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se echó sobre el calentito montón de plumas que le servía de cama, dispuesto a

dejarse morir.
Augustito calentito
Cuando abrió los ojos, creyó estar en el cielo, pues la cara de un angelito le estaba
sonriendo. Pero con gran alegría comprobó que sólo era la enfermera, quien le contó
que llevaban días curándole, desde que un valiente había llegado allí con las cuatro
Augustito Calentito era un ratoncillo de ciudad que vivía plácidamente en una gran
patas congeladas, y les había indicado cómo encontrarle antes de caer sin fuerzas.
casa, con todas las comodidades que ningún ratón pudiera soñar: siempre encontraba
Cuando Augustito corrió a agradecer a Duretas su ayuda, le encontró en pie, muy
agua tibia para bañarse, comida aún caliente, ropa de
recuperado. Había perdido varios dedos y una oreja, pero se le veía alegre. Augustito
abrigo o lo que fuera. Con él vivía un tipo raro, Duretas
se sentía muy culpable, pues él estaba entero, pero el bruto de Duretas le respondió:
Aguantetas, que incomprensiblemente, a pesar de tener
todas esas comodidades, cada día renunciaba a una o
- No te preocupes, si no fuera por esos dedos y esa oreja, yo tampoco estaría aquí.
dos de ellas. Era capaz de lavarse con agua fría
¡No han podido tener mejor uso!
teniéndola caliente, o de mordisquear puerros teniendo al
lado un trozo de queso. Y lo peor era cuando trataba de
Por supuesto, siguieron siendo grandes amigos, pero Augustito ya nunca pensó en
convencer al bueno de Augustito para que también lo hiciera:
Duretas como un bruto, y junto a él, se propuso recuperar el control de su calentito y
caprichoso cuerpecito, renunciando cada día a una de esas innecesarias
- Venga, hombre, te harás un tipo más duro. ¡Que te estás convirtiendo en un
comodidades de la vida moderna.
blandito! - le decía.
Y el pobre Augustito se daba la vuelta, se envolvía en su manta calentita y se ponía a
leer, pensando cómo podía haber todavía gente tan bruta.

Pero la desgracia quiso que una noche cayera tal nevada en la ciudad, que la
ratonera de nuestros amigos quedó completamente sepultada y aislada por una
montaña de nieve. Trataron de salir, pero el frío era intenso y no creyeron poder cavar
un túnel con tanta nieve, así que decidieron esperar. Pasaron los días, seguían
rodeados de nieve, y ya no tenían comida. Duretas aguantaba bastante bien, pero el
bueno de Augustito, privado de sus baños, su comida y su abrigo, estaba a punto de
perder el control. Era un tipo culto, que había estudiado mucho, y sabía que no
aguantarían más de 3 días sin comida, los mismos que habían calculado que
necesitaban para cavar el túnel a través de la nieve, así que no les quedaba otro
remedio que lanzarse a cavar.

Pero en cuanto tocó la fría nieve, Augustito dio media vuelta. No podía con aquel frío,
ni con tanta hambre ¡ni siquiera sabiendo que estaba a punto de morir! Duretas, sin
embargo, lo aguantaba bastante bien, y comenzó a cavar, al tiempo que animaba a su
compañero a hacer lo mismo. Pero Augustito estaba paralizado, no podía aguantar
tan terribles condiciones, y ni siquiera podía pensar con claridad. Y entonces vio a
Duretas, "aquel bruto", y comprendió que era mucho más sabio de lo que parecía,
pues en lugar de hacer como él, se había acostumbrado a hacer las cosas porque
quería, y no sólo las más apetecibles de cada momento. Y podía mandar cavar a sus
patitas sin importar que estuvieran moradas por el frío, algo imposible para él mismo,
por mucho que lo desease. Y con esos pensamientos, y una lágrima de impotencia,
Aún quedaba Julia. La pobre Julia lo pasó mal el día del concurso, porque
aunque tenía un plan muy secreto y estupendo, se había gastado sus
monedas sin darle tiempo a terminarlo en un año. Pero estaba tan segura de lo
Las monedas del abuelo bueno que era su plan, que decidió seguir con él y aguantó ver cómo Alejandro
resultaba ganador, y la cara de sus tíos y abuelos, que parecían decirle "qué
desastre de niña, no ha sido capaz de ahorrar nada".
Julia y sus primos iban cada mes a la gran comida familiar
en casa de los abuelos, y esperaban con ilusión el Cuando estaba a punto de finalizar el segundo año, Julia dio una gran
momento en que su abuelo les daba unas monedillas sorpresa a todos al aparecer en casa de los abuelos con un violín y mucho
"para que se comprarar cualquier cosa". Entonces todos dinero. Aún más impresionante fue oirla tocar, porque lo hacía realmente bien,
los niños corrían a la tienda a comprar chicles, pipas o pero lo que terminó por entusiasmar a todos fue la historia de la pequeña
gominolas. Y como vieron abuelos, tíos y padres, que violinista.
así los niños nunca aprenderían a manejar el dinero, les Todos sabían que la niña adoraba el violín, aunque en la familia no podían
propusieron una prueba especial, y que en el plazo de un pagarle el instrumento ni las clases. Así que Julia, cuando conoció a un
año enseñasen a todos qué eran capaces de conseguir con simpático y pobre violinista que tocaba en el parque, le ofreció todas las
aquellas monedillas. monedas que le diese su abuelo si le enseñaba a tocar. Aunque era poco
dinero, el violinista aceptó encantado al ver la ilusión de la niña, y durante
Algunos se propusieron ahorrar, pero Rubén y Nico, los más pequeñajos, no meses le enseñó con alegría. Julia puso tantas ganas e interés, que en poco
hicieron ni caso, y en cada visita siguieron gastando todo en golosinas. Cada más de un año el artista le prestó un violín para que pudieran tocar a dúo en el
semana presumían de sus dulces ante el resto de sus primos, riéndose y parque. Y tuvieron tanto éxito, que en poco tiempo Julia pudo comprar su
chinchándoles. Tanto les hicieron rabiar, que Clara y Jose dejaron su espíritu propio violín, y aún le sobró bastante dinero.
ahorrador por no aguantarles, y se unieron al grupo de los golosos que
gastaban todo al momento. Toda la familia la ayudó desde entonces a convertirse en una famosísima
Moncho era un chico muy listo, y decidió empezar a manejar su dinero con violinista, y contaban a cuantos conocían la historia de cómo unas monedillas
cambios, comprando y vendiendo cosas, o apostando con otros chicos a los bien gastadas fueron suficientes para hacer realidad los más grandes sueños
cromos. En poco tiempo sorprendió a toda la familia, porque consiguió mucho de una niña.
dinero con poco esfuerzo, y al ritmo que llevaba terminaría siendo casi rico.
Pero Moncho apenas tenía cuidado, cada vez se metía en cosas más
arriesgadas, y unos meses después se quedó sin un céntimo, tras una mala
apuesta en las carreras de caballos.
Alejandro demostró tener una voluntad de hierro. Ahorró y ahorró todo el
dinero que le daban, deseoso de ganar el concurso, y al cabo del año pudo
juntar más dinero que nadie, y con tanto dinero consiguió las golosinas mucho
más baratas, así que el día de la prueba se presentó con dulces para mucho
más de un año, y aún así le sobró dinero para comprarse algún juguete. Fue el
ganador claro, y el resto de sus primos aprendieron de él las ventajas de saber
ahorrar y esperar.
El anciano, deprimido y enfermo, decidió llamar a sus sirvientes antes de
Las monedas encantadas morir, y les entregó algunos bienes para que pudieran vivir libremente cuando
él no estuviera. Entre ellos se encontraba uno muy joven aún, al que entregó
una de aquellas pequeñas monedas por error. El joven, criado a la sombra de
Hubo una vez un hombre bondadoso y rico que al aquel justo y sabio señor a quien quería como un padre, vio en lugar de la
cumplir muchos años pensó dejar a cargo de sus moneda una poderosa medicina que curaría al anciano señor, pues aquello
cosas a algún joven inteligente y honesto. era de veras lo que más quería en el mundo, y según la vio, entregó la
Comentando un día su decisión y las ganas que tenía moneda de nuevo diciendo: "tomad, señor, esto es para vos; seguro que os
de no equivocarse en la elección, un buen amigo le sentará bien".
dio este consejo: Efectivamente, aquella simple moneda actuó como el más milagroso de los
bálsamos, pues el anciano saltó de alegría al haber encontrado por fin alguien
- La próxima vez que vendas algo, cuando des el dinero del cambio, entrega honrado, y le llenaba de gozo comprobar que siempre había estado en su
como por descuido la moneda del menor valor. Aquel que te la devuelva propia casa.
sabrás que es honrado.
Y así, el joven sirviente pasó a administrar con gran justicia, generosidad y
El hombre rico agradeció mucho el consejo, y pensando que era una buena honradez todos los bienes del anciano, quien siguió acompañándole y
idea y fácil de realizar, decidió ponerla en práctica. No contaba con que uno de aconsejándole como a un hijo por muchos años.
los presentes, un vecino que se hacía pasar por amigo pero en verdad le
envidiaba enormemente, contrató los favores de un hechicero, a quien encargó
encantar las pequeñas monedas que poseía el anciano de modo que
cualquiera que mirase una de aquellas monedas tocadas por él, viera en ella
no una moneda corriente, sino aquello que más quería en el mundo. Confiaba
el malvado en que nadie devolviera la moneda y el viejo se desesperase, y
entonces dejase a un sobrino suyo administrar todos sus negocios.

Todo resultó según lo planeado por el envidioso comerciante, y ni uno solo de


los que hablaron con el anciano fue capaz de devolver la triste moneda: unos
veían en ella el mayor diamante o piedra preciosa, otros una obra de arte,
otros una reliquia y algunos incluso una pócima curativa milagrosa. Medio
rendido en su intento por encontrar alguien honrado, su envidioso vecino
aprovechó para enviar al sobrino advirtiéndole cuidadosamente para que
devolviese la moneda. El sobrino fue decidido a hacerlo, pero al recibir la
moneda, vio en ella todas las posesiones y títulos de su tío, y creyendo que
todo lo que le había contado su tío era un engaño, marchó con su inútil
moneda y su avaricia hacia ninguna parte, pues cuando su tío se enteró de la
traición lo despidió para siempre.
El comerciante sin suerte mucha gracia, así que cada poco tiempo se paraba a vaciarlo y seguía su
camino.
Había una vez un comerciante que después de
unos malos negocios, se lamentaba de su mala Pero llegó un momento en que el vaso se llenaba tan rápido, que casi no podía
suerte. Un viajero que pasaba por allí le vaciarlo, y finalmente, se desbordó.
preguntó qué le apenaba, y al oír que era un "Buena la he hecho", pensó el mercader, "lo único que me falta es otro montón
hombre con muy mala suerte, abrió el saco que de mala suerte". Entonces miró a lo largo del camino, y vio que las semillas
llevaba y sacó un extraño artilugio, formado por que había ido arrojando se habían convertido en plantas malignas que
dos vasos de cristal unidos por la mitad, acabaron con los sembrados y los pastos de toda la zona. Los aldeanos del
decorados con extraños dibujos, uno verde y lugar al verlo, buscaron enfurecidos al culpable, y el mercader casi había
otro rojo, en cada uno de los cuales había unas conseguido librarse cuando la mujer con la que no compartió sus semillas
raras semillas del mismo color que su vaso. verdes le delató, y el hombre huyó corriendo del pueblo entre golpes y
- Pues precisamente has tenido mucha suerte al encontrarme -dijo el hombre-. porrazos.
Esto es justo lo que necesitas: unas vasijas de la suerte.
Ése sólo fue el principio de la multitud de desgracias que le tocó sufrir al
Y ante el asombro del mercader, le explicó que aquellas semillas eran las mercader. Realmente, las vasijas tenían mucho poder y todo se volvió en su
semillas de la suerte; las de la buena suerte, las verdes, y las de la mala contra. En sólo 3 días trató de librarse de las vasijas cien veces, pero como
suerte, las rojas. Nunca podían separarse las vasijas, y cuando alguna de ellas aquello no terminó con su mala suerte, tuvo que volver por ellas y buscar la
se llenaba, provocaba múltiples sucesos de buena o mala suerte, según se forma de llenar el vaso verde, y de no dejar caer ni una semilla roja más. Así
hubieran desbordado unas semillas u otras. que cambió la tapa del tarro verde al rojo, para descubrir con horror que la
mayor parte de las semillas verdes habían desaparecido...
El comerciante, ilusionado, agradeció el regalo, sin llegar apenas a escuchar
las últimas palabras del viajero, advirtiéndole lo difícil que era utilizar aquellas Y mientras lamentaba su mala fortuna, se detuvo a mirar los dibujos de las
vasijas. Esperanzado, examinó con cuidado las semillas verdes, las de la vasijas. Eran como unas instrucciones, en las que siempre se veía el vaso rojo
buena suerte. Aunque no le eran familiares, estaba seguro de poder encontrar cerrado y el verde totalmente abierto, y parecía que cualquiera pudiera tomar
alguien a quien comprarle varias vasijas, así que cubrió la boca del tarro con cuantas semillas verdes quisiera.
sumo cuidado, evitando que se pudieran caer por descuido.
Decidió seguir su viaje de esa forma, y al encontrarse con un hombre que le
Luego miró las semillas rojas, y pensó que la forma más segura de evitar que pidió algunas de sus semillas, esta vez le dejó servirse libremente. Y su suerte
se llenara el vaso rojo era vaciarlo allí mismo; así lo hizo y siguió su camino. cambió, porque en ese instante aparecieron los aldeanos que aún le
Poco después, se cruzó con una mujer que al ver sus vasijas debió perseguían, pero su nuevo amigo le ayudó a escapar, y les dirigió en dirección
reconocerlas, porque corrió a pedirle un buen puñado de semillas. El contraria. Cosas parecidas volvieron a ocurrir con muchos otros que encontró
comerciante se negó rotundamente, y la mujer se fue maldiciendo entre en el camino, hasta que el comerciante comprobó que en lugar de vaciarse,
dientes. "Qué quiere que haga", pensó apesadumbrado,"no puedo renunciar a cada vez que regalaba las semillas verdes el vaso se llenaba más, hasta que
mi buena suerte", y siguió su camino, donde volvió a tener más encuentros tras ofrecer semillas a todo el mundo, el vaso llegó a desbordarse.
similares.
Según pasaba el tiempo, el comerciante descubrió que el vaso rojo se llenaba Y efectivamente, la buena suerte se quedó con él y comenzaron a ocurrirle
solo. Le pareció más o menos lógico, porque si no las vasijas no tendrían cosas maravillosas; uno de aquellos a quienes había ayudado resultó ser un
hombre muy rico, que agradecido le llenó de lujos y regalos; otros le
consideraban tan bueno que le propusieron para alcalde, y así una y otra vez.

Algún tiempo después el mercader se cruzó con aquel viajero que le entregó
las vasijas. Después de saludarse, le contó todas sus aventuras y le dio miles
de gracias. Pero antes de despedirse, le preguntó:
- ¿Por qué me diste las vasijas de la suerte? ¿Es que ya no querías tener
buena suerte?
Y el hombre, riendo con fuerza, respondió:
- ¡No me digas que aún las tienes! ¡Pero si no hacen falta para nada!... la
magia de las vasijas es muy tonta: sólo hace crecer o disminuir unas estúpidas
semillas venenosas y comestibles, pero no tiene ningún efecto sobre la suerte.
He oido que las inventó un aprendiz de brujo muy torpe.
- ¡¿como?! -exclamó sorprendido el mercader.
- Claro que no. Creo que fue un viejo maestro quien las encontró y se dio
cuenta de que serían geniales para enseñar a usar la suerte: guárdate lo malo
para tí, y comparte lo bueno con los demás. Y en verdad que es la única forma
de atraer la buena suerte y evitar la mala, ¡y vaya si funciona!... Cuando
repartiste tu mala suerte, tratando de conservar para tí la buena, te aseguraste
de que nadie quisiera compartir las cosas buenas contigo, sólo las malas. Las
semillas no tuvieron nada que ver en eso, fueron tus obras. ¿lo entiendes
ahora?

¡Vaya si lo había entendido!. Y mientras el viajero se alejaba el mercader, con


las vasijas en la mano, miró a los habitantes del pueblo, buscando entre todos
ellos quien más necesitara aprender a utilizar la buena suerte.
- Yo lo haré -repuso el caballero- yo los libraré.
El caballero y el mundo
Y el caballero regresó al mundo, llevando consigo todas sus armas. Y uno tras
Había una vez un heroico caballero, de los que triunfan otro, se fue ofreciendo a cuantos encontraba para liberarles de su mal interior.
en cuentos de todas las lenguas y lugares. Su valentía Pero nadie le hizo caso, sólo encontró indiferencia y caras de extrañeza.
era tan grande, y su espada tan temida, que cansado de Finalmente, agotado y confundido, arrojó sus armas al suelo y se dirigió hacia
buscar dragones, ogros y monstruos de cuento en una piedra del camino para descansar. Pero al hacerlo, tropezó con la espada
cuento, decidió abandonar los cuentos y venir a probar y fue a parar al suelo, dándose de cabeza contra un pollo que cacareaba por
su valentía y su destreza al mundo real. Pero cuando allí. Al verlo, un hombrecillo triste que pasaba por aquel lugar, comenzó a reir a
llegó aquí, no encontró temibles criaturas, ni malvados carcajadas, tanto que casi no podía mantenerse en pie. El caballero se enojó,
brujos, ni siquiera una pobre madrastra a la que pero al mirar al hombrecillo, observó en sus ojos el brillo alegre que no había
atemorizar con su espada. Y era muy raro, porque lo encontrado en el mundo real...
único que vio fue gente preocupadísima, con la misma
cara de susto de todos aquellos que alguna vez había Y así fue como el caballero encontró por fin la solución al mal de los habitantes
salvado de un dragón o un ogro. Sin embargo, no parecía haber nadie que les del mundo; sólo necesitaban una sonrisa, una pequeña ayuda para desterrar
atemorizara o les obligara a vivir con aquella angustia: todos iban de un lado a sus malos sentimientos y disfrutar de la vida.... Y desde aquel día, el caballero,
otro, con prisa y sin hablar con nadie, como si algo terrible fuera a ocurrir. Pero armado con una gran sonrisa, se dedicó a formar un ejército de libertadores,
al acabar el día, nada malo había ocurrido. Y así un día, y otro, y otro. un numeroso grupo de gente capaz de recordar a cualquiera la alegría de vivir.
Y vaya si ganó la batalla, tan brillantemete como siempre había hecho.
El caballero pensó que aquella podría ser su aventura más heroica, y resolvió
dedicarse por completo a encontrar el misterio de la angustia del mundo real.
Buscó, preguntó, indagó, navegó y trepó, pero no encontró nada. Dispuesto a
no rendirse, regresó a su mundo de cuentos para hablar con el gran sabio.

- Dime, gran sabio ¿cuál es el gran enemigo invisible que atemoriza a las
gentes del mundo real? Aún no he podido encontrarlo, pero no descansaré
hasta vencerle y liberarlos a todos, como hice con tantas ciudades.

El gran sabio calló durante largo rato, y finalmente dijo:


- No tienes fuerza ni coraje suficientes para vencer esta batalla. El enemigo no
existe, pero es poderoso, y tan numeroso como las estrellas del cielo
- ¡cómo! - protestó el caballero - ¿es eso posible?
- En el mundo real, como no había dragones ni ogros, se inventaron los
enemigos, y ahora los llevan dentro. Cada uno tiene un enemigo hecho a su
medida, y está dentro de su corazón. Para unos se llama codicia, para otros
envidia, para otros egoísmo, pesimismo o desesperanza. Han sembrado su
interior de malos sentimientos, llevándolos consigo a todas partes, y no es
nada fácil arrancarlos de allí.
Finales felices cuando un misterioso personaje, rico, sabio y afortunado, le ayudaba a salir
adelante y cumplir sus sueños.

Perico Picolisto era un niño rico que llevaba una Cuando terminó la película y Perico volvió a encontrarse en su asiento, estaba
vida muy tranquila y cómoda, aislado de muchas asustado. Pensó que en la vida real, él siempre había sido de aquellos que
de las desgracias del mundo. Un día, Perico fue teniendo suerte, nunca ayudaban a crear finales felices. Se sintió tan mal, que
al cine a ver una película que le hacía muchísima estuvo llorando largo rato en su silla...
ilusión, pero llegó un pelín tarde, justo cuando la Finalmente, una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, y salió del cine casi
taquillera le vendía la última entrada a un niño bailando. Estaba contento porque ya sabía a qué se iba a dedicar: sería esa
con un aspecto muy pobre, que llevaba ayuda que necesitan quienes tienen menos suerte, ¡sería creador de finales
ahorrando semanas para ver la película. Al verse felices!
sin su entrada, Perico se enojó muchísimo, y comenzó a gritar y protestar,
exigiéndole al niño que le diera su entrada. Y mientras volvía a casa dispuesto a cambiar su mundo, vio a lo lejos al señor
distinguido que le había dado la entrada. Era el misterioso personaje que le
-¿Por qué voy a darte mi entrada? He llegado antes que tú y la he pagado- dijo había ayudado a resolver todas las historias de su película.
el niño
- Pues... ¡porque yo soy más importante que tú! ¡mírame!, yo soy rico y tú eres
pobre, ¿lo ves? - respondió Perico cargado de razón.

Entonces apareció un señor muy distinguido, que se acercó a Perico Picolisto


y le ofreció una entrada diciendo

- Por supuesto, niño. Tú tienes más derecho que él de ver esta película

Entonces Perico, con tono ostentoso y soberbio, apartó al otro niño y entró al
cine. Echó un vistazo alrededor y se sintió muy cómodo cuando vio que la sala
estaba llena de niños ricos como él, y se sentó a disfrutar de la película.

Pero en cuanto se sentó, se sintió trasportado a la pantalla, y se convirtió en


un personaje más, protagonista de muchas historias. Y en todas aquellas
historias, Perico empezaba con muchísima mala suerte: unas veces sus
padres desaparecían, otras su casa se quemaba y perdían todo su dinero,
otras estaba de viaje en un país del que no entendía el idioma, otras le tocaba
trabajar desde niño para ayudar a criar a un montón de hermanos, otras vivía
en un lugar donde todos le trataban como si fuera tonto o no tuviera
sentimientos... Y en todas aquellas historias, Perico se esforzaba terriblemente
por salir adelante, aunque todo eran dificultades y casi nadie le daba ninguna
oportunidad. Pero igualmente, todas las historias acabaron con un final feliz,
La cueva de los mil tesoros El anciano preguntó:
- ¿Seguro?
Y cuando el hombre le mostró la cueva, descubrió un cofre con joyas y unas
bolsas de oro. EL hombre no salía de su asombro, y el anciano le explicó:
Había una vez un hombre que paseando por el monte
¡Por fin! Por fin alguien libera el encantamiento de esta cueva. Mira, esta es la
encontró una cueva increíble. En su interior había
Cueva de los Mil Tesoros, y eres el primero que supera su gran prueba.
almacenadas toda clase de tesoros y piedras
Muchos han sido los que han dedicado su vida a esta cueva para terminar
preciosas, y cuando lo vio, el hombrecillo no dudó en
comprobando que no había ya nada...
ocultar la entrada a aquel tesoro, y dedicó todo su
¿Y por qué ocurre esto? -dijo el hombre- ¿por qué aparecen y desaparecen las
tiempo a guardarlo.
joyas?
Desde aquel día, el hombrecillo aprovechó para
ocultar en aquella cueva todas sus cosas de valor, y
Hijo, esta cueva mágica tiene tantos tesoros como tenga tu corazón. Cuando
para evitar que los demás se enteraran de que era rico, abandonó su trabajo,
alguien la descubre, se llena de los tesoros que trae consigo, pero cuando
su casa, y sus amigos. Vigilaba constantemente los alrededores de su cueva
luego todos ponen el empeño en guardar las riquezas, su corazón se vacía de
tratando de evitar que nadie entrara, y por miedo a los ladrones, hacía guardia
las cosas importantes para dejar huevo al dineroy a las joyas, y al final se
todas las noches ante la puerta.
queda vacío, como has visto tú mismo?. La única forma de llenarlo es llenando
Así, el hombre estaba tan dedicado a su cueva que casi no comía ni bebía, y
el corazón con todas las cosas buenas, como has hecho al regalar la última
empezó a enfermar. Durante muchos días fue adelgazando y enfermando,
joya a esa mujer. ¿No te sentiste mejor al hacerlo? Eso era porque la cueva se
perdiendo todas sus fuerzas, hasta estar a punto de morir.
estaba volviendo a llenar...
Y un día, cuando prácticamente no podía moverse, se dio cuenta de que había
Y aquel hombre comprendió que era mejor compartir que guardar, y desde
sido su avaricia quien le había llevado a ese extremo. Entonces comprendió
entonces se convirtió gracias a su cueva, en un gran señor, noble y generoso.
que para nada le había servido guardar su tesoro, y decidió compartirlo con
otros justo antes de morir. Cuando entró en la cueva para coger un buen
puñado de aquellas riquezas, descubrió horrorizado que apenas quedaba
nada. Tan sólo una pequeña esmeralda de brillo apagado. El hombre la tomó y
salió fuera dispuesto a regalársela al primero que pasara por allí. Al poco
apareció por allí una mujer, que recibió la piedra con gran alegría, mientras el
hombre le decía.
"-Te habría entregado muchos más tesoros, mujer, pero no sé dónde han ido y
esto es lo único que me queda"
- ¿Seguro que no hay nada más?- replicó la mujer.
El hombre negó con la cabeza y le señaló la cueva, en la que vió brillar
algunas monedas doradas
- Pues qué suerte, sí quedaba alguna más. Toma llévalas contigo
La mujer tomó la piedra y las monedas, y se fue feliz y contenta. Al rato,
apareció un nuevo anciano que preguntó al hombre qué hacía allí.
- ¡Qué mala suerte! Justo hace un momento le he dado a una mujer las pocas
riquezas que quedaban del fabuloso tesoro que custodiaba El Gato con Botas
propina. El gato continuó, de tiempo en tiempo, durante unos tres meses, llevándole
presas a su majestad en nombre de su amo.
Había una vez un molinero cuya única herencia para sus tres hijos Un día, en que él supo con certeza que el rey recorrería la rivera del río con su hija, la
eran su molino, su asno y su gato. Pronto se hizo la repartición sin más encantadora princesa del mundo, le dijo a su amo:
necesitar de un clérigo ni de un abogado, pues ya habían -”Si sigues mi consejo, tu fortuna está lista. Todo lo que debes hacer es ir al río a
consumido todo el pobre patrimonio. Al mayor le tocó el molino, al bañarte en el lugar que te enseñaré, y déjame el resto a mí.”-
segundo el asno, y al menor el gato que quedaba. El Marqués de Carabás hizo lo que el gato le aconsejó, aunque sin saber por qué.
El pobre joven amigo estaba bien inconforme por haber recibido Mientras él se estaba bañando pasó el rey por ahí, y el gato empezó a gritar:
tan poquito. -”¡Auxilio!¡Auxilio!¡Mi señor, el Marqués de Carabás se está ahogando!”-
-”Mis hermanos”- dijo él,-”pueden hacer una bonita vida juntando Con todo ese ruido el rey asomó su oído fuera de la ventana del coche, y viendo que
sus bienes, pero por mi parte, después de haberme comido al era el mismo gato que a menudo le traía tan buenas presas, ordenó a sus guardias
gato, y hacer unas sandalias con su piel, entonces no me quedará más que morir de correr inmediatamente a darle asistencia a su señor el Marqués de Carabás. Mientras
hambre.”- los guardias sacaban al Marqués fuera del río, el gato se acercó al coche y le dijo al
El gato, que oyó todo eso, pero no lo tomaba así, le dijo en un tono firme y serio: rey que, mientras su amo se bañaba, algunos rufianes llegaron y le robaron sus
-”No te preocupes tanto, mi buen amo. Si me das un bolso, y me tienes un par de vestidos, a pesar de que gritó varias veces tan alto como pudo:
botas para mí, con las que yo pueda atravesar lodos y zarzales, entonces verás que -”¡Ladrones!¡Ladrones!”-
no eres tan pobre conmigo como te lo imaginas.”- En realidad, el astuto gato había escondido los vestidos bajo una gran piedra.
El amo del gato no le dio mucha posibilidad a lo que le decía. Sin embargo, a menudo El rey inmediatamente ordenó a los oficiales de su ropero correr y traer uno de sus
lo había visto haciendo ingeniosos trucos para atrapar ratas y ratones, tal como mejores vestidos para el Marqués de Carabás. El rey entonces lo recibió muy
colgarse por los talones, o escondiéndose dentro de los alimentos y fingiendo estar cortésmente. Y ya que los vestidos del rey le daban una apariencia muy atractiva
muerto. Así que tomó algo de esperanza de que él le podría ayudar a paliar su (además de que era apuesto y bien proporcionado), la hija del rey tomó una secreta
miserable situación. inclinación sentimental hacia él. El Marqués de Carabás sólo tuvo que dar dos o tres
Después de recibir lo solicitado, el gato se puso sus botas galantemente, y amarró el respetuosas y algo tiernas miradas a ella para que ésta se sintiera fuertemente
bolso alrededor de su cuello. Se dirigió a un lugar donde abundaban los conejos, puso enamorada de él. El rey le pidió que entrara al coche y los acompañara en su
en el bolso un poco de cereal y de verduras, y tomó los cordones de cierre con sus recorrido.
patas delanteras, y se tiró en el suelo como si estuviera muerto. Entonces esperó que El gato, sumamente complacido del éxito que iba alcanzando su proyecto, corrió
algunos conejitos, de esos que aún no saben de los engaños del mundo, llegaran a adelantándose. Reunió a algunos lugareños que estaban preparando un terreno y les
mirar dentro del bolso. dijo:
Apenas recién se había echado cuando obtuvo lo que quería. Un atolondrado e -”Mis buenos amigos, si ustedes no le dicen al rey que los terrenos que ustedes están
ingenuo conejo saltó a la bolsa, y el astuto gato, jaló inmediatamente los cordones trabajando pertenecen al Marqués de Carabás, los harán en picadillo de carne.”-
cerrando la bolsa y capturando al conejo. Cuando pasó el rey, éste no tardó en preguntar a los trabajadores de quién eran esos
Orgulloso de su presa, fue al palacio del rey, y pidió hablar con su majestad. Él fue terrenos que estaban limpiando.
llevado arriba, a los apartamentos del rey, y haciendo una pequeña reverencia, le dijo: -”Son de mi señor, el Marqués de Carabás.”- contestaron todos a la vez, pues las
-”Majestad, le traigo a usted un conejo enviado por mi noble señor, el Marqués de amenazas del gato los habían amedrentado.
Carabás. (Porque ese era el título con el que el gato se complacía en darle a su -”Puede ver señor”- dijo el Marqués, -”estos son terrenos que nunca fallan en dar una
amo).”- excelente cosecha cada año.”-
-”Dile a tu amo”- dijo el rey, -”que se lo agradezco mucho, y que estoy muy El hábil gato, siempre corriendo adelante del coche, reunió a algunos segadores y les
complacido con su regalo.”- dijo:
En otra ocasión fue a un campo de granos. De nuevo cargó de granos su bolso y lo -”Mis buenos amigos, si ustedes no le dicen al rey que todos estos granos pertenecen
mantuvo abierto hasta que un grupo de perdices ingresaron, jaló las cuerdas y las al Marqués de Carabás, los harán en picadillo de carne.”-
capturó. Se presentó con ellas al rey, como había hecho antes con el conejo y se las El rey, que pasó momentos después, les preguntó a quien pertenecían los granos que
ofreció. El rey, de igual manera recibió las perdices con gran placer y le dió una estaban segando.
-”Pertenecen a mi señor, el Marqués de Carabás.”- replicaron los segadores, lo que -”Será solamente tu culpa, mi señor Marqués de Carabás, si no llegas a ser mi
complació al rey y al marqués. El rey lo felicitó por tan buena cosecha. El fiel gato yerno.”-
siguió corriendo adelante y decía lo mismo a todos los que encontraba y reunía. El rey El marqués, haciendo varias pequeñas reverencia, aceptó el honor que Su Majestad
estaba asombrado de las extensas propiedades del señor Marqués de Carabás. le estaba confiriendo, y enseguida, ese mismo día se casó con la princesa.
Por fin el astuto gato llegó a un majestuoso castillo, cuyo dueño y señor era un ogro, El gato llegó a ser un gran señor, y ya no tuvo que correr tras los ratones, excepto
el más rico que se hubiera conocido entonces. Todas las tierras por las que había para entretenerse.
pasado el rey anteriormente, pertenecían en realidad a este castillo. El gato que con
anterioridad se había preparado en saber quien era ese ogro y lo que podía hacer,
pidió hablar con él, diciendo que era imposible pasar tan cerca de su castillo y no
tener el honor de darle sus respetos.
El ogro lo recibió tan cortésmente como podría hacerlo un ogro, y lo invitó a sentarse.
-”Yo he oído”- dijo el gato, -”que eres capaz de cambiarte a la forma de cualquier
criatura en la que pienses. Que tú puedes, por ejemplo, convertirte en león, elefante, u
otro similar.”-
-”Es cierto”- contestó el ogro muy contento, -”Y para que te convenzas, me haré un
león.”-
El gato se aterrorizó tanto por ver al león tan cerca de él, que saltó hasta el techo, lo
que lo puso en más dificultad pues las botas no le ayudaban para caminar sobre el
tejado. Sin embargo, el ogro volvió a su forma natural, y el gato bajó, diciéndole que
ciertamente estuvo muy asustado.
-”También he oído”- dijo el gato, -”que también te puedes transformar en los animales
más pequeñitos, como una rata o un ratón. Pero eso me cuesta creerlo. Debo
admitirte que yo pienso que realmente eso es imposible.”-
-”¿Imposible?”- Gritó el ogro, -”¡Ya lo verás!”-
Inmediatamente se transformó en un pequeño ratón y comenzó a correr por el piso.
En cuanto el gato vio aquello, lo atrapó y se lo tragó.
Mientras tanto llegó el rey, y al pasar vio el hermoso castillo y decidió entrar en él. El
gato, que oyó el ruido del coche acercándose y pasando el puente, corrió y le dijo al
rey:
-”Su majestad es bienvenido a este castillo de mi señor el Marqués de Carabás.”-
-”¿Qué?¡Mi señor Marqués!” exclamó el rey, -”¿Y este castillo también te pertenece?
No he conocido nada más fino que esta corte y todos los edificios y propiedades que
lo rodean. Entremos, si no te importa.”-
El marqués brindó su mano a la princesa para ayudarle a bajar, y siguieron al rey,
quien iba adelante. Ingresaron a una espaciosa sala, donde estaba lista una
magnífica fiesta, que el ogro había preparado para sus amistades, que llegaban
exactamente ese mismo día, pero no se atrevían a entrar al saber que el rey estaba
allí.
Su majestad estaba perfectamente encantado con las buenísimas cualidades de mi
señor el Marqués de Carabás, y observando que su hija se había enamorado
violentamente de él, y después de haber visto sus grandes posesiones, y además de Los niños del bosque
haber bebido ya cinco o seis vasos de vino, le dijo:
En un gran palacio situado a la entrada de un bosque,
vivían antiguamente dos niños, cuyos p adres, de quienes Pero el otro, más humano y piadoso, replicaba:
eran amados con ternura, poseían bastantes riquezas para
comprarles juguetes y golosinas en abundancia. Los dos -¿Y por qué matarlos? Dejémosles aquí y acaso puedan encontrar donde guarecerse.
niños se pasaban el día correteando y divirtiéndose en un
hermoso jardín, donde iban aprendiendo los gorjeos de los La niña se apretaba contra su hermanito medrosamente.
pájaros y penetrando el secreto de las llores, hasta que un
día, un día triste y melancólico, el padre y la madre se fueron para siempre al cielo, -Van a matarnos -decía en voz baja y temblorosa.
dejando solos y abandonados en la tierra a los pobres niños.
Pero, antes de que el hermano pudiera contestarle, se acercó a ellos el bandido que
Desde entonces el niño, pues se trataba de un niño y una niña, cuidó de su hermanita se había mostrado más piadoso y les dijo con brusquedad:
con esmero; pero vinieron días tristes, y otros habían de venir peores, aunque no
pudieran preverlo los dos huerfanitos. -Estaos aquí quietos, mientras nosotros vamos a buscar algo que comer y un lugar
Éstos tenían un tío a quien no habían visto nunca. Vivía lejos, al otro lado de los donde pasar la noche.
mares; pero tan pronto como tuvo noticia de la muerte de su hermano, padre de los
pequeños, apresuró su regreso y presentóse en su casa. Comprendió desde luego Después que se marcharon los bandidos, los pobres niños encontráronse solos y
que, habiendo muerto el padre, a poder de los niños iría todo el dinero, de suerte que abandonados en medio del bosque. No atreviéndose a presentarse de nuevo ante el
si el tío conseguía desembarazarse de los dos hermanitos, la herencia iba a ser suya. malvado de su tío y no teniendo otra casa, vagaron errantes cogidos de la mano y con
la esperanza de encontrar donde refugiarse.
Y cuanto más pensaba en el dinero, tanto más se aficionaba a la idea de apropiárselo,
hasta que vino a dar en un proyecto espantoso: matar a los niños y apoderarse de su El bosque era muy hermoso, y por algún tiempo los dos muchachos se sintieron
fortuna. felices viéndose rodeados de flores y helechos; pero pronto el sol se ocultó en el
Al efecto buscó a dos bandidos, a quienes pagó bien, para que se llevaran a los Occidente; cesaron de gorjear los ruiseñores y un profundo silencio se extendió por
pequeños a un lugar solitario del bosque y allí los mataran. todas partes. Sin embargo, los niños soportaban valerosamente la natural fatiga, el
hambre, la sed y la soledad.
Una hermosa mañana de sol, cuando el gorjeo de los pájaros era más alegre,
deslizáronse los bandidos sigilosamente por el jardín donde los niños estaban Poco después, los árboles crecían tan espesos, que les fue muy difícil a los
jugando y se apoderaron de ellos. Los malhechores eran robustos, fuertes y de tosco pequeñuelos seguir el camino; y cuando la oscuridad de la noche lo hubo envuelto
aspecto y maneras, de modo que los niños sintiéronse sobrecogidos de miedo; pero todo, ya no percibieron en el bosque más que una confusa mole. Rendidos y
como les dijeran aquellos hombres que los enviaba su tío, los pequeños no se asustados, los niños no se atrevieron a seguir adelante, y sentándose al pie de una
atrevieron a replicar. Llevándolos cogidos de la mano, los bandidos acompañaron a encina que parecía ofrecerles protección, pronto les rindió el sueño y, abrazados, se
las inocentes criaturas fuera del jardín y luego se internaron con ellas en el bosque, quedaron dormidos. Un viento suave movió las hojas de la encina, que fueron
hasta llegar a un paraje solitario. Habían hecho una larga caminata; y los niños cayendo lentamente hasta cubrirlos con un manto de oro y carmesí.
estaban fatigados, rendidos. Sentáronse en el tronco de un árbol, mientras los
bandidos se hacían a un lado a fin de conversar en voz muy baja. Y cuando amaneció el día, un hermoso ángel vino volando del cielo, tomó a los niños
en sus brazos y se los llevó al mundo glorioso de las alturas, donde sus padres los
Pero esta conversación degeneró luego en pendencia; los bandidos levantaron la voz esperaban.
y se hablaban a gritos, coléricamente, pudiendo los niños entender palabras que les
hicieron temblar de terror.

-Se nos ha pagado para que los matemos, y hay que ganar el dinero -repetía uno de El anillo de la bruja
los bandidos.
Corrió Roberto a la granja, y como Margarita estaba ausente, el mozo cansado
Un molinero tenía tres hijos, que estaban enamorados de la se sentó en una silla y cerró los ojos. En aquel mismo momento entró el avaro;
misma joven. Llamábase ésta Margarita, y era hija de un rico y viendo en la mano del joven un anillo, exclamó:
labrador y la muchacha más hermosa de toda la comarca.
Pero un viejo, avaro, de gran fortuna, que vivía en su -¡Un anillo de moda! Me lo guardaré para mí.
pueblo, empezó a cortejarla; y el padre, favoreciendo sus
galanteos, cerró la puerta a los hijos del molinero. Dicho esto se lo quitó del dedo a Roberto y se lo puso él. Pero Roberto, que
estaba despierto, empezó a decir en voz baja: «¡Crece, crece!» y la nariz del
Al fin, Ricardo, el mayor de ellos, determinó declararse a Margarita antes de avaro empezó a alargarse cada vez más.
que el avaro hubiera conquistado su amor. Caminando un día hacia su granja,
encontró a la tía Crispina, que era una vieja flaca y macilenta, tenida por bruja. -Una avispa me ha picado -exclamó el avaro corriendo en busca del médico-.
Mi nariz se hincha terriblemente.
-Buenos días, hijo mío -le dijo la tía Crispina-. ¿Adonde vas tan de mañana?
Por fortuna Roberto no tuvo necesidad de su anillo, pues Margarita quedó
Ricardo, sin contestar, apretó el paso. Al llegar a la granja expuso sin admirada al verle tan guapo; y como ya le tenía afecto por la mucha afabilidad
preámbulos su proposición matrimonial a la joven; mas no consiguió de ella de que estaba dotado, se enamoró tiernamente de él y le dio su palabra de
otra cosa que una risa burlona. casamiento en cuanto hubiese adquirido una hacienda.

Rolando, el segundo hijo, probó entonces su suerte. Al igual que su hermano -Devuélveme el anillo y te curaré por mil libras -dijo Roberto al avaro.
encontró a la vieja, y pasó sin contestarle, pero regresó a casa muy abatido.
Roberto, el más joven, se encaminó a la granja desesperanzado, pues aunque Tras mucho dudar accedió el avaro, y Roberto y Margarita se casaron,
era muchacho vigoroso, inteligente y afable, tenía una nariz exagerada, y compraron una gran hacienda y vivieron muy felices.
sabía perfectamente que tal defecto lo hacía ridículo. Cuando la tía Crispina le
preguntó a donde iba, contestó:

-A un asunto difícil, abuela. Voy a ver a Margarita y pedirle su mano.

-Está seguro de ella -repuso la vieja-. Mira este anillo. Póntelo en el dedo y di:
«Encógete».

Hízolo así Roberto y su nariz disminuyó de tres dedos, quedando de esta


manera su rostro hermoseado-

-Escucha ahora -prosiguió la tía Crispina-; si Margarita rehúsa acceder a tu


demanda, dale el anillo para que se lo ponga. Entonces, cada vez que digas
«¡crece!», la hermosa nariz de la joven se alargará dos o tres dedos; esto la
afeará enormemente y sentirá gran placer en casarse contigo. Luego, con sólo El molinero y sus singulares amigos
decir «Encógete», su nariz se acortará, y recobrará su hermosura.
Hace algún tiempo, una cuadrilla de bandoleros se instaló en una cabaña escondida
entre unos m atorrales a la vera del camino. Día y noche asaltaban a los viajeros, y Gozosos de su victoria, entraron los animales en la cabaña; comiéronse los restos de
penetrando violentamente en las granjas, robaban a los labradores. la cena, y satisfechos de su aventura, se entregaron al sueño reparador. Acostóse el
Una tarde, en que un molinero establecido en aquellos contornos había ido a la asno junto a la entrada de la choza; el perro se echó debajo de la mesa, sobre la que
ciudad, se deslizaron los bandidos en sus habitaciones y, después de apoderarse de se enroscó el gato; y los gansos saltaron al montante de la puerta para pasar allí la
todas sus economías, prendieron fuego al molino. noche.

Cuando, al venir la noche, estuvo de vuelta el molinero, vio con amarga sorpresa que Luego que los ladrones se recobraron de su espanto, el capitán resolvió ir a ver qué
se hallaba arruinado, pero lo que más le apesadumbró fue que los ladrones habían era lo sucedido. Encaminóse, pues, a la choza, y hallándola a oscuras y en silencio,
llevado todas sus provisiones. se aventuró por la puerta, despertando los animales a su paso. Saltó sobre él el perro,
No le importaba a él gran cosa alejarse de allí sin tomar alimento, pero, ¿qué iban a y le dio terrible dentellada en una pierna. Al acercarse a la mesa, se le echó encima el
comer su asno, su perro, el gato y los dos gansos? Como nuestro hombre vivía solo, gato, que le arañó el rostro, y los gansos, revoloteando alrededor de su cabeza, le
se había encariñado con aquellos animales, y así, antes que verlos morir de hambre, daban fuertes aletazos. Aterrado el capitán, quiso huir; mas, al trasponer el umbral de
prefirió darles libertad, aun perdiéndolos para siempre. Dijoles, pues, con mucho la puerta, le propinó el asno tan solemne coz, que dio con su cuerpo en un matorral
dolor: de zarzales y ortigas.

-Animalitos míos, ya veis que los ladrones me han dejado sin nada. Tú, borriquito mío, Maltrecho, alejóse el bandolero, y refirió luego a sus hombres que se había
te has quedado sin paja; y tú, mi buen amigo -dijo volviéndose al perro-, ya no tienes apoderado de la cabaña una pandilla de criminales, y que, al volver allí, morirían
carne que comer; esos malos hombres os han dejado, a ti, sin carne, gatito mío, y a todos a sus manos.
vosotros sin maíz, mis buenos gansos. Idos, pues, por esos campos y ved si podéis
encontrar algo que os sirva para comer. -Son tan feroces -les decía-, que uno me ha clavado un puñal en una pierna, otro me
ha rajado la cara a navajazos, tres me han querido envolver la cabeza en una sábana
Entristeciéronse los animales al tener que abandonar a su amo; mas ¿qué hacer? Se para ahogarme, y cuando yo huía y ya. me creía en salvo, me ha asestado uno en la
alejaron pesarosos y diéronse a buscar comida y albergue por aquellos matorrales. espalda un golpe tan terrible con una maza, que he quedado vivo de milagro. Así que
Andando, andando, llegaron a la cabaña en que los bandoleros estaban sentados a la lo mejor que podemos hacer es alejarnos para siempre de estas cercanías.
mesa, cenando y alumbrados por la vacilante luz de una vela de sebo.
Husmeó el perro y dijo a sus compañeros por lo bajo: Aterrorizados los bandoleros con tal relato, huyeron para más no volver.
Cuando a la mañana siguiente se levantaron los animales, advirtió el perro que
-¡Magnífica ocasión se nos presenta para pasar la noche bien abrigados! Escondeos alguien había removido el suelo en un rincón de la cabaña. Escarbando la tierra
entre los matorrales y haced todo el ruido que podáis. Veremos si así logramos descubrió un saco lleno de onzas de oro. Pudo a duras penas cargar con él el asno, y
asustar y hacer huir a los ladrones. en extraña comitiva partieron asno, perro, gansos y gatos con dirección al incendiado
molino.
Ocultáronse los animales entre las matas alrededor de la cabaña y a una rompieron
en el más desafinado de los conciertos. Con el dinero que sus nobles amigos le trajeron, pudo el molinero restaurar y poner
en marcha su molino, en el que vivió feliz y tranquilo con sus animales recordando
Los profundos rebuznos del asno, los maullidos del gato, el agudo ladrar del perro, y con delectación la maravillosa historia de su original aventura.
el escandaloso graznar de los gansos formaban tan estrepitosa y desconcertada
algarabía, que los bandoleros se miraron llenos de espanto. Entonces uno de los
gansos voló sobre la mesa y derribando el candelero de un aletazo, apagó la luz. EL EREMITA ASTUTO
Presa de terror en aquella oscuridad y en medio de tan alarmantes ruidos,
abalanzáronse los ladrones a la entrada de la choza, y huyeron corriendo a más no Era un eremita de muy avanzada edad.
poder por aquellos campos y sin dirección.
Sus cabellos eran blancos como la espuma, y su
rostro aparecía surcado con las profundas arrugas de más de un siglo de vida. cuerpo flexible como un lirio. Sometiéndose a toda suerte de disciplinas y
Pero su mente continuaba siendo sagaz y despierta y su cuerpo flexible como austeridades, había obtenido un asombroso dominio sobre sus facultades y
un lirio. Sometiéndose a toda suerte de disciplinas y austeridades, había desarrollado portentosos poderes psíquicos. Pero, a pesar de ello, no había
obtenido un asombroso dominio sobre sus facultades y desarrollado logrado debilitar su arrogante ego. La muerte no perdona a nadie, y cierto día,
portentosos poderes psíquicos. Pero, a pesar de ello, no había logrado Yama, el Señor de la Muerte, envió a uno de sus emisarios para que atrapase
debilitar su arrogante ego. La muerte no perdona a nadie, y cierto día, Yama, al eremita y lo condujese a su reino. El ermitaño, con su desarrollado poder
el Señor de la Muerte, envió a uno de sus emisarios para que atrapase al clarividente, intuyó las intenciones del emisario de la muerte y, experto en el
eremita y lo condujese a su reino. El ermitaño, con su desarrollado poder arte de la ubicuidad, proyectó treinta y nueve formas idénticas a la suya.
clarividente, intuyó las intenciones del emisario de la muerte y, experto en el Cuando llegó el emisario de la muerte, contempló, estupefacto, cuarenta
arte de la ubicuidad, proyectó treinta y nueve formas idénticas a la suya. cuerpos iguales y, siéndole imposible detectar el cuerpo verdadero, no pudo
Cuando llegó el emisario de la muerte, contempló, estupefacto, cuarenta apresar al astuto eremita y llevárselo consigo. Fracasado el emisario de la
cuerpos iguales y, siéndole imposible detectar el cuerpo verdadero, no pudo muerte, regresó junto a Yama y le expuso lo acontecido.
apresar al astuto eremita y llevárselo consigo. Fracasado el emisario de la
muerte, regresó junto a Yama y le expuso lo acontecido. Yama, el poderoso Señor de la Muerte, se quedó pensativo durante unos
instantes. Acercó sus labios al oído del emisario y le dio algunas instrucciones
Yama, el poderoso Señor de la Muerte, se quedó pensativo durante unos de gran precisión. Una sonrisa asomó en el rostro habitualmente circunspecto
instantes. Acercó sus labios al oído del emisario y le dio algunas instrucciones del emisario, que se puso seguidamente en marcha hacia donde habitaba el
de gran precisión. Una sonrisa asomó en el rostro habitualmente circunspecto ermitaño. De nuevo, el eremita, con su tercer ojo altamente desarrollado y
del emisario, que se puso seguidamente en marcha hacia donde habitaba el perceptivo, intuyó que se aproximaba el emisario. En unos instantes, reprodujo
ermitaño. De nuevo, el eremita, con su tercer ojo altamente desarrollado y el truco al que ya había recurrido anteriormente y recreó treinta y nueve formas
perceptivo, intuyó que se aproximaba el emisario. En unos instantes, reprodujo idénticas a la suya.
el truco al que ya había recurrido anteriormente y recreó treinta y nueve formas El emisario de la muerte se encontró con cuarenta formas iguales.
idénticas a la suya. Siguiendo las instrucciones de Yama, exclamó:
El emisario de la muerte se encontró con cuarenta formas iguales. --Muy bien, pero que muy bien.
Siguiendo las instrucciones de Yama, exclamó: !Qué gran proeza!
--Muy bien, pero que muy bien. Y tras un breve silencio, agregó:
!Qué gran proeza! --Pero, indudablemente, hay un pequeño fallo.
Y tras un breve silencio, agregó: Entonces el eremita, herido en su orgullo, se apresuró a preguntar:
--Pero, indudablemente, hay un pequeño fallo. --¿Cuál?
Entonces el eremita, herido en su orgullo, se apresuró a preguntar: Y el emisario de la muerte pudo atrapar el cuerpo real del ermitaño y
--¿Cuál? conducirlo sin demora a las tenebrosas esferas de la muerte.
Y el emisario de la muerte pudo atrapar el cuerpo real del ermitaño y
conducirlo sin demora a las tenebrosas esferas de la muerte. UNA BROMA DEL MAESTRO

EL EREMITA ASTUTO Había en un pueblo de la India un hombre de gran santidad. A


los aldeanos les parecía una persona notable a la vez que
Era un eremita de muy avanzada edad. Sus cabellos eran blancos como extravagante. La verdad es que ese hombre les llamaba la
la espuma, y su rostro aparecía surcado con las profundas arrugas de más de atención al mismo tiempo que los confundía. El caso es que le
un siglo de vida. Pero su mente continuaba siendo sagaz y despierta y su pidieron que les predicase. El hombre, que siempre estaba en
disponibilidad para los demás, no dudó en aceptar. El día señalado para la disponibilidad para los demás, no dudó en aceptar. El día señalado para la
prédica, no obstante, tuvo la intuición de que la actitud de los asistentes no era prédica, no obstante, tuvo la intuición de que la actitud de los asistentes no era
sincera y de que debían recibir una lección. Llegó el momento de la charla y sincera y de que debían recibir una lección. Llegó el momento de la charla y
todos los aldeanos se dispusieron a escuchar al hombre santo confiados en todos los aldeanos se dispusieron a escuchar al hombre santo confiados en
pasar un buen rato a su costa. El maestro se presentó ante ellos. Tras una pasar un buen rato a su costa. El maestro se presentó ante ellos. Tras una
breve pausa de silencio, preguntó: breve pausa de silencio, preguntó:
--Amigos, ¿sabéis de qué voy a hablaros? --Amigos, ¿sabéis de qué voy a hablaros?
--No -contestaron. --No -contestaron.
--En ese caso -dijo-, no voy a decirles nada. Son tan ignorantes que de nada --En ese caso -dijo-, no voy a decirles nada. Son tan ignorantes que de nada
podría hablarles que mereciera la pena. En tanto no sepan de qué voy a podría hablarles que mereciera la pena. En tanto no sepan de qué voy a
hablarles, no les dirigiré la palabra. hablarles, no les dirigiré la palabra.
Los asistentes, desorientados, se fueron a sus casas. Se reunieron al día Los asistentes, desorientados, se fueron a sus casas. Se reunieron al día
siguiente y decidieron reclamar nuevamente las palabras del santo. siguiente y decidieron reclamar nuevamente las palabras del santo.
El hombre no dudó en acudir hasta ellos y les preguntó: El hombre no dudó en acudir hasta ellos y les preguntó:
--¿Sabéis de qué voy a hablaros? --¿Sabéis de qué voy a hablaros?
--Sí, lo sabemos -repusieron los aldeanos. --Sí, lo sabemos -repusieron los aldeanos.
--Siendo así -dijo el santo-, no tengo nada que deciros, porque ya lo sabéis. --Siendo así -dijo el santo-, no tengo nada que deciros, porque ya lo sabéis.
Que paséis una buena noche, amigos. Que paséis una buena noche, amigos.
Los aldeanos se sintieron burlados y experimentaron mucha indignación. Los aldeanos se sintieron burlados y experimentaron mucha indignación.
No se dieron por vencidos, desde luego, y convocaron de nuevo al hombre No se dieron por vencidos, desde luego, y convocaron de nuevo al hombre
santo. El santo miró a los asistentes en silencio y calma. Después, preguntó: santo. El santo miró a los asistentes en silencio y calma. Después, preguntó:
--¿Sabéis, amigos, de qué voy a hablaros? --¿Sabéis, amigos, de qué voy a hablaros?
No queriendo dejarse atrapar de nuevo, los aldeanos ya habían convenido la No queriendo dejarse atrapar de nuevo, los aldeanos ya habían convenido la
respuesta: respuesta:
--Algunos lo sabemos y otros no. --Algunos lo sabemos y otros no.
Y el hombre santo dijo: Y el hombre santo dijo:
--En tal caso, que los que saben transmitan su conocimiento a los que no --En tal caso, que los que saben transmitan su conocimiento a los que no
saben. saben.
Dicho esto, el hombre santo se marchó de nuevo al bosque. Dicho esto, el hombre santo se marchó de nuevo al bosque.

UNA BROMA DEL MAESTRO EL BARQUERO INCULTO

Había en un pueblo de la India un hombre de gran santidad. A


los aldeanos les parecía una persona notable a la vez que Se trataba de un joven erudito, arrogante y engreído.
extravagante. La verdad es que ese hombre les llamaba la Para cruzar un caudaloso río de una a otra orilla tomó una
atención al mismo tiempo que los confundía. El caso es que le barca. Silente y sumiso, el barquero comenzó a remar con
pidieron que les predicase. El hombre, que siempre estaba en
diligencia. De repente, una bandada de aves surcó el cielo y el joven preguntó Silente y sumiso, el barquero comenzó a remar con diligencia. De repente, una
al barquero: bandada de aves surcó el cielo y el joven preguntó al barquero:
--Buen hombre, ¿has estudiado la vida de las aves? --Buen hombre, ¿has estudiado la vida de las aves?
--No, señor -repuso el barquero. --No, señor -repuso el barquero.
--Entonces, amigo, has perdido la cuarta parte de tu vida. --Entonces, amigo, has perdido la cuarta parte de tu vida.
Pasados unos minutos, la barca se deslizó junto a unas exóticas plantas que Pasados unos minutos, la barca se deslizó junto a unas exóticas plantas que
flotaban en las aguas del río. El joven preguntó al barquero: flotaban en las aguas del río. El joven preguntó al barquero:
--Dime, barquero, ¿has estudiado botánica? --Dime, barquero, ¿has estudiado botánica?
--No, señor, no sé nada de plantas. --No, señor, no sé nada de plantas.
--Pues debo decirte que has perdido la mitad de tu vida -comentó el petulante --Pues debo decirte que has perdido la mitad de tu vida -comentó el petulante
joven. joven.
El barquero seguía remando pacientemente. El sol del mediodía se reflejaba El barquero seguía remando pacientemente. El sol del mediodía se reflejaba
luminosamente sobre las aguas del río. Entonces el joven preguntó: luminosamente sobre las aguas del río. Entonces el joven preguntó:
--Sin duda, barquero, llevas muchos años deslizándote por las aguas. --Sin duda, barquero, llevas muchos años deslizándote por las aguas.
¿Sabes, por cierto, algo de la naturaleza del agua? ¿Sabes, por cierto, algo de la naturaleza del agua?
--No, señor, nada sé al respecto. --No, señor, nada sé al respecto.
No sé nada de estas aguas ni de otras. No sé nada de estas aguas ni de otras.
--¡Oh, amigo! -exclamó el joven-. --¡Oh, amigo! -exclamó el joven-.
De verdad que has perdido las tres cuartas partes de tu vida. De verdad que has perdido las tres cuartas partes de tu vida.
Súbitamente, la barca comenzó a hacer agua. No había forma de achicar Súbitamente, la barca comenzó a hacer agua. No había forma de achicar
tanta agua y la barca comenzó a hundirse. El barquero preguntó al joven: tanta agua y la barca comenzó a hundirse. El barquero preguntó al joven:
--Señor, ¿sabes nadar? --Señor, ¿sabes nadar?
--No -repuso el joven. --No -repuso el joven.
--Pues me temo, señor, que has perdido toda tu vida. --Pues me temo, señor, que has perdido toda tu vida.

EL BARQUERO INCULTO EL COOLI DE CALCUTA

Un buscador occidental llegó a Calcuta. En su país había recibido noticias de


Se trataba de un joven erudito, arrogante y engreído. Para un elevado maestro espiritual llamado Baba Gitananda. Después de un agotador viaje
en tren de Delhi a Calcuta, en cuanto abandonó la abigarrada estación de la ciudad,
cruzar un caudaloso río de una a otra orilla tomó una barca.
se dirigió a un cooli para preguntarle sobre Baba Gitananda. El cooli nunca había oído se dirigió a un cooli para preguntarle sobre Baba Gitananda. El cooli nunca había oído
hablar de este hombre. hablar de este hombre.
El occidental preguntó a otros coolíes, pero tampoco habían escuchado nunca ese El occidental preguntó a otros coolíes, pero tampoco habían escuchado nunca ese
nombre. Por fortuna, y finalmente, un cooli, al ser inquirido, le contestó: nombre. Por fortuna, y finalmente, un cooli, al ser inquirido, le contestó:
--Sí, señor, conozco al maestro espiritual por el que preguntáis. --Sí, señor, conozco al maestro espiritual por el que preguntáis.
El extranjero contempló al cooli. El extranjero contempló al cooli.
Era un hombre muy sencillo, de edad avanzada y aspecto de pordiosero. Era un hombre muy sencillo, de edad avanzada y aspecto de pordiosero.
--¿Estás seguro de que conoces a Baba Gitananda? -preguntó, insistiendo. --¿Estás seguro de que conoces a Baba Gitananda? -preguntó, insistiendo.
--Sí, lo conozco bien -repuso el cooli. --Sí, lo conozco bien -repuso el cooli.
--Entonces, llévame hasta él. --Entonces, llévame hasta él.
El buscador occidental se acomodó en el carrito y el cooli comenzó a tirar del mismo. El buscador occidental se acomodó en el carrito y el cooli comenzó a tirar del mismo.
Mientras era transportado por las atestadas calles de la ciudad, el extranjero se decía Mientras era transportado por las atestadas calles de la ciudad, el extranjero se decía
para sus adentros: “Este pobre hombre no tiene aspecto de conocer a ningún maestro para sus adentros: “Este pobre hombre no tiene aspecto de conocer a ningún maestro
espiritual y mucho menos a Baba Gitananda. Ya veremos dónde termina por espiritual y mucho menos a Baba Gitananda. Ya veremos dónde termina por
llevarme”. llevarme”.
Después de un largo trayecto, el cooli se detuvo en una callejuela tan estrecha por la Después de un largo trayecto, el cooli se detuvo en una callejuela tan estrecha por la
que apenas podía casi pasar el carrito. Jadeante por el esfuerzo y con voz que apenas podía casi pasar el carrito. Jadeante por el esfuerzo y con voz
entrecortada, dijo: entrecortada, dijo:
--Señor, voy a mirar dentro de la casa. Entrad en unos instantes. --Señor, voy a mirar dentro de la casa. Entrad en unos instantes.
El occidental estaba realmente sorprendido. ¿Le habría conducido hasta allí para El occidental estaba realmente sorprendido. ¿Le habría conducido hasta allí para
robarle o, aún peor, incluso para que tal vez le golpearan o quitaran la vida? Era en robarle o, aún peor, incluso para que tal vez le golpearan o quitaran la vida? Era en
verdad una callejuela inmunda. ¿Cómo iba a vivir allí Baba Gitananda ni ningún verdad una callejuela inmunda. ¿Cómo iba a vivir allí Baba Gitananda ni ningún
mentor espiritual? Vaciló e incluso pensó en huir. Pero, recurriendo a todo su coraje, mentor espiritual? Vaciló e incluso pensó en huir. Pero, recurriendo a todo su coraje,
se decidió a bajar del carrito y entrar en la casa por la que había penetrado el cooli. se decidió a bajar del carrito y entrar en la casa por la que había penetrado el cooli.
Tenía miedo, pero trataba de sobreponerse. Atravesó un pasillo que desembocaba en Tenía miedo, pero trataba de sobreponerse. Atravesó un pasillo que desembocaba en
una sala que estaba en semipenumbra y donde olía a sándalo. Al fondo de la misma, una sala que estaba en semipenumbra y donde olía a sándalo. Al fondo de la misma,
vio la silueta de un hombre en meditación profunda. Lentamente se fue aproximando vio la silueta de un hombre en meditación profunda. Lentamente se fue aproximando
al yogui, sentado en posición de loto sobre una piel de antílope y en actitud de al yogui, sentado en posición de loto sobre una piel de antílope y en actitud de
meditación. meditación.
¡Cuál no sería su sorpresa al comprobar que aquel hombre era el cooli que le había ¡Cuál no sería su sorpresa al comprobar que aquel hombre era el cooli que le había
conducido hasta allí! A pesar de la escasa luz de la estancia, el occidental pudo ver conducido hasta allí! A pesar de la escasa luz de la estancia, el occidental pudo ver
los ojos amorosos y calmos del cooli, y contemplar el lento movimiento de sus labios los ojos amorosos y calmos del cooli, y contemplar el lento movimiento de sus labios
al decir: al decir:
--Yo soy Baba Gitananda. Aquí me tienes, amigo mío. --Yo soy Baba Gitananda. Aquí me tienes, amigo mío.

EL COOLI DE CALCUTA LA VERDAD... ¿ES LA VERDAD?

Un buscador occidental llegó a Calcuta. En su país había recibido noticias de El rey había entrado en un estado de honda reflexión durante los
un elevado maestro espiritual llamado Baba Gitananda. Después de un agotador viaje últimos días. Estaba pensativo y ausente. Se hacía muchas
en tren de Delhi a Calcuta, en cuanto abandonó la abigarrada estación de la ciudad, preguntas, entre otras por qué los seres humanos no eran mejores.
Sin poder resolver este último interrogante, pidió que trajeran a su presencia a un presencia a un ermitaño que moraba en un bosque cercano y que llevaba años
ermitaño que moraba en un bosque cercano y que llevaba años dedicado a la dedicado a la meditación, habiendo cobrado fama de sabio y ecuánime. Sólo porque
meditación, habiendo cobrado fama de sabio y ecuánime. Sólo porque se lo exigieron, se lo exigieron, el eremita abandonó la inmensa paz del bosque.
el eremita abandonó la inmensa paz del bosque. --Señor, ¿qué deseas de mí? -preguntó ante el meditabundo monarca.
--Señor, ¿qué deseas de mí? -preguntó ante el meditabundo monarca. --He oído hablar mucho de ti -dijo el rey-. Sé que apenas hablas, que no gustas de
--He oído hablar mucho de ti -dijo el rey-. Sé que apenas hablas, que no gustas de honores ni placeres, que no haces diferencia entre un trozo de oro y uno de arcilla,
honores ni placeres, que no haces diferencia entre un trozo de oro y uno de arcilla, pero todos dicen que eres un sabio.
pero todos dicen que eres un sabio. --La gente dice, señor -repuso indiferente el ermitaño.
--La gente dice, señor -repuso indiferente el ermitaño. --A propósito de la gente quiero preguntarte -dijo el monarca-. ¿Cómo lograr que la
--A propósito de la gente quiero preguntarte -dijo el monarca-. ¿Cómo lograr que la gente sea mejor?
gente sea mejor? --Puedo decirte, señor -repuso el ermitaño-, que las leyes por sí mismas no bastan, en
--Puedo decirte, señor -repuso el ermitaño-, que las leyes por sí mismas no bastan, en absoluto, para hacer mejor a la gente. El ser humano tiene que cultivar ciertas
absoluto, para hacer mejor a la gente. El ser humano tiene que cultivar ciertas actitudes y practicar ciertos métodos para alcanzar la verdad de orden superior y la
actitudes y practicar ciertos métodos para alcanzar la verdad de orden superior y la clara comprensión. Esa verdad de orden superior tiene, desde luego, muy poco que
clara comprensión. Esa verdad de orden superior tiene, desde luego, muy poco que ver con la verdad ordinaria.
ver con la verdad ordinaria. El rey se quedó dubitativo. Luego reaccionó para replicar: --De lo que no hay duda,
El rey se quedó dubitativo. Luego reaccionó para replicar: --De lo que no hay duda, ermitaño, es de que yo, al menos, puedo lograr que la gente diga la verdad; al menos
ermitaño, es de que yo, al menos, puedo lograr que la gente diga la verdad; al menos puedo conseguir que sean veraces. El eremita sonrió levemente, pero nada dijo.
puedo conseguir que sean veraces. El eremita sonrió levemente, pero nada dijo. Guardó un noble silencio. El rey decidió establecer un patíbulo en el puente que
Guardó un noble silencio. El rey decidió establecer un patíbulo en el puente que servía de acceso a la ciudad. Un escuadrón a las órdenes de un capitán revisaba a
servía de acceso a la ciudad. Un escuadrón a las órdenes de un capitán revisaba a todo aquel que entraba a la ciudad. Se hizo público lo siguiente: “Toda persona que
todo aquel que entraba a la ciudad. Se hizo público lo siguiente: “Toda persona que quiera entrar en la ciudad será previamente interrogada. Si dice la verdad, podrá
quiera entrar en la ciudad será previamente interrogada. Si dice la verdad, podrá entrar. Si miente, será conducida al patíbulo y ahorcada”.
entrar. Si miente, será conducida al patíbulo y ahorcada”. Amanecía. El ermitaño, tras meditar toda la noche, se puso en marcha hacia la
Amanecía. El ermitaño, tras meditar toda la noche, se puso en marcha hacia la ciudad. Su amado bosque quedaba a sus espaldas. Caminaba con lentitud. Avanzó
ciudad. Su amado bosque quedaba a sus espaldas. Caminaba con lentitud. Avanzó hacia el puente. El capitán se interpuso en su camino y le preguntó:
hacia el puente. El capitán se interpuso en su camino y le preguntó: --¿Adónde vas?
--¿Adónde vas? --Voy camino de la horca para que podáis ahorcarme -repuso sereno el eremita.
--Voy camino de la horca para que podáis ahorcarme -repuso sereno el eremita. El capitán aseveró: --No lo creo.
El capitán aseveró: --No lo creo. --Pues bien, capitán, si he mentido, ahórcame.
--Pues bien, capitán, si he mentido, ahórcame. --Pero si te ahorcamos por haber mentido -repuso el capitán-, habremos convertido en
--Pero si te ahorcamos por haber mentido -repuso el capitán-, habremos convertido en cierto lo que has dicho y, en ese caso, no te habremos ahorcado por mentir, sino por
cierto lo que has dicho y, en ese caso, no te habremos ahorcado por mentir, sino por decir la verdad.
decir la verdad. --Así es -afirmó el ermitaño-.
--Así es -afirmó el ermitaño-. Ahora usted sabe lo que es la verdad... ¡Su verdad!
Ahora usted sabe lo que es la verdad... ¡Su verdad! LOS DE OCTAVO SON MÁS PIOLAS
LA VERDAD... ¿ES LA VERDAD?
Pasan los días entre obligados aprendizajes, inevitables partidos
El rey había entrado en un estado de honda reflexión durante los de fútbol y colecciones de figuritas mutiladas. Walter está cada
últimos días. Estaba pensativo y ausente. Se hacía muchas vez más rebelde. Prácticamente no estudia nada y todas las
preguntas, entre otras por qué los seres humanos no eran mejores. mañanas viene a casa para que le pase las tareas. En cambio yo,
Sin poder resolver este último interrogante, pidió que trajeran a su con la presión de tener una maestra en la mismísima casa,
estudio con una responsabilidad impropia de un vaguito de Caseros. Pero las
exigencias de mamá rinden sus frutos al menos parcialmente, aprendo bastante de Con un movimiento instantáneo hecho con una agilidad asombrosa que sólo da el
matemática y lenguaje, aunque me falta mucho de otras materias fundamentales para miedo, saltamos al unísono a nuestras respectivas bicicletas. Los chiquillos rivales, ya
la supervivencia en la zona. conformes con el golpe del que fui receptor, se tranquilizan un poco.
- Salgan de aquí, y no vuelvan más.
Sin embargo, acompañado de Walter, ese atorrante mal educado, según una Pedaleando frenéticamente llegamos de nuevo al cruce del ferrocarril, la oreja me late
definición casi exacta e irrefutable de mi abuela, voy captando algunos sutiles debatiéndose entre el ardor del golpe y el frío del viento húmedo que me pega de
mensajes callejeros que me sacan de la ensoñación de los juguetes de la infancia, de lleno en la cara.
las guerras entre soldaditos de plomo, para dar lugar a una batalla más real, la lucha - La sacamos barata Beto, nos iban a sacudir con todo.
sin cuartel que día a día se libra en el asfalto del suburbio. Menos mal que pronto estamos en terreno conocido. Vengan acá a pelear, a ver si
son machos, pienso en un último intento de justificar la huida.
En la escuela no hay muchos inconvenientes de relación, sabido es que los de octavo Por supuesto que esto no se iba a terminar acá. Días después juntamos al resto del
son los más grandes y los más piolas y por lo tanto merecen el respeto del resto, pero grupo y fuimos todos en patota a desafiar a los tarados esos. Pero no encontramos a
afuera de la protección del guardapolvo blanco y sobre todo saliendo de la cuadra de nadie.
mi casa la cosa se pone un poco difícil y hostil.
Con la sangre en el ojo, pero solapadamente con el deseo de no encontrar nunca más
Mi papá acaba de regalarme una bicicleta usada pero que anda una monstruosidad. A a esos tipos, de los que mi querida orejita ya probó una ínfima parte de su poderío,
medida que tomo confianza voy ganado cada vez más terreno hasta llegar a cruzar, continúa la rutina escolar de invierno. Ahora hace bastante frío, mi abuela insiste en
siempre junto a mi amigo, las desafiantes vías del ferrocarril. que me ponga el pullover, pero me niego rotundamente ya que debajo del
guardapolvo me hace un poco gordo y deforme y así no me va a querer ninguna
Encaramados al volante y a toda velocidad atravesamos la calle aledaña a las vías. chica.
Llegamos a una plazoleta inescrutada hasta entonces, parecida a la nuestra pero con
balancines nuevos y toboganes sin astillas. Al bajarnos de la bici y sentarnos en un Pero no hay caso, seguimos haciendo los deberes y entre tantos números y letras no
banco de la plaza, el mismo que más adelante sería testigo de un amor fracasado, se hay nada en la escuela que genere optimismo para con el sexo opuesto, parece que
nos acercan unos chiquillos del barrio. En su condición de locales enseguida nos las chicas no existieran o peor aún, que nosotros no existiéramos.
increpan.
- Oye, pendejos, salgan de acá, váyanse para su casa. La verdad que para mí, por ahora las que no existen son ellas, pero en algunos del
- ¿Qué te pasa a ti? grupo se empieza a vislumbrar una intención no muy disimulada de entablar vínculos
Pregunta Walter desafiante. Walter siempre está desafiante, siempre va al frente sin aunque sea triviales con las mujeres. No hay caso, la infancia se termina. Y
medir las consecuencias. En su condición de niño malevo no puede esperarse otra violentamente.
reacción, aunque muchas veces en el futuro le iba a costar caro. Principalmente
cuando ya hecho un muchacho grande le faltara el respeto a la mismísima cana,
yendo a parar rutinariamente al calabozo.

Como para seguir el juego de mi amigo y así demostrarle a él o quizá a mí mismo una El payaso triste
dudosa valentía me adelanto al matón que ya está por enfrentarse con Walter.
- Para, tranquilo, que no pasa nada. Una gran alegría sentía Aparicio Linarez cada vez que iba hasta
- ¿Cómo dijiste? la plaza vestido de payaso a entretener a los niños. La historia de
El chico se me abalanza fieramente y a mí me corre un escalofrío que dura poco, su vida es un poco triste, había quedado huérfano a los nueve
porque enseguida se desata la lucha. No sé de dónde pero de algún ángulo invisible años de edad cuando murió su madre, a su padre nunca llegó a
me llega un golpe a mano abierta. Recién noto el golpe cuando siento un ardor
insostenible en una oreja que se va expandiendo a toda la cara.
conocerlo y quedo al cuidado de una tía, quien ya muy anciana también murió La policía tomó nota del relato y decidieron continuar con las investigaciones mientras
dejando al joven completamente solo, en una inmensa casa. Aparicio continuaba preso y lloraba su mala suerte. Transcurrió un mes y de un
pueblo cercano llegó la noticia del atraco a un banco, pero esta vez el delincuente no
Para ganarse la vida Aparicio ejerció diferentes oficios, desde ayudante de albañil, tuvo tanta suerte y fue detenido. La policía procedió a revisar al delincuente y notaron
vendedor de helados, mesonero, hasta que conoció al joven Luís Piñero, quien que tenía muchas marcas y cicatrices en los brazos, lo cual coincidía con el relato de
trabajaba en un circo y logró convencer a Aparicio para que se vistiera de payaso. la señora en la Comisaría. Los posteriores interrogatorios determinaron que el
Pronto creció la amistad entre los dos jóvenes, pero Luís Piñero tenia malas mañas y delincuente detenido era la misma persona que vestido de payaso había atracado el
fue botado del circo por ladrón. Cuatro largos meses trabajo Aparicio en el circo y le banco meses atrás. Comprobada la inocencia, el joven Aparicio Linarez fue absuelto y
gustaba ejercer el oficio de payaso hasta el punto de que el dueño del circo le salio de la cárcel. Al día siguiente muy sonriente acudió a la plaza del pueblo vestido
propuso que los acompañara en una gira por otros pueblos, pero Aparicio no acepto y de payaso a entretener a los niños, de vez en cuando se sienta en los bancos de
prefirió quedarse en el pueblo y trabajar de payaso en la plaza, en donde además de madera y les cuenta a las personas conocidas la experiencia vivida.
entretener a los niños, vendía golosinas y caramelos.

Pronto se hizo muy popular y todos los habitantes lo respetaban y querían. Pero el
destino le tenia preparada una sorpresa, una tarde regreso al pueblo el joven
delincuente Luís Piñero, ambos se encontraron en la plaza, charlaron por largo rato
recordando la vieja amistad que los unía. Sin embargo a Aparicio le llamó la atención
lo descuidado y barbudo que estaba Luís Piñero, tenia grandes marcas de cortaduras
en los brazos. Al llegar la noche cada quien agarró su camino.

En la soledad de una habitación que Luis había alquilado, preparaba sus fechorías,
tenía un plan, había decidido robar el banco del pueblo, para lo cual se vestiría de
payaso y así lo confundirían con Aparicio y podría escaparse. Pasaron unos días y
como de costumbre el payaso Aparicio acudía todas las tardes a la plaza a entretener
a los niños, le extraño no ver a su amigo Luís Piñero sentado en los bancos de
madera. Un día un gran alboroto se escuchó por los lados de la plaza, las sirenas de
la policía sonaba constantemente y las personas gritaban: ¡Han robado el banco!...
¡Han robado el banco!. Los clientes que estaban en el banco comentaban que vieron
a un payaso pistola en mano atracar la taquilla. Inmediatamente la policía fue
informada y por sospecha se trasladaron a la casa de Aparicio Linarez, quien
sorprendido en pijama, fue sacado esposado y trasladado a la Comisaría.

El joven lleno de vergüenza lloraba y no lograba pronunciar palabras, las lágrimas


cubrían su rostro. Una semana tenia Aparicio Linarez, preso en los calabozos de la
Comisaría, cuando se presentó una señora quien fue testigo del robo y acudió al Una visita a Tololo Pampa
reconocimiento del indiciado.
Sus pies estaban ensimismados en un cansancio, sus ojos también. El
Al mirar a través del espejo, la dama noto un hecho curioso, el cual le había llamado ver solo rocas y tierra lograba cansarlos, dar un aspecto lúgubre, un
la atención mientras estaba tirada boca abajo en el piso del banco, había logrado ver aspecto desértico, simbolizando la perdición, la muerte. Por primera
al delincuente, el cual tenia muchas marcas de cortaduras en los brazos y este joven vez estaban tan desolados, solitarios en esos caminos de la carretera
que le presentaban no tenia cicatrices ni cortaduras en los brazos. Panamericana ruta 5, y lo peor la noche caía así como el silencio
acrecentaba sus envoltorios de mudez.
- Trabajéis vosotros conmigo en mis yacimientos, ¿queréis ser ricos, verdad? –
El agua de las cantimploras se agotaba. Un sudor frío recorría los caminos. Ambos cuestiona la mujer.
viajeros oían música que consideraban deleitable para cualquier oído, miraban a su - No, sólo nos conformamos con que nos diga dónde estamos – pronuncia
alrededor y veían solo una oscuridad que parecía consumir la luna, devorar la noche y amenzadoramente Fernando – así que más vale a usted decir dónde estamos o si
las sombras de la manera más tenebrosa. Detrás de sus hombros se sentía un jadeo, no…
pero no era el cansancio, sino una risa que agitada descansaba. - ¡A mí no me amenace!. ¿No sabéis vosotros acaso quién soy yo? – Elevando el tono
La caminata había sido larga. El jadeo mayor. Entre más caminaban hacia el interior tranquilamente dice la doncella – me presento, soy dueña de riquezas y minas
de Carrizal, según creían ellos, más profundas eran las risas, la respiración jadeante subterráneas, y un solo minero trabaja en ellas con su ayudante, un toro.
que apreciabas cercanamente, la música y ruidos que parecían ser de una fiesta de - ¿Está loca? – pregunta irónicamente Fernando.
nunca acabar. Ambos hombres voltean dispuestos a irse de aquel funesto lugar, pero se detienen
con la mirada taciturna, tras el comentario de aquella mujer.
Quizás sería lo que los dos viajeros temían encontrar, el infierno. Pero no, no lo era. - Nadie se atreve a faltarle el respeto a la princesa Tololo. Yo ordenaré a “Patas
Se oían ladrar perros, ‘¿habrá perros en el infierno?’ Se preguntaban. Y la hermosa Largas” que los haga vagar. Esta es una ciudad feliz, y premia a la gente alegre que
voz que cantaba de un modo magistral, con un timbre de princesa, los hechizaba y con buena voluntad se somete a mis servicios, pero a la gente como ustedes,
asustaba mas aún. taciturnos, los quemamos en tahonas.
Pedro rogábale a Dios por ser salvo, Fernando no, sólo deseaba descansar. - Insisto, está loca – manifiesta Fernando – el ambiente híbrido le hizo morir las
- Tengo miedo, está muy oscuro, no se ve nada, no hay nada… estamos perdidos – neuronas.
dijo Fernando con su tono nervioso. - Fernando, ¡mejor vámonos! – implora en casi lágrimas Pedro.
- Allá en el fondo a lo lejos, ¿ves esa luz? – alega Pedro mientras sus sucios dedos - ¡Tienes razón!, mejor nos vamos Pedro.
apuntaban a aquel un punto fosforescente que lográbase ver a lo lejos. - Escuchen señores, les ofrezco otra vez el trabajo de mineros, solo por esta noche,
- Tienes razón. Ves una luz flamante, es como una fogata, pidamos ayuda – rogaba mañana se podrán ir – ofrece nuevamente la princesa.
envuelto en desesperación el joven Pedro.
Ambos acercan sus pies endebles unos pasos hasta llegar al frente de un acantilado, Ambos deciden tomar caso a la oferta de la enigmática doncella, sólo con las
en cuya profundidad hallábase el lucero creído… pero quedan recubiertos de éxtasis intenciones de dormir bajo techo y emprender sus caminatas a la luz del sol. Tololo, la
y perplejidad. princesa los hace bajar por una cueva de una oscuridad mayor a la de aquella noche,
- ¡Un pueblo! ¡Un pueblo! – gritó a sí mismo Pedro. llegando así a la profundidad del acantilado, a una mágica ciudad, Tololo Pampa un
- No, eso es imposible esto es un desierto, ¿dónde estamos, qué ciudad es ésta? espejo en el que se reflejan risas, gozo, diversión y por sobre todo magia.
- No sé nunca la había visto, préstame la linterna.
- Toma – dice entregándole una antigua lamparilla a gas. La doncella, tras cautivar y encantar con su mirada, dándoles además atenciones
- No, no figura en el mapa – alega Pedro asustado tras el recorrido que sus ojos meticulosas a sus invitados de honor, se retira fatigada a su palacio, dejando a sus
lanzan sobre aquel un papel, tan arrugado como tronco. nuevos mineros junto a su nuevo capataz, un gigante de varios metros de altura, el
- ¡Dios mío, sálvanos! – apela, encumbrado de desesperación Fernando. Patas Largas, y su ayudante, tal como cuenta la leyenda, un toro de cuernos de fuego
- Hay un… castillo, un palacio. y una estrella en la frente.
- De veras, ¡vámonos por favor! La puerta
- ¡No! Investiguemos.
- ¿Ofréceseles petición señores? – aparece una hermosa mujer de tez tanto morena y “La muerte decía un niño, no poca cosa”… La puerta se abrió, pero ellos
de envergadas crines. no lo sabían. Los dolores se hicieron insoportables hasta callar en los
- Nos hemos perdido, íbamos hacia Carrizal pero no sabemos a dónde nos ha momentos peligrosos. En toda su vida había experimentado cosa
enviado Dios – explícale Fernando con aquella endeble voz. parecida, ni en su juventud cuando el inconsciente nos propone cada
- Vosotros encontráis en una ciudad llena de juerga, risas y música… ¿me oyeron reto, con el riesgo evidente. Pero las cosas continuaron, y nadie más
cantar acaso? que su esposo aceptó el fuego devastador. En la quietud de la noche, su
- Sí… sí, oí aquella voz que pronuncian sus bellos labios dama – tartamudea Pedro. mirada vagó en el conjunto del techo, mientras un sonido vibrador salía
y entraba de lo hondo de sus amígdalas desde la otra habitación. Detrás de sus observar unas fotografías de dos jóvenes que se amaban con gran pasión, y una
pensamientos, resaltaba el tono café del arco de madera que a su esposa entonces le singular mirada le decía que ella sería suya para siempre. Sus ojos eran bellos como
gustaba, y las cortinas que no venían en el juego, se acoplaban bastante bien. Al la noche, la piel suave, la melena hasta el hombro como colas de caballo fino, y un
detenerse en las molduras, recordó que al día siguiente debía comprar pintura para escote que recuperaba la vista a los cegatones de su pueblo. Pero quién iba a creer,
darle la última pincelada a la pieza. Estaba casi listo. -Se dijo.- Después de tres la imagen de un hombre alto y fornido de mirada inquietante sobre la antigua meza de
semanas de escombros, avistaba el optimismo de una nueva casa. Pero otro silencio centro, ahora auxiliado por el monumental sofá del escritorio, sufriendo escondido
se apoderó, y las baldosas de la cocina quedaron sin crujir, también el inestable para no provocar otro infarto peor y más penoso. ¡Carlos!, ¡Carlos! -Entre sueños le
refrigerador dejó de temblar, el perro no encontró motivos para ladrar, y los silbidos ya gritó-. Luchó con sus piernas para avanzar, pero se había quedado enterrado en el
no salieron de sus bocas. Vagos pensamientos caminaron por su mente y se topó con sillón, y los codos ya no servían de apoyo.
la imagen de un Cristo tallado en madera. ¡Dios mío!, -Susurró-. Un gran dolor lo -Su voz se extravió en la habitación del living, sus brazos pendieron como en la
obligó a recogerse. El miedo a morir estaba por venir, ocultarlo más, era imposible. El ahorca, y por oprimir tantas veces el estómago para impedir los gritos de dolor, quedó
fuego lo consumía, y lo mantuvo aislado por unos momentos. Por vez primera se fatigado. Luego otra embestida lo dejó inconsciente. Su cuerpo se enroscó
había prolongado más de lo habitual, pero el sueño se hizo cómplice y cubrió a los completamente, las piernas se plegaron hacia atrás y no hubo nadie que pudiera
felices que dormían con nuevas ilusiones. Corrió las tapas y logró sentarse, frente al evitarlo. Al volver en sí, sus ojos observaron el amanecer del cielo azul plateado que
despertador. Eran las dos de la madrugada. ingresaba encima de los cojines de un pequeño sillón. Alegres silbidos de los árboles
¿Dónde vas?, ¡Saltó la voz! penetraron alegrando el paso de los transeúntes que temprano encaraban el frío en
¡Al baño! sus nasales soñolientas. Adentro unos bostezos se percibían, y continuaban
¿Te sientes mal? durmiendo. Un dolor horrible comenzó oprimiéndole el cuello, el perro con ira se
¡No!, Sólo tomé mucho líquido. ensañó desde el patio durante el deceso. La respiración se cambió a ronquido, y la
De nuevo la calma se apropió de todo, y en toda la noche, no volvió hablar. En el sangre no oxigenó el cerebro, sonó el despertador, eran las 6.AM…
espejo, notó su rostro consumido, como si hubiera laborado muchos años en una La ropa quedó lista a los pies de la cama. El hervidor con agua limpia para el primer
construcción, en fierro y soldadura, y rondas nocturnas sin juventud en cada sitio. Se café temprano, las toallas esperando para ser usadas, y las loncheras para una larga
quitó lo de arriba para notar si los dolores le habían causado marcas en la piel, pero jornada. De nuevo la campanilla del despertador remeció el silencio, miró al lado pero
sólo eran temores y cansancio. De un momento, se quedó contemplando las llagas no hubo sorpresa, vistió la bata y se puso las zapatillas de levantarse para ir al baño.
del Cristo, y tembló al pensar que eso le pudiera ocurrir a fulano. El olor a pintura se Lo que vio no podía aceptarlo, sus rostros dormían plácidamente y nadie se había
mezcló en sus fosas nasales, tapó el desnudo con mantas de plumas de su esposa, y dado cuenta. ¡Pero cómo se pudo olvidar de ellos!, ¡Vamos, levántense, niños!...
se acostó en silencio. De lado trató de dormir, aunque le dificultaba respirar. Al frente Comenzó a dar órdenes y acción a la casa, pero extrañada no atinaba con claridad. El
un adorno lo contempló con risita, un mensajero de alas doradas apoyaba su rostro perro comenzó a rasguñar la puerta con la insistencia de un oso, hasta que logró la
en la palma derecha en actitud de pensamiento. En cierta forma imaginó que sería su atención del hijo mayor que venía del baño. Corrió en dirección a la pieza pero, desvió
compañero, o que estaría plagado de ellos, esperó que la hora avanzara pero el hacia el living ladrando entre gemidos. Desde el comedor se escuchó un grito
reposo no duró. Otro dolor arruinó su integridad, y ésta vez levantó las manos escalofriante que llenó la casa, y uno de ellos logró cubrir los ojos al más pequeño. En
evitando la mácula en las sabanas. Sin que nadie lo advirtiera, se lavó a oscuras con medio de llantos y lamentos, intentaron estrecharlo entre sus brazos, pero Max
la puerta cerrada y dejó salir toda la sangre amontonada entre sus dedos. Su boca eufórico mostraba sus colmillos una y otra vez…, una y otra vez… una… y otra vez…
estaba tan amarga como el veneno, el agua fluía sin dificultad, y mientras se limpiaba, Del otro lado de los sueños
un calor siniestro envolvió su rostro, al salir después del baño se apoyó en el umbral.
El perro comenzó a aullar sin que todavía llegase el amanecer. Más recuperado, ¿Cómo es la vida del otro lado de los sueños?- preguntó ella casi
enseguida sintió fuerzas para llegar a su pieza, pero optó por el verguer del living. en un susurro cerca de su oído.
Estando frente a la biblioteca, escuchó zancadas en el pasillo, y vio que alguien El tren en que viajaban corría sobre la superficie de un océano
buscaba un refresco en la cocina. Cerró de manera inestable, y las baldosas resplandecido por las estrellas que iluminaban el cielo. El se
retornaron al mismo crujido. Intrigado miró hacia el ventanal tratando de adivinar, pero quedó mirando el reflejo de su rostro que se confundía con los
por la oscuridad creyó que eran las cuatro. El niño reanudó el sueño por completo, y destellos del mar tratando de encontrar una respuesta.
un hondo silbido asomó deslizándose por su cuerpo. Con poca luz, comenzó a
Esa noche, como todas las noches, se había dormido con la ansiada esperanza de Esa noche, como todas las noches, se había dormido con la ansiada esperanza de
volver a encontrarla en sus sueños y aunque el esfuerzo por no dejarse arrastrar por volver a encontrarla en sus sueños y aunque el esfuerzo por no dejarse arrastrar por
paisajes de la infancia y otros recuerdos era considerable, finalmente se alivió cuando paisajes de la infancia y otros recuerdos era considerable, finalmente se alivió cuando
escuchó el ruido acostumbrado de las ruedas metálicas sobre las vías. escuchó el ruido acostumbrado de las ruedas metálicas sobre las vías.
Viajaban en un tren completamente iluminado, como el que veía muchas veces en su Viajaban en un tren completamente iluminado, como el que veía muchas veces en su
camino de regreso a casa. Y ella estaba sentada a su lado, sonriente y radiante como camino de regreso a casa. Y ella estaba sentada a su lado, sonriente y radiante como
la recordaba en otros sueños. la recordaba en otros sueños.
-¿Cómo soy yo del otro lado de los sueños?- volvió a preguntar ella sin esperar -¿Cómo soy yo del otro lado de los sueños?- volvió a preguntar ella sin esperar
respuesta a la primera pregunta. respuesta a la primera pregunta.
- Eres distinta- respondió él. -Ya no habitas los mundos mágicos que alguna vez - Eres distinta- respondió él. -Ya no habitas los mundos mágicos que alguna vez
creamos y siento que cada día que pasa te vas alejando mas y mas en una distancia creamos y siento que cada día que pasa te vas alejando mas y mas en una distancia
que se hace infinita. Es por eso que sigo buscándote en cada sueño porque se que que se hace infinita. Es por eso que sigo buscándote en cada sueño porque se que
aunque todo esto es pasajero, es hermoso vivirlo mientras dura porque no hay aunque todo esto es pasajero, es hermoso vivirlo mientras dura porque no hay
distancias de años ni de montañas entre tu reflejo y el mío. distancias de años ni de montañas entre tu reflejo y el mío.
Ella se acercó a la ventanilla y dejó que su aliento tibio empañara un pedazo del Ella se acercó a la ventanilla y dejó que su aliento tibio empañara un pedazo del
cristal. Entonces con un dedo dibujó en él un barco. cristal. Entonces con un dedo dibujó en él un barco.
-¿Te acuerdas? - preguntó sonriente. -¿Te acuerdas? - preguntó sonriente.
Su mente se extravió por calles y cerros llenándose de poesía al tiempo que también Su mente se extravió por calles y cerros llenándose de poesía al tiempo que también
sonreía moviendo afirmativamente la cabeza. sonreía moviendo afirmativamente la cabeza.
El andén estaba desierto cuando descendieron del tren y la luz del Faro que habían El andén estaba desierto cuando descendieron del tren y la luz del Faro que habían
construido en muchos otros sueños apenas se divisaba en medio de la niebla. construido en muchos otros sueños apenas se divisaba en medio de la niebla.
Un sonido monótono y persistente se escuchó de pronto Un sonido monótono y persistente se escuchó de pronto
-No quiero despertar - suplicó él mientras caminaban presurosos hasta el Faro. -No quiero despertar - suplicó él mientras caminaban presurosos hasta el Faro.
Pero ella se detuvo para sentarse en una roca de un costado del camino. Miró sus Pero ella se detuvo para sentarse en una roca de un costado del camino. Miró sus
manos y tocó su rostro. manos y tocó su rostro.
-Creo que ya estás despertando - le dijo sin dejar de sonreír- mira como empiezo a -Creo que ya estás despertando - le dijo sin dejar de sonreír- mira como empiezo a
desvanecerme al igual que los caminos y todo lo que aquí hay. desvanecerme al igual que los caminos y todo lo que aquí hay.
El trató de retener ese lugar, tomarla de la mano y evitar que se confundiera con la El trató de retener ese lugar, tomarla de la mano y evitar que se confundiera con la
niebla, pero finalmente el sonido del reloj terminó por borrar todos los caminos y niebla, pero finalmente el sonido del reloj terminó por borrar todos los caminos y
apagar la luz del Faro, como ocurría inevitablemente todas las mañanas. apagar la luz del Faro, como ocurría inevitablemente todas las mañanas.
El día tendría que pasar con su rutina cotidiana, rápido, muy rápido hasta que El día tendría que pasar con su rutina cotidiana, rápido, muy rápido hasta que
nuevamente un tren iluminado irrumpiera en sus sueños...como todas las noches. nuevamente un tren iluminado irrumpiera en sus sueños...como todas las noches.

Del otro lado de los sueños EL MONASTERIO MÁGICO

¿Cómo es la vida del otro lado de los sueños?- preguntó ella casi Un derviche humilde y silencioso solía concurrir todas las
en un susurro cerca de su oído. semanas a las comidas que ofrecía un hombre culto y
El tren en que viajaban corría sobre la superficie de un océano generoso. Tales reuniones eran conocidas como Asamblea de
resplandecido por las estrellas que iluminaban el cielo. El se los Cultos. El derviche jamás intervenía en la conversación.
quedó mirando el reflejo de su rostro que se confundía con los Después de entrar, estrechaba las manos a cada uno de los
destellos del mar tratando de encontrar una respuesta. presentes, se sentaba en un rincón y comía lo que se servía.
Terminada la reunión se ponía de pie, decía unas pocas palabras de despedida y - ¡Ese canalla infame nos ha traicionado con artes de brujería! - vociferaban los
agradecimiento y tomaba su camino. Nadie sabía nada de él. No obstante, cuando invitados, quienes alternativamente se lamentaban y felicitaban entre sí por sus
apareció por primera vez, circularon todo tipo de rumores de que se trataba de un sufrimientos y porque, finalmente, habían desenmascarado al villano, cuyos poderes
santo y durante un largo tiempo los demás comensales pensaron que debía ser, sin sin duda se habían extinguido antes de que pudieran cumplirse vaya a saber qué
duda, un hombre santo y poseedor de conocimientos y aguardaban con placer el pérfidos propósitos. Muchos atribuyeron la salvación a su propia pureza espiritual.
momento en que el derviche les impartiese algo de sabiduría. Incluso algunos se
jactaban de que el extraño participara en esas reuniones de amigos, dando a Pero lo que ellos ignoraban era que, por los mismos medios de que se había valido
entender que esa compañía les confería a ellos una especial distinción. para introducirlos en aquella mágica experiencia del monasterio, el derviche les había
Sin embargo, como no se mantenía relación alguna con aquel hombre, poco a poco inducido a creerse abandonados en medio de ruinas. La verdad era que no estaban,
los invitados empezaron a sospechar que en realidad se tratase de un imitador o de ni habían estado, ni en un sitio, ni en el otro.
un farsante. Algunos llegaron a sentirse incómodos por su presencia. Evidentemente En ese instante, como surgiendo de la nada, el derviche se presentó a sus invitados y
él no hacía nada por armonizar con el ambiente y no aportaba siquiera un proverbio a les dijo: - Regresaremos al monasterio.
las esclarecidas conversaciones que para ellos habían llegado a significar una parte Hizo un movimiento con sus manos y todos se encontraron otras vez en los salones
entrañable de sus mismas vidas. Incluso algunos concurrentes no llegaban a palaciegos. Entonces se sintieron arrepentidos de sus quejas, pues inmediatamente
percatarse de que el derviche estuviese presente, pues pasaba totalmente se convencieron de que las ruinas no habían sido más que la prueba y el monasterio
inadvertido. la verdadera realidad. Algunos musitaron:
Cierto día el derviche habló: - Yo os invito a todos a mi monasterio mañana por la - Es una gran suerte que no haya oído nuestras críticas. Con sólo que nos enseñe
noche. Cenaréis conmigo. este extraño arte, habrá valido la pena.
La inesperada invitación suscitó en todos un revuelo de opiniones. Algunos pensaron
que el derviche, que vestía muy pobremente, debía ser un loco y que con toda certeza Pero el derviche movió nuevamente las manos y todos se encontraron otra vez en la
no podría ofrecerles nada. Otros supusieron que la conducta anterior había sido una mesa de la comida en común de la cual, en realidad, nunca se habían apartado.
prueba. Algunos se dijeron que, por fin, el derviche los compensaría la paciencia con El derviche continuaba sentado en su rincón habitual, comiendo su acostumbrado
que habían soportado tan pesada compañía. Hubo quienes se alertaron entre sí: arroz con especias, sin decir palabra. Entonces, mientras lo contemplaban inquietos,
- ¡Cuidado! Podría ocurrir que busque tentarnos para someternos a su poder. todos oyeron su voz hablar dentro de sus propios pechos, aun cuando los labios del
Pero la curiosidad indujo a todos, incluso al anfitrión, a aceptar la invitación y, a la derviche estaban inmóviles: - Mientras vuestra codicia os impida distinguir entre el
noche siguiente, el derviche los condujo desde la casa hasta un monasterio autoengaño y la realidad, nada real os podrá enseñar un derviche, sólo ilusiones.
escondido, de tal magnitud y magnificencia que quedaron atónitos. Aquellos cuyo alimento es autoengaño y fantasía sólo con engaño y fantasía pueden
ser alimentados.
El edificio estaba poblado de discípulos que practicaban toda clase de ejercicios y Todos los presentes en aquella ocasión siguieron frecuentando la mesa del hombre
tareas. Los invitados transitaron por salas de contemplación donde gran número de generoso, pero el derviche nunca volvió a hablarles.
sabios de distinguido aspecto se levantaron respetuosamente para saludar la Al cabo de un tiempo, los componentes de la Asamblea de los Cultos descubrieron
proximidad del derviche con inclinaciones de cabeza. que su rincón estaba siempre vacío.
El banquete con que fueron agasajados fue indescriptible y sobrepasó toda EL HORRIBLE DIB-DIB
expectativa.
Los visitantes se sintieron anonadados. Todos le suplicaron que a partir de ese mismo Una noche, un ladrón que pretendía robar a una anciana se
instante los aceptase como discípulos. deslizó hasta la ventana abierta de su cuarto y escuchó. Estaba
Pero a todas esas peticiones el derviche respondía tan solo: - Esperad hasta mañana. acostada en su cama y hablaba, con gran emoción, de manera
Llegó la mañana y los invitados, en lugar de despertar en las suntuosas camas de muy extraña: - ¡Ahh... el dib-dib, el horrible dib-dib!, ¡este
seda que se les habían brindado la noche anterior, se encontraron yaciendo tiesos y abominable dib-dib acabará conmigo! El ladrón pensó: "esta
desnudos, dispersos por el suelo, en el interior de un pétreo recinto de una enorme y desdichada mujer sufre una terrible enfermedad... ¡El maligno
fea ruina, sobre una yerma ladera de montaña. Ni señales del derviche, de los bellos dib-dib del cual ni siquiera había oído hablar antes!"
arabescos, de las bibliotecas, fuentes y alfombras.
Como los lamentos aumentaban de volumen, empezó a decirse a sí mismo: "¿Me Y señaló un grifo que goteaba. Faqih, repentinamente, advirtió que producía el sonido
habré contagiado yo también? Después de todo, casi sentí su aliento al asomarme dib-dib...
por la ventana...". Cuanto más pensaba en ello, más aumentaba su temor de haber Pero los teólogos pueden recomponerse con facilidad. En un instante se sintió
contraído el maligno dib-dib. Al poco rato, le temblaba todo el cuerpo y logró, a duras maravillosamente restablecido por la desaparición de sus temores, y corrió a la casa
penas, llegar tambaleante hasta su casa y entre quejas y lamentos dijo a su mujer: - del ladrón, porque tenía trabajo que hacer.
El siniestro dib-dib, no hay duda de que he caído en las garras del fatal dib-dib... Su - Vete de aquí - gruñó el ladrón -, me abandonaste cuando te necesité y la vista de un
esposa le acostó inmediatamente con grandes temores. ¿Qué horrible cosa había rostro tan deprimente me ofrece pocas esperanzas sobre mi estado futuro.
atacado a su esposo? Imaginó al principio que algún animal salvaje, llamado el dib- El anciano le interrumpió: - ¡Desgraciado infeliz! ¿Crees que un hombre de mi piedad
dib, lo había herido. Pero a medida que hablaba con mayor incoherencia, y no veía y erudición dejaría sin resolver un problema como este? Presta gran atención a mis
marca alguna en su cuerpo, la mujer comenzó a temer que fuera una causa palabras y a mis actos y te enseñaré cómo he trabajado sin descanso de acuerdo con
sobrenatural. mi mandato celestial, por tu seguridad y mejoría.
La persona más capacitada que conocía para pedirle consejo era, por supuesto, el La palabra "mejoría" inmediatamente despertó la atención tanto del ladrón como de su
santurrón local, algo parecido a un sacerdote, versado en la Ley y conocido como el esposa sobre la imponente dignidad del pretendido sabio.
sabio Faqih. Se dirigió inmediatamente a la casa del sabio y le rogó que fuera a ver a Tomó un poco de agua en sus manos y pronunció ciertas palabras. Entonces hizo
su esposo. El Faqih, pensando que ciertamente ésa podría ser la oportunidad para prometer al ladrón que nunca más robaría. Finalmente, lo roció con el agua así
aplicar su santidad especial, se apresuró a visitar al ladrón. preparada, haciendo grandes gestos y pronunciando largas palabras y terminó: -
Cuando éste vio al hombre de fe junto a su cama, pensó que su fin llegaría más Aléjate, sucio e infernal dib-dib por donde viniste, y nunca regreses a molestar a este
aprisa de lo que había temido. Y, juntando todas sus fuerzas, murmuró: - La vieja del desdichado.
extremo de la calle tiene el maldito dib-dib y me lo ha contagiado. Ayúdame, si El ladrón se sentó en el lecho, ya curado.
puedes, reverendo, Faqih. Desde ese día, el ladrón nunca más robó. Tampoco le ha contado nada a nadie
- Hijo mío - dijo el Faqih, aunque también estaba perplejo -, piensa en el acerca de la cura milagrosa porque, a pesar de todo, aún no simpatiza mucho con el
arrepentimiento y pide misericordia, pues quizás sean pocas las horas que te quedan. sabio y sus ideas.
Dejó al ladrón y se encaminó hacia la cabaña de la anciana. Atisbando por la ventana, La vieja, normalmente chismosa, no ha corrido la voz acerca de la estultez de Faqih.
oyó claramente que, mientras se retorcía y temblaba, decía con voz lastimera: - Planea aprovecharse de ello: alguna ocasión se presentará en la que pueda usarlo,
Inmundo dib-dib, me estás matando... Detente, detente, maldito dib-dib, me estás quizá.
chupando la vida misma. Y por supuesto, Faqih... bueno, Faqih no desea que trasciendan los detalles y
Y continuó por algún tiempo hablando de esta manera. Ocasionalmente, sollozaba y, tampoco habla sobre esta historia.
a veces, permanecía en silencio. Pero, como es común entre los hombres, cada uno de los protagonistas ha contando
Faqih empezó a sentir como si un siniestro viento helado le atravesara. Comenzó a su versión en estricta confidencia, por supuesto, a otra persona. Por eso habéis
temblar y sus manos se asieron al marco de la ventana, haciéndolo sonar como un podido conocer la historia completa de la mujer, el ladrón, el sacerdote y el terrible
castañeteo de dientes. dib-dib.
Al oir el ruido, la vieja saltó de la cama y tomó las manos de Faqih, que ya estaba
aterrorizado.
-¿Qué haces tu, hombre respetable y sabio, a estas horas de la noche mirando por
las ventanas de la gente decente? - le gritó.
- Buena pero infeliz mujer - balbuceó el erudito -, te escuché hablar del terrible dib-dib
y ahora temo que se haya apoderado de mi corazón, como lo ha hecho con el tuyo, y
que esté física y espiritualmente perdido...
- ¡Increíble tonto! - gritó la vieja -. Pensar que durante todos estos años te he
considerado un hombre sabio e instruido. Oyes que alguien dice dib-dib e imaginas
que te ha de matar. Mira hacia aquel rincón y observa lo que es en verdad el terrible
dib-dib.

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