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UNIVERSIDAD DE LA HABANA

FACULTAD DE DERECHO
DEPARTAMENTO DE DERECHO CIVIL Y DE
FAMILIA

COLECTIVO DE AUTORES
La Habana , Cuba,
Diciembre del 2000
DERECHO CIVIL.
PARTE GENERAL.

COLECTIVO DE AUTORES

COORDINADORA:
Lic. Caridad del Carmen VALDÉS DÍAZ

Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO


Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ
Profesores del
Departamento de Derecho Civil y de Familia
Facultad de Derecho
Universidad de La Habana
y
Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS
Lic. María Elena COBAS COBIELLA
© Colectivo de autores, 2000

© De esta edición:

Edición computarizada y diseño de cubierta: Nury de J. Abdelnur Hipolit

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Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser


reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o
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permiso previo por escrito de la Editorial.
ÍNDICE GENERAL
CAPÍTULO I
DE LA CODIFICACIÓN CIVIL
Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

1 – CÓDIGO. CODIFICACIÓN Y RECOPILACIÓN.


NOCIONES ELEMENTALES. PUNTOS DISTINTIVOS. / 13
2 – VALORES ESENCIALES DE LA CODIFICACIÓN EN SU PRIMERA
GENERACIÓN. / 16
3 – CARACTERES DE LA CODIFICACIÓN CONTEMPORÁNEA. / 17
4 – LAS PRIMERAS CODIFICACIONES EUROPEAS MODERNAS. / 18
5 – LAS CODIFICACIONES EUROPEAS DECIMONÓNICAS. / 20
5.1 – El Code Napoleón: paradigma de la codificación moderna. / 20
5.2 – El B.G.B.: obra maestra de la exquisita y depurada técnica alemana. / 24
5.3 – El Código Civil español de 1888: puente entre el sistema
Latinoamericano Y los códigos europeos. / 27
6 – LAS CODIFICACIONES LATINOAMERICANAS DECIMONÓNICAS. / 32
6.1 – Breve esbozo de la codificación civil en la América del siglo XIX. / 32
6.2 – La obra magna de D. Andrés BELLO: El Código Civil chileno de 1855. / 34
7 – LA CODIFICACIÓN EN EL COMMON – LAW. / 36
8 – TRAS LAS HUELLAS DEL LEGISLADOR DEL
CODIGO CIVIL DE LOS CUBANOS. / 40
8.1 – El Código Civil español vigente en las provincias de Ultramar:
principales reformas operadas durante su centenaria vida en Cuba. / 40
8.2 – Los intentos de codificación civil en Cuba. / 46
8.3 – La codificación civil cubana en la etapa revolucionaria. / 48
8.4 – La labor de codificación civil en Cuba: protagonistas
y fuentes de inspiración. / 50
8.5 – Puntuales referencias sobre las versiones de los anteproyectos
y del Proyecto Final del Código Civil cubano. / 51
8.6 – El Código Civil de los cubanos: el último
código latinoamericano del siglo XX. / 61
8.7 – Consideraciones ad finem. / 75
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA. / 77

CAPÍTULO II
LA RELACIÓN JURÍDICA CIVIL
Lic. Caridad del Carmen VALDÉS DÍAZ.

1 – LA RELACIÓN JURÍDICA CIVIL. CONCEPTO Y CONTENIDO. / 83


1.1 – Formación del Concepto. / 83
1.2 – Importancia y trascendencia del concepto de relación jurídica.
Su regulación en el Código Civil cubano de 1987. / 86
2 – CONTENIDO DE LA RELACIÓN JURÍDICA CIVIL. / 89
2.1 – Situación jurídica del poder. / 89
2.1.1 – Los derechos subjetivos. / 89
2.1.1.1 – Tipos de derechos subjetivos. / 91
2.1.1.2 – Estructura del derecho subjetivo. / 92
2.1.1.3 – Límites del derecho subjetivo. / 95
2.1.1.4 – Dinámica del derecho subjetivo. / 98
2.1.2 – Facultades. / 99
2.1.3 – Potestades. / 99
2.2 – Situación jurídica de deber. / 100
3 – ESTRUCTURA DE LA RELACIÓN JURÍDICA. / 100
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA. / 101

CAPÍTULO III
LA PERSONA INDIVIDUAL..
Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS.

1 – PERSONA NATURAL. PERSONALIDAD.


SUJETO DE DERECHO. CAPACIDAD. / 105
2 – CAUSAS LIMITATIVAS DE LA CAPACIDAD DE OBRAR. / 114
3 – CIRCUNSTANCIAS DE HECHO QUE INCIDEN
EN LA CAPACIDAD DE OBRAR. / 120
4 – EL ESTADO CIVIL. TEORÍA DE LOS LLAMADOS TITULOS DE ESTADO. /
128
5 – FACTORES IDENTIFICATIVOS DE LA PERSONA. / 132
6 – DERECHOS INHERENTES A LA PERSONALIDAD. / 134
7 – EXTINCIÓN DE LA PERSONA NATURAL.
PREMORIENCIA Y COMORIENCIA. / 145
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA. / 149

CAPÍTULO IV
LA PERSONA JURÍDICA.
Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ.

1 – LA PERSONA JURÍDICA. RAZÓN DE SER


Y NATURALEZA JURÍDICA. / 153
2 – APROXIMACIÓN A UN CONCEPTO. / 154
3 – CONDICIONES NECESARIAS PARA LA EXISTENCIA
DE LA PERSONA JURÍDICA. / 155
4 – CONSTITUCIÓN DE LA PERSONA JURÍDICA. / 158
5 – CAPACIDAD DE LAS PERSONAS JURÍDICAS COLECTIVAS. / 159
6 – CLASIFICACIONES. / 161
7 – NACIONALIDAD. / 162
8 – DOMICILIO. / 163
9 – EXTINCIÓN DE LAS PERSONAS JURÍDICAS. / 163
10 – TIPOS DE PERSONAS JURÍDICAS REGULADAS
EN EL CÓDIGO CIVIL CUBANO. / 164
10.1 – Las Asociaciones. / 165
10.1.1 – Registro de Asociaciones. / 165
10.1.2 – Procedimiento para su constitución. / 166
10.1.3 – Solicitud. / 166
10.1.4 – Autorización. / 167
10.2 – Fundación. / 167
10.2.1 – Patrimonio o dotación. / 170
10.2.2 – Capacidad. / 172
10.2.3 – Fin. / 173
10.2.4 – Modificaciones y extinción. / 175
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA. / 175

CAPÍTULO V
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA CIVIL
Lic. Caridad del Carmen VALDÉS DÍAZ.

1 – EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA CIVIL


COMO CONCRECIÓN DEL OBJETO DEL DERECHO CIVIL. / 179
1.1 – Regulación del objeto de la relación jurídica civil
en el Código Civil cubano. / 181
2 – LAS COSAS O BIENES COMO OBJETO
DE LAS RELACIONES JURÍDICAS CIVILES. / 182
2.1 – Concepto y requisitos. / 182
2.2 – Clase de bienes. / 185
2.2.1 – Clasificación de los bienes atendiendo a
cualidades físicas o jurídicas. / 186
2.2.2 – Clasificación de los bienes atendiendo a
las relaciones de conexión que guardan unos con otros. / 191
2.2.3 – Clasificación de los bienes atendiendo a
la relación de pertenencia o apropiación. / 193
3 – LAS PRESTACIONES COMO OBJETO
DE RELACIONES JURÍDICAS CIVILES. / 194
3.1 – Concepto y requisitos. / 194
3.2 – Clases de prestaciones. / 196
4 – EL PATRIMONIO. / 198
4.1 – Concepto y composición. / 198
4.2 – Naturaleza jurídica del patrimonio. / 199
4.3 – Caracteres del patrimonio. / 201
4.4 – Tipos de patrimonio. / 202
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA. / 204
CAPÍTULO VI
CAUSA DE LAS RELACIÓNES JURÍDICAS CIVILES
Lic. Caridad del Carmen VALDÉS DÍAZ.

1 – GENERALIDADES. / 207
2 – ACONTECIMIENTOS NATURALES. / 208
3 – ACTOS JURÍDICOS. / 210
3.1 – Elementos del negocio jurídico. / 212
3.1.1 – Elementos esenciales. / 214
3.1.2 – Elementos accidentales. / 226
4 – ACTOS ILÍCITOS. / 230
5 – ENRIQUECIMIENTO INDEBIDO. / 231
6 – ACTIVIDADES QUE GENERAN RIESGO. / 233
7 – LA RESPONSABILIDAD JURÍDICA CIVIL. / 235
7.1 – Diferencias entre responsabilidad contractual
y responsabilidad extracontractual. / 236
7.1.1 – Lo común como presupuesto necesario
para el análisis de las diferencias. / 236
7.1.2 – Las diferencias, ¿existen realmente?. / 238
7.1.3 – La posición del Código Civil cubano. / 240
7.2 – Distinción entre responsabilidad subjetiva
y responsabilidad objetiva. / 241
7.2.1 – Fundamento de la responsabilidad jurídica civil. / 241
7.2.2 – La posición del Código Civil cubano. / 243
8 – INEFICACIA DEL ACTO JURÍDICO. / 247
8.1 – Consideraciones generales. / 247
8.2 – Nulidad absoluta. Aspectos teóricos y regulación jurídica. / 249
8.3 – Anulabilidad. Aspectos teóricos y regulación jurídica. / 253
8.4 – Rescisión. Aspectos doctrinales y regulación jurídica. / 255
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA. / 258

CAPÍTULO VII
LA REPRESENTACIÓN
Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ.

1 – LA REPRESENTACIÓN. GENERALIDADES. / 261


2 – NATURALEZA JURÍDICA DE LA REPRESENTACIÓN. / 263
3 – EL NUNCIO. SU DISTINCIÓN DEL REPRESENTANTE. / 264
4 – REPRESENTACIÓN VOLUNTARIA. / 265
4.1 – Poder. / 267
4.1.1 – Forma. / 267
4.1.2 – Contenido. / 268
4.1.3 – La representación sin poder. / 269
4.1.4 – La sustitución. / 269
4.1.5 – Extinción del Poder. / 270
4.2 – Poder y Mandato. / 270
5 – REPRESENTACIÓN INDIRECTA. / 271
6 – REPRESENTACIÓN LEGAL. / 272
7 – REPRESENTACIÓN DE LAS PERSONAS JURÍDICAS. / 275
8 – EL AUTOCONTRATO. / 275
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA. / 277

CAPÍTULO VIII
EL TIEMPO Y SU INFLUENCIA EN EL DERECHO
CIVIL.
Lic. Caridad del Carmen VALDÉS DÍAZ.

1 – EL TIEMPO Y SU INFLUENCIA EN EL DERECHO CIVIL


GENERALIDADES. / 281
2 – LA PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA. / 284
2.1 – Presupuesto. Objeto y fundamento. / 284
2.2 – Ámbito, funcionamiento y plazos de extinción. / 287
2.3 – Interrupción y suspensión de los plazos de prescripción. / 291
3 – CADUCIDAD. / 293
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA. / 296

CAPÍTULO IX
LA PUBLICIDAD EN EL DERECHO CIVIL
Lic. María Elena COBAS COBIELLA.

1 – ALGUNAS NOTAS ACERCA DE LA PUBLICIDAD. / 301


1.1 – Concepto. Objeto y vías o formas de publicidad. / 302
1.1.1 – En cuanto a las personas. / 304
1.1.2 – En cuanto al objeto. / 305
1.1.3 – En cuanto a hechos, actos o negocios jurídicos. / 305
1.2 – Importancia. / 305
1.3 – Efectos de la publicidad. / 307
1.3.1 – Efectos declarativos. / 307
1.3.2 – Efectos constitutivos. / 308
1.3.3 – Distinción entre inscripción constitutiva e inscripción obligatoria. / 308
2 – LOS REGISTROS PÚBLICOS Y LA PUBLICIDAD. / 309
2.1 – Distintos tipos de Registro. / 309
2.1.1 – Registro del Estado Civil. / 309
2.1.2 – Registro de Actos de última voluntad y Declaratoria de Herederos. / 310
2.1.3 – Registro de la Propiedad. / 311
2.1.4 – Registro de Asociaciones. / 312
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA. / 313
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

CAPITULO I
DE LA CODIFICACIÓN CIVIL

Sumario:
1 – CÓDIGO. CODIFICACIÓN Y RECOPILACIÓN. NOCIONES ELEMENTALES.
PUNTOS DISTINTIVOS. 2 – VALORES ESENCIALES DE LA CODIFICACIÓN EN
SU PRIMERA GENERACIÓN. 3 – CARACTERES DE LA CODIFICACIÓN
CONTEMPORÁNEA. 4 – LAS PRIMERAS CODIFICACIONES EUROPEAS
MODERNAS. 5 – LAS CODIFICACIONES EUROPEAS DECIMONÓNICAS. 5.1 – El
Code Napoleón: paradigma de la codificación moderna. 5.2 – El B.G.B.: obra maestra
de la exquisita y depurada técnica alemana. 5.3 – El Código Civil español de 1888:
puente entre el Sistema Latinoamericano y los códigos europeos. 6 – LAS
CODIFICACIONES LATINOAMERICANAS DECIMONÓNICAS. 6.1 – Breve esbozo
de la codificación civil en la América del siglo XIX. 6.2 – La obra magna de D. Andrés
BELLO: El Código Civil chileno de 1855. 7 – LA CODIFICACIÓN EN EL COMMON –
LAW. 8 – TRAS LAS HUELLAS DEL LEGISLADOR DEL CODIGO CIVIL DE LOS
CUBANOS. 8.1 – El Código Civil español vigente en las provincias de Ultramar:
principales reformas operadas durante su centenaria vida en Cuba. 8.2 – Los intentos de
codificación civil en Cuba. 8.3 – La codificación civil cubana en la etapa
revolucionaria. 8.4 – La labor de codificación civil en Cuba: protagonistas y fuentes de
inspiración. 8.5 – Puntuales referencias sobre las versiones de los anteproyectos y del
Proyecto Final del Código Civil cubano. 8.6 – El Código Civil de los cubanos: el último
código latinoamericano del siglo XX. 8.7 – Consideraciones ad finem. BIBLIOGRAFÍA
SUMARIA.

1. Código. Codificación y Recopilación. Nociones elementales. Puntos


distintivos.

La idea de codificar supone agrupar en un cuerpo, en forma orgánica y sistemática


todas las normas referentes a una misma materia. La voz código proviene de la voz latina
codex1, nombre con el que se le conocía a la colección de las constituciones de los
emperadores romanos por orden de Justiniano.

1
“Codex”, cuya dicción más antigua era “caudex”, significaba “tronco de árbol” ya que en época arcaica la
madera servía como material de escritura. A partir del siglo I d. C. comienza a utilizarse el pergamino, cosido
en un lado al igual que las tablillas de cera. Esta forma de presentar los escritos desplaza a todas las demás en
el siglo III d. C.; momento en que “codex” significaba solamente libro.
Empero, dado que el uso del “codex” había empezado a extenderse en el ámbito jurídico, ya que tanto los
volúmenes de constituciones imperiales del bajo Imperio fueron publicados en forma de “codex” ( codex
Gregorianus, Hermogenianus, Theodosianus, y, posteriormente Iustinianus), como las reediciones de obras
de la jurisprudencia clásica adoptaron el formato de “codex”, lo que determinó que se vinculase a “codex” el
libro de contenido jurídico y, especialmente, el libro que recoge una compilación de leyes para uso forense.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

Codificar implica reunir en un mismo cuerpo legal las normas referentes a una
materia del Derecho. Con ella, siguiendo a DE BUEN2, se reduce una rama del Derecho a
una ordenación sistemática de reglas legales y, en sentido amplio, comprende tanto el
hecho de reunir un conjunto de leyes y formar con las mismas un cuerpo orgánico, como
hacer una ley nueva y única en sustitución de una anterior multiplicidad legislativa3.

En sentido más estricto, el código implica la existencia de una ley única que
incluye las normas jurídicas atinentes a determinada materia.

De lo expuesto puede colegirse que los caracteres de un código lo son:

 unicidad de las normas jurídicas referentes a una materia;

 sistemática adecuada y ordenada de las instituciones que comprende;

 interrelación y armonía entre las reglas que contiene;

 persigue la clarificación del ordenamiento jurídico y, con ello, la salvaguarda


del principio de seguridad jurídica;

 desempeña una función pedagógica, en tanto concentra la materia objeto de


estudio en un cuerpo uniforme y determinado de normas jurídicas
homogéneas;

 es informador de los principios generales de un sector o rama del Derecho, de


validez universal, frente a la particularidad de cada institución jurídica.

La codificación persigue como objetivo fundamental la ordenación armónica en


un cuerpo de naturaleza homogénea de las normas, reglas y principios relativos a una
determinada rama o sector del ordenamiento jurídico, superando todo tipo de particularismo
y de fragmentación4.

2
DE BUEN, Demófilo, Introducción al Estudio del Derecho Civil, 2ª. edición, Editorial Porrúa, S. A., México,
1977, pp. 149 – 150.
3
En este sentido Vid. MOTILLA, Agustín, “La Codificación como técnica de producción legislativa” en
Revista de Derecho Privado, Editoriales de Derecho Reunidas, junio de 1997, pp. 546 – 547, para quien la
codificación busca una mayor abstracción en los supuestos que contempla, a la vez que más claridad y
precisión en la dicción de los conceptos, constituyendo un original procedimiento de sistematización y
encuadramiento de las normas en la estructura unitaria del código.
4
Vid. GETE-ALONSO, María del Carmen, en Manual de Derecho Civil, volumen I - Introducción y derecho de
la persona, s. ed., Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, S. A., Madrid, 1997, pp. 35 – 37.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

De lo referido puede constatarse las ventajas que ofrece un sistema codificado5, en


tanto permite una simplicidad y regulación sistemática de las materias, facilita el
conocimiento del Derecho, y deja expedita la vía para destilar los principios generales que,
presidiendo el todo legislado, son de aplicación a las instituciones refrendadas en el
conjunto de normas jurídicas comprendidas en aquel. Empero, sus objetores le han tildado
como principal inconveniente el carácter de permanencia que tiende a establecer, lo cual
obstaculizaría su evolución a tono con las exigencias que la vida va imponiendo,
pudiéndose solucionar ello con las parciales reformas que estos cuerpos normativos suelen
padecer durante su, casi siempre, longeva vida; y que tienen por objeto adecuar las normas
reguladoras de determinadas instituciones a la realidad social y a los cambios que la
dinámica de la vida va exigiendo.

A contrario sensu la otra forma de organizar las normas legales, ya superada, y


con más valor histórico6 que técnico lo constituye la recopilación o compilación, en la que
se ordenan un conjunto de leyes, dictadas en distintas ocasiones, y por órganos disímiles,
con criterios que pueden variar ( por materias, cronológicamente), pero que conservan su
sustantividad, su individualidad. El hecho de que este conjunto de leyes se incluya en un
libro o varios libros, no los hace perder su naturaleza, su independencia, simplemente
facilita al operador jurídico su manejo.

En la compilación o recopilación, no hay criterio de unicidad, sistematicidad,


armonía, cohesión. Se trata de una simple reunión, no unitaria ni completa de normas.
Como señala GETE-ALONSO7 esa ausencia de ordenación y relación en las recopilaciones
conduce a dudar acerca de la vigencia de las normas que en ellas se contienen, a la
complejidad de la solución jurídica a adoptar y, con ello, a la inseguridad jurídica.

2. Valores esenciales de la codificación en su primera generación.

5
Un célebre debate tuvo lugar en Alemania a comienzos del siglo XIX, sobre la conveniencia o
inconveniencia de la codificación. En 1814 THIBAUT publicó un famoso escrito denominado De la necesidad
de un Derecho Civil para toda Alemania, preconizando la unificación y codificación del Derecho alemán.
Impresionado por las virtudes del Code Napoleón de 1804, creyó que esa labor codificadora provocaría la
unidad de los pueblos alemanes, ya que “el Derecho ejerce una acción correctiva sobre la sociedad y se
impone a los hábitos e inclinaciones de los hombres”. Esta obra tuvo repercusión en todos los círculos
alemanes, empero, fue objetada por SABIGNY, máximo exponente de la Escuela Histórica, quien refutó las
ideas de THIBAUT en la no menos célebre obra De la vocación de nuestro siglo para la legislación y la
ciencia del Derecho, alegando que siendo el Derecho un producto del alma popular, que va continuamente
formándose y elaborándose, no puede ni debe fijarse en las rígidas fórmulas de un Código; que la codificación
detiene este proceso de formación del Derecho y ahoga sus fuentes originarias; y que si a pesar de ser
codificado el proceso de creación popular continúa, resulta ya inútil la codificación, la que ha sido superada
por las nuevas producciones espontáneas del pueblo; por último, aún no se había alcanzado la suficiente
madurez jurídica ni formado el lenguaje necesario para emprender esta obra de codificación. Para más
abundar Vid. 5,2.
6
Así la compilación Justinianea, (aún cuando se le llamara código), el Fuero Juzgo, la Nueva y Novísima
Recopilación, entre otras.
7
GETE – ALONSO, María del Carmen, Manual de Derecho ... I, cit., pp. 35 – 36.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

En el desarrollo del presente tópico me limitaré a exponer las acuciosas ideas del
profesor DIEZ-PICAZO en su artículo: “Codificación, descodificación y recodificación” en
ocasión del cincuentenario del Códice Civile8.

a) La codificación como racionalización.

El carácter racional de la codificación hay que situarlo en el contexto histórico en


que opera el proceso codificador en Europa. El ideal del racionalismo fue elevado por la
Revolución francesa sustituyendo a otros cultos más antiguos. El ideal de la comprensión o
reducción del material normativo se encontraba fundado en la creencia de que de esta
manera se acercaba más al ideal de perfección. Las leyes deben ser asequibles a todos, se
hacen para que puedan ser conocidas por todos los ciudadanos, es necesario, pues, reducir
cuantitativamente el conjunto de mensajes en qué plasmar las reglas del Derecho.

b) La codificación como progreso.

En primer lugar representa la codificación una idea de progreso político. Es la


plasmación de los principios de libertad individual y de igualdad de todos los ciudadanos.
Se piensa sea el vehículo para estabilizar los principios de la revolución y para extenderlos.
El progreso pretendido es también progreso económico. La burguesía triunfante en la
revolución pretende desarrollar sus negocios y necesita para ello un sistema normativo
seguro. Las máximas posibilidades de previsión en los resultados de los futuros litigios a
que las empresas económicas puedan conducir, que se consigue a través de un sistema
jurídico simplificado y seguro, en el que los jueces cumplan la función que MONTESQUIEU
les había asignado de ser la boca que pronuncia las palabras de la Ley.

Incluso se habla de un proceso jurídico entre los seguidores tardíos del modelo
francés. Cada ordenamiento jurídico particular puede progresar y, de hecho, progresa si se
ajusta a las coordenadas del sistema de codificación.

c) La codificación como pedagogía.

En la base más profunda del Derecho codificado se encuentra la realización de


una función pedagógica que lo convierte en el Derecho de juristas por excelencia. El
Derecho codificado trata de sustituir la práctica jurídica empírica o casuística por un
sistema que posea una cierta automaticidad y, al mismo tiempo, y por la misma razón, trata
de sustituir la formación artesanal de los juristas por una formación abstracta y racional que
cumple mejor los mencionados intereses. El Derecho codificado es el que se hace objeto de
estudio. El código es el tema del aprendizaje del Derecho: lo que es objeto de las
investigaciones sobre los fundamentos, las conexiones y el alcance de las normas.

d) La codificación como utopía.

8
En este tópico se han expuesto, en apretada síntesis las consideraciones del profesor DIEZ-PICAZO sobre los
factores, razones y aspiraciones que la codificación buscaba. Al respecto Vid. el citado artículo en Anuario de
Derecho Civil, tomo XLV, fascículo II, abril – junio, 1992, pp. 474–478.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

El código representaba una utopía porque en él plasmaba la utopía revolucionaria:


la idea de la ilimitada racionalidad y del progreso, la idea de un Derecho realizado por
todos los ciudadanos. El código representa, al mismo tiempo, una utopía, porque es algo así
como plasmar un instante de la realidad y pretender que la realidad será siempre la misma.
El código se encontraba, por ello, desarmado frente a los nuevos problemas y a las nuevas
necesidades, que, incesantemente fueron posteriormente surgiendo.

3. Caracteres de la codificación contemporánea.

La codificación no se limita a reunir materiales legislativos preexistentes, tal y


como fueron formulados en su tiempo y a sistematizarlos, cual era el método de las
colecciones anteriores.

Los códigos, a partir de finales del siglo XVIII y hasta nuestros días, suponen una
nueva formulación de las normas legales. Buscan una mayor abstracción en los supuestos
que contemplan, a la vez que más claridad y precisión en la dicción de los conceptos, así
como construyen originales procedimientos de sistematización y encuadramiento de las
normas en la estructura unitaria del código. En definitiva el proceso codificador significa un
intento de racionalización y tecnificación de la actividad legislativa sobre el cual constituye
uno de los fenómenos más importantes de la cultura jurídica y de la historia moderna.

Entre los caracteres de la codificación contemporánea, especialmente en sus


aspectos más vinculados en la formulación de la ley, pueden mencionarse:

Simplificación del sistema jurídico.

Este valor se intenta llevar a cabo a través de varios mecanismos. Los códigos
sólo contienen normas jurídicas, nada más que normas jurídicas. La regulación de las
materias se realiza procurando el menor número de normas posibles, lo cual conlleva una
mayor abstracción del supuesto de hecho. La reducción del material normativo, al que
contribuye la codificación, va unido a la preocupación por la claridad de los preceptos que
se consigue a través de una estructura constante y una expresión breve y sintética, todo lo
cual se encamina a facilitar el manejo y el conocimiento del Derecho a fin de lograr una
mayor seguridad jurídica9.

Racionalización del sistema jurídico.

Íntimamente unido a lo anterior, la racionalización significa la pretensión de


construir el sistema en base a las leyes de la lógica, lo cual tiene como resultado el ordenar
el cuerpo del código en grupos de normas sistematizadas que, a su vez, mantienen relación
entre sí. La solución al caso planteado se obtendrá mediante el razonamiento lógico según
las normas del código. Esta importante característica de la codificación es influjo directo de
la preocupación de la Escuela racionalista del Derecho Natural por construir el Derecho con
9
Tal característica es puesta de relieve por DIEZ – PICAZO, L., Experiencias jurídicas y Teoría del Derecho,
3ª. edición, corregida y puesta al día, Editorial Ariel, S. A., Barcelona, 1993, pp. 166 – 168.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

los métodos de las matemáticas, postulados que determinaron el método técnico – jurídico
de la codificación.

Tendencia a la exhaustividad en la regulación de un ámbito o sector


jurídico.

El código trata de normativizar una disciplina jurídica en grado exhaustivo, de


manera que dentro de él se contemplan todas las relaciones pertenecientes a un género
individualizado por la unidad de la materia. De su finalidad de simplificar la anarquía de
fuentes anteriores e imponer los valores que están en la base de las ideologías y escuelas
que más influyeron en su nacimiento, se deriva que la vigencia del Código supusiera la
derogación de todas las fuentes existentes – por regla general sumamente dispersas y, a
veces, incluso contradictorias -, siendo el código, en su eficacia omnicomprensiva, el único
cuerpo legal, elaborado de manera que en él hallen respuesta todos los conflictos de la vida
social en las materias que éste regula. En el sentido señalado no cabe duda que los códigos
cumplen un importante rol en la unidad legislativa de las naciones, es decir, en la
superación del particularismo jurídico vigente en el momento en que opera la codificación.

4. Las primeras codificaciones europeas modernas.

Son las llamadas monarquías ilustradas, preocupadas por el fortalecimiento del


Estado, la promoción de la industria y el comercio que ejercía la cada vez más influyente
clase burguesa y, en fin, la prosperidad nacional las que ven en la racionalización de la vida
social propuesta por la Ilustración el medio idóneo que, aplicado al Derecho, garantizase la
seguridad en el tráfico jurídico y la efectividad de las decisiones del Estado. Por ello son
estas monarquías ilustradas los primeros regímenes que apoyarán decisivamente a la
codificación del Derecho y bajo los cuales se producen los primeros frutos codificadores.

Entre los tratadistas se cita a la Codificación prusiana como la primera que intenta
llevar a cabo una formulación estructurada y sistematizada del Derecho vigente. No por ello
faltan autores que reivindican la primacía para otras codificaciones, principalmente las
realizadas en los países escandinavos10

El “Allgemeines Landrecht” prusiano se considera el primer ensayo ambicioso e


influyente de modificar al estilo racionalista el Derecho de una nación 11. Tras numerosas
vicisitudes el código prusiano entra en vigor en 1794, pero para ello tuvo que superar todos
los escollos que se le antepusieron. Es obra del insigne jurista Carlos Teófilo S UÁREZ,
formado al calor del Magisterio de WOLFF, el cual dedicará su vida al “Landrecht”, siendo
ayudado en la tarea por Ernesto Fernando KLEIN.

Al Código prusiano se le ha caracterizado por tener espíritu de Derecho Natural,


dada la ascendencia que sobre él tuvo la Escuela racionalista de Derecho Natural. Sus
10
De esta manera se dice que el primer Código en el giro moderno de la palabra fue el danés de 1683, al que
le sigue el noruego de 1688 y el sueco de 1736.
11
Tal es el sentido que le atribuye MOTILLA, Agustín, “La Codificación como ...”, cit., p. 555.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

preceptos tienen una formulación abstracta y sintética. No obstante el Código no logra


desligarse de la tradición jurídica. Su propio contenido que abarca todos las ramas del
Derecho – civil, penal, mercantil, etc., -, ofrece más bien un panorama compilativo que
codificativo. El mantenimiento de status subjetivos distintos para la nobleza, la burguesía y
el pueblo llano, se aleja de las ideas enarboladas por la Ilustración de un único sujeto
abstracto: el individuo, para aproximarse al antiguo Derecho feudal. Asimismo, en
contraposición al postulado de la Ilustración por el cual la ley es la norma soberana en las
fuentes del Derecho positivo, el Código de Prusia deja en vigor, con prevalencia a sus
propias normas, las costumbres y estatutos morales, declarando el valor de Derecho
supletorio de las disposiciones legales que contiene, lo que limitará fuertemente la
efectividad de su aplicación.

Otro centro de irradiación de la monarquía ilustrada fue Austria. El Código


austriaco es el máximo exponente, junto al prusiano de la codificación promovida por las
monarquías ilustradas12 ya cuando este régimen veía sus cimientos removidos por la fuerza
de las ideas revolucionarias francesas.

El Código Civil austriaco supone una mayor perfección en técnica y contenido


respecto al prusiano. En su larga andadura, el Código austriaco recibirá por ósmosis el
desarrollo del pensamiento ilustrado. Se percibe en él la redacción clara y sinóptica que
también poseerá el Código Napoleónico, aunque, si bien es posterior al Civil, tiene una
estructura y una concepción menos moderna; es iluminístico e iusnaturalístico; muy prolijo
y doctrinal en algunas partes (v. gr.: en la sección de la responsabilidad civil) y lagunoso en
otros aspectos.

Este Code nace del compromiso, la exigencia de superar los particularismos, sin
ignorar completamente las tradiciones locales y la exigencia de elaborar reglas claras,
simples, entendibles por todos, que respondieran al sentido común y a la razón; también
con el objetivo de unificar el Derecho que se practicaban en las provincias del interior. Su
estructura y su contenido colisionan con la realidad política y social de su tiempo, siendo
ella gobernada por una aristocracia terrateniente, miope y aferrada en sus propios
privilegios.

La estructura del A.B.G.B. es tradicional: luego de la Introducción se coloca la


parte dedicada a las personas, una a los bienes, luego una común a los bienes y a las
12
Fue madurando bajo los reinados de María Teresa y José II y vio la luz, tras un laborioso proceso de casi
sesenta años, en 1811. La iniciativa de promoverlo fue de la emperatriz María Teresa, quien en 1753 encargó
la formación de una Comisión de Juristas para unificar el Derecho Civil austriaco. En 1766 se terminó un
proyecto que resultaría rechazado por la emperatriz aduciendo su excesiva extensión y complejidad, a la vez
que recomendaba una mayor influencia del Derecho Natural en sustitución del casi exclusivo contenido de
Derecho romano. A su muerte, su sucesor José II, da un nuevo impulso a la codificación auxiliado por juristas
de la talla de MARTINI, KEES U HORTEN. En 1786 se termina la primera parte del Código, referente al
Derecho de las personas. La obra fue completada gracias a MARTINI, nombrado en 1790 Presidente de una
nueva Comisión codificadora. El proyecto de Código de MARTINI entra en vigor en uno de los territorios
austríacos, Galicia, en 1797. Este mismo añó se retira MARTINI y es elegida una última Comisión, en la que
destaca el trabajo de ZELLER, cuyo fin es revisar la obra. Se acomete la redacción definitiva y en 1811 entra
en vigor el “Allgemeines Bürgerliches Gezetzbuch” o Código Civil en toda Austria.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

personas; el contrato y los actos obligatorios se regulan en la parte segunda relativa a los
derechos de las personas sobre las cosas. No existe una regulación general del negocio
jurídico (categoría dogmática que solamente en aquel período comenzaba a ser construida
por la pandectística alemana).

La responsabilidad civil, a diferencia del sistema típico romanístico, está regulada


por la cláusula general del artículo 1295 que señala: “cada uno tiene derecho de pretender
de quien lo ha dañado el resarcimiento de los daños que éste con su culpa le ha provocado”.
El único caso de responsabilidad sin culpa es el daño producido por los auxiliares (artículo
1315).

5. Las codificaciones europeas decimonónicas.

5.1 El Code Napoleón: paradigma de la codificación moderna.

Es precisamente el Code Napoleón, nacido como heredero de la revolución


francesa y, por tanto, de la Ilustración liberal y democrática, el que se convertirá en el
Código por antonomasia, el texto legal paradigmático de la nueva sociedad burguesa, cuya
irradiación se extiende a todos los procesos liberales y nacionalistas, y marca una nítida
distinción con las monarquías ilustradas.

Los conceptos de separación de poderes, democratización del poder legislativo y


primado de éste sobre el ejecutivo, defensa de los derechos del hombre y, en fin, el
contenido político de una revolución francesa que sigue las huellas de la Ilustración liberal,
se reflejan en el Code Napoleón de 1804 y abren un profundo hiato con respecto a las
restantes codificaciones de la monarquía ilustrada. Su espíritu se construye sobre las
principales reivindicaciones de la revolución en el ámbito del Derecho: la consecución de la
primacía de la ley formulada en términos claros y precisos, sobre las demás fuentes
jurídicas; el laicismo del Derecho y el supremo poder del Estado sobre la vida social; el
individualismo afirmado desde la doble perspectiva de las declaraciones de derechos
humanos y como principio jurídico que convierte a la voluntad personal en el factor
modificativo de las relaciones; la propiedad, valor fundamental de la burguesía, cuyo
tráfico se liberaliza y se garantiza su titularidad; y la igualdad en los derechos civiles de los
ciudadanos. Sin duda los pilares ideológicos en los que se apoya la codificación
Napoleónica explica que fuera considerada en su época como un arma antitradicionalista y
se proyectara a su amparo la eliminación de los restos del corporativismo feudal del pasado,
sobre los que se edificaría la nueva sociedad liberal burguesa. Fue su contenido,
políticamente innovador, lo que distinguió al Code Napoleón de los más conservadores
Códigos de la monarquía ilustrada, y lo convirtió en modelo de aquellos países que optaban
por un sistema de sociedad liberal – burgués.

Sin embargo, el ideario reformista fue combinado con la recepción de elementos


romanistas y de la tradición jurídica francesa – como la construcción de POTHIER sobre el
Derecho de Obligaciones -. En algunos aspectos, la regulación del Code de 1804 modera la
regulación revolucionaria – por ejemplo en el Derecho de Familia. Aunque en teoría pueda

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

parecer que es así, en la práctica el Código Napoleónico significó el punto final de la


Revolución, una vez superados los extremismos políticos a los que llevó el utopismo
filosófico de los primeros tiempos revolucionarios.

El Code fue el medio necesario para consolidar las estructuras sociales y unificar
Francia en una nación moderna. Asume el valor de instrumento en la conservación de una
sociedad que indudablemente había asumido el ideario revolucionario, por tanto, era
“nueva” respecto a la sociedad monárquica del XVIII y que no se mostraba inclinada a
ulteriores renovamientos. Y justo fue el carácter ecléctico del Código Napoleónico, su
equilibrio de fuentes e ideario, el ser punto medio entre la Ilustración jacobina y el
conservadurismo tradicionalista lo que para muchos explica su duración y adaptabilidad a
las nuevas circunstancias y el hecho de su influjo en otros Códigos que, asimismo, fueron
factores que consolidaron los procesos de unidad nacional de sus respectivos países.

Para entender la verdadera dimensión del Code y su aportación como elemento


estabilizador de la Francia revolucionaria es necesario acudir, aunque sea en breve síntesis,
a la historia de la codificación francesa.

El momento decisivo de la codificación, lo fue los finales del siglo XVIII y el


inicio del siglo XIX.

El primer proyecto de Código es debido a CAMBACÈRES y fue presentado a la


Convención, contenía 695 artículos, obedeciendo al sueño de los filósofos de hacer leyes
sencillas, democráticas, accesibles a los ciudadanos. El mismo CAMBACÈRES presentó otro
proyecto, aún más breve, en el segundo período de la Convención, y un tercer proyecto en
la época del Directorio.

En agosto de 1800 NAPOLEÓN nombra una comisión encargada de redactar el


proyecto, de la cual formaban parte TRONCHET, BIGOT DE PRÉAMNEU, PORTALIS,
MALLEVILLE, proyecto que llevó el nombre de Proyecto del Año VIII.

Fue enviado al Tribunal de Casación y a los de apelación para que enviasen sus
observaciones, lo que hicieron con rapidez. Pero el proyecto encontró serios obstáculos en
la organización legislativa. Ante ello no se detuvo NAPOLEÓN , primero retiró el proyecto,
pero después, por medio de un verdadero golpe de Estado, reorganizó el Tribunado, de
donde partían las dificultades, de suerte que no hubiese obstáculos para la aprobación. Así
pudo ser votado el Código Civil.

El Code Civil (llamado después Code Napoleón) se compone de 36 leyes, que


fueron votadas unas después de otras (1803 – 1804). Más tarde fueron reunidas en un solo
Código de 2281 artículos, bajo el nombre Code Civil des français, en virtud de la ley de 30
ventoso del año XII (21 de marzo de 1804), que señalaba la fecha de terminación del
Código.

Sus principales fuentes lo son las costumbres, sobre todo las de París, el Derecho
romano, las ordenanzas reales y las leyes de la Revolución. Las tradiciones
consuetudinarias predominan sobre el Derecho romano.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

Estandarte del plan romano – francés, sigue la división de GAYO en sus Institutas
en la organización de las materias que comprende en personas, cosas y acciones. Empero,
al no pertenecer las acciones al Derecho Civil, sino al Procesal mantiene tan sólo las
personas y las cosas, dividiendo a éstas en dos libros.

Así el Code Napoleón consta de:

 Un título preliminar relativo a la publicación, los efectos y la aplicación de las


leyes en general (artículos del 1 al 6).

 Libro primero atinente a las personas (artículos del 7 al 515).

 Libro segundo regulador de los bienes y de las diferentes modificaciones de la


propiedad (artículos del 516 al 710).

 Libro tercero que comprende los diversos modos de adquirir la propiedad


(artículos del 711 al 2281).

En sentido general, el primer libro comprende persona y familia, el segundo


bienes y derechos reales y el tercero – el más extenso - sucesiones y obligaciones y
contratos.

Respecto de su técnica la crítica que se le ha formulado ha sido la más variada.


Así FERRARA13 lo califica como el tipo de código popular: claro, sencillo, lleno de espíritu
práctico, libre de abstracciones teóricas. BONNECASE14 expresó que los más fervientes
admiradores del Código Civil se ven obligados a reconocer que su técnica es anticuada y
que su armadura no traduce la verdad objetiva. Sus censores, en sentido general, así
GAUDEMENT y GENY15 afirman que su terminología es incierta y empírica, en él hay
repeticiones y expresiones inútiles, que en comparación con la técnica empleada por otros
Códigos modernos, como el alemán, su técnica es casi excesivamente instintiva.

Se le ha objetado su exacerbado individualismo en lo que a su contenido se


refiere. El individuo es el centro de la legislación, considerándose aislado en la sociedad. Es
un Código clasista y además discriminatorio, refuerza la tutela al acreedor. Se despreocupa
de las clases débiles, mantiene un trato discriminatorio de la mujer. Al niño no se le atiende
salvo en sus intereses económicos, y, con este sentido, se regula la institución tutelar y de la
prodigalidad.

A pesar de la crítica de la que ha sido objeto, el Code Napoleón, con razón se ha


convertido en la obra jurídica más significativa después de la compilación justineanea y
justo es reconocer los méritos de los que es acreedor.

13
FERRARA, cit. pos. DE BUEN, Demófilo, Introducción al Estudio del Derecho Civil, 2ª. edición, Editorial
Porrúa, S. A., México, 1977, p. 152.
14
Ibídem.
15
Ibídem.

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El Code, vigente por casi dos siglos, es el código civil moderno de mayor
longevidad, a pesar de las innumerables modificaciones de las que ha sido objeto. El vigor
en la expresión de los conceptos, la claridad y precisión en su redacción y la perfección de
su sistemática, superior a las codificaciones que le precedieron, lo convierten en el principal
heredero de las técnicas en la formulación del Derecho defendidas por la Escuela
racionalista del Derecho Natural.

Aunque en un principio el Código de Napoleón tuvo una fuerte oposición en los


países ocupados, muchos de los procesos de unificación nacional iniciados tras la Paz de
París, especialmente aquellos que adoptaban las ideas liberales, acogieron la codificación,
ya directamente implantando un Código influenciado por éste. De esta manera el Code fue
implantado directamente en Bélgica y algunos Estados alemanes como Baden.
Parcialmente fue aplicado en la Polonia central y hoy sigue en vigor en Egipto.

Sirvió de modelo a los Códigos de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa


Rica, Ecuador, España, Grecia, Guatemala, Haití, Holanda, Honduras, Italia, Luisiana,
Luxemburgo, México, Perú, Portugal, el Estado canadiense de Québec, Rumania, El
Salvador, Santo Domingo, Uruguay y Venezuela.

El Code Civil todavía tiene vigencia en Francia. En 1904, en la celebración de su


centenario, se inició su revisión, tentativa inicial que no fructificó, criterio que fue reabierto
en 1945, después de la liberación fascista, con una comisión que trabajó ampliamente
presidida por M. JULLIOT DE LA MORANDIERE, presentando sus conclusiones ante el
gobierno en 1953 dónde fueron abandonadas. A partir de 1964 la normatividad civil ha
sufrido cuantificadas y cualificadas reformas que marcan la era de la renovación del
Derecho Civil francés, pero formalmente el Code sigue en pie, a punto de conmemorar su
bicentenario.

5.2 El B.G.B.: obra maestra de la exquisita y depurada técnica alemana.

Uno de los episodios más importantes en la evolución de la ciencia jurídica


contemporánea, donde se reflejan tal extraordinaria riqueza de ideas que sus consecuencias
llenarán de frutos la historia del Derecho del pasado y del presente es la polémica entre
THIBAUT y SAVIGNY. O, en términos generales, entre un racionalista ilustrado con signos
de crisis y el comienzo de las tesis historicistas sobre el Derecho.

En su obra sobre la necesidad de un Código Civil común para Alemania,


publicada en 1814, THIBAUT defiende la creación de un Código Civil para Alemania como
impulso en una fase previa, de la completa unificación de los Estados alemanes en una gran
Alemania. El aspecto más relevante del escrito de THIBAUT es su profunda inspiración
nacionalista, su fin patriótico de consolidar, a través de un Código, la formación de una
Alemania, lo que da aliento a THIBAUT para defender la codificación del Derecho alemán e
incluso perfilar los caracteres que habrá de poseer el futuro código. De esta manera propone
una codificación basada no en principios racionales y abstractos, sino utilizando como

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material exclusivo el Derecho nacional vigente en cada territorio alemán, por lo cual la
teoría de la codificación se limitaría a una sistematización del Derecho germánico.

El mismo año y en la misma editorial en que publicó su libro, SAVIGNY contesta


los argumentos que esgrimiera éste en el célebre ensayo De la vocación de nuestro siglo
para la legislación y la ciencia del Derecho. El escrito de SAVIGNY representa la primera
crítica completa acerca de los postulados sustanciales de la Ilustración en el ámbito del
Derecho, contraponiendo una concepción en cierta medida opuesta en los valores y fines
que ha de seguir la ciencia jurídica.

Para SAVIGNY, el Derecho tiene su origen y fundamento en los usos y costumbres


de la comunidad. En Derecho Civil la ley tiene la doble misión de decidir las contiendas
que se plantean en la vida real sobre la aplicación de la norma consuetudinaria y formular
las antiguas costumbres. Fuera de estas competencias toda intervención del legislador es
inorgánica y perturbadora de la verdadera fuente orgánica del Derecho, la creada por el más
íntimo ser del pueblo – el espíritu del pueblo será una constante no sólo de la Escuela
histórica sino de todo el romanticismo alemán -, expresada y perfeccionada por la ciencia
jurídica.

La tesis central de su ensayo es demostrar que la codificación, tarea que sólo


habrá de abordarse en un período de necesidad extrema, únicamente puede ser provechosa
para el Derecho cuando la ciencia y el saber jurídico estén consolidados y seguros de sus
logros. Es decir, presupuesto que el Código recogerá los usos y costumbres del pueblo, sólo
en el momento en que los juristas posean los suficientes conocimientos de los materiales
del pasado examinados desde su perspectiva histórica, los sistematicen y expresen con el
necesario rigor técnico, se estará en condiciones de comenzar con éxito la empresa
codificadora.

Los comienzos del Código Civil alemán están marcados por la influencia de la
ciencia pandectística16 y el magisterio de WINDSCHEID, miembro de la antecomisión de
1881, encargada de preparar el primer Proyecto que se puso fin en 22 de diciembre de
1887, sometido a duras críticas, sobre todo por su divorcio con la vida social. De ahí que se
ordenara por el Consejo federal una segunda lectura del Proyecto. Para ello el Ministerio de
Justicia nombró una nueva comisión compuesta por 12 miembros permanentes, en su
mayoría por juristas prácticos e igual número de miembros no permanentes escogidos de la
vida económica, política y universitaria alemana, entre los que se destacan SOHM. El
segundo proyecto se publica en 1895, en el cual ya durante su elaboración habían sido
atendidas y discutidas las diferentes críticas 17 por ser públicas la deliberaciones de la
comisión.

16
Pandectística es el nombre con el que se denomina a la corriente doctrinal inspirada en el “Digesto ”o
“Pandectae” de Justiniano dirigida a la formación de un sistema dogmático de Derecho Privado.
17
Expresa OERTMANN, Paul, Introducción al Derecho Civil, traducción de la 3ª. edición alemana de Luis
SANCHO SERAL, Editorial Labor, S. A., Barcelona, 1933, p. 20, que en las mejoras introducidas en el fondo o
contenido del Proyecto es dable destacar las críticas de GIERKE y MENGER el suscitar en la comisión el
espíritu comprensivo para la misión social del Derecho Privado que se echaba de menos en el primer
Proyecto.

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Tras unas leves modificaciones en el Reichtag, el B.G.B. se promulga el 21 de


julio de 1896 por 222 votos contra 48 y 18 abstenciones. Una vez obtenida la conformidad
del Consejo federal a las indicadas modificaciones, la ley fue sancionada por el Emperador
y publicada el 24 de agosto del mismo año en el Diario Oficial (Reichsgesetzblatt),
aplazándose su entrada en vigor al 1º. de enero de 1900. De esta manera Alemania, tras el
B.G.B. de 1900 alcanzaba la unidad legislativa en materia civil.

De tipo burgués conservador, espejo de la Alemania Bismarkiana de finales de


siglo, el B.G.B. es fruto de la patente y aguda elaboración jurídica producida por la Escuela
Pandectística, no va dirigida al ciudadano como se pretendía que fuera el Code, el Código
austriaco y mucho más el Codice italiano de 1865 y el Código de las Obligaciones suizo de
1907 – 1912, sino se dirige al jurista de profesión, usando un lenguaje culto y técnico y
fórmulas sintéticas y elegantes.

Entre sus virtudes se señala la precisión y claridad expresiva que alcanza a través
de una abstracción sumamente desarrollada. La técnica y el lenguaje utilizados, de gran
pureza, son frutos del trabajo arduo y prolongado de la Escuela histórica para perfeccionar
tales factores. Es una obra maestra por lo acabado de su sistema y la perfección científica
de su técnica. Sus amplias fórmulas permiten el arbitrio judicial y recoge frente al
individualismo, en algunos aspectos, el principio de solidaridad. Simplifica y protege
además el comercio jurídico. Frente al abuso de derecho sostiene la prohibición de los actos
de emulación, que tienen por único fin dañar a otro, y mantiene el principio de buena fe
para atenuar la ejecución de las obligaciones.

Se le objeta, por otra parte, su excesiva abstracción teórica, lo que dificulta el


entendimiento y aplicación a la práctica. En realidad se abusa de disposiciones
superabstractas, de fórmulas complicadas y oscuras. El idioma que emplea es inaccesible a
los profanos. Además el modelo de sociedad liberal burguesa que contempla el B.G.B.,
estaba en plena crisis, de suerte que la nueva sociedad burguesa que le corresponde regir es
ignorada por él. Razón que motiva a GIERKE a considerarlo anacrónico desde su
nacimiento.

El famoso plan de SAVIGNY que siguió y que ha servido de modelo a tantos


Códigos Civiles latinoamericanos implica la configuración de una Parte General y de cuatro
partes especiales: Derechos de Créditos y Obligaciones, Derechos Reales, Derecho de
Familia y Derecho de Sucesiones por causa de muerte.

En la Parte General se condensan las enseñanzas pandectísticas, se regulan los


instrumentos técnicos usuales (pero no se incluyen las fuentes ni las reglas de la
interpretación). En esta Parte se regulan la persona física y la persona jurídica y se dan
algunas reglas generales sobre el negocio jurídico.

El B.G.B. codifica el principio de libertad contractual e introduce controles


jurisdiccionales (sobre buenas costumbres, sobre el aprovechamiento del estado de
necesidad, sobre la pena excesiva, la buena fe en el cumplimiento de las obligaciones) que
serán tomadas en el Codice Civile de 1942. La responsabilidad civil se articula en un
sistema típico en el cual se ha previsto la lesión de intereses privados relevantes ( la vida, la

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salud, etc.), y está fundada sobre la culpa (salvo el caso de la responsabilidad por daño de
los dependientes).

El B.G.B. se convirtió en modelo de numerosos procesos de codificación


ulteriores, debido en gran medida, al prestigio de la ciencia pandectística alemana del siglo
XIX. Al igual que el Code Civil, el B.G.B. creó su propia área de irradiación bajo cuya
órbita se encuentran los Códigos de Grecia (1940), Italia (1942), Brasil (1916), Perú
(1936), Japón (1907) y Cuba (1987), entre otros, y la legislación sobre Obligaciones de
Yugoslavia y Polonia, y el Derecho registral de Dinamarca y Francia.

5.3 El Código Civil español de 1888: puente entre el sistema


latinoamericano y los códigos europeos.

Los primeros intentos de la codificación se inician en España en el siglo XVIII


con los proyectos del Marqués DE LA ENSENADA Y MACANAZ que no llegaron a buen
término. Fruto de ese primer intento lo fue la Novísima Recopilación (1805) que no
respondía a los principios de la codificación y en la que ni siguiera se llegó a completar y
poner al día la Nueva Recopilación (1567).

El primer intento eficaz encuentra su impulso en la Constitución de Cádiz (1812)


en cuyo artículo 258 se establecía: “El Código Civil y el Criminal y el de Comerció serán
unos mismos para toda la monarquía sin perjuicio de las variaciones que por particulares
circunstancias podrán hacer las Cortes”.

El Primer Proyecto de Código Civil fue elaborado por una comisión especial de
las Cortes (nombrada el 22 de agosto de 1820)) y presentado a éstas por Nicolás María
GARELLY. Este Proyecto, conocido como Proyecto de 1821, obedece a dos postulados:
recoger todo el Derecho y ser el desarrollo de los principios que se contienen en la
Constitución. Este Código se erige en ser el Derecho común y general a todo el territorio.
En cuanto a su estructura, se divide en un Título Preliminar y dos Partes: la Primera ( que
es el desarrollo de la Constitución de Cádiz) reguladora de los derechos y obligaciones
individuales y dividida en tres libros; la Segunda lleva el epígrafe “De la Administración
General del Estado para hacer efectivos los derechos y obligaciones”. El Proyecto no llega
a cuajar por los problemas políticos de la época y por su misma estructura.

El Segundo Proyecto es el de 15 de septiembre de 1836. La labor fue iniciada por


Manuel María CAMBRONERO y a su muerte fue continuada por una comisión formada por
José AYUSO NAVARRO. Eugenio TAPIA y Tomás María DE VIZMANOS, nombrada por Real
Decreto de 29 de enero de 1834. Se le ha catalogado como un Proyecto de Código
marcadamente privatista, civilista y uniformista18, consta de 2458 artículos divididos en un
Título Preliminar y Cuatro Libros: el Primero sobre personas, el Segundo sobre cosas, el

18
En él se elimina la materia de Derecho Público, dentro del Derecho Privado se suprime el Derecho
Mercantil y con él también se pretende unificar sobre la base del Derecho castellano no conservando los
Derechos propios.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

Tercero atinente a las obligaciones y los contratos y la prueba judicial y el Cuarto relativo a
los títulos legales para la transmisión de la propiedad.

Tras las guerras carlistas y el fracaso temporario del proceso codificador, el 18 de


mayo de 1843 se crea la Comisión General de Codificación, que se asigna al Ministerio de
Gracia y Justicia. La labor de la primera comisión se traduce en la elaboración de unas
Bases del Código Civil, aprobadas por la Comisión General, en las que se sientan los
principios comunes (unificadores) de las materias a recoger en el Código Civil. Disuelta la
Comisión el 31 de julio de 1846 da lugar a la paralización de la tarea.

El 11 de septiembre de 1846 su crea la Segunda Comisión General de


Codificación, que dará lugar al Proyecto de Código Civil de 1851, cuyos artífices más
importantes serán los juristas Florencio GARCÍA GOYENA y Claudio Antón de LUZURIAGA.
Este proyecto es esencialmente uniformista, se hace tomado como punto de partida al
Derecho castellano, no teniendo en cuenta a los Derechos civiles propios (forales);
privatista pues sólo recoge materias de Derecho Civil, y, afrancesado, toma en algún punto,
reglas de la doctrina francesa a la que sigue. Consta de 1992 artículos distribuidos en un
Título Preliminar y Tres Libros (según el Code); el Primero de las personas, el Segundo de
la división de los bienes y de la propiedad y el Tercero de los modos de adquirir la
propiedad. Su uniformidad y afrancesamiento son las principales causas de su fracaso.

En 1853 se faculta al Ministro de Gracia y Justicia para presentar a las Cortes un


Proyecto de Ley para que se le autorice a publicar el Código Civil discutido en la
Comisión; en 1855 se encomienda una revisión del Proyecto.

Los movimientos políticos que se producen en este período hacen que,


nuevamente, decaiga la labor codificadora y se empiece una nueva etapa: la de las leyes
especiales. Empero, la revolución de 1868 y la Constitución de 1869 provocan la
presentación de un nuevo Proyecto de Código Civil que se limitará al Título Preliminar y al
Primer Libro, se trata del Proyecto de 19 de mayo de 1869 presentado a las Cortes por el
Ministro de Gracia y Justicia Antonio ROMERO ORTÍZ.

En el Congreso de jurisconsultos celebrado en Madrid del 27 al 31 de octubre de


1863 se propugna la idea del Código Civil como resultante de la armonización de las
diversas legislaciones existentes en España, y a la vez se afirma la posibilidad de que la
Codificación General deje en vigor los demás ordenamientos jurídicos privados existentes.
En las conclusiones del mismo se proponen dos soluciones alternativas: 1ª. la redacción de
leyes especiales que preparen el camino de la codificación para solventar los problemas de
determinadas materias; 2ª. si se cree conveniente redactar un Código, colocar al lado de las
disposiciones generales que se contengan en éste, otras especiales que dejen en libertad el
seguir la antigua ley, a saber: el sistema dotal, la sociedad matrimonial y las sucesiones.

En el orden cronológico, al Congreso le seguirá la redacción de las leyes


especiales. La redacción de estas leyes especiales supone una codificación parcial de
determinadas materias, lo que no significa una renuncia al mantenimiento de los Derechos
civiles propios. La primera en publicarse es la Ley Hipotecaria de 8 de febrero de 1861, a

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posteriori la Ley del Notariado de 28 de mayo de 1862; la Ley del Registro Civil de 17 de
junio de 1870; la Ley Provisional del Matrimonio Civil, de 18 de junio de 1870.

El 10 de mayo de 1875 se crea una nueva Comisión de Códigos en la que se


recogerían las ideas del Congreso de Jurisconsultos: la creación de un Código Civil
armónico en el que se contengan las especialidades forales.

El 22 de septiembre de 1881 es presentado por el entonces Ministro de Gracia y


Justicia Manuel ALONSO MARTÍNEZ al Senado el Proyecto de Ley de Bases. Por primera
vez (aunque ya se había intentado en 1843) se recurre al sistema de Leyes de Bases. Este
supone que, por el Gobierno, se presentan a las Cortes, en primer lugar, las líneas o
principios generales rectores de la materia que, una vez aprobados, son desarrollados por la
comisión técnica que redacta el texto articulado. Esta, una vez acabada la redacción,
vuelve, después, a presentarlo al Parlamento para su aprobación y discusión definitiva. Las
ideas básicas de estas primeras Bases son: 1ª. seguir, en lo esencial, el Proyecto de Código
Civil de 1851; 2ª. incorporar al Código Civil lo que sea más unitario y recoger las
especialidades forales en apéndices del Código: el Derecho foral es considerado Derecho
excepcional y como tal podría optarse por la aplicación de éste o del general (el Código
Civil). De acuerdo con estos postulados, ALONSO MARTÍNEZ presentó el 24 de mayo de
1882 un Proyecto de los Libros Primero y Segundo del Código Civil, que no prosperó.

El Segundo Proyecto de la Ley de Bases es el presentado por el Ministro


Francisco SILVELA el 7 de enero de 1885, caracterizado por abandonar definitivamente la
idea de un Código Civil único; no se considera el Derecho foral como un Derecho
excepcional y se mantendrá íntegro, actuando el Código Civil con carácter supletorio; se
delinean cuatro Libros, además del Título Preliminar, en lugar de tres como el Proyecto de
185119.

El 11 de mayo de 1888 se presentará la Ley de Bases definitiva que recogerá, en


esencia, las ideas del Proyecto de 1855. Se propone la división del Código en un Título
Preliminar y cuatro Libros. Esta Ley contiene 8 artículos y el artículo octavo relaciona 27
bases.

Por Real Decreto de 6 de octubre de 1888 se ordena la publicación del Código


Civil en la Gaceta de Madrid. Comunicada a las Cámaras Legislativas la publicación, antes
del transcurso de los 60 días por Real Decreto de 11 de febrero de 1889 se prorroga la fecha
de entrada en vigor, que se producirá el 1º. de mayo de 1889.

Las Cámaras entraron a discutir el fondo de determinadas regulaciones, dando


lugar a que se prorrogase la labor de las mismas. Fruto de esta discusión es la propuesta de
promulgar una edición corregida del Código Civil. La Ley de 26 de mayo de 1889 ordena
que el Gobierno haga “una edición del Código Civil con las enmiendas y adiciones que a
juicio de la Comisión General de Codificación sean necesarias o convenientes, según el
resultado de la discusión habida en ambos cuerpos colegiadores”. La primera edición estará
en vigor desde el 1º. de mayo de 1889 hasta el 27 de julio de 1889. La segunda edición,
19
Aunque este Proyecto de Ley de Bases fue aprobado, con ciertas variaciones, por el Senado, no puede llegar
a ser ley por finalizar la legislatura.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

promulgada por Real Decreto de 24 de julio de 1889, vigente desde el 27 de julio de 1889.
En la segunda edición se retocaron 181 artículos y se añadieron 13 disposiciones
transitorias.

El Código Civil se hizo extensivo por Real Decreto de 31 de julio de 1889 a las
islas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. En tanto sirvió de base a los Códigos Civiles de
Honduras y Panamá.

Respecto de su estructura consta de cuatro Libros precedidos de un Título


Preliminar20. Los Libros se dividen en Títulos, éstos en Capítulos y los Capítulos en
secciones. Estas últimas a su vez en artículos, cuyo número asciende a 1976.

El Título Preliminar (artículos 1 al 16) trata de las normas jurídicas, su aplicación


y eficacia y alcanza más allá de la propia materia civil. El Libro Primero (artículos 17 al
332) se refiere al Derecho de la persona incluyendo el Derecho familiar no económico. El
Libro Segundo (artículos 333 al 608) abarca los bienes, el derecho de propiedad y sus
modificaciones, comprendiendo los derechos reales (salvo la usucapión). El Libro Tercero
(artículos 609 al 1087) es el dedicado a los diferentes modos de adquirir la propiedad.
Comprende la ocupación, la donación y la adquisición a través de la sucesión por causa de
muerte. El Libro Cuarto (artículos 1088 al 1975) es el dedicado al Derecho de Obligaciones
y Contratos. Contiene además las reglas generales de las obligaciones, la teoría general del
contrato y los contratos en particular, incluyendo los económicos – matrimoniales y la
prescripción. El artículo 1976 incluye una Disposición Final mediante la que se deroga todo
el Derecho anterior al propio Código.

Además, tiene 13 Disposiciones Transitorias por las que se regula el paso o


tránsito de la legislación antigua a la nueva y tres Disposiciones Adicionales que prevén la
revisión del Código cada diez años.

En relación con el contenido, el Código Civil español incluye en sus normas lo


concerniente al Derecho Privado general, o sea, sólo lo referido al Derecho Civil, actuando
con carácter supletorio respecto de otras materias (cfr. artículo 4.2). No obstante no agota
en su normativa toda la materia civil21.

En el estadío actual existe un gran número de leyes especiales al margen del


Código Civil que contienen materias civiles. Su proliferación, por su elaborada técnica y
por el acercamiento que vuelve a producirse entre el Derecho Público y Privado ha llevado
a hablar de la era de la decodificación, sin embargo, el Código Civil sigue siendo, después
de la Constitución, el principal cuerpo legal del ordenamiento jurídico español.

En los más de 110 años de vigencia del Código Civil de España, este cuerpo legal
ha ido adaptándose a las nuevas realidades socio – políticas a través de las numerosas
20
Reformado por Decreto 1836 de 31 de mayo de 1974.
21
Así, la materia que fue objeto de Leyes especiales antes de la redacción definitiva del Código (Registro
Civil, Registro de la Propiedad, Propiedad Intelectual...) no se reguló completamente en el Código Civil. En
éste se recogieron los principios básicos o rectores (Base 10), efectuándose una remisión a la legislación
especial que se mantenía vigente.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

reformas que, parcialmente, ha sufrido. A pesar de ello, en general, la mayor parte del
mismo se ha mantenido vigente con el paso del tiempo.

Entre los méritos intrínsecos atribuidos al centenario Código Civil, amén de las
críticas que le han sido formuladas señala la doctrina22:

a) poner fin a la dispersión normativa vigente, habiendo recogido lo más


tradicional del Derecho común español e incorporarle conceptos e
influencias de Códigos extranjeros como lo fueron el francés, el holandés,
el italiano y el argentino23;

b) respetar la realidad de los regímenes forales abordando el centralismo del


Proyecto de 1851;

c) contener los principios y formulaciones de valor y sustancia


constitucional, recogidos en el Título Preliminar, de gran virtualidad
operativa, sobre todo en los largos tiempos durante los que España careció
de texto político institucional, siendo el Código el eje del ordenamiento
jurídico positivo;

d) ajustar la regulación del Derecho de Familia y el de Sucesiones a los


conceptos vigentes en estas materias en la sociedad española de entonces;
e) dedicar un Libro a las Obligaciones y Contratos, separándose de aquellos
Códigos que incluyen a los contratos como meros modos adquisitivos de
la propiedad24; y

f) ser portador de una excelente prosa jurídica, preciso y sencillo léxico y


adecuadas sintaxis y estilo, lo que permite una idónea significación y
comunicación25.

El Código ha sido objeto de las más disímiles críticas. Alabado por mantener el
sentido tradicional del Derecho histórico español26, además de constituir un centro de
22
GIL CORTIELLA, Arcadio, “En el centenario del Código Civil” en La Ley, Año XIII, Nro. 3040, 7 de julio de
1992.
23
Sobre la influencia del Proyecto de Código Civil español de 1851 de GARCÍA GOYENA en el Código Civil
argentino de VÉLEZ SÁRSFIELD puede consultarse el interesante artículo “La codificación española y su
influencia en el Código Civil argentino” de Luis MOISSET DE ESPANÉS en Anuario de Derecho Civil, tomo
XLIII, fascículo III, Ministerio de Justicia, julio – septiembre, 1990, pp. 713 – 735.
24
En este sentido el Code Napoleón y el Codice italiano de 1865 y el propio Proyecto de Código Civil español
de 1851. Empero en la sistemática adoptada ya había sido precedida por los Códigos de Chile y la Argentina.
25
Para DIEZ–PICAZO, Luis y Antonio GULLON, Sistema de Derecho Civil , volumen I – Introducción.
Derecho de persona. Autonomía privada. Persona jurídica, 8ª. Edición, Editorial Tecnos, S.A., Madrid, 1994,
pp. 58 – 59, el Código Civil español no es un código técnico por haber sido hecho por abogados y juristas
prácticos, es un Código popular, asequible al pueblo cuya vida había de regir; su lenguaje y su estilo son
extraordinariamente correctos y poseen un evidente valor literario, muy superior al de los demás textos
legales de su tiempo e incluso a los posteriores.
26
Tal es el parecer de ESPIN CÄNOVAS, Diego, Derecho Civil Español, volumen I, Parte General, Editorial
Revista de Derecho Privado, Madrid, 1959 pp. 42 – 43. Asimismo se pronuncian DIEZ–PICAZO y GULLON,
Sistema… I, cit., pp. 58 – 59, quienes ejemplifican en materias sucesoria y económica familiar, respecto de las

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

unificación frente a las corrientes disgregadoras, siendo su lenguaje claro y sencillo y


asequible al no jurista.

Valorado como obra política se le cataloga de ser portador de un liberalismo


conservador y de un tradicionalismo templado, no hay preocupación social en el legislador,
se limita a responder a la ideología de la época y a una estructura económica en la que el
trabajo es fundamentalmente trabajo agrícola o de servicio doméstico 27. Por su excesiva
influencia francesa, su espíritu es exageradamente individualista..

Empero, en sentido general el juicio crítico ofrecido por la doctrina no siempre


supone el análisis del texto desde una arista negativa. Si bien no es un código perfecto,
señala ALBALADEJO28 que “(...) es mejor que lo que la producción científica española de su
tiempo permitía poder esperar, y, aún siendo peor que nuestra producción científica actual,
jurídicamente se encuentra todavía por encima del Derecho positivo que hoy se hace en
España. Es, por otro lado, un Código sencillo y asequible, sin preocupaciones
terminológicas ni de construcción sistemática (...) es un código mejor para la vida jurídica
que para la ciencia del Derecho.”

6. Las codificaciones latinoamericanas decimonónicas.

6.1 Breve esbozo de la codificación civil en la América del siglo XIX.

Al iniciarse el proceso de la independencia de los reinos y provincias americanas


de la monarquía española, que convencionalmente podría fijarse en 1810, en Europa el
Movimiento por la Codificación del Derecho había rendido sus frutos en Prusia
(Allgemeines Landrecht für die Königlich preussichen Staaten, 1794), Francia (Code Civil
des Français,1804), y Austria (Allgemeines Bürgerliches Geseztbuch, 1811). En los
decenios siguientes se agregaron otros, que por la particular fortuna militar del autor
político del código francés se vieron influenciados por éste. Pero Alemania tardó todavía un
siglo en tener un código propio (Bürgerliches Geseztbuch, 1896, entrando en vigencia en
1900).

Los Estados americanos, sucesores de la monarquía española, una vez


constituidos en soberanos, censuraron el Derecho que hasta entonces había regido en sus
territorios, o sea, el antiguo Derecho romano común, - castellano – indiano, al cual la
moderna idea de la codificación le era extraña, por la época en que había sido formado, no
bien, en cambio, estuviera presente en él la antigua técnica romana de las recopilaciones
legislativas.

Pronto, empero, surgió entre los juristas, políticos e intelectuales en general que
formaban parte de los estratos dirigentes de los nuevos Estados, la pretensión de reformar el
cuales el Código se limita a recoger el Derecho anterior, buscando únicamente una aproximación entre los
diversos sistemas jurídicos españoles, no es un Código renovador, sino tiende a conservar el Derecho
nacional. En sentido contrario, DE DIEGO, cit. pos. DE BUEN, Demófilo, Introducción al Estudio del
Derecho Civil, 2ª. edición, Editorial Porrúa, S. A. México, 1977, pp. 171 – 172.
27
DIEZ–PICAZO y GULLON, Sistema.... I, cit., pp.58 – 59.
28
ALBALADEJO, Curso de Derecho..., I, cit., p. 56.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

viejo Derecho heredado, mediante su sustitución por una legislación nacional. Esta,
atendida la época, no podía menos que ser formulada bajo la forma de códigos al estilo
moderno. Durante la primera mitad del siglo XIX, el modelo más prestigioso fue el Code
Napoleón. De hecho, las primeras codificaciones aparecidas en tierras americanas fueron
imitaciones y hasta traducciones del Código francés, como fueron los casos del Estado
mexicano de Oaxaca (en 1827 – 1829, aunque no se promulgó), Bolivia (1830) y Costa
Rica (1841).

En la segunda mitad del siglo XIX el panorama empezó a variar. En Alemania,


desde principios de ese siglo, se había venido formando una nueva ciencia jurídica, (la
pandectística), la cual, merced al talento de los juristas que la cultivaron, alcanzó prestigio
internacional y pudo competir con la poderosa ciencia exegética francesa. De la
pandectística derivó directamente el Código alemán promulgado en 1896 y entrado en
vigencia en 1900. Para entonces el proceso de codificación estaba prácticamente tan
minado en América, salvo en Brasil (que no tuvo un Código sino hasta 1916), de modo que
el B.G.B. careció de influencia en esas naciones. Pero la precedente ciencia pandectística,
en cambio, sí pudo influir en las codificaciones y en los proyectos de códigos formulados
durante la segunda mitad del siglo XIX en América.

De esa manera, puede decirse que las codificaciones americanas recibieron


influencia francesa o alemana.

Por un lado, debe tenerse presente que algunos Códigos americanos alcanzaron
gran prestigio en la región y se transformaron ellos mismos en influyentes. El caso
paradigmático fue el del Código Civil chileno, adoptado íntegramente en Ecuador (1860), y
en Colombia (1873), lo mismo que en Venezuela durante un tiempo (1862), en Nicaragua
(desde 1871) y en Honduras29 y, con modificaciones en Guatemala (1877), sin perjuicio de
haber influido fuertemente en la redacción de otros, como en el de Uruguay (1869) y, en
menor medida, en el de Argentina (1869). Otro caso es el de este último país, cuyo Código
de todos modos tuvo una personalidad propia, él fue recibido íntegramente en Paraguay
(1876).

Por otro lado, a los distintos influjos francés y alemán se sumó la incidencia del
Proyecto de Código Civil español de Florencio GARCÍA GOYENA (1851) en México (1871)
y, a través de éste, en algunos países centroamericanos.

Además, el propio Código Civil español rigió íntegramente en Cuba y Puerto


Rico, dada la mantención de su dependencia política con respecto a España.

En fin, están los casos especialísimos del Perú, que temporalmente en 1852 se dio
un Código original, no bien que dentro de la órbita del francés, y del Brasil, que
tardíamente sólo codificó en 1916.

29
Entre 1880 y 1898 la primera vez, y desde 1906, la segunda. Entre medio Honduras adoptó el Código
español.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

6.2 La obra magna de D. Andrés BELLO: el Código Civil chileno de 1855.

Chile es el primer país latinoamericano que promueve la idea de codificar sus


reglas de Derecho, pues desde 1822 el mismo O’HIGGINS sugiere la idea de retomar el
propio Código napoleónico.

Las aspiraciones chilenas comienzan a tener mejor configuración con la llegada al


país de D. Andrés BELLO, letrado venezolano de gran ascendencia entre la América
independiente. En 1831 el gobierno remite una nota al senado sobre la necesidad de trabajar
en la elaboración del Código Civil, y señalando que una sola persona elaboraría el Proyecto
para ser sometido a una comisión gubernamental; BELLO, Ramón Luis IRRAZABAL, EGAÑA
y Manuel MONTT. Presentado el Proyecto en 1841 al Congreso, este cuerpo designó una
Junta Revisora del trabajo, la cual quedó constituida por Gabriel PALMA, Pedro Francisco
LIRA y sólo realiza la tarea de revisión BELLO. Para este momento se nombra nueva
comisión (IRRAZABAL, Manuel José CERDA, Alejo VALENZUELA, Manuel Antonio
TOCONAL y BELLO) que trabaja durante 1853, 1854 y 1855, año en que se vota
definitivamente por el Congreso chileno el Código Civil y es promulgado el 14 de
diciembre de 1855 por el presidente Manuel MONTT, antiguo comisionado, para que tuviera
vigencia a partir del 1º. de enero de 1857.

En cuanto a su estructura el Código ofrece un Título preliminar “De la Ley ”


(artículos del 1 al 53) y un Título final, con el último artículo que señala la vigencia del
Código y 4 Libros: Libro 1º. “De las personas”, Títulos del I al XXXIII (artículos del 54 al
564); Libro 2º. “De los bienes; de su dominio, posesión, uso y goce”, Títulos del I al XIV,
(artículos del 565 al 950), Libro 3º. “De la sucesión por causa de muerte y de las
donaciones entre vivos”, Títulos del I al XIII, (artículos del 951 al 1436) y Libro 4º. “De las
obligaciones en general y de los contratos”, Títulos del I al XLII, (artículos del 1437 al
2524).

Respecto de sus fuentes, BELLO se inspiró en el Derecho romano, recurrió


directamente y en su lengua a las fuentes romanas, especialmente la compilación
justinianea; el Derecho alemán general, tomando de SAVIGNY los puntos relativos al
domicilio, principio y fin de las personas, las personas jurídicas, etc.; el Derecho común
español y la legislación española – indiana, del primero en base a la tradicional legislación
(ex – romana visigothorum y en cuanto a la segunda las Reales cédulas y Provisiones, las
Ordenanzas de Bilbao, la Novísima Recopilación, el Fallo Real y el Fuero Juzgo, las
Partidas, etc.; el Derecho francés) en especial la obra de POTHIER en los aspectos de
obligaciones y contratos y en mayor extensión el Code Civil, si bien el Código Napoleónico
apenas fue una de las fuentes inspiradoras, y no la principal, como suele haber sido
difundido erróneamente.

Entre los principios rectores del Código Civil chileno se incluyen: la omnipotencia
de la ley (el juez tiene un texto que aplicar y ese texto es la ley); igualdad de todas las
personas ante la ley; constitución cristiana de la familia (instituciones como la monogamia,
la indisolubilidad del vínculo ilustran este principio); protección al derecho de propiedad (el
concepto de propiedad privada en el Código está a tono con el pensamiento político general

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

del momento y en especial con el del autor), esta característica se colige de la definición
liberal del derecho de propiedad – artículo 582 -, la regulación de la acción reivindicatoria
– artículo 889 – y de los modos de adquirir el dominio – artículos 606 y ss. -; la libertad de
contratación (el legislador tiene fe en la iniciativa de los particulares), el acuerdo como
fruto de la libre expresión de la voluntad, fue presentado puntal crítico y de fundamentación
en el panorama de la contratación30.

Del Código Civil chileno se ha destacado la belleza del lenguaje, puro y claro.
Entre sus defectos se han apreciado: el contener un sistema empírico, el texto legal refleja
experiencias más que enunciar principios, de ahí la extensión de su articulado; el exceso de
casuismo intrascendente, la minuciosidad, el detalle en extremo particularizante; el manejo
irregular del lenguaje jurídico que conlleva a indisolubles contradicciones que vienen
dadas, en buena medida, por la diversidad de fuentes utilizadas por BELLO y la falta de
integración que de las mismas debió haber realizado; la desconfianza al juez, a quien se le
relega la función de simple aplicador de la ley, defectuosa distribución de materias, v. gr.:
en el Libro 1º. relativo a la familia se excluyen temas como la sociedad conyugal y las
capitulaciones matrimoniales que aparecen en el Título XXII del Libro 4º.; la usucapión,
genuina fuente de adquisición de la propiedad aparece en el mismo Libro 4º., (Título XLI),
así como los gravámenes reales accesorios de la hipoteca (Título XXXVIII) y la forma de
propiedad de condominio (Título XXXIV) al cual se denomina cuasicontrato.

Empero las críticas formuladas, no privan al Código de BELLO de la novedad de


las instituciones que regulara, según SUÁREZ MORIONES31 el Código chileno supera la
técnica del Code e introduce el Modernismo Institucional en América.

7. La Codificación en el Common – Law.

Uno de los caracteres del Common – Law lo es el difícil encaje de la técnica


codificadora atendiendo a la estructura y dinámica del sistema anglosajón, lo cual implica
reducir drásticamente la posibilidad de existencia de códigos o, de promulgarse alguno, que
sus efectos en el sistema de fuentes disten mucho de las tradicionales codificaciones
racionalistas del Derecho europeo.

Quizá no haya otro sistema jurídico en el que sea más imprescindible el punto de
vista histórico para comprender las categorías e instituciones actuales. La historia del
Common – Law nace y evoluciona hasta el siglo XVIII inseparablemente unida al Derecho
inglés que se forma a partir de la conquista normanda del año 1066. El poder centralizado
de los normandos irá imponiendo lentamente la entonces llamada “comune ley” o Derecho
común a toda Inglaterra - en detrimento de las costumbres locales que eran aplicadas en las
jurisdicciones feudales -, cuya elaboración corre a cargo de los tribunales reales de justicia,
que desde el siglo XIII se denominarán, por el lugar de su sede, Tribunales de Westminster.
Los medios que contaban estos tribunales para ejecutar sus decisiones y la pronta
30
El artículo 1545 del Código Civil dispone: “Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los
contratantes y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales”.
31
SUÁREZ MORIONES, Guillermo, Manual de Derecho Civil. Parte General, 1ra. edición, Fundación
Universitaria Autónoma de Colombia, Fondo de Publicaciones, FUAC, Bogotá, 1990, pp. 103 – 108.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

introducción del jurado en la resolución de las causas, hizo que al final de la Edad Media
los Tribunales reales fueran los únicos que administraban verdaderamente justicia. Pero el
conocimiento por parte de dicha jurisdicción de un litigio es un privilegio del particular
demandante, quien debe solicitar que se le expida un “writ”, escrito por el cual se le abre la
posibilidad de actuar ante el Tribunal. En una etapa posterior se fijarán las listas de “writs”
ante situaciones en que automáticamente entra a juzgar el Tribunal, o en aquellas que
demostrasen tener similitud con los “writs” fijados. Lo importante para las partes era hallar
el “writ” con el que acudir al Tribunal, la fórmula legal admitida para encauzar su acción.

Este acentuado carácter procedimentalista del Derecho inglés medieval que se


forma en torno a los Tribunales de Westminster, marcará su impronta en el sistema del
Common – Law.

La importante función agregada por los Tribunales de Westminster de unificar el


Derecho inglés a través de sus decisiones, determina toda una concepción de las fuentes del
Derecho distinta del sistema romano – continental. El Derecho inglés es eminentemente
judicial. La norma básica del ordenamiento no es el mandato general y abstracto del
legislador, sino la ratio decidendi de las decisiones de los Tribunales Superiores, las
razones que movieron al juez para dar una correcta solución al caso planteado. Esta es la
legal rule del Derecho inglés, cuyo carácter de norma vinculante de conductas y
fundamento de las futuras resoluciones judiciales descansa en la complementaria “regla del
precedente”: las causas ante los Tribunales han de ser juzgadas según los principios
alcanzados por inducción de la experiencia judicial del pasado. Todo el sistema
jurisprudencial se basa en la obligación de atenerse a las normas elaboradas por los jueces
de las magistraturas superiores, es decir, de ajustarse a las normas judiciales precedentes
(stare decisis)32.

La naturaleza de fuente principal, su función medular que incluso define el propio


concepto de Derecho, hace de la actividad del juez el centro del sistema, de manera que se
puede afirmar que no existe Derecho fuera del proceso33.

Es comprensible que ante la prevalencia del Derecho judicial, la legislación sea


considerada como una fuente secundaria. Según la teoría clásica, la ley (“statute”) tiene la
función de corregir o precisar aspectos aislados de la regulación establecidos por el cuerpo
principal del Derecho inglés, la jurisprudencia. El carácter complementario y auxiliar
convierte a las leyes en excepciones al Derecho común emanado por los tribunales, de ahí
que sean interpretadas restrictivamente. Es más, la sensación de estar ante una institución
extraña al ordenamiento jurídico hace que el contenido de la ley sólo se vea plenamente
incorporado al Derecho una vez que es aplicada e interpretada por los tribunales y en la
32
Según expresa MOTILLA, Agustín, “La codificación como técnica ...” cit., p. 567, nota (91), en Inglaterra, la
regla del precedente significa que en función de la jerarquía de los tribunales, las decisiones de la Cámara de
los Lores constituyen precedentes obligatorios, a cuya doctrina deben atenerse todas las jurisdicciones. Las
decisiones de la “Court of Appeal” son precedentes vinculantes para todas las jurisdicciones inferiores y para
la propia “Court of Appeal”, y las resoluciones de la “High Court of Justice”, aunque no son obligatorias
gozan de un alto valor persuasivo en los otros tribunales.
33
De ahí que la norma jurídica en Derecho anglosajón, aparezca, a los ojos del jurista continental, como
excesivamente casuística, penetrada por los elementos fácticos del caso que resolvió, lo cual limita su ámbito
de aplicación.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

manera que éstos realizan la interpretación. Es decir, existe una inclinación no ya a citar y
alegar las leyes, sino las sentencias que las incorporan y según las directrices de la decisión
judicial, lo cual representa una evidente amenaza a la eficacia de la ley.

No obstante, en el último siglo se ha operado un proceso de crecimiento de la


importancia de la legislación en el Common – Law. Materias enteras del Derecho,
especialmente las que mantienen la más estrecha relación con la planificación económica y
social de la Administración Pública, están dominadas por la legislación como fuente
principal cuyo contenido normativo se impone con mayor rigidez a los tribunales. Un
auténtico Derecho nuevo se ha impuesto por las leyes y normas administrativas, se
encuentra actualmente formando en el ordenamiento del Common – Law, regido por
principios distintos del tradicional sistema del precedente judicial. Empero, todavía es
pronto para hablar de cambio en la jerarquía de fuentes. Hoy por hoy, la jurisprudencia no
ha sido relegada en su nuclear función de ser la vía de creación del Derecho, lo que se
comprueba en su autoridad indiscutida sobre extensos ámbitos jurídicos y en la mentalidad
de los juristas anglosajones contemporáneos.

En el Common – Law son evidentes las dificultades que existen a fin de


formalizar una rama del ordenamiento en preceptos generales estructurados lógicamente en
un cuerpo legal o código, a saber:

a) La existencia del sistema de fuentes, en cuyo vértice están las decisiones


judiciales, (precedente judicial), de manera tal que los códigos
representarían un verdadero cuerpo extraño dentro de un Derecho regido
principalmente por la regla stare decisis que vincula los conductas a las
resoluciones de los tribunales.

b) Los caracteres y efectos de la ley en el Derecho anglosajón, esto es, la


norma legal del Common – Law es examinada desde la perspectiva del
Derecho continental, sumamente concreta y casuística, carente de la
generalidad y abstracción de la norma legal del sistema romano –
germánico; por otro lado, los efectos derogatorios de todas las normas
opuestas una vez entra en vigor la ley, o el Código en su rango de ley –
uno de los principios en que se basa la evolución del Derecho continental
-, no es usual en el Common – Law, la ley anglosajona no deroga las
normas anteriores y mucho menos si éstas dimanan de los precedentes
judiciales, viene a cubrir su ámbito pero sometida a la regulación
tradicional que han fijado los tribunales34, lo cual despoja al código según
el punto de vista de cualquier jurista continental, de gran parte de su fuerza
modificadora y creadora del Derecho.

A pesar de lo poco propicio a la codificación que es el sistema anglosajón, la


influencia del Derecho racionalista, defendido por la Ilustración, se hizo sentir en los países
del Common – Law. Muy pronto aparecieron movimientos a favor de la codificación del
Derecho.
34
De ahí que el Código no constituirá, como en el sistema romano – germánico, el único instrumento para
regular una materia, previa derogación desde su vigencia de las normas contrarias.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

En Inglaterra el movimiento codificador adquiere significación a lo largo del siglo


XVIII. Sin embargo, ni el más famoso representante teórico Jeremy BENTHAM, ni su
sucesor John AUSTIN – el cual elaboró algún proyecto de codificación -, lograron sus
propósitos de reducir a códigos el Derecho inglés. Tras el fracaso de Lord WESTBURY
(1860 – 1863) la idea de la codificación desapareció y sólo mediante leyes parciales se dio
más certeza a materias concretas del ordenamiento.

En los Estados Unidos el gran influjo del iusnaturalismo racionalista europeo,


queda reflejado en las Declaraciones de derechos de los diferentes Estados que disponen
favorablemente al ordenamiento estadounidense para acoger códigos, sin llegar, no
obstante, a separarse del sistema de Derecho anglosajón.

La historia de la codificación del Derecho americano en los Estados de la órbita


del Common – Law – del que sólo se exceptúa el Estado de Luisiana 35 - permanece unida a
una persona: David DUDLEY FIELD (1805 – 1894). FIELD, defensor del Derecho formulado
al estilo de los códigos europeos, logró la vigencia en el Estado de Nueva York de un
Código procesal civil, un Código penal y un Código procesal penal, y fue un factor decisivo
en la codificación del Derecho Civil, sus códigos fueron adoptados por numerosos Estados
americanos.

Pero la eficacia de los códigos quedó muy disminuida por la generalizada actitud
contraria del estamento judicial. Continuaban aplicando el Derecho tradicional basado en las
decisiones judiciales precedentes, ignorando así las disposiciones de los códigos o, en el mejor
de los supuestos, interpretándolos restrictivamente36.

El Derecho judicial sigue siendo en el Common – Law la principal vía de creación y


establecimiento de la norma jurídica; el código, al cobrar vigencia, se superpone a la norma del
precedente judicial, la completa, pero no la deroga. Frente al Derecho nuevo codificado,
subsiste la regulación tradicional. Es el juez el que decidirá el conflicto de acuerdo con la
norma, codificada o judicial, que considere más adecuada37.

Sin embargo, no puede negarse que hoy existe un proceso de acercamiento entre los
dos sistemas jurídicos. Hoy los países del Derecho continental admiten la función interpretativa

35
En el Estado de Luisiana, de origen francés, muy pronto se redactó un Código Civil (1808) basado
fundamentalmente en el Code napoleónico y recogiendo algunos principios del Derecho español. El Código
FIELD fue adoptado en California y en otros cuatro Estados occidentales del país y aprobado dos veces por la
legislatura de Nueva York, sólo para ser vetado en cada ocasión por el gobernador.
36
El problema es más bien que los tribunales estadounidenses tienden a leer los códigos para facilitar la
evolución del precedente judicial y no como solución definitiva en la cuestión de que se trate. Dicho de otro
modo, los códigos estadounidenses no se interpretan en la tradición civil.
37
Una explicación posible a la renuencia histórica del Derecho estadounidense a promulgar un Código único
de estilo civil es la estructura dicotómica del common law, éste combina dos tradiciones jurídicas bien
diferenciadas, cada una de las cuales proporciona diferentes respuestas –y a veces contradictorias- a la misma
cuestión jurídica. Las dos tradiciones fueron una vez instituciones judiciales separadas conocidas como
“derecho” y ‘”equidad”. Desde la fusión de procedimientos de ambos sistemas, tanto las cuestiones legales
como las equitativas suelen ser escuchadas por los mismos tribunales, aunque sigue habiendo diferencias en
término de los recursos y las defensas disponibles así como el derecho a juicio por jurado.

- 38 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

de la jurisprudencia y la incluyen entre las fuentes secundarias del Derecho. La práctica


demuestra cómo, y sobre todo ante los viejos códigos, la nueva jurisprudencia ha desempeñado
la trascendental misión de crear un nuevo Derecho ajustado a las actuales circunstancias
sociales. Es de esperar, pues, que la importante función que ha de cumplir el Derecho en la
compleja sociedad moderna induzca a articular de una manera flexible y eficaz las relaciones
entre el juez y el legislador, lejos ya de los rígidos presupuestos ideológicos, y que las
soluciones vayan aproximando los dos sistemas más extendidos en el mundo occidental.

8. Tras las huellas del legislador del Código Civil de los cubanos.

8.1 El Código Civil español vigente en las provincias de ultramar:


principales reformas operadas durante su centenaria vida en Cuba.

Como sostiene el profesor RAPA38 el sistema romano – francés de Derecho


Privado se consolidó en Cuba en la época colonial, al hacerse extensivo a nuestra Isla el
Código Civil español de 1889, que como ya se apuntó39 había recibido una fuerte influencia
del Code Napoleón.

Así, mediante Real Decreto de 31 de julio de 1889 se hace extensivo a las islas de
Cuba, Puerto Rico y Filipinas, principales remanentes del que fuera el vasto imperio
español, el Código Civil que había entrado en vigor en la península escasamente tres meses
antes. La propuesta del Ministro de Ultramar sometiendo a la aprobación de la Reina
Regente el proyecto de Decreto, señala como una de las grandes ventajas de esa extensión,
la cual habría de ocurrir “sin necesidad de hacer modificación alguna que alterara el
contenido y la forma en que fue promulgado (el Código)”, el mayor enlace entre los
pueblos que promovería la unidad de legislación.

Con el cese de la soberanía española y la instauración del gobierno


norteamericano el 1º. de enero de 1899, el gobierno militar dicta su proclama de esa misma
fecha por la que se dispone que quedara con fuerza el Código Civil vigente, cambiándose
en un futuro a través de modificaciones pertinentes, a los fines de su adaptación a las
nuevas circunstancias. Extremo que venía dispuesto en la Base 27 de la Ley de 1888
acordada para la elaboración del Código y que establecía la periodicidad de cada diez años
para conocer de las reformas que convinieran introducir en el Código.

La Transitoria Séptima de la Constitución de 1901 ratificó la vigencia de las leyes


en vigor al tiempo de su promulgación.

Desde la independencia de Cuba de España se forjó la idea de la necesidad de


promulgar un nuevo Código Civil que se atemperara a las nuevas condiciones o
circunstancias imperantes en el orden político y económico en la nación, ya independiente
del dominio español.
38
RAPA ÁLVAREZ, Vicente, “La codificación del Derecho Civil” en Revista Jurídica No. 11 Año IV, abril –
junio de 1986, pp. 83 – 84.
39
Vid. supra § 5,3.

- 39 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

Durante la etapa neocolonial (1902 – 1959) el Código Civil español vigente en


Cuba sufrió algunas modificaciones, a saber:

 se redujo a tres días el término para la vigencia de las leyes (artículo 1),
según artículo 1º. de la Ley de 29 de julio de 1918;

 se reconoce como único matrimonio con validez legal el civil,


quitándosele validez y eficacia al matrimonio religioso, ello a tenor de la
Ley de 29 de julio de 1918, que modificó el artículo 42 del Código Civil;

 se reconoció a favor del Estado la presunción de aceptación de la herencia


a beneficio de inventario, lo que se adicionó al artículo 1010 en virtud del
apartado 2º. del Decreto 819 de 14 de agosto de 1908;

 se suprimió la reserva sucesoria troncal o lineal (artículo 811) en virtud del


artículo 1º. del Decreto 553 de 28 de mayo de 1908 y,

 se deroga el retracto convencional (artículos del 1507 al 1520) por la


Orden Militar 191 de 20 de agosto de 1901.

A partir del 1º. de enero de 1959 el Código Civil sufre importantes modificaciones
a los efectos de atemperar el Derecho al nuevo orden económico y social que la Revolución
había impuesto:

 se modifican los supuestos comprendidos en el artículo 17 relativo a la


adquisición de la ciudadanía cubana por nacimiento o por naturalización
conforme con lo dispuesto en los artículos 11, 12 y 13 de la Ley
Fundamental;

 se deroga tácitamente el artículo 19 que daba al hijo del extranjero el


derecho a optar sobre su nacionalidad al llegar a la mayoría de edad, según
artículo 12 a) de la Ley Fundamental;

 se modifica el artículo 22 relativo a la incidencia del matrimonio o del


divorcio en la nacionalidad de los cónyuges o de sus hijos (el primitivo
texto de este artículo quedó sustituido por el del artículo 16 de la Ley
Fundamental);

 se deroga tácitamente el artículo 24 que se refería a los cubanos por


nacimiento, el que es sustituido por el artículo 12 c) de la Ley
Fundamental, el cual quedó reproducido en el artículo 17 – 1c) del
Código;

 se modifica el artículo 30, atinente al momento del nacimiento por la Ley


1175 de 19 de marzo de 1965;

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

 se sustituye el artículo 31 que regulaba la prioridad del nacimiento en caso


de partos dobles por la definición de muerte y de defunción fetal, según
Ley 1175 de 19 de marzo de 1965;

 se derogan todas las disposiciones reguladoras de las instituciones


familiares; matrimonio, paternidad y filiación, alimentos entre parientes,
patria potestad, régimen económico del matrimonio, adopción, tutela,
parentesco, todo ello en virtud de las Disposición Final Segunda 1) y 3)
del Código de Familia, vigente desde marzo 08 de 1975;

 se reduce el término para declarar la presunción de muerte del ausente


casado, lo que modifica los artículos 191 y 192 a tenor del artículo 44 del
Código de Familia;

 se modifica la mayoría de edad, en el sentido de que se establece a partir


de los 18 años cumplidos, conforme con lo que regula la Disposición Final
Primera del Código de Familia;

 se modifica el artículo 349 atinente a la confiscación de bienes y se


sustituye por el texto del artículo 24 de la Ley Fundamental, tal y como
quedó redactado por la Ley de Reforma Constitucional de 4 de enero de
1961;

 se derogan los artículos 426 y 427 referentes a los minerales, que


autorizaban a todo cubano o extranjero para explotar libremente los
minerales del subsuelo, derogación que operó tácitamente por el artículo
88 de la Ley Fundamental y por la Ley 1006 de 6 de febrero de 1962 que
derogó toda la legislación anterior referente a las explotaciones mineras;

 en materia sucesoria se modifican o derogan todos los preceptos en los que


los cambios operados en el Derecho de Familia por el Código de Familia
inciden directa o indirectamente, a saber:
 se deroga tácitamente el inciso 1) del artículo 681 que establecía la
incapacidad de la mujer para ser testigo en los testamentos por el
artículo 43 de la Ley Fundamental y los artículos 1 y 24 del Código de
Familia que proclaman la plena capacidad jurídica de la mujer;

 se derogan parcialmente las referencias que en los artículos 807 y 808


se hacía sobre legítimas a los descendientes y ascendientes legítimos y
a los hijos naturales y a los padres o madres de éstos, derogación tácita
amparada en el artículo 65 del Código de Familia, que estableció la
igualdad jurídica absoluta de los hijos, y la Disposición Final Segunda,
incisos 1 y 15 del Código de Familia;

 se derogan tácitamente los artículos 826 y 827 que se referían a las


mejoras o promesas de mejorar testamentariamente que se hicieren en

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

las capitulaciones matrimoniales (las capitulaciones quedaron


derogadas por la Disposición Final Segunda del Código de Familia,
No. 3) y el 828 sobre pactos sobre la herencia futura en las
capitulaciones matrimoniales;

 se modifica el artículo 893 en el sentido de que se suprime el segundo


párrafo que se refería a la licencia del marido para que la mujer casada
pudiera ser albacea, el cual quedó derogado por virtud de los artículos
43, párrafo 4º. de la Ley Fundamental y artículos 1 y 24 del Código de
Familia;

 se suprime la sucesión de los hijos naturales reconocidos, según el No.


2 de la Disposición Final Segunda del Código de Familia;

 se suprime la institución de la reserva ordinaria (artículos 968 al 980)


por su naturaleza discriminatoria para los hijos que el cónyuge bínubo
pudiera tener en sus segundas nupcias, lo que resulta incompatible con
el régimen de igualdad de todos los hijos estatuido en el artículo 65 del
Código de Familia;

 se deroga el artículo 1053 que establecía limitaciones en la capacidad


de la mujer respecto de la partición, según artículos 43, 4º. párrafo, de
la Ley Fundamental y 24 del Código de Familia;

 se deroga el inciso 3º. del artículo 1263 que contenía la incapacidad de la


mujer para prestar consentimiento, por los artículos 43 de la Ley
Fundamental y 1, 24 y 35 al 37 del Código de Familia;
 el contrato de compraventa (artículo 1445) resulta notablemente
modificado por la legislación revolucionaria en los principales aspectos:

 en relación con los inmuebles rústicos:

a) se prohíbe la adquisición de tierras por extranjeros, salvo


los casos que el Instituto Nacional de la Reforma Agraria
(INRA) autorizara (cfr. artículo 15 de la Ley de Reforma
Agraria);
b) se declaran nulas las ventas de tierra no aprobadas por el
INRA (cfr. artículo 4 de la Segunda Ley de Reforma
Agraria);

c) se establecen reglas especiales para la transmisión de las


pequeñas propiedades rústicas (cfr. Resolución 120 de 20
de abril de 1966 del INRA).

 En relación con los inmuebles urbanos:

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

a) se establece la preferencia a favor del Estado de adquirir el


inmueble urbano cuyo dominio pretende trasmitirse o
trasferirse (cfr. apartado 2º. de la RU – 2 del MINJUS de 24
de agosto de 1967);

b) se establecen regulaciones especiales para el traspaso de los


solares yermos (Leyes 691 de 23 de diciembre de 1960 y
892 de 14 de octubre de 1960);

 se deroga tácitamente el artículo 1523, regulador del retracto de


colindantes de fincas rústicas menores de una hectárea y se sustituye por
las reglas de los artículos 16, 19, 21 (párrafo 3º.), 22, 23 y ss. de la Ley de
Reforma Agraria, relacionados con la redistribución de tierras y la
definición, concesión y ampliación del “mínimo vital” agrícola;

 en sede de arrendamiento se proscriben los arrendamientos sobre fincas


rústicas y urbanas, por las Leyes de Reforma Agraria y de Reforma
Urbana (cfr. artículos 5, 11, 34 y 2ª. Disposición Transitoria de la 1ª. Ley
de Reforma Agraria y artículos 2 y 6 de la Ley de Reforma Urbana).
Consecuente con lo anterior se declararon nulos los contratos de
arrendamiento y subarrendamiento de fincas urbanas que existieran a la
fecha de la publicación de la Ley, salvo los casos contemplados en los
incisos b) y c) del artículo 4 de la Ley de Reforma Agraria. Por ello
quedan derogados los artículos del 1575 al 1582;

 se derogan los artículos 1604 al 1664 sobre censos (enfiteúticos,


consignativos y reservativos) en virtud del artículo 93 de la Ley
Fundamental que prohibió el establecimiento de censos y gravámenes
similares, con excepción de los que se constituyesen a favor del Estado, la
provincia, el municipio o instituciones públicas o de beneficencia
privadas; los artículos 31 y 34 de la Ley de Reforma Urbana,
complementados por el Acuerdo 105 de 30 de diciembre de 1961 del
Consejo Superior de Reforma Urbana que extinguieron todos los
gravámenes que afectasen a fincas urbanas, el párrafo 3º. del artículo 29 de
dicha Ley que prohibió constituirlos en el futuro y el artículo 7 de la 2ª.
Ley de Reforma Agraria que canceló todos los gravámenes que afectasen a
las fincas rústicas;

 se derogan los artículos 1798 al 1801 relativos al juego y a la apuesta, al


ilegalizarse y prohibirse por la Ley 73 de 11 de febrero de 1959; por la Ley
86 de 17 de febrero de 1959 que suprimió total y definitivamente la Renta
de la Lotería Nacional y la Resolución 76 de 19 de marzo de 1968 del
Ministerio de Trabajo que disolvió el INAV;

 se derogan los artículos 1874 al 1880 sobre hipoteca. Las hipotecas sobre
inmuebles urbanos y rústicos fueron canceladas y su constitución futura
fue prohibida (cfr. artículos 34 de la 1ª. Ley de Reforma Agraria, párrafos

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

3º. y 4º. del artículo 29 y artículos del 30 al 35 de la Ley de Reforma


Urbana y 7 de la 2ª. Ley de Reforma Agraria); y

 se derogan los artículos 1881 al 1886 sobre anticresis por los mismos
textos legales que derogan los preceptos relativos a la hipoteca.

En sentido general, las modificaciones de que fuera objeto el Código Civil español
durante su casi centenaria vida en nuestro país, en su gran mayoría durante la etapa
revolucionaria, obedecieron a razones socio – políticas. El impacto de las Leyes de
Reforma Agraria (1959 – 1963) y de Reforma Urbana (1960) y de las que resultaron del
cambio estructural de nuestra economía que transfirió a la propiedad estatal socialista la
mayor parte de los bienes de producción a partir de la nacionalización de las empresas
(1960) hicieron resquebrajar la vigencia del legendario Código, a tal punto de que en 1988,
año de su abrogación, una buena parte de su articulado, estaba, bien abrogada, bien
modificada o bien era de aplicación restringida por lo desactualizado de su normativa.

Momentos de significativa importancia lo constituyeron también la promulgación


y entrada en vigor del Código de Familia y de la Constitución de la República de 1976.

El Código de Familia desmembró del Código Civil español vigente en la Isla


desde 1889, todo lo atinente a la regulación de la familia (matrimonio, relaciones paterno –
filiales, adopción, alimentos, parentesco y tutela). En este sentido el legislador de 1975
siguió la orientación de los países socialistas de Europa oriental, que tenían codificada esta
materia en cuerpo normativo diferente y destinado a ese único fin 40. Principio al que ya se
habían afiliado en América Latina Bolivia y Costa Rica 41 y que hoy día también abrazan
Honduras, El Salvador, y Panamá42. Señala la profesora MESA CASTILLO43 que el legislador
del Código de Familia pretendió barrer con las normas jurídicas familiares del pasado,
contrarias al principio de igualdad de ambos cónyuges y de los hijos nacidos fuera del
matrimonio y sustituirlas por los concordantes principios y objetivos de nuestra sociedad.
La realidad en el campo normativo refuerza las tesis que en Latinoamérica abogan, en la
arena académica, por la separación del Derecho de Familia del Derecho Civil, entre otras
razones por la peculiar naturaleza de las relaciones que son objeto de su regulación,
preeminentemente personales, derivadas de los vínculos que entre los miembros de la

40
Así, Código de la Familia de Alemania Democrática, sancionado en 1965, con vigencia desde el 10 de abril
de 1966; Código de la Familia de Checoslovaquia de 1963; Código de la Familia y Tutela de Polonia de 1963;
Código sobre Matrimonio, Familia y Tutela de Rusia de 1925; con modificaciones de 1944 y 1945; Ley sobre
Personas y Familia de Bulgaria de 1949; con modificaciones de 1953, 1955 y 1961; Código de Matrimonio,
Familia y Tutela de Hungría de 1952 y Leyes Fundamentales de Yugoslavia sobre Matrimonio de 1946;
Tutela de 1947, Relaciones entre padres e hijos de 1947 y Adopción de 1947.
41
Código de Familia de Bolivia (aprobado por Decreto – Ley No. 10.426 de 23 de agosto de 1972, y en
vigencia desde 6 de agosto de 1973 y Código de Familia de Costa Rica (Ley No. 5476 de 21 de diciembre de
1973, en vigencia desde junio de 1974).
42
Código de Familia de Honduras, (vigente desde el 16 de agosto de 1985), Código de Familia de El Salvador
(Decreto Legislativo 677 de 11 de octubre de 1993, en vigor desde el 1º. de octubre de 1994) y Código de la
Familia de Panamá, (Ley No. 3 de 17 de mayo de 1994 en Gaceta Oficial No. 22591 de 1º. De agosto de
1994).
43
MESA CASTILLO, Olga, Derecho de Familia (Módulo 1), 1ª. edición, Facultad de Derecho, Universidad de
La Habana, Editorial ENPES, La Habana, 1992, pp. 26 – 27.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

familia pueden establecerse, amén de otras de naturaleza patrimonial como las relativas al
régimen económico del matrimonio, que también son objeto de su regulación.

Destacan RAPA y FERNÁNDEZ BULTÉ44 como hito importante que contribuye a la


codificación civil cubana la promulgación en 1976 de la Constitución que incentivó la
actividad legislativa del Parlamento, constituido en 1976, a lo cual sucedió la aprobación de
normas como las Leyes de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral y Penal, el nuevo
régimen de la contratación económica (Decreto Ley 15 de 1979) y las relativas a la
organización del sistema judicial, entre otras.

8.2 Los intentos de codificación civil en Cuba.

En sus interesantes artículos “La codificación del Derecho Civil” y “El nuevo
Código Civil de Cuba: recuento y reflexiones” de RAPA45 y CLAVIJO46 respectivamente, los
destacados juristas hacen referencia a los proyectos más importantes que no llegaron a
cristalizar como texto legal durante la Cuba neocolonial.

El primero lo fue el del profesor Mariano ARAMBURU Y MACHADO que formula


14 Bases para el Código Civil cubano. La Base segunda, comprende el Plan del Código:
Libro I: De los elementos de la relación jurídica; Libro II: De la propiedad; Libro III: De
los contratos; Libro IV: De la familia. En 1929 el mismo profesor publica su Proyecto de
Código Civil cubano, unido a la ponencia que le correspondió en la Comisión Nacional
codificadora que integraba en unión de otros jurisconsultos47. La ponencia, Libro I:
Elementos de la relación jurídica con 422 artículos. En la Exposición de Motivos del
Proyecto deja sentado que su Plan es el del Código Civil alemán, excepto en la Parte
General, que la estima propia de la Constitución o de una ley especial. Las sucesiones las
lleva al Libro II, regulando la herencia entre los modos de adquirir la propiedad.

El otro Proyecto lo fue el del connotado iusprivatista y profesor universitario


SÁNCHEZ DE BUSTAMANTE Y SIRVÉN, publicado en 1940. El Proyecto en cuestión contenía
2124 artículos. En el Plan, sigue el sistema alemán. Se conforma de 5 Libros y un Título
Preliminar, Disposiciones finales y transitorias48.

44
RAPA ALVAREZ, Vicente y Julio FERNÁNDEZ BULTÉ, “El Código Civil cubano y el sistema jurídico
latinoamericano” en Il Codice Civile di Cuba e il Diritto Latinoamericano, Centro interdisciplinare di studi
Latino – Americani, Roma, 1990, p. 42.
45
Op. cit.,pp 98 – 99.
46
CLAVIJO AGUILERA, Fausto, “El nuevo Código Civil de Cuba: recuento y reflexiones” en Revista Cubana
de Derecho, No. 4, 1991, pp. 33 – 35.
47
Según CLAVIJO en nota (2) de “El nuevo Código...” cit., p 34, la Comisión Nacional Codificadora fue
creada por Ley de 9 de marzo de 1922, reorganizada por el Decreto No. 1608 de 27 de julio de 1925, y
derogados ambos por el Decreto No. 1653, de 16 de septiembre de 1933. Otros miembros de la Comisión:
José Antolín DEL CUETO, presidente (ponente del Libro Quinto: Obligaciones); Angel C. BETANCOURT
(ponente del Libro Cuarto: Sucesiones); Octavio GIBERGA (ponente del Libro Tercero: Derechos Reales);
Alberto SÁNCHEZ DE BUSTAMANTE Y SIRVÉN (ponente del Libro Segundo: Derecho de Familia); Luis DE
SOTO, secretario.
48
Vid. SÁNCHEZ DE BUSTAMANTE Y SIRVÉN, Antonio, Proyecto de Código Civil de Cuba, s. ed., Talleres
Tipográficos de Carasa y Cía, S. en C., La Habana, 1940.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

El Título Preliminar regula el sistema de fuentes y las Disposiciones generales


sobre eficacia de la ley. Los Libros se distribuyen de la siguiente manera: Libro 1º.
Elementos de las relaciones jurídicas; Libro 2º. Los derechos sobre bienes; Libro 3º. Las
obligaciones y contratos; Libro 4º. La familia y Libro 5º. De las sucesiones.

En el Libro 1º. quedaría incluido lo atinente al Registro Civil, el tratamiento de las


personas naturales y jurídicas. Distingue capacidad, domicilio, residencia, vecindad civil,
patria potestad, tutela y Registro Civil. El Libro 2º. regula la posesión, la propiedad, la
accesión. Se incluyen en él las aguas, los minerales, la propiedad intelectual y la industrial,
el usufructo, el uso y la habitación, las servidumbres, el Registro de la Propiedad, los
modos de adquirir la propiedad. En el Libro 3º. se reconocen las fuentes de las
obligaciones, la naturaleza y efectos de las obligaciones, diversas especies, la extinción y
prueba de éstas, las disposiciones generales sobre contratos, los requisitos esenciales para
su validez, eficacia, interpretación, rescisión, resolución, nulidad, y los contratos en
especie, destacando por su variedad respecto del Código español, la inclusión del contrato
de opción, la molienda de caña, los contratos de trabajo y de empresa, los transportes por
agua, tierra y aire, el colonato y la refacción agrícola. Regula pormenorizadamente la
gestión de negocios ajenos y el cobro de lo indebido.

El Libro 4º. regula el matrimonio como contrato civil, la sociedad de gananciales,


la paternidad y filiación (haciendo los distingos de la época al respecto), el parentesco, la
patria potestad, los alimentos, la emancipación y el registro civil. El Libro 5º. reconoce los
tipos de testamentos, la capacidad para suceder, la institución de herederos, las
sustituciones, los legados, las legítimas, las mejoras, la desheredación, las mandas, los
albaceas, la sucesión intestada, órdenes para suceder, reservas hereditarias, acrecimiento,
aceptación y repudiación de la herencia, la colación y la partición, pago de deudas
hereditarias. Por último las Disposiciones Finales y Transitorias.

Meritorio destacar que el Proyecto guarda la impronta de su autor, máximo


exponente y fundador de la Escuela de Derecho Internacional Privado de La Habana y autor
del Código de Derecho Internacional Privado que lleva su apellido, pues en cada una de las
principales instituciones reguladas se enuncian las reglas de Derecho Internacional
aplicables, extremo que singulariza y hace único el Proyecto de Código Civil.

El Proyecto BUSTAMANTE mejora el Plan seguido por el legislador español.


Ofrece un ordenamiento muy metódico y en boga de las materias. Reproduce un buen
número de preceptos del Código español y en sentido general no contiene significativas
innovaciones, salvo las reseñadas.

A este Proyecto se le suma el elaborado por los ilustres profesores Antonio DÍAZ
PAIRÓ, Alberto BLANCO SÁNCHEZ y Eduardo LE RIVEREND, a quienes les fue
encomendada la labor de adaptar los preceptos del Código Civil vigente a las importantes
transformaciones que en el orden del Derecho Privado había conllevado la Constitución de
1940. Proyecto que fue enviado por el Ejecutivo al Congreso en 1940 sin que resultara
discutido.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

8.3 La Codificación civil cubana en la etapa revolucionaria.

Según expresa RAPA49, al parecer, uno de los pocos cronistas del Código Civil
cubano de 1987, a partir de 1969 se inician las labores para sentar pautas de la nueva
codificación civil cubana. A tales fines se constituye la Comisión Nacional de Estudios
Jurídicos que para desempeñar las tareas operativas integra un secretariado permanente con
representantes del Partido, el Ministerio de Justicia, la Fiscalía General de la República, el
Tribunal Supremo, la Universidad de La Habana y el Ministerio del Interior.

La Comisión No. 3 que atendía legislación civil asumió la tarea de realizar


cuantos estudios e investigaciones fueran pertinentes para llegar a conclusiones sobre las
modificaciones, supresiones o adiciones a la legislación vigente que debía ajustarse a las
nuevas realidades sociales.

Correspondió al Ministerio de Justicia la tarea de revisión y actualización de la


legislación vigente. En 1975 se publica una edición actualizada del Código Civil, de la que
ya estaba excluida la materia vinculada con la familia, regulada desde el 14 de febrero de
ese mismo año por su respectivo Código. Se inició, además, la tarea de elaborar un
anteproyecto de Código Civil para lo que se procedió a recopilar los materiales necesarios,
entre ellos los textos de los Códigos Civiles de otros Estados socialistas, que se tradujeron y
editaron por el propio Ministerio.

Significan RAPA y FENÁNDEZ BULTÉ50 que fue un principio informador de la


codificación del Derecho Civil cubano el tomar en cuenta las tradiciones jurídicas del país y
los cambios operados en la práctica revolucionaria, por lo que debía tomarse con mayor
énfasis el estudio de los Códigos Civiles de los países socialistas con planificación
centralizada y predominio de la propiedad estatal e instituciones económicas semejantes a
las surgidas con el proceso revolucionario, sin perjuicio de cualquier otro material
legislativo nacional o extranjero.

Se optó además por una renovación total de la legislación civil, sin abandonar la
tesis codificadora51.

El primer anteproyecto de Código Civil fue elaborado por el Ministerio de Justicia


en agosto de 1975. Constituyó una primera versión sintética. La primera versión
desarrollada fue elaborada por el propio Ministerio de Justicia e impresa el 6 de febrero de
1979. Una versión mejorada fue publicada por la Comisión de Asuntos Constitucionales y
Jurídicos de la Asamblea Nacional del Poder Popular e impresa en el Departamento de
Reproducción del Ministerio de Justicia el 22 de agosto de 1979. En febrero de 1981 se
reproduce la versión anterior.

49
RAPA ALVAREZ, Vicente, “La Codificación del ...”, cit., pp. 99 – 101.
50
RAPA ALVAREZ, Vicente y Julio FERNÁNDEZ BULTÉ, “El Código Civil cubano...”, cit., pp. 42 – 43.
51
No puede olvidarse de que en algunos Estados de la otrora Europa oriental socialista, v. gr. Bulgaria, la
materia civil estaba regulada por leyes especiales, así una ley sobre las personas y la familia, ley sobre la
propiedad, ley sobre los contratos y las obligaciones, ley sobre las sucesiones, etc.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

El 11 de abril de 1981 se constituyó una comisión presidida por el miembro del


Buró Político del Partido Comunista de Cuba Blas ROCA CALDERÍO, promotor de las tareas
legislativas en nuestro país y en especial del Código Civil.

La Comisión presidida por Blas ROCA CALDERÍO elaboró la versión de febrero de


1982, la que resultó mejorada en enero de 1983.

Todos los anteproyectos del Código Civil fueron ampliamente difundidos. De


manera que en las sucesivas versiones se iban incorporando las sugerencias estimadas
convenientes, entre ellas las que provenían de profesores universitarios, dirigentes
partidistas, directores jurídicos de organismos, etc.

A la versión de enero de 1983 le siguieron la de febrero de 1985, la de septiembre


de 1985, la de diciembre de 1985 y la de mayo de 1986.

A la muerte de Blas ROCA CALDERÍO, el Buró Político designó el 5 de junio de


1986 al miembro del propio Buró Carlos Rafael RODRÍGUEZ para que coordinara los
trabajos de preparación del anteproyecto definitivo del Código Civil, que se redactó bajo su
dirección, con la colaboración de los asesores jurídicos del Parlamento, los Consejos de
Estado y de Ministros y del Ministerio de Justicia. Este anteproyecto devino Proyecto Final
y fue en definitiva aprobado por la Asamblea Nacional, con ligeras modificaciones, como
la Ley No. 59 de 16 de julio de 1987, para comenzar a regir el 12 de abril de 1988, 180 días
después de su publicación el 15 de octubre de 1987 (Gaceta Oficial de la República,
Extraordinaria No. 9.).

8.4 La labor de codificación civil en Cuba: protagonistas y fuentes de


inspiración.

Como artífices de la labor codificadora destacan el Dr. Raúl GÓMEZ TRETO,


insigne civilista, quien fuera Presidente de la Sociedad Cubana de Derecho Civil y de
Familia, con vastos conocimientos del Derecho y muy en especial del Derecho Privado.
GÓMEZ TRETO, profesor y abogado de gran experiencia profesional, trabajó en el esbozo
del primer anteproyecto elaborado por el Ministerio de Justicia.

Los anteproyectos ulteriores fueron elaborados por la Comisión codificadora,


dirigida por Blas ROCA CALDERÍO, y que estaba integrada por Mario UGIDOS RIVERO y
Nicasio HERNÁNDEZ DE ARMAS, jueces del Tribunal Supremo, Enrique CORONA ZAYAS,
profesor de Derecho Penal y especialista en planificación; Cecilia ÁLVAREZ OSETE y
Rogelio GARAYTA VALDÉS, especialistas en Derecho Agrario, Raúl RUÍZ MONTEAGUDO,
Fernando POO LUQUE y Raúl COYULA VALDÉS, especialistas en Derecho Económico,
Fausto CLAVIJO AGUILERA y Candelaria RODRÍGUEZ, especialistas en Derecho Laboral y
Vicente RAPA ÁLVAREZ, especialista en Derecho Civil del Ministerio de Justicia y profesor
universitario, connotado jurista del país, quien trabajó especialmente en el Libro III,
dedicado a las Obligaciones y los Contratos52.

52
Según las referencias que nos brindan RAPA y FERNÁNDEZ BULTÉ en “El Código Civil cubano ...”, cit., p.
46.

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

En cuanto a las fuentes de inspiración53 cabe significar:

 el Código de Comercio español, aún vigente en Cuba desde 1886;

 el Código Civil español, vigente en Cuba desde 1889 y hasta su


abrogación en 1988;

 el B.G.B.;

 los Códigos Civiles de las Repúblicas Socialistas de Checoslovaquia (de


1964, modificado en 1983 por Ley 70), de Polonia (de 1964), de Rusia
(1964), de Hungría (tal y como quedó redactado por la Ley No. IV de
1977) y de Alemania Oriental (de 1975);

 la Constitución cubana de 1976;

 la Ley española de bases para la modificación del Título Preliminar del


Código Civil, Ley No. 3 de 1973, y Decreto – Ley de 31 de marzo de
1974;

 el Código Civil chileno de 1857;

 el Código Civil argentino de 1869;

 el Código Civil suizo de 1907;

 el Codice Civile de 1942 y

 el anteproyecto del que después sería el Código Civil peruano de 1984.

8.5 Puntuales referencias sobre las versiones de los anteproyectos y del


Proyecto Final del Código Civil cubano.

 Versión original de agosto de 1975.

Esta primera versión, de lo que posteriormente se convirtiera en Anteproyecto de


Código Civil, fue elaborada íntegramente por el Ministerio de Justicia, siendo su principal
autor el Dr. Raúl GÓMEZ TRETO. Recibió el nombre de Documento de Trabajo. Sólo se
refería al Libro I titulado Parte General. En él los objetivos del Código se regulaban en el
artículo 1, dedicando un Título a la interpretación de sus preceptos, en tanto los Títulos III y
IV refrendaban la vigencia temporal y espacial de las normas jurídicas (esta última en lo
atinente a las normas de Derecho Internacional Privado).

53
Ibídem.

- 49 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

A partir del Título V se proponía regular las relaciones jurídicas civiles


(Disposiciones Generales, sujetos, objeto y causa). Bajo el Capítulo IV, relativo a la causa
de las relaciones jurídicas civiles se pretende regular los hechos y actos jurídicos.

En el citado Documento de Trabajo, proyecto primigenio del hoy Código Civil, es


dable palpar la marcada influencia del Código Civil español vigente en esa fecha en Cuba,
y que se pretendía abrogar. En su estilo es peculiar la omisión de los apartados como
división interna de los artículos. En cuanto a su contenido sobresale la posición que
asumieran los legisladores no sólo en esta primera versión, sino en otras ulteriores: la de
incluir bajo el rubro de la extinción de la relación jurídica, los clásicos modos de extinción
de las obligaciones, como si las obligaciones constituyeran la única relación jurídica objeto
de regulación en un Código Civil.

 Versión de febrero de 1979.

Constituye la primera versión que incluye todas las materias del Derecho Civil.
Recibió el nombre de Anteproyecto y fue elaborada por el Ministerio de Justicia.

En su estructura concibió una división pentapartita de las materias, dedicando el


Libro I a la Parte General, el Libro II a la Propiedad y los Derechos Reales, el Libro III al
Contrato, el Libro IV al Derecho de Herencia y el Libro V a la Responsabilidad por
enriquecimiento injusto y por daños y perjuicios, con un total de 516 artículos.

Cabe reseñar como aspectos más significativos en el orden meritorio el


reconocimiento de los derechos inherentes a la personalidad bajo la rúbrica “Derechos de
Protección” en el Capítulo III del Libro I, haciendo un expreso reconocimiento del derecho
a la integridad física, al nombre y a la imagen.

De esta manera el Anteproyecto pretendía reconocer el derecho inalienable a la


inviolabilidad de la integridad física, psíquica y moral de las personas y a la de su dignidad
y honor personal y familiar y a la reserva de los actos de su vida privada, imponiéndose
también el deber de respetar este derecho a las demás personas. Asimismo se intenta
regular la prohibición de intervenciones quirúrgicas ni reconocimientos médicos ni actos
de publicidad o denigración que afecten la dignidad, el honor y la privacidad de una
persona sin su consentimiento, salvo en estado de necesidad o por razones de salud pública
o interés o seguridad social, conforme con lo dispuesto en las leyes especiales.

Se propone además el resarcimiento pecuniario por la indemnización de daños y


perjuicios al afectado y la transmisión vía hereditaria de esta acción (cfr. artículo 39).

Respecto de la imagen de la persona se pretende tutelar de exposiciones,


reproducciones o publicaciones de la misma sin previo consentimiento, se prohíbe la
transmisión de su voz o grabación de ésta, exceptuándose los supuestos de fin oficial,
artístico, científico, para reportajes de la prensa, el cine, la radio y la televisión y, en todo
caso, sin detrimento de su dignidad.

- 50 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

Igualmente se reconoce al ofendido acción de naturaleza indemnizatoria (cfr.


artículo 41).

En sentido crítico cabe mantener reservas en cuanto a la deficiente ordenación


sistémica de determinadas materias v. gr.:

 la regulación en el Libro I, en sede de actos jurídicos, de la perfección de


los contratos;

 el reconocimiento en ese mismo Libro de las obligaciones solidarias;

 la inclusión en esta Parte General (Libro I) del cumplimiento de las


obligaciones y demás modos extintivos, como lo había hecho la versión
anterior;

 la regulación de los derechos de autor e invención como causas de la


relación jurídica civil (Libro I);

 la inclusión en sede contractual (Libro III) de figuras como la


representación, la dirección legal y la defensa por bufetes colectivos, a lo
que denomina incorrectamente contratos de servicios, para lo cual
desconoce la propia naturaleza jurídica de tales institutos, ajenos al
negocio contractual;

 en ocasión del enriquecimiento indebido (Libro V) regula la gestión de


negocios;

Con deficiente técnica legislativa, la versión del Anteproyecto de Código Civil a


que hacemos referencia:

 ofrece una clasificación escolástica de los bienes y de los servicios;

 confunde los casos de anulabilidad con los de nulidad (v. gr. ejecución de
actos sin la debida autorización por personas que padecen alguna
incapacidad relativa o el cumplimiento de algunos de los requisitos de ley,
en atención al estado civil o condición de su autor) y con los de rescisión
por lesión económica;

 regula bajo un sentido genérico, la modificación y la extinción de las


relaciones jurídicas;

 relaciona los bienes heredables, distinguiendo entre aquellos con y sin


restricciones o limitaciones legales.

Esta versión del Código también incluía la regulación de los llamados contratos
económicos (documentación técnica de inversiones, servicios y elaboración de productos

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De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

por cuenta propia, compraventa especial de productos agropecuarios, suministro); y de


contratos relativos al Derecho de Autor (edición, representación o ejecución pública,
utilización cinematográfica y el de creación de una obra por encargo)54.

Además de la regulación de lo que a posteriori resultó recogido en normas de


naturaleza especial como el régimen legal de la vivienda urbana y rústica.

En el Derecho de Sucesiones el Anteproyecto perseguía una reducción notoria de


los herederos abintestato, que además de los herederos forzosos (descendientes
consanguíneos y adoptados, menores y personas incapacitadas para el trabajo que hubieren
permanecido bajo la manutención total del fallecido durante un término no inferior a un año
antes de la muerte y el cónyuge viudo)55, incluía a los padres y abuelos del causante y, en su
defecto, los hermanos; la legítima se conforma en dos tercios del caudal hereditario y la
edad para testar se establece a los 16 años. Por último, la versión pretendía excluir de la
sucesión testamentaria la vivienda urbana o rústica, la parcela de tierra que posean los
agricultores pequeños y los bienes de valor histórico, científico y monumental.

 Versión de agosto de 1979.

Resulta una versión mejorada de la precedente. Elaborada por la Comisión de


Asuntos Jurídicos y Constitucionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular, para
cuya preparación fueron consultados los textos legales de otros países, y en orden, de la
comunidad socialista, tomándose en consideración innumerables opiniones y sugerencias
de diputados, dirigentes de organismos de la Administración Central del Estado y las
contribuciones de numerosos juristas.

Los principios en que se basa el Anteproyecto están contenidos en la Constitución


de 1976. En lo que respecta a la propiedad, con el Anteproyecto se reconocen además de la
propiedad social sobre los bienes e instrumentos de producción, la propiedad cooperativa,
como forma de propiedad social y la de los agricultores pequeños.

En su estructura no ofrece alteraciones a la consagrada por la versión anterior. El


número total de preceptos asciende a 533.

En sentido crítico, se objeta en su Libro I la indebida regulación de la solidaridad


y la mancomunidad; en materia de ineficacia la inclusión de la inexistencia, declarable de
oficio por los tribunales, y de supuestos de rescisión bajo el rubro de la anulabilidad, lo que
supone una indebida ordenación sistemática de los supuestos de ineficacia del acto jurídico,
distintos de la inexistencia, categoría más doctrinal que normativa, elaborada por la
doctrina francesa, y el desconocimiento de las diferencias técnicas entre rescisión y
anulabilidad, manifestaciones concretas, pero disímiles, de la ineficacia de los actos
jurídicos.

54
Ello a pesar de que en esa fecha (1979) ya estaba vigente la Ley No. 14 de Diciembre de 1977 de
Derecho de Autor.
55
Atisbo de lo que resultaron ser los herederos especialmente protegidos reconocidos en el artículo 493 del
vigente Código Civil cubano.

- 52 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

Al igual que la versión anterior mantiene una regulación pormenorizada de los


contratos económicos: comisión, documentación técnica, ejecución de obras, transporte de
cargas y de los contratos sobre Derecho de autor.

Meritorio reseñar que en su Libro I se incluyen en los derechos de protección la


cesión lícita de órganos, tejidos o partes del cuerpo hecha con fines humanitarios o
científicos, siempre que no ponga en peligro inminente la vida del donante ni medie ánimo
de lucro y se suple la ausencia de consentimiento del dador por los parientes del fallecido (o
sea, al parecer sólo regula la dación postmorten), quienes en todo caso deberían respetar las
disposiciones que al respecto éste hubiera hecho en vida. El Anteproyecto también previó la
necesidad de reglamentación complementaria sobre esta temática.

Igualmente se reconocen las acciones para reclamar de los tribunales protección al


derecho a la imagen, al nombre y a la integridad física cuando éstas resultasen vulneradas,
con especial condena de daños y perjuicios al infractor.

En el Libro dedicado al Derecho Hereditario se reduce, respecto a la versión


anterior, los herederos forzosos a los descendientes consanguíneos y adoptados y al
cónyuge viudo y se incluye entre los herederos abintestato también a los sobrinos.

En sentido general, al igual que en la versión que le antecede, no hay una


regulación sistematizada de los órdenes sucesorios, y se contienen reglas especiales sobre la
sucesión de la vivienda y de la tierra propiedad de los agricultores pequeños.

No se reconoce el testamento ológrafo y se excluyen de los bienes impedidos de


disponerse por testamento a la vivienda, distanciándose aquí de la versión de febrero de
1979.

 Versión de febrero de 1981.

Esta versión mantiene exactamente igual la estructura diseñada en las versiones


anteriores, e incluso el nombre atribuido a cada una de ellas. El total de preceptos es de
533.

Al igual que las anteriores no distingue con nitidez las instituciones de la


prescripción y de la caducidad.

 Versión de febrero de 1982.

Esta versión extiende el articulado del futuro Código Civil a 586 artículos e
introduce la estructura con la que definitivamente fue aprobado el Código, muy similar al
B.G.B.. Ofrece como peculiaridad en este orden la no división del Libro I, dedicado a la
Parte General, en Títulos.

En su Parte General desarrolla las normas más abarcadoras y las relaciones


jurídicas reflejadas en cada una de sus instituciones específicas desarrolladas en sus partes

- 53 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

especiales. Brinda una armónica sistematización de la ineficacia de los actos jurídicos, con
nítidas diferencias entre la nulidad y la anulabilidad.

Con esta versión se abandona la tesis consagrada en versiones precedentes de


incluir en una sola norma, reguladora de la interpretación de los actos jurídicos, una
fórmula generalizadora de todos los criterios y principios de hermenéutica contractual,
reconocidos en el Código Civil español en sus artículos del 1281 al 1289. Se utiliza una
fórmula abstracta con prevalencia del criterio subjetivo.

Se prevé la inclusión del tema de la responsabilidad civil extracontractual, en sede


de actos jurídicos. Se afilia a la tesis subjetiva. Se traspolan las disposiciones del entonces
Código Penal vigente de 1979 sobre responsabilidad civil derivada de delito, al contenido
de la responsabilidad por acto ilícito.

Se regula en Capítulo independiente dentro del Libro I lo relativo a los derechos


autorales, con una mera enunciación de principios sobre su existencia, con expresa
remisión, en todo lo no regulado, a la legislación especial.

En su Libro III se incluye la copropiedad de fincas rústicas y el régimen legal de


las viviendas urbanas y rústicas y de los solares urbanos. Se sustituye, sin fundamento
alguno, el empleo del término “servidumbre” por “derechos y obligaciones por razón de la
vecindad”.

Por primera vez se regula un Título ( el I ) en el Libro III dedicado a los efectos de
las obligaciones, cuyo primer capítulo se titula “Ejecución de las obligaciones”. En tanto en
el Capítulo III se consignan los modos de extinción de las obligaciones, con mucha mejor
técnica que en las versiones anteriores que los regulaban con ocasión del acto jurídico. Se
incluye, por primera vez también, la asunción de deudas, y se sistematiza la regulación de
las garantías del cumplimiento de las obligaciones, con excepción del derecho de retención.

En lo concerniente a los contratos, se previó la regulación de tres tipos, a saber:


los comunes (civiles), los de servicios y los económicos (que aún se mantienen).

En el Libro IV ya se ofrece un reconocimiento de los órdenes de suceder, no dado


en versiones anteriores56; al Estado se le concibe como un heredero más, se reduce la
legítima a la mitad de la herencia de existir los hoy conocidos como herederos
especialmente protegidos57; se prohíben las sustituciones hereditarias; se mantiene la
sucesión sobre propiedades especiales y se establece la indignidad para heredar del
heredero que abandona el país, con lo cual se lograría el objetivo perseguido por la Ley
confiscatoria 989 de 1961, pero liberando a la Administración del Estado de tener que
confiscar para adjudicarse casuísticamente sus participaciones hereditarias.

56
En el caso de los ascendientes se regulaba la sucesión por líneas. El cónyuge heredaría la totalidad de la
herencia en el segundo llamado, con relegación de los padres del causante, en tanto se incluyen a los sobrinos.
57
Nombre que aún no se le atribuye en esta versión, que además tampoco perfila nítidamente los
requerimientos para ostentar esta condición.

- 54 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

La versión fue reconocida también por incluir la autorización de actos jurídicos


cotidianos y, de escaso valor pecuniario, a los menores de edad incapacitados en sentido
general, solución que toma de otros Códigos socialistas; abrevia los términos de
prescripción y de caducidad ante los requerimientos de la vida moderna y suprime la
antigua distinción entre acciones personales, reales y mixtas; suprime el tratamiento de la
prueba de las obligaciones dada su naturaleza procesal, incompatible con las instituciones a
regular en un Código Civil.

Empero fue criticada por la omisión en su normativa de la regulación de otras


instituciones como: la propiedad de las asociaciones y empresas mixtas; la usucapión de
buena fe entre particulares; de otras formas de cooperativas además de la de producción
agropecuaria; la gestión de negocios ajenos; la prelación de créditos; la limitación de la
responsabilidad civil o material de personas naturales; el contrato de sociedad; el régimen
de publicidad de los actos jurídicos; la hipoteca de inmuebles urbanos y de viviendas; los
títulos – valores y todas las disposiciones transitorias y finales y sobre éstas últimas, la
compleja cláusula derogatoria.

Asimismo fueron objetadas razones de sistemática tales como: el tratamiento de la


ausencia de las personas naturales antes de la regulación de su capacidad; el de la nulidad
de los actos jurídicos antes de las demás regulaciones de éstos; el de la propiedad
cooperativa antes de la de las organizaciones políticas, sociales y de masas y el del legado
después de la partición de la herencia.

En lo que a su estilo atañe fue criticado que los Libros I y II debían dividirse en
Títulos y éstos en Capítulos como se hace en los Libros III y IV, la no numeración de los
párrafos de todo el articulado y la evitación de definiciones institucionales o conceptuales
en los preceptos del Código, lo que le resta al Derecho la flexibilidad necesaria en su
aplicación, al dogmatizarse las instituciones o los conceptos definidos por el carácter
coercitivo de la norma que los contiene.

 Versión de enero de 1983.

Esta versión difiere muy poco de la precedente. De ahí que en ella subsistan las
referencias críticas que le fueron hechas a la versión de febrero de 1982.

Mantiene la regulación de los contratos económicos y el indebido tratamiento en


el Título I del Libro III como “efectos de las obligaciones” de cuestiones tales como su
cesión o transmisión, sus garantías, incumplimientos, mora y extinción, así como la
confusión entre los institutos de la prescripción y de la caducidad.

Resulta la más extensa versión al contener 627 artículos.

 Versión de febrero de 1985.

Esta versión representa un giro importante en la conformación definitiva del


actual Código Civil de Cuba. En ella se suprime del Libro dedicado al Derecho de

- 55 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

Propiedad lo concerniente a las propiedades especiales de la tierra 58 y de la vivienda59, y del


Libro de las Obligaciones y de los Contratos lo relativo a los contratos económicos, que por
su disímil naturaleza se entendió que fueran sustraídos del Código Civil, siguiendo así la
tendencia asumida por los Códigos Civiles de Checoslovaquia y Alemania Democrática.

En dicha versión se reduce sensiblemente la regulación de los derechos inherentes


a la personalidad si se compara con las primeras versiones del Código, sin embargo, supone
una reincorporación de la temática, suprimida en las versiones de febrero de 1982 y de
enero de 1983. En esta oportunidad el artículo 39 se limitaba a enunciarlos (integridad
personal, libertad, libertad de conciencia, nombre, honor, propia imagen e incluía también
los derechos relacionados con la actividad creadora).

En sede de hermenéutica de los actos jurídicos se incluyen ambos criterios


(objetivo y subjetivo), ofreciendo el artículo 52 una redacción muy similar a la que
finalmente llega a tener el vigente Código Civil.

Por primera vez el Libro III viene a tomar la denominación actual Derecho de
Obligaciones y Contratos.

En el terreno contractual se mantiene la división (enunciada en el artículo 394), de


los contratos en comunes y de servicios, suprimidos ya los contratos económicos.

Peculiar novedad significó la regulación del contrato de sociedad civil, con todos
los pormenores al estilo del Código Civil español: concepto, forma, derechos y deberes de
los socios, aportes, derechos de los acreedores, retirada de un socio, prórroga del término,
liquidación de la sociedad, extinción. Las sociedades con fines lucrativos se remiten para su
regulación a las leyes especiales y sólo con carácter supletorio al Código de Comercio y al
propio Código Civil.

En detalles, también, fueron regulados en este Anteproyecto los contratos de


servicios: concepto, finalidad, cuantía de la remuneración, deber de información, plazo,
deficiencia del servicio, aprovechamiento de las capacidades instaladas, orden de prestación
de los servicios, encomienda del trabajo a otro, cooperación del usuario.

En materia sucesoria (Libro IV) se previó la regulación de cuatro ordenes


sucesorios, siendo interesante signar en el cuarto la inclusión de los abuelos, conjuntamente
con los hermanos y los sobrinos (que de nuevo se incorporaban), suprimiéndose los
derechos sucesorios a favor del resto de los ascendientes, a contrario sensu de cómo estaba
reconocido en la anterior versión.

 Versiones de septiembre y diciembre de 1985.

Estas versiones no aportan elementos significativos en relación con la de febrero


de 1985. Simplemente se limitan a mejorar su estilo de redacción.
58
Con regulación especial desde la promulgación del Decreto Ley 63 de 1982.
59
La vivienda había sido ya objeto de regulación especial en la Ley General de la Vivienda No. 48 de fecha
27 de diciembre de 1984.

- 56 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

 Versión de mayo de 1986.

A partir de esta versión lo que hasta entonces se concebía como Anteproyecto


tomaba el carácter de Proyecto de Código Civil. Dicho Proyecto, según se señaló en una
breve explicación de su contenido, publicada por la Asamblea Nacional en fecha mayo 15
de 1986, culminaba una serie de tentativas que se habían venido materializando en las
sucesivas versiones del Anteproyecto, elaboradas y publicadas desde el mes de febrero de
1979.

Esta versión fue circulada a los diputados, recibiendo la comisión mixta encargada
al efecto60, valiosas sugerencias dirigidas a su mejor elaboración. Más de 1000 juristas
contribuyeron, con su experiencia y conocimientos, a su perfección. Una buena parte de las
sugerencias aceptadas estaban encaminadas a depurar el estilo, la terminología y la
organización de las materias.

El Proyecto regula ya la determinación de la muerte y su certificación (Libro I),


con la sabia e interesante fórmula que hoy se refleja en el artículo 26 del Código Civil.
Distingue nítidamente entre prescripción y caducidad.

Con mejor técnica, se reformuló el artículo 1, de modo que quedara claramente


establecido que el objeto del Código Civil consistía en regular relaciones jurídicas
personales y relaciones jurídicas patrimoniales.

Se reordenó la preceptiva de la representación y del mandato, de manera tal que


en la representación se trataran sólo las relaciones externas entre el representante y los
terceros; y en el mandato, las relaciones internas entre el mandante (representado) y el
mandatario (representante), con las correspondientes referencias recíprocas entre ambas
instituciones, aún cuando se define, con craso error técnico, al poder, identificándolo con el
mandato que, por demás, puede ser o no representativo, según se confiera o no facultades
de representación, y que aún cuando lo sea, no es dable la confusión de ambas instituciones
con marcadas diferencias técnicas.

Se reordenaron los preceptos dedicados a la responsabilidad por actos ilícitos, a


fin de sustraerle la responsabilidad por actos riesgosos, ya que éstos no son ilícitos, por lo
que se ofrece un tratamiento independiente, si bien con las correspondientes referencias
recíprocas a los efectos de evitar duplicidad de normas.

Del Libro II se suprimió la regulación de la copropiedad de fincas rústicas, por


estar ya refrendada en legislación especial a la que se remite la Primera de las
Disposiciones Finales del Código.

En atención a múltiples sugerencias formuladas fue introducida la usucapión


como modo de adquirir la propiedad.

60
Integrada por una Comisión presidida por el Miembro del Buró Político Blas ROCA CALDERÍO, el Ministro
de Justicia y el Departamento Jurídico de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

- 57 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

Del Libro III se suprimió la clasificación de los contratos en comunes y de


servicios, la cual fue muy objetada por no ser exacta, no responder a los criterios de la
doctrina, que son muy variados y complejos y no ser materia normativa sino más teórico –
doctrinal.

En cuanto a su redacción y terminología, fue sustituido el viejo y tradicional


término “capacidad de obrar” por “ejercicio de la capacidad jurídica”, más expresivo,
preciso y concreto, además de aceptado por la más moderna doctrina hispanoamericana.

Reelaboradas también las normas sobre los contratos de seguro, cuentas de ahorro
y sociedad civil.

Se introdujo el contrato de transporte de carga que había sido preterido con


ocasión de regular el trasporte de pasajeros.

En el Libro IV se regulan los cinco órdenes sucesorios en la forma en que aparece


consagrada en el vigente Código Civil, con expresa incorporación de los ascendientes en el
cuarto de los llamados.

 Versión de diciembre de 1986.

Esta versión constituye la segunda del Proyecto de Código Civil. En ella se ofrece
ya la redacción definitiva de los POR CUANTO del Código.

Como aspecto novedoso, salta a la vista la inclusión en dicha versión de los


términos “manifestación lícita, expresa o tácita” de voluntad en la definición de acto
jurídico (artículo 49); del actual artículo 84 relativo a la limitación de la responsabilidad
civil de las personas naturales con precaria situación de solvencia patrimonial por
actividades que generan riesgos (actual artículo 107); de lo relativo a la inimpugnabilidad
de la obligación prescrita (actual artículo 113); de la tierra como bien de propiedad estatal;
de la regla de equidad en el anticipo con función penitencial, consagrada actualmente en el
artículo 286-4; de las normas reguladoras de la rescisión (olvidadas en versiones
anteriores); de las normas sobre prelación de créditos; de los testamentos otorgados por
ciudadanos que residan en territorios donde se desarrollan acciones combativas, no sólo
ante el oficial de mayor graduación sino también ante la autoridad que establezca la
legislación especial para ese período (actual artículo 487-1, pero sin la intervención de
testigos que aún no se proponían).

Asimismo se ofrece la versión final del actual artículo 38 sobre derechos


inherentes a la personalidad y se fija como restricción absoluta de la capacidad para realizar
actos jurídicos la minoridad de 10 años.

Empero se le objeta, en el orden de su sistemática, la inclusión en el Libro III,


Título I, de las normas relativas a la rescisión, con motivo de refrendar las normas sobre
extinción de las obligaciones, lo que fue superado gracias a la labor que durante el año
1987 desarrollara la Comisión mixta, quien depuró esta última versión para presentarla

- 58 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

como Proyecto Final al parlamento cubano; el que con contadas modificaciones, lo


sancionó como Código Civil de la República de Cuba, el 16 de julio de 1987.

8.6 El Código Civil de los cubanos: el último código latinoamericano


del siglo XX.

El 16 de julio de 1987 el parlamento cubano aprobaba su Código Civil, el primer


Código Civil nacido en el seno de la propia nación, genuina manifestación de nuestra
cultura e idiosincrasia nacional.

Entre sus objetivos el Código Civil cubano se propone:

 reelaborar el conjunto de nuestro Derecho Civil en armonía con la realidad


socioeconómica del momento de su promulgación;

 incorporar nuevas instituciones jurídicas;

 suprimir las instituciones que resultaban inaplicables;

 escoger las más recientes contribuciones de la doctrina jurídica socialista;

 incorporar algunos contratos que no eran de naturaleza civil destinados a


satisfacer necesidades de la población con el objeto de ofrecer a ésta las
garantías inherentes a la legislación civil;

 garantizar y salvaguardar los intereses de las personas en sus relaciones


jurídicas;

 fortalecer nuestro sistema jurídico y económico;

 estimular la ayuda mutua entre los miembros de la sociedad, y

 reflejar la moral inherente a los intereses de la clase obrera61.

En su estructura el Código se afilia al Plan alemán o de SAVIGNY:

 Disposiciones preliminares (artículos 1 al 21);

 Libro I: la relación jurídica (artículos 22 al 126);

 Libro II: Derecho de Propiedad y otros derechos sobre bienes (artículos


127 al 232);

 Libro III: Derecho de Obligaciones y Contratos (artículos 233 al 465);


61
Según se expresa en sus POR CUANTOS segundo y tercero.

- 59 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

 Libro IV: Derecho de Sucesiones (artículos 466 al 547);

 tres Disposiciones especiales, seis Disposiciones transitorias y tres finales.

Cada uno de los Libros se divide en Títulos, éstos en Capítulos y los Capítulos en
Secciones.

De esta forma a diferencia del B.G.B. nuestro Código Civil excluye de su


regulación la materia relativa a la familia, que tiene cuerpo legal independiente y altera la
ordenación de las materias al anteponer el Derecho de Propiedad y otros derechos sobre
bienes al Derecho de Obligaciones y Contratos.

Tras una caracterización panorámica, es destacable reseñar en el importante


cuerpo normativo, sin distinguir entre aciertos y desaciertos:

a) En sentido general:

- La sistémica ordenación de sus materias.

- La exagerada economía preceptual, con 547 artículos el Código apunta


a ser uno de los más escuetos del mundo.

- La parvedad de sus artículos. Se regula lo esencial de cada instituto


jurídico.

- Tendencia a una enunciación de principios, conceptos válvulas, sin


pecar de abstracto.

- Visión de los fenómenos y acontecimientos que tan solo acontecen en


el momento de su promulgación, lo que le lleva a una obsolescencia
prematura.

- La prevalencia de los intereses y derechos del Estado, así:

 es imprescriptible la acción del Estado para reivindicar sus


bienes (cfr. artículo 124 a));
 son nulos los actos realizados contra sus intereses y, por tanto,
imprescriptible la acción conducente a ese fin (cfr. artículos 67
a) y 68-1 con los efectos previstos en el artículo 75-2);
 contra él no cabe usucapión (cfr. artículo 185-1);
 es propietario del dinero u otros bienes de valor ocultos en la
tierra, en el mar o en otros lugares y cuya legítima pertenencia
no conste (cfr. artículo 195-1);
 se reconoce como primera forma de propiedad la estatal
socialista de todo el pueblo (cfr. artículos 130 al 141);

- 60 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

 se le reconoce como titular de las res nullius (cfr. artículo 137);


 se regula la inembargabilidad de los bienes inmuebles e
instalaciones propiedad estatal (cfr. artículo 138-3);
 se le concede la posibilidad de adquirir por compraventa las
tierras de las cooperativas (cfr. artículo 149-1, tal y como
quedó modificado por la Disposición Especial novena del
Decreto Ley 125/91 sobre el Régimen de Posesión, Propiedad y
Herencia de la Tierra y Bienes Agropecuarios);
 se dispensa a su favor el derecho preferente de opción para la
adquisición por concepto de compraventa de las tierras
propiedad de los agricultores pequeños (cfr. artículo 153-2);
 sólo a favor de las entidades estatales se concede – si así ha
sido dispuesto por la legislación especial -, la posibilidad de
enajenación del bien, objeto del derecho de retención, por
medio de la red comercial del Estado, para hacer efectivo el
crédito del acreedor (cfr. artículo 279);
 a favor de las entidades estatales y bancarias se concede la
autorización de descuentos como garantía del cumplimiento de
las obligaciones, y sólo excepcionalmente se dispensa a favor
de los particulares (cfr. artículo 287-1 y 2);
 se le reconoce como acreedor privilegiado de tercer orden para
la satisfacción de sus créditos, cualquiera sea su naturaleza, y
no sólo para el cobro de impuestos (cfr. artículo 307-1 c));
 es el destinatario de la participación hereditaria que le hubiere
correspondido a quien abandona el país con carácter definitivo
– incapacitado para heredar -, cuando ésta excediere al
momento de la adjudicación del monto total de dos años del
salario medio nacional, y no procediere el derecho de
representación (cfr. artículo 473-1);
 a él se transmiten directamente, por el ius imperii, sin
necesidad de declaración de heredero a su favor, los bienes y
derechos de la herencia en ausencia de herederos
testamentarios y legales (cfr. artículo 546);
 resulta privilegiado en el orden sucesorio al colocarse como un
adquirente ope legis del acervo hereditario, excluyendo a los
colaterales ordinarios no reconocidos como herederos en la
sucesión abintestato, y
 a su favor se reconoce una responsabilidad limitada cum
viribus por el pasivo hereditario (cfr artículo 547-2).

- La exclusión de normas de carácter procesal en la regulación de las


instituciones civiles de naturaleza sustantiva como es propio de un
Código Civil.

- La regulación de los contratos con una notable organización


sistemática que simplifica y clarifica con acierto.

- 61 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

- El reconocimiento del principio de autonomía de la voluntad (cfr.


artículo 312), a su vez limitado en cuanto al contenido de determinados
actos jurídicos por razones de la más variada índole, que en ocasiones
no se justifican per se, v, gr.: las normas prohibitivas contenidas en los
artículos 342 respecto a la nulidad de todo pacto que exima al
vendedor de su responsabilidad por evicción; 376 y 377 referentes al
veto a la donación condicional o sujeta a revocación y a la donación
mortis – causa, respectivamente; el 380 sobre prohibición al pacto de
intereses entre particulares en el contrato de préstamo y el 481 sobre la
imposibilidad de sujetar la institución de heredero a condición o a
término, entre otros.

- La limitada, pero a la vez puntual, intervención judicial en los actos


jurídicos v. gr. para moderar conforme a la equidad la sanción
pecuniaria (cfr. artículo 269-3).

- La excesiva administrativización de los actos jurídicos civiles,


recargados de autorizaciones previas por entidades y organismos
correspondientes para su realización v. gr.:

 las tierras propiedad de las cooperativas, podrán ser


transmitidas por otro título distinto a la compraventa, previa
autorización del organismo correspondiente y tras el
cumplimiento de los requisitos establecidos en las
disposiciones legales (cfr. artículo 149-2);
 las tierras, propiedad de los agricultores pequeños, sólo podrán
ser vendidas, permutadas o transmitidas por cualquier título a
otros agricultores pequeños, previa la autorización
correspondiente y el cumplimiento de los demás requisitos
legales (cfr. artículo 153-1);
 la transmisión de inmuebles rústicos o urbanos y de ganado
mayor requiere autorización previa conforme con su legislación
especial, además del cumplimiento de formalidades particulares
(cfr. artículo 191-1);
 la prestación de servicios por particulares requiere debida
autorización (cfr. artículo 320);
 la compraventa de bienes inmuebles tiene condicionada su
validez al cumplimiento de los requerimientos de las leyes
especiales (cfr. artículo 339);
 la constitución de una sociedad civil requiere la previa
autorización del organismo estatal competente (cfr. artículo
396-2).

- La no utilización de términos tradicionales o clásicos en el Derecho,


los que son sustituidos por otros que no logran expresar con

- 62 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

transparencia el sentido de la institución a la que se refieren (v. gr.,


limitaciones derivadas de las relaciones de vecindad por servidumbre),
o por el silencio del propio legislador (v. gr., no se le ofrece nombre a
lo que tradicionalmente se conoce como legítima).

b) Disposiciones Preliminares.

- La novedad que se le imprime al objeto de regulación del Código Civil


(cfr. artículo 1).

- La consagración de la responsabilidad por ejercicio abusivo de los


derechos (cfr. artículo 4).

- El reconocimiento del principio general de la buena fe (cfr. artículo 6)

- El reconocimiento de la renuncia de los derechos (cfr. artículo 5).

- La supletoriedad de las normas contenidas en él (cfr. artículo 8 y


Disposición Final Primera).

- La sistematización de las normas de Derecho Internacional Privado


(cfr. artículos 11 al 21).

c) Libro I. Relación Jurídica.

- La congruente Parte General dedicada a la regulación de la relación


jurídica como categoría esencial empleada en el Código.

- La reducción de los términos de prescripción y caducidad a tono con la


dinámica de la vida moderna (cfr. artículos 114 al 126).

- La unificación de las normas relativas a la responsabilidad civil


contractual y extracontractual (cfr. artículo 294).

- La tendencia hacia una responsabilidad civil de carácter objetivo, si


bien matizada (cfr. artículos 81, 82, y del 89 al 99).

- La regulación de supuestos de restricción sobre la capacidad civil (cfr.


artículo 30).

- El reconocimiento por vía negativa de los derechos inherentes a la


personalidad (cfr. artículo 38).

- La ordenación de las personas jurídicas (cfr. artículos 39 al 44).

- La regulación del enriquecimiento indebido como causal generadora


de las relaciones jurídicas (cfr. artículos 47 ch) y del 100 al 103).

- 63 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

- La inclusión de las actividades que generan riesgo como otra fuente de


relaciones jurídicas (cfr. artículo 47 d) y 104 al 107).

- La primacía del acto jurídico (cfr. artículos 49 y ss. de aplicación).

- La prohibición absoluta de la autocontratación (cfr. artículo 60).

- La intervención fiscal en evitación de posibles conflictos de interés


(cfr. artículo 63).

- La unificación de las normas sobre los supuestos de ineficacia de los


actos jurídicos (nulidad, anulabilidad y rescisión) (cfr. artículos 67 al
80).

- La exclusión de la violencia como vicio de la manifestación de la


voluntad (cfr. artículos 67 c) y 69).

- La inclusión en el contenido de la responsabilidad civil de la


reparación del daño moral, aunque cercenado en lo que a la pecunia
doloris se refiere (cfr. artículos 83 ch) y 88).

- La limitación de la responsabilidad civil de las personas naturales por


precaria situación económica (cfr. artículo 89-1).

d) Libro II Derecho de Propiedad y otros derechos sobre bienes.

- Las limitaciones al ejercicio del derecho de propiedad (cfr. artículos


131-2 y 132).
- La regulación de variadas formas de propiedad reconocidas
constitucionalmente (cfr. artículos 136 y ss. de aplicación).

- La admisión de la teoría del título y el modo en la adquisición y


transmisión de la propiedad (cfr. artículos 178 y 206).

- La reducción de los términos para la usucapión de bienes entre


particulares (cfr. artículos 186-1 y 187).

- La regulación de la posesión como derecho (cfr. artículos 196 y ss. de


aplicación).

- La inclusión del derecho de superficie como derecho real (cfr. artículos


218 al 225).

e) Libro III Derecho de Obligaciones y Contratos.

- 64 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

- La indebida confusión entre obligaciones indivisibles y mancomunadas


(cfr. artículo 247).

- La regulación de la mora creditoris (artículos 252 al 255).

- La inclusión en la Parte General del Libro de las Obligaciones y


Contratos, de la cesión de créditos y la asunción de deudas, siguiendo
los Códigos más modernos (cfr. artículos 256 al 265).

- La sistémica regulación de las garantías crediticias, a saber: fianza,


prenda, retención, anticipo, sanción pecuniaria, autorización de
descuentos, e hipoteca naval y áerea (cfr. artículos 252 al 257).

- La regulación de los contratos atípicos y mixtos (cfr. artículos 314 y


315).

- La enrevesada fórmula normativa que apunta hacia la admisión de la


teoría del conocimiento para establecer el momento de perfección del
contrato concertado entre ausentes (cfr. artículo 317).

- La inclusión de contratos reconocidos tradicionalmente como


mercantiles v. gr.: seguro (artículo 448 y ss. de aplicación); servicios
bancarios: cuentas de ahorro (artículo 445), cuenta corriente (artículo
446) y préstamo bancario (artículo 447); hospedaje (artículos 438 y ss.
de aplicación) y transportes de pasajeros (artículos 429 al 434) y de
carga (artículos 435 al 437).

- La tendencia hacia la consensualidad en materia contractual (cfr.


artículos 310 y 313).

- La supresión de la causa como elemento esencial de los contratos.

f) Libro IV Derecho de Sucesiones.

- La no concepción del Derecho de Sucesiones como un mero modo de


adquirir la propiedad, consagrándose con autonomía en el Libro
Cuarto.

- Una reducción sensible del número de preceptos legales destinados a la


regulación de las sucesiones mortis – causa.

- El reconocimiento de una pluralidad de regímenes legales sucesorios


(se colige del artículo 8 y de la Disposición Final Primera).

- El reconocimiento del abandono definitivo del territorio nacional como


causal de incapacidad para suceder (cfr. artículo 470).

- 65 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

- La regulación de nuevas formas testamentarias, a saber: el testamento


consular (cfr. artículos 483 y 486) y el testamento otorgado en
inminente peligro de muerte a bordo de aeronaves cubanas de larga
travesía (cfr. artículo 487 – 1b) y 2).

- La equiparación de los testamentos especiales al testamento notarial


(cfr. artículo 487-1).

- La reducción del número de órdenes en la sucesión abintestato (cfr.


artículo 510).

- La desaparición en el espectro de las formas testamentarias comunes


del testamento cerrado (cfr. artículo 483).

- La ampliación de la libertad de testar en el orden subjetivo (cfr.


artículo 492).

- La sustitución de los legitimarios o herederos forzosos por los nuevos


legitimarios o herederos especialmente protegidos (cfr. artículo 493-1).

- La mejora en la posición del cónyuge supérstite al considerarse un


heredero más en la sucesión abintestato, recibiendo su cuota
hereditaria en plena propiedad (cfr. artículos 514-2, 515-2, 516, 517,
518 y 519).

- La consagración de una responsabilidad limitada y cualitativa (“cum


viribus hereditatis”) del heredero por el pasivo hereditario que asume
(cfr. artículo 525-1).

- La transmisión de bienes de uso doméstico a convivientes,


prevaleciendo el derecho de éstos sobre el de herencia (cfr. artículos
542, 543 y 544).

- El carácter preeminente de los derechos de los beneficiarios de cuenta


de ahorro sobre el saldo dispuesto a su favor en detrimento de los
herederos del causante, otrora titular de dicha cuenta (cfr. artículo 545-
1).

Del Código Civil cubano de 1987 se han vertido las más disímiles críticas que
objetan desde su enfoque socio – político hasta la técnica legislativa empleada. Se ha
llegado incluso, en peyorativa expresión, a catalogarse como reforma del Código Civil
español heredado por nuestra nación, mero producto de los cambios políticos profundos,
por el establecimiento del socialismo real62, no concibiéndose como un fenómeno de
recodificación, lo que contradice la propia esencia transformadora de las relaciones

62
Así lo afirma DIEZ-PICAZO, Luis en “Codificación, descodificación ...” cit., p. 481.

- 66 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

privadas que el Código Civil impuso. No puede negarse la impronta que en su articulado
tiene el precedente Código Civil español, un número de cuyos preceptos reproduce. En su
gran mayoría reformados conforme con la sistémica y la técnica empleadas. Empero se
distancia del Código hispano desde el Plan al que se afilia, de corte alemán, hasta el grado
tal de concreción de las instituciones reconocidas, que linda con una parquedad excesiva,
influjo de los Códigos Civiles socialistas de Europa del Este, a los cuales supera, a tal
extremo que hoy si no es el más, se incluye entre los más escuetos del mundo, en contraste
con el español, criticado por su casuismo y minuciosidad extremas.

Sin embargo, coincido con DIEZ-PICAZO cuando le niega el carácter de Código de


segunda generación, a la par del italiano de 1942 o del holandés, hoy prácticamente
renovado en todos sus Libros, en que el Código Civil de los cubanos de 1987 supone la
primera codificación civil de nuestra nación. Nuestra gran isla vivió durante casi un siglo
bajo la regulación de un cuerpo normativo que heredó de España y al cual no podemos
desdecir. La huella hispana no sólo la tenemos y la llevamos con orgullo en nuestra sangre,
en nuestra cultura e idiosincrasia, sino también en las normas jurídicas civiles que aún nos
rigen, herederas, en una buena parte, de las contenidas en el centenario Código Civil
español.

Como sostiene TRÍAS MONGE63, al referirse al panorama puertorriqueño, se


necesita afinar los conceptos: no puede reformarse lo que nunca hemos formado. Tanto
Puerto Rico como Cuba, últimos vestigios del que fuera el vasto imperio español,
recibieron la importación del Código Civil, como antes habían recibido mercancías e ideas.
En contraste con el resto de los países latinoamericanos, han tenido la tarea de formular su
primer Código Civil, de marcar las pautas en la ordenación de su Derecho Privado en forma
autóctona. Cuba lo logró en 1987, Puerto Rico, en cambio, aún hoy discurre por esos
senderos.

El Código Civil cubano se apresta e intenta lograr un ideal muy encomiable, el de


ser asequible y fácil de entender a sus destinatarios 64. Su lenguaje, sin negar el tecnicismo,
propio de estos cuerpos legales, es diáfano, no utiliza rodeos inútiles. Sin embargo sus
normas no logran la cohesión que un Código requiere. No es el lenguaje del legislador
quien ha abrumado más de una vez a nuestros operadores jurídicos, sino la parquedad de su
normativa que se limita a enunciar los principios generales de cada instituto jurídico, y las
antinomias, resultado de la confluencia de varios ordenamientos legales de naturaleza muy
disímil, tenidos en cuenta por los codificadores, e indebidamente traspolados al cuerpo del
Código, sin más trabajo de orfebrería, necesario para todo codificador que, con acierto,

63
TRÍAS MONGE, José, “Consideraciones sobre la reforma del Código Civil de Puerto Rico ” en Revista
Jurídica de la Universidad de Puerto Rico, volumen LII, número 2, 1983, pp. 143-144.
64
Vid. en este sentido HUTSCHENREUTER, Helga, “Sobre algumas regulamentaçoes do Código Civil de 1987
directamente influenciadas pelo modelo social” en Il Codice Civle di Cuba e il Diritto Latino –Americano,
Centro interdisciplinare di studi Latino – Americani, Roma, 1990, pp. 137 – 138.

- 67 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

65 66
Código Civil deComparado
bebe del Derecho la República deconllevado
. Ello ha Argentina de se25le de
a que tildeseptiembre de 1869,
de Código elemental ,
edición al cuidado del Dr. Ricardo DE ZAVALIA, Buenos Aires, 1996. Código Civil
demasiado simple. Lo cual no conduce a que sea calificado como un Código
de la República
“confeccionado porFederativa
quienes no creen de Brasil,
en el Derecho ”67, porque
Ley 3071 de 1ro. de de
amén enero de 1916,que
la descortesía 2da.la
expresión revisada
edición, y actualizada
lleva implícita, al referirse(hasta su octubre
autor a de un 1997),
CódigoEditora
foráneo,Revista
supone dosun
Tribunais, Sao Pablo,
desconocimiento de una 1997.Código
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es ajena entorno, para de quien
Bolivia, Decreto
–como Ley
expresara
68
Nº 12760 de
el profesor 6 de agosto
HINESTROSA - de
carece1975,de edición de 1998.
la vivencia Código
del proceso Civil deenla Cuba
cumplido República
en los
de Chile
últimos añosdey 14 deformación
cuya diciembrey de 1855, edición
experiencia jurídicasoficial al 31 de aagosto
corresponden de 1976,
una codificación
concordantepor
aprobada en suDecreto Nº 1937,
nomenclatura y en de
sus 29 de con
reglas noviembre
su sistemadepolítico,
1976 social
del Ministerio
y económicode
basado enEditorial
Justicia, Jurídica
la propiedad de Chile. Código
y autonomía privadas,Civil de la la
en donde República
iniciativa dey laColombia,
actividad
individuales yelcolectivas
sancionado 26 de mayo de 1873
constituyen y puesto
el factor y el en vigor
motor por Leyde57lade
primordial 1887, edición
economía y de las
a cargo de
relaciones Luis César
sociales PEREIRA
en general. Por M eso – sigue, sosteniendo
ONSALVE Medellín, Marzo, 1994.
el célebre Código-,Civil
catedrático para
de la República
entender de Costay Rica
la sistematización de 26 de
la disciplina abrildistintas
de las de 1886 (revisado yreguladas
instituciones actualizado),
en el
Códigoedición,
9na. Editorial
y para captar Porvenir
los alcances S. normatividad,
de esa A., San José, 1996. Código
es menester Civilen de
no sólo tener la
cuenta
los problemasdeespecíficos
República Cuba, Ley y laNº 59 de de
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sociedad 1987,envigente desderespecto
la actualidad el 12 dede
abril de 1988,
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tradicionalmente del MINJUS, La Habana,
se han considerado 1988.
objeto delCódigo
DerechoCivilCivil,desino
la
República de Ecuador, tener
también y primordialmente, 7ma.presente
Edición, el Codificación
régimen político RO-S 104:es20
del cual noviembre
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y a cuya
1970), actualizado
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1997, aeditado
servir elpor Corporación
Código, de Estudios
que en última instancia es y
una pauta para elS.intérprete
Publicaciones, L. Código Civil dedel
y aplicador la Derecho.
República No de El Salvador,
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codificadores el
del de
23 agosto
Código Civilde de
1859,los ordenada
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no crean enpor el Decreto
Derecho,Ejecutivo de 10 dey
sino de entender
abril de la
respetar 1860,
forma publicado
en que otrasen elnaciones
Diario Oficial
conciben el la
14 codificación
de abril de de 1860. Código
su propio Civil
Derecho
Civil. ta.
del Reino de España de 6 de octubre de 1888, 16 edición, Editorial Civitas S.
A., Madrid, 1993. Código Civil de la República de Francia de 21 de marzo de
ma.
1804, 66 Edición, Petit Codes, Dalloz 1976 - 1977. Código Civil de la
República de Guatemala, sancionado por Decreto-Ley Nº 106 de 14 de
septiembre de 1963, en vigor desde el 1º de julio de 1964, AYALA and JIMÉNEZ
Editores, Guatemala, C. A.. 1991. Código Civil de la República de Honduras,
sancionado por Decreto Nº 76 de 19 de enero de 1906, Graficentro Editores,
Tegucigalpa. s. f.. Código Civil de la República de Italia de 16 de marzo de
1942, Casa Editrice La Tribuna, Piacenza, 1993. Código Civil de los Estados
Unidos Mexicanos para el Distrito y Territorio Federales en materia común y
para toda la República en materia federal, de 30 de agosto de 1928, edición a
cargo de Jorge OBREGÓN HEREDIA (concordado), Editorial Porrúa, México, 1988.
Código Civil de la República de Panamá, contenido en Ley 2 de 22 de agosto
de 1916 y en vigor desde 1º de octubre de 1917 según Decreto 95 de 1º de junio
ra.
de 1917, 3 edición, Editorial MIZRACHi and PUJOL, S. A., Santa Fe de Bogotá,
65
Son clásicas las antinomias que operan en sede de herederos especialmente protegidos, vulnerada su tutela
por su no reconocimiento por el propio legislador del Código Civil en la sucesión abintestato y por los
disímiles cauces en que discurren esta normativa de Derecho imperativo y las que refrendan el destino del
saldo designado a favor del beneficiario en cuenta de ahorro y de los enseres domésticos indispensables para
la vida en el hogar. En este sentido vid. mi artículo “Los herederos especialmente protegidos, la nueva visión
de los herederos legitimarios en el Código Civil cubano: algunas interrogantes al respecto ” en Temas de
Derecho Sucesorio Cubano, 1ª. edición, Editorial Félix Varela, La Habana, 1999, pp. 50 – 56.
66
Así, MOSSET ITURRASPE, Jorge, Contratos, edición actualizada, Rubinzal – Culzoni Editores, Buenos Aires,
1997, p. 53.
67
Ibídem.
68
HINESTROSA, Fernando, “Notas sobre el Código Civil cubano. Ley No. 59 de 16 de julio de 1987 ” en Il
Codice Civile di Cuba e il Diritto Latinoamericano, Centro interdisciplinare di studi Latino – Americani,
Roma, 1990, p. 92.

- 68 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

Abril, 1993. Código Civil de la República de Paraguay, Ley Nº 1183, en vigor


ra.
desde el 1º de enero de 1987, 3 edición, Intercontinental Editora, Asunción,
Agosto de 1993. Código Civil de la República del Perú, promulgado por Decreto
Legislativo Nº 295 de 24 de junio de 1984, en vigor desde el 14 de noviembre de
1984, edición a cargo de Jorge PALMA MARTINEZ, Ediciones y Distribuciones ,
Lima, 1994. Código Civil de la República de Portugal de 1966, vigente desde
1967, Livraria Almedina, Coimbra, 1992. Código Civil de Puerto Rico de 1930,
edición a cargo de Ramón Antonio GUZMÁN, Santa Fe de Bogotá, Septiembre
va.
1993. Código Civil de la República Dominicana, 8 edición, preparada por el
Dr. Plinio TERRERO PEÑA, Editora Corripio, C. por A., Santo Domingo, 1987.
Código Civil y Código de las Obligaciones de Suiza de 10 de diciembre de
1907 y 30 de marzo de 1911, respectivamente, 6ta. edición, (revisada y puesta al
día), Librería Payot, Lausana, 1943. Código Civil de la República Oriental del
Uruguay sancionado en 1914, edición al cuidado de la Dra. Jacqueline BARREIRO
DE GALLO, BARREIRO Y RAMOS S. A. Editores, Montevideo, 1994. Código Civil de
la República de Venezuela, reformado en julio de 1982, Editorial PANAPO, 1986.
Versión original del Código Civil cubano. Documento de trabajo del MINJUS,
de agosto de 1978. Anteproyecto del Código Civil cubano, MINJUS, Febrero de
1979. Anteproyecto del Código Civil cubano, Comisión de Asuntos Jurídicos y
Constitucionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular, agosto de 1979.
Anteproyecto del Código Civil cubano, Comisión de Asuntos Jurídicos y
Constitucionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular, febrero de 1981.
Anteproyecto del Código Civil cubano, Comisión de Asuntos Jurídicos y
Constitucionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular, febrero de 1982.
Anteproyecto del Código Civil cubano, Comisión de Asuntos Jurídicos y
Constitucionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular, enero de 1983.
Anteproyecto del Código Civil cubano, Comisión de Asuntos Jurídicos y
Constitucionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular, febrero de 1985.
Anteproyecto del Código Civil cubano, Comisión de Asuntos Jurídicos y
Constitucionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular, septiembre de 1985.
Anteproyecto del Código Civil cubano, Comisión de Asuntos Jurídicos y
Constitucionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular, diciembre de 1985.
Proyecto del Código Civil cubano, Comisión de Asuntos Jurídicos y
Constitucionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular, mayo de 1986.
Proyecto del Código Civil cubano, Comisión de Asuntos Jurídicos y
Constitucionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular, diciembre de 1986.
Proyecto Final del Código Civil cubano, Comisión de Asuntos Jurídicos y
Constitucionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular, julio de 1987.

- 69 -
De la Codificación Civil Lic. Leonardo B. PÉREZ GALLARDO

- 70 -
La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

- 73 -
La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

Teniendo en consideración lo anterior, parece necesario precisar que cualquier


definición que se ofrezca de relación jurídica debe contener los siguientes elementos:

 Que ella se refiere a la situación jurídica en que se encuentran dos o más


personas.

 Que dicha situación de los sujetos debe regularse orgánicamente, como una
unidad, por el ordenamiento jurídico.

 Que esa regulación debe organizarse con arreglo a determinados principios


básicos.

 Que esa relación social regulada debe estar encaminada a la realización de una
función económica o social trascendente, es decir, merecedora de tutela jurídica.

Así, destacados juristas contemporáneos definen la relación jurídica tomando en


cuenta los elementos arriba apuntados.

Manuel ALBALADEJO la define como “aquella situación en que se encuentran


varias personas entre sí, regulada orgánicamente por el Derecho, partiendo de un
determinado principio básico.”86

Luis DIEZ PICAZO y Antonio GULLÓN señalan que entienden por relación jurídica
“una situación en la que se encuentran dos o más personas, que aparece regulada como una
unidad por el ordenamiento jurídico, organizándola con arreglo a determinados principios,
y que la considera, además, como cauce idóneo para la realización de una función
merecedora de la tutela jurídica.”87

A. M. LÓPEZ Y LÓPEZ considera que es jurídica “aquella relación entre personas


(sujetos) que tiene como objeto intereses lícitos, y considerados dignos de tutela por una
regla de Derecho, a cuyo fin atribuye poderes y correlativos deberes” 88

María del Carmen GETE- ALONSO la define como “aquella que permite dar razón
jurídica de los intereses en juego, en cuanto supone la atribución de un conjunto de poderes
y deberes, y ordena las distintas situaciones subjetivas en las que se encuentran, entre sí,
varias personas.”89

La primera consecuencia de la existencia del ser humano es el reconocimiento de


su propia dignidad, lo que origina, según LARENZ90, la relación jurídica fundamental: “todo
ser humano tiene frente a cualquier otro el derecho a ser respetado por él como persona, a

86
ALBALADEJO, M., Derecho Civil, Tomo I, Volumen segundo, Ed. Bosch, Barcelona, 1996, p. 9.
87
DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p. 216.
88
A. LÓPEZ – V.L. MONTÉS (Coordinadores),Derecho Civil. Parte General, Ed. Tirant Lo Blanch, Valencia,
1995, p. 473.
89
PUIG FERRIOL, L., GETE-ALONSO y CALERA, M., GIL RODRÍGUEZ, J. Y HUALDE SÁNCHEZ, J., Manual de
Derecho Civil, Tomo I, Ed. Marcial Pons, Madrid, 1997, p. 416.
90
LARENZ, K., Derecho Civil. Parte General, traducción española, Madrid, 1978, pp. 45- 46.

- 74 -
La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

no ser perjudicado en su existencia (la vida, el cuerpo, la salud) y en un ámbito propio del
mismo, y cada individuo está obligado frente a cualquier otro de modo análogo”. Esta
relación es, en cierto modo, el prototipo de todas las relaciones jurídicas.

Algunas relaciones jurídicas, como las que tienen por base los derechos de la
personalidad o la propiedad, confieren a una persona un derecho frente a todos los demás,
erga omnes, que tienen el deber general de respetarlo y no cometer una intrusión. En otras,
sólo participan personas determinadas, como en las relaciones obligacionales, en las que
uno o varios acreedores ejercitan su derecho ante uno o varios deudores.

1.2 Importancia y trascendencia del concepto de relación jurídica. Su


regulación en el Código Civil cubano de 1987.

Como ya hemos señalado, la aparición de la categoría relación jurídica es de


significativa importancia y trascendencia para el Derecho en general y para el Derecho
Civil en particular, toda vez que permite entender la realidad social enmarcada por las
normas jurídicas como ámbito en el que se interrelacionan derechos y deberes de los
sujetos, con la finalidad de la realización de funciones determinadas que necesitan de
especial tutela y protección. No se trata ya de la visión individualista de “mi derecho”, se
trata ahora de la concepción más acabada y justa de reconocer ese derecho frente al derecho
de otros, de entender que mis facultades se intercomunican con los deberes de alguien, de
saber que el ordenamiento jurídico regula un cauce para que mi contacto con la sociedad en
general o con un determinado individuo en particular, produzca un efecto amparado por las
normas.

Las relaciones jurídicas enmarcan, pues, las interacciones humanas


representativas de la convivencia respecto a las cuales el Derecho se pronuncia,
protegiendo con sus normas no sólo los intereses de las personas sino también, al propio
tiempo, los intereses sociales. Por supuesto, el Derecho sólo considera como jurídicas las
relaciones entre personas91, y no todas ellas, sino aquellas relaciones de hecho que por su
incidencia y especial significado para la vida de la comunidad y para el propio individuo,
deben garantizarse, tutelando legalmente sus consecuencias.

91
Es criterio ya casi definitivamente superado el considerar la existencia de relaciones jurídicas entre personas
y cosas, prototipo de las cuales serían las relaciones de propiedad. Ciertamente la propiedad atribuye un
señorío sobre la cosa, pero tal poder es precisamente jurídico porque se atribuye en exclusiva al propietario y
debe ser respetado por todas las demás personas; de modo que en la relación de propiedad está determinado
uno de los sujetos: el propietario, que detenta la situación jurídica de poder, e indeterminado el otro sujeto,
que serán todos los demás miembros de la sociedad que se encuentran en la situación de deber, concretándose
éste último cuando se lesione o discuta el poder de dicho propietario sobre el bien en cuestión. Esta fue la
opinión de SAVIGNY, seguida luego en la doctrina española por CASTÁN, DE CASTRO, PUIG BRUTAU,
ALBALADEJO, DIEZ PICAZO, entre otros. Sin embargo, admiten relaciones jurídicas entre personas y cosas
IHERING, ENNECCERUS, TUHR, y entre los españoles DE BUEN, que habla incluso de relaciones entre cosas,
señalando como ejemplo de estas últimas las servidumbres prediales. Pero la definición de las servidumbres
como una relación entre predios no pasa de ser, como afirma GARCÍA VALDECASAS, una expresión figurada
para significar que la relación se da entre las personas que en cada momento, “pro tempore”, sean los
propietarios de los predios. En un sentido completamente distinto, como veremos más adelante, se habla de
relaciones entre cosas principales y accesorias o entre cosas compuestas y sus partes integrantes.

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La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

El concepto de relación jurídica, inicialmente poco utilizado por la doctrina, por la


legislación y por la jurisprudencia, ha ido recibiendo en los últimos tiempos una
considerable aplicación en cada uno de estos campos. Así, por ejemplo, puede afirmarse
que ella constituye categoría esencial de nuestro Derecho Civil, resultando concepto básico
para el estudio de los principios e instituciones de esta rama.

La estructura del vigente Código Civil permite estudiar, partiendo de la categoría


relación jurídica, prácticamente todo el contenido del Derecho Civil. De esta forma, a partir
de aquella podrán examinarse las cuestiones más significativas respecto a las personas,
tanto naturales como jurídicas, que actúan como sujetos de la misma, el objeto de dicha
relación, las causas, voluntarias o no, que la originan, las formas para garantizar el
cumplimiento de los derechos que de ella dimanan, la durabilidad en el tiempo de las
acciones reconocidas para el ejercicio de tales derechos, los efectos que se producen cuando
el cumplimiento no se realiza voluntariamente, las situaciones que se propician cuando
cambian los sujetos de esa relación por sucesión entre personas vivas o por causa de
muerte.

El Libro Primero de nuestro Código Civil recibe precisamente como


denominación “Relación Jurídica”, y vale recordar que es este primer Libro el que
constituye la Parte General de dicho cuerpo legal, cuyas disposiciones se aplican a todo lo
regulado después en su Parte Especial, lo que reafirma la importancia concedida por el
legislador cubano a esta categoría. No se califica aquí a la relación jurídica regulada como
civil, pero resulta obvio que a ella se refieren los preceptos del Código, aunque teniendo en
cuenta el carácter supletorio del mismo respecto a otras materias, pudieran aplicarse dichas
disposiciones a las mismas.

El primer precepto de este Libro Primero, artículo 22 del Código Civil, establece
que tiene carácter de jurídica la relación entre personas a la que la ley atribuye efectos.
Si bien la anterior definición no se detiene en subrayar todos los elementos que antes
señalamos como necesarios para la formulación de un adecuado concepto de relación
jurídica, contiene aciertos que superan concepciones tradicionales sobre la misma, además
de resultar una novedad entre nosotros el hecho de que el Código se refiera expresamente a
la misma.

Se destaca como aspecto técnicamente positivo la precisión de que la relación se


da entre personas, descartando el criterio de que la misma pueda admitirse entre personas y
cosas. Las relaciones jurídicas se diferencian de otras relaciones volitivas por la existencia
de sujetos concretos que poseen derechos y deberes previstos en las normas jurídicas con
carácter general y precisamente con el accionar de estas personas, que ejercitan sus
derechos y cumplen sus obligaciones, es que encuentran su completa realización un
considerable número de normas jurídicas.

No se señala la situación jurídica de poder o deber en que concurren las personas a


esa relación, ni los principios con arreglo a los cuales se organiza la misma, como una
unidad, pero pensamos que tales cuestiones podrían inferirse de la relación concreta que se
regule. Por ejemplo, no cabe duda que la relación de compraventa, regulada por el Código

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La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

en su Parte Especial, es una relación jurídica. Ella se establece entre personas, que
concurren a la relación con determinados derechos y deberes que se derivan de la situación
de comprador o vendedor que ostenten; dicha situación se regula como una unidad,
partiendo de principios básicos que en este caso serían los relativos al contrato de
compraventa; a esta relación la ley le atribuye determinados efectos jurídicos, en este caso
la transmisión de la propiedad de un bien a cambio de un precio.92

Tampoco señala expresamente el comentado artículo 22 del Código Civil cubano


que la relación jurídica debe ser cauce idóneo para la realización de funciones económico
sociales merecedoras de tutela legal, pero es claro que así debe ser toda vez que no a todas
las relaciones entre personas se atribuyen efectos jurídicos, de lo que se infiere que la ley
escoge, del cúmulo de relaciones sociales que en la vida se establecen, aquellas que
considera de importancia, aquellas que supone trascendentes por la función que deben
cumplir en la comunidad, y es precisamente a éstas a las que atribuye tales efectos. Las
relaciones jurídicas son relaciones reales de la vida económica y social, mediatizadas por la
forma jurídica. Ellas sólo surgen sobre la base de normas establecidas o sancionadas
oficialmente por el poder estatal, como expresión de su voluntad clasista. La relación
jurídica que en particular nos interesa, a saber, la relación jurídica civil, será, pues, aquella
relación social regulada por una norma jurídica civil.93

2. Contenido de la relación jurídica civil.

Las normas jurídicas, al ordenar las relaciones sociales, colocan a los sujetos de
las mismas en distintas situaciones. Para que la función social o económica perseguida con
la relación pueda lograrse, se reconocen a las personas que en ella intervienen situaciones
de poder jurídico y situaciones jurídicas de deber. Esa posición jurídica de los sujetos es la
que justamente aparece como contenido de toda relación jurídica civil, compuesta por una
situación jurídica de poder y por una situación jurídica de deber, que pasamos a analizar a
continuación.

2.1 Situación jurídica de poder.

La situación jurídica de poder existe siempre que el ordenamiento jurídico


atribuye a una persona la posibilidad de poder exigir de otra u otras un cierto
comportamiento o imponga unas determinadas consecuencias previstas por la ley, mediante
92
Es importante recordar aquí que, como nos enseñan DIEZ PICAZO Y GULLÓN, la relación jurídica debe
entenderse también como proceso, en el sentido de que atraviesa fases, pues aunque tiene una naturaleza
transitoria toda vez que se constituye para alcanzar un fin y debe extinguirse una vez conseguido éste, la
relación jurídica, una vez extinguida, no desaparece por completo del mundo del pensamiento jurídico, pues
conserva en él trascendencia como causa o fundamento de las modificaciones que en virtud de ella se han
producido. Así, cuando el vendedor ha entregado el bien y el comprador ha entregado el precio se puede decir
que la relación de compraventa en cuanto tal se ha extinguido, pero tendrá que continuar siendo recordada,
por ejemplo, como causa o fundamento de la adquisición de la propiedad por el comprador.
Vid. DIEZ PICAZO L. y GULLÓN, A., op. cit., p.p. 214- 215.
93
Recordemos que, además de su carácter volitivo, la relación jurídica civil tiene carácter ideológico, pues
pasa por la conciencia de los individuos antes de realizarse o materializarse.

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La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

la realización de un acto voluntario suyo. Esta situación jurídica de poder originada por la
relación jurídica se concreta en los llamados derechos subjetivos, las facultades y las
potestades jurídicas.

En los textos legales se utiliza con gran frecuencia el término derecho. A la


propiedad, por ejemplo, se le califica como derecho (artículo 127 del Código Civil cubano),
lo mismo que al derecho real de usufructo (artículo 208). A la patria potestad, en cambio,
que tienen los padres sobre sus hijos, se le denomina así, como potestad (artículos 82 y
siguientes del Código de Familia), y a determinadas posibilidades de actuación de las
personas se les da el nombre de facultad ( por ejemplo, el artículo 226.1 del Código Civil
denomina facultad al tanteo, y el 233 señala que el acreedor está facultado para exigir una
prestación del deudor). Es evidente que se impone una diferenciación conceptual de todos
estos poderes jurídicos que tiene la persona, aunque en el lenguaje jurídico se utilice
indistintamente la palabra derecho para referirse a todos a ellos, ya que esta resulta la
categoría más general y abarcadora.

2.1.1. Los derechos subjetivos.

En las relaciones jurídicas civiles, los derechos subjetivos aparecen como el


elemento primordial del que se deriva o es simple consecuencia el deber jurídico. Es por
ello concepto fundamental de esta rama del Derecho, a diferencia de otras en que, al
predominar en ellas relaciones jerárquicas de supra y subordinación, el concepto central es
el de deber jurídico.

La definición del concepto de derecho subjetivo tropieza, entre otras dificultades,


con la existencia de una gran variedad de tipos o figuras de derechos que difícilmente
pueden ser comprendidos bajo un solo concepto, de ahí que resulte necesario acudir a la
abstracción para dibujarlo.

Desde que en la doctrina del pasado siglo se contrapusieron respecto al derecho


subjetivo la teoría de la voluntad y la teoría del interés94,mucho se ha discutido y se discute
aún en nuestros días acerca de cuál debe ser el concepto que se de acerca de esta
controvertida figura, llegándose incluso a negar su existencia. Prima, sin embargo, la
tendencia a buscar definiciones conciliadoras entre la voluntad y el interés, utilizándose el
concepto no sólo en la doctrina, sino también en la legislación y en la jurisprudencia 95,
reconociéndose en la actualidad, de forma preponderante, el papel central del derecho
subjetivo no sólo en el Derecho Civil, sino en todo el derecho privado.

Por derecho subjetivo debemos entender una situación de poder jurídico, que se
reconoce y protege por el ordenamiento jurídico, compuesta por un grupo de facultades

94
La teoría de la voluntad, esgrimida por SAVIGNY y WINDSCHEID, consideró al derecho subjetivo como
poder de la voluntad protegido por el ordenamiento jurídico; frente a ella se alzó la teoría del interés,
desarrollada por IHERING, que entendía que realmente el derecho subjetivo era un interés jurídicamente
protegido, razón por la cual personas incapaces de ejercer su voluntad pueden ser titulares de derechos
subjetivos.
95
Así, por ejemplo, la sentencia de 22 de septiembre de 1959 del Tribunal Supremo de España lo definió
como “un poder jurídico atribuido a una voluntad y con aptitud para satisfacer intereses humanos”.

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La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

unitariamente agrupadas, que se atribuyen a su titular para la satisfacción de


determinados intereses abstractamente considerados96, dejando al arbitrio de éste su
ejercicio y su defensa.

No todas las posibilidades de libre actuación de los sujetos corresponden a


derechos subjetivos. ENNECCERUS y NIPPERDEY advierten que “en sentido técnico jurídico
sólo se da un derecho cuando aquél poder reconocido por el ordenamiento jurídico es
concedido como una relación fija de poder propio de la persona.” 97 El poder que atribuye
el derecho subjetivo ha de estar reconocido a favor de un titular determinado y el objeto o
interés protegido ha de ser diferente del interés que pueda corresponder a otro u otros
sujetos determinados.

Así, el concepto de derecho subjetivo se utiliza para individualizar a las


principales situaciones jurídicas de poder, diferenciándolas de las facultades que derivan de
otras situaciones jurídicas y de las que forman parte del contenido de los distintos tipos de
derechos subjetivos.

2.1.1.1 Tipos de derechos subjetivos.

La clasificación de los derechos subjetivos en la doctrina es muy variada y se han


seguido múltiples criterios para su realización. Atendiendo a la diversidad de su contenido,
criterio que asumimos como el más generalizador, pueden diferenciarse tres tipos
fundamentales de derechos subjetivos, a saber, los derechos de la personalidad, los
derechos personales de familia y los derechos patrimoniales.

 Derechos de la personalidad: Son derechos inherentes a la existencia misma del


ser humano, fundados en la dignidad de éste, atribuidos por el ordenamiento
jurídico a la persona sobre su propia esfera de la personalidad para la defensa y
protección de las cualidades y atributos de la misma. Dentro de ellos se sitúan el
derecho a la vida, a la integridad corporal, a la libertad, al nombre, al honor, a
la intimidad, a la imagen.98 Son derechos subjetivos innatos, pues se adquieren
con el nacimiento, vitalicios, pues duran tanto como la vida de su titular,
inalienables y extrapatrimoniales, pues no pueden ser objeto de venta o
transferencia, imprescriptibles, pues no se pierden por el transcurso del tiempo ni
por abandono del titular, absolutos, ya que implican un deber de respeto de todos

96
Como afirma ALBALADEJO, el interés en atención al cual se atribuye un derecho no es el que, en cada caso
concreto, estime como tal el propio sujeto, ni ha de ser un interés que haya de concurrir en cada persona que
tenga un derecho de aquella clase, sino un interés al que, en abstracto, dicho poder le resulte medio útil de
satisfacción, aunque no se utilice para conseguirlo o el sujeto de que se trate no pueda alcanzarlo. Puede
situarse como ejemplo el caso de una persona sorda con derecho a entrada en una sala de conciertos, o el de
una persona ciega con derecho a entrada en una sala donde se exhiba un filme silente.
Vid. ALBALADEJO, M., op. cit., pp. 13- 14.
97
ENNECCERUS y NIPPERDEY, Tratado de Derecho Civil. Parte General, tomo I, segunda edición española,
Barcelona, 1953, p.280.
98
El catálogo de derechos inherentes a la personalidad no se agota con los arriba mencionados. Pueden ser
tantos como legítimas expectativas de respeto a su persona tenga el hombre de acuerdo al momento histórico
que vive, con las razonables limitaciones o restricciones que sean propias de la convivencia humana y del
interés colectivo.

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La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

los miembros de la colectividad respecto a su titular, esenciales, pues son


inseparables de la persona, inherentes a ella, y son además irrenunciables.

 Derechos personales de familia: Son derechos atribuidos a la persona como


consecuencia de su situación dentro de las relaciones de naturaleza familiar. Son
semejantes a los derechos de la personalidad en cuanto están estrictamente unidos
a la persona de su titular, son extrapatrimoniales y no son transmisibles ni
heredables, pero se diferencian de estos porque se refieren a la relación jurídico
personal con otra persona. Dentro de ellos pueden situarse, por ejemplo, los
derechos entre los cónyuges, los derechos derivados de la filiación, etc.

 Derechos patrimoniales: Son derechos concedidos a las personas para la


realización de fines económicos, para la satisfacción de intereses susceptibles, en
principio, de ser valorados pecuniariamente. Dentro de ellos se encuentran los
derechos reales, que confieren a su titular un poder o señorío sobre cosas
corporales frente a las demás personas, que puede ser un poder total, como el
atribuido por el derecho de propiedad, o un poder limitado, como el atribuido por
el usufructo y los derechos de crédito, que atribuyen a su titular, el acreedor, el
poder de exigir a otra persona, el deudor, una determinada conducta que consiste
en la realización de la prestación debida.

2.1.1.2 Estructura del derecho subjetivo.

El ordenamiento jurídico atribuye el poder en que el derecho consiste a un


determinado sujeto, ese poder se manifiesta en los diversos actos que puede realizar dicho
sujeto como contenido del derecho y recae sobre una entidad o parte de la realidad, es
decir, sobre un objeto. En el derecho subjetivo se distinguen, por tanto, tres elementos
esenciales que conforman su estructura, a saber: el sujeto, el objeto, y el contenido.

 Sujeto del derecho subjetivo: Es la persona a quien pertenece el derecho, aquella


que se encuentra en la especial situación de poder que el ordenamiento jurídico le
reconoce.

La cualidad que a la persona le confiere el hecho de ser sujeto de un derecho


subjetivo se denomina titularidad. La atribución de la titularidad de un derecho presupone
la personalidad y la capacidad jurídica, categorías que más adelante estudiaremos y
pueden concederse tanto al hombre (persona natural) como a realidades sociales que por
una u otra razón el Derecho personifica (persona jurídica).

No siempre el portador del interés que encierra el derecho subjetivo es el sujeto


del mismo, ni tampoco lo es siempre el que ejercita como tal el derecho o es portador de la
voluntad que gobierna éste, pues, por ejemplo, por las personas incapaces de obrar son sus
representantes quienes actúan, conservando aquellas la titularidad.

Los derechos no pueden existir sin pertenecer a un sujeto, aunque este pueda estar
transitoriamente indeterminado, pero tal situación de que un derecho carezca de titular sólo
puede darse interinamente por tiempo limitado, concretándose después el sujeto al cual

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La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

dicho derecho está destinado, tal es el caso, por ejemplo, de la herencia yacente, que no se
regula en nuestro derecho, o de la herencia deferida a un concebido, situación que si admite
nuestro Código Civil, en virtud de lo preceptuado por los artículos 25 y 535.1.

Cada derecho tiene generalmente un solo sujeto, pero es posible y hasta


relativamente frecuente que esté atribuido a varios sujetos, que tendrán el derecho en
cotitularidad. La cotitularidad puede recaer sobre un derecho real, como cuando una cosa
corresponde en propiedad a más de un dueño, dando lugar a la copropiedad, que a su vez
podrá ser ordinaria o por cuotas, regulada en nuestro Código Civil en los artículos 162 al
168, o en mano común, regulada entre nosotros por el Código de Familia, según remisión
expresa del artículo 169 del Código Civil, y también puede recaer sobre un derecho de
crédito, como ocurre en el caso de las obligaciones solidarias, reguladas en los artículos
248 al 251 del propio texto legal.

 Objeto del derecho subjetivo: Por objeto del derecho subjetivo debemos entender,
al decir de Federico DE CASTRO, aquella parte de la realidad social acotada como
base de la situación jurídica de poder concreto que se ha confiado a su titular 99, o
sea, todo aquello que puede ser sometido al poder del sujeto al que pertenece el
derecho, todo aquello que el titular puede exigir al sujeto o los sujetos del deber
jurídico correlativo, para la
 satisfacción de intereses o fines reconocidos y tutelados por el ordenamiento
jurídico.

Así, serán concretamente objeto del derecho subjetivo la conducta o


comportamiento de otras personas y los bienes, tanto aquellos que se refieren a cualidades
de la persona o manifestaciones de su personalidad, como las cosas materiales, las energías
o fuerzas, aunque no sean cosas en sentido propio, los bienes inmateriales o creaciones
intelectuales.100

Mucho se ha discutido en la doctrina si pueden ser objeto del derecho subjetivo


otros derechos, pero actualmente parece dominar la tesis de que realmente no es posible la
existencia de derechos sobre derechos, sino más bien la transmisión a un sujeto de parte de
las facultades que encerraba un derecho perteneciente a otro, constituyéndose de esta forma
un nuevo derecho a favor de aquél con dichas facultades desgajadas del derecho inicial, o
conformándose casos de cotitularidad entre el titular del derecho base y aquél a quien se

99
CASTRO DE, F., Derecho Civil de España, tomo I, p. 583, citado por PUIG BRUTAU, J., Compendio de
Derecho Civil, Volumen I, Ed. Bosch, Barcelona, 1987, p. 149.
100
La sentencia de 21 de noviembre de 1940 del Tribunal Supremo de España señaló acertadamente que “aun
siendo muy diversos los sentidos que cabe atribuir en Derecho al término objeto y las teorías que ha
formulado la doctrina científica al tratar de determinar qué ha de entenderse por objeto en las relaciones
jurídicas o en los derechos subjetivos, no cabe duda que en las relaciones que dan lugar a los derechos
personales o de obligación, el objeto del derecho y consiguientemente de la relación jurídica radica, no en la
cosa del mundo exterior que pueda constituir el contenido de la prestación, sino en un elemento vinculado a la
esfera personal y de libertad del sujeto obligado, o sea, la conducta, comportamiento o prestación misma del
deudor; y sólo en las relaciones que dan lugar a los llamados derechos reales, se puede considerar como
objeto o substrato del correspondiente derecho subjetivo a la cosa, mueble o inmueble, sometida al señorío del
titular y susceptible de utilización económica”. Vid. ALBALADEJO, M., op. cit., pp. 16- 17.

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La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

transfieren facultades comprendidas en el mismo, atribuyéndose a ambos el poder conferido


por el inicial derecho.101

Tampoco debe entenderse al patrimonio como objeto de un derecho subjetivo


independiente, distinto de los que se tengan sobre las cosas materiales, créditos y deudas
que en él se agrupen o unifiquen, que son los que realmente tienen aptitud para ser objetos
de derechos subjetivos. El patrimonio, categoría que más adelante estudiaremos, no es
realidad ontológica, sino lógica, es un modo de considerar como una unidad cuantos
elementos se comprenden en su conjunto.102

 Contenido del derecho subjetivo: Contenido del derecho subjetivo es el poder que
puede ejercer el sujeto sobre el objeto del derecho, o sea, todo el conjunto de
facultades que posee el titular en virtud del derecho que se le atribuye por el
ordenamiento jurídico, por lo que puede decirse que este conforma la sustancia
misma del derecho, lo que precisamente distingue unos derechos de otros.

Considerados en abstracto, todos los derechos subjetivos tendrán como contenido


ese conjunto de facultades concedidas al titular y además los derechos y deberes que
correlativamente se derivan de él, así como las cargas103 que dicho derecho impone.
También forma parte del contenido del derecho la especial protección que jurídicamente
éste recibe, que se traduce en la posibilidad de ejercitarlo y defenderlo mediante acciones,
excepciones, medidas de seguridad que la ley concede, etc.

El contenido específico de cada derecho subjetivo deberá estar definido por la ley,
pero esa delimitación del contenido por vía legal no debe buscarse solamente en las
disposiciones generales que hagan dichas leyes o Códigos, sino que habrá además de
atenderse a lo dispuesto por otras normas de carácter especial relacionadas con el derecho
en cuestión y a las variaciones introducidas en dicho contenido por la autonomía de la
voluntad, cuando ello resulte adecuado. Se dibuja así el contenido normal, esencial, del
derecho subjetivo, delicada tarea de interpretación y aplicación de las normas.104

101
Vid. ALBALADEJO, M., op. cit., p. 17, DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., pp. 426- 427, PUIG BRUTAU,
J., op. cit., p. 149, GARCÍA VALDECASAS, G., Parte General del Derecho Civil Español, Ed. Civitas, Madrid,
1983, pp. 158- 159.
102
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p. 427.
103
Se entiende por cargas las conductas que el titular del derecho subjetivo ha de cumplir para la satisfacción
del interés a que aspira, sin que surja de ellas obligación alguna que se le pueda exigir. Por ejemplo, si quiero
que el juez condene al demandado a que me resarza económicamente por ciertos daños que me produjo, tengo
la carga de probar que dichos daños se me causaron (artículo 244 de la Ley de Procedimiento Civil,
Administrativo y Laboral); si soy cotitular de una copropiedad nacida por razón del matrimonio, serán cargas
de la misma la reparación menor o de mera conservación de bienes propios hechas durante el matrimonio
(artículo 33 del Código de Familia).
104
La sentencia del Tribunal Constitucional español de 8 de abril de 1981 declaró que “contenido esencial ” es
aquella parte del contenido de un derecho subjetivo sin la cual éste pierde su peculiaridad, o también aquella
parte que es ineludiblemente necesaria para que el derecho permita a su titular la satisfacción de aquellos
intereses para cuya consecución se le otorga. Se rebasa o se desconoce el contenido esencial cuando el
derecho queda sometido a limitaciones que lo hacen impracticable, lo dificultan más allá de lo razonable, o lo
despojan de la necesaria protección.
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p. 430.

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La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

2.1.1.3 Límites del derecho subjetivo.

La situación jurídica de poder que confieren los derechos subjetivos no es


ilimitada, pues ello conduciría inevitablemente a la arbitrariedad. Es por eso que se
reconocen límites a tal situación y el primero de ellos es justamente la definición legal del
derecho, que configura sus linderos o confines, su contenido.

También el derecho perteneciente a otra persona actúa como limitación al propio


derecho subjetivo, dando lugar a los supuestos de colisión de derechos, que se resuelven de
muy distintas formas por el legislador. Así, en ocasiones se establece un rango entre los
distintos derechos en colisión dando prioridad al más antiguo en virtud del principio prior
tempore potior iure; o se establece un orden de prelación o preferencia atendiendo a
circunstancias relativas a la naturaleza del derecho, como el que se establece, por ejemplo,
en el artículo 307. 1 de nuestro Código Civil respecto a los derechos de crédito; o se
protege por el ordenamiento jurídico a quien se haya adelantado en el ejercicio de su
derecho, mostrando más diligencia que otro; o se establece igual condición para todos los
derechos en colisión, correspondiendo a todos ellos un proporcional sacrificio, como
ocurre, por ejemplo, cuando el patrimonio del deudor es insuficiente para cubrir todos los
créditos que sobre él pesan y los acreedores igualmente privilegiados cobran a prorrata, par
conditio creditorum, según se establece en el artículo 307. 2.

Pero además de los anteriores límites que pueden considerarse “naturales”, al


decir de DIEZ PICAZO y GULLÓN, al derecho subjetivo también pueden aplicarse como
límites generales principios tales como la buena fe y el no abuso del derecho.

El principio de la buena fe exige que el ejercicio del derecho se realice de acuerdo


a las convicciones éticas imperantes en la sociedad, ajustado a las reglas admitidas acerca
de lo que es recto y honesto. Contiene además este principio un aspecto subjetivo, referido
a la intención con que obran las personas.

El derecho subjetivo debe ejercitarse siempre de buena fe, pues más allá de ella, el
acto de ejercicio de un derecho se torna inadmisible y antijurídico, lo que obliga a
reconocer al afectado medios que le permitan enervar o anular la actuación indebida del
titular del derecho. Pueden señalarse los siguientes supuestos de ejercicio del derecho
subjetivo con infracción del principio de la buena fe:

 La actuación contraria a los propios actos anteriores del titular, pues debe
mantenerse un comportamiento coherente, ya que la buena fe se opone a
una pretensión incompatible con la conducta anterior del sujeto que
detenta el derecho.

 El retraso desleal, que se da cuando el titular de un derecho no lo ejercita


durante largo tiempo creando falsas expectativas de abandono del mismo
en otra persona que pretende obtener algo como resultado de su
inactividad. La omisión del ejercicio del derecho, el transcurso de un
período de tiempo, hacen desleal e intolerable, según el principio de la
buena fe, el posterior ejercicio retrasado.

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La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

 El abuso de la nulidad por motivos formales, que se da cuando un


negocio jurídico sufre de un defecto formal y a pesar de ello es
voluntariamente cumplido por quien lo conoce, resultando contrario a la
buena fe impugnar luego dicho negocio invocando su nulidad.

 El cumplimiento rechazado por faltar una mínima parte de la prestación


debida, pues aunque es derecho del acreedor recibir la prestación íntegra,
podría en algunos casos considerarse contrario a la buena fe el rechazo o
la negación a recibir la prestación por faltar a ella una parte insignificante,
que no afecte realmente su interés.

En general, estos supuestos no aparecen recogidos expresamente en la ley, sino


que pueden ser apreciados por los tribunales de justicia como límites al derecho subjetivo
impuestos por la buena fe.

Según el artículo 6 de nuestro Código Civil, la buena fe se presume cuando esta se


exige para el nacimiento o los efectos de un derecho, pero adolece nuestra principal norma
civil de un precepto análogo al artículo 7.1 del Código Civil español, que establece que “los
derechos deberán ejercitarse conforme a las exigencias de la buena fe”. No obstante,
consideramos que tal principio debe estar presente como límite al ejercicio del derecho
subjetivo, toda vez que su carácter de principio general del derecho permite que se le
invoque aún cuando no aparezca expresamente dispuesto, y que la presunción de buena fe
preceptuada por el legislador debe extenderse también a dicho ejercicio, no sólo al
nacimiento o efecto del derecho.

También puede considerarse límite del derecho subjetivo su ejercicio abusivo,


principio que guarda estrecha relación con el anterior. El antiguo dogma de que neminem
laedit qui suo iure utitur ha encontrado, desde la época medieval, determinada oposición,
pues son numerosos los casos en que un derecho se ejercita por su titular sin que ello le
reporte utilidad y con el propósito de causar daño o perjudicar a otro.105

La doctrina del abuso del derecho sobre bases objetivas se consagra


legislativamente en el Proyecto franco- italiano de obligaciones y contratos de 1927, que
estableció la obligación de reparar que surgía para el que causara daño a otro cuando en el
ejercicio de su derecho excediera los límites fijados por la buena fe o por el fin en vista del
cual ese derecho le hubiera sido conferido.

105
Este fue el fundamento de los llamados actos de emulación, precedente de la doctrina del abuso del
derecho, que se va objetivando ante la dificultad cierta que encierra la prueba del animus nocendi,
reparándose esencialmente en la falta de utilidad del ejercicio del derecho por parte de su titular. En este
sentido, resulta clásica la sentencia de la Corte de Amiens de 1913 en el caso “Clément- Bayard ”. Este señor
poseía un terreno en el que despegaban y aterrizaban dirigibles. Para obligarle a venderle dicho terreno, el
propietario de la finca colindante construye, ejercitando su derecho de dominio, grandes armazones de madera
con sobrevolados de hierro punzante que dificultaba la actividad de los dirigibles. Tales actos no le
proporcionaban beneficio alguno, pero perjudicaban indudablemente a su vecino. La Corte admitió como
legítimo el deseo de comprar el terreno de Coquerel, el colindante de Clément- Bayard, pero falló en su contra
estimando que había obrado ilícitamente, empleando medios inadmisibles y con intención maliciosa.

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La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

Las legislaciones posteriores han seguido, generalmente, esta tendencia. Sin


embargo, vale destacar que la formulación del abuso del derecho en tales términos deja un
gran margen de imprecisión, resultando imprescindible la labor de interpretación y
aplicación adecuada de las normas por el juzgador, que deberá delimitar los fines del
derecho subjetivo para apreciar cuando su ejercicio va más allá de ellos.

El artículo 4 de nuestro Código Civil recoge como límite del derecho subjetivo su
ejercicio abusivo en los siguientes términos: “Los derechos que este Código reconoce han
de ejercerse de acuerdo con su contenido social y finalidad, y no es lícito su ejercicio
cuando el fin perseguido sea causar daño a otro”. El precepto declara que no se ampara el
ejercicio antisocial del derecho, ni aquél que extralimite los fines del mismo, y lo hace
estableciendo una exigencia, pues establece, imperativamente, a nuestro juicio, como han
de ejercerse los derechos que el propio Código reconoce. Sin embargo, no se establece cuál
sería la adecuada sanción que debería imponerse frente a la violación del mandato legal,
aunque legitima a todo aquel que tenga un interés, aunque no sufra daño actual, para
solicitar al Tribunal que se deje sin protección al titular del derecho en el acto concreto de
ejercicio de que se trate.

Por otra parte, el propio artículo 4 califica como ilícito el ejercicio del derecho
cuando su propósito sea causar daño a otro. ¿Significa esta referencia a la intención del
titular la adopción de una concepción subjetiva del abuso del derecho?. Pensamos que no,
pues además de las dificultades que acarrearía la prueba de tal propósito, ello entraría en
franca contradicción con la tendencia a la objetivación de la responsabilidad que prima en
nuestro Código, como veremos más adelante. Aquí el elemento subjetivo deberá valorarse
como ausencia de un fin serio o, incluso, legítimo, que corresponderá valorar al Tribunal en
cada caso particular que a su consideración se someta.

Por último, los derechos subjetivos están frecuentemente limitados


temporalmente, bien porque su efectividad dependa del paso de un determinado período de
tiempo, como ocurre, por ejemplo, cuando el derecho nace de un acto jurídico sometido a
término suspensivo, según lo preceptuado por el artículo 54.2 de nuestro Código Civil, o
porque el paso del tiempo determine la extinción de sus efectos al cumplirse la condición o
el término resolutorio acordado por las partes, según se establece en los artículos 53.4 y
54.2 del propio texto legal. También el tiempo puede limitar los actos de ejercicio del
derecho, cuando estos no se realizan oportunamente o puede determinar la extinción misma
del derecho, como analizaremos al estudiar las instituciones de la prescripción y la
caducidad.

2.1.1.4 Dinámica del derecho subjetivo.

La norma jurídica es la encargada de establecer los supuestos que deben dar lugar
al nacimiento del derecho subjetivo, cuando estos efectivamente se producen el derecho
nace y, normalmente, se atribuye a una persona determinada que lo adquiere. Pero no
siempre la adquisición del derecho va ligada a su nacimiento, esto sólo acontece en las
llamadas adquisiciones originarias. También ocurre que el titular de un derecho lo transmita
a otro, que lo adquiere, por tanto, luego de que el derecho ya ha existido un determinado
período de tiempo, que es lo que se conoce como adquisición derivativa, que a su vez podrá

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La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

ser traslativa o constitutiva según el adquirente reciba el derecho completo, de una manera
unitaria, o se constituya en él un nuevo derecho con base en el anterior, del que se le
transmiten determinadas facultades. En el primer caso puede situarse como ejemplo la
transmisión de la propiedad, y en el segundo la constitución de un derecho de usufructo.

El derecho subjetivo puede además resultar alterado sin perder su identidad como
tal, como ocurre cuando cambian los sujetos del mismo, o su objeto, o su contenido.
Ejemplo de modificación subjetiva sería la cesión de créditos y asunción de deudas, que se
regulan en los artículos 256 al 265 del Código Civil, y ejemplo de modificación objetiva,
que afecta el objeto o el contenido del derecho, puede ser la dación en pago regulada por el
artículo 297.

El derecho se extingue también cuando se producen los presupuestos establecidos


por la ley como causas para dicha extinción, que pueden ser muy variados según el tipo de
derecho de que se trate. Así por ejemplo, los derechos inherentes a la personalidad se
extinguen por la muerte de su titular, los derechos de crédito tienen como forma normal de
extinción el pago o cumplimiento de la prestación debida, los derechos reales pueden
extinguirse por la pérdida o destrucción del bien sobre el que recaen.

También pueden extinguirse los derechos por renuncia de su titular, que supone
un abandono de los mismos sin que se transmitan a otra persona. Sin embargo, como
establece el artículo 5 del Código Civil, la renuncia no puede redundar en menoscabo del
interés social o en perjuicio de tercero, y vale además puntualizar que hay derechos que por
su propia naturaleza, como los inherentes a la personalidad, no son renunciables.

2.1.2 Facultades.

Como ya advertimos, habitualmente se manifiesta la tendencia a llamar “derecho”


a toda situación jurídica de poder que posibilita actuar de conformidad con el ordenamiento
jurídico. Pero las facultades no deben confundirse con los derechos. Como exponen
ENNECCERUS y NIPPERDEY, “si tales facultades se manifiestan sólo como efectos aislados
de un concepto unitario de poder, únicamente éstos han de calificarse como derechos en
sentido más preciso (la propiedad, el usufructo). Así, pues, se distinguen el derecho y la
facultad singular. Si el derecho consiste en una sola facultad, como, por ejemplo, el
derecho del mutuante a la restitución del mutuo, ambos conceptos coincidirán”106.

No es usual que un derecho esté integrado por una sola facultad, generalmente su
contenido lo conforman múltiples facultades. El propietario de una finca, por ejemplo, tiene
las facultades de poseerla, de excluir a los demás, de aprovechar sus frutos, de disponer de
ella. Incluso las facultades que conforman un derecho subjetivo identificado por la unidad
del sujeto y del objeto, pueden ser de naturaleza diferente, como ocurre, por ejemplo, en el
derecho de autor, integrado por facultades morales y patrimoniales.

106
ENNECCERUS y NIPPERDEY, op. cit., p. 284.

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La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

Puede decirse entonces que son facultades las posibilidades de actuación que se
atribuyen a una persona como contenido de un derecho subjetivo más amplio o bien con
independencia de cualquier clase de derecho, aunque este último supuesto no es común.107

2.1.3 Potestades.

Las potestades también son situaciones jurídicas de poder dentro de una relación
jurídica. Son tales los poderes que se confieren a un determinado sujeto, pero no para la
realización de sus propios intereses, sino en función de un interés superior o, en todo caso,
de un interés ajeno.

Son poderes que no se reciben para su libre y arbitrario ejercicio, sino para la
gestión y defensa de los intereses de otra persona, para que se cumpla el deber de cuidar
esos intereses de quien no puede hacerlo por si mismo, como en los casos de patria potestad
o de autoridad tutelar. Por ello se reconoce que constituyen un poder- deber, pues la
persona a quien se atribuye ese poder tiene la obligación de ejercitarlo en beneficio de
terceros o de la colectividad.

2.2 Situación jurídica de deber.

El contenido de la relación jurídica también lo conforma una determinada


situación de deber. Ese deber jurídico es la necesidad de adoptar una determinada conducta
u observar cierto comportamiento, que puede ser una acción u omisión, que viene impuesto
por las normas que regulan dicha relación.

El deber jurídico puede recaer sobre una o varias personas determinadas o puede
estar dirigido a la generalidad de las personas, igualmente pueden ser deberes establecidos a
favor del titular del derecho correlativo o deberes generales de no perturbar a los demás.

Al deber jurídico le acompaña siempre la responsabilidad por su incumplimiento.


Así, se dice, por ejemplo que el deudor es responsable de cumplir la prestación debida, lo
que significa que tiene el deber jurídico, la obligación, en este caso, de cumplir, y en caso
de no hacerlo soportará las consecuencias. De igual modo se plantea, por ejemplo, que
todos deben respetar el derecho del propietario, si alguien lo perturba en el disfrute de su
derecho causándole daños o perjuicios, responde por ello. La categoría responsabilidad
jurídica civil, derivada del incumplimiento de un deber jurídico, tiene trascendental
importancia en el Derecho Civil, a ella nos referiremos en capítulos posteriores.

3. Estructura de la relación jurídica.

La relación jurídica, como ya hemos apuntado, se establece siempre entre


personas, que en el marco de dicha relación se encuentran en una situación jurídica de
107
DIEZ PICAZO y GULLÓN señalan como ejemplo de estas últimas las facultades declarativas o modificativas
de un estado civil. Vid. op. cit., p. 218.

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La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

poder o en una situación jurídica de deber. Estas personas actuando en el marco establecido
por la relación se manifiestan como sujetos de la misma. Este es precisamente el primer
elemento estructural de la relación jurídica, el elemento subjetivo. Dicho elemento se
desdobla en el sujeto activo de la relación, que es el que se encuentra en la situación
jurídica de poder resultando titular del derecho subjetivo, la facultad o potestad que el
ordenamiento jurídico le atribuye, y el sujeto pasivo, que es el portador de la situación
jurídica de deber.108 Tanto el lado activo como el pasivo puede estar constituido por una o
varias personas, que pueden ser naturales o jurídicas, y que deben encontrarse en un plano
de igualdad en cuanto a capacidad jurídica y patrimonio, pues si alguna de ellas ejerce
cualquier tipo de autoridad sobre la otra la relación rebasaría el ámbito del Derecho Civil.

La situación jurídica de los sujetos de la relación se revierte en un actuar


determinado respecto al objeto o materia de la misma, sobre la cual convergen el poder del
sujeto activo y el deber del sujeto pasivo. Este es el segundo elemento que configura la
estructura de la relación, el elemento objetivo.

Generalmente, la doctrina se refiere a estos dos únicos elementos estructurales de


la relación jurídica, pero el legislador cubano señala un tercer elemento: el elemento
causal, pues dicha relación es generada por una causa que la ley reconoce como valedera
para su creación, que puede concretarse en un hecho jurídico, en un acto o negocio, o
también en especiales circunstancias que regula el Código Civil.

Cada uno de estos elementos estructurales de la relación jurídica civil será


estudiado a continuación, teniendo en cuenta los criterios doctrinales al respecto y su
regulación en el vigente Código Civil cubano de 1987.

BIBLIOGRAFÍA SUMARIA:

ALBALADEJO, Manuel: Derecho Civil. Introducción y Parte General, Tomo I,


Volumen Segundo, Ed. Bosch, Barcelona, 1996; CLEMENTE DÍAZ, Tirso: Derecho
Civil. Parte General, Tomo II, Primera Parte, Ed. Universitaria, ENPES, La
Habana, 1984; DE BUEN, D., Introducción al estudio del Derecho Civil, Ed. Porrúa,
S. A. México, 1977;DÍAZ PAIRÓ, Antonio: Teoría General de las Obligaciones,
Volumen I y II, Ed. Universitaria, ENPES, 1989; DIEZ PICAZO, Luis y GULLÓN,
Antonio: Sistema de Derecho Civil, Ed. Tecnos, Madrid, 1984; ENNECCERUS y
NIPPERDEY: Tratado de Derecho Civil. Parte General, Tomo I, 2da ed. española,
Barcelona, 1953; FERNÁNDEZ BULTÉ, J., Filosofía del Derecho, Ed. Félix Varela, La
Habana, 1997; GARCÍA VALDECASAS, Guillermo: Parte General del Derecho Civil
Español, Ed. Civitas, Madrid, 1983; LARENZ, K., Derecho Civil. Parte General,
traducción española, Madrid, 1978; LÓPEZ, A. y MONTÉS, V.L., Derecho Civil.
Parte General, Ed. Tirant Lo Blanch, Valencia, 1995; MENÉNDEZ, E., El nuevo
Derecho, Ed. Lex, La Habana, 1946; PUIG BRUTAU, J., Compendio de Derecho

108
También hay relaciones jurídicas que generan para ambos sujetos sendas situaciones jurídicas, como los
contratos sinalagmáticos, de los cuales es ejemplo típico la compraventa, donde vendedor y comprador tienen
al propio tiempo derechos y obligaciones surgidas del contrato.

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La relación jurídica civil. Concepto y contenido Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

Civil, Volumen 1, Ed. Bosch, Barcelona, 1987; PUIG FERRIOL, L., GETE-ALONSO y
CALERA, M.C, GIL RODRÍGUEZ, J., HUALDE SÁNCHEZ, J., Manual de Derecho Civil,
Tomo I, Ed. Marcial Pons, Madrid, 1997; RAPA ALVAREZ, Vicente: “La relación
jurídica. Categoría esencial en el nuevo Código Civil ”, en Revista Jurídica, Nro. 19,
Año VI, UNJC, La Habana, abril- junio 1988.

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La persona individual Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS

PRESENTE: Es el que existe físicamente en el momento en que se establece la


relación jurídica, o sea, desde ya se encuentra disfrutando del derecho o tiene aptitud para
reclamarlo. Ejemplo: el propietario actual de un bien mueble.

FUTURO: Este tipo de sujeto corresponde a aquel que al momento de


constituirse la relación jurídica civil no tiene una existencia física concreta o legal para
adquirir derechos pero con posterioridad sí puede llegar a tenerla. Ejemplo: el que halle un
cheque al portador abandonado.

La persona natural, como toda categoría jurídica tuvo su nacimiento en la


sociedad dividida en clases. No puede hablarse de la misma en la comunidad primitiva pues
en esta el hombre pertenecía a una colectividad y dentro de ella había perdido su
individualidad. El surgimiento de la propiedad privada separa al hombre del colectivo y
esto lo lleva interesar del Estado la protección necesaria para sus bienes, su actividad y su
propia persona y además de este término aparecen otros como el de personalidad,
concebido, ausencia, etc. También cada formación económico- social dio la calidad de
persona a quien estimó preciso excluyéndose de esta, por ejemplo, en el esclavismo al
siervo o esclavo a quien se consideró cosa, mientras que determinados animales sí gozaron
de tal condición, es decir, fueron personificados y en ocasiones respondieron ante los
tribunales.
La persona individual Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS

La palabra persona proviene del latín personus, y este a su vez del verbo de igual
lengua personare, que significa sonar mucho o resonar. Este vocablo se utilizó
inicialmente para identificar la máscara o careta que utilizaban los actores en los teatros
griegos y latino y que servía para dar vida a los personajes y vigor a las frases que se
pronunciaban.

Con posterioridad también al actor se le denominó persona y después en la vida


real esta palabra identificó las distintas posiciones que el hombre ocupaba ya fuera de
propietario, comprador, etc109.

Tres acepciones ha tenido la palabra persona, una vulgar, otra filosófica y la


jurídica siendo esta última la que interesa a los fines de este trabajo por establecer que
persona es todo ser capaz de derechos y obligaciones, acepción que incluye tanto a la
persona natural como a la jurídica.

Signifiquemos que la persona natural, es decir, el hombre, a lo largo de la historia


ha sido conocida también como persona física, individual, humana, visible y que algunas
denominaciones han sufrido severas críticas, como por ejemplo la que adopta nuestro
Código Civil de persona natural porque es considerada la persona jurídica tan natural como
la persona individual. Por ello en ocasiones ha sido propuesta esta última como la
designación más correcta.

Otra categoría a tomar en consideración es la de personalidad que también difiere


de la de persona, por supuesto.

En consecuencia, podemos decir que la personalidad es un atributo consustancial


o esencial de la persona, que se encuentra presente en la misma por el solo hecho de serlo y
que puede ser identificada como la aptitud que le es inherente para ser titular de derechos y
obligaciones. Aunque puede hablarse de nacimiento y extinción de la personalidad cabe
apuntar que ésta es siempre la misma y no sufre alteración por el transcurso del tiempo o
por la existencia de determinadas circunstancias.

Diversos tratadistas y diferentes legislaciones han tratado de definir el momento


de nacimiento o surgimiento de la personalidad y ello ha dado lugar a la elaboración de
cinco teorías distintas que ha continuación exponemos:

1.- Teoría de la concepción.

Esta parte del hecho de la concepción del hombre como determinante del inicio de
la personalidad, es decir, sitúa su comenzó en el momento en que surge la vida intrauterina.

109
Sobre el tratamiento de la persona en Roma y el origen etimológico de la palabra, Vid. FERNÁNDEZ BULTÉ,
J., CARRERAS CUEVAS, D. y YÁNEZ ROSA M., Manual de Derecho Romano ,Ed. Pueblo y Educación, La
Habana, 1982, pp. 42 y ss.
La persona individual Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS

La misma ha sufrido severas criticas basadas en la imprecisión o imposibilidad de


determinar cuando ocurre o se produce la concepción.

2.- Teoría del nacimiento.

Esta teoría parte de un hecho cierto para fijar el inicio de la personalidad y este
hecho lo constituye el nacimiento o lo que es lo mismo cuando el producto de la
concepción completamente formado es separado de modo natural o artificial del claustro
materno. La terminación del acto del nacimiento constituye el momento del comienzo de la
personalidad pues se inicia la existencia independiente de la persona, ya que al solo
concebido no se le atribuye vida propia.

3.- Teoría de la viabilidad.

En este caso se exigía para el inicio de la personalidad no solo el hecho de nacer


vivo sino también la aptitud para seguir viviendo una vez fuera del claustro materno.

Dentro de esta teoría se presentan dos variantes:

- Teoría de la viabilidad fisiológica

Unos partidarios exigen que el nacido reúna las máximas condiciones para
desarrollar una vida activa ( perfección y sanidad completa o absoluta) mientras que otros
solo exigen la concurrencia de condiciones mínimas para continuar la vida
independientemente.

- Teoría de la viabilidad legal

En este caso sus seguidores exigen la verificación de vida extrauterina, es decir,


independiente de la madre durante el tiempo establecido por ley.

Ambas variantes son criticadas por las posibilidades que abren a la comisión de
delitos o fraudes para la consecución de determinados efectos jurídicos.

4.- Teoría ecléctica.

El Código Civil español de 1889 acogió esta doctrina 110 que establece que la
personalidad se origina con el nacimiento pero retrotrae sus efectos al momento de la
concepción reconociéndole al concebido derechos solo en los extremos que le sean
favorables. Está teoría partiendo de una ficción concede personalidad al concebido pero la
misma además de relativa ( solo en lo que lo favorezca) es condicional pues tiene que
cumplirse el requisito del nacimiento vivo del concedido, o sea, el reconocimiento de la
personalidad solo se produce con el nacimiento y en ocasiones se exige además la
viabilidad legal o fisiológica.

110
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., Sistema de Derecho Civil, Vol. I, Ed. Tecnos, Madrid, 1982, pp. 227
y 228.
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5.- Teoría psicológica.

Esta teoría basa la adquisición de la personalidad legal en el hecho de la presencia


en el individuo del sentimiento o conciencia de ello, tomando a su vez como punto de
partida la personalidad psicológica del propio sujeto.

El autor de la misma, José D AGUANO, terminó rectificándola en el sentido de


considerar que al menos en potencia o esencia el hombre es sujeto de derechos desde que
nace.

El Código Civil cubano de 1987 es muy preciso al afirmar en su Art. 24 que la


personalidad comienza con el nacimiento, no obstante el subsiguiente precepto aclara que
al concebido se le tiene por nacido para todos los efectos que le sean favorables a condición
de que nazca vivo.

En consecuencia, nuestra ley sustantiva supera las dificultades que se han


advertido en las doctrinas anteriormente expuestas buscando una solución mixta que
ampara no solo a la propia persona sino también al concebido, otorgando a la primera
personalidad desde el momento mismo del nacimiento pero reconociendo también al
segundo la posibilidad de disfrutar de todo lo que le sea favorable con la sola condición de
que nazca vivo.

Si entre persona natural y sujeto de derecho expusimos que existía una relación
directa por ser la primera una categoría abstracta y la otra concreta, en dependencia de que
nos encontráramos o no en presencia de una relación jurídica establecida, ahora podemos
realizar igual planteamiento con respecto a los términos personalidad y capacidad, una
manifestada de forma general e inalterable y la otra en concreto y sujeta a oscilaciones
dentro de una relación jurídica civil. En consecuencia, la capacidad es la aptitud para ser
sujeto de derechos y obligaciones, que se manifiesta respecto a relaciones jurídicas
determinadas.

El Art. 28.1 del vigente Código Civil, en plena coincidencia con lo establecido en
el Art. 24 del propio cuerpo legal sobre la personalidad, significa que la persona natural
tiene capacidad para ser titular de derechos y obligaciones desde su nacimiento, pero el
apartado segundo del primer precepto mentado señala que el ejercicio de la capacidad se
rige por las disposiciones del mismo Código y por la legislación especial, según proceda.

Estos postulados y otras normas a las que haremos referencia nos permiten
establecer diferencias entre la capacidad de derecho y la capacidad de obrar o de ejercicio
y resulta entonces punto de partida indispensable para analizar doctrinalmente y con mayor
profundidad las distintas manifestaciones de la capacidad civil.

Podemos precisar que la capacidad civil se desdobla en la denominada capacidad


jurídica, de derecho, de goce o de adquisición y la capacidad de obrar, de hecho, de
ejercicio o de acción.
La persona individual Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS

La capacidad de goce a la que se refiere el Art. 28.1 del Código Civil es la aptitud
del sujeto para la tenencia, goce o adquisición de derechos. Este tipo de capacidad que
implica para el sujeto la aptitud para ser titular de derechos es esencia, es un atributo
inherente al mismo, presupuesto general de todos los derechos y es un elemento que no
puede faltar en la persona. Cuando se habla de la misma en sentido general o en abstracto,
según afirma el profesor Tirso CLEMENTE111 citando a su vez a CASTÁN, hay que decir que
reúne los caracteres de fundamental, única, indivisible, irreductible y esencialmente igual
siempre y para todos los hombres. Pero siguen diciendo los citados autores que al
considerarla en concreto es susceptible de restricciones a título excepcional y por virtud de
disposición expresa de la ley.

Para ampliar sobre el significado de lo expuesto puede plantearse que la capacidad


de derecho por constituir la esencia del sujeto tiene que existir siempre pues no se concibe a
éste sin aquella. La capacidad de goce puede ampliarse o reducirse según postulado legal
extraordinario o excepcional, pero no podrá ser negada de modo absoluto a una persona.

Puede por ejemplo exigirse que el que pretende adoptar haya arribado a los 25
años de edad y por ello la persona no tiene capacidad para adquirir este derecho hasta que
no alcance la citada edad, pero si puede ser sujeto de otra gran gama de derechos como el
de propiedad, de posesión, de contratación, etc.

Algo distinto ocurre con la capacidad de obrar, pues esta no constituye esencia del
sujeto, sino potencia. Este tipo de capacidad no es más que la aptitud para el ejercicio de los
derechos y para realizar actos jurídicos eficaces, es decir, es la aptitud del sujeto para
lograr por sí mismo, sin la intervención o el auxilio de un tercero, la creación, modificación
o extinción de derechos, sobre la base de la realización de actos jurídicos válidos, y para
lograr incluso la defensa de esos derechos adquiridos.

Si bien en cuanto a la capacidad de goce no puede existir limitación absoluta y


cualquier restricción tiene carácter excepcional, la capacidad de ejercicio, por requerir
inteligencia y voluntad, elementos que no están presentes en todas las personas o que no se
manifiestan de igual forma en todas, puede ampliarse o restringirse dando lugar a diversas
situaciones:

1. Carencia total de capacidad.


2. Posesión parcial de capacidad o capacidad restringida o limitada.
3. Goce total o pleno de capacidad.

Estas posibilidades han sido reconocidas tanto teóricamente como de forma


legislativa.

Por ello nuestro vigente Código Civil del que ya habíamos enunciado el Art. 28.2,
desarrolla o explica sucesivamente en los Art. 29,30 y 31 las circunstancias que determinan
la plena capacidad de ejercicio, la capacidad restringida y la capacidad absoluta.

111
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., Derecho Civil. Parte General, Tomo I, Primera Parte, EMPS, La Habana, 1983,
p. 225.
La persona individual Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS

La plena capacidad de obrar permite en su poseedor ejercer por sí todos sus


derechos y realizar actos jurídicos eficaces y se alcanza en Cuba cuando se arriba a la
mayoría de edad, es decir, a los 18 años cumplidos o cuando el menor contrae matrimonio.
A este efecto debe tomarse en consideración que las hembras mayores de 14 años y los
varones que sobrepasen los 16 años de edad pueden formalizar matrimonio siempre que
cuenten con la autorización de alguna de las personas que enumera el Art. 3 del Código de
Familia y una vez celebrado el mismo adquieren la plena capacidad, condición que
conservan aún cuando el vínculo se rompa antes de que los cónyuges arriben a los 18 años
de edad. Conviene igualmente apuntar que esta emancipación es plena, por ello la
capacidad de obrar se adquiere totalmente sin que se requiera autorización de los padres o
del tutor en lo sucesivo para la realización de algún tipo de acto jurídico o para el ejercicio
de algún derecho.

El propio Art. 29 del Código Civil, pero esta vez su apartado 2, ofrece la
posibilidad de que esta capacidad de ejercicio se amplíe o restrinja si de forma concreta o
específica la ley fija una edad especial para la realización de determinado acto.

El Código Civil, al regular la capacidad restringida, precisa que a su poseedor solo


se le permitirá realizar los actos jurídicos para satisfacer sus necesidades normales o de la
vida diaria y ello implica que la formalización o celebración de un acto que exceda esta
posibilidad determine su ineficacia jurídica.

En situación de capacidad restringida se encuentran:

1. Los menores de edad que han cumplido 10 años de nacidos. A estos


se les permite disponer del estipendio que les ha sido asignado y
cuando alcanzan la edad laboral (17 años como regla o
excepcionalmente 15 ó 16 años de edad) de la retribución que
perciban por su trabajo.

2. Los que padecen de enfermedad o retraso mental que no los priva


totalmente de discernimiento.

3. Los que por impedimento físico no pueden expresar su voluntad de


modo inequívoco.

Esta ausencia parcial de capacidad que implica una restricción al ejercicio de los
derechos por sí, ha representado tantas dificultades para tratarse en el ámbito judicial o en
la práctica que puede afirmarse que no ha existido pronunciamiento del Tribunal en tal
sentido.

Una primera contrariedad la encontramos cuando el menor que ha arribado a la


edad de 10 años que le permite alcanzar la capacidad restringida presenta una enfermedad
mental que provoca en él la ausencia de voluntad e inteligencia. En esta situación cabría
preguntarse si es necesario y de qué forma pudiera decretarse la falta absoluta de capacidad
de obrar, la primera pregunta por encontrarse aún indudablemente sujeto o sometido a
La persona individual Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS

patria potestad y resultarle prohibido realizar actos de gran comprometimiento patrimonial


y la segunda por no existir procedimiento específico previsto en la ley para ello, aunque
pensamos que nada impide que en tal ocasión pueda utilizarse la vía regulada en los Art.
586 al 588 de la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral. Algunos autores
además consideran que sí resulta imprescindible obtener el mentado pronunciamiento
judicial.

Situación similar se presenta con el enfermo mental no privado totalmente de


discernimiento pues en esta ocasión tampoco la ley ha previsto la forma de obtener una
declaración de capacidad restringida. En este sentido son varios los juristas que coinciden
en afirmar que habría que acudir al denominado proceso civil ordinario, es decir, habría que
ventilar el asunto en la jurisdicción contenciosa a diferencia del caso relativo a la
incapacidad absoluta que transcurre por los trámites de la jurisdicción voluntaria.

En el tercer caso habría que excluir al sordomudo que no sabe leer ni escribir de
las personas poseedoras de impedimentos físicos que pudieran ser parcialmente limitados o
restringidos en el ejercicio de su capacidad de obrar, pues para ellos el mentado Art. 586 de
la ley rituaria civil ha previsto la denominada incapacidad absoluta.

La carencia total de capacidad de obrar, por su parte, está prevista en nuestra


legislación sustantiva civil para los menores de 10 años de edad y para los mayores de edad
que así han sido declarados judicialmente.

Según la ley de trámites mencionada, este segundo supuesto se alcanza por


declaración de Tribunal Municipal Popular obtenida mediante un proceso de jurisdicción
voluntaria, es decir, en el que no se produce litis y solo excepcionalmente ante igual
instancia pero en proceso contencioso. Este tipo de declaración está previsto para los
enajenados mentales o los sordomudos y resulta en esencia revocable si la persona recupera
las aptitudes perdidas, resultando poseedor de voluntad e inteligencia y teniendo la
posibilidad de expresar la primera de modo inequívoco.

Tanto en el caso de la capacidad restringida como en la incapacidad, la actividad


judicial va a estar auxiliada por peritos en psiquiatría quienes informarán al tribunal
actuante que padecimiento presenta la persona sometida a examen, en que forma este se
manifiesta y si ello a su juicio provoca en la misma la ausencia de las ya mentadas voluntad
e inteligencia.

Conviene también apuntar que esta ausencia total de capacidad provoca la nulidad
absoluta de los actos efectuados por el incapaz. No obstante, hay que tener presente que los
actos realizados por el incapacitado, es decir, por la persona declarada en este estado por
resolución judicial serán siempre ineficaces, mientras que los realizados por un incapaz, o
sea, la persona que carece de capacidad pero sobre la cual no ha existido pronunciamiento
judicial, podrán ser declarados nulos por ausencia de consentimiento pero demostrando que
al realizar cada acto en concreto esta persona se encontraba de hecho incapacitada para
regirse a sí misma y a sus bienes.
La persona individual Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS

En nuestra historia legislativa tuvimos la oportunidad de ver regulados los


llamados intervalos lúcidos112, de modo que la ley preveía la posibilidad de que una persona
incapacitada judicialmente realizará un acto jurídico, en específico un testamento, si con la
intervención de facultativos se acredita que al momento del otorgamiento se encontraba en
el pleno uso de sus facultades mentales.

Tal posibilidad no ha sido prevista por el Código Civil vigente y consideramos


desacertada la falta de pronunciamiento en ese sentido pues con ello se impide que se dé en
la práctica algo que resulta probable o en última instancia obliga a aplicar la analogía
suponiendo posible la producción de un acto jurídico en estas condiciones si se toma en
consideración que aún cuando la persona no ha sido declarada judicialmente incapacitada
sus actos pueden ser declarados nulos si se demuestra que se encontraba incapacitada de
hecho por falta de consentimiento y en el caso ahora en análisis habría que demostrar
entonces la presencia de tal consentimiento por existir un intervalo lúcido.

Una última cuestión a ventilar es la relacionada con la representación legal de las


personas de capacidad restringida y de los incapaces. En este caso, ante la ausencia de la
institución de la curatela en Cuba evidentemente esta función será asumida por los padres
en ejercicio de la patria potestad, por los tutores si ésta se hubiere extinguido o por el fiscal
en ausencia de éstos, aunque resultaría bueno apuntar que a las personas de capacidad
restringida no sería posible asignarle tutor según lo previsto en el Art.138 del Código de
familia vigente.

2. Causas limitativas de la capacidad de obrar.

Como principio general aplicable a la capacidad de obrar hay que mencionar el


consistente en que la misma se presume plena, es decir, que toda persona se presume capaz
y toda causa limitativa de su capacidad de ejercicio hay que probarla.

Variadas han resultado las clasificaciones de las causas limitativas de la capacidad


adoptadas doctrinalmente y variadas igualmente han sido las situaciones o circunstancias
que se han establecido como tales. Las legislaciones modernas se limitan en su gran
mayoría a comprender entre ellas la edad y la enfermedad, causas que por su origen
resultan naturales (por provenir de la propia naturaleza) y que estudiaremos a continuación
con profundidad. También abordaremos otras causas que forman ya parte del Derecho
histórico, pero que ameritan al menos que se haga sobre ellas una somera referencia.

En principio hay que distinguir entre las capacidades especiales, las prohibiciones
y las limitaciones de la capacidad de obrar.

Las capacidades especiales son exigencias del ordenamiento jurídico para la


realización de determinados actos, es decir, la persona mantiene su plena capacidad de

112
Sobre este particular, que se mantiene en otras legislaciones, cfr. PUIG FERRIOL, L. y otros, Manual de
Derecho Civil, Ed. Marcial Pons, Madrid, 1997, p. 191; DIEZ PICAZO Y GULLÓN, op. cit., p. 258; GHERSI, C.
A. (Coordinador), Derecho Civil. Parte General, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1999.
La persona individual Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS

obrar pero para el ejercicio de determinado derecho se le exige un requisito adicional. Así
ocurre con el adoptante a quien se exige la edad de 25 años aún cuando al arribar a los 18
años de edad ya se encuentra en el pleno goce de su capacidad de obrar.

Las prohibiciones son impedimentos que establece la ley a determinadas personas


que también se encuentran en pleno ejercicio de su capacidad de derecho, de realizar un
acto jurídico concreto por concurrir en ellas determinada circunstancia. Esas prohibiciones
tienen que estar expresamente previstas por la norma y se interpretan con carácter
restrictivo. Un ejemplo de ello es la prohibición de contraer matrimonio entre ascendientes
y descendientes.

Las limitaciones de la capacidad de obrar tienen carácter general o abstracto e


impiden a la persona realizar actos jurídicos en general.

Causas limitativas de la capacidad de obrar en particular:

- SEXO:

La diferencia entre hombre y mujer en el orden biológico fue traspolada al orden


jurídico y si en un inicio el matriarcado fue el sistema predominante, el paso al patriarcado
determinó el empequeñecimiento de la mujer al lado de la magnificación social y jurídica
del hombre. Por suerte la evolución de la sociedad ha traído aparejada la igualdad de los
sexos y hoy en día esta limitación forma parte del derecho antiguo. La mayoría de las
legislaciones confieren a la mujer el pleno ejercicio de los derechos y solo algunos
vestigios quedan en el caso de la mujer casada que requiere para ciertos actos la
autorización del marido. Pero ha quedado muy atrás, por ejemplo, la manus romana que
convertía al hombre en propietario de su mujer como era también propietario de cualquier
otro bien.

Nuestra legislación civil no hace distinción de los ciudadanos en cuanto al sexo y


para ello toma como fundamento los principios de igualdad establecidos en cuerpos legales
más antiguos como el Código de Familia (Art. 1) y la Constitución de la República (Art. 41
y 42).

- PRODIGALIDAD:

También constituye una causa existente en nuestro Derecho histórico aunque


algunos autores consideran que aún el Código de Familia de alguna forma permite su
concurrencia al regular la posibilidad de constituir tutela sobre menores, incapacitados y en
otros casos, entendiendo que aquí pueden ser incluidos los pródigos113.

En principio surgió esta limitación por la necesidad imperiosa en un régimen de


propiedad privada de salvaguardar los capitales y en consonancia con ello solo se restringía

113
Vid. RAPA ALVAREZ, V., "La relación jurídica: Categoría esencial en el nuevo Código Civil", en Revista
Jurídica, Nro. 19, Año VI, MINJUS, La Habana, abril- junio de 1988, p.121.
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la capacidad de obrar de quien podía dilapidar una fortuna, quedar a merced de la caridad
pública y perjudicar a sus herederos.

Conviene apuntar que pródigo es la persona que mantiene una conducta


dilapidadora de sus bienes, es decir es aquel que emplea su dinero de forma irracional y
desproporcionada, quien por costumbre gasta sus bienes en la adquisición de cosas vanas,
inútiles y superfluas, conducta esta que lo lleva a una insolvencia absoluta, o sea, a la
dilapidación de su activo por no tener un criterio económico adecuado.

Es nota de interés que tanto en Roma como en el Derecho español la prodigalidad


no implicó la incapacitación absoluta, sino que la persona solo tenía restringida aquella
esfera de sus derechos relacionados con la disposición de su patrimonio, pero conservaba el
resto de los derechos como los de familia. Para suplir la falta de capacidad del pródigo
judicialmente declarado se le nombraba un curador (Roma) o tutor (España).

- INTERDICCIÓN CIVIL:

Existió en el Derecho Romano con el nombre de capitis deminutio máxima, la


que se podía imponer como pena, y continuó existiendo con otros nombres como el de
muerte civil, con el que se conoció en el Código de Napoleón. Sin embargo si bien en un
inicio implicó la pérdida absoluta de la personalidad y con ella de la capacidad de ejercicio
de los derechos (muerte civil) con el decursar del tiempo se fue convirtiendo en
limitaciones de carácter especial, no generales (interdicción civil).

Siempre ha estado ligada al Derecho Penal, pues se decreta como consecuencia de


la imposición de una pena o en específico de la sanción de privación de libertad. Por
supuesto que esto determina que su imposición siempre tenga que estar decretada mediante
resolución judicial o sentencia.

Actualmente sigue siendo interpretada como el estado de una persona a quien


mediante sentencia de tribunal competente se le priva del ejercicio de determinados
derechos, sin embargo, nuestro Derecho Penal ha restringido tal declaración a la privación
o suspensión de derechos paterno - filiales y de tutela, es decir, que no impone restricciones
en cuanto a disposición de bienes propios y otros actos de Derecho de Familia, etc.

La Ley de Notarías Estatales precisa que son incapaces para comparecer en los
actos que autoriza el notario los incapacitados judicialmente para el acto de que se trate y
los que la ley determine en un acto en particular, por ello su reglamento exige que el
director del Establecimiento Penitenciario haga constar al Notario, si el recluso, sancionado
a privación de libertad, que ante él concurre, no ha sido limitado por sentencia para efectuar
el acto que pretende.

- CONCURSO:
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Es una institución no utilizada en nuestro Derecho actual. No obstante, fue causa


importante limitativa de la capacidad de obrar de la persona en el ámbito patrimonial,
aunque resulta bueno precisar que la declaración judicial de concursado o el concurso de
acreedores no implica para aquel la necesidad de proveerlo de tutor o curador y podía
continuar ejerciendo sus derechos personales o inherentes a la personalidad.

El concursado es el deudor, no comerciante, que ha caído en insolvencia


económica o lo que es lo mismo cuyo pasivo (deudas) ha superado su activo. La
declaración de tal causal se realizaba por vía judicial.

- QUIEBRA:

Esta tiene características similares al concurso en cuanto a utilización actual y


efectos, la diferencia fundamental se encuentra dada que en que esta ocasión la persona
que posee un patrimonio compuesto por deudas que sobrepasan al activo es un comerciante.

La declaración de comerciante quebrado también se obtiene en la vía judicial.

- EDAD:

Al abordar el tema de la capacidad de obrar expusimos muchas ideas que


perfectamente encajan en el que ahora estudiamos.

Podríamos apuntar que la edad siempre influyó en el estado civil individual, pues
determinó la capacidad de obrar desde la Roma antigua hasta nuestros días. En el libro
Derecho Civil. Parte General del Dr. Tirso Clemente se realiza un estudio histórico
profundo de la influencia de la edad en la capacidad de obrar en la diferentes épocas,
estudio al cual ahora remitimos114, sin embargo conviene advertir que diferentes criterios se
han seguido para determinar las edades que permitirían el ejercicio de los derechos, uno
primero basado en el desarrollo físico o biológico que ha sido sustituido por otro más
moderno y reciente que toma en consideración la madurez psicológica o mental. También
ha de señalarse que basado en esto se ha visto como la edad que permite el pleno ejercicio
de los derechos ha ido disminuyendo, hasta situarse en la actualidad en la mayoría de las
legislaciones en los 18 años cumplidos.

Nuestro Código Civil establece tres períodos, uno primero de incapacidad


absoluta o total que comprende hasta los 10 años de edad, uno segundo de capacidad
restringida que abarca desde los 10 años hasta los 18 años de edad y que puede acortarse
como consecuencia de la formalización de matrimonio en las hembras a los 14 años y en
los varones a los 16 años, y un tercer período a partir de los 18 años de edad o del momento
en que ha ocurrido la emancipación señalada en que la persona se encuentra en el pleno
ejercicio de la capacidad jurídica.

En cada etapa los actos jurídicos realizados tienen la eficacia que ya ha sido
objeto de explicación en epígrafe anterior.

114
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., pp. 320 y ss.
La persona individual Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS

Solo nos resta apuntar que se pueden seguir dos sistemas para el cómputo de la
edad:

1. Sistema de computación natural: toma en cuenta la hora en que se produce el


nacimiento para establecer la edad por lo que la computa de momento a
momento y en consecuencia se arriba a la mayoría de edad o a cualquier otra,
el día y a la hora exacta del aniversario del nacimiento.

2. Sistema de computación civil: este es seguido por la mayoría de las


legislaciones o por la propia costumbre y en el se computa la edad contando
por entero el día del nacimiento sin tomar en consideración la hora de éste, es
decir, el primer día vivido se toma como entero de modo tal que se arriba a la
edad al comenzar el día del aniversario.

Nuestra legislación no es uniforme al determinar la edad para ciertos actos por


ello existen edades diferentes para laborar (17 años), para el voto pasivo (16 años), para el
voto activo (18 años), para el servicio militar (16 años), para la imputabilidad penal (16
años), etc.

- ENFERMEDAD:

También hablamos ya de la enfermedad como causa limitativa de la capacidad de


obrar en acápite anterior, no obstante, ahora pudiéramos apuntar tras una nueva remisión a
la obra del profesor Tirso Clemente 115 para el análisis histórico de la misma, que la
enfermedad es toda alteración de las condiciones normales de vida de la persona.

La enfermedad como causa natural de limitación de la capacidad de ejercicio tiene


su origen en la naturaleza misma y puede en el tiempo ser permanente o temporal. Hay, sin
embargo, una clasificación importantísima de las enfermedades que distingue entre
enfermedades mentales y enfermedades físicas, sentándose como principio que las
segundas solo privan de la capacidad de acción si impiden a la persona actuar consciente y
voluntariamente, por ello casi en su totalidad lo que implican para la persona es una
prohibición de intervención en determinados actos. Ejemplo: los ciegos y los sordos no
pueden ser testigos de hechos cuyo conocimiento dependa de la vista y el oído,
respectivamente, según lo previsto en el art. 327 de la Ley de Procedimiento Civil,
Administrativo y laboral.

De las enfermedades físicas ha desaparecido la impotencia como causa de


restricción que impedía al hombre la formalización de matrimonio aunque conservará su
capacidad general de ejercicio.

Se mantienen en la actualidad otras como la ceguera, enfermedad que consiste en


la pérdida total o la disminución del sentido de la vista y que solo impide al que la padece

115
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., pp. 371 y ss.
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la realización de actos para los cuáles este es necesario, por ejemplo ser testigo u otorgar
testamento ológrafo.

También la sordera entendida como enfermedad que priva totalmente o disminuye


la facultad auditiva constituye un impedimento para el que la sufre pero el hecho de
padecerla no es causa suficiente para que pueda incapacitarse para obrar. Se le prohíbe, no
obstante, por el art. 490 del Código Civil en relación con el artículo 30. c de la Ley de las
Notarías Estatales ser testigos en los testamentos o en cualquier documento notarial cuando
deban declarar sobre hechos cuyo conocimiento les éste impedido por razón de su
enfermedad.

Otro padecimiento físico, la mudez o afasia, que se manifiesta en la imposibilidad


de hablar, tampoco impide a la persona el ejercicio de su capacidad jurídica siempre que
pueda manifestar su voluntad de modo claro o preciso. En consecuencia resta plantear que
el Código Civil en su art. 30 menciona solo a los impedidos físicos para precisar que tienen
restringida su capacidad para realizar actos jurídicos, salvo para satisfacer sus necesidades
de la vida diaria o normales, cuando no pueden expresar su voluntad de modo inequívoco.

En cuanto a la única enfermedad física que nuestro ordenamiento jurídico


considera causa de declaración judicial de incapacitación absoluta de obrar, es decir, la
sordomudez podemos significar que es la enfermedad consistente en la ausencia total del
sentido del oído y de la posibilidad de hablar cuando a ella se une la imposibilidad de leer y
escribir. La persona que se encuentra en esa situación no puede manifestar de modo
consciente e inteligente su voluntad y de ello proviene la consideración que el Derecho le
otorga a la persona enferma para su protección y la de sus intereses.

En cuanto a las enfermedades mentales, otras legislaciones hacían distinciones, en


ocasiones incluso no muy precisas, entre locura, demencia e imbecilidad, sin embargo
nuestra ley procesal civil solo habla de enajenación mental y en ella engloba todas aquellas
enfermedades que se caracterizan por producir trastornos o perturbaciones en la psiquis del
individuo que le impiden manifestar su voluntad de modo consciente, racional e inteligente.
En este caso se prevé la posibilidad también para la protección de la persona y de sus
bienes de declarar judicialmente la incapacidad de obrar. Mientras esta declaración,
conocida como incapacitación, no se produzca, el estado civil del individuo no cambia y
por tanto es considerado capaz, resultando necesario como ya apuntamos en cada caso
probar la falta de conciencia y razón de hecho para obtener la nulidad de los actos
realizados. Sin embargo, declarada la incapacidad por tribunal competente, todos los actos
del incapacitado son nulos de pleno derecho.

La falta total de capacidad se declara mediante proceso de jurisdicción voluntaria


promovido por el cónyuge del presunto incapaz, los parientes con derecho a su sucesión
abintestato o las personas a quiénes pueda deferírsele su tutela y el fiscal en ausencia de los
anteriores. Para ello resulta muy importante el criterio de los psiquiatras forenses y del
tribunal cuando examinan al pretendido incapaz.

La declaración de capacidad restringida debe obtenerse mediante proceso


ordinario en la vía contenciosa a instancia de estas mismas personas y en la resolución
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judicial que la decrete debe hacerse mención específica a las facultades o derechos que no
puede ejercer la persona en cuestión.

La situación que presentan los menores e incapaces con respecto a su aptitud para
ejercer por sí sus derechos encuentra solución en dos instituciones que serán oportunamente
estudiadas cuando en Derecho de Familia se haga hincapié en la patria potestad y en la
tutela, sin embargo, conviene significar que en ausencia de padres y tutores la
representación legal de los intereses de estas personas corresponde al fiscal según lo
dispuesto en el art. 48 de la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral. Igual
responsabilidad adquiere este funcionario público ante la existencia de intereses
contrapuestos entre menores e incapaces y sus representantes legales, en virtud de lo
previsto por el art. 60 del Código Civil.

3. Circunstancias de hecho que influyen en la capacidad de obrar.

Aunque algunos autores consideran al domicilio y la ausencia como causas


limitativas de la capacidad de obrar, hemos separado su estudio en este epígrafe pues
consideramos que estos ni restringen ni amplían la misma, sino que se limitan a influir en el
ejercicio de los derechos, en el sentido de que el primero, es decir, el domicilio, constituye
la sede jurídica de la persona y en atención al mismo pueden adquirirse derechos o puede
estarse en condiciones de cumplir determinadas obligaciones, y la segunda, o sea, la
ausencia, aunque no incapacita a la persona para ejercer sus derechos en el lugar donde se
encuentre y de ésta reaparecer continúa en el ejercicio de los mismos, implica una
imposibilidad real al respecto, pero solo en el lugar donde la persona tiene el centro de sus
operaciones y por ello para la protección de sus bienes y de su familia se suelen utilizar
instituciones muy semejantes a aquellas que suplen la falta de capacidad en menores de
edad o enfermos.

Pasemos ahora a su estudio por separado.


- Domicilio:

La palabra domicilio deriva de la voz griega domus y del latin domicilium,


significando en este sentido morada o residencia fija116.

Por supuesto que el termino en cuestión fue utilizado en la antigüedad, sin


embargo encontramos que en los primeros tiempos fue confundido con el de ciudadanía por
la identificación del estado con la ciudad, hoy aluden a situaciones bien distintas,
constituyendo el primero un sustituto de la ciudadanía para los casos en que la persona
carece de ésta y solo encuentra como punto de conexión para determinar la ley aplicable a
un caso al domicilio.

Variadas son las doctrinas que pretenden formular el concepto de domicilio


tomando en consideración distintos aspectos, distinguiéndose en última instancia las
siguientes:
116
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., Tomo I, Segunda Parte, p. 450.
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1.- Teorías subjetivas: como su nombre lo expresa parten de un elemento


subjetivo para la formulación de la definición, en este caso la intención del
sujeto, sea expresa o tácita, y de este modo concluyen diciendo que el
domicilio es el lugar donde se tiene la intención de residir.

2.- Teorías objetivas: Estas por supuesto parten de un elemento real o material, es
decir, de un hecho determinado para la elaboración del concepto, a saber la
permanencia en un lugar, por esto resulta compresible que planteen que el
domicilio es el lugar donde una persona ha establecido el asiento principal de
su residencia y donde se encuentra el mayor volumen de sus negocios.

3.- Teorías mixtas o eclécticas: estas deben ser su nombre a que al ofrecer el
concepto de domicilio combinan tanto el elemento objetivo como el subjetivo.

Para en definitiva arribar a una definición más precisa o acabada del término
domicilio hay que aprenderlo a distinguir de la residencia y de la vecindad.

La palabra residencia deriva de la voz latina residente y de residere que quiere


decir sentarse, establecerse o fijarse, es decir, que en definitiva residencia significa lugar en
que una persona habita de ordinario.

Tal definición pudiera parecer similar a la de domicilio, sin embargo entre ambos
existen diferencias. El domicilio toma como fundamento principal, aunque pudiéramos
significar que no exclusivo, a la residencia, pero a esta hay que sumar la idea de
habitualidad, que significa en Derecho intención de permanecer residiendo en el lugar.

Cuando hablemos, sin embargo, de vecindad, sí estamos en presencia de términos


de mayor similitud pues solo se diferencian en aspectos formales, pero puede decirse que la
vecindad parte del hecho de la adquisición del domicilio, es decir, se es vecino por
encontrarse domiciliado en determinado lugar.

Hay quienes hablan de otro término, el de habitación, con el que identifican el


lugar del asiento ocasional, donde se pasa una temporada.

Atendiendo a lo expuesto pudiéramos decir, como hacía el artículo 40 del


derogado Código Civil español, que el domicilio es el lugar de la residencia habitual de la
persona.

Partiendo de ello se plantea que dos son los requisitos fundamentales del
domicilio:

1.- Corpus: Se manifiesta en la residencia, es decir, en habitar de hecho


en un determinado lugar.

2.- Animus: Se materializa en la habitualidad o voluntad de establecerse


de forma definitiva y permanente en un lugar. Como habíamos
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apuntado esta intención separa al domicilio de la mera residencia. En


ocasiones no resulta esencial la duración o permanencia sino que se
esté ante una residencia normal con perspectiva de futuro o
permanencia, pero no puede ser igualada a residencia perpetus e
indefinida pues aún cuando esta sea por determinado período puede
existir domicilio, ello significa que el domicilio no se contrapone a
residencia temporal sino a residencia accidental, circunstancial o de
tránsito.

Puede tomarse en consideración que la intención de fijar domicilio puede ser


expuesta o tácita, la primera se materializa cuando se acude ante las autoridades
administrativas y se manifiesta la voluntad o interés de fijar residencia en su jurisdicción y
la segunda cuando sin exteriorizar mediante palabras la intención ésta puede intuirse de
determinados hechos o actos, como podrían ser encontrarse de facto residiendo en un lugar
y constituir en él una familia.

Nuestro vigente Código Civil, en su artículo 28.3, precisa que el domicilio de las
personas naturales es el que como tal consta en el Registro Oficial correspondiente, por ello
pudiera parecer que no obedece a los conceptos tradicionales de residencia e intención,
pero si interpretáremos la norma ajustándola a otras vigentes podemos notar la
coincidencia. La legislación actual en materia contravencional sanciona con multa
administrativa la conducta de aquel que habita en determinado lugar sin que haya sido
asentado este particular en su documento de identificación y en los registros de población
correspondientes, lo que obliga a permanecer conviviendo en el lugar que conste en el
registro oficial y ello protege o determina el cumplimiento del requisito de la residencia.

La habitualidad o intención se materializa con el hecho de que unido a lo anterior


cada persona que pretende domiciliarse en un lugar debe acudir ante la autoridad
competente ( unidad del Carné de Identidad y Registro de Población) a mostrar personal y
expresamente su intención de hacerlo y debe además hacerse acompañar del titular del
inmueble que fungirá como domicilio para que este muestre igualmente su consentimiento.
En consecuencia quien no cumple los trámites en cuestión se coloca en situación de mera
residencia y por supuesto no adquiere la condición de vecino para efectos electorales o
administrativos.

El domicilio también goza de ciertos caracteres reseñados por la doctrina y que a


continuación señalamos:

1. Personal: Viene dado por el hecho de que cualquier persona debe y


puede tener un domicilio, sin que para ello quepa distinguir entre
ciudadano o extranjero.

2. Realista: Esta característica viene determinada por el hecho real de la


residencia en un lugar concreto.

3. Fijo: Este, es decir, el domicilio cambia por la adquisición de uno


nuevo, lo que permite decir que el mismo no es inmutable pero que la
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permanencia en un lugar no puede ser accidental o circunstancial para


su adquisición, que un cambio momentáneo de residencia no hace
perder el domicilio anterior ni constituir uno nuevo.

4. Obligatorio: Significa que toda persona, al menos en principio, debe


tener un domicilio que puede ser el de origen o de los padres, aunque
por ejemplo nos encontraremos a los vagabundos carentes por
supuesto de residencia habitual.

5. Único: Se plantea que ha de tenerse un solo domicilio y aunque esta


es la regla nada se opone a la admisión de una excepción incluso en
Cuba con la posibilidad de existencia del domicilio de elección
coexistiendo con el domicilio general.

Al explicar la última característica enunciada hemos puesto en evidencia la


posibilidad de que existen varios tipos de domicilio, lo que nos obliga ahora a estudiar su
clasificación. Así podemos decir que, en dependencia del criterio que se adopte, puede
distinguirse entre domicilio real o de hecho y legal o ficticio, domicilio necesario y
voluntario, absoluto o propio y relativo o derivado, etc.

A continuación precisaremos las notas características de cada uno.

El domicilio real o de hecho es aquel donde la persona tiene fijada su residencia


habitual y el que además tiene carácter voluntario porque depende en definitiva de la
intención de la persona de convertirlo en tal. Nuestro Código Civil regula el mismo en el ya
ciado artículo 28.3.

Contraponiéndose a este tipo de domicilio encontramos el legal, ficticio o


necesario. Esta clase de domicilio viene impuesto a la persona por la ley de modo
imperativo, es decir, su voluntad nada determina al respecto. Tal era el caso de la mujer
casada en el Derecho histórico cuyo domicilio era determinado por el del marido.

Nuestra vigente Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral en su


artículo 13, segundo párrafo, señala un tipo de domicilio legal al expresar que el domicilio
de las personas sujetas a tutela o patria potestad es el del lugar en que residen habitualmente
los que tienen su representación legal.

En la distinción entre domicilio absoluto o propio y relativo o derivado, el caso


que acabamos de exponer se subsume en la segunda categoría, pues debemos tomar en
consideración que el absoluto se determine por actos propios y en atención a la persona a
quien se le atribuye por resultar plenamente capaz de ejercer sus derechos y obligaciones
mientras que el domicilio derivado es el que se fija por el que tiene otra persona de la cual
se depende o en compañía de la cual se convive.

El llamado domicilio legal se distingue a su vez en domicilio legítimo y domicilio


necesario. El primero es el correspondiente al caso supra citado de los menores e incapaces
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y el segundo comprende una serie de domicilios especiales en función de la profesión que


se desempeñe como el caso de los militares, diplomáticos, etc.

El domicilio voluntario también admite subclasificaciones y en este sentido puede


ser general cuando se refiere a la mayor parte de los derechos y obligaciones de una
persona y de elección cuando se habla del pactado en un contrato para su ejecución. Lo
importante en esta situación es conocer que uno no excluye al otro, por ello hablábamos
anteriormente de que el principio de la unidad de domicilio podría verse roto en ocasiones.

En sentido general y para concluir, cabe precisar que el domicilio tiene gran
importancia no solo para el Derecho Civil, sino también para el Administrativo, el Penal, el
Procesal, etc, pues por ser la sede jurídica principal de la persona será el lugar en que podrá
localizarse, donde cumplirá el mayor número de sus obligaciones, donde ejercerá sus
derechos y por razón del cuál adquirirá muchos de ellos, el que servirá para precisar ante
qué órgano judicial se someterán sus asuntos y el que le dará la condición de vecino.

No obstante, conviene precisar que como domicilio y residencia no son lo mismo,


puede existir el primero sin la segunda y viceversa; en el primer caso, domicilio sin
residencia, se encuentran los domicilios legales o derivados, mientras que en la residencia
sin domicilio puede ubicarse el de los funcionarios diplomáticos.

Ausencia:

Para estudiar esta circunstancia hay que distinguir sus dos acepciones
fundamentales, es decir, la vulgar, que no por serlo deja de ser utilizada en el ámbito
jurídico, y la técnica o propiamente jurídica.

En el sentido vulgar apuntado, ausencia es la no presencia en un lugar


determinado, por ello ausente es aquel que no se encuentra en el lugar donde tiene su
domicilio pero se sabe con certeza su existencia. El artículo 553 de la Ley de trámites
civiles utiliza este término en su acepción vulgar para referirse a la persona que no se
encuentra en el país al momento de adjudicarse una herencia por haberlo abandonado de
forma definitiva; de la misma, en consecuencia, se sabe que no está en su lugar de origen
pero además se conoce donde se encuentra.

La ausencia en sentido técnico es la institución referida a la persona que no está


presente pero que además su paradero es ignorado y se duda de su existencia física.

Con frecuencia en el mundo actual y así ocurrió también en la más remota


antigüedad, es decir, desde la clásica Roma, se produce la desaparición de personas,
desaparición que viene acompañada del desconocimiento de su paradero y de la duda de la
existencia de las mismas, por ello el Derecho ha tenido que acudir a instituciones como la
ausencia calificada y la presunción de muerte.

Muchas legislaciones las han acogido siendo sus rasgos característicos semejantes
y produciéndose las mayores diferencias en los términos que deben transcurrir desde el
momento de la desaparición para lograr el reconocimiento de efectos jurídicos a este hecho,
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términos que han ido disminuyendo, pues el desarrollo de las comunicaciones en general
permiten una mayor difusión de la noticias sobre el paradero de una persona. También las
consecuencias del reconocimiento judicial de estas circunstancias a lo largo de la historia
del Derecho han variado, pero el estudio de estas particularidades de forma minuciosa
puede encontrarse en el texto del Dr. Tirso Clemente ya señalado y a él remitimos117.

Tradicionalmente se ha hablado de la existencia de tres momentos después que se


ha producido la desaparición de una persona o que se han tenido las últimas noticias sobre
ella. Estos momentos son:

1.- Interino:

Es el primer momento y se caracteriza por existir una presunción de vida más


fuerte que la idea de que se haya producido la muerte.

Este momento, reconocido en algunas legislaciones como el Código Civil español


de 1889, implicaba la adopción de medidas provisionales para la protección de los bienes
del presuntamente ausente. En nuestro Código actual no existe pronunciamiento específico
al respecto, pero evidentemente durante determinado período existe un correlación entre las
ideas de la vida y de la muerte que no permiten la declaración de ausencia, así se manifiesta
en su artículo 33.1.

2.- Normal de ausencia declarada:

En este segundo momento existe una equiparación o se alcanza un equilibrio entre


la presunción de vida que en definitiva informa a la legislación y la duda sobre la muerte.
Ello lleva a las legislaciones a permitir la declaración de ausencia. El precepto ya citado
autoriza a declarar ausente a la persona natural que haya desaparecido de su domicilio sin
tenerse indicios de su paradero durante más de un año. Está declaración tiene que hacerla el
tribunal competente, es decir, en nuestro caso, el Tribunal Municipal Popular y con
preferencia el que corresponda al domicilio del ausente, según la reglas de competencia que
por razón de la materia y el territorio establece la ley adjetiva civil.

El proceso están legitimados para iniciarlo parte interesada o el fiscal. Esta parte
interesada que menciona el Código se identifica con los herederos testamentarios o
abintestato del desaparecido o cualquier persona que pudiera tener un interés legítimo
sobre sus bienes, como el caso de un acreedor.

El Tribunal, según mandamiento de ley, debe tomar las medidas necesarias para
obtener información sobre el ausente o su desaparición para evitar pronunciamientos
incongruentes con la realidad. Como el proceso en cuestión se sustancia por los trámites de
la jurisdicción voluntaria, para proteger los intereses públicos y del propio ausente el fiscal
cuando no asuma la responsabilidad de la promoción debe emitir dictamen que contenga su
criterio sobre la procedencia o no de la declaración judicial que se interesa.

117
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., Tomo I, Segunda Parte, pp. 485 y ss.
La persona individual Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS

Como el objetivo de la declaración de ausencia es la protección de los bienes del


ausente una vez producida esta debe nombrársele un representante legal, función que puede
recaer según el artículo 33.2 del Código Civil en el cónyuge del mismo y, a falta de éste, se
escogerá entre un hijo mayor de edad, el padre, el abuelo o un hermano, pero sin son varios
los parientes del mismo grado y no hay acuerdo entre éstos el Tribunal será quien decidirá,
pudiendo incluso, cuando existan razones que lo aconsejan, designar a persona distinta.
Cabe no obstante precisar que en primera instancia y de existir acuerdo, la designación
puede hacerse mediante acta notarial de administración de bienes del ausente, acta que
autorizará un notario público que será requerido al efecto por uno de los herederos
abintestato del ausente, según lo dispuesto en el artículo 116 del Reglamento de la Ley de
las Notarías Estatales.

El representante tendrá las mismas funciones del gestor depositario de un caudal


relicto y en ausencia suya sus funciones podrán ser asumidas por el Fiscal según lo
establecido en el artículo 48 de la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral.
En cuanto a otros efectos, por ejemplo con relación a los derechos eventuales del ausente
(los que nacen con posterioridad a los hechos que dan lugar a la declaración de ausencia) su
adquisición está subordinada a la demostración de la existencia del ausente llamado a
recibirlos.

3.-Definitivo o de presunción de muerte:

En este momento cobra fortaleza la presunción de muerte, es decir, hay una


inclinación a desechar la idea de que la persona se mantiene con vida.

En este período se produce la declaración judicial de presunción de muerte en


proceso promovido a instancia de las mismas personas y sustanciado ante igual tribunal que
para el caso de la declaración de ausencia ya mentado. En este proceso también el fiscal
emite su criterio mediante dictamen cuando no es quien promueve.

En la actualidad hay que esperar el transcurso de 3 años desde que no se tienen


noticias del desaparecido para solicitar el pronunciamiento judicial. Este término se
computa de igual forma aunque se haya producido o no la declaración previa de ausencia.

Si el ausente era la persona desaparecida de la que no se tenía noticias durante un


año, se desconocía su paradero y se dudaba de su existencia, el presuntamente muerto es la
persona desaparecida de la que no se tienen noticias durante 3 años, se desconoce su
paradero y se tiene la certeza de que ha muerto, pero no se cuenta con el medio de prueba
para demostrarlo.

La declaración de presunción de muerte tiene los mismos efectos que la muerte


natural demostrada por certificación médica y de defunción: se produce la cesación o
extinción de la persona, se abre su sucesión y se extinguen el matrimonio así como otras
relaciones de carácter familiar como la patria potestad, a diferencia de la ausencia que solo
puede provocar el nombramiento de un administrador o representante de los bienes del
ausente, la suspensión del ejercicio de la patria potestad y el divorcio por justa causa previa
promoción de procesos judiciales civiles. Estos efectos se retrotraen al momento en que se
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produjo el acontecimiento que hizo presumir la muerte o se tuvieron las últimas noticias del
desaparecido. Nuestro Código no hace más precisión al respecto, como otras legislaciones.

Cuando hablamos de la ausencia omitimos voluntariamente la mención de la


llamada ausencia calificada, pues esta con aquella tiene menos relación que con la
presunción de muerte.

La declaración de ausencia y de la presunción de muerte propiamente dicha se


producen cuando la desaparición de la persona tiene lugar en condiciones normales, a
diferencia de la ausencia calificada que tiene como presupuesto fundamental que la falta de
noticias sobre la persona tiene lugar después de haber ocurrido un desastre aéreo o
marítimo, una catástrofe natural u otro accidente o una confrontación bélica.

En esta última, la ausencia calificada, la certeza de la muerte se alcanza, según la


propia ley, en menor tiempo. De esta forma, el art. 35 del Código Civil precisa que la
persona que haya desaparecido al producirse un desastre aéreo, marítimo o terrestre u otra
calamidad pública o accidente, puede ser declarada presuntamente muerta después del
transcurso de 6 meses de ocurrido tal evento. Añade que si la desaparición hubiera ocurrido
en operaciones militares, el término se extenderá a un año.

Por supuesto que se han producido en nuestro país declaraciones judiciales de este
tipo, sin embargo con frecuencia en casos de desapariciones masivas las declaraciones han
tenido carácter administrativo, mediante leyes del gobierno, tal ocurrió cuando el ras de
mar de Santa Cruz en 1932, la explosión de la Coubre en 1960 y el ciclón Flora en 1964.

Según los art. 42. h y 60. d de la Ley del Registro del Estado Civil, en los
asientos de nacimiento y matrimonio se inscribirán como notas marginales las ejecutorias
correspondientes a la declaración judicial de presunción de muerte por la influencia que la
misma tiene en la personalidad.

Por último conviene apuntar que las declaraciones de ausencia o de presunción de


muerte pueden ser revocadas por tribunal, consideramos que mediante proceso contencioso
de carácter ordinario, si el declarado ausente o presuntamente muerto se presenta o prueba
su existencia. La revocación en cuestión supone para esta persona la restitución de todos
sus derechos y de sus bienes en el estado en que se encuentren, así como la entrega de su
precio en caso de haber sido estos enajenados o los adquiridos con él, pero no podrá
reclamar frutos118.

4. El estado civil. Teoría de los llamados Títulos de Estado.

Según los autores del diccionario de Derecho Privado, el estado civil “consiste en
la distinta situación en que se considera al hombre, según la cual goza de diversos derechos
y se le imponen diferentes obligaciones”119.

118
Vid. Artículo 37 del vigente Código Civil cubano.
La persona individual Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS

Partimos de esta simple definición para arribar a una más acabada, pero para
completar la misma debemos analizar primero otras particularidades.

Esta categoría ya era contemplada por el Derecho Romano, que distinguía entre
estado natural atendiendo al nacimiento ( nacidos y póstumos), el sexo (varones y hembras)
y la edad (mayores y menores), y estado civil que a su vez comprendía el estado de libertad
(libres y esclavos), el estado de ciudadanía ( ciudadanos y extranjeros o peregrinos) y el
estado de familia ( sui iuris y alieni iuris) considerando siempre que en definitiva el estado
civil era una cualidad que permitía a los hombres usar o gozar diversos derechos.

Criterios similares se mantuvieron en sucesivas legislaciones, pero lo que si hay


que tomar en consideración es que las personas poseen al menos en principio idéntica
capacidad de goce de los derechos, sin embargo, no todas tienen la misma capacidad de
obrar, situación que no puede estar determinada por factores externos sino por condiciones
o cualidades intrínsecas de la propia persona, aún cuando permitan su diferenciación en el
desenvolvimiento de esta en el medio social.

Para lograr la definición que buscamos también hay que tener dominio sobre lo
que constituye un fenómeno jurídico, que es aquel acontecimiento vital relacionado con el
modo de ser o estar el individuo dentro de un grupo social del que se derivan consecuencias
jurídicas, y una situación jurídica, que junto al hecho jurídico son manifestaciones
fundamentales del fenómeno jurídico, constituyendo su contenido, tiene carácter estático y
por supuesto tiene que ver con la forma de ser o estar el individuo en la sociedad.

Recordemos que las situaciones jurídicas pueden ser unisubjetivas, que son las
que tienen que ver con la manera de ser o estar intrínseca de la persona dentro del grupo
social, o intersubjetivas, que tienen que ver con el modo de ser o estar del individuo en el
grupo social pero en su relación con otras personas.

En el primer grupo encontramos como ejemplo típico el estado civil. Por ello
puede concluirse que el estado civil es un modo de ser o estar intrínseco que tiene la
persona natural con respecto a la sociedad, es una cualidad personal determinada por la
realidad natural o social (manera de ser o estar) que a su vez es determinante de la
capacidad de obrar de una persona, de su ámbito de poder o responsabilidad, porque es
además fuente de derechos y obligaciones120.

En resumen puede decirse que la persona en virtud de ciertas condiciones que le


son propias, exclusivas e individualizantes, conviven o están en la sociedad de una manera
determinada, conocida como estado civil, y de la que dependen su capacidad de obrar y los
derechos y obligaciones que adquiere.

Puede hacerse una clasificación del estado civil atendiendo a determinadas


condiciones presentes en la persona:

119
DE CASSO Y ROMERO, I. y otros, Diccionario de Derecho Privado, Ed. Labor S.A., Madrid-Barcelona,
1950, tomo I, letras A-F, pág 1828
120
Vid. DIEZ PICAZO y GULLÓN, op. cit., p. 232 y 233.
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1.- Estado civil político:

Este atiende a la relación de carácter político que la persona tenga con


determinado Estado y en consecuencia las personas pueden ser calificadas como
ciudadanos o nacionales y extranjeros.

Por tal circunstancia puede conocerse la legislación aplicable a la capacidad de


obrar de la persona, situación evidente en el art. 12 del vigente Código Civil. Sin embargo,
en algunos países donde no existe unidad de legislación, como por ejemplo en España
también resulta importante la condición que obtenga la persona en cuanto a la vecindad.

2.- Estado civil familiar: para este estado deben tenerse en cuenta dos
subclasificaciones:

Derivada del matrimonio.

Se atiende a la situación de la persona con respecto al matrimonio por lo que


puede ser considerada como soltera, casada, divorciada o viuda.

Derivada de la filiación o de la relación con los demás miembros del grupo


familiar.

Atendiendo a estas circunstancias las personas pueden ser consideradas pariente


(ascendientes, descendientes, colaterales, por consanguinidad o afines) y extraños.

3.- Estado personal: para esta clasificación se toman en consideración las


circunstancias que modifican o limitan la capacidad de obrar como la edad y la
enfermedad, por lo que la persona puede ser mayor o menor de edad, plenamente capaz, de
capacidad restringida o incapacitado.

Los estados civiles no se excluyen unos a otros si no son opuestos. Por ejemplo, se
puede ser soltero, ciudadano, mayor de edad y plenamente capaz lo que no puede concurrir
a un tiempo en una persona es la condición de nacional y extranjero con respecto a un
mismo Estado.

Caracteres del estado civil:

1.- Es propio de la persona: cada persona tiene su particular estado civil, pues este
depende de condiciones o cualidades intrínsecas de ella.

2.- Intransmisible: esta característica alcanza tanto los actos inter vivos como los
mortis causa, pues la persona no puede disponer sobre él por contrato ni por
testamento y tampoco resulta heredable.

3.- Imprescriptible: las acciones encaminadas a su defensa, protección o ejercicio


no prescriben por el transcurso del tiempo.
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4.- Orden público: la importancia del estado civil para la sociedad por decidir el
lugar que en ella ocupa la persona, determina que en él la autonomía de la
voluntad sufra restricciones y que su defensa incluso se encargue al ministerio
público. El art. 47 de la vigente Ley de trámites civiles precisa que el Fiscal es
parte en todos los procesos civiles en que se ventilen cuestiones relativas al
estado civil de las personas.

5.- Eficacia “erga ommes” o absoluta: surte efectos frente a todos, pues incluso los
terceros están obligados a acatar cualquier disposición judicial al respecto. En
el art. 352, segundo párrafo, de la Ley procesal civil cubana queda de forma
precisa recogido este particular pues se plantea que “en las cuestiones relativas
al estado civil de las personas...la presunción de cosa juzgada es eficaz contra
terceros, aunque no hubiesen litigado”.

6.- Carácter imperativo de las normas que lo regulan: la autonomía de la voluntad


encuentra obstáculos, pues la persona no puede adquirir o renunciar a un
estado civil por su propio deseo o voluntad, solo el legislador establece las
causas por las que se adquiere o pierde un estado civil o aquellas que lo
pueden modificar y los efectos que produce su posesión.

Teoría o doctrina de los llamados títulos de estado.

Para esta doctrina los títulos de estado pueden ser clasificados en títulos de
adquisición o atribución y títulos de legitimación.

Esta distinción obedece a las siguientes razones:

- Títulos de adquisición o atribución: estos están constituidos por los hechos o


causas que fundamentan o determinan la posesión de un estado civil.

Ejemplo: la condición de casado se adquiere por el hecho de haber


formalizado matrimonio.

- Títulos de legitimación: no pueden sustituir al título de atribución porque


constituyen solo su ropaje exterior o su aspecto formal. Se encuentran en
general constituidos por los asientos del Registro del Estado Civil. Permiten en
esencia a la persona demostrar la posesión de determinado estado civil sin tener
que probar el hecho que le da origen al mismo, no obstante, funcionan como
presunción iuris tantum y en consecuencia admiten prueba en contrario para
acreditar que la persona no posee el estado que está alegando.

Su importancia ha quedado muy bien expresada por Manuel ALBADALEJO cuando


refiere que “la razón de ser del título de legitimación se haya en evitar que en cada caso en
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que el estado entre juego sea preciso averiguar y probar, tanto la realidad y validez de los
hechos en que se basa, como que después no han acontecido otros que los extingan”121.

Otro medio de prueba que admite el Derecho con respecto al estado civil es el
conocido como posesión de estado y conceptuado como el ejercicio de forma constante y
manifiesta del contenido de un estado determinado. Tal reconocimiento legislativo lo
encontramos por ejemplo en el art. 22 de nuestro vigente Código de Familia.
Los hechos y actos que constituyan o afecten el estado civil de las personas, y los
documentos que consten, para que tengan valor probatorio deberán inscribirse o anotarse
previamente en el Registro del Estado Civil.

Aunque la vigente Ley del Registro del Estado Civil, Ley no. 51 de 8 de junio de
1985, no precisa qué se entiende por estado civil es evidente que acepta la doctrina de los
títulos de estado para comprobarlo, por lo cual resulta necesario atenerse a lo dispuesto en
su art. 3, que establece que el nacimiento, el matrimonio, la defunción, la adquisición, o
pérdida o recuperación de la ciudadanía cubana y todo hecho o acto que constituya o afecte
el estado civil de las personas se inscribirá en el Registro del Estado Civil.

5. Factores identificativos de la persona.

Estos factores son los elementos que se precisan para identificar a la persona con
el propósito manifiesto de distinguirla del resto de los individuos de la sociedad. Los
mismos, por esta razón, tienen gran importancia en el orden civil, procesal, administrativo,
etc.

Muchos de ellos han sido estudiados en epígrafes anteriores de este capítulo, pero
conviene ahora al menos nombrarlos:

1. Nacimiento: es un hecho natural o biológico del cual se derivan


consecuencias jurídicas, la primera de ellas el surgimiento de la persona y
de la personalidad como un atributo esencial de esta. Su prueba la
encontramos en su inscripción en la sección de nacimientos del Registro
del Estado Civil.

2. Nombre: sus características las estudiaremos al abordar el derecho al


nombre como derecho inherente a la personalidad.

3. Sexo: También lo abordamos al tratar las causas limitativas de la


capacidad de obrar y aunque apuntamos que ya no constituye tal sí
conviene precisar que existe distinción biológica o de hecho y que por ello
el Derecho reconoce dos sexos: femenino y masculino.

121
ALBADALEJO, M., Curso de Derecho Civil Español, Común y Foral, Tomo I, Introducción y Parte
General, Ed. Bosch, Barcelona, 1977, p. 148.
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4. Edad: igualmente la abordamos como causa limitativa de la capacidad de


ejercicio por ello solo diremos que las personas pueden distinguirse por
razón de la edad en mayores de edad y menores de edad.

5. Naturaleza: este elemento hace alusión al lugar donde ocurrió el


nacimiento y por supuesto se hace constar en la inscripción de este hecho
jurídico en el Registro del Estado Civil.

6. Ciudadanía: la condición de ciudadano la determina la relación o vínculo


de carácter político que tenga el individuo con un Estado determinado, que
le permite participar en las funciones de éste. En dependencia de ello a la
persona se le otorga el estado civil político de ciudadano o extranjero.

7. Filiación: viene determinada por la descendencia desde el punto de vista


biológico. Al menos en principio, es el lazo de parentesco que se establece
entre padres e hijos. Esta situación también se refrenda en los asientos del
Registro del Estado Civil donde rezan no solo los nombres de los padres
sino además los de los abuelos.

8. Raza: aunque es principio constitucionalmente reconocido la no


discriminación por motivo de la raza, es evidente que resulta un factor
diferenciador, por ello incluso en los documentos de identificación
personal se hace mención al color de la piel, aunque esto en nada
determine el ejercicio o disfrute de determinados derechos como
privilegio.

9. Estado civil: este también fue abordado en apartado anterior por lo que nos
remitimos a lo expuesto para significar su importancia como elemento
identificativo en todas sus variantes (político, familiar e individual).

10. Ocupación: la misma se refiere a la profesión u oficio de la persona, es


decir, se relaciona con el género de trabajo habitual de ésta.

11. Domicilio: al respecto ya se hicieron en oportunidad anterior los apuntes


pertinentes.

12. Rasgos físicos: estos son elementos de la imagen física del individuo y
pueden percibirse personalmente o a través de fotografías o incluso puede
ser objeto de descripción con palabras. Ejemplo: color de los ojos, talla o
estatura, peso, etc.

Los artículos 224.1 y 359.1 de la Ley adjetiva civil son un ejemplo manifiesto o
fehaciente de la utilización de estos elementos como factores identificativos de las partes en
los principales procesos civiles de conocimiento. La importancia de los mismos también
resulta perfectamente visible en el ámbito penal, pues la ley rituaria de la materia exige la
identificación del acusado y de los testigos partiendo de estos particulares (artículos 160 y
179).
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6. Derechos inherentes a la personalidad.

Para hacer un estudio de carácter general de los derechos inherentes a la


personalidad así como de cada derecho en particular hay que tener aprendido ya el concepto
de relación jurídica civil y conocer además que su contenido lo constituye una situación
jurídica de poder y una situación jurídica de deber, las que se encuentran en estrecha
relación con la posición que los sujetos adoptan en la misma. El sujeto que es titular de una
situación jurídica de poder es también titular de derechos subjetivos. Este sujeto tiene un
comportamiento posible y la prerrogativa de exigir de otra persona una prestación o un
determinado comportamiento y en ambos casos cuenta con la protección del ordenamiento
jurídico.

A este sujeto denominado activo dentro de la relación jurídica se contrapone el


denominado sujeto pasivo, que es aquel que tiene un comportamiento debido, por lo que es
titular de una obligación jurídica y en definitiva, si incumple la misma debe responder
haciéndose acreedor de las medidas coercitivas que el Estado prevé en cada caso.

Si nos detenemos en la situación jurídica de poder podemos precisar que su titular


puede resultar no solo acreedor de derechos subjetivos sino también de facultades y
potestades, considerando los primeros como el poder jurídico o el conjunto de facultades
conformadoras de una unidad que el ordenamiento jurídico otorga a una persona a la que
por ello se le permite un determinado comportamiento o se le concede la oportunidad de
exigir de otra una prestación o conducta debida, siempre para la consecución de ciertos
fines ilícitos. Las facultades, por su parte, son también un poder o una conducta posible que
se atribuye por la norma jurídica a una persona, pero en este caso pueden conformar a su
vez un derecho subjetivo más amplio o resultar independientes de este, pero formando parte
de una relación jurídica. Las denominadas potestades son poderes jurídicos que se le
reconocen a la persona, pero no para que con ellos defiendan sus propios intereses sino para
proteger y defender los intereses de otra, sin embargo su ejercicio no es permitido sino
impuesto por la norma jurídica.

Ejemplos existen múltiples, pero los de más fácil comprensión resultan en el caso
de los derechos subjetivos el derecho real de propiedad, que está compuesto por un
conjunto de facultades como las de uso, disfrute, posesión, disposición, etc. Estas por su
parte son facultades conformadoras de un poder más amplio. Para las potestades se utiliza
como caso socorrido el de la patria potestad, pues aunque se materializa dentro del Derecho
de Familia resulta en ella muy evidente que el ordenamiento jurídico impone a los padres
un determinado comportamiento en beneficio de los hijos.

Los derechos subjetivos también son susceptibles de clasificación. En


consecuencia pueden ser en primer orden absolutos, si conceden a su poseedor un poder
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inmediato y directo respecto a una persona o sobre un bien material o no y cuando son
eficaces erga ommes, es decir, excluyen la intervención de cualquier persona en la esfera de
señorío del titular, o relativos, cuando conceden a éste un poder sobre la conducta de una
persona, es decir, no frente a todos sino solo sobre aquella persona frente a la cual se
ostenta ese derecho.

Otra clasificación los distingue en patrimoniales y no patrimoniales, los primeros


son susceptibles de valoración económica, su objetivo es satisfacer intereses de este tipo,
mientras que los segundos satisfacen pretensiones de índole moral o espiritual y no pueden
valorarse pecuniariamente.

También se conocen los derechos subjetivos inherentes a la personalidad,


personales o de familia, corporativos, reales, sobre bienes inmateriales, de crédito y de
monopolio.

Nuestro estudio se centra en los derechos inherentes a la personalidad por


encontrar los mismos protección jurídica en el Derecho Civil general, el resto son tratados
por otras partes de este como el Derecho de Familia, el de Propiedad, el de Obligaciones y
Contratos, etc.

Los derechos inherentes a la personalidad son aquellos poderes o facultades que la


norma otorga a la persona solo por ser tal y sobre bienes relacionados con su propia
naturaleza y que le son intrínsecos, como la vida, el honor, la propia imagen, el nombre,
etc.

Estos derechos en sentido general tienen caracteres propios que los distinguen del
resto de los derechos subjetivos:

1. Originarios o innatos: La persona los adquiere por el simple hecho de


gozar desde su nacimiento de tal condición. Para su adquisición no es
necesaria la producción de determinado acto jurídico.

2. Absolutos: En este caso nos remitimos a lo explicado al exponer la


clasificación de los derechos subjetivos.

3. Necesarios: Como derechos esenciales de la persona y directamente


vinculados con su propia naturaleza, toda persona los posee al menos en
principio, aunque el ordenamiento jurídico por razones de interés público,
social o moral puede imponer algunas limitaciones.

4. No patrimoniales o extrapatrimoniales: Aunque en algunos casos traen


aparejadas consecuencias económicas fundamentalmente en aquellos
supuestos en que su violación hace surgir la obligación de indemnizar
daños y perjuicios, en esencia no son valorables en dinero.

5. Imprescriptibles: El transcurso del tiempo no afecta su eficacia, es decir, el


ordenamiento jurídico protege su ejercicio o su defensa en cualquier
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tiempo. En tal sentido se pronuncia nuestro vigente Código Civil en su


artículo 124. ch.

6. Irrenunciables: Aunque el art. 5 del mentado cuerpo legal precisa que los
derechos civiles que reconoce a lo largo de su articulado son renunciables,
este tipo de derechos no goza de tal condición, pues la autonomía de la
voluntad debe ceder ante intereses superiores como los públicos y sociales,
ya que por la importancia de los mismos para que el hombre mantenga la
condición de persona y realice una vida plena, incluso los ha elevado al
rango de derechos fundamentales previstos en toda Carta Magna.

7. Intransmisibles: Estos derechos no pueden ser objeto de transmisión ni por


actos inter vivos ni por actos mortis causa, es decir, no pueden ser objeto
de pactos ni de enajenación.

8. Personalísimos: Su ejercicio es personalísimo, al menos en principio,


aunque se admite la representación legal para su ejercicio y defensa en el
caso de los menores e incapacitados.

Veamos a continuación los medios de defensa o tutela de tales derechos.

Una primera vía de protección de los mismos es la civil. En nuestro ordenamiento


jurídico encontramos el art. 38 del Código Civil, el que al respecto precisa que la violación
de tales derechos que afecte al patrimonio o al honor de su titular, confiere a este o a sus
causahabientes la facultad de exigir:
- el cese inmediato de la violación o la eliminación de sus efectos de ser posible.
- La retractación por parte del ofensor, y.
- La reparación de los daños y perjuicios causados.

En cada caso el ofendido o víctima puede acudir a los Tribunales Municipales o


Provinciales, a sus Secciones o Salas de lo civil, para exigir protección en uno o todos los
aspectos apuntados y estos se encargarán de adoptar las medidas pertinentes para condenar,
de ser procedente, al ofensor y para hacer efectivas sus disposiciones en caso que no se
produzca el cumplimiento voluntario por parte de éste.

Otra posibilidad de defensa de estos derechos es la prevista por la vía penal, o sea,
la persecución de las infracciones cometidas por constituir delitos de los regulados en el
Código Penal vigente. La justicia en este caso es administrada igualmente por los tribunales
populares pero esta vez por sus Secciones o Salas de lo penal.

En consecuencia el victimario puede ser condenado a cumplir cualquiera de las


sanciones principales, subsidiarias o accesorias que para cada tipo delictivo ha previsto la
ley sustantiva penal e incluso también en este caso puede hacerse pronunciamiento sobre la
responsabilidad civil en que por su conducta ha incurrido y que debe satisfacer.

Otra posibilidad de defensa de estos derechos es la proveniente del Derecho


Constitucional, pues muchos de ellos han sido igualmente previstos por la Constitución
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como derechos fundamentales como se había apuntado. En algunos países esta protección
la brindan los Tribunales Constitucionales o de Amparo, pero en nuestra patria no existen
órganos de este tipo, no obstante por el paralelismo existente entre los derechos
fundamentales y los derechos inherentes a la personalidad, para exigir respaldo ante
violación de los primeros puede acudirse a la ya mentada vía civil o interesarse la actuación
de la Fiscalía General de la República por la función de máxima veladora de la legalidad
que le ha otorgado a la misma la propia Constitución (artículo 127).

Estudiemos ahora algunos de estos derechos en particular.

- Derecho al nombre.

El nombre es el elemento diferenciador o individualizante de las cosas o personas.


En el caso de los nombres propios de las personas están conformados por varias palabras,
es decir, el nombre de pila y los apellidos, distinguiéndose tres sistemas para su ordenación
el árabe o eslavo, el francés y el español.

En Cuba el art. 43 de la Ley de Registro del Estado Civil prevé la posibilidad de


escoger los nombres libremente al momento de la inscripción de la persona pero estos
nunca sobrepasarán la cifra de dos y siempre estarán en concordancia con la cultura y las
tradiciones del pueblo. Los apellidos que corresponden al inscripto son como primero, el
primero del padre y como segundo, el primero de la madre, pero si solo existe filiación
materna o paterna se impondrán los dos apellidos del padre que la reconozca ( la paternidad
) en igual orden o el único que el mismo posea repetido.

Para defender este derecho se ofrecen dos acciones en el ámbito civil, la de


reconocimiento o reclamación del nombre y la de impedir la usurpación del mismo.

Evidentemente el hombre no tiene sobre el nombre un derecho de propiedad, pero


como resulta un elemento indispensable para la exteriorización de la personalidad y tiene
además gran influencia tanto para la buena fama o consideración social como en el ámbito
patrimonial, tiene que ser protegido por el Derecho.

Muchas acciones filiatorias (reclamación o impugnación de paternidad) permiten


el reconocimiento o recuperación del nombre, por ello tienen gran trascendencia en la
defensa de este tipo de derecho. También resultan importantes en este sentido las peticiones
administrativas o judiciales de subsanación de errores materiales o sustanciales en el
nombre respectivamente.

En la esfera penal los delitos de clasificación de Carné de Identidad, la Tarjeta de


Menor y el Documento de Identificación Provincial y de falsificación de Documento de
Identificación protegen contra la usurpación del nombre.

El artículo 37 de la vigente Constitución, al proteger la paternidad sienta el


principio indispensable para la defensa del nombre.
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La doctrina no reconoce de forma unánime al nombre como un bien jurídico


tutelado y protegido como un derecho de la personalidad. Autores como JOSSERAND,
PLANIOL, ROMERO GIRÓN y PACCIONi se niegan a reconocerle tal naturaleza.

Frente a esta posición se alza la corriente contraria, liderada por BATLE, que
sostiene que el individuo al nacer adquiere personalidad y esta requiere diferenciación
dentro del enramado social donde se desenvolverá, por tanto si en la actualidad no es
dable negar la cualidad de persona a ningún ser humano, tampoco lo es negarle las
condiciones necesarias de distinción. Esta es la posición doctrinal más aceptada
mayoritariamente.

DE BUEN considera conveniente distinguir entre el derecho al nombre en general y


el derecho a un nombre determinado. A su modo de ver, este último derecho es una
manifestación de las relaciones de filiación, mientras el primero es una exigencia de la
personalidad, pues todos tienen derecho a ostentar un nombre que los designe en la vida
social122. Así, este autor opina que el derecho al nombre es un derecho de familia, de
filiación o de estado y, al mismo tiempo, un derecho de la personalidad, criterio que
acogemos.

Una posición interesante es la asumida por LUCES GIL123, quien opina que el
derecho al nombre, en abstracto, es un derecho de la personalidad, pero no así el derecho
sobre un nombre en concreto, el cual es un derecho adquirido y cierto. Añade que el
derecho al nombre es una manifestación del derecho a la identidad personal, encuadrado en
la categoría de los derechos fundamentales o esenciales de toda persona. Pero el nombre
atribuido o utilizado en concreto por una persona determinada no es más que un
instrumento convencional al servicio de la identidad personal.

- Derecho a la vida.

Para el estudio de este derecho es imprescindible partir de la tesis de que la vida


es el bien más preciado del hombre y que por ello la protección que al respecto ofrece el
Estado se sintetiza en garantizar la preservación de la misma.

Pero en este caso cabe apuntar que la vida tiene un valor no sólo individual, sino
además familiar y social, por tanto el hombre no puede disponer de ella libremente, al
menos en principio, ya que por ejemplo, aunque por la consecuencia propia del acto no
resulta punible el suicidio y en algunos países se autoriza el otorgamiento de un
denominado testamento vital124, acto jurídico por medio del cual la persona puede disponer
122
Vid. DE BUEN, D., Notas al Curso elemental de Derecho Civil, s.e., Madrid, 1925.
123
Vid. LUCES GIL, El nombre civil de las personas naturales en el ordenamiento jurídico español, Barcelona,
1978.
124
Se critica la denominación porque este no sería un acto jurídico para surtir efecto luego de la muerte de la
persona que lo otorga, como es típico del testamento, sino en vida de la persona, y tampoco es precisamente
"vital", pues se refiere a circunstancias en que el individuo ha perdido la salud de modo irreversible,
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que ante determinadas circunstancias se le suspenda el tratamiento médico para evitar la


prolongación de la vida por medios artificiales.

Sin embargo, en este último caso las opiniones son muy diversas o encontradas y
es más fuerte la discusión si se trata de que el consentimiento para poner fin a un
tratamiento médico lo brinde una tercera persona en sustitución del enfermo.

El reconocimiento de este derecho varía en dependencia de la legislación que


tomemos como referencia. Así, por ejemplo, en España no se reconoce la pena de muerte ni
el aborto, mientras que en otros países como Holanda se regula la eutanasia, al igual que en
algunos estados de los Estados Unidos y en Australia.

El derecho a la vida es el pretexto que justifica a los actos dirigidos a preservarla o


a salvarla, como pueden ser los actos de legítima defensa o estado de necesidad. Se discute
en la doctrina si el derecho al resarcimiento por la pérdida de la vida corresponde a los
herederos, por el daño material o moral que sufren los que experimentan perjuicios
económicos con dicha pérdida. En este sentido observa DE CASTRO125 que el perjuicio se le
causa a la propia víctima y consiste en el acortamiento de la vida, por lo que las acciones
deben ser transmitidas a los herederos. Hoy, sin embargo, parece más aceptada la doctrina
que reconoce el derecho a los terceros perjudicados moral o económicamente, sin
considerar el daño a la propia víctima.

En apretada síntesis puede decirse que nuestra Carta Magna protege este derecho
en los artículos 9. b, 47, 48 y 50, aunque no se refiere expresamente al mismo, pues en
principio la vida se garantiza con el derecho a la subsistencia y a la salud. No obstante,
parecen de aplicación más directa los preceptos del Código Penal que castigan severamente
los delitos de homicidio (artículo 261), riña tumultuaria (artículo 262), asesinato (artículo
263), auxilio al suicidio (artículo 266) y aborto ilícito (artículos 267,268,269,270 y 271),
con los que se protege no solo la vida de la persona o del nacido, sino también del
concebido.

El derecho a reclamar por las infracciones cometidas se concede en nuestro


ordenamiento jurídico a la víctima o a sus causahabientes, resultando posible la
indemnización de perjuicios en los términos previstos en el art. 86 del Código Civil, el que
será estudiado con mayor profundidad con posterioridad.

A pesar del reconocimiento de este derecho, existen situaciones de excepción


justificativas de limitaciones al mismo, como son la privación de la vida cuando se actúa
por legítima defensa o estado de necesidad o cuando se impone la pena de muerte como
sanción principal por la comisión de un grave delito, en el primer caso por considerar que
se actúa para preservar o salvar la vida propia o de una tercera persona, como ya hemos
apuntado, y en el segundo caso dada la peligrosidad social del hecho punible, la
trascendencia social del mismo y la imposibilidad de rectificación o reeducación del reo
mediante la imposición de otro tipo de sanción.

encontrándose su vida en estado terminal.


125
DE CASTRO, F., citado por DIEZ PICAZO y GULLÓN, op. cit., p. 345.
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- Derecho a la integridad física.

La persona posee una serie de atributos de carácter físico cuya conservación


intacta implica la llamada integridad física. Este igualmente es un bien de mucha
estimación para el individuo, pero sobre el cual no posee un poder absoluto o de plena
disposición.

El derecho ha tenido que irse adaptando a las novedades del mundo médico, por lo
que junto a las intervenciones quirúrgicas, los trasplantes de órganos, etc, han venido
surgiendo determinadas teorías que permiten a la persona realizar ciertos actos de
disposición sobre su propio cuerpo.

En primer término nunca ha existido oposición a que la persona disponga de


partes de su cuerpo si con este acto no menoscaba su integridad física, tal ocurre con la
disposición de cabellos, por ejemplo, o con las llamadas donaciones de sangre.

En el caso de actos destinados al mejoramiento de la salud se ha respetado en


general la voluntad manifiesta del paciente, no obstante ante situaciones emergentes se ha
precisado actuar sin la misma. En tal sentido, afirma GHERSI que "sólo la persona física
está en condiciones de tomar decisiones válidas sobre su propio cuerpo; cuando el cirujano
realiza una intervención quirúrgica, necesita indispensablemente el consentimiento del
paciente, sólo en casos extremos, de gravedad y urgencia, se podría prescindir de ese
consentimiento"126.

Para el caso de transplantes de órganos sí resulta necesario obtener el


consentimiento de las personas implicadas, sin embargo en las legislaciones que más han
perfeccionado la regulación de estos actos se ha previsto la prohibición de que exista
compensación económica, se ha estipulado que el implante se hará a persona determinada
para mejorar su esperanza de vida y que la voluntad en ambos casos se hará constar por
escrito, el dador del órgano debe ser mayor de edad y gozar de salud mental y física
adecuadas y no tienen que ser simultáneas las manifestaciones de voluntad.

También es necesario prestar conformidad para la realización de exámenes


médicos sobre el cuerpo ajeno, no resultando posible jurídicamente que los mismos se
practiquen ejerciendo violencia o intimidación de ningún tipo, aún cuando los mismos sean
necesarios para la presentación de pruebas en un proceso, pero es necesario destacar que la
negativa a someterse a examen implicaría una fuerte presunción en contra de quien la
emite.

Existe en el orden penal cubano la figura delictiva de las lesiones, con la que se ha
previsto la sanción de aquellas conductas que implican un menoscabo a la integridad física
de otra persona, aún cuando se obre con consentimiento de la misma.

126
GHERSI, C.A., op. cit., p.236.
La persona individual Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS

Por su parte, el tercer párrafo del artículo 58 de nuestra Constitución también


tutela este derecho, al precisar que el detenido o preso es inviolable en su integridad física.

- Derecho a la intimidad.

Muy poco se ha escrito sobre este derecho y muy poco se ha regulado al respecto
pero no cabe dudas de que pertenece como derecho subjetivo a aquellos inherentes a la
personalidad, ya que en esencia protege un atributo intrínseco al hombre por su propia
naturaleza, pues aunque este vive en colectividad, indiscutiblemente como individualidad
en sí debe conservar una esfera de su vida fuera del alcance del resto de los hombres para
poderse realizar.

El Dr. Manuel ALBADALEJO, cuando se pronuncia al respecto precisa que


“consiste el derecho a la intimidad personal en el poder concedido a la persona sobre el
conjunto de actividades que forman su círculo íntimo, poder que le permite excluir a los
extraños de entrometerse en él y de darle una publicidad que no desee el interesado”127.

En resumen, puede decirse que la intimidad es la esfera o conjunto de actividades


de la persona que esta precisa mantener en secreto o fuera del alcance de otras personas y
que como es una necesidad del individuo, el ordenamiento jurídico se ha visto compelido a
brindarle protección.

En los artículos 56, 57 y 58 de nuestra vigente Constitución se regulan diferentes


derechos que en definitiva permiten la defensa de este que ahora estudiamos, tal ocurre con
los derechos a la inviolabilidad del domicilio, de la correspondencia y de la persona.

Estas previsiones legales tienen en el orden penal también la correspondiente


complementación, por lo que se conforman como figuras delictivas la privación ilegítima
de libertad, la violación de domicilio, el registro ilegal, la violación del secreto de la
correspondencia y la revelación del mismo.

Este derecho, al igual que el derecho a la propia imagen y al honor, como


derechos subjetivos son irrenunciables, sin embargo admiten la posibilidad de autorización
de renuncia a la protección legal ofrecida, en el sentido de que el titular puede a su elección
permitir a un tercero la intromisión en estas esferas.

- Derecho a la propia imagen.

Aunque se plantea que este es una derivación del derecho a la intimidad y que por
supuesto es más moderno por depender de la existencia de distintos medios técnicos como
la fotografía, la informática y otros, ha sido objeto de mayores pronunciamientos en el
ámbito doctrinal y legislativo.

La imagen puede ser entendida en un doble aspecto, es decir, en el moral y en el


físico, en ambos casos se habla de exteriorización de la persona, pues ésta es una

127
ALBALADEJO, M., op. cit., 304.
La persona individual Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS

manifestación de la misma en la sociedad, sin embargo con este derecho se protege en el


sentido físico, mientras que hablaríamos del aspecto moral cuando estemos en presencia del
derecho al honor y a la dignidad. Por estas razones muchos autores establecen discusiones o
platean criterios encontrados en cuanto a sí constituye o no un derecho de la personalidad,
pretendiendo algunos incluso negarle esta condición o la protección que merece, alegando
que cuando el hombre abandona su circulo privado expone su imagen al público del mismo
modo que si fuera mediante un mismo retrato.

No obstante, si puede decirse que constituye un derecho inherente a la


personalidad pues la imagen es también un atributo propio del hombre o persona y nadie
puede utilizarla o reproducirla sin su consentimiento.

En concreto cabe plantear que este derecho está compuesto de dos facultades, la
primera, la que tiene la persona de prohibir que se obtenga su imagen (obtención) y que se
reproduzca y utilice (uso ) en contra de sus deseos, y la segunda, la de permitir la obtención
y uso de su imagen ya sea de forma gratuita o remunerada.

De esta situación expuesta se deriva la concreción en este derecho de un doble


aspecto, uno normal y otro económico, pues se protege en cierto sentido la reputación de la
persona y se impide que su patrimonio disminuya o que se produzca el enriquecimiento
indebido de otra persona. Por ello una sanción de defensa de este derecho implica la
petición de:

- Cese inmediato de la vulneración, lo que puede implicar a su vez la prohibición


de nueva reproducción y la recogida inmediata de los ejemplares publicados
( revistas, fotos, publicaciones periódicas).
- Indemnización moral mediante la retractación del ofensor.
- Indemnización monetaria por los daños y perjuicios causados.

Por lo expuesto puede deducirse que una persona puede pactar con otra la
obtención de su imagen y su reproducción mediante retribución.

Consideramos además que constituyen violaciones de este derecho toda imagen


obtenida y difundida en casos que no están justificados por interés superior o legítimo como
el interés social. Un caso de excepción puede ocurrir cuando se toma una foto en un acto
público y la difusión que de ella se realiza está determinada por la naturaleza propia del
aspecto y no por la persona en sí. También se encuentra justificada la difusión cuando se
persigue a un delincuente o se busca a una persona desaparecida, caso en que la
administración de justicia no puede ceder al reconocimiento del derecho.

En nuestra Constitución no existe pronunciamiento concreto al respecto, pero esa


ausencia no puede, a nuestro juicio, justificar la violación de este derecho. Incluso a través
del postulado general previsto en el artículo 9. a, tercera pleca, de la Constitución, puede
obtenerse la protección del derecho a la propia imagen.

- Derecho al honor.
La persona individual Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS

El último precepto de la Constitución que hemos mencionado, de modo amplio


precisa que el Estado garantiza la libertad y la dignidad plena del hombre, el disfrute de sus
derechos, el ejercicio y cumplimiento de sus deberes y el desarrollo integral de su
personalidad. Constituye este el principio sobre el cual puede descansar el derecho al honor
en nuestra sociedad actual.

Para analizar el mismo hay que partir de que los conceptos de honor, dignidad o
fama no son inmutables, es decir, su contenido no es el mismo en todas las épocas, cada
formación económico social imprime a estos determinadas exigencias o patrones. Son estas
categorías de marcado carácter social, de modo tal que varían con frecuencia.

En concreto se refieren a la estimación o reconocimiento que la sociedad confiera


a una persona y vienen por supuesto dadas por las exigencias que le imponga a está la
propia colectividad. Lo que es honroso en una época puede constituir un demérito en otro
momento.

En última instancia cada persona también aisladamente se impone normas o


patrones de comportamiento ajustados a los sociales y midiendo su conducta con respecto a
éstos termina por otorgarse en el plano íntimo una especial consideración o un
reconocimiento como consecuencia de la evaluación que de sí realiza.

En consecuencia, el honor va a depender tanto de la evaluación social como de la


individual que la persona obtenga por su comportamiento y el interés por mantenerlo
intacto viene dado por las posibilidades que esto le brinda en su actuar dentro de la propia
colectividad.

En el Código Penal cubano existen tres figuras delictivas que en el fundamental


tutelan este derecho, ellas son la injuria, la calumnia y la difamación, permitiéndose en las
dos primeras, como excepción al ejercicio de la acción penal pública, el sostenimiento de
ésta por el particular agraviado u ofendido.

Importante es destacar en este caso que el éxito en la protección judicial de este


derecho debe implicar la retractación del ofensor en una medio de igual publicidad que el
utilizado para divulgar los hechos lesionadores del honor de la víctima y la indemnización a
esta por los perjuicios económicos que le fueron causados por el descrédito, igualmente se
retirará de la circulación cualquier publicación donde conste la ofensa inferida.

- Derecho a la libertad personal.

Este derecho, por supuesto, tiene amplia regulación constitucional atendiendo a


las diversas y múltiples cuestiones a las que se refiere.

En primer lugar y de hecho puede hablarse de libertad cuando estamos


refiriéndonos a la posibilidad de disponer sin limitaciones de la propia persona, pero ello no
puede detenerse ahí, el hombre necesita también su realización en el plano espiritual, por
ello la libertad tiene que implicar la inexistencia de restricciones para el desarrollo de la
persona como tal.
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En el orden civil, la libertad personal no impide la libre asunción por la persona de


obligaciones en el marco contractual, o más genéricamente, en el social, por el contrario,
afirman DIEZ PICAZO y GULLÓN128 que la autonomía privada de la que dimanan las
obligaciones negociales, es una forma de traducción jurídica de la libertad y de la dignidad
personal.

Para garantizar este derecho y como máxima expresión de lo expuesto, aparecen


en nuestra Ley Fundamental la libertad en sentido estricto (artículo 9.a, tercera pleca y
artículo 58), libertad de residencia (artículo 43, pleca sexta), libertad de expresión o
palabras (artículo 53), libertad de reunión o asociación (artículo 54) y libertad de conciencia
(artículo 55).

Ahora bien, la Constitución se encarga de precisar que restricciones puede


encontrar la persona al ejercicio de este derecho:

1. Ninguna de las libertades puede ejercerse contra lo establecido en la propia


Constitución y las leyes, ni contra la existencia y fines del Estado
socialista (artículo 62).

2. La declaración del estado de emergencia realizada por el Presidente del


Consejo de Estado para que rija en todo el país o en parte de él en caso o
ante la inminencia de desastre naturales o catástrofe u otras circunstancias
que puede afectar el orden interior o la seguridad del país (artículo 67).

Las violaciones de estas libertades también han sido enmarcadas por la ley
sustantiva penal como delitos, así aparecen los de privación ilegal de libertad, amenazas,
coacción, delitos contra la libre emisión del pensamiento, delitos contra los derechos de
reunión, manifestación, asociación, queja y petición y delitos contra la libertad de cultos.
Por supuesto también resultan punibles las conductas que tratan de burlar las restricciones
del derecho de libertad personal apareciendo en consecuencia delitos como el abuso de la
libertad de cultos, de asociaciones, reuniones y manifestaciones ilícitas y la clandestinidad
de impresos.

7. Extinción de la persona natural. Premoriencia y comoriencia.

El artículo 24 del vigente Código Civil precisa sin lugar a dudas que la
personalidad se extingue con la muerte y ello por supuesto explica o determina el artículo
26. 1 del propio cuerpo legal sustantivo, que hace saber que la determinación de la muerte
de la persona individual y su certificación se realiza por el personal facultativo autorizado,
conforme a las regulaciones establecidas por el organismo competente.

Esto pudiera constituir junto a los efectos del fallecimiento la única preocupación
para el Derecho, sin embargo siempre ha importado precisar que se entiende por muerte y
128
Vid. DIEZ PICAZO y GULLÓN, op. cit., pp. 353 y 354.
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en específico la muerte natural, a la que nos referimos a continuación, pues sobre la muerte
presunta ya nos hemos pronunciado y la muerte civil ha desaparecido como institución del
mundo jurídico.

Muchos criterios se han seguido para la confirmación de la muerte, en algunos


casos se ha atendido a la putrefacción, otras veces al cese de la respiración, en ocasiones a
la paralización cardio-respiratoria y ahora en la actualidad a la cesación de funciones del
encéfalo.

Tradicionalmente se ha identificado la muerte como la cesación de la vida


orgánica en el hombre y el momento de la muerte como aquel en que deja de latir el
corazón. Actualmente la muerte se diagnostica también cuando se produce una ausencia de
respuesta a los estímulos por los centros encefálicos.

Debe tenerse presente que la muerte no es un instante, sino un proceso evolutivo


en el que los principales actos vitales se van extinguiendo. Determinar el momento exacto
de su ocurrencia no resulta fácil, sobre todo en la actualidad por las características de la
muerte encefálica.

En ocasiones que resulta imposible determinar el momento exacto de la muerte se


suele optar por situarlo entre el último en que se sabe que la persona aún vivía y el primero
en que se conoce que estaba ya muerta. Conviene apuntar que cuando se sigue el sistema
tradicional del paro cardio-respiratorio, el momento de la ocurrencia y del diagnóstico
coinciden.

Sin embargo, en el caso de la muerte encefálica caracterizada por el cese


definitivo e irreversible de las funciones encefálicas, se torna en extremo difícil hacer
coincidir ese momento real con el diagnóstico, pues se necesita un período previo de
comprobación u observación regido por determinados criterios técnicos o científicos y por
tanto la corroboración de que se llegó a ese estado se produce siempre con posterioridad al
momento mismo del fallecimiento. Estos problemas obedecen a insuficiencias del
desarrollo técnico, pero no obstante es de esperar su solución en el futuro, cuestión que
resulta trascendente para el Derecho, no solo por la posibilidad actual y real de trasplantes
de órganos, sino también en lo fundamental por las implicaciones sucesorias de la
determinación del momento de la muerte.

Efectos de la muerte:

1. Extinción de la persona natural y con ello de la personalidad, con la misma


se deja de ser persona y sujeto de derechos, se pasa a la condición de
cadáver, susceptible de una semi posesión, pues aunque no puede entrar en
el comercio de los hombres, si puede ser objeto de apropiación cuando se
destina a fines científicos o sanitarios.

2. Se extinguen los derechos personalísimos y en general los emanados de las


relaciones de familia, como la patria potestad, la tutela, el matrimonio, la
pensión alimenticia, etc.
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3. Se abre la sucesión mortis causa, por lo que los derechos y obligaciones


trasmisibles de la persona se traspasan a sus herederos. Lo que hasta ahora
constituyó patrimonio se convierte en herencia.

4. Se extinguen las relaciones contractuales en que la persona resultaba


insustituibles, así ocurre con los contratos de sociedad, mandato, etc.

5. Se extinguen igualmente aquellas relaciones basadas en idéntico criterio al


anterior, como el albaceazgo.

6. Se extinguen las relaciones políticas.

7. Se extinguen los derechos inherentes a la personalidad.

En otro orden de cosas, pudiéramos significar que la prueba de la muerte la


constituye el asiento correspondiente en el Registro del Estado Civil (Sección de
defunciones) y las certificaciones expedidas con arreglo a los mismos. Se habla de dos
momentos en la prueba del fallecimiento, el primero de comprobación, que resulta
responsabilidad del personal facultativo (médico forense), y otro de inscripción, asumido
por el Registro del Estado Civil. En ambos casos deben quedar bien definidos el hecho de
la defunción, el momento en que la misma ocurre y la identidad del fallecido.

No obstante, la vigente Ley del Registro del Estado Civil permite la inscripción de
la muerte partiendo de otros supuestos que no sean el de la expedición o emisión de
dictamen médico y de personas desconocidas por permanecer ignorada su identidad.

Aunque ocurrido el fallecimiento y convertida la persona en cadáver, si bien este


no puede gozar de las mismas condiciones de aquella, no es menos cierto que mantiene aún
ciertas prerrogativas.

La persona puede decidir el destino de su cadáver, es decir, si debe ser inhumado,


incinerado o si debe quedar a disposición de instituciones científicas o académicas para
fines de tal tipo, pero siempre hay que respetar las normas de orden público o las
costumbres.

Si el fallecido no hubiese realizado disposiciones al respecto, se ofrece a los


familiares la posibilidad de decidir sobre el destino a dar al cadáver.

En el orden legal existen, no obstante, disposiciones que en parte sustituyen la


voluntad de estas personas o restringen la misma, así el artículo 76 de la vigente Ley del
Registro del Estado Civil precisa que inscripta la defunción se expedirá licencia para la
inhumación o cremación del cadáver, la que se efectuará de la siguiente forma:

1. En cualquier momento dentro de las 24 horas posteriores al fallecimiento


si se hubiera practicado la necropcia.
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2. Después de las seis horas y antes de las 24 de ocurrido el fallecimiento, si


no se hubiera practicado la necropcia.

3. Se hará en todos los casos dentro de las 24 horas posteriores a la


defunción, excepto que se disponga otra cosa por resolución judicial o que
medie autorización sanitaria.

Un aspecto muy importante a analizar en la actualidad es el transplante de


órganos y piezas anatómicas de fallecidos, que ocurre siempre previa
comprobación de la muerte y con fines terapéuticos o científicos. Aunque
en Cuba no existe una legislación desarrollada al respecto si es preciso
señalar que tiene que mediar el consentimiento de la persona para que
pueda verificarse el trasplante y bajo ningún concepto se admite la
obtención de remuneración por el mismo.

Con el fin de proteger la salud y garantizar la seguridad colectiva, en Cuba


se ha previsto sancionar penalmente a la persona que sin cumplir las
formalidades legales realice o haga realizar una exhumación o el traslado
de un cadáver o de restos humanos, para lo que se ha creado el delito de
exhumaciones ilegales.

Hablábamos anteriormente de la necesidad de fijar el momento de la muerte por la


importancia que ello tiene para el Derecho de Sucesiones. Por ello estudiaremos ahora la
premoriencia y la comoriencia.

El primer término es utilizado cuando se trata de supervivencia, es decir, cuando


se produce la muerte de una persona antes que la de otra, cuando una sobrevive a la otra y
por ello en el plano hereditario adquiere los derechos que la otra pueda trasmitirle. Existe
una prioridad en la muerte o una muerte cronológicamente anterior a la otra.

El segundo vocablo, comoriencia, es utilizado cuando no existe supervivencia, o


sea, cuando una muerte no ocurre con anterioridad a la otra.

Estos dos términos han dado lugar a dos sistemas para determinar cuando ocurre
la muerte de dos personas llamadas a sucederse, si sus fallecimientos han ocurrido
próximos en el tiempo, sin poder precisar momento exacto.

Estos sistemas se aplican tanto a las personas que han muerto a consecuencia de
un mismo evento o suceso, como a las fallecidas en lugares distantes pero en igual período
sin determinación de momento exacto.

Algunas legislaciones acogen el sistema de la premoriencia, el que tomando en


consideración el sexo y la edad establece reglas para presumir qué persona ha fallecido
primero y que entonces pueda verificarse la trasmisión hereditaria entre ellas.

Otras siguen el sistema de la comoriencia, por el cual se presumen muertas al


mismo tiempo a las personas involucradas, es decir, que ante la imposibilidad de terminar
La persona individual Lic. María Milagrosa DÍAZ MAGRANS

la supervivencia se prefiere acogerse a la presunción iuris tantum de que ambas o todas han
fallecido en igual momento, eliminando entre ellas la posibilidad de sucesión hereditaria.

Nuestra Ley sustantiva civil en su artículo 27 y también el derogado Código Civil


español acogieron este segundo sistema, el que evidentemente resulta más justo. En la
primera se precisa que si se desconoce entre dos o más personas llamadas a sucederse cual
de ellas ha muerto primero, se presumen muertas al mismo tiempo.

En concordancia con este postulado la Dirección de Registros y Notarias del


Ministerio de Justicia recientemente emitió su dictamen N0. 7-98 de 3 de diciembre de
1998, en el que precisó que “teniendo en cuenta el carácter iuris tantum de esta presunción
entendemos que el notario en su condición de fedatario, no está facultado para considerar o
advertir por sí, la referida presunción. Lo contrario sucedería si se tratara de una presunción
iure et de iure. Estimamos debe deducirse como pretensión el extremo concerniente a la
comoriencia a través de proceso ordinario ante tribunal que resulte competente, a fin de que
éste sea quien ratifique este particular mediante resolución judicial. Posteriormente el
notario se ajustará al contenido de la misma”.

BIBLIOGRAFÍA SUMARIA :

ALBALADEJO, Manuel: Curso de Derecho Civil español, común y foral, Tomo I, Introducción
y Parte General, Ed. Bosch, Barcelona, 1997; BATLLE, Manuel: El derecho al nombre,
EDERSA, Madrid, 1931; CASTÁN TOBEÑAS, José: Derecho Civil español, común y foral,
Tomo I, Introducción y Parte general, revisado por J. L. DE LOS MOZOS, volumen 1ro, Madrid,
1984, y volumen 2do, Madrid, 1987; CLEMENTE DÍAZ, Tirso: Derecho Civil. Parte General,
Tomo II, Primera Parte, Ed. Universitaria, ENPES, La Habana, 1984; DE BUEN, Demófilo:
Notas al Curso elemental de Derecho Civil de Colin y Capitant, s.e. Madrid, 1925; DIEZ
PICAZO, Luis y GULLÓN, Antonio: Sistema de Derecho Civil, Ed. Tecnos, Madrid, 1984;
ENNECCERUS Y RIPPERTY: Tratado de Derecho Civil. Parte General,2da ed. española,
Barcelona, 1953; GARCÍA VALDECASAS, Guillermo: Parte General del Derecho Civil
Español, Ed. Civitas, Madrid, 1983; LACRUZ: Elementos de Derecho Civil, Tomo I,
Barcelona, 1984; LÓPEZ, A. y MONTÉS, V.L., Derecho Civil. Parte General, Ed. Tirant Lo
Blanch, Valencia, 1995; LUCES GIL: El nombre en el ordenamiento jurídico español,
Barcelona, 1978, citado en la Enciclopedia Jurídica Española, Ed. Seis, 1988; MESSINEO, F.,
Manual de Derecho Civil y Comercial, Tomo II, Ediciones Jurídicas Europa- América,
Buenos Aires, 1954; PUIG FERRIOL, L., GETE-ALONSO Y CALERA, M.C, GIL RODRÍGUEZ, J.,
HUALDE SÁNCHEZ, J., Manual de Derecho Civil, Tomo I, Ed. Marcial Pons, Madrid, 1997;
RAPA ALVAREZ, Vicente: “La relación jurídica. Categoría esencial en el nuevo Código Civil”,
en Revista Jurídica, Nro. 19, Año VI, MINJUS, La Habana, abril - junio 1988.
La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

CAPITULO IV
LA PERSONA JURÍDICA.

Sumario:
1 – LA PERSONA JURÍDICA. RAZÓN DE SER Y NATURALEZA JURÍDICA. 2 –
APROXIMACIÓN A UN CONCEPTO. 3 – CONDICIONES NECESARIAS PARA LA
EXISTENCIA DE LA PERSONA JURÍDICA. 4 – CONSTITUCIÓN DE LA
PERSONA JURÍDICA. 5 – CAPACIDAD DE LAS PERSONAS JURÍDICAS. 6 –
CLASIFICACIONES. 7 – NACIONALIDAD. 8 – DOMICILIO. 9 – EXTINCIÓN DE
LAS PERSONAS JURÍDICAS. 10 – TIPOS DE PERSONAS JURÍDICAS
REGULADAS EN EL CÓDIGO CIVIL CUBANO. 10.1 – Las Asociaciones. 10.1.1 –
Registro de Asociaciones. 10.1.2 – Procedimiento para su constitución. 10.1.3 –
Solicitud. 10.1.4 – Autorización. 10.2 – Fundación. 10.2.1 – Patrimonio o dotación.
10.2.2 – Capacidad. 10.2.3 – Fin. 10.2.4 – Modificaciones y extinción.
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA.

1. La persona jurídica. Razón de ser y naturaleza jurídica.

Se concuerda en determinar que la razón de ser o de constitución de las personas


jurídica es la existencia de fines que claramente exceden de las posibilidades de las
personas individuales y que por ello fue necesario la creación de un ente que por medio de
la agrupación de voluntades o de patrimonio, logre cumplimentar esos fines elevados del
desarrollo social.

Han existido a lo largo de la historia numerosísimas y contradictorias teorías sobre


la naturaleza jurídica de estos entes. Cada una de las cuales, en función a los ideales de la
época en que fueron formuladas, pretenden desentrañar la esencia de la persona jurídica.
Doctrinalmente se han agrupado las mismas en dos grandes grupos: las de la ficción y las
realistas, existiendo varias posiciones intermedias.

Las teorías de la ficción conciben que la capacidad jurídica puede ser extendida a
sujetos artificiales creados por simple ficción. Tal sujeto es llamado persona jurídica, capaz
de tener patrimonio. Estas teorías crean una técnica jurídica que se basa en la explicación
de cómo concederle atributos propios del ser humano a estos entes y así expresan: ”El
Estado sabe que tales supuestos no son portadores de una auténtica voluntad, pero sin
embargo, finge que la tienen, reconociéndole capacidad en el ámbito de sus fines. Es una
fictio iuris, que quiere indicar que aquella situación, sin ser de una determinada manera en
la realidad, merece esa consideración determinada para el ordenamiento jurídico”129 .

129
COBILLA ROCERO, F.; La persona jurídica: funciones y disfunciones. Madrid , España ,Editorial Tecnos,
1993, p.45.

- 136 -
La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

Para estas teorías la realidad sólo muestra hombres individuales y toda agrupación
de individuos, entre los que median relaciones, no constituyen una unidad corporal y
espiritual. Solo por razones de conveniencia el Derecho le otorga capacidad jurídica para
protegerlos, pero no tienen existencia real. Tienen como premisa que solo el hombre es
sujeto de derecho y que la persona jurídica es un ser fingido.

Las teorías realistas, por su parte, rechazan toda ficción y sientan como base que “
el concepto de persona no coincide con el hombre, sino con el sujeto de derecho, por lo que
no se excluye que haya sujetos de derecho que no sean hombres, se ensancha el concepto
de sujeto, sacándole de la esfera del derecho privado patrimonial, llevándolo al derecho
público. Todas las personas jurídicas son realidades”130 .

Estas teorías si consideran que las corporaciones y fundaciones existen en la


realidad social y tienen las condiciones necesarias para actuar como un verdadero sujeto de
derecho en función de su naturaleza y constitución.

Las teorías socialistas no entran a discutir si las personas jurídicas son una ficción
o una realidad. Partiendo a nuestro juicio de lo segundo, es decir, que existen en la realidad,
centran su atención en el análisis del Estado como principal sujeto colectivo, aunque no
desconocen los demás existentes. Según VENEDEKTOR131 detrás de cada persona jurídica
estatal esta el Estado representando a su pueblo y el colectivo de trabajadores y
funcionarios, con su director que las representará. Mas que desentrañar la naturaleza de las
personas jurídicas, tienden a analizar al sujeto que las representa, tendiendo a la
socialización de dicha representación, por tener como base económica la propiedad estatal.
De ahí que clasifican a las personas jurídicas en estatales, sociales o estatales - sociales.

2. Aproximación a un concepto.

Según FERRARA132 las personas jurídicas "son las asociaciones o instituciones


formadas para la consecución de un fin y reconocidas por la ordenación jurídica como
sujetos de derecho”.

CASTAN las define como “ aquella entidad formada para la realización de los
fines colectivos y permanentes de los hombres, a la que el derecho objetivo reconoce
capacidad para derechos y obligaciones”.133

Las personas jurídicas son la agrupación de personas individuales o patrimonio,


con una estructura orgánica tal que les permita cumplir intereses económicos y sociales, así
como jurídicos, reconocidos estos por la voluntad estatal.

130
FERRARA, Francisco.; Teoría de las Personas Jurídicas. Traducido por Eduardo OVJRO Y MAURY. Madrid,
España. Editoral Reus, 1929, p.168.
131
Citado por Tirso CLEMENTE.; Derecho Civil Parte General.T-I ( segunda parte). La Habana, Ministerio de
Educación Superior, 1983. p.604
132
FERRARA. op. cit.p.359.
133
CASTAN TOBEÑAS, José.; Derecho Civil Común y Foral, T-I, Madrid, España, Editorial Reus, 1943, p. 396.

- 137 -
La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

Este concepto presenta elementos cardinales que no deben faltar al tratar de


definir a la persona jurídica. En primer término, es necesario señalar que son agrupaciones
de personas o patrimonio, aquí se incluyen los dos tipos fundamentales de personas
jurídicas, es decir, aquellas que tienen como base un substrato personal, materializado en la
colectividad o unión de personas naturales (universitas personanum) , y el término
patrimonio, que incluye a las personas jurídicas que tienen como base un patrimonio
destinado a un fin determinado (universitas bonarum), por lo que puede estar constituida
una persona jurídica por una sola persona natural, que es el caso de la fundación. En el caso
de las personas jurídicas fundacionales es el patrimonio el que se destina a la consecución
de un fin, claro que una masa de bienes no puede actuar en el mundo jurídico, por tanto
necesita de una o varias personas naturales para cumplimentar su objeto, pero ello no
quiere decir que la base de su constitución sea la persona natural, ni siquiera que la
personalidad recaiga sobre el sujeto natural, sino sobre la organización patrimonial.

Otro elemento importante es la determinación del fin para el cual se crea la


persona jurídica, ya que el mismo debe ser lícito, determinado, posible y reconocido por el
Estado, de lo contrario sería imposible su actuar en el mundo jurídico. El fin es la razón de
existencia, permite individualizar a la persona jurídica. Los fines pueden ser generales,
singulares, mixtos y de gran variedad.

El Código Civil cubano en su artículo 39,1 establece que “ las personas jurídicas
son entidades que, poseyendo patrimonio propio, tienen capacidad para ser sujeto de
derechos y obligaciones”. Si bien el precepto trata de salvar la falta de definición del
artículo 35 del Código Civil español, uno de sus antecesores directos, más que brindar una
definición del instituto, establece algunas de las llamadas en la doctrina condiciones
necesarias para la existencia de una persona jurídica.

3. Condiciones necesarias para la existencia de la persona jurídica.

Concordamos con los autores que señalan que son cuatro los rasgos que
identifican o caracterizan a las personas jurídicas: patrimonio propio o separado, unidad
orgánica, responsabilidad independiente y el actuar jurídicamente en nombre propio.

Por patrimonio propio se entiende el conjunto de derechos, obligaciones y bienes


que posee la persona jurídica para dar cumplimiento al fin propuesto. Al decir de
BALMACEDA134 “toda persona jurídica por el hecho de serlo tiene un patrimonio
independiente al resto de los demás”. El patrimonio de la persona jurídica se forma por la
aportación realizada por cada una de las personas que la conforman, para la consecución
del fin, siendo este patrimonio independiente y separado del patrimonio individual de cada
una de las personas que la integran. En las personas jurídicas fundacionales el patrimonio
está integrado por el conjunto de bienes, derechos o acciones destinados por el fundador
para la consecución del fin, que se podrá incrementar en dependencia de futuras
donaciones, aportaciones o por otros medios.

134
BALMACEDA LAZCANO, Carlos.; El estatuto de las personas jurídicas. Chile, Editorial Nascimiento, 1943,
p.138.

- 138 -
La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

El patrimonio independiente al decir de DIEZ PICAZO y GULLÓN135 “soporta sus


propias deudas y obligaciones”, separado del patrimonio de cada una de las personas
naturales que la integran.

Sin embargo, aunque es extendido el criterio doctrinal de que el patrimonio


constituye un requisito esencial de existencia de las personas jurídicas, FERRARA 136 en su
gran obra Teoría de las Personas Jurídicas considera que "de la persona jurídica como
colectividad o institución social revestida de capacidad única no se deriva la imprescindible
necesidad de que sea ya en su origen titular de bienes. Estos son medios exteriores que no
tienen que ver con la cualidad de capaz de derechos”

Así, se admite en la doctrina española que se constituya una persona jurídica sin
patrimonio, si existiese uno en potencia, es decir , una esperanza de patrimonio. Para
FERRARA137 los bienes pueden faltar, acrecer, disminuir, pero esa fluctuación económica no
ataca a la persona: el sujeto permanece constante.

El Código Civil Cubano se afilia a la teoría que ve al patrimonio como requisito


de la persona jurídica al establecer en su artículo 39.1 que éstas "….son entidades que,
poseyendo patrimonio propio, tienen capacidad….", lo que conduce a la idea de que
extinguido el patrimonio se extingue la persona jurídica, sin admitir que pueda constituirse
esta sin patrimonio inicial y menos prevé la posibilidad de existencia de una persona
jurídica sin patrimonio.

La unidad orgánica se refiere a la estructura que toma la persona jurídica para


cumplimentar los fines propuestos, la que se plasmará en sus estatutos y reglamentos o en
la ley.

La responsabilidad independiente implica que la persona jurídica al actuar en el


mundo jurídico, adquiere derechos pero al mismo tiempo adquiere obligaciones, estas
últimas las cumple con su patrimonio propio sin involucrar en el mismo el patrimonio de
cada uno de sus miembros, con excepción de algunas personas jurídicas mercantiles.

Al ostentar personalidad jurídica independiente a la de las personas que la


integran, la persona jurídica actúa jurídicamente a nombre propio, cumplimentando los
intereses y fines perseguidos al constituirse. Pero, ¿cómo actúan en el mundo jurídico?,
¿cómo ejercitan su capacidad de obrar?, ¿qué tipo de representación ostentan?.

La teoría más extendida en relación con la explicación de cómo actúan las


personas jurídicas colectivas, es la teoría de los órganos. Órganos que, como afirma
FERRARA138 no tienen personalidad propia, sino que son medios para exteriorizar una
personalidad superior, en la que están insertos. Esta teoría proviene de la teoría orgánica
135
DIEZ PICAZO Y PONCE DE LEON , Luis y GULLÓN BALLESTEROS, Antonio.; Sistema de Derecho Civil,
España, Editorial Tecnos, 1989, p. 630.
136
FERRARA. op. cit. pp.400-407.
137
FERRARA. op. cit. p. 400
138
Idem..p.402.

- 139 -
La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

que se ha desarrollado hasta lo que actualmente se entiende por órganos de una persona
jurídica colectiva.

Para actuar y ejercitar su capacidad la persona jurídica necesita de un ente que


ejecute su voluntad. Este ente puede estar conformado por una sola persona natural o
varias, aspecto que deviene necesario o legal, por ser imposible de otro modo exteriorizar
su voluntad y realizar su fin. Puede además nombrar representante para la realización de
determinados actos, la determinación de este representante es realizada de manera
voluntaria por los integrantes de la persona jurídica, considerándose su voluntad la
voluntad del ente.

Se discute la relación que puede existir entre el representante y la persona jurídica,


pues si este es un ente extraño a la misma, no existen dudas de que estamos en presencia de
una verdadera representación, pero si el órgano está conformado por personas naturales que
integran la persona jurídica colectiva, se enturbia la relación. No existen aquí dos
voluntades diferentes. Sin embargo, al decir de CASTAN139 no hay inconveniente en llamarla
representación. Así entendido se torna diferente el fenómeno representativo, observándose
una postura mixta entre la representación legal y la voluntaria, comúnmente conocidas.

El Código Civil cubano sin dudas se afilia a la teoría de los órganos de


representación, al establecer en su artículo 42.1 que "las personas jurídicas realizan sus
actividades por medio de sus órganos de dirección legalmente designados". El
procedimiento de elección o designación lo determinan los estatutos o reglamentos, o las
disposiciones legales correspondientes, según se establece en el propio texto legal (artículo
42.2). Se admite, por tanto, que dichos órganos pueden estar conformados por personas
naturales integrantes de la persona jurídica o por personas extrañas a ella, para estas
podrían ser de aplicación además las normas referidas a la representación (artículos 56 al
66).

4. Constitución de la persona jurídica.

Para considerar que ha nacido la persona jurídica, al decir de FERRARA140 es


necesario que concurran dos factores: la existencia de un substrato y la concesión de
personalidad. El primer momento es de formación del ente y el segundo el reconocimiento
estatal o legal del ente.

El primer momento está vinculado a la voluntad de los interesados, al hecho de la


agrupación de personas para la consecución de un fin o la adscripción de un patrimonio a la
realización de determinado fin y el segundo momento al hecho legal de reconocimiento
que tiene como última fase la inscripción registral de la persona jurídica en el Registro
Oficial correspondiente, según el tipo de que se trate, considerándose que dicha inscripción
tiene efectos constitutivos, pues no nace el ente jurídico y por ello no adquiere personalidad
jurídica hasta que no se inscriba en el registro.

139
CASTAN TOBEÑAS, José. op. cit. p. 377.
140
FERRARA. op. cit. p. 718.

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La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

Tirso CLEMENTE141 señala los sistemas de constitución de las personas jurídicas


según el derecho socialista, a saber, el sistema administrativo, el de autorización, y el
normativo sin permiso previo.

El sistema administrativo es aquel según el cual la persona jurídica colectiva nace


por una decisión estatal que determina la constitución del ente. Aquí en un único acto y de
forma simultánea se constituye y se erige la persona jurídica. Como ejemplo más típico
encontramos a las empresas estatales y demás instituciones.

El sistema de autorización es aquel según el cual la persona jurídica para nacer


requiere la autorización de un órgano determinado del Estado. La ley establece qué
personas jurídicas necesitan de este requisito para su constitución. Esta autorización
administrativa se hace depender de una investigación de legalidad y conveniencia. El
Estado apreciará la licitud del fin y la oportunidad de que surja y funcione de forma
autónoma en la vida social. Este es un juicio discrecional. Así se crean en virtud de la Ley
de Asociaciones Ley No.54/84 las asociaciones científicas, culturales, entre otras, en Cuba.

El sistema normativo sin permiso previo o sistema de concesión en forma general,


es el sistema mediante el cual el Estado declara que reconoce como persona jurídica a
aquellos entes que se constituyan conforme al contenido indicado y a las condiciones
impuestas por la ley. El Estado comprueba si dichas condiciones han sido cumplidas por el
ente que se le presenta y en caso afirmativo, la constatación oficial de las observancias
prescritas y el consiguiente orden de registración y publicidad, son los que le confieren
personalidad jurídica al ente, la ley no es la fuente de dicha constitución. En Cuba nacen en
virtud de este sistema las cooperativas tanto de créditos y servicios como las de producción
agropecuaria, según la Ley 36 de 22 de julio de 1982.

Resulta necesario detenernos en el análisis de dos personas jurídicas reconocidas


en nuestro ordenamiento civil, por las características generales de su constitución, que no se
avienen estrictamente a ninguno de los sistemas antes explicados, a saber, el Estado y las
organizaciones políticas, sociales y de masas.

En lo que respecta al origen del Estado como persona jurídica colectiva, el


proceso es más complejo porque el Estado y el Derecho nacen juntos. Al decir de
FERRARA142 , "la constitución y personalidad del Estado es congénita y originaria, se
desarrolla en el interior y en virtud de una fuerza propia, se elabora necesariamente en el
seno de esta suprema organización de la vida social”. Por ello una vez formado el Estado se
da a si mismo una constitución, tiene por si una personalidad, sin depender del orden
jurídico, ya que es él quien lo crea. Así el artículo 40.2 del Código Civil plantea que "la
organización y el funcionamiento del Estado son los que se establecen en la Constitución de
la República y en las leyes".

141
Tirso CLEMENTE. op. cit. pp. 643,644.
142
FERRARA. op. cit. p. 720.

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La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

Otro análisis mas bien de tipo histórico es necesario realizar en la conformación


de las organizaciones políticas, sociales y de masas reconocidas como personas jurídicas en
nuestro ordenamiento jurídico. No puede atemperarse su constitución a ninguno de los
sistemas explicados con anterioridad, por las características sui generis de su formación.

5. Capacidad de las personas jurídicas.

El estudio de la capacidad de las personas jurídicas se ha centrado en la


determinación de cuáles son los derechos que pueden ostentar, cuándo nacen los mismos y
el alcance que puede tener el fin en el ejercicio de la capacidad jurídica de estas.

Así se han planteado tres teorías 143 en torno a la extensión de la capacidad de la


persona jurídica colectiva. La primera, denominada de ficción, considera que solo poseen
los derechos expresamente otorgados por la ley. La segunda, llamada realista, sostiene que
las personas jurídicas gozan de una capacidad general, salvo las limitaciones impuestas por
el derecho objetivo o que se derivan de la naturaleza de las respectivas relaciones. La
tercera, estima que la persona jurídica solo puede realizar los actos que comprenden los
fines de la institución.

Del análisis de los artículos 39.1 y 41 del Código Civil Cubano se considera que
las personas jurídicas tienen capacidad general, al expresar el artículo 39.1 que éstas
”….tienen capacidad para ser sujetos de derechos y obligaciones…”, la que puede quedar
limitada en virtud del artículo 41, al establecer éste que ”las personas jurídicas, para ejercer
sus actividades, tienen la capacidad que determine la ley, sus estatutos o reglamentos.”
Debe tenerse en cuenta además la propia naturaleza del ente creado, que determina lógica y
jurídicamente en cuales relaciones puede estar inmersa su vida jurídica.

Ha quedado perfectamente definido por la doctrina italiana y española que en las


principales relaciones en que desarrolla su capacidad de obrar la persona jurídica es en las
relaciones de tipo patrimonial. Sin embargo, no puede afirmarse que en todas las relaciones
de tipo patrimonial extiende su actuar, pues al decir de RUGGIERO144 cuando se funda en un
derecho a dar alimentos o en determinado derecho sucesorio, no le asiste derecho.

Se entiende que la persona jurídica colectiva puede ser propietaria de bienes,


según lo preceptuado por los artículos 136, 143, 148 y160 del Código Civil cubano, tanto
de bienes muebles como inmuebles, ostentando por ende las facultades inherentes al
dominio ( uso, disfrute y disposición) conforme a su destino socio económico. Además
pueden tener y de hecho ostentan otros derechos reales, a saber, usufructo, superficie,
tanteo y retracto. Las personas jurídicas pueden ser sujetos de relaciones obligatorias, ya
sea activa o pasivamente al actuar con su patrimonio propio. También pueden heredar por
vía testada, aunque no les es permitido otorgar testamento producto de su propia
naturaleza , por ser el mismo un acto personalísimo .

143
CASTAN TOBEÑAS. op. cit. p. 399.
144
RUGGIRO, Roberto.; Instituciones de Derecho Civil. p. 465.

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La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

Por supuesto, no le son atribuidos a las personas jurídicas derechos de naturaleza


familiar, como contraer matrimonio o realizar cualquier acto en virtud de una relación
paterno filial, pues la propia conformación del ente y su naturaleza jurídica lo imposibilita.

Se discute acuciosamente en la doctrina si le asisten a la persona jurídica derechos


de naturaleza personal, ya que los mismos presentan atributos o cualidades que sirven para
individualizarlos. Resulta conservadora la doctrina para unánimementente reconocerle
derechos inherentes a la personalidad a las personas jurídicas, sin embargo, toda persona
jurídica colectiva tiene un nombre protegido oficialmente, que sirve para reconocerla y que
puede proteger frente a cualquier violación o usurpación. Se admite la protección de la
imagen y de la intimidad de la personalidad jurídica que ostentan estos entes. En cuanto a si
tienen o no honor las personas jurídica, los criterios se tornan mas favorables a
reconocerle este derecho a las personas naturales, pues los sentimientos psíquicos que se
despiertan por la violación del honor solo son pensables en el hombre singular. Sin
embargo existen posiciones discrepantes145.

Existe una relación estrecha entre el fin y la capacidad de la persona jurídica, pero
no puede entenderse que fuera del mismo cesa la capacidad de la persona jurídica. "El fin
es ciertamente el motor interno que encauza su actividad, pero no es la medida de la
personalidad, no es un circulo cerrado en que su vida se agote y fuera de la cual se
desvanezcan como sombras. Las personas jurídicas son reales y capaces, aún cuando
trasciendan o traicionen su fin, ello traerá aparejado reacciones administrativas internas,
pero no pueden hacer desaparecer la cualidad del sujeto”146 .

La capacidad de derecho y de adquisición de los mismos trae aparejada la


capacidad de deudas y la responsabilidad por las mismas, respondiendo con los bienes,
derechos y acciones que integran su patrimonio, sin involucrar generalmente el patrimonio
de cada una de las personas naturales que la integran. La legislación cubana consagra tanto
la responsabilidad civil147 como la responsabilidad penal 148 de los entes colectivos.

6. Clasificaciones.

El Código Civil Cubano no establece una clasificación de las personas jurídicas,


sólo se dedica en su artículo 39.2 a establecer una lista taxativa de las personas jurídicas
reconocidas. Para poder determinar una división, tenemos que analizar dos aspectos
fundamentales: su estructura y función, los cuales abarcan a todas las personas jurídicas149.

Así, por su estructura pueden clasificarse en corporativas o asociacionales y en


institucionales o fundacionales. Las primeras tienen como elemento básico una
colectividad de individuos, es decir, el sustrato es la unión de personas para conseguir un
fin común. Las corporativas son las creadas por ley o por voluntad del Estado, por lo que
145
FERRARA.; op. cit. p. 787.
146
FERRARA; op .cit. p. 780.
147
Artículos 42.3.4, 44, 95 al 98 del Código Civil Cubano.
148
Artículos 16.1.3.4 del Código Penal Cubano.
149
Estos aspectos son los seguidos por la doctrina española , sostenidos por CASTÁN Y FERRARA ,entre otros.

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La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

plantean DIEZ PICAZO y GULLÓN150 al analizar las corporaciones reguladas en el artículo 37


del Código Civil español que la capacidad de las corporaciones se rige por las leyes que la
han creado o reconocido. Bajo esta rúbrica pudieran considerarse las empresas y uniones
de empresas estatales reguladas en el artículo 39.2, inciso a), de nuestro Código Civil.

Por su parte, las asociacionales tienen también su sustrato en la colectividad de


personas, pero se diferencian de las anteriores en que son creadas por la voluntad de los
miembros, para cumplimentar determinado fin. En dependencia de la norma requerirá o no
autorización estatal para su constitución. Entre ellas encontramos a las cooperativas, las
asociaciones culturales, deportivas, científicas, literarias, las sociedades civiles y las
empresas no estatales autorizadas para realizar sus actividades.

Por su estructura también pueden ser fundacionales o institucionales, que tienen


como elemento básico la organización de un patrimonio dirigida a un fin determinado. Es
decir, es el conjunto de bienes adscriptos al cumplimiento de un fin, que ya viene
determinada por el fundador. El fundador al realizar el acto de liberalidad ( inter-vivos o
mortis-causa) ha determinado para que o a que tiene que dedicarse dicho patrimonio. En
Cuba existe una escasa regulación del instituto en el Código Civil artículo 39.d), no existe
ley de fundaciones y las que han sido constituidas han seguido los procedimientos legales
establecidos en la Ley de Asociaciones No.54/85, con algunas modificaciones.

Por su función es extendida también la consideración de determinar que las


personas jurídicas pueden tener fines públicos o privados. Son públicas, al decir de
FERRARA151, o personas de Derecho Público, cuando los entes están dotados de imperium,
en posición eminente y desarrollan una potestad de mandato. El Estado es el principal
sujeto de Derecho Público. En cambio serán personas de Derecho Privado cuando los entes
se presentan sobre la base de la cooperación o del acuerdo, sin investidura de imperium.
Ello no significa que las personas privadas no tengan delegadas potestades públicas o que
no puedan tener una utilidad pública o un fin público, por ejemplo fundaciones o
asociaciones cuyos fines, por su naturaleza son la promoción de un bien común, pero
generalmente están destinadas a cumplir utilidades privadas, es decir, son aquellas que
agotan su vida en la satisfacción de un interés particular, que por lo general es económico,
ejemplo sociedades civiles o mercantiles.

Son estas las principales clasificaciones abordadas en la doctrina en relación con


las personas jurídicas, aunque se incluye otra relativa a la pertenencia o no al Estado y así
la clasifican en nacionales o extranjeras.

7. Nacionalidad.

Nuestra legislación se afilia a la idea de determinar la nacionalidad de las personas


jurídicas por el lugar de su constitución como tal. Así, el Código Civil en su artículo 12.3
establece que "a las personas jurídicas le es aplicable la legislación del Estado conforme a

150
DIEZ PICAZO PONCE DE LEON, Luis y GULLÓN BALLESTEROS, Antonio. op. cit. p.623
151
FERRARA. op. cit. pp.692 y 703

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la cual fueron constituidas.” Y el artículo 15 del Código de Comercio, por su parte,


establece que "los extranjeros y las compañías constituidas en el extranjero podrán ejercer
el comercio en Cuba, con sujeción a las leyes de su país...”

Por tanto, se consideraran cubanas las personas jurídicas constituidas como tal en
Cuba y extranjeras las constituidas en otro país y que tienen una extensión geográfica en
nuestro territorio nacional (sucursal o filial).

8. Domicilio.

Las personas jurídicas tienen el domicilio que se “…determine en la disposición


legal que las crea, en sus estatutos o reglamentos y, en su defecto, el lugar donde esté
establecida su representación legal o radique su órgano superior de dirección”, según
establece el artículo 43 del Código Civil Cubano. Este es el centro legal de su personalidad
para todos los efectos civiles y procesales.

Es admitido en la doctrina italiana que las persona jurídicas además del domicilio
general, puedan elegir domicilios especiales para determinados actos o relaciones jurídicas,
cumpliendo los mismos fines de localización y notificación. RUGGIERO152 confirma el
criterio al plantear que se admite la pluralidad de domicilios, cuando el ente tenga varios
establecimientos o representaciones en lugares diversos, en cada uno de estos estará el
domicilio relativo a los negocios que allí se traten. Se consideran especiales respecto al
general.

El artículo comentado del Código Civil cubano utiliza el verbo es al referirse al


domicilio de las personas jurídicas y al parecer no admite la anterior posibilidad, no
obstante la organización y funcionamiento del ente lo determinan sus estatutos o
reglamentos y la ley, según el artículo 40.1 del propio cuerpo legal, los cuales
perfectamente podrían amparar esta pluralidad de domicilios para la persona jurídica.

9. Extinción de las personas jurídicas.

En el Código Civil Cubano no existen causales, ni generales ni específicas, de


extinción de las personas jurídicas. El artículo 40.1, señala que la constitución, régimen y
disolución de la persona jurídica se establecen y regulan en la ley, sus estatutos o
reglamentos. Existe por tanto una remisión a la ley especial y una obligación de ésta de
regularla, por no existir en el derecho común precepto general aplicable.

El Código Civil español si regula expresamente causales de extinción genéricas


para las personas jurídicas, en su artículo 39. Al parecer del Dr. Vicente RAPA153 , algunos
Códigos de países de la antigua comunidad socialista hacían referencia a este particular y
152
RUGGIRO. op. cit. p.466.
153
RAPA ÁLVAREZ, Vicente: Revista Jurídica 19 abril-junio 1988, Año VI art. La Relación Jurídica, categoría
esencial en el nuevo Código Civil. p. 151

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otros no contenían ningún precepto al respecto. Al parecer, fue la segunda línea la seguida
por nuestro Código en su actual regulación, posición que no es la más acertada pues el
Código debía contener causales generales de extinción, sin que ello limite a que los
estatutos o la ley, para determinada figura, establezcan sus propias causales. Las
determinaciones de causas generales en el Código Civil cubano serían expresión de la
función supletoria del mismo.

Se han entendido como causales generales de extinción de las personas jurídicas


por la doctrina las siguientes: la disposición de la autoridad competente; el acuerdo de sus
órganos, representantes o miembros en pleno; la reducción de los miembros exigidos para
su constitución, cuando la misma tenga como base la agrupación de personas; el
vencimiento del término cuando la persona jurídica se constituyó con carácter temporal y
por último, el logro o cambio o imposibilidad de realizar el fin 154 la liquidación del
patrimonio y, la reorganización (fusión o división) o la disolución, por ser la persona
jurídica penalmente responsable.

“El cambio del fin no es compatible con la perduración de la persona jurídica


porque el fin individualiza al sujeto y, por consiguiente, si aquel cambia, la personalidad se
extingue, salvo el dar lugar eventualmente a una persona nueva con otro fin”155

Como efectos de dicha extinción, se extinguen también los derechos y


obligaciones inherentes o estrictamente relacionados al ente, por ejemplo, el nombre y otras
cualidades individuales, además de extinguirse relaciones dependientes de la estructura
orgánica, es decir, derechos de los miembros, pero subsisten las responsabilidades por
deudas.

10. Tipos de personas jurídicas reguladas en el Código Civil cubano.

No pretendemos analizar todas y cada una de las personas jurídicas reconocidas


en el artículo 39,2 del Código Civil pues muchas de ellas son analizadas a profundidad en
otras ramas del Derecho. Así la estructura y funcionamiento del Estado, es estudiada en
Derecho Constitucional; las empresas y uniones de empresas, estatales o no, y las
cooperativas, son centro de discusión y reflexión en Derecho Económico y Derecho
Agrario y las sociedades civiles estudiadas, de conformidad con el contrato de sociedad que
las crea, en Derecho de Contratos, mientras que las de carácter mercantil se analizan en esa
materia. Por todo ello, se hará una breve reflexión en torno a dos de las personas jurídicas
que encuentran una estrecha relación con esta parte general, a saber, las asociaciones y las
fundaciones.

10.1 Las asociaciones

154
FERRARA, op. cit. p.878
155
ibídem, p. 848

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La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

Del latín “associare ad” y “socius”156,8 compañero. Puede definirse como una
organización de personas con independencia jurídica, a cuyas decisiones y acuerdos se
concede el valor de actos de voluntad, con poder de disponer y obligar a su patrimonio.

Se ha planteado de manera general que el término asociación es el más genérico,


por asimilarse a una agrupación de personas que persiguen un fin común del cual devienen
algunos más específicos que plantean otras particularidades como son el de sociedad y el de
corporación. Sin pretender llegar a profundas diferenciaciones se establece que la
asociación no tiene ánimo de lucro, mientras que la sociedad (civil o mercantil) es ello
precisamente lo que busca en su actuar, su razón de ser. La diferencia con la corporación en
último sentido está en la determinación de quien creó el ente, si fue la ley, es una
corporación y si fue la voluntad de los integrantes, es una asociación. 157

El Derecho de Asociación está reconocido en el artículo 54 de la Constitución


de la República, al establecer que "los derechos de reunión, manifestación y asociación son
ejercidos por los trabajadores manuales e intelectuales, los campesinos, la mujeres, los
estudiantes y los demás sectores del pueblo trabajador para lo cual disponen de los medios
necesarios para tales fines” 158

Sin embargo, hay que distinguir entre derechos refrendados constitucionalmente


y el reconocimiento, también estatal, de la personalidad jurídica de la asociación como
persona jurídica. Este reconocimiento le permitirá ejercitar su capacidad jurídica. Las
asociaciones se constituirán conforme con los requisitos establecidos en las leyes, según
postulado del artículo 39,2 del Código Civil cubano, que nos remite a la Ley de
Asociaciones que determina dichos particulares y una vez que se cumplan los mismos, se
les reconocerá como persona jurídica. Así, se constituye por un acto de autonomía privada
seguido de un control administrativo de tal iniciativa, procedimiento que concluye con la
inscripción en el Registro Correspondiente que determina su personalidad jurídica.

Así la legislación especial en consonancia con el postulado de Derecho común


establece un fundamento que permite el reconocimiento de personalidad a las asociaciones
validamente constituidas, por lo que no se considerará asociación a aquel ente que no
aparezca inscrito en el Registro de Asociaciones.158

10.1.1 Registro de asociaciones

La inscripción en el Registro de Asociaciones determina su personalidad


jurídica. Su existencia legal se acreditará con la certificación expedida por el Registro
donde esté inscripto (artículo 18 de la Ley de asociaciones) lo que indica el carácter
constitutivo de su inscripción. Existen en Cuba asociaciones de carácter nacional,

156
Diccionario de Derecho Universal. Editorial Labor. T. I. Barcelona, 1954/55
157
Vid. DIEZ PICAZO, p. 623
158
Constitución de la República.

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La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

inscriptas en el MINJUS y provinciales inscriptas en las Direcciones de Justicia de los


órganos del Poder Popular.

10.1.2 Procedimiento para su constitución.

Resultan significativos tres momentos en el procedimiento general para la


conformación de una asociación en Cuba: solicitud fundamentada legalmente de
autorización, autorización y reconocimiento e inscripción registral de dicho ente. Como se
aprecia, para constituir una asociación, se sigue el sistema normativo con autorización
previa, pues es necesario solicitarle la autorización al organismo correspondiente para
poder adquirir personalidad jurídica.

10.1.3 Solicitud.

No establece la legislación formalidad alguna para que los futuros miembros de


la asociación muestren su intención de crear la misma, no siendo necesario que exterioricen
su voluntad en escritura pública según la norma.

Dicha solicitud, sin embargo, debe estar fundada en presupuestos determinados


en la Ley de Asociaciones, Ley No 54/85

Primeramente, y queda así taxativamente plasmado en la norma , el fin debe ser:


científico, cultural, artístico, deportivo, de amistad y solidaridad y cualesquiera otras que se
propongan fines de interés social. Se excluye a las organizaciones de masas y sociales, a
las asociaciones eclesiásticas o religiosas, las cooperativas de producción agropecuaria, de
créditos y servicios y otros (art. 2)

Así se reputa que el fin es social sin que exista ánimo de lucro en su actividad.

Se establece además en la norma la imposibilidad de admitir una asociación


cuando esté presente en su configuración algunos de los elementos previstos en el artículo
8159.

Dentro de los elementos necesarios a tener en cuenta para la constitución de una


asociación aparece el patrimonio social. No admite así la norma que se conforme una
asociación que carezca de patrimonio, en conjunción con el artículo 39,1 del Código Civil
(aunque este fue promulgado con posterioridad a la norma analizada), a diferencia de lo que
considera Ferrara160, ya anteriormente planteado. Sin embargo, se entiende que una
agrupación de personas que se constituya como persona jurídica para desarrollar el amor a
la literatura, no necesita más que el intelecto para lograr su finalidad, sin que el patrimonio
se convierta en un elemento sine qua non para su constitución. Esta última opinión es
seguida por Messineo161 al considerar que el patrimonio es “un elemento instrumental y no
159
Vid. Ley de Asociaciones, No 54/85, artículos 2 y 8.
160
FERRARA, ibídem, pag. 470
161
MESSINEO, Francesco: Manual de Derecho Civil y Comercial T. II. Ediciones Jurídicas. Europa-América.
Buenos Aires, 1954, p. 163.

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La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

constitutivo en las asociaciones, diferenciándolas de las fundaciones en las que sí es un


contrasentido la existencia de una fundación sin patrimonio”

10.1.4 Autorización

La autorización es un acto administrativo discrecional otorgado por la


administración (Ministerio de Justicia) a solicitud de parte, en este caso, de los fundadores
o grupo de personas interesadas en cumplimentar un fin social. Así la norma establece que
cuando la asociación sea de carácter nacional es necesario canalizar la solicitud a través del
órgano o dependencia estatal que tenga relación con los objetivos de la asociación que se
pretenda crear. Si los fines son de carácter provincial o municipal, estará encargada de
recibirla el comité ejecutivo, actual Consejo de la Administración de la Asamblea del Poder
Popular, según se corresponda (provincial o municipal)

Dichas entidades valorarán y remitirán informes al MINJUS, exponiendo sus


consideraciones, en relación con el hecho de si procede o no la autorización. Es el
MINJUS el que mediante resolución autorizará o denegará la constitución de la asociación
en conformidad con lo establecido en la ley y en el reglamento (art. 7 Ley de
Asociaciones). Dicha resolución puede ser impugnada, interponiéndose recurso de alzada
ante el Ministro de Justicia y la Resolución que resuelva el recurso podrá ser impugnada en
la vía judicial. (Art. 20 de la mencionada ley)

Los órganos mantendrán una estrecha vinculación con las asociaciones ya


constituidas y velarán por su actividad coordinando y colaborando con el desarrollo y
funcionamiento de la entidad en la consecución del fin propuesto en su actuar, existiendo
entonces una doble fiscalización en su actuar, pues el Ministerio de Justicia también velará
por el funcionamiento de la asociación y podrá imponer sanciones administrativas
recurribles.

10.2 Fundaciones.

En el mundo contemporáneo, se aprecia hoy con importancia capital, un


fenómeno expresivo de la autonomía de la voluntad que satisface el interés general: es el
desarrollo de la institución conocida como fundaciones.

La palabra fundación proviene del latín “fundatio” (acción y efecto de fundar).


Es una clase de persona jurídica formada por la voluntad de una persona que dedica
patrimonio suficiente que le pertenece a la realización, de un modo permanente, de un fin
humano lícito, en favor de ciertas personas. (De ahí que se la haya llamado “patrimonio ” o
“masa de bienes”.)

Como se aprecia, en un primer intento de definición de este instituto, la


naturaleza jurídica de la fundación es la de ser una persona jurídica, con personalidad
jurídica propia independiente por completo de la persona que la crea. La misma tiene el
privilegio histórico de haber sido uno de los casos concretos reconocidos y regulados como
tales por el Derecho Romano; sin embargo, en relación con las fundaciones, de manera

- 149 -
La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

específica, el Derecho Romano no las reconoció en principio con existencia propia e


independiente y se suplía esta deficiencia, al decir de DE CASTRO “con las llamadas
fundaciones fiduciarias, que consistían en dejar determinados bienes a una persona jurídica
ya existente con la carga modal de aplicarlos a ciertos fines”162

No es hasta el cristianismo que surgen las fundaciones como verdaderas personas


jurídicas bajo la forma de “paei causae, pia corpora” en que la asignación de un patrimonio
se realiza a los enfermos, pobres, ancianos y huérfanos, creando un nuevo sujeto de
Derecho: el hospital, el asilo, el orfanato y otros, consideradas estas de carácter puramente
benéfico, son el precedente moderno del concepto actual de fundación.

Surgen también en la Edad Moderna, las llamadas Fundaciones Familiares en el


centro de Europa con el fin de vincular un conjunto de bienes e intereses a las necesidades
de una familia. Desde el Renacimiento, adquiere la Fundación un carácter profano, y se
acentuó hasta llegar a la Revolución Francesa que menospreció a las fundaciones y demás
personas jurídicas.

Como se aprecia, las fundaciones tuvieron su origen en las “mandas” de carácter


piadoso; después extendieron su campo al orden de la beneficencia en general y docente; en
la actualidad, sin abandonar estas esferas, se extienden en lo social y de manera general al
fomento de actividades intelectuales y artísticas colectivas. 163

En Cuba, existió una fuerte tradición de fundaciones. De los estudios


realizados, se tiene conocimiento de que en la época de la pseudo república existieron
varias de carácter fundamentalmente benéfico entre las que se pueden mencionar la llamada
Sanatorio Naturalista “José Beltrán y Gil”, regulada por decreto No 1614 de 12 de agosto
de 1954 y la Fundación para ciegos “Varona Suárez”, reconocida por la Ley No 504 de 19
de agosto de 1958. El 4 de diciembre de 1985 con la constitución de la Fundación del
Nuevo Cine Latinoamericano, comienzan a aparecer, como fenómeno práctico actual en
nuestro contexto estas instituciones, pero lamentablemente desprovistas de una regulación
jurídica específica. Sólo encuentran basamento en un escaso inciso del artículo 39 del
Código Civil Cubano que la define como una persona jurídica y entiende por tal “el
conjunto de bienes creados como patrimonio separado por acto de liberalidad del que era su
propietario, para dedicarlos al cumplimiento de determinado fin permitido por la ley, sin
ánimo de lucro y constituidas de conformidad con los requisitos establecidos en las
leyes”164.

Si bien es cierto que el Código previó la necesidad de una legislación


complementaria sobre la materia, no es hasta 1997 que debido a la necesidad práctica
inminente, se comienza a trabajar en un proyecto de ley de fundaciones.

Actualmente en Cuba, la constitución de las fundaciones se realiza mediante un


acto notarial por Escritura Pública y al no existir un Registro de Fundaciones aparece en
162
DE CASTRO Y BRAVO, citado por Jorge Alfredo DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ en Derecho Civil. Parte General,
p. 292
163
Proyecto de Ley de Fundaciones, art. 2.1.2.3.
164
Código Civil Cubano, artículo 39.

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La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

constancia en los protocolos notariales de la Notaría Especial del Ministerio de Justicia. El


Proyecto, en su artículo 9 prevé la creación del Registro de Fundaciones y el carácter
constitucional de la inscripción registral. Previa a esta escritura pública y como requisito
“sine qua non” para la constitución, es necesaria la autorización del órgano de la
Administración Central del Estado que se relaciona con los fines que persigue la misma.

Constitucionalmente, esta personalidad jurídica independiente surge en virtud de


un acto funcional que le da nacimiento a la vida jurídica. Este negocio jurídico fundacional
consiste en la declaración unilateral de voluntad de un individuo que adscribe un
patrimonio a la consecución de determinado fin de interés público.

El negocio fundacional es un acto gratuito que supone un desplazamiento


patrimonial unilateral sin contraprestación y además no recepticio. ¿Puede ser considerado
por tanto este acto como una donación? Algunos autores lo asimilan a la donación por ser
esta a su juicio, la figura que más se le asemeja. Pero lo cierto es que no puede ser
considerado como tal ya que la donación, como contrato, requiere la aceptación del
donatario, determinando a la persona a quien se le realiza y constituye un ejemplo típico de
voluntad recepticia. Además, la donación constituye un aumento del patrimonio del
donatario. Estos elementos no se verifican en el acto fundacional.

En cuanto a la forma, lo corriente es que en el acto fundacional conste de modo


expreso la voluntad del fundador, aunque nada obsta a que pueda presumirse dicha
voluntad por cualquier otro medio adecuado para ello.

Esta declaración de voluntad puede ser inter-vivos o mortis causa. Si es mortis


causa se regirá por los requisitos exigidos a los testamentos. Esta forma de creación es
frecuente, ordenando en el testamento a los herederos, albacea o a alguna otra persona
concreta la creación de la Persona Jurídica. En otro caso, en la propia disposición
testamentaria, se crea la Fundación, sin perjuicio de que los ejecutores testamentarios
tengan que desarrollar actos concretos para que surja (en nuestro país, en virtud del nuevo
Proyecto de Ley, la constitución de la Fundación por testamento está sujeta al requisito de
la autorización administrativa (art. 8.1) Planteado como requisito esencial para la validez
del acto fundacional, la autorización, más que un requisito de validez del acto fundacional,
es un requisito de legitimación, pues el acto fundacional es válido; lo que no sería válido
sería la constitución de la fundación o su reconocimiento legal como Persona Jurídica.

El acto fundacional tiene carácter irrevocable; no obstante se discute esta


característica ya que la posibilidad de creación de una fundación mediante testamento
siendo este, por principio, revocable trae como consecuencia que dicho negocio jurídico
también lo sea, ya que el ente surge no con el otorgamiento del testamento sino cuando
fallezca el testador.

Existen doctrinalmente dos medios jurídicamente válidos para la creación de una


Fundación: uno, tramitar o adscribir el patrimonio a una persona individual o jurídica
imponiendo la carga de la realización del fin (fundación no autónoma) y otro independizar
tal patrimonio, dotándolo de organizaciones propias y dándoles el carácter de personas
jurídicas (fundación autónoma).

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La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

10.2.1 Patrimonio o dotación.

La idea del patrimonio, conocido con el nombre de dotación, es esencial y


precisamente basándose en este dato, las fundaciones eran consideradas en su origen
“universitates honorarias”. El patrimonio no puede ser considerado como el conjunto de
bienes, sino como bienes, derechos y acciones que lo conforman.

En ellos, el patrimonio es el soporte de su personalidad o el sustrato de su


existencia, adscrito al cumplimiento de un fin determinado.

En virtud de esta característica que diferencia a la fundación de la Asociación y


de la Sociedad, debe ser suficiente y adecuado para conseguir los fines de la misma. En la
actualidad, se discute si realmente tiene que existir patrimonio en el momento de
constituirse la Fundación. Parece casi inadmisible una Fundación sin apenas patrimonio
inicial consistente en las garantías dadas; claro que esta dotación tendrá como requisito el
compromiso de aportación garantizado; en ningún caso, se analizará o tendrá en cuenta el
mero propósito de recaudar donativos. Así, está previsto en algunas legislaciones sobre la
materia. Nuestro actual proyecto de Ley no reconoce esta posibilidad al estipular en el
artículo 22.1a) que la aportación al patrimonio de la fundación se realizará al momento de
la constitución.

Una peculiaridad de nuestro país en la conformación del patrimonio que


determina su clasificación es el hecho de que además de existir fundaciones de carácter
privado y público, las hay mixtas. Se entienden como fundaciones de carácter privado
aquella en la que la aportación patrimonial proviene de una persona natural o jurídica
diferente del Estado. Como tal, se constituyó en Cuba la Fundación “Pablo Milanés” (ya
extinguida) y la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y del Caribe que se creó con
el aporte de importantes figuras del cine latinoamericano, aunque en estos momentos, se
encuentra subvencionada por el Estado. En las de carácter público, el desprendimiento
patrimonial proviene del Estado y en Cuba existe como ejemplo la Fundación “Fernando
Ortiz”. Las de carácter mixto no aparecen en la legislación extranjera y tienen ese carácter
porque interviene patrimonio privado y público. Como ejemplo en Cuba, la Fundación
“Alejo Carpentier” nutrió su patrimonio con aportes de la viuda, del autor y del Estado.

La polémica más acuciante en la actualidad se refiere a cómo incrementar el


patrimonio de las fundaciones. La vía fundamental e históricamente reconocida era a través
de la recepción de donativos y legados de personas naturales o jurídicas; pero ello se
dificulta cada vez más en la actualidad, pues depende de la voluntad de terceras personas
que no tienen vínculo con la fundación o que, de tenerlo, no están obligadas a aportarle
bienes al patrimonio fundacional.

Por ello, presenciamos en estos momentos, una vinculación estrecha de las


fundaciones con las empresas. En lo que respecta al ejercicio de actividades empresariales,
cabe la aceptación de estas siempre que los beneficios obtenidos se destinen a la

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La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

consecución de los fines fundacionales. La duda surge en el momento de precisar el


alcance y la modalidad de esta participación empresarial. Por lo general, se restringe la
posibilidad de que desempeñen actividades empresariales, como comerciantes, para evitar
que el patrimonio fundacional se someta al riesgo de este tiempo de actividad. De aquí se
interpreta que es posible invertir en actividades empresariales, pero no adquirir con ello, la
condición de comerciante y deben adoptar una estructura diferenciada para lo cual se crea
una persona jurídica titular de la actividad empresarial con limitación de responsabilidad.

Actualmente, el problema de la realización de actividades mercantiles e


industriales por parte de las fundaciones se trata del siguiente modo en Cuba: la fundación
puede tener acciones en una sociedad mercantil o contar con un mecanismo comercial que
funcionará a través de una entidad independiente a ella que toma la forma de sociedad
anónima y es tributaria permanente de las fundaciones. El 99% de sus ingresos netos son
para la fundación y adopta el nombre de entidades promocionales al ser reconocidas en los
estatutos.

En la escritura de constitución de la Sociedad Anónima Caguayo S.A., por


ejemplo, se señala como objetivo social, servir de soporte económico a la Fundación
“Caguayo” (fundación pública para las artes monumentales y aplicadas creada con un
patrimonio integrado por el usufructo por término de 25 años del Taller de artes
monumentales y aplicadas “René Valdés” y la suma de 160,000 pesos M.N. provenientes
de una donación del Estado cubano de los derechos de autor de algunos de los creadores
que realizaron la Plaza Monumento “Antonio Maceo” (en Santiago de Cuba ). Para lograr
sus propósitos, esta S.A. realizará actividades mercantiles de todo tipo y se regirá en su
funcionamiento por sus estatutos y supletoriamente por el Código de Comercio.

El Proyecto prevé en su artículo 27,1 que sería importante comentar una forma de
vinculación no ya de la fundación con la empresa sino de la empresa con la fundación que
constituye un aporte económico a dichas entidades. Esta forma está regulada en la Ley de
Fundaciones Española precitada que se concreta en el convenio de colaboración en
actividades de interés general por medio del cual, las fundaciones, a cambio de una ayuda
económica para la realización de las actividades que efectúen en cumplimiento de los fines
previstos, se comprometen, por escrito a difundir la participación del colaborador en dichas
actividades, sin que en ningún caso dicho compromiso pueda consistir en entrega de un
porcentaje de participación en ventas o beneficios.

Esta vinculación parece atinada para ambas, pues directamente reparte un


beneficio económico para la fundación y a la empresa, indirectamente, o de forma mediata
incentiva sus ganancias al ser asociada también a fines benéficos o de interés colectivo.

Otra forma de incrementar el patrimonio fundacional es estimulando a personas


privadas para el desarrollo y participación en actividades de interés general como lo son las
fundaciones, propiciándoles en las legislaciones un régimen legal fiscal ventajoso a las
entidades que aporten parte de sus beneficios al patrimonio fundacional. Tanto es así que
en la Ley de Fundaciones Española, se le reducen los impuestos y en algunos casos quedan
hasta exentos del pago al fisco, si prueban su participación en estos fines.

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La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

No existen ventajas fiscales y así lo justifica su origen benefactor. El control


fiscal se realiza en la actualidad por el mecanismo fiscal general. Esto no estimula la
realización de donaciones las que constituyen una forma de incremento del patrimonio
fundacional.

Este fenómeno demuestra una adaptación de las características generales de esta


institución a las condiciones actuales, sin desvirtuar el objetivo principal de la misma que
es satisfacer un interés general.

10.2.2 Capacidad.

Doctrinalmente, se considera que el patrimonio esta personalizado y constituye,


en vez de objeto, un sujeto de derecho; ya que el patrimonio fundacional no tiene titular.
No puede concebirse como tal al propio fundador ya que se ha desprendido de él, ni a los
administradores que desempeñan un cargo temporal basado en la confianza y tampoco
pueden ser los beneficiarios, pues los mismos son indeterminados y no pueden alegar
derechos.

Para ejercitar la capacidad jurídica, la fundación, ciertamente como cualquier otra


persona jurídica, exige la existencia de órganos adecuados quienes obren a su nombre.
(Esta capacidad se rige por dos clases de normas, las legales, generales o especiales, y las
estatutarias o autónomas) Las fundaciones carecen de aquellos derechos que presuponen la
existencia de una persona física; sin embargo, se les conceden derechos de reputación,
industriales, de testamentificación pasiva, entre otros.

Es importante, por tanto, que ese patrimonio esté organizado y ello requiere o
supone el nombramiento de patronos administadores o representantes que utilicen los
medios para llevar a cabo los fines de la fundación y que se circunscriban a la voluntad del
fundador. El fundador puede formar parte de la administración, la cual debe ser una
organización colegiada, por su libre voluntad.

Los patronos pueden ser nombrados por el fundador en el acto constitutivo o por
los sistemas que mencionaremos:

a) que sean nombrados por los anteriores patronos o,


b) elegidos por un tercero que ostente determinado cargo dentro de la fundación

A la administración se le confieren plenas facultades para la toma de decisiones


en la fundación, siempre que dirija su actividad a la consecución del fin fundacional.

10.2.3 Fin.

Es importante detenerse en el fin de la fundación, ya que debe presentar ciertas


características. Ante todo, no puede ser lucrativo entendiéndose por esto que debe tener

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La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

carácter altruista en relación con los beneficiarios, lo que no implica que, en la


administración de su patrimonio la fundación no haya de procurar los máximos ingresos.

En lo referido a los beneficiarios, se imponía que los beneficios fueran atribuidos


de forma gratuita, pero ya se prevé la posibilidad de cobrar una contraprestación a los
beneficiarios que no tendrá margen comercial. El fin debe ser impersonal, es decir,
beneficiar a un número indeterminado de personas. Se califica como inadmisible una
fundación que promueva fines discriminatorios no justificados. Cuando se determina el fin,
como de interés general, se hace también referencia al valor positivo de este, a su
relevancia social según las valoraciones sociales dominantes. La permanencia del fin
implica que la destinación patrimonial sea permanente y estable; pues para satisfacer fines
transitorios, no se requiere articular una persona jurídica que habría de extinguirse
rápidamente. Por ello, el objeto o fin de la fundación debe estar definido sólo
genéricamente en los estatutos y corresponderá a los órganos de gobierno de la fundación,
la concreción y el desarrollo del programa de actividades para llevar a feliz realización su
fin.

El cumplimiento del fin para el cual fue creada la fundación es debidamente


supervisado por el Estado. Esta intervención del estado es exigida en muchas legislaciones
sobre la materia, basándose en que desde el punto de vista sociopolítico sería muy peligroso
la no intervención del estado pues daría la posibilidad de vincular para siempre, masas
patrimoniales de considerable cuantía en relación con un fin determinado y se originaría el
peligro de que el presente constituyera por excesiva acumulación de bienes en las llamadas
“manos muertas”, un peligro para el progreso social.

Las legislaciones no llegan a un acuerdo uniforme en lo que respecta a si la


intervención estatal debe estar en la constitución de la fundación o en la fiscalización
posterior de su funcionamiento para impedir la realización de actos delictivos, y evitar que
los patronos se extralimiten en el ejercicio de la administración y vigilar, en definitiva, los
actos de estos con el objetivo de ver si se cumplen o al menos se persiguen los fines
propuestos. En la Ley Española antes citada, se establece que el protectorado será el
órgano de la Administración Central del Estado que fiscalizará el funcionamiento de las
fundaciones.

Si bien es cierto que las fundaciones en Cuba tienen la tutela estatal, no existe un
mecanismo especial que vele por su funcionamiento ni por el cumplimiento de sus fines. La
tutela estatal se lleva a cabo de forma muy semejante a la de las asociaciones y se realiza
por un órgano denominado “de relaciones”. Todo esto queda regulado mejor y establecido
en los estatutos que constan en la escritura notarial. En el actual Proyecto de Ley se aprecia
una doble fiscalización.

En el Proyecto de Ley de Fundaciones cubano se aprecia una intervención del


Estado, tanto en la autorización del Ministerio de Justicia, (art. 7) como en el momento de
desarrollar su actividad, pues prevé organismos de coordinación que son los de la
Administración Central del Estado que se vinculen directamente con la fundación. (Art. 37
y siguientes del Proyecto de Ley) que velen por el cumplimiento de los fines conjuntos con
el propio Ministerio de Justicia (art. 39 del Proyecto).

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La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

10.2.4 Modificaciones y extinción.

Por último, en este intento de acercamiento a los elementos fundamentales de


esta institución jurídica, sería loable detenerse en la modificación y extinción de una
fundación. Las mismas pueden sufrir cambios de condiciones y circunstancias tanto
internas como externas, que pueden conducirlas a la inactividad, tales como, caducidad de
sus fines, alteraciones en su patrimonio y en su rentabilidad. Algunas legislaciones prevén
que si el cambio es del fin es una extinción de la fundación; sin embargo, otras prevén que
se puede modificar aún a riesgo de desvirtuar la voluntad fundacional. Esto debe ser
acordado en casos extremos cuando las circunstancias dificulten o hagan inútil el
mantenimiento d las fundaciones. El Proyecto de Ley cubano se afilia a la tesis de respetar
hasta las últimas consecuencias la voluntad del fundador.

Las legislaciones, por lo general, establecen determinadas circunstancias para la


extinción de una fundación. Lo cierto es que con excepción de la extinción por fusión, la
extinción supone un proceso de liquidación. El patrimonio fundacional que queda tras la
liquidación seguirá el destino marcado por el fundador y en su defecto, se destinará a fines
análogos a los fundacionales. (Art. 35 a 37 del Proyecto)

Una vez liquidado el patrimonio fundacional y extinguida por tanto, la fundación


como persona jurídica, cesa su inscripción registral, pues hay que puntualizar que desde ese
momento es que cesa la personalidad jurídica de la fundación teniendo en cuenta que el
efecto fundamental del registro de las personas jurídicas es el de ser constitutivo.

Por último, en relación con la práctica actual cubana cuando ocurre la extinción
de la fundación, los bienes con que contaba se destinan a otros fines de carácter general. La
Comisión de Disolución se creará por integrantes de la Fundación y decidirá la liquidación
de los bienes con autorización del órgano de coordinación.

Es necesario reflexionar sobre estos temas debido al creciente auge de las


fundaciones en la sociedad cubana y en el mundo en general para que las leyes civiles estén
a tono con las exigencias civiles de los particulares.

BIBLIOGRAFÍA SUMARIA:

ALBALADEJO, Manuel; Curso de Derecho Civil, T.I. Madrid. 1985, BALMACEDA


LAZCANO, Carlos; El estatuto de las personas jurídicas. Chile Editorial Nacimiento,
1943, BURON GARCIA, D. Gregorio; Derecho Civil Español. T. I. Valladolid.

- 156 -
La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

España. Librería Nacional y Extranjera, 1898, CAPILLA RONCERO, Francisco; La


persona jurídica. Funciones y disfunciones. Edit. Tecnos. Madrid, España, 1993,
CASTAN TOBEÑAS, José; Derecho Civil Común y Foral. T. I, España, 1958, DIEZ
PICAZO, Luis y GULLÓN BALLESTEROS, Antonio; Sistema de Derecho Civil.
Madrid. España. De. 1989, FERRARA, Francisco; Teoría de las personas jurídicas.
Traducido por Eduardo Ovejero y Mairy de la segunda edición revisada italiana.
Madrid, España, De. Reus. 1929, GAMBINO CREVANI, Hugo; Personas jurídicas
Montevideo, Facultad de Derecho, 1958, GUTIERREZ ALBORNOZ, Javier; La
concesión de Personas Jurídicas a las corporaciones y fundaciones. Chile.
Editorial Jurídica de Chile, 1963, DE RUGGIERO, Roberto: Instituciones de
Derecho Civil, Diccionario de Derecho Privado. Edit. Labor S. A. Barcelona,
Madrid, España, 1954, Diccionario Enciclopédico Salvat, T XI, 1954, LAZO
LAZO, Yudaisy; Constitución de fundaciones ordenadas en Negocios Mortis
Causa. Trabajo de Diploma tutoreado por Leonardo Pérez Gallardo y Marta
Fernández Martínez, Universidad de La Habana, 1998, MESSINEO, Francesco;
Manual de Derecho Civil y Comercial. T. II Ediciones Jurídicas. Europa América.
Buenos Aires, 1954, Nueva Enciclopedia Jurídica, T. I, III, X, 1989, RAPA
ALVAREZ, Vicente; La relación jurídica. Categoría esencial en el nuevo Código
Civil, en Revista Jurídica 19. Abril junio 1988. Año VI, Clemente, TIRSO,; Derecho
Civil. Parte General. TI. (Segunda parte) La Habana, Cuba.

Legislaciones:

Código Civil Cubano: 1987 Ley 59, publicado en la Gaceta oficial extraordinaria
No 9 de 15 de octubre de 1987, s.e. ENPES La Habana, 1988, Código Civil
Español 1988, extensivo a Cuba por Real Decreto de 31 de julio de 1889,
concordado y anotado hasta el 8 de marzo de 1975, Ministerio de Justicia, 1975,
Código Civil mexicano del Distrito Federal, 1928, publicado en diario oficial del
26 de mayo de 1928, ediciones Delma, 1995, Código Civil Peruano, promulgado
por decreto legislativo No 295 de 24 de julio de 1984 en vigor desde el 4 de
noviembre de 1984, analizado, revisado y comentado por el Dr. Hernán
FIGUEROA.ESTEMADOYRO, Lima, Perú, 1997, Editorial, INKARIE.I.R.L,
Constitución de la República. 1976. (Modificada en 1992), Ley 54 Ley de
Asociaciones, 1985, Ley 30 de 1994, 14 de noviembre de Fundaciones y de
Incentivos fiscales a la participación privada en las actividades de interés general.
Madrid, viernes 25 de noviembre de 1994, Proyecto de D. L. De Fundaciones
Versión 10 de 12 de mayo de 1998. La Habana, 1998.

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La persona jurídica Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

CAPITULO V
EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA CIVIL

Sumario:
1 – EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA CIVIL COMO CONCRECIÓN DEL
OBJETO DEL DERECHO CIVIL. 1.1 – Regulación del objeto de la relación jurídica
civil en el Código Civil cubano. 2 – LAS COSAS O BIENES COMO OBJETO DE LAS
RELACIONES JURÍDICAS CIVILES. 2.1 – Concepto y requisitos. 2.2 – Clases de
bienes. 2.2.1 – Clasificación de los bienes atendiendo a cualidades físicas o jurídicas.
2.2.2 – Clasificación de los bienes atendiendo a las relaciones de conexión que guardan
unos con otros. 2.2.3 – Clasificación de los bienes atendiendo a la relación de
pertenencia o apropiación. 3 – LAS PRESTACIONES COMO OBJETO DE
RELACIONES JURÍDICAS CIVILES. 3.1 – Concepto y requisitos. 3.2 – Clases de
prestaciones. 4 – EL PATRIMONIO. 4.1 – Concepto y composición. 4.2 – Naturaleza
jurídica del patrimonio. 4.3 – Caracteres del patrimonio. 4.4 – Tipos de patrimonio.
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA.

1. El objeto de la relación jurídica civil como concreción del objeto del


Derecho Civil.

La palabra “objeto” procede del latín ob- iectus, que significa lo que está opuesto
al sujeto, del mismo modo que la palabra alemana que se traduce como objeto, gegenstand,
expresa igual idea: lo contrapuesto, lo que está frente al sujeto.165

Sin embargo, el significado etimológico de la palabra no debe identificarse


exactamente con su significado jurídico, pues ello conllevaría a equipararlo con el término
cosa o bien, lo que no abarca la extensión total del objeto, jurídicamente hablando. Como
afirma Gil Rodríguez, se advierte la necesidad de contraponer un posible significado
genérico, conforme al cual la locución objeto del derecho evoca el ámbito o materia de un
instituto, conjunto normativo o disciplina jurídica (objeto del Derecho Civil), frente al
sentido más específico que cobra la misma expresión cuando se utiliza asociada a la idea
de derecho subjetivo o relación jurídica y para singularizar el soporte objetivo de los
mismos.166

El objeto del Derecho Civil lo constituye el conjunto de relaciones sociales


homogéneas que son reguladas por esta rama del Derecho, que pueden ser relaciones
patrimoniales, relaciones no patrimoniales propiamente pero vinculadas a aquellas y
relaciones personales puras.

165
Vid. PUIG BRUTAU, J., Compendio de Derecho Civil, Volumen I, Ed. Bosch, Barcelona, 1987, p. 295.
166
GIL RODRÍGUEZ, J., Manual de Derecho Civil, Tomo I, Cap. XIX, Ed. Marcial Pons, Madrid, 1997, p. 453.

- 161 -
El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

Por su parte, objeto de la relación jurídica civil será la materia social que queda
afectada por dicha relación, no sólo las cosas o bienes materiales si se trata de perfilar éste
más allá del paradigmático marco del derecho o relación real, sino también las conductas o
comportamientos que conforman las prestaciones o servicios sobre las que se proyecta el
interés del titular de un derecho, los productos del espíritu humano, que son el objeto de los
llamados derechos sobre bienes inmateriales y, en definitiva, cualquier interés protegido
jurídicamente a que se refiera la misma.

Como puede advertirse, objeto del Derecho Civil y objeto de la relación jurídica
civil son categorías de un mismo orden, pero no son idénticas. El comportamiento volitivo
de las personas en general, como participantes de una relación de un determinado tipo, es
objeto de la acción que ejercen las normas jurídicas, que por su carácter general y abstracto
no toman en cuenta un contingente determinado individualmente de participantes en esas
relaciones. La relación jurídica concreta, en cambio, si reglamenta el comportamiento real
de sujetos específicos, de aquellas personas determinadas que intervienen en la misma, ya
sea respecto a bienes materiales o inmateriales, o respecto a un interés concreto de un
derecho de crédito. Es decir, el objeto del Derecho Civil tiene un carácter más general, es
el tipo de relación social que por sus características puede estar respaldada por
determinadas normas jurídicas civiles, mientras que el objeto de la relación jurídica civil es
concreto, se refiere específicamente al comportamiento que se exige o se permite a sujetos
particulares de una relación jurídica dada.167

En el ámbito de las relaciones patrimoniales, objeto de los llamados derechos


reales serán las entidades capaces de soportar un poder jurídico del sujeto que abarque el
conjunto de facultades que a este se le reconocen, esencialmente las cosas propiamente
dichas168, pero también, como ya apuntamos, las energías y los bienes inmateriales. En el
caso de los derechos de crédito, el objeto es la conducta de otra persona, la conducta
comprometida, que en sí misma es inaprensible, pero que obliga a un comportamiento que
satisface el interés del acreedor.

1.1 Regulación del objeto de la relación jurídica civil en el Código Civil


cubano.

En el Código Civil español vigente entre nosotros hasta 1987, se trataba el objeto
de la relación jurídica de forma dispersa, haciendo alusión al mismo en diferentes Libros.
167
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., Derecho Civil. Parte General, Tomo II, Primera Parte, EMPES, La Habana,
1984, p.p. 5- 9.
168
Señala acertadamente GIL RODRÍGUEZ que, en cuanto a los derechos reales, el objeto a experimentado una
evolución semejante a la de la subjetividad jurídica. “También el sujeto empieza por identificarse con la
persona humana, pero ello no impide la personificación de los entes morales, aunque la ley se reserve la tarea
de dosificar su existencia y protagonismo. De manera equivalente, tendremos ocasión de observar cómo la
construcción del objeto capaz de servir al interés de los titulares de un derecho o relación jurídica comienza
singularizando las realidades exteriores más consistentes (cosas corporales), aunque ulteriormente haya que
dilatar este concepto, no sólo para incluir cualquier estado de la materia y toda energía natural, sino
especialmente para dar acogida a determinados bienes inmateriales (como las creaciones del espíritu:
propiedad intelectual e industrial), cuya susceptibilidad de apropiación y disfrute absolutos precisa en cierto
modo también la mediación del legislador.” op. cit. p. 455.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

Así, la materia referida a los bienes y su clasificación se incluía en el Libro dedicado a la


propiedad y sus modificaciones, en el correspondiente a las obligaciones y los contratos se
dedicaba una sección al objeto de estos últimos, en la cual además se aludía a la herencia
futura como eventual objeto de contrato, lo que llevó a algunos autores 169 a considerar que
ello evidenciaba el hecho de que las relaciones jurídicas recaían en ese caso sobre un
patrimonio hereditario.

El legislador cubano incorporó a la Parte General del Código de 1987 las normas
fundamentales relativas al objeto de toda relación jurídica civil de carácter patrimonial, y se
decide por considerar como objeto inmediato de las mismas a la materia sobre la cual
recaen, aunque debe recordarse que objeto mediato de estas será el fin u objetivo que con
ellas se persigue.

El artículo 45.1 del Código Civil establece que será un bien, una prestación o un
patrimonio el objeto de la relación jurídica, preceptuando además que estos deben ser de
lícita apropiación o recepción. El apartado 2 del propio artículo señala que, por su objeto,
las relaciones jurídicas pueden ser: sobre bienes materiales, de obligaciones y de
sucesiones.

Aunque resulta adecuado el tratamiento unitario del objeto de las relaciones


jurídicas civiles de carácter patrimonial en la Parte General del Código, ganando con ello
en abstracción y generalidad dicho cuerpo legal, pues es lo cierto que allí donde se
identifique una relación jurídica pueden siempre recopilarse datos sobre su objeto, pues no
se conciben aquellas sin estos, se ha incurrido en imprecisiones técnicas en dicha
regulación.

La primera cuestión no precisada adecuadamente se localiza en el aspecto referido


a las relaciones jurídicas que tienen por objeto los bienes, pues se establece que estas son
relaciones sobre bienes materiales, descartando así la posibilidad real de que se reconozcan
como relaciones jurídicas civiles aquellas que tienen por objeto energías u otros bienes no
corporales, pues aunque no coinciden exactamente los términos bienes materiales y bienes
corporales, este parece ser el sentido de nuestro Código, ni tampoco se incluyen aquí como
relaciones jurídicas civiles las que tienen por objeto bienes inmateriales, que teniendo en
cuenta la naturaleza civil del derecho de autor, debieran estar contempladas en esta parte
general del Código aunque luego se desarrollen legislativamente en norma especial.

El otro aspecto técnicamente negativo es la consideración del patrimonio como


objeto de relaciones jurídicas de sucesiones. Ya se ha planteado que el patrimonio es
categoría abstracta que indica unificación de una serie de objetos, pero no es algo distinto
de los elementos que lo componen, no es realidad ontológica sino lógica y no constituye un
objeto de derecho subjetivo, sino una suma de estos. Por otra parte, las relaciones jurídicas
de sucesiones tienen por objeto no todo el patrimonio de la persona que fallece, sino los
bienes, derechos y obligaciones transmisibles por causa de muerte, que conforman la
herencia.

169
Vid. RAPA ALVAREZ, V., “La relación jurídica. Categoría esencial en el nuevo Código Civil”, en Revista
Jurídica, Nro. 19, MINJUS, La Habana, abril- junio 1998, p. 153.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

Desbrozada de este modo la regulación del objeto de la relación jurídica en


nuestro Código Civil, tomando en consideración, a pesar de ello, lo preceptuado por el
artículo 46170, analizaremos a continuación las cosas o bienes, la prestación y el patrimonio
en concepto de tales, pues la regulación pormenorizada de estos se recoge en la Parte
Especial del Código y su estudio doctrinal corresponde a materias específicas. Los derechos
sobre bienes se regulan en el Libro Segundo, el régimen de las prestaciones se establece en
el Libro Tercero y los derechos sucesorios se regulan en el Libro Cuarto.

2. Las cosas o bienes como objeto de relaciones jurídicas civiles.

2.1 Concepto y requisitos.

La palabra “bien” proviene del término latino beare, que significa causar
felicidad, hacer lo bueno. No siempre se ha identificado con la cosa, término que designó
en Roma el vocablo latino res, de gran amplitud y flexibilidad. En principio, se entendió
por res sólo el objeto material, la realidad física, los objetos corporales que servían o
ayudaban al hombre, ya fueran los esclavos, los animales o las cosas inanimadas. Más tarde
incluyó también las cosas incorporales que también podían servir para satisfacer
necesidades del hombre, e incluso, en las Institutas de GAYO aparecen incluidos entre las
cosas los derechos. Así, en su origen romano el concepto de bona era más restringido que
el de res, abarcando este último dentro de sí el término bona, que se restringía a las cosas
susceptibles de aprovechamiento según expresó ULPIANO en el Digesto.171

Los redactores del Diccionario de Derecho Privado señalan que en el lenguaje


corriente se utilizan indistintamente ambas palabras, pero entendiendo que al hablar de
cosas quieren significarse los objetos que pueden entrar en las relaciones de propiedad o
derechos reales, aunque vistas independientemente de cualquier relación que puedan tener
con una persona, es decir, consideradas en sí mismas, mientras que la palabra bienes se
emplea para significar aquellas cosas que han entrado ya en la relación de propiedad, o
sobre las que existe apropiación.

Sin embargo, tanto si se parte de la idea físico - vulgar de cosa como de la socio-
económica de bien, resulta más provechoso para el ámbito jurídico admitir la sinonimia de
ambos conceptos, que por demás se utilizan indistintamente por casi todas las legislaciones.
170
El artículo 46 del Código Civil cubano de 1987 reza como sigue:
ARTICULO 46.1. Las relaciones jurídicas sobre bienes materiales recaen directamente sobre cosas y
confieren a su titular, frente a cualquier otra persona, la facultad de ejercitar su derecho dentro de los límites
establecidos por la ley.
2.Los bienes materiales pueden ser inmuebles o muebles; son inmuebles la tierra, los demás bienes
incorporados a ella y los que se unen de manera permanente a los antes referidos para su explotación o
utilización. Son bienes muebles todos los demás.
3. Las relaciones jurídicas de obligaciones facultan a una persona a exigir de otra una prestación. La
prestación puede consistir en dar, hacer o no hacer alguna cosa.
4. Las relaciones jurídicas de sucesiones implican la transmisión del patrimonio de una persona, por el hecho
de su muerte, a otra.
171
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., pp. 18- 19.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

Algunos expositores no han renunciado a la pretensión de dilucidar la diferencia


conceptual que separa las cosas de los bienes, entendiendo a aquellas como el género y a
estos como la especie, pero parece más razonable la opción metodológica de considerarlos
sinónimos, pues de lo contrario se corre el riesgo de caer en un razonamiento circular: son
bienes las cosas que benefician o aprovechan, pero que además pueden ser objeto de
apropiación, por lo que resultarían especie dentro del género cosas; son cosas aquellos
bienes que no son susceptibles de apropiación, por lo que resultarían especie dentro del
género bien.172

Nuestro Código Civil, como es lógico, no se ocupa de ofrecer el concepto de cosa


o de bien, pero parece haber adoptado la posición de considerar ambos términos sinónimos,
pues en varios preceptos se refiere indistintamente a uno u otro, aunque prima la
utilización de la palabra bien en casi todos los artículos que se refieren a este particular en
las relaciones de propiedad y otros derechos reales, en las relaciones de obligaciones y en
las de sucesiones.

La cosa o bien debe ser ajustada a los confines de lo jurídico en cuanto a su


patrimonialidad, o sea, debe ser susceptible de dominación patrimonial y, en otro sentido,
debe abarcar tanto las entidades materiales como las inmateriales, para poder ofrecer una
definición abarcadora de lo que realmente son, pues resulta evidente que la noción de
apropiación no debe interpretarse en el sentido de que las cosas o bienes sean por
naturaleza aprehensibles materialmente, sino en el sentido de que están aptos para ser
sometidos a un señorío de la voluntad del hombre, que será distinto según el tipo de
derecho de que este sea titular, y para producir alguna utilidad a este.

Como ya se señaló, el Código establece que los bienes materiales constituyen el


objeto de las relaciones en las que entran en juego la propiedad y otros derechos reales,
estas relaciones sobre bienes recaen directamente sobre cosas susceptibles de lícita
apropiación, con lo que se realiza la adecuada acotación del primer aspecto apuntado, pero
no del segundo, pues no se incluyen los bienes inmateriales en la regulación de este cuerpo
legal, aunque doctrinalmente deba extenderse a ellos el término bien.173

Otro aspecto que debe señalarse es que la cosa o bien ha de tener valor
económico, lo que la coloca dentro del patrimonio. Esto no significa que tengan que
satisfacer necesariamente un interés económico de la persona, pero si delimita que, al
tratarse de bienes patrimoniales, no incluyen otros bienes que se protegen por el derecho
pero que la conciencia social rechaza que sean susceptibles de valoración pecuniaria, como
los derechos inherentes a la personalidad, que se encuentran dentro de la esfera jurídica
total de la persona pero no en su esfera patrimonial en sentido estricto.

Pueden entonces definirse los bienes, entendidos como objeto de relaciones


jurídicas patrimoniales, como las cosas de carácter impersonal que pueden satisfacer
necesidades del hombre como sujeto de derecho, sean estas económicas o no, incluyendo
172
Vid. GIL RODRÍGUEZ, J., op. cit., p. 455.
173
En este sentido, nuestro Código Civil restringe el concepto de cosa o bien de forma similar a otros
ordenamientos, como el alemán, que en el párrafo 90 de su Código Civil dice que: “Son cosas en el sentido de
la Ley solamente los objetos corporales.” Vid. PUIG BRUTAU, J., op. cit., p. 296.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

objetos inmateriales, que puedan ser susceptibles de apropiación o del sometimiento al


poder jurídico exclusivo de una persona.

De lo anterior se deducen las características o requisitos que deben poseer los


bienes, a saber: carácter impersonal, apropiabilidad, utilidad, substantividad e
individualización. Aunque estas características ya se han ido explicando anteriormente,
conviene reiterar su precisión.

1) Carácter impersonal: Significa que del concepto de cosa o bien patrimonial


queda excluida la persona misma, su cuerpo vivo y todas sus partes, sus atributos y
cualidades.174El ser humano carece de aptitud para constituir objeto de un derecho
patrimonial o de una relación de igual tipo, ni en beneficio de un tercero ni en función de sí
mismo (ius in se ipsum). Se admiten, no obstante, social y jurídicamente, las disposiciones
sobre el propio cadáver, sobre partes separadas y sustancias regenerables del organismo
vivo, e incluso sobre órganos que no se regeneran y sobre sustancias germinales o
reproductivas. De igual forma, tampoco es cosa la prestación debida por el deudor en
interés del acreedor, pues esta será una conducta de la persona obligada que no puede
desligarse de ella misma, que no es exterior al sujeto mismo, con independencia de que la
prestación debida tenga por objeto la entrega de una cosa por tratarse de una obligación de
dar.

2) Apropiabilidad: Significa sometimiento jurídico al titular, susceptibilidad de


apropiación en el caso de cosas corporales o bienes materiales, o posibilidad de uso
exclusivo y disposición en el caso de las cosas incorporales o bienes inmateriales. No se
refiere esta característica a la apropiación o uso exclusivo in actu, pues hay cosas, como la
res nullius, que actualmente carecen de propietario pero pueden llegar a tenerlo, siendo, por
tanto, susceptibles de apropiación, de entrar en la esfera jurídica patrimonial de su primer
ocupante.175

3) Utilidad: En estrecha relación con el requisito anterior, significa que la cosa o


bien es apto para proporcionar alguna utilidad al hombre, de satisfacer necesidades
humanas, de reportar algún beneficio, lo que por demás se infiere de lo que naturalmente
expresa el término bien, lo cual hace que no sea indiferente o extraño al ordenamiento
jurídico y que tenga interés para el sujeto de derecho. Afirman DIEZ PICAZO y GULLÓN que
“si nos apropiamos de las cosas es porque las consideramos susceptibles de utilidad”176.

174
Cabe señalar aquí que cuando estos bienes que conforman los derechos de la personalidad resultan
lesionados, se admite en doctrina y por varias legislaciones que se imponga una obligación de resarcimiento
por el daño causado traducido en dinero, pero no porque los mismos tengan un valor per se económico, sino
como medio de compensación del daño. Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., Sistema de Derecho Civil,
Volumen I, Ed. Tecnos, Madrid, 1992, p. 393.
175
No obstante, debe señalarse que nuestro Código Civil no admite de forma absoluta el hallazgo como forma
de adquirir la propiedad, según se colige de lo preceptuado por el artículo 195, que establece que el dinero,
alhajas u otros bienes de valor ocultos en la tierra, en el mar u otros lugares y cuya legítima pertenencia no
conste, son propiedad del Estado, y el descubridor sólo tendrá derecho a recibir una recompensa ascendente al
veinticinco por ciento del valor de los bienes, siempre que no los hubiera encontrado en cumplimiento de las
obligaciones específicas de su trabajo.
176
DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p. 392.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

4) Substantividad e individualización: Significa que la cosa o bien debe tener una


existencia separada o autónoma, no siendo cosa, por tanto, lo que resulte parte constitutiva
de un todo, sino el bien individualizado o delimitado como tal, toda vez que el ejercicio
efectivo del poder jurídico exige la identificación de su objeto. En el caso de cosas
muebles, normalmente los contornos individualizadores se derivan de la naturaleza o el
proceso de fabricación, aunque fenómenos tales como la accesión, la especificación o la
confusión pueden excepcionalmente producir alteraciones a los mismos. En caso de bienes
inmuebles es necesaria una actividad humana para su acotación que surta efectos
individualizadores.

2.2 Clases de bienes.

Existen múltiples clasificaciones de las cosas o bienes, atendiendo a distintos


criterios de diferenciación, que resulta casi imposible abarcar en su totalidad en el marco de
una obra no monográfica como ésta. No nos referiremos solamente a las clases de bienes
que expresamente regula el Código Civil, pues este sólo se refiere en su Parte General a la
distinción entre bienes muebles e inmuebles y, en el Libro dedicado a la propiedad y otros
derechos sobre bienes, distingue a estos teniendo en cuenta las personas a que los mismos
pertenecen. También se refiere en su Parte Especial a otras clases de bienes a las que
oportunamente haremos alusión. Ampliaremos a tres los criterios de clasificación, tomando
en consideración, fundamentalmente, su trascendencia jurídica efectiva, es decir, su
connotación en el tráfico jurídico y en la vida social en general.

2.2.1 Clasificación de los bienes atendiendo a cualidades físicas o jurídicas.

Dentro de este criterio de clasificación se distingue, en primer lugar, por su


naturaleza esencial, entre bienes corporales y bienes incorporales. Los primeros son
aquellos que pueden percibirse por los sentidos, que ocupan un lugar en el espacio y pueden
individualizarse y producir aprovechamiento económico. Pueden ser sólidos, líquidos o
gaseosos. Los incorporales no tienen forma concreta en la naturaleza ni existencia limitada
en el espacio, sólo una existencia intelectual o jurídica. El criterio más aceptado es el de
identificar estos con los bienes inmateriales, como las obras del ingenio protegidas por el
derecho de autor y la propiedad industrial.

Nuestro Código no establece esta distinción, se refiere sólo a los bienes


materiales, como ya se apuntó, habiéndose excluido el régimen del derecho de autor, así
como el referido a inventores y racionalizadores, que se rigen por normas especiales y con
respecto a los cuales el Código Civil sólo tiene aplicación supletoria, según se establece en
la Disposición Final Primera de dicho cuerpo legal.

Atendiendo a su determinación, se dividen en bienes genéricos y bienes


específicos. En el Derecho romano se llamaba a lo individual species, contraponiéndolo al
genus, considerado como conjunto de cosas de igual naturaleza. En el Derecho actual,
siguiendo al romano, son cosas individualmente determinadas o específicas las que se
distinguen de las demás de su especie o género por sus características particulares o

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

atributos propios y, en contraposición, son cosas genéricas aquellas en que sólo se toman en
consideración las cualidades comunes a todos los demás de su propio género.

Esta clasificación tiene gran importancia en la doctrina de los riesgos, ya que


genus non perit, y tiene incidencia en varios artículos de nuestro Código Civil, referidos al
cumplimiento, incumplimiento y extinción de las obligaciones y a los legados.

En cuanto al lugar de cumplimiento de las obligaciones, si las partes no han fijado


el mismo y la prestación consiste en la entrega de un bien mueble determinado, el artículo
236, inciso b) señala que el pago ha de realizarse en el domicilio del acreedor al momento
de efectuarse éste.

Se establece en el artículo 245 que respecto a las obligaciones en las que la


prestación se determina sólo por su género, la elección corresponde al obligado, no
pudiendo entregarse bienes de calidad inferior a la media.

En el artículo 289 se dispone que si el obligado a dar un bien determinado


incumple con su obligación, el acreedor tiene derecho a que aquél sea desposeído del bien y
que le sea entregado.

Se prevé en el artículo 298 la extinción de la obligación que tiene como objeto la


entrega de un bien determinado si este se pierde o destruye sin culpa del deudor y antes de
incurrir este en mora, consagrándose así el principio de res perit pro creditore.

Según el artículo 496, el testador puede disponer de determinados bienes a favor


de uno o varios legatarios, pudiendo también distribuir toda la herencia en legados. Cuando
tal disposición recae sobre bienes determinados, estos deben entregarse al legatario con
todos sus accesorios en el estado en que se encontraban al morir el testador, a tenor de lo
dispuesto por el artículo 502.

Por sus posibilidades de sustitución, se clasifican en bienes fungibles y bienes no


fungibles. En el Derecho romano no existió la nomenclatura anterior, pero si el criterio de
clasificación, que más tarde recibe esta denominación177. Por bienes fungibles se entienden
aquellos que admiten sustitución y, por el contrario, serán no fungibles aquellos que no
pueden sustituirse por otros, tomando en cuenta sus condiciones particulares y exclusivas.

Esta clasificación se aproxima a la anterior, pero no coinciden exactamente, pues


en la distinción entre cosas genéricas y específicas se toman en consideración las
cualidades objetivas de los bienes, mientras que para apreciar la fungibilidad se tiene en
cuenta la intención o voluntad de las partes. Así, el libro en manos del encargado de
comercializarlo es un bien fungible, pues puede ser sustituido por cualquier otro igual, pero
en manos de una persona determinada que realiza en él anotaciones o recoge el autógrafo
del autor, deja de ser igual a los otros de la misma edición y se individualiza dentro del
177
Fue el jurista alemán Ulrico ZASIO (1461- 1536), perteneciente a la Escuela de los Humanistas, el que por
primera vez emplea estos términos con motivo de un comentario de Paulo al Edicto, designando como cosas
fungibles las que se pesan, cuentan o miden y pueden ser sustituidas por otras de igual clase. Vid. CLEMENTE
DÍAZ, T., op. cit., p.p. 51- 52.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

género pasando a ser no fungible. Es en los contratos que tienen por objeto la transferencia
del goce de las cosas donde esta división tiene mayor trascendencia, pues si la entrega recae
sobre cosas fungibles lo que se traslada es el dominio, como ocurre, por ejemplo en el
préstamo regulado por el artículo 379 de nuestro Código Civil.

Por sus posibilidades de uso repetido, las cosas o bienes pueden ser consumibles y
no consumibles. Los términos de esta clasificación no han variado desde el Derecho
romano hasta nuestros días, siendo las primeras aquellas que se destruyen al primer uso que
de ellas se hagan conforme a su naturaleza y las segundas aquellas que pueden ser usadas
repetidamente sin que desaparezcan o sufran alteración o disminución sensible178. Nuestro
Código Civil no se refiere expresamente a ésta clasificación.

Según sus posibilidades de fraccionamiento, pueden dividirse los bienes en


divisibles e indivisibles. Desde el punto de vista jurídico, son divisibles las cosas que
pueden ser fraccionadas por partes, conservando estas cualidades, esencia, valor y utilidad
proporcional al todo, mientras que son indivisibles las que no pueden fraccionarse en las
anteriores condiciones. No siempre coinciden los criterios físicos con los jurídicos en esta
clasificación, pues casi todas las cosas pueden dividirse físicamente, pero no en todos los
casos esa división se atempera a las exigencias del Derecho, según los requisitos arriba
apuntados.

Nuestro Código Civil toma en cuenta la anterior distinción en materia de


copropiedad, cumplimiento de las obligaciones y partición de la herencia.

El artículo 166 se refiere a la posibilidad que tienen los copropietarios de pedir en


cualquier tiempo la división del bien común, destacando el segundo apartado del mismo
que no podrá exigirse dicha división cuando, de efectuarse ésta, el mismo se haga inservible
para el uso a que se destina, se afecte su estructura esencial, su destino socioeconómico o
resulte una disminución considerable de su valor.

El artículo 246, también en su segundo apartado, establece que la prestación es


divisible si su objeto puede dividirse sin producir en él una modificación sustancial o una
merma de su valor, preceptuando el artículo 247 que si el objeto es indivisible, se aplican a
esa obligación, en lo pertinente, las reglas de la solidaridad establecidas en los artículos
siguientes.

En las reglas para hacer la partición de la herencia, el artículo 539, apartado


primero, establece que si el bien es indivisible o la división implica una disminución
notable de su valor, puede adjudicarse al heredero para el cual sea de más utilidad, desde el
punto de vista del interés social.

Por su existencia en el tiempo, los bienes pueden ser presentes y futuros. Cosas
presentes son aquellas que tienen existencia real al momento de constituirse la relación
jurídica, gozan de existencia en la realidad física o jurídica in actu, al constituirse como tal
178
Debe señalarse que esta clasificación es relativa, pues todas las cosas se consumen con el uso, refiriéndose
esta distinción únicamente a la mayor o menor rapidez de dicha consumibilidad, tratándose, por tanto, de
conceptos económico- jurídicos.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

la relación jurídica de la que pasa a formar parte. Cosas futuras son las que no tienen
existencia real cuando la relación jurídica se constituye, pero llegarán a existir con
posterioridad y los sujetos de la relación toman en cuenta esa probabilidad o expectativa.
Por ejemplo, será cosa presente la obra construida, y cosa futura la obra proyectada, pero
aún no realizada.

Como regla, la relación jurídica se establece respecto a cosas que ya existen, es


decir, presentes, sólo excepcionalmente sobre cosas futuras, pero estas últimas tienen
importancia doctrinal y práctica fundamentalmente en cuanto a los frutos, la accesión y los
contratos179. Nuestro Código no formula esta división, se refiere siempre a cosas presentes
en sus disposiciones, pero las cosas futuras pueden entrar a formar parte de relaciones
jurídicas si no existen razones que, especificadas en la ley o por ser contrarias a los
principios de nuestro sistema social, establezcan su exclusión.

Por último, dentro de éste criterio de clasificación debe explicarse la distinción


entre bienes muebles y bienes inmuebles. Esta división posee gran trascendencia jurídica,
pues el régimen aplicable a los derechos que recaen sobre uno y otro tipo de bienes es
diferente, al extremo de ser considerada esta clasificación, al decir de DIEZ PICAZO y
GULLÓN, como una verdadera summa rerum divisio180. Esta, además, es la única
clasificación a la que alude expresamente nuestro Código Civil vigente en su Parte General,
aplicándola solamente a los bienes materiales, como era común hasta hace relativamente
poco tiempo. La distinción entre bienes muebles e inmuebles tiene su base en la naturaleza
de las cosas, siendo considerados bienes muebles aquellos que pueden desplazarse de un
lugar a otro sin que ello afecte su función económico social, mientras que son bienes
inmuebles aquellos que tienen una posición fija e inmodificable en el espacio.

También se toman en cuenta para esta clasificación criterios económicos,


considerándose tradicionalmente los bienes inmuebles de mayor valor y envergadura,
aunque este criterio no se ha mantenido inalterable181.

En el Derecho romano no se perfiló claramente esta distinción, ni se le concedió la


importancia que luego ha alcanzado. Los pueblos germánicos, por su parte, en principio
entendieron más importantes los bienes muebles que los inmuebles, pues su vida nómada
los vinculaba más estrechamente con las armas, los animales, los instrumentos de trabajo,
que con la tierra que ocupaban o abandonaban con relativa facilidad, pero luego este
sistema cambió con las invasiones y ocupaciones estables de tierras romanas, cobrando más
importancia la propiedad predial y pasando a tener las cosas muebles una consideración
subordinada.

En el derecho feudal, la gran propiedad de la tierra lleva consigo el poder y la


soberanía, careciendo de importancia económica los bienes muebles, que luego comienzan
a ganar preponderancia a partir del desarrollo mercantil de las ciudades.

179
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., p.p. 72- 74.
180
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p. 396.
181
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., p.p. 74- 79.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

En nuestros días, el auge de las sociedades mercantiles que controlan sectores de


la producción o de los servicios y que a su vez pueden ser controladas mediante la posesión
de títulos representativos de su capital, hace que tenga mucho más valor y trascendencia ese
paquete de acciones, por ejemplo, que la propiedad de la tierra en si misma contemplada,
que hoy resulta valiosa e importante en cuanto se realicen en ella inversiones determinadas,
de la misma forma que los inmuebles como tal tendrán mayor o menor valor de acuerdo a
su ubicación en relación con vías de comunicación, centros de desarrollo urbanístico, de
producción industrial o mercado182. A ello se une el alto valor alcanzado por los bienes
inmateriales, que cada vez cobran mayor importancia, incluyéndose las producciones
intelectuales en los principales convenios y tratados internacionales sobre intercambio y
comercio.

El vigente Código Civil cubano distingue en su artículo 46. 2 entre bienes


muebles y bienes inmuebles, no tomando en cuenta criterios económicos para tal distinción,
sino partiendo de la consideración tradicional que aprecia para esa diferenciación las
posibilidades de desplazamiento en el espacio de unos u otros bienes. Así, se precisa que
son bienes inmuebles la tierra, los demás bienes incorporados a ella y los que se unen de
manera permanente a los antes referidos para su explotación o utilización. Son muebles
todos los demás bienes materiales, es decir, todos aquellos que no puedan ubicarse en la
definición de inmuebles que anteriormente se ofrece, con lo que se aplica un criterio
residual respecto a estos bienes.

En el precepto aludido, el legislador cubano incursiona en casi todas las


modalidades de bienes inmuebles, que pueden ser, según la doctrina:

- Inmuebles por naturaleza, considerándose como tales a las tierras o fincas


rústicas y urbanas, así como las minas, canteras y escoriales mientras su
materia permanece unida al yacimiento, y las aguas vivas o estancadas. El
artículo 46. 2 sólo se refiere expresamente a la tierra, pero debe entenderse
que lo demás es parte de ella misma hasta que la acción del hombre no
produzca su separación.

- Inmuebles por incorporación, que son los edificios, caminos, construcciones


de cualquier tipo adheridas al suelo, los árboles, plantas y frutos pendientes
mientras permanezcan unidos a la tierra o formen parte integrante de un
inmueble, y en general todo lo que esté unido de forma permanente a los
antes referidos. A ellos también se refiere el artículo 46. 2.

- Inmuebles por destino, que no están adheridos al suelo u otros inmuebles de


forma inseparable, pero se unen de forma permanente a ellos para su
explotación o utilización, como las estatuas o pinturas colocados en
determinados edificios, las máquinas, instrumentos o utensilios que de forma
182
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p.p. 396- 397. Añaden estos autores que la evolución
económica que se inicia con el desarrollo de la revolución industrial y prosigue en la actualidad modifica los
puntos de vista clásicos en cuanto a esta clasificación, con repercusión en el ordenamiento jurídico. Se toma
más en cuenta, por ejemplo, para la aplicación de un instituto como la hipoteca, tradicionalmente aplicado
sólo a bienes inmuebles, la posibilidad de identificación de un bien que su facilidad de desplazamiento.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

permanente se dediquen a la industria o explotación que se realice en un


edificio o heredad, los viveros de animales, colmenas, estanques de peces, u
otros que se mantengan unidos de forma permanente a una determinada finca,
etc. También se incluyen en el artículo 46. 2 de nuestro Código Civil.

- Inmuebles por analogía, que son los bienes de naturaleza incorporal o


derechos reales que se ejercen sobre los bienes inmuebles, como las
concesiones administrativas o el usufructo, por ejemplo, que se asimilan a los
inmuebles a los efectos de aplicarles igual régimen jurídico que a aquellos. Al
referirse el artículo 46 sólo a los bienes materiales, no se incluyen aquí los
inmuebles por analogía183.

2.2.2 Clasificación de los bienes atendiendo a las relaciones de conexión que


guardan unos con otros.

En esta clasificación se incluyen dos subclasificaciones, a saber, una que atiende a


la constitución y contenido de las cosas, y otra que atiende a la jerarquía con que entran a
formar parte de la relación jurídica de que se trate.

En el primer caso, se distingue entre bienes singulares y bienes universales.

Son cosas singulares las que constituyen una unidad natural o artificial, con
existencia real en la naturaleza. Pueden ser, a su vez, simples o compuestas. Serán simples
las que tengan una individualidad unitaria, se presentan como un todo orgánico, que puede
estar constituido por un solo elemento, como una barra de oro, por ejemplo, o por varios
elementos que no se conciben separados, como los que conforman un animal.

Son compuestas las cosas que resultan de la unión o conjunción de varias cosas
simples, en las que las partes integrantes se pueden distinguir y eventualmente separar,
aunque lo común es que esa unión material de lugar a un complejo distinto a la simple
suma de los elementos que lo componen, como un edificio o una nave, que resulte
indivisible desde el punto de vista jurídico. Si los elementos usados para constituir la cosa
compuesta son propiedad de diversas personas, el ordenamiento jurídico provee de normas
aplicables para la solución de posibles conflictos de intereses entre ellas si no se han puesto
de acuerdo para la mencionada constitución, que se estudian en materia de derecho de
propiedad bajo el nombre de accesión184.

Las cosas universales también suponen la unión o pluralidad de cosas para


hacerlas objeto de un mismo tratamiento jurídico, pero aquí la unión es meramente ideal,
pues sigue existiendo pluralidad de cosas que mantienen su individualidad económica o
jurídica, aunque den lugar, en conjunto, a una cosa universal, que sólo será realidad lógica,
183
Los buques y aeronaves se consideran inmuebles por analogía en algunos casos, partiendo de criterios
económicos, pero no se incluyen aquí porque se rigen por legislación especial, sin perjuicio del carácter
supletorio que respecto a ella tiene el Código Civil, según su Disposición Final Primera. En consecuencia, la
hipoteca naval y aérea se rige también por disposiciones especiales, según establece el artículo 288 de
Código Civil.
184
Vid. artículos 179 al 183 del Código Civil cubano.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

pues no será una nueva cosa jurídica, sino un modo de considerar esa pluralidad de cosas,
unidas por un vínculo solamente conceptual. Pueden ser universales de hecho, que son
agregados de cosas corporales, como una biblioteca o un rebaño de animales, o universales
de derecho, que suponen un agregado de bienes materiales e inmateriales, derechos o
relaciones jurídicas, por obra de la ley, como el patrimonio o la herencia.

Atendiendo a la jerarquía con que entran en la relación de derecho de que se trate,


se distingue entre bienes principales y bienes accesorios.

Esta distinción implica una relación de subordinación entre las cosas, es decir, la
relación entre ellas es tal que una aparece como de preferente condición a la otra, de
manera que la accesoria cumpla una determinada función respecto a la principal, que es
pauta de la regla jurídica de que lo accesorio sigue a lo principal.

La clasificación que distingue entre cosas principales y accesorias es de gran


importancia en materia de obligaciones, sucesiones y propiedad. El Código Civil cubano no
establece cuando una cosa es principal o accesoria, pero debe entenderse que la regla
establecida en el artículo 182. 3 sienta una directriz válida para los supuestos en que deba
hacerse tal distinción. Parece que el legislador cubano ha seguido el criterio de considerar
como cosa principal la de mayor valor y, en consecuencia, cosa accesoria será la que posea
un valor inferior185.

También distingue la doctrina entre partes integrantes y pertenencias de una cosa


principal de carácter compuesto. Son partes integrantes aquellas que se unen a la cosa
principal conservando cierta autonomía, pero considerándose en el tráfico jurídico como
inseparable de aquella, como los inmuebles por incorporación, por ejemplo, o las gavetas
de un escritorio. Las pertenencias, en cambio, forman una unidad con la cosa principal por
un acto de destinación, pero conservan su independencia física y económica, como los
inmuebles por destino, por ejemplo.

El artículo 130. 2 de nuestro Código Civil establece que tienen el carácter de parte
integrante de un bien los elementos que no pueden ser separados de él sin destruirlo,
deteriorarlo o alterarlo, y también los frutos civiles y los naturales mientras no sean
separados. En el apartado precedente del propio artículo se dispone que el propietario de un
bien lo es también de sus partes integrantes.

2.2.3 Clasificación de los bienes atendiendo a la relación de pertenencia o


apropiación.

185
El criterio de mayor valor económico no ha sido siempre el que se ha tenido en cuenta para determinar
cuando estamos en presencia de una cosa principal o accesoria. Algunos autores, como SCIALOJA, consideran
principal la cosa que determina la función del todo, y accesoria la que coopera con ella en dicha función.
Según CASTÁN, en el Código Civil español se atiende a la existencia dependiente o independiente de las
respectivas cosas, a la importancia, finalidad, valor y volumen de las mismas. Vid. CLEMENTE DÍAZ, T. op.
cit., pp. 116- 121.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

Dentro de este criterio de clasificación, nos referiremos a la distinción que atiende


a la susceptibilidad de apropiación de los bienes, a sus posibilidades de comercialización o
tráfico y a la que toma en cuenta el sujeto que detenta la propiedad.

En cuanto a la primera, se distingue entre bienes apropiables y bienes no


apropiables. Son apropiables las cosas que son susceptibles de dominio por el hombre, las
que tienen aptitud para ser objeto de relaciones jurídicas patrimoniales, pueden ser tanto las
que en el presente pertenecen a un sujeto determinado de derecho como las res nullius, que
pueden en un momento dado convertirse en propiedad de cualquier individuo 186. Son
inapropiables las cosas que no pueden convertirse en propiedad de un individuo en
concreto, las que no son aptas para ser objeto de relaciones jurídicas patrimoniales, dentro
de las cuales el ejemplo por excelencia es el de las llamadas cosas comunes, como el aire,
la luz, el calor, que están, por su propia naturaleza, fuera del dominio jurídico privado.

Por sus posibilidades de tráfico o comercialización, cabe diferenciar las cosas o


bienes en el comercio y las extra comercium.

Son bienes en el comercio aquellos que, formando parte de la esfera patrimonial


del sujeto, pueden también ser objeto del tráfico jurídico. Bienes fuera del comercio serán
aquellos que, por el contrario, en ningún caso pueden intervenir en el tráfico patrimonial.
Estos últimos deben distinguirse de los bienes de tráfico prohibido, que pueden estar dentro
del patrimonio de alguna persona, pero que la ley impide que se pueda comerciar con ellos.
Nuestro Código Civil no alude a esta clasificación.

Atendiendo al sujeto que detenta la propiedad, el Código Civil cubano distingue la


propiedad estatal, fundamental en nuestro sistema socialista de economía, pero además se
reconocen también la propiedad de las organizaciones políticas, de masas y sociales, que
recae sobre los bienes destinados al cumplimiento de sus respectivos fines; la propiedad
cooperativa, que constituye una forma de propiedad colectiva sobre los bienes que dedican
a sus actividades; la propiedad de los agricultores pequeños, que es una forma de
propiedad privada que recae sobre los bienes destinados a la explotación agropecuaria a que
estos se dedican, mediante la cual deben contribuir a aumentar el fondo de consumo social
y al desarrollo de la economía nacional; la propiedad personal, que comprende todos
aquellos bienes destinados a satisfacer las necesidades materiales y espirituales de su
titular, como los ingresos y ahorros provenientes del trabajo propio, la vivienda, casa de
descanso, solares yermos y demás bienes adquiridos por cualquier título legal, los medios e
instrumentos de trabajo personal o familiar; la propiedad de las sociedades, asociaciones y
fundaciones, así como la propiedad de las empresas mixtas, conjuntas e internacionales, y
de otras personas jurídicas de características especiales. Las características, contenido y
limitaciones de estas formas de propiedad serán objeto de estudio en materia de derecho de

186
Cabe recordar aquí que, en estrecha relación con las res nullius, están los bienes mostrencos, que son
aquellas que se atribuyen al Estado. Vid. supra, nota 11. El artículo 137, además, establece que son de
propiedad estatal todos los bienes que existen en el territorio de la República que no son propiedad de
alguna otra persona natural o jurídica.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

propiedad y otros derechos sobre bienes, y se regulan en la parte especial del Código 187 y en
leyes especiales.

3. Las prestaciones como objeto de relaciones jurídicas civiles.

3.1 Concepto y requisitos.

La prestación constituye el objeto de las relaciones jurídicas de obligaciones. No


siempre ha existido acuerdo sobre este particular, pues la construcción jurídica de la
obligación y de su elemento objetivo en particular ha dado lugar a múltiples discusiones
doctrinales, habiéndose llegado a afirmar incluso que la obligación o derecho de crédito
carece de objeto.

Es frecuente designar como objeto de la relación jurídica obligatoria a la cosa,


hecho o abstención a que se refiere el deber del deudor; sin embargo, la anterior posición
no es técnicamente exacta, pues, como ya dijimos, objeto de la obligación es la prestación,
es decir, el comportamiento del sujeto obligado que a su vez se refiere a cosas, servicios o
abstenciones que resultan el objeto de la prestación188. Así, se distingue el objeto inmediato
de la obligación, que es la prestación, y el objeto mediato, que sería la cosa, hecho o
abstención, unido al propósito o fin perseguido por las partes de la relación jurídica
obligatoria en cuestión.

El Código Civil cubano se identifica con el anterior criterio en cuanto al objeto de


las relaciones jurídicas de obligaciones, estableciendo en su artículo 46. 3 que aquellas
facultan a una persona para exigir de otra una prestación, añadiendo que ésta puede
consistir en dar, hacer o no hacer alguna cosa.

Debe definirse entonces el concepto de prestación como la conducta o


comportamiento que constituye lo debido por el deudor y lo que el acreedor está facultado
para reclamar189.

En principio, puede ser objeto de la prestación cualquier forma de la actividad


humana, lo que indica la amplitud del campo del derecho de obligaciones, pero el mismo
no resulta ilimitado, pues el objeto de la relación jurídica obligatoria debe reunir
determinados requisitos, ya que se precisa que la prestación sea posible, lícita y
determinada o, al menos, determinable. Nos referiremos brevemente a estas características
o requisitos de la prestación, que serán analizados con el detenimiento que requieren en
materia de derecho de obligaciones.

- Posibilidad de la prestación: La relación jurídica obligatoria se establece entre


las partes para satisfacer un interés privado del sujeto acreedor, mediante la imposición de

187
Vid. Libro Segundo, Propiedad y otros derechos sobre bienes, del Código Civil cubano, artículos 136 al
160.
188
Vid. DÍAZ PAIRÓ, A., Teoría general de las obligaciones, Volumen I, ENPES, La Habana, 1987, p. 47.
189
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., Volumen II, p.p. 144- 145.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

un determinado deber al sujeto deudor. Si la prestación es imposible, no se puede satisfacer


el interés del acreedor y con ello desaparece la razón de ser del vínculo obligatorio. Si las
leyes del mundo físico o natural se oponen a la realización de la prestación, ésta es
naturalmente imposible, y también lo es cuando choca con normas jurídicas que no
permiten que la misma se efectúe. La prestación puede ser imposible desde que nace
(imposibilidad originaria), lo cual hace nula la obligación, o puede hacerse imposible con
posterioridad (imposibilidad subsiguiente), lo que puede acarrear su extinción si la misma
se produjo por un hecho fortuito o razón de fuerza mayor del que no debe responder el
deudor, o su transformación en otra prestación distinta, cuyo contenido sería la
indemnización de los daños o perjuicios producidos al acreedor, si la imposibilidad
sobrevino por culpa del sujeto obligado. También se distingue la imposibilidad absoluta de
la relativa, la primera es aquella prestación que no puede realizarse por persona alguna por
ser imposible en sí misma, la segunda no es imposible en general pero si lo es para el
deudor en particular.

- Licitud de la prestación: Este requisito es común para el objeto de las relaciones


jurídicas en general, según se establece en el artículo 45 de nuestro Código Civil.
Lógicamente, la ley sólo ampara las relaciones entre los hombres cuando estas no se
oponen a su mandato. La prestación, por tanto, debe atemperarse a lo previsto por el
ordenamiento jurídico190. En ocasiones la prestación es ilícita en sí misma, en otros casos
resulta serlo por ser ilícita la contraprestación que le sirve de equivalente, y a veces son
lícitas en sí mismas la prestación y la contraprestación pero consideradas en relación una
con la otra resultan ilícitas, por ello para apreciar la licitud de una prestación no basta con
atender a su objeto, sino que debe considerarse todo el contenido del título que origina la
misma.

- Determinación de la prestación: La prestación objeto de la obligación debe ser


determinada, pues de otra forma no podría precisarse la actividad que debe realizar el
deudor para satisfacer el interés del acreedor, ni pudiera establecerse con exactitud la
cuantía del resarcimiento debido en caso de incumplimiento. La determinación de la
prestación usualmente se produce cuando se establece el vínculo obligatorio, pero se
admite que pueda determinarse a posteriori siempre que al momento del nacimiento de
la obligación se fijen las reglas en base a las cuales la misma se determinará más tarde,
sin necesidad de un nuevo acuerdo entre las partes, es por ello que se habla de
prestaciones determinadas o, al menos, determinables.

3.2 Clases de prestaciones.

190
El artículo 312 del Código Civil cubano establece que en los contratos las partes pueden establecer los
pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente, salvo disposición legal en contrario. Lo anterior
reafirma el requisito de la licitud de la prestación, no sólo en el sentido de lo que expresamente condena o
prohíbe el legislador, sino también en cuanto a lo que se infiere de los principios fundamentales del
ordenamiento jurídico y político. Estos últimos casos son los de las llamadas prohibiciones virtuales que, al
decir de Antonio DÍAZ PAIRÓ, op. cit., p. 54, son los supuestos más interesantes porque es en esos casos en
que no existe una prohibición legislativa terminante cuando los particulares pueden pretender establecer
obligaciones ilícitas.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

La clasificación de las prestaciones es muy amplia, en atención a disímiles


criterios que tratan analizar el objeto de las relaciones jurídicas obligatorias en todos sus
detalles. Nos limitaremos a explicar brevemente la clasificación que hace el Código en su
Parte General, distinguiendo entre prestaciones de dar, de hacer y de no hacer, dejando el
resto para que sea estudiado en materias especiales, como corresponde.

Las prestaciones de dar son aquellas que tienen por objeto la entrega de alguna
cosa o bien, con el propósito de transmitir la propiedad de la misma, como ocurre en casos
de compraventa, o con fines más limitados, es decir, para que esa cosa o bien se use y
disfrute o se guarde durante un tiempo determinado, como en casos de arrendamiento o
depósito. La conducta del deudor está ligada precisamente a esa entrega, que es lo que
satisface el interés del acreedor y lo que tiene derecho a exigir éste.

Son muy comunes las prestaciones de dar, la entrega de bienes materiales


constituía, hasta hace poco, el objeto de casi todas las obligaciones. El intercambio de
bienes objeto del derecho de propiedad es prácticamente indispensable para la satisfacción
de las necesidades individuales y para el desarrollo de las actividades económicas.

La prestación de dar puede recaer sobre cosas genéricas o específicas. Mientras


que las obligaciones cuya prestación consiste en la entrega de cosas determinadas se
extinguen con la pérdida de éstas, según se dispone en el artículo 298 de nuestro Código
Civil, a las que tienen por objeto la entrega de cosas genéricas no se les aplica esta causa de
extinción, pues, como ya apuntamos, el género no perece, y la elección de las cosas a
entregar corresponde al obligado, según se establece en el artículo 244, ya mencionado.

Las prestaciones de hacer, por su parte, han adquirido notable importancia en los
tiempos modernos, debido a la proliferación de los servicios, que constituyen precisamente
el objeto de las mismas. En ellas la conducta debida por el sujeto obligado se traduce en la
realización de un determinado servicio, lo cual indica que estas prestaciones de hacer
pueden tener una gran variedad de contenidos. Pueden consistir en una actividad
considerada en sí misma, como ocurre, por ejemplo, cuando una persona acude a una
peluquería para que se le arregle el cabello. Si se toman en cuenta determinadas cualidades
personales del sujeto obligado para el establecimiento de la obligación, la prestación de
hacer debe ser ejecutada personalmente por el deudor, según se dispone en el artículo 235
de nuestro Código Civil. En otros casos, el acreedor sólo tiene interés en el resultado de la
actividad o servicio objeto de la prestación, pudiendo entonces el deudor encomendar a otra
persona su ejecución, aunque responde él ante el sujeto activo de la relación obligatoria
establecida, como se dispone, por ejemplo, en el artículo 326 de nuestro Código Civil.

Cuando la prestación de hacer se incumple, resulta muy difícil lograr que el


deudor, en contra de su voluntad, satisfaga el interés del acreedor forzosamente de forma
específica, es decir, realizando el mismo la conducta debida, siendo necesario en la mayoría
de los casos acudir al cumplimiento forzoso por equivalencia, o sea, al resarcimiento
económico de los daños y perjuicios causados.

Las prestaciones de no hacer, son objeto de aquellas relaciones jurídicas


obligatorias en las que el deudor debe abstenerse de realizar un determinado

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

comportamiento, debe omitir la realización de ciertos actos que podría realizar libremente
si no se lo impidiera el vínculo obligatorio, o debe soportar ciertas actividades del acreedor
que pudiera rechazar o impedir de no existir la obligación.

Si el obligado a no hacer incumple, el acreedor tiene derecho a que, a costa del


mismo, se deshaga lo indebidamente hecho y se restablezca la situación existente en el
momento del incumplimiento. En caso de que no pueda lograr lo anterior, el acreedor tiene
derecho a exigir al deudor la reparación de daños y perjuicios191.

191
Vid. Artículos 291 y 293 del Código Civil cubano.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

4. El patrimonio.

4.1 Concepto y composición.

La etimología de la palabra patrimonio, del latín patrimonium, se deriva de patris,


o sea, padres, y manus, poderes o dones, entendiéndose entonces que significa dones del
padre y, por extensión, bienes de un sujeto determinado heredados del padre o familia192.

La idea de patrimonio aparece en las obras de la literatura jurídica del siglo XIX,
en cierto sector de la doctrina alemana, a partir de apuntes de los pandectístas como
WINDSCHEID y de la monografía sobre el tema de BIRKMEYER, de donde es tomada luego
por autores franceses como AUBRY y RAU, pero sólo más tarde se incorpora al lenguaje
normativo general, lo que explica el por qué algunos Códigos Civiles, como el español de
1889, no utilizan este concepto en su redacción refiriéndose al mismo sólo puntualmente
en algunos artículos193.

En estrecha vinculación con el concepto de patrimonio está la cuestión de su


composición, pues de la idea que se tenga de esta última dependerá la comprensión de la
categoría que nos ocupa.

Algunos autores194 consideran que el patrimonio está integrado por derechos y


obligaciones económicamente valorables, no por los bienes sobre los cuales recaigan esos
derechos y, consiguientemente, las acciones que de ellos se derivan. Federico DE CASTRO,
por el contrario, señala que derechos subjetivos y bienes no son elementos distintos que
puedan excluirse entre sí, sino que ambos son aspectos de una misma realidad jurídica,
criterio que también reafirman DIEZ PICAZO y GULLÓN que entienden que el objeto
inmediato incorporado al patrimonio son los derechos, pero que, referidos éstos
directamente a bienes, deben considerarse los bienes como objetos patrimoniales195.

Para otros196, el patrimonio lo conforman sólo derechos, considerando que las


obligaciones no integran el mismo, sino que son cargas o detracciones a deducir de él. Ha
sido muy discutido este particular en la doctrina, sin embargo el criterio que compartimos
192
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., p. 194.
193
Vid. LÓPEZ, A. y MONTÉS, V. L., Derecho Civil. Parte General.,2da. Edición, Ed. Tirant lo Blanch,
Valencia, 1995, p. 624.
194
CASTÁN TOBEÑAS, por ejemplo, expresa que no es científicamente exacto incluir dentro de los elementos
patrimoniales las cosas o bienes en vez de los derechos reales que sobre ellos se tienen, aunque el Código
Civil incurre en lo que denomina una confusión en varios artículos como el 659 y el 1111. También señala
que no forman parte del patrimonio las cualidades o circunstancias personales que pueden dar lugar a la
adquisición de bienes. Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., p.p. 197 y ss. En igual sentido se pronuncia Ferrara,
que plantea que el patrimonio es un complejo de derechos y no un complejo de bienes, pues los objetos
exteriores se toman en consideración desde el punto de vista jurídico por la relación en que se encuentran
respecto a una persona, añadiendo además que el conjunto de derechos que poseen valor pecuniario no
constituyen toda la esfera jurídica del sujeto, sino solamente una parte de ésta. Vid. DIEZ PICAZO, L. y
GULLÓN, A., op. cit., p.p. 381- 383.
195
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p. 382.
196
BINDER, ENNECCERUS, PÉREZ Y ALGUEAR, por ejemplo. Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., p. 199.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

es el de aquellos que entienden que las deudas u obligaciones si integran el patrimonio,


representando el elemento pasivo del mismo, de igual modo que los bienes y derechos
constituyen el activo patrimonial. Así, derechos y bienes de una parte y deudas de la otra,
conforman como un todo el patrimonio, determinando además el estado general del mismo,
pues el juego entre dichos elementos permite determinar la solvencia o capacidad
patrimonial del titular197.

Puede entonces definirse el patrimonio como la totalidad de derechos y


obligaciones de carácter económico y los bienes a que estos se refieren, pertenecientes a
una persona, destinados a satisfacer necesidades o a cumplir determinados fines.

Nuestro vigente Código Civil no define la categoría patrimonio en su Parte


General, se refiere a él como objeto de las relaciones jurídicas de sucesiones, que según el
apartado 4 del artículo 46, implican la transmisión del patrimonio de una persona, por el
hecho de su muerte, a otra. Las disposiciones relativas al Derecho de Sucesiones se
establecen en el Libro Cuarto del propio texto legal198.

4.2 Naturaleza jurídica del patrimonio.

Varias teorías han tratado de explicar, desde distintas posiciones doctrinales, la


naturaleza jurídica del patrimonio. Todas ellas, para su breve exposición académica, pueden
agruparse en dos grandes grupos: las teorías subjetivas o personalistas y las teorías
objetivas o realistas.

Los partidarios de las teorías subjetivas estiman al patrimonio como una unidad o
universalidad jurídica derivada de la unidad de la persona, como una emanación o
prolongación de ésta, como un reflejo de la personalidad. Consideran al patrimonio como
noción abstracta, diferente de los elementos que lo integran, señalando como parte de éste
no sólo los bienes, derechos y obligaciones, sino además la aptitud para adquirir estos, la
potencialidad económica del sujeto.

Partidarios de estas teorías son, por ejemplo, los civilistas franceses AUBRY y
RAU, que ven al patrimonio como la personalidad misma del hombre considerada en sus
relaciones con los objetos exteriores, sobre los cuales puede ejercer los poderes jurídicos de
los cuales está investido. También PLANIOL fue seguidor en un principio de estos criterios,
entendiendo que el patrimonio no necesariamente tiene que encerrar un valor positivo,
puede ser como una bolsa vacía que no contiene nada, un continente distinto de su
contenido activo y pasivo.

Frente a las anteriores teorías, las de carácter objetivo conciben al patrimonio


como individualidad jurídica con existencia propia, independiente de cualquier sujeto,
desligado radicalmente de todo ligamen con la persona. No es otra cosa que una masa de

197
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p. 383.
198
Vid. Supra, epígrafe 1.2 de este propio capítulo.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

bienes destinada a un fin o destino, por lo que se considera posible la existencia de un


patrimonio sin titular o que una persona tenga varios patrimonios.

Dentro de esta corriente de pensamiento, DUGUIT, por ejemplo, define el


patrimonio como afectación social protegida de una cantidad determinada de riqueza que se
destina a un fin, y PLANIOL y RIPERT afirman que lo que crea la cohesión o unidad entre
sus elementos no es la sujeción al poder jurídico de una persona, sino su afectación a un
determinado destino199.

Ambas corrientes doctrinales son incompletas y claramente unilaterales, cada una


toma en cuenta sólo un aspecto parcial del patrimonio. Las teorías personalistas confunden
el patrimonio con la capacidad patrimonial, mientras que las realistas u objetivas no toman
en consideración el hecho cierto de que el patrimonio sirve a la persona, está en una
posición subordinada respecto al sujeto, y lo colocan en un primer plano.

Por ello coincidimos con el criterio sostenido por aquellos que tratan de encontrar
un adecuado punto medio entre ambas teorías, como COSSÍO, DE CASTRO, DIEZ PICAZO y
GULLÓN, que advierten que aquellas presentan resaltadas dos facetas de un mismo
problema, de una misma cuestión. Existe una estrecha conexión entre personalidad y
patrimonio, pero éste no se constituye para que la voluntad de la persona reine libremente
en él, sino que está destinado a determinados fines.

Tirso CLEMENTE resume sabiamente la naturaleza jurídica del patrimonio


señalando que es una universalidad jurídica que expresa el valor económico de la totalidad
de los derechos y obligaciones, así como de los bienes a que aquellos se refieren,
pertenecientes a una persona. Cada persona natural o jurídica tiene un patrimonio, pero éste
no se confunde con ella. Por ello el patrimonio, a diferencia de la persona misma que como
sujeto es indivisible, puede dividirse en varios grupos de bienes conforme al destino
concreto que estos tengan, siendo posible incluso que tenga cada grupo un régimen jurídico
distinto, apropiado a ese fin para el que se destinan. Dada su íntima conexión con la
persona, el patrimonio como universalidad jurídica dura mientras exista su titular, luego de
la muerte de la persona física, los bienes, derechos y obligaciones transmisibles se
convierten en herencia y, en el caso de la extinción de la persona jurídica, los elementos
integrantes de su patrimonio se transmiten a otro u otros titulares.

4.3 Caracteres del patrimonio.

El patrimonio posee las características siguientes:

- Legalidad: El patrimonio es una creación del derecho objetivo, pues es la norma


jurídica la que autoriza a considerar unitariamente un conjunto de relaciones jurídicas

199
Esta idea es la que prima en los países anglosajones y en Alemania, así puede entenderse de lo regulado en
los Códigos alemán y suizo, que permiten enajenar totalmente un patrimonio en vida y admitan que una
persona pueda tener dos o más patrimonios, e incluso que existan patrimonios sin dueño. Sin embargo, en los
países del sistema latino o romano francés, priman las teorías de la personalidad.

- 181 -
El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

activas y pasivas, vinculadas a una persona determinada. Como ya se apuntó, se trata de


una categoría lógica, no ontológica.

- Instrumentalidad: La creación jurídica del patrimonio responde a la necesidad


de conseguir, mediante la utilización de esta categoría, determinados fines a los que la
misma sirve de instrumento, como por ejemplo, cuando se produce la llamada subrogación
real de un bien por otro200, o cuando se utiliza como presupuesto de la idea de herencia,
pues no es que el patrimonio se transmita a los herederos, sino que este se convierte en
herencia y sólo la herencia es transmitida, pero el concepto de herencia presupone
necesariamente el de patrimonio201.

- Autonomía: De manera general, cada patrimonio es autónomo, independiente de


otro u otros, lo que significa que en el orden de la responsabilidad por deudas, no es posible
que existan interferencias de un patrimonio a otro, es decir, las deudas de un patrimonio no
pueden hacerse efectivas, como regla, en otro distinto.

- Unidad: El patrimonio es una unidad como categoría abstracta, es un modo de


considerar como algo único el conjunto de relaciones activas y pasivas que lo integran,
resultando entonces algo distinto a los elementos que lo conforman202.

- Intransmisibilidad: Pueden transmitirse en mayor o menor medida los bienes


que integran el patrimonio, pero no éste como tal. El patrimonio como un todo no se
transmite ni inter vivos ni mortis causa. En este último supuesto se ha discutido mucho
doctrinalmente, pero debe considerarse como acertada la negativa a esta posibilidad, pues al
fallecer el titular de un patrimonio éste es absorbido por otro o es liquidado, pues no cabe
pensar que una persona tenga, por ejemplo, tantos patrimonios como herencias haya
recibido. Además, como ya se apuntó, no hay siempre total identidad entre lo transmitido y
el patrimonio del causante203, pues hay derechos patrimoniales que se extinguen a su muerte

200
Para comprender que es la subrogación real, vale referirse a un supuesto concreto a manera de ejemplo. El
artículo 37 del Código Civil cubano establece que si el declarado ausente o presuntamente muerto se presenta
o se prueba su existencia, el tribunal anula la declaración de ausencia o de presunción de muerte y dispone
que, salvo casos de excepción establecidos por la ley, se le restituye en todos sus derechos y recobra sus
bienes en el estado en que se encuentren y el precio de los enajenados o los adquiridos con él, pero no podrá
reclamar frutos. Ello significa que el declarado fallecido o ausente tendrá derecho a recuperar su patrimonio
como universalidad jurídica, sus bienes como conjunto global. Ese patrimonio, sin embargo, pudo haber
sufrido determinadas modificaciones, pueden haberse vendido bienes e ingresado su precio, o con el precio
pueden haberse obtenido otros bienes. La categoría patrimonio, no obstante, no se afecta en su conjunto, a
pesar de las modificaciones que puedan haber sufrido sus componentes. La subrogación real se da cuando hay
una sustitución de un bien concreto por otro, lo mismo que cuando con el bien subrogado se adquiere otro. El
objeto subrogado no tiene que quedar necesariamente sometido a la misma disciplina jurídica aplicable al que
ha salido del patrimonio, aunque si debe estar destinado a la misma finalidad que el que reemplaza.
201
En este sentido, es importante lo preceptuado por el ya mencionado artículo 46.4 de nuestro Código Civil y
más adelante por los artículos 466 y 476, del propio texto legal.
202
Pudiera señalarse aquí que esta característica, que da identidad sustancial al patrimonio, permite entender
por qué, en las relaciones jurídicas de obligaciones, se dice que el acreedor garantiza su derecho con el
patrimonio del deudor, no con determinados bienes que se encuentren allí al momento de contraer la deuda
éste o al momento de hacerla efectiva por vía judicial, aunque por el carácter ideal de la unificación, los
acreedores no se dirigirán contra el patrimonio en general, sino contra los singulares bienes que se encuentran
en él.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

y pueden aparecer para el heredero que absorbe el patrimonio nuevas obligaciones que no
integraban el mismo cuando su titular era el causante.

4.4 Tipos de patrimonios.

a) El patrimonio personal: Es aquel patrimonio general atribuido a una persona


natural o jurídica, que tiene la función de servir a los fines de la misma. Incluye todas las
relaciones jurídico-económicas de la persona que no estén sometidas a un régimen jurídico
especial. En el caso de las personas naturales, forman parte de su patrimonio personal los
bienes que pueden ser objeto de su derecho de propiedad según lo dispuesto por los
artículos 156 al 159 de nuestro Código Civil, los demás derechos reales de los que puede
ser titular, como la superficie y el usufructo, y los derechos de crédito que ostente, ya sea
como sujeto activo o como sujeto pasivo. En el caso de las personas jurídicas, su
patrimonio también lo conforman los bienes de su propiedad, otros derechos reales, sus
créditos y deudas.

b) Los patrimonios separados: Se conforman con masas o núcleos de bienes


sometidos a un régimen jurídico especial, que hace que los mismos se separen del
patrimonio general de la persona, de manera que el sujeto es entonces titular de varias
masas patrimoniales, cada una de las cuales posee un tratamiento jurídico propio. Tienen un
carácter excepcional y sólo puede provenir su existencia de una disposición del Derecho
objetivo, nunca de la voluntad de los particulares. En nuestro medio, pueden situarse varios
ejemplos. Así, el patrimonio derivado del régimen económico del matrimonio establecido
por nuestro Código de Familia, que es el de la comunidad matrimonial de bienes, da lugar a
la coexistencia de varias masas patrimoniales: los bienes propios de cada cónyuge y los
que integran el patrimonio común de ambos, presentando cada masa diferente titularidad,
régimen de administración, disposición y responsabilidad. En las relaciones paterno -
filiales, se produce también la coexistencia de diferentes masas patrimoniales: el patrimonio
general del menor, que está sujeto a la administración legal de los padres, y los bienes que
puede administrar por sí mismo el menor que ya tiene diez años o más, para la satisfacción
de las necesidades normales de su vida diaria, según lo dispuesto por el artículo 30 de
nuestro Código Civil. En el caso de los pequeños agricultores, además de su patrimonio
general, la tierra, las edificaciones, instalaciones, instrumentos y medios necesarios para la
explotación agrícola, los animales y sus crías, las plantaciones, frutos y demás productos
agropecuarios y forestales que a ellos pertenecen están sometidos a un régimen jurídico
especial, diferente al de sus bienes de propiedad personal, según lo dispuesto por el Código
Civil en los artículos 150 al 155 y lo regulado por normas especiales dictadas por el
Ministerio de la Agricultura.

c) Los patrimonios colectivos: Son aquellos que pertenecen a varios sujetos


unidos entre sí por determinadas situaciones de hecho o de derecho, sin que ello de lugar a
la formación de una persona jurídica, independiente de sus componentes. En la titularidad
de estos patrimonios concurren más de una persona, cada una de las cuales posee además su
propio patrimonio, por ello estos patrimonios aparecen también separados, como los

203
En este sentido, debe recordarse la imprecisión que padece el ya comentado artículo 46.4 de nuestro
Código Civil. Vid. Supra, epígrafe segundo de éste capítulo.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

anteriores, de los patrimonios personales de los cotitulares 204. Pueden situarse como
ejemplos los predios comunes, equipos e instrumentos de los edificios multifamiliares de
nuestro país, que son patrimonio colectivo de todos los vecinos según dispone nuestra Ley
General de la Vivienda de 1988 y en el caso de la herencia, cuando son varios los herederos
y no se ha dividido la misma entre ellos, el caudal hereditario se mantiene indiviso y no
puede ser aprovechado individualmente, sino que es administrado por todos en general o
por quien judicialmente se designe para ello.

d) Los patrimonios en situación especial o interina: Se producen generalmente


cuando no se conoce quien será el definitivo titular de determinado conjunto de bienes y
derechos que se unen para destinarlos a un fin, generalmente temporal, o en razón de una
situación anormal que ha de desaparecer. En los casos de ausencia, por ejemplo, el
patrimonio del declarado como tal es administrado por quien resulte designado
judicialmente como su representante, tal situación no impide que dicho ausente tenga otros
bienes patrimoniales donde se encuentre, pero durante su ausencia legal se conserva su
patrimonio en su beneficio si retorna o en el de sus sucesores, si se produjera el evento que
determina la apertura de la sucesión205.

BIBLIOGRAFÍA SUMARIA:

ALBALADEJO, Manuel: Derecho Civil. Introducción y Parte General, Tomo I,


Volumen Segundo, Ed. Bosch, Barcelona, 1996; CASTÁN TOBEÑAS, José: Derecho
Civil español, común y foral, Tomo I, Introducción y Parte general, revisado por J.
L. de los Mozos, volumen 1ro, Madrid, 1984, y volumen 2do, Madrid, 1987;
CLEMENTE DÍAZ, Tirso: Derecho Civil. Parte General, Tomo II, Primera Parte, Ed.
Universitaria, ENPES, La Habana, 1984; DÍAZ PAIRÓ, Antonio: Teoría General de
las Obligaciones, Volumen I y II, Ed. Universitaria, ENPES, 1989; DIEZ PICAZO,
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Marcial Pons, Madrid, 1997; RAPA ALVAREZ, Vicente: “La relación jurídica.
Categoría esencial en el nuevo Código Civil”, en Revista Jurídica, Nro. 19, Año VI,
UNJC, La Habana, abril- junio 1988.

204
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p. 391, y LÓPEZ, A. y MONTÉS, V. L., op. cit., p. 628.
205
Vid. DIEZ PICAZO, L y GULLÓN, A., Ibidem.

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El objeto de la relación jurídica civil Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

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Los hechos jurídicos en sentido estricto son eventos de la naturaleza,
acontecimientos en los que no interviene la voluntad humana de manera consciente, que
tienen trascendencia jurídica. Es a estos hechos a los que se refiere el ya mencionado
artículo 48 del Código Civil cubano.

Son acontecimientos naturales, con trascendencia para el derecho, el tiempo, la


percepción de frutos, el nacimiento y la muerte 210. Todos ellos pueden ser jurídicamente
relevantes cuando la ley vincula a su ocurrencia el nacimiento, la modificación o extinción
de una relación jurídica. Respecto a su papel como fuentes generadoras de relaciones
jurídicas en concreto, pueden situarse múltiples ejemplos: el transcurso del tiempo
conjuntamente con otros elementos previstos por la ley puede dar lugar a una relación
jurídica de propiedad cuando esta se adquiere por usucapión 211; los agricultores pequeños

210
Debe señalarse que hay hechos considerados en sí mismos que no son trascendentes para el Derecho, es
decir, que no se califican como jurídicos en el sentido antes apuntado, de forma general y abstracta, pero que
pueden alcanzar esa condición en determinadas y concretas circunstancias. Así, por ejemplo, la caída de la
lluvia no es un hecho jurídico, pero si el hecho de que llueva ha sido puesto como condición en un negocio
determinado, puede llegar a serlo en cuanto daría lugar a determinados efectos jurídicos.
211
Vid. artículo 184 del Código Civil cubano.
adquieren la propiedad de los frutos que producen sus plantaciones 212; el nacimiento de un
niño da lugar al surgimiento de relaciones paterno filiales213; la muerte de una persona
provoca la apertura de su sucesión214.

3. Actos Jurídicos.

Los actos jurídicos son hechos jurídicos en cuya producción ha concurrido la


voluntad del hombre. Pueden definirse, de forma general, como actos humanos producidos
por la voluntad consciente y exteriorizada del hombre, a los cuales el Derecho relaciona la
producción de efectos jurídicos215.

Pueden concretarse cuatro elementos necesarios para que exista un acto jurídico:

 Actuación humana.
 Voluntad consciente del sujeto que actúa (u omite su actuación).
 Exteriorización de esa manifestación de voluntad.
 Declaración del ordenamiento jurídico que le otorga trascendencia jurídica.

La trascendencia jurídica del acto puede concretarse en la generación de una


relación jurídica civil, según se dispone en el inciso b) del ya mencionado artículo 47 de
nuestro Código Civil. Así, el acto jurídico es causa de relaciones jurídicas civiles.

En su artículo 49, el Código Civil cubano señala que el acto jurídico es una
manifestación lícita, expresa o tácita, de voluntad, que produce un efecto dispuesto por la
ley, consistente en la constitución, modificación o extinción de una relación jurídica.

La definición legal ha prescindido de la distinción teórica entre actos jurídicos y


negocios jurídicos. Estos últimos, según la doctrina, son un tipo peculiar de acto jurídico,
que se distinguen del acto jurídico en sentido estricto por el papel y alcance de la voluntad,
porque en los llamados actos negociales la voluntad está expresamente dirigida a producir
determinados efectos configurados por ella misma y permitidos por las normas. El
enunciado del artículo 49 hace innecesaria tal distinción, disponiendo que en toda clase de
acto jurídico, sea un acto no negocial o un negocio jurídico, la ley vincula a la
manifestación de voluntad efectos jurídicos, independientemente de que el contenido de

212
Vid. artículo 151 del Código Civil cubano.
213
Vid. artículo 76 del Código de Familia cubano.
214
Vid. artículo 509 del Código Civil cubano.
215
Es importante aclarar que, como afirma ALBALADEJO, para que un hecho jurídico se califique como acto no
se requiere que la conducta del agente esté voluntariamente dirigida a producir el efecto que la ley establece,
basta que el actuar sea voluntario y que el resultado que produce en el mundo exterior sea al menos previsible.
Por ejemplo, es un hecho jurídico voluntario (acto jurídico), a los efectos de la bipartición de los hechos
jurídicos en naturales y voluntarios, el producir sin querer una inundación en el fundo vecino por abrir
voluntariamente las compuertas de un embalse propio, teniendo en cuenta que, presupuesta tal apertura, la
inundación era previsible.

.../187
ésta esté encaminado o no a fines predeterminados por el autor o autores de dicha
declaración216.

Lo anterior no significa que el Código Civil cubano deseche la teoría del negocio
jurídico, que resulta ser una pieza muy útil para la comprensión de reglas básicas y
generales que rigen la autonomía de la voluntad, autonomía privada que es el poder
conferido por el ordenamiento jurídico a la persona para que gobierne sus propios intereses
o atienda a sus necesidades dentro de determinados límites, de la cual el negocio jurídico es
máxima expresión.

La categoría negocio jurídico aparece como figura conceptual a finales del siglo
XVIII y adquiere su mayor relieve en el siglo XIX, por obra de la Escuela Histórica y de la
Pandectística subsiguiente, considerándose una de las más brillantes creaciones de la
dogmática jurídica germana, sobre la base de textos romanos. Es, pues, una categoría que se
caracteriza por su historicidad, que al decir de DIEZ PICAZO y GULLÓN, aparece como
respuesta teórica a una serie de problemas prácticos y presupone una evolución
determinada del pensamiento jurídico, de marcada tendencia al racionalismo y la
abstracción217. Los propios autores señalan también como características del concepto de
negocio jurídico precisamente la abstracción, ya que la categoría que nos ocupa se nos
presenta como una generalización de generalizaciones anteriores que dan lugar a figuras
como el contrato o el testamento, tratando de englobar en un concepto unitario todos
aquellos hechos o supuestos en los cuales el papel de la voluntad individual es relevante y
condiciona en cierta medida los efectos jurídicos que los actos del hombre han de producir,
y la instrumentalidad, pues no es este un término legislativo, sino de orden científico, como
punto o foco de agrupación de problemas para establecer criterios generales en cuanto a su
tratamiento y solución.

De lo anterior se colige que el negocio jurídico tiene fundamentalmente un valor


conceptual, sólo el Código Civil alemán lo disciplina de manera especial, en los Códigos
Civiles de origen romano- francés no hay referencia expresa a éste, sino que se regulan los
contratos, los testamentos y otros actos, sin acudir a la figura del negocio jurídico, aunque
se utiliza esta categoría abstracta como instrumento para establecer criterios o directrices
que faciliten la solución de casos concretos, ajustando a cada uno su propia solución,
aplicando disposiciones análogas a distintos supuestos en que interviene la autonomía de la
voluntad.

Los opositores del concepto de negocio jurídico señalan que este no pasa de ser
una pura quimera, pues no es posible agrupar bajo un mismo rubro actos que, pese a tener
en común el hecho cierto de provenir de la voluntad individual, tienen caracteres
contrapuestos: bilateralidad de los contratos frente a unilateralidad de los testamentos,
irrevocabilidad de los primeros frente a la revocabilidad de los segundos, libertad de
216
En este sentido, el legislador cubano ha seguido una posición unificadora del acto y el negocio que goza de
aceptación en algún sector de la doctrina, fundamentalmente francesa y española, que considera que la
categoría acto jurídico es suficiente para englobar tanto el acto jurídico en sentido estricto o acto no negocial,
como el negocio jurídico. Vid. LÓPEZ LÓPEZ, A. M. y MONTÉS, V. L., Coordinadores, Derecho Civil. Parte
General., Ed. Tirant lo Blanch, Valencia, 1995, p. 582.
217
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p. 477.

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formalidades de los unos frente a la exigencia necesaria de la forma en los otros, así como
otras cuestiones secundarias. La doctrina del negocio jurídico crea la "ilusión de sistema",
pero en realidad puede considerarse innecesaria, porque siempre hay que ajustar lo general
a la figura concreta, y perturbadora, porque puede conducir a la elaboración de
conclusiones erróneas, que alejen al Derecho de la viva realidad social a que pertenece y de
las soluciones prácticas a los problemas que esa realidad plantea218

Sin embargo, aunque se reconoce el alcance de fondo de tales objeciones, es


preciso admitir que siempre será posible examinar rasgos genéricos de las hipótesis de
hecho que se agrupan en la categoría negocio jurídico, que pueden facilitar la comprensión
de éstas y conllevar a la solución de casos concretos bajo la óptica de lo común, sin
olvidar, además, que el uso de la doctrina del negocio jurídico es de gran arraigo entre los
estudiosos del Derecho Civil y los términos técnicos que de ella se derivan gravitan
fuertemente en el vocabulario jurídico de nuestros tiempos.

En nuestro caso particular, por demás, la ubicación del acto jurídico en sentido
amplio en la Parte General del Código Civil y la regulación específica de elementos propios
de la doctrina del negocio jurídico que luego no se tratan en los preceptos de la parte
especial referidos a contratos o testamentos, obligan a su estudio en este apartado.

3.1 Elementos del negocio jurídico.

Como ya se apuntó, tanto el negocio jurídico como el acto jurídico en sentido


estricto tienen igual naturaleza: ambos son actos jurídicos toda vez que derivan de una
actuación humana realizada con conciencia y voluntad. Pero en el negocio su autor o
autores regulan ellos mismos sus propios intereses, estableciendo una norma de conducta
vinculante para su satisfacción, configurando las consecuencias jurídicas de su actuar, a
diferencia de lo que ocurre con el acto jurídico simple o no negocial, cuyas consecuencias
en el orden jurídico no están predeterminadas por el agente que los realiza, sino
configuradas por la ley.

Así pues, el negocio jurídico es un hacer humano que pertenece a la categoría acto
jurídico, dentro de cuyo género es una de las más destacadas e importantes especies, pero
además constituye norma o precepto para las partes o sujetos que en él participan. Como
acertadamente afirman DIEZ PICAZO y GULLÓN, en todo negocio jurídico encontramos una
regla o conjunto de reglas de conducta, una tabla de deberes que los interesados deben
cumplir y observar entre sí, en correlación con los derechos que en virtud de tal situación
habrán de ostentar219.

El negocio jurídico se integra por un conjunto de elementos o circunstancias


necesarias para su existencia y producción de efectos jurídicos. Algunos de esos elementos
son fundamentales para su nacimiento, otros se relacionan con su plena validez, de ahí la
tradicional clasificación de los mismos en elementos esenciales, accidentales y naturales.

218
Vid. LÓPEZ LÓPEZ, A. M., y MONTÉS, V.L., op. cit., pp. 577 a 580.
219
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p. 485.

.../189
Esta clasificación ha sido hoy en día abandonada por muchos civilistas y romanistas,
alegándose que es demasiado cerrada y que, en muchos casos, es ambigua en sus
definiciones que encierran conceptos muy diversos. Al parecer, el legislador cubano se ha
identificado con el anterior criterio, toda vez que, aunque hace referencia a los elementos
del negocio en la Parte General del Código Civil, no los divide o clasifica según el punto de
vista tradicional.

Para la mejor comprensión de los elementos del negocio, sin embargo, acudiremos
a la distinción que hace la doctrina entre elementos esenciales, elementos accidentales y
elementos naturales, a pesar de no ser recogida ésta por nuestro Código.

Son elementos esenciales aquellos sin los cuales el negocio no puede existir,
aquellos que no pueden faltar nunca porque de su presencia depende la vida misma del acto
negocial. Si alguno de tales elementos no concurre, el negocio carece de efectividad y ni
siquiera la voluntad de las partes puede remediar tal defecto. Son pues imprescindibles y
necesarios para la existencia del negocio.

Los elementos accidentales no tienen igual carácter, constituyen determinaciones


de la voluntad dirigidas a modificar el contenido normal del negocio, es decir, son
circunstancias accesorias que no afectan la existencia y validez del acto cuando no se
incorporan al mismo por voluntad de las partes, pero que se convierten en elementos de
obligatorio cumplimiento cuando se hacen parte del mismo por expresa disposición de los
interesados.

Los elementos naturales son consecuencias ordinarias y lógicas que normalmente


producen los negocios, pudiendo excluirse del mismo por voluntad de las partes. No
aparecen expresamente consignados en el acto ya que por su propia naturaleza se presume
su existencia, pero si pueden excluirse o modificarse por voluntad de las partes. Más que
verdaderos elementos constitutivos del negocio, son consecuencias que este produce
normalmente220.

3.1.1 Elementos esenciales.

Existen circunstancias que siempre deben estar presentes en todo tipo de negocio,
denominándose por ello elementos esenciales comunes221. Son estos precisamente los que
interesa examinar brevemente a continuación, valorando su presencia y regulación en el
Código Civil vigente.
Dentro de los elementos esenciales comunes, cabe distinguir entre aquellos que
son de carácter subjetivo y los que son de carácter objetivo. En el primer caso encontramos

220
Como ejemplo típico de los mal llamados elementos naturales del negocio jurídico, se sitúa la tácita
reconducción en el contrato de arrendamiento. En tal sentido, el artículo 392.1 del Código Civil cubano
dispone que si al expirar el término del arrendamiento, el arrendatario o sus herederos permanecen en el uso
del bien arrendado, sin oposición del arrendador o del nuevo dueño del bien, el contrato queda prorrogado por
un término igual al originalmente pactado.
221
La doctrina se refiere también a elementos esenciales especiales, que son aquellos que necesariamente
deben estar presentes en una serie de negocios de igual tipo, y a los elementos esenciales especialísimos, que
son necesarios en algunos específicos negocios jurídicos.

.../190
la voluntad, considerada como nervio central del negocio jurídico, que debe su peculiaridad
dentro de los actos jurídicos en general al papel y alcance de ésta. Para que la voluntad sea
base del negocio, debe reunir determinados requisitos:

a) Que provenga de persona que pueda actuar de forma racional y consciente,


y de acuerdo a lo permitido por el ordenamiento jurídico.

El propio artículo 49 del Código Civil establece este requisito al señalar que el
acto jurídico debe constituirse por manifestación lícita de voluntad, lo que se reafirma más
adelante en el artículo 67, incisos b) y ch), que declara nulos los actos jurídicos realizados
por personas que no están en condiciones de ejercer su capacidad jurídica, o que realizan
dicho acto en contra de una prohibición legal.

Se toman en consideración aquí las dos variantes que siempre han sido valoradas
para la apreciación de este requisito: de una parte el que no puede manifestar su voluntad
por carecer de capacidad, por condiciones internas suyas, y de otra, el que pudiendo
manifestarla por razón de capacidad se ve impedido de hacerlo por una prohibición legal,
por condiciones externas a él pero que le afectan particularmente.

b) Que no existan vicios que afecten la cualidad de poder manifestar racional y


conscientemente la voluntad.

Son vicios de la voluntad aquellas circunstancias que inciden en la misma, bien


porque disminuyen las posibilidades del sujeto que interviene en el negocio de poder
emitirla de manara racional y consciente, o porque simplemente hacen del todo imposible
tal situación, excluyen totalmente la voluntad.

La doctrina ha calificado tradicionalmente cuatro circunstancias como vicios de la


voluntad: el error, el dolo, la intimidación y la violencia. Nuestro Código Civil se refiere a
los tres primeramente enumerados, a los que denomina error, fraude y amenaza,
disponiendo en el artículo 69, en concordancia con el requisito que ahora analizamos, que si
tales vicios están presentes en el acto, el mismo puede ser anulado. En cuanto a la
violencia, el legislador cubano la regula en los supuestos que producen nulidad absoluta del
negocio, pues ésta se conceptúa como la coacción material que se ejerce sobre una persona
para obligarle a declarar una voluntad que no es la suya, por tanto no afecta o vicia la
voluntad, sino que simplemente la suprime o excluye totalmente.

El error es considerado por muchos el más común y significativo de los vicios que
pueden afectar la voluntad. Consiste en una falsa representación de la realidad que afecta la
formación interna de lo que se quiere, falso o inexacto conocimiento de dicha realidad que
se produce espontáneamente, que no se provoca por otra persona. Esa falsa representación
mental de la realidad conduce a la persona que la padece a la realización de un negocio que
no hubiera querido efectuar, o hubiera querido realizar de forma distinta, si su
conocimiento de la realidad hubiera sido exacto.

Nuestro Código Civil no conceptúa el error, pero se refiere a las distintas especies
o modalidades del mismo que resultan invalidantes del negocio en el artículo 70. El inciso

.../191
a) se refiere al error que se produce cuando los términos de la manifestación de voluntad no
responden a la verdadera intención del manifestante. Este es el caso del llamado error
impropio u obstativo, que recae en la declaración de la voluntad y no en su formación
interna, es una divergencia no deseada entre lo declarado y lo realmente querido. Resulta
una novedad la inclusión de este tipo de error entre los que pueden provocar la anulación
del negocio, pues el Código Civil español vigente entre nosotros hasta 1987 no lo regulaba
específicamente, aunque un gran sector de la doctrina y la jurisprudencia se inclina a su
asimilación al error propio o error- vicio, teniendo en cuenta la protección de la confianza
suscitada en quien recibe la declaración negocial o la interpreta de buena fe como tal222.

Cuando existe divergencia entre la voluntad real y su declaración, el


manifestante que cometió el error puede invocar la declaración de nulidad por parte del
órgano jurisdiccional, que deberá indagar acerca de la verdadera voluntad interna del
declarante, teniendo en cuenta lo dispuesto por el artículo 52 del Código Civil cubano, que
establece que cuando los términos de una manifestación de voluntad no son suficientemente
claros, deben ser interpretados teniendo en cuenta la voluntad presunta del que la emitió, la
significación generalmente aceptada de las palabras y las demás circunstancias
concurrentes. El anterior precepto concede valor, en primer lugar, a la voluntad interna del
manifestante223, que prevalecerá sobre la declarada, pero si el declarante es culpable de la
divergencia y, además ésta no ha sido conocida ni ha podido serlo por la otra parte, debe
mantenerse la voluntad declarada, no anulándose el negocio, en virtud de los principios de
responsabilidad y de protección a la bona fides, así como de la seguridad del tráfico
jurídico.

El inciso b) del propio artículo 70 señala que existe también error si el


manifestante ha querido realizar un acto distinto al efectuado. Aquí si estamos en presencia
de un error propio o error- vicio, que recae sobre la voluntad interna que no se ha formado
adecuadamente, de carácter esencial, de la modalidad o tipo in negotio. Este tipo de error
puede producir la anulación del negocio que se ha efectuado por equivocación de una de las
partes, cuando se impugna por quien la sufrió al momento de efectuarse el acto o por quien
sufre sus consecuencias posteriores. Así, por ejemplo, si A contrató con B creyendo que
efectuaba una compraventa cuando en realidad se realizaba un arrendamiento, el negocio
podrá anularse por parte interesada, ya que en realidad no hubo entre ellos consentimiento,
pues el supuesto acuerdo de voluntades no ha recaído sobre el mismo tipo de acto224.

En el inciso c) se describe el error que se produce cuando el manifestante tuvo en


cuenta otra cosa u otra persona distinta o de cualidades distintas de aquella que es objeto
del acto. También en este caso estamos en presencia del error propio de carácter esencial,
222
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p. 503.
223
Ello no quiere decir que el Código Civil cubano se afilie a las teoría subjetiva en sede de interpretación,
pues la labor indagatoria del tribunal debe extenderse también a aspectos objetivos, tales como el significado
de las palabras y las demás circunstancias concurrentes, según se expresa en el mencionado artículo. En este
sentido, el texto legal sigue una posición ecléptica que nos parece apropiada.
224
Algunos autores consideran que en este caso el negocio que se realiza con tal tipo de error es inexistente,
pues faltaría el consentimiento como expresión de la voluntad de ambas partes que converge en un punto.
Pero creemos acertado que el legislador cubano insertara este tipo de error dentro de los que producen nulidad
relativa pues ello hace posible que, si a pesar del error, las partes desean mantener el negocio, el mismo
continúe surtiendo efectos sin necesidad de un acto posterior.

.../192
que recae sobre la voluntad interna anormalmente formada, afectada por la falsa
representación mental de la realidad.

El legislador cubano reúne en un único precepto el error en el objeto y el error en


la persona. El primero es relevante tanto si recae sobre la sustancia de la cosa, como sobre
las condiciones de la misma que hubieran motivado fundamentalmente la celebración del
negocio, manteniendo nuestro Código una concepción flexible y amplia del error en el
objeto, que puede abarcar lo mismo un error acerca de la materia de que se compone la
cosa, que sería el llamado error en la sustancia, que el error sobre sus cualidades o su
identidad, siempre que su presencia haya motivado la formación errónea de la voluntad del
que lo padece.

El error en la persona a que se refiere la segunda parte del propio precepto, abarca
tanto la persona que sirve de contraparte en el negocio, como el destinatario de la
declaración de voluntad que contiene un negocio unilateral de carácter recepticio. En
ambos supuestos se incluye tanto el error de identidad, que se produce cuando se realiza el
negocio con una persona creyendo erróneamente que es otra, como el error de cualidades,
que se da cuando el acto se efectúa tomando en consideración determinadas
particularidades o habilidades que se supone posee la persona con quien éste se realiza, sin
que tenga relevancia su identidad como tal.

Por último, el inciso ch) del propio artículo 70 se refiere al error que existe cuando
el manifestante prometió una prestación notablemente superior o aceptó una
contraprestación claramente inferior a la que realmente quiso prometer o aceptar. No se
trata aquí del simple error de cálculo o de cantidad que puede evitarse con una diligencia
media, sino del error que recae en la prestación misma o sus cualidades, error en la cantidad
que puede considerarse elemento básico del negocio, si el mismo se ha celebrado porque al
objeto se le supone con una determinada medida, extensión o peso, diferentes a las que
realmente poseen la prestación realizada o la contraprestación recibida.

No regula nuestro Código Civil el error de derecho como vicio de la voluntad. El


error de derecho es la ignorancia o el conocimiento imperfecto de la ley vigente, el falso
conocimiento de la norma o regla jurídica en cuanto a su contenido, existencia,
interpretación o aplicación al caso concreto, cuando el sujeto ha decidido realizar el
negocio como consecuencia de dicha ignorancia o falso conocimiento. Por ejemplo, si
contrato con un individuo creyendo que, por su desarrollo físico, es ya mayor de edad y por
tanto posee capacidad para obligarse, estaré incurriendo en un error de hecho, el llamado
error en la persona a que se refiere el ya mencionado inciso c) del artículo 70; pero si he
contratado con él sabiendo que es menor de edad, por estimar que, conforme a la ley, los
menores pueden concertar negocios jurídicos, mi error será de derecho porque recae sobre
el conocimiento de la ley225.
225
Los romanos no trazaron una línea rígida de separación entre estas dos clases de error, sino que lo
estimaron como una diferencia de grado, pero consideraron sólo excusable el error de hecho, no el de
derecho, pues entendían un deber ineludible de todos el conocer la ley. No obstante, admitieron algunas
excepciones. Así, la mujer podía, en algunos casos, ignorar el Derecho, debido a que su educación y su vida
no eran propias para conocerlo. Gozaban de igual "privilegio" los menores de veinticinco años, los militares y
los campesinos; los primeros por razón de su corta edad, los segundos porque su vida de campamento no era

.../193
El artículo 3 del Código Civil cubano deja sentado que la ignorancia de los
preceptos que en él se establecen no excusan de su cumplimiento, como expresión de la
máxima error iuris non excusat, principio que se considera adecuado y de gran utilidad,
pues si se permitiera que la ignorancia de la ley excusara del deber de cumplirla la eficacia
de las normas jurídicas dependería de cada individuo, resultando muy sencillo evadir ese
deber de cumplimiento alegando no conocer la norma. Por ello, si bien es cierto que el
principio, aplicado estrictamente puede llevar a situaciones injustas, peor serían las
consecuencias de su derogación.

Sin embargo, parece racionalmente fundado que se distinga entre la necesidad de


que la eficacia de las normas no esté condicionada por el conocimiento que de las mismas
se tenga, y la circunstancia de que deba valorarse la conducta del sujeto teniendo en cuenta
su posible error acerca de lo que la ley dispone, siempre que ese error de derecho pueda
considerarse admisible, lo que sin duda resultaría más difícil de demostrar que el error de
hecho, pero eso no significa que el error de derecho sea siempre inexcusable. Debiera, por
tanto, reconocerse como cierta "válvula de escape" que actúe excepcionalmente,
restrictivamente, en circunstancias muy especiales, que no impidan la eficacia de la ley,
pero que "dulcifique" sus resultados para el agente desconocedor226.

En cuanto al vicio tradicionalmente conocido en la doctrina como dolo, debe


estimarse que existe cuando una persona se vale de artificios o engaños para inducir a otra a
otorgar su voluntad para la realización de un negocio que de otra forma no hubiera
efectuado. Nuestro Código prefirió denominarlo fraude, y considera que está presente,
según lo preceptuado por el artículo 71, cuando una parte infunde a la otra una falsa
creencia, o la confirma en ella, a fin de que emita una manifestación de voluntad que en
otras circunstancias no habría hecho.

La nueva denominación escogida por el legislador cubano permite diferenciar esta


figura del dolo penal, y la forma en que aparece redactado el precepto permite englobar en
este vicio no sólo la acción de inducir la falsa creencia, sino además la confirmación de ella
en el otro sujeto, forma de actuar que es común y que históricamente había escapado a la
configuración del dolo. Sin embargo, el Código en su instrumentación de esta figura ha
incurrido en un defecto técnico jurídico, pues describe el fraude de manera que sólo es
posible aplicar al negocio contractual, pues se refiere a las maquinaciones o astucias que
utiliza una parte frente a la otra, situación que no se da en el testamento, que también
puede estar afectado por fraude, pero proviniendo las maquinaciones insidiosas de terceros,
no de otra parte, pues en este negocio no hay más parte que el testador. Apareciendo
regulados los vicios de la voluntad en la Parte General del Código, deben aplicarse a todo
acto jurídico regulado en su Parte Especial, por lo que la redacción de este artículo, en el
sentido antes apuntado, resulta inadecuada.

la más propicia para conocer las leyes civiles, y los terceros porque su aislamiento en el campo producía el
mismo resultado. Estas excepciones fueron reconocidas con cautela y no de un modo absoluto. Vid. DIHIGO y
LÓPEZ TRIGO, E., Derecho Romano, tomo I, 2da parte, Ed. EMPES, La Habana, 1987, p. 167.
226
Vid. GIL RODRÍGUEZ, J., Eficacia y aplicación de la norma civil, material fotocopiado, Curso de
Doctorado, Universidad de Valencia, 1997.

.../194
El tercer vicio es la intimidación o coacción moral, que es el temor racional y
fundado que se inspira a una persona por otra, para obligarle, mediante amenaza injusta o
ilícita, contraria a derecho, a emitir una declaración de voluntad. El artículo 72 regula este
vicio bajo el nombre de amenaza, señalando que la misma existe si el manifestante obra
bajo los efectos del temor provocado por medio del anuncio de un mal contra la vida, el
honor o los bienes de él o de un tercero. La amenaza se caracteriza por tener efectos
mediatos, es decir, normalmente media un período de tiempo determinado entre el actuar
del agente que infunde el temor y el actuar del que sufre la intimidación, detalle que puede
apreciarse en la redacción adecuada de éste artículo que se refiere al actuar del manifestante
de la voluntad viciada "bajo los efectos" del anuncio en cuestión. Puede provenir de una de
las partes del negocio o de un tercero, afectando tanto al negocio contractual como al
testamento.

c) Que la voluntad sea manifestada o exteriorizada oportunamente.

Este requisito de la voluntad encierra dos importantes aspectos: la forma de


exteriorizarse y la oportunidad con que se manifiesta. La voluntad ha de manifestarse, no
basta con el querer interno, es necesaria su declaración, y debe exteriorizarse en el
momento oportuno, cuando se precisa para la configuración adecuada del negocio.

El artículo 49 materializa este requisito al señalar que la manifestación de


voluntad que encierra el acto jurídico debe ser expresa o tácita, formas tradicionalmente
acogidas por la doctrina como vías para la exteriorización de la misma. La manifestación
expresa se verifica a través de la palabra oral o escrita u otros signos equivalentes, que
revelan explícita y directamente la voluntad del sujeto sin que sea necesario deducirla,
porque se exterioriza de forma clara, evidente e inequívoca. La manifestación tácita es
aquella que no se produce mediante declaración del sujeto, sino a través de un
comportamiento que constituye una modificación objetiva del mundo exterior que tiene
cierto significado en el mundo jurídico. Estas formas o vías de manifestar la voluntad
marcan las diferencias entre los negocios de declaración, que serían los primeros, y los
negocios de comportamiento o actuación, que serían los segundos227.Tanto en uno como en
otro caso, el ordenamiento jurídico atribuye significado y dota de valor preceptivo a la
situación creada por los particulares.

Nuestro Código Civil reconoce a ambas en el artículo 50, como vías para
exteriorizar la voluntad, pero incurriendo en el error técnico de reducir el acto jurídico a esa
manifestación que los produce, sin tener en cuenta el resto de los elementos necesarios para
que éste se conforme como tal228, refiriéndose luego en el artículo 51 a los actos que deben
constar por escrito, que serán todos los que realicen las personas jurídicas, aquellos cuyo
objeto tenga un precio superior a quinientos pesos y los demás que disponga la ley.

Las declaraciones tácitas no deben confundirse con la voluntad presunta, que es


aquella que deriva de la ley frente a determinado comportamiento de la persona que no se
encamina a declarar o que no es, por su naturaleza, medio de declaración. Significa esto

227
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p. 487.
228
Vid. Supra, apartado 2, p. 4, de este propio capítulo.

.../195
que la ley dispone que una conducta determinada debe ser considerada como declaración de
tal o cual voluntad, porque así la norma lo deduce o lo presume.

Aquí no es otro sujeto el que deduce de un actuar ajeno la voluntad que encierra
dicho comportamiento, sino que es la ley la que establece que la conducta de la persona
encierra, posiblemente, una determinada voluntad, admitiéndose generalmente prueba en
contrario.

El artículo 49, en su apartado 2, hace también alusión al valor de las omisiones y


el silencio como supuestas formas de manifestar la voluntad, destacando que estos tendrán
los efectos que determinen las normas, en juego con la voluntad presunta, o en su defecto,
los que les concedan las partes en el acto jurídico de que se trate, o sea, lo que las partes
entiendan de esa exteriorización tácita de voluntad229.

Pudiera señalarse como ejemplo de lo expuesto anteriormente, lo previsto por el


artículo 234.1, que señala que el cumplimiento de la obligación será exigible en el término
legal o, en su defecto, en el expresamente pactado por las partes, o en el que se infiere de su
propia naturaleza. Nos indica el precepto que si la ley nada dispone, si las partes nada
pactaron, debe acudirse a la voluntad presunta, que la norma deduce de la propia naturaleza
de la obligación.

d) Concordancia entre la voluntad real y lo que se declara.

La voluntad que se declara debe coincidir con la que internamente tiene el sujeto
que la manifiesta, pues en caso contrario se produce lo que en doctrina se conoce como
discordancia entre la voluntad interna y su manifestación, discrepancia que puede
producirse inconscientemente, de forma no voluntaria, dando lugar al error obstativo o
impropio al que se hizo referencia, o de forma voluntaria y consciente, que puede adoptar
tres modalidades fundamentalmente: la reserva mental, la declaración falta de seriedad y la
simulación, que a su vez puede ser absoluta o relativa.

La reserva mental es una divergencia consciente entre lo que se quiere


internamente y lo que se manifiesta externamente, ya sea mediante declaración de la
voluntad o mediante la realización de un comportamiento negocial. La voluntad real del
manifestante queda en secreto, reservando para sí su verdadero querer y declarando algo
distinto a lo que quiere, con el propósito de restringir o anular la eficacia de lo declarado o
exteriorizado. Tal reserva no es del conocimiento del destinatario de la manifestación de
voluntad emitida en estos términos, por lo cual resulta inoponible al mismo, prevaleciendo
la declaración frente a la voluntad reservada o interna, que resulta inoperante. Nuestro
Código no regula esta divergencia.

La declaración de voluntad falta de seriedad, no hecha en serio, es también una


divergencia consciente entre lo manifestado y lo querido, como ocurre cuando se emiten
declaraciones en broma, o por cortesía, o con el fin de ejemplificar, etc. En tales
229
El silencio pudiera considerarse también en algunos casos como exteriorización expresa de voluntad,
cuando las partes pactan previamente que el silencio equivaldrá a un acuerdo, si el que debe aceptar una oferta
no lo hace en cierto tiempo. Vid. ALBALADEJO, M., op. cit., p. 168.

.../196
condiciones la declaración no producirá efectos jurídicos, pues evidentemente no hay
voluntad negocial, no hay ánimo de obligarse o de conseguir un fin que deba ser protegido
por el Derecho230. No hay tampoco referencia a esta forma de discrepancia en nuestro
Código.

Existe la simulación de un negocio cuando las partes, de común acuerdo entre


ellas, emiten una declaración no coincidente con la voluntad interna con el fin de engañar a
terceros, o cuando siendo un negocio unilateral, el declarante acuerda con el destinatario
igual conducta con el mismo propósito. Por tanto, con la simulación se persigue engañar, ya
sea con el fin de causar daño a otro o burlar la ley, o con el simple propósito de encubrir la
realidad sin que ello resulte ilícito. Para ese engaño se utiliza como medio una declaración
divergente de la voluntad interna del o los sujetos que la emiten, lo cual se fija a través de
un acuerdo simulatorio, es decir, la divergencia se establece existiendo conformidad entre
los sujetos participantes en el negocio, acuerdo que es precisamente lo que diferencia la
simulación de la reserva mental.

La simulación es absoluta cuando con ella se trata de aparentar la existencia de un


negocio que en realidad no se ha producido, como por ejemplo cuando se realiza la venta
ficticia de determinados bienes para que aparentemente estos hayan salido del patrimonio
del supuesto vendedor, ingresando en el del aparente comprador, cuando en realidad no se
produjo tal cambio de propiedad, y es relativa cuando en realidad se realiza un negocio,
pero total o parcialmente distinto al que se simula, es decir, cuando se oculta con el negocio
aparentemente efectuado otro negocio disimulado. En la simulación absoluta no hay
negocio alguno, sólo la apariencia de uno; en la relativa si hay negocio, pero no el aparente
que sirve de pantalla, sino el que se oculta tras ella que puede ser distinto de aquél total o
parcialmente.

Nuestro Código declara absolutamente nulos los negocios realizados sólo en


apariencia, sin intención de producir efectos jurídicos, en su artículo 67, inciso e), y en el
siguiente apartado, inciso f) del propio artículo, regula la simulación relativa disponiendo
que serán nulos los actos jurídicos realizados con el propósito de encubrir otro acto distinto,
señalando que en este caso el acto encubierto o disimulado será válido para las partes si
concurren los requisitos legales necesarios para ello.

Elementos esenciales comunes de carácter objetivo del negocio jurídico son el


objeto, la causa y la forma.

El objeto del negocio a sido entendido de diversos modos por la doctrina,


identificándolo unas veces con el fin que persiguen los sujetos al realizar el mismo, otras
con la prestación debida reduciendo de esta forma el elemento objeto a los negocios
contractuales, y a veces con la cosa o bien sobre la que versa el negocio. Sin embargo, si
pretendemos dar al objeto la utilidad que tiene realmente como elemento esencial de
230
Si la declaración se tomara en serio, confiando en ella el destinatario de la misma y estando justificada
dicha confianza a tenor de las circunstancias del caso, se considera por el BGB y otras legislaciones que la
declaración continuará siendo nula o inexistente, pero puede surgir para el declarante el deber de indemnizar.
Para otros, la declaración sería válida, sobre la base de los principios de responsabilidad y confianza. Vid.
ALBALADEJO, M., op. cit., p. 230.

.../197
cualquier tipo de negocio, debe entenderse por tal la materia sobre la que recae dicho acto
negocial.

Teniendo en cuenta que el negocio es un tipo especial de acto jurídico, y que éste
genera relaciones jurídicas, puede entonces deducirse que el objeto del negocio jurídico es
coincidente con el objeto de la peculiar relación jurídica de la que es causa, lo que significa
que objeto inmediato del negocio contractual, por ejemplo, sería la prestación, y del
testamento lo sería el patrimonio del cual dispone su titular para después de su muerte. No
obstante, conviene recordar que se apuntó antes que el Código no renuncia a la concepción
del objeto- fin totalmente, y que éste debe valorarse como objeto mediato de la relación.
Así pues, en el contrato puede hablarse de un objeto mediato que será el propósito de las
partes al contratar: transmitir la propiedad mediante una compraventa, por ejemplo, lo que
se materializa en la entrega del bien y del precio, o disponer el destino de los bienes que
poseemos nombrando heredero mediante testamento que recoge la voluntad del testador.

En cuanto a la causa, se ha planteado por algunos estudiosos cubanos del tema


que ha sido desechada por el legislador en nuestro Código Civil de 1987 por su falta de
utilidad práctica y, por tanto, al afiliarse nuestra ley a la teoría anticausalista del negocio no
debe valorarse la misma como elemento del mismo 231. Sin embargo, tal consideración
merece un análisis más pormenorizado.

Ciertamente, la causa del negocio jurídico ha sido tema muy llevado y traído en la
doctrina, conduciendo a posiciones muchas veces contradictorias y llevando a la
producción de múltiples teorías que han generado gran cantidad de literatura. A modo de
resumen puede señalarse que el problema de la causa de una atribución patrimonial
responde a la necesidad de que todo desplazamiento de bienes de un patrimonio a otro debe
fundarse en una razón que el ordenamiento jurídico considere adecuada y justa, que como
regla debe ser un negocio jurídico válidamente celebrado. Ello es algo distinto a la causa
del negocio que fundamenta dicha atribución, que es la que nos ocupa en este apartado y ha
dado lugar a distintas corrientes o líneas de pensamiento.

Las teorías que defienden la existencia de la causa como elemento esencial del
negocio, parten de la concepción enarbolada por los franceses DOMAT y POTHIER en cuanto
a ella, respecto a los elementos constitutivos del contrato, generalizando luego la posición
causalista a los demás negocios jurídicos. Dentro de esta línea, se configuran las teorías
subjetivas y las teorías objetivas respecto a la causa232.

Las teorías subjetivas identifican la causa con el fin o propósito que persiguen las
personas con el negocio. La causa es elemento esencial del negocio porque ella representa
lo que los sujetos quieren lograr con el mismo, con independencia de qué sea lo que quieran
o lo que motivó su realización. La principal dificultad de esta corriente se localiza en el
abandono de la licitud, pues siguiendo tal línea de pensamiento sería imposible explicar
adecuadamente por qué el ordenamiento jurídico dispone la nulidad de pleno derecho de los
negocios con causa ilícita.

231
Vid. RAPA ALVAREZ, V., op. cit., p.154.
232
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p.p. 510 a 513.

.../198
Por su parte, las teorías objetivas defienden el criterio de que la causa del negocio
es la función económico - social que éste tiene y que el ordenamiento jurídico tutela y
reconoce. Se confunde así la causa con la función del negocio, y con ello tampoco se da
respuesta a la interrogante que señala el hecho de que se reprueben las causas ilícitas o
inmorales, pues lógicamente no podrá prever el ordenamiento jurídico la posibilidad de
fines objetivos ilícitos, y los móviles subjetivos no cuentan aquí como integrantes de la
causa.

Dentro de la propia corriente causalista y para atenuar las dificultades de las


teorías anteriores, se formulan concepciones que combinan postulados de ambas,
presentando la causa del negocio como el fin objetivo del mismo, su función social con
razón suficiente para merecer tutela jurídica, que a su vez es la causa querida y concebida
por el agente que realiza el negocio, lo que le motiva subjetivamente a conseguir aquel fin
objetivo.

En contraposición a las anteriores posiciones doctrinales se alza la teoría


anticausalista, que niega la necesidad de considerar a la causa elemento esencial del
negocio, considerando que la misma está implícita en la voluntad que se manifiesta para la
realización del negocio, en los motivos que llevan a las partes a celebrarlo. Evaluando
adecuadamente la voluntad como nervio central del negocio se está examinando qué llevó a
los sujetos a su realización y si ese fin merece o no protección jurídica.

Si entendiéramos que ésta última es la posición adoptada por nuestro Código


Civil, sería complicado explicar por qué aparece establecido en él que el acto jurídico
realizado en contra de los fines de la sociedad y el Estado, en contra de una prohibición
legal, sin propósito de producir efectos jurídicos o con la intención de ocultar otro negocio
distinto, se reputa absolutamente nulo. Verdaderamente, todo ello puede incluirse en los
requisitos de la voluntad para que surta plenos efectos en el negocio, como ya hemos
analizado, pero cabría entonces preguntarse por qué se establecen tales requisitos.

Si las partes de un contrato pactan la realización de una prestación que es


contraria a los fines sociales o estatales, por ejemplo, el ordenamiento jurídico se niega a
concederle eficacia al consentimiento que es base subjetiva de ese negocio porque no hay
causa objetiva en el mismo para tal protección, es decir, la razón económico - social del
negocio no se considera digna de protección jurídica y, ante su falta, se decreta su nulidad.
Si el consentimiento se emite por las partes de un contrato en contra de una prohibición
legal, podemos deducir de igual modo que no se reconoce como válido el mismo también
por falta de causa legítima o porque la causa de dicho negocio es ilícita. Si las partes
simulan un negocio sin el propósito de producir efectos jurídicos, sólo aparentando que el
mismo se realiza, con el propósito de engañar a otros o burlar la ley, esa divergencia entre
la voluntad interna y la declarada produce nulidad absoluta del negocio simulado porque
falta la causa, no hay verdadera motivación subjetiva de que el negocio se produzca. Si las
partes aparentan realizar un negocio que en realidad oculta otro distinto, el negocio
simulado será nulo porque es expresión de una causa falsa, que no vale como tal, mientras
que el negocio disimulado será válido porque tiene causa verdadera y lícita, aunque ésta se
ocultara bajo causa falsa.

.../199
A las anteriores consideraciones se suma la regulación en nuestro Código del
enriquecimiento indebido como causa generadora de relaciones jurídicas, considerando el
legislador que tal figura se produce por falta de causa legítima que justifique el traslado de
valores de un patrimonio a otro. Así pues, si la ausencia de causa lícita genera
enriquecimiento indebido, para que este no se configure en los negocios patrimoniales
habrá de existir causa, entendida ésta como el propósito de alcanzar un determinado
resultado con el acto negocial que se realiza, finalidad o propósito que debe haberse
reconocido previamente por el Derecho como merecedor de protección jurídica.

La forma se considera también elemento esencial del negocio jurídico de carácter


objetivo. Cuando nos referimos a la forma debe distinguirse entre los dos aspectos que ésta
comprende: la forma como elemento constitutivo del acto, y las formalidades como
elemento de validez o prueba del mismo.

Por una parte, la exteriorización de la voluntad interna, de lo querido por el sujeto,


mediante cualquier signo verbal o escrito, o por la realización de una conducta
determinada. En este sentido, todo negocio requiere de una forma de realizarse, de hacerse
reconocible ante los demás, en el mundo objetivo. El propio artículo 49 del Código Civil
hace referencia a la forma, vista de este modo, con los inconvenientes ya apuntados.

Por otra parte, la forma también abarca la observancia de ciertas normas


establecidas por el ordenamiento jurídico, o incluso convenidas por las propias partes,
reconocidas como las únicas aptas para la declaración de voluntad, bien porque de ella
dependa la existencia misma del acto, porque se necesite para su eficacia, o porque tenga
como fundamento la prueba del acto y la protección de los derechos de terceros233.

Como principio general, los sujetos pueden elegir libremente la forma de realizar
el acto, de exteriorizar su voluntad. Pero en algunos casos el ordenamiento jurídico impone
la necesidad de observar una forma determinada atendiendo a la naturaleza del acto, o las
partes de un negocio pueden convenir una forma determinada para su realización, lo cual
sería una formalidad voluntariamente impuesta y tendría igual fuerza entre ellos que la
establecida legalmente.

Teniendo en cuenta la función que cumplen las formalidades en los actos de


forma impuesta o exigida por la ley, aquellos pueden ser absolutamente solemnes cuando
ésta constituye la esencia estructural del negocio, y el incumplimiento de esas formalidades
acarrea la nulidad absoluta del acto, no produciendo éste efectos jurídicos. Como ejemplo
pudiera situarse el caso del testamento ológrafo, que debe ser escrito, fechado y firmado por
la mano del testador, según establece el artículo 485.1 de nuestro Código Civil; si no
cumple tales requisitos, el testamento será nulo según dispone el artículo 67, inciso e).

También pueden ser relativamente solemnes, si se impone el cumplimiento de


determinadas formalidades que, de no cumplirse, no privan al negocio de sus efectos
propios, sino que es causa de otros en espera de que se cumplan dichas solemnidades
prescriptas. Este pudiera ser el caso de un contrato para el que se exige el otorgamiento de
233
Vid. GHERSI, C.A. y colaboradores, Derecho Civil. Parte General, 2da edición, Ed. Astrea, Buenos Aires,
1999, p.p. 456 a 460.

.../200
escritura pública u otra forma especial para su celebración, y esta no se cumple, pero se
puede hacer constar por otros medios que en el mismo ha intervenido el consentimiento y
los demás requisitos necesarios para su validez, resultando por tanto eficaz y generando
además una obligación de hacer, en este caso la de otorgar el instrumento público que
corresponda o cumplir la forma de que se trate, a la que pueden compelerse recíprocamente
las partes en virtud de lo dispuesto por el artículo 313 de nuestro Código Civil. El
fundamento de este precepto es el respeto a la buena fe que como principio debe presidir la
celebración, interpretación y ejecución del contrato.

Por último, la forma impuesta puede tener carácter ad probationem, es decir, la


formalidad exigida está encaminada a probar el acto en caso de que resulte necesario,
además de proteger los derechos de los terceros. En estos supuestos, cuando la ley requiere
de una determinada forma para que se demuestre en juicio la existencia de un negocio, esta
sólo podrá ser probada a través de esa forma determinada.

3.1.2 Elementos accidentales.

Al depender de la voluntad del sujeto o de las partes que intervienen en el


negocio, los elementos accidentales que se incorporen al mismo pueden ser muy variados.
Ellos no son necesarios para la configuración y validez del acto si quienes intervienen en el
mismo no se pronuncian al respecto, pero una vez incorporados al negocio son de
obligatorio cumplimiento234.

Los más comúnmente utilizados, y los que regula nuestro Código en su Parte
General, son la condición, el término y la carga modal.

La condición es un suceso futuro e incierto del cual se hace depender el


nacimiento, la modificación o extinción de los efectos de un negocio jurídico. Así pues, la
condición afecta los efectos del negocio, porque los mismos se suspenden o se resuelven
hasta que se produzca el acontecimiento o evento situado como condición. Es importante
destacar que ambas características, la futuridad y la incertidumbre, deben estar presentes
para que exista una verdadera condición, no bastando con una sola de ellas.

En tal sentido, es adecuada la redacción de nuestro artículo 53, que en su apartado


1 se refiere a la misma utilizando la conjunción correcta que une a las características que la
tipifican, a diferencia de lo preceptuado por el Código Civil español de 1889, vigente entre
nosotros hasta la entrada en vigor de nuestro actual Código, que al referirse a la condición
en su artículo 1.113 expresaba que ésta podía ser un suceso "futuro o incierto", lo que
entendido literalmente parece indicar que con sólo uno de esos elementos puede

234
DIEZ PICAZO y GULLÓN consideran que incluso puede afirmarse que los elementos accidentales vienen a
ser, por voluntad de las partes, requisitos de la eficacia negocial, pues los efectos del negocio quedan, en
cierto modo, afectados por ellos. No cabría entonces considerarlos, como ha pretendido un sector de la
doctrina, "determinaciones accesorias de la voluntad", pues ellos inciden en la voluntad que lleva a querer o
no querer los efectos del negocio, pudiendo considerarse ésta denominación como acertada sólo en algunos
casos de carga modal, donde puede ser posible detectar junto a la voluntad "principal" de hacer una
liberalidad, otra voluntad "accesoria" dirigida a la consecución de otra finalidad lícita que se impone al
favorecido. Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p.p. 550 y 551.

.../201
considerarse la existencia de la condición, cuando en realidad ella se caracteriza
esencialmente por su incertidumbre, que es exigible siempre, no bastando que el hecho
puesto como condición sea futuro si no va acompañado de aquella otra característica. El
mencionado artículo de nuestra principal ley civil no se refiere tampoco a sucesos pasados,
ignorados por las partes, que puedan introducirse en el negocio como condición
precisamente por la incertidumbre subjetiva que le caracteriza, dado que las partes
desconocen si efectivamente acaeció o no, lo que nos lleva reiterar el criterio seguido por el
legislador en cuanto a la necesidad de que tanto la futuridad como la incertidumbre deben
tipificar a este elemento accidental.

Lógicamente, a éstas características aludidas se une la arbitrariedad, en el sentido


de que el acontecimiento establecido como condición se incorpora al negocio por voluntad
arbitraria del sujeto, pudiendo no haberlo hecho, por no exigirlo la ley ni derivarse de la
naturaleza de las cosas235, lo que se evidencia en el artículo 53.1 al señalar, con carácter
dispositivo, que el nacimiento, la modificación o extinción de los efectos de un acto
jurídico pueden hacerse depender de una condición.

Según la doctrina, pueden existir diferentes tipos de condición 236, dentro de los
cuales nuestro Código regula expresamente la condición suspensiva y la condición
resolutoria, clasificación que se realiza atendiendo a sus efectos en el negocio, es decir,
según su cumplimiento indique el comienzo o la cesación de los efectos del acto.

La condición suspensiva, como su nombre lo indica, suspende los efectos del


negocio hasta su cumplimiento. El artículo 53.2 establece que, si el acto se realiza bajo
condición suspensiva, sus efectos sólo se producen al cumplirse la condición, sin
retroactividad. El negocio jurídico existe, pero su eficacia se mantiene en suspenso hasta
que se cumpla la condición.

La condición resolutoria, por el contrario, pone fin a efectos ya producidos por el


negocio. A ella se refiere el artículo 53.4, estableciendo que, si el acto se celebra bajo
condición resolutoria, sus efectos se producen inmediatamente, al realizarse el mismo, pero
cesan al cumplirse la misma, precisando el propio precepto que la resolución no tiene
carácter retroactivo, por lo que los efectos ya producidos por el negocio mantienen su
eficacia.

Mientras la condición esté pendiente de cumplimiento, los derechos y


obligaciones que se derivan de él en virtud del negocio también quedan temporalmente
indeterminados hasta tanto no ocurra el evento o eventos condicionantes, pero el negocio
vincula a las partes desde su realización, por lo que el ordenamiento jurídico debe organizar
y proteger la situación hasta tanto se determine esta. Aquellos a quienes favorecería el fin
de la situación de pendencia tienen una expectativa que debe ser jurídicamente protegida.

235
Vid. ALBALADEJO, M., op. cit., p.p. 286 y 287.
236
Vid. ALBALADEJO, M., op. cit., p.p. 292 a 303; CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., tomo II, Segunda Parte, p.p.
618 a 666; DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p.p. 551 a 554; GHERSI, C.A., op. cit., p.p. 438 y 439;
PUIG BRUTAU, J., op, cit., p.p. 337 a 339.

.../202
Con relación a la condición suspensiva pendiente de cumplimiento, el propio
artículo 53. 2 dispone que el obligado debe abstenerse de realizar cualquier acto que pueda
frustrar o perjudicar el derecho subordinado a ella, so pena de tener que indemnizar al
titular, en el supuesto de que la condición se cumpla, por los daños que por este motivo le
haya causado. El legislador cubano parece haber seguido la acertada tendencia de
considerar que aunque el derecho definitivo no se adquirirá hasta tanto la condición se
cumpla, con la celebración del acto surge una expectativa de que se produzcan los efectos
de éste, atribuyendo al adquirente eventual una expectativa de adquirir efectivamente el
derecho, que no debe frustrarse por el eventualmente obligado, el cual deberá proceder de
forma tal que pueda realizar la conducta a la que vendría realmente obligado si la condición
se cumple. A la expectativa de adquirir el derecho que emerge del negocio, se une además a
favor de su titular la expectativa de poder exigir la indemnización o reparación
correspondiente, caso de que la condición se cumpla y su derecho se haya frustrado por
actos realizados durante la situación de pendencia por quien debiera quedar obligado al
producirse el hecho o hechos constitutivos de la condición.

A lo anterior se añade lo preceptuado por el apartado 3 del propio artículo, que


sanciona que debe considerarse como cumplida la condición suspensiva que no pueda
efectivamente cumplirse porque así lo impida el interesado en que ésta no se cumpla. Es lo
que en doctrina se conoce como dolus pro impleta condicione, requiriéndose para que
proceda la sanción que el propio interesado en que la condición no se cumpla haya obrado
voluntariamente en contra de la buena fe, siendo tal conducta la causa del incumplimiento
de la condición.

En caso de haberse pactado condición resolutoria, es precisamente durante el


tiempo que está pendiente la condición que se producen los efectos del acto, que perduran
sólo hasta que la misma se cumple, como ya se ha señalado.

Ya se apunto antes que la condición como elemento esencial del negocio se regula
en la Parte General del Código, lo que llevaría a considerar que ésta puede estar presente en
todo tipo de acto negocial, sin embargo, es importante señalar que la misma no puede estar
presente en el negocio jurídico testamentario, pues existe al respecto una prohibición legal
contenida en los artículos 481 y 498 del propio cuerpo legal, que impide que la institución
de heredero y los legados queden sujetos a condición o término.

El término indica el momento temporal en que comienzan o terminan los efectos


de un negocio jurídico. A diferencia de la condición, el término no se caracteriza por la
incertidumbre, es un suceso futuro pero cierto. La futuridad y la certidumbre son en este
caso las que tipifican a este elemento accidental. Vale señalar que la certidumbre puede ser
exacta, en tanto las partes señalan una fecha determinada como acontecimiento constitutivo
del término, que es el que se conoce como certus an et quando, o puede basarse en la
necesaria llegada de ese momento señalado por las partes, aunque se ignore cuando
exactamente llegará, que se conoce como término certus an incertus quando.

El término también puede adoptar distintas clases, dentro de las cuales está la
distinción que lo clasifica como suspensivo o resolutorio, según indiquen, como en el caso
de la condición, el momento inicial o final de los efectos del negocio.

.../203
El artículo 54 se refiere adecuadamente al término, señalando que la exigibilidad o
la extinción de los efectos de un acto pueden hacerse depender, por voluntad de las partes,
de un suceso futuro y cierto, estableciendo luego la diferenciación entre el término
suspensivo y el resolutorio en los apartados 2 y 3 del propio artículo.

Cuando el término es suspensivo, dies a quo o ex die, los resultados del acto se
retardan o demoran hasta la llegada del mismo, pero a diferencia de la condición suspensiva
que suspende el nacimiento del derecho hasta su cumplimiento, el término lo que dilata es
su exigibilidad, pues el derecho o la obligación sujeta a él nacen desde que se realiza el
acto. Esta es la línea seguida por el legislador en el artículo 54.2.

Por el contrario, si el término es resolutorio, dies ad quem o ad diem, indica el


momento en que se pone fin a los efectos del negocio, en que concluyen los derechos y
obligaciones de él derivados. En este sentido se pronuncia el artículo 54.3, al indicar que en
estos casos, dada la coincidencia entre ambos, se aplican los principios que rigen los actos
sujetos a condición resolutoria.

El modo o carga modal es una carga o gravamen que acompaña a una liberalidad,
una prestación que ha de cumplir el destinatario de una atribución gratuita, impuesta por el
disponente, por quien realiza la liberalidad. El beneficiario que resulta gravado con el modo
debe seguir una determinada conducta, pero esa obligación que asume no es una
contraprestación a la liberalidad que recibe, que debe continuar siendo gratuita.

En los términos anteriores se expresa el artículo 55.1 al referirse al modo,


destacando el legislador que el beneficiado por el mismo puede ser el propio autor de la
disposición o un tercero, aspecto en el que coincide la doctrina pero que no quedaba claro
en el Código Civil español anteriormente vigente entre nosotros, apuntando el 55.2 sus
características, al señalar que éste ha de ser posible, lícito y determinado, teniéndose por no
puesto en caso contrario y subsistiendo el acto.

A diferencia de lo que ocurre con la condición, el modo no suspende la eficacia


del negocio ni lo extingue, sencillamente agrega una carga accesoria a la obligación
principal, que corre a cargo de quien recibe el beneficio. En caso de incumplimiento de la
carga modal, el artículo 55.3 dispone que el beneficiario ha de responder de los daños y
perjuicios que se causen por ese motivo, lo que indica que no producirá de inmediato la
invalidez del negocio ni podrá compelerse a su cumplimiento forzoso específico al que
debía realizarla, particulares en los que se profundizará al estudiarse éste en materia de
donación e institución de heredero y legado.

4. Actos ilícitos.

.../204
Siguiendo la normativa del Código Civil, analizaremos el acto ilícito como figura
independiente que puede hacer surgir una relación jurídica civil, aunque es necesario
aclarar que el acto ilícito es también un acto jurídico, pero en su caso los efectos que
produce no emanan de la voluntad del sujeto agente, sino que se derivan de la ley. Así pues,
el proceder del hombre puede provocar efectos jurídicos lo mismo por ajustarse al
ordenamiento del derecho, que por ir en contra de él, que será lo que determina si la
conducta es lícita o ilícita237.

La conducta ilícita del sujeto produce efectos en perjuicio del que obra contra lo
dispuesto por el ordenamiento jurídico, y tales efectos se producen no porque el sujeto los
quiera, sino porque los quiere dicho ordenamiento a fin de corregir la actuación contraria a
derecho y las consecuencias negativas de ese actuar.

Los actos ilícitos se pueden dividir en actos punibles, que violan preceptos
establecidos por la ley penal, y actos ilícitos civiles, que violan las normas civiles. En el
primer caso, junto a las sanciones establecidas por el orden penal, dichos actos pueden
producir consecuencias civiles encaminadas a resarcir el daño causado. En el caso de los
actos ilícitos civiles, sus consecuencias son también de éste orden, y se traducen en medidas
concretas como la nulidad del acto y la indemnización de daños y perjuicios.

Nuestro Código Civil establece en su artículo 81 que son actos ilícitos aquellos
que causan daño o perjuicio a otro, señalando a continuación, en el artículo 82, que su
principal efecto es hacer surgir la responsabilidad jurídica civil, es decir, el acto ilícito
genera una relación jurídica obligatoria, en virtud de la cual el causante del daño o perjuicio
está obligado a resarcirlo.

Es necesario apuntar que nuestro Código ofrece una definición imprecisa de acto
ilícito, pues si bien la ilicitud del acto comprende la producción de un daño o perjuicio a
terceros, este no es su único ingrediente, pues además se requiere que la intromisión
perjudicial en la órbita de esos terceros sea antijurídica, en el sentido de vulnerar un
precepto legal imperativo o prohibitivo, es decir, una norma jurídica concreta, o de atentar
contra el deber genérico alterum non laedere, que sirve de base a la convivencia humana y
a la seguridad jurídica, así como al orden y a la paz pública.

Por consiguiente, lo ilícito puede definirse como toda interferencia dañosa en la


esfera jurídica ajena, cuando la norma no autoriza ese acto de interferencia, quedando aquí
comprendida toda forma de violación de un deber jurídico, tanto de aquellos que son
concretos, impuestos por una relación jurídica determinada entre un sujeto activo y uno
pasivo, como del que se deduce del sistema jurídico en su conjunto, que implica no causar
daño a otro. La distinción tiene valor al momento de diferenciar la responsabilidad
contractual de la extracontractual, como trataremos más tarde.

El acto ilícito civil puede producirse con voluntad de producir el daño, siendo en
ese caso un acto doloso; con omisión de las necesarias diligencias, que sería lo que se
clasifica como acto culposo; o sin voluntad de ninguna clase, que consiste en una

237
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., tomo II, Primera Parte, p.p. 243 a 245.

.../205
trasgresión jurídica meramente objetiva, integrando la llamada situación antijurídica no
culposa. La calificación del acto ilícito civil incide en el fundamento de la responsabilidad
jurídica civil que se exija al sujeto agente, como también veremos más adelante.

5. Enriquecimiento Indebido.

Esta fuente de relaciones jurídicas tiene sus antecedentes históricos en el Derecho


romano, que expresó en varios textos la prohibición de enriquecerse a expensas de otro sin
que exista razón jurídica que lo justifique238.

Se estima de forma general por los romanistas que en ese sistema de derecho
existió una acción general de derecho estricto en contra del llamado enriquecimiento
torticero o injusto, que asumió diferentes denominaciones, de acuerdo a los distintos
supuestos de su aplicación. Así, cuando se pagaba por error algo que no se debía, se
otorgaba la condicio indebiti; cuando se había realizado una prestación con el propósito de
recibir una contraprestación que no se ejecutaba efectivamente, se podía perseguir el
reintegro de lo prestado a través de la condicio causa data, causa non secuta; cuando se
había cumplido una prestación en virtud de un título reprobado por el Derecho, se concedía
la acción para reclamar denominada condicio ob turpem causam; para los demás casos en
que ocurriera un enriquecimiento que conllevara a un empobrecimiento de otro, sin que
existiera causa legítima para tal traslado de valores de un patrimonio a otro, no
comprendidos en los supuestos anteriores, Justiniano estableció una acción supletoria
denominada condicio sine causa.

El principio prohibitivo del enriquecimiento sin causa fue recogido también por
autores posteriores que trabajaron sobre la base de las fuentes romanas, pero no se
construyó una teoría general en torno a esta figura, sólo se invocó en cuanto a sus
particulares aplicaciones, fundamentalmente al tratar de la gestión de negocios y del pago
de lo indebido. De esta forma se regula por el Código Civil francés y en los demás Códigos
que en él se inspiraron, incluyendo el Código Civil español de 1889. Otros Códigos más
modernos regulan el enriquecimiento indebido de forma general e independiente, como
fuente de relaciones jurídicas. Así lo hace, por ejemplo, el Código Civil alemán, que regula
con sumo cuidado la doctrina del enriquecimiento sin causa, encaminada a remover o
remediar a posteriori las consecuencias de las transmisiones abstractas y formales que éste
derecho permite, de forma similar a lo que ocurría en el Derecho romano239.

Nuestro vigente Código Civil consagra esta figura en su Parte General,


considerándola causa generadora de relaciones jurídicas, según lo dispuesto por el artículo
47, inciso ch). Los artículos 100 al 103 del propio texto legal se encargan de establecer qué

238
Es muy conocido entre los textos romanos que se pronunciaron en contra del enriquecimiento sin causa
uno de POMPONIO recogido en el Digesto, que expresó que de acuerdo al Derecho natural, es equitativo que
nadie se enriquezca con daño ajeno y sin derecho. "Jure naturae aequum est neminen cum alterius detrimento
et iniuria fieri locupletiorem" ( fr. 206, D. 50, 17). Citado por DÍAZ PAIRÓ, A., Teoría General de las
Obligaciones, Volumen II, ENPES, La Habana, p. 18.
239
Vid. DÍAZ PAIRÓ, A., op. cit., p.19.

.../206
entiende el legislador cubano por enriquecimiento indebido, sus consecuencias, y los
distintos supuestos en que proceden.

Según lo previsto por los artículos 100 y 101 del Código Civil, el eje cardinal del
enriquecimiento indebido240 está en el tránsito de valores de un patrimonio a otro sin causa
legítima, lo que fundamenta la obligación de restitución.

Para que se considere existente el enriquecimiento indebido es necesario, en


primer lugar, que se haya producido un acrecimiento patrimonial en una persona
determinada, que será la que resulte vinculada a la acción que podrá ejercitar el que a su
vez a sufrido el menoscabo o empobrecimiento.

Ese acrecimiento patrimonial puede ser positivo, cuando consiste en la


transmisión real o material de un bien determinado o de una suma de dinero al patrimonio
del sujeto que acrece, o en la prestación de otras actividades económicamente valorables a
éste, o puede también ser negativo, cuando tal acrecimiento ocurre en virtud de haber
evitado una disminución que debía producirse en su patrimonio y no se produjo
efectivamente.

El enriquecimiento debe haberse producido a expensas de otra persona, que ha


sufrido la disminución de su patrimonio, y que por tanto va a resultar acreedora del
primero. También ese empobrecimiento puede adoptar la forma positiva consistente en una
disminución real y efectiva del patrimonio, o la forma negativa, al no haberse producido en
el patrimonio un aumento que era procedente.

Además se requiere que ese acrecimiento patrimonial sea injustificado, que


carezca de causa desde el punto de vista jurídico, no desde el punto de vista moral o ético.
Precisamente la determinación de cuando el enriquecimiento carece de causa legítima es
uno de los aspectos más controvertidos de esta figura, lo que ha dado lugar a múltiples
criterios doctrinales sin que ninguno haya obtenido unánime aceptación. El legislador
cubano ha previsto que el enriquecimiento es injustificado cuando se ha recibido una cosa o
prestación sin causa fundada, o en virtud de una causa que ha dejado de existir o no se ha
realizado antes de la recepción de la prestación, o se ha anulado posteriormente. Estas
previsiones son análogas a las establecidas en caso de que un acto nulo se haya ejecutado
en todo o en parte, en que procede la restitución de lo prestado o, de no ser esto posible, el
abono de su valor.

Puede reclamarse mediante la acción de restitución que concede el Código el


monto del empobrecimiento que se haya producido en el patrimonio del acreedor, pero éste
no podrá obtener efectivamente más de lo que se haya enriquecido la otra parte. El
enriquecimiento se reduce a la magnitud de valores patrimoniales transferidos, aunque el
legislador también otorga acción al empobrecido para reclamar los beneficios logrados y la

240
Se considera que la denominación histórica de enriquecimiento indebido debe ser sustituida por la de
acrecimiento patrimonial injustificado o indebido, más acorde con lo que ocurre en la realidad y más
apropiada a las características de un sistema socialista como el nuestro, donde no cabe pensar que alguien
llegue realmente a enriquecerse a expensas del patrimonio de otro.

.../207
indemnización de daños y perjuicios241. En caso de que resulte imposible devolver el mismo
bien adquirido, debe entregarse su valor, según dispone el artículo 101.3 del Código Civil.

El riego de la pérdida o deterioro del bien debe ser soportada por el adquirente
desde el momento que conoce su carencia de derecho en cuanto al mismo, en aquellos
casos en que sea una transmisión de bien determinado lo que produce el acrecimiento
patrimonial injustificado.

Por último, el artículo 103 establece que la obligación de restituir se extingue


cuando la prestación se ha realizado para satisfacer una deuda prescrita o que por cualquier
otra causa no es exigible jurídicamente, precepto que debe relacionarse con lo establecido
posteriormente por el artículo 113, que dispone que el cumplimiento de una obligación
prescrita no puede ser impugnado por el que la realizó.

6. Actividades que generan riesgo.

La regulación de las actividades que generan riesgo como causa productora de


relaciones jurídicas civiles constituye una novedad en nuestro Código Civil, pues no existe
precedente similar en el Código Civil español que antes estuvo vigente entre nosotros,
aunque pueden citarse algunos antecedentes en nuestro derecho positivo especialmente
referidos a enfermedades profesionales, accidentes de trabajo, protección del medio
ambiente, actividades industriales que encierren alto riesgo para la salud y utilización de la
energía nuclear242.

Las actividades que generan riesgo son conductas lícitas y permitidas que al
realizarse crean cierto riesgo o peligro para terceros, trayendo como consecuencia, si
efectivamente ese riesgo o peligro se materializa en la producción de un daño o perjuicio, el
surgimiento de una obligación de resarcir que corre a cargo del sujeto agente.

Resulta necesario detenernos brevemente a analizar las circunstancias que


concurren en esta fuente de relaciones jurídicas obligatorias que hacen que dichas
actividades se consideren lícitas a pesar de que causen daño o perjuicio a otros. Como ya
analizamos, la ilicitud de un acto se identificaba con la antijuridicidad, en el sentido de que
implicaban la violación de una norma jurídica, fuera esta específica o genérica, además de
provocar daño o perjuicio a terceros. En casos determinados, las propias normas pueden
presuponer la existencia de daños admisibles, mediante el reconocimiento de ciertas
circunstancias denominadas causas de justificación, como ocurre, por ejemplo, cuando el
daño o perjuicio se produce en legítima defensa, estado de necesidad o en cumplimiento de
un deber.

Pero las llamadas causas de justificación actúan como efecto exonerador cuando
el daño ya se ha producido, por lo que el acto, en principio, se califica como ilícito,

241
Vid. Artículo 101. 4 y 101.5 del Código Civil cubano de 1987.
242
Vid. RAPA ALVAREZ, V., "La relación jurídica. Categoría esencial en el nuevo Código Civil", en Revista
Jurídica, Nro. 19, abril - junio de 1988,Ministerio de Justicia, La Habana, p.p. 172 a 177.

.../208
correspondiendo al tribunal durante el proceso civil correspondiente apreciar o no si existe
la concurrencia de alguna de aquellas causas eximentes de responsabilidad, para que el
presunto responsable se libere de la obligación de resarcir.

En el caso de las actividades que generan riesgo, según lo preceptuado por el


artículo 104 de nuestro Código Civil, estamos en presencia de actos potencialmente
dañosos, pues ellos entrañan por su propia naturaleza un estado de peligro que amenaza la
integridad personal o patrimonial de un conjunto social más o menos amplio de personas,
no originando responsabilidad mientras no se produzca un estado perjudicial en la realidad
objetiva. Así pues, lo que el legislador cubano califica como lícito es el actuar del sujeto
que encierra la posibilidad de producir un daño, su comportamiento en el manejo de
instrumentos o cosas potencialmente peligrosas, que la ley tolera por consideraciones de
interés general dada la utilidad que prestan a la colectividad, no el resultado de ese actuar,
pues si esas actividades autorizadas y lícitas causan daño a terceros, quien las ejerce en su
provecho debe reparar los perjuicios causados, no como resultado de una conducta
culpable, sino como justa reparación a quien los sufre.

El artículo105 del Código Civil contempla el supuesto de transportar sustancias


peligrosas, nocivas o perjudiciales como actividad que genera riesgo, agotando con ello el
tratamiento legislativo de esta figura, lo que parece demasiado cerrado si tomamos en
cuenta la gran cantidad de situaciones semejantes que también son fuente de riesgos. Si
bien no sería tampoco adecuado enumerar exhaustivamente todas las actividades que
generan riesgo, pues un listado de tales supuestos atentaría contra la dinámica de la realidad
social contemporánea, podría haberse utilizado una fórmula más abierta que permitiera la
inclusión de otros casos en que también se desarrolla una actividad peligrosa por su propia
naturaleza o por los medios utilizados para realizarla.

La única causa de justificación que admite el artículo 106 para eximir de


responsabilidad al sujeto que produce los daños o perjuicios como resultado de la ejecución
de las actividades riesgosas que antes describe, es la prueba de que los mismos se
produjeron como consecuencia de una acción u omisión imprudente o intencional de la
víctima. De no probarse tal eximente, el contenido de la responsabilidad comprende la
reparación del daño material y la indemnización de los prejuicios, según establece el
artículo 107 del propio Código.

7. La responsabilidad jurídica civil.

El tema de la responsabilidad jurídica civil es de gran importancia para el


Derecho en general y para el Derecho de Obligaciones y Contratos en particular, toda vez
que al imponerse un deber jurídico a los miembros de la sociedad en su conjunto, o una
obligación concreta al sujeto pasivo de una relación jurídica obligatoria en particular, su
cumplimiento se garantiza exigiendo la misma a los infractores.

Puede definirse la responsabilidad jurídica civil como la obligación de satisfacer


por la pérdida o daño que se hubiese causado a otro, porque así lo exige la naturaleza de

.../209
la convención originaria, se halle determinado por la ley, este previsto en las
estipulaciones del contrato, o se deduzca de los hechos acaecidos.

De la anterior definición puede derivarse la clasificación doctrinal de la


responsabilidad jurídica civil que distingue entre RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL
y RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL. La primera deriva de la infracción de
una obligación nacida de contrato o convención entre partes, y la segunda es el resultado
del daño producido a otra persona, con la que no existía una previa relación jurídica
convenida entre el autor de dicho daño y el perjudicado.

Para establecer tanto una como otra clase de responsabilidad, se han seguido dos
criterios fundamentales que se han agrupado en las TEORIAS ESPIRITUALISTAS o de la
RESPONSABILIDAD SUBJETIVA y las TEORIAS DEL RIESGO o de la
RESPONSABILIDAD OBJETIVA, según se valore o no la culpa del autor del daño para
exigir la misma.

Se estructura primero todo el sistema de la responsabilidad civil sobre bases


marcadamente individualistas, fundada ésta en la idea clave de que la obligación de reparar
surgía como consecuencia de que el hecho del hombre causante del daño era reprobable.
Tal concepción estuvo luego marcada también por el influjo de los canonistas medievales y
su noción de reparación frente al pecado cometido, procurando una moralización de los
comportamientos individuales. Así, el aforismo esencial del sistema de responsabilidad en
el Derecho Civil codificado era el de no hay responsabilidad sin culpa.

Como resultado del desarrollo económico y el progreso industrial y científico


técnico, se multiplican los riesgos y peligros existentes en la sociedad, cobrando entonces la
responsabilidad civil un imperativo social ineludible. La nueva realidad reclama un sistema
que se encamine no ya a castigar los comportamientos negligentes o reprobables, sino a
lograr que las víctimas sean resarcidas, que todo daño quede reparado. Por medio de la
jurisprudencia de los Tribunales primero, y a través de la actividad legislativa después,
desde finales del pasado siglo se tiende a la llamada objetivación de la responsabilidad
jurídica civil.

Actualmente, cada día cobra mayor importancia la exigencia de responsabilidad


jurídica civil. Se hacen cada vez más abundantes y crecientes los procesos mediante los
cuales se reclaman indemnizaciones por daños y perjuicios, que incursionan, incluso, en
campos hasta hace poco vedados a las reparaciones de tipo económico, como los atentados
a algunos de los bienes o derechos de la personalidad. Doctrinal y prácticamente, se
admiten incluso reclamaciones respecto a daños globales e indirectos, como las
afectaciones al medio ambiente, por ejemplo, tomando en cuenta el creciente
reconocimiento a derechos difusos y acciones colectivas.

7.1 Diferencias entre responsabilidad contractual y responsabilidad


extracontractual.

.../210
7.1.1 Lo común como presupuesto necesario para el análisis de las
diferencias.

El Derecho Romano estableció tres grandes principios que se convirtieron en


máximas del comportamiento social: “Alterum nom laedere, Honeste vivere, Suum cuique
tribuere”.243

El alterum nom laedere es el de más clara significación jurídica, pues si el fin del
Derecho es hacer posible la pacífica convivencia de los hombres en sociedad, será
necesario que ellos no se dañen unos a otros, pues de lo contrario no podrá mantenerse la
paz.

Ese primer principio de convivencia humana enarbolado por los juristas romanos
es, sin lugar a dudas, el punto neurálgico común para la exigencia de responsabilidad civil,
sea esta contractual o extracontractual, pues a esa elemental norma de conducta responde la
sanción jurídica: el autor del daño responde de él; responsabilidad que se traduce en la
obligación de indemnizar o reparar los perjuicios causados a la víctima.

El daño resulta ser, por tanto, el eje del sistema, por lo que algunos autores
modernos propugnan por una nueva denominación de la esfera jurídica que se ocupa de la
responsabilidad, llamándola Derecho de daños, para acentuar más que la actuación del
sujeto agente, el efecto lesivo del acto, esto es, el daño.

De manera general, debe entenderse por daño la diferencia existente entre la


situación de la víctima antes de sufrir el acto lesivo y la que tiene después de ocurrido éste.
Puede tratarse de una diferencia patrimonial (daño material), o de una diferencia en la
situación anímica, psíquica, de un sufrimiento que puede o no tener repercusiones
patrimoniales (daño moral).

Se acepta sin discusión que indudablemente son resarcibles el daño material y el


daño moral con repercusiones patrimoniales, pero se discute mucho en cuanto a la
posibilidad de reparar el daño puramente moral, sin trascendencia patrimonial. La tendencia
moderna es favorable al resarcimiento del daño moral, tal corriente ha penetrado ya
expresamente en algunas legislaciones como el Código Civil alemán, suizo e italiano. En
otras legislaciones carentes de reglas al respecto, perdura el debate, esgrimiéndose criterios
a favor y en contra de la misma.

Los criterios adversos se centran en considerar que los jueces no tienen la


posibilidad real de valorar pecuniariamente un elemento psíquico como el dolor, el
sufrimiento, y que al no estar limitada adecuadamente la responsabilidad por daño
puramente moral, pueden proliferar demandas que acarreen sentencias injustas, arbitrarias y
hasta ridículas.

Los portadores de criterios favorables argumentan que, en materia civil, la


exigencia de responsabilidad a través de condenas pecuniarias tiene una función no sólo de
243
Vid. DIHIGO y LÓPEZ TRIGO, E., Derecho Romano, Tomo I, Primera Parte, Edición Impresa por el
Ministerio de Educación Superior, La habana, 1988, p. 235.

.../211
resarcimiento sino también de compensación, que la dificultad o imposibilidad de valorar el
daño moral no debe impedir el otorgamiento de una cantidad a la víctima que en cierta
medida ayude a mitigar la pena, el dolor, que al menos le propicie cierta tranquilidad
económica que haga más llevadero su sufrimiento espiritual.

La jurisprudencia del Tribunal Supremo de España denegó siempre el


resarcimiento por daño moral hasta la conocida sentencia del 6 de diciembre de 1912244,
que cambió el rumbo hasta entonces mantenido, admitiéndose la indemnización pecuniaria
en un caso de lesión al honor, criterio que se ha reiterado sistemáticamente con
posterioridad hasta nuestros días. No siguió igual camino nuestra jurisprudencia nacional,
que admitió, durante la vigencia del Código Civil español entre nosotros, la reparación del
daño moral con repercusiones patrimoniales pero no sin esta, como lo evidencian las
sentencias de nuestro Tribunal Supremo de 26 de septiembre de 1925 y de 26 de mayo de
1936.245

Nuestro Código Civil de 1987 establece la posibilidad de reparar el daño moral


como contenido de la responsabilidad jurídica civil, pero sólo mediante la retractación
pública del ofensor (artículo 88), pudiendo además la víctima en caso de ataque a los
derechos inherentes a la personalidad exigir el cese inmediato de la violación o la
eliminación de sus efectos, así como la indemnización de daños y perjuicios (artículo 38).
Se admite reparación pecuniaria sólo en casos de daño moral con repercusiones
patrimoniales, no sin ella, criterio que se deduce de la letra de los preceptos apuntados y de
la interpretación del Tribunal Supremo Popular contenida en la Instrucción 109 de 27 de
enero de 1981, que señala la improcedencia de indemnizar a los herederos de un padre de
familia que fallece, si estos no ostentaban la condición de alimentistas.246

Por nuestra parte, consideramos que la indemnización pecuniaria por daño moral
puede ser perfectamente justa y lícita. La reparación de este tipo de daños podría lograrse a
través de compensación de libre apreciación por el juzgador, que deje indemne al
perjudicado, finalidad que puede alcanzarse tanto por la vía de reparación en dinero, como
a través de la eliminación de la fuente de donde proviene el daño, o mediante la utilización
de ambas.

7.1.2 Las diferencias, ¿ existen realmente?

Como ya se ha planteado, la RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL presupone


una relación preexistente entre el autor del daño y la víctima del mismo, relación que es
generalmente un contrato, de lo que se deriva su denominación. La obligación
convencionalmente establecida entre las partes no se cumple o se cumple deficientemente,
sin satisfacer plenamente el interés del acreedor, y surge entonces la responsabilidad. En

244
Vid. DÍAZ PAIRÓ, A., Teoría General de las obligaciones, Volumen II, Edición realizada por el Ministerio
de Educación Superior, La Habana, 1990, pp. 63 y 64. Se reproduce aquí parte de la mencionada sentencia y
se comenta la misma.
245
Ibidem,
246
Vid. RAPA ALVAREZ, V., “La relación jurídica. Categoría esencial en el nuevo Código Civil ”, en Revista
Jurídica del MINJUS, Nro.19, Abril- Junio de 1988, La Habana, p. 181.

.../212
este caso, el deber de indemnizar se deriva de otro deber previo, el deber de cumplir, que ha
sido infringido.

Por su parte, la RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL o


AQUILIANA247 es resultado de un daño causado con independencia de cualquier relación
jurídica precedente entre las partes, salvo el deber genérico, común a todos los hombres, de
no dañar a otro. Es decir, la responsabilidad extracontractual significa que se ha infringido
una norma general de derecho objetivo que obliga a todos sin necesidad de que los
particulares lo hayan convenido ni aceptado. Aquí la obligación de indemnizar surge por la
sola producción del evento dañoso, porque una persona ha violado las normas generales de
respeto a los demás, impuestas por la convivencia.

Tradicionalmente, se ha tratado de establecer una diferenciación entre una y otra


clase de responsabilidad, si bien actualmente algún sector de la doctrina, fundamentalmente
francesa, ha planteado que tales diferencias son accesorias, no fundamentales, incluso
inexistentes o, cuando más, basadas en condicionantes puramente históricas. A estos
criterios se oponen los que siguen defendiendo la distinción total entre ambas
responsabilidades, y están también aquellos que matizan posiciones entre ambos extremos.
Se conforman así distintas teorías, que pueden agruparse de la siguiente forma:

- Teorías dualistas:

Sus partidarios afirman que son responsabilidades totalmente diferentes por su


objeto, pues una nace de un pacto preexistente que permite la gradación de la culpa,
mientras la otra proviene de la obligación general ex nunc de no causar daño a los demás y,
al faltar la correlatividad de prestaciones, no es posible la gradación de la obligación que
genera por acuerdo entre partes. Añaden a esto otras importantes diferencias de gran
incidencia práctica, tales como:

- En cuanto a la capacidad, pues el incapaz no puede contratar válidamente


pero si puede quedar obligado por responsabilidad extracontractual.
- Las cláusulas que modifican la responsabilidad sólo pueden establecerse
en caso de que la misma provenga de contratos o pactos entre partes.
- En casos de responsabilidad contractual, serán competentes los tribunales
del lugar donde deba cumplirse el contrato según se acuerde por las partes
o, en su defecto, el domicilio del demandado; en caso de responsabilidad
extracontractual, será competente el tribunal del lugar donde se produjo el
daño.
- Cuando existe pluralidad de responsables, si la responsabilidad es
contractual se presume la mancomunidad y si se trata de responsabilidad
extracontractual la ley establece la solidaridad de los deudores.
- La carga de la prueba incumbe al demandado en la responsabilidad
contractual y a la víctima en caso de responsabilidad extracontractual.

247
Recibe esta segunda denominación por su procedencia histórica. Proviene del Derecho Romano, que
refrendó este tipo de responsabilidad que surgía como consecuencia de la violación del principio general de
alterum non laedere en la Lex Aquilia del año 286 a.n.e.

.../213
- La reparación se extiende a todo daño previsible en caso de
responsabilidad contractual, mientras que sólo abarca las consecuencias
del hecho lesivo en el caso de la extracontractual.
- La responsabilidad contractual goza generalmente de un plazo de
prescripción más amplio que la responsabilidad extracontractual.

- Teorías monistas:

Surgen en contraposición a las anteriores, planteando sus partidarios que ambas


responsabilidades pueden identificarse desde su propio origen, pues en ambas existe un
vínculo previo entre los sujetos ya que del principio alterum non laedere se derivan deberes
concretos, sólo que en un caso la norma básica de comportamiento está en el contrato y en
otro está previsto de forma general por la ley, surgiendo en ambos casos la obligación de
reparar cuando el deber se incumple. Cuando hay incumplimiento total o parcial del
contrato se forma un nuevo vínculo de derecho: la obligación de reparar el daño o perjuicio
causado, que es una obligación que surge independientemente de la voluntad del deudor, al
igual que ocurre en la responsabilidad extracontractual, pues es a pesar suyo que el que no
cumple se hace deudor de la indemnización, es en contra de su voluntad que se ve obligado
a tal reparación.

- Teorías intermedias:

Consideran que existe unidad genérica en cuanto al hecho de que ambos tipos de
responsabilidad generan obligación de reparar, pero hay diferencias específicas en cuanto al
grado de concreción del deber que se impone: en la responsabilidad extracontractual el
deber es general e indeterminado hasta el momento en que este surge; en la contractual hay
un deber concreto, determinado, se toma en cuenta al hombre como deudor de una relación
jurídica específica. La responsabilidad contractual supone una modificación objetiva del
vínculo obligatorio preexistente, ampliándolo en desventaja del incumplidor, sustituyendo o
agregando a la prestación debida la obligación de resarcimiento por los daños o perjuicios
sufridos por el acreedor, mientras que en la responsabilidad extracontractual surge el deber
de indemnizar como una obligación nueva, actuando como fuente el acto lesivo. Las
diferencias son sólo externas, no de fondo, pues el efecto en ambos casos es similar: la
reparación del daño o perjuicio causado.

Creemos que es esta última posición doctrinal la más acertada, pues sin negar las
diferencias prácticas señaladas por las teorías dualistas arriba señaladas, tomando en
consideración la esencia similar de ambas clases de responsabilidades se pronuncia por un
régimen jurídico unificado para la regulación de las mismas.

7.1.3 La posición del Código Civil cubano.

Nuestro Código Civil de 1987, siguiendo las modernas voces doctrinales sobre el
tema, ha consagrado una norma que trata de conciliar las diferencias de regímenes entre
una y otra clase de responsabilidad, a fin de que en cualquier caso tenga el perjudicado, ya
sea acreedor contractual o víctima extracontractual, la posibilidad de contar, en lo
pertinente, con iguales garantías y la misma extensión en cuanto al contenido de la

.../214
reclamación. El artículo 294, ubicado en el Libro de Obligaciones y Contratos, remite a lo
preceptuado por los artículos 81 al 99 del propio Código, que en su Parte General regula la
responsabilidad proveniente de actos ilícitos, aunque no señala el legislador que el
incumplimiento contractual es constitutivo de un ilícito civil, omisión que lamentablemente
borra precisamente el punto de contacto esencial entre ambas responsabilidades en cuanto a
su origen, resaltando sólo la similitud en cuanto a los efectos.

Es necesario destacar que, a nuestro juicio, esta unificación del régimen de


responsabilidad en el Código no alcanza al término de prescripción, que según el artículo
116, inciso d), es de un año para la indemnización de daños y perjuicios derivados de actos
ilícitos, pues al no haber declarado expresamente el legislador al incumplimiento de las
obligaciones como ilícito civil, y hacer la remisión a lo previsto para la responsabilidad que
genera este tipo de actos, particular que se regula en el Capítulo IV del Título de igual
número, no creemos “pertinente”, utilizando aquí el mismo vocablo que hace valer nuestra
principal Ley civil, que dicha remisión se extienda también al Capítulo II del Título VIII
donde se regula la prescripción de acciones, quedando viva la diferencia entre una y otra
responsabilidad en este sentido, resultando el término de prescripción para la
responsabilidad contractual de cinco años, según lo preceptuado por el artículo 114.

Otras diferencias accesorias, como las referidas a la capacidad, las cláusulas de


limitación de la responsabilidad, la condición de obligación mancomunada o solidaria
cuando son varios los responsables, pueden también observarse latentes en las
disposiciones del Código Civil vigente.248

7.2 Distinción entre responsabilidad subjetiva y responsabilidad objetiva.

7.2.1 Fundamento de la responsabilidad jurídica civil.

Como también hemos apuntado ya, se han seguido dos criterios para establecer la
responsabilidad, sea esta contractual o extracontractual, fundamentando el nacimiento del
deber de indemnizar desde dos posiciones diferentes, que exponemos someramente a
continuación. Como acertadamente afirma Díaz Pairó, “es el viejo debate entre estas dos
formas de responsabilidad que surge dondequiera que ésta aparezca, sea en el campo
contractual, sea en el extracontractual”.249

- Teoría espiritualista o subjetiva:

Se exige dolo o culpa para la exigencia de responsabilidad. El autor de un daño o


perjuicio sólo responde cuando en su actuar ha intervenido voluntad de dañar, negligencia o
falta de la diligencia necesaria. Este ha sido el sistema tradicionalmente aceptado, siguiendo
el criterio desarrollado por los romanos, y es la teoría que subyace en los Códigos Civiles
europeos decimonónicos. Por ejemplo, el Código Civil español atribuye responsabilidad a

248
Vid. Artículos 67 b) y 99.2 en cuanto a capacidad y artículos 87b) y 248.4 en cuanto a solidaridad o
mancomunidad cuando hay pluralidad de sujetos responsables, a manera de ejemplos.
249
DÍAZ PAIRÓ, A., op. cit., Volumen I, p. 155.

.../215
quien por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia 250, no, por
tanto, a quien lo produce en otras circunstancias. Esta doctrina de la culpabilidad es propia
de la filosofía individualista y racional de la época de la codificación, que se niega a
responsabilizar a una persona por la comisión de un daño que no ha sido resultado de su
libre actuación.

De esta posición teórica se derivan dos consecuencias prácticas importantes, a


saber: que el lesionado ha de probar que el hecho causante del daño constituyó un acto
culpable, y que, en consecuencia, el comisor queda libre de responsabilidad si se demuestra
que el daño no es imputable a culpa suya. La carga de la prueba se impone así al
damnificado, que muchas veces no conseguirá acreditar elementos suficientes para un
adecuado juicio de responsabilidad, lo cual hace que este criterio se torne injusto en
múltiples ocasiones; por ello la propia legislación lo atenúa estableciendo un sistema de
presunciones, ya sean iuris tantum o iuris et de iure, excluyendo toda indagación de
culpabilidad.

- Teoría objetiva o del riesgo:

Surge como resultado de las limitaciones del anterior criterio. Tiene como
fundamentos esenciales el considerable desarrollo industrial propio de nuestro tiempo, que
genera riesgos y siniestros inimaginables en la época de consolidación de la anterior teoría,
y la formación de una mentalidad colectiva que se identifica fundamentalmente con el
propósito de indemnizar a toda costa a las víctimas de los daños que cada vez más se
producen. Así, esta teoría sólo considera necesaria la existencia de la relación causa- efecto
entre el acto del que produce el daño y éste, aún cuando no haya intervenido dolo o culpa
de ningún tipo en su actuar, para exigir responsabilidad.

Partidarios de esta teoría han tratado de negar la necesidad de culpa para la


exigencia de la obligación de resarcir desde distintas posiciones. Por ejemplo, la doctrina
materialista partió del criterio de que el Derecho rige para preservar patrimonios, y para
exigir que un patrimonio repare el perjuicio sufrido por otro patrimonio no es necesaria la
culpa, toda vez que un conjunto de cosas materiales no puede incurrir en culpa. Sus críticos
afirman que el Derecho se ocupa de las cosas sólo en relación con las personas, pues sólo
las personas establecen relaciones jurídicas y es a la persona a la que se exige
responsabilidad aunque esta se haga efectiva sobre su patrimonio; la doctrina o criterio del
provecho concibe que quien obtiene provecho debe asumir los riesgos, invocando esto a
nombre de la moral y la equidad. Sus detractores plantean que si bien es cierto que la moral
y la equidad exigen que quien derive los provechos soporte los riesgos, también exigen que
aquél cuya conducta es irreprochable no pueda ser molestado; la doctrina o escuela
histórica parte de considerar la evolución histórica de la responsabilidad, señalando que en
su desarrollo, ésta vuelve a su punto de partida: daño- resarcimiento, pero en calidad
superior, de manera más sabia. Sus críticos opinan que esto sería más bien un retroceso que
conduce a los tiempos bárbaros, anteriores a la Lex Aquilia, cuando sólo se tenía en cuenta
la materialidad de los hechos.

250
Vid. Artículo 1902 del Código Civil español de 1889.

.../216
No obstante las disputas doctrinales, la teoría objetiva o del riesgo se abre paso
cada vez más en las legislaciones, aunque la opinión mayoritaria se inclina por considerar
que no debe imponerse de manera absoluta como principio general. La jurisprudencia, por
su parte, tiende a objetivar de manera muy amplia la responsabilidad, hasta llegar a
fórmulas prácticas que se apartan de las primitivas posiciones subjetivas, movida por
razones éticas más acordes con las nuevas realidades sociales, fundamentalmente mediante
un sistema de inversión de la carga de la prueba en beneficio de la víctima del daño.251

7.2.2 La posición del Código Civil cubano.

Al parecer, es el criterio de la responsabilidad objetiva el que prima en nuestro


Código Civil, según se refleja de manera general en los artículos 81 y 82 del mismo. Sin
embargo, esta objetivación no puede entenderse establecida de manera absoluta.

Si bien el mencionado artículo 82 asevera que cuando se causa daño o perjuicio a


otro nace la obligación de resarcir, sin hacer referencia para nada al dolo o la culpa, otros
preceptos nos indican que estos elementos pueden incidir en la exigencia de
responsabilidad.

Los artículos 90 al 92, por ejemplo, son una reminiscencia del anterior sistema de
responsabilidad subjetiva que primaba entre nosotros, hay en ellos una presunción de culpa
in vigilandi, pero se atenúa la teoría espiritualista con la inversión de la carga de la prueba.

Los artículos 93, 94 y 97 llevan la impronta de la responsabilidad objetiva, pues


debe prevalecer la reparación del daño con independencia de la culpa del sujeto a quien se
exige, que responde por hechos ajenos, pero hay vestigios de responsabilidad subjetiva al
establecerse en ellos la posibilidad que tiene éste de poder repetir contra el causante directo
del daño.

En los artículos 95 al 98, referidos a la responsabilidad de las personas jurídicas,


llama la atención la forma en que aparece redactado el apartado primero del primero de los
preceptos mencionados, que establece que las personas jurídicas están obligadas a reparar
los daños o perjuicios causados a otros por actos ilícitos cometidos por sus dirigentes,
funcionarios y demás trabajadores en el ejercicio de sus funciones, sin perjuicio del derecho
que les asiste de repetir contra el culpable.

251
En tal sentido, afirma DIEZ- PICAZO que “cuando el daño ha sido producido como consecuencia del
ejercicio normal o anormal de una actividad de la cual una persona obtiene un beneficio económico, la carga
de la prueba se invierte de tal manera que no es el perjudicado quien tiene que probar la culpa del dañador,
sino que es éste quien demostrará que adoptó todas las medidas de precaución posibles para evitar el daño. De
la prueba de la culpa por el demandante se pasa así a la prueba de la diligencia por el demandado. El giro
encuentra su fundamento en la llamada teoría del riesgo: se entiende que aquella persona que dentro de la vida
social crea en su propio beneficio una situación de riesgo o de peligro debe también pechar con lo incómodo
que esta situación acarrea. En el fondo, sin embargo, por debajo de ese fundamento doctrinal, tal vez esté
latiendo una intuitiva preocupación que es, a mi juicio, la raíz última del Derecho de daños: la necesidad
social de defender y de amparar a la persona frente al maquinismo industrial desencadenado en beneficio de
determinadas partes de la sociedad, y sólo indirectamente de la totalidad de ella ”. Vid. DIEZ- PICAZO, L.,
Estudios sobre la jurisprudencia civil, Volumen I, Ed. Tecnos, Madrid, 1981, pp 27-28.

.../217
Es este último término empleado el que hace meditar acerca de la posición del
legislador: ¿para repetir contra el causante directo del daño bastará que previamente haya
respondido del mimo la persona jurídica o será necesario que se pruebe que el actuar de ese
agente fue culpable, esto es, intencional, negligente o falto de la diligencia necesaria?.
Pensamos que aquí se utiliza inadecuadamente por el legislador el término culpable, debió
decirse sujeto comisor o agente, pues no apreciamos ninguna razón ética o jurídica para que
se abandone en estos casos la tendencia general a la objetivación de la responsabilidad
establecida por el propio Código. Sin embargo, no existe ninguna interpretación doctrinal o
jurisprudencial que apoye nuestro criterio o se oponga al mismo, por lo que ante una
situación como la prevista en la hipótesis de la norma que analizamos, podría el Tribunal
tomar partido en uno u otro sentido, exigiendo o no la prueba de culpa en el actuar que
causó el daño para el establecimiento de la responsabilidad.

Los apartados 2 y 3 del propio artículo 95 se refieren a la responsabilidad de la


persona jurídica derivada de delito cometido por dirigentes, funcionarios o trabajadores de
la entidad en el ejercicio de sus funciones, estableciendo nuestro Código que la persona
jurídica responde subsidiariamente, incluso en aquellos casos en que el causante directo del
daño se exima de responsabilidad jurídica penal por haber actuado dentro de sus
atribuciones o por obediencia debida, reafirmándose así el criterio objetivo para la
exigencia de la responsabilidad jurídica civil.

Según lo preceptuado por el artículo 96, para que una persona tenga derecho a
reclamar y obtener reparación o indemnización por actos realizados por funcionarios o
agentes del Estado, deben cumplirse los requisitos o presupuestos siguientes:

 Que el acto de dicho funcionario o agente haya provocado daño o perjuicio.


 Que se haya ejecutado indebidamente y que por tanto haya sido declarado
ilícito por la autoridad estatal superior competente.
 Que existe una relación causa- efecto entre el actuar ilícito del comisor y la
situación producida a la víctima.

Vuelve de nuevo la duda en este caso, ¿ el comportamiento “indebido” debe ser


culpable para que se exija responsabilidad?. Siguiendo un criterio similar al anteriormente
planteado, pensamos que no sería necesario probar aquí culpabilidad del sujeto agente,
bastaría que ese actuar hubiese provocado daño o perjuicio para que se considere contrario
a lo debido.

El artículo 99, referido a las eximentes de responsabilidad, establece en su


apartado 1, según se deduce de sus incisos a), b) y c), que la inexistencia de dolo o culpa
exime de responsabilidad, lo que puede entenderse como una contradicción con la
tendencia general del fundamento de la responsabilidad que sustenta nuestro Código. Sin
embargo, cabe considerar que, cuando se dan los supuestos aquí previstos, el sujeto agente
no ha obrado ilícitamente, el acto no se considera contrario a Derecho, el proceder de dicho
sujeto es jurídicamente válido, y en tal sentido, por vía de consecuencia, también lo es el
resultado lesivo.

.../218
Por otra parte, la remisión del artículo 294 a lo previsto por las normas del propio
cuerpo legal referidas a la responsabilidad por acto ilícito, no deben llevarnos a entender
que no habrá de atenderse a la existencia de dolo o culpa por parte del sujeto incumplidor
que se convierte en deudor del resarcimiento, pues dicha remisión nos advierte que la
aplicación de las mismas se hará “en lo pertinente”, y numerosos preceptos del Libro
dedicado a las obligaciones contractuales hacen referencia a ese requisito, en sentido
positivo o negativo.252

En general, únicamente se establece con claridad meridiana en nuestro Código


Civil la responsabilidad objetiva en las regulaciones referidas a las actividades que generan
riesgo, artículos 104 al 107, que a su vez constituyen una excepción a lo preceptuado en el
artículo 99.1 c) del propio texto legal, al establecerse que estas actividades, aunque son
actos perfectamente lícitos y se realicen con la debida diligencia, si producen daño o
perjuicio generan responsabilidad.253

Como ocurre casi siempre en Derecho y en la vida que este refleja, parcializarnos
absolutamente con un extremo u otro de las variantes de la responsabilidad jurídica civil,
tanto en la legislación como en la práctica profesional, puede conducir a errores técnicos e
incluso violar los principios de justicia y equidad que deben acompañar nuestro quehacer.
Partiendo entonces de las posiciones de relatividad que el tema reclama, puede concluirse
lo siguiente:

 Independientemente de las clasificaciones doctrinales que reciba la


responsabilidad, todas ellas tienen como presupuesto común la producción de
un daño que debe resarcirse. La reparación del daño moral puede lograrse a
través de compensación de libre apreciación por el juzgador, que deje indemne
al perjudicado, finalidad que puede alcanzarse tanto por la vía de la reparación
en dinero, como a través de la eliminación de la fuente de donde proviene el
daño, o ambas cuando las dos fórmulas procedan, de acuerdo a las
circunstancias del caso y a la naturaleza del hecho que se valore por el
Tribunal. En tal sentido, deben reformularse los artículos 38 y 88 del Código
Civil cubano de 1987254.
252
Vid. Artículos 293, 298.1, 299.1, 328, 381, 383.b), 432, 442.3 del Código Civil cubano de 1987, a manera
de ejemplo.
253
Conviene recordar aquí lo que nos advierte en este sentido HERNÁNDEZ GIL, A., Derecho de Obligaciones,
Volumen III, Ed. Espasa- Calpe, Madrid, 1989, p. 59: “Cuando se objetiva la responsabilidad es porque se
considera que hay una razón suficiente –riesgo, peligrosidad, etc., - para imponer el deber de indemnizar sin
efectuar la tarea de discriminación de la conducta que exige la culpa.
Para que subsista la responsabilidad por culpa, junto a la objetiva, sería indispensable que a través de aquella
pueda obtenerse alguna consecuencia jurídica de entidad distinta, es decir, no obtenible sin el concurso de la
culpa. Sólo puede darse la dualidad en la medida en que sea posible también una dualidad y disparidad de
efectos.”
Es el caso de las actividades que generan riesgo reguladas por nuestro Código como causa generadora de
responsabilidad jurídica civil. De no establecerse dicha responsabilidad expresamente en las disposiciones
señaladas, los daños que se produjeran como efecto de esas actividades no serían resarcibles por esta vía, toda
vez que al tratarse de actos lícitos, realizados con la debida diligencia, estarían comprendidos dentro de las
eximentes a que se refiere el artículo 99.1 c).
254
Se trabaja por el Ministerio de Justicia de nuestro país, en estos momentos, en la modificación legislativa
correspondiente que permita también la reparación económica del daño moral.

.../219
 La responsabilidad civil contractual y extracontractual, aunque no pueden
identificarse por completo, deben regirse por un sistema unificado para su
exigencia, teniendo en cuenta que ambas son el resultado de un evento dañoso,
pero manteniéndose las diferencias accesorias existentes entre las mismas que
permiten un adecuado tratamiento práctico de ambas. Esta ha sido la tendencia
seguida por el legislador de nuestro vigente Código Civil, que mediante la
remisión preceptuada por su artículo 294, consagra la conciliación de
regímenes de una y otra clase de responsabilidad en aquello que resulte
pertinente.

 La responsabilidad jurídica civil tiene una función compensatoria o de


resarcimiento que la diferencia de su homóloga en el campo penal, por tanto
debe atenderse más a la situación de la víctima que sufre un daño o perjuicio,
propiciando el restablecimiento de su bienestar, lo que se manifiesta en la
actualidad en la tendencia a la objetivación de dicha responsabilidad, tanto por
vía jurisprudencial como a través de las correspondientes modificaciones
legislativas.

 Las teorías subjetivas y objetivas que tratan de explicar el fundamento de la


responsabilidad no deben entenderse en todos los casos como contrarias y
excluyentes, sino que deben complementarse recíprocamente en el orden
legislativo y jurisdiccional, independientemente de la tendencia general que
prime en un sistema jurídico determinado.

 El Código Civil cubano de 1987 adolece de dificultades técnicas en el


tratamiento de la responsabilidad objetiva que pueden llevar a la errónea idea
de que ésta prima absolutamente, cuando en realidad existen múltiples
preceptos que indican la presencia de la responsabilidad subjetiva, tanto en los
supuestos de responsabilidad extracontractual como contractual. Sólo en la
regulación referida a las actividades que generan riesgo se aprecia de manera
absoluta la responsabilidad objetiva, aunque generalmente no resulte necesaria
la prueba de la culpa para la exigencia de la responsabilidad.
.
 Aunque la tendencia del Código esté dirigida a la objetivación de la
responsabilidad, posición que nos parece adecuada, debe incluirse en su
articulado un tratamiento generalizador de figuras tradicionales como el dolo o
la culpa que permitan su correcta apreciación cuando ello resulte necesario.

8. Ineficacia del Acto Jurídico.

8.1 Consideraciones generales.

El artículo 49 de nuestro Código Civil permite a los sujetos de derecho establecer


actos jurídicos destinados a crear, modificar o extinguir relaciones jurídicas, cuyos efectos

.../220
pueden estar predeterminados por dichos sujetos, ofreciendo la norma de derecho objetivo
fuerza legal a la autonomía de la voluntad privada para materializar el precepto legal en
determinados actos negociales concretos, esto es, para determinar la eficacia del acto tanto
en cuanto a su constitución como en cuanto a la fijación de su alcance y consecuencias.

Pero en ocasiones la voluntad privada perfila negocios jurídicos que no tienen


perfecta congruencia con el tipo negocial previsto por el ordenamiento jurídico, resultando
entonces un negocio irregular que es sancionado por el orden legal con la ineficacia del
mismo. En este sentido, se habla de ineficacia por disconformidad con la ley, que será la
sanción que priva de los efectos jurídicos queridos o previstos por los sujetos al acto que
han realizado, por existir algún aspecto intrínseco al mismo que infringe lo previsto por el
orden jurídico para el tipo negocial en cuestión.

Tradicionalmente se ha intentado diferenciar este tipo de ineficacia, conocido


como invalidez, de la que procede de la propia voluntad de los sujetos que realizan el acto,
que se identifica con la ineficacia en sentido estricto, en la cual el acto deja de surtir efectos
no porque carezca de los presupuestos legales exigidos para su validez, sino por causas
extrínsecas a él. Es el caso, por ejemplo, de los actos que quedan sujetos a condición
resolutoria, que al producirse efectivamente ésta dejan de surtir efectos, o cuando
voluntariamente se revoca un acto, o cuando una parte no ejecuta la prestación debida en un
contrato sinalagmático produciéndose por ello la resolución del mismo. Sin embargo, en
estos supuestos el negocio ha desplegado en realidad toda su eficacia, perdiendo luego la
reglamentación negocial su vigencia, lo que permite afirmar que, más que de ineficacia,
cabe aquí hablar de extinción sobrevenida de la relación o situación negocial255.

Cuando un acto jurídico se declara ineficaz, no se verificarán los efectos previstos


para su consolidación, pero sería desacertado afirmar que el mismo no produce ningún
efecto jurídico, pues es lo cierto que se producirán otros efectos, como veremos más
adelante, devenidos de la propia ineficacia en que entró dicho acto, generalmente previstos
por la ley, para establecer el modo en que el mismo sale de la palestra jurídica, fenece
realmente para el derecho.

En general, puede conceptuarse la ineficacia como aquella situación o causa que


agrede el acto jurídico y le priva de producir los efectos o consecuencias previstas por los
sujetos que lo realizan para su consolidación y consumación256.

La disconformidad con la ley que provoca la ineficacia del acto jurídico, puede
provenir de diferentes supuestos257:

255
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., Sistema de Derecho Civil, Volumen I, Ed. Tecnos, Madrid, 1987, p.
567.
256
Debe recordarse que, como ya apuntamos, la ineficacia es una sanción que impone el ordenamiento
jurídico a los actos que no poseen una total congruencia con lo previsto por las normas para un tipo negocial
determinado, pero adoptamos la definición arriba señalada porque esa sanción se traduce precisamente en la
privación de los efectos previstos por los sujetos para dicho acto. Vid. GHERSI, C. A. (Coordinador), Derecho
Civil. Parte General, 2da. Edición, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1999, p. 526.
257
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., Derecho Civil. Parte General, Tomo II, Segunda Parte, ENPES, La Habana,
1984, p. 738.

.../221
1) Por la carencia de un elemento esencial para la formación del acto,
que hace a este inexistente desde el punto de vista legal 258.
2) Por celebrarse el acto violando un mandato o prohibición legal, lo que
conduce a su nulidad de pleno derecho.
3) Por la existencia de un vicio o defecto en el acto, que lo hace
susceptible de anulación posterior.
4) Por producir el acto una lesión o perjuicio económico a los sujetos que
intervinieron en el acto o a terceros, situación de ineficacia
denominada rescisión.

El Código Civil vigente recoge el régimen jurídico de la nulidad, la anulabilidad y la


rescisión en su Parte General, resultando aplicables estos preceptos tanto a los
contratos como a los testamentos, así como a cualquier otro acto jurídico que
proceda, como aquellos propios del Derecho de familia, atendiendo en este último
caso al carácter supletorio de nuestra principal ley civil, lo que no excluye la
posibilidad de que puedan existir otras reglas específicas para ciertos casos 259. La
revocación y la resolución, como supuestos que dan el poder de dejar sin efectos
el negocio a una de las partes, se regulan en la Parte Especial del Código,
particularmente en los Libros referidos a las obligaciones y contratos y las
sucesiones.

8.2 Nulidad absoluta. Aspectos teóricos y regulación jurídica.

La nulidad absoluta o radical, de pleno derecho, tiene sus orígenes en la nulidad


ab initio regulada por el Derecho romano, que la concibió como sanción a los actos
realizados contra legem, comprendiendo también en este concepto la inexistencia del
negocio, entendida en nuestros días como variante distinta de ineficacia según algunos.

El negocio jurídico se sanciona como radicalmente nulo cuando se ha verificado


contra lo dispuesto por la ley, cuando padece de defectos tan graves que equivalen a que no
produzca efectos jurídicos; por ello se afirma que quod nullum est, nullum effectum
producit. Sin embargo, esta máxima debe entenderse dentro de sus justos límites, pues no
puede considerarse al negocio nulo como si fuera un acto que no se ha realizado. La

258
La inexistencia del acto jurídico como variante de la ineficacia no es aceptada unánimemente por la
doctrina, pues se alega que en realidad es categoría inútil ya que produce iguales efectos que la nulidad
absoluta o radical, añadiéndose a lo anterior que no cabe hacer referencia a estos actos porque el derecho no
se ocupa de lo que no existe. Vid. ALBALADEJO, M., Derecho Civil, Tomo I, Introducción y Parte General,
Volumen Segundo, p. 428 y 429; CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., pp. 747 a 752; DIEZ PICAZO, L., y GULLÓN,
A., op. cit., pp. 568 y 569; MESSINEO, F., Manual de Derecho Civil y Comercial, traducido por Santiago
SENTIS MELENDO, Ediciones Jurídicas Europa- América, Buenos Aires, 1954, p. 490.
259
En el Derecho de familia, en que como ya apuntamos el Código Civil rige sólo supletoriamente, hay
disposiciones especiales sobre nulidad y otras dirigidas a la convalidación de matrimonios originariamente
nulos, como los realizados por los menores. La Ley Notarial, por su parte, también enumera casos en que
pueden declararse judicialmente nulos los documentos notariales, especialmente cuando se otorgan
incumpliendo prohibiciones de la propia ley en cuanto a la actividad notarial o en cuanto a la aptitud de los
testigos o partes, incluyéndose aquí casos de nulidad y de mera anulabilidad. Vid. RAPA ALVAREZ, V., "La
relación jurídica. Categoría esencial en el nuevo Código Civil", en Revista Jurídica, Nro. 19, MINJUS, La
Habana, abril- junio, 1987.

.../222
anterior regla debe interpretarse en el sentido de que el negocio no produce los efectos
queridos por las partes, los efectos que normalmente el ordenamiento jurídico liga a ese
tipo de acto, pero el negocio nulo puede originar otros efectos de carácter indirecto no
previstos por los sujetos, sino impuestos por la norma en detrimento del culpable de la
nulidad260.

El artículo 67 de nuestro Código Civil establece las causales por las cuales debe
conceptuarse como nulo el acto jurídico. Algunas de las causas de nulidad aquí reguladas,
carecen de precedentes en el Código Civil español anteriormente vigente, o han recibido en
la nueva ley un tratamiento diferente.

En primer lugar, se dispone en el inciso a) del artículo 67 que son nulos los actos
jurídicos realizados en contra de los intereses de la sociedad o el Estado, causal novedosa
que se fundamenta esencialmente en las características de nuestro sistema social, y en lo
preceptuado por otros Códigos socialistas. Sin embargo, la terminología es imprecisa, no
delimita cuáles son o pudieran ser esos intereses superiores a la voluntad privada, lo que
necesariamente obliga al análisis exhaustivo de cada caso concreto, para determinar si el
acto es lo suficientemente grave por su lesividad a los intereses sociales o estatales como
para sancionarlo con la pérdida total de sus efectos, declarándolo absolutamente nulo.

El inciso b) del propio artículo declara también radicalmente nulos los actos
realizados por personas que no pueden ejercer su capacidad jurídica. Para que esta causa
de ineficacia actúe de forma general, es necesario que previamente se haya declarado la
incapacidad de obrar de la persona que realiza el acto por el órgano jurisdiccional
competente, declaración que tiene carácter constitutivo, pues a partir de ella todos los actos
en que intervenga el incapaz serán nulos sin necesidad de prueba alguna, en tanto mientras
esto no ocurra será necesario probar la falta de capacidad en cada uno de los actos que
realice el presunto incapaz.

Declarada la incapacidad de obrar, la nulidad absoluta de sus actos es aplicable


tanto en los casos de contratos como de testamentos u otros actos, quedando así resuelta la
ambivalencia de la doctrina española en cuanto al testamento del incapaz, que oscilaba
entre considerarlo inexistente o simplemente anulable261. Lógicamente, en el caso de los
incapaces por razón de la edad no se produce la nulidad absoluta de los actos que realicen
cuando la propia ley así lo dispone, por haber contraído éstos matrimonio con la debida
autorización262, o cuando se dispone su convalidación, como en los casos de matrimonios
260
Vid. GARCÍA VALDECASAS, G., Parte General del Derecho Civil español, Ed. Civitas, Madrid, 1983, p.
433.
261
En este sentido, ALBALADEJO distingue entre la llamada capacidad natural de entender y querer, que
cuando falta produce la nulidad del acto, y la capacidad legal, que cuando falta puede producir en algunos
casos la nulidad absoluta porque así lo dispone la ley ( testamento, en general, artículo 663.1, testamento
ológrafo, artículo 688, matrimonio, artículo 46.1, todos del Código Civil español), y en otros casos puede
producir la simple anulabilidad, como en el caso de los contratos según el argumento de los artículos 1.300 y
siguientes del propio Código Civil español. Vid. ALBALADEJO, M., op. cit., p. 431.
262
La adquisición de la plena capacidad de los menores que han contraído matrimonio en tales circunstancias
no debe identificarse con la figura de la emancipación que recogía el anteriormente vigente Código Civil
español, pues en aquella se imponían ciertas restricciones a esa capacidad, como por ejemplo, la prohibición
de enajenar determinados bienes, mientras que en la actual regulación el menor casado posee idéntica

.../223
entre esos incapaces cuyos vicios pueden ser subsanados según se dispone en nuestro
Código de Familia.

capacidad a la de aquellos que han arribado a la mayoría de edad.

.../224
El Código Civil disciplina la rescisión en su Parte General, de lo que se colige que
esta causa de ineficacia es aplicable a cualquier acto, no sólo a los contratos, particular que
caracterizaba a lo regulado por el Código Civil español antes vigente en nuestro país.

Las causas que pueden dar lugar a la rescisión se establecen en los artículos 76 y
77 de nuestro Código Civil. En el inciso a) se aprecia una incongruencia legal, pues se
dispone que son rescindibles los actos realizados válidamente por los tutores sin
autorización judicial, siempre que las personas a quienes representen hayan sufrido lesión
en más de la cuarta parte del valor de los bienes que hubiesen sido objeto de dichos actos,
cuando por otra parte se establece en el Código de Familia, artículo 155, que el tutor
necesitará autorización judicial para realizar actos de dominio o cualquier otro acto que
pueda comprometer el patrimonio del tutelado, por lo que no sería válido que realizara tales
actos sin autorización judicial.

El inciso b) también permite el ejercicio de la acción de rescisión cuando el acto


se realiza por los representantes de los ausentes, siempre que éstos hayan sufrido la lesión
a que se refiere el apartado anterior. Esta causal debe apreciarse en relación con lo
dispuesto por el artículo 37 del propio texto legal 269. Como en el supuesto que le precede, el
representante debe haber obrado dentro del círculo constituido por los actos que puedan
realizar sin autorización del juez.
El inciso c) se refiere a los actos realizados por los deudores en fraude de
acreedores. Esta causal actúa en relación con lo dispuesto por el artículo 111, inciso g) 270, y
siempre que éstos no puedan cobrar lo que se les debe por otra vía.

El inciso ch) señala que también pueden rescindirse los actos realizados por el
demandado sobre un objeto litigioso, sin conocimiento y aprobación de las partes
litigantes o de la autoridad judicial. Se entiende que tales actos pueden ser rescindibles
porque pueden suponer un obstáculo para la efectividad del derecho reclamado. Deben
considerarse litigiosos los bienes desde la fecha del emplazamiento para contestar a la
demanda sobre los mismos271.

En el inciso d) del propio artículo 76 se señala como otra causa de rescisión la


realización de actos por los causantes, en el caso de donaciones inoficiosas. En este caso
debe analizarse el precepto en relación con lo dispuesto por el artículo 378, que califica
como inoficiosas las donaciones que excedan lo que pueda darse o recibirse por testamento
y las que comprometen los medios de sustento o habitación del donante conforme a sus
necesidades justificadas o el cumplimiento de sus obligaciones.
269
Dicho artículo establece: "Si el declarado ausente o presuntamente muerto se presenta o se prueba su
existencia, el tribunal anula la declaración de ausencia o presunción de muerte y dispone que, salvo los casos
de excepción que establece la ley, se le restituya en todos sus derechos y recobre sus bienes en el estado en
que se encuentren y el precio de los enajenados o los adquiridos con él, pero no podrá reclamar frutos". Ley
Nro. 59, 1987, editada por el Ministerio de Justicia de la República de Cuba.
270
El artículo 111, inciso g) regula como vía de protección de un derecho de crédito el ejercicio de la acción
revocatoria, por parte del acreedor, de los actos que hubiera realizado el deudor en fraude de sus acreedores,
cuando no pueda satisfacer su crédito de otro modo.
271
Esta es la interpretación que ha dado el Tribunal Supremo español, en sus sentencias de 25 de enero de
1913 y de 15 de febrero de 1965, citadas por DIEZ PICAZO y GULLÓN. Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A.,
op. cit., p. 577.

.../225
También son rescindibles, según el inciso e), los actos realizados por los
adjudicatarios de la herencia, si la partición se hace con preterición de algún heredero,
causal que debe tomarse en consideración en relación con lo dispuesto por el artículo 541
del propio Código, que en tales casos obliga a los adjudicatarios a entregar al preterido la
parte que proporcionalmente le corresponda.

Con igual fundamento que el inciso ch) del artículo 76, el artículo 77 declara que
también son rescindibles los pagos hechos en estado de insolvencia por obligaciones a cuyo
cumplimiento no podía ser compelido el deudor al tiempo de hacerlos.

La acción de rescisión destruye un negocio jurídicamente válido, por lo que tiene


carácter eminentemente subsidiario, y no podrá ejercitarse excepto en aquellos casos en que
el perjudicado carezca de cualquier otro recurso legal para obtener la reparación del
perjuicio sufrido, según se establece en el artículo 78 de nuestro Código Civil.

Una vez firme la sentencia, la rescisión incide en el negocio que hasta ese
momento había sido válido retroactivamente, desde el momento de su celebración. Por ello
ha de volverse a la situación preexistente entonces, haciendo desaparecer las consecuencias
jurídicas hasta entonces surgidas, por lo que deben restituirse las prestaciones con sus frutos
e intereses, bien en específico o en el equivalente. Así, el artículo 79 establece la obligación
de devolver los bienes que fueron objeto del acto con sus frutos, y del precio con sus
intereses, pero sólo procede esto si el que lo solicita puede devolver aquello a lo que por su
parte está obligado. La rescisión no alcanza a los terceros de buena fe.

Están legitimados para el ejercicio de ésta acción el propio perjudicado y sus


herederos. En cuanto al plazo para su ejercicio, al no existir ninguno expresamente
establecido por nuestro Código, debe entenderse que es de cinco años a tenor de lo
preceptuado por el artículo 114 del mismo272.

El artículo 80 completa las regulaciones de la rescisión estableciendo que también


procederá la misma en toda obligación cuando circunstancias posteriores, extraordinarias e
imprevisibles al momento de su constitución, la hagan tan onerosa para el deudor que
pueda presumirse razonablemente que éste no la hubiera contraído de haber podido prever
oportunamente la nueva situación sobrevenida.

Se ha criticado la inclusión del riesgo imprevisible entre los casos de rescisión 273,
porque él no encierra en sí mismo lesión económica, sino que se trata de una circunstancia
sobrevenida e irresistible que impide para una de las partes que se continúe el cumplimiento
de un negocio perfectamente válido.

272
Algunos entienden la rescisión como una variante especial de anulabilidad y por tanto consideran que el
plazo de prescripción es de un año según lo previsto por el inciso c) del artículo 116, pero no coincidimos con
tal criterio toda vez que el Código regula la rescisión en régimen jurídico independiente y autónomo, separada
de la nulidad relativa, por lo que no cabe acudir a lo previsto para aquella en este particular.
273
Vid. CLAVIJO, F., "El nuevo Código Civil en Cuba: recuento y reflexiones", en Revista Cubana de
Derecho, Nro. 4, La Habana, octubre- diciembre, 1991, p. 39.

.../226
Padece además de otras dificultades el citado artículo, pues establece que la
rescisión procedería para toda obligación afectada por esas circunstancias sobrevenidas, lo
cual es erróneo, pues dichas circunstancias sólo actúan como elemento modificador en las
obligaciones de tracto sucesivo o ejecución diferida, no en obligaciones de cualquier
naturaleza ni en las ya totalmente ejecutadas o cumplidas.

También es desacertado señalar que tales circunstancias pueden hacer


excesivamente onerosas las obligaciones para el deudor, sin aludir a que también el
acreedor puede resultar afectado por ellas, como es el caso de que tenga que aceptar el pago
en moneda depreciada, con lo cual saldría beneficiado evidentemente el deudor y
perjudicado el acreedor.

Para este supuesto de las circunstancias sobrevenidas, resulta excesivo el término


de prescripción de cinco años, pues en ese período de tiempo pueden variar las condiciones
del negocio más de una vez. Además no se señala cuando se comienza a contar el mismo, si
sobrevenida la circunstancia o cesada la misma.

BIBLIOGRAFÍA SUMARIA:

ALBALADEJO, Manuel: Derecho Civil. Introducción y Parte General, Tomo I,


Volumen Segundo, Ed. Bosch, Barcelona, 1996; CASTÁN TOBEÑAS, J., Derecho
Civil español, común y foral, Volumen II, Ed. Reus, Madrid, 1993; CLAVIJO, F., "El
nuevo Código Civil de Cuba: recuento y reflexiones", en Revista Cubana de
Derecho, La Habana, octubre- diciembre, 1991; CLEMENTE DÍAZ, Tirso: Derecho
Civil. Parte General, Tomo II, Primera Parte, Ed. Universitaria, ENPES, La
Habana, 1984; DÍAZ PAIRÓ, Antonio: Teoría General de las Obligaciones,
Volumen I y II, Ed. Universitaria, ENPES, 1989; DIEZ- PICAZO, L., Estudios sobre la
jurisprudencia civil, Volumen I, Ed. Tecnos, Madrid, 1981; DIEZ PICAZO, Luis y
GULLÓN, Antonio: Sistema de Derecho Civil, Ed. Tecnos, Madrid, 1984; DIHIGO y
LÓPEZ TRIGO, E., Derecho Romano, tomo I, 2da parte, Ed. EMPES, La Habana,
1987; ENNECCERUS y RIPPERTY: Tratado de Derecho Civil. Parte General, 2da ed.
española, Ed. Bosch, Barcelona, 1953; GARCÍA VALDECASAS, Guillermo: Parte
General del Derecho Civil Español, Ed. Civitas, Madrid, 1983; GHERSI, C.A. y
colaboradores, Derecho Civil. Parte General, 2da edición, Ed. Astrea, Buenos
Aires, 1999; GIL RODRÍGUEZ, J., Eficacia y aplicación de la norma civil, material
fotocopiado, Curso de Doctorado, Universidad de Valencia, 1997; HERNÁNDEZ GIL,
A., Derecho de Obligaciones, Volumen III, Ed. Espasa- Calpe, Madrid, 1989;
LARENZ, K., Base del negocio jurídico y cumplimiento de los contratos, Ed. Revista
de Derecho Privado, Madrid, 1956; MESSINEO, F., Manual de Derecho Civil y
Comercial, Ed. Jurídicas Europa- América, Buenos Aires, 1954; LÓPEZ, A. y
MONTÉS, V.L., Derecho Civil. Parte General, Ed. Tirant Lo Blanch, Valencia, 1995;
PUIG FERRIOL, L., GETE-ALONSO y CALERA, M.C, GIL RODRÍGUEZ, J., HUALDE
SÁNCHEZ, J., Manual de Derecho Civil, Tomo I, Ed. Marcial Pons, Madrid, 1997;
RAPA ALVAREZ, Vicente: “La relación jurídica. Categoría esencial en el nuevo

.../227
Código Civil”, en Revista Jurídica, Nro. 19, Año VI, UNJC, La Habana, abril- junio
1988.

.../228
La representación Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

CAPITULO VII
LA REPRESENTACIÓN.

Sumario:
1 – LA REPRESENTACIÓN. GENERALIDADES. 2 – NATURALEZA JURÍDICA DE
LA REPRESENTACIÓN. 3 – EL NUNCIO. SU DISTINCIÓN DEL
REPRESENTANTE. 4 – REPRESENTACIÓN VOLUNTARIA. 4.1 – Poder. 4.1.1 –
Forma. 4.1.2 – Contenido. 4.1.3 – La representación sin poder. 4.1.4 – La sustitución.
4.1.5 – Extinción del Poder. 4.2 – Poder y Mandato. 5 – REPRESENTACIÓN
INDIRECTA. 6 – REPRESENTACIÓN LEGAL. 7 – REPRESENTACIÓN DE LAS
PERSONAS JURÍDICAS. 8 – EL AUTOCONTRATO. BIBLIOGRAFÍA SUMARIA.

1. La Representanción. Generalidades.

Representación proviene del latín representatio onis que significa acción y efecto
de representar, sustituir a uno o hacer sus veces274.

El fenómeno representativo surge desde la antigüedad. Su fundamento descansa o


bien en ensanchar la actividad jurídica de la persona natural, brindándole la posibilidad de
actuar a un mismo tiempo en dos lugares distintos, a través de otro sujeto que la representa,
o bien nace como respuesta del ordenamiento jurídico a situaciones de hecho o de derecho
que presentan determinadas personas, a las cuales por sus condiciones no se les permite
realizar actos jurídicos válidos para el derecho y por ello para actuar en el mundo jurídico
necesitan de una persona que los represente.

La representación es la autorización concedida por la ley o por la persona


interesada mediante un acto jurídico, en virtud de la cual el representante tiene facultades
para sustituir al representado y ocupar su lugar como sujeto de la relación jurídica. Para
ALBALADEJO “es, evidentemente, distinto el obrar en nombre de otro, que obrar bajo el
nombre de otro. En un caso hay representación y en el otro falsificación o suplantación”275.
En la actualidad es discutido definir la representación como la actuación en nombre de otro,
pues no tiene en cuenta que en la vida práctica hay situaciones en las que se justifica que el
nombre del representado no esté en juego. Por ello se acepta más que el acto del
representante se realiza “en interés y por cuenta ajena”, admitiendo este concepto todas las
clases de representación276.
274
Diccionario de Derecho Privado, T-II, Barcelona, Madrid, Editorial Labor.SA, 1954, p.3379.
275
ALBALADEJO GARCIA, Manuel. La Representación, en Anuario de Derecho Civil, fascículo 1ª4, Madrid,
1958, p.767
276
Opinión sostenida por SERNA MEROÑO, Encarna en Comentarios al Código Civil y Compilaciones
Forales, dirigidos por Manuel ALBALADEJO y Silvia DÍAZ ALABART, T-XVII, V. 1ª, Editorial Revista de
Derecho Privado, Madrid 1993. Sustentado el criterio por sentencias del Tribunal Supremo Español ( de
22/1/69, 26/6/70 y 28/6/84).

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La representación Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

El Código Civil cubano no define el instituto, sólo se limita a reconocer el


fenómeno representativo en su artículo 56 “ El acto jurídico puede realizarse por medio de
un representante”. Lo cual indica, con base en la interpretación del mismo, que la norma no
limita que la representación opere únicamente en el ámbito de los contratos, sino todo lo
contrario extiende el criterio admitiendo una extensión amplia del fenómeno representativo,
pudiendo ser utilizado en cualquier acto jurídico donde se manifiesta la voluntad de una
persona a fin de producir efectos jurídicos.

Sin embargo es necesario precisar que la norma tiene carácter general y no incluye
en su extensión el análisis de aquellos actos jurídicos denominados personalísimos, en los
cuales por ley el fenómeno no es aplicable. Así estos actos sólo pueden ser realizados por el
propio interesado y nunca por otra persona, ni siquiera en concepto de representante. Estos
actos generalmente atañen al Derecho de Familia, con la excepción del matrimonio por
poder, y también otros que la norma establece como por ejemplo el otorgamiento de
testamento, artículo 477.1 Código Civil cubano. Por lo general en las relaciones jurídicas
de carácter patrimonial, es normal la representación.

La persona que realiza el acto no lo hace en su propio interés, por tanto los efectos
jurídicos que del mismo se derivan, repercuten directamente en beneficio o perjuicio de la
persona que autoriza la realización del acto. Este efecto que tan claramente concebimos hoy
y que es recogido por las legislaciones, no fue admitido así por los romanos. En Roma los
efectos del acto sólo se producían entre las personas que celebraban dicho negocio, no hubo
nunca un efecto directo entre el dominus negotii y el tercero con el cual el gestor
contrataba, sino sólo un efecto entre el gestor y el tercero. El dominus negotii podía
dirigirse contra el gestor para obtener los resultados del negocio. Según el Digesto 44.7.11,
no se podía estipular, ni comprar, ni vender, ni tratar que otro pida directamente en nuestro
nombre. Así “ los resultados empíricos de lo que hoy llamamos representación son
conseguidos en el Derecho Romano a través de la figura del mandato”277

2. Naturaleza jurídica de la representación.

Las teorías que han existido en relación con el fenómeno de la representación


tratan de explicar cual es la importancia que tienen las voluntades (del representado y del
representante) en el negocio representativo, es decir en el celebrado entre el representante y
el tercero. En otras palabras estas teorías tratan de explicar cual es la voluntad que es

277
DIEZ PICAZO Y PONCE DE LEÓN, Luis. La representación en el Derecho Privado, Madrid, 1979, pp. 26 y
27. El autor en esta excelente monografía hace un estudio detallado de la evolución histórica del fenómeno
representativo, argumentando que la regla de la eficacia jurídica indirecta de la gestión representativa y
consiguientemente, de la falta de una eficacia directa entre el dominus negotii y el tercero no fue, en el
Derecho Romano, una regla rígida, ni constituyó tampoco un dogma incontrovertido. Por el contrario, según
parece actúo de manera flexible y permitió que se formularan excepciones siempre que fuera necesario.

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La representación Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

manifestada en el negocio jurídico representativo, si la del dominus negotii o la del


representante.278

Ante estas dos posiciones que pueden ser catalogadas de unilaterales, surgen
teorías intermedias279, que consideran tanto al representante como al representado coautores
del negocio representativo:

“ Teoría de la colaboración (cuantitativa) de la voluntad de representante y


representado: se parte del presupuesto de que deben tomarse en consideración tanto la
voluntad del representado como la del representante, puesto que la voluntad negocial en el
negocio representativo está constituida siempre por la cooperación de las dos declaraciones
de voluntad. No obstante, se distingue entre los casos en los que se otorga un poder
especialísimo o un poder general, en los primeros se produce un predominio de la voluntad
del representado y en el segundo, de la del representante, sin olvidar los casos intermedios
donde las voluntades de ambos sujetos se dan en una mayor o menor proporción, según el
supuesto concreto”280

“Teoría de la cooperación funcional o cualitativa: se considera que la voluntad del


representante como la del representado concurren al nacimiento del negocio, pero no en
medida cuantitativa, sino con una función diversa, tanto por la naturaleza como por a
cualidad, pues el representado emite el acto de decisión, ya sea comprar, arrendar o vender,
y su manifestación volitiva constituye el elemento formal de la voluntad de contenido, es
decir, la materia del acto volitivo negocial, el cual sin embargo, permanece uno aunque
constituido por la síntesis de los dos elementos. Las dos voluntades son autónomas pero
desde un punto de vista estructural se unen entre sí funcionalmente”281

La mayoría de la doctrina es concluyente en afirmar que en la representación


voluntaria hay una concurrencia de ambas voluntades (tanto la del representado como la del
representante) en el negocio representativo. Por tanto en materia de vicios del
consentimiento el negocio sería anulable, tanto si el vicio o defecto se verifica en el
dominus negotii como en la del representante. Sin embargo en el caso de la representación
legal por su propia razón de ser la voluntad que predomina es la del representante que es en
definitiva el sujeto capaz.

Sería difícil determinar a cual de las teorías se afilia el Código Civil cubano en la
regulación de la figura en su artículo 58 al establecer: ”La manifestación de voluntad
278
Según DIEZ PICAZO, L y GULLÓN BALLESTEROS, A. Sistema de Derecho Civil, T-I, Madrid, 1989, p.594.
“La cuestión no tiene exclusivamente una carácter teórico, sino eminentemente práctico, porque proyecta su
influjo en la fijación de la persona en quien deben concurrir los vicios de la voluntad que anulan la
declaración de voluntad o a la que hay que referir las condiciones subjetivas que puedan ser relevantes para la
celebración del negocio o para determinar sus efectos”.
279
Acogidas por el Código Civil italiano de 1942 ( art. 1389), el Código Civil portugués de 1966 ( art. 259)
280
SERNA MEROÑO, Encarna, en Comentarios al Código Civil....... op. cit. p.549.
281
Ibidem.

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emitida por el representante dentro de los límites de sus facultades es eficaz a favor o en
contra del representado como si fuera el mismo quien hubiera obrado”. Parecería en
primera instancia que predomina en su redacción la teoría de la representación, por la
importancia que se le atribuye a la voluntad del representante, sin embargo en medida
alguna se silencia la trascendencia e importancia que tiene la manifestación de voluntad del
dominus negotii, por lo que se aprecia más una tendencia en su redacción a la teoría
intermedia cualitativa, pues si bien las voluntades son autónomas se unen entre si
funcionalmente y ambas contribuyen en la determinación y conclusión del negocio jurídico
representativo.

3. El Nuncio. Su distinción del Representante.

Nuntius, mensajero, emisario, portavoz.

El nuncio se distingue del representante, es el caso más simple de colaboración


entre personas. Es el simple portador de una voluntad ajena, al expresarla no hace más que
reproducir un encargo textualmente a otro (equivale a una carta, telegrama, disco,
fonograma). Es un vehículo de una declaración ajena.

Se dice por tanto que el nuntius no participa con su voluntad en la formación del
negocio, no es parte, parte es el que encarga a ese sujeto la realización de esa actividad
material. Al decir de MESSINEO282 aquí es indiferente que el emisario sea o no capaz de
obrar, pues no importa que entienda o no sino lo único importante es que traslade o
comunique al destinatario la declaración y que la comunique fielmente. Apuntando que en
caso de infidelidad el dominus tiene la acción de daños contra el emisario.

Han sido muchas las diferencias que clásicamente se han señalado entre estas dos
figuras jurídicas; sin embargo en la actualidad283 se sostiene que estas diferencias se
enturbian en determinados casos y que además las mismas se enturbian más al analizar el
régimen jurídico aplicable a la relación que nace entre el dominus y el emisario y que no es
otro que el del representado y el representante.

4. Representación voluntaria.

La representación voluntaria es la autorización concedida por una persona


(representado) a otra persona (representante) para que actúe por su cuenta. Tiene su origen
282
MESSINEO, Francesco. Manual de Derecho Civil y Comercial. Traducido por Santiago SENTS MELENDO,
Ed. Jurídicas europa - américa, Argentina,1954, p.405.
283
DIEZ PICAZO Y PONCE DE LEÓN, Luis. La Representación.....op. cit. p.55.“ ¿Qué utilidad práctica se
obtiene con la delimitación estricta entre representante y nuncio?..... muy escasas... es menester señalar que
todo nuncio estará ligado con el dominus negotii por una relación jurídica idéntica a la que surge en la
representación (v.gr una relación de servicios de mandato, una relación familiar) no es posible establecer
diferencia alguna” . Expresa además el autor que la diferencia que se quiere encontrar en la capacidad no es
tal pues el nuncio al asumir su función implica una determinada responsabilidad para la que se requiere
capacidad de obrar para obligarse.

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La representación Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

en la voluntad del representado, que manifiesta desde un inicio el querer actuar por medio
de otra persona. Esta representación encuentra su razón de peso en la ampliación o
extensión, en tiempo, espacio y posibilidades de la persona.

Esta autorización se concede mediante el poder284 por medio del cual una persona
(representante) podía actuar en nombre de otra y producir efectos jurídicos en la esfera
jurídica del representado. Este fenómeno ha sido llamado por la doctrina representación
directa.

De ahí que la doctrina 285 ha establecido dos requisitos fundamentales para que la
persona pueda celebrar, como representante directo, un negocio eficaz para otra:

1. Obrar en nombre del representado y por cuenta de otro


(contemplatio domini)

2. Obrar con poder bastante o suficiente.

Como presupuesto en la actuación del representante se plantea como requisito la


capacidad del mismo, capacidad de obrar que en el supuesto de la representación
directa voluntaria se manifiesta en los dos sujetos del negocio representativo 286.
“La actuación en nombre y por cuenta de otro –el dominus, el representado- ,o,
más brevemente, el obrar por otro, agere nomine alieno, se llama, con afortunada
expresión, contemplatio domini, que pone acertadamente de relieve que se quiere el
negocio, no para si mismo, sino para aquel, y que, por ello, se desenvuelve la actividad
negocial teniéndolo presente (contemplándolo)”287. Esta situación se produce no sólo
porque el representante lo manifiesta, sino porque el tercero con quien se actúa, realiza el
acto a sabiendas que los efectos jurídicos repercutirán en la esfera jurídica del representado
y no de quien actúa con él (representante). Se plantea en la doctrina que existe también la
contemplatio ex re (forma de manifestación tácita donde se demuestra que la cosa objeto
del negocio se reconoce perteneciente al representado) o la contemplatio ex facti
circunstantiis (donde se demuestra por otras circunstancias que el negocio se celebra por el
representante no para sí)”288.

El Código Civil cubano en su artículo 57 admite el requisito de la contemplatio


domini, al establecer “el que actúa a nombre de otro es su representante legal o

284
Vid. SERNA MEROÑO, Encarna...op. cit. p.484. La doctrina española actual ya rechazó la influencia del
Código de Napoleón que concibió la relación entre representado y representante mediante el contrato de
mandato, tras la influencia de las doctrinas alemanas que distinguen el poder del mandato, posición sostenida
por los pandectístas alemanes.
285
ALBALADEJO, Manuel. La Representación. op. cit. p.777
286
Se plantea que en el fenómeno representativo existen como mínimo tres sujetos, el representado (dominus
negotii), el representante (gestor o agente) y el tercero, sin embargo se analiza que en el negocio
representativo en sentido estricto solo actúa el representado y el representante. Vid. DIEZ PICAZO Y PONCE DE
LEÓN, Luis. La Representación en el Derecho Privado. op. cit. p.68.
287
ALBALADEJO, Manuel. La Representación.op. cit. p.777.
288
Vid. SERNA.....op. cit. p.489

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voluntario....”. Reconociendo las dos modalidades de representación directa (la legal y la


voluntaria).

El otro requisito para que exista una representación directa eficaz es el obrar con
poder bastante. Este requisito se refiere a que el representante debe ostentar título suficiente
para la realización de los actos. Sin embargo la propia doctrina plantea la posibilidad de
convertir en eficaces los actos jurídicos del representante que actúo a nombre del
representado, sin ostentar título alguno, mediante la ratificación por este último.
Ratificación que, como medio de convalidación, alcanza remediar también los actos
realizados por el representante que se ha excedido en las facultades otorgadas por el
representado mediante el poder de representación.

4.1 Poder:

Del latín potere, que procede, a la vez, de possum, potes.289

Según ALBALADEJO290 el poder es la autorización concedida al representante para


obrar en nombre y por cuenta del representado. Puede ser concedido por ley o por la
voluntad del representado (representación legal o voluntaria). Siendo lo más común que se
utilice el término para referirse a la voluntaria, a la que nace de un negocio jurídico
(apoderamiento), también se conoce el término como el documento en el que consta dicha
autorización.

Para otorgar un poder, la persona (poderdante) debe, como presupuesto, ser capaz,
entendiendo por tal, la capacidad general para la realización de cualquier acto jurídico
(art.29 del Código Civil cubano) o la capacidad restringida prevista en el artículo 30 del
Código Civil, pues los sujetos que se encuentren en esta especial condición podrán otorgar
poder con respecto a los actos que puedan realizar.

Los apoderados pueden ser uno o varios sujetos, al igual que los poderdantes, y
deben tener la capacidad necesaria para la realización del negocio jurídico para el cual se le
apodera.

4.1.1 Forma:

El Código Civil cubano aunque apegado a la forma en su artículo 414.3 al


establecer...” El poder debe otorgarse ante notario...”, admite libertad de forma en varios
supuestos de concesión de poderes “ para cobro de salarios, estipendios de estudiantes,
prestación de la seguridad social, pensiones alimenticias, derecho de autor o por innovación
y racionalización, premios, así como para hacer extracciones en cuentas de ahorros y hacer
efectivos giros postales y telegráficos y otros trámites expresamente autorizados por la
legislación, es admisible, en lugar del poder notarial, el otorgado en la forma que
determinen las entidades oficiales que tienen la responsabilidad de efectuar los

289
DICCIONARIO... op. cit. p.2993.
290
ALBALADEJO GARCÍA, Manuel. Derecho Civil , T-I, V-II, décima edición, Librería Bosch, Barcelona,
1989, p.398.

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pagos”(art.415.1Código Civil) y otros casos previstos en los apartados 2, 3 y 4 del propio


artículo.

En estos y otros casos donde no se exige la forma notarial está presente en ellos
como nota característica que la declaración de voluntad del poderdante sea expresa y
escrita.

4.1.2 Contenido:

Por medio del poder el poderdante confiere al apoderado facultades para actuar en
su nombre y por su cuenta. De ahí que se plantee que los poderes pueden ser generales o
especiales. El poder general es el que faculta al apoderado para efectuar todos aquellos
actos que tienen que ver con la totalidad de bienes y derechos del dominus negotii o un
número amplio de los mismos. Mientras que el poder especial o especialísimo, como se
denominó en algún momento, se refiere a la posibilidad de realizar un acto con respecto a
varios bienes, por ejemplo: vender varios bienes; o realizar varios actos respecto a un único
bien, por ejemplo: arrendar, cuidar, conservar, reparar o realizar cualquier trámite
vinculado con un bien concreto y especifico.

Se plantea que en ocasiones la ley establece que tipo de poder es el que se debe
realizar, por ejemplo en el matrimonio el poder es especial y en virtud del art.64 y 401 el
poder general no comprende facultades para realizar actos de dominio.

Las facultades concedidas por medio de poderes tienen que estar permitidas por la
ley, es decir que no puede existir ningún impedimento para que dicho acto sea realizado por
medio de representante.

El apoderado no puede traspasar los límites dispuestos en el poder para su


actuación porque si lo hace su actuación no tendrá efectos en la esfera jurídica del
representado, pues en virtud del artículo 59 del Código Civil “El alcance de las
facultades....del representante voluntario viene determinado por la manifestación de
voluntad del representado”, manifestación de voluntad que se expresa en el poder; y solo
tendrá efectos cuando posteriormente lo ratifique el representado.

Según ALBALADEJO son equiparables la actuación del falsus procurator ,aquel


que actúa en nombre de otro y que carece en absoluto de poder, y el apoderado que traspasa
los límites del poder conferido, circunstancias que se justifican porque los negocios
realizados en uno u otro caso son, en principio, ineficaces para el representado, aunque
cabe la posibilidad posterior de la ratificación 291. Son de aplicación a este supuesto los
artículos 61 y 421 del Código Civil cubano.

4.1.3 La representación sin poder:

291
ALBALADEJO GARCIA, Manuel. La Representación op. cit. p.792.

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Se dice que existe representación sin poder o actuación como falsus procurator,
cuando el sujeto actúa sin poder conferido, cuando se extralimita de las facultades a él
conferidas o cuando el sujeto tenía poder, pero al momento de actuar este se había
extinguido.

Es clara la doctrina al plantear que cuando el negocio se realiza con un falso


representante, en principio el acto es ineficaz. Se admite en la actualidad como la teoría 292
más completa que analiza la naturaleza jurídica del fenómeno la que establece que el
negocio que se entabla es incompleto, imperfecto, o en vías de formación, pues sostiene
que el falso representante ha iniciado un negocio jurídico que solo se completará, y tendrá
toda eficacia cuando el representado emita su voluntad y ratifique la actuación del
representante.

Según el artículo 421 del Código Civil “si los actos del gestor son ratificados por
el titular del bien o del asunto, riguen las reglas del mandato expreso”. En virtud de este
artículo es válido el acto realizado con el falso representante, como si hubiera existido entre
éste y el representado un contrato de mandato. Se plantea que no se protegerá al tercero si
el representado no ratifica si este conocía que actuaba con un falso representante, pues
ambos están conscientes de que han realizado un negocio que le falta un elemento
fundamental, que es la voluntad del dominus negotii. Admitida esta tesis en el artículo 422
del Código Civil.

4.1.4 La sustitución:

La mayoría de la doctrina admite la sustitución por naturaleza del apoderamiento,


siempre que no exista prohibición expresa del poderdante. Es incorrecto plantear que
existen poderes irrevocables, lo que existen son poderes donde el poderdante no le concede
al apoderado la facultad de sustitución, que parece lo mismo pero no es igual.

La sustitución puede operar por medio de la concesión de un poder por el


apoderado en ejercicio del poder que ostenta, con este nuevo acto, llamado
subapoderamiento, no se transfiere el poder, pues el primer apoderado conserva el suyo,
por tanto hay dos sujetos que representan a la misma persona. Diferente sería el caso de que
el apoderado actúe a nombre propio, y por tanto el nuevo representante no lo es del
representado primitivo.293

Por la gestión o por los actos realizados por el sustituto es responsable el


representante a menos que se autorice por el representado la designación de sustituto,
designando la persona que puede ostentar esta condición. Artículos 64, 407.1,2,3 del
Código Civil cubano

4.1.5 Extinción del poder:

292
Vid. SERNA MEROÑO, Encarna...op. cit. pp.521 a 523 La autora brinda las diferentes teorías que se han
formulado sobre el tema.
293
SERNA MEROÑO, Encarna, en Comentarios al Código Civil...op. cit. p. 508

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La representación Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

El poder se extingue por las causas generales extinción de los negocios jurídicos y en
especial las establecidas en el artículo 64 y 409 del Código Civil.
``

4.2 Poder y Mandato:

La doctrina clásica de la representación postula entre sus pilares básicos la


distinción entre poder y mandato. El Derecho Romano concibió que cuando un sujeto
realizaba un acto jurídico por otro lo hacía por medio del contrato de mandato. Se ha
sostenido que en el desarrollo del derecho romano clásico sólo se admitió la representación
indirecta, pues los actos realizados por el mandatario (representante) con un tercero, en
principio solo afectaban directamente la esfera jurídica del mandatario, siendo preciso un
acto subsiguiente para que los efectos de dicho acto repercutieran en la esfera jurídica del
mandante (representado) 294. En el Derecho Canónico fue admitida como principio general
la representación directa. No obstante hasta hace poco los términos fueron confundidos, tal
es así que en muchas legislaciones subsisten todavía esas imprecisiones. Sin embargo la
doctrina española, alemana y francesa al igual que su jurisprudencia 295 han dejado
establecido de forma clara la distinción existente entre el poder y el mandato.

El mandato es un contrato y se caracteriza por ser un negocio jurídico bilateral y


obligatorio entre las partes. Se entabla una relación interna en la cual el mandatario se
obliga a realizar una actividad por cuenta del mandante, pero no a nombre de este. Según
WINDSCHEID296 mandato significa que uno debe o esta obligado a hacer algo, mientras que
el poder supone una potestad de hacer. En la representación directa se obra a nombre propio
y por cuenta de otro, conociendo el tercero de la existencia de un poder, o el mero actuar a
nombre de otro. El poder es un negocio jurídico unilateral y recepticio. Ello significa que
este negocio nace de la voluntad del representado (poderdante) por el cual el representado
(apoderado) no resulta obligado a nada, ni siquiera tiene que aceptarlo para considerar que
existe el negocio. Y es recepticio pues ha de ser conocida por el apoderado dicha voluntad
de representación para que pueda surtir efectos jurídicos (no es condición de existencia,
sino de eficacia) y convertirse el apoderado en verdadero representante de los intereses del
poderdante. Cuando un representante actúa la relación jurídica se establece entre el
representado y el tercero como si fuera el mismo el que estuviera actuando, el tercero, en la
representación directa, siempre conoce que se actúa a nombre del representado. Cuando
actúa un mandatario la relación se materializa sin que trascienda a terceros a nombre de
quien se está actuando, se actúa en interés ajeno.

294
Idem...op. cit. p.471.
295
Sentencias 10/11/1935, 16/2/35, 22/4/42 “con general aceptación, el derecho científico distingue
actualmente los conceptos de mandato y representación y hace observar que las diferencias esenciales entre
ambas ni siquiera se borran completamente en el mandato representativo, porque el mandato afecta a la
relación material de carácter interno entre el mandante y el mandatario y el apoderamiento, concepto formal,
trasciende a lo externo y tiene como efecto ligar al representante con los terceros, siempre que el
representante actúe dentro del poder que se haya conferido, y aunque de ordinario los poderes van ligados a
una relación de mandato, no es esencial esta coincidencia, ni son idénticos los privilegios y normas a que se
ajustan el poder y la relación jurídica obligatoria que origina su otorgamiento ” citado por DIEZ PICAZO en La
representación.......op. cit. p.35.
296
Citado por DIEZ PICAZO Y PONCE DE LEÓN, Luis. La Representación en el Derecho Privado. op. cit. p.35

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La representación Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

La representación y el mandato han estado muy ligados, tan es así que se afirma
que en todo poder hay un mandato porque se actúa por cuenta ajena. También se afirma
que existe mandato representativo y no representativo, en el primero el tercero con quien se
contrata conoce que se actúa por cuenta y a nombre de otra persona, mientras que en el no
representativo se actúa a nombre propio y por cuenta ajena, llamado en la doctrina el
verdadero mandato.

El Código Civil cubano liga ambas figuras, ya que al definir el poder en su


artículo 414.1 establece: “se denomina poder al mandato por el cual el mandante confiere
facultades de representación al mandatario”, al igual que la remisión expresa que el
contrato de mandato realiza al artículo 64 del código. Ciertamente en todo poder hay un
mandato, en cuanto a que se actúa por cuenta ajena, pero este negocio tiene particularidades
propias. Por su parte el artículo 398 define que “por el contrato de mandato, una persona
se obliga a realizar un acto jurídico o gestionar su realización en interés de otra....”. Como
se observa si bien el Código optó por reconocerle cierta autonomía a las figuras jurídicas
comentadas, dicha autonomía parece formal, pues al tratar de definirlas incurre en el error
de confundirlas.

5. Representación indirecta.

El mandato en la esfera civil y la comisión en el ámbito mercantil son ejemplos


clásicos de la llamada representación indirecta, que se denomina por algunos autores como
impropia o en sentido económico. El substrato de la representación directa y la indirecta es
el mismo, se actúa para solventar un interés ajeno, la actuación repercute en la esfera
jurídica del representado y el negocio realizado le pertenece a este último sujeto.

En la representación indirecta se actúa en interés ajeno y a nombre propio(agere


in nomin proprio) por ello se discute tanto en la doctrina como en la jurisprudencia actual si
existe un vínculo entre el representado y el tercero, relación esta que sin discusión se
evidencia en la representación directa.

La discusión mas acalorada en este sentido es la referida a si el negocio jurídico a


realizar por el representante, es de adquisición o venta de bienes. Surgiendo en efecto una
dificultad efectiva para el mandante que sería la de recuperar el bien comprado al no poder
ejercitar la acción reivindicatoria, por no ser el propietario y solo estar vinculado con el
mandatario por una relación personal. Es de destacar que la jurisprudencia del Tribunal
Supremo Español297 al resolver el problema mantiene la posición de que existe una relación
o comunicación directa entre el patrimonio del mandante y del tercero, partiendo del
principio de que el mandato no es una contrato con finalidad traslativa del dominio y por
tanto cuando actúa el mandatario la propiedad de lo adquirido es directamente del
mandante, sin necesidad de un negocio posterior.298
297
Vid. Sentencias de 23 de enero 1969, la de 26 de noviembre de 1970 y la de 14 de octubre de 1989.
Posición también mantenida por Serna en op. cit. p. 543 y DIEZ PICAZO Y PONCE DE LEÓN, Luis, en La
Representación op. cit. p.611.
298
Establece el artículo 408 del Código Civil cubano que “el mandatario está obligado a informar al mandante
del curso de su actividad y de cualquier sustitución o delegación de facultades que realice y entregarle todo lo

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La representación Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

En virtud de esta posición son muchos más los adeptos en la doctrina española
(ALBALADEJO, DIEZ PICAZO) que sostienen que la representación indirecta es verdadera
representación; pues lo que es determinante es la actuación en interés ajeno, existiendo en
la vida práctica muy variadas razones por las cuales la identidad del representado debe
quedar oculta, pero por ningún concepto se puede considerar que no existe representación.

Por tanto lo que diferencia al poder del mandato, es que en el mandato, por lo
general, al exterior no se conoce que se actúa en interés ajeno, pero los efectos jurídicos
repercuten en la esfera jurídica del mandante (representado). Se concluye en la actualidad,
que si lo básico en la representación es la actuación en interés ajeno, no es posible seguir
afirmando que la representación indirecta no es una verdadera representación. Sin embargo
en virtud del artículo 57 del Código Civil cubano parece ser que este cuerpo legal mantiene
la tendencia de que fenómeno representativo se manifiesta sólo cuando el representante
actúa en nombre de otro, descartándose así en un precepto general la posibilidad de
considerar la representación indirecta como una verdadera representación.

6. Representación legal.

La representación legal es la autorización concedida por la ley para que una


persona actúe en nombre y en interés de otro sujeto. Esta modalidad de representación se
caracteriza por el hecho de que su origen se encuentra en la ley y no en la voluntad del
representado, partiendo del presupuesto de que este no es capaz para la realización de actos
jurídicos, bien porque está declarado incapaz (enfermedad), incapaz por edad, por ser un
impedido (ausente) o porque represente ciertos bienes o negocios cuya gestión se le confía
(naciturus). Así es la ley quien determina el alcance y la extensión de los poderes del
representante legal.

El Código Civil cubano reconoce la representación legal en los artículos 57, 59,
60, 62, 65, en especial, aunque otros artículos generales la reconocen. Además existen
numerosos casos de representación legal en nuestro derecho, partiendo del propio artículo
32 del Código Civil nos remitimos por mandato de ley al Código de Familia en sus
artículos 82 al 87 referidos a la patria potestad sobre menores, al artículo 137 y siguientes,
del Código de Familia referido a la tutela y el artículo 33.2 del Código Civil referido al
representante del ausente.

Debido al sin número de casos en los que está presente la representación legal
algunos autores plantean la imposibilidad de dar un tratamiento unitario a la figura y hasta
se ha discutido si es una verdadera representación, o se trata de otra figura 299. Sin embargo
que reciba por cualquier titulo por razón de sus gestiones”
299
Vid. ALBALADEJO GARCÍA, Manuel. La Representación, op. cit. p.445 y SERNA MEROÑO, Encarna, op. cit.
p.547, los cuales mencionan esta corriente pero la desechan al considerar que no hay justificación para excluir
a la representación legal, pues también aquí se manifiesta la esencia de todo fenómeno representativo, esto es,
que una persona (representante) intervenga por otra (representado) en el desarrollo de una actividad jurídica
no para su beneficio, sino en interés y por cuenta ajena. Y añado en nombre ajeno pues es un caso típico de

- 241 -
La representación Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

existen notas o ideas centrales que caracterizan a la figura en cuestión. En primer lugar es
necesario advertir que la misma nace con el fin de proteger y complementar la capacidad de
obrar de aquellas personas que la tienen restringida o no la tienen por su propia naturaleza o
aquellas que por ministerio de la ley no la poseen.

La naturaleza jurídica de la representación legal resulta interesante. Estamos en


presencia de un tipo de representación directa, porque el representante no actúa en nombre
propio, sino a nombre del representado, sin embargo el representante es el actor del negocio
y su voluntad es la determinante a la hora de la realización del mismo, pues él representa a
un incapaz o impedido. Al decir de DIEZ PICAZO “la representación legal estricta se da
cuando se produce plena, total y completa sustitución del representado por el representante
y cuando además el representado no pueda tener en el acto ninguna intermediación.”300

Así la representación legal en sentido general tiene determinadas características:

1. La representación legal encuentra su razón de ser en la necesidad


de suplir la imposibilidad jurídica de la persona.

2. El representante es siempre capaz, entendiendo la capacidad


general (art. 29 Código Civil cubano) para la realización de cualquier
acto jurídico o la capacidad requerida para la realización del cargo u
oficio. Por el propio fundamento de esta representación el
representado es incapaz.

3. No nace de un acto jurídico, no emana de la voluntad privada, ni


depende de ella. Su origen es la ley, por ello de ella dimanan
aspectos trascendentales. La ley determina en que casos existirá la
representación legal, esto significa que existen numerus clausus y
una estricta tipificación en la norma. La ley establece cuál o cuáles
sujetos serían los designados para actuar en carácter de
representante según el supuesto legal 301, fijará además cuáles son
las facultades de estas personas(art.59 del Código Civil cubano) y
cuáles son los órganos que deben controlar su actuación
determinando especialmente el Código Civil en su artículo 60, que
“siempre que el representante legal tenga un interés opuesto a su

representación directa.
300
DIEZ PICAZO Y PONCE DE LEÓN, Luis. La Representación....op. cit. p.289
301
Algunos plantean que existen supuestos como la patria potestad, en que la ley determina estrictamente
cuales son los sujetos que representan al menor, los padres, pero existen otros supuestos, como puede ser la
tutela, donde es el juez el que determina quien será el tutor, y por ello clasifican este tipo de representación
como judicial, porque la designación del representante emana del órgano jurisdiccional. Sin embargo es
necesario apuntar que este órgano está limitado en su actuar a designar a una o varias de las personas
establecidas taxativamente en la ley, escogidas por su condición de familiaridad o de afecto con el
representado. Al decir de ALBALADEJO en La Representación, anuario de Derecho Civil, op.cit, pp.268,269,
la terminología de representación judicial, no plantea inconvenientes en ser aceptada, siempre que quede
claro que se trata de un subcaso de representación legal, en cuanto establecida por ley.

- 242 -
La representación Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

representado, corresponde al fiscal la representación de este


último”.

4. El cargo de representante legal es irrenunciable pues es un deber y


no un derecho determinado por ley, sin embargo esto no significa
que el representante no pueda ser removido de su condición,
suspendido o privado sino cumple con las funciones asignadas. En
estos casos el órgano designado para el control de su actuación será
el competente para dar por terminada la función del representante.

5. No se prevé la posibilidad de admitir dentro de este tipo de


representación la sustitución, ni por voluntad del representante, ni
mucho menos por voluntad del representado, que no es capaz. Se
plantea que el cargo es insustituible precisamente porque nace de la
ley en atención a vínculos de parentesco y afecto con el
representado. Sólo cuando se presume que esta garantía se pueda
debilitar es cuando surgen los supuestos previstos por la norma, en
casos concretos, por ejemplo: art.60 del Código Civil cubano,
supuesto de intereses contrapuestos entre el representante y el
representado actúa el fiscal302.

En el ámbito de Derecho de Familia se ponen de manifiesto diversos tipos de


representaciones legales. Sin embargo existen supuestos interesantes por su particularidad
en la normativa del Código Civil, por ejemplo en el artículo 62 se establece que “los
trabajadores de una entidad dedicada a la compra y venta de bienes o a la prestación de
servicios, que laboren directamente con el público, se consideran representantes de aquellas
con respecto a los actos propios de la actividad que realizan”. Representación legal que
rompe con los presupuestos generales comentados. ¿Son estos trabajadores representantes
de la persona jurídica colectiva?.

Como se evidencia por la razón de ser de la representación legal, la misma se


extingue cuando desaparecen las causas que la originaron o por supuestos especiales que
determina la norma para la variedad de los casos de representación legal (art.65 Código
Civil cubano).

7. Representación de las personas jurídicas.

Se plantea en ocasiones que la representación de las personas jurídicas colectivas


es una representación legal. ”Sin embargo, ésta no es una representación legal toda vez que
no dimana directamente de la ley, sino de un acto voluntario y de un acto de autonomía
privada de la persona jurídica, como puede ser su regla funcional o sus estatutos”303.
Ciertamente las personas jurídicas colectivas, por su especial naturaleza, no pueden actuar
302
Supuesto parecido estableció el Código Civil checoslovaco de 1964 al determinar en su artículo 30 “Si hay
conflicto de intereses entre el representante legal y la persona representada, o entre varias personas
representadas por un mismo representante legal, el tribunal designará un representante especial”
303
DIEZ PICAZO Y PONCE DE LEÓN, Luis. La Representación.....op. cit. p.287.

- 243 -
La representación Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

sin la figura del representante, y en virtud de esta necesidad, algunos plantean que el tipo de
representación que opera es la legal. Otros como GIERKE Y DE DIEGO, afirman “que en
estos casos no existe representación, no hay representante que obre por y en nombre de la
persona jurídica, sino que es ésta la que obra por medio de su órgano (administrador,
gerente o director)”304. Por tanto el representante no le es ajeno a la persona misma, sino
integrante de ella. Sin embargo ello no excluye que una persona pueda actuar a nombre y
en representación de la persona jurídica sin ser parte integrante de la misma.

Por todo lo anterior se afirma que existe una representación mixta o imperfecta en
el actuar de la persona jurídica colectiva. O más bien una teoría intermedia que habla de la
representación orgánica.

8. El autocontrato.

El fenómeno de la autocontratación, contrato consigo mismo o autoentrada no


tiene sus orígenes en épocas romanas. DE CASTRO305 plantea que sus inicios hay que
encontrarlos en la “práctica mercantil, en las antiguas ciudades italianas y alemanas de
activo tráfico mercantil. Así los clientes autorizaban a banqueros y comisionistas para
contratar a nombre de dos clientes, o en el de uno de ellos consigo mismo, especialmente
cuando se trataba de mercancías con precio fijado en e mercado de la bolsa”.

Afirma HUPKA306 que en el Derecho Romano no se admitieron los actos de doble


representación por el principio prohibitivo que existía de la representación directa

El autocontrato está unido al fenómeno representativo. Se ha discutido en la


doctrina italiana y española si se relaciona con los negocios bilaterales o con los
unilaterales, concluyendo DIEZ PICAZO307 que entra dentro de la clasificación de
unilaterales. Sin embargo esto queda en la arena dogmática, sin duda alguna lo que más se
ha discutido de este fenómeno, es la admisión o no de la figura en el mundo jurídico. Dicha
discusión se ha concretado en querer evitar posible colisión de intereses entre el
representado y el representante.

El Código Civil cubano con carácter imperativo en la redacción de la norma


reconoce el autocontrato como fenómeno jurídico pero lo prohibe sin matizaciones de
ningún tipo, al establecer en su artículo 63 “el representante no puede realizar actos
jurídicos en los cuales concurra, simultáneamente, en nombre propio y de su representado o
de dos o más de las partes”. El artículo pudiera considerarse vinculado al principio de no
abuso de derecho regulado en el artículo 4, sin embargo sería dar por sentado que el
fenómeno siempre presupone un perjuicio o un abuso del representado, análisis que tiende a
la unilateralidad.

304
Citados por DICCIONARIO DE DERECHO PRIVADO, op. cit. p.3381.
305
Citado por DIEZ PICAZO Y PONCE DE LEÓN, Luis. La Representación.....op. cit. p.200.
306
Citado por CLEMENTE, Tirso. Derecho Civil Parte General. T-II ( tercera parte), Ed. Pueblo y Educación,
La Habana, 1984
307
Idem, p. 205.

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La representación Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

Se desconoce la ratio legis, podría encontrarse su fundamento en la laguna legal


que tiene el tema en España, pues al decir de DIEZ PICAZO308 el régimen jurídico de la
autocontratación constituye en el Derecho Positivo un tema que es preciso integrar con
base en los principios generales. Sin embargo la jurisprudencia del Tribunal Supremo y
primero la Dirección General de los Registros y del Notariado 309admitió la figura bajo los
supuestos en que el representado hubiera dado la autorización expresa, o la ley la
presuponga, cuando se trate de cumplir una obligación ya contraída y cuando la causa
jurídica aleje toda sospecha de lesión de una de ellas. De lo que se deduce que se protege
el interés encontrado y que no se perfeccionaría el vínculo si hubiera la más mínima
sospecha de intereses encontrados. Pudiera pensarse también que el rechazo de los códigos
socialistas de la Europa del Este a la figura fuera también la causa de la tajante regulación
en el Código Civil cubano, pues estos sin duda fueron fuente al igual que el Código Civil
español de las actuales legislación común cubana.

No existe en Cuba sentencia del Tribunal Supremo que atenúe el artículo 63 del
Código Civil por lo que se mantiene reacio nuestro Derecho Civil en admitir el fenómeno.
De esta forma nos encontramos rezagados al no reconocer la importancia que brinda el
autocontrato en la agilidad del trafico jurídico. Además que la doctrina moderna reconoce
el ahorro de esfuerzo que implica la actuación consigo mismo; pues el representante al
respetar y proteger los intereses del representado y actuar siempre en su beneficio, sin
intereses contrapuestos garantiza la realización del negocio jurídico con rapidez y eficacia.
Solo en líneas generales no es admitido cuando existe un riesgo, un abuso o un peligro de
conflicto de intereses entre los sujetos del negocio representativo.

De todo lo anterior se colige que en el supuesto de que en Cuba se realizara un


contrato consigo mismo, el acto se reputaría como nulo, en virtud del artículo 67 ch) del
Código Civil por ir en contra de una prohibición legal, teniendo el acto solo efectos
indirectos, si se hubiera ejecutado en todo o en parte, en virtud del artículo 75.1 del propio
cuerpo legal.

BIBLIOGRAFÍA SUMARIA:

ALBALADEJO GARCÍA, Manuel La Representación, en Anuario de Derecho Civil,


fascículo 1ª4,Madrid, 1958; ALBALADEJO GARCÍA, Manuel. Derecho Civil , T-I, V-II,
décima edición, Librería Bosch, Barcelona, 1989; CLEMENTE, Tirso. Derecho Civil Parte
General. T-II ( tercera parte), Ed Pueblo y Educación, La Habana, 1984, Diccionario de
Derecho Privado, T-II, Barcelona, Madrid, Editorial Labor.SA, 1954;
DIEZ PICAZO Y PONCE DE LEÓN, Luis. La representación en el Derecho Privado, Madrid,
1979; DIEZ PICAZO, L Y GULLÓN BALLESTEROS , A. Sistema de Derecho Civil, T-I,
Madrid, 1989; MESSINEO, Francesco. Manual de Derecho Civil y Comercial. Traducido
por Santiago SENTS MELENDO, Ed. Jurídicas europa-américa, Argentina,1954; PUIG I
FERRIOL, Luis. Manual de Derecho Civil. T-II, ed. Marcial Pons, Madrid, 1996; RAPA
ALVAREZ, Vicente. La Relación Jurídica. Categoría esencial en el nuevo Código Civil, en

308
Idem, p. 200.
309
SERNA......op. cit. p.553.

- 245 -
La representación Lic. Marta FERNÁNDEZ MARTÍNEZ

Revista Jurídica No.19, Abril-Junio de 1988. La Habana; SERNA MEROÑO, Encarna en


Comentarios al Código Civil y Compilaciones Forales, dirigidos por Manuel ALBALADEJO
y Silvia DÍAZ ALABART, T-XVII, V. 1ª, Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid
1993.

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El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

CAPITULO VIII
EL TIEMPO Y SU INFLUENCIA EN EL DERECHO CIVIL.

Sumario:
1 – GENERALIDADES. 2 – LA PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA. 2.1 – Presupuestos,
Objeto y fundamento. 2.2 – Ámbito, funcionamiento y plazos de prescripción. 2.3 –
Interrupción y suspensión de los plazos de prescripción. 3 – CADUCIDAD.
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA

1. El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Generalidades.

La palabra tiempo proviene del vocablo latino tempus, que designaba la época
durante la cual sucede alguna cosa o vive alguna persona310.

El hombre se ha preocupado siempre por descifrar el verdadero significado del


tiempo, su esencia, su incidencia en la vida humana y en la naturaleza en general. No debe
asombrar entonces que desde la antigüedad hasta nuestros días el tema del tiempo y su
transcurso indetenible haya ocupado un importante lugar en los estudios filosóficos. Así, la
filosofía idealista en sus múltiples variantes ha considerado que el tiempo, como el espacio,
no pasa de ser pura abstracción, existente sólo en la conciencia del hombre, negando su
carácter objetivo como forma básica de existencia de la materia.

Por el contrario, la filosofía materialista reconoce el carácter objetivo de ambas


categorías: espacio y tiempo, negando la realidad fuera de ambas y precisando que
constituyen formas de existencia de la materia. Desde esta cosmovisión del mundo, el
tiempo expresa la sucesión en que van existiendo los fenómenos que se sustituyen unos a
otros, es unidimensional e irreversible, desarrollándose todo proceso material en una sola
dirección, que va del pasado al futuro. Según el materialismo dialéctico, el universo está
conformado de materia en movimiento, y la materia no puede moverse de otro modo que no
sea en el espacio y en el tiempo311.

El conocimiento humano proporciona una representación cada vez más profunda


y correcta del tiempo y el espacio objetivamente reales. Ello permite analizar la influencia
de ambos no sólo en los procesos naturales, sino también en la vida social, que se desarrolla
en un espacio determinado y está sometida al influjo del tiempo.

Este influjo del tiempo se manifiesta tanto en el Derecho objetivo como en el


subjetivo. Así, en el objetivo, las normas jurídicas cambian cuando se transforman las

310
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., Derecho Civil. Parte General, Tomo II, Tercera Parte, Edición Universitaria, La
Habana, 1984, p.1008.
311
Vid. ROSENTAL, M. y IUDIN, P. (Directores), Diccionario Filosófico abreviado, Ed. Política, La Habana,
1964, pp.499 a 501.

- 249 -
El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

condiciones materiales de vida que dieron lugar a las mismas, es decir, la superestructura
jurídica se modifica cuando ocurren cambios en la base económico - social. En cuanto a los
derechos subjetivos, el tiempo influye en su nacimiento, modificación y extinción, como
veremos más adelante.

El artículo 48 de nuestro Código Civil establece que los acontecimientos naturales


son hechos que ocurren con independencia de la voluntad humana y que producen
determinados efectos jurídicos, atribuidos a los mismos por la ley. La definición legal
coincide con lo que doctrinalmente se ha conocido como hecho jurídico involuntario,
dentro de los cuales juega un importante papel el transcurso del tiempo, del cual las normas
hacen depender significativas consecuencias jurídicas de gran variedad312.

La incidencia del tiempo en las relaciones jurídicas debe analizarse en cada una de
ellas en particular, pero de forma general cabe establecer su influjo en la extinción y
pérdida de los derechos, o de las acciones necesarias para el ejercicio de estos, a través de
las instituciones de la prescripción y la caducidad, que estudiaremos más adelante.

Presupuesto necesario para el análisis de la incidencia del tiempo en las relaciones


jurídicas, es el estudio de las formas en que puede determinarse su transcurso, esto es, las
vías para efectuar su cómputo. Este particular también ha sido objeto de la atención del
hombre en todas las épocas, no sólo en cuanto a la sucesión de unidades temporales
amplias, sino incluso tratando de precisarse su medición dividiendo el día en horas, minutos
y segundos313.

Para la computación del tiempo se utilizaba en Roma el calendario Juliano 314 del
emperador Julio César, desde el año 708 antes de nuestra era. En nuestros días se utiliza en
casi todo el mundo el calendario Gregoriano, introducido por el Papa GREGORIO XIII en
1582, perfeccionando el anterior. En este último el tiempo se cuenta por años de 365 días,
distribuidos en doce meses de 30 días, siendo los días de 24 horas.
312
Los efectos del transcurso del tiempo se estudian particularmente en las instituciones jurídicas que por él se
afectan, tales como: en cuanto a la vigencia temporal de las normas, el comienzo de su entrada en vigor y el
período de aplicación de las mismas; respecto a la persona, determina la capacidad de obrar y tiene relevancia
en cuanto a la adquisición o pérdida de la nacionalidad, así como en la declaración de ausencia y de
presunción de muerte; respecto a las obligaciones, es esencial en las denominadas a término o plazo; en los
derechos reales, tiene decisivos efectos en cuanto a la inscripción registral. Vid. O` CALLAGHAN MUÑOS, X.,
Compendio de Derecho Civil, Tomo I, Parte General, Ed. Revista de Derecho Privado, EDERSA, Madrid,
1986, p. 403.
313
El destacado intelectual cubano, Dr. Elías ENTRALGO, en su lección inaugural del año académico 1950-
51 en la Cátedra de Historia de Cuba, de la Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad de la Habana,
conocida como Apología de las 7 de la mañana, recientemente reproducida por nuestra Alta Casa de
Estudios, se refiere a este particular y nos narra como el Egipto antiguo, a la cabeza de la cultura en tantas
cosas, inventó el reloj de sol 600 años antes de CRISTO. Estos primeros relojes, llamados cuadrantes o piedras
horarias, fueron llevados a Grecia, donde los perfeccionaron TALES DE MILETO, ANAXIMANDRO Y EUDOXOS,
llegando a ser conocido en Roma en el año 260 a.n.e. Para conocer la hora en la noche y en los días nublados,
inventaron los egipcios también, más tarde, en el año 300 de precedencia a nuestra era, los clepsidras o
relojes de agua. Después vinieron los relojes de aceite, los de arena y los neumáticos, hasta que en el año 947
después de CRISTO, aparecieron los de ruedas, construyendo el primero de ellos el Papa SILVESTRE II, en
Magdeburgo. Este último tipo de relojes es el que ha prevalecido y se ha ido perfeccionando hasta nuestros
días.
314
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., p. 1016.

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El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

El cómputo puede ser fijo, si se determina respecto a una fecha determinada o


momento concreto del calendario, o móvil, cuando su transcurso se mide atendiendo a
momentos indeterminados o por medio de divisiones del calendario, en años, meses,
semanas, días, horas. En el primer caso, la computación del tiempo no ofrece dificultades,
pero sí pueden aparecer éstas si se trata de la segunda forma, por lo que, en su caso, es
necesario establecer determinadas reglas para la computación.

En el caso del cómputo móvil, pueden seguirse dos sistemas: el de la computación


natural, que mide el transcurso del tiempo de momento a momento, o el de la computación
civil, que mide el paso del tiempo por días enteros. Generalmente se sigue el último sistema
apuntado, ya que permite mayor fijeza que la computación natural, que requiere el
conocimiento exacto de la hora inicial, lo que no siempre se conoce o se puede probar
adecuadamente. Este es el sistema de computación que al parecer sigue nuestro Código
Civil vigente, aunque no hay en él ningún precepto que lo indique así expresamente, pero
se colige de las reglas que establece para medir el tiempo en el artículo 9.

El apartado 1 del artículo 9 establece que si en las leyes se habla de meses,


semanas, días o noches, debe entenderse que los meses son de treinta días, las semanas de
siete días, los días de veinticuatro horas, y las noches desde las seis pasado meridiano hasta
las seis antemeridiano. Si los meses se determinan por sus nombres, se computarán por los
días que respectivamente tengan. En este sentido, nuestro Código Civil siguió lo normado
por el anteriormente vigente Código Civil español, en su artículo 7, antes de la reforma que
sufriera éste por decreto de 31 de mayo de 1974, que estableció la regla para computar de
fecha a fecha315.

Resulta esencial en el cómputo civil, si se fija el tiempo por días, saber si el día
inicial y el día final se incluyen o no en el plazo que se establezca. La regla tradicional en la
computación civil es la exclusión del día inicial de los plazos, que empezarán a contarse a
partir del día siguiente, como se expresa en la máxima dies a quo non computatur in
término. El día final si se incluye en el cómputo generalmente, quedando por entero dentro
del tiempo marcado para el plazo de que se trate, conforme a la regla expleto ultimo die
eiusdem numeri.

En este sentido se pronuncia claramente nuestro Código en su artículo 9.2, que


establece que los plazos empiezan a contarse a partir del día siguiente a aquél en que ocurre
el acontecimiento o hecho fijado para su inicio y se cuenta en ellos el día del vencimiento,
añadiendo que en caso de que el plazo fuera prorrogado, la prórroga comienza a contarse a
partir del día siguiente a la terminación del plazo original.

315
El artículo 5 del Código Civil español establece que si en el cómputo civil se fija el tiempo por meses o por
años, se computarán de fecha a fecha, y si al final del cómputo no existe tal fecha ( por ejemplo, un mes a
partir del 31 de mayo, no existiendo en junio día 31), es decir, cuando en el mes de vencimiento no hubiera
día equivalente al inicial del cómputo, se entenderá que el plazo expira el último del mes. Aunque se
considera que este sistema es más fácil y comprensible en el tráfico, también es más inexacto y menos
favorable al deudor, por ejemplo, cuando incide en el vencimiento de obligaciones a término.

- 251 -
El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

Asimismo, en el cómputo civil fijado por días se pueden incluir todos los días, ya
sean inhábiles o festivos, es decir, se sigue el llamado cómputo continuo, no el llamado
cómputo útil , que es propio del derecho procesal.

El artículo 9.3 establece que los términos civiles se computan en días naturales,
salvo las excepciones dispuestas en la ley. A diferencia de lo dispuesto por otras
legislaciones que en caso de que no pueda realizarse un acto determinado en el día final del
término por ser éste inhábil, disponen que el mismo deberá realizarse el día anterior, el
propio artículo mencionado señala como excepción de la regla anterior que si el
cumplimiento de una obligación o el ejercicio de un derecho es imposible en día no
laborable, se entenderá prorrogado el vencimiento del término hasta el siguiente día
laborable.

2. La prescripción extintiva.

2.1 Presupuestos, objeto y fundamento.

De manera general, puede decirse que la prescripción es la institución que produce


la adquisición o pérdida de derechos y acciones por el transcurso del tiempo, unido ello a
otros requisitos o presupuestos, o como expresara Diez Picazo, el fenómeno que, prima
facie, consiste en la modificación que experimenta una determinada situación jurídica con
el transcurso del tiempo316.

Dentro de este concepto amplio, cabe distinguir entre prescripción adquisitiva o


usucapión y prescripción extintiva. Ambas clases de prescripción son distintas, difieren
en cuanto a distintos requisitos, coincidiendo solamente en una y otra el paso del tiempo y
la inacción del titular del derecho, elementos comunes que producen distintas
consecuencias en uno y otro caso, por lo que resulta aconsejable su estudio por separado.

La prescripción extintiva o prescripción en sentido estricto alcanza, en principio, a


todos los derechos patrimoniales, razón por la cual es acertado su estudio en la parte
general del Derecho Civil, a lo que se une, en nuestro caso, que la sistemática del Código
Civil vigente incorpora esta materia a su Libro Primero, cuyos preceptos inciden en la parte
especial sin necesidad de reiterarlos.

La prescripción adquisitiva o usucapión sólo afecta a algunos derechos reales, es


una forma de adquirir el dominio sobre cosa ajena, por su posesión continuada durante el
tiempo que fija la ley y cumpliendo los requisitos que ésta establece, razón por la cual su
estudio corresponde a materia especial, no a la parte general, y en el Código se regula en el
Libro correspondiente a la Propiedad y otros derechos sobre bienes.

Aunque el transcurso del tiempo es de vital importancia para que la institución de


la prescripción extintiva se perfile como tal y surta sus efectos, no es suficiente sólo esto, se
necesitan otros presupuestos: la existencia de un derecho subjetivo que, pudiendo
316
Vid. DIEZ PICAZO, L., La prescripción en el Código Civil, Barcelona, 1964, p. 13.

- 252 -
El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

ejercitarse, no se ejercita por su titular, que se mantiene inactivo, y la falta de


reconocimiento del derecho por parte del sujeto pasivo de la pretensión que contra él se
tiene. Todo ello unido da lugar a la prescripción.

Ahora bien, ¿cuál es el objeto de la prescripción?; cuando ella tiene lugar, ¿qué se
afecta?. La doctrina no es unánime en las respuestas a estas interrogantes, se discute si lo
afectado por la prescripción es el derecho subjetivo considerado como unidad de poder
jurídico atribuido a la persona, o si sólo queda afectada la acción o acciones
correspondientes para hacerlo valer frente a otros.

Según la tesis tradicional, la prescripción únicamente extingue acciones,


paralizando el ejercicio judicial del derecho pero dejando a éste con vida, por lo que el
derecho pudiera hacerse valer extrajudicialmente. Sus opositores consideran que un
derecho que no puede ejercitarse ante el órgano jurisdiccional correspondiente estaría
desnaturalizado, y no tendría sentido admitir su existencia si no existe la posibilidad de
exigir judicialmente su respeto y cumplimiento.

La tesis de la prescripción de derechos es actualmente la más seguida por la


doctrina, pero su admisión también presenta problemas, pues a veces el derecho subjetivo
no se extingue por entero, sino que simplemente se reduce o se limita. Por ello se considera
que la prescripción afecta al derecho subjetivo, pero entendiéndose que aquí el término
"extinción" debe matizarse, pues se extingue el derecho en cuanto al poder de ser exigido a
otro, pues ha perdido su coercibilidad por la inacción del titular, pudiendo el tercero repeler
su ejercicio intempestivo.

Parece más clara la posición de ALBALADEJO317, que frente al desacuerdo en


cuanto a si se extingue el derecho como tal o la acción que corresponde para hacerlo
efectivo, entiende que la prescripción consiste sólo en que la ley faculta al sujeto pasivo
para que, pasado cierto tiempo inactivo e irreconocido el derecho, se niegue o no a hacer lo
que deba, retirando al titular el poder de imponerlo a aquél. Esta opinión, en esencia, es
sustancialmente igual a la mantenida por DIEZ PICAZO318, que advierte que se extinguen las
facultades de exigir contenidas en el derecho subjetivo. LARENZ afirma que la prescripción
no es causa de extinción, sino que sólo fundamenta para el obligado una excepción319.

El Código Civil cubano de 1987 se refiere en su texto a la prescripción de


acciones, no de derechos, denominando así al Título VIII de su Parte General donde regula
tal institución. En el artículo 112 dispone que las acciones civiles prescriben cuando no son
ejercitadas dentro de los términos fijados en la ley, añadiendo luego en el artículo 113 que
el cumplimiento de una obligación prescrita no puede ser impugnado por el que lo
realizó320.

317
Vid. ALBALADEJO, M., Derecho Civil. Introducción y Parte General, Tomo I, Volumen segundo, Ed.
Bosch, Barcelona, 1995, p.494.
318
Vid. DIEZ PICAZO, L., op. cit., pp. 33 y ss.
319
Vid. LARENZ, K., Tratado de Derecho Civil Alemán, Traducción y notas de Miguel IZQUIERDO Y MACÍAS-
PICAVEA, Ed. Revista de derecho Privado, EDERSA, Madrid, 1978, p.328.
320
Se discute cual es el fundamento de la solutio retentio en este caso, si la existencia de una obligación
natural producto de la subsistencia del derecho subjetivo a pesar de haberse extinguido la acción que priva a

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El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

En cuanto al fundamento de la prescripción, se ha considerado en ocasiones que


debe buscarse en la presunción de renuncia o abandono que puede colegirse de la inercia
prolongada del titular del derecho, pero si ello fuera así la prescripción no funcionaría si el
titular del derecho demostrara que no había tal voluntad de renuncia o abandono, y ello no
ocurre así en la práctica.

En realidad, se trata de una institución necesaria para el orden social y la legalidad


jurídica, pues el ordenamiento jurídico no debe proteger indefinidamente los derechos que
no se usan ni son reconocidos, ya que ello atentaría contra la seguridad jurídica general.
Con la prescripción se trata de mantener la estabilidad de las relaciones jurídicas, sin ella
podrían producirse reclamaciones carentes de verdadero fundamento, y quien las padeciera
podría haber perdido los medios de defensa o prueba producto del tiempo transcurrido, o no
recordar con seguridad si ha cumplido o no oportunamente lo que debía.

Sin embargo, también los intereses individuales intervienen en el ámbito de la


prescripción, pues aunque no puede renunciarse el derecho a prescribir para lo sucesivo si
puede válidamente renunciarse a la facultad de invocar la prescripción con referencia a los
derechos que la ley declara prescriptibles cuando el favorecido por dicha institución no
hace valer la excepción que pudiera esgrimir frente a quien reclama de él un determinado
comportamiento, admitiendo la doctrina la renuncia a la prescripción ganada, tanto de
forma expresa como tácita. También se admite que las partes, en determinados supuestos,
puedan incidir con su voluntad privada en los plazos de prescripción que establezca la ley.

Teniendo en cuenta lo anterior, parece difícil mantener que en el régimen de la


prescripción extintiva predominan siempre los intereses generales sobre los particulares, o
que por el contrario se atiende únicamente a aquellos para establecerla. DE CASTRO321
sostiene que actualmente la prescripción se ha convertido en una figura aceptada por la
sociedad, sin reservas, útil y probablemente necesaria para la limpieza y purificación
drástica del tráfico jurídico, que elimina situaciones residuales que obstaculizarían el buen
juego de las instituciones patrimoniales, y ello aunque sea a costa de ciertos resultados
concretos injustos.

Como acertadamente afirma RAPA ALVAREZ322, la prescripción actúa como un


acicate para que los derechos se ejerzan oportunamente, pues a medida que pasa el tiempo
se torna más difícil probar su existencia o su nacimiento, considerándose conveniente el
establecimiento de un límite temporal a la tutela jurídica de los mismos. Es conveniente al
interés social liquidar situaciones latentes pendientes de solución, eliminando la posibilidad

su titular de la posibilidad de hacerlo valer judicialmente, o el hecho de que al poder renunciarse a la


prescripción ganada deba entenderse como tal el cumplimiento, no pudiendo luego el que ha cumplido
impugnar su propia renuncia, ya que ello significaría volverse contra sus propios actos afectando con ello a
un tercero, en este caso a quien ha recibido el pago. Es la segunda posición la que nos parece más adecuada.
321
Vid. PUIG FERRIOL, L. y otros, Manual de Derecho Civil, Tomo I, Introducción y derecho de la persona,
Ed. Marcial Pons, Madrid, 1997, p.499.
322
Vid. RAPA ALVAREZ, V., "La relación jurídica. Categoría esencial en el nuevo Código Civil", en Revista
Jurídica, Nro. 19, abril- junio 1988, MINJUS, La Habana, p. 205.

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El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

de que los derechos se ejerciten después de transcurrido un tiempo considerable, cuestión


que se establece a través de la prescripción como institución de orden público.

2.2 Ámbito, funcionamiento y plazos de prescripción.

La doctrina es conteste en considerar que el ámbito de la prescripción es el de los


derechos y acciones de carácter patrimonial323, no estando afectados por ella los demás
derechos, como los de la personalidad, o las acciones relativas a los mismos, que no
resultan, por tanto, prescriptibles. Estos derechos no patrimoniales pueden en algunos casos
resultar afectados por el transcurso del tiempo, pero no por prescripción, sino por
caducidad, como se verá más adelante, aunque cabe señalar que la distinción entre plazos
de prescripción y plazos de caducidad se torna difícil en ocasiones, existiendo discusión en
cuanto algunos de los señalados por la ley.

La prescripción alcanza a los derechos patrimoniales como unidad, no


aisladamente a las distintas facultades que los integran, que no son desglosables en cuanto a
esta institución. Tampoco son prescriptibles las potestades, aunque éstas también pueden
resultar afectadas por el transcurso del tiempo a través de la caducidad.

Dentro de tales derechos y acciones patrimoniales, tampoco se afectan por la


prescripción las acciones que tienen por objeto obtener la declaración de nulidad absoluta
de los actos jurídicos, pues en este caso no se trata de ejercitar con ellas un derecho que
pudiera extinguirse por el paso del tiempo, sino de poner de relieve que el acto es inválido
desde antes y que sus efectos realmente no existen324.

El artículo 124 del vigente Código Civil dispone que son acciones
imprescriptibles las del Estado y de las entidades estatales para reivindicar sus bienes; las
de los coherederos, condueños o propietarios de fincas colindantes para pedir la partición
de la herencia, la división del bien común o el deslinde de las propiedades contiguas; las
destinadas a reclamar la devolución de los depósitos en cuentas bancarias, y las que se
ejerciten para reclamar por violaciones de derechos de la personalidad no relacionados con
el patrimonio.

Aunque el Código Civil cubano no lo dispone expresamente en su libro referido a


la parte general, debe entenderse que conjuntamente con los derechos principales
prescriben también los de carácter accesorio, pues no sería razonable lo contrario, es decir,
no sería lógico mantener con vida un derecho de garantía, por ejemplo, cuando ya ha
prescrito el crédito principal.

323
Vid. ALBALADEJO, M., op. cit., p. 498; CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., p. 858; DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN,
A:, Sistema de Derecho Civil, Ed. Tecnos, Madrid, 1992, p. 451; ESPÍN CÁNOVAS, D., Manual de Derecho
Civil Español, Volumen I, Ed. Revista de Derecho Privado, EDERSA, Madrid, 1982, p. 561; LARENZ, K.,
op. cit., p.p 327 y 328; PUIG BRUTAU, J., Compendio de Derecho Civil, Volumen I, Ed. Bosch, Barcelona,
1987, p. 369.
324
Vid. Artículo 68.1 del Código Civil cubano de 1987.

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El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

Como se infiere de lo que hasta aquí se ha apuntado, la prescripción funciona


como una excepción325, como medida de defensa del demandado a cumplir, que puede
abstenerse de hacerlo en virtud de dicha prescripción extintiva. Debe ser invocada
expresamente por el interesado en servirse de ella, pues si se toma en cuenta que el
favorecido por ella puede renunciar a la prescripción ganada de forma expresa o tácita,
debe entenderse que el juez no puede acogerla de oficio aunque aparezcan probados los
hechos en que ella se asienta, sino que es por voluntad del interesado o favorecido que ha
de oponerse frente a la reclamación o el ejercicio intempestivo del derecho, incluso fuera de
juicio, de forma extrajudicial.

La ley enlaza el cumplimiento de la prescripción con el transcurso de un tiempo


señalado con precisión, determinado diversamente respecto a distintos tipos de
pretensiones. Generalmente se establece un plazo de prescripción ordinario, que abarca a
todas aquellas acciones civiles que no tienen señalado término específico en el Código
Civil o en otras disposiciones legales. En nuestro caso, el vigente Código Civil ha reducido
notablemente dicho plazo general de prescripción, que según dispone el artículo 114 es de
cinco años.

Los siguientes artículos del Código, del 115 al 118, establecen plazos de
prescripción para acciones de tipo específico, que oscilan entre tres años y tres meses,
términos también considerablemente reducidos en comparación con los que establecía
anteriormente el Código Civil español.

Así, la acción reivindicatoria de bienes muebles prescribe a los tres años, no


señalando el Código en su Parte General plazo de prescripción para reivindicar bienes
inmuebles, sino que en el artículo 186, referido a la usucapión, señala que pueden
adquirirse por esta vía los bienes inmuebles urbanos que no sean de propiedad estatal a los
cinco años, de lo que se colige que éste será el plazo para reivindicarlos, añadiendo dicho
precepto que no pueden adquirirse por usucapión los inmuebles rústicos, por lo que podrá
reclamarse la propiedad de los mismos en cualquier tiempo.

En el plazo común de un año se ubican un conjunto amplio de acciones distintas:


prescriben en este tiempo las acciones destinadas a recuperar la posesión de los bienes, las
derivadas de resolución firme, las encaminadas a obtener la declaración de ineficacia del
acto jurídico anulable, las derivadas del contrato de seguro cuando no han pactado las
partes una ampliación de dicho término, las destinadas a reclamar indemnización de daños
y perjuicios derivados de actos ilícitos o producidos en actividades que generan riesgo, y
las originadas en enriquecimiento indebido.

A los seis meses prescriben las acciones para reclamar el saneamiento de los
bienes muebles vendidos, las de garantía de los bienes muebles comprados en
establecimientos de comercio y las derivadas de la prestación deficiente de servicios.

325
En el orden procesal, la prescripción extintiva debe alegarse como excepción perentoria, que representa
un ataque de fondo a la litis y debe resolverse por el órgano jurisdiccional en la propia sentencia que ponga
fin al proceso. Vid. artículos 236 y 495. 5 de la Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral de
nuestro país, a manera de ejemplos ilustrativos del uso de la prescripción como excepción en un proceso.

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El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

La acción para reclamar prestaciones periódicas prescribe a los tres meses. En el


caso de las obligaciones de pagar pensiones alimenticias, es necesario aclarar que el
derecho de alimentos no prescribe nunca, pero establecida la obligación de pagar estos por
meses anticipados, cabe la prescripción de la obligación de pago referente a cada uno de los
meses en que no se haya cumplido.

El artículo 119 reafirma la condición de institución de orden público que


caracteriza a la prescripción extintiva, pero dejando cierto margen a la autonomía de la
voluntad privada, al establecer que los plazos de prescripción no pueden ser alterados por
acuerdos entre las partes, salvo en los casos autorizados en la ley, dentro de los cuales cabe
señalar como ejemplo el caso del contrato de seguro, en el cual el propio Código autoriza a
las partes para que puedan ampliar dicho plazo, según lo dispuesto por el artículo 116,
inciso ch).

Gran importancia tiene en el juego de la prescripción la determinación del


momento inicial de su cómputo. Como es requisito de la prescripción la inactividad del
derecho durante el plazo que la ley marque, el comienzo de dicho plazo debe calcularse
desde que la actividad de aquél, siendo posible, no tuvo lugar.

El artículo 120.1 establece que el término de prescripción se cuenta desde que la


acción pudo ser ejercitada. Sin embargo, resulta necesario saber que debe entenderse por
posibilidad de ejercitar la acción. Según la teoría de la actio nata, sólo se precisa que la
acción haya nacido para que comience a contarse el tiempo de la prescripción, pero es
necesario resolver entonces cuándo debe entenderse que ésta nació, cuestión que supera la
teoría de la realización, que sostiene que la acción ha nacido cuando puede ser realizado el
derecho que con ella se actúa326, posición que es la seguida en este caso por el legislador
cubano. Así, por ejemplo, si se trata de derechos de crédito que imponen al deudor la
obligación de dar o de hacer, el plazo de prescripción comienza cuando el crédito
efectivamente ha nacido y ha vencido, tomando en consideración si la obligación está sujeta
o no a condición o término suspensivo; si la relación obligatoria impone al deudor un deber
de omisión, la prescripción se inicia con el acto contrario a dicha omisión; y si se trata de
derechos absolutos, el plazo prescriptivo comenzará a contarse desde que se vulnere tal
derecho.

En general, el momento a partir del cual puede ejercitarse el derecho debe


determinarse atendiendo a criterios objetivos, por lo que el plazo de prescripción empieza a
transcurrir desde que la acción puede ejercitarse, aunque el interesado ignore que ya puede
ejercitarla, pues según el mencionado artículo 112 las acciones prescriben por el simple
paso del término de tiempo fijado en la ley. No obstante, cuando la ignorancia del
interesado proviene de que se oculte al titular la lesión de su derecho, de modo fraudulento,
por razones de equidad debe prescindirse del criterio objetivo, y se entiende que para que
haya posibilidad de ejercitar una determinada acción, es preciso no sólo que se hayan
realizado los hechos de los que nace tal posibilidad de ejercicio, sino que tales hechos

326
En este sentido se pronuncia la Sentencia de 25 de enero de 1962 del Tribunal Supremo español, por
ejemplo, que declaró que para que un derecho prescriba no basta que haya nacido, sino que, además, es
necesario que pueda ser ejercitado. Vid. PUIG BRUTAU, J., op. cit., p. 376.

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El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

deben ser externamente perceptibles en el círculo del interesado, que no permanezcan


ocultos a éste327.

Los siguientes apartados del propio artículo 120 particularizan distintos supuestos
para el inicio del cómputo de la prescripción. Así, si la acción se deriva de resolución firme,
comienza a decursar el tiempo de la prescripción desde la fecha de la firmeza de dicha
sentencia; si se impugnan actos por razón de su ineficacia, desde que se tiene conocimiento
de la causa que produce aquella; si se exige responsabilidad por actos ilícitos, por
enriquecimiento indebido o derivada de actividades que generan riesgo, desde que se tenga
conocimiento de los daños y perjuicios 328 y de su autor; si toda la deuda puede ser
reclamada por falta de un pago parcial, desde el momento en que éste es exigible.

La prueba de que no ha transcurrido efectivamente el plazo prescriptivo


corresponde, si la otra parte lo contradice, a quien ejercita o pretende ejercitar el derecho de
que se trate; a quien pretende ampararse con la prescripción le basta, por su parte, aducir
que la misma ya tuvo lugar.

Debe recordarse que para el cómputo de los plazos de prescripción, habrán de


aplicarse las reglas generales ya comentadas, contenidas en el artículo 9 de nuestro Código
Civil.

2.3 Interrupción y suspensión de los plazos de prescripción.

Como ya se ha planteado, para que se de la prescripción es necesario que exista un


derecho que, pudiendo ejercitarse, no se pone en práctica durante el tiempo que la ley
señala. Así, la doctrina científica y la jurisprudencia proclaman que si el titular de un
derecho se encuentra en imposibilidad de ejercitarlo a consecuencia de un obstáculo
cualquiera, que proceda ya de la ley, ya de fuerza mayor, o hasta de la misma convención
en ocasiones, la prescripción no corre contra aquél hasta que cesa o desaparece dicha
imposibilidad.

De esta manera, la aparición de tales obstáculos puede dar lugar a la interrupción


o suspensión del plazo prescriptivo. Cuando las causas que determinan un impedimento de
la prescripción imponen que el tiempo tenga que volver a contarse por entero, quedando
completamente borrado el que hubiera transcurrido hasta allí, estamos en presencia de la
llamada interrupción de la prescripción. En el caso de la llamada suspensión, el transcurso
del tiempo de prescripción queda paralizado o detenido, pero cuando desaparece la causa
que la ha producido, el transcurso del tiempo se reanuda a partir del momento en que se
había detenido, de forma que el tiempo posterior se suma al anterior que ya había
transcurrido.

Nuestro Código Civil regula ambas figuras, lo que constituye una novedad, pues
no se reconocía la suspensión en el Código Civil español anteriormente vigente entre
327
Vid. ALBALADEJO, M., op. cit., p. 484.
328
Si se trata de lesiones que tarden algún tiempo en curarse, el tiempo de prescripción comienza a transcurrir
no a partir de la fecha en que las mismas se produjeron, sino a partir del momento en que se puedan conocer
de modo cierto los quebrantos ocasionados.

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El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

nosotros, a pesar de ser reconocida la misma teóricamente y defendida su importancia en


varios supuestos por múltiples autores.

La interrupción de la prescripción se regula en los artículos 121 y 122 del Código.


Las causas de interrupción están establecidas en el artículo 121.1, de forma similar a lo
preceptuado por el artículo 1973 del Código Civil español.

En primer lugar, el plazo de prescripción de las acciones se interrumpe por su


ejercicio ante los tribunales, esto es, mediante su ejercicio judicial, entendiéndose aquí
incluido tanto el hecho de la formulación de la demanda, como también la demanda de
conciliación, en su caso. Debe considerarse que produce efectos interruptivos no sólo el
ejercicio de la acción civil, sino también el procedimiento penal correspondiente, y que
tales efectos se producen desde la presentación de la demanda, incluso cuando esta se
presente ante tribunal incompetente.

En segundo lugar, la reclamación extrajudicial del titular del derecho al sujeto


pasivo de la relación jurídica de que se trate, ya sea mediante requerimiento notarial,
mediante una carta o, incluso, oralmente. En este caso, la interrupción se produce por la
declaración de voluntad hecha por el interesado, no sujeta a especiales requerimientos de
forma, de carácter recepticio, que lleve implícita la intención de hacer valer el derecho cuya
acción está en curso de prescripción frente al sujeto pasivo de la relación. El problema
estará en probar la fecha del acto interruptivo.

Por último, también es causa de interrupción cualquier acto de reconocimiento de


la relación jurídica. Puede tratarse de un acto expreso o tácito, y haberse hecho con la
finalidad de interrumpir la prescripción que corre en favor del que reconoce, o con otra
finalidad distinta.

En general, se considera que el acto interruptivo no tiene que ser efectuado


necesariamente por el titular del derecho, sino que puede ser también eficaz el ejecutado
por su representante legal o mandatario.

Cuando se produce válidamente la interrupción, el acto que a ella dio lugar


impide que la prescripción llegue a consumarse y por tanto puede el titular del derecho
imponerlo al obligado. Dicha interrupción también supone, como anteriormente apuntamos,
un importante efecto sobre el pasado, pues se destruye o se hace ineficaz el período de
tiempo transcurrido desde el inicio de la prescripción hasta que se produjo el hecho
interruptivo. Cuando cesan los efectos paralizadores de dicho acto, vuelve a correr la
prescripción, debiendo contarse para que ésta ocurra todo el plazo que previene la ley,
según el tipo de acción de que se trate.

El apartado 2 del propio artículo 121 subraya que finalizada la causa de


interrupción, comienza a transcurrir un nuevo plazo igual al originalmente establecido.
Aclara luego el artículo 122 que el cambio de sujetos en una relación jurídica no interrumpe
el término de prescripción.

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El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

Por otra parte, el Código también regula las causas que provocan la suspensión de
la prescripción, en el artículo 123. Se establecen tres supuestos: si el titular de la acción está
imposibilitado de ejercitarla ante el órgano jurisdiccional a causa de fuerza mayor; mientras
el titular no pueda ejercer su capacidad y no tenga representación legal, o permanezca bajo
la patria potestad o tutela de la persona que debe ser demandada; y durante el matrimonio,
con relación a los derechos de uno de los cónyuges respecto al otro.

Marcando la diferencia esencial entre interrupción y suspensión de la


prescripción, el apartado 2 del propio artículo 123 dispone que a partir del día en que cesa
la causa que dio origen a la suspensión, comienza a decursar el resto del término de
prescripción, con lo cual se indica que el que hubiera transcurrido antes del obstáculo
suspensivo se computa a los efectos del plazo total de prescripción.

Como ya se ha planteado, la figura de la suspensión opera cuando se han


presentado ciertos obstáculos para el ejercicio del derecho que el legislador toma en cuenta
para establecer que, mientras aquellos permanezcan, no corran los plazos de prescripción.
Es decir, la suspensión supone, en esencia, que no debe computarse el tiempo que
transcurre mientras dura el obstáculo, pero desaparecido éste la prescripción vuelve a correr
tomándose en consideración el período de tiempo que ya había transcurrido antes de
producirse el hecho que determinó la suspensión. Es por ello que se dice que la suspensión
implica la praescripto dormit329.

3. Caducidad.

El transcurso del tiempo tiene también incuestionable incidencia en la producción


de la caducidad de un derecho. Sin embargo, aunque ello va también a la inactividad del
titular, no deben confundirse caducidad y prescripción extintiva.

El término caducidad proviene del latín cado, que significa caer, morir,
extinguirse330, y en el orden jurídico su significado es similar, pues la caducidad de un
derecho significa la imposibilidad de su existencia como tal más allá del tiempo de vida que
al mismo han concedido la ley o la voluntad de los particulares.

La caducidad generalmente afecta a los llamados derechos potestativos o a las


facultades, sean estos de carácter puramente patrimonial o no, que tienden a modificar o
alterar una situación jurídica dada. Como esta posibilidad de modificar una relación jurídica
preexistente lleva en sí una situación de incertidumbre o inseguridad, tales derechos o
facultades nacen con un determinado plazo de vida, pasado el cual se extinguen
automáticamente. De lo anterior se ha deducido que la caducidad se funda en la necesidad
de dar seguridad al tráfico jurídico.

Los derechos o facultades que pueden quedar afectados o extinguidos por la


caducidad son de duración limitada, a diferencia de los derechos afectados por la

329
Vid. ALBALADEJO, M., op. cit., p. 499.
330
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., p. 1114.

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El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

prescripción, cuya duración es ilimitada aunque sólo resulten exigibles si no se les deja en
desuso durante determinado tiempo.

En el caso de la caducidad, el tiempo se cuenta necesariamente desde que el


derecho o facultad nace, mientras que en el caso de la prescripción el tiempo afecta al
derecho en cuestión desde que queda inactivo, por lo que si después de nacer se ejercita, el
tiempo se cuenta desde que la actividad cesa para que tenga lugar la prescripción, por lo
que ésta puede admitir interrupción o suspensión de su cómputo, cosa que no es posible en
el caso de la caducidad, para la cual el tiempo inexorablemente transcurre sin que pueda
detenerse.

Por lo anterior se afirma que en la caducidad opera el transcurso meramente


objetivo del término concedido para el ejercicio de un derecho, sin que se tomen en cuenta
las circunstancias subjetivas de su titular, mientras que en la prescripción, aún dentro de su
fundamento objetivo, como ya apuntamos, toma en cuenta la circunstancia subjetiva de la
inacción del titular del derecho. El fundamento de la caducidad, como afirma ESPÍN
CÁNOVAS331, no es subjetivo, sino puramente objetivo, el transcurso del plazo durante el
cual un derecho puede ejercitarse.

Así pues, la caducidad o decadencia es la extinción de un derecho que ya nace con


un plazo de duración limitada, de manera que al haber transcurrido el lapso de tiempo
previsto, tal derecho quedará necesariamente extinguido332.

Al ser la caducidad una institución jurídica de carácter objetivo, que impide el


ejercicio de un derecho luego de transcurrido el tiempo previsto para su duración, puede ser
apreciada de oficio por los tribunales, lo cual marca también una diferencia entre ésta y la
prescripción extintiva, admitida por la doctrina y la jurisprudencia.

Cómo ya se ha dicho, la caducidad puede ser legal, cuando proviene de la ley, o


caducidad voluntaria o negocial, cuando son las partes las que determinan el período de
vigencia de una facultad o derecho. En el caso de la primera, el efecto del cumplimiento del
plazo de caducidad es automático, una vez transcurrido se extingue el derecho ipso iure, no
siendo necesario que se alegue por el interesado para que sea acogida directamente por el
juez. En caso de caducidad proveniente de la voluntad de los particulares, la apreciabilidad
de la misma ex officio es insegura, considerándose en ocasiones por la jurisprudencia la
posibilidad de que sea tomada en consideración sólo si se alega por el interesado333.

Nuestro Código Civil regula la caducidad de forma general en su artículo 125, que
establece que en los casos expresamente determinados en la ley o en el acto jurídico, los
derechos caducan por el simple transcurso del tiempo, añadiendo luego el artículo 126, sin
distinguir entre los que tienen carácter legal o voluntario, que los plazos de caducidad se
aprecian de oficio por los órganos jurisdiccionales y no son susceptibles de interrupción ni
suspensión por causa alguna.

331
Vid. ESPÍN CÁNOVAS, D., op. cit., p. 568.
332
Vid. PUIG BRUTAU, J., Caducidad y prescripción extintiva, Ed. Bosch, Barcelona, 1986, pp. 7-20.
333
Vid. ALBALADEJO, M., op. cit., p. 537.

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El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

La regulación expresa, aunque breve, de la caducidad en nuestro Código Civil


constituye una novedad, pues tal institución no aparecía preceptuada en el Código Civil
español anteriormente vigente entre nosotros, a pesar de su aceptación en el orden jurídico
por la influencia de la doctrina germánica.

Según DIEZ PICAZO y GULLÓN334, el problema fundamental que plantea la


caducidad es el de determinar cuando estamos en presencia de ella o de la prescripción,
cuestión de gran importancia práctica por los distintos efectos de estas dos instituciones,
considerándose que un criterio aceptable para percatarnos de la distinción es el derivado de
la naturaleza del derecho objeto de la presunta caducidad, pues ésta recae sobre los
llamados derechos potestativos o facultades de configuración o modificación de una
situación jurídica. Si tal situación jurídica afectada por el ejercicio pendiente del derecho
se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a la situación
definitiva, debe considerarse que estamos en presencia de plazos de caducidad, no de
prescripción.

La diferencia fundamental entre caducidad y prescripción extintiva está en el


interés jurídico protegido. La primera protege un interés general, el de la pronta
certidumbre de una situación jurídica que se encuentra pendiente de una posible o eventual
modificación, mientras que la segunda protege un interés individual, que es el del sujeto
que podrá alegarla oponiéndose al ejercicio tardío de un derecho, cuando no podía ya
esperarse razonablemente tal ejercicio o cuando los medios de defensa son ya de difícil
actualización o han desaparecido, aunque no debe olvidarse que también la prescripción
tiene un fundamento objetivo, consistente en dotar de estabilidad a las relaciones jurídicas
cuando éstas se asientan en una apariencia que se prolonga en el tiempo afectando con ello
la seguridad del tráfico jurídico.

Por lo anterior afirman acertadamente algunos autores335 que el criterio de


determinar la naturaleza del derecho a que se aplica la caducidad o la prescripción no
resuelve definitivamente el problema planteado, pues la opción por una u otra es, más que
cualquier otra cosa, una cuestión de política jurídica, por lo que cualquier derecho o poder
jurídico es per se apto para ser sometido por ley a caducidad. Por ello lo más adecuado
resulta utilizar como criterio delimitador el de la interpretación en cada caso de la
disposición legal.

Pueden situarse como ejemplo de plazos de caducidad en nuestro Código Civil el


de ejercicio del tanteo y retracto legal, regulado en el artículo 230, que establece
expresamente que el derecho de tanteo caduca a los treinta días a partir del ofrecimiento, y
el de retracto a los treinta días contados desde que su titular haya tenido conocimiento de la
venta y el de vigencia de los testamentos especiales, que según el artículo 489 caducan si el
testador no fallece durante la campaña o travesía o se salva del peligro de muerte y
transcurren treinta días desde que el mismo tiene la posibilidad de testar en forma común.

334
Vid. DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A., op. cit., p.463.
335
Vid. LÓPEZ, A. y MONTÉS, V., Coordinadores, Derecho Civil. Parte General, Ed. Tirant lo Blanch,
Valencia, 1998, p. 530.

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El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

En resumen, se señalan cuatro diferencias esenciales entre la caducidad y la


prescripción336, que exponemos a continuación:

En primer lugar, se diferencian por su origen o nacimiento, pues la prescripción


siempre procede de la ley, mientras que la caducidad puede proceder de ésta o de un acto
jurídico privado.

En segundo lugar, se distinguen por su finalidad, pues la prescripción tiene como


propósito dejar un derecho desprovisto de acción ante la razón subjetiva del no ejercicio
del mismo por negligencia o abandono real o supuesto de su titular, mientras que la
caducidad fija de antemano el tiempo durante el cual puede ejercitarse útilmente un
derecho, atendiendo sólo al hecho objetivo de su falta de ejercicio dentro del término
prefijado deja sin vida tal derecho.

En tercer lugar, en cuanto a sus efectos, la prescripción actúa como una


excepción, sólo se tiene en cuenta cuando se invoca por el demandado, mientras que la
caducidad opera de manera directa y automática, el órgano jurisdiccional puede apreciarla
de oficio, aunque sólo se desprenda su transcurso de la exposición del demandante.

Por último, en cuarto lugar, la prescripción admite causas de suspensión e


interrupción, mientras que la caducidad no se ve afectada por tales causas, pues su efecto
extintivo respecto al derecho es radical y absoluto.

BIBLIOGRAFÍA SUMARIA:

ALBALADEJO, M., Derecho Civil. Introducción y Parte General, Tomo I, Volumen


segundo, Ed. Bosch, Barcelona, 1995; CLEMENTE DÍAZ, T., Derecho Civil. Parte General,
Tomo II, Tercera Parte, ENPES, La Habana, 1984; Diez Picazo, L., La prescripción en el
Código Civil, Barcelona, 1964; DIEZ PICAZO, L. y GULLÓN, A:, Sistema de Derecho
Civil, Ed. Tecnos, Madrid, 1992; ESPÍN CÁNOVAS, D., Manual de Derecho Civil Español,
Volumen I, Ed. Revista de Derecho Privado, EDERSA, Madrid, 1982; FERNÁNDEZ
BULTÉ, J. y otros, Manual de Derecho Romano, Ed. Pueblo y Educación, La Habana,
1982; GHERSI, C.A.(Coordinador)., Derecho Civil. Parte General, Ed. Astrea, Buenos
Aires, 1999; LARENZ, K., Tratado de Derecho Civil Alemán, Traducción y notas de Miguel
IZQUIERDO y MACÍAS- PICAVEA, Ed. Revista de derecho Privado, EDERSA, Madrid, 1978;
LÓPEZ, A. y MONTÉS, V., Coordinadores, Derecho Civil. Parte General, Ed. Tirant lo
Blanch, Valencia, 1998; O` CALLAGHAN MUÑOS, X., Compendio de Derecho Civil, Tomo
I, Parte General, Ed. Revista de Derecho Privado, EDERSA, Madrid, 1986; PUIG BRUTAU,
J., Compendio de Derecho Civil, Volumen I, Ed. Bosch, Barcelona, 1987; PUIG BRUTAU,
J., Caducidad y prescripción extintiva, Ed. Bosch, Barcelona, 1986; PUIG FERRIOL, L. y
otros, Manual de Derecho Civil, Tomo I, Introducción y derecho de la persona, Ed. Marcial
Pons, Madrid, 1997; RAPA ALVAREZ, V., "La relación jurídica. Categoría esencial en el

336
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., pp. 1116 y ss.

- 263 -
El tiempo y su influencia en el Derecho Civil. Lic. Caridad del C. VALDÉS DÍAZ

nuevo Código Civil", en Revista Jurídica, MINJUS, La Habana, Número 19, Año VI, abril-
junio de 1988.

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La publicidad en el Derecho Civil Lic. María Elena COBAS COBIELLA

CAPITULO IX
LA PUBLICIDAD EN EL DERECHO CIVIL.

Sumario:
1 – ALGUNAS NOTAS ACERCA DE LA PUBLICIDAD. 1.1 – Concepto. Objeto y vías
o formas de publicidad. 1.1.1 – En cuanto a las personas. 1.1.2 – En cuanto al objeto.
1.1.3 – En cuanto a hechos, actos o negocios jurídicos. 1.2 – Importancia. 1.3 – Efectos
de la publicidad. 1.3.1 – Efectos declarativos. 1.3.2 – Efectos constitutivos. 1.3.3 –
Distinción entre inscripción constitutiva e inscripción obligatoria. 2 – LOS
REGISTROS PÚBLICOS Y LA PUBLICIDAD. 2.1 – Distintos tipos de Registro. 2.1.1
– Registro del Estado Civil. 2.1.2 – Registro de Actos de última voluntad y Declaratoria
de Herederos. 2.1.3 – Registro de la Propiedad. 2.1.4 – Registro de Asociaciones.
BIBLIOGRAFÍA SUMARIA.

1. Algunas Notas acerca de la Publicidad.

Con la aprobación y promulgación del Código Civil cubano de 1987 y la aparición


del primer libro dedicado a la Parte General, se obtienen múltiples ventajas en el orden
organizativo y teórico, entre ellas el tratamiento de la publicidad, al no limitar el tema al
Registro de la Propiedad y al Registro Civil como apareciera en el Código Civil español,
que rigiera en Cuba hasta esa fecha.

En tal sentido reguló el legislador del Código Civil cubano en el Título V,


dedicado a la Publicidad de los Acontecimientos Naturales y de los Actos Jurídicos, en su
artículo 108, lo siguiente: " Los acontecimientos naturales y los actos jurídicos relativos
al estado civil y domicilio de las personas naturales y el llamamiento a su sucesión; la
constitución y extinción de las personas jurídicas; los derechos relacionados con la
actividad intelectual y artística; los que tienen por objeto bienes inmuebles, buques ,
aeronaves, vehículos terrestres, ganado mayor y los demás para los que se establece este
requisito, se anotan o inscriben en los registros públicos que determinan las leyes ". Este
artículo posibilita la remisión posterior a otros cuerpos legales que regulen la publicidad ya
específica, en dependencia del bien, de la persona ya sea natural o jurídica, o del acto de
que se trate.

La publicidad jurídica es desigual a la publicidad comercial, pero descansa en un


mismo principio: el de divulgar algo, dar a conocer a todos un mensaje, alguna cosa. La
moderna publicidad jurídica se afianza a través de la notoriedad que conceden a
determinados hechos o actos jurídicos los registros públicos, que como se verá más
adelante, no han sido siempre la base fundamental de la publicidad, que al principio
empleaba la tradición oral, luego se fueron dotando los actos o hechos de solemnidades o
rituales y más tarde aparecen los registros, que se consolidan en el Derecho germánico y en
plena sociedad medieval, a través de libros que después devinieron en los registros

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La publicidad en el Derecho Civil Lic. María Elena COBAS COBIELLA

inmobiliarios, referidos a la propiedad inmueble, expresión cabal de la riqueza para la


naciente burguesía.

1.1 Concepto. Objeto y vías o formas de publicidad.

La palabra publicidad proviene del latín publicus337, que significa hacer notorio,
patente, manifiesto.

La publicidad ha sido definida teniendo como factor esencial el conocimiento o la


exteriorización que produce, así como la permanencia que el acto o derecho inscrito alcanza
con ella.

En esta línea señala Tirso CLEMENTE que "la publicidad es un medio por el cual
la voluntad de las partes que intervienen en un determinado negocio jurídico, sea conocida
permanentemente y para el futuro ".338

Por su parte, Vicente RAPA señala que "la publicidad consiste en la notoriedad de
los registros o comunicación exterior de los mismos, que puede ofrecerse por exhibición de
sus libros a los interesados o por certificación o información de los encargados de su
custodia o conservación, a fin de que, mediante las inscripciones, los hechos y actos
jurídicos tengan eficacia en relación con los terceros y puedan ser constatados, tanto para
fines privados como para otros de carácter social ".339

La doctrina italiana representada por Renato CORRADO la valora señalando que


"publicidad en sentido estricto y propio puede definirse como el sistema de declaraciones
dirigido a señalar los cambios de las situaciones jurídicas privadas en interés genérico de
todos los ciudadanos. Supone para los demás la obligación de no ingerirse ni enfrentarse a
los derechos o situaciones publicados, sean estos derechos los de goce exclusivo de
determinados bienes (derechos reales), o se refieran a la esfera de la libertad de una
persona determinada (derechos de la personalidad ) ".340

Es la publicidad la acción o actividad encaminada a hacer que un hecho, acto,


derecho sea conocido de forma manifiesta o notoriamente por todos, erga omnes. Como
señala GARCÍA GARCÍA al referirse a la publicidad registral, " es la exteriorización
continuada y organizada de situaciones jurídicas de trascendencia real para producir
cognoscibilidad general " erga omnes " y con ciertos efectos jurídicos sustantivos sobre la
situación publicada ".341

337
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., Derecho Civil. Parte General, Tomo II Tercera Parte, ENPES, La Habana, 1984,
p. 1123.
338
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T.,op. cit., p. 1125.
339
RAPA ALVAREZ Vicente, "La relación jurídica civil. Categoría esencial en el nuevo Código Civil ", Revista
Jurídica Nro.19, MINJUS, La Habana, abril-junio, l988, p. 183.
340
Vid. CORRADO RENATO, citado por CORRAL GIJÓN J. M., La publicidad registral de las situaciones jurídicas
urbanísticas, Centro de Estudios Registrales, San José, S.A, Madrid, p. 7.
341
GARCÍA GARCÍA, José Manuel, Derecho Inmobilario Registral o Hipotecario, Tomo 1, Ed. Civitas,
Madrid, l988, p. 49.

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La publicidad en el Derecho Civil Lic. María Elena COBAS COBIELLA

El objeto de la publicidad lo constituye aquello sobre lo que ésta recae. Tomando


en cuenta los elementos de la relación jurídica: sujetos, objeto y causa, la publicidad puede
incidir en las personas, ya sean naturales y jurídicas342, los bienes ya sean muebles o
inmuebles 343 y en los hechos, actos y negocios jurídicos de diversa naturaleza 344, lo que
conllevará a su vez a la constitución y creación de diferentes tipos de Registros, como se ha
consignado anteriormente.

Pero no siempre han existido Registros para dar publicidad a determinados hechos
o actos jurídicos. En el Derecho Romano, por ejemplo, se organizaron desde época
temprana registros para la inscripción de los nacimientos, expidiéndose certificaciones de
los mismos a través de las llamadas professio natalis; pero no existieron registros
semejantes para dejar constancia de las defunciones, brindándose al juez amplias libertades
para admitir las pruebas propuestas en estos casos345. Tampoco existieron registros para
inscribir derechos reales o de crédito, aunque se practicaban ciertas manifestaciones
primarias de publicidad, proclamándose la realización de determinados actos mediante
pregoneros, o efectuando sacrificios religiosos para facilitar que se recordaran con
posterioridad la existencia de determinados hechos. La escritura, cuando se utilizaba
raramente, adquiría la función de prueba sujeta en juicio a libre y amplia apreciación346.

En el Derecho Germánico, sin embargo, si encontró aplicación un amplio sistema


elaborado de formas bien organizadas, sólidamente constituido. Inicialmente se utilizaron
formas de publicidad natural a través de asambleas, limitándose la misma a las partes y
testigos, pero la experiencia demostró que se interponían obstáculos a la comprobación
posterior de los actos realizados, por la dificultad de reunir a los testigos, que podían
encontrarse en lugares distantes, haber muerto o no recordar lo sucedido. Por ello se pensó
en la conveniencia de fijar por escrito el acto celebrado, de ahí la publicidad a través de
documentos, pero como éstos podían perderse o falsificarse, se buscó un medio para darle
seguridad a lo escrito y se crearon libros para fijar esos documentos. Es en estos libros que
encuentra su expresión legal el principio de la publicidad a través de los registros.

Además de la inscripción en los registros, se acudió también a fijar carteles o


avisos en las salas de justicia, o a la inserción en diarios oficiales para dar publicidad a
ciertos hechos o actos, cuando ésta debía extenderse fuera del campo restringido de las
personas interesadas, es decir, cuando los mismos tenían connotación general347.

En nuestros días, se continúan utilizando diferentes medios o vías de publicidad,


como las notificaciones mediante la tablilla de avisos en los Tribunales, regulada en la
342
Vid. en el Título II del Código Civil cubano dedicado a los Sujetos de la relación jurídica, Capítulo I
referido a las personas naturales y Capítulo II referido a las personas jurídicas, artículos 24 al 28.3 del Código
Civil y 39.1 y siguientes del propio cuerpo legal.
343
Vid. Capítulo I, Título III dedicado al Objeto de la relación jurídica, artículos 45.1 y siguientes del Código
Civil cubano.
344
Vid. Título IV, Capítulo I, del Código Civil, artículos 47 y siguientes.
345
Vid. FERNÁNDEZ BULTÉ, J. Y otros, Manual de Derecho Romano, Ed. Pueblo y Educación, La Habana,
1982, p. 49.
346
Vid. CLEMENTE DÍAZ, T., op. cit., pp. 1124 y ss.
347
Ibidem, p. 1127.

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La publicidad en el Derecho Civil Lic. María Elena COBAS COBIELLA

legislación procesal, donde se estudiará, la publicación de leyes o disposiciones normativas


cuyo conocimiento es necesario difundir para la exigencia de su cumplimiento a través de
la Gaceta Oficial del Estado, y la inscripción en los registros. También se utilizan formas de
divulgación que no constituyen medios de publicidad en el sentido jurídico de la palabra,
como las publicaciones en la prensa escrita, radial o televisiva, que permite conocer
determinadas disposiciones, acontecimientos o hechos, pero como ya dijimos no con
carácter de publicidad jurídica y con los efectos de ésta.

De todas las formas de publicidad apuntadas, continúa considerándose como la


vía fundamental para realizar ésta, como la más importante de sus manifestaciones, la vía
registral. Analizaremos a continuación algunos de los más importantes registros que
integran todo el sistema.

1.1.1 En cuanto a las personas:

- Si se trata de persona natural o individual, el hombre, el Registro que se ocupa de la


publicidad de los principales hechos y actos que con ella se relacionan es el
Registro del Estado Civil, donde se inscribe todo lo concerniente con el estado
civil de una persona: nacimiento, defunción, ciudadanía, y los actos que modifican
el estado civil como el matrimonio, divorcio, cambio de nombres, así como todo lo
relativo a la filiación. Tales inscripciones tienen carácter esencialmente probatorio,
no pudiendo decirse que la inscripción de las personas naturales determina su
personalidad, pues ésta a tenor del artículo 24 del Código Civil se adquiere con el
nacimiento.

- Si se trata de personas jurídicas, como el Estado, las empresas y uniones


de empresas estatales, las cooperativas, las organizaciones políticas,
sociales y de masas y sus empresas, las sociedades y asociaciones, las
fundaciones y demás entidades a las que la ley confiere personalidad
jurídica, la inscripción en los Registros Públicos correspondientes es
imprescindible y decisiva para el surgimiento de la personalidad, de ahí
que el carácter de su inscripción sea constitutivo, no teniendo existencia
legal fuera del Registro Público.

A partir de la existencia de múltiples personas jurídicas, aparecen diversidad de


Registros, tales como el Registro General de Asociaciones, el Registro Central de Empresas
y Unidades Presupuestadas, el Registro Mercantil, etc.

1.1.2 En cuanto al objeto:

Recaen dichos Registros en cosas o bienes, así tenemos el Registro de la


Propiedad, que tiene como objetivo la publicidad de los bienes inmuebles, viviendas,
solares yermos, así como otros Registros dedicados igualmente a la propiedad inmueble,
como el de medios básicos consistentes en inmuebles urbanos, los relacionados con el
patrimonio cultural y los bienes muebles, donde se incluyen los registros de buques y
aeronaves, el de vehículos automotores y el pecuario.

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La publicidad en el Derecho Civil Lic. María Elena COBAS COBIELLA

Si se trata de la publicidad relacionada con bienes inmateriales, que recae sobre


las creaciones que emerjan de la actividad artística o industrial existe el Registro de
Derecho de Autor con carácter facultativo, y el de marcas, patentes y otros derechos
intelectuales vinculados a la propiedad industrial.

1.1.3 En cuanto a hechos, actos o negocios jurídicos:

Aunque nacen a partir de la existencia de la persona, recogen hechos, actos o


negocios jurídicos, tal es el caso del Registro de Actos de Ultima Voluntad y Declaratoria
de Herederos, creado en virtud del Decreto- Ley número 117 de l9 de octubre de l989, que
tiene como finalidad esencial registrar los actos de última voluntad (testamentos) y de
declaratoria de herederos, otorgándole la publicidad necesaria a todos los actos
relacionados con la sucesión mortis causa348.

Coincido con el planteamiento del Dr. Tirso CLEMENTE de que, no obstante esta
delimitación de los Registros, es imposible apreciarlos de forma pura, teniendo una
naturaleza mixta, al entremezclarse en muchos de ellos los elementos que conforman la
relación jurídica349.

1.2 Importancia de la publicidad.

La importancia de la publicidad y su necesidad proviene del hecho indiscutible de


que los derechos, actos, negocios, obligaciones y deberes sean conocidos, no solamente por
el propio interesado, sino por terceros o por la propia sociedad donde se desenvuelven los
individuos en cuestión. Así, para la constitución de determinadas relaciones jurídicas, y
actos jurídicos en general, la publicidad es requisito esencial, ya que su eficacia depende de
la inscripción en el Registro350.

Históricamente ha sido una necesidad social el conocimiento, no sólo de las


normas jurídicas, sino también de las relaciones jurídicas que los hombres establecen en el
decursar de la vida. De ahí que la publicidad extienda su radio de acción, como ya se ha
apuntado, a las leyes y disposiciones legales en su generalidad, a tenor de lo regulado en la
Constitución de la República de Cuba de l976 que establece en su artículo 75 lo siguiente: "
Que las leyes aprobadas por la Asamblea Nacional entran en vigor en la fecha que en
cada caso determine la propia ley. Las leyes, decretos- leyes, decretos y resoluciones,
reglamentos y demás disposiciones generales de los órganos nacionales del Estado, se
publican en la Gaceta Oficial de la República ".351

348
En tal sentido se pronuncia el Decreto- Ley en cuestión al consignar en su artículo 2 lo siguiente:
"Mediante el Registro de Actos de Ultima Voluntad y de Declaratoria de Herederos, en lo adelante "el
Registro", adquieren publicidad los actos relacionados con la sucesión por causa de muerte, para que puedan
ser constatados tanto para fines privados como para otros de carácter social".
349
Vid. op cit, Tomo II ( Tercera Parte), pág. 1132.
350
Tal es el caso de la hipoteca, cuyo carácter es constitutivo, sólo nace cuando se inscribe en el Registro de la
Propiedad.
351
Con la Reforma Constitucional este artículo pasa a ocupar el número 77.

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La publicidad en el Derecho Civil Lic. María Elena COBAS COBIELLA

Por otra parte el Código Civil cubano regula entre uno de sus principios el que la
ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento, regulado en el artículo 3 del citado
cuerpo legal352, principio que sería de imposible cumplimiento de no existir una
consecuente publicación de las normas.

Aunque alguna doctrina en la materia353, criterio que comparto, señala que existe
una distinción entre la publicidad registral de los derechos reales y la publicación de las
normas. En el primer caso de lo que se trata es de dotar de publicidad los derechos
subjetivos y las situaciones jurídicas que se generan a partir de actos, hechos y negocios
jurídicos, mientras que en el segundo caso estaremos en presencia de la publicación de la
norma, del derecho objetivo cuyo radio de acción y efectos son totalmente diferentes.

Siendo el principio de publicidad el eje o centro de la actividad registral y de los


Registros Públicos, pero teniendo en cuenta la diversidad de Registros Jurídicos que
existen, en algunos casos se trata de la publicidad de hechos, como por ejemplo el Registro
Civil, referido al nacimiento, la muerte, el matrimonio, otras veces se trata de la publicidad
de personas jurídicas como las sociedades, como ocurre con el Registro Mercantil y
cuando nos referimos a los derechos reales sobre inmuebles estaremos mencionando al
Registro de la Propiedad.

Los fines de la publicidad registral dependerán del tipo de Registro de que se trate,
pero la importancia de ésta, será común para todos los Registros, al lograr la publicidad la
exteriorización del acto de que se trate, logrando la cognoscibilidad general354 encaminada
fundamentalmente a terceros y eficacia sustantiva o jurídica sobre la persona y sus bienes.
La publicidad tiene además importancia para el orden estatal, pues a través de ella se cuenta
con un instrumento efectivo para la realización de censos y la elaboración de estadísticas de
interés social.

1.3 Efectos de la publicidad.

Los efectos de la publicidad pueden ser abordados desde dos puntos de vista,
teniendo en cuenta su efectividad entre las partes y en relación con los terceros.

En el primer caso, cuando se requiere para la existencia misma del derecho o de la


relación jurídica el acto de publicidad registral, ello afecta a las partes puesto que sólo
podrán actuar de conformidad a lo dispuesto por la ley en cuanto a la inscripción, pues de lo
contrario el acto carece de eficacia. También en este sentido debe apuntarse que la
prioridad en la inscripción determina, en algunos casos, la titularidad del derecho.

352
El artículo señalado preceptúa lo siguiente : "La ignorancia de los preceptos de este Código no excusa de
su cumplimiento ".
353
Vid. GARCÍA GARCÍA, José Manuel: Derecho Inmobiliario Registral o Hipotecario, Tomo 1, Editorial
Civitas, SA, Madrid,1988, pág 44.
354
Comparto la idea de GARCÍA GARCÍA, cuando se refiere al hecho de que la cognoscibilidad no es lo mismo
que conocimiento efectivo: " No se trata de publicar para producir un conocimiento, sino de posibilitar que
exista o sea posible ese conocimiento. No se puede alegar ignorancia, aunque el conocimiento no haya
tenido lugar, ya que existe, en todo caso, la posibilidad de conocer el contenido del Registro ".op cit, pág 44.

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La publicidad en el Derecho Civil Lic. María Elena COBAS COBIELLA

En relación con los terceros, la inscripción en el registro prueba la existencia del


derecho o de la relación jurídica en cuestión, por lo que dicha inscripción crea la ficción de
que a partir de ella el hecho o acto inscripto es conocido por todos, y por el contrario, la no
inscripción puede traer como consecuencia que el hecho o acto se considere inexistente
frente a terceros. Esto es lo que se conoce como efectos positivos y negativos,
respectivamente, de la publicidad.

Las legislaciones modernas no sólo le atribuyen a los registros el carácter de


medios probatorios, en dependencia de la cualidad oficial del que está investido el mismo y
del control público a que está sometido, sino que además en muchos casos condiciona la
eficacia y existencia misma del derecho o situación jurídica a dicha inscripción registral. De
esto se deduce la distinción entre los efectos declarativos y constitutivos de la publicidad
registral.

1.3.1 Efectos declarativos:

El nacimiento del derecho y del negocio o acto jurídico no depende de la


inscripción efectuada en el Registro. Este existe con absoluta independencia de que se haya
efectuado o no la inscripción registral y produce consecuencias jurídicas frente a terceros,
erga omnes.

Por tanto la efectividad y valor del acto jurídico no depende de la publicidad que
otorga el Registro. Tal es el caso de negocios jurídicos como la permuta, la compraventa de
inmueble, la donación de bienes, entre otros.

De ahí que tal como señala GARCÍA GARCÍA, al criticar el término de inscripción
declarativa, referido a los derechos reales "que ésta ningún valor representa en la
configuración del derecho real "355.

Los hechos relacionados con el estado civil de la persona natural, como el


nacimiento y la muerte, son un ejemplo típico del efecto declarativo que produce respecto a
ellos la inscripción registral.

1.3.2 Efectos constitutivos:

La existencia del derecho o del negocio o acto jurídico depende de la inscripción


efectuada en el Registro, siendo la misma un elemento esencial para su configuración. De
ahí que el derecho no existe si no se produce la inscripción, conformando ésta el derecho en
su plena eficacia erga omnes, tal como señala GARCÍA GARCÍA, "el acto o negocio jurídico
se forma por la declaración de voluntad y la forma, pero el derecho que surge de ese acto
jurídico queda en suspenso, no nace, no existe, hasta que se haya producido la inscripción.
Esta constituye o crea el derecho "356.

355
GARCÍA GARCÍA, José Manuel, op cit, pág 558.
356
op cit, pág 566.

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La publicidad en el Derecho Civil Lic. María Elena COBAS COBIELLA

El ejemplo típico es la hipoteca en cuanto a los derechos reales, que sólo nace con
la inscripción en el Registro de la Propiedad, y la constitución de determinadas personas
jurídicas, cuya personalidad no nace hasta que se realiza la correspondiente inscripción.

1.3.3 Distinción entre inscripción constitutiva e inscripción obligatoria:

La inscripción constitutiva es un requisito esencial o imprescindible para la


existencia del derecho, mientras que la inscripción obligatoria es una obligación que la ley
impone, un deber impuesto, cuyo incumplimiento no ejerce efecto alguno sobre el
nacimiento, ni la eficacia del acto en cuestión, sino otras consecuencias jurídicas que se
derivan del incumplimiento de la obligación en cuestión.

Un ejemplo de inscripción obligatoria lo encontramos en el Decreto Ley número l85


modificativo de la Ley número 65 de 23 de diciembre de l988, Ley General de la Vivienda, de
fecha 28 de mayo de l998, que estableció en su artículo 117 lo siguiente: “Todas las personas
titulares de inmuebles, comprendidas las viviendas, otras edificaciones y solares yermos,
vendrán obligadas a inscribir en el Registro correspondiente, el documento acreditativo de su
titularidad, las trasmisiones de dominio, las cargas y variaciones constructivas así como
otros derechos sobre dichos bienes en los plazos y condiciones que establezca el Ministerio de
Justicia. Una vez inscrito el documento acreditativo de la propiedad en el Registro, el
Registrador lo devolverá a su titular con nota de la inscripción ".

2. Los Registros Públicos y la Publicidad.

2.1 Diversos tipos de Registros.

Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente, existen diversos tipos de Registros


de acuerdo al elemento donde recaiga la publicidad, en relación con las personas naturales,
las personas jurídicas, los bienes ya sean muebles o inmuebles, o inmateriales, y los hechos
o actos jurídicos357.

2.1.1 Registro del Estado Civil.

El Registro del Estado Civil surge por la necesidad de organizar la vida civil,
otorgando la publicidad fiable y auténtica de los datos concernientes al estado civil de las
personas naturales, el nacimiento, la muerte, el matrimonio, la filiación, entre otros.
Proporcionando la información fidedigna a los particulares y al Estado, previendo y
anticipando el momento en que el dato se necesite.

357
En este capítulo nos referiremos fundamentalmente al Registro del Estado Civil, Registro de las
Asociaciones por ser afines a la materia que se explica. Los demás Registros se desarrollarán en los
respectivos Manuales de las asignaturas, que explican los Libros del Código Civil cubano.

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La publicidad en el Derecho Civil Lic. María Elena COBAS COBIELLA

Tal como señalan algunos autores, "el Registro civil es como un catálogo oficial
de las personas integradas, en principio, y con algunas extensiones, en un ordenamiento
jurídico..."358

Pudiera definirse como la oficina pública, centro donde se hacen constar los datos
relativos al estado civil de las personas naturales. En el Registro del Estado Civil se
ordenan adecuadamente las actas relativas a éste, destinadas a proporcionar una prueba
cierta del mismo. Los registradores expedirán las certificaciones que se les soliciten por
cualquier persona, o harán constar que los asientos solicitados, en su caso, no existen en el
Registro a su cargo. Es adecuado apuntar aquí que según estableciera nuestra Constitución
de 1976 está abolida toda diferencia entre los hijos habidos dentro o fuera de matrimonio
formalizado, particular que, por tanto, no se consignará en las actas de nacimiento.
Tampoco se consignará la condición de hijo adoptivo en aquellos que tengan tal condición,
según estableció el artículo 106 del Código de Familia, modificado por el Decreto- Ley
número 76 de 20 de enero de 1984 referido a la adopción.

La actividad a desarrollar por el Registro del Estado Civil se regula en la Ley Nro.
51 de 1985, que establece que éste constituye una institución de carácter público a través de
la cual el Estado garantiza la inscripción de los hechos y actos relacionados con el estado
civil de las personas, resultando además un medio importante para la conformación de
estadísticas demográficas, de salud y otras de interés social.

Como ya se ha estudiado, dentro del estado civil se admiten, según la doctrina,


tres clases o tipos de estado: el político o de ciudadanía, que distingue entre nacionales y
extranjeros, el de familia, referido a la condición de pariente o no pariente y al estado
conyugal, distinguiendo a las personas respecto al matrimonio en solteras, casadas,
divorciadas o viudas, y el estado individual, que incluye el nacimiento, la edad, lucidez
mental, el sexo, la muerte. Todos estos particulares se inscriben en el Registro del Estado
Civil, que se estructura en cuatro secciones: nacimientos, matrimonio, defunciones y
ciudadanía. Los asientos practicados en el Registro constituirán la prueba del estado civil de
la persona, y sólo podrán anularse mediante ejecutoria del Tribunal competente.

En dichos Registros existen asientos principales, referidos al hecho o acto que se


inscriba en cada sección registral, y notas marginales, referidas a circunstancias que
modifican o afectan a esos actos o hechos inscriptos. Por ejemplo, al margen de la
inscripción de matrimonio, que constituirá el asiento principal, se anota la ejecutoria de
divorcio o de nulidad del mismo, o la presunción de muerte de uno de los cónyuges.

Cuando existan errores u omisiones en los asientos registrales, si son de carácter


material u obstativo, pueden ser enmendados por el propio registrador, de oficio o a
instancia de parte. Pero si se trata de errores sustanciales, que afectan el estado civil de la
persona, es preciso establecer proceso ante el Tribunal competente, que será el encargado
de decidir si procede o no la modificación de la inscripción.

2.1.2 Registro de Actos de Ultima Voluntad y de Declaratoria de Herederos.


358
LACRUZ BERDEJO J., y otros, Elementos de Derecho Civil, Tomo I, Parte General del Derecho Civil,
Volumen Segundo, Ed. Bosch, Barcelona, l983, p. 157.

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La publicidad en el Derecho Civil Lic. María Elena COBAS COBIELLA

Se encuentra vigente el Decreto- Ley número 117 de fecha 19 de octubre de 1989,


encargado de regular la actividad del registro conocido como Registro de Actos de Ultima
Voluntad y de Declaratoria de Herederos.

Dicho Registro tiene por objeto el de registrar los actos de última voluntad y de
declaratoria de herederos así como expedir, en su caso, las certificaciones positivas o
negativas que resulten de los asientos, evitar que se declaren herederos personas distintas de
las que sean por actos de última voluntad o declaratoria de herederos y evitar duplicidad en
la declaración de herederos, ya sea por vía testada o intestada, permitiendo en definitiva que
adquieran publicidad los actos relacionados con la sucesión por causa de muerte, de
acuerdo al artículo 2 del propio cuerpo legal359.

2.1.3 Registro de la Propiedad.

Ha de apreciarse el Registro de la Propiedad como institución jurídica al servicio


de la publicidad registral inmobiliaria, pues todo lo demás que genera el Registro, la
creación de una oficina, los conjuntos de libros, el servicio público, son sólo efectos de la
organización de la actividad registral, el modo de operar y de considerar su estructura
básica.

El texto de la Ley Hipotecaria española de 1861 contenía un párrafo señalando el


objeto del Registro de la Propiedad, que también mantuvo la Ley Hipotecaria en 1946, a
tenor del cual el Registro de la Propiedad tiene por objeto la inscripción y anotación de los
actos o contratos relativos al dominio y demás derechos reales sobre bienes inmuebles.

Por su parte, la Ley Hipotecaria extensiva a Cuba y a Puerto Rico en l893 y aún
vigente entre nosotros, refrenda en su artículo 2 qué ha de inscribirse en el Registro de la
Propiedad, mientras que el Código Civil cubano vigente, a diferencia del viejo Código Civil
español que antes regía entre nosotros, no contiene referencia al tema del Registro de la
Propiedad, al cual si hicieron referencia legislativa las dos Leyes Generales de la Vivienda,
artículos 121 de la Primera Ley General de la Vivienda, Ley número 48 de 27 de diciembre
de l984 y de la Segunda Ley General de la Vivienda, Ley número 65 de 23 de diciembre de
1988, al regular que " los títulos de propiedad sobre la vivienda y solares yermos deberán
ser inscriptos en el Registro correspondiente al municipio donde se encuentren ubicados
estos inmuebles. Una vez inscripto el título de propiedad, el Registro lo devolverá al
propietario con nota de inscripción ". A tenor de los artículos 120 de la Primera Ley
General de la Vivienda y 116 de la Segunda Ley General de la Vivienda se crearon
respectivamente y en su momento, el Registro de la Propiedad de la Vivienda y Solares
Yermos, a cargo de las Direcciones Municipales de la Vivienda.

En la actualidad, con la aprobación del Decreto Ley número 185 de mayo de


1998, se reunifica en un solo registro, a cargo del MINJUS, toda la actividad relativa a la

359
Todo lo concerniente a este Registro será estudiado en el Manual dedicado al Derecho de Sucesiones y en
dicha materia.

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La publicidad en el Derecho Civil Lic. María Elena COBAS COBIELLA

propiedad inmobiliaria, transfiriendo a este Organismo la función que venía desempeñando


el Instituto Nacional de la Vivienda360.

2.1.4 Registro de Asociaciones.

Aparece el tema regulado en la Ley número 54 de 27 de diciembre de 1985, la


cual deroga a la Ley número 1320 de 27 de noviembre de 1976 y tal como plantea en su
Primer Por Cuanto, es la vía de garantizar el derecho de asociación reconocido por la
Constitución en su artículo 53. Igualmente en el Segundo Por Cuanto se señala que las
transformaciones operadas en el país, demandan un aspecto importante, que lo constituye la
reorganización de los registros de asociaciones a nivel nacional.

En el Capítulo 1, dedicado a las Disposiciones Generales, aparece el objeto de la


Ley, que es regular el derecho de asociación reconocido constitucionalmente a todos los
ciudadanos, a tenor de su artículo 1.

En el artículo 2 se reconocen los diversos tipos de asociaciones, entre las que se


encuentran:

a) científicas o técnicas.
b) culturales o artísticas.
c) deportivas.
ch) de amistad o solidaridad
d) cualesquiera otras que conforme a la Constitución y a esta Ley se propongan a
fines de interés social.

En el Capítulo IV, dedicado al punto del registro, se señala que en el Ministerio de


Justicia radicará el Registro de Asociaciones Nacionales, en el que se inscribirán las
asociaciones de todo el territorio nacional de acuerdo al artículo 16 de la propia ley. En
cada provincia y en el Municipio Especial Isla de la Juventud radicará un Registro de
Asociaciones, adscrito a la correspondiente dirección de Justicia.

Entre las funciones del Registro de Asociaciones aparecen las siguientes:

1- Control.
2- Supervisión.
3- Inspección.

De acuerdo al artículo 17 de la norma que analizamos, el Registro de


Asociaciones tendrá como contenido lo siguiente:

1- Libros.
360 
Todo lo concerniente al tema del Registro de la Propiedad será tratado en el Manual de Derecho de
Propiedad y en la materia de derechos reales.

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La publicidad en el Derecho Civil Lic. María Elena COBAS COBIELLA

2- Documentos.
3- Controles de las asociaciones constituidas.

El Registro de Asociaciones tiene un carácter constitutivo, ya que la inscripción


de las asociaciones en el Registro determina su personalidad jurídica. Por otra parte, la
existencia legal de las asociaciones se acreditará con la certificación expedida por el
Registro donde se encuentre inscripta, tal como regula el artículo 18 de dicha Ley.

BIBLIOGRAFÍA SUMARIA:

ALBALADEJO, M., Derecho Civil, Tomo I, Volumen primero, Ed. Bosch, Barcelona,
1996; CLEMENTE DÍAZ, T., Derecho Civil. Parte General, Tomo II, Tercera Parte,
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