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im [BFEMERIDES,ENTRE EL MITO Y LA RISTORIA —1Con Artigas? {Bse sedicioso? Ese hombre es un peligro. ‘Cada pueblo por donde pasa lo deja en completa sublevaciin —se horrorizaba mi amit —iBstis segura de lo que decis? Segura —le contests, sin dejar de persignarse, Ahi yano aguanté més ;Que quire que le dig, mini? ,Quié- nes eran ésas, después de todo, pa’ hablar aside San Martin y de Belgrano? 'Y yame disponia aintervenie de alguna forma cuando... no s6 sifue la Providencia, os rz0s o las plegaras..., acuestién fue que llegar ala esquina de La Paz y La Piedad, dieron la vuelta dos ‘bueyes enormes que venfana toda Velocds’escapando vaya asaber ‘de quién,Losbichos, al verala multtud, no pudieron ono qusieron ‘etroceder,y prefirieronabrirse paso entre ls cristianas en proces sin... Cayeron santos, andas yfaroles, volaon los sombreros, ¥ ‘curriuna cosa terrible. Bah, pa” m{ muy graciosa., Un cvemo de ‘uno de los bueyes le enganch el vestido a misia Dolores, rasgén= dosclo de punta al rabo. Yo no me pude aguantar la rsa y me igué un buen reto de mi mite, Pero no me anepiento. Se io tenfa bien merecido. {Vieja ‘chismosa y mal inencionadal FUG € © Las cuatro vidas de Fortunato Ree stmafana Clementina no paraba demover- se. Todos los esclavos dela casa e pales. ban la espalda y le dabandnimos. :¥ nora para menos! Sunieto Fortunato volvia dela guerra {Culintos alos huefa que no To vela? ,Cuato, neo? Ya nolo recordaba, Pero eso ahorano tena importanela. ‘Alénochecer, despuésde una espera larguisima,e grveso porta ‘se bri, Una figura altay morenahizosuentada. Todos nos queda ‘mos paralizados. ‘Solo Clementina se abrié paso entre nosotros gritando: “Es él Y los dos se confundieron en un abrazo interminable Esa noche, después de una copiosa cena, fvimas a sentarnos debajo dl imouero pars escuchar historias. Pero exe vex 1 que ‘contaba no era Clementina. Esa vez era el tumo de Fortnato. iQue hicste en la guera, Fortunato? —decia uno, ue {FEMERIDES, ENTREEL MITOY LA HISTORIA —iTuviste miso? —deeta ot. —1Te hirieton alguna vez? —preguntaban. —Despacio —aijo Clementina—, no me lo mareen al negrto, que 61 soto va a conta. ‘Yas(empez6 Forunatoclrelatodesusdiasenlaguerray decémo haba salvado su vida jeuatro veces! —La primera ver que mi pellejo estuvo en peligro fue al cruzar a Cordillera de los Andes, camino a Chile Latravesia se estaba haciendo de acverdo cont plan trazado de antemano. Llevsbamos diez mil mulas de sila y carga, mil seis cientos cabllos y seteientas reses. Carme seca, galletas, vino y aguardiente,;Todocomo para soportarel cruce de inco cordileras! ‘Una tarde wna tormenta de granizo nos sorprendi a todos. Nos refigiamos como pudimos en os pocos huecos que habiaen| ‘esas montafias. Peo el viento helado nos congelaba la cara, [Laropa que tenfamos no ns aleanzaba, pero lo peor fue cuando ‘se me empezaron a enfria los pies. “Pero... Las botas no te abeigaban? —{Bouas? {Qué botas? ;Greclas que tenia unos tamangos fo- rrados en lana que me haba cosido mientras esiabs en el campa- mento de Mendoza! Pero era poco pa’ tanto ff, ‘A cabo deun rato no podia mover los dedos, ya las dos horas. tenia las piemas congeladas hasta las rdillas! ‘—iAy Virgen santsima! ;Céimo habré suftido mi negritot — sollozaba Clementina '—Menos mal que con nosotrs iba un médico de primera, el ‘doctor Parissien. Enseguida me masajes las piemas y me hi (ragar como medio bari de aguardiene. Con es0 me salvaron de _morie congelado en las montaha, \y, Dios mo, qué fortuna que has tenido, Fortunato! LY después de todo es0 tuviste que pelear? —Ciaro, Después decruzala Cordillera peleamosen hile. un ‘tiempo después, navegamos por el océano Pacific para atacar alos Tercer movie: Loe cuentos dela fa Clementna us, spafoles que esaban en Pert. Y en esas aguas requee firs, ash plerdo la vida or segunda ve. AY cb e, Fortunato? —isear a os godos por mar ea pare del pln de San Matin, staba todo caeulao, Panos y eartas eogricas con los puntos de desembarca bien sefalados. ‘Ax(que el 20 de agosto de 1820 salieron de Valparafso a nave capitan O'Higgins, a ragata Aguila el berganinAraucano 2 vos en cudl bas, Fortunato? —Amimenabatoeadoirenel Araucaro,peromeconfundiy me cembargué en el Aguila, donde la mayora eran cilenos. Y esa ‘onfusin casi me cuesta la vida —aPor..2 —Ventames muy wanqulos navegando, hacéndones sefales con banderas y con una maquinia dvertda, "telégrafo” se lama, para qe todos siguiramos el mismo runbo, —1Qvé cos? —Bitelégafo, Es un apart que por aqui no se conoce. ‘Coma les desi, los primers dis extvo todo muy tan asa aburido, dria yo, Pero al anochecer del dia 30 todo nos hizo presen ques ba a venir un temporal E ilo se llené de nba- FRones muy oscurosy vn venvohuracanado comenz6asoptar Elmar Tentament see agitando, asta que de pronto ola de como vin ‘Yaras nos pasaban po aria 1, Virgen sarisima —grt6 Clementina—, Cémo habré sufrido mi negrito! ~Dejalo conta, ia Set, Fortunato, Br capitin dens ariar Is velas y que nos mantaviéraos tnd en los puesto. Yo me habla agamado fers de unasoga, pero elbarco se movatanto qe me resultaba ay diffe sostenerme. Con adiaoa que pasaba perdamos agin barildeagoaomuniciones.De golpe mn rayo casi hace asi al plo mayor El desbande foe tenble, De repent In ola mds grande que vi en mi vida peas con tanta ferza en el easco del arco que me sot de a soa en aque 16 [EFEMERIDES, ENTREE MITO YILA HISTORIA ‘estaba agarrado. Rodé y rodé hasta pegarme Ja cabeza contra un cajén de fusiles que habla, y me desmayé. ‘Cuando estaba a punto de salir disparado por la borda y caer sin remedio esas eriblesaguas,unchilenomeagarrSdelos piescomo podo ylogrésalvarme. Peroeso noes todo, Estuvimos navegando ala deriva varios dis, hasta que el Araucano vino arescatamos. Cuando legamos a as costas del Pers nuestros companterossltaban dealegria, porque ya ‘nos daban por muertos. A nosotros, que éramos como ochocientos, xyalas uece pienas de awtilleta, més las municiones los pertrechos de guera. ‘Yasialdfa siguiente meencootrabapisando suelo peruano, sano ysalvo. Ay, Dios io! ;Qué fortuna quehastenido, Fortunato! —grits ‘Glementina sin parar de abrazart, LY qué otra coss te pas6? —preguntaron los més chicos. Un! De todo me pas6. Después que salvé mi vida mitagro- samenteenel oéano, casi mueroen una epidemia terrible que hbo. “—iAy, Virgen santisimal ;Cuinto habed sutrido mi negrito! CCuente noms, event, mi negro. ‘—Habian pasado pocos dias de nuestra Hlegeda al Perd, cuando todos empezamos a sentc la inflvencia maléfica dela temperatura, {Hace un ealor por esos lugares! Una epidemia de terciana y disenteriaempez6a consumie la tropa. l batalén cuatro de Chile {queestaba formado por setecientos soldados al desembarcaralpoco tiempo sdlo tenfa cuatro! Enseguida se lo rearmé de nuevo con regres peruanos, porque, so sf, alos primeros que agaran pa’ ial frente 8. ls negros. En lor hospitales se morian de a cientos. ;Y no hala casi ‘medicina para darles! La poca que habia se la hablan sacado ala {fuerza alos botcaros, porque faltaba plata para pagarles. Para colmade males, come hacta tanto tiempo que no comiamos i lticos ni verdura, fuimos atacados de escorbuto, Los pocos que estibamos sanos fuimos puestos al mando del Tercer movie Lae cenit del a Clmntne m ‘general Arenaes para marchar la Sierra, :Parecia un regimiento de esqueletos vivientes! ‘Una madrugada nos dispontamos a partir cuando de repente lempocé a sentrme mal, Al eato tenfa tanta fiebre qu Ia cabeza parecfa que me iba estallr. Me Hevaron con urgencia al hospital. Ant estuve no sé euénto tempo més mero que vivo. Cuando ya ‘rein que no iba a volver a ver la luz del dia, tegé un bergttin ‘americano con una mediciaa que no habia ene! Peri, “cremorereo ‘quesellamaba, ydespués de unos dias empecé amejoraryamejorar, 'y ya ven, jquf estoy, vivite y eoleando. —i0h, Dios mio! {Qué fortuna que has tenido, Fortunato! — ‘volviéagritar Clementna, enjugsndose las ligrimas que le corrian por nears, ‘—iNo me dign, mi negro, que adem le pasaron otras cosas? iY claro que me pasaron! La cuana ysltima vez que estuve en peligro fue cnaodo Tos relistas me tomaron prisioneo, —aPrisionero? —gritaron todo. —Como Io oyen —respondié Fortunato, poniendo cara de va- iene LY eso fue? jConts, Fortunato! Eso fue en un operaivo de expionaje. Resulta que e} general San Martin tea un montén de agentes secretos que le informaban todos los movimientos que hacian los espafioles enel Pert, Todos operaban.con nombres falsosomimeros enclave. Una noche tuve que acompaiaralagente 456en una isin secret Deblamos omarconocimiento detallado de todoslos recursos del _pobiem, dl estado de su trop, su némero, calidad y discplin, y {de cudleraelplande operaciones en caso de que ima fueraatacads, ‘También debiamos llevar papeles con propaganda impresa de la [Revolucin para repariren plazas, monasteros, taberas, bodego- nes y todo lugar donde se euniera mucha gente ‘Asi que una noche el agente 456 y yo nos embarcamos en una we EPEMERIDES, ENTHE EL MITOY LA HISTORIA ‘pequefianave. Alllegarcercade a costaunpescador de los nuestros ‘nos hizo el santo y sea: i26 una bandera blanca y grit: Viva la Patra. Asf supimos que no haba moros en la costa, Desembarea- ‘mot y nos repartimos las tareas. EL 456 iba amezcarse en una ies a" parar la oreja y pispear todo lo que la gente opinaba de Ia Revoluci6n. A mime tocaba ie a epanir panfletos. ‘Ast lo hicimos. ‘Yo lTevaba todos Ios papeles debsjo de Ia camiss. Al primer lugar que enté pa’ revolear Ia propaganda fue una. barber. Estaba muerta de miedo. Abei la puerta y sin mirarquién habla tiré un pula de papees al sire a grito de “Viva la Pat y sali coriendo. segundo fue una oficina. Hice lo mismo: ent, revoleé los papeles y sal corriendo. Hasta ahi ave suerte, Porque a la (ercera vez, las cosas no me fueron tan bien. ET fugar elegido fue wn café. Habia montones de personas, hombres casi todos. Estaba por tirar al aire los panletos cuando de ‘ope me vi radeado por soldados espatioles, quienes me apresaron inmediatamente. Me llevaron aun calabozo, me golpearon de arriba abajo y me

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