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EntregaN.

5 marzo 2010

El Tambo de los Destinos Encerrados


Literatura en La Ceja del Tambo
De Colombia, de Antioquia, de La Ceja… se ha dicho que son país, región,
pueblo de poetas… Cierto y Falso. Cierto porque sí estamos llenos de
escritores, independientemente de parámetros de calidad, de gusto, de
mercadeo o de éxito. Falso porque ser un país de escritores implicaría, entre
otras cosas, que el trabajo, la obra y la imagen de los escritores nutrieran de
una forma vívida la vida del país, la imagen del país, la cultura del país, hasta
la economía del país… Mejor dicho, no se trata de tener lugares donde haya
mucho escritor, deberíamos buscar que de esos escritores se supiera, se
conociera, se pudiera estar orgulloso o avergonzado. Bueno, eso deberíamos
buscar para bautizarnos como Tierras de Escritores cosa que no es necesaria,
de ninguna manera.

Pero mentiras. La Ceja sí es pueblo de escritores. Lo es de una manera


que puede ser sorprendente –por la sorpresa de lo inimaginado-. Aquí nació y
estuvo un escritor que llegó a ser el más popular de Colombia, y hasta mereció
pronunciamientos indignados de la purista crítica Española del siglo XIX. Lo
vimos en el colegio, pero más allá de Aures, de A Julia o de algunos versos de
sus Memorias sobre el Cultivo del Maíz –que tiene un nombre más largo- no
podemos decir que conocemos la obra de Gregorio Gutiérrez González, quien
cumple años por estos días. Abogado, traductor, eslabón entre el romanticismo
y el realismo en el país, primo de Aranzazu, cuñado del obispo Isaza, casi
científico… todo un sartal de cosas, además de poeta.

No conocemos bien ni siquiera a nuestro referente más universalizado.


Tampoco conocemos a nuestros referentes literarios más cercanos: El vecino,
la prima del novio, el ahijado del jefe, el muchacho que reparte buñuelos, el
profe, la alumna, el suegro, el cura párroco, las compañeras y compañeros de
trabajo, el bisabuelo del señor de la tienda. Tampoco conocemos, o se nos
olvidó, que hubo muchos escritores en todas las generaciones que han poblado
La Ceja. Que algunos nacieron y vivieron aquí, y luego partieron. Hoy, muchos
triunfan en el exterior, o en Bogotá, o en Medellín… Otros llegaron en mulas, a
pie, en carro de trasteo, se nutrieron de La Ceja y la nutrieron, dejaron su obra
y dejaron a La Ceja en su obra, y volvieron a irse, a pie, en mula, en avión, o en
caja de madera… Escritores que venían a pasear donde otros escritores, otros
que estudiaron aquí, otros que pasaron su locura en este valle de locos, otros
que se niegan a irse nunca, y otros que ya se saben encerrados en este Tambo
de destinos cruzados. Epifanios, Margas, Mateos, Ivanes, Rodríguez, Bernales,
Carmonas, Mendías, Fideles, Arangos, Toros, -vacas y cocuyos- Henaos,
Jaimes, Césares, Julios –Julio Césares- Manueles, famosos, ganadores de
concursos nacionales, esposas y esposos, ignorados, olvidados, inmortales,
desaparecidos, cejeños. Cejeños… Poetas, escritores de canciones,
eriodistas, traductores, cuentistas, novelistas, dramaturgos, copleros, creadores
de oraciones, filósofos, ensayistas, críticos, investigadores, guionistas; todos
los géneros literarios.
Para ser pueblo de escritores, y sobre todo para entregar a los lectores
de la Ceja lo que se ha escrito sobre ella (acerca de ella, y en el suelo de ella)
emprendemos este proyecto: El Tambo de los Destinos Encerrados. Consulta
las bases contactándonos en los correos electrónicos:

alfileressonambulo@gmail.com.
cultura@laceja-antioquia.gov.co
conciliodetrento@gmail.com

Visite nuestro enlace en la web: http://literaturaenlacejadeltambo.blogspot.com/


Vamos a lograr que la literatura se una al ramillete cultural del valle de los
cocuyos, de las vacas, de los escritores, y de los cejeños.

Esta es la quinta entrega. Estaremos enviando las páginas de varios escritores


cejeños, si usted escribe, o conoce a alguien que escribe y le interesa publicar
a través de nuestro medio, háganoslo saber en los correos mencionados arriba,
igualmente envíe este documento a todas las personas que usted considere
que les puede interesar conocer sobre la literatura cejeña.

ESCRITORES ENTREGA N. 5
EFLUVIOS Y OTROS POEMAS

Nace de la necesidad de volar con la magia de la palabra, ese otro pan que nos alimenta.
Efluvio es emanación, fuente inagotable, renovación constante y en esta dinámica ante
la palabra desgastada, los lugares comunes, la retórica sin sentido, la poesía opone la
palabra nueva, el vuelo, la sensación de habitar un encantamiento extraño.

César Tiberio Botero Gómez


Oriundo del Santuario bello pueblo del oriente antioqueño, es haber nacido en un lugar
nombrado como una palabra dignificada por el simbolismo del silencio, miramos en el
recogimiento, en el intuir algunos de los velos de las profundidades del ser.
Es bien con la poesía, volver a sus orígenes, y honrar a los mayores, en el recuerdo.

EFLUVIOS Y OTROS POEMAS

César Botero Gómez

DÍAS LINEALES

Los días pasan en su horizontalidad


rectilílineos y planos,
sin emociones,
sin sorpresas.
La misa cotidiana,
el cortejo fúnebre,
la maquinaria fabril,
la rutina y sus afanes.
De momento
alguien encuentra
el resquicio para soñar
que parecía un recuerdo primitivo,
un espejismo.
De momento
alguien desordena los parámetros,
rompe los esquemas,
subvierte la monotonía.
Entre tanto
los días pasan
horizontales
y planos.
FUGA

Los recuerdos
han anclado en las estaciones.

Tocan a mi puerta.

El asombro de un relámpago.
El sauce en un recodo.

De nuevo sueños.
Aromas, melodías
... aún gravitan en el tiempo.

En el filo de la memoria
las palabras redescubren
el secreto de los días.

FENIX

Un deseo de retorno a lo esencial


se apodera de mí.

Ave que se levanta


sobre los escombros del olvido.

La memoria vuelve,
me habita
de súbito
en las sombras del pasado.

Soy
vivencia presente.

RETORNO A SANTUARIO

Un antiguo olor a zanahoria


convoca mis recuerdos.
Un viejo empedrado
conduce la memoria
a los días de infancia.

Pueblo enclavado
en una altura consagrada.
Hortalizas,
frutos de la madre tierra.

Volver por tus calles


de magicas remembranzas,
retorno a mi paisaje,
y a mi paraiso jámas olvidado.

BODEGÓN ERÓTICO

Orgía de frutas
óvulos que fecundan esperanza,
mango - manzana
en cópula perfecta,
dos uvas
le recrean el amor
a un aguacate.
Un banano penetra la pera
deslizádo sobre la mesa.

PINCELADA FINAL

Desnudo como nací


así mismo me iré.
porfirio Barba Jacob
A Bernardo Ortiz,
in memoriam

Cansado de la densidad mundana


quiso levitar,
trancender a esferas más sutiles.
Voló con su pincel
a pintar querubines en el cielo.
Un gran telón celestial
está dispuesto
para que asombre
el rostro de Dios.

HAIKAI

Arreból.
Incendio
en la montaña.

Garzas al atardecer.
un árbol desnudo
se viste de miedo
ESPEJO

Al caminar
sentí que alguien
acechaba mis pasos.
Al mirar de soslayo
como Narciso
terminé sorprendido.

FUENTE

Efluvio,
música del agua,
Leda, su cisne y sus ángeles
escuchan.

ARTE POÉTICA N.1

Urdir con la palabra


la fantasía del poema.

Navegar con ella


el infinito mar
de la creación
de los sueños

Del silencio
brota
el poema,
fluye mágnifico
en el aire,
vibra
en el alma
del oyente.

AL ARTISTA

Pintor, artista del pincel


en cada cuadro vibra la vida
cantor, escritor ¿quién es Él?
que deja el alma transida.

¿lo suyo vale, será un oropel?


sutil metáfora, imagen concebida
fugaz lenguaje escapado del dosel
poesía por una diosa elegida.

Sus mágicas manos pintan sueños


que generan éxtasis, ensueños
¿será bohemio, loco, o un asceta?
De sus labios brotan poemas
palabras, fantasías y fonemas
señores es IVAN LÓPEZ, el poeta.

AUTORRETRATO

El vendedor de obleas
dobla la esquina
del poema.

ALBEIRO TORRES

DISERTACIONES SOBRE EL QUINTO MANDAMIENTO

Uno de los poemas más célebres del jonio ANACREONTE, a quien la


posteridad juzgó como el poeta báquico por excelencia es el que habla “sobre
las mujeres” y dice:
“La naturaleza dio a la testa de los toros
cuernos amenazadores;
al rey de los animales,
un abismo armado de dientes, unas fauces abiertas;
vigor a las patas del caballo.
El pájaro hiende el aire; el pez nada;
la liebre, a falta de valor, corre con agilidad.
Al hombre le tocó en suerte sólo la prudencia.
Y a la mujer, ¿qué tocó a la mujer?
¿qué recibió? La belleza.
Esa es su mejor armadura,
sus dardos, su escudo;
la llama que devora, y el hierro que corta:
todo cede a su belleza”.
“ADIOS A LAS ARMAS” es una de las más reconocidas obras de Ernest
Hemingway y está escrita dicha obra, basada en un hecho real; narra la historia
de amor entre el soldado joven e idealista llamado Frederick Henry con la
enfermera Catherine Barkley en la Italia de la Primera Guerra Mundial. La
novela es en su mayor parte autobiográfica. Ernest Hemingway realmente fue
conductor de ambulancias voluntario en el ejército italiano, fue herido en las
piernas y conoció a una enfermera viviendo una historia similar de amor. Esto
le permitió usar sus recuerdos para crear un relato bélico crudo y realista, con
descripciones de lugares y acontecimientos muy superiores a los de un escritor
que sólo contara con su imaginación y la investigación histórica.
Esta nota a manera de introducción me ha servido para detenerme por un
momento y hablar sobre LAS ARMAS, podríamos respondernos con precisión
sobre la razón de las armas?; sabemos para qué se inventaron y para qué se
siguen inventando….pero podríamos respondernos el por qué se inventaron?;
PARA DEFENDERNOS?...de qué?.. para provocarnos?...por qué?. millones
de seres humanos mueren en el mundo a causa de las armas, tan variadas
como la misma imaginación humana las pueda concebir…pero tal vez el
problema no radique en las armas sino en el odio y la ira que en cientos de
veces se anida en los corazones, porque se cuentan por montones las
personas que han asesinado con herramientas o cosas y no con armas,
aunque el diccionario define un arma como “una herramienta de agresión útil
para la caza y la autodefensa, cuando se usa contra animales”. Lo paradójico
del asunto es que el hombre ha sentido una necesidad rara de armarse y se
hacer uso de aquellas para provocar, para matar, para creerse superior y hacer
daño. El imperio de la fuerza es superior cuando se tiene a la mano un arma,
por lo que no medimos las consecuencias por el uso de las mismas y por lo
que generadas esas consecuencias, como es la muerte de un semejante nos
empezamos a preguntar si la acción fue justa o injusta. Hemos conocido de
seres humanos que en un momento dado de sus vidas obraron mal,
penetrando por ejemplo en predio ajeno y que después de haber sido
sometidos por los dueños del predio, inexplicablemente han aparecido
muertos. Ese imperio de las armas, esa condición de superioridad y de
sometimiento del otro, no puede jamás justificar el abuso de la fuerza, porque
caeríamos irremediablemente en el imperio de la tiranía.
Bien es cierto, porque así lo hemos conocido, del esposo que ha asesinado a
su esposa con el mismo peine con que ella recogía su cabello, del ladrón que
entró a casa ajena y con el mismo candado de la puerta cegó la vida del
dueño…de quien con la tortuga de la casa cegó la vida del padre….la fuerza
cuando no se dosifica echa raíces de tiranía y pone un velo de impunidad a la
justicia; por eso jamás puede justificarse como legítima defensa quien
abusando de un estado de superioridad impone bajo una fuerza superior a otro
para evitar un daño. El estado de indefensión será siempre un delito, desde la
óptica que se le mire o analice y ningún arma brinda la suficiente autoridad y
legitimidad de poder como para abusar de la indefensión ajena.
Adiós a las armas, sería la más honrosa y digna de las renuncias para evitar
que la sangre humana siga formando ríos de impunidad, en cuyas riberas se
postran suplicantes las madres a verter sus lágrimas como símbolo de la
injusticia con que alguien obró, abusando del poder suyo y del estado de
inferioridad del otro. Las únicas armas dignas de respeto y admiración es la
palabra y la belleza de la mujer; ante ellas cualquier hombre se somete, pero
entre más se somete, mucho más se honra la vida y se dignifica la existencia
humana. No podría aceptar jamás que alguien mate a otro ni mucho menos
aceptaría que se matara en estado de indefensión. Tanta noticia que se ha
hecho por el H1N1 sabiendo todos que son muchas más las muertes
provocadas por las manos asesinas

UNA DEFENSA A LOS PESIMISTAS

Se ha vuelto muy de moda, gracias a las pautas publicitarias la consabida frase


“las mejores cosas siempre toman tiempo”. Es una expresión optimista,
que cree en la bondad de las cosechas cuando la lluvia se desploma generosa
sobre las simientes y los niños alegres se lanzan a la calle para chapucear en
los charcos. “las mejores cosas toman tiempo”; es una expresión llena de
energía creadora, de credibilidad en si mismo, de esperanza en Dios y en su
pueblo que con fe, cruza valles y ríos, esperanzado en una tierra prometida.
Por eso, esta crónica va dedicada, no a los optimistas que se atreven con
arrojo a cambiar el mundo, así no lo logren sino después de un millón de
intentos, o que incluso cuando no lo logran y sienten fallidos todos los intentos
del día, se van tranquilos a la cama, con la convicción de que mañana será otro
día, otra oportunidad de conquistar el mundo, como lo dice el famoso Cerebro,
amigo de Pinky… No es a ellos a quienes va dedicada esta crónica sino a los
pesimistas, que creen que el mundo se acaba a la vuelta de la esquina, que se
resisten al cambio, que no arriesgan por miedo a perder, que todo se les torna
en una dificultad; ellos creen que el resultado de las cosas es del ahora, del ya,
del presente…porque no saben esperar….

A los pesimistas les debemos mucho, les agradecemos que sean ellos los que
vean la botella medio vacía, les agrademos la falta de arrojo y de entusiasmo.
Podríamos, es más, agrandarlos en su exacerbada falta de confianza en si
mismos, porque todo se debe a que no creen en el futuro sino en el ahora, y si
las cosas no se les da en el ahora, las desechan como si nada, en cambio los
optimistas tienen para más, les sobra con las ganas de salir adelante, con la
esperanza siempre latente del vuelo y de nuevos amaneceres de regocijo.
Ellos siembran y siembran y saben que cualquier grano que vaya a la tierra
algo da, porque la tierra, madre fecunda, no se queda con nada de lo que se le
confía a sus entrañas. Pareciera una paradoja el hecho de dedicar esta
crónica a los pesimistas, pero es que son ellos los que abren el camino de
quienes se resisten a dejarse vencer por las dificultades, es decir, a los
optimistas….ellos son el espejo donde se miran quienes luchan con tenacidad
en contra de las vientos, las tempestades y las adversidades. Por eso hay que
animarlos a tener fe, pero una fe que provenga de lo más profundo de su
interior, fe en si mismo, fe en el hombre, una fe gigantesca capaz no solo de
mover montañas sino de crear nuevas constelaciones y transitar por níveos
cielos cargadas de bendiciones. Mientras uno no crea en si mismo, es
prácticamente imposible abrir caminos de libertad y de gozo, de bienestar, de
paz interior. El mundo se nos abre todos los días, esperando lo mejor de
nuestras manos, y hay veces que pareciera que todo se viniera abajo, como
que los sueños se derrumban, y nada, ni siquiera nuestra moral queda en
pie…es cuando más necesitamos levantar la cabeza y mirar hacia adelante
porque una luz siempre hallaremos que ilumine nuestro camino; Dios jamás
abandona al optimista, pero también no se cansa de animar al pesimista, él
sabe que tanto el uno como el otro, fueron puestos por El en la tierra para
dominarla con entereza, perseverancia y honestidad. Estamos pasando por
uno de los momentos históricos de La Ceja más relevantes en los últimos años,
pero no es porque nadamos en la abundancia, sino todo lo contrario, porque
carecemos de muchos bienes materiales y espirituales; de ahí la necesidad de
unificarnos en una fuerza colectiva, llena de gracia, de optimismo y fuerza
creadora, que vivifique la comunión diaria con todos. Porque entre todos, con la
convicción en un Dios que nos mira, el optimismo azul de ser honestos y la
fuerza de los vientos generosos… arribaremos igualmente todos, cargados de
frutos a puerto seguro!

Hay quienes siguen creyendo que “el palo no está para hacer cucharas”, que
ya no vale luchar porque todas las cosas tienen dueño, que llegaron tarde a la
feria de la repartición de los talentos; pues bien, si la situación anda de ese
tamaño, los optimistas sabrán encontrar motivos suficientes para reconstruir
nuevamente el tejido, para hacer nuevamente que la esperanza anime el
corazón de los hombres….afortunadamente para los optimistas el mundo es
esférico….de lo contrario se les terminaría a la vuelta de la esquina!.

LAS PALABRAS INDISCRETAS

Dice Montesquieu: “Nada hace más difícil la calificación del crimen de lesa
majestad, que el fundare la acusación en palabras. Las palabras están sujetas
a la interpretación; y hay tanta diferencia entre la indiscreción y la malicia, y tan
poca entre las expresiones que la una y la otra emplean, que la ley no puede
someter las palabras a una pena capital; a no ser que declare expresamente
qué palabras son las que a tal pena quedan sometidas”. PLUTARCO, en la
Vida de Dionisio, cita que un Marsias soñó que degollaba a Dionisio. No se
sabe cómo se enteró Dionisio, pero lo cierto fue que lo mandó matar diciendo
que no habría soñado por la noche si no hubiera pensado en el día.

Quiero aprovechar estos dos o tres minutos, que son muchos para la radio,
para hablar precisamente de LAS PALABRAS. Tanto podemos hablar de estos
cuerpecitos intangibles que nos dan ideas de las cosas, que podríamos invertir
el cielo y como una bendición ellas se derramarían en lluvias de ilusión. Ellas,
las palabras diáfanas, las faustas, las sordinas, son tan intangibles como las
fragancias que se condensan en frasquitos de verde miniatura o tan indefinibles
como el silencio. Cualquier tiempo, por extenso que parezca se hace corto en
palabras tan suaves y gentiles como pan, luz, pez y gentil. Hay palabras
sonoras que por su misma naturaleza nos convidan a estar despiertos;
guanábana, Titiribí, tambor, arena y por supuesto canción. Hay palabras
solitarias como silencio y soledad, o como ALINA, que únicamente no se siente
sola cuando la pienso y la acompaño en la memoria.

Cómo son de bellas las palabras, ninguna se hizo para herir, ni despotricar de
los demás, ni mucho menos aprovecharlas para decir lo que no es o lo que no
nos consta; por eso es que palabras como puñal, cercenar, lenguaraz, burla y
escarnio, han perdido valor y están condenadas a la obscuridad de los baúles,
que son precisamente la prisión de las palabras. Se habla de las personas sin
ninguna conmiseración, sin piedad, sin fundamentos, se dicen cosas que no
nos constan y por esas cosas que se dicen sin constancia, se condenan a las
personas al escarnio público, al patíbulo, a la cárcel y al cementerio. Se ponen
en oídos de todo el mundo meras suposiciones y son esas suposiciones las
que finalmente provocan el peor de los daños, que los demás pierdan la
credibilidad como si la hubieran echado a una suerte de dados.

Hay palabras tan bellas como Carisma, tan nobles como Bondad, tan patriotas
como tricolor, y mucho más si traemos a la memoria la bandera de Colombia o
de La Ceja. Cada cuatro años vivimos procesos electorales ricos en
argumentos, y esos argumentos están hechos de palabras; reconozcamos que
el otro también existe, que se puede lograr la aceptación de una comunidad
siendo coherentes en el discurso, hablando bien de nosotros mismos pero
nunca hablando mal de los demás opositores. La palabra opositor inspira al
respeto, porque dentro de ella, en ese interior insondable habita un ser
humano, una fábrica de sueños y de esperanzas y un poco de ilusiones
compartibles. Creo que si no nos sentimos derrotados podemos continuar el
camino sin necesidad de endilgarle al otro lo que no tiene asidero real, lo que
no tiene constancia. Los valientes salen al ruedo pero nunca escatiman
esfuerzos para valorar al opositor; unos tienen más, otros tienen menos, pero
todos son seres humanos con sueños y talentos; por eso hay que seguir
trabajando, estudiando mucho, investigando, poniendo a disposición de los
demás no lo que queremos ser sino lo que somos, preparándonos para lo que
pueda venir o no venir, porque todo es incierto ante los ojos de los hombres,
solo Dios tiene trazado un destino para cada uno de nosotros, lo conoce de
memoria y no se sale de la raya, ni se tuerce en los renglones ni le hace orejas
a las hojas.

Déjenme jugar con las palabras, con esos cuerpecitos intangibles, que huelen a
sal pero saben a miel, que levantan un alma del suelo con la misma potencia
que son capaces de derribar una montaña o de abrir un dique; la historia
humana no se ha escrito de la noche a la mañana, las ciudades tampoco se
han hecho de la noche a la mañana; se ha necesitado mucho seso y calma
para levantar puentes y calmar tempestades; los niños tienen que seguir yendo
a las escuelas y a las bibliotecas; los padres tienen que seguir madrugando al
trabajo y las mamás nuestras, esas de delantal en la semana y abrigo oscuro
de domingo, tienen que seguir madrugando normal, porque ellas vienen
tejiendo una historia milenaria que por mucho que ruede el mundo, nadie va a
ser capaz de cambiar. Los niños de la calle también merecen soñar en colores;
ellos son también constructores de esperanza.

También Manuela espera, espera como mi amiguito NICOLÁS VIDMAN SOTO


quien me alegra las mañanas más dulces cuando puedo gritarle desde mi
puesto de trabajo “Adios Campeón”, “Adios amiguito mío”, mientras con su
uniforme de verde impecable va cogidito de la mano de Natalia, su mamá,
rumbo a ser feliz en el hogar Caperucita Roja.

No todo es cuestión de método, también hay que abrirle la puerta al asombro


para que todos los hombres y mujeres puedan ser felices sin excepción alguna
en este bello paraíso llamado La Ceja del Tambo.
LA LIBERTAD.

Hay un viejo refrán, muy popular por demás, que reza: “nadie sabe lo que tiene
hasta que no lo pierde”. Ello da pie para reflexionar sobre una de las
FACULTADES más grandes con que goza el ser humano, LA LIBERTAD.
Tanto se ha hablado de ella como del amor o la madre, pero solamente nos
damos cuenta de su importancia en nuestras vidas, cuando ya no está; cuando
la han sometido al encierro, sea de manera ilegítima o ilegítima, voluntaria o
involuntaria, pero en todos los casos, dura, triste…muy triste….Los diccionarios
la definen muy fácil, como una mera palabra derivada del latín libertatem que
abarca la capacidad humana, inmanente, que se traduce en autodeterminación,
para hacer lo que la voluntad ordene, sea bueno o malo; pero cabrá en esa
definición los secuestrados cuya voluntad no es estar secuestrados? Si LA
LIBERTAD es la facultad natural de la voluntad humana para determinar
espontáneamente sus actos, entonces cómo se explican tantos presos en
Colombia, detenidos y retenidos sin consentimiento, sin un juicio claro, tantos
inocentes que purgan largas condenas concientes de que soy
inocentes?...cómo definir la situación de tantas esposas que sobreviven bajo el
yugo insolente de sus maridos?

Guillermo Cabanellas define la libertad en una forma genérica como: "Facultad


natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar,
por lo cual es responsable de sus actos". Los romanos decían: "Libertas est
potestas faciendi id quod Jure licet" (La libertad es la facultad de hacer lo que el
derecho permite)". Justiniano transcribió en el Digesto el concepto y las
palabras similares de Florentino: la libertad es la facultad de hacer cada uno lo
que le plazca, salvo impedírselo la fuerza o el derecho.

Sea definida o no, expresado su concepto de mil maneras, el valor de la


libertad es tan grande que Gayo la consideraba como el mayor de los bienes:
"Libertas omnibus rebus favorabilior est" (La libertad es la más preciada de las
cosas). Y tan elevado es su precio que, ratificando a su colega Ulpiano,
exclamaba: "Libertas pecunia lui non potest" (la libertad no se puede pagar con
dinero). Los piratas sarracenos, con los cristianos medioevales y los
guerrilleros morunos con los prisioneros de guerra del siglo XX, demostrarían
que aquel insigne jurista no siempre estaba en lo cierto.

En la libertad debería encontrarse el mejor equilibrio del orden social y en su


ejercicio el hombre debería tener en cuenta los derechos ajenos; pero
precisamente es por ahí, por el desconocimiento de los derechos ajenos que la
libertad apenas llega a ser una palabra hermosa para bautizar ciudades y
componer canciones y poesías. “la libertad es una vieja que conocí en la
bohemia, en medio de mucha gente y sin que nadie la viera”, expresa feliz
Facundo Cabral en una de sus canciones hermosas al hacer referencia a esa
FACULTAD HUMANA que nos eleva sobre los cielos, pero también es capaz
de hundirnos en lo más profundo de los infiernos, como lo es por ejemplo, el
horroroso mundo de las drogas, la delincuencia y el secuestro.

En Francia, en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la


libertad se consagra como Derecho Fundamental en el artículo 2° y se define
en el 4° en estos términos: "La facultad de hacer t odo aquello que no
perjudique a otro".

Como conducta personal, la libertad se entiende en el sentido más amplio y a


la vez ingenuo. En el Anarquismo Puro, como aquella potestad de hacer lo que
se quiere, imposible por carecer de omnipotencia y por el respeto que infunden
los demás en su individualidad y en su conjunto. Con sentido más moral, la
libertad se circunscribe a hacer cuanto no daña a otro, con la imprecisión
consiguiente al daño y a la autoridad para apreciarlo. En aspecto más jurídico,
la libertad consiste en el derecho de hacer cuanto las leyes permiten y todo lo
que no prohíben.

Desaparecida la esclavitud, al menos en sus formas más groseras, la libertad


personal está garantizada en el orden civil, y es irrenunciable e inalienable.

En la historia de la filosofía, el término “libertad” ha tenido dos significados


principales: autonomía y autarquía, ambos definidos como atributos de que
goza el ciudadano libre por el hecho de vivir en un estado soberano, por eso ha
dado tanto que opinar y pensar la defensa de nuestro presidente en la
convención reciente de Rio de Janeiro. Por eso lograr la libertad para todos los
ciudadanos, para todos los seres humanos tiene que ser una continua
construcción de saberes y quereres, una lucha continua contra la opresión y la
negación de los derechos, contra los abusos de autoridad; reconociendo por
demás que ese avance o retroceso, depende de la evolución de tres pilares
fundamentales sobre los cuales se levanta soberana una Nación: lo político, lo
social y lo moral.

Escriche, dice que la ley nos quita una parte de nuestra libertad pero nos
asegura la porción que nos queda, confiriéndonos los derechos de seguridad
personal, de protección para el honor y de prosperidad; de modo que el
sacrificio que hacemos para adquirir tan preciosos bienes es mucho más
pequeño que la adquisición. La libertad, pues, de los ciudadanos, será mayor o
menor según la mayor o menor gravedad de los obstáculos que la ley oponga a
sus acciones o actos; y tales pueden ser las leyes de un estado que absorban
casi enteramente la libertad de los individuos que lo componen.

Para Rubén Darío, el poeta nicaragüense, la ausencia de libertad es YUGO, y


nada peor que eso, es preferible la muerte, dice el poeta, es preferible el
martirio, es preferible la impotencia, porque ante la ausencia de Libertad, no
hay vida, no hay sosiego, no hay paz. Por eso es dable aseverar que la
facultad de ser libres no está circunscrita al encierro físico entre unas rejas,
unas cuerdas de alambres de púas, o las cuatro paredes de una
casa…quienes están siendo subyugadas por sus esposos, no son libres,
mucho menos son libres quienes se pierden en el mundo de las drogas o la
delincuencia, quienes abusan de sus talentos, echándolos a perder en el juego
o el riesgo, quienes trabajan sin amor y ese trabajo por noble que sea se les
convierte en una maldición, quienes estudian obligados porque nada
provechoso van a aprender en la vida.
La real determinación de asumir nuestro ser y nuestra naturaleza rectamente
no puede estar sujeta, en un estado social de derecho a poder decir lo que
meramente nos autoricen, a no criticar un gobierno porque nos desaparecen, la
LIBERTAD tiene que seguir siendo antológicamente hablando, el dominio de la
persona humana sobre su mismo ser, que la hace dueña de si misma y le
impide ser dominada por otra. Somos muy dados a querer poseerlo todo, a
sentirnos poseedores de cosas, de bienes y derechos… pero jamás podemos
realmente poseer la voluntad ajena, por eso cuando se es sometido, se siente
bajo la piel, la tortura de la humillación, la Libertad es una palabra que nos
gusta oír, porque somos partidarios de ser libres, pero al mismo tiempo no
podemos desconocer que hay, y por demás, en suma cantidad y variedad, un
ejercicio malvado de la LIBERTAD, como la de los asesinos por ejemplo, la de
quienes no alimentan a sus hijos, la de quienes maltratan a su pareja, la de
quienes le roban tiempo al trabajo, la de quienes abusan de su poder. La mejor
libertad es la facultad más bella, siempre y cuando reconoce y elija el bien
como norma de conducta, así como la mejor inteligencia es la que razona
siempre el bien, para alcanzar la verdad; por eso Jesucristo dice: “Sólo la
verdad os hará libres”

Procurar por todos los medios lícitamente posibles que todos los seres
humanos SEAN VERDADERAMENTE LIBRES, es lo menos que como
individuos pensantes podemos hacer, porque de la libertad depende un
proyecto de vida y del ejercicio fiel de ella, para que Dios nos mire siempre con
ojos de bondad

CIUDAD ES SINÓNIMO DE CIUDAD

Contigo he conocido el temor, el rechazo, la soledad, …el mundo….el filo del


mundo.

Hay situaciones en la vida que no nos gusta mucho abordar, por eso del
respeto por la dignidad humana; sin embargo, cuando nuestros sentimientos se
ven avocados al llanto y al dolor, no hay otra forma para descansar un poco de
tanta penuria que hacer referencia a tantos seres humanos que vagan tristes
por nuestras calles, procurando la búsqueda de un empleo, un pan, un abrazo
y hasta una sonrisa. Me pongo triste muy fácil, cuando compruebo la
impotencia ante el hambre ajeno, los niños abandonados a la suerte de las
calles, el riesgo de la drogadicción que aumenta todos los días como una bola
de nieve, tanto adolescente para quienes ya no les es desconocido un arma,
una droga…porque han cambiado la inocencia por una gran dosis que les hace
inmunes al miedo y al temor de Dios.

Voltaire decía que una ciudad es el reflejo de sus calles, y por eso lo que uno
ve y siente lo exhorta a seguir trabajando en la promoción de una sociedad que
no se aisle de la calle, porque hacerlo es desconocer que tenemos niños en
riesgo de abandono, ancianos que reclaman un techo y una cobija, mamás
revestidas con la valentía de cien guerreros, dispuestas a luchar por sus hijos y
sacarlos adelante. Anoche, Gina me rompió el corazón, no es justo que con
apenas catorce años ya esté próxima a ser mamá; en su carita sucia alcanza
uno a percibir todavía los rasgos deslumbrantes de la inocencia; lo más crudo
de todo es que no sabe quién es el papá de ese hijo que pronto va a
nacer…por respeto no me atrevía a preguntarle cuál había sido el origen de su
historia, pero es posible adivinarlo.

Las condiciones de hacinamiento en que viven tantas familias es una causa de


ello, el descuido imperdonable de los padres, la pobreza extrema que arroja a
los inocentes a esa mismo callejón sin salida en que se convierte una ciudad
cuando carece de oportunidades, o cuando esas oportunidades son limitadas y
a ellas solamente pueden acceder unos pocos cercanos al poder.

Pareciera ser que no hay mucho para decir de una situación que se repite y se
repite interminablemente, pero por eso es que olvidamos con la facilidad de
adhesivo, la desgracia de los ajenos, de quienes no han sido convidados a la
mesa, pero que existen y son nuestra más cercana y común identidad. El día
que dejemos de hablar del hambre por ejemplo; entrarán sin timidez los ratones
a nuestras alacenas y no dejarán siquiera el plato del queso, el día que
dejemos de hablar del hambre ajeno nuestros propios estómagos se verán
obligados a achiquitarse hasta generarnos úlceras e convulsiones de horror y
desencanto.

No podemos cerrar los ojos al mal ajeno, esa desgracia que se dibuja y se
desdibuja en los rostros ajenos, en esa niña que me mira fijamente como
tratando de que vea una tabla de salvación inexistente, es la solapa del libro de
la historia que nadie se atreve a escribir. Hay que seguir trabajando por una
comunidad no mendicante, que se apropie de las pieles ajenas para poder ser
acariciados los días venideros; que mientras alguien no pueda ir de a la cama
porque nada tiene para comer, no podemos conciliar el sueño con la
tranquilidad de los álamos y los girasoles.

Gina no tiene más para ofrecer que una carita solícita, inocente, que en medio
de tanto mutismo pide a gritos ayuda…porque es un niño más en medio de
tantos cuya inocencia no se puede jamás dejar quebrantar. Mientras hayan
niños en el mundo, Dios seguirá conservando en medio de los hombres la
capacidad asombrosa del milagro con que revientan las semillas y las
oraciones de las abuelas suben hasta los cielos.
CAMILO

“Cuando no puedas hablar bien de alguien entonces guarda silencio”

CAMILO tiene apenas cinco años, pero quien lo creyera, es un hombre metido
en un alma de niño, conoce con exactitud dónde se guardan las cosas de la
casa, desde la cédula de la mamá hasta la cajita de Vacol que de vez en
cuando se saca para calmar la picadura de un insecto o la inflamación que de
manera repentina lacera el cuello de Jaime. Camilo no es un niño cualquiera,
no es el niño de ciudad, ni el que va a la escuela, ni el que duerme entre níveas
sábanas y suaves colchones, de ninguna manera, es un niño campesino que
de andar siempre descalzo se ha acostumbrado a las piedras y al calor de la
arena, inclemente por demás, incluso a los animales que se guarnecen bajo la
sombra; pero Camilo como que nada siente.

Protegido en sus escasos cinco añitos, se alegra cada mañana, al ver salir la
luz del sol y sentirse sano y vivo, no le importa sino lo que humea en el fogón,
una arepa frita y un poco de arroz y chocolate. Listo el desayuno, Camilo se
siente un Rey con suculento plato…feliz su inocencia, feliz la placidez con que
ve y siente pasar las horas y los días, me imagino que sus días aún son
eternos como las Navidades de cuando éramos verdaderos niños.

Perdido en lo más profundo del valle, Camilo va de aquí para allá, todo el día,
sin cansancio, desde las cuatro de la mañana hasta que se apaga el mechón a
las siete de la noche. No sabe de cansancio ni de temores, para él lo mismo es
la oscuridad que la luz del día, lo mismo los días de lluvia o los días de sol, lo
mismo el día donde hay carne, o pescado, o nada; porque está tan adherido al
territorio que conoce palmo a palmo su piel, lo que el suelo brinda, lo que se
levanta de la tierra y busca los cielos, lo que cae de los árboles, si es venenoso
o es comestible, si es útil o sencillamente si se trata de un capricho más de la
tierra…porque también la tierra tiene sus caprichos, sino, cómo explicamos que
un suelo rojo, brinde pastizales verdosos?.

Camilo es mi amigo, hace algún tiempo lo conocí, pero tuve la oportunidad de


visitarlo hace poco y fue tanta su alegría que hizo agradable mi estadía en su
humilde casa. Para dónde salía, era mi guía, me atendió como un rey, siempre
estuvo atento a mis peticiones, porque cuando salía a recorrer el valle, andaba
seguro detrás de él, porque era Camilo quien guiaba el camino, cuál camino,
ningún camino, Camilo se orienta por el olor propio de las plantas que crecen
silvestres en el valle y andar solo sobre suelo desconocido es un riesgo a
perderse, por eso Camilo fue mi excelente guía.

En casa Camilo es el de todo, es el nombre que más se pronuncia, y cada vez


que se pronuncia le cambian de apellido, es que Camilo tiene decenas de
apellidos, todos muy particulares por demás; “Camilo, las gallinas”, algo pasa y
Camilo sale corriendo espantando las gallinas que se han metido a la cocina,
buscando afanosamente los granos de arroz que caen de la mesa. Camilo los
marranos, y sale Camilo corriendo a espantar los marranos que se están
comiendo el cuido de los patos, pero también de cuando en vez lo llaman por el
apellido patos, porque también los patos invaden territorio humano.

Pero descubrí algo muy lindo en este niño de tan poquitos años; ya había dicho
que es un hombre metido en un alma de niño, y es cierto, porque es el motivo
central de la familia, es el que sabe y sirve para todo, y por eso cada vez que
se pronuncia la palabra Camilo, responde de la misma manera: “..Y ahora qué
pasó!!!”, “ese ahora que pasó”, equivale a que alguna misión o responsabilidad
hay que hacer, ir por el agua, traer el jabón, sacar los pollos del comedor,
espantar los perros, traer el Vick Vaporú o caminar kilómetros enteros para
llevar un pedazo de queso donde la tía.

A media lengua se expresa, pero no se requieren mayores palabras para


comunicarse uno con Camilo, basta mirarlo a los ojos, y ver plasmados en
ellos, la inocencia de un niño, de cinco años que inexplicablemente se ha
vuelto hombre del valle. No sabe de dolencias ni de quejas, no le tiene miedo a
los rayos ni a las tempestades, no le teme a las serpientes y por gracia no lo
pican los mosquitos ni los alacranes. Va de aquí para allá, absorto en lo
elemental de su vida, limitada a un territorio sin ciudad, pero con la muralla de
un río que conoce tanto como el suelo sobre el que sus pasos dejan las
mismas huellas de esperanza día tras día.

Ese Camilo hombre con apariencia de niño, me enseñó, en una semana, que
todo es importante y valioso ante los ojos de Dios y por eso es recomendable
espantar las serpientes y no matarlas, respetar los sapos y las iguanas, dejar
que el agua siga su curso y no tomar del río, sino los peces necesarios, los
chicos es mejor arrojarlos de nuevo, porque sin duda ellos regresaran más
crecidos o servirán más tarde de alimento a los que viven más debajo de su
rancho.

Camilo, fue quien me enseñó en siete días, a fuerza de interpretar su mirada,


que cuando no tenemos algo bello para decir de alguien, es mejor guardar
silencio.

LA VELOCIDAD y EL ALCOHOL

Viajar por nuestras carreteras Antioqueñas es gratificante en el sentido de


disfrutar los más bellos paisajes, sus montañas agrestes, la fauna que en
abundancia Dios pone delante de nuestros ojos. Los pajaritos brotan del follaje
y se posan sobre los alambrados y estacones a entregar con abundancia sus
cantos matutinos; la misma neblina de las mañanas convida a dar gracias al
Altísimo por tanta naturaleza para servirle, no me canso de mirar a lado y lado
la perseverancia y el talento de los campesinos para sembrar sus tierras. Las
hileras discretas de la papa, la urdimbre que tejen para levantar el fríjol y las
camas de primera clase en que parecen dormir los fresales nos deberían
motivar a disminuirle la velocidad a los vehículos, no solo para presenciar
tantas maravillas del paisaje sino también para evitar al máximo la
accidentalidad. Las estadísticas de accidentalidad de tránsito en Antioquia van
disparadas con la misma velocidad que aumenta el consumo de alcohol; es
una paradoja pero esa es la realidad; nunca me ha cabido en la cabeza por qué
un conductor exagera en la velocidad, sobrepasa los límites de ella, si al final
del camino, al mirar el reloj, va a comprobar que escasamente pudo llegar
cinco o seis minutos antes del recorrido normal; que forzó su vehículo sin
necesidad y finalmente que en el mismo sentido arriesgó su vida y la de sus
acompañantes. Ahora bien, si exageró la velocidad por culpa de que lleva
unos traguitos entre pecho y espalda, la situación se torna aún más
irresponsable; le he escuchado a más de un conductor decir que “con traguitos
maneja mucho mejor y que le pone más cuidado a la carretera”, a lo mejor no
es eso sino que la Virgen del Carmen se apiada y conduele con su
irresponsabilidad y le echa una manito con el volante.

Lo cierto del caso es que nuestras carreteras antioqueñas no están diseñadas


para altas velocidades, mucho menos están construidas para que seamos
irresponsables con los pasajeros, disfrutemos con ellos la gracia espectacular
de nuestros caminos sembrados de verdes y de vida, no permitamos por
ningún motivo que un viaje bello como lo es el de arribar a nuestras ciudades
de gracia se convierta en una desgracia.

Lo mismo ocurre en todas nuestras áreas urbanas, donde el tránsito vehicular


se está convirtiendo en una tortura, por un lado porque el peatón no ha podido
adquirir la cultura de transitar por los andenes y por el otro lado, porque
quienes conducen cualquier vehículo sea carro, moto o bicicleta, no le prestan
atención a todas las normas. Entre ellas, la que más violan es la del exceso de
velocidad y de esa falta de observación se desprenden cantidades de
accidentes en el casco urbano, con decir que ocurren más accidentes en las
áreas urbanas que en nuestras carreteras. ¿cuál es el afán de llegar a un
destino dos o tres minutos antes?...pareciera que está haciendo carrera un
síndrome peligroso, el de la velocidad, como que al hacer uso irresponsable de
ella, nos crece la prepotencia, nos sentimos más poderosos, más grandes, más
inmunes a todo, pero eso no es más que una falacia, un absurdo con el que se
corre siempre el riesgo de encontrarnos en cualquier esquina con la muerte.
Todos estamos obligados civilmente a poner nuestra buena voluntad para que
convivir con los demás no se torne en una incomodidad permanente. Los
inventos se crearon para servirle al hombre, entre ellos, los vehículos se
hicieron para acortar distancias, para hacernos la vida más agradable y tener
tiempo para gozar la vida, para disfrutar de una comodidad bendita, pero no
para encontrar con ellos lo que nunca esperamos encontrar. La vida en la
ciudad es agradable, nuestros pueblos gozan de una arquitectura hermosa, sus
calles se prolongan con tanto esmero que muchos de sus grises terminan
donde empieza el verde y los girasoles. Todos deberíamos caber en la ciudad
sin otra condición distinta a la de comportarnos tan bien que le permita al otro
vivir en paz. No olvidemos que las calles se extendieron en el suelo para dejar
circular los autos; son los ríos por donde se vierte el desarrollo de la ciudad.
Utilicemos los andenes para los peatones y las calles para los autos; crucemos
la calle por donde es debido y no exageremos de la velocidad por el solo hecho
de sentirnos como conductores dueños absolutos de las vías. La norma es
clara cuando ordena que en zona urbana no se puede transitar a más de treinta
kilómetros por hora y pareciera ser que muchos andan en una carrera sin
sentido, tratando de llegar primero a un destino incierto donde solamente quien
compite es él con su propio absurdo. Es una paradoja, pero hay que
reconocerla, es una ley que también cabe en el libro de Morphy, “entre más
invierte el Estado en prevenir la accidentalidad mayor es la accidentalidad”.
Hay que modificar nuestras condiciones de vida que nos hacen daño, entre
ellas, la de llevar siempre afán…como que finalmente es el mismo dios cronos
el que se está vengando de nosotros poniéndonos a correr como unos locos.
Guardemos la serenidad en nuestras calles y no dejemos de gozar con el
saludo de las gentes, la belleza de nuestras mujeres, la estética de lo urbano,
el calor generoso que se desprende de nuestros negocios, los olores de las
panaderías, la misma música agradable que a veces sale a la calle y nos
convida a bailar en el último rincón de nuestra memoria colectiva…todo es lo
bello es posible vivirlo en nuestras ciudades, pero para ello es necesario andar
más despacio, sin el acelere de una locura sin frenos que siempre está
tratando de lanzarnos al abismo del absurdo, negro y hostil como los días que
la historia jamás debería escribir.
LA PLAZA PRINCIPAL

Todas las ciudades han tenido un origen, de buenas a primeras no nace una
ciudad, la generación espontánea no le está dada al surgimiento de la ciudad,
algo tuvo que haber llamado la atención a los primeros pobladores para
asentarse en un determinado lugar; la primera condición natural que requerían
se diera, era sin duda la cercanía por lo menos a una fuente de agua. Otras
características como la planicie del lugar, la vegetación, la bondad de la tierra y
el clima, ocupaban igual importancia.

Los historiadores recrean de una manera hermosa el nacimiento u origen de


las ciudades; muchos coinciden en afirmar que el fundador se detenía en lo alto
de un cerro y miraba en busca del valle, luego le daba semejanza con otro
lugar de su tierra natal y allí decidía finalmente asentar la nueva ciudad a la
cual, muchas veces de manera caprichosa la bautizaba con un nombre…esa
por lo menos fue la historia que nuestros maestros nos enseñaron en la
primaria, cuando hacían referencia a las hazañas de nuestros conquistadores y
fundadores de ciudades, Blas de Leso, Sebastián de Belalcázar, Jorge
Robledo, Rodrigo de Bastidas, etc. Por eso es que hoy, deberíamos de mirar el
centro de la ciudad, es decir LA PLAZA PRINCIPAL, o el Parque como muchos
también los llamamos, como ese corazón vital por el que palpita la ciudad, por
ser sin duda el más importante de los referentes.

En sus inicios, se asentaron en la plaza las familias más adineradas, las de alta
alcurnia, pero se aceptaba que fuera la plaza el lugar de encuentro de la
ciudad, porque mirando al oriente se levantaba el templo, y en otro costado la
Casa Consistorial*, a otro lado la cárcel, el estanco y los demás entes y
establecimientos necesarios para que la ciudad viajara hacia la prosperidad.
Independiente de su origen, siempre encantador, hoy nuestras plazas
principales, para diferenciarlas de la plaza de mercado, cumplen una función
social bastante dinamizadora; en muchas de nuestras ciudades alejadas de la
capital, todavía son lugar de encuentro para el mercado dominical, para lucir la
mejor pinta, para conseguir novia y sobre todo para enterarnos de los
acontecimientos más sobresalientes de la semana.
En muchas de nuestras ciudades colombianas todavía se usa el bando
dominical, una especie de noticiero oficial ambulante que anuncia el quehacer
de la administración público o los requerimientos a la ciudadanía entre otras
noticias o anuncios de interés. Causa placer llegar a estas ciudades y
encontrar todavía cómo la gente se congrega en la plaza principal para hacer
su mercado, para negociar sus productos agrícolas
para compartir con los vecinos de la vereda que escasamente ve cada ocho
días y para enterarse del acontecer histórico de su propia comunidad.

En ciudades de mayor número de habitantes, más cercanas a la capital, y en


las que el equipamiento urbano ha hecho tránsito a una disposición y
adecuación de espacios para desarrollar otras actividades humanas, tales
como el mercado, los deportes, la recreación y la cultura; la plaza principal, aún
así, no pierde, ni perderá nunca su magia de antaño.

Me encanta sentarme en el parque de la plaza principal, y donde no parque,


entonces en la plaza principal, a compartir con los ciudadanos, con los vecinos
y visitantes, a leer el periódico, a hacerme lustrar los zapatos, a escuchar cómo
la gente negocia un reloj, un novillo y hasta un camión, y hasta otras cosas non
santas que decir por este medio no se puede.

La gente contempla desde allí la expansión urbana y se siente complacida con


los distintos escenarios pues al fin de cuentas no se siente solo sino ciudadano
del mundo. Gozo contemplando los niños echándole maíz a las palomas, la
pareja de enamorados compartiendo besos furtivos, los ancianos recordando
épocas pasadas de batallas y bucaneros, el personaje del pueblo contando un
chiste o haciendo sus monerías. El parque es lugar de encuentro, inclusive con
uno mismo, esos encuentros que le dan valor agregado a lo que se comparte
con amor. Contemplo con especial admiración las multitudes al salir de misa,
la gente que va y viene y en ese ir y venir entran y salen de los almacenes,
llenos de paquetes, sonrientes y felices porque alcanzó la prima para los
regalos navideños. Es que alrededor del parque ya no se asientan las casas ni
muchos menos las familias de antaño, las de apellidos de renombre, sino los
almacenes, hoy de renombre, las heladerías, las discotecas y otros tantos
establecimientos comerciales, a los que acudimos en busca de los productos y
del esparcimiento sano que toda ciudad necesita.

He recogido historias picarescas de los parques o plazas de nuestras ciudades;


el silencio de sus monumentos pronuncian por si solos la historia que ya hemos
olvidado, al pie de esos monumentos se sigue negociando la vida y la muerte,
la gente se conglomera y se siente dueña, propietaria universal de un espacio
que a todos pertenece. Habrá un lugar más tolerante que el parque principal,
por ejemplo?...el caer cantarino del agua de la fuente, trae a mi memoria
historias inconclusas, lo que pudo haber sido y no fue, personajes que fueron
propios de la ciudad, pero que ya no están…el vuelo igualmente furtivo de las
palomas, como los besos de los enamorados, me recuerdan que todos los días
es posible la magia.

Hay que seguir por tanto, contemplando con especial admiración y respeto ese
corazón de la ciudad, desde donde palpita el progreso y crece la bondad entre
todos los hombres. No deberíamos de pasar desprevenidos por ningún
espacio público, mucho menos por la plaza o parque principal; no es sino
imaginarlo hace cien años, para sentir una leve nostalgia del pasado, pero al
mismo tiempo, un fervor inquebrantable por seguir construyendo futuro.

(Consistorio: Junta que celebra el Papa con los Cardenales, ayuntamiento. Corporación
compuesta

de un alcalde y varios concejales para la administración de un municipio)

LOS DIFERENTES

Un niño se desprende del brazo de su madre e imprudentemente cruza la calle


ante el grito espantoso de su asustada madre, el conductor del vehículo
reacciona con la misma velocidad de un rayo y evita atropellar al niño, pero en
lugar de dar gracias a Dios por no haber ocurrido un accidente, le lanza
improperios al niño como si él hubiera tenido toda la culpa…pasa una señora
de avanzada edad y peso, chupándose un cono de doble crema, no le importó
en lo más mínimo tirar la servilleta al suelo, pero lo mismo hizo el joven
adolescente al otro lado de la calle con su paquete de papitas fritas…una
multitud de hombres y mujeres caminan con rapidez para alcanzar a tiempo la
misa de doce, mientras Alejandro, silencioso, le da vueltas y vueltas a su
máquina de crispetas… me dejo llevar por el olor de la vainilla y cierro por un
instante, consciente, mis ojos, para llenarme de la gloria que encarna su
silencio.

Es domingo penúltimo de enero y Emperador husmea las fachadas de las


edificaciones remarcando con su orín el territorio…hasta que no muera, otro
perro no podrá dominar el marco de la plaza principal…lo recuerdo cuando
mendigaba en el mercado y los dueños de las tiendas lo expulsaban a
puntapiés….hoy duerme bajo los carros más lujosos y los ricos le tiran su
mendrugo de pan para sobrevivir…es que emperador puede ser emperador
pero eso no le quita la condición de sobreviviente….. una anciana se apea de
una buseta de transporte público y ni siquiera el auxiliar del servicio le ayuda a
salvar la altura entre el estribo y el andén, cosa que si hace con la sardina de
escote y busto pronunciado.

Cuatro muchachos montados en dos bicicletas, compiten haber quien más


corre en contravía….uno pedalea otro controla el manubrio….los guardias se
hacen los de la vista gorda…..doña Susana, dama a quien conozco desde hace
muchos años, no pierde la costumbre de salir todos los días, a la misma hora a
barrer el frente de su casa, así luego Jerónimo y sus compañeros de viaje, lo
ocupen luego con su botellita de alelí…los vecinos ya se acostumbraron a tales
rutinas y hasta les proporcionan agua para la sed.

Me extraña la ausencia de Alina en el Atrio, ella siempre está ahí, antes de las
doce, leyendo los carteles exequiales, indagando por los finados y sus deudos,
antes de seguir su marcha al templo para asistir a la Eucaristía
Dominical…Alfredo me suspende la marcha para averiguarme la hora, no
comprendo esta conducta cuando al frente, precisamente, tiene el inmenso
reloj de la Iglesia….de un momento a otro empieza a llover, y de un momento a
otro la plaza se llena de paraguas multicolores. Una pareja de hombres
caminan muy juntitos bajo uno de esos tantos paraguas multicolores, muchos
ojos reparan en ellos, muy pocos ojos, tal vez los míos nada más, reparan en
su paraguas inmenso donde podrían caber otros dos.

Mi ahijada Karina pasa con su bicicleta en la mano, le preguntó si fue que sufrió
algún daño y me contesta que su mamá le enseñó a no andar en
contravía…me quedo pasmado con su educación, pues no había reparado que
efectivamente la calle tiene otro sentido de circulación. De un momento a otro
reparo en las voces que se vuelven griterío en la plaza principal, hasta hacer
casi incomprensibles las palabras, y lo que con ellas se anuncian: lotería grita
estridentemente alguien desde la multitud y los frenos de un carro y los pitos de
otros más, no dejan escuchar el número ganador; otro anuncia pescado fresco,
de cuya frescura dudo muy seriamente y otro aplaude al frente de una casa
vieja convertida en restaurante, invitando a pasar los transeúntes y anunciando
el plato del día: sopa de mondongo y bandeja con pollo y carnes de res o
cerdo; lo que elija por cinco mil.

Hoy las colas en el parque se cambiaron en tumultos de gente que se agolpan


alrededor de un hombre pequeño que todavía, con tanto avance de la ciencia,
enseña a sacar gusanos con caraña y humo de tabaco; la gente le cree las
virtudes de su crema de concha de nácar para borrar cicatrices, por muy
profundas que sean; no comprendo por qué él no se ha borrado las que tiene
en su rostro y las provocadas por la viruela en su espalda…me llama la
atención la señora menuda, metida en sus chicles apretados a morir, que pasa
ofreciendo tinto, perico, aromática y minutos de celular, todo a doscientos,
mientras el hambre hace estragos en sus pocas carnes que apenas cubren sus
huesos…me da tristeza porque es más gorra que cabeza…me da tristeza,
porque rayan las dos de la tarde y los inquilinos de la biblioteca todavía no
levantan su “cambuche”. Mario permanece tirado al otro lado del andén y es
tanta su borrachera que ni siquiera la presencia de Emperador lo
desvela…vino, marcó su territorio en sus espaldas y siguió su camino, como
queriéndole decir a Mario, que ese espacio que ocupa también le pertenece.
Mi hijo Sebastián baja con una bolsada de Hostias del Convento para Tío Juan
y me saluda alegre con sus quince años de seriedad y vida noble, lo invito a un
cono pero prefiere recibir los dos mil pesos.

Tanta diversidad de hombres y conductas hacen posible el devenir histórico de


una ciudad visible. De noche pocos no duermen, pero de día todo es un
continuo despertar de vida que va y viene, que fluye de todas partes, que se
mete por los intersticios de las puertas y ausculta hasta el más leve rincón de
nuestras casas, dejando como evidencia de su paso, estelas de polvo
enamorado….solo nos queda una opción; la vida. La vida que se funde en los
cafés de mala muerte, la vida que palpita, desconocida, en ese ser que pasa a
nuestro lado y deja su propia estela de dolor, de incertidumbre, de engaño…de
desilusión…la vida que se apega a los postes de la luz, en los mismos postes
que amarramos nuestras bestias mientras nos tomamos un trago antes de
regresar a casa….tanta diferencia hace posible, que tengamos rasgos tan
semejantes como para identificarnos como hermanos en una ciudad que crece
porque palpita.

LOS NEGOCIOS

Cuando voy por los pueblos me dejo llevar fácilmente por la estética de
aquellos establecimientos comerciales conocidos comúnmente como
“negocios”, son las cafeterías, los bares, cantinas y similares…porque ellos
guardan en sus rincones atestados de cajas de gaseosa y cerveza muchas
historias pasajeras, guardan la imagen del Divino Niño al lado de un afiche del
Nacional y un reloj de Pepsi o Cocacola. Estos negocios tienen un aire tan
especial como el de su administrador; saben con exactitud el horario de los
buses, el nombre y apodo de los personajes populares, las noticias locales del
día, lo que pasa en la administración y lo más particular de todo es que tienen
su clientela propia, la de todos los días, a quienes no hay qué preguntarles qué
toman porque ya se han vuelto costumbre, a los que inclusive se les fía y ni
siquiera se les apunta como es el caso del vendedor de loterías siempre toma
tinto oscuro y vaso de agua y a veces trae buenas nuevas de números
gananciosos que salieron milagrosamente tatuados sobre las escamas de
pescados anodinos. En el café de siempre Silvia toma perico y lo pasa con un
cigarrillo y va tres, cuatro o cinco veces al día, a lo mismo; los comentarios de
Juan siempre son los mismos, hacen referencia a la política de Uribe y a la
corrupción de toda la historia que ni Uribe ha sido capaz de erradicar porque es
la peor de las malezas, la más complicada y arraigada. En nuestros bares,
cafeterías y cantinas la vida guarda una connotación muy distinta a la realidad
que se empieza a tejer después de los andenes o después de nueve meses de
abnegada espera de un hijo del que no se sabe a ciencia cierta quien es el
padre. La historia se teje a pedacitos en estos escenarios afables inundados
de música y espirales de humo y sueño; sin embargo, cuando miramos hacia
atrás, podemos fácilmente comprobar lo gigantesco de sus pasos históricos,
porque el almanaque de Pelirroja a pesar de ser del último año, ya sus hojas se
encuentran ajadas por la contaminación de las horas y los días de farra; y
aprendemos entonces a reconocer en la vetustez de sus vitrinas que el tiempo
sí es inexorable y que su paso deja siempre huellas imborrables.

Contemplo con especial asombro una decoración particularmente risueña; el


infaltable cuadro de “Yo vendí a crédito y Yo a contado”, el último afiche de la
Pilsen o Águila, con la monita de la que tratamos de adivinar si ya salió o es la
primera vez que posa, el tablero con los resultados de las loterías y más allá el
reloj rana que controla el tiempo de los buses; nuestros negocios son
estaciones por donde discurren más de un momento vital de cada hombre, de
cada cliente en particular, por encima inclusive de sus mostradores gigantescos
y el dosificador de los tragos que siempre engañan al cliente con la medida. Lo
que más me encanta de estos lugares es el olor del café recién preparado y
que sale hasta la calle y lo convida a uno a degustar un tinto fresco en
compañía de Alina…”lo que había entre tu y yo…las heridas de amor, que
sufrió el corazón, ya están muy bien curadas…”, la música también enmarca el
aire particular de cada uno de estos negocios…porque esa es nuestra música,
la que se muele y muele en nuestro bares, cafés y cantinas al mismo tiempo
que las prologadas disertaciones sobre el fútbol y la política, especialmente los
candidatos del pueblo. Nuestros negocios están ahí, con su bullicio y sus
silencios, con su algarabía de siempre que finalmente termina asiéndose a los
postes de la energía y a los obituarios de las esquinas, que también hacen
parte de nuestra particular idiosincrasia, la que rumba cerveza y ron, miradas
furtivas, olor a sal y a centeno. El Charrito Negro hace su debut constante
desde las pianolas y los equipos de sonido Panasonic modelo 1980…y sigue
cantando “creo que me equivoqué al tratar de comprender tu amor tan
delicado…que problema me ha causado tu querer…” y llega la prensa y más
de uno se tira como buitre sobre ella, ansioso de saber lo mismo; lo que dice
para hoy el horóscopo, cuáles fueron los resultados de las loterías y qué
registró la sección amarilla, para convertirla en la chiva del día; lo demás no es
tan relevante a no ser que se esté buscando un empleo….el bullicio nunca se
hace esperar, el sol se levanta y el polvo también lo hace desde el suelo hasta
depositarse sobre las puertas y ventanas de las casas aledañas, mientras con
una hoja del periódico de hoy, el administrador, frunciendo el ceño, espanta un
par de moscas de la vitrina que se han colado dentro de la vitrina.

Nuestro comercio popular es muy simpático y goza de sus propios colores y


ambientes, empezando por los nombres con que son reconocidos: El
esquinazo, el Everest, Bar Don Millo, Salento, CantaClaro, La Ceiba y el Café
de Alina, entre tantos más cuya lista de curiosidades es interminable…la gente
vende de todo y compra de todo; pero cómo aligerar la pesada carga de una
situación que raya con el caos y el azul?...de nuestros negocios salen
emanaciones de gracia y de silencios…pagamos el estudio de los hijos,
sostenemos la casa y de vez en cuando sacamos a pasear a la familia…allí
nada guarda estricto orden ni se somete a riguroso inventario; porque nada
está sometido a las leyes de la oferta y la demanda; las cosas se dan porque
Dios es grande y el sí sabe que todos tenemos que comer para sobrevivir.

Un niño vestido de verde, pasa por el andén gris del negocio y cruza sus
manitos y pronuncia una oración conocida, tantas veces pronunciada; Gloria a
Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

ES SÁBADO Y EL PUEBLO ESTÁ DE FIESTA


Son apenas las cinco de la mañana y el pueblo empieza a despertar, a
desarrugar sus sueños y sus ánimos, a la plaza de mercado empiezan a llegar
los primeros camiones repletos de frescos productos de la tierra; el griterío de
la gente se confunde con la alegría de un despertar lluvioso, pero no importa el
frío ni interesa la tristeza, el día simplemente amaneció invernal, pero por eso
no deja de ser hermoso, ALINA debe estar durmiendo todavía pero cuánto
quisiera verla en medio de tantos frutos generosos como los que ahora llegan a
la plaza de mercado.

Nuestros campesinos del alma tercian sus ruanas y empieza la faena


económica del mercado, y es faena porque quien trata de vender busca lograr
el mejor precio para sus productos, mientras quien trata de comprar, busca
hacerlo a lo más mínimo, pues él también vive sujeto a la ley de oferta y
demanda, de ello depende una ganancia, un riesgo económico con el que
sustenta a sus hijos y los manda a la escuela.

Me dejo encantar por este frío natural cuando bajan del camión las ahuyamas
vivas de frescura y sabor…recuerdo los dulces de mi madre, sus calaos
refrescantes hechos con este maravilloso fruto que se derretía en nuestra
boca…su dueño las va depositando con cuidado en un rincón del salón, para
que no sufran daño, pues de ello también depende un buen precio en los
mercados de afuera.

RUBÉN levanta un pesado bulto de papa, quisiera tener su fuerza y su


musculatura, pero es que él ha hecho toda la vida ese sagrado oficio y arruma
con tanta destreza bulto sobre bulto que pareciera estar construyendo un
monumento a la tierra que nos prodiga la vida…quien lo creyera pero coincide
tanta monumentalidad con la forma cómo don MIRO distribuye sus guacales
repletos de fresas, moras y tomates…

Amanece y la plaza de mercado se llena de fragancias de campo y colores de


esperanza…como que las guacamayas se han convertido en vistosos mangos
que se ofrecen al público en un canasto ajado por el uso y el tiempo
imperdonable….no veo a PEDRO por ninguna parte, pero va siendo hora que
abra su puesto de frutas y verduras…toda esta comida, frutos de mi tierra, me
convidan humildemente a cerrar los ojos y dar gracias a Dios por tantas
bendiciones…qué fuera de nosotros sin nuestros campesinos, sin las
bendiciones de sus manos que al juntarlas con la tierra producen tanto alimento
y tanta gracia divina….siguen llegando arrumes incontables de repollo y
lechuga fresca, de olorosas mandarinas….la plaza se llena de azahares y los
racimos de plátanos se disponen igualmente al lado de la papá para evitar ser
estropeados antes de empezar las ventas.

...en el ambiente ya las palabras se confunden en varias direcciones hasta no


alcanzar a interpretar qué dicen sus interlocutores, pero esa es la dinámica del
intercambio…aquí se ofrece de todo y se compra de todo, y tanto el que vende
como el que compra sale contento porque así es nuestro mercado
semanal…sobre los mismos costales en que trajo empacados sus productos,
don JESÚS da rienda suelta a su palabra y ofrece ricuras de la tierra que más
bien parecieran caídas del cielo, unas chirimoyas que me hacen agua la boca,
grandes y carnosas como los labios de ALINA, las naranjas redondas y jugosas
no se dejan apiñar fácilmente, pero finalmente se dejan someter de la destreza
milimétrica de quien las ha apiñado por años y años.

...el café también coge rumbo a la bodega y mientras es llevado a las espaldas
de hombres corpulentos queda en el aire el olor característico de una buena
cosecha, sembrada con FE y recogida con gratitud y paciencia. Oh
Dios!...definitivamente el sábado es de fiesta en la plaza de mercado; me
permite contemplar la belleza de ALINA en medio de su puesto de trabajo
rodeada de los frutos de su tierra; sus tersas manos parecen coliflores, sandías
sus pechos y cañadulce sus labios…no soporto mirarla sin dejarme estremecer
como el manojo de hierbabuena que todavía reposa en el guacal de sus
plantas aromáticas.

Aquí nada es escaso los sábados, hay abundancia y buenos precios, hay
sabrosura en el ambiente, la alegría corre como un niño sano de puesto en
puesto, porque ya empiezan a llegar los primeros compradores, don Nicanor
me antoja de un café recién molido cuya cálida fragancia se escapa de la
cafetera y exhorta a los madrugadores a tomarlo en cantidades, mientras tanto
sigo esperando a ALINA porque es a ella a quien me gusta comprarle las
frutas…mientras tanto contemplo agraciado las decenas de costales abiertos y
que exponen al público gran variedad de granos…definitivamente nuestro suelo
está henchido de bendiciones, con razón odio la guerra!..son benditas las
manos que cultivaron los dorados granos del maíz, el cual al ser vaciado de un
recipiente a otro produce un especial sonido que me lleva a los recuerdos del
campo, como cuando el viento pasaba por entre las cañas y reproducía la
levedad fecunda de la Creación Divina.

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