Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
No faltarán los lectores que, llegados a este párrafo, piensen “Sarlo siempre
elitista”. Y, sin embargo, hay que agradecer al Colón y al ministro de Cultura de la
Ciudad, Enrique Avogadro, que, respetando las normas, estuvo allí. Tengo el
mismo sentimiento de comunidad restringida pero real, cuando entro en un
museo como el Malba, el CCK o en el Teatro San Martín. La vida continúa
después de la muerte. Las que no han desaparecido, pese al diagnóstico, son las
ideologías. ¿O es faltar el respeto a las creencias religiosas colocarlas en el mundo
de las ideologías? Espero una respuesta de los intelectuales católicos.
Seguramente, estas discusiones sobre la Theodora de Haendel no interesen a
quienes hayan visto la cara de la muerte bien de cerca. Pero la historia argentina,
desde el siglo XIX, nos enseña que no es posible edificar con los ojos solo fijados
en las catástrofes, sino con la cabeza orientada hacia los programas y las utopías.
Sin utopías, o incluso sin distopías, nos privamos de toda imaginación del futuro,
y permanecemos hundidos en el barro del presente, donde cada dos días parece
necesario evaluar una sucinta declaración de Máximo Kirchner, emitida para
presionar a Alberto Fernández; y cada quincena nos encontramos con algún texto
flamígero de su madre Cristina. Como fuere, ese tono es preferible al uso
desenfadado de la palabra “garchar” por alguna candidata que trata de imitar la
lengua adolescente suburbana, con la esperanza de que le sirva en el rejunte de
votos.
No hay futuro así. Por eso, son motivo de alegría noticias sobre la vuelta de la
enseñanza presencial y algún otro “regreso a la normalidad” en ese rubro. Tal
etiqueta debería aplicarse a escuelas donde quienes asistan aprendan a leer y
escribir en menos de tiempo del que a un chico pobre y desatendido le lleva
garabatear su propio nombre sobre el papel.
Quienes enseñan en la UBA me cuentan que los exámenes parciales revelan
alumnos que no pueden construir bien (ni mal) oraciones subordinadas
consecutivas o concesivas. Les creo, porque esas subordinadas están
desapareciendo también de nuestra lengua oral. Pero, sin ellas, hay alternativas
que no pueden expresarse y, ni siquiera, pensarse. No es solo la pobreza ni la falta
de oportunidades, también es el populismo pedagógico.