dijeron la muerte de muchos, y también a ellos les alcanzó
el destino. Alejandro, Pompeyo y Cayo César, después de haber arrasado hasta los cimientos tantas veces ciudades enteras y destrozado en orden de combate numerosas miría- das de jinetes e infantes, también ellos acabaron por perder la vida. Heráclito'^\ después de haber hecho tantas investi- gaciones sobre la conflagración del mundo, aquejado de hi- dropesía y recubierto de estiércol, murió. A Demócrito'^'^, los gusanos; gusanos también, pero distintos, acabaron con Sócrates. ¿Qué significa esto? Te embarcaste, surcaste ma- res, atracaste: ¡desembarca! Si es para entrar en otra vida, tampoco allí está nada vacío de dioses; pero si es para en- contrarte en la insensibilidad, cesarás de soportar fatigas y placeres y de estar al servicio de una envoltura tanto más ruin cuanto más superior es la parte subordinada: ésta es inteligencia y divinidad; aquélla, tierra y sangre mezclada con polvo.
o b s e r v a c i ó n del cuerpo h u m a n o en e s t a d o de salud y e n f e r m e d a d , en la
experiencia y en el a c o p i o de datos, a d e m á s de una rigurosa e t i o l o g í a . Heráclito de Éfeso, f i l ó s o f o presocrático; los estoicos reelaboraron ciertos aspectos de su teoría. En cuanto a su muerte, la vieja anécdota de que murió hidrópico encierra una ironía: el agua habría destruido al filó- s o f o que consideraba el f u e g o c o m o el elemento primordial y que decía que «el alma más seca es la mejor». D e m ó c r i t o de Abdera, presocrático. Junto con L e u c i p o es el principal representante del a t o m i s m o . B u s c ó la s o l u c i ó n al p r o b l e m a de la Naturaleza mediante la afirmación de la e x i s t e n c i a de á t o m o s , dota- dos de todos los atributos del Ser de Parménides, pero aceptando la posi- bilidad del vacío. Según D i ó g e n e s Laercio murió de vejez. Pero también aquí M. A. ironiza: el que afirmaba que los c u e φ o s se d e s c o m p o n e n en mínimas partículas acabó d e s c o m p u e s t o por unos seres mínimos: los gu- sanos.