselas a casa con ellos. Yo me
conmoví con la intensidad de sus miradas cuando ellos observaban dentro de la
cámara por primera vez.


Cada vez que yo camino por el estanque, yo rezo a los dioses para que me haga
más fuerte –como un pedazo de madera al fuego.
Cuando yo tenga veinte años yo golpearé a todos los niños con un palo. Yo
trabajaré en los campos –donde sea que yo consiga trabajo, donde yo pueda
conseguir plata.
Mi lugar de nacimiento es Vicia, en esta casa. Cuando yo nací, Nathi, la vieja
mujer, vino a ayudar y lauro Doshi también. Yo no recuerdo nada, pero mi madre
dijo que le nacimiento fue rápido.
YO soy un miembro de la casta Vaghri; nosotros hacemos vino. Cuando nadie está
en la casa, yo lleno un vaso con el vino y lo bebo despacio. Nosotros rogamos por
comida –como los flautistas. Mi madre va a pedir comida en esta villa; yo voy a ir
a otra.
Yo tengo tres hermanas y un hermano. El nombre de mi hermano es Sabú. Laxmi
es mi hermana mayor. Los demás son Paku y Tidiben cuando yo tenía dos años mi
padre murió. No sé cómo. MI hermano y mi cuñada se murieron también. Sucedió
cuando mi hermano estaba tomando. El golpeó a su esposa con una barra de
hierro y la mató. Luego él se colgó.
Yo solo sueño con elefantes. Me da miedo porque las piernas de los elefantes son
tan gruesas que si ellas vienen sobre mi, sería triturado.
A mi me gusta mucho la villa porque tengo muchos amigos aquí. Si yo estuviera
en la ciudad ¿dónde iría y encontraría amigos? Yo me perdería en algún lugar. Si
hay dos mercados cercanos, uno al lado del otro, me perdería. En la villa yo puedo
salir, jugar donde quiera y volver a mi casa.
Mi casa es mejor que el resto del mundo. Nadie me puede decir nada allí. En otra
casa, ellos pueden decir que yo soy ladrón y pueden golpearme.
- PRATAP, VAGHRI (Casta que hace vinos)

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Secret Games


Yo tengo mamá, papá, dos hermanos y tres hermanas. Un hermano es casado y el
otro se va a casar. Mi padre se ríe mucho pero a mi no me gusta cuando nos
pega. Mi hermano pequeño y mi primo están en casa. Un hermano menor y una
hermana les dio viruela tan pronto nacieron. YO estaba muy pequeña pero
recuerdo que ellos sufrieron de fiebre. Mi mamá rezaba al dios de la viruela y él se
le apareció en sus sueños. Él le dijo que no usara medicinas y cuando los niños
estuvieran bien otra vez, ella debería tomar dulces del templo para agradecerle a
él por perdonarle la vida de ellos. Entonces nosotros alimentamos a mi hermano
pero no le dimos las medicinas. Cuando ellos murieron, nosotros los enterramos
en el camino y marcamos la tumba con un trapo rojo. No lo encuentro ahora. Los
barrenderos lo debieron haber quitado de ahí.
Me gusta lavar la ropa y los platos. Traer agua e ir a trabajar a los campos. Me
gusta usar ropa nueva, bonita y maquillarme. Me gusta jugar con trompos y
cometas y derribar las cometas de otros con una vara de bambú
Pero tuve que dejas mis estudios por los oficios de la casa. De todas formas nos
tenemos que casar pronto. Yo seré feliz para entonces. Mi esposo conseguirá una
lancha rápida. Yo me montaré en ella y pasearé. Yo podría estar triste. Depende
de si yo tengo un casa bonita. Me gustaría una casa de cemento de una planta y
un buen marido. Pero yo no lo sabré hasta que me case si la casa va a ser bonita
o fea. Yo escogería un hombre casero, de tal forma que yo lo pueda superar. Me
gustaría que él usara bigote y que usara pantalones y camisa. Yo quiero hijos,
tantos como Dios quiera darme -dos, tres o cuatro. Yo jugaré con mis niños y los
reprenderé cuando ellas sean traviesas. Cuando yo sea más vieja cuidaré de la
casa de mi esposo.
Yo tengo suficiente comida para comer –aún durante la sequía. En esa época
nosotros fuimos a la ciudad y vivimos en la casa de mi tío por seis meses. Todos
los Harijans fueron. Mi padre trabajó en construcción. Mi madre le ayudó y lavaba
los platos pero a mi me gustaría ir a la escuela.
Siempre que Dios quiera que sea un Harijan, me yo seré una Harijan, pero no
gente de otra villa excepto familiares que vienen a nuestra casa a comer. Como
Samju que no puede venir a mi casa. Pero Hansis, un Harijan. Ella si puede comer
conmigo. Cuando hay una boda, la familia de la novia piensa que su casa se
estropeará si no nosotros entramos en ella. Así que nosotros nos sentamos afuera
y comemos. Me siento mal por eso, pero algunas veces esto puede ser mejor.
Los sueños vienen de Dios –de todos los dioses- Mi abuela sonó que le dios de la
muerte venía a llevársela. Ella le dijo: “no iré contigo...esta no es la hora”. El dios
de la muerte puso su mano sobre su nariz y su boca. Cuando ella se despertó, su
boca y su nariz estaban hinchadas. Cada vez que tengo un sueño y me asustó, yo
me caigo de mi cama. Hansi tuvo un sueño que ella y yo íbamos a la casa de dios
y él nos dio collares y rezó con nosotros.
-TIDI, Harijan (Casta Intocable)


Que yo recuerde, solamente he visto una vez a mi papá. Yo estaba aún joven. Su
nombre es Kesav y él es tan viejo como mi abuelo. Mi hermana se quedó con mi
tío en la villa de Hitipura, donde mi padre vive. Ella trabaja para mi tía. Mis rasgos
son como los de mi madre; mi hermana se parece a mi papá. A mi no me gusta mi
papá. Él es adicto al opio.
Cuando yo estaba muy chiquita, mi tía me trajo aquí. Yo duermo con mi abuela
Surejma, quien vive en un sola en un cuarto. Cuando ella no está aquí, yo
permanezco no mi tío. Yo tengo siete tíos y siete tías.
Hace mucho tiempo, mi mamá y yo vinimos aquí a Vichya para una ceremonia.
Más tarde, a medida que caminábamos de regreso, mi mamá empezó a recoger

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Secret Games

semillas de mostaza que se habían caído durante la cosecha. En el piso ella


encontró monedas de plata, monedas de Laxmi. Yo no sé cuánta plata era.
Cuando mi mamá llegó a la casa, puso las monedas de plata en una vasija de
agua y las enterró para esconderlas de mi papá. Cuando el escuchó esto, mi
padre le pidió a ella que se las diera. Ella se rehusó. Por la noche cuando ella
estaba durmiendo, él se sentó en su cuello y la ahogó hasta matarla. Entonces él
sacó una vasija. Pero cuando él fue a coger el dinero, la vasija estaba llena de
agua. Está aún en la tierra. Luego entró a la casa y cogió todos los ornamentos de
oro y plata de mi madre. Ahora cuando él viene aquí a conseguir opio, él me
busca, pero yo no voy.
Un muchacho de la villa Daine vino a buscarme para casarse. Yo lloré cuando las
muchachas me dijeron que él venía. Mi vida será nada después de que me case.
Yo sólo tendría que trabajar.
-SAJAN, Koli Patel (Casta de Granjeros)


Yo me casé hace dos meses. Fue un día agradable. Todos fuimos a la villa de mi
esposa en un tractor.. Nadie bailó, pero la gente cantó. Yo lo disfruté.
Yo me casé con Galli de Vasna (cerca de Dhodal). Mi hermana se casó con un
hombre de Vasna y cuando yo la visitaba a ella veía a Galli trayendo agua. Yo no
tenía ni idea que me a casar con ella pero ella si sabía. Cuando me comprometí,
los familiares de Galli vinieron aquí a la villa. El papá de ella me trajo un turbante,
una carta y un pedazo de papel. Luego él puso un coco en mi mano y me trajo
una vasija de mantequilla para beber. El papá de la es un hombre rico, de ese
modo ella trajo mucha plata y ornamentos de oro con ella.
Galli usa faldas y saris (prenda ligera de la India). Ella es alta. Tal vez crezca para
ser un hombre alto como ella, pero los muchachos bajitos también se casa. Ella
tiene trece y yo catorce. Me gusta ella. Ella es buena gente y bonita. Yo tomé 4 o
5 fotos de ella parada en la puerta. A me gustaría traerla a la clase de fotografía,
pero a ella el da pena. Ella no pelea conmigo. Ella me respeta y cuando ella no lo
hace le digo que se vaya. Yo la golpeé una vez cuando habló en contra mía. Ella le
contó a sus papas. Yo pensé que mi suegro me iba reprender pero él dijo que si
ella hacia algo incorrecto, yo la debería golpear. Ocasionalmente yo iré a la casa
de mi suegro a vivir. Ellos tienen una lancha rápida y dos bicicletas ahí. Yo
necesitará un niño también. Yo deseo solamente un hijo –no, ambos, un hijo y una
hija. Llamaré al niño Mahesh y a la niña Wendy.
Una vez casado, mi esposo vuelve a su villa. Ella viene aquí dos veces. Cuando
ella vino para la fiesta de Divali yo estaba sentado afuera. Yo estaba listo para ella
–usando pantalones y camisa nuevos. Yo tengo tres vestidos safari para ocasiones
elegantes. Ella estuvo 15 días, así que yo tuve que vestirme bien todo el tiempo,
Yo no tengo hermanos y hermanas en casa, así que a mi me gusta cuando ella
viene. Yo tengo tres hermanas pero están casadas. Un hermano murió en un
accidente y el otro se ahogó. El era un hombre cojo –a pesar de sus piernas él
trabajó. Cuando él caminaba por el campo con sus muletas, él siempre pasaba por
un basurero. Un día estaba lleno de agua y él se cayó ahí y se ahogó.
Sueño con mis hermanos que murieron, así que por la noche me tapo con la
sabana para alejar los sueños. Cuando mi corazón late, el sueño se va. Grita
desde todo el cuerpo. “Estoy saliendo” y entonces este se va. En Divali soné que
yo subía la sol en un bomba. Yo vi dos cabras paradas en el borde del sol y
trataron de embestirme. Todos estábamos soñando, pero en la mañana cuando
nosotros abrimos nuestros ojos, los sueños se van.
Anoche soné que tenía una muchacha en mi bolsillo.
-HASMUKIN, Koli Patel (Casta de los Granjeros)

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Secret Games

En las culturas donde la fotografía no es común, la cámara a menudo es usada


como medio de conferir respecto. Los niños de Vichya no sintieron que sus vidas
fueran dignas de las fotos. Ellos tenían pocas ideas sobre lo que ellos deseaban
fotografiar. Las únicas imágenes, de dos o tres dimensiones que ellos habían visto
eran de los dioses. Pidiéndoles que usaran la cámara como un medio para
expresarse a sí mismo, introduje la idea de que ellos podían hacer las fotos que
quisieran, no solamente las de “estatuas” –como ellos llaman al posar (fotografiar
formales frontales).
Mi recomendación no fue popular con nadie. Al principio algunos adultos de la villa
se preocuparon si ellos llegaban a ser fotografías por la espalda o de lado o en lo
que estuvieran haciendo, los vecinos se irían a reír. Algunas veces las personas
llegaron a encolerizarse, pero los niños concientes del nuevo poder que les dio la
cámara, persistieron.
Mirando a los niños, yo comencé a sentir como si estuviera aprendiendo fotografía
por primera vez. Una vez más lo tanques para revelar, los carretes y las bolsas
para cambiar llegaron a ser instrumentos mágicos. Cuando vi a los niños parados
tan rectos a medida que ellos balanceaban la cámara en sus manos, yo recordé
cómo me sentí la primera vez que me colgué una cámara, cómo esta confería un
aire de autoridad, enmascarando mi timidez. Mis estudiantes viven en una
comunidad cuya virtud cardinal era ser intachable; como niños y como gente
rural, ellos mantenían una baja autoestima. Pero ellos me dijeron que cuando ellos
“cogían sus cámaras” y decidían qué fotografiar, se sentían orgullosos.

Para: Señorita Wendy Taylor


Chandrakant C. Chauhan
Sainik School Balachadi
India

Enero 30 de 1995

Queridísima Wendyben:

¡Hola!, ¿Cómo está? Pido a Dios que usted, su esposo, su papá y su mamá estén
disfrutando de la vida de Nueva York, una de las mejores ciudades de EU.
Primero que todo me tengo que presentar. Yo era uno de los pequeños niños en el
grupo con el cual usted vivió en la India por más de seis o siete meses. Yo soy
Chandrakant de India en Gujarat de la Villa de Vichya. Si usted no me recuerda, si
recordará el día en que yo tumbé todos los negativos de la cuerda y usted se puso
muy brava por eso.
Ahora, yo estoy entendiendo su importancia, cuando vino a nuestra villa. Usted
habló en esa época, cuando todos los niños fueron llamados a la casa de
Jhivanbhai. La verdad, yo perdí ese examen. Afortunadamente me dieron la
oportunidad en lugar de otro niño. Ahora soy capaz de entender por qué vino a la
India. Era para ver y observar la cultura India y sus tradiciones. Si desea más
detalles sobre esta cultura, ¿cómo puedo ayudarle?
Wendyben, nosotros deseamos que usted y su esposo vengan a vernos. Ahora,
Dasrath está haciendo un curso de ingeniería y Chandu y Harsha se han casado
como usted. Yo estoy estudiando y me esto preparando muy bien para mi examen
de noveno.
Wendyben, todos nosotros la recordamos, todo el tiempo y a cada momento,
especialmente cuando vemos cualquier foto o cámara; pero después de que ha

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Secret Games

pasado tantos años, usted no ha dejado de mirarnos. Todos estamos bien aquí.
Sakuben y su familia están muy contentos. Usted no se debe preocupar por eso.
El hijo mayor de ellos se casó. Ellos tienen ahora una vida más tranquila. Todos
están contentos y rezando para que usted pueda venir a vernos con sus hijos, de
tal forma que podamos compartir el amor también.
Wendyben, tengo mucho que escribir pero hay un límite para todo. Ya llegó mi
límite. Estoy dejando mi espero y espero que usted tome el suyo tan pronto reciba
esta carta. Muchos cariños de todos.

Chandrakant C. Chauhan

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Secret Games

MEXICO 1991

En el estado de Chiapas, sobre una colina, viendo desde arriba el centro del
pueblo de Zinacantán, hay un edificio que ha sido habilitado como salón de clases.
Allí fue donde Antonio de la Torre, un miembro de la cooperativa de escritores
mayas llamada Sna Jtz-ibajom, enseñó lectura y escritura de Tztotzil para los niños
del pueblo. Durante los últimos cuatroscientos años, los indios Tztotzil,
descendientes de los mayas y herederos de su gran cultura, han vivido en esta
región al lado de los Ladinos, descendientes de los exploradores españoles
originales.

Cuando fui llamada para ir a Mexico a crear una exhibición para celebrar la
llegada de Colón al Nuevo Mundo, decidí ir a Chiapas. Impartí clases de fotografía
para los niños de Ladino en el pueblo de San Cristobal de las Casas, y para los
niños de Tztotzil en Zinacantán y Chamula.

Esto fue un año antes de la revuelta del los grupos zapatistas armados por causa
de la igualdad de derechos para los indígenas. En las comunidades de Tzotzil el
tomar fotografías estaba estrictamente controlado por el concejo municipal local,
el cual daba o se reservaba el permiso sobre lo que podía ser fotografiado. Pensé
que lo mejor sería no tomar fotos mías y dejar que fueran mis estudiantes
indígenas y no indígenas quienes las tomaran. Usamos película Polaroid de
negativo y positivo, la cual produce un negativo de gran formato a la vez que una
copia en positivo. Yo tenía ciertas prevenciones acerca de este proceso -que es
lento y deliberado, al punto de volverse embarazoso. Pero finalmente derivó en
fotografías compuestas más conscientemente, en comparación con el trabajo de
mis alumnos anteriores, quienes usaron cámaras de sencillas de las de apuntar y
disparar. Incluso, ni siquiera hubo pérdida de la frescura o la espontaneidad.

En Zinancantán, diez niños -cinco niños y cinco niñas- recibieron mi clase de


fotografía. Antonio trajo pequeñas sillas de madera. Las niñas se sentaron en un
lado del salón y los niños en el otro. Les mostré tarjetas postales de fotógrafos
locales, imágenes con las que yo asumía que ellos eran familiares. Les pedí a los
niños que señalaran todo aquellos que pudieran ver en las fotografías. Al
comienzo vacilaron, pero cuando comprendieron y empezaron a nombrar cosas,
comenzaron a reírse. Anastasio, un niño que vestía un poncho rosado
particularmente brillante, me preguntó por qué les estaba mostrando fotos de
esas personas. ¿Eran ellos buenas personas de quienes ellos debían aprender a
vivir? Me conmocionó que el concepto que el niño tenía sobre las imágenes fuera
tan similar a su comprensión de las historias tradicionales; ambas, imágenes y
relatos, existían para contar historias morales.

Como he continuado trabajando en diferentes lugares, he notado las maneras en


que las imágenes son contempladas de maneras profundamente diferentes de un
lugar a otro. En la India, donde los niños me dijeron que querían tomarle fotos a
los dioses, constaté que para ellos había una relación más o menos automática
entre el hacer fotos y su religión. Claramente, el propósito de sus fotografías no se
parecía en nada al depósito secular de memorias en la biblioteca de mis padres.

Los niños de Ladino, en Chiapas, sin embargo, estaban familiarizados con el


casual concepto occidental de la fotografía como instantánea. Después de
mostrarles cómo abrir y cerrar la cámara, y cómo mirar a través del visor, les
pedía que practicaran cerrando un ojo. Un niño prematuramente velludo llamado
Juan Jesús tenía problemas cerrando un ojo, así que puse mi mano sobre su ojo

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Secret Games

izquierdo. “Pero Señora -dijo Juan Jesús- no puedo ver por ese ojo”. Noté que la
pupila de ese ojo era blanca -ese ojo era ciego-. “Tengo una ventaja sobre los
demás”, dijo con una sonrisa.

Me sorprendió que Juan Jesús quisiera tan pujantemente tomar fotografías. ¿Era
una especie de compensación por las dificultades que él tenía con la visión? ¿O lo
que él veía era tan distinto o limitado que se parecía a la manera como la cámara
ve? ¿O es que por medio de la cámara él podía ver los que se perdía con su vista
ordinaria?

Juan Jesús se convirtió en uno de los mejores fotógrafos entre los estudiantes de
Ladino. Le encantaba capturar patrones de luz bañando sus sujetos. Él también
mencionó que cuando sus amigos hablaban de las cosas que hicieron juntos,
conversaban a cerca de lo que habían visto. La vista de Juan era tan pobre para
alcanzar aquellas imágenes que él la mayoría de las veces se sentí por fuera de
las conversaciones de sus amigos y separado de sus memorias. Las fotos que
hacía eran una manera de tener una memoria visual igual de rica, o más, que la
de sus amigos.

Las cámaras Pro-Pak usadas por los niños debían ser enfocadas ajustando en el
lente el número de pies o metros que había de distancia con el sujeto. Es difícil
para los niños calcular las distancias, así que medí los pies de cada niño. Entonces
calculamos cuántos pies de cada uno hacían un metro. Así pudieron descifrar la
distancia con respecto a su sujeto.

Los niños de Tzotzil querían crear su propia manera de trabajar con la cámara.
Rápidamente me informaron que mi método de medirles los pies no era correcto.
Con un machete cortaron tallos de maíz de un metro de largo y los usaron como
medida de las distancias con el sujeto. Algunos niños encuadraron escenas de sus
amigos cultivando campos de flores. Después de cada toma separaba el negativo
del positivo. Los negativos eran llevados a una bandeja plástica donde los
sumergían en sulfito de sodio. La primera vez que les mostré los negativos, se
rieron de verse como viejos -con el pelo blanco en vez de negro-. Entonces
salieron a tomar fotos, diez niños corriendo por ahí con tallos de maíz y ruidosas
bandejas plásticas, como personajes de un sueño ritual.

Cuando por primera vez le pedía a los niños de Tzotzil que fotografiaran sus
sueños y fantasías estaba preocupada porque ellos podrían estar poco
emocionados con la idea. Para ellos, los sueños juegan un papel tan importante en
la comprensión del mundo como los eventos de la vigilia.

Les expliqué, de la manera más breve posible, lo que haríamos al siguiente día.
Ellos rieron excitadamente. “Fantasía”, dijeron, como si el sonido y la idea de la
palabra fuesen divertidos de una manera muy familiar.

Al siguiente día comprobé que sabían exactamente de lo que estaba hablando. Se


turnaron unas máscaras hechas por ellos mismos con el lado gris interno de unas
cajas de galletas. Una era la máscara de un jaguar, la otra era de un demonio y
había otra de un diablo con cuernos que le salían de la quijada. Su semejanza con
las figuras Mayas era notoria.

30
Secret Games

(140)2
Cuando duermo veo algunas cosas, pero esto no son un sueño porque yo no se
soñar. Cuando estaba durmiendo, algo vino a la casa. Hizo un ruido en la terraza
como el de alguien jugando pelota. Entonces lo vi bailando entre las vigas, pero
era un tipo pequeño. Tenía el pecho blanco pero su cara era toda negra.
Nosotros tenemos almas animales compañeras -todas muy diferentes. Algunos
tienen perros, gatos, jaguares, coyotes y toda clase de animales. Las personas
que tienen jaguares son las más fuertes, pero el gato es el más despierto. Los
más fuertes tienen dos o tres almas animales -como mi papá, él tiene tres
jaguares.
Si alguien muere, como dice Dios, todos vamos al bajo mundo a pagar nuestras
culpas y después al cielo. Yo creo que hay una Tierra del Señor, quien luce como
una persona blanca. Si él nos dice que cerremos los ojos, cuando los abramos
veremos que estamos en otro mundo. Si entramos en su casa, todo lo que
veremos es caña. El sol no entra allí. Si él nos dice “duerme con mi servidor”
cuando despertemos veremos que estamos con serpientes. Cuando llegue el alba,
ellas se convertirán en una mujer. La Tierra del Señor tiene también niños q ue
son serpientes y por eso no podemos matar serpientes o la tierra del señor nos
matará a nosotros.
-Nicasio Pérez de la Cruz, Zinacantán.

Nací en este lugar. Mis padres me contaron que cuando nací me dieron sal, un
machete, un cuaderno y un lapicero, para que cuando me hiciera adulto fuera
trabajador y buen estudiante. También recuerdo la historia de cuando mi mamá
fue a lavar ropa y yo me caí en el estanque. Mi mamá me sacó rápidamente para
que no me ahogara. Si ella no hubiera hecho eso, yo no existiría ahora.
-Sebastián Gómez Hernández, Chamula.

(148)
Mi padre es un albañil contratista. Él va de aquí a Simójevel, a Cancúc, a hacer
escuelas y campos de juego. Él no me lleva solo porque dice que únicamente voy
a sufrir por allá. Mi madre vende puerco en el mercado en frente de la estatua de
la Virgen de la Misericordia. A mí no me gusta ir con ella. Ella me regaña porque
quiero mi “paleta”, mi bebida y esto y aquello.
-Gladis de Rosario Bonifaz Guzmán, San Cristóbal de las Casas.

Soñé con una revista y entonces vi pequeños cuadrados. Una pequeña flor
apareció y al final una ola negra lo cubrió todo.
Cuando duermes, tu alma se va y todo lo que le pasa es lo que tu sueñas.
Si recuerdo un sueño, busco una imagen que me acuerde de él y le tomo una foto.
-Benjamín Molino, San Cristóbal de las Casas.

(152)
Creo que hay algo como nubes en mi mente. Cuando imagino un montón de
cosas, las nubes lo cubren como si tratara de llover.
-Teresa López, San Cristóbal de las Casas.

Yo soy el sexto hijo, pero somos muchos. Creo que algunos no nacieron bien
porque murieron cuando eran bebés. Ellos hicieron sólo una pequeña parada para
2
Textos que acompañan las fotografías de los niños.

31
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ver la tierra. Después subieron para ser ángeles de aquellos que estamos con vida
no se cuantos somos. El más viejo se llama Domingo y yo sigo después.
-Dominga Gonzáles Castellanos, Chamula.

(154)
Yo pienso que los fondos de los pequeños pensamientos son blancos. Si imagino a
un hombre, yo solo lo pongo contra un fondo blanco pero si se trata de un paisaje
o un pensamiento grande lo imagino con más detalles.
-Juan Jesús Murillo, San Cristóbal de las Casas.

Mi papá es químico y mi mamá es doctora. Mi hermana está estudiando para ser


cirujana. Yo quiero ser doctora como mi hermana. Yo me parezco a mi padre
porque él siempre está de buen humor -como yo.
Mi nombre completo es Vladimir Stálin Becerril Vargas. Mi padre leyó mi nombre y
el de mis hermanos y hermanas en un libro. Mi hermana más grande se llama
René, luego sigue Thalia, y Patricia, Maya, Galileo, luego sigo yo y mi hermano
pequeño Bach.
-Vladimir Stálin Becerril Vargas, San Cristóbal de las Casas.

32
Secret Games

SURAFRICA 1992

Hasta ahora he tenido curiosidad por saber cómo las cosas son vistas por los niños
alrededor del mundo. Yo decidí ir a África, luego a un país de Arabia. Tenía un
contacto en Surafrica pero estaba dudosa de trabajar allí porque me pareció ver
claras divisiones entre blancos y negros, el bien y el mal. Estaba preocupada
porque las fotografías de mis estudiantes fueran meras ilustraciones de un
conflicto con el cual yo presumía estar familiarizada. Lo que yo había tenido en
cuenta era lo que el aislamiento psicológico de los Afrikaners ha ocasionado en
ellos.
Yo llegué a Johannesburgo en 1992, dos años después de que Nelson Mandela
saliera de la prisión y dos años antes de que el partido nacional, los ejecutores del
APARTHEID cedieran el control del gobierno a la ANC. A pesar de esta época de
cambios, rápidamente descubrí que había poca posibilidad de trabajar con un
grupo de niños de diferentes razas.
Me encontré con tres grupos para trabajar: dos africanos y uno Afrikaner. A un
grupo lo encontré en un centro de arte de Soweto. De vez en cuando guardas
armados con AK-47 patrullaban la cerca de alambre de púas. Otro grupo lo conocí
en un salón abandonado de la Escuela Beauty Botle en la Granja Orange, una
comunidad de colonos usurpadores. En la clase de taller del suburbio de Glenesk
de Johannesburgo, el grupo de niños Afrikaners lograron reunirse en la casa de
una mujer conocida como la Tía Lorraine.
Los niños negros de Soweto tomaron fotos sólo de sus casas y de los jardines del
frente. Ellos estaban temerosos de tomar fotos de afuera; ellos decía que mirar de
soslayo a través del visor estrecharía su visión y los dejaría ciegos para posibles
atacantes.
Los niños Afrikaner se mantuvieron en sus casas también, por miedo a los negros
que trabajaban en pequeñas fábricas bordeando Glenesk. Cuando a los niños se
les pidió tomar fotos de lo que a ellos les gustaba y no les gustaba de su
comunidad, todos ellos, como ejemplo de sus disgustos, fotografiaron la gente
negra. La mayoría de ello fotografiaron sus “niñeras”, las empleadas que limpian y
cocinan aún en familia más pobre blancas. Nicoline de nueve años tomó una foto
de un hombre mayor negro sonriendo y sosteniendo una bolsa de compras
mientras él estaba parado en la cerca que rodeaba el jardín de ella. Nicoline se
olvidado de enfocar la cámara; el sol brilló en las del hombre negro haciéndolo
aparece como un monstruo amigable. Cuando le pregunté a Nicoline si había
usado la cámara apropiadamente ella replicó que sí. Su madre le había asegurado
que la extraña confusión era característica de la forma en que la gente negra
aparecía en las fotografías.
En la granja Orange, un suburbio nuevo y en rápido crecimiento de África,
refugiados de Soweto y Natal, los niños fueron capaces de fotografiar lo que fuera,
lo que ellos quisieran en su dinámica y provisional comunidad. Sin embargo, un
día fui informada de que dos policías habían confiscado la cámara de Bafana sobre
la base de que era mercancía robada. Cuando Bafana identificó a los oficiales
acusadores en el fortín subterráneo que servía como sala de espera en la estación
de policía local, los oficiales replicaron que los niños deberían portar cartas
autorizándolos para usar la cámara. Los niños corrieron el riesgo de ir a prisión
antes de portar las cartas. “Los negros tienen el derecho de cargar cámara
también” dijo Flora y los otros estuvieron de acuerdo.
Los niños exhibieron sus fotografías en una galería en el centro de Johannesburgo.
En la fiesta de inauguración, los niños de los tres grupos se encontraron por
primera vez y vieron sus fotografías ampliadas del tamaño de formato museo. Yo
había planeado que las cámaras estuvieran disponibles en la galería. Los niños
manoseaban las correas aprehensivamente. Los estudiantes Afrikaners no podían

33
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creer que los negros pudieran tomar fotos. Ellos pensaron que lo mejor para los
negros sería confinarlos a que usaran cámara un poco dañadas.
John Jackson, un Afrikaner, se paró incrédulo cuando él vio que Jacob Masilela, un
talentoso fotógrafo de la Granja Orange, tomó fotografía lozana y bien expuesta
de sus acompañantes. Yo le pedí a Jacob tomar algunas fotos para la exposición.
Él colocó a John mirando con admiración su foto de los colonos usurpadores
moviéndose dentro de la Granja Orange. Parecía que los chicos podían
respectarse el uno del otro como compañeros de fotografía. Cuando yo tomé la
última foto del grupo ellos pusieron sus brazos alrededor de los hombros del otro.

34
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MARRUECOS 1995

Asilah es un amoroso pueblo y puerto ubicado setenta kilómetros al sureste de


Tangiers. Matisse pintó muchas de sus vistas allí, y, posteriormente, este ha sido
el hogar de u8n festival internacional de artes. Yo viví y enseñé allí, en Medina, la
ciudad amurallada, junto al palacio construido por el pirata Rassouli durante el
siglo XIX. Ningún carro podía entra a Medina; los únicos sonidos eran de niños
jugando en los caminos, personas conversado o altercando, y las olas
estrellándose contra el malecón.

Vine aquí para averiguar el rol que las imágenes -específicamente las fotográficas-
podían tener en el mundo musulmán. ¿Qué parte jugaba el texto? En la India,
sorprendida por los intrigantes caracteres de las escrituras Hindi o Gujarati, había
pensado acerca del potencial gráfico de usar palabras rayadas en los negativos
fotográficos, algo como las tallas sobre los monumentos de piedra de la ciudad
donde vivía. Les había pedido a algunos de mis estudiantes que rayaran sus
nombres sobre los retratos que les había tomado, pero estaba decepcionada con
los resultados. Ahora que estaba en un país de habla arábica, donde los versos del
Coran eran escritos en intrincados moldes, parecía apropiado usar las palabras de
nuevo. Esta vez les permitía a mis colaboradores transformar libremente los
retratos que hice de ellos dibujando en el negativo hasta el punto de arriesgarme
a su destrucción.

En Marruecos mis estudiantes fueron escogidos entre las muchas escuelas dentro
y fuera de las puertas de Asilah. Ellos estaban ansiosos, pero algo acerca de las
aspiraciones que expresaron sobre la fotografía me sorprendió. En lugar de
planear tomar fotos de los eventos de la niñez, de sus familias o sus amigos,
hablaron de tomar fotos que conservaran sus tradiciones. “Quiero tomarle fotos a
los diseños de yeso en las casas, los monumentos, mezquitas y de los bordados”,
dijo Fátima. “Las tradiciones Marroquíes están muy dentro de mí porque me hacen
recordar mis orígenes”.

Si bien yo preveía algunas objeciones acerca de tomar fotos de las personas en un


país islámico, no me daba cuenta de lo desafiante que podría ser para los niños de
Asilah fotografiar sus familias y sus comunidades. Los estudiantes permanecían
infundiéndome confianza sobre que todo estaba bien, pero cuando las chicas
regresaron con las fotos que habían tomado, un inusual alto porcentaje de las
imágenes estaba era borroso.

Primero, ellos atribuyeron ello al sharki, el fuerte y frío viento que sopla desde el
Mediterráneo. Ellos insistían que era el sharki el que traía mala suerte a las fotos.
Era eso, o una de las otras chicas había empujado a la que estaba tomando la
foto. Tomó algún tiempo que ellas sobrepasaran las dificultades reales que tenían
tomando fotos en la calle. “La gente tiene un complejo”, decía Rajae. “Tienen un
mal sentimiento cuando ven a alguien con una cámara. Piensan que están
preservando sus tradiciones al no mostrárselas al resto del mundo”.

Amal, de 13 años, y Khadija, de 14, fueron mis acompañantes constantes. A mitad


de camino de los cuatro meses que pasamos juntas, ellas decidieron seguir las
reglas que requieren que las mujeres cubran su cuerpo con un jabala, un manto
largo sin forma, y su cabello con una mantilla. Debido a una atmósfera
relativamente liberal en Marruecos, sus pares, e incluso sus parientes, pensaron
que ello era raro, pero era su firme pacto de feminidad. Ello pareció haber
empezado el día que ellas fueron a fotografiar los patrones decorativos dentro de

35
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un marabout, un santuario donde las mujeres suelen ir a rezar. Allí encontraron


una mujer poseída por un Jinn, un espíritu que había tomado posesión del cuerpo
de aquella chica.

El Jinn

Anoche Amal y yo estábamos tomando fotos afuera y decidimos entrar al


marabout, el santuario de un santo particular, Sidi Alarghbi. Empezamos a tomar
fotos de los mosaicos adentro. Repentinamente, vimos a una chica de quince o
dieciséis años llorando y gritando. No podíamos entender lo que estaba pasando.
Tratamos de recitar el Koran, pero cuando empezamos, ella gritó y nosotras nos
asustamos. Paramos de tomar fotos porque temíamos que algo pudiera ir mal.
Nos sentamos con la niña. Su madre y su hermano menor nos contaron que eran
de Zinat, un barrio cerca del Tangier. El nombre de la niña era Zohra y un jinn
estaba viviendo dentro de ella. El Jinn de un judío, Dios nos proteja, estaba
viviendo allí.

Nosotras nos queríamos ir porque estábamos asustadas. La niña gritaba como un


hombre; el Jinn la hacía hacer eso. Ella tenía una voz fuerte y dura. Estaba
diciendo, “he estado viviendo dentro de ella durante un año y medio y no la
dejaré. La amo y quiero casarme con ella”.

“Nos libraremos de ti por la fuerza”, continuaba diciendo la mamá de la niña.


“Aunque la lleven por el mundo con gente que libera de los Jinn, no la dejaré.
La mataré primero”.
“Lo tengo todo”, continuaba diciendo el Jinn, “tengo armas y oro. Tengo dinero.
Tengo grandes edificios. Me aseguraré de que tengan todo lo que ustedes
quieren. Sólo deme a su hija. Yo la mantendré siempre riendo y carcajeándose. Su
cabello es hermoso”.
“Juro por Dios”, decía el hermano de la chica, “que no la vas a tomar. Estas
soñando, nunca tendrás a mi hermana. Puedes matarme pero nunca tendrás a mi
hermana”.
“Mira, soy un hombre muy bueno”, decía el Jinn, “yo estaba sólo en su
estómago – borbotando. Si hubiese hacho lo que quisiera la hubiera hecho
desaparecer. Quiero casarme con ella de la manera correcta, pero el fkia, el
hombre sagrado en Ksar Kabir, me descubrió y destruyó mi plan”.
El hermano le pidió a Zohra que se recostara y durmiera en el regazo de su
madre. El Jinn dijo, “No, no voy a dormir en las piernas de tu madre”.
Yo le dije al hermano que él podía recitar el Koran y eso relajaría a su hermana.
En el Koran Dios dice, “hice al humano y al Jinn solamente para rezar por mí”. El
Jinn me escuchó y vociferó, “no estoy asustado por el Koran”.
“Te relajarás si rezas”, le dije a la niña. “Ahora de tejaremos”.

Cuando regresamos en la tarde a preguntar por ella, ella y su hermano estaban


teniendo una dura conversación. “Me estabas gritando”, decía su hermano. “Me
estabas insultando”.
“Lo siento pero yo no era consciente de lo que estaba pasando”. Ella se giró
hacia nosotros. “Discúlpenme si sucedió lo mismo con ustedes”, y se arrodilló a
rezar.
Era muy difícil distinguir entre la voz de Zohra y la voz del Jinn. Algunas veces,
cuando pensábamos que ella estaba hablando, su voz era muy cercana a la de un
hombre. Además ella nunca fue a la escuela, así que sólo sabía el lenguaje
Marroquí, y el Jinn hablaba en Árabe clásico. “Ana Yahude”, dijo él, “soy un
judío”, en Árabe clásico.

36
Secret Games

“Quiero tener el Korán” le dijo Zohra al Jinn.


“Yo odio el Koran”, dijo el Jinn.
Ahora era el momento de la cuarta oración. La chica dijo, “quiero ir a rezar
porque eso me hace sentir bien después. Pero puede ser que él no me deje ir a
rezar. Hermano, es el momento de rezar la cuarta oración?”
“Sí”.
“Pero él no me dejará ir a rezar”. Ella se puso furiosa. Empezó a gritar
extrañamente. Nosotras notamos que ella tenía magulladuras donde habíamos
dicho que el Jinn la había golpeado. Ella empezó a gritar. Amal retrocedió.
Ellos la tomaron con sigo para rezar, pero ella estaba enojada y trataba de
escapar. Su hermano la sujetaba.
“El Jinn me dijo que escapara con él a la playa”, dijo Zora. “dijo que me dejaría
rezar en la playa”.
Una mujer de 35 años entró al marabout a rezar. Cuando empezó a irse [Zora]
perdió el control. Estaba vociferando. Quería comerse a la gente pero Dios nos
protegió. “Mira esa mujer”, dijo el Jinn judío. “Ella tiene un Jinn musulmán dentro”:
eso fue lo que puso furiosos al Jinn. Entonces el Jinn judío y el musulmán
empezaron a insultarse el uno al otro., como el valar de una oveja antes de la
matanza de la fiesta de Aid El Kebir.
Finalmente, pusieron a la mujer en una de las cámaras y la sentaron. Ella
colapsó. Después de un rato, el Jinn judío nos dijo, “No se preocupen, hablaré con
el Jinn y él será cariñoso con la mujer cuando despierte. Ella no me interesa, ella
tiene hijos y esposo, pero quiero mostrarles lo que soy capaz de hacer”.
Entonces, el Jinn judío le dijo al musulmán, “deja esa mujer”. Después de un
momento, la mujer despertó como si nada hubiera pasado.
“Tu también”, le dijimos al Jinn judío. “Debes dejar a la chica y dejar que sea
libre para que se pueda casar con un hombre musulmán”.
“No, eso no lo haré nunca. La amo. Si no me dejan casarme con ella la
mataré”.
Él empezó a golpearle la cabeza contra la pared, pero todo lo que se podía ver
era a ella goleándose la cabeza contra el muro.
“Debes dejar a la chica”, le gritamos de nuevo.
“No quiero. Ustedes saben lo que significa ser judío. Debo insistir en lo que
quiero”.
Su cabeza seguía chocándose contra la pared.
“¿Y qué hay de mí?”, dije yo. “¿Crees que podrías vivir dentro de mí y dejar a la
chica?”
“De ninguna manera. Me gusta ella. La quiero mucho”.
El hermano de la chica le apretó el estómago. El Jinn empezó a vociferar en voz
alta porque él vivía en su estómago. “Salgamos a tomar aire”.
“No, no quiero salir con tigo si no dejas a mi hermana”.
“Tu hermana no te pertenece. Ella es mía. Soy el que la guía, ni tu ni tu
madre”.
El Jinn le habló a la chica. “¿Prefieres casarte con un viejo que tiene muchos
hijos y ha estado casado varias veces? Yo no estoy casado. Tengo muchos planes
y te cubriré con oro. Tengo todo lo que tu quieras. Puedo traerte perlas desde los
rincones más profundos del mar.
“Fue tu prima. Ella estaba celosa de ti. Ella te dio una poción mágica que me
trajo hasta tí. Tu prima es tu enemiga”. Sólo entonces la familia se dio cuenta
quién era la culpable.
La mamá estaba llorando. Sentaron a la chica cerca del muro porque ella había
sido poseída cuando iba por agua. Ella se iba a dormir y pasó toda la noche
sentada allí. Mientras dormía, la madre y otra mujer hablaban en voz baja.
“Tienes que llevarla a Moulay Absalam”, dijo la mujer.

37
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El Jinn se despertó. “¡Moulay Absalam! Incluso si la llevaran ante todos los


santos de este mundo, nunca la dejaré. O la mataré”.
“Te lo juro”, dijo la mamá de Zohra, “que no tendrás a mi hija”.
Entonces el Jinn le dijo algo a ella suavemente, una y otra vez. Era como si
estuvieran negociando.
“Ahora la chica me pertenece. Tienen que saber que soy judío. Está decidido.
Ella es definitivamente mía. Tengo todo de ella. Tal vez desde antes pudo haber
sido diferente”.
Le conté esta historia a mi mamá y ella me dio una paliza. “Si regresas allá, te
cortaré las piernas”, dijo. Pero nosotras debíamos descubrir lo que estaba
pasando. Al día siguiente no hubo clases, así que fuimos al marabout de nuevo.
Cuando entramos, pudimos escuchar a la madre y a la hija hablando. La chica
le pedía a su mamá que le cambiara la ropa. Eso era muy difícil porque el Jinn no
quería que la madre viera el cuerpo de la hija.
“Me gusta Zohra cuando se está vistiendo con bonitas ropas y luce bonita”,
dijo el Jinn.
La chica le dijo a su hermano, “por favor, dame un cuchillo para cortar los hilos
de este vestido”. Él estaba temeroso de que ella pudiera suicidarse o que el Jinn
pudiera matarla, ya que era muy difícil saber cual de los dos estaba pidiendo el
cuchillo.
“No, no te preocupes”, dijo Zohra”. “Soy yo la que estoy pidiendo el cuchillo,
no el Jinn”.
La madre nos contó que habían ido a ver al doctor temprano. “Él dijo que tenía
un hígado negro medio comido. Él piensa que su enfermedad viene del hígado.
Después de eso, fuimos con el fkia y él fue quien nos dijo que es el Jinn quien se
come el hígado. Cuando le doy de comer, ella vomita, incluso si es comida liviana.
Hace un año y medio que ella está vomitando”.
El Jinn le dijo a la madre, “Tu sólo le das agua y pan. Yo le estoy dando frutas
paradisíacas, bananos y otras frutas. No quiero que coma tu comida. Lo que tu le
des, yo te lo devuelvo”.
Algunas veces el Jinn decía, “He estado viviendo dentro de ella durante seis
años. Había estado viviendo en ella muchos años atrás. Me había ido, pero cuando
escuché que ella se iba a casar con el haj (un hombre viejo) regresé”.
Volvimos ayer de nuevo. Ella estaba muy normal. Estaba bien. El Jinn no estaba
allí. Le estaba diciendo a su hermano que ella sabía que el Jinn judío estaba
dentro de ella. Ella le prometió, “si el Jinn me abandona, viviré con el fkia hasta el
próximo Aid El Kebir”.
“El fkia me dijo que cuando dejara de tener hipo se la lleváramos”, dijo la
madre. “Porque si ella tiene hipo, significa que el Jinn todavía está dentro de ella”.
Ella todavía está en el marabout Ahora somos amigas de ella, pero ella todavía
tiene hipo, e hipea demasiado. Cuando el Jinn quiere hablar, ella se ría antes de
que él hable. Cuando la chica está normal, es muy amable.
Me temo que el Jinn no te deje tratar de grabarlo. Aún si la grabadora está
grabando, no habrá ninguna voz allí. Le preguntamos al fkia acerca de ello. Él dijo,
“No, el Jinn nunca podrá ser grabado porque él está escondido para la humanidad
y él lo sabe todo, aún cuando ella está dormida”. Y tampoco puedes tomarle una
foto. Si tratamos de tomarle una foto tampoco habrá nada. Saldría negra, estoy
segura”.

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HOLANDA 1996

Cuando recibí una comisión de la Fundación Mondrian en Amsterdam para


fotografiar la “cambiante identidad holandesa”, yo lo dudé, sobre todo por mi
experiencia en Marruecos. Mi tiempo allá fue muy rico en amistades y en
ilustración pero el trabajo fotográfico fue un reto casi imposible de superar. Como
Marruecos ha sido un destino turístico por más de un siglo, su gente y su paisaje
han sido profusamente documentados. Yo tenía dudas de cómo iba un nuevo
hacedor de imágenes iba a mirar la tierra de los molinos de viento y de Hans
Brinker y sus Cometas Plateadas.

Aún así, me fascinaba la imagen de Holanda como un país europeo prístino,


homogéneamente blanco y su nueva identidad multicultural. Para encontrar algo
sobre la imagen y la realidad de “ser Holandés”, comencé a trabajar con 3
comunidades diferentes.

Dos veces a la semana daba clases a niños de la escuela Eben-Haezzer, una


escuela reformada en la población de Ottoland. Ottoland es una pequeña
comunidad granjera con tradiciones religiosas conservadoras.

Mis estudiantes de la escuela Oscar Romero en Rótterdam procedían de


Marruecos, Surinam, Cabo Verde, República Dominicana y lo que formalmente se
conocía como Yugoslavia.

El otro grupo tenía otra cultura más típicamente holandesa: eran niños entre 9 y
13 años cuyos padres vivían y trabajaban en barcazas transportando mercancías
por los canales y ríos de Holanda, Alemania y Bélgica. Durante el año escolar
estos niños vivían en el internado Princesa Irene en Schibroek, un suburbio de
Rótterdam. Era una adaptación difícil para ellos vivir en tierra, con un espacio
relativamente ilimitado. A un niño le parecía tan inmensa la escuela, que era
incapaz de encontrar el baño adyacente. Otro niño tenía que aprender a subir
escaleras.

Las fotografías tomadas por estos 3 grupos de niños eran tan diferentes, aunque
todas ellas, debe enfatizarse, tenían que ver con el espacio – con la manera como
estaban organizados el paisaje, las calles cercanas y el interior de los barcos.

Lo que los niños de Ottoland hicieron mejor, lo más auténtico, fueron las
interpretaciones precisas de paisajes e interiores. Los niños inmigrantes de la
escuela Oscar Romero crearon composiciones vivaces, a menudo caóticas, de
gente.

Se me ocurrió que la identidad de los hijos de los navegantes podría examinarse


mejor fotografiando la decoración que ellos mismos hacían de sus cuartos en el
internado e invitándolos a escribir en los negativos. Cada cuarto parecía diseñado
para crear la apariencia de una niñez normal – aunque los recuerdos de sus vidas
patéticas atravesaban esa ilusión.

Con todos los niños, encontré que había una similitud en las imágenes que ellos
hacían – en la escogencia de los temas (a menudo vacíos de seres humanos), en
la composición y en su excesivo sentido de la precisión – con las pinturas y las
fotografías de los 4 siglos pasados de arte holandés. Sus fotografías también
parecían profundamente meditativas y profundamente enraizadas en un paisaje

39
Secret Games

que es una cultura en sí mismo, un paisaje especializado luchado por 12 siglos de


ingenuidad heroica con siempre amenazante océano que lo rodea.

(236)

Mi nombre es Fátima y mi cumpleaños es en julio.


Entonces tendré 12. Ahora estamos en Ramadan. A veces no puedo hacerlo, el
ayuno. Me gusta cuando Wendy está aquí. La pasamos muy bien. No me gusta
jugar en el invierno. Hace frío. Tengo 2 hermanos y una hermana. Yo soy la
mayor. Tengo otros 2 hermanos. Tenemos el mismo padre, pero no la misma
madre. El mayor tiene 21 y el otro 18. Aún no están casados. Son muy dulces. Yo
estoy aprendiendo en casa con mi padre. Mi hermano pequeño juega a la
mezquita con mi padre. El le enseña a los niños marroquíes. Mi padre se aprendió
60 historias del Corán cuando era pequeño. Mis parientes viven en Marruecos. Yo
fui allá en avión en julio de 1996. Allá me enfermé. Me dio una erupción por el
calor. Me mejoré con jabón.

-Fatima El Farroudi

(240)

Si fuera puramente blanco no tendría amigos.


Si fuera café todos me llamarían negro.
Si fuera negro todos me llamarían niño de mierda.
Si fuera blanco simplemente me sentiría así.
Si fuera rojo todo el mundo me llamaría farola.
Si fuera azul nadaría en el agua.
Si fuera verde me recostaría en el árbol.
Si fuera naranja jugaría para el equipo de fútbol holandés.
Si fuera púrpura todo el mundo me llamaría cabeci- púrpura.
Si fuera amarillo comería muchos limones.

-Ahmed Hamdaoui

40
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ARABIA SAUDITA 1997

En Marruecos comencé a entender algunas de las sutilezas del Islam y a


experimentar su efecto confortante en el pueblo en el que vivía. Nunca antes
había vivido en un sitio que se sintiera tan seguro; me imaginaba la medina como
un útero que me rodeaba. Pero aún deseaba ver como sería la vida en un país con
una religión islámica más estricta. Hasta aquí, como una occidental, había podido
evitar muchas de las restricciones que tenía la gente con la que trabajaba. Para
entender dichas reglas debería experimentarlas personalmente.

Jeddah, en la costa oeste de Arabia Saudita, es el puerto de entrada para millones


de peregrinos que viajan a La Meca cada año. La cultura de la ciudad es
tradicional, pero quizá a causa de su interacción con todo el mundo musulmán, es
abierta a nuevas ideas. Aún así la fotografía es controvertida; en buena parte del
mundo musulmán las representaciones gráficas pueden ser interpretadas como
ídolos. En Jeddah la gente rara vez toma fotos en público, aunque muchas familias
lo hacen en casa. Además de estas consideraciones, hay un tabú estricto contra
cualquier mezcla de los sexos y contra la exposición pública de cualquier parte del
cuerpo femenino excepto sus manos y ojos.

Cada mañana y tarde durante 2 semanas, los chóferes dejaban a mis estudiantes
– mujeres profesionales, amas de casa y niñas de colegio – envueltas en abayas
(túnicas como mortajas) en la escuela de niñas donde estaba haciendo mi taller
de fotografía. (A las mujeres no les es permitido manejar en Arabia Saudita).
Decidimos que el mayor reto que podríamos afrontar sería la auto representación.
Quería encontrar maneras en que ellas pudieran hacer esto en público. Muchas
mujeres decidieron hacerse fotos sin velo, fotografías que nunca podrían
mostrarse en público. Otras buscaron metáforas para explicar quienes eran, como
Raja Alem, una escritora, que usó dos conchas para representarse a ella y su
hermana Shadia, una pintora.

Finalmente propuse a las mujeres que trabajarían conmigo hacer retratos


colaborativos que pudieran exhibirse y publicarse. Después de algunas
discusiones, acordamos que ellas tendrían que cubrirse o representarse de
manera indirecta.

Nadine escogió hacerse detrás de su hija con velo. Por sugerencia mía, incluyó
sus propias manos. Como Anoud era una niña podía posar con ropas occidentales,
sin su abaya. Otra niña de nombre Johainah, escogió una ruta más tradicional: se
fotografió a sí misma usando su abaya, y sosteniendo a su hermanita. Luego me
preguntó si podía dibujar rayas en el negativo y oscurecer su rostro.

Se montó una exposición con estos retratos, auto-retratos y fotos de sueños, en la


Casa de la Fotografía de Jeddah. Las mujeres querían que su trabajo fuera visto
por una audiencia integrada; esto es, por hombres y mujeres. Esto significaba
que las imágenes debían ser editadas cuidadosamente, por la censura. Parte de
algunas fotografías tuvo que bloquearse con marcador negro para borrar áreas
que dejaran ver rostros o cuerpos femeninos. El retrato de Raja, que hacía uso de
un antiguo texto árabe llamado El Libro de los Sueños, fue censurado bajo el
cargo de simbolismo controversial.

La exposición se abrió con mucha fanfarria. La noche de la inauguración, que era


solo para mujeres, fue presidida por una princesa de la familia real Saudita. La

41
Secret Games

segunda noche era solo para hombres, y la tercera era para esposos y esposas
juntos.

(252)
Todas las Clases de Velos.

En las montañas de Arabia Saudita hay muchas pinturas prehistóricas de caballos


y seres humanos, pintadas en los riscos. Desde el principio de los tiempos estas
imágenes han sido escrutadas por muchos ojos intrigados. Para aquellos de
nosotros que vivimos en una cultura tan antigua como la árabe, el peso histórico y
espiritual de estas imágenes sugiere que hacer retratos no es un asunto ligero.
Hacer una fotografía de alguien es equivalente a capturar su alma gemela, su
espíritu; es una manera de tomar control completamente sobre la persona
fotografiada. La fotografía es una mirada dentro del alma, robada para la gracia
de iluminar un pedazo de papel oscuro e impersonal.

En este caso la fotografía resultó ser algo más. Comenzó cuando le permitimos a
un forastero mirar detrás del velo. Luego, asumir el papel de cazadoras nos colocó
en otro reino y nos dio un lugar suficientemente poderoso para alterar las órbitas
controladas por los hombres, en las que nos movemos. Cuando sacamos nuestras
cámaras a la calle la gente reaccionó con sinceridad y tomó en consideración
nuevas posibilidades. Los cuerpos en los que habían vivido por tanto tiempo se
abrieron a cualquier experiencia que pudieran encontrar. Parecieron olvidarse de
los peligros de la intrusión o el cautiverio. Se abrieron y posaron felizmente,
sonriendo al encanto de la cámara y a nuestro coraje en perseguir abiertamente
historias que ordinariamente están cerradas. Posando, nos permitieron robar sus
almas. Y en el acto de mostrar nuestro poder, las mujeres ganamos poder sobre
los hombres.

-Raja Alem

(257)
La reina de todas las reinas en el reino de las llaves….
Cada llave controla miles y miles de espíritus,
Y cada espíritu tiene miles de seguidores.
Cada espíritu manda sobre miles y miles de gigantes
Esto está escrito en tinta hecha de alumbre.

Yo poseo las llaves de la creación.


Esto está escrito en tinta hecha de alumbre.

Las frentes y los dedos son simplemente puertas al mundo invisible.

La letra A es la reina del alfabeto.


Pero es silenciada por el Libro de los Sueños de Ibn Sereen.

-Raja Alem (traducción de la inscripción inserta en la fotografía)

42
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DURHAM 1989 – 1999

Mi vida en el extranjero se transformaba tanto y era tan estimulante que alcancé


a sentirme una absoluta extranjera cuando regresé a los Estados Unidos. El
constante movimiento de proyecto en proyecto y de lugar en lugar me hizo sentir
sin hogar, y el estar por fuera del país hizo difícil el reunir el dinero que necesitaba
para seguir trabajando. Parecía claro que necesitaba una base desde donde
trabajar y un grupo de personas que compartiera mi entusiasmo por el trabajo
que estaba haciendo.

Así fue que en 1989, cuando fui llamada por el Centro para Estudios
Documentales (Center for Documentary Studies) de la Universidad de Duke con el
fin de conducir un taller en dos escuelas elementarias, utilicé esa oportunidad
para crear un programa de fotografía y escritura dirigido a las escuelas públicas
en Durham, Carolina del Norte. Yo quería construir un programa que influenciara
un sistema escolar completo y que sirviera como laboratorio para mi propio
trabajo. Expresaría mis propias ideas acerca de elaboración cooperativa de
imágenes y las compartiría con profesores que las pudieran encontrar útiles.
(Actualmente, catorce escuelas elementarias y medias participan en lo que hemos
denominado “Alfabetización a través de la Fotografía”).

Comencé contres escuelas. Los profesores escogieron algunos estudiantes de


acuerdo con su potencial artístico y su necesidad de estímulos extra dentro del
salón de clases. En uno de los casos, la hija de un matrimonio interracial fue
incluida para ayudarla a articular los problemas de su inusual procedencia en una
escuela de gente negra.

La mayoría de los estudiantes vivían en comunidades donde la violencia era


común. Fue una sorpresa para ellos el que se les confiara la responsabilidad de
usar y mirar a través de la cámara, y de hacer fotos en el cuarto oscuro. Al
comienzo fue difícil para algunos, particularmente para los niños más
problemáticos, el concentrarse en hacer una foto. Las cámaras eran abiertas a la
mitad del rollo arruinando las fotos ya tomadas y haciendo que la película se
perdiera.

Un niño de cuarto grado llamado Phillip era reconocido por tener el IQ más alto de
todo el colegio. Su inteligencia y creatividad se hicieron evidentes en algunos
pocos comentarios que hizo en clase, pero no se podía concentrar y casi siempre
perdía o arruinaba sus rollos. A pesar de que nunca quiso dejar la clase de
fotografía, él nunca tuvo nada completamente terminado. Un día lo alenté a
escribir un poema. Esa fue la primera tarea que fue capaz de terminar. Él continuó
escribiendo pequeñas piezas con versos fuertes -“Tengo una verdadera jungla
justo al lado de mi casa. Mi comunidad es como una parranda de drogas”- y
prontamente encontró sus rollos perdidos. Tal y como lo esperaba de ellas, las
fotografías revelaron los hermosos y extrañamente compuestos vistazos de la
mente de Phillip.

Con el tiempo logré conocer a la comunidad de Durham a través de mis


estudiantes. Empecé a confiar en mi habilidad para hacerles preguntas llenas de
sentido. ¿Cómo se sentían, por ejemplo, acerca de la raza, la religión y sus
propias identidades?

A partir del momento en que los profesores mismos empezaron a enseñar


fotografía y escritura a sus estudiantes, tuve libertad para crear nuevos proyectos

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Secret Games

basados en dichas cuestiones. La ciudad de Durham, dividida racial y étnicamente


en dos mitades, se convirtió en un fértil campo en el cual pude crear modelos que
pudieran ser usados en otros entornos culturalmente divididos.

El Proyecto Alfabeto 1997

Durante muchos años, Carolina del Norte ha sido una parada de la corriente
migratoria entre Centro América, Texas y Carolina. Los trabajadores siguen las
cosechas de tabaco y vegetales, algunas veces muy adentro en los estados
nororientales, antes de regresar a casa. Algunos de los emigrantes se ha
establecido; han asumido Estados Unidos como su lugar de residencia
permanente. Muchos de ellos no hablan inglés y algunos no son ciudadanos.

Durante mis años en América Latina, aprendí a apreciar la sofisticación de los


lenguajes y las culturas donde estaba trabajando. Era desalentador, sin embargo,
escuchar historias de los profesores de inglés como segunda lengua en Durham
acerca de los malos tratos que sus estudiantes recibían a veces de parte de otros
profesores, quienes asumían que los niños eran estúpidos porque no sabían hablar
inglés.

Cuando adopté un bebé de Latino América, me volví más sensible a la situación


de los niños latinos en las escuelas americanas. ¿Cómo podría ser tratado mi
propio hijo aún sabiendo hablar inglés? Empecé a pensar de qué maneras la
fotografía podría ser usada para enseñar una lengua. En primer lugar, decidí crear
un alfabeto con niños hispano parlantes de segundo a quinto grado para quienes
el inglés era su segunda lengua. Primero discutimos el concepto de lenguaje y en
qué lugares del mundo se hablaban diferentes lenguas. Les pedí a los estudiantes
que pensaran palabras en su propio lenguaje que comenzaran con cada letra del
alfabeto, y que les asignaran interpretaciones visuales de su cultura. Yo fotografié
cada concepto u objeto que ellos seleccionaron. Cuando los negativos estuvieron
listos, los niños los rayaron o les escribieron encima con marcadores poniéndoles
la letra y la palabra que estaban ilustrando sobre el fondo blanco o negro. Ellos
hablaron acerca de cuan desconfiados se muestran con ellos los niños de habla
inglesa cuando ellos hablan en español. Estaban felices de trabajar en un proyecto
sobre su propio lenguaje, un proyecto que podía compartir con otros. Encontré
que las palabras que ellos usaban -como nervioso o impostor- revelaban la
naturaleza casi siempre transitoria de sus vidas.

Black Self / White Self 1994 – 1997 (Mi lado blanco / Mi lado negro)

Cuando empecé a trabajar en el interior de la ciudad de Durham, supe que estaba


siendo vista como una mujer blanca proveniente de una poderosa universidad
blanca. Recordaba mis días en Detroid durante los años 60s; entonces había
decidido que era el momento hacerse a un lado de la pugna por el “Poder Negro”
(“Black Power”). De eso hacían veinte años y yo no trabajaba en una comunidad
afro americana desde entonces.

Durante las últimas dos décadas, a medida que cada vez más población blanca de
Durham se movió hacia los suburbios, las escuelas publicas llegaron a ser
segregadas a lo largo de los límites entre la ciudad y le municipio. Las propuestas
de mezclar los sistemas escolares fueron denegadas por objeciones de ambos
lados. Los niños afro americanos con los cuales trabajé jamás habían asistido al
colegio con blancos; algunos decían preferirlo de esa manera.

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Secret Games

En 1992 los sistemas escolares de Durham fueron finalmente mezclados. En 1994


diseñé un proyecto colaborativo que encaraba directamente el tema de la raza.
Incité a los niños a escribir sobre sí mismos primero, y después a escribir otra
versión, esta vez imaginándose a sí mismos como miembros de otra raza. Esta
tarea fue asumida inicialmente en silencio, después con risa y finalmente con una
ráfaga de preguntas: ¿Podían cambiarse sus nombres de la misma manera que lo
hicieron con su raza? ¿Sus familias? ¿Cómo podrían saber ellos cómo era ser de
una raza diferente?

Fue difícil para algunos estudiantes visualizarse a sí mismos como “el otro”. A
partir del extraño momento en que los niños blancos se encontraron con las
palabras de su percepción negra, no tenían ninguna idea de cómo posar; algunos
de ellos le pidieron a los niños afroamericanos que los dirigieran. Los niños
afroamericanos, en cambio, no necesitaron orientación: sin decir una palabra,
Antonio Gunther saltó de repente al frente de un fondo blanco y se cubrió la
cabeza para representar la que explicó que era su persona blanca -sin hogar y sin
una comunidad.

Los niños afroamericanos tenían un sentido claramente definido de cómo eran


vistos por la gente blanca. Algunas veces ellos tenían interiorizada esa imagen,
como cuando hablaban de sus “yo” blancos que eran “más agradables o más
listos”. Al igual que los niños blancos, ellos parecían casi ingenuamente
optimistas. Chris Stollings, un niño blanco de quinto grado, dijo que se imaginaba
a sí mismo como el primer presidente negro.

Una vez que los niños habían terminado sus retratos escritos, yo los fotografiaba
posando como su “yo” blanco y su “yo” negro, usando los insumos que ellos
habían traído de casa. Les di los negativos de gran formato para alterarlos o
escribirles encima de acuerdo con las ideas de sus retratos escritos, de manera
que ellos pudieran además describir los personajes que se imaginaron ser ellos
mismos.

Debido a que estábamos trabajando con negativos, los cuales invierten la


polaridad del blanco y el negro como usualmente los vemos en el mundo, los
estudiantes debían pensar cuidadosamente cómo rayar la emulsión para obtener
una línea negra, o, por ejemplo, añadir una marca negra al negativo para obtener
una línea blanca en el positivo. De esta manera, negativo y positivo, y blanco y
negro, tomaron un sentido conceptual y material a la vez.

(290)
Soy una celebridad. Vivo en una mansión. Puedo golpear a cualquiera, incluyendo
a Bruce Lee, Chuck Norris o Steven Segal. Adoro la escuela. Mis materias favoritas
son gimnasia, ortografía, lectura y lenguaje. Estaría muy contento de terminar el
quinto grado y terminar todos mis grados. Yo no soy aburrido como mis amigos.

Mi música favorita es el rap, el country y el rock and roll. Mi cabello es rubio. Mis
ojos son verdosos. Soy cabeza rapada. Soy un tipo musculoso. Mis zapatos
favoritos son Reebook. Mis deportes favoritos son la gimnasia, el baloncesto el
fútbol y el hockey. El nombre de mi madre es Sara Jane. Los nombres de mis
hermanos son Kendall, DJ, Mack y Gregory.

(296)

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Secret Games

Mi nombre es Jonathan Tarp. Vivo en el Distrito Capital de Washington. Quiero ser


el primer presidente negro. Pienso que lo puedo lograr porque soy bueno, honrado
y tengo buenas opiniones y si no logro ser presidente seré caricaturista. Mi
comida favorita es la pizza. Mi color favorito es el azul. Soy una buena persona.
Adoro las mascotas. Tengo dos ratones albinos, Pinky y Cerebro, un gato, Coco, y
dos perros. Sus nombres son Sparkey y Sombra. Puedo dibujar muy bien. Tengo
ojos azul verdosos, cabello café. Mido como cinco pies. Tengo una agradable
escuela por colegio. Quiero ir a Harvard.

(298)
Mi nombre es Natasha. Escucho rap. Mi grupo de rap favorito es Queen Latifa. Mis
grupos favoritos de música son Boys II Men y 69 Boyz. Mi cabello es ondulado y
negro. Mi mes favorito es diciembre. Mi mejor amiga tiene la nariz más pequeña
del mundo. Mi estado favorito es New Jersey. Mi color favorito es el azul. Mi
película favorita es Muchachos en la Cubierta. Me visto con unos Fila. Mi mejor
amiga vive en Sprinfield Apartaments. Ella tiene tres hermanas. Nos encanta ir al
cine y a hacer las tareas en la biblioteca. Tengo ojos cafés y soy muy alta. En este
momento llevo un walkman, vans, chaqueta, jeans y una camiseta de Woodstock.

(304)
Me gusta dibujar, ver televisión. Me gusta ver Garfield y los Power Rangers. Me
encanta jugar baloncesto y baseball. Me gusta leer caricaturas de Garfield. Mi
materia favorita es ortografía. Mi color favorito es el verde. Mis películas favoritas
son La Máscara y Street Fighter. Tengo cabello rubio y ojos azules. Mi equipo
favorito es los Forty-Niners. Yo amo, amo, amo, amo UNC (la Universidad de
Carolina del Norte) y me amo a mí mismo más que nada, incluyendo la UNC, mi
favorita.

(306)
Me gusta el rap. Mi cantante favorito de rap es Boyz II Men. Me gusta la comida
de mar. Me gusta jugar baloncesto. Me gusta jugar los videos juegos. Yo tengo
once años. Mi color favorito es el fucsia. Yo tengo gafas. Mi equipo favorito es
Chicago Bulls. Mi municipio favorito es New Jersey.

(310)
Si yo fuera blanco, 1) Yo cambiaría mi nombre a Jonathan en asuntos de familia.
2) La gente me llamaría Saltina 3) Yo sería un estrella de rock 4) Yo estaría en la
escuela 5) Ir a los funerales sería diferente 6) Me gustaría ir a restaurantes
griegos.

(312)
Yo soy 1) Absurdo 2) Tengo el cabello oscuro 3) Yo le tengo miedo a las culebras
4) Me gusta bailar y cantar 5) Me gusta nadar 6) Me gusta el campo 7) Me gusta
hablar por teléfono 8) Me gusta jugar con mi perro 9) Mi equipo favorito es Norte
de Carolina 10) Mi comida favorita es pizza.

(316)
Si fuera negra, tendría piel negra y pelo negro. Mi nombre sería Karina. Tendría
ojos cafés y el pelo un poco largo. También estaría asustada de mi hermano
porque él siempre me pegaría y eso a mí no me gustaría. Me sentiría emocionada
jugando juegos de manos, haciendo naves, saltando cuerda o jugando con mis
otros amigos. Me gustaría en baloncesto, el baile, el fútbol y muchos otros
deportes. Me gustarían los shows como Martin, Roc, Boy Meets World y Home
Improvement.

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Secret Games

Haría mi tarea cada tarde de manera que en la noche ya estuviera lista. Haría eso
para poderme ver los shows. En el salón de clases yo conseguiría hacer la mayor
parte. Mis amigas y yo siempre jugaríamos en el patio de juegos. Es realmente
divertido. Especialmente, me gustaría la enroscada. Eso es lo más chistoso de
todo.

(318)
Yo tengo ojos verdes, cabello rubio, piel blanca y uso ropa pulcra. Somos cinco
personas en mi familia. Tengo cuatro mascotas. Tenemos un perro y tres
cangrejos ermitaños. Me enojo con mi hermano porque él quiere convertir mi
cuarto en una galería.
Me encantan los peluches, especialmente mis ositos. Es un oso panda. Su
nombre es Greypes. Es gris con negro. Es muy tierno. Me gusta hacer picnic.
Llego a Greypes. Él no come, así que yo como por él. También me encanta tomar
fotos y miralas. A Greypes también le gusta mirarlas. Las miramos en el patio de
recreo.

CONCLUSIÓN

Siempre que me aventuraba en el mundo cuando era niña, sentía que me rodeaba
una burbuja, una burbuja de privilegios que me alejaba de interactuar con el
mundo. La burbuja, me imaginaba, era de un plástico claro y fuerte, que aislaba el
sonido. Por muchos años después de irme de casa la burbuja volvía a mí cuando
caminaba por una calle congestionada en compañía de mis padres. Con la burbuja
alrededor de nosotros, nadie nos podía tocar.

Los proyectos que he presentado aquí, me llevaron en una odisea fuera de esa
asustadora zona de confort. El viaje continúa. Mi trabajo ha evolucionado como
una descripción de mi interacción con el mundo que me rodea.

Cuando comencé a tomar fotografías, estaba fascinada por los esfuerzos


documentales para catalogar los problemas sociales y económicos de los años 30
y los logros ocasionales de las reformas sociales. Me inducía el uso de la fotografía
para influenciar la legislación. A medida que crecía en los años 70, cuando
virtualmente se volvió común el acceso a imágenes de virtualmente todas partes
del mundo, me preguntaba que papel útil podría tener la fotografía. Además de
estos aspectos sociales, me había formado en la fotografía como arte, y esto me
llevó a mantener consideraciones estéticas en mi mente.

Cuando comencé a enseñar con fotografía, veía mis fotos separadas del trabajo
de los estudiantes. Usaba mis habilidades educativas para ayudarles a crear las
fotografías que yo creía que ellos eran capaces de hacer. Gradualmente me di
cuenta que estaba trabajando como una coreógrafa con bailarines o una directora
con actores. Mi trabajo era reconocer la originalidad del trabajo de cada niño y
cultivar esta visión para producir fotografías. Mantenía en mente lo que una vez
Merce Cunningham describió como la base de su coreografía: “cada persona
tiene su propia manera de caminar”

Estaba conciente también del valor educativo de mi trabajo. Podía ver como los
niños ganaban confianza en sí mismos, a medida que avanzaban en un nuevo
medio. A menudo descubrían cosas de sí mismos mientras examinaban su

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entorno. Y a menudo las fotografías de sus hogares ayudaban a sus profesores a


entenderlos mejor.

Mi trabajo personal tenía una inclinación diferente. Cuando Luveena Holcomb, una
de mis vecinas en Kentucky, me veía moverme hacia adelante y atrás para
componer una imagen de ella asomada en la ventana de su casa, observaba que
yo era como “una gallina tratando de hacer su nido”. Era verdad – yo revoloteaba
un poco cuando iba a hacer retratos. Quería hacer un tipo diferente de fotografía
documental, uno que hiciera que el sujeto creara un acto para mi cámara de gran
formato de algún evento en el que los había visto involucrados o una escena que
me imaginaba de historias que les había escuchado.

Por algún tiempo trabajé con 2 métodos –individual y en colaboración – que


corrían paralelos, hasta que entendí que podía combinarlos. Si estaba enseñando
o fotografiando, la parte crucial de mi proceso artístico era la interacción humana.
¿Qué era finalmente lo que yo estaba haciendo? ¿Era algún tipo de antropología
visual? ¿Era educación? ¿Fotografía? ¿Podía combinar estos elementos y además
ser artista? ¿Había algo menos artístico en mi trabajo como profesora que como
fotógrafa?

Con el tiempo aprendí a separarme del mundo y dejar que se revelara a sí mismo
para mí, y mis proyectos se volvieron más conceptuales. Cada proyecto se
convirtió en un reto distinto para mirar por debajo de la superficie de las
relaciones. En respuesta a cada nuevo sujeto traté de cambiar el punto ventajoso
usando nuevos acercamientos y materiales diferentes. A medida que el trabajo
progresaba y me volvía más conciente de mi método, era capaz de experimentar
con maneras de compartir el control sobre la realización de imágenes.

La fotografía como la disciplina en la que me formé se convertía en algo


estilísticamente predecible. Pero continuaba fascinándome como un medio en sí
porque para hacer fotografías uno tiene que estar ahí con su sujeto. El diálogo
activo entre el fotógrafo y el sujeto (e inevitablemente el espectador) se convirtió
para mí en el punto esencial de la fotografía. Más allá de las opciones estéticas,
comencé a ver la fotografía como un lenguaje al que todo el mundo tiene acceso.
Comencé a sentirme más cerca de esas fotos en las paredes de la biblioteca de la
casa de mis padres. Entre más podía sentir la presencia de la persona detrás de la
cámara más apremiantes me parecían estas imágenes ordinarias.

Cuando mi abuelo fundó su agencia de publicidad durante los primeros días de la


producción en masa, él puso imágenes a disposición del mercadeo. El fue una de
las personas que creó la fotografía comercial y al hacerlo tuvo mucho que ver con
limitar las maneras en las que se leen las imágenes. A veces siento como si
estuviera destinada a deshacer su trabajo.

Para mí enseñar es un acto político – si la política dirige el poder o la falta de


poder de la gente en sus vidas cotidianas. Quiero que la gente entienda el poder
que los usa y el poder que ellos usan – sea el poder de un gobierno, un padre o
una religión. A veces siento que me disfrazo como profesora para hacer las fotos
que necesito ver.

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