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Florida y Boedo: dos caras de una moneda

Los escritores argentinos de principios del siglo XX, conocidos como la vanguardia del '20,
compartieron el espíritu de una época más que la adscripción a una corriente estética. Los
cambios producidos en la sociedad a partir del desarrollo de las ciudades y la tecnología
influyeron en ellos. La modernización en las comunicaciones y en los medios de transporte
facilitaron los viajes a Europa y, de esta manera, los artistas americanos entraron en contacto
con el espíritu de las vanguardias europeas.
Fue así como el Ultraísmo, movimiento de origen español introducido por Jorge Luis Borges,
influyó en la producción literaria de nuestro país. El Ultraísmo pretendía comunicar estados y
sensaciones, por lo que rechaza cualquier línea argumental, cualquier anécdota. En cuanto a
lo formal, privilegiaba la metáfora y las formas libres y asonantes. La poesía fue su forma
natural de expresión.
Por otra parte, durante la misma época se desarrolló una poesía de mayor contenido social,
que reflejaba las voces de la gente común. Así, ambas corrientes -la que recibió la influencia
del Ultraísmo y la que se inclinó por expresar una problemática social-estuvieron
representadas en nuestro país por dos grupos: Florida y Boedo.
El grupo de Florida tomó su nombre del lugar donde habitualmente se reunían los escritores
que lo integran: una famosa y elegante confitería ubicada en esa calle de la Capital Federal.
Difundían sus creaciones a través de la revista Martín Fierro, por esta razón también se
denominaban "martinfierristas". A este grupo pertenecen, entre otros, Jorge Luis Borges,
Oliverio Girondo, Raúl González Tuñón, Norah Lange, y también algunos representantes de
las antiguas corrientes postmodernistas, como Leopoldo Lugones.
El grupo de Boedo adoptó su nombre, al igual que el de Florida, por el lugar donde se reunían:
la sede de la editorial Claridad, ubicada en la calle Boedo al 800. Este grupo estaba integrado,
entre otros, por Nicolás Olivari, Elías Castelnuovo y Leónidas Barletta. Sus publicaciones
periódicas eran de orden político más que estético; entre ellas, se recuerdan Los pensadores,
Campana de palo y Claridad.
Mientras que el nombre de Florida representaba la elegancia y la superficialidad, el de Boedo
pretendía practicar la literatura como instrumento revolucionario. Durante mucho tiempo, se
consideró que ambos grupos estaban enfrentados de manera irreconciliable. En las páginas
de sus publicaciones se pueden leer burlas en forma de epitafios o críticas despiadadas a los
autores del otro grupo. Sin embargo, esta rivalidad no fue tal. Muchos de los escritores
vinculados políticamente con Boedo frecuentaban las tertulias del grupo de Florida o
publicaban en la revista Martín Fierro. El humorista Antonio Cancela propone la fusión de
ambos grupos a través de una denominación original: "Escuela de la calle Floreado”.
Los miembros de Florida y Boedo eran principalmente jóvenes escritores, poetas, dramaturgos
y ensayistas que desarrollaron su obra en la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, algunos
escritores de mayor edad como Macedonio Fernández, también participaron de la
efervescencia y el entusiasmo renovador de la época.

El martinfierrismo

El fin de la Primera Guerra Mundial (1918) trajo consigo un sentimiento de


esperanza, ánimos de renovación y la idea de que todo estaba por
hacerse. Los vínculos entre Europa y América Latina se estrecharon; las
nuevas estéticas llegaron a estas orillas y fueron adoptadas por los
escritores autóctonos. Para difundir sus producciones se desarrollaron las
revistas literarias. La revista Martín Fierro, por ejemplo, reunía en sus
páginas toda la inquietud artística e intelectual de la época, así como
también a los escritores con sagrados que representaban a las viejas
escuelas. De este modo, era posible encontrar a postmodernistas como
Leopoldo Lugones, ultraístas, creacionistas, y autores tan diferentes entre
sí como Oliverio Girondo y Raúl González Tuñón. Si bien en los primeros
números hubo variedad y amplitud en los textos publicados, muy pronto su concepción se
radicalizó en una estética bien definida. La revista Martín Fierro se convirtió, entonces, en el
exponente de la nueva literatura que ella misma contribuyó a divulgar.
Uno de los rasgos que caracterizó a los escritores de este grupo fue la adopción del género
poético como medio de expresión. Los martinfierristas buscaron la ruptura de los esquemas
poéticos fijos, una sonoridad que no apelara a la rima fácil y la renovación de los recursos
poéticos. En este último aspecto, privilegiaron la metáfora, es decir, la traslación del significado
de un término a otro, en la búsqueda de asociaciones poco comunes.
Por otra parte, también incluyeron en sus poesías términos provenientes del habla cotidiana
de la ciudad o de los ámbitos rurales con la intención de revalorizar el lenguaje americano
junto con temáticas nacionales, como el arrabal porteño en el caso de Borges.

Boedo

En el año 1922, el periódico de carácter revolucionario La montaña -dirigido por José


Ingenieros y Leopoldo Lugones- convocó a un concurso de jóvenes autores en el cual
resultaron premiados Elías Castelnuovo, Leónidas Barletta y Roberto Mariani. Los tres
compartían la preocupación por renovar la literatura realista con
intenciones sociales que se desarrollaba en la Argentina desde
1900. Esta literatura anterior era claramente naturalista y tenía
como objetivo mostrar y denunciar las injusticias de la vida que
afectaban a los sectores más pobres.
Las discusiones en torno a esta problemática hicieron que, en el
año 1924, se conformaran como grupo alrededor de la revista
Dínamo. En esta publicación predominaban la prosa narrativa y los
ensayos, a diferencia de Martín Fierro, en la que se publicaba casi
exclusivamente poesía. A Dínamo la siguieron Extrema Izquierda
-de corta duración, Los pensadores y Claridad, la más importante
de las publicaciones del grupo de Boedo.
Paralelamente, editaban colecciones económicas en las cuales
difundían a los escritores vinculados con la revolución a los
grandes escritores realistas europeos y a los jóvenes de su grupo "Los nuevos".
Su obra crítica y los autores a los que publicaron permiten caracterizar de alguna manera al
grupo de Boedo en oposición al de Florida. Los escritores de Boedo se enfrentaban a la
literatura romántica y vacía de contenido social; criticaban a sus contemporáneos de Florida
por ser extranjerizantes y hacer arte para un grupo minoritario. En cambio, el grupo de Florida
se oponía directamente al modernismo y criticaba a los de Boedo por su apego al naturalismo
y su estética conservadora.

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