Está en la página 1de 28

Contratos internacionales

Contratos internacionales

Referencias
LECCIÓN 1 de 2

Contratos internacionales

Contratos internacionales

Camilo Gutiérrez, argentino, con domicilio en Av. Colón 450 de la ciudad de Córdoba,
está interesado en comprar objetos antiguos, puesto que tiene un negocio de
restauración de antigüedades. Siempre ha comprado cosas dentro de la provincia de
Córdoba. Dos veces al mes suele recorrer distintos pueblos y ciudades del interior en
busca de cosas que pudiese restaurar y revender. Sin embargo, esta situación lo
agotaba bastante, puesto que implica un gran esfuerzo de su parte y muchas veces
realizaba varios kilómetros en vano. 

Un día, su esposa le recomienda consultar el catálogo de una empresa española


dedicada a recolectar antigüedades y revenderlas. Camilo revisa el catálogo y se
pone en contacto con la empresa Antigüedades Castilla S. A. y solicita que le envíen
una biblioteca antigua que databa del 1890. 

De común acuerdo, Camilo y la empresa resuelven someterse a una ley y un tribunal


neutral, a los fines de que en el caso de que surja algún conflicto, ninguno de ellos
resulte en ventaja sobre el otro. Es así que celebran un contrato en el que establecen
la siguiente cláusula: 

Cláusula 8.- LEY Y JURISDICCIÓN: (1) Ley Aplicable: Las partes se


someten de común acuerdo a la Ley Uruguaya y a los tribunales de la
República Oriental del Uruguay.

Habían acordado fecha de entrega el día 8 de abril de 2020 en el domicilio del


comprador, pero ese día la biblioteca no llegó. Camilo decidió esperar unos días por si
había sucedido alguna demora en el transporte, pero luego de un mes sin ninguna
noticia y habiendo pagado ya el precio acordado, se contactó con Antigüedades
Castilla S. A. para ver qué había sucedido. Como no obtiene respuesta, decide
contactar a un abogado para que lo asesore. 

Cuando llega el caso al estudio del abogado, ¿qué piensas que es lo primero que nota
el letrado?

La primera pregunta que nos podemos hacer en este caso es si nos


encontramos frente a un contrato internacional. ¿Cuándo un contrato es
internacional?

El tema de la contratación internacional es uno de los tópicos más importantes del


derecho internacional privado (DIPr).

La caracterización del contrato internacional requiere, preliminarmente, su distinción


del contrato nacional o interno. Un contrato es nacional cuando todos sus elementos
(personales, reales o conductistas) tienen contacto con un único ordenamiento
jurídico.

No obstante, no es posible definir el contrato internacional por oposición al nacional.


No basta cualquier contacto de los elementos del contrato con diversos
ordenamientos jurídicos para que exista un contrato internacional. Debe tratarse de
un contacto internacionalmente relevante.

De esta manera, no resulta sencilla la calificación del  contrato internacional, toda vez
que su caracterización puede derivar de la ponderación de elementos jurídicos o
económicos diversos. Así, por ejemplo, la calificación podrá hacerse según la
residencia, domicilio o nacionalidad de las partes, lugar de situación de los bienes,
lugar de celebración o ejecución. O bien, según los contactos objetivos del contrato
con más de un Estado.

En la doctrina y la jurisprudencia se han propuesto diversos criterios sobre este punto.


A nuestro juicio, que un contrato se califique como internacional depende de dos
condiciones:

1 La existencia en él de elementos efectivamente vinculados a distintos


Estados y ordenamientos jurídicos (internacionalidad objetiva); 

2 La relevancia de los vínculos que existen entre los elementos del contrato
y estos ordenamientos jurídicos (internacionalidad relevante).

Las vinculaciones que el supuesto contractual presente con diferentes Estados debe
ser de suficiente intensidad como para permitir atribuirle el rango de internacional. No
todo elemento extranjero convierte al caso (en este supuesto, al contrato) en
multinacional, ya que ello, en definitiva, depende del punto de vista de cada
ordenamiento jurídico. Así, por ejemplo, la nacionalidad extranjera de las partes que
celebran un contrato en Argentina y contraen obligaciones a cumplir íntegramente en
nuestro país, no convierte al contrato en internacional, sino que se mantiene interno.
En este sentido, se ha señalado que la nacionalidad para nuestro país es un punto de
conexión neutro.

Pensamos, en abstracto y al margen de las normas positivas concretas, que


cualquiera de los elementos (personal, real o conductista) del contrato podría
determinar su internacionalidad, en la medida en que sea susceptible de incidir en la
formación (tracto constitutivo) y cumplimiento (tracto ejecutivo) de este para
determinar potenciales conflictos de leyes o concurrencia de jurisdicciones. No
obstante, el criterio de relevancia de los elementos internacionales del contrato
depende de las normas que realizan la calificación que se han inclinado por diversas
soluciones.

La calificación de contrato internacional varía en las distintas fuentes normativas y


algunas no especifican los criterios para su determinación.

Admite los contratos subjetivamente internacionales (que no lo son por sí mismos y


se convierten en tales por la voluntad de las partes, directa o derivada de las
prórrogas de jurisdicción), la Convención sobre ley aplicable a las obligaciones

contractuales de Roma de 1980 (artículo 1)1. No los admite la CIDIP V sobre derecho

aplicable a los contratos internacionales de 1994 (artículo 1)2, la Convención de La

Haya de 1955 sobre   compraventa  internacional (artículo 1)3, la Convención de La


Haya de 1985 sobre ley aplicable a la compraventa internacional de mercaderías

(artículo 1)4, la Convención de Viena de las Naciones Unidas de 1980 sobre los
contratos de compraventa internacional de mercaderías (artículo 1)5 y la Convención
de Naciones Unidas de 1974 sobre prescripción en materia de compraventa

internacional de mercaderías (artículo 2)6, que asumen criterios objetivos, entre los
cuales el más relevante exige que los establecimientos de las partes se encuentren
en territorios de Estados diferentes.

Como resultado de la ratificación de la Convención de Viena sobre compraventa

internacional de mercaderías de 19807 y de la Convención de La Haya de 1985 sobre

ley aplicable a la compraventa internacional de mercaderías8, coexisten en nuestro


derecho dos calificaciones diferentes de contrato internacional.

El derecho internacional privado de fuente interna no califica al contrato


internacional, solo señala los elementos relevantes: el lugar de celebración, el lugar
de cumplimiento o el domicilio de alguna de las partes, se encuentran en Estados
diferentes.  El derecho internacional privado de fuente convencional  califica al
contrato internacional cuando las partes tienen sus establecimientos en Estados
diferentes.

[1] Art. 1, Convención sobre ley aplicable a las obligaciones contractuales de Roma. (1980). Comunidad Económica Europea.

Recuperado de https://bit.ly/3dldvYf 

[2] Convención Interamericana sobre Derecho aplicable a los Contratos Internacionales. (1994). CIDIP V. Recuperado de

https://bit.ly/3pkNP0s 

[3] Convención sobre ley aplicable a las ventas de carácter internacional de objetos muebles corporales. (1955). Conferencia

de La Haya de Derecho Internacional Privado. Recuperado de https://bit.ly/3atCmHD 

[4] Ley 23964. Convenciones. (1991).  Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3qyTGAy 

[5] Art. 1, Ley 22765. Convenciones internacionales: aprobación. Convención de las Naciones Unidas sobre contratos de

compraventa internacional de mercaderías. (1983). Poder Ejecutivo Nacional. Recuperado de https://bit.ly/3rZX3ky 


[6] Art. 2, Convención sobre la prescripción en materia de compraventa internacional de mercaderías. (1974). Naciones

Unidas. Recuperado de https://bit.ly/3dhzdwj 

[7] Ley 22765. Convenciones internacionales: aprobación. Convención de las Naciones Unidas sobre contratos de

compraventa internacional de mercaderías. (1983). Poder Ejecutivo Nacional. Recuperado de https://bit.ly/3rZX3ky 

[8] Ley 23964. Convenciones. (1991).  Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3qyTGAy

¿Frente a qué tipo de contrato nos encontramos?

En función de estas directrices, el contrato celebrado entre Camilo y


Antigüedades Castilla S. A. se trata de un contrato internacional, puesto que
se celebró entre partes domiciliadas en diferentes Estados que establecen
como lugar de entrega de la cosa en Argentina, y en uso de la autonomía de
la voluntad establecen como ley aplicable y juez competente los de la
República Oriental del Uruguay.

Se ha señalado que existe contrato internacional cuando no coinciden lugar de


celebración y cumplimiento; o los contratantes tienen el domicilio o residencia
habitual (conexión personal) o sus establecimientos en el territorio de Estados
diferentes; cuando el objeto del contrato se refiera a derechos reales situados en el
territorio de Estados diferentes (localización internacional de patrimonio); cuando
exista prórroga de jurisdicción válidamente admitida a un tribunal extranjero; cuando
las partes acuerdan la aplicación de un derecho extranjero y se plantea el problema
de la validez de dicha cláusula bajo la óptica de las normas conflictuales del foro.
No obstante, podemos concluir que, a la luz del derecho argentino, un contrato es
internacional cuando su lugar de celebración, su lugar de cumplimiento o el domicilio
de una de las partes en el momento de la celebración, se hallan en el extranjero.

¿Cómo se regulan los contratos internacionales en el DIPr interno


argentino?

Regulación en el Código Civil y Comercial de la Nación

En materia contractual, los preceptos que la rigen se encuentran contemplados entre

los artículos 2650 a 2653 del Código Civil y Comercial9.

El artículo 2650 se refiere al juez competente para conocer en el tema:

Artículo 2650.-Jurisdicción. No existiendo acuerdo válido de elección de


foro, son competentes para conocer en las acciones resultantes de un
contrato, a opción de actor:

[9] Ley 26944. Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de

https://bit.ly/3jTEKdO 

1 los jueces del domicilio o residencia habitual del demandado. Si existen


varios demandados, los jueces del domicilio o residencia habitual de
cualquiera de ellos;

2 los jueces del lugar de cumplimiento de cualquiera de las obligaciones


contractuales;

3 los jueces del lugar donde se ubica una agencia, sucursal o representación
del demandado, siempre que esta haya participado en la negociación o
celebración del contrato.10

[10] Art. 2650, Ley 26944. Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Congreso de la Nación Argentina.

Recuperado de https://bit.ly/3jTEKdO

“El juez del domicilio del demandado es el foro competente en general en todos los
conflictos derivados de   relaciones personales, con fundamento   en que nadie puede
agraviarse por ser demandado ante los tribunales de  su propio país” (Bueres, 2014, p.
719).

Como vimos en el caso al inicio de la lectura, las partes hicieron uso de la


autonomía de la voluntad para establecer la jurisdicción competente y el
derecho aplicable. 

¿Cómo se regula la autonomía de la voluntad?

Regulación de la autonomía de la voluntad y derecho aplicable a las


obligaciones contractuales 
Examinaremos la ley aplicable a los contratos. A tales efectos, trataremos
separadamente las siguientes hipótesis.

1 Ley aplicable escogida por las partes, en ejercicio de la autonomía de la


voluntad.

2 Ley aplicable cuando las partes omitieron su elección o dicha elección


resulta inválida, debiendo recurrirse a las reglas legislativas supletorias.

Concepto y clases de autonomía de la voluntad

En el caso de la ley aplicable escogida por las partes estamos frente a la denominada
autonomía de la voluntad, teoría que ha desatado, desde su aparición en la escuela
estatutaria  francesa  del   siglo  XVI,  una   ardua polémica entre sus defensores y
detractores.

Sin embargo, en la actualidad, no hay duda de que, ante una realidad que lo ha
impuesto casi universalmente, el principio se encuentra consolidado. En el DIPr, la
autonomía de la voluntad en materia contractual se manifiesta como la posibilidad de
que las propias partes elijan la ley que va a gobernar al contrato.

De este modo, en materia internacional presenta dos manifestaciones: la autonomía


conflictual y la autonomía material.

La autonomía conflictual sólo es admisible respecto a contratos internacionales e


importa “la potestad que tienen las partes de elegir el derecho aplicable al contrato,
elaborando la norma de conflicto individual que indicará el derecho sustantivo
aplicable” (Boggiano, 2000, p. 458). Implica una elección que impone atenerse al
derecho elegido tal cual es, sin modificar sus normas coactivas y excluye in totum el
derecho excluido.

Esta es la clase de autonomía de la que hicieron uso Camilo y Antigüedades


Castilla S. A.

La autonomía material consiste en la posibilidad que tienen las partes para


configurar el contenido normativo del contrato en el ámbito del derecho privado o
sustantivo competente. Se ejerce siempre dentro de un marco material competente
para regular dicho contrato elegido por las propias partes en el ejercicio de su
autonomía de la voluntad conflictual o por las normas de conflicto legales. Supone la
creación de la normativa sustancial, material del contrato.

No puede dejar de señalarse que Goldschmidt (1995) alude a una tercera clase de
autonomía de la voluntad, de naturaleza muy particular: la autonomía universal. Se
trata del derecho de las partes de convenios “cuasi internacionales” (entre Estados o
empresas públicas, por un lado; y empresas privadas, por el otro) a   crear un
ordenamiento normativo en el que puede aplicarse a título de subsidiariedad
cualquier derecho positivo de acuerdo con la voluntad real o hipotética de las partes,
sin derivarse de ningún derecho positivo. La autonomía universal se desenvuelve, por
ende, por encima de cualquier derecho positivo; aunque, según el autor, se encuentra
limitada por los principios de la justicia y la equidad.

Límites a la autonomía de la voluntad


La concepción de la autonomía de la voluntad en el derecho internacional privado ha
evolucionado de una primera etapa en la que se consideraba ilimitada; a su
caracterización actual, conforme a la cual se entiende que, si bien las partes pueden
elegir la ley reguladora, esta regla tiene excepciones.

Este marco limitativo es imprescindible, aún en los sistemas que receptan


ampliamente el principio, a los fines de una aplicación mínimamente razonable y
justa; a pesar de que pueda alegarse que el precio a pagar por tal control sea la
disminución de la previsibilidad y certeza en las transacciones.

Entendemos que los límites a la autonomía de la voluntad pueden agruparse en las


siguientes dos categorías.

1 Aquellos que acotan la libertad de las partes en la elección del derecho y


establecen pautas que deberán atenderse. Así, por ejemplo, imponen la
elección de un único derecho con prohibición del dépeçage, la elección
dentro de un catálogo de leyes preestablecido, la elección de una ley
vinculada razonablemente con el contrato, la imposición de elecciones en
un cierto tiempo, entre otros.

2 Aquellos que privan total o parcialmente de efectos a la elección de


derecho realizada por las partes, sea en protección del tráfico jurídico
internacional y el derecho local (el orden público internacional, el fraude a
la ley, las normas de policía o normas locales internacionalmente
imperativas, entre otros), sea en protección de alguno de los contratantes
(la protección de la parte débil en el contrato y la regulación de
imposiciones por posiciones dominantes).
Es de destacar que existen diferencias en cuanto a los límites de la autonomía
conflictual y la material. La primera se encuentra limitada por el conjunto de principios
fundamentales que constituyen el orden público de la lex fori, las normas coactivas
del derecho privado elegido y las normas de policía.

La segunda tiene limitaciones menores: comprende exclusivamente los principios del


orden público internacional y las normas de policía del derecho elegido por las partes.
Aquí no juegan ningún papel las normas internas coactivas que pueden ser
suprimidas por la voluntad autorreguladora de las partes.

¿Cómo se recepta la autonomía de la voluntad en los tratados


internacionales?

Autonomía de la voluntad en la dimensión convencional

Si bien la normativa convencional no es la que resultaría aplicable al caso, puesto que


no vincula a los Estados conectados con el caso (Argentina-España) resulta
importante conocer cómo en la dimensión convencional se regula esta importante
temática de los contratos internacionales. 

El Tratado de Montevideo de 188911  guarda silencio sobre este punto, pero tampoco
prohíbe la autonomía de la voluntad. En el Tratado de  Montevideo de 1940, a través
del artículo 5 del protocolo adicional, solo es aceptada en la medida en que sea
admitida por el derecho aplicable según las reglas establecidas en el mencionado

Tratado12.
Se ha señalado que el Tratado de Montevideo de 194013 rechaza en forma expresa la
autonomía de la voluntad, en concordancia con la propuesta del delegado uruguayo
Vargas Guillemette. El artículo 5 del protocolo adicional dispone: “la jurisdicción y la ley
aplicable según los respectivos Tratados, no pueden ser modificadas por la voluntad

de las partes, salvo en la medida que lo autorice dicha ley”14. Ello significa que, si el
derecho internacional privado interno del país (cuya ley es aplicable al contrato
internacional) acepta la autonomía de la voluntad, es válida la elección de otro
derecho efectuada por las partes.

La Convención de Viena de 1980 de Naciones Unidas sobre los contratos de


compraventa internacional de mercaderías recepta la autonomía de la voluntad en

forma expresa y de manera amplia15. En el artículo 6 se establece  que “las partes


podrán excluir la aplicación de la presente  Convención, o (...) establecer excepciones

a cualquiera de sus disposiciones o modificar  sus efectos”16.

La Conferencia Interamericana sobre derecho internacional privado, que celebró su


quinta conferencia (CIDIP V) en México entre el 14 y 18 de marzo de 1994, aprobó la
convención sobre derecho aplicable a los contratos internacionales que también
recoge el principio de la autonomía de la voluntad; en su artículo 7 establece que “el

contrato se rige por el derecho elegido por las partes”17.

[11] Tratado de Derecho Civil Internacional. (1889). Congreso Sudamericano de Derecho Internacional Privado. Recuperado de

https://bit.ly/3apmdmv 

[12] Tratado de Derecho Civil Internacional. (1940). Segundo Congreso Sudamericano de Derecho Internacional Privado.

Recuperado de https://bit.ly/3jVIKuc 

[13] Tratado de Derecho Civil Internacional. (1940). Segundo Congreso Sudamericano de Derecho Internacional Privado.

Recuperado de https://bit.ly/3jVIKuc 
[14] Art. 5, Decreto Ley 7771. Tratados internacionales. (1956). Poder Ejecutivo Nacional. Recuperado de

https://bit.ly/37nemnL 

[15] Ley 22765. Convenciones internacionales: aprobación. Convención de las Naciones Unidas sobre contratos de

compraventa internacional de mercaderías. (1983). Poder Ejecutivo Nacional. Recuperado de https://bit.ly/3rZX3ky 

[16] Art. 6, Ley 22765. Convenciones internacionales: aprobación. Convención de las Naciones Unidas sobre contratos de

compraventa internacional de mercaderías. (1983). Poder Ejecutivo Nacional. Recuperado de https://bit.ly/3rZX3ky 

[17] Art. 7, Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los contratos internacionales. (1994). CIDIP V. Recuperado

de https://bit.ly/3pkNP0s

Volviendo a la fuente interna, veamos como lo recepta el Código Civil y


Comercial.

Autonomía de la voluntad en DIPr de fuente


interna

En el derecho internacional privado de fuente interna, el principio de la autonomía de


la voluntad tiene expresa recepción en el artículo 2651 del Código Civil y Comercial,
donde detalladamente expone todas las reglas correspondientes al derecho aplicable
cuando se hace uso de esta opción y destaca la necesidad de una elección expresa (o
que resulte de manera cierta y evidente de los términos del contrato o de las

circunstancias del caso) 18.

[18] Art. 2651, Ley 26944. Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de

https://bit.ly/3jTEKdO
Este punto, como vimos en el caso, se cumple; puesto que las partes han
incorporado una cláusula específica sobre jurisdicción y derecho aplicable. 

Artículo 2651. Autonomía de la voluntad. Reglas. Los contratos se rigen


por el derecho elegido por las partes en cuanto a su validez intrínseca,
naturaleza, efectos, derechos y obligaciones. La elección debe ser
expresa o resultar de manera cierta y evidente de los términos del
contrato o de las circunstancias del caso. Dicha elección puede referirse
a la totalidad o a partes del contrato. 

El ejercicio de este derecho está sujeto a las siguientes reglas:      

1 En cualquier momento pueden convenir  que   el  contrato se rija por una


ley distinta de la que lo regía, ya sea por una elección anterior o por
aplicación de otras disposiciones de este Código. Sin embargo, esa
modificación no puede afectar la validez del contrato original ni los
derechos de terceros;

2 Elegida la aplicación de un derecho nacional, se debe interpretar elegido el


derecho interno de ese país con exclusión de sus normas sobre conflicto
de leyes,  excepto pacto en contrario;
3 Las partes pueden establecer, de común acuerdo, el contenido material de
sus contratos e, incluso, crear disposiciones contractuales que desplacen
normas coactivas del derecho elegido;

4 Los usos y prácticas comerciales generalmente aceptados, las


costumbres y los principios del derecho comercial internacional, resultan
aplicables cuando las partes los han incorporado al contrato;

5 Los principios de orden público y las normas internacionalmente


imperativas del derecho argentino se aplican a la relación jurídica,
cualquiera sea la ley que rija el contrato; también se imponen al contrato,
en   principio, las normas internacionalmente imperativas de aquellos
Estados que presenten vínculos económicos preponderantes con el caso;

6 Los contratos hechos en la   República   para   violar   normas


internacionalmente imperativas de una nación extranjera de necesaria
aplicación al caso no tienen efecto alguno;

7 La elección de un determinado foro nacional no supone la elección del


derecho interno aplicable en ese país.

Este artículo no se aplica a los contratos de consumo.19

Como podemos observar, el Código20  reconoce con amplitud la autonomía de la


voluntad y deja asentado que, en materia de derecho aplicable a los contratos, la
regla constituye el derecho elegido por las partes en cuanto a su validez intrínseca,
naturaleza, efectos, derechos y obligaciones.
En relación con las reglas que establece, Bueres (2014) las analiza de la siguiente
manera:

[19] Art. 2651, Ley 26944. Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de

https://bit.ly/3jTEKdO 

[20] Ley 26944. Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de

https://bit.ly/3jTEKdO

1 La elección puede referirse a la totalidad o a partes del contrato. Es decir,


se permite el llamado dépeçage.

2 En cualquier momento,   las  partes pueden  convenir que el contrato se rija


por una ley distinta de la que lo regía, ya sea por una elección anterior o por
aplicación de otras disposiciones del Código. Pero la norma impone un
límite claro: esa modificación no puede afectar la validez del contrato
original ni los derechos de terceros.

3 Se rechaza el reenvío. Efectivamente, elegida la aplicación de un derecho


nacional, se debe interpretar elegido el derecho interno de ese país con
exclusión de sus normas sobre conflicto de leyes, excepto pacto en
contrario. En igual sentido, se expide el art. 2596, párr.2.

4 La elección de un determinado foro   nacional no supone   la elección del


derecho interno aplicable en ese país.

5 Los usos y prácticas comerciales generalmente aceptados, las


costumbres y los principios del derecho comercial internacional, resultan
aplicables cuando las partes los han incorporado al contrato. (2014, pp.
722-723)
En relación con los límites que se le imponen a la  autonomía de la  voluntad, el inciso

“e” lo enuncia como limitación al orden público21  (lo encontramos receptado en el

artículo 260022); luego se refiere a las normas internacionalmente imperativas de

nuestro país (artículo 2599)23 y las normas internacionalmente imperativas de una


nación extranjera de necesaria aplicación al caso.

Finalmente, excluye de este principio a los contratos de consumo, que tienen un


régimen particular, que veremos más adelante.

[21] Art. 2651, inc. e, Ley 26944. Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado

de https://bit.ly/3jTEKdO 

[22] Art. 2600, Ley 26944. Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de

https://bit.ly/3jTEKdO 

[23] Art. 2599, Ley 26944. Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de

https://bit.ly/3jTEKdO

¿Cómo se elige la autonomía de la voluntad?

Modos de elección de la autonomía de la


voluntad

Elección mediante manifestación expresa de las partes: si se está en presencia de


una cláusula de elección de la ley, el juez se limitará simplemente a tomar razón de
esta decisión y declarará la norma elegida aplicable, con la única excepción de los
límites señalados precedentemente.

Se admite la posibilidad de que las partes puedan fraccionar los elementos de un


contrato o relación jurídica con la finalidad de someterlos a distintas leyes (dépeçage).
Se ha sostenido que el dépeçage   no   debería   ser admitido porque la elección de
varias leyes complicaría la tarea de los tribunales prolongando los procedimientos y

podría prestarse a maniobras dilatorias. Por caso, en la Convención de Roma24 y en la

Convención de La Haya de 198525. 

La Convención de Roma, en su artículo 3.1 establece que “las partes pueden designar

la ley aplicable a todo el contrato, o bien solamente a una parte”26. La CIDIP V, en su


artículo 7, establece que la “elección podrá referirse a la totalidad del contrato o una

parte del mismo”27.

En algunos casos este fraccionamiento se admite limitadamente, como en la CIDIP V


sobre derecho aplicable a los contratos internacionales de 1994 que, en su artículo 9,
establece que este fraccionamiento o parcelación del contrato debe ser un recurso

excepcional28.

En las X Jornadas Nacionales de Derecho Civil, que tuvieron lugar en la ciudad de


Corrientes en 1985, sobre el tema “La autonomía de la voluntad como punto de
conexión”, existieron dos despachos: una tesis más liberal o amplia que propiciaba
que la elección de derecho aplicable no está condicionada a la existencia de algún
contacto entre uno de los elementos esenciales del negocio jurídico y el derecho
aplicable. Y otra tesis más restringida, que sostuvo que la elección del derecho
aplicable está condicionada a la existencia de algún contacto razonable entre los
elementos esenciales del negocio jurídico: sujeto, objeto o causa y el derecho
aplicable.

Se discute si las partes pueden seleccionar cualquier ley aplicable al contrato, o bien
si la ley escogida debe tener necesariamente un contacto razonable con el caso.

Tanto en la Convención de Viena de 198029, la Convención de Roma de 198030, la

Convención de La Haya de 198531, como en la CIDIP V sobre derecho aplicable a los

contratos internacionales de 199432, las partes son soberanas para designar


cualquier derecho para regir a su contrato. Esta posición es defendida al señalarse
que la exigencia de vínculos objetivos razonables acota la libertad de elección y la
intención de las partes es la principal fuerza localizadora para el caso. En la elección
del derecho aplicable, lo que las partes no pueden hacer es una remisión exclusiva a
un derecho no estatal; por ejemplo, a los principios de Unidroit, como si estos fuesen
un ordenamiento jurídico autónomo, igual que el ordenamiento de un Estado.

Elección mediante una manifestación de la voluntad tácita de los contratantes: se


admite una elección implícita o tácita de la ley aplicable, en la medida en que resulte
inequívoca y pueda atribuirse a las partes en forma real y genuina y no a título de
hipótesis.

No existe uniformidad sobre el punto en el derecho convencional en que se han


delineado concepciones restrictivas (que solo admiten la elección tácita si surge
indudable del texto contractual), amplias o acumulativas (que autorizan examinar,
además, las circunstancias del caso), intermedias o alternativas y acumulativas.
Otras convenciones no establecen cómo debe ser hecha dicha elección. La fórmula
más restrictiva ha sido la de la Convención de La Haya de 1955 sobre ley aplicable a
las ventas de carácter internacional de objetos muebles corporales, que consagra el
sistema de la prueba intrínseca: el juez deberá fundar su decisión sobre las cláusulas
contractuales, es decir, sobre las mismas declaraciones de las partes con exclusión

de toda circunstancia exterior33. Así, se ha establecido un límite a la investigación del


juez.

La Convención de La Haya de 1978, sobre ley aplicable a los contratos de


intermediarios y a la representación, dispone, en su artículo 5.2, que la elección de
“esta ley debe ser expresa o resultar con una certeza razonable de las disposiciones

del contrato y de las circunstancias de la causa”34. Si bien se trata de una concepción


más amplia, esta es acumulativa, por cuanto el juez no debe limitarse a examinar
únicamente las disposiciones del contrato celebrado entre las partes, sino que
también tendrá en cuenta las circunstancias del caso a fin de decidir lo que ellas han
tenido en consideración. Por ejemplo, si se trata de un contrato que es continuación
de otro que sí contiene una cláusula expresa.

La Convención de Roma de 198035  se encuentra a mitad de camino entre las dos


anteriores. Sustituye la conjunción copulativa “y” por la disyuntiva “o”. Lo que sí se
requiere es que los contratantes hayan efectuado una verdadera elección, aun
cuando no estuviese expresamente declarada en el contrato. La voluntad tácita debe
ser cierta.

Algunos índices a tener en cuenta podrán ser, por ejemplo, la elección de  un contrato
tipo regido por un sistema jurídico particular, la elección del foro que induzca la
existencia de una voluntad de que el contrato se debe gobernar por la ley de dicho
foro. Estos elementos deberán ser analizados dentro del sistema del contrato.

La CIDIP V sobre derecho aplicable a los contratos internacionales dispone, en su


artículo 7, que “el acuerdo de las partes sobre esta elección debe ser expreso, o en
caso de ausencia de acuerdo expreso, debe desprenderse en forma evidente de la
conducta de las partes y de las cláusulas contractuales consideradas en su

conjunto”36. Esta es también la solución adoptada por la Convención de la Haya de

1985 sobre ley aplicable a la compraventa internacional de mercaderías37. De este


modo, será necesario tomar en cuenta un conjunto de elementos. El juez se apoyará
en la voluntad de las partes en cuanto a los elementos de localización que deducirá
de los términos del contrato y del comportamiento de las partes.

[24] Convención sobre ley aplicable a las obligaciones contractuales de Roma. (1980). Comunidad Económica Europea.

Recuperado de https://bit.ly/3dldvYf   

[25] Ley 23964. Convenciones. (1991). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3qyTGAy 

[26] Art. 3.1, Convención sobre ley aplicable a las obligaciones contractuales de Roma. (1980). Comunidad Económica

Europea. Recuperado de https://bit.ly/3dldvYf 

[27] Art. 7, Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los contratos internacionales. (1994). CIDIP V. Recuperado

de https://bit.ly/3pkNP0s 

[28] Art. 9, Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los contratos internacionales. (1994). CIDIP V. Recuperado

de https://bit.ly/3pkNP0s 

[29] Ley 22765. Convenciones internacionales: aprobación. Convención de las Naciones Unidas sobre contratos de

compraventa internacional de mercaderías. (1983). Poder Ejecutivo Nacional. Recuperado de https://bit.ly/3rZX3ky 

[30] Convención sobre ley aplicable a las obligaciones contractuales de Roma. (1980). Comunidad Económica Europea.

Recuperado de https://bit.ly/3dldvYf 

[31] Ley 23964. Convenciones. (1991).  Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3qyTGAy 

[32] Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los contratos internacionales. (1994). CIDIP V. Recuperado de

https://bit.ly/3pkNP0s 
[33] Convención sobre ley aplicable a las ventas de carácter internacional de objetos muebles corporales. (1955). Conferencia

de La Haya de Derecho Internacional Privado. Recuperado de https://bit.ly/3atCmHD 

[34] Art. 5.2- Ley 23964 (1991). Convenciones. Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3qyTGAy 

[35] Convención sobre ley aplicable a las obligaciones contractuales de Roma. (1980). Comunidad Económica Europea.

Recuperado de https://bit.ly/3dldvYf 

[36] Art. 7, Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los Contratos Internacionales. (1994). CIDIP V. Recuperado

de https://bit.ly/3pkNP0s 

[37] Ley 23964 (1991). Convenciones. Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3qyTGAy 

Silencio de las partes

Es necesario determinar si el silencio de una de las partes vale como aceptación de la


elección del derecho realizada por la otra. Para algunas legislaciones, el silencio de
una de las partes es un modo no formal de expresión de la voluntad. Para otras, el
silencio no puede  valer como consentimiento.

Algunas convenciones establecen sobre la base de qué derecho deberá adjudicarse o


no valor al silencio de las partes. Así, por ejemplo, la CIDIP V sobre derecho aplicable a
los contratos internacionales, en su artículo 12, indica que “para establecer que una
parte no ha consentido debidamente, el juez deberá determinar el derecho aplicable
tomando en consideración la residencia habitual o el establecimiento de dicha

parte”38. La razón de apreciar el silencio por el derecho de la residencia habitual o del


establecimiento del destinatario de la oferta se hizo para evitar que el receptor se vea
sometido, sin que lo hubiere percibido claramente, a un ordenamiento jurídico extraño
y desconocido.
Consideramos que en caso de no existir una norma que indique de manera expresa
cómo interpretar el silencio de una de las partes o cuál es el derecho que nos indicará,
en definitiva, cómo hacer esta interpretación, debemos entender que no hay acuerdo
sobre el derecho aplicable al contrato.

[38] Art. 12, Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los Contratos Internacionales. (1994). CIDIP V. Recuperado

de https://bit.ly/3pkNP0s

¿En qué momento se puede realizar la elección?

Momentos para la elección

Tanto la doctrina como la jurisprudencia, durante mucho tiempo, consideraron que la


ley seleccionada para regir el contrato debía ser la misma desde la celebración del
contrato hasta el momento en que éste agotare todos sus efectos.

Sin embargo, vemos que tanto la Convención de La Haya de 198539  como la CIDIP V

sobre derecho aplicable a los contratos internacionales de 199440  reconocen una


gran libertad a las partes en cuanto al momento en que puede realizarse la elección
de la ley, ya que podrá ser hecha en un momento precedente, simultáneamente con
la celebración del contrato o luego de su otorgamiento. En sus artículos 7.2 y 8,
respectivamente, prevén que “en cualquier momento las partes podrán acordar que el
contrato queda sometido en todo o parte a una ley distinta de aquella por la que se

regía anteriormente, haya sido o no esta elegida por las partes”41.


Es, en definitiva, una consecuencia del reconocimiento amplio de la autonomía de la
voluntad. Incluso se ha propuesto, para unificar la ley aplicable al contrato, la
aplicación retroactiva de la ley elegida después de su perfeccionamiento.

Sin embargo, se establecen dos excepciones a la retroactividad: la exigencia de no


afectar derechos de terceros y la obligación de no afectar la validez formal del
contrato original para defender así el equilibrio contractual. Esto evita una maniobra
de uno de los contratantes en perjuicio del otro. También puede ser que se proteja a
terceros para el caso de que la nueva ley elegida declare nulo al contrato y esfume
todos los derechos creados en torno a esa relación contractual.

[39] Ley 23964 (1991). Convenciones. Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de https://bit.ly/3qyTGAy 

[40] Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los Contratos Internacionales. (1994). CIDIP V. Recuperado de

https://bit.ly/3pkNP0s 

[41] Art. 7.2 y 8, Convención Interamericana sobre derecho aplicable a los Contratos Internacionales. (1994). CIDIP V.

Recuperado de https://bit.ly/3pkNP0s

C O NT I NU A R
LECCIÓN 2 de 2

Referencias

Boggiano, A. (2000). Curso de Derecho Internacional Privado. Derecho de las


relaciones privadas internacionales (2.a ed. ampliada y actualizada). Buenos Aires,
Argentina: Abeledo Perrot.

Bueres, A. J. (2014). Código Civil y Comercial de la Nación, analizado, comparado y


concordado (1.ra ed. Vol. 2). Buenos Aires, Argentina: Hammurabi.

Convención Interamericana sobre Derecho aplicable a los Contratos


Internacionales. (1994). CIDIP V. Recuperado de
https://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/b-56.html 

Convención sobre la prescripción en materia de compraventa internacional de


mercaderías. (1974). Naciones Unidas. Recuperado de
https://www.uncitral.org/pdf/spanish/texts/sales/limit/limit-conv-s.pdf 

Convención sobre ley aplicable a las obligaciones contractuales de Roma. (1980).


Comunidad Económica Europea. Recuperado de
http://www.secola.org/db/1_01/dir_es.pdf 

Convención sobre ley aplicable a las ventas de carácter internacional de objetos


muebles corporales. (1955). Conferencia de La Haya de Derecho Internacional
Privado. Recuperado de https://www.hcch.net/es/instruments/conventions/full-
text/?cid=31 

Decreto-Ley   7771. Tratados internacionales. (1956). Poder Ejecutivo Nacional.


Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?
id=200295 

Goldschmidt, W. (1995). Derecho Internacional Privado. Buenos Aires, Argentina:


Depalma.

Ley 22765. Convenciones internacionales: aprobación. Convención de las Naciones


Unidas sobre contratos de compraventa internacional de mercaderías. (1983).
  Poder Ejecutivo Nacional. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/190000-
194999/192130/norma.htm#:~:text=Art%C3%ADculo%203-,1.,para%20esa%20manuf
actura%20o%20producci%C3%B3n. 

Ley 23964. Convenciones. (1991). Congreso de la Nación Argentina. Recuperado de


http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/363/norma.htm 

Ley 26994. Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). Congreso de la Nación


Argentina. Recuperado de
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-
239999/235975/norma.htm 

También podría gustarte