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W. J. T. Mitchell - ¿Qué Quieren Las Imágenes - Sans Soleil (2017)
W. J. T. Mitchell - ¿Qué Quieren Las Imágenes - Sans Soleil (2017)
W. J. T. MITCHELL
Título original: What Do Pictures Want? The Uves and Laves of lmages
L1censed by The University of Chicago Press. Chicago, lllinois. U.S.A.
es 2005 by The University of Chicago. All rights reserved.
WWW.SANSSOLEIL.ES
Contacto: info@sanssoleil.es
lQUÉ QUIEREN LAS IMÁGENES?
W. J. T. MITCHELL
Nora de la traductora. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Prefacio . ............................................................................ 13
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
3- Dibujando el deseo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
r I- Abstracción e intimidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 I
Dibujar cost1s, adoptar un punto de vista, es lo que nos hace humanos; el arte es
cret1r sentido)' darformt1 a ese sentido. Gerhard Richter, lhe Dt1ily Practice of
Painting (1995).
Este libro está dividido en tres partes: la primera trata sobre las
imágenes, la segunda sobre los objetos y la tercera sobre los medios.
La lógica de esta estructura es la que sigue. Con " imagen" quiero de
cir cualquier semej anza, figura, motivo o forma que aparece en unos
medios u otros. Con "objeto" quiero decir el soporte material dentro
del que, o sobre el que, aparece una imagen, o la cosa material a la que
una imagen se refiere o trae a la vista. También quiero, por supuesto,
evocar aquí los conceptos de objerualidad y objetividad, la noción de
algo que se sitúa contra un suj eto. Por "medio" entiendo el conj unto
de prácticas materiales que j untan una imagen con un objeto para
pro ducir una picture. El libro en su totalidad, entonces, es sobre las
pictures, entendidas como un complejo ensamblaje de elementos vir
tuales, materiales y simbólicos. En el más estricto sentido, una picture
es sólo uno de esos familiares objetos que vemos colgando de las pa
redes, pegados a los álbumes de fotos u ornamentando las páginas de
los li bros ilustrados. En un sentido más extenso, sin embargo, las
14 1 W. J. T MITCH E LL
2. Barbara Kruger. Untitled (Help.1 rm locked inside this picture), 1985. Zindman/
Fr·emont photography. Cortesia de Mary Boone Gallery, Nueva York.
La imagen lo es todo.
Andre Agassi, anuncio de Cámam Canon
La observación de que "la imagen lo es todo" ha sido habitualmente
maceria de queja, no de celebración, como lo es en la notoria declaración
de Andre Agassi (hecha ciempo después de que rapara su cabeza, cam
biara su imagen y se convirtiera en una estrella del tenis real en vez de un
chico de póster) . El propósito de esta primera sección es demostrar que
las imágenes no lo son todo, pero al mismo tiempo mostrar cómo se las
ingenian para convencernos de que lo son. Parte de esto es una cuestión
del lenguaje: la palabra imagen es notoriamente ambigua. Puede denotar
tanto un objeto físico (una pintura o escultura) como uno mental, una
entidad imaginaria, una imago psicológica, el contenido visual de un
sueño, recuerdos o percepciones. Juega un papel tanto en las artes visua
les como en las verbales, canco en el nombre del contenido representado
en un cuadro como en su gestalt formal completa (lo que Adrian Stokes
lla ma "la imagen en forma") ; o puede designar un mocivo verbal, una
cosa o cualidad nombrada, una metáfora u otra "figura", o incluso la
totalidad formal de un texto como un "icono verbal". Puede incluso
s obrepasar la frontera entre la visión y el oído en la noción de "imagen
ac úst ica". Y como nombre para la semejanza, similitud, parecido y ana
lo gía tie ne un estatus cuasi lógico como uno de los tres grandes órdenes
de formación de signos: el "icono", que (junco con el "símbolo" y el "ín
di ce" de C. S. Peirce) constituye la totalidad de las relaciones semiócicas8•
8 Las rrcs leyes de Hume de asociación psicológica (semejanza, conrigüidad, y causa y dec-
26 I W J T M ITC H E L L
l a cesta d e una sola disciplina, sea ésta historia del arte, crítica literaria,
estudios de los medios, filosofía o antropología. Más que confiar en
una teoría, método o "discurso" preexistente para explicar las imágenes,
quería dejarlas hablar por sí mismas. Empezando por las "metaimá
genes" o imágenes que reflejan en sí el proceso de la representación
pictórica, quería estudiar las propias imágenes como formas de teori
zación. El objetivo, en resumen, era convertir en imagen la teoría, no
importar una teoría de las imágenes de cualquier otro sitio.
No quiero sugerir, por supuesto, que Picture lheory era inocente
de tener contactos con el rico archivo de la teoría contemporánea. La
semiótica, la retórica, la poética, la estética, la antropología, el psi
coanálisis, la crítica ética e ideológica y la historia del arte se tej ieron
(probablemente de manera demasiado promiscua) en una discusión
sobre las relaciones de las imágenes con las teorías, los textos y los
espectadores; sobre el papel de las imágenes en las prácticas literarias
como la descripción y la narración; sobre la función de los textos en
medios visuales como la pintura, la escultura y la fotografía; y sobre el
peculiar poder de las imágenes sobre las personas, las cosas y las esferas
públicas. Pero todo el tiempo pensaba que sabía qué estaba hacien
do, concretamente, explicando qué son las imágenes, cómo significan,
qué hacen, mientras resucitaba una antigua empresa interdisciplinar
llamada iconología (el estudio general de las imágenes a través de los
medios) y abría una nueva iniciativa llamada cultura visual (el estudio
de la experiencia y la expresión visual del ser humano) .
S I G N OS VITALES
sión" y los "regímenes escópicos" como para enumerarlas. Entre las figuras más impor
tantes en este área se encuentran Norman Bryson, James Elkins, Martín Jay, Stephen
Melville y Nicholas Mirzoeff Los historiadores del arte alemanes, como Gottfried
Boehm. Horst Bredekamp y Hans Belting están explorando nociones como Biúlwis
sewchaft. Biltlanthropol.ogie y el concepto de "gi ro icónico". Esta l ista ni siquiera toca
el imporrantc trabajo de los teóricos del cinc (Tom Gun ni ng, Miriam Hanscn) y de
los antrop(ilogm (M ichacl Taussig, Luden Taylor) , o los nuevos trabajos en estética,
ciencia cognitiva y teoría de los medios.
S I G N O S V I TA L E S 1 T E R R O R C LÓ N I C O l 29
2 l\k tropecé con la obra de Alfred Gel! Art and Agemy: An Anthropological 1heory
(Oxford: Clarendon Press, 1 998) demasiado tarde como para contar plenamente con
dla en este libro, pero algunos aspectos de su teoría son bastante compatibles con la mía.
Si entiendo a Gel! correctamente, está defendiendo que la "estética" no es un universal
antropológico; lo que es universal, para Gel!. es "una especie de teoría antropológica en
la que las pe1wn11s o 'los agentes sociales' son [ . .. ] sustituidos por objetos de arte"(S) .
Pudría estar d e acuerdo, con l a restricción d e que las "vidas" d e los objetos d e arce inani
mados pueden ser modeladas sobre las de los animales y otros seres vivos, no sólo sobre
las de las personas.
3 Soy perfectamente consciente de que algunos críricos podrían considerar el mero entre
tenimiento en esta cuestión como un movimiento regresivo o incluso reaccionario. Vic
tor Burgin, por ejemplo, considera el "centrarse en la vida interna de los objetos autó
nomos" como una dt' las "trampas" principales (junto con el formalismo) que aguardan
"al teórico del arce sin ninguna comprensión de la semiología" ( The End o/Art 1h1•ory
[Atlantic Highlands, Nueva Jersey: Humanitics Press lnternational, 1986] , 1 ).
30 1 W J . T M I T C H E L L
7 l_;ricdrich Nietzsche, lWilight of the Idols (orig. pub. 1 889; Londres: Pcnguin Books,
1 990). 3 1 -32.
32 I W J . T M I T C H E L L
T E R R O R C LÓ N ICO
4 . E l Wo r l d Tra d e C e n t e r e n p l e n o a t a
q u e . 1 1 d e s e p t i e m bre de 2. 0 0 1 . R e u te r s .
1 7 Véase la definición de especie del O.�ford English Dictionary: "La apariencia externa o
aspecto, la forma visible o imagen de algo, como constituye nte del objet o inmediato
de la visión"; "La ima ge n de algo proyectado o refl e j ad o sobre una superficie; un re fle
jo"; "Una cosa vista; un espectáculo ; esp. un objeto de la vista irreal o imaginario; un
fantasma o ilusión". Para un mayor desarrollo véase mi ensayo "What is an I mage?" en
!conology lmage, Text, ldeowgy (Chicago: University of Chicago Press. 1 986), cap. 1 .
1 8 Desde el pri n c ipio Yamasaki , su diseñador, consideró las torres como "u n mo n umento
,
simbólico para un nuevo mi lenio que debe conducir a una paz mundial a través del
comercio gl obal" (citado en Bill Brown ""The Dark Wood of Postmodernism", MS en
curso, 3 1 ) . Hay, por supuesto, una considerable resistencia a hablar sobre las torres
S I G NOS V I TA L E S I T E R R O R C LÓ N I CO l 37
como símbolos o iconos, porque parece minimizar la rragcdia humana real involucrada
en su descrucción. Los lectores que: respondieron a mi arcículo, "lhc War of lmages",
en 1he UniversifJ' of Chicago Magazine (diciembre de 200 1 ) : 2 1 -23 (hccp:/ /www. al
umni. uchicago.ed u/magazine/ 0 1 1 2/feacures/remains-2. hcml) ¡me acusaron de no
saber que esce evenro realmenre sucedió! Incluso un comencarisca can i meligence y poco
senrimencal como Noam Chomsky en su, por otra parce, brillance diagnóstico del 1 1
de Scpr ic mbre part:ce incapaz de aceptar la noción de que las torres fueron acacadas
,
porque eran símbolos. Véa�e su 9- 1 1 (Nueva York: Seven Srories Pn:ss, 200 1 ), 77.
1 9 Ncil Harris, Building Uves (New H aven, Conneccicm: Yale U n iversi cy Press, 1 999), 3.
38 I W J T M I TC H E L L
20 lbíd . . 4.
21 Bill Brnwn, "Al i Th umbs", Critica! ínquiry 30, nº 2 (invierno de 2004) : 457.
22 Véase Eric Darton, Divíded We Stand: A BiograpkJ' of New YorkS Worl.d Tra<Ú> Center
(Nueva York: Basic Books, 1 999) .
S I G NOS V I TA L E S 1 T E R R O R C LÓ N I C O l 39
26 Pier Cesare Bori escribe que "el culto a las imágenes, da igual lo que puedan represen
tar" es el "más urgente significado de la condenación de la idolatría" (Bori, 7he Golde11
Ca[fa11d the Origim ofthe Anti-jewish Controversy. trad. David Ward [Atlanta: Scholars
Press, 1 990] , 9). Véase la brillante lectura de Joel Snydcr del segundo mandamien
to en relación con la producción de imágenes "automáticas" en la fotografía: "What
Happens by Itself in Photography" ', en 7he Pumtits of Reason. Hillary Putnam, Paul
Guyer y Ted Cohen (eds.) (Austin: University ofTexas Press, 1 992) . 36 1 -73.
27 Para una visión más general de las muchas disputas sobre la interpretación de este
pasaje, véase Brevard Childs, lhe Book ofE-.:odus: A Critica!, lheological Commentary
(Louisville: Westminster Press, 1 974) , 5 5 5-56.
28 El enlace entre el conocimiento de la creación de imágenes y el secreto de la vida es
quizá el sentido subyacente a la oposición entre el Á rbol de la Vida y el Á rbol de la
Ciencia. Bori apunta que la idolatría es el equivalente al "Pecado Original" (comer
del Árbol de la Ciencia). Véase Bori, lhe Golden Ca!J: 9. El Paradise Lost de M ilron
rcfuerLa esta ecuación sugiriendo que Adán y Eva empezaron a adorar al árbol del
conocimiento como un ídolo tras comer de él.
S I G N O '� V I TA L E S 1 T E R R O R C L Ó N I C O l 4 1
1 1 c r c va
29 Fuera de las puertas de La Meca se permire que los arcaicos ídolos de piedra pre-islámi
cos se manrengan en pie. pero se colocan pilas de rocas cerca para que los musulmanes
piadosos puedan lapidar a los ídolos.
30 Como los cvcnros del 1 1 de Sepricmbrc revelaron, se especuló ampliamente sobre si el
riempo de desrrucción de la segunda rorre, sólo unos pocos minuros después de la pri-
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33 Se puede encontrar un análisis más com prensivo sobre este tópico en el contexto de
la estereotipia racial y la caricatura más adelante, en el capítulo 1 4 .
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3 4 Wasc Moshe Halbcrral y Avishai Margalit, ldol1ztry (Cambridge, MA: Harvard Uni
vcrsity Press, 1992) , 1 6 , para una discusión más amplia.
46 I W J . T M I TC H E L L
35 Estoy agradecido a David Dunlap, crítico de arquirecrura del New York Times. por
cornparri r sus opiniones sobre la "gemelidad" de las rorrcs conmigo. Véa�c su arrículo
sobre el morivo de las Torres Gemelas en la arquitectura en Times, edición del 2 de
noviembre de 200 1 : "Even Now, ,¡ Skyline of7i11i11/' .
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d e '' est amos de pie divididos" que anotó Eric Darton en el título de
su l i bro sobre el World Trade Center3<>.
La i magen del clon, por su parte, presenta un objeto de fervor
i co no cla sta más insidioso y gradual, un horror más sutil j unto con
u n a pe rspectiva más utópica. La película de Arnold Schwarzenegger El
sexto día sugiere desde el mismo título la relación entre la antigua ley
re l igio sa y la moderna tecnofobia. La ley del "sexto día" toma su nom
b re del mito bíblico de la Creación, en el que Dios crea los seres huma
nos a l sexto día. Esta ley prohíbe la clonación humana, a pesar de que
permite la clonación de mascotas y otros organismos no humanos. En
la película, la clonación humana se prohíbe porque resulta imposible
reproducir los recuerdos y la personalidad de las personas clonadas,
p or lo que los nuevos organismos (creados completamente adultos)
s e convierten en psicópatas. Aun así, hasta la más nueva tecnología
.% F ri e D a rron , Divided We Sttmd: A Biography o/Neu • York'.r World Trt1de Centa (Nuc:va
York: Ba sic B o o ks , 1 999)
.'1 7 Wa,e el capículo 12 para más sobre información esre r e m a .
50 I W. J . T. M I TC H E L L
tar, e imitar bien, es, e n otras palabras, la capacidad para ser Otro".18•
La clonación terapéutica trata de reemplazar los órganos y los tej idos
gastados, de restaurar los cartílagos y las células cerebrales agotadas. La
clonación reproductiva trata de darnos un tipo de inmortalidad gené
tica y genealógica para satisfacer incl uso de manera más perfecta un
deseo que ya está manifiesto en las motivaciones para tener hijos bio
lógicos "de uno mismo" , en contra de la adopción. En un sentido casi
di recto, entonces, los deseos de los clones son simplemente nuestros
propios deseos humanos de reproducirnos y medrar. Al mismo tiem
po, por supuesto, activan las fobias más profundas sobre la mímesis,
la copia y el horror del doble inesperado. En el último episodio de la
saga de La guerra de las galaxias, no nos sorprendemos al conocer que
aquellas hordas idénticas de storm troppers de blanca armadura que
marchan de forma automática hacia su destrucción son todos clones
de un solo e intrépido cazarrecompensas, genéticamente modificados
para reducir la iniciativa individual. El don es una imagen del perfecto
sirviente, el obediente instrumento de la voluntad del amo creador.
Pero el ingenio de la dialéctica amo-esclavo, como nos recuerda He
gel, nunca se puede estabilizar; el sirviente está destinado a sublevarse
contra el amo.
El don, entonces, nos muestra por qué las vidas de las imágenes son
tan complejas y por qué la pregunta "¿qué quieren las imágenes?" nun
ca podrá determinarse con una respuesta inequívoca. El don es lo que
Walter Benjamín llamó " imagen dialéctica'', que captura el proceso his
tórico en un punto muerto. Va delante de nosotros como una figura de
nuestro futuro, amenaza con venir tras nosotros como una imagen de lo
que podría reemplazarnos y nos retrotrae a la pregunta sobre nuestros
orígenes como criaturas creadas "a imagen" de una fuerza invisible,
inescrutable y creativa. En tonces, por más extraño que suene, no hay
forma de que podamos evitar preguntarnos qué quieren las imágenes.
Ésta es una pregunta que no estamos acostumbrados a hacer y ello nos
causa incomodidad porque parece ser precisamente el tipo de pregun
ta que haría un idólatra, la que conduciría el proceso de interpretación
hacia un tipo de adivinación secular. ¿Qué quieren las imágenes de
nosotros? ¿Adónde nos están conduciendo? ¿Qué es de lo que carecen,
j<) Marshall McLuhan, Understanding M1•dia (publicado por primera vez en 1 964;
Carnbridge, Massachusetts: MIT Press, 1 994), 46.
5 2 I W. J . l M I T C H E L L
1 Véase el capítulo 7 del presente texto para un detallado análisis de estos conceptos.
2 La cransferibilidad de las características de la minoría y lo subalterno a las i mágenes
será, por supuesto, una cuestión central en lo que sigue. Se podría empezar con una
reflexión sobre la famosa pregunta de Gayatri Spivak, "Can che Subalrern Speak?"
en Marxism and the interpretation of Culture, Cary Nclson y Lawrcncc Grossberg
(cds.) (Urbana: Un ivcrsity of lllinois Prcss, 1 988), 27 1 -3 1 3. Su respuesta es no; una
respuesta que se repite cuando las imágenes son tratadas como el signo silencioso o
mudo, incapaz de hablar, de hacer sonidos o de negarse (en cuyo caso la respues
ta a nuestra pregunta podría ser que las imágenes quieren una voz y una poética
de la enunciación). La posición "minoritaria" de la imagen se aprecia mejor en la
observación de Gillcs Dclcuze sobre el modo como el proceso poético introduce
una "tartamudez" en el lenguaje que lo "minoriza" , produciendo "un lenguaje de
imágenes, imágenes resonantes y coloreadas" que "perforan agujeros" en el lenguaje
¿ Q U É Q U I E R E N LAS I M ÁG E N E S ? I 5 5
"por medio de un silencio ordinario. cuando las voces parecen haberse extinguido".
Véase Ddeuze, Essays Critica/ and Cliniml. trad. Daniel W. Smich .y M ichael A. Greco
(Minncapolis: Uni �ersicy of Minnesoca Press, 1 997), 1 09 , 1 59 .
3 Franz Fanon, Black Skin, Whitt' Masks (Nm:va York: Grove Press, 1 967) , 8.
·I Ernesr Janes cuenta que Freud una vez le exclamó a la princesa María Bonaparce,
"Was will das Weib?" [¿Qué quiere la mujer?] . Véase Pecer Gray, 7he Freud Reader
(Nueva York: Norron, 1 989), 670.
5 Al decir que las imágenes tienen algunas de las características de la personalidad, por
supuesto, estoy implorando la pregunta acerca de qué es una persona. Cualquiera
que sea la respuesta a esa pregunta, tendrá que incluir alguna explicación sobre qué
'" aquello que tienen las personas que hace posible que las imágenes las suplanten, así
como que las representen. Esca discusión podría empezar desde el origen de la palabra
pa-so11are ("sonar a través"), que se enraíza en la figura de la persona en mascarada
usada como figura icónica y como megáfo no en la tragedia griega. Las personas y las
personalidades, en resumen, pm:dcn derivar sus rasgos caractaísticos de la creación
<le imágenes tanto como las imágenes derivan sus rasgos de las personas.
6
Estoy citando aquí la observación de John Bergcr sobre la mirada del animal en su
56 1 W J T M I TC H E L L
artículo clásico " Why look ar animals?" en About Looking (Nueva York: Phanteon
Books, 1 980), 3. Para más sobre esta cuestión, véase mi "Looking ar Animals Look
ing", en Picture Theory (Chicago: Universiry of Chicago Press, 1 994), 329-44.
7 El análisis de Freud sobre el fetichismo empieza apuntando que el fetiche es un sín
toma notablemente satisfirctorio y que sus pacientes rara vez van adonde él con quejas
sobre dio. " Fetishism" ( 1 927). en Standard Edition ofthe Complete Psychological Works
o/Sigm u nd freud ( Londres: Hogarrh Press, 1 96 1 ) , 2 1 : 1 5 2-57.
8 Las imágenes mágicas y los objetos animados son una característica especialmente desta
cada de la novela europea del siglo XIX, apareciendo en las páginas de Balzac, las Bron
ce, Edgar Allan Poe, Henry James y, por supuesto, en la novela gótica. Véase Theodore
Ziolkowski, Disenchanted fmages: A literary !conology (Princeton, Nueva Jersey: Prince
ton University Press, 1 977) . Es como si el encuentro con las "fetichistas" sociedades tra
dicionales o premodernas y su destrucción produjeran un resurgimiento post-ilustrado
de los objetos subjetivados en los espacios domésticos victorianos.
W U É Q U I E R E N LAS I M ÁG E N E S ? l 57
'! La <locumentación completa del tropo de la obra de arte personificada y "vivicnt<:" <:n
d discurso de la hiscoria del arre occidental requeriría un artículo separado. Tal artículo
podría comenzar con una mirada hacia el estatus del objeco de arte en los eres "padres"
canónicos de la historia del arce: Vasari, Winckelmann y Hegel. Encontraría, sospecho,
que las narrarivas progresivas y teleológicas del arte occidental no esrán (como a menudo
se sugiere) centradas principalmente en la conquista de la apariencia y el realismo visual.
sino en la cuestión de cómo, en términos de Vasari, la "vivacidad" y la "animación"
se infunden en un objeco. El rraramiento de Winckelmann de los medios artísticos
l 3 El ejem plo más egregio de esta sombra política es la industria de los test psicológicos
d i s.:ñ ados para mostrar que los videoj ucgos son d agente causal de la violencia j uve
nil. Apoyados por los inn:reses políticos que prefieren un chivo expiatorio icónico y
" c u l t u ral antes que prestar algo de atención a los instrumentos de violencia reales,
"
con cre tame nte las armas, se gastan enormes cantidades de dinero público anualmente
para apoyar la " investigación" (sic) sobre el impacto de los videoj uegos. Para más
� etalles véase http : //culruralpolicy. uchicago.edu/news_evenrs.html#conf con un in
fo rme sobre "The Ares and Humanities in Public Life 200 1 : ' Playing by the Rules:
l he C ult ural Policy Challenges of Video Gamcs"' , una conferencia i mparrida en la
Un ivcrsity of Chicago el 26 y el 27 de octubre de 200 1 .
60 I W J T M I T C H E L L
1 7 Para nosotros, d hombre que adora al negro está tan 'enfermo' como el hombre que
"
la imagen animada con bestias es, sospecho, una característica crucial del deseo de las
imágenes. Abominació11 es también un término aplicado regularmente a los animales
"impuros" o rabú en la Biblia. Véase Cario G inzburg sobre el ídolo como una imagen
"mon struosa", presenrando imposibles formas "compuestas" que combinan las caracte
rísticas humanas y las animales en "ldols and Likenesses: Origen, Homilics on Exodus
V I I I . 3, and I rs Reception", en Sight &Jnsight: Essays on Art and Citlture in Ho11our of
L H. Gombrich at 85 (Londres: Phaidon Press, 1 994) , 5 5-67.
l 9 Vé ase Marrin Jay, Dow11cast Eyes: 7he Denigration o/ Vision in Twentieth Cemury
Fm1ch 7hought (Berkeley y Los Á ngeles: Universiry of California Press, 1 993).
2 0 N or man Bryson , introducción a Visual Culture: Images and l11terprett1tions, Norman
Bryson , M ichael Ann Holly y Keith Moxey (eds.) (Hanover, New Hampshire: Uni
versity Prcss of New England, 1 994) , XXV. La discusión chísica sobre el gém:ro de
la irnagen y la mirada continúa, por supuesto, en d "Visual Pleasure and Narrarive
Cin<.:ma" de Laura Mulvey, Scffen 1 6, nº 3 ( 1 975 ): 6- 1 8 .
62 1 W. J . T. M I T C H E L L
2 :> Véas e Neil Hercz, " Medusa's Head: Male Hysreria under Polirical Pressure'' , en Rep
resentations 4 (oroño de 1 983): 27-54, y mi análisis sobre Medusa en Picture 7heory,
1 7 1 -77.
24 Qum·, en el vocabulario de Wittgenstein es, sin embargo, enfáticamente no "perverso"
(u•idem11türlich), sino "ganz natü rlich" [rotalmente natural] , incluso si es "extraño"
(seltsam) o "norable" (merkwurdiger) . Véase Ludwig Wittgensrein, Philosophical ln vesti
gmiom, trad. G. E. M. Anscombe (Oxford: Basil Blackwell, 195 3 ) , 79-80, 83-84.
25 f.sruy invocando aquí la distinción lacaniana entre el deseo, la demanda y la necesidad.
Jo nat han Scotr Lec aporra una definición útil: "deseo es lo que está manifestado en d
i n terv alo que la demanda vacía dentro de sí [ . . . ] ; es [ . . . ] lo que se evoca por cualquier
de manda más allá de la necesidad articulada en ella" (Lec, Jacques Lacan [Amhcm:
Universiry of Massachusetts Press, 1 99 1 ] , 58). Véase rambién Slavoj Zifek, Looking
,1w1y ( Cambridge, Massachuserrs: MIT Press, 1992), 1 34. El verbo "querer" puede, por
>up uesro , sugerir cualquiera de estos significados (deseo, demanda, necesidad) , depen
d i.:n <lo del contexto. Z ifrk me ha señalado que sería perverso leer d " / wantyou " del Tío
S am como "re deseo", en vez de como una expresión de demanda o necesidad. A pesar
de todo, enseguida se hará evidente precisamence ¡cuán perversa es esra imagen!
64 I W J . T M I TC H E L L
•
NEAREST RECRUITING STATION
W<i m e r Fl ro s . , p o s t e r de Al J o l s o n 1 1 . I co n o b i z a n t i n o : C r i s t o . M a n u s
p:-1 1'a The Jazz Singer. crito i l u m i nado. Salterio y N u evo
Test a m e nto ( D.O. MS 3), fo l . 3 9 r.
Fl y za n t i n e C o l l e c t i o n . D u m b a r t o n
O a k s . Wa s h i n g t o n D . C .
d ice William Blake; pero, en esta imagen, las ven tanas del alma están
triplemente i nscritas como oculares, orales y táctiles -una invitación
a ver, sentir y hablar más allá del velo de la diferencia racial-. Lo
q ue despierta la imagen es nuestro deseo de ver, como podría haber
d ich o Jac ques Lacan, exactamente lo que no se puede mostrar. Esta
im pote ncia es lo que le da el tipo específico de poder que tiene"'.
A veces la desaparición del objeto de deseo visual en una imagen
es u na h uella directa de la actividad de generaciones de observado
re s , co mo en una miniatura bizantina del siglo XI [fig. 1 1 ] . La figura
de Cr isto, como la del Tío Sam y Al Jolson, apunta directamente
al es p ecta d or, en este caso con los versos del Salmo 77: "Atended,
o h, mi p ueblo a mi ley; inclinad vuestros oídos a las palabras de mi
28 Véase Roben S. Ndson. ""lhc Discoursc of leo ns, lhcn and Now" , en Art History 1 2,
nº 2 (junio de 1 989): 1 44-5 5 , para un análisis más completo.
l Q U É Q U I E R E N LAS I M ÁG E N E S ? 1 6 9
31 Joel Snyder sugiere que este desplazamiento de la atención se puede describir mediante
la distinción de Aristóteles entre la retórica (el estudio de la comunicación del signifi
cado y los cíceros) y la poética (el análisis de las propiedades de una cosa hecha. tratada
como si tuviera alma). Entonces, la Poética está interesada en una "cosa hecha" o en una
imitación (tragedia) y el argumento se declara como "el alma de la tragedia", un concep
to que se elabora más extensamente cuando Aristóteles insiste en la "rotalidad orgánica"
de las creaciones poéticas, como si fuera un biólogo catalogando las especies narurales.
La pregunta para nosotros ahora, obviamente, es qué les pasa a esros conceptos de crea
ción, imitación y organicismo en una era de cíhorgs, vida artificial e ingeniería genética.
Para más reflexiones en torno a esta cuestión, véase el capítulo 1 5 más adelante.
l O U É Q U I E R E N LAS I M ÁG E N E S ? I 73
p c: rs o n
,as las imágenes pueden no saber lo que quieren; les tienen que
av u d a r a recordarlo a través del diálogo con los otros.
'
Po dr ía haber hecho esta investigación más árida fijándome en las
pin c uras abstractas (imágenes que no quieren ser imágenes) o en géne
ros r a l e s como el paisaje, donde la personalidad emerge sólo como una
'" fl l ig rana" , para usar la expresión de Lacan32• Empiezo con el rostro
co mo el objeto primordial y la superficie de la mímesis, desde la faz
ra ruada a las caras pintadas. Pero la pregunta por el deseo podría ser
d irigida a cualquier imagen y este capítulo no es nada más que una
s u ge re ncia para que lo intentemos por nosotros mismos.
Lo que las imágenes quieren de nosotros, lo que hemos fallado
en d arles, es una idea de la visualidad adecuada a su ontología. Las
d i s cusiones contemporáneas sobre la cultura visual a menudo parecen
perturbadas por una retórica de la innovación y la modernización.
Quieren actualizar la historia del arte buscando el empate con las dis
c ip l i n a s basadas en el texto y con el estudio de la cultura del cine y de
masas. Quieren borrar las distinciones entre la alta y la baj a cultura y
transformar "la historia del arte en la historia de las imágenes" . Quie
ren "romper" con la historia del arte supuestamente dependiente de
las i n genuas nociones de la "semejanza o mímesis" y las supersticiosas
"actitudes naturales" hacia la imagen que parecen tan difíciles de ex
tir pa r1·1 . Apelan a los modelos "semióticos" o "discursivos" de las imá
genes, que las revelarán como proyecciones de la ideología, como tec
n o lo gí as de dominación que ofrecen resistencia a la perspicaz crítica.l·• .
No es tanto que esta idea de la cultura visual sea errónea o estéril.
Por el cont rario, ha producido una transformación notable en los ale
ta rgados co nfines de la historia del arte académica. ¿ Pero es eso todo lo
32 Para una discusión sobre la animación/personificación del paisaje como ídolo, véase mi
" Holy Landscape: Israel, Palestine, and che American Wilderness", en Landscape and
Powa, W. J. T. Mitchell (eds.), 2• ed. (Chicago : University of Chicago Press, 2002), 26 1 -
90. La noci ón de Lacan de la mirada como una "filigrana" en el paisaje aparece en Jacques
Lacan, lh1· Four Fundammtal Concepts o/ Psychoana/yús (Nut:va York: Norton, 1 978),
1O 1. So bre las ansias de la pintura abstracta, véase el capítulo 1 1 del presente texto .
.'13 Véase la crítica de Michael Taussig a la suposición del lugar común acerca de la "mí
mes is ingen ua" como "mera" copia o represenración realista en Mimesis and Afterity
.
( '.'l ucva York: Routledge, 1 993 ) 44-4 5 .
,
.\4 b toy res u m i e ndo aquí l a s afirmacio nes básicas h.:chas por Bryson, Holly y Mo xe y rn
su i n rro d ucción a Vimttl Culture. Para una discu , iún más profund a sobre d campo
c·n1 crg.: me de la cultura visual, véase el ca pí tu l o 1 6 m'ís adelante.
74 1 W J . T M I T C H E L L
que queremos? ¿ O (más aún) es eso todo l o que las imágenes quieren?
El movimiento de más largo alcance caracterizado por la búsqueda de
un concepto adecuado para la cultura visual es el énfasis en el campo
social de lo visual, en los procesos cotidianos de mirar a los otros y de
ser mirados. Este complejo campo de la reciprocidad visual no es me
ramente un subproducto de la realidad social, sino que es activamente
constitutivo de la misma. La visión es tan importante como el lenguaje
a la hora de mediar las relaciones sociales y no es reducible al lenguaje,
al "signo" o al discurso. Las imágenes quieren derechos igualitarios con
el lenguaje, no ser convertidas en lenguaje. No quieren ni ser niveladas
en una "historia de las imágenes" ni ser elevadas a una "historia del
arte" , sino ser vistas como individuos complejos ocupando múltiples
posiciones e identidades de suj etoJ5•
Quieren una hermenéutica que pudiera retornar al gesto original
de la iconología del historiador del arte Erwin Panofsky, antes de que
elaborara su método de interpretación y comparara el encuentro ini
cial con una imagen con una cita con "un conocido" que "me saluda
por la calle quitándose el sombrero".l6•
Lo que las imágenes quieren, entonces, no es ser interpretadas, de
codificadas, adoradas, reventadas, expuestas o desmitificadas por sus
observadores; ni siquiera quieren cautivarlos. Puede que no quieran ni
que los comentadores bienintencionados que piensan que la humani
dad es el mayor cumplido que le podrían dedicar a las imágenes asuman
su subjetividad o personalidad. Los deseos de las imágenes pueden ser
inhumanos o no humanos, pueden estar mejor representados por las
figuras de los animales, las máquinas o los cíborgs, o por imágenes in-
3 5 Otra forma de expresar esto podría ser decir que las imágenes no quieren ser reducidas
a los términos de una l ingüística sistemática basada en un sujeto unitario cartesiano.
pero podrían estar abiertas a la "poética de la enunciación" que Julia Kristeva tan con
rundenremente transfirió de la literatura a las arres visuales en su texto clásico Desire
in Language (Nueva York: Columbia Univcrsiry Prcss, 1 980) . Véase especialmente
"lhc Ethic� of Linguistid' sobre la centralidad de la poesía y la poética, y "Giotto's
Joy'' , sobre el mecanismo de la jouissctnce en los frescos de Asís.
36 Erwin Panofsky, "konography and lconology", en Mecming in the Visruzl Arts (Gar
den Ciry, Nueva York: Doubleday. 1 9 5 5 ) . 26. Para una discusión más profunda sobre
este punto, véase mi "lconology and Ideology: Panofsky, Alrhusser, and the Scene of
Rccognition", epílogo a Reframing the Renaissance: Vimal Culture in Europe and Latín
America, 1 450- 1 650, Clairc Farago (ed.) (Ncw Havcn , Connecticut: Yale Universiry
Press, 1 99 1 ) , 292-300.
¿ Q U É Q U I E R E N LAS I M ÁG E N E S ? I 7 5
cl u s o m ás básicas -lo que Erasmus Darwin llamó " los amores de las
p l a n tas"-. Lo que las i mágenes quieren en último tér?1 ino, entonces,
e s si mp
le m ente que se les pregunte que, es lo que quieren , compren
d ie n do que la respuesta bien podría ser nada de nada.
38 Estoy pensando aquí en las exploraciones de Leo Bersani y Ulysse Duroit sobre la
relacionalidad y "la comunicación de las formas" en Arts of Impoverishment (Cam
bridge, Massachusetts: Harvard University Press, 1 993). Véase la discusión sobre este
punto y el problema de tratar "nuestras relaciones con la obra de arte como una ale
goría de nuestra relación con las personas" en "A conversation with Leo Bersani", en
Octoher 82 (otoño de 1 997): 1 4.
39 Esto podría ser visto como un modo de ir un poco más allá con la astuta perspicacia de
M ichael Baxandall de que nuestro lenguaje sobre las imágenes es "una representación
del pensamiento sobre el haber visto la i magen", es decir, "dirigimos una relación entre
imagen y conceptos" (Baxandall, Patterns oflntentio11s [New Haven, Connecticut: Yale
University Press, 1 985] , 1 1 ) . Baxandall observa que esto "es un alarmantemente móvil
y frágil objeto de explicación'', pero también "sumamente flexible y vivo'' ( 1 0) . Mi
sugerencia aquí es llevar la vitalista analogía un paso más allá para ver la imagen no sólo
como un objeto de descripción o écfrasis que se torna viva en nuestro j ugueteo percep
tual/verbal/conceptual, sino como una cosa que siempre está dirigiéndose a nosotros
(potencialmente) , como un sujeto con una vida que tiene que ser vista como "de su
propiedad" para nuestras descripciones y para engranar la vida de la imagen junto con
nuestras propias vidas como espectadores. Esto significa que la pregunta no es sólo qué
quiere decir la imagen (para su primer observador histórico) o qué significa para noso
tros ahora, sino qué quiso (y quiere) la imagen de sus observadores entonces y ahora.
W U É Q U I E R E N LAS I M ÁG E N E S ? I 7 ?
4o J o el S nyder, " Las Jvfenintts and rhe M i rror of che Prince" , e n Critica/ lnquiry 1 1, nº 4
( J u n io de 1 98 5 ) : 539-72 .
78 I W. J . T. M I T C H E L L
41 La posición más allá del deseo es, para mí, hacia lo que Michacl Fricd está apuntando
con sus nociones de absorción, presencia, gracia y con la "convicción" provocada por
la auténtica ohra maestra. Véase el análisis sohre "Arte y objetualidad" en el capítulo
7 del presente cexro y en Picture lheory, capítulo 7.
42 Helena Curtis, BioÚ!gy, 3' ed. (Nueva York: Worth, 1 979) . 20-2 1 , citado por Michael
lhompson, "lhe Representacion of Life", en Virtues a11d Reasons, Rosalind Hursthouse,
Gavin Lawrencc y Warrcn Quinn (eds.) (Oxford: Clan:ndon Press, 1 995), 253-54.
Sobre el gen como concepto fetiche, véase también Donna Haraway, Modest_ Witness@
Second_Millennium (Nueva York: Roudedge, 1 997). 1 3 5 .
W U É Q U I E R E N LAS I M ÁG E N E S ? l 79
45 [N. de la T.] Cuando se tradujo esta obra de Slavoj Z iiek al castellano. se optó por
el rínilo El acoso de /,as fantasías en vez de La plaga de las jiwtasÍtts, más acorde con el
sentido original. Aquí hemos optado por mantener el término " plaga " , debido a que
Mitchell se aprovecha del sentido biólogo de la palabra para incluirlo en su discurso.
¿ Q U É Q U I E R E N LAS I M ÁG E N E S ? l 8 1
4 c, Pa ra una discusión más detallada, véase W J. T. M itchell, The Last Dinos1111r Book: Tl.11•
l.ifi' a nd Times ofa Cultural !con (Chicago: Universiry of Chicago Press, 1 998) , 25, 62.
47 An J ré B azin, What is Cinemit?, trad. Hugo Gray (Bcrkcky y Los Á ngdes: Univcrsiry
n f C aliforn ia Press, 1 97 I ) , 9.
82 I W J . T. M I T C H E L L
vivo muerto
inanimado no muerto
48 Sigo aquí el uso de Fred Jameson del "rectángulo semántico", una estrucrura lógica
inaugurada por el li ngüista A. J. Grcimas y adoptada en una variedad de formas por
Claude Lévi-Strauss y Jacqucs Lacan. Véase Jameson , 1he Prison-House of Language
(Princeton . Nueva Jersey: Princeton Univcrsity Press, 1 972), 1 6 1 -67.
i Q U É Q U I E R E N LAS I M ÁG E N E S ? l 83
49 Rola nd
Barthes, Camera Lucida, r rad . Richard Howard (Nueva York: H i l l &Wang,
1 98 1 ) . 1 5 .
D I B U JA N DO E L DES E 0 1
Déjennos decir "esta pintum no tiene dibujo '; como solíamos decir de cierttlS
formas que 'izo tienen 11ida ''. Yves Bonne foy, 011erture: The Narrow Path
towmd the Whole ( 1 994) .
<le irn agen y deseo. Para facilirar la comprensión del rcxro hcrno� marcado con un
as t e ri sco las diferentes traducciones dd verbo "'ro draw".
86 1 W J . T M I TC H E L L
TH E ORIG I N OF VERMILION, OR
THE L OVES OF PAINTIN G ANO M USIC
4 [)<'. !he Suwet Ship: Jhe Poems off. M. W. Turner, Jack Lindsay (cd.) (Lowesrofc, Suffolk:
S co rpion Press, 1 966), 1 2 1 .
88 I W J . T M I T C H E L L
5 Jacques Lacan, lhe Fo11r Fundamental Concepts ofPsichoa11alysis (Nueva York: Norton,
1 977). 1 1 4 .
6 Para una mayor clahoración, véase mi "Metamorp hoses of rhe Vortex: Hogarth,
Blake, a nd Turncr", en Articulate Images, Richard Wendorf (cd.) (Min neapol is: Uni
versity of Minnesota Press, 1 983), 1 25-68.
D I B U J A N D O E L D E S E O 1 85
T H E
A N A L Y S I S
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M OCC .L .! X l L
b erm ellón del sonrosado amanecer, del rastro brillarne del rocío, del
rojo de la tierra y de la sangre, y del rubor del amor. Turner, atraído*
por la l uz y el color co mo una polilla por una llama, dibu j a el deseo en
l uz y color. Por último, se supone que e l nacimiento de la pin tura de
ca mpos de color experimenta con una forma de deseo pictórico que
ren uncia totalment e al dibuj o , sumergiendo al espectador en un mar
de co lor en el que la figura ha sido p roscrita.
Se p odría empezar a pensar sobre las i mágenes del deseo, ento nces,
n o co mo personas -es decir, no com o personificacio nes, n i a través de
�a ps icología del deseo- sino como imágenes del deseo impersonales,
1? l uso inan imadas, como un tipo de atracción gravitacional o magne
c
ti s m o (lo que he estado denominando "deseo-como-atracción*"): desde
el a nt iguo tratamiento materialista del deseo como una fuerza atracti
va f u n damental que une al universo (la noción de Empédocles de que
90 1 W. J . T M I T C H E L L
Eros y Eris son las dos fuerzas primordiales) ; pasando por l a image n
aristotélica de las esferas planetarias unidas por el amor, con el Amad o
en la posición del Motor Inmóvil y los amantes en la posición de los
planetas móviles'; hasta llegar di rectos a la noción de "unión" y "desu
nión" en el tratamiento de la alternancia entre el principio de placer y
la pulsión de muerte en Freud8•
Además de como relación antitética con los principios de odio o
agresión, el propio deseo humano ha sido retratado tradicionalmente
de formas contrarias: asociado con las oscuras pasiones, los apetitos y
la "naturaleza baja" de los brutos, por un lado, e idealizado como la
aspiración de la perfección, la unidad y la luminosidad espiritual , por
el otro. No debería ser una sorpresa que los deseos de las imágenes se
pudieran bifurcar a través de líneas similares. Existe también el con
traste entre la imagen freudiana del deseo como carencia y anhelo por
un objeto, y la imagen deleuziana del deseo como un "ensamblaje"
construido a base de elementos concretos, una "máquina deseante"
caracterizada por una alegría fundada en (pero no disciplinada por)
la ascesis9• La imagen anti-freudiana y deleuziana del deseo está inte
rrumpida por el placer, no dirigida por él. Recibe una forma gráfica en
las reflexiones de William Blake sobre el tema en There is No Natural
Religion [No hay religión natural] : "El deseo del Hombre de que fuera
Infinita la propiedad es Infinito & él mismo Infinito" [fig. 1 8) ; "Si al
guien pudiera desear lo que es incapaz de poseer, la desesperación de
bería ser su destino eterno" [fig. 1 9) ; " ¡Más! ¡Más! Es el llanto del alma
confundida, menos que Todo no puede satisfacer al Hombre" 10• Blake
7 Véase F. E. Petcrs, Greek Philosophical Terms: A Historic1il Lexicon (Nueva York: New
York University Prcss, 1 967) . s.v. "eros" , 62-66.
8 Aquí confío profundamente en el excelente estudio de Richard Boothby Death and Desire:
Psychoanaf)1tic Theory in Lttc1m"s &turn to Freud (Nueva York: Roucledge, 1 99 1 ) . Véase 83-
84. Boothby es especialmente bueno separando la noción de Freud de instinto de muerte
de cualquier otra ansia biológica de autodestrucción, dándole en cambio una interpretación
psicológica que lo conecta con el impulso iconoclasta de destrozar imágenes, en este caso
específico, las imagos que estabilizan el ego o el sujeto unitario.
9 Gilles Deleuze, "What is a desire?" en The Deleuze Reader, Constantin Boundas (ed.)
(Nueva York: Columbia University Press, 1 993), 1 40: "La ascesis siempre ha sido
la condición del deseo, no su disciplina ni su prohibición. S iempre encontrarás una
ascesis si piensas en el deseo".
1 O De 7he Poetry and Prose o/William Blake, David Erdman (cd .) (Garden Ci ty, N u ev a
York: Doubleday, 1 96 5 ) , 2.
D I B U J A N D O EL D E S E O 1 91
la dialéctica de la unión y la
desunión. Su deseo infi ni
to no significa la infinid ad
cuantitativa ni la extensión
y expansión "indefinidas" ,
sino la "identidad definida
& determinada" figurada
por la "línea límite**" 1 1 -la
línea trazada que salta por
encima de un límite"*' al
mismo tiempo que lo defi
ne, produciendo una "far-
ma viva" -.
.
toto gráfico) por el trazado del contorno y (en una mayor elaboración
de P linio) eventualmente realizada por el padre de la dama en un re
l i ev e esc ultórico, presumiblemente después de la muerte del amante
d i fu nro u . Por lo tanto, la imagen nace del deseo, es (podríamos decir)
un síntoma del deseo, una traza fantasmárica y espectral del deseo de
retener al amado, de mantener algún trazo de su vida mientras dura
12Vé ase el brillante análisis de Vicror Scoichira sobre este tema en A Sho rt History of
th e Shadow (Londres: Reaktion Books, 1 997) , 1 6. Sobre la Dama de Corinto, véase
ta mb ié n Roberr Rosenbl um, "The Origin of Painting: A Problem in rhe lconography
o f Ro mantic Classicism'' , en Art Bulletin 39 ( ! 95 7) : 279-90.
U !'l ini o d Viejo, Historia nat11ml 25. 1 5 1 -52 .
96 I W J . T M I TC H E L L
1 4 Véase William Henry Fox Talbot, "Sorne Account of the Art of Photogenic Drawing.
or ·Thc Process hy Which Natural Objects May Be Made to Delineare Themselves
without the Aid of che Artist's I'encil'' (Londres: R. and J. E. Taylor, 1 839) . La frase
de Talbot, "el arte de fijar una sombra'', es el título de la sección cuarta de su escrito.
Agradezco a Joel Snyder esta referencia.
1 5 Véase la discusión de la metáfora de Bazi n sobre la "momificación" cinemática en el
capículo 2.
16 Georgc Carlin cuenta la anécdota del retrato de perfil de un guerrero indio, visto
por el modelo como una premonición de la "pérdida de su rostro" (la mitad que está
mirando en un perfil) . Esta premonición se cumplió cuando el guerrero se involucró
en una lucha con uno de sus camaradas acerca del retrato supuestamente mutilado
y perdió la mitad de su cara en la pelea subsiguiente. Véase North American !ndians
(Nueva York: Pr:nguin Books, 1 996) , 240; originalmente publicado como Letters and
Notes on the Manners, Customs and Conditions ofthe North American Jndiam ( 1 844) .
1 7 Una sugerencia que agradezco a Gcoffrcy Harpham.
D I B UJAN D O E L D E S E O 1 97
2 1 Vé ase Sigmund Freud, The !nterpretation of Dreams, James Strachey (trad. y ed.)
( Nueva York: Avon Books, 1 965), 347. Véase también mi discusión en Iconolog_y
( C h icago : Universiry of Chicago Pn:ss, 1 986) , 4 5 .
22 R ich a rJ Boorhby, Death and Desire: Psychoanalytic 7he01y in Lamn's Retum to Fm1d
( Ro u rk dge, 1 9 9 1 ) , 2 5 .
2 ·) Sl a voj Z i:lek, 7h e Plague oJFantasies (Nueva York: Verso, 1 997) , 7.
1 0 0 I W. J . l M I T C H E L L
grosso modo, a los medios y a las fan tasías específicas, a las imágenes
que circulan en los medios.
Es cuando Z izek retorna a su maniquea alegoría ético/política de
la imagen estabilizada de un ego unitario (malo) , en lucha contra las
tendencias desintegradoras de la pulsión de muerte (buena) , cuan do
la retórica de la iconoclasia vuelve y mi resistencia se activa. "Las éticas
modernas de 'seguir el impulso' chocan con las éticas tradicionales de
dirigir una vida regulada por una mesura propia y una subordinación
de todos sus aspectos a alguna noción de lo Bueno" (37) . La "sentido
común" de que algún tipo de negociación entre estas demandas es po
sible se desecha inmediatamente: "el balance entre las dos nunca puede
ser logrado: la noción de reinscribir el impulso científico en las restric
ciones del mundo de la vida es la más pura fantasía -quizá la fantasía
fascista fundamental-" (38) . (Tal vez no estoy entendiendo lo que se
quiere decir aquí con fascismo. Para mí, el fascismo ocurre cuando la
policía asalta casas privadas por la noche y un estado ha declarado un
indefinido estado de emergencia que j ustifica cualquier cosa que hace y
consolida todo el poder en manos de un líder y un partido político -la
presente condición, por otra parte, de mi propio país-.) La "negocia
ción" entre la ética moderna y la tradicional me parece compleja, pero
no imposible, y no veo por qué tales negociaciones son una "fantasía
fascista'' . Cuando, en un estilo similar, Zizek caracteriza las luchas de la
izquierda política de la "coalición del arco iris" en los Estados Unidos
como "un abandono del análisis del capitalismo como un sistema de
economía global" ( 1 28) y desestima estos esfuerzos no sólo como falli
dos, sino como simples síntomas del sistema al que se oponen, entonces
se quiere desviar el debate hacia un terreno político más específico y lo
cal. Quizás estas afirmaciones tienen algún tipo de sentido en Liubliana
que no es evidente para alguien de Chicago.
Entonces, para mí, hay dos Z iieks. El buen Ziiek, que es un anar
quista, un magnífico, si bien a veces perverso, intérprete y teórico es
peculativo, por no mencionar que es un fabuloso monologuista; ésta
es la figura de la que "aprendo, aprendo, aprendo" , por citarle citando
a Lenin. Pero, después, está el mal Z izek, que es un fundamentalis
ta, un paranoico, un leninista y (esa terrible tentación) un moralista2 4 •
24 Arnold Davidson me rccucrda que Freud consideró la posición del pervertido com o
equivalence a la del anarquista, y la paranoia como un síntoma del fundamencalisca.
D I B UJAN DO E L D ESEO l 1 0 1
P rob a ble mente, los dos son i nseparables y n o estoy instando va que
uno de ell os sea abandonado; mi sensación es que el "efecto Zizek"
d p e ende absolutamente de la ca-presencia de los dos lados. El buen
/iz ek afirma lo Imaginario y nos sumerge de lleno en lo Real; el mal
/ize k pro clama la l ey de lo S imbólico. Prefiero "aprender, aprender,
a p re nde
" r del buen Zizek, de su i mplacable compromiso positivo con
J a fa ntasía-como-realidad-colectiva y que pone entre paréntesis las
po l íticas que la motivan -una política que no encuentro útil en un
co n texto estadounidense, cualquiera que sea la fuerza que pueda tener
en la sit uación específica de Eslovenia-. En esta adopción de la plaga
de las fantasías, Z izek avanza la tradición freudiana hacia un "sondeo"
nietzscheano de las imágenes e ídolos que hemos creado.
Por lo tanto, mi objetivo aquí es retrasar, no prevenir, el inicio de las
categorías freudianas para retratar el deseo. Para terminar, las categorías
de muerre y deseo elaboradas por la teoría freudiana nos llevan al epi
centro de las vidas de las imágenes. Otras disciplinas -historia del arre,
estética, cultura visual, estudios de cine y de medios, antropología, teo
logía- hacen inevitable la pregunta sobre qué quieren las imágenes, pero
el psicoanálisis puede ser la única disciplina que realmente nos permite
responderla sondeando las profundidades de la imagen -sondeando a los
ídolos-. Aquí hay un comienzo, entonces, para reformular sobre pregun
ta so b re la imagen deseante en los términos de las categorías freudianas.
l . Deseo versus pulsión. ¿ Qué diferencia se genera si construimos
l o que las imágenes quieren como una pregunta sobre el deseo o sobre
la p ulsió n? Una manera de enmarcar esta cuestión sería contemplar
la s diferencias entre la imagen fij a y móvil , la imagen singular y la
ser i a l , o ( como veremos) entre la picture (como un objeto encarnado
co nc reto o como ensamblaj e) y la imagen (como un motivo desen
c a rn ad o , un fantasma que circula de una picture a otra y a través
<le l os m edios) . La picture quiere agarrar, arrestar y momificar una
1 111a ge n en silencio y lentamente. Una vez que ha logrado su deseo, sin
l'. ll1b argo, está impulsada a moverse, a hablar, a disolverse y a repetirse
ª s í mis ma. Por ello, la picture es la intersección entre dos "querer": la
p ulsi ón ( la repetición, la proliferación, la "plaga" de las imágenes) y el
�l'. se o (la fijación, la reificación, la mortificación de la forma de vida) .
Esro se ve claramente en la escena de la Dama de Corinto [fig. 25] . Allí,
�I d b uj o del contorno, el paternal alfarero que materializará y fijará la
i
1 1n a g en
en tres dimensiones, el joven mismo y su sombra están todos
1 02 I W J . l M I TC H E L L
entre ellos como una interrupción d e l o Real, del índice, del signo exis
tencial. La tríada de símbolo, icono e índice de Peirce se corresponde
de forma casi estricta con la lacaniana, y por mucho más que por un
mero registro estructuralmente semiótico. El símbolo, para Pei rce, es
un "legisigno" , un signo por convención, ley, legislación; el índice tie
ne una relación "real" o existencial con lo que sustituye: es la cicatriz
o trazo del trauma, la parte del obj eto o de la sombra, como un "tra
moyista" con el que está conectado y que se mueve con su referente; y
el icono, finalmente, es la "primeridad" de la aprehensión fenomeno
lógica, el j uego básico de la presencia y la ausencia, de la sustancia y la
sombra, de la semejanza y la diferencia que hace posible la percepción
y la imaginación. Lo Imaginario, propiamente el reino de las pictures y
de las imágenes visuales, está tradicionalmente asociado con la fijación
y la unión en la teoría freudiana (de ahí que el Estadio del Espejo dé
una "falsa imagen" del cuerpo como algo estabilizado y unificado) .
Pero lo Imaginario va bien más allá de sus "propios" límites y permea
el reino de lo Simbólico (literalmente en las figuras de la escritura y
figurativamente en las imágenes verbales o metáforas, en el concepto o
la analogía) . Entonces lo Imaginario está en ambos lados, aliado tanto
con los procesos primarios y secundarios, como con una intersección de
las pulsiones (repetición, reproducción, movilidad, desunión) y el deseo
(fijación, estabilización, unión) . Recuerdo aquí la captura de Blake de
la dialéctica de lo Imaginario, cuando habla de las líneas gráficas que
graba en planchas de cobre como "líneas límite" , un j uego de palabras28
que unifica las figuras de unión como encierro dentro de un límite, y
de brincar como un movimiento de salto. Lo Imaginario está articulado
por la "línea límite", como la llama él, que crea una "Identidad definida
& determinada" y nos permite distinguir una cosa de la otra (la imagen
como un marcador de "especies") . Pero lo Imaginario también hace a la
línea saltar y palpitar de vida, sugiriendo el movimiento y la vitalidad
que captura, incluso en la imagen fija, el exceso material que convierte
la imagen virtual en una picture real -un ensamblaje-.
5. Amor, deseo, amistad, goce. ¿Qué les ocurre a estas cuatro formas
de relación con un objeto libidinal cuando una imagen o una picture
torno a los d i fe ren tes significados del cérm i n o i nglés "bound". Véase l a nota 1 1 del
presente capítulo.
D I B UJAN D O E L D ES E O l 1 05
Todo el mundo sabe que las imágenes son, por desgracia, dema
s i ado valiosas, y por ello necesitan ser menospreciadas. Meras imáge
n es dominan el mundo. Parecen simularlo todo, y por tanto deben ser
· E s te capítulo se escribió por primera vez para la conferencia inaugural del encuenrro
de 1 999 de la Association of Art Historians de la Univcrsity of Southampton, Inglate
rra . Quiero dar las gracias a la asociación por su hospiralidad y especialmenre a Bran
do n Taylor por su cordial y estimulante compañía. También quiero agradecer a Arnold
Dav idso n , Charles Harrison, Daniel Monk, Joel Snyder, Riccardo Marchi y Candace
Yo g l er sus más que útiles comenrarios sobre varios de los boceros. Más tarde, apareció
u n a ve rsión de este capírulo en Mosaic, una revista sobre el estudio intcrdisciplinar
d '° la l ite ratura, vol. 35, nº 3 (septiembre de 2002): 1-23 . Existe una versión mucho
111 'b c or ra en alemán, e n Die Address des Mediem, las actas del simposio de: 1 999 que
i n auguraba los estudios de medios en la Universidad de Colonia.
1 08 I W J . T M I T C H E L L
Véa�c Tom Bottomore, ed. A Dictionary ofMarxist 1hought Cambridge, MA: Harva rd
University Press, 1 983, p. 474-
2 Véase mi análisis so b re Rorty y el giro lingüístico en W: J. T. Mitchell , l'icture lheory
(Ch icago: University of Chicago Press, 1 994) , cap. 1 .
3 El anuncio se titula Moviemakers y fue creado por Lowe&Partners / SM S ,
Nueva York para The Coca-Cola Company en 1 99 8 . Se emitió ampl iame nte
en las salas de cine, así como en televisión.
LA P L U SVA L ÍA D E L A S I M Á G E N E S l 1 0 5
26 27
28 29
2 6 -30. F o t o g ra m a s d e l a n u n c i o
" M ov i e m a ke r s " , 1 9 9 8 . C r e a d o p o r
Coca-Cola Company por Lowe &
30 P a r t n e r s/S M S .
[N. d e la T.] Juego de palabras i mposible de traducir. Todas las palabras que siguen en
en umeración conr ienen el término slug, que significa " babosa" .
la
1 1 0 1 W. J T. MITCH E LL
5 [N. de la T.] El autor empica la expresión Real 7hing, refi riéndose al clásico eslogan
comercial de Coca-Cola de los años setenta, adaptado al español como "El sabor de
la vida".
6 O "1l1e Company We Keep" , de Wayne Booth, Daedalus 3, nº 4 ( 1 982): 52, con su
fuerte denuncia de la publicidad como una especie de pornografía que "despierta el
apetito y se niega a satisfacerlo en /,a fi1rma" , tal como hacen las formas de arte rra
dicionales. La relegación del guion a una idea adicional en Moviemakers ("podemos
teclear algo para el viernes") es también un guiño al espectador de cine sofisticado que
quiere historias significativas y valores literarios.
LA P L U SVA L ÍA D E LAS I M ÁG E N E S l 1 1 1
Wase d interesante análisis de Juhn Comer en Televisio11 Form 11nd Pub/ic Address
( Lon dres: Edward Arnold, 1 99 5 ), 1 1 9.
8 Dc sd.: un punto d e visra semiórico, el anuncio erara a la imagen co m o un objem
de rep ulsa con e l fin de apuntalar sus palabras (la moraleja verbalmenre declarada)
co m o la
voz de la pureza y la verdad. Sobre las caregorías de la repulsión como
lll e dio para esrablecer las (basranrc precarias) prohibiciones que suscriben el orden
s i m bó lico y l a esrabilidad social en cuan ro rales, véase Julia Krisrcva, Powers ofHorror
( p ub lic ado originalmente e n 1 980; Nueva York: Columbia Univcrsiry Pn:ss, 1 982) .
es pe ci almente el capítulo 3, "From Filth to Defikmem".
1 1 2 I W J . l M ITC H E L L
9 Tántalo, hijo de Júpircr y Pluto. rey de Lidia, fue condenado a "rrabajar bajo una
sed insaciable, ren iendo sobre su cabeza una rama cargada de deliciosa fruta, la cual,
cada vez que intenta alcanzarla, se rerira inmediatamente de su alcance por una
repentina ráfaga de viento". Véase Homero, Odisea 1 1 .7 1 9-32 y Classicttl !v!ttnuttf; or a
M,ytholngical. . . Commentmy on Pope's Homer (Londres: Longman et. al. , 1 827), 326.
1 O El vínculo entre la idolatría y la voracidad, la lujuria de los ojos y la boca, se pone de
manifiesto en el relato del libro del Éxodo sobre el festival de comida y bebida que
acompaña a la adoración del becerro de oro. Véase Pier Cesare Bori , 1he Goúlen Cal/
(Aclama: Scholar's Press, 1 990), 34.
LA P LU SVA L ÍA D E LAS I M ÁG E N E S l 1 1 3
1 1 .,1d as .y
de que la sed no lo es todo. Este intermedio ha estado his-
r ó ric a me n te ocupado por ese refinamiento de la sed conocido como
a u s ro .
La aplicación del "buen gusto" a las imágenes, la separación
� rír i c a de lo verdadero de lo falso, de lo pern icioso de lo benevolente,
d e l a s imá genes feas de las bellas, parece una de las tareas fundamen
r a l es de la crítica. En tanto que la propia palabra crítica implica una
sep a rac ió n de lo bueno y de lo malo, el problema de las imágenes pa
rec e res olverse inmediatamente por evaluación y, de manera aún más
u r gen te, por una "crisis" de valor que hace que la crítica verdadera pa
rezc a presentarse a sí misma casi por defecto como una especie de ico
nodasia, como un esfuerzo por destruir o exponer las falsas imágenes
q ue nos atormentan. Gilles Deleuze argumentó que los fundamentos
m ismos de la crítica como tal residen en el esfuerzo platónico de se
p arar la imagen o la apariencia falsas de la forma verdadera, y lo que
esto s i gn i fi ca es que "la filosofía siempre se dedica a la misma tarea, la
i conolo g ía" 1 1 • La mayor parte de las poderosas críticas a las imágenes
de n u es t ro tiempo, especialmente de las imágenes visuales, han sido
(como señala el historiador de las ideas Martín Jay) de carácter icono
dasta 1 2 . Aproximan las imágenes como materia a una disciplina, una
ax i o l o g ía o criteriología que regularía sistemáticamente los j uicios de
valor. Creen que la pregunta clave acerca de " las imágenes y el valor"
es cómo evaluar las imágenes y dejar al descubierto las falsas.
Lamentablemente, no tengo ni un sistema ni una praxis que ofrecer en
este frente. Generalmente dejo la tarea de la evaluación de la imagen a los
críticos de arre o a los entendidos. Cuando se trata de la evaluación de
n uevas obras de arte, me consuelo con las sabias palabras del crítico
Leo Steinberg sobre este tema:
11 C i l l es Deleuze, "lhe Simulacrum and Ancienc Philosophy", apéndice a The Logic ofSeme,
t rad. Mark Lesrer y Charles Srule, (Nueva York: Columbia Un ive rs i ry Press, 1 990), 260.
12 M a r rin Jay, Downcast Eyes (Berkeley y Los Ángeles: Universiry of California Press,
1 '�9 3 ). El rítulo de Jean Baudrillard The Evil Demon ofImages (S ídney : Power lnsrirurc
ot Fi ne Arts, 1 987) nos da una idi:a de la frecuencia de la ri:rórica iconodasra i:n la rcoría
l'<> n tctn po ránea.
1 1 4 I W. J . T M I T C H E L L
ayer, n o asume que estén preparados para hoy [ . . . ] , suspende e l j uicio hasta
que la intención de la obra se esclarezca y su respuesta a ella es -en el senti do
literal de la palabra- compasiva; no necesariamente para aprobarla, sino pa ra
sentir con ella, como con una cosa que no es como ninguna otra1 1•
1 3 Leo Steinberg, Other Criterit1: Confronttttions with Twentieth Century Art (Oxford:
Oxford Un ivcrsity Prcss, 1 972) , 63.
14 Norrhrop Fryc, Anatomy o/Criticism (Princcton, N ueva Jersey: Pri nccron Universiry
Press, 1 9 57), 20.
LA P L U SVA L ÍA D E LAS I M ÁG E N E S l 1 1 5
ser dinosaurios para la cultura media (es decir, el New Yorker y el Yhe
New York Times) . Sin embargo, vale la pena recordar la insistencia de
Frye en vincular la crítica sistemática, y específicamente la iconología, a
una suspensión rigurosa de los j uicios de valor, aunque sólo sea porque
hace posible una crítica de las imágenes como fuentes de valor, más que
como objetos de evaluación. En un giro notable, Frye equipara la crítica
evaluativa con la ideología, con la imposición de un decoro, con una
jerarquía del gusto, que está "sugerida por la estructura de clases de la
s oc ie d ad " (22) . Pero la verdadera crítica, la "iconología'' de Frye, "tiene
que mirar al arce desde el punto de vista de una sociedad ideal sin clases"
( i b íd.) . Esto no quiere decir que todas las imágenes se vuelvan iguales
o igualmente valiosas, sino sólo que el objetivo de la crítica no es cla
s i ficarlas o involucrarse en ejercicios iconoclastas. La clasificación y la
j e rarq uía (y los episodios de la destrucción de imágenes) encuentran
s u l ugar entre las estructuras y acontecimientos históricos que dife
ren cian los dominios del arte -imágenes, textos y representaciones en
to dos los med i os- .
Descubrí una estrategia de valor neutral de este tipo absolutamente
� cn cial en Yhe Last Dinosaur Book, mi estudio iconológico sobre los
s
gra n des lagartos", sobre las imágenes de los dinosaurios desde su pri
rn na ap arición en la Inglaterra victoriana en la década de 1 840 hasta su
ac t ual circ ulación global como las imágenes de animales más frecuente
rn e n te p ublicitadas de la tierra. En primer lugar, la propia elección del
: en1a e l dinosaurio- parecía revelar un dudoso gusto en cuanto a las
-
1 111 á genes .
Ningún historiador del arte se había ocupado de este tema,
� o rq u e p arece enredar automáticamente a la crítica en el peor tipo de
1'Lt>:ch. y de cultura popular. Desde el punto de vista de la paleontología,
ª u n 1 ca
imagen buena del dinosaurio es la verdadera, una imagen que
1 1 6 1 W J T M ITC H E LL
h a sido verificada como cierta por las más rigurosas disciplinas forens es .
Las imágenes de dinosaurios obsoletas, anticuadas y populares son, en
el mejor de los casos, divertidas y, en el peor, una grave distracción de
la búsqueda científica de la verdad. Por otra parte, desde un punto de
vista iconológico , el valor de verdad científico de la imagen del din o
saurio simplemente es otro hecho más sobre él, no una base exclusiva
para la comprensión crítica. Como la historia de " la vida y tiemp os
de un icono cultural'' , lhe Last Dinosaur Book reúne una canti dad
de imágenes cuyos registros de valor son completamente dispares 1 5 .
Algunas imágenes de dinosaurios son valiosas porque son impresio
nantes; otras porque son adorables u horribles; otras incluso porque
son precisas o divertidas o invitan a la reflexión. Parecería que una
imagen que encuentra un hogar en tantos lugares diferentes -la tele
visión, las tiendas de j uguetes, las novelas, los dibuj os animados o la
publicidad- tendría que poseer algún valor intrínseco. Pero, ¿lo tiene?
¿ Es la imagen la que tiene valor o lo tiene la cosa concreta en o sobre
la que aparece? Compramos una picture en una galería; no compramos
la imagen que contiene. Sólo podemos pedir prestado, alquilar o robar
una imagen de la obra (reproducida) y todos conocemos el argumento
de Walter Benjamin de que la reproducción abarata la obra de arte,
mermando el valor y el "aura" de ésta. La imagen tiene valor, pero de
algún modo es más escurridizo que el valor de un cuadro o de una
estatua, del monumento físico que lo "encarna" en un lugar específico.
La imagen no puede ser destruida. El becerro de oro del Antiguo Tes
tamento puede ser reducido a cenizas, pero la imagen sigue viva -en
obras de arte, en textos, en narraciones y en recuerdos-.
Cuanto más se piensa en este tema (especialmente en lengua ingle
sa) , más claro resulta que hay una distinción coloquial entre imágenes
y pictures, imágenes y obras de arte concretas, que salen a la superfic ie
en los modos de hablar ordinarios sobre las formas graficas e icónicas
de representación 1 6 • Como dice Wittgenstein: "Una imagen no es una
1 5 W. J. T. Mitchell , lhe Last Dinosaur Book: lhe Lije 1111d Times o/ a C11/t1tral/con
(Chicago: University of Chicago Press, 1 998).
1 6 Esta distinción no parece estar disponible de forma tan inmediata en otras lenguas
como el francés o el alemán. Horst Bredekamp señala que Bild cumple una dob le
función, tanto para picture como para image. y sostiene que ésta es una de las razones
por las que una ciencia de la imagen o Bildwissenschaft es tan fácilmente concebib le
en alemán. Véase su artículo "A Neglected Tradition: Art History as Bildwissemchaft" ,
LA P L U SVA L ÍA D E LAS I M ÁG E N E S l 1 1 7
¡/ct 1t re, pe ro le puede corresponder una picture" [Eine Vorstellung ist kein
�¡Id, a her ein Bild kann ihr entsprechen] 17• El lenguaje ordinario, no filo
tl ,
s ó co nos
lleva a pensar en las imágenes como en una familia de formas
�im bó l i cas inmateriales, que van desde las formas geométricas bien defi
n id a s h ast a las masas y espacios informes, desde las figuras reconocibles
v las s e m ej anzas hasta los caracteres repetibles, como los pictogramas o
Í as !erras del alfabeto. Las imágenes son también, en el lenguaje común,
cos as mentales que residen en los medios psicológicos de los sueños, la
m e mo ria y la fantasía; o son expresiones lingüísticas ("imágenes verba
les" ) que nombran objetos concretos que pueden o no ser metafóricos
0 alegóricos. Por último, son (de forma más abstracta) , "semejanzas" o
" a n al o gías "
que invitan a hacer correlaciones de similitud más o menos
sistemáticas en una gran variedad de medios y canales sensoriales 1 8• La
noción de "icono" de C. S. Peirce, el "signo por semejanza'', entonces, lo
abarca todo, desde fotografías a ecuaciones algebraicas 1 �.
¿ Qué es, entonces, una picture? Permítasenos comenzar de nuevo
desde lo coloquial. Puedes colgar una picture, pero no puedes colgar una
i magen. La imagen parece flotar sin ningún medio visible de soporte,
como una aparición fantasmática, virtual o espectral. Es lo que puede
d es pegars e de la picture, transferirse a otro medio, traducirse en écfrasis
verbal o protegerse mediante la ley de derechos de autorº. La imagen
Barb ara Stafford, Visual Analogy: Conscioumess as the Art o/ Connecting (Cambridge,
Massach useccs: MIT Pn:ss, 200 1 ) .
1 '! W asc C. S. Pei rce, "Logic as Scmiocic: The lheory ofSigns," en Philosophical Writings
�ff'eirce, Justus Buchler (ed. ) (publicado originalmente en 1 940; Nueva York: Dover,
l 'J 5 5), 98- 1 1 9 . Parricularmenre 1 04- 1 08 .
20 Par a un ataque conrra el carácter "poco cienrífico" y poético del concepto de imagen
en cua nto cal, precisamente porque es lo que se afirma (erróneamente) que se traduce
0 reproduce en una descripción verbal de una obra de arte, véase el ensayo clásico de
O tto Pacht, "The End of lmage Theory" ( 1 93 1 ) en The Vienna School Reader: Politics
and Art Historical Method in the 1930s, Christopher S. Wood, (ed.) (Nueva York:
Zune Books, 2000) , cap. 4. Sobre la écfrasis, véase Mitchell , Picture Theory, cap. 5 .
l . a reproducción d e l a imagen d e u n a obra es, p o r supuesto, u n a disrinción crítica en
la le y de derechos de autor: "La posesión de los derechos de autor [ . . ] difiere de la
P;opicdad de cualquier objeto material en el cual esté plasmada la obra" (lbc 1 976
.
Cop y right Act, S. 202 [Tide 1 7 U . S . C. 90 Stat. 254 1 e t scq. , Public Law 94-5 53] ) .
1 1 8 I W. J . l M I T C H E L L
ecosistema, n o hay nada que garantice que este estado de cosas continú e
y la mayoría de las imágenes sobre el futuro de la humanidad que han
circulado en nuestra cultura global a lo largo de la era moderna nos han
retratado como una especie en peligro de extinción.
Quizá, entonces, hay un modo en el que podernos hablar del valor
de las imágenes como evolutivas o, al menos, como entidades coevolu
tivas, cuasi-formas de vida (como los virus) que dependen de un orga
nismo huésped (nosotros mismos) y no pueden reproducirse por sí mis
mas sin la participación humana. Y este marco teórico podría ayudarn os
a diferenciar el tipo de valor que podemos atribuirles a las imágenes,
contrastándolas con las evaluaciones que hacemos de los especímenes
particulares, las obras de arce, los monumentos, los edificios, etc. La
diferencia reside entre un juicio de supervivencia y de reproductibilidad;
de éxito evolutivo, por una parte, y el j u icio sobre un individuo como
un ej emplo "de su tipo" , por otra. Con una picture o un espécimen
nos preguntamos: " ¿ es éste un buen ejemplo de X?" Con una ima
gen, nos preguntamos: "¿va X a cualquier sitio? ¿Tiene éxito, se repro
duce por sí misma, se desarrolla y circula?" Los ejecutivos publicitarios
evalúan las imágenes de las campañas publicitarias mediante una sim
ple pregunta: "¿Tiene piernas?" Es decir, "¿parece que va a algún lado,
que avanza, como dice Wittgenstein, dirigiéndonos hacia asociaciones
imprevistas23? Cuando los israelitas solicitan una imagen de Dios que
vaya ante ellos, esperan que esta imagen "tenga piernas", que les dirija
a alguna parte y que reemplace a su líder perdido, Moisés el hombre24•
¿La imagen "va ante" nosotros o "va tras" nosotros? Ésta es la pregun
ta que querremos realizar a la imagen que he estado construyendo para
nosotros a lo largo de las últimas páginas. Esta imagen ha sido verbal
y discursiva, una metáfora elaborada o una analogía entre el mundo de
las pictures y el mundo de los seres vivos, entre la iconología y la historia
natural2'. ¿Es ésta una buena imagen? ¿Nos conduce a alguna parte? ¿Es
Ías imágenes de los animales en las formas de arte más antiguas, por la
importancia del mundo natural en las imágenes religiosas más tempranas
y e l surgimiento de las primeras formas de escritura a partir de imáge
n es "zoográficas"26• Podríamos reflexionar sobre el recordatorio de John
Berger de que "la primera temática de la pintura fue animal. Probable
mente la primera pintura fue sangre animal. Antes de ello no es irracional
suponer que la primera metáfora fuera animal"27• O el argumento más
general de Emile Durkheim de que el totemismo, la transformación del
m u ndo natural en imágenes sagradas animadas es la primera y más fun
damental forma de vida religiosa28• O podríamos querer comenzar por la
i magen humana y considerar los mitos de la creación que retratan a Dios
como un artista y a los seres humanos como imágenes animadas, estatuas
e s c u lpidas o recipientes a los que se les ha insuflado vida. O podrían1os
re montarnos a la descripción de la forma artística del historiador del arte
H enri Focillon como "una especie de fisura a través de la que cientos de
vt'as e Pe i rce en "Logic as Semiotic: The Theory of Signs" y la defensa del pensamiento
.1n alú gico de Stafford en Visual Analogy.
�1 ú Jac qu cs Derrida O/ Grammatolog_y, erad. Gaya tri Spivak (Balrimorc: Johns Hopkins
Ll n ivc rsiry Press, 1 976) . Veánsc las reflexiones de Derrida sobre la escritura/pintura
"s alvaj e" �on figuras de animales (zoografía) , 292-93.
2 7 Joh n B erger " Why Look ar Animals?" en About Looking (Nueva York: Panrheon
Bo oks, 1 980), 5 . Véase también mi análisis sobre las imágenes de animales e n
.
2 8 Look i ng ar Animals Looking", Picture 7heory. cap. 1 O.
Lrn i k D urkheim 7he Elt'menta
ry Fonns of Religious Ldé [ 1 9 1 2 ] trad. Karcn Fid<ls
(N uev a York: 1he Free Prcss, 1 99 5 ) .
.
1 2 2 I W. J T. M I T C H E L L
29 Henri Focillon, The Life of Forms i11 Art [ 1 934] , trad. Charles D. Hagan y George
Kubler (Nueva York: ZoneBooks. 1 989); véase igualmente mi análisis sobre Focill on
en Mitchell, 7he Last Dinosaur Book, 54. Y también véase Donna Haraway "A
Manifcsro for Cyborgs'', en Simians, Cyborgs, and Women: 7he Reinventüm ofNatu re
(Nueva York: Rourledge, 1 99 1 ) ; véase sobre el concepto de "factiche" de Bruno
Latour (compuesto por fact y jétish) en "Few Steps toward an Anth ropology of the
Iconoclastic Gesture", en Science in Context 1 0 ( 1 997) : 63-83. Para un análisis de la
proliferación de las imágenes en términos de metáforas biológicas, véase Dan Sperber,
"Anth ropology and Psychology: Toward an Epidemiology of Representations" , Man
20 (marzo de 1 98 5 ) : 73-89; y Andrew Ross, " For an Ecology of lmagcs'', en Vimal
Cultu re, Norman Bryson, M ichad Ann Holly y Kcith Moxey (eds.) (Middlcrown.
Connecticut: Wesleyan Universiry Press. 1 994).
LA P L U SVA L ÍA D E LAS I M ÁG E N E S l 1 23
.l ( ) Wa sc J/71• Dead lv!edia Project, una página web dedicada a archivar codas estas
rc c no lo ías y práccicas obsolecas:
g hccp://www. deadrnedia.org/.
1 24 1 W J T M I T C H E L L
3 1 Véase "On the Evolution of images", en Mitchell, :the Last Dinosaur Book, cap. 1 3.
32 Me hago eco de algunas de las preguntas planteadas por el movimiento cono cido
como "ecología de los medios" de las universidades de Toron to y Nueva York, que
ahora tiene, por supuesto, una asociación profesional, una reunión anual y una
página web: http://www. media-ecology.org/mecology/. Véase igualmente lhe
Chicago School of Media Thcory (CSMT), la organización estudiantil surgida en
la Universidad de Chicago en http://www.chicagoschoolmcdiatheory.net/ [Nuevo
enlace en http://csmt. uchicago.edu/home.htm] .
LA P L U SVA L ÍA D E LAS I M ÁG E N E S l 1 2 5
pi n ró . La dia � �
i n d iv i duo , de la clase y del miembro, de la imagen y de la ptcture atra
v i es a ro dos estos niveles de atención. Por eso el paisaje es en sí mismo
un r é rm ino tan ambiguo, refiriéndose a la vez al motivo representado en
t 1 n a p i n ru ra , a la pintura misma y al género al que pertenece1.i.
E nton ces, invoco la metaimagen de las imágenes como organismos
v i vo s , n o para simplificar o sistematizar la cuestión del valor de las
i rn<ígenes, sino para hacer estallar la pregunta y dejar que proliferen
un a serie de metáforas secundarias. No se invoca aquí a la biología
como si fuera una llave maestra o el ámbito de la certeza por medio del
cual p od mos mapear la j ungla de las imágenes. Si uno se vuelve hacia
e
los biólogos en busca de certezas acerca de cosas como la relación entre
Lis especies y los especímenes, se encuentra el mismo tipo de debates
nominalista-realistas. ¿Son las especies biológicas cosas realmente exis
renres? ¿O son entidades nominales, creaciones artificiales del intelec
ro humano -meras imágenes que han sido erróneamente cosificadas y
Spacc, Place, and Landscape", el prefacio a la segunda edición y las res is que
.l/¡ u,i,t roducen '' Imperial Landscape".
.
\ ea,L· Stevcns, " Species: Historical Perspecrives", 303, y la nota 17 más arriba.
1 2 6 I W. J . l M I T C H E L L
haremos entonces nosotros, los iconólogos, con los organ ismos asex ua
les (principalmente plantas) en los que no hay especies, sólo "paraes
pecies" (Ernst Mayr) o "pseudoespecies" (M. Ghiselin) , sin ninguna
forma "esencial" de tulipán o de narciso, sino una proliferación infin ita
de híbridos3' ? Si las imágenes son como organ ismos y los organismos
sólo pueden ser reconocidos a través de esos patrones cognitivos que
llamamos imágenes, tal vez haya llegado la hora de que los iconólogos
nuevamente consideremos los lirios del campo, cómo crecen.
Pero quizá la consecuencia más interesante de ver las imáge nes
como seres vivos es que la cuestión de su valor (entendido como vita
lidad) se desarrolla en un contexto social. Debemos pensar que no sólo
evaluamos imágenes; las imágenes introducen nuevas formas de valor
en el mundo, refutando nuestro criterio, obligándonos a cambiar de
opinión. Wittgenstein describe este momento de nacimiento o rena
cimiento de una imagen como el "amanecer de un aspecto", un nuevo
modo de ver esto como aquello'6• Las imágenes no son solamente en
tidades pasivas que coexisten con sus huéspedes humanos, poco más
que los microorganismos que moran en nuestros intestinos. Cambian
la manera en la que pensamos, vemos y soñamos. Reactivan nuestra
memoria e imaginación , trayendo nuevos criterios y deseos al mundo.
Cuando Dios crea a Adán como la primera "imagen viva" , sabe que
está produciendo una criatura que será capaz después de crear nuevas
imágenes. Esto, de hecho, es por lo que la noción de que la imagen
esté viva parece tan inquietante y peligrosa, y por lo que Dios, habien
do creado a Adán a su imagen, decide después emitir una ley que pro
híba la posterior creación de imágenes a manos humanas. Si el valor
de una imagen es su vitalidad, ello no significa que la imagen vivien te
sea necesariamente algo bueno. La imagen creada por los humanos que
cobra vida es igualmente capaz de ser vista como una forma de vida
maligna, corrupta y patológica, que amenaza la vida de su creador o
anfitrión. El testimonio más elocuente sobre la vida de las imágenes pro
viene de aquéllos que temen y detestan esa vida, considerándola co m o
una invitación a la degeneración moral , a la perversidad, y como un a
Es por ello por l o que las imágenes constituyen una "segunda natu rale
za'. Son, en palabras del filósofo Nelson Goodman, "maneras de h acer
mundos" que producen nuevos acuerdos y percepciones del mundo 3 8 •
Entonces, el valor y la vida de las imágenes se vuelven más inte re
santes cuando aparecen como centro de una crisis social. Los deb ates
sobre la calidad de tal o cual obra de arte son interesantes, pero son
tan sólo escaramuzas menores en un teatro mucho mayor de conflictos
sociales que parece estar centrado invariablemente en el valor de las
imágenes tanto como lo está en otros valores "reales" , como el de los
alimentos, el territorio y la vivienda. Las guerras en "tierras santas",
como Palestina o Kosovo tratan (no necesitamos decirlo) realmente
sobre las imágenes -ídolos de lugar, espacio y paisaje-39• Los valores de
uso pueden mantenernos con vida y alimentados, pero es la plusvalía
de las imágenes la que hace historia, crea revoluciones, migraciones y
guerras. Y la plusvalía, como Marx demostró hace ya mucho tiempo,
solamente se puede explicar en términos de una lógica de imágenes
animadas. Para explicar el enigma del valor en las sociedades capitalis
tas, dice Marx, no es suficiente con medir el valor de las mercancías en
términos de su utilidad práctica, tiempo de trabajo o cualquier otro
criterio razonable y pragmático. Para entender las mercancías, "debe
mos recurrir a las regiones envueltas en brumas del mundo religioso.
En ese mundo las producciones del cerebro humano aparecen como
seres independientes dotados de vida que entran en relación tanto unos
con otros como con la raza humana''40• Es el fetichismo de las mercan
cías, su transformación en imágenes vivientes, lo que las hace capaces de
reproducirse a sí mismas en una espiral creciente de plusvalía, acompa
ñadas, en opinión de Marx, por unas cada vez más grandes contradic-
c i o n es so ciales
-explotación , miseria y desigualdad-. Es también (como
IJ l ey de d erechos de autor nos recuerda continuamente) la mercantili
z, ic ió n de las imágenes la que convierte a las figuras en fetiches, añadién-
d ole s u n excedente que las hace portadoras de fantasías ideológicas4 1 •
Pe ro Marx no escribe sólo como un iconoclasta que cree que el
!ll u nd o debe ser purgado de imágenes con el fin de hacer posible una
s o ci e d ad verdaderamente humana. Pensar que las imágenes son el ver
d ad ero enemigo sería volver a caer en la trampa de los jóvenes hegelia
nos , ga nando guerras fantasmales contra los ídolos de la mente. Es el
o rd en social lo que debe cambiarse, no las imágenes. Marx comprende
q ue las imágenes deben ser comprendidas, no destruidas. Por ello es
ran int eresante como iconólogo. Es paciente con sus fetiches e ídolos,
l es per mite circular en su texto como conceptos concretos que pueden
s e r "sondeados" , como diría Nietzsche, con el diapasón del lenguaje42•
I nsinúa una historia natural de las imágenes, vinculada con los modos
de p ro d u cc ión y sus reflejos ideológicos. Los fetiches y los ídolos, las
imágenes supersticiosas y salvajes, no se destruyen en los escritos de
Marx. Se sondean, como metáforas muertas devueltas a la vida, resca
radas del pasado arcaico en el presente moderno.
Los recientes estudios de la imagen de David Freedberg y Hans Bel
r i n g han hecho esta transvaloración del fetichismo y la idolatría más
concebible para los historiadores del arte de lo que lo habría sido en una
generación anterior43• Tanto la investigación de Freedberg sobre el po
d er de las imágenes como la historia de las imágenes "anterior a la era del
ane" de Belting nos trasladan más allá de los confines de la historia del
arre hacia el ámbito más general de la cultura visual . Ambos autores se
Kcgan Paul, 1 979) , y mi análisis en lconology. 1 84-8 5 . Véase rambién Jane Gai nes,
Gmtested Culture: The !ma'l;t'. 7he Voice, and The Law, (Chapel Hill: Universiry of
Nor rh Carolina Press, 1 99 l) .
i
I¡ 2 h c d ric h Nierzsche, prefacio a Twilight o/ the !dols, o r How One Philosophizes with
ª Ha mmer ( 1 889), en The Portable Nietzsche, Walrer Kaufmann (ed . ) , (Nueva York:
Pcn gui n , 1 954), 466.
I¡ ) [ ) :1v i d Fre.: dberg, 7JJl' Power o/ !mages: Studies in the History anti 7heory o/ Response',
(C h icago : Universicy of Chicago Prcss, 1 989); y Hans Bdring, Likenm and Pmence:
¿j History o/ the !mage befare the fra o/ Art (Chicago: Uniwrsiry of Chicago Pn:ss,
l '! <)I¡ ; publicado originalmente con el rítulo Bild 1mdK11/t (Múnich, 1 990) .
1 30 I W J T. M I T C H E L L
!¡(, ' \�u<:s rio nnairc on Visual Culrun:", October 77 (verano de 1 997) . Resumo aquí, por
' U puL·s ro, una am p lia variedad de argumentos.
1 3 2 1 W. J T. M I T C H E L L
47 Para una defensa más plenamente elaborada sobre la cultura visual, véase el capítulo ! 6.
LA P L U SVA L ÍA D E LAS I M ÁG E N E S l 1 33
50 William Pictz, "1he Problcm of thc Fctish", partes 1 -3: Res 9 (primavera de 1 98 5 ) . 1 3
(primavera de 1 987) y 1 6 (otoño de 1 988).
5 1 Andrcw McLennan, citado en Lévi-Srrauss, Totemism, 1 3.
52 Véase Moshe Halbertal y Avishai Margalit, ldolatry, trad. Naomi Goldblum (Cambridge.
Massachusetts: Harvard Universiry Press, 1 992), cap. I , "Idolarry and Berrayal Para
".
ver la conexión estandarizada entre fetichismo y sexualidad perversa. sólo hay que
intentar introducir la palabra en un motor de búsqueda de un navegador web.
53 Sigmund Frcud, Tt1tem and 7áboo, trad. James Strachcy (Nueva York: W. W.
Norton , 1 9 50) . x.
LA P L U SVA L ÍA D E LAS I M ÁG E N E S l 1 35
'1
5 1¡ " L'YL'r Se ha piro, "Narure ofAbsrracc An" ( 1 937), en Modern Art: l 9th and 20th Centuries
(N ueva York: Georges Braziller, 1 978), 200; y Ha! Foscer, "The An of Fetishism: Noreson
Dlnch Srill Lifc", en Fetish, The Princeto11 Architecturaljoumal, vol . 4 ( 1 992): 6- 1 9.
)) \!t:a
• sc rn
i análisis sobre Roben Morris en Picture 7heo ry, cap. 8; 'v sobre Smirhson en
" Pakoan'' , The Last Dinosaur Book. 265-75.
1 3 6 I W. J . T. M I T C H E L L
posee la más alta valoración a la que una imagen puede aspirar. De for
ma casi l i teral es un dios. Es decir, no se l i mita a asemejar o representar
a un dios que está en otra parte, sino que ella m isma es una deidad
viviente. Los israelitas no le piden a Aarón que les haga un símbolo o
una imitación de un dios, sino un dios e n sí -un elohim-58• Y para este
propósito se emplean los materiales más valiosos: la j oyería de oro que
los israel i tas habían sacado de Egipto se funde para hacer el becerro59•
Po r su parte, la imagen moderna del d inosaurio en La cena en el
molde del lguanodón tiene el valor del milagro científico. No es simp le
mente una répl ica o una i m i tación de una criatura extinta. En palab ras
58 Véase Picr Cesare Bori , 7he Golden Caif(Atlanta: Schola r's Press, 1 990) , 1 5 . Sob re l a
represen tación de Ni col as Poussi n , véase Charles Dempsey, " Pouss i n and Egypt" , A rt
Bulletin 4 5 , nº 2 ( j u n i o de 1 963) : 1 09- 1 9.
59 Dem ps ey ( " Pouss i n and Egypt" 1 1 8) señala q ue Poussin estaba p roba blem en te
i n s p i rá n dose e n la a rqueología de su époc a rep rese n t a n d o al b e c e rro de o ro co rno la
deidad egipcia Apis, s u gi r i e ndo, de este modo, q ue el evento es u n a n ueva recaíd a e n
l a idol a t rí a egi p c i a .
LA P L U SVA L ÍA D E LAS I M Á G E N E S l 1 39
C O N C LU S I Ó N
(, 1 Wase B ori, The Golden Calf. 87, 97 acerca de la creación sobrenatural y espontánea
d d b ecerro.
(1 2 !''L'c onüendo
aquí la reflexión de Jacques Derrida sobre el papel de los animales en
l a fi los o fía occidental, "The Animal Thar Therefore 1 Am (More ro Follow)" , Critica/
f11 q uiry2 8 , nº 2 (invierno de 2002): 369-4 1 8. Véase también Cary Nclson, Animt1!
Rites: A. mffic
a n Culture, the Discourse of Species,and Posthumanist lheory (Chicago:
lJn iv ersiry of Chicago Press, 2003), y mi prefacio "'!he Righcs of ºTI1ings".
1 4 2 I W. J T. M I T C H E L L
bien y para mal, los seres humanos establecen s u identidad colect iva e
histórica creando a su al rededor una segunda naturaleza compuesta d e
imágenes que no sólo reflejan los valores conscientemen te intencio n a
dos de sus creadores, sino que irradian nuevas formas de valor fo rj a
das en el inconsciente colectivo y político de sus espectadores. Co mo
objetos con pl usvalía o con una simultánea sobre- y subestimación, se
sitúan en la interfaz de los conflictos sociales más fundamentales. Son
entidades fantasmáticas e inmateriales que, cuando se encarnan en
el mundo, parecen poseer agencia, aura, una "mente propia" , que es
una proyección de un deseo colectivo que permanece necesariamente
oculto a aquéllos que se encuentran, como los científicos de Hawki ns
o los j uerguistas de Poussin, festejando alrededor o dentro de una ima
gen. Esto es igualmente cierto tanto para las imágenes modernas como
para las antiguas. Cuando se trata de imágenes, como diría Brun o
Latour, nunca hemos sido, y probablemente nunca seremos, moder
nos. He sugerido el totemismo como marco crítico para dirigir estas
cuestiones porque trata el valor de las imágenes "con transparencia",
por así decirlo, como un j uego entre amigos y parientes, no como una
jerarquía en la que la imagen debe ser adorada o denigrada, adorada
o aplastada. El totemismo permite a la imagen asumir una relación
social, conversacional y dialéctica con el observador, del mismo modo
como lo hace una muñeca o los animales de peluche con los niños.
Nosotros, los adultos, podríamos aprender algo de su ejemplo y apli
carlo tal vez a nuestras relaciones con las imágenes, que parecen, por
muchas misteriosas razones, implicar tanto para nosotros.
O B JET O S
S E G U N DA PA R T E
Pa ra uno de los apunres m<Ís recienres, véase ]011r11tzl o/ Material Culture (Londrc:s:
Si\CE Publications, 1 995), Chrisrophcr Pinney y Mike Rowlands (cds.).
Ka ri M arx , (,,apita/, vol. l , trads. Samucl Moorc: y Edward Avding ( N uc.:va York:
l n tcr nationa l Publishers, 1 967) , 7 1 .
1 48 I W. J l M I T C H E L L
5 Edici<Ín especial de Bill Brown: Cl·itical !11q11iry 28, nº 1 (otoño de 200 1 ) . "Things" fue
reconocido como el Oursranding Special lssue of a Scholarly Journal de 200 1 po r la
Conference of Edi tors of Learned Journals y fue publicado en fo rma de libro en 20 04 .
E N C O N T R A N D O O B J E T O S l 1 49
_ i _s· ,i s
ll
e n sí mismas, sobrepasa la reflexión teórica6• Y las meJ· ores ex-
teóricas sobre el cerna, como la discusión del historiador
i l i c a ci o nes
�k l a rte Hal Foscer en Compulsive Beauty, tienden a focalizarse en
u n m o vimiento artístico específico. Foster aísla el uso surrealista del
o b j e r o en contrado , enlazándolo con los mecanismos gemelos de la
t eo rí a de las relaciones del objeto en el psicoanálisis y de la crítica
c r u c ial de la teoría del fetichismo hacia los bienes de consumo. El
�irg u m e n co básico de Foster es que el objeto encontrado es el arma
c r u cial en el arsenal de la vanguardia surrealista, expresando un "re
ro rno de lo reprimido" en la vida psíquica y social, una erupción de
l o i n e s p e r ado en la fo rma de objetos de consumo tribales, artesanos
v ( s o b re codo) obsolecos7•
· A pesar de codo, Foster es el primero en admitir los límites de
, u p ropia teoría y del uso surrealista del obj eto encontrado. Apunta
que el "shock del obj eto encontrado" , especialmente los detritos de la
b ur guesía del siglo XIX, ha sido plenamente adoptado y tratado otra
vez como mercancía por varias modas "retro" , y que el Surrealismo se
ha expuesto como el "doble crítico del fascismo" por sus fl irteos con
las fa n t a s í as arcaicas y misóginas de violencia y muerte ( 1 89) . Foster
q u iere llevarnos "más allá del principio surrealista" hacia un tercer
rc rorno de lo reprimido. La teoría de Marx nos recuerda la repeti
c i ó n histórica en El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, donde los
even tos ocurren primero como tragedia y luego como farsa, sugirien
do u n a t e rc era fase que él llama "comedia" -"una resol ución cómica
q u e podría, de alguna manera, l iberar al sujeto de la desilusión y de la
rn ue ne" o "al menos, [ . . . ] desviar sus fuerzas hacia una intervención
c r uc ial en lo social y lo político"- ( 1 89) . Pero, en este punto, semejan
te terc era vía parece un silbido en la oscuridad. La explicación de Fos
te r de l o bjeto encontrado, como muchas otras que he hallado, parece
es tar blo queada en la conocida camisa de fuerza del fetichismo -tanto
s i el feti chismo es una demanda/deseo/necesidad psíquica, con sus
p re d e c i bl es rituales sadomasoquistas de dominio y de esclavitud, de
(,
Diane Waldman, Collage. Assemblage, and the Found Object (Nueva York: Harry
A bra rns, 1 992) .
.
_
h a v rep resión
(de hecho, ¿ que sign ificaría pensar e n las reliquias de
J i ;i osau rios como en algo reprimido?) 9•
S i l s objetos encontrados no han encontrado para sí mismos una
o
re o r ía adecu ada, entonces puede ser porque no han tenido la necesi
dad de una. Todo el mundo sabe que sólo hay dos criterios para un
o o
b j et encontrado: ( 1 ) debe ser ordinario, sin importancia, rechazado
v ( has a su descubrimiento) ignorado; no puede ser bello, sublime,
t
; 11a ravil loso, increíble o excepcional en ningún sentido obvio, o habría
s i do va señalado y entonces no sería un buen candidato para su "en
cu t: n � ro" ; y (2) su descubrimiento ha de ser accidental, no deliberado
0 pl aneado. Uno no busca el objeto encontrado, como remarcó de
1 1 Raimonda Modiano y Frances Ferguson conectan el objeto encontrado con una absor
ción antiteatral e indiferente del observador, reminiscencia del bien conocido concepto
de Michael Fried, elaborado en su Absorption and 7heatrica/ity: Painting and Beholder in
the Age o/Diderot (Berkeley y Los Á ngeles: University of Cali fornia Press, 1 980). Véanse
los comentarios de Modiano más tarde en este capítulo; y Ferguson, Solitude and the Su
blime: Romanticism and the Aesthetics o/Individuation (Nueva York: Roudedge, 1 992).
12 Desearía que Rosalind Krauss no hubiera sido tan rápida al rechazar la adhesión del
"nombre propio" a los objetos encontrados en los coüages de Picasso (Krauss, "In the
Name of Picasso," en 7he Originality o/ the Avant-Gmde [Cambridge, Massachuserrs:
MIT Press, 1 98 5 ) ) , como si fueran meros desvíos retrógrados de la libertad del sig
nificante saussureano: "la imagen mimética (o representación) es como el conocido
tradicionalmente como nombre propio. [ . . . ) Denota el objeto. Pero lo hace sin con
notación o intención" (27) . Primero, el nombre propio puede no ser tan simple como
Krauss piensa. Más aún, la función del objeto encontrado en la fi.mdación de una iden
tidad puede finalmente llevarnos a su vez a otra cuota del nombre propio como algo
más que un síntoma de la "inadecuación de las teorías clásicas mi méticas" (27) . Para
una postura empática sobre los objetos de Koons, véase Alison Pearlman, Unpackaging
the Art o/the Eíghties (Chicago: University of Chicago Press, 2003), 1 34-44.
1 3 No puedo evitar mencionar que me encontré con la obra del Profesor Collins por
accidente mientras investigaba lo que creía que era un tema completamente sin rela
ció n : la representación del campo en la literatura romántica.
1 4 Correspondencia de e-mail, 1 2 de febrero de 200 1 . Los artículos de Collins aparece n
en la revista online Anthropoetics (http://www. a nthropoetics.ucla.edu). Véase, en pa r
ticular, 'TAmour lntellectuel de Dieu: Lacan's Spinozism and Religious Reviva! i n Re
cent French Thought" , (primavera/verano de 1 997) 3. nº 1 ; " From Myrh to Marke r:
Baraille's Ame ricas Lost and Found" . (otoiio/invierno de 1 999-2000) 5:2; y "Jus dce
of the Pieces: Deconstruction as a Social Psychology", (primavera/verano de 1 998 ) ,
4: 1 . Estoy muy agradecido a Collins por haber compartido conm igo el manuscriro si n
publicar de su libro, 7he Prowess o/ Poverty: Miserable Objects and Redeemed Tradítion
in Modern French Philosop/�y.
E N C O N T RAN D O O BJ ET O S l 1 53
1) R.tirno nda Modiano, "'! he Lcgacy of rhe Picruresquc:: Landscapc:, Properry, and rhe
llui n ," en
7he Politics ofthe Picturesque. Srephen Copley y Pe ter G a rs i d e (eds.) (Nueva
1 54 I W. J T. M I T C H E L L
1 e ¡ ndu,o
los sublimes paisajes de J. M . W. Turner están habimalmentc desfigurados por
U na cspc cic de veladura de basura en d fondo, p or los restos flotantes y los dcscchos de
Lt s es cen as de playa. o p or los turistas de la clase· obrera mancillando la sublime v i sea .
R uskin , como añade Elizabech Helsinger, considera estas figuras como "un desafortu
n a do eje m plo de la v ulgaridad de Tu rn e r" (Helsinger, "Turner and the Representation
of E ngland " , en Mirchcll, Ltmdsetipe and Powe1; 1 1 0) . Véas1: también su c a rac tcriza
ci ú n po r Ronald Paulson como una forma d1: "gra ffic i " , unas imágenes p intarrajcadas:
i'a u b.on , Litemry LandsCtZp1•: 7i1rner and Comtable (Ncw Havcn, Connccticur: Yalc
Un iv crsi cy Press, 1 982), parte 2, "Turner's Graffici: The Sun and les Glosse" , 63- 1 03.
1 56 I W. J T. M I T C H E L L
3 5 . M i mujer y mi suegra. E n A m e r i c a n
J o u rn a l o f Psyc h o l o g y 42 ( 1 9 3 0 ) : 4 4 4 - 4 5 .
E N C O N T RA N D O O B J E T O S l 1 57
2 1 Ha! Foster, "The Future of an Illusion, Or che Contemporary Artist as Cargo Culrisr,"
en E11dgt1me: Reference tmd Simulation in Recent Pt1inting and Sculpture, Yves-Alain
Bois, David Joselit y Elizabcth Sussman (cds.) (Cambridge. M assach u sec r s : M ! T
Press, 1 986), 96.
22 Pearlman. Unpackaging t!JI' Art ofthe J 980s.
E N C O N T R A N D O O BJ E T O S l 1 59
2 .l E sra estrategia de enm a rca r lo nuevo fue den unciada por Kay Larson como "m:o ís
mo" , una eciqueca que confunde por completo el argumenco de Koons y su inversión
de l a docrrina del ''make ir new" con el enmarcado relicario totémico. Larson. "Love
nr Money" , New York, 23 de junio de 1 986. Para su análisis, véase Pearlman, Unpt1ck
agi11g the Art o/the l 980s, 22- 23.
2 1 Roben S mi c h so n , " Fredric Law Olmsted ami che Dialeccical Landscape", en The
'X0'itings o/ Roben Smithson, N ancy Holc (cd.) (Nueva York: New York Uniwrsity
Prcss, 1 979) .
2 5 Vé ase Emile Durkheim, The Elementt1ry Fo rms ofReligiom Lije, erad. Karen E. Fields
(Nu eva York : Free Press, 1 99 5 ) : "debemos tener cuidado para no ver el totemismo
co mo un tipo de zoolatría. [LaJ actitud hacia los animales o planras cuyo nombre
ado pra no es de ninguna manera la acritud que un creyente tiene hacia su d i o s" ( 1 39).
2 (, Koons considera l a s vitrinas que recubren sus aspiradoras y balom:s de ba lo nces c n
co mo ccrramiencos "merinos''. Véase Giancarlo Polici, "Luxury and Desire: An lnter-
1 6 0 I W. J . l M I T C H E L L
Como objetos materiales, los tótems generalmente son cosas inferi o res
en la jerarquía de los seres: animales, vegetales o minerales, raram en te
h umanos; son cosas que se adoptan como homólogos de las perso n as ,
un tipo de sociedad de cosas que podemos usar para pensar sobre lo
que es una sociedad humana. Los tótems son familiares, ítems co ti
dianos, habitualmente del mundo natural, que han sido normalmen
te encontrados -señalados- bajo lo que Durkheim denomina "cir
cunstancias fortuitas" y que se han convertido, subsecuentemente, en
fundadores de identidad.
En Tótem y tabií, Freud pasa por alto de forma bastante rápida la
teoría de Sir James Frazer sobre el encuentro accidental del tótem: "En
el momento en el que una mujer siente que va a ser madre, un espí
ritu, que ha estado esperando la reencarnación en el centro totémico
más cercano, donde se concentran los espíritus de los muertos, ha en
trado en su cuerpo"27• Freud rechaza esta explicación porque ya asume
la existencia del totemismo y porque depende del desconocimiento de
dónde vienen los bebés. Lo peor de todo es que no hace del totemis
mo (como lo hará Freud) una invención masculina para resolver los
conflictos sublimes del complej o de Edipo, sino "una creación de lo
femenino más que de la mente masculina; sus raíces reposarían en 'las
enfermas imaginaciones de las mujeres embarazadas"' ( 1 1 8) . Qué me
jor lugar, sin embargo, para ubicar las raíces del objeto encontrado que
en el expósito, en una pobre y h uérfana criatura que podría llegar a ser
algo. El momento de hallar el obj eto encontrado es el momento en el
que uno se siente a sí mismo preñado o a punto de adoptar algo (que
viene a ser lo mismo) 28• Esto es, creo, bastante distinto del momento
de encontrar el objeto perdido (fetichismo) o el sublime obj eto de la
i ck olog ía
(el ídolo) : ninguno de los dos es capaz de sorprender a nadie
0 J e rraer novedades al mundo.
E l tot emismo es también un marco teórico productivo para pensar
s re la relación del objeto encontrado con la práctica de la creación
o b
d e i m áge nes. A pesar de que el tótem habitualmente empieza como
u n o b j e to (generalmente cosas como larvas de mariposa nocturna o
c1 1 1g u ros) , sólo adquiere estatus totémico en algunas formas de repre
,e n ración. Como dice Durkheim:
En sí m ismas, las bramaderas son simples objetos de madera y piedra, como
m uchos otros; se distinguen de las cosas pro fa nas del m ismo cipo sólo por
una particularidad: la marca cocémica está dibujada o grabada sobre ellas. Esa
m a rca , y sólo esa marca, les con fi ere sacralidad29•
u n becerro o porque está hecho de oro, sino porque es una imagen. "La
i magen santifica el objeto" ( 1 22), no viceversa. Y "objeto" , aquí debe
ser aclarado, es al mismo tiempo el obj eto de representación o referen
cia, y el objeto sobre el que la representación está grabada, pintada o
i n s crita. La "elevación" de los objetos encontrados de Rauschenberg a
la di gnidad vertical del marco pictórico y la elevación pintoresca de la
fi gura abyecta o empobrecida son versiones modernas del ritual toté
m i co q ue no operan como el retorno fetichista de lo reprimido, sino
co mo el momento de la concepción, el nombramiento y el ver-como.
E n verdad, he extirpado una gran cantidad de facetas del totemis
m o p ara encontrar aquéllas que coinciden con mi imagen del objeto
e n co ntrado. Hay, de hecho, rituales de búsqueda del tótem (la bús-
Tsre capír ulo es una versión revisada de u n ensayo con el mismo rírulo q u e se p re
scrHó l'.n la School of rhe Arr lnsrirure of Chicago el 1 2 de febrero de 2000. La oca
sió n fue una conferencia organizada por el C u ltural Policy Program en la Universicy
o f C hi cago en torno a la exposición Sens11tio n del Brooklyn Museum . Una versión
reduc ida del ensayo aparece en Lawrence Rorhfield, (ed.), Unsettling "Sensation ·:·
'lrts- Policy Lessons from the Brook�yri Museum ofArt (Ncw Brunswick, Nul'.va Jersey:
Ru r gers Universicy Press, 200 1 ) , 1 1 5-33. Copyrighr © 200 1 por Rurgers, 111e Srace
Un ivc: rsicy. Rci m p n:so con permiso de Rucgers Univcrsicy Prcss.
1 64 I W J . T M I T C H E L L
es, por supuesto. lo mismo que la ofensa. En el mundo del arre, como apunta Ju lius,
lo ofensivo podría ser producir una obra de arte que jálle en ser transgresiva de algu na
manera, v que sea meramente i nocua y segura. La línea entre "ley" y "tabú" es otro
lugar do � de nuestro argumento intersecciona. En este caso, argumentaría que la razó n
por la que casi cada imagen interesante se convierte en "transgresiva" en el senti do de
Julius es que hay algo inherentemente transgresivo (pero qui1,ás no ofensivo) en todas
ellas. Eso es definitivamente lo que manifiesta, no sólo In que implica, el sentido literal
del segundo mandamiento, que prohíbe la producción de imágenes de cualquier tip0·
I M AG E N E S O F E N S I VAS l 1 67
V� asc la autodefensa del propio Serra de su obra y otras discusiones sobre esta con
rro vl'.rsia en Art and the Public Sphere, W. J. T Mitchdl (ed.) (Chicago: Un ivcrsiry of
C h icag n Prcss, 1 993).
k Pa ra u n exhaustivo análisis sobre la recepción del Memorial a los Vétmmos del Viet
li< 1 m , vé ase Levi Smith, "Objects of Remembrance: The Vietnam Veterans Memorial
a n d th e Memory of the War" (Ph . D . diss., Universiry of Chicago. 1 99 7 ) .
'J
Véa s e Kobcna Mercer, "Reading Racial Ft:tishism: The Phorographs of Robcrt Map
pb h o rpe; " en Visual Culture: 7he Reader, Jcssica Evans y Stuart Hall (cds.) (Londres:
Sage P ub lications, en asociación con la Open Universiry, 1 999) , 435-4 7.
1 IJ l 'o dría ha ber incluido aquí los pechos desnudos de las estatuas femeninas del Depar
ta nw n t o
de Justicia de los Estados Unidos, que han sido ocultados por deferencia a
1 1 las s ensi bilidades morales del ex Fiscal General John Ashcrofr.
!' l i n io , Nat
ural Histo1y, 1 0 vols., trad. H. Rackham (Cambridge, MA: Harvard Uni
Ve rs i cy l'ress, 1 95 2 ) , 9:277. Véase también la discusión en W.j .l: Mitchdl, Picture
lhcory ( Chicago: University of Chicago Prcss, 1 994), 337-38.
1 68 I W J T M I T C H E L L
1 2 Para una discusión más extensa, véase Mitchell , Picture 7heory, capítulo 7, pp. 23 6- 38.
1 3 Podría merecer la pena reflexionar sobre el contraste entre los escándalos de la Royal
Academy y el Brooklyn M useum como la h istoria de dos ciudades y de dos mamás .
, " "
no son sólo problemas individuales sino pararrayos para las energías de las gran des
formaciones sociales y las culturas locales.
I M A G E N E S O F E N S I VAS l 1 6�
�1asac re de tres mil personas, incluyendo muj eres y niños, por violar
'1 ley (el segundo mandamiento) que todavía no les había trans-
1 70 1 W J T. M I T C H E L L
1 4 Freedberg analiza este evento en The Power oflmages, 4 2 1 ss. , subrayando que el ata·
cante nunca dio una razón para sus acciones.
I M AG E N E S O F E N S I VAS l 1 7 1
l o q u e una
caricatura o un estereotipo ofenden no por quién, sino por
¡ÓJ!IO rep resentan. Como las personas, las imágenes pueden ser consi
d e r a d as "culpables por asociación" con el tipo incorrecto de personas,
\ a l o re s o materiales.
3. Si una imagen ofende a mucha gente, tarde o temprano alguien
i nv ocará a la ley y con ella a los j ueces, legisladores, políticos y policía.
L a q ueja se incrementará hasta que "tenga que haber una ley" sobre las
i núgenes ofensivas y se convocarán simposios para formular directri
ces políticas. Como una persona, la imagen puede convertirse incluso
en un "sujeto legal" , un testigo o un acusado en un procedimiento
l egal , como en casos como el de United States v. 7hirty-Seven Photogra
phs o United States v. u 200-Ft. Reels o/Super BMM Film et a/1"'.
4. Finalmente, a las imágenes no se las ofende del mismo modo.
Algunas veces, el resultado es una aniquilación sin tregua (como en
la fundición del becerro de oro) para hacer desaparecer la i magen del
m undo para siempre, para desintegrarla hasta la extinción. A veces
el g e s to iconoclasta es sólo parcialmente destructivo , una desfigu
ra c ió n , una deformación; un desmembramiento, una decapitación
u o t r a mutilación que no destruye la imagen, pero que la humilla
o "dañ a" de alguna manera 16• El efecto de esta táctica es bastante
d i feren te al de la an iquilación . El obj etivo no es hacer desaparecer
la i m a ge n , sino conservarla cerca y rep roducir su apariencia de una
n uev a manera ofensiva para la imagen y lo q ue representa. La cari
ca t u ra es, en este sentido, una forma de desfiguración e iconoclasia.
Lo m ás curioso de todo es que es una estrategia que ni desfigura ni
d es t r u ye, sino que trata de hacer "desaparecer" la imagen, de ocul
t a rl a , d e cubrirla, de enterrarla o de esconderla de la mirada. Esta
e s t r a t e gi a puede ser, o no, un medio para "ofender" la imagen; es
c o rn p ari ble, como podremos ver, con una respetuosa defensa de la
1 5 Un ited States Reports, Cases Adjudged in the Suprt•me Court, October Tenn, 1970 and
/ 972. M is agradecimientos a Gcoff Stone por llamar mi an:nción sobre cscos casos.
1
(, Bel ti ng señala que las "imágenes 'heridas"' reaccionan a la profanación "como la gmrc
v i v a llo
ra o sangra" (Likeness and Presence, 1 ) .
1 7 2 I W J . T. M I T C H E L L
17 Como Belting dice, "la imagen [ . ] no sólo representa una persona, sino que tamb ién
. .
2() Véase Walter Benjamín sobre el carácter contingente del mandamiento de no matar en su
"Cr itique ofViolence", en Rejlections, Peter Demetz (ed.) (Nueva York: Harcourt, Brace,
Jovanovich, 1 978): "aquéllos que basan la condenación de toda muerte violenta de una
persona a manos de otra en el mandamiento están, por lo tanto, confundidos. Existt: no
como un criterio de j uicio, sino como una guía para las acciones de las personas o comu
nidades que se han [ . . . ] echado encima la responsabilidad de ignorarlo. (298)".
2 1 Véase Jeremías 3 : 1 : "Si un hombre repudia a su mujer y ésta se va de su lado, y se casa
con otro hombre, ¿volverá el primero a ella?, ¿no es ya tierra profanada? Y tú, que te has
pros tituido con tantos y tantos amantes, ¿vas ahora a volver a mí?" -dice el Señor-.
2 2 E l ma ndamiento se refiere a hacer un pese/, una imagen rallada en madera o piedra,
pero se acepta de forma generalizada que la prohibición incluye hacer también fi
guras de metal. "A la prohibición de una imagen se adj unta una explicación mayor
[ la prohibición de la ''semejanza"] , que amplía la prohibición al incluir cualquier
re presen tación. El término temunah designa la figura o la forma externa de un objeto"
mrcvard Childs, The Book offa·odus: A Critica/, Theological Co mmm ta ry [ Louisvillc:
l he Westminsrer Press, 1 974] . 404-5). La prohibición sobre las Ím•Ígcncs como se
rn cja nza se extiende, en comentadores como Maimónides, al lenguaje figurativo y a
1 74 I W. J . T. M I T C H E L L
las descripciones concretas o a los adjetivos de cualquier tipo, por lo que básicamen
te el lenguaje de la escritura mismo se convierte en una tentación de idolatría y la
adoración se reduce al silencio. Véase Moshe Halbertal y Avishai Margalit, fdo/,atry
(Cambridge, Massachusctts: Harvard Univcrsity Press, 1 992), 56-57 .
23 Incluso más chocante resulra la tendencia de los comentadores a ignorar comple
tamente el significado literal y a asumir que la ofensividad de las imágenes no está
"empotrada" en ellas, sino que se les debe de añadir por un uso equivocado (adoración
de la imagen) , una representación equivocada (ninguna imagen de ningún tipo puede
representar al invisible Jehovah) o un referente equivocado (esta imagen represen ta
al dios erróneo, un dios "extraño"). Véase Keclman Bland, 7lie Artless few (Princeron ,
Nueva Jersey: Princeton Univcrsity Press, 2000) , para una decisiva refutación de la
caracterización del Judaísmo como una cultura anicónica e iconoclasta, y para un
extenso inventario de las formas en las que los judíos han evadido cualquier tipo de
lectura literal de la prohibición de las imágenes.
24 Halbertal y Margalit. ldolatry. 39. Pueden existir otras razones para la ofensa más all á
de la materialidad degradada, por supuesto. La ofensa puede venir del uso de la im a
gen errónea (un becerro), que degrada a Dios al nivel de los animales, o puede deri var
de la adoración de cualquier imagen, sin tener en cuenta lo que representa.
I M A G E N E S O F E N S I VAS l 1 75
L' in c luso peor aún la j oyería de oro que los israelitas trajeron de
Eg p i t o , la cual presta oídos de nuevo a la cautividad y a los ídolos
d � l a re l i gión egipcia. La imagen es ofensiva, pues, tanto por lo que
p a re ce decir ("Soy Dios") como por lo que es -la grosera y vulgar
1 1 1 ar e r
i a lid ad del oro egipcio-. El becerro está hecho de dinero sucio
- l uc ro indecente, por así decirlo-.
¿Qué nos enseña este becerro de oro sobre el escándalo de la
l·x pos ici ó n Sensation del Brooklyn Museum? Lo ofensivo de la Vir
''L'n de Chris Ofili parece que, para empezar, no tiene casi nada que
� cr con la idolatría, como una adúltera "sustituta de Dios" , pero
mu cho que ver con el uso de los materiales, el infame estiércol de
dcfant e [fig. 36] . Como el becerro de oro, la Virgen de Ofili está
l
(a menos en parre) compuesta por el sucio lucro -sucio porque es
L'xcremenro, pero " lucro" porque (como argumentó Ofili) tiene un
gran valor simbólico en la cultura africana, como un signo de ferti
l i dad y de la nutricia Madre Tierra-. La declaración de intenciones
de Ofili, sin embargo, fue ampliamente ignorada por los comenra
risras que estaban condicionados a ofenderse. El respetuoso uso del
artista del estiércol de elefante se tomó como un insulto a la imagen
de la Virgen25• Sin embargo, la pregunta subsiste: ¿es realmente el
rnarerial lo que ofende o lo es la interpretación del material como si
h iciera una declaración o (peor) como si realmente hiciera algo a la
i magen de la Virgen, profanando su "efigie" , por así decirlo ? ¿ Cómo
d ecidimos si el estiércol de elefante es un símbolo de gran valor y
rev ere ncia (como insiste el artista) , o de suciedad y degradación?
¿Y c ó m o sabemos lo que le hace la Virgen al estiércol o el estiércol
a ella ? ¿ La degrada o la eleva, redimiendo incluso la más elemental
mat eria por la apariencia de su imagen?
La Virgen de Ofili nos ayuda a ver el carácter complejamente
i n d ire cto y mediado de la ofensividad de las imágenes. Se podría
ar gü ir, por ej emplo, que no es la imagen la que nos ofende en esta
o b r a de arre. Por el contrario, es la imagen (la de la Virgen) la que
está siendo ofendida por ella. Los fieles católicos se ofenden no por
la imagen de Ofili de la Vi rgen, sino por el modo como la imagen s e
presenta, por los materiales con los que se la representa. Esto mues
tra cuán crucial es distingu i r entre la imagen o "motivo" (la carac te
rística de esta pintura que la une a las otras innumerables pintu ras
de l a Virgen hechas por Rubens, Rafael, Leonardo y otros muchos)
y la materialidad concreta de una pintura específica. No es la especi e
la que ofende (la clase que incluye a todas las pinturas de Vírgenes) ,
sino el espécimen, esta particular "encarnación" de la especie en una
versión monstruosa o desagradable26• Y el sentido de la ofensividad
del espectador no es directo, sino indirecto. La lógica es la siguiente:
la imagen de la Virgen se ofende por ser representada con materiales fe
cales; si su imagen se ofende, entonces ella misma ha de estar ofendida.
Y si ella está ofendida, entonces todos los que la veneramos a ella y a
su imagen debemos estar ofendidos también. Si se insulta a la cosa que
respeto o amo, entonces me insultan a mí.
La i ra sobre la Virgen de Ofili, entonces, no es sólo una cuestión
de estar ofendido por una imagen. Es una ira por un acto de pro
fanación, desfiguración y deformación. El lenguaje parece incapaz de
superar el insulto imaginado a la imagen. Las protestas de Ofili sobre sus
intenciones benignas y respetuosas, y sobre la obvia belleza de su com
posición, fueron completamente ineficaces para contrarrestar la ira.
Y la expresión más visible de esta ira, la desfiguración de la pintura
por Dennis Hei ner [fig. 37] , toma una forma muy específica sob re
la que merece la pena reflexionar en detalle. Heiner no se manifestó
contra la pin tura ni portó pancartas fuera del Brooklyn Museum .
No atacó la pintura, raj ándola con un cuchillo o arroj ando huevos
o excrementos sobre ella. De forma m uy cuidadosa y deliberada cu
brió la composición de Ofili con pintura blanca. En vez de una des
figuración o destrucción violenta, Heiner eligió una estrategia q ue
puede ser llamada "velamiento" o "borrado" de la imagen, un gesto
de protección y modestia. La pintura soluble en agua se el iminó
fácilmente y no dañó la composición . El acto de Heiner, entonces ,
26 Para un análisis más extenso sobre esta distinción entre imágenes y pinturas como "es
pecies" y "especímenes" , véase el capítulo 4. El concepto de la imagen como "motivo"
viene de Erwin Panofaky, "lconography and lconology," en Meaning in the Vimal Arts
(Gardcn Ciry, Nueva York: Doubleday, 1 95 5 ) , 29.
I M A G E N E S O F E N S I VAS l 1 77
27 St: lc:s ocurrió a varios comentaristas a la vez que la ofensa real podría haber sido la
n<:gricud de la Virgen, una afrenra a aquéllos que están acoscumbrados a las imágenes
de u na Virgen rubia y de ojos azules. En este caso, el blanqueamiento de la imagen de
1-k i ne r coma un tinte racial. Hasca donde yo sé, nadie ha tenido el descaro de decir
'-'>t o pú blicamente. Véase el excelente análisis de Belting de la mariolarría e n Likeness
en tre el dinero respetable y limpio (¿los Mellons y los Astors?) y el dinero contami nado
(¿ganado gracias a la publicidad?) de los Saatchis. En el mismo volumen, el ensayo de
Gilbert Edelson sobre los acuerdos financieros actuales que subyacen en las relaci o nes
del museo con los ricos coleccionistas y con el mercado del arte arroja una luz co nsi
derable sobre toda esta cuestión.
29 Véase Haacke's Shapolsky et al. Manhattan Real Estate Holdings, e ; Real- Time So cial
System, as ofMt!J' l , 1 971 ; expuesto por primera vez en 1 97 2 .
I M Á G E N E S O F E N S I VAS l 1 79
r i do co m ún. Al menos la mitad del arte realizado debe estar, por mera
lógica, "por debajo de la media''; sólo en el Lake Wobegon
c u sr i n de
i: ó
d e a rrison Keillor pueden estar todos los niños por encima de la me
G
d i a. Y no hay nada deplorable o sorprendente en este hecho -ningún
dalo que descubrir-. Se deben producir vastas cantidades de arte
e scán
d e s egun da clase como una especie de abono o fertilizante para el ex
ce p cio nal florecimiento de una obra verdaderamente espectacular. Por
a h o ra se podría pensar que un hastiado y sofisticado público como el
,
dd mu ndo del arte podría haber asumido esto como una suerte de ley
11�nural y haber perdido la fe en la pose y en la palmadita en la espal
da cada vez que aparece una exposición de grupo de nuevos y jóvenes
ar r iscas. La exposición Sensation, como la mayoría de proposiciones de
e s te tipo, era un surtido de obras poco espectaculares y prometedoras, y
u n buen montón de creaciones competentes, pero no memorables. Mi
pro p ia sensación de Sensation es que fue, como suelen ser estas cosas,
algo por encima de la media en cuestiones como la destreza técnica, el
i ngenio y la profesionalidad de la presentación.
En cuanto a la exposición de productos de desecho como obje
tos de arre, seguramente éste fue el momento de los expertos en arte
para recordar a un enoj ado público que este tipo de cosas se habían
esta do haciendo desde que los "pintores sucios" o riparógrafos fueron
proh ibidos por las leyes de TebasJ0• Los excrementos, como Jacques
Lacan (y cada infante) nos recuerdan, son el primer medio de expre
s i ó n ar rística3 1 • Para buscar analogías en el arte contemporáneo, se
deb ería n ver, por ejemplo, las "Scatter Pieces" de Roben Morris o las
es q u inas embadurnadas de grasa podrida de Joseph Beuys. Los mon
to n e s de estiércol de Ofili, lacados con tan buen gusto, son herederos
de un a larga y distinguida tradición artística: son, más concretamente,
\ ( ) Vé ase G . E. Lessing, Laocoon: An Essay upon the Limits of Poetry and Painting, trad.
El l c n Fro thingham (Nueva York: Farrar, S r raus and Giroux, 1 969) , 9: y Micchdl. lco
no log_y, 1 08, sobre el concrol de las arces por parre de las leyes civiles en la Ancigüedad.
l ¡ J acques Lacan, 7he Four Fundamental Concepts of Psychot111alysis (Nueva York: Nor
to n , 1 9 8 1 ) : "La auremicidad de lo que emerge en la p intura se disminuye en noso
t r o s , los seres humanos, por el hecho de que tenemos que obtener nuestros colores de
do n de deben encontrarse, es decir en la mierda" ( 1 1 7) . Lacan conecta la tem;ícica de
l as hec es con "el dominio de la ofrenda, del regalo", que es d impulso del pimor:
,
32 Para un estudio más general sobre la relación entre la pintura y la alquimia. y la trans
mutación de "materi ales base" por los pintores, véase James Elkins What p,zintíng Is
(Nueva York: Routlcdge, 1 999) .
33 Clcment Grecnberg. "Avant Garde and Kitsch", en Clement Greenberg: 7he Colfected
E<sa_l's and Criticism, John O'Brian (ed . ) , 1 4 vols. (Chicago: University of Chicago
Press, 1 9 8 6 ) , 1 : 1 1 ; este artículo apareció por primera vez en Partisan Review en otoño
de 1 939.
:34 Es también importante recordar que la defensa de la libertad de expresión en el arre
ofensivo expone unas "triunfales" victorias huecas en d juzgado que se traducen en
derrotas a largo plazo en la esfera pública. Véase David A. Strauss, "The False Promise
of the First Amendmcnt'' , en Rothfield , (ed. ) , Unsettlíng "Sensatíon ". 44-5 1 .
I M AG E N E S O F E N S I VAS l 1 8 1
35 Véanse las observaciones de Stephen Pn:sscr sobre la estética del "lanzamiento de es
tiércol de elefante" en su artículo "Reasons We Shouldn't Be Here: Things We Can no r
Say" , en Rorhfield, (ed . ) . Unsettling "Se11Satio11 ", 54 .
I M AG E N E S O F E N S I VAS l 1 83
c r u c i fi c ado que nos recuerda a una de las aureolas doradas o a una de las
que a menudo se asocian con las imágenes sagradas. Si Serra
1 11 �1 11d o rlas
no h ubiera llamado a su imagen Christ Bathed in Golden Light [Cristo
ba ú ado en luz dorada] , se podría haber salido con la suya hasta que
a l g ú n as tuto crítico expusiera la conexión con la "lluvia dorada" como
ui; a p rác tica sexual perversa.
¿ Cu áles son, entonces, las implicaciones de todo esto para los
1 se o s de arte, la política cultural y la ley? Mi presentimiento es que
11 u
d t' sc ánd alo de Sensation es interesante principalmente como un brote
r e lati vamente benigno de una enfermedad muy viej a que podríamos
l la m ar el "síndrome iconofóbico" . La gente les tiene miedo a las imá
aencs ; las imágenes nos ponen nerviosos. Luchamos contra ellas, las
t>
de struimos y las culpamos de nuestra propia mala conducta, como
cuando culpamos a "los medios" por alentar la decadencia moral y los
esta ll idos de violencia. No estoy diciendo que siempre estemos equi
vocados al culpar o censurar imágenes, o que la ley no debería tener
i nterés en su control y prohibición . Encuentro alarmante, por ejem
plo, que una galería de arte de Nueva York exhibiera las fotografías de
l os linchamientos estadounidenses de principios del siglo XX. ¿ Qué
propósito, me gustaría saber, se cumple poniendo estas imágenes terri
bles y desgarradoras del mal en exposición para la gratificación voye
ris ta del público asistente a la galería36? Sin embargo , no las censuraría
si t uviera el poder de hacerlo -sólo las protegería y las ocultaría de
b c u riosidad improductiva y de la falta de respeto-. Mi opinión es
q u e l a fuerza de la ley debería intervenir con las imágenes ofensivas
>ól o cu ando se está obligando a un público reacio a verlas. La gente
t i e n e derecho a que no le arrojen imágenes ofensivas a la cara. La
ge n te también tiene derecho a mirar las imágenes que otros pueden
en co ntr ar ofensivas.
Las cuestiones sobre la libertad para exponer imágenes ofensivas
o
s n , en tonces, realmente, cuestiones sobre el contexto más que so-
.) (, Desde que escribí estas palabras he visto esta exposición en la New York Historical So
cie ty y estoy plenamente convencido de que su presentación es cualquier cosa menos
ex plo tadora o voyerista. Por el contrario, la exposición es respetuosa e inteligente, con
u n a si lenciosa y modesta presentación que estim ula una intensidad de la atención que
es c a s i devocional. No encuentro nada en dio que ofenda, sino muchas implicaciones
37 Una exposición así estaría en la línea de la magnífica exposición propia del Broo klyn
Museum , nie P/a_v of the Unmentionable, instalada por Joseph Kosuth en 1 992 . El
énfasis de Kosurh , sin embargo, fue similar al de las 71-amgressions de Julius: la idea era
explorar los caminos por los que el arte que viola las sensibilidades morales com unes
se convierte subsecuemememe en canónico y aceptable cuando el gusto evoluciona .
" I mágenes ofensivas" trataría de llevar esca estrategia un paso más allá y explo rar la
posibilidad de que hay imágenes que nunca serán aceptadas, que no ofrecen "transg re
sividad" provocativa del tipo que tanto se valora en el mundo del arte, sino que serán
eternamente desagradables. Quizá no existe tal cosa y csra exposición podría ayu dar
a demostrarlo. Estoy agradecido a Jessica Sack por recordarme esta exposición y po r
enviarme el catálogo Th1' Pía_¡• o/the U11mentio11able (Nueva York: New Press, 1 9 92 ) .
IMAG E N E S O F E N SIVA S l 1 85
1 o s m un dos del arte de los medios populares. Sería una ocasión para
.
e d u c a r a la gente sobre las historias de degradación humana, de explo-
r.i ci ó n y de deshumanización que tan a menudo acechan en el fondo
de las i mágenes ofensivas. Podría preguntar, ¿quién es ofendido? ¿ Por
u i é n , q ué y cómo? Exploraría la naturaleza misma de lo ofensivo, del
q
s/wck, de l trauma o de la herida que pueden provocar las imágenes y
rr�Haría de identificar los modos como la imagen pasa de ser meramen
te o fen siva a ser dañina, produciendo el equivalente gráfico a gritar
" ¡ fu ego ! " en un teatro abarrotado. Y podría, finalmente, incluir una
gale ría especial de simulaciones virtuales de todas las imágenes ofensi
,,�1s de l a exposición, en la cual se proveerá a los visitantes de todos los
mat eriales necesarios para ofender a los ofensores. Se suministrarían
p i ed ras , martillos, excrementos, pintura, sangre, desechos y huevos, y
se i n v it a ría a los visitantes a lanzar, a embadurnar y a destruir con todo
lo que a uno le apetezca. Esto resultaría en una benigna forma de te
r a p i a y permitiría a los abogados y a los políticos centrar su atención
e n asuntos más manej ables. Tendría también el efecto de hacer re
' b te capítulo es una versión n:visada y ampliada del discurso inaugural de "Art and
th e B ritish Empire" , un congreso convocado en el Tate Britain de Londres el 7 de
j u lio de 200 l .
1 88 I W. J . l M I T C H E L L
Véase Arj un Appadurai. The Socit1l L�fe of lhings: Commodities in Cultu ml Perspective
(Nueva York: Cambridge University Press, 1 986).
2 Para más información sobre estas cuestiones, véase mi artículo "Imperial Landscapc" ,
en Lt1ndsc11pe and Power, W. J. T. Mi tchell (cd.), 2• cd. (Chicago: University of Ch icago
Prcss. 2002) , 5-34.
I M P E R I O Y O B J E T UA L I D A D l 1 89
.l Quizá el más famoso caso de "rerorno al hogar" de las categorías coloniales de la obje
r u a lidad sea la aplicación del ferichismo al arce moderno, primero por Meya Schapiro
e n su arrículo clá.-;ico sobre la abstracción y luego por los muchos teóricos de la posmo
der nidad que han ubicado la crícica, la cransvaloración y la apropiación dd fetichismo
dcm ro de una categoría completa de práct icas arcíscicas contemporáneas (véase el análi
>i s de Hal Foster más arriba, en el capítulo 5). Véase Schapiro, "Nacure of Abstraer Are",
e n Modern Art: l Y ' and 2ü1' Centuries (Nueva York: Braziller, 1 978), 1 8 5-2 1 1 .
"An and Objecrhood'', de Michael Fried, apareció por primc:ra vez en Artjórnm 5
(j un io de 1 967) : 1 2-23, y ahora ha sido reimpreso con anotaciones ampliad as, junto
co n o tros ensayos de Fricd
de los sesenta y los setenta en Art and Objecthood (Chicago:
U nivcrsicy of Chicago l'rcss, 1 998), 1 46-72.
1 9 0 I W. J l M I T C H E L L
5 Por "objeto malo" , por supuesto, no quiero decir simplemente "malo" en un sen ti
do moral directo, sino "malo" en el sentido de producir disturbio, incertidumb re Y
ambivalencia en un sujeto. Este término está tomado de la teoría de las relac iones
del objeto, especialmente de la que elaboró Mela nie Klein (véase más abajo) . Véase
también J. Laplanchc y J.-B. Pnntalis, 7he Language of P�ychottna�ysis, trad . Donald
Nichnlsnn-Smith (Nueva York: Norton, 1 973) , 278-8 1 .
6 Perry Millcr, citado en Fried , Art ttnd Okiecthood, 1 4 8 .
I M P E R I O Y O B J ETUALI DAD l 1 9 1
l as
.
l\f r h ago eco aquí dd título del estudio clásico de R. W. B. Lewis 7he American Ad11m
(( : hicago: Univt:rsiry of Chicago Prcss, 1 95 5 ) .
�
,
otro por ser vacuo y teatral. (La vacuidad es, por supuesto, una de l as
acusaciones tradicionales de idolatría, j unto con la ilusión teatral, la
mera y bruta materialidad, y la falsa antropomorfización de los ob jeto s
i nanimados.) Lo interesante sobre este debate ahora no es qué ba n do
tiene razón, sino por qué la acusación de an tropomorfismo est aba
disponible tan fácilmente para ambas partes. El obj eto personific ado
(o simplemente animado) es, como hemos visto, el motivo para u na
ansiedad profunda y para la negación en la estética. Queremos obras
de arte que tengan "vidas propias", pero también queremos contener
y regular esa vida, evitar tomarla literalmente y estar seguros de que
nuestros propios objetos artísticos están purificados de la mácula de
la superstición, del animismo, del vitalismo, del antropomorfismo y
de otras actitudes premodernas. La dificultad de contener las vidas de
las imágenes y la incorregibilidad de la pregunta " ¿ qué quieren las
imágenes?" están expresadas en esta ambivalencia sobre el antropo
morfismo y en el encuentro con el objeto en tanto que Otro. Lo que
sigue es un intento de trazar la evolución del objeto-como-Otro en los
encuen tros con los objetos del Otro.
I M P E R I O Y O BJ ETUALI DAD
9 Véase Alan Sekula, Fish Story (Rottcrdam: Witte de With , Centcr of Contcmp ora ry
I M P E R I O Y O B J E T U A L I O A D l 1 93
n i c s c rucrura, excepto por los laberintos sin fin de las fusiones empre
s�i r iales, las burocracias gubernamentales y las siempre proliferantes
o r g a n i z aciones no gubernamentales. Es un rizoma de tramas, de redes
,, Je p a isaj es mediáticos donde el dinero nunca para, donde los árbo
An; D usseldorf Richter Verlag, 1 995), 50, para ver su despiadada crírica a "la exage
rada i mportancia atribuida a ese constructo esencial m ente metafísico, el 'ciberespa
cio' , y al mito corolario del contacto ' instantáneo' entre espacios distantes [ . . . ] . Los
fl ujos de material a gran escala permanecen inextricables".
1 O M i ag radec i m iento a Tom Gunning por esra información .
1 94 I W. J . T. M I T C H E L L
mapa i mperialista del m undo se han fundido y mezclado en el arco i ris del
i m p erioglob al 1 1 •
Rosalind Krauss en 1 996. Véase L'ínforme: mode d'emploi (París: Centre Pompidou,
1 996) , que rasrrea el pedigrí de esra esrérica en el surrealismo.
13 Véanse los capírulos 5 y 1 1 para más información sobre esras cuesriones.
14 Bill Brown. "Thing Theo ry" , introducción a "Things", en Critica! fnquíry 28, nº 1
( otoño de 200 1 ) : 2.
15 Para la taxonomía de las cosas de Heidegger, véase Martin Heidegger, "The Origin of
the Work of Art". en Poetry. Language, lhough t (Nueva York: Harper & Row, 1 9 7 1 ) ,
1 5-88 . Para un análisis especialmente brillante sobre lo que podría llamarse "la ico
nología de la materia" , véase Daniel Tiffany, Toy Medium (Berkeley y Los Ángeles:
Univcrsity of California Prcss, 2000).
16 [N. de 1a -n Juego de palabras imposible de traducir. El término "maner" en inglés significa
tanto materia como "importar". Aquí Mitchell está jugando con la polisemia de esta palabra.
I M PE R I O Y O B J ETUALI DAD l 1 97
"nuda vida" para las grandes masas d e gente 1 9• El i mperio es, por tan to ,
un objeto de radical ambivalencia que perfecciona las artes de la muer te
y la destrucción masiva, de la conquista y de la esclavización de to das
las poblaciones, mientras que también produce los grandes monumen
tos de la civilización, j unto con las nociones de la ley universal, de los
derechos humanos y de la armonía global. Blake no es sólo un "pro feta
contra el imperio" , sino un profeta de un ideal positivo del "empery" ,
figurado por la civilización perdida de la Atlántida o por la ciudad celes
te de Jerusalén211• El Imperio de Hardt y Negri ha sido criticado desde el
ala izquierda principalmente porque pinta de un color demasiado rosa
la imagen de las posibilidades utópicas que acechan en las intrincadas
redes de la globalización2 1 • La observación de Walter Benjamín de que
"no hay documento de civilización que no sea al mismo tiempo un do
cumento de barbarie" 12 se aplica igualmente bien al imperialismo.
Los objetos surgen como las figuras de un paisaje del imperio; las
narrativas y las acciones los ponen en movimiento. Las carabelas de
Vasco da Gama, los trirremes de Pericles, los clíper yanquis, el Fighting
Temeraire de Nelson, el Beagle de Darwin, el Discovery de Cook, j unco
con todas sus cargas (especias, azúcar, árboles del pan, tabaco, plata,
porcelana, oro, mapas, sextantes, alfanjes, cañones, monedas, joyería,
obras de arte) , flotan a través del espectáculo del imperio en el espejo
retrovisor de la historia. Por supuesto, diferenciamos estas formacio
nes. Insistimos en que "el imperio en sí" es una creación histórica re
lativamente reciente, probablemente moderna y probablemente cuyo
mejor ejemplo sea Gran Bretaña. Roma, Atenas, Holanda y China son
formas de i mperio radicalmente distintas, tan diferentes que proba
blemente necesitemos poner la palabra en tre comillas para algunos de
ellos. Pero la cosa que unifica (mientras diferencia) todas las formas
1 9 Para "nuda vida" véa5e Giorgio Agamben . Homo Sacer (Sranford, California: Sran ford
Univcrsiry Prcss, 1 998).
20 Blake s e refiere a "el m u n do Dorado / un palacio anriguo, arquetipo de los Empe
ries poderosos/ [ . . . ] construidos en el bosque de Dios", en "America: A p rophecy"
( 1 793). En lhe Poetry and Prose o/William Blake, David Erdman (ed.) (Carden C iry,
Nueva York: Doubleday, 1 965), 54.
21 Véase Ti mo thy Brennan, "The Empire's New Cinches", Critica/ lnqu ily 29 (invie rno
de 2003 ) : 337-67.
22 Walrer Bcnjamin, "1hcses on the Philosophy of Hisrory", en lllumi11ations, H a n nah
Arendt (ed. ) (Nueva York: Schockcn Books, 1 969) , 256.
I M P E R I O Y O B J E T U A L I D A O l 1 99
.2 .\ Er nesr G ilman, "Madagascar on My Mind: The Earl of Arundel and rhe Am of Colo
n iza rion", en Ear�y Modern Visual Cltlt11re: Representation, /?J1ce, Empire in Rmaissance
Eizglm1d, por Petcr Erickson y Clark Hulsc (Filadelfia: Universiry of Pennsylvania
l'n:ss, 2000) , 284-3 1 4.
2 1¡ Noam Chomsky, Projit Over People (Nueva York: Seven Srories Press, 1 999), p. 8.
200 I W J . T. M I T C H E L L
O BJ ETOS Y COSAS
Los objetos, los objetivos, las lecciones del objeto y la objetuali dad
ponen las cosas en circulación dentro de un sistema total. Las "co
sas" mismas, por otra parte, tienen el hábito de escaparse del circuito,
haciendo añicos la matriz de los objetos virtuales y de los objetivos
imaginarios. Invoco aquí un concepto dialéctico (que es también una
distinción familiar, coloquial) entre el objeto y la cosa25• Los objetos
son el modo en el que las cosas se aparecen ante un sujeto -es decir,
con un nombre, una identidad, una gestalt o patrón estereotípico, una
descripción , un uso o función, una historia, una ciencia-. Las cosas, por
otra parte, son simultáneamente nebulosas y obstinadas, sensualmente
concretas y vagas. Una cosa aparece como suplente cuando has olvida
do el nombre de un objeto. Como nos recuerda Bill Brown, decimos:
"Pásame esa cosa de ahí, la que está cerca de esa cosa verde", cuando
estamos sufriendo una pérdida cognitiva del objeto. Entonces las co
sas asumen un papel de material en crudo, de materialidad amorfa, sin
forma y bruta a la espera de una organización mediante un sistema de
objetos; o figuran el exceso, el detrito y el desecho cuando un objeto se
convierte en inútil, en obsoleto, en extinto o (a la inversa) cuando ad
quiere la plusvalía de un valor estético o espiritual, el je ne sais quois de
la belleza, el fetichismo que anima el bien material, la "cosa salvaje", la
"cosa dulce" o la "Cosa Negra'' que no podrímos comprender. La cosa
aparece como la figura sin nombre de lo Real que no se puede percib ir
o representar. Cuando se enfrenta a un rostro único y reconocible, a
una imagen estable, se convierte en un objeto; cuando se desestabiliza o
titila en la dialéctica de la imagen multiestable, se convierte en una cosa
híbrida (como el pato-conejo) que requiere más de un nombre, más de
una identidad. La cosa es invisible, borrosa o ilegible para el sujeto. S e
ñala el momento en el que el objeto se convierte en el Otro, cuando la
25 Véase Brown , "Thing 1heory" . para un análisis especialmente sutil de esta distinción.
I M PE R I O Y OBJ ETUALI DAD l 201
[ar a de sardinas mira hacia atrás, cuando el ídolo mudo habla, cuando
e l s uj eto experimenta al objeto como extraño y siente la necesidad de
lo q ue Fo ucault llama "una metafísica del objeto o, más exactamente,
u na m eta física de esa profundidad nunca objetivizable desde la que el
o b j er o emerge hacia nuestro superficial conocimiento"26•
A qu í quiero trazar una distinción entre la obj etividad, entendida
c o aqu ello que es de alguna forma indiferente, la actitud escép
o m
r i c1 as ociada con la investigación científica y el "obj etivismo" , la
c o n vic ción de que poseemos, o poseeremos a su debido tiempo, un
rec u ento completo y total de obj etos , una descripción exhaustiva
1· eternamente comprehensiva de lo "dado" 27• Tanto la obj etividad
2(,
M ich ael Foucault, 7he Order of 7bings: An Archaeology o/ the Hu man Sciences (Nueva
York:Random House, 1 970) , 245 . La lata de sardinas hace su aparición en el Fo11r Fun
damental Concepts o/Psychoa11t1(ysis de Jacques Lacan (Nueva York: Norton, 1 9 8 1 ), 95.
D W ase Pierre Bourdieu, Outline o/a 7heo ry of Practice (Cambridge: Cambridge Uni
versiry Press, 1 977) : ''El objetivismo conscicuye el mundo social como un espectáculo
present ado ame un observador que acepta un punto de vista sobre la acción, que se
manti ene alejado con el objetivo de observarlo y transferir al objeto los principios de
s u rd ación con el objeto, concebido como una totalidad destinada scílo a la cogni
ció n, en la que todas las interacciones se reducen a los inn:rcambios simbólicos. El
p un to de vista es el que esd permitido gracias a las altas posiciones de la estruccura
so cia l. desde las cuales el mundo social aparece como una represenración [ . . ] " (96) .
Wase la aplicación de este concepto a la historia del arte de Roben Nelson en "lhe
.
Map uf Art H istory", en Art Bulletin 79 ( 1 997) : 37; también Stephen Shapin A So
cial Histo ry o/Ti·uth (Chicago: Universiry of Chicago Pn.:ss, 1 994) sobre el "caballero
cr is tia no" como la figura de la objetividad y la cxdusicín implícita de los salvajes, las
muje res y los "órdenes inferiores" desde el discurso de la verdad.
2 0 2 I W. J . l M I T C H E L L
Í D O LO/FET I C H E/TÓT E M
Entre los muchos tipos d e objeros que entran dentro del ámbiro de
la objetividad imperialista hay algunos que podríamos llamar objetos
malos u objetos del Otro. Estoy adaptando de forma vaga la noción
de la psicoanalista Melanie Klein sobre la ruptura "parte-objero", más
precisamente, las "imagos, que son i mágenes distorsionadas de forma
fantasmática de los objeros reales en los que están basadas"28• Los objetos
malos, entonces, no son simplemente malos en algún tipo de sentido es
trictamente moral. Son objeros de ambivalencia y ansiedad que pueden
asociarse con la fascinación de forma tan sencilla como con la aversión.
Los obj etos malos no son, al menos en pri ncipio, los bienes de
consumo (especias, oro, azúcar, tabaco) que si rven de cebo a las ex
pediciones colon iales, n i los regalos simbólicos que se intercambian
entre emperadores29 para impresionar al receptor con la riqueza y re
finamiento del donante. En su lugar, éstos son objetos generalmente
vistos como que no merecen la pena o de mal gusto desde la perspecti
va imperial, pero que se entiende que son de gran, y sin duda excesivo,
\IJ W ase el capítulo 4 para más información sobre la infraestimación de la imagen del Otro .
. l 1 Véa s e Bruno Larour, "Notes Toward an Anthropology of che lconoclascic Gesturc" ,
L'll Science in Context 1 O ( 1 997) : 63-83, para una excdcnte exposición sobre la duda
ico no clasta en el rostro del objeto sagrado.
l 2 D . W. Winnicott, pf,�ying and Reality (Londres: Routledge, 1 97 1 ) .
204 I W. J l M I T C H E L L
33 Véase mi discusión sobre los Baalim como dioses del lugar o genius loci en " Holy
Landscapc" , en M irchdl. (cd.), Landscap e 11nd Power, 2• cd. , 277.
34 Estoy agradecido a mi colega Richard Necr por su ayuda con estas cuestiones sob re el
culto al emperador romano.
I M PE R I O Y O B J ETUALI DAD l 205
Yi Véase Joseph Schumpeter, Imperialism and Social Classes (Nueva York: A. M. Kelley
1 9 5 1 ) , 7.
.l h W ill iam Pietz, "The Problem of the Fetish", 1 -3: Res 9 (primavera de 1 985): 5- 1 7; 1 3
(primavera de 1 987) : 23-45 ; y 1 6 (otoño de 1 988): 1 05-23. En contraste: con las irmí
gcnes todopoderosas del ídolo, el fetichismo (o "hacer fetiche") trata al objeto como un
atrezo en una actuación ritual más que como una cosa independiente o autónoma. Véa
se D avid Simpson, Fetichism and Imagination (Baltimore: Johns Hopkins Press, 1 982),
de los salvajes estaba asociada sin reparos con los imperios católico s ro
manos, por lo que el fetichismo inmediatamente se asoció con la i do
latría y con la santa cruzada contra el papismo, justo al mismo tie m p o
que acontecía el esfuerzo misionero por extirpar la idolatría p aga n a
por todo el mundo. Sin embargo, los comerciantes europeos en Á frica
encontraron necesario tolerar los fetiches e incluso aceptar su exten
sión social y cultural entre las tribus que encontraron . Pronunciar un
j uramento sobre un objeto fetiche o clavar un clavo en una figura de
poder para conmemorar un acuerdo era a menudo la única manera de
asegurar un trato. Dado este sustrato para el comercio, parece bastante
apropiado que, cuando Marx buscó una figura para definir el carácter
mágico de los bienes de consumo occidentales y capitalistas, adoptara
el carácter del fetiche como una figura adecuada para nuestras raci o
nalizadas y objetivas medidas del valor de i ntercambio.
Los tótems, finalmente, son los últimos en la secuencia de los o b
jetos del Otro, en el siglo XIX, principalmente en los escritos de los
antropólogos sobre Norte América y el Pacífico Sur. Menos amena
zantes que los ídolos, menos ofensivos que los fetiches, los tótems son,
generalmente, objetos naturales o sus representaciones, y rara vez han
sido vistos como poseedores de poderes semej antes a los de los dioses.
Son, en cambio, objetos de " identidad" asociados con tribus o clanes,
y algunos miembros tribales individuales ocasionalmente sirven com o
espíritus tutelares o guardianes. La palabra tótem viene, como apunta
Claude Lévi-Strauss, "del ojibwa, una lengua algonquina de la región
de Norte América al norte de los Grandes Lagos"38, y se traduce nor
malmente como equivalente a la expresión "es un pariente mío" . De
todos los objetos imperiales, los tótems son los más benignos. Mien
tras que la idolatría y el fetich ismo son generalmente condenados
como obscenos o perversos o como sistemas de creencias demoníacas a
extirpar, el totemismo habitualmente ha sido caracterizado como un a
especie de ingenuidad infantil, basada en una unidad inocente co n
la naturaleza. El análisis de Hegel sobre las religiones de la "flor" y el
"animal" en Fenomenología del espíritu incide en el carácter inofen si vo
y benigno de estas primeras intuiciones del espíritu en la natural eza .
ge,Text, ldeology (Ch icago: Univcrsity ofCh icago Prcss, 1 986), para más informac ió n
sobre esta distinción.
38 Claude Lévi-Strauss, lotemísm, trad. Rodney Needham (Boston: Beacon Press, 1 963 ), J 8 .
I M P E R I O Y O B J ET U A L I DAD l 207
[os obj eto s totémicos, por lo tanto, rara vez han sido el objetivo del
fe r v o r i conoclasta. Por el contrario, la actitud imperial característica
\i ,ic ia l os tótems fue la curiosidad y la predisposición a la conserva
c i ó n . El totemismo representa lo que el antropólogo Sir James Frazer
1 , o rros consideraron como "la infancia de la especie humana" y, por
\ 'J Si r Ja mes Frazer. Totemism (Edimburgo: A. & C. Black, 1 887); para una explicación
<lt· los mécodos de Frazer véase "A Chronology of Sir James George Frazcr" , XLVI I ,
L'll S i r James Frazer, 7he Golden Bough. A New Ahridgement d e l a Segunda y Tercera
E dic ión, Roben Frascr ( ed.) (Nueva York: Oxford Un iversiry Prcss, 1 99 4 ) .
10 W as e el análisis sobre las creencias secundarias en d capítulo 4 .
208 I W J . T. M I T C H E L L
a sí m ismo de los otros dos de una gran cantidad de formas. Quizás sus
d i ferencias más notables son ( 1 ) su adopción como un término técni
co en la antropología y en la religión comparada como un universal
i m pe rial que se supone que otorga la llave para entrar en las religiones
Y m entalidades primitivas, y (2) su uso coloquial en un sentido debi
l i t a d o y vago de lo "simbólico" , j unto con el icono pop multiusos del
"p osee tótem" y el "animal tótem" como prototipos para monumen-
1 '1 I N. de la T.] Las palabras tabú y maná son frecuentes en castellano, no así las palabras
nab ob (persona rica o poderosa) , bamboozled (persona engañada o estafada mediante
un mé todo de confusión) y loo t (saqueo, robo multitudinario), que ingresaron m la
ll' n gua inglesa como pn.\stamos lingüísticos proct:dcmes de la India y de otras colonias
dd I mperio Británico.
l 'í Wasc el capírulo 8 para un análisis sobre John Long.
2 1 0 1 W J T. M I T C H E L L
46 É mile Durkheim, Ihe Elementary Fonns ofReligious life [ 1 9 1 2] , trad. Karen F.. Fie lds
(Nueva York: Free Prcss, 1 99 5 ) .
47 Andrew McLen nan. " Th c Worship of Animals and Plants", en Fortnightly Review.
vols. 6 y 7. 1 869-70: citado en Lévi-Srrauss, Totemism, 1 3.
I M P E R I O Y O B J ETUALI OAD I 21 1
Í 8 J oh n Mil ron, Pamdise Lost [ 1 667) , William G. M adsm (ed.) (Nueva York: Modcrn
Li brary, 1 969) . Nótese que Satán se dirige a Eva como " Emperarriz" para adularla
(l ib ro 6, línea 626) .
I ') Wasc Gilman, "Madagascar on My Mind".
2 1 2 I W. J . T. M I T C H E L L
los católicos romanos habrían tenido más éxito que nosotros, p orqu e
ya están de acuerdo en algunas cosas particulares, especialme nte en
sus ridículas ceremonias"50• No hace falta decir que las ceremo n i as
eran , desde el punto de vista protestante, virtualmente indist in gu i
bles de la idolatría pagana.
El totemismo podría verse bajo esta luz como la formación del
compromiso imperial, dictado por las exigencias de la guerra coloni al
y del comercio de pieles. John Long, que trajo la palabra y el concepto
de totemismo de vuelta a Inglaterra en 1 79 1 , había i nvertido vein te
años luchando junto a los indios chippewa contra los colonos ameri ca
nos. Él se había "hecho nativo" , había sido iniciado como un herman o
tótem con la figura de su animal totémico inscrito en su pecho. Como
traficante de pieles, estaba i nteresado en la preservación de los bosques
salvajes canadienses para continuar poniendo trampas, oponiéndose a
los colonos separatistas de América con su agrarismo jefferson iano y su
política de eliminación de indios5 1 • El totemismo marca el punto en el
que el objeto malo del Otro es adoptado por el conquistador imperial,
en el que la p osibilidad -de hecho, el imperativo- de la exogamia, del
matrimonio interracial y del intercambio colonial al nivel del cuerpo
se convierte en imaginable. También marca el momento en el que el
objeto malo del Otro y toda la cultura que lo sostiene se han conver
tido en tan precarios y débiles que pasan de ser un objeto de aversión
iconoclasta a uno de intención conservadora y de sentimentalismo.
FÓS I L ES
Si los ídolos, los fetiches y los tótems eran los objetos malos del im
perialismo, necesitamos preguntarnos cuál es el objeto malo del imperio,
del desmaterializado y virtual mundo de la globalización que ahora
habitamos. Mi respuesta es simple: es el fósil, entendido como la
imagen material de la vida extinta. A diferencia de los ídolos, los
fetiches y los tótems, los fósiles se consideran puramente objetivos ,
como objetos puramente naturales, no contaminados por el artificio
rc qu
e va más allá de cualquiera de las exterminaciones masivas lle
\ a d as a cabo por los conquistadores imperiales. Significan la m uerte
de las especies, la total desaparición de clases enteras de cosas vivas.
Al m ismo tiempo, los fósiles no son del todo el Otro, sino creaciones
d e la ciencia moderna y de la racionalidad objetiva. Los fósiles son nues-
1111 c osa. Las sociedades primitivas nunca entienden qué significan "real
me nte" los fósiles como objetos científicos; los consideran objetos tabú o
monstruos de la naturaleza. Y en este caso, la sociedad primitiva continúa
�1scend i endo hacia la Ilustración europea, porque no fue hasta la década
(.k 1 790, mientras Cuvier revisaba las colecciones imperiales de fósiles
procedentes de París, como resultado de la conquista de Bélgica, cuando
L'I m o derno significado del fósil fue descubierto. Y no fue la idolatría ca
rólica francesa la que concibió el fósil, sino la racionalidad cartesiana y la
noción mecanicista de los organismos vivos. El imperialismo maduro del
:iiglo XIX, con su alcance global y sus archivos de organismos vivos, fue
una condición previa para el descubrimiento de la verdadera naturaleza
de los fósiles como reliquias de formas de vida extintas.
Como todos los objetos malos, los fósiles producen reacciones am
biv alen tes. Su rareza los hace obj etos de fascinación. Su asociación
co n la extinción inevitablemente los convierte en figuras solemnes,
i n cl uso melancólicas, casi como aquellas tristes lecciones de objetos
pro po rcionadas por las reliquias de las civilizaciones imperiales. Esto
e s esp ecialmente claro en el culeo al dinosaurio, que domina los mu
� 2 Wa�e W. J . T. Mirchdl, 7he Ltzst Di11osaur Book: 7he Ufi· and Times ofa Cultural !con
( Ch icago: Univcrsity of Chicago Press, 1 998), para un an;ílisis más compleco sobre d
di nos aurio como icono imperial y tótem moderno.
2 1 4 I W. J . l M I T C H E L L
!J k,
C r
can remotas como para requerir una arqueología que las recu-
1 e re .M i obj etivo inicial no es, sin embargo, proporcionar un sondeo
f1;1110rámico, sino tomar una instantánea de un momento h istórico
�specíhco, la década de 1 790 en Europa, cuando dos nuevos objetos
l· en ese mundo, alterando la imagen completa de su reali
p n ecr aron
d Jd física en el proceso.
E L ROMA NTICISMO Y LA VI DA D E LAS COSAS*
' Este capítulo apareció originariamente en "Things", Bill Brown (ed.). Edición es
pecial. Critica/ fnquiry 27, nº 1 (ornño de 200 1 ) : 1 67-84. Copyright © 200 1 d e la
Universidad de Chicago. Todos los derechos reservados.
Le debo agradecimiemos especiales a Mark Lussier, el organizador de este evemo.
Quiero reconocer también a Bill Brown , James Chandler, Arnold Davidson, Marilyn
Caull y Frarn;:oise Mclrzer, que hicieron numerosas y cxcdemcs sugerencias sobre las
cuestiones desarrolladas en cm: capítulo.
2
Wase William Galperin y Susan Wolfson, "The Romancic Cencury" , en Romantic
2 1 8 1 W J . T. M I T C H E L L
Los estudios románticos siempre han sido una velera para las cues
tiones contemporáneas de teoría cultural, en parte debido a que ro
das los caminos de la modernidad parecen retroceder hasta el perío
do romántico, y en parte debido a que el Romanticismo siempre h a
parecido ser algo más que un período de la historia cultural, por su
tendencia a sonsacar promesas pasionales y a continuar debates so b re
su naturaleza e importancia. "Ser" romántico, profesar la literatu ra o
"
la cultura romántica, siempre ha parecido implicar algo más que "ser
s o r p ren dente, entonces, que estas cuestiones se hayan filtrado hasta los
i l l ici os del siglo XIX y que la relación del "Romanticismo y lo físico"
c s té ah ora sobre la mesa. En los viejos tiempos, por supuesto, podría ha
bt:r sid o el "Romanticismo y lo espiritual" (o lo mental, lo psicológico,
l o id eal, lo inmaterial o lo metafísico) . Podríamos haber estado citando
" Me ntal Things are alone real" [las cosas mentales son solo reales] de
Blake y los éxtasis vaporosos sobre la mente y el espíritu de Wordsworth.
Jho si todos los caminos conducen al Romanticismo, inevitablemente
l lc:van con ellos el equipaje de nuestras preocupaciones presentes -pos
colonialismo, género, raza, tecnología y, ahora, "lo físico"-.
¿ Qué es exactamente "lo físico" ? ¿Es el cuerpo físico? ¿O lo físico
es el mundo material de forma más general, el objeto de las ciencias
al mundo físico, más difícil se vuelve sostener una ilusión como ésa. Lo
físico es un concepto absolutamente metafísico; lo concreto es (co mo
apunta Hegel) el concepto más abstracto que tenemos; los cu er po s
son entidades espirituales, construcciones de fantasía; los objetos só lo
tienen sentido en relación con los sujetos pensantes y hablantes; las
cosas son apariencias evanescentes y multiestables; y la materia, co mo
la hemos conocido desde los antiguos materialistas, es una "sustan cia
lírica" más parecida a los cometas, a los meteoros y a las torme ntas
eléctricas que a alguna masa dura y uniformej.
LA V I DA DE LAS COSAS
3 Véase Toy Medium de Daniel Tiffany (Berkeley y Los Ángeles: University of Cal i
fornia Press, 1 999) para una exploración brillanremente detallada de "las sustan cias
poéticas" y las iconologías de la materia.
4 Véase Katht:rinc Hayks, "Simulating Na rrativcs: What Virtual Cn:aturcs Can Tcach
Us", Critica/ lnquily 26, nº 1 (otoño de 1 999): 1 -26.
5 Véase el capítulo 1 5 más adelante.
E L R O M A N T I C I S M O Y LA V I D A D E LAS C O SAS I 221
(, El gran apagón de América del Norte del 1 5 de agosto de 2003 podría describirse de
forma más acertada no como un fallo de energía mecánica, sino como una avería y una
sob rerreacción de las redes de energía del "sistema inmunológico". Véase Steven Strogatz,
'
"How the Blackout Carne to Life", en New York Times, 25 de Agosto de 2003, A2 1 .
Wil liam Wordsworth , " U nes Composed a Few Miles above Tin tcrn Abbcy", en Se
�
lected Poems and Prefaces, Jack Stillingcr (cd.) (Boswn: Houghton Miffiin, 1 965 ) ,
8 William Blake. Europe: A Prophecy ( 1 794 ) , plancha I I I , en 7he Poetry and Prose o/Wil
/iam B/akt', David Erdman (ed.) (Garden Ciry. Nueva York: Doublcday, 1 965). 5 9.
9 William Wordsworrh , "A Slumber Did My Spirir Seal", en Selected Poems and Prefaces,
versos 7-8, 3-4, 1 1 5 .
e l R O M A N T I C I S MO Y LA V I DA D E LAS COSAS 1 223
Estamos normalmente incli nados a crec:r que d siglo XIX, c:n gran medida
por razones pol íticas y sociales, puso mayor atención sobre la historia hu
mana. [ . ] De acuerdo con este punto de vista, el estudio de la economía,
. .
" historia" misma, es también, como insistió Hegel, la época del "fin
de la historia" , un eslogan romántico que ha sido repetido en nuestro
prop io tiempo durante las reflexiones sobre el final de la Guerra Fría 1 1 •
Una vez más la biología está en la frontera de la ciencia, las nuevas
for mas de vida no humanas están por codas parces y una nueva historia
d e los objetos físicos parece estar asomando la cabeza. La oveja clona
d a, los robots autorreproducidos y el ADN congelado de un mamut
s i b er iano están en la primera plana de las noticias, y las imágenes de
in ons truos extintos revividos de la muerte dominan el mundo del es
pe ct ác ulo cinematográfico. ¿Cómo puede "la vida de las cosas" en el
pe río d o romántico ayudar a iluminar estas imágenes?
CASTOR Y M A M U T
1 2 Véase Martin J. S. Rudwick. Georges Cuvier, Fossil Bones, and Geologiml Catastrophe
(Chicago: University of Chicago Press. 1 997).
1 3 Una copia de las memorias de Long en la biblioteca John Cartcr Brown , Providc ncc ,
Rhodc Island, contiene unas notas man uscritas de Gcorge Coleman Senior, queján
dose de que "hubiera sido mejor que este libro no se hubiera publicado nunca porque
añade nueva deshonra para la nación inglesa y hiere nuestro carácter, en tanto que
muestra que nunca actuamos como cristianos u hombres de común honestidad en
Canadá" (A Catalogue o/ Books Rel.ating to North and South Amerim in the Library o/
john Carter Brown [Providcncc, 1 87 1 ] , vol. 2 parte 2).
1 4 john Lo11g's �yages and Travels in the Years 1 768- 1 788, Milo Milcon Quaife (e d.)
(Chicago: Lakeside l'ress, 1 922) , 64.
t L R O M A N T I C I S M O Y LA V I UA U I:: LAS C O SAS 1 225
1 'í A pesar d e que no s o n fáciles d e encontrar los números d e venras d e las memorias de
Lon g, parece haber existido una circulación bastante amplia. Joseph Banks, d presiden
te de la Royal Society, encabezó la lista de suscriptores. Fue favorablemente reseñado en
d Mon thly Review (junio de 1 792): 1 29- 1 37 y fue traducido al franc.!s ( 1 794, l 8 l O) y al
alemán ( 1 79 1 , 1 792). Véase Quaife, "Hisrorical I ntroduction", jolm Long;· i�yages 1md
Tm11els, XVII-XVII I . La fortuna de esta palabra y concepto enrre las décadas de 1 790
y 1 8 50 son todavía un capítulo perdido en la hisroria intelecrual que sería fascinante
L·xplorar. Implicaría, entre otras cosas, averiguar cómo esta palabra de los indios de
Norre América se fundió con el vocabulario polinesio de mana y t11pu gracias a Andrew
McLennan y E. B. lylor para convertirse en un habirual de la religión comparada y la
ctnografía de la segunda mitad del siglo XIX. Estoy agradecido aquí por la ayuda de
Raymond Folgeson, del Departamento de Antropología de la University of Chicago
por compartir conmigo su manuscriro sin publicar sobre las memorias de Long.
1 (, Vé ase É mile Durkheim, 7he Efeme11tt1ry Forms of Religious Lijé [ 1 9 1 2 ] , trad. Karen
F id ds (Nueva York: Free Prcss, 1 99 5 ) ; Freud, Totem and Taboo, en 7he Standard Edi
tio n of the Complete PsychologiCtII Works of Sigmund freud, trad . James Strachey, 24
vu ls. (Londres: Hogarth Press, 1 953-74) , 1 3: 1 - 1 62; y Claude Lévi-Strauss, lótemism,
2 2 6 1 W. J T. M I T C H E L L
S i Long trae u n nuevo obj eto a l mundo con una nueva palabra
del Nuevo Mundo, Cuvier toma una complej a y vieja palabra- im a
gen-idea, el fósil, y le da un n uevo significado revolucionario. Fou
cault no podría ser más enfático: " Un día, hacia el final del siglo
XVI I I , Cuvier estuvo a punto de derribar las jarras de vidrio de l
Museo, romperlas para abrirlas y diseccionar todas las form as de
visibilidad animal que la época clásica había preservado en ell as" 1 7 .
En esta revolución epistémica, la h istoria natural se convierte en ver
daderamente histórica por primera vez, abriendo lo que Wordswo r
th llamaría un "abismo de tiempo" inimaginablemente más grande
que la historia humana. Podríamos debatir sin fin si la teoría del
fósil de Cuvier como rastro de una forma de vida aniquilada por las
revoluciones geológicas era un eco de la Revolución Francesa, o si
la comprensión de esa revolución es en sí misma un producto del
nuevo sentido de la historia natural 1 8• En cualquier caso, el nuevo
significado del fósil rápidamen te se convierte en una metáfora de la
h istoria tanto humana como natural, y específicamente de las reli
quias humanas que se dej aron atrás con la Revolución Francesa. El
novelista británico Edward Bulwer-Lytton encuentra "restos fosili
zados del Antiguo Régimen" en ciertos distritos de París y describ e
a u n barón inglés de edad como "un fósil testigo de las maravillas
de Inglaterra, antes de que el aluvión de maneras francesas borrara
del mapa las costumbres antiguas" 1 9• En resumen, el "fosilismo" es
una fo rma de revolucionar la h istoria natural y de naturalizar la re
volucionaria historia humana. Baj o el hechizo de esta metáfora, la
revolución pol ítica empieza a ser vista menos como una cuestión de
agencia humana y de control , y más como un producto de fuerzas
20 l\1 ich cl Foucault, "Sur les fac;ons d'écrire l ' h i s t oi n:", en Dits et écrits, 1 : 5 86-87; cita
dn en Foucault and His l11terlorntors Arnold Davidson, (cd.) (Chicago: Univcrsity of
Chicago Press, 1 997), 1 O.
2 2 8 I W. J . l M I T C H E L L
muerta, cristalizada d e los pies a l a cabeza, como lo� artistas que representan l as
fo rmas humanas en piedra o en un lienzo plano. El no mata gente, los seca y
vierte material pétreo dentro de ellos, o los presiona dentro de la piedra ( . . . ) ;
lo que él hace es producir fo rmas que representan la vida, pero que no son ell as
mismas vivas, en concordancia con su idea y por medio de herramien tas : la
Naturaleza, sin embargo, lo hace directamente, sin necesitar tal mediació n " 1 .
centro y un libro en d mismo centro del templo" . ( Roben Pollack, Signs o/Life: Ihe
La11guage and Meanings o{DNA [Boston: Houghron Miffiin, 1 994] , 1 8) .
E L R O M A N T I C I S M O Y LA V I DA D E LAS C O SAS I 229
1 l· rn o s a nuestro alrededor. Para finales del siglo XIX, los fósiles y los
ró r e rn s se utilizarán como los objetos de exposición principales de
los m useos de historia natural , especialmente en Norte América. Las
rel iq u ias de la vida antigua y de la denominada vida primitiva anclarán
Lis a l a s biológicas y culturales de estas i nstituciones.
L o s fósiles y los tótems son ventanas hacia el tiempo profundo y ha
c ü e l tiempo del sueño respectivamente, hacia la infancia de la raza hu
I l l a na y hacia los primeros estadios del planeta en los que esta raza vive.
E l fo silismo es historia natural modernizada, basada en la anatom ía
comparativa, en las nociones sistemáticas de identidad de especies
1 · e n u n modelo mecanicista de la fisiología animal24• El totemismo
24 V<!asc Rudwick, Georges Clwier, Fossil Bones, ami Gl·ologil�il G1tmtroph1'. para la in
sist e ncia de Cuvier en un modelo mecánico de la anatomía: " Puso su c iencia firme
meme en el mapa, explicando su concepción de los organismos [ . . . ] como 'máquinas
ani males' funcionalmente integradas" ( 1 5) .
2 5 Vé ase Scoct Atran, lh e Cogn itiz1e Foundatiom of Natural History (Cambridge: Cam
br i dge University Prcss 1 992) y mi análisis en W. J. T. M irchdl, lhe Last Dinosaur
,
Boo k: lhe Lifi ami Tim1•s of a Cultural lcon (Chicago: Univcrsiry of Chicago Pn:ss,
l 'J98) , para una explicación sobre la taxonomía popular y la cmobiología.
230 1 W J T M I T C H E L L
2 8 C l a ramente, los huesos fósiles ya estaban llenos de poten c ial totémico para las cul
turas premodernas y anriguas. Jefferson recogió las leyendas de los indios delaware
sobre el mastodonte y los etnógrafos posteriores apuntaron que las leyendas sioux
de monstruos s u bterrá neo s estaban probablemente basadas en grandes huesos fosi
l izados. El reciente libro de Adriennc Mayor, First Fossil Hrmters ( P rinceron , Nueva
Jers ey: Princcton University Prcss, 2000), señala que las imágenes griegas y romanas
de los grifos, así como las guerras legendarias de los gigantes y monstruos primigenios
estaban basados de forma muy similar en los grandes huesos fosilizados que se encon
tra rían en Turquía y Asia Menor.
2 '> Vé ase la discusión del capítulo 7.
l() A n tes de que Sue se convirtiera en la atracción principal del gran hall dd Ficld Mu
sc u rn , "ella" estuvo precedida por un impactanremcntt: airo braquiosaurio, que ahora
\) F r i c d r i c h
Nietzsche, The Twilight ofthe Idols ( 1 888; Londres: Penguin Books, 1 990):
"tal y como considera el sondeo de l o s ídolos, en este r km p o no hay ídolos de la época
si no ídolos t'tt'rnos que csrán aquí tocados por el martillo como por un diapasó n ." (32)
.l � Pa u l de M an , 7he Rhetoric ofRomttnticism ( N ueva York: Columbia University Pn:ss,
1 '>84), 2.
234 1 W. J . T. M I TC H E L L
el lenguaje es poesía fósil. Del mismo modo como la caliza del continente
consiste en in fi nitas aglomeraciones de conchas de animálculos, así el len
guaje está construido de imágenes o tropos, que ahora, en su uso secundario,
hace tiempo que han cesado de recordarnos su origen poético. Pero el poeta
nombra la cosa porque la ve, o va un paso más cerca de ella que cualquier
or ro . Esta expresión , o nombramiento, no es arte, sino una segunda natura
\'i Wase Georg Hegel, 7he Phenomenology ofSpirit, trad. A. V. Miller (Oxford: Oxford
Universiry Press, 1 977) , sección 7, " Religion", pan.: A, " Natural Rdigion'", el análisis
d .: "P lanc and Animal", 689-90 .
.)(, Ral ph Waldo Emerson, "The Pocc" [ 1 884] , en 7he !Sel1•cted Writings ofRalph Waldo
Fmerson, Brooks Ackinson (ed . ) (Nueva York: Modcrn Library, 1 950), 329-30.
236 I W J . T. M I T C H E L L
37 John Bcrger, "Why Look ar Animals?" en About Lookí11g (Nueva York: Pan r he on.
1 980), 5 . Véase: también mi artículo, " Looking ar Animals Looking" , en W. J. T.
M itchell, Picture 7he01:y (Chicago : Universiry of Chicago Press, 1 994) , cap. 1 0 .
38 Theodor Adorno, Negative Dialectics, rrad. E. B. Ashron (Nueva York: Contin uum ,
1 973), 3 54- 5 5 . Para un análisis sobre la utilización de Adorno y Benjamin de la his
toria natural y especialmente de las figuras de la petrificación y de la fosilización en
sus teorías de la alegoría y de: la imaginería, véase: Bearricc Hansscn, Wttlter Benjamin's
Other Hístory: OfStones, Animals, Human Beings, a11d Angels (Berkeley y Los Ángeles:
Universiry of California Press, 1 998).
E L R O M A N T I C I S M O Y LA V I D A D E LAS C O SAS 1 237
. l 'J Bruno Larnur, We Have Never Been Afodem (Cambridge, Massachuscrcs: Harvard
U n ive rs i ry l'rcss, 1 993).
roTE M ISMO, FETI CHISM O, I D O LATRÍA
10 r
la cie ncia: los "ídolos de la tribu" son los errores compartidos de
hinna colectiva que se originan en los límites naturales del sensorium
h u m a n o ; los " ídolos de la caverna" son aquéllos de los individuos,
d res ultado de s us propias limitaciones y experiencias naturales; los
" í d o l os del mercado" son los del lenguaje, el medio del "discurso" y
"e l deb ate y la asociación de unos hombres con otros" ; y los " ídolos
dd t eatro" son lo que ahora podríamos llamar "imágenes del mundo" ,
l o� "s istem as heredados" de la filosofía, como "tantas obras de teatro,
q ue representan mundos de su propia creación de forma irreal y escé
n ic a" � . La extensión metafórica de la idolatría de Bacon a las imágenes
c o nceptuales, percepruales y verbales es un tropo fundacional de los
i n t e n tos subsiguientes para escenificar el criticismo mismo como una
p ráctica iconoclasta. Los " ídolos eternos" que se sondean en El crepús
culo de los ídolos de Nietzsche y la aún más excesiva doble acusación
a l capitalismo y a la tradición j udeocristiana de Marx ("el dinero es el
D ios celoso de Israel antes del cual ningún otro dios puede existir"-')
extienden ambos el concepto de idolatría mucho más allá de su aplica
ción a las imágenes religiosas. Los ídolos no son necesariamente y por
m �is t i e m po imágenes visibles o grabadas o esculpidas, sino palabras,
ideas , opiniones, conceptos y clichés.
Entonces, si seguimos la lógica de Bacon, debemos preguntarnos
si hay también fetiches y tótems de la mente, "objetos" mentales em
p arejados con imagos que les confieren valor especial, poder y "vidas
pro p ias" . Marx y Freud, claramente, fueron los pioneros en la extensión
del fetichismo a los bienes de consumo y a los síntomas obsesivos. Se
ha s ugerido que el ADN es el concepto fetiche de nuestro momento y
es te co ncepto tiene una notable frecuencia en el lenguaje estético y ordi
n ario. El terrorismo, tanto el espectáculo como la palabra, parece haber
e m ergido como el ídolo de nuestro tiempo, demandando el "sacrificio
d e fi n it ivo", tanto de los terroristas como de aquéllos que movilizan al
rn un d o para aniquilarlo.
2 Fra ncis Bacon, 7he Ne111 Organon [ 1 620] , Fulron H. Anderson (ed.) (I ndianápolis:
Bob bs Merrill, 1 960), 4 8-49. Véase M osh e Halberral y Avishai M a rga li c , Idolatry
(Cambridge, Massachuseccs: H a rva rd Universicy Press, 1 992), 242-43, para una m a
a n áli s i s sobre los ídolos de la mcnre de Bacon .
yo r
Karl Marx, "Thc Jcwish Qucsc i o n", e n Writings of the Young Marx 011Philosopl'.Y 11nd
Socú-ty , Loyd Easton y Ku r r Guddac (eds . ) (Gardcn C i cy, Nueva York: Douhl..:day,
1 967 ) , 245 .
242 1 W J . T. M I TC H E L L
4 "Yo mismo considero [esta percepción] como el resultado de algún tipo de accid en te
feliz, m;Ís que como algún tipo de facultad excelente en mí -un parro dd Tiempo más
que un parto del Ingenio-" (Bacon, New Organon, 75).
T O T E M I S M O , F ET I C H I S M O , I D O LAT R ÍA I 243
Prob ablemente merece la pena mencionar qut: la "Europa Occidenral" de Bacon sig
nifi ca básicamente los países proresran tes dd norrc y especialmenre I nglaterra, como
lo s lugares que son capaces de renunciar a la idolarría r n favor de la ciencia. Bacon
tim e poca paciencia con la defensa de las imágenes de los católicos romanos. Véase
lhe Adzwncement o/ Learni11g [ 1 605] , G. W. Kirchi n (ed.) (Londres: ] . M. Dent&
Son s, 1 973), 1 20, sobre la "iglesia romana" y las imágenes devocionales.
� Véase "adivinación secular" en el capírulo 1 má s arrás.
Halb crral y Margalit, por ejemplo, rraran regularmente d momento en el que la
·
rnt1terialidt1d del ídolo (como la piedra o la madera) se e n fat i za como una transición
hacia el fetichismo. Véase !dolt1try, 39.
244 I W. J l M I T C H E L L
8 Will iam Pietz, "The Problem of the Fecish", parces 1 -3 ; Res 9 (primavera de 1 98 5 ) , 1 3
(pri mavera de 1 987) y 1 6 (otoño de 1 98 8 ) .
lJ Wase el caso especial editado por Bill Brown, '''lhings", Critica/ l11quiry 2 8 , nº 1
(otoí10 de 200 1 ) .
246 I W J . T. M I T C H E L L
1 0 Véase Arj un Appadurai, The Social Lifa of Thi11gs: Commodities in Cultural Perspective
(Nueva York: Cambridge University Press, 1 988).
1 1 "Quizás no hay un pasaje más sublime en la ley judía que el mandamiento: 'No ce
harás imagen ni ninguna semej anza de lo que hay arriba en el ciclo, ni abajo en la
cierra, ni en las aguas debajo de la cierra."' (lmmanucl Kant, Critique of_/udgmen t,
trad. J. H . Bcrnard [Nueva York: Hafncr Prcss, 1 95 1 ] , libro 2, parte 29 p. 1 1 5) .
T OT E M I S M O . F E T I C H I S M O , I D O LAT R ÍA l 247
--
Discurso Te o l o g ía M a rx i s m o , A n t r o p o lo g ía
psi coa n á l i s i s
Estatus O bj e t o Cosa O t ro
epistemológico
R avmond Willíams, " From Medium co Social Pracrícc", en Mllrxism imd Litaature
( N .uev a York: Oxford Universi ry Press, 1 977) . 1 5 8-64.
254 I W J . l M I T C H E L L
del marchante-crítico-. Por citar e l prólogo de este libro : "Por 'm ed io'
entiendo el conj unto de prácticas materiales que juntan una im age n
con un objeto para producir una picture".
Así que ha llegado el momento de j untar a las imágenes y a lo s
objetos en esas peculiares formaciones culturales a las que llam amo s
medios. Como se sugerirá un poco más adelante, estoy menos in tere
sado en producir una gran teoría sistemática de todos los medios qu e
en construir pictures de los medios que permitan que la especifi cid ad
de los materiales, las prácticas y las instituciones se manifieste por s í
misma y, a su vez, que pongan en cuestión la idea heredada de qu e
un medio tiene algo llamado "especificidad". (Las nociones de "me
dios mixtos" y de "especificidad" , j unto con la peculiar singularidad/
pluralidad del propio concepto de "medio" parecerían estar en una
especie de trayectoria de colisión.) También me gustaría virar desde el
modelo de McLuhan de "comprender los medios" hacia una postura
que recalcase que debemos "dirigirnos a los medios" y que debem o s
ser dirigidos por ellos. En resumen , no es tanto un intento de cons
truir una teoría general de los medios, sino de explorar algo que podría
denominarse una "teoría del medio" , un acercamiento intermedio e
inmanente que funciona principalmente mediante casos. Los casos in
cluirán viejos y nuevos medios, medios artísticos y de masas, manuales
y mecánicos, y modos electrónicos de reproducción: los destinos de
la pintura, especialmente de la pintura abstracta en el momento pre
sente; el lugar de la escultura en el sistema actual de las artes y en la
esfera pública; la vocación de la fotografía y del fotógrafo a la hora de
producir la imagen de una nación; la mediación de los estereotipos ra
ciales en el cine, en la televisión y en sus antecesores del siglo XIX, las
caras p intadas de negro de los espectáculos mi nstrel; y la emergen cia
de nuevos medios en la era de la informática de alta velocidad y en la
ciencia biológica. Concl uyo, finalmente, con una reflexión sob re u n
medio "natural" , el p roceso de percepción visual en cuanto tal (y el
campo de la "cultura visual" al que ha dado lugar) , para examina r s u
papel a la hora de convertirnos en criaturas que crean imágenes q ue
nos demandan cosas.
D I R I G I É N DO N OS1 A LOS M E D I OS*
Usted dice que toda mi fa lacia e s errónea. Marshall McLuhan e n Annie Hall
En Annie Hall, hay una famosa escena en la que Woody Allen está
atascado en la cola del cine al lado de un odioso profesor de ciencias de
l a comunicación de la Universidad de Columbia que insiste en trans
m i tir sus estúpidas opiniones sobre cine. Cuando el profesor empieza
a hablar sin parar sobre las teorías de los medios de Marshall McLu-
'La frase "dirigiéndonos a los medios" era el cículo de un simposio que tuvo lugar en
la Universidad de Colonia para inaugurar su nuevo programa sobre Medios y Comu
nicación Culrural en diciembre de 1 999. Este capículo se creó como la conferencia
inaugural de ese simposio y esroy agradecido a los organizadores Eckhard Schumacher,
Stcfan Andriopoulos y Gabricle Schabacher por su maravillosa hospitalidad. Un pequc
iio bocero de este artículo aparece (en una traducción alemana a cargo de Gabriele Scha
hacher) en el volumen del simposio como el prefacio a "Dc:r Mehrwcrc von Bildern" [La
pl usvalía de las imágenes] en Die Addresse des Mediums, Stefan Andriopoulos, Gabricle
Sch abacher y Eckhard Schumacher (eds.) (Colonia: Dumonr, 200 1 ) , 1 58-84.
[N. de la T.] Juego de palabras imposible de traducir. La palabra "address", m inglés, es
polisémica y puede significar tanto dirigirse, hablar o apelar a alguien (que es el signifi
cado que mayoritariamente se emplea en este capítulo), como dirección postal, abordar,
direccionar. . . Desde el propio título, W. J. T. Mitchell juega con los diferentes senridos
<le la palabra "a<ldress". Para facilitar la comprensión del texto hemos m,ucado con un
asterisco las diferentes traducciones de "address" que divergcn de l a accpciún "dirigirse a".
En 7he Matl'l'ialities of Commzmication, H ans Ulrich Gumbrecht y Ludwig Pfeiffrr
kds.) (Stanford, California: Sranford Univcrsiry Prcss, 1 994), 387.
2 5 6 1 W. J . l M I T C H E L L
El único problema con este momento de, cuanto menos, clari dad
negativa y percepción de la confusión de las teorías de los medi os es
que alguien (¿ Woody Allen ? ¿El propio McLuhan ?) ha insertado un
minúsculo fallo en la intervención de la figura de autoridad, del gur ú
de los medios, de Aquél-Que-Se-Supone-Que-Sabe. Generalmente se
pasa por alto (o no se escucha) una silenciosa y pequeña observaci ón
que anida dentro de la afirmación de autoridad de McLuhan sobre su s
propias teorías: "No sabe nada acerca de mis teorías. Usted dice qu e
toda mi falacia es errónea" .
D I R I G I E N D O N O S A LOS M E D I O S l 257
: c, t o �¡ r a m a cJ e A n m e /-la//: Wo o d y saca a M a r s h a l l M c L u h a n .
A uno le gustaría reproducir una y otra vez esta escena para asegu
rarse de que se han escuchado las palabras correctamente. ¡Qué absur
d o! Tiene que haber un error en el guion o en la forma de McLuhan
de expresar sus líneas. Por supuesto que su falacia es errónea. Eso es
l o que significa ser una falacia. Pero, ¿por qué McLuhan, mientras
d a un paso al frente para declarar su autoridad como el oráculo de la
t e o ría de los medios -un tipo de meta-medio por derecho propio- de
bería subvertir su autoridad llamando falacia a su teoría3? Al menos,
eso sugiere que es mejor aproximarse con cautela a la cuestión de los
medios. Si incluso el inventor de las ciencias de la comunicación, el
gran avatar de la teoría de medios que se convirtió en estrella mediá
t ic a po r derecho propio es capaz de resbalar en una cáscara de plát ano
fi, gurad a, ¿qué se puede esperar del resto de nosotros, que creemos
qu e tenemos el derecho a dar nuestras opiniones sobre los medios ?
( C ó mo podemos esperar, como prometió McLuhan, "comprender los
in ed i as" y mucho menos convertirnos en expertos sobre ellos? Tal vez
n ecesit amos un modelo menos ambicioso que la comprensión. Eso es
l o q ue me propongo explorar "dirigiéndome" a los medios: no como si
Esta línea aparece en el guion tal y como se reproduce en la página web de Annie
Hall: h rrp://www. un-official .com/annichall.txt (29 de agosto de 2003 ) . Lo que Allcn
pretendía con ello sólo se puede conjeturar.
258 I W J . T M ITC H E L L
4 Raymond Williams, Marxism a11d literature (Nueva York: Oxford Universi ry Prcss.
1 977) . 1 5 8-64 .
D I R I G I E N D O N OS A LOS M E D I O S l 259
5 La hostil recepción del énfasis en los nuevos medios del arre de la exposición Docu
menta de 2002 en Kasscl, Alemania, es sincomática de esta resistencia continu a a las
imágenes móviles, virtuales y desmaterializadas en el mundo del arte. Por supuesto ,
como cualquier otra cosa en el mundo del arte, los nuevos medios son zon as en
disputa y hay m uchos que los consideran como la froncera de la experimen raci ón
artística y la investigación. Los otros " invasores" notables del territorio de los m edios
de la h istoria del am: son, por supuesto, las disci plinas verbales -la teoría y la his to ria
literarias, la retórica, la lingüística y la semiótica-.
6 fata afirmación puede parecer contraintuitiva, dada la importancia de la lingüística estruc
turalista en el estudio de la poesía y de la narrativa literaria. Pero estos estudios (junto con
sus descendientes postestrucruralistas y deconsm1ctivos) tienden a centrarse en los tropos
y en los elementos estructurales que son casi independientes de los medios técnicos en los
que el "texto" hace su aparición. Entonces. los argumentos de Fricdrich Kittlcr sob re la
importancia de la máquina de escribir para el género de la literatura a finales del siglo XIX
han caído, por lo que puedo ver, en oídos sordos entre los estudiantes de literatura.
D I R I G I E N D O N OS A LOS M E D I OS 1 261
1 .� Veáse Niklas Luhmann, 7he Reality of the Mass Media, trad. Kathleen Cross (Stan
ford, California: Stanford Universirv, Press, 2000). Son rambién cruciales " Medium
and Form , en Art as 1 1 Social System (Stanford, California: Sranford University Press,
2000) , y "How Can the M ind Participare in Communicarion?" ["¿Cómo puede la
"
noise
tJ l . D i a g ra m a el e U rn b e r t o E c o ele f u e n t e/d e s t i n o . D i g i t a l M e d i a L a b o ra t o ry . U n 1 -
v e r s i ty o f C h i c a g o .
' ''.)
L: . .
1 . Los medios son una invención moderna que ha estado ahí desde el
principio. Cuando abordo la cuestión de los medios, no me lim ito e n
exclusiva o ni siquiera principalmente a la esfera moderna de los m e
dios "de masas" o los técnicos, a los medios mecán icos o electrón icos .
Prefiero la vinculación dialéctica e histórica de los medios modern os
de los tradicionales y de los llamados primitivos. Los medios antiguo �
y arcaicos como la pintura, la escultura y la arquitectura proporci onan
un marco para la comprensión de la televisión, el cine e I ntern et, al
mismo tiempo que nuestra visión de estos primeros medios (incluso,
en primer lugar, nuestra comprensión moderna de ellos como "me
dios") depende de la invención de nuevos medios de comunicació n,
simulación y representación. Prácticas antiguas como la pintura cor
poral, la escarificación y el lenguaje de gestos; formaciones culturales
arcaicas como el totemismo, el fetichismo y la idolatría sobreviven (si
bien en nuevas formas) en los medios contemporáneos, y muchas de
las inquietudes que rodean a los medios tradicionales implican cues
tiones relacionadas con la innovación técnica, desde la proliferación
de " ídolos" a la invención de la escritura.
2. La conmoción por los nuevos medios es más vieja que el mundo.
En tanto que hay una historia de los medios, ésta no está bifurcada
de manera provechosa en tre las formas modernas y las tradicionales.
Una explicación dialéctica de los medios implica el reconocimiento
del desarrollo i rregular, de la supervivencia de los medios tradicionales
en el mundo moderno y de las anticipaciones de los nuevos medios en
las prácticas antiguas. Por ejemplo, el "primer" medio, la arquitect ura,
ha sido siempre, como Walter Benjamín ha señalado, un medio de
masas en el sentido de que se consume en un estado de distracció n 1 8•
La escultura al aire libre se ha dirigido a colectividades de masas des de
tiempos inmemoriales. La televisión puede ser un medio de m asas,
pero el lugar de su discurso* está generalmente en los espacios p ri
vados y domésticos, no en un encuentro de masas 19• Y la tecnol ogía
siempre ha j ugado un papel en la producció n de obras de arte y en la
comunicación de mensajes a distancia, desde la invención del fu ego
18 Walrer Benjamín, "lhe Work of Arr in rhe Age of Mechanical Reproducrion" , rrad.
Harry Zohn, en !lluminations, Hannah Arcndr (cd.) (Nueva York: Shockcn Book.s,
1 969) . 240.
1 9 Esto no es, por supuesto, una condición fija del medio de la televisión. En los b arrios
D I R I G I E N D O N O S A L O S M E D I O S l 269
4 3 . · · N o es a l g o en a l t a d e f i n i c i ó n . Es u n a v e n t a n a · · . V i ñ e t a de A l ex G r e g o ry. The
New Yorker. T h e N e w Yo r i< e r C o l l e c t i o n 2 0 0 1 . A l e x G regory t o m a d o de ca r too n -
b ci n k . c o rn . To d o s l o s d e r e c h o s r e s e r va d o s .
D I R I G I E N D O N O S A LOS M E D I O S I 2 7 1
[x1c ios interiores y exteriores, de manera que los ojos son las ven tanas
dd alma, las orejas son porches y la boca está adornada con puertas
p erladas. Desde el enrejado de la ornamentación islámica y las vidrie
ras de la Europa medieval, pasando por los escaparates, las galerías
comerciales modernas y los flánerie hasta las ventanas de la interfaz
de usuario de Microsoft, la ventana es cualquier cosa menos una en
ridad transparente, obvia o no mediada. Pero esta viñeta también nos
r ecuerda que el nuevo medio se asocia a menudo, paradój icamen te,
con la i nmediatez y lo no mediado, por lo que la alta definición o la
computación de alta velocidad hace que sea posible simular el an ti
guo medio de la ventana a la perfección. De este modo, los nuevos
medios no reformulan nuestros sentidos tanto como analizan las ope
raciones de los sentidos, mientras la naturaleza, el hábito y los medios
a nteriores los construyen e intentan hacer que se vean iguales a los
me dios más antiguos23•
5 . Todos los medios son medios mixtos. No hay medios "puros" (por
ej emplo, la pintura, la escultura, la arquitectura, la poesía o la televi
s i ón "puras") , a pesar de que la búsqueda de la esencia de un medio, lo
que el crítico Clement Greenberg vio como la tarea de la vanguardia
moder na, es un gesto utópico que parece inseparable del despliegue
artí s tico de cualquier medio. La cuestión de la pureza de los medios
24 Para más información sobre esta cuestión de la pureza en los medios, véase mi art ícu
lo, "Ur Picrura l11eoria: Abstraer Painting and Language" , en Picture 7heory.
25 Véase Stephen Pinker sobre el concepto de "menralés" como un medio mixto en Jhe
Language lnstinct (Nueva York: HarpcrPcrennial. 1 99 5 ) .
26 Véase mi an<ílisis sobre Srei nbcrg en m i artículo "Mcrapicrures", en Picture 7heory.
27 Véase Debray, Media Manifestos, 5 .
D I R I G I E: N U U N U S A L O S M E D I O S I 273
postal n o tiene una dirección*. Contiene todas las direcciones* den tro
de sí mismo; es lo que hace las direcciones* posibles28•
1 O. Nos dirigimos a las imágenes de los medios y éstas se dirigen a
nosotros. Por lo tan to, no podemos "dirigirnos a los medios" o que
los medios en cuanto tales se di rijan a nosotros. Nos dirigim os y s e
dirigen a nosotros las imágenes de los medios, los estereotipos de lo s
paisajes mediáticos específicos o las figuras personificadas (estrellas
mediáticas, personas influyentes, gurús, representantes) . Cuan do h a
blamos de ser "llamados" o "interpelados" por los medios, estamo s
proyectando una personificación de los medios, dirigiéndonos a ello s
como un orador para el cual somos el destinatario. "Dirigirnos a los
medios" toma dos fo rmas distintas, una figurativa y la otra espacial:
( 1 ) "dirigirse" como un sujeto hablante a un destinatario, en cuyo
caso al medio se le da una cara y un cuerpo representado en un avatar
(como cuando Matrix h abla a través de sus "agentes" y los hackers res
ponden, o como cuando McLuhan o Baudrillard pronuncian decla
raciones gnómicas que hablan "para" y también "sobre" los medios,
como si el experto en medios fuera un "medio" por derecho propio) ;
o (2) la "dirección*" como una ubicación, un lugar, un espacio o un
sitio de enunciación, en cuyo caso lo importante es de dónde "viene"
la dirección*, como solemos decir.
Dado que los medios se dirigen a nosotros con y como imágenes de
espacios o cuerpos, de paisaj es o figuras, producen en nosotros toda la
ambivalencia que asociamos con las imágenes. Son la Matrix invisibl e
o el espectáculo hipervisible, el Dios oculto o su Palabra viviente en
carnada. Son meros instrumentos de nuestra voluntad, medios cada
vez más perfectos de acción comunicativa o máquinas fuera de co n
trol que nos guían hacia la esclavi tud y la exti nción. Concluyo, p or
tanto, que un punto razonable desde el que comenzar a "dirigi rn os
a los medios" es dirigirnos a las imágenes de los medios, a las form as
que traen a la vida y que les llevan a la luz. Para ilustrar este pun to, m e
gustaría terminar con una reflexión sobre una escena del clásico de l
terror de David Cronenberg Videodrome, en la que se reúne un trío
de "avatares de medios" en un mismo espacio y en la que toda la d is
tinción entre el medio como cuerpo y como espacio se deconstr uye .
28 Creo que Wolfgang Schaffncr hizo esta observación en el Simposio de Colon ia "Ad
dressi ng Medi a".
D I R I G I E N D O N O S A L O S M E D I O S I 275
ha ten ido una aventura con Max Wren. Max ha estado teniendo expe
r i encias alucinatorias extrañas y espera que el Dr. Oblivion sea capaz
de explicar lo que está pasando.
Cuando la cinta empieza a reproducirse, Brian O'Blivion recita lo
lJ Ue conocemos como su habitual manera al estilo de McLuhan sobre
la n ueva era del medio del vídeo [fig. 44] :
� E n c: s t e fot o g r a m a el e V i d e o d ro m e de D a v i d C r o n e n b e r 9 ( 1 9 8 3 ) . el D r. B r i a n
! U i 1 ·o i o n rec i t a s u m a n t ra a l e s t i l o d e M c l u h a n : " L a b a t a l l a p o r l a m e n t e el e N o r t e -
.
' "'· '''
276 I W J . l M I TC H E L L
4 5 . E l verd u g o desen
m a s c a r a d o : " Te quiero a
t i . M a x . " F o t o g r a m a ele
Videodrome.
46. N i c k i B ra n d : "Te
q u i ero a t i , M a x " . Foto
grama d e Videodrome.
4 7.M a x se a p rox i m a a
la telev i s i ó n . F o t o g ra m a
d e Videodrome.
4 8 . La c a be z a de M a x
e n l a telev i s i o n . Foto
g ra m a d e Videodrome.
2 78 I W. J T. M I T C H E L L
ci u i zás necesitemos una nueva etiqueta para esta búsqueda, una "teo
r ía d e los medios" que reconociera su ubicación intermedia y confusa
e n me dio de los medios'º·
Ésta sería la ubicación de la teoría en un len
·
uuaJ e coloquial inmanente, estrechamente ligado a la práctica al mis
::i
111 0 t iempo que se refleja en ella desde dentro. Haría la pregunta de los
medios: " ¿ Quién está detrás de esto? ¿ Qué quieren? " , sin esperar que
l a respuesta fuese tan simple como: " Rupert Murdoch, ¡imbécil! " , o
r�rn indeterminada como una noción mística del sistema de medios
de masas como una totalidad masiva y viviente, el escenario paranoi
co de Matrix o la mezcla autopoiética sistema-entorno de Niklas Lu
h mann. La respuesta a: " ¿ Quién está detrás de esto ? " , también podría
se r: ''nosotros mismos" y nuestros oscuros objetos de deseo, la fantasía
del placer letal prometida por Nicki Brand. En cuanto a lo que los
medios quieren, está bastante claro: te quieren a ti.
und Krmstgeschichte, Andreas Berndr, Perer Kaiser, Angela Rosenberg y Diana Trink
ner ( eds .) (Berlín: Reimer Verlag: 1 992) , 1 1 6-40,
que argumenta que el artículo de
Rcnj amin "La obra de am: en la época de su reproducribil idad técnica" fue homena
je ad o desde los sesenta como un amídoro comra McLuhan, al menos en Alemania .
.lo Wase mi artículo, ''Medium -Iheory", Critica! lnquiry 30, nº 2 (invierno de 2004): 324-35.
ABSTRACCIÓN E I NTI M I DAD
Y donde nos damos cuenta de forma más vívida de este " [ser] cap
turadas otra vez en sus medios" es en la pintura, en la que los elemen
tos fundamentales se simplifican "en instintivo acuerdo con el medio":
El propio plano del cuadro crece en superfi cie cada vez más, aplanando y pre
sionando juntos los planos fi cticios de pro fu ndidad hasta que se convierten
en uno sobre el plano real y material , que es la superfi cie real del lienzo [ . . ] . .
'
Hal Foster, "Signs Takcn for Wondcrs", Art in America (j unio de: 1 986):80. Véase
también Douglas Crimp, "The End of Painting", Octo ber 1 6 (primavera de 1 9 8 1 ) ;
reeditado en On the Museum's Ruins (Cambridge, Massachusetts: MIT Press, 1 993) ,
84- 1 06. Crimp denuncia la "resurrección de la pintura" como "casi completamenre
re accionaria" (90), con "rodas las marcas distintivas de la ideología burguesa" (92).
Sólo se pueden tomar en serio las pinturas que cncw:ntran formas para representar la
muerre del medio (Roben Ryman), su deses pcración (Frank Stdla) o la muerte de la
in stitución del arre en cuanto tal ( Daniel Buren) .
284 1 W. J T. M I TC H E L L
1 0 Fostcr, "Signs Takcn for Wonders" , 1 39. Una mirada más amplia sobre el tem a la
ofrece Yves-Alain Bois en "Painting: lhe Task of Mourning'', donde el "fin" o "m uer
te" de la pintura como una liberación del capitalismo se ve inscrita en el proyecto de
la pintura abstracta desde el propio inicio (230-32).
1 1 Gerhard Richter. "Interview with Benjamin H. D. Buchloh, 1 986", reeditada en Rich
tcr, lhe Dai(y Practice of Painting: Writings and lnterviews, 1 962- 1 993. H ans- U lrich
Obrist (ed.) (Cambridge, Massach u setts: MIT Press. 1 99 5 ) , 1 46. Crimp también hace
un uso considerable de un espontáneo comentario de Gerhard Richter al efecto de que
"la pintura es pura idiocia", a no ser que uno esté apasionadamente comprometido con
ella ("lhe End of Painting", 88). A Crimp no se le ocurre que Richter pudiera habe r
estado bromeando y tampoco que todavía podría estar apasionadamente comp rome
tido, entregado a la "idiocia" construida dentro de una noción utópica de la pin tu ra
-"donde uno piensa que la humanidad podría ser cambiada por la pintura" (ibíd. ) -.
1 2 Richter. "Interview with Benjamín H. D. Buchloh, 1 986", 1 56.
A B ST R AC C I O N E I N T I M I DA D I 28�
Jor" , Buchloh ve esto como un acto crítico, que reflexiona sobre "la
anonimización y la objetivización del proceso de pintar" ( 1 6 1 ) .
El único problema con la lectura que hace Richter de Buchloh es
que el propio artista la ha repudiado de la forma más categórica. Ri
ch t er i nsiste en que hay poesía después de Auschwitz, se niega a ver su
p royecto como "una retrospectiva vasta y cínica" , y rechaza que "una
e stú pi da manifestación de las pinceladas o de la retórica de la pint ura
[ . ] pueda alguna vez conseguir algo, decir algo o expresar cualquier
an h elo"
· ·
primir textos e n libros, sino e n tazas o e n las patas d e las sillas. Soy lo
suficientemente burgués como para continuar comiendo con cuchi llo
y tenedor, al igual que pinto al óleo sobre lienzo" ( 1 5 1 - 5 2) . Rich ter
insiste en que su arte no busca destruir nada ni producir una rup t ura
con el pasado. " En todos los aspectos" , dice, "mi obra tiene m ás que
ver con el arte tradicional que con cualquier otra cosa" (23) . Des cri be
sus cuadros en términos que suenan peligrosamente cercanos a l as no
ciones tradicionales de autonomía estética y autenticidad existe nci al.
Cuando trabaj a en un cuadro, siente que "algo va a venir, que no sé ,
que no he sido capaz de planificar, que es mejor y más sabio que yo"
( 1 5 5 ) . Coquetea incluso con los valores kitsch al sugerir que su pintura
"cuenta un relato" y "establece estados de ánimo" ( 1 56) . Si su pintura
es un asalto a algo, no es, como piensa Buchloh, "a la historia de la abs
tracción en Europa" , sino "a la falsedad y a la religiosidad con la que
la gente glorifica la abstracción mediante esa falsa reverencia" ( 1 4 1 ) .
Richter rechaza d e forma consistente e l rol de vanguardista heroico ,
crítico y transgresivo que Buchloh quiere darle. Insiste en la naturaleza
mundana de la "práctica diaria de la pintura" , se pregunta si alguna
pintura puede tener un serio impacto político y declara que "la políti
ca no me pega" ( 1 53) 1 3 •
E l rechazo d e Richter a l manto heroico del pintor abstracto puede
ayudarnos a responder algunas preguntas acerca de las posibilidades
de la pintura abstracta en general en un momento en el que la pin
tura ha sido degradada desde su posición principal y dominante a
un estatus relativamente menor. ¿ Cuáles son las posibilidades act uales
de la pintura abstracta al final de la era posmoderna? ¿ Puede el arte
abstracto recuperar alguna de las ambiciones utópicas, revolu cion a
rias y espiritualmente trascendentes con las que se la asoció al prin ci
pio de la era moderna, en la etapa heroica de Kandinsky, Malevi ch Y
13 Merece la pena apuncar que los conservadores. generalmencc, han tratado las pin tu·
ras abstractas de Richtcr como un aspecto relativamence menor en su obra. Los obje
tos fetiches de su obra son las composiciones Baader-Meinhof y las pinturas basa das
en fotograHas, ambas decididamente no abstractas y vinculadas directam ente co n
los medios de masas. En cuanto a sus pinturas abstractas, el comentario de Je re l11Y
Gilbert- Rol fe sobre ellas ("parecen existir para ser fotografiadas [ ] . Conce nt radas
. . .
como obras relativamente no fetich istas. Véase Rolfe. Beauty and the Contempo rttY)'
Sublime (Nueva York: Allworch Prcss, 1 999), 9 8 .
A B S T RAC C I O N E I N T I M I DA D l 287
rrac ción en los últimos veinticinco años? ¿Se suman a una nutritiva
rradi ción alternativa o son las contradicciones entre ellos can funda
m c:ntales que su "apariencia" común de abstracción es casi engañosa?
Éste es el tipo de preguntas que un crítico puede plantear pero que
, ó l o los artistas pueden responder. Y bien podría ser que el trabaj o
de l o s artistas menores nos proporcionara respuestas más esclarece
d o ras que el de las grandes figuras que han sido seleccionadas por los
caprichos del mercado y del gusto crítico para representar el movi
m iento de progreso de la historia del arce. Los artistas menores, que
rrabajan en lo que Raymond Williams habría denominado tradición
"residual" (en contraste con las tendencias "emergentes" o "dominan
res" d e la época) , nos podrían ayudar a ver cómo una conversación en
r o mo a una tradición artística podría sostenerse al nivel del lenguaje
l) rdinario, libre de las presiones hiperbólicas para demostrar geniali
dad o relevancia en la historia universal.
Con este espíritu acepté una invitación a mediados de la década de
l o s n oventa para asistir a una muestra titulada Re:Fab, moneada en la
A r t G allery of che Universicy of Souch Florida. Esta muestra invitaba a
l os esp ectadores a inspeccionar una serie de obras recientes de artistas
ta nto nuevos como consagrados que trabaj aban de formas reconoci
b l e mente abstractas. No constituía una "declaración artística" o un
ma n ifiesto de un grupo coherente de colaboradores. Era, más bien,
u n a esp ecie de proyecto fronterizo producido por un esfuerzo coope
ra t i vo entre los artistas, los conservadores y los críticos; un intento de
en s am blar una serie de obras que nos capatizarían para responder a
l�1s preguntas críticas acerca del estado actual de la abstracción de una
f o rma relativamente empírica, sin demasiados prej uicios explícitos.
Po r supuesto, la muestra era inevitablemente parcial : excluía tanto las
a b s tr acciones contundentes como las fetichistas mágicas y se orientaba
288 1 W. J T. M I T C H E L L
Expongo aquí, de forma más que nada aleatoria, una muestra de las
obras de la exposición . Untitled de Bill Kmoski , un diálogo colori sta
entre el spray y el rascado, el acríl ico y la arcilla de modelar [fi g . 5 0] ; el
garabateado elegantemente virtuoso de Elliot Puckette en tinta, yes o Y
caolín sobre madera, una fantasía en porcelana negra [fig. 5 1 ] ; Moon
glow de Dona Nelson, en el que se escenifica una conversación entre el
dripping y el dropping, l as figuras biomórficas y los fluidos [fig. 5 2] ; Ho
neycomb de Pol ly Apfelbaum, que requiere que el espectador succi o n e
el pigmento del algodón y lo recoja con los cuerpos de terciopelo negro
i ntercalados entre sus celdas [fig. 53] ; Aemilía de Richard Kalina, que
hace un collage con formas biomórficas en un plano de planta rec tan
gular [fig. 54] . Por último, Medíum Exaltation de Jonathan Lasker, que
combina tres modos disti ntos de abstracción gráfica del código pictó ri
co-figurativo: escritura , geometría y color [fig. 5 5 ) . El título de la pinru-
A B S T RAC C I O N E I N T I M I DA D l 289
l -t[ N. de la T.] El tírulo de la obra a la que hace referencia Mitchell es .Medium E>:t1lt11tio11 .
Si c: ntendemos la palabra medium como sustantivo, d tírulo se podría t raducir como
"Exaltación del medio ; si la entendemos como adjetivo, "Exaltación de la media".
"
1 � W ase Enrique Juncosa, " lndex and Metaphor: Jonathan Lasker, David Reed, Philip
290 1 W. J . T. M I T C H E L L
Taaffe", en Abstraction, Gesture, Ecriture: Paintings from the Daros Collectio11 (Zúrich:
Scalo, 1 999) , 1 3 5 - 5 5 . Juncosa comenta el carácter no dogmátice y no utópico de la
"Nueva Abstracción" de los noventa.
1 6 Daniel Buren , Reboundings, citado en Crimp, "lhe End of Painting", 1 03 .
A B ST R AC C I Ó N E I N T I M I DA D l 293
u n a mordaza que cubre la boca, silenciándola para que el deseo del es
pectador pueda proyectarse sobre la cara, conduciéndonos, por ejem
plo, a interpretar los ojos de forma suplicante o melancólica. ¿ Cómo
i ncerprecaríamos la expresión de los oj os si la etiqueta dijese "ce odio" ?
¿ Y cómo nos lo comamos las personas que no leemos danés?
En resumen , Bagage es un "gag" 1 7 , una parodia acerca de la pintura
abs tracta, una metaimagen sobre el estado actual de la abstracción 1 8 •
Nos muestra una cara de la abstracción no can heroica, sublime, an
ri r eac ral o trascendente de la obj ecualidad. El objeto, como afirmó
Rob erc Morris en una ocasión, todavía es importante, pero quizás ya
n o es c an vanidoso. Se presenta a sí mismo con un humor nostálgico,
como una forma sociable y útil. Al igual que una esposa fiel con la que
s e ha vivido durante medio siglo, sólo se ha ganado el título de "ba-
1 7 IN. de la T.] La palabra "gag" es polisémica m inglés. Por una parte, significa ''murda-
1.a" , pero por la ocra, al igual que en casrellano, hace referencia a u n episodio humo
rís rico, burlesco o paródico.
1 8 Me han dicho que el juego de palabras en "gag" funciona en danés.
298 I W. J . T. M I T C H E L L
59. El Losange d e L ,1 G i n , u n a f i g u ra
topológ ica b á s i c a c 11 la cl i a l c c t i c a d e
l a v i s i ó n y e l d e seo. D i g i t a l M e d i a L a
b o ra t o ry, U 11 i v e r s i t y o f C h i c a g o .
l l) [N. de la T. ] La Nacional Endowmenr for the Arts es una agencia independienre del
gobierno de los Estados Unidos que ofrece apoyo y fi nanciación para proyecros artís
ti cos de excelencia.
20 C orn:spondencia de cmail, 1 9 de mayo de 1 997. Tambit:n nos gustaría n.:visitar a
Vuillard y a los intimistas, no sólo por su práctica como pintores, sino por su sentido
d..: la audiencia.
304 I W. J . T M I T C H E L L
60. M a wa l a n M a r i ka, Wa n d j u k M a r i ka , M a t h a m a n M a
r i ka y Wo re i m o ( g r u p o l i n g ü í s t i c o : R i rratj i n g u ; centro
c o m u n i t a r i o : Y i rrka l a , Te r r i t o r i o d e l N o rte), Ojan 'kawu
Creation Story ( o t r o t í t u l o Djan 'kawu Myth n9 7 ) , 1 9 5 9 .
P i g m e n t o s n a t u r a l e s s o b re c o r t e z a , 1 9 1 . 8 x 69,8 c e n
t í m e t ro s ( i r r e g u l a r ) . A r t G a l l e ry of N e w S o u t h Wa
l e s , S i d n ey, d o n a c i ó n de D r. S t u a rt S c o u g a l l , 1 9 59,
acc. # P 6 4 . 1 9 5 9 . ,:¿ 2003 A rtists Rights So ciety (A RS),
Nueva York VISCOPY. A us tralia. Fotog rafía de C h r i s t o
p h e r Snee p a ra A G N SW.
2·í Terry Smich ofrece una crírica ejemplar sobre los valores especiales incruscados en la pin
tura aborigen en su análisis de Emily Kame Kngwarreye, "Kngwarreye Woman Abscracc
Pai ncer", en Emih• lúme KngwmTeye, Jennifer Isaacs (ed.) (Sidney: Crafscman Housc:,
1 998), 24-42. Smirh craza las complejas negociaciones entre la tradición y l a modernidad,
el colonizado y el colonizador, los regalos locales y los mercados internacionales que hacen
de la pintura aborigen -especialmente de la pintura absrracca- un negocio ran censo.
3 1 0 1 W J . T M ITC H E LL
6 3 . E r n i l y Ka rn e K n g w a rreye, u n p a n e l d e l o s ve i n t i
dós p a n e l e s el e A lhalkere Suite. 1 9 9 3 . N a t i o n a l G a l
l e r y of A u st ra l i a , Can berra. ' ' 2 0 0 3 A ft i s t s R i g h t s
S o c i ety ( A R S ) , N u eva Yo r k/V I S C O PY. A u stra l i a .
A B ST R AC C I Ó N E I N T I M I DA D l 3 1 1
6 5 . A n t o n y G o r m l ey fo r m a n d o u n a e s c u l
t u ra . De l a p r o d u c c i ó n d e G o r m l ey Ameri
can Field. d i c i e m b re de 1 9 90. C o rtesía del
arti sta y d e J a y J o p l i ng/W h i te W i s e .
con tra su Creador y son castigados por ell o siendo condenados a dejar
su hogar paradisíaco y a trabajar roda su vida, sólo para morir y regresar
a la materia informe de la que emergiero n . Algunas variaciones de este
m i to aparecen en varias culturas y materiales: la creación de Prometeo
del hombre a través del barro ; el Golem j udío; las estatuillas de barro
animadas por el Gran Espíritu de la l eyen da hopi ; Pigmal ión enam o
rándose de su propia estatua; "el moderno Pro meteo" , el Dr. Franke n s
tei n , que usa cuerpos m uertos como material para sus rebeldes criatu
ras; los humanoides metálicos de la ciencia ficció n contemporánea , las
criaturas "poshumanas" conocidas como robots y cíborgs [fig. 66] .
Aquí hay u n tipo de proceso circular en marcha. El hombre es tan
to el objeto esculpido como el agente escultor; es creado y es crea d or
de imágenes esculpidas. Dios i ntroduce al hombre y a otras cria tu ras
en el mundo por medio del arte de la escultura. Después, el hom b re
lleva a la escultura (y a los dioses) al mundo, creando imágenes m a
teriales de s í mismo y de otras criaturas. El momento peligroso , p or
supuesto, es siempre el momento de la animación , cuando el objeto
esculpido toma "vida por cuenta propia'' . El Dios del monote ís m o ,
l a deidad del j udaísmo, del cristian ismo y del i slam entien de qu e la
LO Q U E Q U I E R E LA E S C U LT U RA l 3 1 7
2 Giorgio Vasari, Lives ofthe Artists [ 1 568] , vol. 1 , trad. Georgc Bull (Londres: Pe ngu in
Books. 1 96 5 ) . 2 5 .
LO Q U E Q U I E R E LA E S C U LT U R A l 3 1 9
pandido" , todavía les parece a muchos un tipo de arte sin hogar. ¿Per
tenece a un j ardín de esculturas? ¿A un ala especial del museo? ¿Va con
un monumento arquitectónico, como el aderezo de perejil va con un
asado? ¿ Es un ornamento para la plaza pública, como un atrezo in visi
ble, como la típica obra de "arte público" ? ¿Es una barrera visualm en te
molesta, como el Tílted Are de Richard Serra [fig. 68] ? ¿ O es afuera, en
la naturaleza salvaje, un monumento que desaparece, como la Sp ira l
Jetty de Roben Smithson [fig. 69] ?
La cuestión del lugar, sitio o localización siempre ha sido un tema
central para la escultura. A diferencia de la pintura, normalmente n o lle
va su marco con ella y es, por lo tanto, mucho más sensible a cuesti o n es
de ubicación. No proyecta un espacio virtual, abriendo una ventana a la
inmensidad, como se dice que hace la pintura de paisaj e; absorbe el esp a
cio, se mueve en y ocupa un sitio, imponiéndose a él o cambiándolo. Se
LO Q U E Q U I E R E LA E S C U LT U RA l 3 2 1
ESTATUAS: LA E S C U LT U RA C O M O LUGAR
8 Véase Karherine Hayles, How Uíé Bffame Postlnmuzn: Virtuttl Bodies i11 C_'ybem1·tio-, Lita
,ztu n•anti !nfimnatics (Chicago: Universiry uf Chica go Pn:ss, 1 999) ; y Don na Haraway,
''Manificsro for Cyborgs", rn Simiam, Cyborgs, ttntl Wt1mm (Routlcdgc, 1 99 1 ) .
'! C i tado en Amony Gormley, Critica/ Mttss (Viena: Vcrcin Sradrraum Remisc, 1 99 5) . 7.
3 2 4 1 W. J . T. M I T C H E L L
El primer desafío es
el riesgo de lo q ue Judith
Butler llama "el problema
del género" . ¿Cómo pode
mos " localizar" la identi
dad sexual de l as estatuas
de Gormley? Gormley hace
fundiciones de su propio
cuerpo inequívocamente
masculino. Hay sitios de
identificación masculi na,
marcas fálicas en ocasio
nes acentuadas [fig. 72] .
Gormley también tiene la
buena (o mala) fortuna de
poseer un cuerpo bastan te
bello y "escul tórico" q ue
inevitablemente recuer
da al espectador al cuerpo
12. A n tony G o r m l ey. Peer, 1 9 8 4 . C o r t e s 1 a d e l masculino como la figura
rt 1 sta.
arcaica de la idealizada y
normativa forma huma
na -la m isma i m agen que nos permite decir "hombre" u "hombres"
cuando realmente queremos decir "human o"-. La escena primigenia
d e la escul tura en el libro del Génesis refuerza este tipo de asociació n :
l a cre ació n d e l "hombre" como e l acto creativo original del artista di
v in o; la creación de la mujer como un tipo de desmembramiento qui
r ú rgico del cuerpo masculino. El cuerpo femenino no es, en un primer
mo mento, esculpido, sino que esrá encerrado dentro del masculino para
l uego ser liberado desde el "útero" masculino a través de una especie de
co r re de cesárea. Adán es la primera producción escultórica; Eva, la pri
mera reproducción. El hombre es creado, la mujer nace.
El trabaj o de Gormley complica estos estereotipos activando la
d ist in ción en tre el sexo y el género tanto al n ivel de la apariencia
vi s ual (como en la figura con su pene erecto) , como en el proceso
p r o d u ctivo que "genera" el objeto esculpido. Es una docrrina están
� ar de la teoría feminista, apunta Judith Butler, que "sea cual sea el
ti po de insolubilidad biológica que parezca tener el sexo , el género
326 I W. J . l M I T C H E L L
13 Una raz<Ín por la cual la trad ición del ensamblaje o de la escultura construida (D av i d
Smith, Anthony Caro, la escultura cubista y surrealista) parece antitética a la prácti ca
de Gormley es que produce de forma casi inevitable un sentido del gesto y de la sin
taxis en la figura, creando un cuerpo que acttía en el espacio más que simplem ente un
"estar ahí", lo que es, supongo, la intención de Gormley y una de las características d e
su trabajo que más firmemente le en lazan con el minimalismo. Uno piensa aqu í en la
" 1-box" de Roben Morris, representando el cuerpo desnudo del artista en una caj a de
mera! esculpida con la letra " [ " [yo] como puerta.
14 Gormlcy, Critica/ Mass, 1 64 .
LO Q U E Q U I E R E LA E S C U LT U RA l 329
después del acto y en ese pun to tiene la opció n de continuar con ello,
rno l dearlo más aún o moldearlo aparte.
Lo que Gormley nos muestra, entonces, es que el cuerpo es un lugar
Y que la escultura revela la forma de ese sitio, el espacio interior invisible
d ond e alguien vive o ha vivido. Ese lugar se representa como una forma
p ositiva, una "estatua" que tiene que ser vista como una oscuridad en
carnada (de ahí, creo, el frecuente uso del plomo como material) 1 5 • El
lugar del cuerpo también s e indica como una ausencia, una imp resi ó n
negativa o vacío, como en Bed [fig. 74] , o como el interior imp licado
en un "caso" arquitectón ico o biomórfico, como en Sense, Flesh o Fu it.
En estos "casos" posteriores, el objeto escultórico puede record arno s
una tumba o un útero , un ataúd o una vaina en la que el cuerpo se es tá
gestando. En cualquier caso, hay un sentido de un exterior imp asib le ,
casi sin caracteres, que esconde un interior explosivo, muy simila r a la
estructura de una bomba16•
Los objetos inertes o explosivos, las cosas muertas o vivas, las reliquias
industriales o los fósiles paleontológicos, los cuerpos individuales o gené�
ricos, las identidades de género o generadas, las personas o los lugares , las
obras de arte arcaicas o contemporáneas: el extraño poder de lo que he
estar. Este anhelo de lugar es tan crucial para lo que una escultura quiere
como el deseo que hechiza al objeto mismo.
S I T I O S : EL LUGAR C O M O ESCULT U RA
AN ÉCDOTA DE LA JARRA
1 7 D e The Collected Poems o.f VV'iillace Stevens (Nueva York: Knopf, 1 964) , 76.
332 I W J . T M I T C H E L L
1 8 Esto me recuerda al contraste entre las formas de relacionarse con la aud ien cia de
Bob Dylan y Bruce Springsteen. Springsteen es un constan te torbellino de en e rgí� ,
pasión e insistencia que alcanza directamente a la audiencia. Dylan (de fo rm a '.nas
efectiva, desde mi punto de vista) casi parece indiferente a la presencia de la audie n
cia, centrado en algún tipo de relación incomunicable con sus propias palab ras �' s�
música. Quizás esto es lo que en realidad son, en esenc i a las categorías de "abso rc1o n
,
l 9 Ga:, ro n Bachelard, The Poetics ofSpace ( 1 9 5 8 ; Bosr o n : Beaco n Press, 1 994) , cap. 8 .
20 Véase l a evocación d e Stephen B a n n del Jvlonje a la orilla del mar de Fcied rich en "The
Raising of Lazarus", en Anrony Gormley (Malmo-Li verpool- Dubl í n , 1 99 3 ) , 7 1 .
334 I W. J . T. M I TC H E L L
7 7. R o b e rt M o r r i s , i n st a
l a c i ó n d e G re e n G a l le rY.
1 9 64 . Corte s ía del a r t i sta .
LO Q U E Q U I E R E LA E S C U LT U RA l 335
2 1 Véase Host, de Gormley, una habitación inundada con barro en la antigua cárcel d el
Ayuntamiento de Charleston . Carolina del Sur.
22 É mile Durkheim , 7'1e Elementary Forms o/Religiotts Lije [ 1 9 1 2] , trad. Karen E. Fiel ds
(Nueva York: Free Press, 1 995). Para un análisis sobre algunas de las genealogías del
concepto de tot<:mismo y sus relaciones con la idolatría y el fetichismo, véanse los
capítulos del 7 al 9 más arrás.
23 Para más información sobre el totemismo, véase la parte 2 más atrás.
LO Q U E Q U I E R E LA E S C U LT U RA I 339
24 Se han trazado comparaciones con el ejérc i ro de terracota de Xia n , China; con los m i l
bodhisarrvas en Kioro, Ja p ó n ; y ( e n un conrexro contemporáneo) c o n l o s "susriru ros"
p rod uc idos en m as a de Allan McC o l l u m y con l as " h i leras de carcasas h u m a n o i
des" de M a gda l e n a Abakanowicz. Véase Cao i m h i n M ac G i o l la Le i rh , "A Pl ace Wh e re
Th o ug h t Mighr Grow" , en Antony Gonnley: Field far the British Jsles ( Ll andudno,
Gales: O riel Mosryn , 1 994 ) , 24-26.
340 1 W. J l M I T C H E L L
26 Tom N a i rn , 7he Break- Up o/Britain: Crisis and Neo-Nationali.rm (Londres: New Lefr
Books, 1 977) .
LO Q U E Q U I E R E LA E S C U LT U R A 1 343
27 [N. de la T.] Con esta expresión, inspirada en el rítulo de l a obra de Robert Mo rris
f-Beams, que podría traduci rse a l castellano como "barras yo" , Mitchell hace un j uego
de asociación en tre la fo rma de las barras y la letra l , que en i nglés sign i fi ca el pro
n o m b re perso nal "yo" . De esta manera, la p ro p i a forma de las barras que componen
Quantttm Cloud haría referencia a una m ulrirud de egos, de "yoes" que conforman un
cuerpo u n i tario pero i ndefi n ido.
LOS F I N ES D E LA FOTOG RAF ÍA A M E R I CANA. R O B E RT
F RA N K C O M O U N M E D I O N AC I O N A L
Si, como Roland Barthes sugirió, "rodas las fotografías del mundo
formaran un laberinto" 1 , seguramente la región central de ese labe
rinto estaría ocupada por la fotografía americana. El h istoriador de
la fotografía Joel Snyder ha dejado claro que esto no es sólo porque
se han hecho más fotografías en los Estados Unidos que en cualquier
otro país, sino porque se han hecho más sobre ellos. Snyder señala
específicamente que la inauguración en 1 973 de un departamento de
fo tografía en el Museum of Modern Art marcó la primera canoniza
ción real de la fotografía como un medio moderno o (lo que viene a
ser lo mismo) artístico.
"La fotografía americana" no es sólo una frase que denota las fo
tografías que se han hecho en o sobre los Estados Unidos, o por sus
ci udadanos. La frase ahora tiene el mismo repique de inevitabilidad
que asociamos con "la pintura francesa" , "la escultura griega" , "el pai
saj ismo holandés" y "los jeroglíficos egipcios" , y el mismo potencial
de reducción a un cliché auroevidente, el vínculo automático de una
n ación y un medio. Las connotaciones de la fotografía -la moderni
dad técnica, científica y progresiva, el bajo coste y la disponibilidad
democrática, su relación con la culcura media y la posición social de la
pequeña burguesía y su estatus m ítico como un lenguaje natural y uni-
Roland Barrhes, Camera Lucida: Reflectiom 011 Photography, rrad . Richard Howar<l
(Nueva York: Hill & Wang, 1 98 1 ) , 73.
346 1 W J . T. M I T C H E L L
4 André Bazin, por ejemplo, ve "el factor esencial" de la fotografía como "la satisfacción
de nuestro apetito de i lusión por una reproducción mecánica en cuya realización el
hombre no j uega ningún papel" ( What Is Cim•ma? [Berkeley y Lm Á ngeles: Uni
vers i ty of California Press , 1 967) , 1 2) . S tanley Cavell, de forma similar, argumema
que la forografía ··no vence tanto al acro de pimar sino que lo elude rotalmente: por
el automatismo, por eliminar el agente humano del acto de la reproducción" ( 7he
World Viewed: Rejlections 011 the Ontology of Film [Cambridge, Massachussets: Har
vard University Press, 1 979) , 2 1 , 23). Para un análisis clásico sobre la "ontología de la
fotografla'' , véase Jocl Snydt:r y Neil Walsh Allcn, " Phmography, Vision, and Rcpre
sentation", Critical lnquiry 2, nº 1 (otoño de 1 97 5 ) : 1 43-69.
348 I W. J . T. M I T C H E L L
8 Jack Kerouac, introd ucción a 7he A mericans, de Roben Frank ( 1 cd. inglesa, 1 959; ª
tille Camera, nº 58 (enero de 1 969): 22-3 1 ; anotación en la pág. 23. Véase también
Tod Papageorge, Wtilker Evans and Robert Frank: An Essay on 111fluence (New Haven,
Connecticuc: Yale Universicy Art Gallery, 1 98 1 ) y John Brumfield, "1he Americans'
and che Americans", Afterlmage 8, n° 1 /2 (verano de 1 980): 8- 1 5 .
1 O Véase Stuarc Alcxander, Robert Frank: A Bibliograpl'.y, Filmography. and E>:hibitio11
Cronology 1 946- 1985 (Tucson, Arizona: Center for Creacive Phocography, Universicy
of Arizona, 1 986) , vii: " Las películas de Frank atrajeron una atención relativamen te
pequeña dentro de la literatura de los setenta y ochenta". También, Michael Micchell
apunta que "a pesar de que sus películas están lejos de no tener interés", fallan "en
convencernos de la misma forma que siempre lo ha hecho The Americans [ . . . ] . En
las películas de Frank. d medio y el creador nunca se encontraron por comp leto"
("Commcntaries/Reviews" , Parachute [verano de 1 980] : 46-47, citado en Alcxa nd er,
Robert Frank, 1 23).
1 1 Véase "Walker Evans on Roberc Frank/Roberc Frank on Walker Evans" , Sti/113 (New
Haven, Connecticur: Yale Universicy Press, 1 97 1 ) , 2-6. Frank continua: "No quer ía
ir fuera y hacer fotografía fija de nuevo [ . . . ] . Creo que mi libro fue un poco com o el
final de algún período [ ] . Siempre me siento como haciéndolas pedazos [las fo to
. . .
13 La primera pregunta de la primera entrevista que publicó Frank fue: "¿Por qué dejaste
la fotografía fija?" y ésta se repite en casi cada entrevista que Frank otorgó durante los
siguientes vein te años. Vbst: Alcxandcr, Robert Frank, 54, 1 82.
1 4 Estoy haciéndome eco aquí de la conclusión dt: Jack Kcrouac, "A Roben F ra n k ahora
le doy este mensaje: tienes ojos." (Incroducción a Frank, 7he Amerimns, vi) .
3 5 2 1 W. J T. M I T C H E L L
1 5 Véase Kelly Wisc, "An l ntcrview with John Szarkowski", Views 3 , nº 4 (verano de
1 98 2 ): 1 1 - 1 4 , para un testimonio del shock que sintió el comisario de fotografía del
Museum of Modern Art.
16 Uso la abreviación AM para designar el The Amerimns de Frank, seguido de la posi
ción numérica de la fotografía en este texto, un orden que permanece consistente a
través de rodas las ediciones de su obra.
17 Me han limitado a reprod ucir sólo seis fotografías de Frank en este capítulo. Reco
miendo leerlo con una copia de 7he Americans a mano.
L O S F I N E S D E LA F O T O G R A F I A A M E R I C A N A 1 353
1 8 [N. de la T.] El verbo "save" en inglés significa ramo salvar como ahorrar, con lo que
aquí se produce un juego de palabras entre ambas acepciones.
L U S F I N E S D E LA f- U 1 U G RA f- I A A M E R I C A N A I 355
20 Dennis Wheeler remarca: "Una vez pensé que las fotografías se alzaban dond e se
terminaban los límites construidos del lenguaje y que, como el cemento, la supe rfic ie
gris acerada de la emulsión atrapaba de una vez por todas que eso era (es) como cs ro"·
siado al centro del laberinto nacional americano pierden sus cab ezas
o sufren una mutilación. El "águila americana" , apunta Hawth orn e ,
que guarda la entrada a la nación (la aduana) "con las alas desplegadas ,
u n escudo ante su pecho y [ . . . ] un manojo de rayos entremezclad os
con punzantes flechas en cada garra" , es una arpía que está "pres ta
a abalanzarse sobre sus poll uelos con un arañazo de sus garras, un
golpe de su pico o un hiriente ataque de sus punzantes flechas" (7) .
(Es difícil n o pensar e n esta imagen cuando s e contempla l a fotogra
fía de Frank de Billie Holiday cantando bajo la amenazadora figura
del águila americana en el Apollo Theater.) Hawthorne vio que, co n
cada cambio de cabeza del estado americano, los candidatos políti
cos se mandaban a una "guillotina" figurativa (43) . Cuando Zachary
Taylor fue elegido presidente, "la propia cabeza [de Hawthorne] fue
la p rimera en caer" (44) en el U. S. Custom-House, donde había
tenido un puesto político. La prensa inmediatamente aceptó el es
cándalo, presentando a Hawthorne "a través de impresos públicos,
en mi estado decapitado, como el Jinete Sin Cabeza de lrving" (45) .
El Eisenhower decapitado de Frank en el escaparate de un comercio
marca, en 1 9 5 9 , el final de la era de la inocencia nacional americana,
así como del medio de la fo tografía.
La decapitación de Hawthorne, así como la de Frank y Eisen
hower, es sólo figurativa, pero eso no significa que no fuera seria. "El
momento en el que la cabeza de un hombre cae rara vez es [ . . . ] el más
agradable de su vida" (44) . El período de la nacionalización de Frank
como ciudadano norteamericano coincide con su sondeo fotográfico
de la gente americana y con su descubrimiento de los tipos de mutila
ción que una nación puede perpetrar contra sus ciudadanos. ¿Mutiló
deliberadamente a las figuras en sus fotografías? ¿ Fue la decapitación
un motivo que emergió intuitivamente en su sondeo americano o fue
buscándolo? ¿ O esto es simplemente una característica accidental , un
automatismo del medio mismo que inevitablemente "corta" una esce
na o figura en el momento de encuadrar o recortar? Todas las pru eb as
que he sido capaz de recopilar vuelven estas cuestiones imposibles de
decidir. Frank continuamente habla de su forma intuitiva de trab aja r,
aunque también deja claro , especialmente después de su arresto en A r
kansas bajo la sospecha de ser un espía comunista, que estaba trata ndo
de expresar sus opiniones sobre América en estas fotografías. Mi op i
nión es que el motivo de la decapitación es el punto de convergen cia
L O S F I N E S D E LA FOTO G R A F I A A M E R I CA N A l 3 6 1
24 Jac q ues Laca n , The Four Fundamental Concepts of Psychoanalysis, rrad. Alan Shcrid an
(Nueva Yo rk: Norro n , 1 97 8 ) , 9 4 .
L O S F I N E S D E LA F O T O G R A F I A A M E R I C A N A I 363
25 Véase Bourdieu , Pho togmphy, A Middle-Brow Art, cap. 5, sobre la soledad del arte
forográfico.
26 Citado en Robert Frank: New York to Nova Scotia, Anne Wilkes Tuckcr (cd.) (Bosco n:
Little Brown, 1 986), 5 5 .
27 D e entre las muchas anécdotas que rodean a estas imágenes, una m e viene aquí a la
mente. Se cuenta que la novia del motociclista que pilló a Frank en el acto de fo rogra
fiarle en Newburgh, New York había visto la imagen de su novio en una copia de 7he
Americaw y llamó a Frank en Nueva Escocia para tratar de conseguir su ayuda pa ra
sacar a su novio de la cárcel. La mayoría de los americanos de 7he Americans pe rma
necen, sin embargo, como anónimos extraños.
VIVI R E L COLOR. RAZA, E S T E R E O T I P O Y A N I M AC I Ó N
E N BA M B O OZL ED D E S P I K E L E E *
Todos sabemos que los estereotipos son malos, que son imágenes
falsas que nos previenen de ver de verdad a las otras personas. También
3 Vron Ware y Les Black diagnostican de forma reveladora d parrón pcrceprual del
estereotipo en Out o/ W'hiteness: Color, Politics, and Culture (Chicago: Univcrsiry of
Chicago Prcss, 2002) .
4 W E. B. Du Bois, The Souls ofBlt1ck Folk (Chicago: McClurg, 1 903), 7.
370 1 W J . T. M I T C H E L L
sabemos que los estereotipos son, como mínimo, u n mal necesa rio
que no podríamos crear sentido o reconocer objetos u a otras pe rs on �
sin la capacidad de formar imágenes que nos permitieran dist in guir
una cosa de otra, una persona de otra, una clase de cosas de otra. Esto
es por lo que el encuentro cara-a-cara, como ha insistido cada teó rico
desde Lévinas hasta Sartre o Lacan, nunca tiene realmente luga r. M ás
concretamente, nunca es inmediato, sino que está plagado de la an
siedad que produce el error de reconocimiento y está lleno de fantasía
narcisista y agresiva. Estas fantasías y errores de reconocimiento se ha
cen especialmente intensos cuando están exacerbados por la diferencia
sexual y racial , y por historias de opresión y de desigualdad. Cuando
Franz Fanon describe a la chica blanca que le grita a su madre " ¡mira,
un negro!" o cuando Du Bois describe el rechazo de su tarjeta de visita
por parte de una chica blanca de su colegio, se está representando la
primera escena del estereotipo racista:
En una minúscula escuela de madera, se les metió en la cabeza a los chicos y
chicas comprar preciosas tarjetas de visita -<liez céntimos el paquete- e inter
cambiarlas. El intercambio era feliz hasta que una chica, una alta y recién
llegada, rechazó mi tarjeta -la rechazó perentoriamente, con una mi rada-.
Entonces caí en la cuenta con auténtica rapidez que e ra diferente de los otros;
o similar, acaso, en alma, vida y deseos, pero excluido de su mundo por un
vasto velo. (7)
5 Michad Rogin, Blackface, White Noise: }ewúh lmmigmnts in the Holf:¡•wood M1·lting
Pot (Berkeley y Los Angdi.:s: Univi.:rsicy of Califórnia Prcss, 1 996); Eric Lon, Love
and lheft: Blackface Minstrelsy and the A merican Working Cuzss (Nueva York: Oxford
Universicy Press , 1 993). Véase también W. T. Lhamon Jr. . Raising Cai11: Blackjáe Per
famuznce from }im Crolll to Hip Hop (Cambridge, Massachusecrs: Harvard Universicy
Press, 1 998) ; Robe re Toll, Blacking Up: lhe Mimtrel Sholll in Nineteenth Cmtury Amer
ica (Nueva York: Oxford Universicy Press , 1 974) ; Car! Witcke, Tambo anti Bones: A
History ofthe American Mimtrel Stage ( Durkharn, Carolina del Norte: Dukc Univcrsicy
Press, 1 930) ; y David Leventhal, Blackjace (Santa fe: Arena Editions, 1 999).
3 7 2 I W. J . l M I T C H E L L
6 [N. de la T.] En inglés, la palabra "nigger" (que podría traducirse por "negrata") tie ne
una connotación despectiva muy fuerte, por lo que. para suavizar su uso, se emple a la
V I V I R E L C O LO R I 373
corrección política: Aunt Jemima, Stepin Fetchit, Jim Crow, Sleep ' n'
Eat y Man Tan7 dan un paso al frente a todo color y retoman sus roles
t radicionales.
La motivación de Pierre para revivir estos estereotipos racistas es de
roda menos clara. ¿Está tratando de salvar su trabaj o o de perderlo?
¿ Está proponiendo algo tan indignante que hará que le despidan y le
ayudará a eludir su contrato, o está baj o el influj o de la inspiración
creativa, reviviendo los estereotipos como instrumentos de sátira con
tra las cadenas y sus audiencias blancas? La película comienza con
Pierre dándonos una definición de la sátira como el uso de la mofa
para atacar el vicio y la estupidez, y su esperanza expresa es que el
resurgimiento de la cara pintada de negro restriegue a la audiencia
blanca por la cara el racismo que cree que todavía está descontrolado
en la sociedad americana. Lo que no tiene en cuenta es que las carica
turas de la sátira cobrarán vida por sí mismas y que se convertirán en
mortíferas para todos los que sean tocados por ellas. Su idea pronto
es apropiada y mercantilizada por la cadena, él empieza a dudar de sí
mismo y pierde el respeto de sus propios amigos Íntimos y de su fami
lia por haber revivido los estereotipos "coon". Finalmente, Man Ray
(Savion Glover) , su bailarín estrella de claqué, que está reviviendo a la
figura de Man Tan, se disgusta tamo con todo ello que rehúsa llevar la
cara pintada de negro y le expulsan del programa, para ser secuestrado
a continuación por una banda de hip hoperos anarquistas, los Mau
Maus, que ponen en escena la ejecución pública de Man Tan en una
conexión televisiva a través de Internet. La sátira degenera en tragedia,
las imágenes vivientes de las caricaturas negras de cómic se convierten
en máscaras de la muerte asesinas y el virtuosismo del claqué hace su
bis final en una danza de la muerte. Las figuras de "Samba art" , las
muñecas, marionetas y figuras animadas que Pierre había coleccionado
como parte de su investigación sobre la estereotipia negra cobran vida
a su alrededor. Entonces, su asistente de confianza y ex amante, Sloan
Hopkins (Jada Pinkett Smith) le dispara y le fuerza a ver un montaje
sobre los momentos clásicos de los actores con la cara pintada de negro
8 [N. de la T.] "Jolly Nigger", que podría traducirse literalmen te como "negrata feliz",
es un j uguete racista que alcanzó gran popularidad entre finales del siglo XIX y la
primera mitad del siglo XX. Consistía en una h ucha mecánica con forma de hombre
negro con el brazo extendido. La moneda se depositaba en la mano de la figurilla y, al
apretar un botón, ésta se la acercaba a la boca simulando trag;írscla.
9 "Post-Art M i nstrelsy" Cineaste 26, nº 2 (200 1 ) de Armond White, es quiú la más
,
9 0 . E n l a e s c e n a f i n a l d e BamboozlecJ d e S p 1 ke L e e ( 2 0 0 0 ) a parece e l t e r ro ri f í co
' o s t r o ele M a 11 Ta 11 .
1 2 Véase Michael Rogin , "Nowhere Left t o Srand: Th e Burn r Cork Roors o f Popular
378 I W. J . T. M I T C H E L L
Culture", en el simposio Cinenste sobre Bamboozled, " Race, Media, and Money" , 1 4-
1 5 . Rogin seflala el modo en el que la película socava cualquier tipo de normatividad
redentora -incluyendo la posición del autor mismo, "que deliberadamente se priva a
sí mismo de cualquier base comprometida" ( 1 5)-.
1 3 Se debe seflalar quc esta voz en off no es parte del propio guion de la película, sino
una característica disponible sólo para los que vieron la película en formato DVD.
Por supuesto, esto genera una nueva serie de preguntas acerca de los "propios" límites
del guion dentro de un nuevo horizonte técnico.
1 4 Esto no implica sugerir un consenso acerca de los valores morales o políticos de la cara
pintada de negro, que continúan en profunda disputa. Como dice Rogi n, "la admira
ción y el ridículo, la apropiación y el homenaje [ . . ] , la decepción y la aurodecepción.
.
(Blackface, White Noise, 37) . Sobre el uso de la cara pintada de negro para reforzar m ás
V I V I R E L C O LO R 1 379
que.: para subvenir la divi,ión de.: clases, véase David Rm:d igcr, 1he Wt1ges ofWhitenm:
&1ce cmd the Jvf,iking ofthe Americt1n Workíng C!ass (Londres: Verso , 1 99 1 ) .
380 I W. J T. M I T C H E L L
1 5 Véase el análisis de Rogin sobre el origen histórico de esta figura en las actuacio nes
reales de minstrcl, en las que el actor atraparía las monedas con su boca.
V I V I H e l C U LO R 1 3 8 1
1 6 En el montaje de la historia del cine con las caras pintadas de negro que Sloan fuerza a
ver a Pierre aparece un pequeño vídeo del Man Tan original, Bert Williams, haciendo
vibrar su cuerpo sobre el suelo.
1 7 Brenr Hayes Edwards, " Lo u is Armstrong and the Synrax of Scat", Critictd fnquiry
28, nº 3 (primavera de 2002 ) : 6 1 8-49: " El scat crnp icza con u n a caída, o eso nos han
dicho" (6 1 8) .
384 I W J l M I T C H E L L
1 8 Pero l a "asimi lacicín" , como Rogin (Blackface, White Noise) también observa, continúa
impl icando la adopción de una blancura normativa y la exclusión de alguna forma de
alteridad racial.
LA O BRA D E ARTE E N LA É POCA D E S U
RE PRO DUCTI B I L I DAD B I O C I B E R N ÉTICA*
93. M á q u i n a d e T u r i n g . D i g i ta l M e d i a Labo
ra t o r y. U n i ve r s i ty o f C h i ca g o .
2 Giorgio Agamben, Horno !úcer: Sovaeign Po111a and Ban- lije (Sranford, Cal ifrirnia:
Sranfo rd Universiry Press, 1 99 8 ) .
388 I W. J . T. M I T C H E L L
3 Véase, por ejemplo, Leon Kass's "Testimony Presented to the Nacional Bioethics Ad
visory Commission'' , 1 4 de marzo de 1 997, Washi ngton D. C. (http://www. all.org/
abac/clontx04.htm, 2 1 de mayo de 2003), para una muestra de los razonamientos en
contra de la clonación h umana: "La repugnancia es a menudo la portadora emocional
de la sabiduría profunda, más allá del completo poder de la razón para articularlo.
¿Puede alguien realmente dar un argumento completamente apropiado para el horror
del incesto padre-hija (aunque sea con consentimiento) o practicar sexo con animales
o comer carne humana, o incluso sólo violar o matar a otro ser humano? ¿Podría el
fracaso al dar una justificación racional completa para la repulsión ante estas pdcticas
hacer esa repulsión éticamente sospechosa? En absoluto. Desde mi punto de vista.
nuestra repugnancia ante la clonación h umana pertenece a esta categoría''.
LA O B RA D E A R T E E N LA É P O C A D E S U R E P R O D U C T I B I L I DA D . . 1 389
?arables far the Virtual (Durham, Carolina del Norte: Duke University Press, 2 00 2) ,
1 43, para un argumcmo similar contra la idea de una "era digital".
5 Para más información sobre este fenómeno, véase Manovich , 1he Language o/ New
Media, 54.
LA U C! f-IA U f: A R f E E N LA E P O C A D E S U R E P R O D U C T I B I L I D A D . . . l 39 1
"que se parece a lo que los biólogos han encontrado en los organ ismos
vivos'', mientras que (por otra parte) "algunos biólogos esperan que
cales estudios [de Internet] puedan ayudarlos a encontrar las claves para
los más profundos misterios de la naturaleza"6. Los artistas de Internet,
como Lisa Jevbratt, se toman casi en serio la metáfora de Internet como
un organismo vivo. Jevbratt, de hecho, cree que es un organismo mori
bundo, y su obra está dedicada a hacer visibles sus procesos vitales y sus
tendencias patológicas7•
Podría ser útil aquí detenernos para un breve interludio teórico,
para poner toda esta cuestión en un marco teórico e histórico ma
yor: el punto de vista de la semiótica y de la iconología (el estudio
de los signos y de las imágenes) . En esta perspectiva más amplia, la
relación entre el bios y lo cíber es una reescritura de la dialéctica tra
dicional entre la naturaleza y la cultura, entre los seres humanos y sus
herramientas, artefactos, máquinas y medios -en resumen, el "mundo
antropogénico al completo" , como solíamos llamarlo-. También es
una reconstrucción de la antigua batalla entre la imagen y el mun
do, el ídolo y la ley. El cibertimonero es el código digital, el sistema
alfanumérico de cálculo e iterabilidad que hace del lenguaje y de las
matemáticas los instrumentos de control de la racionalidad humana,
desde los cálculos ingeniosos hasta la estimación inteligente. Como el
teórico literario Northrop Frye una vez apuntó, el verdadero regalo a
los seres humanos sobre el monte Sinaí no fue la ley moral (que ya se
conocía en las tradiciones orales) , sino la ley semiótica, que reemplazó
a los sistemas de escritura pictográficos con un alfabeto fonético, a la
escritura analógica con la digital 8 • Lo cíber es el j uez y el diferenciador,
el que ordena escribir el código. El bios, por otra parte, tiende hacia
el registro analógico o hacia el "mensaje sin un código" , como dijo
9 6 . F o t o g ra m a d e Terminator 2: e l cíborg
de mercurio T 1000.
1 2 Los talentos imitativos de David, el niño robot de Inteligencia Artificial de Steven Spiel
berg, son, desde luego, mucho más perturbadores que los del nuevo modelo de Ter
minaror, cuyas habilidades nunca captan la simpatía de la audiencia, ni siquiera en su
momento de "fusión" espectacular. cuando se transforma velozmente en rodos los per
sonajes que ha adoptado durante la película. Quizás el momento más terrorífico de la
película es cuando el Terminaror suplanta la voz del hijo, y luego el cuerpo de su madre,
interpretando las dos caras del drama edípico que estructura Inteligencia A rtificial .
LA U l::H< A U I:: A H J 1:: l:: N LA E P O C A D E SU R E P R O D U C T I B I L I DA D . . l 395
obra y su modelo, son a la vez más distantes y más íntimas que cual
quier cosa posible en el reino de la reproducción mecánica; y tercero,
una nueva temporalidad, caracterizada por una erosión del evento y
una profundización en el pasado relevante, produce un sentido pecu
liar de "estasis acelerada" en nuestro sentido de la historia16•
Primero, la cuestión del original y la copia implicada en la "repro
ductibilidad". Benjamin argumentó de forma célebre que el adveni
miento de las copias fotográficas estaba produciendo una "degradación
del aura" -una pérdida de la presencia, autoridad y mística única del
objeto original-. La reproducción biocibernética lleva este desplaza
miento del original un paso más allá y, al hacerlo, revierte la relación
de la copia con el original. Ahora tenemos que decir que la copia, en
todo caso, tiene i ncluso más aura que el original . Precisamente en un
mundo donde la propia idea de lo único original parece una ficción
meramente nominal o legal, la copia tiene todas las papeletas para ser
una mejora o un realce de lo que quiera considerarse como el original.
La reproducción digital de sonidos e imágenes visuales, por ejemplo,
necesita no caer en una erosión de la viveza o de la semejanza con la
vida, pero puede, de hecho, mejorar el material original con el que
empieza, cualquiera que sea éste. Las fotografías de las obras de arte
pueden "frotarse" para quitar las imperfecciones y el polvo; en prin
cipio, se pueden borrar digitalmente los efectos del envejecimiento en
una pintura al óleo y la obra se puede restaurar en una reproducción
hasta su prístina origi nalidad. Por supuesto, esto todavía constituiría
una pérdida del aura que Benjamin asocia con la adición de historia y
de tradición alrededor del objeto; pero si el aura significa recuperar la
vitalidad original, literalmente el "aliento" de vida del original, enton
ces la copia digital puede acercarse más a parecerse o a sonar como el
original que el original mismo. Y el entorno de trabajo milagroso de
Adobe Photoshop preserva incluso la "historia" de las transformaciones
entre el original y la copia, por lo que cualquiera puede ser revertida.
9 8 . S t e l a rc , Third A rm. 1 9 8 2 . C o r t e s ía d e l a rt i st a .
1 00. S te l a rc . Diagrama de Third A rm. Cortesía d e l a r t i s t a .
1 01 . S t e l a rc , Evolut1on (esc r i b i e n d o u n a p a l a bra s i m u l t á n e a m e n t e
c o n tres m a n o s ) , M a k í G a l l e ry, To k i o , 1 9 8 3 . Fotog rafía d e A k i ro O k a
da. ce, Ste l a rc . C o r t e s ía de S t e l a r c .
1 8 ']� J. Clark, Farewell to an Idea ( Ncw Haven, Con necticut: Yale Universiry Press ,
1 999). l .
LA O B RA D E A R T E E N LA E P O C A D E S U R E P R O D U C T I B I L I DA D . . . 1 403
1 9 Todas las ci tas dearti stas del Exir Arr Show se han to mado de la p u b licación de la
galería Paradise Now: Picturing the Genetic Revolution, co misariada por Marvi n H eif
errnan y Caro! Kismaríc, del 9 de sepriernbn: al 28 de octubre de 2000.
20 Evo n n e Levy eleva una inreresanre cuestión en torno al tomare de Laura Srei n e n
4 0 6 I W. J . T M I T C H E L L
105. Ronald Jones, Untitled (DNA fragm ent from Human Chromosome 73 ca rrying
Mutant Rb Genes. a/so kn own as Ma/1gna n t Oncogen es that tngger raptd Cancer
Tumorigenesis). 1 9 8 9 . Cortesía d e l a rt i sta y M e t ro P i ct u r e s .
2 1 Roben Pol l ack, Signs o/Life (Nueva York: Houghron M i ffi i n , 1 99 4 ) , 7 1 -72 .
22 Laura Schleussner, una arrisca de Berlín que trabaja con cuestio nes genéticas, ha
sugerido la idea de una exposición sobre l a hisroria natural de los "an i m ales sacri fi
ciales" de la ciencia moderna, en l a que se los elevaría desde el a non i maro y el estatus
genérico de las especies/especímenes y se les resta ura ría la i n d i v id ualidad dd nombre
propio. Para más i n formación so b re el OncoMowe, veáse H araway, Modest_ Witness.
408 I W J . l M I T C H E L L
23 Para más información sobre los proyecros de Kac , véase su página web. hrrp://www.
ekac.org/.
LA U tl KA U t. A R T E E N LA E P O C A D E S U R E P R O D U C T I B I L I DA D . . l 409
¡ , _______________
Dom a natural human bcing on the __ d.:1y of ____ in thl'. yc;:ir ___ ,
S:uorn t.o 1md .sub:scnbi:rl bt.'f<wt ni.t as u:1tnas Swom and dtcLzrtd tty me,
1m this __ d11!f of ---- 6111 Origiual Human,
WITNt:5S PROCUIMFR
• Este capítulo se publicó por primera vez en "An Hisrory, Aesthetics, ami Visual
Studics", como conferencia impartida en el Clark lnstitutc, W i l l i a msrown, Massa
chusetts, en mayo de 200 1 . Les agradezco a Jonathan Bordo, James Elkins, Ellen
Esrock, Jod Snyder y Nicholas M i rzocff sus apre c i abl e s comcntarirn. y advertencias.
El capítulo posteriormente apareció publicado en las actas del instituto, en Art His
tory, Aesthetics, Visual St11dies, Michael Ann Holly y Keith Moxey, (eds.J 23 1 -50
(Williamston, M assachusetts: Stcrling and Francine Clark Art l nstitute, 2002) y en
7hejoumal o/Visual Culture 1 , nº 2 (verano de 2002) .
4 1 8 I W. J . T M I T C H E L L
EL S U P L E M E NTO P E L I G ROSO
Sin embargo, para aquéllos interesados en anteriores tentativas mías sobre todo ello,
véase: "Whar Is Visual Culrure?, en Meaning in the Visual Arts: Euays in honor of
Erwin Pa11ofiky's J OOth Birthay, lrving Lavin (cd.) (Princcton: Pri nccron Univcrsiry
Prcss, 1 99 5 ) . e "lnrcrdisciplinary and Visual culture", Art Bulletin 77. nº 4 (diciembre
de 1 99 5 ) : 540-544 .
M U :i 1 k A k E L V E R I 41 9
2 Si el espacio lo hubiera permirido, habría insertado una nora a pie de página más
amplia sobre los muchos ripos de trabajos que han hecho posible concebir un campo
como el de los "esmdios visuales".
3 Para un debare en romo a la pt:culiar disrancia exisremc enrre los estudios visuales
y l os estudios sobre cine, véase Anu Koivu nen y As t r id Sodt:rbcrgh Widding, "Ci
ne ma Srudies i mo Visual Thcory?'', cn la revista digital fntroduction, h np://www.
uru. fi/hum/etvdede/ preview.html. Ouas formaciones institucionales que parecen
nO[ablememe excluidas son la amropología visual (la cual riene ahora su propia re
visra académica, con artículos recopilados en Vismzlizing TI1eory. Lucien Taylor (ed. ) ,
(Nueva York: Rou d edge , 1 994) , l a ckncia co g n itiva (muy i n fl uyeme en los esrndios
cinemamgráficos) , y la tcoría y la rt:tórica de la comun icación, que a mbicionan simar
los csmdios visual<:s como un co mp om : n t<: dt: los programas de.: i n r rod uc ci ú n a la
escrimra impartidos en la universidad.
4 2 0 I W. J l M I T C H E L L
5 Ver las respuestas de Crow al cuestionario sobre cultura visual en Octoher 77 (verano de 1 996).
6 Para un estudio tajante acerca de las mediaciones históricas en el arte, véase Robe rt
Nelson , "The Slide Lecture: The Work of Art History in the Age of Mechanical Re
production", Ci·itical lnquiry nº 3 (primavera de 2000) : 4 1 4 - 434.
,
mental para registrar el habla, invade el dominio del habla una vez que
se comprende que la condición general del lenguaje es su iterabilidad,
su fundamentación en la repetición y en la re-citación. La presencia
auténtica de la voz, del núcleo fonocénrrico del lenguaje, conectado
inmediatamente al significado en la mente del hablante, se pierde en
las huellas de la escritura, que permanecen cuando el hablante se halla
ausente -y últimamente, incluso, cuando él está presente-. Todo el
dominio ontoteológico de la autopresencia originaria se socava y se
reconstruye como un efecto de la escritura, de una infinita serie de
sustituciones, aplazamientos y diferenciales8• Todo ello fue recibido
como embriagador, intoxicante y peligroso en los años setenta, cuan
do golpeó el mundo académico americano. ¿ Podría ser que no sólo la
lingüística, sino todas las ciencias humanas, de hecho todo el cono
cimiento humano, estuvieran a punto de ser engullidos en un nuevo
campo llamado "gramatología" ? ¿ Sería posible que nuestras propias
ansiedades acerca de la ausencia de límites de los estudios visuales fue
ran una repetición de un pánico anterior provocado por la noticia de
que "no hay nada fuera del texto" ?
Una conexión obvia entre estos dos ataques de pánico es su común
énfasis en la visualidad y en el espaciamiento. La gramatología promue
ve los signos visibles del lenguaje escrito , desde los pictogramas hasta
los jeroglíficos, las escrituras alfabéticas, la invención de la imprenta y
finalmente de los medios digitales; desde su estatus como suplementos
parasitarios hasta un original y fonético lenguaje-como-habla, o hasta
su posición de primacía como la precondición general para todas las
nociones de lenguaje, significado y presencia. La gramatología desafía
la primacía del lenguaj e como habla invisible y auténtica en la misma
medida en que la iconología desafía la primacía del artefacto único y
original . Una condición general de la iterabilidad o de la citación -la
imagen acústica repetible en un caso, la imagen visual en el otro- soca
va el privilegio tanto del arte visual como del lenguaje literario, situán
dolos en un campo mayor que, en un principio, parecía meramente
suplementario a ellos. La "escritura" se encuentra, de forma no casual,
en la unión entre el lenguaje y la visión, cuyo epítome sería la figura
del pictograma o el jeroglífico, de la "palabra pintada" o el lenguaje
bre l a sordera y e l lenguaje visible del gesto; también reclama aten ció n
hacia lo táctil , lo auditivo, lo háptico y el fenómeno de la sinestesi a.
3. La cultura visual no está limitada al estudio de las imágenes 0
de los medios, sino que se extiende a las prácticas diarias del ver y del
mostrar, especialmente a aquéllas que solemos considerar como inme
diatas o no medi adas. Está menos preocupada por el significado de las
imágenes que por sus vidas y amores.
4. No existen los medios visuales. Todos los medios son medios
mixtos, con ratios variables de sentidos y de tipos de signos.
5. La imagen incorpórea y el artefacto corporeizado son elementos
constantes en la dialéctica de la cultura visual. Las imágenes son a las
pictures y a las obras de arte lo que las especies son a los especímenes
en biología.
6. No vivimos en una era exclusivamente visual. Lo "visual" o el
"giro pictorial" son un tropo recurrente que desplaza el pánico moral
y político hacia las imágenes y hacia los denominados medios visuales.
Las imágenes son chivos expiatorios convenientes y la crítica implaca
ble depila ritualmente el ojo ofensivo.
7. La cultura visual es la construcción visual de lo social, no única
mente la construcción social de la visión. La cuestión de la naturaleza
visual es, por tanto, un asunto central e inevitable, j unto con el papel
de los animales como imágenes y como espectadores.
8. La tarea política de la cultura visual es ejercer la crítica sin el
confort de la iconoclasia.
Nota: la mayor parte de las falacias arriba expuestas son citas o
paráfrasis aproximadas de comentarios de reconocidos críticos de la
cultura visual . Recibirá un premio todo aquél que pueda identificarlos
a todos.
Comentario
p linares , que congregan ranto a esrudianres de literatura como de hisroria del arre,
es d momento en el que los cstudianres de hisroria dd arre "po n e n en su sirio" a las
genres de la lirerarura sobre la no-rransparencia de la representación visual, sobre la
necesidad de comprender los lenguajes del gesto, el vesmario, el orden composicional
y los motivos iconográficos. El segundo momenro, más difícil rodavía, en este rirual,
es cuando los historiadores del arre ricnen que explicar por qué todos esos significa
dos convencionales no se añaden a una descodificación lingüísrica o semiórica de las
imágenes, por qué hay una plusvalía inefable en la imagen .
1 4 Véase Norman Bryson, "The Narural Acritude'' , cap. 1 de Vision and Painti11g: lhe
Logic ofthe Gaze (New Haven: Yale Universiry Press, 1 983).
1 5 Véase Roland Barrhes, Camera Lucida (Nueva York: Hill & Wang) , 4 : "es el Panicular
absoluto, la Contingencia soberana [ . . . ] el Eso [ . . . ] en resumidas cuentas, lo que
Lacan llama li1che, la Ocasión, d Encuentro, lo Real".
16 Bi s hop Georgc Berkdcy, A New 7heory of Vision [ 1 709] , en Berkeley's Philosophical
Writi11gs. David Armstrong (cd.) (Nueva York: Collier Books, 1 96 5 ) .
428 I W J . l M I T C H E L L
1 7 Lacan, "The Eyc and rhe Gazc", en Four Fundamental C'oncepts ofPsychoanalysis (Nue
va York: W. W. Norron, 1 98 1 ) , 9 1 .
1 8 Como la denuncia de Brvson de l a "actitud natural", l a cual considera como el re
sultado de un error de " PÍ inio, Villani, Vasari, Berenson y Francasrel" y, sin ningun a
duda. de roda la h istoria de la teoría de la imagen hasta su tiempo.
19 Debo esta frase a Michac.:l Taussig, quien desarrolló la idea en un seminario imparrido
conjuntamente, "Viral signs: The Lifc of Represcntations", que se celebró, durante el
otoño de 2000, en la Columbia Un iversity y en la NYU.
M OSTRAR E L VER I 429
20 Me refiero aquí al título del reciente libro de James Elkins, n1e Domain of !mages
( lthaca, Nueva York: Cornell University Press, 1 99 9 ) .
M OSTRAR E L VER l 43 1
24 Véase Mirchell, Pictltre Theory, cap. l , para un mayor análisis de la idea de que "rodos
los medios son medios mixros" y, especialmenre, d esrudio sobre la invesrigación de
Clemenr Grcenbcrg en romo a la pureza óprica de la pinrura absrracra (cap. 7) . En
realidad, la propia visión narural no-mediada no es un asunro puramcnrc óprico, sino
una coordinación de la información óprica y rácril.
434 I W. J l M I T C H E L L
imagen proyectada e n e l centro. Las dos manos que mecen esta cuna
son el sujeto y el objeto, el observador y lo observado. Pero, entre
ellas, meciéndose en la cuna del ojo y la mirada, está esa curiosa cosa
intermediaria, la imagen, y la pantalla o el medio en el que aparece.
Esta "cosa" fantasmática se describió en la óptica antigua como el ei
dolon, el patrón proyectado que se arroja fuera del ojo inquisitivo e
indagador, o el simulacro del objeto visto, desprendido o "propagado"
por el objeto, del mismo modo que una serpiente muda su piel en un
número infinito de repeticiones2'. Tanto la teoría de la extramisión
como de la intramisión de la visión , comparten la misma picture del
proceso visual, difiriendo sólo en la dirección del flujo de energía e
información. Este modelo antiguo, aun siendo sin duda incorrecto
como explicación de la estructura física y fisiológica de la visión, to
davía es la mejor picture que tenemos de la visión en tanto que proce
so psicosocial . Ofrece una herramienta especialmente poderosa para
comprender por qué las imágenes, las obras de arte, los medios, las
figuras y las metáforas tienen "vidas propias" y no pueden explicarse,
simplemente, como instrumentos retóricos y comunicativos o como
ventanas epistemológicas a la realidad. La cuna de gato de la visión in
tersubjetiva nos ayuda a comprender por qué esos objetos e imágenes
nos "devuelven la mirada" ; por qué el eidolon tiene una tendencia a
convertirse en un ídolo que nos habla, nos da órdenes y nos demanda
sacrificios; por qué la imagen "propagada" de un objeto es tan eficaz
para la propaganda, tan fecunda para reproducirse en un número infi
nito de copias. Nos ayuda a ver por qué la visión no es nunca una calle
de sentido único , sino una intersección múltiple rebosante de imáge
nes dialécticas; por qué las muñecas de los niños tienen una j uguetona
semi-vida en las fronteras de lo animado y lo inanimado; y por qué las
huellas fósiles de la vida extinta resucitan en la imaginación del obser
vador. Todo ello deja claro por qué las preguntas que se hagan sobre las
imágenes no deben ser, ¿qué significan? o ¿ qué hacen? , sino, más bien,
¿cuál es el secreto de su vitalidad? y ¿qué quieren?
das con las manos obteniendo diversas formas geométricas. Mitchell aprovecha este
doble sentido de la expresión para hacer un j uego de palabras entre mecer (por la
cuna) y el enrrclazo de las cuerdas.
27 Véase David Lindbcrg, 7heories ofVision from Al-Kindi to Kepler (Chicago: University
of Chicago Prcss, 1 976, 1 976) .
M OSTRAR E L VER l 437
M OSTRAR EL VER
28 Pude valer la pena mencionar aquí que el primer curso que se ofreció sobre cultura
visual en la Un ivcrsiry of Chicago fue en el seminario "Art 1 O I " , que impartí en otoiio
de 1 99 1 con la impagable ayuda de Tin a Yarborough .
438 I W. J T. M I T C H E L L