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HERMENÉUTICA

LECCIÓN II.

ACTITUDES NECESARIAS PARA EL ESTUDIO PROVECHOSO DE LAS ESCRITURAS

Introducción: Así como para apreciar debidamente la poesía se requiere poseer un sentimiento
especial hacia lo bello y poético, así mismo es de la mayor importancia una disposición especial
para el estudio provechoso de la Sagrada Escritura. Porque, ¿cómo podrá una persona irreverente,
ligera, impaciente e imprudente, estudiar e interpretar debidamente un libro tan profundo y
altamente espiritual como es la Biblia? Necesariamente, tal persona juzgará de su contenido como
el ciego de los colores. ¿Cuáles actitudes se necesitan para el estudio y recta comprensión de la
Escritura? Veamos, entre otras, las más esenciales:

1. Se necesita una ACTITUD RESPETUOSA:

Porque, por ejemplo, un hijo irrespetuoso, ligero y frívolo, ¿qué caso hará de los consejos , avisos y
palabras de su padre? La Biblia es la revelación del Omnipotente, es el milagro permanente de la
soberana gracia de Dios, es el Testamento sellado con la sangre de Cristo. Pero, con todo y ante tal
maravilla, el hombre irreverente se hallará como el ciego ante los sublimes Alpes de Suiza, o peor
aún, como el insensato que echa barro sobre un monumento artístico que admira todo el mundo.
Con ese espíritu reverente, es que los primeros creyentes contemplaban la Palabra de Dios (vea
1ra Tes. 2:13). Así mismo, acerquémonos y recibamos la Escritura con todo respeto. Estudiémosla
con tal sentimiento de humildad y reverencia, de tal modo que descubramos en ella, como dice el
Salmista, "maravillas en su ley" (Salmo 119:18).

2. Se necesita una ACTITUD DÓCIL:

Es imprescindible tener este sentir para un estudio provechoso y una comprensión recta de la
Escritura. Pues, ¿qué se aprenderá en cualquier estudio si falta la docilidad? A la persona
obstinada y terca que intenta estudiar la Biblia, le pasará lo que dice el apóstol Pablo del "hombre
natural" o "animal", como traducen otras versiones. (vea 1ra Cor. 2:14). Dejemos, pues, a un lado
las opiniones preconcebidas e ideas favoritas y emprendamos el estudio en el espíritu de un dócil
discípulo y dejemos que Cristo sea nuestro Maestro.

3. Es preciso tener una ACTITUD DE AMOR por la Palabra de Dios:

Porque ¿quién se cuidará de buscar con afán y recoger lo que no se aprecia y estima? De
necesidad imperiosa, para el estudio de la Escritura Sagrada, es un corazón deseoso de conocer la
verdad de Dios. "Dejando, pues...todo engaño, dice el apóstol Pedro, "desead, como niños recién
nacidos, la leche espiritual no adulterada" que es la verdad revelada. (1ra Pedro 2:1-2). Vea
también Efesios 1:17.

4. También debe ser PACIENTE EN EL ESTUDIO:

Pues, ¿qué adelanto hará una persona impaciente, inconstante y cambiadiza en cualquier trabajo
que emprenda? Para todo se necesita la virtud de la paciencia.

Cuando Jesucristo dijo: "Escudriñad las Escrituras" (Juan 5:39), se vale de una palabra que denota
el trabajo del minero que cava y revuelve la tierra buscando con diligencia el metal precioso, pues
está ocupado en un obra que requiere paciencia. Así son las Escrituras, ricas en contenido e
inagotables, como las ricas minas de oro y diamantes del Callao en el estado Bolivar, Venezuela.

Y por lo mismo, Dios ha dispuesto que su Palabra, en algunas partes, sean profundas y de difícil
penetración. Manifestemos además, esa nobleza que caracterizaba a los de Berea, de los cuales
dice la Escritura que "fueron más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la
palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras" (Hechos 17:11). Si eso hacemos,
veremos cómo el trabajo paciente en el estudio de la Palabra, llevará el premio en sí mismo. (vea
Samo 119:103, 127, 129, 162).

Tal es el testimonio del Salmista, que había hecho de la Palabra de Dios su diligente estudio y
perseverante meditación, y tal será la experiencia nuestra si imitamos su ejemplo.

5. Además de las actitudes mencionadas, necesitamos también LA PRUDENCIA:

¿La prudencia en qué? De saber principiar la lectura por lo más sencillo y proceder a lo que es más
difícil. Es fácil descubrir que el Nuevo Testamento es más sencillo que el Antiguo y que los
evangelios son más sencillos que las cartas apostólicas.

Aún entre lo evangelios, los tres primeros son más sencillos que el cuarto. Se debe empezar, pues,
el estudio por los tres primeros. Después de leer y estudiar el tercer evangelio, puede leerse, por
ejemplo el libro de los Hechos, que es de más fácil comprensión que el evangelio de Juan, cuyo
contenido es muy profundo. En una palabra, tenga la prudencia de saber pasar de lo sencillo a lo
difícil para sacar provecho y no abandonar el libro por incomprensible, como han hecho algunos
imprudentes.

Lo dicho en este capitulo se puede resumir en las palabras bíblicas siguientes: "Entonces les abrió
el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras" (Lucas 24:45). En todo momento del
estudio de la Palabra de Dios no debe faltar la oración, la súplica. Nunca se debe emprender el
estudio sin haber pedido al Señor, el Maestro de maestros, que nos abra el entendimiento y nos
aclare su Palabra.

La fuente de toda luz y sabiduría es el Espíritu Santo y dice la promesa: "Si alguno de vosotros
tiene falta de sabiduría demándela a Dios...y le será dada" (Santiago 1:5-7). Así lo hacía el rey
David al orar: "Abre mis ojos, dice, enséñame tus estatutos, dame entendimiento, inclina mi
corazón a tus testimonios." (Salmo 119: 18, 26, 34, 37, 99, 104). De ese modo David pudo exclamar
con gozo diciendo: "¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!...más que mis enseñadores he
entendido." Sigamos su ejemplo y el resultado será idéntico para nosotros.

PREGUNTAS DE LA LECCION II

1. Para el estudio provechoso de la Escritura ¿por qué es necesaria una actitud respetuosa?

2. ¿Por qué se necesita una actitud dócil para estudiar la Biblia?

3. ¿Por qué es necesario que ame la verdad el escudriñador de las Escrituras?

4. ¿Por qué requiere paciencia el estudio provechoso de la Biblia?

5. ¿Por qué se necesita la prudencia en el estudio de las Escrituras?

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