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El cadejo

Vení temprano le decía Juan a su padre que por sus largas borracheras no paraba en su casa ni
de día, ni de noche. A lo cual contestaba este "hijo de Dios en mi casa cuídame tu a mi familia,
madre que te engendró y padre respeto por Dios quiero yo".

Aburrido de estas palabras que a diario escuchaba, decidió darle un escarmiento, consiguió un
cuero negro, varias cadenas de perro y se escondió a su espera.

Como siempre y de madrugada apareció su padre con tremenda borrachera, aprovechó Juan y
poniéndose el cuero y sonando las cadenas quiso darle una lección.

"Por asustarme y contradecirme "cadejos" quedarás y a todos los borrachos del mundo en sus
necesidades ayudarás".

Espeluznante y fantástico animal que la gente supersticiosa lo señala como un enorme perro,
de ojos encendidos, de pelo muy largo y enmarañado, que desde tempranas horas de la noche
salía a asustar a las personas, en especial a los que andaban en malos pasos o niños
desobedientes, o a espantar caballos, gallinas y hacer otras diabluras más.

Según algunos vecinos del pueblo, era lo más tétrico y pavoroso que le podía haber sucedido a
los que hubieran tenido ia mala suerte de ver a la más terrible de todas esas maléficas
criaturas: el "Cadejos". Al perro negro y encantado que aparecía y desaparecía como obra de
magia, arrastrando enormes e invisibles cadena? que se oían pero que no se veían, rechinando
largos y puntiagudos colmillos y lanzando fuego por la boca, ojos y orejas. Las personas que
tuvieron la mala suerte de verlo solían decir que era el verdadero Lucifer personificado en
forma de perro.

Se cuenta también de que muchos hombres y muy valientes que se aventuraron a andar a
deshoras de la noche, por las calles solitarias de San Juan del Murciélago de antaño, en más de
una ocasión regresaron a sus casas "jadeando" de la carrera que les pegó el "espanto del
Cadejos", con la vista casi torcida al revés, y además, todos "mojados" y "untados" por haber
visto al maléfico perro negro.

Según los relatos que dan consistencia a la leyenda del Cadejos, este horrible perro negro es el
resultado de una maldición. Transportándonos al pasado, veamos qué fue lo que sucedió:

Era una humilde familia; el marido solía con frecuencia emborracharse en las cantinas y,
llegando a deshoras de la noche a su casa, hacía un escándalo tremendo. Sacaba la cruceta y
amenazaba de muerte a todo aquel que se atreviera a ponerle la mano encima. Otras veces le
pegaba salvajemente a su mujer por motivos realmente insignificantes. El hijo mayor de la
familia decidió un día darle un buen susto cuando éste regresaba de sus andanzas nocturnas.
Se consiguió un cuero peludo y, cuando fue ya tarde de la noche, se dirigió hacia un punto
oscuro y solitario del camino, por el cual tenía que pasar su padre de regreso a casa.

Y de veras, cuando distinguió la sombra del hombre que se acercaba, se puso el cuero peludo,
luego avanzó de cuatro patas al encuentro de su padre, convertido en horrendo animal de
ultratumba.

El resultado fue óptimo para el muchacho, pues su papá, al ver aquella aterradora aparición,
casi le da un ataque del susto y corrió tan rápido alejándose de aquel lugar que parecía que los
tantos años vividos ya no le pesaran.

La estremecedora aparición continuó sal iéndole al encuentro en el mismo paraje, cada vez
que su papá regresaba de sus correrías nocturnas. Pero, a pesar de todos estos sustos, no lo
hacía abandonar su mala conducta y mucho menos el vicio del licor.

Un buen día se le agotó la paciencia al hombre y dominado el miedo que aquella espeluznante
aparición le producía, levantó la cruceta para disponerse a hacer un picadillo a cuchilladas al
espanto, pero cuando ya iba a asestar el primer golpe mortal, escuchó !a voz de su hijo que
muy temeroso le gritaba que todo había sido una broma, que lo perdonara y que no lo matara.

El padre, al constatar que aquel hijo lo había hecho objeto de burla y de tan horrenda broma,
profirió una maldición al muchacho: "De cuatro patas andarás toda la vida". La maldición se
cumplió y aquel hijo se convirtió en perro grande y negro, que la noche más oscura no lo es
tanto con su negrura.

Esa fue la maldición por haber asustado a su padre: pasaría él a ser el Cadejos, para horror de
la gente: ese perro de apariencia pavorosa, capaz de erizarle el pelo al más pintado.

Nunca se ha sabido que este espanto haya atacado a nadie. Al contrario, muchos
supersticiosos aseguran que más bien suele acompañar a los solitarios caminantes para
defenderlos del peligro. Aunque la tradición advierte, sin embargo , que si alguien intenta
golpear a este perro en tinieblas, éste aumentará de tamaño, ligero se enfurecerá y el atrevido
corre seno peligro de una agresión.

¿Será cierto o no la anterior versión?

Le será fácil a aquel que quisiera averiguarlo. Todo es encontrarse con el Cadejos, en las calles
oscuras de San Juan del Murciélago.

Relato hecho por: Nelly Peña

"Tiene un orígen vulgar pero con la edad va cogiendo prestigio y decoro".

"Fue el tercer hijo varón parrandero y vago de un gamonal de Escazú.

Siempre hechado de día, en las noches envolvía un yugo en cobijas, lo ponía en la cama y se
escabullía a parrandear. El padre furioso, y los hermanos no mucho menos, le llevaron casi a la
fuerza al monte, a "tapar" frijoles. Apenas llegó a la finca se echó a sestear. Entonces ocurrió:
el padre le maldijo:"Echado y a cuatro patas seguirás por los siglos de los siglos, amén". Y
súbitamente se transformó en ese perro grande, adusto, flaco, erizo que trota al lado de los
parranderos que viven lejos y les acompaña con su trotecillo ligero, triste y advertidor".
"¿No has oído su aullido venteando la muerte entre los alarmantes cipreses de los cementerios
aldeanos? El oye el pasar de las almas que se van, el vuelo de las prófugas del purgatorio y el
aletear del Angel del Misterio".

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